Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
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Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
El destino había querido que Estolas, en aras de satisfacer a Irinnil, pusiera fin a la vida de Nala. La loba no tuvo que mancharse las manos, tan solo señaló a la elfa como producto potencial para la vampiresa recién nacida. Pero Nala, pese a estar ya muerta, había logrado que Estolas hiciera algo por ella misma.
Días antes del cumpleaños del virrey, Nala se pasó un buen rato hablando con la licantropa sobre un anuncio que aparecía cada tanto en la ciudad. Se trataba de un trabajo de modelo, no se hacía mención al artista ni al arte que practicaba... y pedía ciertos atributos que Estolas no poseía, pero tenía otros mas exóticos, o eso le dijo Nala "¿Quién puede resistirse a ese montón de pecas? ¿Tú te has visto? Estará en cantando de pintarte" No está claro porque, pero por algún motivo Nala creía que el artista seria pintor.
Después de aquella charla (y de que Nala le leyera el anuncio varias veces para que Estolas lo memorizara), la loba comenzó a ahorrar sus ganancias del lupanar.
El almacén de la esquina sur de la calle de la Escarcha estaba lejos de ciudad Lagarto, concretamente en Baslodia. Los carros o caballos valían su dinero, al igual que la comida y el alojamiento, en el que tendría que pasar la noche antes de llegar a la ciudad.
Estolas realmente se estaba esforzando, quería que alguien la mirara sin el estigma de la prostitución, quería ser vista como... como una persona, quería dejar de sentirse un objeto. Para poder lograr aquel sueño Estolas se alejó de las drogas, tenía que elegir, ahorrar o consumir. Eligió ahorrar, aunque la decisión le estaba pasando factura, pero en cierta manera la loba tenía suerte. Algunos de sus clientes consumían sustancias que consumían junto a la pecosa mientras eran atendidos, eso conseguía mantener la ansiedad a raya, aunque no siempre.
El día ansiado por fin llegó, hacía apenas una semana del cumpleaños de Matthew y por consiguiente, del día libre de Estolas. Pese a ello la pelirroja habló con Brenda y le pidió algunos días de... ¿vacaciones? Los suficientes para poder ir y regresar de Baslodia.
La enana aceptó sin dudarlo un segundo pues conocía las consecuencias de su trabajo.
Todos conocían los clientes a los que la loba se sometía, todos la habían escuchado en más de una ocasión, escuchado sus fingidos gemidos, escuchado los gritos de una garganta rota por el dolor o el gimoteo sobrecogedor de una loba subyugada. Todos en la carpa la habían escuchado y algunos habían curado las secuelas que abrían la piel de Estolas, una de esas personas era Brenda.
La loba llegó en caballo a la ciudad vecina, paró en una posada, se aseó y cambió de ropa. Puso especial atención a su pelo, cepillándolo con esmero y anudándolo en la punta, visualmente parecía estar suelto, pero aquel pequeño nudo lograba que el cabello quedara siempre tras los hombros de la licantropa. La hora acordada estaba cerca, Estolas recogió sus cosas y se marchó hacia el almacén de la calle escarcha.
Días antes del cumpleaños del virrey, Nala se pasó un buen rato hablando con la licantropa sobre un anuncio que aparecía cada tanto en la ciudad. Se trataba de un trabajo de modelo, no se hacía mención al artista ni al arte que practicaba... y pedía ciertos atributos que Estolas no poseía, pero tenía otros mas exóticos, o eso le dijo Nala "¿Quién puede resistirse a ese montón de pecas? ¿Tú te has visto? Estará en cantando de pintarte" No está claro porque, pero por algún motivo Nala creía que el artista seria pintor.
Después de aquella charla (y de que Nala le leyera el anuncio varias veces para que Estolas lo memorizara), la loba comenzó a ahorrar sus ganancias del lupanar.
El almacén de la esquina sur de la calle de la Escarcha estaba lejos de ciudad Lagarto, concretamente en Baslodia. Los carros o caballos valían su dinero, al igual que la comida y el alojamiento, en el que tendría que pasar la noche antes de llegar a la ciudad.
Estolas realmente se estaba esforzando, quería que alguien la mirara sin el estigma de la prostitución, quería ser vista como... como una persona, quería dejar de sentirse un objeto. Para poder lograr aquel sueño Estolas se alejó de las drogas, tenía que elegir, ahorrar o consumir. Eligió ahorrar, aunque la decisión le estaba pasando factura, pero en cierta manera la loba tenía suerte. Algunos de sus clientes consumían sustancias que consumían junto a la pecosa mientras eran atendidos, eso conseguía mantener la ansiedad a raya, aunque no siempre.
El día ansiado por fin llegó, hacía apenas una semana del cumpleaños de Matthew y por consiguiente, del día libre de Estolas. Pese a ello la pelirroja habló con Brenda y le pidió algunos días de... ¿vacaciones? Los suficientes para poder ir y regresar de Baslodia.
La enana aceptó sin dudarlo un segundo pues conocía las consecuencias de su trabajo.
Todos conocían los clientes a los que la loba se sometía, todos la habían escuchado en más de una ocasión, escuchado sus fingidos gemidos, escuchado los gritos de una garganta rota por el dolor o el gimoteo sobrecogedor de una loba subyugada. Todos en la carpa la habían escuchado y algunos habían curado las secuelas que abrían la piel de Estolas, una de esas personas era Brenda.
La loba llegó en caballo a la ciudad vecina, paró en una posada, se aseó y cambió de ropa. Puso especial atención a su pelo, cepillándolo con esmero y anudándolo en la punta, visualmente parecía estar suelto, pero aquel pequeño nudo lograba que el cabello quedara siempre tras los hombros de la licantropa. La hora acordada estaba cerca, Estolas recogió sus cosas y se marchó hacia el almacén de la calle escarcha.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Era tan solo un pequeño rincón dentro de la inmensidad de su existencia, una diminuta parte que se permitía a sí mismo para olvidarse de todas sus fachadas de Virrey. No tendría porque tener nada de malo, todas las personas tenían actividades ocultas ¿O no? Sólo que en su caso el escaparse para hacer ese tipo de cosas podía tener más repercusiones de las que él quisiera.
Sí se lo preguntaban de modo directo... En realidad Matthew no sabía porque se empecinaba tanto en que nadie se enterara, se lo había preguntado a sí mismo en un par de ocasiones, pero no llegaba a ninguna respuesta. El simple hecho de imaginarse contándole a alguien más le resultaba desagradable, como sí pudieran ver una parte de él demasiado íntima.
Por eso se había tomado el trabajo de conseguir una casa sencilla en un sitio alejado de Ciudad Lagarto, todo el papeleo había corrido por su cuenta ya que siquiera quería confiarle ese secreto a Brenda. Los materiales los había conseguido de contrabando, como casi todas las cosas que tenía en realidad, solo que estas no habían quedado anotadas en las listas de cosas que el Virrey se llevaba de los botines.
No había elegido un sitio deslumbrante, ni fino, ni pomposo como solía hacer, la idea era no llamar la atención y si aparecía un extraño misterioso de la nada y compraba una mansión claramente la gente del lugar haría preguntas. Así que había elegido una casa de una sola habitación, con las paredes medio carcomidas por el tiempo y manchas de humedad sobre la cal vieja. No le importaba, sólo necesitaba un sitio donde poder estar aislado y trabajar sin temor en lo que amaba: La cerámica.
Luego de haber estado varios meses haciendo platos, tazas, floreros, vasijas, etc, había empezado con las figuras humanas, utilizando libros como referencia y dibujos que boceteaba él mismo usando de referencia cuerpos que conocía. Pero había llegado al punto en que necesitaba usar modelos reales, y luego de pensarlo mucho finalmente se había decidido a poner carteles ofreciendo una suma de dinero a cambio de servir como modelo durante algunas jornadas.
Está era la tercera vez que alguien respondía a su anuncio, las dos anteriores habían salido bien, Owens estaba satisfecho con los resultados, había logrado hacer un torso de tamaño real con bastante detalle y una estatuilla más pequeña. Nunca estaba seguro de qué forma iba a tomar la figura hasta que viera a la modelo, en cuanto percibía su estilo, su manera de moverse o su actitud, todos esos detalles le daban inspiración.
Matthew se encontraba ordenando un poco el sitio cuando escuchó que tocaban a la puerta.
-Está abierto - Dijo mientras seguía pasando la escoba para quitar restos de polvo de la arcilla y el yeso. La puerta se abría hacia el costado como la de algunos graneros, era gruesa y de madera maciza, ese era otro detalle que le había gustado, cuando cerraba con las cadenas era bastante poco probable que alguien pudiera entrar - En un segundo estoy contigo - Se dio la vuelta con una vasija en las manos que quería acomodar en otro sitio.
Pero se le cayó al piso junto con su alma cuando vio quien era la modelo que había respondido a su anuncio.
Sí se lo preguntaban de modo directo... En realidad Matthew no sabía porque se empecinaba tanto en que nadie se enterara, se lo había preguntado a sí mismo en un par de ocasiones, pero no llegaba a ninguna respuesta. El simple hecho de imaginarse contándole a alguien más le resultaba desagradable, como sí pudieran ver una parte de él demasiado íntima.
Por eso se había tomado el trabajo de conseguir una casa sencilla en un sitio alejado de Ciudad Lagarto, todo el papeleo había corrido por su cuenta ya que siquiera quería confiarle ese secreto a Brenda. Los materiales los había conseguido de contrabando, como casi todas las cosas que tenía en realidad, solo que estas no habían quedado anotadas en las listas de cosas que el Virrey se llevaba de los botines.
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No había elegido un sitio deslumbrante, ni fino, ni pomposo como solía hacer, la idea era no llamar la atención y si aparecía un extraño misterioso de la nada y compraba una mansión claramente la gente del lugar haría preguntas. Así que había elegido una casa de una sola habitación, con las paredes medio carcomidas por el tiempo y manchas de humedad sobre la cal vieja. No le importaba, sólo necesitaba un sitio donde poder estar aislado y trabajar sin temor en lo que amaba: La cerámica.
Luego de haber estado varios meses haciendo platos, tazas, floreros, vasijas, etc, había empezado con las figuras humanas, utilizando libros como referencia y dibujos que boceteaba él mismo usando de referencia cuerpos que conocía. Pero había llegado al punto en que necesitaba usar modelos reales, y luego de pensarlo mucho finalmente se había decidido a poner carteles ofreciendo una suma de dinero a cambio de servir como modelo durante algunas jornadas.
Está era la tercera vez que alguien respondía a su anuncio, las dos anteriores habían salido bien, Owens estaba satisfecho con los resultados, había logrado hacer un torso de tamaño real con bastante detalle y una estatuilla más pequeña. Nunca estaba seguro de qué forma iba a tomar la figura hasta que viera a la modelo, en cuanto percibía su estilo, su manera de moverse o su actitud, todos esos detalles le daban inspiración.
Matthew se encontraba ordenando un poco el sitio cuando escuchó que tocaban a la puerta.
-Está abierto - Dijo mientras seguía pasando la escoba para quitar restos de polvo de la arcilla y el yeso. La puerta se abría hacia el costado como la de algunos graneros, era gruesa y de madera maciza, ese era otro detalle que le había gustado, cuando cerraba con las cadenas era bastante poco probable que alguien pudiera entrar - En un segundo estoy contigo - Se dio la vuelta con una vasija en las manos que quería acomodar en otro sitio.
