Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Página 1 de 1. • Comparte
Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Pasó la página al mismo tiempo que, sin mirar al plato que tenía delante, cortaba en dos el trozo de carne que le acababan de servir con el tenedor. Levantó la mirada unos instantes para mirar a su compañera de viaje y, después de ver que seguía sentada dónde la había dejado, justo frente a él, siguió leyendo.
Tras pasar más tiempo del que le habría gustado en los caminos del este habían llegado finalmente a Baslodia, lo que quería decir que ya estaban en Verisar y que solo tenía que alcanzar hasta Lunargenta para hacerse con un barco.
Era cierto que la ciudad fortaleza en la que estaba tenía un pequeño puerto del que podría partir directamente a las Islas, pero cuanto más tiempo pasase en tierra firme, mejor, aunque tardase un par de semanas más. Lyn, al fin y al cabo, no parecía tener prisa.
- Mortal ¿Por qué siempre acabamos en un sitio de estos? – Preguntó Lyn apoyando ambos codos en la mesa, Eltrant levantó la mirada. – Me aburro. Soluciónalo.
- Es una posada ¿Qué se supone que quieres que hagamos? – Contestó este dándole otro bocado a su comida. – ¿Apreciar las vistas? – Miró por encima de su propio hombro a la demás mesas, el lugar estaba casi vacío salvo por un par de lugareños que, ebrios, cantaban canciones acerca del mar.
- Pero siempre que llegamos a un sitio lo primero que hacemos es buscar dónde quedarnos. – Dijo la chica tumbándose completamente sobre la mesa, alcanzando la copa de líquido rojo que tenía junto a ella y moviendo su contenido con suavidad - ¿Por qué no vemos un poco la ciudad? Llevamos aquí tres días – Alzó la cabeza y miró al exmercenario, que se limitó a encogerse de hombros. – Vamos a dar un paseo y eso.
- Estamos en Baslodia, Lyn – Dijo pasando la página de la novela que la vampiresa le obligaba a leer cada vez que se detenían, lo cierto es que se encontraba en un capitulo extrañamente erótico, incluso para los estándares de la vampiresa. – No hay muchas cosas que ver por aquí… salvo tiendas de armas y vagabundos con navajas. – Se rascó la barba – Y no compartimos horarios con ellos. Bueno, con los vagabundos sí, pero tú me entiendes.
Lyn dejó escapar un quejido lastimero mientras tomaba otra postura en la silla.
- Un día más y salimos, en Lugargenta hay más cosas que ver. –Aseguró Eltrant centrándose de nuevo en el manuscrito de Lyn. – Además, así leo mejor – Aseveró mostrándole el montón de hojas de papel a la muchacha.
La ojiazul no parecía convencida, pero no hizo más comentarios, la muchacha se giró a ver a los marineros que ahora, en lugar de cantar, habían decidido que una buena forma de terminar la agradable velada que estaban teniendo era tener un combate a muerte con machete derribando varias mesas en el proceso.
- …Baslodia. – Suspiró Eltrant bajando la mirada al libro para continuar leyendo, Lyn en cambio dio varias palmadas al ver esto y sonrió al ver el espectáculo. – ¿“Se bajó los pantalones y le mostró su espada del amor…”? … No puede ser verdad. – Volvió a releer el párrafo, sí, era verdad.
Lyn ignoró el comentario del exmercenario y continuó observando la pelea entre risas, sin darse cuenta de que un joven ataviado con ropajes sencillos y que cojeaba levemente se subía en una especie de escenario que descansaba frente a todas las mesas del local.
- ¡Apuesto diez Aeros por el del tatuaje con forma de corazón! – Dijo alzando un brazo, Eltrant se ajustó la venda que rodeaba su brazo, la que ocultaba las mordeduras de Lyn y miró la pelea, parecía que no iba a acabar pronto. - ¡Parece un tipo duro! ¡Mírale, tiene escrito “Madre” dentro del corazón! ¡Es un buen hijo y está enfadado! ¡Su madre le da fuerza!
Los marineros seguían peleando insistentemente, casi parecían haberse propuesto morir en aquel lugar. Eltrant no había escuchado el motivo de por qué lo hacían, pero daba igual, en cuanto una suave música se apoderó de la taberna estos se detuvieron a mirar al hombre que, en el escenario, tocaba lo que parecía ser una ocarina.
Lyn dejó escapar un gritito entusiasmado al ver al músico.
- ¡Mira Mortal! - Eltrant arqueó una ceja y miró el hombre del que emanaba aquella melodía tan nostálgica, tan mística. Le sonaba de algo, estaba seguro de ello. Este se estaba tapando media cara con sus manos según tocaba, no lo terminaba de situar, pero estaba seguro de que le reconocía.
Los hombres que, a su lado, habían estado peleando se encontraron abrazados, llorando.
- ¡No debía haber dicho eso de tu madre! – Exclamó uno de ellos, zarandeando a su antiguo enemigo. - ¡Tu madre es una mujer hermosísima! ¡HERMOSISIMA TE DIGO! – Dijo – ¡Las caderas más amplias a este lado del Tymer! – Tiró el puñal a un lado y abrazó con aún más fuerza al recio marino.
Eltrant sonrió ante la absurdez del momento, Lyn siguió dando suaves palmadas al compás de la ocarina del músico.
