Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
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Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
De todos los lugares de Aerandir, la inmensidad que llamaban la Playa de los Ancestros era el que le producía más desasosiego. Ni siquiera la tumba de Tiavanro le dejaba la misma sensación de vacío que le inspiraban el sonido de las olas y los gritos de las gaviotas. Y sin embargo, de tanto en tanto, se encontraba a sí mismo asomado a aquellas dunas, mirando a lo lejos, buscando en la vasta masa azul del océano los signos de algún barco. Siempre acababa encontrando alguno. Paciencia y la aguda vista propia de su raza unidas en una causa común. Y una parte de él, siempre acababa preguntándose si viajaría su amigo en aquel barco, aunque otra parte estaba más que convencida de que, si no había dado señales de vida en más de medio siglo, sólo podía significar que su cuerpo debía yacer hacía mucho en el fondo del océano.
Después de observar durante un buen rato los problemas que estaba teniendo la tripulación de una pequeña coca para enfrentarse, con su única vela, a un repentino cambio de viento, un rugido en su estómago recordó al elfo que ya debía pasar la hora del desayuno. Elian suspiró y, dando un golpecito en el suelo con la vara sobre la que había estado apoyado todo ese rato, apartó la vista del horizonte y se encaminó al lugar donde aún se observaban los restos de la hoguera de la noche anterior. Junto con su bolsa y el fardo de ramas que había recogido durante el paseo matutino traía consigo el premio que había encontrado en las trampas que había desplegado la tarde anterior: dos conejos que, acompañados de unos tubérculos y un puñado de hierbas aromáticas, le servirían para un buen estofado.
Pero convertir dos conejos recién cazados en una sabrosa colación llevaría aún algo de tiempo, por lo que, antes de ponerse manos a la obra, se apresuró a dar buena cuenta de los restos del fiambre que le había pagado un mercader por ayudarle con una rueda atascada en el camino. Con el estómago lleno, ya estaba listo para la tarea de pelar y destripar las dos presas, trocearlas, juntarlas en su modesta marmita con el resto de ingredientes y dejarlo todo bien tapadito sobre el fuego mientras él se ocupaba de las dos pieles. Después de todo, no iba a desaprovecharlas, la suave pelusa de los conejos era ideal para forrar guantes, botas y otras piezas pequeñas. Un poco de arena, una buena raedera, presión y paciencia era todo lo que necesitaba para dejar el cuero bien limpio. Para cuando el estofado estuvo preparado y el aroma que se escapaba entre la marmita y su tapa le hizo salivar de nuevo, el frío de la mañana ya empezaba a disiparse ante el sol del mediodía y las dos pieles parduzcas, colgaban de un improvisado tendido, levemente mecidas por la brisa marina.
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OFF: Dejo aquí mi invitación a comer. Dejo a vuestra elección qué hierbas aromáticas acompañan a los conejitos.
Después de observar durante un buen rato los problemas que estaba teniendo la tripulación de una pequeña coca para enfrentarse, con su única vela, a un repentino cambio de viento, un rugido en su estómago recordó al elfo que ya debía pasar la hora del desayuno. Elian suspiró y, dando un golpecito en el suelo con la vara sobre la que había estado apoyado todo ese rato, apartó la vista del horizonte y se encaminó al lugar donde aún se observaban los restos de la hoguera de la noche anterior. Junto con su bolsa y el fardo de ramas que había recogido durante el paseo matutino traía consigo el premio que había encontrado en las trampas que había desplegado la tarde anterior: dos conejos que, acompañados de unos tubérculos y un puñado de hierbas aromáticas, le servirían para un buen estofado.
Pero convertir dos conejos recién cazados en una sabrosa colación llevaría aún algo de tiempo, por lo que, antes de ponerse manos a la obra, se apresuró a dar buena cuenta de los restos del fiambre que le había pagado un mercader por ayudarle con una rueda atascada en el camino. Con el estómago lleno, ya estaba listo para la tarea de pelar y destripar las dos presas, trocearlas, juntarlas en su modesta marmita con el resto de ingredientes y dejarlo todo bien tapadito sobre el fuego mientras él se ocupaba de las dos pieles. Después de todo, no iba a desaprovecharlas, la suave pelusa de los conejos era ideal para forrar guantes, botas y otras piezas pequeñas. Un poco de arena, una buena raedera, presión y paciencia era todo lo que necesitaba para dejar el cuero bien limpio. Para cuando el estofado estuvo preparado y el aroma que se escapaba entre la marmita y su tapa le hizo salivar de nuevo, el frío de la mañana ya empezaba a disiparse ante el sol del mediodía y las dos pieles parduzcas, colgaban de un improvisado tendido, levemente mecidas por la brisa marina.
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OFF: Dejo aquí mi invitación a comer. Dejo a vuestra elección qué hierbas aromáticas acompañan a los conejitos.
Última edición por Elian el Sáb Dic 05 2020, 20:09, editado 1 vez
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Valyria estaba un poco perdida. No físicamente, sabía perfectamente donde estaba pero si… espiritualmente, podía decirse. Bueno no, tampoco, mentalmente seguramente.
Había tenido la genial idea de chulear sus bastante respetables conocimientos y habilidades en el mundo de la curtiduría para cierta feria que organizaban los brujos, puede que de paso plag…. Compartir ideas con sus compañeros de oficio, pero para eso tenía, o al menos quería, aportar algo único, suyo. No hacía falta que fuera nada revolucionario o absolutamente increíble pero… un poco único al menos. Como ropa interior hecha de nubes o algo así.
Esa era buena, se la guardaba.
En cualquier caso, había estado vagando un poco, buscando inspiración, esperando…algo, puede que un objeto mágico cayéndole en la cara o algo así. Pero el tiempo seguía corriendo, y no tardaría en quedarse sin tiempo para explorar las ideas que tuviera. Así que tomó una decisión, mañana sería el último día de vacaciones, empezaría a desarrollar algo, aunque no fuera nada genial. Decidida, alzó su cuenco de pescado al cielo, señalando su promesa, que casi se derramó por el súbito movimiento.
Espera.
¿De dónde había salido eso? De alguna manera, mientras pensaba, su cuerpo se había movido solo y había asegurado su sustento. Poco importaba que esta fuera la hoguera de un desconocido aparentemente, o que le estuviera robando el desayuno. Es decir, hasta había usado su bol. Al menos decidió cortarse un poco y volvió a verter el contenido y saco el suyo propio. Aun no había comido así que era menos guarro de lo que parecía
Tosió, esperando que el desconocido no se hubiera dado cuenta hasta ahora de su presencia muy, muy fuerte. –Buenos días, .tengo carne y… galletas que usar con la comida, si no te importa compartir el fuego.-
Había tenido la genial idea de chulear sus bastante respetables conocimientos y habilidades en el mundo de la curtiduría para cierta feria que organizaban los brujos, puede que de paso plag…. Compartir ideas con sus compañeros de oficio, pero para eso tenía, o al menos quería, aportar algo único, suyo. No hacía falta que fuera nada revolucionario o absolutamente increíble pero… un poco único al menos. Como ropa interior hecha de nubes o algo así.
Esa era buena, se la guardaba.
En cualquier caso, había estado vagando un poco, buscando inspiración, esperando…algo, puede que un objeto mágico cayéndole en la cara o algo así. Pero el tiempo seguía corriendo, y no tardaría en quedarse sin tiempo para explorar las ideas que tuviera. Así que tomó una decisión, mañana sería el último día de vacaciones, empezaría a desarrollar algo, aunque no fuera nada genial. Decidida, alzó su cuenco de pescado al cielo, señalando su promesa, que casi se derramó por el súbito movimiento.
Espera.
¿De dónde había salido eso? De alguna manera, mientras pensaba, su cuerpo se había movido solo y había asegurado su sustento. Poco importaba que esta fuera la hoguera de un desconocido aparentemente, o que le estuviera robando el desayuno. Es decir, hasta había usado su bol. Al menos decidió cortarse un poco y volvió a verter el contenido y saco el suyo propio. Aun no había comido así que era menos guarro de lo que parecía
Tosió, esperando que el desconocido no se hubiera dado cuenta hasta ahora de su presencia muy, muy fuerte. –Buenos días, .tengo carne y… galletas que usar con la comida, si no te importa compartir el fuego.-
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
- Es que ese es el principal problema del género de las novelas románticas. Como la principal audiencia siempre han sido las familias nobles que tienen los recursos para aprender a leer, el foco de la literatura ha sido históricamente la mujer noble que tiene mucho tiempo libre en casa. Entonces tienes un grupo de señoras, o mujeres en su adultez-joven, que tienen un ideal de amor muy idealizado y demasiado centralizado en ciertos aspectos.
- Además de heteronormativo.
- Y justamente heteronormativo. Las novelas más famosas solo centraban sus esfuerzos en parejas entre un hombre y una mujer, y usualmente estas compartían la misma raza, siendo solo excepciones cuando una de las parejas era una elfa.
- Con razón el libro “El atardecer de la Sirvienta” es uno de los más aclamados dentro del género.
- Imagina que fue escrito hace doscientos años y sigue siendo tan relevante como antes, tanto narativamente como históricamente.
- ¡Es cierto! Cuando lo leí pude sentir como fue la deconstrucción del género literario del romance. Cuando pensaba que la historia tomaría un rumbo, terminaba en otro punto pero de manera cohesiva y coherente. Y el romance entre la sirvienta y su ama está increíblemente bien construido, sin apuro para llegar a las partes del sexo y sin ese drama barato que tanto le encanta a las viejas.
- ¿Verdad? Y tú Siria, ¿que opinas?
- …
¿En serio me estaban preguntando sobre literatura romántica lésbica mientras usaban palabras complicadas como heteromorna… hereto… hetero-etc? A mi me dieron ganas de quemar el libro cuando me enteré de qué iba el libro, y para peor fue cuando ya había pasado dos escenas de sexo.
- Yo opino que ustedes dos andan muy de amiguitas – y me refería específicamente a Dalía – Pensé que estarías odiosa porque Leveru me acompaña.
- Oh, nada de eso. Andar de celosa es lo último del roterío – “roterío” en la jerga de algunas sirenas significaba “vulgar”. Y claro, para alguien con el orgullo de Dalía, parecía bastante vulgar el mostrar celos –, aparte de cliché. Nada de eso, soy muy segura de mi belleza y mis encantos, y sé que si un día sales del armario seré la primera en tu lista.
Y todo esto lo decía de forma adorablemente segura. En todo lo adorable que alguien quien manejaba una banda de matones podía ser.
El día había tenido cierta productividad en el ámbito de la pesca. Leveru había agarrado dos de buen tamaño, su humilde servidora agarró 3 más un par de sardinas que apenas servían como bocado y Dalía… pues, llenó tres veces la cesta, devolviendo los peces al agua y volviendo a llenarla cada vez que la llenaba, un poco vanagloriandose de sus habilidades. El problema que se daba ahora era el donde podríamos cocinarlas.
No demoramos en ver a lo lejos lo que parecía un lugar ideal para ponerlas al fuego, con dos figuras que parecían humanas conversando.
- Ay, creo que me iré un rato y luego vuelvo, ¿de acuerdo?
