''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
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''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Levantó la vista hacia arriba y lo primero que vio fueron las copas de unos árboles, no muy frondosos pero lo suficiente como para tapar parte del sol; si lo hubiera, porque aquel día las nubes grises amenazaban con descargar ese agua que sólo las épocas de lluvia traían.
''Es hora de levantarse...'', se estiró, retiró varias hojas de su cabello que ahora estaba suelto y, terminando de desperezarse, una gota de agua fría cayó sobre la punta de su nariz. ''La lluvia comienza con una sola gota'', pensó en referencia a su padre. Al instante el estómago se le encogió y recordó su imagen, su largo cabello oscuro y la elegancia que sus padres portaron...en su momento.
Se dio la vuelta y pronto vio lo que se acercaba...unas grandes nubes casi del color del carbón se acercaban, calculaba aproximadamente el tiempo que quedaba para que le alcanzase, así que, tomando su arco, carcaj y colocando de nuevo varias cosas de su indumentaria, comenzó a caminar a un paso más rápido del normal.
Instantes después se encontraba en una especie de precipicio, no de mucha altura pero la suficiente como para sufrir un buen golpe si alguien se caía de ahí. Volvió a mirar hacia atrás y le quedaba poco tiempo antes de mojarse, revisó a su alrededor un camino que no fuese el de saltar y sufrir daños que podría ahorrarse...y encontró uno, un poco empinado con varias rocas y tierra algo suelta.
En cuanto fue hacia este pequeño camino y su vista se centró en lo que tenía delante, observó una gran playa que en aquel día no estaba en su máximo esplendor: el oleaje estaba algo revuelto por momentos, las olas chocaban con algunas rocas de la orilla y las grisáceas nubes se reflejaban en sus aguas. Parecía un paisaje de alguna historia de terror, pero no para la elfa. Seguiría adelante, aunque esta vez fuese por no mojarse y no por un motivo ''más profundo''.
Sus pies se apoyaron firmes en cada punto hasta alcanzar la arena de la playa, la cual parecía estar algo humedecida, pero no del todo. Hizo memoria para sí misma y quiso recordar si había visto alguna vez el mar...si había paseado por sus orillas; si lo había hecho, no se acordaba en aquel momento.
Deseó que el sol estuviera fuera, que acariciase su piel y le diese su calidez, pero no era así y no se planteó en ningún momento quitarse las botas para sentir la arena.
-...y tenía que ser este día, y a esta hora, y en este momento -Respiró mientras seguía andando con las botas entre una arena que parecía apelmazada, seguramente habría llovido por aquella zona horas atrás-...en el que me encontrara con una playa.
Durante rato siguió con su charla, a veces pensando a veces hablando en voz alta. Regularmente lo hacía, no solía tener compañía y no hacía nada malo hablando consigo misma. Era su mejor compañera, amiga, a la vez que su mejor crítica y ''hombro'' sobre el que llorar.
Pero tuvo que pararse, ¿dónde iba a encontrar refugio allí? ¿Una cueva en una playa? ''Eso es''. Rato atrás mientras miraba el paisaje desde la parte de arriba, vislumbró una gran piedra que tenía algo de vegetación en la parte de arriba. Esta misma podría tener un un hueco para esconderse, era una posibilidad.
Anduvo otro rato, las botas cada vez tenían más arena pegada y no le gustaba la sensación. ¿Cómo le iba a gustar? Era pegajosa y ensuciaba en cierto modo, aunque seguía teniendo la curiosidad de visitar aquel sitio en un día más...despejado.
Así, llegó hasta la misma piedra enorme que había visto y...cuando le quedaban apenas minutos para alcanzarla, empezaron a caer gotas que le mojaron el cabello y de paso parte de la ropa. ¿Llegaría a tiempo o la lluvia sería más rápida?
''Es hora de levantarse...'', se estiró, retiró varias hojas de su cabello que ahora estaba suelto y, terminando de desperezarse, una gota de agua fría cayó sobre la punta de su nariz. ''La lluvia comienza con una sola gota'', pensó en referencia a su padre. Al instante el estómago se le encogió y recordó su imagen, su largo cabello oscuro y la elegancia que sus padres portaron...en su momento.
Se dio la vuelta y pronto vio lo que se acercaba...unas grandes nubes casi del color del carbón se acercaban, calculaba aproximadamente el tiempo que quedaba para que le alcanzase, así que, tomando su arco, carcaj y colocando de nuevo varias cosas de su indumentaria, comenzó a caminar a un paso más rápido del normal.
Instantes después se encontraba en una especie de precipicio, no de mucha altura pero la suficiente como para sufrir un buen golpe si alguien se caía de ahí. Volvió a mirar hacia atrás y le quedaba poco tiempo antes de mojarse, revisó a su alrededor un camino que no fuese el de saltar y sufrir daños que podría ahorrarse...y encontró uno, un poco empinado con varias rocas y tierra algo suelta.
En cuanto fue hacia este pequeño camino y su vista se centró en lo que tenía delante, observó una gran playa que en aquel día no estaba en su máximo esplendor: el oleaje estaba algo revuelto por momentos, las olas chocaban con algunas rocas de la orilla y las grisáceas nubes se reflejaban en sus aguas. Parecía un paisaje de alguna historia de terror, pero no para la elfa. Seguiría adelante, aunque esta vez fuese por no mojarse y no por un motivo ''más profundo''.
Sus pies se apoyaron firmes en cada punto hasta alcanzar la arena de la playa, la cual parecía estar algo humedecida, pero no del todo. Hizo memoria para sí misma y quiso recordar si había visto alguna vez el mar...si había paseado por sus orillas; si lo había hecho, no se acordaba en aquel momento.
Deseó que el sol estuviera fuera, que acariciase su piel y le diese su calidez, pero no era así y no se planteó en ningún momento quitarse las botas para sentir la arena.
-...y tenía que ser este día, y a esta hora, y en este momento -Respiró mientras seguía andando con las botas entre una arena que parecía apelmazada, seguramente habría llovido por aquella zona horas atrás-...en el que me encontrara con una playa.
Durante rato siguió con su charla, a veces pensando a veces hablando en voz alta. Regularmente lo hacía, no solía tener compañía y no hacía nada malo hablando consigo misma. Era su mejor compañera, amiga, a la vez que su mejor crítica y ''hombro'' sobre el que llorar.
Pero tuvo que pararse, ¿dónde iba a encontrar refugio allí? ¿Una cueva en una playa? ''Eso es''. Rato atrás mientras miraba el paisaje desde la parte de arriba, vislumbró una gran piedra que tenía algo de vegetación en la parte de arriba. Esta misma podría tener un un hueco para esconderse, era una posibilidad.
Anduvo otro rato, las botas cada vez tenían más arena pegada y no le gustaba la sensación. ¿Cómo le iba a gustar? Era pegajosa y ensuciaba en cierto modo, aunque seguía teniendo la curiosidad de visitar aquel sitio en un día más...despejado.
Así, llegó hasta la misma piedra enorme que había visto y...cuando le quedaban apenas minutos para alcanzarla, empezaron a caer gotas que le mojaron el cabello y de paso parte de la ropa. ¿Llegaría a tiempo o la lluvia sería más rápida?
Yenna
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Una ráfaga de viento le alborotó aún más los mechones renegridos de su pelo corto y desordenado. Enseguida, sintió el empuje de otra contra la espalda, que lo animó a continuar aunque sus pies se habían detenido con toda determinación, contrariando sus intenciones de observar un momento más las nubes plomizas en el cielo.
La luz se había vuelto algo escasa y había ocultado casi en su totalidad el resplandor pálido de la luz del dia. El graznido de las aves costeras, ya se había dejado de escuchar con el ensordecedor rugido de la marea rompiendo contra la arena antes blanca y ahora grisácea, revuelta de la costa.
Con los ojos entrecerrados, observó a lo lejos, protegiéndose las pupilas de la arena suelta,
Medio segundo más, fué todo lo que dejó que la duda lo detuviera y que el viento lo condujera como si se tratase de una mano parental que le guiase.
A grandes zancadas avanzó casi como si flotara, pues las huellas de sus pies eran barridas por el viento marino que se afanaba en borrar su rastro.