- ¡Y yo jamás debí de haberte llamado cucaracha de río! – Respondió el otro marinero hipando desconsolado. – ¡Eres todo un salmonete de mar! - El alcohol les había vuelto enemigos, y la mezcla entre el alcohol y música les había hecho amigos otra vez. - ¡El mejor salmonete!
- “¿Salmonete es algo bueno?”
No estaba de más aquella actuación, sobre todo porque estaban en un lugar dónde jamás habría imaginado que alguien con aquel talento tocase y, como con Lyn, se aburría. ¿Tendría la taberna dinero para pagar a aquel sujeto? Por lo que sabía los artistas de aquel nivel no eran precisamente baratos.
Se centró en la música.
Eltrant dejó las páginas de la novela de Lyn sobre la mesa y tras ordenarlas metódicamente, las volvió a atar con el cordel, momento tras el cual se cruzó de brazos y, siguiendo aquellos tonos armónicos con la cabeza, observó la actuación.
Estaba seguro de que conocía a aquel tipo. ¿Pero de qué?
Tras pasar más tiempo del que le habría gustado en los caminos del este habían llegado finalmente a Baslodia, lo que quería decir que ya estaban en Verisar y que solo tenía que alcanzar hasta Lunargenta para hacerse con un barco.
Era cierto que la ciudad fortaleza en la que estaba tenía un pequeño puerto del que podría partir directamente a las Islas, pero cuanto más tiempo pasase en tierra firme, mejor, aunque tardase un par de semanas más. Lyn, al fin y al cabo, no parecía tener prisa.
- Mortal ¿Por qué siempre acabamos en un sitio de estos? – Preguntó Lyn apoyando ambos codos en la mesa, Eltrant levantó la mirada. – Me aburro. Soluciónalo.
- Es una posada ¿Qué se supone que quieres que hagamos? – Contestó este dándole otro bocado a su comida. – ¿Apreciar las vistas? – Miró por encima de su propio hombro a la demás mesas, el lugar estaba casi vacío salvo por un par de lugareños que, ebrios, cantaban canciones acerca del mar.
- Pero siempre que llegamos a un sitio lo primero que hacemos es buscar dónde quedarnos. – Dijo la chica tumbándose completamente sobre la mesa, alcanzando la copa de líquido rojo que tenía junto a ella y moviendo su contenido con suavidad - ¿Por qué no vemos un poco la ciudad? Llevamos aquí tres días – Alzó la cabeza y miró al exmercenario, que se limitó a encogerse de hombros. – Vamos a dar un paseo y eso.
- Estamos en Baslodia, Lyn – Dijo pasando la página de la novela que la vampiresa le obligaba a leer cada vez que se detenían, lo cierto es que se encontraba en un capitulo extrañamente erótico, incluso para los estándares de la vampiresa. – No hay muchas cosas que ver por aquí… salvo tiendas de armas y vagabundos con navajas. – Se rascó la barba – Y no compartimos horarios con ellos. Bueno, con los vagabundos sí, pero tú me entiendes.
Lyn dejó escapar un quejido lastimero mientras tomaba otra postura en la silla.
- Un día más y salimos, en Lugargenta hay más cosas que ver. –Aseguró Eltrant centrándose de nuevo en el manuscrito de Lyn. – Además, así leo mejor – Aseveró mostrándole el montón de hojas de papel a la muchacha.
La ojiazul no parecía convencida, pero no hizo más comentarios, la muchacha se giró a ver a los marineros que ahora, en lugar de cantar, habían decidido que una buena forma de terminar la agradable velada que estaban teniendo era tener un combate a muerte con machete derribando varias mesas en el proceso.
- …Baslodia. – Suspiró Eltrant bajando la mirada al libro para continuar leyendo, Lyn en cambio dio varias palmadas al ver esto y sonrió al ver el espectáculo. – ¿“Se bajó los pantalones y le mostró su espada del amor…”? … No puede ser verdad. – Volvió a releer el párrafo, sí, era verdad.
Lyn ignoró el comentario del exmercenario y continuó observando la pelea entre risas, sin darse cuenta de que un joven ataviado con ropajes sencillos y que cojeaba levemente se subía en una especie de escenario que descansaba frente a todas las mesas del local.
- ¡Apuesto diez Aeros por el del tatuaje con forma de corazón! – Dijo alzando un brazo, Eltrant se ajustó la venda que rodeaba su brazo, la que ocultaba las mordeduras de Lyn y miró la pelea, parecía que no iba a acabar pronto. - ¡Parece un tipo duro! ¡Mírale, tiene escrito “Madre” dentro del corazón! ¡Es un buen hijo y está enfadado! ¡Su madre le da fuerza!
Los marineros seguían peleando insistentemente, casi parecían haberse propuesto morir en aquel lugar. Eltrant no había escuchado el motivo de por qué lo hacían, pero daba igual, en cuanto una suave música se apoderó de la taberna estos se detuvieron a mirar al hombre que, en el escenario, tocaba lo que parecía ser una ocarina.
Lyn dejó escapar un gritito entusiasmado al ver al músico.
- ¡Mira Mortal! - Eltrant arqueó una ceja y miró el hombre del que emanaba aquella melodía tan nostálgica, tan mística. Le sonaba de algo, estaba seguro de ello. Este se estaba tapando media cara con sus manos según tocaba, no lo terminaba de situar, pero estaba seguro de que le reconocía.
Los hombres que, a su lado, habían estado peleando se encontraron abrazados, llorando.
