Buscando una cura [Desafío]
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Buscando una cura [Desafío]
-Te pondrás bien, Ewëlein…
El joven elfo acarició la mano de su hermana, observando los cúmulos de pus que yacían sobre los ojos de ésta. Hacía varios días que la elfa había contraído aquella terrible enfermedad que le imposibilitaba la vista, ocasionándole un desagradable malestar, pero hasta el momento no habían conseguido ninguna cura efectiva. Distintos sanadores intentaron todo lo que estuvo en sus manos y nada daba resultado. A ese paso su hermana perdería la vista para siempre.
Había escuchado que en las profundidades del bosque de Sandorai crecía una planta capaz de tratar ese tipo de males, pero hasta el momento no era más que un simple mito que bien podría ser cierto o no. Si tan solo tuviese la certeza de que aquello funcionaría no tendría tantas dudas acerca de emprender la búsqueda, solo que existía el detalle de que aquello tenía la misma probabilidad de éxito como de fracaso y claro estaba que eso último era algo que no podía permitirse.
-Janaan…
La voz de la castaña era apenas un susurro audible, pero fue lo suficientemente desgarrador como para reavivar la determinación del mayor, quien no vaciló un segundo en ir a buscar a alguien que pudiese cuidar de la joven, mientras él se dirigía al corazón del bosque a buscar aquella mítica cura. Era consciente de que tenía el tiempo encima y solo podía aferrarse a su esperanza de que lograría salvar a su amada hermana. Solo esperaba que los dioses le bendijeran con un poco de ayuda, pues su conocimiento de botánica era bastante nulo y no es como que tuviese tiempo de recorrer los alrededores preguntando a ver si alguien se apiadaba de su causa y accedía a ayudarle, pese a que esa idea era la más sensata.
Frustrado decidió tomar asiento junto a los restos de un campamento reciente, después de un buen rato de no encontrar nada, pensando en cuál sería el siguiente punto donde reanudaría su búsqueda, aunque muy en el fondo comenzaba a hacerse a la idea de que quizá no lograría llegar a tiempo.
El joven elfo acarició la mano de su hermana, observando los cúmulos de pus que yacían sobre los ojos de ésta. Hacía varios días que la elfa había contraído aquella terrible enfermedad que le imposibilitaba la vista, ocasionándole un desagradable malestar, pero hasta el momento no habían conseguido ninguna cura efectiva. Distintos sanadores intentaron todo lo que estuvo en sus manos y nada daba resultado. A ese paso su hermana perdería la vista para siempre.
Había escuchado que en las profundidades del bosque de Sandorai crecía una planta capaz de tratar ese tipo de males, pero hasta el momento no era más que un simple mito que bien podría ser cierto o no. Si tan solo tuviese la certeza de que aquello funcionaría no tendría tantas dudas acerca de emprender la búsqueda, solo que existía el detalle de que aquello tenía la misma probabilidad de éxito como de fracaso y claro estaba que eso último era algo que no podía permitirse.
-Janaan…
La voz de la castaña era apenas un susurro audible, pero fue lo suficientemente desgarrador como para reavivar la determinación del mayor, quien no vaciló un segundo en ir a buscar a alguien que pudiese cuidar de la joven, mientras él se dirigía al corazón del bosque a buscar aquella mítica cura. Era consciente de que tenía el tiempo encima y solo podía aferrarse a su esperanza de que lograría salvar a su amada hermana. Solo esperaba que los dioses le bendijeran con un poco de ayuda, pues su conocimiento de botánica era bastante nulo y no es como que tuviese tiempo de recorrer los alrededores preguntando a ver si alguien se apiadaba de su causa y accedía a ayudarle, pese a que esa idea era la más sensata.
Frustrado decidió tomar asiento junto a los restos de un campamento reciente, después de un buen rato de no encontrar nada, pensando en cuál sería el siguiente punto donde reanudaría su búsqueda, aunque muy en el fondo comenzaba a hacerse a la idea de que quizá no lograría llegar a tiempo.
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Bienvenido seas recolector: Esta vez te encontrarás con el elfo en el hermoso bosque de Sandorai. No tengo problema alguno en cómo has conseguido llegar hasta ahí, ya que no me gustaría interferir en tu cronología. En este primer turno tendrás que narrar tu encuentro con Janaan y cómo es que accedes unirte a su causa. Eres completamente libre de usar los npcs que te presente.
Wyn
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Re: Buscando una cura [Desafío]
Completamente intrigada, dejé que la brisa remolinara mis hebras platinas al son de una carrera mañanera, con unas características marcas trazadas en mis pómulos y frente me detengo en medio de lo frondoso, afilo la mirada y examino con perseverancia los árboles que a contra luz forman sombras lúgubres. ─ Te huelo, ¿hace cuanto que no te bañas, Valya? ─ Manifesté entre carcajadas, las manos las entrecruzo bajo mi pecho que sube y baja debido a una mala respiración, no es que haya perdido la cabeza o haya tirado un carácter atroz por la borda, no obstante, si se trata de mi mitad, no me importunará jugar con ella, protegerla de los misterios del bosque y sacarle a base de cosquilleos sonrisas expectantes.
─ ¡Hey, esas cosas no se le dicen a tu hermana mayor! ─ Gritó la rubia desde lo alto de unas castas, cierto es que es la mayor por edad, más no físicamente. ─ Y como castigo, ¡jamás me cogerás con vida! ─ Hizo alusión a una de sus frases favoritas antes de alzarse sobre sus dos piernas, saltar y extraviarse a través de los árboles. ¿Quería jugar a las escondidas? Sonreí, me encantan las persecuciones entre soplos de lucidez donde la sangre arde, escupiendo fuego y farra con cada trote sobre la vegetación. Los kilómetros nos separan y en mi mente, el rostro de Valya seguramente esté torcido por la placidez que se dibujará como mueca burlona, adoro a mi hermana, pero no por ello seré suave con ella.
Dispuesta a atajar me adentré por terrenos sinuosos, pendientes abismales que minuto a minuto disminuyen los metros entre nosotras. ─ Corre, corre pequeña criatura. ─ Susurré para mí misma con una sonrisa menguante y los luceros abrillantados por la caza. La elfa mayor me observa, sacándome la lengua en sus trotes endiablados y veloces, el arco a mi espalda se contornea en el interior de la envoltura, nostálgico desparrama en mi columna una serie de punzadas, insiste en que sea usado aún cuando tan sólo "juegan" Elevé el brazo sin medir las consecuencias hasta sacarlo, detuve mis pasos y la apunté de lejos con muchísima precisión.
El sonido suspicaz de la flecha atraviesa el ambiente originando una línea translúcida que sigo a la perfección, está apunto de llegar y sin errores de cálculos, el vértice de acero presiona la corteza de uno de los árboles por donde Valya pasó a continuación. La pobre chilló estupefacta, se llevó las manos a la boca y me miró ceñuda. ─ ¡Por todos los jabalíes bebés de Sandorai, te quedas sin postre! ─ No lloró, estáis equivocados si la silueta de ésta parece frágil, la rubia sacó su arco tallado a mano y me apuntó, la flecha contraria surca un mundo astral rodeado de partículas y bacterias. Bien se yo que le falta fuerza y con una osadía propia, sin miedo a que corte la carne de mi mano agarré la saeta con las palmas desnudas.