Viajaba ligero, porque no iba lejos, solo a unos tres días de camino y porque le gustaba no sentirse atado a nada ni a nadie.
Gotas enormes y pesadas empezaron a caer a modo de advertencia, sólo un par de ellas, acertaron sobre sus hombros y su cabeza.
Sabía de antemano que no lo había escuchado. Que el rugido del mar y los truenos se lo habían impedido.
Con un toque ligero en medio de la espalda, por encima de la cintura, le anunció su presencia a la elfina a quien había divisado como el único ser además de él en aquel lugar y retiró los dedos rápidamente. La rodeo, y se detuvo frente a ella, para que lo viera.
—Allí no...—gritó para que le oyera, pero el viento se llevó su voz lejos como si también quisiera ganarle a la lluvia. —Ven…— le indicó que lo siguiera con un movimiento de la mano y caminando hacía atrás, para ver si lo seguía.
Esquivó la entrada de la cueva comenzó a trepar por uno de los laterales ayudándose de las salientes y cuando estuvo arriba le tendió la mano para izarla.
La tormenta se desató sobre la playa y finas gotas heladas resbalaron de su pelo y espalda, mientras aguardaba a que aceptara sus dedos extendidos. La luz de un rayo iluminó un segundo hasta impactar sobre la arena mojada, no muy lejos de donde estaban paralizando con su luz brillante, todo a su alrededor.
La luz se había vuelto algo escasa y había ocultado casi en su totalidad el resplandor pálido de la luz del dia. El graznido de las aves costeras, ya se había dejado de escuchar con el ensordecedor rugido de la marea rompiendo contra la arena antes blanca y ahora grisácea, revuelta de la costa.
Con los ojos entrecerrados, observó a lo lejos, protegiéndose las pupilas de la arena suelta,
Medio segundo más, fué todo lo que dejó que la duda lo detuviera y que el viento lo condujera como si se tratase de una mano parental que le guiase.
A grandes zancadas avanzó casi como si flotara, pues las huellas de sus pies eran barridas por el viento marino que se afanaba en borrar su rastro.
Viajaba ligero, porque no iba lejos, solo a unos tres días de camino y porque le gustaba no sentirse atado a nada ni a nadie.
Gotas enormes y pesadas empezaron a caer a modo de advertencia, sólo un par de ellas, acertaron sobre sus hombros y su cabeza.
Sabía de antemano que no lo había escuchado. Que el rugido del mar y los truenos se lo habían impedido.
Con un toque ligero en medio de la espalda, por encima de la cintura, le anunció su presencia a la elfina a quien había divisado como el único ser además de él en aquel lugar y retiró los dedos rápidamente. La rodeo, y se detuvo frente a ella, para que lo viera.
—Allí no...—gritó para que le oyera, pero el viento se llevó su voz lejos como si también quisiera ganarle a la lluvia. —Ven…— le indicó que lo siguiera con un movimiento de la mano y caminando hacía atrás, para ver si lo seguía.
Esquivó la entrada de la cueva comenzó a trepar por uno de los laterales ayudándose de las salientes y cuando estuvo arriba le tendió la mano para izarla.
La tormenta se desató sobre la playa y finas gotas heladas resbalaron de su pelo y espalda, mientras aguardaba a que aceptara sus dedos extendidos. La luz de un rayo iluminó un segundo hasta impactar sobre la arena mojada, no muy lejos de donde estaban paralizando con su luz brillante, todo a su alrededor.
Deigys
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Justo cuando pensaba que se iba a mojar, algo le tocó la espalda y le dio un vuelco el corazón, fue un instante el que tardó en ver al elfo enfrente suyo pero casi le da un infarto. O se había despistado demasiado o era muy lenta caminando sobre arena mojada:
-¿Allí no? -Repitió. No le entendió en un primer momento, se fijaba en su cabello oscuro y alborotado, excepto por esto último, era casi del mismo color que el de su padre.
''Qué extraño'', por supuesto su pelo era heredado de su madre, aunque el de esta última era aún más claro. Optó por seguirlo aunque no sabía del todo si podría confiar en una persona que había aparecido de la nada, fuese de los suyos o no. ¿Sería dalishano? ¿Los conocería? De repente un montón de preguntas se agolparon en su mente, como si el fuerte viento las trajese hasta ella...''¿Por qué no?''. Ni siquiera sabía si quedaba alguien de los suyos, si lograron escapar...si había alguno de ellos en alguna parte.
Algo en ella se había despertado, podría llamarse curiosidad, interés, pero ahí estaba la posibilidad de saber algo más sobre su pueblo...familia, si no, simplemente conocería a un semejante. Tiempo atrás no se encontraba con un elfo, no eran muy comunes de ver deambulando, o ella no había tenido la suerte de encontrarse con uno, o una.
-¿Dónde vamos? -Vio que esquivaba la entrada de la cueva y con gracia, le vio subir hasta una parte más alta de aquella roca tan enorme. Le extendió la mano y tras un momento de duda, la tomó y pensó que lo peor que podía pasarle era dejarla caer.
Se le vino a la mente una idea, ¿la había ayudado por ser mujer o simple caballerosidad? ''...no seas estúpida, no estás en la guardia'', se dijo a sí misma, pensando que en aquel momento tendría el aspecto de una guerrera...o algo por el estilo, al menos algo que no diese la idea de que era una ''damisela desamparada''...pero todo lo contrario, su cabello se había oscurecido culpa de las frías gotas que caían de lluvia. Se pegaba a su rostro tapando algunas de las marcas que tenía dibujadas...aquel día lo llevaba suelto, y no recogido como solía hacer...''Estupendo''. Al parecer era el día de las ''excepciones''.
-¿Allí no? -Repitió. No le entendió en un primer momento, se fijaba en su cabello oscuro y alborotado, excepto por esto último, era casi del mismo color que el de su padre.
''Qué extraño'', por supuesto su pelo era heredado de su madre, aunque el de esta última era aún más claro. Optó por seguirlo aunque no sabía del todo si podría confiar en una persona que había aparecido de la nada, fuese de los suyos o no. ¿Sería dalishano? ¿Los conocería? De repente un montón de preguntas se agolparon en su mente, como si el fuerte viento las trajese hasta ella...''¿Por qué no?''. Ni siquiera sabía si quedaba alguien de los suyos, si lograron escapar...si había alguno de ellos en alguna parte.
Algo en ella se había despertado, podría llamarse curiosidad, interés, pero ahí estaba la posibilidad de saber algo más sobre su pueblo...familia, si no, simplemente conocería a un semejante. Tiempo atrás no se encontraba con un elfo, no eran muy comunes de ver deambulando, o ella no había tenido la suerte de encontrarse con uno, o una.
-¿Dónde vamos? -Vio que esquivaba la entrada de la cueva y con gracia, le vio subir hasta una parte más alta de aquella roca tan enorme. Le extendió la mano y tras un momento de duda, la tomó y pensó que lo peor que podía pasarle era dejarla caer.
Se le vino a la mente una idea, ¿la había ayudado por ser mujer o simple caballerosidad? ''...no seas estúpida, no estás en la guardia'', se dijo a sí misma, pensando que en aquel momento tendría el aspecto de una guerrera...o algo por el estilo, al menos algo que no diese la idea de que era una ''damisela desamparada''...pero todo lo contrario, su cabello se había oscurecido culpa de las frías gotas que caían de lluvia. Se pegaba a su rostro tapando algunas de las marcas que tenía dibujadas...aquel día lo llevaba suelto, y no recogido como solía hacer...''Estupendo''. Al parecer era el día de las ''excepciones''.
Yenna
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Estuvo a punto de retirar la mano que le tendía al ver la duda plasmada en el rostro pálido y ahora tan mojado como el suyo. Las gotas se convirtieron en hilos de agua bajando por el contorno de la mandíbula, descolgandose de las pestañas y las puntas de los dedos hasta que la mano femenina se ahuecó en su palma. De un suave tirón, la asió desde más abajo de la muñeca, ayudándose de la otra mano y la izó hacia arriba rápidamente, aunque de poco valía el apuro cuando ambos estaban ya empapados.