- ¿Eh? - me extrañó su repentina marcha, incluso era muy conveniente y sospechosa - ¿Y eso? ¿Te vas cuando encontramos personas en el camino?
- Oh, nada de eso – aunque desvió la mirada jugetona – Osea, tiene algo que ver. Después de todo, me gusta presentarme a la gente con una presentación que los deje impactados de por vida. Peeeeero – y ahora su mirada cambiaba a algo más seria, pero aún sonriendo – la verdad es que andaba por la playa por órdenes del Jefe, buscando potenciales tratos marítimos. Y no puedo volver sin haber intentado algunos, así que iré a hacer un par de cosas y vuelvo más tarde a psicopatearte.
- ¿Psico-qu--? - no alcancé siquiera a terminar de preguntar cuando se marchó, dejandome con Leveru a solas con una canasta con los suficientes peces para comer en el almuerzo y cena - … ¿por qué tienen que usar palabras tan complicadas?
Leveru, obviamente, no me dijo nada, solo lanzó una mirada de semiculpa al horizonte mientras comenzó a caminar. Decidí dejar el asunto mientras retomaba el paso. En esta parte de la historia usualmente me topo con alguien a quien había conocido previamente en mis viajes o alguien que me conocía y no lo reconocía. Sin embargo, aquel día trajo consigo a dos personas nuevas en mis viajes: uno era un elfo que tenía una apariencia ligeramente más descuidada que el elfo regular que te pillabas por ahí, aunque la verdad es que se veía mejor de esa forma, con una barba de algunos días (La verdad me hizo pensar si no era un humano con orejas postizas). La segunda también era una elfa que, a diferencia de su acompañante, tenía una apariencia mucho más cercana a la que te acostumbrabas a ver en una elfa, con un cabello largo y ropas ligeras que eran algo más comunes de gente que viajaba por tiempos prolongados. Ambos acompañados por un ligero olor a Artemisa, algo que usualmente acompañana al pescado cuando su sabor era más fuerte de lo que le beneficiaba, amargando ligeramente la carne para un sabor mucho más centrado.
Por un momento pensé si eran pareja o si solo eran viajeros que se toparon casualmente, por lo que evité referirme a alguna de las situaciones hasta que no estuviera segura.
- ¡Hola estimados! ¿Están celebrando su luna de miel o algo as--?
Lógicamente Leveru no tuvo el mismo tacto, así que mi palma fue a conocer su nuca de forma rápida. Solo porque agarró su sombrero que no se le cayó, cosa que delató que estaba lista para ese desenlace.
- Disculpen a mi compañera, le gusta ser… irreverente – era una forma ligera de decirlo – Queríamos saber si tienen problema compartiendo una hoguera con nosotras – les mostré la cesta con la pesca del día, para dar a entender que no veníamos sin un “tributo” al fuego.
- Además de heteronormativo.
- Y justamente heteronormativo. Las novelas más famosas solo centraban sus esfuerzos en parejas entre un hombre y una mujer, y usualmente estas compartían la misma raza, siendo solo excepciones cuando una de las parejas era una elfa.
- Con razón el libro “El atardecer de la Sirvienta” es uno de los más aclamados dentro del género.
- Imagina que fue escrito hace doscientos años y sigue siendo tan relevante como antes, tanto narativamente como históricamente.
- ¡Es cierto! Cuando lo leí pude sentir como fue la deconstrucción del género literario del romance. Cuando pensaba que la historia tomaría un rumbo, terminaba en otro punto pero de manera cohesiva y coherente. Y el romance entre la sirvienta y su ama está increíblemente bien construido, sin apuro para llegar a las partes del sexo y sin ese drama barato que tanto le encanta a las viejas.
- ¿Verdad? Y tú Siria, ¿que opinas?
- …
¿En serio me estaban preguntando sobre literatura romántica lésbica mientras usaban palabras complicadas como heteromorna… hereto… hetero-etc? A mi me dieron ganas de quemar el libro cuando me enteré de qué iba el libro, y para peor fue cuando ya había pasado dos escenas de sexo.
- Yo opino que ustedes dos andan muy de amiguitas – y me refería específicamente a Dalía – Pensé que estarías odiosa porque Leveru me acompaña.
- Oh, nada de eso. Andar de celosa es lo último del roterío – “roterío” en la jerga de algunas sirenas significaba “vulgar”. Y claro, para alguien con el orgullo de Dalía, parecía bastante vulgar el mostrar celos –, aparte de cliché. Nada de eso, soy muy segura de mi belleza y mis encantos, y sé que si un día sales del armario seré la primera en tu lista.
Y todo esto lo decía de forma adorablemente segura. En todo lo adorable que alguien quien manejaba una banda de matones podía ser.
El día había tenido cierta productividad en el ámbito de la pesca. Leveru había agarrado dos de buen tamaño, su humilde servidora agarró 3 más un par de sardinas que apenas servían como bocado y Dalía… pues, llenó tres veces la cesta, devolviendo los peces al agua y volviendo a llenarla cada vez que la llenaba, un poco vanagloriandose de sus habilidades. El problema que se daba ahora era el donde podríamos cocinarlas.
No demoramos en ver a lo lejos lo que parecía un lugar ideal para ponerlas al fuego, con dos figuras que parecían humanas conversando.
- Ay, creo que me iré un rato y luego vuelvo, ¿de acuerdo?
- ¿Eh? - me extrañó su repentina marcha, incluso era muy conveniente y sospechosa - ¿Y eso? ¿Te vas cuando encontramos personas en el camino?
- Oh, nada de eso – aunque desvió la mirada jugetona – Osea, tiene algo que ver. Después de todo, me gusta presentarme a la gente con una presentación que los deje impactados de por vida. Peeeeero – y ahora su mirada cambiaba a algo más seria, pero aún sonriendo – la verdad es que andaba por la playa por órdenes del Jefe, buscando potenciales tratos marítimos. Y no puedo volver sin haber intentado algunos, así que iré a hacer un par de cosas y vuelvo más tarde a psicopatearte.
- ¿Psico-qu--? - no alcancé siquiera a terminar de preguntar cuando se marchó, dejandome con Leveru a solas con una canasta con los suficientes peces para comer en el almuerzo y cena - … ¿por qué tienen que usar palabras tan complicadas?
Leveru, obviamente, no me dijo nada, solo lanzó una mirada de semiculpa al horizonte mientras comenzó a caminar. Decidí dejar el asunto mientras retomaba el paso. En esta parte de la historia usualmente me topo con alguien a quien había conocido previamente en mis viajes o alguien que me conocía y no lo reconocía. Sin embargo, aquel día trajo consigo a dos personas nuevas en mis viajes: uno era un elfo que tenía una apariencia ligeramente más descuidada que el elfo regular que te pillabas por ahí, aunque la verdad es que se veía mejor de esa forma, con una barba de algunos días (La verdad me hizo pensar si no era un humano con orejas postizas). La segunda también era una elfa que, a diferencia de su acompañante, tenía una apariencia mucho más cercana a la que te acostumbrabas a ver en una elfa, con un cabello largo y ropas ligeras que eran algo más comunes de gente que viajaba por tiempos prolongados. Ambos acompañados por un ligero olor a Artemisa, algo que usualmente acompañana al pescado cuando su sabor era más fuerte de lo que le beneficiaba, amargando ligeramente la carne para un sabor mucho más centrado.
Por un momento pensé si eran pareja o si solo eran viajeros que se toparon casualmente, por lo que evité referirme a alguna de las situaciones hasta que no estuviera segura.
- ¡Hola estimados! ¿Están celebrando su luna de miel o algo as--?
Lógicamente Leveru no tuvo el mismo tacto, así que mi palma fue a conocer su nuca de forma rápida. Solo porque agarró su sombrero que no se le cayó, cosa que delató que estaba lista para ese desenlace.
- Disculpen a mi compañera, le gusta ser… irreverente – era una forma ligera de decirlo – Queríamos saber si tienen problema compartiendo una hoguera con nosotras – les mostré la cesta con la pesca del día, para dar a entender que no veníamos sin un “tributo” al fuego.
Siria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Fue al volverse hacia la marmita, mientras se limpiaba las manos con un paño húmedo, cuando se dio cuenta de por qué le había apetecido tanto el guiso de repente: alguien había levantado la tapa. Alguien había levantado la tapa y se había servido. En su cuenco. Aunque en aquel momento parecía estar buscando el suyo propio. Para no abusar, quizá.
En un primer momento, Elian se preguntó si la joven elfa estaría pasando hambre. Sin embargo, tanto su capa y armadura, como el arco que portaba eran de excelente calidad. ¿Se habría escapado de casa? Observó con atención la forma en que vertía el estofado de su cuenco al de ella y tuvo que volverse ligeramente para disimular una risita. Cuando la muchacha tosió para anunciarse, se giró de nuevo hacia ella haciéndose el sorprendido.
—Buenos días —respondió con un deje jocoso en la voz. La chica tenía comida, por lo que quizá sólo le gustase el estofado recién hecho—. No es problema, era demasiado para mí igualmente —dijo sin darle importancia al hecho, y se sentó también junto al fuego para servirse él también un poco en su, ahora libre, cuenco—. Me llamo Elian, por cierto. Del clan Satari.
Tomó su cuchara y probó el estofado antes de dirigir otra mirada a la muchacha, esperando que también se presentara. En aquel momento, dos mujeres aparecieron caminando por la playa. Elian las vio llegar por el rabillo del ojo pensando que estarían de paso, pero ambas se pararon junto a ellos.
—¿Luna de miel? —preguntó el elfo, lo que le llevó a atragantarse con el estofado. Fue así como se perdió lo que estaba diciendo la mujer de la cesta—. ¡Por favor! —añadió aún incrédulo cuando pudo volver a hablar—, ¡la señorita podría ser mi hija!
Tal vez pudiera o tal vez no. Por su aspecto, no podría ser mucho más que una adolescente y él tenía más o menos la edad que tenían sus padres cuando partió de Sandorai en su primer viaje. En cualquier caso, su sorpresa pareció turbar a la mujer de la cesta, porque se marchó a toda velocidad tirando de su compañera.
—Vaya, ¿me he pasado? —preguntó a la joven cuando se hubieron alejado—. En cualquier caso, ¿qué trae a una chica tan bien vestida hasta mi hoguera en una mañana como ésta?
----------
OFF: Bueno, saco sutilmente de escena a Siria y compañía.
En un primer momento, Elian se preguntó si la joven elfa estaría pasando hambre. Sin embargo, tanto su capa y armadura, como el arco que portaba eran de excelente calidad. ¿Se habría escapado de casa? Observó con atención la forma en que vertía el estofado de su cuenco al de ella y tuvo que volverse ligeramente para disimular una risita. Cuando la muchacha tosió para anunciarse, se giró de nuevo hacia ella haciéndose el sorprendido.
—Buenos días —respondió con un deje jocoso en la voz. La chica tenía comida, por lo que quizá sólo le gustase el estofado recién hecho—. No es problema, era demasiado para mí igualmente —dijo sin darle importancia al hecho, y se sentó también junto al fuego para servirse él también un poco en su, ahora libre, cuenco—. Me llamo Elian, por cierto. Del clan Satari.
