Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Página 1 de 1. • Comparte
Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Tras los sucesos de Nytt Hus.
Y tras la vuelta a casa.
La elfa se removía en la cama, mirando al techo. Hacía unas horas que el desvelo se había llevado su descanso, aunque tan sólo habían pasado unos minutos desde que la claridad comenzaba a filtrarse por el ojo de buey. Como cada mañana en las últimas semanas, despertaba preguntándose cómo se le daría enfrentar el día. Las cosas parecían haberse encauzado desde su regreso a Teruëll, si bien las tensiones en casa Wendell no se habían disipado del todo tras la vuelta de la hija pródiga, pareciera que al cabeza de familia se le hubiesen revuelto los pensamientos y las ideas acerca del mundo después de todo lo vivido en los últimos tiempos. Aun así, reencontrarse había sido difícil de encajar para ambos. Ella no era la niña que se fue, y aunque ya había dejado de serlo antes de marcharse, el tiempo y la distancia habían permitido difuminar aquella imagen sesgada. Por otro lado, había experimentado la libertad de autogobernarse durante los últimos años, hecho que ahora resultaba difícil de limitar.
Los días en una aldea que se reconstruía no dejaban pase a la monotonía. Después del abandono sufrido al verse su gente obligada a partir, evacuada durante la Batalla del Árbol Madre, y a vagar en busca de refugio hasta ser consecuente el momento de volver, todavía faltaba mucho por desescombrar, limpiar y adecentar. Aunque algunos ya habían podido retomar sus quehaceres habituales, cosa que hacía que todo pareciese un poco más como antes. Vlomir, de hecho, había sido uno de los primeros en volver a su ocupación, si es que en algún momento la había dejado a un lado. No era para menos, pues las partidas de caza que dirigía abastecían las reservas populares para el invierno, que se acercaba. Aquello, sin duda, le dejaba margen de maniobra a la joven, en las ausencias de su padre, para retomar sus lecturas, que casi rozaban el estudio, o permitirse momentos de entrenamiento. Sin embargo, pareciera que añoraba enrolarse en sucesivas series de catastróficas desdichas…
Todavía recostada, extendió el brazo hasta la mesita y tomó su cuaderno de notas de viaje. Las tapas de piel ya se veían abultadas por la cantidad de páginas que había ido añadiendo, que a su vez estaban ya reblandecidas por las continuas lecturas. Abrió el librillo por ninguna parte en particular y comenzó a pasarlas de nuevo, ojeándolas, sin detenerse mucho en ningún fragmento en concreto. Así llegó hasta los dibujos de la gran ballena Bolwntos, clavando la mirada en los detalles que con el tiempo había añadido a las explicaciones, aunque sin mirarlos. En realidad, su mente había viajado muy lejos de allí en aquel instante. Rió para sí, sin alcanzar a comprender cómo se había dejado llevar por las ocurrencias de aquel loco marinero y embarcado en una auténtica expedición de lo desconocido. Y aunque empezó sintiéndose una polizón en un viaje errado, caída por error en el navío de la locura, no se arrepentía de haberse dejado embaucar por aquel Yiks. Malditas tabernas.
De repente estaba en la playa del oeste, admirando el espectáculo marino, junto a Eleandris. Entonces se había preguntado qué le habría llevado a él a la isla, pues apenas recordaba los escasos momentos que pudieron conversar con sosiego en aquel primer encuentro, aunque reconocía que como primera impresión fue recelosa. Ahora repasaba mentalmente aquella velada fantasía de haber podido explorar más. Y entonces un impulso repentino, convertido en pensamiento, fugaceó en su cabeza. ¿Por qué no volver? Al momento se llevó una mano a la frente, dándose un golpecito de forma instintiva, como si su subconsciente hubiera sido más sensato que su misma conciencia. Como si fuera tan sencillo llegar hasta allí. Pero… ¿Y si lo hiciera? Sabía de primera mano que en Isla Lunar se escondía un pozo de Historia olvidada. Y entonces, sin casi quererlo, el pensamiento se fue transformando en ideas planificadas.
Habiéndose hecho una idea más o menos clara de dónde ubicar Corona del Sol, preguntando a quienes acostumbraban a salir de su céntrica aldea, se encaminó al noreste. Fue en la mañana del sexto día cuando divisó el pueblo concentrarse en el claro, al que sin duda llevaba el camino principal, que se ensanchaba al salir del bosque. Mantuvo el paso ligero hasta que acortó varias decenas de metros, pero a medida que la distancia se hacía cada paso más corta, la emociones daban paso unas a otras. ¿Y ahora se preguntaba por qué se había pateado medio territorio hasta allí?
Cuando ya era capaz de calcular a ojo los pasos que la separaban de las primeras edificaciones, sintió que perdía el control sobre su cuerpo, ralentizando su caminar hasta quedar parada en mitad del paso. Vaciló un momento en el que se llevó la mano a la nuca y se dedicó nerviosas caricias en el cabello, paseando su mirada por los alrededores al frente. Todavía clavada en el suelo, se volvió hacia atrás y oteó el camino recorrido a su espalda por encima del hombro, antes de girarse de nuevo y llevar la mirada al suelo.
«Esto es una soberana estupidez.»
Se convenció a sí misma, casi al tiempo que comenzaba a girar sobre sus talones para emprender el viaje de vuelta. Aunque no avanzó dos pasos antes de volver a quedar parada. Resopló, como si se reprochara a sí misma aquellos vaivenes. Ya había llegado hasta allí, no perdía nada por un poco más. Una negativa como respuesta era lo peor que podía encontrarse y entonces ya tendría tiempo para cuestionarse el continuar, pero no antes de empezar. Se disponía a encaminar, de nuevo, el final de la cañada cuando alguien se percató de la figura de la joven atropellando sus propios pasos.
—Mis disculpas, señorita. ¿Puedo ayudar en algo? Me parece que no sois de por aquí…
El elfo pareció examinarla de un rápido vistazo, llegando a la conclusión de no haberla visto antes por aquellos lares. Todo un lince el chico. Ella respondió con la debida cortesía, al fin y al cabo sí era de fuera, explicando que buscaba a un soldado de por allí que respondía al nombre de Eleandris. Ni corta, ni perezosa.
—Oh, ¿a Eleandris? ¿Estáis segura?— bromeó, aunque al recibir el gesto de la elfa arqueando la cena, a modo de única respuesta, añadió —Si, claro que lo conozco. Por la hora, estará entrenando. Si me permitís, puedo indicaros hasta el campo. Le haré saber que lo buscan.
—Eso estaría bien, gracias.
Siguió al elfo hasta una zona apartada de las casas, antes de llegar a los límites del bosque que rodeaba la aldea, hasta lo que supuso que sería el epicentro de la vida social de su guardia. Las agrupaciones de reclutas y soldados, cada vez más cuantiosas a medida que se acercaban, no hacían difíciles las suposiciones. Llegando a una pequeña edificación de madera, levantada en un extremo, su guía le dio el alto.
—Esperad aquí. Preguntaré en el puesto.
Y ella esperó, si. Unos minutos. Lo que tardó en echar una mirada a su alrededor, deteniendo su atención indistintamente en unos u otros. Había quienes se batían en duelo de espadas, otros practicaban la fuerza contra muñecos de madera. Escudos, lanzas, mazas. Y gritos, muchos gritos. Órdenes, indicaciones, gemidos de cansancio o de dolor, o aplausos, dependiendo de lo mal o bien que hubiese acabado la práctica. Casi había olvidado lo que era aquello, lo que a menudo solía… ¿Estudiar desde las sombras? Aprendizaje por observación, aquello le había servido de niña y hasta ahora. Claro que sin práctica de poco servía.
Sus ojos captaron la figura del que buscaba en la distancia, entre varios que parecían formar su grupo de entrenamiento. Sonrió satisfecha y antes de esperar al regreso del primero, comenzó a acercarse. Eso sí, comedida, sin intención ninguna de interrumpir sus rutinas. Después de todo, alguien debería hacerlo para darle el aviso de su llegada, ¿no?
_______________Los días en una aldea que se reconstruía no dejaban pase a la monotonía. Después del abandono sufrido al verse su gente obligada a partir, evacuada durante la Batalla del Árbol Madre, y a vagar en busca de refugio hasta ser consecuente el momento de volver, todavía faltaba mucho por desescombrar, limpiar y adecentar. Aunque algunos ya habían podido retomar sus quehaceres habituales, cosa que hacía que todo pareciese un poco más como antes. Vlomir, de hecho, había sido uno de los primeros en volver a su ocupación, si es que en algún momento la había dejado a un lado. No era para menos, pues las partidas de caza que dirigía abastecían las reservas populares para el invierno, que se acercaba. Aquello, sin duda, le dejaba margen de maniobra a la joven, en las ausencias de su padre, para retomar sus lecturas, que casi rozaban el estudio, o permitirse momentos de entrenamiento. Sin embargo, pareciera que añoraba enrolarse en sucesivas series de catastróficas desdichas…
Todavía recostada, extendió el brazo hasta la mesita y tomó su cuaderno de notas de viaje. Las tapas de piel ya se veían abultadas por la cantidad de páginas que había ido añadiendo, que a su vez estaban ya reblandecidas por las continuas lecturas. Abrió el librillo por ninguna parte en particular y comenzó a pasarlas de nuevo, ojeándolas, sin detenerse mucho en ningún fragmento en concreto. Así llegó hasta los dibujos de la gran ballena Bolwntos, clavando la mirada en los detalles que con el tiempo había añadido a las explicaciones, aunque sin mirarlos. En realidad, su mente había viajado muy lejos de allí en aquel instante. Rió para sí, sin alcanzar a comprender cómo se había dejado llevar por las ocurrencias de aquel loco marinero y embarcado en una auténtica expedición de lo desconocido. Y aunque empezó sintiéndose una polizón en un viaje errado, caída por error en el navío de la locura, no se arrepentía de haberse dejado embaucar por aquel Yiks. Malditas tabernas.
«Habría estado bien tener más tiempo en aquellas ruinas, en la isla. Aquel historiador mencionó que podían ser anteriores a las guerras. De los elfos, ¿te imaginas?»
De repente estaba en la playa del oeste, admirando el espectáculo marino, junto a Eleandris. Entonces se había preguntado qué le habría llevado a él a la isla, pues apenas recordaba los escasos momentos que pudieron conversar con sosiego en aquel primer encuentro, aunque reconocía que como primera impresión fue recelosa. Ahora repasaba mentalmente aquella velada fantasía de haber podido explorar más. Y entonces un impulso repentino, convertido en pensamiento, fugaceó en su cabeza. ¿Por qué no volver? Al momento se llevó una mano a la frente, dándose un golpecito de forma instintiva, como si su subconsciente hubiera sido más sensato que su misma conciencia. Como si fuera tan sencillo llegar hasta allí. Pero… ¿Y si lo hiciera? Sabía de primera mano que en Isla Lunar se escondía un pozo de Historia olvidada. Y entonces, sin casi quererlo, el pensamiento se fue transformando en ideas planificadas.
*****
Habiéndose hecho una idea más o menos clara de dónde ubicar Corona del Sol, preguntando a quienes acostumbraban a salir de su céntrica aldea, se encaminó al noreste. Fue en la mañana del sexto día cuando divisó el pueblo concentrarse en el claro, al que sin duda llevaba el camino principal, que se ensanchaba al salir del bosque. Mantuvo el paso ligero hasta que acortó varias decenas de metros, pero a medida que la distancia se hacía cada paso más corta, la emociones daban paso unas a otras. ¿Y ahora se preguntaba por qué se había pateado medio territorio hasta allí?
Cuando ya era capaz de calcular a ojo los pasos que la separaban de las primeras edificaciones, sintió que perdía el control sobre su cuerpo, ralentizando su caminar hasta quedar parada en mitad del paso. Vaciló un momento en el que se llevó la mano a la nuca y se dedicó nerviosas caricias en el cabello, paseando su mirada por los alrededores al frente. Todavía clavada en el suelo, se volvió hacia atrás y oteó el camino recorrido a su espalda por encima del hombro, antes de girarse de nuevo y llevar la mirada al suelo.
«Esto es una soberana estupidez.»
Se convenció a sí misma, casi al tiempo que comenzaba a girar sobre sus talones para emprender el viaje de vuelta. Aunque no avanzó dos pasos antes de volver a quedar parada. Resopló, como si se reprochara a sí misma aquellos vaivenes. Ya había llegado hasta allí, no perdía nada por un poco más. Una negativa como respuesta era lo peor que podía encontrarse y entonces ya tendría tiempo para cuestionarse el continuar, pero no antes de empezar. Se disponía a encaminar, de nuevo, el final de la cañada cuando alguien se percató de la figura de la joven atropellando sus propios pasos.
—Mis disculpas, señorita. ¿Puedo ayudar en algo? Me parece que no sois de por aquí…
El elfo pareció examinarla de un rápido vistazo, llegando a la conclusión de no haberla visto antes por aquellos lares. Todo un lince el chico. Ella respondió con la debida cortesía, al fin y al cabo sí era de fuera, explicando que buscaba a un soldado de por allí que respondía al nombre de Eleandris. Ni corta, ni perezosa.
—Oh, ¿a Eleandris? ¿Estáis segura?— bromeó, aunque al recibir el gesto de la elfa arqueando la cena, a modo de única respuesta, añadió —Si, claro que lo conozco. Por la hora, estará entrenando. Si me permitís, puedo indicaros hasta el campo. Le haré saber que lo buscan.
—Eso estaría bien, gracias.
Siguió al elfo hasta una zona apartada de las casas, antes de llegar a los límites del bosque que rodeaba la aldea, hasta lo que supuso que sería el epicentro de la vida social de su guardia. Las agrupaciones de reclutas y soldados, cada vez más cuantiosas a medida que se acercaban, no hacían difíciles las suposiciones. Llegando a una pequeña edificación de madera, levantada en un extremo, su guía le dio el alto.
—Esperad aquí. Preguntaré en el puesto.
Y ella esperó, si. Unos minutos. Lo que tardó en echar una mirada a su alrededor, deteniendo su atención indistintamente en unos u otros. Había quienes se batían en duelo de espadas, otros practicaban la fuerza contra muñecos de madera. Escudos, lanzas, mazas. Y gritos, muchos gritos. Órdenes, indicaciones, gemidos de cansancio o de dolor, o aplausos, dependiendo de lo mal o bien que hubiese acabado la práctica. Casi había olvidado lo que era aquello, lo que a menudo solía… ¿Estudiar desde las sombras? Aprendizaje por observación, aquello le había servido de niña y hasta ahora. Claro que sin práctica de poco servía.
Sus ojos captaron la figura del que buscaba en la distancia, entre varios que parecían formar su grupo de entrenamiento. Sonrió satisfecha y antes de esperar al regreso del primero, comenzó a acercarse. Eso sí, comedida, sin intención ninguna de interrumpir sus rutinas. Después de todo, alguien debería hacerlo para darle el aviso de su llegada, ¿no?
- Spoiler:
- ✿ Daga [arma de una mano, superior]
✿ Espada [arma de una mano, normal] Cuando se activa «arma cambiante» en daga.
✿ Cuchillos de combate [arma de una mano, superior] en fundas ocultas. Encantados: Armonía natural y Bendición de Thor
✿ [túnica, armadura] Posee bolsillos para portar materiales de hechizos. Cuando puedes descansar y rellenar energías (ej: beber) por al menos 30 minutos, recuperas un uso de una habilidad mágica de nivel igual o menor a 2, una vez al día.
✿ [botas] Botas de araña: Calzado capaz de aferrarse a las paredes mientras soportan el peso de una persona. Permiten caminar (no correr) por los muros.
✿ Colgante encantado (Alerta) Reacciona ante la presencia de vampiros. El objeto encantado adquirirá un tenue brillo cuando se encuentre a menos de 50 metros de una raza o subtipo de criatura. El brillo aumentará a menor distancia.
✿ [artilugio] Sellador de heridas [limitado, 2 usos]. Mecanismo similar a una pistola que contiene una aguja con hilo y una pasta antiséptica especial. Al usarse sobre una herida, la coserá y sellará, deteniendo el sangrado.
✿ Kit Alquímico regular [limitado, requiere ser alquimista, 2 usos] Set de virales con fórmulas secretas diversas que permiten llevar a cabo una técnica de alquimia nivel avanzado o inferior.
✿ Limo de la Unión [3 cargas]. Siempre que lo tengas contigo, podrás usar la habilidad racial activa correspondiente a los brujos "Superioridad Arcana". Tiene 3 cargas, pero solo podrás usar una por rol.
✿ Bolso de aventurero: Contiene una varita que produce fuego o luz, 10 metros de cuerda firme y ligera, gancho de escalada, cantimplora que mágicamente contiene 20 litros sin pesar casi nada, raciones de comida mágica que satisface de inmediato, mapas, un saco de dormir muy ligero y resistente al frío, hilo de pescar con anzuelo, trampa para conejos, martillo, algunos clavos y una palanca tipo pata de cabra.
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
El mundo parecía haber declarado una tregua. Las lluvias comenzaban a ser mas habituales y por ello la luz del sol no brillaba con la misma fuerza que semanas atrás. Como cada día el poblado comenzaba a tener cierta actividad al despuntar el alba. cambios de guardias, regreso de pescadores o partidas de tramperos y cazadores. Los agricultores solían ser los últimos en comenzar sus faenas matutinas.
Esta temporada de tranquilidad, si bien agradecida, también se me tornaba algo aburrida pues en comparación con los meses anteriores, aquella estabilidad se volvía repetitiva y carente de emoción. Con las primeras luces del día inicié la misma secuencia que todas las mañanas hasta que salía rumbo al puesto de trabajo perfectamente aseado y listo para el servicio. Aquella mañana tocaría entrenar diferentes técnicas de combate, tanto individuales como colectivas.
