El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
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Una pequeña figura blanca corría por entre medio de los pastizales, iba en cuatro patas, con las orejas en alto atento a cualquier sonido que pudiera significar peligro. Se detiene de modo abrupto, y se para en dos patas para ver mejor en los alrededores, olfatea el aire y percibe un olor inusual:
– Piedras húmedas, moho, arena, plantas guía –
Podía reconocer esos aromas, Amit se quedó quieto varios segundos más, confirmando lo que había olfateado. Una vez que estuvo seguro volvió a su postura inclinada y comenzó a correr en la dirección indicada. Si podía olerlo con esa claridad el sitio no podía estar lejos, una sombra llamo su atención. Se detuvo de nuevo y escuchó:
-¿Un pájaro? Tal vez Mmmm ¡Tchik! no ha de ser tan grande –
Los árboles más frondosos no estaban lejos, por lo que acelero el paso y llegó hasta ellos antes de enterarse si era en verdad una amenaza. El joven ratón llevaba únicamente un pantalón muy amplio, sostenido por su cinturón, donde colgaba varios saquitos de distintos tamaños, y un zurrón que mantenía sobre su espalda para que no le molestara al correr.
El intrépido Mausu continuó corriendo por entre las raíces de los árboles, la elasticidad de su cuerpo era ideal para poder pasar hasta por los sitios más estrechos y no tener que desviarse así del camino que le marcaba ese inconfundible aroma.
-Está cerca-
Los arbustos se abrieron dejando paso a una magnifica visión, era un antiguo templo olvidado hace ya mucho tiempo. Restos de piedras que alguna vez debieron formar parte de monumentos y paredes se encontraban ahora desechos y formando montones desordenados por todo el sitio.
Amit se quedó contemplando el lugar durante unos segundos, levantando su larga nariz para olfatear el ambiente, y mirando con movimientos eléctricos de un lado a otro. Todo estaba en absoluto silencio, el Mausu sonrió y se acercó al sitio dando largos saltos.
-Bien, bien, bien, es algo bueno, muy bueno, aquí debería haber algo bueno – Dijo el hombre-ratón a una velocidad vertiginosa. Se acercó a la puerta, pero una vez que sus ojos se acostumbraron a la luz de adentro notó que una enorme piedra había sido empujada por las raíces del árbol hasta tapar el pasillo – Tchik-Tchik – Chasqueo los dientes – Mala suerte –
Se dio la vuelta y corrió hacía el montón de piedras, con varios ágiles saltos llego hasta la cima. Desde ese lado no podía ver ninguna entrada, cada uno de los huecos estaba tapado por ramas, o piedras, o simplemente se habían derrumbado. Amit se agarró la cola y la enredó con sus manos mientras pensaba.
No es como si fuera el único sitio al que pudiera ir, pero si lo dejaba no estaba seguro de encontrar otro pronto. La situación de la guerra había sido muy complicada, muchas masas de gente moviéndose de un sitio a otro, metiéndose en lugares donde no solían hacerlo, pisoteando y acampando en lugares sagrados.
-Tchik- Tchik- Se quejó el ratón.
– Piedras húmedas, moho, arena, plantas guía –
Podía reconocer esos aromas, Amit se quedó quieto varios segundos más, confirmando lo que había olfateado. Una vez que estuvo seguro volvió a su postura inclinada y comenzó a correr en la dirección indicada. Si podía olerlo con esa claridad el sitio no podía estar lejos, una sombra llamo su atención. Se detuvo de nuevo y escuchó:
-¿Un pájaro? Tal vez Mmmm ¡Tchik! no ha de ser tan grande –
Los árboles más frondosos no estaban lejos, por lo que acelero el paso y llegó hasta ellos antes de enterarse si era en verdad una amenaza. El joven ratón llevaba únicamente un pantalón muy amplio, sostenido por su cinturón, donde colgaba varios saquitos de distintos tamaños, y un zurrón que mantenía sobre su espalda para que no le molestara al correr.
El intrépido Mausu continuó corriendo por entre las raíces de los árboles, la elasticidad de su cuerpo era ideal para poder pasar hasta por los sitios más estrechos y no tener que desviarse así del camino que le marcaba ese inconfundible aroma.
-Está cerca-
Los arbustos se abrieron dejando paso a una magnifica visión, era un antiguo templo olvidado hace ya mucho tiempo. Restos de piedras que alguna vez debieron formar parte de monumentos y paredes se encontraban ahora desechos y formando montones desordenados por todo el sitio.
- Templo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Amit se quedó contemplando el lugar durante unos segundos, levantando su larga nariz para olfatear el ambiente, y mirando con movimientos eléctricos de un lado a otro. Todo estaba en absoluto silencio, el Mausu sonrió y se acercó al sitio dando largos saltos.
-Bien, bien, bien, es algo bueno, muy bueno, aquí debería haber algo bueno – Dijo el hombre-ratón a una velocidad vertiginosa. Se acercó a la puerta, pero una vez que sus ojos se acostumbraron a la luz de adentro notó que una enorme piedra había sido empujada por las raíces del árbol hasta tapar el pasillo – Tchik-Tchik – Chasqueo los dientes – Mala suerte –
Se dio la vuelta y corrió hacía el montón de piedras, con varios ágiles saltos llego hasta la cima. Desde ese lado no podía ver ninguna entrada, cada uno de los huecos estaba tapado por ramas, o piedras, o simplemente se habían derrumbado. Amit se agarró la cola y la enredó con sus manos mientras pensaba.
No es como si fuera el único sitio al que pudiera ir, pero si lo dejaba no estaba seguro de encontrar otro pronto. La situación de la guerra había sido muy complicada, muchas masas de gente moviéndose de un sitio a otro, metiéndose en lugares donde no solían hacerlo, pisoteando y acampando en lugares sagrados.
-Tchik- Tchik- Se quejó el ratón.
Última edición por Amit'tek el Lun Nov 12 2018, 13:12, editado 1 vez
Amit'tek
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Había calculado bien: La luna creciente comenzaba a asomarse en el horizonte, opacada por la aún potente luz del sol, mientras desmontaba al exhausto Gabhar. Para la tarde siguiente llegaría al punto que Matthew Owens había marcado en el mapa que llevaba arrugado en el morral; hasta entonces necesitaba un lugar donde pernoctar, y aquel paraje era más que suficiente para hacerlo aunque, antes de cantar victoria, debía tomar ciertas precauciones.
Tomó las riendas del caprino y lo instó a guardar silencio con un tenue siseo y una caricia en el pelaje que crecía entre sus cuernos. El animal, hábil para recorrer todo tipo de terrenos complicados, no tuvo problemas para saltear los obstáculos naturales que salvaguardaban la entrada. Su dueño se movía con el mismo sigilo; se había quitado la capa ya que el clima no ameritaba tanto abrigo y las placas de su armadura, al ser de cuero, no emitían sonido alguno. Orejas en alto, el zorro se concentró en escuchar cada sonido que pudiera hacer eco entre las altas paredes de aquellos vestigios de la ya en declive grandeza humana.
El ulular de las aves, la respiración pausada y sutil de los árboles, una que otra piedrecilla rodando desde lo alto de alguna pared. Olfateó y distinguió el aroma terroso de los insectos y de los pequeños mamíferos que solían habitar esos lugares... pero había algo más. ¿Metal?
-Tchik-tchik. -Un roedor. -Mala suerte. -Escuchó entonces, arrugando la nariz en un gesto que oscilaba entre la frustración y la curiosidad.
-¿Un roedor parlante?
Se asomó a espiar justo para presenciar la manera en que aquel ser, un ratón... un ratón con pantalones, más específicamente, trepaba las rocas y raíces con envidiable facilidad. Se preguntó de inmediato si oficiaban la misma “profesión” (si no lo hacía, sin duda estaba desperdiciando sus habilidades) y de inmediato quiso saber qué estaba haciendo allí ese ser tan extraño como él. Parecía estar buscando un hueco para entrar a las ruinas, pero ¿con qué fin? De querer acampar, bastaba con guarecerse en los recovecos de la entrada, aún más tomando en cuenta el pequeño tamaño de la bestia. No hacía falta entrar más allá, a no ser...
Suponiendo que no haría falta huir, dado que el roedor no representaba una amenaza, en parte por su porte y en parte porque no había visto que llevara ningún arma, ató al Gabhar a la sombra de un fresno y se dispuso a acercarse un poco más para observarlo desde abajo con visible interés. Una sonrisa de solapada malicia curvó sus labios cuando su pérfida mentecilla comenzó a trazar un plan maestro. Por lo pronto, dijo:
-¡Bienvenido, amigo! ¿Qué te trae por aquí?
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Alward tenía un nuevo contrato por delante que cumplir. Esta vez solo, y muy lejos de Lunargenta. Sus compañeros estaban bastante ocupados y tan solo quedaba él como "agente libre", así que no había que saber sumar uno más uno para saber a quién mandarían. Este contrato era diferente a uno común; no tenía que "ocuparse" de nadie ni tenía que escoltar ni siquiera proteger ningún lugar o investigar por calles urbanas algún delito. Esta vez tenía que ir a explorar cerca del límite entre el territorio humano y el élfico unas ruinas en busca de una especie de tesoro. El sitio exacto estaba en su mapa, por suerte, entre Rischer y Emmanuel le dieron un par de clases de orientación espacial y lectura de mapas antes de partir. Agradecía el poder salir de las ciudades, pero ir solo hasta un sitio tan lejanos le producía respeto. No era la primera vez que llegaba al límite élfico, pero sí era la primera que estaba a solas.
Aunque realmente no estaba solo, iba por el camino principal con su fiel montura; Epons, al menos se cansaría lo justo y algo de compañía tendría.
Llegó un momento en el que tuvo que abandonar el camino principal y adentrarse en la vegetación profunda que caracterizaba el límite de esas fronteras. El nuevo terreno se estrechaba y empezaba a parecer igual en todos lados, todo bastante parecido, a rebosar de vegetación y humedad.
Epons empezó a caminar despacio, mientras que Alward, aún montado en su lomo, sostenía las riendas con la mano derecha y el mapa con la izquierda.
-...Creo que me he perdido-Levantó la vista del mapa y miró al frente para ver si encontraba algún punto de referencia.
Epons relinchó disgustada, no parecía agradarle tampoco la idea de internarse en tan espeso paisaje.
-Oh, vamos, ¿No tendrás miedo, no?-Se guardó el mapa y acarició su lomo-Tranquila, los fantasmas no existen... Espero-Susurró esto último
Finalmente llegó a los pies de lo que parecía una colina, la cual tenía varias piedras en su cima.
-Desde ahí podré ver mejor...-Se bajó de Epons y la ató al árbol más cercano-Voy a subir hasta allí, no tardaré demasiado-Dijo mientras acariciaba su pelaje, a lo que la yegua respondió meneando todo su cuello en señal de satisfacción
Alward subió la pequeña colina y llegó hasta las piedras. Eran demasiadas y muy escalonadas, por lo que tendría que empezar a escalarlas si quería llegar a la cima del todo y tener una mejor visión del entorno, así que se puso a ello. Cuando llegó a los últimos escalones, escuchó unas voces, por lo que se detuvo.
"¿Elfos?", se preguntó. Si era así, no sería buena idea llegar hasta arriba del todo. Eran criaturas muy territoriales y poco amistosas. No le agradaba la idea de tener una flecha clavada en el pecho. Pero, como el ser humano es un animal bastante curioso, Alward no pudo evitar al menos asomar la cabeza, así que pegó un pequeño salto y ayudándose de su fuerza del tren superior de su cuerpo, se mantuvo colgado sin llegar a asomar mucho la cabeza, tan solo hasta la nariz.
No vio elfos, sino...
-¿¡BESTIAS AQUÍ!?-Gritó. Espera, ¿Gritó? No fue muy inteligente. Se soltó de la cornisa y cayó con ambos pies en el suelo, en el escalón de abajo, tapándose la boca.
"Mierda, soy idiota", pensó. Ya que había delatado su posición, solo le quedaba esperar a ver si eran hostiles o no, así que se llevó ambas manos a su espalda, a las empuñaduras de sus dos espadas que sobresalían de esta y con la mirada fija hacia arriba.
Aunque realmente no estaba solo, iba por el camino principal con su fiel montura; Epons, al menos se cansaría lo justo y algo de compañía tendría.
Llegó un momento en el que tuvo que abandonar el camino principal y adentrarse en la vegetación profunda que caracterizaba el límite de esas fronteras. El nuevo terreno se estrechaba y empezaba a parecer igual en todos lados, todo bastante parecido, a rebosar de vegetación y humedad.
Epons empezó a caminar despacio, mientras que Alward, aún montado en su lomo, sostenía las riendas con la mano derecha y el mapa con la izquierda.
-...Creo que me he perdido-Levantó la vista del mapa y miró al frente para ver si encontraba algún punto de referencia.
Epons relinchó disgustada, no parecía agradarle tampoco la idea de internarse en tan espeso paisaje.
-Oh, vamos, ¿No tendrás miedo, no?-Se guardó el mapa y acarició su lomo-Tranquila, los fantasmas no existen... Espero-Susurró esto último
Finalmente llegó a los pies de lo que parecía una colina, la cual tenía varias piedras en su cima.
-Desde ahí podré ver mejor...-Se bajó de Epons y la ató al árbol más cercano-Voy a subir hasta allí, no tardaré demasiado-Dijo mientras acariciaba su pelaje, a lo que la yegua respondió meneando todo su cuello en señal de satisfacción
Alward subió la pequeña colina y llegó hasta las piedras. Eran demasiadas y muy escalonadas, por lo que tendría que empezar a escalarlas si quería llegar a la cima del todo y tener una mejor visión del entorno, así que se puso a ello. Cuando llegó a los últimos escalones, escuchó unas voces, por lo que se detuvo.
"¿Elfos?", se preguntó. Si era así, no sería buena idea llegar hasta arriba del todo. Eran criaturas muy territoriales y poco amistosas. No le agradaba la idea de tener una flecha clavada en el pecho. Pero, como el ser humano es un animal bastante curioso, Alward no pudo evitar al menos asomar la cabeza, así que pegó un pequeño salto y ayudándose de su fuerza del tren superior de su cuerpo, se mantuvo colgado sin llegar a asomar mucho la cabeza, tan solo hasta la nariz.
No vio elfos, sino...
-¿¡BESTIAS AQUÍ!?-Gritó. Espera, ¿Gritó? No fue muy inteligente. Se soltó de la cornisa y cayó con ambos pies en el suelo, en el escalón de abajo, tapándose la boca.
"Mierda, soy idiota", pensó. Ya que había delatado su posición, solo le quedaba esperar a ver si eran hostiles o no, así que se llevó ambas manos a su espalda, a las empuñaduras de sus dos espadas que sobresalían de esta y con la mirada fija hacia arriba.
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Sus sensibles orejas captaron el sonido de agua corriendo, y el relinche de un caballo, pero eso estaba más lejos. Si había agua moviéndose, probablemente tendría una apertura, Amit se agacho y apoyo la nariz directamente sobre el piso para intentar guiarse. Concentrado en eso, no se percato de que estaba siendo espiado, sus oídos no le avisaron nada, y es que los zorros pueden ser muy sigilosos cuando quieren.
Al escuchar la bienvenida dio un salto y dejo escapar un chillido, pero inmediatamente agarró el martillo que tenía en el cinturón. Era en realidad una herramienta de trabajo, pero podía usarla para defenderse si era necesario.
-¡Un zorro parlante! – El Mausu respiraba agitado, con todos sus sentidos concentrados en el nuevo Hombre-bestia - ¿Qué haces aquí? ¿Conoces el lugar? ¡Tchik! Si, si, debe ser eso, vienes por lo que hay adentro – Amit no podía evitar que se levantaran todos los pelos de su espalda, su instinto reaccionaba ante un depredador natural, aunque su parte racional se mantenía lo suficientemente calmada como para no hacer ningún movimiento agresivo – Yo llegue primero, así que debe irse Señor Zorro, Amit encontró este lugar ¡Tchik! – Chasqueó la lengua y se paró firme aún en la cima del montón de piedras.
EL Mausu detuvo su discurso, el caballo que había escuchado antes estaba ahora más cerca, pero peor que eso, se escuchaban los torpes pasos de un ser que caminaba sobre dos piernas. Seguramente el Zorro también podría escucharlo, por lo que ambos Hombres-Bestia estaban al tanto de que alguien se había detenido al otro lado de la colina.
Su grito no hizo más que confirmar lo evidente.
-¡Tchik-Tchik! Esto es malo, muy malo, cada vez más personas vienen, quieren lo que por derecho me pertenece a mi – Los rasgos faciales del ratón no coincidían lo suficiente con los de un humano como para notar su enfado, pero por el tono era evidente que no estaba conforme con la situación - ¿También buscan cosas de valor? ¿Material para intercambiar? – Lo dijo un poco más alto para que la persona del otro lado de la colina lo escuche.
El zorro era bueno escondiendo su olor, sin embargo el otro sujeto despedía una fragancia a humo, comida, transpiración y metal.
-¿Y si están juntos?- Pensó el ratón. Podrían haberlo tenido planeado desde el principio, el instinto le decía a Amit que lo mejor era escapar, pero no dejaría que se quedaran con lo que sea que pudiera haber adentro de ese templo. Los tesoros que encontraría serían una excelente ayuda para la tribu, podrían comprar mucha comida y herramientas, y las crías crecerían fuertes e inteligentes.
El ratón se puso en cuatro patas y bajo dando varios ágiles saltos, hasta llegar cerca del zorro, era mucho más alto cuando se lo tenía frente a frente, pero eso no era algo que intimidara al Mausu, su gente lo había elegido por su valentía.
-¿Ese es tu compañero? Debe salir y dar la cara, la gente de bien no se esconde – Por lo tanto, si continuaba escondido sería la confirmación de que no se trataban de “gente de bien”.
Al escuchar la bienvenida dio un salto y dejo escapar un chillido, pero inmediatamente agarró el martillo que tenía en el cinturón. Era en realidad una herramienta de trabajo, pero podía usarla para defenderse si era necesario.
-¡Un zorro parlante! – El Mausu respiraba agitado, con todos sus sentidos concentrados en el nuevo Hombre-bestia - ¿Qué haces aquí? ¿Conoces el lugar? ¡Tchik! Si, si, debe ser eso, vienes por lo que hay adentro – Amit no podía evitar que se levantaran todos los pelos de su espalda, su instinto reaccionaba ante un depredador natural, aunque su parte racional se mantenía lo suficientemente calmada como para no hacer ningún movimiento agresivo – Yo llegue primero, así que debe irse Señor Zorro, Amit encontró este lugar ¡Tchik! – Chasqueó la lengua y se paró firme aún en la cima del montón de piedras.
EL Mausu detuvo su discurso, el caballo que había escuchado antes estaba ahora más cerca, pero peor que eso, se escuchaban los torpes pasos de un ser que caminaba sobre dos piernas. Seguramente el Zorro también podría escucharlo, por lo que ambos Hombres-Bestia estaban al tanto de que alguien se había detenido al otro lado de la colina.
Su grito no hizo más que confirmar lo evidente.
-¡Tchik-Tchik! Esto es malo, muy malo, cada vez más personas vienen, quieren lo que por derecho me pertenece a mi – Los rasgos faciales del ratón no coincidían lo suficiente con los de un humano como para notar su enfado, pero por el tono era evidente que no estaba conforme con la situación - ¿También buscan cosas de valor? ¿Material para intercambiar? – Lo dijo un poco más alto para que la persona del otro lado de la colina lo escuche.
El zorro era bueno escondiendo su olor, sin embargo el otro sujeto despedía una fragancia a humo, comida, transpiración y metal.
-¿Y si están juntos?- Pensó el ratón. Podrían haberlo tenido planeado desde el principio, el instinto le decía a Amit que lo mejor era escapar, pero no dejaría que se quedaran con lo que sea que pudiera haber adentro de ese templo. Los tesoros que encontraría serían una excelente ayuda para la tribu, podrían comprar mucha comida y herramientas, y las crías crecerían fuertes e inteligentes.
El ratón se puso en cuatro patas y bajo dando varios ágiles saltos, hasta llegar cerca del zorro, era mucho más alto cuando se lo tenía frente a frente, pero eso no era algo que intimidara al Mausu, su gente lo había elegido por su valentía.
-¿Ese es tu compañero? Debe salir y dar la cara, la gente de bien no se esconde – Por lo tanto, si continuaba escondido sería la confirmación de que no se trataban de “gente de bien”.