—Vamos, hacia allí—le volvió a gritar por sobre el sonido de la tormenta, señalándole la dirección de otra entrada, medio oculta entre la espesura de la vegetación que camuflaba la entrada.
Para Deigys, era una reacción normal, intentar prestar ayuda o proteger a otros. Era parte de quién era, parte de su legado. Era su responsabilidad como "cabeza de familia", y lo tenía tan asumido que no reparaba en sí a los demás, esa demostración de principios les parecía extraña o ajena o llegaba a malinterpretarse.
Por la misma razón fue quien primero entró internándose en la oscuridad de la caverna, anteponiendose a cualquier clase de riesgo por ínfimo que fuera.
El olor a vegetación húmeda, se mezcló con un suave salitre proveniente seguramente de la brisa marina que entraba por el mismo lugar por dónde ingresó. La caverna de suelo húmedo se abría hacía unas paredes abovedadas bastante altas como para que pasando algunos pocos metros semi encorvado, lograra finalmente poder erguirse sin peligro a chocar la cabeza y a no sentir que las rocas se le venían encima.
El lugar contaba con cierta claridad debido a que en un rincón de lo que podría considerarse el techo, se abría una especie de tragaluz del que un hilo de agua de lluvia bajaba hasta el suelo, erosionando suavemente esa parte de la roca en el transcurso del paso del tiempo.
—Podremos prender un fuego—su voz retumbó, produciendo un leve eco en medio del silencioso lugar. Se deshizo de la correa del bolso que le cruzaba por encima del hombro derecho para dejarlo en el suelo, al tiempo que sacudía la cabeza para escurrir un poco el agua de lluvia que seguía atrapado en su pelo. Revisó el contenido del bolso comprobando que las pocas pertenencias que cargaba, habían quedado resguardadas de la lluvia, sobre todo el diario en su envoltura de piel de venado —No creo que la tormenta se disipe en un buen rato, ¿no crees?—la buscó, levantando la vista hacia la elfa.
—Vamos, hacia allí—le volvió a gritar por sobre el sonido de la tormenta, señalándole la dirección de otra entrada, medio oculta entre la espesura de la vegetación que camuflaba la entrada.
Para Deigys, era una reacción normal, intentar prestar ayuda o proteger a otros. Era parte de quién era, parte de su legado. Era su responsabilidad como "cabeza de familia", y lo tenía tan asumido que no reparaba en sí a los demás, esa demostración de principios les parecía extraña o ajena o llegaba a malinterpretarse.
Por la misma razón fue quien primero entró internándose en la oscuridad de la caverna, anteponiendose a cualquier clase de riesgo por ínfimo que fuera.
El olor a vegetación húmeda, se mezcló con un suave salitre proveniente seguramente de la brisa marina que entraba por el mismo lugar por dónde ingresó. La caverna de suelo húmedo se abría hacía unas paredes abovedadas bastante altas como para que pasando algunos pocos metros semi encorvado, lograra finalmente poder erguirse sin peligro a chocar la cabeza y a no sentir que las rocas se le venían encima.
El lugar contaba con cierta claridad debido a que en un rincón de lo que podría considerarse el techo, se abría una especie de tragaluz del que un hilo de agua de lluvia bajaba hasta el suelo, erosionando suavemente esa parte de la roca en el transcurso del paso del tiempo.
—Podremos prender un fuego—su voz retumbó, produciendo un leve eco en medio del silencioso lugar. Se deshizo de la correa del bolso que le cruzaba por encima del hombro derecho para dejarlo en el suelo, al tiempo que sacudía la cabeza para escurrir un poco el agua de lluvia que seguía atrapado en su pelo. Revisó el contenido del bolso comprobando que las pocas pertenencias que cargaba, habían quedado resguardadas de la lluvia, sobre todo el diario en su envoltura de piel de venado —No creo que la tormenta se disipe en un buen rato, ¿no crees?—la buscó, levantando la vista hacia la elfa.
Deigys
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Le era impropio el contacto ajeno, así que el simple hecho de darle la mano y que la subiera de manera tan sencilla, le hizo darse cuenta que a lo mejor se había precipitado pensando que era una ''damisela'' y a lo mejor sólo quería ayudarla, sin más.
Una vez arriba, otro rayo cayó cerca de ellos, esta vez sobre la arena de la playa, dejando un buen hueco y salpicando algo alrededor, se podían ver marcas negras de la fuerza con la que había impactado. ''Menos mal'', pensó. Había sido por poco, hace un momento ambos estaban ahí parados...eso la hizo querer darse más prisa, así que le siguió.
Él fue el primero en entrar y por algún motivo parecía que sabía lo que hacía, ¿conocía el lugar? ''Tal vez es un explorador''. Desechó las ideas de su mente y se centró en donde se estaba metiendo. Tenía que prestar atención a la cueva, podían encontrarse con cualquier cosa; desde un animal peligroso hasta otras personas buscando refugio, aunque lo dudaba.
Al llegar hasta el punto donde se paró, observó su alrededor y notó que el suelo era ciertamente húmedo...al mirar hacia abajo observó sus botas, llenas de arena hasta casi la mitad y deseó poder quitárselas y sacudirlas, pero no sabía hasta qué punto estaría bien quitarse los zapatos delante de un extraño.
-Podemos prender un fuego -Era una buena idea, después de todo estaban calados, los dos, no había servido de nada tanta prisa.
Mirando de reojo el pequeño hueco por el que entraba la lluvia, se permitió un momento de relajación y tomó aire, evaluando cuáles habían sido exactamente los ''daños'' sufridos por el agua.
''Carjac...arco...bolsas...'', mentalmente repasaba cada cosa, rápido eso sí. El carcaj tenía algo de agua dentro, lo descolgó y sacó las flechas, apoyó esto mismo en la pared junto al arco de madera tallada. No era algo especial, pero podría decirse que era lo único que tenía.
Minutos después y antes de quitarse nada más, rebuscó un poco de hierba seca y algo con lo que poder hacer fuego. Pero algo se le vino a la mente, ¿cuánto hacía que no intentaba hacer fuego? Se avergonzó por unos instantes de sí misma, dándose cuenta de que algo así no podría haberle pasado sola.
Entregó la hierba seca y alguna piedra con la que hacer chispa. ''Al menos están secas'', se dijo...no admitiría fácilmente que no sabía hacer fuego. Otras cosas eran fáciles de auto-criticar, pero no aquello, mucho menos con un elfo...¡mucho menos delante de un hombre! Así que...intentó disimular:
-Ya que vamos a pasar aquí un cierto tiempo, sería mejor que nos sequemos todo lo que podamos -Retiró el peto de cuero fino de su pecho, quedando la tela verde que recubría gran parte de su indumentaria. Era una tela gruesa, así que mojarse con esa ropa no era de las mejores opciones- Me llamo Yenna -Colocó el peto junto al resto de sus cosas apoyadas en la pared que, aunque estaba húmeda, secaría de igual forma si conseguían encender fuego. Además, tenía a la vista el arco y sería lo suficientemente rápida, o eso pensaba, si sus intenciones no fueran tan amistosas como parecía.
Yenna
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
No sabía cómo interpretar esos largos silencios. No era que él fuera muy conversador, pero se daba cuenta que con aquella elfina los papeles parecían invertirse y si sus hermanas estuvieran presentes, dirían algo como:"prueba un poco de tu propia medicina" en un tono ponzoñoso. Ante ese pensamiento, frunció ligeramente el entrecejo, pero continuó guardando algunas de sus cosas en el bolso con la leve curva de una sonrisa en la comisura de la boca.
De reojo notó que al mismo tiempo ella también revisaba sus cosas y que luego buscaba algo que sirviera para encender el fuego.
—Gracias, seguro, servirá...—aceptó el aporte sin emitir ningún otro comentario, y dejó la hierba y las piedras sobre el suelo antes de volver a rebuscar nuevamente en el bolso, desviando la vista cuando vió que se empezaba a quitar el peto que le cubría el torso y como no estaba seguro de si seguiría con otras prendas, se ocupó de la fogata para que pudieran secarse y para que no se sintiera observada.
