Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
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Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
La felicidad acompaña sólo a aquellos que son capaces de buscarla, pero yo que prefiero los arañazos antes que las caricias, los gritos antes que los susurros y la adrenalina de ser perseguida por lo fiero y no lo manso; Así me hallo por los bosques, dando zancadas hasta que aumento el ritmo y corro como si mi alma fuese guiada por el diablo, que insistente no se dejará coger por las alimañas que me empapan a base de exhalos abrasadores, inciertos hasta que por suerte, o quizás habilidad a la hora de cerrar sus terribles fauces se afianzan a mi capa negruzca, destrozando la tela y tirándome hacia atrás.
Intento mantener el equilibrio, no obstante en el último segundo prefiero abalanzarme hacia un lado para evadir un zarpazo letal, recostada desde el suelo contemplo la belleza de lo desconocido. Pelaje azabache, de expresión siniestra donde unos ojos encarnados congelan mis articulaciones, no tienen cabeza, ¿o sí? Son calavéricas y la pelambrera que caen por sus costados brillan sedientos de sangre que los galardone. Uno, dos, el tercero ha quedado rezagado y sinceramente, no perderé el tiempo ni me dejaré despedazar por estos dioses del bosque. En otra ronda desesperada del más rudo, en un intento de espachurrarme en contra de la impía naturaleza con sus zarpas ruedo por la pradera, su igual, de tamaño menudo salta encima mía y yo me encojo cual ovillo bajo esas cuatro patas que por fortuna, son demasiado anchas como para juntarse en el centro de su estómago que es donde me ubico, bato las pestañas y sin miramientos alzo el brazo más próximo a su vientre, golpeándole con el codo hasta que vocifera y yo me lo tomo como señal de fuga.
No los mataré, ¿por qué? Solo defienden su territorio de una extraña, por lo tanto y sin una mejor idea huiré lejos con la posibilidad de despistarlos y volver a mis andares de curiosa a través de lo inhóspito y lozano. Elevo el mentón, el cielo está atiborrado de nubes negras, en ese estado de supervivencia y escasez de sueño, exceso de cansancio y mareos que en lugar de hacerme ver el doble me hacen verlo todo por la mitad. Siseo, forzando mis extremidades bajas aún cuando la sangre arde a través de las venas e inestables obvian los calambres que atacan inmisericordes. Braman por mi cabeza, y yo les devuelvo el saludo con un tajante insulto en élfico. Me pasé varios árboles donde podría haber trepado por el mero hecho de que sería derribado por las castas de estos bichos, huesudas pero que a simple vista podrían partirme por la mitad.
Uno se adelanta y el otro sigue tras mi sombra, estoy acorralada y en el momento en el que se abalanzan en contra mía la determinación me inunda. Flexiono las piernas y saco de las fundas mis dos armas. Matar o morir, ¿qué prefieres Anfaüglir? Realizo una carga ofensiva en contra del más próximo, el filo de mi arma ahonda en una de sus patas hasta tocar hueso y sacarlo con brutalidad, el animal aúlla de aflicción y su pareja o por consecuente amigo, me arrastra hacia un lateral con el rabo. Ignoro el dolor, puesto que no siento un carajo de los nervios a flor de piel mientras me reincorporo, me he raspado las rodillas y los codos los tengo pelados. El caso, adiós muy buenas, el compás de mis pasos acorde a una respiración avivada por la falta de aire y el ardor en mi pecho, las pisadas que se hunden en la tierra a mis espaldas y... ¡La madre que me parió! Muy guapa ella, ¿quién es ese? Refunfuño malhumorada en mis carreras y tras pasar al lado del extraño, uno de cabellera larga y negra, pintas maleantes y unas orbes cristalinas, tiro de su brazo con fuerzas para llevármelo conmigo.
¿Es un elfo? ¡Un elfo! Me llevo la mano libre a la frente, negando con efusividad mientras le obligo a correr. A nuestras espaldas el único ser de cabeza huesuda y cuerpo abismal nos persigue, el segundo habrá preferido lamerse la herida a seguir con este juego que acabará con su último aliento. No doy tregua ni aminoro el trote veloz con el desconocido afianzado a mi mano, las nuestras no están juntas, prefiero tirar de su muñeca por voluntad propia. Es mi problema y si fuera otro ya lo habría abandonado en medio de lo frondoso, sin embargo y por desgracia, siento debilidad por esas orejas largas que nos caracterizan. ─ Ni se te ocurra parar. ─ Le ordené con una voz ronca al echar un vistazo hacia atrás y darme de bruces, no sólo con el hombre, sino también con la fiera a punto de arrancarle la cabeza. Ahogo un grito y tiro con vehemencia del cuerpo del extranjero hacia mi vera, falta poco, ¡un poco más! No conozco al detalle estos bosques, pero por la pendiente y la forma orientada de los árboles a unos kilómetros se hallará algún risco o desnivel que nos quitara al bicho unos minutos de encima.
Las piernas me fallan y en mi vida había notado tanta adrenalina conquistar mi sistema y volverme una adicta. Con la garganta reseca y mis últimos términos puestos sobre la mesa ahí está, no iba mal encaminada. En frente de un vacío abismal, nada que pueda matar pero sí entumecer un tiempo observo la caída del bosque, me detengo en seco y abrazo las caderas del elfo para echarlo hacia un lado y con él, voy yo, empotrándolo en uno de los árboles con ambas palmas a ras de sus hombros. La alimaña frena en sus patas pero no es suficiente y se resbala, con las zarpas se afianza a la tierra y en un intento de venganza hace el ademán de trepar, ¿seguirá dando guerra? Maldición.
Off: Uso de la habilidad subrayada.
Intento mantener el equilibrio, no obstante en el último segundo prefiero abalanzarme hacia un lado para evadir un zarpazo letal, recostada desde el suelo contemplo la belleza de lo desconocido. Pelaje azabache, de expresión siniestra donde unos ojos encarnados congelan mis articulaciones, no tienen cabeza, ¿o sí? Son calavéricas y la pelambrera que caen por sus costados brillan sedientos de sangre que los galardone. Uno, dos, el tercero ha quedado rezagado y sinceramente, no perderé el tiempo ni me dejaré despedazar por estos dioses del bosque. En otra ronda desesperada del más rudo, en un intento de espachurrarme en contra de la impía naturaleza con sus zarpas ruedo por la pradera, su igual, de tamaño menudo salta encima mía y yo me encojo cual ovillo bajo esas cuatro patas que por fortuna, son demasiado anchas como para juntarse en el centro de su estómago que es donde me ubico, bato las pestañas y sin miramientos alzo el brazo más próximo a su vientre, golpeándole con el codo hasta que vocifera y yo me lo tomo como señal de fuga.
No los mataré, ¿por qué? Solo defienden su territorio de una extraña, por lo tanto y sin una mejor idea huiré lejos con la posibilidad de despistarlos y volver a mis andares de curiosa a través de lo inhóspito y lozano. Elevo el mentón, el cielo está atiborrado de nubes negras, en ese estado de supervivencia y escasez de sueño, exceso de cansancio y mareos que en lugar de hacerme ver el doble me hacen verlo todo por la mitad. Siseo, forzando mis extremidades bajas aún cuando la sangre arde a través de las venas e inestables obvian los calambres que atacan inmisericordes. Braman por mi cabeza, y yo les devuelvo el saludo con un tajante insulto en élfico. Me pasé varios árboles donde podría haber trepado por el mero hecho de que sería derribado por las castas de estos bichos, huesudas pero que a simple vista podrían partirme por la mitad.
Uno se adelanta y el otro sigue tras mi sombra, estoy acorralada y en el momento en el que se abalanzan en contra mía la determinación me inunda. Flexiono las piernas y saco de las fundas mis dos armas. Matar o morir, ¿qué prefieres Anfaüglir? Realizo una carga ofensiva en contra del más próximo, el filo de mi arma ahonda en una de sus patas hasta tocar hueso y sacarlo con brutalidad, el animal aúlla de aflicción y su pareja o por consecuente amigo, me arrastra hacia un lateral con el rabo. Ignoro el dolor, puesto que no siento un carajo de los nervios a flor de piel mientras me reincorporo, me he raspado las rodillas y los codos los tengo pelados. El caso, adiós muy buenas, el compás de mis pasos acorde a una respiración avivada por la falta de aire y el ardor en mi pecho, las pisadas que se hunden en la tierra a mis espaldas y... ¡La madre que me parió! Muy guapa ella, ¿quién es ese? Refunfuño malhumorada en mis carreras y tras pasar al lado del extraño, uno de cabellera larga y negra, pintas maleantes y unas orbes cristalinas, tiro de su brazo con fuerzas para llevármelo conmigo.
¿Es un elfo? ¡Un elfo! Me llevo la mano libre a la frente, negando con efusividad mientras le obligo a correr. A nuestras espaldas el único ser de cabeza huesuda y cuerpo abismal nos persigue, el segundo habrá preferido lamerse la herida a seguir con este juego que acabará con su último aliento. No doy tregua ni aminoro el trote veloz con el desconocido afianzado a mi mano, las nuestras no están juntas, prefiero tirar de su muñeca por voluntad propia. Es mi problema y si fuera otro ya lo habría abandonado en medio de lo frondoso, sin embargo y por desgracia, siento debilidad por esas orejas largas que nos caracterizan. ─ Ni se te ocurra parar. ─ Le ordené con una voz ronca al echar un vistazo hacia atrás y darme de bruces, no sólo con el hombre, sino también con la fiera a punto de arrancarle la cabeza. Ahogo un grito y tiro con vehemencia del cuerpo del extranjero hacia mi vera, falta poco, ¡un poco más! No conozco al detalle estos bosques, pero por la pendiente y la forma orientada de los árboles a unos kilómetros se hallará algún risco o desnivel que nos quitara al bicho unos minutos de encima.
Las piernas me fallan y en mi vida había notado tanta adrenalina conquistar mi sistema y volverme una adicta. Con la garganta reseca y mis últimos términos puestos sobre la mesa ahí está, no iba mal encaminada. En frente de un vacío abismal, nada que pueda matar pero sí entumecer un tiempo observo la caída del bosque, me detengo en seco y abrazo las caderas del elfo para echarlo hacia un lado y con él, voy yo, empotrándolo en uno de los árboles con ambas palmas a ras de sus hombros. La alimaña frena en sus patas pero no es suficiente y se resbala, con las zarpas se afianza a la tierra y en un intento de venganza hace el ademán de trepar, ¿seguirá dando guerra? Maldición.
- Bichito que nos persigue:
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Off: Uso de la habilidad subrayada.
Última edición por Eretria Noorgard el Sáb Feb 25 2017, 01:20, editado 2 veces
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Ciertamente el pelinegro preferiría deambular por otros rumbos, y no es que no le gustara el bosque, pero ese bosque en particular estaba impregnado del olor a perro remojado de los licántropos y ya había tenido malas experiencias con estos; un rápido paseo por el lago le había servido para darse un baño, no quería caer en los malos hábitos de los humanos de apestar tanto como fuera posible aunque lentamente comenzaba a creer que los muy listos lo usaban como estrategia pasiva para atacar sutilmente los sentidos del adversario y doblegarlos de ese modo.
Incluso la misma fauna de aquel lugar parecía ser más agresiva que de costumbre, eso solo podía ser culpa de los brujos, aunque ya no vivieran ni cerca de allí, algo tenían que haber hecho en algún momento para afectar el comportamiento de las criaturas y hacerlas más ariscas y salvajes, de ese modo en tan solo unas horas, una ardilla, un conejo, un zorro y hasta una especie de oso hormiguero habían intentado morderlo, y el oso ni siquiera tenía dientes.
Ya no podía ser peor, así que solo caminaba de prisa esperando salir de ese lugar tan pronto como fuera posible; se detuvo un instante a tomar una manzana, aunque no sin antes asegurarse de que un fruto tan bajo y fácil de tomar no terminara siendo una trampa; tras inspeccionar y ver que no había nada, tomó la fruta y antes que pudiera al menos darle la primera mordida algo lo arrastró sujetándolo del brazo para obligarlo a correr.
Hizo malabares tratando de no perder la manzana que finalmente fue a dar al piso y corrió tras aquella persona no porque quisiera hacerlo, sino porque detenerse implicaba seguro que ambos rodarían por el piso un buen tramo del terreno -Detente, criatura salvaje- Dijo aunque ningún efecto causaron aquellas palabras y la criatura lo siguió llevando sin saber hacia dónde, cosa que tras un rato comenzaba a preocuparle.
Luego nota que la preocupación por ser remolcado es lo de menos, pues tras ellos se acerca una criatura que no parece muy amigable, por lo que finalmente acepta correr por su propia voluntad junto a la cosa que lo había estado remolcando, parece saber a dónde ir, lo que de momento parece una buena opción, pero aquello es solo en la imaginación del elfo pues esa cosa los lleva hasta un callejón sin salida, es enfrentar a la criatura o saltar al vacío y rogar tener suerte -Muy bien, criatura, es tiempo de dejar de huir- Vocifera pero justo cuando el pelinegro se prepara para sacar su espada es tomado por las caderas y lanzado a un árbol, levanta una ceja ante la fuerza de eso que bajo un punto de vista no muy exigente parece ser una chica.
Acaban ambos en el árbol mientras la bestia que los persigue pasa de largo intentando frenar, cosa que consigue en el último momento y comienza a patalear para tratar de subir; Destino aparta a la misteriosa chica con enojo y se acerca al borde donde la bestia intenta subir hasta derribarla a patadas; cosa que habría salido de maravilla si no fuera porque la tierra húmeda y frágil acabó por ceder y el elfo acabó cayendo junto a la criatura; el viaje no es que haya sido muy largo, mientras el pelinegro consigue sostenerse de unas raíces la bestia cae apenas un par de metros más abajo en una saliente y salta a intervalos intentando atrapar los pies del pelinegro o trepar por el borde de la empinada subida; definitivamente hay días que es mejor no salir de la cama.
Incluso la misma fauna de aquel lugar parecía ser más agresiva que de costumbre, eso solo podía ser culpa de los brujos, aunque ya no vivieran ni cerca de allí, algo tenían que haber hecho en algún momento para afectar el comportamiento de las criaturas y hacerlas más ariscas y salvajes, de ese modo en tan solo unas horas, una ardilla, un conejo, un zorro y hasta una especie de oso hormiguero habían intentado morderlo, y el oso ni siquiera tenía dientes.
Ya no podía ser peor, así que solo caminaba de prisa esperando salir de ese lugar tan pronto como fuera posible; se detuvo un instante a tomar una manzana, aunque no sin antes asegurarse de que un fruto tan bajo y fácil de tomar no terminara siendo una trampa; tras inspeccionar y ver que no había nada, tomó la fruta y antes que pudiera al menos darle la primera mordida algo lo arrastró sujetándolo del brazo para obligarlo a correr.
Hizo malabares tratando de no perder la manzana que finalmente fue a dar al piso y corrió tras aquella persona no porque quisiera hacerlo, sino porque detenerse implicaba seguro que ambos rodarían por el piso un buen tramo del terreno -Detente, criatura salvaje- Dijo aunque ningún efecto causaron aquellas palabras y la criatura lo siguió llevando sin saber hacia dónde, cosa que tras un rato comenzaba a preocuparle.
Luego nota que la preocupación por ser remolcado es lo de menos, pues tras ellos se acerca una criatura que no parece muy amigable, por lo que finalmente acepta correr por su propia voluntad junto a la cosa que lo había estado remolcando, parece saber a dónde ir, lo que de momento parece una buena opción, pero aquello es solo en la imaginación del elfo pues esa cosa los lleva hasta un callejón sin salida, es enfrentar a la criatura o saltar al vacío y rogar tener suerte -Muy bien, criatura, es tiempo de dejar de huir- Vocifera pero justo cuando el pelinegro se prepara para sacar su espada es tomado por las caderas y lanzado a un árbol, levanta una ceja ante la fuerza de eso que bajo un punto de vista no muy exigente parece ser una chica.
Acaban ambos en el árbol mientras la bestia que los persigue pasa de largo intentando frenar, cosa que consigue en el último momento y comienza a patalear para tratar de subir; Destino aparta a la misteriosa chica con enojo y se acerca al borde donde la bestia intenta subir hasta derribarla a patadas; cosa que habría salido de maravilla si no fuera porque la tierra húmeda y frágil acabó por ceder y el elfo acabó cayendo junto a la criatura; el viaje no es que haya sido muy largo, mientras el pelinegro consigue sostenerse de unas raíces la bestia cae apenas un par de metros más abajo en una saliente y salta a intervalos intentando atrapar los pies del pelinegro o trepar por el borde de la empinada subida; definitivamente hay días que es mejor no salir de la cama.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Un cosquilleo proveniente de la corteza en contra de mis palmas menudas repiquetean incesantes, los brazos los alargo con el desconocido entre ellos a modo de protección, me saca unas cuantas cabezas más no será por potencia física. Inspiro en profundidad, no me extraña que el dolor mental haya terminado convirtiéndose en un martirio global, repartido entre mis extremidades y al son de la caja torácica donde oprime para que el aire escasee. Es la segunda vez que tengo el placer de escuchar su voz, una serena y bronca que me provocan a que sea mala y lo deje a su suerte, ¿criatura? Frunzo el ceño y en una mirada crispada le recrimino que cuide el lenguaje o seré yo y no el animal el que le ofrezca una buena tunda de porrazos y tortas.
─ No estamos huyendo. ─ La presión en el pecho y los constantes zumbidos terminaron por convencerme de que aquel era un descenso a la locura, el bosque nos ha recreado a solas en un cúmulo de probabilidades desidiosas, no habrá silencio y aún cuando desee acallarle le dejaré las cosas claras y tendrá la opción de quejarse. ─ Le estamos dando tiempo. ─ A que se despeñe, a que salte y siga con su vereda a través de la madre naturaleza o por desdicha, cobre venganza. Simplemente eso, una contrariedad en mi rutina, más la pongo en duda si se tratan de animales, por muy peligrosos que sean en sus trances combativos.
Este hombre no entiende los términos que le propongo y en ese empujón para quitarme de encima, la sangre se me sube a la cabeza y me visto de una tonalidad rojo furia, resoplo en contra del árbol sin expandir mis manos alrededor de su cuello todavía, no se atreverá a... ─ ¿¡Qué rayos haces, estúpido elfo?! ─ El reincorporarme me costó un sondeo de punzadas en el estómago, a falto de nutrientes pero no de la motivación requerida para apretar los puños y aspirar a que en mis pensamientos más siniestros, sea el pelinegro quien caiga y no la dominante criatura. No debí ansiarlo en mi fuero interno, la húmeda tierra cede y segundos antes de pillarlo por sus atavíos se me escapa de las manos y se desploma en frente de mis orbes cafés.
No hay corazón por muy de acero que se revista en sus veladas nocturnas que soporte a la impotencia y al destino, caprichoso y volátil va implantando sorpresas de mal gusto, como esta. Maltrato la cara interna de mi labio inferior con los latidos del órgano vital latiéndome en las sienes, el aguacero de emociones es tal que se entremezclan y el único que sobresalta es la valentía. Analizo las arboledas, desde las castas caen enredaderas y sin siquiera dedicarle un gesto de inquietud atrapo una de las más gruesas, corto el sobrante con el filo de las dagas a regañadientes y con unas perlas translúcidas decaer desde la frente.
Está a casi un metro y desde mi perspectiva, o bajo cual criatura salvaje a quitarle la que realmente lo es de sus piernas, o de aquí a la tumba. La cuerda que me provee lo natural, mohosa y resistente servirá o rezo para que así sea, rodeo uno de los árboles, pasándola a continuación por mi cintura, creo un nudo y seguidamente vuelvo a pasarla alrededor de mis dos muslos para que al descender esté más sujeta. No cuento, los nervios me la jugarían, en lo que sí me tomo tiempo es en coger aire y desviarme hacia un lateral todo lo que la cuerda me prevee. Contemplo lo abismal e inhóspito, lanzándome con las piernas juntadas y las manos afianzadas a la enredadera. Mi principal propósito es llegar a la bestia de los bosques, que lo consigo gracias al empuje de mi cuerpo, rodillas flexionadas y guiada por un brío que acato como voluntad.
Las botas de cuero quedan empotradas contra el costado de mi contrincante, que tras un zarpazo fallido y lograr sacarme un quejido en voz alta cae de una buena vez por todas. El moho es resbaladizo y por más que apriete continúo en caída hasta que la enredadera hace tope y me estampo en contra de la tierra en vertical. En una especie de balances de izquierda a derecha, aguardo a una estabilidad para poder escalar. Hinco las suelas sobre la tierra y a base de fuerza bruta asciendo poco a poco, una vez al lado del pelinegro sujeto a unas raíces, me detengo y le obsequio una de mis letales miradas. Me cae mal, muy mal, por su culpa mi cuerpo se ha visto obligado a concebir todo tipo de locuras. ─ ¿Así es como se supone que debíamos dejar de huir? ─ Manifesté malhumorada por la arrogancia que me ha presentado en bandeja de plata, por la violencia, por la torpeza y todo en general. Por llamarme criatura, voy forrada en tela pero de ahí a confundirme con un ente extraño no tiene precio.
Airada me aparto la capucha y desgancho la tela que oculta mitad de mi rostro, sin nada que camufle las expresiones de este semblante torcido por lo acontecido. ─ Menuda criatura estás hecho tú. ─ Torpe y sin sentido alguno, no me gusta esa palabra en absoluto. ─ Sube. ─ Bufé, cansada de estar en la misma posición y sentir como la cuerda natural comienza a cortarme la circulación de los muslos. Se lo pongo fácil al aproximarme para que la tenga a mano y pueda escalar primero que yo cuando una especie de sacudida me escandaliza, viene acompañado de un bramido del segundo herido, quedó rezagado por la tajada en su pata, pero si alzamos las cuencas está arriba, amenazándonos con el pico huesudo y a base de latigazos con la cola.
─ No estamos huyendo. ─ La presión en el pecho y los constantes zumbidos terminaron por convencerme de que aquel era un descenso a la locura, el bosque nos ha recreado a solas en un cúmulo de probabilidades desidiosas, no habrá silencio y aún cuando desee acallarle le dejaré las cosas claras y tendrá la opción de quejarse. ─ Le estamos dando tiempo. ─ A que se despeñe, a que salte y siga con su vereda a través de la madre naturaleza o por desdicha, cobre venganza. Simplemente eso, una contrariedad en mi rutina, más la pongo en duda si se tratan de animales, por muy peligrosos que sean en sus trances combativos.
Este hombre no entiende los términos que le propongo y en ese empujón para quitarme de encima, la sangre se me sube a la cabeza y me visto de una tonalidad rojo furia, resoplo en contra del árbol sin expandir mis manos alrededor de su cuello todavía, no se atreverá a... ─ ¿¡Qué rayos haces, estúpido elfo?! ─ El reincorporarme me costó un sondeo de punzadas en el estómago, a falto de nutrientes pero no de la motivación requerida para apretar los puños y aspirar a que en mis pensamientos más siniestros, sea el pelinegro quien caiga y no la dominante criatura. No debí ansiarlo en mi fuero interno, la húmeda tierra cede y segundos antes de pillarlo por sus atavíos se me escapa de las manos y se desploma en frente de mis orbes cafés.
No hay corazón por muy de acero que se revista en sus veladas nocturnas que soporte a la impotencia y al destino, caprichoso y volátil va implantando sorpresas de mal gusto, como esta. Maltrato la cara interna de mi labio inferior con los latidos del órgano vital latiéndome en las sienes, el aguacero de emociones es tal que se entremezclan y el único que sobresalta es la valentía. Analizo las arboledas, desde las castas caen enredaderas y sin siquiera dedicarle un gesto de inquietud atrapo una de las más gruesas, corto el sobrante con el filo de las dagas a regañadientes y con unas perlas translúcidas decaer desde la frente.
