[Desafío] Sinfonía de Hechizos
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[Desafío] Sinfonía de Hechizos
Aquel líquido de color magenta resplandecía misterioso en aquel frasco de vidrio, decorado encantador con un brillante listón de color carmín. Descendió desde su contenedor, siendo vertido con precaución en aquel metálico caldero, cuyo contenido burbujeaba incesante con una mezcla de diversos tonos destellantes y coloridos, envueltos en un manto de neblina mística que se esparcía armoniosamente a través de aquel salón de blancuzcas columnas, en un bello vals que sin duda complementaba la elegante simetría de la construcción. El blanco y el azul se combinaban perfectos en el diseño de las paredes, y las cortinas purpuras sin duda le otorgaban el toque perfecto. Hasta el más viejo de los libros se hallaba perfectamente alineado en su estantería, catalogados en secciones, colores, tamaños. De esto último no se escapaba aquel cajón repleto de ingredientes, siguiendo los mismos criterios para apilar: sustancias, polvillos, fragmentos.
Todo aquello era un espectáculo visual que, sin duda, los amantes del orden y la simetría sabrían apreciar; no se escapaba ni el más mínimo de los detalles. Y, por supuesto, ¿qué obra creada con tanta perfección y estética no sería dirigida por un igual de excelente director? Con aquel par de orbes color miel situados sobre el texto que contenían las páginas del inmenso libro frente a ella, los dulces labios de la encantadora, Valerie Lightbloom, entonaban una hermosa nana.
—Moon river... ♫
Wider than a mile... ♪
I'm crossing you... ♬
In style, some day... ♩
La bella encantadora canturreaba al ritmo de sus brazos que, gráciles, orquestaban la producción de aquella mezcla alquímica.
—Oh dream... maker... ♫
You heart... breaker... ♪
Wherever your goin'... ♬
I'm goin' your way... ♩
El canto de la mujer se vio interrumpido ante el repentino y violento sacudir del caldero. Aquello era... inesperado. No era propio de ella equivocarse durante una composición. ¿A qué podría deberse semejante reacción? ¿Habría sido... la infusión de Inhibis? Quizás no había usado suficientes pétalos... ¿O sería el polvillo de Fae? ¿Se habría excedido con las medidas? Si... De eso debía tratarse... Necesitaría un buen catalizador para estabilizar todo ese Éter.
Con un par de chasquidos de lengua y unos segundos de meditación, la bruja de rizos rojizos finalmente dio con el ingrediente perfecto para su receta: ¡un rubí illidense!
Depositando delicadamente sobre el mesón la varita que había utilizado para dirigir la mágica sinfonía de su caldero, Valerie miró por la ventana una última vez, para regocijarse con la vista que tanto adoraba de Beltrexus desde su biblioteca, antes de abandonar el salón en busca de lo necesario para continuar...
A las afueras de la ventana de la encantadora, dos aterradas y temblorosas figuras infantiles rezaban a todos los dioses que conocían, deseando con todas sus fuerzas que la última no les hubiera visto espiarle mientras se hallaba preparando aquella receta.
Cuando el tiempo hizo evidente que nada ocurriría, puesto que ninguno de los dos niños había sido despedido por los aires con un impulso telequinético de la bruja pelirroja, finalmente pudieron liberar aliviados el aire que habían retenido, temerosos de que el sonido de su respiración delatara su crimen... o lo que ellos consideraban uno, mejor dicho.
Aquel peculiar par de hermano y hermana había estado frecuentando la biblioteca de Lightbloom desde hacía una temporada. ¿Cuál era su objetivo? Fácil: ¡volverse el dúo de magos más poderoso de todo Aerandir, tras convertirse en discípulos de la gran Valerie Lightbloom! O..., al menos, eso era lo que decía uno de ellos, puesto que la otra solo seguía a su hermano para asegurarse de que este no se metiera en problemas, aunque, más que evitarlos, siempre terminara envuelta y llevándose una parte de sus consecuencias.
—Eso estuvo cerca... —comentó el mayor de aquel par, echando nuevamente un vistazo al interior del salón en busca de la bruja.
—¡No! ¡Ya basta, cabeza hueca!
Con un estrepitoso ¡paff!, la muchacha le propicio un buen azote en la cabeza al muy insolente que le acompañaba, para detenerlo. ¿¡Cómo se atrevía a continuar siendo tan imprudente después de experimentar un susto de muerte hacían solo unos segundos!?
—¡¡¡Ay!!! —el muchacho lloriqueó, sosteniendo malhumorado la zona herida con sus manos—. ¡No tenias que pegarme tan fuerte, Lydia!
—¡Ya te he dicho mil y un veces que esto es una terrible idea, Mako! ¡Debemos regresar! ¿Qué dirán mamá y papá cuando descubran que hemos faltado a nuestras clases para venir aquí? —le reprendió Lydia furiosa.
—¡Tranquila! No hay ninguna razón por la cual tengan que enterarse. ¡Regresaremos justo a tiempo para firmar nuestra asistencia y nadie sabrá que nunca asistimos! ¡Relájate!
La joven dama gruñó en desacuerdo, pero finalmente optó por cruzarse de brazos y permitir que su hermano continuara con sus travesuras. Tenía suerte de que, su increíble curiosidad, estuviera más interesada en ver el resultado que saldría de aquel luminoso y colorido líquido que contenía el caldero, que en los repetitivos textos del Hekshold que ya había repasado cientos de veces.
Los mellizos nuevamente se centraron en observar el interior del salón, esperando expectantes el regreso de la bruja pelirroja que tanto admiraban. Una vez se efectuó esto, procedieron a esconderse cuanto antes para no ser descubiertos, preservando así su oportunidad de seguir espiando como la receta de la encantadora adquiría forma.
Una vez reducida a diminutos fragmentos la estructura cristalina del rubí illidense, Valerie tomó el polvillo y lo esparció en la mezcla burbujeante. Seguramente eso bastaría para condensar todo el Éter sobrante, fue lo que pensó, más no se esperó recibir una nueva y violenta sacudida del caldero en respuesta.
—Entonces... no se debió al exceso de polvillo de Fae... —susurró dubitativa la dama pelirroja. Estaba más que segura que a eso se debía la extraña reacción—. ¿De qué podrá tratarse...?
Bienvenida, alma que danza al compás de la sinfonía. Espero hayas disfrutado del acto de apertura que ha presentado mi prima donna, pero a partir de este punto, serás tú quien dirigirá a esta orquesta.
Te presento a Valerie Lightbloom, la encantadora. Valerie se encuentra preparando un misterioso brebaje en su caldero, en el interior de su biblioteca en Beltrexus, aunque parece estar teniendo un par de percances para estabilizar los ingredientes. ¿Quizás quieras darle una mano? La encantadora apreciara mucho la ayuda, en especial si viene de parte de un buen alquimista. Soy un dios que premia a aquellos que prestan atención a los detalles y hacen sus deberes en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Estoy seguro que, con un poco de atención, tal vez seas capaz de adivinar que tipo de poción quiere crear Valerie y brindarle una ayuda efectiva.
