Cuidado con lo que deseas (LMM)

Un gran grupo de personas con ropajes furtivos se acercaba al puerto. «Cazadores» pensó Carlos, un mercante de Verisar, dueño de muchos mercados y tantos bares y burdeles como podían ser posibles para una sola persona. Aquellos presuntos cazadores conversaron con un capitán, la mujer que se presentó como Avi Ritva, le dijo al marinero que estaban de camino a Sevindel, y necesitaban un barco, hablaban sobre acabar la maldición.

Carlos había escuchado sobre una maldición en la tierra de Sevindel, y que todos huían de ella. Su codicia y astucia eran dignas de un buen comerciante, pero su afán por aprovecharse de la gente y las desgracias lo hacían un genio. Al escuchar aquella conversación Carlos intervino.

— No se preocupe señorita, Avi, ¿no? Tengo el navío mejor preparado para ir a Sevindel, pero claro... — Hizo un ademán con la mano refiriéndose a la paga. — No será problema, el dinero no significa nada ante la gloria que nos espera. — Avi señaló una bolsa inmensa de aeros. Los ojos del mercante brillaron, pero abruptamente se apagaron, Carlos recordó que no disponía de ningún capitán bajo contrato, y nadie en los últimos días había ido a Sevindel. — Mierda. — Susurró. — Espere aquí, el capitán del barco suele irse mucho a tabernas.

El comerciante corrió a la taberna más cercana que consiguió. — ¡UN CAPITÁN QUE VAYA A SEVINDEL! — Gritó, nadie respondió, todos se querían mantener alejados de pestes y maldiciones. Fue a la barra y le preguntó al camarero. — ¿Cuál es el pirata más atrevido que conoce? — Luego de mirar un poco señaló a un hombre de cabello trenzado y piel azul. Carlos hizo un gesto de curiosidad. Sin agradecer se acercó a aquel hombre, que bebía junto a otro igual de corpulento y con barba.

Se paró en frente de la mesa. — Ujuhrm. — Dijo, ninguno de los dos prestó atención. — Ehhh, disculpe ¿capitán? ¿Acaso no oyó mi propuesta? — Se acomodó el cinturón nervioso por la respuesta.

— Sevindel... — Se volteó hacia Carlos. — He oído que los árboles mueren, las cosechas se pudren, la gente enferma, incluso historias de fantasmas. — El mercante rascó su barba. — Bueno, lo importante es la paga.

— No hay dinero que valga la muerte. — Se rascó el cabello impaciente. — Escuche, le prestaré un barco, yo solo necesito que lleve a mis hombres, ellos saquearán todo Sevindel. Allá afuera hay una mujer, una cazadora, que le dará hasta las tetas si la lleva a Sevindel, quiere matar a un bicho raro, dice que acabará con la peste.

Tobias pensó, miró a Kendrick el cual hizo un gesto de poca importancia. — ¿De cuánto hablamos? — El señor posicionó las manos intentando aproximarse al tamaño de la bolsa el cual coincidió con el tamaño de la panza del hombre. — No me haré cargo de tus hombres ni de nadie, me quedaré en altamar, y luego de un día me acercaré al puerto, recogeré a quién esté ahí.

— No hay problema. — Hizo un gesto invitando a Tobias a seguirle. — Te presentaré a Avi. Es bonita. — Dijo mientras movía el codo dándole un golpesito a Tobias. En cuanto abrieron la puerta del bar, estaba Avi Ritva en frente de ellos.

— ¿Capitán? — Preguntó al ver a Tobias. — Sí, sí, es él. El capitán... — Miró nervioso al pirata. — Tobias Pharra.

Avi hizo una seña a uno de sus acompañantes, el cual tocó un cuerno que hizo un ruido inmenso, algunas aves salieron volando al oírlo, pronto se acercaron a ellos más cazadores, al menos 10 eran. Tobias peló los ojos. — Necesitaré un barco grande.

Poco pasó y el barco estaba casi preparado, la tripulación de Tobias se encontraba arreglando algunas cosas. — Al abordaje. — Dijo Kendrick desde la mesana.

Los cazadores iban de uno en uno subiendo a la nave mientras el bio los recibía con alegría. — Buenos días. — Dijo al principio.— Bienvenidos a bordo. — Le decía a los cazadores y saqueadores de Carlos que pisaban el barco los cuales miraban extrañados a Antonio, nunca se esperarían tal cordialidad en un barco pirata. Luego de que todos aquellos cazadores subieran al barco, un pequeño chico se acercó y el bio lo vio. — ¿Qué haces por aquí niño? — El chico explico que quería ir hacia Sevindel en busca de aquel demonio. Antonio estiró el brazo y lo ayudó a subirse.

Antes de que Kendrick cuestionase la acción de Antonio al dejar subir a un niño a una misión como esa, vio la mirada del chico y que tenía algunas cicatrices, a Kendrick no le importó que se adentrara en aquella epopeya. Seguro había vivido más historias de ese tipo que él mismo.

A unos cuantos metros se encontraban un par de mujeres hablando. — Ay no, yo no podría pasar la vida así. — Decía Noux mirando las tres jaulas de aves, que tenían un búho, un halcón y un águila. — Jajaja, esperemos que no te toque. — Reía Ondina ante el comentario de la arpía. Desde la derecha de acercó una mujer. — El búho se llama Poddrick, y el halcón Hendrix. El águila; Jaime. Era de mi hermana Cazzu, murió hace años de una enfermedad. — Avi suspiro. — Esa condenada ave no me hace ni puto caso, pero la llevo como memoria de mi hermana... Tampoco me hacía caso. — Las tres rieron y se presentaron.

El último preparativo era izar las velas, la más grande fue la última, que en su estampado se podía ver un dragón enrollado hasta morder su cola, ese símbolo llamado el Uroboros se ondeaba en rojo sobre un fondo negro. — Ah, he visto ese dragón antes. — Decía uno de los cazadores a Björn, el cual solamente hizo un pequeño sonido gutural. Aquel cazador se volteó hacia Antonio. — Soy Reg'no Taddrak, ¿Cuánto cree que tardemos en llegar a Sevindel?