Escoció y el rigor que dejó en ese acto de rebeldía me hizo reír abrupta, alabado sea Deldúwath por esos entrenamientos intensivos en plena niñez. ─ Oh vamos, eres tan débil que esos jabalíes bebés que nombras te arrollarían. ─ Resoplé media indignada, la flecha distinguida a la mía la inserto con las otras tantas. El recorrido hasta llegar a Valya no fue largo, obviamente porque decidió estarse quieta y con los morros echados hacia afuera, parecía un pez demasiado adorable como para clavarle un anzuelo, con una ceja encarada le apreté los pómulos para vaciarlos y que el aire fuese expedido, desinflando un puchero destructor de corazones.
─ Se lo diré a mamá. ─ Musitó tras golpearme con suavidad. ─ Y yo le diré por donde te pasas la flauta. ─ Susurré en su oreja cercana, la elfa mayor sulfurada volvió a golpearme con más fuerza que la vez antaña. Era muy fácil sacarla de sus treces y en el camino a casa no paró de quejarse, balbuceó de cómo alteraría los platos de la cena y cómo cambiaría el agua por meado de ganado. Yo para no darle más cuerda asentía con la risa atragantada en la garganta, que subía, bajaba y volvía a subir por las elocuencias de mi alocada hermana. En el campamento abandonado que utilizamos como punto de reabastecimiento había alguien más, lo analicé con una mirada letal y sin darle dos vueltas a la tortilla saqué ante la claridad de los rayos soleados mis dos armas. Una se la lancé de lejos, pasó tan próxima a la oreja derecha del elfo que logré hasta peinarlo por ese lado.
Segundos transitaron antes de verme sobre el regazo del extranjero, la segunda y afilada punta la llevé a su garganta, forzándolo a que nuestras miradas se encontrasen. ─ ¿Quién eres y que buscas en Sandorai? Más te vale soltar por esa boquita antes de que me haga un collar con tu lengua, usurpador. ─ Que el campamento está abandonado, pero enseguida me adueño de las cosas. Mi hermana chilló por los malos modales que presento, agarró mi capa y me lanzó hacia atrás con soberana fuerza.
─ ¡Atrás, Valya se encargará! ─ Con las nalgas impresas en el césped la observo cabreadísima. ─ ¡Extranjero, extranjero! No temas, no dejaré que mi hermana te corte la cabeza ni utilice tus huesos para hacer un caldo delicioso. ¿Necesitas algo, ropa, comida, un tocado para el pelo? Por cierto, qué pelo más bonito, ¿puedo tocarlo? ─ Y ya estaba con las manos embutidas en la melena del desconocido, que tiritando no sabe como actuar en frente de las dos. ─ Por favor, tan sólo estoy desmoralizado.. Mi hermana... Mi hermana está en apuros y no logro dar con la cura para su enfermedad. ─ A la rubia se le encendieron las pupilas, es sanadora y si encima lo sumamos con su aptitud a la hora de ayudar, vamos mal. ─ ¡Oh, oh, oh! Te ayudaré, sé de hierbas medicinales, llévame hacia tu hermana y haré lo que esté en mis manos, confía en mi.
Entorné los ojos desde el suelo, cada vez que nos topamos con extraños o los invita a cenar o termina ayudándoles en lo que sea. Y con ella voy yo, su fiel guardián. ─ ¿Me ayudaréis? ¡Por los ancestros, venid, venid! Mi nombre es Janaan, os lo agredeceré eternamente si curáis la vista de Ewëlein, está muy mal...Por favor, os daré mi vida si lo deseáis, pero salvarla. ─ Amor trágico y de hermanos, bufé al separar el trasero del terreno, Valya me observa y como aceptación, le asiento dos veces. ─ Está bien, vayamos cuanto antes, pero si intentas algo en contra de nosotras, tanto tu hermana como tú, os uniréis a las ánimas de Sandorai. ─ El cuerpo yacerá, pero las almas de los elfos irán a un segundo plano donde vivirán en armonía.
Zozobré en las posibilidades, si tiene mal la vista habrá sido alguna herida o infección, conozco las habilidades de Valya y también las mías, algo lograremos hacer con la chica.
─ ¡Hey, esas cosas no se le dicen a tu hermana mayor! ─ Gritó la rubia desde lo alto de unas castas, cierto es que es la mayor por edad, más no físicamente. ─ Y como castigo, ¡jamás me cogerás con vida! ─ Hizo alusión a una de sus frases favoritas antes de alzarse sobre sus dos piernas, saltar y extraviarse a través de los árboles. ¿Quería jugar a las escondidas? Sonreí, me encantan las persecuciones entre soplos de lucidez donde la sangre arde, escupiendo fuego y farra con cada trote sobre la vegetación. Los kilómetros nos separan y en mi mente, el rostro de Valya seguramente esté torcido por la placidez que se dibujará como mueca burlona, adoro a mi hermana, pero no por ello seré suave con ella.
Dispuesta a atajar me adentré por terrenos sinuosos, pendientes abismales que minuto a minuto disminuyen los metros entre nosotras. ─ Corre, corre pequeña criatura. ─ Susurré para mí misma con una sonrisa menguante y los luceros abrillantados por la caza. La elfa mayor me observa, sacándome la lengua en sus trotes endiablados y veloces, el arco a mi espalda se contornea en el interior de la envoltura, nostálgico desparrama en mi columna una serie de punzadas, insiste en que sea usado aún cuando tan sólo "juegan" Elevé el brazo sin medir las consecuencias hasta sacarlo, detuve mis pasos y la apunté de lejos con muchísima precisión.
El sonido suspicaz de la flecha atraviesa el ambiente originando una línea translúcida que sigo a la perfección, está apunto de llegar y sin errores de cálculos, el vértice de acero presiona la corteza de uno de los árboles por donde Valya pasó a continuación. La pobre chilló estupefacta, se llevó las manos a la boca y me miró ceñuda. ─ ¡Por todos los jabalíes bebés de Sandorai, te quedas sin postre! ─ No lloró, estáis equivocados si la silueta de ésta parece frágil, la rubia sacó su arco tallado a mano y me apuntó, la flecha contraria surca un mundo astral rodeado de partículas y bacterias. Bien se yo que le falta fuerza y con una osadía propia, sin miedo a que corte la carne de mi mano agarré la saeta con las palmas desnudas.
Escoció y el rigor que dejó en ese acto de rebeldía me hizo reír abrupta, alabado sea Deldúwath por esos entrenamientos intensivos en plena niñez. ─ Oh vamos, eres tan débil que esos jabalíes bebés que nombras te arrollarían. ─ Resoplé media indignada, la flecha distinguida a la mía la inserto con las otras tantas. El recorrido hasta llegar a Valya no fue largo, obviamente porque decidió estarse quieta y con los morros echados hacia afuera, parecía un pez demasiado adorable como para clavarle un anzuelo, con una ceja encarada le apreté los pómulos para vaciarlos y que el aire fuese expedido, desinflando un puchero destructor de corazones.
─ Se lo diré a mamá. ─ Musitó tras golpearme con suavidad. ─ Y yo le diré por donde te pasas la flauta. ─ Susurré en su oreja cercana, la elfa mayor sulfurada volvió a golpearme con más fuerza que la vez antaña. Era muy fácil sacarla de sus treces y en el camino a casa no paró de quejarse, balbuceó de cómo alteraría los platos de la cena y cómo cambiaría el agua por meado de ganado. Yo para no darle más cuerda asentía con la risa atragantada en la garganta, que subía, bajaba y volvía a subir por las elocuencias de mi alocada hermana. En el campamento abandonado que utilizamos como punto de reabastecimiento había alguien más, lo analicé con una mirada letal y sin darle dos vueltas a la tortilla saqué ante la claridad de los rayos soleados mis dos armas. Una se la lancé de lejos, pasó tan próxima a la oreja derecha del elfo que logré hasta peinarlo por ese lado.