Pero se le cayó al piso junto con su alma cuando vio quien era la modelo que había respondido a su anuncio.
Matthew Owens
Honorable
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Estolas abrió la puerta reconociendo la voz tras de ella, pero pensando que tenía que ser un error. No lo era. El artista no era otro que jefe, Matthew Owens.
—Buenas noches Señ... —la pecosa corrigió la frase— Matt. ¿Se encuentra bien? —Estolas miró al hombre, luego a la vasija en el suelo y sin decir nada se agachó a recoger los trozos de arcilla seca—. ¿Se ha cortado?
Sabía que no lo había hecho, la habitación no olía a sangre fresca, pero la loba preguntó por cortesía, antes de levantar los trozos del suelo.
—Sé que no cumplo con las características de la oferta —se apresuró a decir—, pero Nala dijo que tenía otros detalles que satisfarían a cualquiera... —se tomó un segundo más de lo habitual en tomar aire—. No sé en qué estaba pensando para creer que podría hacer otra cosa.
Estolas se llevó la mano a la boca al darse cuenta de lo que había dicho. Por algún motivo había exteriorizado sus pensamientos y encima delante de su dueño. La pelirroja desvió la mirada hacia el suelo, sintiendo que acababa de hacer algo mal.
—Si lo desea puedo marcharme.
La pelirroja permaneció de pie, sin moverse, con la vista en el suelo y la vasija rota en las manos. No se atrevía a levantar los ojos después de aquella falta de respeto, pero tampoco podía irse sin más.
Sus ojos fueron subiendo por las baldosas hasta dar con los pies de Matt, con sus zapatos mejor dicho, unos humildes y con huellas de viejas manchas de arcilla que se habían intentado quitar. Un calzado cómodo que permitía trabajar, sin temor a pisar algún guijarro que cortara la piel.
______________
Off:
- Primera complicación: El artista, dueño del anuncio de trabajo, no es otro que Matt.
¿Pensabais que sería un asesino demente? Bueno, demente sí que es y asesino también... creo que Marcy tiene problemas.
—Buenas noches Señ... —la pecosa corrigió la frase— Matt. ¿Se encuentra bien? —Estolas miró al hombre, luego a la vasija en el suelo y sin decir nada se agachó a recoger los trozos de arcilla seca—. ¿Se ha cortado?
Sabía que no lo había hecho, la habitación no olía a sangre fresca, pero la loba preguntó por cortesía, antes de levantar los trozos del suelo.
—Sé que no cumplo con las características de la oferta —se apresuró a decir—, pero Nala dijo que tenía otros detalles que satisfarían a cualquiera... —se tomó un segundo más de lo habitual en tomar aire—. No sé en qué estaba pensando para creer que podría hacer otra cosa.
Estolas se llevó la mano a la boca al darse cuenta de lo que había dicho. Por algún motivo había exteriorizado sus pensamientos y encima delante de su dueño. La pelirroja desvió la mirada hacia el suelo, sintiendo que acababa de hacer algo mal.
—Si lo desea puedo marcharme.
La pelirroja permaneció de pie, sin moverse, con la vista en el suelo y la vasija rota en las manos. No se atrevía a levantar los ojos después de aquella falta de respeto, pero tampoco podía irse sin más.
Sus ojos fueron subiendo por las baldosas hasta dar con los pies de Matt, con sus zapatos mejor dicho, unos humildes y con huellas de viejas manchas de arcilla que se habían intentado quitar. Un calzado cómodo que permitía trabajar, sin temor a pisar algún guijarro que cortara la piel.
______________
Off:
- Primera complicación: El artista, dueño del anuncio de trabajo, no es otro que Matt.
¿Pensabais que sería un asesino demente? Bueno, demente sí que es y asesino también... creo que Marcy tiene problemas.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Una mezcla de emociones comenzó a surgir desde lo profundo del alma de Matthew. Por un lado sentía angustia porque había sido descubierto incluso a pesar de todos los recaudos que había tomado. Por otro lado, ver que se trataba de Estolas le daba una inmensa pena, era evidente que la muchacha sólo se presentaba por pura casualidad, no había sido un plan para descubrirlo ni nada parecido, simplemente el azar le había jugado una mala pasada y ahora tendría que matarla.
“Una vida atravesada por la mala suerte, eso es la existencia de esta pobre chica” pensó Matthew mientras la veía recoger los pedazos del jarrón roto, su gesto era frío como el hielo, y su mano iba lentamente hacía una de las herramientas que tenía guardadas en su delantal de trabajo.
-No, no me he cortado, estoy bien - Respondía pero de forma automática, su mente no estaba en la conversación, sino en los dedos que se cerraban alrededor del elemento que utilizaria para atravesarle el cuello -¿Nala? - Entonces alguien más sabia que estaba allí, claro, seguramente Brenda también conocía las intenciones de Estolas - Ya veo - El tono era sumamente neutro, pero retiró la mano de la herramienta y en lugar de eso la agarró del brazo con gentileza - No digas eso, Nala tiene razón, eres perfecta para lo que estoy buscando - Sonreía con amabilidad - Pero ven, entra, no quiero que la gente en la calle me reconozca -
Ciertamente podría asesinarla allí mismo, pero habría desperdiciado una excelente modelo y todo el material que había sacado para trabajar. No había necesidad alguna de apresurarse, podían tener las sesiones, ver cómo se desarrollaba la jornada de trabajo y luego de eso decidir cuál sería el mejor curso a seguir.
-No quiero que te vayas, todo lo contrario - La hizo pasar con mucha amabilidad y fue sacándole los trozos del jarrón roto de las manos mientras hablaba - No soy una persona que crea en muchas cosas, pero sí pienso que las cosas suceden por algún motivo ¿No lo ves así? Sí entre todas las posibilidades que podían ocurrir, esto es lo que el destino nos deparó, entonces debe haber algún motivo - Se acercó a la Licántropo, ahora estaba entre medio de Matt y con la puerta en su espalda. Era cierto que Owens se caracterizaba por ser un descreído, pero precisamente una de las cosas en las que menos confiaba era en el destino.
Apoyó las manos en la puerta, dejando a Estolas entre medio de sus brazos, no iba a intimidarla con su presencia, la Loba estaba acostumbrada a estar junto a la peor lacra de la sociedad, no era una jovencita inocente e impresionable. Así que siguió sonriéndole de forma encantadora e hizo un poco de fuerza para mover la puerta, cerrarla y pasar el cerrojo.
-Te mostraré lo que haremos - Se hizo a un lado y le mostró el taller - Sé que es mucho más rústico de lo que estás acostumbrada en la tienda, pero no quería levantar sospechas. Lo que voy a pedirte es que modeles para mi, necesitaré que te quedes en una pose fija durante algún tiempo mientras tomo tus medidas y luego las reproduzco en la arcilla - En la estancia había un sofá viejo, una silla, una banqueta, un diván deshilachado y varios tipos de mantas y almohadas - La idea es que elijas alguna pose que te guste y te haga sentir cómoda. Pero no te preocupes, tomaremos descansos cuando lo necesites -Le acaricio la mejilla con dulzura - Ya verás, haremos una pieza preciosa entre los dos -
“Una vida atravesada por la mala suerte, eso es la existencia de esta pobre chica” pensó Matthew mientras la veía recoger los pedazos del jarrón roto, su gesto era frío como el hielo, y su mano iba lentamente hacía una de las herramientas que tenía guardadas en su delantal de trabajo.
-No, no me he cortado, estoy bien - Respondía pero de forma automática, su mente no estaba en la conversación, sino en los dedos que se cerraban alrededor del elemento que utilizaria para atravesarle el cuello -¿Nala? - Entonces alguien más sabia que estaba allí, claro, seguramente Brenda también conocía las intenciones de Estolas - Ya veo - El tono era sumamente neutro, pero retiró la mano de la herramienta y en lugar de eso la agarró del brazo con gentileza - No digas eso, Nala tiene razón, eres perfecta para lo que estoy buscando - Sonreía con amabilidad - Pero ven, entra, no quiero que la gente en la calle me reconozca -
Ciertamente podría asesinarla allí mismo, pero habría desperdiciado una excelente modelo y todo el material que había sacado para trabajar. No había necesidad alguna de apresurarse, podían tener las sesiones, ver cómo se desarrollaba la jornada de trabajo y luego de eso decidir cuál sería el mejor curso a seguir.
-No quiero que te vayas, todo lo contrario - La hizo pasar con mucha amabilidad y fue sacándole los trozos del jarrón roto de las manos mientras hablaba - No soy una persona que crea en muchas cosas, pero sí pienso que las cosas suceden por algún motivo ¿No lo ves así? Sí entre todas las posibilidades que podían ocurrir, esto es lo que el destino nos deparó, entonces debe haber algún motivo - Se acercó a la Licántropo, ahora estaba entre medio de Matt y con la puerta en su espalda. Era cierto que Owens se caracterizaba por ser un descreído, pero precisamente una de las cosas en las que menos confiaba era en el destino.
Apoyó las manos en la puerta, dejando a Estolas entre medio de sus brazos, no iba a intimidarla con su presencia, la Loba estaba acostumbrada a estar junto a la peor lacra de la sociedad, no era una jovencita inocente e impresionable. Así que siguió sonriéndole de forma encantadora e hizo un poco de fuerza para mover la puerta, cerrarla y pasar el cerrojo.
-Te mostraré lo que haremos - Se hizo a un lado y le mostró el taller - Sé que es mucho más rústico de lo que estás acostumbrada en la tienda, pero no quería levantar sospechas. Lo que voy a pedirte es que modeles para mi, necesitaré que te quedes en una pose fija durante algún tiempo mientras tomo tus medidas y luego las reproduzco en la arcilla - En la estancia había un sofá viejo, una silla, una banqueta, un diván deshilachado y varios tipos de mantas y almohadas - La idea es que elijas alguna pose que te guste y te haga sentir cómoda. Pero no te preocupes, tomaremos descansos cuando lo necesites -Le acaricio la mejilla con dulzura - Ya verás, haremos una pieza preciosa entre los dos -
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
—Supongo que sí.
Estolas contestó con simpleza mientras Matt cerraba la puerta. El sonido del cerrojo no pasó desapercibido, pero la loba no le dio más importancia de la que tenía, miró al escultor y lo siguió por el taller observando el lugar.
—Que me guste y este cómoda —repitió, meditando el significado y pensando cual sería la respuesta —. Vale.
Estolas se quedó de pie un par de minutos. Decidiendo que le hacía sentir cómoda y que era lo que le gustaba.
Se sentó en la banqueta, sacándose los zapatos con tranquilidad y dejándolos debajo, seguidamente se puso en pie y se quitó la ropa.
¿Qué hay más cómodo y natural para una puta que estar desnuda? si estáis pensando que esto es natural es que no conocéis a Estolas.
No, ella no se sentía cómoda en su posición de prostituta, pero tampoco sentía vergüenza en su desnudez, por no decir que Matt ya la había visto desnuda muchas veces.
Estolas miró la estancia una vez más, caminó hacia una de las esquinas más oscuras de la casa y cambio de forma.
Se convirtió en una loba de pelaje marrón y negro sobre fondo blanco, de ojos avellana y orejas erguidas.
Con cada paso que daba se podía oír sus uñas repicando en las baldosas, se paró junto a Matt mirando los distintos muebles y se subió al diván.