Mientras tanto en proa. —Esta gente está cazando un demonio, según ellos es la causa de la maldición. — Se digiría Kendrick a Tobias. — No creo que sea nuestro asunto, no somos cazadores ni médicos. — El capitán tomó el timón. — Podríamos ser de ayuda, tú más que nadie.

— Zarpamos. — La embarcación comenzó a moverse rumbo a Sevindel. Tobias pensaría en las palabras de Kendrick. Ondina comenzó a mover las aguas haciendo que fueran a su favor, ahora el barco iba más rápido. — A este paso estaremos en Sevindel antes del primer rayo del alba. — Dijo Antonio a Reg.

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Off rol: Reg'no Taddrak es un humano de nivel 1 con maestría en arcos. Era el antiguo líder de este grupo de cazadores, hasta que en una cacería fallida perdió a dos de sus mejores hombres por no tener el coraje suficiente, para enfrentar a la bestia de frente, se ha ganado algo de desprecio con su gente y ahora busca ser quien mate al Nuckalavee para volver a ser el líder y ganarse una vez más el respeto de su gente.

Aspecto:

Toda la información sobre la tripulación está en mi firma.

Habían dos cosas a las que Noux aún no se acostumbraba de navegar, el sol y la turbulencia, y hoy, el sol se mostraba furioso en la parte más alta del cielo, aunque algunas nubes inundaban el paisaje con deseos de apoderarse de la escena, ninguna se atrevía a ponerse entre el ardiente sol y la tez de la ave, quien para su mala suerte, se encontraba en el carajo. Un pequeño refugio en las alturas, con semejanzas a la apariencia de un nido desde donde podía ver si algún barco pasaba cerca. Así era la guardia usual de Noux, acompañado por un movimiento incesante que la llevaba de un lado, al otro, y al otro.

«¿Algún día Tobias aprenderá a navegar esta mierda sin moverse tanto?» Para el infortunio de la arpía, sus malas suertes no terminaban con eso, desde el mástil apareció una voz jovial. — ¿Qué se supone que eres? —  Ella sabía que tendría que ser alguien sigiloso y ágil para subir el mástil sin que ella se diera cuenta. —  Noux... — Respondió sin mucha importancia, aunque dentro de sí estaba intrigada.

— Uhh, supongo pero, eres como un ave, pero también una humana. — Dijo el joven un poco confundido. — Ah, lo siento, yo soy Yaar. — Noux lo miró unos instantes. — ¿Acaso nunca has visto una mujer-bestia? — Yaar negó con la cabeza. — Lo siento, soy nuevo en esto, a penas es mi primera misión de caza. — Trató de desviar la mirada y se mostró nervioso.

Noux extendió su mano hacia él para ayudarlo a subir al carajo. — No te disculpes tanto chico. —  A pesar de llamarlo así, la arpía sabía muy bien que seguramente sería mayor que ella, Yaar tomó su mano y subió. — Soy más ave que humana. — El joven hizo una mueca pícara. — ¿La jefa Avi no te ha intentado domesticar? Le encantan las aves. — Noux miró a donde estaba Avi, quien hablaba con un chico, posiblemente de la edad de ambos, un pelirrojo con una mirada de bárbaro. «La jefa, eh.» A ellos poco a poco se acercaba Ondina.

Ondina se sorprendió ante las palabras de Avi, había oído muchas historias de los Nuckalavee, pescadores o marineros que habían abandonado la vida y ahora estaban malditos, convertidos en monstruos, un equino y un hombre en un cuerpo guiado por la sed de muerte. — ¿Piensan cazar un Nuckalavee? — Dijo Ondina arqueando la ceja algo preocupada.

Mientras el barco seguía su curso, Tobias se encontraba con Reg'no.

— También quieren matar a la bestia, ¿no? — Hizo una mirada que parecía juzgar las acciones de Tobias.

— No somos cazadores, somos piratas. Venimos por el dinero. — Miró al mar, aunque el viento no estaba a total favor, el movimiento de las mareas los llevaba rápido gracias a Ondina. Las habilidades de aquel brujo que conoció hace un tiempo vendrían bien en este tipo de situaciones. Sabía que los cazadores solo buscaban la gloria de ser conocidos como el que pudo cazar a la bestia, si a alguno le interesaba acabar la maldición, no era a este.

Reg'no se giró un momento. — Aquello contra lo que nos enfrentaremos no es humano, ni animal, es un demonio. — Volvió a mirar al dragón de frente. — Cualquier ayuda nos vendrá bien. — Ahora se alejaba y el pirata estaba intrigado por aquella especie de propuesta. El orgullo de los cazadores podía verse doblegado por el miedo a perder una batalla.

Avi no tardó en voltearse a Ondina. — El Nuckalavee, sí. — La bruja tenía una cara de sorpresa, miedo y ansiedad. En cierto modo quería ver a un Nuckalavee cientos de mitos pasaban por su cabeza, aunque no quería ser la presa de uno, le intrigaba lo que era capaz el demonio. Aunque por un momento pensó que, aquellos cazadores no tenían oportunidad y se aventuraban a una muerte segura, para algunas tribus la muerte en batalla era la gloria, pero no sabía si estos esperaban ir a los salones del Valhalla o volver a sus hogares con sus mujeres.

Muchas más miradas se centraron en Avi, algunos emocionados, otros asustados, otros extrañados, tomó un momento para aclarar su voz y comenzó su explicación. — El Nuckalavee, es un monstruo fuera de este mundo. Mitad equino, mitad humano, mitad pez, mitad demonio. Escupe muerte y enfermedad por donde pasa, tiene brazos alargados y una apariencia putrefacta, su piel se cae al galope. — Esta mujer tenía la voz de una líder y sabía como transmitir hacia sus seguidores. — Algunos dicen que es el alma de un brujo, condenado a ser quien lleve la desolación y el hambre desde el mar a las tierras. Otros que es un monstruo que acecha en las costas. — Con una voz empoderada y algo furiosa. — El Nuckalavee solo conoce de sangre y muerte. No se detendrá ante ofensa alguna que no terminé su existencia.

