La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
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La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
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Os encontráis acampados en una avanzada de la guardia en el centro del arenal. En un estrecho cañón que probablemente los Nórgedos transiten rumbo a Roilkat. Los ánimos están bastante bajos en una guarnición de seis hombres devastada por el calor y los ataques de un grupo de estos salvajes armados durante la noche.
Vuestra presencia allí no es esencialmente bélica, sino investigadora. El capitán de la guardia os apremia a que encontréis el dichoso mineral de la droseta. Abundante en un pedregoso monte cercano, junto al que os encontráis.
Bajo las inclemencias de un sol de justicia y, a pesar de que el sol, el capitán, un hombre duro e impertinente. Os fuerza a ascender aquel monte, a pesar de que sería preferible hacerlo durante la noche.
* * * * * * * * * * *
Objetivos:
-Debéis narrar la conversación con el capitán. Un hombre rudo e impasible. Que mostrará un comportamiento imperativo frente a vosotros. Y os ordenará obtener mineral de droseta.
-Narraréis vuestro ascenso bajo las inclemencias del sol y cómo encontráis el mineral, en lo más alto del monte.
-Cuando estéis en lo alto. Observaréis como el campamento es asaltado por un gran número de Nórgedos que montan dromedarios. Tendréis que correr a auxiliar a la gente.
-Cuando lleguéis, habrá varios muertos y un par de heridos que tendréis que socorrer. Narraréis vuestra partida de nuevo, hacia la ciudad, ya con el mineral. Bien sea de día o de noche.
Puntos de pasiva si…
Describís vuestros conocimientos del mineral a la hora de sintetizar el mismo para describir la utilidad del mismo.
Creación y suministro de pociones de curación entre los pocos supervivientes de la guarnición.
Podéis encontrar información de la Droseta en el bestiario/herbolario de Aerandir.
Ger
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Re: La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
El llamamiento de Lord Treki había calado muy hondo en la población de Lunargenta, y apenas un par de días después de haber empapelado las calles con los carteles de reclutamiento, un centenar de soldados y voluntarios abandonaba la ciudad para ponerse en camino hacia Roilkat. Elen iba entre ellos, pertrechada con su armadura, la afilada daga del cinturón y una de las espadas a la espalda, aun sabiendo que su misión no iba a estar tan cercana al combate como había imaginado en un primer momento. En vez de utilizar sus habilidades en el campo de batalla, la hechicera tendría que separarse del resto de voluntarios y acudir al campamento de avanzada que la guardia había montado en mitad del arenal.
Su labor requeriría más conocimientos que fuerza o destreza, ya que debía encontrar un mineral cuanto menos curioso, la droseta, elemento que al pasar de estado sólido a líquido se convertía en un peligroso veneno. Unas gotas bastaban para matar a un hombre adulto, y teniendo en cuenta la baja temperatura que necesitaba para fundirse, manipular aquel mineral sería todo un reto. Por suerte para la joven, el envenenamiento debía producirse por vía oral, así que no tenía por qué preocuparse en cuanto a tocarlo, cosa que le facilitaría en parte la tarea. Una vez lo hubiese conseguido, regresaría junto con el resto de la avanzada y llevaría la droseta a Roilkat, donde se le daría buen uso para frenar la llegada de los Nórgedos.
Su labor requeriría más conocimientos que fuerza o destreza, ya que debía encontrar un mineral cuanto menos curioso, la droseta, elemento que al pasar de estado sólido a líquido se convertía en un peligroso veneno. Unas gotas bastaban para matar a un hombre adulto, y teniendo en cuenta la baja temperatura que necesitaba para fundirse, manipular aquel mineral sería todo un reto. Por suerte para la joven, el envenenamiento debía producirse por vía oral, así que no tenía por qué preocuparse en cuanto a tocarlo, cosa que le facilitaría en parte la tarea. Una vez lo hubiese conseguido, regresaría junto con el resto de la avanzada y llevaría la droseta a Roilkat, donde se le daría buen uso para frenar la llegada de los Nórgedos.
***
Nada más llegar a la guarnición, que acampaba en un estrecho cañón por el que el enemigo tendría que pasar para llegar a la ciudad, la de ojos verdes se dio cuenta de que los soldados no estaban en su mejor momento, apenas eran seis y estaban visiblemente agotados. El calor sofocante y un reciente ataque tenían la moral de los hombres por los suelos, así que no se extrañó cuando el capitán la miró con cierta decepción, probablemente estuviese esperando a otro tipo de persona. - ¿Tú eres la bruja? … Bah, qué más da quien seas, te han mandado aquí por algo así que no pierdas el tiempo, sube a esa maldita montaña y trae la piedra rosa para que podamos marcharnos de una vez. - ordenó el caballero, sin tener en consideración que el sol estaba en su cenit.
- Sería más fácil hacerlo de noche, o al menos cuando comience a refrescar. - propuso la tensai, pero sus palabras solo consiguieron que el capitán pusiese los ojos en blanco y emitiese un débil gruñido. - ¿No ves cómo están mis hombres? Ya hemos aguantado bastante en este lugar, consigue esa cosa y tráela, ahora. - insistió él, con tono cortante. De haber estado en otra situación, la benjamina de los Calhoun habría intentado convencerlo para no tener que subir con aquel calor, pero viendo los escasos ánimos que quedaban a los soldados, optó por darse la vuelta e iniciar el ascenso, sin decir nada más.
El sol no ayudaría, ni tampoco ir ataviada con aquella armadura de cuero y metal, pero ¿qué hacer sino? La guarnición ya había sufrido un ataque hacía bien poco, y de producirse otro quizá no lo resistiesen, así que debía darse prisa en alcanzar la cima del monte y encontrar la droseta, solo así podrían regresar a Roilkat y descansar un poco antes de que los Nórgedos decidiesen lanzar su ofensiva contra la ciudad. Sin más opciones, la de cabellos cenicientos comenzó a subir la colina, intentando respirar de forma regular y sin exigirse más de lo que su condición física podía dar, ya que los de su raza no destacaban por ser fuertes o tener gran resistencia.
No, los brujos estaban hechos para causar daño a distancia, aunque en su caso tampoco podía decirse que siguiese el prototipo, ya que se había entrenado para poder combatir cuerpo a cuerpo. De hecho le habría gustado participar de la batalla defendiendo los muros de Roilkat con sus nuevas habilidades, pero quizá no era el momento para ello, por ahora debía conformarse con ayudar de otra forma. Racionando el agua que traía consigo, y parando a descansar de vez en cuando para recuperar el aliento, la centinela no tuvo demasiados problemas para completar la mitad del trayecto, pero lo que le quedaba se le haría mucho más pesado.