Junto con lo que Yemma había encontrado, acomodó un puñado de piñas y agujas secas de pinos del bosque que siempre que viajaba acostumbraba guardar para ese propósito. La hierba se consumiría demasiado rápido, pero serviría para la primera llama. Necesitaban corteza y con suerte y ayuda de Imbar alguna rama que alimente el fuego.
Cerca de la entrada encontró algo de ello no muy húmedos. Poco, era mejor que nada y con todo en los brazos, volvió al interior de la cueva.
—Soy Deigys kyltarae —le dijo mientras acomodaba las ramas en forma de pirámide y buscaba el Chakram que colgaba de su cintura para, de un golpe contra una de las piedras, producir las chispas que encendieron la hojarasca. Las piñas y las agujas, comenzaron a acompañar el rumor de la tormenta con su crepitar a medida que empezaban a encenderse.
Con la cara cerca de las llamas, dió un suave soplido a la vez que pensaba en las palabras que hicieran crecer el pequeño fuego.—¿Llevas muchos días de camino?—notó que no había nombrado a su clan y aunque no lo expusiera ante ella, eso no le había pasado desapercibido. Volvió el Chakram a su lugar y se acercó al bolso del que tomó un par de raciones de lembas hecho por su hermana y le ofreció una —¿Has comido algo esta mañana?
De reojo notó que al mismo tiempo ella también revisaba sus cosas y que luego buscaba algo que sirviera para encender el fuego.
—Gracias, seguro, servirá...—aceptó el aporte sin emitir ningún otro comentario, y dejó la hierba y las piedras sobre el suelo antes de volver a rebuscar nuevamente en el bolso, desviando la vista cuando vió que se empezaba a quitar el peto que le cubría el torso y como no estaba seguro de si seguiría con otras prendas, se ocupó de la fogata para que pudieran secarse y para que no se sintiera observada.
Junto con lo que Yemma había encontrado, acomodó un puñado de piñas y agujas secas de pinos del bosque que siempre que viajaba acostumbraba guardar para ese propósito. La hierba se consumiría demasiado rápido, pero serviría para la primera llama. Necesitaban corteza y con suerte y ayuda de Imbar alguna rama que alimente el fuego.
Cerca de la entrada encontró algo de ello no muy húmedos. Poco, era mejor que nada y con todo en los brazos, volvió al interior de la cueva.
—Soy Deigys kyltarae —le dijo mientras acomodaba las ramas en forma de pirámide y buscaba el Chakram que colgaba de su cintura para, de un golpe contra una de las piedras, producir las chispas que encendieron la hojarasca. Las piñas y las agujas, comenzaron a acompañar el rumor de la tormenta con su crepitar a medida que empezaban a encenderse.
Con la cara cerca de las llamas, dió un suave soplido a la vez que pensaba en las palabras que hicieran crecer el pequeño fuego.—¿Llevas muchos días de camino?—notó que no había nombrado a su clan y aunque no lo expusiera ante ella, eso no le había pasado desapercibido. Volvió el Chakram a su lugar y se acercó al bolso del que tomó un par de raciones de lembas hecho por su hermana y le ofreció una —¿Has comido algo esta mañana?
Deigys
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Observó por el rabillo del ojo cómo se movía, buscando algo más para prender fuego. Se sintió estúpida por haber olvidado algo tan importante, algo que la mantendría con vida si fuese necesario. ''¿Estoy nerviosa? ¿De verdad?'', acercó una mano a su pecho, sintiendo bajo la tela verde su torso que ahora sin el peto le permitía sentir su corazón. Tal vez estaba algo nerviosa por el encuentro, pero, ¿por qué exactamente? ¿Por ser un hombre o un elfo? Ambas cosas tendrían que ver, pero no se quedaría sin descubrirlo.
Notó que dejaba de observarla y por algún motivo algo en ella le decía que eso era por respeto, otra parte se preguntaba si era poco atractiva. Realmente nunca se había parado a pensar en eso. Había estado muy ocupada buscando respuestas sobre su familia, su pueblo y la guardia, que no había vivido ese tipo de experiencias.
-¿Deigys Kyltarae? -Repitió en voz baja, ahora con ambas manos hacia abajo y mirándole, aunque él estaba colocando los ''materiales'' para el fuego- Soy Yenna -''Kyltarae'', se dijo para si misma, pensando por un segundo- Hace mucho que no pronuncio el nombre de mi Clan...mi pueblo -Dejó de mirarle y miró las chispas que produjeron el fuego, la cueva se iluminó de un suave naranja que bañaba las rocosas paredes, pronto se calentaría.
Preguntó por cuánto llevaba viajando, la verdad es que hacía mucho que perdió la cuenta. No tenía sitio al que volver, no tenía hogar y estaba completamente segura de que no tenía familia; no sentía que existiera la posibilidad de que siguiesen vivos. De repente se imaginó a sí misma en la actualidad si nada hubiese pasado. Su madre la habría entrenado de una forma más especial que a ninguna elfa del Clan y habría sido su sucesora, junto a un marido, otro elfo dalishano o incluso alguien del exterior, si era aprobado por su familia y los más cercanos.
-Nos llamábamos a nosotros mismos ''dalishanos'' -Explicó acercándose un poco, aún de pie-...Yenna Lavellän, ese es mi nombre -Pronunciando esta última parte con un énfasis, también se notaba cierto deje de tristeza en su voz. El fuego la hacia sentir segura, pero nostálgica a la misma vez, el ambiente había cambiado y aún se escuchaba la lluvia de fondo- Llevo mucho tiempo de viaje, años más bien...en días serían demasiados como para contarlos ahora mismo -Queriendo ser algo divertida por un momento, ni siquiera fue capaz de esbozar media sonrisa- ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas de viaje? -Preguntó a la vez que él sacaba algo recubierto con una fina tela- ¿Comida? -Abrió un poco más de lo normal los ojos y su estómago rugió como respuesta. Apartó la mirada mientras pronunciaba un ''gracias'', avergonzada.
En cuanto apartó esa fina tela vio que se trataba de una especie de pan, nunca había visto nada parecido y su olor era apetitoso. Se quitó los guantes y los dejó a un lado, dándose cuenta de que había tardado demasiado en quitárselos y a la misma vez que ella era la única con las pertenencias esparcidas por allí.
-¿Qué es? -Curiosa, arrancó un trozo y se lo llevó a la boca, la textura era blanda pero a la vez un poco crujiente, tenía buen sabor-...está bueno -Susurró, y en ese momento levantó la mirada otra vez, observando su pelo alborotado...sus ojos, sus orejas...todo iluminado por el fuego.
Notó que dejaba de observarla y por algún motivo algo en ella le decía que eso era por respeto, otra parte se preguntaba si era poco atractiva. Realmente nunca se había parado a pensar en eso. Había estado muy ocupada buscando respuestas sobre su familia, su pueblo y la guardia, que no había vivido ese tipo de experiencias.
-¿Deigys Kyltarae? -Repitió en voz baja, ahora con ambas manos hacia abajo y mirándole, aunque él estaba colocando los ''materiales'' para el fuego- Soy Yenna -''Kyltarae'', se dijo para si misma, pensando por un segundo- Hace mucho que no pronuncio el nombre de mi Clan...mi pueblo -Dejó de mirarle y miró las chispas que produjeron el fuego, la cueva se iluminó de un suave naranja que bañaba las rocosas paredes, pronto se calentaría.
Preguntó por cuánto llevaba viajando, la verdad es que hacía mucho que perdió la cuenta. No tenía sitio al que volver, no tenía hogar y estaba completamente segura de que no tenía familia; no sentía que existiera la posibilidad de que siguiesen vivos. De repente se imaginó a sí misma en la actualidad si nada hubiese pasado. Su madre la habría entrenado de una forma más especial que a ninguna elfa del Clan y habría sido su sucesora, junto a un marido, otro elfo dalishano o incluso alguien del exterior, si era aprobado por su familia y los más cercanos.
