Un monstruo [Desafío]
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Un monstruo [Desafío]
Despertó desnuda y abrazada a la cabeza cercenada de un ciervo. En cuanto se dio cuenta de lo que era, lo dejó caer y se alejó a gatas. La loba debió haberla cazado. La chica estaba aterrada, fuera de sí. Como una niña pequeña, se llevó el pulgar de la mano derecha en la boca. Con el brazo izquierdo se abrazaba los pechos. Temblaba de miedo. En el burdel nunca había tenido tanto miedo. Los hombres eran crueles, pero había aprendido a tratarlos. Ella era una buena chica; la mejor del prostíbulo “Yegua Rosa”. Era obediente y sabía cumplir los deseos que los hombres callaban. ¿Por qué tuvo que escapar? Se arrastró de espaldas sin apartar la vista de la cabeza de ciervo. ¿Por qué se dejó manipular por la mujer disfrazada de hombre? El monstruo no había despertado en cuatro años. ¡Lo tenía controlado! ¿Por qué…?
-¡Ah!-
La espalda de la chica chocó contra las sobras que de la cena de la loba: el cuerpo mordisqueado de un ciervo con la cabeza arrancada. Una pata delantera estaba medio arrancada. La loba, durante la noche, debió haber pensado en qué sería mejor osito de peluche: ¿la cabeza o una pierna? La chica hubiera preferido que fuera la pierna; por lo menos así, no se hubiera despertado mirando a la muerte a los ojos. Al torso del ciervo le faltaban cachos de carne, se veía las marcas de las dentadas. Un montón de moscas, mosquitos y cucarachas se congregaban alrededor del cadáver. La chica se mordió los labios con tal de retener el instinto de gruñirlas, de defender su comida. ¡No era su comida! El ciervo lo había cazado el monstruo, la loba. Ella no era ningún monstruo.
Fue, de nuevo, a la cabeza del ciervo. Le beso en la comisura de los labios. La boca se le llenó de sangre, mugre y larvas, pero a la chica no le importó. Ella era buena y obediente.
-Perdóname, es culpa mía- lloró de rodillas a la cabeza – El monstruo es más fuerte que yo; no puedo detenerlo. Antes podía, pero ya no. Es culpa mía. Lo siento mucho-.
De camino al lago para lavarse de la sangre del ciervo, descubrió otra serie de horrores causados por la loba. Los árboles de los alrededores estaban arañados. Encontró una línea de sangre, como si alguien hubiera estado arrastrando un animal de gran tamaño (un ciervo, por ejemplo). La chica no quiso saber a de dónde dirigía tanta sangre. Negó con la cabeza y siguió andando. El suelo estaba recubierto por huesos, ramas quebradas, arrancadas, gotas de sangre y huellas de loba caminando a dos y cuatro patas.
-Aguanta, nena- se dijo así misma - el monstruo necesita comer. Cuando esté saciada, se irá. No volverá a molestarnos. Mira el lado bueno, estamos lejos de la ciudad. No haremos daño a nadie. Solo a ciervos y conejos. ¡Ciervos y conejos!-
Se esforzó por ignorar todas las demás huellas de la loba. Hasta llegar al lago, no levantó la cabeza del suelo.
Primero metió la punta del pie derecho en el agua. Estaba congelada. Sabía que si se sumergía de golpe, se acostumbraría antes al frío, pero no se atrevía a hacerlo. Estaba acostumbrada a los baños calientes y los jabones del burdel; en comparación, el lago le resultaba incómodo, salvaje. Era lo que se merecía por ser una loba.
Después de un rato con los pies en el agua, se hundió hasta la cintura. Unos minutos más tarde, se atrevió a mojarse los brazos. Restregó con las uñas la sangre seca del ciervo. Se lavó la cabeza de pulgas y piojos. Luego, se quedó llorando en el lago.
Un monstruo. Todos los trabajadores de la zona, leñadores y cazadores en su mayoría, coincidían en que han visto una horrible criatura, un monstruo. Las descripciones que ofrecían, sin embargo, no coincidían en absoluto. Algunos decían que era una criatura de dos cabezas: una de lobo y otra de oso. Otros, que tenía un cuerno coronando su cabeza. Tres ojos, dos azules y uno rojo, según relataron un grupo de leñadores. Es rápida como un demonio y fuerte como una manada de osos. El testigo más confiable era un cazador que quiso colaborar con la campaña de Marvilin Meyi. Éste decía que se trataba de un hibrido entre oso, bhaaloo y lobo. De vez en cuando, los bhaaloos se apareaban con los osos, no era tan extraño. Las crías nacidas eran torpes, lentas y estériles. Tal vez, el monstruo fuera la excepción, el único fuerte. Una nueva especie de animal lista para ser descubierta y, por lo tanto, cazada. Meyi se relamió los labios ante la idea.
-Soltad a los brinos- ordenó Meyi al ver las primeras marcas de garras en los árboles – que sean ellos quienes rastreen la criatura por nosotros-.
Los cazadores obedecieron; acercaron los perros a las marcas del monstruo y soltaron sus correas. Los animales de Meyi estaban bien entrenados; en seguida tomaron el rastro y comenzaron a correr.
-El primero que lo encuentre invita a la primera ronda- dijo Meyi a la vez que cargaba su ballesta; los otros cazadores le imitaron.
* Bienhallado/a cazador de monstruos: Empiezas el desafío tomando una difícil decisión: ¿Meyi o la chica? Debes elegir si tu personaje se encuentra en el grupo de cazadores de Meyi buscando a la horrenda criatura o, al contrario, es un simple viajero/a que pasaba por ahí y se encuentra a una chica asustada.
Si es la primera opción: tu objetivo será interactuar con los diferentes cazadores, especialmente con Meyi (ya que es el protagonista) y seguir las pistas que os lleven hasta el monstruo.
Si eliges la segunda opción: te encuentras a la chica sola y asustada en el lago. Deberás consolarla. Como en el caso anterior, es muy importante que interactúes con el personaje.
* Información importante:
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En los posts sois libres de dar información adicional sobre las criaturas que aparecen en el tema. Si son lógicas, coherentes, se incluirán en la ficha del bestiario. No es una obligación, pero si tenéis una buena idea y queréis llevarla al cabo, sentíos libre de hacerlo. Insisto: Sed coherentes. Son criaturas, animales, no superhéroes de Marvel.