Tomó su cuchara y probó el estofado antes de dirigir otra mirada a la muchacha, esperando que también se presentara. En aquel momento, dos mujeres aparecieron caminando por la playa. Elian las vio llegar por el rabillo del ojo pensando que estarían de paso, pero ambas se pararon junto a ellos.
—¿Luna de miel? —preguntó el elfo, lo que le llevó a atragantarse con el estofado. Fue así como se perdió lo que estaba diciendo la mujer de la cesta—. ¡Por favor! —añadió aún incrédulo cuando pudo volver a hablar—, ¡la señorita podría ser mi hija!
Tal vez pudiera o tal vez no. Por su aspecto, no podría ser mucho más que una adolescente y él tenía más o menos la edad que tenían sus padres cuando partió de Sandorai en su primer viaje. En cualquier caso, su sorpresa pareció turbar a la mujer de la cesta, porque se marchó a toda velocidad tirando de su compañera.
—Vaya, ¿me he pasado? —preguntó a la joven cuando se hubieron alejado—. En cualquier caso, ¿qué trae a una chica tan bien vestida hasta mi hoguera en una mañana como ésta?
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OFF: Bueno, saco sutilmente de escena a Siria y compañía.
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Su pequeño desliz no había sido descubierto, perfecto. Ni había sido apuñalada por un sorprendido desconocido. Y más importante, podía comer. –Yo soy Valyria, del clan W… ahora Sondve, supongo…- Nunca había considerado esa parte, pero era cierta.
Pero sus sombríos pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de dos mujeres, y su rápida ida cuando su acompañante les dijo que no estaban de luna de miel. De tal manera, que ella se vio obligada a comprobar que, efectivamente, el hombre iba vestido.
La cosa se había vuelto un poco incomoda, con todo eso de que básicamente la estaba llamando una cría, y esas mujeres saliendo disparadas como si estuviera viviendo en pecado, así que aprovecho para tomar un poco del estofado y sacar unas pocas galletas de viaje. Eran galletas normales, simplemente las llevaba cuando viajaba, así que se volvían galletas de viaje. Pero al menos la conversación volvió a algo que conocía. -¿Te gusta mi armadura ¿huh?- Se levantó, orgullosa, provocando un maremoto en su bol de estofado, que alzo un único pedacito hacia los cielos, cayendo en el fuego y haciéndolo chisporrear dramáticamente.
Totalmente expresamente, en serio.
-La hice yo misma, te encuentras ante una de las mejores curtidoras de toda Lunargenta. Mi armadura podría parar un virote de ballesta. Potencialmente. Nunca encontré a nadie dispuesto a comprobarlo. En cualquier caso, seré la mejor si triunfo en la Feria de Invierno esa de los brujos.- No lo era ahora porque su taller estaba en un cuestionable barrio con goteras, pero eso cambiaría con el din... no, seguramente se lo gastaba todo en telas otra vez. O dulces. En cualquier caso, allí estaba, alzada dramáticamente, con los brazos en jarras, con la capa ondeando dramáticamente. Bueno, solo un brazo, porque el otro aguantaba la comida. Y el viento ondeaba del revés, por lo que casi incendia la capa, pero daba igual, sus palabras servían por si solas.
Pero sus sombríos pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de dos mujeres, y su rápida ida cuando su acompañante les dijo que no estaban de luna de miel. De tal manera, que ella se vio obligada a comprobar que, efectivamente, el hombre iba vestido.
La cosa se había vuelto un poco incomoda, con todo eso de que básicamente la estaba llamando una cría, y esas mujeres saliendo disparadas como si estuviera viviendo en pecado, así que aprovecho para tomar un poco del estofado y sacar unas pocas galletas de viaje. Eran galletas normales, simplemente las llevaba cuando viajaba, así que se volvían galletas de viaje. Pero al menos la conversación volvió a algo que conocía. -¿Te gusta mi armadura ¿huh?- Se levantó, orgullosa, provocando un maremoto en su bol de estofado, que alzo un único pedacito hacia los cielos, cayendo en el fuego y haciéndolo chisporrear dramáticamente.
Totalmente expresamente, en serio.
-La hice yo misma, te encuentras ante una de las mejores curtidoras de toda Lunargenta. Mi armadura podría parar un virote de ballesta. Potencialmente. Nunca encontré a nadie dispuesto a comprobarlo. En cualquier caso, seré la mejor si triunfo en la Feria de Invierno esa de los brujos.- No lo era ahora porque su taller estaba en un cuestionable barrio con goteras, pero eso cambiaría con el din... no, seguramente se lo gastaba todo en telas otra vez. O dulces. En cualquier caso, allí estaba, alzada dramáticamente, con los brazos en jarras, con la capa ondeando dramáticamente. Bueno, solo un brazo, porque el otro aguantaba la comida. Y el viento ondeaba del revés, por lo que casi incendia la capa, pero daba igual, sus palabras servían por si solas.
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Clan Sondve, al elfo le sonaba aquél nombre, pero no recordaba de qué. Durante un momento, trató de hacer memoria, pero pronto se cansí, ya vendría. El chisporroteo del fuego desvió su atención repentinamente, pero no tardó en alzar la vista para examinar la armadura que con tanto orgullo mostraba su dueña. Se fijó en el modelado del cuero, en los refuerzos de las costuras. Se trataba, sin duda, en un trabajo de alta calidad, nada que ver con los arreglos que solía hacer él cuando sus pasos lo llevaban por alguna aldea a falta de un curtidor dedicado.
—Un trabajo impresionante, Valyria —le dijo sin mofa alguna dejando a un lado su cuenco de estofado—. Nunca he intentado siquiera fabricar una pieza de este calibre, pero créeme cuando te digo que entiendo suficiente de curtiduría como saber apreciar una armadura de calidad. ¿Y dices que la has hecho tú misma? Si esta es la clase de trabajos que se están fabricando en Lunargenta, tal vez deba hacerle otra visita a la urbe, quizá aprenda algo de utilidad. Aunque, entre tú y yo, nunca he llevado bien el olor a sudor y orines que suele acumularse en las ciudades. En serio, ¿es que la gente no lo huele?
Elian arrugó la nariz y sacudió una mano delante de su cara, como si sólo recordar su última visita a un núcleo urbano trajera malos olores a su alrededor. Después se encogió de hombros y sonrió, sin darle demasiada importancia. Volvió la vista a las pieles de conejo que había estado preparando hacía un rato y luego a la joven elfa, con gesto inquisitivo, sopesando una idea.
—Oye, ¿crees que podrías explicarme cómo haces para conseguir esa dureza capaz de parar virotes de flecha? —Se levantó con un movimiento enérgico y se acercó al tendido, del que descolgó una de las pieles para acercársela a la muchacha—. Mira, estuve limpiando esto temprano por la mañana. Pensaba hacer unas botas o unos guantes con ello, pero no me importaría usarlo de prueba, si a ti no te importa enseñarme uno o dos trucos. —Le tendió la piel a Valyria y se volvió a sentar, observando su reacción— ¿Y qué es eso de la feria de los brujos, por cierto? ¿Algún tipo de competición? —Tenía que ser algún tipo de competición si lo organizaban brujos— No sabía que había ferias para curtidores. Tantos años viajando y tantas cosas por descubrir.
—Un trabajo impresionante, Valyria —le dijo sin mofa alguna dejando a un lado su cuenco de estofado—. Nunca he intentado siquiera fabricar una pieza de este calibre, pero créeme cuando te digo que entiendo suficiente de curtiduría como saber apreciar una armadura de calidad. ¿Y dices que la has hecho tú misma? Si esta es la clase de trabajos que se están fabricando en Lunargenta, tal vez deba hacerle otra visita a la urbe, quizá aprenda algo de utilidad. Aunque, entre tú y yo, nunca he llevado bien el olor a sudor y orines que suele acumularse en las ciudades. En serio, ¿es que la gente no lo huele?
Elian arrugó la nariz y sacudió una mano delante de su cara, como si sólo recordar su última visita a un núcleo urbano trajera malos olores a su alrededor. Después se encogió de hombros y sonrió, sin darle demasiada importancia. Volvió la vista a las pieles de conejo que había estado preparando hacía un rato y luego a la joven elfa, con gesto inquisitivo, sopesando una idea.
—Oye, ¿crees que podrías explicarme cómo haces para conseguir esa dureza capaz de parar virotes de flecha? —Se levantó con un movimiento enérgico y se acercó al tendido, del que descolgó una de las pieles para acercársela a la muchacha—. Mira, estuve limpiando esto temprano por la mañana. Pensaba hacer unas botas o unos guantes con ello, pero no me importaría usarlo de prueba, si a ti no te importa enseñarme uno o dos trucos. —Le tendió la piel a Valyria y se volvió a sentar, observando su reacción— ¿Y qué es eso de la feria de los brujos, por cierto? ¿Algún tipo de competición? —Tenía que ser algún tipo de competición si lo organizaban brujos— No sabía que había ferias para curtidores. Tantos años viajando y tantas cosas por descubrir.
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
La elfa hinchó el pecho de orgullo, aunque se deshincho un poco cuando escucho la parte de Lunargenta. –La verdad es que sí que huele un poco mal. Sobre todo en los barrios baratos. Y cuando llueve es aún peor, por algún inexplicable motivo.-
La elfa miró las pieles de conejo. No tenían nada malo, pero... para una armadura ella usaría algo más firme. Más grueso. Malgastar toda esa pelusa en una armadura le partía el corazón, con lo buenos que eran las botas y guantes. –No creo que podamos hacerlo aquí sin materiales, pero puedo explicarte varios trucos, por supuesto. ¿Cómo hierbes el cuero? Si estas atento y lo remueves justo cuando se endurece, evitaras que se encoja demasiado, y si además, lo dejas en otra olla de agua caliente, pero no hirviendo, se volverá menos frágil, al enfriarse lentamente. También podrías usar otras cosas. Aceite. O grasa.- se acercó un poco al hombre, –Aunque la gelatina funciona sorprendentemente bien, ¿y si consigues que un alquimista te venda un poco del ácido que sacan de la grasa? Es perfecto para el cuero. Aunque destroza el color, si vas a teñirlo, usa agua mejor.- en cualquier caso, aunque fuera un refrescante cambio, no estaba allí para hacer lecciones.