Segundos transitaron antes de verme sobre el regazo del extranjero, la segunda y afilada punta la llevé a su garganta, forzándolo a que nuestras miradas se encontrasen. ─ ¿Quién eres y que buscas en Sandorai? Más te vale soltar por esa boquita antes de que me haga un collar con tu lengua, usurpador. ─ Que el campamento está abandonado, pero enseguida me adueño de las cosas. Mi hermana chilló por los malos modales que presento, agarró mi capa y me lanzó hacia atrás con soberana fuerza.
─ ¡Atrás, Valya se encargará! ─ Con las nalgas impresas en el césped la observo cabreadísima. ─ ¡Extranjero, extranjero! No temas, no dejaré que mi hermana te corte la cabeza ni utilice tus huesos para hacer un caldo delicioso. ¿Necesitas algo, ropa, comida, un tocado para el pelo? Por cierto, qué pelo más bonito, ¿puedo tocarlo? ─ Y ya estaba con las manos embutidas en la melena del desconocido, que tiritando no sabe como actuar en frente de las dos. ─ Por favor, tan sólo estoy desmoralizado.. Mi hermana... Mi hermana está en apuros y no logro dar con la cura para su enfermedad. ─ A la rubia se le encendieron las pupilas, es sanadora y si encima lo sumamos con su aptitud a la hora de ayudar, vamos mal. ─ ¡Oh, oh, oh! Te ayudaré, sé de hierbas medicinales, llévame hacia tu hermana y haré lo que esté en mis manos, confía en mi.
Entorné los ojos desde el suelo, cada vez que nos topamos con extraños o los invita a cenar o termina ayudándoles en lo que sea. Y con ella voy yo, su fiel guardián. ─ ¿Me ayudaréis? ¡Por los ancestros, venid, venid! Mi nombre es Janaan, os lo agredeceré eternamente si curáis la vista de Ewëlein, está muy mal...Por favor, os daré mi vida si lo deseáis, pero salvarla. ─ Amor trágico y de hermanos, bufé al separar el trasero del terreno, Valya me observa y como aceptación, le asiento dos veces. ─ Está bien, vayamos cuanto antes, pero si intentas algo en contra de nosotras, tanto tu hermana como tú, os uniréis a las ánimas de Sandorai. ─ El cuerpo yacerá, pero las almas de los elfos irán a un segundo plano donde vivirán en armonía.
Zozobré en las posibilidades, si tiene mal la vista habrá sido alguna herida o infección, conozco las habilidades de Valya y también las mías, algo lograremos hacer con la chica.
- Spoiler:
- Este tema estaría ambientado a la juventud de Eretria, cuando aún no tenía la maldición y vivía en Sandorai.
Eretria Noorgard
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Re: Buscando una cura [Desafío]
Por primera vez en las décadas que tenía de vida el joven Janaan no tenía idea alguna de lo que tenía que hacer y podía jurar que jamás se había sentido tan impotente. Su hermana agonizaba en casa y él tenía que adentrarse en las profundidades de un lugar que no conocía, buscando una misteriosa flor que bien podría ni siquiera existir. ¿Acaso había cometido algún pecado terrible en alguna vida pasada? En esos momentos comenzaba a replanteárselo. De hecho, no creía que existiese algo que pudiese empeorar su situación. Claro que ese endeble optimismo decayó por completo cuando una filosa daga atravesó por su lateral, causándole un susto de muerte por la cerca que estuvo de atravesarle la cara.
Antes de que si quiera pudiese reponerse del asombro y sin saber en qué momento ocurrió, una hermosa joven se encontraba sobre él, amenazándole de muerte con otra daga apuntándole al cuello y exigiéndole respuestas para su presencia en aquel lugar. El elfo tragó saliva, antes de responderle a la amenazadora, quien, de un momento a otro fue separada de él por otra persona.
La otra elfa le agradaba, parecía una persona agradable y no ‘‘tan letal’’, por lo que se permitió sentirse un tanto seguro, para así explicar los motivos que le habían llevado hasta ahí, sintiendo como su cabeza era toqueteada por la agradable rubia que lo salvó de morir descuartizado.
Sus ojos se encendieron de esperanza cuando ésta le aseguró que podría ayudar a su hermana y rápidamente se puso de pie, ofreciéndoles lo que fuese con tal de que salvasen a su querida Ewëlein. Asintió frenéticamente a la amenazadora joven que casi lo mataba minutos antes, reafirmándoles que no haría nada en contra, pues solo buscaba una cura para la enfermedad de su hermana.
Con la esperanza corriéndole por cada centímetro del cuerpo, Janaan llevó a las doncellas hasta su morada, evitando establecer mucho contacto visual con la chica de las dagas, pues además de amenazadora era demasiado bonita y esa combinación comenzaba a ponerle nervioso. No estaba acostumbrado a tratar con más féminas aparte de Ewëlein, pero por lo que podía observar no todas tenían la habilidad de ser amables. Tal vez los valores de su raza se estaban perdiendo con el tiempo.
Un rato después los tres llegaron a la pequeña morada de los hermanos en donde la elfa se encontraba. Janaan no dudó en correr al lado de su hermana, buscando con la mirada a la mujer que había quedado encargada de ella, percatándose de que efectivamente no se hallaba en el lugar. Ya se encargaría de reclamarle después, lo primero era salvar a su hermana.
-Ewëlein he traído ayuda -le aseguró mientras le tomaba la mano, mirando a sus acompañantes-. Sus ojos comenzaron con una pequeña hinchazón, pero con el pasar de los días se cerraron por completo, cubriéndose de pus. Cada que ha intentado abrirlos el dolor es insoportable y en diversas ocasiones he visto brotarle sangre. Por favor…os lo suplico…ayudadle…
Antes de que si quiera pudiese reponerse del asombro y sin saber en qué momento ocurrió, una hermosa joven se encontraba sobre él, amenazándole de muerte con otra daga apuntándole al cuello y exigiéndole respuestas para su presencia en aquel lugar. El elfo tragó saliva, antes de responderle a la amenazadora, quien, de un momento a otro fue separada de él por otra persona.
La otra elfa le agradaba, parecía una persona agradable y no ‘‘tan letal’’, por lo que se permitió sentirse un tanto seguro, para así explicar los motivos que le habían llevado hasta ahí, sintiendo como su cabeza era toqueteada por la agradable rubia que lo salvó de morir descuartizado.
Sus ojos se encendieron de esperanza cuando ésta le aseguró que podría ayudar a su hermana y rápidamente se puso de pie, ofreciéndoles lo que fuese con tal de que salvasen a su querida Ewëlein. Asintió frenéticamente a la amenazadora joven que casi lo mataba minutos antes, reafirmándoles que no haría nada en contra, pues solo buscaba una cura para la enfermedad de su hermana.
Con la esperanza corriéndole por cada centímetro del cuerpo, Janaan llevó a las doncellas hasta su morada, evitando establecer mucho contacto visual con la chica de las dagas, pues además de amenazadora era demasiado bonita y esa combinación comenzaba a ponerle nervioso. No estaba acostumbrado a tratar con más féminas aparte de Ewëlein, pero por lo que podía observar no todas tenían la habilidad de ser amables. Tal vez los valores de su raza se estaban perdiendo con el tiempo.
