identidad.exe [Libre]

Los hechos en este rol continúan a lo sucedido a EP1L0R en: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].

> Accediendo a la memoria de recuerdos.

> A cada paso que daba, las piernas del bio-cibernético emitían chillidos y pitidos, y al apoyar los robustos pies sobre la superficie de la tierra, se sentía la vibración en el suelo junto a un sonido tan seco como sonoro. Todo ser vivo en un radio de cien metros podría detectar su presencia. Avanzaba despacio, a un ritmo más bien pausado, pero sin detenerse.

> Tras salir de las Minas Oscuras, el sistema de ubicación y localización de Épilor había tardado casi noventa minutos en trazar una ruta hacia la Base de los Bio. - Almacén de energía al 47% - Había estimado una voz femenina en el interior de la coraza. Según una serie de cálculos, la carga energética que mantenía a Épilor activo suministraría suficiente energía para efectuar los procesos de actividad básica durante un máximo de seis semanas sin recibir recarga alguna. Debía ser rápido para llegar a la Base antes de ese plazo.

> Épilor estaba constantemente rodeado por un aura de soledad, pues todos los animales del bosque huían despavoridos al detectar la presencia del titán de acero. Desde aquellos elfos en las Minas, no había visto a ninguna otra persona. Habían sido treinta horas muy solitarias, pero a él no le preocupaba. Ni siquiera podía preocuparse por ello. Por su atareada mente sólo pasaban datos informáticos de lo que sucedía a su alrededor, las máquinas en su cerebro le hacían olvidar que además de un ser viviente como cualquier otro, él era una persona.

> A penas recordaba su nombre de humano y rara vez cuestionaba realmente lo que sucedía a su alrededor. Sólo consumía la información, la procesaba, y si no era considerada relevante, la ignoraba. Su vida se había limitado a la de un ser chato, había perdido la capacidad de pensar, por poco perdía su humanidad. Pero todo eso estaba a punto de cambiar.


[Aclaración. Lo sucedido en este rol sucede un año en el pasado del presente de Aerandir, factor a tener en cuenta en caso de unirse.]

> A través de sus cuatro visores pudo distinguir una prominente masa de agua a escasos metros de su posición. Como todo bio-cibernético, estaba al tanto de la amenaza que los líquidos presentaban para la mayoría de sus sistemas, y la voz en su cabeza se lo reiteró. La inundación de su coraza no sólo podría generar cortocircuitos internos, sino que también provocaría que el bio fuese sepultado bajo el agua hasta expirar bajo la presión, ello debido a su característica torpeza motriz en suma al grotesco peso del acero. Entre pesadas y ruidosas zancadas se acercó a la orilla del gran lago, estableciendo una distancia que consideró segura. En su mente oyó a la voz femenina indicándole dónde se encontraba: en la vulgarmente conocida como la Parte Oeste del Lago. Sin lugar a dudas, la Base de los Bio era ahora un paraje sumamente lejano.

> Una grácil brisa se extendió por el lugar, haciendo susurrar a las hojas y agitando con suavidad la superficie de agua. Las ondas se  dispersaron por el agua hasta desaparecer, peculiar fenómeno que Épilor tuvo el gusto de contemplar. Ignorante y curioso como un niño, se adelantó unos pasos hacia la orilla, sin llegar a tocar el peligroso líquido. Se acuclilló, ignorando las insistentes advertencias de la voz, y con temerosa lentitud extendió una mano hacia el agua. Eso no sería peligroso, ¿o sí? En todo caso, iba a averiguarlo. Sumergió un centímetro de su dedo índice en el líquido y, esperando alguna explosión, falla en el sistema o cortocircuito, se sorprendió al notar que, en realidad, nada dañino sucedía.
> Dibujó una línea por debajo de la superficie, agitando el agua con su dedo. Repitió el proceso varias veces, profundamente fascinado por el espectáculo que se llevaba a cabo frente a él. Durante meses jamás había tenido un comportamiento 'humano'. Sin embargo, por primera vez en un prolongado tiempo, la humanidad de Épilor hacía una marcada presencia.