Dejo a la encantadora y su receta en tus manos, no me decepciones.
Por otro lado, si no te consideras capaz de brindarle a Valerie la ayuda que necesita, tal vez estés interesado en ayudar a los mellizos, Mako y Lydia. Este par se ha hartado de las lecciones del Hekshold y han preferido solicitarle a la encantadora que los vuelva sus discípulos, aunque parecen estar teniendo un duro comienzo y se limitan a solo observar sus recetas. ¿Qué te parece si les animas un poco y les guías en la dirección correcta?
Los mellizos se encuentran, igualmente, a tu disposición.
Todo aquello era un espectáculo visual que, sin duda, los amantes del orden y la simetría sabrían apreciar; no se escapaba ni el más mínimo de los detalles. Y, por supuesto, ¿qué obra creada con tanta perfección y estética no sería dirigida por un igual de excelente director? Con aquel par de orbes color miel situados sobre el texto que contenían las páginas del inmenso libro frente a ella, los dulces labios de la encantadora, Valerie Lightbloom, entonaban una hermosa nana.
- canción:
—Moon river... ♫
Wider than a mile... ♪
I'm crossing you... ♬
In style, some day... ♩
La bella encantadora canturreaba al ritmo de sus brazos que, gráciles, orquestaban la producción de aquella mezcla alquímica.
—Oh dream... maker... ♫
You heart... breaker... ♪
Wherever your goin'... ♬
I'm goin' your way... ♩
El canto de la mujer se vio interrumpido ante el repentino y violento sacudir del caldero. Aquello era... inesperado. No era propio de ella equivocarse durante una composición. ¿A qué podría deberse semejante reacción? ¿Habría sido... la infusión de Inhibis? Quizás no había usado suficientes pétalos... ¿O sería el polvillo de Fae? ¿Se habría excedido con las medidas? Si... De eso debía tratarse... Necesitaría un buen catalizador para estabilizar todo ese Éter.
Con un par de chasquidos de lengua y unos segundos de meditación, la bruja de rizos rojizos finalmente dio con el ingrediente perfecto para su receta: ¡un rubí illidense!
Depositando delicadamente sobre el mesón la varita que había utilizado para dirigir la mágica sinfonía de su caldero, Valerie miró por la ventana una última vez, para regocijarse con la vista que tanto adoraba de Beltrexus desde su biblioteca, antes de abandonar el salón en busca de lo necesario para continuar...
A las afueras de la ventana de la encantadora, dos aterradas y temblorosas figuras infantiles rezaban a todos los dioses que conocían, deseando con todas sus fuerzas que la última no les hubiera visto espiarle mientras se hallaba preparando aquella receta.
Cuando el tiempo hizo evidente que nada ocurriría, puesto que ninguno de los dos niños había sido despedido por los aires con un impulso telequinético de la bruja pelirroja, finalmente pudieron liberar aliviados el aire que habían retenido, temerosos de que el sonido de su respiración delatara su crimen... o lo que ellos consideraban uno, mejor dicho.
Aquel peculiar par de hermano y hermana había estado frecuentando la biblioteca de Lightbloom desde hacía una temporada. ¿Cuál era su objetivo? Fácil: ¡volverse el dúo de magos más poderoso de todo Aerandir, tras convertirse en discípulos de la gran Valerie Lightbloom! O..., al menos, eso era lo que decía uno de ellos, puesto que la otra solo seguía a su hermano para asegurarse de que este no se metiera en problemas, aunque, más que evitarlos, siempre terminara envuelta y llevándose una parte de sus consecuencias.
—Eso estuvo cerca... —comentó el mayor de aquel par, echando nuevamente un vistazo al interior del salón en busca de la bruja.
—¡No! ¡Ya basta, cabeza hueca!
Con un estrepitoso ¡paff!, la muchacha le propicio un buen azote en la cabeza al muy insolente que le acompañaba, para detenerlo. ¿¡Cómo se atrevía a continuar siendo tan imprudente después de experimentar un susto de muerte hacían solo unos segundos!?
—¡¡¡Ay!!! —el muchacho lloriqueó, sosteniendo malhumorado la zona herida con sus manos—. ¡No tenias que pegarme tan fuerte, Lydia!
—¡Ya te he dicho mil y un veces que esto es una terrible idea, Mako! ¡Debemos regresar! ¿Qué dirán mamá y papá cuando descubran que hemos faltado a nuestras clases para venir aquí? —le reprendió Lydia furiosa.
—¡Tranquila! No hay ninguna razón por la cual tengan que enterarse. ¡Regresaremos justo a tiempo para firmar nuestra asistencia y nadie sabrá que nunca asistimos! ¡Relájate!
La joven dama gruñó en desacuerdo, pero finalmente optó por cruzarse de brazos y permitir que su hermano continuara con sus travesuras. Tenía suerte de que, su increíble curiosidad, estuviera más interesada en ver el resultado que saldría de aquel luminoso y colorido líquido que contenía el caldero, que en los repetitivos textos del Hekshold que ya había repasado cientos de veces.
Los mellizos nuevamente se centraron en observar el interior del salón, esperando expectantes el regreso de la bruja pelirroja que tanto admiraban. Una vez se efectuó esto, procedieron a esconderse cuanto antes para no ser descubiertos, preservando así su oportunidad de seguir espiando como la receta de la encantadora adquiría forma.
Una vez reducida a diminutos fragmentos la estructura cristalina del rubí illidense, Valerie tomó el polvillo y lo esparció en la mezcla burbujeante. Seguramente eso bastaría para condensar todo el Éter sobrante, fue lo que pensó, más no se esperó recibir una nueva y violenta sacudida del caldero en respuesta.
—Entonces... no se debió al exceso de polvillo de Fae... —susurró dubitativa la dama pelirroja. Estaba más que segura que a eso se debía la extraña reacción—. ¿De qué podrá tratarse...?
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Bienvenida, alma que danza al compás de la sinfonía. Espero hayas disfrutado del acto de apertura que ha presentado mi prima donna, pero a partir de este punto, serás tú quien dirigirá a esta orquesta.
Te presento a Valerie Lightbloom, la encantadora. Valerie se encuentra preparando un misterioso brebaje en su caldero, en el interior de su biblioteca en Beltrexus, aunque parece estar teniendo un par de percances para estabilizar los ingredientes. ¿Quizás quieras darle una mano? La encantadora apreciara mucho la ayuda, en especial si viene de parte de un buen alquimista. Soy un dios que premia a aquellos que prestan atención a los detalles y hacen sus deberes en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Estoy seguro que, con un poco de atención, tal vez seas capaz de adivinar que tipo de poción quiere crear Valerie y brindarle una ayuda efectiva.