- ¡No debía haber dicho eso de tu madre! – Exclamó uno de ellos, zarandeando a su antiguo enemigo. - ¡Tu madre es una mujer hermosísima! ¡HERMOSISIMA TE DIGO! – Dijo – ¡Las caderas más amplias a este lado del Tymer! – Tiró el puñal a un lado y abrazó con aún más fuerza al recio marino.
Eltrant sonrió ante la absurdez del momento, Lyn siguió dando suaves palmadas al compás de la ocarina del músico.
- ¡Y yo jamás debí de haberte llamado cucaracha de río! – Respondió el otro marinero hipando desconsolado. – ¡Eres todo un salmonete de mar! - El alcohol les había vuelto enemigos, y la mezcla entre el alcohol y música les había hecho amigos otra vez. - ¡El mejor salmonete!
- “¿Salmonete es algo bueno?”
No estaba de más aquella actuación, sobre todo porque estaban en un lugar dónde jamás habría imaginado que alguien con aquel talento tocase y, como con Lyn, se aburría. ¿Tendría la taberna dinero para pagar a aquel sujeto? Por lo que sabía los artistas de aquel nivel no eran precisamente baratos.
Se centró en la música.
Eltrant dejó las páginas de la novela de Lyn sobre la mesa y tras ordenarlas metódicamente, las volvió a atar con el cordel, momento tras el cual se cruzó de brazos y, siguiendo aquellos tonos armónicos con la cabeza, observó la actuación.
Estaba seguro de que conocía a aquel tipo. ¿Pero de qué?
Última edición por Eltrant Tale el Dom Jul 23 2017, 19:26, editado 1 vez
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Miré a la posada desde fuera. Estaba sentado sobre una casa de tejado plano, observando las ventanas iluminadas del local. Era difícil ver nada desde mi posición, por lo que no podía hacer más que esperar. Miré a Syl, agachado a unos pocos metros. El felino no había quitado sus ojos de nuestro nuevo acompañante desde la primera vez que lo vio. Era complicado saber si era odio o simple desconfianza. Syl no era la clase de persona que resultaba fácil de leer.
El hombre zorro parecía no mostrar signos de que le importase en absoluto. Cada vez que se encontraba con la penetrante mirada de Syl, simplemente mostraba una sonrisa indescifrable. Una que podía interpretarse como burlona, o sincera, o falsa al mismo tiempo. No tenía ni idea de como lo hacía, pero la había visto en innumerables ocasiones. Era su expresión neutra, según decía.
Pero todo lo que soltaba sonaba a mentira.
Una suave melodía empezó a sonar, camuflada por las paredes de la posada. Poco a poco, el gentío empezó a acallarse, y la ocarina se escuchaba mucho más claramente. El mensaje llegó claro. "Está aquí. A dos mesas de Tale, a la derecha. Si, la, fa, sol..."
Miré a Irirgo y al zorro, y asentí. La pareja se aproximó a la puerta mientras Syl saltaba de tejado en tejado. Tomé carrerilla y le seguí, sobrepasando distancias que no creía posibles hasta poco antes. El encantamiento de mi armadura se había pagado por si solo. El siguiente era el dificil: superar el ancho de la calle para colgarme de las tejas. El gato ya lo había conseguido. ¿Como le resultaba tan natural? Yo tenía años de experiencia en comparación...
Me lancé, impulsandome todo lo que pude con mis piernas. Durante medio segundo, pensé que no lo lograría. Pero aún no estaba cayendo. Mi cuerpo impactó contra la pared del edificio, y busqué un soporte al que agarrarme. Mis garras se cerraron sobre una teja de cerámica... pero se estaba inclinando. Cedía. Oh, no. Miré al suelo. ¿Cinco metros? ¿Seis? Iba a tener que caer bien, pero no tenia espacio para rodar. Antes de que pudiese decidir como hacerme daño, algo se cerró sobre mi muñeca y empezó a ascender... ligeramente. Lo suficiente como para agarrarme a otra teja e incorporarme.
-...todo bajo control, ¿no?- preguntó Syl, exhalando.
-Como siempre.- sonreí. -Gracias.- El felino asintió y se equilibró por el tejado hasta saltar a un pequeño balcón, de apenas un par de metros de largo. Desconocía la utilidad de aquella terraza... pero la arquitectura de Baslodia ya era rara de por sí. Tal vez al dueño le gustasen las plantas, a juzgar por las macetas que había. Intenté abrir la puerta que accedía al interior de la posada, pero estaba cerrada. Me aparté, dejando espacio al felino.
Syl se arrodilló enfrente de la puerta y sacó un juego de ganzúas de su bolsillo, introduciendo las largas... cosas en la cerradura. Observé atentamente, pero no podía discernir como lo hacía. Solo pequeños movimientos rápidos en las manos del gato, y una serie de "clicks" y "clacks" de la cerradura. ¿De verdad estaba haciendo algo? ¿Como funcionaba la cerradura en primer lugar? El gato parecía seguro de si mismo, así que algo debía tener en mente. Romper el cerrojo a la fuerza siempre me había parecido.
-Deja de mirarme. Me estás poniendo nervioso.- dijo Syl en tono neutral, sin apartar la mirada del cerrojo. Aparte la vista, algo avergonzado. Tenia que preguntarle por esas cosas en otro momento. Tras unos segundos, escuché un chasquido metálico, y la puerta se abrió con un crujido. Syl hizo una pequeña reverencia, señalando la puerta con gesto teatral. Sonreí de nuevo y le di una palmada en el hombro antes de pasar.