Los hizo con cuidado, pata a pata, hasta quedar sobre la tapicería, olisqueó la tela y se tumbó. Apoyó la cabeza sobre el reposacabezas del diván, sus patas delanteras se cruzaban una sobre otra, dejando que las garras colgaran por el borde y la cola se enroscaba sobre el cuerpo tapando parte de las patas traseras.
Y ahí se quedó, mirando tranquilamente a su dueño, sin moverse, esperando.
Estolas contestó con simpleza mientras Matt cerraba la puerta. El sonido del cerrojo no pasó desapercibido, pero la loba no le dio más importancia de la que tenía, miró al escultor y lo siguió por el taller observando el lugar.
—Que me guste y este cómoda —repitió, meditando el significado y pensando cual sería la respuesta —. Vale.
Estolas se quedó de pie un par de minutos. Decidiendo que le hacía sentir cómoda y que era lo que le gustaba.
Se sentó en la banqueta, sacándose los zapatos con tranquilidad y dejándolos debajo, seguidamente se puso en pie y se quitó la ropa.
¿Qué hay más cómodo y natural para una puta que estar desnuda? si estáis pensando que esto es natural es que no conocéis a Estolas.
No, ella no se sentía cómoda en su posición de prostituta, pero tampoco sentía vergüenza en su desnudez, por no decir que Matt ya la había visto desnuda muchas veces.
Estolas miró la estancia una vez más, caminó hacia una de las esquinas más oscuras de la casa y cambio de forma.
Se convirtió en una loba de pelaje marrón y negro sobre fondo blanco, de ojos avellana y orejas erguidas.
Con cada paso que daba se podía oír sus uñas repicando en las baldosas, se paró junto a Matt mirando los distintos muebles y se subió al diván.
Los hizo con cuidado, pata a pata, hasta quedar sobre la tapicería, olisqueó la tela y se tumbó. Apoyó la cabeza sobre el reposacabezas del diván, sus patas delanteras se cruzaban una sobre otra, dejando que las garras colgaran por el borde y la cola se enroscaba sobre el cuerpo tapando parte de las patas traseras.
Y ahí se quedó, mirando tranquilamente a su dueño, sin moverse, esperando.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
En un comienzo Matt pensó que Estolas no sería capaz de elegir algo por sí misma, sí bien había mejorado bastante en los últimos meses, la Licantropo seguía demostrando tener poca iniciativa, la mayor parte del tiempo simplemente hacía lo que le ordenaban sin rechistar. No es como si el hecho de tener una muñeca tamaño real le molestara, de hecho, tenía sus ventajas dado el trabajo que tendría que hacer, pero...
Pero no funcionaría, la idea de tener una persona modelando es que algo se generara entre ambos, que conectaran de alguna manera. El artesano era quien ponía la habilidad, quien trabajaba sobre el material y le daba forma, quien vertía su inspiración en la pieza para darle vida... Pero nada de eso podía desplegarse sí del otro lado no tenía a alguien que pusiera también algo de su parte. Se lo podía llamar de muchas maneras, personalidad, deseo, identidad, al final era todo lo mismo, un artista necesitaba a su musa inspiradora, y Estolas no podría hacerlo sí actuaba como un ente sin alma.
“Hay que avivar esa llama entonces” pensó el Estafador, mientras por su mente iban pasando distintas ideas. Hasta el momento no había tenido motivo alguno para movilizar las emociones de la loba, así como estaba le servía bien, pero dado el cambio de papeles, parecía que sería necesario algún tipo de intervención.
Vio como se desvestía y tampoco le genero nada, la gente no entendía que la ropa o la falta de ella por sí misma no causaban el efecto deseado, era la persona, la situación, la pasión que se transmitía con los gestos y las palabras. Sin nada de eso, eran solo dos entes con presencia física pero nada más. Cuando salió convertida en lobo Matt entendió que en verdad había elegido en base a lo que la hacía sentir cómoda, esa era una buena señal.
-Bien, me alegra que puedas relajarte - Sacó un pedazo de arcilla y la puso sobre la mesa - Esto llevara algo de tiempo, seguro estas cansada por el viaje y el estrés de hacer algo nuevo, puedes cerrar los ojos sí así lo deseas - Su voz era calmada y cariñosa, intentaba transmitirle tranquilidad a Marcy - La primera parte es solo darle una forma general, así que no necesitaré tanto de tu ayuda -
Luego se puso manos a la obra, como Estolas estaba en forma de lobo no podía hablar con ella esperando una respuesta, pero a Matt se le daba muy bien eso de dar monólogos así que no sería un gran problema para él.
-En verdad estaba sorprendido cuando te vi allí parada, de todas las personas que pensé que me descubrirían tu eras una de las últimas - Con una herramienta muy fina iba sacando los pedazos de la masa que sobraban - Es decir, como pasas gran parte de tu tiempo en la tienda y no pareces ser del tipo de persona que se toma días libres para hacer algo distinto... - De vez en vez se mojaba los dedos, cuando la arcilla se secaba demasiado - Pero en fin, la cuestión es que aquí estás, y me alegra enormemente el que seas tu y no otra - Levantó la mirada y la fijó en los de la loba - Esto... Esto es muy importante para mi, Estolas, no puedo compartirlo con cualquiera ¿Lo entiendes? Sé que estás acostumbrada a que te digan muchos secretos, conozco el oficio, pero esto es en verdad importante - Se hizo el silencio, de la nada Owens sonrió - Eres una buena chica, sé que mi secreto estará a salvo contigo -
Pero no funcionaría, la idea de tener una persona modelando es que algo se generara entre ambos, que conectaran de alguna manera. El artesano era quien ponía la habilidad, quien trabajaba sobre el material y le daba forma, quien vertía su inspiración en la pieza para darle vida... Pero nada de eso podía desplegarse sí del otro lado no tenía a alguien que pusiera también algo de su parte. Se lo podía llamar de muchas maneras, personalidad, deseo, identidad, al final era todo lo mismo, un artista necesitaba a su musa inspiradora, y Estolas no podría hacerlo sí actuaba como un ente sin alma.
“Hay que avivar esa llama entonces” pensó el Estafador, mientras por su mente iban pasando distintas ideas. Hasta el momento no había tenido motivo alguno para movilizar las emociones de la loba, así como estaba le servía bien, pero dado el cambio de papeles, parecía que sería necesario algún tipo de intervención.
Vio como se desvestía y tampoco le genero nada, la gente no entendía que la ropa o la falta de ella por sí misma no causaban el efecto deseado, era la persona, la situación, la pasión que se transmitía con los gestos y las palabras. Sin nada de eso, eran solo dos entes con presencia física pero nada más. Cuando salió convertida en lobo Matt entendió que en verdad había elegido en base a lo que la hacía sentir cómoda, esa era una buena señal.
-Bien, me alegra que puedas relajarte - Sacó un pedazo de arcilla y la puso sobre la mesa - Esto llevara algo de tiempo, seguro estas cansada por el viaje y el estrés de hacer algo nuevo, puedes cerrar los ojos sí así lo deseas - Su voz era calmada y cariñosa, intentaba transmitirle tranquilidad a Marcy - La primera parte es solo darle una forma general, así que no necesitaré tanto de tu ayuda -
Luego se puso manos a la obra, como Estolas estaba en forma de lobo no podía hablar con ella esperando una respuesta, pero a Matt se le daba muy bien eso de dar monólogos así que no sería un gran problema para él.
-En verdad estaba sorprendido cuando te vi allí parada, de todas las personas que pensé que me descubrirían tu eras una de las últimas - Con una herramienta muy fina iba sacando los pedazos de la masa que sobraban - Es decir, como pasas gran parte de tu tiempo en la tienda y no pareces ser del tipo de persona que se toma días libres para hacer algo distinto... - De vez en vez se mojaba los dedos, cuando la arcilla se secaba demasiado - Pero en fin, la cuestión es que aquí estás, y me alegra enormemente el que seas tu y no otra - Levantó la mirada y la fijó en los de la loba - Esto... Esto es muy importante para mi, Estolas, no puedo compartirlo con cualquiera ¿Lo entiendes? Sé que estás acostumbrada a que te digan muchos secretos, conozco el oficio, pero esto es en verdad importante - Se hizo el silencio, de la nada Owens sonrió - Eres una buena chica, sé que mi secreto estará a salvo contigo -
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Estolas obedeció a su amo y cerró los ojos. Era cierto que el viaje fue largo y estaba agotada, pero no se permitiría el dormirse mientras trabajaba, aunque si se relajaría.
El fino oído en su forma lupina le permitía escuchar cada ínfimo detalle, como las yemas de Matt recortando la arcilla, el sonido áspero del mango de madera sobre sus huellas dactilares, y el alambre unido a este, atravesando el húmedo material. Estolas podía ver todo lo que sucedía sin necesidad de abrir los ojos.
La loba dejó caer la cola por el borde del diván y comenzó a moverla a ritmo pausado. Una parte de ella se alegraba de haber hecho algo inesperado, pero otra se sentía culpable por estar haciendo algo que no debía, temerosa de encontrar a otra mujer en su cama cuando volviera a ciudad Lagarto.
Estolas abrió los ojos al detectar la duda en las palabras de Matt, no había movido su cuerpo del sitio, pero clavaba sus iris en los de él. Ladró con suavidad queriendo responder a las palabras del artista. Con aquello debía ser suficiente, pero la licantropa percibía que no era así, aquella sonrisa escondía algo más, aunque no estaba segura de qué exactamente. Lo más probable es que fuera una mezcla de cosas.
En silencio y con calma se levantó de la tapicería, tan solo se escucharon sus uñas sobre las losas. Caminó los pocos metros que lo separaban de Matthew, lamió el dorso de su mano, le miró por un instante y apoyó la cabeza en su regazo. Se quedó en aquella posición unos minutos, dejando que el humano la acariciara o que directamente hundiera la cabeza en el pelaje.
Estolas se quedó ahí por unos minutos antes de volver al diván y volverse a tumbar en la misma posición.
El fino oído en su forma lupina le permitía escuchar cada ínfimo detalle, como las yemas de Matt recortando la arcilla, el sonido áspero del mango de madera sobre sus huellas dactilares, y el alambre unido a este, atravesando el húmedo material. Estolas podía ver todo lo que sucedía sin necesidad de abrir los ojos.
La loba dejó caer la cola por el borde del diván y comenzó a moverla a ritmo pausado. Una parte de ella se alegraba de haber hecho algo inesperado, pero otra se sentía culpable por estar haciendo algo que no debía, temerosa de encontrar a otra mujer en su cama cuando volviera a ciudad Lagarto.
Estolas abrió los ojos al detectar la duda en las palabras de Matt, no había movido su cuerpo del sitio, pero clavaba sus iris en los de él. Ladró con suavidad queriendo responder a las palabras del artista. Con aquello debía ser suficiente, pero la licantropa percibía que no era así, aquella sonrisa escondía algo más, aunque no estaba segura de qué exactamente. Lo más probable es que fuera una mezcla de cosas.
En silencio y con calma se levantó de la tapicería, tan solo se escucharon sus uñas sobre las losas. Caminó los pocos metros que lo separaban de Matthew, lamió el dorso de su mano, le miró por un instante y apoyó la cabeza en su regazo. Se quedó en aquella posición unos minutos, dejando que el humano la acariciara o que directamente hundiera la cabeza en el pelaje.
