Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
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Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Níniel se sentía rara al no vestir su ropa habitual aquel día y vestir un juego completo de armadura de cuero negra sin una de sus túnicas por encima. Para ella era casi como pretender ser una persona que no era, una de las forestales guardianas de Sindorai que acechaban en las copas de los árboles y entre sus troncos, elfas que con las certeras flechas de sus arcos eliminaban a los intrusos indeseados sin que estos siquiera llegaran a darse cuenta del peligro. En realidad era una sacerdotisa encargada de los ritos, conocimientos y sanaciones de su gente que si bien tenía sus modos de defenderse nunca había destacado en el uso de armas ni el combate. Que los humanos no dejaran de mirarla tampoco ayudaba a hacerla sentir más cómoda y es que era raro que a pesar de que sus túnicas normalmente eran atrevidas para los cánones humanos, parecía que había algo con el cuero negro que hacía que las miradas se posasen en ella constantemente. "Los humanos son raros".
Como fuera había retrasado aquello demasiado tiempo, demasiado tiempo dependiendo de otros y posponiendo algo que desde los primeros días lejos de Sindorai había notado que necesitaba y para lo que por fin se había animado y encontrado tiempo, para practicar un poco sus habilidades ofensivas, y no conocía a nadie mejor para enseñarla que Alanna. Quizá conocía a gente más fuerte y a otros guerreros capaces, cierto, pero ella sería la maestra ideal ya que eran poco más o menos de la misma complexión, tamaño y peso y además seguramente pocos tendrían tanta paciencia como la guardia con ella, todo sea dicho.
El trato era sencillo, Alanna la ayudaría a ser menos vulnerable y a saber manejar mejor el arco, las dagas y si era posible el bastón. a cambio Níniel la ayudaría a mejorar con el idioma élfico pues podrían practicarlo mientras entrenaban. Por eso estaba allí, en el campo de practicas del cuartel de la guardia aguantando las miradas de los compañeros de Alanna, nerviosa pero deseando empezar en cuanto su amiga llegase.
Aquel lugar era una zona amplia de forma irregular situada en el patio exterior de la torre de piedra de la guardia y rodeada por muros d epiedra de altura considerable. Era lo suficientemente grande como para que varios grupos hombres aprendiesen o puliesen sus habilidades ya fuera en solitario o bajo la atenta mirada del sargento de turno. El lugar estaba equipado con todo lo que hacía falta, o al menos con todo lo que a Níniel se le ocurría que podría hacer falta. Muñecos y dianas de paja, muebles armeros con todo tipo de armas, tanto de madera como de metal embotado, escudos de practica...Así como zonas acotadas que se adaptaban a las necesidades de los guardias. Por supuesto no la hubiesen dejado entrar si no fuera porque tras varias aventuras ya con Alanna, cuando mencionaba su nombre alguien la reconocía a ella también aunque eso no significase que su presencia allí gustase a todos, sin duda el sargento de instrucción no estaba nada contento detenerla allí pues sus hombres habían comenzado a fallar más de la cuenta.
Como fuera había retrasado aquello demasiado tiempo, demasiado tiempo dependiendo de otros y posponiendo algo que desde los primeros días lejos de Sindorai había notado que necesitaba y para lo que por fin se había animado y encontrado tiempo, para practicar un poco sus habilidades ofensivas, y no conocía a nadie mejor para enseñarla que Alanna. Quizá conocía a gente más fuerte y a otros guerreros capaces, cierto, pero ella sería la maestra ideal ya que eran poco más o menos de la misma complexión, tamaño y peso y además seguramente pocos tendrían tanta paciencia como la guardia con ella, todo sea dicho.
El trato era sencillo, Alanna la ayudaría a ser menos vulnerable y a saber manejar mejor el arco, las dagas y si era posible el bastón. a cambio Níniel la ayudaría a mejorar con el idioma élfico pues podrían practicarlo mientras entrenaban. Por eso estaba allí, en el campo de practicas del cuartel de la guardia aguantando las miradas de los compañeros de Alanna, nerviosa pero deseando empezar en cuanto su amiga llegase.
Aquel lugar era una zona amplia de forma irregular situada en el patio exterior de la torre de piedra de la guardia y rodeada por muros d epiedra de altura considerable. Era lo suficientemente grande como para que varios grupos hombres aprendiesen o puliesen sus habilidades ya fuera en solitario o bajo la atenta mirada del sargento de turno. El lugar estaba equipado con todo lo que hacía falta, o al menos con todo lo que a Níniel se le ocurría que podría hacer falta. Muñecos y dianas de paja, muebles armeros con todo tipo de armas, tanto de madera como de metal embotado, escudos de practica...Así como zonas acotadas que se adaptaban a las necesidades de los guardias. Por supuesto no la hubiesen dejado entrar si no fuera porque tras varias aventuras ya con Alanna, cuando mencionaba su nombre alguien la reconocía a ella también aunque eso no significase que su presencia allí gustase a todos, sin duda el sargento de instrucción no estaba nada contento detenerla allí pues sus hombres habían comenzado a fallar más de la cuenta.
Última edición por Níniel Thenidiel el Mar Oct 06, 2015 6:38 pm, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Amanecía, la chica, como era usual, estaba sentada en la cama, abrazandose las rodillas, mirando por la ventana, despierta desde hacía horas. No había podido dormir, como solía pasarle desde hacía tiempo, desde ese viaje al norte, sin embargo, de las dos horas, a los sumo, que pasaba descansando, ese día había sumado dos horas a su sueño, de que, como también se había vuelto normal, despertaba gritando,
Al principio, sus vecinos, aquellos con quienes se llevaba bien por haberlos ayudado o bie con sus hijos, o bien en sus mudanzas, bajaban corriendo preocupados, pero, al final, se había acostumbrado, pero, al final, habían terminado por dejar de bajar, din embargo, algunas mujeres, preocupadas por la delgadez y el aire decaido que solía rodear a la chica de un tiempo a esa parte, seguían acudiendo, antes de acostarse con cualquier excusa, o un trozo de pastel que les había sobrado, o un libro que les gustaría leer, preguntas sobre palabras de los mismos libros, o cualquier tontería similar, para comprobar el bienestar de la chica.
Alanna lo sabía, sabía que lo hacían por ella, y, aunque en ningún momento les decía nada de ello, más de una vez les había dicho un gracias en voz baja, por la preocupación que demostraban por ella, que, al fin y al cabo, no era más que alguien a quien habían conocido, pero a quien trataban como a una hija que acababa de abandonar la casa de su infancia. Quien más la visitaba era Meredith, su madrastra estaba seriamente preocupada, pero no la forzaba a hablar, sabía que había sufrido una gran perdida en el norte, pero no había forzado a la chica a decírselo, sabía que Alanna estaba buscando su propia forma de superarlo, y, aunque a veces notaba su expresión sombría, esta desaparecía al nombrar algunas de sus últimas vivencias, la mujer ya sabía sobre Niniel, Eltrant, Elwen, y la última incorporación al grupo, un elfo desmemoriado.
Cuando el sol entró por la ventana, la chica se levantó de la cama y se fue a cambiar, Niniel le había pedido que la ayudase a mejorar su defensa, y ella, aun dudando de que pudiera enseñarle algo tras lo visto en el bosque, lo hacía encantada, nunca estaba de más disfrutar de un día de ejercicio con una amiga, y más si, además, a cambio recibía lecciones de élfico, necesitaba mejorar su dominio de la lengua por si, en algún momento, se le ocurría volver a bosque de los elfos.
Con su ropa de entrenamiento, que no era ni más ni menos que un pantalón elástico y ajustado, que le facilitaba el movimiento, y una camisa del mismo material cubierto por una camisa vieja que se anudaba a la cintura, salió en dirección al cuartel, Niniel no debería haber tenido problemas para entrar, ella misma había pedido el día anterior que si ella acudía le permitieran el paso. Andaba rápido, anudándose el pelo en una trenza para nada más llegar, poder empezar. Por un día no necesitaba llevar uniforme, además, allí tendría los materiales necesarios para entrenar, visto tenía que la elfa tenia la fuerza de mil hombres, así que debería tener cuidado, no era buena idea enfadarla.
Entró y notó que había cierto alboroto, algunos miraban en dirección al campo de prácticas y murmuraban por lo bajo. Sin entender demasiado, Alanna se asomó escalando por encima de los que estaban agachados, que protestaban y alzaban la vista a tiempo de verla. Cuando fijaban su vista en la chica, cierta palidez acudía a sus caras, y se marchaban asustados, cuando llegó a apoyarse en la espalda de uno y poner la cabeza entre la de otros dos, murmuró en voz baja:
- ¿Qué miramos?
- Pues que allí hay una chica que...- El soldado no acabó la frase, miró a alanna de soslayo y, disculpándose, inició su retirada seguido de otros dos.
Aun sin comprender, Alanna saltó desde donde estaba, pasando por encima de las cabezas de los dos que quedaban delante, y empezó a andar con calma, alzando la mano, allí estaba Niniel, vestida de un modo muy similar al propio, pero con una coraza ligera, esperándola.
- ¡Nin!- llamó con una pequeña sonrisa mientras andaba sin apresurar el paso. Pronto empezarían as lecciones.
Al principio, sus vecinos, aquellos con quienes se llevaba bien por haberlos ayudado o bie con sus hijos, o bien en sus mudanzas, bajaban corriendo preocupados, pero, al final, se había acostumbrado, pero, al final, habían terminado por dejar de bajar, din embargo, algunas mujeres, preocupadas por la delgadez y el aire decaido que solía rodear a la chica de un tiempo a esa parte, seguían acudiendo, antes de acostarse con cualquier excusa, o un trozo de pastel que les había sobrado, o un libro que les gustaría leer, preguntas sobre palabras de los mismos libros, o cualquier tontería similar, para comprobar el bienestar de la chica.
Alanna lo sabía, sabía que lo hacían por ella, y, aunque en ningún momento les decía nada de ello, más de una vez les había dicho un gracias en voz baja, por la preocupación que demostraban por ella, que, al fin y al cabo, no era más que alguien a quien habían conocido, pero a quien trataban como a una hija que acababa de abandonar la casa de su infancia. Quien más la visitaba era Meredith, su madrastra estaba seriamente preocupada, pero no la forzaba a hablar, sabía que había sufrido una gran perdida en el norte, pero no había forzado a la chica a decírselo, sabía que Alanna estaba buscando su propia forma de superarlo, y, aunque a veces notaba su expresión sombría, esta desaparecía al nombrar algunas de sus últimas vivencias, la mujer ya sabía sobre Niniel, Eltrant, Elwen, y la última incorporación al grupo, un elfo desmemoriado.
Cuando el sol entró por la ventana, la chica se levantó de la cama y se fue a cambiar, Niniel le había pedido que la ayudase a mejorar su defensa, y ella, aun dudando de que pudiera enseñarle algo tras lo visto en el bosque, lo hacía encantada, nunca estaba de más disfrutar de un día de ejercicio con una amiga, y más si, además, a cambio recibía lecciones de élfico, necesitaba mejorar su dominio de la lengua por si, en algún momento, se le ocurría volver a bosque de los elfos.
Con su ropa de entrenamiento, que no era ni más ni menos que un pantalón elástico y ajustado, que le facilitaba el movimiento, y una camisa del mismo material cubierto por una camisa vieja que se anudaba a la cintura, salió en dirección al cuartel, Niniel no debería haber tenido problemas para entrar, ella misma había pedido el día anterior que si ella acudía le permitieran el paso. Andaba rápido, anudándose el pelo en una trenza para nada más llegar, poder empezar. Por un día no necesitaba llevar uniforme, además, allí tendría los materiales necesarios para entrenar, visto tenía que la elfa tenia la fuerza de mil hombres, así que debería tener cuidado, no era buena idea enfadarla.
Entró y notó que había cierto alboroto, algunos miraban en dirección al campo de prácticas y murmuraban por lo bajo. Sin entender demasiado, Alanna se asomó escalando por encima de los que estaban agachados, que protestaban y alzaban la vista a tiempo de verla. Cuando fijaban su vista en la chica, cierta palidez acudía a sus caras, y se marchaban asustados, cuando llegó a apoyarse en la espalda de uno y poner la cabeza entre la de otros dos, murmuró en voz baja:
- ¿Qué miramos?
- Pues que allí hay una chica que...- El soldado no acabó la frase, miró a alanna de soslayo y, disculpándose, inició su retirada seguido de otros dos.
Aun sin comprender, Alanna saltó desde donde estaba, pasando por encima de las cabezas de los dos que quedaban delante, y empezó a andar con calma, alzando la mano, allí estaba Niniel, vestida de un modo muy similar al propio, pero con una coraza ligera, esperándola.
- ¡Nin!- llamó con una pequeña sonrisa mientras andaba sin apresurar el paso. Pronto empezarían as lecciones.
Última edición por Alanna Delteria el Sáb Sep 26, 2015 9:50 am, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Justo cuando la peliblanca estaba pensando en ponerse la capa por encima o incluso pensaba en irse de allí con la idea de quedar con Alanna en otro momento y en otro lugar, uno donde no la miraran como a una pieza de fruta madura decenas de pares de ojos de forma constante al ser posible, apareció Alanna haciendo gala de sus acrobáticas aptitudes para abrirse paso entre los grupos de prácticas y los curiosos. Níniel había pensado que desde el momento en el que se encontraran comenzaría a hablar a su amiga en elfico pues ese era el mejor método para aprender un idioma, que no te quede más remedio que hablarlo para hacerte entender, pero había acabado tan nerviosa que cuando respondió al saludo lo hizo en el idioma común como tenía acostumbrado a hacer por deferencia con la guardia.
-Alanna, empezaba a pensar que no vendrías- Dijo a pesar de que la humana no llegaba tarde para nada si no que ella se había adelantado bastante por querer causar una buena impresión a su amiga, pero la espera se le había hecho eterna. -No esperaba que fuese haber tantos...Tanta gente por aquí- Continuó sintiendo que al estar junto a la humana podía soportar mejor ser el centro de todas las miradas. -Creo que no fue buena idea venir con armadura.-
Puede que algunos guardias se apartasen ante la llegada de la hija del capitán y celebre miembro de la guardia más conocida como "La gata", pero ese primer efecto disuasorio y que instaba a los allí presentes a mostrar algo más de respeto pronto desapareció cuando quedó patente que aquellas dos mujeres iban a practicar juntas aquella mañana delante de todos. Si la armadura de Níniel resultaba llamativa ni que decir tenían los ajustados pantalones de Alanna. El sargento de instrucción emitió un bufido de disgusto mientras instaba a sus guardias a que continuaran con su entrenamiento buscando que cuantos más de ellos mirasen hacia otro lado mejor.
-¿Por donde empezamos?- Preguntó la elfa esta vez si ya en el idioma del bosque mirando hacia el armero más cercano y sin estar segura de que ninguna de esas pesadas armas de humanos fuese con ella. También había un par de arcos de madera de no demasiada calidad pero que sin duda servirían de maravilla para entrenar ya que si podías acertar con semejante trozo de madera seca sin duda podrías acertar sin esforzarte con otros mejores. -Voy a hablarte en mi idioma para que practiquemos juntas, si voy demasiado rápido o no entiendes algo me lo dices y con sumo gusto repetiré o te enseñaré las palabras que no conozcas.- Continuó en el idioma de los suyos la peliblanca aunque hablando de forma más pausada a como lo haría de forma natural mientras esperaba que su maestra decidiera por donde empezar. Incluso hablando con aquella voluntaria calma su tono segía sin perder ni una pizca de su musicalidad.
-Alanna, empezaba a pensar que no vendrías- Dijo a pesar de que la humana no llegaba tarde para nada si no que ella se había adelantado bastante por querer causar una buena impresión a su amiga, pero la espera se le había hecho eterna. -No esperaba que fuese haber tantos...Tanta gente por aquí- Continuó sintiendo que al estar junto a la humana podía soportar mejor ser el centro de todas las miradas. -Creo que no fue buena idea venir con armadura.-
Puede que algunos guardias se apartasen ante la llegada de la hija del capitán y celebre miembro de la guardia más conocida como "La gata", pero ese primer efecto disuasorio y que instaba a los allí presentes a mostrar algo más de respeto pronto desapareció cuando quedó patente que aquellas dos mujeres iban a practicar juntas aquella mañana delante de todos. Si la armadura de Níniel resultaba llamativa ni que decir tenían los ajustados pantalones de Alanna. El sargento de instrucción emitió un bufido de disgusto mientras instaba a sus guardias a que continuaran con su entrenamiento buscando que cuantos más de ellos mirasen hacia otro lado mejor.
-¿Por donde empezamos?- Preguntó la elfa esta vez si ya en el idioma del bosque mirando hacia el armero más cercano y sin estar segura de que ninguna de esas pesadas armas de humanos fuese con ella. También había un par de arcos de madera de no demasiada calidad pero que sin duda servirían de maravilla para entrenar ya que si podías acertar con semejante trozo de madera seca sin duda podrías acertar sin esforzarte con otros mejores. -Voy a hablarte en mi idioma para que practiquemos juntas, si voy demasiado rápido o no entiendes algo me lo dices y con sumo gusto repetiré o te enseñaré las palabras que no conozcas.- Continuó en el idioma de los suyos la peliblanca aunque hablando de forma más pausada a como lo haría de forma natural mientras esperaba que su maestra decidiera por donde empezar. Incluso hablando con aquella voluntaria calma su tono segía sin perder ni una pizca de su musicalidad.
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Alanna acudió al lado de la elfa, que, con aspecto nervioso, le devolvió el saludo, relajándose un tanto. Al parecer no tenía idea de todos los aprendices y los soldados que entrenaban en ese lugar de forma diaria. Lógico, poca gente que no fuera de la guarda sabía de todo lo que se esforzaba la guarda con tal de mantener la ciudad a salvo, y, en realidad, muchas veces era más peligroso el mismo entrenamiento que las misiones, al menos, en algunos casos, el suyo, por desgracia, no era de esos.
Sus misiones, al ser de infiltración, podían acabar de forma inesperada y siempre necesitaba llevar armas encima y la atención y la precaución como banderas. Arriésgate, sin arriesgar del todo, era la frase que ondeaba en su estandarte. Escuchó la pequeña protesta de la elfa, ¿tan tarde había llegado? Vaya, habría dormido más de lo que pensaba, no, no podía ser, lo cansada que se sentía le decía que había dormido solo algo más de lo normal, pero no lo bastante como para llegar tarde, a demás, a penas acababa de amanecer hacía un rato. Cuando fue a preguntar porque la chica habría querido ir con otra cosa que no fuera su armadura, escuchó la voz del encargado de instrucción, que llamaba a los allí presentes a volver a entrenar.
Alanna giró la cabeza, mirando a su alrededor, a tiempo de ver miradas que escapaban de ella y se marchaban a seguir con sus tareas. No entendía demasiado, pero tampoco le importaba, estaba acostumbrada a que la sometieran a exámenes para comprobar sus capacidades, al fin y al cabo, quien era ella, más que una chiquilla que se había ganado una fama, para muchos, poco merecida, y que solo era alguien por ser el ojito derecho del capitán. Volvió a centrarse en su amiga, que, esta vez, habló en lengua elfíca. La guarda pestañeo con sorpresa, y tuvo que forzar su cabeza a cambiar de sentido, y concentrarse. Entendió a medias el significado de las palabras, ¿tendría que dar las explicaciones en élfico?