-La feria no es técnicamente de curtidores. Es de todo. Aunque supongo que habrá más alquimistas y arcanistas. En cualquier caso, todos los artesanos pueden presentar sus recetas. Y estoy buscando algo único, innovador, que no hayan visto. Puede que me den algún premio. Aparte de la fortuna que ganaría, por supuesto.- miró al hombre, evaluándolo. No tendría alguna receta familiar supe secreta, ¿cierto? Aunque de tenerla… perdería la gracia si no la creaba y meramente la copiaba. –Vine a la playa en busca de… inspiración, puede que algo curioso y mágico que incorporar, a saber. ¿Ideas?-
La elfa miró las pieles de conejo. No tenían nada malo, pero... para una armadura ella usaría algo más firme. Más grueso. Malgastar toda esa pelusa en una armadura le partía el corazón, con lo buenos que eran las botas y guantes. –No creo que podamos hacerlo aquí sin materiales, pero puedo explicarte varios trucos, por supuesto. ¿Cómo hierbes el cuero? Si estas atento y lo remueves justo cuando se endurece, evitaras que se encoja demasiado, y si además, lo dejas en otra olla de agua caliente, pero no hirviendo, se volverá menos frágil, al enfriarse lentamente. También podrías usar otras cosas. Aceite. O grasa.- se acercó un poco al hombre, –Aunque la gelatina funciona sorprendentemente bien, ¿y si consigues que un alquimista te venda un poco del ácido que sacan de la grasa? Es perfecto para el cuero. Aunque destroza el color, si vas a teñirlo, usa agua mejor.- en cualquier caso, aunque fuera un refrescante cambio, no estaba allí para hacer lecciones.
-La feria no es técnicamente de curtidores. Es de todo. Aunque supongo que habrá más alquimistas y arcanistas. En cualquier caso, todos los artesanos pueden presentar sus recetas. Y estoy buscando algo único, innovador, que no hayan visto. Puede que me den algún premio. Aparte de la fortuna que ganaría, por supuesto.- miró al hombre, evaluándolo. No tendría alguna receta familiar supe secreta, ¿cierto? Aunque de tenerla… perdería la gracia si no la creaba y meramente la copiaba. –Vine a la playa en busca de… inspiración, puede que algo curioso y mágico que incorporar, a saber. ¿Ideas?-
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Elian tomó nota mental de todos los consejos que le estaba dando Valyria. Siendo francos, había pasado más tiempo haciendo remiendos y parches que en algo tan grande, a su parecer, como armaduras. La única que había elaborado hasta el momento era la suya propia, si es que se le podía llamar armadura a aquello, y estaba seguro de que no resistiría muchos golpes. Afortunadamente, no había tenido la oportunidad de comprobar cuán frágil era, en realidad.
Aún estaba calibrando las posibilidades con respecto a la dureza del cuero cuando la joven elfa comenzó a hablar de la feria de los brujos. Se la veía realmente entusiasmada con su trabajo. También con las riquezas que podía obtener, pero parecía una chica de bien, no iría por ahí gastándoselo todo en banalidades, ¿cierto? En cualquier caso, siempre resultaba inspirador ver a gente joven tan emocionada con faenas de bien. Casi le despertaban deseos de ponerse él también manos a la obra, a crear alguna pieza revolucionaria.
Un momento, ¿ideas? ¿Es que esperaba que se pusiera él también manos a la obra, a crear alguna pieza revolucionaria? Bueno, era una figura retórica, no es que estuviera a punto de encendérsele alguna lámpara en la mente con la respuesta a la gran incógnita… ¿O sí?
—¿Dijiste algo de bañar el cuero en ácido de los alquimistas? —preguntó acariciando distraídamente el pelo de conejo, mientras algo parecido a una idea, quizá un recuerdo, trataba de abrirse paso en su mente.
Al cabo de un momento, algo hizo click en alguna parte, no estaba seguro de dónde realmente, porque su cerebro no estaba hecho de engranajes ni nada parecido. Dejó la piel de conejo a un lado, se levantó y fue a hurgar en su mochila. Enseguida se oiría un tintineo.
—No estoy seguro de lo que es —dijo mientras se acercaba de nuevo a la muchacha con unas botellitas entre las manos—, la alquimia no es lo mío. Aunque teniendo en cuenta de dónde las saqué, me puedo hacer una idea. —Se sentó frente a la elfa y alzó uno de los frasquitos, para que ambos pudieran contemplar al trasluz su ambarino contenido— Tengo varias. Las saqué de una fiesta en que había mucha gente bailando. Bailando sin parar, quiero decir —añadió al percatarse de que había dicho una tontería. Se dio cuenta de que su explicación no lo arreglaba y agregó—: Me refiero a que no podían parar de bailar. Al parecer, les mezclaban esto o algo parecido con la comida. No estoy seguro de si serviría al contacto…
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OFF: Introduzco el objeto en cuestión: Poción de Baile
Aún estaba calibrando las posibilidades con respecto a la dureza del cuero cuando la joven elfa comenzó a hablar de la feria de los brujos. Se la veía realmente entusiasmada con su trabajo. También con las riquezas que podía obtener, pero parecía una chica de bien, no iría por ahí gastándoselo todo en banalidades, ¿cierto? En cualquier caso, siempre resultaba inspirador ver a gente joven tan emocionada con faenas de bien. Casi le despertaban deseos de ponerse él también manos a la obra, a crear alguna pieza revolucionaria.
Un momento, ¿ideas? ¿Es que esperaba que se pusiera él también manos a la obra, a crear alguna pieza revolucionaria? Bueno, era una figura retórica, no es que estuviera a punto de encendérsele alguna lámpara en la mente con la respuesta a la gran incógnita… ¿O sí?
—¿Dijiste algo de bañar el cuero en ácido de los alquimistas? —preguntó acariciando distraídamente el pelo de conejo, mientras algo parecido a una idea, quizá un recuerdo, trataba de abrirse paso en su mente.
Al cabo de un momento, algo hizo click en alguna parte, no estaba seguro de dónde realmente, porque su cerebro no estaba hecho de engranajes ni nada parecido. Dejó la piel de conejo a un lado, se levantó y fue a hurgar en su mochila. Enseguida se oiría un tintineo.
—No estoy seguro de lo que es —dijo mientras se acercaba de nuevo a la muchacha con unas botellitas entre las manos—, la alquimia no es lo mío. Aunque teniendo en cuenta de dónde las saqué, me puedo hacer una idea. —Se sentó frente a la elfa y alzó uno de los frasquitos, para que ambos pudieran contemplar al trasluz su ambarino contenido— Tengo varias. Las saqué de una fiesta en que había mucha gente bailando. Bailando sin parar, quiero decir —añadió al percatarse de que había dicho una tontería. Se dio cuenta de que su explicación no lo arreglaba y agregó—: Me refiero a que no podían parar de bailar. Al parecer, les mezclaban esto o algo parecido con la comida. No estoy seguro de si serviría al contacto…
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OFF: Introduzco el objeto en cuestión: Poción de Baile
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
No era la primera vez que intentaba que un desconocido le diera ideas para una receta revolucionaria, así que realmente no esperaba que de repente surgiera una idea magistral, pero entre las diferentes ideas y necesidades que la persona media podía tener, a lo mejor surgía algo.
Desde luego no esperaba que el tipo se sacara una poción mágica, pero no iba a quejarse en absoluto. –Si… creo que recuerdo esa fiesta.- mintió, solo recordaba una suave y esponjosa cola, y flashes de la cara a la que pertenecía. No había vuelto a ver a Esponjosa, trágicamente. Tosió, para centrarse. –Aunque unos zapatos para bailar automáticamente suenan interesantes, no creo que sea lo que podría decirse un producto estrella.- y allí iba a acabarse la discusión, pero… había una posibilidad…varias en realidad, pero basadas en el mismo principio. –Pero aunque no tenga interés en botas bailarinas, el principio de forzar movimientos en el usuario es interesante, solo teníamos que quitar la parte del baile y fijar otro efecto…- ya se estaba moviendo, sacando tela y cuero de su mochila, y preparando algún que otro material. Iría a buscar agua para hervir, necesitaba tiempo para pensar. –Supongo que si endurecemos el cuero con la poción diluida, parte de sus efectos deberían transmitirse, con suerte, lo suficientemente dispersos como para poder modificar el efecto.- iban a necesitar mucho, mucho cuero para probar.
¿Pero que quería probar exactamente? Las posibilidades con ropa que ejecutara movimientos automáticamente eran… enormes, y tenía que centrarse en una o dos cosas si quería conseguir un resultado. ¿Una capa con vida propia? Dramático, pero poco útil, aunque a lo mejor si usaba un muñeco podía conseguir que pareciera tener vida propia. ¿Unos guantes para… el tiro con arco, o algo que requiriera gran habilidad con los dedos como abrir cerraduras? Extremadamente especifico, pero de gran valor para los pocos individuos interesados. Pero sería más fácil seguir centrándose en los pies, pero para que hicieran otra cosa. ¿Más agilidad, para luchar en combate? O puede que para saltar de tejado en tejado…
Tantas posibilidades… saco una flecha, parando sus preparaciones para escribirlo todo en la arena antes de que se le olvidara. Encantar una mantícora de peluche sonaba absolutamente adorable, y si era suficientemente grande, unas agujas y tijeras aquí y allá y hasta sería útil. Y seguro que podía enseñarle al elfo algún truco de custodio para que tuviera vida de verdad… pero no había que menospreciar lo que unos guantes para disparar o abrir cerraduras, o puede que hasta conjurar automáticamente podían aportar. Y no podía olvidar lo mucho que a algunos les gustaba correr por los tejados y trepar y todo lo demás. No era lo suyo, pero con unas botas así, puede que se decidiera a intentarlo…
Desde luego no esperaba que el tipo se sacara una poción mágica, pero no iba a quejarse en absoluto. –Si… creo que recuerdo esa fiesta.- mintió, solo recordaba una suave y esponjosa cola, y flashes de la cara a la que pertenecía. No había vuelto a ver a Esponjosa, trágicamente. Tosió, para centrarse. –Aunque unos zapatos para bailar automáticamente suenan interesantes, no creo que sea lo que podría decirse un producto estrella.- y allí iba a acabarse la discusión, pero… había una posibilidad…varias en realidad, pero basadas en el mismo principio. –Pero aunque no tenga interés en botas bailarinas, el principio de forzar movimientos en el usuario es interesante, solo teníamos que quitar la parte del baile y fijar otro efecto…- ya se estaba moviendo, sacando tela y cuero de su mochila, y preparando algún que otro material. Iría a buscar agua para hervir, necesitaba tiempo para pensar. –Supongo que si endurecemos el cuero con la poción diluida, parte de sus efectos deberían transmitirse, con suerte, lo suficientemente dispersos como para poder modificar el efecto.- iban a necesitar mucho, mucho cuero para probar.
¿Pero que quería probar exactamente? Las posibilidades con ropa que ejecutara movimientos automáticamente eran… enormes, y tenía que centrarse en una o dos cosas si quería conseguir un resultado. ¿Una capa con vida propia? Dramático, pero poco útil, aunque a lo mejor si usaba un muñeco podía conseguir que pareciera tener vida propia. ¿Unos guantes para… el tiro con arco, o algo que requiriera gran habilidad con los dedos como abrir cerraduras? Extremadamente especifico, pero de gran valor para los pocos individuos interesados. Pero sería más fácil seguir centrándose en los pies, pero para que hicieran otra cosa. ¿Más agilidad, para luchar en combate? O puede que para saltar de tejado en tejado…
Tantas posibilidades… saco una flecha, parando sus preparaciones para escribirlo todo en la arena antes de que se le olvidara. Encantar una mantícora de peluche sonaba absolutamente adorable, y si era suficientemente grande, unas agujas y tijeras aquí y allá y hasta sería útil. Y seguro que podía enseñarle al elfo algún truco de custodio para que tuviera vida de verdad… pero no había que menospreciar lo que unos guantes para disparar o abrir cerraduras, o puede que hasta conjurar automáticamente podían aportar. Y no podía olvidar lo mucho que a algunos les gustaba correr por los tejados y trepar y todo lo demás. No era lo suyo, pero con unas botas así, puede que se decidiera a intentarlo…
- Spoiler:
- doy varias ideas potenciales, sin explorar ninguna
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Había esperado una negativa rotunda o, quizá, hasta unas risas. Después de todo, había soltado lo primero que le habían venido a la cabeza y sólo Isil sabía todo lo que había allí revuelto. Por ello, no le sorprendió que la idea de los zapatos de baile no fuera un gran éxito. Lo que no había esperado era el repentino cambio de actitud.