Estolas se quedó ahí por unos minutos antes de volver al diván y volverse a tumbar en la misma posición.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Cuando la loba se acercó Owens entendió el gesto, le pasó un brazo por arriba del lomo y apoyó el rostro sobre la cabeza del animal. Siempre le gustaba el mantener ese contacto con ella, le daba igual en qué forma estuviera, la tranquilidad con la que la pelirroja aceptaba sus mimos era relajante.
No era la primera vez que hacía formas de animales, de hecho, había varios diseños con distintos estilos repartidos por el taller. Una forma con la que solían jugar mucho los artesanos era la del caballo, el cabello corto y lo hermosa de su figura siempre inspiraba a hacer piezas novedosas. Sin embargo, no era lo que más le gustaba a Matthew, prefería el hacer platos, jarrones y vasos, o simplemente ir a por la forma humana.
Pero como habían tenido un mal comienzo con Estolas, no le dijo nada cuando la vio transformarse, prefería dejar que se relajara e intentar luego el sugerirle forma, poses y expresiones. Luego de más o menos una hora la pieza ya tenía una forma general, podía diferenciarse el cuerpo de las patas y la cabeza, pero la arcilla estaba demasiado blanda como para darle más detalle.
-Necesito esperar a que se ponga algo más sólida para comenzar con elementos más pequeños como el pelo, las uñas o los ojos - Le explicó a la Licántropo a pesar de que no era necesario, con las otras modelos que se habían presentado Matt apenas había cruzado palabra alguna, pero con la pelirroja era distinto - Así que puedes tomar un descanso si quieres -
Se quitó el delantal de trabajo y agarró unos trapos para sacarse los restos de arcilla de las manos, eran de los pocos materiales que a Matt no le molestaba que lo ensuciaran. Contrario a como solía mostrarse en Ciudad Lagarto, no solo tenía su ropa sencilla de artesano, sino también el pelo atado para que no le molestara al trabajar, eso sumado a el gesto tranquilo le daban un aire completamente distinto.
-¿Comiste algo antes de venir? Podríamos aprovechar para comer si lo deseas - Tampoco había traído gran cantidad de cosas, solo algunos frutos, un poco de verduras y pan para poder poner todo eso - No seas tímida, la jornada incluía las comidas por mi cuenta - Que la modelo estuviera cómoda también incluía el que no pasara hambre.
Se quedó de pie, con la cadera apoyada en el borde de la mesa, contemplando el comienzo de la figura de lobo que había hecho, como evaluando los resultados. Sin duda le tomaría mucho más tiempo terminarla, y en realidad no necesitaba que Estolas estuviera durante todo el proceso, más que nada le serviría para poder darle la forma general y ya luego los detalles podría arreglarlos solo.
-¿Has escuchado que alguien sepa de esto? - Preguntó de repente sin que viniera a cuento de nada - Digo, que yo hago este tipo de cosas ¿Escuchaste a alguna de las muchachas murmurando o contándolo por el prostíbulo? - Bastaba con que la loba negara o afirmara con la cabeza, sí es que no deseaba cambiar de forma.
No era la primera vez que hacía formas de animales, de hecho, había varios diseños con distintos estilos repartidos por el taller. Una forma con la que solían jugar mucho los artesanos era la del caballo, el cabello corto y lo hermosa de su figura siempre inspiraba a hacer piezas novedosas. Sin embargo, no era lo que más le gustaba a Matthew, prefería el hacer platos, jarrones y vasos, o simplemente ir a por la forma humana.
Pero como habían tenido un mal comienzo con Estolas, no le dijo nada cuando la vio transformarse, prefería dejar que se relajara e intentar luego el sugerirle forma, poses y expresiones. Luego de más o menos una hora la pieza ya tenía una forma general, podía diferenciarse el cuerpo de las patas y la cabeza, pero la arcilla estaba demasiado blanda como para darle más detalle.
-Necesito esperar a que se ponga algo más sólida para comenzar con elementos más pequeños como el pelo, las uñas o los ojos - Le explicó a la Licántropo a pesar de que no era necesario, con las otras modelos que se habían presentado Matt apenas había cruzado palabra alguna, pero con la pelirroja era distinto - Así que puedes tomar un descanso si quieres -
Se quitó el delantal de trabajo y agarró unos trapos para sacarse los restos de arcilla de las manos, eran de los pocos materiales que a Matt no le molestaba que lo ensuciaran. Contrario a como solía mostrarse en Ciudad Lagarto, no solo tenía su ropa sencilla de artesano, sino también el pelo atado para que no le molestara al trabajar, eso sumado a el gesto tranquilo le daban un aire completamente distinto.
-¿Comiste algo antes de venir? Podríamos aprovechar para comer si lo deseas - Tampoco había traído gran cantidad de cosas, solo algunos frutos, un poco de verduras y pan para poder poner todo eso - No seas tímida, la jornada incluía las comidas por mi cuenta - Que la modelo estuviera cómoda también incluía el que no pasara hambre.
Se quedó de pie, con la cadera apoyada en el borde de la mesa, contemplando el comienzo de la figura de lobo que había hecho, como evaluando los resultados. Sin duda le tomaría mucho más tiempo terminarla, y en realidad no necesitaba que Estolas estuviera durante todo el proceso, más que nada le serviría para poder darle la forma general y ya luego los detalles podría arreglarlos solo.
-¿Has escuchado que alguien sepa de esto? - Preguntó de repente sin que viniera a cuento de nada - Digo, que yo hago este tipo de cosas ¿Escuchaste a alguna de las muchachas murmurando o contándolo por el prostíbulo? - Bastaba con que la loba negara o afirmara con la cabeza, sí es que no deseaba cambiar de forma.
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
La loba movió una de sus orejas al percibir la voz del humano, levantó la cabeza y se quedó sentada un instante en el diván estirando el cuello, apuntando con el hocico al techo mientras sentía como los huesos de su columna se acomodaban.
Artista y modelo se tomaron su tiempo para salir de su estado de empleada y empleador. Él se limpiaba y ella volvía a ser humana, la mujer se vestía y el hombre se sacaba el mandil, el humano sacaba un tentempié y la licantropa se acercaba a las viandas con curiosidad.
—Si. Comí a la hora de cenar, pero no me importaría comer algo más.
Estolas no se consideraba una persona glotona, bueno... en realidad Estolas no se consideraba nada, pero sí que es cierto que la loba no se sobrepasaba con las comidas. Si tenía hambre y podía comer lo hacía, si tenía hambre y no podía comer pues no comía. Aunque siempre hay excepciones y en este caso la pelirroja tenía la vista clavada en una fruta que jamás había visto.
— ¿Cómo se llama esta fruta, Matt? —Estolas mordió la otra pieza y generó un sonido crujiente, parecido al de una manzana. El sabor era más acido que la blanda y jugosa, pero igual de bueno—. Me gusta su sabor. ¿Mmm? —la chica terminó de masticar y miró al escultor—. Oh, no. Nadie sabe que eres el artista del anuncio. Ni siquiera saben en que trabaja. Nala creía que serias pintor. Bueno... —se corrigió— tu no, el supuesto artista del trabajo.
Artista y modelo se tomaron su tiempo para salir de su estado de empleada y empleador. Él se limpiaba y ella volvía a ser humana, la mujer se vestía y el hombre se sacaba el mandil, el humano sacaba un tentempié y la licantropa se acercaba a las viandas con curiosidad.
—Si. Comí a la hora de cenar, pero no me importaría comer algo más.
Estolas no se consideraba una persona glotona, bueno... en realidad Estolas no se consideraba nada, pero sí que es cierto que la loba no se sobrepasaba con las comidas. Si tenía hambre y podía comer lo hacía, si tenía hambre y no podía comer pues no comía. Aunque siempre hay excepciones y en este caso la pelirroja tenía la vista clavada en una fruta que jamás había visto.
Estolas cogió la fruta como si fuera cristal, era suave y rojiza como el terciopelo, achatado pero más pesado de lo que cabría esperar por su tamaño. La pecosa se llevó la fruta cerca de la nariz, olía a melocotón y almendras era una mezcla extraña, pero bien recibida. En la mano derecha tenía una pieza algo blanda pero tersa y en la otra una mucho más dura. La loba se preguntaba cuál de las dos seria la madura. Optó por morder la blanda y se encontró con un interior jugoso y blanco, con un caroso rojizo y gelatinoso. Con cuidado la pelirroja mordió el centro de la fruta hasta que el diente tocó el núcleo duro, si se transformaba podría comérselo sin problemas, aquello no era nada comparado con un hueso, sin embargo prefirió dejar la idea a un lado y centrarse en la carne. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Con la misma pasividad que la caracterizaba de siempre, Estolas aceptaba la comida, y sí a Matthew se le antojaba quitársela en ese mismo instante seguramente la loba lo aceptaría sin hacer un solo gesto de disconformidad. Así había sido entrenada “¿Opondría resistencia sí la tomara ahora entre mis brazos y acercara el cuchillo de la fruta a su cuello?” Se preguntó Owens con la misma calma que uno puede ponerse a cavilar sobre lo que va a desayunar al día siguiente.
Era sumamente tentador, se la veía tan indefensa, y no porque no tuviera recursos, sobre todo en su forma de loba podía representar un gran peligro sí se lo proponía “¿Pero lo haría?” el Estafador tenía muchos motivos para pensar que no. Eso le generaba un agradable cosquilleo por el cuerpo, y nuevamente se sintió tentado de acabar con todo eso, quizás mientras mordía la fruta, tal vez podrían morderla un poco también y luego ir a por el prunus persica.
Sonrió con amabilidad.
-Comúnmente la llaman paraguayo - Estaba tan distraída que siquiera había notado la forma en que Matthew la miraba - ¿Te gusta, cielo? - Se acercó y le pasó una mano por el pelo - Con que nadie lo sospecha, perfecto, me haces muy feliz al decirme eso, eres una buena chica - Volvió a acariciarla lentamente, una gota del jugo de la fruta resbaló por su mejilla pasó el dedo con mucha suavidad para limpiarlo y se lo llevó a la boca - Tienes razón, está muy buena, creo que comeré una también -
Por el momento la decisión seguía siendo la misma, la dejaría vivir hasta que terminaran la jornada, cuando ya no necesitara que fuera su modelo podría deshacerse de ella sin arrepentimiento.
-Así que Nala pensó que el anuncio era de un pintor - Dijo pensativo mientras agarraba más fruta - La verdad es que crecí en un taller de cerámica. Muy poca gente sabe eso, y por lo mismo no debes contárselo a nadie ¿Sí mi bella Estolas? - No podría decírselo a nadie, así que ¿por qué no ser sincero? - Mi Maestro, que no era mi padre, se encargó de criarme y enseñarme todo lo que sé sobre cerámica -
Le agarró la mano izquierda y comenzó a hacer movimientos circulares con el dedo sobre el dorso, abstrayéndose en sus pensamientos. Estolas conocía bastante bien a Matt, sabía que era alguien que disfrutaba del contacto y los mimos, así que probablemente no le llamaría la atención que se mostrara afectuoso.