El calor sofocante amenazaba con obligarla a quitarse parte de la armadura, al menos las partes metálicas, que bajo aquel intenso sol quemaban. - Tendría que haber esperado. - musitó, pero probablemente el capitán no hubiese aceptado verla allí parada sin hacer nada. El terreno tampoco estaba a su favor, las rocas estaban cubiertas por arena y eso hacía que en ocasiones, la suela de la bota resbalase al apoyarse, aunque por suerte no tuvo que lamentar ningún susto importante. Una vez en lo alto del monte, la tensai se tomó unos instantes para observar las vistas que su nueva posición le ofrecía, luego comenzó a buscar por los alrededores a toda prisa, hasta que un brillo rosado llamó su atención.
Allí estaba la droseta, al alcance de su mano, pero debía tener cuidado, ya que era un mineral bastante delicado. Con ayuda de su daga y algo de paciencia, separó la rosada piedra de la roca y la guardó en el interior de una de sus bolsas, acción que repitió un par de veces más, para no quedarse corta y tener que subir nuevamente. Por fin había acabado cuando la tarde comenzó a caer sobre el desierto, y con ella una gran nube de polvo, levantada por los dromedarios que llegaban a toda prisa a la avanzada. Con horror, la centinela vio como los Nórgedos asaltaban la guarnición, ya de por sí reducida, y no pudo sino lanzarse colina abajo, en una vertiginosa carrera por alcanzar el campamento antes de que fuese demasiado tarde.
Por desgracia, para cuando llegó junto a los soldados tres de ellos yacían sin vida, otro estaba moribundo y los otros dos sufrían terriblemente a causa de las heridas que les habían hecho, completando un panorama desalentador. - No, no no… maldita sea. - dijo la joven, mientras llegaba junto al herido más cercano. - Los…los Nórgedos, volvieron para acabar el trabajo de anoche…- alcanzó a decir el soldado, mientras se hacía presión a la altura del vientre para intentar detener el sangrado que teñía la arena bajo su cuerpo. Temblaba, y parecía estar a punto de perder la consciencia, pero eso era algo que la centinela no permitiría, no podía perder también a aquel par de supervivientes.
- Tendría que haber estado aquí, quizá hubiese podido detenerlos. - pensó para sí, mientras tiraba del herido para acercarlo al fuego, donde se encontraba también el capitán, apoyado contra una roca y con el brazo izquierdo cercenado a la altura del codo. - Esos malnacidos… aggg como duele. - se quejó, sin querer mirar a su alrededor, ya que había perdido a casi toda la guarnición de golpe.
- Sería más fácil hacerlo de noche, o al menos cuando comience a refrescar. - propuso la tensai, pero sus palabras solo consiguieron que el capitán pusiese los ojos en blanco y emitiese un débil gruñido. - ¿No ves cómo están mis hombres? Ya hemos aguantado bastante en este lugar, consigue esa cosa y tráela, ahora. - insistió él, con tono cortante. De haber estado en otra situación, la benjamina de los Calhoun habría intentado convencerlo para no tener que subir con aquel calor, pero viendo los escasos ánimos que quedaban a los soldados, optó por darse la vuelta e iniciar el ascenso, sin decir nada más.
El sol no ayudaría, ni tampoco ir ataviada con aquella armadura de cuero y metal, pero ¿qué hacer sino? La guarnición ya había sufrido un ataque hacía bien poco, y de producirse otro quizá no lo resistiesen, así que debía darse prisa en alcanzar la cima del monte y encontrar la droseta, solo así podrían regresar a Roilkat y descansar un poco antes de que los Nórgedos decidiesen lanzar su ofensiva contra la ciudad. Sin más opciones, la de cabellos cenicientos comenzó a subir la colina, intentando respirar de forma regular y sin exigirse más de lo que su condición física podía dar, ya que los de su raza no destacaban por ser fuertes o tener gran resistencia.
No, los brujos estaban hechos para causar daño a distancia, aunque en su caso tampoco podía decirse que siguiese el prototipo, ya que se había entrenado para poder combatir cuerpo a cuerpo. De hecho le habría gustado participar de la batalla defendiendo los muros de Roilkat con sus nuevas habilidades, pero quizá no era el momento para ello, por ahora debía conformarse con ayudar de otra forma. Racionando el agua que traía consigo, y parando a descansar de vez en cuando para recuperar el aliento, la centinela no tuvo demasiados problemas para completar la mitad del trayecto, pero lo que le quedaba se le haría mucho más pesado.
El calor sofocante amenazaba con obligarla a quitarse parte de la armadura, al menos las partes metálicas, que bajo aquel intenso sol quemaban. - Tendría que haber esperado. - musitó, pero probablemente el capitán no hubiese aceptado verla allí parada sin hacer nada. El terreno tampoco estaba a su favor, las rocas estaban cubiertas por arena y eso hacía que en ocasiones, la suela de la bota resbalase al apoyarse, aunque por suerte no tuvo que lamentar ningún susto importante. Una vez en lo alto del monte, la tensai se tomó unos instantes para observar las vistas que su nueva posición le ofrecía, luego comenzó a buscar por los alrededores a toda prisa, hasta que un brillo rosado llamó su atención.
Allí estaba la droseta, al alcance de su mano, pero debía tener cuidado, ya que era un mineral bastante delicado. Con ayuda de su daga y algo de paciencia, separó la rosada piedra de la roca y la guardó en el interior de una de sus bolsas, acción que repitió un par de veces más, para no quedarse corta y tener que subir nuevamente. Por fin había acabado cuando la tarde comenzó a caer sobre el desierto, y con ella una gran nube de polvo, levantada por los dromedarios que llegaban a toda prisa a la avanzada. Con horror, la centinela vio como los Nórgedos asaltaban la guarnición, ya de por sí reducida, y no pudo sino lanzarse colina abajo, en una vertiginosa carrera por alcanzar el campamento antes de que fuese demasiado tarde.
