Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
- Debido a la falta de tiempo no me puedo explayar mucho, así que esta vez tenéis directamente las instrucciones, siento la carencia de contenido, de ser posible la supliré en futuras actualizaciones.
- Magazubi, has noqueado a los ladrones, continua con la misión como Thorn a concretado en las instrucciones, sin embargo, aún tienen secuestrada a tu mascota, por lo que deberás recuperarla al mismo tiempo que buscas la reliquia.
- Capitán, he indicado varias veces de que os enfrentáis a ladrones, personas que se ocultan en las sombras y son cuidadosos con sus movimientos, no tipos enormes con hachas y ballestas, no voy a pedir que lo edites esta vez, pero fíjate más en esto en el futuro pues podría traer consecuencias negativas para tu personaje. Por otro lado los dioses parecen estar de tu lado esta vez, la estratagema "Divide y Vencerás" funciona y Eco y tú escapáis de la trampa, no obstante ahora te encuentras solo en la mansión, no sabes dónde esta Eco, mucho menos Magazubi y el último de tus enemigos continua siguiéndote, la reliquia sigue siendo una prioridad.
- Bio, has acabado con tu enemigo rápidamente, más este solo esta gravemente herido, antes de que te percates ha desaparecido y el único rastro de él es un poco de sangre que se aleja de la mansión. Al asomarte por la ventana ves a Magazubi, derrotar a los ladrones que la seguían, continua con tu misión como hasta ahora.
Fehu
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
-Deja de reprimir tu potencial- me dije a mí misma. Respiré profundo y dejé que las cosas pasaran y mis acciones cobrarán consecuencias por su propio peso, no había razón para yo darle más importancia de la que realmente tenía.
Había desordenado todo el lugar, hombres y mujeres se encontraban en el piso tendidos en todas las posiciones, no eran muchos pero sí los suficientes como para poner en alerta a cualquiera que estuviese solo. Los dormilones en el piso tenían un aspecto “profesional”, profesionalísimo se podría decir, pero llegue yo y les frustre los planes. -¿Qué haría el mundo sin mí? ...Nada- dije con buen humor.
La tenue luz proveniente de la ventana me mostraba los estantes rotos y las sillas partidas, no sólo había logrado atinarle a todo el que se acercara sino a la mayoría de objetos a mi alrededor. Me pasé las manitos por mi pantalón y las limpie con un aire de tranquilidad, por fin podría ayudar a Eco y a el Capitán a buscar la reliquia para salir de esa casa que me había erizado los vellitos más de una vez; aún me preguntaba cómo las luces que prendí hace unos minutos se apagaron.
Escuché una leve respiración ahogada y rápida, claramente intentaba recuperar el aliento. Me apresure a mirar a mi alrededor pero la iluminación no era mi aliada, parpadee unas tres veces y volví a inspeccionar la habitación. Un joven delgado estaba intentando que sus manos alcanzarán su bolsillo izquierdo mientras el resto de su cuerpo intentaba huir del dolor.
-Chiquito, no puedo permitirte eso- le dije con un poco de ternura.
Mis fuerzas mágicas estaban volviendo a sus niveles originales, había sido una excelente idea no malgastar mis energías para algunas cosas en donde el salvajismo podría hacer de las suyas. No estaba en mis mejores condiciones pero sí lo suficiente como para jugar un rato con mi nuevo amiguito, de seguro le gustarían los tenedores.
A penas terminé de pronunciar mi dulce amenaza hice que un juego de cubiertos se aproximara a él. El tenedor se quedó estático a unos centímetros de su trapecio derecho, mientras que un cuchillo amenazaba su costilla izquierda a una distancia prudencial. -Y por mí seguridad...- dije mientras el centro de mesa que poseía un pesado candelabro se colocaba sobre el mango del tenedor.
-Te explico cómo jugaremos este juego de niños- dije en voz alta mientras me acercaba al hombre que seguía desorientado -vas a ser mi hada madrina y me vas a responder mis tres deseos, entre paréntesis, preguntas… Si te mueves mucho algo malo va a pasar y si me intentas hacer daño el peso del candelabro va a hacer que ese tenedor te atraviese- esperé a que el hombre medio cabeceara para saber si había entendido -¿Dónde está mi mascota?- dije en tono fuerte -Es un aion chiquito y peludo...- hice una breve pausa pero sin dejar que el hombre contestara -...Y por pura casualidad no sabrás ¿en dónde está la reliquia? ¿sabes algo de un buscador de “D”?-. La expresión del muchacho cambió un poco al oír sobre el buscador. -Uyyy, entonces sí sabes de lo que hablo… ¿Quienes son ustedes?-
Mis tres preguntas estaban ya en juego y mis cartas las había colocado todas sobre la mesa, mi jugada había terminado, ahora tenía que esperar para saber los resultados de mis movimientos.
Había desordenado todo el lugar, hombres y mujeres se encontraban en el piso tendidos en todas las posiciones, no eran muchos pero sí los suficientes como para poner en alerta a cualquiera que estuviese solo. Los dormilones en el piso tenían un aspecto “profesional”, profesionalísimo se podría decir, pero llegue yo y les frustre los planes. -¿Qué haría el mundo sin mí? ...Nada- dije con buen humor.
La tenue luz proveniente de la ventana me mostraba los estantes rotos y las sillas partidas, no sólo había logrado atinarle a todo el que se acercara sino a la mayoría de objetos a mi alrededor. Me pasé las manitos por mi pantalón y las limpie con un aire de tranquilidad, por fin podría ayudar a Eco y a el Capitán a buscar la reliquia para salir de esa casa que me había erizado los vellitos más de una vez; aún me preguntaba cómo las luces que prendí hace unos minutos se apagaron.
Escuché una leve respiración ahogada y rápida, claramente intentaba recuperar el aliento. Me apresure a mirar a mi alrededor pero la iluminación no era mi aliada, parpadee unas tres veces y volví a inspeccionar la habitación. Un joven delgado estaba intentando que sus manos alcanzarán su bolsillo izquierdo mientras el resto de su cuerpo intentaba huir del dolor.
-Chiquito, no puedo permitirte eso- le dije con un poco de ternura.
Mis fuerzas mágicas estaban volviendo a sus niveles originales, había sido una excelente idea no malgastar mis energías para algunas cosas en donde el salvajismo podría hacer de las suyas. No estaba en mis mejores condiciones pero sí lo suficiente como para jugar un rato con mi nuevo amiguito, de seguro le gustarían los tenedores.
A penas terminé de pronunciar mi dulce amenaza hice que un juego de cubiertos se aproximara a él. El tenedor se quedó estático a unos centímetros de su trapecio derecho, mientras que un cuchillo amenazaba su costilla izquierda a una distancia prudencial. -Y por mí seguridad...- dije mientras el centro de mesa que poseía un pesado candelabro se colocaba sobre el mango del tenedor.
-Te explico cómo jugaremos este juego de niños- dije en voz alta mientras me acercaba al hombre que seguía desorientado -vas a ser mi hada madrina y me vas a responder mis tres deseos, entre paréntesis, preguntas… Si te mueves mucho algo malo va a pasar y si me intentas hacer daño el peso del candelabro va a hacer que ese tenedor te atraviese- esperé a que el hombre medio cabeceara para saber si había entendido -¿Dónde está mi mascota?- dije en tono fuerte -Es un aion chiquito y peludo...- hice una breve pausa pero sin dejar que el hombre contestara -...Y por pura casualidad no sabrás ¿en dónde está la reliquia? ¿sabes algo de un buscador de “D”?-. La expresión del muchacho cambió un poco al oír sobre el buscador. -Uyyy, entonces sí sabes de lo que hablo… ¿Quienes son ustedes?-
Mis tres preguntas estaban ya en juego y mis cartas las había colocado todas sobre la mesa, mi jugada había terminado, ahora tenía que esperar para saber los resultados de mis movimientos.
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OffRol
El último párrafo no es nada literal, es una comparación entre un juego de cartas y las decisiones que tomé al amenazar al chico del piso.
Dice en las instrucciones que debo lanzar runas, así que ahí vooooy.
Pd: Oh Yeah mother foca, soy la Diosa de los Diosisimos Dioses *insertar baile de la victoria*
OffRol
El último párrafo no es nada literal, es una comparación entre un juego de cartas y las decisiones que tomé al amenazar al chico del piso.
Dice en las instrucciones que debo lanzar runas, así que ahí vooooy.
Pd: Oh Yeah mother foca, soy la Diosa de los Diosisimos Dioses *insertar baile de la victoria*
Última edición por Magazubi el Miér Sep 09 2015, 22:57, editado 1 vez
Magazubi
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
El miembro 'Magazubi' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Levantó su mirada para intentar ver con nitidez todo cuanto había en la quinta habitación. Se sentía solo y, aunque odiase reconocerlo, también se sentía asustado aun así se esforzaba para poder examinar cada palmo de la habitación. Su mente necesitaba distraerse con cualquier cosa que no fuese ni la soledad, su herida en el brazo derecho ni el hombre de gran tamaño que lo estaba buscando en las habitaciones de abajo. De lo único que se podía alegrar Alfred Werner es que aquel tipo era idiota; eso le daría un escaso margen de tiempo para poder pensar en los acertijos.
-“Al dormir, tus sueños son demonios que deshacen tu carne hasta que no quede nada de ti.”- Pronunció el acertijo en voz sumamente baja para poder pensar con mayor claridad. –Sueños, demonios, carne y nada.- Repitió las palabras clave. Estaba seguro que la pista de este acertijo se escondía en una de esas palabras. -Siguiente: “Escaparas de muchas cosas pero nunca podrás escapar de tu propio reflejo.” Escapar, cosas y reflejo. Bien, y el último era:"La muerte nos llega en el momento que menos esperamos." Muerte, momento y esperar. –
-¿Dónde estás pajarito?- Sonaba la voz del imbécil bajo sus pies. - ¿Dónde te escondes?-
Era difícil dejar de tener miedo cuando el propio miedo personificado te buscaba en el piso de abajo. No podía concentrarse. -Sueño que equivale a cama.- Pensó el Capitán en susurros. –Cama escapar y muerte.- Seleccionó las palabras clave de cada cuadro. No pudo evitar curvar sus labios en una ligera sonrisa. –He tirado la cama para escapar de la muerte.- Se tapó la boca para evitar que saliera la risa que le provocó la ironía de todo aquel asunto.
Parecía estar atrapado en un callejón sin salida. Todo cuanto se le podía ocurrir con la irritante voz del idiota de fondo era una auténtica bazofia y, lo peor de todo, es que él lo sabía. Sabía que, si no llegaba a concentrarse no iba a poder sacar una mierda de los acertijos. Sus tentáculos de la barba comenzaron a temblar, no de miedo como podría haberlo hecho minutos antes, temblaban de ira y frustración por no poder resolver ninguno de los acertijos.
-Sal de dónde estés pajarito.- Escuchó preguntar con tono juguetón al idiota justo en la habitación de abajo.