Sí, era mi idea, pensaba Elian mientras observaba a la muchacha revolver entre sus cosas, diluir la poción. Claro, que no es que fuera una técnica que él hubiese usado en alguna ocasión, así que se limitó a asentir. La experta era ella.
Animado por el entusiasmo de la chica, el elfo se acercó de nuevo a su mochila para sacar él también algunos utensilios. Iban a necesitar un recipiente lo bastante grande y agua para hervir el cuero. La de mar no serviría, probablemente lo resecaría demasiado, pero conocía la ubicación de un riachuelo cercano, donde había recogido agua la noche anterior.
Aún estaba evaluando sus recipientes cuando Valyria comenzó a escribir en la arena. Elian podía parecer un vagabundo sin oficio ni beneficio, pero era un elfo culto. A lo largo de su vida, había aprendido a leer y escribir élfico, común y hasta dracónico, aunque ese le costaba un poco más. Sin embargo, tuvo que concentrarse un poco para entender los garabatos apresurados de su hiperactiva compañera.
Pasó por alto el apunte sobre la mantícora de peluche. No es que no le viera utilidad, pero lo cierto es que la idea le causaba repelús. Si iban a usar algo que impulsara o mejorase el movimiento, él se decantaba por objetos más de utilidad general. Podía imaginarse perfectamente fabricando unos guantes de dedos ligeros para algún anciano artrítico que aún desease sentirse útil a su comunidad. Y la idea de las botas podía tener muchas aplicaciones en zonas de montaña, bosques densos o incluso pantanos. Ambas opciones podrían facilitar mucho la vida a la gente en las aldeas más apartadas.
Por otro lado, dándose cuenta del enfoque más… “aventurero” de su compañera, no pudo evitar que su mente divagara también por aquellos derroteros. ¿En qué medida podría ser útil un cuero imbuido en propiedades móviles en una situación de peligro? Se acuclilló junto al escrito de la elfa y dejó que su mente viajara durante un momento, mientras su mirada seguía, sin verlos realmente, los garabatos que aquella flecha dejaba gravados en la arena.
—¿Crees que podríamos sacar algunas aplicaciones defensivas de aquí? —dijo rascándose la barba con gesto pensativo—. Antes hablabas de endurecer el cuero para crear una buena armadura —añadió, cambiando el foco de su mirada de la arena a Valyria—. Es necesario para que la armadura proteja adecuadamente, lo entiendo, pero si quieres una buena protección, necesitas más dureza, lo que acaba por restringir mucho los movimientos. No sé, si pudiéramos hacer un cuero más “móvil” sin renunciar a su dureza, sería interesante, ¿no crees? O, qué sé yo —dijo levantándose de nuevo y volviéndose hacia sus cacharros—, con suficiente cantidad, igual hasta se defiende sola. —Esto último lo dijo entre risas, mientras tomaba un par de recipientes y antes de girarse de nuevo hacia la elfa—. Te confío mis bártulos —le dijo con una sonrisa—. Me voy a por agua, no tardaré.
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OFF: Añado un par de ideas más a lo dicho por Valyria (último párrafo). Resumiendo, al tratarse de una poción que obliga a bailar, nos estamos moviendo con la idea de dotar de cierta movilidad o facilidad de movimiento al cuero o tejido, con distintas posibilidades de aplicación, en función de lo que se elabore con él.
Sí, era mi idea, pensaba Elian mientras observaba a la muchacha revolver entre sus cosas, diluir la poción. Claro, que no es que fuera una técnica que él hubiese usado en alguna ocasión, así que se limitó a asentir. La experta era ella.
Animado por el entusiasmo de la chica, el elfo se acercó de nuevo a su mochila para sacar él también algunos utensilios. Iban a necesitar un recipiente lo bastante grande y agua para hervir el cuero. La de mar no serviría, probablemente lo resecaría demasiado, pero conocía la ubicación de un riachuelo cercano, donde había recogido agua la noche anterior.
Aún estaba evaluando sus recipientes cuando Valyria comenzó a escribir en la arena. Elian podía parecer un vagabundo sin oficio ni beneficio, pero era un elfo culto. A lo largo de su vida, había aprendido a leer y escribir élfico, común y hasta dracónico, aunque ese le costaba un poco más. Sin embargo, tuvo que concentrarse un poco para entender los garabatos apresurados de su hiperactiva compañera.
Pasó por alto el apunte sobre la mantícora de peluche. No es que no le viera utilidad, pero lo cierto es que la idea le causaba repelús. Si iban a usar algo que impulsara o mejorase el movimiento, él se decantaba por objetos más de utilidad general. Podía imaginarse perfectamente fabricando unos guantes de dedos ligeros para algún anciano artrítico que aún desease sentirse útil a su comunidad. Y la idea de las botas podía tener muchas aplicaciones en zonas de montaña, bosques densos o incluso pantanos. Ambas opciones podrían facilitar mucho la vida a la gente en las aldeas más apartadas.
Por otro lado, dándose cuenta del enfoque más… “aventurero” de su compañera, no pudo evitar que su mente divagara también por aquellos derroteros. ¿En qué medida podría ser útil un cuero imbuido en propiedades móviles en una situación de peligro? Se acuclilló junto al escrito de la elfa y dejó que su mente viajara durante un momento, mientras su mirada seguía, sin verlos realmente, los garabatos que aquella flecha dejaba gravados en la arena.
—¿Crees que podríamos sacar algunas aplicaciones defensivas de aquí? —dijo rascándose la barba con gesto pensativo—. Antes hablabas de endurecer el cuero para crear una buena armadura —añadió, cambiando el foco de su mirada de la arena a Valyria—. Es necesario para que la armadura proteja adecuadamente, lo entiendo, pero si quieres una buena protección, necesitas más dureza, lo que acaba por restringir mucho los movimientos. No sé, si pudiéramos hacer un cuero más “móvil” sin renunciar a su dureza, sería interesante, ¿no crees? O, qué sé yo —dijo levantándose de nuevo y volviéndose hacia sus cacharros—, con suficiente cantidad, igual hasta se defiende sola. —Esto último lo dijo entre risas, mientras tomaba un par de recipientes y antes de girarse de nuevo hacia la elfa—. Te confío mis bártulos —le dijo con una sonrisa—. Me voy a por agua, no tardaré.
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OFF: Añado un par de ideas más a lo dicho por Valyria (último párrafo). Resumiendo, al tratarse de una poción que obliga a bailar, nos estamos moviendo con la idea de dotar de cierta movilidad o facilidad de movimiento al cuero o tejido, con distintas posibilidades de aplicación, en función de lo que se elabore con él.
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Puede que una mantícora de peluche fuera demasiado grande para la cantidad de poción que tenían… ¿y si la hacía más pequeña? Una Miauticora. Pero entonces solo era un gato con alas, y no se engañaría fingiendo que sabía cómo hacer que el bicho volara, así que era un gato con adornos… -Defensivos…- murmuró, casi sin escuchar a su acompañante. –Sería posible hacer una armadura que desvié sola los golpes en teoría, pero lo mejor sería que no te dieran en absoluto…- que detectara los golpes y los evitara completamente sería ideal, pero… de dudosa viabilidad, lo último que querías en un combate era moverte accidentalmente. Pero estaba hablando de volver el cuero duro de la armadura media en el flexible de la ligera, manteniendo la dureza. –Es… posible, seguramente, inténtalo…- tenía sus dudas, pero sonaba dentro de lo realizable, solo habría una manera de probarlo.
Alzó la mano para despedirse de su aguador, mientras pensaba en esa última frase… Era una opción muy, muy interesante. Volvió a garabatear en la arena. Primero un pulpo, luego un látigo, luego una cuerda, que la verdad, lucia igual que el látigo, por lo que le hizo un lacito, y finalmente, una armadura tentacular. Se golpeó suavemente la mejilla con la flecha, con la parte emplumada, por supuesto, una solo cometía ese error una vez. El concepto de red no era nada novedoso, pero era mucho menos engorroso con una cuerda encantada, y conseguir que la cuerda hiciera una espiral no sonaba tan complicado… aunque iba a sufrir con el nudo. Pero no, la idea de tener brazos extra con los que golpear era… muy interesante. Ni siquiera necesitabas movimientos complejos, bastaba con que atacaran a quien se acercara, como las medusas.
Tantas, tantísimas opciones….
Se levantó, espolvoreándose la arena de encima, y se puso a trabajar. Seguramente lo mejor sería intentar una de cada, y luego centrar los esfuerzos en la que pareciera más exitosa. Ni siquiera tenía que hacer la pieza entera, una suela para las botas o un cacho de cuero endurecido para la armadura bastaría. Y tenía cuerda, que podía servir para probar la viabilidad de cualquiera de sus nuevas excentricidades. No estaba muy segura de como probar la parte de los guantes, pero con el cuero ahorrado, seguramente podía permitirse hacerlos enteros.
En cualquier caso, empezó a preparar las suelas de los zapatos y un buen cacho de cuero, ambas para endurecer. La cuerda no hacía falta endurecerla realmente… pero debía hacerlo si quería usar las propiedades de la poción, pero puso unas tiras también, por si la ropa se desmenuzaba, nunca había probado a hervirla, la verdad.
Alzó la mano para despedirse de su aguador, mientras pensaba en esa última frase… Era una opción muy, muy interesante. Volvió a garabatear en la arena. Primero un pulpo, luego un látigo, luego una cuerda, que la verdad, lucia igual que el látigo, por lo que le hizo un lacito, y finalmente, una armadura tentacular. Se golpeó suavemente la mejilla con la flecha, con la parte emplumada, por supuesto, una solo cometía ese error una vez. El concepto de red no era nada novedoso, pero era mucho menos engorroso con una cuerda encantada, y conseguir que la cuerda hiciera una espiral no sonaba tan complicado… aunque iba a sufrir con el nudo. Pero no, la idea de tener brazos extra con los que golpear era… muy interesante. Ni siquiera necesitabas movimientos complejos, bastaba con que atacaran a quien se acercara, como las medusas.
Tantas, tantísimas opciones….
Se levantó, espolvoreándose la arena de encima, y se puso a trabajar. Seguramente lo mejor sería intentar una de cada, y luego centrar los esfuerzos en la que pareciera más exitosa. Ni siquiera tenía que hacer la pieza entera, una suela para las botas o un cacho de cuero endurecido para la armadura bastaría. Y tenía cuerda, que podía servir para probar la viabilidad de cualquiera de sus nuevas excentricidades. No estaba muy segura de como probar la parte de los guantes, pero con el cuero ahorrado, seguramente podía permitirse hacerlos enteros.