En los últimos viajes había quedado patente la importancia de combatir en solitario y en eso me centraría hoy. Llamando a mis hombres al patio de prácticas tomé una de las espadas de madera y comencé a organizar el circulo de duelos. - ¡Edrias! toma un arma, vas a ser el primero. - Dije colocándome en el centro del corro y en guardia. en cuanto él también estuvo preparado les expliqué a todos. - El combate individual es tan importante como las formaciones que practicamos. De nada sirve que seamos los mejores y mas disciplinados guerreros si por separado somos tan vulnerables como una flor en un incendio. En todas las batallas llega el caos, y debemos saber cubrirnos nuestras propias espaldas si esperáis poder regresar. Cuando queráis Edrias. -
El duelo comenzó tan pronto di la oportunidad y el joven Edrias, como siempre había hecho, inició un gran aluvión del golpes que me obligaron a bloquear y esquivar son poder responder, hasta que por cansancio el chico cometió un error que me dejo castigar su pierna de apoyo y hacerle caer al suelo. - Primera lección: Gestionad el esfuerzo correctamente. Un soldado cansado es un soldado muerto. - Y aguardé a que mi oponente se reincorporara.
El duelo continuó y el chico si bien seguía siendo impetuoso se esforzaba por ser comedido y no cansarse en exceso. Una parada y desvío después de unos instantes mas de lucha me permitieron abrir un hueco en su guardia y embestir a Edrias con todo mi cuerpo haciéndole retroceder un par de metros. - Segunda lección: No solo se combate con el filo de vuestra arma. Vuestra espada y vuestro escudo son solo extensiones de vosotros mismos, el enemigo que tengáis enfrente hará todo lo posible por daros muerte, así que no dudéis en castigar cada error que comentan, ya sea con la hoja, la guarda, una patada o el propio cuerpo como habéis visto. -
El entrenamiento continuó con reglas simples. El vencedor se proclamaría al mejor de tres y entonces tendría la oportunidad de retarme a mi al duelo, los cinco primeros en derrotarme se librarían del ejercicio físico por la tarde. Los duelos se sucedían mientras corregía posturas o daba alguna otra indicación. Algunos llegaron a retarme pero pocos fueron los que dieron un combate reñido. otros de los espectadores incluso se animaban a apoyar al retador. Izbaldris dio un combate espectacular tal como esperaba de quien era mi segundo al mando. No solo asestó buenos golpes sino que castigándome la pierna ganó la primera victoria y el premio consecuente.
Entonces uno de los guardias me llamó. - Señor, ha venido alguien a buscarle. Una tal Aylizz. ¿Qué le digo? - Cuando escuché su nombre casi no me lo pude creer. ¿Al final había venido de verdad? por instinto miré en derredor y allí estaba ella cerca del área de entrenamiento observándonos. Tuve que forzarme para mantener la compostura. - Parece que ya se os ha adelantado. Volved a vuestro puesto. Gracias.- Y despidiéndome del mensajero me acerqué hasta ella a paso ligero, incapaz de ocultar la sonrisa cuando llegué a su altura.
- Buenos días señorita, espero que estéis disfrutando del espectáculo. Venid conmigo, podremos hablar mejor alejados de todo este ruido. - Mientras salía del cercado me volví para dar las ultimas instrucciones. - ¡Izbaldris, que continúen con los duelos hasta medio día y luego continúen perfeccionando las formaciones cerradas! -
Guie a Aylizz hasta el pequeño despacho que empleaba para organizar todos los entrenamientos y parte de la logística. El lugar se veía sobrio. Sin adornos de ningún tipo y con lo justo para el trabajo las dos estanterías estaban perfectamente ordenadas y compartimentadas por categorías. Los libros y pergaminos se encontraban a la misma altura unos con otros al igual que los colores, pues todos los tomos de un mismo color de cubierta estaban juntos. En contraste el escritorio tenía varios pergaminos extendidos sin ningún orden aparente, otros dos enrollados al lado izquierdo y los utensilios de escritura ordenados por frecuencia de uso en la esquina superior derecha. Ofrecí una silla a la muchacha y me senté en la mesa de brazos cruzados sin haber sido capaz de dejar de sonreír en todo ese tiempo.
- Perdona los modales con los que te he recibido pero tengo que mantener una imagen. me alegro de que hayas venido. Cuéntame, ¿En qué te puedo ayudar?. - Escuché con atención todo el plan que me proponía la elfa y lo tuve claro en cuanto terminó de hablar. Hacía tiempo que no me dedicaba a la historia y era algo que quería retomar y al mismo tiempo se me ofertaba la posibilidad de pasar tiempo con ella. Debía ir.
- Cuenta conmigo, pero necesito que me esperes hasta la tarde. Antes de marcharme he de dejar organizado todo esto para al menos un par de semanas. Después soy todo tuyo. - Y le guiñé un ojo.
Esta temporada de tranquilidad, si bien agradecida, también se me tornaba algo aburrida pues en comparación con los meses anteriores, aquella estabilidad se volvía repetitiva y carente de emoción. Con las primeras luces del día inicié la misma secuencia que todas las mañanas hasta que salía rumbo al puesto de trabajo perfectamente aseado y listo para el servicio. Aquella mañana tocaría entrenar diferentes técnicas de combate, tanto individuales como colectivas.
En los últimos viajes había quedado patente la importancia de combatir en solitario y en eso me centraría hoy. Llamando a mis hombres al patio de prácticas tomé una de las espadas de madera y comencé a organizar el circulo de duelos. - ¡Edrias! toma un arma, vas a ser el primero. - Dije colocándome en el centro del corro y en guardia. en cuanto él también estuvo preparado les expliqué a todos. - El combate individual es tan importante como las formaciones que practicamos. De nada sirve que seamos los mejores y mas disciplinados guerreros si por separado somos tan vulnerables como una flor en un incendio. En todas las batallas llega el caos, y debemos saber cubrirnos nuestras propias espaldas si esperáis poder regresar. Cuando queráis Edrias. -
El duelo comenzó tan pronto di la oportunidad y el joven Edrias, como siempre había hecho, inició un gran aluvión del golpes que me obligaron a bloquear y esquivar son poder responder, hasta que por cansancio el chico cometió un error que me dejo castigar su pierna de apoyo y hacerle caer al suelo. - Primera lección: Gestionad el esfuerzo correctamente. Un soldado cansado es un soldado muerto. - Y aguardé a que mi oponente se reincorporara.
El duelo continuó y el chico si bien seguía siendo impetuoso se esforzaba por ser comedido y no cansarse en exceso. Una parada y desvío después de unos instantes mas de lucha me permitieron abrir un hueco en su guardia y embestir a Edrias con todo mi cuerpo haciéndole retroceder un par de metros. - Segunda lección: No solo se combate con el filo de vuestra arma. Vuestra espada y vuestro escudo son solo extensiones de vosotros mismos, el enemigo que tengáis enfrente hará todo lo posible por daros muerte, así que no dudéis en castigar cada error que comentan, ya sea con la hoja, la guarda, una patada o el propio cuerpo como habéis visto. -
El entrenamiento continuó con reglas simples. El vencedor se proclamaría al mejor de tres y entonces tendría la oportunidad de retarme a mi al duelo, los cinco primeros en derrotarme se librarían del ejercicio físico por la tarde. Los duelos se sucedían mientras corregía posturas o daba alguna otra indicación. Algunos llegaron a retarme pero pocos fueron los que dieron un combate reñido. otros de los espectadores incluso se animaban a apoyar al retador. Izbaldris dio un combate espectacular tal como esperaba de quien era mi segundo al mando. No solo asestó buenos golpes sino que castigándome la pierna ganó la primera victoria y el premio consecuente.
Entonces uno de los guardias me llamó. - Señor, ha venido alguien a buscarle. Una tal Aylizz. ¿Qué le digo? - Cuando escuché su nombre casi no me lo pude creer. ¿Al final había venido de verdad? por instinto miré en derredor y allí estaba ella cerca del área de entrenamiento observándonos. Tuve que forzarme para mantener la compostura. - Parece que ya se os ha adelantado. Volved a vuestro puesto. Gracias.- Y despidiéndome del mensajero me acerqué hasta ella a paso ligero, incapaz de ocultar la sonrisa cuando llegué a su altura.
- Buenos días señorita, espero que estéis disfrutando del espectáculo. Venid conmigo, podremos hablar mejor alejados de todo este ruido. - Mientras salía del cercado me volví para dar las ultimas instrucciones. - ¡Izbaldris, que continúen con los duelos hasta medio día y luego continúen perfeccionando las formaciones cerradas! -
Guie a Aylizz hasta el pequeño despacho que empleaba para organizar todos los entrenamientos y parte de la logística. El lugar se veía sobrio. Sin adornos de ningún tipo y con lo justo para el trabajo las dos estanterías estaban perfectamente ordenadas y compartimentadas por categorías. Los libros y pergaminos se encontraban a la misma altura unos con otros al igual que los colores, pues todos los tomos de un mismo color de cubierta estaban juntos. En contraste el escritorio tenía varios pergaminos extendidos sin ningún orden aparente, otros dos enrollados al lado izquierdo y los utensilios de escritura ordenados por frecuencia de uso en la esquina superior derecha. Ofrecí una silla a la muchacha y me senté en la mesa de brazos cruzados sin haber sido capaz de dejar de sonreír en todo ese tiempo.
- Imagen orientativa:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Perdona los modales con los que te he recibido pero tengo que mantener una imagen. me alegro de que hayas venido. Cuéntame, ¿En qué te puedo ayudar?. - Escuché con atención todo el plan que me proponía la elfa y lo tuve claro en cuanto terminó de hablar. Hacía tiempo que no me dedicaba a la historia y era algo que quería retomar y al mismo tiempo se me ofertaba la posibilidad de pasar tiempo con ella. Debía ir.
- Cuenta conmigo, pero necesito que me esperes hasta la tarde. Antes de marcharme he de dejar organizado todo esto para al menos un par de semanas. Después soy todo tuyo. - Y le guiñé un ojo.
- Equipamiento:
- Bolso del explorador: Contiene un saco de dormir liviano, 8 metros de cuerda, gancho de escalada, cantimplora, raciones de comida, hilo de pescar con anzuelo, trampa para conejos y una palanca tipo pata de cabra.
Armadura media pobre: [Armadura Media] hecha en base a cuero y refuerzos en malla u otros materiales resistentes, otorga equilibrio entre protección y movilidad. Hace algo de ruido al moverse. De calidad Pobre.
Espada bastarda [Calidad pobre]
Hongos de Lithe: [Consumible] Al consumirse, producen un estado de conciencia alterada capaz de producir visiones y un gran bienestar. Útil para distraer enemigos (si consigues que lo consuman), reducir temporalmente las molestias de una herida o pasar una buena tarde en general. x2
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Sintió grata diversión mientras nadie reparaba en ella, acercándose cada vez más a la arena, alrededor de la cual comenzaban a agruparse más soldados. Como hacía cuando era niña, permanecía atenta a las lecciones que otros impartían sin prestarle la menor de las atenciones a su presencia. A veces prefería que fuese así, porque recibía las mismas enseñanzas que ellos sin sufrirlas, aunque era consciente de que de nada servía si no se ponía en práctica. Los últimos años le habían hecho comprender todas aquellas veces que se le dijo que ella jamás lo entendería, porque nunca estaría en ese lugar. Pero ahora había librado batallas, vivido ese caos, siendo cosas que estaba lejos de ansiar o desear nuevamente. Y pensar que luchar era algo que en boca de otros siempre parecía grandilocuente, incluso épico…
—Vaya Wendell… Un gran despliegue, no cabe duda. Una lástima que no hayas llegado a encajar ningún golpe antes de rendirte a la absurda pero inevitable necesidad de respirar. ¡Otra vez!
—¿Y dar tiempo al oponente para atacar, señor?
—Novato, escucha bien. Mejor que sea el otro quien se canse primero.
—¿Y dar tiempo al oponente para atacar, señor?
—Novato, escucha bien. Mejor que sea el otro quien se canse primero.
Desvió sus divagaciones mentales para devolver la atención a Eleandris, quien había comenzado a compartir sus discursos instructivos. Sin poderlo evitar, arqueó una ceja con desdén cuando escuchó aquellas primeras palabras sobre la idiosincrasia de la lucha, sin saber determinar si hablaba desde el conocimiento que brinda la experiencia o por férrea convicción e instrucción. En aquel punto se preguntó en cuántas batallas habría peleado él, mientras observaba sus movimientos minuciosamente cuando el primero en enfrentarlo sacó a relucir sus frenéticos ataques. Rió para sí un momento al ver tal explosión de fervor, coincidiendo mentalmente con la lección impartida por el elfo. Si, resultaba algo básico, incluso ella sabía manejar los ritmos en un duelo. La soberbia que se desprendió de aquella segunda lección pudo percibirse incluso desde la posición en la que aguardaba la elfa, después de que el guardabosques propiciara aquel golpe, utilizando todo el peso de su cuerpo. Acto seguido, la cosa empezó animarse cuando se les planteó un reto más motivador que ejercicios simples de repetición, aunque pocos fueron capaces de trasladar las series practicadas a la acción real. El último enfrentamiento, sin embargo, antes de que el mensajero lo interrumpiera, resultó notablemente lucido, haciendo entonces que su fijación se desligara del primer elfo y trasladase su mirada hacia el tal Izbaldris.
Finalmente, el que dirigía el entrenamiento atendió al requerimiento, aunque no pareció importarle que ella lo interrumpiera. No obstante, dejó instrucciones antes de separarse del grupo en el que hacían como que continuaban la normalidad de su rutina, sin dar importancia a la irrupción de la joven, aunque, al menos a ella, no le pasaban desapercibidas las miradas curiosas. A paso ligero, guió sus pasos hasta un despacho donde quedaron solos y la elfa quedó ligeramente impactada por la disposición. Tantos libros y escritos, todo cuidadosamente ordenado.
«Vaya, las horas de lectura que tiene aquí dentro… Y todo tan… Al detalle… Si hubiese visto mi taller, habría salido espantado.»
Pensaba, mientras paseaba los ojos por las estanterías y sobre la mesa. No supo determinar por qué, pero aquella estancia la hizo sentir pequeña de repente, poca cosa. Después de haberlo visto en su papel, la actitud que conoció de él la primera vez y la mostrada después en Nagnu, empezaron a encajar. Por un momento se preguntó cómo habrían tenido que sentarle sus confrontaciones, si debía estar acostumbrado a que se siguieran sus órdenes. Chasqueó la lengua, revolviéndose en sus adentros. Empezaba a considerar que quizá aquello no era la mejor de las ocurrencias. Aun así, ya estaba allí, plantada frente a él. No podía hacer menos que explicarse y confiar en su primer impulso. Si, ¿por qué no dejarse a los Dioses? Mejor no pensar mucho las cosas, o terminaría por no hacer nada.
Si alguien le preguntaste, no habría sabido decir qué rompió más sus esquemas. La disposición hacia su onírica ocurrencia conformándose con mínimas preguntas, sin que necesitara pararse unos minutos siquiera a considerar lo que supondría aquel viaje, o la actitud que adoptó después hacia ella, más parecida a la conocida en la Feria. «Soy todo tuyo.» Esbozó una ligera sonrisa al escuchar aquello, haciéndose a un lado para no entorpecer los pasos que daba de un lado a otro de la estancia, iniciando sus preparativos. No supo decir, simplemente sonó reconfortante.
*****
En pocos días llegaron al puerto de Vulwufar, el más cercano desde Corona hacia el sur, sacando provecho de una caravana comercial con la que toparon al final del segundo día de caminata. Unas monedas y remedios naturales a cambio de viajar entre la carga, un buen trato que esperaban poder conseguir también en la bahía. Aunque aquel se hizo más difícil de zanjar. A pesar de los numerosos buques que partían hacia el archipiélago, todos lo hacían con un único destino, la isla mayor. No fueron pocos de entre los que preguntaron los que sugirieron a los elfos que buscaran en los muelles más apartados, clandestinos, insinuando poder encontrar más suerte en ellos. Para ella era bien sabido qué tipo de viaje les depararía de prestarse a aquello, así que desechó la idea incluso antes de poder barajarla. Ya se planteaban desistir en su intento, comenzando a valorar otras opciones, cuando el capitán de un comedido navío mercante pareció ceder ante su necesidad, ofreciéndose a desviar en algunas millas su ruta para dejarlos cerca, por supuesto, a su debido precio.
—¿Y para volver?
—Calculo mi regreso para unos diez días, una quincena a lo sumo. Hablaremos de negocios si para entonces seguís vivos en esa isla. ¡Es broma! Es broma… Espero que acabe siéndolo, al menos. Bueno, qué. ¿Hay trato?
—¿Cómo sabemos que no nos dejarás tirados?
—No es mi estilo cerrar tratos que luego no pretendo cobrar. Siempre cobro. ¿Un viaje? Un pago. ¿Dos viajes? Dos pagos. Dos viajes, por dos pasajeros…
—Si, si, entendido. Habrá pago, habrá viaje. Vamos pues.
Según les fue indicado, al Holy Molly solía llevarle en torno a cinco días realizar la travesía, en condiciones normales, aunque el orgulloso marinero aseguraba poder hacerlo en tres si se adelantaba a los cambios de corrientes. A la elfa, en principio, le bastaba con llegar. No costó demasiado hacer dos huecos donde acoplarlos, siendo mínima la tripulación que hacía falta para gestionar el barco y contando con las bodegas a media carga. Mayor dificultad podría existir a la vuelta, siendo los productos de Beltrexus los que mejor llenaban los bolsillos de la compañía, haciendo buen acopio de mercancía insular. Los marineros compartían un camarote abierto bajo cubierta, en la popa del barco, mientras que el capitán disfrutaba de su propia estancia en la proa, aunque ninguno de aquellos agujeros de madera resultaba ningún lujo, siendo imposible mantenerse erguido en ellos. Bajo las cámaras se extendía la bodega, donde ellos se instalaron, como buenamente pudieron.
