La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Aerandir :: Reinos del este. :: Ulmer
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La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Ulmer se había vuelto un poblado tranquilo tras la desaparición repentina de la Manada, Thorbald había dejado su escondite para irse lejos con su clan, aunque nadie sabía dónde estaban todos vivían con el recuerdo aún caliente de la sangre de aquellos lobos de pura sangre. Era una tarde normal, rozaba incluso lo aburrido. Nana reposaba sobre la silla de madera, que ahora estaba cubierta por pieles de diferentes animales cazados por ella misma y que servían de trofeo para la líder; a sus pies, el gran salón, ahora su casa y lugar de reunión de los Compañeros. Alec y Hera habían decidido construirse una pequeña choza no muy lejos de la de Nana, con toda serie de comodidades para su hijo que había cumplido ya el año de edad, Leo había decidido pasar una temporada viajando por Aerandir tras el periodo de paz que se había iniciado en los reinos del este bajo el domino del Colmillo de Hierro, apelaba a su necesidad de recreación como artista, como humanista y persona, pero la verdad era que no quería ver a Nana. Rose había abierto una taberna allí en Ulmer, y ahora era la jefa de su propio negocio, y Brendarid, su amante y esposo se pasaba el día fuera, buscando el rastro de la manada. Su codo reposaba aburrido aguantando todo el peso de su cabeza, seria y meditabunda.
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¿Qué había pasado con su vida? Había conseguido todo lo que quería, la paz, un nombre, un lugar al que llamar hogar, y sin embargo ahora se encontraba tan vacía. Llevaba semanas sin salir de Ulmer, ayudaba en sus ratos libres a seguir montando cabañas y reparar aquellas que habían sido dañadas por las tormentas de la época de lluvias, o de las heladas de invierno. Ya no entrenaba, ¿Para qué? Si ya no había peligros en el bosque. Su máximo entretenimiento era escribirle larguísimas cartas a su buen amigo Siegfried, rey de Lunargenta, las cuales nunca tenían respuesta, o la respuesta era tan escueta que denotaban el grado de ocupación del máximo representante de los humanos. Fuera como fuese, Nana había caído en un declive de días que eran siempre igual, que se repetían. Era demasiado joven para todo aquello, y si sus cálculos no la engañaban, le quedarían demasiados años así. Suspiró, qué iba a hacer sino. Miró por la ventana cómo el último rayo de sol asomaba tímidamente por la ventana, duró segundos aquella luz amarilla sobre las alfombras de piel del suelo del gran salón, y justo en ese momento en el que el sol se ocultó por completo tras las montañas, la puerta se abrió de par en par y una silueta encapuchada vestida con una larga túnica rojo púrpura entró a paso decidido hasta situarse frente a Nana.
-¿Qué haces aún así? -Le habló aquella voz, que despertó ligeramente la curiosidad de la loba que arqueó una ceja extrañada por la visita. Aquella figura se quitó la capucha, era Micah, el sacerdote.
-¿Qué quieres, sacerdote? -Preguntó tras un largo suspiro de aburrimiento, molesta, como si estuviera haciendo algo importante.
-Nana, ya es la hora. -Sentenció haciendo un ademán con la cabeza para que la loba lo siguiera.
-¿La hora de...?-No acabó la frase, cuando comenzó a escuchar los tambores. Frunció el ceño, algo se le escapaba. La noche del Surnahi, claro. Era una festividad que se había generalizado por Aerandir, significaba el final de la época de lluvias y el principio del verano, extrañamente aquel había sido el día más largo del año, ¡El más largo! Nana se echó a reír negando con la cabeza.
El sacerdote la miró y sonrió, aunque no sabía de qué se reía la loba, hacía mucho que no la veía reír. Nana se levantó, se sacudió el vestido que le llegaba hasta los tobillos, de tela suave y fresca de Beltrexus, atado al cuello con un collar de huesos de animal pequeño tallados y entallado a la cintura por un cinturón de cuero. Una pequeña pluma azul de upelero colgaba tímida de una pequeña trenza fuera del recogido rápido de la líder.
Micah le tendió la mano a Nana mientras estaba bajaba de la tarima desde donde se podía ver todo el gran salón, la líder sonrió, por fin había algo de acción en su día, y remangándose el vestido salieron del gran salón.
En la calle el ambiente era espectacular, la gente desfilaba al ritmo de los tambores de aquella batucada, se pintaban la cara unos a otros con hollín, otros portaban antorchas con las que hacían malabares y juegos, cosa que no gustó demasiado a la líder pero que había sido aprobado en consejo semanas antes, y todos se dirigían a la pequeña cala del fiordo. Nana se giró, y allí estaba, una gran pira de troncos secos se erguía unos metros más allá de la última casa del poblado, junto al humilde puerto de Ulmer. Se sentía por un momento dichosa. Los niños corrieron a su vera, algunos disfrazados con pieles de oso, otros con máscaras de madera que representaban al sol. Micah, como sacerdote y Nana como líder, encabezaron el desfile hasta la cala. El cielo, a su paso, se iba apagando, degradándose desde el rojo más intenso hasta el negro que apagaba el fiordo.
Pero de repente todo se apagó, con la salida de la última estrella, la luna brillaba más grande y más amarilla que los días anteriores, apagaron todas las antorchas, menos una, y se callaron los tambores. Micah se adelantó, con la última antorcha que quedaba encendida.
-Por los Dioses, por Hati, porque el sol no se acabe nunca. Pedimos, rogamos y aullamos a los dioses que las cosechas de este año sean mejores que las del anterior. Y que esta paz perdure. ¡Por Ulmer! -Alzó la antorcha y se giró hacia la pira. Se podía escuchar tan solo el susurro de las olas dando con la orilla de cantos rodados del fiordo, y la tensión de Micah que se agachaba con torpeza por la túnica de sacerdote, quemando la grasa de búfalo que habían puesto en la parte más baja de la hoguera. Esta prendió tan rápido que casi le quema la túnica al pobre sacerdote.
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-¡Por Ulmer! -Gritó la líder una vez hubo ardido hasta la mitad aquella pira que le sacaba tres alturas.
-¡Por Ulmer! -Se hizo eco entre todos los presentes, comenzando de nuevo la batucada, y las danzas tribales alrededor de la hoguera.
Micah y Nana se sonrieron, era el primer Surnahi de Ulmer, ya que el año anterior tras su fundación estaban tan ocupados que no pudieron preparar ninguna festividad. Poco a poco se encendieron hogueras en todo lo ancho de la cala del fiordo de Jormüngand, haciendo frente a la noche oscura, era como un amanecer de mentira.
Rose servía la larga mesa de los compañeros, situada frente a la gran fogata. Era una noche de celebraciones. Alec y Hera junto al pequeño Romair saludaban a Nana desde sus respectivos sitios en la mesa con sus platos delante, saludo que fue devuelto con una gran sonrisa, y Micah tomó asiento en la misma mesa. Nana tardó un rato en sentarse, las danzas la embobaron, la gente saltaba al ritmo de los tambores, a los que se le sumaban en diferentes canciones otros instrumentos como flautas. Su paz fue perturbada por un momento cuando sintió una mano sudorosa sobre el hombro. Se giró rápidamente.
-¡Tú! -Gritó, con los ojos desorbitados, sin dar crédito. Era Leonardo. Nana lo abrazó con fuerza y lo soltó aún sin creérselo.
-Yo también me alegro de verte. -Respondió a su abrazo con una amplia sonrisa y señaló a la mesa. -Ahora si no te importa, el viaje ha sido largo y tengo hambre, ¡Y sed! -Rió alzando la jarra de cerveza vacía que portaba en la mano, y sin tener respuesta de la loba, se dirigió a la mesa.
El centro de la mesa estaba vacío, era su sitio, pero aún no era la hora de cenar y quería disfrutar un poco más de su gente, así que bajo la atenta mirada de los Compañeros, que bebían y comían los entrantes de la cena, Nana caminó entre las danzas, de hoguera en hoguera, atendiendo a su gente.
Última edición por Nana el Mar Jul 05 2016, 20:58, editado 3 veces
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Iltharion no tendía a pasar demasiado tiempo de sus viajes en tierras de lobos pero cuando había escuchado por parte de algunos mercaderes sobre la celebración del solsticio que acontecería en esa novedosa patria que había aparecido en la superficie del continente, decidió unirse al comerciante en cuestión que llegara mas cerca de aquel lugar con tal de poder ser testigo de esas celebraciones tribales.
La aldea lo había sorprendido gratamente, no solo era un magnífico lugar en donde asentarse, por la variedad geográfica reunida en un solo punto, si no que se había erguido una aldea pintoresca.
Había llegado cuando el sol pasaba de su zenit, pero la luz todavía dominaba el cielo permitiéndole discurrir por la villa sin perderse uno solo de sus encantos.
Los techos gruesos como muros sobre los cuales crecía una vegetación, verde por la primavera tardía que empezaba a abandonarles, descendían en algunas construcciones casi hasta el suelo, y apenas si permitían ver una franja de la piedra original con la que habían sido erguidos.
El hijo de sandorai se preguntó cómo se vería aquello de noche o desde lejos, aquellas suaves siluetas onduladas, podía imaginarlo como colinas que salían como islas de suelo transitado y arenoso, con puertas salpicando sus laderas como un extraño paisaje de fantasía.
Des de luego en otras regiones estarían encantados de escuchar las descripciones que pudiera hacer de Ulmer.
La calma sin embargo era algo que solo pertenecía a las edificaciones. Los moradores de esas "colinas" discurrían de un lado a otro de la villa, tocaban sus tambores y preparaban la fiesta con un entusiasmo que podía respirarse en el ambiente, y que resultaba contagioso.
La marabunta de gente desordenada era completamente caótica, y los adultos no parecían muy distintos a sus crías, quienes no corrían para jugar, lo hacían por las pinturas oscuras sobre sus rostros, haciendo los preparativos, o incluso danzando al son de los primeros tambores.
Solo reinó una especie de orden cuando de uno de los edificios, lo que parecía ser la casa principal, salieron dos figuras con un caminar solemne, presidiendo un desfile que si bien llevaba consigo el aire sacro de los rituales que poseen el respeto de su propia gente, no estaba exento del cierto caos inherente en aquella especie cuyo pueblo podía definirse como "libre" mejor que cualquier otro de todo Aerandir.
El bardo se dejó perseguir por los niños cubiertos con pieles tan largas que parecía que fueran a tropezarse en cualquier instante, se pintó el rostro junto con el resto de aldeanos, y acompaño las danzas y los músicos alternativamente, y cuando los aldeanos, mudos, escucharon al mar y a su líder oficiando Surnahi, mantuvo el mismo silencio que ellos, contemplo la escena con el mismo respeto, y clamó, sintiendo genuinamente en su interior, el grito que sacudió a toda la congregación.
-¡Por Uldmer!
La forma en el que la playa apreció vestirse con un nuevo crepusculo de llamas repentinamente fue magica. El elfo compadeció a aquellos de los suyos que se perdían aquellas maravillas del mundo por palabras vacías de significado, y se apartó unos pocos pasos del núcleo festivo, sentándose en el suelo con su carpesano sobre las piernas y el carboncillo en las manos, tratando de plasmar en su lienzo los festejos antes de volver a sumergirse en ellos, y esbozando entre el pueblo, la figura de su líder a quien seguía con la mirada con cierta admiración.
Normalmente las figuras de poder posaban con solemnidad ante cualquier mirada, engalanados con ropas que apenas les permitían moverse, y con el mentón tan alto que parecía que hiciera años que no se veían sus propios pies. En cambio la líder de Uldmer desprendía algo muy distinto. Los sureños podían llamarlos primitivos, pero al ver la naturalidad con la que se mezclaba con su gente, sin necesitar de adornos para conseguir el respeto de los mismos, con esa seguridad en la mirada, era imposible encontrar algún error en ello.
