Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Los pasos de la curiosa pareja los llevaron al mar. Un lugar que Iredia no sólo no había visto en su vida sino que la maravillaba conocer. Había oído historias de viajes en barco: naufragios, rutas hacia lugares lejanos... A la elfa le brillaban los ojos violetas de la emoción al contemplar las olas que rompían sin cesar en la orilla.
Muy emocionada, se quitó las botas y se fue a la orilla. Sabía que Karkaran le iba a reñir enseguida, pues se supone que iban allí buscando una torre de la niebla, de la sombra o de algo así, no lo recordaba bien. De hecho, se había dado cuenta de que había seguido al brujo ciegamente hasta ese lugar por unos pergaminos que tampoco tenía ni idea de qué hacían. Daba igual, sólo por ese momento le seguiría hasta la misma boca del infierno.
-¡Ay, qué fresquita! -exclamó cuando el agua mojó sus pies y parte de sus mallas. Hacía sol pero también aire, lo que hacía que el mar estuviese embravecido y que el pelo rojizo se le agitase violentamente.
Miró entonces al brujo con una felicidad inmensa.
-¡Me encanta! -exclamó de nuevo, con los brazos abiertos hacia el cielo.
La Torre se podía divisar a lo lejos, en una especie de acantilado alto donde, como bien indicaba su nombre, una bruma blanca la rodeaba, dándole una imagen fantasmal. Vista de lejos, daba hasta cierto pavor ese lugar. Iredia no se había parado a mirarla aún, sino no estaría tan feliz.
Muy emocionada, se quitó las botas y se fue a la orilla. Sabía que Karkaran le iba a reñir enseguida, pues se supone que iban allí buscando una torre de la niebla, de la sombra o de algo así, no lo recordaba bien. De hecho, se había dado cuenta de que había seguido al brujo ciegamente hasta ese lugar por unos pergaminos que tampoco tenía ni idea de qué hacían. Daba igual, sólo por ese momento le seguiría hasta la misma boca del infierno.
-¡Ay, qué fresquita! -exclamó cuando el agua mojó sus pies y parte de sus mallas. Hacía sol pero también aire, lo que hacía que el mar estuviese embravecido y que el pelo rojizo se le agitase violentamente.
Miró entonces al brujo con una felicidad inmensa.
-¡Me encanta! -exclamó de nuevo, con los brazos abiertos hacia el cielo.
La Torre se podía divisar a lo lejos, en una especie de acantilado alto donde, como bien indicaba su nombre, una bruma blanca la rodeaba, dándole una imagen fantasmal. Vista de lejos, daba hasta cierto pavor ese lugar. Iredia no se había parado a mirarla aún, sino no estaría tan feliz.
Última edición por Iredia el Mar 4 Jul - 12:17, editado 2 veces
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Miré inclinando la cabeza bajo mis ropas como la elfa jugueteaba feliz con el agua. Por debajo de la capucha y la bufanda, de forma que ella no pudiera verme el rostro, sonreí en silencio. Hacerla feliz a veces era demasiado sencillo, mientras que otras veces no había forma de sacarle una sonrisa.
- No te alejes demasiado... Conociéndote, se te llevaría la corriente. - Le di por respuesta.
Alcé la vista y divise a lo lejos la torre. No estaba mucho más alla de unos diez o veinte minutos andando.
Era fácilmente reconocible desde varios kilómetros a la distancia, pues se alzaba orgullosa al final de un acantilado, con una parte de esta misma que parecía construida dentro de la misma tierra del acantilado. Eran varias elevaciones que se unían en un único punto de la entrada, con forma ligeramente influenciada por las construcciones elficas, tenia un aspecto más salvaje y natural que una construcción humana o bruja.
Si queríamos llegar hoy, por la hora que era, debíamos apresurarnos un poco, pero aun podíamos estar algo de rato ahí.
En silencio, miré a la elfa que salia del agua aun con una sonrisa puesta en la cara.
- Bien... - Dije quitándome la camiseta y la capa, dejándola a un lado apoyada bajo la espada que, por razones personales, aun no había empuñado. - Tu, ardillita.
Tome una posición de combate y me posicione enfrente a ella, con la mutilada cara serena y tranquila.
- Visto que no puedo protegerte de mil personas, tendré que buscar una forma de que al menos puedas contra algunos en un combate en el que no tengas tu arco. Así que ven - Hice un gesto de acercarse con los dedos de la mano alzada. - Vamos a ver que sabes hacer.
- No te alejes demasiado... Conociéndote, se te llevaría la corriente. - Le di por respuesta.
Alcé la vista y divise a lo lejos la torre. No estaba mucho más alla de unos diez o veinte minutos andando.
Era fácilmente reconocible desde varios kilómetros a la distancia, pues se alzaba orgullosa al final de un acantilado, con una parte de esta misma que parecía construida dentro de la misma tierra del acantilado. Eran varias elevaciones que se unían en un único punto de la entrada, con forma ligeramente influenciada por las construcciones elficas, tenia un aspecto más salvaje y natural que una construcción humana o bruja.
Si queríamos llegar hoy, por la hora que era, debíamos apresurarnos un poco, pero aun podíamos estar algo de rato ahí.
En silencio, miré a la elfa que salia del agua aun con una sonrisa puesta en la cara.
- Bien... - Dije quitándome la camiseta y la capa, dejándola a un lado apoyada bajo la espada que, por razones personales, aun no había empuñado. - Tu, ardillita.
Tome una posición de combate y me posicione enfrente a ella, con la mutilada cara serena y tranquila.
- Visto que no puedo protegerte de mil personas, tendré que buscar una forma de que al menos puedas contra algunos en un combate en el que no tengas tu arco. Así que ven - Hice un gesto de acercarse con los dedos de la mano alzada. - Vamos a ver que sabes hacer.
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Iredia arrugó la nariz por el comentario, pero le sonrió. El brujo era un maldito graciosillo de pacotilla. Siguió jugueteando, mojándose un poco el pelo y el rostro. Al darse la vuelta, enarcó una ceja al ver que Karkaran se quitaba la camiseta y la capa. Al final le iba a contagiar su costumbre de desnudarse. Eso era muy, pero que muy bueno.
Al ver entonces que tomaba una posición de combate, lo miró intrigada.
-- Visto que no puedo protegerte de mil personas, tendré que buscar una forma de que al menos puedas contra algunos en un combate en el que no tengas tu arco. Así que ven - y le hizo un gesto para que se acercara- Vamos a ver qué sabes hacer.
Y se empezó a descojonar.
-¡Esto es absurdo!. Aunque se me da bien dar tortazos, eso es verdad. -se acercó a él entonces y adoptó posición defensiva. Lo cierto es que se sentía ridícula y torpe, no sabía ni ponerse bien los brazos para protegerse.
-Tú lo que quieres es reírte de mí, ¿verdad? -lo miró sin poder ocultar su diversión. Esta escena iba a ser patética.
Entonces, tuvo una idea.
-¡Pues te vas a enterar!
Y corrió de golpe, saltando hacia él en un modo placaje, buscando tirarlo al suelo.
Al ver entonces que tomaba una posición de combate, lo miró intrigada.
-- Visto que no puedo protegerte de mil personas, tendré que buscar una forma de que al menos puedas contra algunos en un combate en el que no tengas tu arco. Así que ven - y le hizo un gesto para que se acercara- Vamos a ver qué sabes hacer.
Y se empezó a descojonar.
-¡Esto es absurdo!. Aunque se me da bien dar tortazos, eso es verdad. -se acercó a él entonces y adoptó posición defensiva. Lo cierto es que se sentía ridícula y torpe, no sabía ni ponerse bien los brazos para protegerse.
-Tú lo que quieres es reírte de mí, ¿verdad? -lo miró sin poder ocultar su diversión. Esta escena iba a ser patética.
Entonces, tuvo una idea.
-¡Pues te vas a enterar!
Y corrió de golpe, saltando hacia él en un modo placaje, buscando tirarlo al suelo.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Observé sin comentarios su posición de batalla.
Mientras ella reía, yo estudiaba los fallos de su posición.
Por tal y como tenia las piernas, demasiado abiertas, estaba claro que seria demasiado lenta para esquivar un ataque lateral. Sus brazos, puestos delante de su cuerpo con los puños cerrados, no intimidaban nada ni parecían estar colocados para ningún tipo de ataque en concreto. Su espalda, ligeramente arqueada, parecía estar dispuesta a tirar hacia adelante todo su cuerpo.
Incline un poco la cabeza para ver la perspectiva de tres cuartos de esa posición de combate de la elfa. Su cuerpo estaba girado hacia la derecha. Seguramente para facilitar el apoyo de su pie izquierdo o bien para dar aumento a su mano derecha. Sus ojos no observaban mi cuerpo.
Por dentro, pensé que realmente había faena con esa chica, pero no lo dije en voz alta ni deje que mi expresión cambiara.
-¡Pues te vas a enterar!
Puse los ojos en blanco mientras observaba como se arrojaba entera hacia mi. Yo la tome en el aire por la cintura, aprovechando su impulso, y me aparte de su trayectoria, dejando que volara limpiamente hacia el suelo. Cuando hubo levantado la nube de arena por ese pequeño golpe, me acerque despacio, mientras ella estaba de espaldas y le propine un azote en el culo que le hizo soltar un pequeño y agudo chillido.
- Primero: Te lo debía. - Dije sonriente. - Segundo: Avisar a tu enemigo de que vas a atacar no es lo mas inteligente.
Mientras ella reía, yo estudiaba los fallos de su posición.
Por tal y como tenia las piernas, demasiado abiertas, estaba claro que seria demasiado lenta para esquivar un ataque lateral. Sus brazos, puestos delante de su cuerpo con los puños cerrados, no intimidaban nada ni parecían estar colocados para ningún tipo de ataque en concreto. Su espalda, ligeramente arqueada, parecía estar dispuesta a tirar hacia adelante todo su cuerpo.
