Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
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Exhalé, balanceándome cuidadosamente sobre la rama para volver a mi posición original. Me dejé caer sobre aquellas que podían aguantar mi peso, y de allí, salte de vuelta al suelo.
Hacía un buen día.
Una vez terminados mis ejercicios matutinos, empecé el trayecto hacia el poblado de Orbari. Era un asentamiento de osos, y el más cercano por el momento. Al parecer, se quedarían allí el resto de la estación. Estaban dispuestos a comerciar y tenían buenas reservas de comida, por lo que resultaba realmente conveniente. La mayoría de veces, ni siquiera necesitaba pagar: siempre había alguien que necesitaba una runa, poción o veneno. Si bien me habían mirado con cautela durante los primeros días, ya se habían acostumbrado a verme por allí.
Aún tenía energía de sobra, por lo que decidí tomar la via rápida. Tensé mi cuerpo, notando como las runas empezaban a activarse y brillar, y me lancé en carrera, saltando entre árboles a velocidades vertiginosas. Tenía que ser plenamente consciente de cada piedra y cada rama, pero era una buena forma de entretenerme. Las marcas que dejaba a mi paso debían ser fáciles de distinguir, pero no era algo que me preocupase.
No había tenido que tener cuidado en un tiempo.
Frené al encontrarme en la aldea, levantando algo de tierra al tocar el suelo. Varios hombres oso me miraron con curiosidad, al menos durante unos instantes. Uno de ellos dio un resoplido, negando con la cabeza. Era uno de los jóvenes, quizás en la veintena de edad. Lo reconocía. Morr era un buen chico, en general. Sonreí, dirigiéndome hacia él.
-No pareces muy impresionado.- dije.
-¿Y debería estarlo?- preguntó, desafiante. -Esos truquitos mágicos pueden fascinar a los niños, pero no son para tanto.- Ah, la juventud. Uno de los veteranos se llevó la mano a la cara. Lo veía venir tan bien como yo.
-Morr...- dijo con voz cansada. -No, haz lo que quieras. Pero te va a hacer daño.- El chico resopló de nuevo. Tenía fácilmente mi altura, quizás unos centímetros menos, pero eso no iba a amedrentarlo.
-Soy un oso. Puedo con él.- aseguró, girándose hacia mi. -Salvo que tengas m...-
-Vamos.- interrumpí, invocando a Eclipse. La aparición de la espada le tomó por sorpresa, pero no retrocedió. -¿O prefieres sin armas?-
-No me culpes si acabas con algo roto.- gruñó, tomando el martillo de guerra junto a él y caminando hacia el centro de la aldea. El totem del Cazador estaba firme, en mitad de todo el poblado. Le seguí, colocándome a tan solo unos metros.
Su arma era pesada. Confiaba en su propia fuerza. Podía aprovecharme y optar por algo con más alcance, o imitarle y utilizar mi propia fuerza física. Me decidí por un término medio. Realicé una floritura con Eclipse, y el arma cambió frente a los ojos de todos, tomando una forma más alargada y fina hasta convertirse en una alabarda. Los materiales no eran distintos. Casi todo el asta, salvo por dos puntos de agarre, seguía siendo del mismo metal y conservaba su brillo azulado.
Una vez consideré que estaba preparado, me lancé hacia él con la punta por delante. Su martillo deflectó la ofensiva, tratando de empujar el arma a un lado. En lugar de detenerme, giré en dirección contraria, golpeando su costillar con la vara del arma.
El joven gruñó, pero no dejó que le interrumpiese. Su martillo empezó a moverse en horizontal. Tiré de Eclipse y usé el arma para bloquear, impactando bajo la cabeza del martillo. Si fuese un arma normal, aquello podría haberla roto. Pero no lo era. El oso se esforzó, tirando de ambas armas para arrancarla de mi agarre. Me mantuve firme, apretando del arma con fuerza. No iba a ceder.
El gruñido del oso se hizo más sonoro y gutural. Era fuerte, no iba a negarlo. Pero no era Naharu, o Melena Blanca, o Eltrant Tale. En un concurso de fuerza, no tenía posibilidades. Y sin embargo, no iba a dejarle pensar que podría haber ganado si tuviese más fuerza bruta. Solté a Eclipse, haciendo que el bruto se tambalease hacia atrás. Para cuando se recuperó, el arma había reaparecido en mi mano, esta vez como cimitarra.
El veterano soltó una risotada. Unas pocas miradas se habían posado en el duelo. Era una lástima, pero se lo había ganado.
Habilidades pasivas mencionadas: Cien Formas e Invocar
Hacía un buen día.
Una vez terminados mis ejercicios matutinos, empecé el trayecto hacia el poblado de Orbari. Era un asentamiento de osos, y el más cercano por el momento. Al parecer, se quedarían allí el resto de la estación. Estaban dispuestos a comerciar y tenían buenas reservas de comida, por lo que resultaba realmente conveniente. La mayoría de veces, ni siquiera necesitaba pagar: siempre había alguien que necesitaba una runa, poción o veneno. Si bien me habían mirado con cautela durante los primeros días, ya se habían acostumbrado a verme por allí.
Aún tenía energía de sobra, por lo que decidí tomar la via rápida. Tensé mi cuerpo, notando como las runas empezaban a activarse y brillar, y me lancé en carrera, saltando entre árboles a velocidades vertiginosas. Tenía que ser plenamente consciente de cada piedra y cada rama, pero era una buena forma de entretenerme. Las marcas que dejaba a mi paso debían ser fáciles de distinguir, pero no era algo que me preocupase.
No había tenido que tener cuidado en un tiempo.
Frené al encontrarme en la aldea, levantando algo de tierra al tocar el suelo. Varios hombres oso me miraron con curiosidad, al menos durante unos instantes. Uno de ellos dio un resoplido, negando con la cabeza. Era uno de los jóvenes, quizás en la veintena de edad. Lo reconocía. Morr era un buen chico, en general. Sonreí, dirigiéndome hacia él.
-No pareces muy impresionado.- dije.
-¿Y debería estarlo?- preguntó, desafiante. -Esos truquitos mágicos pueden fascinar a los niños, pero no son para tanto.- Ah, la juventud. Uno de los veteranos se llevó la mano a la cara. Lo veía venir tan bien como yo.
-Morr...- dijo con voz cansada. -No, haz lo que quieras. Pero te va a hacer daño.- El chico resopló de nuevo. Tenía fácilmente mi altura, quizás unos centímetros menos, pero eso no iba a amedrentarlo.
-Soy un oso. Puedo con él.- aseguró, girándose hacia mi. -Salvo que tengas m...-
-Vamos.- interrumpí, invocando a Eclipse. La aparición de la espada le tomó por sorpresa, pero no retrocedió. -¿O prefieres sin armas?-
-No me culpes si acabas con algo roto.- gruñó, tomando el martillo de guerra junto a él y caminando hacia el centro de la aldea. El totem del Cazador estaba firme, en mitad de todo el poblado. Le seguí, colocándome a tan solo unos metros.
Su arma era pesada. Confiaba en su propia fuerza. Podía aprovecharme y optar por algo con más alcance, o imitarle y utilizar mi propia fuerza física. Me decidí por un término medio. Realicé una floritura con Eclipse, y el arma cambió frente a los ojos de todos, tomando una forma más alargada y fina hasta convertirse en una alabarda. Los materiales no eran distintos. Casi todo el asta, salvo por dos puntos de agarre, seguía siendo del mismo metal y conservaba su brillo azulado.
Una vez consideré que estaba preparado, me lancé hacia él con la punta por delante. Su martillo deflectó la ofensiva, tratando de empujar el arma a un lado. En lugar de detenerme, giré en dirección contraria, golpeando su costillar con la vara del arma.
El joven gruñó, pero no dejó que le interrumpiese. Su martillo empezó a moverse en horizontal. Tiré de Eclipse y usé el arma para bloquear, impactando bajo la cabeza del martillo. Si fuese un arma normal, aquello podría haberla roto. Pero no lo era. El oso se esforzó, tirando de ambas armas para arrancarla de mi agarre. Me mantuve firme, apretando del arma con fuerza. No iba a ceder.
El gruñido del oso se hizo más sonoro y gutural. Era fuerte, no iba a negarlo. Pero no era Naharu, o Melena Blanca, o Eltrant Tale. En un concurso de fuerza, no tenía posibilidades. Y sin embargo, no iba a dejarle pensar que podría haber ganado si tuviese más fuerza bruta. Solté a Eclipse, haciendo que el bruto se tambalease hacia atrás. Para cuando se recuperó, el arma había reaparecido en mi mano, esta vez como cimitarra.
El veterano soltó una risotada. Unas pocas miradas se habían posado en el duelo. Era una lástima, pero se lo había ganado.
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Habilidades pasivas mencionadas: Cien Formas e Invocar
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Sobrecalentamiento de los mecanismos...
Niveles de energía críticos...
Entre los árboles retumbaba un eco metálico, como un potente retumbar que sacudía a las criaturas que habitaban en el bosque. Ya había observado a un par de conejos cornudos saltar espantados de su madriguera, a un grupo de aves huir de su escondite entre las ramas. Pero no podía detenerme.
—Resiste. El poblado está cada vez más cerca. —señalé.
Aunque los niveles de calor de mis motores se habían vuelto perjudiciales, no podía detenerme. Aunque mis sistemas solicitaran constantemente un cierre de las actividades que me hallaba desempeñando, no podía detenerme. La respuesta yacía en mis brazos.
Era difícil reconocerle. Entre los pozos oscuros que teñían sus ropajes de flujo sanguíneo, las marcas y patrones de rasguños que plasmaba su piel, el pañuelo que sostenía en el lugar donde solía reposar su ojo, los resto de la hemorragia que me había esforzado por contener... Dificultaba que pudieras centrarte en las orejas puntiagudas que denotaban a aquel hombre como un elfo, hasta no finalizar el camino de heridas y sangre que se hallaba en su cuerpo.
—Hom... tal... —murmuraba el elfo, en un esfuerzo sobrehumano por tratar de comunicarse conmigo. —Hombre de... metal... —añadió luego con más claridad, antes de empezar a toser, ahogado con su sangre.
—Desista. Conserve energías. —le ordené con seriedad.
—No... Se lo... suplico... —volvió a pedir, débilmente.
—No se rinda. Estamos muy cerca. —indiqué, poniendo más empeño en mi carrera. —Lo salvarán, y podremos encontrar a su familia en Dundarak. No puede rendirse. —razoné, en una súplica ferviente.
Pero no tenía caso... No podía negar la realidad, ni revocar los deseos de un usuario. Me detuve, buscando regular inmediatamente mis sistemas de ventilación.
Apoyé, con sumo cuidado, al elfo contra el tronco seco de un roble. Me detuve un segundo, mientras aún respiraba con dificultad, antes de colocarme apropiadamente en cuclillas para observar al elfo.
—Mis dioses reclaman mi esencia. —dictó sereno.
Aparté con delicadeza los mechones de cabello que cubrían su visión, aunque no estaba seguro de si deseaba que pudiera verme. Mis rostro mostraba abiertamente mi frustración. Mis sistemas calculaban todos los escenarios donde pude haber tenido un mejor desempeño, encontrando casi nula la brecha. Ninguna de mis decisiones pudo cambiar este momento, ninguna pudo evitar esta muerte.
—Curioso, jajaja... —rió, observando un punto indeterminado del cielo. —Me ha cuidado todo este tiempo... y ni siquiera conozco su nombre, hombre de metal... —me observó con una sonrisa.
—... —demoré en procesar la información. —A-A-Adam... Mi nombre es Adam. —contesté con prisa, dispuesto a cumplir sus últimos deseos.
—Adam... —murmuró para sí mismo. —Mi hija, Sarisa... Tienes que contarle... El final de la historia... —solicitó.
Sabía a qué se refería. El elfo me había contado, noche tras noche, sobre su familia. Su esposa murió hace muchos años. Su madre e hija habían escapado durante la crisis de Sandorai, hacia las colonias de Dundarak; mientras él decidió permanecer junto a su padre para luchar por su tierra. No pude evitar sentir... "empatía" por su historia. Por eso me encargue de protegerle durante mucho tiempo, pero...
Desde que demostró los primeros indicios de nictofobia, el elfo comenzó a relatarle a su hija la historia de un... elfo, uno que le temía a la oscuridad igual que ella, pero que poco a poco fue reuniendo el valor para enfrentarse a ella. Cada noche, avanzaba más en la historia... Pero nunca pudo darle un final.
Ahora el autor de aquel cuento me estaba encargando la misión de relatarle a su hija la conclusión y cierre de la historia. Asentí con seguridad, no podía negarme.
—Tras triunfar sobre la oscuridad... El elfo, ya convertido en un hombre, fue rescatado del abismo por un... ángel. —empezó a relatar. —El ángel era fuerte e inteligente, no hablaba mucho. Tenía una armadura blanca y el cabello dorado como los rayos del sol... —siguió relatando, mientras me miraba a los ojos con una gran sonrisa. Algo había cambiado. Podía sentirlo en la zona posterior de mi cabeza. —El elfo... —sentí una ráfaga de energía eléctrica cuando su mano rozó mi mejilla. —No sabía por qué aquel ángel le ayudaba... —no solía sentir muchas cosas, mis sistemas solían neutralizar las señales sensoriales de mis neuronas. —Pero... Él creía que... —pero aquello podía sentirlo. Era una sensación cálida... Me embriagaba.
No había notado como su otra mano se había situado debajo del lóbulo de mi oreja, no hasta que realizó aquel movimiento que me atrajo hacia él, eliminando el espacio que existía entre nosotros.
Fue un contacto breve, sin precedentes, donde mis sistemas colapsaron durante el período en que existió. Sentía un cosquilleo en mi nariz, así como un vibrar en mis labios, mientras estos se separaban de los suyos lentamente; anhelando permanecer conectados por más tiempo.
Posó su frente sobre la mía, mientras sostenía mis mejillas con ambas manos.
¿Qué... Había sido eso?
—Adam... En Sandorai no... Nunca supimos quienes eran realmente los hombres como tú... —comenzó a hablar. —Los biocibernéticos... Pensaba que eran una especie de títeres. Vacíos, sin vida... —continuó, no entendía qué intentaba decirme. —Pero tu, Adam... Estás vivo. Puedo sentirlo. —confesó. —No permitas nunca que nadie te haga dudar de ello, ¿de acuerdo?
—De... acuerdo... —susurré.
No lo entendía. Estaba confundido. No podía descifrar el mensaje. Mis sistemas no respondían... Permanecí junto a aquel elfo en aquella posición, mientras me envolvía con aquel calor que llenaba de vida nuestros cuerpos... Hasta... que... no pude sentirlo más...
* * *
Me coloqué en pié, una vez finalicé el memorial de aquel elfo. Sentí la brisa correr rápidamente en un impulso extraño. Pude observar una figura, un borrón, moverse a toda velocidad en menos de un segundo.
¿Podía ser...? Llevaba un tiempo buscándolo. No podía saberlo si permanecía ahí. Le di un último vistazo a aquella zona que había marcado como el punto de descanso de aquel hombre.
Mis sensaciones volvieron a suprimirse, mientras me disponía a continuar hacia la dirección donde vi desplazarse a aquel borrón. Hacia el poblado de Orbari.
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
No había dejado nota de despedida. Ni señal alguna de que iba a volver. Ciudad lagarto se había convertido en un mapa con la familiaridad de su mano y tal y como hacía con todo lo que le causaba familiaridad, Eilydh huía.