Tomó aire, y, sin saber como decir la palabra "espera" alzó un dedos y entró al almacén a por un par de espadas de madera, dagas, y dos bastones. posiblemente, a la elfa ese último fuera el que más le interesara aprender a usar, puesto que siempre cargaba con su bastón encima.
- E....- empezó a decir sin saber como empezar, intentando hablar en élfico- "Nosotras.... ir...."- negó con la cabeza- "vamos", si, "vamos"- intercaló palabras en élfico con a afirmación en común- "¿muñeco de prácticas?"- preguntó sin saber si lo había dicho bien.
Guardando silencio, sabiendo que estaba haciendo bastante el ridículo, señaló un monigote de madera con palos que podían girar clavados en los lados, con las armas de madera en los brazos, se acercó y dejó la mayoría en el suelo, quedándose con los bastones, le lanzó uno a Nin con una ligera sonrisa, sabía bastantes palabras sobre combates en élfico, esta parte, posiblemente, fuera a ser le más sencilla.
- "Luchar es como... bailar"- explicó de forma medianamente fluida.- "como".... ¿imanes?- preguntó en lengua común, esperando que la chica le dijera la palabra.- "mismos... ¿polos?"- le estaba costando, pero, de momento, solo había dicho una palabra en idioma normal- "refieren"- confundió.- ¿repelen?- volvió a preguntar.- m... "mejor te lo enseño"Colocándose frente a ella, alzó una mano, indicándole a ella que hiciera otro tanto, para sin tocarla o rozarla siquiera, girar hasta cambiar de sitios- "No se tocan, no se hieren"- sentía que estaba hablando como una niña que empezaba a aprender a hablar, iba medianamente bien de vocabulario pero... debía mejorar mucho. Ojala pudiera no hubiera llegado a ese acuerdo silencioso. - "Mira"- sonrió un poco, al menos sabía decir palabras sueltas.
Se colocó en posición con el bastón, no era su arma predilecta, pero algo sabía. Lo sostuvo con una mano y lo giró por encima de su cabeza para, soltarlo, y tomarlo con ambas manos, para, al tomarlo, agacharse un poco, con una pierna extendida y la otra flexionada, apuntando con el bastón al muñeco de prácticas. Se alzó y, despació, para que la elfa lo viera bien, puso el palo en vertical, en forma de defensa, lo giró para defender su otro costado y, finalmente, girandolo de nuevo, para que quedara en horizontal, golpeó hacia delante, haciendo girar una de las ruedas.
- "Mucho daño aquí"- se señaló el cuello- "aquí"- el corazón- " y aquí"- la tripa.
Se situó en posición de descanso, a la espera de que la elfa o bien repitiera o bien preguntara algo. Le estaba resultando difícil explicarse.
*****************************************************
Subrayado el uso de pasiva: Conocimiento antiguo (Lenguas) (las palabras dichas en élfico están entre comillas)
Sus misiones, al ser de infiltración, podían acabar de forma inesperada y siempre necesitaba llevar armas encima y la atención y la precaución como banderas. Arriésgate, sin arriesgar del todo, era la frase que ondeaba en su estandarte. Escuchó la pequeña protesta de la elfa, ¿tan tarde había llegado? Vaya, habría dormido más de lo que pensaba, no, no podía ser, lo cansada que se sentía le decía que había dormido solo algo más de lo normal, pero no lo bastante como para llegar tarde, a demás, a penas acababa de amanecer hacía un rato. Cuando fue a preguntar porque la chica habría querido ir con otra cosa que no fuera su armadura, escuchó la voz del encargado de instrucción, que llamaba a los allí presentes a volver a entrenar.
Alanna giró la cabeza, mirando a su alrededor, a tiempo de ver miradas que escapaban de ella y se marchaban a seguir con sus tareas. No entendía demasiado, pero tampoco le importaba, estaba acostumbrada a que la sometieran a exámenes para comprobar sus capacidades, al fin y al cabo, quien era ella, más que una chiquilla que se había ganado una fama, para muchos, poco merecida, y que solo era alguien por ser el ojito derecho del capitán. Volvió a centrarse en su amiga, que, esta vez, habló en lengua elfíca. La guarda pestañeo con sorpresa, y tuvo que forzar su cabeza a cambiar de sentido, y concentrarse. Entendió a medias el significado de las palabras, ¿tendría que dar las explicaciones en élfico?
Tomó aire, y, sin saber como decir la palabra "espera" alzó un dedos y entró al almacén a por un par de espadas de madera, dagas, y dos bastones. posiblemente, a la elfa ese último fuera el que más le interesara aprender a usar, puesto que siempre cargaba con su bastón encima.
- E....- empezó a decir sin saber como empezar, intentando hablar en élfico- "Nosotras.... ir...."- negó con la cabeza- "vamos", si, "vamos"- intercaló palabras en élfico con a afirmación en común- "¿muñeco de prácticas?"- preguntó sin saber si lo había dicho bien.
Guardando silencio, sabiendo que estaba haciendo bastante el ridículo, señaló un monigote de madera con palos que podían girar clavados en los lados, con las armas de madera en los brazos, se acercó y dejó la mayoría en el suelo, quedándose con los bastones, le lanzó uno a Nin con una ligera sonrisa, sabía bastantes palabras sobre combates en élfico, esta parte, posiblemente, fuera a ser le más sencilla.
- "Luchar es como... bailar"- explicó de forma medianamente fluida.- "como".... ¿imanes?- preguntó en lengua común, esperando que la chica le dijera la palabra.- "mismos... ¿polos?"- le estaba costando, pero, de momento, solo había dicho una palabra en idioma normal- "refieren"- confundió.- ¿repelen?- volvió a preguntar.- m... "mejor te lo enseño"Colocándose frente a ella, alzó una mano, indicándole a ella que hiciera otro tanto, para sin tocarla o rozarla siquiera, girar hasta cambiar de sitios- "No se tocan, no se hieren"- sentía que estaba hablando como una niña que empezaba a aprender a hablar, iba medianamente bien de vocabulario pero... debía mejorar mucho. Ojala pudiera no hubiera llegado a ese acuerdo silencioso. - "Mira"- sonrió un poco, al menos sabía decir palabras sueltas.
Se colocó en posición con el bastón, no era su arma predilecta, pero algo sabía. Lo sostuvo con una mano y lo giró por encima de su cabeza para, soltarlo, y tomarlo con ambas manos, para, al tomarlo, agacharse un poco, con una pierna extendida y la otra flexionada, apuntando con el bastón al muñeco de prácticas. Se alzó y, despació, para que la elfa lo viera bien, puso el palo en vertical, en forma de defensa, lo giró para defender su otro costado y, finalmente, girandolo de nuevo, para que quedara en horizontal, golpeó hacia delante, haciendo girar una de las ruedas.
- "Mucho daño aquí"- se señaló el cuello- "aquí"- el corazón- " y aquí"- la tripa.
Se situó en posición de descanso, a la espera de que la elfa o bien repitiera o bien preguntara algo. Le estaba resultando difícil explicarse.
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Subrayado el uso de pasiva: Conocimiento antiguo (Lenguas) (las palabras dichas en élfico están entre comillas)
Última edición por Alanna Delteria el Sáb Sep 26, 2015 9:52 am, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Quizá intentar combinar las prácticas con armas junto con las prácticas de idiomas no era la mejor idea para aprender los fundamentos teóricos del combate pero tampoco es como si fuera a aprender a luchar en un día solo por usar el común así que no importaba, el tiempo acabaría ocupándose de que ambas sacaran buen provecho de aquellas lecciones. Por ello, con la tozudez que en su tiempo mostrara su propia madre a la hora de enseñar a Níniel a hablar en común, la peliblanca se mantuvo en sus trece y siguió hablando en su idioma natal. Lo primero y más importante era decirle las palabras con las que dudaba o no conocía e instarla a repetir la frase añadiendo lo aprendido para a continuación enseñarle diferentes modos de expresarlo así como frases sin fragmentar desde la más sencilla y de lenguaje coloquial hasta las más complejas y llenas de florituras destinadas al trato formal o a conversaciones más elevadas, aunque por supuesto enfatizando más las básicas en aquella primera lección.
Una vez terminado su parte como maestra quiso demostrar a su amiga estar tan dispuesta a aprender como a enseñar por lo que se esforzó en imitar sus movimientos y en asegurarse de haber entendido a Alanna. El arma escogida, el bastón, era con el que más soltura tenía pues era su herramienta principal y la que hacía las funciones de arma en la mayoría de los casos, por ello y aunque la primera vez que trató de soltar el bastón para cogerlo como había visto hacer a la guardia, este se le escapó y casi le cae en la cabeza, en su segundo intento lo consiguió y golpeó al muñeco en las zonas indicadas. Sonrió tras aquel pequeño éxito como una niña pequeña a pesar de saber de sobra que aquello no era ni siquiera el primer paso, de hecho no era ni el primer pasito.
-Cuando salí de mi hogar por primera vez me recomendaron que apuntara a las partes nobles de los humanos si me veía en una situación en la que lo considerara necesario.- Dijo en su idioma golpeando con el bastón en la zona donde aquel maniquí tendría sus gónadas de ser un humano o similar. -Solo he tenido que usarlo una vez y fue muy efectivo. ¿Lo recomiendas?.-
Estaban en eso cuando el sargento de instrucción, sudoroso y con gesto iracundo se acercó hasta el lugar donde entrenaban entrometiéndose en las prácticas. Por lo que se podía intuir no estaba teniendo todo el éxito que deseaba a la hora de mantener la atención de sus muchachos ante los movimientos de lucha de aquel par de jóvenes.
-Elfa, coges el bastón como si fuera de cristal, si vas a usarlo como arma...Úsalo como arma. "Gata", con vuestros contoneos estáis distrayendo a mis hombres,y este no es lugar para una civil además. Este lugar es para soldados no para...- Pareció que iba a añadir una palabra no demasiado amable con las chicas o con el género femenino pero no acabó la frase. Tampoco hacía falta, su cara la terminaba por él y sus ojos desviándose hacia zonas de la anatomía de las interpeladas dejaba claro lo demás.
-Señor, me consta que tenemos permiso. lamento que mis "contoneos" le distraigan, no es mi intención darle semejante imagen, puede estar seguro.-
El hombre asintió con la cabeza un momento hasta que acabó por entender lo que la elfa había insinuado con sus palabras y que no había sido una disculpa como le había parecido en un primer momento. Y es que Níniel era muy diplomática la mayor parte del tiempo y trataba de mostrarse educada con todo el mundo, pero que aquel sujeto la acusara de contonearse delante de él como si se tratara de una vulgar ramera...Eso no lo iba a consentir.
-Mira elfa, te estoy pidiendo amablemente que muevas ese culito fuera de aquí y me da igual si tienes permiso o no. No me obligues a usar la fuerza.- Cosa que seguro le gustaría, demasiado a aquel puerco que no podía disimular sus continuas miraditas.
En torno a él algunos guardias que parecían compartir su opinión pero que sin embargo no le quitaban los ojos de encima a Alanna habían ido acercándose y asentían, aunque con la boca abierta como si fueran tontos. Aquello empezaba a ponerse feo y Níniel tampoco quería problemas, quizá lo mejor fuese que buscaran otro sitio donde practicar para evitar líos. Iba a proponerlo cuando se le ocurrió una extraña idea. La peliblanca tenía claro que aquel humano y sus amigos eran unos cerdos además de denigrar a las mujeres con su mera cercanía, podría haber un modo de salirse con la suya aquella mañana y darse un buen gustazo.
-¿Crees que por ser elfa no puedo contigo? ¿O es por ser mujer? ¿Crees que cada vez que una mujer se mueve es para tu disfrute?. Hagamos una cosa, me iré...Si en una lucha de práctica dos contra dos podéis ganarnos. Si no podré quedarme. Acabas de decir que puedes echarme a la fuerza...Veámoslo.-
El hombre estaba sorprendido pero rápidamente se dibujo una sonrisa en su boca. LLamó a uno de sus hombres de confianza y sin dudarlo aceptó el desafío lanzado por la elfa, era evidente que pensaba que no podía perder y que iba a divertirse. En las manos de Alanna y Níniel estaba demostrarle lo equivocado que estaba...Con todo.
Una vez terminado su parte como maestra quiso demostrar a su amiga estar tan dispuesta a aprender como a enseñar por lo que se esforzó en imitar sus movimientos y en asegurarse de haber entendido a Alanna. El arma escogida, el bastón, era con el que más soltura tenía pues era su herramienta principal y la que hacía las funciones de arma en la mayoría de los casos, por ello y aunque la primera vez que trató de soltar el bastón para cogerlo como había visto hacer a la guardia, este se le escapó y casi le cae en la cabeza, en su segundo intento lo consiguió y golpeó al muñeco en las zonas indicadas. Sonrió tras aquel pequeño éxito como una niña pequeña a pesar de saber de sobra que aquello no era ni siquiera el primer paso, de hecho no era ni el primer pasito.
-Cuando salí de mi hogar por primera vez me recomendaron que apuntara a las partes nobles de los humanos si me veía en una situación en la que lo considerara necesario.- Dijo en su idioma golpeando con el bastón en la zona donde aquel maniquí tendría sus gónadas de ser un humano o similar. -Solo he tenido que usarlo una vez y fue muy efectivo. ¿Lo recomiendas?.-
Estaban en eso cuando el sargento de instrucción, sudoroso y con gesto iracundo se acercó hasta el lugar donde entrenaban entrometiéndose en las prácticas. Por lo que se podía intuir no estaba teniendo todo el éxito que deseaba a la hora de mantener la atención de sus muchachos ante los movimientos de lucha de aquel par de jóvenes.
-Elfa, coges el bastón como si fuera de cristal, si vas a usarlo como arma...Úsalo como arma. "Gata", con vuestros contoneos estáis distrayendo a mis hombres,y este no es lugar para una civil además. Este lugar es para soldados no para...- Pareció que iba a añadir una palabra no demasiado amable con las chicas o con el género femenino pero no acabó la frase. Tampoco hacía falta, su cara la terminaba por él y sus ojos desviándose hacia zonas de la anatomía de las interpeladas dejaba claro lo demás.
-Señor, me consta que tenemos permiso. lamento que mis "contoneos" le distraigan, no es mi intención darle semejante imagen, puede estar seguro.-
El hombre asintió con la cabeza un momento hasta que acabó por entender lo que la elfa había insinuado con sus palabras y que no había sido una disculpa como le había parecido en un primer momento. Y es que Níniel era muy diplomática la mayor parte del tiempo y trataba de mostrarse educada con todo el mundo, pero que aquel sujeto la acusara de contonearse delante de él como si se tratara de una vulgar ramera...Eso no lo iba a consentir.
-Mira elfa, te estoy pidiendo amablemente que muevas ese culito fuera de aquí y me da igual si tienes permiso o no. No me obligues a usar la fuerza.- Cosa que seguro le gustaría, demasiado a aquel puerco que no podía disimular sus continuas miraditas.
En torno a él algunos guardias que parecían compartir su opinión pero que sin embargo no le quitaban los ojos de encima a Alanna habían ido acercándose y asentían, aunque con la boca abierta como si fueran tontos. Aquello empezaba a ponerse feo y Níniel tampoco quería problemas, quizá lo mejor fuese que buscaran otro sitio donde practicar para evitar líos. Iba a proponerlo cuando se le ocurrió una extraña idea. La peliblanca tenía claro que aquel humano y sus amigos eran unos cerdos además de denigrar a las mujeres con su mera cercanía, podría haber un modo de salirse con la suya aquella mañana y darse un buen gustazo.
-¿Crees que por ser elfa no puedo contigo? ¿O es por ser mujer? ¿Crees que cada vez que una mujer se mueve es para tu disfrute?. Hagamos una cosa, me iré...Si en una lucha de práctica dos contra dos podéis ganarnos. Si no podré quedarme. Acabas de decir que puedes echarme a la fuerza...Veámoslo.-
El hombre estaba sorprendido pero rápidamente se dibujo una sonrisa en su boca. LLamó a uno de sus hombres de confianza y sin dudarlo aceptó el desafío lanzado por la elfa, era evidente que pensaba que no podía perder y que iba a divertirse. En las manos de Alanna y Níniel estaba demostrarle lo equivocado que estaba...Con todo.
Níniel Thenidiel
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Alanna rió un poco cuando a Nin casi se le cae el bastón en la cabeza. Era entretenido ver como su amiga, que siempre era tan perfecta y calmada, se volvía torpe con cosas que, para ella, ya se habían vuelto algo natural, aunque, por supuesto, no había aprendido de un día para otro, ella había sido mucho más torpe que Niniel en su primera práctica con bastón, ya que, su padrastro, solo le había enseñado a usar la espada y su madrastra se había empeñado a que aprendiera a usar las dagas.
Pero en su primera clase con bastón... se había abierto la barbilla, por no hablar de los chichones que había tenido al acabar el día. era una suerte que no le hubieran quedado marcas, le había tenido que dar varios puntos, pero todo había quedado en un susto, afortunadamente. Logrando aguantar la pequeña risa que luchaba por salir de sus labios, asintió a la pregunta de Niniel, efectivamente, cuando se peleaba con un hombre, no había mejor objetivo que los... pendientes reales.
Iba a darle otra instrucción cuando su sargento de instrucción se acercó a ellas con la furia latiendo en sus sienes, Alanna, sin acabar de entender, bajó el bastón y se plantó de pie, dudosa, ¿qué pasaba? Tenían derecho de estar allí. Pero, al parecer, el instructor no estaba del todo de acuerdo.
Cuando el tipo llegó despotricando, Alanna se encogió un poco, ese hombre no sabía lo que era el autocontrol, pero no pudo evitar enfadarse. "¿contoneos? ¿CONTONEOS? Eso es el colmo" pensó molesta, ya había tenido que pasar por eso mientras era aprendiz, en ese momento, que ya era alguien con cierto renombre, no estaba dispuesta a permitir que la tratasen como a un simple culo que salta. A demás, que quería decir con que el lugar era para soldados, ella era una soldado, y tenía derecho a mostrarle a cualquiera la forma de defenderse, incluso pensaba que era algo necesario que le ahorraría grandes problemas, enseñar a los ciudadanos a defenderse por si mismos.
Iba a responder cuando Niniel se le adelantó, contonearse, por el amor de los dioses, Alanna ni siquiera sabía que demonios hacía ese tipo allí, deberían haberle echado hacía ya mucho, las quejas de las mujeres que pertenecían a la guarda no dejaban de aumentar, pocas habían tolerado sus idioteces, Alanna, era de esas pocas, le había cerrado la boca en más de una ocasión, y eso no le había hecho gracia, posiblemente tuviera que ver con el tono que ese hombre solía usar para hablar con ella, tan duro y maleducado, alguien debería cerrarle la boca en algún momento.