La noche se hizo, dejándose ver Isil como gobernanta, aunque con una luz tenue, apagada, propia de los días que se acercaba a su desaparición completa. Las nubes que en los últimos meses habían cubierto los cielos parecían dar tregua, ahora difuminadas, dejando incluso que los brillos celestes fueran perceptibles. A la elfa se le hacía imposible conciliar el sueño, uniéndose a la excitación del viaje, el constante balanceo que la llevaba a dar una vuelta tras otra en el saco, pareciendo por momentos que el mar quisiera revelarse contra su dueña. Habiendo perdido la cuenta de cuántas veces el hastío a causa del desvelo continuado le había llevado a resoplar, terminó por ponerse en pie. No comprobó si su compañero dormía, parecía hacerlo, ¿debería avisarlo de su ausencia? Pensó por un momento en cómo acometer tal acercamiento, sin terminar de verlo claro, así que con todo el cuidado que le fue posible se echó el saco sobre la espalda y se guió entre la mercancía hasta la escalera que subía a cubierta, tratando de no despertarlo. No pareció tener éxito. Al poco, mientras disfrutaba del cielo nocturno, resguardada de la temperatura y la brisa marina bajo el bauprés, acomodada sobre el mascarón de proa, escuchó los pasos del elfo acercarse.
—La Diosa más fiable, ¿no te parece? Es dispersa y se oculta a veces pero... Predecible, al fin y al cabo.— divagó sin mirarlo cuando él terminaba de ponerse a su altura, manteniendo todavía la mirada levantada.
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
No me llevó mucho dejarlo todo preparado para mi ausencia, y además tenía plena confianza en Izbaldris para realizar las modificaciones que necesitara por lo que en cuanto estuvieron todas las tareas programadas y los avisos pertinentes enviados y recibidos tomé mi mochila y me reuní con Aylizz en el punto que habíamos acordado antes de que se marchara del cuartel.
El viaje, al contrario que con otras compañías no fue para nada aburrido ya que la conversación surgía fácil entre ambos, aunque fuesen cosas triviales, y además, el tiempo que pasábamos en silencio tampoco se me hizo incomodo. La caravana que nos topamos al segundo día de marcha también contribuyó a ello pues resultaron ser gentes muy amables que aceptaron acogernos en su caravana a cambio de un precio que me pareció casi simbólico.
En Vulwulfar no obstante encontramos el primer bache realmente cuando la mayoría de capitanes se negaban a desviarse de su ruta con excusas mas o menos creíbles, y eso sólo contando con los que se dignaron a escucharnos y no mandarnos a los muelles donde se concentraba toda la morralla portuaria de la ciudad.
Me hallaba pensando otras soluciones cuando Aylizz dio con un capitán que accedió a cambio de cobrar tanto el viaje de ida como el de vuelta, por separado. En otra situación habría negociado la oferta de forma bastante mas agresiva pero no quise tirar por la borda lo logrado por la elfa, así que maldije para mis adentros por alimentar la avaricia de aquel hombre y aceptar lo que ambos decidiesen.
Aquel barco dejaba entrever un poco las posibles razones por las que su capitán aceptase llevarnos. Mas pequeño que un bergantín y sin llegar a completar el total de su capacidad de carga, cualquier moneda extra que le pudiera caer por realizar el viaje le valdría la pena. ¿regresaría a por nosotros después de finalizadas sus tareas comerciales? no me inspiraba del todo confianza. decidí resolver los problemas uno a uno.
El día pasó rápido entre el vocerío de la tripulación, acomodar el espacio para pasar las siguientes noches. Entre tres y cinco días de viaje estimados, reí un poco para mis adentros pues eso sería mientras los dioses quisieran. Al menos no faltaría comida para una semana, y a las malas quizá pudiéramos cazar alguna rata si el viaje se alargaba demasiado.
Durante la noche el crujir de la madera y las olas rompiendo contra el casco formaban el coro monótono que a muchos arrullaba y que era quebrado por alguna que otra voz de los pocos tripulantes que continuaban trabajando durante la noche. Si bien ya me comenzaba a acostumbrar a la zozobra del navío aún no conciliaba del todo el sueño.
Me encontraba a duermevela cuando escuche a mi compañera levantarse y dar algunos pasos, detenerse, y luego caminar de nuevo alejándose. Cuando pensé escuchar las escaleras decidí levantarme. ¿Quizás no se encontraba bien? No me llevó mucho encontrarla gracias a la escasa eslora de la nao. Allí en proa, encajada sin saber muy bien cómo había logrado encontrar una postura cómoda.
- Me recuerda a cierta elfa que conozco. - respondí a su comentario respecto la luna. Me apoyé en la baranda ligeramente inclinado hacia adelante. No estaba seguro de si podía alcanzarla con la mano desde donde estábamos cada uno pero aquella posición me permitía intentar agarrarla si por algún descuido perdiese el equilibrio, pues temía que pudiera caerse al mar.
- ¿Qué te parece si vienes aquí conmigo? Ya que no me has invitado al espectáculo secreto de las sirenas déjame al menos ver cuando estas mas bella, si a la luz del fuego o a la de la luna. - Ciertamente verla allí recostada, con el olor a mar y el sonido del oleaje me evocaba aquella noche en la feria. Mantuve la mirada en su melena con una sonrisa boba que no era capaz de quitarme, a veces incluso pensaba que la había tenido durante todo el viaje.
El viaje, al contrario que con otras compañías no fue para nada aburrido ya que la conversación surgía fácil entre ambos, aunque fuesen cosas triviales, y además, el tiempo que pasábamos en silencio tampoco se me hizo incomodo. La caravana que nos topamos al segundo día de marcha también contribuyó a ello pues resultaron ser gentes muy amables que aceptaron acogernos en su caravana a cambio de un precio que me pareció casi simbólico.
En Vulwulfar no obstante encontramos el primer bache realmente cuando la mayoría de capitanes se negaban a desviarse de su ruta con excusas mas o menos creíbles, y eso sólo contando con los que se dignaron a escucharnos y no mandarnos a los muelles donde se concentraba toda la morralla portuaria de la ciudad.
Me hallaba pensando otras soluciones cuando Aylizz dio con un capitán que accedió a cambio de cobrar tanto el viaje de ida como el de vuelta, por separado. En otra situación habría negociado la oferta de forma bastante mas agresiva pero no quise tirar por la borda lo logrado por la elfa, así que maldije para mis adentros por alimentar la avaricia de aquel hombre y aceptar lo que ambos decidiesen.
Aquel barco dejaba entrever un poco las posibles razones por las que su capitán aceptase llevarnos. Mas pequeño que un bergantín y sin llegar a completar el total de su capacidad de carga, cualquier moneda extra que le pudiera caer por realizar el viaje le valdría la pena. ¿regresaría a por nosotros después de finalizadas sus tareas comerciales? no me inspiraba del todo confianza. decidí resolver los problemas uno a uno.
El día pasó rápido entre el vocerío de la tripulación, acomodar el espacio para pasar las siguientes noches. Entre tres y cinco días de viaje estimados, reí un poco para mis adentros pues eso sería mientras los dioses quisieran. Al menos no faltaría comida para una semana, y a las malas quizá pudiéramos cazar alguna rata si el viaje se alargaba demasiado.
Durante la noche el crujir de la madera y las olas rompiendo contra el casco formaban el coro monótono que a muchos arrullaba y que era quebrado por alguna que otra voz de los pocos tripulantes que continuaban trabajando durante la noche. Si bien ya me comenzaba a acostumbrar a la zozobra del navío aún no conciliaba del todo el sueño.
Me encontraba a duermevela cuando escuche a mi compañera levantarse y dar algunos pasos, detenerse, y luego caminar de nuevo alejándose. Cuando pensé escuchar las escaleras decidí levantarme. ¿Quizás no se encontraba bien? No me llevó mucho encontrarla gracias a la escasa eslora de la nao. Allí en proa, encajada sin saber muy bien cómo había logrado encontrar una postura cómoda.
- Me recuerda a cierta elfa que conozco. - respondí a su comentario respecto la luna. Me apoyé en la baranda ligeramente inclinado hacia adelante. No estaba seguro de si podía alcanzarla con la mano desde donde estábamos cada uno pero aquella posición me permitía intentar agarrarla si por algún descuido perdiese el equilibrio, pues temía que pudiera caerse al mar.
- ¿Qué te parece si vienes aquí conmigo? Ya que no me has invitado al espectáculo secreto de las sirenas déjame al menos ver cuando estas mas bella, si a la luz del fuego o a la de la luna. - Ciertamente verla allí recostada, con el olor a mar y el sonido del oleaje me evocaba aquella noche en la feria. Mantuve la mirada en su melena con una sonrisa boba que no era capaz de quitarme, a veces incluso pensaba que la había tenido durante todo el viaje.
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Sonrió con suficiencia cuando asumió que no se refería a otra que a ella, pensando en la ironía que aquella afirmación suponía si tenía en cuenta que la noche en que nació, Isil no alumbraba el cielo con su bendición. Suspiró y todavía sin moverse, escuchó cómo Eleandris se paraba a mínimos metros, al otro lado de la baranda. Había tardado algún tiempo en comprender que las deidades no abandonaban a las almas bajo su cuidado, pese a lo que pudiera parecer, sólo que a veces se presentaban sutiles en la tarea de fluir con ellas. Otras, sin embargo, se reflejaban en sus criaturas con transparente claridad. Como en él.
La brisa acariciaba el rostro, la melodía del mar envolvía los oídos y la sensación de tener el control sobre lo incontrolable se disiparon cuando el elfo sugirió, en tono de pregunta, volver a la firmeza y seguridad de la cubierta. Al menos esa fue la intención con la que, de primeras, consideró que le proponía volver a su lado. Llevó por un momento la mirada al rompiente de las olas contra el tajamar, dejándose abrumar por la inmensidad de las profundidades un instante hasta considerar que, tal vez, no era lo más sensato haberse apostado allí. Sin embargo, las palabras que siguieron a aquella genuina pregunta la llevaron a apartar la atención del agua y volverse finalmente hacia él. Arqueó una ceja, con cierta diversión, aunque sin saber determinar todavía cómo recibirlas.
—Anar, sin embargo, fiero pero tan… Cambiante.— trató de esquivarlas de primeras, comentando casual la continuación de su alegato, mientras se ponía en pie y, de una zancada, alcanzaba la poyata. —Nunca sabes cuánto brillará o si lo hará siquiera. Capaz de ser abrasador aún oculto tras las nubes, ¿quién se fía de alguien así?
Caminaba despreocupada sobre la barandilla, confiada por la sujeción de las botas, dirigiendo sus pasos danzarines hasta situarse delante del elfo, a quien miró desde arriba. Agachándose hasta colocarse a su altura, quedó de cuclillas frente a él, clavándole los ojos entrecerrados.
—Estás muy acostumbrado a dar órdenes.— expuso como algo obvio, casi en tono de réplica, antes de separarse —No sé si tanto a qué no se cumplan.— añadió, algo más burlona.
Terminó de sentarse sobre el pasamanos, dejando el mar a su espalda. El rostro del guardabosques se le hacía indescifrable, aunque las formas que adoptaba hacia ella comenzaban a no serlo tanto. Aquella no resultaba la primera ocasión que alguien hacía alusión a su belleza, algo que por otra parte le hacía preguntarse si los demás ignoraban el hecho de que una misma tenía ojos, ni siquiera era la primera vez que él lo hacía. No obstante, en pocas había estado libre de condiciones para responder, acostumbrada a que hubiese alguien cerca que lo hiciera por ella. Entonces valoró fugazmente lo fácil que resultaba aquello generalmente, aunque en el fondo siempre lo había odiado. Tales circunstancias habían propiciado que cuando fuese quien manejaba la situación, no supiese cómo hacerlo, aunque se consideraban bastante capaz de mandar a pastar a los aduladores incordiosos. Pero peor resultaba cuando, bueno… No lo eran tanto.
—¿Y bien? ¿Cómo estoy mejor?
Él hablaba sin tapujos y eso facilitaba las cosas, así no tendría que perderse en juegos de adivinar intenciones y podía dedicarle todo su esfuerzo mental a preocuparse de cómo actuar al respecto. Aunque los acercamientos demasiado directos casi le hacían desconfiar más que los rodeos. Y sin embargo, más allá de las palabras, él mostraba esfuerzo por guardar las distancias que ella parecía poner a prueba. Si lo pensaba, también había notado aquel refreno durante el festival, lo que en gran medida le había hecho dudar sobre las verdaderas motivaciones de su invitación. Resopló para sí, siendo entonces consciente de que se había quedado absorta en un bucle de pensamientos cuestionables al acecho. Volviendo a centrar su atención en Eleandris, medio sonrió comedida, tratando de ocultar su reciente ausencia mental. Después giró sobre sí, apoyándose ligeramente en el hombro del elfo para mantener la postura equilibrada hasta quedar dada la vuelta.
Dirigiendo la mirada a la dirección que seguía el barco, sopesó las jornadas que aún restaban hasta las playas de Isla Lunar. Después pensó en las que pasarían en ella. Siendo honesta consigo, le resultaba emocionante. Las veces en las que se enrolaba en viajes así, expediciones en lo desconocido, perseguir mitos, descubrir la historia en ruinas… Sentía que hacía las cosas que quería hacer, no aquellas que tenía o debía, por mandato o el maldito destino. Aunque era consciente de que, impulsada por aquella sensación de euforia, trataba de no pensar demasiado en lo que realmente podía conllevar un viaje así. Los riesgos, los inconvenientes, los imprevistos. Entonces miró de nuevo al soldado, por encima del hombro, con curiosidad.
—Me fijé en todos esos libros del despacho… Y ahora recuerdo que la primera vez hablaste de embarcarte como erudito con aquel capitán medio loco. ¿Es que hay algo más en tu vida que el combate?
Pasos en un lateral de cubierta interrumpieron la quietud que envolvía su conversación, dejando ver la figura del timonel a unos metros.
—¡Baja de ahí! ¿Estás tarada? Si acabas en el agua no pienso dar media vuelta, ¿me has oído? Habráse visto…
Medio rió ante la repentina reprimenda y salvaguardando la tranquilidad del marinero, terminó por descolgarse y quedó de pie junto al elfo. Ahogando un bostezo, reparó en que no faltarían muchas horas para el amanecer. Empezando a caminar, dedicó una última mirada a su compañero invitándolo a seguirla hacia la entrada a las bodegas, donde se detuvo un momento para dirigirse al timonel.
—¿Avanzamos según lo previsto?— se interesó, para poder afinar sus planes de ruta.
—Seh, estas aguas son tranquilas y no se ven nubes en las próximas millas. Pero ya ves, no le confío el rumbo ni al mismo timón.— expuso con sorna, desencajando la tabla que mantenía fijas las manetas.
*****
Hacia la mitad del tercer día, el perfil de los islotes comenzaron a dibujarse en el horizonte. Casi habría preferido que el trayecto se alargase otro más, si eso hubiera supuesto desembarcar con más horas de luz antes encontrar un lugar donde acampar en la noche, pero supuso que no podía esperar que las cosas fueran perfectas. Bastaba con que el bote flotara lo suficiente para llegar a la bahía más cercana a la ruta del barco y que las criaturas del mar se mantuvieran lejos.
—Ya podéis volver a esa playa a tiempo, porque no echaré el ancla. Os recomiendo guardar la barca.— carcajeó, antes de despedirse con aquella advertencia.
Desde que los acantilados se habían dejado ver se había concentrado en no desorientarse, ubicar mentalmente el bordeo de la isla, intentando trasladarlo a la imagen de los mapas que conocía y los detalles añadidos con su propia información tras la primera vez que visitó el lugar. Si quisieran evitar atravesar el bosque selvático, deberían seguir los caminos que se abrieran a lo largo de la costa y sus cornisas. Repasó mentalmente los bártulos que había preparado para el viaje, considerando que aquella podía ser la ocasión en la que mejor hubiese planificado el equipaje y rió para sus adentros, sería lo primero en lo que habría acertado. Tomaron tierra cuando los últimos rayos de la tarde todavía clareaban el cielo, al menos tendrían algo de tiempo para prender la hoguera y adecuar alguna zona en la que hacer noche.
—¿Puedes encargarte del fuego? Prepararé algo parecido a un refugio con lo que pueda.— comentó, señalando con un gesto una zona entre palmeras bajo la que crecían arbustos frondosos.
Dejándose envolver por las sensaciones que le despertaba el entorno, tan distinto a los que siempre le habían dado cobijo en el continente, aunque con ciertos aires familiares, canalizó la energía que sentía fluir a su alrededor para dar forma a un pequeño cobijo de ramas enlazadas bajo el que poder extender los sacos, con algo de fondo para guardar sus bártulos de manera segura.¹ De frente a la playa, desde allí tenían a la vista el bote, aunque no terminaba de ver claro dejarlo encallado, sin más en la orilla.
—¿Y crees que podríamos arrastrarlo hasta aquí?— le señaló la embarcación —Puedo ocultarlo con… Todo esto.— se refirió entonces a la maleza alrededor —Por lo que pueda pasar…
¹ Talento: Control de la naturaleza.
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
- Y tales cambios nos permiten cultivar, orientarnos en el camino, descansar cuando estamos cansados, renovar el agua de ríos y lagos con el deshielo de las nieves en la montaña... ¿Acaso con los cambios no nos esta ayudando también? Realmente nunca nos abandona, y cuando él no está en el cielo su esposa e hijas velan por nosotros. ¿Por qué no confiar en él? - Repliqué mientras observaba como se acercaba a la cubierta y hacía equilibrios sobre el borde haciendo gala de un equilibrio casi felino a mi juicio. Perdí la sonrisa boba en cuanto hizo alusión a las órdenes. ¿Acaso mi petición la había tomado como tal y la había ofendido? el tono algo mas burlón que añadió después me tranquilizó un poco, sobre todo cuando acabó por sentarse.