Se puso excusas al principio: Tan solo necesito estirar las piernas y brazos y ver hasta donde alcanzan. El final de este camino lleva a cierta aldea que no recuerdo haber pisado. Ash'alá debe saber bien el camino de vuelta a la rutina... y cuando se vino a dar cuenta, llevaba días perdida en la frondosidad de los árboles que encontraba a su paso, guiándose por la lengua anciana que ocupaba la brisa entre sus hojas y simplemente dejando a su montura decidir el camino.
Los primeros días habían sido poco cautos. La norma escrita de no seguir los caminos y evitar contacto con los viandantes quizás fue la única que ambos su tigre y ella misma respetaron, pero la velocidad de sus pies, la sed de aventuras, el sentirse de nuevo libre y evitar las raíces de todo lo que le había atado a aquella ciudad fue el impulso mismo que la hizo, los hizo avanzar. Eilydh sabía que regresaría a terminar todo lo que había dejado a medio hacer, pero no quería pensar en aquello ahora mismo.
Para cuando se vino a dar cuenta de que estaba en tierra de vampiros su montura necesitaba descansar y drenar su sed y a ella estaba empezando a cuestionarse donde exactamente les había llevado sus pasos. Un arroyo cercano resolvió ambas necesidades. El sol estaba en su punto alto para cuando decidió que la humedad de aquel bosque no debía ser un buen lugar donde calmar sus cansadas piernas y la decisión de buscar cobijo en alguna posada cercana pareció la más adecuada. Si su pequeño mapa mental no estaba equivocado, no debían estar muy lejos de Orbari,
Acarició la corteza de un árbol cercano, escuchando su historia ancestral y decidiendo qué dirección seguir, Su tigre había pasado los últimos 10 minutos jugueteando con una trucha del arroyo cercano hasta darle caza no sin antes zambullirse en las aguas cristalinas. Su pelaje blanco y gris mojado y algo desordenado en un intento en vano de sacudir de él el agua estaba a medio manchar con el rojo intenso del pez que aún masticaba en sus fauces.
Eilydh suspiró exasperada. Ash'alá pocas veces le permitía pasar desapercibida y estaba segura que el tigre podía reconsiderar el hecho de no convertirla en su cena si volvía a hacer que ocupase sus días rodeado de humanos embelesados por su excentricidad. Acarició a su compañero.
-Tan solo una noche- le dijo, casi en un susurro- mañana volveremos a fundirnos con las plantas y a hacer caminos de parajes desconocidos-
El animal avanzó dedicandole un leve rugido de molestia y avanzó unos metros frente a ella jugueteando con algunas mariposas que al notarlo habían alzado el vuelo. Eilydh sonrio mientras lo seguía. Caminaron durante unas dos horas antes de atisbar el humo cercano signo inequívoco de vida civilizada. La espesura del bosque se fue haciendo menor y la luz del sol empezaba a clarear sus pasos cuando las voces cercanas desviaron la atención de la elfa hacia un grupo de persona amontonados alrededor de algo.
En un primer momento Eilydh le dio poca importancia: Los aldeanos de pueblos entre maleza solían ser fácilmente impresionables, aún recordaba la vez en la que un Bio había entretenido a un grupo de borrachos haciendo que sus orejas saliesen de su sitio y moviendolas de arriba a abajo. Además no podía olvidar el hecho de que su estancia en Sandorai no hacía mucho había sido riesgo suficiente, dads su situación de persona "non grata" entre los de su clan. Por otro lado, y debido al tiempo que había pasado en ciudad lagarto, sabía que la mayoría de las veces que vecinos y ladrones podían reirse juntos era algo por lo que sin duda debía perder su tiempo.
Ash'alá la miró dolido, mientras Eilydh se encaminaba hasta la multitud, y por un momento tiro de sus ropajes intentando hacer que la elfa volviese a su trayectoria hasta la posada. Molesto y tras intetarlo varias veces, desistió y dio un salto hasta la maleza del bosque que habían dejado atrás, con el orgullo herido. Eilydh sabía que no iba a irse muy lejos. Como también sabia que la curiosidad siempre mataba al minino...
El pelaje del hombre- bestia que aún quedaba en pie en el centro del circulo le fue vagamente familiar. La exhibición de destreza frente a un oso lo bastante estúpido o ebrio como para retarlo le quedaba bien pero no fue hasta que el hombre bestia habló que Eilydh no reconoció de donde le sonaba. Aquel hombre había dado runas a Karma.
Se llevó la mano de manera instintiva a su espada, enfundada en una de sus caderas, como para cerciorarse que aún estaba ahí. Curiosa, y esperando qué más iba a hacer aquella persona se quedó entre la multitud, camuflándose entre el resto de los sin rostro que lo admiraban y de cuando en cuando vitoreaban cada vez que el oso intentaba derribarlo. Eilydh no sabía bien porqué no se movía. La exhibición de habilidades de un hombre bestia por lo que sabía poderoso, frente a un campesino no era ni de lejos una batalla justa. Pero hacía mucho que había decidido que la justicia dependía de los objetivos de cada persona.
En aquel momento el objetivo de Eilydh era analizar los movimientos y pasos certeros de aquel hombre bestia. No de una manera impasible y liviana, cargada de vítores y aplausos como hacía el resto de los viandantes que se acercaban al espectáculo, no. La de Eilydh era una mirada crítica, analítica. Casi anticipándose a sus pasos como si fuese ella la que tuviese el poco cerebro como para enfrentarse a él.
Quizás y aquel paseo que duraba ya varias semanas la había llevado justo a donde necesitaba estar.
Se puso excusas al principio: Tan solo necesito estirar las piernas y brazos y ver hasta donde alcanzan. El final de este camino lleva a cierta aldea que no recuerdo haber pisado. Ash'alá debe saber bien el camino de vuelta a la rutina... y cuando se vino a dar cuenta, llevaba días perdida en la frondosidad de los árboles que encontraba a su paso, guiándose por la lengua anciana que ocupaba la brisa entre sus hojas y simplemente dejando a su montura decidir el camino.
Los primeros días habían sido poco cautos. La norma escrita de no seguir los caminos y evitar contacto con los viandantes quizás fue la única que ambos su tigre y ella misma respetaron, pero la velocidad de sus pies, la sed de aventuras, el sentirse de nuevo libre y evitar las raíces de todo lo que le había atado a aquella ciudad fue el impulso mismo que la hizo, los hizo avanzar. Eilydh sabía que regresaría a terminar todo lo que había dejado a medio hacer, pero no quería pensar en aquello ahora mismo.
Para cuando se vino a dar cuenta de que estaba en tierra de vampiros su montura necesitaba descansar y drenar su sed y a ella estaba empezando a cuestionarse donde exactamente les había llevado sus pasos. Un arroyo cercano resolvió ambas necesidades. El sol estaba en su punto alto para cuando decidió que la humedad de aquel bosque no debía ser un buen lugar donde calmar sus cansadas piernas y la decisión de buscar cobijo en alguna posada cercana pareció la más adecuada. Si su pequeño mapa mental no estaba equivocado, no debían estar muy lejos de Orbari,
Acarició la corteza de un árbol cercano, escuchando su historia ancestral y decidiendo qué dirección seguir, Su tigre había pasado los últimos 10 minutos jugueteando con una trucha del arroyo cercano hasta darle caza no sin antes zambullirse en las aguas cristalinas. Su pelaje blanco y gris mojado y algo desordenado en un intento en vano de sacudir de él el agua estaba a medio manchar con el rojo intenso del pez que aún masticaba en sus fauces.
Eilydh suspiró exasperada. Ash'alá pocas veces le permitía pasar desapercibida y estaba segura que el tigre podía reconsiderar el hecho de no convertirla en su cena si volvía a hacer que ocupase sus días rodeado de humanos embelesados por su excentricidad. Acarició a su compañero.
-Tan solo una noche- le dijo, casi en un susurro- mañana volveremos a fundirnos con las plantas y a hacer caminos de parajes desconocidos-
El animal avanzó dedicandole un leve rugido de molestia y avanzó unos metros frente a ella jugueteando con algunas mariposas que al notarlo habían alzado el vuelo. Eilydh sonrio mientras lo seguía. Caminaron durante unas dos horas antes de atisbar el humo cercano signo inequívoco de vida civilizada. La espesura del bosque se fue haciendo menor y la luz del sol empezaba a clarear sus pasos cuando las voces cercanas desviaron la atención de la elfa hacia un grupo de persona amontonados alrededor de algo.
En un primer momento Eilydh le dio poca importancia: Los aldeanos de pueblos entre maleza solían ser fácilmente impresionables, aún recordaba la vez en la que un Bio había entretenido a un grupo de borrachos haciendo que sus orejas saliesen de su sitio y moviendolas de arriba a abajo. Además no podía olvidar el hecho de que su estancia en Sandorai no hacía mucho había sido riesgo suficiente, dads su situación de persona "non grata" entre los de su clan. Por otro lado, y debido al tiempo que había pasado en ciudad lagarto, sabía que la mayoría de las veces que vecinos y ladrones podían reirse juntos era algo por lo que sin duda debía perder su tiempo.
Ash'alá la miró dolido, mientras Eilydh se encaminaba hasta la multitud, y por un momento tiro de sus ropajes intentando hacer que la elfa volviese a su trayectoria hasta la posada. Molesto y tras intetarlo varias veces, desistió y dio un salto hasta la maleza del bosque que habían dejado atrás, con el orgullo herido. Eilydh sabía que no iba a irse muy lejos. Como también sabia que la curiosidad siempre mataba al minino...
El pelaje del hombre- bestia que aún quedaba en pie en el centro del circulo le fue vagamente familiar. La exhibición de destreza frente a un oso lo bastante estúpido o ebrio como para retarlo le quedaba bien pero no fue hasta que el hombre bestia habló que Eilydh no reconoció de donde le sonaba. Aquel hombre había dado runas a Karma.
Se llevó la mano de manera instintiva a su espada, enfundada en una de sus caderas, como para cerciorarse que aún estaba ahí. Curiosa, y esperando qué más iba a hacer aquella persona se quedó entre la multitud, camuflándose entre el resto de los sin rostro que lo admiraban y de cuando en cuando vitoreaban cada vez que el oso intentaba derribarlo. Eilydh no sabía bien porqué no se movía. La exhibición de habilidades de un hombre bestia por lo que sabía poderoso, frente a un campesino no era ni de lejos una batalla justa. Pero hacía mucho que había decidido que la justicia dependía de los objetivos de cada persona.
En aquel momento el objetivo de Eilydh era analizar los movimientos y pasos certeros de aquel hombre bestia. No de una manera impasible y liviana, cargada de vítores y aplausos como hacía el resto de los viandantes que se acercaban al espectáculo, no. La de Eilydh era una mirada crítica, analítica. Casi anticipándose a sus pasos como si fuese ella la que tuviese el poco cerebro como para enfrentarse a él.
Quizás y aquel paseo que duraba ya varias semanas la había llevado justo a donde necesitaba estar.
Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
El oso se lanzó con un rugido, esta vez poniendo menos control sobre su fuerza. Retrocedí de un salto, esquivando el pesado martillo. El impacto levantó la tierra con la que chocó.
Esperé a que tomase una postura neutral antes de tomar la iniciativa. Y en cuanto lo hizo, me adelanté con un tajo horizontal de la cimitarra. El oso aprovechó el tamaño y peso de su arma para bloquear el asalto. Metal chocó contra metal. Pero uno nunca debía mirar la mano que el otro presentaba. En mi zurda apareció otro arma: idéntica a Eclipse, pero formada de luz pura. [1] Se dio cuenta un segundo demasiado tarde, y el arma le provocó un corte en el pecho.
La sangre salpicó el suelo, y el oso dejó escapar otro gruñido gutural. Era algo superficial: había tenido en cuenta la clase de piel que tenían, después de todo, y no pretendía matarlo.
-Si quieres darlo por vencido...- ofrecí. Y no entendí la respuesta, pero quizás el rugido que dio significase "no". Alzó el martillo de nuevo, pero estaba demasiado lejos. ¿Iba a...?
Si, efectivamente. El oso arrojó su arma, que empezó a dar vueltas peligrosamente. ¿Podía pararla...? En el último instante, decidí que aquellos detrás de mi iban a tener que arreglárselas sólo. Me aparté del camino, solo para ver como el oso se enfrentaba a mi con las garras fuera. Alcé ambos puños, deteniéndolas al precio de dejar caer ambas cimitarras. El empuje del oso me arrastró, pero me mantuve firme tras unos pasos.
Había forzado otro concurso de fuerza. ¿Había entrado en Frenesí, o era así siempre? Gruñí, y comencé a empujar de vuelta. Sus uñas estaban empezando a hacer daño. Eran lo suficientemente largas para alcanzar parte de mi mano, incluso en esa posición.
-Yo también sé jugar duro.- dije entre dientes. Esta vez estaba requiriendo de algo más de fuerza el mantenerlo a ralla. Era mejor acabar con aquello antes de que escalase más. Las runas de mis piernas se iluminaron. Solté las garras del oso y, en el mismo momento, me lancé contra él en placaje a una velocidad vertiginosa. [2] Ambos salimos disparados varios metros por el aire. El oso cayó de espaldas, rodando. En cuanto toque el suelo, di una voltereta para levantarme y me alcé sobre él.
Eclipse apareció de nuevo en mi mano, amenazando su cuello. El chico me miró, algo estupefacto, como si tardase un segundo en comprender lo que acababa de pasar. Finalmente, hizo una mueca, y resopló, apartando la mirada.
Suficiente, supuse. Hice desaparecer a Eclipse y me di media vuelta, dejando que se levantase por su cuenta. Había... más gente de la que recordaba. Incluso un par de individuos de fuera. Una elfa y... Espera. Me sonaban de algo.
Pero tenía algo que hacer primero. Una vez los vítores se calmaron, me dirigí al veterano que había advertido a Morr. Benat, si no recordaba mal. Rebusqué entre la bolsa de cuero que llevaba en el cinturón, sacando un frasco con un líquido rojo.
-Dale esto. Debería ser más que suficiente para sus heridas.- aseguré. El oso ladeó la cabeza.
-No hace falta. Creo que le viene bien recordarlo un tiempo.- aseguró, negando con un gesto. -Pero gracias. No te preocupes, no volvera a molestar. Solo deja que vaya a lamerse las heridas.- dijo. Luego, hizo un gesto hacia mi. -¿Que hay de ti? ¿Tus manos?-
Las examiné. Había llegado a sacar sangre, pero no eran más que unos arañazos en el dorso. Podía tratarlo.
-Nada preocupante.- aseguré pese al escozor. A continuación, Benat se volvió hacia los dos extranjeros, examinándolos cuidadosamente.
-Y vosotros... ¿a qué venís?- preguntó. Quizás sonase algo brusco, pero tenía que serlo. Su trabajo era proteger la aldea, después de todo. -Si queréis comerciar, los mercaderes están allí.- dijo, señalando a una par de cabañas de madera.
Examiné el éter de cada uno. Si, recordaba las runas. Guanteletes y espada. No hacía demasiado tiempo, tampoco. Era extraño verlos allí, aunque últimamente me volvía a encontrar a clientes en lugares insospechados.
-¿Los conoces?- preguntó el oso. Me encogí de hombros. Definitivamente no sabía sus nombres.