Está a casi un metro y desde mi perspectiva, o bajo cual criatura salvaje a quitarle la que realmente lo es de sus piernas, o de aquí a la tumba. La cuerda que me provee lo natural, mohosa y resistente servirá o rezo para que así sea, rodeo uno de los árboles, pasándola a continuación por mi cintura, creo un nudo y seguidamente vuelvo a pasarla alrededor de mis dos muslos para que al descender esté más sujeta. No cuento, los nervios me la jugarían, en lo que sí me tomo tiempo es en coger aire y desviarme hacia un lateral todo lo que la cuerda me prevee. Contemplo lo abismal e inhóspito, lanzándome con las piernas juntadas y las manos afianzadas a la enredadera. Mi principal propósito es llegar a la bestia de los bosques, que lo consigo gracias al empuje de mi cuerpo, rodillas flexionadas y guiada por un brío que acato como voluntad.
Las botas de cuero quedan empotradas contra el costado de mi contrincante, que tras un zarpazo fallido y lograr sacarme un quejido en voz alta cae de una buena vez por todas. El moho es resbaladizo y por más que apriete continúo en caída hasta que la enredadera hace tope y me estampo en contra de la tierra en vertical. En una especie de balances de izquierda a derecha, aguardo a una estabilidad para poder escalar. Hinco las suelas sobre la tierra y a base de fuerza bruta asciendo poco a poco, una vez al lado del pelinegro sujeto a unas raíces, me detengo y le obsequio una de mis letales miradas. Me cae mal, muy mal, por su culpa mi cuerpo se ha visto obligado a concebir todo tipo de locuras. ─ ¿Así es como se supone que debíamos dejar de huir? ─ Manifesté malhumorada por la arrogancia que me ha presentado en bandeja de plata, por la violencia, por la torpeza y todo en general. Por llamarme criatura, voy forrada en tela pero de ahí a confundirme con un ente extraño no tiene precio.
Airada me aparto la capucha y desgancho la tela que oculta mitad de mi rostro, sin nada que camufle las expresiones de este semblante torcido por lo acontecido. ─ Menuda criatura estás hecho tú. ─ Torpe y sin sentido alguno, no me gusta esa palabra en absoluto. ─ Sube. ─ Bufé, cansada de estar en la misma posición y sentir como la cuerda natural comienza a cortarme la circulación de los muslos. Se lo pongo fácil al aproximarme para que la tenga a mano y pueda escalar primero que yo cuando una especie de sacudida me escandaliza, viene acompañado de un bramido del segundo herido, quedó rezagado por la tajada en su pata, pero si alzamos las cuencas está arriba, amenazándonos con el pico huesudo y a base de latigazos con la cola.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Han sido momentos de incertidumbre y confusión, el elfo se encuentra intrigado y a la vez alarmado, ha bajado la guardia a tal punto que técnicamente lo han raptado sin que pueda hacer nada; aunque la chica lo niega es obvio que están huyendo de algo y huir no es algo que el pelinegro quiera incluir entre sus grandes habilidades; la mujer parece enojada pero no es algo que le importe a Destino, su orgullo es algo más primordial por ahora, aunque sus esfuerzos se ven truncados por la aparatosa caída.
La raíz donde consiguió sujetarse parece cada vez más frágil o él se está haciendo más pesado, definitivamente piensa en comer menos -Lárgate, Destino no necesita ayuda- Le dice a la chica al notar que comienza su descenso atada con una liana -Todo está bajo control- Dice como bien puede mientras lanza algunas patadas a la criatura que salta intentando alcanzarle los pies, tristemente los movimientos solo ayudar a que la ya frágil raíz comience a ceder más rápido haciendo que el elfo caiga unos centímetros antes que la raíz vuelva a quedar sostenida; le ha caído tierra en la cara y todo parece empeorar cuando de pronto la chica consigue deshacerse de la bestia que en un bramido, o rugido, o ruido, lo que sea que haya sido, cae de manera imparable a través del barranco.
La chica no lo hace nada mal, incluso podría agradecerle, de no ser porque era ella misma la que había causado todo el problema -Tú causaste todo esto- Le recrimina a la criatura que ahora descubre su rostro y se dejan entrever sus orejas puntiagudas, una de ellas con un bonito adorno que claramente la delatan como elfa, o alguna otra criatura de orejas puntiagudas; tras levantar una ceja ante la actitud mandona y molesta el elfo acaba por ceder a su orden su subir, se sujeta de la cuerda y coloca los pies en el abdomen de la mujer para trepar sobre ella sin tacto alguno, aunque antes que pueda continuar el ascenso otra criatura aparece para cortarles el camino -¿Cuántas mascotas traías?- Le pregunta de mala gana, ahora subir no parece una buena opción.
Destino mira hacia abajo, la caída parece peligrosa, aunque alguien con su habilidad para saltar y balancearse con gracia y equilibrio seguramente podría... No, mala idea, no podría; la mejor opción es subir aún con la criatura cortando el paso; no hay más remedio, toca luchar, Destino trepa un poco más alto y una vez que sus pies se encuentras sobre los hombros de la chica toma impulso y da un salto que casi lo lleva hasta la cima, medio cuerpo lo separa de la superficie pero le da la posibilidad de atacar a la criatura con una ráfaga de luz que rápidamente se genera entre sus dedos y lanza a la bestia un par de metros hacia atrás, [1] con eso deberían tener tiempo para subir aunque el salto no ha sido del todo bueno, lo cual sumado al retroceso del disparo llevan al pelinegro a alejarse lentamente de la superficie y comenzar a descender.
Estira las manos como bien puede y consigue aferrarse a la ropa de la chica, solo espera que sea de buena calidad y no se rompa por el peso, con la imagen que tiene, no parece ser alguien que se pueda dar lujos con ropa decente, así que no hay muchas esperanzas, lo mejor será buscar otra cosa de qué sostenerse cuanto antes.
[1] Habilidad de nivel 2: Kinslayer La raíz donde consiguió sujetarse parece cada vez más frágil o él se está haciendo más pesado, definitivamente piensa en comer menos -Lárgate, Destino no necesita ayuda- Le dice a la chica al notar que comienza su descenso atada con una liana -Todo está bajo control- Dice como bien puede mientras lanza algunas patadas a la criatura que salta intentando alcanzarle los pies, tristemente los movimientos solo ayudar a que la ya frágil raíz comience a ceder más rápido haciendo que el elfo caiga unos centímetros antes que la raíz vuelva a quedar sostenida; le ha caído tierra en la cara y todo parece empeorar cuando de pronto la chica consigue deshacerse de la bestia que en un bramido, o rugido, o ruido, lo que sea que haya sido, cae de manera imparable a través del barranco.
La chica no lo hace nada mal, incluso podría agradecerle, de no ser porque era ella misma la que había causado todo el problema -Tú causaste todo esto- Le recrimina a la criatura que ahora descubre su rostro y se dejan entrever sus orejas puntiagudas, una de ellas con un bonito adorno que claramente la delatan como elfa, o alguna otra criatura de orejas puntiagudas; tras levantar una ceja ante la actitud mandona y molesta el elfo acaba por ceder a su orden su subir, se sujeta de la cuerda y coloca los pies en el abdomen de la mujer para trepar sobre ella sin tacto alguno, aunque antes que pueda continuar el ascenso otra criatura aparece para cortarles el camino -¿Cuántas mascotas traías?- Le pregunta de mala gana, ahora subir no parece una buena opción.
Destino mira hacia abajo, la caída parece peligrosa, aunque alguien con su habilidad para saltar y balancearse con gracia y equilibrio seguramente podría... No, mala idea, no podría; la mejor opción es subir aún con la criatura cortando el paso; no hay más remedio, toca luchar, Destino trepa un poco más alto y una vez que sus pies se encuentras sobre los hombros de la chica toma impulso y da un salto que casi lo lleva hasta la cima, medio cuerpo lo separa de la superficie pero le da la posibilidad de atacar a la criatura con una ráfaga de luz que rápidamente se genera entre sus dedos y lanza a la bestia un par de metros hacia atrás, [1] con eso deberían tener tiempo para subir aunque el salto no ha sido del todo bueno, lo cual sumado al retroceso del disparo llevan al pelinegro a alejarse lentamente de la superficie y comenzar a descender.
Estira las manos como bien puede y consigue aferrarse a la ropa de la chica, solo espera que sea de buena calidad y no se rompa por el peso, con la imagen que tiene, no parece ser alguien que se pueda dar lujos con ropa decente, así que no hay muchas esperanzas, lo mejor será buscar otra cosa de qué sostenerse cuanto antes.
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Nuestras miradas rozan el aire, divagan y como última parada se encuentran en una batalla de chispas centelleantes, el sentimiento que me nace desde la boca del estómago se agrava con tan sólo echarle un vistazo, y lo que fluye desde un buen principio lo caracterizo como un augurio mal calculado. Destino, apodo que nos viene al pego ahora mismo. ─ Relájate. ─ Puntué , los sondeos desesperantes del animal hacen que la tierra tiemble, tanto que algún que otro trozo sobrante nos cae sobre las hebras oscuras. ─ Yo no he causado nada, que si estamos así es por tu culpa. ─ Al ladear la cabeza me topo con esos pozos cristalinos forcejear en contra de mi resistencia, ya puede echar maldiciones con la miradita que no cederé en esta trifulca. Colérica me afianzo al brazo del elfo, tirando de este para que agarre la cuerda y escale hacia la superficie.
Hice ademán de obviar el enfado acentuado en sus facciones afiladas, pero soy tan obstinada a la hora de analizar que no me supone ningún tipo de engorro observarle a meros centímetros, justo en los segundos donde se afianza a la liana y como toque personal, aprisiona mi abdomen en contra de sus zapatos. Incrédula y con los pómulos encarnados, rezongo ante la falta de aire y paciencia, lo voy a matar en cuanto estemos arriba y su sangre me sabrá a paraíso. Tuerzo los labios mientras inflo el pecho, ganas no me faltan de empotrarle en contra de la tierra y obsequiarle con todo tipo de "caricias" traicioneras. Elevo el mentón, los términos tóxicos hacia Destino quedan atorados en el recorrido de mi garganta, en vano será dedicárselos ahora que tenemos problemas mayores sobre nuestras cabezas.
Elocuente o toca pelotas estipula la pregunta del millón, rechisto y con las manos empujo su trasero, impaciente de que ascienda y la distancia vuelva a reinar. ─ ¿Por qué no subes y lo compruebas? ─ Provocación por provocación no llegaremos a ninguna conclusión, está pensando y yo debería hacer lo mismo si no fuese por la ira que me ciega y el calor que emana, dificultando posibles reflexiones acertadas. Pellizco la carne interna de mi boca y los luceros los abro como platos, tal osadía y resolución por parte del pelinegro acabarán anulando el poco juicio que domino. Ya es la segunda vez que se toma las libertades para pisotearme cual bicho mundano, con fiereza y un instinto selvático aferro la liana, pisada a pisada avanzo hasta que un halo de luz sospechoso manda una alarma a mi sistema que retiene un gruñido, el elfo otra vez está cayendo y como no, la mártir será Anfaüglir.
Las botas se resbalan de la tierra y los dos acabamos colgando, la capa rasgada no servirá para mantener su peso y como segundo agarre termina en mi pantalón que cede, la costura flaquea y escandalizada de que termine destrozando el cuero prieto a mis glúteos lo sujeto de un manotazo en el pecho. ─ Tú... ─ Incapaz de finalizar la frase me dedico a tirar con fuerzas del elfo, pesa como un demonio y temo que la enredadera no pueda con ambos. La boca me sabe a metal a causa de la sangre acumulada de haberme trillado, consecuencia de los nervios. Confío en que la liana sujeta a mis caderas y muslos servirá para soltar las manos y poder pasar estos por debajo de los brazos del pelinegro, lo impulso a mi pecho y como apoyo rodeo una de sus piernas con las mías. ─ Me estás cabreando, mucho, muchísimo. ─ Siseo cercana a su boca, ¿vergüenza? Vergüenza mis cojones, soy más hombre yo que él.
─ Estate quieto, ¿quieres? A partir de ahora me encargaré yo. ─ Es una orden, si tenemos que subir, lo haremos a mi manera. Los vaivenes de la cuerda tensada no cesan y es mala señal. Con cuidado retiro una de las manos de la espalda del elfo y la llevo a mi cinturón donde descansan mis dos armas. Próximos a la tierra clavo una de ellas para no volver a despegarnos, sé como proceder, pero antes de ello. ─ ¿Confías en mí? ─ Le sonreí, pérfida y con un plan que no le va a gustar. Flexiono las piernas para rodearle la cadera con fuerzas. Una mano en lo alto de la liana y la otra la dirijo al nudo en mi vientre, tendré que hacerlo rápido pues no podré con su peso más de diez segundos contados. Lista y con total seguridad desato la atadura primero de mi cintura, tenso las piernas para que el elfo no caiga y tras forcejear un rato separo la enredadera de mis muslos. El siguiente paso es tomarla y sujetarle a él, algo simple y rápido, ya se la colocará bien después.
Evito las cercanías tanto como me es posible y con la mano libre repaso sus tonificadas piernas hasta crearle el mismo agarre que tenía yo al saltar. Servirá, un silencio me acompaña en la entera travesía hasta finalizar la parte más sustancial, asegurado por fin puedo despegarme, no sin antes sacar la segunda daga y enterrarla en la tierra, una en cada lado de su cabello. ─ Así no te volverás a caer, elfo torpe.─ Alivio la carga de mis piernas alrededor de su cadera, le contemplo una última vez y de poco a poco, voy hundiendo las dos dagas en la greda en dirección ascendente. Pero antes de seguir cuando mis pechos están a la altura de su cabeza, arqueo la espalda y apoyo las suelas de mis botas en sus dos hombros, ojo por ojo. Río traviesa, aprovechando ese impulso y utilizarlo para abreviar la distancia entre mi ubicación y la superficie. Clavo las puntas afiladas cuanto puedo para no ceder y en cuestión de minutos y una fuerza insondable mostrada me anclo al borde hasta rodar hacia la madre naturaleza.
La bestia capta la fragancia que emano y se lanza crispada en contra de mi cuerpo entumecido. Las garras de su pata buena se hincan en mi capa una vez más, y esta vez no me tirará, veloz la desato y dejo que se la lleve como premio mientras me oculto detrás de un árbol. No será difícil llamar su atención para que el pelinegro pueda subir y echarme una mano. ─ Gatito, ¿quieres jugar? ─ Pregunté en voz alta aunque no me entienda, gruñe con su rostro huesudo y corre a mi encuentro, detrás de los árboles intento marearle, la costura del pantalón cada vez se agranda y rezo para no verme en bolas en pleno combate. Con la respiración acelerada y contigua al precipicio me tiro en contra de lo verde ante un latigazo que me ofrece con el rabo, no puedo reincorporarme y en un abrir y cerrar de ojos ya me tiene sujeta por el torso, salgo disparada hacia el lateral contrario, hoy es un día rico en vegetación por lo visto, no paro de comer césped.
La sangre acumulada en mi boca la escupo y con un semblante de pocos amigos me yergo, este no sabe con quien está buscando riña. Me truenan los huesos y me noto sucia, con las dagas aferradas la bestia vocifera en un galope que me costará caro. Esquivo su cornamenta y en mis adentros maldigo al elfo por estar tardando tanto, es cuando pienso en él que me veo otra vez en el suelo con una de las patas del animal sobre mi pecho, me oprime y desesperada incrusto uno de los filos en la carne del susodicho. Brama de aflicción pero no suspende su ataque en contra de mi caja torácica y corazón.
Hice ademán de obviar el enfado acentuado en sus facciones afiladas, pero soy tan obstinada a la hora de analizar que no me supone ningún tipo de engorro observarle a meros centímetros, justo en los segundos donde se afianza a la liana y como toque personal, aprisiona mi abdomen en contra de sus zapatos. Incrédula y con los pómulos encarnados, rezongo ante la falta de aire y paciencia, lo voy a matar en cuanto estemos arriba y su sangre me sabrá a paraíso. Tuerzo los labios mientras inflo el pecho, ganas no me faltan de empotrarle en contra de la tierra y obsequiarle con todo tipo de "caricias" traicioneras. Elevo el mentón, los términos tóxicos hacia Destino quedan atorados en el recorrido de mi garganta, en vano será dedicárselos ahora que tenemos problemas mayores sobre nuestras cabezas.
Elocuente o toca pelotas estipula la pregunta del millón, rechisto y con las manos empujo su trasero, impaciente de que ascienda y la distancia vuelva a reinar. ─ ¿Por qué no subes y lo compruebas? ─ Provocación por provocación no llegaremos a ninguna conclusión, está pensando y yo debería hacer lo mismo si no fuese por la ira que me ciega y el calor que emana, dificultando posibles reflexiones acertadas. Pellizco la carne interna de mi boca y los luceros los abro como platos, tal osadía y resolución por parte del pelinegro acabarán anulando el poco juicio que domino. Ya es la segunda vez que se toma las libertades para pisotearme cual bicho mundano, con fiereza y un instinto selvático aferro la liana, pisada a pisada avanzo hasta que un halo de luz sospechoso manda una alarma a mi sistema que retiene un gruñido, el elfo otra vez está cayendo y como no, la mártir será Anfaüglir.
Las botas se resbalan de la tierra y los dos acabamos colgando, la capa rasgada no servirá para mantener su peso y como segundo agarre termina en mi pantalón que cede, la costura flaquea y escandalizada de que termine destrozando el cuero prieto a mis glúteos lo sujeto de un manotazo en el pecho. ─ Tú... ─ Incapaz de finalizar la frase me dedico a tirar con fuerzas del elfo, pesa como un demonio y temo que la enredadera no pueda con ambos. La boca me sabe a metal a causa de la sangre acumulada de haberme trillado, consecuencia de los nervios. Confío en que la liana sujeta a mis caderas y muslos servirá para soltar las manos y poder pasar estos por debajo de los brazos del pelinegro, lo impulso a mi pecho y como apoyo rodeo una de sus piernas con las mías. ─ Me estás cabreando, mucho, muchísimo. ─ Siseo cercana a su boca, ¿vergüenza? Vergüenza mis cojones, soy más hombre yo que él.
─ Estate quieto, ¿quieres? A partir de ahora me encargaré yo. ─ Es una orden, si tenemos que subir, lo haremos a mi manera. Los vaivenes de la cuerda tensada no cesan y es mala señal. Con cuidado retiro una de las manos de la espalda del elfo y la llevo a mi cinturón donde descansan mis dos armas. Próximos a la tierra clavo una de ellas para no volver a despegarnos, sé como proceder, pero antes de ello. ─ ¿Confías en mí? ─ Le sonreí, pérfida y con un plan que no le va a gustar. Flexiono las piernas para rodearle la cadera con fuerzas. Una mano en lo alto de la liana y la otra la dirijo al nudo en mi vientre, tendré que hacerlo rápido pues no podré con su peso más de diez segundos contados. Lista y con total seguridad desato la atadura primero de mi cintura, tenso las piernas para que el elfo no caiga y tras forcejear un rato separo la enredadera de mis muslos. El siguiente paso es tomarla y sujetarle a él, algo simple y rápido, ya se la colocará bien después.
Evito las cercanías tanto como me es posible y con la mano libre repaso sus tonificadas piernas hasta crearle el mismo agarre que tenía yo al saltar. Servirá, un silencio me acompaña en la entera travesía hasta finalizar la parte más sustancial, asegurado por fin puedo despegarme, no sin antes sacar la segunda daga y enterrarla en la tierra, una en cada lado de su cabello. ─ Así no te volverás a caer, elfo torpe.─ Alivio la carga de mis piernas alrededor de su cadera, le contemplo una última vez y de poco a poco, voy hundiendo las dos dagas en la greda en dirección ascendente. Pero antes de seguir cuando mis pechos están a la altura de su cabeza, arqueo la espalda y apoyo las suelas de mis botas en sus dos hombros, ojo por ojo. Río traviesa, aprovechando ese impulso y utilizarlo para abreviar la distancia entre mi ubicación y la superficie. Clavo las puntas afiladas cuanto puedo para no ceder y en cuestión de minutos y una fuerza insondable mostrada me anclo al borde hasta rodar hacia la madre naturaleza.
La bestia capta la fragancia que emano y se lanza crispada en contra de mi cuerpo entumecido. Las garras de su pata buena se hincan en mi capa una vez más, y esta vez no me tirará, veloz la desato y dejo que se la lleve como premio mientras me oculto detrás de un árbol. No será difícil llamar su atención para que el pelinegro pueda subir y echarme una mano. ─ Gatito, ¿quieres jugar? ─ Pregunté en voz alta aunque no me entienda, gruñe con su rostro huesudo y corre a mi encuentro, detrás de los árboles intento marearle, la costura del pantalón cada vez se agranda y rezo para no verme en bolas en pleno combate. Con la respiración acelerada y contigua al precipicio me tiro en contra de lo verde ante un latigazo que me ofrece con el rabo, no puedo reincorporarme y en un abrir y cerrar de ojos ya me tiene sujeta por el torso, salgo disparada hacia el lateral contrario, hoy es un día rico en vegetación por lo visto, no paro de comer césped.
La sangre acumulada en mi boca la escupo y con un semblante de pocos amigos me yergo, este no sabe con quien está buscando riña. Me truenan los huesos y me noto sucia, con las dagas aferradas la bestia vocifera en un galope que me costará caro. Esquivo su cornamenta y en mis adentros maldigo al elfo por estar tardando tanto, es cuando pienso en él que me veo otra vez en el suelo con una de las patas del animal sobre mi pecho, me oprime y desesperada incrusto uno de los filos en la carne del susodicho. Brama de aflicción pero no suspende su ataque en contra de mi caja torácica y corazón.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
La mujer se defiende de la acusación, una que de hecho era bastante justa, el pelinegro seguiría caminando tranquilamente por el bosque si ella no lo hubiera raptado súbitamente -Es difícil trepar en un abdomen tan flácido, necesitas ejercicio- Murmuró el elfo mientras subía; un ascenso que no duraría mucho pues luego de atacar a la criatura se va en picada logrando apenas alcanzar a sujetarse de los maltrechos y baratos trapos que visten a la chica.
No hay tiempo para ser selectivo, se sujeta de la capa que no parece ser la mejor opción y luego acaba finalmente aferrado al pantalón de la chica que tristemente también comienza a ceder, si salen con vida tal vez le regale algo de ropa decente, aunque con ese aspecto la pobre ha de pasar hambre por montones; las costuras de la prenda amenazan con lanzar al elfo al vacío, por lo que se aprieta un poco más aunque de igual modo sus manos van resbalando lentamente recorriendo involuntariamente aquellas piernas que al menos están mejor tonificadas que el abdomen.
Una última frase deja al elfo un poco desorientado, se pierde un instante en sus pensamientos analizando el verbo “cabrear” tal vez la chica es una especie de cambiaformas como los licántropos pero en vez de lobo se transforma en cabra, vaya que es una criaturita extraña, incluso la mira con algo de lástima y pena ajena, está toda andrajosa, flácida y se transforma en cabra, vaya que le ha ido mal en la vida.
Una nueva pregunta lo saca de su trance reflexivo y le atiende, no es que confíe en ella pero ya le da pena decirle cosas feas, esa pobre alma en pena ya lo habrá pasado bastante mal, así que el pelinegro intenta hacer lo que pueda para evitar que se convierta en cabra; la mira con evidente lástima y asiente con la cabeza, no confía ni un poco pero ella no tiene que enterarse de ello; la chica inicia una serie de movimientos contorsionados que el pelinegro no termina de entender hasta que se ve enredado en la liana que antes sostenía a la criaturita.
Finalmente los roles se invierten y ahora es ella quien se dedica a trepar sobre el cuerpo de Destino. No es muy delicada que se diga, alguien debe enseñarle cómo trepar sobre otra persona, pero de momento el elfo no le dirá más comentarios negativos, en vez de eso decide compartirle palabras de apoyo -Vamos criatura silvestre, sube, no te preocupes, Destino no dejará que te conviertas en cabra- Le susurra cuando la chica ha alcanzado la cima y desaparece del rango de visión.