En cualquier caso, empezó a preparar las suelas de los zapatos y un buen cacho de cuero, ambas para endurecer. La cuerda no hacía falta endurecerla realmente… pero debía hacerlo si quería usar las propiedades de la poción, pero puso unas tiras también, por si la ropa se desmenuzaba, nunca había probado a hervirla, la verdad.
- Spoiler:
- moar ideas
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Inténtalo. ¿Por qué no?, se dijo el elfo mientras se alejaba de la arena para adentrarse en la vegetación. Después de todo, era experimentando como se llegaba a hacer algún avance. Claro que, a él, no se le hubiera ocurrido experimentar con algo tan cotidiano. Era en momentos como esos en los que se daba cuenta de la importancia de tratar con gente joven: hacían que a uno se le reavivase el espíritu.
Cuando llegó al riachuelo, metió dentro los dos recipientes que llevaba consigo y los dejó ahí mientras se tomaba un tiempo para recoger algo más de madera. La iban a necesitar para hervir todo ese agua. Después de juntar una buena cantidad, hizo un atado con ella y se la colgó de la espalda. Luego, se agachó junto a la corriente de agua y levantó con cuidado sus recipientes, primero uno y luego el otro.
—¿Sigues aquí? —bromeó al ver a Valyria aún en el campamento—. Me alegro. No es que lleve muchas cosas conmigo, pero se me haría pesado tener que reponerlas. Y no —añadió mientras se agachaba para liberarse del peso que portaba—, no habría sido la primera vez. Se ve que algunos no aprendemos.
Tras dejar en el suelo lo que traía, se dedicó a apartar la olla del guiso de las brasas y avivar el fuego antes de colocar un recipiente más grande encima. Le llevaría un poco hervir, pero, con suerte, tendrían suficiente para hacer algunas pruebas.
Vio que la elfa tenía ya algunos materiales de prueba entre las manos, lista para lo que pudiera surgir, pero antes de imitarla con su propio material, se fijó en los nuevos garabatos que había sobre la arena. Le pareció distinguir una medusa y un par de serpientes, una de ellas con un lacito. Sin duda, a la muchacha le gustaban sus peluches, aunque tenía gustos un tanto extraños en cuanto a formas.
Sin poder evitar preguntarse qué clase de infancia habría tenido la chica, se acercó de nuevo a la hoguera para reunir sus propias muestras. Había decidido que probaría la idea de los guantes con una de las pieles de conejo, aunque no estaba seguro de cómo quedaría el pelo después de un hervido. Luego, reunió algunos fragmentos de cuero que le habían sobrado de un trabajo anterior. Podía probar a endurecerlo, como le había sugerido Valyria, y ver si conservaba alguna de las propiedades de la poción.
Finalmente, decidió probar también con un paño de lino que había tejido unas semanas atrás. Se le había ocurrido, de repente, que no sólo los guerreros podían verse en problemas. ¿No sería interesante un traje que repeliera de algún modo a los enemigos? Sólo con que ayudase a un viajero frágil a mantenerse alejado o esquivar el peligro, podría resultar útil.*
—Entonces —dijo cuando escuchó el sonido inconfundible que el agua que está cerca de alcanzar el punto de ebullición—, ¿ponemos a hervir el material y vertemos la poción con ello dentro o va primero la poción?
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OFF: * Otra idea que tiro al aire, ¿quizá sirva para dar una propiedad distinta a ropas arcanas?
Cuando llegó al riachuelo, metió dentro los dos recipientes que llevaba consigo y los dejó ahí mientras se tomaba un tiempo para recoger algo más de madera. La iban a necesitar para hervir todo ese agua. Después de juntar una buena cantidad, hizo un atado con ella y se la colgó de la espalda. Luego, se agachó junto a la corriente de agua y levantó con cuidado sus recipientes, primero uno y luego el otro.
—¿Sigues aquí? —bromeó al ver a Valyria aún en el campamento—. Me alegro. No es que lleve muchas cosas conmigo, pero se me haría pesado tener que reponerlas. Y no —añadió mientras se agachaba para liberarse del peso que portaba—, no habría sido la primera vez. Se ve que algunos no aprendemos.
Tras dejar en el suelo lo que traía, se dedicó a apartar la olla del guiso de las brasas y avivar el fuego antes de colocar un recipiente más grande encima. Le llevaría un poco hervir, pero, con suerte, tendrían suficiente para hacer algunas pruebas.
Vio que la elfa tenía ya algunos materiales de prueba entre las manos, lista para lo que pudiera surgir, pero antes de imitarla con su propio material, se fijó en los nuevos garabatos que había sobre la arena. Le pareció distinguir una medusa y un par de serpientes, una de ellas con un lacito. Sin duda, a la muchacha le gustaban sus peluches, aunque tenía gustos un tanto extraños en cuanto a formas.
Sin poder evitar preguntarse qué clase de infancia habría tenido la chica, se acercó de nuevo a la hoguera para reunir sus propias muestras. Había decidido que probaría la idea de los guantes con una de las pieles de conejo, aunque no estaba seguro de cómo quedaría el pelo después de un hervido. Luego, reunió algunos fragmentos de cuero que le habían sobrado de un trabajo anterior. Podía probar a endurecerlo, como le había sugerido Valyria, y ver si conservaba alguna de las propiedades de la poción.
Finalmente, decidió probar también con un paño de lino que había tejido unas semanas atrás. Se le había ocurrido, de repente, que no sólo los guerreros podían verse en problemas. ¿No sería interesante un traje que repeliera de algún modo a los enemigos? Sólo con que ayudase a un viajero frágil a mantenerse alejado o esquivar el peligro, podría resultar útil.*
—Entonces —dijo cuando escuchó el sonido inconfundible que el agua que está cerca de alcanzar el punto de ebullición—, ¿ponemos a hervir el material y vertemos la poción con ello dentro o va primero la poción?
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OFF: * Otra idea que tiro al aire, ¿quizá sirva para dar una propiedad distinta a ropas arcanas?
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
La elfa paró unos segundos lo que estaba haciendo cuando su acompañante volvió, pensándose muy bien sus siguientes palabras. –Una vez debería ser suficiente…- suspiró. –Podrías llevar un cofre o algo así, y simplemente cerrarlo… hay un encantamiento que lo atrae hacia ti volando. Creo que es para hachas y esas cosas pero puede…- siguieron trabajando cada uno con lo suyo, hasta que el agua empezó a hervir.
Y entonces les asaltó una pequeña duda.
Una buena y pertinente pregunta.
-Uh…- no era alquimista, así que no era como si pudiera responder adecuadamente con su experiencia alquímica. Pero… podía hacer alguna asunción lógica. –Creo que si la poción hierve mucho tiempo, el calor la echara a perder por lo que supongo que… cuero primero y luego la poción, para que cale con el endurecimiento.- usaría solo una parte de los materiales, y por lo tanto, una parte de la poción también, por si acaso, mejor contar con la mitad de las opciones porque había metido la pata la primera vez, que con ninguna.
Así que metió las suelas de zapato y el látigo y una vez su compañero hubo metido lo que considerara, vertió un poco de la poción y preparó las pinzas para sacar los primeros experimentos. Y unos segundos más tarde, tenía sus pequeños experimentos.
La buena noticia era que poción después parecía funcionar, a juzgar por como el látigo ondulaba solo, allí tirado en el suelo parecía una serpiente marrón. La mala, que ondulaba, no había ningún latigazo, que era lo que necesitaba al fin y al cabo de un látigo. Después de perseguirlo una preocupante cantidad de tiempo por la arena, lo cogió, para ver si la gravedad o algo cambiaba su efecto. Puede que no hiciera latigazos porque estaba contra la arena o algo.
No, seguía ondeando, algo más bajo por la gravedad. Raro… pero puede que pudiese arreglarlo, poner una garra en la punta, o trucar el látigo con un refuerzo en uno de los lados para forzar los latigazos en el lado contrario… planes para el futuro, ahora le tocaba a las botas. Les puso cintas para poder ligarlas a sus pies y espero. No ocurrió nada, así que dio una palmada, y luego un saltito, y finalmente, cuando chocó los talones, empezaron a moverse.
No tardó en caer al suelo. Sus zapatos improvisados no eran adecuados para unos movimientos tan bruscos y no tardó en resbalar y comerse la arena. Al menos se apagaban con otro toque de talones. Giró, aún en el suelo, mirando el cielo. Bien… funcionaba… ahora solo tenía que conseguir que hiciera lo que ella quería.
Y entonces les asaltó una pequeña duda.
Una buena y pertinente pregunta.
-Uh…- no era alquimista, así que no era como si pudiera responder adecuadamente con su experiencia alquímica. Pero… podía hacer alguna asunción lógica. –Creo que si la poción hierve mucho tiempo, el calor la echara a perder por lo que supongo que… cuero primero y luego la poción, para que cale con el endurecimiento.- usaría solo una parte de los materiales, y por lo tanto, una parte de la poción también, por si acaso, mejor contar con la mitad de las opciones porque había metido la pata la primera vez, que con ninguna.
Así que metió las suelas de zapato y el látigo y una vez su compañero hubo metido lo que considerara, vertió un poco de la poción y preparó las pinzas para sacar los primeros experimentos. Y unos segundos más tarde, tenía sus pequeños experimentos.
La buena noticia era que poción después parecía funcionar, a juzgar por como el látigo ondulaba solo, allí tirado en el suelo parecía una serpiente marrón. La mala, que ondulaba, no había ningún latigazo, que era lo que necesitaba al fin y al cabo de un látigo. Después de perseguirlo una preocupante cantidad de tiempo por la arena, lo cogió, para ver si la gravedad o algo cambiaba su efecto. Puede que no hiciera latigazos porque estaba contra la arena o algo.
No, seguía ondeando, algo más bajo por la gravedad. Raro… pero puede que pudiese arreglarlo, poner una garra en la punta, o trucar el látigo con un refuerzo en uno de los lados para forzar los latigazos en el lado contrario… planes para el futuro, ahora le tocaba a las botas. Les puso cintas para poder ligarlas a sus pies y espero. No ocurrió nada, así que dio una palmada, y luego un saltito, y finalmente, cuando chocó los talones, empezaron a moverse.
No tardó en caer al suelo. Sus zapatos improvisados no eran adecuados para unos movimientos tan bruscos y no tardó en resbalar y comerse la arena. Al menos se apagaban con otro toque de talones. Giró, aún en el suelo, mirando el cielo. Bien… funcionaba… ahora solo tenía que conseguir que hiciera lo que ella quería.
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
—¿Un encantamiento, dices? No se me había ocurrido. Aunque, si tal encantamiento existe, me sorprende que los porteadores de Aerandir no anden por ahí destruyendo talleres arcanos. Un encantamiento que atrae objetos hacia ti… —Silbó— No me extrañaría que vieran peligrar sus trabajos.