Entre la multitud muchas caras parecían poco convencidas, otras aún más aterradas, en cambio, las que miraban ansiosos y con valentía hacia Avi, eran los verdaderos guerreros dispuestos a acabar con la maldición. La cazadora miró al chico, que sería una de las últimas caras. — ¿No tienes miedo chico?

La respuesta de Kosir parecía animar aún más a Avi, quien a simple vista se veía encantada con la actitud del muchacho. El sol comenzaba a bajar poco a poco y ya iban a medio camino. Luego de la historia y las palabras de Kosir, el grupo se fue esparciendo poco a poco. Ondina fue a donde Tobias.

Unos pasos se acercaban al pirata quien al tanto de estos no decidió ni voltear, seguía mirando el mar. — Toby. El viaje es corto, y las decisiones son rápidas. Estos cazadores no solo buscan la gloria, también el favor de los dioses al acabar con la maldición. Quién sabe, quizás la muerte del Nuckalavee no nos de oro, poder o otro beneficio material. — Ondina hizo voltear a Tobias con un tentáculo hecho de agua. — Pero te puede dar la fuerza para ser un Dios, y el apoyo para hacernos los reyes del mar. — Extrañamente las palabras de la bruja eran muy acertadas a los oídos de Tobias. Demasiado quizá, a veces hasta él mismo se preguntaba si estaba bajo algún tipo de conjuro o embrujo. Quizá, la parte de Tobias que amaba la gloria estaba creciendo y sus ambiciones de grandeza iban en camino a buscar ser el rey de los mares.

Cualquiera que fuera la respuesta, el dragón y su deseo de ascender no solo entre los piratas, si no, entre los hombres para ser una leyenda ahora estaban aceptando las ideas de la bruja. — Nos uniremos a la partida de caza. — Una mirada excitada de parte de la bruja y una sonrisa de satisfacción y alegría la acompañaban porque ahora, su mayor deseo iba poco a poco volviéndose realidad.

Todos esos cazadores seguían una y otra vez revisando su equipo. Sus espadas, hachas, arcos, incluso algunas cuerdas y sus ropas. La mayoría llevaba pieles de grandes animales peludos encima, algunas más pintorescas que otras, suponía que serían trofeos de caza y los portaban como conmemoración. A simple vista parecía que todos esos cazadores eran una tribu unida, un grupo totalmente organizado, pero siempre había un pez que quería nadar contra marea. Para Tobias era obvio que ese sería Reg'no, el cual no estaba del todo convencido con el liderazgo de Avi. Poco podía hacer más que aceptarlo, entre los pequeños subgrupos, el de Reg'no era conformado por él y dos cazadores más, mientras el resto se juntaba alrededor de Avi y algunos decidían la soledad.

Desde el carajo se oyó un silbido, un poco melódico, era la señal de Noux, avisando que ya había visto tierra. Pronto nosotros también veríamos. Antonio por su parte, agregó que faltaban al menos 6 horas para llegar a esa velocidad. Aquello que se divisaba en el paisaje era el Acantilado de la Muerte. Y nuestro objetivo era Sevindel por los momentos. Tobias realizó un ademán a Avi y explicó la situación. — Como habíamos prometido, llegarán a Sevindel al amanecer, si quieren cazar a esa bestia, supongo que querrán descansar. — Avi asintió al primer instante ante la propuesta de Tobias, pero luego se notó preocupada. — ¿Estaremos a salvo? He oído que muchos piratas rondan están costas, y lo que menos necesito ahora es que nos aborden y nos quiten las armas. — sonrió carismáticamente, procedió a hacer una seña a la bruja. — Slæða — Tobias esperaba haberlo dicho correctamente, aquel segundo idioma que le comenzaba a enseñar la bruja era bastante complicado y distaba mucho del que ya sabía, a pesar de eso parecía que se le daba bien el idioma de los Æsir al pirata.

La bruja volteó, cumpliendo las órdenes de Tobias se movió a proa, extendió sus brazos. — Frjósa. — Exclamó, sus ojos se llenaron de un azul cristalino, sus labios se congelaron y estos no solo salieron palabras, si no una nube gélida inmensa que se propagó por todo el barco, haciendo el ambiente un poco frío. Pero lo importante era que ahora el barco era ocultado por una gran niebla. La temperatura no sería problema, el grupo de cazadores parecía bien abrigado y según había entendido el capitán, venían desde el norte en busca de algunas presas, no tardaron en escuchar las historias de Sevindel y quisieron ir en busca del demonio.

Avi se tranquilizó, sonrió. — Este frío me hace sentir como en casa. — Le dijo al capitán, él volteó hacia la cazadora. — En cuando arribemos, los ayudaremos a cazar a la bestia. — Esta sonrió, realmente le gustaba la actitud de estos dos que había conocido en el barco. Mientras tanto, los cazadores preparaban su comida y parecían agruparse en una pequeña mesa, iban a dormir luego de la cena, otros estaban ya preparando sus camas. Aquella aglomeración parecía la calma antes de la tormenta, una última cena antes de enfrentar los horrores de una maldición. Era increíble pensar que gente desconocida, de una nación lejana, llegaría solo para acabar con la bestia que atormenta las islas.

Tras mirar unos momentos, el dragón se dio cuenta de que la única otra persona que no estaba en esa agrupación, era un chico, cerca de la barandilla que lo miraba fijamente. Esto le pareció bastante curioso al pirata, si bien compartía ropas parecidas a los cazadores, no estaba con ellos, lo cual era cuanto menos extraño. Caminó hacia él, sin apartar la mirada, se posó a su lado.

— No pareces un pirata, ni un cazador. ¿Quién eres muchacho? ¿También planeas pelear al Nuckalavee?

Brumoso había dicho, era curiosa la coincidencia, justamente estábamos cubiertos de una neblina. — Supongo que eres un bárbaro. Parece que todos en este barco buscan la gloria. — Obvio el muchacho no venía con estos cazadores y era extraño incluso para piratas como yo que viajan por toda Aerandir, ver un bárbaro de esa clase, tenía entendido que pertenecían a tribus y clanes, que nunca salían de los bosques o montañas.