Dejo a la encantadora y su receta en tus manos, no me decepciones.
Por otro lado, si no te consideras capaz de brindarle a Valerie la ayuda que necesita, tal vez estés interesado en ayudar a los mellizos, Mako y Lydia. Este par se ha hartado de las lecciones del Hekshold y han preferido solicitarle a la encantadora que los vuelva sus discípulos, aunque parecen estar teniendo un duro comienzo y se limitan a solo observar sus recetas. ¿Qué te parece si les animas un poco y les guías en la dirección correcta?
Los mellizos se encuentran, igualmente, a tu disposición.
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Re: [Desafío] Sinfonía de Hechizos
La isla de los brujos no era ciertamente el lugar favorito del pelinegro, que con la capucha intentaba desesperadamente ocultar la sutil pero visible forma de sus orejas ligeramente puntiagudas que delataban su naturaleza tan contraria a los mugres brujos de aquella isla, lo que estaba haciendo ahí era un secreto, ni él mismo lo sabía realmente y solo era una conveniencia para poder entrar a un desafío, pero sin duda se daría cuenta luego que todo formaba parte de un plan más grande, fuera cual fuera.
En su camino se encontró con una pequeña y adorable morada que ciertamente llamó su atención, no solo por el vistoso espectáculo de destellos multicolores que podía notar a través de la ventana, sino por el par de pequeños espías que se encontraban intentando ver lo que había dentro, el pelinegro se acercó en tal silencio, y tan concentrados estaban los pequeños que no lo notaron hasta que estuvo demasiado cerca como para atraparlos impunemente.
El asesino cruzado de brazos aclaró su garganta para llamar la atención del par de niños -No les han dicho que es de mala educación espiar a las person…- La mente del pelinegro se detuvo completamente por un instante al escuchar aquella mágica voz que cantaba en el interior de la vivienda. Los niños se miraron uno a la otra y el intrépido Mako se levantó y pasó la mano frente al rostro de Destino que parecía hipnotizado.
Sin pestañar o cambiar la dirección de su mirada, Destino atrapó la mano del niño para luego mirarlo con seriedad -Lo lamentamos, señor, por favor no nos delate, por favor, por favor- Suplicó la jovencita sin éxito. Destino tomó también la mano de la chica y caminó con ambos hacia la puerta de la casa arrastrándolos a la fuerza -Por favor, solo queremos aprender, es todo- Dijo el chico haciendo que el elfo se detuviera un instante sin voltear la mirada hacia ellos, pero luego siguió caminando.
Sujetaba a cada joven con una mano, por lo que no tuvo más remedio que tocar la puerta suavemente con la punta del pie para no soltarlos, solo para evitar tener que matarlos si trataban de escapar, pasaron unos instantes y tocó nuevamente, aunque sabía que lo habían escuchado a la primera, pues el canto había cesado. Unos instantes después una hermosa joven de rojos cabellos y ojos esmeralda abrió la puerta confundida.
Saludos, estos aprendices quieren ser sus niños- Dijo un poco confundido y nervioso, sacudió la cabeza y lo intentó de nuevo -Estos niños, quieren ser sus aprendices- Repitió en el orden correcto -Le pido que los acepte como pupilos, Destino correrá con los gatos- Volvió a negar con la cabeza -Gastos, Destino correrá con los gastos- Aclaró soltando a los pequeños, pero no si antes arrojarlos al frente con adorable salvajismo.
El pelinegro se encontraba tan confundido como los dos pequeños pues ciertamente su plan era delatarlos y entregarlos inicialmente, pero había recordado que siendo niño, todo lo que le habría gustado tener era alguien que le enseñara a ser lo que quería, pero todos le habían rechazado y denigrado, de alguna manera esto había despertado un poco de simpatía con el desconocido chico para que tuviera lo que Destino no pudo, un maestro… o maestra.
Lo lamento, yo no soy, no estoy preparada para…- Destino no dejó que Valerie terminara de rechazar la petición -Nadie se siente preparado para convertirse en maestro, pero una vez que comienza ya no puede dejarlo, si no puede enseñarlos, al menos los puede guiar- dijo calmado mientras observaba el entorno persiguiendo en su olfato el olor de aquella poción que se preparaba.
Si tan agradable es ¿por qué no guiarlos tú?- Cuestionó la alquimista con las manos en las caderas -Sus caminos y el de Destino no llevan al mismo final- Respondió sin querer revelar su oficio -¿Destino? ¿Tú eres Destino? Eres un sujeto muy extraño, pero gracioso, yo soy Valerie- Dijo la joven dejando escapar una pequeña sonrisa que parecía significar un “Sí”.
Destino no olvidará tu nombre- Dijo y rió nervioso esperando que en algún momento la chica lo repitiera pues ya se le había olvidado -¿Esto es lo que parece que es?- Preguntó el elfo intrigado mientras señalaba el masacote en el caldero, el pelinegro no era un experto en alquimia, era más bien un novato, o si había algunos estratos por debajo del rango de novato, ahí estaba él.
Pero en lo que sí era experto era en recibir heridas y golpes, lo que lo había ayudado a conocer algunas de las principales plantas usadas para tratar heridas y calmar dolores -Inhibis… ¿Faelivrin?- Dijo esto último con algo de duda -Una mezcla peculiar, demasiado potente sin duda, pero el Inhibis va mejor un algunos pétalos de Hoja del Rey- Levantó su camisa para mostrar algunas cicatrices casi imperceptibles en su abdomen, fruto de heridas pasadas -Dará un efecto más potente y rápido en el tratamiento de heridas- Volvió la prenda a su lugar antes de volver a cuestionar a la chica.
Entonces ¿Aceptará a Hantel y Gresel como sus nuevos aprendices?- Miró a los niños que no terminaban de entender el cambio de actitud del elfo pero no se quejaban de la propuesta, si eran aceptados ya no tendrían que espiar en secreto, Mako podría aprender y Lydia podría estar más tranquila. Los hermanos se miraron entre ellos antes de hacer una reverencia a la encantadora -Por favor, señorita Valerie- Dijeron ambos al unísono esperando la respuesta…
[1] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] En su camino se encontró con una pequeña y adorable morada que ciertamente llamó su atención, no solo por el vistoso espectáculo de destellos multicolores que podía notar a través de la ventana, sino por el par de pequeños espías que se encontraban intentando ver lo que había dentro, el pelinegro se acercó en tal silencio, y tan concentrados estaban los pequeños que no lo notaron hasta que estuvo demasiado cerca como para atraparlos impunemente.