-...¿que habitación es?- pregunté, inseguro. Nada marcaba las distintas puertas. Eran negras, de madera buena... resistentes. Echarlas abajo no era una buena opción. Solo había dos, pero... ¿cual? Intenté abrir una y suspiré, dejando paso al felino de nuevo.
_________________________________________________________________________________
Irirgo se acercó disimuladamente y tomó una silla vacía entre el humano y la vampiresa. El hombre zorro hizo lo mismo, sin esperar a ninguna señal, de forma que estaban uno frente al otro.
-Hola, Tale. ¿Que tal te va?- preguntó el dragón, en un tono completamente casual. Como si fuesen amigos de toda la vida, y no extraños que se habian visto una vez y tuviesen siete décadas de diferencia en edad. -Se te ve bien. Más... sano. Este es Kothán.- dijo, señalando al hombre bestia.
-Encantado.- sonrió este. alternando su mirada entre el humano y la niña. -¿Que tal si jugamos a algo?- propuso, sacando una pequeña bolsa. Cuidadosamente, sacó un puñado de pequeñas pirámides blancas, cada una con distintos grabados. Dados de hueso.
-¿Trapazados?- preguntó Irirgo. El hombre zorro asintió, y colocó cuatro dados delante del dragón, y otros cuatro delante suya. El dragón se acercó a Eltrant, hablando en susurros. -Sígueme la corriente un poco. Como favor a Asher.- pidió. -Bueno. ¿Que tal si jugamos un poco y os mostramos como se hace?- sugirió, en voz algo más alta.
-El juego consiste en adivinar cuantas veces ha salido determinado número entre los dados de todos.- explicó Kothán, haciendo rodar los dados, que rebotaron con cierto ruido sobre la mesa. -Ninguno puede ver los dados del otro. En este caso, por ejemplo, tengo dos doses, un tres, y un cuatro. Y pongo una apuesta. Por ejemplo: dos doses.-
-Como ha apostado, solo tengo dos opciones.- continuó Irirgo.- O subo la apuesta, o digo "Muestra". Si hago lo segundo, los dos revelamos los dados, y si la apuesta que ha dicho se cumple (es decir, hay dos o más doses), pierdo un dado. Si no se cumple, lo pierde él. Tengo un dos, y tres treses, pero solo puedo apostar por números superiores a los que ha dicho. Es decir... puedo apostar por "dos treses" "dos cuatros" "tres unos", y así. En este caso, apuesto por dos treses.- La música se apagó y la gente empezó a aplaudir mientras el brujo del "escenario" hacia una ligera reverencia.
-Yo apuesto por tres cervezas.- replicó el zorro, alzando tres dedos como señal a una camarera. -Digo... por tres treses.-
-Y yo por cuatro treses. Tener muchos del mismo número suele ser útil.-
-Y como pienso que se está pasando, y apostar por algo mayor sería una burrada, digo "Muestra". Pero, lamentablemente, hay cuatro treses en total: tres suyos y uno mio. Así que pierdo un dado.- dijo, guardando una de las figuras en su bolsa. La camarera no tardó en acercarse con tres jarras de bebida, colocando una frente a cada adulto de la mesa y alejándose sin apartar la mirada de Dann, que había empezado a tocar otra canción. -¿...quien paga?-
-Podemos apostar por eso... quien pierda la partida, paga.- sugirió Irirgo. El zorro sonrió, sacando el dado que habia retirado. Ambos oponentes tiraron sus dados, poniendo un brazo delante para ocultarlos.
-¿Quieres ver como le doy una paliza al viejo?- le susurró el zorro a niña, que estaba lo suficientemente cerca para ver su tirada. Su postura había cambiado por completo: ahora iba en serio. Un uno, un tres y dos cuatros.
-Miralos... ambos con ojos claros y brillantes. Es un poco perturbador... por cierto, no sabía que tuvieses hijos.- dijo Irirgo. -Tres treses.-
-Oooh. Empieza fuerte... eso es porque le quedan pocos años, tiene que aprovechar el tiempo. Tres cuatros.-
Un cambio de tono en la música llamó la atención de ambos oponentes. Kothán recogió apresuradamente los dados y vació su cerveza de un largo trago mientras Irirgo se levantaba de su silla.
-¡BASTARDO! ¡Estos dados están trucados!- gritó el dragón, arrojando su jarra a alguien que se encontraba detrás del zorro. Un pobre inocente, un hombre cualquiera de complexión mediana atrapado en ese "malentendido".
-¿Cual es tu maldito problema, imbécil?- dijo, enfadado. Irirgo se acercó a él con grandes pasos, tomando su papel de bruto enfadado y dispuesto a comenzar una pelea. No tardó en dar el primer golpe. Mientras, Kothán se deslizó hacia las escaleras, haciendole una señal a Eltrant para que le siguiese.
-Este grupo es tan divertido... - comentó el zorro una vez llegaron a la segunda planta, riendo para si mismo. Después, chasqueó los dedos y señaló al humano -Tu eres ese amigo de Asher, ¿no? Elran Tail. Encantado.- dijo, ofreciendo una mano y una sonrisa.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Cuando por fin consiguió adivinar quién era el músico dio un golpe suave en la mesa y se apoyó sobre la misma, mirando fijamente al músico. Si Dann estaba allí significaba que el lobo no andaría muy lejos, y la presencia de Asher solía significar problemas, muchos .