Al parecer Niniel pensaba como ella, lo que no esperaba es que creyese que las que debían hacerlo, eran ellas, enfrentarse al sargento de instrucción, ¿se había vuelto loca? La cosa solo podía salir mal, o les daban una paliza tremenda, o el tipo salía con el orgullo herido y pedía su expulsión de la guarda, pero... tenía todo un grupo de testigos y los superiores eran plenamente conscientes de los problemas que el hombre causaba, tal vez la sancionaran de algún modo por enfrentarse a un superior pero... Niniel tenía razón, no podían dejar las cosas así, ya llevaban demasiado tiempo aguantando a ese cerdo.
- Empecemos. - dijo Alanna poniendose seria, tomando el bastón con ambas manos.
Se puso frente a frente con el tipo que se había unido a ellas, acudiendo a la llamada de su entrenador y, tras esperar un par de minutos, comenzó a avanzar con rapidez, observando los posibles movimientos que podría hacer el chico, y, con una sonrisa decidida comentó:
- Nin, me has preguntado por cierto golpe, ¿verdad?- Cuando llegó frente al chico, esquivando una estocada y lo hizo retroceder, usando el palo como barra de apoyo para dar una patada en el aire, puso sus pies en el suelo y elevó la parte de bajo del bastón, logrando acertar en los mismísimos de su rival. Mientras el tipo se doblaba de dolor, soltando su arma y cayendo al suelo, cogiéndose sus pequeños. Alanna se levantó poniendo el bastón elevado tras su espalda, y, sonriendo, dijo.- Pues ya ves que si, es útil.
Pero en su primera clase con bastón... se había abierto la barbilla, por no hablar de los chichones que había tenido al acabar el día. era una suerte que no le hubieran quedado marcas, le había tenido que dar varios puntos, pero todo había quedado en un susto, afortunadamente. Logrando aguantar la pequeña risa que luchaba por salir de sus labios, asintió a la pregunta de Niniel, efectivamente, cuando se peleaba con un hombre, no había mejor objetivo que los... pendientes reales.
Iba a darle otra instrucción cuando su sargento de instrucción se acercó a ellas con la furia latiendo en sus sienes, Alanna, sin acabar de entender, bajó el bastón y se plantó de pie, dudosa, ¿qué pasaba? Tenían derecho de estar allí. Pero, al parecer, el instructor no estaba del todo de acuerdo.
Cuando el tipo llegó despotricando, Alanna se encogió un poco, ese hombre no sabía lo que era el autocontrol, pero no pudo evitar enfadarse. "¿contoneos? ¿CONTONEOS? Eso es el colmo" pensó molesta, ya había tenido que pasar por eso mientras era aprendiz, en ese momento, que ya era alguien con cierto renombre, no estaba dispuesta a permitir que la tratasen como a un simple culo que salta. A demás, que quería decir con que el lugar era para soldados, ella era una soldado, y tenía derecho a mostrarle a cualquiera la forma de defenderse, incluso pensaba que era algo necesario que le ahorraría grandes problemas, enseñar a los ciudadanos a defenderse por si mismos.
Iba a responder cuando Niniel se le adelantó, contonearse, por el amor de los dioses, Alanna ni siquiera sabía que demonios hacía ese tipo allí, deberían haberle echado hacía ya mucho, las quejas de las mujeres que pertenecían a la guarda no dejaban de aumentar, pocas habían tolerado sus idioteces, Alanna, era de esas pocas, le había cerrado la boca en más de una ocasión, y eso no le había hecho gracia, posiblemente tuviera que ver con el tono que ese hombre solía usar para hablar con ella, tan duro y maleducado, alguien debería cerrarle la boca en algún momento.
Al parecer Niniel pensaba como ella, lo que no esperaba es que creyese que las que debían hacerlo, eran ellas, enfrentarse al sargento de instrucción, ¿se había vuelto loca? La cosa solo podía salir mal, o les daban una paliza tremenda, o el tipo salía con el orgullo herido y pedía su expulsión de la guarda, pero... tenía todo un grupo de testigos y los superiores eran plenamente conscientes de los problemas que el hombre causaba, tal vez la sancionaran de algún modo por enfrentarse a un superior pero... Niniel tenía razón, no podían dejar las cosas así, ya llevaban demasiado tiempo aguantando a ese cerdo.
- Empecemos. - dijo Alanna poniendose seria, tomando el bastón con ambas manos.
Se puso frente a frente con el tipo que se había unido a ellas, acudiendo a la llamada de su entrenador y, tras esperar un par de minutos, comenzó a avanzar con rapidez, observando los posibles movimientos que podría hacer el chico, y, con una sonrisa decidida comentó:
- Nin, me has preguntado por cierto golpe, ¿verdad?- Cuando llegó frente al chico, esquivando una estocada y lo hizo retroceder, usando el palo como barra de apoyo para dar una patada en el aire, puso sus pies en el suelo y elevó la parte de bajo del bastón, logrando acertar en los mismísimos de su rival. Mientras el tipo se doblaba de dolor, soltando su arma y cayendo al suelo, cogiéndose sus pequeños. Alanna se levantó poniendo el bastón elevado tras su espalda, y, sonriendo, dijo.- Pues ya ves que si, es útil.
Última edición por Alanna Delteria el Sáb Sep 26, 2015 9:58 am, editado 2 veces
Alanna Delteria
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El escogido por el sargento para aquella demostración resultó ser un tipo bastante grande y de aspecto imponente que podría haber resultado atractivo si su presencia allí no significara que como persona debía de dejar mucho que desear. Níniel estaba muy segura de que había actuado de forma correcta al proponer aquello pero por desgracia no lo estaba tanto de poder vencer a aquel par con aquellas armas, claro que desde el principio no había pensado en luchar solo usando un bastón de prácticas. Además contaba con que la gata pudiese ocuparse de sobra ella sola, por eso no había propuesto un uno contra uno. Pronto quedo demostrado que Níniel había hecho bien sus cálculos.
El tipo fornido, confiado en demasía de su superioridad física dejó demasiadas aperturas en su defensa y tampoco se tomó en serio su labor a la hora de atacar, Alanna no tardó en aprovecharlo y antes de que le diera tiempo a más guardias y reclutas a formar del todo un círculo de espectadores ya estaba humillántemente derrotado en el suelo y con ambas manos sobre su entrepierna emitiendo agudos quejidos. Parecía que a la humana tampoco le había sentado bien que nadie considerara contoneos a sus movimientos de lucha.
-Una gran demostración, la gente tiene razón cuando dice que la practica y la experiencia son los mejores modos de aprender.- Respondió la elfa a su amiga aunque en su lengua natal para que continuara aprendiendo incluso en aquellos momentos.
Ahora eran dos para uno y ni siquiera aquel hombre, lo suficientemente bueno como para instruir a reclutas para el combate creería que lo tenía fácil con la gata cerca por mucho que hubiera visto las nulas aptitudes de la elfa. Sin duda después tendría unas palabras con su alumno estrella por dejarse derrotar de esa forma y colocarlo en aquella situación. Níniel sabía que llegados a ese punto el hombre trataría de noquearla rápidamente a ella, que la subestimaría, para enfrentarse en uno contra uno con la gata. Era la situación ideal prevista ya que lo que le faltaba a la peliblanca sobre combate lo suplía con conocimientos de estrategia e inteligencia.
Níniel retrocedió con el bastón en posición de guardia tal y como había aprendido de Alanna para ganar tiempo y obligar al hombre a moverse y a prestar atención a dos frentes el mayor tiempo posible, pero no se limitó a solo eso. En silencio elevó una plegaría a sus dioses para reforzar su propia defensa logrando un efecto de "armadura sobre armadura" sobre ella, haría falta un golpe muy fuerte con una espada de práctica para dañarla en ese momento. Incluso se sintió tentada a dejarse golpear para que el hombre viera que las apariencias engañaban y que su desprecio no solo era estúpido si no que le llevarían a la ruina algún día. El sargento comenzó entonces un rápido ataque y no hizo falta dejarse golpear pues la inexperta Níniel no pudo bloquear todos los ataques. Tras la sucesión de golpes, extrañado el hombre dio un paso atrás mirando a la elfa y perdiendo de vista a Alanna por un momento.
-¿Qué demonios?¿ Qué brujería es esta?.-Frente a él una intacta Níniel sonreía, realmente ni había notado esos impactos. -Con esa fuerza no basta para hacerme daño señor, tendrá que esforzarse más.- Dijo mientras su cuerpo brillaba ténuemente realzando sus agraciados rasgos, lanzándose al ataque apuntando con toda la intención del mundo a los cascabeles del sargento. al fin y al cabo debía seguir los pasos de su maestra.
El tipo fornido, confiado en demasía de su superioridad física dejó demasiadas aperturas en su defensa y tampoco se tomó en serio su labor a la hora de atacar, Alanna no tardó en aprovecharlo y antes de que le diera tiempo a más guardias y reclutas a formar del todo un círculo de espectadores ya estaba humillántemente derrotado en el suelo y con ambas manos sobre su entrepierna emitiendo agudos quejidos. Parecía que a la humana tampoco le había sentado bien que nadie considerara contoneos a sus movimientos de lucha.
-Una gran demostración, la gente tiene razón cuando dice que la practica y la experiencia son los mejores modos de aprender.- Respondió la elfa a su amiga aunque en su lengua natal para que continuara aprendiendo incluso en aquellos momentos.
Ahora eran dos para uno y ni siquiera aquel hombre, lo suficientemente bueno como para instruir a reclutas para el combate creería que lo tenía fácil con la gata cerca por mucho que hubiera visto las nulas aptitudes de la elfa. Sin duda después tendría unas palabras con su alumno estrella por dejarse derrotar de esa forma y colocarlo en aquella situación. Níniel sabía que llegados a ese punto el hombre trataría de noquearla rápidamente a ella, que la subestimaría, para enfrentarse en uno contra uno con la gata. Era la situación ideal prevista ya que lo que le faltaba a la peliblanca sobre combate lo suplía con conocimientos de estrategia e inteligencia.
Níniel retrocedió con el bastón en posición de guardia tal y como había aprendido de Alanna para ganar tiempo y obligar al hombre a moverse y a prestar atención a dos frentes el mayor tiempo posible, pero no se limitó a solo eso. En silencio elevó una plegaría a sus dioses para reforzar su propia defensa logrando un efecto de "armadura sobre armadura" sobre ella, haría falta un golpe muy fuerte con una espada de práctica para dañarla en ese momento. Incluso se sintió tentada a dejarse golpear para que el hombre viera que las apariencias engañaban y que su desprecio no solo era estúpido si no que le llevarían a la ruina algún día. El sargento comenzó entonces un rápido ataque y no hizo falta dejarse golpear pues la inexperta Níniel no pudo bloquear todos los ataques. Tras la sucesión de golpes, extrañado el hombre dio un paso atrás mirando a la elfa y perdiendo de vista a Alanna por un momento.
-¿Qué demonios?¿ Qué brujería es esta?.-Frente a él una intacta Níniel sonreía, realmente ni había notado esos impactos. -Con esa fuerza no basta para hacerme daño señor, tendrá que esforzarse más.- Dijo mientras su cuerpo brillaba ténuemente realzando sus agraciados rasgos, lanzándose al ataque apuntando con toda la intención del mundo a los cascabeles del sargento. al fin y al cabo debía seguir los pasos de su maestra.
Níniel Thenidiel
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Mientras el idiota se retorcía en el suelo, protestando y con lágrimas de dolor en los ojos, Alanna se sintió orgullosa en su fuero interno, al parecer sus "contoneos" era útiles. No podía estar más molesta, allí enseñaban una base de lucha muy fundamental y rudimentaria, y, para colmo, tomaban más importancia en enseñar a los hombres que a las mujeres, como si no hubiera tenido suficiente en su momento, de aguantar las risotadas, de no poder participar en las prácticas de forma adecuada por ser tan "débil" para colmo, eso.
Para el entrenador ser mujer o femenina era lo peor que podía ser una persona, la misma Gata había renunciado durante años a su femineidad, cortándose el pelo y vendándose el pecho, intentando no ser una paria, y no queriendo considerarse una mártir. hasta que se cansó, volvió a dejarse crecer el pelo y partió sola hacia Dundarak, logró ganarse el respeto de la mayoría a su vuelta, pero seguía habiendo un sector de idiotas que no la dejaron en paz, a pesar de que ya los había derrotado en más de una ocasión. Era inevitable, estúpidos hay en todos lados. No obstante, una cosa era eso y otra que no la respetaran a pesar de haber logrado aprender prácticamente sola, si no hubiera sido por las clases de su padrastro y por sus esfuerzos en solitario, no habría aprendido nada, si hubiera sido por esa panda de idiotas, habría muerto en su primera misión, por muy sencilla que hubiera sido.
Centró su atención en la imagen del sargento de instrucción que la miraba furioso, estaba claro que no le había gustado nada que la chica hubiera vencido a su hombre de confianza con sus "contoneos", la palabra se había quedado grabada a fuego en la cabeza de Alanna, no era una mujer de moral ligera como para que la tratase de ese modo, se había ganado su puesto, se lo había ganado más que nadie, y quien dijera lo contrario caería bajo su espada. O, en ese caso, bastón, tenían lo que tenía para usar, no podía hacer otra cosa.
La suave voz de Niniel, hablando en élfico, la hizo sonreír, esa chica no se cansaba, eran ambas igual de diligentes, aunque cada una en su campo, con las similitudes que había terminado por encontrar entre ambas, la guarda no se extrañaba de que hubieran acabado siendo amigas, además, algo le decía que Niniel planeaba algo, tal vez es que tras el tiempo hubiera aprendido a prever cuando la elfa haría algo insospechable, o que, tras ese tremendo bateo en el bosque, cuando encontraron a Jericó, ya esperase lo que fuera de ella. No lo sabía, pero se preparó para apoyar lo que fuera a hacer la chica, poniendose en posición de ataque.
"No recordaba que el bastón fuera tan útil" pensó mientras observaba. Como había sospechado, Niniel era una completa caja de sorpresas. Furioso, el sargento comenzó a dar espadazos a diestro y siniestro, Alanna estuvo a punto de reaccionar demasiado pronto, preocupada por Niniel, pero pronto vio que los mandoblazos no surtían efecto sobre la elfa. Pestañeó un par de veces, incredula, era como si la piel de la elfa tuviera un tenue brillo blancuzco rodeándola. En ese momento, lo vio venir. Niniel era una alumna inmejorable, pues, siguiendo su ejemplo, se fue a darle un buen golpe a la entrepierna del sargento.
Ese fue el momento en el que la Gata supo que debía actuar, corrió hacia ellos y usando, una vez más, el bastón como punto de presión, dio un salto, girando sobre el eje que era ese cayado, dio una patada a la cara del sargento, mandandolo al suelo, con lo que, al parecer por la sangre que dejó en su caída, era una nariz rota. La táctica de Niniel daba la impresión de haber surtido efecto, pues el hombre en el suelo no sabía si cogerse la entrepierna o la nariz sangrante.
Alanna se puso junto a Niniel, con ceño fruncido, seguía enfadada, y pensaba hablar con sus superiores de todo lo que hacía ese tipejo en cuanto tuviera ocasión. No podían seguir permitiendo que semejante elemento diera clases.
- "Estoy orgullosa de ti, mi joven aprendiz"- le sonrió a Niniel, bromeando en el idioma de los elfos, era una frase que había escuchado en una ocasión, y le había hecho tanta gracia que se la había aprendido de memoria.
Para el entrenador ser mujer o femenina era lo peor que podía ser una persona, la misma Gata había renunciado durante años a su femineidad, cortándose el pelo y vendándose el pecho, intentando no ser una paria, y no queriendo considerarse una mártir. hasta que se cansó, volvió a dejarse crecer el pelo y partió sola hacia Dundarak, logró ganarse el respeto de la mayoría a su vuelta, pero seguía habiendo un sector de idiotas que no la dejaron en paz, a pesar de que ya los había derrotado en más de una ocasión. Era inevitable, estúpidos hay en todos lados. No obstante, una cosa era eso y otra que no la respetaran a pesar de haber logrado aprender prácticamente sola, si no hubiera sido por las clases de su padrastro y por sus esfuerzos en solitario, no habría aprendido nada, si hubiera sido por esa panda de idiotas, habría muerto en su primera misión, por muy sencilla que hubiera sido.
Centró su atención en la imagen del sargento de instrucción que la miraba furioso, estaba claro que no le había gustado nada que la chica hubiera vencido a su hombre de confianza con sus "contoneos", la palabra se había quedado grabada a fuego en la cabeza de Alanna, no era una mujer de moral ligera como para que la tratase de ese modo, se había ganado su puesto, se lo había ganado más que nadie, y quien dijera lo contrario caería bajo su espada. O, en ese caso, bastón, tenían lo que tenía para usar, no podía hacer otra cosa.
La suave voz de Niniel, hablando en élfico, la hizo sonreír, esa chica no se cansaba, eran ambas igual de diligentes, aunque cada una en su campo, con las similitudes que había terminado por encontrar entre ambas, la guarda no se extrañaba de que hubieran acabado siendo amigas, además, algo le decía que Niniel planeaba algo, tal vez es que tras el tiempo hubiera aprendido a prever cuando la elfa haría algo insospechable, o que, tras ese tremendo bateo en el bosque, cuando encontraron a Jericó, ya esperase lo que fuera de ella. No lo sabía, pero se preparó para apoyar lo que fuera a hacer la chica, poniendose en posición de ataque.
"No recordaba que el bastón fuera tan útil" pensó mientras observaba. Como había sospechado, Niniel era una completa caja de sorpresas. Furioso, el sargento comenzó a dar espadazos a diestro y siniestro, Alanna estuvo a punto de reaccionar demasiado pronto, preocupada por Niniel, pero pronto vio que los mandoblazos no surtían efecto sobre la elfa. Pestañeó un par de veces, incredula, era como si la piel de la elfa tuviera un tenue brillo blancuzco rodeándola. En ese momento, lo vio venir. Niniel era una alumna inmejorable, pues, siguiendo su ejemplo, se fue a darle un buen golpe a la entrepierna del sargento.
Ese fue el momento en el que la Gata supo que debía actuar, corrió hacia ellos y usando, una vez más, el bastón como punto de presión, dio un salto, girando sobre el eje que era ese cayado, dio una patada a la cara del sargento, mandandolo al suelo, con lo que, al parecer por la sangre que dejó en su caída, era una nariz rota. La táctica de Niniel daba la impresión de haber surtido efecto, pues el hombre en el suelo no sabía si cogerse la entrepierna o la nariz sangrante.
Alanna se puso junto a Niniel, con ceño fruncido, seguía enfadada, y pensaba hablar con sus superiores de todo lo que hacía ese tipejo en cuanto tuviera ocasión. No podían seguir permitiendo que semejante elemento diera clases.