Siguió las instrucciones y el ejemplo de la muchacha en lo tocante a la poción y los tiempos de hervido y, poco tiempo después, llegó el momento de analizar sus resultados. El paño de lino fue lo último que metió a la olla, muy poco antes de que Valyria vertiera la poción, y lo primero que sacó, pues no estaba del todo seguro de cómo reaccionarían las fibras vegetales al hervido.
El paño no se deshizo, lo cual era algo bueno, aunque sí notó un ligero cambio en el color tras el hervido. Esperando que no afectase a la caída o textura de la tela, la tomó por dos de sus extremos, con cuidado de no quemarse, y sacudió un par de veces con fuerza para intentar expulsar la mayor cantidad de agua. La tela ondeó un poco más de lo esperad. O quizá mucho más de lo esperado. Y siguió ondeando después de que el elfo detuviera sus sacudidas.
Aquello era bueno, ¿cierto? Movimiento era lo que buscaban, después de todo. Elian se volvió hacia la elfa con una sonrisa de triunfo, pero ella estaba demasiado ocupada en perseguir una de sus muestras por la arena de la playa. La primera parte del experimento parecía haber sido todo un éxito. Más o menos. Su paño de lino ondeaba en el aire, pero, así, de entrada, eso no parecía muy útil.
Con un amplio movimiento en arco de ambos brazos, agitó el tejido en el aire, con intención de echárselo sobre los hombros. Al paño debió gustarle la sensación, porque el elfo acabó dando varias vueltas sobre sí mismo siguiendo el mismo patrón de movimiento, con el paño agitándose en lo alto. Finalmente, el mareo le hizo perder el equilibrio y cayó al suelo de rodillas, con el paño aún en movimiento, arrugándose entre sus puños.
Mientras esperaba a que el suelo dejara de moverse, se le ocurrió que quizá habría sido mejor idea probar con una prenda ya cosida, porque no se le ocurría cómo iba a trabajar con un tejido que tenía voluntad propia, pero antes de que llegara a decir nada en voz alta, le pareció ver algo peludo arrastrándose entre la arena en dirección al bosque. Tras enfocar un poco mejor la vista, se dio cuenta de que aquello se parecía sospechosamente al pelo de conejo mojado y un rápido vistazo un poco más atrás, le confirmó que se trataba, concretamente, de su piel de conejo mojado.
—¡Hey!, ¿a dónde crees que vas? —dijo mientras apretaba el lino en un sólo puño y hacía un primer intento de levantarse. Lo consiguió, pero al cabo de un par de pasos, clavó una rodilla en tierra otra vez—. ¡Espera ahí! —Se levantó de nuevo y avanzó un par de pasos más, con cuidado de no volver a caer. La piel de conejo continuaba su huida—. ¡Nuitha! —ordenó el elfo, que aún no daba alcance a su presa.
Aparentemente, la piel de conejo, al menos la de aquella zona, o quizá sólo esa en concreto, entendía élfico, porque se detuvo en el acto. Elian llegó a su lado y la recogió para examinarla de cerca. Al acariciar el pelo para comprobar si se habría arruinado, le pareció que se estremecía.
—Eh, Valyria, mira esto —dijo—. No sólo se mueve la piel en sí, también los pelos parecen vibr…
Fue al terminar de volverse hacia la hoguera que se fijó en la elfa tirada en el suelo. Al parecer, no era el único que había obtenido resultados interesantes. Se apresuró a ofrecerle su mano para ayudarla a levantar y le mostró lo que había obtenido.
—Parece que las muestras tienen cierta capacidad de obedecer órdenes —dijo, aunque no muy convencido—. ¿Crees que será cuestión de ajustar las proporciones para que podamos controlar de alguna manera el resultado final o hará falta un alquimista para agregar algún componente? —Esperaba que fuera lo primero, porque la cosa podía volverse muy cara si metían en el ajo a alguno de esos tipos.
En aquel momento, se acordó de que había dejado otra muestra junto a la hoguera y se apresuró a ver si seguía allí. Así era. El fragmento de cuero no parecía moverse como lo hacían el lino o la piel de conejo. Tal vez necesitaba algún tipo de señal para hacerlo. Elian lo tomó en sus manos y lo retorció en varias direcciones. Se veía bastante flexible.
—¿Tienes algo por ahí con lo que podamos probar qué tan duro es? —preguntó a su compañera.
Siguió las instrucciones y el ejemplo de la muchacha en lo tocante a la poción y los tiempos de hervido y, poco tiempo después, llegó el momento de analizar sus resultados. El paño de lino fue lo último que metió a la olla, muy poco antes de que Valyria vertiera la poción, y lo primero que sacó, pues no estaba del todo seguro de cómo reaccionarían las fibras vegetales al hervido.
El paño no se deshizo, lo cual era algo bueno, aunque sí notó un ligero cambio en el color tras el hervido. Esperando que no afectase a la caída o textura de la tela, la tomó por dos de sus extremos, con cuidado de no quemarse, y sacudió un par de veces con fuerza para intentar expulsar la mayor cantidad de agua. La tela ondeó un poco más de lo esperad. O quizá mucho más de lo esperado. Y siguió ondeando después de que el elfo detuviera sus sacudidas.
Aquello era bueno, ¿cierto? Movimiento era lo que buscaban, después de todo. Elian se volvió hacia la elfa con una sonrisa de triunfo, pero ella estaba demasiado ocupada en perseguir una de sus muestras por la arena de la playa. La primera parte del experimento parecía haber sido todo un éxito. Más o menos. Su paño de lino ondeaba en el aire, pero, así, de entrada, eso no parecía muy útil.
Con un amplio movimiento en arco de ambos brazos, agitó el tejido en el aire, con intención de echárselo sobre los hombros. Al paño debió gustarle la sensación, porque el elfo acabó dando varias vueltas sobre sí mismo siguiendo el mismo patrón de movimiento, con el paño agitándose en lo alto. Finalmente, el mareo le hizo perder el equilibrio y cayó al suelo de rodillas, con el paño aún en movimiento, arrugándose entre sus puños.
Mientras esperaba a que el suelo dejara de moverse, se le ocurrió que quizá habría sido mejor idea probar con una prenda ya cosida, porque no se le ocurría cómo iba a trabajar con un tejido que tenía voluntad propia, pero antes de que llegara a decir nada en voz alta, le pareció ver algo peludo arrastrándose entre la arena en dirección al bosque. Tras enfocar un poco mejor la vista, se dio cuenta de que aquello se parecía sospechosamente al pelo de conejo mojado y un rápido vistazo un poco más atrás, le confirmó que se trataba, concretamente, de su piel de conejo mojado.
—¡Hey!, ¿a dónde crees que vas? —dijo mientras apretaba el lino en un sólo puño y hacía un primer intento de levantarse. Lo consiguió, pero al cabo de un par de pasos, clavó una rodilla en tierra otra vez—. ¡Espera ahí! —Se levantó de nuevo y avanzó un par de pasos más, con cuidado de no volver a caer. La piel de conejo continuaba su huida—. ¡Nuitha! —ordenó el elfo, que aún no daba alcance a su presa.
Aparentemente, la piel de conejo, al menos la de aquella zona, o quizá sólo esa en concreto, entendía élfico, porque se detuvo en el acto. Elian llegó a su lado y la recogió para examinarla de cerca. Al acariciar el pelo para comprobar si se habría arruinado, le pareció que se estremecía.
—Eh, Valyria, mira esto —dijo—. No sólo se mueve la piel en sí, también los pelos parecen vibr…
Fue al terminar de volverse hacia la hoguera que se fijó en la elfa tirada en el suelo. Al parecer, no era el único que había obtenido resultados interesantes. Se apresuró a ofrecerle su mano para ayudarla a levantar y le mostró lo que había obtenido.
—Parece que las muestras tienen cierta capacidad de obedecer órdenes —dijo, aunque no muy convencido—. ¿Crees que será cuestión de ajustar las proporciones para que podamos controlar de alguna manera el resultado final o hará falta un alquimista para agregar algún componente? —Esperaba que fuera lo primero, porque la cosa podía volverse muy cara si metían en el ajo a alguno de esos tipos.
En aquel momento, se acordó de que había dejado otra muestra junto a la hoguera y se apresuró a ver si seguía allí. Así era. El fragmento de cuero no parecía moverse como lo hacían el lino o la piel de conejo. Tal vez necesitaba algún tipo de señal para hacerlo. Elian lo tomó en sus manos y lo retorció en varias direcciones. Se veía bastante flexible.
—¿Tienes algo por ahí con lo que podamos probar qué tan duro es? —preguntó a su compañera.
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Se estaba bien en la arena, estaba calentita, aunque luego le fuera a picar todo el cuerpo. Pero aún tenía cosas que probar y estaba reuniendo fuerzas para levantarse y probar el resto. Con la mano del elfo allí extendido ante ella, reunió las fuerzas necesarias, simplemente porque le daba vergüenza alargar más la situación. Obedecían órdenes. Eso era bueno, muy, muy bueno en realidad. –No sé nada de alquimia, así que deberíamos intentar solucionarlo con métodos curtiduriles únicamente.- de nada le servía tener una fantástica receta si debía cumplir quito requisitos de otras 6 profesiones diferentes. Aceptaría arcanos, si no fuera porque su acompañante no parecía arcanista.
Se espolvoreo la arena y volvió a azuzar el fuego por un instante, antes de pensárselo mejor por un momento. –Ordenes… me pregunto si podría simplemente… - tenía tela. Y relleno, así que hizo un apaño rápido. Iba a estar calado hasta los hues… relleno, pero así la magia se impregnaría bien. Un poco de hilo, costuras aquí y allá y junto a la cuerda, arrojó también un peluche hecho rápidamente. Con forma de gato, por supuesto.
También era una forma de comprobar si podía reusar el agua, no quería gastar una poción cada vez, así que tener que añadir solo unas gotas o incluso simplemente reciclar el agua mágica indefinidamente sería un gran progreso. Ninguna de esas dos cosas necesitaba curtirse de verdad, así que esperó un poco, agitando sus nuevos inventos con un palito para que se remojaran bien. Y cuando estuvo satisfecha, basándose en absolutamente nada, los sacó, escurriendo un poco al pobre gato y dejándolo balanceándose en el borde de la olla para que no se llenara de arena.
Y esgrimió la cuerda triunfante, que parecía mecerse lentamente en un viento inexistente. –Obedéceme, ¡ata!- y se encontró mirando al suelo otra vez, con su cuerpo constreñido. Demasiado, quitándole el aire del cuerpo. En retrospectiva, puede que pedirle eso sin un objetivo claro aparte de ella hubiera sido mala idea. O puede que hasta tuviera que arrojarla. En cualquier caso, si solo funcionaba con uno mismo… podía vender eso entre su clientela, cosa que decía bastantes cosas de sus clientes habituales. Si podía cancelarse, por supuesto. –Anular, cancelar, para, desata.- probó en una retahíla de elfico. Alguno funcionó, aunque a saber cuál. Lo importante es que la cuerda se volvió laxa y unos cuantos manotazos y patadas la libraron del engorro.