El asesino cruzado de brazos aclaró su garganta para llamar la atención del par de niños -No les han dicho que es de mala educación espiar a las person…- La mente del pelinegro se detuvo completamente por un instante al escuchar aquella mágica voz que cantaba en el interior de la vivienda. Los niños se miraron uno a la otra y el intrépido Mako se levantó y pasó la mano frente al rostro de Destino que parecía hipnotizado.
Sin pestañar o cambiar la dirección de su mirada, Destino atrapó la mano del niño para luego mirarlo con seriedad -Lo lamentamos, señor, por favor no nos delate, por favor, por favor- Suplicó la jovencita sin éxito. Destino tomó también la mano de la chica y caminó con ambos hacia la puerta de la casa arrastrándolos a la fuerza -Por favor, solo queremos aprender, es todo- Dijo el chico haciendo que el elfo se detuviera un instante sin voltear la mirada hacia ellos, pero luego siguió caminando.
Sujetaba a cada joven con una mano, por lo que no tuvo más remedio que tocar la puerta suavemente con la punta del pie para no soltarlos, solo para evitar tener que matarlos si trataban de escapar, pasaron unos instantes y tocó nuevamente, aunque sabía que lo habían escuchado a la primera, pues el canto había cesado. Unos instantes después una hermosa joven de rojos cabellos y ojos esmeralda abrió la puerta confundida.
Saludos, estos aprendices quieren ser sus niños- Dijo un poco confundido y nervioso, sacudió la cabeza y lo intentó de nuevo -Estos niños, quieren ser sus aprendices- Repitió en el orden correcto -Le pido que los acepte como pupilos, Destino correrá con los gatos- Volvió a negar con la cabeza -Gastos, Destino correrá con los gastos- Aclaró soltando a los pequeños, pero no si antes arrojarlos al frente con adorable salvajismo.
El pelinegro se encontraba tan confundido como los dos pequeños pues ciertamente su plan era delatarlos y entregarlos inicialmente, pero había recordado que siendo niño, todo lo que le habría gustado tener era alguien que le enseñara a ser lo que quería, pero todos le habían rechazado y denigrado, de alguna manera esto había despertado un poco de simpatía con el desconocido chico para que tuviera lo que Destino no pudo, un maestro… o maestra.
Lo lamento, yo no soy, no estoy preparada para…- Destino no dejó que Valerie terminara de rechazar la petición -Nadie se siente preparado para convertirse en maestro, pero una vez que comienza ya no puede dejarlo, si no puede enseñarlos, al menos los puede guiar- dijo calmado mientras observaba el entorno persiguiendo en su olfato el olor de aquella poción que se preparaba.
Si tan agradable es ¿por qué no guiarlos tú?- Cuestionó la alquimista con las manos en las caderas -Sus caminos y el de Destino no llevan al mismo final- Respondió sin querer revelar su oficio -¿Destino? ¿Tú eres Destino? Eres un sujeto muy extraño, pero gracioso, yo soy Valerie- Dijo la joven dejando escapar una pequeña sonrisa que parecía significar un “Sí”.
Destino no olvidará tu nombre- Dijo y rió nervioso esperando que en algún momento la chica lo repitiera pues ya se le había olvidado -¿Esto es lo que parece que es?- Preguntó el elfo intrigado mientras señalaba el masacote en el caldero, el pelinegro no era un experto en alquimia, era más bien un novato, o si había algunos estratos por debajo del rango de novato, ahí estaba él.
Pero en lo que sí era experto era en recibir heridas y golpes, lo que lo había ayudado a conocer algunas de las principales plantas usadas para tratar heridas y calmar dolores -Inhibis… ¿Faelivrin?- Dijo esto último con algo de duda -Una mezcla peculiar, demasiado potente sin duda, pero el Inhibis va mejor un algunos pétalos de Hoja del Rey- Levantó su camisa para mostrar algunas cicatrices casi imperceptibles en su abdomen, fruto de heridas pasadas -Dará un efecto más potente y rápido en el tratamiento de heridas- Volvió la prenda a su lugar antes de volver a cuestionar a la chica.
Entonces ¿Aceptará a Hantel y Gresel como sus nuevos aprendices?- Miró a los niños que no terminaban de entender el cambio de actitud del elfo pero no se quejaban de la propuesta, si eran aceptados ya no tendrían que espiar en secreto, Mako podría aprender y Lydia podría estar más tranquila. Los hermanos se miraron entre ellos antes de hacer una reverencia a la encantadora -Por favor, señorita Valerie- Dijeron ambos al unísono esperando la respuesta…
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Secretos perdidos en la inmensidad del tiempo...
La joven doncella se hallaba inquieta. Desde que aquel extraño hombre encapuchado había ingresado en su biblioteca, realizando tan particular solicitud, Lightbloom había perdido parte de la gracia que le caracterizaba, siendo reemplazados sus bellos, sutiles y elegantes movimientos, por unos más descuidados y nerviosos. Adicionalmente, su capacidad de concentrarse en lo que hacía también parecía haberse desvanecido. Ni la creación de su receta, ni los niños que querían ser sus aprendices, ¡ni siquiera la inseguridad que le causaba visualizarse como una maestra...! Nada parecía tener la capacidad de arrastrar su atención lejos de... ¡n-nada en específico!
Destino parecía ser un hombre adorable y gracioso; inclusive le encontraba algo tierno. Su corazón se conmovió con su acción tan dulce... Su disposición de ayudar a aquel par de niños era admirable, muy al contrario de las decisiones que ella había tomado al respecto.
Aunque Mako y Lydia podían presumir de ser muy escurridizos, la bella encantadora era totalmente consciente de su presencia desde hacía un par de lunas atrás. Ella no tenía idea de qué debía hacer con ellos. No era correcto que se encontraran fuera del Hekshold, pero... simplemente no reunía el valor para hablar con ellos. Tampoco era preciso afirmar que los niños no estaban aprendiendo nada. Después de todo, su interés en ella se debía a su gran admiración por las creaciones que le observaban realizar cada atardecer...
La encantadora mordió nerviosamente una de sus uñas. Valerie no sabía que hacer...
Los niños le observaban expectantes a su respuesta. El hombre encapuchado también quería escuchar su decisión. La pelirroja debía decidir que hacer, y debía hacerlo rápido.
—Pues... Yo... —habló una muy nerviosa encantadora—. E-Esta bien, niños... Creo tener la idea perfecta para resolver esto...
La bruja pelirroja dio un paso hacia atrás, antes de desplazarse hacia el mesón que se hallaba junto al caldero burbujeante. Valerie recordaba aún el ingrediente que le había recomendado Destino. Se encargaría de implementarlo en su receta una vez se encargara del problema de sus posibles futuros pupilos...
—¡Díganos, señorita Valerie!
—Lo que sea que tengamos que hacer, ¡lo haremos en un santiamén! ¡Se lo aseguro!