Por desgracia, para cuando llegó junto a los soldados tres de ellos yacían sin vida, otro estaba moribundo y los otros dos sufrían terriblemente a causa de las heridas que les habían hecho, completando un panorama desalentador. - No, no no… maldita sea. - dijo la joven, mientras llegaba junto al herido más cercano. - Los…los Nórgedos, volvieron para acabar el trabajo de anoche…- alcanzó a decir el soldado, mientras se hacía presión a la altura del vientre para intentar detener el sangrado que teñía la arena bajo su cuerpo. Temblaba, y parecía estar a punto de perder la consciencia, pero eso era algo que la centinela no permitiría, no podía perder también a aquel par de supervivientes.
- Tendría que haber estado aquí, quizá hubiese podido detenerlos. - pensó para sí, mientras tiraba del herido para acercarlo al fuego, donde se encontraba también el capitán, apoyado contra una roca y con el brazo izquierdo cercenado a la altura del codo. - Esos malnacidos… aggg como duele. - se quejó, sin querer mirar a su alrededor, ya que había perdido a casi toda la guarnición de golpe.
Última edición por Elen Calhoun el Miér 20 Jul - 17:30, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
La situación en la que Nerum se encontraba era complicada, al pasar de las horas se oscurecía poco a poco sus ganas de continuar con su expedición de búsqueda de aquel mineral, después de todo ya era consiente de lo que es una guerra y que en esta se gane o pierda implicaba desastrosas consecuencias que traerían calamidades a cualquiera de aquellas personas que se viera implicada en esta gran masacre.
Sin pensarlo en el momento se había registrado como un voluntario en los listados de Lord Treki para ayudar en la improbable derrota de los Nórgedos, Como brujo que era no se consideraba un guerrero ni mucho menos un luchador por los justo, el solo quería abandonar ese sentimiento de impotencia y mantenerse ocupado para no caer en la histeria colectiva, si bien podía ayudar a alguien lo haría, pero esto no significaba que lo lograse.
Conociendo mis escasas habilidades para la guerra, me encontraba conforme con la misión que me habían asignado en el momento, pasar por el arenal de Roilkat en busca de un mineral peligroso no sonaba tan mal como estar en el frente de batalla. Nuestro objetivo era sencillo “recolectar droseta en mitad del arenal.” Las características de este mineral eran sencillas de recordar, una piedra-cristal de color rosado con efectos de ser un veneno mineral altamente toxico, con un punto de fundición bastante bajo el cual al ser ingerido se volvía mortal aun con poca cantidad, incluso en cuestión de gotas este haría surgir ciertos efectos bastante desagradables en el infortunado cuerpo del ser vivo que lo consuma por error, estaba claro que su recolección iba a ser cuando menos complicada, pero si lograba conseguirla el resto seria sencillo, crear sustancias que quiten la vida puede ser de lo mas fácil y no existiría problema, siempre y cuando no le callera en la boca.
El tiempo paso y la expedición continuo, si bien el viaje me era agotador por mi débil condición física observaba como la compañía de los demás se desmoronaba ante los letales rayos del sol, agotados por el calor mayoría de los porta armadura literalmente se tiraban a la arena del desierto a dejarse morir, lo cual probablemente les hubieran dejado hacer si no fuera por el numero contado de guardias en esa misión, el hecho de que todos eran personas que se habían entrenado física y mentalmente toda su vida ayudo a que llegáramos al lugar destinado de acampada, un estrecho cañón en el arenal el cual mas bien parecía un camino de paso entre los Nórgedos y Roilkat, sin mas ánimos de avanzar la guarnición acampo ahí por esa noche.
Grave error caída la noche los ánimos de los demás eran ciertamente bajos y por eso mismo tan solo basto con un ataque nocturno de los Nórgedos para debilitar a los guardias hasta el punto de la perdida de interés total. Una vez salido el sol la cosa no cambiaron en nada y la noche solo pudo dejar como obsequio un capitán con la cabeza frita por el calor y con el animo de un animal sarnoso.
- ¡Lo mismo va para ti idiota, no te quedes ahí mirando sube hasta la punta de esa montaña y tráenos de una vez la basura rosada para que pueda regresar cuanto antes! – Aquellas gritos hicieron que me levantara de mi lugar dirigiéndome en dirección al capitán cerebro cocido, y sin ánimo de hablar balbuceé mi apoyo a la bruja con el objetivo que cambiara de parecer.
- La bruja tiene razón, la noche apremiara la recolección de la piedra, este calor prácticamente hará que se derrita en nuestras manos. – Si bien el calor no me afectaba tanto por la falta de armadura, mi falta de resistencia lo anulaba volviéndome flojo en aquel momento.
- ¿Por qué ustedes los brujos tienen que ser unos llorones? Ya he dicho que fueran ahí en este momento y es lo que harán, así que ve a la cima antes de que me levante y te de una paliza. – Ciertamente una pelea vendría bien para alzar el ánimo de los soldados, pero yo no era el entretenimiento, resignado camino en dirección a la montaña y empiezo con su acenso.
Respirando arcadas de aire por la boca, cubro mi cara con una tela dejando solo a la vista mis ojos con la intención de que no callera un trozo del mineral por un desliz y muriese de una forma tan absurda, mi cuerpo era débil para esta clase de trabajos pero tenia que dar lo mejor de mi, sin terminar agotado o herido como un idiota. Asegurándome de no cargar mas peso del necesario bajo mi ritmo de avance y tomando descansos regulares, mi subida era lenta en el cuerpo de arena y piedra, la falta de peso en mi equipaje hacia que fuera más fácil, sin embargo sentía con recelo la falta de protección en mi cuerpo y su falta de armadura.
Una vez en la cima del monte tomo mi ultimo descanso logrando así recuperar el aliento, empapado de sudor y de alguna forma con la piel reseca al mismo tiempo, buscando a los alrededores el dichoso mineral paseando por la pedregosa cima, poniendo atención por si llegara a aparecer algún brillo singular en algún momento esté revelaría su posición por si solo si se encontrara en la superficie. Pasado un tiempo de caminata logro dar con una gran piedra de droseta del tamaño de mi cabeza a medio enterrar, con ayuda de una piedra plana de los alrededores y toda mi atención posible logro sacarla de la tierra en un total de tres partes de la misma.
- Que decepcionante, aun intentando sacarla entera tuvo que cuartearse en tres trozos, se nota que me hace falta más experiencia. – Dialogando para mi mismo en un tono de decepción, continuo en búsqueda de una mayor cantidad de droseta solo que ahora me encontraría con tan solo pequeñas piezas del tamaño de un pulgar o inferior, pasando el tiempo logro conseguir una cantidad aceptable con la cual retornaría al campamento, con intención de llegar antes de que oscureciera.