La pregunta tan osada que realizó el chico me dejó en silencio unos instantes, muy propio de un bárbaro ser tan directo. Si bien muchas veces me confundían con un hombre bestia o con seres de quién sabe que historias de locas. Siempre me sorprendía encontrarme esa curiosidad en la gente. — No realmente. Soy un dragón y esta piel azul me hace mejor que otros dragones en el agua. — Kosir era su nombre, este muchacho era bastante peculiar, parecía llevar un mandoble casi de su tamaño y tenía más cicatrices que nadie que jamás haya conocido. Seguramente es del tipo de persona que resalta en donde aparece, en cierta forma se parecía a mí en ese sentido.

Extendí mi mano hacia él. — Tobias Pharra. No se suelen ver muchos bárbaros o brumosos en el mar. Normalmente nunca dejan su aldea, ¿cierto? Aunque se esté a punto de anochecer, tenía cierta curiosidad por Kosir. — Pero bueno, ¿Qué sabrá un simple pirata? — Aquella cena se acababa rápido, esos cazadores eran unos monstruos devorando la comida, y razón tenían en disfrutar la que podía ser su última comida con todas las ganas del mundo.

Pronto todos ellos comenzaron a tirarse en el suelo del barco o tender unas pequeñas pieles para recostarse sobre ellas. Mi tripulación no tardó en irse a los camarotes también.

Después de todo, un día entero navegando cansaba. Sin más me dirigí a Kosir. — Deberías descansar también, Mañana será un día largo. — Caminé hacia mi camarote mientras me despedía de Kosir con un ademán sutil.

La última noche había sido tranquila, luego de que todos comieran y disfrutaran en cubierta. Fueron a dormir. Tanto mi tripulación como esos cazadores sabían que sería un trabajo arduo el rastrear una bestia como esa, y mucho peor el tener que matarla.

El día empezó bien, llegamos a Sevindel sin ningún problema, la cosa era que... Aquel pueblo se veía devastado, roto, a punto de morir. Desde lejos se apreciaba como los árboles se marchitaban y las frutas que estos empezaban a dar se pudrían. Un grupo de pueblerinos se acercó a la parte de puerto donde íbamos a atracar. Muchos de ellos se veían impacientes, no era muy difícil pensar que querrían alejarse de la maldición en el barco, pero eso no era posible. Me dirigí a mi tripulación. — Buenos días capitán. Pruebe esto. — Antonio siempre era el primero en dar las bienvenidas y ese tipo de cordialidades y que menos que ofrecerme... — ¿Qué coño es esto Antonio? — Incluso ante mi comentario no dejó de sonreír. — Café señor, dicen que es lo mejor para empezar el día. — Obviamente él no podría saber nada de eso, pues esa un bio, y no necesitaba comer o beber, ni podía saber a que sabían esas cosas.

Tomé la taza que me ofrecía, la olí y di un sorbo, y luego otro. — No está mal. Pero mejor con ron, ¿no? — Ya no era momento para bromas o bebidas. — Muy bien marineros, como bien sabrán iremos en busca del Nuckalavee junto a estos cazadores, pero no todos. Aquellos ciudadanos de Sevindel han estado esperando una salvación y creen que será este barco. — Realmente era un poco jodida la decisión, pero había que ser firmes en este tipo de casos, así que seguí con determinación. — Y no será así. Kendrick, Noux y Antonio, anclarán luego de que desembarquemos a unos 100 metros de Sevindel. — Alcé un poco la voz. — ¿Les quedó claro?

Al unísono respondieron. — Claro capitán. — A medida que el barco se acercaba más al puerto, más gente llegaba a él. Y una vez ahí, hubo algunos que trataron de pasar los guardias. — Ayúdenos por favor, la tierra está muriendo, y nosotros con ella, necesitamos salir de Sevindel. — Gritaba una mujer agarrada de la mano con su hijo. Algunos cazadores miraban triste la situación y el desespero de la gente. Pero sabían que lo único que podían hacer era matar al Nuckalavee.

En cuanto comenzamos a bajarnos del barco, algunos que habían perdido la esperanza comenzaron a irse del puerto, otros estaban algo enfurecidos, y comenzaron a lanzar rocas contra nosotros. A los piratas que venían en el barco no les importó venían a una cosa y eso harían sin importar la reacción de la gente de Sevindel. En cambio a Avi, ella si estaba furiosa. — Detenganse ya, se los ruego. No queremos empezar una matanza aquí. — Los cazadores que acompañaban a Avi pusieron sus manos en la empuñadura de sus armas. — Venimos a matar a la bestia que acecha en estas tierras, la que ha derramado esta peste y enfermedad. Y nos importa una mierda si quieren nuestra ayuda, estamos dispuestos a abrirnos paso entre sus cuerpos por nuestro objetivo. — Alguna gente juzgó a Avi con la mirada, pero todos callaron. Reg'no me dirigió una mirada por unos instantes.

La gente se abrió a nuestro paso y pudimos pasar ese muro que hacían, mientras atrás de nosotros el barco volvía a altamar, pronto Reg'no se acercó a mí. — Avi es bastante ruda e inspirada como puedes ver y a veces es un poco insensible. — Volteé hacía él. — No es mi asunto, su tribu es problema solo de ustedes. — Reg'no suspiró y sonrió. — Algo de esperarse de un pirata.

Por lo que me contó Ondina, quien ahora estaba al lado mío y Björn más atrás, Avi controlaba a esas aves que tenía en las jaulas, pero había una que no le hacía caso, aún así la llevaba consigo, soltó a las otras dos y comenzaron a volar libres por el pueblo, y aún así, dejó al águila encerrado. «¿Por qué llevaría al águila en esta situación?» Pronto alguien se acercó a Ondina. — Disculpe señorita, ¿a qué se refieren con eso de matar a la bestia?

— Venimos a cazar al Nuckalavee.

