El Vigilante [Quest][Cerrada]
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Blackwell sonríe, la bestia no parecía confiar en él, pero aún era demasiado pronto para averiguarlo, no parecía haber puesto ningún impedimento al hecho de que le acompañe, pero no dejaba de mostrarse cauta, lo entendía, quizás no había sido buena idea acercarse a ella de aquel modo, pero ya no podía hacer nada, solo tenía que continuar con la falsa, la bestia era interesante, su actitud distaba mucho de su apariencia, según comprendía, había un espíritu noble bajo aquella gruesa y peluda piel; una lástima que aquella mujer quisiese matarle.
-Es… una larga historia… – Comenzó a decir mientras caminaba a una habitación contigua – Estoy buscando a una joven de cabellos castaños, tez pálida y sonrisa encantadora, desapareció hace años… es una… conocida, quizás encuentre una pista de dónde está...
Todo lo que salió por su boca en aquel momento fue una retahíla de mentiras, una tras otra, no obstante, sin percatarse de ello, había descrito a su querida Selene con cierta nostalgia, estaba claro que esta no había desaparecido, se la habían arrebatado, la ciudad se la había llevado, aquel sitio estaba envilecido, arrastraba a las personas buenas por el fango y ensalzaba a los malvados; el hecho de que los rumores de los que hablaba la mujer bestia solo mencionasen al asesino que mataba nobles y no de la razón por la cual la acababa con ellos decía mucho del lugar que estaba librando de la oscuridad; era irónico, no podía dejar de pensar que estaba luchando contra su elemento, se amparaba en la oscuridad para deshacerse de ella y aun así, cada vez que atravesaba a un noble, no podía evitar sentir cierta satisfacción al saber que aquella persona que en cenas de lujo se jactaba de ayudar a los pobres mientras al mismo tiempo tenía el sótano repleto de esclavos se desangraba lenta y dolorosamente en el suelo. Era su deber, estaba limpiando la ciudad.
- Yo en cambio he oído que el malvado al que buscas solo asesinaba a gente que se lo merecía – Dijo mientras avanzaba por uno de los muchos pasillos del lugar hasta llegar a una puerta y girarse hacia su acompañante sonriendo – Rumores ¿Verdad? Son como las personas, no puedes creer a ninguna.
Desenvainando la espada abrió la puerta lentamente, podía sentir otra presencia cercana, no estaba seguro de dónde estaba, pero era uno de, como la mujer bestia, sus perseguidores, miró a su nueva acompañante sonrió – No estamos solos, creo que a quien buscas está cerca – Aquello iba a ser interesante.
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-Es… una larga historia… – Comenzó a decir mientras caminaba a una habitación contigua – Estoy buscando a una joven de cabellos castaños, tez pálida y sonrisa encantadora, desapareció hace años… es una… conocida, quizás encuentre una pista de dónde está...
Todo lo que salió por su boca en aquel momento fue una retahíla de mentiras, una tras otra, no obstante, sin percatarse de ello, había descrito a su querida Selene con cierta nostalgia, estaba claro que esta no había desaparecido, se la habían arrebatado, la ciudad se la había llevado, aquel sitio estaba envilecido, arrastraba a las personas buenas por el fango y ensalzaba a los malvados; el hecho de que los rumores de los que hablaba la mujer bestia solo mencionasen al asesino que mataba nobles y no de la razón por la cual la acababa con ellos decía mucho del lugar que estaba librando de la oscuridad; era irónico, no podía dejar de pensar que estaba luchando contra su elemento, se amparaba en la oscuridad para deshacerse de ella y aun así, cada vez que atravesaba a un noble, no podía evitar sentir cierta satisfacción al saber que aquella persona que en cenas de lujo se jactaba de ayudar a los pobres mientras al mismo tiempo tenía el sótano repleto de esclavos se desangraba lenta y dolorosamente en el suelo. Era su deber, estaba limpiando la ciudad.
- Yo en cambio he oído que el malvado al que buscas solo asesinaba a gente que se lo merecía – Dijo mientras avanzaba por uno de los muchos pasillos del lugar hasta llegar a una puerta y girarse hacia su acompañante sonriendo – Rumores ¿Verdad? Son como las personas, no puedes creer a ninguna.
Desenvainando la espada abrió la puerta lentamente, podía sentir otra presencia cercana, no estaba seguro de dónde estaba, pero era uno de, como la mujer bestia, sus perseguidores, miró a su nueva acompañante sonrió – No estamos solos, creo que a quien buscas está cerca – Aquello iba a ser interesante.
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- Leon, estas solo en el sótano, la habitación en la que estas solo tiene una salida, cuando cruzas por esta encuentras una especie de almacén parcialmente inundado, todo lo que hay en este lugar son baratijas inútiles, excepto por dos cofres, encontraras uno de los dos abierto.
- Sajin, sigues explorando la casa y evitando las diferentes trampas que hay en el lugar, sobre el pequeño altar encuentras una pequeña llave plateada que no sabes exactamente para que sirve, tiene el número siete grabado en ella.
- Maximillian, por primera vez desde que entraste en la mansión puedes ver claramente tu objetivo, si embargo este no esta solo, viene acompañado por Vael, puedes mostrarte ante ellos o tratar de pasar desapercibido.
- Mientras estáis cada uno ocupado en vuestras indagaciones y explorando la mansión algo tira la puerta principal de la mansión abajo, al parecer, no sois los únicos mercenarios que ha contratado la guardia y como vosotros van tras la recompensa por el Vigilante, la única diferencia es que a estas personas no les gusta la idea de compartir.
Fehu
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Luego de un rato flotando en el agua Leo decidió pararse y tratar de hacer algo, sus ojos ya se había acostumbrado a la poca luz, lo que al principio le pareció un simple pozo ahora se convertía en una habitación, estaba medio inundada y habían unas cuantas cosas por ahí flotando, pero al fondo había una puerta, cruzo toda la habitación maldiciendo — maldita sea… estúpida agua, maldita casa, maldito vigilante, estúpido sajin que me ignoró gritando, estúpido piso que se abre… y sobre todo MALDITA AGUA! –
Esquivo unos cuantos trozos de madera podrida, un par de rocas sumergidas, tres ratas muertas que estaban hinchadas por el avanzado estado de descomposición que presentaban, y dando un último paso abrió con cautela la puerta, miró en el interior del cuarto y pestañeó varias veces para poderse acostumbrar a la poca luz. Iba a entrar, pero antes se aseguró de poner una traba en la puerta para que no se cerrara, no quería pasar otra vez por lo mismo, no caería en el mismo truco dos veces –A ver si te cierras ahora maldita puerta… – mascullo Leo luego de comprobar que efectivamente se mantendría abierta.
Curioso anduvo mirando por los anaqueles y vio un par de botellas de vino, vio la etiqueta y ponía [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] – debe ser muy bueno para tener ese nombre… creo que lo probaré, dudo mucho que alguien se enfade… – dicho esto rompió el cuello de la botella y probó el contenido, por suerte no alcanzo a tragarlo, estaba malo, era vinagre, con gran desilusión y un pésimo sabor en la boca siguió su intromisión en la casa, las estanterías estabas repletas de cosas mohosas y abandonadas, a excepción de dos cofres que no se veían tan deteriorados, la curiosidad lo llevó a tratar de abrirlos, el primero le opuso una férrea resistencia que lo hizo desistir, mirando el otro baúl pensó que sería solo un malgasto de tiempo y esfuerzo, lo más probable era que ese también estuviera cerrado, pero ¿y si no lo estaba?, ¿y si era una trampa?, ¿Qué contenía?, todas esas preguntas se vieron contestadas cuando, luego de manipular un poco la cerradura (un par de paradas) se abrió el cofre, cuando se dispuso a revisar el interior de este un gran estruendo sonó sobre él, al parecer era una puerta que había caído, el Bio no era tan descuidado como para hacer semejante escándalo, no, en definitiva era otra persona, o un grupo de ellos. De todos modos ninguno de los dos era bueno
Esquivo unos cuantos trozos de madera podrida, un par de rocas sumergidas, tres ratas muertas que estaban hinchadas por el avanzado estado de descomposición que presentaban, y dando un último paso abrió con cautela la puerta, miró en el interior del cuarto y pestañeó varias veces para poderse acostumbrar a la poca luz. Iba a entrar, pero antes se aseguró de poner una traba en la puerta para que no se cerrara, no quería pasar otra vez por lo mismo, no caería en el mismo truco dos veces –A ver si te cierras ahora maldita puerta… – mascullo Leo luego de comprobar que efectivamente se mantendría abierta.
Curioso anduvo mirando por los anaqueles y vio un par de botellas de vino, vio la etiqueta y ponía [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] – debe ser muy bueno para tener ese nombre… creo que lo probaré, dudo mucho que alguien se enfade… – dicho esto rompió el cuello de la botella y probó el contenido, por suerte no alcanzo a tragarlo, estaba malo, era vinagre, con gran desilusión y un pésimo sabor en la boca siguió su intromisión en la casa, las estanterías estabas repletas de cosas mohosas y abandonadas, a excepción de dos cofres que no se veían tan deteriorados, la curiosidad lo llevó a tratar de abrirlos, el primero le opuso una férrea resistencia que lo hizo desistir, mirando el otro baúl pensó que sería solo un malgasto de tiempo y esfuerzo, lo más probable era que ese también estuviera cerrado, pero ¿y si no lo estaba?, ¿y si era una trampa?, ¿Qué contenía?, todas esas preguntas se vieron contestadas cuando, luego de manipular un poco la cerradura (un par de paradas) se abrió el cofre, cuando se dispuso a revisar el interior de este un gran estruendo sonó sobre él, al parecer era una puerta que había caído, el Bio no era tan descuidado como para hacer semejante escándalo, no, en definitiva era otra persona, o un grupo de ellos. De todos modos ninguno de los dos era bueno
Leon Alexander
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Sin poder dar la vuelta y regresar por donde vino, Sajin, el ahora solitario hombre que se encaminaba a cumplir su misión, tomó de aquel altar empolvado e iluminado por aquellas pequeñas llamas de las velas, un candelabro del que sólo tres de sus velas aún persistían con sus flamas en rojo vivo. Tras tomarla, se percató del sonido de un pequeño objeto probablemente metálico chocar caer contra el suelo, lo que llamó la atención de sus ojos hacia el suelo. La sorpresa no fue ni impactante como desinteresada, aparentemente parecía dar igual a la máquina, más sin embargo aquello no era más que un impulso para su curiosidad y no era más que una llave plateada de la que un pequeño destello gracias al brillo de las llamas del candelabro en su mano, que provocó la visibilidad de un siete grabado en la llave.
El bio-cibernético sacó su espada de su vaina, con la que guardó aquella llave en su interior para que justamente después sellase la vaina con el filo de su hoja recientemente abierta. No podría tener en su mano la llave o el candelabro sin verse vulnerable a los ataques del asesino si se aprovechaba del desamparo de su compañero, no le tenía de otra que guardarla para el momento exacto y seguir con su espada en mano mientras se encaminaba en aquel oscuro pasillo que su candelabro recién tomado, a pocas fuerzas, podía iluminarlo en cierta parte por cada paso que Sajin ofrecía al suelo. Sajin ahora parecía comprender la satanización a la oscuridad por parte de los hombres; aquello que no podían ver, que dejaba perdidos a los hombres por la hipnótica negrura que la oscuridad les ofrecía, con un sinfín de horrores por haber escondidos entre las sombras, esperando la oportunidad por cazarlo.
Sus pasos se escuchaban, sus pies metálicos chocaban contra la quejumbrosa y vieja madera del suelo mientras que parecía que cada paso con la que acercaba la luz hacia aquel oscuro abismo del que se encaminaba, parecía no tener fin alguno. Solo podía escuchar los chillidos de las ratas y murciélagos, en ocasiones tenía la suerte de escuchar el sonido de las oxidadas bisagras de las puertas del lugar, causaba la seguridad de que habría algo más allá de lo que parecía ser una oscuridad eterna. La paranoia había doblegado sus capacidades analíticas, solo pensando en las probabilidades de algún terror oculto entre las sombras como una trampa mortífera que podía costar la vida a la máquina tras quedar desprevenido. Iluminaba las paredes gracias a aquel candelabro que tenía en su mano, con lo que pudo notar más retratos en su haber cada vez más que caminaba, algunos destrozados por el pasar del tiempo u otros simplemente empolvados.
— Veamos que es lo que enmascara este polvo. —Dijo, paso sus manos sobre el retrato delicadamente con tal de no destruirlo con sus férreos dedos y, se percató de aquella pintura en la que retrataba a una joven señorita, lucía un aspecto lujoso así como una figura voluptuosa. Quizás para algún hombre hubiese resultado atractivo, pero Sajin estaba indiferente al respecto de la belleza de la mujer retratada. — ¿Qué hace el retrato de una señorita en lo que es sólo el refugio de un asesino repleto de trampas?
El bio-cibernético no lo comprendía, quizás aquel retrato más que yacía empolvado en ese altar, ¿podría ser ella? el bio-cibernético lo desconocía, pero no podía parar de formular hipótesis al respecto. Sus metálicos dedos pasaban suavemente por la textura del retrato, del que pronto una lanza de acero escapó del retrato contra su rostro. Su suerte fue grande tras haber llegado por poco a evitarlo, pero dejando una cicatriz en diagonal pasando por uno de sus ojos. El metal de la lanza contra su coraza había dejado una marca arriba abajo de aquel ojo atacado. Notó como goteaba de su cuenca las lágrimas de sangre que la lanza había llegado a provocar, tocó con sus dedos la sangre que salía de su cuenca y la limpió a partir de estos. Impresionado, la astucia en la que el asesino desenvolvía sus trampas pudo haberle costado su vida tal como había dicho sobre una de las cosas que podrían suceder por cierto descuido.
— Bien pensado. —Atestiguó el bio-cibernético en aquel silencio mientras estaba cara a cara al afilado pico de la lanza que escapó del retrato. — Pero no bastará con eso.
Ahora como una máquina tuerta, tenía como método usar aquel ojo entre sus cuencas que no había sido dañado por la trampa y con sólo un candelabro de una que otra pequeña flama para poder iluminar el inmenso grupo de sombras acumulado en la mansión. Pudo ver que aquella trampa no fue más que un buen presagio, a pesar de sus intensiones, había llegado a notar en su camino algo más que oscuridad pero sin embargo, con solo una opción. Tres puertas estaban de frente a él, de las cuales una de ellas debería guiarlo a su objetivo o bien, una trampa más con las que había lidiado, si es que podría llegar a sobrevivir a ella.
El bio-cibernético sacó su espada de su vaina, con la que guardó aquella llave en su interior para que justamente después sellase la vaina con el filo de su hoja recientemente abierta. No podría tener en su mano la llave o el candelabro sin verse vulnerable a los ataques del asesino si se aprovechaba del desamparo de su compañero, no le tenía de otra que guardarla para el momento exacto y seguir con su espada en mano mientras se encaminaba en aquel oscuro pasillo que su candelabro recién tomado, a pocas fuerzas, podía iluminarlo en cierta parte por cada paso que Sajin ofrecía al suelo. Sajin ahora parecía comprender la satanización a la oscuridad por parte de los hombres; aquello que no podían ver, que dejaba perdidos a los hombres por la hipnótica negrura que la oscuridad les ofrecía, con un sinfín de horrores por haber escondidos entre las sombras, esperando la oportunidad por cazarlo.
Sus pasos se escuchaban, sus pies metálicos chocaban contra la quejumbrosa y vieja madera del suelo mientras que parecía que cada paso con la que acercaba la luz hacia aquel oscuro abismo del que se encaminaba, parecía no tener fin alguno. Solo podía escuchar los chillidos de las ratas y murciélagos, en ocasiones tenía la suerte de escuchar el sonido de las oxidadas bisagras de las puertas del lugar, causaba la seguridad de que habría algo más allá de lo que parecía ser una oscuridad eterna. La paranoia había doblegado sus capacidades analíticas, solo pensando en las probabilidades de algún terror oculto entre las sombras como una trampa mortífera que podía costar la vida a la máquina tras quedar desprevenido. Iluminaba las paredes gracias a aquel candelabro que tenía en su mano, con lo que pudo notar más retratos en su haber cada vez más que caminaba, algunos destrozados por el pasar del tiempo u otros simplemente empolvados.
— Veamos que es lo que enmascara este polvo. —Dijo, paso sus manos sobre el retrato delicadamente con tal de no destruirlo con sus férreos dedos y, se percató de aquella pintura en la que retrataba a una joven señorita, lucía un aspecto lujoso así como una figura voluptuosa. Quizás para algún hombre hubiese resultado atractivo, pero Sajin estaba indiferente al respecto de la belleza de la mujer retratada. — ¿Qué hace el retrato de una señorita en lo que es sólo el refugio de un asesino repleto de trampas?