Un rato después los tres llegaron a la pequeña morada de los hermanos en donde la elfa se encontraba. Janaan no dudó en correr al lado de su hermana, buscando con la mirada a la mujer que había quedado encargada de ella, percatándose de que efectivamente no se hallaba en el lugar. Ya se encargaría de reclamarle después, lo primero era salvar a su hermana.
-Ewëlein he traído ayuda -le aseguró mientras le tomaba la mano, mirando a sus acompañantes-. Sus ojos comenzaron con una pequeña hinchazón, pero con el pasar de los días se cerraron por completo, cubriéndose de pus. Cada que ha intentado abrirlos el dolor es insoportable y en diversas ocasiones he visto brotarle sangre. Por favor…os lo suplico…ayudadle…
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Eretria Noorgard: ¡Un excelente giro en el hilo! Realmente estoy encantada con tu decisión y me emociona que me hayas impresionado. Este será tu ultimo post por lo que te daré la opción de seguir con lo que has planeado o encontrar una nueva planta que, de desarrollarla bien, puedas añadir al herbolario. Lo dejaré a tu elección, pero desde ya debo decir que no espero menos de tu capacidad y que estoy segura que volverás a sorprenderme. Recuerda que eres libre de usar los npcs a tu voluntad.
Wyn
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Re: Buscando una cura [Desafío]
Entre dudas y certezas no sé que nos deparará el destino ni si merecerá la pena seguirle el juego a Valya, no es mi obligación solucionar los problemas ajenos o perderme entre rumbos diferentes con tal de auxiliar a la gente como lo haría mi hermana efusiva, alza los brazos y corre de un lado a otro cual pájaro en libertad, está en pleno apogeo e impaciente le insiste a Janaan que se apresure. ─ ¿Y si corremos? ¡Vamos a correr, a correr! ─ Y corrió cual caballo desbocado, se dio la vuelta en sus pasos y regresó con nosotros, no sabe a donde iremos y en un puchero le recrimina al elfo su falta de ánimo. Detrás de ellos analizo el entorno con las cejas arqueadas, el dedo pulgar lo guío a mis labios rubíes, con cierta intensidad me muerdo la uña, destrozando el largo por descuido. ─ Decías que tenía mal la vista. ─ No era una pregunta, más bien una afirmación, la suciedad en mi boca la escupo pues tener el trozo de uña al son de mi lengua es enojoso.
Janaan rara vez se atreve a mirarme, menudo cobarde, normal que los elfos varones de hoy en día den gracia en vez de miedo, miedo doy yo que soy una mujer con más pelotas que estos orejudos afeminados. ─ Seguid adelante, en menos de dos minutos os cogeré. ─ Debo ir en busca de un curioso detalle.─ ¿Huirás? ─ Puntuó Valya con afán, ¿en serio? Le gruñí candente con la hilera de dientes visibles, la rubia se ríe y asiente por inercia. ─ ¡Te estaré esperando, es una promesa! ─ Ruedo las cuencas antes de adentrarme en el bosque, rebusqué en los árboles y sobretodo en las cortezas húmedas hasta dar con una especie de seta blanquecina, con cuidado separé los pelillos defensivos con la punta de la daga hasta arrancarlos en un deje rabioso, el resto del Faelivrin lo guardé en la bolsa de viaje.
No tardé en aminorar los kilómetros entre la elfa curandera, el elfo quejica y yo, sin percatarse aún de mi presencia, sigilosa como una tigresa expulse gran cantidad de aire en la oreja de la pequeña. De un respingo se voltea para golpearme nuevamente. ─ ¡Me vas a matar de un infarto un día de estos! ─ Chilló echa un diablo, la morada del joven no tarda en aparecer en escena, es humilde y el interior parece acogedor. Al contrario que la curandera la cual da saltitos mientras rebusca por la mayoría de los cuartos yo voy directa a la enferma, la analizo y directamente coloco el dorso en su frente, está ardiendo. ─ Esto es peor de lo que imaginé. ─ Solté sin anestesia, el varón se encoge y resuella preso de un pavor que podría llevarse a Ewëlein a un mundo donde nunca más podría tocarla. ─ No he dicho que no tenga arreglo, joder. Levántate, necesitaré varías cosas, sobretodo a la loca que corre por tu casa, tráela. ─ El aire lo expulso por las fosas nasales, esto será un gesto de gratitud por ser de la misma raza, no deberá pagarme si todo sale adelante.
Valya aparece en un trote insano, deja el morral con las hierbas medicinales y el cuenco para amasar con sus respectivos utensilios. ─ He pensado que como castigo no te dejaré sin postre, sino que tendrás que curarla tú. ─ Estupefacta agarro sus delicados brazos, apresándola en contra de mi pecho. ─ ¿Estás loca? Esto es tu puto trabajo, te ofreciste voluntaria, no yo. ─ Bufé colérica ante las risitas de la rubia, le importa un comino lo que diga y me lo hace entender tras zafarse. ─ Te estaré apoyando desde atrás, yo conozco la teoría pero tu siempre has sido la de las prácticas. ─ Si bien es cierto que por los improvistos de la guerra he tratado tantísimas heridas, esto no será igual y con el caso omiso que me presenta me costará proceder por mi propio pie.
Janaan abre las cuencas, estamos sobrepasando los límites de la paciencia del pobre, que no sabe ya que hacer. ─ Me da igual quien trate a Ewëlein, ¡pero hacedlo cuanto antes, rayos! ─ Lo contemplé con el ceño fruncido, ¿desde cuando es el capitán del barco? ─ No me des órdenes. ─ Le espeté. ─ ¡Eso, sin órdenes! ─ Especificó la otra desde un lateral. Para empezar requiero una superficie extensa donde colocarlo todo a la vista. Sin remordimientos latentes ni culpable por tomarme las molestias de arrastrar una de las mesas hacia la cama donde descansa su hermana, prosigo a matarlo con una de mis miradas selváticas. ─ Necesitaré un cuenco con agua tibia, toallas o trapos que estén limpios y se puedan deshechar, unas cuantas cabezas de ajos y... ─ Esto no lo digo en voz alta, con las manos disfrazadas en bravatas las ubico en el pantalón de Janaan para quitarle el cinto que porta.
─ P-pp-por Imbar. ─ Musitó, qué adorable, con una sonrisa socarrona recreo un mordisco felino. ─ Tranquilo que no le echo el diente a los vírgenes. ─ El elfo con un ataque de nerviosismo salió escopeteado a cumplir la lista de tareas, Valya fue con él y juntos trajeron obedientes todo lo que solicité. En una especie de trenza recojo mi cabellera platina, me despojo de los guantes para cazar y sitúo los dos morrales a un costado, el mío y el de la contraria. ─ Ewëlein, ¿puedes oírme? ─ La muchacha se retuerce y noto como el corazón se me petrifica, cuantioso debe dolerle. El cinto del elfo sumado al mío fundan uno más largo, lo paso por la espalda de la enferma con suma delicadeza y bajo su pecho lo aprieto, de esta forma no podrá mover el torso ni los brazos en los momentos peliagudos.
─ No te preocupes Janaanito, Eretria la curará. ─ Con su voz aterciopelada la rubia trata de consolarle. Toca comenzar, el cuenco con agua tibia lo atraigo entre mis piernas, con la palma me cercioro de la temperatura, no está mal. Para contrarrestar los indicios de infección tanteo en el morral de Valya, "sacando a las tres hermanas." ─ ¡Oh, oh oh, va a usar a las tres hermanas! ¿Sabes que son? Juntas hacen puuuuug ─ La sanadora crea con sus manos una explosión graciosa y camba los luceros. ─ Y curan, limpian y desinfectan. Mira mira, mira, sí, ¿estás mirando Janaanito? ─ Estuve a punto de mandarla a callar, dios mío, si es pico de loro tiene la maldita.