— Eso es, ¿cómo un caballo?

— Sí. ¿Lo has visto? Dijo Ondina subiendo la ceja y poniendo una cara de duda genuina. — Eh... No, pero creo que alguien sí. — El tipo andaba algo asustado. — El viejo Torgon, siempre ha sido medio loco, así que no prestamos atención a sus palabras cuando dijo que un caballo con un cuerpo humano en el lomo había maldicho sus cultivos. — Tomaba su barbilla como acariciando su barba, pero era muy joven para tener una barba abundante, y solamente tenía un par de bellos. Hizo un ademán. — Vengan... Por favor.

Durante el corto trayecto aquel chico no dejo de hablarle a Ondina sobre una supuesta bruja, de la cual se contaban algunas historias, algunos decían que tenía el cabello blanco, y un ojo muerto, o un ojo que podía ver el mundo de los espíritus. También se hablaba de que era un fraude y más nada, no era algo verdadero, pero en las islas y cerca del Hekshold, habría que ser tonto para no creer en la magia. El joven decía que la bruja sacrificaba bebés y que vertía su sangre en los patios para maldecir a los que la juzgaban, pero eso sí que era exagerar.

— ¿Crees que una bruja sea capaz de invocar una cosa como esa? — Ondina por unos momento lo pensó, y lo creyó posible, la brujería y hechicería podría ser capaz de cosas atroces, pero si las leyendas que había oído sobre el Nuckalavee eran ciertas, todo eso de los demonios debía ser acto de otras fuerzas. — No lo creo, espero que no chico.

Otro hecho notable, era como se movían estos cazadores, junto a nosotros estaban los más veteranos, los novicios un poco más atrás, luego estaba un anciano y al final de todos, Avi. Al principio se me hizo raro, pero recordé una vez que estuve en el norte, y una especie de druida hablaba de que como las manadas de lobos se movían. Teniendo a los adultos adelante a los jóvenes en el medio, a los ancianos detrás y al líder. Al alpha en la parte de atrás, alejado de toda la manada para tener siempre el ojo en ellos. Además Reg'no y su compañero siempre parecían distantes del resto.

En cuanto llegamos a aquella granja y tocaron la puerta, salió un viejo con algunas canas y arrugas en la cara. — Tío... Necesito que le cuentes a esta gente lo que viste. — Ahora que me daba cuenta, el joven no había dejado de toser todo el viaje. El anciano sonrió y se alegró de por fin poder ser escuchado y ser tomado en serio.

— Había... Ha-había. — El señor parecía nervioso, pero se puso derecho y reguló la voz. — Hace días en este campo había una bestia. El Nick se le llama en esta parte del mundo. Por dios, todos los días le rezo a Sif y a Freya, para que mis patillas crezcan sanas y fuertes. — Como cualquier anciano parecía no centrarse en su historia. — Y ese bicho vino y con su aliento marchitó todos mis cultivos. Hizo un ademán señalando la tierra muerta. — Nadie me creyó. Pero lo vi. ¡LO VI!

— Estuvo aquí un día entero, y no pude ni salir de mi casa. — Andaba bastante asustado el anciano. — Qué suerte que ya se fue, pero mis patillas no volverán y toda esta tierra está maldita. Por lo menos ustedes me creen, ¿no?

La experiencia de los cazadores en su área de trabajo es magnífica, se notaba que esta gente no venía ni en broma ni presumiendo, en menos de lo que uno puede pensar, ya habían recogido el rastro del Nuckalavee, antes de que nos diésemos cuenta, ya íbamos de camino al bosque bajo el mando de Avi.

Su formación avanzaba con cautela, mientras tanto Ondina le ordenaba a Björn con señas que tenía que rastrear. — Björn... Ror... — Bien sabía de las cualidades del lagarto y de como ''hablaba'', abrió su boca y sacó su lengua, comenzó a moverla como palpitaciones mientras olía con la nariz. Arqueé la ceja, siempre era un poco raro. Uno de los cazadores no tardó en hacer una seña. Le había entendido a Reg'no que ese era el mejor rastreador.

Trovir se llamaba. La formación se rompió y le dijo a Avi que ya las huellas se perdieron. Era obvio que estábamos en el sitio correcto, todo olía a muerte y putrefacción. Seguramente se haría difícil para Björn rastrear, pero nada más lejos de la realidad. Luego de unos segundos, señaló a la izquierda, que en este caso sería el norte. La formación volvió de manera rápida y seguimos el trayecto.

En él había plantas muertas, animales en el piso sin corazón, y la tierra que parecía más lodo que otra cosa nos llegaba casi hasta las rodillas. Además los árboles también estaban marchitos y en el aire había una especie de polvo rondando. No tardó en caer una rama de uno de los árboles, primero crujió levemente, luego se precipitó hasta el suelo y cuando cayó el sonido puso alerta a todos. Con cada pequeña brisa, la corteza y las ramas de los árboles se iba despegando y cayendo.

Björn gruñó. — Hasta aquí llega su rastro. — Refunfuñó la bestia. — Eh... No aquí debería estar el Nuckalavee. — Entre los cazadores se repartían miradas de confusión, excepto Reg'no y Avi. El primero alzó la voz — Avi, ¿dónde está el chico novato que nos acompañaba? — La cara de Avi no se inmutaba y solamente parecía pensar mirando al infinito.

Seguramente todos estábamos igual, pensantes y pendientes de cualquier perturbación en el ambiente. En eso, una brisa dejó caer otra rama. «Si caían tantas ramas, todo debería estar lleno de ellas, pero... No es así.» Tardé en darme cuenta, pero donde caminábamos era muy alejado a un pantano, entre tanto olor a muerte y descomposición, había cierto olor a sal y mar...

La última rama que cayó, comenzó a hundirse en el lodo. A unos metros de la formación, la tierra se abrió y de ella, salió el demonio que con sus garras rasgó el escudo de los hombres del frente y luego del salto monumental que hizo para salir de la tierra, se quedó parado, casi inmóvil. Con sus largos brazos a los lados, su espalda encorvada y la cabeza a un lado. La mayoría de los escudos parecían haberse destruido, incluso algunos estaban heridos.