Iltharion compadeció a cualquier noble que se parara al lado de ella, pues en la comparación se expondría la carencia de liderazgo de muchos de los que gobernaban por "divino derecho".
La aldea lo había sorprendido gratamente, no solo era un magnífico lugar en donde asentarse, por la variedad geográfica reunida en un solo punto, si no que se había erguido una aldea pintoresca.
Había llegado cuando el sol pasaba de su zenit, pero la luz todavía dominaba el cielo permitiéndole discurrir por la villa sin perderse uno solo de sus encantos.
Los techos gruesos como muros sobre los cuales crecía una vegetación, verde por la primavera tardía que empezaba a abandonarles, descendían en algunas construcciones casi hasta el suelo, y apenas si permitían ver una franja de la piedra original con la que habían sido erguidos.
El hijo de sandorai se preguntó cómo se vería aquello de noche o desde lejos, aquellas suaves siluetas onduladas, podía imaginarlo como colinas que salían como islas de suelo transitado y arenoso, con puertas salpicando sus laderas como un extraño paisaje de fantasía.
Des de luego en otras regiones estarían encantados de escuchar las descripciones que pudiera hacer de Ulmer.
La calma sin embargo era algo que solo pertenecía a las edificaciones. Los moradores de esas "colinas" discurrían de un lado a otro de la villa, tocaban sus tambores y preparaban la fiesta con un entusiasmo que podía respirarse en el ambiente, y que resultaba contagioso.
La marabunta de gente desordenada era completamente caótica, y los adultos no parecían muy distintos a sus crías, quienes no corrían para jugar, lo hacían por las pinturas oscuras sobre sus rostros, haciendo los preparativos, o incluso danzando al son de los primeros tambores.
Solo reinó una especie de orden cuando de uno de los edificios, lo que parecía ser la casa principal, salieron dos figuras con un caminar solemne, presidiendo un desfile que si bien llevaba consigo el aire sacro de los rituales que poseen el respeto de su propia gente, no estaba exento del cierto caos inherente en aquella especie cuyo pueblo podía definirse como "libre" mejor que cualquier otro de todo Aerandir.
El bardo se dejó perseguir por los niños cubiertos con pieles tan largas que parecía que fueran a tropezarse en cualquier instante, se pintó el rostro junto con el resto de aldeanos, y acompaño las danzas y los músicos alternativamente, y cuando los aldeanos, mudos, escucharon al mar y a su líder oficiando Surnahi, mantuvo el mismo silencio que ellos, contemplo la escena con el mismo respeto, y clamó, sintiendo genuinamente en su interior, el grito que sacudió a toda la congregación.
-¡Por Uldmer!
La forma en el que la playa apreció vestirse con un nuevo crepusculo de llamas repentinamente fue magica. El elfo compadeció a aquellos de los suyos que se perdían aquellas maravillas del mundo por palabras vacías de significado, y se apartó unos pocos pasos del núcleo festivo, sentándose en el suelo con su carpesano sobre las piernas y el carboncillo en las manos, tratando de plasmar en su lienzo los festejos antes de volver a sumergirse en ellos, y esbozando entre el pueblo, la figura de su líder a quien seguía con la mirada con cierta admiración.
Normalmente las figuras de poder posaban con solemnidad ante cualquier mirada, engalanados con ropas que apenas les permitían moverse, y con el mentón tan alto que parecía que hiciera años que no se veían sus propios pies. En cambio la líder de Uldmer desprendía algo muy distinto. Los sureños podían llamarlos primitivos, pero al ver la naturalidad con la que se mezclaba con su gente, sin necesitar de adornos para conseguir el respeto de los mismos, con esa seguridad en la mirada, era imposible encontrar algún error en ello.
Iltharion compadeció a cualquier noble que se parara al lado de ella, pues en la comparación se expondría la carencia de liderazgo de muchos de los que gobernaban por "divino derecho".
Iltharion Dur'Falas
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Tras la gran sorpresa de Leonardo, Nana se aventuró por la playa del fiordo, sintiendo la suavidad de la superficie de los cantos rodados de la orilla, fríos y calientes a la vez. Caminaba muy cerca de la orilla, tanto que podía escuchar el susurro de las olas contra las lascas y a su vez los tambores, que ahora sonaban en un tono vibrante, acompañados por una voz femenina que cantaba, suave, muy suave.
Si tuviese un corazón podría quererte
si tuviese voz cantaría.
Después de la noche cuando me despierte
veré lo que trae el mañana
....
Si tuviese voz cantaría
si tuviese voz cantaría.
Después de la noche cuando me despierte
veré lo que trae el mañana
....
Si tuviese voz cantaría
Aquel momento quiso guardarlo en su memoria para siempre cerrando fuerte los ojos, deseando que aquel momento durara para siempre. Aquella era la definición más abstracta de la paz, algo que había considerado tan mundano como las fiestas se había convertido en algo puramente espiritual, y podía sentirlo en cada una de esas personas que reían y danzaban junto a sus hogueras. El ritmo de los tambores cambió al finalizar la canción, a algo más animado, y Nana salió de aquel trance en el que se había sumergido momentáneamente al sentir como un niño de no más de 6 años le estiraba del traje, llamando su atención. La loba bajó la mirada rápidamente, no pudo reconocer aquel rostro enseguida, por un momento se le asemejó a muchos otros niños que nunca pudieron pasar de ser niños, Alfgard, Ruth... Nana se contuvo las lágrimas, hasta que borroso, pudo vislumbrar la cara del hijo del herrero.
-Oye Nana... -Empezó a hablar tímido intimidado por la líder. El niño llevaba pintada la cara de hollín pequeñas runas, vestido con unos pequeños pantaloncitos de cuero marrón y un tocado de cabeza de cervatillo. -¿Por qué ese señor tiene las orejas tan raras?- Preguntó con curiosidad señalando a un hombre que yacía sentado en el suelo, a unos metros escasos. La mirada de la loba se posó instintivamente en sus orejas, largas y afiladas.
Nana se agachó hasta quedar a la altura del niño y sonrió en un gesto maternal, negó con la cabeza un par de veces y cogió la mano del niño entre la suya.
-No se debe señalar con el dedo, es de mala educación. -Le regañó negando con la cabeza con una tímida sonrisa amistosa y le puso la mano sobre la cabeza. El niño asintió esperando ansioso una respuesta a su pregunta.- Ese señor es un elfo. Viene de muy muy lejos, donde los árboles son más grandes que aquí, y los pájaros son de colores. -Le explicó la líder recordando sus hazañas en los bosques de Sandorai. Quiso añadir que el hidromiel de los elfos era el mejor, pero era demasiado joven para entender aquello. -Ah, y viven muchos, muchos, muchos años. -Finalizó y se puso en pie. El niño se quedó un rato mirando a aquel hombre misterioso que hundía su cabeza en una especie de libro o cuaderno de vez en cuando. -Ahora ve a jugar, anda. -Se despidió del niño con una gran sonrisa, y el niño no dudó dos segundos en echar a correr hacia la gran hoguera donde seguramente estarían sus padres.
Nana sonrió y se remangó el vestido para no pisarlo por aquella playa rocosa, y se acercó hasta quedar frente aquel hombre. Nunca había entendido por qué, pero tras su estancia en Sandorai había algo en los elfos que le transmitía paz, quizá su rostro, siempre amable, o su aura mágica, o sus orejas tan simpáticas.
-Feliz Surnahí. -Felicitó a modo de saludo con una amplia sonrisa. -Nos encanta tener invitados de otras razas por aquí. -Dijo amablemente manteniendo aquella sonrisa. El mal humor de la loba se había disipado entre tanta hoguera, se había quemado con las cosas malas que habían pasado años atrás, y ahora rodeada de gente, en su hogar, lucía una extraña sonrisa que no fue capaz de borrar aquella noche. -Y más si vienen desde tan lejos como Sandorai. -Añadió simpática.
Pero la apacible conversación se vio pausada por la interrupción de un grupo de niños que, no muchos metros más allá de donde estaban, miraban con curiosidad al invitado. Si bien era verdad que los únicos que habían pasado por Ulmer hasta el momento eran en su mayoría humanos y dragones, ver a una persona que no atiende las características antropomórficas básicas como unas orejas pequeñas y redonditas, era toda una novedad para aquellos niños.
-Veo que has despertado más curiosidad que la mía...-Le dijo al elfo, sin apartar la mirada de los niños que murmuraban entre sí y disimulaban su curiosidad mirando hacia otros lados.
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Las puntas de los dedos del bardo pronto quedaron ennegrecidas por el carbón, al igual que la miga, parcialmente cubierta de arena, y varios de los lienzos lucian escenas con diferente nitidez de la fiesta y sus participantes.
Iltharion se detubo, comprobando su propia obra, y dandole los ultimos retoques, sumamente atento a la música y a cada sonido que el viento transportaba hacia si.
Los pendientes que portaba en una sola de sus orejas, anillas doradas pulidas, tintinearon al chocar entre si, fruto dell movimiento al escuchar fragmentos de una voz infantil que parecía referirele.
El hombre desplazó su mirada hasta espiar de soslayo en la orilla la tierna escena de la líder de aquella gran comuna atendiendo a los mas pequeños, presos de la curiosidad de lo nuevo, que en esa ocasión resultaba ser su persona.
Una ligera sonrisa se pinto en los labios del bardo al escuchar el calificativo que usaban con el, fruto de la inocencia infantil, y sin malicia ninguna.
Con gracilidad inclinó ligeramente la cabeza, saludando al niño que le señalaba y a la mujer que lo reñía maternalmente, antes de volver a su dibujo, dándole el toque final.
Iltharion no alzó al vista hasta que no escuchó el crujir de la arena cerca suyo, mientras guardaba los utensilios de dibujo y se limpiaba los dedos con un ajado paño de lino, gris por el largo uso que ya no permitía sacar por completo los restos de carbón de la tela, habiendo teñido la misma.
-Feliz Surnahí.- Inclinó la cabeza con respeto reconociendo a la mujer como la líder de aquella aldea.
-Me fascina el ser testigo de los primeros pasos de una nación en el continente.- Contestó afable, con un tono pausado y grave, mientras ampliaba ligeramente su sonrisa, omitiendo cualquier referencia a Sandoraí lugar que procuraba evitar a toda costa des de hacía varias décadas.
El bardo se levantó, dejando su cosas en la arena, dudaba mucho que cualquiera de ellos tuviese interés ninguno en robarle una carpeta llena de dibujos, y el mayor riesgo que corría era en ser ojeada sin su permiso, pero mientras no la perdiera de vista estaba seguro de que incluso los niños tendrían cierta mesura con su curiosidad.
La acotación de la mujer hizo que el bardo se girara hacia el pequeño rebaño de mocosos engalanados con pieles, y con una sonrisa amable les hizo una pequeña reverencia a modo saludo antes de volver a centrar su atención en la dirigente de Ulmer.
-No son los únicos con el capricho del saber.- Respondió con la misma parsimonia, mientras se palmeaba con las manos los pantalones de cuero y las palmas de las manos.
-Mi nombre es Iltharion.- Se presentó antes de darse el lujo de preguntar nada. -Este es un lugar tan novedoso que sorprende su prosperidad, ¿Me haría su dirigente el honor de hablarme del mismo?
Iltharion se detubo, comprobando su propia obra, y dandole los ultimos retoques, sumamente atento a la música y a cada sonido que el viento transportaba hacia si.