Incline un poco la cabeza para ver la perspectiva de tres cuartos de esa posición de combate de la elfa. Su cuerpo estaba girado hacia la derecha. Seguramente para facilitar el apoyo de su pie izquierdo o bien para dar aumento a su mano derecha. Sus ojos no observaban mi cuerpo.
Por dentro, pensé que realmente había faena con esa chica, pero no lo dije en voz alta ni deje que mi expresión cambiara.
-¡Pues te vas a enterar!
Puse los ojos en blanco mientras observaba como se arrojaba entera hacia mi. Yo la tome en el aire por la cintura, aprovechando su impulso, y me aparte de su trayectoria, dejando que volara limpiamente hacia el suelo. Cuando hubo levantado la nube de arena por ese pequeño golpe, me acerque despacio, mientras ella estaba de espaldas y le propine un azote en el culo que le hizo soltar un pequeño y agudo chillido.
- Primero: Te lo debía. - Dije sonriente. - Segundo: Avisar a tu enemigo de que vas a atacar no es lo mas inteligente.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Eso era lo que se podía denominar un guarrazo en toda regla. Y, lamentablemente para Iredia, sería el primero de muchos. Se había esperado acabar en el suelo, pero fue tan insultante la forma fácil que tuvo de despacharla que no tuvo más remedio que pensar que el maldito brujo se lo iba a hacer pasar mal.
En cuanto aterrizó en el suelo, se comió una bocanada de arena, que escupió al instante. Después, notó un cachetazo en el culo que empezó a picarle horrores. Tenía valor, no sólo la ridiculizaba sino que se aprovechaba de ella.
-¡AY! -protestó la elfa al cachete desde el suelo.
Tras la reprimenda sobre no dar aviso a tu enemigo, no pudo más que estar de acuerdo. Si quería batalla el brujín, tendría batalla. Le dolían los pechos un horror, en un impacto de ese tipo son los primeros cojines donde se apoya el cuerpo.
<<No pasa nada, esta vez no te aviso.>>
Se dio la vuelta de golpe, agarrando un puñado de arena en un movimiento y tirándosela a los ojos. Después, alzó la pierna para meterla detrás de sus tobillos,con la intención de hacerlo caer aprovechando su reacción ante la arena. No tenía fuerza, pero a veces tenía buenas ideas (aunque no siempre le saliesen bien). Se levantó mientras Karkaran reaccionaba.
-¿Mejor? -dijo con una sonrisa traviesa.
En cuanto aterrizó en el suelo, se comió una bocanada de arena, que escupió al instante. Después, notó un cachetazo en el culo que empezó a picarle horrores. Tenía valor, no sólo la ridiculizaba sino que se aprovechaba de ella.
-¡AY! -protestó la elfa al cachete desde el suelo.
Tras la reprimenda sobre no dar aviso a tu enemigo, no pudo más que estar de acuerdo. Si quería batalla el brujín, tendría batalla. Le dolían los pechos un horror, en un impacto de ese tipo son los primeros cojines donde se apoya el cuerpo.
<<No pasa nada, esta vez no te aviso.>>
Se dio la vuelta de golpe, agarrando un puñado de arena en un movimiento y tirándosela a los ojos. Después, alzó la pierna para meterla detrás de sus tobillos,con la intención de hacerlo caer aprovechando su reacción ante la arena. No tenía fuerza, pero a veces tenía buenas ideas (aunque no siempre le saliesen bien). Se levantó mientras Karkaran reaccionaba.
-¿Mejor? -dijo con una sonrisa traviesa.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Sorprendido por el ataque improvisado de la elfa, no pude sino apartarme rápidamente dando dos rápidos pasos hacia atrás mientras, procurando no destrozarme la retina, me apartaba la arena de la cara y los ojos.
Noté entonces una patada (no demasiado fuerte) en el tobillo que aun me hizo retroceder otro paso mientras miraba con una sonrisa a la elfa desde esa distancia.
- Si. - Dije feliz de que, al menos, su improvisación fuera digna de mencionar. - Mucho mejor... Pero no te confíes.
Me coloqué de nuevo y esta vez, no le di ninguna señal ni aviso mientras daba dos pasos rápidos y trazaba el símbolo del aire contra el suelo, levantando una nube de arena que se alzo contra ella y tapo un arco que hice con el pie y que golpeó la parte de atrás de su pierna derecha, haciendo que se inclinara y cayera, no demasiado abruptamente, contra el suelo. Estaba vez, me coloqué encima de ella, sobre su cintura, y le tomé ambas manos sobre con mi mano derecha y la tomaba (sin apretar demasiado) del cuello con la izquierda.
- Los ases en la manga, querida, se han de jugar siempre a un todo o nada. Si tu oponente también los conoce...
Me acerqué a su oreja derecha y se la mordí levemente por la parte de arriba antes de susurrarle:
- ... estas perdida.
Noté entonces una patada (no demasiado fuerte) en el tobillo que aun me hizo retroceder otro paso mientras miraba con una sonrisa a la elfa desde esa distancia.
- Si. - Dije feliz de que, al menos, su improvisación fuera digna de mencionar. - Mucho mejor... Pero no te confíes.
Me coloqué de nuevo y esta vez, no le di ninguna señal ni aviso mientras daba dos pasos rápidos y trazaba el símbolo del aire contra el suelo, levantando una nube de arena que se alzo contra ella y tapo un arco que hice con el pie y que golpeó la parte de atrás de su pierna derecha, haciendo que se inclinara y cayera, no demasiado abruptamente, contra el suelo. Estaba vez, me coloqué encima de ella, sobre su cintura, y le tomé ambas manos sobre con mi mano derecha y la tomaba (sin apretar demasiado) del cuello con la izquierda.
- Los ases en la manga, querida, se han de jugar siempre a un todo o nada. Si tu oponente también los conoce...
Me acerqué a su oreja derecha y se la mordí levemente por la parte de arriba antes de susurrarle:
- ... estas perdida.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
-¡Eh! ¡Eso es tram...!
No le dio tiempo a terminar la frase, pues un remolino de arena la cegó y recibió un golpe en la pierna derecha que le hizo trastabillar y caer. Cuando se dio cuenta de dónde estaba, ya tenía al brujo encima, agarrándole las manos y el cuello. Lo miró furibunda hasta que le mordió la oreja y le susurró. De repente, se le pasó el cabreo. Un escalofrío le recorrió el cuello y la espalda, uno placentero y excitante.
<<Maldita bruja..., pensó, divertida.
Estaba claro, había que hacer trampas.
-Vale- le susurró con picardía en respuesta.
Sin dudarlo, movió la cabeza y le metió un mordisco con todas sus ganas en el cuello. Quizás no le doliera, pero se le quedarían unas bonitas marcas. Sin parar, le mordió la oreja fuertemente también, luego el hombro, luego el cuello otra vez. En todo momento mantenía una sonrisa irónica, no iba a parar ese ataque de mordiscos hasta que la soltase. No se rendía con facilidad.
No le dio tiempo a terminar la frase, pues un remolino de arena la cegó y recibió un golpe en la pierna derecha que le hizo trastabillar y caer. Cuando se dio cuenta de dónde estaba, ya tenía al brujo encima, agarrándole las manos y el cuello. Lo miró furibunda hasta que le mordió la oreja y le susurró. De repente, se le pasó el cabreo. Un escalofrío le recorrió el cuello y la espalda, uno placentero y excitante.
<<Maldita bruja..., pensó, divertida.
Estaba claro, había que hacer trampas.
-Vale- le susurró con picardía en respuesta.
Sin dudarlo, movió la cabeza y le metió un mordisco con todas sus ganas en el cuello. Quizás no le doliera, pero se le quedarían unas bonitas marcas. Sin parar, le mordió la oreja fuertemente también, luego el hombro, luego el cuello otra vez. En todo momento mantenía una sonrisa irónica, no iba a parar ese ataque de mordiscos hasta que la soltase. No se rendía con facilidad.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Recibí ese ataque sin demasiada resistencia.
Lo cierto era que estaba disfrutando de ese momento. Deje que sus dientes marcaran mi cuello y mi hombro sin oponer resistencia mientras yo seguía jugando con su oreja y me deslizaba también por su yugular, notando como su piel se iba erizando poco a poco.
Sin darme cuenta, acabe por soltarla de las manos, mientras mi otra mano aun tomaba con decisión pero sin demasiada presión su cuello.
Me aparté un instante para mirarla a los ojos, ella me devolvió la mirada. Ambos nos quedamos un segundo en silencio, mirándonos sin decir nada. Sudados y pegados el uno encima del otro. Abrí despacio la boca mientras me acercaba a ella...
"¿Estarás conmigo para siempre, Eskol?"
Me aleje entonces de pronto de Iredia, respirando algo agitado y tapándome la cara con una mano que antes estaba en el cuello de la elfa. Me alejé sin decir nada y tome mis ropas. Me las puse en silencio bajo la interrogante mirada de la elfa.
- ... Lo siento. - Dije simplemente mientras esperaba a que ella tomara sus cosas también.
En silencio, después de eso, empezamos la marcha para la torre de la lejanía.
Lo cierto era que estaba disfrutando de ese momento. Deje que sus dientes marcaran mi cuello y mi hombro sin oponer resistencia mientras yo seguía jugando con su oreja y me deslizaba también por su yugular, notando como su piel se iba erizando poco a poco.
Sin darme cuenta, acabe por soltarla de las manos, mientras mi otra mano aun tomaba con decisión pero sin demasiada presión su cuello.
Me aparté un instante para mirarla a los ojos, ella me devolvió la mirada. Ambos nos quedamos un segundo en silencio, mirándonos sin decir nada. Sudados y pegados el uno encima del otro. Abrí despacio la boca mientras me acercaba a ella...