No pude evitar sonreír de nuevo cuando finalmente aceptó continuar el tema respecto a su apariencia. Allí sentada tan cerca mío, arropada por la brisa marina pude ver la similitud entre el rielar de su cabello ondulante al viento y el del reflejo de la luna sobre el mar. Instintivamente alcé una mano con intención de apartarle el pelo tras la oreja y sin embargo la retiré tan pronto me di cuenta sin siquiera llegar a rozarla.
Entonces cambié la mueca exagerándola para que pareciese que estaba pensando mucho para al final apoyar ambos codos sobre el pasamanos a escasos centímetros de ella, dirigiendo la mirada a aquella delgada línea que separaba el agua del cielo. - Tal vez te lo diga mas adelante. - Sentencié.
Los instantes siguientes permanecí en silencio con la mente en blanco admirando la simpleza del paisaje que se abría ante mí, disfrutando del balance de la embarcación. Noté como me miraba, sonriendo comedida y le devolví el gesto en silencio perdiéndome un instante en aquellos luceros que tenía por ojos antes de dirigir la mirada de nuevo al frente, hacia Isil, mientras ella se daba la vuelta a observar en mi misma dirección.
Rompió ella el silencio, y he de admitir que su pregunta me pilló por sorpresa, ¿si había algo mas que el combate? por supuesto que lo había. Caminaba la senda de la espada, pero aquello no era lo único que me definía. - La mayoría son tratados militares. Extensos y aburridos manuales de técnica e instrucción entre otras cosas, pero también hay tratados sobre nuestra historia, mitos y leyendas, además de un poco de literatura. Me fascina como los antiguos intentaban explicar el mundo y lo que ocurría a su alrededor, y para muchas de esas historias aún no tenemos mas respuesta que los cuentos que nos contaban nuestros padres o abuelos. Quiero descubrir que hay de verdad detrás de cada relato. - Entonces le devolví la mirada a los ojos, cayendo unos momentos a sus labios antes de volver a los primeros. - Pero me gustaría que hubiese algo mas. - Sonreí y bajé la vista al mascarón. - Aunque no se si estoy...-
Me vi interrumpido por el timonel, que por fin se había dado cuenta de donde se encontraba la mujer sentada, reprendiéndola al momento. Tras ello volvimos a la bodega, cada uno a su saco. me quedé un momento mas despierto admirándola hasta que ella quedó dormida, y entonces me permití dormir.
Apenas dos días mas tarde alcanzamos tierra. Aquel capitán se me hacía desagradable, tanto, que no pude evitar recordarle que mas le valía volver y esperarnos si quería cobrar el segundo viaje, o recuperar su bote. La distancia a recorrer desde donde bajamos el bote hasta tierra firme era considerable, y me llevó mas tiempo del que me hubiese gustado llegar a la playa remando. Una vez encallado el bote en la arena me permití unos momentos para recuperarme del esfuerzo físico que comenzaba a manifestarse en mi pecho y brazos, ademas de lo profunda de mi respiración y el sudor.
La miré cansado y asentí cuando preguntó si podría encargarme del fuego. - Dame un momento y me pongo con ello. - En cuanto recobré el aliento me interné por las cercanías del lugar donde pasaríamos la noche hachuela en mano recolectando madera de diferentes tamaños y yesca suficientes como para mantener el fuego durante toda la noche al menos. Aconsejé a Aylizz orientar el refugio hacia el Este para aprovechar al máximo el día al recibir las primeras luces del alba de forma directa, aunque aceptaría cualquier criterio que la elfa tomara.
Para cuando regresé el refugio ya estaba practicamente terminado. Opté por una hoguera simple por falta de tiempo. El sol ya se había escondido bajo el horizonte y sus ultimas luces estaban próximas a desaparecer. No me costó mucho que la yesca prendiera. aquel ferrocerio que utilizaba me había servido en innumerables noches y le había cogido bien el truco para lograr una chispa potente. - Mañana nuestra prioridad debería ser encontrar una fuente de agua dulce. Creo que lo mejor es construir el campamento base junto al manantial y entonces comenzar a organizar cómo lo vamos a hacer ¿que te parece? -
Aylizz había expresado previamente el interes por traer el bote mas cerca y ocultarlo con la vegetación, pero parecía bastante pesado como para simplemente levantarlo y traerlo hasta aquí. Arrastrarlo por la arena sin mas tampoco era una opción asi que fui pensando una forma de traerlo que fuese factible y entonces se me ocurrió una idea.
-Aylizz, coge esas maderas y vamos a por el bote. - Una vez junto a la embarcación me coloqué en la popa preparado para empujar. - Ve colocando los maderos separados unos de otros haciendo un camino y pega el primero a la quilla del bote. yo voy a ir empujando y tu vas recogiendo los que se queden atrás para que el bote vaya siempre rodando sobre ellos hasta que lleguemos a los arbustos. Si no lo conseguimos así no lo vamos a conseguir de otra forma, al menos hoy. -
Y así lo hicimos.
No pude evitar sonreír de nuevo cuando finalmente aceptó continuar el tema respecto a su apariencia. Allí sentada tan cerca mío, arropada por la brisa marina pude ver la similitud entre el rielar de su cabello ondulante al viento y el del reflejo de la luna sobre el mar. Instintivamente alcé una mano con intención de apartarle el pelo tras la oreja y sin embargo la retiré tan pronto me di cuenta sin siquiera llegar a rozarla.
Entonces cambié la mueca exagerándola para que pareciese que estaba pensando mucho para al final apoyar ambos codos sobre el pasamanos a escasos centímetros de ella, dirigiendo la mirada a aquella delgada línea que separaba el agua del cielo. - Tal vez te lo diga mas adelante. - Sentencié.
Los instantes siguientes permanecí en silencio con la mente en blanco admirando la simpleza del paisaje que se abría ante mí, disfrutando del balance de la embarcación. Noté como me miraba, sonriendo comedida y le devolví el gesto en silencio perdiéndome un instante en aquellos luceros que tenía por ojos antes de dirigir la mirada de nuevo al frente, hacia Isil, mientras ella se daba la vuelta a observar en mi misma dirección.
Rompió ella el silencio, y he de admitir que su pregunta me pilló por sorpresa, ¿si había algo mas que el combate? por supuesto que lo había. Caminaba la senda de la espada, pero aquello no era lo único que me definía. - La mayoría son tratados militares. Extensos y aburridos manuales de técnica e instrucción entre otras cosas, pero también hay tratados sobre nuestra historia, mitos y leyendas, además de un poco de literatura. Me fascina como los antiguos intentaban explicar el mundo y lo que ocurría a su alrededor, y para muchas de esas historias aún no tenemos mas respuesta que los cuentos que nos contaban nuestros padres o abuelos. Quiero descubrir que hay de verdad detrás de cada relato. - Entonces le devolví la mirada a los ojos, cayendo unos momentos a sus labios antes de volver a los primeros. - Pero me gustaría que hubiese algo mas. - Sonreí y bajé la vista al mascarón. - Aunque no se si estoy...-
Me vi interrumpido por el timonel, que por fin se había dado cuenta de donde se encontraba la mujer sentada, reprendiéndola al momento. Tras ello volvimos a la bodega, cada uno a su saco. me quedé un momento mas despierto admirándola hasta que ella quedó dormida, y entonces me permití dormir.
Apenas dos días mas tarde alcanzamos tierra. Aquel capitán se me hacía desagradable, tanto, que no pude evitar recordarle que mas le valía volver y esperarnos si quería cobrar el segundo viaje, o recuperar su bote. La distancia a recorrer desde donde bajamos el bote hasta tierra firme era considerable, y me llevó mas tiempo del que me hubiese gustado llegar a la playa remando. Una vez encallado el bote en la arena me permití unos momentos para recuperarme del esfuerzo físico que comenzaba a manifestarse en mi pecho y brazos, ademas de lo profunda de mi respiración y el sudor.
La miré cansado y asentí cuando preguntó si podría encargarme del fuego. - Dame un momento y me pongo con ello. - En cuanto recobré el aliento me interné por las cercanías del lugar donde pasaríamos la noche hachuela en mano recolectando madera de diferentes tamaños y yesca suficientes como para mantener el fuego durante toda la noche al menos. Aconsejé a Aylizz orientar el refugio hacia el Este para aprovechar al máximo el día al recibir las primeras luces del alba de forma directa, aunque aceptaría cualquier criterio que la elfa tomara.
Para cuando regresé el refugio ya estaba practicamente terminado. Opté por una hoguera simple por falta de tiempo. El sol ya se había escondido bajo el horizonte y sus ultimas luces estaban próximas a desaparecer. No me costó mucho que la yesca prendiera. aquel ferrocerio que utilizaba me había servido en innumerables noches y le había cogido bien el truco para lograr una chispa potente. - Mañana nuestra prioridad debería ser encontrar una fuente de agua dulce. Creo que lo mejor es construir el campamento base junto al manantial y entonces comenzar a organizar cómo lo vamos a hacer ¿que te parece? -
Aylizz había expresado previamente el interes por traer el bote mas cerca y ocultarlo con la vegetación, pero parecía bastante pesado como para simplemente levantarlo y traerlo hasta aquí. Arrastrarlo por la arena sin mas tampoco era una opción asi que fui pensando una forma de traerlo que fuese factible y entonces se me ocurrió una idea.
-Aylizz, coge esas maderas y vamos a por el bote. - Una vez junto a la embarcación me coloqué en la popa preparado para empujar. - Ve colocando los maderos separados unos de otros haciendo un camino y pega el primero a la quilla del bote. yo voy a ir empujando y tu vas recogiendo los que se queden atrás para que el bote vaya siempre rodando sobre ellos hasta que lleguemos a los arbustos. Si no lo conseguimos así no lo vamos a conseguir de otra forma, al menos hoy. -
Y así lo hicimos.
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Los dioses responden
Inesperada, sobrenatural pero también sutil, una brisa sin origen danzaría en el lugar, libre y juguetona. Nadie podría notarla, pero Aylizz sí, así se quería que fuese. La brisa la envolvería, acariciaría la piel, sintiéndose fría pero sembrando una inusitada serenidad. Y entonces dejaría un beso en el éter, grabado con fuego y magia, antes de desvanecerse sin dejar un adiós. El único vestigio de su existencia fugaz sería una nueva marca en la piel de Aylizz, un tatuaje mágico que solo ella podría ver, la prueba de que un alma rezó por ella.
Aylizz, gracias a las plegarias de Eleandris, recibes: Bendición Jutsu: Allá donde alguien esté dispuesto a ser tu escudo, ambos prevalecerán. Durante uno cualquiera de tus próximos 3 temas (libres o privados), quien te proteja no sufrirá herida alguna, pero quedará azulado.
La bendición estará activa durante la totalidad del tema elegido, desde el primer post al último. Elige bien.
Fehu
Master
Master
Cantidad de envíos : : 1561
Nivel de PJ : : 0
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
El silencio se hizo entre ellos cuando se dispusieron a dejar correr la noche, aunque pareciera que el sueño se le escapaba aquella velada. Con los ojos cerrados, trataba de no pensar en nada más que los sonidos del oleaje en su vaivén o los murmullos nocturnos del bosque isleño, aunque sin alcanzar el éxito esperado. La inquietud por la emoción había dado paso a un nerviosismo plagado de dudas, aquellas que se esforzaba por mantener al mínimo durante la ocupación del día, pero que le asaltaban al llegar los momentos de calma que dejaban cabida a los pensamientos. Se cuestionaba, una vez más, el grado de sensatez que había mostrado al decidirse por realizar aquella expedición. Dirigió entonces una mirada de soslayo al elfo, acostado no lejos de ella. En su momento no había comentado nada al respecto, pero las inquietudes compartidas la noche anterior, acerca de perseguir respuestas y verdades, habían logrado encandilar a la joven, haciéndola considerar que, tal vez, no había resultado tan descabellado recurrir a su compañía en aquella empresa. Quizá su imagen hacia aquellos que dedicaban su vida al servicio militar se encontrase sesgada, viciada por lo conocido en sus cercanos, cuestionando ahora que pudiera haber quienes tuviesen la cabeza dispuesta para ocuparla en otras disciplinas además de aquella. Podría terminar resultando interesante, el tal Eleandris, después de todo.
Los primeros rayos de la mañana acariciaron las partes de su rostro que no había podido ocultar bajo la tela del saco, y aunque aún se le hacía difícil abrir los ojos, no se permitió recurrir a su arraigada costumbre de remolonear hasta que no quedase otra que ponerse en pie. Incorporándose ligeramente, descubrió sus brazos y los estiró hacia el cielo, tomando una respiración profunda para despertar el cuerpo y la mente. Sin embargo, antes de ponerse en pie, valoró si despertar al que todavía parecía sumido en un profundo sueño o esperar a haber avivado las ascuas que aún quedaban prendidas en la fogata para preparar algo de desayuno. En realidad, no era la tempranera lo que le hacía dudar si hacerlo, sino el cómo proceder a ello. Fijó su mirada un momento en las ramas junto a la hoguera, que no habían sido prendidas, sonriendo sutilmente para sí, divertida, aunque descartando al instante la idea de punzarlo hasta hacer que se revolviera, optando finalmente por algo más cordial y sutil. Reduciendo con delicadeza la escasa distancia que los separaba, se inclinó hacia él para apoyar con suavidad la mano en su hombro y zarandearlo ligeramente.
—Eleandris…— susurró —Eh…— volvió a sacudirlo —Está amaneciendo.— informó, antes de separarse de nuevo y entonces sí, terminar de levantarse.
Tomando una roca cercana, la colocó junto al calor de la lumbre y sobre ella dispuso algo de la carne seca que aprovisionaba, un saquito de frutos silvestres y unos mendrugos de pan a los que no les quedaría más de un día para pasar a ser piedras incomestibles. Allí lo dejó templar y se dirigió a la orilla, dándole tiempo al elfo para abandonar el adormecimiento mientras ella se refrescaba. No era el agua salada su preferida para quitar las legañas, pero mejor eso que arena. Más despejada y notando cómo su estómago también comenzaba a despertarse, volvió con todas sus intenciones puestas ya en planificar la marcha de aquella mañana.
—Deberíamos bordear la costa sur, aunque nos alejemos de la playa para encontrar agua, pero no perder la referencia. Las ruinas tenían acceso a la bahía, podría resultarnos más fácil encontrarlas así que recorriendo la selva a ciegas.— expuso, recapitulando mentalmente su visita anterior, mientras desayunaban.
El cielo era claro aquella mañana, con el sol como gobernante. A pesar de no calentar demasiado, un día como aquel casi invitaba más a disfrutar de la arena fina y la calmada mar que a trotar por el mundo. Siendo así, no quiso darse tiempo para amodorrarse y se dispuso a preparar los bártulos para emprender camino más pronto que tarde. Advirtiendo que no se veían nubes en las proximidades, consideró oportuno aligerar sus ropas, guardando el corpiño y la túnica bien doblada en la parte más alta de la bolsa de viaje para caminar más holgada y tras comprobar compulsivamente, por cuarta o quinta vez, que no olvidaba nada entre los arbustos, se dispuso a iniciar la marcha.
*****
Llevando un paso tranquilo entre los senderos más cercanos a la línea de costa, todavía sin adentrarse demasiado en lo profundo de la selva y quedando aún varias horas para el almuerzo, no se habían visto en la necesidad de parar a descansar. La elfa disfrutaba del paisaje tropical, tan distinto a cuantos conocía en la península y a la vez tan familiar, de tantas veces que había viajado mentalmente hasta él en su memoria. Aunque ahora que se paraba a pensarlo, su visita anterior a la isla casi se había desarrollado por completo en las profundidades de las ruinas… Quizá fuese aquella una nueva oportunidad para conocer la isla virgen y no sólo sus secretos.
Inmersa en sus cavilaciones se encontraba, cuando a una considerable distancia le pareció advertir movimiento entre los arbustos más bajos del camino. Deteniendo sus pasos, al tiempo que hacía un gesto silencioso a Eleandris para que hiciese lo propio, afinó la vista y se mantuvo inmóvil. Considerando que fue una criatura salvaje la que guió sus pasos hasta las ruinas la primera vez, aquel particular felino que, lejos de la casualidad, había parecido encontrarla de forma intencionada, no negaría que un ápice de esperanza y emoción por volver a dar con él, afloró en su interior. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo, el momento no dejó una completa decepción. Escasos minutos después de adivinar la presencia, una pequeña criatura1, casi podría decirse que diminuta, cruzó el sendero todo lo velozmente que pudo, hasta perderse al otro lado. Ella parpadeó un par de veces, perpleja, sin estar del todo segura de lo que sus ojos acababan de presenciar.
—Eso era… ¿Un bebé planta?— preguntó en un susurro a su compañero, desconcertada, queriendo comprobar si acaso sólo ella había presenciado el espejismo.
Sin querer levantar la voz todavía o causar alboroto, ahogó una ligera risa ante la curiosa idea de que la vegetación del lugar llevase hasta tal extremo el hecho de tener vida, tanto como para haber desarrollado la capacidad de caminar. Desde luego, aquella alimaña no resultaba nada parecido a un gato, ni a ningún otro animal conocido. Más bien recordaba a una patata, pero con hojas de palmera. Llamativo de todo punto, por supuesto, despertó su genuina curiosidad.
—¿Y si echamos un vistazo? Si podemos seguirlo, tal vez demos con alguna fuente de agua.— tanteó, planteando una buena excusa para desviarse.