-Nos llamábamos a nosotros mismos ''dalishanos'' -Explicó acercándose un poco, aún de pie-...Yenna Lavellän, ese es mi nombre -Pronunciando esta última parte con un énfasis, también se notaba cierto deje de tristeza en su voz. El fuego la hacia sentir segura, pero nostálgica a la misma vez, el ambiente había cambiado y aún se escuchaba la lluvia de fondo- Llevo mucho tiempo de viaje, años más bien...en días serían demasiados como para contarlos ahora mismo -Queriendo ser algo divertida por un momento, ni siquiera fue capaz de esbozar media sonrisa- ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas de viaje? -Preguntó a la vez que él sacaba algo recubierto con una fina tela- ¿Comida? -Abrió un poco más de lo normal los ojos y su estómago rugió como respuesta. Apartó la mirada mientras pronunciaba un ''gracias'', avergonzada.
En cuanto apartó esa fina tela vio que se trataba de una especie de pan, nunca había visto nada parecido y su olor era apetitoso. Se quitó los guantes y los dejó a un lado, dándose cuenta de que había tardado demasiado en quitárselos y a la misma vez que ella era la única con las pertenencias esparcidas por allí.
-¿Qué es? -Curiosa, arrancó un trozo y se lo llevó a la boca, la textura era blanda pero a la vez un poco crujiente, tenía buen sabor-...está bueno -Susurró, y en ese momento levantó la mirada otra vez, observando su pelo alborotado...sus ojos, sus orejas...todo iluminado por el fuego.
Yenna
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Teniendo en cuenta que su familia se había convertido en "escribas" con el correr del tiempo, los nombres de los clanes y de las familias que los formaban debían ser algo que pudiera mínimamente reconocer al oírlos, pero el tiempo de paz, no sólo había hecho que los elfos se desperdigaran a través de los territorios, sino que a veces llegaban a perderse si sus integrantes perecían o asumían otras identidades uniéndose a otros clanes.
No estaba seguro, en específico, sobre del que ella era parte y para no equivocarse, debería revisar los libros de la biblioteca Kyltarae o seguir insistiendo en sacarle la información. Esa idea no le agradaba en lo más mínimo.
Sentía que estaba presionandola, y él, que había padecido en carne propia tener encima la mirada ajena, se sintió incómodo interponiéndola a exponer asuntos personales.
Inspiró hondo, tensionando y volviendo a relajar la mandíbula y respondió a sus preguntas para compensar en algo todo aquello. — Llevo sólo unas cuantas horas. Tengo por delante... algo así como tres días de camino— se refirió al tiempo que calculaba que tardaría en llegar hasta el lugar en donde le aguardaban.
—Es "pan de camino", te sentará bien— era notoria la palidez en su piel, más allá de que la tormenta la acentuara un poco, y si como decía, llevaba mucho tiempo viajando era seguro que la comida casera o elaborada no estaría demasiado a su disposición.—Mis hermanas, lo preparan y me obligan a llevar raciones de más cuando salgo de viaje—sonrío sin notar a consciencia qué lo hacía al hablar de su familia.
Se acomodó, sentándose en el suelo y dio un bocado, cómo ella había hecho, luego de cortar un trozo del suyo vigilando la pequeña fogata para alimentarla si era necesario con otra tanda de ramitas y agujas de pino.
—La tormenta se adelantó un poco, para lo que había previsto. Salí más temprano con la idea de llegar a otro refugio...menos improvisado. Pero los dioses tienen sus propios propósitos... —dio otro bocado antes de continuar
El ambiente más cálido, hizo que buscará el broche en su abrigo y que abriera el cuello dejando que la prenda se abriera hacia los lados apoyando la espalda en la pared de piedra. A simple vista eran todo lo opuestos que podían ser, casi como el día y la noche, aunque los ojos claros de Yemma mostraban cierta oscuridad que el elfo podía descubrir tras su mirada esquiva.—¿Te dirigías hacia algún lugar en particular?
No estaba seguro, en específico, sobre del que ella era parte y para no equivocarse, debería revisar los libros de la biblioteca Kyltarae o seguir insistiendo en sacarle la información. Esa idea no le agradaba en lo más mínimo.
Sentía que estaba presionandola, y él, que había padecido en carne propia tener encima la mirada ajena, se sintió incómodo interponiéndola a exponer asuntos personales.
Inspiró hondo, tensionando y volviendo a relajar la mandíbula y respondió a sus preguntas para compensar en algo todo aquello. — Llevo sólo unas cuantas horas. Tengo por delante... algo así como tres días de camino— se refirió al tiempo que calculaba que tardaría en llegar hasta el lugar en donde le aguardaban.
—Es "pan de camino", te sentará bien— era notoria la palidez en su piel, más allá de que la tormenta la acentuara un poco, y si como decía, llevaba mucho tiempo viajando era seguro que la comida casera o elaborada no estaría demasiado a su disposición.—Mis hermanas, lo preparan y me obligan a llevar raciones de más cuando salgo de viaje—sonrío sin notar a consciencia qué lo hacía al hablar de su familia.
Se acomodó, sentándose en el suelo y dio un bocado, cómo ella había hecho, luego de cortar un trozo del suyo vigilando la pequeña fogata para alimentarla si era necesario con otra tanda de ramitas y agujas de pino.
—La tormenta se adelantó un poco, para lo que había previsto. Salí más temprano con la idea de llegar a otro refugio...menos improvisado. Pero los dioses tienen sus propios propósitos... —dio otro bocado antes de continuar
El ambiente más cálido, hizo que buscará el broche en su abrigo y que abriera el cuello dejando que la prenda se abriera hacia los lados apoyando la espalda en la pared de piedra. A simple vista eran todo lo opuestos que podían ser, casi como el día y la noche, aunque los ojos claros de Yemma mostraban cierta oscuridad que el elfo podía descubrir tras su mirada esquiva.—¿Te dirigías hacia algún lugar en particular?
Deigys
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Hablar con alguien ajeno a ella, un desconocido, sobre su familia, era algo extraño, pero a la vez le hacía chocar contra una pared de realidad sobre la que hacía tiempo que no pensaba. Hablar consigo misma era lo normal, aconsejarse a sí misma...criticarse...incluso reírse sobre sus propias bromas o incluso problemas. Pero tener a alguien delante que tuviera una opinión distinta, que pudiera contarle algo...tal vez incluso ayudarla a encontrar alguna respuesta.
''Para'', retiró la vista del joven como si fuese el mismo fuego y pensara que su mirada podría abrasarla. Toda su vida se basaba en buscar respuestas, ¿qué pasaría por parar un momento de pensar en todo aquello?
Todo el tiempo que había perdido aquellos años. En la vida de los elfos ella aún era joven aunque conservara la belleza y la gracilidad a la hora de moverse. Pero no todo dependía de que fuese joven o no, a sus casi cincuenta años como elfa no había vivido ni la mitad que todo ellos. Está bien, se manejaba en combate, era valiente e independiente...pero no tenía a nadie ni nada a lo que tuviese cariño. Ni siquiera un animal al que por supuesto no llamaría mascota, ella siempre los trataba con cariño y respeto.
-Puedo recordar cuando yo sólo llevaba tres días de camino -Se puso de cuclillas y deseó sacudir las botas con todas sus ganas, pero juró escuchar algo fuera en ese momento; no le dio importancia. Se sumergió en la comida hasta que mencionó a sus hermanas- ¿Cuántas hermanas tienes? -Mentalmente imaginó cómo podrían ser, si tendrían el pelo igual de oscuro como él, o si tendrían parecido, ¿y cómo serían sus padres? Sus ojos se iluminaron con emoción- ¿Y tus padres? -Al momento de efectuar la pregunta se arrepintió, ya que no sabía si podría haberles pasado lo mismo. Su raza había sufrido mucho, incluso en aquellos tiempos que consideraban ''pacíficos''. Puede que no hubiera estallado una guerra, pero sólo unos pocos vivían en paz.
Cuando quedaba un trozo aún del pan que le había entregado, dejó de comer y entendió porqué sus hermanas le obligaban a llevarlo durante un viaje. Era un alimento saciante y estaba bueno, se preguntó qué ingredientes exactamente utilizarían pero algo interrumpió sus pensamientos: era ese ruido de nuevo, ahora más cerca, como de una pisada sobre la hierba mojada.