"¿Estarás conmigo para siempre, Eskol?"
Me aleje entonces de pronto de Iredia, respirando algo agitado y tapándome la cara con una mano que antes estaba en el cuello de la elfa. Me alejé sin decir nada y tome mis ropas. Me las puse en silencio bajo la interrogante mirada de la elfa.
- ... Lo siento. - Dije simplemente mientras esperaba a que ella tomara sus cosas también.
En silencio, después de eso, empezamos la marcha para la torre de la lejanía.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Aquel juego se les estaba yendo de las manos. Parecía que la batalla estaba muy candente. Al menos consiguió su objetivo, que era que la soltase. Sin embargo, ahora no quería zafarse de él precisamente. A medida que notaba sus labios en el cuello, ella comenzaba a respirar más agitadamente. Sus mordiscos se hacían más largos y profundos, jadeaba por el esfuerzo y la excitación.
Se miraron entonces, excitados, sudorosos. Anhelantes. Cuando ya pensó que iba a besarla, de golpe se levantó, dejándola sorprendida, excitada y confundida. Lo miró en silencio mientras se vestía y se disculpaba. Ella asintió y recogió su arco. Estaba un tanto colorada de vergüenza, pensó que quizás se había sobrepasado con los mordiscos. Se pasó una mano por el pelo y suspiró. A veces creía que sería capaz de pagar sólo por saber lo que estaría pensando.
Hicieron el trayecto a la torre de la niebla silenciosamente incómodos. A medida que iban llegando, la noche llegaba y una espléndida luna se alzaba en el cielo. La torre se alzaba ante ellos, mortal y brumosa. Iredia, instintivamente , sacó una flecha y la preparó, dejándola reposar en el arco, sin tensarlo aún. Ese lugar le transmitía una negatividad extrema. Cuando llegaron a la puerta, estaba cerrada. Iredia casi lo agradeció. Alzó la mirada. El pico de la torre se perdía en la bruma. Tragó saliva.
-Kar... - murmuró con un hilillo de voz. No dijo nada más, había transmitido de sobra su opinión con ese vocativo.
Se miraron entonces, excitados, sudorosos. Anhelantes. Cuando ya pensó que iba a besarla, de golpe se levantó, dejándola sorprendida, excitada y confundida. Lo miró en silencio mientras se vestía y se disculpaba. Ella asintió y recogió su arco. Estaba un tanto colorada de vergüenza, pensó que quizás se había sobrepasado con los mordiscos. Se pasó una mano por el pelo y suspiró. A veces creía que sería capaz de pagar sólo por saber lo que estaría pensando.
Hicieron el trayecto a la torre de la niebla silenciosamente incómodos. A medida que iban llegando, la noche llegaba y una espléndida luna se alzaba en el cielo. La torre se alzaba ante ellos, mortal y brumosa. Iredia, instintivamente , sacó una flecha y la preparó, dejándola reposar en el arco, sin tensarlo aún. Ese lugar le transmitía una negatividad extrema. Cuando llegaron a la puerta, estaba cerrada. Iredia casi lo agradeció. Alzó la mirada. El pico de la torre se perdía en la bruma. Tragó saliva.
-Kar... - murmuró con un hilillo de voz. No dijo nada más, había transmitido de sobra su opinión con ese vocativo.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
No dije nada respecto a mi abrupto cambio de humor. No era algo que quisiera comentar.
No era el momento de decirle a Iredia la verdad de mi viaje por el basto mundo en busca de un conocimiento que no existe. No era el momento de decirle el precio que estaba dispuesto a pagar por aquello que buscaba. No lo era.
Sacudí la cabeza en silencio mientras nos acercábamos a la puerta principal de ese lugar.
Tras menear fuertemente la puerta, comprobé como, efectivamente, ese lugar había sido sellado. Chasqueé la lengua, ligeramente molesto.
Miré hacia arriba y, ademas de ver la niebla devorar la torre hasta el punto que era incapaz de ver su verdadero tamaño, la ventana más cercana estaba a unos cuatro o cinco metros hacia arriba. Demasiado para un salto impulsado por aire. Medite un segundo y me centre en la cerradura.
Puse mi ojo en el mecanismo y vi dos compases de tres arcos. Con bifurcaciones de dos o tres milímetros de grosor. No era demasiado moderna.
Aun sumergido en ese férreo silencio, saque mi ganzúa y un puñal y y empecé a trabajar la cerradura. Unos segundos más tarde en los cuales la elfa miro a su alrededor inquieta, la puerta se abrió.
Cuando estuvo completamente abierta, un pasillo de madera podrida y sin muebles nos recibió.
Del techo, en un instante tras abrir la puerta, cayo un gran esqueleto de una araña de cristal donde ya no había cristal. El cuerpo metálico de esta resonó en la torre vacía durante un rato.
- Genial. Si no nos matan los fantasmas misteriosos se nos caerá el piso encima... - Murmuré mientras pasaba por el lado de la araña y me ponía a investigar la primera habitacion.
Había dos caminos que se diferenciaban por dos escaleras. Unas subían. Otras bajaban.
No era el momento de decirle a Iredia la verdad de mi viaje por el basto mundo en busca de un conocimiento que no existe. No era el momento de decirle el precio que estaba dispuesto a pagar por aquello que buscaba. No lo era.
Sacudí la cabeza en silencio mientras nos acercábamos a la puerta principal de ese lugar.
Tras menear fuertemente la puerta, comprobé como, efectivamente, ese lugar había sido sellado. Chasqueé la lengua, ligeramente molesto.
Miré hacia arriba y, ademas de ver la niebla devorar la torre hasta el punto que era incapaz de ver su verdadero tamaño, la ventana más cercana estaba a unos cuatro o cinco metros hacia arriba. Demasiado para un salto impulsado por aire. Medite un segundo y me centre en la cerradura.
Puse mi ojo en el mecanismo y vi dos compases de tres arcos. Con bifurcaciones de dos o tres milímetros de grosor. No era demasiado moderna.
Aun sumergido en ese férreo silencio, saque mi ganzúa y un puñal y y empecé a trabajar la cerradura. Unos segundos más tarde en los cuales la elfa miro a su alrededor inquieta, la puerta se abrió.
Cuando estuvo completamente abierta, un pasillo de madera podrida y sin muebles nos recibió.
Del techo, en un instante tras abrir la puerta, cayo un gran esqueleto de una araña de cristal donde ya no había cristal. El cuerpo metálico de esta resonó en la torre vacía durante un rato.
- Genial. Si no nos matan los fantasmas misteriosos se nos caerá el piso encima... - Murmuré mientras pasaba por el lado de la araña y me ponía a investigar la primera habitacion.
Había dos caminos que se diferenciaban por dos escaleras. Unas subían. Otras bajaban.
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Bien elfa, ahora viene lo divertido. Voy a tirar una runa que saldrá aleatoria. Depende de lo que salga (puedes ver si es buena o no más abajo de esta) nos aparecerá un fantasma o no o tendremos suerte o no. Independientemente del resultado, tendrás que postear según como hayamos tenido la suerte de la runa.- Spoiler:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¿Preparada?
Última edición por Karkaran el Lun 26 Jun - 21:43, editado 1 vez
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
El miembro 'Karkaran' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
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Resultados :
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'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Ella se revolvía inquieta mientras Karkaran, taciturno, sacaba una ganzúa y un puñal y abría la puerta. El paisaje empezaba a volverse tétrico y eso no mejoraba la tensión que existía entre ambos desde que ocurrió ese momento de la playa.
En ese momento, el brujo consiguió abrir la puerta y justo cayó aquel esqueleto de araña que antaño, seguramente, habría sido preciosa. A Iredia se le escapó un grito ahogado y pegó un bote hacia atrás del susto que le dio. Lanzó un par de maldiciones en élfico y se llevó una mano al pecho, con el corazón desbocado.
-Vrite pandalah... -maldijo.
No respondió al comentario de Karkaran, centrada todavía en que no se le saliese el corazón por la boca. Oía murmullos en el aire, voces que parecían lamentos. De repente, sintió curiosidad por la historia de esa torre. Curiosidad y un profundo pavor. Siguió a su protector hasta aquella habitación. Parecía un gran salón, con tapices viejos y roídos por el tiempo, una mesa de madera ya podrida, sillas alrededor, dos sofas agujereados y una estantería gigante con pergaminos enrollados más frágiles que el cristal. Olía a moho y a viejo. Olía a tristeza.
De repente, se oyó un chasquido y una risotada. Al fondo de la habitación, una figura blanquecina tomaba forma visible gracias al reflejo de la luna en la ventana. Era traslúcido, incorpóreo. Tenía el aspecto de un anciano, encorvado y con mechones de pelo largo que hacían las veces de barba. No tenía ojos, sino dos cuencas negras que, pese a ello, miraban a la pareja. Iredia tensó el arco, lo que provocó que el viejo se riese más. Permanecía lejos y no tenía actitud agresiva. Sin embargo, la elfa no estaba dispuesta a pasar la noche en la misma habitación que ese fantasma. La figura traslúcida flotó hacia ellos y se mantuvo a una distancia prudente. Era un humano. Parecía divertirle el hecho de que estuviesen allí.
-Vaya, vaya, vaya... -el viejo fantasma sonrió. Sin dientes. Iredia se fijó en que una fea cicatriz le partía el rostro por la mitad en diagonal- Carne fresca en un lugar de muerte... ¿Por qué sois tan necios de venir aquí? Ese arma aquí no te servirá, criatura de los bosques. -dirigió sus cuencas vacías a Iredia- Ni ninguna otra hecha por simples mortales. -y volvió a reírse.
Iredia tragó saliva y un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Si bien el viejo no parecía agresivo, su instinto le decía que emanaba un gran aura de maldad. Fuera quien fuese, no encontró descanso en la muerte por algún buen motivo.