Planteando una buena excusa para desviarse, esperó respuesta afirmativa antes de retomar la marcha. Y sin embargo, al mismo tiempo se reprochaba mentalmente el hecho de no haber pasado siquiera un día completo en la isla y ya estar saliéndose por tangentes que nada tenían que ver con el objetivo principal, su objetivo, de explorar las ruinas. TDA, un poco sólo.
1 [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Mapa:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Notita de agradecimiento al monoso de Eleandris, que piensa en mí cuando mira las estrellas y me pasan cosas bonitas.
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Para cuando me senté de nuevo junto al fuego notaba mis piernas arder como las ascuas mismas debido al esfuerzo realizado instantes antes. Haber empujado el bote por la arena aún con la ayuda proporcionada por Aylizz había demostrado ser una tarea ardua. Con todo el trabajo hecho por aquella noche me dispuse a extender el saco en el refugio y sacar la piedra de afilar, poniéndome cómodo en el proceso quedando vestido solo con el gambesón, las medias y las botas.
Poco antes de comenzar a trabajar en el filo de la espada le dediqué una mirada a la muchacha mientras cenaba y le dediqué una media sonrisa. - A la luz del fuego. Definitivamente. - Y comencé a dar pasadas suaves corrigiendo las imperfecciones del metal fruto del uso y del tiempo. Para descansar los brazos de la postura y el movimiento repetitivo dediqué un momento de descanso antes de pulir con el cuero el arma y me hice una trenza que dejara recogido todo mi cabello, pues a falta de una fuente de agua dulce pretendía que se mantuviese en condiciones durante el mayor tiempo posible, atándolo al final con una cinta azul cian que ya comenzaba a mostrar severos signos de uso y edad.
La noche transcurrió bastante tranquila. El oleaje acompañaba perfectamente la melodía que la brisa marina tocaba en las hojas de la flora provocando una sensación sumamente relajante. Tanto es así que no noté que había amanecido hasta que mi compañera me lo hizo notar. Abrir los ojos y ver en primer lugar el azul de sus ojos, por Isil, era algo a lo que podría acostumbrarme con facilidad. Sonreí. - Buenos días. ¿has dormido bien? -
Me incorporé dejando que el fresco de la mañana comenzara a despertar mis sentidos y di el primer sorbo de agua. Si bien a la cantimplora le quedaba aún bastante agua lo cierto es que debía racionarla bien para que durara al menos todo un día. Observé el detalle de dejar la comida calentando sobre una piedra en las ascuas mientras iba a asearse y asentí en lo que era un dialogo conmigo mismo en mi mente en voz alta, constatando que la rubia tenia dilatada experiencia en acampar sin mas comodidades que las que pudiera proveerse ella misma. Y aunque el lavarse la cara con el agua del mar no era buena opción, era una idea lógica teniendo en cuenta lo limitado del agua potable. Aún así yo opté por humedecer una pequeña gasa.
Para cuando ella llegó al refugio yo ya me encontraba de nuevo vistiéndome con la armadura y luego recogiendo los bártulos quedando listo para partir en escaso tiempo. Sentándome junto a ella le daba pequeños mordiscos a un trozo de carne seca dándole tiempo para ella desayunar a su propio ritmo. - Desde luego es la mejor forma de encontrar el lugar y acotar una dirección en la que buscar la entrada, puesto que si no recuerdo mal no se podía acceder desde la propia bahía. - Hice una pausa valorando la opción de escalar. - Tal vez con los ganchos y la cuerda podamos alcanzar el complejo desde la bahía pero me parece innecesario sabiendo que tiene otra entrada mas sencilla tierra adentro. ¿Tu cómo lo ves? -
Una vez en marcha me llamó la atención que los caminos se conservaran todavía a pesar de haber transcurrido décadas de abandono. Pareciera como si la propia vegetación respetara aquellas zonas de paso por respeto a los restos de la civilización que una vez los transitó. mientras observaba los alrededores en búsqueda de alguna señal que denotara la cercanía de algún manantial o la presencia de frutas acababa por cruzarme con las estampa de la elfa caminando a mi lado con una expresión en su rostro que parecía mezclar la concentración así como la maravilla de lo que observaba y se me cruzó fugazmente el recuerdo del viaje, en el barco cuando me consultó sobre que había en mi vida a parte de lo militar dejandome en total desventaja respecto a ella, pues si bien ella conocía bastante sobre mí yo solo sabía de ella su nombre.
lejos de toda civilización y estando en ese camino solo ella y yo, supuse que sería un buen momento para preguntarle directamente sin que nada ni nadie nos interrumpiera esta vez. - ¿Sabes? He estado pensando y me he dado cuenta en que tú tienes toda la ventaja. Sabes mucho sobre mi pero no me has contado nada sobre ti. Cuéntame qué hay en tu vida, que te motiva, que ha hecho que emprendieras este viaje por ejemplo. - La miré esperando una respuesta. - Y no me vengas con que es una larga historia o que es muy aburrido. De verdad me interesa escucharlo. -
Mas adelante la elfa me mandó frenar en seco, e instintivamente llevé la diestra a la empuñadura del arma y la izquierda a la vaina quedando preparado y en alerta. Analizando el entorno acabé por detectar el movimiento que previamente había encontrado Aylizz y poco despues un ente del tamaño de una liebre, mas parecido a un tubérculo atravesó el camino de lado a lado. es primera instancia no había reparado en la criatura que acabábamos de ver esperando que en cualquier momento apareciese algún depredador o manada de depredadores, cosa que no parecía llegar, y entonces la duda de ella me sacó completamente de la tensión en la que me encontraba en aquél momento.
Aún con la mano apoyada en la empuñadura del arma arqueé una ceja y la mire divertido ante el término que había empleado antojándoseme muy infantil, aunque opté por no exteriorizar verbalmente esa sensación. - No sé que clase de criatura era, creo que es la primera vez que la veo. - ¿Seguirlo? Encontrar agua siguiendo el rastro de animales era una técnica que solía arrojar buenos resultados, al menos en el continente, no obstante ¿Que huellas dejaba esa criatura? despues de constatar que no parecía haber ninguna amenaza cercana solté la espada para hacerme con la hachuela. - Probemos suerte, a ver si hay suerte. de todas formas iré dejando marcas para poder encontrar el camino de vuelta y evitar perdernos. -
Poco antes de comenzar a trabajar en el filo de la espada le dediqué una mirada a la muchacha mientras cenaba y le dediqué una media sonrisa. - A la luz del fuego. Definitivamente. - Y comencé a dar pasadas suaves corrigiendo las imperfecciones del metal fruto del uso y del tiempo. Para descansar los brazos de la postura y el movimiento repetitivo dediqué un momento de descanso antes de pulir con el cuero el arma y me hice una trenza que dejara recogido todo mi cabello, pues a falta de una fuente de agua dulce pretendía que se mantuviese en condiciones durante el mayor tiempo posible, atándolo al final con una cinta azul cian que ya comenzaba a mostrar severos signos de uso y edad.
La noche transcurrió bastante tranquila. El oleaje acompañaba perfectamente la melodía que la brisa marina tocaba en las hojas de la flora provocando una sensación sumamente relajante. Tanto es así que no noté que había amanecido hasta que mi compañera me lo hizo notar. Abrir los ojos y ver en primer lugar el azul de sus ojos, por Isil, era algo a lo que podría acostumbrarme con facilidad. Sonreí. - Buenos días. ¿has dormido bien? -
Me incorporé dejando que el fresco de la mañana comenzara a despertar mis sentidos y di el primer sorbo de agua. Si bien a la cantimplora le quedaba aún bastante agua lo cierto es que debía racionarla bien para que durara al menos todo un día. Observé el detalle de dejar la comida calentando sobre una piedra en las ascuas mientras iba a asearse y asentí en lo que era un dialogo conmigo mismo en mi mente en voz alta, constatando que la rubia tenia dilatada experiencia en acampar sin mas comodidades que las que pudiera proveerse ella misma. Y aunque el lavarse la cara con el agua del mar no era buena opción, era una idea lógica teniendo en cuenta lo limitado del agua potable. Aún así yo opté por humedecer una pequeña gasa.
Para cuando ella llegó al refugio yo ya me encontraba de nuevo vistiéndome con la armadura y luego recogiendo los bártulos quedando listo para partir en escaso tiempo. Sentándome junto a ella le daba pequeños mordiscos a un trozo de carne seca dándole tiempo para ella desayunar a su propio ritmo. - Desde luego es la mejor forma de encontrar el lugar y acotar una dirección en la que buscar la entrada, puesto que si no recuerdo mal no se podía acceder desde la propia bahía. - Hice una pausa valorando la opción de escalar. - Tal vez con los ganchos y la cuerda podamos alcanzar el complejo desde la bahía pero me parece innecesario sabiendo que tiene otra entrada mas sencilla tierra adentro. ¿Tu cómo lo ves? -
Una vez en marcha me llamó la atención que los caminos se conservaran todavía a pesar de haber transcurrido décadas de abandono. Pareciera como si la propia vegetación respetara aquellas zonas de paso por respeto a los restos de la civilización que una vez los transitó. mientras observaba los alrededores en búsqueda de alguna señal que denotara la cercanía de algún manantial o la presencia de frutas acababa por cruzarme con las estampa de la elfa caminando a mi lado con una expresión en su rostro que parecía mezclar la concentración así como la maravilla de lo que observaba y se me cruzó fugazmente el recuerdo del viaje, en el barco cuando me consultó sobre que había en mi vida a parte de lo militar dejandome en total desventaja respecto a ella, pues si bien ella conocía bastante sobre mí yo solo sabía de ella su nombre.
lejos de toda civilización y estando en ese camino solo ella y yo, supuse que sería un buen momento para preguntarle directamente sin que nada ni nadie nos interrumpiera esta vez. - ¿Sabes? He estado pensando y me he dado cuenta en que tú tienes toda la ventaja. Sabes mucho sobre mi pero no me has contado nada sobre ti. Cuéntame qué hay en tu vida, que te motiva, que ha hecho que emprendieras este viaje por ejemplo. - La miré esperando una respuesta. - Y no me vengas con que es una larga historia o que es muy aburrido. De verdad me interesa escucharlo. -
Mas adelante la elfa me mandó frenar en seco, e instintivamente llevé la diestra a la empuñadura del arma y la izquierda a la vaina quedando preparado y en alerta. Analizando el entorno acabé por detectar el movimiento que previamente había encontrado Aylizz y poco despues un ente del tamaño de una liebre, mas parecido a un tubérculo atravesó el camino de lado a lado. es primera instancia no había reparado en la criatura que acabábamos de ver esperando que en cualquier momento apareciese algún depredador o manada de depredadores, cosa que no parecía llegar, y entonces la duda de ella me sacó completamente de la tensión en la que me encontraba en aquél momento.
Aún con la mano apoyada en la empuñadura del arma arqueé una ceja y la mire divertido ante el término que había empleado antojándoseme muy infantil, aunque opté por no exteriorizar verbalmente esa sensación. - No sé que clase de criatura era, creo que es la primera vez que la veo. - ¿Seguirlo? Encontrar agua siguiendo el rastro de animales era una técnica que solía arrojar buenos resultados, al menos en el continente, no obstante ¿Que huellas dejaba esa criatura? despues de constatar que no parecía haber ninguna amenaza cercana solté la espada para hacerme con la hachuela. - Probemos suerte, a ver si hay suerte. de todas formas iré dejando marcas para poder encontrar el camino de vuelta y evitar perdernos. -
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Sin dejar de caminar, ladeó la cabeza para mirarlo cuando el elfo arremetió con su interés por conocer más sobre ella. Chasqueó la lengua, sin llegar a parecer molesta pero sin encajar bien tanta pregunta repentina. Nunca hablaba abiertamente de ella, de su vida o sus motivos para dirigirla hacia los caminos que acababa recorriendo, menos sin una muestra de posible confianza en aquellos que, por diferentes razones, habían terminado cruzando sus pasos con los suyos. Y todavía removía sus adentros el pensar que cuanto más había compartido de su persona, mayor había sido el fallo. Aún así, comprendía la desigualdad planteada entre ellos, más a sabiendas de cómo solían funcionar las mentes de aquellos instruidos desde la tierna juventud en las disciplinas bélicas. Conocer a tu enemigo tanto o más que a tu aliado empezaba por saber discernir sobre a quién se tenía al lado.
—Por ejemplo, ¿este viaje?— escogió dar respuesta inicialmente a la pregunta menos personal. —Supongo que el hartazgo de bucear entre pergaminos y tomos antiguos, de imaginar cómo fue la vida de los nuestros sobre el papel y de ver cómo la grandilocuencia que envolvía a nuestro pueblo en los buenos tiempos ha quedado reducida a manifiestos escritos cuya importancia parece perderse con el tiempo.— resopló, advirtiendo entonces que su tono había resultado más soberbio de lo intencionado —El mundo ha conseguido acorralarnos en una ratonera en la que ya no podemos contar ni con la seguridad de mantenernos unidos por la sangre. Y mientras tanto, los retales de las vidas pasadas quedan sepultados y condenados al olvido.— tomó una respiración profunda, siendo ahora consciente de la rabia interna que masticaba en cada palabra. —Qué se yo, puede que sólo esté enfadada con el mundo. A veces sobrepienso y nunca actúo, otras no llego a razonar antes de pasar a la acción.— concluyó con un tono que parecía restarle importancia a lo escupido anteriormente —En mi historia todo acaba desvaneciéndose… Así que sí, podría contarte una larga y aburrida, pero hablaría de una vida que, hoy por hoy, ha quedado reducida a nada.— y pateó una piedra en el camino, remarcando el punto y final.
No obstante, se arrepintió al instante. A tales alturas debería haber aprendido que dar información sin decir nada realmente, tendía a suscitar más preguntas. Pero, ¿qué contar entonces? Que se trataba de alguien incapaz de cerrar heridas, que estaba perdida, desesperanzada. Que se negaba a reducir su vida a una sencilla y rutinaria, pero que sólo sabía huir cuando las cosas se complicaban. Que estaba cansada de buscar respuestas, que había dejado de hacerse preguntas que sólo conseguían llevarla al tormento. O que sus últimas decisiones parecían haberse tomado lanzando monedas al aire. No, no le convenía dar esa imagen si quería mantener la compañía del soldado en aquella empresa, la de alguien a quien es mejor acompañar a casa, porque el mundo se vuelve más peligroso cuanto más vulnerable se encuentra. Mostrar debilidad no era una opción. Nunca lo había sido, aunque los lazos con los que la vida envolvía a menudo habían conseguido que bajara la guardia. No volvería a ocurrir.
*****
Viéndose obligados a abandonar el sendero y asegurando Eleandris el camino de vuelta a medida que avanzaban, trataba de seguirle el rastro a la pequeña criatura que a media distancia había logrado sacarlos ventaja. No obstante, todavía capaz de percibir levemente el rastro de una energía etérea que, de forma residual, le resultaba familiar. El maná que fluía allí donde Imbar tenía cabida.¹ De modo que sus ojos se encontraban tan centrados en buscar entre las hierbas que se revolvían alrededor que su atención se desvió irremediablemente del suelo que pisaba, no siendo capaz de advertir el agujero en el suelo en el que metió el pie, dando un traspiés que a duras penas logró salvar.
—Pero ¿qué…?— exclamó al tiempo que bajaba la mirada y recuperaba la compostura —¿Un hoyo?— advirtió entonces, agachándose en cuclillas para examinarlo —No es muy profundo, aunque no parece hecho por casualidad…— levantó los ojos ligeramente y miró de nuevo alrededor, pero a ras del suelo esta vez —Ahí hay otro.— se acercó al segundo agujero, a una decena de pasos hacia delante. Agachándose igualmente, llevó la mano al hoyo, constatando que los restos de éter, aunque casi difusos, parecían iguales a los de la alimaña. —Creo que hemos dado con el camino hacia donde sea que habita esa… Cosa. Pero confío en que si tiene algo de vegetal, más que su apariencia, precise de tanto agua como cualquiera.— se encogió de hombros —Sigamos. Con cuidado dónde pisa… mos.— indicó, reconociendo entre dientes su tropiezo.
Los agujeros se veían cada pocas decenas de metros, a veces más espaciados, a veces menos. La elfa teorizó que podría deberse a las condiciones del terreno, pues allá donde se volvía más abrupto, la extraña planta parecía necesitar más rincones donde descansar. Al cabo de un rato, el rastro mágico se hubo dispersado por completo, aunque los hoyos continuaban marcando un camino que no tardó en abrirse en un pequeño claro. Un ligero rumor de agua se dejaba escuchar, pese a no verse corriente alguna en los alrededores. Acercándose un poco más, entre la maleza más baja, se dejó descubrir una pequeña charca que se formaba a pesar de hilo de agua filtrada a través de unas rocas.
—Premio.
¹ Para seguir el rastro del bebé planta combino mi habilidad racial {habilidad} Don mágico: Puedo sentir el uso del éter detectando a usuarios de la magia u objetos mágicos que pueda ver, sin distinguir detalles con mi rasgo Redirijo la luz para canalizarla a través de los entes del bosque, respondiendo a mi voluntad (Talento: Control de la naturaleza).
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
escuché con detenimiento la respuesta de la muchacha. La primera parte correspondía perfectamente con el tipo de persona que conocí en calidad de investigadora la primera vez que estuvimos en este lugar y la parte siguiente correspondía también a un sentimiento que podría sentir como propio. Últimamente Sandorai y sus gentes habían sufrido bastante, y las dificultades continuaban aún a día de hoy hostigando a varias tribus.