-¡Estoy aquí imbécil comedor de habichuelas con sabor a almeja! – Gritó Alfred asomado en la medida de lo posible al agujero que había dejado la cama. -¡Ven a por mí si te atreves!-
-Te encontré pajarito.- Celebró el gigante. - No te muevas. Voy a cogerte. -
El idiota salió de la habitación con paso acelerado. Seguramente, se fue a buscar unas escaleras o cualquier cosa que le hicieran llegar al piso de arriba. El Capitán Werner, como buen maestro de las triquiñuelas y los engaños. No hizo el menor caso a la petición del gigante y bajó a la primera habitación. De no ser por todos los pasillos que había recorrido y por todas las habitaciones que hubo entrado gracias a aquellos hombres Alfred no se hubiera dado del orden que regía la mansión. Las habitaciones eran más grandes a medida que iba subiendo los pisos e iba viajando por el lado inverso de los números que él había dado. Era el mejor descubrimiento que había hecho en mucho, podía significar algo; no, por obligación tenía que significar algo. Alfred estaba seguro. Sacó su brújula de uno de los bolsillos de su chaqueta. El oeste, esa era la dirección por la cual las habitaciones se hacían más grandes.
-Oeste y arriba. – Susurró entre dientes. –Este y abajo.- Hizo una pausa para poder pensar en lo que había descubierto. –Mierda. – Otro callejón sin salida. –Una última vez vemos.- Se alentó a él mismo.
Decidió mezclar las palabras claves con su nuevo descubrimiento. Sueño y cama, eso lo tenía más que claro. Debía de ser algo relacionado con una cama, “Al dormir…” ¡Se refería a una habitación! Uno dormía y uno soñaba en una habitación. El rastreador de dragones estaba en una habitación, las mismas que se ordenaban de arriba y hacia el oeste por su tamaño. Ahora que se terminaron los gritos del idiota podría pensar con mayor facilidad. Lo estaba haciendo bien. Lo estaba haciendo muy bien. Solo necesitaba concentrarse un poco más. Solo un poco más y podía resolver el siguiente acertijo. ¡Un espejo! En la mayoría de las habitaciones había un espejo o restos de cristales rotos. El rastreador debía estar escondido en el espejo de una de las habitaciones. Bien, cada paso que daba estaba más y más cerca. Solo quedaba un acertijo más, el último que se escondía bajo las marcas teñidas de sangre. Lo primero que hizo fue lo mismo que había hecho con las anteriores adivinanzas. Seleccionar las palabras claves y mezclarlas con el descubrimiento que halló por pura casualidad. No funcionó de nada. Este acertijo era diferente al resto; tan diferente que en lugar de estar escrito en pintura estaba escrito en sangre. Después de darle decenas de vueltas a la adivinanza pensó si era posible que algo tan serio que fue escrito en sangre no escondía solo una palabra clave que había que acertar, el propio acertijo era la respuesta. "La muerte nos llega en el momento que menos esperamos." ¿Dónde esconderías un tesoro? ¡Donde nadie se lo espera! En la habitación más pequeña, la del piso de abajo y la más hacía el este.
-Hola pajarito.- Asomó la cabeza del idiota gigante en el agujero del techo de la primera habitación. - No te esconderás más.- Saltó hacia el piso donde se encontraba el Capitán Werner. –Te tengo.- Sonrió como el imbécil que es.
-Te equivocas idiota. Esta vez te tocaba a ti esconderte y a mí buscarte. – Se rió de él en su propia cara. Resolver los acertijos le había dado la confianza que necesitaba para enfrentarse contra el gigante. - Te he encontrado.-
Alfred huyó de la primera habitación mientras el idiota de los pájaros se quedaba pensando en qué era lo que le había dicho. Incluso, el Capitán creyó escuchar cómo contaba en voz alta el gigante. "La muerte nos llega en el momento que menos esperamos." Repitió para sí mismo. El gigante, ya porque vaya a jugar al escondite o fuera a matarle, salió de la primera habitación. El Capitán Werner lo estaba esperando. No con la espada en la mano ni con la tenaza apretadas para usarlas en combate. Lo esperaba con una simple piedrecita en su mano izquierda. En cuanto vio al gigante se la lanzó en la cabeza. No, no iba a hacerle nada; el gigante era demasiado fuerte para que una piedra de mierda le hiciese daño.
-¿Eso es todo pajarito?- Se río el idiota.
-No.- Debajo de cada uno de los tentáculos de su barba guardaba otra pequeña piedra. Una a una se la hubo lanzado en la cabeza para que retrocediese poco a poco hasta llegar bajo el agujero en el techo, justo encima de dos de los cadáveres de sus compañeros. Las últimas piedras las lanzó, no al gigante sino al techo de la habitación de arriba. Toda la quinta habitación cayó encima del idiota dejándolo por fin muerto. Ya solo quedaba ir a buscar a Eco y a Magazubi y decirles donde se ubicaba el rastreador de dragones.
Off rol: Como siempre, si hay algo que debo cambiar, sin molestia alguna avisadme por favor. Ando un poco despistado con la mudanza al nuevo piso y es posible que haya hecho alguna que otra gran cagada como de costumbre.
-“Al dormir, tus sueños son demonios que deshacen tu carne hasta que no quede nada de ti.”- Pronunció el acertijo en voz sumamente baja para poder pensar con mayor claridad. –Sueños, demonios, carne y nada.- Repitió las palabras clave. Estaba seguro que la pista de este acertijo se escondía en una de esas palabras. -Siguiente: “Escaparas de muchas cosas pero nunca podrás escapar de tu propio reflejo.” Escapar, cosas y reflejo. Bien, y el último era:"La muerte nos llega en el momento que menos esperamos." Muerte, momento y esperar. –
-¿Dónde estás pajarito?- Sonaba la voz del imbécil bajo sus pies. - ¿Dónde te escondes?-
Era difícil dejar de tener miedo cuando el propio miedo personificado te buscaba en el piso de abajo. No podía concentrarse. -Sueño que equivale a cama.- Pensó el Capitán en susurros. –Cama escapar y muerte.- Seleccionó las palabras clave de cada cuadro. No pudo evitar curvar sus labios en una ligera sonrisa. –He tirado la cama para escapar de la muerte.- Se tapó la boca para evitar que saliera la risa que le provocó la ironía de todo aquel asunto.
Parecía estar atrapado en un callejón sin salida. Todo cuanto se le podía ocurrir con la irritante voz del idiota de fondo era una auténtica bazofia y, lo peor de todo, es que él lo sabía. Sabía que, si no llegaba a concentrarse no iba a poder sacar una mierda de los acertijos. Sus tentáculos de la barba comenzaron a temblar, no de miedo como podría haberlo hecho minutos antes, temblaban de ira y frustración por no poder resolver ninguno de los acertijos.
-Sal de dónde estés pajarito.- Escuchó preguntar con tono juguetón al idiota justo en la habitación de abajo.
-¡Estoy aquí imbécil comedor de habichuelas con sabor a almeja! – Gritó Alfred asomado en la medida de lo posible al agujero que había dejado la cama. -¡Ven a por mí si te atreves!-
-Te encontré pajarito.- Celebró el gigante. - No te muevas. Voy a cogerte. -
El idiota salió de la habitación con paso acelerado. Seguramente, se fue a buscar unas escaleras o cualquier cosa que le hicieran llegar al piso de arriba. El Capitán Werner, como buen maestro de las triquiñuelas y los engaños. No hizo el menor caso a la petición del gigante y bajó a la primera habitación. De no ser por todos los pasillos que había recorrido y por todas las habitaciones que hubo entrado gracias a aquellos hombres Alfred no se hubiera dado del orden que regía la mansión. Las habitaciones eran más grandes a medida que iba subiendo los pisos e iba viajando por el lado inverso de los números que él había dado. Era el mejor descubrimiento que había hecho en mucho, podía significar algo; no, por obligación tenía que significar algo. Alfred estaba seguro. Sacó su brújula de uno de los bolsillos de su chaqueta. El oeste, esa era la dirección por la cual las habitaciones se hacían más grandes.
-Oeste y arriba. – Susurró entre dientes. –Este y abajo.- Hizo una pausa para poder pensar en lo que había descubierto. –Mierda. – Otro callejón sin salida. –Una última vez vemos.- Se alentó a él mismo.
Decidió mezclar las palabras claves con su nuevo descubrimiento. Sueño y cama, eso lo tenía más que claro. Debía de ser algo relacionado con una cama, “Al dormir…” ¡Se refería a una habitación! Uno dormía y uno soñaba en una habitación. El rastreador de dragones estaba en una habitación, las mismas que se ordenaban de arriba y hacia el oeste por su tamaño. Ahora que se terminaron los gritos del idiota podría pensar con mayor facilidad. Lo estaba haciendo bien. Lo estaba haciendo muy bien. Solo necesitaba concentrarse un poco más. Solo un poco más y podía resolver el siguiente acertijo. ¡Un espejo! En la mayoría de las habitaciones había un espejo o restos de cristales rotos. El rastreador debía estar escondido en el espejo de una de las habitaciones. Bien, cada paso que daba estaba más y más cerca. Solo quedaba un acertijo más, el último que se escondía bajo las marcas teñidas de sangre. Lo primero que hizo fue lo mismo que había hecho con las anteriores adivinanzas. Seleccionar las palabras claves y mezclarlas con el descubrimiento que halló por pura casualidad. No funcionó de nada. Este acertijo era diferente al resto; tan diferente que en lugar de estar escrito en pintura estaba escrito en sangre. Después de darle decenas de vueltas a la adivinanza pensó si era posible que algo tan serio que fue escrito en sangre no escondía solo una palabra clave que había que acertar, el propio acertijo era la respuesta. "La muerte nos llega en el momento que menos esperamos." ¿Dónde esconderías un tesoro? ¡Donde nadie se lo espera! En la habitación más pequeña, la del piso de abajo y la más hacía el este.
-Hola pajarito.- Asomó la cabeza del idiota gigante en el agujero del techo de la primera habitación. - No te esconderás más.- Saltó hacia el piso donde se encontraba el Capitán Werner. –Te tengo.- Sonrió como el imbécil que es.
-Te equivocas idiota. Esta vez te tocaba a ti esconderte y a mí buscarte. – Se rió de él en su propia cara. Resolver los acertijos le había dado la confianza que necesitaba para enfrentarse contra el gigante. - Te he encontrado.-
Alfred huyó de la primera habitación mientras el idiota de los pájaros se quedaba pensando en qué era lo que le había dicho. Incluso, el Capitán creyó escuchar cómo contaba en voz alta el gigante. "La muerte nos llega en el momento que menos esperamos." Repitió para sí mismo. El gigante, ya porque vaya a jugar al escondite o fuera a matarle, salió de la primera habitación. El Capitán Werner lo estaba esperando. No con la espada en la mano ni con la tenaza apretadas para usarlas en combate. Lo esperaba con una simple piedrecita en su mano izquierda. En cuanto vio al gigante se la lanzó en la cabeza. No, no iba a hacerle nada; el gigante era demasiado fuerte para que una piedra de mierda le hiciese daño.