Amit'tek
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Zatch se tragó la risa y, en lugar de eso, puso una mueca de preocupación al ver que había espantado al roedor; fue difícil mantener el gesto cuando enarboló el martillo. ¿Qué pensaba hacer? ¿Golpearle un dedo?
“Vienes por lo que hay adentro”, acababa de decir. ¡Ajá! El pequeño tonto acababa de confirmar sus sospechas, y ni siquiera había tenido que torturarlo para que hablara. Y, además de tonto, era valiente. Le dieron ganas de empujar una de las piedras que tenía enfrente para ver cómo todo, empezando por el ratoncillo, se desmoronaba, pero se contuvo para mantener su impecable actuación.
-¿Irme? Lo siento, pero te equivocas. No has llegado primero, yo vivo aquí. -Mintió sin que el pulso le temblara ni un instante- Solamente salí a dar una vuel...
Pero el crujir de los guijarros a sus espaldas y el silencio de su interlocutor fueron suficiente para que cerrase el hocico. Llevando una mano a su daga con disimulo, se dio la vuelta para ir a echar un vistazo... mas no hizo falta. El recién llegado se dio a conocer de la manera más estúpida posible, suscitando en el zorro un largo suspiro de hastío. Jornadas enteras sin cruzarse con ni una sola alma errante y ahora coincidían tres en donde se suponía que iba a descansar.
-Seremos bestias, pero al menos olemos mejor que tú. -Se asomó al pequeño risco y, cuando tuvo al hombre a la vista, inhaló profundamente. Lo del olor no era broma: supuraba pestilencia humana por cada poro de la piel. Con el tiempo había aprendido a diferenciar; ni los vampiros ni los elfos olían a sudor, al menos no de la misma manera, los brujos solían traer el aroma de sus menjunjes raros y los dragones... los dragones no empuñaban sus armas con semejante desesperación, pudiendo asar a sus enemigos en un santiamén.
-No, no es mi compañero. -Dijo apenas se percató de que tenía al ratón a su lado, obligándose a mantener la compostura para no burlarse de su tamaño. ¡Le llegaba hasta la cintura!- ¡Deberías irte, amigo! Esta es mi casa. Y yo no entraría a tu casa sin invitación, ¿sabes? -Vociferó para que el chico lo escuchara, pues se dirigía a él. Entonces, restándole importancia con una ademán de la mano, se inclinó hacia el roedor para susurrar:
-Volviendo a lo que decías, respecto a lo que hay aquí... Lo sé, lo sé, lo he querido durante mucho tiempo, pero hay tantas raíces que no consigo alcanzarlo. -Tras juguetear durante un instante enroscándose los bigotes en el dedo índice, chasqueó la lengua- ¡Ya sé! He visto lo ágil que eres. Con mi fuerza y tu tamaño, podemos abrirnos camino a través muy fácilmente, ¿no crees? Nos ayudamos mutuamente y cada uno se queda con la mitad del tesoro.
Se cruzó de brazos y le sonrió ampliamente. Luego de que le mostrara la ubicación del botín, sería fácil deshacerse de él. Incluso, asado y debidamente condimentado, podía solucionarle la cena de los próximos tres días.
-¿Qué dices?
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Ante las provocaciones por parte del zorro y la insistencia de que diera la cara por parte del ratón, Alward escaló el último peldaño que quedaba con esfuerzo. Se puso en pie y se sacudió los hombros y parte del torso, mientras recuperaba el aliento y observaba sin apartar la vista a los dos hombres-bestia.
-...Si es... tu casa... como es que... e-entonces...-No podía hablar, tenía que pararse un par de segundos para recobrar el aliento. Ante esto, levantó una mano y arqueó un poco la espalda, apoyando su otra mano en una de sus rodillas.-...Uff... cómo cuesta... subir esto con la maldita armadura... y las espadas...-Continuó, aún jadeando
Pasaron un par de minutos y ya pudo al menos hablar con soltura. No sin antes escuchar lo que ambos hablaban entre sí
-Si es tu casa, ¿Cómo que no has conseguido llegar al tesoro?-Dijo levantando la cabeza, todavía con su espalda agachada y apoyándose con ambas manos en las rodillas-Esta zona está abandonada, si tienes la mala suerte de encontrarte con un elfo, lo llevas claro. Nadie querría vivir aquí, y menos en un sitio tan apartado. Si vives aquí...--Tosió y volvió a reincorporar su cuerpo--...Es que estás completamente loco
Al estar ya totalmente recuperado, pudo ver que más allá de la colina se escondía un templo enterrado en vegetación y raíces gruesas. Al ver eso, obvió la presencia de ambos hombres-bestias, pasando por en medio suya y apartándolos para situarse al borde del enorme pedrusco mohoso que servía como plataforma. Echó una mano a su zurrón y sacó el mapa que le habían dado, lo desenrolló y pudo ver que exactamente se encontraba en aquella ubicación. Los enormes árboles coincidían, la estructura era bastante parecida y la zona se destacaba por estar enterrada entre tanta vegetación. Además, pudo ver la propia colina en la que estaba señalada también en el mapa. No estaba seguro completamente, pero al menos era un indicio bastante convincente de que ese era el sitio.
Acto seguido, se giró hacia los dos extraños aparentes exploradores allí presentes.
-Si no me equivoco...-Observó tanto al ratón como al zorro de arriba a abajo-Por lo que he oído, también venís buscando algún tesoro. Yo busco un orbe del tamaño de una cabeza y color rojizo-Hizo gestos tratando de dibujar en el espacio la dimensión del orbe-También me han dicho que dentro hay bastantes más tesoros, que me podía quedar como "paga extra"-Se guardó el mapa en el zurrón y se cruzó de brazos-Podemos hacer un trato-Señaló hacia abajo, a las ruinas-Yo me quedo el orbe rojo y el resto de tesoros podéis repartirloslos, a cambio, iré con vosotros y puedo protegeros de los peligros que se encuentren allí. Quién sabe, pueden haber bestias cavernarias o espíritus... O ladrones de tumbas.-Dicho esto último, que no lo vio muy posible debido a que la zona estaba bastante abandonada y el templo tenía raíces que, según el zorro, taponaban algunas vías, se golpeó la armadura pectoral, produciendo esta un sonido metálico al impactar con sus guanteletes, que también tenían pequeñas placas de metal, y sonrió-¡Yo puedo con todo! Unas simples bestias o ladronzuelos no me asustarán
Y no era mala idea una alianza, ya que nunca había explorado ruinas antiguas, templos o lo que sea que fuese aquello, así no podría perderse eternamente por laberínticos túneles sin fin.
-...Si es... tu casa... como es que... e-entonces...-No podía hablar, tenía que pararse un par de segundos para recobrar el aliento. Ante esto, levantó una mano y arqueó un poco la espalda, apoyando su otra mano en una de sus rodillas.-...Uff... cómo cuesta... subir esto con la maldita armadura... y las espadas...-Continuó, aún jadeando
Pasaron un par de minutos y ya pudo al menos hablar con soltura. No sin antes escuchar lo que ambos hablaban entre sí
-Si es tu casa, ¿Cómo que no has conseguido llegar al tesoro?-Dijo levantando la cabeza, todavía con su espalda agachada y apoyándose con ambas manos en las rodillas-Esta zona está abandonada, si tienes la mala suerte de encontrarte con un elfo, lo llevas claro. Nadie querría vivir aquí, y menos en un sitio tan apartado. Si vives aquí...--Tosió y volvió a reincorporar su cuerpo--...Es que estás completamente loco
Al estar ya totalmente recuperado, pudo ver que más allá de la colina se escondía un templo enterrado en vegetación y raíces gruesas. Al ver eso, obvió la presencia de ambos hombres-bestias, pasando por en medio suya y apartándolos para situarse al borde del enorme pedrusco mohoso que servía como plataforma. Echó una mano a su zurrón y sacó el mapa que le habían dado, lo desenrolló y pudo ver que exactamente se encontraba en aquella ubicación. Los enormes árboles coincidían, la estructura era bastante parecida y la zona se destacaba por estar enterrada entre tanta vegetación. Además, pudo ver la propia colina en la que estaba señalada también en el mapa. No estaba seguro completamente, pero al menos era un indicio bastante convincente de que ese era el sitio.
Acto seguido, se giró hacia los dos extraños aparentes exploradores allí presentes.
-Si no me equivoco...-Observó tanto al ratón como al zorro de arriba a abajo-Por lo que he oído, también venís buscando algún tesoro. Yo busco un orbe del tamaño de una cabeza y color rojizo-Hizo gestos tratando de dibujar en el espacio la dimensión del orbe-También me han dicho que dentro hay bastantes más tesoros, que me podía quedar como "paga extra"-Se guardó el mapa en el zurrón y se cruzó de brazos-Podemos hacer un trato-Señaló hacia abajo, a las ruinas-Yo me quedo el orbe rojo y el resto de tesoros podéis repartirloslos, a cambio, iré con vosotros y puedo protegeros de los peligros que se encuentren allí. Quién sabe, pueden haber bestias cavernarias o espíritus... O ladrones de tumbas.-Dicho esto último, que no lo vio muy posible debido a que la zona estaba bastante abandonada y el templo tenía raíces que, según el zorro, taponaban algunas vías, se golpeó la armadura pectoral, produciendo esta un sonido metálico al impactar con sus guanteletes, que también tenían pequeñas placas de metal, y sonrió-¡Yo puedo con todo! Unas simples bestias o ladronzuelos no me asustarán
Y no era mala idea una alianza, ya que nunca había explorado ruinas antiguas, templos o lo que sea que fuese aquello, así no podría perderse eternamente por laberínticos túneles sin fin.
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Amit asintió varias veces cuando el zorro dijo lo del olor, sin duda los humanos no olían bien ¡Para nada bien! Sus ciudades estaban llenas de mucha gente, y toda su suciedad y residuos eran tirados por las calles, además de desperdiciar enormes cantidades de comida. Al ratón le había parecido espantoso, jamás había visto tanta opulencia, y tanto despilfarro hasta que conoció a los humanos.
-¿Tu casa? – Amit movió los bigotes, evaluando lo que el zorro le decía. Miró alrededor, allí no había nada, respiró un par de veces y chasqueo con los dientes - ¿Y dónde comes? ¿Dónde descansas? – El Mausu asintió varias veces ante las palabras del otro hombre – Lo que dice el humano es cierto. El zorro miente, ellos siempre mienten, nosotros lo sabemos, no hay que confiar en los zorros – Se señaló la nariz – Ellos saben disfrazar su verdadera presencia –
El pueblo Mausu se dedicaba a sembrar distintos tipos de semillas pero también necesitaban algo de carne, no era raro que tuvieran gallinas y el problema con los zorros era bien conocido. En cualquier caso, no sería Amit el que comenzara una pelea, aunque el zorro fuera un mentiroso, tenía tanto derecho para entrar como el humano.
A ojos del ratón era evidente que el hombre estaría cansado ¿¡Y si llevaba todo ese metal encima como no iba a estarlo!? Pero debía ser un guerrero, y los de su estilo tenían que llevar esas cosas para protegerse.
-Yo puedo entrar – Respondió con seguridad al zorro, si seguía el sonido del agua probablemente hubiese una abertura, pero en el caso de que no la hubiera, tenía otros recursos – Entonces ambos ofrecen su fuerza, mientras que Amit sería quien encuentre el camino, si, si, ya veo ¡Tchik! Bien, si no queda otra alternativa… – Eso era mejor que pelear, además, si huía y se metía en el templo antes de que lo atraparan, de todos modos lo agarrarían cuando saliera con el tesoro ¡Y les habría hecho todo el trabajo!
Hizo varias respiraciones cortas para demostrar su enojo con la situación, pero luego estiró la mano para estrechar primero la del humano y luego la del zorro.
-Es un trato, tendremos a los dioses de testigos, el que no cumpla con su palabra será castigado – Dijo Amit mientras estrechaba sus manos en un tono solemne.
Una vez concluida la parte de los negocios, el hombre-ratón se puso en cuatro patas y comenzó a correr hacia el templo. Se detenía de vez en cuando para sentir el olor del agua o captar su sonido, el ruido de la armadura del humano dificultaba el asunto. El mausu se dio vuelta enojado y señalo al hombre.
-Esa armadura es algo malo, muy malo, no te servirá allá abajo, no, no, te quedaras atorado en cuanto intentemos entrar – El ratón solo quería darle un consejo, si el humano no quería hacerle caso entonces era su problema – Es por aquí –
Siguió un hilo de agua que conectaba con un agujero en la pared, probablemente en algún momento había sido una ventana, pero ahora estaba todo cubierto por piedras, y nada que midiera más de treinta centímetros podría pasar. Amit pasó las manos por los bordes, luego miró adentro y finalmente metió entero un brazo para evaluar qué había del otro lado.
Asintió varias veces y dijo:
-Es seguro, se puede entrar. Yo entrare, ustedes son demasiado grandes y tienen muchas cosas encima – Señalo sus armas y pertenencias mientras movía los bigotes con desaprobación – Esperen, les abriré un espacio – Dicho eso, se agachó y metió la cabeza en el agujero, a simple vista parecía imposible que pase, pero empujó con las cuatro patas en el piso y su cuerpo, que parecía rechoncho, se introdujo en el agujero sin esfuerzo – Tchik, Tchik, ya está, solo esperen un momento más – Se escuchó como si el ratón revolviera algo, el sonido de frascos entrechocando y un humo sutil pero apestoso comenzó a salir. Luego el sonido del martillo golpeando la piedra y finalmente los chillidos contentos del mausu – Esta bien, tiren de la piedra hacia afuera, yo empujare desde adentro –
Había aflojado los bordes, y luego de tirar un poco podrían moverla y dejar un espacio algo más grande para que entren. En el interior los esperaba un pasillo completamente oscuro, el agua que se había filtrado por la hendidura formaba un charco en el piso de piedra, y una capa de moho hacía algo resbaladizo el andar.
Amit no veía nada, pero podía sentir con sus bigotes las paredes y el piso, por lo que se movía con total tranquilidad. Se fijó si el agua se inclinaba hacía alguno de los lados, pero parecía que no, por lo que no estaban en un pasillo que bajara. Se fijó en el olor y ahí si notó una diferencia.
-El aire se siente más viciado en aquella dirección, tenemos que ir hacía allá – Comenzó a caminar en la dirección señalada.
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-¿Tu casa? – Amit movió los bigotes, evaluando lo que el zorro le decía. Miró alrededor, allí no había nada, respiró un par de veces y chasqueo con los dientes - ¿Y dónde comes? ¿Dónde descansas? – El Mausu asintió varias veces ante las palabras del otro hombre – Lo que dice el humano es cierto. El zorro miente, ellos siempre mienten, nosotros lo sabemos, no hay que confiar en los zorros – Se señaló la nariz – Ellos saben disfrazar su verdadera presencia –
El pueblo Mausu se dedicaba a sembrar distintos tipos de semillas pero también necesitaban algo de carne, no era raro que tuvieran gallinas y el problema con los zorros era bien conocido. En cualquier caso, no sería Amit el que comenzara una pelea, aunque el zorro fuera un mentiroso, tenía tanto derecho para entrar como el humano.
A ojos del ratón era evidente que el hombre estaría cansado ¿¡Y si llevaba todo ese metal encima como no iba a estarlo!? Pero debía ser un guerrero, y los de su estilo tenían que llevar esas cosas para protegerse.
-Yo puedo entrar – Respondió con seguridad al zorro, si seguía el sonido del agua probablemente hubiese una abertura, pero en el caso de que no la hubiera, tenía otros recursos – Entonces ambos ofrecen su fuerza, mientras que Amit sería quien encuentre el camino, si, si, ya veo ¡Tchik! Bien, si no queda otra alternativa… – Eso era mejor que pelear, además, si huía y se metía en el templo antes de que lo atraparan, de todos modos lo agarrarían cuando saliera con el tesoro ¡Y les habría hecho todo el trabajo!
Hizo varias respiraciones cortas para demostrar su enojo con la situación, pero luego estiró la mano para estrechar primero la del humano y luego la del zorro.
-Es un trato, tendremos a los dioses de testigos, el que no cumpla con su palabra será castigado – Dijo Amit mientras estrechaba sus manos en un tono solemne.
Una vez concluida la parte de los negocios, el hombre-ratón se puso en cuatro patas y comenzó a correr hacia el templo. Se detenía de vez en cuando para sentir el olor del agua o captar su sonido, el ruido de la armadura del humano dificultaba el asunto. El mausu se dio vuelta enojado y señalo al hombre.
-Esa armadura es algo malo, muy malo, no te servirá allá abajo, no, no, te quedaras atorado en cuanto intentemos entrar – El ratón solo quería darle un consejo, si el humano no quería hacerle caso entonces era su problema – Es por aquí –
Siguió un hilo de agua que conectaba con un agujero en la pared, probablemente en algún momento había sido una ventana, pero ahora estaba todo cubierto por piedras, y nada que midiera más de treinta centímetros podría pasar. Amit pasó las manos por los bordes, luego miró adentro y finalmente metió entero un brazo para evaluar qué había del otro lado.
Asintió varias veces y dijo:
-Es seguro, se puede entrar. Yo entrare, ustedes son demasiado grandes y tienen muchas cosas encima – Señalo sus armas y pertenencias mientras movía los bigotes con desaprobación – Esperen, les abriré un espacio – Dicho eso, se agachó y metió la cabeza en el agujero, a simple vista parecía imposible que pase, pero empujó con las cuatro patas en el piso y su cuerpo, que parecía rechoncho, se introdujo en el agujero sin esfuerzo – Tchik, Tchik, ya está, solo esperen un momento más – Se escuchó como si el ratón revolviera algo, el sonido de frascos entrechocando y un humo sutil pero apestoso comenzó a salir. Luego el sonido del martillo golpeando la piedra y finalmente los chillidos contentos del mausu – Esta bien, tiren de la piedra hacia afuera, yo empujare desde adentro –
Había aflojado los bordes, y luego de tirar un poco podrían moverla y dejar un espacio algo más grande para que entren. En el interior los esperaba un pasillo completamente oscuro, el agua que se había filtrado por la hendidura formaba un charco en el piso de piedra, y una capa de moho hacía algo resbaladizo el andar.
Amit no veía nada, pero podía sentir con sus bigotes las paredes y el piso, por lo que se movía con total tranquilidad. Se fijó si el agua se inclinaba hacía alguno de los lados, pero parecía que no, por lo que no estaban en un pasillo que bajara. Se fijó en el olor y ahí si notó una diferencia.
-El aire se siente más viciado en aquella dirección, tenemos que ir hacía allá – Comenzó a caminar en la dirección señalada.
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Amit'tek
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El humano se encargó de remarcar lo obvio: nadie en su sano juicio viviría solo en esas tierras que lindaban con territorio élfico y biocibernético; pero había muchos locos en el mundo y a Zatch no le importaba fingir ser uno de ellos. Además, por su condición de “animal”, pensaba que era fácil de creer que se escondiese entre un montón de rocas mohosas; a fin de cuenta los humanos solían pensar eso de ellos y, a juzgar por sus palabras, éste no parecía ser la excepción. Rodó los ojos como toda respuesta y procedió a responder lo importante:
-Pon más atención, amigo: He dicho que el paso está cortado por las raíces. Además, aunque las quite, hay piedras que se han derrumbado en medio. Llegado cierto punto, solo alguien de su tamaño podría pasar. -Señaló al roedor con la cabeza. En realidad no estaba seguro de eso, dado que apenas había dado un vistazo a la estructura desde afuera y no tenía idea en qué estado se encontraban los pasillos internos. Pero así funcionaba la mentira, la gente de buen corazón usualmente era bastante confiada y solía tener éxito con sus historias improvisadas.
...O al menos lo tenía cuando no desconfiaban de él desde el primer instante.
-Maldita rata inmunda. -Pensó mientras clavaba sus pequeños ojos ambarinos sobre el susodicho. Lo despellejaría, le quitaría la cola y las patas, lo asaría y se lo ofrecería a Matthew Owens como muestra de su amistad diciéndole que era un Warbeen de la más alta calidad. Mientras pensaba aquello, sonreía y hablaba con suma tranquilidad y paciencia.