-¡Ah!-
La espalda de la chica chocó contra las sobras que de la cena de la loba: el cuerpo mordisqueado de un ciervo con la cabeza arrancada. Una pata delantera estaba medio arrancada. La loba, durante la noche, debió haber pensado en qué sería mejor osito de peluche: ¿la cabeza o una pierna? La chica hubiera preferido que fuera la pierna; por lo menos así, no se hubiera despertado mirando a la muerte a los ojos. Al torso del ciervo le faltaban cachos de carne, se veía las marcas de las dentadas. Un montón de moscas, mosquitos y cucarachas se congregaban alrededor del cadáver. La chica se mordió los labios con tal de retener el instinto de gruñirlas, de defender su comida. ¡No era su comida! El ciervo lo había cazado el monstruo, la loba. Ella no era ningún monstruo.
Fue, de nuevo, a la cabeza del ciervo. Le beso en la comisura de los labios. La boca se le llenó de sangre, mugre y larvas, pero a la chica no le importó. Ella era buena y obediente.
-Perdóname, es culpa mía- lloró de rodillas a la cabeza – El monstruo es más fuerte que yo; no puedo detenerlo. Antes podía, pero ya no. Es culpa mía. Lo siento mucho-.
De camino al lago para lavarse de la sangre del ciervo, descubrió otra serie de horrores causados por la loba. Los árboles de los alrededores estaban arañados. Encontró una línea de sangre, como si alguien hubiera estado arrastrando un animal de gran tamaño (un ciervo, por ejemplo). La chica no quiso saber a de dónde dirigía tanta sangre. Negó con la cabeza y siguió andando. El suelo estaba recubierto por huesos, ramas quebradas, arrancadas, gotas de sangre y huellas de loba caminando a dos y cuatro patas.
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-Aguanta, nena- se dijo así misma - el monstruo necesita comer. Cuando esté saciada, se irá. No volverá a molestarnos. Mira el lado bueno, estamos lejos de la ciudad. No haremos daño a nadie. Solo a ciervos y conejos. ¡Ciervos y conejos!-
Se esforzó por ignorar todas las demás huellas de la loba. Hasta llegar al lago, no levantó la cabeza del suelo.
Primero metió la punta del pie derecho en el agua. Estaba congelada. Sabía que si se sumergía de golpe, se acostumbraría antes al frío, pero no se atrevía a hacerlo. Estaba acostumbrada a los baños calientes y los jabones del burdel; en comparación, el lago le resultaba incómodo, salvaje. Era lo que se merecía por ser una loba.
Después de un rato con los pies en el agua, se hundió hasta la cintura. Unos minutos más tarde, se atrevió a mojarse los brazos. Restregó con las uñas la sangre seca del ciervo. Se lavó la cabeza de pulgas y piojos. Luego, se quedó llorando en el lago.
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Un monstruo. Todos los trabajadores de la zona, leñadores y cazadores en su mayoría, coincidían en que han visto una horrible criatura, un monstruo. Las descripciones que ofrecían, sin embargo, no coincidían en absoluto. Algunos decían que era una criatura de dos cabezas: una de lobo y otra de oso. Otros, que tenía un cuerno coronando su cabeza. Tres ojos, dos azules y uno rojo, según relataron un grupo de leñadores. Es rápida como un demonio y fuerte como una manada de osos. El testigo más confiable era un cazador que quiso colaborar con la campaña de Marvilin Meyi. Éste decía que se trataba de un hibrido entre oso, bhaaloo y lobo. De vez en cuando, los bhaaloos se apareaban con los osos, no era tan extraño. Las crías nacidas eran torpes, lentas y estériles. Tal vez, el monstruo fuera la excepción, el único fuerte. Una nueva especie de animal lista para ser descubierta y, por lo tanto, cazada. Meyi se relamió los labios ante la idea.
-Soltad a los brinos- ordenó Meyi al ver las primeras marcas de garras en los árboles – que sean ellos quienes rastreen la criatura por nosotros-.
Los cazadores obedecieron; acercaron los perros a las marcas del monstruo y soltaron sus correas. Los animales de Meyi estaban bien entrenados; en seguida tomaron el rastro y comenzaron a correr.
-El primero que lo encuentre invita a la primera ronda- dijo Meyi a la vez que cargaba su ballesta; los otros cazadores le imitaron.
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* Bienhallado/a cazador de monstruos: Empiezas el desafío tomando una difícil decisión: ¿Meyi o la chica? Debes elegir si tu personaje se encuentra en el grupo de cazadores de Meyi buscando a la horrenda criatura o, al contrario, es un simple viajero/a que pasaba por ahí y se encuentra a una chica asustada.
Si es la primera opción: tu objetivo será interactuar con los diferentes cazadores, especialmente con Meyi (ya que es el protagonista) y seguir las pistas que os lleven hasta el monstruo.
Si eliges la segunda opción: te encuentras a la chica sola y asustada en el lago. Deberás consolarla. Como en el caso anterior, es muy importante que interactúes con el personaje.
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Re: Un monstruo [Desafío]
Caminaba brincando por los oscuros bosques del Oeste. Íbamos bien pegados a la orilla del lago. Según Jules, los vampiros y las criaturas malvadas permanecían lejos del agua. Desde la llanura nevada, descendíamos por el Tymer, rumbo a Verisar, concretamente a Roilkat. Jules había recibido una misteriosa carta firmada por Lord Kärtenssen, el hombre que conocimos en el funeral de la maestra Boisson.
-Oye, Jules, dime: ¿Por qué quieres ir a la fiesta de cazadores de vampiros del “dragón rico número uno”? – pregunté sin mirarle, pasando haciendo equilibrio por encima de un árbol caído cercano al lago. Debería obviar los nombres codificados de la base de datos. Los nombres de pila eran más intuitivos para los humanos. Aunque a mí me resultaban más sencillos de recordar las codificaciones de NIA. – Quiero decir, Lord Nikolaj Valeri von Kärtenssen Belov. – Recordé, cerrando los ojos y alzando el índice mientras recitaba el nombre. Y al llegar al final del tronco, salté, partí una roca que había debajo, giré delante de él y le señalé con el dedo, sonriendo. – ¡Dijiste que no querías volver a saber nada de los Cazadores!