-¿Eso es todo pajarito?- Se río el idiota.
-No.- Debajo de cada uno de los tentáculos de su barba guardaba otra pequeña piedra. Una a una se la hubo lanzado en la cabeza para que retrocediese poco a poco hasta llegar bajo el agujero en el techo, justo encima de dos de los cadáveres de sus compañeros. Las últimas piedras las lanzó, no al gigante sino al techo de la habitación de arriba. Toda la quinta habitación cayó encima del idiota dejándolo por fin muerto. Ya solo quedaba ir a buscar a Eco y a Magazubi y decirles donde se ubicaba el rastreador de dragones.
Off rol: Como siempre, si hay algo que debo cambiar, sin molestia alguna avisadme por favor. Ando un poco despistado con la mudanza al nuevo piso y es posible que haya hecho alguna que otra gran cagada como de costumbre.
El Capitán Werner
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
El miembro 'Capitán Werner' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
El momento parecía haber transcurrido en cámara lenta, aún podía repasar en mi mente cada uno de los ataques y sabía que más de uno había conseguido acertar, sobre todo uno de los últimos que habría sido casi fatal, un golpe descendente con el filo de una daga que claramente había descendido por su pecho abriendo carne y costillas, la adrenalina del momento me había hecho entrar casi en un completo frenesí, sin embargo al lograr controlarme y avanzar unos pasos en la dirección donde el hombre-bestia debería haber caído, no había más rastro que una evidente mancha de sangre que además, se alejaba de la mansión; aunque no había podido matarlo, o al menos sería mi idea hasta ver su cadáver, al menos tendría que haberlo dejado gravemente herido, sin los debidos cuidados moriría pronto a causa de la hemorragia que le había causado.
Me acerqué al lugar donde antes había escuchado caer el cuerpo y pude ver un pequeño pedazo de cuero con un dibujo casi borrado por falta de cuidados, seguro se trataba del famoso Rastreador de Dragones, pero yo seguía sin tener idea de lo que eso pudiera ser, lo guardé en uno de los bolsillos que tenía mi atuendo para verlo luego, donde pudiera encontrar suficiente calma y luz para poder analizarlo, de momento, el plan era volver adentro y encontrar a maguita tan pronto como pudiera, y esa ventana rota era la mejor opción.
Dentro de la mansión se escuchaban algunos estruendos bastante fuertes en el piso superior, los acompañantes de Maguita estaban también haciendo su parte en la misión de “Sigilo” pero a lo grande, tal vez pensaban demoler la casa para que les resultara más fácil sacar lo que buscaban de entre los escombros.
Me acerqué de prisa hasta la ventana, corrí en completo sigilo ocultándome entre algunos arbustos hasta estar junto a la ventana, esperaba el momento indicado para asomarme y ver hacia adentro cuando una estruendosa cantidad de ruidos y trastes cayendo me obligaron a asomarme, la escena me dejó completamente impresionado, la pequeña Magazubi ya no era tan indefensa como yo la recordaba, ahora parecía imparable arrojando decenas de objetos de la manera más descuidada posible y haciendo tanto ruido que seguro los dragones de Dundarak vendrían a quejarse por los molestos ruidos -Los maestros del sigilo- Susurré con cierto sarcasmo para luego esconderme de prisa al ver que alguien observaba hacia la ventana -Demonios- Murmuré entre dientes mientras cerraba los ojos para enfocar mis oídos en lo que pudiera estar sucediendo dentro, al asomarme de nuevo vi a la niña en total control de la situación, o al menos era lo que ella creía, en el techo de la habitación, muy cerca del rincón, se encontraba ese monstruo, el hombre bestia con el que antes había luchado, pero sin ninguna herida -No puede ser posible- Me dije a mí mismo en voz baja mientras lo observaba en detalle hasta que pude notar algunas cosas que no había visto la vez anterior, esta vez las protuberancias en su pecho delataban que no se trataba del mismo hombre bestia, sino de una mujer bestia, la misma que me había acosado dentro de la mansión, había usado al otro para alejarme mientras ella se acercaba a mi pequeña -Sal de ahí rápido chiquita- Susurré aun sabiendo que ella no iba a oírme.
Me acerqué al lugar donde antes había escuchado caer el cuerpo y pude ver un pequeño pedazo de cuero con un dibujo casi borrado por falta de cuidados, seguro se trataba del famoso Rastreador de Dragones, pero yo seguía sin tener idea de lo que eso pudiera ser, lo guardé en uno de los bolsillos que tenía mi atuendo para verlo luego, donde pudiera encontrar suficiente calma y luz para poder analizarlo, de momento, el plan era volver adentro y encontrar a maguita tan pronto como pudiera, y esa ventana rota era la mejor opción.
Dentro de la mansión se escuchaban algunos estruendos bastante fuertes en el piso superior, los acompañantes de Maguita estaban también haciendo su parte en la misión de “Sigilo” pero a lo grande, tal vez pensaban demoler la casa para que les resultara más fácil sacar lo que buscaban de entre los escombros.
Me acerqué de prisa hasta la ventana, corrí en completo sigilo ocultándome entre algunos arbustos hasta estar junto a la ventana, esperaba el momento indicado para asomarme y ver hacia adentro cuando una estruendosa cantidad de ruidos y trastes cayendo me obligaron a asomarme, la escena me dejó completamente impresionado, la pequeña Magazubi ya no era tan indefensa como yo la recordaba, ahora parecía imparable arrojando decenas de objetos de la manera más descuidada posible y haciendo tanto ruido que seguro los dragones de Dundarak vendrían a quejarse por los molestos ruidos -Los maestros del sigilo- Susurré con cierto sarcasmo para luego esconderme de prisa al ver que alguien observaba hacia la ventana -Demonios- Murmuré entre dientes mientras cerraba los ojos para enfocar mis oídos en lo que pudiera estar sucediendo dentro, al asomarme de nuevo vi a la niña en total control de la situación, o al menos era lo que ella creía, en el techo de la habitación, muy cerca del rincón, se encontraba ese monstruo, el hombre bestia con el que antes había luchado, pero sin ninguna herida -No puede ser posible- Me dije a mí mismo en voz baja mientras lo observaba en detalle hasta que pude notar algunas cosas que no había visto la vez anterior, esta vez las protuberancias en su pecho delataban que no se trataba del mismo hombre bestia, sino de una mujer bestia, la misma que me había acosado dentro de la mansión, había usado al otro para alejarme mientras ella se acercaba a mi pequeña -Sal de ahí rápido chiquita- Susurré aun sabiendo que ella no iba a oírme.
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El gemelo es idéntico pero sin chichis (Bubis, Senos)
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Aerandiano de honor
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Los ojos desorientados de mi rehén estaban evitando mi mirada, sabía a todo lo que me refería y eso era bastante malo para él.
-No sé de qué me hablas- respondió con tranquilidad.
-Está bien. Vamos poco a poco ¿dónde está el rastreador de dragones?-
-¡No tengo ni idea de dónde está ese maldito libro! ¡Bastaaaa!- subió el tono de voz en cuanto el cuchillo a su izquierda empezó a rayar su costilla.
-¡Bueno! Ya tengo lo que necesitaba de ti. No tengo por qué mantenerte vivo. Nos vemos en otra vida- le dije un poco irónica mientras me tapaba los ojitos con la mano y hacia que el cuchillo se le enterrara a un costado. A pesar de que lo quería lastimar bastante, no estaba acostumbrada a observar el dolor ajeno ni disfrutar de eso, así que prefería hacer mis jugadas sin ver explícitamente como por mi culpa el pobre hombre sufría.
-¡Aún me necesitas vivo!- dijo a duras penas esperando que lo dejara vivir.
-¿Sí?¿Para qué?- dije mientras el tenedor se posaba sobre su piel.
-Paraaa....- dijo el joven tardándose claramente a propósito -La puert...-. Cerré los ojos y dejé de usar mi telequinesis, haciendo que el candelabro cayera irremediablemente sobre el tenedor y se clavara en el trapecio del chico.
Salí corriendo de la cocina, estábamos perdiendo mucho tiempo. No eramos los únicos que estábamos buscando aquel “libro” y sabía que era muy arriesgado pasar mucho tiempo en un mismo lugar buscando un sólo objeto, en cualquier momento se podrían incrementar las dificultades. -Mientras más rápido terminemos, mejor- pensé -¿Los demás estarán bien?-
Al llegar a la planta principal observé que las esquinas estaban más oscuras que cuando llegamos, se estaba haciendo tarde y más complicaciones empezarían a surgir. Pasos, ruidos y alborotos sonaban en toda la casa, la parte de arriba parecía una persecución, pasos de un lado a otro parecían invadir la acción de los pisos superiores. Aquello me preocupaba, no sabía si mis compañeros habrían encontrado algo o si necesitaban de refuerzos, pero al menos yo tenía una pista, el rastreador era un libro.
El joven que había usado de rehén había comentado algo al respecto a la puerta en sus ultimas palabras, definitivamente algo se encontraba en la puerta, bueno o malo pero algo había ahí. Desde donde me encontraba no podía ver con claridad lo que estuviese cerca de la puerta, pero si estaba ubicada en cuanto a su posición. Metí rápidamente mis manos en mi cinturón de cuero y saque una de mis piedras para lanzarla en dirección a la puerta. El pequeño estruendo que la puerta produjo vino acompañado de un gruñido que ya yo conocía. -¡¡¡¡Pelusaaa!!!!-. Mi estomago se tranquilizó un poco al saber la ubicación de mi bebé, pero justo cuando iba por él, el deber me estaba llamando -¡Werner!- pensé en cuanto escuché un estruendo más fuerte provenir de los pisos superiores.
Con una cadena apretando mi corazón por no ayudar a mi pequeño, decidí correr y subir las escaleras para ayudar a Eco y a Werner, las cosas arriba parecían necesitar un poco más de ayuda que mi aionsito. Traté de afinar mi oído para ver de donde provenía la mayor cantidad de ruido, pero por suerte no tuve que depender de eso, ya que el Capitán Werner se encontraba en ese piso dirigiéndose a una de las habitaciones y yo sin preguntarle nada me dispuse a seguirlo por instinto, hasta que al llegar a nuestro destino le comente -Es un libro-.
Empezamos nuestra búsqueda desesperada por la reliquia en aquella habitación en donde había una gran cantidad de libros y documentos archivados, la mayoría bastante viejos. Facturas y transacciones salían volando por los aires para darnos permiso y poder buscar más cómodo aquel rastreador -¿Cómo saber cuál es el rastreador?- le pregunté a Werner mientras revisaba los libros que me encontraba. -¿Y Eco dónde está?- pregunté mientras mi estomago se volvía a retorcer.
-No sé de qué me hablas- respondió con tranquilidad.