El trabajo estaba listo con roseta en un saco era momento de regresar y festejar la misión cumplida, la noche se acercaba tiñendo el cielo de negro y una vez mas me dirigía al campamento, asomando la vista por encima del borde de aquel monte pude ver el campamento a lo lejos o mejor dicho pude ver la masacre que se disponía en los restos de esté, aquella tribu de asesinos había regresado para acabar con la guarnición. Dirigido por la furia del momento apuro mi descenso para ayudar a los guardias, con el inconveniente de que perdía mi tiempo, aun corriendo por toda la bajada fue inútil llegue al lugar de los hechos tarde, los Nórgedos se habían ido.
Adentrándome al destruido campamento observo por dondequiera buscando alguna señal de vida, entonces la esperanza surge en un lado solo para caer en picada otra vez, un heridos escribía lo que podía en su agonía y gimoteos alrededor.
Al acercarme al herido guardia escritor logro ver como termina de sellar su ultima carta, se encontraba rosando la muerte y él lo sabia, intentaba atenderlo pero él no lo permitió en ningún momento, me otorgo por la fuerza dos papeles, uno era la carta que había escrito y el otro indicaciones de a quien se la tenia que entregar.
– Pierdes tu tiempo niño, mi tiempo termino ya estoy muerto y no podras hacer nada, pero necesito que me hagas un favor, entrega la carta es muy importante o mi pequeña estará desolada, no mueras y dale esto, ella ya esta sola desde el momento que el hierro atravesó mi carne... – El hombre murió en aquel momento y con justa razón, al darle la vuelta se podía apreciar su falta de órganos a plena vista, no poseía el conocimiento para ayudarlo, pero aun podía cumplir su ultima petición.
Después a eso voy a un lugar iluminado por el fuego en busca de calor tras el desolado final de aquel guardia, dirigiéndome en dirección a la luz logro ver lo que queda de la guarnición, la bruja se encontraba frente al fuego ayudando a unos sobrevivientes.
- Nerum Larva aprendiz de alquimia, ¿Cómo puedo ayudarles con sus heridas? – En aquellos momentos me encontraba desanimado, sin embargo esas personas se morían y tenia que ayudar, no era momento de lamentar las bajas.
- Capitán temo informarle pero somos todo lo que queda de la guarnición, los Nórgedos ganaron esta batalla pero no la guerra, sane pronto sus herirás, cumplamos la misión y creemos el veneno que venza por encima de los demás. – Hablando de forma directa espero la respuesta tanto del capitán con sus planes, como de la bruja y el poder ayudar con la curación de los heriros.
Sin pensarlo en el momento se había registrado como un voluntario en los listados de Lord Treki para ayudar en la improbable derrota de los Nórgedos, Como brujo que era no se consideraba un guerrero ni mucho menos un luchador por los justo, el solo quería abandonar ese sentimiento de impotencia y mantenerse ocupado para no caer en la histeria colectiva, si bien podía ayudar a alguien lo haría, pero esto no significaba que lo lograse.
Conociendo mis escasas habilidades para la guerra, me encontraba conforme con la misión que me habían asignado en el momento, pasar por el arenal de Roilkat en busca de un mineral peligroso no sonaba tan mal como estar en el frente de batalla. Nuestro objetivo era sencillo “recolectar droseta en mitad del arenal.” Las características de este mineral eran sencillas de recordar, una piedra-cristal de color rosado con efectos de ser un veneno mineral altamente toxico, con un punto de fundición bastante bajo el cual al ser ingerido se volvía mortal aun con poca cantidad, incluso en cuestión de gotas este haría surgir ciertos efectos bastante desagradables en el infortunado cuerpo del ser vivo que lo consuma por error, estaba claro que su recolección iba a ser cuando menos complicada, pero si lograba conseguirla el resto seria sencillo, crear sustancias que quiten la vida puede ser de lo mas fácil y no existiría problema, siempre y cuando no le callera en la boca.
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El tiempo paso y la expedición continuo, si bien el viaje me era agotador por mi débil condición física observaba como la compañía de los demás se desmoronaba ante los letales rayos del sol, agotados por el calor mayoría de los porta armadura literalmente se tiraban a la arena del desierto a dejarse morir, lo cual probablemente les hubieran dejado hacer si no fuera por el numero contado de guardias en esa misión, el hecho de que todos eran personas que se habían entrenado física y mentalmente toda su vida ayudo a que llegáramos al lugar destinado de acampada, un estrecho cañón en el arenal el cual mas bien parecía un camino de paso entre los Nórgedos y Roilkat, sin mas ánimos de avanzar la guarnición acampo ahí por esa noche.
Grave error caída la noche los ánimos de los demás eran ciertamente bajos y por eso mismo tan solo basto con un ataque nocturno de los Nórgedos para debilitar a los guardias hasta el punto de la perdida de interés total. Una vez salido el sol la cosa no cambiaron en nada y la noche solo pudo dejar como obsequio un capitán con la cabeza frita por el calor y con el animo de un animal sarnoso.
- ¡Lo mismo va para ti idiota, no te quedes ahí mirando sube hasta la punta de esa montaña y tráenos de una vez la basura rosada para que pueda regresar cuanto antes! – Aquellas gritos hicieron que me levantara de mi lugar dirigiéndome en dirección al capitán cerebro cocido, y sin ánimo de hablar balbuceé mi apoyo a la bruja con el objetivo que cambiara de parecer.
- La bruja tiene razón, la noche apremiara la recolección de la piedra, este calor prácticamente hará que se derrita en nuestras manos. – Si bien el calor no me afectaba tanto por la falta de armadura, mi falta de resistencia lo anulaba volviéndome flojo en aquel momento.
- ¿Por qué ustedes los brujos tienen que ser unos llorones? Ya he dicho que fueran ahí en este momento y es lo que harán, así que ve a la cima antes de que me levante y te de una paliza. – Ciertamente una pelea vendría bien para alzar el ánimo de los soldados, pero yo no era el entretenimiento, resignado camino en dirección a la montaña y empiezo con su acenso.