Los segundos pasan sin que se escuche nada hasta que finalmente el ruido comienza a delatar una dura batalla; el elfo se pone en marcha y comienza a subir hasta que finalmente asoma la cabeza, la mujer cabra se encuentra en problemas; Destino asciende y rueda un par de vueltas en el suelo para alejarse de la orilla; contempla la escena de lucha entre las dos criaturas del bosque, una de ellas posee una salvaje elegancia al luchar, claramente no es alguien a quien se deba subestimar, tiene estilo, decisión, astucia, fuerza; pero la otra criatura le ayudó a subir así que se encuentra en deuda con ella.
Repentinamente la balanza se inclina a favor del más fuerte, lo que pone a la pobre mujer contra el piso, parece que no podrá hacerlo sola así que Destino decide intervenir -Resiste, mujer cabra, Destino te ayudará- Le dice desde lejos mientras se acerca agachado para tomar un par de piedras y lanzarlas a la bestia, con eso consigue llamar su atención y se separa de la cabrántropa; realmente no desea asesinar al animal pero tal parece que no quedará más remedio -Acércate- Susurra mientras observa con atención los movimientos del animal, es tiempo de ponerse serio.
Adelante una pierna dejando la otra rezagada y semiflexionada mientras toma su espada y la gira un par de veces preparándola en la posición ideal para una estocada; la bestia avanza directo hacia él ambos en una guerra de determinación y gallardía que termina con la criatura lanzándose de frente hacia el elfo, quien decide en último momento lanzarse a un lado y lanzar un preciso corte horizontal a las patas traseras del animal, tal vez consiga inmovilizarlo sin tener que matarlo; solo espera que haya funcionado, de lo contrario habrá que llegar al extremo; el elfo evita caer y se desliza unos centímetros con las piernas ligeramente abiertas y una mano rozando el piso mientras sostiene su espada en la otra ¿Hará falta más?
No hay tiempo para ser selectivo, se sujeta de la capa que no parece ser la mejor opción y luego acaba finalmente aferrado al pantalón de la chica que tristemente también comienza a ceder, si salen con vida tal vez le regale algo de ropa decente, aunque con ese aspecto la pobre ha de pasar hambre por montones; las costuras de la prenda amenazan con lanzar al elfo al vacío, por lo que se aprieta un poco más aunque de igual modo sus manos van resbalando lentamente recorriendo involuntariamente aquellas piernas que al menos están mejor tonificadas que el abdomen.
Una última frase deja al elfo un poco desorientado, se pierde un instante en sus pensamientos analizando el verbo “cabrear” tal vez la chica es una especie de cambiaformas como los licántropos pero en vez de lobo se transforma en cabra, vaya que es una criaturita extraña, incluso la mira con algo de lástima y pena ajena, está toda andrajosa, flácida y se transforma en cabra, vaya que le ha ido mal en la vida.
Una nueva pregunta lo saca de su trance reflexivo y le atiende, no es que confíe en ella pero ya le da pena decirle cosas feas, esa pobre alma en pena ya lo habrá pasado bastante mal, así que el pelinegro intenta hacer lo que pueda para evitar que se convierta en cabra; la mira con evidente lástima y asiente con la cabeza, no confía ni un poco pero ella no tiene que enterarse de ello; la chica inicia una serie de movimientos contorsionados que el pelinegro no termina de entender hasta que se ve enredado en la liana que antes sostenía a la criaturita.
Finalmente los roles se invierten y ahora es ella quien se dedica a trepar sobre el cuerpo de Destino. No es muy delicada que se diga, alguien debe enseñarle cómo trepar sobre otra persona, pero de momento el elfo no le dirá más comentarios negativos, en vez de eso decide compartirle palabras de apoyo -Vamos criatura silvestre, sube, no te preocupes, Destino no dejará que te conviertas en cabra- Le susurra cuando la chica ha alcanzado la cima y desaparece del rango de visión.
Los segundos pasan sin que se escuche nada hasta que finalmente el ruido comienza a delatar una dura batalla; el elfo se pone en marcha y comienza a subir hasta que finalmente asoma la cabeza, la mujer cabra se encuentra en problemas; Destino asciende y rueda un par de vueltas en el suelo para alejarse de la orilla; contempla la escena de lucha entre las dos criaturas del bosque, una de ellas posee una salvaje elegancia al luchar, claramente no es alguien a quien se deba subestimar, tiene estilo, decisión, astucia, fuerza; pero la otra criatura le ayudó a subir así que se encuentra en deuda con ella.
Repentinamente la balanza se inclina a favor del más fuerte, lo que pone a la pobre mujer contra el piso, parece que no podrá hacerlo sola así que Destino decide intervenir -Resiste, mujer cabra, Destino te ayudará- Le dice desde lejos mientras se acerca agachado para tomar un par de piedras y lanzarlas a la bestia, con eso consigue llamar su atención y se separa de la cabrántropa; realmente no desea asesinar al animal pero tal parece que no quedará más remedio -Acércate- Susurra mientras observa con atención los movimientos del animal, es tiempo de ponerse serio.
Adelante una pierna dejando la otra rezagada y semiflexionada mientras toma su espada y la gira un par de veces preparándola en la posición ideal para una estocada; la bestia avanza directo hacia él ambos en una guerra de determinación y gallardía que termina con la criatura lanzándose de frente hacia el elfo, quien decide en último momento lanzarse a un lado y lanzar un preciso corte horizontal a las patas traseras del animal, tal vez consiga inmovilizarlo sin tener que matarlo; solo espera que haya funcionado, de lo contrario habrá que llegar al extremo; el elfo evita caer y se desliza unos centímetros con las piernas ligeramente abiertas y una mano rozando el piso mientras sostiene su espada en la otra ¿Hará falta más?
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
El tiempo se ha detenido con afán de centrarme en las fauces mortíferas de la bestia, en la tonalidad alabastro de su cornamenta y en sus avellanadas cuencas que supuran ira en versión escarlata. El cielo se bruna en un congelamiento de imágenes horizontales, las retinas se me resecan y a base de pataletas vuelvo a la realidad aún cuando es cruel, un mero espectáculo para el bosque y el crepúsculo que va empequeñeciendo las fronteras exhaustivas de este. Rezongo malhumorada bajo la pata de la furia ancestral, empuja con brío hacia abajo y yo noto un dolor nauseabundo nublar mi vista y despertarme el instinto de supervivencia. El arma incrustada en la carne del sujeto la remuevo vehemente para que no sólo duela, quiero que arda y llegue finalmente hasta el hueso a ver si así, al menos flaquea y puedo quitármelo de encima.
Los bramidos de ambos se acrecientan, el suyo de aflicción y los míos eufóricos con un ápice vengativo. Da igual que peligros deba afrontar, no derramaré una mísera lágrima si tengo la certeza de instar la voluntad que me aferra a la vida, mis extremidades siguen intactas y el valor con cada ahogo aumenta, puedo luchar y lo muestro con una resolución brillante, un insulto despectivo y una altanería turbadora. Me retuerzo bajo el peso de mi enemigo, flexiono las piernas e hinco las botas en el césped, despego los glúteos y lo primero que se me viene a la cabeza es forcejear en dirección contraria. Gotas carmesíes embellecen el rostro de Anfaüglir junto con una mueca belicosa que la desespera, el aprisionamiento, la escasez de aire y como los pulmones fallan. A base de puñetazos golpeo las heridas del que me sujeta hasta que el pelinegro por fin se atreve a romper el silencio con una entrada espectacular.
¿Mujer cabra, eso es a mí? Desvío la mirada hasta visualizarle, no sé si reír por sus elocuencias o llorar por lo denigrante que ha sonado en el fondo. No necesito su ayuda, puedo sola y antes de que llame la atención de nuestro enemigo en común me retuerzo bajo las garras de este, queriendo ser yo la que salga impune cuanto antes, inquieta el apretón que me obsequia saca de las paredes de mi garganta un quejido acompañado de oxigeno, no está, ¿a donde a ido? Volteo mi silueta en el terreno, a salido disparado al son del elfo y con lo torpe que es, temo que acabe muerto en cuestión de segundos.
Despego la espalda de lo cítrico para tomar asiento, inhalo determinadas veces y me lanzo hacia adelante, tanto las rodillas como las palmas postradas en el césped. Me costó, no lo negaré, pero cabezota como ninguna otra elfa me levanto no sólo para que mi orgullo siga intacto, también por preocupación hacia el hombre que sigue dándolo todo en la batalla que dejé yo a medias. Cobijada entre las sombras la sangre me hierve, vuela fuera de las venas y sigue un recorrido más volátil y destructible. Sacudo mi semblante para desperezarme y sin ser consciente al cien por cien, ya estoy caminando entre tambaleos, serenándome en cuestión para hostigar nuevamente a la bestia con mis armas aguzadas.
─ Oye, oye, oye. ─ Repetí en la cercanía del espadachín victorioso. ¿Seguirá levantándose la pobre criatura? El corazón se me hace un puño más poco puedo hacer, en ningún momento quise hacerle daño, fueron ellos que territoriales nos marcaron como objetivos fáciles, una gran equivocación. Indispuesta y como no, cabreada, vivo, respiro y duermo cabreada me aferro al brazo del elfo, tirando para que agache la mirada y se encuentre con la mía fruncida. ─ ¿Me has llamado cabra? ─ Reí escéptica sin dejar a un lado un buen resoplo contrapunteante. ─ Déjame decirte esto ahora que puedo y tenemos tiempo. ─ Hago una pausa para tragar con dificultad una mezcla de saliva manipulada por motas granates, sangre. ─ Soy una elfa, repite conmigo. E l f a. ─ La última palabra la deletreo con parsimonia, detallando cada vocal y letra como si fuese un infante maleducado. ─ ¿Qué me ves tú de cabra? ─ Que hoy ha sido un día rico en vegetación con el tema del césped y las caídas, y asemejarlo al mote que me ha dado me hace sonreír de oreja a oreja.
La bestia ancestral se remueve en el sitio, todas sus patas están heridas y en mí nace el requisito de acabar con su sufrimiento o curarle las heridas con nuestro don élfico. ─ Matarlo o dejarlo a merced del destino. ─ ¿Qué elegirá, qué elegiré yo? Preferiblemente no quiero seguir siendo partícipe y lo mejor que se me ocurre es irnos a un sitio oculto, recobrar fuerzas y abastecernos, al menos yo que estoy echa una obra de arte barata. Me he quedado sin capa, los pantalones están en las últimas y el cuerpo lo tengo magullado e intensificado por el desazón de las heridas sucias.
Los bramidos de ambos se acrecientan, el suyo de aflicción y los míos eufóricos con un ápice vengativo. Da igual que peligros deba afrontar, no derramaré una mísera lágrima si tengo la certeza de instar la voluntad que me aferra a la vida, mis extremidades siguen intactas y el valor con cada ahogo aumenta, puedo luchar y lo muestro con una resolución brillante, un insulto despectivo y una altanería turbadora. Me retuerzo bajo el peso de mi enemigo, flexiono las piernas e hinco las botas en el césped, despego los glúteos y lo primero que se me viene a la cabeza es forcejear en dirección contraria. Gotas carmesíes embellecen el rostro de Anfaüglir junto con una mueca belicosa que la desespera, el aprisionamiento, la escasez de aire y como los pulmones fallan. A base de puñetazos golpeo las heridas del que me sujeta hasta que el pelinegro por fin se atreve a romper el silencio con una entrada espectacular.
¿Mujer cabra, eso es a mí? Desvío la mirada hasta visualizarle, no sé si reír por sus elocuencias o llorar por lo denigrante que ha sonado en el fondo. No necesito su ayuda, puedo sola y antes de que llame la atención de nuestro enemigo en común me retuerzo bajo las garras de este, queriendo ser yo la que salga impune cuanto antes, inquieta el apretón que me obsequia saca de las paredes de mi garganta un quejido acompañado de oxigeno, no está, ¿a donde a ido? Volteo mi silueta en el terreno, a salido disparado al son del elfo y con lo torpe que es, temo que acabe muerto en cuestión de segundos.
Despego la espalda de lo cítrico para tomar asiento, inhalo determinadas veces y me lanzo hacia adelante, tanto las rodillas como las palmas postradas en el césped. Me costó, no lo negaré, pero cabezota como ninguna otra elfa me levanto no sólo para que mi orgullo siga intacto, también por preocupación hacia el hombre que sigue dándolo todo en la batalla que dejé yo a medias. Cobijada entre las sombras la sangre me hierve, vuela fuera de las venas y sigue un recorrido más volátil y destructible. Sacudo mi semblante para desperezarme y sin ser consciente al cien por cien, ya estoy caminando entre tambaleos, serenándome en cuestión para hostigar nuevamente a la bestia con mis armas aguzadas.
─ Oye, oye, oye. ─ Repetí en la cercanía del espadachín victorioso. ¿Seguirá levantándose la pobre criatura? El corazón se me hace un puño más poco puedo hacer, en ningún momento quise hacerle daño, fueron ellos que territoriales nos marcaron como objetivos fáciles, una gran equivocación. Indispuesta y como no, cabreada, vivo, respiro y duermo cabreada me aferro al brazo del elfo, tirando para que agache la mirada y se encuentre con la mía fruncida. ─ ¿Me has llamado cabra? ─ Reí escéptica sin dejar a un lado un buen resoplo contrapunteante. ─ Déjame decirte esto ahora que puedo y tenemos tiempo. ─ Hago una pausa para tragar con dificultad una mezcla de saliva manipulada por motas granates, sangre. ─ Soy una elfa, repite conmigo. E l f a. ─ La última palabra la deletreo con parsimonia, detallando cada vocal y letra como si fuese un infante maleducado. ─ ¿Qué me ves tú de cabra? ─ Que hoy ha sido un día rico en vegetación con el tema del césped y las caídas, y asemejarlo al mote que me ha dado me hace sonreír de oreja a oreja.
La bestia ancestral se remueve en el sitio, todas sus patas están heridas y en mí nace el requisito de acabar con su sufrimiento o curarle las heridas con nuestro don élfico. ─ Matarlo o dejarlo a merced del destino. ─ ¿Qué elegirá, qué elegiré yo? Preferiblemente no quiero seguir siendo partícipe y lo mejor que se me ocurre es irnos a un sitio oculto, recobrar fuerzas y abastecernos, al menos yo que estoy echa una obra de arte barata. Me he quedado sin capa, los pantalones están en las últimas y el cuerpo lo tengo magullado e intensificado por el desazón de las heridas sucias.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
El polvo salió disparado creando una nube tras la aparatosa caída de la criatura que herida se retorcía en el suelo intentando levantarse aunque sin éxito, fue entonces cuando el elfo sacó un pequeño frasco con una sustancia verduzca y la untó sobre las afiladas agujas de su guante metálico para luego dirigirse a la criatura y con cuidado de no ser alcanzado en el pataleo, le incrustó los filos impregnados de aquel sedante que había adquirido tiempo atrás y que no imaginaba que acabaría usando de semejante manera.
La otra criaturita del bosque se acercó, parecía enfadada por alguna razón pero Destino no era un experto en interpretar las expresiones de animales extraños, así que esperó a que hablara, cosa que afortunadamente podía hacer o de lo contrario habría resultado difícil comunicarse con ella; una vez que la criatura sedada comenzó a dejar de moverse pudo prestarle atención a la chica que ahora lo había confundido un poco más, no sabía si era una mujer cabra que se creía elfa, o una elfa que se creía mujer cabra, o incluso peor ¿Qué clase de perversiones sexuales habrían tenido que hacer los elfos actuales para concebir a una elfa-cabra; Destino cerró los ojos y se agarró la cabeza con ambas manos, le costaba creer que fuera posible esa última posibilidad.
Examinó visualmente a la chica, estaba un poco maltratada, seguramente la vida le había dado duro, por lo que de nuevo no puedo evitar sentir pena ajena, a fin de cuenta decía ser de su raza, no podía decepcionarle más de lo que ya estaba así que un poco de tolerancia no estaba de más -Tu ropa está rota- Señaló a las partes que se habían rasgado cuando intentó sujetarse de ella -Si suponemos que realmente eres una elfa...- Dijo el pelinegro aun dudando -Deberías poder sanar a la otra bestia- Dijo señalando a la criatura dormida -En su estado no nos atacará mientras dura el efecto, pero dejarlo ahí sería lo mismo que dejarlo morir- Se cruzó de brazos, a fin de cuentas era la misma chica la causante de todo el alboroto, seguramente habría estado molestando a las bestias en busca de un macho-cabra.
El pelinegro se limitó a guardar silencio ante la evidente furia de la mujer que era lanzada con una constante cadena interminable de quejas y reproches que poco le interesaba escuchar, hasta donde sabía, los animales en celo se ponían agresivos cuando no conseguían aparearse, lo mismo aplicaba también a algunas especie antropomórficas, tal vez solo fuera eso, por lo que Destino simplemente ignoró a la mujer y se dio media vuelta para marcharse, no es que al elfo le importara tanto el bienestar del animal, pero si ella decidía sanar a la criatura sería el momento ideal para largarse, de otro modo tal vez resultaría más difícil deshacerse de ella.
La otra criaturita del bosque se acercó, parecía enfadada por alguna razón pero Destino no era un experto en interpretar las expresiones de animales extraños, así que esperó a que hablara, cosa que afortunadamente podía hacer o de lo contrario habría resultado difícil comunicarse con ella; una vez que la criatura sedada comenzó a dejar de moverse pudo prestarle atención a la chica que ahora lo había confundido un poco más, no sabía si era una mujer cabra que se creía elfa, o una elfa que se creía mujer cabra, o incluso peor ¿Qué clase de perversiones sexuales habrían tenido que hacer los elfos actuales para concebir a una elfa-cabra; Destino cerró los ojos y se agarró la cabeza con ambas manos, le costaba creer que fuera posible esa última posibilidad.
Examinó visualmente a la chica, estaba un poco maltratada, seguramente la vida le había dado duro, por lo que de nuevo no puedo evitar sentir pena ajena, a fin de cuenta decía ser de su raza, no podía decepcionarle más de lo que ya estaba así que un poco de tolerancia no estaba de más -Tu ropa está rota- Señaló a las partes que se habían rasgado cuando intentó sujetarse de ella -Si suponemos que realmente eres una elfa...- Dijo el pelinegro aun dudando -Deberías poder sanar a la otra bestia- Dijo señalando a la criatura dormida -En su estado no nos atacará mientras dura el efecto, pero dejarlo ahí sería lo mismo que dejarlo morir- Se cruzó de brazos, a fin de cuentas era la misma chica la causante de todo el alboroto, seguramente habría estado molestando a las bestias en busca de un macho-cabra.
El pelinegro se limitó a guardar silencio ante la evidente furia de la mujer que era lanzada con una constante cadena interminable de quejas y reproches que poco le interesaba escuchar, hasta donde sabía, los animales en celo se ponían agresivos cuando no conseguían aparearse, lo mismo aplicaba también a algunas especie antropomórficas, tal vez solo fuera eso, por lo que Destino simplemente ignoró a la mujer y se dio media vuelta para marcharse, no es que al elfo le importara tanto el bienestar del animal, pero si ella decidía sanar a la criatura sería el momento ideal para largarse, de otro modo tal vez resultaría más difícil deshacerse de ella.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Todo este asunto me volvía loca, el bosque y sus peligros, las bestias ancestrales, el elfo pelinegro con algún tipo de trastorno si he de suponer, en sí, un cúmulo de dilemas que van desarrollándose a medida que sigo aquí, junto a su vera. Entre conjuros voy hallando una especie de serenidad tranquilizadora, no me apetece perder la cordura ni desfallecer debido al cansancio, me sabe mejor el tomar repetidas bocanadas de aire e inflar el pecho, despacio, la armonía de la madre naturaleza se apiada, calma y la quemazón de las heridas ya no es tan sustancial.
─ Es sólo tela, tiene arreglo. ─ Le contesté quizá, más ablandada de lo normal. En las infinitas casualidades y en el jugar de las cartas tramadas de sorpresas, nunca pensé que la incertidumbre de conocer al menos lo básico de este hombre misterioso pasaría a un segundo plano, puesto que con mis orbes examino a la bestia adormecida por un tipo de veneno impregnado en las garras del pelinegro, un arma que aflora cual fisgoneo en mis adentros. ─ Soy una elfa. ─ Nada de suponer más no le insistiré a un enfermo mental con sus respectivos vestigios e indicios a una carencia de dialecto y conocimiento integro.
Tenía un punto a favor y sin vacilar, tentada por las palabras o más bien por esa provocación que surge efecto me dirijo a la criatura derribada. Debería empezar por las dos patas delanteras donde más daño le he propinado, el tomar asiento en la vegetación logró convencerme de que con cada latido de mi corazón, los detalles galardonados por punzadas lacerantes se dilatan si encorvo la espalda o agacho la cabeza en busca de las tajadas color rubí, húmedas y segregadas alrededor del pelaje. No le preguntaré si ayudará, ¿para qué? No parece movido por el animal que con retorcijones me advierte de un dolor asemejado al mío. Con desconfío entreabro los muslos, sujeto la pata derecha y me esfuerzo en sacarla del cuerpo peludo, la coloco en mi muslo y comienzo a sanar cuanto pueda.
Entreabro la palma y de esta, un halo de luz templado surge efecto. Nuestro don no sirve para cerrar heridas graves, pero sí para recomponer lo suficiente y apaciguar la congoja, voy lenta y es evidente, no estoy en la mejor versión que puedo ofrecer. La carne va cerrándose de dentro hacia afuera hasta que un corte, más leve que el anterior se visualiza. Siguiente pata, despego los glúteos de lo cetrino y con tal de no bordear, me monto encima del lomo de la bestia y lo rodeo con las piernas hasta llegar al costado contrario. Me costó un refunfuño malhumorado y un esfuerzo digno sacar la izquierda que adormecida, descansaba bajo el cuello del sujeto. Tiré y tiré con el gesto fruncido cuando de un sobresalto éste se mueve, de las paredes de mi garganta emergen insultos élficos debido al susto, ¡la madre que lo trajo al mundo! Grité después. Repito el proceso, siempre es lo mismo, la herida seguirá abierta pero podrá moverse.
Faltan las traseras y yo noto que la respiración me falta, rayos, si tuviese mi bolsa cerca esto no pasaría, que para algo tengo recursos, sin embargo oculté mis pertenencias lejos, en un punto céntrico al cual vuelvo en la madrugada. ¿El que cayó estará muerto? Curiosa me asomo al precipicio, me coloco a gachas y en el momento en el que alzo las caderas un sonsonete resquebrajado alarma a mis sentidos. Adiós costura, el pantalón cede y antes de que mis glúteos se enfríen por el clima me siento nuevamente, que siga la racha de mala suerte, ¿que más dará? Ladeo el gesto y le echo un vistazo al elfo que poco a poco, va apartándose, menudo cobarde. Me afianzo a una de las piedras diminutas y se la lanzo a la cabeza, llamando su atención, con un cabeceo le indico que por esa zona mi capa debería descansar, servirá como falda rasgada, pero al menos no iré enseñando el toto por la espesura.
─ La capa. ─ Susurré retraída, no me gusta pedir ayuda. ─ Debería estar por ahí. ─ Las manos me las llevo al lateral y aguanto la tela que no da más de sí y se entreabre cuando quiere, no me da vergüenza que me vea la piel desnuda, es lo más normal pero aún así, al pelinegro no quiero mostrarle ni una céntima. Resoplo y el aire se me escapa de entre los dientes, alzo el brazo y me aparto los mechones del rostro, llevándolos detrás de la oreja enjoyada. Abro los luceros como platos, no está, asfixiada por un suspiro que me arrancó la viveza de mis mejillas me levanto en cuestión de segundos, no perderé lo único que me aferra a mis tierras, a mis raíces y a la única razón por la que sigo siendo Eretria y no Anfaüglir la inalterable.