Observó por el rabillo del ojo cómo se abrió el cuello de su abrigo y volvió a mirarle a la cara, aunque no a los ojos. Una cicatriz parecía adornar su ceja izquierda. Curiosa, fue a preguntar cuando algo fuera hizo un sonido aún más fuerte. De forma instantánea se levantó y le dio la espalda al elfo.
-¿Qué es eso? ¿Lo escuchas? -No le dio tiempo a responder a su última pregunta y ni siquiera contempló la respuesta, su cuerpo se tensó y miraba su arco y carcaj apoyados en la pared...esperando por si era necesario utilizarlos.
Pero lo que se encontró después no lo esperaba. Una pequeña criatura entró y comenzó a olfatear el aire, como si hubiese notado que había alguien dentro...tal vez por la comida o el fuego. Estaba mojada, sus pequeños bigotes apuntaban hacia abajo y su nariz se arrugaba olisqueando:
Pensando que echaría a correr fue disimulada en sus movimientos. Cogió un trozo pequeño del pan que le había sobrado y se lo tiró. Cayo a centímetros del animal y poco a poco, observando a aquellos dos elfos, lo tomó entre sus pequeñas patas delanteras y comenzó a comérselo, sosteniéndose sobre las dos patas de atrás.
-¿Has visto alguna vez un animal así? -Habló un poco más alto de lo que pretendía y el pequeño se desplazó hacia atrás. Sin dejar el trozo de pan, siguió comiéndoselo a una distancia más prudencial.
''Para'', retiró la vista del joven como si fuese el mismo fuego y pensara que su mirada podría abrasarla. Toda su vida se basaba en buscar respuestas, ¿qué pasaría por parar un momento de pensar en todo aquello?
Todo el tiempo que había perdido aquellos años. En la vida de los elfos ella aún era joven aunque conservara la belleza y la gracilidad a la hora de moverse. Pero no todo dependía de que fuese joven o no, a sus casi cincuenta años como elfa no había vivido ni la mitad que todo ellos. Está bien, se manejaba en combate, era valiente e independiente...pero no tenía a nadie ni nada a lo que tuviese cariño. Ni siquiera un animal al que por supuesto no llamaría mascota, ella siempre los trataba con cariño y respeto.
-Puedo recordar cuando yo sólo llevaba tres días de camino -Se puso de cuclillas y deseó sacudir las botas con todas sus ganas, pero juró escuchar algo fuera en ese momento; no le dio importancia. Se sumergió en la comida hasta que mencionó a sus hermanas- ¿Cuántas hermanas tienes? -Mentalmente imaginó cómo podrían ser, si tendrían el pelo igual de oscuro como él, o si tendrían parecido, ¿y cómo serían sus padres? Sus ojos se iluminaron con emoción- ¿Y tus padres? -Al momento de efectuar la pregunta se arrepintió, ya que no sabía si podría haberles pasado lo mismo. Su raza había sufrido mucho, incluso en aquellos tiempos que consideraban ''pacíficos''. Puede que no hubiera estallado una guerra, pero sólo unos pocos vivían en paz.
Cuando quedaba un trozo aún del pan que le había entregado, dejó de comer y entendió porqué sus hermanas le obligaban a llevarlo durante un viaje. Era un alimento saciante y estaba bueno, se preguntó qué ingredientes exactamente utilizarían pero algo interrumpió sus pensamientos: era ese ruido de nuevo, ahora más cerca, como de una pisada sobre la hierba mojada.
Observó por el rabillo del ojo cómo se abrió el cuello de su abrigo y volvió a mirarle a la cara, aunque no a los ojos. Una cicatriz parecía adornar su ceja izquierda. Curiosa, fue a preguntar cuando algo fuera hizo un sonido aún más fuerte. De forma instantánea se levantó y le dio la espalda al elfo.
-¿Qué es eso? ¿Lo escuchas? -No le dio tiempo a responder a su última pregunta y ni siquiera contempló la respuesta, su cuerpo se tensó y miraba su arco y carcaj apoyados en la pared...esperando por si era necesario utilizarlos.
Pero lo que se encontró después no lo esperaba. Una pequeña criatura entró y comenzó a olfatear el aire, como si hubiese notado que había alguien dentro...tal vez por la comida o el fuego. Estaba mojada, sus pequeños bigotes apuntaban hacia abajo y su nariz se arrugaba olisqueando:
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Pensando que echaría a correr fue disimulada en sus movimientos. Cogió un trozo pequeño del pan que le había sobrado y se lo tiró. Cayo a centímetros del animal y poco a poco, observando a aquellos dos elfos, lo tomó entre sus pequeñas patas delanteras y comenzó a comérselo, sosteniéndose sobre las dos patas de atrás.
-¿Has visto alguna vez un animal así? -Habló un poco más alto de lo que pretendía y el pequeño se desplazó hacia atrás. Sin dejar el trozo de pan, siguió comiéndoselo a una distancia más prudencial.
Yenna
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Al parecer ella había deducido que era su primera travesía y le causó un poco de gracia que llegara a esa conclusión. El elfo sonrió ante el malentendido y abrió la boca para corregir el error pero terminó por no hacerlo ante las preguntas que le formulaba.
—Tengo dos hermanas. Ellas tienen sus propias familias, pero insisten en tratarme como si siguiera siendo...—se interrumpió, entrecerrando los ojos al ver su estado de alerta y su cambio de actitud.
La elfina actuaba de manera algo errática y eso le causaba extrañeza. Por un lado casi que no se había inmutado cuando él había aparecido, aceptando refugiarse en su compañía y al mismo tiempo se mostraba tensa como una cuerda demasiado ajustada y a la que ante el menor roce terminaría, saltando y golpeando los dedos de quién manipulara el arco, si la comparación valía.
—Es solo un roedor. Abundan en estos lugares ¿no los habías notado?
¿Cómo podía ser eso posible, si se suponía que llevaba años en los caminos? Quizás aquella oscuridad que había notado que habitaba en ella encerraba traumas del pasado que le eran difíciles de superar.
Su raza había tenido que hacerlo para sobreponerse a distintos acontecimientos que habían marcado a la mayoría de los elfos y muchos aún con el correr de las edades, no se habían librado del todo de aquellas marcas.
Deigys no era la excepción, sólo que él había contado con la fortuna de haber conservado parte de su familia y amigos que les apoyaron cuando sus padres habían muerto.
De pronto la calidez que emanaba de la pequeña fogata no fue suficiente como para que las sombras no comenzarán a intentar adueñarse de los ocupantes de la caverna y nada tenía que ver con las llamas que hacían chisporrotear y crujir la leña sin perder el vigor que había ganado después de que lograra encenderse. El elfo alimentó el fuego con más ramas al tiempo que terminaba su porción de Lemba y rumiaba sobre sus recuerdos a la vez que empezaba a tensionarse y a cambiar hacia un estado más lúgubre y sombrío del que hasta ahora había dejado ver.
—Tengo dos hermanas. Ellas tienen sus propias familias, pero insisten en tratarme como si siguiera siendo...—se interrumpió, entrecerrando los ojos al ver su estado de alerta y su cambio de actitud.
La elfina actuaba de manera algo errática y eso le causaba extrañeza. Por un lado casi que no se había inmutado cuando él había aparecido, aceptando refugiarse en su compañía y al mismo tiempo se mostraba tensa como una cuerda demasiado ajustada y a la que ante el menor roce terminaría, saltando y golpeando los dedos de quién manipulara el arco, si la comparación valía.
—Es solo un roedor. Abundan en estos lugares ¿no los habías notado?
¿Cómo podía ser eso posible, si se suponía que llevaba años en los caminos? Quizás aquella oscuridad que había notado que habitaba en ella encerraba traumas del pasado que le eran difíciles de superar.
Su raza había tenido que hacerlo para sobreponerse a distintos acontecimientos que habían marcado a la mayoría de los elfos y muchos aún con el correr de las edades, no se habían librado del todo de aquellas marcas.
Deigys no era la excepción, sólo que él había contado con la fortuna de haber conservado parte de su familia y amigos que les apoyaron cuando sus padres habían muerto.