Respirando arcadas de aire por la boca, cubro mi cara con una tela dejando solo a la vista mis ojos con la intención de que no callera un trozo del mineral por un desliz y muriese de una forma tan absurda, mi cuerpo era débil para esta clase de trabajos pero tenia que dar lo mejor de mi, sin terminar agotado o herido como un idiota. Asegurándome de no cargar mas peso del necesario bajo mi ritmo de avance y tomando descansos regulares, mi subida era lenta en el cuerpo de arena y piedra, la falta de peso en mi equipaje hacia que fuera más fácil, sin embargo sentía con recelo la falta de protección en mi cuerpo y su falta de armadura.
Una vez en la cima del monte tomo mi ultimo descanso logrando así recuperar el aliento, empapado de sudor y de alguna forma con la piel reseca al mismo tiempo, buscando a los alrededores el dichoso mineral paseando por la pedregosa cima, poniendo atención por si llegara a aparecer algún brillo singular en algún momento esté revelaría su posición por si solo si se encontrara en la superficie. Pasado un tiempo de caminata logro dar con una gran piedra de droseta del tamaño de mi cabeza a medio enterrar, con ayuda de una piedra plana de los alrededores y toda mi atención posible logro sacarla de la tierra en un total de tres partes de la misma.
- Que decepcionante, aun intentando sacarla entera tuvo que cuartearse en tres trozos, se nota que me hace falta más experiencia. – Dialogando para mi mismo en un tono de decepción, continuo en búsqueda de una mayor cantidad de droseta solo que ahora me encontraría con tan solo pequeñas piezas del tamaño de un pulgar o inferior, pasando el tiempo logro conseguir una cantidad aceptable con la cual retornaría al campamento, con intención de llegar antes de que oscureciera.
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El trabajo estaba listo con roseta en un saco era momento de regresar y festejar la misión cumplida, la noche se acercaba tiñendo el cielo de negro y una vez mas me dirigía al campamento, asomando la vista por encima del borde de aquel monte pude ver el campamento a lo lejos o mejor dicho pude ver la masacre que se disponía en los restos de esté, aquella tribu de asesinos había regresado para acabar con la guarnición. Dirigido por la furia del momento apuro mi descenso para ayudar a los guardias, con el inconveniente de que perdía mi tiempo, aun corriendo por toda la bajada fue inútil llegue al lugar de los hechos tarde, los Nórgedos se habían ido.
Adentrándome al destruido campamento observo por dondequiera buscando alguna señal de vida, entonces la esperanza surge en un lado solo para caer en picada otra vez, un heridos escribía lo que podía en su agonía y gimoteos alrededor.
Al acercarme al herido guardia escritor logro ver como termina de sellar su ultima carta, se encontraba rosando la muerte y él lo sabia, intentaba atenderlo pero él no lo permitió en ningún momento, me otorgo por la fuerza dos papeles, uno era la carta que había escrito y el otro indicaciones de a quien se la tenia que entregar.
– Pierdes tu tiempo niño, mi tiempo termino ya estoy muerto y no podras hacer nada, pero necesito que me hagas un favor, entrega la carta es muy importante o mi pequeña estará desolada, no mueras y dale esto, ella ya esta sola desde el momento que el hierro atravesó mi carne... – El hombre murió en aquel momento y con justa razón, al darle la vuelta se podía apreciar su falta de órganos a plena vista, no poseía el conocimiento para ayudarlo, pero aun podía cumplir su ultima petición.
Después a eso voy a un lugar iluminado por el fuego en busca de calor tras el desolado final de aquel guardia, dirigiéndome en dirección a la luz logro ver lo que queda de la guarnición, la bruja se encontraba frente al fuego ayudando a unos sobrevivientes.
- Nerum Larva aprendiz de alquimia, ¿Cómo puedo ayudarles con sus heridas? – En aquellos momentos me encontraba desanimado, sin embargo esas personas se morían y tenia que ayudar, no era momento de lamentar las bajas.
- Capitán temo informarle pero somos todo lo que queda de la guarnición, los Nórgedos ganaron esta batalla pero no la guerra, sane pronto sus herirás, cumplamos la misión y creemos el veneno que venza por encima de los demás. – Hablando de forma directa espero la respuesta tanto del capitán con sus planes, como de la bruja y el poder ayudar con la curación de los heriros.
Nerum
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Re: La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
- Manténganse despiertos, no se les ocurra cerrar los ojos, vamos sigan hablando mientras intento ayudarlos. - instó Elen, al tiempo que aprovechaba el perol que estaba junto a la hoguera para llenarlo de agua hasta la mitad y ponerlo sobre las llamas.
- ¿Tienes la piedra bruja? - preguntó el capitán, que se había hecho un torniquete con ayuda del cinturón. - Sí. - respondió ella, mientras extraía de su bolsa un frasco con infusión de Inhibis. - Entonces ¿qué haces aún aquí? Debes llevarlo a Roilkat para que acaben con estos desgraciados, antes de que toda la ciudad quede teñida de rojo. - volvió a hablar, con la voz mucho más débil. - No diga estupideces, no pienso dejarlos tirados. - replicó la centinela, con seriedad. Justo en aquel instante, mientras la de cabellos cenicientos destapaba el recipiente para acercarlo a ambos heridos, una nueva figura entró en escena, un joven que no perdió el tiempo, se presentó nada más llegar y se puso al servicio de los soldados, alegando que era aprendiz de alquimia.
Elen no recordaba haber visto antes a aquel individuo, pero podía notar el flujo de maná que corría por su cuerpo, lo que la llevó a pensar de inmediato que debía tratarse de otro brujo. Quizá Lord Treki hubiese mandado a más de una persona para aquella misión, de modo que las posibilidades de éxito aumentasen. - Elen Calhoun, me vendrá bien algo de ayuda. - dijo la tensai, tras administrar a ambos un par de tragos del remedio de Inhibis, para calmarles el dolor lo más pronto posible. Elen echó mano a un poco de Barrimorth que solía llevar consigo y se lo tendió al recién llegado, mientras seguía buscando en el interior de su bolsa. - ¿Puedes separar las flores del tallo y echarlas al agua mientras encuentro el otro ingrediente? - preguntó, al tiempo que el líquido del perol comenzaba a hervir.
Su bolsa podía parecer algo caótica, pero la alquimista se había acostumbrado con los años a llevar siempre consigo algunas hierbas y remedios, nunca se sabía cuándo podían hacer falta, y en un caso como el que tenía delante, preparar una infusión de Inhibis por ejemplo quedaba descartado, ya que la flor necesitaba horas para liberar adecuadamente sus propiedades, tiempo del que no disponían. Tras buscar durante un par de minutos, por fin la mirada de la hechicera se posó sobre lo que necesitaba, el pequeño frasco que contenía la sustancia de rosa sangrante. No era un elemento muy abundante, y de hecho había tenido que viajar al norte un par de veces para conseguirlo, pero aún le quedaba medio frasco, y teniendo en cuenta que no necesitaba más que unas gotas aún duraría.