Los pendientes que portaba en una sola de sus orejas, anillas doradas pulidas, tintinearon al chocar entre si, fruto dell movimiento al escuchar fragmentos de una voz infantil que parecía referirele.
El hombre desplazó su mirada hasta espiar de soslayo en la orilla la tierna escena de la líder de aquella gran comuna atendiendo a los mas pequeños, presos de la curiosidad de lo nuevo, que en esa ocasión resultaba ser su persona.
Una ligera sonrisa se pinto en los labios del bardo al escuchar el calificativo que usaban con el, fruto de la inocencia infantil, y sin malicia ninguna.
Con gracilidad inclinó ligeramente la cabeza, saludando al niño que le señalaba y a la mujer que lo reñía maternalmente, antes de volver a su dibujo, dándole el toque final.
Iltharion no alzó al vista hasta que no escuchó el crujir de la arena cerca suyo, mientras guardaba los utensilios de dibujo y se limpiaba los dedos con un ajado paño de lino, gris por el largo uso que ya no permitía sacar por completo los restos de carbón de la tela, habiendo teñido la misma.
-Feliz Surnahí.- Inclinó la cabeza con respeto reconociendo a la mujer como la líder de aquella aldea.
-Me fascina el ser testigo de los primeros pasos de una nación en el continente.- Contestó afable, con un tono pausado y grave, mientras ampliaba ligeramente su sonrisa, omitiendo cualquier referencia a Sandoraí lugar que procuraba evitar a toda costa des de hacía varias décadas.
El bardo se levantó, dejando su cosas en la arena, dudaba mucho que cualquiera de ellos tuviese interés ninguno en robarle una carpeta llena de dibujos, y el mayor riesgo que corría era en ser ojeada sin su permiso, pero mientras no la perdiera de vista estaba seguro de que incluso los niños tendrían cierta mesura con su curiosidad.
La acotación de la mujer hizo que el bardo se girara hacia el pequeño rebaño de mocosos engalanados con pieles, y con una sonrisa amable les hizo una pequeña reverencia a modo saludo antes de volver a centrar su atención en la dirigente de Ulmer.
-No son los únicos con el capricho del saber.- Respondió con la misma parsimonia, mientras se palmeaba con las manos los pantalones de cuero y las palmas de las manos.
-Mi nombre es Iltharion.- Se presentó antes de darse el lujo de preguntar nada. -Este es un lugar tan novedoso que sorprende su prosperidad, ¿Me haría su dirigente el honor de hablarme del mismo?
Iltharion Dur'Falas
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Nana no pudo evitar echar un ojo a los dibujos del elfo, que se había presentado recientemente como Iltharion, no pudo evitar sonreír al ver el talento que tenía con el carboncillo. La líder asintió encantada ante las amables palabras del elfo, quién mejor que ella para hablarle y enseñarle todo aquello que Ulmer escondía tras sus muros de piedra y sus tejados de adobe. El viento soplaba, suave, meciendo las tímidas llamas de las hogueras que ahora, gracias a la ayuda de los leños que apilaban sin descanso algunos hombres, se encontraban en pleno apogeo.
-Claro. -Asintió Nana y se giró hacia la playa, señalando el final del fiordo. -Ese es el fiordo de Jörmungand, para los humanos es el lugar donde la serpiente que envuelve el mundo se muerde la cola. -Si algo había fascinado a Nana de los humanos es su facilidad y su imaginación para inventar y sacar dioses de cualquier elemento natural. -La tierra es más fértil en ese lado, aprovechamos las inundaciones del río en verano para regar los campos. -Apuntó hacia el otro lado opuesto, donde una gran atalaya marcaba el final de la aldea, iluminada tan solo por la luz de las antorchas de su interior.
-Vaya, dónde han quedado mis modales. -Se llevó la mano a la frente negando con la cabeza, pues no se había presentado. -Me llamo Nana. Un placer, Iltharion. -Se presentó por fin la líder.
A lo lejos, la gran hoguera seguía ardiendo, las danzas habían parado pero no la música, aquella tregua anunciaba ya la hora de cenar.
-¿Por qué no te acercas a cenar con nosotros? -Miró hacia la mesa donde estaban todos los compañeros sentados, dejando dos huecos en medio, el de Nana y el de Brendarid, pero este último no había aparecido en varios días después de seguir un rastro de la manada.
-Ellos también son los fundadores de Ulmer, también pueden ayudarte a desentrañar sus misterios. -Sonrió al elfo y le hizo un ademán para acompañarle hasta la mesa. Allí ya comenzaban a servir los platos más grandes, como ciervo, queso de yak, pastel de carne... Y el olor de la carne al fuego impregnaba la playa.
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Iltharion siguio con la mirada el gesto de la loba, girando su torso para ir contemplando todo el terreno que abarcaban sus palabras, prestandole suma atención a las mismas. Una ligera sonrisa de lado se pintó en su rostro al escuchar la leyenda humana que no le era del todo ajena.
No le dejó de sorprender la importancia que le dio la mujer al cultivo, al ser de las primeras cosas que mencionaba, pese a que hacia escaso tiempo que se habían acomodado en aquel lugar. Habría imaginado que los lobos le habrían prestado mas atención a la caza, o incluso al comercio por lo estratégico de su costa, descuidando un aspecto tan importante como aquel.
El bardo hizo un vago y grácil gesto con la mano restándole importancia al olvido de la dirigente de la villa.
-El gusto es mio.- Respondió con la misma calma cortés.
Los ojos del bardo se separaron tanto de su interlocutora como del paisaje hacia donde minutos antes la gente bailaba completamente abandonada a los ritmos tribales de los tambores, ahora el lugar se hallaba vacío, solo danzaban sobre la arena las luces crepitantes de las hogueras al ser azotadas por la brisa nocturna.
Con un orden inusitado por la falta de aviso, la gente ahbía tomado asiento en las mesas y se disponía a dar buena cuenta del festín en honor al verano y al sol.
El bardo no se esperaba para nada semejante invitación, y una expresión de estupefacción cruzó fugaz como un parpadeo sus facciones antes de asentir complacido ante el ofrecimiento de la licantropa y seguirla a la mesa, sentándose en el lugar que le ofrecía, no sin antes saludar apropiadamente al resto de comensales de la mesa principal.
Aguardó a que el resto se sirvieran, antes de dar buena cuenta de la comida, sin perder los modales de su gente, y sin mantener de ellos la mesura de paliar la gula.
-Debo admitir que esperaba un lugar mucho mas modesto cuando escuche hablar por primera vez de Uldmer, y ha superado con creces cualquiera de las expectativas que forme durante el viaje. ¿Como llegó el fiordo a abarcar vuestra comunidad?.- La mirada del elfo pasó por cada uno de los integrantes de aquella mesa, prestando atención tanto a sus tocados como al puesto que ocupaban en la misma, tratando de discernir con aquello la jerarquía social que ocupaban.
Resultaba en aquellas sociedades más difícil de discernir, pero no imposible, por ejemplo estaba el atuendo de la líder que era de buenas telas, extranjeras si su ojo no estaba errado, y sin embargo lucía en el cuello adornos sencillos y una pluma en sus cabellos.
-Disculpen mi ignorancia.- habló de nuevo tomando su copa, de cuyo contenido ignoraba la naturaleza.-¿Que representan las fogatas?.- No era la única festividad ni cultura que usaba el fuego como elemento conductor de sus ritos y misticismo, pero para algunos era un elemento purificador, para otros un modo de enviar algo a los cielos, un protector que alejaba las sombras, o simplemente un elemento decorativo o para comunicar al resto en que parte de la celebración se hallaban.
No le dejó de sorprender la importancia que le dio la mujer al cultivo, al ser de las primeras cosas que mencionaba, pese a que hacia escaso tiempo que se habían acomodado en aquel lugar. Habría imaginado que los lobos le habrían prestado mas atención a la caza, o incluso al comercio por lo estratégico de su costa, descuidando un aspecto tan importante como aquel.
El bardo hizo un vago y grácil gesto con la mano restándole importancia al olvido de la dirigente de la villa.
-El gusto es mio.- Respondió con la misma calma cortés.
Los ojos del bardo se separaron tanto de su interlocutora como del paisaje hacia donde minutos antes la gente bailaba completamente abandonada a los ritmos tribales de los tambores, ahora el lugar se hallaba vacío, solo danzaban sobre la arena las luces crepitantes de las hogueras al ser azotadas por la brisa nocturna.
Con un orden inusitado por la falta de aviso, la gente ahbía tomado asiento en las mesas y se disponía a dar buena cuenta del festín en honor al verano y al sol.
El bardo no se esperaba para nada semejante invitación, y una expresión de estupefacción cruzó fugaz como un parpadeo sus facciones antes de asentir complacido ante el ofrecimiento de la licantropa y seguirla a la mesa, sentándose en el lugar que le ofrecía, no sin antes saludar apropiadamente al resto de comensales de la mesa principal.
Aguardó a que el resto se sirvieran, antes de dar buena cuenta de la comida, sin perder los modales de su gente, y sin mantener de ellos la mesura de paliar la gula.
-Debo admitir que esperaba un lugar mucho mas modesto cuando escuche hablar por primera vez de Uldmer, y ha superado con creces cualquiera de las expectativas que forme durante el viaje. ¿Como llegó el fiordo a abarcar vuestra comunidad?.- La mirada del elfo pasó por cada uno de los integrantes de aquella mesa, prestando atención tanto a sus tocados como al puesto que ocupaban en la misma, tratando de discernir con aquello la jerarquía social que ocupaban.
Resultaba en aquellas sociedades más difícil de discernir, pero no imposible, por ejemplo estaba el atuendo de la líder que era de buenas telas, extranjeras si su ojo no estaba errado, y sin embargo lucía en el cuello adornos sencillos y una pluma en sus cabellos.
-Disculpen mi ignorancia.- habló de nuevo tomando su copa, de cuyo contenido ignoraba la naturaleza.-¿Que representan las fogatas?.- No era la única festividad ni cultura que usaba el fuego como elemento conductor de sus ritos y misticismo, pero para algunos era un elemento purificador, para otros un modo de enviar algo a los cielos, un protector que alejaba las sombras, o simplemente un elemento decorativo o para comunicar al resto en que parte de la celebración se hallaban.
Iltharion Dur'Falas
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Iltharion acompañó a Nana hasta la gran mesa de madera donde ya aguardaban impacientes Los Compañeros, ella tomó el puesto central de la mesa a la izquierda de Iltharion. A su lado, Alec, que ahora se había vuelto su mano derecha tras la partida de Leonardo, seguido por Hera y el pequeño cachorro juguetón al que Hera mantenía en brazos.
-Vaya Nana, cómo ha cambiado Brendarid. -Bromeó Alec con una gran sonrisa sosteniendo su jarra de cerveza a la que le dio un gran sorbo.
Los Compañeros rieron ante la broma de Alec, y Nana negó con la cabeza haciendo oídos sordos a la inapropiada broma de su amigo. Estaba realmente enfadada con su futuro marido, Brendarid, que había desaparecido casi repentinamente. Nana dio un sorbo a su copa de vino, un vino dulzón y altamente especiado para matar el sabor amargo del mal vino que estaban produciendo las jóvenes viñas de Ulmer. El jamón de yak casi que había volado, era lo que tenía sentarse al lado de un devorador innato como lo era Alec. Masticaba la líder un trozo de aquel sabroso jamón cuando el elfo le volvió a abordar con preguntas sobre el poblado.
-El fiordo es más fértil que las demás zonas de los bosques del este, ya que para asentarnos en otro sitio tendríamos que haber talado árboles, y eso no nos hace demasiada gracia. -Explicó la líder depositando su copa de madera sobre la mesa. Prefería no revelar lo evidente a un desconocido, la extraordinaria posición geográfica le permitía ser un puerto de descanso para Dundarak y Lunargenta, siendo este un puerto que queda exactamente a mitad de ambos. Por este motivo fue una de las primeras infraestructuras que Nana mandó montar, en madera provisional.