─ Es sólo tela, tiene arreglo. ─ Le contesté quizá, más ablandada de lo normal. En las infinitas casualidades y en el jugar de las cartas tramadas de sorpresas, nunca pensé que la incertidumbre de conocer al menos lo básico de este hombre misterioso pasaría a un segundo plano, puesto que con mis orbes examino a la bestia adormecida por un tipo de veneno impregnado en las garras del pelinegro, un arma que aflora cual fisgoneo en mis adentros. ─ Soy una elfa. ─ Nada de suponer más no le insistiré a un enfermo mental con sus respectivos vestigios e indicios a una carencia de dialecto y conocimiento integro.
Tenía un punto a favor y sin vacilar, tentada por las palabras o más bien por esa provocación que surge efecto me dirijo a la criatura derribada. Debería empezar por las dos patas delanteras donde más daño le he propinado, el tomar asiento en la vegetación logró convencerme de que con cada latido de mi corazón, los detalles galardonados por punzadas lacerantes se dilatan si encorvo la espalda o agacho la cabeza en busca de las tajadas color rubí, húmedas y segregadas alrededor del pelaje. No le preguntaré si ayudará, ¿para qué? No parece movido por el animal que con retorcijones me advierte de un dolor asemejado al mío. Con desconfío entreabro los muslos, sujeto la pata derecha y me esfuerzo en sacarla del cuerpo peludo, la coloco en mi muslo y comienzo a sanar cuanto pueda.
Entreabro la palma y de esta, un halo de luz templado surge efecto. Nuestro don no sirve para cerrar heridas graves, pero sí para recomponer lo suficiente y apaciguar la congoja, voy lenta y es evidente, no estoy en la mejor versión que puedo ofrecer. La carne va cerrándose de dentro hacia afuera hasta que un corte, más leve que el anterior se visualiza. Siguiente pata, despego los glúteos de lo cetrino y con tal de no bordear, me monto encima del lomo de la bestia y lo rodeo con las piernas hasta llegar al costado contrario. Me costó un refunfuño malhumorado y un esfuerzo digno sacar la izquierda que adormecida, descansaba bajo el cuello del sujeto. Tiré y tiré con el gesto fruncido cuando de un sobresalto éste se mueve, de las paredes de mi garganta emergen insultos élficos debido al susto, ¡la madre que lo trajo al mundo! Grité después. Repito el proceso, siempre es lo mismo, la herida seguirá abierta pero podrá moverse.
Faltan las traseras y yo noto que la respiración me falta, rayos, si tuviese mi bolsa cerca esto no pasaría, que para algo tengo recursos, sin embargo oculté mis pertenencias lejos, en un punto céntrico al cual vuelvo en la madrugada. ¿El que cayó estará muerto? Curiosa me asomo al precipicio, me coloco a gachas y en el momento en el que alzo las caderas un sonsonete resquebrajado alarma a mis sentidos. Adiós costura, el pantalón cede y antes de que mis glúteos se enfríen por el clima me siento nuevamente, que siga la racha de mala suerte, ¿que más dará? Ladeo el gesto y le echo un vistazo al elfo que poco a poco, va apartándose, menudo cobarde. Me afianzo a una de las piedras diminutas y se la lanzo a la cabeza, llamando su atención, con un cabeceo le indico que por esa zona mi capa debería descansar, servirá como falda rasgada, pero al menos no iré enseñando el toto por la espesura.
─ La capa. ─ Susurré retraída, no me gusta pedir ayuda. ─ Debería estar por ahí. ─ Las manos me las llevo al lateral y aguanto la tela que no da más de sí y se entreabre cuando quiere, no me da vergüenza que me vea la piel desnuda, es lo más normal pero aún así, al pelinegro no quiero mostrarle ni una céntima. Resoplo y el aire se me escapa de entre los dientes, alzo el brazo y me aparto los mechones del rostro, llevándolos detrás de la oreja enjoyada. Abro los luceros como platos, no está, asfixiada por un suspiro que me arrancó la viveza de mis mejillas me levanto en cuestión de segundos, no perderé lo único que me aferra a mis tierras, a mis raíces y a la única razón por la que sigo siendo Eretria y no Anfaüglir la inalterable.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Al final todo había terminado, aunque no de la mejor manera, el pelinegro ni siquiera se fijó en lo que la chica quisiera demostrar, tenía cosas más importantes qué hacer como por ejemplo caminar sin rumbo y mirar el cielo; antes de retirarse de la escena algo llama su atención y no puede evitar voltear al origen del sonido en donde la parece mostrarle el trasero a la bestia en señal de apareamiento -¿Tan desesperada está?- Piensa el elfo aunque sin decir nada, no planea ofender las primitivas costumbres de aquella rara especie; en lugar de decir algo levanta una ceja y se aleja un paso, otro paso, hasta alejarse lentamente y sin hacer ruido al tiempo que intenta no cruzar la mirada con aquella animalita silvestre que evidentemente necesita ser adaptada para vivir en sociedad.
La chica le lanza una piedra y el pobre debe darse prisa para esquivarla, al menos tiene buena puntería, no se le puede negar; señala una capa en el piso y obviamente aquello solo puede significar una cosa; el pelinegro se acerca a la capa, la toma del piso y con un gesto de agradecimiento sonríe a la chica de extrañas costumbres -Gracias, está un poco fea y huele mal pero servirá de compensación por las molestias ocasionadas- Se inclinó levemente como había visto hacer a algunos nobles humanos, aunque lo más probable es que aquella cosa no entendiera tales costumbres de la civilización.
No deberías andar- Dijo señalándole el trasero desnudo -Así- Le apuntó con cara de extrañeza -No querrás aparearte con cualquiera, debes encontrar a alguien indicado- Comenzó un sermón que no era propio de él mismo, pero de alguna manera había tomado un poco de aprecio hacia la elfa-cabra, y ahora que se llevaba su fea capa tendría algo para recordarla luego, tal vez incluso podrían volverse a encontrar en algún momento, con lo que había ganado en las misiones de gremio podría al menos pagarle un baño y algo de ropa decente.
Mientras pensaba en ropa se detuvo de nuevo, se le había ocurrido una idea brillante que seguro ni en mil años se le podría ocurrir a aquella criatura silvestre, si se cubría con la capa no tendría que andar exhibiendo sus partes por doquier, era una gran idea y a punto estuvo de hacérsela saber pero luego recordó que era de mala educación regresar los regalos así que tras detenerse un rato continuó su camino dejándola atrás.
La chica le lanza una piedra y el pobre debe darse prisa para esquivarla, al menos tiene buena puntería, no se le puede negar; señala una capa en el piso y obviamente aquello solo puede significar una cosa; el pelinegro se acerca a la capa, la toma del piso y con un gesto de agradecimiento sonríe a la chica de extrañas costumbres -Gracias, está un poco fea y huele mal pero servirá de compensación por las molestias ocasionadas- Se inclinó levemente como había visto hacer a algunos nobles humanos, aunque lo más probable es que aquella cosa no entendiera tales costumbres de la civilización.
No deberías andar- Dijo señalándole el trasero desnudo -Así- Le apuntó con cara de extrañeza -No querrás aparearte con cualquiera, debes encontrar a alguien indicado- Comenzó un sermón que no era propio de él mismo, pero de alguna manera había tomado un poco de aprecio hacia la elfa-cabra, y ahora que se llevaba su fea capa tendría algo para recordarla luego, tal vez incluso podrían volverse a encontrar en algún momento, con lo que había ganado en las misiones de gremio podría al menos pagarle un baño y algo de ropa decente.
Mientras pensaba en ropa se detuvo de nuevo, se le había ocurrido una idea brillante que seguro ni en mil años se le podría ocurrir a aquella criatura silvestre, si se cubría con la capa no tendría que andar exhibiendo sus partes por doquier, era una gran idea y a punto estuvo de hacérsela saber pero luego recordó que era de mala educación regresar los regalos así que tras detenerse un rato continuó su camino dejándola atrás.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Le miré de lejos como se mira al racionamiento que ya se aburrió de uno, entre mis principios retenerle no era uno de ellos y me duró un segundo la sensación de que me abandonará, llevándose la capa consigo tras ese discurso que me dejó seca, tiesa y empalidecida sobre lo verdoso. Imposible, me duele el pecho, es como una herida abierta que no ceso de tocar por puro capricho para ensanchar el daño y entender de que esto es real, todas las locuras y la controversia de que si no me levanto ahora la voluntad viviente de encontrar la joya se irá apagando como un punto inalcanzable.
Era oscuro, su silueta se empalidecía al contraluz de las castas, palabras vacías que dedicaba en vano pues no llegaban a tocarme la fibra, no como esa reverencia que me terminó de enervar. Fúrica y con la vista afilada contemplo al pelinegro aún con los glúteos prietos y semiocultos por la vegetación, el palpitar de este corazón arraigado por la carga de haberle salvado en dos ocasiones para finalizar tirada y sin la única posibilidad de taparme, una posibilidad que nada más ni nada menos me arrebata él al llevarse la tela como obsequio me hace explotar. ¿¡Pero que coño le pasa a este elfo?! Inflo los pulmones y el aire cálido lo expulso por las fosas nasales, hinco las rodillas con una vileza palpable hasta levantarme, no reparará en el lamento mudo o en lo torcidas que tengo las facciones por el simple hecho de que se adentra en el bosque.
Mis labios están sellados y no pienso pedirle ayudar al culpable de mis demonios, se desatan, me devoran cual entrante delicioso y la congoja de seguir hambrientos me parten el alma, la desesperación florece junto con el miedo, una alteración de emociones que no deberían estar ahí, más están, y sé porque se aprovechan de mi debilidad. Un simple regalo, joyas esparcidas por una varilla de metal como adorno, el momento que hizo mella al partir de Doriath y llevarme conmigo tan solo eso, imprescindible que después de décadas se ha perdido en un bosque tóxico. Reviso con cautela los árboles que utilicé para marear a la bestia, los cercanos al precipicio y el césped por donde rodé hasta acabar bajo las patas del animal.
Cuesta y lo bonito de la creencia es que al final siempre defrauda por los bajos. Le he echado un vistazo al terreno y con cada minuto que transcurre los nervios envenenan mi sangre que arde, repeluznos de toda índole me atrapan cual sifón embravecido en unos resultados deplorables. Trituro las uñas de mis dedos, el pantalón sigue su curso a través de mis largas piernas y para asegurarme de que no perderé también las armas saco el cinto de la tela de cuero y lo coloco tan solo en mi cintura, lo subo y por sí solo se baja cual incordio, entorno los ojos y doy por sentado que el infortunio del pendiente es más urgente que la madre naturaleza observe atolondrada una bonita entrepierna. Reflexiono, existe la posibilidad de haberse caído por el vacío del precipicio o... Arqueo una de las cejas, el elfo.
Sedienta de represalias no me importará jugármela con Destino, con un rumbo al azar a través de la maleza y los peligros que acechan persigo al hombre, sé rastrear y en lo que vendrían siendo quince minutos de perspectiva delirante, lo encuentro. Es curioso como sin ser consciente ya estoy corriendo en pleno sigilo detrás él, abalanzándome por la espalda de este, mis manos buscan su abdomen el cual oprimo mientras que, una de mis piernas le hacen una zancadilla para derribarlo. ─ Dime, ¿no tienes algo que me pertenece? ─ Le pregunté con un hálito revestido en muerte. No jugaré al papel de musa inocente ni al de la muchacha frágil, yo no soy así y cuando algo me marca, intento devolver las huellas proferidas en carne.
Agazapada sobre el regazo del elfo me percato de que el pantalón habrá caído en batalla, eso significa que he estado rondando sin ningún tipo de tela de cintura hacia los muslos, así que por eso sentía fresquito. Le señalo con el dedo índice hasta que los dedos los dirijo a sus atavíos, apretándolos en contra con tal de acercarlo a mi rostro y sepa que esto no es una advertencia matizada, es una puta amenaza. ─ ¿Qué más quieres? ¿No ha sido suficiente con pisotearme, romper lo único que llevo encima, llevarte la capa que te pedí para taparme que ahora también te llevas mi pendiente? ─ Bufé con la guardia activa. Me dan igual las excusas que ponga, por esa misma razón y de una manera bizarra toqueteo sus brazos, el torso y los huecos ocultos de su capa, está armado hasta los dientes más lo que necesito para ser Eretria, no parece llevarlo encima.
Colérica le arrebato el manto arañado por las bestias, destrozado por estas para que actúe como falda en mis caderas. ─ No me hagas ser mala. ─ Encasqueté como insinuación, las piernas del pelinegro estén limpias y lo confirmo tras apretarle el pantalón y parte de las botas aún encima de él para que no corra despavorido. ─ ¿Donde la guardas? ─ Debe tenerla, me aferraré a que es así o entonces deberé aceptar que la he perdido hoy. Chasqueo con la lengua y ya para asustarle realmente me desato el cinto de cuero, saco las dos armas de los forros para que no molesten y se lo enseño. Esta cabra como hace referencia, tiene gustos exquisitos de como castigar a los extraños que osan tocarle las pelotas. Si bien es cierto que va ciega de rabia, los luceros le brillan y las manos le tiemblan, está afectada y el llanto se lo traga por orgullo.
─ Destino. ─ Le llamó. ─ La cabra necesita su pendiente o se transformará en algo malo. ─ A ver si así entiende mejor. El apodarme cabra y yo misma aceptarlo por el bien de la situación me pone enferma. En cuanto a la joya, si nos fijamos con detalle, ella misma la lleva atorada en la tela que oculta su columna y estúpida, no se ha dado cuenta.
Era oscuro, su silueta se empalidecía al contraluz de las castas, palabras vacías que dedicaba en vano pues no llegaban a tocarme la fibra, no como esa reverencia que me terminó de enervar. Fúrica y con la vista afilada contemplo al pelinegro aún con los glúteos prietos y semiocultos por la vegetación, el palpitar de este corazón arraigado por la carga de haberle salvado en dos ocasiones para finalizar tirada y sin la única posibilidad de taparme, una posibilidad que nada más ni nada menos me arrebata él al llevarse la tela como obsequio me hace explotar. ¿¡Pero que coño le pasa a este elfo?! Inflo los pulmones y el aire cálido lo expulso por las fosas nasales, hinco las rodillas con una vileza palpable hasta levantarme, no reparará en el lamento mudo o en lo torcidas que tengo las facciones por el simple hecho de que se adentra en el bosque.
Mis labios están sellados y no pienso pedirle ayudar al culpable de mis demonios, se desatan, me devoran cual entrante delicioso y la congoja de seguir hambrientos me parten el alma, la desesperación florece junto con el miedo, una alteración de emociones que no deberían estar ahí, más están, y sé porque se aprovechan de mi debilidad. Un simple regalo, joyas esparcidas por una varilla de metal como adorno, el momento que hizo mella al partir de Doriath y llevarme conmigo tan solo eso, imprescindible que después de décadas se ha perdido en un bosque tóxico. Reviso con cautela los árboles que utilicé para marear a la bestia, los cercanos al precipicio y el césped por donde rodé hasta acabar bajo las patas del animal.
Cuesta y lo bonito de la creencia es que al final siempre defrauda por los bajos. Le he echado un vistazo al terreno y con cada minuto que transcurre los nervios envenenan mi sangre que arde, repeluznos de toda índole me atrapan cual sifón embravecido en unos resultados deplorables. Trituro las uñas de mis dedos, el pantalón sigue su curso a través de mis largas piernas y para asegurarme de que no perderé también las armas saco el cinto de la tela de cuero y lo coloco tan solo en mi cintura, lo subo y por sí solo se baja cual incordio, entorno los ojos y doy por sentado que el infortunio del pendiente es más urgente que la madre naturaleza observe atolondrada una bonita entrepierna. Reflexiono, existe la posibilidad de haberse caído por el vacío del precipicio o... Arqueo una de las cejas, el elfo.
Sedienta de represalias no me importará jugármela con Destino, con un rumbo al azar a través de la maleza y los peligros que acechan persigo al hombre, sé rastrear y en lo que vendrían siendo quince minutos de perspectiva delirante, lo encuentro. Es curioso como sin ser consciente ya estoy corriendo en pleno sigilo detrás él, abalanzándome por la espalda de este, mis manos buscan su abdomen el cual oprimo mientras que, una de mis piernas le hacen una zancadilla para derribarlo. ─ Dime, ¿no tienes algo que me pertenece? ─ Le pregunté con un hálito revestido en muerte. No jugaré al papel de musa inocente ni al de la muchacha frágil, yo no soy así y cuando algo me marca, intento devolver las huellas proferidas en carne.
Agazapada sobre el regazo del elfo me percato de que el pantalón habrá caído en batalla, eso significa que he estado rondando sin ningún tipo de tela de cintura hacia los muslos, así que por eso sentía fresquito. Le señalo con el dedo índice hasta que los dedos los dirijo a sus atavíos, apretándolos en contra con tal de acercarlo a mi rostro y sepa que esto no es una advertencia matizada, es una puta amenaza. ─ ¿Qué más quieres? ¿No ha sido suficiente con pisotearme, romper lo único que llevo encima, llevarte la capa que te pedí para taparme que ahora también te llevas mi pendiente? ─ Bufé con la guardia activa. Me dan igual las excusas que ponga, por esa misma razón y de una manera bizarra toqueteo sus brazos, el torso y los huecos ocultos de su capa, está armado hasta los dientes más lo que necesito para ser Eretria, no parece llevarlo encima.
Colérica le arrebato el manto arañado por las bestias, destrozado por estas para que actúe como falda en mis caderas. ─ No me hagas ser mala. ─ Encasqueté como insinuación, las piernas del pelinegro estén limpias y lo confirmo tras apretarle el pantalón y parte de las botas aún encima de él para que no corra despavorido. ─ ¿Donde la guardas? ─ Debe tenerla, me aferraré a que es así o entonces deberé aceptar que la he perdido hoy. Chasqueo con la lengua y ya para asustarle realmente me desato el cinto de cuero, saco las dos armas de los forros para que no molesten y se lo enseño. Esta cabra como hace referencia, tiene gustos exquisitos de como castigar a los extraños que osan tocarle las pelotas. Si bien es cierto que va ciega de rabia, los luceros le brillan y las manos le tiemblan, está afectada y el llanto se lo traga por orgullo.
─ Destino. ─ Le llamó. ─ La cabra necesita su pendiente o se transformará en algo malo. ─ A ver si así entiende mejor. El apodarme cabra y yo misma aceptarlo por el bien de la situación me pone enferma. En cuanto a la joya, si nos fijamos con detalle, ella misma la lleva atorada en la tela que oculta su columna y estúpida, no se ha dado cuenta.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Daba un poco de pena dejarla ahí, una criatura como esa posiblemente no viviría más allá de un par de días, pero el remordimiento no estaba en la escasa lista de cualidades del pelinegro, sí que sin más, omitiendo todo el teatro que había la chica al levantarse, el pelinegro acabó por largarse de aquel horrible lugar con la capa encima como un bonito recuerdo.
El gesto había sido bueno, pero la capa era una baratija, así que una vez habiéndose alejado lo suficiente no dudaría en tirarla; había recorrido apenas un corto tramo cuando nuevamente aquellos pasos que solo podían llevar a otro desastre sonaron acercándose a toda prisa aunque esta vez no tomaron al elfo para arrastrarlo sino que en vez de eso la mujer se lanzó sobre él llevándolo al piso.
Aquella carrera tan desmesurada y carente de la gracia y el estilo que debería tener un elfo no podía ser augurio de nada bueno, el elfo lo supo mientras caía al piso con la mujer encima, apenas y le da tiempo de parpadear, la embestida lo ha tomado por sorpresa y al darse cuenta ya forcejea mientras la mujer habla incoherencias sin ningún sentido -Ya basta, cosa del bosque, toma tu mugre capa y lárgate- Espetó con desprecio pensando en más de una manera de causarle daño con solo apuñalarla con al guante y girar la mano, sin embargo por alguna razón se contiene, tal vez esa cosa no está en su sano juicio o peor, no es capaz de pensar correctamente.
Escucha una larga lista de cosas que no recuerda haber hecho, acusaciones sin sentido alguno, tal vez ella ha estado consumiendo muchos alucinógenos y encima ¿Qué le pasó a su ropa? Aunque con la apariencia que tenían dese el inicio aquel desenlace era solo cuestión de tiempo -Sí, tienes razón, un guerrero siempre debe estar pendiente- Respondió cayendo en cuenta de la lección que la chica le estaba dando, se había distraído y en otras condiciones le podría haber costado la vida; la mujer desesperada comenzó a revisar al elfo tocándolo por todos lados -No te preocupes, Destino está bien- Aseguró consciente de que la mujer solo quería asegurarse de su buen estado -Ahora se buena, baja de Destino y tal vez juegue contigo un rato- La criatura parecía desesperada como un cachorro así que tal vez lo correcto era tratarla como tal.
La inspección de la mujer comenzaba a volverse un poco inquietante y por qué no decirlo, incluso desesperante, ante lo cual el pelinegro comienza a tomar una actitud más seria, más aún cuando ésta le arranca la capa y la usa para cubrirse; el tirón de la prenda dejó una marca rojiza en el cuello del elfo quien a punto ya estaba de repelerla -¿Guardar qué?- la acción hostil de la mujer sacando sus armas no fue tomada de buena manera por el pelinegro que de inmediato colocó el filo de las agujas del guante punzando ligeramente el abdomen de aquella endemoniada criatura silvestre.
Finalmente llegó el momento que el elfo esperaba poder evitar desde que supo que la mujer era mitad cabra, no solo había admitido que lo era, sino que además amenazaba con transformarse sobre él; sin pensarlo mucho Destino juntó las palmas de sus manos y comenzó a generar una esfera que en apenas un parpadeo creció lo suficiente para repeler a la mujer empujándola hacia atrás [1] al tiempo que el pelinegro con las manos en el piso se impulsaba con los pies hacia adelante para levantarse y ponerse en guardia -Destino no sabe lo que eres ni le importa, pero esa hostilidad no te llevará a nada bueno- Le advirtió al tiempo que llevaba la mano a la espalda para sacar su espada, no es que estuviera dispuesto a usarla, aún no, pero al menos le serviría para intimidar -¿De qué hablas?- Preguntó confundido sin bajar la guardia, esa cosa estaba más loca de lo que aparentaba estar.
[1] Habilidad de nivel 1: Moondance El gesto había sido bueno, pero la capa era una baratija, así que una vez habiéndose alejado lo suficiente no dudaría en tirarla; había recorrido apenas un corto tramo cuando nuevamente aquellos pasos que solo podían llevar a otro desastre sonaron acercándose a toda prisa aunque esta vez no tomaron al elfo para arrastrarlo sino que en vez de eso la mujer se lanzó sobre él llevándolo al piso.
Aquella carrera tan desmesurada y carente de la gracia y el estilo que debería tener un elfo no podía ser augurio de nada bueno, el elfo lo supo mientras caía al piso con la mujer encima, apenas y le da tiempo de parpadear, la embestida lo ha tomado por sorpresa y al darse cuenta ya forcejea mientras la mujer habla incoherencias sin ningún sentido -Ya basta, cosa del bosque, toma tu mugre capa y lárgate- Espetó con desprecio pensando en más de una manera de causarle daño con solo apuñalarla con al guante y girar la mano, sin embargo por alguna razón se contiene, tal vez esa cosa no está en su sano juicio o peor, no es capaz de pensar correctamente.
Escucha una larga lista de cosas que no recuerda haber hecho, acusaciones sin sentido alguno, tal vez ella ha estado consumiendo muchos alucinógenos y encima ¿Qué le pasó a su ropa? Aunque con la apariencia que tenían dese el inicio aquel desenlace era solo cuestión de tiempo -Sí, tienes razón, un guerrero siempre debe estar pendiente- Respondió cayendo en cuenta de la lección que la chica le estaba dando, se había distraído y en otras condiciones le podría haber costado la vida; la mujer desesperada comenzó a revisar al elfo tocándolo por todos lados -No te preocupes, Destino está bien- Aseguró consciente de que la mujer solo quería asegurarse de su buen estado -Ahora se buena, baja de Destino y tal vez juegue contigo un rato- La criatura parecía desesperada como un cachorro así que tal vez lo correcto era tratarla como tal.