- "Estoy orgullosa de ti, mi joven aprendiz"- le sonrió a Niniel, bromeando en el idioma de los elfos, era una frase que había escuchado en una ocasión, y le había hecho tanta gracia que se la había aprendido de memoria.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Si en aquel momento Níniel hubiese decidido seguir golpeando al instructor sin dejarle si quiera levantarse habría sido algo que sin duda aquel sujeto merecía pero no obstante la peliblanca se limitó a desarmarlo y colocar uno de los extremos del bastón sobre su cuello para obligarlo a rendirse. "Me rindo", esas eran las dos palabras que la elfa quería oír saliendo de la boca de aquel hombre y que no hirieran su orgullo si no que lo destrozaran por completo más allá de toda posible reparación que no fuera aceptar su equivocación y pedir disculpas. Pero como era de esperar el humano no quería admitir su derrota, no delante de todo el mundo, no delante de dos mujeres, por ello Níniel apretó un poco más el bastón sobre su cuello conociendo de sobra la fuerza a aplicar exacta para causar dolor o privar de aire a los pulmones de una persona. El sargento no tardó en golpear el suelo con la palma extendida y dándose por vencido.
Para muchos de los allí presentes aquel hombre era un ser superior, aquel que les entrenaba y les enseñaba a luchar, alguien invencible al que debían respetar hiciera lo que hiciera y dijera lo que dijera. Nunca le habían visto perder, nunca le habían visto sangrar, nunca le habían visto en el suelo hasta ese momento y muchas vendas acababan de caer de los ojos de muchos reclutas. Seguramente sería el fin de aquel tipo como instructor, no podría serlo más sin el respeto de los suyos. Era una situación tensa pues nadie hablaba, nadie opinaba pero nadie apartaba la mirada, hasta que una frase cuyo origen Níniel no pudo ver se convirtió en un coro de felicitaciones por la victoria y por el combate hasta que el miedo desapareció y comenzaron los comentarios sobre la paliza sufrida por ese par, las bromas y las risas. Puede que en esa mañana de prácticas al final hubiesen sacado algo más que unas primeras lecciones de combate y élfico después de todo. Las miradas no iban a desaparecer, al fin y al cabo eran hombres, pero aún así Níniel esbozó una sonrisa de satisfacción.
-He tenido una buena maestra.- Respondió Níniel a su amiga cuando todo hubo vuelto a la normalidad y algunos reclutas se hubieron llevado a los vencidos a la enfermería. -Lamento que esto pueda ser un problema, quizá no me dejen volver a entrenar aquí, pero ese tipo se lo ha buscado. Gracias por apoyarme.- Continuó diciendo Níniel en élfico mientras seguía con la mirada al cabizbajo sargento hasta perderle de vista. -¿Seguimos?-
Se sentía con fuerzas para seguir un rato más pero quizá Alanna tuviera otros planes, quizá pensara que era hora de cambiar de entrenamiento o de arma. Trás el bastón, si la peliblanca podía escoger escogería el arco, tras el bastón sería sin duda el arma al que más utilidad podría sacarle y una con la que no era una auténtica negada.
Para muchos de los allí presentes aquel hombre era un ser superior, aquel que les entrenaba y les enseñaba a luchar, alguien invencible al que debían respetar hiciera lo que hiciera y dijera lo que dijera. Nunca le habían visto perder, nunca le habían visto sangrar, nunca le habían visto en el suelo hasta ese momento y muchas vendas acababan de caer de los ojos de muchos reclutas. Seguramente sería el fin de aquel tipo como instructor, no podría serlo más sin el respeto de los suyos. Era una situación tensa pues nadie hablaba, nadie opinaba pero nadie apartaba la mirada, hasta que una frase cuyo origen Níniel no pudo ver se convirtió en un coro de felicitaciones por la victoria y por el combate hasta que el miedo desapareció y comenzaron los comentarios sobre la paliza sufrida por ese par, las bromas y las risas. Puede que en esa mañana de prácticas al final hubiesen sacado algo más que unas primeras lecciones de combate y élfico después de todo. Las miradas no iban a desaparecer, al fin y al cabo eran hombres, pero aún así Níniel esbozó una sonrisa de satisfacción.
-He tenido una buena maestra.- Respondió Níniel a su amiga cuando todo hubo vuelto a la normalidad y algunos reclutas se hubieron llevado a los vencidos a la enfermería. -Lamento que esto pueda ser un problema, quizá no me dejen volver a entrenar aquí, pero ese tipo se lo ha buscado. Gracias por apoyarme.- Continuó diciendo Níniel en élfico mientras seguía con la mirada al cabizbajo sargento hasta perderle de vista. -¿Seguimos?-
Se sentía con fuerzas para seguir un rato más pero quizá Alanna tuviera otros planes, quizá pensara que era hora de cambiar de entrenamiento o de arma. Trás el bastón, si la peliblanca podía escoger escogería el arco, tras el bastón sería sin duda el arma al que más utilidad podría sacarle y una con la que no era una auténtica negada.
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Al parecer todo había terminado por fin. El lugar se había sumido en un silencio sepulcral mientras el sargento y su alumno predilecto se retorcían en el suelo. La chica miró a su alrededor, sospechando que, muy pronto, el perfil bajo que había intentado mostrar ahorrándose las torturas de una parte de la guarda, partidaria del pensamiento del sargento, acababa de desaparecer. volverían las puyas y los piques, empezarían de nuevo a molestarla.
Tenía ganas de bajar la mirada, y arrepentirse con tal de que no se repitieran ese tipo de cosas, esas puyas la habían dejado cierto dolor en su momento, pero no, a pesar de que esas cosas volvieran a suceder, no podía bajar la mirada, ni mucho menos mentir y fingir arrepentimiento por haber cerrado una voz que necesitaba ser acallada desde hacía tiempo, ni, mucho menos, por ayudar a una amiga.
Cuando la pequeña multitud estalló en vitores, y la voz de Niniel le respondió a su comentario, Alanna sonrió de medio lado, contenta, por muchas zancadillas que le pusieran, seguía teniendo amigos que confiaban en ella con ojos cerrados. Suspiró aliviada cuando el bullicio comenzó a dispersarse, prefería ser ese punto en la oscuridad, esa a quien nadie ve, nadie nota, pero, en el fondo, todos saben que está ahí.
Mientras algunos se alejaban con el sargento a cuestas, Alanna se giró a mirar a su amiga, le encantaría seguir entrenando, pero antes de que ese hombre comenzara a soltar rumores sobre ella, y como un niño pequeño fuera a llorarles a los superiores, tenía que ir ella a dar una explicación, enfrentarse a esas cosas era también deber de un guarda, y parte de su orgullo el hacerlo a pesar de las consecuencias.
- Me parece que, de momento, he de ir a dar explicaciones y esperar un castigo por enfrentarme a un superior...- comentó preocupada- supongo que su comportamiento será un atenuante, pero.... se supone que debo ser disciplinada y, simplemente obedecer, no es la primera vez que no escucho a un superior, así que es posible que me castiguen, pero seguro que no pasará nada.- sonrió intentando no preocupar a Niniel- De todos modos... ¿podrías venir y testificar en mi favor? tal vez eso me ayude...- pidió antes de ponerse en marcha.
Dejó las armas de prácticas en el almacén y inició la marcha hacia los desechos, varias guardas, que por allí rondaban, la miraron mientras la chica caminaba intentando mantener la cabeza alta, recordando que no había hecho nada malo a pesar de lo que otros pudieran pensar. Se desató la vieja camisa que llevaba anudada y, tras estirársela para alisarla un poco, llamó a la puerta con los nervios a flor de piel.
-Adelante.- sonó una voz desde el interior.
La Gata tragó saliva mientras abría la puerta, sabría que allí dentro estaría el capitán, y, posiblemente, uno de sus hombres de confianza, como era usual. La luz que entraba de la ventana tras el escritorio la cegó un momento, como si estuviera a punto de entrar en el cielo o, tal vez, en un infierno diferente al de las historias.
Tenía ganas de bajar la mirada, y arrepentirse con tal de que no se repitieran ese tipo de cosas, esas puyas la habían dejado cierto dolor en su momento, pero no, a pesar de que esas cosas volvieran a suceder, no podía bajar la mirada, ni mucho menos mentir y fingir arrepentimiento por haber cerrado una voz que necesitaba ser acallada desde hacía tiempo, ni, mucho menos, por ayudar a una amiga.
Cuando la pequeña multitud estalló en vitores, y la voz de Niniel le respondió a su comentario, Alanna sonrió de medio lado, contenta, por muchas zancadillas que le pusieran, seguía teniendo amigos que confiaban en ella con ojos cerrados. Suspiró aliviada cuando el bullicio comenzó a dispersarse, prefería ser ese punto en la oscuridad, esa a quien nadie ve, nadie nota, pero, en el fondo, todos saben que está ahí.
Mientras algunos se alejaban con el sargento a cuestas, Alanna se giró a mirar a su amiga, le encantaría seguir entrenando, pero antes de que ese hombre comenzara a soltar rumores sobre ella, y como un niño pequeño fuera a llorarles a los superiores, tenía que ir ella a dar una explicación, enfrentarse a esas cosas era también deber de un guarda, y parte de su orgullo el hacerlo a pesar de las consecuencias.
- Me parece que, de momento, he de ir a dar explicaciones y esperar un castigo por enfrentarme a un superior...- comentó preocupada- supongo que su comportamiento será un atenuante, pero.... se supone que debo ser disciplinada y, simplemente obedecer, no es la primera vez que no escucho a un superior, así que es posible que me castiguen, pero seguro que no pasará nada.- sonrió intentando no preocupar a Niniel- De todos modos... ¿podrías venir y testificar en mi favor? tal vez eso me ayude...- pidió antes de ponerse en marcha.
Dejó las armas de prácticas en el almacén y inició la marcha hacia los desechos, varias guardas, que por allí rondaban, la miraron mientras la chica caminaba intentando mantener la cabeza alta, recordando que no había hecho nada malo a pesar de lo que otros pudieran pensar. Se desató la vieja camisa que llevaba anudada y, tras estirársela para alisarla un poco, llamó a la puerta con los nervios a flor de piel.
-Adelante.- sonó una voz desde el interior.
La Gata tragó saliva mientras abría la puerta, sabría que allí dentro estaría el capitán, y, posiblemente, uno de sus hombres de confianza, como era usual. La luz que entraba de la ventana tras el escritorio la cegó un momento, como si estuviera a punto de entrar en el cielo o, tal vez, en un infierno diferente al de las historias.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
La peliblanca asintió pensando en que quizá no había pensado bien las consecuencias de sus actos a pesar de todo. Alanna parecía bastante segura de que su comportamiento no había sido el deseado en un miembro de la guardia e incluso aseguraba que habría un castigo y que en cierto modo se lo merecía. A parte de Alanna y alguna excepción más, Níniel no podía considerar el comportamiento de la institución de defensa de la ciudad como algo ejemplar ni mucho menos. Había visto cobardía, prepotencia, lascivia, avaricia, corrupción y pasotismo...¿Cómo podían permitir eso y castigar a nadie por poner en su sitio a uno de esos ejemplos que dejaban en tan mal lugar a la guardia a ojos de la mayor parte de los ciudadanos a los que en teoría servían?. sin embargo la gata parecía estar muy segura.
La elfa iba a pedir disculpas de nuevo por meterla en aquel lío y mostrarse dispuesta a asumir toda la culpa para que no la tomaran con ella, cuando antes de abrir de nuevo la boca vio que aún era pronto para ese tono tan pesimista. Alanna no se estaba midiendo con el baremo de la guardia si no con el suyo propio. Era imposible que si todos los soldados recibieran castigo por cosas como aquella mostraran luego la conducta que los hacía trístemente célebres por su inutilidad y corrupción.
-Iré contigo claro, es a ese cerdo al que deben castigar y a ti darte las gracias por sacar la basura.-
Siguió a la humana hasta el almacén y luego por los pasillos de los cuarteles pensando en cómo podría aquel tipejo intentar salirse con la suya e ideando modos de contrarestar su veneno y vencer también en los despachos lo conseguido en lo que los humanos llamarían "El campo del honor"...Más o menos, tampoco es que se pudiese comparar aquel patio de armas con la batalla de Terpoli. El sargento solo podría mentir a no ser que los superiores pensaran como él, pero dado que tenía permiso para entrenar allí dado precisamente por los superiores había motivos para el optimismo. Aún así no podía evitar sentirse un poco como una niña traviesa que debía contarle alguna trastada a su madre, quién lo diría con más de setenta primaveras cumplidas.
Finalmente llegaron al despacho del capitán y tras unos instantes para aplacar los nervios que Níniel aprovechó para decirle a su amiga que dijera la verdad tal cual entraron en el despacho. No era una habitación muy grande, aunque la gran cantidad de papeles y documentos de todo tipo que se apilaban en grandes montones por todas partes podían dar lugar a engaños. Era un lugar muy bien iluminado por una gran ventana al otro lado de la habitación y que debía dar al patio de entrenamiento si Níniel no se había desubicado al avanzar por los pasillos de piedra y las paredes estaban totalmente cubiertas por altas estanterías llenas de libros y pergaminos. El capitán estaba sentado tras lo que debía de ser un imponente escritorio de madera noble tallada con maestría pero que resultaba difícil de ver pues estaba cubierta de papeles. No estaba solo allí, había un hombre con un uniforme impecable de pié al lado del capitán y allí también estaba aquel condenado sargento con un trapo en la cara. Parecía que las estaban esperando.
La elfa iba a pedir disculpas de nuevo por meterla en aquel lío y mostrarse dispuesta a asumir toda la culpa para que no la tomaran con ella, cuando antes de abrir de nuevo la boca vio que aún era pronto para ese tono tan pesimista. Alanna no se estaba midiendo con el baremo de la guardia si no con el suyo propio. Era imposible que si todos los soldados recibieran castigo por cosas como aquella mostraran luego la conducta que los hacía trístemente célebres por su inutilidad y corrupción.
-Iré contigo claro, es a ese cerdo al que deben castigar y a ti darte las gracias por sacar la basura.-
Siguió a la humana hasta el almacén y luego por los pasillos de los cuarteles pensando en cómo podría aquel tipejo intentar salirse con la suya e ideando modos de contrarestar su veneno y vencer también en los despachos lo conseguido en lo que los humanos llamarían "El campo del honor"...Más o menos, tampoco es que se pudiese comparar aquel patio de armas con la batalla de Terpoli. El sargento solo podría mentir a no ser que los superiores pensaran como él, pero dado que tenía permiso para entrenar allí dado precisamente por los superiores había motivos para el optimismo. Aún así no podía evitar sentirse un poco como una niña traviesa que debía contarle alguna trastada a su madre, quién lo diría con más de setenta primaveras cumplidas.
Finalmente llegaron al despacho del capitán y tras unos instantes para aplacar los nervios que Níniel aprovechó para decirle a su amiga que dijera la verdad tal cual entraron en el despacho. No era una habitación muy grande, aunque la gran cantidad de papeles y documentos de todo tipo que se apilaban en grandes montones por todas partes podían dar lugar a engaños. Era un lugar muy bien iluminado por una gran ventana al otro lado de la habitación y que debía dar al patio de entrenamiento si Níniel no se había desubicado al avanzar por los pasillos de piedra y las paredes estaban totalmente cubiertas por altas estanterías llenas de libros y pergaminos. El capitán estaba sentado tras lo que debía de ser un imponente escritorio de madera noble tallada con maestría pero que resultaba difícil de ver pues estaba cubierta de papeles. No estaba solo allí, había un hombre con un uniforme impecable de pié al lado del capitán y allí también estaba aquel condenado sargento con un trapo en la cara. Parecía que las estaban esperando.
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
La puerta se abrió por completo dando un suave golpe en la pared, permitiendo a las chicas ver el interior del despacho. Un enorme ventanal que daba al patio de armas, donde momentos antes ellas habían estado practicando, un escritorio de madera oscura, ornamentado con mimo, imposible de ver a causa de los numerosos papeleos que había sobre él, tras él un sillón de color oscuro ocupado por el capitán.
Al lado, una gran estantería repleta de libros, la mayoría de cuentas, frente a la que estaba un teniente que Alanna había visto únicamente en dos ocasiones, el hombre no solía pasarse mucho por la guardia, pero había escuchado que, si se quería saber algún cotilleo sobre los sucesos que pasaban por allí, el era a quien se le debía preguntar, todo llegaba a sus oídos.
Su expresión era.... inexpresiva, no había más modo de definirlo. Al otro lado del escritorio, con una bolsa de hielo en la entrepierna y otra en la nariz, el sargento de instrucción, para pelear no, pero para tocar lo que no suena era rapidísimo. Al verlas entrar sonrió pareciendo satisfecho consigo mismo. Sin embargo, Alanna sabía que el capitán era justo, y por ello la dejaría defenderse.
- Bien, ya está aquí la persona de la que quería hablar, sargento, o que vaya a decir, dígalo frente a ella.- Mandó el capitán alzándose de su asiento para poder ver las expresiones de quienes estaban allí para discutir tan serio asunto.
- La Gata y su... amiguita, molestaban a mis alumnos, y cuando les he pedido educad amente que se marchasen, me han apalizado, a mi y a un estudiante.- Explicó mirándolas con asco.
- Capitán, ¿puedo defenderme de las acusaciones?- preguntó pidiendo permiso. Notó como el teniente allí presente se mordía el labio, parecía querer reírse del sargento. El capitán le hizo un gesto dándole permiso para iniciar su refutación, Alanna tenía en mente cambiar las tornas, y hacer que el acusador, se volviese acusado.- Niniel, a quien este hombre no se ha molestado ni en preguntar el nombre, está aquí con el permiso que usted mismo le dio.- explicó haciendo que el sargento se quedase boquiabierto por un instante, no se esperaba eso y ello era una ventaja para Alanna.- Entrenábamos calmadamente, usted sabe de sobra como son mis movimientos de lucha, rápidos y certeros, sin "contoneo" algunos.- remarcó la palabra, intentaría ganarle en su propio campo. El capitán, pensó un momento, luego asintió, dándole la razón a la chica, por mucho que se moviera, era imposible casi ni notarlo por su velocidad.- Estaba enseñándole a Niniel a usar el bastón, para que mejorase sus capacidades de defensa, cuando el teniente nos ha venido a gritar, acusándonos de distraer a sus alumnos.
- ¡Eso no es cierto! Estabais...- intentó protestar el hombre quitándose el hielo de los pendientes arrepintiéndose pronto de ello. Calló a una orden del capitán, que miraba de uno a otro con calma, si el hombre había tenido tiempo de hacer su queja, ella podía defenderse como mejor pensara.
- Dijo que nuestros "contoneos" distraían a los guardas, y que nos marchásemos inmediatamente o nos tiraría él a la fuerza. Una amenaza clara, y un insulto enorme teniendo en cuenta que, desde que yo pasé la prueba, dejé de ser alumna para pasar a ser compañera. - tanto el teniente como el capitán asintieron con la cabeza. - Dejando de lado la inapropiado de sus palabras, el sargento de instrucción aceptó un combate de dos contra dos. ¿Le di una paliza? Si, a la vista está- comentó ella con un gesto para que se fijaran en el sargento.- sin embargo fue en combate justo que él mismo aceptó. Por otro lado, si instruyese de forma adecuada sin favoritismos, sin dejar de lado a las mujeres, como hizo en su momento conmigo y como sigue haciendo, si se dedicara a instruir y no a intentar que los aspirantes huyeran, por muchos «contoneos» que hubiera frente a los estudiantes, estos seguirían centrados en su entrenamiento.