-Está bien. Vamos poco a poco ¿dónde está el rastreador de dragones?-
-¡No tengo ni idea de dónde está ese maldito libro! ¡Bastaaaa!- subió el tono de voz en cuanto el cuchillo a su izquierda empezó a rayar su costilla.
-¡Bueno! Ya tengo lo que necesitaba de ti. No tengo por qué mantenerte vivo. Nos vemos en otra vida- le dije un poco irónica mientras me tapaba los ojitos con la mano y hacia que el cuchillo se le enterrara a un costado. A pesar de que lo quería lastimar bastante, no estaba acostumbrada a observar el dolor ajeno ni disfrutar de eso, así que prefería hacer mis jugadas sin ver explícitamente como por mi culpa el pobre hombre sufría.
-¡Aún me necesitas vivo!- dijo a duras penas esperando que lo dejara vivir.
-¿Sí?¿Para qué?- dije mientras el tenedor se posaba sobre su piel.
-Paraaa....- dijo el joven tardándose claramente a propósito -La puert...-. Cerré los ojos y dejé de usar mi telequinesis, haciendo que el candelabro cayera irremediablemente sobre el tenedor y se clavara en el trapecio del chico.
Salí corriendo de la cocina, estábamos perdiendo mucho tiempo. No eramos los únicos que estábamos buscando aquel “libro” y sabía que era muy arriesgado pasar mucho tiempo en un mismo lugar buscando un sólo objeto, en cualquier momento se podrían incrementar las dificultades. -Mientras más rápido terminemos, mejor- pensé -¿Los demás estarán bien?-
Al llegar a la planta principal observé que las esquinas estaban más oscuras que cuando llegamos, se estaba haciendo tarde y más complicaciones empezarían a surgir. Pasos, ruidos y alborotos sonaban en toda la casa, la parte de arriba parecía una persecución, pasos de un lado a otro parecían invadir la acción de los pisos superiores. Aquello me preocupaba, no sabía si mis compañeros habrían encontrado algo o si necesitaban de refuerzos, pero al menos yo tenía una pista, el rastreador era un libro.
El joven que había usado de rehén había comentado algo al respecto a la puerta en sus ultimas palabras, definitivamente algo se encontraba en la puerta, bueno o malo pero algo había ahí. Desde donde me encontraba no podía ver con claridad lo que estuviese cerca de la puerta, pero si estaba ubicada en cuanto a su posición. Metí rápidamente mis manos en mi cinturón de cuero y saque una de mis piedras para lanzarla en dirección a la puerta. El pequeño estruendo que la puerta produjo vino acompañado de un gruñido que ya yo conocía. -¡¡¡¡Pelusaaa!!!!-. Mi estomago se tranquilizó un poco al saber la ubicación de mi bebé, pero justo cuando iba por él, el deber me estaba llamando -¡Werner!- pensé en cuanto escuché un estruendo más fuerte provenir de los pisos superiores.
Con una cadena apretando mi corazón por no ayudar a mi pequeño, decidí correr y subir las escaleras para ayudar a Eco y a Werner, las cosas arriba parecían necesitar un poco más de ayuda que mi aionsito. Traté de afinar mi oído para ver de donde provenía la mayor cantidad de ruido, pero por suerte no tuve que depender de eso, ya que el Capitán Werner se encontraba en ese piso dirigiéndose a una de las habitaciones y yo sin preguntarle nada me dispuse a seguirlo por instinto, hasta que al llegar a nuestro destino le comente -Es un libro-.
Empezamos nuestra búsqueda desesperada por la reliquia en aquella habitación en donde había una gran cantidad de libros y documentos archivados, la mayoría bastante viejos. Facturas y transacciones salían volando por los aires para darnos permiso y poder buscar más cómodo aquel rastreador -¿Cómo saber cuál es el rastreador?- le pregunté a Werner mientras revisaba los libros que me encontraba. -¿Y Eco dónde está?- pregunté mientras mi estomago se volvía a retorcer.
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Wer me dio permiso para verlo jaja :$
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Magazubi
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Cojeaba. A duras penas podía seguir caminando. Lo suyo era la estrategia para el combate no la lucha de este. Su brazo izquierdo, el más parecido a un brazo humano, lo usaba como si fuera un cabestrillo para apoyar su brazo derecho. Empezando por la puerta de la entrada y acabando por la carrera con los otros ladrones, el Capitán había sufrido tantas heridas como un boxeador.
En su mente no dejaba de ver a Goldie, esa visión era su única compañía y, aunque sonase irónico, la alucinación de su difunta amada era lo único que le mantenía cuerdo. Sin ella, se hubiera vuelto loco; tan loco como estuvo el día que encontró a Eco. Entonces, era un viejo y pobre borracho que iba de bar en bar buscando la suerte en una partida de cartas. Cuán ignorante fue aquel día. Las cartas no le dieron la suerte que necesitaba, se la dio la joven felina al darle la confianza que necesitaba para seguir creyendo que era una persona como otra cualquiera y no un mendigo.
Una voz conocida sonó cerca de su posición. No era la voz de la alucinación. El Capitán podía diferenciar la voz de Goldie entre todas las otras voces de su alrededor. Aquella voz era diferente. Alfred se dio la vuelta con gran dificultad por ver quién había hablado.
-Magazubi…- Susurro trabajosamente. Una lágrima de alegría cayó desde su ojo derecho. El Capitán cogió la lágrima con uno de sus tentáculos de la barba y la miró con detenimiento como si aquella gota pudiera decirle dónde se encontraba el rastreador o incluso algo más importante. – Buscaremos ese libro.- Dijo a la vez que tiraba la lágrima al suelo de un golpe. – He descubierto cosas…- Le costaba hablar por los golpes que había sufrido. – El rastreador está en la habitación más al este y más abajo. Los espejos son importantes.- Hizo una pausa para pensar en la forma resumida de explicar todo cuanto había sucedido en su investigación. No sirvió de nada, estaba demasiado cansado para pensar. – Es una historia compleja para ser contada en este momento. Te prometo que te lo contaré todo cuando volvamos a casa.- El Capitán escuchó con detenimiento ambas preguntas que le dijo Magazubi. – No lo sé y no lo sé.- Eco habría escuchado el ruido que Alfred tuvo que hacer para librarse de sus perseguidores. Algo le decía que, fuera porque creyera que estuviera el peligro o que habría matado a cada hombre, la joven tigresa iría para ayudar o celebrar con él su victoria. –Será mejor que busquemos cualquier libro. Estoy seguro que Eco aparecerá cuando menos lo esperemos.-
El Capitán entró en una de las habitaciones orientadas más hacia el este del primer piso. Miró al espejo, el segundo acertijo decía que tenía que fijarse en el espejo. ¿O era en el reflejo de éste? El Capitán no podía recordarlo con exactitud. Si fuera en el reflejo no podría ver nada pues el espejo no tenía cristal, se había quebrado por el paso de los años. Retiró el espejo con cuidado con la esperanza que atrás hubiera algo. Acertó, detrás había una falsa pared demasiado vistosa para estar oculta, y tras ésta un libro con la cubierta de color verde vainilla. Alfred lo cogió y lo puso en el pasillo pensando que este libro fuera solo un señuelo.
La siguiente habitación también tenía el espejo destruido. El Capitán retiró el espejo como en la habitación anterior, sin embargo esta vez no había una falsa pared como en el otra. El libro con la cubierta de azul oscuro estaba pegado con cinta aislante en el dorso del espejo. Lo dejó junto al otro.
Dos libros más habían al lado del de la cubierta de color vede vainilla. Uno tenía la cubierta de ébano y la otra de marfil. Eran sumamente extraños, parecían ser mágicos, parecía ser señuelos y parecía que Magazubi los había cogido.
El Capitán entró en una tercera habitación. -¡ECO!- Gritó de alegría en cuanto la vio acostada en la cama de la habitación rodeada de decenas de libros.
-¡Capitán!- Eco saltó de la cama y cogió a Alfred de los dos brazos haciéndolo girar como si estuvieran bailando. – Resolví el acertijo. Era muy sencillo, aunque me hubiera costado menos si hubiera tenido esto.- Levantó su cola mostrando la brújula del Capitán. Mientras bailaban se la había quitado.
-Me alegro de verte Eco.- Su voz sonó mucho menos cansada que antes. – Supongo que tendremos que leerlos para saber cuál es el auténtico.-
En su mente no dejaba de ver a Goldie, esa visión era su única compañía y, aunque sonase irónico, la alucinación de su difunta amada era lo único que le mantenía cuerdo. Sin ella, se hubiera vuelto loco; tan loco como estuvo el día que encontró a Eco. Entonces, era un viejo y pobre borracho que iba de bar en bar buscando la suerte en una partida de cartas. Cuán ignorante fue aquel día. Las cartas no le dieron la suerte que necesitaba, se la dio la joven felina al darle la confianza que necesitaba para seguir creyendo que era una persona como otra cualquiera y no un mendigo.
Una voz conocida sonó cerca de su posición. No era la voz de la alucinación. El Capitán podía diferenciar la voz de Goldie entre todas las otras voces de su alrededor. Aquella voz era diferente. Alfred se dio la vuelta con gran dificultad por ver quién había hablado.
-Magazubi…- Susurro trabajosamente. Una lágrima de alegría cayó desde su ojo derecho. El Capitán cogió la lágrima con uno de sus tentáculos de la barba y la miró con detenimiento como si aquella gota pudiera decirle dónde se encontraba el rastreador o incluso algo más importante. – Buscaremos ese libro.- Dijo a la vez que tiraba la lágrima al suelo de un golpe. – He descubierto cosas…- Le costaba hablar por los golpes que había sufrido. – El rastreador está en la habitación más al este y más abajo. Los espejos son importantes.- Hizo una pausa para pensar en la forma resumida de explicar todo cuanto había sucedido en su investigación. No sirvió de nada, estaba demasiado cansado para pensar. – Es una historia compleja para ser contada en este momento. Te prometo que te lo contaré todo cuando volvamos a casa.- El Capitán escuchó con detenimiento ambas preguntas que le dijo Magazubi. – No lo sé y no lo sé.- Eco habría escuchado el ruido que Alfred tuvo que hacer para librarse de sus perseguidores. Algo le decía que, fuera porque creyera que estuviera el peligro o que habría matado a cada hombre, la joven tigresa iría para ayudar o celebrar con él su victoria. –Será mejor que busquemos cualquier libro. Estoy seguro que Eco aparecerá cuando menos lo esperemos.-
El Capitán entró en una de las habitaciones orientadas más hacia el este del primer piso. Miró al espejo, el segundo acertijo decía que tenía que fijarse en el espejo. ¿O era en el reflejo de éste? El Capitán no podía recordarlo con exactitud. Si fuera en el reflejo no podría ver nada pues el espejo no tenía cristal, se había quebrado por el paso de los años. Retiró el espejo con cuidado con la esperanza que atrás hubiera algo. Acertó, detrás había una falsa pared demasiado vistosa para estar oculta, y tras ésta un libro con la cubierta de color verde vainilla. Alfred lo cogió y lo puso en el pasillo pensando que este libro fuera solo un señuelo.