La inspección de la mujer comenzaba a volverse un poco inquietante y por qué no decirlo, incluso desesperante, ante lo cual el pelinegro comienza a tomar una actitud más seria, más aún cuando ésta le arranca la capa y la usa para cubrirse; el tirón de la prenda dejó una marca rojiza en el cuello del elfo quien a punto ya estaba de repelerla -¿Guardar qué?- la acción hostil de la mujer sacando sus armas no fue tomada de buena manera por el pelinegro que de inmediato colocó el filo de las agujas del guante punzando ligeramente el abdomen de aquella endemoniada criatura silvestre.
Finalmente llegó el momento que el elfo esperaba poder evitar desde que supo que la mujer era mitad cabra, no solo había admitido que lo era, sino que además amenazaba con transformarse sobre él; sin pensarlo mucho Destino juntó las palmas de sus manos y comenzó a generar una esfera que en apenas un parpadeo creció lo suficiente para repeler a la mujer empujándola hacia atrás [1] al tiempo que el pelinegro con las manos en el piso se impulsaba con los pies hacia adelante para levantarse y ponerse en guardia -Destino no sabe lo que eres ni le importa, pero esa hostilidad no te llevará a nada bueno- Le advirtió al tiempo que llevaba la mano a la espalda para sacar su espada, no es que estuviera dispuesto a usarla, aún no, pero al menos le serviría para intimidar -¿De qué hablas?- Preguntó confundido sin bajar la guardia, esa cosa estaba más loca de lo que aparentaba estar.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Completamente furiosa he perdido la cabeza y tirado la última gota de paciencia sobre el pelinegro, no hay quien calme la sed de venganza o tranquilice las aguas serpentinosas que me envuelven, ellos desde lo hondo de mi pecho gritan, vitorean, sacan las garras de entre las jaulas con persistencia y tratan de salir al mundo real, henchidos en rabia e impotencia azuzan en contra de la lógica, no la necesito, un animal, mejor dicho, no lo necesita. En un soplo desatinado sobre el regazo del elfo voy acechándolo, se cree que he recorrido medio bosque para darle una sorpresa excepcional, en su semblante distingo una mirada despectiva junto a unas palabras bañadas en calumnias, que inevitable encienden la mecha de una dinamita potente e inalterable como el océano colosal y sus olas al cabriolar.
No me rendiré, aún tengo las fuerzas suficientes y la sangre en el calderón de este cuerpo ardiente anhela una ronda de golpes, no es la mejor manera de hallar respuestas pero sí para desahogarme como alternativa de unas lágrimas que jamás verán la luz del día. Mis delgados dedos se aferran al cinto de cuero, en su rostro lo estiro hasta discernir un chirrido ilícito, estaba apunto de atizarlo con el corazón puesto en el material y en el afán de mi brazo que desciende veloz, sin embargo no sé cómo cojones estoy volando. ¡La madre que me trajo! Ruedo un par de metros hasta apoyar la espalda en una corteza áspera, toso incrédula con las palabras del pelinegro repercutiéndome en las orejas puntiagudas.
Oh, ahora sí que sí, con la voz quebrada y un sabor agrio de boca embisto de un puñetazo al árbol que actúa como soporte mientras me reincorporo, el ruido del bosque concluye y los animales minúsculos huyen amedrentados por el averno que les caerá cual hecatombe indómita, quemaré e incendiaré el bosque si hace falta, pero este elfo sucumbirá a mis manos capaces de arrancarle hasta el alma de sopetón. Erguida de pies a cabeza ladeo el cuello, primero a la derecha, luego a la izquierda en una especie de ejercicios para precalentar, los párpados los entrecierro para aguzar la mirada en unos andares gatunos, no me acerco todavía, más bien le rodeo con prudencia, defensiva y taciturna.
─ ¿Qué harás con esa espada? ─ No demando respuestas, deberá usarla porque le haré daño con mis manos desnudas. Las dagas quedaron al lado de las botas del pelinegro, ¿y qué? Sonreí, no las preciso. Detenida en seco alzo los puños, llevándolos a la altura de mi mentón donde los nudillos suenan al estallarlos como aviso de "corre ahora que puedes o no volverás a levantarte del puto suelo." Flemática origino una carrera hacia el elfo y como primer golpe le hice creer que usaría los puños, más no fue así, alcé la pierna derecha a la altura de sus costados donde le golpeo con nervios de acero, no me paré a indagar si realmente surgió efecto o logró esquivarlo ya que se trata de una serie de ataques consecutivos, no necesito pensar, tan sólo darle con el espíritu puesto en cada impacto.
Después de la patada en el costado alejé la pierna, me agaché para coger impulso y salté en frente del pelinegro, con el codo fui directa a sus sienes tragándome todos los insultos posibles, medité y preferí expulsar un bramido bélico frente a sus facciones en cuanto el segundo golpe llegó a su objetivo, el elfo se estira hacia atrás y el codo a la fuerza que va conducido mueve la brisa y peina sus cejas más no le hace daño. No pasa nada, vengo cargada de iniciativa. Estiro los brazos para cogerle de los atavíos, la rodilla la elevo y va directa a su abdomen, en sí, todos los movimientos son ejecutados en segundos que veloces, devoran la lógica y el entendimiento.
No puedo parar, es tal el éxtasis que me invade, imposible de ocultar que incluso aflora en mi rostro como una sonrisa menguante y altanera. Volví a agacharme frente a él, es lo que tiene ser de complexión ligera y por supuesto, más baja. Cerré los puños y juntos como hermanos fueron a la barbilla de Destino, no hay trifulca en el revuelo de asaltos, para finalizar volví a emerger cual ave rapaz, crucé el aire y mi rótula victoriosa según deseo creer impactó en el corazón del viajero con desprecio. Tomé aire y me aparté rápidamente, fueron seis segundos mal contados en recrear un combo impartido por un padre difunto, embravecida por la soberbia levanté la cabeza, apreté el nudo de la falda provisional y aguardé con plena confianza a que Destino se derrumbase en medio de la espesura.
No me rendiré, aún tengo las fuerzas suficientes y la sangre en el calderón de este cuerpo ardiente anhela una ronda de golpes, no es la mejor manera de hallar respuestas pero sí para desahogarme como alternativa de unas lágrimas que jamás verán la luz del día. Mis delgados dedos se aferran al cinto de cuero, en su rostro lo estiro hasta discernir un chirrido ilícito, estaba apunto de atizarlo con el corazón puesto en el material y en el afán de mi brazo que desciende veloz, sin embargo no sé cómo cojones estoy volando. ¡La madre que me trajo! Ruedo un par de metros hasta apoyar la espalda en una corteza áspera, toso incrédula con las palabras del pelinegro repercutiéndome en las orejas puntiagudas.
Oh, ahora sí que sí, con la voz quebrada y un sabor agrio de boca embisto de un puñetazo al árbol que actúa como soporte mientras me reincorporo, el ruido del bosque concluye y los animales minúsculos huyen amedrentados por el averno que les caerá cual hecatombe indómita, quemaré e incendiaré el bosque si hace falta, pero este elfo sucumbirá a mis manos capaces de arrancarle hasta el alma de sopetón. Erguida de pies a cabeza ladeo el cuello, primero a la derecha, luego a la izquierda en una especie de ejercicios para precalentar, los párpados los entrecierro para aguzar la mirada en unos andares gatunos, no me acerco todavía, más bien le rodeo con prudencia, defensiva y taciturna.
─ ¿Qué harás con esa espada? ─ No demando respuestas, deberá usarla porque le haré daño con mis manos desnudas. Las dagas quedaron al lado de las botas del pelinegro, ¿y qué? Sonreí, no las preciso. Detenida en seco alzo los puños, llevándolos a la altura de mi mentón donde los nudillos suenan al estallarlos como aviso de "corre ahora que puedes o no volverás a levantarte del puto suelo." Flemática origino una carrera hacia el elfo y como primer golpe le hice creer que usaría los puños, más no fue así, alcé la pierna derecha a la altura de sus costados donde le golpeo con nervios de acero, no me paré a indagar si realmente surgió efecto o logró esquivarlo ya que se trata de una serie de ataques consecutivos, no necesito pensar, tan sólo darle con el espíritu puesto en cada impacto.
Después de la patada en el costado alejé la pierna, me agaché para coger impulso y salté en frente del pelinegro, con el codo fui directa a sus sienes tragándome todos los insultos posibles, medité y preferí expulsar un bramido bélico frente a sus facciones en cuanto el segundo golpe llegó a su objetivo, el elfo se estira hacia atrás y el codo a la fuerza que va conducido mueve la brisa y peina sus cejas más no le hace daño. No pasa nada, vengo cargada de iniciativa. Estiro los brazos para cogerle de los atavíos, la rodilla la elevo y va directa a su abdomen, en sí, todos los movimientos son ejecutados en segundos que veloces, devoran la lógica y el entendimiento.
No puedo parar, es tal el éxtasis que me invade, imposible de ocultar que incluso aflora en mi rostro como una sonrisa menguante y altanera. Volví a agacharme frente a él, es lo que tiene ser de complexión ligera y por supuesto, más baja. Cerré los puños y juntos como hermanos fueron a la barbilla de Destino, no hay trifulca en el revuelo de asaltos, para finalizar volví a emerger cual ave rapaz, crucé el aire y mi rótula victoriosa según deseo creer impactó en el corazón del viajero con desprecio. Tomé aire y me aparté rápidamente, fueron seis segundos mal contados en recrear un combo impartido por un padre difunto, embravecida por la soberbia levanté la cabeza, apreté el nudo de la falda provisional y aguardé con plena confianza a que Destino se derrumbase en medio de la espesura.
- Ere destructora de vidas:
- Aquí los tienes a cámara lenta, te ha hecho todos lo que salen en el vídeo. Por supuesto no he dejado en claro que alguno haya surtido efecto, así tienes libertad de esquivarlos o comértelos, según quieras <3.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Contra todo pronóstico, aquella criatura ingenua y furiosa como un perrito que se enfrenta a un oso, parecía intentar desesperadamente causar daño, Destino río con malicia ante aquellos intentos estériles hasta que ya era demasiado tarde; al principio la había apartado sin mucho esfuerzo como una advertencia, si hubiera acompañado la acción con una palabra seguramente habría sido un “Sape” o un “Shu Shu” como se le hace a los perros para alejarlos, pero la determinación de la criatura parecía ser más poderosa que su sentido común y ahí iba de nuevo al ataque como si realmente creyera que tenía alguna esperanza o posibilidad de lograr algo.
El espectáculo que da resulta ciertamente tragicómico, no es mucho lo que podría hacer así que el elfo deja a un lado la espada por simple lástima, no pretende lastimar a una criatura que ataca desde la más profunda y completa ignorancia ¿Habrá escuchado alguna vez acerca del gremio de asesinos? Destino niega con la cabeza sin prestarle demasiada atención al arranque de furia de la mujer extraña -Destino no usaría un arma contra alguien desarmado- Fue todo lo que dijo después de dejar caer el arma y notando que la chica no portaba nada similar, no le agradaba luchar en desigualdad así que defenderse sin armas era lo indicado, además tampoco es que ella pudiera hacer mucho aunque quisiera.
El choque de puños de la mujer hace que el elfo levante una ceja extrañado y de inmediato la mujer lo embiste en un ataque desesperado y furioso; sin darle demasiado crédito el pelinegro alza los brazos para ponerse en guardia pero es sorprendido, el ataque no viene con los puños sino con una poderosa patada que ante los brazos elevados del pelinegro encuentra el camino libre hacia el costado; el sonido del golpe retumba como cuando se golpea un tronco mojado y hueco; no se lo puede creer, ha conseguido engañarle en primer momento, parece que la ha subestimado o tal vez solo ha tenido suerte, sí, probablemente lo último.
Destino baja los brazos para volver a proteger sus costados, un fallo así no sucederá de nuevo; ahora la chica se agacha para volver a levantarse y volar con sus codos en dirección a la cabeza del elfo; tal vez un puñetazo habría resultado mejor, pues al acercarse demasiado no gana sino un par de golpes en sus costados con ambos puños del elfo, y es que ha quedado sin guardia en ese ataque, así que no se puede hacer otra cosa sino golpearla; además de ello los golpes además de impactar sirve para repelerla, dándole al elfo tiempo para evadir el ataque por poco -No con esos brazos cortos, criatura del bosque, descuidas tu defensa- Le aconseja en medio de la batalla, ahora sabe que la chica tiene potencia y que puede hacerlo mejor, pero no lo admitirá.
El pelinegro retrocedió, o al menos lo intentaba antes de ser tomado por sus propias ropas y atraído hacia la chica que ahora le atacaba con un potente rodillazo que por suerte consiguió repeler con la palma abierta; aunque la fuerza del golpe lo despega del piso y lo hace retroceder -Necesitas más fuerza- Le dice con malicia a pesar de que el golpe ha tenido bastante potencia, francamente ya solo desea molestarla, la furia se encargará de que cometa errores y acabe por derrotarse a sí misma.
Lo que jamás habría esperado fue ese golpe con ambos puños que le tomó por sorpresa, hasta ahora no había visto movimiento similar y no puede más que retroceder un poco para tratar de escapar pero es en vano, se traga completamente el golpe que lo levanta del piso y lo hace ver todo borroso; sacude la cabeza y cierra los ojos para reabrirlos y tomarse el enfrentamiento con más seriedad, había sido divertido al inicio pero si no la detiene acabará por hacerle daño de verdad; cierra el puño de la mano derecha y abre los dedos de la mano izquierda mostrando las agujas de su guante aún impregnadas del veneno que había usado con la otra criatura, aunque de momento la estrategia será otra.
Observa por un instante la posición de la chica y avanza preparando su mano izquierda para lanzar una estocada con los guantes, deberá tratar de evitarla o acabará sedada, aunque al final el objetivo es una patada precisa a un lado de su rodilla izquierda para hacerla perder el equilibrio; sin embargo aquello es tan solo el inicio, una vez cerca forma un halo de luz en la mano derecha y con la palma abierta lo lanza hacia el pecho de la chica; [1] apenas y notará una pequeña puntada sin importancia, pero en los siguientes instantes, sentirá dolor cada vez que ataque si decide seguirlo haciendo; el futuro de la pelea dependerá del nivel de masoquismo que tenga la criatura; cabe destacar que el elfo no termina de entender por qué rayos pelean.
[1] Habilidad de nivel 2: Kinslayer El espectáculo que da resulta ciertamente tragicómico, no es mucho lo que podría hacer así que el elfo deja a un lado la espada por simple lástima, no pretende lastimar a una criatura que ataca desde la más profunda y completa ignorancia ¿Habrá escuchado alguna vez acerca del gremio de asesinos? Destino niega con la cabeza sin prestarle demasiada atención al arranque de furia de la mujer extraña -Destino no usaría un arma contra alguien desarmado- Fue todo lo que dijo después de dejar caer el arma y notando que la chica no portaba nada similar, no le agradaba luchar en desigualdad así que defenderse sin armas era lo indicado, además tampoco es que ella pudiera hacer mucho aunque quisiera.
El choque de puños de la mujer hace que el elfo levante una ceja extrañado y de inmediato la mujer lo embiste en un ataque desesperado y furioso; sin darle demasiado crédito el pelinegro alza los brazos para ponerse en guardia pero es sorprendido, el ataque no viene con los puños sino con una poderosa patada que ante los brazos elevados del pelinegro encuentra el camino libre hacia el costado; el sonido del golpe retumba como cuando se golpea un tronco mojado y hueco; no se lo puede creer, ha conseguido engañarle en primer momento, parece que la ha subestimado o tal vez solo ha tenido suerte, sí, probablemente lo último.
Destino baja los brazos para volver a proteger sus costados, un fallo así no sucederá de nuevo; ahora la chica se agacha para volver a levantarse y volar con sus codos en dirección a la cabeza del elfo; tal vez un puñetazo habría resultado mejor, pues al acercarse demasiado no gana sino un par de golpes en sus costados con ambos puños del elfo, y es que ha quedado sin guardia en ese ataque, así que no se puede hacer otra cosa sino golpearla; además de ello los golpes además de impactar sirve para repelerla, dándole al elfo tiempo para evadir el ataque por poco -No con esos brazos cortos, criatura del bosque, descuidas tu defensa- Le aconseja en medio de la batalla, ahora sabe que la chica tiene potencia y que puede hacerlo mejor, pero no lo admitirá.
El pelinegro retrocedió, o al menos lo intentaba antes de ser tomado por sus propias ropas y atraído hacia la chica que ahora le atacaba con un potente rodillazo que por suerte consiguió repeler con la palma abierta; aunque la fuerza del golpe lo despega del piso y lo hace retroceder -Necesitas más fuerza- Le dice con malicia a pesar de que el golpe ha tenido bastante potencia, francamente ya solo desea molestarla, la furia se encargará de que cometa errores y acabe por derrotarse a sí misma.
Lo que jamás habría esperado fue ese golpe con ambos puños que le tomó por sorpresa, hasta ahora no había visto movimiento similar y no puede más que retroceder un poco para tratar de escapar pero es en vano, se traga completamente el golpe que lo levanta del piso y lo hace ver todo borroso; sacude la cabeza y cierra los ojos para reabrirlos y tomarse el enfrentamiento con más seriedad, había sido divertido al inicio pero si no la detiene acabará por hacerle daño de verdad; cierra el puño de la mano derecha y abre los dedos de la mano izquierda mostrando las agujas de su guante aún impregnadas del veneno que había usado con la otra criatura, aunque de momento la estrategia será otra.
Observa por un instante la posición de la chica y avanza preparando su mano izquierda para lanzar una estocada con los guantes, deberá tratar de evitarla o acabará sedada, aunque al final el objetivo es una patada precisa a un lado de su rodilla izquierda para hacerla perder el equilibrio; sin embargo aquello es tan solo el inicio, una vez cerca forma un halo de luz en la mano derecha y con la palma abierta lo lanza hacia el pecho de la chica; [1] apenas y notará una pequeña puntada sin importancia, pero en los siguientes instantes, sentirá dolor cada vez que ataque si decide seguirlo haciendo; el futuro de la pelea dependerá del nivel de masoquismo que tenga la criatura; cabe destacar que el elfo no termina de entender por qué rayos pelean.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
No existen barreras, todo está permitido y debo admitir que esto se está tornando en un calvario, los golpes en mi abdomen cuando fui directa a su rostro con el codo próximo me trajo más desgracias que ventajas, sin embargo la cólera me asfixia y el sentimiento de que me está mintiendo después de salvarle dos veces de caer al vacío me puede, es tal que no lo veo siquiera como un semejante que considerar, envuelta en la idea de que no será necesario ni en este bosque ni en ningún otro volví a la carga cegada por la venganza y sedienta de un rencor que no guardo ya en mis adentros, es inevitable que logre odiarle a expensas de que quizá no tenga el pendiente.
Sin tiempo que desperdiciar y arriesgándome más de la cuenta continué zurrándole hasta que el aire me falta y el pecho me arde de impotencia, origina una charla estúpida a modo de distracción, y yo no entraré en ese juego de luces y sombras, con los puños cerrados logré golpearle la mandíbula tan brusca que incluso una punzada peregrina desde los nudillos hasta arribar a mis dos muñecas como advertencia, Destino manipula el guante que adormeció a la bestia y cansado de recibir logra ponerme alerta, el zarpazo venidero lo esquivé aunque fue un farol que me tomó por sorpresa, tanto la inestabilidad de mi rodilla que se tambalea como el halo de luz proveniente de mi pecho me ataron fuerte y firmemente a la voluntad del elfo, temerosa de perder el control de las extremidades bajas regulo hacia atrás, inflo los pulmones y sin sandeces que concretar o efectos secundarios que cuestionar me abalanzo nuevamente.
Bajo la presión de su mirada, unos pozos cristalinos que no sólo imponen sino que también hielan preferí atacar cabizbaja para que no leyese mis movimientos con la dirección de unos luceros atentos a los puntos donde proferir un pesar intenso, en frente de su torso levanté los brazos con el deseo de contraatacar por lo alto, pero no fue así, tras pisarle una de las botas para mantenerle quieto en la vegetación cerré una de las palmas e iracunda fuí directa a destrozarle el diafragma, con el brazo contrario ataqué sus costados, de alguna forma u otra, repela o no, percibo como me está robando el aire sin siquiera tocarme, ¿que está pasando? No retrocedo y en la ubicación exacta doy un salto, y ese salto finaliza en una pirueta que me portará celeridad y brío en el choque de mi rodilla en contra de su pómulo derecho.
Con la garganta seca y la vista nublada aterrizo con un tambaleo insospechado, cada paso es otro error en donde no estoy analizando que es lo que me ha hecho el pelinegro con su último embate, ese halo de luz produce en mi sistema escalofríos embaucadores y una aflicción que no antepondré a mi orgullo trastocado. ─ Ven aquí. ─ Manifesté malhumorada, soportaré lo que se me venga encima con tal de darle una paliza y que me devuelva la joya. Convertida en alguien que no reconozco a primera vista acorto los centímetros entre nuestros cuerpos en guardia, basta de golpes que puede aludir, aferrada a su brazo me impulso a través de la fornida silueta de mi contrincante.
Sin dificultad voy deslizándome hasta apoyar mis pechos en su espalda, aferrada a sus caderas con las piernas y conducida por un furor que alimentan a la fiera enaltecida sitúo mi brazo a la altura de la nuez de su garganta, oprimo hasta que el aire le falte importándome un comino cuanto se retuerza o intente apartarme, no cederé hasta que se desmaye y pueda verificar si en efecto me ha robado este malnacido. ─ Muérete ya, joder. ─ Jadeé con la voz rota, no hay zona que no escueza y el descaro en busca de un desahogo será un total fracaso si seguimos los dos en pie. Insensible de puertas hacia afuera no le doy a entender que estoy dolorida, aguanto los quejidos y las pocas veces que tiemblo me fuerzo a recomponerme sobre su cuerpo, inspiro con un peso enorme en mis hombros y un agotamiento tremendo, el repertorio de posibles insultos me los trago al morderme la lengua debido al desasosiego de cuanto aguantaré, de si lograré asfixiarlo a tiempo o si me lanzará lejos cuando menos atenta me encuentre.
Sin tiempo que desperdiciar y arriesgándome más de la cuenta continué zurrándole hasta que el aire me falta y el pecho me arde de impotencia, origina una charla estúpida a modo de distracción, y yo no entraré en ese juego de luces y sombras, con los puños cerrados logré golpearle la mandíbula tan brusca que incluso una punzada peregrina desde los nudillos hasta arribar a mis dos muñecas como advertencia, Destino manipula el guante que adormeció a la bestia y cansado de recibir logra ponerme alerta, el zarpazo venidero lo esquivé aunque fue un farol que me tomó por sorpresa, tanto la inestabilidad de mi rodilla que se tambalea como el halo de luz proveniente de mi pecho me ataron fuerte y firmemente a la voluntad del elfo, temerosa de perder el control de las extremidades bajas regulo hacia atrás, inflo los pulmones y sin sandeces que concretar o efectos secundarios que cuestionar me abalanzo nuevamente.
Bajo la presión de su mirada, unos pozos cristalinos que no sólo imponen sino que también hielan preferí atacar cabizbaja para que no leyese mis movimientos con la dirección de unos luceros atentos a los puntos donde proferir un pesar intenso, en frente de su torso levanté los brazos con el deseo de contraatacar por lo alto, pero no fue así, tras pisarle una de las botas para mantenerle quieto en la vegetación cerré una de las palmas e iracunda fuí directa a destrozarle el diafragma, con el brazo contrario ataqué sus costados, de alguna forma u otra, repela o no, percibo como me está robando el aire sin siquiera tocarme, ¿que está pasando? No retrocedo y en la ubicación exacta doy un salto, y ese salto finaliza en una pirueta que me portará celeridad y brío en el choque de mi rodilla en contra de su pómulo derecho.