Aunque, por otro lado, cabía la posibilidad de que simplemente tuviese un día libre o algo así. ¿Asher daba días libres a sus hombres?
Los dos individuos que se sentaron en la mesa sin avisar respondieron a la pregunta que Eltrant se estaba haciendo, algo pasaba, y sospechaba que no era nada bueno. El primero era Irirgo y al segundo no le conocía; ambos se acomodaron junto al exmercenario y la vampiresa como si fuesen amigos de toda la vida, como si no acabasen de aparecer de entre las mesas como si tal cosa.
- Me va… ¿Bien? – Respondió Eltrant frunciendo el ceño levemente, tratando de averiguar que estaban tramando - …Encantado Kothán. – Dijo estudiando al desconocido. Era un hombre bestia, un zorro o quizás un coyote, uno con una sonrisa permanente en su cara que, por alguna razón, sabía que había visto en más de una ocasión en diferentes personas, sobre todo cuando el emblema de la guardia pendía de su pecho.
- ¿¡Tienes amigos de verdad!? – La voz de Lyn se alzó sobre la de Eltrant, que estaba a punto de preguntar que estaban haciendo allí. No pudo evitar notar que había cierta incredulidad en la pregunta, como si la vampiresa no terminase de dar crédito a lo que acababa de ver.
- No son exactamente mis…
– ¿¡No te los inventabas?! – Eltrant puso los ojos en blanco y no contestó nada, fue Kothán quien rompió el segundo de silencio proponiendo a los presentes jugar a un juego - ¡Por supuesto! – Dijo Lyn dando una palmada entusiasmada en la mesa, como si la presentación de aquellos dos no hubiese sido nada forzada – Oh, y yo soy Lyn – Dijo sonriendo a los presentes. - ¡Encantada!
Como suponía Asher estaba detrás de aquello: Irirgo no tardó en hacer saber al castaño que le siguiese la corriente, que era un favor hacía su viejo amigo. Eltrant dejó escapar un leve suspiró y asintió. ¿A quién de todos los presentes estarían secuestrando, robando o, y esperaba que no fuese el caso, asesinando?
El zorro, a continuación, dejó caer un montón de piezas sobre la mesa que Lyn no tardó en manosear y mirar curiosa a contraluz, eran dados comunes, algunos poseían formas distintas, pero no eran más que dados.
- ¿Trapazados? No he jugado nunca – Dijo depositando de nuevo las piezas sobre la mesa, sonrió a Irirgo – …Es horriblemente malo a los juegos de azar… - Dijo señalando a Eltrant con el pulgar. – Jugar contra él es casi hacer trampa - Eltrant se llevó la mano a la cara y dejó que los compañeros de Asher continuasen explicando cómo funcionaba el juego. – Enserio, es muy injusto. – El zorro hizo el número tres con el dedo a la camarera de forma casual, casi sin pretenderlo, la mujer no tardó en aparecer con las bebidas - ¿…Por qué no hay una para mí? – Jugueteó con su flequillo y le dio un pequeño sorbo a su copa.
Eltrant suspiró y se echó un vistazo a la bebida que le acababan de servir. La música se detuvo y un corto aplauso agradeció a Dann su actuación que, desde el escenario, hizo una leve reverencia a los espectadores.
- Al final me tocará pagar a mí – Alzó la jarra mientras los otros dos afirmaban que el perdedor del juego del que seguían explicando las reglas sería quien pagaría las bebidas, Lyn enarcó una ceja al ver los dados del zorro y después miró a Irirgo. – Lyn… ni se te ocurra. – Dijo tras darle un sorbo a su cerveza, sabía que la muchacha había estado a punto de desvelar la “mano” del Kothán, podía leerlo en su mirada, le encantaba hablar, pero en aquel momento no era oportuno, sobre todo si iban a acabar enfrentándose a medio local como se temía.
Sorpresivamente, Lyn pero quedó callada, clavando sus ojos en los dados de Kothán, aprendiendo a jugar, parecía realmente interesada. A la vampiresa se le escapó una risita cuando, segundos después de aquello Irirgo mencionó que no sabía que Eltrant tuviese una hija, este, por otro lado, estuvo a punto de atragantarse con su bebida.
- Para que el Mortal tenga una hija primero tiene que usar su sable del…
- ¡No termines la frase o la tenemos! – Contestó Eltrant tosiendo copiosamente, dándose golpes en el pecho para tratar de sacar la cerveza que había entrado en sus pulmones, Lyn sonrió y se aclaró la garganta - ¡Te quedas sin beber! – Dijo arrebatándole la copa de vino a la muchacha, que se levantó inmediatamente de la silla, exageradamente ofendida.
Ninguna de las partes terminó la discusión pues Irirgo gritó a pleno pulmón que el zorro estaba haciendo trampas, algo que se encargó de aderezar arrojando el contenido de su jarra sobre el mismo, no obstante, el líquido acabó sobre la espalda de un pobre lugareño que no tenía nada que ver con la conversación.
Fue en ese momento, el dragón comenzó a pelear con el tipo al que le había arrojado la cerveza y Kothán le hizo señas para que le siguiese. Frunciendo el ceño tomó los guanteletes que descansaban a su lado y, junto a Lyn, siguió al zorro hasta el segundo piso.
