Entre fuego y sangre [Interpretativo] [Privado Azfa- Amaranth]

Ahí estaba perdida. Y, por extraño que parezca, sin saber dónde estaba ni destino alguno al que ir. Amaranth no sabía porque estaba allí, solo sabía que había sido buena idea salir corriendo de Lunargenta. Por algún motivo algunos de sus habitantes la miraban de reojo siempre que estaba alrededor. Como si  estuviesen planeando algo en su contra. ¿Por qué? No lo sabía con certeza, quizás sencillamente a esa gente no le gustaban los extranjeros.

Los pasos la llevaron hasta el lago para refrescarse, no noche estaba agradable como para darse un baño y refrescarse luego de la larga caminata.

Se despojó de su capa y se sentó un rato sobre un tronco a contemplar la luz de la luna reflejada en el lago, era algo casi hipnótico para ella, algo que le regresaba la calma.

Acomodó sus pertenencias a un costado del tronco, quitándose las botas de dispuso a mojar sus pies a la orilla del lago. Cerró los ojos concentrada en el sonido agradable que producía el agua al ser tocada por el viento. Sin embargo la calma parecía esfumarse cuando un crujido de ramas se hizo sentir, parecían pisadas, y no de un humano sino de algún animal.

Agudizó sus sentidos sin voltear a ver lo que se aproximaba hacia ella, las pisadas cada vez eran más cercanas.

Estaba casi segura que era un licántropo… -Hmmm ... Me pregunto si alguno de esas bolas de pelo andantes está intentando seguirme-.

-Maldición- exclamo mientras se volteó para ver de qué se trataba, mientras recordó que la daga estaba con sus otras pertenencias.

Para su desgracia no era un estaba en lo cierto pero no podía mostrar miedo aunque estaba en una situación desfavorable. Se mantuvo quieta sin quitarle los ojos de encima.

Por su parte él se encargaban de mostrarle los colmillos y gruñir, como si disfrutara acecharla.

Corrió a abalanzarse sobre ella tumbándola fuertemente contra el piso. La vampira luchaba con todas su fuerzas para quitárselo de encima, pero era inútil, no sabía que era lo que más le distraía  si su olor a lobo impregnándose por la nariz  o el hecho de que estuviera sobre de ella y no poder quitarle la vida en un instante  con solo un movimiento de su daga. Sentía el ardor en su piel producto de los arañazos constantes, pero no se iba a dejar vencer muchos menos doblegar.

Reunió fuerzas para propinarle un rodillazo certero en el estómago y así dejarlo dolorido el tiempo suficiente para poder escapar.
Sólo se escuchó el gruñido de dolor ante el golpe haciendo que se replegara unos segundos los que no fueron suficientes para librarse de él.

Era una bonita noche, el reflejo de la Luna era la única luz que me marcaba el camino por donde debía seguir. Realmente apreciaba esas noches, donde solo se podían escuchar a los diferentes animales y al sonido de las hojas movidas por el viento, daban ganas de sentarse, cerrar los ojos y meditar durante un largo periodo de tiempo.

Llevaba semanas sin poder disfrutar una de aquellas noches y por fin había vuelto a suceder, sin bandidos espontáneos, sin ningún suceso que me amargara el día, sin ningún rastro de la civilización, solo un amplio bosque poblado por una gran cantidad de seres que vivían en armonía. Aun así comenzaba a hacerse tarde y debía encontrar un lugar donde acampar o por lo menos donde poder tumbarme un rato. Medité unos segundos, cosa que me hizo recordar que me encontraba relativamente cerca de un bonito lago por el que ya había pasado antes, un lugar perfecto para descansar y, si se diera el caso para darme un baño en sus aguas cristalinas.

Me orienté hasta lograr fijar una ruta directa hacia aquel lugar y, convencido de que sería el lugar idóneo comencé la marcha. "Quizá hasta pueda pescar algo mañana para desayunar"-pensé sonriente.

Llevaba un par de días sin comer ya que la caza no había ido bien, así que la posibilidad de poder echarse algo a la boca era sin duda algo de lo que alegrarse. Ya podía observar desde lejos el reflejo de la Luna sobre la superficie del lago cuando vi algo moverse cerca de la orilla de forma agresiva. Era una figura extraña que no distinguía bien debido a la oscuridad. Decidí acercarme sigilosamente hasta estar a una distancia óptima para poder saber de que se trataba.

No tardé mucho más en darme cuenta de que lo que hasta hace poco era una figura amorfa se trataba de una bestia atacando a una persona. Sin pensarlo desenvainé mi espada y eché a correr hacia ellos de forma muy despreocupada y seguramente poniendo mi vida en riesgo, una vez más. Con la velocidad que había cogido en mi carrera le di una patada al animal que se encontraba encima de aquella joven, que intentaba ofrecer resistencia pero no tenía fuerza para echar a un lado a aquel horrendo ser. Me puse de espaldas a la mujer y miré fijamente a la bestia mientras adoptaba una posición defensiva con mi espada. Oía los gruñidos de la misma a la vez que esta se ponía en posición de ataque, pero ya estaba preparado para ello.