Con la garganta seca y la vista nublada aterrizo con un tambaleo insospechado, cada paso es otro error en donde no estoy analizando que es lo que me ha hecho el pelinegro con su último embate, ese halo de luz produce en mi sistema escalofríos embaucadores y una aflicción que no antepondré a mi orgullo trastocado. ─ Ven aquí. ─ Manifesté malhumorada, soportaré lo que se me venga encima con tal de darle una paliza y que me devuelva la joya. Convertida en alguien que no reconozco a primera vista acorto los centímetros entre nuestros cuerpos en guardia, basta de golpes que puede aludir, aferrada a su brazo me impulso a través de la fornida silueta de mi contrincante.
Sin dificultad voy deslizándome hasta apoyar mis pechos en su espalda, aferrada a sus caderas con las piernas y conducida por un furor que alimentan a la fiera enaltecida sitúo mi brazo a la altura de la nuez de su garganta, oprimo hasta que el aire le falte importándome un comino cuanto se retuerza o intente apartarme, no cederé hasta que se desmaye y pueda verificar si en efecto me ha robado este malnacido. ─ Muérete ya, joder. ─ Jadeé con la voz rota, no hay zona que no escueza y el descaro en busca de un desahogo será un total fracaso si seguimos los dos en pie. Insensible de puertas hacia afuera no le doy a entender que estoy dolorida, aguanto los quejidos y las pocas veces que tiemblo me fuerzo a recomponerme sobre su cuerpo, inspiro con un peso enorme en mis hombros y un agotamiento tremendo, el repertorio de posibles insultos me los trago al morderme la lengua debido al desasosiego de cuanto aguantaré, de si lograré asfixiarlo a tiempo o si me lanzará lejos cuando menos atenta me encuentre.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
A pesar de que no consigue acertar el golpe con el guante que de hecho era más un arañazo que otra cosa, el elfo sonríe con cierta malicia pues aquello no era más que una mera distracción y cual inocente palomita se había tragado por completo la técnica de represión, aunque la sonrisa en el rostro del pelinegro no le duraría demasiado, pues un golpe que viajaba directo a su diafragma lo tomó por sorpresa; intenta dar un salto hacia atrás pero astutamente la chica le ha pisado para detenerlo y no le queda más remedio que bajar la barbilla y recibir el golpe con ella para evitar un daño peor.
Finalmente retrocede con la vista nublada por el golpe, a pesar de todo la chica sabe cómo pegar, si el elfo supiera por qué estaba peleando tal vez hasta podría ganarse su respeto y no parecer una demente en busca de un algo imaginario que a saber de qué depravado sueño habría salido; las divagaciones distraen momentáneamente al elfo que es alcanzado en el pómulo y es enviado hacia un lado pero no sin antes enviar un golpe con el puño cerrado del guante metálico justo en el centro del hueso que los médicos humanos llamaban tibia, eso debería dificultarle un poco el equilibrio y reducir su movilidad.
Obedecer a su orden de acercarse no es una opción que el elfo piense considerar, al contrario tratará más bien de marcar distancia ahora que le ha acertado con la técnica de luz, ahora el plan es dejar que se derrote sola mientras aún dura el efecto, luego de eso si aún sigue en pie tendrá que finalizar la batalla de manera drástica, no porque tenga algo contra la tosca mujer, sino porque francamente la ira la está volviendo peligrosa y de seguir así acabará por convertirse en una amenaza tarde o temprano.
A pesar de todo el esfuerzo resulta imposible marcar distancia y la mujer consigue aferrarse como una garrapata al brazo del pelinegro quien hala su extremidad con fuerza intentando zafarse de ella aunque es una mala idea y sólo consigue darle a ella más impulso para que con una innegable destreza consiga ponerse a su espalda para ahorcarlo -Buen intento, pero no podrás... Ahhh- No termina su frase pues la fuerza con la que la chica le aprieta es más de la que contaba; si hubiera mantenido un centro de equilibrio con sus pies en el suelo habría sido un problema, pero al depender de la estabilidad y equilibrio del pelinegro enroscando sus piernas en él, le ha dado la ventaja sin saberlo aunque debe actuar rápido pues la vista se le comienza a nublar ante la fuerza de la criaturita.
No hay tiempo para correr y no hay fuerzas para girar y tratar de liberarse por la fuerza, sería un desperdicio de la poca energía que le queda así que solo hay una estrategia sensata por usar; el elfo se encorva ligeramente hacia adelante, aparenta ceder y caer pero no lo hará hacia ese lado, en vez de eso se impulsa hacia atrás para dejarse caer con todo su peso sobre el lastre que lleva pegado a la espalda; o lo suelta o queda aplastada, una de dos y en cualquiera de ellas el pelinegro tendrá la solución para la peliaguda estrategia de la chica.
Sea cual sea el resultado el pelinegro no piensa seguir con esto, así que una última estrategia de victoria viene a su mente -Ya deja de pelear, eres desesperante- Expresa con enojo -Destino te regresará tu cosa, solo cálmate y deja que la busque- Tal vez si le dice lo que quiere escuchar pueda calmarla al menos un rato, el tiempo suficiente para deshacerse de ella de alguna manera que ya se le ocurrirá cuando llegue el momento.
Finalmente retrocede con la vista nublada por el golpe, a pesar de todo la chica sabe cómo pegar, si el elfo supiera por qué estaba peleando tal vez hasta podría ganarse su respeto y no parecer una demente en busca de un algo imaginario que a saber de qué depravado sueño habría salido; las divagaciones distraen momentáneamente al elfo que es alcanzado en el pómulo y es enviado hacia un lado pero no sin antes enviar un golpe con el puño cerrado del guante metálico justo en el centro del hueso que los médicos humanos llamaban tibia, eso debería dificultarle un poco el equilibrio y reducir su movilidad.
Obedecer a su orden de acercarse no es una opción que el elfo piense considerar, al contrario tratará más bien de marcar distancia ahora que le ha acertado con la técnica de luz, ahora el plan es dejar que se derrote sola mientras aún dura el efecto, luego de eso si aún sigue en pie tendrá que finalizar la batalla de manera drástica, no porque tenga algo contra la tosca mujer, sino porque francamente la ira la está volviendo peligrosa y de seguir así acabará por convertirse en una amenaza tarde o temprano.
A pesar de todo el esfuerzo resulta imposible marcar distancia y la mujer consigue aferrarse como una garrapata al brazo del pelinegro quien hala su extremidad con fuerza intentando zafarse de ella aunque es una mala idea y sólo consigue darle a ella más impulso para que con una innegable destreza consiga ponerse a su espalda para ahorcarlo -Buen intento, pero no podrás... Ahhh- No termina su frase pues la fuerza con la que la chica le aprieta es más de la que contaba; si hubiera mantenido un centro de equilibrio con sus pies en el suelo habría sido un problema, pero al depender de la estabilidad y equilibrio del pelinegro enroscando sus piernas en él, le ha dado la ventaja sin saberlo aunque debe actuar rápido pues la vista se le comienza a nublar ante la fuerza de la criaturita.
No hay tiempo para correr y no hay fuerzas para girar y tratar de liberarse por la fuerza, sería un desperdicio de la poca energía que le queda así que solo hay una estrategia sensata por usar; el elfo se encorva ligeramente hacia adelante, aparenta ceder y caer pero no lo hará hacia ese lado, en vez de eso se impulsa hacia atrás para dejarse caer con todo su peso sobre el lastre que lleva pegado a la espalda; o lo suelta o queda aplastada, una de dos y en cualquiera de ellas el pelinegro tendrá la solución para la peliaguda estrategia de la chica.
Sea cual sea el resultado el pelinegro no piensa seguir con esto, así que una última estrategia de victoria viene a su mente -Ya deja de pelear, eres desesperante- Expresa con enojo -Destino te regresará tu cosa, solo cálmate y deja que la busque- Tal vez si le dice lo que quiere escuchar pueda calmarla al menos un rato, el tiempo suficiente para deshacerse de ella de alguna manera que ya se le ocurrirá cuando llegue el momento.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Aún sigue latente, he intentado enfocar mis últimos esfuerzos en asfixiarlo, en mantener los párpados entreabiertos y no caer en la tentación del profundo sueño, sin embargo no estoy segura de haberlo logrado en los primeros segundos. El cuerpo del elfo se encorva y yo presiento la victoria regodearse desde dentro, en un sistema avivado por el último rayo de luz y sus efectos secundarios como por fuera, donde mi cuerpo tiembla ante cada punzada tañida en secuelas por la persecución, las caídas, la batalla en contra de la bestia sublime y la actual con Destino.
Con un afán insano de tenerlo entre mis brazos, presionar y que de una buena vez ceda a estos encantos oscuros aguardo, la espera se me hace eterna y es entonces cuando me doy cuenta, el problema no es él, el problema soy yo con estos principios honorables ante una raza que sólo ha sabido despreciarme. Podría haberlo matado, podría, no obstante aquí andamos conquistados en un juego donde sólo habrá un ganador, y no será el pelinegro. ─ No te resistas. ─ Susurré en contra de su oreja con una voz taciturna y plagada de tinieblas, perdida bajo la superficie de estos sentimientos frustrantes y en lo yermo de un espíritu bélico.
No esperé un cambio en una voluntad que parecía apagada para presentarse férrea, de estar encorvado se irguió, e insensible ante el propio mal que podría haberse hecho así mismo nos lanzó en contra de la vegetación. La extensa espalda del elfo chocó en contra de mi pecho, todo el aire custodiado fue expedido a través de mis labios como un quejido alarmante, está loco, pero yo más. Las piernas las estiré a los laterales de las suyas y mis brazos siguieron a la altura de su pescuezo, cada pedazo que me compone rechina al son de una melodía desquiciante como sería un repertorio de jadeos ante la falta de aire y el sudor que recorre mis sienes.
Supe como ahogarme en tan solo un suspiro cuando por fin decide colaborar, ¿será verdad? Lo dudo, mi espalda escuece pero sobretodo y en concreto una zona cercana a mi columna como si me hubiese clavado algún objeto punzante, noto la sensación perecedera que atenta y penetra sobre una piel canela, ha abierto una grieta y de esta la sangre se expande como riachuelos que arden. Bajo su peso voy retorciéndome a ver si lo que está haciéndome daño se desprende, no hay suerte y tras refunfuñar opto por requisito vital el concentrarme o volverá a sorprenderme, y no estoy para más sorpresas.
─ ¿Y qué cosa es esa, eh? ─ Le pregunté henchida en cólera, siseándole próxima. ─ No me mientas o... ─ Volví a apretarle, Destino no sabe con quién está metiéndose y ya puede venirse el mundo encima que yo seguiré igual de cabezota. ─ Te lo dije al principio, te lo dije y aún así decidiste atacarme cuando pudiste habérmelo dado. ─ Estoy cabreada, herida por culpa de este desgraciado y mi corazón sigue igual de desesperado en recuperar lo que en su día lo mantuvo sosegado. La pieza sospechosa a mi espalda persiste en no abandonar mi silueta y es tal la euforia que apego mi pecho al cuerpo del elfo para levantarnos meros centímetros y dejarnos caer, no se rompe y para colmo finaliza torturando el doble la zona agravia.
Auxiliada por uno de los colmillos pellizco mi labio inferior, tirando de este como desahogo mientras pienso que hacer en una situación tal como esta, de película, con un aura de melodrama y la luz metálica de un cielo que comienza a chispear. Con una soledad mordiente que adoquina mi falta de paciencia, pero también la poca honestidad que revelo ante mis semejantes comienzo a suavizar el agarre. Las palmas las conduzco por los hombros del elfo y de un empujón tosco lo lanzo hacia uno de mis costados, aferrada a su capa no le dejaré ir y se lo hago saber con una mirada mortífera.
─ Es importante para mí, así que dámelo. ─ Ni por favor ni mierdas varias, con lentitud voy reincorporándome hasta quedar sentada, con el brazo libre tanteo la zona lesionada en mi columna sin la facilidad de poder alcanzar que diantres será lo que con anhelo incomoda. No pienso pedirle ayuda, como si tengo que restregarme en contra de la corteza, avispada y con una ceja encarada lo mantengo a mi lado al tenerlo afianzado de la capa, es una estupidez y lo sé, puede irse cuando lo desee, pero como se atreva sacaré fuerzas como si es de las piedras para seguir su rastro y comenzar nuevamente con otra trifulca en medio de los bosques.
Con un afán insano de tenerlo entre mis brazos, presionar y que de una buena vez ceda a estos encantos oscuros aguardo, la espera se me hace eterna y es entonces cuando me doy cuenta, el problema no es él, el problema soy yo con estos principios honorables ante una raza que sólo ha sabido despreciarme. Podría haberlo matado, podría, no obstante aquí andamos conquistados en un juego donde sólo habrá un ganador, y no será el pelinegro. ─ No te resistas. ─ Susurré en contra de su oreja con una voz taciturna y plagada de tinieblas, perdida bajo la superficie de estos sentimientos frustrantes y en lo yermo de un espíritu bélico.
No esperé un cambio en una voluntad que parecía apagada para presentarse férrea, de estar encorvado se irguió, e insensible ante el propio mal que podría haberse hecho así mismo nos lanzó en contra de la vegetación. La extensa espalda del elfo chocó en contra de mi pecho, todo el aire custodiado fue expedido a través de mis labios como un quejido alarmante, está loco, pero yo más. Las piernas las estiré a los laterales de las suyas y mis brazos siguieron a la altura de su pescuezo, cada pedazo que me compone rechina al son de una melodía desquiciante como sería un repertorio de jadeos ante la falta de aire y el sudor que recorre mis sienes.
Supe como ahogarme en tan solo un suspiro cuando por fin decide colaborar, ¿será verdad? Lo dudo, mi espalda escuece pero sobretodo y en concreto una zona cercana a mi columna como si me hubiese clavado algún objeto punzante, noto la sensación perecedera que atenta y penetra sobre una piel canela, ha abierto una grieta y de esta la sangre se expande como riachuelos que arden. Bajo su peso voy retorciéndome a ver si lo que está haciéndome daño se desprende, no hay suerte y tras refunfuñar opto por requisito vital el concentrarme o volverá a sorprenderme, y no estoy para más sorpresas.
─ ¿Y qué cosa es esa, eh? ─ Le pregunté henchida en cólera, siseándole próxima. ─ No me mientas o... ─ Volví a apretarle, Destino no sabe con quién está metiéndose y ya puede venirse el mundo encima que yo seguiré igual de cabezota. ─ Te lo dije al principio, te lo dije y aún así decidiste atacarme cuando pudiste habérmelo dado. ─ Estoy cabreada, herida por culpa de este desgraciado y mi corazón sigue igual de desesperado en recuperar lo que en su día lo mantuvo sosegado. La pieza sospechosa a mi espalda persiste en no abandonar mi silueta y es tal la euforia que apego mi pecho al cuerpo del elfo para levantarnos meros centímetros y dejarnos caer, no se rompe y para colmo finaliza torturando el doble la zona agravia.
Auxiliada por uno de los colmillos pellizco mi labio inferior, tirando de este como desahogo mientras pienso que hacer en una situación tal como esta, de película, con un aura de melodrama y la luz metálica de un cielo que comienza a chispear. Con una soledad mordiente que adoquina mi falta de paciencia, pero también la poca honestidad que revelo ante mis semejantes comienzo a suavizar el agarre. Las palmas las conduzco por los hombros del elfo y de un empujón tosco lo lanzo hacia uno de mis costados, aferrada a su capa no le dejaré ir y se lo hago saber con una mirada mortífera.
─ Es importante para mí, así que dámelo. ─ Ni por favor ni mierdas varias, con lentitud voy reincorporándome hasta quedar sentada, con el brazo libre tanteo la zona lesionada en mi columna sin la facilidad de poder alcanzar que diantres será lo que con anhelo incomoda. No pienso pedirle ayuda, como si tengo que restregarme en contra de la corteza, avispada y con una ceja encarada lo mantengo a mi lado al tenerlo afianzado de la capa, es una estupidez y lo sé, puede irse cuando lo desee, pero como se atreva sacaré fuerzas como si es de las piedras para seguir su rastro y comenzar nuevamente con otra trifulca en medio de los bosques.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
De espaldas caen ambos contra el piso en una lucha estéril, inútil y absurda en la que ninguno quiere ceder, o al menos no por la fuerza, es momento de usar estrategia, el elfo plantea una alternativa, una salida que la chica debería atesorar pues ofrece regresarle eso que con tanto anhelo le solicita y que él no tiene idea de lo que pueda ser, ante sus ojos todo se resume a una cosa: ella está demente.
La amenaza no pasa desapercibida y llega a herir el orgullo del pelinegro -Destino no miente y te dará lo que quieres- Dijo llevando sus manos a los brazos de la chica para tomarlos y retirarlos, no sin antes colocar las puntas de las agujas sobre la piel morena de la chica, ahorcarlo no ha sido la mejor de las ideas pues ahora tiene las agujas encima, un movimiento en falso y como mínimo le arranca un buen pedazo de piel, sin embargo en el último momento por alguna razón decide no hacerle nada; esa pobre criatura no sabe lo que hace, tal vez solo sea que esté en celo y necesita aparearse, así que el elfo mira a los lados a ver si hay algún palo de buen tamaño y forma lisa que le pueda resolver el problema.
Antes que pueda ver solución alguna la chica lo menea para lanzarlo a un lado aunque lo sigue sujetando por la capa, una capa a la que de hecho no le tiene mucho aprecio -Destino te dará lo que quieres- Dijo llevando la mano a su pantalón y hurgando de manera fingida en él -Aquí está- Levantó la mano con el puño cerrado hasta cerca de la cara de la chica, acercó la mano a la cara de la mujer y al estar cerca de sus ojos abrió la mano revelando un fuerte destello de luz que debería servir como distracción.
El elfo se desprende de su capa y gira un par de veces hasta lejos levantarse y ponerse de nuevo en guardia; ahora respira con dificultad, el esfuerzo físico ha sido intenso a pesar del corto tiempo y la chica es bastante obstinada con lo que sea que pide, ha de ser realmente importante si ha estado dispuesta a tanto, tal vez ya tenía listo un objeto para su autosatisfacción en tiempos de celo, actualmente hay aparatos para cada ocasión y ni siquiera las criaturas del bosque escapan a ciertos avances tecnológicos -Destino no tiene lo que buscas, aunque lo intentes todo el día no te dará algo que no tiene- Explicó de nuevo el pelinegro aspirando y expirando grandes bocanadas de aire en unos instantes que parecen eternos.
Dio un par de pasos hacia atrás y se recostó a un árbol mientras la dejaba pensar en lo que le estuviera pasando por la cabeza -Destino te ayudará a buscar lo que sea que has perdido- Dijo finalmente y de mala gana el pelinegro resignado a que por más que intentara alejarse ya no podría dejar atrás al lastre que había ganado en el camino y de seguir la pelea acabaría más cansado aún, no sabía qué tanta energía tuviera aquel engendro de la naturaleza, pero con todo el asunto del animal y ahora esta otra loca, ya había tenido suficiente para un día.
La amenaza no pasa desapercibida y llega a herir el orgullo del pelinegro -Destino no miente y te dará lo que quieres- Dijo llevando sus manos a los brazos de la chica para tomarlos y retirarlos, no sin antes colocar las puntas de las agujas sobre la piel morena de la chica, ahorcarlo no ha sido la mejor de las ideas pues ahora tiene las agujas encima, un movimiento en falso y como mínimo le arranca un buen pedazo de piel, sin embargo en el último momento por alguna razón decide no hacerle nada; esa pobre criatura no sabe lo que hace, tal vez solo sea que esté en celo y necesita aparearse, así que el elfo mira a los lados a ver si hay algún palo de buen tamaño y forma lisa que le pueda resolver el problema.
Antes que pueda ver solución alguna la chica lo menea para lanzarlo a un lado aunque lo sigue sujetando por la capa, una capa a la que de hecho no le tiene mucho aprecio -Destino te dará lo que quieres- Dijo llevando la mano a su pantalón y hurgando de manera fingida en él -Aquí está- Levantó la mano con el puño cerrado hasta cerca de la cara de la chica, acercó la mano a la cara de la mujer y al estar cerca de sus ojos abrió la mano revelando un fuerte destello de luz que debería servir como distracción.
El elfo se desprende de su capa y gira un par de veces hasta lejos levantarse y ponerse de nuevo en guardia; ahora respira con dificultad, el esfuerzo físico ha sido intenso a pesar del corto tiempo y la chica es bastante obstinada con lo que sea que pide, ha de ser realmente importante si ha estado dispuesta a tanto, tal vez ya tenía listo un objeto para su autosatisfacción en tiempos de celo, actualmente hay aparatos para cada ocasión y ni siquiera las criaturas del bosque escapan a ciertos avances tecnológicos -Destino no tiene lo que buscas, aunque lo intentes todo el día no te dará algo que no tiene- Explicó de nuevo el pelinegro aspirando y expirando grandes bocanadas de aire en unos instantes que parecen eternos.
Dio un par de pasos hacia atrás y se recostó a un árbol mientras la dejaba pensar en lo que le estuviera pasando por la cabeza -Destino te ayudará a buscar lo que sea que has perdido- Dijo finalmente y de mala gana el pelinegro resignado a que por más que intentara alejarse ya no podría dejar atrás al lastre que había ganado en el camino y de seguir la pelea acabaría más cansado aún, no sabía qué tanta energía tuviera aquel engendro de la naturaleza, pero con todo el asunto del animal y ahora esta otra loca, ya había tenido suficiente para un día.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Reprimida por la desconfianza tiré del material negruzco cual indicación de mal augurio, en un estado desánimo y desigual por el bambolear de un pecho aturdido, respiraciones entrecortadas y una neblina plomiza encargada de que ahí, donde habita un abismo de tristeza en el fondo de una mirada que ya no brilla, cualquier fulgor cándido se ha esfumado para verse inyectados en sangre y en una furia paseante. Mis suspiros no van dedicados hacia el pelinegro, sin embargo, imposibilitada por el agotamiento de este día a medias que sólo ha embargado mi alma opto por permanecer atenta, al menos cuando me observa tan próximo y su puño cerrado se arrima a mi rostro con un ademán atrevido, atiborrado de una actitud equívoca.
Enarco una de las cejas al compás de cada movimiento suyo, como si con afelinar la mirada y rechistar en voz alta fuese suficiente para acobardarlo, no fue así, un halo de luz cano como lo impío cegó mi vista meros segundos que utilizó para salir por patas de mi vera, de nada le servirá. Con la capa de Destino voy levantándome, los luceros los cierro, los abro y aturdida los froto hasta recuperar parte de mi vista, oh, no se él, pero diezmada por una migraña perturbadora y una demencia que me empuja a que siga por un sendero inhumano, vengativo como aquellos que nos contemplan desde lo alto del firmamento y aportan sólo ideas execrables voy observándole.
─ Eres un maldito farsante, ¿decías que no mentías? ─ Reí profunda y con los pómulos descoloridos ante la ausencia del calor, no está, se ha ido junto con la claridad del cielo que ahora llora, desconsolado preservará en sus retinas abstractas la destrucción entre dos elfos. ─ No tienes honor. ─ Los primeros pasos afligieron la cara externa de mis muslos e inclusive abdomen donde he recibido algún que otro puñetazo por parte de mi contrincante, el martirio físico no se compara en absoluto con el mental, que sin demorarse apremian a mis dos piernas a que sigan hollando en lo frondoso con tal de llegar a mis dos dagas que permanecían "purificadas" al menos de momento.
─ Destino repite mucho Destino sin percatarse de que el verdadero "Destino" lo ha desechado a una suerte que no será benévola. ─ Las dos armas las coloco en las fundas del cinturón en cuanto se recuesta en uno de los árboles, respira forzosamente y eso que acabamos de comenzar, porque irreflexiva para mi todo acaba cuando consigo lo que me propongo, no antes, sea cual sea el precio lo pagaré sin desalentarme, ¿para qué? Soy una guerrera, una que no le teme a la muerte ni al sacrificio ajeno.