Habían causado una distracción y la habían aprovechado para que nadie les viese desaparecer del bar, podía descartar algunas cosas, pero la lista de fechorías que aquellos hombres se podían estar trayendo entre manos era bastante elevada.
Kothán parecía ser un nuevo miembro de la alegre familia de bandoleros que dirigía Asher, no parecía mal tipo, al menos a simple vista, y sus movimientos eran pausados pero ligeros, casi parecía que comprobaba minuciosamente dónde ponía cada pie, estudiando el oscuro pasillo que se extendía frente a él.
- En realidad es… – Eltrant no pudo llegar a corregir al zorro cuando este se presentó formalmente, antes de que pudiese decir como era realmente su nombre Lyn estalló en carcajadas, que se encargó de acallar, pobremente, con sus propias manos. – …Ya empezamos. – Dijo dejando caer ambas manos hasta su cintura.
- …Elran… Tail… - Dijo con un hilo de voz apoyándose en el exmercenario, conteniendo la risa y girándose hacía el zorro. – Gracias… muchas gracias.
- Ignórala. – Dijo estrechando la mano de Kothán y respondiendo a su sonrisa con la suya propia. - …Es Eltrant Tale, aunque me han llamado cosas peores, no te preocupes. – Lanzó a Lyn una mirada acusadora a la que respondió con una pequeña reverencia - Ahora… ¿Me vas a decir que estoy haciendo aquí? – La ojiazul se aseguró de hacerse notar golpeando la espalda del ex guarda con la palma de la mano. - ¿…Y como sabíais dónde estaba?
- Oh, venga Elran… no estés triste Elran… Sabes que no puedes ignorarme Elran. ¿Qué quieres hacer Elran? ¿Cenamos Elran? ¿Damos un paseo Elran? Elran, Elran…
- Di Elran una vez más… - Taladró a la muchacha con la mirada, Lyn amplió su sonrisa. - Y quemo las cortinas de nuestra habitación.
- Tail – Contestó la chica de inmediato.
Varios segundos de silencio siguieron a aquella palabra, una quietud solo rota por el ruido de más de un centenar de cristales rompiéndose procedente de la planta baja. ¿Estaría Irirgo bien?
- … Tengo que admitirlo. – Dijo Eltrant cruzándose de brazos – Ahí has estado rápida.
- Lo sé.
Aunque, por otro lado, cabía la posibilidad de que simplemente tuviese un día libre o algo así. ¿Asher daba días libres a sus hombres?
Los dos individuos que se sentaron en la mesa sin avisar respondieron a la pregunta que Eltrant se estaba haciendo, algo pasaba, y sospechaba que no era nada bueno. El primero era Irirgo y al segundo no le conocía; ambos se acomodaron junto al exmercenario y la vampiresa como si fuesen amigos de toda la vida, como si no acabasen de aparecer de entre las mesas como si tal cosa.
- Me va… ¿Bien? – Respondió Eltrant frunciendo el ceño levemente, tratando de averiguar que estaban tramando - …Encantado Kothán. – Dijo estudiando al desconocido. Era un hombre bestia, un zorro o quizás un coyote, uno con una sonrisa permanente en su cara que, por alguna razón, sabía que había visto en más de una ocasión en diferentes personas, sobre todo cuando el emblema de la guardia pendía de su pecho.
- ¿¡Tienes amigos de verdad!? – La voz de Lyn se alzó sobre la de Eltrant, que estaba a punto de preguntar que estaban haciendo allí. No pudo evitar notar que había cierta incredulidad en la pregunta, como si la vampiresa no terminase de dar crédito a lo que acababa de ver.
- No son exactamente mis…
– ¿¡No te los inventabas?! – Eltrant puso los ojos en blanco y no contestó nada, fue Kothán quien rompió el segundo de silencio proponiendo a los presentes jugar a un juego - ¡Por supuesto! – Dijo Lyn dando una palmada entusiasmada en la mesa, como si la presentación de aquellos dos no hubiese sido nada forzada – Oh, y yo soy Lyn – Dijo sonriendo a los presentes. - ¡Encantada!
Como suponía Asher estaba detrás de aquello: Irirgo no tardó en hacer saber al castaño que le siguiese la corriente, que era un favor hacía su viejo amigo. Eltrant dejó escapar un leve suspiró y asintió. ¿A quién de todos los presentes estarían secuestrando, robando o, y esperaba que no fuese el caso, asesinando?
El zorro, a continuación, dejó caer un montón de piezas sobre la mesa que Lyn no tardó en manosear y mirar curiosa a contraluz, eran dados comunes, algunos poseían formas distintas, pero no eran más que dados.
- ¿Trapazados? No he jugado nunca – Dijo depositando de nuevo las piezas sobre la mesa, sonrió a Irirgo – …Es horriblemente malo a los juegos de azar… - Dijo señalando a Eltrant con el pulgar. – Jugar contra él es casi hacer trampa - Eltrant se llevó la mano a la cara y dejó que los compañeros de Asher continuasen explicando cómo funcionaba el juego. – Enserio, es muy injusto. – El zorro hizo el número tres con el dedo a la camarera de forma casual, casi sin pretenderlo, la mujer no tardó en aparecer con las bebidas - ¿…Por qué no hay una para mí? – Jugueteó con su flequillo y le dio un pequeño sorbo a su copa.