El brujo resopló y miró mis ojos azules, dudosos y enormemente abiertos, que interrumpían su paso. – ¡Venga ya, Rach! ¿No puedo sentir curiosidad por conocer a otros compañeros de profesión? – preguntó el brujo, poniendo una mano en mi hombro y pasando a mi lado. – Ese tipo quiere unificar todos los grupos de cazadores de vampiros bajo una misma bandera. ¿No te parece sospechoso?
Cuando hizo la pregunta, me quedé en la misma postura. Entrecerré los ojos. Me quedé pensativa. Unos segundos. Totalmente inmóvil. – Sí, tienes razón. Es muy sospechoso. – comenté. – ¿Qué tamaño tendría que tener la bandera para poder envolver a todos los cazadores? Hm. – “Imposible realizar una estimación con un buen intervalo de confianza”. Respondió NIA. - ¡Tendría que ser enoooorme! – dije volviendo a caminar a su lado, estirando los brazos, imaginando el tamaño de aquella cosa. –Es técnicamente inviable. – resumí volviendo a mirar el brujo, asintiendo. Mi hermano tenía razón. Aquello era muy sospechoso.
-No seas tan literal, Rach. – dijo apartando unas ramas que tapaban el camino a su paso por el lago. – Mira, no me fío de que Cassandra venda el gremio. Por mucho que diga, ella no llega al tacón de las botas de Anastasia como maestra caz…
No le dejé concluir. Le di golpecitos en el brazo. Suaves, para no partírselo. NIA había colocado unos circulitos en mi vista y quería comprobar si suponían un peligro. Señalé entonces una mujer en el lago. ¡Era la primera criatura que nos encontrábamos en los tres días que llevábamos de viaje! El primer escaneo desde que abandonamos la torre de la Logia.
-¡Mujer desnuda número uno! – dije su nombre a Jules, señalándola. ¡Era la primera vez que veía una mujer desnuda! Nos quedamos detrás de unos árboles caídos. Parecía como si un enorme dragón hubiese aparecido los hubiese arrancado. Pero yo me centré en la chica. “No se detecta hostilidad por su parte. Se percibe cierto grado de depresión en la joven.”, comentaba NIA en mi cabeza.
-¿Qué dice NIA? – preguntó el brujo. Ya conocía mi modus operandi.
-Que no es peligrosa y que está triste. – afirmé con los ojos abiertos como platos, sin perder la vista en la mujer. – ¿Vamos a hablar con ella? – le pregunté, girando la cabeza hacia él.
-Yo no pienso salir. ¡Está desnuda! – se escandalizó mi hermano.
-¿Y qué? Ni que estar desnudo fuese un impedimento para hablar con alguien. – comenté sin comprender muy bien aquella clase de relación diálogo-cantidad de ropa de mi hermano. Por qué una era excluyente de la otra. ¡Qué raros eran los humanos! – Iré yo, entonces. - propuse.
-¡No! Espera. ¡No sabemos si nos atacará! – clamó el brujo, tratando de impedirme el paso. - ¡Rachel! ¡Rachel! - susurró haciendo gestos con los brazos. Aquello llamó la atención de la mujer a nuestra escena. Que me miró. - #?%@l! - El brujo rápidamente se escondió con palabras con signos extraños, probablemente filtradas por NIA en mi cabeza, mientras se tiraba al suelo para tratar de hacerse el no visto.
Y es que Jules siempre decía que había que ayudar a los necesitados. Y aquella joven parecía pedir algo de afecto. Salí con decisión de nuestro escondite. Lejos de mostrar una actitud ofensiva, la pequeña se asustó al verme avanzar con determinación hacia ella. Tenía la mirada fija por NIA. Así que a donde quiera que se moviera, mi cuello giraba en sincronía.
-¿Q-Quién eres? – preguntó la mujer, poniéndose las ropas por delante, sin introducirlas.
-Me llamo Rachel Roche. – estiré mi mano como indicaba el código ético. Examiné su cuerpo desnudo, para detectar heridas o daños físicos que pudieran ser la causa de su aparente disidia. – Y mi hermano, Jules Roche, está a veintidós metros al Noroeste de aquí, justo detrás de aquel árbol destrozado. – señalé su ubicación. – Pero no quiere venir porque estás desnuda. – confirmé. Si quería sinceridad, tenía que dar sinceridad. – Tus niveles de oxitocina son elevados. Estás asustada. ¿Qué te pasa? – pregunté con una sonrisa, acariciando su hombro para darle tranquilidad.
-Oye, Jules, dime: ¿Por qué quieres ir a la fiesta de cazadores de vampiros del “dragón rico número uno”? – pregunté sin mirarle, pasando haciendo equilibrio por encima de un árbol caído cercano al lago. Debería obviar los nombres codificados de la base de datos. Los nombres de pila eran más intuitivos para los humanos. Aunque a mí me resultaban más sencillos de recordar las codificaciones de NIA. – Quiero decir, Lord Nikolaj Valeri von Kärtenssen Belov. – Recordé, cerrando los ojos y alzando el índice mientras recitaba el nombre. Y al llegar al final del tronco, salté, partí una roca que había debajo, giré delante de él y le señalé con el dedo, sonriendo. – ¡Dijiste que no querías volver a saber nada de los Cazadores!
El brujo resopló y miró mis ojos azules, dudosos y enormemente abiertos, que interrumpían su paso. – ¡Venga ya, Rach! ¿No puedo sentir curiosidad por conocer a otros compañeros de profesión? – preguntó el brujo, poniendo una mano en mi hombro y pasando a mi lado. – Ese tipo quiere unificar todos los grupos de cazadores de vampiros bajo una misma bandera. ¿No te parece sospechoso?
Cuando hizo la pregunta, me quedé en la misma postura. Entrecerré los ojos. Me quedé pensativa. Unos segundos. Totalmente inmóvil. – Sí, tienes razón. Es muy sospechoso. – comenté. – ¿Qué tamaño tendría que tener la bandera para poder envolver a todos los cazadores? Hm. – “Imposible realizar una estimación con un buen intervalo de confianza”. Respondió NIA. - ¡Tendría que ser enoooorme! – dije volviendo a caminar a su lado, estirando los brazos, imaginando el tamaño de aquella cosa. –Es técnicamente inviable. – resumí volviendo a mirar el brujo, asintiendo. Mi hermano tenía razón. Aquello era muy sospechoso.