- Puede que eso lo ayude a él, pero poco puedes hacer por mí, hay que cauterizar la herida. - comentó el capitán, mirando al fuego. Tenía razón, ante un miembro cercenado poco se podía hacer, solo detener el sangrado completamente y esperar a que luego curase lentamente. - Aprovecha ahora, tu poción ha conseguido que apenas lo sienta. - instó, para luego cerrar los ojos y apretar los dientes. Con ayuda de un retazo de tela y sus guantes, la benjamina de los Calhoun consiguió apartar un trozo de leña ardiente, y tras dudar durante unos segundos, lo llevó al brazo del caballero, que ahogó un grito de dolor e hizo lo posible por no revolverse.
- Aguante, podrá volver a la ciudad para defenderla. - lo animó, al tiempo que añadía el último ingrediente al caldero. - Esos imbéciles se equivocaron al cortar, tengo la diestra intacta y pienso usarla para destrozarlos. - aseguró el hombre, con ansias de venganza por todo lo ocurrido. - Nos ocuparemos de ellos, ahora tenemos la droseta y el veneno que sacaremos de ella es el más mortífero que pueda imaginar capitán. - comentó la maga, aunque aún no tenía claro cómo conseguirían que el enemigo lo ingiriese. Una vez listo el contenido del perol, la centinela lo retiró del fuego y procedió a dejar que se enfriase un poco, cambiándolo a un cuenco de madera cercano.
Sin embargo, la reciente cauterización del capitán necesitaría algunos cuidados extra, pues ahora no solo había perdido sangre sino que sufriría la quemadura. Volviendo al interior de su bolsa, Elen extrajo un par de hojas de Kortinque y las acercó a Nerum, para acto seguido utilizar parte de la poca agua que le quedaba y verterla en otro cuenco, que tendió al joven. - Hagamos que le sea más llevadero, le pondré un poco de remedio de Barrimorth y rosa sangrante, en cuanto lo haga cúbrele la herida con esas hojas, hay que mojarlas primero. - indicó, antes de ponerse manos a la obra. El brebaje ayudaría a que ambos soldados comenzasen a sanar, pero debían salir del arenal cuanto antes y volver a Roilkat, donde recibirían la atención médica que terminaría de curarlos.
En cuanto acabaron de atenderlos y ambos estuvieron estables, la hechicera los vendó y los ayudó a llegar hasta los caballos, pero solo quedaban dos monturas a la vista, el resto habían salido huyendo por culpa del ataque. ¿Cómo iban a viajar los cuatro en solo dos corceles? Aquellos animales no estaban en condiciones de llegar a la ciudad cargando con tanto peso, al menos no antes de que se les echase la noche encima. Un extraño quejido llamó la atención de la tensai, que haciendo uso de su elemento para alumbrar, dio con el cadáver de uno de los Nórgedos, junto al enredado dromedario que había utilizado para llegar hasta allí.
Aquel descubrimiento les venía como anillo al dedo, ahora disponían de otra montura, y aunque el capitán y su soldado tuviesen que compartir una de ellas, los brujos podrían avanzar con mayor rapidez hacia la ciudad y entregar el rosado mineral que tantos problemas había ocasionado. - Id vosotros, yo me ocuparé de él, llegaremos a tiempo. - fue lo último que escuchó decir al capitán, antes de espolear al caballo al que se había subido y poner rumbo a Roilkat.
- ¿Tienes la piedra bruja? - preguntó el capitán, que se había hecho un torniquete con ayuda del cinturón. - Sí. - respondió ella, mientras extraía de su bolsa un frasco con infusión de Inhibis. - Entonces ¿qué haces aún aquí? Debes llevarlo a Roilkat para que acaben con estos desgraciados, antes de que toda la ciudad quede teñida de rojo. - volvió a hablar, con la voz mucho más débil. - No diga estupideces, no pienso dejarlos tirados. - replicó la centinela, con seriedad. Justo en aquel instante, mientras la de cabellos cenicientos destapaba el recipiente para acercarlo a ambos heridos, una nueva figura entró en escena, un joven que no perdió el tiempo, se presentó nada más llegar y se puso al servicio de los soldados, alegando que era aprendiz de alquimia.
Elen no recordaba haber visto antes a aquel individuo, pero podía notar el flujo de maná que corría por su cuerpo, lo que la llevó a pensar de inmediato que debía tratarse de otro brujo. Quizá Lord Treki hubiese mandado a más de una persona para aquella misión, de modo que las posibilidades de éxito aumentasen. - Elen Calhoun, me vendrá bien algo de ayuda. - dijo la tensai, tras administrar a ambos un par de tragos del remedio de Inhibis, para calmarles el dolor lo más pronto posible. Elen echó mano a un poco de Barrimorth que solía llevar consigo y se lo tendió al recién llegado, mientras seguía buscando en el interior de su bolsa. - ¿Puedes separar las flores del tallo y echarlas al agua mientras encuentro el otro ingrediente? - preguntó, al tiempo que el líquido del perol comenzaba a hervir.
Su bolsa podía parecer algo caótica, pero la alquimista se había acostumbrado con los años a llevar siempre consigo algunas hierbas y remedios, nunca se sabía cuándo podían hacer falta, y en un caso como el que tenía delante, preparar una infusión de Inhibis por ejemplo quedaba descartado, ya que la flor necesitaba horas para liberar adecuadamente sus propiedades, tiempo del que no disponían. Tras buscar durante un par de minutos, por fin la mirada de la hechicera se posó sobre lo que necesitaba, el pequeño frasco que contenía la sustancia de rosa sangrante. No era un elemento muy abundante, y de hecho había tenido que viajar al norte un par de veces para conseguirlo, pero aún le quedaba medio frasco, y teniendo en cuenta que no necesitaba más que unas gotas aún duraría.
- Puede que eso lo ayude a él, pero poco puedes hacer por mí, hay que cauterizar la herida. - comentó el capitán, mirando al fuego. Tenía razón, ante un miembro cercenado poco se podía hacer, solo detener el sangrado completamente y esperar a que luego curase lentamente. - Aprovecha ahora, tu poción ha conseguido que apenas lo sienta. - instó, para luego cerrar los ojos y apretar los dientes. Con ayuda de un retazo de tela y sus guantes, la benjamina de los Calhoun consiguió apartar un trozo de leña ardiente, y tras dudar durante unos segundos, lo llevó al brazo del caballero, que ahogó un grito de dolor e hizo lo posible por no revolverse.