-¿No es suficiente con que nos estereotipen los humanos, que ahora tenemos que hacerlo entre nosotros también? Yo no te llamo sucio por ser lo que eres. -Suspiró con dolor en la mirada, pero pronto volvió a sonreír- Te dejaré pasar esta ofensa, compañero, y luego, si quieres, te mostraré con gusto el lugar donde duermo para que me creas. -“Te llevaré al rincón más oscuro que encuentre y no podrás ni chillar, bocadillo.” -Pensó al tiempo en que le daba una palmada amistosa en la espalda.
Entonces el recién llegado se abrió paso entre ellos, gesto tan irrespetuoso que Zatch tuvo que contar hasta veinte para no saltarle a la yugular en ese mismísimo instante. Pasado el enojo, se instó a concentrarse en mirar por sobre el hombro ajeno el mapa que llevaba entre manos; al parecer realmente había algo valioso en esas ruinas, un increíble golpe de suerte. Aquellos dos eran lo de menos, ya encontraría el momento exacto de encargarse de ellos o huir con el botín bien guardado en su morral.
-Espero que con “unas simples bestias” no te refieras a nosotros. -Bromeó, con el brillo de la amenaza fulgurando en su mirada, aunque pronto recuperó el fingido buen talante- ¡Trato hecho! -Exhibió todos los colmillos en una amplia sonrisa mientras estrechaba las manos ajenas.
El roedor fue el primero en aproximarse hacia las ruinas. ¡Cuánta energía! Zatch ahora entendía por qué esos seres tenían vidas tan cortas, siendo tan ansiosos no podía ser de otra manera. Él, por su parte, salteó las rocas con parsimonia hasta llegar donde el bocadillo evaluaba la situación. Realmente tenía cualidades para ser un gran ladrón: su cuerpecito cabía casi en cualquier lado y sabía exactamente por dónde infiltrarse. El zorro admiró la manera en que se metía por aquel pequeño hueco e intercambió miradas con el humano para fomentar la sensación de complicidad. Entonces, cuando el humo llegó a su nariz, no pudo evitar estornudar con estruendo justo en la cara del otro.
-¿Qué demonios lleva ahí? -Se preguntó para sus adentros. Olía picante y corrosivo- Nota mental: quitarle esa cosa antes de comérmelo.
Tomó la piedra por la parte de arriba con ambas patas, dejándole espacio abajo al humano para que pudiese tirar también, y haló con todas sus fuerzas. El pesado bloque comenzó a ceder poco a poco hasta que terminó por salir, momento en que la soltó para que terminase en el piso. Tocó con cautela los bordes del hueco para comprobar que se mantenían estables y, finalmente, se deslizó dentro sin mayores problemas.
Sintió el agua al pisarla con las patas desnudas y permaneció quieto mientras, cubriéndose los ojos, esperaba que su vista se acostumbrara a la oscuridad. Pasado un minuto miró alrededor. No era igual que ver de día, las formas y siluetas eran más difusas, pero veía lo suficientemente bien como para andar sin chocarse con nada y, más importante, tener un ojo siempre puesto sobre sus acompañantes, además de que sus otros sentidos ayudaban mucho. Estuvo por ofrecerse para guiar, pero pronto constató que el ratón también podía moverse con soltura y, pensándolo mejor, si había trampas por ahí era mucho más inteligente no ir a la cabeza.
-¿Qué se siente tener la vista atrofiada? -Inquirió al humano con una sonrisa mordaz mientras echaba a andar. Lo ponía de buen humor saber que con cada paso estaba más cerca de un enorme botín- Puedes agarrarme la cola para guiarte, si quieres. Solo te costará cinco aeros.
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
El extraño grupo de tres se dirigió a la entrada taponada por las raíces y rocas, ya que era la única vía segura que estaría repleta de los famosos tesoros de los que Alward había oído hablar. Los hombres-bestia eran mucho más ágiles que él y llegaron antes. La armadura del humano es cierto que hacía ruido, pero no se especializaba precisamente en ser sigiloso ni nada por el estilo. Era un guerrero, y tenía que tener la protección adecuada, aunque el ratón sugirió que se la quitase. A lo que Alward respondió sonrojándose, a la vez que apretaba los dientes y alzaba uno de sus puños con vehemencia. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
-¿¡Cómo pretendes que me quite la armadura!? ¿¡Quieres que vaya en paños menores por ahí!?-De nuevo, apretó los dientes y apartó la mirada, avergonzado.
El ratón se metió por un pequeño hueco que dejaban las raíces y advirtió tanto a Alward como al zorro que ayudasen desde el otro lado a empujar una gran roca... ¿Pero cómo? De pronto, una parte de esta se echaba poco a poco hacia abajo y cedía con el terreno. Algo había hecho el ratón, y bastante productivo además. El mercenario asintió convencido, acto seguido el zorro le estornudó en toda la cara.
-...-No dijo nada, simplemente suspiró muy hondo y se secó como pudo. No sin antes dedicarle una mirada con cierto desdén al hombre-bestia.
Entre los tres lograron abrir un hueco en la entrada lo suficientemente grande para que todo cupieran de forma cómoda y excelente, sin duda aliarse con aquel ratoncillo había sido una estupenda idea. No pensaba lo mismo del zorro, ya que se le veía con malicia y cierto aire de superioridad ante los demás. Alward sin duda no le quitaría el ojo de encima a este último.
El zorro tocó con cuidado los bordes del hueco generado por una especie de líquido que el ratón había desparramado por toda la roca que la corroyó casi en su totalidad.
-¡Entra sin miedo!-Le dio una buena palmada en la espalda con un tono amistoso y con fuerza
Tras el zorro, entró Alward. En ese momento se dio cuenta que de tendría un grave problema de orientación en tan oscuro lugar, cosa de la que también se percató su nuevo "amigo" vulpino, el cual volvió a reírse de la desgracia del humano. Que además de ver poco, tenía la sensación de que andaba por un interminable charco de agua, en piedra mohosa y alguna que otra piedra rota en el camino le hacía de vez en cuando tener un pequeño desajuste espacial, aunque por suerte no se cayó ni una vez.
El joven Sevna simplemente se acalló y apretó los dientes frustrado, pero acto seguido le dedicó una sonrisa al zorro con condescendencia. En realidad, la poca visión podría ser un problema para este lugar y para la misión. Tampoco podía quedarse fuera ni pedirle a ninguno de los dos que busquen por él, eran completos desconocidos y, por supuesto, a no ser que se les premiase con una suculenta oferta en aeros, no harían nada por él.
Por suerte, un atisbo de luz se vio al final del pasillo que recorrían, cosa que impresionó de sobremanera al humano, ¿Luz? ¿En un sitio abandonado quién sabe cuántos años?
-¡Se ve algo!-Señaló al frente
El humano empezó a acelerar el paso, adelantando incluso al ratón que iba de guía. Quería llegar lo más pronto posible a aquella luz, necesitaba ver, ya que el oscuro vacío le generaba ansiedad y estrés.
Cuando dejó atrás el oscuro pasillo, llegó a una sala circular, hecha de la misma piedra mohosa que el resto de las ruinas y con algunas raíces sobresaliendo incluso de la pared, que hacían que la luz solar entrase de lleno en la sala e iluminara la zona. Un alivio total para el humano.
Poco le iba a durar la alegría, ya que nada más entrar en la sala, pisó una baldosa que generó un temblor intenso en toda esta. Miró hacia todos los lados, para ver si había activado algún tipo de trampa. En efecto, de ambos lados de la sala nada más entrar en la estancia, dos troncos enormes sujetados por un complejo mecanismo iban a encontrarse e impactar de forma brutal. Alward tuvo los suficientes reflejos como para reaccionar y tirarse hacia adelante, tapándose con ambas manos la cabeza. Una vez que los troncos impactaron, en un estruendoso golpe que hizo retumbar aún más la sala e incluso resquebrajar las piedras del techo de modo que soltaron polvo y trocitos pequeños de ellas mismas, estos subieron de nuevo a su posición inicial, ocultos, esperando a que la próxima pobre alma que pisase aquella maldita baldosa corriera peor suerte que el joven Sevna y estuviese menos atento que él.
-...M-mierda, casi acabo hecho puré-Dijo aún tendido en el suelo unos metros más adelante de la entrada, con el rostro encogido y las manos en la cabeza. Rápidamente se reincorporó y se sacudió el polvo-...Sigamos...-Dijo carraspeando mientras intentaba recuperar la compostura
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Amit jamás entendió a qué se refería el zorro cuando decía “nosotros”, no pertenecían a la misma tribu, no tenían ningún tipo de linaje en común, a ojos del Mausu el Hombre-zorro era tan ajeno a él como el Humano. Tampoco quería saber cuáles eran los hábitos nocturnos de semejante ser, probablemente no tendría la misma calidez y la comodidad que tenían las madrigueras de su tribu.
El humano se negó a quitarse la armadura, Amit solo respondió a eso encogiéndose de hombros, en el peor de los casos, se quedaría atorado en algún lado, y les haría perder tiempo cuando tuvieran que empujarlo para sacarlo.
-¿La luz es un problema? – El Mausu no lo había pensado, siempre exploraba ese tipo de lugares solo, así que la idea de que para el resto podía ser una dificultad siquiera cruzó su mente hasta que el zorro lo mencionó – Quizás encontremos antorchas más adelante ¡Tchik! Pero aunque no haya yo tengo una… - Siquiera pudo terminar, el humano se le adelantó y fue hacia una luz.
El joven ratón se daba cuenta ahora que estaba tratando con novatos, nadie que tuviera cierta experiencia recorriendo tumbas y templos abandonados se adelantaría con tanta calma hacía una habitación llamativa. Cuando el humano cruzó el portal se sintió un temblor.
-Eso no es bueno, nada bueno ¡Tchik! – Amit se puso en cuatro patas y corrió hacia el hombre, pensando en que podría sacarlo a tiempo del peligro. Por suerte el humano que era ruidoso, torpe y no veía en la oscuridad, si tenía los suficientes reflejos como para esquivar una trampa. Se vieron separados por los enormes troncos que golpearon entre sí con estruendo – Muy cerca, eso estuvo muy cerca –
Normalmente el corazón del Mausu latía a una velocidad muy superior que la del resto, pero ahora parecía que iba a explotar o a salir de su pecho volando. Amit se puso en pie y olió el sitio en el que estaba la baldosa falsa. Luego miro al humano y chasqueó los dientes varias veces, enojado.
-No vuelvas a hacer eso ¡Tchik! Eso no está bien, no tienes que repetirlo nunca más ¡Tchik! ¡Tchik! Este es un sitio muy peligroso – Amit pasó con mucho cuidado rodeando la baldosa que activaba la trampa – Esta es una tumba, y quienes enterraron al fallecido le dieron muchos obsequios. Pero también dejaron muchas trampas para que los ladrones no entren –
Miró con atención la enorme sala, la luz entraba por varias rendijas que debían estar bajo los árboles que habían visto cuando estaban en la superficie. Todas las paredes estaban llenas de plantas, moho y tierra. El Mausu se acercó con cuidado, mientras olía el piso para asegurarse de que no hubiese otro interruptor. Tocó la piedra con las patas delanteras y apartó un poco del polvo para ver qué había abajo.
-Quizás fue alguien importante, algún jefe de una tribu, o alguien que se sacrificó por una causa muy noble – En la esquina exactamente opuesta había otro portal, era probable que tuviera una trampa también, por lo que Amit se acercó con mucho cuidado.
Le pareció que una de las piedras estaba más levantada que el resto, sacó su martillo y tocó con mucha precaución… Nada pasó. Amit movió los bigotes, extrañado de que nada hubiese saltado.
-Parece estar bien, deberíamos seguir por aquí – El pasillo que continuaba volvía a estar oscuro, Amit se detuvo – El humano no podrá ver ¡Tchik! –Ir a los tropezones por todo el templo no era una opción.
El humano se negó a quitarse la armadura, Amit solo respondió a eso encogiéndose de hombros, en el peor de los casos, se quedaría atorado en algún lado, y les haría perder tiempo cuando tuvieran que empujarlo para sacarlo.
-¿La luz es un problema? – El Mausu no lo había pensado, siempre exploraba ese tipo de lugares solo, así que la idea de que para el resto podía ser una dificultad siquiera cruzó su mente hasta que el zorro lo mencionó – Quizás encontremos antorchas más adelante ¡Tchik! Pero aunque no haya yo tengo una… - Siquiera pudo terminar, el humano se le adelantó y fue hacia una luz.
El joven ratón se daba cuenta ahora que estaba tratando con novatos, nadie que tuviera cierta experiencia recorriendo tumbas y templos abandonados se adelantaría con tanta calma hacía una habitación llamativa. Cuando el humano cruzó el portal se sintió un temblor.
-Eso no es bueno, nada bueno ¡Tchik! – Amit se puso en cuatro patas y corrió hacia el hombre, pensando en que podría sacarlo a tiempo del peligro. Por suerte el humano que era ruidoso, torpe y no veía en la oscuridad, si tenía los suficientes reflejos como para esquivar una trampa. Se vieron separados por los enormes troncos que golpearon entre sí con estruendo – Muy cerca, eso estuvo muy cerca –
Normalmente el corazón del Mausu latía a una velocidad muy superior que la del resto, pero ahora parecía que iba a explotar o a salir de su pecho volando. Amit se puso en pie y olió el sitio en el que estaba la baldosa falsa. Luego miro al humano y chasqueó los dientes varias veces, enojado.
-No vuelvas a hacer eso ¡Tchik! Eso no está bien, no tienes que repetirlo nunca más ¡Tchik! ¡Tchik! Este es un sitio muy peligroso – Amit pasó con mucho cuidado rodeando la baldosa que activaba la trampa – Esta es una tumba, y quienes enterraron al fallecido le dieron muchos obsequios. Pero también dejaron muchas trampas para que los ladrones no entren –
Miró con atención la enorme sala, la luz entraba por varias rendijas que debían estar bajo los árboles que habían visto cuando estaban en la superficie. Todas las paredes estaban llenas de plantas, moho y tierra. El Mausu se acercó con cuidado, mientras olía el piso para asegurarse de que no hubiese otro interruptor. Tocó la piedra con las patas delanteras y apartó un poco del polvo para ver qué había abajo.
-Quizás fue alguien importante, algún jefe de una tribu, o alguien que se sacrificó por una causa muy noble – En la esquina exactamente opuesta había otro portal, era probable que tuviera una trampa también, por lo que Amit se acercó con mucho cuidado.
Le pareció que una de las piedras estaba más levantada que el resto, sacó su martillo y tocó con mucha precaución… Nada pasó. Amit movió los bigotes, extrañado de que nada hubiese saltado.
-Parece estar bien, deberíamos seguir por aquí – El pasillo que continuaba volvía a estar oscuro, Amit se detuvo – El humano no podrá ver ¡Tchik! –Ir a los tropezones por todo el templo no era una opción.
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
El humano salió corriendo y Zatch deseó que pisara algo potencialmente mortal (explosivo, de ser posible) solo para ver cómo era castigado por su osadía. Todavía caminaba por el pasillo cuando un temblor y el posterior estruendo le avisaron que su sueño estaba haciéndose realidad. Expectante, apretó el paso para ver con qué espantosa escena se encontraba y, tras soportar el leve dolor que conllevaba el proceso de sus pupilas acostumbrándose nuevamente a la luz del sol, comprobó con decepción que el humano no se había convertido en una tortilla de carne y acero.
-Suertudo. -Pensó mientras le sonreía y le mostraba un pulgar en alto, obviando la retahíla de reproches que el ratón soltaba a una velocidad endemoniada- ¡Qué buenos reflejos, amigo! -Apenas se incorporó le dio una fuerte palmada en la espalda, cuidando de no pisar la baldosa al momento de ingresar a la sala.
Bastó dar una vuelta para constatar que no había nada de valor, mas no se sintió desanimado. Era lógico que en la primera habitación no encontraran nada; antes de ser cerrada por las raíces, habría estado a la intemperie y a merced de cualquier aventurero que pasara por allí.
Siguiendo al ratón se dispuso a abandonar la sala para continuar, deteniéndose a una distancia prudente cuando vio que analizaba una piedra en particular. Tras probar que no había peligro alguno pensó que seguirían, pero al parecer el roedor era mucho más considerado de lo que parecía... eso, o no quería arriesgarse a que el torpe lampiño activara otra trampa. Conteniendo un suspiro, el zorro caviló una solución para no retrasarse más y chasqueó los dedos cuando se le ocurrió una idea.
-Esto servirá. -Llevó una pata a su cinturón y extrajo una de las dos dagas que pendían de él. El arma brillaba con un llamativo fulgor anaranjado y su hoja expelía un potente calor. La luz era tenue, pero resultaba suficiente para iluminar al menos un par de metros a la redonda. -¿Mejor? -Preguntó al humano con una sonrisa condescendiente.
Entonces dio un paso adelante, pero pronto se le ocurrió que, si pretendía vivir un tiempo más, no era buena idea ser quien encabezara la expedición en aquel lugar repleto de trampas- Los roedores primero. -Ofreció con un elegante ademán de la mano y, una vez el ratón hubo pasado, volvió a posicionarse en el segundo lugar de la fila.
Con cada paso que daban el aire volvía a viciarse, dando a entender que la siguiente sala no estaba tan expuesta como la que dejaban atrás. Incluso, si ponía atención, su fino olfato llegaba a captar el amargo aroma de las osamentas que llevaban allí ya demasiado tiempo. Y efectivamente, al llegar a la pequeña habitación, el brillo de la daga descubrió las siluetas de tres cadáveres sin un gramo de carne sobre sus grisáceos huesos.
-Oh, se parecen a nosotros. -Bromeó; tanto tiempo viendo cosas así había agriado su sentido del humor y a veces no notaba lo repelente que podía llegar a sonar. Como fuera, toda su atención recayó en el esqueleto más cercano que, tirado boca abajo en el suelo, extendía una de sus manos en dirección a ellos. Apresado entre sus flacos dedos, un rubí grande como su dedo pulgar centelleaba suavemente- ¡Yo lo vi primero! -Anunció jubiloso mientras corría a toda prisa para tomarlo. Pero, a un centímetro de la piedra, recordó la trampa del suelo. Estático, alzó la mirada y notó, recién entonces, que ninguno de los otros dos cadáveres tenían sus cabezas. Simplemente habían desaparecido.
-...Interesante. -Masculló mientras daba un paso atrás, volviendo con las manos vacías a su lugar seguro tras el ratón.
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
El ratón fue enseguida a interesarse por la integridad física del joven mercenario, mientras que el zorro quedó expectante a la entrada de la sala. El primero le soltó una tremenda reprimenda al humano, el cual entonó el "mea culpa" soltando un "Lo siento" bastante sincero.
Alward agachó la mirada, aún sentado en el suelo, pero el zorro, con un comportamiento sorprendentemente amigable fue a halagar su reacción tras la detonación de la trampa. El Sevna levantó la mirada y soltó una sonrisa mientras se encogía de hombros.
Tras echar un rápido vistazo por allí, rápidamente llegaron a la conclusión de que no había mucho más que aquella trampa para despistados o novatos aventureros. Quizás podría tratarse de alguna sala funeraria, sea como fuere, no había nada allí de valor, ni mucho menos el orbe que Alward buscaba. Sin duda, si tan valioso era, estaría en las salas más recónditas y de más difícil acceso de esa especie de templo-ruinas-tumba antigua.
Antes de decidir abandonar la sala para proseguir la expedición, el ratón detuvo al grupo, volviendo a señalar el claro problema que tendría Alward si continuaba otra vez por aquellos pasillos oscuros, carente de toda fuente de luz. Para de nuevo, la sorpresa del humano, su amigo vulpino ideó una solución; sacó una daga que emitía una luz cálida y tenue, pero que no estaba nada mal como antorcha improvisada.
-Vaya, gracias...-Se detuvo, admirando el arma, luego devolvió su mirada al zorro-Eres bastante ingenioso
Tras solucionar el problema de visión, el grupo de tres se puso de nuevo en marcha. Caminaron por un pequeño y estrecho pasillo hasta llegar a otra sala, mucho más pequeña y estrecha que la anterior. Ya no se veía ni rastro de la luz que iluminaba a la sala circular, realmente dependían de la iluminación de la daga del ingenioso zorro.
De pronto se encontraron con tres esqueletos humanoides que se hallaban yacientes sobre el suelo, con posturas bastante forzadas, lo que no indicaba una muerte natural, ni siquiera por hambre o sed. Algo les habría matado, o alguien... Dos de ellos estaban incluso decapitados.