─ Por supuesto que no lo ibas a tener, debería haberte dejado a tu suerte aunque las bestias acabasen transformándote en una sopa de entrañas y sangre. ─ Apresurada voy acercándome hasta tenerlo de frente, la mano que no sujeta la capa la alzo y con el dedo índice le señalo. ─ Pero resulta que yo, si tengo honor. ─ Con un toque represor atizo con suavidad el mentón del pelinegro, las garras y el veneno que remesa son un riesgo del cual estoy dispuesta a tener en cuenta, así pues, con su propia capa le vendo el brazo con el arma porque no se la quitará, ni yo se la quitaré o nos veo dándonos de guantazos otra vez.
─ Me importa una mierda tu desorden mental o si eres tan parado como para entender lo que una persona te puede llegar a decir en circunstancias normales. Así que lo repetiré despacito para que tu mente de crío pueda captarlo. ─ Bendito sea el cielo que con la lluvia al menos está calmando mi malas pulgas aunque no lo parezca. ─ Tras salvarte el culo he perdido la joya que portaba en mi oreja izquierda, no sé a donde ha ido a parar y ya que estás aquí, tan servicial. ─ Mentí. ─ Vendrás conmigo, la buscarás y cuando todo esto acabe te daré una patada en el culo y desaparecerás de mi vista. ─ En su rostro vuelvo a sisear, tirando nuevamente de su cuerpo entre pisadas enormes y fúricas. Comenzaremos por el precipicio, lo he explorado tan detalladamente que temo que no esté en ningún lado, o mejor dicho, se encuentre más allá del abismo donde cayó una de las alimañas feroces.
El tragar saliva y jadear ante las prisas no ayuda en absoluto, y menos teniéndole detrás con el brazo letal envuelto, que el otro sigue libre y si bien recuerdo también tiene una espada, ah, no la cogimos. Media vuelta otra vez, esto parece un puto juego. ─ Dime, ¿qué edad tienes? ─ No viene a cuento, pero quizá su físico sea el de un adulto pero su madurez sea todavía la de un adolescente, no lo descartaría. La falda provisoria comienza a empaparse y se torna incomoda, que ganas tengo de acabar con todo esto, volver a la cueva donde tengo mis pertenencias y echarme una siesta. ─ Y no mientas, no te sirve de nada. ─ Al menos ahora, que puede hacerlo pero lo cogeré al vuelo.
Enarco una de las cejas al compás de cada movimiento suyo, como si con afelinar la mirada y rechistar en voz alta fuese suficiente para acobardarlo, no fue así, un halo de luz cano como lo impío cegó mi vista meros segundos que utilizó para salir por patas de mi vera, de nada le servirá. Con la capa de Destino voy levantándome, los luceros los cierro, los abro y aturdida los froto hasta recuperar parte de mi vista, oh, no se él, pero diezmada por una migraña perturbadora y una demencia que me empuja a que siga por un sendero inhumano, vengativo como aquellos que nos contemplan desde lo alto del firmamento y aportan sólo ideas execrables voy observándole.
─ Eres un maldito farsante, ¿decías que no mentías? ─ Reí profunda y con los pómulos descoloridos ante la ausencia del calor, no está, se ha ido junto con la claridad del cielo que ahora llora, desconsolado preservará en sus retinas abstractas la destrucción entre dos elfos. ─ No tienes honor. ─ Los primeros pasos afligieron la cara externa de mis muslos e inclusive abdomen donde he recibido algún que otro puñetazo por parte de mi contrincante, el martirio físico no se compara en absoluto con el mental, que sin demorarse apremian a mis dos piernas a que sigan hollando en lo frondoso con tal de llegar a mis dos dagas que permanecían "purificadas" al menos de momento.
─ Destino repite mucho Destino sin percatarse de que el verdadero "Destino" lo ha desechado a una suerte que no será benévola. ─ Las dos armas las coloco en las fundas del cinturón en cuanto se recuesta en uno de los árboles, respira forzosamente y eso que acabamos de comenzar, porque irreflexiva para mi todo acaba cuando consigo lo que me propongo, no antes, sea cual sea el precio lo pagaré sin desalentarme, ¿para qué? Soy una guerrera, una que no le teme a la muerte ni al sacrificio ajeno.
─ Por supuesto que no lo ibas a tener, debería haberte dejado a tu suerte aunque las bestias acabasen transformándote en una sopa de entrañas y sangre. ─ Apresurada voy acercándome hasta tenerlo de frente, la mano que no sujeta la capa la alzo y con el dedo índice le señalo. ─ Pero resulta que yo, si tengo honor. ─ Con un toque represor atizo con suavidad el mentón del pelinegro, las garras y el veneno que remesa son un riesgo del cual estoy dispuesta a tener en cuenta, así pues, con su propia capa le vendo el brazo con el arma porque no se la quitará, ni yo se la quitaré o nos veo dándonos de guantazos otra vez.
─ Me importa una mierda tu desorden mental o si eres tan parado como para entender lo que una persona te puede llegar a decir en circunstancias normales. Así que lo repetiré despacito para que tu mente de crío pueda captarlo. ─ Bendito sea el cielo que con la lluvia al menos está calmando mi malas pulgas aunque no lo parezca. ─ Tras salvarte el culo he perdido la joya que portaba en mi oreja izquierda, no sé a donde ha ido a parar y ya que estás aquí, tan servicial. ─ Mentí. ─ Vendrás conmigo, la buscarás y cuando todo esto acabe te daré una patada en el culo y desaparecerás de mi vista. ─ En su rostro vuelvo a sisear, tirando nuevamente de su cuerpo entre pisadas enormes y fúricas. Comenzaremos por el precipicio, lo he explorado tan detalladamente que temo que no esté en ningún lado, o mejor dicho, se encuentre más allá del abismo donde cayó una de las alimañas feroces.
El tragar saliva y jadear ante las prisas no ayuda en absoluto, y menos teniéndole detrás con el brazo letal envuelto, que el otro sigue libre y si bien recuerdo también tiene una espada, ah, no la cogimos. Media vuelta otra vez, esto parece un puto juego. ─ Dime, ¿qué edad tienes? ─ No viene a cuento, pero quizá su físico sea el de un adulto pero su madurez sea todavía la de un adolescente, no lo descartaría. La falda provisoria comienza a empaparse y se torna incomoda, que ganas tengo de acabar con todo esto, volver a la cueva donde tengo mis pertenencias y echarme una siesta. ─ Y no mientas, no te sirve de nada. ─ Al menos ahora, que puede hacerlo pero lo cogeré al vuelo.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
En una pelea, se hace lo necesario para ganar- Respondió el pelinegro sin indicios de arrepentimiento -El honor es para tontos, por eso se pierden guerras- Dijo en referencia a los conflictos bélicos en los que perdieron las islas a manos de los brujos que poco cuidado habían puesto a asuntos como el honor o la pelea limpia -La suerte es para los mediocres- Respondió también en contra de todo aquello que ella profesaba -Se pierden guerras por creer en la suerte- De alguna manera el ojiazul parecía desquitar sus viejos resentimientos para con su raza con ella, a fin de cuentas no había conversado con muchos elfos en mucho tiempo así que a ella le había tocado el premio gordo al iniciar hablando de honor y suerte, dos conceptos que traían muy sin cuidado al pelinegro.
Destino la observa con una mezcla de sorpresa y lástima, la chica no ha parado de quejarse desde hace horas y aún tiene energías para seguir en su lucha estéril por razones desconocidas -Las bestias venían contigo- Riñe culpándola indirectamente; exhala aire por la nariz ante la orgullosa frase de la chica -El honor te llevará a la tumba- Le dice pensando ya en varias maneras de neutralizarla si decide seguir luchando; la mujer comenzó a hablar y hablar, quejándose de nuevo con esa voz que comenzaba a parecer molesto, se dio la vuelta dispuesto a marcharse ante lo poco que le interesaba lo que la desquiciada mujer tuviera que decir, y es que claramente tenía cosas más importantes qué hacer, como caminar, dormir y hacer nada, tal vez no en ese orden.
No llegó muy lejos pues antes del primer paso la mujer lo atrapó capturando su brazo con la misma capa en un intento por... pues, a saber qué intentaba o qué ideas locas pasaban en aquella retorcida mente; miró al cielo, a las plantas, otra vez al cielo esperando a que la mujer por fin se calmara y dejara de quejarse -¿Alguna vez te callas?- Preguntó en tono bajo que tal vez no sería escuchado por la alterada chica; tal vez no lo había escuchado al estar tan ocupada remolcándolo por el bosque.
La mujer lo había arrancado de su sitio para llevarlo de paseo regresando al lugar donde todo había comenzado, pero al estar tras ella el elfo pudo notar un pequeño agujero en la piel de la chica de donde se encontraba cerca una especie de pendiente ensangrentado; ahora todo estaba claro, esa era la razón de todo su enojo, estaba herida y alterada, así que el elfo hizo lo que cualquiera con cerebro y algo de cordura haría -No es tu asunto- Responde el elfo de manera chocante aunque la verdad es que desconoce su propia edad -Tienes algo ahí- En un rápido movimiento extiende la mano hasta el objeto que ha punzado a la chica y tras arrancarlo lo lanza al piso y lo patea hacia unos matorrales.
El elfo levanta una ceja esperando una ovación y un cambio de actitud al sentir que de nuevo y por enésima vez, la ha salvado de algún peligro, ella es definitivamente un imán para los problemas y andando por la vida hablando de honor y suerte no vivirá mucho tiempo, tal vez sea buena idea cuidarla... El elfo lo piensa por un instante antes de negar con la cabeza, definitivamente no es una buena idea, tal vez agarrarla por una pierna y lanzarla por el barranco resulte ser una mejor idea.
Destino la observa con una mezcla de sorpresa y lástima, la chica no ha parado de quejarse desde hace horas y aún tiene energías para seguir en su lucha estéril por razones desconocidas -Las bestias venían contigo- Riñe culpándola indirectamente; exhala aire por la nariz ante la orgullosa frase de la chica -El honor te llevará a la tumba- Le dice pensando ya en varias maneras de neutralizarla si decide seguir luchando; la mujer comenzó a hablar y hablar, quejándose de nuevo con esa voz que comenzaba a parecer molesto, se dio la vuelta dispuesto a marcharse ante lo poco que le interesaba lo que la desquiciada mujer tuviera que decir, y es que claramente tenía cosas más importantes qué hacer, como caminar, dormir y hacer nada, tal vez no en ese orden.
No llegó muy lejos pues antes del primer paso la mujer lo atrapó capturando su brazo con la misma capa en un intento por... pues, a saber qué intentaba o qué ideas locas pasaban en aquella retorcida mente; miró al cielo, a las plantas, otra vez al cielo esperando a que la mujer por fin se calmara y dejara de quejarse -¿Alguna vez te callas?- Preguntó en tono bajo que tal vez no sería escuchado por la alterada chica; tal vez no lo había escuchado al estar tan ocupada remolcándolo por el bosque.
La mujer lo había arrancado de su sitio para llevarlo de paseo regresando al lugar donde todo había comenzado, pero al estar tras ella el elfo pudo notar un pequeño agujero en la piel de la chica de donde se encontraba cerca una especie de pendiente ensangrentado; ahora todo estaba claro, esa era la razón de todo su enojo, estaba herida y alterada, así que el elfo hizo lo que cualquiera con cerebro y algo de cordura haría -No es tu asunto- Responde el elfo de manera chocante aunque la verdad es que desconoce su propia edad -Tienes algo ahí- En un rápido movimiento extiende la mano hasta el objeto que ha punzado a la chica y tras arrancarlo lo lanza al piso y lo patea hacia unos matorrales.
El elfo levanta una ceja esperando una ovación y un cambio de actitud al sentir que de nuevo y por enésima vez, la ha salvado de algún peligro, ella es definitivamente un imán para los problemas y andando por la vida hablando de honor y suerte no vivirá mucho tiempo, tal vez sea buena idea cuidarla... El elfo lo piensa por un instante antes de negar con la cabeza, definitivamente no es una buena idea, tal vez agarrarla por una pierna y lanzarla por el barranco resulte ser una mejor idea.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Menudo pesado, está claro que el honor a veces no sólo acaba hiriendo sino que también puede matarte, por esa misma razón lo soy sólo con algún que otro afortunado, y Destino no será uno de ellos. ─ Que sí, tu camina. ─ Le reprendí, el que nombrase las guerras me hirvió la sangre, no por haber participado en una y haber perdido incontables soldados, allegados e incluso a mi propia madre y hermana, teniendo que vérmelas con la propia muerte para recuperarlas. En sí, es el contexto y la pronunciación impropia por parte del pelinegro, como si supiese el dolor detrás de una pérdida o de una maldición.
─ Ajá. ─ No pienso darle cuerda, no llegaremos a ninguna parte si se pone a la defensiva y yo trato de igualarle con términos que a fin de cuentas, no valoraremos porque somos desconocidos, y la única cercanía que hemos tenido ha sido para ponernos al día a base de tortazos. Cruzada en frente a él voy dando toquecitos con una de las botas, desesperada por que coopere de una maldita vez y terminemos cuanto antes. ─ Es un bosque repleto de animales feroces, ¿qué te esperabas? ─ Con una mirada discriminatoria comencé a tirar del elfo una vez su mano estuviese oculta bajo la propia capa negruzca, nada ni nadie me llevará a la tumba al menos hoy, ni esta semana ni el próximo mes, ni en este mísero año repleto de adversidades.
Por seguridad debería estar echándole un vistazo de vez en vez, pero por euforia y un enfado notorio siquiera giro el rostro, simplemente continúo con el sendero en frente de nosotros, si quisiese matarme ya lo habría hecho y tampoco es que me importe que me vuelva a levantar la mano por improvisto, sabré volver a la carga y dirigir mi ira nuevamente hacia Destino, uno bastante perecedero como su propio nombre indica. Alterada y con un dolor atravesarme la espalda voy tironeando del elfo como más me place y sin un rumbo preciso, sus palabras cortantes me dejaron boquiabierta y por primera vez después de comenzar a transitar por el bosque le contemplé refunfuñada, apretándole la zona donde estoy afianzada para que no se vaya. ─ Haré como que no he oído nada. ─ Era un susurro, uno traicionero como lo fue el suyo que aún siendo tenue logré escucharlo claramente.
No nos dio tiempo de llegar al precipicio, cruzamos un buen trecho de árboles y arbustos reducidos bajo el aguacero que melodioso subsiste desde el firmamento, entre remolinos de nubes grisáceas y un tanto más oscuras. ─ ¿Siempre eres así de borde? ─ Pregunté yo esta vez, normal que la gente le caiga a guantazos en vez de ser amables. Soy consciente de que tengo algo en la espalda aún cuando acallé por orgullosa, lo que no me esperé en absoluto es que el pelinegro se diese cuenta y accediese a sacarlo, no de la mejor manera pues dolió que te cagas al extraerlo raudo y belicoso, sin ningún tipo de cuidado el desgraciado tira el objeto al suelo y antes de patearlo tengo tiempo para examinarlo.
─ ¡Espera! ─ Chillé frustrada, llevándome una de las manos a la frente en el momento en el que Destino patea el pendiente a unos matorrales. Tanto alboroto para que estuviese en mi espalda, menuda subnormal estoy hecha. ─ Te dije que esperaras estúpido elfo. ─ Sin comentarle que ha pasado, agradecerle o disculparme por todos los problemas causados le abandono sin siquiera ordenarle que aguarde mi llegada. Entre los matorrales me agacho y auxiliada de ambos brazos aparto las ramas marchitas, hojas secas que camuflan la tierra húmeda y diminutas piedras que chocan en contra de mis dedos helados, repercuten, suenan y hacen daño, sin embargo nada detiene la búsqueda hasta dar finalmente con lo anhelado.
─ Por fin. ─ El agua se encarga de limpiar el metal que está ligeramente torcido en la punta, tiene arreglo y cada una de las piedras color púrpura siguen en su ubicación correcta. Con el pecho aliviado parece que la carga en mis hombros se ha incrementado, las piernas están entumecidas y el adbomen ahora sí que se me contrae, maldita sea. ─ ¡¡ELFO!! ─ Como las locas en medio de los bosques, insistente le llamo varias veces a ver si sigue por los lares. ─ Retrasado, ignorante, malnacido. ─ Comencé con un bonito repertorio de halagos hacia el pelinegro, obviamente en bajo. ─ Imbécil, gilipollas, ¿¡Quieres venir ya?! ¡Me estoy congelando! ─ Mentí hipócrita, si en realidad puedo caminar si me esfuerzo, tan sólo quiero verle una última vez, zurrarle y si la cosa se pone fea, echar a correr aunque sea con una sonrisa pérfida surcar mis comisuras.
─ Ajá. ─ No pienso darle cuerda, no llegaremos a ninguna parte si se pone a la defensiva y yo trato de igualarle con términos que a fin de cuentas, no valoraremos porque somos desconocidos, y la única cercanía que hemos tenido ha sido para ponernos al día a base de tortazos. Cruzada en frente a él voy dando toquecitos con una de las botas, desesperada por que coopere de una maldita vez y terminemos cuanto antes. ─ Es un bosque repleto de animales feroces, ¿qué te esperabas? ─ Con una mirada discriminatoria comencé a tirar del elfo una vez su mano estuviese oculta bajo la propia capa negruzca, nada ni nadie me llevará a la tumba al menos hoy, ni esta semana ni el próximo mes, ni en este mísero año repleto de adversidades.
Por seguridad debería estar echándole un vistazo de vez en vez, pero por euforia y un enfado notorio siquiera giro el rostro, simplemente continúo con el sendero en frente de nosotros, si quisiese matarme ya lo habría hecho y tampoco es que me importe que me vuelva a levantar la mano por improvisto, sabré volver a la carga y dirigir mi ira nuevamente hacia Destino, uno bastante perecedero como su propio nombre indica. Alterada y con un dolor atravesarme la espalda voy tironeando del elfo como más me place y sin un rumbo preciso, sus palabras cortantes me dejaron boquiabierta y por primera vez después de comenzar a transitar por el bosque le contemplé refunfuñada, apretándole la zona donde estoy afianzada para que no se vaya. ─ Haré como que no he oído nada. ─ Era un susurro, uno traicionero como lo fue el suyo que aún siendo tenue logré escucharlo claramente.
No nos dio tiempo de llegar al precipicio, cruzamos un buen trecho de árboles y arbustos reducidos bajo el aguacero que melodioso subsiste desde el firmamento, entre remolinos de nubes grisáceas y un tanto más oscuras. ─ ¿Siempre eres así de borde? ─ Pregunté yo esta vez, normal que la gente le caiga a guantazos en vez de ser amables. Soy consciente de que tengo algo en la espalda aún cuando acallé por orgullosa, lo que no me esperé en absoluto es que el pelinegro se diese cuenta y accediese a sacarlo, no de la mejor manera pues dolió que te cagas al extraerlo raudo y belicoso, sin ningún tipo de cuidado el desgraciado tira el objeto al suelo y antes de patearlo tengo tiempo para examinarlo.
─ ¡Espera! ─ Chillé frustrada, llevándome una de las manos a la frente en el momento en el que Destino patea el pendiente a unos matorrales. Tanto alboroto para que estuviese en mi espalda, menuda subnormal estoy hecha. ─ Te dije que esperaras estúpido elfo. ─ Sin comentarle que ha pasado, agradecerle o disculparme por todos los problemas causados le abandono sin siquiera ordenarle que aguarde mi llegada. Entre los matorrales me agacho y auxiliada de ambos brazos aparto las ramas marchitas, hojas secas que camuflan la tierra húmeda y diminutas piedras que chocan en contra de mis dedos helados, repercuten, suenan y hacen daño, sin embargo nada detiene la búsqueda hasta dar finalmente con lo anhelado.
─ Por fin. ─ El agua se encarga de limpiar el metal que está ligeramente torcido en la punta, tiene arreglo y cada una de las piedras color púrpura siguen en su ubicación correcta. Con el pecho aliviado parece que la carga en mis hombros se ha incrementado, las piernas están entumecidas y el adbomen ahora sí que se me contrae, maldita sea. ─ ¡¡ELFO!! ─ Como las locas en medio de los bosques, insistente le llamo varias veces a ver si sigue por los lares. ─ Retrasado, ignorante, malnacido. ─ Comencé con un bonito repertorio de halagos hacia el pelinegro, obviamente en bajo. ─ Imbécil, gilipollas, ¿¡Quieres venir ya?! ¡Me estoy congelando! ─ Mentí hipócrita, si en realidad puedo caminar si me esfuerzo, tan sólo quiero verle una última vez, zurrarle y si la cosa se pone fea, echar a correr aunque sea con una sonrisa pérfida surcar mis comisuras.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Ser remolcado por el bosque no era la definición de un buen día que podía tener el elfo, y sin embargo ahí estaba, acompañando a la malhumorada a caminar en busca de algo que no le interesaba en absoluto ¿Y qué si había perdido algo? Nada era tan importante como para mancillar el orgullo de otra persona de esa manera -Pues sí, vaya que hay animales feroces, y algunos atacan sin razón- Dijo refiriéndose a ella de manera indirecta pero seguramente ella podría captar el sarcasmo con que lo decía; trastabillaron un largo tramo hasta que casi llegaron al lugar donde habían iniciado -¿Qué es borde?- Preguntó mirando hacia el borde del precipicio ¿Se referiría a lo mismo?
Apenas y prestó atención a la petición de la supuesta elfa y sin cuidado alguno pateó aquello que le había arrancado de la piel amablemente, no conforme con atacarlo, amenazarlo y arrastrarlo ahora también lo insultaba, si no fuera por la pena ajena que le producía, el pelinegro ya la habría matado; respiró aliviado cuando la mujer se lanzó tras los arbustos como un perro que persigue un hueso lanzado con la mala intención de hacer que no regrese aunque quien no piensa regresar es el pelinegro, que al primer descuido de la chica comenzó a marcar distancia hasta que escuchó su voz gritando.
Con aires de frustración llevó las manos a su cabeza para apretarla obstinado -¿Ahora qué quiere?- Murmuró en voz baja pensando seriamente en irse -¿Le habrá pasado algo?- Pensaba detenido hasta escuchar una serie de insultos, parecía que peleaba con alguien -¿La habrá mordido una serpiente?- Pensó el elfo preocupado -Hay que salvar a la serpiente- Inició una veloz carrera preocupándose más ante la última declaración, algunos venenos daban la sensación que la zona adormecida se sintiera congelada, tal vez era ese el caso.
El elfo cortó distancia y de un salto pasó sobre los arbustos hasta el otro lado donde aterrizó cerca de la mujer para ver que no le ocurría nada, miró a un lado y al otro esperando encontrar algo, el rastro de una víbora en fuga, un cadáver aplastado, sangre, indicios de lucha pero nada, no había absolutamente nada que evidenciara un peligro real -Destino tiene cosas más importantes en las que perder el tiempo- Respondió de manera chocante antes de prepararse para irse nuevamente pero ahora algo cortaba su camino, una serpiente bicéfala se había posado en medio del sendero en el que planeaba su retirada.
Con el camino cortado solo quedaba una cosa por hacer, el pelinegro dio un par de pasos atrás para alejarse -Muévete lentamente hacia la izquierda- Dijo el elfo sin revelar nada más, pero con la intención de que la serpiente se entretuviera atacando a la mujer mientras él escapaba tranquilamente.
Apenas y prestó atención a la petición de la supuesta elfa y sin cuidado alguno pateó aquello que le había arrancado de la piel amablemente, no conforme con atacarlo, amenazarlo y arrastrarlo ahora también lo insultaba, si no fuera por la pena ajena que le producía, el pelinegro ya la habría matado; respiró aliviado cuando la mujer se lanzó tras los arbustos como un perro que persigue un hueso lanzado con la mala intención de hacer que no regrese aunque quien no piensa regresar es el pelinegro, que al primer descuido de la chica comenzó a marcar distancia hasta que escuchó su voz gritando.
Con aires de frustración llevó las manos a su cabeza para apretarla obstinado -¿Ahora qué quiere?- Murmuró en voz baja pensando seriamente en irse -¿Le habrá pasado algo?- Pensaba detenido hasta escuchar una serie de insultos, parecía que peleaba con alguien -¿La habrá mordido una serpiente?- Pensó el elfo preocupado -Hay que salvar a la serpiente- Inició una veloz carrera preocupándose más ante la última declaración, algunos venenos daban la sensación que la zona adormecida se sintiera congelada, tal vez era ese el caso.