- ¡Ahora mientes e insultas mis métodos!- Puso el grito en el cielo el hombre de nariz rota.- ¡Exijo su expulsión y latigazos públicos!- gritó con fuerza. y siguió despotricando.
Alanna lo miró con ceño fruncido, ya imaginaba que ese hombre reaccionaría así, el orgullo ciega a los hombres, sobretodo a ese tipo de hombres, la guarda no perdió su aspecto tranquilo, y se acercó a Niniel para susurrarle que tratase con el sargento como quien trata con un borracho.
- ¡Basta!- Habló finalmente el teniente, con firmeza.- Sargento, hace décadas que no se azota a nadie, así que no diga estupideces y comportese según su rango.- Regañó al hombre apaleado.- Gata, esas acusaciones son importantes, ¿estás segura de lo que dices?.- Alanna tragó saliva, de perdidos al río, asintió con la cabeza.- Bien, todos hemos escuchado de tu fama, confió en tu palabra como en la de una igual, aunque es cierto que has tenido problemas con la autoridad, jamás has acusado en voz falsa ni golpeado sin razón. Tienes una reputación intachable como guarda, algo que no puede decirse de usted.- dijo girándose a ver al sargento.- Prostíbulos, acoso, vaguería, tozudez, mala educación, quejas y más quejas se suman a su historial.- El sargento se puso rojo de rabia y el Capitán asentía a todo lo que el Teniente decía.- Sin embargo nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, por ello, si la Gata nos trae pruebas de lo que está diciendo, el castigo será para usted, Sargento.- Volvió a girarse a mirar a las dos mujeres.- Encontrareis pruebas de lo que habéis dicho, si no, Gata, se decidirá un castigo apropiado.
- Prometo que encontraré a 15 personas que soporten lo dicho, si no, yo misma renunciaré a mi puesto.- Respondió la chica antes de, con una reverencia a capitán y teniente, salir del cuarto haciéndole un gesto a Niniel.
¿De dónde sacaría 15 personas que la apoyaran....? La presencia de Niniel a su lado le había dado fuerza en el interior del despacho, pero en cuanto había salido del lugar y perdido de vista a sus superiores, le había entrado flojera de piernas, ¿La acabarían expulsando? No quería, la guarda era su profesión, su sustento, y, si ella desaparecía, ¿cuantos guardias quedarían que realmente se preocupasen por sus ciudadanos? No podía permitirselo.
- Niniel, ¿qué hago?- preguntó preocupada apartandose un mechón de la cara.
Al lado, una gran estantería repleta de libros, la mayoría de cuentas, frente a la que estaba un teniente que Alanna había visto únicamente en dos ocasiones, el hombre no solía pasarse mucho por la guardia, pero había escuchado que, si se quería saber algún cotilleo sobre los sucesos que pasaban por allí, el era a quien se le debía preguntar, todo llegaba a sus oídos.
Su expresión era.... inexpresiva, no había más modo de definirlo. Al otro lado del escritorio, con una bolsa de hielo en la entrepierna y otra en la nariz, el sargento de instrucción, para pelear no, pero para tocar lo que no suena era rapidísimo. Al verlas entrar sonrió pareciendo satisfecho consigo mismo. Sin embargo, Alanna sabía que el capitán era justo, y por ello la dejaría defenderse.
- Bien, ya está aquí la persona de la que quería hablar, sargento, o que vaya a decir, dígalo frente a ella.- Mandó el capitán alzándose de su asiento para poder ver las expresiones de quienes estaban allí para discutir tan serio asunto.
- La Gata y su... amiguita, molestaban a mis alumnos, y cuando les he pedido educad amente que se marchasen, me han apalizado, a mi y a un estudiante.- Explicó mirándolas con asco.
- Capitán, ¿puedo defenderme de las acusaciones?- preguntó pidiendo permiso. Notó como el teniente allí presente se mordía el labio, parecía querer reírse del sargento. El capitán le hizo un gesto dándole permiso para iniciar su refutación, Alanna tenía en mente cambiar las tornas, y hacer que el acusador, se volviese acusado.- Niniel, a quien este hombre no se ha molestado ni en preguntar el nombre, está aquí con el permiso que usted mismo le dio.- explicó haciendo que el sargento se quedase boquiabierto por un instante, no se esperaba eso y ello era una ventaja para Alanna.- Entrenábamos calmadamente, usted sabe de sobra como son mis movimientos de lucha, rápidos y certeros, sin "contoneo" algunos.- remarcó la palabra, intentaría ganarle en su propio campo. El capitán, pensó un momento, luego asintió, dándole la razón a la chica, por mucho que se moviera, era imposible casi ni notarlo por su velocidad.- Estaba enseñándole a Niniel a usar el bastón, para que mejorase sus capacidades de defensa, cuando el teniente nos ha venido a gritar, acusándonos de distraer a sus alumnos.
- ¡Eso no es cierto! Estabais...- intentó protestar el hombre quitándose el hielo de los pendientes arrepintiéndose pronto de ello. Calló a una orden del capitán, que miraba de uno a otro con calma, si el hombre había tenido tiempo de hacer su queja, ella podía defenderse como mejor pensara.
- Dijo que nuestros "contoneos" distraían a los guardas, y que nos marchásemos inmediatamente o nos tiraría él a la fuerza. Una amenaza clara, y un insulto enorme teniendo en cuenta que, desde que yo pasé la prueba, dejé de ser alumna para pasar a ser compañera. - tanto el teniente como el capitán asintieron con la cabeza. - Dejando de lado la inapropiado de sus palabras, el sargento de instrucción aceptó un combate de dos contra dos. ¿Le di una paliza? Si, a la vista está- comentó ella con un gesto para que se fijaran en el sargento.- sin embargo fue en combate justo que él mismo aceptó. Por otro lado, si instruyese de forma adecuada sin favoritismos, sin dejar de lado a las mujeres, como hizo en su momento conmigo y como sigue haciendo, si se dedicara a instruir y no a intentar que los aspirantes huyeran, por muchos «contoneos» que hubiera frente a los estudiantes, estos seguirían centrados en su entrenamiento.
- ¡Ahora mientes e insultas mis métodos!- Puso el grito en el cielo el hombre de nariz rota.- ¡Exijo su expulsión y latigazos públicos!- gritó con fuerza. y siguió despotricando.
Alanna lo miró con ceño fruncido, ya imaginaba que ese hombre reaccionaría así, el orgullo ciega a los hombres, sobretodo a ese tipo de hombres, la guarda no perdió su aspecto tranquilo, y se acercó a Niniel para susurrarle que tratase con el sargento como quien trata con un borracho.
- ¡Basta!- Habló finalmente el teniente, con firmeza.- Sargento, hace décadas que no se azota a nadie, así que no diga estupideces y comportese según su rango.- Regañó al hombre apaleado.- Gata, esas acusaciones son importantes, ¿estás segura de lo que dices?.- Alanna tragó saliva, de perdidos al río, asintió con la cabeza.- Bien, todos hemos escuchado de tu fama, confió en tu palabra como en la de una igual, aunque es cierto que has tenido problemas con la autoridad, jamás has acusado en voz falsa ni golpeado sin razón. Tienes una reputación intachable como guarda, algo que no puede decirse de usted.- dijo girándose a ver al sargento.- Prostíbulos, acoso, vaguería, tozudez, mala educación, quejas y más quejas se suman a su historial.- El sargento se puso rojo de rabia y el Capitán asentía a todo lo que el Teniente decía.- Sin embargo nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, por ello, si la Gata nos trae pruebas de lo que está diciendo, el castigo será para usted, Sargento.- Volvió a girarse a mirar a las dos mujeres.- Encontrareis pruebas de lo que habéis dicho, si no, Gata, se decidirá un castigo apropiado.
- Prometo que encontraré a 15 personas que soporten lo dicho, si no, yo misma renunciaré a mi puesto.- Respondió la chica antes de, con una reverencia a capitán y teniente, salir del cuarto haciéndole un gesto a Niniel.
¿De dónde sacaría 15 personas que la apoyaran....? La presencia de Niniel a su lado le había dado fuerza en el interior del despacho, pero en cuanto había salido del lugar y perdido de vista a sus superiores, le había entrado flojera de piernas, ¿La acabarían expulsando? No quería, la guarda era su profesión, su sustento, y, si ella desaparecía, ¿cuantos guardias quedarían que realmente se preocupasen por sus ciudadanos? No podía permitirselo.
- Niniel, ¿qué hago?- preguntó preocupada apartandose un mechón de la cara.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Todo se desarrolló dentro de los parámetros más optimistas de Níniel en aquel despacho saturado de papeles y mapas. El primer punto a favor de las dos jóvenes estaba claro y era que el superior de turno era el padrastro de Alannna, ya que aunque no mostrara favoritismos por su hija a adoptiva si que se podía contar con su imparcialidad y con que no era cómplice de la conducta de aquel sargento pervertido. El segundo llegó cuando quedó claro que el capitán había decidido en honor a la justicia esperar a que ambas partes de aquel careo estuvieran presentes, lo cual les daba la posibilidad de contrarestar de inmediato las mentiras que sin duda iban a salir por la boca de aquel tipo. El tercer punto a favor tardó algo más en descubrirse y se trataba de aquel suboficial tan bien vestido y al que no le tembló la voz a la hora de tachar al sargento de vago e inútil para arriba desacreditando totalmente sus burdas mentiras. Por desgracia cuando todo parecía que se iba resolver favoráblemente y de forma rápida y contundente aquel oficial quiso pruebas para castigar en firme a su díscolo subalterno.
-Sinceramente no se qué más pruebas necesitan. Le consta su conducta impropia e inmoral e incluso faltas graves como el acoso y ahora tiene el testimonio de una reputada miembro de la guardia confirmándoselo. También doy mi testimonio de que cuanto ha dicho Alanna es cierto, todo ello.-
A pesar de que la palabra de la gata había bastado para encerrar a varias decenas de personas en la cárcel por alguna extraña razón, que Níniel achacaba a la absurda y tediosa burocracia humana, aquella palabra no servía en esos momentos. Los humanos eran realmente extraños. ¿Qué clase de pruebas querían que presentaran?, quizá pretendieran que realizaran una investigación por toda la ciudad e incluso por los prostíbulos para confirmarles a qué clase de persona estaban retratando. O haberse dejado tocar y golpear para convertirse ellas mismas en pruebas andantes...Justo cuando la peliblanca pensaba en lo complicado que podría ser encontrar más testimonios a su favor tal y como era la sociedad humana Alanna puso su puesto como guardia en juego a cambio de la posibilidad precisamente de encontrar no uno ni dos, si no quince testigos que la apoyaran contra el sargento. Aquello complació a los oficiales pero en cuanto salieron de allí Níniel se movió el labio inferior sin darse cuenta por culpa de los nervios.
-¿Me lo preguntas a mi?. Eso mismo iba a preguntarte yo a ti, pensaba que tendrías un plan para lanzar semejante órdago.- ¿Cómo habían acabado así cuando parecía que lo tenían todo a su favor?. La peliblanca se quedó un momento en silencio, pensativa. -Técnicamente tenemos un patio lleno de reclutas que podrían testificar...Pero los humanos por lo general no sois muy de fiar en estos casos. Bien por respeto o por miedo a represalias no muchos querrán hablar...Pero creo que podríamos encontrar bastantes testimonios si conseguimos convencer no a los reclutas, si no a "las" reclutas. Una lista con todas las reclutas, guardias, ex- guardias y cualquiera que sufrieran a ese sujeto, eso es lo que necesitamos.- Hizo una pausa. - La opción es preparar algo de suero de la verdad y dársela a quince personas o al propio sargento, aunque no sé si eso es viable.-
-Sinceramente no se qué más pruebas necesitan. Le consta su conducta impropia e inmoral e incluso faltas graves como el acoso y ahora tiene el testimonio de una reputada miembro de la guardia confirmándoselo. También doy mi testimonio de que cuanto ha dicho Alanna es cierto, todo ello.-
A pesar de que la palabra de la gata había bastado para encerrar a varias decenas de personas en la cárcel por alguna extraña razón, que Níniel achacaba a la absurda y tediosa burocracia humana, aquella palabra no servía en esos momentos. Los humanos eran realmente extraños. ¿Qué clase de pruebas querían que presentaran?, quizá pretendieran que realizaran una investigación por toda la ciudad e incluso por los prostíbulos para confirmarles a qué clase de persona estaban retratando. O haberse dejado tocar y golpear para convertirse ellas mismas en pruebas andantes...Justo cuando la peliblanca pensaba en lo complicado que podría ser encontrar más testimonios a su favor tal y como era la sociedad humana Alanna puso su puesto como guardia en juego a cambio de la posibilidad precisamente de encontrar no uno ni dos, si no quince testigos que la apoyaran contra el sargento. Aquello complació a los oficiales pero en cuanto salieron de allí Níniel se movió el labio inferior sin darse cuenta por culpa de los nervios.
-¿Me lo preguntas a mi?. Eso mismo iba a preguntarte yo a ti, pensaba que tendrías un plan para lanzar semejante órdago.- ¿Cómo habían acabado así cuando parecía que lo tenían todo a su favor?. La peliblanca se quedó un momento en silencio, pensativa. -Técnicamente tenemos un patio lleno de reclutas que podrían testificar...Pero los humanos por lo general no sois muy de fiar en estos casos. Bien por respeto o por miedo a represalias no muchos querrán hablar...Pero creo que podríamos encontrar bastantes testimonios si conseguimos convencer no a los reclutas, si no a "las" reclutas. Una lista con todas las reclutas, guardias, ex- guardias y cualquiera que sufrieran a ese sujeto, eso es lo que necesitamos.- Hizo una pausa. - La opción es preparar algo de suero de la verdad y dársela a quince personas o al propio sargento, aunque no sé si eso es viable.-
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
La elfa, que había estado tan respetuosa como de costumbre dentro de la sala, pero que claramente estaba en desacuerdo con la petición de pruebas, salió a su lado, con una cara, cuanto menos, sorprendida por la decisión que había tomado Alanna. Era algo que la guarda sabía, su orgullo, una vez más, la había cegado, pero ya era tarde, de todos modos, sobornar a dos, tres, incluso a cuatro personas era sencillo, pero cuando eran estas las que te superaban por un gran número, si hacían algo, siempre sería por verdad o convicción. Por ello quince parecía un buen numero, tal vez algo elevado, pero si lograba quince personas que testificaran a su favor, ya no podrían volver a dudar de ella.
Con un suspiro, desesperado, miro a la elfa, la mirada de su amiga confirmaba que había cometido una gran locura, una locura sin plan alguno que la respaldase, la chica volvió a esconder la cabeza entre sus rodillas, ¿cómo iba a conseguir algo así...? Por suerte tenía a Niniel de su parte, escuchó la reflexión de la elfa. Como bien decía, los humanos no siempre eran de fiar, ella lo sabía mejor que nadie, aunque no le gustó como lo dijo, supo que todo iba condicionado por la educación, incluso el hecho de ser o no fiable, los elfos tenían una sociedad muy cerrada, y en cambio, ella, se había criado a fuerza de abrirse paso a golpes, por poco que le gustase, además, tenía claro que Niniel no se refería, ni mucho menos a ella, si no confiara en ella nunca le habría pedido que le enseñara a pelear, ni la habría ayudado en tantas ocasiones, ni la habría estado apoyando en el despacho, tenía claro que, al igual que ella la consideraba una amiga, el sentimiento era reciproco.
La enorme inteligencia de su amiga, apareció una vez más en el mejor momento, Alanna también había pensado en las reclutas, muchas, compañeras suyas del mismo año, que habían sufrido las mismas vejaciones, algunas no habían aguantado tan bien como ella y habían terminado por aceptar puestos menores, o bien en archivos y bibliotecas o bien como simples secretarias, con tal de dejar de soportar al sargento de instrucción, si, además, como decía Niniel, les aplicaban una dosis reducida de suero de la verdad.... Podría arreglarse el problema, solo necesitaban encontrar a 15 chicas que quisieran hablar con ellas, aunque, lo primero, sería fabricar ese suero. Ella misma lo había creado en más de una ocasión para usar en interrogatorios, no sería demasiado dificil, y, con las habilidades de Niniel, sería incluso más rápido.
- Nin eres la mejor, vayamos al laboratorio, tengo un par de amigos a los que no les importará que trasteemos por allí un poco.- Dijo Alanna con una sonrida, alzandose del suelo.
Unos pasillos más allá, bajando hasta el sotano por las escaleras, estaba la puerta del laboratorio, allí, dos chicos y 3 jovencitas, preparaban y tomaban a puntes sobre los efectos de ciertas sustancias que luego usarían para mezclas, cuanto menos, desagradables.
- Pete, Alice, Annique, Dalia, Marc.- saludó entrando como si estuviera en su casa.- Esta es una amiga, se llama Níniel, ¿podemos usar un par de cosas del laboratorio?- Preguntó desde la puerta.
- Claro, pasad y usad lo que querais, mientras no os acerqueis a esta zona, no pasa nada, estamos en fases de pruebas y puede ponerse la cosa fea.- Explicó Marc con una sonrisa tras su mascarilla.
- Sin problema.- prometió Alanna pasando dentro de la estancia, sueño de cualquiera al que le gustase hacer alquimia, venenos o similar.
Con un suspiro, desesperado, miro a la elfa, la mirada de su amiga confirmaba que había cometido una gran locura, una locura sin plan alguno que la respaldase, la chica volvió a esconder la cabeza entre sus rodillas, ¿cómo iba a conseguir algo así...? Por suerte tenía a Niniel de su parte, escuchó la reflexión de la elfa. Como bien decía, los humanos no siempre eran de fiar, ella lo sabía mejor que nadie, aunque no le gustó como lo dijo, supo que todo iba condicionado por la educación, incluso el hecho de ser o no fiable, los elfos tenían una sociedad muy cerrada, y en cambio, ella, se había criado a fuerza de abrirse paso a golpes, por poco que le gustase, además, tenía claro que Niniel no se refería, ni mucho menos a ella, si no confiara en ella nunca le habría pedido que le enseñara a pelear, ni la habría ayudado en tantas ocasiones, ni la habría estado apoyando en el despacho, tenía claro que, al igual que ella la consideraba una amiga, el sentimiento era reciproco.
La enorme inteligencia de su amiga, apareció una vez más en el mejor momento, Alanna también había pensado en las reclutas, muchas, compañeras suyas del mismo año, que habían sufrido las mismas vejaciones, algunas no habían aguantado tan bien como ella y habían terminado por aceptar puestos menores, o bien en archivos y bibliotecas o bien como simples secretarias, con tal de dejar de soportar al sargento de instrucción, si, además, como decía Niniel, les aplicaban una dosis reducida de suero de la verdad.... Podría arreglarse el problema, solo necesitaban encontrar a 15 chicas que quisieran hablar con ellas, aunque, lo primero, sería fabricar ese suero. Ella misma lo había creado en más de una ocasión para usar en interrogatorios, no sería demasiado dificil, y, con las habilidades de Niniel, sería incluso más rápido.