-No seas tan literal, Rach. – dijo apartando unas ramas que tapaban el camino a su paso por el lago. – Mira, no me fío de que Cassandra venda el gremio. Por mucho que diga, ella no llega al tacón de las botas de Anastasia como maestra caz…
No le dejé concluir. Le di golpecitos en el brazo. Suaves, para no partírselo. NIA había colocado unos circulitos en mi vista y quería comprobar si suponían un peligro. Señalé entonces una mujer en el lago. ¡Era la primera criatura que nos encontrábamos en los tres días que llevábamos de viaje! El primer escaneo desde que abandonamos la torre de la Logia.
-¡Mujer desnuda número uno! – dije su nombre a Jules, señalándola. ¡Era la primera vez que veía una mujer desnuda! Nos quedamos detrás de unos árboles caídos. Parecía como si un enorme dragón hubiese aparecido los hubiese arrancado. Pero yo me centré en la chica. “No se detecta hostilidad por su parte. Se percibe cierto grado de depresión en la joven.”, comentaba NIA en mi cabeza.
-¿Qué dice NIA? – preguntó el brujo. Ya conocía mi modus operandi.
-Que no es peligrosa y que está triste. – afirmé con los ojos abiertos como platos, sin perder la vista en la mujer. – ¿Vamos a hablar con ella? – le pregunté, girando la cabeza hacia él.
-Yo no pienso salir. ¡Está desnuda! – se escandalizó mi hermano.
-¿Y qué? Ni que estar desnudo fuese un impedimento para hablar con alguien. – comenté sin comprender muy bien aquella clase de relación diálogo-cantidad de ropa de mi hermano. Por qué una era excluyente de la otra. ¡Qué raros eran los humanos! – Iré yo, entonces. - propuse.
-¡No! Espera. ¡No sabemos si nos atacará! – clamó el brujo, tratando de impedirme el paso. - ¡Rachel! ¡Rachel! - susurró haciendo gestos con los brazos. Aquello llamó la atención de la mujer a nuestra escena. Que me miró. - #?%@l! - El brujo rápidamente se escondió con palabras con signos extraños, probablemente filtradas por NIA en mi cabeza, mientras se tiraba al suelo para tratar de hacerse el no visto.
Y es que Jules siempre decía que había que ayudar a los necesitados. Y aquella joven parecía pedir algo de afecto. Salí con decisión de nuestro escondite. Lejos de mostrar una actitud ofensiva, la pequeña se asustó al verme avanzar con determinación hacia ella. Tenía la mirada fija por NIA. Así que a donde quiera que se moviera, mi cuello giraba en sincronía.
-¿Q-Quién eres? – preguntó la mujer, poniéndose las ropas por delante, sin introducirlas.
-Me llamo Rachel Roche. – estiré mi mano como indicaba el código ético. Examiné su cuerpo desnudo, para detectar heridas o daños físicos que pudieran ser la causa de su aparente disidia. – Y mi hermano, Jules Roche, está a veintidós metros al Noroeste de aquí, justo detrás de aquel árbol destrozado. – señalé su ubicación. – Pero no quiere venir porque estás desnuda. – confirmé. Si quería sinceridad, tenía que dar sinceridad. – Tus niveles de oxitocina son elevados. Estás asustada. ¿Qué te pasa? – pregunté con una sonrisa, acariciando su hombro para darle tranquilidad.
Rachel Roche
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Re: Un monstruo [Desafío]
La alegre sonrisa de la mujer tranquilizaba al monstruo. La chica le miró directamente a los ojos, eran grandes y parecían estar sepultados bajo una capa de vidrio. Se acercó a ella con curiosidad. Apoyó la mano derecha en su vientre, la sombra de un abrazo, y la izquierda la acercó a su cara, a sus ojos. Terminó acariciando su mejilla con tres dedos, quería asegurarse que mujer fuera real, no un producto de su imagen. No sería la primera vez que, por contener al monstruo, se imaginaba ver cosas que no eran reales. Ella, sin embargo, era real. Su voz, su cara y sus ojos, por extraños que pareciesen, eran muy reales. La chica sin nombre sonrió.
- Un monstruo me está persiguiendo. Quiere matarme. Pero no estoy segura- aunque hablaba tranquila, estaba llorando. Abrazó la cintura de la mujer-. Creo que quiere ser solo él. ¡Sí! Quiere matarme para que el monstruo pueda estar solo. ¡Eso quiere!-.
Que la mujer midiese casi veinte centímetros más que la chica, le hizo sentir mejor, más segura. Pensó que ella podría derrotar al monstruo. Que lo durmiese igual como lo hacía dormir el tesoro.
-¿Has venida a ayudarme? Por favor, di que sí. Prométeme que harás dormir al monstruo. Dime que…-
Un perro, una especie de galgo estilizado con líneas de colores y con las fauces de un lobo (un lemobrino), saltó de la nada hacia donde estaban las mujeres. La chica se alejó asustada al interior del agua. Al primer perro se lo unió un segundo y, a los pocos segundo, otro más. El cuarto apareció a espaldas de la chica. Ella estaba desprevenida, no pudo protegerse ni esquivar el ataque. El perro le mordió el brazo izquierdo con tanta fuerza que parecía que se lo iba a arrancar. Quizás, si el monstruo no hubiera aparecido, el perro habría dejado manca a la chica.
La loba la garra libre en el vientre del perro. Lo desgarro desde sus entrañas. Aulló. Corrió a cuatro patas hacia el siguiente lemobrino. El animal saltó a la vez que la loba. Ella, tan inteligente como la chica, desequilibró al perro con la garra. Un golpe sucio, digno de una humana. Una vez cayó el animal, no hubo misericordia. Clavó sus fauces en la nuca del perro y arrancó piel y carne.
Una mujer estaba plantada donde estuvo la chica. Fue hacía ella. La olfateó de los pies a la cabeza. La reconoció. Ella no era su rival. Le dio la espalda y le ignoró por el resto de la batalla.
Afiló su olfato al aire. Se acercaba un aroma conocido: cazadores humanos escondidos entre los arbustos. La loba se dirigió hacia ellos. Las ballestas sonaron. Un virote resbaló con en su hombro arrancando parte su piel. La herida le escocía. La hacía sentir más furiosa. El mordisco que el perro le hizo en el brazo tampoco tenía buena pinta.