En la tibieza del cuenco desmenuzo Culúrienes que abatirán a la hinchazón morada desde fuera, para detener a la infección y que no siga esparciéndose me apiadaré de la segunda hermana, Finwë, también servirá para aliviar el dolor de Ewëlein. La tercera seguirá siendo secreto de momento. Aguardé unos segundos a que las flores se deshiciesen, es de vital importancia que el agua succione las propiedades de forma correcta. ─ Bien. ─ Murmuré para mis adentros, uno de los trapos lo colmo del líquido recién instaurado, colocándoselo en los luceros de la elfa encamada ─ Esto ayudará a bajar la inflamación e irá sacando la pús de la retina, hay que limpiarla bien por fuera antes de proseguir a darle una infusión que combata la infección en su sistema, ¿vale? ─ El varón asiente más tranquilo, esa es mi misión ahora mismo, serenarlo con mis cuidados.
En lo que hace efecto el silencio nos hace compañía, incluso la charlatana mantiene los labios en una línea recta donde su voz no tiene por donde escaparse. ─ ¿Por qué no le cantas? ─ Ella asiente, toma asiento al lado de Ewëlein y con sumo afecto le aparta los mechones sudados de la frente, la voz de Valya es relajante, armoniosa y tiene el don de embellecer a los corazones más oscuros. La afligida parece relajar los músculos y no sé porque Janaan está llorando. Como avance, en un cuenco secundario totalmente vacío picoteo con un cuchillo higienizado el núcleo del Faelivrin y dos cabezas de ajo, con cierta presión los aplasto hasta que aunados hacen una masa homogénea y blanquecina. El ajo actúa como antibiótico barato y nunca lo descarto en situaciones así. ─ No llores, tu hermana no está sola, ni tampoco tú. Nosotras estamos aquí y te prometo, te prometo que con mi ayuda mejorará. ─ A lo largo del camino he ido alejando a todo aquel que muestre debilidad, pero esta en particular; sangre de su sangre me parece hermosa y tangible.
Para fortalecer la pasta y asegurarme de que la infección será eliminada saco a la tercera hermana, pétalos de Míriel, mi favorito tanto por su color como por sus cualidades extraordinarias. Estuve apunto de colocar el cuenco finiquitado sobre la mesa cuando la voz de Valya cobra vida. ─ Mec~ te falta algo. ─ Rió, señalando con su delgado índice el "Reishi". Oh, pues es cierto sí, no lo había visto. ¿Y qué es el Reishi? Un milagro natural que todos deberíamos llevar encima, no sólo protege el sistema inmunológico sino que tiene un gran poder regenerativo. En el mismo cuenco hay todo tipo de hierbas y setas atestadas, para facilitarle la ingesta le añado agua purificada de mi bota y ahora sí, está acabada.
─ Aquí necesito que me ayudes. ─ La muchacha iba a adelantarse cuando el elfo lloroso se interpuso. ─ Yo lo haré, me siento impotente y al menos...Al menos quiero ser útil. ─ Le sonreí, esa es la actitud. ─ Antes de darle de beber el brebaje natural limpiaremos sus orbes, será doloroso así que tendrás que aguantar. ─ El varón tragó saliva y en todo momento siguió las órdenes que fui dando. Sosegada levanto la toalla, está embostada en pús, Culúrien y Finwë han hecho sus funciones. Arrastro la suciedad del rostro de Ewëlein con una toalla, Janann me pasa una nueva y ésta última la utilizo para presionar en los laterales de sus cuencas, despacio va abriendo los párpados entre chillidos alarmantes. ─ ¡Resiste! ─ Con los pulgares oprimo los alrededores, una sustancia verdosa y con un olor embaucador va saliendo de poco a poco, Janaan cierra los ojos tres tonos empalidecido y gotas de sudor se anexan en mis sienes. La primera parte la doy por terminada, las orbes de un tono verdemar por fin son visibles, el elfo chilla de alegría y Valya da palmaditas efusiva.
─ ¡Bravo, bravo! ─ Voceó antes de ponerse a cantar, tiesa como una vela expulso el aire contenido en mis pulmones con la adrenalina recorriéndome las venas. Hemos dado un paso hacia adelante, desabrocho el cinto que la mantenía presa aunque siga sin poder moverse debido al cansancio. ─ Tómate esto, reforzará tu sistema inmunológico, depurará la sangre y te limpiará del mal que te aqueja. Le he añadido algo que calmará los dolores, tres veces por día Janaan, te dejaré varías dosis. ─ Con tranquilidad acerco el brebaje a la boca de la enferma, dándole de beber, exhala y de manera repentina nos obsequia con su voz hermosa. ─ Qué dulce. ─ Reí, apartándole los mechones de esa frente ya no tan cálida. ─ En unos tres o cuatro días volverás a ver un cielo azul y la belleza de la madre naturaleza. ─ Las dosis ya están preparadas en el mismo cuenco, hice de más por precaución, tan sólo deberá repartirlas con atención durante los días.
─ ¡Ewëlein, mi apreciada hermana! Que susto me he llevado, jamás me dejes, ¡jamás! ¿Qué haría yo sin ti?─ Lloroso el varón la abraza frágil y con los brazos temblándole. La infusión de hierbas se la dejaré también, por si vuelven a infectarse las orbes de la cría. El brebaje antibacteriano también, ¿qué más? Nada, las hierbas las cargo en el morral correspondiente junto a los utensilios que nos pertenecen. ─ ¡Janaancito! Escucha atentamente, venimos del pueblo Doriath, no está muy lejos, si nos necesitas pregunta por nosotras y te dejarán entrar, ¿verdad? ¡Si, si, verdad! ─ La rubia se contesta ella sola mientras me levanto de la cama con todo en sus respectivos lugares guardados. ─ Esto es un adiós o un hasta pronto. De igual forma, ya sabes donde encontrarnos. ─ El elfo suelta a su hermana y sin pelos ni excusas me abraza con una fuerza que no esperé de su parte, alza la cabeza y planta sus labios sobre los míos por la emoción, supongo. Tragué saliva con los pómulos encarnados, ¡pero bueno! De un empujón me lo quito de encima, mi hermana brama con las manos embutidas en su propia melena. ─ ¡Arzhak se cabreará! Uuuhh, ¡ayayayai! ─ Limpié mis labios con el dorso y tras sacarle la lengua a Janaan con cierto toque infantil nos dispusimos a salir de la morada, en casa nos esperan, tanto a mí como a Valya.
Janaan rara vez se atreve a mirarme, menudo cobarde, normal que los elfos varones de hoy en día den gracia en vez de miedo, miedo doy yo que soy una mujer con más pelotas que estos orejudos afeminados. ─ Seguid adelante, en menos de dos minutos os cogeré. ─ Debo ir en busca de un curioso detalle.─ ¿Huirás? ─ Puntuó Valya con afán, ¿en serio? Le gruñí candente con la hilera de dientes visibles, la rubia se ríe y asiente por inercia. ─ ¡Te estaré esperando, es una promesa! ─ Ruedo las cuencas antes de adentrarme en el bosque, rebusqué en los árboles y sobretodo en las cortezas húmedas hasta dar con una especie de seta blanquecina, con cuidado separé los pelillos defensivos con la punta de la daga hasta arrancarlos en un deje rabioso, el resto del Faelivrin lo guardé en la bolsa de viaje.