-Pero falleció cuando yo era muy joven, así que muchas cosas las tuve que aprender por mi cuenta - La mayoría de las cuales no habían tenido nada que ver con la cerámica - Bien ¿Continuamos? Me gustaría que está vez mantengas tu forma humana, sí te parece bien. Quiero intentar hacer algo y necesito el cuerpo de una joven para eso - Se acercó al diván y pasó la mano para sacar cualquier resto de tierra o pelos - ¿Hay alguna posición que te resulte más cómoda? Si no se te ocurre nada, podemos empezar con lo más básico y que simplemente estés acostada -
Era sumamente tentador, se la veía tan indefensa, y no porque no tuviera recursos, sobre todo en su forma de loba podía representar un gran peligro sí se lo proponía “¿Pero lo haría?” el Estafador tenía muchos motivos para pensar que no. Eso le generaba un agradable cosquilleo por el cuerpo, y nuevamente se sintió tentado de acabar con todo eso, quizás mientras mordía la fruta, tal vez podrían morderla un poco también y luego ir a por el prunus persica.
Sonrió con amabilidad.
-Comúnmente la llaman paraguayo - Estaba tan distraída que siquiera había notado la forma en que Matthew la miraba - ¿Te gusta, cielo? - Se acercó y le pasó una mano por el pelo - Con que nadie lo sospecha, perfecto, me haces muy feliz al decirme eso, eres una buena chica - Volvió a acariciarla lentamente, una gota del jugo de la fruta resbaló por su mejilla pasó el dedo con mucha suavidad para limpiarlo y se lo llevó a la boca - Tienes razón, está muy buena, creo que comeré una también -
Por el momento la decisión seguía siendo la misma, la dejaría vivir hasta que terminaran la jornada, cuando ya no necesitara que fuera su modelo podría deshacerse de ella sin arrepentimiento.
-Así que Nala pensó que el anuncio era de un pintor - Dijo pensativo mientras agarraba más fruta - La verdad es que crecí en un taller de cerámica. Muy poca gente sabe eso, y por lo mismo no debes contárselo a nadie ¿Sí mi bella Estolas? - No podría decírselo a nadie, así que ¿por qué no ser sincero? - Mi Maestro, que no era mi padre, se encargó de criarme y enseñarme todo lo que sé sobre cerámica -
Le agarró la mano izquierda y comenzó a hacer movimientos circulares con el dedo sobre el dorso, abstrayéndose en sus pensamientos. Estolas conocía bastante bien a Matt, sabía que era alguien que disfrutaba del contacto y los mimos, así que probablemente no le llamaría la atención que se mostrara afectuoso.
-Pero falleció cuando yo era muy joven, así que muchas cosas las tuve que aprender por mi cuenta - La mayoría de las cuales no habían tenido nada que ver con la cerámica - Bien ¿Continuamos? Me gustaría que está vez mantengas tu forma humana, sí te parece bien. Quiero intentar hacer algo y necesito el cuerpo de una joven para eso - Se acercó al diván y pasó la mano para sacar cualquier resto de tierra o pelos - ¿Hay alguna posición que te resulte más cómoda? Si no se te ocurre nada, podemos empezar con lo más básico y que simplemente estés acostada -
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
—Paraguayo. Lo recordaré— Repitió lentamente Estolas—. Sí, me gusta. Cuando regrese al lupanar le preguntare a Brenda si puede conseguir algunas para desayunar o cenar.
La loba levantó las comisuras del labio formando una sonrisa al oír el elogio, un gesto automático que aparecía siempre como agradecimiento ante cualquier palabra positiva hacia Estolas.
La muñeca sabía muchos trucos, ejecutados con la precisión de un biocibertico, desde el más sutil de los parpadeos hasta el provocador contoneo de caderas. Y pese a ello acababa de fallar el más simple de los trucos. Sin darse cuenta Estolas no solo miraba a Matt a los ojos, sino que además estaba manteniendo la sonrisa. Una sonrisa larga y confortable que estaba escapando de la jaula donde vivían cautivos todos y cada uno de sus sentimientos.
—Claro, no se lo diré a nadie, Matt —la pelirroja se quedó pensativa unos instantes—. Debió ser bonito vivir en lugar así, rodeado de arte. Yo...
Detuvo la frase. Matt no le había preguntado nada, ni antes ni ahora, nunca se interesó por el pasado de Estolas y ella solo podía hablar sobre si misma si le preguntaban. Esa era la norma, a nadie le interesaba la vida de un juguete.
—Sí, continuemos —Estolas miró el diván y luego a Matthew. Sin darse cuenta se encontró jugueteando con las puntas de su pelo mientras pensaba nuevamente en la palabra comodidad —. Está bien, puedo hacerlo.
Estolas caminó hasta sentarse en el mullido mueble, pasó las manos por la tapicería y tras apoyar la espalda contra el respaldo subió las piernas y las cruzó una sobre la otra, escondiendo los pies bajo los muslos y dejando una oquedad en el centro.
Por último se miró las manos y se dio cuenta de que en una de ella una pequeña mancha pintaba su pulgar, Estolas se llevó el dedo a los labios y chupó la yema. Sin duda una de las frutas más sabrosas que había probado hasta el momento.
La loba levantó las comisuras del labio formando una sonrisa al oír el elogio, un gesto automático que aparecía siempre como agradecimiento ante cualquier palabra positiva hacia Estolas.
La muñeca sabía muchos trucos, ejecutados con la precisión de un biocibertico, desde el más sutil de los parpadeos hasta el provocador contoneo de caderas. Y pese a ello acababa de fallar el más simple de los trucos. Sin darse cuenta Estolas no solo miraba a Matt a los ojos, sino que además estaba manteniendo la sonrisa. Una sonrisa larga y confortable que estaba escapando de la jaula donde vivían cautivos todos y cada uno de sus sentimientos.
—Claro, no se lo diré a nadie, Matt —la pelirroja se quedó pensativa unos instantes—. Debió ser bonito vivir en lugar así, rodeado de arte. Yo...
Detuvo la frase. Matt no le había preguntado nada, ni antes ni ahora, nunca se interesó por el pasado de Estolas y ella solo podía hablar sobre si misma si le preguntaban. Esa era la norma, a nadie le interesaba la vida de un juguete.
—Sí, continuemos —Estolas miró el diván y luego a Matthew. Sin darse cuenta se encontró jugueteando con las puntas de su pelo mientras pensaba nuevamente en la palabra comodidad —. Está bien, puedo hacerlo.
Estolas caminó hasta sentarse en el mullido mueble, pasó las manos por la tapicería y tras apoyar la espalda contra el respaldo subió las piernas y las cruzó una sobre la otra, escondiendo los pies bajo los muslos y dejando una oquedad en el centro.
Por último se miró las manos y se dio cuenta de que en una de ella una pequeña mancha pintaba su pulgar, Estolas se llevó el dedo a los labios y chupó la yema. Sin duda una de las frutas más sabrosas que había probado hasta el momento.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Desde la visión de Matthew, la interacción era la misma de siempre, él regalaba elogios, palabras de cariño y contacto por demás afectivo, pero por dentro seguía estando frío, sin una sola chispa que iluminara su alma. Estolas no era la única que había aprendido a ser y hacer todo lo que le pedían, los años que había pasado como acompañante también habían marcado el carácter de Owens, solo que él había aprendido con el tiempo que podía usar eso mismo para la manipulación.
Y desde el otro lado, la loba aceptaba el contacto y las palabras bondadosas esbozando cálidas sonrisas, quizás moviendo un poco el rostro para que tocara la mano de Matthew, tal como hacía cuando estaba en su otra forma. Pero de ninguna manera el Estafador creía que eso significaba algo para Estolas, la chica estaba vacía por dentro, no tenía voluntad ni sensaciones de placer, ese era uno de los motivos por el que Owens no la veía con ánimos lujuriosos.
Mientras la muchacha se acomodaba, Matt no la perdía de vista. Una vez que terminó de acomodarse se acercó a ella, por la diferencia de alturas estaba por encima de la loba, le agarró ambas manos e intentó acomodarlas en distintas posiciones, buscando alguna que le convenciera.
-Tu estabas por decir algo antes de que te interrumpiera - Sonrió, estando muy cerca del rostro de la loba, pero con la confianza que se tenían eso no generaba incomodidad - Cuentame más de ti, a veces hablar de uno mismo ayuda a que afloren sentimientos y eso ayuda a que tus posiciones tengan más expresividad -
Bajó la mano por los brazos hasta llegar a los hombros, desde allí fue delineando el torso, luego la cintura hasta llegar a la cadera de Estolas. Bonitas y pequeñas, muy manejables, los clientes adoraban eso, pero de todos modos Matthew seguía mirándola fijamente a los ojos.
-Dime más, cuéntame las cosas que se te ocurren ¿Sientes algo cuando te acaricio? ¿Significa algo el contacto para ti? - Presionó las caderas de la loba contra el divan, usando apenas un poco de su peso - No te estoy preguntando como cliente, así que no tienes porque mentirme - Acercó la boca a su oído - Necesito saber si hay vida en tu cuerpo -
Se detuvo en los muslos, aguardando una respuesta.
Y desde el otro lado, la loba aceptaba el contacto y las palabras bondadosas esbozando cálidas sonrisas, quizás moviendo un poco el rostro para que tocara la mano de Matthew, tal como hacía cuando estaba en su otra forma. Pero de ninguna manera el Estafador creía que eso significaba algo para Estolas, la chica estaba vacía por dentro, no tenía voluntad ni sensaciones de placer, ese era uno de los motivos por el que Owens no la veía con ánimos lujuriosos.
Mientras la muchacha se acomodaba, Matt no la perdía de vista. Una vez que terminó de acomodarse se acercó a ella, por la diferencia de alturas estaba por encima de la loba, le agarró ambas manos e intentó acomodarlas en distintas posiciones, buscando alguna que le convenciera.
-Tu estabas por decir algo antes de que te interrumpiera - Sonrió, estando muy cerca del rostro de la loba, pero con la confianza que se tenían eso no generaba incomodidad - Cuentame más de ti, a veces hablar de uno mismo ayuda a que afloren sentimientos y eso ayuda a que tus posiciones tengan más expresividad -
Bajó la mano por los brazos hasta llegar a los hombros, desde allí fue delineando el torso, luego la cintura hasta llegar a la cadera de Estolas. Bonitas y pequeñas, muy manejables, los clientes adoraban eso, pero de todos modos Matthew seguía mirándola fijamente a los ojos.
-Dime más, cuéntame las cosas que se te ocurren ¿Sientes algo cuando te acaricio? ¿Significa algo el contacto para ti? - Presionó las caderas de la loba contra el divan, usando apenas un poco de su peso - No te estoy preguntando como cliente, así que no tienes porque mentirme - Acercó la boca a su oído - Necesito saber si hay vida en tu cuerpo -
Se detuvo en los muslos, aguardando una respuesta.
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
—Sí, claro —contestó Estolas mientras Matt movía sus manos—. Yo me crie en el lupanar de una villa cercana a Ulmer. No consigo recordar nada que no sea distinto a lo que hago ahora en tu tienda. Lo intento, pero lo más lejano que recuerdo es tener... —la pelirroja se quedó pensativa un segundo, tratando de poner una fecha— tres, quizás cuatro años, y estar atada con una cadena a la pared por las manos y el cuello. Desnuda, con frio, asustada, dolorida por todo el cuerpo. Llorando, sin entender que pasaba, queriendo gritar, queriendo pedir ayuda, esperando a que mi madre me sacara de ahí. Pero no vino nadie, nunca. Los años pasaban, las cadenas y grilletes cambiaban, pero nunca desaparecían. Su peso siguió ahí incluso después de que me soltaran de aquella pared. "Tener atado a un animal domado y amaestrado no genera beneficios, tan solo perdidas. Pues está ocupando el lugar de un animal salvaje." Eso dijo mi antiguo jefe el día que me soltó.