Un cazador conocido salió de su escondite. Su ballesta era más grande que la de los demás. Alguien con su misma cara pero con distinto olor fue quien despertó a la loba. Dentro de la criatura, la chica se escondió aterrada. La loba, al contrario, sonreía. Agradecía a esa cara que le hubiera dejado en libertad. Lo que no entendía era por qué, después de haberla despertado, le estaba plantando caza. Movió la cabeza de lado a lado, como un animal confundido. A la loba se le daba mal pensar, aquello era para la chica. A ella se le daba bien matar, cazar. Aulló al cazador en son de amenaza.
* Rachel Roche Reconozco que este tema era un tanto previsible. No guarda ningún final inesperado. Los perros de caza de Meyi encuentra a la chica y la loba toma su lugar para protegerla. Ya que has elegido la opción de encontrarse con la chica, ella confía en ti, el monstruo no te atacará.
Marvilin Meyi también aparece en escena. Es un cazador de animales, no de personas. Verás que sus intenciones no son las de dar muerte a la loba sino retenerla.
Lo interesante de esta historia es que, en un desafío anterior, Shaira Mara (una bruja que se disfraza como Mortadelo) tomó la imagen de Meyi para manipular a la chica y robarle su tesoro. La loba siente un terrible rencor hacia el cazador.
Rachel está en medio de todo este lío. Puedes tomar un bando (cazadores o loba) y unirte a combate o utilizar tus mejores y más adorables dotes de diálogo para calmar a la loba y, así, detener el combate.
Tendrás que lanzar la Voluntad de los Dioses. Tu suerte determinará las heridas, indirectas o directas, que recibas durante la batalla.
- Un monstruo me está persiguiendo. Quiere matarme. Pero no estoy segura- aunque hablaba tranquila, estaba llorando. Abrazó la cintura de la mujer-. Creo que quiere ser solo él. ¡Sí! Quiere matarme para que el monstruo pueda estar solo. ¡Eso quiere!-.
Que la mujer midiese casi veinte centímetros más que la chica, le hizo sentir mejor, más segura. Pensó que ella podría derrotar al monstruo. Que lo durmiese igual como lo hacía dormir el tesoro.
-¿Has venida a ayudarme? Por favor, di que sí. Prométeme que harás dormir al monstruo. Dime que…-
Un perro, una especie de galgo estilizado con líneas de colores y con las fauces de un lobo (un lemobrino), saltó de la nada hacia donde estaban las mujeres. La chica se alejó asustada al interior del agua. Al primer perro se lo unió un segundo y, a los pocos segundo, otro más. El cuarto apareció a espaldas de la chica. Ella estaba desprevenida, no pudo protegerse ni esquivar el ataque. El perro le mordió el brazo izquierdo con tanta fuerza que parecía que se lo iba a arrancar. Quizás, si el monstruo no hubiera aparecido, el perro habría dejado manca a la chica.
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La loba la garra libre en el vientre del perro. Lo desgarro desde sus entrañas. Aulló. Corrió a cuatro patas hacia el siguiente lemobrino. El animal saltó a la vez que la loba. Ella, tan inteligente como la chica, desequilibró al perro con la garra. Un golpe sucio, digno de una humana. Una vez cayó el animal, no hubo misericordia. Clavó sus fauces en la nuca del perro y arrancó piel y carne.
Una mujer estaba plantada donde estuvo la chica. Fue hacía ella. La olfateó de los pies a la cabeza. La reconoció. Ella no era su rival. Le dio la espalda y le ignoró por el resto de la batalla.
Afiló su olfato al aire. Se acercaba un aroma conocido: cazadores humanos escondidos entre los arbustos. La loba se dirigió hacia ellos. Las ballestas sonaron. Un virote resbaló con en su hombro arrancando parte su piel. La herida le escocía. La hacía sentir más furiosa. El mordisco que el perro le hizo en el brazo tampoco tenía buena pinta.
Un cazador conocido salió de su escondite. Su ballesta era más grande que la de los demás. Alguien con su misma cara pero con distinto olor fue quien despertó a la loba. Dentro de la criatura, la chica se escondió aterrada. La loba, al contrario, sonreía. Agradecía a esa cara que le hubiera dejado en libertad. Lo que no entendía era por qué, después de haberla despertado, le estaba plantando caza. Movió la cabeza de lado a lado, como un animal confundido. A la loba se le daba mal pensar, aquello era para la chica. A ella se le daba bien matar, cazar. Aulló al cazador en son de amenaza.
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* Rachel Roche Reconozco que este tema era un tanto previsible. No guarda ningún final inesperado. Los perros de caza de Meyi encuentra a la chica y la loba toma su lugar para protegerla. Ya que has elegido la opción de encontrarse con la chica, ella confía en ti, el monstruo no te atacará.
Marvilin Meyi también aparece en escena. Es un cazador de animales, no de personas. Verás que sus intenciones no son las de dar muerte a la loba sino retenerla.
Lo interesante de esta historia es que, en un desafío anterior, Shaira Mara (una bruja que se disfraza como Mortadelo) tomó la imagen de Meyi para manipular a la chica y robarle su tesoro. La loba siente un terrible rencor hacia el cazador.
Rachel está en medio de todo este lío. Puedes tomar un bando (cazadores o loba) y unirte a combate o utilizar tus mejores y más adorables dotes de diálogo para calmar a la loba y, así, detener el combate.
Tendrás que lanzar la Voluntad de los Dioses. Tu suerte determinará las heridas, indirectas o directas, que recibas durante la batalla.
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Re: Un monstruo [Desafío]
La chica parecía tímida. Recogí mi falda y tomé su mano con cuidado. Siempre con una sonrisa. - ¿Un monstruo? – pregunté con desconcierto, abriendo los ojos. Si quería matarla iba a tener un problema de estar yo cerca. – ¿Matarte? ¡Eso es horrible! ¿Pero qué monstruo es? – le pregunté sin comprender. Si no me daba información sobre el monstruo iba a ser más difícil preparar una defensa en caso de que apareciera.
La niña era muy asustadiza. ¡Me recordaba tanto a mí…! Me pidió ayuda a derrotar a aquella malvada y peligrosa criatura. Sonreí y acaricié su cara con mi otra mano. - Ay, sí, pequeñita, claro que he venido a ayudarte. – le mostré la más dulce mis sonrisas. - ¿Quieres que le haga dormir? – aquello me había desubicado. ¿Cómo se hacía dormir a un monstruo?