El bio-cibernético no lo comprendía, quizás aquel retrato más que yacía empolvado en ese altar, ¿podría ser ella? el bio-cibernético lo desconocía, pero no podía parar de formular hipótesis al respecto. Sus metálicos dedos pasaban suavemente por la textura del retrato, del que pronto una lanza de acero escapó del retrato contra su rostro. Su suerte fue grande tras haber llegado por poco a evitarlo, pero dejando una cicatriz en diagonal pasando por uno de sus ojos. El metal de la lanza contra su coraza había dejado una marca arriba abajo de aquel ojo atacado. Notó como goteaba de su cuenca las lágrimas de sangre que la lanza había llegado a provocar, tocó con sus dedos la sangre que salía de su cuenca y la limpió a partir de estos. Impresionado, la astucia en la que el asesino desenvolvía sus trampas pudo haberle costado su vida tal como había dicho sobre una de las cosas que podrían suceder por cierto descuido.
— Bien pensado. —Atestiguó el bio-cibernético en aquel silencio mientras estaba cara a cara al afilado pico de la lanza que escapó del retrato. — Pero no bastará con eso.
Ahora como una máquina tuerta, tenía como método usar aquel ojo entre sus cuencas que no había sido dañado por la trampa y con sólo un candelabro de una que otra pequeña flama para poder iluminar el inmenso grupo de sombras acumulado en la mansión. Pudo ver que aquella trampa no fue más que un buen presagio, a pesar de sus intensiones, había llegado a notar en su camino algo más que oscuridad pero sin embargo, con solo una opción. Tres puertas estaban de frente a él, de las cuales una de ellas debería guiarlo a su objetivo o bien, una trampa más con las que había lidiado, si es que podría llegar a sobrevivir a ella.
Sajin
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Escuchaba atentamente los sonidos que provenían del otro lado de aquella puerta. Un frío nerviosismo se apoderó de mí, era un sentimiento conocido, la llama de la lucha ardía en mí y esperaba el momento oportuno para salir al encuentro de quién se encontrara cerca. Los ruidos, por muy mitigados que estuviesen delataban a un ser pesado, pero no patoso. Me agaché con la oreja pegada a la madera, controlaba mi respiración para que fuese espaciada y silenciosa. Habían más pasos, esa persona no estaba sola, eran dos. Probablemente me buscaban, parecían llevar una conversación pero no podía estar seguro. Mis ideas se agolpaban y no estaba seguro de las acciones que debería comenzar. Estaba seguro que no estaba nada contento con todo lo que acontecía, no sabía nada del o los residentes de aquél sitio, entonces… cual sería el mejor curso de acciones.
-Osadía- susurré para mi mismo, esa impresión era la que quería dar si era descubierto, pero nada mejor que salir uno mismo al alcance de los problemas antes de que éstos lo encuentren a uno, así la balanza se desequilibra por unos momentos que pueden ser decisivos de una vida o una muerte. Los pasos se acercaban, tomé la aldaba y jalé la puerta hacia mí, pero no tuve la respuesta esperada. La abertura apenas cedió un poco pero probablemente ya había alertado a mis perseguidores misteriosos. Apoyé un pie contra el marco de la puerta y esta vez tiré con toda la fuerza que tenía, haciendo que una lluvia de polvo se esparciera a mi alrededor, afortunadamente tuve el resultado deseado y en menos de lo que dura un parpadeo estuve frente a aquellos malditos que me habían querido hacer bañar.
Amaba esos momentos de tensión y estaba seguro de que mi entrada había sido triunfal, algo ciego aún por el polvo, desenfundé a Azhar y dije fuerte y claro: -Deteneos viles truhanes o separaré vuestras cabezas de sus cuellos por…- bajé el tono reanudando entre dientes y rápidamente -gato mojado- pero al terminar de decir aquello vi a mis contendientes. Una bestia gigante que debía de sacarme al menos medio metro y otro de los míos, pero este entre las sombras, expectante, calculador. Debía de tener cuidado con ellos. Levanté el mentón. Di un paso hacia atrás con cierto orgullo y alcé la vista para mirar a la criatura -una bestia inmensa, no entiendo por qué los bajos métodos si podíamos tener una lucha abierta- comenté en tono sereno y bajo. -Supongo entonces que vos sos el culpable- acusé con la espada apuntando su vientre a la distancia.
-Osadía- susurré para mi mismo, esa impresión era la que quería dar si era descubierto, pero nada mejor que salir uno mismo al alcance de los problemas antes de que éstos lo encuentren a uno, así la balanza se desequilibra por unos momentos que pueden ser decisivos de una vida o una muerte. Los pasos se acercaban, tomé la aldaba y jalé la puerta hacia mí, pero no tuve la respuesta esperada. La abertura apenas cedió un poco pero probablemente ya había alertado a mis perseguidores misteriosos. Apoyé un pie contra el marco de la puerta y esta vez tiré con toda la fuerza que tenía, haciendo que una lluvia de polvo se esparciera a mi alrededor, afortunadamente tuve el resultado deseado y en menos de lo que dura un parpadeo estuve frente a aquellos malditos que me habían querido hacer bañar.
Amaba esos momentos de tensión y estaba seguro de que mi entrada había sido triunfal, algo ciego aún por el polvo, desenfundé a Azhar y dije fuerte y claro: -Deteneos viles truhanes o separaré vuestras cabezas de sus cuellos por…- bajé el tono reanudando entre dientes y rápidamente -gato mojado- pero al terminar de decir aquello vi a mis contendientes. Una bestia gigante que debía de sacarme al menos medio metro y otro de los míos, pero este entre las sombras, expectante, calculador. Debía de tener cuidado con ellos. Levanté el mentón. Di un paso hacia atrás con cierto orgullo y alcé la vista para mirar a la criatura -una bestia inmensa, no entiendo por qué los bajos métodos si podíamos tener una lucha abierta- comenté en tono sereno y bajo. -Supongo entonces que vos sos el culpable- acusé con la espada apuntando su vientre a la distancia.
Maximilian Deus
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
La mujer bestia asintió con la cabeza cuando el individuo le habló de lo que buscaba. Una mujer. Algo en la forma en la que lo dijo, en su tono quizás, hizo que Vael pensara que se trataba de alguien importante para él. Casi sin darse cuenta, la joven comenzaba a "confiar" un poco en aquel hombre. Eso no debía pasar. Se reprendió mentalmente. Necesitaba mantenerse alerta. Ya había sido testigo de lo raudo y silencioso que era... Y sin embargo, ella sabía que si hubiera querido matarla, podría haberlo hecho a esas alturas. Podía estar jugando con ella, pero a Vael le costaba verlo como un asesino.
-¿P-puedo saber tu nombre? -Quiso saber en un momento dado. Ella no era consciente de sus mentiras. Aunque sospechaba que quizás no era del todo sincero... ¿cómo podía saberlo en realidad? Vael no era precisamente una persona aguda ni perspicaz a la hora de engañar o descubrir un engaño.
Ella se encogió levemente de hombros ante las nuevas palabras del hombre, mientras contemplaba un antiguo retrato deslucido por el tiempo. -N-no estoy segura... es decir... ¿c-cómo decidir si alguien merece o no m-morir? Incluso cuando no tienes otro remedio...- Sin embargo, dejó de divagar cuando el hombre le indicó que tenían compañía. Tan pendiente estaba de su entorno inmediato, y de aquel hombre, que su oído no había detectado la nueva presencia.
Vael miró al recién llegado con sorpresa. ¿Podía ser acaso la persona que estaba buscando? Su acompañante parecía seguro de que así era.
La sorpresa llevó a la confusión y, de nuevo, a un estado de alerta, el hombre llevaba una espada en la mano y parecía dispuesto a atacar. Dijo algo, que la mujer bestia no comprendió del todo mientras la evaluaba. Luego el recién llegado pasó su atención al hombre que la acompañaba.
-U-un momento... ¿el culpable de qué? ¿quién eres? - Le preguntó la joven bestia alzando las manos intentando apaciguar los ánimos, tratando evitar que el asunto llegara a un derramamiento de sangre. No las tenía todas consigo. Parecía poco probable salir de la situación sin luchar. De llegar a las manos no estaba segura de a qué parte debía ayudar. ¿Era él el Vigilante? ¿Lo era su compañero? Si estaban intentando confundirla... bueno, lo estaban logrando.
-M-mi nombre es Vael y estoy buscando a un supuesto criminal...- Comenzó a hablar. Esperando que el hombre siguiera su ejemplo. Ella había evitado entrar en detalles de forma consciente, pues temía que si el recién llegado era realmente quién buscaba, huyera o atacara al saberse arrinconado. No olvidaba tampoco al dueño de la mansión, de quién aún no se fiaba completamente.
En cualquier caso, no pensaba relajar un músculo hasta que tuviera la certeza de saber qué pasaba y... por todos los dioses, ¿qué hacía tanta gente en aquella mansión abandonada?
-¿P-puedo saber tu nombre? -Quiso saber en un momento dado. Ella no era consciente de sus mentiras. Aunque sospechaba que quizás no era del todo sincero... ¿cómo podía saberlo en realidad? Vael no era precisamente una persona aguda ni perspicaz a la hora de engañar o descubrir un engaño.
Ella se encogió levemente de hombros ante las nuevas palabras del hombre, mientras contemplaba un antiguo retrato deslucido por el tiempo. -N-no estoy segura... es decir... ¿c-cómo decidir si alguien merece o no m-morir? Incluso cuando no tienes otro remedio...- Sin embargo, dejó de divagar cuando el hombre le indicó que tenían compañía. Tan pendiente estaba de su entorno inmediato, y de aquel hombre, que su oído no había detectado la nueva presencia.
Vael miró al recién llegado con sorpresa. ¿Podía ser acaso la persona que estaba buscando? Su acompañante parecía seguro de que así era.
La sorpresa llevó a la confusión y, de nuevo, a un estado de alerta, el hombre llevaba una espada en la mano y parecía dispuesto a atacar. Dijo algo, que la mujer bestia no comprendió del todo mientras la evaluaba. Luego el recién llegado pasó su atención al hombre que la acompañaba.
-U-un momento... ¿el culpable de qué? ¿quién eres? - Le preguntó la joven bestia alzando las manos intentando apaciguar los ánimos, tratando evitar que el asunto llegara a un derramamiento de sangre. No las tenía todas consigo. Parecía poco probable salir de la situación sin luchar. De llegar a las manos no estaba segura de a qué parte debía ayudar. ¿Era él el Vigilante? ¿Lo era su compañero? Si estaban intentando confundirla... bueno, lo estaban logrando.
-M-mi nombre es Vael y estoy buscando a un supuesto criminal...- Comenzó a hablar. Esperando que el hombre siguiera su ejemplo. Ella había evitado entrar en detalles de forma consciente, pues temía que si el recién llegado era realmente quién buscaba, huyera o atacara al saberse arrinconado. No olvidaba tampoco al dueño de la mansión, de quién aún no se fiaba completamente.
En cualquier caso, no pensaba relajar un músculo hasta que tuviera la certeza de saber qué pasaba y... por todos los dioses, ¿qué hacía tanta gente en aquella mansión abandonada?
Vael
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
- Debido a la falta de tiempo no me puedo explayar mucho, así que esta vez tenéis directamente las instrucciones, siento la carencia de contenido, de ser posible la supliré en futuras actualizaciones.
- Leon, el cofre que abres contiene un centenar de baratijas, y al fondo del mismo se encuentra una llave de plata desgastada por los años, como ha llegado hasta ahí es un misterio, pero un pequeño símbolo gravado en ella indica que es, cuanto menos, importante. La única puerta que hay en el sótano conduce hasta el piso superior, lugar dónde te encontrarás con un grupo pequeño grupo de los recién llegados, los cuales te confunden con el vigilante y no parecen ser del tipo de personas que se para a pensar las cosas antes de actuar. Tienes dos turnos para deshacerte de ellos por cualquier medio posible, al final del segundo turno lanzarás la voluntad de los dioses para decidir tu suerte.
- Sajin, después de examinar las tres puertas que tienes frente a ti no puedes abrir ninguna, sin embargo averiguas que solo la central posee dos cerraduras, una en la parte izquierda de la puerta, con un pequeño seis sobre ella y otra en la parte derecha, con un símbolo que no reconoces, antes de que puedas pensar siquiera como atravesar dicha puerta, de forma similar a Leon, un grupo de desconocidos te rodea, y llamándote "Vigilante" cargan contra ti, pero no solo eso, la presencia que parecía haberte abandonado vuelve. Tienes dos turnos para deshacerte de ellos por cualquier medio posible, al final del segundo turno lanzarás la voluntad de los dioses para decidir tu suerte.
- Maximiliam y Vael, el Vigilante que hasta hacia unos minutos parecia divertido con lo que hacíais, cambia el gesto repentinamente y sin decir nada se marcha corriendo por uno de los pasillos hasta que lo perdéis de vista, en este momento, los mercenarios contratados por la guardia llegan hasta dónde estáis, estos se ponen inmediatamente en contra de Vael a causa de su aspecto. Maximiliman, puedes escoger entre ayudar a la desconocida mujer-bestia que tienes ante ti, o seguir al individuo que acaba de marcharse del lugar y dejarla batirse contra los mercenarios por su cuenta. Cualquier opción que elijáis debe ser resuelta en dos turnos, siendo al final del segundo cuando lanzareis la voluntad de los dioses.
Fehu
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
León se sentía ligeramente desanimado, solo habían baratijas en el cofre, nada joyas, ni cosas utiles, solo basura, aun así siguió buscando entre los objetos, de vez en cuando bromeando para sí mismo, como cuando tomo un par de guantes apolillados de mujer y se los coloco solo para ver si le quedaban o no, cuando estaba a punto de tirar los guantes de vuelta al cofre vio algo brillante, al sacarlo se fijó que era una vieja y pequeña llave
–Brilla – pensó con un poco de mejor humor, le dio la vuelta descubriendo que en una de las caras del arco poseía un elaborado diseño – tengo la corazonada de que esta pequeña llave es importante, tal vez lo más valioso del baúl, será mejor guardarla.
De forma brusca guardo la llave y se sacó los guantes, se estiro un poco y le dio otro vistazo a la pieza donde estaba, fijándose esta vez en la puerta a la cual no había prestado gran importancia por creerla cerrada, ahora sin embargo algo —Tal vez motivado por el brillante descubrimiento— le dijo que tratara de abrirla, al hacerlo pudo comprobar con nuevas energías que se había equivocado en sus primeros pensamientos pesimistas, empezó a subir por unas mohosas escaleras que rogaba no se partieran bajo su peso, llego a la que pensó sería la primera planta o la segunda, no importaba cuál de las dos fuera si no estaba inundada de agua, ratas muertas y vinos avinagrados. Sus pasos dejaban pequeños charcos de agua en el empolvado piso, el pelo poco a poco iba perdiendo agua lo cual lo ayudaba a moverse con mayor facilidad, pero seguía sintiendo los brazos pesados y adoloridos, además de un ligero dolor de cabeza.
-Donde estará ese Bio, mm, algo huele extraño aquí…
León siguió avanzando, cada vez mas suspicaz sobre lo que ocurría, algo no le olía nada bien, era peor que antes, todo pelo no húmedo de su cuerpo de erizaba ante la sensación de peligro, al cruzar la cuarta puerta que encontraba abierta vio un pequeño grupo de tres personas inclinadas contra el suelo y viendo unos pasos felinos llenos de humedad; Sus pasos, –genial, he estado caminando en círculos, muy inteligente el darte cuenta de inmediato León. Tal vez ellos sepan algo del bio o del vigilante, también podrían ser enemigos, mejor me retirare con mucho cuidado”– León dio un paso atrás pero al parecer aquella casa le odiaba porque la tabla crujió con gran fuerza alertando a las tres personas. Estas levantaron la cabeza como conejos asustados, sus ojos parecían enloquecidos, los tres estaban tan tensos como la cuerda de un arco, se aferraban a sus armas como si la vida se les fuera en ello, un ruido entendible salió de la boca de uno de ellos, los otros emitieron alguna especie de chillido como si hubieran pisado una cucaracha sin zapatos.
-Emm… ¿Hola?
-¡El vigilante!- Chillo uno de ellos, por la agudeza en su voz León pudo inferir que era una mujer algo histérica, cosa que comprobó cuando irracionalmente la misma persona se le tiro espada en mano
-Un momento... ¿qué?, no, no yo no...