-Bueno…huh…- tosió un poco para ocultar la vergüenza. –todo un éxito, aunque hay que pulirlo un poco.-
Se espolvoreo la arena y volvió a azuzar el fuego por un instante, antes de pensárselo mejor por un momento. –Ordenes… me pregunto si podría simplemente… - tenía tela. Y relleno, así que hizo un apaño rápido. Iba a estar calado hasta los hues… relleno, pero así la magia se impregnaría bien. Un poco de hilo, costuras aquí y allá y junto a la cuerda, arrojó también un peluche hecho rápidamente. Con forma de gato, por supuesto.
También era una forma de comprobar si podía reusar el agua, no quería gastar una poción cada vez, así que tener que añadir solo unas gotas o incluso simplemente reciclar el agua mágica indefinidamente sería un gran progreso. Ninguna de esas dos cosas necesitaba curtirse de verdad, así que esperó un poco, agitando sus nuevos inventos con un palito para que se remojaran bien. Y cuando estuvo satisfecha, basándose en absolutamente nada, los sacó, escurriendo un poco al pobre gato y dejándolo balanceándose en el borde de la olla para que no se llenara de arena.
Y esgrimió la cuerda triunfante, que parecía mecerse lentamente en un viento inexistente. –Obedéceme, ¡ata!- y se encontró mirando al suelo otra vez, con su cuerpo constreñido. Demasiado, quitándole el aire del cuerpo. En retrospectiva, puede que pedirle eso sin un objetivo claro aparte de ella hubiera sido mala idea. O puede que hasta tuviera que arrojarla. En cualquier caso, si solo funcionaba con uno mismo… podía vender eso entre su clientela, cosa que decía bastantes cosas de sus clientes habituales. Si podía cancelarse, por supuesto. –Anular, cancelar, para, desata.- probó en una retahíla de elfico. Alguno funcionó, aunque a saber cuál. Lo importante es que la cuerda se volvió laxa y unos cuantos manotazos y patadas la libraron del engorro.
-Bueno…huh…- tosió un poco para ocultar la vergüenza. –todo un éxito, aunque hay que pulirlo un poco.-
Valyria
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
—Pulirlo un poco —repitió Elian pensativo con el cuero reforzado aún en la mano—. Sí, es una forma de decirlo.
Una forma poco fiel a la verdad, si le preguntaban. Lo cierto era que, hasta el momento, habían obtenido resultados más bien aleatorios. Sí, las cosas se movían… excepto aquel pedazo de cuero. ¿Por qué?
Tal vez, se dijo, por tratarse de una pieza más recia. ¿Qué tan recia? El cuero se había hervido como había aconsejado Valyria para darle una mayor resistencia. Era un cuero reforzado, por lo que debería ser más resistente que su vieja armadura ligera.
Revolvió entre sus cosas y sacó el peto de cuero que, dicho sea de paso, apenas usaba, y lo comparó con la muestra que tenía en sus manos. Flexionó y estrujó ambas piezas. Sí, la movilidad de la pieza reforzada era comparable a la de la armadura ligera a pesar de que la muestra era más gruesa.
El siguiente paso era comprobar su dureza. Primero, sacó el resto de piezas de la armadura y las metió dentro del peto, junto con algunas piezas de tela, para amalgamar un poco el bulto. Después, sacó el cuchillo con el que había destripado a los conejos y se lanzó a asestar cuchilladas con todas sus fuerzas.
Como era de esperar, terminó con un peto lleno de rajas, pero era una armadura vieja que pedía a gritos una reposición, así que no le importó demasiado; tenía que comprobar si había conseguido algo con aquel experimento.
Terminado el proceso, vació el peto y cubrió el bulto con la nueva pieza de cuero antes de lanzarse otra vez cuchillo en mano. Finalmente, se concentró en comparar las marcas de cuchillo. Lo ideal sería que éste penetrase con menos fuerza en la pieza de cuero reforzado. De ser así, aquello podría servir para crear una armadura más resistente, pero sin las limitaciones de movilidad de las armaduras reforzadas.
—¿Sabes? —dijo de repente alzando la vista de las marcas—, creo que tienes razón: ¡pulirlo! Quizá la clave está en las herramientas. Los alquimistas no usan verdadera magia para preparar sus elixires, ¿cierto? Utilizan ingredientes a los que cualquiera podría tener acceso: plantas, partes de animales, minerales… Sólo tenemos que replicar esas condiciones en las herramientas que utilicemos. Así controlaríamos todo el proceso de elaboración, sin depender del azar ni encarecer el producto con pociones.
Casi sin esperar la contestación de la elfa, asintió para sí mientras volvía la vista a la pieza de cuero. Al cabo de un momento, volvió a hablar, aunque más parecía que estuviera pensando en voz alta.
—Esto va a requerir unas cuantas pruebas más, pero creo que tenemos algo interesante entre manos. Me pregunto si podremos alquilar un almacén para trabajar unos días en algún pueblo cercano.
Una forma poco fiel a la verdad, si le preguntaban. Lo cierto era que, hasta el momento, habían obtenido resultados más bien aleatorios. Sí, las cosas se movían… excepto aquel pedazo de cuero. ¿Por qué?
Tal vez, se dijo, por tratarse de una pieza más recia. ¿Qué tan recia? El cuero se había hervido como había aconsejado Valyria para darle una mayor resistencia. Era un cuero reforzado, por lo que debería ser más resistente que su vieja armadura ligera.
Revolvió entre sus cosas y sacó el peto de cuero que, dicho sea de paso, apenas usaba, y lo comparó con la muestra que tenía en sus manos. Flexionó y estrujó ambas piezas. Sí, la movilidad de la pieza reforzada era comparable a la de la armadura ligera a pesar de que la muestra era más gruesa.
El siguiente paso era comprobar su dureza. Primero, sacó el resto de piezas de la armadura y las metió dentro del peto, junto con algunas piezas de tela, para amalgamar un poco el bulto. Después, sacó el cuchillo con el que había destripado a los conejos y se lanzó a asestar cuchilladas con todas sus fuerzas.
Como era de esperar, terminó con un peto lleno de rajas, pero era una armadura vieja que pedía a gritos una reposición, así que no le importó demasiado; tenía que comprobar si había conseguido algo con aquel experimento.
Terminado el proceso, vació el peto y cubrió el bulto con la nueva pieza de cuero antes de lanzarse otra vez cuchillo en mano. Finalmente, se concentró en comparar las marcas de cuchillo. Lo ideal sería que éste penetrase con menos fuerza en la pieza de cuero reforzado. De ser así, aquello podría servir para crear una armadura más resistente, pero sin las limitaciones de movilidad de las armaduras reforzadas.
—¿Sabes? —dijo de repente alzando la vista de las marcas—, creo que tienes razón: ¡pulirlo! Quizá la clave está en las herramientas. Los alquimistas no usan verdadera magia para preparar sus elixires, ¿cierto? Utilizan ingredientes a los que cualquiera podría tener acceso: plantas, partes de animales, minerales… Sólo tenemos que replicar esas condiciones en las herramientas que utilicemos. Así controlaríamos todo el proceso de elaboración, sin depender del azar ni encarecer el producto con pociones.
Casi sin esperar la contestación de la elfa, asintió para sí mientras volvía la vista a la pieza de cuero. Al cabo de un momento, volvió a hablar, aunque más parecía que estuviera pensando en voz alta.
—Esto va a requerir unas cuantas pruebas más, pero creo que tenemos algo interesante entre manos. Me pregunto si podremos alquilar un almacén para trabajar unos días en algún pueblo cercano.
Elian
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Re: Bajo la piel del mar [Feria de Invierno][Finalizado]
Ignoro educadamente a su compañero de profesión. Uno no hacía comentarios sobre personas que apuñalaban maniacamente una armadura. Es decir, sabía que era para probar la dureza, en el fondo lo sabía, pero sentía que aun así debía aplicar la cortesía y correr un tupido velo, fingir que no había visto nada. Y era fácil, porque su pequeñín ya estaba listo, otra vez basándose en absolutamente nada. Lo pescó de la olla y lo dejo escurrirse un poco al aire, mirando de reojo las puñaladas, hasta que el hombre levantó la vista. No dio un respingo y por eso se merecía una galleta.
-Ah…si, supongo…- una cosa era encontrar los ingredientes e incluirlos en el proceso de curtido, eso era lo que estaban haciendo, pero ahorrándose las pociones, pero mejorar sus propias herramientas… No podía hervir una aguja, o un cuchillo o unas tijeras, se oxidarían. Se le pasó por la cabeza simplemente… mojarlas en la poción y dejarlas secar, pero era el mismo problema, se desgastarían con el tiempo… -Si, creo que encontrar un alquimista para que nos de los ingredientes o un arcanista para que nos encante equipo será la mejor opción a largo plazo…- pero antes, Zarpitas.
Dejó el gato en la arena, ya mayoritariamente seco, y esperó. Y esperó. Entonces lo empujó con el dedo y por fin empezó a moverse, alzando las patitas aquí y allá, moviéndose un poco pero sin moverse demasiado del sitio.
La verdad, no estaba segura de sí había creado vida, pero estaba borracha, o era un peluche bailarín. Una requería pulir el concepto, la otra era más bien inútil salvo para espectáculos infantiles, y sabiendo el origen de la magia que movía el peluche, se inclinaba por la segunda opción.
Pero la idea de tener un enorme peluche como montura… vale, muy útil no sería, pero… quería intentarlo. -Vamos a ver si alguien nos deja un taller… tenemos muchas cosas que comprobar…- Y, mirando la pila de intentos que habían hecho.... iban a necesitar varios viajes para cargar todo eso.
Todo fuese por la receta... esa dulce dulce receta que la haría rica.
-Ah…si, supongo…- una cosa era encontrar los ingredientes e incluirlos en el proceso de curtido, eso era lo que estaban haciendo, pero ahorrándose las pociones, pero mejorar sus propias herramientas… No podía hervir una aguja, o un cuchillo o unas tijeras, se oxidarían. Se le pasó por la cabeza simplemente… mojarlas en la poción y dejarlas secar, pero era el mismo problema, se desgastarían con el tiempo… -Si, creo que encontrar un alquimista para que nos de los ingredientes o un arcanista para que nos encante equipo será la mejor opción a largo plazo…- pero antes, Zarpitas.
Dejó el gato en la arena, ya mayoritariamente seco, y esperó. Y esperó. Entonces lo empujó con el dedo y por fin empezó a moverse, alzando las patitas aquí y allá, moviéndose un poco pero sin moverse demasiado del sitio.
La verdad, no estaba segura de sí había creado vida, pero estaba borracha, o era un peluche bailarín. Una requería pulir el concepto, la otra era más bien inútil salvo para espectáculos infantiles, y sabiendo el origen de la magia que movía el peluche, se inclinaba por la segunda opción.
Pero la idea de tener un enorme peluche como montura… vale, muy útil no sería, pero… quería intentarlo. -Vamos a ver si alguien nos deja un taller… tenemos muchas cosas que comprobar…- Y, mirando la pila de intentos que habían hecho.... iban a necesitar varios viajes para cargar todo eso.
Todo fuese por la receta... esa dulce dulce receta que la haría rica.
Valyria
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