[1]Habilidad de Eclipse: Reflejo
[2] Habilidad: Destello
Esperé a que tomase una postura neutral antes de tomar la iniciativa. Y en cuanto lo hizo, me adelanté con un tajo horizontal de la cimitarra. El oso aprovechó el tamaño y peso de su arma para bloquear el asalto. Metal chocó contra metal. Pero uno nunca debía mirar la mano que el otro presentaba. En mi zurda apareció otro arma: idéntica a Eclipse, pero formada de luz pura. [1] Se dio cuenta un segundo demasiado tarde, y el arma le provocó un corte en el pecho.
La sangre salpicó el suelo, y el oso dejó escapar otro gruñido gutural. Era algo superficial: había tenido en cuenta la clase de piel que tenían, después de todo, y no pretendía matarlo.
-Si quieres darlo por vencido...- ofrecí. Y no entendí la respuesta, pero quizás el rugido que dio significase "no". Alzó el martillo de nuevo, pero estaba demasiado lejos. ¿Iba a...?
Si, efectivamente. El oso arrojó su arma, que empezó a dar vueltas peligrosamente. ¿Podía pararla...? En el último instante, decidí que aquellos detrás de mi iban a tener que arreglárselas sólo. Me aparté del camino, solo para ver como el oso se enfrentaba a mi con las garras fuera. Alcé ambos puños, deteniéndolas al precio de dejar caer ambas cimitarras. El empuje del oso me arrastró, pero me mantuve firme tras unos pasos.
Había forzado otro concurso de fuerza. ¿Había entrado en Frenesí, o era así siempre? Gruñí, y comencé a empujar de vuelta. Sus uñas estaban empezando a hacer daño. Eran lo suficientemente largas para alcanzar parte de mi mano, incluso en esa posición.
-Yo también sé jugar duro.- dije entre dientes. Esta vez estaba requiriendo de algo más de fuerza el mantenerlo a ralla. Era mejor acabar con aquello antes de que escalase más. Las runas de mis piernas se iluminaron. Solté las garras del oso y, en el mismo momento, me lancé contra él en placaje a una velocidad vertiginosa. [2] Ambos salimos disparados varios metros por el aire. El oso cayó de espaldas, rodando. En cuanto toque el suelo, di una voltereta para levantarme y me alcé sobre él.
Eclipse apareció de nuevo en mi mano, amenazando su cuello. El chico me miró, algo estupefacto, como si tardase un segundo en comprender lo que acababa de pasar. Finalmente, hizo una mueca, y resopló, apartando la mirada.
Suficiente, supuse. Hice desaparecer a Eclipse y me di media vuelta, dejando que se levantase por su cuenta. Había... más gente de la que recordaba. Incluso un par de individuos de fuera. Una elfa y... Espera. Me sonaban de algo.
Pero tenía algo que hacer primero. Una vez los vítores se calmaron, me dirigí al veterano que había advertido a Morr. Benat, si no recordaba mal. Rebusqué entre la bolsa de cuero que llevaba en el cinturón, sacando un frasco con un líquido rojo.
-Dale esto. Debería ser más que suficiente para sus heridas.- aseguré. El oso ladeó la cabeza.
-No hace falta. Creo que le viene bien recordarlo un tiempo.- aseguró, negando con un gesto. -Pero gracias. No te preocupes, no volvera a molestar. Solo deja que vaya a lamerse las heridas.- dijo. Luego, hizo un gesto hacia mi. -¿Que hay de ti? ¿Tus manos?-
Las examiné. Había llegado a sacar sangre, pero no eran más que unos arañazos en el dorso. Podía tratarlo.
-Nada preocupante.- aseguré pese al escozor. A continuación, Benat se volvió hacia los dos extranjeros, examinándolos cuidadosamente.
-Y vosotros... ¿a qué venís?- preguntó. Quizás sonase algo brusco, pero tenía que serlo. Su trabajo era proteger la aldea, después de todo. -Si queréis comerciar, los mercaderes están allí.- dijo, señalando a una par de cabañas de madera.
Examiné el éter de cada uno. Si, recordaba las runas. Guanteletes y espada. No hacía demasiado tiempo, tampoco. Era extraño verlos allí, aunque últimamente me volvía a encontrar a clientes en lugares insospechados.
-¿Los conoces?- preguntó el oso. Me encogí de hombros. Definitivamente no sabía sus nombres.
___________________________________
[1]Habilidad de Eclipse: Reflejo
[2] Habilidad: Destello
- Benat:
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- Morr:
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Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
No era importante. Mis radares captaron un disturbio en la zona central. Un conglomerado de habitantes de aquel poblado rodeaban un punto específico de la extensión del terreno, donde un conflicto parecía llevarse a cabo entre dos individuos. Me acerqué, aunque no tuviera intenciones de intervenir en el combate directamente.
Igual que el resto de habitantes, se trataba de un par de Hombres-bestia. No poseía mucha información sobre la raza ni de sus métodos de organización social; la misma no figuraba en mi base de datos hace mucho tiempo, pero la asociación predilecta que les había otorgado mis sistemas, les comparaba con la adoptada por animales comunes y corrientes. Sugería que aquello se trataba de una lucha territorial. Alguno de los involucrados debió haber violado los parámetros de convivencia, dando inicio al conflicto.
Lo que de verdad debía destacar, era como uno de los peleadores se trataba de mi objetivo: Asher Daregan.
Coincidencia detectada...
Objetivo localizado: "asher_daregan"...
No conocía al hombre-bestia, solo había escuchado rumores sobre él. Decían que podía moverse a altas velocidades, controlar elementos, transformar objetos, y muchas otras habilidades que no eran comunes en los estándares de los Hombres-bestia.
Sin embargo, mi sorpresa no se debía a comprobar que los rumores eran una realidad; observando al hombre-perro controlar el combate contra aquel hombre-oso. No, se debía a que... Ya había avistado a aquel hombre con anterioridad, inclusive llegué a interactuar con él. Asher Daregan, era el autor de la runa que creaba los rayos que surgían de mis guanteletes.
El combate llegó a su final, con un claro y predecible ganador. Me encontré pronto acercándome al mismo, quien se había aproximado a otro de los hombres-oso, uno que demostraba una actitud autoritaria.
—Buenas tardes, señores. —les deseé con el debido respeto, adoptando una postura marcial y realizando una leve inclinación de mi torso. —Negativo, señor. No estoy aquí por propósitos comerciales. —aclaré con serenidad a su indicación. Me giré a ver a la elfa, reconociéndola como el motivo de la pluralidad de sus oraciones. Le saludé con una afirmación. —Buscaba a Asher Daregan. —revelé, observando al hombre-perro.
Asher Daregan no parecía recordarme. Era natural, había pasado mucho tiempo desde aquella feria en Beltrexus. Sin mencionar que el hombre interactuó con Adam Ront, y no con Prometeo.
—Usted... Hizo esta runa. —le incentivé, mientras le mostraba mis guanteletes. Apretando los puños, la runa comenzó a brillar, mientras un aura eléctrica empezaba a rodearles. —¿Lo recuerda?
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Prometeo
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
La pelea no tardo mucho en darse por finalizada. Lo cierto es que la elfa, como todos aquellos que se habían acumulado divertidos alrededor de la función improvisada habían sabido el resultado mucho antes de que aquello acabase. la altura del oso parecía componer una envoltura a su propio cuerpo y aunque furioso, sus pasos no eran rival al decoro y contención de su oponente, que se movía como alguien que sabe que ha ganado, pero aún así disfrutaba de la pelea.
-Algo a tener en cuenta. Cualquiera pelearía si se supiese vencedor desde antes incluso de la primera estocada.- pensó Eilydh al notar como el hombre-lobo daba el golpe maestro al oso y finalizaba el espectáculo para todos. Compuso una sonrisa de autosuficiencia al escuchar como el vencedor instaba a los que se habían acumulado a observarlo a desaparecer.
No fue muy lejos. Por alguna razón se quedo deambulando por el puesto de manzanas más cercano. Lo suficientemente cerca como para estar al tanto de lo que se hablaba a su alrededor pero lo suficientemente lejos como para no retar las palabras del que parecía ser el guardián de aquella ciudad.
Agarró una de las frutas fingiendo que la contemplaba mientras escuchaba como un bio no perdía tiempo en acercarse al hombre- lobo. La miró con parsimonia.
-Le interesa probar una, señorita... no es muy a menudo que tenemos por estos alrededores a elfos tan lejos de...- dijo el tendero, un hombre bestia con rasgos de un tejón blanco y negro que vestía ropas harapientas.
Eilydh se giró un poco y siseó para hacerlo callar. A la molesta sensación de no acordarse exactamante del nombre de aquel hombre-lobo se le unió la desfachatez de aquel tendero... bueno.. intentando hacer su trabajo. Agarró una de las manzanas y la limpió un poco con la manga de su traje. La fruta era lo suficientememte brillante como para reflejar un poco la figura de ambos hombres, bio y lobo a tan solo un metro tras de ella.
La alzó un poco, fingiendo que la examinaba pero intentando adivinar las sombras oscuras sobre ella. El bio parecía pletórico, como un cachorro de lobo al que por fin dejan salir por primera vez a surcar el bosque sin la ayuda del alfa de la manada. Casi estuvo tentada de alejarse sin entender muy bien el porqué se interesaba tanto por asuntos que no eran suyos.
-... y la cosecha del año pasado no fue todo lo productiva que esperabamos, señorita. Así que espero que entienda el porque del tamaño escueto de las demás hortalizas. Pero las manzanas parecen haber...
Asher Daregan pensó.
Mordió la manzana, con el júbilo liviano que le causó recordar la voz de la persona que antes le había hablado de aquel arcano. Dejó la manzana a un lado y le dedicó una sonrisa complaciente al vendedor, de esas que usaba para engatusar a cualquiera de los vendedores en los negocios de su padre cuando aún vivía en Sandorai. Con eso debía bastar como pago, al fin y al cabo, era él el que le había ofrecido probar su mercancía.
Se alejó de aquel tenderete esta vez decidida a unirse a la conversación ajena, con la seguridad que le daba saber quién era aquel lobo y la promesa de que quizás había llegado la hora de tomar sus planes de manera seria.
Se posicionó al lado de Asher y el Bio y ante la pregunta de este último, la elfa simplemente interrumpió la dinámica diciendo.
-Pues claro que la recuerda.- dijo- "No esperes que el lobo recuerde tu nombre, tu rostro o el tono de tu voz, más espera que parte del eter de su runa en tu escudo, arma o armadura cale en su mente allá donde te lleve tu andadura"- Recitó Eilydh de carrerilla- No se hacen rimas sin hechos que la basen. Y a la vez estoy segura que la mitad de las habladurías sobre el lobo que tenemos enfrente son mentira-
Dijo, recordando como hacía menos de 10 minutos había mostrado cierta benevolencia cerciorándose de que su rival no sufriese más de lo estrictamente necesario por sus heridas.
-Alguien a quien aprecio me dijo una vez que el secreto era tratar a tu arma como una prolongación misma de tu mano. Creo que el verte pelear podría ser buen ejemplo que ilustrase esa frase.- añadió. No como un halago. Ni siquiera sonrió de manera seductora como lo había hecho con el vendedor de manzanas. Lo dijo como si fuese una verdad universal y no esperaba que se le refutase.- Mi nombre es Ellie- mintio como de costumbre- y la espada que lleva tu runa se llama Karma-
Analizó entonces al tercer personaje al que había interrumpido en su interacción con el lobo. Lo sopesó un poco. Había visto a pocos Bios en su vida y no estaba segura de que éstos pudiesen experimentar cansancio, dolor o simplemente hastío. Pero la expresión de aquel en particular hablaba de esas tres sensaciones humanas. Tanto que la elfa se preguntó por un segundo si la macabra opinión que tenían los elfos sobre aquellas criaturas era tan solo un reflejo de aquello mismo, y la deshumanización que esas expresiones mostraban en el rostro perfecto de aquel Bio.
Le dedicó una sonrisa que no traspasó a sus ojos, como de costumbre. Eilydh esperó que el Bio simplemente la ignorase. Una elfa sola fuera de Sandorai, cualquier criatura que supiese algo de su raza podría entender que aquello tan solo era el resultado de problemas y la chica estaba acostumbrada a aquella reacción, de ahí que ella basase su interacción en aquello que le interesaba.Y nada más.
No quería dar pie a que se la juzgase casi tanto como ella ya se juzgaba a si misma.
-Algo a tener en cuenta. Cualquiera pelearía si se supiese vencedor desde antes incluso de la primera estocada.- pensó Eilydh al notar como el hombre-lobo daba el golpe maestro al oso y finalizaba el espectáculo para todos. Compuso una sonrisa de autosuficiencia al escuchar como el vencedor instaba a los que se habían acumulado a observarlo a desaparecer.
No fue muy lejos. Por alguna razón se quedo deambulando por el puesto de manzanas más cercano. Lo suficientemente cerca como para estar al tanto de lo que se hablaba a su alrededor pero lo suficientemente lejos como para no retar las palabras del que parecía ser el guardián de aquella ciudad.
Agarró una de las frutas fingiendo que la contemplaba mientras escuchaba como un bio no perdía tiempo en acercarse al hombre- lobo. La miró con parsimonia.
-Le interesa probar una, señorita... no es muy a menudo que tenemos por estos alrededores a elfos tan lejos de...- dijo el tendero, un hombre bestia con rasgos de un tejón blanco y negro que vestía ropas harapientas.
Eilydh se giró un poco y siseó para hacerlo callar. A la molesta sensación de no acordarse exactamante del nombre de aquel hombre-lobo se le unió la desfachatez de aquel tendero... bueno.. intentando hacer su trabajo. Agarró una de las manzanas y la limpió un poco con la manga de su traje. La fruta era lo suficientememte brillante como para reflejar un poco la figura de ambos hombres, bio y lobo a tan solo un metro tras de ella.
La alzó un poco, fingiendo que la examinaba pero intentando adivinar las sombras oscuras sobre ella. El bio parecía pletórico, como un cachorro de lobo al que por fin dejan salir por primera vez a surcar el bosque sin la ayuda del alfa de la manada. Casi estuvo tentada de alejarse sin entender muy bien el porqué se interesaba tanto por asuntos que no eran suyos.
-... y la cosecha del año pasado no fue todo lo productiva que esperabamos, señorita. Así que espero que entienda el porque del tamaño escueto de las demás hortalizas. Pero las manzanas parecen haber...
Asher Daregan pensó.
Mordió la manzana, con el júbilo liviano que le causó recordar la voz de la persona que antes le había hablado de aquel arcano. Dejó la manzana a un lado y le dedicó una sonrisa complaciente al vendedor, de esas que usaba para engatusar a cualquiera de los vendedores en los negocios de su padre cuando aún vivía en Sandorai. Con eso debía bastar como pago, al fin y al cabo, era él el que le había ofrecido probar su mercancía.
Se alejó de aquel tenderete esta vez decidida a unirse a la conversación ajena, con la seguridad que le daba saber quién era aquel lobo y la promesa de que quizás había llegado la hora de tomar sus planes de manera seria.
Se posicionó al lado de Asher y el Bio y ante la pregunta de este último, la elfa simplemente interrumpió la dinámica diciendo.