Las otras dos personas estallaron al escuchar las palabras de la mujer tirándose contra León, quien abrumado por lo abrupto del ataque solo atino a esquivar los ataques, tal vez si no quisiera que luego le dolieran los brazos abría descolgado su hacha y les habría enfrentado, pero debido a su estado físico pensó que mejor serias perderlos, por lo que luego de esquivar lo mejor que pudo a sus tres atacantes se escabullo por la primera puerta que vio rogando que no fuera la que daba al sótano.
–Brilla – pensó con un poco de mejor humor, le dio la vuelta descubriendo que en una de las caras del arco poseía un elaborado diseño – tengo la corazonada de que esta pequeña llave es importante, tal vez lo más valioso del baúl, será mejor guardarla.
De forma brusca guardo la llave y se sacó los guantes, se estiro un poco y le dio otro vistazo a la pieza donde estaba, fijándose esta vez en la puerta a la cual no había prestado gran importancia por creerla cerrada, ahora sin embargo algo —Tal vez motivado por el brillante descubrimiento— le dijo que tratara de abrirla, al hacerlo pudo comprobar con nuevas energías que se había equivocado en sus primeros pensamientos pesimistas, empezó a subir por unas mohosas escaleras que rogaba no se partieran bajo su peso, llego a la que pensó sería la primera planta o la segunda, no importaba cuál de las dos fuera si no estaba inundada de agua, ratas muertas y vinos avinagrados. Sus pasos dejaban pequeños charcos de agua en el empolvado piso, el pelo poco a poco iba perdiendo agua lo cual lo ayudaba a moverse con mayor facilidad, pero seguía sintiendo los brazos pesados y adoloridos, además de un ligero dolor de cabeza.
-Donde estará ese Bio, mm, algo huele extraño aquí…
León siguió avanzando, cada vez mas suspicaz sobre lo que ocurría, algo no le olía nada bien, era peor que antes, todo pelo no húmedo de su cuerpo de erizaba ante la sensación de peligro, al cruzar la cuarta puerta que encontraba abierta vio un pequeño grupo de tres personas inclinadas contra el suelo y viendo unos pasos felinos llenos de humedad; Sus pasos, –genial, he estado caminando en círculos, muy inteligente el darte cuenta de inmediato León. Tal vez ellos sepan algo del bio o del vigilante, también podrían ser enemigos, mejor me retirare con mucho cuidado”– León dio un paso atrás pero al parecer aquella casa le odiaba porque la tabla crujió con gran fuerza alertando a las tres personas. Estas levantaron la cabeza como conejos asustados, sus ojos parecían enloquecidos, los tres estaban tan tensos como la cuerda de un arco, se aferraban a sus armas como si la vida se les fuera en ello, un ruido entendible salió de la boca de uno de ellos, los otros emitieron alguna especie de chillido como si hubieran pisado una cucaracha sin zapatos.
-Emm… ¿Hola?
-¡El vigilante!- Chillo uno de ellos, por la agudeza en su voz León pudo inferir que era una mujer algo histérica, cosa que comprobó cuando irracionalmente la misma persona se le tiro espada en mano
-Un momento... ¿qué?, no, no yo no...
Las otras dos personas estallaron al escuchar las palabras de la mujer tirándose contra León, quien abrumado por lo abrupto del ataque solo atino a esquivar los ataques, tal vez si no quisiera que luego le dolieran los brazos abría descolgado su hacha y les habría enfrentado, pero debido a su estado físico pensó que mejor serias perderlos, por lo que luego de esquivar lo mejor que pudo a sus tres atacantes se escabullo por la primera puerta que vio rogando que no fuera la que daba al sótano.
Leon Alexander
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
La madera de cada una de las puertas era de un negro similar al ébano; tenían un arco gótico que hacía juego con el depresivo ambiente de la mansión, las telarañas y los pequeños cráneos de las ratas eran adornos que jugaban gran parte para aquella oscura interpretación del lugar. El empolvado de las puertas era leve, pero cada una de ellas carecía de una cerradura como para poder entrar en los parajes que prometían, excepto una. El bio-cibernético caminaba de una forma un tanto torpe hacia la puerta principal en el intermedio de las otras dos, la herida en su ojo le dificultaba guiarse y más cuando se trataba de la oscuridad que había en aquella noche de la que ni siquiera la más tenue luz de la luna era capaz de reflejarse, solo con un candelabro que no era del todo confiable de que sus pequeñas flamas pudiesen seguir en pie con los fríos y fantasmagóricos vientos que entraban en las ventanas empolvadas de cristales que solo reflejaban la siniestra noche, las estrellas no eran más que diminutos puntos blancos en un vacío negro desde la perspectiva de las ventanas.
Su mano de acero pasaba lentamente como una caricia por la vieja y extrañamente cuidada madera de la puerta con un total de dos cerraduras, pero el metal del que se conformaban parecía demostrar ciertos ataques de la oxidación a su imagen, lo que daba un aire de que resultaría tan complicada como la puerta de la que lamentablemente su compañero no tuvo la misma suerte que él. Abrió su mandíbula, una prótesis de metal puro y hecho hasta su nuez de adán, para justamente dejar un pequeño soplido en aquellas cerraduras que habían quedado empolvadas por el pasar del tiempo. Reajusto una vez más la mandíbula con una de sus manos, mientras que veía de una manera más meticulosa y cuidada a cada una de las cerraduras, que mantenían un aspecto victoriano así como el no tan cuidado y viejo contorno de las paredes.
Cuidadosamente verificó aquellos símbolos en cada una de las cerraduras, de las que únicamente pudo identificar un seis entre una de ellas. Probablemente se trataba de alguna especie de engaño el deseo de incitar a su curiosidad a abrir la cerradura de símbolo desconocido, o tal vez era el seis que meritaba tratarse de que su llave siguiese a el número de esta de manera cronológica. La situación que tenía en frente parecía tratar de ser una especie de juego macabro por ver la capacidad mental y física que tenía el bio-cibernético contra las trampas del Vigilante. Parecía ser fácil para el espadachín hasta la llegada inesperada de un empujón telequinético contra su ser, arrojando su férreo cuerpo contra la puerta que analizaba. Aquel fuerte empujón había provocado que el viento cayese sobre las flamas de su candelabro, dejándolo en medio de la oscuridad.
Se ocultó sigilosamente contra una de las puertas de sus lados, pero el ojo carmesí de su frente no le serviría de mucho para ocultarse. Arrojo el candelabro contra el suelo, para que de alguna forma lo que sea que estuviese en la penumbra de la oscuridad, se desorientase por igual de la ubicación de su enemigo. Pudo escuchar una voz de carácter testarudo y cascarrabias venir de la oscuridad.
— No sé en que diablos pensaba la gente diciendo que los brujos eran de las razas más cultas en Aerandir. —Dijo aquella voz, parecía venir de un hombre mayor. — ¡Ahora no podré identificarlo y disparar un buen flechazo en el cráneo del Vigilante!
— Cállate. —Le contestó el que parecía haber hecho aquel golpe de telequinesis, con una voz mucho más joven de la que su compañero. — Le hubiese aplastado el cráneo contra la puerta pero llegó a aguantarlo, no sé como demonios. Parece estar acorazado.
— ¿Acorazado? —Respondió el arquero. — ¿Qué asesino es tan tonto para usar una armadura? ¿cómo es que escapaba sin cansarse de sus homicidios?
— ¿Tu crees que voy a saber? —El hechicero había respondido esta vez más desesperado y enojado que su compañero. — ¡Lo que debes de preocuparte es en atinarle en la cabeza y no en la armadura, yo me encargaré de aplastarla junto a sus huesos! ¡Mi magia en estos momentos es mucho más útil que tus juguetes!
— Usch. —Suspiró el arquero. — Siempre supe que los brujos eráis unos arrogantes, pero como sea, tu plan no tendrá efecto si no logró ver al desgraciado.
Una flecha había salido volando contra el bio-cibernético en la penumbra de la oscuridad de manera imprevista luego de unos minutos, a su suerte había atinado a la puerta pero casi tan cerca de atinar en la luz roja de su frente. Rodó para apegarse a la cobertura de otra de las puertas que tenía a su alrededor, esperando que esta vez no llegase a alcanzarlo una flecha más en su escondite.
— ¿Viste eso? ¿verdad? —Comentó el arquero, parecía mas alegre esta vez. — ¡Hay un pequeño punto rojo en la oscuridad, es muy pequeño pero podría ser del Vigilante!
— ¡Pensaba que sólo eras un cabeza de chorlito como los demás elfos! —Dijo de una forma más decidida pero a su vez arrogante aquel brujo de habilidades mentales. —Busquemos al bastardo y pronto beberemos como reyes con el oro de la Guardia. De seguro nos darán mucha reputación como mercenarios eficaces a los demás reinos.
— Esto es increíble. —Comentaba desde lo profundo de su mente como pensamiento el bio-cibernético, mientras intentaba formular alguna deducción para el problema en la discreción de las sombras. — Ni siquiera un elfo mantiene la pureza que supone el cargo de su raza en el mundo, el oro los ha hecho más asesinos que moradores del bien. Pero tengo entendido que, no son malos ni buenos y todo ello no es más que su recreación en la sociedad tras la identificación de todo lo bueno para la voluntad de poder de estos sujetos, pero demuestra ser sumamente débil ante la avaricia...
— Estarás muerto antes de que puedas seguir con una filosofía ante la psicología de estos humanoides en la sociedad y el porque de su mal. —Argumentó aquella voz que se había presentado antes en el subconsciente de Sajin, su conocida antítesis. — Vamos, deja de tratar de querer entender la crueldad de las demás razas. Solo eres una parodia que mientras más se acerca al parentesco con el ser humano, más repulsivo lo ve ese último.
Las duras palabras que conllevaron a la entrada de Jinsa dejaron a Sajin callado, tal vez solo para escuchar las palabras de Jinsa del que una obstinación y rechazo a su otro yo probablemente lo haría caer en las consecuencias de morir o quedar mucho más tuerto que antes con una flecha en el ojo.
— Veo por tus ojos y pienso dentro de ti. —Proseguía su cruel y anti-heroico compañero, que parecía tener una estratagema contra sus enemigos con tal de que este pudiese disfrutar del deleite prohibido que Sajin le negaba. — Las ventanas, ¿no te haz dado cuenta que en determinado momento la luz de la luna llena ilumina esos ventanales? no pareces haber entendido aquella frase de ese anciano que se amedrentaba fácilmente, así que, es mi turno.
Su mano de acero pasaba lentamente como una caricia por la vieja y extrañamente cuidada madera de la puerta con un total de dos cerraduras, pero el metal del que se conformaban parecía demostrar ciertos ataques de la oxidación a su imagen, lo que daba un aire de que resultaría tan complicada como la puerta de la que lamentablemente su compañero no tuvo la misma suerte que él. Abrió su mandíbula, una prótesis de metal puro y hecho hasta su nuez de adán, para justamente dejar un pequeño soplido en aquellas cerraduras que habían quedado empolvadas por el pasar del tiempo. Reajusto una vez más la mandíbula con una de sus manos, mientras que veía de una manera más meticulosa y cuidada a cada una de las cerraduras, que mantenían un aspecto victoriano así como el no tan cuidado y viejo contorno de las paredes.
Cuidadosamente verificó aquellos símbolos en cada una de las cerraduras, de las que únicamente pudo identificar un seis entre una de ellas. Probablemente se trataba de alguna especie de engaño el deseo de incitar a su curiosidad a abrir la cerradura de símbolo desconocido, o tal vez era el seis que meritaba tratarse de que su llave siguiese a el número de esta de manera cronológica. La situación que tenía en frente parecía tratar de ser una especie de juego macabro por ver la capacidad mental y física que tenía el bio-cibernético contra las trampas del Vigilante. Parecía ser fácil para el espadachín hasta la llegada inesperada de un empujón telequinético contra su ser, arrojando su férreo cuerpo contra la puerta que analizaba. Aquel fuerte empujón había provocado que el viento cayese sobre las flamas de su candelabro, dejándolo en medio de la oscuridad.
Se ocultó sigilosamente contra una de las puertas de sus lados, pero el ojo carmesí de su frente no le serviría de mucho para ocultarse. Arrojo el candelabro contra el suelo, para que de alguna forma lo que sea que estuviese en la penumbra de la oscuridad, se desorientase por igual de la ubicación de su enemigo. Pudo escuchar una voz de carácter testarudo y cascarrabias venir de la oscuridad.
— No sé en que diablos pensaba la gente diciendo que los brujos eran de las razas más cultas en Aerandir. —Dijo aquella voz, parecía venir de un hombre mayor. — ¡Ahora no podré identificarlo y disparar un buen flechazo en el cráneo del Vigilante!
— Cállate. —Le contestó el que parecía haber hecho aquel golpe de telequinesis, con una voz mucho más joven de la que su compañero. — Le hubiese aplastado el cráneo contra la puerta pero llegó a aguantarlo, no sé como demonios. Parece estar acorazado.
— ¿Acorazado? —Respondió el arquero. — ¿Qué asesino es tan tonto para usar una armadura? ¿cómo es que escapaba sin cansarse de sus homicidios?
— ¿Tu crees que voy a saber? —El hechicero había respondido esta vez más desesperado y enojado que su compañero. — ¡Lo que debes de preocuparte es en atinarle en la cabeza y no en la armadura, yo me encargaré de aplastarla junto a sus huesos! ¡Mi magia en estos momentos es mucho más útil que tus juguetes!
— Usch. —Suspiró el arquero. — Siempre supe que los brujos eráis unos arrogantes, pero como sea, tu plan no tendrá efecto si no logró ver al desgraciado.
Una flecha había salido volando contra el bio-cibernético en la penumbra de la oscuridad de manera imprevista luego de unos minutos, a su suerte había atinado a la puerta pero casi tan cerca de atinar en la luz roja de su frente. Rodó para apegarse a la cobertura de otra de las puertas que tenía a su alrededor, esperando que esta vez no llegase a alcanzarlo una flecha más en su escondite.
— ¿Viste eso? ¿verdad? —Comentó el arquero, parecía mas alegre esta vez. — ¡Hay un pequeño punto rojo en la oscuridad, es muy pequeño pero podría ser del Vigilante!
— ¡Pensaba que sólo eras un cabeza de chorlito como los demás elfos! —Dijo de una forma más decidida pero a su vez arrogante aquel brujo de habilidades mentales. —Busquemos al bastardo y pronto beberemos como reyes con el oro de la Guardia. De seguro nos darán mucha reputación como mercenarios eficaces a los demás reinos.
— Esto es increíble. —Comentaba desde lo profundo de su mente como pensamiento el bio-cibernético, mientras intentaba formular alguna deducción para el problema en la discreción de las sombras. — Ni siquiera un elfo mantiene la pureza que supone el cargo de su raza en el mundo, el oro los ha hecho más asesinos que moradores del bien. Pero tengo entendido que, no son malos ni buenos y todo ello no es más que su recreación en la sociedad tras la identificación de todo lo bueno para la voluntad de poder de estos sujetos, pero demuestra ser sumamente débil ante la avaricia...
— Estarás muerto antes de que puedas seguir con una filosofía ante la psicología de estos humanoides en la sociedad y el porque de su mal. —Argumentó aquella voz que se había presentado antes en el subconsciente de Sajin, su conocida antítesis. — Vamos, deja de tratar de querer entender la crueldad de las demás razas. Solo eres una parodia que mientras más se acerca al parentesco con el ser humano, más repulsivo lo ve ese último.
Las duras palabras que conllevaron a la entrada de Jinsa dejaron a Sajin callado, tal vez solo para escuchar las palabras de Jinsa del que una obstinación y rechazo a su otro yo probablemente lo haría caer en las consecuencias de morir o quedar mucho más tuerto que antes con una flecha en el ojo.
— Veo por tus ojos y pienso dentro de ti. —Proseguía su cruel y anti-heroico compañero, que parecía tener una estratagema contra sus enemigos con tal de que este pudiese disfrutar del deleite prohibido que Sajin le negaba. — Las ventanas, ¿no te haz dado cuenta que en determinado momento la luz de la luna llena ilumina esos ventanales? no pareces haber entendido aquella frase de ese anciano que se amedrentaba fácilmente, así que, es mi turno.
Sajin
Honorable
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
La gran bestia tenía expresiones humanoides. Sin duda debía de ser uno de esos hombres bestia aborrecibles. Por su carga de armas parecía ser un mercenario también. Maximilian Deus no era un hombre que se preciara de permitir a sus enemigos ver sus expresiones, sobre todo las que podían demostrar sus emociones más profundas, en ese momento solamente sentía un profundo disgusto ante sus adversarios. La máscara cubría medianamente sus facciones crispadas, sin embargo, aquél desprecio se convirtió en sorpresa al ver cómo ela segunda figura desaparecía tras su muralla de carne y hueso luego de que ésta, sorpresivamente, demostrara su capacidad del habla y raciocinio.