- Nin eres la mejor, vayamos al laboratorio, tengo un par de amigos a los que no les importará que trasteemos por allí un poco.- Dijo Alanna con una sonrida, alzandose del suelo.
Unos pasillos más allá, bajando hasta el sotano por las escaleras, estaba la puerta del laboratorio, allí, dos chicos y 3 jovencitas, preparaban y tomaban a puntes sobre los efectos de ciertas sustancias que luego usarían para mezclas, cuanto menos, desagradables.
- Pete, Alice, Annique, Dalia, Marc.- saludó entrando como si estuviera en su casa.- Esta es una amiga, se llama Níniel, ¿podemos usar un par de cosas del laboratorio?- Preguntó desde la puerta.
- Claro, pasad y usad lo que querais, mientras no os acerqueis a esta zona, no pasa nada, estamos en fases de pruebas y puede ponerse la cosa fea.- Explicó Marc con una sonrisa tras su mascarilla.
- Sin problema.- prometió Alanna pasando dentro de la estancia, sueño de cualquiera al que le gustase hacer alquimia, venenos o similar.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Níniel desconocía totalmente que la guardia contara con su propio taller de alquimia en los sótanos de los cuarteles. De hecho siempre se había imaginado que allí abajo solo habría oscuras y frías celdas donde languidecían durante años los prisioneros privados de libertad, comidos por las ratas y con la piel pegada a sus huesos. La realidad era otra bien distinta, aquellas zonas subterráneas estaban bastante bien iluminadas, limpias y equipadas y hacían las veces de almacén, habitaciones y zonas comunes a parte de incluir una zona bien provista para la alquimia. En cierto modo era decepcionante no encontrar lo que se esperaba y comprobar que una vez más los libros tenían una visión un tanto extraña de la realidad a veces, como si sus autores creyeran que lo macabro vendía más.
-Desde luego tenéis un buen equipo aquí abajo.- Dijo elogiando el lugar mientras inclinaba la cabeza a modo de saludo hacia aquellas personas que Alanna parecía conocer bien y con quiénes mostraba bastante confianza y cercanía. -Lo cierto es que viendo a los guardias patrullar por las calles es difícil imaginarlos como letrados alquimistas, pero alguien debe asegurare de que reciben antídotos y pociones cuando las necesitan...Y que la gata siempre esté bien surtida para sus misiones nocturnas...- Ese último comentario pareció incomodar a aquel grupo, seguramente porque esas misiones eran asuntos delicados y de los que pocos tenían conocimiento y les extrañara oír a una elfa a la que no conocían de nada hablar del asunto de forma tan distendida. -Digamos que a veces hemos trabajado juntas por el bien de la ciudad.- Aclaró la peliblanca logrando que el grupo se relajara al entender que estaban ante una amiga. -Bien, si vamos a hacerlo necesitamos ingredientes muy específicos, antes que nada quizá podáis decirme si disponéis de ellos. Veamos...Pelo de semental blanco, pluma de halcón, agua de río, acónito y eleboro.- Enumeró recibiendo respuesta afirmativa a todo cuanto mencionaba y la que respondía al nombre de Dalia le hacía el favor de buscar dichos ingredientes y acercárselos, ahorrando a la elfa mucho tiempo buscando. -Gracias, muy amable.-
-Parece que tenéis que hacer cantar a alguien, no sabía que los elfos también hicieran poción de la verdad- Comentó reconociendo los ingredientes usados e intuyendo con pericia el resultado aquella humana que cada vez caía mejor a la peliblanca.
-Es cierto que no la usamos mucho, pero aprendí de mi madre y mi madre pasó mucho tiempo entre humanos y otras razas. Sé preparar pociones que no son muy normales entre los nuestros, incluso algunas con ingredientes a los que difícilmente se tiene acceso en Sindorai o en el sur.- Respondió. Por su puesto entre elfos rara vez se había usado la poción de la verdad pero era algo bastante habitual cuando se capturaba a un humano, brujo u otra especie beligerante en territorio elfo pues a diferencia del pueblo del bosque esas razas eran propensas a la mentira y el engaño. Pero claro no iba a decir delante de humanos que los suyos hacían tal cosa con los prisioneros que hacían, incluso aunque tuvieran todo el derecho a hacerlo pues bien sabía la gente de Aerandir que no tenían permito entrar en Sindorai y mucho menos acercarse al árbol madre. -Voy a empezar.-
Como parte de su ritual colocó los materiales e ingredientes de manera acorde a sus gustos y encendió los alambiques colocando el agua de río en ellos hasta que llegaran a temperatura de ebullición. Mientras preparó el ala de halcón separando la pluma para trocear solo desde el tálamo al raquis y después pulverizarlo. A continuación seleccionó las partes del eleboro y el acónito que necesitaba para esa poción concreta e igualmente las pulverizó cada una por separado. Con el agua de los alambiques lista fue echando poco a poco cada polvo en una retorta distinta teniendo muy en cuenta la cantidad y el color que la mezcla tomaba para saber si debía seguir echando más o no. Satisfecha esperó a que los procesos siguieran su curso y una vez se completaron mezcló las esencias entre ella en el orden y proporción perfectos hasta tener como resultado una poción que parecía ser simple agua. Para acabar echó el pelo de semental y este desapareció en el líquido volviendo el resultado en un frasquito de una sustancia tan clara como la más pura de las aguas.
-Tres gotas por persona y su predisposición para la mentira desaparecerá durante unos minutos...Especialmente útil con razas desprovistas de magia y mucho más eficaz si el sujeto desconoce que ha tomado la poción...Por eso eso es incolora, inodora e insípida. Aunque a algunos les da dolor de cabeza. ¿Quiénes serán nuestras testigos?.- Dijo la elfa entregándole el frasco a Alanna.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia.
-Desde luego tenéis un buen equipo aquí abajo.- Dijo elogiando el lugar mientras inclinaba la cabeza a modo de saludo hacia aquellas personas que Alanna parecía conocer bien y con quiénes mostraba bastante confianza y cercanía. -Lo cierto es que viendo a los guardias patrullar por las calles es difícil imaginarlos como letrados alquimistas, pero alguien debe asegurare de que reciben antídotos y pociones cuando las necesitan...Y que la gata siempre esté bien surtida para sus misiones nocturnas...- Ese último comentario pareció incomodar a aquel grupo, seguramente porque esas misiones eran asuntos delicados y de los que pocos tenían conocimiento y les extrañara oír a una elfa a la que no conocían de nada hablar del asunto de forma tan distendida. -Digamos que a veces hemos trabajado juntas por el bien de la ciudad.- Aclaró la peliblanca logrando que el grupo se relajara al entender que estaban ante una amiga. -Bien, si vamos a hacerlo necesitamos ingredientes muy específicos, antes que nada quizá podáis decirme si disponéis de ellos. Veamos...Pelo de semental blanco, pluma de halcón, agua de río, acónito y eleboro.- Enumeró recibiendo respuesta afirmativa a todo cuanto mencionaba y la que respondía al nombre de Dalia le hacía el favor de buscar dichos ingredientes y acercárselos, ahorrando a la elfa mucho tiempo buscando. -Gracias, muy amable.-
-Parece que tenéis que hacer cantar a alguien, no sabía que los elfos también hicieran poción de la verdad- Comentó reconociendo los ingredientes usados e intuyendo con pericia el resultado aquella humana que cada vez caía mejor a la peliblanca.
-Es cierto que no la usamos mucho, pero aprendí de mi madre y mi madre pasó mucho tiempo entre humanos y otras razas. Sé preparar pociones que no son muy normales entre los nuestros, incluso algunas con ingredientes a los que difícilmente se tiene acceso en Sindorai o en el sur.- Respondió. Por su puesto entre elfos rara vez se había usado la poción de la verdad pero era algo bastante habitual cuando se capturaba a un humano, brujo u otra especie beligerante en territorio elfo pues a diferencia del pueblo del bosque esas razas eran propensas a la mentira y el engaño. Pero claro no iba a decir delante de humanos que los suyos hacían tal cosa con los prisioneros que hacían, incluso aunque tuvieran todo el derecho a hacerlo pues bien sabía la gente de Aerandir que no tenían permito entrar en Sindorai y mucho menos acercarse al árbol madre. -Voy a empezar.-
Como parte de su ritual colocó los materiales e ingredientes de manera acorde a sus gustos y encendió los alambiques colocando el agua de río en ellos hasta que llegaran a temperatura de ebullición. Mientras preparó el ala de halcón separando la pluma para trocear solo desde el tálamo al raquis y después pulverizarlo. A continuación seleccionó las partes del eleboro y el acónito que necesitaba para esa poción concreta e igualmente las pulverizó cada una por separado. Con el agua de los alambiques lista fue echando poco a poco cada polvo en una retorta distinta teniendo muy en cuenta la cantidad y el color que la mezcla tomaba para saber si debía seguir echando más o no. Satisfecha esperó a que los procesos siguieran su curso y una vez se completaron mezcló las esencias entre ella en el orden y proporción perfectos hasta tener como resultado una poción que parecía ser simple agua. Para acabar echó el pelo de semental y este desapareció en el líquido volviendo el resultado en un frasquito de una sustancia tan clara como la más pura de las aguas.
-Tres gotas por persona y su predisposición para la mentira desaparecerá durante unos minutos...Especialmente útil con razas desprovistas de magia y mucho más eficaz si el sujeto desconoce que ha tomado la poción...Por eso eso es incolora, inodora e insípida. Aunque a algunos les da dolor de cabeza. ¿Quiénes serán nuestras testigos?.- Dijo la elfa entregándole el frasco a Alanna.
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Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Alanna decidió confiera en su amiga y dejarle toda la parte química, ella debía ocuparse de otros asuntos igual de importantes, solo necesitaba reunir a 15 personas... 15 chicas, no pensaba que fuera a ser difícil, muchas estaban del sargento hasta las narices, y de ellas Alanna era la única que había tenido la oportunidad de vapulearlo, no le costaría mucho encontrar a varias más que dispuestas a hablar con ella, puede que no a levantarse contra del sargento, pero eso no sería difícil una vez probasen un té "especial".
Observó los preparativos que hacía la elfa mientras cavilaba en busca de nombres escondidos en su cabeza, no recordaba muchos, solo los de aquellas compañeras con las que había tenido más relación, en cambio, las que habían acabado siendo secretarias no las acababa de reconoces, debería hacer un listado o algo similar, con un suspiro, aun algo preocupada por su más que terrible salida de tono, tomó de una mesa una hoja en blanco, pluma y tintero y se sentó frente a la elfa a escribir.
Con su elegante y cuidada caligrafía, aunque algo distraída por seguir los movimientos de la elfa, que tanto se asemejaban a los propios en cuestión de químicos, trazó la primera palabra. Biblioteca. Miró su propio escrito y lanzó un nuevo suspiro, siempre había tenido una letra bonita, cuidada, fina, clara, alargada y algo inclinada hacia la derecha, sin floritura alguna. Siguió escribiendo otras zonas en las que podría encontrar a algunas reclutas dispuestas a mantenerse una... charla, y, después, pasó a los nombres: Abbie, Ainsley, Beatrice, Bethanie, Lilian, Prim, Rose, Danna, Maca, Gina, y Phoebe. Eran las que, posiblemente, menos les costase convencer, habían compartido entrenamiento varias veces, y, como ella, solían necesitar morderse la lengua, rondaban por las calles pero, posiblemente, ese día estuvieran allí, que supiera a ninguna le coincidía la patrulla, pero en el cuartel siempre había cosas que hacer.
Dio un nuevo suspiro, hacía tiempo que no hablaba con ellas, su viaje la había distanciado de algunas, aunque no pensaba que fueran a reaccionar mal si les pedía ayuda. Se tocó las sienes, le acabaría por subir dolor de cabeza, ya tenía un buen listado, en la biblioteca y los despachos encontraría a las que faltaban, o eso esperaba, las promociones de mujeres, por desgracia, no eran populares precisamente, si una clase de 50 tenía 10 mujeres, podían darse con un canto en los dientes, la suya era especial, había habido 20 chicas, y el sargento de instrucción se había encargado de espantar a la mayoría, por eso solo ella y Gina se habían graduado junto a los demás, las otras reclutas habían tardado un par de años más, pero el contacto lo había perdido hacía a penas un año.
De su ensoñación la sacó una Níniel de aspecto satisfecho, tres gotas, perfecto, dolor de cabeza... bueno, no era para tanto, y ni siquiera recordarían su testimonio, no le gustaba demasiado tener que usar ese tipo de trucos, primero intentaría convencerlas, pero, si no podía, no le quedaría más remedio.
- Gracias Nin, vamos, tenemos varios sitios que visitar.- dijo con una pequeña sonrisa enseñándole la lista a la elfa.
Salió de allí despidiéndose de los científicos, que estaban tan enfrascados en sus experimentos que a penas les dedicaron un saludo con la mano. El primer lugar en el que encontraron a varias fue en el patio de entrenamiento, Gina, Danna y Rose, de más grande a más delicada, la buscaban, habían oído lo sucedido y, sin necesidad de que ella pidiera nada, se ofrecieron a ayudar, al parecer la noticia de que se jugaba el puesto también había corrido como la pólvora, y, a pesar de llevar tiempo sin hablar con todas las letras, seguían queriendo ayudarla, confiaban en ella, y eso era algo que no había cambiado, la continuaban considerando una amiga. Aunque sorprendidas por la elfa, se mantuvieron serenas y amables, y se ofrecieron a ayudar en la busqueda, ellas se encargarían del resto del grupo mientras a Alanna y a Níniel les quedaba la parte difícil, las 4 que no sabían si querrían hablar.
La biblioteca fue el segundo lugar a visitar, una mujer de unos 24 años iba y venía con una montaña de libros más alta que ella, se paseaba nerviosa. La guarda miró a Níniel, por dónde podía empezar. Se acercó a la mujer y le tomó varios libros de las manos, ayudándola, pudiendo así verle la menuda cara con gafas y pecas.
- Perdona, ¿puedes ayudarnos? A cambio, te ayudaré yo a ti, ¿te parece?- pregunto haciendo referencia a los libros que en ese momento llevaba en las manos, si fuera cosa de archivo, sería más fácil, allí si tenía contactos.
Miró a la elfa, esperando que ella supiera como seguir, Alanna se sentía bastante descolocada... Encontrar a las primeras había sido sencillo, y no dudaba de que ellas pudieran convencer al resto con facilidad, al fin y al cabo, nadie le decía que no a Gina, pero las que estaban en los despachos eran otro cantar,no se habían enfrentado a su miedo en un primer momento, por ello era más difícil que lo hicieran ya.
Observó los preparativos que hacía la elfa mientras cavilaba en busca de nombres escondidos en su cabeza, no recordaba muchos, solo los de aquellas compañeras con las que había tenido más relación, en cambio, las que habían acabado siendo secretarias no las acababa de reconoces, debería hacer un listado o algo similar, con un suspiro, aun algo preocupada por su más que terrible salida de tono, tomó de una mesa una hoja en blanco, pluma y tintero y se sentó frente a la elfa a escribir.
Con su elegante y cuidada caligrafía, aunque algo distraída por seguir los movimientos de la elfa, que tanto se asemejaban a los propios en cuestión de químicos, trazó la primera palabra. Biblioteca. Miró su propio escrito y lanzó un nuevo suspiro, siempre había tenido una letra bonita, cuidada, fina, clara, alargada y algo inclinada hacia la derecha, sin floritura alguna. Siguió escribiendo otras zonas en las que podría encontrar a algunas reclutas dispuestas a mantenerse una... charla, y, después, pasó a los nombres: Abbie, Ainsley, Beatrice, Bethanie, Lilian, Prim, Rose, Danna, Maca, Gina, y Phoebe. Eran las que, posiblemente, menos les costase convencer, habían compartido entrenamiento varias veces, y, como ella, solían necesitar morderse la lengua, rondaban por las calles pero, posiblemente, ese día estuvieran allí, que supiera a ninguna le coincidía la patrulla, pero en el cuartel siempre había cosas que hacer.
Dio un nuevo suspiro, hacía tiempo que no hablaba con ellas, su viaje la había distanciado de algunas, aunque no pensaba que fueran a reaccionar mal si les pedía ayuda. Se tocó las sienes, le acabaría por subir dolor de cabeza, ya tenía un buen listado, en la biblioteca y los despachos encontraría a las que faltaban, o eso esperaba, las promociones de mujeres, por desgracia, no eran populares precisamente, si una clase de 50 tenía 10 mujeres, podían darse con un canto en los dientes, la suya era especial, había habido 20 chicas, y el sargento de instrucción se había encargado de espantar a la mayoría, por eso solo ella y Gina se habían graduado junto a los demás, las otras reclutas habían tardado un par de años más, pero el contacto lo había perdido hacía a penas un año.
De su ensoñación la sacó una Níniel de aspecto satisfecho, tres gotas, perfecto, dolor de cabeza... bueno, no era para tanto, y ni siquiera recordarían su testimonio, no le gustaba demasiado tener que usar ese tipo de trucos, primero intentaría convencerlas, pero, si no podía, no le quedaría más remedio.
- Gracias Nin, vamos, tenemos varios sitios que visitar.- dijo con una pequeña sonrisa enseñándole la lista a la elfa.
Salió de allí despidiéndose de los científicos, que estaban tan enfrascados en sus experimentos que a penas les dedicaron un saludo con la mano. El primer lugar en el que encontraron a varias fue en el patio de entrenamiento, Gina, Danna y Rose, de más grande a más delicada, la buscaban, habían oído lo sucedido y, sin necesidad de que ella pidiera nada, se ofrecieron a ayudar, al parecer la noticia de que se jugaba el puesto también había corrido como la pólvora, y, a pesar de llevar tiempo sin hablar con todas las letras, seguían queriendo ayudarla, confiaban en ella, y eso era algo que no había cambiado, la continuaban considerando una amiga. Aunque sorprendidas por la elfa, se mantuvieron serenas y amables, y se ofrecieron a ayudar en la busqueda, ellas se encargarían del resto del grupo mientras a Alanna y a Níniel les quedaba la parte difícil, las 4 que no sabían si querrían hablar.
La biblioteca fue el segundo lugar a visitar, una mujer de unos 24 años iba y venía con una montaña de libros más alta que ella, se paseaba nerviosa. La guarda miró a Níniel, por dónde podía empezar. Se acercó a la mujer y le tomó varios libros de las manos, ayudándola, pudiendo así verle la menuda cara con gafas y pecas.
- Perdona, ¿puedes ayudarnos? A cambio, te ayudaré yo a ti, ¿te parece?- pregunto haciendo referencia a los libros que en ese momento llevaba en las manos, si fuera cosa de archivo, sería más fácil, allí si tenía contactos.