Fué la tercera respuesta lo que más estaba buscando y paradójicamente, en la que menos dijo y mas información dio. Indecisión. Impulsividad... Se sentía sola contra el mundo sin una referencia o un rumbo claro al que dirigirse y sin mirar atrás. Me humedecí los labios de forma instintiva mientras asimilaba la información que había deducido sobre ella y sopesando cual sería mi reacción. Estaba en un punto critico. Comportarme de forma paternalista sería recibido con total rechazo, quitarle hierro al asunto podría contrariarla por banalizar sus sentimientos y el silencio podría hacerla sentirse juzgada.
Preferí no abordar su pasado. al menos no en ese momento. Quería hacerlo porque quería conocer mas de ella, ahora solo deducía algunas de sus inquietudes, pero no sabía quién era ella, no sabía lo realmente importante. Tal vez trataría de indagar mas adelante, en alguna noche cuando ya sitiera mas confianza en mi, cuando estuviera dispuesta a mostrarse tal como era ella ella en lo mas profundo, pero eso no vendría sin más.
- En mi aldea los jóvenes deben pasar un rito de madurez para ser reconocidos como adultos. Mi padre me había preparado para ese día pero cuando me vi solo en el bosque, con tres flechas y con el deber de traer una presa me sentí abrumado. Fallar el rito de madurez suponía una vergüenza para mi familia y era el primer reto al que me enfrentaba sin la guía de mi padre. Durante seis días anduve por los bosques tratando de rastrear algún animal al que abatir y con cada vez mas presión en los hombros, mas hambre y mas cansancio.-
Hice una pequeña pausa para saber cómo estaba recibiendo Aylizz que le contara esta historia. - Nunca he vuelto a empuñar un arco, pero valoro mucho todo aquello y siempre lo recordaré por que forma parte de la persona que soy hoy.- La miré, esta vez sin ofrecerle sonrisa alguna, pero deseaba que comprendiera que la entendía.
Fué la tercera respuesta lo que más estaba buscando y paradójicamente, en la que menos dijo y mas información dio. Indecisión. Impulsividad... Se sentía sola contra el mundo sin una referencia o un rumbo claro al que dirigirse y sin mirar atrás. Me humedecí los labios de forma instintiva mientras asimilaba la información que había deducido sobre ella y sopesando cual sería mi reacción. Estaba en un punto critico. Comportarme de forma paternalista sería recibido con total rechazo, quitarle hierro al asunto podría contrariarla por banalizar sus sentimientos y el silencio podría hacerla sentirse juzgada.
Preferí no abordar su pasado. al menos no en ese momento. Quería hacerlo porque quería conocer mas de ella, ahora solo deducía algunas de sus inquietudes, pero no sabía quién era ella, no sabía lo realmente importante. Tal vez trataría de indagar mas adelante, en alguna noche cuando ya sitiera mas confianza en mi, cuando estuviera dispuesta a mostrarse tal como era ella ella en lo mas profundo, pero eso no vendría sin más.
- En mi aldea los jóvenes deben pasar un rito de madurez para ser reconocidos como adultos. Mi padre me había preparado para ese día pero cuando me vi solo en el bosque, con tres flechas y con el deber de traer una presa me sentí abrumado. Fallar el rito de madurez suponía una vergüenza para mi familia y era el primer reto al que me enfrentaba sin la guía de mi padre. Durante seis días anduve por los bosques tratando de rastrear algún animal al que abatir y con cada vez mas presión en los hombros, mas hambre y mas cansancio.-
Hice una pequeña pausa para saber cómo estaba recibiendo Aylizz que le contara esta historia. - Nunca he vuelto a empuñar un arco, pero valoro mucho todo aquello y siempre lo recordaré por que forma parte de la persona que soy hoy.- La miré, esta vez sin ofrecerle sonrisa alguna, pero deseaba que comprendiera que la entendía.
[...]
La elfa rastreó a la criatura con la agilidad que ya había demostrado anteriormente en el navío, resultándome dificil seguirla y marcar con la hachuela los troncos de los árboles dañando en algunas ocasiones un poco mas que la corteza, maldiciendo para mis adentros cuando esto ocurría. Al final la hipotesis de mi compañera dió resultado, y aunque no encontramos a la criatura si dimos con una fuente que aproveché de inmediato para saciar la sed y recargar la cantimplora.
- Esta zona parece propicia para trasladar el campamento. si lo ocultamos bien incluso podríamos llegar a cazar una de esas criaturas que has visto puesto que los animales de la zona en algun momento deberían venir a saciar su sed. ¿Que opinas? -
Entrecerré los ojos un instante al divisar a su espalda algo que me llamó la atención. En un primer instante no le había dado importancia pero ahora que me fijaba podía distingir los leves restos de una pigmentación casi destruida por el paso del tiempo. Al acercarme pude contemplar una cara de una estructura de piedra que estaba siendo devorada por el tronco de un árbol y que en algun momento constaba de algunas inscripciones. - Creo que tengo algo. -
era imposible leer nada en aquella piedra pero con una curiosidad renovada comencé a distinguir un patrón en la zona. La naturaleza había conquistado las piedras cimientes de lo que habría sido un edificio en epocas pasadas. los restos no eran especialmente grandes y su forma circular se mostraba incompleta. Al otro lado otro lado lo que había creído un arbusto ocultaba en su interior un monolito que conservaba aún los pigmentos en la mayoría de sus caras.
- Creo que hemos dado con los restos de una capilla o sagrario a juzgar por los símbolos que puedo reconocer aquí dibujados. Ayer pudiste moldear las plantas a tu voluntad para crear el refugio. ¿puedes ahora intentar apartarlas de las ruinas? tal vez podamos descubrir algo más. -
Y si...
- Esta zona parece propicia para trasladar el campamento. si lo ocultamos bien incluso podríamos llegar a cazar una de esas criaturas que has visto puesto que los animales de la zona en algun momento deberían venir a saciar su sed. ¿Que opinas? -
Entrecerré los ojos un instante al divisar a su espalda algo que me llamó la atención. En un primer instante no le había dado importancia pero ahora que me fijaba podía distingir los leves restos de una pigmentación casi destruida por el paso del tiempo. Al acercarme pude contemplar una cara de una estructura de piedra que estaba siendo devorada por el tronco de un árbol y que en algun momento constaba de algunas inscripciones. - Creo que tengo algo. -
era imposible leer nada en aquella piedra pero con una curiosidad renovada comencé a distinguir un patrón en la zona. La naturaleza había conquistado las piedras cimientes de lo que habría sido un edificio en epocas pasadas. los restos no eran especialmente grandes y su forma circular se mostraba incompleta. Al otro lado otro lado lo que había creído un arbusto ocultaba en su interior un monolito que conservaba aún los pigmentos en la mayoría de sus caras.
- Creo que hemos dado con los restos de una capilla o sagrario a juzgar por los símbolos que puedo reconocer aquí dibujados. Ayer pudiste moldear las plantas a tu voluntad para crear el refugio. ¿puedes ahora intentar apartarlas de las ruinas? tal vez podamos descubrir algo más. -
Y si...
- imagen descriptiva:
- Es demasiado grande para lo que tengo en la cabeza, pero sería una estructura similar de un tamaño unas 8 veces inferior. Como si pudiesen albergar a unas 20 personas únicamente[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Oliver despertó en medio de un fuerte acceso de tos. Se volteó hasta quedar a cuatro patas y el movimiento le hizo vomitar agua y bilis. Una nueva arcada, una tos, una bocanada de aire interrumpida por una nueva arcada, una tos, ¡no llegaba el aire! El pánico hizo que las lágrimas anegaran sus ojos. Aire, solo necesitaba aire, una inspiración completa, media, solo eso. Durante unos minutos, su vida se concentró en esa única y vital necesidad.
Poco a poco, fue recuperando el control de la respiración. El marco de su existencia comenzó a ampliarse. Arena húmeda bajo sus dedos, algas a su alrededor, gaviotas, el sonido del oleaje. Sed. Mucha sed. ¿Cuánta agua de mar habría tragado? Intentó incorporarse y un fuerte escozor en el muslo derecho le hizo volver al suelo. Sangre. Podía ver las marcas de dientes entre los jirones de su pantalón.
El recuerdo del ataque lo asaltó en aquel momento. La violencia de los cuerpos, las burbujas destruidas, dónde estaba el arriba y dónde el abajo. Marisenka. Le había salvado la vida, pero ¿qué había sido de ella? No lograba recordarlo. ¿Y el resto del equipo? Él estaba vivo, pero ¿dónde y por cuánto tiempo?
Buscó entre los restos de sus ropas algún fragmento que pudiera usar para vendar temporalmente su herida. La tela estaba rígida y llena de arena. Agua, necesitaba agua dulce.
Una gaviota llamó a lo lejos, Oliver entrecerró la vista para observar el mar en la distancia. ¿Algo se había movido en la superficie o lo engañaba el brillo del sol reflejado en las olas? Intentó recordar lo que sabía de las criaturas: la mayoría eran enteramente marinas, pero algunas se adentraban en tierra para cazar.
Cazar. Miró de nuevo la mordida en su pierna y tragó saliva. Tenía que alejarse de la costa cuanto antes. Ignorando el dolor del muslo, se arrastró hacia la línea de árboles. Llegó al bosque y se hizo con una rama gruesa que le sirvió de muleta. ¿Había oído una llamada en la playa?
Corre, se dijo, sal de aquí. Avanzó cojeando tan rápido como le permitían la maleza y su pierna herida. No mires atrás. Sigue avanzando. Le costaba mantenerse en pie. Sudaba, pero sentía frío. ¿Fiebre? No pienses, sigue andando. Agua, necesitas agua.
Y siguió andando. Siguió andando hasta que no pudo más y se derrumbó. Su último pensamiento antes de que el mundo se oscureciera de nuevo fue que las voces que oía no sonaban tan monstruosas como las de la playa.
En algún punto entre Oliver y la playa, los cazadores seguían el rastro de su presa. Habían probado su sangre y no lo dejarían ir tan fácilmente.
Casi me da pena interrumpir tan encantadora cita, pero de algo tiene que valer la etiqueta de Mastereado, digo yo. Por si se lo estuvieran preguntando, Oliver se ha desmayado por la fiebre cerca de donde ustedes se encuentran. Es un muchacho de veintipocos, pelirrojo y flacucho. Irán descubriendo más si deciden ayudarlo.
A quienes no tendrán opción de ignorar será a los dos siratopheos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] que irrumpirán en el lugar poco después que él, ya que puestos a adentrarse en tierra para cazar, cuanta más carne lleven a los suyos, mejor.
Tómense los turnos que necesiten para lidiar con la situación y no se preocupen, no me olvido de las ruinas.
Poco a poco, fue recuperando el control de la respiración. El marco de su existencia comenzó a ampliarse. Arena húmeda bajo sus dedos, algas a su alrededor, gaviotas, el sonido del oleaje. Sed. Mucha sed. ¿Cuánta agua de mar habría tragado? Intentó incorporarse y un fuerte escozor en el muslo derecho le hizo volver al suelo. Sangre. Podía ver las marcas de dientes entre los jirones de su pantalón.
El recuerdo del ataque lo asaltó en aquel momento. La violencia de los cuerpos, las burbujas destruidas, dónde estaba el arriba y dónde el abajo. Marisenka. Le había salvado la vida, pero ¿qué había sido de ella? No lograba recordarlo. ¿Y el resto del equipo? Él estaba vivo, pero ¿dónde y por cuánto tiempo?
Buscó entre los restos de sus ropas algún fragmento que pudiera usar para vendar temporalmente su herida. La tela estaba rígida y llena de arena. Agua, necesitaba agua dulce.
Una gaviota llamó a lo lejos, Oliver entrecerró la vista para observar el mar en la distancia. ¿Algo se había movido en la superficie o lo engañaba el brillo del sol reflejado en las olas? Intentó recordar lo que sabía de las criaturas: la mayoría eran enteramente marinas, pero algunas se adentraban en tierra para cazar.
Cazar. Miró de nuevo la mordida en su pierna y tragó saliva. Tenía que alejarse de la costa cuanto antes. Ignorando el dolor del muslo, se arrastró hacia la línea de árboles. Llegó al bosque y se hizo con una rama gruesa que le sirvió de muleta. ¿Había oído una llamada en la playa?
Corre, se dijo, sal de aquí. Avanzó cojeando tan rápido como le permitían la maleza y su pierna herida. No mires atrás. Sigue avanzando. Le costaba mantenerse en pie. Sudaba, pero sentía frío. ¿Fiebre? No pienses, sigue andando. Agua, necesitas agua.
Y siguió andando. Siguió andando hasta que no pudo más y se derrumbó. Su último pensamiento antes de que el mundo se oscureciera de nuevo fue que las voces que oía no sonaban tan monstruosas como las de la playa.
En algún punto entre Oliver y la playa, los cazadores seguían el rastro de su presa. Habían probado su sangre y no lo dejarían ir tan fácilmente.
__________________
Casi me da pena interrumpir tan encantadora cita, pero de algo tiene que valer la etiqueta de Mastereado, digo yo. Por si se lo estuvieran preguntando, Oliver se ha desmayado por la fiebre cerca de donde ustedes se encuentran. Es un muchacho de veintipocos, pelirrojo y flacucho. Irán descubriendo más si deciden ayudarlo.
A quienes no tendrán opción de ignorar será a los dos siratopheos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] que irrumpirán en el lugar poco después que él, ya que puestos a adentrarse en tierra para cazar, cuanta más carne lleven a los suyos, mejor.
Tómense los turnos que necesiten para lidiar con la situación y no se preocupen, no me olvido de las ruinas.
Fehu
Master
Master
Cantidad de envíos : : 1561
Nivel de PJ : : 0
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Escuchó atentamente su historia a pesar de no apartar la mirada del suelo. No le era desconocido que entre los muchos clanes de Sandorai existían toda clase de ritos que marcaban el paso hacia una supuesta madurez. En su aldea no era distinto, aunque nada tenía que ver con dejar que los jóvenes se jugaran la vida antes de empezar a vivirla.
Lo miró de soslayo un momento, preguntándose cómo sería la gente en una aldea en la que la adultez pasaba por aceptar, de una forma como aquella, la pesada carga de no fallar. Siguió escuchando y se sorprendió al darse cuenta de que esbozaba media sonrisa, una relación paterna como aquella sí le resultaba familiar. Aunque no vivida. Se paró a pensar un instante en ellos, en Nai, y en cómo Eleandris le resultaba tan parecido a él en algunos sutiles matices. Sin embargo, no pudo evitar resoplar cuando el elfo explicó su calvario. ¿Seis días? Después de un año a su suerte algo así no le parecía tan sorprendente, menos para alguien supuestamente preparado para tal hazaña. Su padre a eso le habría llamado acampada, pero tampoco la habría llevado consigo. Frotándose un momento la frente se deshizo de aquellos juicios, construidos tan a la ligera. No, aún no lo conocía lo bastante como para permitirse juzgarlo.
Asintió cuando el elfo propuso aprovechar el lugar para acampar. Valoró para sí que darse un par de días para inspeccionar los alrededores y ubicarse podría darles mejores resultados que andar a ciegas. O peor, de memoria. Distraída de lo que hacía su compañero, se quitaba los bártulos de encima y dispuesta a descansar un poco, extendía la túnica en el suelo cuando Eleandris llamó de nuevo su atención. Levantó la mirada, encontrándolo examinando las rocas que se descubrían entre los troncos más jóvenes, todavía flexibles, capaces de crecer adaptándose a las irregularidades. No perdió un momento en ponerse en pie de nuevo y mientras caminaba hacia él, siguiendo la dirección de su mirada reveladora al tiempo que exponía sus conclusiones, despejó la maleza con un suave vaivén de los brazos dejando al descubierto las formaciones rocosas y sus detalles. Observó alrededor y considerando que el soldado no parecía desencaminado en su teoría, recordó las ruinas de Tortuga y cómo los sectarios se trasladaban por la isla utilizando túneles ocultos bajo los pequeños altares y restos de los templos que en un pasado adoraron, pudiendo desplazarse de un lado a otro de la isla sin ser vistos. Se estremeció. De repente le fue indiferente el para qué de aquel lugar de culto, le preocupaba más el para quién. Sin embargo, no tuvo más tiempo para examinar los grabados, que a primera vista lucían ilegibles, antes de que la calma reinante se volviera infierno.
—Shh…— indicó a su compañero que guardara silencio. Los jadeos del joven pasaron desapercibidos, pero los bramidos que traía el viento, anunciando la llegada del peligro cada vez más cercano, hicieron que la elfa volviera la mirada a su espalda. —¿Qué… es… eso?— preguntó abrumada, de forma retórica, sin alcanzar a ver todavía las criaturas que se acercaban desde la playa, pero advirtiendo el aviso de su llegada.
Lo que sí alcanzó a ver fue la figura del joven tendido en el suelo, entre la maleza. ¿Cuándo? ¿Cómo? Frunció el ceño y miró un segundo a Eleandris, sin comprender, antes de alzar la voz hacia el bosque.
—¡Eh, tú!— aguardó un momento, sin advertir un sólo movimiento del extraño —¿Quién eres?— preguntó con un tono más exigente, algo más inquieta.
Tampoco obtuvo respuesta y aquello disparó su estado de alerta, llevando de manera inconsciente su mano diestra al cinturón del que colgaba el arma. Por supuesto, ¿cómo una isla desierta iba a estar, pues eso, desierta? No podía sorprenderse a esas alturas. Contempló el cuerpo tendido en el suelo, todavía en la distancia. Inmóvil, desde allí era incapaz de distinguir detalles en su persona, pero era evidente que estaba inconsciente, si no muerto. O quizá tan debilitado que le fuese imposible emitir sonido alguno o mirarlos siquiera. En cualquier caso, aquello no podía significar nada bueno.
—Esto no me gusta…— murmuró, antes de observar con mayor atención los alrededores.