-Pues claro que la recuerda.- dijo- "No esperes que el lobo recuerde tu nombre, tu rostro o el tono de tu voz, más espera que parte del eter de su runa en tu escudo, arma o armadura cale en su mente allá donde te lleve tu andadura"- Recitó Eilydh de carrerilla- No se hacen rimas sin hechos que la basen. Y a la vez estoy segura que la mitad de las habladurías sobre el lobo que tenemos enfrente son mentira-
Dijo, recordando como hacía menos de 10 minutos había mostrado cierta benevolencia cerciorándose de que su rival no sufriese más de lo estrictamente necesario por sus heridas.
-Alguien a quien aprecio me dijo una vez que el secreto era tratar a tu arma como una prolongación misma de tu mano. Creo que el verte pelear podría ser buen ejemplo que ilustrase esa frase.- añadió. No como un halago. Ni siquiera sonrió de manera seductora como lo había hecho con el vendedor de manzanas. Lo dijo como si fuese una verdad universal y no esperaba que se le refutase.- Mi nombre es Ellie- mintio como de costumbre- y la espada que lleva tu runa se llama Karma-
Analizó entonces al tercer personaje al que había interrumpido en su interacción con el lobo. Lo sopesó un poco. Había visto a pocos Bios en su vida y no estaba segura de que éstos pudiesen experimentar cansancio, dolor o simplemente hastío. Pero la expresión de aquel en particular hablaba de esas tres sensaciones humanas. Tanto que la elfa se preguntó por un segundo si la macabra opinión que tenían los elfos sobre aquellas criaturas era tan solo un reflejo de aquello mismo, y la deshumanización que esas expresiones mostraban en el rostro perfecto de aquel Bio.
Le dedicó una sonrisa que no traspasó a sus ojos, como de costumbre. Eilydh esperó que el Bio simplemente la ignorase. Una elfa sola fuera de Sandorai, cualquier criatura que supiese algo de su raza podría entender que aquello tan solo era el resultado de problemas y la chica estaba acostumbrada a aquella reacción, de ahí que ella basase su interacción en aquello que le interesaba.Y nada más.
No quería dar pie a que se la juzgase casi tanto como ella ya se juzgaba a si misma.
Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Hmm. Así que me buscaba a mi. Pero decía no tener "propósitos comerciales", y estaba claro que la runa funcionaba perfectamente. Tampoco se habría revelado de esa forma si tuviese intenciones hostiles. ¿Que era lo que...?
Y entonces, la elfa interrumpió, hablando en verso. Fruncí el ceño. No podía ser.
-¿Te acabas de inventar eso?- pregunté, cruzándome de brazos. No, no tenía forma de saberlo. -¿...De verdad hay una rima sobre mí?- Benat asintió. Aquello era peor aún. La conocía. Solté una carcajada. Eso tenía que contarselo a Syl. Habladurías, eso no me sorprendía. ¿Pero una rima popular?
La elfa continuó hablando, mencionando que me había visto luchar para luego presentarse.
-Muy bien, Ellie. Pero ahora... No habéis venido hasta aquí para que os haga más runas, ¿verdad?- dije, mirando al bio. Había dicho buscarme -Sea lo que sea, no tengo intención de viajar más de medio día, os aviso.- Me estiré casualmente, de forma relajada. Caminé hasta la espada de luz, Reflejo, y la saqué del suelo. -Si se está acabando el mundo de nuevo, buscad a otro. He oído que un tal Enral Tail está libre.- sonreí.
Empecé a caminar lentamente, como invitándolos a acompañarme mientras hablábamos. No quería involucrar al poblado si acababa ocurriendo cualquier cosa.
Además, hacía un buen día para un paseo.
-Como decía, estoy descansando. Y nadie debía saber donde estoy, por cierto.- añadí, mostrando ligeramente los dientes. Era cuestión de tiempo que otros me encontrasen después de aquello. Al menos no fue en la casa en sí. Syl era capaz de haberle disparado antes de que llegase a la puerta.
Y quizás tuviese razón, aquello servía para dejar un mensaje bien claro.
Miré la espada de luz, pensando en los últimos meses. Había sido gradual, pero en ese tiempo, había realizado algunos cambios en los glifos de mi cuerpo. Había dejado toda la indumentaria pesada atrás: la armadura, los guanteletes y grebas, hasta la pesada capa. Todo el equipamiento que me había forjado Eltrant era un símbolo de conflicto, de combate. De guerra. Era lo mismo con las runas: al menos, con unas en concreto.
Había cambiado las de mis manos. Resultó difícil y doloroso, pero era necesario. Tanto como por mi salud como por gesto. El provocar aquellos estallidos desde mi propio cuerpo había desgarrado los músculos de mis brazos por dentro, y de haber abusado de ello, podría haber sido casi irreparable. Pero tenía otros trucos que bien compensaban de sobra la potencia que había sacrificado.
Al fin y al cabo, seguía siendo un guerrero. Jamás me libraría del instinto y el deseo por luchar.
-...No lo es, por cierto.- dije. Algo que había dicho no me había terminado de encajar, y no quería dejarlo estar. -Mi espada. No es una prolongación de mi mano. Es una herramienta.- La cimitarra cambió: a un hacha, una maza, una pica. Finalmente, tomó la forma de una daga y la sujeté del filo. -Puedes cambiarla, reemplazarla o romperla. Pero no está viva ni es parte de nadie. Incluso si es inigualable o digna de leyendas.- declaré. El ser dramático de vez en cuando estaba bien, pero esa clase de sentimentalismo resultaba poco práctico.
Arrojé la daga a un árbol cercano. El arma se hundió con fuerza.
-Además, no puedes hacer eso con una extensión de tu mano.- sonreí, durante apenas un instante.-Ahora, decidme. ¿Que queréis?
Y entonces, la elfa interrumpió, hablando en verso. Fruncí el ceño. No podía ser.
-¿Te acabas de inventar eso?- pregunté, cruzándome de brazos. No, no tenía forma de saberlo. -¿...De verdad hay una rima sobre mí?- Benat asintió. Aquello era peor aún. La conocía. Solté una carcajada. Eso tenía que contarselo a Syl. Habladurías, eso no me sorprendía. ¿Pero una rima popular?
La elfa continuó hablando, mencionando que me había visto luchar para luego presentarse.
-Muy bien, Ellie. Pero ahora... No habéis venido hasta aquí para que os haga más runas, ¿verdad?- dije, mirando al bio. Había dicho buscarme -Sea lo que sea, no tengo intención de viajar más de medio día, os aviso.- Me estiré casualmente, de forma relajada. Caminé hasta la espada de luz, Reflejo, y la saqué del suelo. -Si se está acabando el mundo de nuevo, buscad a otro. He oído que un tal Enral Tail está libre.- sonreí.
Empecé a caminar lentamente, como invitándolos a acompañarme mientras hablábamos. No quería involucrar al poblado si acababa ocurriendo cualquier cosa.
Además, hacía un buen día para un paseo.
-Como decía, estoy descansando. Y nadie debía saber donde estoy, por cierto.- añadí, mostrando ligeramente los dientes. Era cuestión de tiempo que otros me encontrasen después de aquello. Al menos no fue en la casa en sí. Syl era capaz de haberle disparado antes de que llegase a la puerta.
Y quizás tuviese razón, aquello servía para dejar un mensaje bien claro.
Miré la espada de luz, pensando en los últimos meses. Había sido gradual, pero en ese tiempo, había realizado algunos cambios en los glifos de mi cuerpo. Había dejado toda la indumentaria pesada atrás: la armadura, los guanteletes y grebas, hasta la pesada capa. Todo el equipamiento que me había forjado Eltrant era un símbolo de conflicto, de combate. De guerra. Era lo mismo con las runas: al menos, con unas en concreto.
Había cambiado las de mis manos. Resultó difícil y doloroso, pero era necesario. Tanto como por mi salud como por gesto. El provocar aquellos estallidos desde mi propio cuerpo había desgarrado los músculos de mis brazos por dentro, y de haber abusado de ello, podría haber sido casi irreparable. Pero tenía otros trucos que bien compensaban de sobra la potencia que había sacrificado.
Al fin y al cabo, seguía siendo un guerrero. Jamás me libraría del instinto y el deseo por luchar.
-...No lo es, por cierto.- dije. Algo que había dicho no me había terminado de encajar, y no quería dejarlo estar. -Mi espada. No es una prolongación de mi mano. Es una herramienta.- La cimitarra cambió: a un hacha, una maza, una pica. Finalmente, tomó la forma de una daga y la sujeté del filo. -Puedes cambiarla, reemplazarla o romperla. Pero no está viva ni es parte de nadie. Incluso si es inigualable o digna de leyendas.- declaré. El ser dramático de vez en cuando estaba bien, pero esa clase de sentimentalismo resultaba poco práctico.
Arrojé la daga a un árbol cercano. El arma se hundió con fuerza.
-Además, no puedes hacer eso con una extensión de tu mano.- sonreí, durante apenas un instante.-Ahora, decidme. ¿Que queréis?
Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
—Seguramente. —concordé con la elfa. —Afirmativo, señor Daregan. He escuchado numerosas veces el proverbio. —le indiqué sereno, contando con la rima en el archivo sobre el hombre-perro en mi base de datos. —No tenía conocimiento sobre su capacidad de manipular su arma de ese modo, señor... Los rumores le describen como un guerrero más... —añadí, después de la observación de la elfa. —Explosivo. —revelé, tras detenerme un segundo, buscando el término indicado.
En ese momento, al igual que ella, le dediqué un análisis a la última orgánica en agregarse a la discusión. Más allá de aquellas orejas puntiagudas, contaba con la gracia y el honor que caracterizaba a los elfos. Su mirada gélida era orgullosa e imponente.
Sin embargo, creía más en los factores que en las apariencias. La cultura élfica era severa, y su mera presencia en aquel poblado me daba a entender que no tenía razones para conservar un orgullo vanal. Los elfos no abandonan sus bosques, mucho menos en las circunstancias actuales. Me fue imposible no observar a Merrigan y Sarez a través de ella. Comencé a procesar... Empatía, por aquella elfa de ojos azules.
Le contesté con una simple afirmación.
—Negativo, señor Daregan. La runa se encuentra perfectamente funcional. —informé al hombre-perro, volviendo a observarle. —Eltrant Tale es otro de los sujetos que intento localizar, pero usted se le ha adelantado. —añadí, manteniéndome inexpugnable.
Mis sistemas no priorizaban realmente la búsqueda de ninguno de los objetivos en particular. Sabía que la simple oportunidad de avistar a uno era un avance fundamental en la operación.
Procedí a seguir el camino trazado por los pasos del hombre-perro. Aunque no demostró la habilidad durante el combate con aquel hombre-oso, nada indicaba que Asher Daregan hubiera perdido su poder destructivo. Como parte de mi directiva, asegurar la seguridad de la sociedad era una obligación. Alejarnos de aquel poblado era el método más óptimo.
Me detuve, en el momento en que él también lo hizo. Identifiqué su afirmación como remitida hacia la elfa, aunque permanecí atento, aprovechando la oportunidad para actualizar mis archivos sobre el hombre-perro.
—Por mi parte, señor Daregan. —contesté, dando un paso hacia delante. Era necesario remarcar que mis intenciones no se hallaban vinculadas a las de la elfa. —Me encuentro actualmente en una operación especial, cimentada en el estudio de... leyendas, igual que usted, señor. —revelé sereno. —Sujetos excepcionales, que han dejado su huella en la historia de estas tierras. —complementé con aquella información. —"Asher Daregan, guerrero capaz de alterar las leyes físicas que rigen el espacio, manipulando la energía interna para crear artificialmente fenómenos exotérmicos..." Y manipular las propiedades de la materia. —cité la información, añadiendo la habilidad que había demostrado previamente, alterando de diversas formas las moléculas de su arma. —Preciso de adquirir tal conocimiento... ¿Cómo lo hace, señor? —pregunté.
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Prometeo
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Eilydh sintió algo así como agradecimiento cuando Prometeo confirmó que ella no había inventado aquella rima. La última vez que la oyó en forma de canción pegadiza, fue en los lindes de Roilkat, a una lavandera sin nombre que amenizaba si diario ir y venir del pozo con aquellas frases. No estaba muy segura de si aquella mujer entendía mucho de quién hablaba, pero para Eilydh había tenido mas sentido que poco, y si las habladurías del resto de Aerandir eran ciertas, estaba segura de que aquello había cuanto menos llamado la atención de Asher.
Destensó los hombros y siguió con cierta prudencia al hombre bestia mientras este caminaba. Había un deje en su manera de hablar que indicaba que quizás ese hombre no estaba tan ocupado como parecía estar. Eilydh quizás leyó cierto orgullo en sus palabras, como si el hecho de tener a dos novatos siguiéndolo le hubiese dado la satisfacción inmediata que tardaba el olvidar sus nombres.
Prometeo lo seguía con impaciencia. Eilydh puso los ojos en blanco a medida que el Bio relataba el sinfín de razones que parecían calcadas de un libro y que el sostenía eran las suyas propias para buscarlo. Eilydh no lo había estado buscando. Pero tampoco iba a dejar pasar aquella oportunidad, aunque no pensaba llegar a medidas drásticas como rebajar su orgullo para que Asher aceptase aquello que iba a proponerle. Al fin y al cabo, todos tenían una vida.
Casi parecía oir la voz de su amigo Tale urgiéndole a tenerle paciencia y a controlar su naturaleza " vale la pena" parecía escuchar, y la daga de Asher pasó rozando su trenzado, desalborotando la mitad de su cabello y sacándola de su ensimismamiento.
Por eso mismo era peligroso dejarse llevar por habladurías. Eilydh sonrió y siguió a Asher ahora con más curiosidad, mientras escuchaba la retaila del Bio. Cuando Prometeo hubo acabado y sintiendo la urgencia del silencio en el que los tres se habían sumido, Eilydh, que no era justo así como había imaginado una master class con alguien que sabía pelear no solo por escrito, sino también en la realidad, finalmente habló.
-Yo quiero que me enseñes a no ser juzgada por mi apariencia- dijo empezando a sentir como sus mejillas se sonrojaban, como cada vez que admitía su vulnerabilidad- Sino por la certeza de las estocadas de mi espada.-
Y a castigar a todos aquellos que se crean con el poder suficiente como para intentar someterme. Aquello, por supuesto, no lo dijo en voz alta.
Carraspeó, como quitándole importancia al asunto. Estaba segura que de aceptar, tan solo una clase con Asher no iba a servirle para aprender a manejar a Karma a un nivel preocupante, pero estaba segura que el hombre podría al menos enseñarle a como no morir usándola o a que su oponente temiese el metal de ella contra su piel.
Si conseguía tan solo eso, ya sería un triunfo personal. pero claro... No iba a dar a Asher ni a Prometeo la satisfacción de siquiera intuir sus pensamientos.
Destensó los hombros y siguió con cierta prudencia al hombre bestia mientras este caminaba. Había un deje en su manera de hablar que indicaba que quizás ese hombre no estaba tan ocupado como parecía estar. Eilydh quizás leyó cierto orgullo en sus palabras, como si el hecho de tener a dos novatos siguiéndolo le hubiese dado la satisfacción inmediata que tardaba el olvidar sus nombres.
Prometeo lo seguía con impaciencia. Eilydh puso los ojos en blanco a medida que el Bio relataba el sinfín de razones que parecían calcadas de un libro y que el sostenía eran las suyas propias para buscarlo. Eilydh no lo había estado buscando. Pero tampoco iba a dejar pasar aquella oportunidad, aunque no pensaba llegar a medidas drásticas como rebajar su orgullo para que Asher aceptase aquello que iba a proponerle. Al fin y al cabo, todos tenían una vida.