Miró a la elfa, esperando que ella supiera como seguir, Alanna se sentía bastante descolocada... Encontrar a las primeras había sido sencillo, y no dudaba de que ellas pudieran convencer al resto con facilidad, al fin y al cabo, nadie le decía que no a Gina, pero las que estaban en los despachos eran otro cantar,no se habían enfrentado a su miedo en un primer momento, por ello era más difícil que lo hicieran ya.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
En un primer momento todo apuntaba a que a pesar de las dudas que ambas jóvenes tenían con respecto a si iba a ser posible o no reunir a tantas testigos todo iba a acabar resultando mucho más sencillo de lo que parecía, pues apenas unos minutos bastaron para que, de nuevo en la superficie, Alanna convenciera a varias de sus compañeras para que testificaran a su favor. Y no solo eso, hasta se ofrecieron para hablar con otras de las personas de la lista de la gata para agilizar el proceso y que Humana y elfa no tuvieran que buscar por si mismas a todas las chicas una por una por todo el lugar. Si todas iban a estar tan dispuestas y tenían semejante opinión del sargento ni siquiera iban a necesitar la poción de la verdad para contar con suficiente apoyo, aunque seguramente Alanna querría usarla de todos modos para que nadie pudiera luego decir que los testimonios eran fruto del rencor, el odio personal o la amistad con Alanna.
Tras aquel primer rotundo éxito sus pasos las llevaron hasta la biblioteca del cuartel. Se trataba de un lugar grande y espacioso, muy bien iluminado y cuyas paredes estaban totalmente cubiertas de estantes con cientos y cientos de libros como si de una biblioteca se tratase. El lugar estaba bastante silencioso y tranquilo, de hecho solo había un puñado de personas revisando manuscritos y mapas en completo silencio y el único ruido lo producían los pasos de una joven que iba constantemente de un lado para otro cargada con una pila de libros. Un rápido vistazo a algunos de los títulos que allí se atesoraban dejó claro a Níniel que allí no encontraría los volúmenes típicos de una biblioteca común si no que todos eran libros de notas, registros de guardias, misiones y cosas por el estilo. También había una sección de mapas nuevos y viejos y otra dedicada a literatura bélica, grandes batallas de grandes figuras militares de los humanos y sus estrategias, muchos de aquellos nombres eran bien conocidos por la elfa pues había leído aquellos tomos durante sus años de instrucción. Conocer al enemigo era el primer paso para la victoria y Ashara Thenidiel había pasado tanto tiempo entre humanos y aprendido tanto de ellos...En cualquier caso para ser una biblioteca estaba claro que no querían que los reclutas perdieran el tiempo con "literatura clásica o poesía"
Tras unos instantes y tras ver que la única que podía atenderlas allí era aquella apresurada y cargada joven se dirigieron hacia ella. Tras un ofrecimiento de ayuda que casi pareció una proposición de intercambio de favores llegó el momento de Níniel de continuar con la conversación pues por alguna extraña razón la guardia parecía fuera de su hábitat allí. Pues si una una guardia estaba descolocada cómo estaría una elfa sacerdotisa...
-Soy Níniel, mucho gusto. Se nos ha encargado realizar una investigación interna sobre un miembro de la guardia cuya honorabilidad y buen servicio a la ciudad están en entredicho. En concreto tras reunir evidencias estamos actualmente buscando a compañeros, ex compañeros, alumnos, ex alumnos de este guardia que puedan corroborar si los cargos están fundamentados o no.- Aquella mujer era bastante nerviosa e insegura y el contundente discurso de Níniel sin duda habría causado en ella el efecto deseado por la peliblanca pero aún se podía ver la duda en su rostro pues no era tonta y como era normal no conocía de nada a Níniel. Por ello la elfa presentó a Alanna como la gata y la hija de un sargento afamado y reputado lo cual venció sus reticencias.
-¿En qué puedo ayudarlas entonces?- Bien, aquello ya estaba.
¿Conoce al sargento de instrucción Pevert?--
-¿A Pevert?, si claro, fue mi instructor cuando ingresé en la guardia, pensaba que valía para patrullar las calles pero el sargento me demostró lo equivocada que estaba...El muy cerdo.- eso último lo dijo como sin querer y en voz muy baja pero Níniel lo escucho perfectamente. parecía que acababan de dar en el blanco.
-El sargento ha sido acusado de cargos serios, todo testimonio ayudará a esclarecer los hechos tanto a favor como en contra del suboficial. Personalmente creo que ha actuado con impunidad durante demasiado tiempo y mancillado el nombre de la guardia con su conducta, especialmente contra las mujeres.-La mujer se movió nerviosa, era evidente que pensaba que ya había hablado demasiado pero que aún así quería hablar más, la mención de "mujeres" por partede Níniel no había sido casual..
-Si hablo me meteré en un lío...Ese hombre es peligroso.-
-Tenemos ya a varios testigos y el testimonio será delante del capitán y un teniente imparcial. Esta vez podemos acabar con su mala praxis, evitar que siga haciéndolo, porque si nadie le para seguirá, eso seguro...De hecho ya hemos acabado con su orgullo dándole una paliza en su propia arena de instrucción en una práctica...Es ahora o nunca.-
-Testificaré, ese cerdo se negó a aprobarme a pesar de mis calificaciones si no me...Con él...Al negarme acabé aquí.- Dijo azorada y causando que la elfa se indignara ante esas palabras. La cosa era peor de lo que parecía, debían acabar con ese hombre y no solo conformarse con su expulsión...Debían hasta encerrarlo.
-Cuantos más testimonios, más fuertes seremos ¿Conoces a alguien más que haya vivido situaciones similares?-
-Puede, si me dais unos minutos hablaré con algunas personas, creo que puedo confiar en vosotras.-
Dicho eso la mujer se marchó dejando allí a Alanna y Níniel, el contenido de aquella conversación solo lo sabrían las implicadas y a quienes decidieran contárselo pues nadie más las había oído. Si las conocidas de Alanna y aquella bibliotecaria cumplían con su parte deberían tener testimonios más que suficientes, pero aún así quizá Alanna tuviera en mente algún nombre más.
-Creo que vamos bien, no podemos dejar que ese tipo siga haciendo estas cosas. Tengo la piel de gallina solo de imaginar qué puede haber llegado a hacer...¿Siguiente paso?. Si en este momento me dices que ir a darle otra paliza acepto.-
Tras aquel primer rotundo éxito sus pasos las llevaron hasta la biblioteca del cuartel. Se trataba de un lugar grande y espacioso, muy bien iluminado y cuyas paredes estaban totalmente cubiertas de estantes con cientos y cientos de libros como si de una biblioteca se tratase. El lugar estaba bastante silencioso y tranquilo, de hecho solo había un puñado de personas revisando manuscritos y mapas en completo silencio y el único ruido lo producían los pasos de una joven que iba constantemente de un lado para otro cargada con una pila de libros. Un rápido vistazo a algunos de los títulos que allí se atesoraban dejó claro a Níniel que allí no encontraría los volúmenes típicos de una biblioteca común si no que todos eran libros de notas, registros de guardias, misiones y cosas por el estilo. También había una sección de mapas nuevos y viejos y otra dedicada a literatura bélica, grandes batallas de grandes figuras militares de los humanos y sus estrategias, muchos de aquellos nombres eran bien conocidos por la elfa pues había leído aquellos tomos durante sus años de instrucción. Conocer al enemigo era el primer paso para la victoria y Ashara Thenidiel había pasado tanto tiempo entre humanos y aprendido tanto de ellos...En cualquier caso para ser una biblioteca estaba claro que no querían que los reclutas perdieran el tiempo con "literatura clásica o poesía"
Tras unos instantes y tras ver que la única que podía atenderlas allí era aquella apresurada y cargada joven se dirigieron hacia ella. Tras un ofrecimiento de ayuda que casi pareció una proposición de intercambio de favores llegó el momento de Níniel de continuar con la conversación pues por alguna extraña razón la guardia parecía fuera de su hábitat allí. Pues si una una guardia estaba descolocada cómo estaría una elfa sacerdotisa...
-Soy Níniel, mucho gusto. Se nos ha encargado realizar una investigación interna sobre un miembro de la guardia cuya honorabilidad y buen servicio a la ciudad están en entredicho. En concreto tras reunir evidencias estamos actualmente buscando a compañeros, ex compañeros, alumnos, ex alumnos de este guardia que puedan corroborar si los cargos están fundamentados o no.- Aquella mujer era bastante nerviosa e insegura y el contundente discurso de Níniel sin duda habría causado en ella el efecto deseado por la peliblanca pero aún se podía ver la duda en su rostro pues no era tonta y como era normal no conocía de nada a Níniel. Por ello la elfa presentó a Alanna como la gata y la hija de un sargento afamado y reputado lo cual venció sus reticencias.
-¿En qué puedo ayudarlas entonces?- Bien, aquello ya estaba.
¿Conoce al sargento de instrucción Pevert?--
-¿A Pevert?, si claro, fue mi instructor cuando ingresé en la guardia, pensaba que valía para patrullar las calles pero el sargento me demostró lo equivocada que estaba...El muy cerdo.- eso último lo dijo como sin querer y en voz muy baja pero Níniel lo escucho perfectamente. parecía que acababan de dar en el blanco.
-El sargento ha sido acusado de cargos serios, todo testimonio ayudará a esclarecer los hechos tanto a favor como en contra del suboficial. Personalmente creo que ha actuado con impunidad durante demasiado tiempo y mancillado el nombre de la guardia con su conducta, especialmente contra las mujeres.-La mujer se movió nerviosa, era evidente que pensaba que ya había hablado demasiado pero que aún así quería hablar más, la mención de "mujeres" por partede Níniel no había sido casual..
-Si hablo me meteré en un lío...Ese hombre es peligroso.-
-Tenemos ya a varios testigos y el testimonio será delante del capitán y un teniente imparcial. Esta vez podemos acabar con su mala praxis, evitar que siga haciéndolo, porque si nadie le para seguirá, eso seguro...De hecho ya hemos acabado con su orgullo dándole una paliza en su propia arena de instrucción en una práctica...Es ahora o nunca.-
-Testificaré, ese cerdo se negó a aprobarme a pesar de mis calificaciones si no me...Con él...Al negarme acabé aquí.- Dijo azorada y causando que la elfa se indignara ante esas palabras. La cosa era peor de lo que parecía, debían acabar con ese hombre y no solo conformarse con su expulsión...Debían hasta encerrarlo.
-Cuantos más testimonios, más fuertes seremos ¿Conoces a alguien más que haya vivido situaciones similares?-
-Puede, si me dais unos minutos hablaré con algunas personas, creo que puedo confiar en vosotras.-
Dicho eso la mujer se marchó dejando allí a Alanna y Níniel, el contenido de aquella conversación solo lo sabrían las implicadas y a quienes decidieran contárselo pues nadie más las había oído. Si las conocidas de Alanna y aquella bibliotecaria cumplían con su parte deberían tener testimonios más que suficientes, pero aún así quizá Alanna tuviera en mente algún nombre más.
-Creo que vamos bien, no podemos dejar que ese tipo siga haciendo estas cosas. Tengo la piel de gallina solo de imaginar qué puede haber llegado a hacer...¿Siguiente paso?. Si en este momento me dices que ir a darle otra paliza acepto.-
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Los nervios que parecían impedir que Alanna actuaase no afectaban de igual manera a Níniel, que, en a penas unas frases logró que la chica confesara unas catitudes que enervaron a la guarda, haciendola fruncir el ceño y deseando romperle algo más que la nariz a semejante cerdo.
No le sorprendía que lo hubiera hecho, sospechaba que era posible que hubieran sucedido cosas así, y sabía que, si eso había pasado, ninguna de las mujeres habría accedido a ello, las que habían logrado graduarse lo habían hecho, al igual que ella a fuerza de voluntad, todas las mujeres de la guardia tenían un enorme orgullo, y jamás aceptarían algo semejante.
Mientras la bibliotecaria corría con rapidez con esos tacones bajos que llevaba, Alanna se giró con clarisimo enfado reflejado en su rostro, parecía que fuera a estallar en gritos de un momento a otro, y, al final, lo hizo, prefiriendo explotar ahí y no en el despacho, si llegara gritando, perdería toda la razón que tuviera.
- ¡¿Qué demonios se ha creido ese cerdo?! ¿Qué solo somos culos que se mueven para que el nos mire? Ninguna habría accedido a algo semejante, las guardas tenemos orgullo, nos hemos ganado el puesto con sangre, sudor y lágrimas, más que cualquier hombre que trabaje aqui, nos mandaba a misiones suicidas, nos hacía la vida imposible, muchas renunciamos durante mucho tiempo a sentirnos femeninas por culpa de ese capullo, porque si no eras o parecías un hombre, no valías, tuvimos que aprender por nuestra cuenta y luchar más que nadie, y, para colmo, ¡chantaje!- protestaba dando vueltas por el cuarto con unas tremendas ganas de romper algo.- ese... ese... agh- gritó sin saber que nombre usar para describir a alguien tan despreciable.- ¡tendría que haberle roto más que la nariz! Esto no va a quedar así, voy a hacer que lo ecen y que no pueda trabajar ni siquiera de mercenario, le tendré tan vigilado que pensará que soy su sombra, ese idiota va a tener razones para odiarme, pero de verdad. Se va a enterar, lleva mucho tiempo traspasando la raya, y nadie juega con una guarda y sale impune.- Sentenció su queja mirando a Niniel de forma seria.- Nin, quedate aqui a hablar con el resto, iré a buscar a las chicas que nos hemos encontrado bajo y a alguien más que seguro quiere ayudar y nos vemos aqui en diez minutos.- Finalizó antes de salir corriendo, totalmente molesta.
Cerró la puerta y salió directa hacia el patio de armas, donde Gina, Danna y las demás, con aspecto tan enfadado como el propio, se dirigían al interior del edificio, al encontrarla allí, explicaron que, efectivamente, estaban todas dispuestas a prestar su testimonio, Alanna asintió con una sonrisa decidida, agradecida por que fueran a arriesgarse por ella. Antes de seguir avanzando, les pidió que la esperasen en la biblioteca, allí estarían el resto de testigos, ella debía buscar a un par más, cuantas más personas soportasen su testimonio, mejor.
Tras despedirse, se disparó hacia los establos, allí estaba una chica que había empezado hacía poco tiempo, pero que, por lo que había escuchado, no lo estaba pasando especialmente bien en sus entrenamientos, y por ello se escondía en los establos, era facil localizarla, además, su fama se había extendido cuando la habían visto llorar tras la primera clase.
Alanna entró en silencio, viendo un bulto agachado junto a la paja, la chica pelirroja tenía la cara semi escondida, y las hebras de color amarillo se mezclaban con su pelo liso. La guarda le tocó la cabeza haciendola alzar la cabeza, y le explicó lo sucedido y que estaba recogiendo testigos, le prometió que no le pasaria nada, y, tras un momento de duda que se le hizo eterno, la chica accedió a colaborar, timida y asustada, sería ella la que terminara de sacar de quicio al sargento y, de paso, ganaría confianza en si misma, no le vendría nada mal a la pequeña.
Llegadas ambas a la biblioteca, donde se reunian todas, era momento de pedir el favor:
- Creo que ya sabeis por qué estais aqui- dijo con aire decidio- llevamos demasiado tiempo aguantando a ese cerdo, y hoy, gracias a Níniel.- extendió una mano para que viesen a la elfa- esto va a acabarse, ni el sargento ni yo estaremos dentro mientras testifiqueis, seguramete el mismo capitán lo propondrá para no coaccionaros, pero, te todos modos, para que luego no se pueda decir que lo habeis hecho por amiguismo, favoritismo o renconres, me preguntaba si...- dudó un momento, pero acabó por decidirse.- ¿podríais tomar suero de la verdad?, confio en vosotras, pero no en Pevert, y se sacará cualquier cosa de la manga con tal de mantener su puesto, y no estoy dispuesta a aceptarlo.
Los murmullos se extendieron por la sala, y, finalmente, silencio, la joven pelirroja dio un paso adelante, las demás la siguieron, estaban dispuestas. Alanna miró a Niniel con una sonrisa y después de que Gina, siempre espontanea, lanzase un grito de guerra, seguido por las demás, salieron hacia el despacho. Pronto ese sargento estaría bien lejos.
No le sorprendía que lo hubiera hecho, sospechaba que era posible que hubieran sucedido cosas así, y sabía que, si eso había pasado, ninguna de las mujeres habría accedido a ello, las que habían logrado graduarse lo habían hecho, al igual que ella a fuerza de voluntad, todas las mujeres de la guardia tenían un enorme orgullo, y jamás aceptarían algo semejante.
Mientras la bibliotecaria corría con rapidez con esos tacones bajos que llevaba, Alanna se giró con clarisimo enfado reflejado en su rostro, parecía que fuera a estallar en gritos de un momento a otro, y, al final, lo hizo, prefiriendo explotar ahí y no en el despacho, si llegara gritando, perdería toda la razón que tuviera.
- ¡¿Qué demonios se ha creido ese cerdo?! ¿Qué solo somos culos que se mueven para que el nos mire? Ninguna habría accedido a algo semejante, las guardas tenemos orgullo, nos hemos ganado el puesto con sangre, sudor y lágrimas, más que cualquier hombre que trabaje aqui, nos mandaba a misiones suicidas, nos hacía la vida imposible, muchas renunciamos durante mucho tiempo a sentirnos femeninas por culpa de ese capullo, porque si no eras o parecías un hombre, no valías, tuvimos que aprender por nuestra cuenta y luchar más que nadie, y, para colmo, ¡chantaje!- protestaba dando vueltas por el cuarto con unas tremendas ganas de romper algo.- ese... ese... agh- gritó sin saber que nombre usar para describir a alguien tan despreciable.- ¡tendría que haberle roto más que la nariz! Esto no va a quedar así, voy a hacer que lo ecen y que no pueda trabajar ni siquiera de mercenario, le tendré tan vigilado que pensará que soy su sombra, ese idiota va a tener razones para odiarme, pero de verdad. Se va a enterar, lleva mucho tiempo traspasando la raya, y nadie juega con una guarda y sale impune.- Sentenció su queja mirando a Niniel de forma seria.- Nin, quedate aqui a hablar con el resto, iré a buscar a las chicas que nos hemos encontrado bajo y a alguien más que seguro quiere ayudar y nos vemos aqui en diez minutos.- Finalizó antes de salir corriendo, totalmente molesta.
Cerró la puerta y salió directa hacia el patio de armas, donde Gina, Danna y las demás, con aspecto tan enfadado como el propio, se dirigían al interior del edificio, al encontrarla allí, explicaron que, efectivamente, estaban todas dispuestas a prestar su testimonio, Alanna asintió con una sonrisa decidida, agradecida por que fueran a arriesgarse por ella. Antes de seguir avanzando, les pidió que la esperasen en la biblioteca, allí estarían el resto de testigos, ella debía buscar a un par más, cuantas más personas soportasen su testimonio, mejor.
Tras despedirse, se disparó hacia los establos, allí estaba una chica que había empezado hacía poco tiempo, pero que, por lo que había escuchado, no lo estaba pasando especialmente bien en sus entrenamientos, y por ello se escondía en los establos, era facil localizarla, además, su fama se había extendido cuando la habían visto llorar tras la primera clase.