No alcanzó a ver a nadie más, aunque aquello no le hizo abandonar el nerviosismo que ahora se hacía latente. Aún así, decidió empezar a caminar hacia el muchacho, cautelosa. A medida que se acercaba, pudo distinguir su apariencia humana demacrada. Herido, cubierto de sangre, su presencia no traía un buen augurio. La elfa aguardó un momento antes de seguir caminando, cuando tan sólo unos metros la separaban del cuerpo, y entonces fijó su atención en los árboles más apartados, los que se abrían hacia el exterior de la isla y, dedujo, llegaban hasta el mar. Los ecos que apenas se habían hecho perceptibles hasta el momento, confundiéndose con los demás sonidos de la naturaleza, se escuchaban ahora más claros, acompañado su avance con zarandeos entre la maleza que parecía dibujar el camino a seguir.
—Algo se acerca.— advirtió al elfo, tratando de ahogar el ligero temblor que le quebraba la voz.
Sin perder más tiempo, terminó de llegar hasta el chico, con intenciones de levantarlo y llevarlo consigo. Todavía respiraba, aunque lejos de importarle su mera existencia, la necesidad de respuestas respecto a su presencia en la isla resultaba inclinaba la balanza a su favor. Un alguien solitario en una isla plagada de secretos. Pero por el momento, era preciso cambiar sus planes, ya no convenía quedarse allí. Y entonces la isla se les hizo pequeña para esconderse.
—Por los Dioses…— el pulso se le aceleró y casi pareció que el corazón se le atragantó en un fuerte latido cuando las criaturas se dejaron ver, ansiosas de carne fresca. —Vamos, ¡ayúdame! ¡No podemos dejarlo aquí!
Había conseguido erguir su postura y colocar el brazo del pelirrojo alrededor de sus hombros para ponerlo en pie, pero estaba loca si pensaba que sola podría cargarlo y correr a tiempo, lo bastante rápido para no ser devorada. Aún así, confiaba en la distancia que todavía los separaban, pareciendo que a pesar de que los elfos alcanzaran a ver a los dos siratopheos, estos aún no habían llegado a reparar en su presencia. Quizá todavía pudieran ponerse a cubierto en las ruinas que habían dejado a su espalda, porque si algo consideraba imposible del todo era buscar refugio en las alturas.
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Resultaba maravilloso e impactante como la maleza obedecía la voluntad de mi compañera sin importar cuan tierna o leñosa fuese la madera. Y ahora despejadas la ruinas de aquella construcción mostraban su verdadera forma. Orientada hacia el oeste aquella construcción parecía disponer de una única nave. Los muros Norte, Este y Sur dibujaban una línea perfecta, por otra parte, la pared Oeste parecía dibujar un hemiciclo a juzgar por los escasos restos que acusaban el mayor castigo del tiempo.
Me disponía a tomar nota e investigar sobre los pictogramas y relieves del monolito cuando Aylizz me alertó de algo a nuestra espalda. Tanto me había concentrado en el hallazgo que fui incapaz de ver ni escuchar aquella anomalía en el ambiente. Afiné el oído pero no le di mayor importancia.
Estaba por volver al estudio cuando escuché que se dirigía a alguien. En ese momento las ruinas perdieron todo el interés para mi. A paso ligero me puse junto a ella y miré en la dirección en la que hablaba. Desde mi punto anterior el propio sotobosque ocultaba la presencia de aquella persona. De momento escudriñé los alrededores con la mano en la empuñadura en busca de algún movimiento que delatara la presencia de mas personas que supusieran una amenaza.
Terminé desenvainando el arma cuando ya nos encontrábamos cerca de aquél tipo. Apenas un par de pasos tras la elfa y ya en tensión preparado para reaccionar y bloquear cualquier tajo o estocada que pudiera amenazar a Aylizz. Aquel tipo mostraba signos de lucha, y no había quedado bien parado precisamente. Sus ropas de marinero se encontraban rasgadas en algunas zonas teñidas de carmesí, y otras manchas de un color distinto que no identifiqué bien.
- ¿Oyes eso?
- Algo se acerca. - Respondió la muchacha con la mirada clavada al frente.
- Son pocos. Si no hacemos ruido y nos apartamos podemos evitarles. He visto un...
- Por los dioses. - Exclamó cuando aquellas criaturas dejaron verse. De inmediato algo la empujó a ayudar a aquel moribundo y me instó a ayudarla. Mi instinto me gritaba por dejarle allí y abandonar el lugar, evitar la confrontación con aquellas bestias de las que no había visto ni oído hablar jamás. Y sin embargo Aylizz no dudó ni un instante. Con un esfuerzo notable la muchacha ya lo había levantado en peso y lo llevaba medio arrastrando en dirección a aquel risco donde se hallaba el manantial, y sabía que discutir con ella para que lo dejara y huir no iba a servir de nada.
Aún con la espada en la mano ayudé a mi compañera a arrastrar a aquel hombre, lo que había hecho que ambos pudiéramos alejarnos a una velocidad algo mas rápida. Con cortos cabeceos mantenía a aquellos seres vigilados. había contado solo dos de ellos, que de algún modo parecían rastrear con gran destreza su posible presa aunque siendo sincero conmigo mismo tampoco podría asegurar que no estuviésemos delatándonos nosotros con aquellos pasos a trompicones.
Con tan solo dos tercios del camino recorrido, aquellas bestias habían recortado mas de la mitad de la ventaja en aquella carrera por la vida del desconocido y quien sabe sino la nuestra también. No íbamos a llegar, y mucho menos nos pondríamos a salvo antes de que nos alcanzaran. - Van a darnos alcance. - Anuncié lo evidente como si ella no fuese consciente de tal observación. Su piel había perdido cierto tono y su mirada parecía clavada en aquel punto concreto que parecía seguro.
- No te detengas. Sálvalo. Voy a ganarnos algo mas de tiempo. -1 Infundí en ella la fuerza del coraje y solté el cuerpo de aquel hombre, volviéndome así hacia nuestros perseguidores y adoptando una posición de guardia que me permitiera combatir contra ambas criaturas.
Los gritos guturales que proferían aquellas criaturas llenaban ya por completo el ambiente a mi alrededor con un volumen muy superior al de la maleza siendo salvajemente apartada a su paso. El primero de ellos saltó contra mí directamente sin siquiera refrenar su carrera un mínimo, casi como si pretendiera atravesarme y continuar a por su objetivo. Logré desviarlo hacia un lado haciéndole impactar contra un árbol, logrando así aturdirlo con el golpe.
el segundo, que me percibió como una mayor amenaza frenó y me rugió con toda su fuerza antes de lanzarse al ataque. Aquella garra negra pasó tan cerca mía que me obligó a esquivar. los dos siguientes golpes fueron desviados. La fuerza de aquellos brazos resultaba tal que me era imposible bloquear con la espada. El metal chillaba al golpear con las uñas de esas garras que arañaban el aire sin control ninguno. segando y astillando cuanta hoja y rama encontrase a su paso haciendome retroceder poco a poco.
En un alarde total de ímpetu aquella criatura logro golpeare en el peto de cuero rasgando la superficie y provocando que me desestabilizara un instante. A medida que la pelea sucedía mas me era evidente que a aquella distancia mi oponente era superior. todos los tajos y estocadas eran esquivadas y sus golpes y arañazos a menudo pasaban peligrosamente cerca mío. mediante una finta logré acercarme tanto a la criatura que pude oler su fétido aliento. La espada se deslizó por todo su pecho hasta escapar por el hombro de la criatura dejando salir una especie de aceite oscuro de aquella herida.
El empujón final hizo que la criatura trastabillara, pero no cayera. El rugido que salió de aquella boca infecta fué aún mas potente que el anterior y con aún mas furia se lanzó de nuevo al ataque. Todos los movimientos de aquella cosa venían desde una brutalidad sin precedentes y no parecían tener un objetivo claro. Además aquella finta había sido especialmente eficaz y había resultado sencillo engañar a la bestia. pronto adopté la estrategia de finta y estocada, pasando a un combate mas agresivo que defensivo, siendo capaz de herir múltiples veces a aquel siratopheo en mas ocasiones, logrando que su ímpetu pareciera verse mermado.
De repente estaba en el suelo. Una fuerza descomunal había impactado en mi costado y ahora tenía al primer siratopheo encima mía. Notaba como sus garras ejercían una fuerte presión sobre mis hombros, que no cedían de milagro gracias a la armadura. Su boca mordisqueaba el aire y gritaba impaciente por alcanzar mi rostro y su baba espesa goteaba sobre mi mejilla. Con ambos brazos sujetaba a la criatura, obligado a hacer uso de todas mis fuerzas. Mi espada se encontraba a poca distancia, y sin embargo estaba a demasiada, pues intentar alcanzarla haría imposible frenar a aquella bestia.
- ¡NECESITO AYUDA! - Los brazos comenzaban a ceder
Me disponía a tomar nota e investigar sobre los pictogramas y relieves del monolito cuando Aylizz me alertó de algo a nuestra espalda. Tanto me había concentrado en el hallazgo que fui incapaz de ver ni escuchar aquella anomalía en el ambiente. Afiné el oído pero no le di mayor importancia.
Estaba por volver al estudio cuando escuché que se dirigía a alguien. En ese momento las ruinas perdieron todo el interés para mi. A paso ligero me puse junto a ella y miré en la dirección en la que hablaba. Desde mi punto anterior el propio sotobosque ocultaba la presencia de aquella persona. De momento escudriñé los alrededores con la mano en la empuñadura en busca de algún movimiento que delatara la presencia de mas personas que supusieran una amenaza.
Terminé desenvainando el arma cuando ya nos encontrábamos cerca de aquél tipo. Apenas un par de pasos tras la elfa y ya en tensión preparado para reaccionar y bloquear cualquier tajo o estocada que pudiera amenazar a Aylizz. Aquel tipo mostraba signos de lucha, y no había quedado bien parado precisamente. Sus ropas de marinero se encontraban rasgadas en algunas zonas teñidas de carmesí, y otras manchas de un color distinto que no identifiqué bien.
- ¿Oyes eso?
- Algo se acerca. - Respondió la muchacha con la mirada clavada al frente.
- Son pocos. Si no hacemos ruido y nos apartamos podemos evitarles. He visto un...
- Por los dioses. - Exclamó cuando aquellas criaturas dejaron verse. De inmediato algo la empujó a ayudar a aquel moribundo y me instó a ayudarla. Mi instinto me gritaba por dejarle allí y abandonar el lugar, evitar la confrontación con aquellas bestias de las que no había visto ni oído hablar jamás. Y sin embargo Aylizz no dudó ni un instante. Con un esfuerzo notable la muchacha ya lo había levantado en peso y lo llevaba medio arrastrando en dirección a aquel risco donde se hallaba el manantial, y sabía que discutir con ella para que lo dejara y huir no iba a servir de nada.
Aún con la espada en la mano ayudé a mi compañera a arrastrar a aquel hombre, lo que había hecho que ambos pudiéramos alejarnos a una velocidad algo mas rápida. Con cortos cabeceos mantenía a aquellos seres vigilados. había contado solo dos de ellos, que de algún modo parecían rastrear con gran destreza su posible presa aunque siendo sincero conmigo mismo tampoco podría asegurar que no estuviésemos delatándonos nosotros con aquellos pasos a trompicones.
Con tan solo dos tercios del camino recorrido, aquellas bestias habían recortado mas de la mitad de la ventaja en aquella carrera por la vida del desconocido y quien sabe sino la nuestra también. No íbamos a llegar, y mucho menos nos pondríamos a salvo antes de que nos alcanzaran. - Van a darnos alcance. - Anuncié lo evidente como si ella no fuese consciente de tal observación. Su piel había perdido cierto tono y su mirada parecía clavada en aquel punto concreto que parecía seguro.
- No te detengas. Sálvalo. Voy a ganarnos algo mas de tiempo. -1 Infundí en ella la fuerza del coraje y solté el cuerpo de aquel hombre, volviéndome así hacia nuestros perseguidores y adoptando una posición de guardia que me permitiera combatir contra ambas criaturas.
Los gritos guturales que proferían aquellas criaturas llenaban ya por completo el ambiente a mi alrededor con un volumen muy superior al de la maleza siendo salvajemente apartada a su paso. El primero de ellos saltó contra mí directamente sin siquiera refrenar su carrera un mínimo, casi como si pretendiera atravesarme y continuar a por su objetivo. Logré desviarlo hacia un lado haciéndole impactar contra un árbol, logrando así aturdirlo con el golpe.
el segundo, que me percibió como una mayor amenaza frenó y me rugió con toda su fuerza antes de lanzarse al ataque. Aquella garra negra pasó tan cerca mía que me obligó a esquivar. los dos siguientes golpes fueron desviados. La fuerza de aquellos brazos resultaba tal que me era imposible bloquear con la espada. El metal chillaba al golpear con las uñas de esas garras que arañaban el aire sin control ninguno. segando y astillando cuanta hoja y rama encontrase a su paso haciendome retroceder poco a poco.
En un alarde total de ímpetu aquella criatura logro golpeare en el peto de cuero rasgando la superficie y provocando que me desestabilizara un instante. A medida que la pelea sucedía mas me era evidente que a aquella distancia mi oponente era superior. todos los tajos y estocadas eran esquivadas y sus golpes y arañazos a menudo pasaban peligrosamente cerca mío. mediante una finta logré acercarme tanto a la criatura que pude oler su fétido aliento. La espada se deslizó por todo su pecho hasta escapar por el hombro de la criatura dejando salir una especie de aceite oscuro de aquella herida.
El empujón final hizo que la criatura trastabillara, pero no cayera. El rugido que salió de aquella boca infecta fué aún mas potente que el anterior y con aún mas furia se lanzó de nuevo al ataque. Todos los movimientos de aquella cosa venían desde una brutalidad sin precedentes y no parecían tener un objetivo claro. Además aquella finta había sido especialmente eficaz y había resultado sencillo engañar a la bestia. pronto adopté la estrategia de finta y estocada, pasando a un combate mas agresivo que defensivo, siendo capaz de herir múltiples veces a aquel siratopheo en mas ocasiones, logrando que su ímpetu pareciera verse mermado.
De repente estaba en el suelo. Una fuerza descomunal había impactado en mi costado y ahora tenía al primer siratopheo encima mía. Notaba como sus garras ejercían una fuerte presión sobre mis hombros, que no cedían de milagro gracias a la armadura. Su boca mordisqueaba el aire y gritaba impaciente por alcanzar mi rostro y su baba espesa goteaba sobre mi mejilla. Con ambos brazos sujetaba a la criatura, obligado a hacer uso de todas mis fuerzas. Mi espada se encontraba a poca distancia, y sin embargo estaba a demasiada, pues intentar alcanzarla haría imposible frenar a aquella bestia.
- ¡NECESITO AYUDA! - Los brazos comenzaban a ceder
- offrol:
- Hago uso de mi habilidad Luz de combate: [Mágico. 2 usos] Una corriente de luz pura recorre al hechicero y hasta dos aliados más evitando que sean asustados o acobardados.
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
El sonido de los chillidos iracundos de aquellos seres les hacía saber, a cada paso, que se encontraban cada vez más cerca, a sus espaldas. Ladeó un momento la cabeza, para echar un vistazo de reojo al joven, cargado sobre los hombros entre ambos elfos. En última instancia, no podía considerar que aquel desconocido resultaba tan importante como su propia vida, o la del que ahora era su compañero en aquel viaje. Menos si consideraba que ella misma le había puesto en la tesitura de embarcarse en él.
Sin embargo, una sensación que no pudo explicar le invadió cuando, más allá del rostro inconsciente del humano, tanteó el del guerrero al otro lado, encontrándose con su mirada avellana y sus palabras llenas de determinación. Asintió y al tiempo que él lo soltaba, cargó el peso del cuerpo que dejaba el elfo y sin dejar de avanzar, lo siguió con la mirada tanto como pudo girar la cabeza hacia atrás, sin dejar caer al pelirrojo. Tan sólo quedaban unos metros, podía hacerlo. Y tan pronto como lo hubiera dejado bien recogido tras las rocas, volvería junto a Eleandris para no dilatar más una huida que acabaría agotándolos, quién sabría si antes o después que a las criaturas que los perseguirían.
Llegó hasta los restos de lo que en otros tiempos habría sido una pared, recostó al desconocido en una posición medianamente acomodada y segura, dejando su bolsa de viaje bajo su espalda, tratando de hacer más mullido el apoyo. Cargarla durante el combate, por otra parte, sería un estorbo. No obstante, dudó un momento antes de dejarlo allí, sin más. Le dedicó, por un instante, una supervisora mirada al elfo, comprobando que parecía mantener a las bestias a cierto límite. Aunque escaso. Ante tal escena, fue rápida en rebuscar entre sus cosas para sacar la cuerda y amordazar al joven, sin fuerza, aunque lo bastante ingeniado para evitar una repentina escapada, en caso de despertarse. También lo cubrió con su túnica, para ocultarlo de la vista de las bestias. Cualquier precaución parecía poca. Si habían arriesgado el pellejo por mantenerlo vivo, no podía cometer errores ahora.
Los gritos de auxilio hicieron a la elfa respingar sobre sí como un resorte. Cuando volvió a fijar la atención en Eleandris, no perdió más tiempo en el humano, poniéndose en pie para unirse al enfrentamiento. Sus ojos lo encontraron tendido en el suelo, bajo el cuerpo de una de las criaturas, casi a merced de sus fauces. Desarmado, alcanzó a vislumbrar su espada tendida, a escasa distancia de él. Sin pensarlo un instante, antes siquiera de empezar a correr hacia él, alzó sus manos para hacer crecer las raíces más robustas que alcanzó a controlar y las hizo brotar bajo la bestia1, envolviéndola por entero e inmovilizándola, dándole al elfo una última oportunidad para zafarse y rematarla. No obstante, no dejó de arrancar a la carrera, aligerando aun más sus zancadas cuando adviritó que la otra criatura parecía despertar de su noqueo contra el árbol y se preparaba para embestir, en ayuda de su camarada.