De pronto la calidez que emanaba de la pequeña fogata no fue suficiente como para que las sombras no comenzarán a intentar adueñarse de los ocupantes de la caverna y nada tenía que ver con las llamas que hacían chisporrotear y crujir la leña sin perder el vigor que había ganado después de que lograra encenderse. El elfo alimentó el fuego con más ramas al tiempo que terminaba su porción de Lemba y rumiaba sobre sus recuerdos a la vez que empezaba a tensionarse y a cambiar hacia un estado más lúgubre y sombrío del que hasta ahora había dejado ver.
Deigys
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Sólo apartó la vista del roedor cuando él empezó a hablar y nombró a sus hermanas. Justo al mirarle una sonrisa se había casi esfumado de su boca, le habría gustado verla:
-¿Un niño? -Terminó su frase, pero no sin notar que algo no iba bien. Tal vez estaba hablando demasiado.
Sí que le parecía un roedor, pero no era uno cualquiera, era parecido a un conejo. Volvió la vista hacia éste, que no estaba en el mismo punto de antes y se había terminado el trozo de pan. Le buscó con los ojos y lo vio más cerca, al lado de su peto de cuero. Pero algo le hizo girar sobre sí misma y mirar al elfo, ¿qué estaba pasando? Frunció el ceño levemente y miró el fuego. Fuera, la lluvia no era tan fuerte como antes de que llegara el pequeño animal.
-¿He dicho algo malo? -Relajó su cuerpo, soltó sus hombros y no le miró mientras preguntaba. Hacía tiempo que no trataba con la gente, tal vez no había tenido tacto con algo. ''¿Será por su familia? ¿Por su padre?''.
Escuchó un raspajeo detrás suya y era el animal rebuscando entre las cosas que había dejado apoyadas en la pared de piedra. Le ignoró y siguió con lo que en ese momento debía importarle más.
-¿Qué pasa? -Se puso a su altura y le miró, algo sombrío pasaba por el rostro de elfo, algo que no había visto en el rato que llevaban allí metidos- ¿Deigys? -Pronunció su nombre, melodioso en sus labios, le miró a los ojos y buscó ese algo que le daría una pista para entender qué pasaba. Pero no encontró nada, agachó la cabeza y su mirada regresó junto a las llamas.
El sonido de la lluvia reinó en la cueva por un instante que se le hizo eterno...mientras el ratón o lo que quiera que fuese aquello seguía moviéndose. Sus pequeñas patas manchadas de tierra no parecían importarle, estaba más interesado en buscar comida. Así empezó a registrar algún que otro lado más, se movía rápido pero intentaba evitar a los elfos. Hasta que dio con el trozo de pan que Yenna todavía tenía, liado en esa fina tela.
-¿Eso quieres? -Centró su atención, esta vez con voz cariñosa, en el ser que la miraba con ojos atentos, alerta.
Cogió otro trozo de pan y lo puso más cerca de ella, se puso de cuclillas y paciente, esperó a que él decidiera acercarse por sí mismo.
Lo hizo un poco después, justo cuando ella decidió mirar para otro lado y colocarse bien recta de nuevo, como la que no le prestaba atención. Pero sí que lo miraba, cogió el pan y se lo llevó, comenzó a comérselo y unas palabras acudieron a su garganta:
-Lo siento -Susurró- Siento si he dicho algo malo, que te incomodara -La cueva comenzó a hacerse fría, incómoda. Algo en aquellas palabras no tenía sentido, pero las pronunció, pensando que realmente habría podido meter la pata.
Se abrazó a sí misma y volvió a mirarle, extendió una mano hacia él en gesto de ''paz'' y recordó el momento anterior a entrar a la cueva. Había dudado de él, de la ayuda que le había ofrecido. Tal vez ese fue su fallo, ¿pero cómo no iba a dudar de una persona extraña? Ahora la mano que tenía extendida hacia él encogió los dedos poco a poco, dejando casi un puño en el aire, esperando, mientras ella pensaba qué era lo que ocurría...qué pasaba por la cabeza de Deigys.
-¿Un niño? -Terminó su frase, pero no sin notar que algo no iba bien. Tal vez estaba hablando demasiado.
Sí que le parecía un roedor, pero no era uno cualquiera, era parecido a un conejo. Volvió la vista hacia éste, que no estaba en el mismo punto de antes y se había terminado el trozo de pan. Le buscó con los ojos y lo vio más cerca, al lado de su peto de cuero. Pero algo le hizo girar sobre sí misma y mirar al elfo, ¿qué estaba pasando? Frunció el ceño levemente y miró el fuego. Fuera, la lluvia no era tan fuerte como antes de que llegara el pequeño animal.
-¿He dicho algo malo? -Relajó su cuerpo, soltó sus hombros y no le miró mientras preguntaba. Hacía tiempo que no trataba con la gente, tal vez no había tenido tacto con algo. ''¿Será por su familia? ¿Por su padre?''.
Escuchó un raspajeo detrás suya y era el animal rebuscando entre las cosas que había dejado apoyadas en la pared de piedra. Le ignoró y siguió con lo que en ese momento debía importarle más.
-¿Qué pasa? -Se puso a su altura y le miró, algo sombrío pasaba por el rostro de elfo, algo que no había visto en el rato que llevaban allí metidos- ¿Deigys? -Pronunció su nombre, melodioso en sus labios, le miró a los ojos y buscó ese algo que le daría una pista para entender qué pasaba. Pero no encontró nada, agachó la cabeza y su mirada regresó junto a las llamas.
El sonido de la lluvia reinó en la cueva por un instante que se le hizo eterno...mientras el ratón o lo que quiera que fuese aquello seguía moviéndose. Sus pequeñas patas manchadas de tierra no parecían importarle, estaba más interesado en buscar comida. Así empezó a registrar algún que otro lado más, se movía rápido pero intentaba evitar a los elfos. Hasta que dio con el trozo de pan que Yenna todavía tenía, liado en esa fina tela.
-¿Eso quieres? -Centró su atención, esta vez con voz cariñosa, en el ser que la miraba con ojos atentos, alerta.
Cogió otro trozo de pan y lo puso más cerca de ella, se puso de cuclillas y paciente, esperó a que él decidiera acercarse por sí mismo.
Lo hizo un poco después, justo cuando ella decidió mirar para otro lado y colocarse bien recta de nuevo, como la que no le prestaba atención. Pero sí que lo miraba, cogió el pan y se lo llevó, comenzó a comérselo y unas palabras acudieron a su garganta:
-Lo siento -Susurró- Siento si he dicho algo malo, que te incomodara -La cueva comenzó a hacerse fría, incómoda. Algo en aquellas palabras no tenía sentido, pero las pronunció, pensando que realmente habría podido meter la pata.
Se abrazó a sí misma y volvió a mirarle, extendió una mano hacia él en gesto de ''paz'' y recordó el momento anterior a entrar a la cueva. Había dudado de él, de la ayuda que le había ofrecido. Tal vez ese fue su fallo, ¿pero cómo no iba a dudar de una persona extraña? Ahora la mano que tenía extendida hacia él encogió los dedos poco a poco, dejando casi un puño en el aire, esperando, mientras ella pensaba qué era lo que ocurría...qué pasaba por la cabeza de Deigys.
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Se había ido. Su mente se había ido lejos, como si una puerta al pasado se abriera de par en par para él y volviera a revivir aquellos momentos con los ojos de un adulto y del niño que había sido, todo a la vez. Un niño-adulto que no puede más que atestiguar los fatídicos hechos que marcaron su historia y que no encuentra cómo cerrar una herida que parece no sanar nunca, que sigue escociendo bajo la capa superficial de piel nueva.
Lejos, escuchó que lo llamaban por su nombre, pero no reconoció la voz y le pareció demasiado lejana como para distraerle o atraerle hacia la realidad.
Siguió con la mirada perdida sin ver realmente las danzarinas llamas, que envolvían y abrazaban las ramas secas que se había encargado de acomodar en medio de aquel transe.