Alanna entró en silencio, viendo un bulto agachado junto a la paja, la chica pelirroja tenía la cara semi escondida, y las hebras de color amarillo se mezclaban con su pelo liso. La guarda le tocó la cabeza haciendola alzar la cabeza, y le explicó lo sucedido y que estaba recogiendo testigos, le prometió que no le pasaria nada, y, tras un momento de duda que se le hizo eterno, la chica accedió a colaborar, timida y asustada, sería ella la que terminara de sacar de quicio al sargento y, de paso, ganaría confianza en si misma, no le vendría nada mal a la pequeña.
Llegadas ambas a la biblioteca, donde se reunian todas, era momento de pedir el favor:
- Creo que ya sabeis por qué estais aqui- dijo con aire decidio- llevamos demasiado tiempo aguantando a ese cerdo, y hoy, gracias a Níniel.- extendió una mano para que viesen a la elfa- esto va a acabarse, ni el sargento ni yo estaremos dentro mientras testifiqueis, seguramete el mismo capitán lo propondrá para no coaccionaros, pero, te todos modos, para que luego no se pueda decir que lo habeis hecho por amiguismo, favoritismo o renconres, me preguntaba si...- dudó un momento, pero acabó por decidirse.- ¿podríais tomar suero de la verdad?, confio en vosotras, pero no en Pevert, y se sacará cualquier cosa de la manga con tal de mantener su puesto, y no estoy dispuesta a aceptarlo.
Los murmullos se extendieron por la sala, y, finalmente, silencio, la joven pelirroja dio un paso adelante, las demás la siguieron, estaban dispuestas. Alanna miró a Niniel con una sonrisa y después de que Gina, siempre espontanea, lanzase un grito de guerra, seguido por las demás, salieron hacia el despacho. Pronto ese sargento estaría bien lejos.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Níniel no solía ver a Alanna fuera de si muy a menudo, de hecho muy pocas cosas de las que habían vivido juntas la habían hecho perder la calma y mucho menos hacerla despotricar verbalmente con rabia y cierta dosis de impotencia acumulada. Era raro que aquel sargento hubiera conseguido con su actitud lo que no habían conseguido ni mercenarios, ni asesinos, ni mortalmente peligrosos brujos. La peliblanca pensaba que el asunto afectaba tanto a la humana por que a diferencia de muchas otras personas para las que la guardia solo era un trabajo y una forma de mantener un techo sobre sus cabezas, la despensa surtida y la jarra llena, Alanna era guardia por pura vocación como ella misma era sacerdotisa, por eso podía entenderla y saber perfectamente cómo se sentía. Dejó que sacara toda esa rabia en silencio y finalmente le puso una mano amiga y tranquilizadora en el hombro para que supiera que estaba a su lado y de su lado en todo aquello. En ese momento eran el centro de todas las miradas por aquella subida de tono en un lugar donde el silencio era la tónica predominante pero cuando las voces cesaron todos volvieron a sus tareas sin decir ni mu.
-Lo lograremos claro, y con ello la guardia será a partir de hoy un poco mejor. Bien, iré poniendo al tanto a las que lleguen, tu recuerda, es ese tipo el que debe estar nervioso y con miedo no nosotras.-
No pasó mucho tiempo sola hasta que aquella bibliotecaria regresó acompañada de bastantes más mujeres de las que la peliblanca hubiese podido imaginar. Todas parecían compartir varias cosas en común entre ellas y era que parecían del tipo tímido y retraído, todas tenían la nerviosa mirada de un cervatillo y movían las piernas y las manos para tratar de controlar los nervios y dando un aspecto asustadizo. Para la elfa estaba claro por qué Pevert había decidido enseñarse con ellas y hacerlas partícipes de sus indecentes proposiciones, escogiendo a las de personalidad más débil sabía que no le delatarían y que serían más fáciles de coaccionar...El plan le había salido bien a medias. Níniel les dio el discurso de nuevo a todas mostrándose firme y segura de si misma y usando grandes palabras para tranquilizar a las chicas. Si no quería que acabaran por abandonar debía actuar como la roca en la que podían apoyarse y confiar y no lo harían si se mostrara tan nerviosa como ellas. Recalcó también la importancia del número para darlas coraje logrando resultados bastante positivos. Poco después llegaron el grupo reunido por las amigas de Alanna y el efecto de reunir a ambos grupos fue increíblemente bueno para la moral de todas, cada vez que se repetía una consigna el grupo de casi veinte mujeres ganaba en confianza y solidez, desterrando cada vez más lejos las dudas. Con el regreso de Alanna y una última chica más superaban la veintena. Níniel se permitió una pequeña sonrisa al pensar en que casi casi eran suficientes para tomar el cuartel entero en nombre de aquella causa.
Alanna les dio unas últimas directrices y comentó el uso de la poción de la verdad para eliminar cualquier clavo ardiente al que el sargento pudiera aferrarse ante tantos testimonios en su contra. Aquello causó cierto alboroto pero a esas alturas el grupo estaba más que concienciado y solo hizo falta que alguien diera el primer paso para que las demás la siguieran sin dudar.
-La poción es una creación mía, la concentración, y la dosis están perfectamente calculadas y su efecto garantizado. La verdad está de nuestra parte y la verdad castigará a ese despojo que no solo nos insulta a nosotras si no a la guardia y a la ciudad entera.-Se sentía rara por decir esas cosas siendo elfa pero lo cierto es que aunque no estuviera tan implicada como Alanna con la ciudad y la guardia, al residir a menudo en Lunargenta si que sentía esa causa como suya.
Con aquella última arenga y con un gran grito de batalla el grupo entero avanzó junto por los pasillos camino al despacho del capitán. Eran tantas y tan decididas que la gente se quedaba parada para mirarlas y se apartaban a su paso, solo dejaban caras de sorpresa y cuchicheos en busca de respuestas a su paso. Ante las puertas del despacho del oficial llamaron y solicitaron que la toma de declaraciones comenzara tan pronto como fuera posible así como que se pidió al capitán su beneplácito para usar la poción, cosa que aceptó pues ya conocía de primera mano las dotes alquímicas de la peliblanca. Tal y como Alanna había pronosticado las declaraciones serían tomadas una a una y registradas por escrito sin que Alanna ni el sargento estuvieran presentes. La cara de este último cuando al hacerle salir del despacho vio al numeroso grupo de mujeres que iban a testificar fue todo un poema, incluso trató de escabullirse de allí pero Gina lo detuvo y le obligó a sentarse allí mismo, al lado de todas. "A ver si ahora tiene narices a hacer proposiciones o a tratar de coaccionar a alguien" pensó Níniel satisfecha.
Una a una fueron pasando al despacho a declarar y una a una iban saliendo con cara de haberse quitado un peso enorme de encima y con la satisfacción dibujada en sus rostros. Aquello llevaría un rato, pero antes de la hora de la comida seguramente habrían terminado y sabrían el resultado. Solo quedaba esperar, y por parte de la peliblanca, aplacar los nervios de su amiga.
-Lo lograremos claro, y con ello la guardia será a partir de hoy un poco mejor. Bien, iré poniendo al tanto a las que lleguen, tu recuerda, es ese tipo el que debe estar nervioso y con miedo no nosotras.-
No pasó mucho tiempo sola hasta que aquella bibliotecaria regresó acompañada de bastantes más mujeres de las que la peliblanca hubiese podido imaginar. Todas parecían compartir varias cosas en común entre ellas y era que parecían del tipo tímido y retraído, todas tenían la nerviosa mirada de un cervatillo y movían las piernas y las manos para tratar de controlar los nervios y dando un aspecto asustadizo. Para la elfa estaba claro por qué Pevert había decidido enseñarse con ellas y hacerlas partícipes de sus indecentes proposiciones, escogiendo a las de personalidad más débil sabía que no le delatarían y que serían más fáciles de coaccionar...El plan le había salido bien a medias. Níniel les dio el discurso de nuevo a todas mostrándose firme y segura de si misma y usando grandes palabras para tranquilizar a las chicas. Si no quería que acabaran por abandonar debía actuar como la roca en la que podían apoyarse y confiar y no lo harían si se mostrara tan nerviosa como ellas. Recalcó también la importancia del número para darlas coraje logrando resultados bastante positivos. Poco después llegaron el grupo reunido por las amigas de Alanna y el efecto de reunir a ambos grupos fue increíblemente bueno para la moral de todas, cada vez que se repetía una consigna el grupo de casi veinte mujeres ganaba en confianza y solidez, desterrando cada vez más lejos las dudas. Con el regreso de Alanna y una última chica más superaban la veintena. Níniel se permitió una pequeña sonrisa al pensar en que casi casi eran suficientes para tomar el cuartel entero en nombre de aquella causa.
Alanna les dio unas últimas directrices y comentó el uso de la poción de la verdad para eliminar cualquier clavo ardiente al que el sargento pudiera aferrarse ante tantos testimonios en su contra. Aquello causó cierto alboroto pero a esas alturas el grupo estaba más que concienciado y solo hizo falta que alguien diera el primer paso para que las demás la siguieran sin dudar.
-La poción es una creación mía, la concentración, y la dosis están perfectamente calculadas y su efecto garantizado. La verdad está de nuestra parte y la verdad castigará a ese despojo que no solo nos insulta a nosotras si no a la guardia y a la ciudad entera.-Se sentía rara por decir esas cosas siendo elfa pero lo cierto es que aunque no estuviera tan implicada como Alanna con la ciudad y la guardia, al residir a menudo en Lunargenta si que sentía esa causa como suya.
Con aquella última arenga y con un gran grito de batalla el grupo entero avanzó junto por los pasillos camino al despacho del capitán. Eran tantas y tan decididas que la gente se quedaba parada para mirarlas y se apartaban a su paso, solo dejaban caras de sorpresa y cuchicheos en busca de respuestas a su paso. Ante las puertas del despacho del oficial llamaron y solicitaron que la toma de declaraciones comenzara tan pronto como fuera posible así como que se pidió al capitán su beneplácito para usar la poción, cosa que aceptó pues ya conocía de primera mano las dotes alquímicas de la peliblanca. Tal y como Alanna había pronosticado las declaraciones serían tomadas una a una y registradas por escrito sin que Alanna ni el sargento estuvieran presentes. La cara de este último cuando al hacerle salir del despacho vio al numeroso grupo de mujeres que iban a testificar fue todo un poema, incluso trató de escabullirse de allí pero Gina lo detuvo y le obligó a sentarse allí mismo, al lado de todas. "A ver si ahora tiene narices a hacer proposiciones o a tratar de coaccionar a alguien" pensó Níniel satisfecha.
Una a una fueron pasando al despacho a declarar y una a una iban saliendo con cara de haberse quitado un peso enorme de encima y con la satisfacción dibujada en sus rostros. Aquello llevaría un rato, pero antes de la hora de la comida seguramente habrían terminado y sabrían el resultado. Solo quedaba esperar, y por parte de la peliblanca, aplacar los nervios de su amiga.
Níniel Thenidiel
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Como ella había supuesto, una fila se formó ante el despacho del capitán, ella y Pevert permanecerían fuera y entrarían una a una en el despacho. Alanna intentaba mantenerse tranquila, como había aconsejado Níniel, sin embargo notaba cierta presión en el pecho, y un peso en su garganta, hasta el punto de que, a pesar de estar en una posición aparentemente calmada, no podía dejar de juguetear con el colgante en foma de media luna que llevaba al cuello desde el norte.
Miraba pasar la cola poco a poco, las chicas pasaban dentro un tiempo considerable, y, al salir sonreían con aspecto aliviado, le daban una señal a la elfa y a la humana, que, con cada chica, sentía disminuir un poco el peso en su pecho. Las más valientes, incluso le hacían un gesto soez a Pevert, indicandole así por donde podía irse. Pasadas unas horas de silencio sepulcral en el pasillo, en las que las chicas se volvían más altas, y el sargento de instrucción parecía encogerse, los mandaron entrar al despacho.
Gina seguí allí, tan alta, grande y seria como debía estar cualquier soldado frente a su oficial, pero, si una se fijaba, podía ver un pequeño brillo en sus ojos. Alanna cerró la puerta a sus espaldas y el sargento tomó la palabra. Alzó la vista de un numeroso bloque de papeles escritos con tinta reciente,algunas aun humedas, y miró con gran seriedad a los presentes, estaba claro que no se sentía precisamente orgulloso.
- Sargento de instrucción Pevert- pronunció con asco- Ha sido acusado por conducta deshonrosa e inapropiada para un guardia de Lunargenta, acoso, mala actitud frente a los alumnos e injusticia en la instrucción, dados los testimonios aportados por las presentes, Níniel Thenidiel y Alanna Delteria, se le considera culpable de los cargos.- Alanna, quien había estado manteniendo la respiración sin saberlo, tomó un profundo sorbo de aire inflando el pecho, no podía creerlo, había funcionado- El castigo lo decidirá la persona que hizo la acusación, al igual que intentó decidir usted el castigo de dicha persona.- Prosiguió el capitán ante los asentimientos del teniente y Gina, para, finalmente, mirarla a ella, dándole permiso para hablar.
- El sargento lleva años maltrantando a sus estudiantes y mirando por debajo del hombro a todas y cada una de las mujeres que intentan ascender, poniendo trabas a nuestras posibilidades y dando más que mala fama a la guardia.- explicó ella- por esos motivos, pido la expulsión con deshonor de todo lo relacionado con la Guardia, que devuelva sus medallas, y que se les de la oportunidad a las mujeres que él ridiculizó de hacer lo mismo.- propuso ella ante la mirada severa de los presentes y la cargada de odio del sargento que ya nada podía hacer, aun tendría que dar gracias de que la Gata no hubiera propuesto azotes como si se había atrevido a hacer él.
- Así se hará- asintió el capitán.- deje aquí sus medallas, Pevert, ya nunca volverá a ser Sargento.- Cuando el hombre, avergonzado, lo hizo y devolvió también su capa y la casaca que le acreditaba como miembro de la guarda, salió del cuarto avergonzado, cerrando la puerta tras él, Alanna suspiró aliviada.- En cuanto a usted, señorita Delteria.-pronunció el Sargento ella también había errado, lo sabía, y era momento de decidir su castigo.- Deberá sustituir durante un día al Sargento de instrucción, para que encontremos a alguien que lo haga de forma oficial, y estará dos días suspendida de empleo y sueldo, por desacato a la autoridad.- Alanna asintió, era un castigo mucho más blando de lo que esperaba, pero la entristecía estar en esa situación, notó que Gina iba a protestar, pero el capitán no había terminado.- Además, queremos decirle a usted y a su amiga elfa....- miró a ambas con seriedad.- Gracias.- sonrió el hombre - Sois los guardas como tu, y los ciudadanos como tu amiga los que dan buen nombre a la guarda y por los que vale la pena combatir, gente como vosotras sois la razón de que sigamos en pie. Podeis retiraros.
Ya se había acabado, finalmente, y, con una tremenda sorpresa y júbilo en la cara, salió del despacho con ganas de dar saltos, en cambio, simplemente suspiró y sonrió feliz, ya había acabado todo.
Miraba pasar la cola poco a poco, las chicas pasaban dentro un tiempo considerable, y, al salir sonreían con aspecto aliviado, le daban una señal a la elfa y a la humana, que, con cada chica, sentía disminuir un poco el peso en su pecho. Las más valientes, incluso le hacían un gesto soez a Pevert, indicandole así por donde podía irse. Pasadas unas horas de silencio sepulcral en el pasillo, en las que las chicas se volvían más altas, y el sargento de instrucción parecía encogerse, los mandaron entrar al despacho.
Gina seguí allí, tan alta, grande y seria como debía estar cualquier soldado frente a su oficial, pero, si una se fijaba, podía ver un pequeño brillo en sus ojos. Alanna cerró la puerta a sus espaldas y el sargento tomó la palabra. Alzó la vista de un numeroso bloque de papeles escritos con tinta reciente,algunas aun humedas, y miró con gran seriedad a los presentes, estaba claro que no se sentía precisamente orgulloso.
- Sargento de instrucción Pevert- pronunció con asco- Ha sido acusado por conducta deshonrosa e inapropiada para un guardia de Lunargenta, acoso, mala actitud frente a los alumnos e injusticia en la instrucción, dados los testimonios aportados por las presentes, Níniel Thenidiel y Alanna Delteria, se le considera culpable de los cargos.- Alanna, quien había estado manteniendo la respiración sin saberlo, tomó un profundo sorbo de aire inflando el pecho, no podía creerlo, había funcionado- El castigo lo decidirá la persona que hizo la acusación, al igual que intentó decidir usted el castigo de dicha persona.- Prosiguió el capitán ante los asentimientos del teniente y Gina, para, finalmente, mirarla a ella, dándole permiso para hablar.
- El sargento lleva años maltrantando a sus estudiantes y mirando por debajo del hombro a todas y cada una de las mujeres que intentan ascender, poniendo trabas a nuestras posibilidades y dando más que mala fama a la guardia.- explicó ella- por esos motivos, pido la expulsión con deshonor de todo lo relacionado con la Guardia, que devuelva sus medallas, y que se les de la oportunidad a las mujeres que él ridiculizó de hacer lo mismo.- propuso ella ante la mirada severa de los presentes y la cargada de odio del sargento que ya nada podía hacer, aun tendría que dar gracias de que la Gata no hubiera propuesto azotes como si se había atrevido a hacer él.
- Así se hará- asintió el capitán.- deje aquí sus medallas, Pevert, ya nunca volverá a ser Sargento.- Cuando el hombre, avergonzado, lo hizo y devolvió también su capa y la casaca que le acreditaba como miembro de la guarda, salió del cuarto avergonzado, cerrando la puerta tras él, Alanna suspiró aliviada.- En cuanto a usted, señorita Delteria.-pronunció el Sargento ella también había errado, lo sabía, y era momento de decidir su castigo.- Deberá sustituir durante un día al Sargento de instrucción, para que encontremos a alguien que lo haga de forma oficial, y estará dos días suspendida de empleo y sueldo, por desacato a la autoridad.- Alanna asintió, era un castigo mucho más blando de lo que esperaba, pero la entristecía estar en esa situación, notó que Gina iba a protestar, pero el capitán no había terminado.- Además, queremos decirle a usted y a su amiga elfa....- miró a ambas con seriedad.- Gracias.- sonrió el hombre - Sois los guardas como tu, y los ciudadanos como tu amiga los que dan buen nombre a la guarda y por los que vale la pena combatir, gente como vosotras sois la razón de que sigamos en pie. Podeis retiraros.
Ya se había acabado, finalmente, y, con una tremenda sorpresa y júbilo en la cara, salió del despacho con ganas de dar saltos, en cambio, simplemente suspiró y sonrió feliz, ya había acabado todo.
Alanna Delteria
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Re: Mujeres de armas tomar. (Libre) [2/3][Cerrado]
Revisión por puntos de pasivas:
- El uso de Níniel es amplio y cobra relevancia en el tema: 2 puntos de habilidad Alquimia.
- El uso de Alanna es acotado: 1 punto de habilidad de Conocimiento Antiguo
- El uso de Níniel es amplio y cobra relevancia en el tema: 2 puntos de habilidad Alquimia.
- El uso de Alanna es acotado: 1 punto de habilidad de Conocimiento Antiguo
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