No tendría demasiado tiempo a pensar en ello. Pues rápidamente de detrás de los arbustos saldrían unos cazadores de apariencia similar a los del gremio, sólo que en vez de ir a cazar vampiros, estos querían cazar a la joven. Yo me quedé paralizada cuando aquellos perros. “Identificados tres ejemplares de la especie: Lemobrinos”, según la base de datos de criaturas de NIA. Saltaron como una exhalación a por ella.
-¡Es el monstruo! ¡Vamos! ¡A por él! – clamó un hombre con pinta de cazador. Con pinturas en la cara. Yo quedé sentada en el suelo sin saber muy bien qué hacer. ¡No era un monstruo! ¡Era una chica!
Pero la chica comenzó a convertirse en algo más grande y más peludo. Cuando uno de los lemobrinos le mordió el brazo, la ya no tan pequeña joven se lo quitó de un fuerte golpe.
¡Oh! Por fin lo comprendía. El “monstruo” era el licántropo que llevaba dentro. A fin de cuentas era justamente lo que tenía almacenado en mi base de datos como un monstruo: Algo muy grande y muy feo. Y ella era la inocente niña de fuera. En cierto modo aquello guardaba cierto parecido a mi dúo con NIA, a salvación de que NIA no me convertía a mí en alguien grande y feo. Yo seguía manteniendo mi aspecto físico. Por lo que no era un monstruo.
-Ella es el monstruo… - concluí para mí misma, con la boca exhorta, sentada en el suelo. Viendo como aquella criatura masacraba a los cazadores y emitía gritos de dolor cuando una de las flechas de sus arcos y ballestas se clavaban en sus partes.
-Rachel, no puedes quedarte aquí, vámonos. - Jules llegó hasta mí y tomó mi brazo para intentar que me levantara. Giré la cabeza noventa grados hacia él, sin moverme del suelo.
-Pero… tengo que dormir al monstruo. – El brujo tiraba de mi brazo, aunque sólo consiguió moverme trece milímetros por mi elevado peso. Estaba asustada. – Se lo he prometido a la niña.
-Oh no, otra vez con tus promesas no, Rach. – Me volví a levantar y salí corriendo hacia ellos. - ¡Rach! ¡RACH! – gritó varias veces el brujo.
Iba a ayudar a la niña. Se lo había prometido. Dormiría al monstruo. Los cazadores se habían lanzado a por él. Todos se estaban haciendo mucho daño. Si dormía al monstruo, se acabaría el problema. Había que dormir al monstruo.
-NIA, incrementa la resistencia a la tracción del carburo de tungsteno. – pedí con seriedad. “Órdenes recibidas. Incrementando los sistemas defensivos del Bio Cibernético” Respondió la inteligencia en su habitual tono femenino e inexpresivo. – Sé como puedo dormirlo. – Estaba confiada. Era el momento, entonces, de saltar a la espalda del licántropo. Me agarré a su cuello.
-“Estrellita dónde estás, me pregunto quién serás, en el cielo o en el mar, un diamante de verdad.”– Comencé a cantar. – “cuando el sol se ha ido ya, cuando nada brillará, tu nos muestras tu brillar, brillas brillas sin par… ¡Ah! – exclamé.
El monstruo me había cogido por la espalda con su enorme brazo y me había lanzado con mucha fuerza contra el suelo. La estrategia del canto de cuna había fallado. Los cazadores estaban horrorizados por lo que estaba haciendo. Podría haber acabado como ellos. Pero yo era una biocibernética y mi aguante era mucho mayor. Tras rodar un par de veces por el suelo, sonando a metálico, volví a postrarme frente a ella. El monstruo vino a por mí.
Me atacó varias veces con todas sus fuerzas. Antepuse mi brazo para evitar que golpeara una de mis partes vitales. *Clonck*. - ¡Niña! – Grité. Ella volvió a proferir otro zarpazo, que detuve de nuevo colocando los brazos en cruz. *Cloack*. Aunque éste me hizo retroceder varios metros hacia atrás. – Si de verdad estás ahí, escúchame. – pedí, ya sollozando. Cuando la criatura vino a por mí una tercera vez – Por favor… - dije con los ojos cerrados, sin evitar que una lágrima cayera por mi cara.
Detrás de mí estaban los cazadores supervivientes, los lembrinos, y también Jules apuntando con la ballesta. La criatura me vio llorar a lágrima viva. No quería que mataran al monstruo. Pero si no se detenían no tenía más momento.
-No les pegues. – Volví a pedir, llorando con los ojos cerrados. Con mucho miedo a lo que pudiera pasar. - Tú no eres un monstruo. - Pedí con mi chillona voz. No quería ver muertes. No quería que nadie muriera.
La criatura, muy dolorida y con varios virotes clavados, se detuvo. Pegó su mirada a la mía. Pude ver su fiereza. Pude sentirla. Pero aún así, no me volvió a atacar. Ninguno de los cazadores le volvió a disparar.
¿Había conseguido “dormir” al monstruo?
*Off: Habilidad de nivel 0: Coraza.
La niña era muy asustadiza. ¡Me recordaba tanto a mí…! Me pidió ayuda a derrotar a aquella malvada y peligrosa criatura. Sonreí y acaricié su cara con mi otra mano. - Ay, sí, pequeñita, claro que he venido a ayudarte. – le mostré la más dulce mis sonrisas. - ¿Quieres que le haga dormir? – aquello me había desubicado. ¿Cómo se hacía dormir a un monstruo?
No tendría demasiado tiempo a pensar en ello. Pues rápidamente de detrás de los arbustos saldrían unos cazadores de apariencia similar a los del gremio, sólo que en vez de ir a cazar vampiros, estos querían cazar a la joven. Yo me quedé paralizada cuando aquellos perros. “Identificados tres ejemplares de la especie: Lemobrinos”, según la base de datos de criaturas de NIA. Saltaron como una exhalación a por ella.
-¡Es el monstruo! ¡Vamos! ¡A por él! – clamó un hombre con pinta de cazador. Con pinturas en la cara. Yo quedé sentada en el suelo sin saber muy bien qué hacer. ¡No era un monstruo! ¡Era una chica!
Pero la chica comenzó a convertirse en algo más grande y más peludo. Cuando uno de los lemobrinos le mordió el brazo, la ya no tan pequeña joven se lo quitó de un fuerte golpe.