Tomó un trozo de pastel de carne que tenía delante y lo puso sobre su plato, iba a zampárselo de un bocado cuando Iltharion abordó de nuevo una pregunta que no sabía exactamente cómo responder, ya que ella, como muchos otros, era nueva en los rituales, y nunca fue muy partidaria de las religiones.
-Lo de las hogueras te lo podrá explicar mejor nuestro sacerdote. -Apuntó la líder, sosteniendo el pastel de carne con una mano y sumergiéndolo en su mandíbula haciéndolo desaparecer.
Entonces, al escuchar "sacerdote", Micah, que mantenía una disputa teológica con Leonardo y su manera de ver a los dioses, giró la cabeza repentinamente, mirando a la líder y luego al elfo, esbozando una sonrisa enorme por su pregunta.
-Las hogueras son una purga de todos los pecados cometidos durante la época de lluvias, y a su vez le pedimos y rogamos a los dioses que las cosechas de verano sean fructíferas. -Apuntó ilusionado al hablar de los dioses. -Además, le pedimos al gran dios sol, Hati, que no sea jamás devorado por su hermano Skoll, y que nos brinde el amanecer eternamente. -Tomó un sorbo de su copa de vino. -Las hogueras ayudan a Skoll a encontrar el próximo amanecer, por eso se hacen al este, que es por donde tiene que salir. -Micah se giró hacia el elfo, aún emocionado.
Nana puso los ojos en blanco, conocía esa cara, esa cara de sectario que se le ponía cuando hablaba de los dioses, de todo aquello celestial que le daba una explicación aparentemente lógica a todo.
-Yo creo que la fundación de Ulmer va más allá de las cuestiones políticas. -Se puso muy serio de repente. -Creo que Nana sintió la llamada de nuestros dioses para asentarnos en este lugar. -Sentenció rotundo.
Nana se echó a reír al escucharlo, negó con la cabeza un par de veces al escuchar al sacerdote y desvió la mirada hacia la gran hoguera. La gente ahora se sentaba en el suelo y comía y bebía sobre tapetes de esparto. Los tambores habían dado una pausa para la cena, dando paso a una música más tranquila que acompañaba la velada, las flautas ahora tomaban el mando.
-Para nada. -Respondió al sacerdote en voz baja, sin girarse a mirarle, mientras daba un sorbo de nuevo a su copa de vino.
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Iltharion sonrió entendiendo poco y nada de la broma que se había hecho a su costa, y a la de la líder aparentemente, cuando ambos se habían sentado en la mesa. El resto de miembros sin embargo estallaron en sonoras carcajadas. El bardo hubiera preguntado si no lo hubiera considerado una torpeza hacerlo nada mas habiéndose sentado, quizás mas tarde.
La explicación no respondía exactamente a lo que había preguntado el elfo, y aunque no negaba que aquello podía ser cierto, había viajado lo suficiente como para ver en aquella ubicación un punto estratégico que nada tenía que ver con el cultivo. A fin de cuentas el se había enterado de aquella ubicación gracias a los comerciantes que viajaban de Dundrack a Lunargenta, y viceversa, y cualquiera que viese un mapa de las rutas marítimas entre ambos puertos vería que en aquella aldea se hallaba un excelente punto para descansar, y reponer las existencias de un navío.
El bardo sonrió divertido, pero sin burla al ver la forma de engullir del resto de comensales, tomando bocados ya mas grandes habituandose a las costumbres de los mismos sin mayor problema en ello. No era una especie con la que soliera congeniar, pero no eran los primeros con quienes compartía mesa.
El supuesto sacerdote de Ilmer pareció más que encantado con la pregunta, y el bardo demostró un implacable interés, escuchando cada una de sus palabras como si fuera un monaguillo.
Pero no se detuvo en dar una explicación sobre la compelta y peculiar costumbre de emular un amanecer con inmensas fogatas, si no que prosiguió metiendo mano a su anterior conversación con la líder, que no parecía demasiado religiosa.
-Gracias por su concisa respuesta sacerdote.- Respondió con un tono respetuoso, y se reclinó en su propio asiento tomando el vino excesivamente especiado que ofrecían en la mesa. No era la mejor comida, ni la mejor bebida, pero se respiraba un aire de libertad inusitado incluso en la mesa donde se reunían sus personalidades más importantes, quizás por eso era que el elfo siempre se había sentido agusto en las comunas pese a que no pasara demasiado tiempo en ellas.
-Comprendo porqué surgió la aldea de Ulmer.-comentó, marcando que las preguntas demográficas habían terminado con sus anteriores respuestas.- Pero ¿De dónde viene el pueblo de Ulmer? ¿Acaso los dioses os juntaron y os llevaron al mismo sitio o hay más que una mano divina?.
Iltharion controlaba de reojo de vez en cuando el resto de la playa, viendo cómo la gente se dispersaba a cenar sobre esteras, o a los músicos, a quienes oia cambiar de instrumentos más rápido de lo que los localizaba. Una parte de el quería alzarse de la mesa, tomar su laúd y acompañarlos para amenizar la velada, por otro lado la comida era pesada sencilla pero sabrosa, y era invitado de los dirigentes de la aldea, algo lo suficientemente interesante como para superar las ganas de performar junto con los baros locales.
La explicación no respondía exactamente a lo que había preguntado el elfo, y aunque no negaba que aquello podía ser cierto, había viajado lo suficiente como para ver en aquella ubicación un punto estratégico que nada tenía que ver con el cultivo. A fin de cuentas el se había enterado de aquella ubicación gracias a los comerciantes que viajaban de Dundrack a Lunargenta, y viceversa, y cualquiera que viese un mapa de las rutas marítimas entre ambos puertos vería que en aquella aldea se hallaba un excelente punto para descansar, y reponer las existencias de un navío.
El bardo sonrió divertido, pero sin burla al ver la forma de engullir del resto de comensales, tomando bocados ya mas grandes habituandose a las costumbres de los mismos sin mayor problema en ello. No era una especie con la que soliera congeniar, pero no eran los primeros con quienes compartía mesa.
El supuesto sacerdote de Ilmer pareció más que encantado con la pregunta, y el bardo demostró un implacable interés, escuchando cada una de sus palabras como si fuera un monaguillo.
Pero no se detuvo en dar una explicación sobre la compelta y peculiar costumbre de emular un amanecer con inmensas fogatas, si no que prosiguió metiendo mano a su anterior conversación con la líder, que no parecía demasiado religiosa.
-Gracias por su concisa respuesta sacerdote.- Respondió con un tono respetuoso, y se reclinó en su propio asiento tomando el vino excesivamente especiado que ofrecían en la mesa. No era la mejor comida, ni la mejor bebida, pero se respiraba un aire de libertad inusitado incluso en la mesa donde se reunían sus personalidades más importantes, quizás por eso era que el elfo siempre se había sentido agusto en las comunas pese a que no pasara demasiado tiempo en ellas.
-Comprendo porqué surgió la aldea de Ulmer.-comentó, marcando que las preguntas demográficas habían terminado con sus anteriores respuestas.- Pero ¿De dónde viene el pueblo de Ulmer? ¿Acaso los dioses os juntaron y os llevaron al mismo sitio o hay más que una mano divina?.
Iltharion controlaba de reojo de vez en cuando el resto de la playa, viendo cómo la gente se dispersaba a cenar sobre esteras, o a los músicos, a quienes oia cambiar de instrumentos más rápido de lo que los localizaba. Una parte de el quería alzarse de la mesa, tomar su laúd y acompañarlos para amenizar la velada, por otro lado la comida era pesada sencilla pero sabrosa, y era invitado de los dirigentes de la aldea, algo lo suficientemente interesante como para superar las ganas de performar junto con los baros locales.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
El sacerdote se disponía a responder, pero Nana se giró rápidamente hacia Iltharion, dejando la copa en la mesa. Seria por las palabras de Micah y por la pregunta del elfo. Si bien era un completo extraño, tanta pregunta denotaba que no era un viajante cualquiera, así como sus dibujos y toda la información que recogía podía ser para algo más allá de la curiosidad. Así que cualquier palabra debía de ser calculada al milímetro, pero ¿Para qué? Ulmer no tenía secretos, Ulmer era un pueblo libre, donde el consejo era quien decidía el devenir de su historia junto a la opinión popular. Tachados de comuna, cuando realmente habían implantado un modelo político donde era el pueblo quien decidía en gran medida, pese a ser Nana la que tenía la última palabra.
-Ulmer es un pueblo libre. -Afirmó la loba antes de que Micah, el sacerdote, pudiera articular palabra. -Ulmer somos todos aquellos que quieren vivir en libertad, pero con la satisfacción y seguridad que produce vivir unidos y en paz. -Sentenció la líder, como si la conversación hubiera terminado.
-Yo no pienso así. -Replicó el sacerdote, aún girado hacia Iltharion, reposando su brazo sobre el respaldo de madera de la silla. -Tú fuiste la mesías de los dioses, tú guiaste a los perdidos hacia una nueva vida, y guiaste a la raza en la guerra de las razas cuando nadie daba nada por nosotros. -Micah miró serio a Nana, que se sorprendió al escuchar las palabras del sacerdote, pues pocas personas sabían quién era la que realmente estaba detrás de aquella pequeña rebelión, pues intentó quedar entre las sombras.
-Eso fue hace muchísimos años, Micah. -Se excusó como pudo, intentando evadir el tema lo más que pudo. -Si quieres saber qué es Ulmer, y de dónde viene, solo tienes que mirar a la gente. -Finalmente concluyó el tema, cogiendo una de las chuletas que tenía delante. -Nosotros estamos aquí porque vivíamos con miedo, miedo por ser diferentes, por no tener un clan al que pertenecer. Existía hasta hace relativamente poco un clan que ejercía la hegemonía sobre la raza, esclavizando a los más débiles y a aquellos que no fueran como ellos. -Explicó a Iltharion con tono pausado y tranquilo.
-¡Pero bueno, dejar el politiqueo! ¡Que estamos de fiesta! -Gritó Leonardo, sentado al otro lado de Micah, borracho como una cuba.
-Y lo peor es que tiene razón. -Bromeó Nana mirando a Iltharion con una amplia sonrisa. -Nuestro vino no será el mejor de Aerandir, ni nuestra carne la más sabrosa, ¡Pero mira qué mujeres más guapas! -Continuó la broma de Leo la líder señalando a las muchachas que tocaban diferentes instrumentos y bailaban junto a la hoguera. -Nuestras fiestas quizá sí pueda ser lo mejor de Aerandir. -Volvió a bromear y Leonardo y Micah rieron ante el comentario de la líder.
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
El tono tajante que usó la loba hizo que el bardo alzara ambas cejas al mismo tiempo con algo de sorpresa pero sin alterar en lo mas mínimo la apacible calma del resto de sus facciones.
Su mirada pasó entonces hacia el sacerdote, quien de nuevo parecía tener que decir y no dudaba en contradecir a la mujer a la que proclamaba mesías con tal de letrarla, revelando peculiar información sobre quién tenía el elfo sentada a su lado.
Aun así, al hijo de sandorai tanto se le daban las guerras, normalmente eran las peleas de unos pocos luchadas por quienes nada tenían que ver con ello, y solo enriquecen a los mercaderes de metales y a los señores prestamistas que pagaban los ejércitos de los que querían adueñarse de tierras agenas.
La mujer no parecía especialmente entusiasmada con el tema, y desvió la atención hacia su gente.