Un movimiento de la criatura y de la elfina, le hicieron parpadear finalmente, volviendo a la caverna húmeda de la paya, a la tormenta que parecía amainar en el exterior y a sus acompañantes.
Frunció profundamente el entrecejo e intentó saber qué palabras le había dirigido Yenna segundos antes que volviera en si.
—¿Lo sientes?—negó sin entender del todo a que se refería—¿Qué podrías haber dicho…? No te conozco—le dijo sin reparos. Sin intención de ser brusco, pero a la vez siéndolo, exponiendo lo evidente sin adornos, sin velos y sin ningún remordimiento, un poco todavía sumergido en sus lúgubres pensamientos y a la vez, molesto consigo mismo por dejarse ir de aquella manera frente a una desconocida, alguien de los suyos, pero una desconocida al fin.
En cuánto se dió cuenta de lo brusco que había sido, se arrepintió y trató de suavizar la situación
—Lo lamento, no has dicho nada de lo que tengas que disculparte, tranquila—un mohín de disgusto consigo mismo apareció en su cara e hizo el intento de cambiar el tema—Has hecho un nuevo amigo—le señaló al roedor
Lejos, escuchó que lo llamaban por su nombre, pero no reconoció la voz y le pareció demasiado lejana como para distraerle o atraerle hacia la realidad.
Siguió con la mirada perdida sin ver realmente las danzarinas llamas, que envolvían y abrazaban las ramas secas que se había encargado de acomodar en medio de aquel transe.
Un movimiento de la criatura y de la elfina, le hicieron parpadear finalmente, volviendo a la caverna húmeda de la paya, a la tormenta que parecía amainar en el exterior y a sus acompañantes.
Frunció profundamente el entrecejo e intentó saber qué palabras le había dirigido Yenna segundos antes que volviera en si.
—¿Lo sientes?—negó sin entender del todo a que se refería—¿Qué podrías haber dicho…? No te conozco—le dijo sin reparos. Sin intención de ser brusco, pero a la vez siéndolo, exponiendo lo evidente sin adornos, sin velos y sin ningún remordimiento, un poco todavía sumergido en sus lúgubres pensamientos y a la vez, molesto consigo mismo por dejarse ir de aquella manera frente a una desconocida, alguien de los suyos, pero una desconocida al fin.
En cuánto se dió cuenta de lo brusco que había sido, se arrepintió y trató de suavizar la situación
—Lo lamento, no has dicho nada de lo que tengas que disculparte, tranquila—un mohín de disgusto consigo mismo apareció en su cara e hizo el intento de cambiar el tema—Has hecho un nuevo amigo—le señaló al roedor
Deigys
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Re: ''Nunca lloverán rosas'' (Privado)
Observaba con ojos atentos al elfo, cualquiera que les mirara diría que se habían peleado de alguna forma, o que incluso eran pareja...sacudió la cabeza, no se distraería otra vez con sus pensamientos.
Se centró en las pestañas del hombre, espesas y largas. Luego en sus ojos, algo extraño había en ellos, pero era incapaz de saber qué estaba pensando, no era capaz de adivinar qué pasaba.
La criatura, al ver la quietud de la cueva tras las palabras de la elfa, decidió que era su momento para moverse libremente y así lo hizo. Gracias a que la lluvia cada vez se escuchaba menos, se escuchaban sus patitas sobre el suelo...e incluso se acercó en cierto momento a Yenna y a Deigys, pero fue muy rápido, se escabulló en segundos.
-...no te conozco -Fue la última frase que le dijo, sin apenas dar tiempo a responder a su primera pregunta.
Aunque había esperado que reaccionara, pues había estado en una especie de ''trance'', le pilló por sorpresa estas palabras que, aunque fuesen verdad desde luego escocían.
-Está bien -Murmuró más para si misma que para él. Retiró la mano que antes le había ofrecido y las colocó a ambos lados, sin movimiento alguno, su cara había pasado a una expresión más sombría, tal vez triste. ''No seas tonta, no le conoces, es verdad''.
Minutos después él decidió disculparse, pero el rostro de la mujer siguió impasible y sólo retiró la mirada del elfo cuando señaló a la criatura. Casi le fue difícil no esbozar una sonrisa en ese momento, ya que el pequeño roedor estaba al lado de sus cosas de nuevo, rebuscando comida, hasta que paró para acicalarse, pero tenía tanta arena encima que era imposible limpiarse solo; al menos no si se daba un baño o le sacudían.
-Puede que haya hecho un nuevo amigo -Afirmó, su mirada aún en el animal que dejó de acicalarse y colocó las patas sobre el suelo de nuevo- Pero sólo por su parte, no por la tuya.
Se dio la vuelta, le dio la espalda al elfo y se acercó al animal, que en un primer momento reaccionó mal y se alejó, para más tarde quedarse mirándola a una distancia prudente, pero curioso.
Extendió su mano hacia la criatura que, al contrario que Deigys, sí se acercó y la olfateó. Por supuesto no confiaría en ella ahora, aunque tal vez con el tiempo...o si volvían a encontrarse por aquel sitio. Pensó en la idea de tener un compañero, pero no la contempló, no lo haría en aquel momento. Tal vez a esa criatura le gustaba vivir allí, no tenía porqué ir con ella; al igual que él.
-Bien -Se puso recta, estiró un poco los dedos de sus manos y se volvió hacia él- ¿Qué piensas hacer ahora? -Su tono era más serio que antes, toda amabilidad parecía haber desaparecido de ella, pero realmente era una mujer que seguía emitiendo ''luz'' aún cuando intentaba ser distinta.
Se centró en las pestañas del hombre, espesas y largas. Luego en sus ojos, algo extraño había en ellos, pero era incapaz de saber qué estaba pensando, no era capaz de adivinar qué pasaba.
La criatura, al ver la quietud de la cueva tras las palabras de la elfa, decidió que era su momento para moverse libremente y así lo hizo. Gracias a que la lluvia cada vez se escuchaba menos, se escuchaban sus patitas sobre el suelo...e incluso se acercó en cierto momento a Yenna y a Deigys, pero fue muy rápido, se escabulló en segundos.
-...no te conozco -Fue la última frase que le dijo, sin apenas dar tiempo a responder a su primera pregunta.
Aunque había esperado que reaccionara, pues había estado en una especie de ''trance'', le pilló por sorpresa estas palabras que, aunque fuesen verdad desde luego escocían.
-Está bien -Murmuró más para si misma que para él. Retiró la mano que antes le había ofrecido y las colocó a ambos lados, sin movimiento alguno, su cara había pasado a una expresión más sombría, tal vez triste. ''No seas tonta, no le conoces, es verdad''.
Minutos después él decidió disculparse, pero el rostro de la mujer siguió impasible y sólo retiró la mirada del elfo cuando señaló a la criatura. Casi le fue difícil no esbozar una sonrisa en ese momento, ya que el pequeño roedor estaba al lado de sus cosas de nuevo, rebuscando comida, hasta que paró para acicalarse, pero tenía tanta arena encima que era imposible limpiarse solo; al menos no si se daba un baño o le sacudían.
-Puede que haya hecho un nuevo amigo -Afirmó, su mirada aún en el animal que dejó de acicalarse y colocó las patas sobre el suelo de nuevo- Pero sólo por su parte, no por la tuya.
Se dio la vuelta, le dio la espalda al elfo y se acercó al animal, que en un primer momento reaccionó mal y se alejó, para más tarde quedarse mirándola a una distancia prudente, pero curioso.
Extendió su mano hacia la criatura que, al contrario que Deigys, sí se acercó y la olfateó. Por supuesto no confiaría en ella ahora, aunque tal vez con el tiempo...o si volvían a encontrarse por aquel sitio. Pensó en la idea de tener un compañero, pero no la contempló, no lo haría en aquel momento. Tal vez a esa criatura le gustaba vivir allí, no tenía porqué ir con ella; al igual que él.
-Bien -Se puso recta, estiró un poco los dedos de sus manos y se volvió hacia él- ¿Qué piensas hacer ahora? -Su tono era más serio que antes, toda amabilidad parecía haber desaparecido de ella, pero realmente era una mujer que seguía emitiendo ''luz'' aún cuando intentaba ser distinta.
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