“Vael” ese nombre me daba vueltas en la cabeza. No era precisamente una forma de llamar a un guerrero. La semilla de la duda se había plantado en mi cabeza, le di una ojeada más a mi adversario y volví a dar un paso hacia atrás manteniendo la estanza. Su compañero era veloz y me había sacado una buena ventaja… aunque venciera a la gran bestia, eso no quería decir que le alcanzara en ese lugar desconocido y lleno de trampas. Por otro lado, si enfrentaba debidamente a ese… “ser” podría, con suerte, sacarle algo más de información. -Max- respondí entrecortado bajando unas décimas el filo de la espada. -Vine por la cabeza del asesino. ¿Qué hay de tu amigo?- pregunté apuntando con la barbilla la dirección en la que él había desaparecido. -¿Le tienes confianza? ¡Responde! Bestia o acabaré primero contigo- amenacé. Mi voz era calma, tenía el resto de la noche para rastrear al cretino que había intentado matarme. Mi venganza era lenta, pero caía inexorable como un mazo sobre el cuello de aquellos quienes habían hecho de mí su enemigo.
El escrutinio de aquél que estaba frente a mí tuvo que esperar, ya que en poco tiempo nos vimos rodeados por unos siniestros a paga. -Que mal- murmuré al ver que el objetivo de ellos era la bestia. Caminé unos pasos para alejarme de la situación, pero luego me arrepentí. Era una oportunidad única de librar al mundo de un hombre bestia como ese, pero… si había algo por lo que había hecho de esa raza mis enemigos, era su capacidad de lucha. Por ende, no podría haber un mejor aliado en momentos como ese. Un ser tan mediocre… pero a su vez tan noble. No tenía la culpa de haber nacido amorfo. Tenía que poner a un lado mi rencor…Enfundé a Azhar y exhalé un largo suspiro. -Vente para aquí tú- espeté pescando al primer mercenario del cuello para hacerle una llave y tumbarlo de espaldas al piso, dejándolo sin aire tendido. Los siguientes ya estaban alertas, pero eso también era algo que había estado esperando.
-¿Qué no ven que no es un vampiro? Tienen al asesino equivocado- afirmé lo suficientemente alto como para que me escucharan sobre el barullo, pero no tanto como para que traspasara las paredes, y con lo dicho, abrí mi boca para mostrar una sonrisa perfectamente asesina. Confiaba en mis habilidades de lucha cuerpo a cuerpo y quería entrar en calor para deshacerme así de los escalofríos que comenzaban a atacarme por la buena mojadura que me habían hecho dar.
Off rol: Perdón por no aparecerme sin dejar rastros. No digo que vuelva a pasar, pero de ser así, pueden disponer de mi.
Off2: Vael, ese trato despectivo incluye la psicología de mi personaje, no al user. Que me caes super bien
“Vael” ese nombre me daba vueltas en la cabeza. No era precisamente una forma de llamar a un guerrero. La semilla de la duda se había plantado en mi cabeza, le di una ojeada más a mi adversario y volví a dar un paso hacia atrás manteniendo la estanza. Su compañero era veloz y me había sacado una buena ventaja… aunque venciera a la gran bestia, eso no quería decir que le alcanzara en ese lugar desconocido y lleno de trampas. Por otro lado, si enfrentaba debidamente a ese… “ser” podría, con suerte, sacarle algo más de información. -Max- respondí entrecortado bajando unas décimas el filo de la espada. -Vine por la cabeza del asesino. ¿Qué hay de tu amigo?- pregunté apuntando con la barbilla la dirección en la que él había desaparecido. -¿Le tienes confianza? ¡Responde! Bestia o acabaré primero contigo- amenacé. Mi voz era calma, tenía el resto de la noche para rastrear al cretino que había intentado matarme. Mi venganza era lenta, pero caía inexorable como un mazo sobre el cuello de aquellos quienes habían hecho de mí su enemigo.
El escrutinio de aquél que estaba frente a mí tuvo que esperar, ya que en poco tiempo nos vimos rodeados por unos siniestros a paga. -Que mal- murmuré al ver que el objetivo de ellos era la bestia. Caminé unos pasos para alejarme de la situación, pero luego me arrepentí. Era una oportunidad única de librar al mundo de un hombre bestia como ese, pero… si había algo por lo que había hecho de esa raza mis enemigos, era su capacidad de lucha. Por ende, no podría haber un mejor aliado en momentos como ese. Un ser tan mediocre… pero a su vez tan noble. No tenía la culpa de haber nacido amorfo. Tenía que poner a un lado mi rencor…Enfundé a Azhar y exhalé un largo suspiro. -Vente para aquí tú- espeté pescando al primer mercenario del cuello para hacerle una llave y tumbarlo de espaldas al piso, dejándolo sin aire tendido. Los siguientes ya estaban alertas, pero eso también era algo que había estado esperando.
-¿Qué no ven que no es un vampiro? Tienen al asesino equivocado- afirmé lo suficientemente alto como para que me escucharan sobre el barullo, pero no tanto como para que traspasara las paredes, y con lo dicho, abrí mi boca para mostrar una sonrisa perfectamente asesina. Confiaba en mis habilidades de lucha cuerpo a cuerpo y quería entrar en calor para deshacerme así de los escalofríos que comenzaban a atacarme por la buena mojadura que me habían hecho dar.
Off rol: Perdón por no aparecerme sin dejar rastros. No digo que vuelva a pasar, pero de ser así, pueden disponer de mi.
Off2: Vael, ese trato despectivo incluye la psicología de mi personaje, no al user. Que me caes super bien
Maximilian Deus
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Tenía visita, demasiada, no era normal, ni para los estándares de Blackwell ¿Es que acaso la guardia había pedido la paciencia? ¿Habían decidido derribar su hogar a pesar de que lo único que lo unía a él eran habladurías? Un pequeño ejército de mercenarios había irrumpido en su propiedad, en su hogar, y junto a los primeros cuatro invitados, estaban destruyéndolo todo.
Afortunadamente sus nuevos invitados y las pobres almas con las que había estado jugando hasta hacia unos instantes no se conocían y, por lo que parecía, luchaban entre sí.
Sonrió ampliamente y observó cautelosamente como la máquina que estaba cerca del lugar más sagrado de su mansión se cruzaba con varios de los nuevos agresores. Había dejado a uno de sus hermanos vampiros y a la interesante mujer bestia atrás con los demás, pero aquello era más importante, no poda permitir que nadie cruzase la puerta.
Le tranquilizaba saber qué hacía mucho tiempo que las llaves se habían extraviado, hacía años que la puerta que se encontraba tras el Bio-Cibernetico estaba cerrada, ni el mismo sabia donde estaban las llaves que abrían aquel lugar; Pero no podía descartar que aquellos seres sedientos de codicia la tiraran abajo por mera fuerza bruta.
Lentamente desenvainó la espada que llevaba atada al cinto, no le quedaba más remedio que actuar.
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EDIT TRAS 24 HORAS:
Afortunadamente sus nuevos invitados y las pobres almas con las que había estado jugando hasta hacia unos instantes no se conocían y, por lo que parecía, luchaban entre sí.
Sonrió ampliamente y observó cautelosamente como la máquina que estaba cerca del lugar más sagrado de su mansión se cruzaba con varios de los nuevos agresores. Había dejado a uno de sus hermanos vampiros y a la interesante mujer bestia atrás con los demás, pero aquello era más importante, no poda permitir que nadie cruzase la puerta.
Le tranquilizaba saber qué hacía mucho tiempo que las llaves se habían extraviado, hacía años que la puerta que se encontraba tras el Bio-Cibernetico estaba cerrada, ni el mismo sabia donde estaban las llaves que abrían aquel lugar; Pero no podía descartar que aquellos seres sedientos de codicia la tiraran abajo por mera fuerza bruta.
Lentamente desenvainó la espada que llevaba atada al cinto, no le quedaba más remedio que actuar.
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- Tanto Sajin como Leon tienen carta blanca para decir como deben lidiar con sus atacantes, lanzaran la voluntad de los dioses dioses para que pueda saber su porvenir.
- Vael, debido a tu pasividad eres apresada por los mercenarios y pasas a estar bajo custodia de la guarda, asegúrate de mandarme un MP.
- Maximilian, los mercenarios que apresan a Vael hacen caso omiso a tus palabras y aún cuando has tratado de ayudar te encaran, puedes lidiar con el problema según prefieras, deberás lanzar la voluntad de los dioses.
- A partir de este mismo instante, todo aquel que se retrase más de 24 horas en actualizar la quest, será penalizado severamente.
EDIT TRAS 24 HORAS:
- Leon es apresado por los mercenarios debido a su pasividad, estos le entregan a la guardia pensando que es el vigilante y, como Vael, queda fuera de la Quest. Enviame un MP.
Fehu
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
La oscuridad era la trampa principal en la mansión, pero a su vez era el arma secreta que podía usar contra sus atacantes. La luna por fin había resplandecido los ventanales con su hipnótico brillo, era la oportunidad para el bio-cibernético. Pero en su caso, él no se encargaría de sus enemigos que tenía cara a cara que, sin mínima compasión ante él, sería como así mismo el cibernético respondería. Pero Sajin no sería el que respondería ante tal caso, tan sólo su personalidad más oscura, más humana: Jinsa. Lo más reprimido de su naturaleza artificial, insatisfecha, estaba de regreso y con las ganas perfectas para poder arrebatar una vida para atrapar a la próxima. El fin justifica los medios, esa era su filosofía en aquel momento.
Brujo y elfo, no era una combinación muy esperada por parte de sus atacantes, pero era la más adecuada para aquel caso. Ya no tendría que recitar ese código moral que su personalidad artificial de su sistema seguía de pie a cabeza, ya no tendría que caer en la cortesía de su antítesis, ahora solo tenía que hacer en lo que bueno eran sus pequeños residuos de humanidad: su espíritu de lucha. El azul de sus ojos se había distorsionado por completo a unos ojos de color carmesí, ardían en la penumbra de la oscuridad ante los rincones en los que se ocultaba. ¿Tenía la opción de no matarlos? sí, Sajin la tenía. Más, sin embargo, Jinsa no la tenía porque así mismo era como quería que sucediese todo. ¿Lo culparían por el asesinato? no, no pensarían en el robot como el asesino. Todo sería su culpa y todo el castigo recaería en él, en el Vigilante.
— Veamos. —Pensaba Jinsa, analítico— Estas lamentables fuentes de vida están muy lejos de encontrarme. Un arquero, la luz de la luna llena lo beneficia tanto como a mi, sí. Pero no creo que su arco sea de utilidad cara a cara con una espada. —Prosiguió, oculto.— Pero el brujo posee cierto control psíquico que podría dejarme en un muy mal estado con sus poderes. Son atacantes a distancia y uno de ellos es capaz de hacerme retroceder sin siquiera mover un dedo, lo más rápido sería... destajar a ambos.
Lo tenía claro y era la única opción que tenía por venir una personalidad tan belicosa como era la de Jinsa, tan sólo la naturaleza sádica que le producía inconscientemente a su corrupto sistema era el deleite, por algo no se cansó jamás de su programación como protector. Pero esos días habían pasado, ese sistema artificial se había dividido y esa división lo había reprimido, hasta hora. Sería reprimido, tan sólo era usado como el usaba a su espada, pero al menos era el único placer que un ser artificial carente de emociones tendría.
— El elfo había lanzado una flecha hace unos instantes. —Continuaba analizando la situación. — Podría aprovechar para arrojarla y que el sonido los atraiga, ¿pero dónde esta?
Se percató de las siluetas que provocaba el cuerpo del hechicero, que formaba una sombra gracias a la iluminación de la luz de la luna en ellos. ¡Eso es! la flecha perdía su importancia, si lograba alertar a alguno de ellos con una repentina muestra de su sombra, podría aprovechar el largo de su espada para degollar ambos de sus cuellos.
El hechicero se giró, molesto. Dio una bofetada en la cabeza del elfo, detrás de este, tras ver la desorientación de este en el entorno. Tras ese momento, hubo una tonta discusión de la que la máquina aprovecharía para el ataque que tenía en mente.
— ¡Oye! —Dijo el arquero, mientras pasaba su mano en su largo cabello. — No tenías por que hacer eso. Tal vez se fue, tranquilo. No pienses que voy a matarlo, mi raza no son asesinos despiadados como los tuyos. —Prosiguió, se había molestado como el brujo. — Sigo sin entender por que deje que hicieses tu los planes, Wynhem.
— ¡Cállate, Ishad! —Gritaba esta vez el brujo, más molesto que nunca. — ¡Se supone que soy el estratega del dúo y como estratega debo de liderar la cacería, ¿sabes cuánto dinero aprovecharíamos? ¿ah?! ¡¿qué acaso tu maldita raza solo vive de hojas?!
El cibernético se coloco por detrás de los sujetos, sus metálicos pies se oían en la vieja madera del suelo de una forma que ponía los pelos de punta al elfo, atónito tras escuchar aquellos sonidos. ¿Qué se movía entre ellos? tan sólo podía pensarlo. Una sombra negra que tan sólo podía notarse cubriendo como un manto de oscuridad al cuerpo de los individuos, el elfo era tan sólo el único que se había percatado que el espadachín estaba detrás del hechicero.
— ¿Ahora entiendes? —Decía el brujo, confuso de su expresión. — No es para tanto, sé que soy poderoso. Pero no tienes que temerme, elfo, tan sólo vamos a por el ase...
— ¡Esta detrás de ti, Wyn! —Interrumpió el elfo, señalando detrás del brujo a Jinsa.
El cibernético respondió con una acción rápida, impresionante, a pesar de su coraza, tenía la ventaja de la oscuridad. Coloco sus dedos en el contrafilo de su espada para oponer mucho más fuerza contra el corte que daría a continuación, trataría de tirar a dos pájaros de un tiro. Si tenía suerte, tal vez con la fuerza aplicada de su mano en la espada podría llevarse la cabeza de ambos sujetos.
Brujo y elfo, no era una combinación muy esperada por parte de sus atacantes, pero era la más adecuada para aquel caso. Ya no tendría que recitar ese código moral que su personalidad artificial de su sistema seguía de pie a cabeza, ya no tendría que caer en la cortesía de su antítesis, ahora solo tenía que hacer en lo que bueno eran sus pequeños residuos de humanidad: su espíritu de lucha. El azul de sus ojos se había distorsionado por completo a unos ojos de color carmesí, ardían en la penumbra de la oscuridad ante los rincones en los que se ocultaba. ¿Tenía la opción de no matarlos? sí, Sajin la tenía. Más, sin embargo, Jinsa no la tenía porque así mismo era como quería que sucediese todo. ¿Lo culparían por el asesinato? no, no pensarían en el robot como el asesino. Todo sería su culpa y todo el castigo recaería en él, en el Vigilante.
— Veamos. —Pensaba Jinsa, analítico— Estas lamentables fuentes de vida están muy lejos de encontrarme. Un arquero, la luz de la luna llena lo beneficia tanto como a mi, sí. Pero no creo que su arco sea de utilidad cara a cara con una espada. —Prosiguió, oculto.— Pero el brujo posee cierto control psíquico que podría dejarme en un muy mal estado con sus poderes. Son atacantes a distancia y uno de ellos es capaz de hacerme retroceder sin siquiera mover un dedo, lo más rápido sería... destajar a ambos.
Lo tenía claro y era la única opción que tenía por venir una personalidad tan belicosa como era la de Jinsa, tan sólo la naturaleza sádica que le producía inconscientemente a su corrupto sistema era el deleite, por algo no se cansó jamás de su programación como protector. Pero esos días habían pasado, ese sistema artificial se había dividido y esa división lo había reprimido, hasta hora. Sería reprimido, tan sólo era usado como el usaba a su espada, pero al menos era el único placer que un ser artificial carente de emociones tendría.
— El elfo había lanzado una flecha hace unos instantes. —Continuaba analizando la situación. — Podría aprovechar para arrojarla y que el sonido los atraiga, ¿pero dónde esta?
Se percató de las siluetas que provocaba el cuerpo del hechicero, que formaba una sombra gracias a la iluminación de la luz de la luna en ellos. ¡Eso es! la flecha perdía su importancia, si lograba alertar a alguno de ellos con una repentina muestra de su sombra, podría aprovechar el largo de su espada para degollar ambos de sus cuellos.