-Os dejo dos preguntas, niños. Y después -miró al techo y sonrió de forma malévola- Después os sugiero que os vayáis. El amo se despertará y no le gustan los desconocidos. Al menos, no los que respiran.
Soltó una carcajada que hizo eco en las paredes blancas del salón.
En ese momento, el brujo consiguió abrir la puerta y justo cayó aquel esqueleto de araña que antaño, seguramente, habría sido preciosa. A Iredia se le escapó un grito ahogado y pegó un bote hacia atrás del susto que le dio. Lanzó un par de maldiciones en élfico y se llevó una mano al pecho, con el corazón desbocado.
-Vrite pandalah... -maldijo.
No respondió al comentario de Karkaran, centrada todavía en que no se le saliese el corazón por la boca. Oía murmullos en el aire, voces que parecían lamentos. De repente, sintió curiosidad por la historia de esa torre. Curiosidad y un profundo pavor. Siguió a su protector hasta aquella habitación. Parecía un gran salón, con tapices viejos y roídos por el tiempo, una mesa de madera ya podrida, sillas alrededor, dos sofas agujereados y una estantería gigante con pergaminos enrollados más frágiles que el cristal. Olía a moho y a viejo. Olía a tristeza.
De repente, se oyó un chasquido y una risotada. Al fondo de la habitación, una figura blanquecina tomaba forma visible gracias al reflejo de la luna en la ventana. Era traslúcido, incorpóreo. Tenía el aspecto de un anciano, encorvado y con mechones de pelo largo que hacían las veces de barba. No tenía ojos, sino dos cuencas negras que, pese a ello, miraban a la pareja. Iredia tensó el arco, lo que provocó que el viejo se riese más. Permanecía lejos y no tenía actitud agresiva. Sin embargo, la elfa no estaba dispuesta a pasar la noche en la misma habitación que ese fantasma. La figura traslúcida flotó hacia ellos y se mantuvo a una distancia prudente. Era un humano. Parecía divertirle el hecho de que estuviesen allí.
-Vaya, vaya, vaya... -el viejo fantasma sonrió. Sin dientes. Iredia se fijó en que una fea cicatriz le partía el rostro por la mitad en diagonal- Carne fresca en un lugar de muerte... ¿Por qué sois tan necios de venir aquí? Ese arma aquí no te servirá, criatura de los bosques. -dirigió sus cuencas vacías a Iredia- Ni ninguna otra hecha por simples mortales. -y volvió a reírse.
Iredia tragó saliva y un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Si bien el viejo no parecía agresivo, su instinto le decía que emanaba un gran aura de maldad. Fuera quien fuese, no encontró descanso en la muerte por algún buen motivo.
-Os dejo dos preguntas, niños. Y después -miró al techo y sonrió de forma malévola- Después os sugiero que os vayáis. El amo se despertará y no le gustan los desconocidos. Al menos, no los que respiran.
Soltó una carcajada que hizo eco en las paredes blancas del salón.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Miré inclinando un poco la cabeza al fantasma que se encontraba frente a nosotros.
Sin dudarlo siquiera, me acerque hacia el mientras hablaba y pase mi mano por su abdomen, notando una sensación de frió y algo similar al agua cuando estuve dentro del espacio que ocupaba esa figura incorpórea. Él, por lo contrario de molesto, pareció divertirse con mi comportamiento curioso mientras seguía contando lo que tenia que contar.
Por mi lado, no había desenvainado aun esa espada elfica extraña, pero dudaba considerablemente que fuera capaz de cortar la muerte con ella.
-Os dejo dos preguntas, niños. Y después -miró al techo y sonrió de forma malévola- Después os sugiero que os vayáis. El amo se despertará y no le gustan los desconocidos. Al menos, no los que respiran.
- ¿Quien es el amo? - Pregunté sin mirarlo y observando el techo mientras jugueteaba aun con esa sensación entre mis dedos.
El fantasma me miró y sonrió.
- El amo es el señor de la torre. El brujo elfico que tomo los conocimientos que quiso y adquirió a base de horrores.
- Bien. - Dije tranquilo. - ¿Donde guardaba los escritos de sus experimentos y hechizos?
Entonces, la sonrisa del fantasma se fue desvaneciendo levemente hasta que quedo claro que solo se trataba de una sonrisa forzada.
- Dos preguntas os he dado, niño... Y esa es la ultima de todas que deberíais formular... Esos conocimientos los guardaba mi amo en una biblioteca en la parte más alta de la torre. Por encima incluso de sus estancias. Con una entrada oculta que ni siquiera sus sirvientes conocen.
Asentí aun con la mirada en el techo. Habría que subir.
- Ahora os sugiero que os vayáis... Aun en la muerte, el amo no duda en realizar más experimentos.
Mientras atravesaba el techo elevándose en el aire, Iredia y yo nos miramos en silencio. Luego, me gire y fui a tomar la escalera que hacia camino hacia arriba.
Sin dudarlo siquiera, me acerque hacia el mientras hablaba y pase mi mano por su abdomen, notando una sensación de frió y algo similar al agua cuando estuve dentro del espacio que ocupaba esa figura incorpórea. Él, por lo contrario de molesto, pareció divertirse con mi comportamiento curioso mientras seguía contando lo que tenia que contar.
Por mi lado, no había desenvainado aun esa espada elfica extraña, pero dudaba considerablemente que fuera capaz de cortar la muerte con ella.
-Os dejo dos preguntas, niños. Y después -miró al techo y sonrió de forma malévola- Después os sugiero que os vayáis. El amo se despertará y no le gustan los desconocidos. Al menos, no los que respiran.
- ¿Quien es el amo? - Pregunté sin mirarlo y observando el techo mientras jugueteaba aun con esa sensación entre mis dedos.
El fantasma me miró y sonrió.
- El amo es el señor de la torre. El brujo elfico que tomo los conocimientos que quiso y adquirió a base de horrores.
- Bien. - Dije tranquilo. - ¿Donde guardaba los escritos de sus experimentos y hechizos?
Entonces, la sonrisa del fantasma se fue desvaneciendo levemente hasta que quedo claro que solo se trataba de una sonrisa forzada.
- Dos preguntas os he dado, niño... Y esa es la ultima de todas que deberíais formular... Esos conocimientos los guardaba mi amo en una biblioteca en la parte más alta de la torre. Por encima incluso de sus estancias. Con una entrada oculta que ni siquiera sus sirvientes conocen.
Asentí aun con la mirada en el techo. Habría que subir.
- Ahora os sugiero que os vayáis... Aun en la muerte, el amo no duda en realizar más experimentos.
Mientras atravesaba el techo elevándose en el aire, Iredia y yo nos miramos en silencio. Luego, me gire y fui a tomar la escalera que hacia camino hacia arriba.
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Ella escuchó en silencio. Seguía oyendo aquellas voces en el aire, aunque no estaba segura de si eran alucinaciones o si realmente las personas que habían sido torturadas en aquel lugar vagaban por el aire riéndose de ellos.
Instintivamente, se miró las muñecas. La tortura era un estigma para ella, un miedo que pasaba más allá del simple pánico. Una experiencia no superada. No quería que el brujo notase debilidad alguna en ella, así que no dijo nada al respecto de ese fantasma. Este parecía oler su miedo, pues tras mirarse las muñecas, alzó la vista y se encontró las cuencas vacías del anciano a un palmo de su rostro. Ese gesto le hizo dar un respingo y poner la mano delante, aunque sólo tocase aire y partículas de agua suspendidas en el aire.
-Las elfas eran sus favoritas. -y con una risotada, el anciano voló, atravesando el techo de nuevo, y desapareció.
Miró a Karkaran, quien le devolvió el gesto en silencio. Las preguntas empezaban a rondar en su cabeza. Estaban en aquella torre llena de fantasmas y locos porque él así lo quería. ¿Qué pensaba él acerca de torturar personas para conseguir poder? Lo que más temió es que se intuía la respuesta a esa pregunta.
El brujo subió y ella, antes de seguirlo, fue a una de las estanterías y cogió uno de los pergaminos que allí yacían con mucho cuidado. No tenía título, sólo un sello lacrado con una bestia parecida a un minotauro terrorífico. Después, con una ligera carrera, alcanzó a Karkaran.
Las escaleras daban a un primer pasillo, largo y tétrico, lleno de armaduras vacías. Armaduras fabulosas pero que, intuyó Iredia, no estaban exentas de maldad. Tenían un brillo siniestro y, aunque no se vieran los ojos, parecía que los contemplaban en silencio. Ese pasillo contenía seis armaduras que guardaban tres puertas cerradas. Una de esas puertas, supuso la elfa, conducía al piso superior.
Antes de seguir avanzando, se colgó el arco a la espalda, después juntó las manos y rezó una plegaria. Un pálido brillo verde nació de ellas y, antes de que el brujo avanzase a ninguna parte, ella le cogió suavemente la mano y la enterró en las suyas. Él notaría la misma sensación de frenesí que notó en la fiesta élfica. Un subidón de adrenalina que hincharía sus músculos y le daría potencia, recorriendo su cuerpo como un torrente imparable.
(Uso de habilidad: Vínculo de Fuerza)
La última vez que usó ese poder, a él le encantó y, de hecho, partió una mesa. Lo volvió a mirar para ver su reacción. Tenía dudas sobre su naturaleza, pero con ese gesto le quiso demostrar que lo de la playa quedaba atrás. Que confiaba en él.
-Somos un equipo, ¿verdad? -y le sonrió levemente.
Estaba muerta de miedo, pero al menos, si moría, sería en buena compañía.