-...Muy gracioso-Dijo cruzándose de brazos como respuesta al comentario del zorro.
El hombre vulpino vio algo en los esqueletos que le llamó la atención; era una joya entre los dedos del que no estaba decapitado, pero enseguida este reprendió la marcha al recapacitar sobre su acción.
-..¿Por qué te paras?-Miró a los dos esqueletos decapitados-...Ah...-Soltó entendiendo lo que es probable que pasase si alguien daba un paso en falso en aquella estrecha estancia-Pues, si no queremos acabar igual, habrá que hacer algo al respecto-Posó una mano sobre el hombro del roedor-¿Tienes alguna idea, amigo ratón?
Podría intentar él mismo hacer algo, pero tras su pequeña experiencia con la entrada a la sala circular no quería volver a meter de nuevo la pata. Estaba algo perdido y dudoso de cómo actuar dentro de aquel templo. Jamás había pasado por una situación similar.
Alward agachó la mirada, aún sentado en el suelo, pero el zorro, con un comportamiento sorprendentemente amigable fue a halagar su reacción tras la detonación de la trampa. El Sevna levantó la mirada y soltó una sonrisa mientras se encogía de hombros.
Tras echar un rápido vistazo por allí, rápidamente llegaron a la conclusión de que no había mucho más que aquella trampa para despistados o novatos aventureros. Quizás podría tratarse de alguna sala funeraria, sea como fuere, no había nada allí de valor, ni mucho menos el orbe que Alward buscaba. Sin duda, si tan valioso era, estaría en las salas más recónditas y de más difícil acceso de esa especie de templo-ruinas-tumba antigua.
Antes de decidir abandonar la sala para proseguir la expedición, el ratón detuvo al grupo, volviendo a señalar el claro problema que tendría Alward si continuaba otra vez por aquellos pasillos oscuros, carente de toda fuente de luz. Para de nuevo, la sorpresa del humano, su amigo vulpino ideó una solución; sacó una daga que emitía una luz cálida y tenue, pero que no estaba nada mal como antorcha improvisada.
-Vaya, gracias...-Se detuvo, admirando el arma, luego devolvió su mirada al zorro-Eres bastante ingenioso
Tras solucionar el problema de visión, el grupo de tres se puso de nuevo en marcha. Caminaron por un pequeño y estrecho pasillo hasta llegar a otra sala, mucho más pequeña y estrecha que la anterior. Ya no se veía ni rastro de la luz que iluminaba a la sala circular, realmente dependían de la iluminación de la daga del ingenioso zorro.
De pronto se encontraron con tres esqueletos humanoides que se hallaban yacientes sobre el suelo, con posturas bastante forzadas, lo que no indicaba una muerte natural, ni siquiera por hambre o sed. Algo les habría matado, o alguien... Dos de ellos estaban incluso decapitados.
-...Muy gracioso-Dijo cruzándose de brazos como respuesta al comentario del zorro.
El hombre vulpino vio algo en los esqueletos que le llamó la atención; era una joya entre los dedos del que no estaba decapitado, pero enseguida este reprendió la marcha al recapacitar sobre su acción.
-..¿Por qué te paras?-Miró a los dos esqueletos decapitados-...Ah...-Soltó entendiendo lo que es probable que pasase si alguien daba un paso en falso en aquella estrecha estancia-Pues, si no queremos acabar igual, habrá que hacer algo al respecto-Posó una mano sobre el hombro del roedor-¿Tienes alguna idea, amigo ratón?
Podría intentar él mismo hacer algo, pero tras su pequeña experiencia con la entrada a la sala circular no quería volver a meter de nuevo la pata. Estaba algo perdido y dudoso de cómo actuar dentro de aquel templo. Jamás había pasado por una situación similar.
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Amit asintió admirado, el zorro era muy inteligente, había solucionado la falta de luz con una daga mágica que iluminaba en un radio pequeño, pero lo suficiente como para poder caminar sin tropezar. El Mausu se quedó pensando en ese brillante objeto, era sumamente interesante ¿Cuánto costaría? ¿Podría intercambiarlo por algo? El ratón pensó en las cosas que tenía con él, no creía que tuviera nada de valor para ofrecer, movió los bigotes mientras caminaban por el pasillo.
-No es gracioso, son personas que vinieron buscando lo mismo que nosotros, pero no lo lograron – Amit cerró los ojos y dedicó una plegaría para que las almas de esas personas descansaran en paz - ¿Qué sucede? – Preguntó al notar que tanto el zorro como el humano se quedaban quietos.
Tardó un poco en notar que efectivamente un par de los cadáveres no tenían cabeza, Amit evaluó la situación. Si tenía que imaginar lo que estaba pasando, diría que algo en el piso hacía salir algún tipo de objeto filoso como a la altura del cuello de un humano promedio. Quizás el tercer hombre no había sido tan alto, o había saltado a tiempo, el Mausu movió la nariz, y cuando el joven humano apoyó una mano sobre su hombro dio un saltito producto del susto.
-¡¡Tchik!! – Hizo que saltara hacía adelante y en el mismo instante que puso un pie junto a los huesos una enorme cuchilla circulas salió de una rendija horizontal en la pared, cortando todo lo que se encontrara a un metro setenta de altura… Por suerte Amit era mucho más bajo que eso, vio pasar la cuchilla por arriba de su cabeza sin sufrir daño alguno – Cerca, demasiado cerca –
Los niveles de concentración de los Hombres- Ratón no eran muy buenos, sus pensamientos solían saltar de un tema en otro a una velocidad que a la mayoría de los humanos probablemente los confundiría. Pero por lo mismo, cuando se concentraban en un solo problema solían quitar su atención de todo lo que los rodeaba, era por eso que Amit no había escuchado las palabras del humano, y su contacto amistoso lo había hecho sobresaltar.
-Bien, bien, el interruptor debe estar por aquí – El Mausu caminó por la zona donde estaban los huesos, la cuchilla se activó varias veces más mientras buscaba, Amit confiaba en que sus compañeros se mantendrían a una distancia prudente – Ah, aquí es ¡Tchik! Había una línea entera que lo activaba – Acercó los dedos a la línea e introdujo una de las uñas para quitar el polvo y que se viera mejor donde estaba – Buscare algo para trabar el engranaje –
Rebusco en su mochila pero no tenía nada que fuera lo suficientemente pequeño, miro alrededor, moviendo los bigotes mientras pensaba, cuando su visión se posó en los huesos una idea atravesó la mente del roedor.
-Lamento mucho esto, por favor no se enojen conmigo ni tampoco envíen a sus espíritus contra mis seres queridos – Agarró la mano de uno de los cuerpos y sacó los huesos más pequeños, encontró un anillo ahí también, pero no le llamo la atención – Vidrio – Murmuró mientras lo tiraba a un lado.
Uso las falanges para meterlas en la rendija que se formaba entre la baldosa y el piso firme. Si varias personas apoyaban todo su peso o si saltaba probablemente volvería a activarse, pero era suficiente como para que el humano y el zorro pudieran pasar.
-Crucen de a uno a la vez – Les advirtió el ratón – Y no hagan movimientos bruscos-
Continuando por el pasillo el camino se abría en dos, uno a la derecha y otro continuaba derecho. Amit decidió doblar, no tenía ningún motivo lógico para hacer eso, simplemente confiaba en que los dioses lo guiarían adecuadamente. El pasillo seguía durante varios metros, hasta que llegaron a una nueva sala cuadrada, el Mausu reviso con mucho recelo la puerta antes de abrirla. Ya no se podía confiar en nada…
-No es gracioso, son personas que vinieron buscando lo mismo que nosotros, pero no lo lograron – Amit cerró los ojos y dedicó una plegaría para que las almas de esas personas descansaran en paz - ¿Qué sucede? – Preguntó al notar que tanto el zorro como el humano se quedaban quietos.
Tardó un poco en notar que efectivamente un par de los cadáveres no tenían cabeza, Amit evaluó la situación. Si tenía que imaginar lo que estaba pasando, diría que algo en el piso hacía salir algún tipo de objeto filoso como a la altura del cuello de un humano promedio. Quizás el tercer hombre no había sido tan alto, o había saltado a tiempo, el Mausu movió la nariz, y cuando el joven humano apoyó una mano sobre su hombro dio un saltito producto del susto.
-¡¡Tchik!! – Hizo que saltara hacía adelante y en el mismo instante que puso un pie junto a los huesos una enorme cuchilla circulas salió de una rendija horizontal en la pared, cortando todo lo que se encontrara a un metro setenta de altura… Por suerte Amit era mucho más bajo que eso, vio pasar la cuchilla por arriba de su cabeza sin sufrir daño alguno – Cerca, demasiado cerca –
- Sólo el penitente pasará:
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Los niveles de concentración de los Hombres- Ratón no eran muy buenos, sus pensamientos solían saltar de un tema en otro a una velocidad que a la mayoría de los humanos probablemente los confundiría. Pero por lo mismo, cuando se concentraban en un solo problema solían quitar su atención de todo lo que los rodeaba, era por eso que Amit no había escuchado las palabras del humano, y su contacto amistoso lo había hecho sobresaltar.
-Bien, bien, el interruptor debe estar por aquí – El Mausu caminó por la zona donde estaban los huesos, la cuchilla se activó varias veces más mientras buscaba, Amit confiaba en que sus compañeros se mantendrían a una distancia prudente – Ah, aquí es ¡Tchik! Había una línea entera que lo activaba – Acercó los dedos a la línea e introdujo una de las uñas para quitar el polvo y que se viera mejor donde estaba – Buscare algo para trabar el engranaje –
Rebusco en su mochila pero no tenía nada que fuera lo suficientemente pequeño, miro alrededor, moviendo los bigotes mientras pensaba, cuando su visión se posó en los huesos una idea atravesó la mente del roedor.
-Lamento mucho esto, por favor no se enojen conmigo ni tampoco envíen a sus espíritus contra mis seres queridos – Agarró la mano de uno de los cuerpos y sacó los huesos más pequeños, encontró un anillo ahí también, pero no le llamo la atención – Vidrio – Murmuró mientras lo tiraba a un lado.
Uso las falanges para meterlas en la rendija que se formaba entre la baldosa y el piso firme. Si varias personas apoyaban todo su peso o si saltaba probablemente volvería a activarse, pero era suficiente como para que el humano y el zorro pudieran pasar.
-Crucen de a uno a la vez – Les advirtió el ratón – Y no hagan movimientos bruscos-
Continuando por el pasillo el camino se abría en dos, uno a la derecha y otro continuaba derecho. Amit decidió doblar, no tenía ningún motivo lógico para hacer eso, simplemente confiaba en que los dioses lo guiarían adecuadamente. El pasillo seguía durante varios metros, hasta que llegaron a una nueva sala cuadrada, el Mausu reviso con mucho recelo la puerta antes de abrirla. Ya no se podía confiar en nada…
Amit'tek
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Los tres permanecieron estáticos por un momento, y durante ese lapso el zorro se dedicó a analizar la habitación con detenimiento. Ni su agudo olfato o su gran visión podían ayudarle a detectar trampas, dudaba que los sentidos del ratón sí se lo permitieran y el humano... el humano simplemente tenía suerte de seguir vivo a esas alturas. No había más opción que cruzar la habitación a tientas y encontrar los pulsadores a base de prueba y error. Estaba preguntándose a quién empujaría al medio de la sala -ya que él no pensaba ofrecerse voluntario- cuando, por fortuna, el roedor pegó un respingo que terminó activando la trampa.
Todo pasó muy rápido. Escuchó el silbido del metal cortando el aire y se agachó tan velozmente como pudo pero, debido a su altura, la cuchilla alcanzó una de sus grandes orejas. -¡AGH! -Gruñó una vez estuvo tendido boca abajo en el suelo mientras se llevaba la pata izquierda a la cabeza, mientras con la derecha sujetaba torpemente la daga luminiscente. Se miró la palma e imaginó lo peor al verla teñida de rojo, mas pronto se armó de valor para tantear la herida y, así, constatar su gravedad.
Suspiró con alivio al comprobar que no era más que un corte en un lado de la oreja. Sin embargo, había estado cerca de perder la punta entera y varias gotas de sangre continuaban manchando el piso. Ceñudo, se puso de pie una vez el ratón terminó de asegurar la baldosa para que la trampa permaneciera inactiva e iluminó la ranura para asegurarse de que estuviera bien trabada. El fulgor hizo brillar de nuevo el diamante del muerto y Zatch, cuidadoso, se lo arrancó de las manos con un fuerte tirón.
-Como premio de consolación. -Murmuró mientras lo guardaba en su morral.
Entonces echó un vistazo al humano y le hizo una mueca para indicar que iría primero. Tomó la precaución de encorvarse para ser más bajo que el camino que trazaba la cierra y cruzó con rapidez. Gracias a su delgadez, los huesos puestos por el ratón resistieron y la trampa no se activó. Tendió entonces la mano que sostenía la daga al frente, para iluminar al muchacho, y luego de que pasara echó un último vistazo a la sala mientras el roedor reanudaba la marcha. Había algo raro, algo que se sentía fuera de lugar y que lo molestaba desde que habían puesto un pie dentro. Entrecerró los ojos, observó de nuevo a los cadáveres... y entonces lo notó. Sí, la cierra los había decapitado, pero...
-¿...Dónde están sus cabezas? -Se preguntó en voz baja, pero pronto notó que el ratón ya se había adelantado y se apresuró a alcanzarlo.
El pasillo era similar a los anteriores: largo, oscuro y asfixiante. Sin embargo, antes Zatch los había recorrido con tranquilidad, y ahora un mal presentimiento le erizaba los pelos de la nuca. Cuando llegaron a la nueva puerta, carraspeó y dijo con aparente calma:
-Oye, ratón... -notó entonces que aún no se habían presentado, pero a fin de cuentas no le interesaba saber el nombre de las personas que despacharía más tarde- ¿has estado alguna vez en sitios como este que no estén del todo abandonados? -su expresión no denotaba nerviosismo y se esforzaba por verse tranquilo frente a sus acompañantes. No obstante, había algo que no podía controlar: Su cola, que insistía con metérsele entre las patas. Iluminó los bordes de la puerta y prosiguió- ¿Cuáles son las probabilidades de que, no sé... algo haya encontrado a los tipos de antes?
Tocó la puerta con los nudillos y ésta se abrió con un chirrido que le sacudió las vértebras de un escalofrío. Con la daga por delante, se adelantó al ratón para poder iluminar el salón. Al ver que éste, al igual que el primero que habían visitado, estaba vacío, tomó coraje y dio otro paso al frente.
Su pata se hundió junto a la baldosa y el suelo crujió a sus espaldas. -¡Mierda, cuidado! -Gritó mientras saltaba hacia adelante con las manos en la cabeza. Pero los segundos pasaron y ninguna sierra lo cortó en dos, ni salieron flechas de las paredes, ni nada explotó. Eso sí: cuando volteó, se encontró con un enorme pozo en el lugar por el que acababa de pasar.
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
No esperaba para nada que el roedor se asustase de tal forma que pegase un brinco hacia adelante, activando consigo la trampa que a de primera instancia evitaron. No le dio tiempo a reaccionar, cuando vio que una cuchilla se acercó con intenciones degolladoras hacia el zorro y el propio Alward. Pro suerte, tirando de nuevo de grandes reflejos, logró esquivar la rajada de gaznate y seguir con la cabeza sobre sus hombros.
El Sevna levantó de nuevo la cabeza, con los dientes apretados y sus ojos llenos de enojo.
-¿¡Pero a qué a venido eso!?
El ratón hizo caso omiso y empezó a toquetear las baldosas de sus pies intentando encontrar la que hacía saltar la trampa. Alward, todo asustado escondió la cabeza debajo de sus manos y la bajó de nuevo al suelo pedregoso y mohoso de aquel pasillo.
-¿¡Espíritus!? ¡DEJA DE DECIR SANDECES Y PARA DE TRASTEAR!-De pronto, un espasmo invadió todo su cuerpo, empezando en su cabeza y acabando de una forma sutil en sus extremidades. Nadie aparte de él notó ese chispazo que le entró, como si una maquinaria compleja empezase a funcionar en su interior.
[NIVELES DE ESTRÉS ELEVADO] [...]
[PROCEDIENDO A ELIMINAR HORMONAS ESTRESANTES DEL SISTEMA ENDOCRINO]
Parece que el peligro pasó, así lo confirmó el roedor. Como si nada hubiera pasado, el mercenario se puso en pie y se sacudió los hombros y piernas. Suspiró, de pronto todo lo que sentía de alguna forma se había marchado. Pensaba con cierta claridad y ajeno a la ansiedad que le había generado el casi morir por dos veces. Echó una mirada hacia abajo, a sí mismo. Todo parecía estar en orden. Su respiración de pronto se agitó cuando sus compañeros dispusieron a seguir con la marcha. Mientras caminaban, su respiración se siguió agitando y volviendo pesada. No hablaba, simplemente observaba al final de la fila lo que sus compañeros hacían. De pronto, escuchó una voz metalizada.
[RITMO CARDÍACO ACELERADO] [...]
[DEVOLVIENDO PULSACIONES A UN ESTADO SALUDABLE]
[CONTROLANDO RESPIRACIÓN]
Alward se sintió más relajado, sintiéndose cada vez más ajeno al mundo de su alrededor. Se detuvo y echó un vistazo hacia atrás. Esa voz... Le sonaba... Ya la había escuchado antes, ¿Pero dónde? Se sentía como aquella vez en el orfanato cuando conoció a Nuria.
-...Eh, ¿Habéis oído algo?
Todo el grupo se detuvo de repente, parecía que iban a entrar en una nueva sala. Tras los dos encontronazos con trampas anteriores, los hombres-bestia parecían desconfiados ante la posibilidad de volver a activar o caer en otra. La suerte puede que se les acabase agotando, y no podían tentarla mucho más. Pero a Alward poco a poco le iba dando igual todo; el dónde estaban, el qué hacía allí, qué se podría encontrar... Estaba preocupado por lo que oyó, ya que la última vez que lo hizo, perdió el conocimiento... O al menos no recordaba nada después de eso.
Una frase se repetía en la mente del mercenario: "...No quiero perder el control, no quiero perder el control, no quiero perder el control..."
De pronto, una sucesión de pensamientos, recuerdos, olores, sabores y sensaciones recorrió la mente de Alward, haciéndole perder la percepción de la realidad y haciéndole cerrar sus ojos, cayendo al suelo de rodillas mientras daba unos espasmos notables por todo su cuerpo. La realidad se apagó y el humano quedó a solas con su mente.
[BIENVENIDO DE NUEVO, USUARIO: ALWARD SEVNA]
-...¿Quién eres?-Soltó Alward temoroso al aire. No tenía cuerpo ni sentía nada. Se encontraba flotando como un ente superior en un espacio negro e infinito
[NO DEBES DE TEMER AL SISTEMA. EL DON QUE SE TE HA SIDO OTORGADO TE AYUDARÁ.]
-...¿Otorgado? ¿¡Quién me lo ha otorgado!?-Gritó con desesperación el joven Sevna
[ANALIZANDO] [...]
[TOMANDO EL CONTROL DE TODAS LAS ACTIVIDADES NERVIOSAS DEL USUARIO]
Abrió los ojos, de ellos salió una luz azul plateada cegadora que se extendió e iluminó a todo el pasillo. Alward ahora había cambiado. Su armadura había sido implantada en su piel por completo, haciendo que estuviese tan pegada a ella que formase casi parte la una de la otra, llegando incluso a extenderse por la piel del cuello y su mandíbula. Su rostro seguía siendo el mismo, solo que ahora no mostraba sin emociones, como si su alma se hubiese apagado. Encima de la armadura, llevaba una chaqueta de cuero de color marrón abierta, mostrando su coraza. Sus ojos eran grises y sin profundidad en la mirada. Llevaba unos guantes en los que tenía implantados un arma táser con la que podía electrocutar a sus oponentes.
En ese momento, el zorro había activado una trampa, la cual logró esquivar, pero el ratón, el cual ni se podía imaginar lo que podía suceder, cayó en ella de lleno; un pozo sin fondo aparente. Algo se activó en Alward que dejó de dar espasmos y se puso en pie como si de un resorte de tratase. En un solo segundo, una serie de patrones, cálculos y demás pensamientos se cruzaron por la mente
[SITUACIÓN CRÍTICA PARA VIDA ORGÁNICA] [...]
[EJECUTAR ACCIÓN] [...]