El hechicero se giró, molesto. Dio una bofetada en la cabeza del elfo, detrás de este, tras ver la desorientación de este en el entorno. Tras ese momento, hubo una tonta discusión de la que la máquina aprovecharía para el ataque que tenía en mente.
— ¡Oye! —Dijo el arquero, mientras pasaba su mano en su largo cabello. — No tenías por que hacer eso. Tal vez se fue, tranquilo. No pienses que voy a matarlo, mi raza no son asesinos despiadados como los tuyos. —Prosiguió, se había molestado como el brujo. — Sigo sin entender por que deje que hicieses tu los planes, Wynhem.
— ¡Cállate, Ishad! —Gritaba esta vez el brujo, más molesto que nunca. — ¡Se supone que soy el estratega del dúo y como estratega debo de liderar la cacería, ¿sabes cuánto dinero aprovecharíamos? ¿ah?! ¡¿qué acaso tu maldita raza solo vive de hojas?!
El cibernético se coloco por detrás de los sujetos, sus metálicos pies se oían en la vieja madera del suelo de una forma que ponía los pelos de punta al elfo, atónito tras escuchar aquellos sonidos. ¿Qué se movía entre ellos? tan sólo podía pensarlo. Una sombra negra que tan sólo podía notarse cubriendo como un manto de oscuridad al cuerpo de los individuos, el elfo era tan sólo el único que se había percatado que el espadachín estaba detrás del hechicero.
— ¿Ahora entiendes? —Decía el brujo, confuso de su expresión. — No es para tanto, sé que soy poderoso. Pero no tienes que temerme, elfo, tan sólo vamos a por el ase...
— ¡Esta detrás de ti, Wyn! —Interrumpió el elfo, señalando detrás del brujo a Jinsa.
El cibernético respondió con una acción rápida, impresionante, a pesar de su coraza, tenía la ventaja de la oscuridad. Coloco sus dedos en el contrafilo de su espada para oponer mucho más fuerza contra el corte que daría a continuación, trataría de tirar a dos pájaros de un tiro. Si tenía suerte, tal vez con la fuerza aplicada de su mano en la espada podría llevarse la cabeza de ambos sujetos.
Sajin
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
El miembro 'Sajin' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
A Wynhem no le caían bien los elfos, nunca lo habían hecho, y eso a su edad no era algo que cambiase fácilmente, sus cansados ojos, ocultos bajo una falsa ilusión que le hacía parecer años más joven, habían visto mucho, muchísimo, a lo largo de los años.
Guerras, hambrunas y matanzas, todas ellas se repetían cíclicamente, demasiadas veces si le preguntaban al veterano brujo y aunque era cierto que no había pasado nada realmente digno de mención en los últimos meses.
Era consciente de que todas las razas eran capaces de hacer cosas viles por igual, del mismo modo que cada una de ellas tenia miles de virtudes, no obstante, seguía siéndole inconcebible trabajar con uno de los habitantes de Sandorai.
Por eso se sorprendió cuando, contra todo pronóstico, varias semanas atrás se vio obligado a trabajar con un joven elfo de nombre Ishal. Sus años de viajes por lo más profundo de Aerandir le habían mostrado que la apariencia de los elfos era lo último que había que juzgar, pues no habían sido pocos los que parecían meros muchachos en plena pubertad y que, asombrosamente, habían nacido mucho antes que él. Y era algo que le molestaba especialmente de los elfos, no han sido pocos los inviernos que han pasado desde que Wynhem comenzó a tratar de ocultar su verdadera edad haciéndose parecer más joven que lo que en realidad era, no usaba ningún conjuro realmente complicado ni agotador, hasta el más joven de los brujos aprendía tarde o temprano aquel grado de ilusionismo, pero la gente confiaba más, al fin y al cabo, en un joven y atlético brujo que en un viejo cascarrabias, y aquello era algo que los elfos tenían de forma natural.
Pero Ishal era diferente, el elfo era un libro abierto, era todo lo que su aspecto mostraba, despreocupado, jovial y terriblemente hiperactivo; así como el mejor arquero con el que había tenido el placer de compartir una cena. Para muy a su pesar, el jovial hombre del bosque no tardó en apreciar la compañía del veterano brujo y pronto le siguió a todas partes. Sin embargo Wynhem se habituó a su presencia y, aunque reticente, en cierto modo la disfrutaba. Por lo que acabó resignándose a dejar que el elfo viajase con él y le ayudase en sus investigaciones y usuales cacerías de bandidos.
Y allí estaban, en una mansión abandonada, mugrienta y con otro montón de desconocidos con más músculos que cerebro, no le agradaba absolutamente nada la idea de estar allí, como tampoco le agradaba pensar que iba a ser decapitado de un solo golpe.
— ¡Esta detrás de ti, Wyn! – Oyó a Ishal gritar detrás de él.
Entonces, mientras contemplaba como la larga hoja se movía firmemente hacia su cuello, el tiempo pareció ralentizarse, aquel maldito elfo le había llamado Wyn de nuevo, ¿Cuántas veces le había dicho que no lo hiciese? Pero tenía razón, el llamado vigilante estaba justo detrás de él, probablemente si el molesto elfo no le hubiese avisado ni siquiera lo habría visto venir.
Sin que pudiese hacer nada para evitarlo retrocedió un par de pasos justo a tiempo para poder pronunciar las palabras de poder, la ilusión que cubría su cuerpo desapareció al necesitar concentrar su poder en otro objetivo, y evitando la muerte por poco, pues el pequeño tajo que apareció en su cuello le indicó que había estado a escasos segundos de morir decapitado, lanzó a su atacante por los aires envuelto en una bola de fuego que se chocó contra una de las puertas que había en aquel lugar, quebrándola parcialmente.
- Parece que tenemos a nuestro vigilante elfo, átale, no he podido canalizar demasiada energía, solo debe de estar aturdido – Dijo el brujo recuperando el aliento con un hilo de voz mientras se llevaba una de sus manos al cuello, tenía que agradecerle a Ishal lo que había hecho por él, pero lo haría más tarde, cuando cobrasen la recompensa.
- No, no tenéis al vigilante – Dijo Alexander tras el brujo.
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Guerras, hambrunas y matanzas, todas ellas se repetían cíclicamente, demasiadas veces si le preguntaban al veterano brujo y aunque era cierto que no había pasado nada realmente digno de mención en los últimos meses.
Era consciente de que todas las razas eran capaces de hacer cosas viles por igual, del mismo modo que cada una de ellas tenia miles de virtudes, no obstante, seguía siéndole inconcebible trabajar con uno de los habitantes de Sandorai.
Por eso se sorprendió cuando, contra todo pronóstico, varias semanas atrás se vio obligado a trabajar con un joven elfo de nombre Ishal. Sus años de viajes por lo más profundo de Aerandir le habían mostrado que la apariencia de los elfos era lo último que había que juzgar, pues no habían sido pocos los que parecían meros muchachos en plena pubertad y que, asombrosamente, habían nacido mucho antes que él. Y era algo que le molestaba especialmente de los elfos, no han sido pocos los inviernos que han pasado desde que Wynhem comenzó a tratar de ocultar su verdadera edad haciéndose parecer más joven que lo que en realidad era, no usaba ningún conjuro realmente complicado ni agotador, hasta el más joven de los brujos aprendía tarde o temprano aquel grado de ilusionismo, pero la gente confiaba más, al fin y al cabo, en un joven y atlético brujo que en un viejo cascarrabias, y aquello era algo que los elfos tenían de forma natural.
Pero Ishal era diferente, el elfo era un libro abierto, era todo lo que su aspecto mostraba, despreocupado, jovial y terriblemente hiperactivo; así como el mejor arquero con el que había tenido el placer de compartir una cena. Para muy a su pesar, el jovial hombre del bosque no tardó en apreciar la compañía del veterano brujo y pronto le siguió a todas partes. Sin embargo Wynhem se habituó a su presencia y, aunque reticente, en cierto modo la disfrutaba. Por lo que acabó resignándose a dejar que el elfo viajase con él y le ayudase en sus investigaciones y usuales cacerías de bandidos.
Y allí estaban, en una mansión abandonada, mugrienta y con otro montón de desconocidos con más músculos que cerebro, no le agradaba absolutamente nada la idea de estar allí, como tampoco le agradaba pensar que iba a ser decapitado de un solo golpe.
— ¡Esta detrás de ti, Wyn! – Oyó a Ishal gritar detrás de él.
Entonces, mientras contemplaba como la larga hoja se movía firmemente hacia su cuello, el tiempo pareció ralentizarse, aquel maldito elfo le había llamado Wyn de nuevo, ¿Cuántas veces le había dicho que no lo hiciese? Pero tenía razón, el llamado vigilante estaba justo detrás de él, probablemente si el molesto elfo no le hubiese avisado ni siquiera lo habría visto venir.
Sin que pudiese hacer nada para evitarlo retrocedió un par de pasos justo a tiempo para poder pronunciar las palabras de poder, la ilusión que cubría su cuerpo desapareció al necesitar concentrar su poder en otro objetivo, y evitando la muerte por poco, pues el pequeño tajo que apareció en su cuello le indicó que había estado a escasos segundos de morir decapitado, lanzó a su atacante por los aires envuelto en una bola de fuego que se chocó contra una de las puertas que había en aquel lugar, quebrándola parcialmente.
- Parece que tenemos a nuestro vigilante elfo, átale, no he podido canalizar demasiada energía, solo debe de estar aturdido – Dijo el brujo recuperando el aliento con un hilo de voz mientras se llevaba una de sus manos al cuello, tenía que agradecerle a Ishal lo que había hecho por él, pero lo haría más tarde, cuando cobrasen la recompensa.
- No, no tenéis al vigilante – Dijo Alexander tras el brujo.
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- Maximiliam, has sido atrapado por los mercenarios y puesto en custodia, mándame un MP.
- Sajin, no has tenido suerte y has fallado el golpe, por otro lado el verdadero vigilante aparece en escena. Te encuentras aturdido y no podrás combatir a plenas facultades por al menos dos turnos, aún así el vigilante es demasiado fuerte como para ser vencido por tu cuenta; puedes intentar explicarle a los mercenarios la situación, siempre y cuando seas rápido pues el vigilante esta ahora mismo analizando la situación y no tardará en actuar. Deberás volver a lanzar la voluntad de los dioses para ver si eres afortunado en tus acciones.
Fehu
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Se vio suspendido en un gran empujón que era cubierta por una fuerza ignífuga que arraso su cuerpo contra una de las puertas de la sala. Su coraza arraso parcialmente con la puerta así como con sus órganos internos, viéndose en muy mal estado. La coraza que protegía sus costillas se había debilitado en cierta parte a unas lágrimas de sangre que recorrían entre todas aquellas zonas vulnerables, de las que algunas contaban con las astillas que habían sido arrancadas de la corteza de la puerta por el impacto. Se reincorporó, clavando su espada en el suelo para facilitarlo. Ni siquiera su coraza pudo hacerlo resistir a aquella fuerza.
Su cuerpo estaba empolvado y pasó una de sus manos sobre su tronco. Los dedos habían empuñado tan fuerte a su espada que su empuñadura, desgastada, había dejado marcas en la palma de su mano. La prótesis de la mandíbula del cibernético estaba dislocada de una manera anti-natural para cualquiera de las demás razas, no parecía ser coincidencia. Figuraba una tétrica y grotesca sonrisa de aspecto humano, cosa que no era. Reajustó su mandíbula, escuchándose como quebraba el metal como si fuesen vertebras. Tenéis razón, Sajin. Los dioses nos han abandonado... pensó, sin respuesta alguna por parte de su sistema. Ahora sólo quedaba la parte reprimida, la más humana: Jinsa. No había sido útil para Sajin aceptar a Jinsa tras la incitación que provoco, después de todo, a pesar de su estrategia, aún seguía siendo la belicosa y egoísta personalidad del sistema.
Su cuerpo estaba empolvado y pasó una de sus manos sobre su tronco. Los dedos habían empuñado tan fuerte a su espada que su empuñadura, desgastada, había dejado marcas en la palma de su mano. La prótesis de la mandíbula del cibernético estaba dislocada de una manera anti-natural para cualquiera de las demás razas, no parecía ser coincidencia. Figuraba una tétrica y grotesca sonrisa de aspecto humano, cosa que no era. Reajustó su mandíbula, escuchándose como quebraba el metal como si fuesen vertebras. Tenéis razón, Sajin. Los dioses nos han abandonado... pensó, sin respuesta alguna por parte de su sistema. Ahora sólo quedaba la parte reprimida, la más humana: Jinsa. No había sido útil para Sajin aceptar a Jinsa tras la incitación que provoco, después de todo, a pesar de su estrategia, aún seguía siendo la belicosa y egoísta personalidad del sistema.
El dolor fue reprimido en cierta parte por su sistema, pero no por eso no sintió el dolor correr por su cuerpo. La sangre derramada en él, el dolor en cada parte de su cuerpo y el debilitamiento de su coraza. Había esperado ese dolor, el dolor que pondría a prueba su necesidad por mantener a flote la existencia de su ser, su supervivencia. Quebró las vertebras de su espalda tras un movimiento hacia atrás, era básicamente lo único que podía hacer, reajustarse al entorno nuevamente. Estaba malherido, se sentía tan inferior ante la magia del hechicero. Eran notorios la honda y dura respiración del cibernético.
— Nadie va a encadenarme. —Replicaba, seguía con su fuerte postura a pesar de todo, su inquebrantable espíritu belicoso de lucha. — Ahora es cuando por fin soy libre.
Alguien había aparecido repentinamente en la habitación tras el hechicero, una sombra que se alzaba por encima del brujo con la total seguridad. Lo declaro, como si todo hubiese estado planificado desde el principio que él era el Vigilante. Aquella presentación era digna de un asesino en serie a sangre fría y mucho más para un supuesto vampiro que los rumores de la Guardia afirmaban acerca de él. Por fin, por un momento pensó que no había estado ni cerca de llegar a él. Era una suerte, pero ya no tenía las mismas fuerzas con la que estaba decidido a arrebatar la vida del desgraciado y altanero hechicero. Debía hacer algo, debía buscar una forma para justificar su debilidad para garantizar la supervivencia de su organismo.
— Brujo. —Decía con sus pocas fuerzas, pero su voz cibernética aún era persistente.— Un movimiento en falso y os rebanará la cabeza como he intentado yo con vosotros. Puedo ayudaros a vosotros que, sin ningún uso de arma blanca, habéis sabido bloquearme. Pero ahora, estáis ante una amenaza peor de la que puedo dar con esta condición.
— ¡Estás loco! —Dijo el elfo, tan atemorizado como histérico. — ¡Intentaste matarnos y eres raro, no conozco a nadie que sobreviva de esa manera a los poderosos hechizos de Wynhem! —El elfo dio una mirada a su compañero— ¿Q-Qué dices, Wynhem? ¿lo ayudamos?
No tenía opción, aunque el elfo no era muy discreto, tan sólo tenía como opción aliarse a los que trato de matar. Tan solo eso, no era el héroe como trataba de serlo Sajin con su compañerismo vivaz y cortesía, no. No quedaría ningún héroe, tan solo un hombre en pie.
Última edición por Sajin el Miér Oct 07 2015, 03:25, editado 1 vez
Sajin
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
El miembro 'Sajin' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Las voces de los incautos que habían caído en las numerosas trampas se apagaban, así como muchos de ellos abandonaban el lugar con la presa equivocada, todo parecía indicar que había sobrevivido a aquel asalto en su propia casa, y apenas sin pelear, no dejaba de encontrar divertido el desenlace de aquellos acontecimientos, aun cuando no habían finalizado del todo.
Pero aquellos tres, los que tenía frente a él, estaban peligrosamente cerca del único lugar de aquella ruinosa mansión que quería defender. Por eso, en el mismo instante en el cual el cibernético trató de hacer entrar en razón a los dos mercenarios que le habían confundido con él, atacó.
Sin tregua y sin dejar que los dos recién llegados respondiesen al Bio-Cibernético herido se deslizó entre las sombras a una velocidad vertiginosa y antes de que el elfo pudiese hacer movimiento alguno le cercenó un brazo. Un grito de dolor seguido de varios improperios en voz alta resonaron por la ahora desierta mansión, el elfo cayó al suelo cuan largo era mientras se sujetaba con fuerza el muñón que hacía unos instantes había sido su brazo derecho.
Tan pronto como Blackwell se hubo asegurado de que el elfo no podría volver a empuñar un arco nunca más en su vida se giró hacia el brujo, que gritó preocupado el nombre de su aliado herido, quien seguía quejándose sobre un charco de su propia sangre.