—De acuerdo, de acuerdo. Solo permítanme encontrar mi varita y podremos empezar... —les contestó la encantadora mientras buscaba entre los cajones del mesón—. ¡Aquí está!
Una vez el instrumento mágico se halló en la mano izquierda de la encantadora, esta golpeó con él suavemente el borde del caldero, dos veces, creando así un tiempo musical. Tras esperar unos segundos en silencio, la bruja de pelo rojizo comenzó a mover la varita con un delicado vaivén, mientras esta última liberaba pequeños destellos blanquecinos que creaban una estela tras de sí. Podía oírse música; el hermoso sonido de un violín siendo tocado al ritmo que marcaba la encantadora.
Nuevamente, Destino podría oír el mágico sonido de la voz de Valerie en medio de la sinfonía. La bruja cantaba en un bello tono, antes de dar un giro y marcar el inicio de la función, lanzando un destello mágico hacia el techo del lugar, el cual explotaría en una lluvia de polvillo púrpura a través de todo el edificio.
La visión del elfo sería cubierta enteramente por suaves nubarrones de un encantador color rosa. Todo el salón sería cubierto por ellas, envolviéndole junto al dúo de hermanos en un espeso manto que les impediría escapar. Una vez fueran liberados de este, se hallarían en una nueva localización: un enorme prado hecho enteramente de nubes, con un par de colinas alrededor. La bella encantadora de ojos esmeralda no se hallaba a la vista; había desaparecido, o simplemente no les había acompañado. Su voz no tardó en hacerse oír.
—Pequeños, he creado este campo de batalla para ustedes. Esta es la prueba que deben afrontar. —habló Valerie, siendo su voz un eco susurrante que se escuchaba en la distancia—. Destino... Lamento mucho involucrarte en esto sin haber solicitado primeramente tu consentimiento. Prometo recompensarte por tu ayuda. —aseguró con un tono apenado—. Demuéstrenme sus habilidades en su máximo esplendor, Mako y Lydia. Demuéstrenme por qué razón debo convertirles en mis pupilos.
Confundidos, los gemelos demoraron un poco en comprender lo que Lightbloom solicitaba que hicieran. Más, cuando el objetivo estuvo claro para ambos, sus miradas adquirieron determinación, observando a su oponente.
—¡Le agradecemos mucho su ayuda, señor Destino! —intervino Lydia, mientras sus manos eran envueltas con una fría neblina.
—No es nada personal, viejo. —habló Mako, mientras sus manos generaban pequeñas llamas de fuego—. Pero un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer. Sin rencores.
Los gemelos estaban listos para iniciar la ofensiva. Combinando sus hechizos en un solo ataque, Mako y Lydia arrojaron una ráfaga de hielo y fuego contra el elfo encapuchado.
Destino: Excelente, mortal. Has decidido hacer todo a la vez y dejarlos contentos a todos. Mi querida Valerie, a quien has puesto a suspirar, en agradecimiento por tu ayuda con su receta, ha tomado la decisión de probar las habilidades de Mako y Lydia en combate... contra ti.
Querías ayudar, ¿no? Estoy seguro que no te molestará entonces un breve combate amistoso, ¿cierto? Valerie les ha transportado a un campo de batalla creado con magia, así no destruirán su biblioteca. No te molestes en intentar huir, no hay lugar al cual escapar. Tu única opción es combatir.
Los gemelos pueden parecer simples niños, pero no los subestimes. Individualmente no representan una amenaza, pero juntos pueden ser una combinación bastante letal. Usarán el fuego y el hielo a su voluntad y en completa sincronía para intentar derribarte. Está en ti enfrentarlos... o quizás dejarlos ganar... o algo peor. Tuya es la decisión.
Valerie está fuera de tu alcance (jajaja), y los gemelos combatirán contra ti con todo lo que tienen. Buena suerte, mortal.
Destino parecía ser un hombre adorable y gracioso; inclusive le encontraba algo tierno. Su corazón se conmovió con su acción tan dulce... Su disposición de ayudar a aquel par de niños era admirable, muy al contrario de las decisiones que ella había tomado al respecto.
Aunque Mako y Lydia podían presumir de ser muy escurridizos, la bella encantadora era totalmente consciente de su presencia desde hacía un par de lunas atrás. Ella no tenía idea de qué debía hacer con ellos. No era correcto que se encontraran fuera del Hekshold, pero... simplemente no reunía el valor para hablar con ellos. Tampoco era preciso afirmar que los niños no estaban aprendiendo nada. Después de todo, su interés en ella se debía a su gran admiración por las creaciones que le observaban realizar cada atardecer...
La encantadora mordió nerviosamente una de sus uñas. Valerie no sabía que hacer...
Los niños le observaban expectantes a su respuesta. El hombre encapuchado también quería escuchar su decisión. La pelirroja debía decidir que hacer, y debía hacerlo rápido.
—Pues... Yo... —habló una muy nerviosa encantadora—. E-Esta bien, niños... Creo tener la idea perfecta para resolver esto...
La bruja pelirroja dio un paso hacia atrás, antes de desplazarse hacia el mesón que se hallaba junto al caldero burbujeante. Valerie recordaba aún el ingrediente que le había recomendado Destino. Se encargaría de implementarlo en su receta una vez se encargara del problema de sus posibles futuros pupilos...
—¡Díganos, señorita Valerie!
—Lo que sea que tengamos que hacer, ¡lo haremos en un santiamén! ¡Se lo aseguro!
—De acuerdo, de acuerdo. Solo permítanme encontrar mi varita y podremos empezar... —les contestó la encantadora mientras buscaba entre los cajones del mesón—. ¡Aquí está!
Una vez el instrumento mágico se halló en la mano izquierda de la encantadora, esta golpeó con él suavemente el borde del caldero, dos veces, creando así un tiempo musical. Tras esperar unos segundos en silencio, la bruja de pelo rojizo comenzó a mover la varita con un delicado vaivén, mientras esta última liberaba pequeños destellos blanquecinos que creaban una estela tras de sí. Podía oírse música; el hermoso sonido de un violín siendo tocado al ritmo que marcaba la encantadora.
Nuevamente, Destino podría oír el mágico sonido de la voz de Valerie en medio de la sinfonía. La bruja cantaba en un bello tono, antes de dar un giro y marcar el inicio de la función, lanzando un destello mágico hacia el techo del lugar, el cual explotaría en una lluvia de polvillo púrpura a través de todo el edificio.
La visión del elfo sería cubierta enteramente por suaves nubarrones de un encantador color rosa. Todo el salón sería cubierto por ellas, envolviéndole junto al dúo de hermanos en un espeso manto que les impediría escapar. Una vez fueran liberados de este, se hallarían en una nueva localización: un enorme prado hecho enteramente de nubes, con un par de colinas alrededor. La bella encantadora de ojos esmeralda no se hallaba a la vista; había desaparecido, o simplemente no les había acompañado. Su voz no tardó en hacerse oír.