Algo era seguro, nosotros no cazábamos al Nuckalavee, él nos cazaba a nosotros.

Ahora...
Solo se podía ver la magnificencia y ferocidad de la bestia que destripada y mataba a sus víctimas, solo se podía oír la desesperación y la angustia, solo se podía oler el miedo y la putrefacción. Solo se podía sentir la adrenalina y el propio corazón latir.

Pocos habían sidos los momentos como estos en la vida de Tobias, una vez en una enfrentamiento callejero a sus 17 años y la vez que peleó contra Cazón que pudiese recordar en tal situación. Aún así, el intrépido pirata se sentía atraído por esta pelea. Pensaba él entonces que matar a un Nuckalavee estaría por el resto de su vida escrito en sus grandes hazañas y sería recordado por todo el mar de Aerandir.

Los bardos escribirían odas y el demonio no sería más que historias para asustar a los niños. Pero no sería nada sencillo, y la estrategia se había ido a la mierda, ahora había que actuar por puro instinto y astucia. Algo que generalmente no se le daba mal a Tobias.

Aún así, antes de decir nada, esperó las órdenes de Avi, que para su sorpresa no ordenó una retirada táctica o algo así, creyó que este sería el momento justo para atacar a la bestia, cuando estaba entre todos nosotros, armados y preparados para la muerte, sea nuestra o de la bestia.

A todo eso Reg'no refunfuñó. — ¿Cómo se te ocurre? No estamos en condiciones para pelear. — La señorita Ritva, volteó enfurecida hacia el hombre y lo miró como si sus ojos dispararan fuego, lo cuál en cierto modo sería bastante útil en este momento. Para no complicar más las cosas, Reg'no decidió obedecerla, a pesar de eso él sabía que la opción más sensata y correcta era una huida, pero ya no había tiempo para tácticas.

El imponente animal se alzó contra otro de los cazadores, quien gritó y lloró por su vida, gracias a los dioses este hombre se alejó tan rápido como un gato cuando ve un perro malo. Se logró separar de las garras de la bestia a tiempo, una proeza se podría decir. — ¡Abran fuego! — Gritó la líder, dando la señal de ataque a los arqueros, quienes dispararon.

Aunque las flechas todas dieron en su objetivo por el tamaño de este, y traspasaron la carne de aquello. Ni se inmutó, ahí fue cuando el caballo, o la parte caballo. En ese instante era válido cuestionarse si era un hombre pegado a un caballo, o un caballo pegado a un hombres. Exhaló de sus fauces una nube carmesí.

El olor rápidamente se propago por el bosque, era un olor fácil de describir. Olor a mierda, cualquiera que en su vida haya tenido olfato o curiosidad suficiente o solo haber pasado al menos una vez por Ciudad Lagarto sabría de eso. Esa nube por desgracia llegó a tocar el pecho del joven.

Su piel comenzó a caerse, un hueco se hizo en el centro de su torso y toda su carne se volvió negra, a los pocos segundos, cayó. El demonio se giró y ahora buscaba arremeter contra Tobias, Ondina y Björn. Mientras galopaba salvajemente en su arremetida, un solo pensamiento pasó por la mente del marinero. «No nos enfrentamos a una bestia o un demonio. Nos enfrentamos a la misma muerte.»

La bruja comenzó a canalizar el éter haciendo pequeñas estacas de hielo a los pies del Nuckalavee, las cuales diezmaron estos, ralentizaron un poco su paso, pero aún así siguió su trayectoria. Cuando el impacto se acercaba llegó una de las aves de Avi, Hendrix el águila. Distrajo por corto tiempo a la bestia, pero sin pensarlo, actuando como una fuerza casi imparable tomó entre sus garras al ave, ignorando completamente la mordida que esta había hecho.

La separó por la mitad, la sangre se liberó manchando y esparciéndose por el cuerpo del demonio, comenzó a masticar la cabeza y las alas y el resto lo pasó a la boca de su parte caballo. Cualquiera estaría algo perturbado luego de tal escena, y con toda razón, hasta la misma Avi estaba perpleja con la brutalidad del Nuckalavee, su mirada estaba horrorizada, mientras con un ojo soltada una pequeña lágrima, su otro ojo tenía un pequeño tic. El enfado y la tristeza eran uno con la cazadora.

Pero para Tobias  y su tripulación no fue más que la oportunidad perfecta, Björn saltó y de un zarpazo pudo reventar el brazo derecho de la bestia. Mientras que el dragón la apuñaló en un costado, pero cuando intentó retirar el sable, no pudo. A pesar de la fuerza del marinero, el filo no quería abandonar la carne del monstruo, y luego de un chillido horrendo y de que el brazo cayó, esta volvió a ponerse a galope rápido.

Llevó al pirata arrastrando unos instantes, luego pudo sostenerse en el lomo de la bestia agarrado al sable, intentando esquivar los arañazos del otro brazo. Ahora la trayectoria del Nuckalavee era hacia el otro flanco, donde se podía ver a Kosir cubierto hasta la mitad por lodo.

Parecía que las cosas iban a nuestro favor luego de sobrevivir a tal visceral destrozo que proporcionó el demonio ante los cazadores. Ahora solo debíamos darle el golpe final a la bestia, que retorcía en el lodo después de que la espada del pequeño bárbaro se clavara en su carne.

Debido a la carrera del animal, caí casi dejé el sable entre su lomo. Tendría que arrastrarme por el lodo hasta allá, cuando pude ponerme en pie. Lo primero que oí fue la voz de Avi, furiosa dirigía a los pocos que quedaban para una última ofensiva. Poco a poco comenzaron a acercarse a la bestia, que lentamente se movía entre la mugre y el lodo.

Al verse en peligro, se levantó de golpe, tambaleó un poco y se puso en cuatro patas. Una lluvia se flechas se inmolaron en el Nuckalavee, incrustadas en su carne seguidas de tajos que diezmaron su piel, los retazos volaban hacia todas partes, los gritos de fervor hacían eco en el bosque. La bestia poco a poco se intentaba alejar.