_______________________
Muy bien, mi querido brujo y protector, esta vez me toca tirar a mí. Como te he descrito, son tres puertas y voy a tirar la voluntad de los dioses para ver cuál es nuestra suerte. Si nos es favorable, conseguimos subir de piso (abriremos la puerta correcta). Si nos es indiferente, tendremos que dar un rodeo, nos iremos por una puerta que llevará a otro lado (y eso, como bien sabes, tendrá sus riesgos...). Si nos es desfavorable, bueno... tenemos unas armaduras acechándonos más lo que sea que haya tras la puerta. Podemos ir rezando a todos los dioses que nos sepamos XD Una vez haya tirado, te toca postear en consecuencia.
¿Listo?
Instintivamente, se miró las muñecas. La tortura era un estigma para ella, un miedo que pasaba más allá del simple pánico. Una experiencia no superada. No quería que el brujo notase debilidad alguna en ella, así que no dijo nada al respecto de ese fantasma. Este parecía oler su miedo, pues tras mirarse las muñecas, alzó la vista y se encontró las cuencas vacías del anciano a un palmo de su rostro. Ese gesto le hizo dar un respingo y poner la mano delante, aunque sólo tocase aire y partículas de agua suspendidas en el aire.
-Las elfas eran sus favoritas. -y con una risotada, el anciano voló, atravesando el techo de nuevo, y desapareció.
Miró a Karkaran, quien le devolvió el gesto en silencio. Las preguntas empezaban a rondar en su cabeza. Estaban en aquella torre llena de fantasmas y locos porque él así lo quería. ¿Qué pensaba él acerca de torturar personas para conseguir poder? Lo que más temió es que se intuía la respuesta a esa pregunta.
El brujo subió y ella, antes de seguirlo, fue a una de las estanterías y cogió uno de los pergaminos que allí yacían con mucho cuidado. No tenía título, sólo un sello lacrado con una bestia parecida a un minotauro terrorífico. Después, con una ligera carrera, alcanzó a Karkaran.
Las escaleras daban a un primer pasillo, largo y tétrico, lleno de armaduras vacías. Armaduras fabulosas pero que, intuyó Iredia, no estaban exentas de maldad. Tenían un brillo siniestro y, aunque no se vieran los ojos, parecía que los contemplaban en silencio. Ese pasillo contenía seis armaduras que guardaban tres puertas cerradas. Una de esas puertas, supuso la elfa, conducía al piso superior.
Antes de seguir avanzando, se colgó el arco a la espalda, después juntó las manos y rezó una plegaria. Un pálido brillo verde nació de ellas y, antes de que el brujo avanzase a ninguna parte, ella le cogió suavemente la mano y la enterró en las suyas. Él notaría la misma sensación de frenesí que notó en la fiesta élfica. Un subidón de adrenalina que hincharía sus músculos y le daría potencia, recorriendo su cuerpo como un torrente imparable.
(Uso de habilidad: Vínculo de Fuerza)
La última vez que usó ese poder, a él le encantó y, de hecho, partió una mesa. Lo volvió a mirar para ver su reacción. Tenía dudas sobre su naturaleza, pero con ese gesto le quiso demostrar que lo de la playa quedaba atrás. Que confiaba en él.
-Somos un equipo, ¿verdad? -y le sonrió levemente.
Estaba muerta de miedo, pero al menos, si moría, sería en buena compañía.
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Muy bien, mi querido brujo y protector, esta vez me toca tirar a mí. Como te he descrito, son tres puertas y voy a tirar la voluntad de los dioses para ver cuál es nuestra suerte. Si nos es favorable, conseguimos subir de piso (abriremos la puerta correcta). Si nos es indiferente, tendremos que dar un rodeo, nos iremos por una puerta que llevará a otro lado (y eso, como bien sabes, tendrá sus riesgos...). Si nos es desfavorable, bueno... tenemos unas armaduras acechándonos más lo que sea que haya tras la puerta. Podemos ir rezando a todos los dioses que nos sepamos XD Una vez haya tirado, te toca postear en consecuencia.
¿Listo?
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Miré esas extrañas armaduras por el rabillo del ojo mientras andábamos, notando la mirada de esas siniestras figuras a nuestras espaldas.
- No te pares... Ni te separes. - Dije procurando no alzar demasiado la voz mientras me acercaba a la primera de las puertas.
Justo cuando colocaba la mano en el pomo, la armadura de mi izquierda se movió y coloco su lanza en forma de barrera. Me gire hacia ella y mire las cuencas vacías de su casco. Esta negó con la cabeza. Yo solté despacio el pomo y ella volvió a su posición original.
Di un suspiro y me acerqué a otra puerta.
Esta vez, no nos impidieron el paso. En lugar de eso, la puerta se abrio sola para que, tras entrar yo y la elfa, se cerrada como empujada por una fuerza invisible.
Nos encontrábamos en un comedor bastante dejado. Una mesa larga casi rota en el centro, con varias columnas a nuestro alrededor también derruidas. Al fondo, un fuego y un par de pasillos por donde seguir a las siguientes zonas de la torre. Ambos nos miramos y empezamos a hacer camino hacia esas zonas desconocidas.
Mientras andábamos, un cuadro de la pared se cayo e Iredia pego un bote, yo contuve el aliento tratando de parecer calmado. Había algo extraño ahi.
Antes de seguir por los pasillos del fondo, me acerqué a la pared del cuadro y me fije en que habia un pequeño simbolo dibujado en uno de los ladrillos.
No lo reconoci. Cabia la posibilidad de que fuera una trampa o un pasillo.
Miré a Iredia dubitativo y lo pulsé entonces.
- No te pares... Ni te separes. - Dije procurando no alzar demasiado la voz mientras me acercaba a la primera de las puertas.
Justo cuando colocaba la mano en el pomo, la armadura de mi izquierda se movió y coloco su lanza en forma de barrera. Me gire hacia ella y mire las cuencas vacías de su casco. Esta negó con la cabeza. Yo solté despacio el pomo y ella volvió a su posición original.
Di un suspiro y me acerqué a otra puerta.
Esta vez, no nos impidieron el paso. En lugar de eso, la puerta se abrio sola para que, tras entrar yo y la elfa, se cerrada como empujada por una fuerza invisible.
Nos encontrábamos en un comedor bastante dejado. Una mesa larga casi rota en el centro, con varias columnas a nuestro alrededor también derruidas. Al fondo, un fuego y un par de pasillos por donde seguir a las siguientes zonas de la torre. Ambos nos miramos y empezamos a hacer camino hacia esas zonas desconocidas.
Mientras andábamos, un cuadro de la pared se cayo e Iredia pego un bote, yo contuve el aliento tratando de parecer calmado. Había algo extraño ahi.
Antes de seguir por los pasillos del fondo, me acerqué a la pared del cuadro y me fije en que habia un pequeño simbolo dibujado en uno de los ladrillos.
No lo reconoci. Cabia la posibilidad de que fuera una trampa o un pasillo.
Miré a Iredia dubitativo y lo pulsé entonces.
*************************
Bueno, debido a que ha tocado suerte ambigua no diré ni que avanzamos ni que no, sino que dejo que la suerte hable de nuevo.Como seguro que has podido adivinar, aquí la tirada determinara que hace el botón.
Buena suerte hará que el botón abra un atajo a un pequeño tesoro de magia elfica (para ti) o un atajo.
Suerte ambigua hará que el botón este atascado y no hará nada.
Mala suerte... Bueno, te lo dejo a tu juicio, pero la trampa se activará.
Suerte!
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Aparecieron en aquel comedor. Grande, esbelto, viejo y abandonado. El fuego hacía mucho tiempo que se había extinguido, esa mesa hacía mucho tiempo que no servía ningún banquete. Iredia miró a Karkaran y, cuando ambos avanzaron hacia aquellos pasillos que se extendían al fondo, aquel cuadro se cayó e Iredia, además de pegar un bote, instintivamente apuntó con el arco para allá. Agradeció ser joven, un individuo viejo se habría muerto ya de un infarto en la puerta de la torre.
Bajó entonces el arco y siguió a Karkaran hasta la pared desnuda que el cuadro había dejado. Vio también aquel símbolo. Era élfico. No estaba segura de su significado, pues era de un dialecto que Iredia no conocía bien. Sin embargo, sabía que tenía que ver con una cámara secreta. El brujo entonces la miró dubitativo, ella frunció los labios. Pulsó el botón.
La pared crujió y se arrastró hacia atrás, después a la izquierda, dejando un pasillo negro y gris delante, con paredes de piedra. Al fondo, una tenue luz azulada brillaba, tan tenue que dudó que el brujo la viera (ella se supone que tenía mejor vista que él en la oscuridad).
-Hay algo al fondo, como azul... -le comunicó en un susurro.
Avanzó detrás de su protector y llegaron a una cámara minúscula, con un altar en el centro y un cofre a cada lado del mismo. Parecía una especie de caverna y, por algún motivo, una caverna que no estaba destinada a las visitas. Un tesoro. El resplandor azulado venía de las dos joyas que brillaban en el altar. Eran dos monedas, perfectamente redondas y pulidas, de plata. Emitían luz propia, pues tenían magia en su interior. La elfa se acercó a dicho altar y pasó la mano por encima de ellas. Eran extrañas, pero no desprendían un aura malévola. Cogió ambas y las examinó, colgándose de nuevo el arco a la espalda. Además de unos preciosos adornos en los bordes, cada una tenía un símbolo élfico diferente. Símbolos que esta vez Iredia sí entendió: "Cara", decía una y "Cruz" la otra.
-Ten. -le tendió a Karkaran una de las monedas, la que ponía "Cruz". Ella supuso, quizás erróneamente, que él entendía el significado. Le parecieron valiosas y quiso compartir una con él.
Después, se dirigió a uno de los cofres, que no poseía cerrojo ni traba alguna para ser abierto. Alzó la tapa y lo que encontró le hizo dar un grito ahogado y taparse la boca por el asombro. Dentro había un pequeño frasco con lo que parecía simple agua. Sin embargo, el resplandor blanco que emitía ese agua la delataba como algo mágico. Algo que Iredia también reconoció y le hizo sonreír abiertamente. Fuera lo que fuese, era algo muy valioso y muy escaso. Se la guardó en el zurrón con sumo cuidado. El descubrimiento le había provocado que su rostro pasase del miedo a la fascinación.