[MANDANDO OXÍGENO Y SANGRE EXTRA A LOS MÚSCULOS DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES]
Alward colocó el cuerpo en postura de arrancada y empezó a correr lo más rápido que físicamente podía, que era bastante. A pesar de su peso, su velocidad llegó a alcanzar o incluso superar a la de un caballo desbocado. Sus pisadas eran fuertes y resquebrajaban la piedra del suelo, pero su ejecución de carrera era perfecta. Quizás si pesase menos, lograría correr a la velocidad del viento, pero eso era algo imposible para en lo que se había convertido; en un bio-cibernético.
El ratón iba a caer por el agujero, cuando Alward pegó un salto sin aminorar la marcha y la dirección de su propio cuerpo. En mitad del aire y del vacío, logró agarrar al roedor. Como tenía bastante fuerza, y el roedor pesaba y medía muy poco, logró colocar el cuerpo completo de este debajo de su brazo derecho, agarrándolo como si de un cesto o una alfombra se tratara, pero con bastante aguante en el agarre, casi parecido al de las tenazas de un cangrejo.
El salto acabó en el otro saliente, justo donde se encontraba el zorro. Alward logró aterrizar con contundencia, clavando una de sus rodillas en el suelo, llegando a hundir incluso un poco de este y resquebrajando por completo las piedras, pero sin llegar a causar una catástrofe.
El mercenario, sin más florituras, se puso por completo en pie y dejó al ratón sobre dos patas y firme en el suelo con cierta brusquedad.
[ANALIZANDO] [...]
[ACCIÓN COMPLETADA CON ÉXITO]
-Espero que se encuentre lo más satisfactoriamente posible, amigo roedor-Soltó con un tono neutro con su propia voz, pero metalizada. Acto seguido asintió con exageración.
[VOLVIENDO A LAS PULSACIONES NORMALES] [...]
[RELAJANDO LA RESPIRACIÓN]
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Realizado el Don Interracial de Sigel, post nº5
El Sevna levantó de nuevo la cabeza, con los dientes apretados y sus ojos llenos de enojo.
-¿¡Pero a qué a venido eso!?
El ratón hizo caso omiso y empezó a toquetear las baldosas de sus pies intentando encontrar la que hacía saltar la trampa. Alward, todo asustado escondió la cabeza debajo de sus manos y la bajó de nuevo al suelo pedregoso y mohoso de aquel pasillo.
-¿¡Espíritus!? ¡DEJA DE DECIR SANDECES Y PARA DE TRASTEAR!-De pronto, un espasmo invadió todo su cuerpo, empezando en su cabeza y acabando de una forma sutil en sus extremidades. Nadie aparte de él notó ese chispazo que le entró, como si una maquinaria compleja empezase a funcionar en su interior.
[NIVELES DE ESTRÉS ELEVADO] [...]
[PROCEDIENDO A ELIMINAR HORMONAS ESTRESANTES DEL SISTEMA ENDOCRINO]
Parece que el peligro pasó, así lo confirmó el roedor. Como si nada hubiera pasado, el mercenario se puso en pie y se sacudió los hombros y piernas. Suspiró, de pronto todo lo que sentía de alguna forma se había marchado. Pensaba con cierta claridad y ajeno a la ansiedad que le había generado el casi morir por dos veces. Echó una mirada hacia abajo, a sí mismo. Todo parecía estar en orden. Su respiración de pronto se agitó cuando sus compañeros dispusieron a seguir con la marcha. Mientras caminaban, su respiración se siguió agitando y volviendo pesada. No hablaba, simplemente observaba al final de la fila lo que sus compañeros hacían. De pronto, escuchó una voz metalizada.
[RITMO CARDÍACO ACELERADO] [...]
[DEVOLVIENDO PULSACIONES A UN ESTADO SALUDABLE]
[CONTROLANDO RESPIRACIÓN]
Alward se sintió más relajado, sintiéndose cada vez más ajeno al mundo de su alrededor. Se detuvo y echó un vistazo hacia atrás. Esa voz... Le sonaba... Ya la había escuchado antes, ¿Pero dónde? Se sentía como aquella vez en el orfanato cuando conoció a Nuria.
-...Eh, ¿Habéis oído algo?
Todo el grupo se detuvo de repente, parecía que iban a entrar en una nueva sala. Tras los dos encontronazos con trampas anteriores, los hombres-bestia parecían desconfiados ante la posibilidad de volver a activar o caer en otra. La suerte puede que se les acabase agotando, y no podían tentarla mucho más. Pero a Alward poco a poco le iba dando igual todo; el dónde estaban, el qué hacía allí, qué se podría encontrar... Estaba preocupado por lo que oyó, ya que la última vez que lo hizo, perdió el conocimiento... O al menos no recordaba nada después de eso.
Una frase se repetía en la mente del mercenario: "...No quiero perder el control, no quiero perder el control, no quiero perder el control..."
De pronto, una sucesión de pensamientos, recuerdos, olores, sabores y sensaciones recorrió la mente de Alward, haciéndole perder la percepción de la realidad y haciéndole cerrar sus ojos, cayendo al suelo de rodillas mientras daba unos espasmos notables por todo su cuerpo. La realidad se apagó y el humano quedó a solas con su mente.
[BIENVENIDO DE NUEVO, USUARIO: ALWARD SEVNA]
-...¿Quién eres?-Soltó Alward temoroso al aire. No tenía cuerpo ni sentía nada. Se encontraba flotando como un ente superior en un espacio negro e infinito
[NO DEBES DE TEMER AL SISTEMA. EL DON QUE SE TE HA SIDO OTORGADO TE AYUDARÁ.]
-...¿Otorgado? ¿¡Quién me lo ha otorgado!?-Gritó con desesperación el joven Sevna
[ANALIZANDO] [...]
[TOMANDO EL CONTROL DE TODAS LAS ACTIVIDADES NERVIOSAS DEL USUARIO]
Abrió los ojos, de ellos salió una luz azul plateada cegadora que se extendió e iluminó a todo el pasillo. Alward ahora había cambiado. Su armadura había sido implantada en su piel por completo, haciendo que estuviese tan pegada a ella que formase casi parte la una de la otra, llegando incluso a extenderse por la piel del cuello y su mandíbula. Su rostro seguía siendo el mismo, solo que ahora no mostraba sin emociones, como si su alma se hubiese apagado. Encima de la armadura, llevaba una chaqueta de cuero de color marrón abierta, mostrando su coraza. Sus ojos eran grises y sin profundidad en la mirada. Llevaba unos guantes en los que tenía implantados un arma táser con la que podía electrocutar a sus oponentes.
En ese momento, el zorro había activado una trampa, la cual logró esquivar, pero el ratón, el cual ni se podía imaginar lo que podía suceder, cayó en ella de lleno; un pozo sin fondo aparente. Algo se activó en Alward que dejó de dar espasmos y se puso en pie como si de un resorte de tratase. En un solo segundo, una serie de patrones, cálculos y demás pensamientos se cruzaron por la mente
[SITUACIÓN CRÍTICA PARA VIDA ORGÁNICA] [...]
[EJECUTAR ACCIÓN] [...]
[MANDANDO OXÍGENO Y SANGRE EXTRA A LOS MÚSCULOS DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES]
Alward colocó el cuerpo en postura de arrancada y empezó a correr lo más rápido que físicamente podía, que era bastante. A pesar de su peso, su velocidad llegó a alcanzar o incluso superar a la de un caballo desbocado. Sus pisadas eran fuertes y resquebrajaban la piedra del suelo, pero su ejecución de carrera era perfecta. Quizás si pesase menos, lograría correr a la velocidad del viento, pero eso era algo imposible para en lo que se había convertido; en un bio-cibernético.
El ratón iba a caer por el agujero, cuando Alward pegó un salto sin aminorar la marcha y la dirección de su propio cuerpo. En mitad del aire y del vacío, logró agarrar al roedor. Como tenía bastante fuerza, y el roedor pesaba y medía muy poco, logró colocar el cuerpo completo de este debajo de su brazo derecho, agarrándolo como si de un cesto o una alfombra se tratara, pero con bastante aguante en el agarre, casi parecido al de las tenazas de un cangrejo.
El salto acabó en el otro saliente, justo donde se encontraba el zorro. Alward logró aterrizar con contundencia, clavando una de sus rodillas en el suelo, llegando a hundir incluso un poco de este y resquebrajando por completo las piedras, pero sin llegar a causar una catástrofe.
El mercenario, sin más florituras, se puso por completo en pie y dejó al ratón sobre dos patas y firme en el suelo con cierta brusquedad.
[ANALIZANDO] [...]
[ACCIÓN COMPLETADA CON ÉXITO]
-Espero que se encuentre lo más satisfactoriamente posible, amigo roedor-Soltó con un tono neutro con su propia voz, pero metalizada. Acto seguido asintió con exageración.
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[RELAJANDO LA RESPIRACIÓN]
- Aspecto de Alward Bio:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Mientras caminaban al Zorro se le dio por hablar, cosa curiosa, Amit pensaba que estaba enojado, y luego contento, y luego feliz, y luego enojado de nuevo. El Mausu movió los ojitos rojos de un lado a otro a una velocidad impresionante mientras pensaba en la respuesta. No es como si no le preocupara que hubiesen enemigos sueltos por el templo abandonado, pero el ratón podía concentrarse solo en un problema a la vez, y el más inmediato en el tiempo tenía prioridad.
-Si, a veces, tal vez, no siempre – Respondió sin siquiera mirar al zorro, estaba más preocupado por la puerta que tenían en frente – A veces se meten animales para buscar los restos, o encuentras ladrones, no lo sé, es muy raro, tampoco suele pasar que hayan tantas trampas ¡Tchik! ¡Tchik! Muy extraño – Cuando escuchó lo de “algo haya encontrado a los tipos de antes”, detuvo su escrutinio y miró a su compañero – Pues, si es así, significa que tenemos que apurarnos-
El comportamiento del humano era cada vez más particular, desde hacía algunos metros estaba murmurando, quizás si hubiesen estado en un sitio más escandaloso los susurros habrían pasado desapercibidos. Pero estaban solos en una tumba abandonada, lo único que podía escucharse era el sonido de sus pasos, alguna rata escondiéndose, el constante goteo del agua chocando contra las piedras… Y la pesada respiración del humano que iba detrás.
Lo que empezó como un simple cuchicheo se transformó en gritos, el Mausu se tapó los oídos con las patitas y se giró para mirarlo.
-¿Por qué gritas Humano? ¿No puedes hacer silencio? Todo el tiempo estás haciendo ruidos ¡Tchik! – Amit estaba muy molesto, resultaba irritante que el hombre siempre encontrara el modo de interrumpir con su tarea, primero por no poder ver en la oscuridad, luego por dirigirse directo a una trampa y ahora por dejarlos en evidencia ante posibles enemigos – No deberías meterte en este tipo de lugares si…-
La oración del ratón quedó cortada cuando vio que la apariencia del humano había cambiado, el hombre-bestia tuvo que cubrirse los ojos ya que el repentino rayo de luz lo dejó casi ciego. Seguido de eso, Amit escuchó un “¡Mierda, cuidado!”, y el piso bajo los pies del Mausu desapareció.
El chillido del ratón fue primero por la sensación de que iba a caer, y luego porque sintió que lo empujaban.
-¡Hiiiiiii! – Amit cayó de espalda y pataleó unos segundos en el aire antes de poder ponerse en pie - ¡¡No!! ¡¡No estoy bien!! ¡Tchik! No está bien el empujar a la gente, ni tampoco está bien que cambies de aspecto – Señaló acusador el Mausu – Y sobre todo no está bien que hayamos caído en esta trampa –
El hombre- bestia se sacudió de pies a cabeza para quitarse el polvo del pelaje, ahora que tenían los ojos de Alward era más sencillo ver en la sala. Estaba llena de vasijas rotas, restos de manuscritos que cuando los tocaban se hacían pedazos, armas viejas y oxidadas y cajas desarmadas. En un rápido examen quedaba en evidencia que nada de lo que había allí podría ser utilizado para el canje.
-Pero… - Amit miró con seriedad al humano – Igual muchas gracias por salvarme, los dioses son testigos de tu bondad, y por lo mismo tengo que asegurarme de devolverte el favor – El ratón se pasó las patitas por el hocico varias veces, el polvo le causaba picazón – Hay que salir de aquí-
Caminó hasta la otra punta de la sala, se puso en cuatro patas y corrió hacía el agujero, saltándolo sin dificultad y aterrizando del otro lado.
-Ánimo, ya no queda mucho, los límites del templo no eran tan extensos – Giró la cabeza de pronto, sus sensibles orejas habían captado un sonido – Algo viene -
-Si, a veces, tal vez, no siempre – Respondió sin siquiera mirar al zorro, estaba más preocupado por la puerta que tenían en frente – A veces se meten animales para buscar los restos, o encuentras ladrones, no lo sé, es muy raro, tampoco suele pasar que hayan tantas trampas ¡Tchik! ¡Tchik! Muy extraño – Cuando escuchó lo de “algo haya encontrado a los tipos de antes”, detuvo su escrutinio y miró a su compañero – Pues, si es así, significa que tenemos que apurarnos-
El comportamiento del humano era cada vez más particular, desde hacía algunos metros estaba murmurando, quizás si hubiesen estado en un sitio más escandaloso los susurros habrían pasado desapercibidos. Pero estaban solos en una tumba abandonada, lo único que podía escucharse era el sonido de sus pasos, alguna rata escondiéndose, el constante goteo del agua chocando contra las piedras… Y la pesada respiración del humano que iba detrás.
Lo que empezó como un simple cuchicheo se transformó en gritos, el Mausu se tapó los oídos con las patitas y se giró para mirarlo.
-¿Por qué gritas Humano? ¿No puedes hacer silencio? Todo el tiempo estás haciendo ruidos ¡Tchik! – Amit estaba muy molesto, resultaba irritante que el hombre siempre encontrara el modo de interrumpir con su tarea, primero por no poder ver en la oscuridad, luego por dirigirse directo a una trampa y ahora por dejarlos en evidencia ante posibles enemigos – No deberías meterte en este tipo de lugares si…-
La oración del ratón quedó cortada cuando vio que la apariencia del humano había cambiado, el hombre-bestia tuvo que cubrirse los ojos ya que el repentino rayo de luz lo dejó casi ciego. Seguido de eso, Amit escuchó un “¡Mierda, cuidado!”, y el piso bajo los pies del Mausu desapareció.
El chillido del ratón fue primero por la sensación de que iba a caer, y luego porque sintió que lo empujaban.
-¡Hiiiiiii! – Amit cayó de espalda y pataleó unos segundos en el aire antes de poder ponerse en pie - ¡¡No!! ¡¡No estoy bien!! ¡Tchik! No está bien el empujar a la gente, ni tampoco está bien que cambies de aspecto – Señaló acusador el Mausu – Y sobre todo no está bien que hayamos caído en esta trampa –
El hombre- bestia se sacudió de pies a cabeza para quitarse el polvo del pelaje, ahora que tenían los ojos de Alward era más sencillo ver en la sala. Estaba llena de vasijas rotas, restos de manuscritos que cuando los tocaban se hacían pedazos, armas viejas y oxidadas y cajas desarmadas. En un rápido examen quedaba en evidencia que nada de lo que había allí podría ser utilizado para el canje.
-Pero… - Amit miró con seriedad al humano – Igual muchas gracias por salvarme, los dioses son testigos de tu bondad, y por lo mismo tengo que asegurarme de devolverte el favor – El ratón se pasó las patitas por el hocico varias veces, el polvo le causaba picazón – Hay que salir de aquí-
Caminó hasta la otra punta de la sala, se puso en cuatro patas y corrió hacía el agujero, saltándolo sin dificultad y aterrizando del otro lado.
-Ánimo, ya no queda mucho, los límites del templo no eran tan extensos – Giró la cabeza de pronto, sus sensibles orejas habían captado un sonido – Algo viene -
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Zatch había estado demasiado concentrado en sus propios temores como para prestar atención a los cuchicheos del humano. Parecido al ratón, aunque no a tal extremo, el zorro también había aprendido a enfocarse en un único asunto para, así, evitar equivocarse tanto como fuera posible.
Por eso, cuando volteó para ver lo que ocurría a sus espaldas y atestiguó la manera en que el -antes- patoso muchacho salvaba al ratón de ser engullido por la trampa, sus ojos casi se le salen de las cuencas de la sorpresa. Era un humano, ¡estaba seguro! ¡Olía a humano, hablaba como humano y metía la pata una y otra vez como humano! Pero ahora sus ojos refulgían intensamente y su voz había tomado el tinte insensible y plano propio de los cibernéticos, esos hijos de puta aficionados a encerrar en cárceles a gente como él. ¿Acaso era todo una trampa? ¿Habían aprendido a disfrazarse? ¿Lo estaban siguiendo? Lo... ¿lo habían encontrado?
-¡Cálmate! -Pensó cuando notó que comenzaba a sudar frío. La sola idea de regresar a ese cuarto pequeño, aséptico y eternamente iluminado con una luz fría y mortecina le ponía los pelos de punta; no obstante, debía mantener la mente en calma si pretendía tener el control de la situación. Era simplemente imposible que ese chico, antes visiblemente de carne y hueso, fuera un infiltrado. Sólo había hecho falta mirarlo directo a los ojos para saber qué clase de hombre era. Tras esas pupilas existía el mismo bagaje de emociones que compartía el resto de seres de la naturaleza. Tenía que haber otra explicación para todo aquello.
-¿Magia? -Masculló entonces, más para sí mismo que para ellos, la única teoría que se le ocurría. Él mismo había sido víctima de la magia, como aquella anecdótica ocasión en que se había convertido en binaba tras robar un objeto maldito, o cuando Ingela -una punzada de culpa, fugaz pero potente, le retorció al pecho en pensar en la dragona- se convirtió en un ave gigante por culpa del Dios Bragi. Esas cosas ocurrían, eran raras, pero posibles. Claro que no por eso dejaban de sorprenderle, al punto de no poder quitarle la mirada de encima al muchacho.
Fuese como fuese, el cambio traía ventajas. Los ojos del cibernético ahora alumbraban toda la habitación, tanto que Zatch volvió a guardar la daga y, procurando estar siempre atento al chico, se dispuso a analizar los alrededores solo para llegar a la misma conclusión que el ratón: No había nada valioso en esa pocilga.
-Qué desperdicio. -Gruñó mientras, siguiendo al otro, se disponía a abandonar la sala saltando sobre en pozo. Todas sus pertenencias, incluso las alhajas que adornaban su largo cabello, tintinearon al caer al otro lado. Comenzaba a pensar que debería quitárselas para ser más sigiloso, pero le tenía demasiado aprecio a su melena como para hacerlo- ¡Vamos, chico! ¿Alguna vez te han dicho que tienes un hermoso brillo en tu mirada? -Bromeó- Ven y haz que sirva de algo.
Entonces el ratón habló, y él también se volteó para observar el lejano punto donde el pasillo se fundía con la oscuridad, irguiendo sus grandes orejas para oír mejor. El constante tamborileo que cada vez sonaba más cerca confirmaba la advertencia de la otra bestia... pero el sonido no venía de allá. Alerta, se giró para comprobar con espanto que, en realidad, emergía del agujero.
Algo trepaba hacia ellos a toda velocidad.
-¡Vamos, vamos, vamos! -Ordenó con urgencia mientras empujaba al ratón para que se pusiera en marcha. Normalmente no le gustaba huir, dado que eso implicaba dar la espalda a la amenaza, pero no tenía idea de qué demonios venía hacia ellos y ese entorno, oscuro y angosto, los ponía en desventaja. Echó a correr a toda velocidad, tanto que se puso en cuatro patas, cosa que usualmente no necesitaba hacer. Cada vez que podía empujaba al roedor para que se apurase, suponiendo -sin animarse a comprobarlo- que el humano/biocibernético los seguía de cerca.
Estaban doblando el recodo del pasillo cuando aquel... o, mejor dicho, aquellos seres emitieron un sonido largo, agudo y quebradizo, similar al chillido de un gato en celo, pero ciertamente mucho más inquietante. Zatch giró a toda prisa hacia la derecha mientras oía como varios pares de pasos ya les pisaban los talones.