Eltrant suspiró y se echó un vistazo a la bebida que le acababan de servir. La música se detuvo y un corto aplauso agradeció a Dann su actuación que, desde el escenario, hizo una leve reverencia a los espectadores.
- Al final me tocará pagar a mí – Alzó la jarra mientras los otros dos afirmaban que el perdedor del juego del que seguían explicando las reglas sería quien pagaría las bebidas, Lyn enarcó una ceja al ver los dados del zorro y después miró a Irirgo. – Lyn… ni se te ocurra. – Dijo tras darle un sorbo a su cerveza, sabía que la muchacha había estado a punto de desvelar la “mano” del Kothán, podía leerlo en su mirada, le encantaba hablar, pero en aquel momento no era oportuno, sobre todo si iban a acabar enfrentándose a medio local como se temía.
Sorpresivamente, Lyn pero quedó callada, clavando sus ojos en los dados de Kothán, aprendiendo a jugar, parecía realmente interesada. A la vampiresa se le escapó una risita cuando, segundos después de aquello Irirgo mencionó que no sabía que Eltrant tuviese una hija, este, por otro lado, estuvo a punto de atragantarse con su bebida.
- Para que el Mortal tenga una hija primero tiene que usar su sable del…
- ¡No termines la frase o la tenemos! – Contestó Eltrant tosiendo copiosamente, dándose golpes en el pecho para tratar de sacar la cerveza que había entrado en sus pulmones, Lyn sonrió y se aclaró la garganta - ¡Te quedas sin beber! – Dijo arrebatándole la copa de vino a la muchacha, que se levantó inmediatamente de la silla, exageradamente ofendida.
Ninguna de las partes terminó la discusión pues Irirgo gritó a pleno pulmón que el zorro estaba haciendo trampas, algo que se encargó de aderezar arrojando el contenido de su jarra sobre el mismo, no obstante, el líquido acabó sobre la espalda de un pobre lugareño que no tenía nada que ver con la conversación.
Fue en ese momento, el dragón comenzó a pelear con el tipo al que le había arrojado la cerveza y Kothán le hizo señas para que le siguiese. Frunciendo el ceño tomó los guanteletes que descansaban a su lado y, junto a Lyn, siguió al zorro hasta el segundo piso.
Habían causado una distracción y la habían aprovechado para que nadie les viese desaparecer del bar, podía descartar algunas cosas, pero la lista de fechorías que aquellos hombres se podían estar trayendo entre manos era bastante elevada.
Kothán parecía ser un nuevo miembro de la alegre familia de bandoleros que dirigía Asher, no parecía mal tipo, al menos a simple vista, y sus movimientos eran pausados pero ligeros, casi parecía que comprobaba minuciosamente dónde ponía cada pie, estudiando el oscuro pasillo que se extendía frente a él.
- En realidad es… – Eltrant no pudo llegar a corregir al zorro cuando este se presentó formalmente, antes de que pudiese decir como era realmente su nombre Lyn estalló en carcajadas, que se encargó de acallar, pobremente, con sus propias manos. – …Ya empezamos. – Dijo dejando caer ambas manos hasta su cintura.
- …Elran… Tail… - Dijo con un hilo de voz apoyándose en el exmercenario, conteniendo la risa y girándose hacía el zorro. – Gracias… muchas gracias.
- Ignórala. – Dijo estrechando la mano de Kothán y respondiendo a su sonrisa con la suya propia. - …Es Eltrant Tale, aunque me han llamado cosas peores, no te preocupes. – Lanzó a Lyn una mirada acusadora a la que respondió con una pequeña reverencia - Ahora… ¿Me vas a decir que estoy haciendo aquí? – La ojiazul se aseguró de hacerse notar golpeando la espalda del ex guarda con la palma de la mano. - ¿…Y como sabíais dónde estaba?
- Oh, venga Elran… no estés triste Elran… Sabes que no puedes ignorarme Elran. ¿Qué quieres hacer Elran? ¿Cenamos Elran? ¿Damos un paseo Elran? Elran, Elran…
- Di Elran una vez más… - Taladró a la muchacha con la mirada, Lyn amplió su sonrisa. - Y quemo las cortinas de nuestra habitación.
- Tail – Contestó la chica de inmediato.
Varios segundos de silencio siguieron a aquella palabra, una quietud solo rota por el ruido de más de un centenar de cristales rompiéndose procedente de la planta baja. ¿Estaría Irirgo bien?
- … Tengo que admitirlo. – Dijo Eltrant cruzándose de brazos – Ahí has estado rápida.
- Lo sé.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Pasaron unos largos segundos... y el pecho de Kothán empezó a convulsionar, antes de que el hombre zorro estallara en una carcajada ante la interacción entre el hombre y la niña. Rió durante diez, quince segundos. Rió hasta que su carcajada, casi histérica, le hizo doblarse con dolor en el costado. Se dio la vuelta, apoyandose en la pared. Tras un rato, empezó a recomponerse, jadeando.