—Pequeños, he creado este campo de batalla para ustedes. Esta es la prueba que deben afrontar. —habló Valerie, siendo su voz un eco susurrante que se escuchaba en la distancia—. Destino... Lamento mucho involucrarte en esto sin haber solicitado primeramente tu consentimiento. Prometo recompensarte por tu ayuda. —aseguró con un tono apenado—. Demuéstrenme sus habilidades en su máximo esplendor, Mako y Lydia. Demuéstrenme por qué razón debo convertirles en mis pupilos.
Confundidos, los gemelos demoraron un poco en comprender lo que Lightbloom solicitaba que hicieran. Más, cuando el objetivo estuvo claro para ambos, sus miradas adquirieron determinación, observando a su oponente.
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—¡Le agradecemos mucho su ayuda, señor Destino! —intervino Lydia, mientras sus manos eran envueltas con una fría neblina.
—No es nada personal, viejo. —habló Mako, mientras sus manos generaban pequeñas llamas de fuego—. Pero un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer. Sin rencores.
Los gemelos estaban listos para iniciar la ofensiva. Combinando sus hechizos en un solo ataque, Mako y Lydia arrojaron una ráfaga de hielo y fuego contra el elfo encapuchado.
__________________
Destino: Excelente, mortal. Has decidido hacer todo a la vez y dejarlos contentos a todos. Mi querida Valerie, a quien has puesto a suspirar, en agradecimiento por tu ayuda con su receta, ha tomado la decisión de probar las habilidades de Mako y Lydia en combate... contra ti.
Querías ayudar, ¿no? Estoy seguro que no te molestará entonces un breve combate amistoso, ¿cierto? Valerie les ha transportado a un campo de batalla creado con magia, así no destruirán su biblioteca. No te molestes en intentar huir, no hay lugar al cual escapar. Tu única opción es combatir.
Los gemelos pueden parecer simples niños, pero no los subestimes. Individualmente no representan una amenaza, pero juntos pueden ser una combinación bastante letal. Usarán el fuego y el hielo a su voluntad y en completa sincronía para intentar derribarte. Está en ti enfrentarlos... o quizás dejarlos ganar... o algo peor. Tuya es la decisión.
Valerie está fuera de tu alcance (jajaja), y los gemelos combatirán contra ti con todo lo que tienen. Buena suerte, mortal.
Thorn
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Re: [Desafío] Sinfonía de Hechizos
Destino observó con atención a la pelirroja dando vueltas y rebuscando entre cajones hasta encontrar su varita, el elfo no tenía idea de lo que Valerie estaba pensando, al parecer, ni ella misma tenía idea pero al final todo comenzó a dar forma cuando comenzó a cantar, y de la nada comenzaba a sonar una dulce melodía, una especie de nube rosada comenzó a inundar el lugar -¿Pero esto qué es?- Exclamó mientras se sentía caer, como si el piso le fuera arrancado de golpe para luego aparecer en un lugar completamente diferente.
La voz de Valerie se escuchó curiosamente desde el mismo lugar donde la había escuchado antes de perderse en aquel mágico sueño, sacudió la cabeza y fregó sus manos contra sus ojos, aquello se veía muy real y también parecía serlo para el par de chiquillos que ahora lo habían tomado como objetivo y se lanzaban al combate actuando de una manera muy distinta a como se habían comportado antes.
Destino no peleará con un par de niños- Dijo para luego esquivar una ráfaga de hielo y fuego que le chamuscó las hermosas y bien cuidadas puntas de su cabello -Pequeños demonios- Dijo indignado llevando la mano a su espada para cercenarlos en pedazos aunque luego logró contener, por poco, su instinto asesino y dio un salto hacia atrás.
Dio un salto hacia un lado para esquivar un par de púas de hielo, luego emprendió una veloz carrera al frente, se agachó y rodó por el suelo para esquivar una llamarada y terminó dando un fuerte puñetazo al estómago del pobre Mako, el golpe fue más fuerte de lo que el elfo había planeado, algo raro estaba ocurriendo, y la sospecha se hizo mayor cuando Mako en lugar de quedar adolorido se recompuso velozmente para chocar sus palmas hacia la cabeza del elfo y chamuscándole de nuevo el cabello mientras el pelinegro retrocedía para evitar ser quemado.
Destino no entendía la intención de Valerie, le habían dicho que las mujeres eran complicadas, pero no imaginaba que a tal grado. Aquel instante de reflexión le costó caro, pues sus pies tropezaron con un pequeño bloque de hielo y fue a dar al piso de bruces. Giró por el suelo para evitar ser aplastado por Mako que se le había lanzado encima para pisarlo con ambos pies y luego apoyando sus manos en el piso se impulsó para ponerse de pie.
Tanto la actitud de los niños como la suya propia se habían vuelto más agresivas desde el momento en que aspiraron el polvo rosa, por lo que el elfo no tardaría en comenzar a juntar las piezas y armar el rompecabezas -Con que ese era su plan- Murmuró para sí mismo pensando en cómo podría ayudar a que los niños se dieran cuenta de lo que les estaba pasando.
El elfo arrancó su capucha y la enrolló alrededor de su nariz para evitar seguir oliendo el compuesto rosa que parecía algún tipo de alucinógeno alquímico, desde luego era demasiado tarde, una vez aspirado solo quedaba sufrir el efecto durante el tiempo que durara aquella especie de alucinación colectiva.
Si entendía el plan de Valerie, el objetivo distaba mucho de ver quién ganaba una pelea tan dispareja, sino comprobar si aquellos niños eran capaces al menos de detectar que estaban bajo algún efecto alquímico, lo que le daba más sentido a demostrar que podrían ser aprendices de una alquimista. Destino debía encontrar la manera de decirles sin decirles.
Deben controlarse, niños, esto no es lo que quieren- Dijo mientras tomaba por fin su espada pero solo para dejarla caer al piso y luego abría sus brazos en forma de T -Fuego del Mago Negro/Hielo del Mago Blanco- Dijeron los dos al unísono mientras se juntaban frente al elfo rodeando sus manos con sus respectivos elementos y se preparaban para lanzar un ataque definitivo que les daría la victoria.
Destino cerró los ojos y giró ligeramente el rostro al escuchar una leve explosión, pero el ataque jamás llegó, en su lugar, abrió los ojos para encontrar al par de chicos tendidos en el piso medio aturdidos -Lo notaron- Dijo el elfo con una ligera sonrisa de orgullo -Lo lamentamos, señor Destino, ese olor nos hizo perder el control y no podíamos controlarnos- Explicó Mako -Tuvimos que atacarnos mutuamente para sacarnos del trance en que nos atrapó la señorita Valerie con ese humo rosa- Terminó de explicar Lydia bastante apenada.