-Que es es algo que se ve, de donde vienen tiene tantas respuestas como gente en la plaza, como se dió eso, es algo que no se ve todos los días.- Se encogió de hombros el bardo.- Pero lo último que deseo es incomodar a mis anfitriones.- Escuchó con un leve asentimiento la vaga narración sobre como se habían rebelado sobre un señor opresor, esperaba que tuvieran mejor suerte que la mayoría de pequeños grupos que habían perseguido ese mismo destino.
Iltharion se unió a las risas cuando el primer borracho de la mesa, o al menos el más evidente, rompió la semi tensa atmósfera que había quedado sobre parte de los comensales, y escuchó con cierta diversión como varios de ellos se unían a los comentarios jocosos. El bardo alzó su propia jarra brindando por aquellas proclamas.
Si bien no negaba que las mujeres de las comunas tuvieran su encanto, también eran mucho más fieras que las de la mayoría de otros lados, y con un ímpetu prácticamente masculino. De hecho mas que por las formas voluptuosas de sus cuerpos, su actuar era mas salvaje y varonil que el de los hombres de las cortes, comparación que estaba seguro horrorizaría a ambos bandos si alguna vez se hallaba lo suficientemente ebrio como para exponerla.
-No tengo que mirar tan lejos para poder apreciar la belleza de las mujeres de Ulmer.- Respondió en clara alusión a las damas presentes en la mesa queriendo evitar el secundar aquello con alguna barbaridad menos halagadora y mas soez que no solo pudiera herir sensibilidades, si no acarrearle una buena paliza, algo poco propio del elfo.-¿Bailaría alguna de ustedes con un foráneo?.-Ofreció a quorum para no hacer aquello tan personal que pudiera tomarse como un intento de seducción que enojara a los machos presentes, si no como ganas de continuar con la fiesta con toda la inocencia que pudiera tener un adulto que daba buena cuenta del vino, pero que aún se tenía en pie sin visibles problemas.
Su mirada pasó entonces hacia el sacerdote, quien de nuevo parecía tener que decir y no dudaba en contradecir a la mujer a la que proclamaba mesías con tal de letrarla, revelando peculiar información sobre quién tenía el elfo sentada a su lado.
Aun así, al hijo de sandorai tanto se le daban las guerras, normalmente eran las peleas de unos pocos luchadas por quienes nada tenían que ver con ello, y solo enriquecen a los mercaderes de metales y a los señores prestamistas que pagaban los ejércitos de los que querían adueñarse de tierras agenas.
La mujer no parecía especialmente entusiasmada con el tema, y desvió la atención hacia su gente.
-Que es es algo que se ve, de donde vienen tiene tantas respuestas como gente en la plaza, como se dió eso, es algo que no se ve todos los días.- Se encogió de hombros el bardo.- Pero lo último que deseo es incomodar a mis anfitriones.- Escuchó con un leve asentimiento la vaga narración sobre como se habían rebelado sobre un señor opresor, esperaba que tuvieran mejor suerte que la mayoría de pequeños grupos que habían perseguido ese mismo destino.
Iltharion se unió a las risas cuando el primer borracho de la mesa, o al menos el más evidente, rompió la semi tensa atmósfera que había quedado sobre parte de los comensales, y escuchó con cierta diversión como varios de ellos se unían a los comentarios jocosos. El bardo alzó su propia jarra brindando por aquellas proclamas.
Si bien no negaba que las mujeres de las comunas tuvieran su encanto, también eran mucho más fieras que las de la mayoría de otros lados, y con un ímpetu prácticamente masculino. De hecho mas que por las formas voluptuosas de sus cuerpos, su actuar era mas salvaje y varonil que el de los hombres de las cortes, comparación que estaba seguro horrorizaría a ambos bandos si alguna vez se hallaba lo suficientemente ebrio como para exponerla.
-No tengo que mirar tan lejos para poder apreciar la belleza de las mujeres de Ulmer.- Respondió en clara alusión a las damas presentes en la mesa queriendo evitar el secundar aquello con alguna barbaridad menos halagadora y mas soez que no solo pudiera herir sensibilidades, si no acarrearle una buena paliza, algo poco propio del elfo.-¿Bailaría alguna de ustedes con un foráneo?.-Ofreció a quorum para no hacer aquello tan personal que pudiera tomarse como un intento de seducción que enojara a los machos presentes, si no como ganas de continuar con la fiesta con toda la inocencia que pudiera tener un adulto que daba buena cuenta del vino, pero que aún se tenía en pie sin visibles problemas.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
La Noche del Surnahi, era imposible haberlo olvidado… ¿o no? Me desperté con las risas de los niños y los fuertes sonidos que rodeaban mi casa. Mi casa, la última antes de llegar al río, escasamente perturbada en su infinita paz. Solamente aquellos que deseaban camorra o un buen tirón de orejas se acercaban para perturbar mi descanso. Sin embargo esa noche era diferente. La hoguera ardía a unos cuantos metros de mi pequeño patio mal cuidado y lleno de cardos. Por los dioses, pero que júbilo dije a toda voz, alzando mi cabeza por la ventana. Con casi ocho meses de embarazo y un vientre totalmente abultado, no tenía ni la menor intención de moverme. El calor comenzaba a hacerse notar, al igual que la hinchazón en mis piernas.
-Mawood, ¿aun estás durmiendo?- dijo el pequeño mocoso que se metió a mi casa como si fuese la propia.
¿Qué haces aquí? ¿no deberías de ir feliz a la fiesta? Ah… como sea, vuelve por donde llegaste, no tengo ganas de ver a nadie mascullé volviendo a meterme a la cama y tapando mi cabeza luego de darle propiamente a la espalda al niño que no dejaba de ganar terreno
-Blackuart ¿qué haces aquí? Mamá está afuera con los demás, casi es hora de que Micah proceda con el evento principal- dijo la voz de la hermana mayor, Lorenza.
Gruñí desde el fondo de la cama, en esa familia parecían ser todos iguales. La chica se sobresaltó con mi movimiento, pues no esperaba encontrarme en casa aún. Miré su expresión, en su rostro estaban escritas las palabras que su hermano menor me había dicho momentos atrás.
Déjenme sola, me visto y los alcanzo en seguidamascullé, fingiendo mala saña, pero en realidad algo alegre por su corta visita. Me gustaba la soledad, pero últimamente necesitaba el calor de hogar que esa familia transmitía. Tardé varios minutos en encontrar algo que en realidad me entrara con la barrigota que tenía, pero estuve a tiempo para sentenciar alegremente ¡Por Ulmer!.
La festividad estaba en su esplendor, colores, fragancias, todos habían sacado sus buenos trapos a tomar el aire fresco que ofrecía la apacible noche en el pueblo. A la distancia divisé a Nana con los suyos, Hera y su familia, Michah, Leo, entre otros. Me acerqué lentamente, sacando comida de aquí y allá para satisfacer el apetito ávido y lleno de antojos de una mujer en mi estado.
Feliz Surnahi Saludé, con una pata de antílope en la siniestra y una gran sonrisa en el rostro. Torcí la cabeza a un lado al ver a un orejas largas entre los nuestros. Entrecerré los ojos, aún me daban cosa con esa aura de paz y amor que difundían a su alrededor. Aunque este por algún motivo me pareció un poco menos aberrante.
Bailaría con un foráneo, pero por obvios motivos sería un poco difícil me excusé, haciéndome paso a la mesa cual glotona para servirme un vaso con agua. Tienes que salir más seguido de esas cuatro paredes Nana, se te está yendo el color bromee mientras no dejaba de recorrer el gran festín con la mirada. Yumi yumi…
-Mawood, ¿aun estás durmiendo?- dijo el pequeño mocoso que se metió a mi casa como si fuese la propia.
¿Qué haces aquí? ¿no deberías de ir feliz a la fiesta? Ah… como sea, vuelve por donde llegaste, no tengo ganas de ver a nadie mascullé volviendo a meterme a la cama y tapando mi cabeza luego de darle propiamente a la espalda al niño que no dejaba de ganar terreno
-Blackuart ¿qué haces aquí? Mamá está afuera con los demás, casi es hora de que Micah proceda con el evento principal- dijo la voz de la hermana mayor, Lorenza.
Gruñí desde el fondo de la cama, en esa familia parecían ser todos iguales. La chica se sobresaltó con mi movimiento, pues no esperaba encontrarme en casa aún. Miré su expresión, en su rostro estaban escritas las palabras que su hermano menor me había dicho momentos atrás.
Déjenme sola, me visto y los alcanzo en seguidamascullé, fingiendo mala saña, pero en realidad algo alegre por su corta visita. Me gustaba la soledad, pero últimamente necesitaba el calor de hogar que esa familia transmitía. Tardé varios minutos en encontrar algo que en realidad me entrara con la barrigota que tenía, pero estuve a tiempo para sentenciar alegremente ¡Por Ulmer!.
La festividad estaba en su esplendor, colores, fragancias, todos habían sacado sus buenos trapos a tomar el aire fresco que ofrecía la apacible noche en el pueblo. A la distancia divisé a Nana con los suyos, Hera y su familia, Michah, Leo, entre otros. Me acerqué lentamente, sacando comida de aquí y allá para satisfacer el apetito ávido y lleno de antojos de una mujer en mi estado.
Feliz Surnahi Saludé, con una pata de antílope en la siniestra y una gran sonrisa en el rostro. Torcí la cabeza a un lado al ver a un orejas largas entre los nuestros. Entrecerré los ojos, aún me daban cosa con esa aura de paz y amor que difundían a su alrededor. Aunque este por algún motivo me pareció un poco menos aberrante.
Bailaría con un foráneo, pero por obvios motivos sería un poco difícil me excusé, haciéndome paso a la mesa cual glotona para servirme un vaso con agua. Tienes que salir más seguido de esas cuatro paredes Nana, se te está yendo el color bromee mientras no dejaba de recorrer el gran festín con la mirada. Yumi yumi…
Woodpecker
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
La noche del Surnahi, el fin de la estación de lluvias, una noche de festividad en todos lados. Sino me equivocaba era la primera vez que lo pasaba fuera de mi hogar. Esta noche siempre la solía pasar con amigos, familiares y conocidos de mi aldea; bailando, comiendo y riendo toda la noche. Siempre mis amigos me buscaban para obligarme a que sacará a una joven a bailar o cualquier cosa de las suyas pues siempre me mantenía apartado de todos mirando con una sonrisa en los labios. Que tiempos, en los que en mi hogar no tenía problemas y donde el manto de la noche no era mi techo cada vez que el sol callera, solamente era algo extenso a lo que mirar tranquilamente.
Había llegado a Ulmer por la mañana y había estado dando unas vueltas por la aldea. Había visto a gente preparar la festividad, a gente trabajando en sus tareas cotidianas, a niños corretenado por ahí; todo aquel lugar parecía realmente hogareño para cualquier incluso para mi pero sabía de sobra que aquel no era mi hogar, solamente era otro lugar de paso pero ya que había llegado allí, ya que la noche era especial y de fiesta, porque no ver como la celebraban allí. ¿Por que no disfrutar de una noche tranquila para variar? Me lo podía permitir en total no tenía prisa por ir a ninguna parte en aquella noche.
Me estuve por el pueblo paseando hasta que la noche cayó y los tambores empezaron a sonar. Me acerqué a la zona donde se iba a realizar la festividad y como hacía en mi aldea me quedé mirando apartado de todos. Una gran pila de madera fue prendida por alguien y todos a su vez se felicitaron aquella noche. Cuantas caras de felicidad, por desgracia la mía estaba algo apagada, y obviamente no mostraba la sonrisa que de normal mostraba en aquella festividad. Para todo desterrado recordar cosas del hogar del que te despojaron era duro pero aun así debía aprender a llevarlo pues seguramente a un me quedaba mucho tiempo fuera de mi hogar... Si es que volvía a ser mi hogar.