> Entonces, sus receptores auditivos captaron un sonido que no encajaba con el resto del ambiente: pasos. No eran de animales, pues estas nuevas pisadas tenían un ritmo regular y relativamente lento. Incluso, por un momento, creyó oír una voz. Se puso de pie nuevamente y en estridentes movimientos inició una marcha hacia el origen del nuevo sonido.

> Atravesó un enorme arbusto, como si este no estuviese ahí, destrozándolo por completo. Observó el panorama detenidamente, hasta que a lo lejos vio el origen del sonido: un niño que pateaba un árbol. Y era un niño humano en situación de riesgo, por lo que a un acelerado ritmo se acercó a él.

- Ho….hola ¿te acuerdas de mí? - Había preguntado el niño.

> Épilor mantuvo sus cuatro visores posados sobre el rostro infantil. En pocos segundos reconoció el rostro, y las expresiones. - Chimar Maquiavelo - Dijo la estruendosa voz del bio, tan grave como artificial. - La unidad E. P. 1 L. 0 R. está a tu servicio. -

> Épilor ceñía sus cuatro visores en el rostro infantil frente a él, analizando detalladamente cada  rasgo facial, deteniéndose sobre todo en las orejas, la boca, el mentón y los ojos. Con esa información, Chimar sería identificado por el bio incluso con el mejor de los maquillajes y el más elaborado disfraz. Análisis facial completo. Individuo: Chimar Maquiavelo. Edad, entre 9 y 12 años., recitó la voz femenina a Épilor, sin que el niño pudiese oírla. La voz parecía vivir dentro de la mente del bio-cibernético, o en su sumisición eso sospechaba él. Llegaba a elevados grados de invasión, volviendo a un ya de por sí adormecido Gyphor Pharant en un ser imposibilitado de despertar.

> El agradecimiento confundió a Épilor.  Un acto tan aparentemente banal fue capaz de desentrañar de un profundo letargo forzado la mente nublada del humano, que hacía largo tiempo era prisionero en su propio sarcófago de acero inoxidable sin siquiera poder reaccionar. Épilor se mantuvo totalmente inmóvil, más tiempo del usual. Por segunda vez en tan poco tiempo, la mente humana vencía a la artificial, y la complejidad de los cuestionamientos qu surgían esforzaban los procesadores cerebrales al máximo.

> No fue hasta varios segundos después de la pregunta de Chimar que Épilor pudo funcionar con presunta normalidad nuevamente. Otra vez, consultó la ruta que su sistema de localización había trazado, y contestó la interrogante. - La unidad E. P. 1 L. 0 R. ha establecido una vía de cualidades variables según el entorno dirigida hacia la Base de los Bio, bajo la directiva de obtener una recarga energética. - Su voz sonaba distintivamente electrónica, era incongruente con los armoniosos sonidos de la naturaleza. Captó la segunda pregunta de Chimar, y tras realizar un breve análisis de situación, respondió. - Chimar Maquiavelo, bajo motivos de seguridad y salud humana se recomienda con insistencia hallarse próximo a esta unidad. - Esa era su extraña manera de decir "sí".

Morcar llegó al lugar montado en su caballo y, como siempre, con toda su armadura puesta. Tenía gotitas de sangre por todo el plateado, señal de su última ejecución. Para él las estupideces de la dulce brisa, el suave viento y todas esas mierdas le daban igual. Tan solo había seguido las huellas de aquél niñato al que había visto escabullirse.

Emitió un gruñido en señal de desagrado por todo ello, le molestaba tener que seguirlo por el simple hecho de ser un guardia real, pero era su trabajo, lo habría disfrutado más si le hubiesen mandado cazarlo. Morcar llegó a tocar agua con su caballo, y al poco se encontró con el gran bio-cibernético y con el chico. Se bajó de su caballo, se acercó a el niño y luego miro al robot.