Destino se dejó caer al piso agotado mientras esperaba que terminara el efecto alucinógeno al que habían sido sometidos, pero con la certeza de que al menos los chicos habían derrotado que más allá de ser buenos combatientes, también eran capaces de identificar efectos alquímicos.
La voz de Valerie se escuchó curiosamente desde el mismo lugar donde la había escuchado antes de perderse en aquel mágico sueño, sacudió la cabeza y fregó sus manos contra sus ojos, aquello se veía muy real y también parecía serlo para el par de chiquillos que ahora lo habían tomado como objetivo y se lanzaban al combate actuando de una manera muy distinta a como se habían comportado antes.
Destino no peleará con un par de niños- Dijo para luego esquivar una ráfaga de hielo y fuego que le chamuscó las hermosas y bien cuidadas puntas de su cabello -Pequeños demonios- Dijo indignado llevando la mano a su espada para cercenarlos en pedazos aunque luego logró contener, por poco, su instinto asesino y dio un salto hacia atrás.
Dio un salto hacia un lado para esquivar un par de púas de hielo, luego emprendió una veloz carrera al frente, se agachó y rodó por el suelo para esquivar una llamarada y terminó dando un fuerte puñetazo al estómago del pobre Mako, el golpe fue más fuerte de lo que el elfo había planeado, algo raro estaba ocurriendo, y la sospecha se hizo mayor cuando Mako en lugar de quedar adolorido se recompuso velozmente para chocar sus palmas hacia la cabeza del elfo y chamuscándole de nuevo el cabello mientras el pelinegro retrocedía para evitar ser quemado.
Destino no entendía la intención de Valerie, le habían dicho que las mujeres eran complicadas, pero no imaginaba que a tal grado. Aquel instante de reflexión le costó caro, pues sus pies tropezaron con un pequeño bloque de hielo y fue a dar al piso de bruces. Giró por el suelo para evitar ser aplastado por Mako que se le había lanzado encima para pisarlo con ambos pies y luego apoyando sus manos en el piso se impulsó para ponerse de pie.
Tanto la actitud de los niños como la suya propia se habían vuelto más agresivas desde el momento en que aspiraron el polvo rosa, por lo que el elfo no tardaría en comenzar a juntar las piezas y armar el rompecabezas -Con que ese era su plan- Murmuró para sí mismo pensando en cómo podría ayudar a que los niños se dieran cuenta de lo que les estaba pasando.
El elfo arrancó su capucha y la enrolló alrededor de su nariz para evitar seguir oliendo el compuesto rosa que parecía algún tipo de alucinógeno alquímico, desde luego era demasiado tarde, una vez aspirado solo quedaba sufrir el efecto durante el tiempo que durara aquella especie de alucinación colectiva.
Si entendía el plan de Valerie, el objetivo distaba mucho de ver quién ganaba una pelea tan dispareja, sino comprobar si aquellos niños eran capaces al menos de detectar que estaban bajo algún efecto alquímico, lo que le daba más sentido a demostrar que podrían ser aprendices de una alquimista. Destino debía encontrar la manera de decirles sin decirles.
Deben controlarse, niños, esto no es lo que quieren- Dijo mientras tomaba por fin su espada pero solo para dejarla caer al piso y luego abría sus brazos en forma de T -Fuego del Mago Negro/Hielo del Mago Blanco- Dijeron los dos al unísono mientras se juntaban frente al elfo rodeando sus manos con sus respectivos elementos y se preparaban para lanzar un ataque definitivo que les daría la victoria.
Destino cerró los ojos y giró ligeramente el rostro al escuchar una leve explosión, pero el ataque jamás llegó, en su lugar, abrió los ojos para encontrar al par de chicos tendidos en el piso medio aturdidos -Lo notaron- Dijo el elfo con una ligera sonrisa de orgullo -Lo lamentamos, señor Destino, ese olor nos hizo perder el control y no podíamos controlarnos- Explicó Mako -Tuvimos que atacarnos mutuamente para sacarnos del trance en que nos atrapó la señorita Valerie con ese humo rosa- Terminó de explicar Lydia bastante apenada.
Destino se dejó caer al piso agotado mientras esperaba que terminara el efecto alucinógeno al que habían sido sometidos, pero con la certeza de que al menos los chicos habían derrotado que más allá de ser buenos combatientes, también eran capaces de identificar efectos alquímicos.
Destino
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Olvidados por la historia... más no por las estrellas...
Las dulces nubes de aquel encantador tono de rosa, comenzaron a evaporarse en cuanto el enfrentamiento entre Destino y los niños llegó a una conclusión, y el elfo encapuchado cayó al suelo agotado. Mako y Lydia observaron maravillados como, poco a poco, aquel campo de batalla creado con ilusiones mágicas se desvanecía, evaporándose ante sus ojos y revelándoles de nuevo en el interior de la biblioteca de la bella encantadora de cabello rojizo. Con una modesta aclaración de voz, esta última anunció su presencia y les recibió con una rápida secuencia de aplausos para el dúo de brujos en entrenamiento.
—¡Buen trabajo, niños! ¡Lo habéis conseguido! —les felicitó una entusiasmada encantadora—. Habéis logrado detectar los efectos de mi encantamiento... ¡Eso no lo logra cualquiera! Deben estar muy orgullosos de sus dotes mágicos, pequeños. —comentó la encantadora con una risilla, antes de recordar algo importante—. ¡Oh! Claro, no nos olvidemos de la enorme ayuda que les ha dado Des... tino...
Los ojos de la bruja se abrieron en sorpresa, al poder observar por primera vez el rostro que ocultaba Destino detrás de aquella capucha que ahora se enrollaba en su cuello; sus rasgos élficos expuestos. La encantadora le observó perpleja y en silencio por un par de segundos, antes que un vivido color rojizo en sus mejillas le obligara a apartar la mirada.
La bruja estaba avergonzada. Que suerte la suya que los gemelos no demoraran en acudir a su rescate... o algo así.
—Si pasamos la prueba, ¿eso significa que si nos aceptará como sus estudiantes, señorita Valerie...? —preguntó Lydia ilusionada.
—¡Si! ¡Era obvio que lo lograríamos, señorita Valerie! ¡Déjenos ser sus alumnos! —demandó Mako, con mucha menos cordialidad.
—Por favor...
—Diga que sí...
Los niños encrucijaron a Valerie, abrumando a la encantadora con sus peticiones. Lightbloom no sabía que hacer... ¿Debía ser franca con ellos y explicarles que no estaba lista para ser una maestra? No, claro que no podía hacer eso; no sería correcto, pero... ¿Realmente podía cumplir su palabra y aceptarlos como pupilos? Tantas cosas podían salir mal, ¿qué pasaba si resultaba ser una mala maestra? ¿O si no tenía nada bueno que enseñarles? ¿O si no estaba a la altura de sus expectativas?