Miraba la festividad con tranquilidad, apoyado en una cabaña con los brazos cruzados. La imagen era bastante alegre. Gente que bailaba, que hablaba y reía, que se pegaba un gran festín y niños que no se cansaban de corretear por todos los lados. A mi parecer todo el mundo se lo pasaba bien, incluso vi a un elfo entre la gente, cosa que no pensé que vería. Bueno solté un leve suspiro. Todos lo pasaban bien y yo allí al margen de todo, en parte era porque no estaba animado y en otra parte porque no vestía ropas como para estar en aquella festividad además de que iba armado pues era extrangero allí y recién llegado. Bueno me dedicaría a observar por el momento.
Alexein Meltwork
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
La noche se sucedía normalmente, la gente terminaba de cenar y se ponía a danzar de nuevo, ahora con ritmos más lentos, más sensuales. Porque con la barriga llena no se podían dar los botes que estaba dando la gente, eso era obvio. Giró la cara hacia el elfo cuando comenzó a hablarle de nuevo, respondiendo sus últimas frases. Ella por su parte se había quedado embelesada con la danza de las llamas. Pero tampoco hizo demasiado caso a los halagos del elfo, ya que su mirada rápidamente se fijó en una figura que apareció casi de entre las sombras. Nana esbozó una gran sonrisa, aquella era noche de reencuentros, sin duda.
-Wood. -Sonrió haciendo un ademán con la cabeza a modo de saludo. Iba a invitarla a sentarse con ellos, pero le faltó poco tiempo para sentarse a devorar, literalmente, cualquier cosa que se le pusiera enfrente.
-Tranquila, ya sabes que el sol y yo nunca fuimos grandes amigos. -Respondió a su broma sobre su color de piel.-Tú en cuidado, que con ese apetito vas a morderle el brazo a alguien. -Le dijo balanceándose sobre las patas traseras de su asiento para asomarse por detrás de las sillas y así asegurarse de que lo escuchara.
Tras aquel inciso, se dejó caer en la silla, volviendo a poner las cuatro patas sobre la roca y miró al elfo arqueando levemente una ceja. No quería ser descortés, ni mucho menos, pero ¿Bailar? Ni hablar. Nana no había bailado nunca, ni en la coronación de Siegfried donde damas pomposas daban vueltas con vestidos de colores horribles y llenos de pedrerías. A ella le gustaban las danzas del Surnahí, claro, pero bailar con un extraño...
-No me gustaría parecer maleducada, pero no miento cuando digo que no sé nada de baile. -Rió, un poco incómoda.
-A mi ni me mire... -Dijo Hera sin voltear la cabeza para mirarlos, mientras acunaba al pequeño en sus brazos.
-¡Claro hombre! Yo bailo contigo. -Bromeó Alec, también borracho como una cuba, que intentó levantarse de la silla de un salto y cayó hacia atrás sobre el respaldo de su asiento. -... Pues mejor otro día será. -Apuntó el chico frotándose la cabeza por el golpe, pero sin ánimos de levantarse del suelo.
Su mujer, Hera, negó con la cabeza mientras reía. ¿Qué iba a hacer sino? En realidad todos los presentes en la mesa rieron, Leo se levantó con el fin de ayudar a Alec a levantarse, pero solo consiguió ponerse de cuclillas a su lado para seguir riéndose de la caída, se rió tanto que acabó haciendo la croqueta por el suelo al lado de su compañero.
-Bueno va, bailaré contigo, pero por no seguir aguantando a esta panda de borrachos indecentes. -Sentenció la líder levantándose de la mesa.
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Iltharion pasó la mirada por la mujer en cinta que se había acercado a la mesa, saludando y felicitando las fiestas a los presentes, y alzando la copa le devolvió el saludo, algo preso del jolgorio popular que lo rodeaba.
-Feliz Surnahi.-Le respondió al extraño posado que le dedicó con una sonrisa, antes de dar un largo trago al vino excesivamente especiado de Ulmer que se había servido en la mesa, se inclinó la cabeza dándole la razón a la dama, estaba demasiado preñada como para zarandearse de un lado al otro con brusquedad, y pese a saber como, prefería terminar la noche sin tener que atender a un parto, pese a que no dejaría de prestar servicio si era preciso.
-Si siente alguna incomodidad, soy sanador.- Se ofreció a la mujer en estado el bardo.- Y no he bebido tanto todavía.-Miró de soslayo al resto de integrantes de la fiesta en cuya mayoría no se podía asegurar lo mismo.
El hijo de Sandorai rió entre dientes viendo que lo único que había aceptado su oferta era el hombre mas borracho de la mesa, y su grave voz rompió en aún más sonoras carcajadas coreando al resto de asistentes cuando el sujeto se estroló contra el suelo, y su mujer, también riendo, se apuró a asistirlo.
-En otra ocasión sera.- le excusó el elfo, viendo que difícilmente podría tenerse en pie por si solo, y encontrando peligroso acercarlo a las fogatas en ese estado.
El comentario de la mujer que presidía la mesa lo tomó gratamente por sorpresa, y volteó su rostro hacia la misma sonriendo por aquel comentario, y agradeciendo tener mejor aguante con el alcohol de lo que tenían algunos de aquellos lobos de forma que su equilibrio se viera mermado mínimamente, y su fluidez al moverse, todavía indemne.
El Bardo se levantó entonces extendiendole la mano para acompañar a la líder hacia las fogatas para mezclarse con el resto de bailarines.
Iltharión no tuvo problemas para emular al resto de personas de la aldea en sus formas y estilo de danza, dedicándose como lo hacía a esa clase de cosas, y tomando con delicada firmeza una de las manos de la líder de la aldea aprovechó dicho agarre para guiarla y que no tuviera problemas para bailar, para que le resultara más sencillo y no se sintiera cohibida por no saber nada de baile tal y como había dicho. Portando el peso de la danza sin aparentes problemas.
-Además de líder de la aldea, una guerrera libertaria, no me extraña que gocé de tal simpatía por parte de su pueblo.-Comentó´distraídamente, sin perder la sonrisa en ningún momento.- Algo sin duda excepcional.- La mayoría de señores de las tierras tenían el respeto que les aseguraba el miedo por su posición y el desequilibrio de poder, en cambio allí sus súbditos se habían mostrado cercanos, se tomaban muchas libertades, y parecían poseer un genuino aprecio por la loba.
-Pero le he preguntado mucho de usted, ¿Puedo hacer algo para compensar mi curiosidad? Imagino que con los mercaderes de Lunargenta y de Dundrak ya tendrán noticias del norte y del sur, pero suelo viajar bastante, y a los bardos nos escuchan y nos hablan en las aldeas de un modo distinto a un comerciante.-Ofreció a la líder de quien había notado cierto recelo, esperando que dandole vía libre para preguntar cuanto gustara pudiera calmar cualquier sospecha.
-Feliz Surnahi.-Le respondió al extraño posado que le dedicó con una sonrisa, antes de dar un largo trago al vino excesivamente especiado de Ulmer que se había servido en la mesa, se inclinó la cabeza dándole la razón a la dama, estaba demasiado preñada como para zarandearse de un lado al otro con brusquedad, y pese a saber como, prefería terminar la noche sin tener que atender a un parto, pese a que no dejaría de prestar servicio si era preciso.
-Si siente alguna incomodidad, soy sanador.- Se ofreció a la mujer en estado el bardo.- Y no he bebido tanto todavía.-Miró de soslayo al resto de integrantes de la fiesta en cuya mayoría no se podía asegurar lo mismo.
El hijo de Sandorai rió entre dientes viendo que lo único que había aceptado su oferta era el hombre mas borracho de la mesa, y su grave voz rompió en aún más sonoras carcajadas coreando al resto de asistentes cuando el sujeto se estroló contra el suelo, y su mujer, también riendo, se apuró a asistirlo.
-En otra ocasión sera.- le excusó el elfo, viendo que difícilmente podría tenerse en pie por si solo, y encontrando peligroso acercarlo a las fogatas en ese estado.
El comentario de la mujer que presidía la mesa lo tomó gratamente por sorpresa, y volteó su rostro hacia la misma sonriendo por aquel comentario, y agradeciendo tener mejor aguante con el alcohol de lo que tenían algunos de aquellos lobos de forma que su equilibrio se viera mermado mínimamente, y su fluidez al moverse, todavía indemne.
El Bardo se levantó entonces extendiendole la mano para acompañar a la líder hacia las fogatas para mezclarse con el resto de bailarines.
Iltharión no tuvo problemas para emular al resto de personas de la aldea en sus formas y estilo de danza, dedicándose como lo hacía a esa clase de cosas, y tomando con delicada firmeza una de las manos de la líder de la aldea aprovechó dicho agarre para guiarla y que no tuviera problemas para bailar, para que le resultara más sencillo y no se sintiera cohibida por no saber nada de baile tal y como había dicho. Portando el peso de la danza sin aparentes problemas.
-Además de líder de la aldea, una guerrera libertaria, no me extraña que gocé de tal simpatía por parte de su pueblo.-Comentó´distraídamente, sin perder la sonrisa en ningún momento.- Algo sin duda excepcional.- La mayoría de señores de las tierras tenían el respeto que les aseguraba el miedo por su posición y el desequilibrio de poder, en cambio allí sus súbditos se habían mostrado cercanos, se tomaban muchas libertades, y parecían poseer un genuino aprecio por la loba.
-Pero le he preguntado mucho de usted, ¿Puedo hacer algo para compensar mi curiosidad? Imagino que con los mercaderes de Lunargenta y de Dundrak ya tendrán noticias del norte y del sur, pero suelo viajar bastante, y a los bardos nos escuchan y nos hablan en las aldeas de un modo distinto a un comerciante.-Ofreció a la líder de quien había notado cierto recelo, esperando que dandole vía libre para preguntar cuanto gustara pudiera calmar cualquier sospecha.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Ni los dioses lo permitan le respondí a la líder, con la boca llena y haciéndome mi propio lugar en la mesa, imponiendo las nuevas proporciones de este cuerpo que tan extrañas me resultaban. La fiesta era entretenida, no una de esas estiradas donde aparentas lo que no eres y tampoco sabes qué esperar. Ésta era una velada especial, nosotros como un solo ser, celebrando el Surnahi entre la tierra que nosotros mismos habíamos labrado y el manto estrellado que guardaba los secretos de nuestra licantropía. La música ahora sonaba lenta, y el ambiente había cambiado. No era aquello un motivo para que me sintiese melancólica. Nunca había compartido esas tradiciones con nadie en particular. En mi mente, por algún extraño motivo, estaba mi difunto maestro.
Le eché un ojo a Blackuart por costumbre y no tardé mucho en encontrarlo haciéndole ojitos a la hija de los Ristrs. Sonreí de lado, de alguna forma esperaba que la criatura que llevaba en el vientre se pareciera un poco a ese mocoso. Aunque no lo quisiera aceptar tenía un algo cautivador y sabía que nadie le dejaría en banda. De vez en cuando pensaba en el cazador, tal vez debería siquiera enviarle una nota haciéndole saber que iba a tener un niño de su propia sangre, pero nunca me atreví a querer pensar en nada más. Después de todo, aquello había sido cosa de una sola noche. Pasión desenfrenada o más bien necesidad el uno del otro. No había sentimiento de por medio, ni siquiera nombres reales. Probablemente si nos encontrásemos en la calle el no sabría reconocerme, aunque yo podría hacerlos a kilómetros de distancia. Hay varios tipos de esencia que se me graban en la mente, la de un macho fuerte que comparte mi lecho es una de ellas.