-¿Que hace un niño aquí? -preguntó serena y profundamente Morcar-, a los enanos que huyen del orfanato les parto las piernas-Morcar se inclinó frente al chico-¿Es eso lo que quieres?

Morcar tocó la empuñadura de su espada corta a su cintura con la mano, mientras se giraba hacia el bio-cibernético.

-Tú, electron andante, ya va siendo hora de que vuelvas a tu base o cumplas tus funciones de robot.

Tal era el desprecio por lo que rodeaba a Morcar, que tener que hablar le asqueaba. Hablar le dotaba de empatía, y la empatía era para los débiles, y los débiles nunca encontraban a los asesinos de sus padres. Morcar no tuvo otra que mirar a los ojos del chico... aquella mirada... Por alguna razón aquella mirada le estaba hablando ¿Aquél chico habría también perdido ha su padre?

> El bio contemplaba al joven detenidamente, a su parecer era demasiado frágil. Hecho de carne y hueso, sin ninguna capacidad mágica o sobrehumana, y ni siquiera alcanzaba las luces de la adolescencia. De esa manera, su lógica lo convenció aún más de que Chimar requería de su presencia, requería de un protector; Aerandir podía ser hogar de ilimitados peligros.
Prestó entonces atención a lo que le decían, tardando algunos segundos en responder. Últimamente sus procesadores no funcionaban de la manera en la que debían, ¿quizás habrían sufrido algún daño recientemente? Los análisis de estructura indicaban que todo estaba en su lugar, mas si los procesadores no trabajaban correctamente también el sistema de control de daños podía estar errado. - El procesamiento de una oración posiblemente sufriría retardos ante el uso de modismos y/o dialectos de particular región superpuestos a la lengua común del continente. - Su sonora voz se mantuvo silenciada durante un momento, hasta que retomó la palabra. - Bajo el concepto antes expuesto: no existe rotundamente la necesidad de una comunicación en un léxico específico, únicamente el empleo de términos generalmente reconocidos desembocaría en la facilitación del proceso de asimilación, procesamiento y respuesta. -

> Hasta entonces la zona parecía pacífica, sin amenazas relevantes en el área cercana. Los receptores auditivos de Épilor captaron un sonido en los alrededores. Cada cierto tiempo se repetía, un golpe sordo sobre una superficie firme, de manera rítmica lo volvía a oír. El galope de un caballo.

> Un jinete de no más de veinte años se detuvo cerca de ellos, el bio y el niño. Tras bajar de su montura se acercó a Chimar, amenazándolo con quebrar sus piernas. Casi instintivamente, Épilor se preparó para entrar en combate si era necesario. Apuntó sus visores al nuevo humano, examinando con rigor su armadura y vestimentas, oteando en busca de puntos débiles. Ignoró la orden del jinete y colocó su brazo de acero entre Chimar y el nuevo hombre. - Se solicita identificación, individuo de procedencia desconocida. - Al desconocer la raza exacta del jinete, ignoraba si debía atacarlo o no.

Morcar observó la posición un tanto hostil del bio-cibernético, y le pareció una chatarra inútil por esa reacción. No tuvo otra que empuñar su espada corta y su escudo y dirigirse al bio-cibernético.

-Soy Morcar White, milicia de la Guardia Real de Lunargenta-dijo Morcar-,tu programación te prohíbe atacar a humanos y yo soy uno. Y tú, enano mequetrefe, ten en cuenta que soy el verdugo de la ciudad-se acercó más al chico-por lo que no me importa llevarte entero o solo de cabeza.

Morcar se puso recto y se dispuso a coger al chico, sin embargo, aquella situación le resultaba molesta. Le encantaba seguir las reglas al pie de la letra, era lo único que más le acercaba a los asesinos de su padre, pero siempre iba de aquí para allá cortando y obligando a la gente a hacer lo que no quería ¿Existiría algún punto medio? ¿Obedecer a la ley y a las apetencias personales?