La encantadora, quien había estado huyendo de las miradas suplicantes de los niños, logró de algún modo reunir el valor para plantarles cara, tomando una decisión al finalmente observar su ardiente deseo. Liberó un suspiro.
—De acuerdo, de acuerdo... —colocó sus manos en sus caderas—. Niños, los acepto como mis aprendices. —declaró finalmente.
Al escuchar sus palabras, Mako y Lydia estallaron de felicidad, celebrando que por fin habían logrado lo que habían soñado desde hacía tantas lunas. La encantadora sonrió dulce, mientras acicalaba cariñosamente los cabellos de sus nuevos estudiantes.
—Y muchas gracias a usted, señor Destino. —se acercó la bruja infante al elfo.
—¡No lo habríamos logrado sin tu ayuda, viejo! —siguió Mako a su hermana.
—Destino... —se sumó Valerie—. Sin duda, eres un hombre admirable. Estoy segura que estos niños te estarán eternamente agradecidos. —comentó Lightbloom—. Te he prometido una recompensa por tu ayuda, y así como he cumplido mi palabra con ellos, también lo haré contigo. —aseguró, extendiendo su mano hacía el elfo para hacerle entrega de un frasco lleno de polvillo amarillo—. Esto es para ti. Sé que lo usaras sabiamente. —indicó, antes de que sus mejillas volvieran a enrojecer—. Espero volver a verte muy pronto...
Destino: ¡Buen trabajo, Destino! Viendo a través de mis engaños (¿lograste verlos todos?), bueno con los niños y las damiselas, ¿qué más se le puede pedir a este hombre?
Has librado a Mako y Lydia de los efectos del encantamiento de Valerie, pasando la prueba y convirtiéndose en sus discípulos. En futuros temas, cuando los gemelos crezcan y se vuelvan brujos hechos y derechos, estarán agradecidos por tus obras y no dudarán en ser tus aliados.
No solo eso, has robado el corazón de la bella encantadora, Valerie Lightbloom,y el mío también también has recibido un obsequio especial de su parte. La encantadora recordará muy bien tus nobles acciones y estará de tu lado en futuros encuentros. Trátala bien, Destino, trátala bien; no querrás obligarme a tener una charla contigo, ¿verdad?
Recompensas
⭑ Polvo de Pesadilla Luciente
[Veneno, 2 Cargas] Polvillo que, al ser inhalado, provoca alucinaciones en su consumidor, haciéndole ver sus pesadillas hechas realidad durante un turno.
⭑ +1 punto de profesión por uso de Alquimia ya añadido a tu perfil.
He disfrutado mucho este tema, Destino. Me alegra que hayamos podido compartirlo. Me gustaría conocer, si así deseas, lo que te ha gustado y lo que no, lo que podría hacer mejor y lo que te gustaría ver en futuros temas. Estaré muy feliz de conocer tu opinión.
Cuídate, buen elfo. Presta atención a las estrellas.
—¡Buen trabajo, niños! ¡Lo habéis conseguido! —les felicitó una entusiasmada encantadora—. Habéis logrado detectar los efectos de mi encantamiento... ¡Eso no lo logra cualquiera! Deben estar muy orgullosos de sus dotes mágicos, pequeños. —comentó la encantadora con una risilla, antes de recordar algo importante—. ¡Oh! Claro, no nos olvidemos de la enorme ayuda que les ha dado Des... tino...
Los ojos de la bruja se abrieron en sorpresa, al poder observar por primera vez el rostro que ocultaba Destino detrás de aquella capucha que ahora se enrollaba en su cuello; sus rasgos élficos expuestos. La encantadora le observó perpleja y en silencio por un par de segundos, antes que un vivido color rojizo en sus mejillas le obligara a apartar la mirada.
La bruja estaba avergonzada. Que suerte la suya que los gemelos no demoraran en acudir a su rescate... o algo así.
—Si pasamos la prueba, ¿eso significa que si nos aceptará como sus estudiantes, señorita Valerie...? —preguntó Lydia ilusionada.
—¡Si! ¡Era obvio que lo lograríamos, señorita Valerie! ¡Déjenos ser sus alumnos! —demandó Mako, con mucha menos cordialidad.
—Por favor...
—Diga que sí...
Los niños encrucijaron a Valerie, abrumando a la encantadora con sus peticiones. Lightbloom no sabía que hacer... ¿Debía ser franca con ellos y explicarles que no estaba lista para ser una maestra? No, claro que no podía hacer eso; no sería correcto, pero... ¿Realmente podía cumplir su palabra y aceptarlos como pupilos? Tantas cosas podían salir mal, ¿qué pasaba si resultaba ser una mala maestra? ¿O si no tenía nada bueno que enseñarles? ¿O si no estaba a la altura de sus expectativas?
La encantadora, quien había estado huyendo de las miradas suplicantes de los niños, logró de algún modo reunir el valor para plantarles cara, tomando una decisión al finalmente observar su ardiente deseo. Liberó un suspiro.
—De acuerdo, de acuerdo... —colocó sus manos en sus caderas—. Niños, los acepto como mis aprendices. —declaró finalmente.
Al escuchar sus palabras, Mako y Lydia estallaron de felicidad, celebrando que por fin habían logrado lo que habían soñado desde hacía tantas lunas. La encantadora sonrió dulce, mientras acicalaba cariñosamente los cabellos de sus nuevos estudiantes.
—Y muchas gracias a usted, señor Destino. —se acercó la bruja infante al elfo.
—¡No lo habríamos logrado sin tu ayuda, viejo! —siguió Mako a su hermana.
—Destino... —se sumó Valerie—. Sin duda, eres un hombre admirable. Estoy segura que estos niños te estarán eternamente agradecidos. —comentó Lightbloom—. Te he prometido una recompensa por tu ayuda, y así como he cumplido mi palabra con ellos, también lo haré contigo. —aseguró, extendiendo su mano hacía el elfo para hacerle entrega de un frasco lleno de polvillo amarillo—. Esto es para ti. Sé que lo usaras sabiamente. —indicó, antes de que sus mejillas volvieran a enrojecer—. Espero volver a verte muy pronto...
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Destino: ¡Buen trabajo, Destino! Viendo a través de mis engaños (¿lograste verlos todos?), bueno con los niños y las damiselas, ¿qué más se le puede pedir a este hombre?
Has librado a Mako y Lydia de los efectos del encantamiento de Valerie, pasando la prueba y convirtiéndose en sus discípulos. En futuros temas, cuando los gemelos crezcan y se vuelvan brujos hechos y derechos, estarán agradecidos por tus obras y no dudarán en ser tus aliados.
No solo eso, has robado el corazón de la bella encantadora, Valerie Lightbloom,
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