Acaricié el bulto de mis entrañas y lo miré con cierta satisfacción. Al menos te diré su nombre cuando seas grande, para que no te hagas matar por él le murmuré. Generalmente me sentía como una tonta hablándole a… aún no tenía nombre, pero a el/la. Sentí un par de golpecitos a modo de respuesta y sonreí de lado. La espalda comenzaba a molestarme, por lo que me puse en pie. A tiempo estuve para captar una de esas esencias que se me quedan selladas en la mente. Alex, susurré el nombre como si él pudiese escucharme desde donde estuviese. Me mordí el labio inferior, indecisa si hacerle notar mi presencia o no. Después de meditarlo unos momentos, levanté la vista y puse todo el bulto en movimiento. No tardé en encontrar su solitaria figura a la distancia.
Tal vez fuesen las esencias de diferentes cosas mezcladas en el ambiente, la fiesta o todo esto de la maternidad, pero me sentí emocionada al reencontrar al joven licántropo que meses atrás había llegado a conocer. ¡Alex! grité desde la distancia, levantando la mano para hacerme notar.
Le eché un ojo a Blackuart por costumbre y no tardé mucho en encontrarlo haciéndole ojitos a la hija de los Ristrs. Sonreí de lado, de alguna forma esperaba que la criatura que llevaba en el vientre se pareciera un poco a ese mocoso. Aunque no lo quisiera aceptar tenía un algo cautivador y sabía que nadie le dejaría en banda. De vez en cuando pensaba en el cazador, tal vez debería siquiera enviarle una nota haciéndole saber que iba a tener un niño de su propia sangre, pero nunca me atreví a querer pensar en nada más. Después de todo, aquello había sido cosa de una sola noche. Pasión desenfrenada o más bien necesidad el uno del otro. No había sentimiento de por medio, ni siquiera nombres reales. Probablemente si nos encontrásemos en la calle el no sabría reconocerme, aunque yo podría hacerlos a kilómetros de distancia. Hay varios tipos de esencia que se me graban en la mente, la de un macho fuerte que comparte mi lecho es una de ellas.
Acaricié el bulto de mis entrañas y lo miré con cierta satisfacción. Al menos te diré su nombre cuando seas grande, para que no te hagas matar por él le murmuré. Generalmente me sentía como una tonta hablándole a… aún no tenía nombre, pero a el/la. Sentí un par de golpecitos a modo de respuesta y sonreí de lado. La espalda comenzaba a molestarme, por lo que me puse en pie. A tiempo estuve para captar una de esas esencias que se me quedan selladas en la mente. Alex, susurré el nombre como si él pudiese escucharme desde donde estuviese. Me mordí el labio inferior, indecisa si hacerle notar mi presencia o no. Después de meditarlo unos momentos, levanté la vista y puse todo el bulto en movimiento. No tardé en encontrar su solitaria figura a la distancia.
Tal vez fuesen las esencias de diferentes cosas mezcladas en el ambiente, la fiesta o todo esto de la maternidad, pero me sentí emocionada al reencontrar al joven licántropo que meses atrás había llegado a conocer. ¡Alex! grité desde la distancia, levantando la mano para hacerme notar.
Woodpecker
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Al parecer todo el mundo se lo estaba pasando genial en la fiesta. Mis ojos no dejaban de divisar gente bailando, gente algo pasada de copas para variar en una fiesta, gente comiendo de aquel apetitoso banquete, niños corriendo y jugando, algún que otro hombre buscando ligue; en fin muchas cosas pasaban ante mis ojos. Se podía decir que en aquella fiesta yo era un mero observador. Un observador silencioso que no se quería hacer notar demasiado para no causar problemas a nadie de aquel lugar y para no estropear aquella fiesta.
Que sí. Que estaba claro que me podría acercar a la gente y participar en aquella fiesta ya que, hasta un elfo lo estaba haciendo, pero no. Prefería quedarme allí mirando con un leve sonrisa en los labios y un brillo melancólico en la mirada; fue entonces cuando alguien se fijo en mi. Era una simple niña que al ir correteando se había fijado en mi y ahora me miraba fijamente algo pensativa. No pude mas que ensanchar la sonrisa y saludarla con la mano sin desdoblar mis brazos, lo cual la niña noto y me saludo de igual manera para seguir a lo suyo.
Si la noche aparentaba ser tranquila. El cielo estaba despejado, lleno de esos puntitos brillantes que son las estrellas, la luna rebosaba hermosa en el cielo y la naturaleza parecía estar también de fiesta con aquellos que estaban allí de jubilo. Era una imagen digna de vivir y de ver, pues si alguien te la contará no se sentiría lo mismo que yo sentía al verlo. Sentía algo hogareño, algo que te atrapaba y te hacía sentirte como en casa, tal vez era por aquella sensación que mis ojos tenían aquel brillo melancólico el cual había nombrado antes.
Estaba apunto de irme, apunto de despegar mi hombre de la pared de aquella cabaña y de descruzar mis brazos; cuando de repente una voz mas que conocida se alzo en el aire de la fiesta llamandome. Alcé la cabeza y en efecto allí la vi. Era Wood, era una coincidencia bastante agradable volverme a cruzar con ella después de tanto tiempo aunque por lo que podía ver había cambiado algo su cuerpo. Na serían cosas normales pero la cosa era que me había visto por lo que ya no me podía ir como si nada y sin hacer ruido alguno.
Tomé aíre y empecé a caminar por la fiesta, armado porque no tenía donde dejar mi arma, y vestido de forma poca apropiada hacia donde estaba Wood llamandome. Pasaba entre la gente sin decir nada solamente saludando a quien me saludaba o me daba la felicitación por aquel día hasta que al final llegue hasta donde estaba Wood. Al estar delante de ella le hice una reverencia. -Feliz Surnahi Wood.- Le dije antes de levantarme de nuevo. -Me alegro mucho de volver a verte y me hubiera gustado haber venido con una vestimenta mas adecuada para esta noche y desarmado pero he llegado esta mañana y no me acordaba que era esta noche la celebración.- Sonreí tranquilamente y la miré de arriba a bajo. -¿Como te ha ido todo Wood? Te ves bien.- Yo y mis buenas formas pero que le iba ha hacer era así.
Alexein Meltwork
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Aceptó la invitación del elfo cordialmente. Aunque a ella esos protocolos de gente de la alta sociedad no le hacían demasiada gracia. No obstante no quiso ser descortés rechazando la mano del elfo, pero aquella invitación parecía más de bailes de salón que de danzas tribales como las que estaban presenciando. Con la mano que le quedaba libre se arremangó el vestido a la altura de las rodillas para poder andar sobre las rocas. Descalza como iba, esperaba que aquel hombre supiera bailar, sino se llevaría más de un pisotón.
Pudo ver a Wood saludando a un completo desconocido. Vaya que si comía, en vez de un niño parecía que iba a traer al mundo a una camada entera. Nana sonrío, en realidad se alegraba de verlos a todos, juntos de nuevo, pero ¿Y Aleki? ¿Y aquel lobo misterioso que se dormía de repente? La aldea era un ir y venir de gente, de extraños que venían para unos días que se quedaban, de gente que se iba a las capitales, de gente que moría... Gente que nacía. El estancamiento no era una opción si querían que la aldea perdurase.
Comenzaron a danzar, los pasos no eran demasiado difíciles, así que la loba pudo seguir el ritmo sin ningún problema. Además había visto tantas veces bailar a las mujeres en las tabernas que frecuentaba en Lunargenta, que se había quedado perfectamente con la copla.
-Por favor, tantos halagos en una misma frase me van a ruborizar. -Bromeó la loba. Pero a su vez se activó una pequeña alarma en su interior. Si algo le había enseñado la vida es que cuando alguien te halaga de tal manera, o algo quiere, o algo esconde. ¿Era falsedad lo que guardaría aquel elfo? ¿O simplemente haber bebido de más? No era la clase de espías que mandaba la manada, demasiado elfo y ellos demasiado racistas.
-Así que un bardo, eh.-Muchas piezas comenzaban a encajar, como los halagos. Nana sonrió, alejándose al menos un poco de su desconfianza hacia Iltharion.
-Pues, contamos con embajadas en Lunargenta y Dundarak, y trabajamos por una amistad con los brujos y establecer allí también un embajador, quien nos mantiene al tanto de todo. -Le explicó libremente mientras sus pasos se adaptaban a un cambio de música más animado con la reincorporación de los tambores. -Pero me gustaría saber qué visión tenía un bardo de Ulmer antes de llegar. Además, si han sido tantos sus elogios, no creo que tuviera las expectativas muy altas. -Sentenció la loba con una pequeña sonrisa.
Nana
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Iltharión rió ante la broam de la loba, sin detenrse un isntante.Al elfo no parecía costarle el seguir esos ritmos mas tirbales, y se movía con la misma fluidez en ellos que el resto de moradores de la aldea que se hallaban alrrededor de ellos entorno a las fogatas.
-¿Podría?.-Encaró una ceja.-No da la sensación de ser de rubor fácil.-Contestó con cierto humor. Pese a que no abandonaba del todo su trato cortés, no esperaba que el mismo hiciera la mella en aquella mujer mas salvaje que la que hacía en las pueblerinas de la península, o'incluso en las isleñas a las que tan rara vez se había aventurado a visitar. Iltharion habia descubierto en sus viajes cierta relación entre el salvajismo y la falta de pudor que no le desagradaba, pero le resultaba siempre igual de peculiar.
-Bardo, pintor, y sanador. No soy de los mejores, pero aprendí un poco de todos lados.-Asintió, dedicándole una mirada de soslayo a la mujer de grandes dimensiones que había demostrado un apetito tan voraz como una fiera salvaje, y parecía gozar de buena salud, movimiento y humor. Buenas señales para ella y para su hijo, o hijos si es que había mas de uno en esa inmensa barriga.
Iltharion escuchó con cierto asombro la cantidad de contactos que tenía aquella pequeña población con el resto de reinos, aunque parados a pensar en ello era normal que los dirigentes quisieran mantener relaciones ante un puerto tan estratégicamente ubicado, y que probablemente terminaría siendo una asidua parada para mercaderes, y una fuente económica que enriquecería a sus habitantes un con fluir constante de gente de todos lados.
-Me hallaba viendo hacia donde me dirigiría entre los mercaderes que salían del puerto y de las carretas cuando escuche en varias ocasiones el nombre de este lugar. Ulmer, me resultaba increíble que hubiera una parada en varias rutas comerciales que no hubiera visitado nunca.- Sonrió levemente pues aquel comentario revelaba largas décadas dedicadas a recorrer el continente con mercaderes de toda clase, raza y naturaleza.- Así que pregunte aquí y allá, no descubrí mucho, pero al enterarme de las próximas fiestas pensé que no había ocasión mejor para visitar por primera vez una nación. Y no pude resistirme en querer observar los primeros pasos de un lugar tan joven como este. Ese es también el motivo de que no tuviese altas expectativos, es nuevo, normalmente estas cosas requieren de tiempo, y aunque vuestra situación geográfica es notoria y ayuda, no pensé que se le hubiera sacado tanto provecho.
Iltharion pasaba sus ojos de los de la mujer a su baile, comprobando que tan cierta o no había sido su advertencia y acoplándose a sus movimientos, de modo que aunque mas libres y sueltos que el de los bailes de la península, mantuvieran la armonía propia de la de dos personas que bailan juntas.