No tardé en aminorar los kilómetros entre la elfa curandera, el elfo quejica y yo, sin percatarse aún de mi presencia, sigilosa como una tigresa expulse gran cantidad de aire en la oreja de la pequeña. De un respingo se voltea para golpearme nuevamente. ─ ¡Me vas a matar de un infarto un día de estos! ─ Chilló echa un diablo, la morada del joven no tarda en aparecer en escena, es humilde y el interior parece acogedor. Al contrario que la curandera la cual da saltitos mientras rebusca por la mayoría de los cuartos yo voy directa a la enferma, la analizo y directamente coloco el dorso en su frente, está ardiendo. ─ Esto es peor de lo que imaginé. ─ Solté sin anestesia, el varón se encoge y resuella preso de un pavor que podría llevarse a Ewëlein a un mundo donde nunca más podría tocarla. ─ No he dicho que no tenga arreglo, joder. Levántate, necesitaré varías cosas, sobretodo a la loca que corre por tu casa, tráela. ─ El aire lo expulso por las fosas nasales, esto será un gesto de gratitud por ser de la misma raza, no deberá pagarme si todo sale adelante.
Valya aparece en un trote insano, deja el morral con las hierbas medicinales y el cuenco para amasar con sus respectivos utensilios. ─ He pensado que como castigo no te dejaré sin postre, sino que tendrás que curarla tú. ─ Estupefacta agarro sus delicados brazos, apresándola en contra de mi pecho. ─ ¿Estás loca? Esto es tu puto trabajo, te ofreciste voluntaria, no yo. ─ Bufé colérica ante las risitas de la rubia, le importa un comino lo que diga y me lo hace entender tras zafarse. ─ Te estaré apoyando desde atrás, yo conozco la teoría pero tu siempre has sido la de las prácticas. ─ Si bien es cierto que por los improvistos de la guerra he tratado tantísimas heridas, esto no será igual y con el caso omiso que me presenta me costará proceder por mi propio pie.
Janaan abre las cuencas, estamos sobrepasando los límites de la paciencia del pobre, que no sabe ya que hacer. ─ Me da igual quien trate a Ewëlein, ¡pero hacedlo cuanto antes, rayos! ─ Lo contemplé con el ceño fruncido, ¿desde cuando es el capitán del barco? ─ No me des órdenes. ─ Le espeté. ─ ¡Eso, sin órdenes! ─ Especificó la otra desde un lateral. Para empezar requiero una superficie extensa donde colocarlo todo a la vista. Sin remordimientos latentes ni culpable por tomarme las molestias de arrastrar una de las mesas hacia la cama donde descansa su hermana, prosigo a matarlo con una de mis miradas selváticas. ─ Necesitaré un cuenco con agua tibia, toallas o trapos que estén limpios y se puedan deshechar, unas cuantas cabezas de ajos y... ─ Esto no lo digo en voz alta, con las manos disfrazadas en bravatas las ubico en el pantalón de Janaan para quitarle el cinto que porta.
─ P-pp-por Imbar. ─ Musitó, qué adorable, con una sonrisa socarrona recreo un mordisco felino. ─ Tranquilo que no le echo el diente a los vírgenes. ─ El elfo con un ataque de nerviosismo salió escopeteado a cumplir la lista de tareas, Valya fue con él y juntos trajeron obedientes todo lo que solicité. En una especie de trenza recojo mi cabellera platina, me despojo de los guantes para cazar y sitúo los dos morrales a un costado, el mío y el de la contraria. ─ Ewëlein, ¿puedes oírme? ─ La muchacha se retuerce y noto como el corazón se me petrifica, cuantioso debe dolerle. El cinto del elfo sumado al mío fundan uno más largo, lo paso por la espalda de la enferma con suma delicadeza y bajo su pecho lo aprieto, de esta forma no podrá mover el torso ni los brazos en los momentos peliagudos.
─ No te preocupes Janaanito, Eretria la curará. ─ Con su voz aterciopelada la rubia trata de consolarle. Toca comenzar, el cuenco con agua tibia lo atraigo entre mis piernas, con la palma me cercioro de la temperatura, no está mal. Para contrarrestar los indicios de infección tanteo en el morral de Valya, "sacando a las tres hermanas." ─ ¡Oh, oh oh, va a usar a las tres hermanas! ¿Sabes que son? Juntas hacen puuuuug ─ La sanadora crea con sus manos una explosión graciosa y camba los luceros. ─ Y curan, limpian y desinfectan. Mira mira, mira, sí, ¿estás mirando Janaanito? ─ Estuve a punto de mandarla a callar, dios mío, si es pico de loro tiene la maldita.
En la tibieza del cuenco desmenuzo Culúrienes que abatirán a la hinchazón morada desde fuera, para detener a la infección y que no siga esparciéndose me apiadaré de la segunda hermana, Finwë, también servirá para aliviar el dolor de Ewëlein. La tercera seguirá siendo secreto de momento. Aguardé unos segundos a que las flores se deshiciesen, es de vital importancia que el agua succione las propiedades de forma correcta. ─ Bien. ─ Murmuré para mis adentros, uno de los trapos lo colmo del líquido recién instaurado, colocándoselo en los luceros de la elfa encamada ─ Esto ayudará a bajar la inflamación e irá sacando la pús de la retina, hay que limpiarla bien por fuera antes de proseguir a darle una infusión que combata la infección en su sistema, ¿vale? ─ El varón asiente más tranquilo, esa es mi misión ahora mismo, serenarlo con mis cuidados.
En lo que hace efecto el silencio nos hace compañía, incluso la charlatana mantiene los labios en una línea recta donde su voz no tiene por donde escaparse. ─ ¿Por qué no le cantas? ─ Ella asiente, toma asiento al lado de Ewëlein y con sumo afecto le aparta los mechones sudados de la frente, la voz de Valya es relajante, armoniosa y tiene el don de embellecer a los corazones más oscuros. La afligida parece relajar los músculos y no sé porque Janaan está llorando. Como avance, en un cuenco secundario totalmente vacío picoteo con un cuchillo higienizado el núcleo del Faelivrin y dos cabezas de ajo, con cierta presión los aplasto hasta que aunados hacen una masa homogénea y blanquecina. El ajo actúa como antibiótico barato y nunca lo descarto en situaciones así. ─ No llores, tu hermana no está sola, ni tampoco tú. Nosotras estamos aquí y te prometo, te prometo que con mi ayuda mejorará. ─ A lo largo del camino he ido alejando a todo aquel que muestre debilidad, pero esta en particular; sangre de su sangre me parece hermosa y tangible.
Para fortalecer la pasta y asegurarme de que la infección será eliminada saco a la tercera hermana, pétalos de Míriel, mi favorito tanto por su color como por sus cualidades extraordinarias. Estuve apunto de colocar el cuenco finiquitado sobre la mesa cuando la voz de Valya cobra vida. ─ Mec~ te falta algo. ─ Rió, señalando con su delgado índice el "Reishi". Oh, pues es cierto sí, no lo había visto. ¿Y qué es el Reishi? Un milagro natural que todos deberíamos llevar encima, no sólo protege el sistema inmunológico sino que tiene un gran poder regenerativo. En el mismo cuenco hay todo tipo de hierbas y setas atestadas, para facilitarle la ingesta le añado agua purificada de mi bota y ahora sí, está acabada.
