Razas: Los elfos

Los elfos, antes conocidos como druidas, surgieron en una de las primeras separaciones que se produjeron dentro de la raza humana.

Cuando los grandes Dragones se dieron cuenta de que algunos humanos eran capaces de sentir y utilizar el Éter, comenzaron a transmitirles sus conocimientos para que pudiesen valerse de ellos en su evolución. Sin embargo, algunos humanos eran incapaces de utilizar esa “magia” y creyeron que los Dragones les habían negado un importante don, por lo que empezaron a surgir disputas provocadas por la envidia.

Estos sentimientos provocaron el rechazo de los Dragones que, temiendo que la nueva raza acabase destruida, hicieron que los nuevos magos se separasen de los humanos normales, enviándolos a diferentes partes del continente.

De esta manera consiguieron retrasar una guerra que, al final, acabo por producirse, solo que no fue entre los humanos y los magos. Dentro de estos últimos, empezaron a formarse otros dos grupos. Algunos, los que ahora se conocen como brujos, se centraron en el lado destructivo de la magia, utilizando los diferentes elementos a su antojo. Otros, los druidas, aprendieron a utilizar su don para influir directamente sobre la energía de los seres vivos, generalmente de forma positiva.

Estas diferencias, en un principio aparentemente superfluas, acabaron por generar grandes disputas que desembocaron en la Gran Guerra. Los brujos y los druidas se enfrentaron durante meses, sufriendo ambos bandos muchas bajas, razón por la que se explica que actualmente queden tan pocos de ellos. Los brujos ganaron esa guerra y expulsaron a los druidas de su hogar en las islas Illidenses.

Sin otra salida más que el exilio, los pocos supervivientes se ocultaron en los bosques del sur de Aerandir estableciendo pequeñas comunidades. Con el tiempo, por la influencia de la naturaleza de la magia que utilizaban estos druidas acabaron por adquirir el físico estilizado y el control sobre la naturaleza caracterizadores de los que ahora se conocen como los elfos.

La sociedad élfica sigue una jerarquía tribal, en la que cada tribu tiene su cabecilla, y por encima de las tribus o clanes menores se encuentran las cabezas de los clanes más importantes de Sandorai. Los clanes elfos se han mantenido en paz durante muchos años, recuperándose de las guerras y el acoso que sufrió antaño su especie. El bosque de Sandorai fue uno de los lugares con mayor afluencia de éter, siendo el Árbol Madre, una de las mayores fuentes de esta magia, el objetivo de los Jinetes Oscuros, seres del Oblivion que se propusieron acabar con la magia de Aerandir. Estos ataques desencadenaron un último enfrentamiento en el que se decidió el futuro del mundo conocido. En un ataque conjunto, las fuerzas del Oblivion atacaron el árbol ancestral. Pese a no conseguir su objetivo, gracias a los héroes de Aerandir, la batalla por el Árbol Madre mermó considerablemente la fuerza de su éter, al ser fuertemente dañados su tronco y ramas. Los elfos aúnan sus fuerzas para restaurar el equilibrio de éter, cuidando al gran árbol con su magia de Luz.

Como resultado del control que poseen sobre la energía vital, disfrutan de una gran longevidad (crecen al mismo ritmo que un humano, pero una vez que son adultos envejecen 4 veces más despacio).

Se agrupan en pequeños poblados ocultos en la espesura de los bosques. Dentro de su sociedad, la figura de la familia es muy importante, ya que los elfos no suelen tener mucha descendencia, y se protegen estrechamente unos a otros, además de enseñarse a utilizar la magia y a sobrevivir en general. Mantienen un funcionamiento principalmente tribal, donde los clanes familiares, algunos de línea patriarcal y otros matriarcales, conforman la base de su sociedad. Los cabezas de familia se reúnen con sus pares para tomar decisiones.

Están considerados como una de las razas más pacíficas, muy ligados a la religión de la Luz, pero cualquier amenaza a su territorio provocará en ellos una respuesta extremadamente violenta, en especial con los brujos. No están dispuestos a perder sus hogares de nuevo.

Los elfos son una de las dos razas capaces de sentir la magia y controlarla, enfocándose en la magia de la Luz y la Vida. Esto les permite ser sanadores por excelencia. A diferencia de un brujo, que se enfoca en ejercer su voluntad sobre la materia, el elfo trata a la magia como si de una fuerza divina se tratara, realizando plegarias para obtener sus beneficios.

No obstante lo anterior, existen elfos que se especializan en utilizar la magia de maneras más ofensivas, canalizándola para obtener beneficios como animar guardianes o mejorar sus aptitudes físicas.

Sin embargo un elfo no sólo destaca por su uso de la magia, sino que son además seres muy ligados a lo natural, que cultivan sus cuerpos en la destreza propia de esta raza.

Ligados a la vida al aire libre, un elfo puede dormir a la intemperie sin dificultades y es considerablemente más resistente a las enfermedades e infecciones que otras razas. También tienen un gran sentido de la orientación en lugares naturales. Las criaturas naturales del bosque son menos propensas a atacarles.

Su vista es muy superior a la de otras razas, lo que los vuelve formidables arqueros. No es de extrañar, por tanto, que fuera de sus especializaciones mágicas, los arqueros formen el grueso de sus ejércitos.

Rasgo: La Luz me bendice y fortalece mi cuerpo.
Habilidades:

• Ojos de Elfo: Puedo ver en detalle hasta 3 veces más lejos que un humano y me basta con la luz de la Luna en la noche para ver como si fuera de día.
  
• Don Mágico: Puedo sentir el flujo del Éter, detectando a usuarios de la magia u objetos mágicos que pueda ver (sin distinguir detalles).
  
• Imposición de Manos: [Mágica, 1 uso] Puedo imponer mis manos sobre mí o alguien más y realizar una breve plegaria. La Luz sanará la herida más grave del beneficiado y le otorgará un escudo que absorbe daño moderado por una ronda.