Casi parecía oir la voz de su amigo Tale urgiéndole a tenerle paciencia y a controlar su naturaleza " vale la pena" parecía escuchar, y la daga de Asher pasó rozando su trenzado, desalborotando la mitad de su cabello y sacándola de su ensimismamiento.
Por eso mismo era peligroso dejarse llevar por habladurías. Eilydh sonrió y siguió a Asher ahora con más curiosidad, mientras escuchaba la retaila del Bio. Cuando Prometeo hubo acabado y sintiendo la urgencia del silencio en el que los tres se habían sumido, Eilydh, que no era justo así como había imaginado una master class con alguien que sabía pelear no solo por escrito, sino también en la realidad, finalmente habló.
-Yo quiero que me enseñes a no ser juzgada por mi apariencia- dijo empezando a sentir como sus mejillas se sonrojaban, como cada vez que admitía su vulnerabilidad- Sino por la certeza de las estocadas de mi espada.-
Y a castigar a todos aquellos que se crean con el poder suficiente como para intentar someterme. Aquello, por supuesto, no lo dijo en voz alta.
Carraspeó, como quitándole importancia al asunto. Estaba segura que de aceptar, tan solo una clase con Asher no iba a servirle para aprender a manejar a Karma a un nivel preocupante, pero estaba segura que el hombre podría al menos enseñarle a como no morir usándola o a que su oponente temiese el metal de ella contra su piel.
Si conseguía tan solo eso, ya sería un triunfo personal. pero claro... No iba a dar a Asher ni a Prometeo la satisfacción de siquiera intuir sus pensamientos.
Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Así que... el cibernético estaba "buscando leyendas", presuntamente para aprender. Aquello podía ser bueno, o realmente horrible. Pero había preguntado como lo hacía, así que...
-Oh. Fácil. Es magia. Soy un maestro arcanista.- reí. Era la misma explicación que daba siempre. Nunca fallaba. Sin embargo, procedí con una respuesta menos escueta. -Te estás saltando cien pasos. Las explicaciones sobre runas, sus peligros y sus aplicaciones marciales las doy en el Hekshold.- Bueno, no era algo que tuviese por costumbre. Habían sido muy contadas, a decir verdad. Siempre recibía las mismas preguntas, por lo que había incluido la parte de "peligros". De lo contrario, inspiraría a algún joven idiota a que se grabase runas en la piel.
Los efectos que aquello podía tener eran catastróficos. Tales como arder eternamente, sintiendo el dolor cada segundo, o romper todos los huesos de tu brazo por haberlo imbuido con demasiada fuerza. Si las mías funcionaban, era por una mezcla de suerte, estudio, condición física y experimentación exhaustiva.
Por otra parte, la elfa pedía algo similar, solo que más... concreto. Aprender a usar su espada mejor.
-Estás pidiendo algo imposible. La única forma de que no te juzguen por tu aspecto, es siendo invisible.- dije, esbozando media sonrisa. -A mí me juzgan por ello. Da igual quien seas, eso no va a cambiar. Y no deberías querer que cambiase. Si te subestiman, tienes ventaja.- ¿Cuantas veces había ganado enfrentamientos gracias a eso? Debía admitir, el que me subestimasen era más difícil llegado a ese punto, pero siempre habría alguien... como había demostrado unos minutos atrás.
-Pero... bueno. Si queréis aprender, dejadme ver que sabéis hacer primero. Venid.- decidí. No esperaba que aquello fuese una costumbre, pero sería una buena oportunidad para entretenerme un rato. Me di la vuelta, dirigiéndome de nuevo hacia el poblado. Tendría que preguntarle primero a Benat.
-Estos dos quieren aprender.- dije con un ligero gesto de cabeza. -Pero creo que es mejor si es en un sitio como este. Quizás Morr también se anime, o algún otro cachorro que quiera participar.- le sugerí. El veterano se encargaba de, además de proteger la aldea, entrenar los jóvenes que quisieran aprender a luchar. Morr, por supuesto, era el primero de ellos.
-Hm. Podría romper la monotonía un poco. Pero que no rompan nada.- avisó. -Podéis usar el centro, como antes.-
Sonreí. Poco después, el oso volvió con dos de los jóvenes guerreros. Me torné hacia la elfa y el cibernético, mirándolos con cierto interés.
-Ahí lo teneis. Pelead a gusto. Entre vosotros, con los osos, por equipos... me da lo mismo, solo mostrad que tenéis.- dije. Mientras luchaban, podría ofrecer correcciones puntuales. Seguramente, Benat haría lo propio con los suyos. Por calmado que pareciese, le había visto gritar a los jóvenes como si le poseyese algo. Era estricto en ese sentido.
Usad a Morr a gusto, inventaos al otro oso... o desafiad a Asher, como prefirais.
-Oh. Fácil. Es magia. Soy un maestro arcanista.- reí. Era la misma explicación que daba siempre. Nunca fallaba. Sin embargo, procedí con una respuesta menos escueta. -Te estás saltando cien pasos. Las explicaciones sobre runas, sus peligros y sus aplicaciones marciales las doy en el Hekshold.- Bueno, no era algo que tuviese por costumbre. Habían sido muy contadas, a decir verdad. Siempre recibía las mismas preguntas, por lo que había incluido la parte de "peligros". De lo contrario, inspiraría a algún joven idiota a que se grabase runas en la piel.
Los efectos que aquello podía tener eran catastróficos. Tales como arder eternamente, sintiendo el dolor cada segundo, o romper todos los huesos de tu brazo por haberlo imbuido con demasiada fuerza. Si las mías funcionaban, era por una mezcla de suerte, estudio, condición física y experimentación exhaustiva.
Por otra parte, la elfa pedía algo similar, solo que más... concreto. Aprender a usar su espada mejor.
-Estás pidiendo algo imposible. La única forma de que no te juzguen por tu aspecto, es siendo invisible.- dije, esbozando media sonrisa. -A mí me juzgan por ello. Da igual quien seas, eso no va a cambiar. Y no deberías querer que cambiase. Si te subestiman, tienes ventaja.- ¿Cuantas veces había ganado enfrentamientos gracias a eso? Debía admitir, el que me subestimasen era más difícil llegado a ese punto, pero siempre habría alguien... como había demostrado unos minutos atrás.
-Pero... bueno. Si queréis aprender, dejadme ver que sabéis hacer primero. Venid.- decidí. No esperaba que aquello fuese una costumbre, pero sería una buena oportunidad para entretenerme un rato. Me di la vuelta, dirigiéndome de nuevo hacia el poblado. Tendría que preguntarle primero a Benat.
-Estos dos quieren aprender.- dije con un ligero gesto de cabeza. -Pero creo que es mejor si es en un sitio como este. Quizás Morr también se anime, o algún otro cachorro que quiera participar.- le sugerí. El veterano se encargaba de, además de proteger la aldea, entrenar los jóvenes que quisieran aprender a luchar. Morr, por supuesto, era el primero de ellos.
-Hm. Podría romper la monotonía un poco. Pero que no rompan nada.- avisó. -Podéis usar el centro, como antes.-
Sonreí. Poco después, el oso volvió con dos de los jóvenes guerreros. Me torné hacia la elfa y el cibernético, mirándolos con cierto interés.
-Ahí lo teneis. Pelead a gusto. Entre vosotros, con los osos, por equipos... me da lo mismo, solo mostrad que tenéis.- dije. Mientras luchaban, podría ofrecer correcciones puntuales. Seguramente, Benat haría lo propio con los suyos. Por calmado que pareciese, le había visto gritar a los jóvenes como si le poseyese algo. Era estricto en ese sentido.
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Usad a Morr a gusto, inventaos al otro oso... o desafiad a Asher, como prefirais.
Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Había conocido a personas como Asher antes.
Su pasado hablaba más que su presente y a menudo esperaban que cualquiera que se cruzase con ellos no fuese lo suficientemente interesante como para ocupar minutos de su vida diaria. Era como si esperasen ser adulados por el mero hecho de aceptar compartir el aire que respiraban. Y estaba claro que Prometeo ya había satisfecho aquel papel de sobre manera. La elfa puso los ojos en blancos.
No. Había conocido a muchos comerciantes parecidos a Asher. No tenía ni idea de qué ocupaba la mente de aquel hombre-lobo pero tenía cierta idea de qué era lo que no la ocupaba: Entrenar a dos espadachines inexpertos. Aquello, estaba segura, no era algo en lo que el hombre hubiese puesto la mitad de un minuto de su esfuerzo, y aún así... se había apresurado a organizar algo así como un "Peleas para dummies, parte I" Estaba muy aburrido, se sentía de buen humor o Asher Daregan se estaba haciendo viejo, y con ello, menos amargo.
Eilydh no dijo nada, y lo siguió como lo hizo su compañero. Ella misma había dejado atrás su máscara de ira ante las palabras reales sobre el juicio de otros que había pronunciado el hombre, Aquello no era un juego, y ella lo entendió en el momento justo en el que el guerrero había explicado las diferencias entre su mano y su arma. Asher no era fuego, pero estaba siempre preparado para incendiar en cualquier momento. Aquello marcaba la diferencia.
Bernat no parecía muy contento de dejarles usar el salón. Había varios objetivos y sus propios pupilos luchaban entre sí. Asher esperaba que ellos hiciesen lo mismo. Eilydh miró a su alrededor a medida que los demás formaban parejas e iniciaban golpes y choques de espada. No sabía que iba a hacer Prometeo, pero ella tenía claro que Asher Daregan tan solo daba una oportunidad. Y a ella no le hacía falta ninguna otra para demostrar que si quizás no la más diestra, sabía como levantarse mil ciento una vez, tras caer mil ciento una.
Examinó los pasos de lucha de sus compañeros por unos minutos, hasta que el lugar pareció sumirse en la rutina, se preparó a si misma como si fuese a tomar parte del resto de alumnos, se recogió el pelo en una coleta y afiló a Karma por unos segundos. Pero no la usó. Alcanzó su daga y la sopesó por un momento.
Sonrió antes de lanzarla directamente a la cabeza de Asher.
Sabía que el hombre la pararía pero la cabeza de aquel hombre nunca había sido su objetivo, al menos no uno real. No así. Su atención... bueno eso ya era otra cosa.
-Siempre se me ha dado mejor humillarme a lo grande- dijo simplemente con una sonrisa burlona en sus labios. Si iba a aprender, que no fuese de hijos de granjeros o posaderos borrachos. Si iba a ser juzgada, mejor que la juzgase Asher.
Su pasado hablaba más que su presente y a menudo esperaban que cualquiera que se cruzase con ellos no fuese lo suficientemente interesante como para ocupar minutos de su vida diaria. Era como si esperasen ser adulados por el mero hecho de aceptar compartir el aire que respiraban. Y estaba claro que Prometeo ya había satisfecho aquel papel de sobre manera. La elfa puso los ojos en blancos.
No. Había conocido a muchos comerciantes parecidos a Asher. No tenía ni idea de qué ocupaba la mente de aquel hombre-lobo pero tenía cierta idea de qué era lo que no la ocupaba: Entrenar a dos espadachines inexpertos. Aquello, estaba segura, no era algo en lo que el hombre hubiese puesto la mitad de un minuto de su esfuerzo, y aún así... se había apresurado a organizar algo así como un "Peleas para dummies, parte I" Estaba muy aburrido, se sentía de buen humor o Asher Daregan se estaba haciendo viejo, y con ello, menos amargo.
Eilydh no dijo nada, y lo siguió como lo hizo su compañero. Ella misma había dejado atrás su máscara de ira ante las palabras reales sobre el juicio de otros que había pronunciado el hombre, Aquello no era un juego, y ella lo entendió en el momento justo en el que el guerrero había explicado las diferencias entre su mano y su arma. Asher no era fuego, pero estaba siempre preparado para incendiar en cualquier momento. Aquello marcaba la diferencia.
Bernat no parecía muy contento de dejarles usar el salón. Había varios objetivos y sus propios pupilos luchaban entre sí. Asher esperaba que ellos hiciesen lo mismo. Eilydh miró a su alrededor a medida que los demás formaban parejas e iniciaban golpes y choques de espada. No sabía que iba a hacer Prometeo, pero ella tenía claro que Asher Daregan tan solo daba una oportunidad. Y a ella no le hacía falta ninguna otra para demostrar que si quizás no la más diestra, sabía como levantarse mil ciento una vez, tras caer mil ciento una.
Examinó los pasos de lucha de sus compañeros por unos minutos, hasta que el lugar pareció sumirse en la rutina, se preparó a si misma como si fuese a tomar parte del resto de alumnos, se recogió el pelo en una coleta y afiló a Karma por unos segundos. Pero no la usó. Alcanzó su daga y la sopesó por un momento.
Sonrió antes de lanzarla directamente a la cabeza de Asher.
Sabía que el hombre la pararía pero la cabeza de aquel hombre nunca había sido su objetivo, al menos no uno real. No así. Su atención... bueno eso ya era otra cosa.
-Siempre se me ha dado mejor humillarme a lo grande- dijo simplemente con una sonrisa burlona en sus labios. Si iba a aprender, que no fuese de hijos de granjeros o posaderos borrachos. Si iba a ser juzgada, mejor que la juzgase Asher.
Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
La hoja de Eclipse bloqueó la daga de la elfa. La miré, entre divertido y molesto. Recordaba una ocasión similar, años atrás, en la que había hecho exactamente lo mismo. La diferencia era, por supuesto, que no lo había hecho con alguien que fuese superior a mi.
Me levanté con un suspiro. El hombre oso a mi lado me miró con curiosidad. Era algo que esperaba, realmente, y quizás no fuese el único.
Mientras caminaba, Eclipse pasó a alargarse y perder el filo, volviéndose un bastón metálico. Había pedido que le humillase, después de todo. Un arma como esa sería apropiado. Tan solo medio segundo tras cambiar el arma, me lancé con un fuerte impacto descendente que dejó un agujero en la tierra al chocar contra esta. Un instante después, el arma se cubrió de hielo. [1]
-No pestañees.- avisé. El arma ascendió, en un ataque que pretendía impactar en su pecho o estómago. Mantuve mi mano izquierda a mi espalda en todo momento, tratando de no usarla en lo más mínimo. Desafortunadamente, aquello implicaba ser menos agresivo. Traté de bloquear el contraataque que intentase tomar la elfa y retrocedí ligeramente, manteníendome a algunos pasos.
Caminaba en círculos, esperando el momento indicado. Solté el bastón durante tan solo un instante para agarrarlo de nuevo del extremo, y giré con el bastón para dar un golpe con mayor alcance. Su arma era una espada corta. Buena para alguien rápido, pero el alcance dejaba mucho que desear. Tracé una linea en el suelo con la punta del bastón, dejando una capa de escarcha a su alrededor. Y luego, golpeé dos veces el suelo cerca de mis pies.
Si cargaba, trataría de hacerla tropezar. Una lección silenciosa: debía prestar atención a su postura, y a la de su oponente. Cambié la mía, adoptando una más libre y menos rígida, antes de volver a atacar. Esta vez cargué yo, dando varias "estocadas" con el extremo del arma para luego lanzar un golpe hacia su espada e intentar desequilibrarla o, si su agarre no era suficientemente fuerte, desarmarla.