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Zatch
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Alward... No, aquella "cosa" que le controlaba no entendía el por qué el ratón estaba tan enojado con él, después de todo le había salvado la vida y no había nada más importante para un ser orgánico que esta misma. [ERROR]. El único gesto que logró realizar tras una serie de cálculos y búsqueda de archivos protocolarios en el cerebro del humano fue un leve ladeo de cabeza, confundido.
Pero, después de su terrible cabreo, el roedor se relajó y acabó dando las gracias a Alward por haberle salvado.
-No me tiene por qué dar las gracias, señor Ratón. Era mi deber.-Dijo acercando levemente la mano hasta la cabeza de este y dándole unas palmadas toscas.
Los ojos de Alward iluminaban gran parte de la sala, con la misma intensidad que una antorcha encendida, pero emitiendo una luz azulada grisácea. Esto sirvió para que el rango de visión de todos aumentara. Mientras el humano-bio iluminaba toda la sala, el zorro lanzó un comentario que a este primero le resultó familiar. Una sensación que despertó en él algo que tenía que soltar.
[BUSCANDO ARCHIVOS] [...]
[CHISTE DETECTADO] [...] [BUSCANDO ESTÍMULO CORRESPONDIENTE]
De pronto, el mercenario posó sus manos con firmeza en la cintura, echó un poco hacia atrás su tronco y abrió su boca, inspirando una gran cantidad de aire. Acto seguido lo expulsó bruscamente acompañado de una sonora risotada que duró más segundos de lo que debería. Fue un acto demasiado exagerado, pero que Alward intentó reproducir de la mejor manera, tal y como indicaba el modelo que había encontrado en los archivos de sus recuerdos.
El ratón ordenó seguir, pero algo perturbó el ambiente de las ruinas. Una serie de ruidos esperpénticos se hacían denotar y un aura de peligro inundaba el lugar. Añadido a esto, los ojos de Alward se apagaban poco a poco, hasta prácticamente quedarse de nuevo a oscuras. Y de pronto, como si se hubiese despertado de un sueño, el humano reaccionó y pegó un espasmo con su cuerpo bastante brusco. La armadura se separó de la piel y la chaqueta de cuero se evaporó en el aire. El táser se volatilizó. Ya había recuperado por completo su cuerpo y sus antiguos rasgos. Su parte bio había desaparecido, sin decir nada, sin dar un aviso, como si jamás hubiese pasado lo que había acontecido. A todo esto, para el mercenario solo había pasado un mísero instante desde que se transformó hasta ese momento. Su desconcierto llegó a tal punto que incluso estaba desorientado. Se volteó para ver qué había a su alrededor, pero solo le rodeaba la oscuridad. Sus ojos se acostumbraron a esta, pero obviamente no tenía la misma soltura que podían ostentar el roedor y el lupino.
Pudo identificar una figura delante suya, bastante parecida en altura a él, pensó que probablemente sería el zorro. El humano le golpeó el hombro amistosamente para llamarle la atención.
-Eh, ¿Podrías volver a sacar la daga? No veo más allá de mi nariz-Dijo soltando una sonrisa sin mayores pretensiones. No obtuvo respuesta, simplemente un gruñido agudo e inquietante. También notó que de pronto el olor del lugar había cambiado a algo pútrido y bastante asqueroso-...O-oye...
Entonces, una voz confirmó algo que no se había atrevido ni a pensar... Aquel no era el zorro, y no había ninguna posibilidad de que el ratón hubiese crecido tanto en tan poco tiempo. La figura pegó un tremendo chillido agudo a pocos centímetros de la cara de Alward que incluso echó para atrás un par de pasos al humano. El olor que salió de aquellas fauces era nauseabundo y casi mareante.
Rápidamente, se llevó sus dos manos a la espalda, a las empuñaduras de sus armas, pero un rápido pensamiento le iluminó: era completamente imposible luchar contra algo o alguien a oscuras. A la vez, notó como si varios pasos más se acercasen a él detrás de aquel pestilente ser. Este iba a dar un zarpazo, pero Alward en ese momento echó a correr y por prácticamente centímetros, logró zafarse del ataque. "¡¡¡AAAHHH!!!", gritaba mientras corría lo más rápido que podía, lo más veloz que su sangre podía llegar a sus piernas y su corazón bombeaba esta a través de todo su cuerpo. Ni siquiera miraba al frente, ¿Para qué? Era inútil, simplemente cerró los ojos, arrugó su gesto y se concentró lo máximo posible en dar largas y rápidas zancadas a la vez que soportaba el peso de su armadura. No era tan pesada, pero si que conllevaba cierto esfuerzo lograr correr al máximo esfuerzo con ella puesta.
Parece que delante suya también estaba alguien corriendo, lo más seguro era de que se tratase de sus dos compañeros. Al menos eso esperaba. Corrían inconscientemente, sin pararse a pensar de que, tras sus experiencias anteriores, probablemente les esperaban trampas similares o peores.
En efecto, no tardaron en encontrarse con una trampa; una rampa que cada vez se hacía más pronunciada. Alward, debido a la inercia de la carrera y a la inclinación del terreno, se cayó al suelo y empezó a rodar hacia abajo. No podía detenerse, así que optó por esconder su cabeza y protegerse con los brazos de cualquier mal golpe que pudiese darse.
Finalmente, cayó a otra sala, esperaba que con los otros dos también, si no estaba apañado. Las criaturas no paraban de chillar y hacer ruidos bastante bizarros que no invitaban a nada bueno. El humano se levantó, un poco mareado por dar tantas vueltas, pero enseguida volvió en sí.
-¡No podremos seguir huyendo eternamente!-Se llevó ambas manos a las empuñaduras de sus espadas y, esta vez sí, las desenvainó, preparado para cualquier cosa-¡Zorro!-Miró hacia los lados con la esperanza de recibir alguna respuesta-¡Saca la daga!-Exigió para poder ver algo. No sabían cuantos monstruos eran, ni qué eran en sí, pero solo había una forma de deshacerse de ellos, ya que no se iban a ir por voluntad propia.
Pero, después de su terrible cabreo, el roedor se relajó y acabó dando las gracias a Alward por haberle salvado.
-No me tiene por qué dar las gracias, señor Ratón. Era mi deber.-Dijo acercando levemente la mano hasta la cabeza de este y dándole unas palmadas toscas.
Los ojos de Alward iluminaban gran parte de la sala, con la misma intensidad que una antorcha encendida, pero emitiendo una luz azulada grisácea. Esto sirvió para que el rango de visión de todos aumentara. Mientras el humano-bio iluminaba toda la sala, el zorro lanzó un comentario que a este primero le resultó familiar. Una sensación que despertó en él algo que tenía que soltar.
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De pronto, el mercenario posó sus manos con firmeza en la cintura, echó un poco hacia atrás su tronco y abrió su boca, inspirando una gran cantidad de aire. Acto seguido lo expulsó bruscamente acompañado de una sonora risotada que duró más segundos de lo que debería. Fue un acto demasiado exagerado, pero que Alward intentó reproducir de la mejor manera, tal y como indicaba el modelo que había encontrado en los archivos de sus recuerdos.
El ratón ordenó seguir, pero algo perturbó el ambiente de las ruinas. Una serie de ruidos esperpénticos se hacían denotar y un aura de peligro inundaba el lugar. Añadido a esto, los ojos de Alward se apagaban poco a poco, hasta prácticamente quedarse de nuevo a oscuras. Y de pronto, como si se hubiese despertado de un sueño, el humano reaccionó y pegó un espasmo con su cuerpo bastante brusco. La armadura se separó de la piel y la chaqueta de cuero se evaporó en el aire. El táser se volatilizó. Ya había recuperado por completo su cuerpo y sus antiguos rasgos. Su parte bio había desaparecido, sin decir nada, sin dar un aviso, como si jamás hubiese pasado lo que había acontecido. A todo esto, para el mercenario solo había pasado un mísero instante desde que se transformó hasta ese momento. Su desconcierto llegó a tal punto que incluso estaba desorientado. Se volteó para ver qué había a su alrededor, pero solo le rodeaba la oscuridad. Sus ojos se acostumbraron a esta, pero obviamente no tenía la misma soltura que podían ostentar el roedor y el lupino.
Pudo identificar una figura delante suya, bastante parecida en altura a él, pensó que probablemente sería el zorro. El humano le golpeó el hombro amistosamente para llamarle la atención.
-Eh, ¿Podrías volver a sacar la daga? No veo más allá de mi nariz-Dijo soltando una sonrisa sin mayores pretensiones. No obtuvo respuesta, simplemente un gruñido agudo e inquietante. También notó que de pronto el olor del lugar había cambiado a algo pútrido y bastante asqueroso-...O-oye...
Entonces, una voz confirmó algo que no se había atrevido ni a pensar... Aquel no era el zorro, y no había ninguna posibilidad de que el ratón hubiese crecido tanto en tan poco tiempo. La figura pegó un tremendo chillido agudo a pocos centímetros de la cara de Alward que incluso echó para atrás un par de pasos al humano. El olor que salió de aquellas fauces era nauseabundo y casi mareante.
Rápidamente, se llevó sus dos manos a la espalda, a las empuñaduras de sus armas, pero un rápido pensamiento le iluminó: era completamente imposible luchar contra algo o alguien a oscuras. A la vez, notó como si varios pasos más se acercasen a él detrás de aquel pestilente ser. Este iba a dar un zarpazo, pero Alward en ese momento echó a correr y por prácticamente centímetros, logró zafarse del ataque. "¡¡¡AAAHHH!!!", gritaba mientras corría lo más rápido que podía, lo más veloz que su sangre podía llegar a sus piernas y su corazón bombeaba esta a través de todo su cuerpo. Ni siquiera miraba al frente, ¿Para qué? Era inútil, simplemente cerró los ojos, arrugó su gesto y se concentró lo máximo posible en dar largas y rápidas zancadas a la vez que soportaba el peso de su armadura. No era tan pesada, pero si que conllevaba cierto esfuerzo lograr correr al máximo esfuerzo con ella puesta.
Parece que delante suya también estaba alguien corriendo, lo más seguro era de que se tratase de sus dos compañeros. Al menos eso esperaba. Corrían inconscientemente, sin pararse a pensar de que, tras sus experiencias anteriores, probablemente les esperaban trampas similares o peores.
En efecto, no tardaron en encontrarse con una trampa; una rampa que cada vez se hacía más pronunciada. Alward, debido a la inercia de la carrera y a la inclinación del terreno, se cayó al suelo y empezó a rodar hacia abajo. No podía detenerse, así que optó por esconder su cabeza y protegerse con los brazos de cualquier mal golpe que pudiese darse.
Finalmente, cayó a otra sala, esperaba que con los otros dos también, si no estaba apañado. Las criaturas no paraban de chillar y hacer ruidos bastante bizarros que no invitaban a nada bueno. El humano se levantó, un poco mareado por dar tantas vueltas, pero enseguida volvió en sí.
-¡No podremos seguir huyendo eternamente!-Se llevó ambas manos a las empuñaduras de sus espadas y, esta vez sí, las desenvainó, preparado para cualquier cosa-¡Zorro!-Miró hacia los lados con la esperanza de recibir alguna respuesta-¡Saca la daga!-Exigió para poder ver algo. No sabían cuantos monstruos eran, ni qué eran en sí, pero solo había una forma de deshacerse de ellos, ya que no se iban a ir por voluntad propia.
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Correr era lo único que podían hacer, Amit podía guiarse por los pasillos yendo a un paso normal, pero no podía pelear en la oscuridad. Además de eso, el humano iba chocándose contra todos lados y de puro milagro no cayó en el agujero que antes había saltado, el que más parecía guiarse era el zorro… Y ya estaba varios metros por delante de los otros dos.
-¡¡Rápido, rápido, rápido!! – Decía el ratón sin respirar, vio a Alward a lo lejos dando tumbos y Amit se tiró de los bigotes exasperado, corrió hacía él y lo agarró de un doblez del pantalón – Problemas-solo-trae-problemas-cientos-de-problemas-dije-que-deje-la-armadura-y-no-hizo-caso-dije-que-fuera-con-cuidado-y-no-hizo-caso-nunca-hace-caso – El Mausu hablaba tan rápido que apenas podía diferenciarse donde terminaba una palabra y donde empezaba otra.
El piso se inclinaba cada vez más, y como era de esperarse el humano perdió el equilibrio, Amit lanzó un chillido y empezó a correr tras él en cuatro patas, cada vez que se acercaba intentaba agarrarlo pero se le escapaba de entre los dedos. Cuando pudo por fin atraparlo el peso del hombre lo arrastró y terminaron rodando los dos hasta el final del pasillo.
Amit revotó varias veces por la sala hasta que pudo ponerse de pie, se sacudió, ya que el polvo le hacía picar el cuerpo.
-Si-es-verdad-hay-que-detenerlos-¡Tchik! – El Mausu empezó a oler alrededor, en general la fragancia que despedía el aceite era lo suficientemente fuerte como para que se conservara incluso aunque hubiesen pasado años. Se agachó y fue oliendo el piso y las paredes hasta que encontró lo que buscaba: Una antorcha vieja.
La agarró y tiró de ella, aunque le costó sacarla ya que estaba atorada en algo, una vez que la pudo sacar buscó el yesquero en su mochila y la prendió. Entonces pudo ver qué era lo que hacía que se atore la antorcha, era el cuerpo de otro explorador, aunque este parecía más reciente, Amit dejó escapar un nuevo chillido.
-¡Tchik! Se lo comieron, se lo comieron, esas cosas que lo comieron ¡Tchik! ¡Tchik! – Corrió hacía sus compañeros – Era una trampa ¡Ya-sabian-que-estábamos-aquí! – Movió la antorcha para iluminar los alrededores, al principio parecían estar todo en calma, pero pronto comenzaron a ver unas sombras.
Varias manos se asomaron por el pasillo, agarrándose de los bordes con sus largos y filosos dedos, un escalofriante chasquido salía de sus bocas, tal vez era el modo en que se comunicaban. Amit pudo contar a cinco, pero al ser sombras oscuras sobre un pasillo oscuro no podía estar seguro de que no hubiesen más atrás.
-¡Atrás demonios! – El Mausu agito la antorcha frente a ellos para espantarlos, y si bien se alejaban del fuego, en cuanto la llama retrocedía volvían a acercarse.
A las apuradas, sacó un frasco de su cinturón y se lo arrojó en la cara al monstruo que tenía más cerca. El ácido comenzó a corroerlo, y Amit aprovechó ese momento para acercar la antorcha y prenderlo fuego. El espantoso Ser chilló desesperado, y el ratón bajó los orejas, adolorido.
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-¡¡Rápido, rápido, rápido!! – Decía el ratón sin respirar, vio a Alward a lo lejos dando tumbos y Amit se tiró de los bigotes exasperado, corrió hacía él y lo agarró de un doblez del pantalón – Problemas-solo-trae-problemas-cientos-de-problemas-dije-que-deje-la-armadura-y-no-hizo-caso-dije-que-fuera-con-cuidado-y-no-hizo-caso-nunca-hace-caso – El Mausu hablaba tan rápido que apenas podía diferenciarse donde terminaba una palabra y donde empezaba otra.
El piso se inclinaba cada vez más, y como era de esperarse el humano perdió el equilibrio, Amit lanzó un chillido y empezó a correr tras él en cuatro patas, cada vez que se acercaba intentaba agarrarlo pero se le escapaba de entre los dedos. Cuando pudo por fin atraparlo el peso del hombre lo arrastró y terminaron rodando los dos hasta el final del pasillo.
Amit revotó varias veces por la sala hasta que pudo ponerse de pie, se sacudió, ya que el polvo le hacía picar el cuerpo.
-Si-es-verdad-hay-que-detenerlos-¡Tchik! – El Mausu empezó a oler alrededor, en general la fragancia que despedía el aceite era lo suficientemente fuerte como para que se conservara incluso aunque hubiesen pasado años. Se agachó y fue oliendo el piso y las paredes hasta que encontró lo que buscaba: Una antorcha vieja.
La agarró y tiró de ella, aunque le costó sacarla ya que estaba atorada en algo, una vez que la pudo sacar buscó el yesquero en su mochila y la prendió. Entonces pudo ver qué era lo que hacía que se atore la antorcha, era el cuerpo de otro explorador, aunque este parecía más reciente, Amit dejó escapar un nuevo chillido.
-¡Tchik! Se lo comieron, se lo comieron, esas cosas que lo comieron ¡Tchik! ¡Tchik! – Corrió hacía sus compañeros – Era una trampa ¡Ya-sabian-que-estábamos-aquí! – Movió la antorcha para iluminar los alrededores, al principio parecían estar todo en calma, pero pronto comenzaron a ver unas sombras.
Varias manos se asomaron por el pasillo, agarrándose de los bordes con sus largos y filosos dedos, un escalofriante chasquido salía de sus bocas, tal vez era el modo en que se comunicaban. Amit pudo contar a cinco, pero al ser sombras oscuras sobre un pasillo oscuro no podía estar seguro de que no hubiesen más atrás.
-¡Atrás demonios! – El Mausu agito la antorcha frente a ellos para espantarlos, y si bien se alejaban del fuego, en cuanto la llama retrocedía volvían a acercarse.
A las apuradas, sacó un frasco de su cinturón y se lo arrojó en la cara al monstruo que tenía más cerca. El ácido comenzó a corroerlo, y Amit aprovechó ese momento para acercar la antorcha y prenderlo fuego. El espantoso Ser chilló desesperado, y el ratón bajó los orejas, adolorido.
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Los chillidos desgarradores de sus persecutores se juntaban con los gritos del humano-cibernético y las palabras ininteligibles del roedor mientras Zatch, concentrado en la tarea de salvar su propia vida, corría y corría falto de aliento. Era quien encabezaba la carrera y fue el primero en notar la inclinación del suelo. Gracias a su larga cola pudo equilibrar el peso de su cuerpo y usó sus garras para asirse al suelo tanto como pudiera y, de haber estado solo, habría logrado llegar a la siguiente sala sin mayores complicaciones... Pero tras él venían rodando sus dos compañeros, que se lo llevaron por delante como una avalancha de carne, hueso y metal.
El zorro cayó de bruces al suelo y soltó un gemido de dolor al ser aplastado por el muchacho con todo el peso de su armadura, quien, por suerte, por inercia siguió rodando más allá luego de pasarle por encima. Luego de eso le costó bastante incorporarse, y al hacerlo sintió cómo varias de sus vértebras crujían y se reacomodaban. Antes de sacar la daga, se aseguró de secar la lagrimita de dolor que le caía por una mejilla para que nadie la viera.
-¡No me digas lo que tengo que hacer! -Gruñó malhumorado y con la voz quebrada, pero aún así desenvainó el brillante filo y lo enarboló sobre su cabeza para iluminar lo máximo posible, que no era demasiado. Notó entonces que el chico volvía a ser un simple humano, a lo que le dedicó una mirada tan atónita como irritada- ¿¡Y tus ojos luminosos!? ¡Ahora mismo serían bastante útiles!
Mientras tanto, el roedor se encargaba de encontrar una mejor iluminación. Al encenderse la antorcha bajó el brazo con que sostenía la daga, pero no la guardó. Sus pequeños ojos ambarinos se posaron sobre el cadáver y volvió a sentir el mismo mal presentimiento que con los de la anterior sala. Estaba en estado de descomposición, un poco mordisqueado, pero no se lo habían comido del todo. ¿Lo estaban guardando para después?
-¡Agh, son carroñeros! -Dedujo al tiempo que un escalofrío lo sacudía de pies a cabeza y le erizaba los pelos de la nuca. Entonces, como si al definirlos los hubiera llamado, aparecieron en la entrada. Zatch había visto muchas cosas horribles a lo largo de su corta vida, pero la apariencia de aquellos seres logró helarle la sangre por un instante. Sus deformes rostros eran de pesadilla, la piel en torno a sus bocas se veía pegajosa y negruzca, como si tuvieran sangre seca pegada a ella, y mientras que cuatro medían lo mismo que el zorro o el humano, uno de ellos, el que se quedó en la retaguardia del grupo, era enorme como un caballo y tenía la espalda y la nuca cubiertas de filosas púas.
Los seres estaban más que dispuestos a matarlos, pero no parecían saber muy bien cómo actuar frente al fuego de la antorcha. Uno de ellos se adelantó y el ratón, para sorpresa del zorro, se defendió lanzándole un líquido corrosivo e inflamable. Boquiabierto, se arrepintió en ese mismísimo instante de haberlo subestimado. Deshacerse de él no sería tan fácil...