El brujo, que según sabia se llamaba Wynhem, frunció el ceño y alzó sus manos, dispuesto acabar con aquello de un solo golpe, más Blackwell extrajo un pequeño puñal plateado de uno de los bolsillos interiores de su capa y lo lanzó con presteza a una de las extremidades del anciano, el cual no pudo hacer sino contemplar como la daga atravesaba la palma de su mano y dolorido dejó escapar un grito.
La bola de fuego que había estado preparando Wynhem se desvió unos pocos metros debido al fuerte dolor impactando contra la pared tras el vigilante, afortunadamente, el vampiro salió disparado por los aires y se incendiaron un par de muebles, el fuego no tardaría en extenderse por toda la casa.
Alexander se levantó del suelo pesadamente y sonrió ante aquella escena, no podía negar que su pequeña cruzada se acababa de volver mucho más interesante.
-¡Maquina! – Gritó el brujo dolorido mientras se sacaba el puñal del brazo y ayudaba a levantarse al cibernético – No me gusta admitirlo, pero vamos a necesitar tu ayuda si queremos salir de aquí los tres con vida – Wynhem miró preocupado a su aliado que seguía retorciéndose de dolor a pocos metros de él – Espero que seas tan bueno dando órdenes como lo eres con esa espada con la que casi me cortas la cabeza hojalata, por que vamos a necesitar un plan maestro para acabar con este asesino – El brujo se agachó junto al arquero y le hizo un improvisado vendaje rápido y veloz, mientras tanto, el Vigilante les observaba con cautela y sonreía. - Así que asesino... es curioso lo mucho que pensáis saber de todo, lamentablemente, no sois sino unos ignorantes movidos por la codicia, aves carroñeras aprovechándose de la desgracia ajena para sobrevivir, merecéis la muerte tanto como yo - Alexander levantó la espada dispuesto a acometer contra los presentes - Tenemos que acabar con esto rápido. - Afirmó el brujo retrocediendo un par de pasos.
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Pero aquellos tres, los que tenía frente a él, estaban peligrosamente cerca del único lugar de aquella ruinosa mansión que quería defender. Por eso, en el mismo instante en el cual el cibernético trató de hacer entrar en razón a los dos mercenarios que le habían confundido con él, atacó.
Sin tregua y sin dejar que los dos recién llegados respondiesen al Bio-Cibernético herido se deslizó entre las sombras a una velocidad vertiginosa y antes de que el elfo pudiese hacer movimiento alguno le cercenó un brazo. Un grito de dolor seguido de varios improperios en voz alta resonaron por la ahora desierta mansión, el elfo cayó al suelo cuan largo era mientras se sujetaba con fuerza el muñón que hacía unos instantes había sido su brazo derecho.
Tan pronto como Blackwell se hubo asegurado de que el elfo no podría volver a empuñar un arco nunca más en su vida se giró hacia el brujo, que gritó preocupado el nombre de su aliado herido, quien seguía quejándose sobre un charco de su propia sangre.
El brujo, que según sabia se llamaba Wynhem, frunció el ceño y alzó sus manos, dispuesto acabar con aquello de un solo golpe, más Blackwell extrajo un pequeño puñal plateado de uno de los bolsillos interiores de su capa y lo lanzó con presteza a una de las extremidades del anciano, el cual no pudo hacer sino contemplar como la daga atravesaba la palma de su mano y dolorido dejó escapar un grito.
La bola de fuego que había estado preparando Wynhem se desvió unos pocos metros debido al fuerte dolor impactando contra la pared tras el vigilante, afortunadamente, el vampiro salió disparado por los aires y se incendiaron un par de muebles, el fuego no tardaría en extenderse por toda la casa.
Alexander se levantó del suelo pesadamente y sonrió ante aquella escena, no podía negar que su pequeña cruzada se acababa de volver mucho más interesante.
-¡Maquina! – Gritó el brujo dolorido mientras se sacaba el puñal del brazo y ayudaba a levantarse al cibernético – No me gusta admitirlo, pero vamos a necesitar tu ayuda si queremos salir de aquí los tres con vida – Wynhem miró preocupado a su aliado que seguía retorciéndose de dolor a pocos metros de él – Espero que seas tan bueno dando órdenes como lo eres con esa espada con la que casi me cortas la cabeza hojalata, por que vamos a necesitar un plan maestro para acabar con este asesino – El brujo se agachó junto al arquero y le hizo un improvisado vendaje rápido y veloz, mientras tanto, el Vigilante les observaba con cautela y sonreía. - Así que asesino... es curioso lo mucho que pensáis saber de todo, lamentablemente, no sois sino unos ignorantes movidos por la codicia, aves carroñeras aprovechándose de la desgracia ajena para sobrevivir, merecéis la muerte tanto como yo - Alexander levantó la espada dispuesto a acometer contra los presentes - Tenemos que acabar con esto rápido. - Afirmó el brujo retrocediendo un par de pasos.
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- Sajin, no has conseguido convencer a tiempo a los mercenarios para que te ayuden sin que resulten heridos.
- En lugar de tres sois dos, tú y el brujo, aun te encuentras mareado y te cuesta luchar, pero solo durará un turno más.
- Deberás forman un plan de acción para matar o capturar al Vigilante en dos turnos, ya que es el tiempo que tienes antes de que la mansión se queme hasta un punto en el cual no podréis abandonar el lugar, en el segundo turno, antes de dar por finalizado el plan, lanzarás la voluntad de los dioses y daré el veredicto final. Durante este tiempo el Vigilante os estará atacando sin tregua, por lo que deberás defenderte a ti y a tus aliados en todo momento.
Fehu
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
La sombra que caía detrás del hechicero se había deslizado de una manera precavida e inesperada por parte de los tres hombres de los que estaban en contra de esta. Curiosamente, había ido por el blanco fácil que sin lugar a dudas no llegaría a sobrevivir cara a cara con él por la ventaja de su arma blanca. Pero no basto con eso, hasta llegar al punto de la amputación del brazo del elfo. Jamás podría volver a usar su arco, jamás podría volver a hacer lo que tanto había practicado. Viviría mucho tiempo, en todo ese tiempo, nunca volvería a hacer lo que disfrutaba. Jinsa paso una de sus manos sobre su cabeza mientras que impulsó su espada fuera de la vieja madera del suelo. Se pudo reincorporar esta vez con algo más de control por sí mismo, tal vez su estado empezaba poco a poco a volver a como era antes.
La sangre que caía bañaba la madera del suelo de la que, curiosamente, se notaba mucho más joven que las telarañas y el polvo que la recubría. Como una pintura a lo natural, la sangre que emanaba del brazo cercenado y de la zona que carecía de aquella extremidad bañaban los ropajes del elfo con mucha frenéticamente, al punto que Jinsa pensó que moriría por una hemorragia. Sus aullidos indicaban un dolor provocado por la desventura que había tenido contra el Vigilante, al parecer las hojas y los bosques terminaron en el olvido tras la llegada del combate que, sin duda alguna, estaba apenas comenzando...
Tan sólo dos eran los que podrían batallar contra el asesino y tan solo uno podría encarar cara a cara al asesino y ganar por si solo la recompensa. Ya empezaba a notarse tras el segundo as bajo la manga de su supuesta presa, que ya estaba empezando a cazarlos uno por uno como había hecho con los que alguna vez trato de rebanarles la cabeza. El dolor impregnado en su palma apuñalada por la daga lanzada del asesino hizo que el decisivo hechizo del hechicero para poder dejar herido al presunto vampiro fue en vano; los muebles empezaron a arder y no tardarían en purificar la vieja mansión de sus llamas, así como los cuerpos de los que osasen entrar en su territorio.
Al fin, tras la llegada del fuego y los rápidos ataques del Vigilante, al fin habían cedido a ayudarlo. El asesino los veía como carroñeros asquerosos, eso era un insulto para una programación tan belicosa que solo se movía por el impulso de la espada e incluso para Sajin, que se movía solo por una filosofía sobre el dominio de la espada y el honor. Agarro el codo del brazo del que su espada colgaba, hizo sonar sus vertebras tras girarlo parcialmente a un lado. Le facilitaría mas salir de aquel estado si no tuviese cada uno de sus huesos sonando en determinado momento del recién combate. Se percató de la situación, el brujo no era un excelente estratega como parecía indicar sus palabras o tan solo estaba acostumbrado a acatar órdenes. ¿Órdenes de quién? ¿de un cibernético? sonaba tan extraño como era hacer algo así.
— ¿Carroñero? —Respondió Jinsa al comentario despectivo del Vigilante— Solo los carroñeros son los que se refugian entre las sombras para cometer sus fechorías, Vigilante. Yo, en cambio, solo me guío por la supervivencia. —Proseguía, quitando el polvo de su hombro— Mi muerte es opcional al igual que la de vos, así que hay que ver como salen nuestras probabilidades... o podemos irnos a la antigua.
La sangre que caía bañaba la madera del suelo de la que, curiosamente, se notaba mucho más joven que las telarañas y el polvo que la recubría. Como una pintura a lo natural, la sangre que emanaba del brazo cercenado y de la zona que carecía de aquella extremidad bañaban los ropajes del elfo con mucha frenéticamente, al punto que Jinsa pensó que moriría por una hemorragia. Sus aullidos indicaban un dolor provocado por la desventura que había tenido contra el Vigilante, al parecer las hojas y los bosques terminaron en el olvido tras la llegada del combate que, sin duda alguna, estaba apenas comenzando...
Tan sólo dos eran los que podrían batallar contra el asesino y tan solo uno podría encarar cara a cara al asesino y ganar por si solo la recompensa. Ya empezaba a notarse tras el segundo as bajo la manga de su supuesta presa, que ya estaba empezando a cazarlos uno por uno como había hecho con los que alguna vez trato de rebanarles la cabeza. El dolor impregnado en su palma apuñalada por la daga lanzada del asesino hizo que el decisivo hechizo del hechicero para poder dejar herido al presunto vampiro fue en vano; los muebles empezaron a arder y no tardarían en purificar la vieja mansión de sus llamas, así como los cuerpos de los que osasen entrar en su territorio.
Al fin, tras la llegada del fuego y los rápidos ataques del Vigilante, al fin habían cedido a ayudarlo. El asesino los veía como carroñeros asquerosos, eso era un insulto para una programación tan belicosa que solo se movía por el impulso de la espada e incluso para Sajin, que se movía solo por una filosofía sobre el dominio de la espada y el honor. Agarro el codo del brazo del que su espada colgaba, hizo sonar sus vertebras tras girarlo parcialmente a un lado. Le facilitaría mas salir de aquel estado si no tuviese cada uno de sus huesos sonando en determinado momento del recién combate. Se percató de la situación, el brujo no era un excelente estratega como parecía indicar sus palabras o tan solo estaba acostumbrado a acatar órdenes. ¿Órdenes de quién? ¿de un cibernético? sonaba tan extraño como era hacer algo así.
— ¿Carroñero? —Respondió Jinsa al comentario despectivo del Vigilante— Solo los carroñeros son los que se refugian entre las sombras para cometer sus fechorías, Vigilante. Yo, en cambio, solo me guío por la supervivencia. —Proseguía, quitando el polvo de su hombro— Mi muerte es opcional al igual que la de vos, así que hay que ver como salen nuestras probabilidades... o podemos irnos a la antigua.
Se giró hacia atrás y se percató de las tres puertas que habían estado cerradas durante mucho tiempo, sin cerradura, parecían indicar que tan solo eran la mera ilusión de una salida en un laberinto de sombras y sangre que estaba por venir acompañada por llamas salidas del mismo infierno. Un seis grabado en una de las cerraduras que había en una de las puertas, eso hizo recordar a la llave que había tomado Sajin hace instantes, mientras él tan solo acosaba a su antítesis de una forma que rayaba en lo insano. Se percató de que esta había caído tras su choque contra una de las puertas a los escombros, tan solo iluminándose gracias a la luz de la luna y las llamas en el lugar consumiendo los muebles. La tomó del suelo y, viendo como el siete seguía el orden numérico, la colocó en la cerradura que yacía con el seis grabado en ella mientras que los cuerpos en el entorno se movían frecuentemente en una distorsión leve debido a la confusión.
— ¿Queréis mi orden? —Dijo el cibernético, mirando desde el rabillo del ojo hacia atrás— Quémelo todo, no dejé que nada salga entre las brasas, bueno, si ese nada es el asesino...
— ¿Qué me estás diciendo? —Contestó el brujo, perplejo— Es una locura, ¿cómo..?
—En ocasiones. —Decía Jinsa, recordando la frase de Sajin— Solo tienes que ver todo el bosque así como a el árbol y la hoja, eso es lo que él dice.
Esperando resultados, giro la llave sobre la cerradura. Sin embargo, no podía dejar de ver en el rabillo del ojo, parcialmente o no, como el Vigilante yacía en sus espaldas. Parecía tener un as bajo la manga, no dudo en repetir una vez más a su compañero.
— Quémalo todo. —Le dijo Jinsa una vez más, el hechicero, con su compañero cargando entre su brazo, trato de ejecutar la orden del cibernético con su mano adolorida y ensangrentada.
Sajin
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
El hechicero trataba de ejecutar el hechizo, pero aquella mano roja y de una cicatriz que se abría con cada flexión de su palma era un infierno para él. Cargaba a su compañero en su hombro, acostado, al este no poder caminar tras la sangre perdida tras su brazo haber sido cercenado brutalmente, sentía un cuerpo débil y blando. El elfo, sabiendo la situación, decidió dar ánimos a su compañero que, totalmente adolorido y con el temor de fallar que rara vez hubiese podido notar el elfo ante él, decidió dialogar para acabar con tales miedos.
— Creo que ya puedo pararme, Wynhem. —Decía, a pesar de su aspecto pálido y que parecía denotar cierta falta de sangre en su cuerpo, tal vez moriría por desangre o por la infección en su herida, pero eso no podía ser tan pronto. — Vamos, necesitamos que quemes el maldito lugar.
— ¿Estás loco? —Respondió, con su testarudez de regreso— Tu maestro me pidió que te llevase conmigo a una aventura y mira, ya tienes un brazo menos... si te mueres, el desgraciado me va a hacer cosas mucho peores que la que te ha pasado hasta hora.
El elfo se lanzó contra el suelo, retorciéndose de dolor tras tirarse. Puso su única mano en su estomago, el cual fue susceptible al impacto. Con perseverancia pudo pararse tras el hechicero, colocando su mano en su hombro para tener soporte. Su mano estaba fría contando con esa tez pálida que parecía rayar en el blanco tiza, pero aún tenía los ánimos para seguir con vida a pesar de la gran cantidad de sangre que había perdido desde su brazo y que, se presuponía, las vendas seguirían haciéndose cada vez más rojas.
— Hazlo, Wyn. —Asintió con una sonrisa ante la situación.
— Los elfos sois unos maricas frágiles. —Wynhem contestó con las rudas y amistosas bromas que solía hacer con el elfo, pero luego de ello, no tardo en fruncir su ceño como señal de que ya no tendría nada ninguna opción mas que quemar todo. — Pues bien, estoy listo.
El hechicero hizo un movimiento sincronizado entre sus manos mientras que su magia se concentraba. Su gran cabello y barba eran movidos por las fuerzas mágicas que empezaban a recorrer en su ser mientras que hacía la preparación del hechizo. Jinsa llamó al elfo para el plan que tenía, con la llave del siete grabado colocado en, curiosamente, la cerradura que tenía marcada en un seis en ella.
— Elfo. —Dijo Jinsa, ayudándolo a moverse hacia la puerta— Os necesito para que en el momento adecuado en el que el hechizo se libere, abráis la puerta y salgáis con vuestro compañero.
— ¿Pero y usted?... —El elfo alzó una ceja, impresionado.— No podría, no puedo dejar que mueras en vano luego de que Wyn y yo le hicimos, sería un fallo muy grave para mi entre los míos.
— ¿Acaso sois vos mi protector? —Contestó,con un poco de sarcasmo.— Tan sólo déjeme actuar. Cuando su compañero acabe el hechizo antes de que el Vigilante acabe, iros por la puerta y asegúrense de dejar una ruta para mi escape.
¿Jinsa acaso empezaba a desarrollar interés por la vida de los demás? no, ni en lo más cercano a ella. Tenía que procurar su supervivencia, el hecho de que aquellos sujetos creyesen que el cibernético se tomaría la molestia de ayudarlos a seguir con vida era para el un signo de debilidad. Sajin estaba muerto en aquel campo de batalla, no estaba ahí, ese sistema artificial ya no se encargaría de la situación. Ahora solo quedan esos trozos humanos belicosos encargándose de la situación a la antigua, como todo hombre desde días antiguos hasta días modernos: derramando la sangre de su enemigo. Procuraba dejar vivo al hombre, con tal de tener un favor de su sistema artificial tras seguir su moral de la que no permitía del todo la muerte de los individuos.