La siguiente habitación también tenía el espejo destruido. El Capitán retiró el espejo como en la habitación anterior, sin embargo esta vez no había una falsa pared como en el otra. El libro con la cubierta de azul oscuro estaba pegado con cinta aislante en el dorso del espejo. Lo dejó junto al otro.
Dos libros más habían al lado del de la cubierta de color vede vainilla. Uno tenía la cubierta de ébano y la otra de marfil. Eran sumamente extraños, parecían ser mágicos, parecía ser señuelos y parecía que Magazubi los había cogido.
El Capitán entró en una tercera habitación. -¡ECO!- Gritó de alegría en cuanto la vio acostada en la cama de la habitación rodeada de decenas de libros.
-¡Capitán!- Eco saltó de la cama y cogió a Alfred de los dos brazos haciéndolo girar como si estuvieran bailando. – Resolví el acertijo. Era muy sencillo, aunque me hubiera costado menos si hubiera tenido esto.- Levantó su cola mostrando la brújula del Capitán. Mientras bailaban se la había quitado.
-Me alegro de verte Eco.- Su voz sonó mucho menos cansada que antes. – Supongo que tendremos que leerlos para saber cuál es el auténtico.-
El Capitán Werner
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
La silenciosa noche comenzaba de nuevo a bañar la tierra con una tenue capa de delgada lluvia, mi cabello se había pesado por la humedad y caía sobre mi cara, haciendo que a cada rato necesitara apartar los mechones con mi mano -Date prisa- Murmuré intentando hacer que la pequeña saliera rápido de ese lugar, la mujer bestia se preparaba para embestirla mientras estaba distraída intentando ser mala con su rehén; apreté los puños fuertemente y me concentré para afectar la voluntad de la amenaza, la cual se sentiría incapaz de atacar al menos hasta que Maguita saliera de la sala[1], eso al menos debía comprarle un poco de tiempo.
Finalmente la pequeña salió de la sala a toda prisa dejándome el camino libre para poder entrar, la figura en el techo se veía aún dudosa de atacar, pero igual entré sin apartarle la vista ni por un instante, al estar dentro se dejó caer para luego retroceder hasta desaparecer en uno de los rincones -De nuevo tu juego de sombras- Dije con una leve sonrisa -Esta vez estoy preparado- Dije mientras intentaba usar de nuevo mi agudo sentido del oído para vencerla como al otro sujeto[2], sin embargo, me encontraba muy agotado para repetir esa hazaña, esta vez no sería tan sencillo como antes, pero al menos tenía la confianza de que intimidada, sus ataques no serían del todo exitosos, y eso se evidenció tras sus primeros ataques que apenas lograban alcanzar a rasgar mi ropa, sin embargo, parecía salir lentamente del efecto de mi habilidad y sus ataques volvían a ser amenazantes.
Uno a uno, los ataques se hacían más y más dañinos, haciéndome depender mucho de mis reflejos para evitar acabar devastado, sin embargo, comenzaba a notar patrones en sus ataques, siempre buscaba atacarme desde atrás, a veces me distraía con ruidos para hacerme voltear en una dirección y atacarme desde otra, sus manos veloces deslizaban sus garras por mi atuendo que ya estaba desgarrado en varias partes, su velocidad era realmente inigualable, apenas lograba ver su silueta deslizarse, desdibujarse entre las sombras de la habitación, no podría alcanzarla por más que lo intentara, pero tal vez podría usar su patrón de ataques para adelantarme y contra atacar, siempre buscaba venir desde atrás, así que se la pondría fácil, al menos aparentemente, ataqué al aire fingiendo querer alcanzarla mientras le daba la espalda, al sentir que se acercaba, como simple reflejo hice girar mi cuerpo mientras extendía mi brazo derecho regalando una estocada con mi daga en la dirección de la que seguramente vendría hasta sentir el filo de la navaja rompiendo una capa de piel; imaginé que la había herido, aunque no sabía qué tan grave sería, hasta que un grito confirmó el impacto, le había hecho un buen daño, a tal grado que saltó hacia atrás y usó sus alas para impulsarse lejos hasta atravesar la ventana y salir de mi vista, con suerte, estaría muy herida y trataría de escapar, o tal vez intentaría atacarme luego por sorpresa, por ahora, me limitaría a aceptar la primera posibilidad.
Sin embargo, mi suerte no era tan buena como esperaba y la mujer bestia no había hecho más que tomar vuelo para dejarse caer sobre mí, yo incauto me acerqué a la ventana para asegurarme de que no estuviera cerca pero acabó siendo un gran error, en un golpe directo, la fémina que venía en picada logró levantarse para evitar caer de lleno al piso y volar directo hacia mí, apenas logré cruzar los brazos frente a mi pecho para tratar de resistir pero traía tanta fuerza que salí despedido hacia atrás cayendo al piso y deslizándome hasta la pared por la fuerza del impacto, había quedado un poco adolorido, y justo esa sería mi nueva estrategia, fingiría estar acabado, de esa forma podría atraerla y hacer que se acercara confiada de ganar fácilmente, su mirada sádica parecía indicar que realmente estaba disfrutando el combate y su estrategia me había dejado seriamente desconcertado, me levanté lentamente fingiendo no poder hacerlo, para acto seguido tratar de alejarme de ella, fingir que estaba huyendo del combate la haría sentir poderosa y no dudaría en asestarme el golpe final; así, ella decidió aprovechar el momento para lanzarse sobre mí poniendo sus labios muy cerca de los míos -Tampoco eres el único que disfruta morder- Dijo con voz melosa mientras me sujetaba por el cuello y me empujaba con fuerza contra la pared completamente segura de su inminente victoria.
Finalmente la pequeña salió de la sala a toda prisa dejándome el camino libre para poder entrar, la figura en el techo se veía aún dudosa de atacar, pero igual entré sin apartarle la vista ni por un instante, al estar dentro se dejó caer para luego retroceder hasta desaparecer en uno de los rincones -De nuevo tu juego de sombras- Dije con una leve sonrisa -Esta vez estoy preparado- Dije mientras intentaba usar de nuevo mi agudo sentido del oído para vencerla como al otro sujeto[2], sin embargo, me encontraba muy agotado para repetir esa hazaña, esta vez no sería tan sencillo como antes, pero al menos tenía la confianza de que intimidada, sus ataques no serían del todo exitosos, y eso se evidenció tras sus primeros ataques que apenas lograban alcanzar a rasgar mi ropa, sin embargo, parecía salir lentamente del efecto de mi habilidad y sus ataques volvían a ser amenazantes.
Uno a uno, los ataques se hacían más y más dañinos, haciéndome depender mucho de mis reflejos para evitar acabar devastado, sin embargo, comenzaba a notar patrones en sus ataques, siempre buscaba atacarme desde atrás, a veces me distraía con ruidos para hacerme voltear en una dirección y atacarme desde otra, sus manos veloces deslizaban sus garras por mi atuendo que ya estaba desgarrado en varias partes, su velocidad era realmente inigualable, apenas lograba ver su silueta deslizarse, desdibujarse entre las sombras de la habitación, no podría alcanzarla por más que lo intentara, pero tal vez podría usar su patrón de ataques para adelantarme y contra atacar, siempre buscaba venir desde atrás, así que se la pondría fácil, al menos aparentemente, ataqué al aire fingiendo querer alcanzarla mientras le daba la espalda, al sentir que se acercaba, como simple reflejo hice girar mi cuerpo mientras extendía mi brazo derecho regalando una estocada con mi daga en la dirección de la que seguramente vendría hasta sentir el filo de la navaja rompiendo una capa de piel; imaginé que la había herido, aunque no sabía qué tan grave sería, hasta que un grito confirmó el impacto, le había hecho un buen daño, a tal grado que saltó hacia atrás y usó sus alas para impulsarse lejos hasta atravesar la ventana y salir de mi vista, con suerte, estaría muy herida y trataría de escapar, o tal vez intentaría atacarme luego por sorpresa, por ahora, me limitaría a aceptar la primera posibilidad.
Sin embargo, mi suerte no era tan buena como esperaba y la mujer bestia no había hecho más que tomar vuelo para dejarse caer sobre mí, yo incauto me acerqué a la ventana para asegurarme de que no estuviera cerca pero acabó siendo un gran error, en un golpe directo, la fémina que venía en picada logró levantarse para evitar caer de lleno al piso y volar directo hacia mí, apenas logré cruzar los brazos frente a mi pecho para tratar de resistir pero traía tanta fuerza que salí despedido hacia atrás cayendo al piso y deslizándome hasta la pared por la fuerza del impacto, había quedado un poco adolorido, y justo esa sería mi nueva estrategia, fingiría estar acabado, de esa forma podría atraerla y hacer que se acercara confiada de ganar fácilmente, su mirada sádica parecía indicar que realmente estaba disfrutando el combate y su estrategia me había dejado seriamente desconcertado, me levanté lentamente fingiendo no poder hacerlo, para acto seguido tratar de alejarme de ella, fingir que estaba huyendo del combate la haría sentir poderosa y no dudaría en asestarme el golpe final; así, ella decidió aprovechar el momento para lanzarse sobre mí poniendo sus labios muy cerca de los míos -Tampoco eres el único que disfruta morder- Dijo con voz melosa mientras me sujetaba por el cuello y me empujaba con fuerza contra la pared completamente segura de su inminente victoria.
Offrol:
[1] Uso mi Habilidad de Nivel 3: Espíritus de los muertos
[2] Intento usar mi Habilidad de Nivel 1: Silencio, pero se cancela al no haber superado el tiempo de enfriamiento, pues, aunque yo sepa del enfriamiento, Bio no lo sabe xD y el pobre quiso intentar
Última edición por Bio el Sáb Sep 26 2015, 03:57, editado 1 vez
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Aerandiano de honor
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Como había hecho muchas veces aquella noche se pasó la mano por su larga y canosa melena y suspiró, estaba cansado, mucho, estaba siendo una noche muy larga, quizás demasiado, ya no era un muchacho que trotaba por los amplios de Lunargenta, y estaba claro que los que estaban aquella noche bajo su cargo distaban mucho de ser los ladrones perfectos.
Tenía a su cargo a una panda de inútiles, era cierto; pero eran sus inútiles, los jóvenes sin familia que se había encargado de acoger bajo su brazo y ofrecerles la protección que les brindaba ser uno más de los ladrones, puede que para el líder todos aquellos ladronzuelos inexpertos fuesen carne de cañón que enviar al frente, pero para él, ni la más valiosa de las reliquias valía la vida de tantos prometedores miembros que se encargaba de adiestrar.