-Veréis, odio llamar a la gente por muletillas, así que decidme vuestros nombres, y tú, dime por qué estás aquí, y yo mismo discerniré si dejarte ir o no.

Morcar llevaba todo el día con la armadura puesta, así que se quitó el casco, respiró hondo, se pasó un pañuelo por la cara y se volvió a poner el casco. Amaba esa armadura, le mantenía distante del contacto humano o de la empatía.

> Cuando el jinete se presentó la voz femenina habló a Épilor una vez más. - Introducción de nuevo carácter en la base de datos. - A partir de ese momento Épilor sólo requeriría de un breve análisis facial para reconocer a Morcar White en el futuro, y la información recaudada indicaba que, a pesar de lo inconveniente de la situación, el joven era un humano, y un Guardia de Lunargenta. No sólo pertenecía a la raza invulnerable a la ofensiva de un bio-cibernético, también era parte de un cuerpo autoritario de la ciudad principal humana.

> Sabía perfectamente que debía retirar su brazo, la acción había sido ejecutada en los procesadores. Pero el brazo no se movió. Algo lo impedía, una fuerza que tanteaba en los límites de lo mágico lograba que el organismo de Gyphor Pharant se desestabilizara: su pulso y respiración se aceleraban, y una sensación casi mística le quemaba el pecho y abrasaba su interior. Ira.
¿Cómo era siquiera posible que pudiese experimentar tal sensación? No, eran los procesadores fallando, enviando señales erróneas. Debían serlo, no había otras respuestas lógicas dentro de los parámetros de pensamiento de Épilor.

> Su inusual titubeo duró largos segundos, hasta que la maquinaria retomó el control del cuerpo y la mente, y retiró el brazo de entre ambos humanos. - Morcar White, la unidad E. P. 1 L. 0 R. se dispone a tu servicio. - Bajo ningún concepto él podría intervenir en conflictos entre humanos, ya que su programa le indicaba debía intervenir únicamente ante individuos no miembros de la especie homo sapiens sapiens.

A Morcar no le agradó la actitud de Epilor, había tardado demasiado en quitar el brazo, y eso lo convertía en un sujeto extraño y, sobretodo, peligroso, pese a todo, sus años de entrenamiento le permitían estar bien preparado para cualquier situación. Aunque sería más fácil cortar a todos con un giro de su espada, prefirió guardar sus armas y ponerse firme de nuevo. Tanto el robot como el chico tenían una actitud un tanto hostil hacia él, lo peor es que lo prefería así, porque si le atacaban, ya tendría una razón para matarlos y olvidarse del problema. Todo esto pasaba por la cabeza de Morcar, hasta que escuchó algo que le dijeron.

-¿Chimar? ¿Chimar Maquiavelo?-Morcar pensó unos segundos-, que me corten la lengua si no he escuchado ese nombre antes.

Mocar hizo memoria de todos los nombres apilados en su cabeza, pero tantos casos... tantas cabezas cortadas... tantos encarcelados... Mientras pensaba esto se fijó en el artefacto que llevaba el joven detrás de él, y algo se le vino a la mente.

-¿Qué edad tienes?

Entre preguntas y preguntas, estaba harto de aquél interrogatorio, así que se quedó mirando un rato la zona, el río, los árboles... Por un momento sintió paz... Por un momento... Al instante se le vino a la cabeza las cuchilladas repetidas, y los aullidos de su padre. Parecía todo normal y tranquilo, hasta que otras pisadas llamaron de nuevo su atención, no eran ni del robot ni del chico. Eran muy profundas, como de alguien alto, y de la nada apareció otro bio-cibernético. Era alto, con una armadura dorada y hablaba en tono grave.