El hechicero, desde sus manos que sincronizaban en una especie de danza descendieron al suelo. Provocaron la llegada de su magia ígnea a través de la mansión, de la que no tardarían en hacer pedazos con sus llamas al rojo vivo. El fuego, la poca sangre derramada que había en el lugar debido a los ataques a los mercenarios que tenía a su lado y los escombros. Era el campo de batalla perfecto, perfecto como para dar con el final de su enemigo que tanto, tanto había jugado con su mente a base de engaños y trampas.
— ¿Y ahora q...? —Preguntó el hechicero, interrumpido por la máquina.
— Largaos. —Dijo el cibernético, tan solo mostrando sus ojos carmesí como señal de que no interrumpiese aquel combate que estaba por empezar. Espada contra espada, esa era la forma antigua que el cibernético estaba por optar. — Si ambos de nosotros morimos, podéis decir que tu cumpliste el trabajo.
— ¡No puedo decir eso! —El hechicero se quedó impactado, tanto hasta el punto de regresar con sus quejas y gritos. — ¡Debes de decirme tu nombre, así podrán darte el honor!
— El honor es una mentira. —Contestó la máquina— Largaos antes de que ardáis también...
El elfo llamo a su compañero de un silbido para ir hacia la puerta. El cibernético no dio una mirada hacia atrás, no escucho el sonido de las bisagras indicar la apertura de la puerta, tan solo la quema del mobiliario de la mansión y el sonido de las ratas chillando por el temor, su deseo de escapar del infierno del que alguna vez había sido su hogar. En los ventanales la luz de la luna se había hecho totalmente invisible en la roja iluminación que emanaba del fuego. El cibernético tenía en cuenta su posibilidad de morir, apenas había estado comenzando a recuperarse de su aturdimiento y no podría realizar fierezas con su espada.
Su diosa de metal ruge, pero sus pies están plantados en el lugar. Apunta con su espada al Vigilante y hace una V con el movimiento de su espada, en nombre de la primera letra del apodo del asesino. — Conmemoraré vuestro apodo durante el resto de su vida.
Fue con todas sus fuerzas reincorporadas recientemente tras el aturdimiento, a pesar de la ahora debilidad que estaba comenzando a aparecer en su coraza y que podría ser en ese combate su punto débil: sus costillas. Pero eso no le preocupaba, los dioses no estaban con él ahora, solo estaba su espada. Con el movimiento en V memorizado, surco su espada sobre el hombro del Vigilante para que en algún momento descendiese en sus partes nobles y ascendiese nuevamente a su otro brazo. Si tenía la suficiente fuerza podría llegar a atravesar el hueso y amputar incluso ambos brazos con aquel corte en forma de V, pero con tan solo una buena fuerza en su espada podría dejar lo suficientemente adolorido al asesino como para que la profundidad de las heridas no le permitiese mover sus extremidades.
Ahora solo quedaba verificar si su ataque llegaría a ser eficaz, si la experiencia del asesino llegaría a ser tan peligrosa como la que la gente indicaba y sobretodo, si las llamas se llevarían el cuerpo de alguno de ellos si la necesidad de matar al prójimo era absolutamente necesaria para seguir con vida...
— Creo que ya puedo pararme, Wynhem. —Decía, a pesar de su aspecto pálido y que parecía denotar cierta falta de sangre en su cuerpo, tal vez moriría por desangre o por la infección en su herida, pero eso no podía ser tan pronto. — Vamos, necesitamos que quemes el maldito lugar.
— ¿Estás loco? —Respondió, con su testarudez de regreso— Tu maestro me pidió que te llevase conmigo a una aventura y mira, ya tienes un brazo menos... si te mueres, el desgraciado me va a hacer cosas mucho peores que la que te ha pasado hasta hora.
El elfo se lanzó contra el suelo, retorciéndose de dolor tras tirarse. Puso su única mano en su estomago, el cual fue susceptible al impacto. Con perseverancia pudo pararse tras el hechicero, colocando su mano en su hombro para tener soporte. Su mano estaba fría contando con esa tez pálida que parecía rayar en el blanco tiza, pero aún tenía los ánimos para seguir con vida a pesar de la gran cantidad de sangre que había perdido desde su brazo y que, se presuponía, las vendas seguirían haciéndose cada vez más rojas.
— Hazlo, Wyn. —Asintió con una sonrisa ante la situación.
— Los elfos sois unos maricas frágiles. —Wynhem contestó con las rudas y amistosas bromas que solía hacer con el elfo, pero luego de ello, no tardo en fruncir su ceño como señal de que ya no tendría nada ninguna opción mas que quemar todo. — Pues bien, estoy listo.
El hechicero hizo un movimiento sincronizado entre sus manos mientras que su magia se concentraba. Su gran cabello y barba eran movidos por las fuerzas mágicas que empezaban a recorrer en su ser mientras que hacía la preparación del hechizo. Jinsa llamó al elfo para el plan que tenía, con la llave del siete grabado colocado en, curiosamente, la cerradura que tenía marcada en un seis en ella.
— Elfo. —Dijo Jinsa, ayudándolo a moverse hacia la puerta— Os necesito para que en el momento adecuado en el que el hechizo se libere, abráis la puerta y salgáis con vuestro compañero.
— ¿Pero y usted?... —El elfo alzó una ceja, impresionado.— No podría, no puedo dejar que mueras en vano luego de que Wyn y yo le hicimos, sería un fallo muy grave para mi entre los míos.
— ¿Acaso sois vos mi protector? —Contestó,con un poco de sarcasmo.— Tan sólo déjeme actuar. Cuando su compañero acabe el hechizo antes de que el Vigilante acabe, iros por la puerta y asegúrense de dejar una ruta para mi escape.
¿Jinsa acaso empezaba a desarrollar interés por la vida de los demás? no, ni en lo más cercano a ella. Tenía que procurar su supervivencia, el hecho de que aquellos sujetos creyesen que el cibernético se tomaría la molestia de ayudarlos a seguir con vida era para el un signo de debilidad. Sajin estaba muerto en aquel campo de batalla, no estaba ahí, ese sistema artificial ya no se encargaría de la situación. Ahora solo quedan esos trozos humanos belicosos encargándose de la situación a la antigua, como todo hombre desde días antiguos hasta días modernos: derramando la sangre de su enemigo. Procuraba dejar vivo al hombre, con tal de tener un favor de su sistema artificial tras seguir su moral de la que no permitía del todo la muerte de los individuos.
El hechicero, desde sus manos que sincronizaban en una especie de danza descendieron al suelo. Provocaron la llegada de su magia ígnea a través de la mansión, de la que no tardarían en hacer pedazos con sus llamas al rojo vivo. El fuego, la poca sangre derramada que había en el lugar debido a los ataques a los mercenarios que tenía a su lado y los escombros. Era el campo de batalla perfecto, perfecto como para dar con el final de su enemigo que tanto, tanto había jugado con su mente a base de engaños y trampas.
— ¿Y ahora q...? —Preguntó el hechicero, interrumpido por la máquina.
— Largaos. —Dijo el cibernético, tan solo mostrando sus ojos carmesí como señal de que no interrumpiese aquel combate que estaba por empezar. Espada contra espada, esa era la forma antigua que el cibernético estaba por optar. — Si ambos de nosotros morimos, podéis decir que tu cumpliste el trabajo.
— ¡No puedo decir eso! —El hechicero se quedó impactado, tanto hasta el punto de regresar con sus quejas y gritos. — ¡Debes de decirme tu nombre, así podrán darte el honor!
— El honor es una mentira. —Contestó la máquina— Largaos antes de que ardáis también...
El elfo llamo a su compañero de un silbido para ir hacia la puerta. El cibernético no dio una mirada hacia atrás, no escucho el sonido de las bisagras indicar la apertura de la puerta, tan solo la quema del mobiliario de la mansión y el sonido de las ratas chillando por el temor, su deseo de escapar del infierno del que alguna vez había sido su hogar. En los ventanales la luz de la luna se había hecho totalmente invisible en la roja iluminación que emanaba del fuego. El cibernético tenía en cuenta su posibilidad de morir, apenas había estado comenzando a recuperarse de su aturdimiento y no podría realizar fierezas con su espada.
Su diosa de metal ruge, pero sus pies están plantados en el lugar. Apunta con su espada al Vigilante y hace una V con el movimiento de su espada, en nombre de la primera letra del apodo del asesino. — Conmemoraré vuestro apodo durante el resto de su vida.
Fue con todas sus fuerzas reincorporadas recientemente tras el aturdimiento, a pesar de la ahora debilidad que estaba comenzando a aparecer en su coraza y que podría ser en ese combate su punto débil: sus costillas. Pero eso no le preocupaba, los dioses no estaban con él ahora, solo estaba su espada. Con el movimiento en V memorizado, surco su espada sobre el hombro del Vigilante para que en algún momento descendiese en sus partes nobles y ascendiese nuevamente a su otro brazo. Si tenía la suficiente fuerza podría llegar a atravesar el hueso y amputar incluso ambos brazos con aquel corte en forma de V, pero con tan solo una buena fuerza en su espada podría dejar lo suficientemente adolorido al asesino como para que la profundidad de las heridas no le permitiese mover sus extremidades.
Ahora solo quedaba verificar si su ataque llegaría a ser eficaz, si la experiencia del asesino llegaría a ser tan peligrosa como la que la gente indicaba y sobretodo, si las llamas se llevarían el cuerpo de alguno de ellos si la necesidad de matar al prójimo era absolutamente necesaria para seguir con vida...
Sajin
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
El miembro 'Sajin' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Su hogar se venía abajo, su mansión, todo lo que Selene había tratado de construir iba a ser convertido en cenizas antes de que el sol se alzase sobre los torreones de Lunargenta. Había sido un ingenuo.
Tras la puerta que custodiaba aquel Bio-Cibernético quedaba lo único que apreciaba en esta vida y se estaba consumiendo lentamente bajo las llamas que había producido el brujo. –Selene… - Susurró mientras veía como las llamas se extendían inexorablemente por toda la habitación – Lo siento.
Volvió a embestir a su oponente quien desvió su espada a pesar de haber recibido el impacto de uno de los ataques del brujo que estaba cargando con el elfo, era bueno, muy bueno, pero él era mejor, siempre lo había sido; se había pasado años lleno de ira, planeando su venganza y entrenando para cumplirla, uno tras otro, todas sus presas habían perecido bajo su hoja ¿Pero había merecido la pena? ¿Era esto lo que su querida Selene pretendía al construir su morada en plena ciudad de los humanos? ¿En que se había convertido?
Fueron estos pensamientos los que no le permitieron percatarse de que el brujo y el elfo habían abandonado la habitación, fue el cálido recuerdo de su preciada esposa lo que le hizo descuidarse el instante necesario para que dos de sus objetivos abandonaran la estancia. Negó con la cabeza y se concentró en el único que le estaba plantando cara, cazaría a los otros dos luego, no había podido evitar que el brujo quemase su hogar, pero evitaría que cobrase una recompensa por haberlo hecho.
Intercambió un par de ataques más con el soldado de metal, haciendo todo lo posible por enfocarse en machacar su tórax, dónde la máquina parecía tener problemas para defenderse. Las llamas seguían extendiéndose a su alrededor y pronto el humo y el crepitar del fuego cegaron sus sentidos, sin poder hacer ningún avance, se separó de este.
-Me gusta ese mote, maquina, el mundo necesita más vigilantes – Contestó las palabras del único ser vivo que había aguantado más de diez segundos contra él sonriendo enigmáticamente, estaba cansado, apenas había dormido aquel día y aquello estaba empezando a pasarle factura, pero su oponente no parecía encontrarse en mejor estado y por las palabras que le acababa de dedicar, parecía que quería acabar todo de un golpe.
Y como había sospechado, su rival atacó.
Frunciendo el ceño Blackwell anticipó el golpe que, sin mucho esfuerzo bloqueo con su propia espada interponiéndola rápidamente en el trayecto de la hoja del mercenario contratado por la guarda, de forma irónica el Cibernético había tratado de trazar una V sobre el cuerpo del Vigilante, más solo pudo quedarse a la mitad. Sin embargo, de alguna forma que el vampiro no término de entender, su espada se quebró, quizás debido al calor de la mansión, el cual comenzaba a ser exasperante, o quizás fue que la máquina que tenía frente a él realmente deseaba salir de allí con vida, pero el hecho fue que su sable estalló en miles de pequeños fragmentos de metal que se dispersaron por la habitación, la cual en aquel momento estaba prácticamente derruida.
Gritando de dolor, Alexander contempló como su brazo útil caía al suelo y se perdía entre las llamas - ¡No te lo voy a poner tan fácil, Autómata! – Exclamó el vigilante henchido de furia a la vez que, haciendo gala de una velocidad fuera de toda lógica, extraía una pequeña espada que guardaba en su cadera y volvía a bloquear el ataque del Bio-Cibernético. Estaba cansado y sangraba mucho, pero su oponente también lo estaba, no llegó a acabar el ataque en V antes de que lo desarmase y su espada quedase clavada en una de las paredes del lugar.
Y allí estaban, los dos solos, en una habitación devoradas por las llamas, él había perdido un brazo y el cibernético su arma, él lo había perdido todo y, el cibernético, iba a perder la vida. Sin mediar ninguna palabra, rodeado por el calor del fuego agarró al Cibernético del cuello, dispuesto a acabar con el hombre que había destruido su hogar.
Y entonces vislumbró el cuadro, tras la puerta que había tratado de proteger, el lienzo parcialmente devorado por las llamas en la que estaba dibujado con suaves trazos Selene, su Selene. Esta le miraba mientras era consumida gradualmente por el fuego. – Selene… – Susurró sin soltar al hombre al que acababa de desarmar.
Miró fijamente al que le había cortado el brazo, era fuerte no cabía duda de ello, le había arrebatado una extremidad ni más ni menos, la única persona que había estado a punto de matarle, e irónicamente, no era alguien envuelto en su espiral venganza.
Por algún motivo aquello se le antojó extraordinariamente gracioso, y comenzó a reír a carcajadas, mientras tanto, su alrededor la casa comenzaba a derrumbarse, lenta, pero inexorablemente.
- Te has equivocado en una cosa, maquina, no soy ningún vigilante – Dijo el vampiro liberando a su rival, el cual, según le había parecido, se movía de forma similar a él mismo – Mi nombre es Alexander Blackwell – El hombre dejó caer la pequeña espada de filo negro al suelo y comenzó a caminar en dirección a la puerta que custodiaba el único retrato en el que salía con su querida Selene, la obra que siempre había odiado contemplar porque le producía un inmenso dolor – Y soy un asesino – Concluyó deteniéndose frente a la puerta, comenzaba a marearse, había perdido mucha sangre y el humo inundaba sus pulmones.
El vigilante lanzó una última y larga mirada a su oponente y se giró sobre sí mismo – Márchate Cibernético y cobra tu recompensa, te la has ganado. – Sin dejar tiempo a Sajin para que contestara, Blackwell se internó en la habitación en la que descansaba su posesión más preciada a paso firme, sin mirar atrás.
Alexander Blackwell se quedó contemplando el lienzo en el que aparecía con una joven mujer de tez clara y profundos ojos azules.
- Has arriesgado tu vida para salvar a los otros dos… tienes mi respeto por eso, quizás tengas más de vigilante que yo, maquina, quizás... – Fueron las últimas palabras que alguien oiría del vigilante, antes de que la habitación en la que se encontraba, se desplomase sobre él.
_________________________________________
Resumen y recompensas:
Recordad registrar vuestros puntos de experiencia y objetos en lo apartados correspondientes.
Tras la puerta que custodiaba aquel Bio-Cibernético quedaba lo único que apreciaba en esta vida y se estaba consumiendo lentamente bajo las llamas que había producido el brujo. –Selene… - Susurró mientras veía como las llamas se extendían inexorablemente por toda la habitación – Lo siento.
Volvió a embestir a su oponente quien desvió su espada a pesar de haber recibido el impacto de uno de los ataques del brujo que estaba cargando con el elfo, era bueno, muy bueno, pero él era mejor, siempre lo había sido; se había pasado años lleno de ira, planeando su venganza y entrenando para cumplirla, uno tras otro, todas sus presas habían perecido bajo su hoja ¿Pero había merecido la pena? ¿Era esto lo que su querida Selene pretendía al construir su morada en plena ciudad de los humanos? ¿En que se había convertido?