- Aguante, podrá volver a la ciudad para defenderla. - lo animó, al tiempo que añadía el último ingrediente al caldero. - Esos imbéciles se equivocaron al cortar, tengo la diestra intacta y pienso usarla para destrozarlos. - aseguró el hombre, con ansias de venganza por todo lo ocurrido. - Nos ocuparemos de ellos, ahora tenemos la droseta y el veneno que sacaremos de ella es el más mortífero que pueda imaginar capitán. - comentó la maga, aunque aún no tenía claro cómo conseguirían que el enemigo lo ingiriese. Una vez listo el contenido del perol, la centinela lo retiró del fuego y procedió a dejar que se enfriase un poco, cambiándolo a un cuenco de madera cercano.
Sin embargo, la reciente cauterización del capitán necesitaría algunos cuidados extra, pues ahora no solo había perdido sangre sino que sufriría la quemadura. Volviendo al interior de su bolsa, Elen extrajo un par de hojas de Kortinque y las acercó a Nerum, para acto seguido utilizar parte de la poca agua que le quedaba y verterla en otro cuenco, que tendió al joven. - Hagamos que le sea más llevadero, le pondré un poco de remedio de Barrimorth y rosa sangrante, en cuanto lo haga cúbrele la herida con esas hojas, hay que mojarlas primero. - indicó, antes de ponerse manos a la obra. El brebaje ayudaría a que ambos soldados comenzasen a sanar, pero debían salir del arenal cuanto antes y volver a Roilkat, donde recibirían la atención médica que terminaría de curarlos.
En cuanto acabaron de atenderlos y ambos estuvieron estables, la hechicera los vendó y los ayudó a llegar hasta los caballos, pero solo quedaban dos monturas a la vista, el resto habían salido huyendo por culpa del ataque. ¿Cómo iban a viajar los cuatro en solo dos corceles? Aquellos animales no estaban en condiciones de llegar a la ciudad cargando con tanto peso, al menos no antes de que se les echase la noche encima. Un extraño quejido llamó la atención de la tensai, que haciendo uso de su elemento para alumbrar, dio con el cadáver de uno de los Nórgedos, junto al enredado dromedario que había utilizado para llegar hasta allí.
Aquel descubrimiento les venía como anillo al dedo, ahora disponían de otra montura, y aunque el capitán y su soldado tuviesen que compartir una de ellas, los brujos podrían avanzar con mayor rapidez hacia la ciudad y entregar el rosado mineral que tantos problemas había ocasionado. - Id vosotros, yo me ocuparé de él, llegaremos a tiempo. - fue lo último que escuchó decir al capitán, antes de espolear al caballo al que se había subido y poner rumbo a Roilkat.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
Las presentaciones se habían terminado y los heriros se desmoronaban, tenia que actuar rápido o cuando menos uno moriría, aun seguía siendo un aprendiz de alquimia y de ser solamente por mi no lograría curar a los dos de forma correcta, sin embargo la bruja que se dio a conocer como Elen tenia mejor conocimiento en la alquimia además de procedimientos médicos que enseguida uso en los guardias tiempo antes de mi llegada al fuego.
El tratamiento comenzó con unos posibles amargos sorbos de Inhibis ya que una ves suministrados los guardias se relajaron aun con las herirás, en el siguiente paso procedí con el conocido Barrimorth de invierno el cual poseía unas flores bastante pequeñas las cuales no dabas problemas pues se soltaban con facilidad y solo se tenían que desojar de los sobrantes que no se querían, una ves en el agua daba un buen olor debido al calor que nacía de la hoguera.
En esos momentos pude observaba como los guardias ganaban estabilidad y dejaban de temblar por el dolor persistente en sus músculos expuestos, mientras en la pócima que se andaba calentando se vertieron unas gotas de una sustancia parecida a la sangre y otros varios ingredientes que daban la señal de que pronto estará lista. En esté lapsos observé como habían quemado la herida del capitán con un leño, en un procedimiento que llamaron cauterizar la herirá “poco ortodoxo y ciertamente drástico el fuego quemo su carne pero paro el sangrado, podría presentarse útil en el futuro” pensaba con una sonrisa una vez logre ver la sangre dejar de fluir de manera casi instantánea.
Como fue de preverse el capitán exclamo al aire una ves el leño ardiente empezó a tostar lo que antes era una herida expuesta.
- Descanse, es lo que suele suceder si decides cocinar tu propia carne. – De forma sarcástica bromeo para descargar tención mientras brindaba el apoyo que podía.
La infusión de hierbas se encontraba casi terminada y la bruja lo hiso saber una vez me entrego unas cuantas hojas, viendo su gran tamaño y su textura suave parecían ser kortinque “esta planta es bien conocida, con eso trataremos la quemadura reciente” pensé hablando para mis adentros, una vez remoje las hojas y coloque en la carne sofreída del capitán junto con la pócima de Elen. Los primeros auxilios habían finalizado y el resto fue mas sencillo, limitándose a solo cubrir el área de daño y transportar los porta armadura hasta uno de los caballos.
Sin embargo se albergó un problema menor que complicaba el regreso a la ciudad.
- Dos alazanes, cuatro personas las cuentas son claras, por muy fuerte que sean los caballos es mucha carga para llevarnos a todos por el desierto. – Ninguno de los presentes era suficientemente tonto para dejarse abandonar sin trasporte en el mar de arena, sin agua ni comida cualquiera podría morir sin siquiera volver a ver la ciudad.
Momentos de tensión después, gemidos provenientes del destruido campamento se hacen escuchar por debajo de las carpas caídas, sabía que el resto de los guardias habían muerto momentos antes y que no existía posibilidad de que ellos siguieran vivos, otra posibilidad existente era un lesionado enemigo y de ser el caso podría probar los efectos de la droseta en el, sonaba tan tentador que lo mantendría con vida para su prueba y error.
Acercándome con precaución levanto lentamente la manta sobre los gemidos, para encontrarme con un Nórgedo o para ser mas exacto solo la mitad de él, resultante de una baja del otro pueblo ahí ya hacia su cuerpo junto con un gran tesoro. Debajo del Nórgedo, enredado entre las cuerdas del campamento y su montura se encontraba uno de los dromedarios que fue olvidado en el ataque, era perfecto el viaje se encontraba de nuevo en marcha gracias a aquella peluda ayuda.