No solo habían desaparecido los hombres que había enviado al piso superior, los que habían ido tras la chiquilla también se habían desvanecido sin dejar rastro, y por algún motivo que no terminaba de comprender los gemelos, a su vez, se habían desvanecido; Dudaba que estos dos estuviesen heridos, pero no podía descartar que hubiesen sido vencidos por ese ser que llevaba un rato observándoles desde las sombras, no le gustaba admitirlo, pero la búsqueda había acabado, se replegaban.
Después de pensarlo detenidamente durante unos segundos más, se giró hacia un lado y con un gruñido y un rápido gesto indicó a los presentes que se marchaban.
Y tal y como habían llegado, se fueron, se internaron en las calles de la ciudad, saltando de tejado en tejado se perdieron en las sombras. No tenían la reliquia y habían dejado a muchos atrás, pero no le preocupaba, aún con la falta de experiencia les había adiestrado bien, eran valientes y se tenían los unos a los otros.
Sabrían volver a casa por cuenta propia, incluso Vladimir, quien aun siendo torpe mentalmente en la mayoría de los casos seguía siendo una persona de fiar, no por nada se había convertido en su mano derecha.
***
Estaba enfadada, aquel hombre le sacaba de sus casillas, y sin embargo, sentía una extraña atracción por él, casi hipnótica, aquel tipo había derrotado a su hermano con una facilidad insultante para la familia y, a pesar de ello, seguía sintiendo un curioso placer al intercambiar golpes con el hombre que, al parecer, era un vampiro.
No sabía dónde se encontraba su hermano en aquel momento, probablemente habría vuelto al refugio, eso sí estaba con vida, según había observado el vampiro había dejado a su familiar bastante herido, no le importaba, él se lo había buscado por comportarse de forma tan patética y predecible, ella estaba muy por encima de su gemelo.
Encontraba divertido que, por una vez, su presa se comportara de manera similar a ella, era uno con las sombras, cauto y fuerte, muy fuerte, quizás un poco lento luchando, pero siempre había sido así, a ella le gustaba jugar con su comida y estos siempre eran lentos trozos de carne que se encargaba de desgarrar poco a poco, aquello no parecía querer cambiar nunca.
Por eso no le sorprendió ver como hería a su singular objetivo, por eso, se relamió sus labios del color del carmín cuando contempló la sangre descender tímidamente desde las heridas de su contrincante, y por eso sintió la ya usual excitación cuando su rival emprendió su lenta y aparatosa huida.
El sueldo que les pagaban los ladrones por acompañar a un atajo de humanos que se creían sigilosos siempre era tentador, pero aquella sensación no tenia precio.
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Tenía a su cargo a una panda de inútiles, era cierto; pero eran sus inútiles, los jóvenes sin familia que se había encargado de acoger bajo su brazo y ofrecerles la protección que les brindaba ser uno más de los ladrones, puede que para el líder todos aquellos ladronzuelos inexpertos fuesen carne de cañón que enviar al frente, pero para él, ni la más valiosa de las reliquias valía la vida de tantos prometedores miembros que se encargaba de adiestrar.
No solo habían desaparecido los hombres que había enviado al piso superior, los que habían ido tras la chiquilla también se habían desvanecido sin dejar rastro, y por algún motivo que no terminaba de comprender los gemelos, a su vez, se habían desvanecido; Dudaba que estos dos estuviesen heridos, pero no podía descartar que hubiesen sido vencidos por ese ser que llevaba un rato observándoles desde las sombras, no le gustaba admitirlo, pero la búsqueda había acabado, se replegaban.
Después de pensarlo detenidamente durante unos segundos más, se giró hacia un lado y con un gruñido y un rápido gesto indicó a los presentes que se marchaban.
Y tal y como habían llegado, se fueron, se internaron en las calles de la ciudad, saltando de tejado en tejado se perdieron en las sombras. No tenían la reliquia y habían dejado a muchos atrás, pero no le preocupaba, aún con la falta de experiencia les había adiestrado bien, eran valientes y se tenían los unos a los otros.
Sabrían volver a casa por cuenta propia, incluso Vladimir, quien aun siendo torpe mentalmente en la mayoría de los casos seguía siendo una persona de fiar, no por nada se había convertido en su mano derecha.
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Estaba enfadada, aquel hombre le sacaba de sus casillas, y sin embargo, sentía una extraña atracción por él, casi hipnótica, aquel tipo había derrotado a su hermano con una facilidad insultante para la familia y, a pesar de ello, seguía sintiendo un curioso placer al intercambiar golpes con el hombre que, al parecer, era un vampiro.
No sabía dónde se encontraba su hermano en aquel momento, probablemente habría vuelto al refugio, eso sí estaba con vida, según había observado el vampiro había dejado a su familiar bastante herido, no le importaba, él se lo había buscado por comportarse de forma tan patética y predecible, ella estaba muy por encima de su gemelo.
Encontraba divertido que, por una vez, su presa se comportara de manera similar a ella, era uno con las sombras, cauto y fuerte, muy fuerte, quizás un poco lento luchando, pero siempre había sido así, a ella le gustaba jugar con su comida y estos siempre eran lentos trozos de carne que se encargaba de desgarrar poco a poco, aquello no parecía querer cambiar nunca.
Por eso no le sorprendió ver como hería a su singular objetivo, por eso, se relamió sus labios del color del carmín cuando contempló la sangre descender tímidamente desde las heridas de su contrincante, y por eso sintió la ya usual excitación cuando su rival emprendió su lenta y aparatosa huida.
El sueldo que les pagaban los ladrones por acompañar a un atajo de humanos que se creían sigilosos siempre era tentador, pero aquella sensación no tenia precio.
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- Magazubi, eres tú la que encuentra la reliquia que buscáis, no obstante, después de tanto conflicto y ruido, los ladrones han decidido retirarse, llevándose consigo a Pelusa. Ponte en contacto conmigo por MP para hablar de como la recuperarás. (Sí quieres hacerlo)
- Capitán Werner, aun herido, has logrado sobreponerte y vences a los ladrones que te seguían haciendo alarde de una fuerza de voluntad encomiable y escapando casi ileso, justo después, con el apoyo de Magazubi conseguís localizar la reliquia y estáis listos para, junto con Eco, emprender la retirada. Sin embargo, debido a todo el esfuerzo realizado en esas condiciones, las heridas persistirán por al menos tres roles.
- Bio, la mujer-bestia cae de lleno en tu trampa, tienes carta blanca para proceder con ella como prefieras.
Fehu
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Ver al pulposo me encantaba muchísimo, teníamos una relación muy buena y al parecer era dueño de una de las piezas más importantes del acertijo. Estaba convencido de que el rastreador de dragones tenía que estar en una de las habitaciones del este; yo lo seguí convencida de que su investigación no había sido en vano y por supuesto que no lo fue. Parecía saber en donde se encontraban todos los libros escondidos de aquella casa, el patrón que tenía eran unos espejos.
Dejé que él se encargará de buscar según sus pista; yo por mi parte me dejaré llevar por mi intuición y la cubierta de los libros. -¡Hay que llevarlos todos!- le comente a Werner refiriéndome a todos los libros candidatos para ser el rastreador que buscábamos. Cualquiera podría ser y no podíamos dejarlo pasar estando tan cerca.
En la penúltima habitación que buscamos fue en donde conseguimos más libros que parecían “el indicado”. El Capitán agarró uno azul que se encontraba detrás del espejo y otro que se encontraba cerca, pero cuando mi compañero fue en busca de su último libro yo agarré unos tres libros que se encontraban a los lados. Estos libros eran magníficos, tenían un aire mágico, antiguo y muy pero muy vistoso; fueran o no los libros que necesitábamos yo tenía planeado llevármelos para mi colección personal. El primero de los libros parecía ser hecho de madera pura, gruesa y un poco pesada, pero su color era un marrón cálido que me recordaba el olor del bosque. El segundo estaba hecho como con huesos y tenía unos interesantes relieves en todo el libro -¡Es medio incomodo, pero lindo!-pensé. Y el tercero era uno pequeño, de tamaño bolsillo, sencillo y simple pero con la cubierta color esmeralda, lo atractivo que tenía este último eran unas cuantas incrustaciones de piedras pequeñas y delicadas en el lomo del libro.
Cuando me di la vuelta el señor pulpo ya había agarrado sus respectivos libros y se dirigía a la siguiente habitación; yo tomé los tres libros y corrí siguiendo al Capitán.
En aquella habitación se encontraba Eco rodeada de muchos libros y probándolos todos, al vernos se emocionó bastante y empezó la tarea fuerte, decidir cuál era el libro. La joven felina agarró los libros que le habíamos llevado y empezó a inspeccionarlos todos; los abría con delicadeza y les pasaba el dedo índice en todo el centro esperando que algo le hiciera identificar que ese era el rastreador, hasta que lo logró. El pequeño libro esmeralda, sus páginas estaban completamente en blanco, hasta que Eco le pasó el dedo en todo el centro y este empezó a pintar una de las hojas con un pequeño dragón dibujado en una esquina; los trazos eran lentos pero ese tenía que ser.
-¡Lo tenemos, hay que irnos ahora!- dijo Eco con un alivio grande.
Eco agarró el rastreador de dragones y yo me encargué de quedarme con los otros dos que me habían llamado la atención. Bajé rápidamente por las escaleras y me dirigí a la puerta principal en donde di vueltas como loca en busca de mi querida mascota.
-¡¡PELUSAAA!!- grité sin importarme nada a mi alrededor.
No tardaron en incorporarse mis compañeros y me avisaron que ya no había nadie en el lugar.
-¡¡No puede ser!! ¿Y Pelusa?- pregunté aún sabiendo la respuesta.
Me entró un vacío inmenso en el estómago y antes de que alguno pudiese decirme algo al respecto apreté mis puños e hice que todos los candelabros se desprendieran del techo y cayeran haciendo un estruendo unísono. Agarré luego los libros con mis dos manos, dejé que mis lágrimas pasearán por mis mejillas y salí corriendo de la mansión en dirección al gremio.
Tenía que proteger a mi peludo, no podía creer que lo había perdido; aquella bolita de problemas se había convertido en la razón de todo, en mi único refugio, en mi corazoncito y yo le había fallado. Pero no huí por eso, sino por una especie de orgullo, no quería que me vieran llorar, esperaba que con mi velocidad el viento se llevara aquellas gotas de tristeza.
-Te encontraré- pensé mientras apretaba la mandíbula.
Dejé que él se encargará de buscar según sus pista; yo por mi parte me dejaré llevar por mi intuición y la cubierta de los libros. -¡Hay que llevarlos todos!- le comente a Werner refiriéndome a todos los libros candidatos para ser el rastreador que buscábamos. Cualquiera podría ser y no podíamos dejarlo pasar estando tan cerca.