Pero no era momento de pensar en qué hacer con el bocadillo. Dos de los seres comenzaron a aproximarse a él emitiendo una serie de chasquidos y gemidos que le causaron una gran aversión. Parecían verse atraídos por el olor de la sangre que manaba de su oreja herida. Blandió la daga frente a ellos y, aunque al principio retrocedieron, pronto respondieron con zarpazos. Sus uñas eran más largas que el filo de su arma y la posibilidad de recibir un corte de esas zarpas infecciosas lo hizo retroceder. No podía defenderse de la manera habitual; usar sus propias garras y colmillos tampoco era una opción. Estaba ocurriéndosele una idea cuando volvieron a atacar y se vio obligado a retroceder.
-¡Atrás, mierda! -Se llevó la daga al hocico para morder el mango y, con las manos ahora libres, abrió el morral y comenzó a hurgar rápidamente hasta sacar una pequeña esfera de cobre[1]. No sabía si funcionaría, pero no tenía más opción que probar. Los dos monstruos se lanzaron hacia él en el instante en que la tiraba fuertemente a sus pies. Al tocar el suelo, la esfera explotó con mucha más fuerza de la que había esperado, haciéndolo caer sentado un par de metros más atrás y enfadando enormemente a los tres seres que quedaban... en especial al más grande.
-¡Fuego! -Gritó mientras se refregaba los ojos llorosos por el humo de la explosión- ¡Necesitamos más fuego, ratón!
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[1] Uso de objeto master: Esfera Krampus [1/4]
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
La tensión aumentaba, y más aún cuando finalmente aquellas bestias irrumpieron en la sala. El zorro sacó su daga, a la vez que el ratón consiguió otra fuente de luz más fuerte que le permitiría ver algo mejor que simples figuras sin rostro moviéndose de un lado para otro en plena oscuridad.
El zorro soltó algo sobre unos "ojos luminosos", el humano no le hizo caso, no tenía tiempo para cosas absurdas. Hábilmente, el ratón consiguió herir a una de las criaturas con el mismo líquido corrosivo que les había permitido entrar en las ruinas. El hombre-lupino, por su parte, se había encarado con dos de las bestias. Solo quedaba una libre para Alward, y lo agradecía, luchar con tan poca visión contra dos enemigos sería complicado. Aunque no iba a ser tarea fácil, ya que esta era la criatura más grande y de aspecto más aterrador que las demás; cubierta de numerosas púas que le sobresalían de varias partes.
Su objetivo iba a encararse con el ratón, pero rápidamente, el mercenario le propinó una carga con su hombro derecho que acabó derribando a la criatura. En parte se arrepintió de haber tenido contacto físico con esta, ya que su olor era nauseabundo y no invitaba a estar cerca. También cabía la posibilidad de infección cuando le mordiese o arañase con sus garras, ya que tras alimentarse de cadáveres putrefactos, la higiene de estas criaturas no sería nada envidiable.
La criatura chilló cuando fue derribada, pero se puso en pie en poco, ya que este acto le había llenado de rabia. Alward la esperaba, quería ver cómo se movía y la manera en la que podría actuar. Esta pegó un rápido zarpazo, con sus garras de dedos finos y largos, y uñas igualmente largas, puntiagudas y sucias, llenas de roña. Alward se echó hacia atrás unos pasos esquivando con facilidad el primer ataque. Rápidamente contraatacó con un rápido tajo de arriba a abajo con su espada diestra, del cual la bestia no pudo escapar. Un corte sangrante en el hombro izquierdo le hizo pegar un chillido más aguda aún de lo normal, incluso ensordeció al mercenario, el cual tuvo que hasta agachar la cabeza para resistir en vano el malestar que producía un sonido así.
Una vez recuperado del ensordecimiento, Alward pudo poner la vista de nuevo en la criatura, pero para cuando quiso reaccionar, esta ya estaba encimándole, con un ataque a dos garras de forma vertical. Dicho ataque fue tan brutal que, al impactar en su pechera, además de dejarle las marcas de las garras en vertical, hizo que el Sevna cayese hacia atrás, acabando sentado en el suelo. Por suerte, aún sostenía las dos espadas. La criatura quiso asestar otro golpe, otro ataque que desgarrase por completo su armadura o su rostro, un casi golpe de gracia que dejase al mercenario a expensas de aquel bicho, pero Alward tiró de reflejos, interpuso su espada zurda como protección ante el ataque y las garras de la criatura impactaron de lleno en esta, haciendo que el ataque inicial cayese en un efecto rebote hacia atrás y el humano tuviese tiempo suficiente para reaccionar, dando una fuerte patada en el estómago de su oponente, haciendo que se alejase un par de pasos y pudiendo, desde el suelo, imprimir una cantidad de energía y fuerza increíbles a su brazo derecho, con el cual empuñaba la espada de la Guardia de Lunargetna, y trazar un arco desde el propio suelo hasta su oponente, poniéndose a la vez en pie en dicho proceso, con una rodilla clavada en el suelo [1]. El ataque cercenó limpiamente la extremidad izquierda de la criatura, de la cual empezó a brotar un chorro de sangre como si de una fuente se tratase.
La bestia pegó un chillido ensordecedor de nuevo, bastante desgarrador y de dolor. Alward quedó nuevamente paralizado ante tal sonido irritante. Pero, por suerte, una explosión se escuchó detrás suya, que aunque lo tambaleó, fue suficiente para recobrar el movimiento. El zorro había logrado acabar con las otras dos criaturas aparentemente, aunque no puso visualizar del todo la escena. A la criatura le enfureció bastante esa explosión, pero tenía su objetivo focalizado en Alward, aquel que había cortado su brazo izquierdo. Estaba en las últimas y muy furiosa, por lo que ahora sería el momento ideal para acabar con ella, aunque su furia e ira salvaje quizás le diesen una ventaja en cuanto a sus habilidades y deseo de acabar con el humano. Era un objetivo peligroso, pero al menos la había incapacitado, por no hablar de la pérdida masiva de sangre que sufría.
-¡Gracias por la explosión, Zorro!-Dijo de espaldas a este, alzando un poco su brazo derecho, aun sosteniendo la espada, a modo de agradecimiento.-...Ahora a rematar la faena...-Murmuró en voz alta centrando su máxima atención en su oponente.
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Off:
[1] Habilidad de Nivel 0: Contraataque
El zorro soltó algo sobre unos "ojos luminosos", el humano no le hizo caso, no tenía tiempo para cosas absurdas. Hábilmente, el ratón consiguió herir a una de las criaturas con el mismo líquido corrosivo que les había permitido entrar en las ruinas. El hombre-lupino, por su parte, se había encarado con dos de las bestias. Solo quedaba una libre para Alward, y lo agradecía, luchar con tan poca visión contra dos enemigos sería complicado. Aunque no iba a ser tarea fácil, ya que esta era la criatura más grande y de aspecto más aterrador que las demás; cubierta de numerosas púas que le sobresalían de varias partes.
Su objetivo iba a encararse con el ratón, pero rápidamente, el mercenario le propinó una carga con su hombro derecho que acabó derribando a la criatura. En parte se arrepintió de haber tenido contacto físico con esta, ya que su olor era nauseabundo y no invitaba a estar cerca. También cabía la posibilidad de infección cuando le mordiese o arañase con sus garras, ya que tras alimentarse de cadáveres putrefactos, la higiene de estas criaturas no sería nada envidiable.
La criatura chilló cuando fue derribada, pero se puso en pie en poco, ya que este acto le había llenado de rabia. Alward la esperaba, quería ver cómo se movía y la manera en la que podría actuar. Esta pegó un rápido zarpazo, con sus garras de dedos finos y largos, y uñas igualmente largas, puntiagudas y sucias, llenas de roña. Alward se echó hacia atrás unos pasos esquivando con facilidad el primer ataque. Rápidamente contraatacó con un rápido tajo de arriba a abajo con su espada diestra, del cual la bestia no pudo escapar. Un corte sangrante en el hombro izquierdo le hizo pegar un chillido más aguda aún de lo normal, incluso ensordeció al mercenario, el cual tuvo que hasta agachar la cabeza para resistir en vano el malestar que producía un sonido así.
Una vez recuperado del ensordecimiento, Alward pudo poner la vista de nuevo en la criatura, pero para cuando quiso reaccionar, esta ya estaba encimándole, con un ataque a dos garras de forma vertical. Dicho ataque fue tan brutal que, al impactar en su pechera, además de dejarle las marcas de las garras en vertical, hizo que el Sevna cayese hacia atrás, acabando sentado en el suelo. Por suerte, aún sostenía las dos espadas. La criatura quiso asestar otro golpe, otro ataque que desgarrase por completo su armadura o su rostro, un casi golpe de gracia que dejase al mercenario a expensas de aquel bicho, pero Alward tiró de reflejos, interpuso su espada zurda como protección ante el ataque y las garras de la criatura impactaron de lleno en esta, haciendo que el ataque inicial cayese en un efecto rebote hacia atrás y el humano tuviese tiempo suficiente para reaccionar, dando una fuerte patada en el estómago de su oponente, haciendo que se alejase un par de pasos y pudiendo, desde el suelo, imprimir una cantidad de energía y fuerza increíbles a su brazo derecho, con el cual empuñaba la espada de la Guardia de Lunargetna, y trazar un arco desde el propio suelo hasta su oponente, poniéndose a la vez en pie en dicho proceso, con una rodilla clavada en el suelo [1]. El ataque cercenó limpiamente la extremidad izquierda de la criatura, de la cual empezó a brotar un chorro de sangre como si de una fuente se tratase.
La bestia pegó un chillido ensordecedor de nuevo, bastante desgarrador y de dolor. Alward quedó nuevamente paralizado ante tal sonido irritante. Pero, por suerte, una explosión se escuchó detrás suya, que aunque lo tambaleó, fue suficiente para recobrar el movimiento. El zorro había logrado acabar con las otras dos criaturas aparentemente, aunque no puso visualizar del todo la escena. A la criatura le enfureció bastante esa explosión, pero tenía su objetivo focalizado en Alward, aquel que había cortado su brazo izquierdo. Estaba en las últimas y muy furiosa, por lo que ahora sería el momento ideal para acabar con ella, aunque su furia e ira salvaje quizás le diesen una ventaja en cuanto a sus habilidades y deseo de acabar con el humano. Era un objetivo peligroso, pero al menos la había incapacitado, por no hablar de la pérdida masiva de sangre que sufría.
-¡Gracias por la explosión, Zorro!-Dijo de espaldas a este, alzando un poco su brazo derecho, aun sosteniendo la espada, a modo de agradecimiento.-...Ahora a rematar la faena...-Murmuró en voz alta centrando su máxima atención en su oponente.
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Off:
[1] Habilidad de Nivel 0: Contraataque
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
El líquido corrosivo era bastante efectivo, no hacía mucho daño, pero sin duda al horrible ser le dolía, y eso era suficiente como para poder distraerlo y darle la oportunidad a Amit de que lo prendiera fuego. El monstruo se sacudía con violencia mientras las llamas consumían su carne, el aroma de por sí asqueroso se volvía aún más espantoso al quemarse, era como poner sobre una fogata carne en descomposición.
El Mausu tuvo que taparse su sensible nariz con las patas y retroceder, el olor era tan fuerte que lo hacía lagrimear. Por suerte el humano demostraba que, después de todo, sí había valido la pena traerlo, al cortar con un tajo limpio el brazo de una de las criaturas. Aunque el chillido que soltó hizo que el ratón volviera a bajar las orejas, eso sumado a la explosión hizo que sus tímpanos vibraran, no soportarían mucho más.
-¡¡Tchik-Tchik!! - Tenían que terminar con la pelea, antes de que alguien saliera verdaderamente herido. Amit sacó su martillo y corrió hacía el monstruo, cuando estuvo lo suficientemente cerca se agachó para escapar de sus garras y golpeó con todas sus fuerzas justo en las rodillas del engendro. Dado el tamaño del arma y el del Mausu, no sería una herida de muerte, pero hizo que el horrible Ser cayera hacia adelante, dejando suficiente espacio para que sus compañeros pudieran acabarlo.
Amit quedó junto al pasillo por el que habían llegado, gracias al juego de luces y sombras que hacía la antorcha tirada ahora en el piso, más el cuerpo sin vida que aún continuaba quemándose, el roedor pudo ver que en el fondo del pasadizo se movían algunas sombras. No habían acabado con todos, pero al parecer el resto de los seres, al ver cómo habían terminado sus compañeros, se lo estaban pensando mejor.
-Ahora, retirémonos ahora ¡Tchik! - No era necesario buscar pelea si esos seres no tenían intenciones de acercarse, además, del otro lado de la sala había una puerta, podrían trabarla y continuar buscando en las pocas salas que quedaban, e irse del templo antes de que se acercaran nuevamente - Vamos, vamos -
El ratón saltó por arriba del cuerpo de unos de los monstruos, el que estaba ahora echando humo, y cuando parecía que ya había pasado el Ser extendió un brazo y lo agarró de una de las patas. Amit chilló y comenzó a correr arrastrando el bicho, cuando vio que no iba a soltarlo volvió a sacar el martillo y lo golpeó en la articulación del hombro hasta que el brazo se desprendió.
-Horrible, horrible, eso fue horrible - El Mausu respiraba agitado, y su corazón parecía que iba a explotar - Buscaré la salida en cuanto revisemos la última sala, no podemos volver por ese camino - Incluso aunque pudieran volver, tendrían que estar todo el tiempo alertas ante la posibilidad de que esos seres los atacaran, apareciendo desde las sombras de cualquiera de los pasillos.
Los aventureros solo tenían que recorrer unos pocos pasillos más para poder llegar a la última sala del templo. Allí los esperaba otra habitación muy parecida en forma y tamaño a todas las demás, pero sus paredes estaban llenas de hermosos grabados que representaban a distintos dioses. En el centro había una tumba hecha de piedra, pero estaba abierta y con los huesos a la vista, evidentemente algunos oportunistas ya la habían revisado antes.... De hecho, los restos de algunos de esos ventajistas estaban aún en esa misma sala, había manchas oscuras junto a sus cuerpos, era fácil adivinar que se trataba de sangre seca.
Entre los restos de jarrones, papiros, libros viejos y ropas rotas... Había un cofre cerrado.
El Mausu tuvo que taparse su sensible nariz con las patas y retroceder, el olor era tan fuerte que lo hacía lagrimear. Por suerte el humano demostraba que, después de todo, sí había valido la pena traerlo, al cortar con un tajo limpio el brazo de una de las criaturas. Aunque el chillido que soltó hizo que el ratón volviera a bajar las orejas, eso sumado a la explosión hizo que sus tímpanos vibraran, no soportarían mucho más.
-¡¡Tchik-Tchik!! - Tenían que terminar con la pelea, antes de que alguien saliera verdaderamente herido. Amit sacó su martillo y corrió hacía el monstruo, cuando estuvo lo suficientemente cerca se agachó para escapar de sus garras y golpeó con todas sus fuerzas justo en las rodillas del engendro. Dado el tamaño del arma y el del Mausu, no sería una herida de muerte, pero hizo que el horrible Ser cayera hacia adelante, dejando suficiente espacio para que sus compañeros pudieran acabarlo.
Amit quedó junto al pasillo por el que habían llegado, gracias al juego de luces y sombras que hacía la antorcha tirada ahora en el piso, más el cuerpo sin vida que aún continuaba quemándose, el roedor pudo ver que en el fondo del pasadizo se movían algunas sombras. No habían acabado con todos, pero al parecer el resto de los seres, al ver cómo habían terminado sus compañeros, se lo estaban pensando mejor.
-Ahora, retirémonos ahora ¡Tchik! - No era necesario buscar pelea si esos seres no tenían intenciones de acercarse, además, del otro lado de la sala había una puerta, podrían trabarla y continuar buscando en las pocas salas que quedaban, e irse del templo antes de que se acercaran nuevamente - Vamos, vamos -
El ratón saltó por arriba del cuerpo de unos de los monstruos, el que estaba ahora echando humo, y cuando parecía que ya había pasado el Ser extendió un brazo y lo agarró de una de las patas. Amit chilló y comenzó a correr arrastrando el bicho, cuando vio que no iba a soltarlo volvió a sacar el martillo y lo golpeó en la articulación del hombro hasta que el brazo se desprendió.
-Horrible, horrible, eso fue horrible - El Mausu respiraba agitado, y su corazón parecía que iba a explotar - Buscaré la salida en cuanto revisemos la última sala, no podemos volver por ese camino - Incluso aunque pudieran volver, tendrían que estar todo el tiempo alertas ante la posibilidad de que esos seres los atacaran, apareciendo desde las sombras de cualquiera de los pasillos.
Los aventureros solo tenían que recorrer unos pocos pasillos más para poder llegar a la última sala del templo. Allí los esperaba otra habitación muy parecida en forma y tamaño a todas las demás, pero sus paredes estaban llenas de hermosos grabados que representaban a distintos dioses. En el centro había una tumba hecha de piedra, pero estaba abierta y con los huesos a la vista, evidentemente algunos oportunistas ya la habían revisado antes.... De hecho, los restos de algunos de esos ventajistas estaban aún en esa misma sala, había manchas oscuras junto a sus cuerpos, era fácil adivinar que se trataba de sangre seca.
Entre los restos de jarrones, papiros, libros viejos y ropas rotas... Había un cofre cerrado.
Amit'tek
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Siempre había pensado que las ventajas de tener los sentidos tan finos, a veces, eran también maldiciones. El humo le hacía escocer las vías respiratorias, congestionándolo y obligándolo a respirar por la boca, lo cual conllevó un ataque de tos que lo forzó a permanecer sentado por varios segundos; por otro lado cada grito, tanto de sus aliados como de los monstruos, lo aturdía y le producía un incisivo dolor de cabeza.
Para cuando pudo ponerse de pie, el humano (o la raza que fuera, ya nada tenía mucho sentido a esas alturas) estaba encargándose del más grande de los enemigos junto al ratón, que pronto se le unió sorprendiendo una vez más al zorro con su capacidad de combate. ¿Quién hubiera dicho que un tipo tan pequeño podía blandir un martillo de esa forma? El Wendigo cayó al suelo y comenzó a retorcerse para incorporarse; la carencia de una de sus extremidades no lo disuadía de continuar luchando. Zatch, decidido a terminar con eso, tomó impulso y ensartó su daga hirviente en el pecho de la criatura al tiempo en que el chico dejaba caer su espada para degollarla, asegurándose así de que terminara bien muerta, no como la que humeaba, que pareció volver de la muerte solo para torturar al pobre ratón un poco más, ante lo cual el zorro tuvo que tragarse la risa.
-¡Adiós, imbéciles! -Saludó sonriente a los otros seres que los observaban desde la seguridad del pasillo; sin su líder parecían haber perdido todo rastro de valentía. Entonces siguieron adelante, aunque tuvo que zarandear varias veces la daga para quitarle los pestilentes restos de sangre que se le habían pegado con el fin de recuperar su luminiscencia.
Ingresaron con cautela a la última sala. El zorro pisó una a una las baldosas para comprobar si eran firmes, a ver si no activarían por enésima vez una trampa, y cuando creyó que el lugar era relativamente seguro caminó hacia el centro de la habitación. Se volteó hacia el humano, quien era el más corpulento de los tres, e inquirió:
-¿Puedes trabar la puerta? Es mejor si nuestros amigos se quedan del otro lado.
“Y así, de paso, te mantienes lejos del cofre”, pensó apenas sus ojos recayeron sobre éste. Era tan bello, ¡debía tener objetos tan invaluables dentro! Cegado por la codicia, y urgido por ver su contenido antes que sus compañeros, atravesó rápidamente la sala, rodeó a los cadáveres sin apenas mirarlos y se plantó frente al empolvado baúl con una sonrisa que le llegaba de una oreja a la otra. ¡No existía nada más placentero en el mundo que descubrir un tesoro! Palpó la tapa de la caja, la golpeó un par de veces e intentó levantarla, pero era demasiado pesada. Aún con todo ese movimiento ninguna trampa se activó, así que supuso que los wendigos habían sido el último obstáculo a superar para reclamar su premio. Finalmente, incapaz de contener las ansias, lo abrió.
“CRACK”. Ese, exactamente, fue el sonido que hizo su dedo meñique al ser cercenado por la cuchilla que cayó pesadamente desde la tapa apenas comenzó a meter la mano. Al principio no sintió más que un ligero escozor y, atónito, observó la manera en que el dedo rebotaba en el suelo hasta detenerse un par de metros más allá, perdiéndose bajo la tumba.