─ Aquí necesito que me ayudes. ─ La muchacha iba a adelantarse cuando el elfo lloroso se interpuso. ─ Yo lo haré, me siento impotente y al menos...Al menos quiero ser útil. ─ Le sonreí, esa es la actitud. ─ Antes de darle de beber el brebaje natural limpiaremos sus orbes, será doloroso así que tendrás que aguantar. ─ El varón tragó saliva y en todo momento siguió las órdenes que fui dando. Sosegada levanto la toalla, está embostada en pús, Culúrien y Finwë han hecho sus funciones. Arrastro la suciedad del rostro de Ewëlein con una toalla, Janann me pasa una nueva y ésta última la utilizo para presionar en los laterales de sus cuencas, despacio va abriendo los párpados entre chillidos alarmantes. ─ ¡Resiste! ─ Con los pulgares oprimo los alrededores, una sustancia verdosa y con un olor embaucador va saliendo de poco a poco, Janaan cierra los ojos tres tonos empalidecido y gotas de sudor se anexan en mis sienes. La primera parte la doy por terminada, las orbes de un tono verdemar por fin son visibles, el elfo chilla de alegría y Valya da palmaditas efusiva.
─ ¡Bravo, bravo! ─ Voceó antes de ponerse a cantar, tiesa como una vela expulso el aire contenido en mis pulmones con la adrenalina recorriéndome las venas. Hemos dado un paso hacia adelante, desabrocho el cinto que la mantenía presa aunque siga sin poder moverse debido al cansancio. ─ Tómate esto, reforzará tu sistema inmunológico, depurará la sangre y te limpiará del mal que te aqueja. Le he añadido algo que calmará los dolores, tres veces por día Janaan, te dejaré varías dosis. ─ Con tranquilidad acerco el brebaje a la boca de la enferma, dándole de beber, exhala y de manera repentina nos obsequia con su voz hermosa. ─ Qué dulce. ─ Reí, apartándole los mechones de esa frente ya no tan cálida. ─ En unos tres o cuatro días volverás a ver un cielo azul y la belleza de la madre naturaleza. ─ Las dosis ya están preparadas en el mismo cuenco, hice de más por precaución, tan sólo deberá repartirlas con atención durante los días.
─ ¡Ewëlein, mi apreciada hermana! Que susto me he llevado, jamás me dejes, ¡jamás! ¿Qué haría yo sin ti?─ Lloroso el varón la abraza frágil y con los brazos temblándole. La infusión de hierbas se la dejaré también, por si vuelven a infectarse las orbes de la cría. El brebaje antibacteriano también, ¿qué más? Nada, las hierbas las cargo en el morral correspondiente junto a los utensilios que nos pertenecen. ─ ¡Janaancito! Escucha atentamente, venimos del pueblo Doriath, no está muy lejos, si nos necesitas pregunta por nosotras y te dejarán entrar, ¿verdad? ¡Si, si, verdad! ─ La rubia se contesta ella sola mientras me levanto de la cama con todo en sus respectivos lugares guardados. ─ Esto es un adiós o un hasta pronto. De igual forma, ya sabes donde encontrarnos. ─ El elfo suelta a su hermana y sin pelos ni excusas me abraza con una fuerza que no esperé de su parte, alza la cabeza y planta sus labios sobre los míos por la emoción, supongo. Tragué saliva con los pómulos encarnados, ¡pero bueno! De un empujón me lo quito de encima, mi hermana brama con las manos embutidas en su propia melena. ─ ¡Arzhak se cabreará! Uuuhh, ¡ayayayai! ─ Limpié mis labios con el dorso y tras sacarle la lengua a Janaan con cierto toque infantil nos dispusimos a salir de la morada, en casa nos esperan, tanto a mí como a Valya.
- Las tres hermanas y Reishi:
- Las tres hermanas.
Son llamadas de esta forma ya que suelen nacer cercanas una de las otras.
Culúrien:
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La planta se distingue por sus grandes y hermosas cabezuelas florales, son de un color vivo anaranjado que florecen casi todo el año, incluso en invierno si las temperaturas no son demasiado bajas. Se especula que la planta es el resultado de la hidratación natural y de las maravillas silvestres, originando una de las plantas medicinales más básicas. La Culúrien se utiliza como remedio vulnerario y analgésico, tiene propiedades que desinflaman, desinfectan y mejoran el tiempo de cicatrización de las heridas. La parte medicinal de la Culúrien son sus pétalos y algunas veces sus hojas, que machacándolas e ingiriéndolas directamente ayudan a la circulación, perfecto para regular los ciclos de las mujeres.
Finwë:
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Está constituida por tallos floríferos y peludos que nacen de una roseta basal, su tonalidad amarillo chichón es muy vistoso más tiende a nacer con tallos solitarios, habitualmente suelen haber entre tres o cuarto en el susodicho. La flor Finwë es una especie valorada y protegida por las aldeas que suelen plantarla junto con sus demás hermanas, es muy sensible a la contaminación y el mezclarla con otras hierbas, depende de cuales sean y el motivo pueden perder sus facultades curativas. Se constituye como un buen remedio para los golpes, rozadoras, inflamaciones o heridas internas, su acción ayuda a evitar el dolor y evita que una posible infección siga esparciéndose. Como precaución las propiedades rubefacientes del Finwë pueden ser negativas en cierto tipo de pieles, a las que les puede producir lesiones por reacción o alergia a ciertos componentes del tallo. La piel alérgica comenzaría emanando calor, se hallarían enrojecimientos a causa de la acumulación de sangre e incluso podrían crearse ampollas de agua.
Míriel:
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Crecen espontáneamente en la zona este de los bosques, terrenos arenosos y lomas de altitud asombrosa, suele juntarse más con su hermana Culúrien, más no con Finwë, rara vez se la ven juntas, sólo en ciertas estaciones como verano. Destacan por sus grandes flores con lígulas muy largas y discos florales estrafalarios y a veces espinosos. Míriel consta como remedio en toda una serie de aplicaciones que las implican como principal arma desinfectante bactericida, la razón escondidas detrás de sus propiedades mágicas es que estimula el sistema inmunitario, produciendo mas glóbulos blancos como defensa natural del organismo para combatir las infecciones.
Es un hongo suave (en estado verde), coriáceo y plano, con un sombrero de tonalidad rojo barniz, arrugado en forma de tapa y según la edad del ejemplar, de color blanco o marrón en la zona de los poros. Crece en todas las latitudes cálidas del bosque de Sandorai a la vera de los árboles dañados o en los muertos, adherido a los troncos a una altura mínima, casi tocando la tierra. Sus propiedades son maravillosas y de alto entendimiento para los elfos más lóngevos que con esmero han ido detallando las funciones de dicho hongo mágico. La principal ventaja del susodicho consiste en fortalecer el sistema inmunológico ante infecciones virales, normaliza y equilibra las diferentes funciones del organismo sin causar efectos perjudiciales puesto que su principal vehículo de actuación es la sangre, a través de ella limpia y elimina los excesos de impurezas facilitando el adecuado funcionamiento del sistema, favoreciendo la respuesta inmunológica al activar las autodefensas propias y originales del cuerpo. Combate posibles alergias, aisla, frena y reduce la excesiva producción y secreción de histamina, mejorando así el asma bronquial y la bronquitis crónica de tipo alérgico.
Depende de con qué se mezcle atenúa los síntomas del cansancio, disminuyendo el estrés y la fatiga crónica del paciente ya sea por enfermedad o desfallecimiento por altura.
Usualmente se prepara cortando en trozos pequeños el sombrero arrugado de la seta, puede utilizarse tanto para brebajes como para alimentos cotidianos. Como cualquier seta tiene sus efectos secundarios, el consumir más de tres en el día podría incluir mareos, sequedad de boca y garganta puesto que sería una sobrecarga para la respuesta inmunológica. En el caso de consumir gran cantidad de estas por descuido las desventajas serían mayores, molestias abdominales y un sangrado excesivo nasal.* * *
Estas son las plantas que tenía en mente y de paso, las he desarrollado. En el caso de que haya cualquier error, no dudéis en confirmármelo!