En la penúltima habitación que buscamos fue en donde conseguimos más libros que parecían “el indicado”. El Capitán agarró uno azul que se encontraba detrás del espejo y otro que se encontraba cerca, pero cuando mi compañero fue en busca de su último libro yo agarré unos tres libros que se encontraban a los lados. Estos libros eran magníficos, tenían un aire mágico, antiguo y muy pero muy vistoso; fueran o no los libros que necesitábamos yo tenía planeado llevármelos para mi colección personal. El primero de los libros parecía ser hecho de madera pura, gruesa y un poco pesada, pero su color era un marrón cálido que me recordaba el olor del bosque. El segundo estaba hecho como con huesos y tenía unos interesantes relieves en todo el libro -¡Es medio incomodo, pero lindo!-pensé. Y el tercero era uno pequeño, de tamaño bolsillo, sencillo y simple pero con la cubierta color esmeralda, lo atractivo que tenía este último eran unas cuantas incrustaciones de piedras pequeñas y delicadas en el lomo del libro.
Cuando me di la vuelta el señor pulpo ya había agarrado sus respectivos libros y se dirigía a la siguiente habitación; yo tomé los tres libros y corrí siguiendo al Capitán.
En aquella habitación se encontraba Eco rodeada de muchos libros y probándolos todos, al vernos se emocionó bastante y empezó la tarea fuerte, decidir cuál era el libro. La joven felina agarró los libros que le habíamos llevado y empezó a inspeccionarlos todos; los abría con delicadeza y les pasaba el dedo índice en todo el centro esperando que algo le hiciera identificar que ese era el rastreador, hasta que lo logró. El pequeño libro esmeralda, sus páginas estaban completamente en blanco, hasta que Eco le pasó el dedo en todo el centro y este empezó a pintar una de las hojas con un pequeño dragón dibujado en una esquina; los trazos eran lentos pero ese tenía que ser.
-¡Lo tenemos, hay que irnos ahora!- dijo Eco con un alivio grande.
Eco agarró el rastreador de dragones y yo me encargué de quedarme con los otros dos que me habían llamado la atención. Bajé rápidamente por las escaleras y me dirigí a la puerta principal en donde di vueltas como loca en busca de mi querida mascota.
-¡¡PELUSAAA!!- grité sin importarme nada a mi alrededor.
No tardaron en incorporarse mis compañeros y me avisaron que ya no había nadie en el lugar.
-¡¡No puede ser!! ¿Y Pelusa?- pregunté aún sabiendo la respuesta.
Me entró un vacío inmenso en el estómago y antes de que alguno pudiese decirme algo al respecto apreté mis puños e hice que todos los candelabros se desprendieran del techo y cayeran haciendo un estruendo unísono. Agarré luego los libros con mis dos manos, dejé que mis lágrimas pasearán por mis mejillas y salí corriendo de la mansión en dirección al gremio.
Tenía que proteger a mi peludo, no podía creer que lo había perdido; aquella bolita de problemas se había convertido en la razón de todo, en mi único refugio, en mi corazoncito y yo le había fallado. Pero no huí por eso, sino por una especie de orgullo, no quería que me vieran llorar, esperaba que con mi velocidad el viento se llevara aquellas gotas de tristeza.
-Te encontraré- pensé mientras apretaba la mandíbula.
____________________
OffRol
Me encantó este rol, fue un súper gustazo compartirlo con ustedes.
Disculpen a todos mis pequeños errores y mi "pequeñita" bulla, hice el menor ruido posible =D
Disfruté muchísimo destrozando la cocina cabe destacar.
Werner te quiero =$
Papiiii es nuestro primer rol juntoooooosssss x.x
Y Fehu, quiero a mi bolita de problemas andante (Adoro mi firma ¿a ti no te gusta?) =D
Pd: Gracias a todos por todo, pero quiero de vuelta a Pelusa
PostPd: El "te encontraré" fue muy dramático, cuando lo lean díganlo en voz alta en tono intenso.
Magazubi
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Irónico. La juventud y la vejez se habían unido en el robo. Por un lado, el Capitán pirata, un hombre que ya había vivido sus mejores años de su vida e intentaba vivirlos de nuevo con un cuerpo más viejo y débil que el que solía tener antaño. Por el otro lado, la pequeña Magazubi, con una energía que no tenía rivalidad alguna, no paraba un segundo quieta.
El Capitán no podía más. Era su primera aventura en mucho tiempo y no había salido tan ileso de ella como le habría gustado. Estaba cansado, herido y, ¿por qué no decirlo? También hambriento. Si le hubieran puesto una rata hervida con patatas fritas delante no dudaría anda en comérsela. Alfred envidiaba la energía con la que se movía la pequeña Magazubi. Por cada libro que él encontraba, ella traía doce más y, a juzgar por el aspecto, todos parecían ser igual de mágicos.
De repente, Eco gritó el haber encontrado el auténtico rastreador de dragones. Alfred no dudó de su palabra. Quería llegar a su pequeño apartamento y dormir cuanto antes. Nada le importaba más que encontrarse de nuevo con su vieja cama.
-Vayámonos de aquí.- Suplicó el Capitán. -Ahora.-
Sin embargo, la imparable energía de Magazubi tenía otros planes. La pequeña salió corriendo buscando a su perro bobo. El Capitán, estaba tan cansado que no se había dado cuenta que su mascota había desaparecido. No la echaba de menos. Alfred odiaba los animales peludos, sus pelos se quedaban estancados en sus orificios nasales sin dejarle respirar. Mas, el deber del Capitán era el de proteger y cuidar a su tripulación y a sus amigos.
-Debemos…-
-Tú no vas a ninguna parte.- Le interrumpió Eco agarrándole con fuerza y delicadeza su brazo derecho. – Te quedarás en la entrada de la mansión y nos esperarás sin meterte en más líos. – Con su última sonrisa, la joven tigresa se perdió entre las sombras persiguiendo a la pequeña.
O había otra cosa que odiase más que sentirse tan inútil como se sentía en aquel momento. Viejo, herido y cansado, el Capitán no era más que un estorbo y como estorbo que era, debía apartarse del resto para no molestar. Cojeando, bajó las escaleras de la mansión y se colocó enfrente de la puerta principal. Todo estaba tan cambiado desde la última vez que vio esa puerta. El vestíbulo estaba lleno de restos de las batallas que habían tenido lugar. Era fácil distinguir los ladrillos rotos que eran nuevos de aquellos que eran viejos, los segundos se veían tan mal como se sentía él mismo.
Off rol, lo siento por lo corto que ha sido en comparación a otros post. No se me ocurría nada mejor.
El Capitán no podía más. Era su primera aventura en mucho tiempo y no había salido tan ileso de ella como le habría gustado. Estaba cansado, herido y, ¿por qué no decirlo? También hambriento. Si le hubieran puesto una rata hervida con patatas fritas delante no dudaría anda en comérsela. Alfred envidiaba la energía con la que se movía la pequeña Magazubi. Por cada libro que él encontraba, ella traía doce más y, a juzgar por el aspecto, todos parecían ser igual de mágicos.
De repente, Eco gritó el haber encontrado el auténtico rastreador de dragones. Alfred no dudó de su palabra. Quería llegar a su pequeño apartamento y dormir cuanto antes. Nada le importaba más que encontrarse de nuevo con su vieja cama.
-Vayámonos de aquí.- Suplicó el Capitán. -Ahora.-
Sin embargo, la imparable energía de Magazubi tenía otros planes. La pequeña salió corriendo buscando a su perro bobo. El Capitán, estaba tan cansado que no se había dado cuenta que su mascota había desaparecido. No la echaba de menos. Alfred odiaba los animales peludos, sus pelos se quedaban estancados en sus orificios nasales sin dejarle respirar. Mas, el deber del Capitán era el de proteger y cuidar a su tripulación y a sus amigos.
-Debemos…-
-Tú no vas a ninguna parte.- Le interrumpió Eco agarrándole con fuerza y delicadeza su brazo derecho. – Te quedarás en la entrada de la mansión y nos esperarás sin meterte en más líos. – Con su última sonrisa, la joven tigresa se perdió entre las sombras persiguiendo a la pequeña.
O había otra cosa que odiase más que sentirse tan inútil como se sentía en aquel momento. Viejo, herido y cansado, el Capitán no era más que un estorbo y como estorbo que era, debía apartarse del resto para no molestar. Cojeando, bajó las escaleras de la mansión y se colocó enfrente de la puerta principal. Todo estaba tan cambiado desde la última vez que vio esa puerta. El vestíbulo estaba lleno de restos de las batallas que habían tenido lugar. Era fácil distinguir los ladrillos rotos que eran nuevos de aquellos que eran viejos, los segundos se veían tan mal como se sentía él mismo.
Off rol, lo siento por lo corto que ha sido en comparación a otros post. No se me ocurría nada mejor.
El Capitán Werner
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
La batalla estaba llegando a su fin, ninguno de los dos podría seguir soportando este ritmo de batalla sin caer abatido por el agotamiento, la mujer bestia parecía haberse encaprichado conmigo y me observaba el rostro en detalle mientras yo preparaba mis dagas esperando el momento indicado para asestar el golpe final, tal vez en la seguridad que sentía de poder eliminarme, se había olvidado completamente de la posición de mis manos y lo que sostenía en ellas, mis dagas.
La mujer bestia se acercó descaradamente a mis labios casi rozándolos son los suyos para luego dirigir sus afilados colmillos a mi cuello; aproveché el momento en que cerraba sus ojos para disfrutar el mordizco, y le incrusté ambas dagas en los costados para luego deslizarlas hacia abajo con toda mi fuerza desgarrando algunas costillas, su única reacción fue apretarme fuerte los hombros incrustando las garras en mi piel, pero luego retrocedió por el dolor causado por la herida, entonces llevé mi mano a su cuello y la empujé contra la pared para devolverle un poco de su propio juego, deslicé mis labios ligeramente sobre los suyos para luego dirigir mis afilados colmillos a su cuello donde los incrusté de prisa, para no caer en su mismo error, el veneno paralizante de mi mordida vampírica no tardaría mucho en hacer efecto, bebí de ella hasta que sus brazos quedaron colgando como trapos y perdió la fuerza para mantenerse en pie, fue entonces cuando la dejé caer al piso, viva o muerta, como estuviera, ya no me daría más problemas.
Lo siguiente que hice fue dirigirme a la entrada de la casa para tratar de acabar con el resto de los ladrones antes que el grupo de Magazubi llegara, no estaría de más evitarles ese combate, sin embargo, al asomarme a la entrada, ya no estaban ahí, habían sabido cuándo retirarse, era algo inesperado, pero que sin duda me había ahorrado mucho trabajo, escuché unos pasos acercarse así que retrocedí para ocultarme entre las sombras del pasillo, inesperadamente bajó Maguita y la mujer bestia a quien no logré reconocer; me partieron el corazón los gritos de la pequeña al no encontrar a su mascota, debía estar devastada por dentro, pues salió del lugar a toda prisa tal vez para que no la vieran en ese estado, o para alcanzar a los ladrones quienes a estas alturas ya irían bastante lejos, el Capitán Werner fue el último en bajar, ahora por fin había logrado ver su rostro con calma para asegurarme que realmente se trataba de él, en las manos de la mujer bestia pude ver un extraño libro, seguramente ese era el buscador de dragones, habían logrado su objetivo a pesar de ser el más aparatoso grupo de infiltración que hubiera visto jamás.