A decir verdad, aún no estaba acostumbrado a usar aquella forma. Distaba mucho de ser la espada bastarda que solía usar. Pero seguía siendo Eclipse. Fuese cual fuese su forma, tenía trucos que aprovechar. ¿Era injusto? Quizás. ¿Me importaba?
No mucho.
Lancé el bastón por los aires, liberándome de la carga momentáneamente antes de acercarme con un potente salto impulsado por las runas de mis piernas. El arma apareció de nuevo en mi mano, justo a tiempo para un enorme golpe descendente... que liberó una explosión helada al impactar, generando una fuerte onda de hielo. [2] Escuché un coro de exclamaciones y ovaciones a mi alrededor, y sonreí, guiñándole un ojo a la elfa.
[1] Habilidad: Invicto
[2] Habilidad: Nova
Me levanté con un suspiro. El hombre oso a mi lado me miró con curiosidad. Era algo que esperaba, realmente, y quizás no fuese el único.
Mientras caminaba, Eclipse pasó a alargarse y perder el filo, volviéndose un bastón metálico. Había pedido que le humillase, después de todo. Un arma como esa sería apropiado. Tan solo medio segundo tras cambiar el arma, me lancé con un fuerte impacto descendente que dejó un agujero en la tierra al chocar contra esta. Un instante después, el arma se cubrió de hielo. [1]
-No pestañees.- avisé. El arma ascendió, en un ataque que pretendía impactar en su pecho o estómago. Mantuve mi mano izquierda a mi espalda en todo momento, tratando de no usarla en lo más mínimo. Desafortunadamente, aquello implicaba ser menos agresivo. Traté de bloquear el contraataque que intentase tomar la elfa y retrocedí ligeramente, manteníendome a algunos pasos.
Caminaba en círculos, esperando el momento indicado. Solté el bastón durante tan solo un instante para agarrarlo de nuevo del extremo, y giré con el bastón para dar un golpe con mayor alcance. Su arma era una espada corta. Buena para alguien rápido, pero el alcance dejaba mucho que desear. Tracé una linea en el suelo con la punta del bastón, dejando una capa de escarcha a su alrededor. Y luego, golpeé dos veces el suelo cerca de mis pies.
Si cargaba, trataría de hacerla tropezar. Una lección silenciosa: debía prestar atención a su postura, y a la de su oponente. Cambié la mía, adoptando una más libre y menos rígida, antes de volver a atacar. Esta vez cargué yo, dando varias "estocadas" con el extremo del arma para luego lanzar un golpe hacia su espada e intentar desequilibrarla o, si su agarre no era suficientemente fuerte, desarmarla.
A decir verdad, aún no estaba acostumbrado a usar aquella forma. Distaba mucho de ser la espada bastarda que solía usar. Pero seguía siendo Eclipse. Fuese cual fuese su forma, tenía trucos que aprovechar. ¿Era injusto? Quizás. ¿Me importaba?
No mucho.
Lancé el bastón por los aires, liberándome de la carga momentáneamente antes de acercarme con un potente salto impulsado por las runas de mis piernas. El arma apareció de nuevo en mi mano, justo a tiempo para un enorme golpe descendente... que liberó una explosión helada al impactar, generando una fuerte onda de hielo. [2] Escuché un coro de exclamaciones y ovaciones a mi alrededor, y sonreí, guiñándole un ojo a la elfa.
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[1] Habilidad: Invicto
[2] Habilidad: Nova
Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Aquella era justo lo que había buscado, sin duda.
Asher desvió su daga que quedó clavada en uno de los postes de la sala. El hombre no tardó en reaccionar creando un ambiente literalmente helado en la sala, y no tan solo por el reguero de escarcha que el hielo en el que había embutido su "bastón"Asher dejaba alrededor de ellos, sino también por el silencio imperativo en el que se acababa de sumir la sala. Como si todos los alumnos que estaban entrenando allí acabasen de percatarse que Asher acababa de acceder a dar una lección gratis.
El corazón de Eilydh latía rápido. Aquello era lo que buscaba, sí, pero quizás no estaba preparada. Llevó la mirada durante un segundo a donde la daga se había clavado y el pelaje blanquecino y negro de Ash'alá caminando de manera sutil entre los presentes la sorprendió. Aquello sin duda le dio cierta tranquilidad, aunque después de su pequeño encontronazo Eilydh sabía que el tigre no iba a estar lo suficientemente dócil como para ser subordinado.
El primer ataque de Asher la encontró distraída, acertando en su estómago y haciéndola retroceder lo suficiente para evitar un segundo ataque rápido del hombre-lobo. El dolor inmediato de Eilydh pareció atraer a Ash'alá que finalmente saltó al centro de la multitud interponiéndose entre Asher y la elfa el tiempo suficiente para que est pudiese montarlo. Aquello sin duda sería un beneficio en su velocidad, y esperaba que al menos le diese una oportunidad de mostrar a su recién conocido maestro que no iba a ser tan fácil. Eilydh desempuñó a Karma e inmediatamente la hoja blanquecina de esta tomó una tonalidad azulada [1]
- Casi empiezas a darme miedo... Con ese bastón y todo. - dijo la elfa, respondiendo a la recomendación del lobo mientras se acercaba lo suficiente como para estocar su espada de lado a lado en un movimiento bardo que más bien intentaba hacer retroceder a Asher, o al menos tomar la ventaja de posicionarse en una posición adecuada para la lucha.
El hombre había creado un círculo de escarcha que no era lo suficientemente grueso como para impedir que las zarpas de Ash'alá se agarraran al suelo.
Una vez posicionada de manera correcta, evitó la estocada del bastón de Asher que chocó con Karma emitiendo un sonido metálico y liberando una onda. Aquel hombre era un arcano, era imposible no pensar que fuese a usar poderes y runas más allá de daños físicos. Eilydh no estaba del todo poco preparada, sin embargo . Casi podía notar la vibración en su burbuja a medida que la onda expansiva de aquel ataque gélido era absorbido por su escudo invisible [2]
El lobo le guiñó un ojo a medida que el público lo ovacionaba. Eilydh sonrió. Aquello era un espectáculo sin duda. Ash'alá no estaba tan contento y lanzó un rugido seguido de un zarpazo hasta Asher al que Eilydh se apresuró a añadir la estocada de su propia espada. Esperó a ver como se deshacía de ambos ataques y atusó al tigre para comenzase a rodear al lobo en el círculo que él mismo había trazado, como si fuese una presa que el tigre acababa de acorralar y estuviese valorando si saltarle encima o no.
-¿Qué dices, Ashy..?.- le dijo Eilydh al tigre lo suficientemente fuerte como para que Asher lo escuchase- Yo creo que nuestro amigo también ha empezado de entender que quizás nosotros tengamos uno o dos trucos bajo la manga.- Esperando el golpe certero de Asher, porque estaba segura que así sería.
Al fin y al cabo, él era el maestro.
Asher desvió su daga que quedó clavada en uno de los postes de la sala. El hombre no tardó en reaccionar creando un ambiente literalmente helado en la sala, y no tan solo por el reguero de escarcha que el hielo en el que había embutido su "bastón"Asher dejaba alrededor de ellos, sino también por el silencio imperativo en el que se acababa de sumir la sala. Como si todos los alumnos que estaban entrenando allí acabasen de percatarse que Asher acababa de acceder a dar una lección gratis.
El corazón de Eilydh latía rápido. Aquello era lo que buscaba, sí, pero quizás no estaba preparada. Llevó la mirada durante un segundo a donde la daga se había clavado y el pelaje blanquecino y negro de Ash'alá caminando de manera sutil entre los presentes la sorprendió. Aquello sin duda le dio cierta tranquilidad, aunque después de su pequeño encontronazo Eilydh sabía que el tigre no iba a estar lo suficientemente dócil como para ser subordinado.
El primer ataque de Asher la encontró distraída, acertando en su estómago y haciéndola retroceder lo suficiente para evitar un segundo ataque rápido del hombre-lobo. El dolor inmediato de Eilydh pareció atraer a Ash'alá que finalmente saltó al centro de la multitud interponiéndose entre Asher y la elfa el tiempo suficiente para que est pudiese montarlo. Aquello sin duda sería un beneficio en su velocidad, y esperaba que al menos le diese una oportunidad de mostrar a su recién conocido maestro que no iba a ser tan fácil. Eilydh desempuñó a Karma e inmediatamente la hoja blanquecina de esta tomó una tonalidad azulada [1]
- Casi empiezas a darme miedo... Con ese bastón y todo. - dijo la elfa, respondiendo a la recomendación del lobo mientras se acercaba lo suficiente como para estocar su espada de lado a lado en un movimiento bardo que más bien intentaba hacer retroceder a Asher, o al menos tomar la ventaja de posicionarse en una posición adecuada para la lucha.
El hombre había creado un círculo de escarcha que no era lo suficientemente grueso como para impedir que las zarpas de Ash'alá se agarraran al suelo.
Una vez posicionada de manera correcta, evitó la estocada del bastón de Asher que chocó con Karma emitiendo un sonido metálico y liberando una onda. Aquel hombre era un arcano, era imposible no pensar que fuese a usar poderes y runas más allá de daños físicos. Eilydh no estaba del todo poco preparada, sin embargo . Casi podía notar la vibración en su burbuja a medida que la onda expansiva de aquel ataque gélido era absorbido por su escudo invisible [2]
El lobo le guiñó un ojo a medida que el público lo ovacionaba. Eilydh sonrió. Aquello era un espectáculo sin duda. Ash'alá no estaba tan contento y lanzó un rugido seguido de un zarpazo hasta Asher al que Eilydh se apresuró a añadir la estocada de su propia espada. Esperó a ver como se deshacía de ambos ataques y atusó al tigre para comenzase a rodear al lobo en el círculo que él mismo había trazado, como si fuese una presa que el tigre acababa de acorralar y estuviese valorando si saltarle encima o no.
-¿Qué dices, Ashy..?.- le dijo Eilydh al tigre lo suficientemente fuerte como para que Asher lo escuchase- Yo creo que nuestro amigo también ha empezado de entender que quizás nosotros tengamos uno o dos trucos bajo la manga.- Esperando el golpe certero de Asher, porque estaba segura que así sería.
Al fin y al cabo, él era el maestro.
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[1] Maldición de sandorai.
[2] Burbuja
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Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Un tigre. ¿De verdad? ¿Me había tomado por un instructor de caballos? El animal parecía ser del tamaño de Kayr. Aunque el león nunca habría aceptado que alguien se montase encima. Demasiado bueno para algo así. Pero... me sonaba, vagamente. ¿Lo había visto antes?
-Si quieres que de miedo de verdad, oblígame a usar algo afilado.- respondí de vuelta. El arma alternó entre un martillo, una maza, y el mismo bastón de nuevo. Tenía mucho más trucos en la manga. No necesitaba ir en serio para algo como eso.
Pero al menos la elfa tenía sus capacidades. No esperaba que bloquease el estallido helado. Poco importaba. En cuanto ambos se pusieron en la ofensiva, mantuve la distancia, saltando hacia atrás mientras lanzaba una "estocada" a la cara del tigre. Apenas una molestia, por supuesto, especialmente con el hielo añadido.
Aun así... ¿Ashy? ¿En serio le había puesto mi nombre a un tigre? Tenía unos admiradores de lo más extraños. Al menos podía haberse buscado un lobo, o algo. E incluso eso habría sido raro.
-Lo que quieres decir es que...- Chasqueé los dedos. Y entonces, desaparecí, absorbiendo toda la magia para reaparecer un segundo después en el mismo lugar. [1] El arma de la mujer perdió su brillo, tanto de su propia magia como del encantamiento que yo mismo le había puesto. La barrera que le protegía también debía haber desaparecido. -Tenías trucos.-
Y ahora, era mi turno. Pero si Eilydh quería aprender algo, iba a tener que tener los pies en el suelo. No aprobaba las interrupciones, y la del tigre no iba a ser una excepción.
Giré el bastón sobre mi cuerpo, haciendo una floritura... para luego arrojarselo al animal a la cara y darle algo con lo que distraerse. Y al mismo tiempo, las runas de mis piernas me impulsaron, permitiéndome dar un potente salto directo hacia la elfa. [2] En un parpadeo, estaba a su lado, lanzando una patada a su torso para tratar de desmontarla.
-Vamos, vamos. Muéstrame que haces de pie. No voy a perder el tiempo jugando con tu gatito.- dije en cuanto toqué el suelo. Di un salto hacia atrás, y Eclipse volvió a aparecer en mi mano. -Para eso ya tengo al mio.-
Pese al entretenimiento, empezaba a notar algo extraño. Era como un dolor de cabeza, pero... distinto. Como si me olvidase de algo. Traté de no darle importancia por el momento, pero no podía evitar la sensación de que había algo importante.
[1] Habilidad: Per Aspera
[2] Habilidad: Destello
-Si quieres que de miedo de verdad, oblígame a usar algo afilado.- respondí de vuelta. El arma alternó entre un martillo, una maza, y el mismo bastón de nuevo. Tenía mucho más trucos en la manga. No necesitaba ir en serio para algo como eso.
Pero al menos la elfa tenía sus capacidades. No esperaba que bloquease el estallido helado. Poco importaba. En cuanto ambos se pusieron en la ofensiva, mantuve la distancia, saltando hacia atrás mientras lanzaba una "estocada" a la cara del tigre. Apenas una molestia, por supuesto, especialmente con el hielo añadido.
Aun así... ¿Ashy? ¿En serio le había puesto mi nombre a un tigre? Tenía unos admiradores de lo más extraños. Al menos podía haberse buscado un lobo, o algo. E incluso eso habría sido raro.
-Lo que quieres decir es que...- Chasqueé los dedos. Y entonces, desaparecí, absorbiendo toda la magia para reaparecer un segundo después en el mismo lugar. [1] El arma de la mujer perdió su brillo, tanto de su propia magia como del encantamiento que yo mismo le había puesto. La barrera que le protegía también debía haber desaparecido. -Tenías trucos.-
Y ahora, era mi turno. Pero si Eilydh quería aprender algo, iba a tener que tener los pies en el suelo. No aprobaba las interrupciones, y la del tigre no iba a ser una excepción.
Giré el bastón sobre mi cuerpo, haciendo una floritura... para luego arrojarselo al animal a la cara y darle algo con lo que distraerse. Y al mismo tiempo, las runas de mis piernas me impulsaron, permitiéndome dar un potente salto directo hacia la elfa. [2] En un parpadeo, estaba a su lado, lanzando una patada a su torso para tratar de desmontarla.
-Vamos, vamos. Muéstrame que haces de pie. No voy a perder el tiempo jugando con tu gatito.- dije en cuanto toqué el suelo. Di un salto hacia atrás, y Eclipse volvió a aparecer en mi mano. -Para eso ya tengo al mio.-
Pese al entretenimiento, empezaba a notar algo extraño. Era como un dolor de cabeza, pero... distinto. Como si me olvidase de algo. Traté de no darle importancia por el momento, pero no podía evitar la sensación de que había algo importante.
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[1] Habilidad: Per Aspera
[2] Habilidad: Destello
Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Claramente a Asher no le gustaba la competencia. No necesariamente en la batalla- era fácil adivinar que Eilydh no lo era, ni siquiera unida al resto de los allí presentes- Sino, más bien no le gustaba ser retado en el factor sorpresa que implicaba no tener el control sobre algo. Aquello era, seguro un dato a tener en cuenta así que la elfa se aseguró en almacenarlo en el mismo lugar de su cabeza donde acomodaba la rima que le había contado al conocerlo. Como parte de sombras que componía el "claroscuro" que era Asher.