Antes se recibir otro golpe comprometedor se alzó su patas tratando de golpear a los cazadores, exhaló aquel aliento putrefacto. Los pocos cazadores que no retrocedieron vomitaron, se tambalearon y pronto cayeron desmayados. El grupo esperó unos instantes la ordenes de Ritva, quien miraba desorientada al infinito mientras movía sus labios tratando de decir algo, pero tan susurrado que nadie pudo escucharlo.

Sin dudarlo, Reg'no tomó el cargo. — Dispersense, lo atacaremos solo a distancia. — Era de creer que estos solo serían arqueros, pero lanzaron boleadoras, y hachas que herían a la bestia. Aquello solo enfureció más a la bestia. Como pollo sin cabeza corrió por todos lados atacando tanto como pudiese, algunos arañazos y otras patadas mientras rechinaba.

El demonio cada vez se volvía más violento y como la mayoría de los cazadores se retiraban, y yo seguía entre el lodo. Vino a por mí. Galopando rápido me chocó, salté por los aires unos segundos hasta caer de nuevo en el lodo. Ahora no encontraba mi sable y estaba desorientado por el golpe, cuando me mantuve en pie ya estaba ahí. Tratando de rajarme con sus garras, la dirección del tajo junto con mis reflejos en el momento correcto, hicieron que no me matase, en su lugar, logró destruir mi cantimplora.

Aunque dejó un pequeño rasguño en mi cintura, toda el agua que había en ella salió, derramándose en el demonio su piel o lo que se podría decir que quedaba de ella, caía rápidamente deshaciéndose. El grito que pegó, fue agudo y sonoro, tanto así que yo estando cerca quedé aturdido unos segundos. Por suerte, salió en galope alejándose de todos nosotros.

La calma se hizo rápido, algunos cazadores estaban volviendo a respirar sintiéndose más vivos que nunca. Los demás se veían decepcionados de no completar su caza. Ondina trataba de hacer entrar en razón a Avi, moviéndola de un lado a otro. No lo pensó más y lo golpeó fuerte en la cara. La bruja podía ser tan brusca y hostil como quisiera muchas veces. La jefa de los cazadores reaccionó, sorprendida de la situación y luego extrañada. — ¿Qué pasó con el demonio? — amablemente Ondina le explicó todo lo sucedido.

Caminó hacia Reg'no, con ceño fruncido se puso delante de él apunto de soltar su rabieta, pero cuando alzó la mirada para verlo a la cara. Solo veía pedazos de luces verdes que se esfumaban, algunas tenían rostros y formas humanas, Avi otra vez se encontraba en un trance.

Aunque parezca cruel, el grupo de cazadores poco a poco se separa, dejando atrás a los heridos, siendo atendidos entre ellos mismos, no había tiempo para lamerse las heridas, teníamos que seguir adelante, rastrear a la bestia estaría difícil, y aún más con el rápido galope al que iba. Había salido de nuestro rango de visión ya, desapareciendo entre los árboles y el lodo.

Avi quien no estaría concentrada en la realidad. Siendo víctima del embrujo del demonio. Como decía Kosir no era nuestra enemiga, pero el liderazgo de Avi estaría en juicio. ¿Acaso podía conocer la diferencia entre lo real y lo ficticio? En este momento Reg'no tenía el peso de la campaña en curso sobre sus hombros.

Ondina se quedaría cuidando a la cazadora, mientras nosotros tomaríamos rumbo a por el demonio. — Estás herido, ¿crees que estarás bien? Avi se encuentra mal, tengo que asistirla. — Realmente se veía un poco afligida por la situación de Avi, la bruja la miró con ojos un poco tristes. — Tranquila, si ella tiene razón, todo acabará cuando matemos al Nuckalavee. — Asintió y fue a acompañar a la cazadora.

Pronto Reg'no reorganizó las fuerzas que quedaban, con menos primera línea que antes, tendríamos que estar adelante, Kosir, Björn y yo. Mientras tomamos el rumbo del rastro de la bestia. — Algunos dicen que los hombres fuertes son valientes, pero se equivocan. Los valientes son hombres fuertes, y tú chico, eres el más valiente de aquí. Yo con tu edad y tamaño no me habría siquiera aventurado en todo esto. — Me dirigí a Kosir.


Estos cazadores se regían por el honor y la gloria, incluso para sus posiciones en esta especie de tribu, la bruja sabía bien eso. Ahora Reg'no había ganado nuevamente el respeto de la partida de caza. Ondina miró a los lados, todas las hojas y flores estaban marchitas. Tomó entre sus manos un poco de agua, que lanzó a la cara de Avi, despertó abruptamente de su letargo. Cuando volvió a sí misma estaba espantada, respirando rápido transpirando, preocupada. — Los espíritus, están aquí. Hablan... Augurios de muerte. — Ritva recuperó un poco su compostura, pero ahora su ojo derecho estaba blanco, la bruja creyó que había caído ciega, presa del aliento fétido.

— Tienes que descansar, estás delirando. — La jefa cazadora empujó furiosa a Ondina alejándola. — ¡Hazme caso! Los veo, aferrándose al vida, mientras se ahogan con la realidad. — Puso su mano en su ojo blanquecito, perturbada por lo que veía, poco a poco se volvía pálida, hasta que perdió el equilibrio y cayó.

Cuando Avi Ritva cayó inconsciente sobre el lodo del bosque, Ondina fue en su ayuda, intentando hacer que despertase, esta vez ni la fuerza funcionó, sostuvo su mano. — Aquellos que se embarcan en la búsqueda por la gloria, tendrán un lugar en el Valhalla, pero para ti Avi, aún hay batalla. — Buscó acomodar a la cazadora, quien se encontraría en un trance, viendo a los espíritus de sus cazadores, escapando al más allá, incluso podía ver a su halcón, haciendo su último vuelo. Cualquiera que fuese el destino de Avi, escapaba de las manos de Ondina.