- Adelántense a la ciudad preparare el animal y regresare lo mas rápido que pueda permitirme, el tiempo es clave en la guerra y ya no podemos perder mas, lárguense ahora y terminen cuanto antes la misión yo regresare tras de ustedes. – Ahora con el transporte asegurado solo era cuestión de llegar y no quería retenerlos por mas tiempo
- En ese caso no tardes, mientras mas tiempo pasa inocentes de ambos bandos mueren uno tras otro, la guerra se debe terminar rotundamente para que disminuyan el numero de muertes al final de esta. - Consiente de la existencia de la carta que le entrego el guardia asiento ante la petición y apresuro mi paso mientras veo a los caballos y sus jinetes alejarse en la noche.
Una vez montado el animal cargo la droseta que aun conservo y emprendo el viaje de regreso, la arena y la fría noche del desierto no parecían obstáculos para el dromedario de los Nordegos, a un andar de galope cruzo por el tranquilo mar de arena en la oscura noche de Roilkat, la ayuda en venenos iba en camino y si uno de nosotros fallara el otro llegaría en poco tiempo, fuera cual fuera el problema el mineral sería entregado.
El tratamiento comenzó con unos posibles amargos sorbos de Inhibis ya que una ves suministrados los guardias se relajaron aun con las herirás, en el siguiente paso procedí con el conocido Barrimorth de invierno el cual poseía unas flores bastante pequeñas las cuales no dabas problemas pues se soltaban con facilidad y solo se tenían que desojar de los sobrantes que no se querían, una ves en el agua daba un buen olor debido al calor que nacía de la hoguera.
En esos momentos pude observaba como los guardias ganaban estabilidad y dejaban de temblar por el dolor persistente en sus músculos expuestos, mientras en la pócima que se andaba calentando se vertieron unas gotas de una sustancia parecida a la sangre y otros varios ingredientes que daban la señal de que pronto estará lista. En esté lapsos observé como habían quemado la herida del capitán con un leño, en un procedimiento que llamaron cauterizar la herirá “poco ortodoxo y ciertamente drástico el fuego quemo su carne pero paro el sangrado, podría presentarse útil en el futuro” pensaba con una sonrisa una vez logre ver la sangre dejar de fluir de manera casi instantánea.
Como fue de preverse el capitán exclamo al aire una ves el leño ardiente empezó a tostar lo que antes era una herida expuesta.
- Descanse, es lo que suele suceder si decides cocinar tu propia carne. – De forma sarcástica bromeo para descargar tención mientras brindaba el apoyo que podía.
La infusión de hierbas se encontraba casi terminada y la bruja lo hiso saber una vez me entrego unas cuantas hojas, viendo su gran tamaño y su textura suave parecían ser kortinque “esta planta es bien conocida, con eso trataremos la quemadura reciente” pensé hablando para mis adentros, una vez remoje las hojas y coloque en la carne sofreída del capitán junto con la pócima de Elen. Los primeros auxilios habían finalizado y el resto fue mas sencillo, limitándose a solo cubrir el área de daño y transportar los porta armadura hasta uno de los caballos.
Sin embargo se albergó un problema menor que complicaba el regreso a la ciudad.
- Dos alazanes, cuatro personas las cuentas son claras, por muy fuerte que sean los caballos es mucha carga para llevarnos a todos por el desierto. – Ninguno de los presentes era suficientemente tonto para dejarse abandonar sin trasporte en el mar de arena, sin agua ni comida cualquiera podría morir sin siquiera volver a ver la ciudad.
Momentos de tensión después, gemidos provenientes del destruido campamento se hacen escuchar por debajo de las carpas caídas, sabía que el resto de los guardias habían muerto momentos antes y que no existía posibilidad de que ellos siguieran vivos, otra posibilidad existente era un lesionado enemigo y de ser el caso podría probar los efectos de la droseta en el, sonaba tan tentador que lo mantendría con vida para su prueba y error.
Acercándome con precaución levanto lentamente la manta sobre los gemidos, para encontrarme con un Nórgedo o para ser mas exacto solo la mitad de él, resultante de una baja del otro pueblo ahí ya hacia su cuerpo junto con un gran tesoro. Debajo del Nórgedo, enredado entre las cuerdas del campamento y su montura se encontraba uno de los dromedarios que fue olvidado en el ataque, era perfecto el viaje se encontraba de nuevo en marcha gracias a aquella peluda ayuda.
- Adelántense a la ciudad preparare el animal y regresare lo mas rápido que pueda permitirme, el tiempo es clave en la guerra y ya no podemos perder mas, lárguense ahora y terminen cuanto antes la misión yo regresare tras de ustedes. – Ahora con el transporte asegurado solo era cuestión de llegar y no quería retenerlos por mas tiempo
- En ese caso no tardes, mientras mas tiempo pasa inocentes de ambos bandos mueren uno tras otro, la guerra se debe terminar rotundamente para que disminuyan el numero de muertes al final de esta. - Consiente de la existencia de la carta que le entrego el guardia asiento ante la petición y apresuro mi paso mientras veo a los caballos y sus jinetes alejarse en la noche.
Una vez montado el animal cargo la droseta que aun conservo y emprendo el viaje de regreso, la arena y la fría noche del desierto no parecían obstáculos para el dromedario de los Nordegos, a un andar de galope cruzo por el tranquilo mar de arena en la oscura noche de Roilkat, la ayuda en venenos iba en camino y si uno de nosotros fallara el otro llegaría en poco tiempo, fuera cual fuera el problema el mineral sería entregado.
Nerum
Experto
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Re: La droseta [Mega Evento - Nórgedos]
Aunque al principio me habíais entendido mal o tal vez yo me hubiese explicado mal, veo que os habéis corregido y ahora lo habéis hecho muy bien, y habéis interactuado entre vosotros también.
- Por ello os entrego los 5 puntos de experiencia a los dos.
- A ambos se os entregan también 2 puntos de pasiva en alquimia.
Ya se os han sumado a vuestros perfiles.
- Por ello os entrego los 5 puntos de experiencia a los dos.
- A ambos se os entregan también 2 puntos de pasiva en alquimia.
Ya se os han sumado a vuestros perfiles.
Ger
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