La bestia echó a correr hacia mi tratando de embestirme en varias ocasiones. Tras ver que ese ataque no había conseguido herirme en absoluto saltó hacia mi con un gran impulso. Mi mente fue capaz de actuar rápido y me agaché colocando mi espada de forma vertical, que se clavó en el abdomen del animal y que causó que se retorciera en el suelo de dolor. Saqué mi espada, causándole una herida mayor y me acerqué a la joven.

-¿Estás bien? Espero que esa bestia inmunda no te haya herido, por cierto, me llamo Azfanath, pero me puedes llamar Azfa, encantado.-añadí cambiando mi rostro serio a una sonrisa.

Una vez neutralizada la bestia me acerqué a conversar con la joven, que antes de decir palabra fue a clavar su daga al animal de forma muy vengativa. Luego volvió a donde yo me encontraba y me agradeció por salvarla tras decir su nombre, Amaranth.

Tenía una actitud un tanto desinteresada, pero era normal, nos acabábamos de conocer y siempre resulta extraño encontrar a alguien muy amistoso a primera vista. Me volvió a preguntar sobre mi nombre, parecía que con el ansia de ir a por el animal herido ni se había parado a escucharme.

Azfanath... me llamo Azfanath, pero me puedes llamar Azfa-añadí manteniendo la sonrisa, ya que yo era ese tipo de persona muy amistosa extraña de ver antes mencionada.

Después me preguntó que hacía en dicho lugar y, mientras me sentaba en una roca a limpiar la sangre de mi espada la conté que llevaba viajando durante mucho tiempo, sin rumbo ni destino, para conocer las diferentes razas que habitan por todo el mundo y las culturas que cada una de ellas posee. Me encontraba allí debido a que había decidido pasar la noche en la orilla del lago y al ver que estaban atacando a la mujer sentí la necesidad de ir a socorrerla como cualquier persona con un mínimo de sentido común habría hecho.

Una vez limpia mi espada, la guardé en su respectiva vaina y estiré las piernas mientras bostezaba y la curiosidad me obligó a preguntarla a ella que hacía allí, sola, en la orilla de un lago a la luz de la Luna. Ya me había fijado en sus colmillos y sabía que estaba conversando con una vampira, pero tenía cierta seguridad de que no habría conflicto, después de todo, la había salvado hacía escasos minutos.

Me decidí a coger ciertas ramitas del suelo y las agrupé en un montón, tenía que hacer un pequeño fuego, comenzaba a sentir algo de frío y suponía que la joven también. Me concentré en el montón y tras unos instantes una pequeña llama surgió de él y se fue extendiendo a todas las ramitas.

-Listo, así no pasaremos frío.-dije a la vez que me acostaba al lado de la hoguera.

Ella al parecer ya había convivido con algún otro brujo, pero parecía ser que había tenido un final trágico porque su tono de voz se fue modificando a uno más frío, como si verdaderamente le recordara a algún momento de su vida en el cual hubiera sufrido.

"¿Tal vez haya perdido a un ser querido por culpa de un brujo?¿O quizá tal vez hubiese sido amiga de un brujo?Quién sabe..."-pensaba detenidamente mientras observaba las chispas que salían de la hoguera. Afirmaba conocer a los de mi raza, sin duda había tenido que convivir con uno. La joven sin dar mucho más detalle se mantuvo en silencio durante unos instantes acomodada sobre mi hombro, parecía estar cansada.

De pronto se incorporó y procedió a lavarse las heridas..."¿Un momento...HERIDAS?"-cuando acabé de asimilarlo en mi mente di un brinco y me acerqué a la orilla donde ella estaba situada e intentaba limpiar suavemente sus heridas. Sin intención de asustarla me quedé a unos metros de ella, era bastante obvio que no me iba a dejar examinar sus heridas, a un desconocido del que seguramente no se iba a fiar de forma tan repentina. Sin darle más vueltas al asunto me coloqué a su lado.

-¿Estás bien? Deberías dejarme observar esas heridas, lo último que necesitas ahora es que se te infecten...

Bueno, seguramente iba a negarse, no me conocía de nada, aunque yo creía que ya había cierta seguridad entre nosotros, de hecho no nos habíamos apuñalado todavía. Esperando su respuesta me paré a pensar qué hacía ella por allí, sin duda era muy capaz para sobrevivir sola, con esa agresividad con la que cogió su daga podría acabar con la mitad de la fauna de aquella región, pero había algo que me interesaba todavía más, y era el conocer aquella historia que recordó cuando estábamos en la hoguera.

-Sé que suena muy indiscreto, pero me gustaría oír la historia en la que pensaste antes, si no la quieres compartir conmigo no pasa nada, pero realmente me gusta escuchar anécdotas e historias de la gente, se aprende mucho.

No sabía a ciencia cierta si iba a responder a eso, pero realmente había despertado mi curiosidad, llevaba una aburrida vida nómada, al fin y al cabo. No es habitual encontrarte con una vampiresa en pleno forcejeo con una bestia. Y por lo que podía haber observado, no parecía tener malas intenciones, aunque tuviera un gran espíritu vengativo, no había más que ver como había dejado a la pobre bestia.