Yo por mi parte ya había cumplido mi misión, por ahora, podría seguir a Maguita, aunque solo si lograba alcanzarla, me dirigí de nuevo a la cocina para salir por un lugar diferente, atravesé la ventana y di un rodeo hasta llegar a la entrada aunque al hacerlo ya no habían rastros de la pequeña Maga o sus compañeros, al menos sabían desaparecer sin dejar rastro alguno; yo por mi parte debería regresar al gremio a informar acerca de lo sucedido.
La mujer bestia se acercó descaradamente a mis labios casi rozándolos son los suyos para luego dirigir sus afilados colmillos a mi cuello; aproveché el momento en que cerraba sus ojos para disfrutar el mordizco, y le incrusté ambas dagas en los costados para luego deslizarlas hacia abajo con toda mi fuerza desgarrando algunas costillas, su única reacción fue apretarme fuerte los hombros incrustando las garras en mi piel, pero luego retrocedió por el dolor causado por la herida, entonces llevé mi mano a su cuello y la empujé contra la pared para devolverle un poco de su propio juego, deslicé mis labios ligeramente sobre los suyos para luego dirigir mis afilados colmillos a su cuello donde los incrusté de prisa, para no caer en su mismo error, el veneno paralizante de mi mordida vampírica no tardaría mucho en hacer efecto, bebí de ella hasta que sus brazos quedaron colgando como trapos y perdió la fuerza para mantenerse en pie, fue entonces cuando la dejé caer al piso, viva o muerta, como estuviera, ya no me daría más problemas.
Lo siguiente que hice fue dirigirme a la entrada de la casa para tratar de acabar con el resto de los ladrones antes que el grupo de Magazubi llegara, no estaría de más evitarles ese combate, sin embargo, al asomarme a la entrada, ya no estaban ahí, habían sabido cuándo retirarse, era algo inesperado, pero que sin duda me había ahorrado mucho trabajo, escuché unos pasos acercarse así que retrocedí para ocultarme entre las sombras del pasillo, inesperadamente bajó Maguita y la mujer bestia a quien no logré reconocer; me partieron el corazón los gritos de la pequeña al no encontrar a su mascota, debía estar devastada por dentro, pues salió del lugar a toda prisa tal vez para que no la vieran en ese estado, o para alcanzar a los ladrones quienes a estas alturas ya irían bastante lejos, el Capitán Werner fue el último en bajar, ahora por fin había logrado ver su rostro con calma para asegurarme que realmente se trataba de él, en las manos de la mujer bestia pude ver un extraño libro, seguramente ese era el buscador de dragones, habían logrado su objetivo a pesar de ser el más aparatoso grupo de infiltración que hubiera visto jamás.
Yo por mi parte ya había cumplido mi misión, por ahora, podría seguir a Maguita, aunque solo si lograba alcanzarla, me dirigí de nuevo a la cocina para salir por un lugar diferente, atravesé la ventana y di un rodeo hasta llegar a la entrada aunque al hacerlo ya no habían rastros de la pequeña Maga o sus compañeros, al menos sabían desaparecer sin dejar rastro alguno; yo por mi parte debería regresar al gremio a informar acerca de lo sucedido.
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Aerandiano de honor
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Re: Bautismo de sombras [gremio ladrones][Cerrado]
Mientras esperaban se encontraban quizá, un poco nerviosos, no tenían muchos novatos últimamente, y aunque su papel de líderes les obligaba a mantenerse estoicos no podían evitar preguntarse por qué les estaba llevando tanto, ya que aunque custodiada, la reliquia no dejaba de estar en una casa ruinosa, habían seleccionado a los novatos aquello precisamente para comprobar lo capaces que eran.
Por eso suspiraron aliviados cuando vieron a Eco entrar en primer lugar, seguidos por la joven Magazubi y el viejo Werner. Parecían heridos, cansados y, en el caso de la pequeña, tristes; pero estaban tristes, y por lo que parecía, habían completado la misión.
-Bienvenidos – Dijo finalmente Ambar cruzándose de brazos sonriente, para después mirar inquisitivamente a Eco la mujer bestia que sabia que quería decir aquella mirada se encogió de hombros y tras ello, comenzó a exponer, de forma metódica y pausada todo lo sucedido en la mansión.
Desde que apareció la competencia hasta la pérdida de la mascota de Magazubi, ambos líderes escucharon interesadamente lo que Eco decía, hasta que, finalmente, la voz de la joven cesó cuando esta depositó la reliquia que había ido a robar.
-Ya veo… - Dijo Gabret atusándose una de sus largas y canosas patillas - ¿Así que aparecieron otro grupo de ladrones? – El hechicero se volvió hacia Amber, quien asintió y tomó el libro que la joven y el capitán, ayudados por la siempre dispuesta Eco, se habían encargado de recuperar.- Voy a poner esto a buen recaudo, buen trabajo novatos – Añadió la ladrona antes de desaparecer por la otra puerta con las que contaba la sala de reuniones del escondijo, la que tenía justo tras ella.
– Dejando a un lado el hecho de que debéis ser sombras y os habéis enfrentado a aquellos a quienes debíais evitar… - Gabret continuó atusándose la barba – No lo habéis hecho mal del todo, habladme un poco más de estos… sujetos ¿Algo especial que añadir sobre ellos? - El hombre escuchó lo que ambos tenían que decir y después de que todo estuviese en silencio cerró los ojos. – Habéis cumplido la prueba, os habéis enfrentado a los diferentes desafíos que se os han presentado de forma que habéis escapado con vuestro botín, eso es bueno… eso es muy bueno. - Gabret se quedó en silencio durante unos segundos, hasta que finalmente Amber entró de nuevo en la sala de reuniones portando dos gruesas capas del color de la noche.
– Magazubi, Alfred, a partir de ahora sois miembros de pleno derecho de nuestra pequeña organización, nuestro trabajo es no existir, nosotros tomamos lo máximo posible gastando lo mínimo, nosotros desaparecemos sin dejar rastro junto con nuestro objetivo, nosotros somos sombras, y por tanto, nos comportamos como tales. Tenedlo siempre en cuenta.
Dicho esto, Amber dejó caer la capa sobre la mesa en la que momentos antes había reposado el Rastreador de Dragones, la reliquia que ahora se encontraba oculta en algún lugar de la guarida del gremio.
- No os vayáis muy lejos, algo me dice que vais a tener que encargaros de algún que otro asunto… por no hablar de los sujetos de la mansión.
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Reparto de Puntos de Experiencia y Aeros:
Como siempre, aseguraos de que registráis los puntos de experiencia y las pasivas en su apartado correspondiente.
Por eso suspiraron aliviados cuando vieron a Eco entrar en primer lugar, seguidos por la joven Magazubi y el viejo Werner. Parecían heridos, cansados y, en el caso de la pequeña, tristes; pero estaban tristes, y por lo que parecía, habían completado la misión.
-Bienvenidos – Dijo finalmente Ambar cruzándose de brazos sonriente, para después mirar inquisitivamente a Eco la mujer bestia que sabia que quería decir aquella mirada se encogió de hombros y tras ello, comenzó a exponer, de forma metódica y pausada todo lo sucedido en la mansión.
Desde que apareció la competencia hasta la pérdida de la mascota de Magazubi, ambos líderes escucharon interesadamente lo que Eco decía, hasta que, finalmente, la voz de la joven cesó cuando esta depositó la reliquia que había ido a robar.
-Ya veo… - Dijo Gabret atusándose una de sus largas y canosas patillas - ¿Así que aparecieron otro grupo de ladrones? – El hechicero se volvió hacia Amber, quien asintió y tomó el libro que la joven y el capitán, ayudados por la siempre dispuesta Eco, se habían encargado de recuperar.- Voy a poner esto a buen recaudo, buen trabajo novatos – Añadió la ladrona antes de desaparecer por la otra puerta con las que contaba la sala de reuniones del escondijo, la que tenía justo tras ella.
– Dejando a un lado el hecho de que debéis ser sombras y os habéis enfrentado a aquellos a quienes debíais evitar… - Gabret continuó atusándose la barba – No lo habéis hecho mal del todo, habladme un poco más de estos… sujetos ¿Algo especial que añadir sobre ellos? - El hombre escuchó lo que ambos tenían que decir y después de que todo estuviese en silencio cerró los ojos. – Habéis cumplido la prueba, os habéis enfrentado a los diferentes desafíos que se os han presentado de forma que habéis escapado con vuestro botín, eso es bueno… eso es muy bueno. - Gabret se quedó en silencio durante unos segundos, hasta que finalmente Amber entró de nuevo en la sala de reuniones portando dos gruesas capas del color de la noche.
– Magazubi, Alfred, a partir de ahora sois miembros de pleno derecho de nuestra pequeña organización, nuestro trabajo es no existir, nosotros tomamos lo máximo posible gastando lo mínimo, nosotros desaparecemos sin dejar rastro junto con nuestro objetivo, nosotros somos sombras, y por tanto, nos comportamos como tales. Tenedlo siempre en cuenta.
Dicho esto, Amber dejó caer la capa sobre la mesa en la que momentos antes había reposado el Rastreador de Dragones, la reliquia que ahora se encontraba oculta en algún lugar de la guarida del gremio.
- No os vayáis muy lejos, algo me dice que vais a tener que encargaros de algún que otro asunto… por no hablar de los sujetos de la mansión.
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- Capitan Werner y Magazubi, a partir de ahora sois miembros de pleno derecho del Gremio de Ladrones, manteneos al tanto, pues pronto volveréis a tener trabajo, también poseéis las nuevas capas que indica que pertenecéis al gremio con el rango de soldado. Aseguraos de registrarla en su apartado correspondiente.
- Capa del gremio que se consigue a partir del rango de Soldado:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Bio, tú vuelves al Gremio de Informantes y completas tu misión, no soy el master de ese gremio, así que te mando un MP con una proposición.
Reparto de Puntos de Experiencia y Aeros:
- Magazubi : +20 Puntos de Experiencia (10 Base, 10 Por desarrollo),
+400 Aeros (Por rango soldado)
+3 Puntos Habilidad Pasiva (Arcanos) - Capitán Werner : +20 Puntos de Experiencia (10 Base, 10 Por desarrollo),
+400 Aeros (Por rango soldado)
+3 Puntos Habilidad Pasiva (Conocimiento Antiguo: Historia) - Bio: +23 Puntos de Experiencia (10 Base, 13 Por desarrollo),
+200 Aeros (Por Misión Cumplida)
+3 Puntos Habilidad Pasiva (Conocimiento Antiguo: Lenguas)
Como siempre, aseguraos de que registráis los puntos de experiencia y las pasivas en su apartado correspondiente.
Fehu
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