-Esperaba, lamento decir, un par de casas comunales y algún que otro negocio, una fiesta mas pequeña, mas modesta, y a la gente mas cansada y gris, como la mayoría de pueblos cuando nacen.- De los cuales la mayoría morían en tiempos de guerra. ¿Sería ese también el sino de Ulmer? Solo el tiempo y la historia podría decidirlo. Por ahora el bardo sería un simple espectador de su progreso, como lo era con el mundo.-He visto muchos de ellos perecer bajo sus propios fundadores pro disputas de poder, la falta de costumbre a un líder a menudo hace que este no tenga autoridad, la pobreza hace que crezca la criminalidad antes que la industria.-El elfo se encogió de hombros.- Ulmer parece tener un buen futuro, por ahora.
Una silueta bien conocida por el bardo se empezó a acercar a la multitud, al principio el bardo no podía creerse que dicha persona estuviera en Ulmer, aunque no habría sido descabellado que lo imaginase. El bardo tragó saliva y giró al bailar intentando salir del rango de visión de aquel figura que se le acercaba, sabiendo que solo era cuestión de tiempo que le viera si permanecía allí.
-Ha sido un placer conocerla.-Se inclinó el hijo de Sandorai.-Pero como dice el dicho, lo bueno si breve dos veces bueno.- Sonrió con cierto misterio, y se retiró a buscar sus cosas.
Minutos después no había ni rastro del elfo en la aldea, como si se hubiera desvanecido en la noche.
-¿Podría?.-Encaró una ceja.-No da la sensación de ser de rubor fácil.-Contestó con cierto humor. Pese a que no abandonaba del todo su trato cortés, no esperaba que el mismo hiciera la mella en aquella mujer mas salvaje que la que hacía en las pueblerinas de la península, o'incluso en las isleñas a las que tan rara vez se había aventurado a visitar. Iltharion habia descubierto en sus viajes cierta relación entre el salvajismo y la falta de pudor que no le desagradaba, pero le resultaba siempre igual de peculiar.
-Bardo, pintor, y sanador. No soy de los mejores, pero aprendí un poco de todos lados.-Asintió, dedicándole una mirada de soslayo a la mujer de grandes dimensiones que había demostrado un apetito tan voraz como una fiera salvaje, y parecía gozar de buena salud, movimiento y humor. Buenas señales para ella y para su hijo, o hijos si es que había mas de uno en esa inmensa barriga.
Iltharion escuchó con cierto asombro la cantidad de contactos que tenía aquella pequeña población con el resto de reinos, aunque parados a pensar en ello era normal que los dirigentes quisieran mantener relaciones ante un puerto tan estratégicamente ubicado, y que probablemente terminaría siendo una asidua parada para mercaderes, y una fuente económica que enriquecería a sus habitantes un con fluir constante de gente de todos lados.
-Me hallaba viendo hacia donde me dirigiría entre los mercaderes que salían del puerto y de las carretas cuando escuche en varias ocasiones el nombre de este lugar. Ulmer, me resultaba increíble que hubiera una parada en varias rutas comerciales que no hubiera visitado nunca.- Sonrió levemente pues aquel comentario revelaba largas décadas dedicadas a recorrer el continente con mercaderes de toda clase, raza y naturaleza.- Así que pregunte aquí y allá, no descubrí mucho, pero al enterarme de las próximas fiestas pensé que no había ocasión mejor para visitar por primera vez una nación. Y no pude resistirme en querer observar los primeros pasos de un lugar tan joven como este. Ese es también el motivo de que no tuviese altas expectativos, es nuevo, normalmente estas cosas requieren de tiempo, y aunque vuestra situación geográfica es notoria y ayuda, no pensé que se le hubiera sacado tanto provecho.
Iltharion pasaba sus ojos de los de la mujer a su baile, comprobando que tan cierta o no había sido su advertencia y acoplándose a sus movimientos, de modo que aunque mas libres y sueltos que el de los bailes de la península, mantuvieran la armonía propia de la de dos personas que bailan juntas.
-Esperaba, lamento decir, un par de casas comunales y algún que otro negocio, una fiesta mas pequeña, mas modesta, y a la gente mas cansada y gris, como la mayoría de pueblos cuando nacen.- De los cuales la mayoría morían en tiempos de guerra. ¿Sería ese también el sino de Ulmer? Solo el tiempo y la historia podría decidirlo. Por ahora el bardo sería un simple espectador de su progreso, como lo era con el mundo.-He visto muchos de ellos perecer bajo sus propios fundadores pro disputas de poder, la falta de costumbre a un líder a menudo hace que este no tenga autoridad, la pobreza hace que crezca la criminalidad antes que la industria.-El elfo se encogió de hombros.- Ulmer parece tener un buen futuro, por ahora.
Una silueta bien conocida por el bardo se empezó a acercar a la multitud, al principio el bardo no podía creerse que dicha persona estuviera en Ulmer, aunque no habría sido descabellado que lo imaginase. El bardo tragó saliva y giró al bailar intentando salir del rango de visión de aquel figura que se le acercaba, sabiendo que solo era cuestión de tiempo que le viera si permanecía allí.
-Ha sido un placer conocerla.-Se inclinó el hijo de Sandorai.-Pero como dice el dicho, lo bueno si breve dos veces bueno.- Sonrió con cierto misterio, y se retiró a buscar sus cosas.
Minutos después no había ni rastro del elfo en la aldea, como si se hubiera desvanecido en la noche.
- Off-rol:
- Chicos, lamentándolo mucho me retiro del hilo, pues son dos semanas y media sin respuesta ni del que le tocaba, ni de que el resto saltearan pertinentemente el turno para continuar con la fiesta. Diviertanse.
Iltharion Dur'Falas
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
Feliz Surnahi respondí con una torpe reverencia. Por algún motivo podía sentir que mis mejillas se calentaban con esa llama tan poco conocida para mí, la pena. Esbocé una media sonrisa e hice unas figuras en la tierra con la punta de mi bota. Hace tiempo que no nos vemos… comenté antes de responderle, recordando nuestro último día que compartimos. No estaba segura de que volvería a verle, mucho menos que fuese en términos amistosos. No era como que hubiéramos terminado mal… pero dado el tiempo que pasó y lo que hablamos… solamente esperaba que su recuerdo se convirtiese en otro más de los tantos.
Te ves bien le dije, volviéndome momentáneamente en una estatua viva para luego perderme nuevamente en la profundidad de sus ojos. En la noche adquirían una tonalidad casi mística y adoraba perderme en ellos. Tosí un par de veces para obligarme a volver a la realidad. Aquello del embarazo realmente sacaba cosas que creí que s habían perdido hacía mucho tiempo. Estaba nerviosa y tenía ganas de reírme, pero no quería hacer el ridículo. Solamente esperaba que Alex creyera que me comportaba así por la celebración más que por su inesperada presencia en ese lugar.
Yo estoy tal como me ves… inmensamente gigaaaante enfaticé mis palabras haciendo un gran gesto con mis brazos. De haber estado libre de aquella panza hubiese sido más convincente ese intento de chiste. En ese momento mis brazos, a pesar de que estaban a todo dar, apenas si hacían la mímica de lo que yo deseaba expresar. Supongo que tu presencia aquí no es casual… ¿quieres acompañarme? Estoy cansada y prefiero recostarme en mi lecho Ofrecí tendiendo mi mano hacia él y volviéndome sobre el camino, observando por primera y última vez la hermosa noche del Surhani mientras esperaba mi respuesta.
[i]Off:Lo siento, ya presenté mis excusas anteriormente. Gracias Nana por no cerrar el tema hasta que hayamos salido propiamente. Este es mi último post en este tema
Te ves bien le dije, volviéndome momentáneamente en una estatua viva para luego perderme nuevamente en la profundidad de sus ojos. En la noche adquirían una tonalidad casi mística y adoraba perderme en ellos. Tosí un par de veces para obligarme a volver a la realidad. Aquello del embarazo realmente sacaba cosas que creí que s habían perdido hacía mucho tiempo. Estaba nerviosa y tenía ganas de reírme, pero no quería hacer el ridículo. Solamente esperaba que Alex creyera que me comportaba así por la celebración más que por su inesperada presencia en ese lugar.
Yo estoy tal como me ves… inmensamente gigaaaante enfaticé mis palabras haciendo un gran gesto con mis brazos. De haber estado libre de aquella panza hubiese sido más convincente ese intento de chiste. En ese momento mis brazos, a pesar de que estaban a todo dar, apenas si hacían la mímica de lo que yo deseaba expresar. Supongo que tu presencia aquí no es casual… ¿quieres acompañarme? Estoy cansada y prefiero recostarme en mi lecho Ofrecí tendiendo mi mano hacia él y volviéndome sobre el camino, observando por primera y última vez la hermosa noche del Surhani mientras esperaba mi respuesta.
[i]Off:Lo siento, ya presenté mis excusas anteriormente. Gracias Nana por no cerrar el tema hasta que hayamos salido propiamente. Este es mi último post en este tema
Woodpecker
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
La alegría por la festividad del Surnahi se notaba mirases donde mirases ya que todo el mundo se lo estaba pasando bien de muchas formas diferentes. La verdad que hacía mucho que no disfrutaba de aquella festividad rodeado de gente que se lo pasaba bien y no tenían ganas de pelea. Todo aquello me hacía acordarme también de mi hogar y por mi corazón pasaba un sentimiento de añoranza inmenso pero aun así debía estar tranquilo porque volvería algún día, aunque fuera solo de pasada pero volvería a mi hogar y podría ver como se encontraban mis padres y conocidos que en la aldea aun vivían cuando yo me fui.
Pero bueno lo mejor de aquella noche vino cuando encontré a Wood entre el gentio que había en la fiesta. Podía notar que su vientre había crecido mas, lo cual no era de extrañar ya que había estado fuera bastante tiempo desde la última vez que estuvimos juntos. Debía admitir que había pensado mucho en ella en todos aquellos meses en los que estuve fuera, como si su recuerdo me acompañara a todos los lugares que fuera y me hiciera compañía en las noches de soledad que me pasaba mirando la luna en el cielo nocturno de Aerandir.
Reí ante su broma -Yo te veo bien Wood.- Le dije con una sonrisa demostrando ser simpático. Sus siguientes palabras me hicieron ponerme algo mas serio pero tampoco mucho. Ante su petición de acompañarla asenti levemente y aferré su brazo para juntos marcharnos de la fiesta. Había vuelto porque se lo prometí pero... ¿y si había otra razón mas a parte de su embarazo por la que habría vuelto? En aquellos momentos no estaba seguro pero lo descubriria con el paso del tiempo a su lado.
[Offrol: esta es mi salida del tema.]
Alexein Meltwork
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Re: La noche del Surnahi {Interpretativo} {Libre, 4/5}
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La noche del surnahí sucedió sin percances, pese algunas magulladuras y quemaduras leves, la gente bebió con relativo control, se bañó en el agua a la luz de la luna llena como maraca la tradición, y las hogueras, poco a poco, se apagaron hasta despejar de luces la costa del fiordo. Aún quedaban cenizas candentes cuando Nana y los compañeros se retiraron al gran salón a descansar cuando ya estaba amaneciendo en Ulmer. Los más valientes aún se bañaban desnudos en el agua gélida del fiordo cuando los primeros rayos de sol aparecieron por el mar tiñendo la costa de malva y cobrizo. Aún calientes y sucias de hollín, las piedras redondas que cubrían la playa empezaban a recobrar su color original, bañadas por las tímidas olas que se adentraban poco a poco con la marea de un nuevo día.
Una noche mágica, que se convirtió sin duda en una festividad de interés cultural para otras razas. Y Nana, tras conocer a Iltharion y su despedida, quedó con ganas de escucharle tocar una vez más su lira.
Una noche mágica, que se convirtió sin duda en una festividad de interés cultural para otras razas. Y Nana, tras conocer a Iltharion y su despedida, quedó con ganas de escucharle tocar una vez más su lira.
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