¡Oh! Por fin lo comprendía. El “monstruo” era el licántropo que llevaba dentro. A fin de cuentas era justamente lo que tenía almacenado en mi base de datos como un monstruo: Algo muy grande y muy feo. Y ella era la inocente niña de fuera. En cierto modo aquello guardaba cierto parecido a mi dúo con NIA, a salvación de que NIA no me convertía a mí en alguien grande y feo. Yo seguía manteniendo mi aspecto físico. Por lo que no era un monstruo.
-Ella es el monstruo… - concluí para mí misma, con la boca exhorta, sentada en el suelo. Viendo como aquella criatura masacraba a los cazadores y emitía gritos de dolor cuando una de las flechas de sus arcos y ballestas se clavaban en sus partes.
-Rachel, no puedes quedarte aquí, vámonos. - Jules llegó hasta mí y tomó mi brazo para intentar que me levantara. Giré la cabeza noventa grados hacia él, sin moverme del suelo.
-Pero… tengo que dormir al monstruo. – El brujo tiraba de mi brazo, aunque sólo consiguió moverme trece milímetros por mi elevado peso. Estaba asustada. – Se lo he prometido a la niña.
-Oh no, otra vez con tus promesas no, Rach. – Me volví a levantar y salí corriendo hacia ellos. - ¡Rach! ¡RACH! – gritó varias veces el brujo.
Iba a ayudar a la niña. Se lo había prometido. Dormiría al monstruo. Los cazadores se habían lanzado a por él. Todos se estaban haciendo mucho daño. Si dormía al monstruo, se acabaría el problema. Había que dormir al monstruo.
-NIA, incrementa la resistencia a la tracción del carburo de tungsteno. – pedí con seriedad. “Órdenes recibidas. Incrementando los sistemas defensivos del Bio Cibernético” Respondió la inteligencia en su habitual tono femenino e inexpresivo. – Sé como puedo dormirlo. – Estaba confiada. Era el momento, entonces, de saltar a la espalda del licántropo. Me agarré a su cuello.
-“Estrellita dónde estás, me pregunto quién serás, en el cielo o en el mar, un diamante de verdad.”– Comencé a cantar. – “cuando el sol se ha ido ya, cuando nada brillará, tu nos muestras tu brillar, brillas brillas sin par… ¡Ah! – exclamé.
El monstruo me había cogido por la espalda con su enorme brazo y me había lanzado con mucha fuerza contra el suelo. La estrategia del canto de cuna había fallado. Los cazadores estaban horrorizados por lo que estaba haciendo. Podría haber acabado como ellos. Pero yo era una biocibernética y mi aguante era mucho mayor. Tras rodar un par de veces por el suelo, sonando a metálico, volví a postrarme frente a ella. El monstruo vino a por mí.
Me atacó varias veces con todas sus fuerzas. Antepuse mi brazo para evitar que golpeara una de mis partes vitales. *Clonck*. - ¡Niña! – Grité. Ella volvió a proferir otro zarpazo, que detuve de nuevo colocando los brazos en cruz. *Cloack*. Aunque éste me hizo retroceder varios metros hacia atrás. – Si de verdad estás ahí, escúchame. – pedí, ya sollozando. Cuando la criatura vino a por mí una tercera vez – Por favor… - dije con los ojos cerrados, sin evitar que una lágrima cayera por mi cara.
Detrás de mí estaban los cazadores supervivientes, los lembrinos, y también Jules apuntando con la ballesta. La criatura me vio llorar a lágrima viva. No quería que mataran al monstruo. Pero si no se detenían no tenía más momento.
-No les pegues. – Volví a pedir, llorando con los ojos cerrados. Con mucho miedo a lo que pudiera pasar. - Tú no eres un monstruo. - Pedí con mi chillona voz. No quería ver muertes. No quería que nadie muriera.
La criatura, muy dolorida y con varios virotes clavados, se detuvo. Pegó su mirada a la mía. Pude ver su fiereza. Pude sentirla. Pero aún así, no me volvió a atacar. Ninguno de los cazadores le volvió a disparar.
¿Había conseguido “dormir” al monstruo?
- Canción que canta Rachel:
*Off: Habilidad de nivel 0: Coraza.
Rachel Roche
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Re: Un monstruo [Desafío]
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Re: Un monstruo [Desafío]
Las descripciones que los testigos dieron era de una criatura de cuernos, grande como un oso, con varios ojos y que escupía fuego por la boca. La criatura que encontraron los cazadores fue totalmente diferente. Marvilin Meyi suspiró sonoramente; su cabeza comenzó a maquinar: “Una licántropo descontrolada es la causante de los destrozos. Mato a la licántropa. Le corto la lengua como prueba. El cadáver lo enterraré en algún lugar lejos de las ciudades. Los aldeanos siguen creyendo en su monstruo, cazado por mí. Recibo las recompensa. Tan fácil como chasquear los dedos”.
La sonrisa de Meyi se truncó en el momento en el que una mujer con voy de niña entró en escena. Al más novato y torpe de los cazadores se le resbalaron los dedos de la ballesta, el proyectil salió disparado en contra a la mujer. Fue como disparar a una campana, produjo el mismo sonido. Impresionante. Una loba amiga de una cibernética, lo nunca visto.
La mujer comenzó a cantar una estúpida canción de cuna. Otro cazador (¿era de su mismo grupo?) le llamaba por su nombre, Rachel, y le ordenaba que se apartarse del medio. Meyi, ni corto ni perezoso, indicó, con una señal de la mano derecha, a sus cazadores que se centrasen en la loba. Ella, su lengua, significaba el pago del trabajo.
Tres ballestas sonaron. La loba las esquivó los proyectiles y se quedó de cuclillas detrás de la mujer, agazapada como si fuera un animal asustado. A Meyi le recordó a un cachorro de lobo acurrucándose detrás de su mamá.
-Tu amiga, la campana Rachel, es una madre estupenda- dijo Meyi al cazador que llamó a la cibernética.
La loba regresó a su forma humana. Meyi reconoció su cara. Shaira Mara, después de una excelente noche de cama, se la hubo mostrado. Le dijo que era una chica sin importancia, que tenía un arma mágica que no sería capaz de comprender y que ella (Shaira) era la encargada de arrebatárselo. Meyi le besó la mejilla. Él le dijo que adelante, que no le importaba que tomase su forma siempre y cuando pudieran tener otra noche como aquella. La bruja no volvió aparecer. Le engañó y, ahora, tenía que pagar por las consecuencias.