Antes de que pudiera hacerlo, Aylizz llevó la mano a uno de sus cuchillos2, sin aminorar la marcha. Ahora, de más cerca, podía distinguir la figura de aquellos seres, de aspecto marino. O anfibio, considerando sus capacidades sobre el medio terrestre. Aún así, distinguió lo que en un ser subacuático hubiera considerado agallas y apuntando al cuello, lanzó sin miramientos el arma, propiciando un tajo limpio cuando fue alcanzado, pasando de largo. La elfa dibujó media sonrisa, satisfecha, al tiempo que chasqueó los dedos. Y con la misma determinación que el cuchillo había sido lanzado, volvió a las manos de su dueña, dejando un nuevo corte limpio en su trayectoria de vuelta. Cuando alcanzó a ponerse a la altura del combate, cambió el agarre del cuchillo a la otra mano, la menos hábil, para desenfundar su daga, activando al tiempo la runa del mango3 y transformándose en la espada.
La criatura que ahora encaraba, bañada en la propia sangre que emanaba del cuello y envuelta en su viscosidad, se tambaleaba mientras avanzaba a pasos atropellados hacia ella. A su espalda, percibía los movimientos de su compañero, batiendo su propio duelo, mientras la bestia no dejaba de revolverse y destinar todas sus fuerzas a tratar de soltarse del agarre de las plantas. No le resultaba fácil dividir su atención en mantener la energía de las raíces y mantener la guardia alta para terminar con su oponente, contra el que arremetió en un grácil movimiento cuando terminó por abalanzarse sobre ella. Pese a todo, se convenció a sí misma que podría aguantar un poco más, debía hacerlo, porque quería pensar que de aquello dependería su victoria.
1 Uso de habilidad: Enraizar [mágica, 1 uso]: Hago brotar las raíces cercanas para enredar al enemigo, dejándolo inmovilizado durante 1 turno.
2 Encantamiento de arma: Bendición de Thor: El objeto encantado (max. 10kg) adquiere la propiedad de volver levitando hacia su portador a voluntad de éste. La velocidad a la que lo hace la convierte en un potencial ataque. Aplicado a cuchillo derecho.
3 Encantamiento de arma: Arma cambiante
Aylizz Wendell
Moderador/a
Moderador/a
Cantidad de envíos : : 586
Nivel de PJ : : 2
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
Cuando las fauces estaban a punto de alcanzar su objetivo de la tierra surgieron varias raíces que sujetaron y aumentaron de nuevo la distancia. La frustración hacía de nuevo presa en el seratopheo, que veía como de nuevo se le escapaba su tan ansiada presa. Con un golpe de brazos logré zafarme del agarre sobre mis hombros y salí de debajo de la bestia en busca de mi espada. La parca había estado muy cerca, pero no se había alejado del todo todavía.
En cuanto toqué la empuñadura de la espada lancé un tajo que decapitó al siratopheo que peleaba por liberarse de las raíces. Aylizz por su parte había herido de gravedad al otro que ya a duras penas se tenía en pie. Acorté distancias con la intención de acabar aquello lo mas rápido posible, y sin embargo para cuando pude alcanzarlos la bestia se desplomaba victima del agotamiento físico y las heridas. Di muerte a la criatura acortando su agonía mientras las raíces reclamaban para la tierra el cadáver de la otra criatura.
De nuevo en guardia oteé alrededor esperando mas de esas criaturas mas sólo el silencio respondió al estrés y la respiración pesada. Poco a poco el murmullo habitual del bosque volvía a escucharse confirmando que la escaramuza había dado a su fin. Con algo de musgo limpié la hoja de la espada antes de envainarla de nuevo. - ¿Estas bien? ¿Ha quedado a buen recaudo? -
Habíamos arriesgado mucho para salvarle la vida a aquel muchacho. Si bien la vida de mi compañera me era mucho mas importante que la del pelirrojo quería que el riesgo no hubiera sido en vano. Enjugándome el sudor con la mano enguantada seguí a Aylizz hasta donde había dejado al joven. La herida en su pierna aún sangraba. Se notaba la inflamación alrededor de las marcas de aquellos dientes y sangre seca que en su momento había llegado a cubrir la carne expuesta. Por suerte la sangre no se correspondía con una herida fatal sino con la reapertura de dicha herida, fruto del esfuerzo de la huida.
Tiritaba, a pesar del calor que hacía allí. ¿tal vez estaba envenenado? ¿La pérdida de sangre era mayor de la que estimaba o la herida se había infectado? Pellizqué uno de los nudillos. La piel tardaba en recuperar su forma, sin embargo al apretarle la uña ésta volvía rápido a su color natural. - Está deshidratado. Toma mi cantimplora y déjale caer un poco de agua en su boca. tragará por acto reflejo. si vomitara solo tendremos que ponerle de lado. Yo voy a sanarle la herida de la pierna. -
Limpié de sangre y tierra la herida, que había dejado de sangrar y canalicé nuestro don para cerrar esa herida1 y con un poco de suerte quizá se recuperara más rápido. - Veo que has tomado precauciones. Desde luego éste no va a marcharse a ninguna parte. - Busqué con la mirada sus ojos sin poder evitar que se me dibujara una sonrisa sincera. - Y gracias. por la ayuda contra esos bichos. -
Dejaría cicatriz, pero pronto la carne sana cerraría la herida.
En cuanto toqué la empuñadura de la espada lancé un tajo que decapitó al siratopheo que peleaba por liberarse de las raíces. Aylizz por su parte había herido de gravedad al otro que ya a duras penas se tenía en pie. Acorté distancias con la intención de acabar aquello lo mas rápido posible, y sin embargo para cuando pude alcanzarlos la bestia se desplomaba victima del agotamiento físico y las heridas. Di muerte a la criatura acortando su agonía mientras las raíces reclamaban para la tierra el cadáver de la otra criatura.
De nuevo en guardia oteé alrededor esperando mas de esas criaturas mas sólo el silencio respondió al estrés y la respiración pesada. Poco a poco el murmullo habitual del bosque volvía a escucharse confirmando que la escaramuza había dado a su fin. Con algo de musgo limpié la hoja de la espada antes de envainarla de nuevo. - ¿Estas bien? ¿Ha quedado a buen recaudo? -
Habíamos arriesgado mucho para salvarle la vida a aquel muchacho. Si bien la vida de mi compañera me era mucho mas importante que la del pelirrojo quería que el riesgo no hubiera sido en vano. Enjugándome el sudor con la mano enguantada seguí a Aylizz hasta donde había dejado al joven. La herida en su pierna aún sangraba. Se notaba la inflamación alrededor de las marcas de aquellos dientes y sangre seca que en su momento había llegado a cubrir la carne expuesta. Por suerte la sangre no se correspondía con una herida fatal sino con la reapertura de dicha herida, fruto del esfuerzo de la huida.
Tiritaba, a pesar del calor que hacía allí. ¿tal vez estaba envenenado? ¿La pérdida de sangre era mayor de la que estimaba o la herida se había infectado? Pellizqué uno de los nudillos. La piel tardaba en recuperar su forma, sin embargo al apretarle la uña ésta volvía rápido a su color natural. - Está deshidratado. Toma mi cantimplora y déjale caer un poco de agua en su boca. tragará por acto reflejo. si vomitara solo tendremos que ponerle de lado. Yo voy a sanarle la herida de la pierna. -
Limpié de sangre y tierra la herida, que había dejado de sangrar y canalicé nuestro don para cerrar esa herida1 y con un poco de suerte quizá se recuperara más rápido. - Veo que has tomado precauciones. Desde luego éste no va a marcharse a ninguna parte. - Busqué con la mirada sus ojos sin poder evitar que se me dibujara una sonrisa sincera. - Y gracias. por la ayuda contra esos bichos. -
Dejaría cicatriz, pero pronto la carne sana cerraría la herida.
- Offrol:
- 1: Imposición de Manos: [Mágica, 1 uso] Puedo imponer mis manos sobre mí o alguien más y realizar una breve plegaria. La Luz sanará la herida más grave del beneficiado y le otorgará un escudo que absorbe daño moderado por una ronda.
Eleandris
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 167
Nivel de PJ : : 1
Re: Un pozo de historia olvidada [Mastereado Aylizz+Eleandris]
El frío le atenazaba los pulmones. No, era el calor el que le dificultaba la respiración. ¿O era el agua? ¿Por qué le hacía esto el agua? El agua siempre había sido traviesa y caprichosa con él, pero no violenta.
El frío remitió, el calor se suavizó, el dolor… Sí, le dolía la pierna, pero… no, ya no. El aire, entrando por su garganta, se topó con alguna clase de obstáculo que lo obligó a toser para abrir camino. Sus ojos se humedecieron y parpadeó para despejarlos. Solo entonces se percató de la luz.
Y la compañía. Un hombre y una mujer, elfos. Él aún tenía las manos sobre la herida de su pierna, que poco a poco iba dejando de cosquillear con el intercambio de éter. Ella sujetaba la cantimplora abierta. ¿Le habían salvado? ¿De qué? La imagen de las criaturas abalanzándose sobre los miembros de la expedición volvió a su mente. Parpadeó para enterrarla de nuevo.
—G-gracias —dijo y una sensación rasposa en la garganta le obligó a carraspear antes de seguir—. P-por la ayuda. C-creo que ya estoy mejor.
Algo andaba mal pero no era capaz de discernir el qué. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí? Espera, ¿elfos? No, no podía estar en Sandorai. Estaba con la profesora Marisenka. Ella estudiaba… Marcuria, la ciudad perdida. Estaba muy cerca de encontrarla. No, la habían encontrado. Burbujas desapareciendo, sangre enrojeciendo el agua.
Céntrate. Algo que puedas ver: los árboles, la maleza, el cielo azul. Algo que puedas oír: gaviotas, el mar. Algo que puedas sentir: la pared, a mi espalda. ¿La pared? Oliver se retorció lo justo para echar un vistazo a la pared contra la que estaba apoyado. Demasiado baja, cubierta de maleza, borde irregular… ¿Eso eran… restos de pintura?
Con los ojos muy abiertos, se volvió de nuevo hacia el paisaje que había observado antes. Había estado en los yacimientos suficientes para reconocer el patrón de elevaciones y surcos como una construcción artificial, un semicírculo casi perfecto, a pesar del desgaste del tiempo y los elementos.
Y algo más. Sí, podía sentirlo muy cerca, un manantial. Oliver siempre había sido capaz de sentir fuentes de agua y reconocer si se trataba de agua dulce, incluso adivinar algunas de sus propiedades, como su pureza o si era o no potable. Jamás había sido capaz de controlarla, sin embargo. Había sido su nulidad absoluta con el éter lo que le había garantizado un viaje de solo ida al continente, donde había descubierto su pasión por la historia y las civilizaciones antiguas.
Civilizaciones como la que había habitado Marcuria. La ciudad, la isla, se había hundido, pero antes de su desaparición, su influencia se había sentido en el archipiélago. Era posible que…
—El Santuario del Dragón del Agua —murmuró y con marcado entusiasmo añadió una explicación para sus compañeros—: Los textos sugieren que los marcurianos construyeron santuarios en islas circundantes. Luego, esos santuarios fueron acogiendo otras poblaciones y…
Eso era lo que iba mal. Las ataduras estaban lo bastante flojas para que no se percatara de ellas hasta que trató de levantarse. Fue en ese momento cuando bajó lentamente la vista hacia las ataduras. Respiró profundamente un par de veces antes de encararse de nuevo con los elfos.
—¿Soy un prisionero? —preguntó.
Curiosamente, no sentía miedo. Solo buscaba información.
Gracias a su ayuda, Oliver se ha recuperado de sus heridas (puede que tenga que seguir bebiendo para recuperarse del todo de la deshidratación). Es posible que esté disociando un poquito, eso sí, pero está consciente y, aparte de eso, su cerebro funciona como corresponde. Es decisión de ustedes si le presionan por información o le dan un poco de tiempo. Si tienen curiosidad por las ruinas, siempre pueden aprovechar sus estudios (libertad creativa por ese lado).
Así en off, por si no se deduce del texto, les puedo decir que formaba parte de una expedición en busca de la legendaria Marcuria, ciudad-isla hundida en el mar hace un montón de tiempo y que su equipo fue atacado por los amiguitos de las criaturas que han tenido el buen gusto de eliminar definitivamente. No recibirán un nuevo ataque en un futuro próximo, pueden estar tranquilos por ese lado.
El frío remitió, el calor se suavizó, el dolor… Sí, le dolía la pierna, pero… no, ya no. El aire, entrando por su garganta, se topó con alguna clase de obstáculo que lo obligó a toser para abrir camino. Sus ojos se humedecieron y parpadeó para despejarlos. Solo entonces se percató de la luz.
Y la compañía. Un hombre y una mujer, elfos. Él aún tenía las manos sobre la herida de su pierna, que poco a poco iba dejando de cosquillear con el intercambio de éter. Ella sujetaba la cantimplora abierta. ¿Le habían salvado? ¿De qué? La imagen de las criaturas abalanzándose sobre los miembros de la expedición volvió a su mente. Parpadeó para enterrarla de nuevo.
—G-gracias —dijo y una sensación rasposa en la garganta le obligó a carraspear antes de seguir—. P-por la ayuda. C-creo que ya estoy mejor.
Algo andaba mal pero no era capaz de discernir el qué. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí? Espera, ¿elfos? No, no podía estar en Sandorai. Estaba con la profesora Marisenka. Ella estudiaba… Marcuria, la ciudad perdida. Estaba muy cerca de encontrarla. No, la habían encontrado. Burbujas desapareciendo, sangre enrojeciendo el agua.
Céntrate. Algo que puedas ver: los árboles, la maleza, el cielo azul. Algo que puedas oír: gaviotas, el mar. Algo que puedas sentir: la pared, a mi espalda. ¿La pared? Oliver se retorció lo justo para echar un vistazo a la pared contra la que estaba apoyado. Demasiado baja, cubierta de maleza, borde irregular… ¿Eso eran… restos de pintura?
Con los ojos muy abiertos, se volvió de nuevo hacia el paisaje que había observado antes. Había estado en los yacimientos suficientes para reconocer el patrón de elevaciones y surcos como una construcción artificial, un semicírculo casi perfecto, a pesar del desgaste del tiempo y los elementos.
Y algo más. Sí, podía sentirlo muy cerca, un manantial. Oliver siempre había sido capaz de sentir fuentes de agua y reconocer si se trataba de agua dulce, incluso adivinar algunas de sus propiedades, como su pureza o si era o no potable. Jamás había sido capaz de controlarla, sin embargo. Había sido su nulidad absoluta con el éter lo que le había garantizado un viaje de solo ida al continente, donde había descubierto su pasión por la historia y las civilizaciones antiguas.
Civilizaciones como la que había habitado Marcuria. La ciudad, la isla, se había hundido, pero antes de su desaparición, su influencia se había sentido en el archipiélago. Era posible que…
—El Santuario del Dragón del Agua —murmuró y con marcado entusiasmo añadió una explicación para sus compañeros—: Los textos sugieren que los marcurianos construyeron santuarios en islas circundantes. Luego, esos santuarios fueron acogiendo otras poblaciones y…
Eso era lo que iba mal. Las ataduras estaban lo bastante flojas para que no se percatara de ellas hasta que trató de levantarse. Fue en ese momento cuando bajó lentamente la vista hacia las ataduras. Respiró profundamente un par de veces antes de encararse de nuevo con los elfos.
—¿Soy un prisionero? —preguntó.
Curiosamente, no sentía miedo. Solo buscaba información.
__________________
Gracias a su ayuda, Oliver se ha recuperado de sus heridas (puede que tenga que seguir bebiendo para recuperarse del todo de la deshidratación). Es posible que esté disociando un poquito, eso sí, pero está consciente y, aparte de eso, su cerebro funciona como corresponde. Es decisión de ustedes si le presionan por información o le dan un poco de tiempo. Si tienen curiosidad por las ruinas, siempre pueden aprovechar sus estudios (libertad creativa por ese lado).
Así en off, por si no se deduce del texto, les puedo decir que formaba parte de una expedición en busca de la legendaria Marcuria, ciudad-isla hundida en el mar hace un montón de tiempo y que su equipo fue atacado por los amiguitos de las criaturas que han tenido el buen gusto de eliminar definitivamente. No recibirán un nuevo ataque en un futuro próximo, pueden estar tranquilos por ese lado.
Fehu
Master
Master
Cantidad de envíos : : 1561
Nivel de PJ : : 0
Temas similares
» Perdida en la historia [Mastereado] [Arygos Valnor]
» [Mastereado] La historia jamás contada [Zelas+Rauko]
» El pozo contaminado {Desafío}
» El pozo de los deseos [Desafío]
» Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
» [Mastereado] La historia jamás contada [Zelas+Rauko]
» El pozo contaminado {Desafío}
» El pozo de los deseos [Desafío]
» Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 2:15 por Zagreus
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 19:07 por Gaegel
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 12:39 por Merié Stiffen
» Una sombra sobre Lunargenta: 2ª parte. [Privado]
Ayer a las 4:03 por Níniel Thenidiel
» Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Jue 21 Nov - 21:35 por Cohen
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Jue 21 Nov - 20:16 por Seraphine Valaryon
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Jue 21 Nov - 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Miér 20 Nov - 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Miér 20 Nov - 16:18 por Mina Harker
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar 19 Nov - 22:49 por Eltrant Tale
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun 18 Nov - 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun 18 Nov - 4:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb 16 Nov - 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér 13 Nov - 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar 12 Nov - 4:51 por Tyr