Bastaron un par de segundos para que la sangre comenzara a salir a chorros... y para que el dolor se tornara insoportable.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGH!
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
La perfecta y armoniosa combinación de ataques entre el ratón, el zorro y el humano dieron como consecución una excelente victoria ante el combate que en un primer instante se les presentaba difícil y largo. Lograron acabar con todas aquellas criaturas, e incluso con la más grande y aterradora, la cual tenía ya un brazo cercenado gracias a la aportación que Alward había dado mientras los dos hombres-bestia se ocupaban de los monstruos menores.
Parecía que los cinco que habían entrado a aquella sala no eran las únicas criaturas que buscaban devorar a los tres intrépidos exploradores, pero la magnífica actuación de estos, sumada a la eliminación del supuesto alfa y el manejo del fuego, elemento que siempre aleja a las bestias más temibles, acabó por finalmente hacerlas huir y dejar un respiro al grupo de tres. Quizás momentáneo, ya que puede que volviesen más tarde, pero al menos no les pillaría por sorpresa.
Ante las provocaciones del zorro hacia la huida de las criaturas, Alward simplemente envainó sus armas y se cruzó de brazos, dejando escapar una pequeña sonrisilla, ya que le resultaba curioso, como el vulpino se mostraba tan airoso y superior, cuando hace apenas unos minutos se encontraba contra las cuerdas, al igual que él y el roedor. En cambio, este último se llevó un susto de muerte al ser atrapado por una de las criaturas, en concreto por la que él mismo le dio una muerte llameante. Alward se llevó las manos a las empuñaduras de sus espadas, pero rápidamente vio que ese gesto iracundo fue un intento vano por escapar de las llamas desesperadamente. La criatura a los segundos murió del todo, dejando que su carne poco a poco se calcinara, lo que no dio un muy buen olor al ambiente, añadido al ya dejado por sus compañeros que también yacían inertes por la sala. Ahí, el humano contuvo la risa, a pesar de ser una situación que podría haber conllevado consecuencias peligrosas. Simplemente le pareció cómico la reacción del ratón.
-Eres muy asustadizo, ratón-Soltó con un tono cómico
Sin más, el grupo de tres siguió su pequeño periplo por las ruinas, manteniendo la posición que hasta ahora habían seguido; ratón a la cabeza, zorro en medio y Alward vigilando la retaguardia. Aunque ahora tenían una antorcha que iluminaba bastante bien una zona amplia, el humano no dejaba de estar inseguro a sus espaldas, ya que tenía la impresión de que aquellas criaturas aparecerían de un momento a otro en un acto de venganza para con sus compañeros caídos.
Llegaron a otra sala, esta vez el zorro se armó de valentía y quiso cruzar él el umbral para ver si había otra trampa que pudieran activar sin querer. Un acto que sorprendió al humano, ya que el vulpino se había mostrado bastante reacio a jugarse él la vida primero. Un acto egoísta sin duda, pero que no entraría a discutir con un desconocido.
-¿...Trabar... La puerta?-Dijo Alward sin entender muy bien al hombre-bestia. El humano miró a la entrada y luego a los alrededores, acto seguido devolvió su vista hacia el zorro. Claramente no había nada con que tapar el paso lo suficientemente grande-¿Y cómo pretendes que lo haga, genio? ¿Usando mi cuerpo?-Soltó tirando de sarcasmo-...Aunque no sería mala idea asegurarnos de que nada nos sorprende...-Rectificó. Por unos segundos, el humano se aseguró de poder trazar alguna idea de poder atascar aquella puerta, pero nada se le venía a la mente. Acto seguido, desistió. Después de todo, tendrían que volver y enfrentarse a aquellos monstruos en caso de que el roedor no consiguiese encontrar una vía de escape alternativa.
La sala era alumbrada poco a poco por la antorcha que sostenía el ratón, parecía ser algún tipo de túmulo donde alguien importante había sido enterrado tanto tiempo atrás que seguramente siquiera los huesos que allí estuvieran aguantarían un solo toque antes de convertirse en polvo. Lo más probable es que antaño eso estuviese repleto de tesoros, pero ahora nada quedaba, y parecía ser la última sala de todas las que habían recorrido. Lo que sí había era un cofre, que rápidamente el astuto hombre-zorro quiso adueñarse. Avaricia, muy típico.
-...¿He venido aquí para nada?-Decía mientras observaba a su alrededor con la esperanza de encontrar el orbe rojo. Se puso en jarras y habló en voz alta para sí-Siempre me dan a mí los trabajos más extraños...
Desanimado, se sentó a los pies del sarcófago que estaba recostado sobre el suelo de forma horizontal, de espaldas al zorro y sacando sus dos espadas para intentar limpiar la sangre de aquellas criaturas putrefactas. Mientras, el ratón buscaría una salida a la vez que revisaba a fondo la sala.
-...Qué asco-Dijo con mal gesto. Se acercó uno de los filos y olió la espesa y negruzca sangre. Fue un error. Se le metió por las fosas nasales un olor putrefacto y asqueroso que le revolvió todo su interior. Rápidamente tomó una bocanada de aire alejándose la espada y limpiando con fuerza esos asquerosos restos con lo que pudiera-Oye zorro, si encuentras un orbe rojo dámelo.-No recibió respuesta, lo que le extraño-Si intentas engañarme, te meteré una de mis espadas por el culo-Se giró para ver al susodicho con una amplia sonrisa y un tono burlesco-¿Qué te pare....-
De pronto, vio cómo le emanaba una gran cantidad de sangre al vulpino desde una de sus manos... ¿¡Qué demonios había hecho!? El susodicho pegó un gran grito mientras Alward se quedó perplejo, abriendo los ojos como platos.
El humano se levantó como si le hubieran cercenado a él mismo y se acercó al zorro, tirando incluso sus espadas al suelo por el camino.
-¿¡QUÉ HAS HECHO!?-Miró al cofre, el cual era el culpable de tal acto al estar todo ensangrentado. Alward empezó a alternar saltos con ambos pies mientras miraba bastante agitado la escena desde más cerca. De pronto, se acordó que en su zurrón guardaba unas vendas y empezó a sacarlas, sin dejar de lado su agitación, incluso siguiendo al zorro con sus espasmos de dolor y sus gritos-¡TOMA, RÁPIDO!-Le entregó las vendas-¿SABES VENDARTE?-Le daba un verdadero asco y pudor tener que vendarle él en el caso de que el vulpino no fuese capaz. No era médico, y ver articulaciones y huesos tan de cerca le daba verdadero horror.
Parecía que los cinco que habían entrado a aquella sala no eran las únicas criaturas que buscaban devorar a los tres intrépidos exploradores, pero la magnífica actuación de estos, sumada a la eliminación del supuesto alfa y el manejo del fuego, elemento que siempre aleja a las bestias más temibles, acabó por finalmente hacerlas huir y dejar un respiro al grupo de tres. Quizás momentáneo, ya que puede que volviesen más tarde, pero al menos no les pillaría por sorpresa.
Ante las provocaciones del zorro hacia la huida de las criaturas, Alward simplemente envainó sus armas y se cruzó de brazos, dejando escapar una pequeña sonrisilla, ya que le resultaba curioso, como el vulpino se mostraba tan airoso y superior, cuando hace apenas unos minutos se encontraba contra las cuerdas, al igual que él y el roedor. En cambio, este último se llevó un susto de muerte al ser atrapado por una de las criaturas, en concreto por la que él mismo le dio una muerte llameante. Alward se llevó las manos a las empuñaduras de sus espadas, pero rápidamente vio que ese gesto iracundo fue un intento vano por escapar de las llamas desesperadamente. La criatura a los segundos murió del todo, dejando que su carne poco a poco se calcinara, lo que no dio un muy buen olor al ambiente, añadido al ya dejado por sus compañeros que también yacían inertes por la sala. Ahí, el humano contuvo la risa, a pesar de ser una situación que podría haber conllevado consecuencias peligrosas. Simplemente le pareció cómico la reacción del ratón.
-Eres muy asustadizo, ratón-Soltó con un tono cómico
Sin más, el grupo de tres siguió su pequeño periplo por las ruinas, manteniendo la posición que hasta ahora habían seguido; ratón a la cabeza, zorro en medio y Alward vigilando la retaguardia. Aunque ahora tenían una antorcha que iluminaba bastante bien una zona amplia, el humano no dejaba de estar inseguro a sus espaldas, ya que tenía la impresión de que aquellas criaturas aparecerían de un momento a otro en un acto de venganza para con sus compañeros caídos.
Llegaron a otra sala, esta vez el zorro se armó de valentía y quiso cruzar él el umbral para ver si había otra trampa que pudieran activar sin querer. Un acto que sorprendió al humano, ya que el vulpino se había mostrado bastante reacio a jugarse él la vida primero. Un acto egoísta sin duda, pero que no entraría a discutir con un desconocido.
-¿...Trabar... La puerta?-Dijo Alward sin entender muy bien al hombre-bestia. El humano miró a la entrada y luego a los alrededores, acto seguido devolvió su vista hacia el zorro. Claramente no había nada con que tapar el paso lo suficientemente grande-¿Y cómo pretendes que lo haga, genio? ¿Usando mi cuerpo?-Soltó tirando de sarcasmo-...Aunque no sería mala idea asegurarnos de que nada nos sorprende...-Rectificó. Por unos segundos, el humano se aseguró de poder trazar alguna idea de poder atascar aquella puerta, pero nada se le venía a la mente. Acto seguido, desistió. Después de todo, tendrían que volver y enfrentarse a aquellos monstruos en caso de que el roedor no consiguiese encontrar una vía de escape alternativa.
La sala era alumbrada poco a poco por la antorcha que sostenía el ratón, parecía ser algún tipo de túmulo donde alguien importante había sido enterrado tanto tiempo atrás que seguramente siquiera los huesos que allí estuvieran aguantarían un solo toque antes de convertirse en polvo. Lo más probable es que antaño eso estuviese repleto de tesoros, pero ahora nada quedaba, y parecía ser la última sala de todas las que habían recorrido. Lo que sí había era un cofre, que rápidamente el astuto hombre-zorro quiso adueñarse. Avaricia, muy típico.
-...¿He venido aquí para nada?-Decía mientras observaba a su alrededor con la esperanza de encontrar el orbe rojo. Se puso en jarras y habló en voz alta para sí-Siempre me dan a mí los trabajos más extraños...
Desanimado, se sentó a los pies del sarcófago que estaba recostado sobre el suelo de forma horizontal, de espaldas al zorro y sacando sus dos espadas para intentar limpiar la sangre de aquellas criaturas putrefactas. Mientras, el ratón buscaría una salida a la vez que revisaba a fondo la sala.
-...Qué asco-Dijo con mal gesto. Se acercó uno de los filos y olió la espesa y negruzca sangre. Fue un error. Se le metió por las fosas nasales un olor putrefacto y asqueroso que le revolvió todo su interior. Rápidamente tomó una bocanada de aire alejándose la espada y limpiando con fuerza esos asquerosos restos con lo que pudiera-Oye zorro, si encuentras un orbe rojo dámelo.-No recibió respuesta, lo que le extraño-Si intentas engañarme, te meteré una de mis espadas por el culo-Se giró para ver al susodicho con una amplia sonrisa y un tono burlesco-¿Qué te pare....-
De pronto, vio cómo le emanaba una gran cantidad de sangre al vulpino desde una de sus manos... ¿¡Qué demonios había hecho!? El susodicho pegó un gran grito mientras Alward se quedó perplejo, abriendo los ojos como platos.
El humano se levantó como si le hubieran cercenado a él mismo y se acercó al zorro, tirando incluso sus espadas al suelo por el camino.
-¿¡QUÉ HAS HECHO!?-Miró al cofre, el cual era el culpable de tal acto al estar todo ensangrentado. Alward empezó a alternar saltos con ambos pies mientras miraba bastante agitado la escena desde más cerca. De pronto, se acordó que en su zurrón guardaba unas vendas y empezó a sacarlas, sin dejar de lado su agitación, incluso siguiendo al zorro con sus espasmos de dolor y sus gritos-¡TOMA, RÁPIDO!-Le entregó las vendas-¿SABES VENDARTE?-Le daba un verdadero asco y pudor tener que vendarle él en el caso de que el vulpino no fuese capaz. No era médico, y ver articulaciones y huesos tan de cerca le daba verdadero horror.
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Era una hermosa sala, Amit se detuvo a mirar los dibujos, las formas de los relieves y las inscripciones antiguas. Sus dos acompañantes parecían estar discutiendo pero al Mausu no le preocupaba en lo más mínimo, había sido entrenado para saber reconocer ese tipo de maravillas. Quizás el oro y las joyas hubiesen desaparecido hace ya algún tiempo, pero el ratón estaba seguro que encontraría otro tipo de cosas de valor.
Así que mientras el humano se quejaba porque no podía cerrar la puerta y que no estaba el orbe rojo por ningún lado, Amit se dirigió hacia la montaña de jarrones y comenzó a abrirlos uno por uno. Encontró muchas cosas, tierra, cenizas del difunto, arañas, una lagartija, pero ninguna de esas cosas eran buenas para ser intercambiadas, aunque a los pequeños bichos se los podía comer.
El Mausu se dio vuelta de pronto, las patas de una de las arañas aún sobresalía de su boca cuando vio al zorro saltando y agarrándose la mano la cual sangraba sin parar. Terminó de tragar y se acercó corriendo.
-¡Zorro tonto! ¡Zorro muy tonto! ¿Por qué metes la mano en un cofre sin mirar? –Agarró las vendas que el humano ofrecía de un tirón - ¡Dame eso! ¡Claro que no puede vendarse a sí mismo, Humano cabeza hueca! – Siguió haciendo un montón de chillidos en distintos tonos y ritmos que en su idioma original eran insultos – “Sabes vendarte” dice el humano – El otro Hombre-Bestia estaba asustado - ¡¡Silencio!! Quedate quieto, que tengo que hacerlo bien –
El Mausu le agarró la mano a la fuerza y lo obligó a que la deje a una altura en la que pudiera trabajar. Con muy poca paciencia empezó a vendar la mano, sin tomar en consideración el más que probable dolor que estaba sufriendo el zorro. Para cuando terminó la mano lastimada no solo estaba vendada, era una gran pelota de tela en la cual no se diferenciaban los dedos y que llegaba hasta la muñeca.
-¡Listo! – El ratón hasta parecía orgulloso de su trabajo – Ahora veamos ese cofre ¡Tchik! – Amit agarró una vara y lo tocó un par de veces antes de animarse a apoyar las manos, no había visto lo que le pasó al zorro, así que no sabía qué esperar. Cuando nada pasó lo abrió, también con el palo – Que extraño… - Metió la vara adentro y en cuanto pasó la línea una guillotina bajo y lo cortó de inmediato - ¡¡Tchik!! – Chilló el ratón – Que peligroso, si, si, si, muy peligroso realmente – Miró adentro sin tocarlo – Allí está tu orbe, Humano ¿Lo quieres? Tendrás que sacarlo –
Amit no iba a poner en riesgo sus manos por el tesoro de alguien más, en lugar de eso prefería utilizar su tiempo buscando una salida. Se acercó a una de las esquinas, donde estaba lleno de pergaminos, el Mausu rechistó varias veces, lo que iba a hacer le causaría muchos estornudos. Se puso en cuatro patas y comenzó a escarbar, a medida que avanzaba su pelo blanco se iba volviendo negro por la tierra, las telas de araña, y los restos de pergaminos que se iban haciendo polvo.
Al final estaba la pared, pero las piedras estaban flojas, Amit las agarró con ambas manos y tiró con todas sus fuerzas, apoyando las patas en la pared. Lentamente comenzó a salir, la puso a un lado y repitió el proceso hasta lograr sacar tres de las piedras. Con la respiración acelerada asomó la cabeza por el agujero y miro a sus acompañantes.
-Por aquí se puede salir ¡Tchik! Tendrán que arrastrarse – Se dio la vuelta y volvió a meterse, intentando moverse hacia los costados para hacer más espacio al Humano y al Hombre-bestia. Luego de unos minutos de excavar Amit vio unos rayos de luz – Es allí, si, si, si, síganme –
Afuera aún estaban a plena luz del día, las raíces de unos arbustos comenzaron a moverse, y de la nada salió la cabeza de un ratón gigante. Se sacudió, sacó las patas delanteras, las apoyó a los costados del hueco e hizo fuerza para salir, pero se pasó con el esfuerzo, y cuando logró escapar rodó varias veces sobre sí mismo en el piso del bosque, hasta detenerse contra un árbol.
Así que mientras el humano se quejaba porque no podía cerrar la puerta y que no estaba el orbe rojo por ningún lado, Amit se dirigió hacia la montaña de jarrones y comenzó a abrirlos uno por uno. Encontró muchas cosas, tierra, cenizas del difunto, arañas, una lagartija, pero ninguna de esas cosas eran buenas para ser intercambiadas, aunque a los pequeños bichos se los podía comer.
El Mausu se dio vuelta de pronto, las patas de una de las arañas aún sobresalía de su boca cuando vio al zorro saltando y agarrándose la mano la cual sangraba sin parar. Terminó de tragar y se acercó corriendo.
-¡Zorro tonto! ¡Zorro muy tonto! ¿Por qué metes la mano en un cofre sin mirar? –Agarró las vendas que el humano ofrecía de un tirón - ¡Dame eso! ¡Claro que no puede vendarse a sí mismo, Humano cabeza hueca! – Siguió haciendo un montón de chillidos en distintos tonos y ritmos que en su idioma original eran insultos – “Sabes vendarte” dice el humano – El otro Hombre-Bestia estaba asustado - ¡¡Silencio!! Quedate quieto, que tengo que hacerlo bien –
El Mausu le agarró la mano a la fuerza y lo obligó a que la deje a una altura en la que pudiera trabajar. Con muy poca paciencia empezó a vendar la mano, sin tomar en consideración el más que probable dolor que estaba sufriendo el zorro. Para cuando terminó la mano lastimada no solo estaba vendada, era una gran pelota de tela en la cual no se diferenciaban los dedos y que llegaba hasta la muñeca.
-¡Listo! – El ratón hasta parecía orgulloso de su trabajo – Ahora veamos ese cofre ¡Tchik! – Amit agarró una vara y lo tocó un par de veces antes de animarse a apoyar las manos, no había visto lo que le pasó al zorro, así que no sabía qué esperar. Cuando nada pasó lo abrió, también con el palo – Que extraño… - Metió la vara adentro y en cuanto pasó la línea una guillotina bajo y lo cortó de inmediato - ¡¡Tchik!! – Chilló el ratón – Que peligroso, si, si, si, muy peligroso realmente – Miró adentro sin tocarlo – Allí está tu orbe, Humano ¿Lo quieres? Tendrás que sacarlo –
Amit no iba a poner en riesgo sus manos por el tesoro de alguien más, en lugar de eso prefería utilizar su tiempo buscando una salida. Se acercó a una de las esquinas, donde estaba lleno de pergaminos, el Mausu rechistó varias veces, lo que iba a hacer le causaría muchos estornudos. Se puso en cuatro patas y comenzó a escarbar, a medida que avanzaba su pelo blanco se iba volviendo negro por la tierra, las telas de araña, y los restos de pergaminos que se iban haciendo polvo.
Al final estaba la pared, pero las piedras estaban flojas, Amit las agarró con ambas manos y tiró con todas sus fuerzas, apoyando las patas en la pared. Lentamente comenzó a salir, la puso a un lado y repitió el proceso hasta lograr sacar tres de las piedras. Con la respiración acelerada asomó la cabeza por el agujero y miro a sus acompañantes.
-Por aquí se puede salir ¡Tchik! Tendrán que arrastrarse – Se dio la vuelta y volvió a meterse, intentando moverse hacia los costados para hacer más espacio al Humano y al Hombre-bestia. Luego de unos minutos de excavar Amit vio unos rayos de luz – Es allí, si, si, si, síganme –
Afuera aún estaban a plena luz del día, las raíces de unos arbustos comenzaron a moverse, y de la nada salió la cabeza de un ratón gigante. Se sacudió, sacó las patas delanteras, las apoyó a los costados del hueco e hizo fuerza para salir, pero se pasó con el esfuerzo, y cuando logró escapar rodó varias veces sobre sí mismo en el piso del bosque, hasta detenerse contra un árbol.
Amit'tek
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