Utilizada profesión de medicina, subrayado.
Eretria Noorgard
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Re: Buscando una cura [Desafío]
El dolor era insoportable, la sola idea de intentar abrir los ojos le suponía una inmensa agonía, que terminaba por llevarla a un estado de inconsciencia intermitente del que poco le faltaría para no volver. La afirmación de la elfa letal no fue de ayuda, haciendo que el ya de por si alterado hermano terminase con la moral por los suelos. ‘‘Afortunadamente’’ la joven le brindó un pequeño rayo de esperanza al decirle que habría algo que pudiesen hacer. A esas alturas cualquier cosa sería considerada un milagro por el elfo.
Ver que ambas hermanas se pasaban el paquete de quien curaría a la pobre Ewëlein hizo que el cólera le llevase a gritar con desesperación, algo que no era muy común en él, arrepintiéndose al instante por aquella imprevista acción. La malhumorada elfa le ordenó que le llevase unas cuantas cosas y sin darle tiempo de reaccionar le puso las manos sobre el cinto de su pantalón, quitándoselo con gran agilidad. ¡Su rostro estaba tan colorado como un tomate! Tanto, que incluso no dudó en salir corriendo a buscar los materiales, con tal de librarse de aquello.
Ver a su hermana atada con ayuda de ambos cinturones le ocasionó una punzada de remordimiento, pero ante la seguridad que la rubia le brindaba no pudo hacer más que confiar en que Eretria sería capaz de curar a su querida Ewëlein.
Asintió con desconfianza, mirando fijamente a la elfa, quien efectivamente parecía saber lo que hacía y trató de no interferir de ninguna manera. No tenía idea alguna de todo lo que la joven letal estaría mezclando, pero por la concentración que tenía parecía que sería la cura que tanto necesitaba, o al menos eso les rogaba a los dioses.
Escuchar a la joven rubia cantarle a su hermana de cierta manera logró tranquilizarle a él también, pues desde que la elfa enfermó no había tenido un solo momento de paz, pensando en que quizá su hermana terminaría perdiendo la vista, y ahora, ante los cuidados que le estaban brindando era la primera vez que podía relajarse al menos un poco. Solo hubo un pequeño detalle y es que de la nada comenzó a llorar de la manera menos viril, y a pesar de que intentó esconderlo, esto fue captado por Eretria, quien terminó dándole fuerzas para que su moral no siguiera desfalleciendo.
Realmente no sabía en lo que se estaba metiendo cuando se ofreció a ser él quien auxiliase a Eretria. En más de una ocasión tuvo que morderse la lengua para no llorar al ver a su hermana quejarse y retorcerse de dolor, mientras era tratada fabulosamente por la elfa letal. Al final todo valió la pena cuando pudo vislumbrar aquellos ojos aguamarina de su adorada hermana menor y en un arranque de efusividad terminó por abrazarla como si la vida se le fuese a ir en ello.
No tenía palabras para agradecer a las elfas, ni siquiera sentía que su vida fuese suficiente para pagarles por aquel enorme favor que le habían hecho y seguramente trataría de recompensárselos un poco en el futuro. Tomó nota mental de las instrucciones de lo que tendría que hacer con la medicina de su hermana y observó con los ojos llorosos y el cuerpo tembloroso a las jóvenes que habían sido enviadas por los dioses para ayudarle. Tal vez fue la emoción del momento o que realmente la elfa letal lo había cautivado en más de un sentido, que terminó lanzándose a los brazos de ésta, posando sus labios sobre los femeninos, siendo rápidamente apartado por ella, que al final terminó mostrándole la lengua en un gesto infantil y adorable. Definitivamente ella le gustaba y desde entonces no habría nadie más con quien estuviese tan agradecido por salvar a su adorada hermana.
Ver que ambas hermanas se pasaban el paquete de quien curaría a la pobre Ewëlein hizo que el cólera le llevase a gritar con desesperación, algo que no era muy común en él, arrepintiéndose al instante por aquella imprevista acción. La malhumorada elfa le ordenó que le llevase unas cuantas cosas y sin darle tiempo de reaccionar le puso las manos sobre el cinto de su pantalón, quitándoselo con gran agilidad. ¡Su rostro estaba tan colorado como un tomate! Tanto, que incluso no dudó en salir corriendo a buscar los materiales, con tal de librarse de aquello.
Ver a su hermana atada con ayuda de ambos cinturones le ocasionó una punzada de remordimiento, pero ante la seguridad que la rubia le brindaba no pudo hacer más que confiar en que Eretria sería capaz de curar a su querida Ewëlein.
Asintió con desconfianza, mirando fijamente a la elfa, quien efectivamente parecía saber lo que hacía y trató de no interferir de ninguna manera. No tenía idea alguna de todo lo que la joven letal estaría mezclando, pero por la concentración que tenía parecía que sería la cura que tanto necesitaba, o al menos eso les rogaba a los dioses.
Escuchar a la joven rubia cantarle a su hermana de cierta manera logró tranquilizarle a él también, pues desde que la elfa enfermó no había tenido un solo momento de paz, pensando en que quizá su hermana terminaría perdiendo la vista, y ahora, ante los cuidados que le estaban brindando era la primera vez que podía relajarse al menos un poco. Solo hubo un pequeño detalle y es que de la nada comenzó a llorar de la manera menos viril, y a pesar de que intentó esconderlo, esto fue captado por Eretria, quien terminó dándole fuerzas para que su moral no siguiera desfalleciendo.
Realmente no sabía en lo que se estaba metiendo cuando se ofreció a ser él quien auxiliase a Eretria. En más de una ocasión tuvo que morderse la lengua para no llorar al ver a su hermana quejarse y retorcerse de dolor, mientras era tratada fabulosamente por la elfa letal. Al final todo valió la pena cuando pudo vislumbrar aquellos ojos aguamarina de su adorada hermana menor y en un arranque de efusividad terminó por abrazarla como si la vida se le fuese a ir en ello.
No tenía palabras para agradecer a las elfas, ni siquiera sentía que su vida fuese suficiente para pagarles por aquel enorme favor que le habían hecho y seguramente trataría de recompensárselos un poco en el futuro. Tomó nota mental de las instrucciones de lo que tendría que hacer con la medicina de su hermana y observó con los ojos llorosos y el cuerpo tembloroso a las jóvenes que habían sido enviadas por los dioses para ayudarle. Tal vez fue la emoción del momento o que realmente la elfa letal lo había cautivado en más de un sentido, que terminó lanzándose a los brazos de ésta, posando sus labios sobre los femeninos, siendo rápidamente apartado por ella, que al final terminó mostrándole la lengua en un gesto infantil y adorable. Definitivamente ella le gustaba y desde entonces no habría nadie más con quien estuviese tan agradecido por salvar a su adorada hermana.
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Eretria Noorgard: ¡Has finalizado el desafío con un asombroso desempeño! Me siento muy complacida, especialmente por tus sorpresivas decisiones que me han encantado. El aporte al herbolario me ha parecido magnifico y estoy segura de que master Sigel no dudará en aprobarlo, después de echarle algún que otro vistazo. Te invito a que continúes así, rolear contigo ha sido todo un éxtasis y estaré esperando el momento de encontrarnos de nuevo.
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Wyn
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