Estolas miraba fijamente a Matthew, pero no le estaba mirando. Sus ojos estaban perdidos, ausentes.
Bajó los parpados hacia las manos del virrey esperando, con los labios entreabiertos, su momento para hablar. Daba la impresión de que pesaban demasiado, que mantenerlos abiertos resultaba un gran esfuerzo. Tan solo eran parpados... y sin embargo parecían losas.
—Siento tus caricias, si —Estolas recorrió los brazos del hombre con las manos—. Hace mucho que deje de tener miedo, el tenerlo no cambiaba el resultado de lo que fueran a hacerme. Sentir amor solo generaba más dolor... me prohibieron amar, decían que era malo para el negocio. Jamás seré amada, el cariño que me puedan profesar es el mismo que un niño puede tener por su juguete favorito —la voz de Estolas pareció quebrarse por un instante—. Tampoco puedo sentir gozo o placer, eso es solo para los clientes. Mi satisfacción es solo una recompensa extra. Si la demandaba era castigada, no podía demostrar que los actos del cliente no eran suficientes, menospreciar e infravalorar era contraproducente para el negocio. Ellos nunca lo hacen mal, es culpa mía no sentir placer con lo que hacen— un par de lágrimas rodaron, fugaces, por las mejillas de Estolas —. No sé lo que siento, ni se cómo se llama, pero me gustaría saberlo... Quisiera dejar de ser un juguete.
Estolas miraba fijamente a Matthew, pero no le estaba mirando. Sus ojos estaban perdidos, ausentes.
Bajó los parpados hacia las manos del virrey esperando, con los labios entreabiertos, su momento para hablar. Daba la impresión de que pesaban demasiado, que mantenerlos abiertos resultaba un gran esfuerzo. Tan solo eran parpados... y sin embargo parecían losas.
—Siento tus caricias, si —Estolas recorrió los brazos del hombre con las manos—. Hace mucho que deje de tener miedo, el tenerlo no cambiaba el resultado de lo que fueran a hacerme. Sentir amor solo generaba más dolor... me prohibieron amar, decían que era malo para el negocio. Jamás seré amada, el cariño que me puedan profesar es el mismo que un niño puede tener por su juguete favorito —la voz de Estolas pareció quebrarse por un instante—. Tampoco puedo sentir gozo o placer, eso es solo para los clientes. Mi satisfacción es solo una recompensa extra. Si la demandaba era castigada, no podía demostrar que los actos del cliente no eran suficientes, menospreciar e infravalorar era contraproducente para el negocio. Ellos nunca lo hacen mal, es culpa mía no sentir placer con lo que hacen— un par de lágrimas rodaron, fugaces, por las mejillas de Estolas —. No sé lo que siento, ni se cómo se llama, pero me gustaría saberlo... Quisiera dejar de ser un juguete.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
La triste historia de Estolas era solo eso, una triste historia, tal como les ocurría a la gran mayoría de las prostitutas de todo el continente, porque hay que ser sinceros ¿Quién elegiría ese oficio sí tuviera la libertad de elegir otra cosa? Un pasado horrible, sin duda, pero el corazón de Matthew era demasiado frío, y sus ojos habían visto demasiadas cosas, ya no había mucho espacio para sentir lástima o compasión.
-Que cosas más terribles - Dijo mientras le acariciaba el rostro - Claramente esas personas no supieron ver tu verdadero valor. Y no me refiero a tu valor como mercancía, sino a tu valor como Ser Humano - Owens iba despacio, midiendo las palabras que iba a decir a continuación. No creía que fuera posible el dañar aún más a Estolas, así que ese no era el problema, la cuestión era en realidad cómo lograr que alguna emoción surgiera en ella - ¿Sabes cuando te ves más hermosa? Cuando se asoma aunque sea un pequeño atisbo de deseo en tu mirada -
Y eso era algo cierto, aunque no solo en la Licantropo, desde la perspectiva de Matt todo era más bello cuando era tocado por el Deseo, era la emoción básica que estructuraba a todas las demás. Y podía sentir que Estolas estaba cerca de lograrlo, cuando lo consiguiera, cuando por fin pudiera ver algo de vida en ese cascarón vacío, quizás entonces podría hacer una pieza adecuada.
Limpió las lágrimas con el pulgar, dejando ligeramente blanca la piel por los restos de la arcilla.
-Yo no soy tu cliente, ni tu jefe ahora mismo, solo somos un hombre y una mujer en un modesto Taller de Baslodia intentando hacer arte - Lo dijo en un susurro, pero como estaban tan cerca no sería un problema para Estolas el poder oírlo - Me parece maravilloso que quieras dejar de ser un juguete, porque no necesito un juguete, necesito una modelo y las modelos están vivas por dentro, Mi Cielo - Le dejó un beso en la comisura de los labios y luego se alejó.
Fue hasta la pieza, aún con esa sensación cálida en la boca, intentando traspasar su sentir a la pieza. Empezó a darle forma con los dedos, quitando lo que sobraba y agregando pequeños pedazos aquí y allá cuando sentía que era necesario. Como la arcilla aún estaba fresca podía darle el aspecto que se le antojara sin necesidad de usar herramientas, y a diferencia de la primera figura, se notaba que ahora Matthew estaba poniendo verdadero esmero en el trabajo.
O al menos eso intentaba, su gesto se volvió fastidioso, luego de enojo, y a medida que el trabajo progresaba estaba más y más disconforme con el resultado. Luego de un cuarto de hora de intentos el enfado de Owens llegó al límite y sin previo aviso le dio un manotazo a la arcilla, lanzándola contra la pared.
-¡¡Maldita sea!! - Exclamó y pateó una caja que estaba en un costado - ¡¡Nada!! ¡¡No sale nada!! - Para alguien que no supiera probablemente la estatua que Matt estaba haciendo era tan buena como cualquier otra, pero para el ojo más entrenado de Owens la pieza carecía del alma que tanto necesitaba para ser una verdadera obra - No puedo hacerlo... - Estaba frustrado, y en ese estado no podría continuar con el trabajo.
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-Segunda dificultad: La dama inspiración no llega, Matt no puede terminar la obra así.
-Que cosas más terribles - Dijo mientras le acariciaba el rostro - Claramente esas personas no supieron ver tu verdadero valor. Y no me refiero a tu valor como mercancía, sino a tu valor como Ser Humano - Owens iba despacio, midiendo las palabras que iba a decir a continuación. No creía que fuera posible el dañar aún más a Estolas, así que ese no era el problema, la cuestión era en realidad cómo lograr que alguna emoción surgiera en ella - ¿Sabes cuando te ves más hermosa? Cuando se asoma aunque sea un pequeño atisbo de deseo en tu mirada -
Y eso era algo cierto, aunque no solo en la Licantropo, desde la perspectiva de Matt todo era más bello cuando era tocado por el Deseo, era la emoción básica que estructuraba a todas las demás. Y podía sentir que Estolas estaba cerca de lograrlo, cuando lo consiguiera, cuando por fin pudiera ver algo de vida en ese cascarón vacío, quizás entonces podría hacer una pieza adecuada.
Limpió las lágrimas con el pulgar, dejando ligeramente blanca la piel por los restos de la arcilla.
-Yo no soy tu cliente, ni tu jefe ahora mismo, solo somos un hombre y una mujer en un modesto Taller de Baslodia intentando hacer arte - Lo dijo en un susurro, pero como estaban tan cerca no sería un problema para Estolas el poder oírlo - Me parece maravilloso que quieras dejar de ser un juguete, porque no necesito un juguete, necesito una modelo y las modelos están vivas por dentro, Mi Cielo - Le dejó un beso en la comisura de los labios y luego se alejó.
Fue hasta la pieza, aún con esa sensación cálida en la boca, intentando traspasar su sentir a la pieza. Empezó a darle forma con los dedos, quitando lo que sobraba y agregando pequeños pedazos aquí y allá cuando sentía que era necesario. Como la arcilla aún estaba fresca podía darle el aspecto que se le antojara sin necesidad de usar herramientas, y a diferencia de la primera figura, se notaba que ahora Matthew estaba poniendo verdadero esmero en el trabajo.
O al menos eso intentaba, su gesto se volvió fastidioso, luego de enojo, y a medida que el trabajo progresaba estaba más y más disconforme con el resultado. Luego de un cuarto de hora de intentos el enfado de Owens llegó al límite y sin previo aviso le dio un manotazo a la arcilla, lanzándola contra la pared.
-¡¡Maldita sea!! - Exclamó y pateó una caja que estaba en un costado - ¡¡Nada!! ¡¡No sale nada!! - Para alguien que no supiera probablemente la estatua que Matt estaba haciendo era tan buena como cualquier otra, pero para el ojo más entrenado de Owens la pieza carecía del alma que tanto necesitaba para ser una verdadera obra - No puedo hacerlo... - Estaba frustrado, y en ese estado no podría continuar con el trabajo.
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-Segunda dificultad: La dama inspiración no llega, Matt no puede terminar la obra así.
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Deseo... Estolas sabía lo que era aquello. Conocía las miradas, las posiciones, las sonrisas y las frases, ¿pero alguna vez había sentido deseo? ¿Qué tipo de deseo quería Matt? Sexual, sentimental, material...
Estolas solo sabía expresar uno, aunque poseía muchos anhelos. Correr libre por el bosque, saborear infinidad de comidas, conocer gente que la viera como una persona...
La loba se miró el pliegue del codo y ocultó los pinchazos con la mano, deseando que algún día la necesidad abandonara su cuerpo, queriendo dejar de sentir la asfixia de la falta de drogas, suplicando a los cielos por aguantar un día más sin llenarse las venas con estupefacientes.
La pecosa estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se percató de los sudores fríos que comenzaban a recorrer sus piernas y su espalda, se había cogido los codos con las manos y se abrazaba a si misma con la mirada perdida en el suelo.
Hasta que escuchó el sonido de la masa contra la pared y los gritos del hombre, en ese momento Estolas levantó la mirada con rapidez, viendo lo que sucedía, como si acabara de acordarse donde estaba y que hacía.
—Esto ha sido una mala idea, está claro que no sirvo para esto —la loba dejó de abrazarse y se puso en pie con rapidez—. No tendría que haber abandonado el lupanar.
La mujer dio un paso, pero la planta del pie nunca llegó a tocar el suelo, se le escapó el aire por la boca con rudeza, entrecortado por pequeños espasmos en su pecho. Antes de que se diera cuenta volvía a estar sentada sobre el diván...
—Cre-creo que no me encuentro bien.
Cualquiera puede sufrir un mareo repentino por levantarse muy rápido o simplemente por hacer un movimiento brusco, pero, ¿sería esa la razón por la que Estolas había caído de vuelta al terciopelo roído?
Y si resulta que la fruta estaba envenenada, si, Matthew también había comido, pero quien dice que no tuviera el antídoto a mano o que fuera inmune... Tal vez no era la fruta, igual Estolas sufría otra cosa, o puede que si fuera la fruta, que no le hubiera sentado bien. Frutas más pequeñas han matado a gente más grande.
Estolas solo sabía expresar uno, aunque poseía muchos anhelos. Correr libre por el bosque, saborear infinidad de comidas, conocer gente que la viera como una persona...
La loba se miró el pliegue del codo y ocultó los pinchazos con la mano, deseando que algún día la necesidad abandonara su cuerpo, queriendo dejar de sentir la asfixia de la falta de drogas, suplicando a los cielos por aguantar un día más sin llenarse las venas con estupefacientes.