La luz de Karma la sacó de aquel proceso mental. Más bien su ausencia. La elfa compuso un gesto confundido en un principio y creyó que el momentáneo aparecer y desaparecer de aquel hombre lobo fue fruto de sus ojos, casi comenzó a entender el consejo sobre pestañear que su adversario le había dado hacía unos minutos.A aquello le siguió la confusión de su tigre intentando alcanzar el bastón arrojado a su cara de aquel hombre, y casi paralelo el suyo propio al encontrarse de bruces con la patada directa a su pecho de Asher.
No pudo esquivarla pues el hombre se había cerciorado de ser lo suficientemente rápido como para que karma no alcanzase su objetivo, que era él, y Eilydh notó como perdíael equilbrio precipitándose al suelo de espaldas. Su otra mano desnuda, sin embargo, si que alcanzó a rozar a Asher [1].Usó toda su destreza para evitarlo y aunque no fue exitosa del todo, consiguió al menos hacerlo sobre sus rodillas e impulsarse de manera ágil. Por su parte, Ash'alá había contribuido a la caída de la chica creando momentum mientras intentaba esquivar el bastón que le había lanzado Asher en la dirección opuesta a la patada del lobo. Ambos parecían, pues, lo suficiente entretenidos como para no asegurarse de que acabasen de una pieza.
Notaba como el éter recorría cada palmo de su cuerpo compartiendo la fuerza de aquel hombre. Había experimentado con anterioridad los efectos del corazón de piedra y por lo tanto la elfa sabía debía aprovecharlos para atacar mientras los efectos de aquella habilidad durasen. No se lo pensó mucho más,
- Parece ser que a las historias sobre tu persona les faltó ese detalle sobre los felinos- dijo Eilydh respondiendo a las provocaciones de su oponente- Me pregunto si va a ser él quién te lama las heridas cuando recicles tu técnica de lucha anticuada aderezándola con la novedad de mis pasos-añadió en un tono de broma y de nuevo iniciando el baile de pasos rodeando a su adversario.
A su lado, el tigre parecía casi tan sorprendido como ella misma de encontrarse de nuevo solo y mientras el felino se posicionaba a una distancia prudencial entre Asher y Eilydh y cuando notó que los pasos de la elfa se aceleraban recortándo la distancia entre Asher y ella misma, El tigre saltó sobre él rugiendo y con el objetivo de usarlo como poste donde clavar sus uñas y sus fauces. Eilydh aprovechó aquella distracción momentánea para atacar estocándo con la fuerza misma que había sustraído del propio Asher al usar su habilidad.
La luz de Karma la sacó de aquel proceso mental. Más bien su ausencia. La elfa compuso un gesto confundido en un principio y creyó que el momentáneo aparecer y desaparecer de aquel hombre lobo fue fruto de sus ojos, casi comenzó a entender el consejo sobre pestañear que su adversario le había dado hacía unos minutos.A aquello le siguió la confusión de su tigre intentando alcanzar el bastón arrojado a su cara de aquel hombre, y casi paralelo el suyo propio al encontrarse de bruces con la patada directa a su pecho de Asher.
No pudo esquivarla pues el hombre se había cerciorado de ser lo suficientemente rápido como para que karma no alcanzase su objetivo, que era él, y Eilydh notó como perdíael equilbrio precipitándose al suelo de espaldas. Su otra mano desnuda, sin embargo, si que alcanzó a rozar a Asher [1].Usó toda su destreza para evitarlo y aunque no fue exitosa del todo, consiguió al menos hacerlo sobre sus rodillas e impulsarse de manera ágil. Por su parte, Ash'alá había contribuido a la caída de la chica creando momentum mientras intentaba esquivar el bastón que le había lanzado Asher en la dirección opuesta a la patada del lobo. Ambos parecían, pues, lo suficiente entretenidos como para no asegurarse de que acabasen de una pieza.
Notaba como el éter recorría cada palmo de su cuerpo compartiendo la fuerza de aquel hombre. Había experimentado con anterioridad los efectos del corazón de piedra y por lo tanto la elfa sabía debía aprovecharlos para atacar mientras los efectos de aquella habilidad durasen. No se lo pensó mucho más,
- Parece ser que a las historias sobre tu persona les faltó ese detalle sobre los felinos- dijo Eilydh respondiendo a las provocaciones de su oponente- Me pregunto si va a ser él quién te lama las heridas cuando recicles tu técnica de lucha anticuada aderezándola con la novedad de mis pasos-añadió en un tono de broma y de nuevo iniciando el baile de pasos rodeando a su adversario.
A su lado, el tigre parecía casi tan sorprendido como ella misma de encontrarse de nuevo solo y mientras el felino se posicionaba a una distancia prudencial entre Asher y Eilydh y cuando notó que los pasos de la elfa se aceleraban recortándo la distancia entre Asher y ella misma, El tigre saltó sobre él rugiendo y con el objetivo de usarlo como poste donde clavar sus uñas y sus fauces. Eilydh aprovechó aquella distracción momentánea para atacar estocándo con la fuerza misma que había sustraído del propio Asher al usar su habilidad.
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[1] Uso corazón de piedra y robo resistencia y fuerza a Asher usándola contra él.
Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Empezaba a estar algo cansado. No lo suficiente como para parar, pero había estado presumiendo de forma bastante abierta sobre lo que podía hacer.
-Heridas. Por favor.- gruñí, poniendo los ojos en blanco. -Cualquiera puede hablar mucho. Pocos pueden permitírselo de verdad. Si estuvieses entre ellos, no estarías aquí.- dije. Negué con la cabeza. ¿Por qué era tan rara para hablar? ¿Estaba escribiendo un poema?
Y entonces, atacaron. No era tan idiota como para darle la espalda al felino sin una idea. Quizás la mujer lo pillase. Al separarla, le estaba permitiendo atacar por dos flancos. Y por ello, opté por algo más defensivo. Tras usar el bastón para bloquear la garra del animal, lo flanqueé con un salto lateral, alejándome de la arremetida de la elfa. Con un último salto hacia atrás, me alejé de nuevo, dejándolos a ambos frente a mi.
-Suficiente.- dije finalmente. Hice desaparecer a Eclipse. Le había empujado lo suficiente como para que tuviese que recurrir a esa clase de cosas... No parecía que fuese a mostrar nada más. Resoplé. -Camino del Impulso, ¿hmm?- A juzgar por lo que había mostrado, solo tenía magia personal. Nada particularmente llamativo o temible. Útil en combates prolongados, quizás, pero... -Necesitas algo más ofensivo.- observé.
-Si vas en tigre, no tienes juego de pies. Por rápido que sea, es un objetivo demasiado grande para fallar. Y tu espada es demasiado corta para combate montado.- expliqué. No era de extrañar que no me hubiese llegado alcanzar: sólo había tenido que preocuparme de lo que hiciese el animal, y al estar con un jinete encima, no era exactamente impredecible. -No tienes alcance con esa cosa. Si quieres depender de ir montada, una lanza te serviría mejor.-
-La otra opción es luchar junto al tigre. Usarlo como distracción, o ser tu misma la que distrae.- sugerí. Por algún motivo, me daba la sensación de que ninguna de las dos formas que sugería le iban a gustar. Pero si no me escuchaba... era problema suyo, no mio. -Los animales son predecibles. Incluso los exóticos. Si les lanzas algo, se preocuparan de ello por inofensivo que parezca. Si usas fuego, se asustan. Si les sobresaltas... Pueden tirarte de encima. Sus únicas armas son garras y dientes. Cualquiera puede ver eso.- incliné la cabeza. No tenían alcance, sólo fuerza y velocidad. Pero eso no siempre bastaba.
Muchos jinetes humanos habían muerto por culpa de sus propios caballos, debido a los entornos en los que iban. Si bien uno entrenado para el combate podía hacerlo algo mejor, seguía siendo menos práctico que depender de su propio cuerpo. La única excepción que se me ocurría era para cazar o perseguir objetivos, o luchar contra alguien que también tenía un alcance muy limitado.
-Ah, y no te molestes. No acepto réplicas.- advertí, alzando una mano. Tenía suficiente con haberme tomado la molestia de enseñar sin pedir nada a cambio. No iba a reducir aquello a una discusión. Además, había visto lo suficiente como para saber que tenía razón.
-Heridas. Por favor.- gruñí, poniendo los ojos en blanco. -Cualquiera puede hablar mucho. Pocos pueden permitírselo de verdad. Si estuvieses entre ellos, no estarías aquí.- dije. Negué con la cabeza. ¿Por qué era tan rara para hablar? ¿Estaba escribiendo un poema?
Y entonces, atacaron. No era tan idiota como para darle la espalda al felino sin una idea. Quizás la mujer lo pillase. Al separarla, le estaba permitiendo atacar por dos flancos. Y por ello, opté por algo más defensivo. Tras usar el bastón para bloquear la garra del animal, lo flanqueé con un salto lateral, alejándome de la arremetida de la elfa. Con un último salto hacia atrás, me alejé de nuevo, dejándolos a ambos frente a mi.
-Suficiente.- dije finalmente. Hice desaparecer a Eclipse. Le había empujado lo suficiente como para que tuviese que recurrir a esa clase de cosas... No parecía que fuese a mostrar nada más. Resoplé. -Camino del Impulso, ¿hmm?- A juzgar por lo que había mostrado, solo tenía magia personal. Nada particularmente llamativo o temible. Útil en combates prolongados, quizás, pero... -Necesitas algo más ofensivo.- observé.
-Si vas en tigre, no tienes juego de pies. Por rápido que sea, es un objetivo demasiado grande para fallar. Y tu espada es demasiado corta para combate montado.- expliqué. No era de extrañar que no me hubiese llegado alcanzar: sólo había tenido que preocuparme de lo que hiciese el animal, y al estar con un jinete encima, no era exactamente impredecible. -No tienes alcance con esa cosa. Si quieres depender de ir montada, una lanza te serviría mejor.-
-La otra opción es luchar junto al tigre. Usarlo como distracción, o ser tu misma la que distrae.- sugerí. Por algún motivo, me daba la sensación de que ninguna de las dos formas que sugería le iban a gustar. Pero si no me escuchaba... era problema suyo, no mio. -Los animales son predecibles. Incluso los exóticos. Si les lanzas algo, se preocuparan de ello por inofensivo que parezca. Si usas fuego, se asustan. Si les sobresaltas... Pueden tirarte de encima. Sus únicas armas son garras y dientes. Cualquiera puede ver eso.- incliné la cabeza. No tenían alcance, sólo fuerza y velocidad. Pero eso no siempre bastaba.
Muchos jinetes humanos habían muerto por culpa de sus propios caballos, debido a los entornos en los que iban. Si bien uno entrenado para el combate podía hacerlo algo mejor, seguía siendo menos práctico que depender de su propio cuerpo. La única excepción que se me ocurría era para cazar o perseguir objetivos, o luchar contra alguien que también tenía un alcance muy limitado.
-Ah, y no te molestes. No acepto réplicas.- advertí, alzando una mano. Tenía suficiente con haberme tomado la molestia de enseñar sin pedir nada a cambio. No iba a reducir aquello a una discusión. Además, había visto lo suficiente como para saber que tenía razón.
Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Asher no se había ganado su fama a base de mentiras. Al menos no toda ella. La elfa tenía exactamente 5 preguntas cuya respuesta quizás hiciese que se cuestionase cuánto de cierta era aquella afirmación. El problema era que estaba casi segura que la respuesta a 3 de ellas le harían querer no pronunciar las otras dos a riesgo de que el lobo adornase su pelo con parte de las trenzas que arrancase de su cabellera al decapitarla.
Usó movimientos simples para evitar a Ash'alá. Estaba claro que aquello era un baile para el lobo. Una demostración de que los movimientos ensayados más de tres veces se convierten en innatos y que él seguramente los había curtido en al menos cien batallas antes que encontrarse con ella. Pero de las de verdad.
En las que aquel bastón era una espada y su tigre habría caído desangrado a un lado de aquella improvisada pista de baile.
Tragó saliva.Las críticas de Asher resultaron ser lo suficientemente ciertas como para no molestar a la elfa. Al menos no del todo. Ella no había ido a buscarlo a él para aprender a pelear, Podía aprender eso de cualquier persona que hubiese ganado 3 batallas. Se le venían a la mente mas de 4 nombres que le hubiesen dicho aquello mismo que ahora musitaba el hombre. De manera más dulce y menos directa, por supuesto. Pero lo mismo.
No. Eilydh había decidido dejarse llevar por la curiosidad que envolvía a ese hombre- lobo porque Asher era más que pelea. Era la planificación de la lucha. El análisis del enemigo de manera meditada lo suficiente como para saber cual era el pie del que flaqueaba y usar ese talón de aquiles en beneficio propio. Era tan innato en el lobo que lo hacía sin proponerselo. Le acababa de conocer y ya había averiguado la manera exacta de matarla al menos 8 veces basandose en lo que acababa de decir. Esa era la diferencia justa de dejarse llevar por el ardor de la batalla y obtener una victoria concienzuda.
... Pero a aquel lobo le gustaba demasiado el sonido de su propia voz. Y Eilydh comenzó a entender que estaba acostumbrado que pocas veces esta fuese interrumpida por personas que él no quería que lo interrumpiesen. Abrió la boca, impulsiva como era, para relatar una serie de puntos que chocaban con los que él había dicho. Pero la cerró por un segundo, concediéndole el placer de obedecerlo por aquella vez. Al fin y al cabo él acababa de darle un consejo gratuito.
-Curiosa arma- dijo simplemente dándose cuenta que el lobo la había hecho desaparecer- Estoy casi segura que te costó tiempo pulirla. El acero tan solo es acero hasta que se le otorgan recuerdos y... esfuerzo- dijo, y por un momento su mente deambuló en un lugar lejos de allí- No hubieses... sabido que estabas mejor sin la guardia si no te hubiesen echado de ella- lo retó. No de manera atrevida, tan solo enfatizando su punto- Y eso tan solo es un esfuerzo de que adaptarnos a lo que Isil nos pone en el camino no es nada más que evolucionar.- le sonrió- Este tan solo es mi primer intento, y por ahora... Isil no ha sido tan injusta conmigo.
Se giró sobre si misma, y enfundó a Karma. Asher estaba visiblemente cansado de jugar con aprendices, y el ego de la elfa no iba a permitirle seguir adulándolo de manera abierta mucho más. Debía buscar una manera de romper con ese silencio incómodo si no quería que finalmente Asher se fuese y la próxima vez que se viesen ella tuviese que recordarle su nombre de nuevo.
-Gracias...- le dijo de manera tímida. - No estoy segura de qué parte de tu análisis de mis puntos débiles voy a tomar como recomendación... pero te has tomado el tiempo de poner en palabras tus pensamientos. Eso es casi más valioso que si me hubieses dejado ganar tan solo para burlarte de mis futuras derrotas-
Eilydh dudaba que aquel hombre hubiese dejado ganar a alguien en su vida. Quizás a su pareja. Y una mirada a su gesto serio sirvió para cuestionarse esto último varias veces.