Mientras tanto, los que quedaban en la cacería del demonio, marchaban siguiendo las pistas, hasta que uno de los desafortunados es atracado por el Nuckalavee, y este lo lleva hasta una pequeña playa. Tobias al ver la nueva estrategia del bicho, sonríe confiadamente, nadie nunca le había ganando peleando en el agua y nada nunca le había hecho frente suficiente tiempo. Él sabía que si había una forma de ganarle al monstruo, esta la era.

Pero las ideas de Tobias eran algo erróneas, la bestia, era al final un animal, y obraba con el instinto de primera mano, las aguas eran su segundo habitad y pronto se dieron cuenta, cuando las aguas fueron poco a poco acercando a ellos, pero de manera violenta y cuando menos lo esperaron, una fuerte resaca comenzó a jalarlos hacía la profundidad, donde se podían ver las fauces del demonio ansiosas por mojarse en la sangre de sus próximas presas.

Björn fue el primero en sumergirse, cualquiera pensaría que un animal como ese no sería de capaz de seguirle el paso a Björn, pero otra vez pecaríamos de ingenuos, pues la bestia arremetió con fuerza al hombre lagarto, el impacto fue contundente y algunos huesos se escucharon tronar, el siguiente ataque del demonio podría ser fatal, Reg'no sabía eso, intentó salvar a Björn, pero su rapidez no sería suficiente y se encontró con la bestia a medio camino, dejándolo con una herida en la espalda, el cazador sangraba, pero ambos estaban vivos, el Nuckalavee había seguido de largo.

Ahora nos esperaba a mí y a Kosir del otro lado de las aguas, impaciente, soltando muerte y pudrición cada vez que exhalaba. Mientras comenzaba otra vez la resaca, esta ola sería más grande. Algo que asustaría a cualquier marinero poco experto, pero este dragón había pasado mucho tiempo en el agua, sería más fácil escabullirse entre tal ola, así, se metió en ella. Su piel se comenzó a escamar, haciéndose más dura y adoptando otro color. Cuando lo arrastró y el demonio estaba en frente suyo, aún estaba medio transformado, sus dientes eran más grandes y estaba a punto de perder sus extremidades.

La bestia, alarmada por la ofensiva, trató de defenderse con una patada, que esquivó el pirata,volvió a las profundidades, pero su enemigo no estaría alerta para el próximo ataque. Una alargada serpiente, salió de las aguas, con un aspecto temible e indómito. El Nuckalavee esquivó el primer ataque de Tobias, nadó, tan rápido como pudo, intentando huir de nuevo.

El dragón igualmente se deslizó por las aguas con fluidez y junto con la ayuda de estas impulsando al dragón logró alcanzar al demonio para morderle una de sus patas, se despegó con facilidad, haciendo que fuese más lento ahora. El siguiente plan del marinero era enrollarse en el torso del animal para asestar un golpe final, así repto entre su lomo para acomodarse y comenzar a apretar. En cuánto preparó sus dientes para el ataque, vio la pudrición e infección del cuerpo del demonio. Incluso el morder su pierna podría dejarlo un mes con una enfermedad.

Decidió no hacerlo, la bestia aprovechó ese momento para clavar sus garras en su cuerpo, pero el dragón no cedió, sabía que su movimiento se vería totalmente restringido, siguió apretando el cuerpo del demonio, sus partes comenzaban a romperse, pero necesitaban un golpe fuerte para terminar con este, ahora todo quedaba en las manos del pequeño bárbaro.

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Uso de mi racial y maestría.

Las garras del Nuckalavee se clavaban con rapidez diezmando mi carne y dejando salir la sangre, en ese momento quise gritar, retorcerme y salir de su agarre. Pero no, no era el momento para nada de eso, había que seguir, sin inmutarme y aguantando el dolor, seguí apretando al animal, manteniéndolo fijo. Aunque este intentara huir, se movía con fuerza y se tambaleaba. Ni yo mismo sé si fue por obra de mi fuerza o del cansancio del demonio, pero lo sujeté.

El tiempo pasaba lento y el sufrimiento aumentaba, cada segundo que pasaba mis fuerzas se iban poco a poco, sentía como por mis escamas lentamente se zafaba el animal, sus uñas cada vez iban más profundo en mi piel, preguntándome si acaso terminaría este calvario, mi respiración se agitaba e incluso mi mente estaba nublándose. Pero ahí estaba, mi salvación había venido y en forma de chico con un mandoble de casi el mismo tamaño que él.

La ofensiva de Kosir fue brutal y bestial, en pocos momento dejó a la bestia hecho trizas, separando sus cabezas y esparciendo la sangre por doquier, aunque no sangre como en cualquier otra batalla, esta sangre oscura y podrida junto con pus se mantenía sobretodo mi cuerpo, una escena un tanto asquerosa.

En cuanto el pequeño bárbaro terminó su ataque y soltó una lágrima, me deslicé hacia el agua, limpiándome y descansando, sangraba un poco y estaba cansado. Me dejé llevar por las aguas mientras volvía a mi forma humana y descansada desnudo en la orilla, el agua tocaba mis pies. Mi herida estaba en el abdomen y apretaba con fuerza, hasta que Reg'no quien había recibido ayuda de Kosir se acercó para vendarme. Luego de eso, se levantó, aunque un poco cojeando.

Aclaró la garganta. — Hoy somos hermanos, no por sangre, ni por familia. Los dioses nos han sonreído, dándonos un día más de vida, pero no cualquier día. El día donde nos enfrentamos al demonio y lo vencimos. — Alzó su arco y gritó. — ¡Hoy somos hermanos por la gloria! — A esto, el resto de los cazadores alzaron la voz y festejaron por la muerte del demonio.

Desde la orilla se podía ver su cuerpo medio flotando entre las olas. Desde hoy, aunque en un pequeño grupo de cazadores y un joven, Tobias sería conocido como uno de los que dio caza y muerte a una bestia tan poderosa. Miró hacia el cielo, mientras el agua aún corría por su cabello y su cara, sintió el sol y el viento en su cara. Ahí fue cuando estuvo más vivo que nunca.