-Buenas tardes... días... noches...-el bio-cibernético hizo el ademán de pensar-, lo cierto es que no se ni que hora es, discúlpenme, es que estos días de trabajo absurdo me desconciertan. Muy buenas, mi nombre es Doc, soy un bio-cibernético, tengo la desgracia de haber perdido la memoria ¿Qué tal les va a ustedes?

Morcar notó que aquella no podía haber sido mayor casualidad, su padre, también llamado "Morcar", le había hablado una vez de como perdió a su amigo "Doc", el más preciado, en su viaje a Lunargenta desde el norte, pues había tenido un mal encuentro con un robot no bio-cibernético que había intentado matarlos, Doc los había salvado y a cambio se tuvo que quedar para retener al robot en la base de los bios ¿Era él aquél amigo? ¿Qué le habría pasado aquellos últimos años? Antes de continuar, prefirió observar a ver que opinaban sus "acompañantes".

Morcar se quedó perplejo ¿Podría ser aquél el viejo compañero de su padre? ¿Podía darse dicha casualidad? Se acercó al robot he intentó mirarlo de cerca, llevaba un casco como su padre le comentó, por lo que debajo podía guardar una cara. Morcar escuchó que el joven Chimar le hablaba.

-Digamos que alguien importante me habló de él.

-Análisis completado-dijo Doc -Los datos de memoria fueron parcialmente extraídos de mí, de manera tan brusca que mi memoria están dañada.

-¿Qué vas a saber tú de robots enano?.

Morcar se giró a Chimar en posición presuntuosa y miró al chico para tenerlo bien vigilado. Fue en ese instante cuando notó que llevaba algo detrás ¿Sería de juguete o un arma de verdad? Fuera lo que fuese, tenía que ser precavido. Pensó en la opción de que aquél chico "sí" supiese algo sobre mecánica robótica, lo que le llevó a la siguiente cuestión.

-Verás, tengo dos opciones -dijo Morcar-, te dejo con el robot éste o te llevo encadenado a Lunargenta, ambas son legales, pero parece que una de ellas te jode más. Pues bien, si puedes hacer algo con la memoria de esta chatarra me olvidaré del problema ¿Hay trato? ¿O solo eras un fanfarrón?

En aquél momento dos cosas surcaban la cabeza de Morcar, una, que el chico le tomara el pelo e intentara escaparse y dos, que tenía muchas ganas de descubrir si ese robot era el valiente compañero del que tanto le habló su padre.

Doc de repente se apagó, y se quedó frío y firme. Su casco se iluminó como una pantalla y comenzaron a salir letras y números blancos en un fondo negro. El robot parecía estar haciendo algo, pero no decía una palabra.
-¿Doc?-preguntó Morcar.
La máquina parecía procesar solo datos y, por un momento, Morcar desconfió de Chimar, agarrando su espada para rebanarle el cuello en cuanto viese que la máquina hacía algo tal que destruirse. Al momento, el robot dejó de hacer aquello de las letras y números, y una cara, sonriente apareció en la pantalla, después se apagó y el bio pareció recuperar la conciencia.
-Buenas, soy Doc-dijo el robot--Pertenezco a mi dueño, el señor Morcar
-¡Lo sabía!-exclamó Morcar-Creo que tú y yo tenemos cosas de las que hablar...
Morcar miró a Chimar antes de girarse a su caballo.
-Si te vuelven a ver pisando Lunargenta, habrá una razón para destituirme por no cumplir mi deber, pero si no existes, no tendré ese problema ¿Entiendes? Si te vuelvo a ver pisando la ciudad, te rebano la cabeza. Es la consecuencia de haberla abandonado.
Morcar montó en su caballo y miró a Doc.
-Ven, te llevaré con tu dueño.
Morcar no sabía cómo reaccionaría el robot al ver la tumba de su dueño, pero igual espoleó su caballo y se alejó del lugar. Ya había perdido demasiado tiempo allí.