Ash'alá se le acercó y le dió un golpe débil en el hombro que duró varios segundo. Ella le acarició la cabeza. Casi podía ver como Asher se giraba sobre si mismo y se marchaba a asuntos sin duda más importantes cuando dijo:
-...Te haré cambiar de opinión- dijo Eilydh mientras se subía a Ash'alá- La próxima vez que nos veamos habré mejorado tanto que no me sentiré como que me has hecho un favor por el mero hecho de no acuchillarme en el primer movimiento que hacías. Me ganaré las críticas... y quizás tenga algunas para ti- dijo y le sonrió de manera amigable.
Usó movimientos simples para evitar a Ash'alá. Estaba claro que aquello era un baile para el lobo. Una demostración de que los movimientos ensayados más de tres veces se convierten en innatos y que él seguramente los había curtido en al menos cien batallas antes que encontrarse con ella. Pero de las de verdad.
En las que aquel bastón era una espada y su tigre habría caído desangrado a un lado de aquella improvisada pista de baile.
Tragó saliva.Las críticas de Asher resultaron ser lo suficientemente ciertas como para no molestar a la elfa. Al menos no del todo. Ella no había ido a buscarlo a él para aprender a pelear, Podía aprender eso de cualquier persona que hubiese ganado 3 batallas. Se le venían a la mente mas de 4 nombres que le hubiesen dicho aquello mismo que ahora musitaba el hombre. De manera más dulce y menos directa, por supuesto. Pero lo mismo.
No. Eilydh había decidido dejarse llevar por la curiosidad que envolvía a ese hombre- lobo porque Asher era más que pelea. Era la planificación de la lucha. El análisis del enemigo de manera meditada lo suficiente como para saber cual era el pie del que flaqueaba y usar ese talón de aquiles en beneficio propio. Era tan innato en el lobo que lo hacía sin proponerselo. Le acababa de conocer y ya había averiguado la manera exacta de matarla al menos 8 veces basandose en lo que acababa de decir. Esa era la diferencia justa de dejarse llevar por el ardor de la batalla y obtener una victoria concienzuda.
... Pero a aquel lobo le gustaba demasiado el sonido de su propia voz. Y Eilydh comenzó a entender que estaba acostumbrado que pocas veces esta fuese interrumpida por personas que él no quería que lo interrumpiesen. Abrió la boca, impulsiva como era, para relatar una serie de puntos que chocaban con los que él había dicho. Pero la cerró por un segundo, concediéndole el placer de obedecerlo por aquella vez. Al fin y al cabo él acababa de darle un consejo gratuito.
-Curiosa arma- dijo simplemente dándose cuenta que el lobo la había hecho desaparecer- Estoy casi segura que te costó tiempo pulirla. El acero tan solo es acero hasta que se le otorgan recuerdos y... esfuerzo- dijo, y por un momento su mente deambuló en un lugar lejos de allí- No hubieses... sabido que estabas mejor sin la guardia si no te hubiesen echado de ella- lo retó. No de manera atrevida, tan solo enfatizando su punto- Y eso tan solo es un esfuerzo de que adaptarnos a lo que Isil nos pone en el camino no es nada más que evolucionar.- le sonrió- Este tan solo es mi primer intento, y por ahora... Isil no ha sido tan injusta conmigo.
Se giró sobre si misma, y enfundó a Karma. Asher estaba visiblemente cansado de jugar con aprendices, y el ego de la elfa no iba a permitirle seguir adulándolo de manera abierta mucho más. Debía buscar una manera de romper con ese silencio incómodo si no quería que finalmente Asher se fuese y la próxima vez que se viesen ella tuviese que recordarle su nombre de nuevo.
-Gracias...- le dijo de manera tímida. - No estoy segura de qué parte de tu análisis de mis puntos débiles voy a tomar como recomendación... pero te has tomado el tiempo de poner en palabras tus pensamientos. Eso es casi más valioso que si me hubieses dejado ganar tan solo para burlarte de mis futuras derrotas-
Eilydh dudaba que aquel hombre hubiese dejado ganar a alguien en su vida. Quizás a su pareja. Y una mirada a su gesto serio sirvió para cuestionarse esto último varias veces.
Ash'alá se le acercó y le dió un golpe débil en el hombro que duró varios segundo. Ella le acarició la cabeza. Casi podía ver como Asher se giraba sobre si mismo y se marchaba a asuntos sin duda más importantes cuando dijo:
-...Te haré cambiar de opinión- dijo Eilydh mientras se subía a Ash'alá- La próxima vez que nos veamos habré mejorado tanto que no me sentiré como que me has hecho un favor por el mero hecho de no acuchillarme en el primer movimiento que hacías. Me ganaré las críticas... y quizás tenga algunas para ti- dijo y le sonrió de manera amigable.
Eilydh
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Intenté controlarme. Durante varios segundos, conseguí quedarme callado. Déjalo ir, me dije. Había demasiada gente observando. Hasta que finalmente, sugirió que la próxima vez podría criticarme, y la poca paciencia que me quedaba se desvaneció.
-¿Echado?- pregunté, frunciendo el ceño. -No tienes ni idea de lo que estás diciendo. Típico.- gruñí, resoplando con desdén. ¿Acaso era eso lo que decían los rumores? Empezaba a parecer que había estado perdiendo el tiempo. Tampoco es que esperase mucho en primer lugar, pero aquello seguía siendo molesto.
-Escuchas un par de rumores y ya hablas como si supieses algo de mi.- dije, mostrando los dientes. -¿A quien intentas convencer hablando con tanta seguridad? ¿"Recuerdos y esfuerzo"? ¿Lo que Isil nos pone? ¿De que demonios estás hablando, poetisa?- añadí, visiblemente molesto. No soportaba a los que simplemente hablaban por hablar. -¿Quieres aprender algo de verdad? Pues deja de actuar como si supieses algo y escucha.-
La runa de mi hombro era tan sólo una pálida cicatriz tras tanto tiempo. Pero en ese momento, notaba el ardor como el primer día.
-Esto es todo lo que me dio la Guardia. Una runa para controlarme y mantenerme atado, marcada a fuego. Estuve meses bajo su control. Una palabra de un guardia, y estaría retorciendome de dolor en el suelo. ¿Te crees que en algún momento pensé que necesitaba eso?- Mi voz emitía un gruñido constante. Me había puesto en posición de combate sin notarlo. En cuanto me di cuenta, relajé mi postura, resoplando. -No pudieron controlarme. Y nunca volvieron a intentarlo.-
Quizás tuviesen mejores cosas que hacer. O quizás supiesen que no valía la pena probar de nuevo. Por lo que sabía, el resto también acabó dejando la guardia. Como mínimo, Eltrant lo hizo.
Me giré. Aquello no merecía la pena.
-No vuelvas a molestarme. Y ahorratelo. Si vas a decir que "es lo que Isil me puso en el camino"... te mataré.- dije simplemente. La aparición de mi espada recalcó la frase. Por algún motivo, el decir aquello hizo que me sintiese mucho más ligero.
El único motivo por el que aún no lo había hecho era por el inconveniente que sería para la aldea. No volverían a dejarme entrar si hacía algo así, después de todo. Sin decir una palabra más, me marché de aquel lugar, volviendo a casa.
Aún tenía alguien que si me conocía.
-¿Echado?- pregunté, frunciendo el ceño. -No tienes ni idea de lo que estás diciendo. Típico.- gruñí, resoplando con desdén. ¿Acaso era eso lo que decían los rumores? Empezaba a parecer que había estado perdiendo el tiempo. Tampoco es que esperase mucho en primer lugar, pero aquello seguía siendo molesto.
-Escuchas un par de rumores y ya hablas como si supieses algo de mi.- dije, mostrando los dientes. -¿A quien intentas convencer hablando con tanta seguridad? ¿"Recuerdos y esfuerzo"? ¿Lo que Isil nos pone? ¿De que demonios estás hablando, poetisa?- añadí, visiblemente molesto. No soportaba a los que simplemente hablaban por hablar. -¿Quieres aprender algo de verdad? Pues deja de actuar como si supieses algo y escucha.-
La runa de mi hombro era tan sólo una pálida cicatriz tras tanto tiempo. Pero en ese momento, notaba el ardor como el primer día.
-Esto es todo lo que me dio la Guardia. Una runa para controlarme y mantenerme atado, marcada a fuego. Estuve meses bajo su control. Una palabra de un guardia, y estaría retorciendome de dolor en el suelo. ¿Te crees que en algún momento pensé que necesitaba eso?- Mi voz emitía un gruñido constante. Me había puesto en posición de combate sin notarlo. En cuanto me di cuenta, relajé mi postura, resoplando. -No pudieron controlarme. Y nunca volvieron a intentarlo.-
Quizás tuviesen mejores cosas que hacer. O quizás supiesen que no valía la pena probar de nuevo. Por lo que sabía, el resto también acabó dejando la guardia. Como mínimo, Eltrant lo hizo.
Me giré. Aquello no merecía la pena.
-No vuelvas a molestarme. Y ahorratelo. Si vas a decir que "es lo que Isil me puso en el camino"... te mataré.- dije simplemente. La aparición de mi espada recalcó la frase. Por algún motivo, el decir aquello hizo que me sintiese mucho más ligero.
El único motivo por el que aún no lo había hecho era por el inconveniente que sería para la aldea. No volverían a dejarme entrar si hacía algo así, después de todo. Sin decir una palabra más, me marché de aquel lugar, volviendo a casa.
Aún tenía alguien que si me conocía.
Asher Daregan
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Re: Nada por conocer [Beta] [Privado] [CERRADO]
Así que era aquello; A aquel lobo le era lo suficientemente fácil señalar defectos en los demás pero recordar derrotas era lo suficientemente doloroso como para afrontar que quizás el no asumirlas como suyas era un defecto demasiado conocido para él como para reconocerlo.
La otra opción, ciertamente, era que las habladurías que había tomado por ciertas no fuesen más que divagaciones de los enemigos del hombre-lobo que tenía enfrente. Giró levemente la cabeza y enfocó sus ojos como si estuviese haciendo un esfuerzo inmenso para creerselo o escuchar aquello que le decía. No estaba segura de porqué su opinión y sus palabras habían enfurecido tanto a aquel desconocido, pero se vio reflejada en aquella ira. Tragó saliva.
Por primera vez desde que se había acercado a él sus palabras no habían tenido interés de herirlo, y justo entonces... es cuando parecían haberlo hecho. Curioso personaje. Curiosa armadura. No se parecía a las capas de Matthew Owens, ni a su orgullo mezclado con ira. No. La armadura de Asher era seguramente tan única como la que portaba. La coraza tras la que se ocultaba aquel hombre, al menos en aquel momento era dolor. Sabía a dolor. Un dolor pasado que se había agriado a base de ser blasfemia en sus pensamientos. El lobo siguió hablando. La elfa supuso que intentaba insultarla con palabras biensonantes. Otro gesto más de inteligencia: Cualquiera puede insultar a alguien que conoce bien lo suficiente como para hacer que se cuestionase el insulto. Molestar a un desconocido por algo más de las cosas obvias -el físico,su manera de moverse, su tono de voz...- al menos lo suficiente como para causarle impacto, aquello si era un arte.
Poetisa la había llamado, justo antes de dar a entender que tan solo aprendería algo si supiese como hacer callar su ego.El lobo sin duda parecía intentarlo, y aquello era algo.
Y entonces desveló la runa blanquecina y casi difuminada en el pelaje de su hombro. Eilydh no pudo evitar componer una mirada y gesto de asombro. Se llevó la mano a la parte baja de la cintura sin poder evitarlo y dejó de oir la rabia en las palabras de aquel lobo para escuchar lo que le decía. Por un momento cerró los ojos compartiendo el dolor mismo de aquella runa en la piel... bueno. En la piel de ambos.
Quiso acercar una mano y curarla, aunque bien sabía que aquella cicatriz en la piel tan solo era un reflejo de quizás algo más profundo, y que de nada serviría curarla, muchísimo menos cuando el hombre frente a ella parecía estar a punto de querer cortarle la cabeza y la espalda y guardar sus propias quemaduras como un pergamino en su zurrón.
-Yo... no ... yo...-
Simplemente, lo dejó marchar, temiendo que aquellas blasfemias que ella misma se había dicho durante tantos días fuesen compartidos por aquel hombre tan distinto a ella que asustaba. Y por un instante, casi un segundo, mientras la electricidad refleja recorría su espalda la idea idiota de que aquel lobo y ella compartiesen algo la inundó.Vió sin embargo, como el hombre se alejaba sin que ella hubiese podido acabar su frase.La opción más sensata era abandonar a aquel extraño y aquel pueblo.
Al fin y al cabo, allí ya no había nada más por conocer.
La otra opción, ciertamente, era que las habladurías que había tomado por ciertas no fuesen más que divagaciones de los enemigos del hombre-lobo que tenía enfrente. Giró levemente la cabeza y enfocó sus ojos como si estuviese haciendo un esfuerzo inmenso para creerselo o escuchar aquello que le decía. No estaba segura de porqué su opinión y sus palabras habían enfurecido tanto a aquel desconocido, pero se vio reflejada en aquella ira. Tragó saliva.
Por primera vez desde que se había acercado a él sus palabras no habían tenido interés de herirlo, y justo entonces... es cuando parecían haberlo hecho. Curioso personaje. Curiosa armadura. No se parecía a las capas de Matthew Owens, ni a su orgullo mezclado con ira. No. La armadura de Asher era seguramente tan única como la que portaba. La coraza tras la que se ocultaba aquel hombre, al menos en aquel momento era dolor. Sabía a dolor. Un dolor pasado que se había agriado a base de ser blasfemia en sus pensamientos. El lobo siguió hablando. La elfa supuso que intentaba insultarla con palabras biensonantes. Otro gesto más de inteligencia: Cualquiera puede insultar a alguien que conoce bien lo suficiente como para hacer que se cuestionase el insulto. Molestar a un desconocido por algo más de las cosas obvias -el físico,su manera de moverse, su tono de voz...- al menos lo suficiente como para causarle impacto, aquello si era un arte.
Poetisa la había llamado, justo antes de dar a entender que tan solo aprendería algo si supiese como hacer callar su ego.El lobo sin duda parecía intentarlo, y aquello era algo.
Y entonces desveló la runa blanquecina y casi difuminada en el pelaje de su hombro. Eilydh no pudo evitar componer una mirada y gesto de asombro. Se llevó la mano a la parte baja de la cintura sin poder evitarlo y dejó de oir la rabia en las palabras de aquel lobo para escuchar lo que le decía. Por un momento cerró los ojos compartiendo el dolor mismo de aquella runa en la piel... bueno. En la piel de ambos.
Quiso acercar una mano y curarla, aunque bien sabía que aquella cicatriz en la piel tan solo era un reflejo de quizás algo más profundo, y que de nada serviría curarla, muchísimo menos cuando el hombre frente a ella parecía estar a punto de querer cortarle la cabeza y la espalda y guardar sus propias quemaduras como un pergamino en su zurrón.
-Yo... no ... yo...-
Simplemente, lo dejó marchar, temiendo que aquellas blasfemias que ella misma se había dicho durante tantos días fuesen compartidos por aquel hombre tan distinto a ella que asustaba. Y por un instante, casi un segundo, mientras la electricidad refleja recorría su espalda la idea idiota de que aquel lobo y ella compartiesen algo la inundó.Vió sin embargo, como el hombre se alejaba sin que ella hubiese podido acabar su frase.La opción más sensata era abandonar a aquel extraño y aquel pueblo.
Al fin y al cabo, allí ya no había nada más por conocer.
Eilydh
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