La pecosa estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se percató de los sudores fríos que comenzaban a recorrer sus piernas y su espalda, se había cogido los codos con las manos y se abrazaba a si misma con la mirada perdida en el suelo.
Hasta que escuchó el sonido de la masa contra la pared y los gritos del hombre, en ese momento Estolas levantó la mirada con rapidez, viendo lo que sucedía, como si acabara de acordarse donde estaba y que hacía.
—Esto ha sido una mala idea, está claro que no sirvo para esto —la loba dejó de abrazarse y se puso en pie con rapidez—. No tendría que haber abandonado el lupanar.
La mujer dio un paso, pero la planta del pie nunca llegó a tocar el suelo, se le escapó el aire por la boca con rudeza, entrecortado por pequeños espasmos en su pecho. Antes de que se diera cuenta volvía a estar sentada sobre el diván...
—Cre-creo que no me encuentro bien.
Cualquiera puede sufrir un mareo repentino por levantarse muy rápido o simplemente por hacer un movimiento brusco, pero, ¿sería esa la razón por la que Estolas había caído de vuelta al terciopelo roído?
Y si resulta que la fruta estaba envenenada, si, Matthew también había comido, pero quien dice que no tuviera el antídoto a mano o que fuera inmune... Tal vez no era la fruta, igual Estolas sufría otra cosa, o puede que si fuera la fruta, que no le hubiera sentado bien. Frutas más pequeñas han matado a gente más grande.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Había dejado de prestarle atención a Estolas, todos sus pensamientos se centraban en la figura, en su capacidad de generar algo que pudiera ser considerado arte, en sus habilidades... Básicamente, Matt estaba pensando en Matt, como era de esperarse de un hombre tan egoísta como era él. Fue hacía donde el pedazo de arcilla se había estrellado contra la pared, apoyó la palma de la mano y la embarro en los restos de la masa, preguntándose qué podía hacer para remediarlo.
-Es verdad, así como estás no me sirves - Dijo el Humano dándole la espalda a la Licántropo - Necesito que dejes de ser una muñeca, Estolas - Se dio vuelta y su mirada era otra, no era la del amable caballero que siempre mostraba en el prostíbulo, tampoco la del sujeto amigable y algo tonto que aparentaba cuando estaba en sociedad. No, su gesto era totalmente frío y serio, había decidido que la loba ya no le servía, y cómo sabía su secreto era momento de terminar con ella.
Pero entonces, algo hizo “click” en su interior.
La Licántropo estaba más pálida que de costumbre, incluso las pecas parecían estar más claras. En contraste, su cabello parecía de un rojo fuego, pero débil, como las últimas llamas antes de que la hoguera se apagara por completo. Estaba temblando como si tuviera frío, a pesar que la temperatura ambiente no era para nada desagradable, quizás estuviera empezando a tener fiebre o tal vez ya la tenía pero recién ahora comenzaban a notarse los síntomas.
-Espera... - Se acercó y la tomó en brazos, pero no para ayudarla, sino para ponerla en otra postura sobre el diván - Shhh, tranquila, tranquila - Le susurraba para calmarla mientras la acomodaba, aunque en la mirada de Estolas se notaba el miedo - ¿No estás contenta? Ahora sí puedes ser la modelo para mi obra, voy a inmortalizar este momento, y todos podrán ver lo hermosa que eres en realidad -
Rápidamente fue a buscar otro pedazo de arcilla y la ubicó en el centro de la mesa de trabajo, tenía que terminarla lo antes posible, no había tiempo que perder ya que tal vez Estolas no aguantaría mucho rato en ese estado.
-Solo un poco más, aguanta allí un poco más - Murmuraba una y otra vez Matthew mientras le daba forma a la pieza a una velocidad de vértigo, parecía un demente metiendo y sacando pedazos de arcilla. Comenzó a sudar y como se limpiaba con las manos sucias su cara se manchaba de blanco, y su pelo quedaba desordenado.
Pero a pesar de ello, o tal vez por eso mismo, en ese momento era el más auténtico de todos sus Yo, era quizás lo más cercano a conocer al Stéfano que una vez fue.
-Es verdad, así como estás no me sirves - Dijo el Humano dándole la espalda a la Licántropo - Necesito que dejes de ser una muñeca, Estolas - Se dio vuelta y su mirada era otra, no era la del amable caballero que siempre mostraba en el prostíbulo, tampoco la del sujeto amigable y algo tonto que aparentaba cuando estaba en sociedad. No, su gesto era totalmente frío y serio, había decidido que la loba ya no le servía, y cómo sabía su secreto era momento de terminar con ella.
Pero entonces, algo hizo “click” en su interior.
La Licántropo estaba más pálida que de costumbre, incluso las pecas parecían estar más claras. En contraste, su cabello parecía de un rojo fuego, pero débil, como las últimas llamas antes de que la hoguera se apagara por completo. Estaba temblando como si tuviera frío, a pesar que la temperatura ambiente no era para nada desagradable, quizás estuviera empezando a tener fiebre o tal vez ya la tenía pero recién ahora comenzaban a notarse los síntomas.
-Espera... - Se acercó y la tomó en brazos, pero no para ayudarla, sino para ponerla en otra postura sobre el diván - Shhh, tranquila, tranquila - Le susurraba para calmarla mientras la acomodaba, aunque en la mirada de Estolas se notaba el miedo - ¿No estás contenta? Ahora sí puedes ser la modelo para mi obra, voy a inmortalizar este momento, y todos podrán ver lo hermosa que eres en realidad -
Rápidamente fue a buscar otro pedazo de arcilla y la ubicó en el centro de la mesa de trabajo, tenía que terminarla lo antes posible, no había tiempo que perder ya que tal vez Estolas no aguantaría mucho rato en ese estado.
-Solo un poco más, aguanta allí un poco más - Murmuraba una y otra vez Matthew mientras le daba forma a la pieza a una velocidad de vértigo, parecía un demente metiendo y sacando pedazos de arcilla. Comenzó a sudar y como se limpiaba con las manos sucias su cara se manchaba de blanco, y su pelo quedaba desordenado.
Pero a pesar de ello, o tal vez por eso mismo, en ese momento era el más auténtico de todos sus Yo, era quizás lo más cercano a conocer al Stéfano que una vez fue.
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
La respiración de Estolas se volvió irregular, pasaba de ser pesada y lenta a rápida y entrecortada. No parecía haber nada que indicara la causa de aquel repentino malestar, le costaba enfocar y los dedos de las manos le temblaban por el frio aunque la loba sentía que la frente le ardía.
—Que... no —la pecosa apenas podía hablar le tiritaban los labios y los dientes le castañeaban—. Ayuda, por favor.
El miedo brotó en su rostro en forma de gruesas lágrimas. Estolas no le tenía miedo a la muerte, más sin embargo no quería morir, por primera vez en su vida había tomado una decisión. Dejar de ser un juguete, dejar de ser utilizada como un objeto.
Valiente empresa que moría antes de empezar.
Al igual que años atrás, la ayuda nunca llegó, pero sí que llegaron unas manos que recorrieron su cuerpo. No pidió permiso, no preguntó, ¿porque hacerlo? las muñecas no hablan.
Matthew agarró a Estolas e hizo con ella lo que quiso. Estolas, impotente y pérdida, siguió llorando en silencio. Las lágrimas resbalaron por sus mejillas hasta oscurecer el tapizado del diván.
—Por favor... basta —la mente de la licantropa ya no estaba allí, se había ido muy lejos, a otra época. Una época pequeña, triste y aterradora —. Pesa mucho... las cadenas hacen daño, mama... ¿dónde estás? la pared esta fría —los ojos de Estolas parecían estar opacos —. Los hombres... duelen. Mama, me duele la tripa.
Los delirios iban en aumento, con cada minuto Estolas se perdía más en sus recuerdos. ¿Cómo podía hacer que se detuviera?
La loba solo tenía una respuesta, una con forma de aguja o de hongo o volátil como el humo. La verdad, le daba igual que forma tuviera mientras le hiciera olvidar todo. Necesitaba una droga, no importaba cual.
Pobre y triste Estolas, lo bien que le vendría ahora la compañía de Nala.
Una mano amiga que la abrazara y acariciara el pelo, que le dijera que todo estaría bien, que el dolor pasaría pronto.
Si Nala estuviera ahí le diría que aguantara, que fuera fuerte, que no estaba sola, que la fiebre y los temblores eran culpa de la droga y que pronto todo pasaría.
Pobre y triste Estolas, que señaló como cena a la única persona que había intentado ayudarla.
Pobre y desgraciada Nala, que ahora se pudría en el patio trasero de Owens.
Si tan solo se hubiera quedado en la carpa... si la vampiresa no hubiera acudido a la fiesta o si Estolas no hubiera ido. Quizás hoy Nala estaría viva y tal vez, solo tal vez, Estolas no estaría sufriendo.
—Que... no —la pecosa apenas podía hablar le tiritaban los labios y los dientes le castañeaban—. Ayuda, por favor.
El miedo brotó en su rostro en forma de gruesas lágrimas. Estolas no le tenía miedo a la muerte, más sin embargo no quería morir, por primera vez en su vida había tomado una decisión. Dejar de ser un juguete, dejar de ser utilizada como un objeto.
Valiente empresa que moría antes de empezar.
Al igual que años atrás, la ayuda nunca llegó, pero sí que llegaron unas manos que recorrieron su cuerpo. No pidió permiso, no preguntó, ¿porque hacerlo? las muñecas no hablan.
Matthew agarró a Estolas e hizo con ella lo que quiso. Estolas, impotente y pérdida, siguió llorando en silencio. Las lágrimas resbalaron por sus mejillas hasta oscurecer el tapizado del diván.
—Por favor... basta —la mente de la licantropa ya no estaba allí, se había ido muy lejos, a otra época. Una época pequeña, triste y aterradora —. Pesa mucho... las cadenas hacen daño, mama... ¿dónde estás? la pared esta fría —los ojos de Estolas parecían estar opacos —. Los hombres... duelen. Mama, me duele la tripa.
Los delirios iban en aumento, con cada minuto Estolas se perdía más en sus recuerdos. ¿Cómo podía hacer que se detuviera?
La loba solo tenía una respuesta, una con forma de aguja o de hongo o volátil como el humo. La verdad, le daba igual que forma tuviera mientras le hiciera olvidar todo. Necesitaba una droga, no importaba cual.
Pobre y triste Estolas, lo bien que le vendría ahora la compañía de Nala.
Una mano amiga que la abrazara y acariciara el pelo, que le dijera que todo estaría bien, que el dolor pasaría pronto.
Si Nala estuviera ahí le diría que aguantara, que fuera fuerte, que no estaba sola, que la fiebre y los temblores eran culpa de la droga y que pronto todo pasaría.
Pobre y triste Estolas, que señaló como cena a la única persona que había intentado ayudarla.
Pobre y desgraciada Nala, que ahora se pudría en el patio trasero de Owens.
Si tan solo se hubiera quedado en la carpa... si la vampiresa no hubiera acudido a la fiesta o si Estolas no hubiera ido. Quizás hoy Nala estaría viva y tal vez, solo tal vez, Estolas no estaría sufriendo.