Sin embargo, le duró poco. Se oyó un crujido y, con horror, Iredia descubrió que se habían quedado encerrados en la cámara. También, de golpe, se oyó otro crujido y se abrió una compuerta a la derecha de Iredia. El hecho de haber cogido aquel agua había activado algún tipo de mecanismo de protección o de escape. O de captura.
<<He tardado poco en liarla.>>, pensó con cierta pesadumbre.
No les quedaba más remedio que cruzar por ese pasadizo, ligeramente agachados, pues era un túnel estrecho por el cual sólo podían ir en fila. El pasadizo desembocaba en una puerta de madera entornada. Al otro lado, había una sólida e intensa negrura. Ni los ojos de Iredia podían atravesar esa oscuridad. La elfa buscó a tientas el brazo o la mano del brujo.
De pronto, empezaron a oírse risas y llantos, unas veces lejanos, otras veces casi al oído de ellos. Pasaban a su lado corrientes de aire que les removían levemente las ropas. Una broma pesada de los fantasmas de ese lugar. Dentro, se respiraba un aire cargado de incienso que dificultaba la respiración. El olor era dulzón y hacía que a la elfa se le irritasen los ojos. No reconoció el aroma, para variar. Pero si seguían respirando ese aire mucho tiempo, empezarían a embotarse sus sentidos...
********************
Sigamos liándola. Esta vez hemos entrado en una sala en la cual tendremos que guiarnos por nuestro sentido del oído, del tacto y del olfato. No será fácil, todo está oscuro y estos fantasmas nos harán dudar de las capacidades de nuestros sentidos, confundiendo nuestro oído y olfato gracias al incienso. Este incienso hará que nos quedemos drogados si nos quedamos allí mucho tiempo. Así pues, mi tirada determinará lo siguiente:
-Buena suerte: Somos unos cracks y encontramos la salida a la primera, ilesos.
-Suerte ambigua:Nuestros sentidos se embotan y, aunque encontremos la salida, nos costará el doble y saldremos drogados de esa sala (nada recomendable dados los peligros de esta torre).
-Mala suerte:: Perdemos la cordura durante dos turnos. Esto implica, entre otras cosas que tú decidas, que se puede atacar al compañero pensando que es un fantasma (o herirse a sí mismo).
¡Vamos allá!
Bajó entonces el arco y siguió a Karkaran hasta la pared desnuda que el cuadro había dejado. Vio también aquel símbolo. Era élfico. No estaba segura de su significado, pues era de un dialecto que Iredia no conocía bien. Sin embargo, sabía que tenía que ver con una cámara secreta. El brujo entonces la miró dubitativo, ella frunció los labios. Pulsó el botón.
La pared crujió y se arrastró hacia atrás, después a la izquierda, dejando un pasillo negro y gris delante, con paredes de piedra. Al fondo, una tenue luz azulada brillaba, tan tenue que dudó que el brujo la viera (ella se supone que tenía mejor vista que él en la oscuridad).
-Hay algo al fondo, como azul... -le comunicó en un susurro.
Avanzó detrás de su protector y llegaron a una cámara minúscula, con un altar en el centro y un cofre a cada lado del mismo. Parecía una especie de caverna y, por algún motivo, una caverna que no estaba destinada a las visitas. Un tesoro. El resplandor azulado venía de las dos joyas que brillaban en el altar. Eran dos monedas, perfectamente redondas y pulidas, de plata. Emitían luz propia, pues tenían magia en su interior. La elfa se acercó a dicho altar y pasó la mano por encima de ellas. Eran extrañas, pero no desprendían un aura malévola. Cogió ambas y las examinó, colgándose de nuevo el arco a la espalda. Además de unos preciosos adornos en los bordes, cada una tenía un símbolo élfico diferente. Símbolos que esta vez Iredia sí entendió: "Cara", decía una y "Cruz" la otra.
-Ten. -le tendió a Karkaran una de las monedas, la que ponía "Cruz". Ella supuso, quizás erróneamente, que él entendía el significado. Le parecieron valiosas y quiso compartir una con él.
Después, se dirigió a uno de los cofres, que no poseía cerrojo ni traba alguna para ser abierto. Alzó la tapa y lo que encontró le hizo dar un grito ahogado y taparse la boca por el asombro. Dentro había un pequeño frasco con lo que parecía simple agua. Sin embargo, el resplandor blanco que emitía ese agua la delataba como algo mágico. Algo que Iredia también reconoció y le hizo sonreír abiertamente. Fuera lo que fuese, era algo muy valioso y muy escaso. Se la guardó en el zurrón con sumo cuidado. El descubrimiento le había provocado que su rostro pasase del miedo a la fascinación.
Sin embargo, le duró poco. Se oyó un crujido y, con horror, Iredia descubrió que se habían quedado encerrados en la cámara. También, de golpe, se oyó otro crujido y se abrió una compuerta a la derecha de Iredia. El hecho de haber cogido aquel agua había activado algún tipo de mecanismo de protección o de escape. O de captura.
<<He tardado poco en liarla.>>, pensó con cierta pesadumbre.
No les quedaba más remedio que cruzar por ese pasadizo, ligeramente agachados, pues era un túnel estrecho por el cual sólo podían ir en fila. El pasadizo desembocaba en una puerta de madera entornada. Al otro lado, había una sólida e intensa negrura. Ni los ojos de Iredia podían atravesar esa oscuridad. La elfa buscó a tientas el brazo o la mano del brujo.
De pronto, empezaron a oírse risas y llantos, unas veces lejanos, otras veces casi al oído de ellos. Pasaban a su lado corrientes de aire que les removían levemente las ropas. Una broma pesada de los fantasmas de ese lugar. Dentro, se respiraba un aire cargado de incienso que dificultaba la respiración. El olor era dulzón y hacía que a la elfa se le irritasen los ojos. No reconoció el aroma, para variar. Pero si seguían respirando ese aire mucho tiempo, empezarían a embotarse sus sentidos...
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Sigamos liándola. Esta vez hemos entrado en una sala en la cual tendremos que guiarnos por nuestro sentido del oído, del tacto y del olfato. No será fácil, todo está oscuro y estos fantasmas nos harán dudar de las capacidades de nuestros sentidos, confundiendo nuestro oído y olfato gracias al incienso. Este incienso hará que nos quedemos drogados si nos quedamos allí mucho tiempo. Así pues, mi tirada determinará lo siguiente:
-Buena suerte: Somos unos cracks y encontramos la salida a la primera, ilesos.
-Suerte ambigua:Nuestros sentidos se embotan y, aunque encontremos la salida, nos costará el doble y saldremos drogados de esa sala (nada recomendable dados los peligros de esta torre).
-Mala suerte:: Perdemos la cordura durante dos turnos. Esto implica, entre otras cosas que tú decidas, que se puede atacar al compañero pensando que es un fantasma (o herirse a sí mismo).
¡Vamos allá!
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Chasqueé la lengua molesto por esa oscuridad repentina en el nuevo túnel mientras guardaba la moneda en mi zurrón.
Escuche con atención esas voces resonantes mientras trataba, sin éxito de ver algo.
Acabe por cansarme y tome el puñal de mi cinturón. Aun no quería usar esa extraña espada. Pase la punta por la pared mientras trazaba un símbolo con la otra mano y mis ojos brillaban con un intenso tono rojizo. Crece, llama, crece.
Las chispas que la hoja hizo empezaron a crecer en una llamarada que recorrió el pasillo como una serpiente dibujando arcos en el aire.
Antes de que mis ojos empezaran a irritarse por ese dulzón olor, observe a lo lejos, en ese oscuro pasillo, como esa llamarada iluminaba el camino hasta mostrar una puerta. Tomé a Iredia de la mano y corrimos hacia allí. Cruzamos rápidamente la puerta y la cerramos a nuestras espaldas, arrastrándonos apoyados por ella hasta sentarnos en el suelo, agradeciendo en silencio a los dioses o la fuerza mística que nos había librado mágicamente de esa peligrosa broma fantasmal.
- ¿Y ahora que? - Dije tomando aire. - ¿Serpientes gigantes?
Nos levantamos entonces y observamos esa sala que estaba delante de nosotros. Al fondo, unas escaleras asciendan hacia el siguiente piso. Trate de hacer conciencia de cuantos pisos podía tener la torre, pero acabe por rendirme. No tenia demasiado sentido contar algo tapado por la niebla o que varia en el tamaño del techo.
La habitacion en la que estábamos era una gran sala repleta de diferentes cuadros de diferentes personas. Muchas de ellas, aparecían dos veces.
En el primer cuadro, casi todos los individuos retratados estaban sentados en una silla en un ventanal. En todos los primeros retratos se repetía esa estancia.
En los segundos, en cambio, no había dos iguales.
Cada uno representaba la tortura aplicada a esa persona retratada en el primer cuadro. Los colores pasaban a ser más oscuros y fríos. Sin lugar a dudas, los había hecho la misma persona que había realizado las torturas, pues se podía ver perfectamente que no había nada colocado en el cuadro como decoracion. Ni una víscera de mas. Ni un hueso roto inadecuado. Eran representaciones de los experimentos realizados y de su final.
- Oye elfa... - Dije mirando el cuadro en el que una mujer (humana) había sido abierta completamente desde la entrepierna hasta la altura del pecho estirándole las piernas a cada lado. - ¿Cuanto pueden vivir los elfos?
Escuche con atención esas voces resonantes mientras trataba, sin éxito de ver algo.