-¡Él!- La chica a espaldas de mujer - ¡Él es el hombre que despertó al monstruo!-
Meyi dejó caer su ballesta. Sacó a relucir su sonrisa más amarga y se acercó a la mujer y a la chica. La primera seguía cantando, protegiendo, y la segunda estaba de rodillas abrazada a las piernas de la cibernética.
Ni corto ni perezoso, el cazador apartó a la mujer de un empujón, relativamente suave, y abofeteó a la chica.
-Usa tu hocico y huéleme. ¿Lo notas? Es la primera vez que me ves- echó una vista los cadáveres de los brinos. Culpó a Shaira y no a la loba de las muertes. – Así me gusta. Sé que lo sabes. Yo no he sido, pero sé quién lo hizo-.
-¡Mientes!- la chica buscó a su mami con la mirada. Patético.
-Escúchame bien, solo lo diré una vez: hoy te has salvado. Te han salvado. Mañana vendrán otros cazadores; más peligrosos. Parece que has hecho enfadar a alguien que conozco. Te van a matar. Si estuviera en tu lugar, me aseguraría de tener a alguien que te proteja- a sus hombres les dijo - Vámonos-.
-Lo que nos faltaba, otra niña en el equipo. Rach, no podemos hacernos cargo de ella. ¿Qué te dije acerca de las promesas?- dijo el cazador a espaldas de Meyi.
Pasaron unas horas. Meyi estaba recogiendo los trastos para volver a la ciudad. La niña apareció a su espalda. El cazador la tapó con una manta.
-¿De verdad que no fuiste tú?-
-De verdad-
-Y sabes…-
-Y sé quién fue y quiero matarle-.
La chica asintió.
* Rachel Roche: Runa mediocre con la decisión medio. Si hubieras cazado a la criatura (con runa buena) podría haber muerto la chica. Si hubieras tomado enfrentamiento con Meyi, podría haber muerto Meyi. Me alegra ver que, por una vez, Rachel no haya matado a nadie por error.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Recompensa: Meyi está agradecido con Jules y Rachel que hayan impedido que matase a la chica. Tal vez, Shaira lo tenía todo preparado. En agradecimiento, regala a Rachel: Armadura de cazadora
La sonrisa de Meyi se truncó en el momento en el que una mujer con voy de niña entró en escena. Al más novato y torpe de los cazadores se le resbalaron los dedos de la ballesta, el proyectil salió disparado en contra a la mujer. Fue como disparar a una campana, produjo el mismo sonido. Impresionante. Una loba amiga de una cibernética, lo nunca visto.
La mujer comenzó a cantar una estúpida canción de cuna. Otro cazador (¿era de su mismo grupo?) le llamaba por su nombre, Rachel, y le ordenaba que se apartarse del medio. Meyi, ni corto ni perezoso, indicó, con una señal de la mano derecha, a sus cazadores que se centrasen en la loba. Ella, su lengua, significaba el pago del trabajo.
Tres ballestas sonaron. La loba las esquivó los proyectiles y se quedó de cuclillas detrás de la mujer, agazapada como si fuera un animal asustado. A Meyi le recordó a un cachorro de lobo acurrucándose detrás de su mamá.
-Tu amiga, la campana Rachel, es una madre estupenda- dijo Meyi al cazador que llamó a la cibernética.
La loba regresó a su forma humana. Meyi reconoció su cara. Shaira Mara, después de una excelente noche de cama, se la hubo mostrado. Le dijo que era una chica sin importancia, que tenía un arma mágica que no sería capaz de comprender y que ella (Shaira) era la encargada de arrebatárselo. Meyi le besó la mejilla. Él le dijo que adelante, que no le importaba que tomase su forma siempre y cuando pudieran tener otra noche como aquella. La bruja no volvió aparecer. Le engañó y, ahora, tenía que pagar por las consecuencias.
-¡Él!- La chica a espaldas de mujer - ¡Él es el hombre que despertó al monstruo!-
Meyi dejó caer su ballesta. Sacó a relucir su sonrisa más amarga y se acercó a la mujer y a la chica. La primera seguía cantando, protegiendo, y la segunda estaba de rodillas abrazada a las piernas de la cibernética.
Ni corto ni perezoso, el cazador apartó a la mujer de un empujón, relativamente suave, y abofeteó a la chica.
-Usa tu hocico y huéleme. ¿Lo notas? Es la primera vez que me ves- echó una vista los cadáveres de los brinos. Culpó a Shaira y no a la loba de las muertes. – Así me gusta. Sé que lo sabes. Yo no he sido, pero sé quién lo hizo-.
-¡Mientes!- la chica buscó a su mami con la mirada. Patético.
-Escúchame bien, solo lo diré una vez: hoy te has salvado. Te han salvado. Mañana vendrán otros cazadores; más peligrosos. Parece que has hecho enfadar a alguien que conozco. Te van a matar. Si estuviera en tu lugar, me aseguraría de tener a alguien que te proteja- a sus hombres les dijo - Vámonos-.
-Lo que nos faltaba, otra niña en el equipo. Rach, no podemos hacernos cargo de ella. ¿Qué te dije acerca de las promesas?- dijo el cazador a espaldas de Meyi.
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Pasaron unas horas. Meyi estaba recogiendo los trastos para volver a la ciudad. La niña apareció a su espalda. El cazador la tapó con una manta.
-¿De verdad que no fuiste tú?-
-De verdad-
-Y sabes…-
-Y sé quién fue y quiero matarle-.
La chica asintió.
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* Rachel Roche: Runa mediocre con la decisión medio. Si hubieras cazado a la criatura (con runa buena) podría haber muerto la chica. Si hubieras tomado enfrentamiento con Meyi, podría haber muerto Meyi. Me alegra ver que, por una vez, Rachel no haya matado a nadie por error.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Recompensa: Meyi está agradecido con Jules y Rachel que hayan impedido que matase a la chica. Tal vez, Shaira lo tenía todo preparado. En agradecimiento, regala a Rachel: Armadura de cazadora
- Armadura de cazadora:
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Armadura media de calidad común. Al levar esta armadura, Rachel tiene es mas resistente de lo que acostumbra a ser.
Encantamiento: 15% adicionales de Constitución
Si Coaraza esta activa, el bonus se incrementa a 40%
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