Fueron estos pensamientos los que no le permitieron percatarse de que el brujo y el elfo habían abandonado la habitación, fue el cálido recuerdo de su preciada esposa lo que le hizo descuidarse el instante necesario para que dos de sus objetivos abandonaran la estancia. Negó con la cabeza y se concentró en el único que le estaba plantando cara, cazaría a los otros dos luego, no había podido evitar que el brujo quemase su hogar, pero evitaría que cobrase una recompensa por haberlo hecho.
Intercambió un par de ataques más con el soldado de metal, haciendo todo lo posible por enfocarse en machacar su tórax, dónde la máquina parecía tener problemas para defenderse. Las llamas seguían extendiéndose a su alrededor y pronto el humo y el crepitar del fuego cegaron sus sentidos, sin poder hacer ningún avance, se separó de este.
-Me gusta ese mote, maquina, el mundo necesita más vigilantes – Contestó las palabras del único ser vivo que había aguantado más de diez segundos contra él sonriendo enigmáticamente, estaba cansado, apenas había dormido aquel día y aquello estaba empezando a pasarle factura, pero su oponente no parecía encontrarse en mejor estado y por las palabras que le acababa de dedicar, parecía que quería acabar todo de un golpe.
Y como había sospechado, su rival atacó.
Frunciendo el ceño Blackwell anticipó el golpe que, sin mucho esfuerzo bloqueo con su propia espada interponiéndola rápidamente en el trayecto de la hoja del mercenario contratado por la guarda, de forma irónica el Cibernético había tratado de trazar una V sobre el cuerpo del Vigilante, más solo pudo quedarse a la mitad. Sin embargo, de alguna forma que el vampiro no término de entender, su espada se quebró, quizás debido al calor de la mansión, el cual comenzaba a ser exasperante, o quizás fue que la máquina que tenía frente a él realmente deseaba salir de allí con vida, pero el hecho fue que su sable estalló en miles de pequeños fragmentos de metal que se dispersaron por la habitación, la cual en aquel momento estaba prácticamente derruida.
Gritando de dolor, Alexander contempló como su brazo útil caía al suelo y se perdía entre las llamas - ¡No te lo voy a poner tan fácil, Autómata! – Exclamó el vigilante henchido de furia a la vez que, haciendo gala de una velocidad fuera de toda lógica, extraía una pequeña espada que guardaba en su cadera y volvía a bloquear el ataque del Bio-Cibernético. Estaba cansado y sangraba mucho, pero su oponente también lo estaba, no llegó a acabar el ataque en V antes de que lo desarmase y su espada quedase clavada en una de las paredes del lugar.
Y allí estaban, los dos solos, en una habitación devoradas por las llamas, él había perdido un brazo y el cibernético su arma, él lo había perdido todo y, el cibernético, iba a perder la vida. Sin mediar ninguna palabra, rodeado por el calor del fuego agarró al Cibernético del cuello, dispuesto a acabar con el hombre que había destruido su hogar.
Y entonces vislumbró el cuadro, tras la puerta que había tratado de proteger, el lienzo parcialmente devorado por las llamas en la que estaba dibujado con suaves trazos Selene, su Selene. Esta le miraba mientras era consumida gradualmente por el fuego. – Selene… – Susurró sin soltar al hombre al que acababa de desarmar.
Miró fijamente al que le había cortado el brazo, era fuerte no cabía duda de ello, le había arrebatado una extremidad ni más ni menos, la única persona que había estado a punto de matarle, e irónicamente, no era alguien envuelto en su espiral venganza.
Por algún motivo aquello se le antojó extraordinariamente gracioso, y comenzó a reír a carcajadas, mientras tanto, su alrededor la casa comenzaba a derrumbarse, lenta, pero inexorablemente.
- Te has equivocado en una cosa, maquina, no soy ningún vigilante – Dijo el vampiro liberando a su rival, el cual, según le había parecido, se movía de forma similar a él mismo – Mi nombre es Alexander Blackwell – El hombre dejó caer la pequeña espada de filo negro al suelo y comenzó a caminar en dirección a la puerta que custodiaba el único retrato en el que salía con su querida Selene, la obra que siempre había odiado contemplar porque le producía un inmenso dolor – Y soy un asesino – Concluyó deteniéndose frente a la puerta, comenzaba a marearse, había perdido mucha sangre y el humo inundaba sus pulmones.
El vigilante lanzó una última y larga mirada a su oponente y se giró sobre sí mismo – Márchate Cibernético y cobra tu recompensa, te la has ganado. – Sin dejar tiempo a Sajin para que contestara, Blackwell se internó en la habitación en la que descansaba su posesión más preciada a paso firme, sin mirar atrás.
Alexander Blackwell se quedó contemplando el lienzo en el que aparecía con una joven mujer de tez clara y profundos ojos azules.
- Has arriesgado tu vida para salvar a los otros dos… tienes mi respeto por eso, quizás tengas más de vigilante que yo, maquina, quizás... – Fueron las últimas palabras que alguien oiría del vigilante, antes de que la habitación en la que se encontraba, se desplomase sobre él.
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Resumen y recompensas:
- Sajin, escapas de la mansión en llamas con vida, pero con heridas y quemaduras varias, las cuales tardarán al menos cuatro roles en sanar completamente y dejaran marcas (A no ser que te deshagas de ellas con tratamientos médicos). Solo necesito una actualización más tuya narrando como cobras la recompensa y el epilogó que prefieras para esta aventura.
Puntos de Experiencia: 15 base + 8 por desarrollo : 23 Puntos de experiencia.
Recompensa por Vigilante muerto: 300 Aeros.- Espada corta del Vigilante.:
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Una espada pequeña y ligera ideal para combatir en espacios estrechos y para situaciones en las que el sigilo prime.
Su hoja no es especialmente dura, por lo que se quebrará en mil pedazos en combates prolongados.
En su filo están gravadas las palabras: "Viento Nocturno"
- Vael, Leon y Maximilliam deben mandarme respectivamente MPs para poder salir de la prisión en la que se encuentran ahora mismo. No perderán puntos de experiencia ya que cada uno avisó en cierto modo su ausencia, sin embargo, si participan en alguna Quest o Mastereado sin salir de la cárcel antes, si que perderán dichos puntos.
Recordad registrar vuestros puntos de experiencia y objetos en lo apartados correspondientes.
Fehu
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Re: El Vigilante [Quest][Cerrada]
Cara a cara, espada contra espada, el combate se había convertido en un sangriento y rápido desenlace entre los choques continuos de espadas. No había pureza en nada de esto para Jinsa, no entendía el porque Sajin todavía veía honor en algo así. Si fracasabas, eras un fiambre y nadie te recordaría en el campo de batalla, solamente te recordarían por morir. Tan solo lo sería si tenías gente contigo, si tus ideales eran los suficientemente fuertes como para ser tomadas por los demás.... pero nadie lo haría por él. Solo, marginado, era el único de su especie que no estaba regido a los hilos de su amo, pero podía todavía sentir los hilos que lo regían a él. Vivía como un perro, con la necesidad de pelear para no sufrir. Esa es la vida de un guerrero, la vida de un hombre condenado a enfrentarse cara a cara contra otro para poder preservar su supervivencia... para Sajin eran los ideales la cosa más importante.
Jinsa, en cambio, no podía dejar de pensar en ello. Tenía que vivir, por el bien de su sistema, tenía que cumplir su encargo ya sea derramando sangre como lo había prometido. El sonido de las brasas devorando el mobiliario, el choque repentino entre las espadas de ambos y el repentino sonido de su espada levemente destajando el brazo del asesino. La sangre que emano de su parte amputada manchó su rostro completamente hasta el punto de que todo eso bajo hasta su pecho. No solo sus ojos estaban al rojo vivo, su armadura lo estaba. El cibernético no daba palabras ni alguna broma como cualquiera de las demás razas, no, el combate era su trance, su paz. Tan solo para eso había sido programado... había llegado un punto que, al borde del límite de su programación, empezaba a ver un gusto natural en lo que hacía. Sajin lo reprochaba, pero esa era la esencia de Jinsa.
Esa paz de sangre y acero en la que estaba inmerso el cibernético contra su enemigo se disolvió tras su fallo en el combate. Había estado muy deseoso de acabarlo todo una vez por todas, pero, pudo atinar a uno de sus brazos. Fue una suerte, la espada del Vigilante se había hecho cenizas, lo que sería su leyenda muy pronto tras su final. Pero su espada, toda la potencia que puso en ella fue reflejada tras desviarla de una lanzada a una de las paredes del lugar cual arma arrojadiza. Ese fue su as bajo la manga, pero no se atrevió a dar la muerte al cibernético, no, el Vigilante no estaba interesado al parecer en él... o más bien, Alexander Blackwell. Un asesino, eso siempre lo fue. ¿Matar a gente de la Guardia? ¿había reflexionado tras ver como su único refugio se desmoronaba entre las llamas?
— ¿Hacía dónde miráis? —Jinsa tan solo pudo escuchar el choque de la puerta cerrarse con el Vigilante dentro, el cibernético no lo entendía. Sabía que la gente experimentaba miedo en el campo de batalla, pero el asesino no lo tenía. El combate le había dejado un sabor amargo, un sabor que se esfumo como si fuese algo que pudiese ser perdonado en cualquier momento.
Escuchó sus últimas palabras detrás de la puerta, tan solo fue eso lo que alcanzo a escuchar. Un simple cumplido, nada más. Pero tan solo dio una respuesta a aquella habitación que escuchó desplomarse por los escombros carcomidos por las llamas.
— Nunca he peleado por nadie, solo por mi. —Dijo a la nada, tan solo eso era el lugar en el que estaba ahora. — Aparento ser bueno pero, al final soy malo. No hay héroes ni heroínas en esto... si pudieses escuchar, antítesis. Si pudieseis ver este infierno.
Abrió sus brazos y alzo su pecho hacia delante. Mientras veía como la madera caía desplomándose carcomida por el fuego, el se lanzó contra el suelo. Sus fuerzas recuperadas tras el aturdimiento fueron muy explotadas, ahora tan solo podía arrastrarse entre los escombros con su espada clavándose cada segundo en el suelo ardiendo en brasas. Tenía que avanzar, avanzar en esa habitación en llamas devorando todo a su paso, la puerta aún seguía abierta. Se arrastraba como una serpiente, empezaba a escuchar el acero de las armaduras de los caballeros y los gritos de los testigos del acontecimiento fuera de la mansión... ahora hecha un infierno, que pronto se haría ceniza y acabaría en el olvido.
— Un nombre no significa nada en el campo de batalla. —El cibernético no podía seguir más, sus rodillas ardían por el calor del suelo en llamas. Vio el filo negro de una de las espadas del Vigilante resplandecer y la tomó, su filo hipnótico le atrajo a primera vista a la luz del fuego. — Después de una semana, nada tiene nombre.
Se empezaba a acostumbrar al sonido de las llamas y de vez en cuando la caída de partes en la mansión, si... eso sonaba bastante cómodo al final de cuentas, se acabaría pronto. Cerró sus ojos, tan solo podía ver como unas figuras humanas acorazadas entraban a la escena.
Jinsa, en cambio, no podía dejar de pensar en ello. Tenía que vivir, por el bien de su sistema, tenía que cumplir su encargo ya sea derramando sangre como lo había prometido. El sonido de las brasas devorando el mobiliario, el choque repentino entre las espadas de ambos y el repentino sonido de su espada levemente destajando el brazo del asesino. La sangre que emano de su parte amputada manchó su rostro completamente hasta el punto de que todo eso bajo hasta su pecho. No solo sus ojos estaban al rojo vivo, su armadura lo estaba. El cibernético no daba palabras ni alguna broma como cualquiera de las demás razas, no, el combate era su trance, su paz. Tan solo para eso había sido programado... había llegado un punto que, al borde del límite de su programación, empezaba a ver un gusto natural en lo que hacía. Sajin lo reprochaba, pero esa era la esencia de Jinsa.
Esa paz de sangre y acero en la que estaba inmerso el cibernético contra su enemigo se disolvió tras su fallo en el combate. Había estado muy deseoso de acabarlo todo una vez por todas, pero, pudo atinar a uno de sus brazos. Fue una suerte, la espada del Vigilante se había hecho cenizas, lo que sería su leyenda muy pronto tras su final. Pero su espada, toda la potencia que puso en ella fue reflejada tras desviarla de una lanzada a una de las paredes del lugar cual arma arrojadiza. Ese fue su as bajo la manga, pero no se atrevió a dar la muerte al cibernético, no, el Vigilante no estaba interesado al parecer en él... o más bien, Alexander Blackwell. Un asesino, eso siempre lo fue. ¿Matar a gente de la Guardia? ¿había reflexionado tras ver como su único refugio se desmoronaba entre las llamas?
— ¿Hacía dónde miráis? —Jinsa tan solo pudo escuchar el choque de la puerta cerrarse con el Vigilante dentro, el cibernético no lo entendía. Sabía que la gente experimentaba miedo en el campo de batalla, pero el asesino no lo tenía. El combate le había dejado un sabor amargo, un sabor que se esfumo como si fuese algo que pudiese ser perdonado en cualquier momento.
Escuchó sus últimas palabras detrás de la puerta, tan solo fue eso lo que alcanzo a escuchar. Un simple cumplido, nada más. Pero tan solo dio una respuesta a aquella habitación que escuchó desplomarse por los escombros carcomidos por las llamas.
— Nunca he peleado por nadie, solo por mi. —Dijo a la nada, tan solo eso era el lugar en el que estaba ahora. — Aparento ser bueno pero, al final soy malo. No hay héroes ni heroínas en esto... si pudieses escuchar, antítesis. Si pudieseis ver este infierno.
Abrió sus brazos y alzo su pecho hacia delante. Mientras veía como la madera caía desplomándose carcomida por el fuego, el se lanzó contra el suelo. Sus fuerzas recuperadas tras el aturdimiento fueron muy explotadas, ahora tan solo podía arrastrarse entre los escombros con su espada clavándose cada segundo en el suelo ardiendo en brasas. Tenía que avanzar, avanzar en esa habitación en llamas devorando todo a su paso, la puerta aún seguía abierta. Se arrastraba como una serpiente, empezaba a escuchar el acero de las armaduras de los caballeros y los gritos de los testigos del acontecimiento fuera de la mansión... ahora hecha un infierno, que pronto se haría ceniza y acabaría en el olvido.
— Un nombre no significa nada en el campo de batalla. —El cibernético no podía seguir más, sus rodillas ardían por el calor del suelo en llamas. Vio el filo negro de una de las espadas del Vigilante resplandecer y la tomó, su filo hipnótico le atrajo a primera vista a la luz del fuego. — Después de una semana, nada tiene nombre.
Se empezaba a acostumbrar al sonido de las llamas y de vez en cuando la caída de partes en la mansión, si... eso sonaba bastante cómodo al final de cuentas, se acabaría pronto. Cerró sus ojos, tan solo podía ver como unas figuras humanas acorazadas entraban a la escena.
____________________________
— ¡Esta vivo! —Gritó uno de los caballeros que protegía la camilla en la que el cibernético reposaba, los demás trataban de buscar algún rastro de vida en la mansión.
— ¿Qué ha sucedido? —Resplandecieron los ojos azules de Sajin, Jinsa se había ido tras aquel acontecimiento al final de su combate. — ¿Qué paso con el Vigilante?
— Lo habéis asesinado. —Interrumpió uno de los guardias tras salir del lugar en llamas.— Al parecer hemos pedido mucho para vos y muchos otros mercenarios de pacotilla más. Lamento eso, pero podréis quedaros con la recompensa algo... reducida. Tal vez eso sirva para redimir sus heridas.
Trato de pararse de la camilla, pero vio de repente sus rodillas acorazadas carcomidas por el fuego de la mansión, seguido de muchas otras heridas abiertas beneficiadas por las quemaduras en su torso. Si abusaba de movilizarse tal cual, su sistema artificial no podría aguantar el incremento del dolor, prefirió ir con la guardia para tener su recompensa. A su lado, yacía un hombre cuidando de su espada... pero parecía que una más se había colocado como una posesión mas para Sajin. Jinsa parecía haber hecho un buen trabajo.
— ¿Y cómo fue que me encontraron? —Preguntó Sajin al guardia.
— Un hechicero nos informo de que habíais dado con el paradero del asesino. Su compañero se encargo de darnos los detalles... su brazo indicaba exactamente el peligro que era para nuestros habitantes ese hombre.
— Traeré el peligro de aquel hombre en esta espada. —Agarro el sable negro que uno de los guardias a su lado cuidaba para el adolorido cibernético, vio su negro y resplandeciente filo. — Su espíritu ruge en ella, sus ideas han hecho fuerte al arma. Pero mis ideales podrán hacer de ella mucho más fuerte de lo que es.
Sajin
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