Acabe por cansarme y tome el puñal de mi cinturón. Aun no quería usar esa extraña espada. Pase la punta por la pared mientras trazaba un símbolo con la otra mano y mis ojos brillaban con un intenso tono rojizo. Crece, llama, crece.
Las chispas que la hoja hizo empezaron a crecer en una llamarada que recorrió el pasillo como una serpiente dibujando arcos en el aire.
Antes de que mis ojos empezaran a irritarse por ese dulzón olor, observe a lo lejos, en ese oscuro pasillo, como esa llamarada iluminaba el camino hasta mostrar una puerta. Tomé a Iredia de la mano y corrimos hacia allí. Cruzamos rápidamente la puerta y la cerramos a nuestras espaldas, arrastrándonos apoyados por ella hasta sentarnos en el suelo, agradeciendo en silencio a los dioses o la fuerza mística que nos había librado mágicamente de esa peligrosa broma fantasmal.
- ¿Y ahora que? - Dije tomando aire. - ¿Serpientes gigantes?
Nos levantamos entonces y observamos esa sala que estaba delante de nosotros. Al fondo, unas escaleras asciendan hacia el siguiente piso. Trate de hacer conciencia de cuantos pisos podía tener la torre, pero acabe por rendirme. No tenia demasiado sentido contar algo tapado por la niebla o que varia en el tamaño del techo.
La habitacion en la que estábamos era una gran sala repleta de diferentes cuadros de diferentes personas. Muchas de ellas, aparecían dos veces.
En el primer cuadro, casi todos los individuos retratados estaban sentados en una silla en un ventanal. En todos los primeros retratos se repetía esa estancia.
En los segundos, en cambio, no había dos iguales.
Cada uno representaba la tortura aplicada a esa persona retratada en el primer cuadro. Los colores pasaban a ser más oscuros y fríos. Sin lugar a dudas, los había hecho la misma persona que había realizado las torturas, pues se podía ver perfectamente que no había nada colocado en el cuadro como decoracion. Ni una víscera de mas. Ni un hueso roto inadecuado. Eran representaciones de los experimentos realizados y de su final.
- Oye elfa... - Dije mirando el cuadro en el que una mujer (humana) había sido abierta completamente desde la entrepierna hasta la altura del pecho estirándole las piernas a cada lado. - ¿Cuanto pueden vivir los elfos?
Erenair
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Iredia resoplaba, aún sin creerse la buena suerte que habían tenido. Sentada en el suelo, comprobó que su frasco no se había roto y después miró la sala. Aquellos cuadros eran escalofriantes. Se levantó y los miró de cerca. Se puso al lado de Karkaran y miró también el cuadro de la humana. Apartó la mirada de golpe, incapaz de soportar ver esas imágenes.
-Algunos llegan incluso a los quinientos años. -lo miró, evitando fijarse en el cuadro- ¿Por qué lo preguntas?
Se volvió a sentar y se agarró la cabeza. Aquellas voces no callaban.
-¿Qué clase de criatura es capaz de hacer esas cosas? -sacudió la cabeza.
Entonces, sus pensamientos la traicionaron, pues lo primero que pensó fue que esa criatura sólo podía ser un brujo. Estaba confusa, pues realmente no sabía y no creía que Karkaran fuera capaz de torturar personas. Miró a las escaleras.
-Vámonos de esta sala, por favor. Prefiero los fantasmas a estos cuadros. -suspiró. Algún día tenía que superar ese trauma.
-Algunos llegan incluso a los quinientos años. -lo miró, evitando fijarse en el cuadro- ¿Por qué lo preguntas?
Se volvió a sentar y se agarró la cabeza. Aquellas voces no callaban.
-¿Qué clase de criatura es capaz de hacer esas cosas? -sacudió la cabeza.
Entonces, sus pensamientos la traicionaron, pues lo primero que pensó fue que esa criatura sólo podía ser un brujo. Estaba confusa, pues realmente no sabía y no creía que Karkaran fuera capaz de torturar personas. Miró a las escaleras.
-Vámonos de esta sala, por favor. Prefiero los fantasmas a estos cuadros. -suspiró. Algún día tenía que superar ese trauma.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
- La magia - expliqué aun con la mirada fija en el cuadro. - es originada en una energía que tienen todos los seres vivos en una parte muy interna de su ser. Esa energía suele ser definida como Prana o Mana. Para alcanzar la capacidad de usarla, uno ha de saber como buscarla y como enfocarla. Uno de los ejercicios básicos que nos dan es la capacidad de imaginarlo como si fuera un jarro de agua. A medida que utilizamos hechizos, ese prana va consumiendo el agua del jarro hasta agotarla, cosa que puede acabar por romper el jarrón.
Aparté la vista del primer cuadro y me fui hacia el siguiente, que mostraba la escena de un elfo siendo completamente destripado mientras su cara representaba el horror y el dolor más absoluto.
- Si un humano utiliza el prana de forma regular, no solo su jarrón puede llegar a aumentar de tamaño, sino que todo su cuerpo, al ser sacudido por ese prana en movimiento ralentiza su crecimiento de forma drástica. Un humano que utilice la magia de forma regular puede llegar a alcanzar una edad de unos ciento ochenta o doscientos años.
Me coloqué al lado de la elfa sin mirarla, fijando mi mirada en el horizonte sin ver nada.
- Si un elfo puede vivir quinientos años de forma regular, uno que utilice el prana de forma regular podría llegar a vivir un milenio y algún par de años más dentro del siguiente... En resumen, que podría seguir vivo.
Con ese ultimo pensamiento en voz alta, esperé a que la elfa agonizara en silencio por la persona que había realizado tales acciones.
- Muchos brujos - Dije encogiéndome de hombros. - Practican tales artes en busca de un conocimiento inútil. Por norma general, se nos detesta por eso mismo. Pese a que la mayoría de nosotros se centra en experimentos teóricos sobre animales de prueba.
- Vámonos de esta sala, por favor. - Dijo ella de pronto -Prefiero los fantasmas a estos cuadros.
Asentí despacio. Lo cierto era que no había pensado demasiado en como podría llegar a sentirse la elfa en esa habitacion.
Subimos las escaleras en silencio hasta encontrar una puerta en el piso superior, de madera.
La abrí y ambos entramos.
Aparté la vista del primer cuadro y me fui hacia el siguiente, que mostraba la escena de un elfo siendo completamente destripado mientras su cara representaba el horror y el dolor más absoluto.
- Si un humano utiliza el prana de forma regular, no solo su jarrón puede llegar a aumentar de tamaño, sino que todo su cuerpo, al ser sacudido por ese prana en movimiento ralentiza su crecimiento de forma drástica. Un humano que utilice la magia de forma regular puede llegar a alcanzar una edad de unos ciento ochenta o doscientos años.
Me coloqué al lado de la elfa sin mirarla, fijando mi mirada en el horizonte sin ver nada.
- Si un elfo puede vivir quinientos años de forma regular, uno que utilice el prana de forma regular podría llegar a vivir un milenio y algún par de años más dentro del siguiente... En resumen, que podría seguir vivo.
Con ese ultimo pensamiento en voz alta, esperé a que la elfa agonizara en silencio por la persona que había realizado tales acciones.
- Muchos brujos - Dije encogiéndome de hombros. - Practican tales artes en busca de un conocimiento inútil. Por norma general, se nos detesta por eso mismo. Pese a que la mayoría de nosotros se centra en experimentos teóricos sobre animales de prueba.
- Vámonos de esta sala, por favor. - Dijo ella de pronto -Prefiero los fantasmas a estos cuadros.
Asentí despacio. Lo cierto era que no había pensado demasiado en como podría llegar a sentirse la elfa en esa habitacion.
Subimos las escaleras en silencio hasta encontrar una puerta en el piso superior, de madera.
La abrí y ambos entramos.
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Se perdió un poco en la explicación de Karkaran, no porque no la entendiese sino porque tenía cierta facilidad para la distracción (y, además, estaba sufriendo un poco con aquellos cuadros). Sin embargo, el dato que le pareció más importante se le quedó grabado: el dueño de la torre, si era elfo, podía estar vivo. Ella no tenía ni idea de los detalles que tenía aquella misión. Si sobrevivían, iba a someter a Karkaran a un gran y tedioso cuestionario (de nuevo).
Subieron juntos las escaleras, atravesaron la puerta y ésta, una vez dentro, se cerró tras de sí. La elfa empezó a pensar que había un ente que los perseguía y les cerraba las puertas cada vez que avanzaban.
Dentro, se encontraron con que a ambos lados de ellos tenían espejos. La iluminación era algo mayor, pues un par de lámparas con fuego ardían en el techo. Fuera como fuese, alguien los acababa de encender y los estaba esperando. Un pasillo lleno de espejos se abría ante ellos, sin posibilidad de girar o de variar el camino. El pasillo se extendía al fondo y luego se bifurcaba en dos. Sus reflejos, incontables, confundían a Iredia, pues parecía que la sala estaba llena de gente cuando realmente sólo eran ellos dos. O eso pensaba.
Se oyó entonces una risa larga y pausada, flotando en el aire como una pesadilla. Iredia miró frenética a ambos lados, sacando el arco. Sus reflejos provocaron que diera la sensación de que un ejército de Iredias estaba apuntando a la pareja, cuando realmente solo apuntaba hacia delante.
-Bienvenidos... mortales. Ahh, me encanta. Un brujo y una elfa juntos en vida... y quizás en la muerte. -la voz siniestra se alzó. Parecía provenir del techo, pero allí no había nadie.
-No deberíais entrar en casas ajenas. -dijo de pronto.
Súbitamente, el reflejo del espejo que Iredia tenía a su derecha se movió y sacó los brazos del espejo. La agarró y, pese al forcejeo entre las dos Iredias, la elfa fue tragada por el espejo.
La voz siniestra volvió a reírse, con una carcajada ahora mucho más sonora.