El elfo cortó distancia y de un salto pasó sobre los arbustos hasta el otro lado donde aterrizó cerca de la mujer para ver que no le ocurría nada, miró a un lado y al otro esperando encontrar algo, el rastro de una víbora en fuga, un cadáver aplastado, sangre, indicios de lucha pero nada, no había absolutamente nada que evidenciara un peligro real -Destino tiene cosas más importantes en las que perder el tiempo- Respondió de manera chocante antes de prepararse para irse nuevamente pero ahora algo cortaba su camino, una serpiente bicéfala se había posado en medio del sendero en el que planeaba su retirada.
Con el camino cortado solo quedaba una cosa por hacer, el pelinegro dio un par de pasos atrás para alejarse -Muévete lentamente hacia la izquierda- Dijo el elfo sin revelar nada más, pero con la intención de que la serpiente se entretuviera atacando a la mujer mientras él escapaba tranquilamente.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
El pelinegro vuelve a tacharme de animal, soy feroz sí, pero no soy ni una cabra ni ningún otro tipo de especie insospechada que se le pueda pasar por su mentalidad trastornada. A grandes pisotadas peinamos el terreno, yo delante y él detrás desde donde pregunta qué quiero decir al llamarle de una forma que ignora. ─ ¿En serio? Cuando terminemos, te explico. ─ Más niño y menos adulto, Destino se ha convertido en una gran incógnita de este bosque que no dudaré en explotar hasta verme saciada de respuestas. Junto al oasis humedecido por la indiferencia de las nubes y los arbustos aún marchitos por la temporada hallé el torcido pendiente, aseado y casi perfecto lo llevé a mi oreja izquierda, colocándolo esta vez bien prieto para que no cediese nuevamente.
En los griteríos hacia el elfo, en medio de la nada donde todo es un peligro y los lugares donde resguardarse escasean comencé a insultar al ambiente, a los árboles, a la ardilla que humedecida me observa desde una de las castas en su huequecito que actúa como morada para el animal. ─ ¡Me congeeeelo! ─ Los he visto más rápidos, cruzada de brazos y con el trasero sobre la tierra aguardé paciente, volverá, no sé porqué, pero lo hará. De pronto y en un santiamén, emerge con el cabello lacio cayéndole desde los hombros, gotas acicalan su frente, una mezcla de sal y lluvia que me hace alzar las comisuras. Estos juegos de luces y sombras, persecuciones, altercados hirientes y la vaga sensación de poseerle ante mis llamadas de auxilio se torna excitante.
Con una actitud reacia decide que conmigo pierde el tiempo, ¿acaso lo hemos hecho? Desde mi punto de vista y a sabiendas de que me ha cabreado, ha servido como pasatiempo en este bosque desconocido. ─ Me duelen las piernas, los codos y mi abdomen está contraído por tu brutalidad. ─ Maldita magia ofensiva, los elfos no la necesitamos, es un improperio hacia los hechos de la historia y que Destino la utilizase en contra mía, ha sido un golpe bajo que odiaré de por vida. ─ Así pues. ─ Henchida en inocencia extendí los brazos hacia él, abrí las palmas y los dedos fui moviéndolos en su dirección. ─ Cógeme. ─Y teniendo en cuenta su falta de dialecto, tosí, repitiendo nuevamente el proceso.
─ Llévame mejor dicho a la cueva donde tengo mis pertenencias, allí podré curarme y descansar. Después de eso eres libre. ─ Porque estando conmigo no lo es ni lo será mientras esté armada y siga consciente, o se hace lo que yo digo o lucho para conseguirlo. ─ ¿Lo harás? ─ Mi voz se torna aterciopelada y sin ápices de culpa, como si la batalla que sucedió hará diez minutos fuese producto de la imaginación y jamás se haya dado por hecho. El "por favor" me lo ahorré y con una sonrisa de oreja a oreja aguardé la respuesta del viajero, no es bueno para ninguno de los dos estar bajo la lluvia mucho tiempo con el frío de la época y en la cueva podré darle una patada en el culo y mandarlo a la mierda.
─ Es para hoy, no para mañana. ─ Insistí con una de las cejas arqueadas, los pasos de Destino no van en mi dirección, ni hacia la liberación sino que reculan, ¿que rayos hace? Encorvada examino el entorno hasta visualizar parte del reptil. Este cabrón se quiere largar, con uno de los brazos atrapé su pierna, acercándola a mi vera hasta abrazarla, una de mis dagas ascendió por el gemelo de la atrapada, subió por el muslo y se coló entre sus piernas, apuntándole las pelotas. ─ ¿Qué decías, que me mueva hacia donde? ─ Y la daga le rozó la tela de los pantalones, cómo se atreva a dejarme aquí no tendrá descendencia y mucho menos podrá mear en un tiempo.
─ O me llevas contigo, o juro por los ancestros que te descuartizo desde el suelo. ─ Es todo un reto darme de bruces con la mirada cristalina del elfo, nada que importune pues mi vista finaliza en la serpiente bicéfala, rememorando a cada bestia que se ha topado en mi camino, en el de Destino y por consecuente, el cual nos ha unido. No diré que me dan miedo, más bien asco y es que no soporto a los ofidios, alargados y escamosos no son plácidos al tacto. La bicéfala repta entre los arbustos y por inercia golpeo con la mano libre una de sus rodillas para que se espabile, puñetas, tan fácil como matarla también y evadir sus fauces venenosas, aunque si tenemos que elegir quien será el que le de caza, aquí el pelinegro que se presente como sujeto de pruebas.
En los griteríos hacia el elfo, en medio de la nada donde todo es un peligro y los lugares donde resguardarse escasean comencé a insultar al ambiente, a los árboles, a la ardilla que humedecida me observa desde una de las castas en su huequecito que actúa como morada para el animal. ─ ¡Me congeeeelo! ─ Los he visto más rápidos, cruzada de brazos y con el trasero sobre la tierra aguardé paciente, volverá, no sé porqué, pero lo hará. De pronto y en un santiamén, emerge con el cabello lacio cayéndole desde los hombros, gotas acicalan su frente, una mezcla de sal y lluvia que me hace alzar las comisuras. Estos juegos de luces y sombras, persecuciones, altercados hirientes y la vaga sensación de poseerle ante mis llamadas de auxilio se torna excitante.
Con una actitud reacia decide que conmigo pierde el tiempo, ¿acaso lo hemos hecho? Desde mi punto de vista y a sabiendas de que me ha cabreado, ha servido como pasatiempo en este bosque desconocido. ─ Me duelen las piernas, los codos y mi abdomen está contraído por tu brutalidad. ─ Maldita magia ofensiva, los elfos no la necesitamos, es un improperio hacia los hechos de la historia y que Destino la utilizase en contra mía, ha sido un golpe bajo que odiaré de por vida. ─ Así pues. ─ Henchida en inocencia extendí los brazos hacia él, abrí las palmas y los dedos fui moviéndolos en su dirección. ─ Cógeme. ─Y teniendo en cuenta su falta de dialecto, tosí, repitiendo nuevamente el proceso.
─ Llévame mejor dicho a la cueva donde tengo mis pertenencias, allí podré curarme y descansar. Después de eso eres libre. ─ Porque estando conmigo no lo es ni lo será mientras esté armada y siga consciente, o se hace lo que yo digo o lucho para conseguirlo. ─ ¿Lo harás? ─ Mi voz se torna aterciopelada y sin ápices de culpa, como si la batalla que sucedió hará diez minutos fuese producto de la imaginación y jamás se haya dado por hecho. El "por favor" me lo ahorré y con una sonrisa de oreja a oreja aguardé la respuesta del viajero, no es bueno para ninguno de los dos estar bajo la lluvia mucho tiempo con el frío de la época y en la cueva podré darle una patada en el culo y mandarlo a la mierda.
─ Es para hoy, no para mañana. ─ Insistí con una de las cejas arqueadas, los pasos de Destino no van en mi dirección, ni hacia la liberación sino que reculan, ¿que rayos hace? Encorvada examino el entorno hasta visualizar parte del reptil. Este cabrón se quiere largar, con uno de los brazos atrapé su pierna, acercándola a mi vera hasta abrazarla, una de mis dagas ascendió por el gemelo de la atrapada, subió por el muslo y se coló entre sus piernas, apuntándole las pelotas. ─ ¿Qué decías, que me mueva hacia donde? ─ Y la daga le rozó la tela de los pantalones, cómo se atreva a dejarme aquí no tendrá descendencia y mucho menos podrá mear en un tiempo.
─ O me llevas contigo, o juro por los ancestros que te descuartizo desde el suelo. ─ Es todo un reto darme de bruces con la mirada cristalina del elfo, nada que importune pues mi vista finaliza en la serpiente bicéfala, rememorando a cada bestia que se ha topado en mi camino, en el de Destino y por consecuente, el cual nos ha unido. No diré que me dan miedo, más bien asco y es que no soporto a los ofidios, alargados y escamosos no son plácidos al tacto. La bicéfala repta entre los arbustos y por inercia golpeo con la mano libre una de sus rodillas para que se espabile, puñetas, tan fácil como matarla también y evadir sus fauces venenosas, aunque si tenemos que elegir quien será el que le de caza, aquí el pelinegro que se presente como sujeto de pruebas.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Congelarse no es que fuera especialmente malo, es decir, Destino había pasado unos cuantos siglos congelado y no se andaba quejando por eso, o casi no -¿Brutalidad dices?- Respondió el pelinegro indignado una vez estuvo junto a ella, solo se había defendido de sus ataques sin sentido y lo acusaba de brutalidad; a ratos, solo a ratos, el elfo sentía ganas de torcerle el cuello y dejarla a su suerte, pero luego recordaba que le había regalado una capa y... Una capa que luego fue a quitarle pero lo importante era el gesto.
Si pudiera volver el tiempo atrás y escoger un día para no levantarse de la cama, un día para quedarse a salvo de todo y evitarse mil problemas, sin duda era ese día, pues aquella molesta mujer no dejaba de dar problemas, uno tras otro parecía tener una especie de repertorio de donde iba seleccionando conflictos en donde cada uno comenzaba inmediatamente al agotar el anterior, ahora se antojaba de ser una damisela frágil en peligro, ahora, justo ahora después de iniciar una larga, agotadora y absurda pelea que el pelinegro seguía sin entender; había conocido insectos más útiles menos molestos que ella, pero sin embargo, movido por algún tipo de masoquismo, ahí estaba de nuevo, tratando de saber qué rayos le ocurría aunque luego no se le antojara hacer nada por ayudarla.
La chica no solo pedía que la cargara, extendiendo sus brazos como un mono prematuro, sino que además exigía que la llevara a una cueva, que la cuidara y le diera de comer, seguro en un rato pediría pollo y un masaje; el elfo se cruzó de brazos ignorándola completamente, no sería hoy ni mañana ni nunca, ni siquiera valía la pena el esfuerzo de responderle algo; simplemente darse la vuelta y marcharse dejándola como cebo era la mejor opción, sin embargo algo ocurre, cual parásito rastrero la mujer se aferra a la pierna del elfo que aún agarrado intenta impulsarse hacia adelante.
No conforme con hacer que ambos quedaran en peligro frente a la serpiente, la mujer lo amenaza con una puñalada en la entrepierna, ante lo cual el elfo responde colocando las agujas de su guante metálico sobre la cabeza de la mujer que se encuentra en clara desventaja para defenderse -Destino sobrevivirá para sanarse, tú no- Dijo con un tono más serio de lo que había tenido hasta ahora -Si vas a hacerlo, hazlo- Apretó la cabeza de la chica con las agujas aunque sin llegar a causar daño aún, la situación había pasado de lo absurdo a lo tenso en apenas un instante.
El elfo se sentía seguro de su ventaja hasta recibir un golpe en una pierna que lo hace descender y deslizar las agujas del guante por la cabeza de la mujer, flexiona ambas piernas y cae de rodillas junto a ella, luego le toma la mano armada y la empuja hacia atrás para que ambos caigan al piso frente a donde se pasea la serpiente; si así ha de ser, que decida la serpiente a quién probar, si decide devorarse a la mujer, la bestia morirá envenenada y la serpiente por intoxicación.
Si pudiera volver el tiempo atrás y escoger un día para no levantarse de la cama, un día para quedarse a salvo de todo y evitarse mil problemas, sin duda era ese día, pues aquella molesta mujer no dejaba de dar problemas, uno tras otro parecía tener una especie de repertorio de donde iba seleccionando conflictos en donde cada uno comenzaba inmediatamente al agotar el anterior, ahora se antojaba de ser una damisela frágil en peligro, ahora, justo ahora después de iniciar una larga, agotadora y absurda pelea que el pelinegro seguía sin entender; había conocido insectos más útiles menos molestos que ella, pero sin embargo, movido por algún tipo de masoquismo, ahí estaba de nuevo, tratando de saber qué rayos le ocurría aunque luego no se le antojara hacer nada por ayudarla.
La chica no solo pedía que la cargara, extendiendo sus brazos como un mono prematuro, sino que además exigía que la llevara a una cueva, que la cuidara y le diera de comer, seguro en un rato pediría pollo y un masaje; el elfo se cruzó de brazos ignorándola completamente, no sería hoy ni mañana ni nunca, ni siquiera valía la pena el esfuerzo de responderle algo; simplemente darse la vuelta y marcharse dejándola como cebo era la mejor opción, sin embargo algo ocurre, cual parásito rastrero la mujer se aferra a la pierna del elfo que aún agarrado intenta impulsarse hacia adelante.
No conforme con hacer que ambos quedaran en peligro frente a la serpiente, la mujer lo amenaza con una puñalada en la entrepierna, ante lo cual el elfo responde colocando las agujas de su guante metálico sobre la cabeza de la mujer que se encuentra en clara desventaja para defenderse -Destino sobrevivirá para sanarse, tú no- Dijo con un tono más serio de lo que había tenido hasta ahora -Si vas a hacerlo, hazlo- Apretó la cabeza de la chica con las agujas aunque sin llegar a causar daño aún, la situación había pasado de lo absurdo a lo tenso en apenas un instante.
El elfo se sentía seguro de su ventaja hasta recibir un golpe en una pierna que lo hace descender y deslizar las agujas del guante por la cabeza de la mujer, flexiona ambas piernas y cae de rodillas junto a ella, luego le toma la mano armada y la empuja hacia atrás para que ambos caigan al piso frente a donde se pasea la serpiente; si así ha de ser, que decida la serpiente a quién probar, si decide devorarse a la mujer, la bestia morirá envenenada y la serpiente por intoxicación.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
No cambiaré el rumbo de mis acciones ni me limitaré a obedecerle, si bien es cierto que podríamos expandir un horizonte donde trabajar juntos y salir impunes, no sucederá, no le entiendo ni él me entiende, somos una combinación volátil de la cual nada bueno puede surgir. El pelinegro acerca el guante de puntas aguzadas a los bucles pardos que delinean ambas orejas y acarician mis hombros, ¿en serio? Rechisté en alto y por si fuese poco mostré un ceño fruncido a la par de unos labios presionados. ─ No seas egocéntrico. ─ Serena no retiré la daga de su entrepierna, si quiere inyectarme el veneno, que se atreva.
El filo derecho profundiza en la cara interna del muslo proveniente del elfo, nada hondo, quizá un corte inofensivo que sin trayectoria a seguir quedó detenido en cuanto la bicéfala repta hacia nosotros. El nudo en mi estómago se agranda y en el golpe en una de sus rodillas no esperé que perdiese el equilibrio, cayese a mi lado y despegase mi arma de su cuerpo ataviado. Sentados en lo frondoso y con un aguacero garantizando el mal infortunio de esta conexión tan extraña y desproporcionada, intenté ojearle de soslayo tan mortífera como mi semblante pueda recrear dicha mueca.
─ ¿Contento? ─ Sulfurada recogí las piernas, la serpiente está a un metro de distancia y la longitud que posee es descomunal. Las amarillentas orbes de las dos cabezas no van hacia Destino, van hacia una mujer empapada por la sangre que fluye de tantísimas heridas y raspones. La fragancia es tan exquisita para la depredadora que no aguarda un instante y sin miramientos entreabre sus fauces mientras la selecta lengua que detenta va moviéndose, engendrando una sonoridad repugnante que me pone los vellos de punta y mantiene alerta a mis extremidades consumidas por la batalla antaña.
─ Hagamos esto. ─ Fue tan sólo un susurro que sin acabar no llegó a los oídos del pelinegro, la capa que mantiene aún acorazando el guante, inservible pues las agujas son tan finas que traspasaron la tela y perfectamente, podrían haber sido clavadas en mi cabeza si él quisiese, voy quitándola de su propio brazo con lentitud. Totalmente desamarrada no tardó en llegar el trance donde la bestia se nos lanza, ágil la envolví en la tela para restarle visión y que al menos se entretenga unos segundos en deshacerse del asunto. ─ Nos vamos, y nos vamos ya, ¿me oyes? Levántate y sé un hombre, joder, déjame en la cueva y luego tendrás todo el puto día para vaguear. ─ Una ráfaga de brisa le agitó las hebras al elfo y por instinto de supervivencia tiré de él hacia mis brazos, no fue el aire, fue la serpiente que sin tejido oscuro sobre sus escamas se redirige a por las presas que le servirán de cena.
Malhumorada y con un catálogo repleto de insultos formalizo la huida yo misma al hincar las rodillas sobre la madre naturaleza, acentuada por el sigilo donde no parezco respirar, siquiera mi corazón se mantiene en vilo ante el peligro, inflo ambos pulmones de aire como refuerzo mientras voy irguiéndome. Costó, pero siendo testaruda y preventiva hacia una posible derrota me levanté, con o sin el tonto este dejaré atrás el bosque y a la serpiente. Recta de cuerpo y cabizbaja analicé el terreno, el color de la cabrona se adapta al ambiente y por esa razón me está costando diferenciar que es maleza y que es una posible víbora venenosa. Sin importar la longitud o el grosor pasa desapercibida aún cuando tengo una vista felina, pocas cosas se me pasan, aunque esta vez y por desgracia, no tuve la gracia de cogerla antes de que me tomara ella.
Fría y repulsiva enrolló parte de su cola en una de mis botas, promovió el tronco y con las fauces aún lejanas chillé totalmente asqueada, el cuero del cazado aparta la piel escamosa de la mía y aún así, gracias a mi estúpida imaginación ya estoy sintiendo lo repugnante del tacto y en cómo oprime mi tobillo. No estaba dispuesta a correr, pero es que me la suda todo ya, dando saltitos y patadas intento quitármela de encima, esquivando las posibles mordeduras entre griteríos de enfado, aversión y por supuesto algún que otro gallillo donde la voz me falla por la frustración. ─ Fuera, ¡Fuera maldita! ─ Cada vez más aferrada no sale.
La he golpeado con todas mis fuerzas restantes, una de mis dagas le ha abierto un buen agujero y pertinaz, sigue apretando, la sangre terminará por abandonar el tobillo en donde se mantiene y entonces sí que no podré largarme. Centrada en la bicéfala ignoré totalmente al elfo que sin tiempo a medir palabras con él volví a esquivar un mordisco, veloz fue directa a mi yugular y la única forma que tuve de rehusar sus fauces fue interponiendo mi brazo reforzado. Mala suerte, la presión de la mandíbula no fue suficiente, sino que también llego a resquebrajar el material junto a la piel con sus dos colmillos e inyectar cierta cantidad de veneno, su gemela, trató de hacer lo mismo y tras arrancar a la primera de mi brazo, las lancé a mis pies.
El filo derecho profundiza en la cara interna del muslo proveniente del elfo, nada hondo, quizá un corte inofensivo que sin trayectoria a seguir quedó detenido en cuanto la bicéfala repta hacia nosotros. El nudo en mi estómago se agranda y en el golpe en una de sus rodillas no esperé que perdiese el equilibrio, cayese a mi lado y despegase mi arma de su cuerpo ataviado. Sentados en lo frondoso y con un aguacero garantizando el mal infortunio de esta conexión tan extraña y desproporcionada, intenté ojearle de soslayo tan mortífera como mi semblante pueda recrear dicha mueca.
─ ¿Contento? ─ Sulfurada recogí las piernas, la serpiente está a un metro de distancia y la longitud que posee es descomunal. Las amarillentas orbes de las dos cabezas no van hacia Destino, van hacia una mujer empapada por la sangre que fluye de tantísimas heridas y raspones. La fragancia es tan exquisita para la depredadora que no aguarda un instante y sin miramientos entreabre sus fauces mientras la selecta lengua que detenta va moviéndose, engendrando una sonoridad repugnante que me pone los vellos de punta y mantiene alerta a mis extremidades consumidas por la batalla antaña.
─ Hagamos esto. ─ Fue tan sólo un susurro que sin acabar no llegó a los oídos del pelinegro, la capa que mantiene aún acorazando el guante, inservible pues las agujas son tan finas que traspasaron la tela y perfectamente, podrían haber sido clavadas en mi cabeza si él quisiese, voy quitándola de su propio brazo con lentitud. Totalmente desamarrada no tardó en llegar el trance donde la bestia se nos lanza, ágil la envolví en la tela para restarle visión y que al menos se entretenga unos segundos en deshacerse del asunto. ─ Nos vamos, y nos vamos ya, ¿me oyes? Levántate y sé un hombre, joder, déjame en la cueva y luego tendrás todo el puto día para vaguear. ─ Una ráfaga de brisa le agitó las hebras al elfo y por instinto de supervivencia tiré de él hacia mis brazos, no fue el aire, fue la serpiente que sin tejido oscuro sobre sus escamas se redirige a por las presas que le servirán de cena.
Malhumorada y con un catálogo repleto de insultos formalizo la huida yo misma al hincar las rodillas sobre la madre naturaleza, acentuada por el sigilo donde no parezco respirar, siquiera mi corazón se mantiene en vilo ante el peligro, inflo ambos pulmones de aire como refuerzo mientras voy irguiéndome. Costó, pero siendo testaruda y preventiva hacia una posible derrota me levanté, con o sin el tonto este dejaré atrás el bosque y a la serpiente. Recta de cuerpo y cabizbaja analicé el terreno, el color de la cabrona se adapta al ambiente y por esa razón me está costando diferenciar que es maleza y que es una posible víbora venenosa. Sin importar la longitud o el grosor pasa desapercibida aún cuando tengo una vista felina, pocas cosas se me pasan, aunque esta vez y por desgracia, no tuve la gracia de cogerla antes de que me tomara ella.
Fría y repulsiva enrolló parte de su cola en una de mis botas, promovió el tronco y con las fauces aún lejanas chillé totalmente asqueada, el cuero del cazado aparta la piel escamosa de la mía y aún así, gracias a mi estúpida imaginación ya estoy sintiendo lo repugnante del tacto y en cómo oprime mi tobillo. No estaba dispuesta a correr, pero es que me la suda todo ya, dando saltitos y patadas intento quitármela de encima, esquivando las posibles mordeduras entre griteríos de enfado, aversión y por supuesto algún que otro gallillo donde la voz me falla por la frustración. ─ Fuera, ¡Fuera maldita! ─ Cada vez más aferrada no sale.
La he golpeado con todas mis fuerzas restantes, una de mis dagas le ha abierto un buen agujero y pertinaz, sigue apretando, la sangre terminará por abandonar el tobillo en donde se mantiene y entonces sí que no podré largarme. Centrada en la bicéfala ignoré totalmente al elfo que sin tiempo a medir palabras con él volví a esquivar un mordisco, veloz fue directa a mi yugular y la única forma que tuve de rehusar sus fauces fue interponiendo mi brazo reforzado. Mala suerte, la presión de la mandíbula no fue suficiente, sino que también llego a resquebrajar el material junto a la piel con sus dos colmillos e inyectar cierta cantidad de veneno, su gemela, trató de hacer lo mismo y tras arrancar a la primera de mi brazo, las lancé a mis pies.
Eretria Noorgard
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