Última edición por Marceline el Mar Jun 23 2020, 10:19, editado 1 vez
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Matthew estaba completamente concentrado en su tarea, en ese preciso momento solo existían en el universo la pieza y él, dándole forma con sus dedos como si se tratara de un ser humano real, como si existiera la oportunidad de que al terminar la figura cobrara vida. Estaba tan ensimismado que no escuchaba las súplicas de Estolas, no veía las lágrimas recorriendo sus mejillas, ni sentía su respiración cada vez más débil surgiendo de entre sus pálidos labios.
Se puso en cuclillas para quedar a la altura de la figura y poder verla en más detalle, de fondo la Licantropo estiraba la mano intentando atrapar algo de aire, o quizás pedirle ayudar. Owens la ignoró a consciencia, sí paraba en ese momento no podría volver a tener la concentración suficiente para poder terminar.
-No seas tan egoísta, Estolas ¡Esto era lo que querías! No ser una muñeca ¿Cierto? Pues estás a punto de ser inmortalizada como un ser humano, con emociones, con dolor, con desesperación ¿No estás orgullosa de tus avances? Deberías estarlo - Y no lo decía para consolarla, si lo dijera en ese sentido sería una mentira, y Matthew no estaba mintiendo. En verdad consideraba que habían hecho grandes avances en esa jornada, incluso aunque eso acarreara la muerte de la Loba - Ya casi termino - Era solo el comienzo de la figura, pero con eso tendría lo suficiente como para terminarla luego.
Cuando por fin sintió que la pieza estaba lista, se dejó caer sentado al piso, apoyando las manos atrás para evitar caerse de espalda. Se quedó mirando la estatua como enamorado durante algunos segundos, pero algo lo quitó de su ensimismamiento, el sibilante sonido de la respiración de Estolas estaba desconcentrándolo. Se acercó a ella, contemplando como lentamente moría, ya había cumplido su objetivo, técnicamente podría dejar que las cosas siguieran su curso natural y ya está.
Se inclinó sobre ella y nuevamente limpió su mejilla, mirándola con cariño.
-Tal vez las cosas terminen así algún día. Pero sería una lástima que fuera hoy, todavía tenemos que hacer un montón de cosas juntos, tienes un enorme potencial, Estolas - Ahora que veía la pieza entera, muchas ideas parecían surgir, tenía ganas de conocer un poco más a esa Licántropo - Sé lo que tienes - Había visto los síntomas las suficientes veces como para poder reconocerlos con un solo vistazo - Calma, te ayudaré -
Se puso de pie y fue hasta el cajón de uno de los muebles, Owens no consumía de esas cosas, pero a algunas modelos les gustaba tomar unas pocas gotas para no estar tan nerviosas, sobre todo las primeras veces. Así que siempre tenía un poco guardado, sacó un pequeño frasco con un gotero, lo llenó solo un cuarto, no quería que Estolas se fuera de esta realidad, solo calmar la sensación de abstinencia.
-Toma esto, Cielo - Le susurro mientras se acercaba con el gotero a la boca de la Loba - Solo con un poco te sentirás mejor - Le acarició la cabeza con ternura - Ya, ya ¿Lo estás sintiendo? - Le dejo un beso en el pelo, otro en las mejillas y finalmente uno en la boca - Bienvenida al mundo de las personas reales, mi preciosa Estolas -
Se puso en cuclillas para quedar a la altura de la figura y poder verla en más detalle, de fondo la Licantropo estiraba la mano intentando atrapar algo de aire, o quizás pedirle ayudar. Owens la ignoró a consciencia, sí paraba en ese momento no podría volver a tener la concentración suficiente para poder terminar.
-No seas tan egoísta, Estolas ¡Esto era lo que querías! No ser una muñeca ¿Cierto? Pues estás a punto de ser inmortalizada como un ser humano, con emociones, con dolor, con desesperación ¿No estás orgullosa de tus avances? Deberías estarlo - Y no lo decía para consolarla, si lo dijera en ese sentido sería una mentira, y Matthew no estaba mintiendo. En verdad consideraba que habían hecho grandes avances en esa jornada, incluso aunque eso acarreara la muerte de la Loba - Ya casi termino - Era solo el comienzo de la figura, pero con eso tendría lo suficiente como para terminarla luego.
Cuando por fin sintió que la pieza estaba lista, se dejó caer sentado al piso, apoyando las manos atrás para evitar caerse de espalda. Se quedó mirando la estatua como enamorado durante algunos segundos, pero algo lo quitó de su ensimismamiento, el sibilante sonido de la respiración de Estolas estaba desconcentrándolo. Se acercó a ella, contemplando como lentamente moría, ya había cumplido su objetivo, técnicamente podría dejar que las cosas siguieran su curso natural y ya está.
Se inclinó sobre ella y nuevamente limpió su mejilla, mirándola con cariño.
-Tal vez las cosas terminen así algún día. Pero sería una lástima que fuera hoy, todavía tenemos que hacer un montón de cosas juntos, tienes un enorme potencial, Estolas - Ahora que veía la pieza entera, muchas ideas parecían surgir, tenía ganas de conocer un poco más a esa Licántropo - Sé lo que tienes - Había visto los síntomas las suficientes veces como para poder reconocerlos con un solo vistazo - Calma, te ayudaré -
Se puso de pie y fue hasta el cajón de uno de los muebles, Owens no consumía de esas cosas, pero a algunas modelos les gustaba tomar unas pocas gotas para no estar tan nerviosas, sobre todo las primeras veces. Así que siempre tenía un poco guardado, sacó un pequeño frasco con un gotero, lo llenó solo un cuarto, no quería que Estolas se fuera de esta realidad, solo calmar la sensación de abstinencia.
-Toma esto, Cielo - Le susurro mientras se acercaba con el gotero a la boca de la Loba - Solo con un poco te sentirás mejor - Le acarició la cabeza con ternura - Ya, ya ¿Lo estás sintiendo? - Le dejo un beso en el pelo, otro en las mejillas y finalmente uno en la boca - Bienvenida al mundo de las personas reales, mi preciosa Estolas -
Matthew Owens
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Hacia frio, el invierno estaba llegando y el cuerpo infante temblaba en el frio suelo de piedra que era su lecho, pero no por la ausencia de calor, sino por el miedo. El cachorro estaba encogido en sí mismo, enroscado y con el morro bajo la cola. El pelaje estaba sucio, mugriento y en algunas zonas del lomo había desaparecido, siendo suplantado por dolorosos cortes supurantes.
La puerta del zulo se abrió y las cadenas resonaron atemorizadas, Estolas intento defenderse, morder, pero una fuerte correa mantenía cerrada su boca. La cadena volvió a sonar con fuerza, inquisitiva.
La tortura del cachorro comenzó y su llanto no se hizo esperar…
Estolas movía los ojos tratando de enfocar, buscando las palabras de un escultor que jamás llegó a entender. Su voz era apenas un sonido distorsionado y lejano. La fuerza, al igual que la vida, se escapaban con cada respiración, el pecho subía muy lentamente y descendía con rapidez. Estolas apenas podía distinguir las formas del lugar, ahora todo eran bultos borrosos de colores pálidos y débiles.
Una sombra oscureció el campo visual de la loba, en su mejilla se pudo sentir el tacto de algo tibio y húmedo, unas gotas bajaron por sus labios hasta el interior de boca, perdiéndose por la garganta profunda. Estolas reconoció aquel sabor, igual que reconoció la textura que tocaba su piel, la estaban besando.
La loba cerró los ojos y trató de mover la mano, todavía temblorosa, buscando el cuerpo que tenía al lado.
—Gracias —la voz era apenas un hilo audible— por darme esta oportunidad.
Los ojos de Estolas se abrieron levemente, dirigiendo la vista hacia la figura borrosa que trataba de enfocar. Demasiado perdida en su pasado como para darse cuenta del presente, demasiado torturada como para recordar donde y con quien estaba, demasiado dañada como para ser capaz de pensar por sí misma.
La puerta del zulo se abrió y las cadenas resonaron atemorizadas, Estolas intento defenderse, morder, pero una fuerte correa mantenía cerrada su boca. La cadena volvió a sonar con fuerza, inquisitiva.
La tortura del cachorro comenzó y su llanto no se hizo esperar…
Estolas movía los ojos tratando de enfocar, buscando las palabras de un escultor que jamás llegó a entender. Su voz era apenas un sonido distorsionado y lejano. La fuerza, al igual que la vida, se escapaban con cada respiración, el pecho subía muy lentamente y descendía con rapidez. Estolas apenas podía distinguir las formas del lugar, ahora todo eran bultos borrosos de colores pálidos y débiles.
Una sombra oscureció el campo visual de la loba, en su mejilla se pudo sentir el tacto de algo tibio y húmedo, unas gotas bajaron por sus labios hasta el interior de boca, perdiéndose por la garganta profunda. Estolas reconoció aquel sabor, igual que reconoció la textura que tocaba su piel, la estaban besando.
La loba cerró los ojos y trató de mover la mano, todavía temblorosa, buscando el cuerpo que tenía al lado.
—Gracias —la voz era apenas un hilo audible— por darme esta oportunidad.
Los ojos de Estolas se abrieron levemente, dirigiendo la vista hacia la figura borrosa que trataba de enfocar. Demasiado perdida en su pasado como para darse cuenta del presente, demasiado torturada como para recordar donde y con quien estaba, demasiado dañada como para ser capaz de pensar por sí misma.
Marceline
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Re: Los riesgos del pluriempleo [Trabajo]
Acuno a la Loba entre sus brazos durante largos minutos, calentando su frágil cuerpo con el suyo propio, quitando el sudor de su frente con el dedo pulgar mientras la miraba dormir. Sería difícil el poder sacarla de la adicción, Matthew había visto a muchos intentarlo y fallar, pero claramente sí seguía en ese camino no tendría mucho más tiempo en este mundo, y había muchas cosas que quería enseñarle.
Con cuidado le apoyó la cabeza en una almohada, luego fue a por una manta y la tapo, asegurándose que ninguna parte del cuerpo quedara afuera. Seguramente en cuanto todos los síntomas se fueran sentiría calor, así que tendría que estar atento a notar cuando el sudor frío pasara a ser una señal de que recuperaba su temperatura.
Se levantó y fue hasta la pieza, era en verdad muy hermosa, en cuanto pudiera terminarle los detalles se vería como el reflejo mismo del sufrimiento “Emociones” pensó el Humano, a su vez emocionado. Esa sensación agradable a la altura del estómago era lo que siempre estaba buscando, una persona, una situación, un momento, cualquier cosa que le sirviera para sentir algo.
Tenía una buena materia de base, ahora solo era cuestión de darle forma ¿Estaba pensando en la figura o en Estolas?
Con cuidado le apoyó la cabeza en una almohada, luego fue a por una manta y la tapo, asegurándose que ninguna parte del cuerpo quedara afuera. Seguramente en cuanto todos los síntomas se fueran sentiría calor, así que tendría que estar atento a notar cuando el sudor frío pasara a ser una señal de que recuperaba su temperatura.
Se levantó y fue hasta la pieza, era en verdad muy hermosa, en cuanto pudiera terminarle los detalles se vería como el reflejo mismo del sufrimiento “Emociones” pensó el Humano, a su vez emocionado. Esa sensación agradable a la altura del estómago era lo que siempre estaba buscando, una persona, una situación, un momento, cualquier cosa que le sirviera para sentir algo.
Tenía una buena materia de base, ahora solo era cuestión de darle forma ¿Estaba pensando en la figura o en Estolas?
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Matthew Owens
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