-Me encantan las mentes mortales. Tan frágiles... tan complicadas. A ver si conseguís salir de aquí.
Iredia pegó entonces un topetazo contra el suelo, Seguía en la misma sala, pero parecía que había acabado en otro pasillo. Se abalanzó contra el espejo por el que había venido, pero no lo consiguió atravesar de nuevo. Su reflejo, esta vez, no la atacó, hacía las mismas acciones que ella.
-Un laberinto... -suspiró Iredia- ¡KAR! -gritó, deseando que el brujo pudiese oírla.
De golpe, el reflejo de su derecha cambió. Dejó de ser el suyo propio, transformándose en uno de Karkaran. Le devolvió la mirada y, sonriendo malévolamente, el reflejo de Karkaran se pasó el dedo pulgar por el cuello despacio. Incapaz de seguir mirándolo, echó a correr por el pasillo que tenía delante. Se dio de bruces de nuevo con su propio reflejo. Esta vez, éste era ella misma, pero observó con horror que su reflejo sangraba a borbotones de las muñecas, lloraba sangre y se le escapaban gotas rojas por las comisuras de los labios. Algo invisible cortó a su reflejo en el cuello y empezó a manar sangre de ahí también.
Gritó.
---------------------------------------
Te cuento: Esta vez hemos entrado en un laberinto de espejos. Cada uno de nosotros está en un punto distinto del laberinto y, como no, tendremos que intentar salir. Sin embargo, nuestros espejitos no sólo nos reflejarán a nosotros, reflejarán nuestros mayores temores. A medida que vayamos avanzando, los reflejos tratarán de enloquecernos usando nuestros miedos para confundirnos, perdernos y que nos quedemos atrapados allí.
Tiraremos cada uno dos veces (primero yo ahora, luego tú, luego yo otra vez y luego tú por última vez). Si las tiradas son favorables, conseguiremos salir sin daños mentales serios.
Consideraré las tiradas ambiguas como favorables también, pero conllevará que nuestra mente esté algo más tocada.
Sin embargo, si sale una de mala suerte, tendremos que tirar otra vez hasta que salga una buena. Y esto tiene dos riesgos, pues cuántas más desfavorables salgan, más riesgos hay de que, cuando nos encontremos, no nos reconozcamos y empecemos a confundir fantasía y realidad y habrá que rolear en consecuencia.
Así pues... que comience el juego.
Subieron juntos las escaleras, atravesaron la puerta y ésta, una vez dentro, se cerró tras de sí. La elfa empezó a pensar que había un ente que los perseguía y les cerraba las puertas cada vez que avanzaban.
Dentro, se encontraron con que a ambos lados de ellos tenían espejos. La iluminación era algo mayor, pues un par de lámparas con fuego ardían en el techo. Fuera como fuese, alguien los acababa de encender y los estaba esperando. Un pasillo lleno de espejos se abría ante ellos, sin posibilidad de girar o de variar el camino. El pasillo se extendía al fondo y luego se bifurcaba en dos. Sus reflejos, incontables, confundían a Iredia, pues parecía que la sala estaba llena de gente cuando realmente sólo eran ellos dos. O eso pensaba.
Se oyó entonces una risa larga y pausada, flotando en el aire como una pesadilla. Iredia miró frenética a ambos lados, sacando el arco. Sus reflejos provocaron que diera la sensación de que un ejército de Iredias estaba apuntando a la pareja, cuando realmente solo apuntaba hacia delante.
-Bienvenidos... mortales. Ahh, me encanta. Un brujo y una elfa juntos en vida... y quizás en la muerte. -la voz siniestra se alzó. Parecía provenir del techo, pero allí no había nadie.
-No deberíais entrar en casas ajenas. -dijo de pronto.
Súbitamente, el reflejo del espejo que Iredia tenía a su derecha se movió y sacó los brazos del espejo. La agarró y, pese al forcejeo entre las dos Iredias, la elfa fue tragada por el espejo.
La voz siniestra volvió a reírse, con una carcajada ahora mucho más sonora.
-Me encantan las mentes mortales. Tan frágiles... tan complicadas. A ver si conseguís salir de aquí.
Iredia pegó entonces un topetazo contra el suelo, Seguía en la misma sala, pero parecía que había acabado en otro pasillo. Se abalanzó contra el espejo por el que había venido, pero no lo consiguió atravesar de nuevo. Su reflejo, esta vez, no la atacó, hacía las mismas acciones que ella.
-Un laberinto... -suspiró Iredia- ¡KAR! -gritó, deseando que el brujo pudiese oírla.
De golpe, el reflejo de su derecha cambió. Dejó de ser el suyo propio, transformándose en uno de Karkaran. Le devolvió la mirada y, sonriendo malévolamente, el reflejo de Karkaran se pasó el dedo pulgar por el cuello despacio. Incapaz de seguir mirándolo, echó a correr por el pasillo que tenía delante. Se dio de bruces de nuevo con su propio reflejo. Esta vez, éste era ella misma, pero observó con horror que su reflejo sangraba a borbotones de las muñecas, lloraba sangre y se le escapaban gotas rojas por las comisuras de los labios. Algo invisible cortó a su reflejo en el cuello y empezó a manar sangre de ahí también.
Gritó.
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Te cuento: Esta vez hemos entrado en un laberinto de espejos. Cada uno de nosotros está en un punto distinto del laberinto y, como no, tendremos que intentar salir. Sin embargo, nuestros espejitos no sólo nos reflejarán a nosotros, reflejarán nuestros mayores temores. A medida que vayamos avanzando, los reflejos tratarán de enloquecernos usando nuestros miedos para confundirnos, perdernos y que nos quedemos atrapados allí.
Tiraremos cada uno dos veces (primero yo ahora, luego tú, luego yo otra vez y luego tú por última vez). Si las tiradas son favorables, conseguiremos salir sin daños mentales serios.
Consideraré las tiradas ambiguas como favorables también, pero conllevará que nuestra mente esté algo más tocada.
Sin embargo, si sale una de mala suerte, tendremos que tirar otra vez hasta que salga una buena. Y esto tiene dos riesgos, pues cuántas más desfavorables salgan, más riesgos hay de que, cuando nos encontremos, no nos reconozcamos y empecemos a confundir fantasía y realidad y habrá que rolear en consecuencia.
Así pues... que comience el juego.
Iredia
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
El miembro 'Iredia' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Hacia la Torre de la Niebla [Karkaran e Iredia] y [Libre] [Cerrado]
Traté de alargar la mano hasta la elfa, pero fue inútil.
Cuando alcancé el espejo, mis manos golpearon contra mi reflejo y mis ojos se toparon con mi mirada de sorpresa y enfado, sin dar rastro ninguno a Iredia.
- ¡MIERDA! - Maldije a voces.
Me giré y miré a todos lados, a los miles de reflejos de mi figura que asolaban a todos lados. Notaba el vibrar de la magia en el aire. Entrecerré los ojos mientras caminaba despacio y sacaba el puñal de su funda.
De pronto, todos los reflejos de mi alrededor se giraron y se adentraron en las sombras de cada uno de los espejos. Una voz sonó a mi espalda.
- ¿Hasta donde me amas, Eskol?
No me gire enseguida. Lo hice despacio y con una mueca de horror absoluto en el rostro.
Allí, de pie, estaba alguien que no podía estar ahí. Una mujer, de cabellos castaños y rizados, de ojos amarillos y una piel ligeramente pálida de tanto tiempo encerrada en su torre.
- ¿Que estarías dispuesto a hacer por mi?
- Todo. - Dijo mi voz sin salir de mi boca, sino de otro yo que salia de un espejo. Este no llevaba el rostro tapado.
- Entonces...
- CALLA. - Ordené, esta vez, yo.
El espejismo se desvaneció con una sonrisa de las dos figuras que estaban allí. Seguí andando procurando prestar la mínima atención a mi alrededor. "Encuentra a la elfa... Encuentra a la elfa".
- Oye, Eskol... - Dijo una niña a mi lado. - ¿Donde vamos?
No respondí, seguí andando. No quería mirar a ese espejismo.
- Mama se va a enfadar si llegamos tarde...
Aceleré el paso. Tenia que encontrar a la elfa.
Cuando alcancé el espejo, mis manos golpearon contra mi reflejo y mis ojos se toparon con mi mirada de sorpresa y enfado, sin dar rastro ninguno a Iredia.
- ¡MIERDA! - Maldije a voces.
Me giré y miré a todos lados, a los miles de reflejos de mi figura que asolaban a todos lados. Notaba el vibrar de la magia en el aire. Entrecerré los ojos mientras caminaba despacio y sacaba el puñal de su funda.
De pronto, todos los reflejos de mi alrededor se giraron y se adentraron en las sombras de cada uno de los espejos. Una voz sonó a mi espalda.
- ¿Hasta donde me amas, Eskol?
No me gire enseguida. Lo hice despacio y con una mueca de horror absoluto en el rostro.
Allí, de pie, estaba alguien que no podía estar ahí. Una mujer, de cabellos castaños y rizados, de ojos amarillos y una piel ligeramente pálida de tanto tiempo encerrada en su torre.
- ¿Que estarías dispuesto a hacer por mi?
- Todo. - Dijo mi voz sin salir de mi boca, sino de otro yo que salia de un espejo. Este no llevaba el rostro tapado.
- Entonces...
- CALLA. - Ordené, esta vez, yo.
El espejismo se desvaneció con una sonrisa de las dos figuras que estaban allí. Seguí andando procurando prestar la mínima atención a mi alrededor. "Encuentra a la elfa... Encuentra a la elfa".
- Oye, Eskol... - Dijo una niña a mi lado. - ¿Donde vamos?
No respondí, seguí andando. No quería mirar a ese espejismo.
- Mama se va a enfadar si llegamos tarde...
Aceleré el paso. Tenia que encontrar a la elfa.
Erenair
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