-Mis...- se aclaró la voz - mis disculpas. Siento haberme confundido de nombre.- dijo, a pesar de que su sonrisa y la humedad bajo sus ojos delatase justo lo contrario. -Bueno, la verdad es que... creo que alguien, el gato, Syl... te vio por las calles en algún momento. Y te siguió.- explicó, encogiéndose de hombros. -Íbamos a venir aquí de todos modos, aunque... Asher me dijo que no te explicase todo, así que me guardaré el resto.- dijo, omitiendo las partes de "entrometido" y "complejo de héroe crónico"
-Ah, y también está... esa cosa, esa...- se llevó las manos junto a la boca, moviendo los dedos como si tapase agujeros en un instrumento. -Pato... no, oca... ocarina. La ocarina de Dann. Es mágica o algo. Se te mete en la cabeza cuando él quiere decirte cosas. Dios, que difícil es de explicar...- dijo, murmurando la última parte. -Y, técnicamente, estamos esperando a que venga nuestro objetivo a distraer. Probablemente tenga moratones, manchas de cerveza en la ropa y un ojo hinchado. Tal vez alguna costilla rota si a Irirgo le da por lanzarse en placajes otra vez. Pesa una barbaridad...
-De todos modos, El... -tosió, lanzándole una mirada cómplice a Lyn- Eltrant. ¿De que conoces a Asher? No parece la clase de personas que haga muchos amigos...-
-¡AAGH! ¡BASTARDO HIJO DE...!- sonó la voz del perro, obstruida por la planta que los separaba.
-...como decía, es un encanto de persona.- dijo, poniendo los ojos en blanco. -¿Por favor, no subas aún?- dijo, entonandolo como una pregunta sin mucha esperanza.
_______________________________________________________________________________________
Cincuenta. Porciento. Esa era la probabilidad que teníamos. Pero, al conseguir abrir la cerradura, no encontramos la habitación que buscábamos. En su lugar, noté un olor familiar que no estaba buscando esa noche. En cuanto la puerta se abrió, el "aroma" que se liberó fue como un puñetazo que gritaba "TALE TALE TALE TALE TALE TALE TALE". Mi maldición fue seguida de un codazo de Syl, probablemente para acallar mi queja.
-Vale. Sigilo. Ve a por la otra puerta.- dije, aún mirando la habitación delante de mi. La armadura completa que descansaba ahí era imposible de confundir. Pero no era lo que más llamaba la atención. -¿Es eso un armario bloqueando la ventana?- En ocasiones, la salud mental del humano me llegaba a preocupar. -Dos camas. Me alegro, empezaba a pensar que era alguna clase de...
-Yo aún creo que lo es.- declaró Syl, sin dejar de trabajar en la cerradura. -Según me has dicho, os hicisteis amigos cuando le pegaste.-
-...si, y luego empujó una tonelada de piedra y vomitó sangre.- dije, entrecerrando los ojos. -Igual tienes razón...-
Pensé en hacer algún tipo de tontería en su habitación. Como dibujar una runa que le insultase cada vez que usase su almohada. Pero no tenía materiales como para malgastarlos de esa forma. Ni tiempo. Y Syl me habría pegado si me viese. Cerré la puerta, suspirando. Tantas oportunidades perdidas.
Un "clack" sonó detrás de mi. Me di la vuelta sonriendo, y observé como Syl se metía en la habitación. Me acerqué al marco de la puerta, pero el felino me detuvo con una señal.
-Tu no. Fuera. Eres demasiado bruto. Dejame buscar, no queremos que sepa que hemos entrado.- ordenó. Aquella frase me sentó como una puñalada. Noté como el calor se concentraba en mi frente y brazos y me di la vuelta, algo enfadado. ¡Bruto! ¿Como podía decir eso? Era insultante. No era ningún incompetente. Había hecho trabajos sin ser descubierto. Muchos. Tal vez más que él.
Me senté sobre la escalera, molesto. Tras unos segundos, la voz de Syl indicó que había encontrado lo que buscabamos, y una pequeña bolsa se deslizó por el suelo hasta donde me encontraba. La cogí y me la guardé en el bolsillo antes de dirigirme a la terraza y desaparecer.
-¿Asher? ¿Qué...?- preguntó el felino, sin llegar a obtener una respuesta.
___________________________________________________________________________
Irirgo lanzó otro derechazo, conectando con la mandíbula del otro hombre. Un diente ensangrentado salió volando de su boca, y el tipo retrocedió, algo aturdido por el dolor. Después, escupió al suelo y puso los puños en alto.
El dragón no era ningún experto para combatir en esa forma. Pero la experiencia que tenía era más que suficiente para defenderse. Además, la armadura que llevaba prácticamente aseguraba que no fuese a recibir ningún daño. Su combatiente no era ningún coloso: parecía más bien alguien que no realizaba demasiado esfuerzo físico. Después de todo, trabajaba en una oficina.
Irirgo esperó a que el hombre contraatacase. Sus golpes iban directos a la cara, pues era la única parte que tenia desprotegida, pero eso lo hacia predecible. El veterano se apartó y llevó su puño hasta el cuello de su rival, lo cual le hizo retroceder y toser, medio ahogado. La sangre del veterano le bombeaba con fuerza. Sentía cierta emoción en todo aquello. Tal vez más de la que debería. Un sonido estridente, procediendo de la ocarina, le devolvió al mundo real. "No te pases o le acabarás matando." le avisó el brujo.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Enarcó una ceja al ver al zorro reírse, Lyn aguardó de buen humor a que este dejase de reír y recobrase la compostura, dándole un par de suaves palmadas en la espalda en el proceso.
El motivo por el que había acabado dentro de los planes del grupo de Asher era, y le parecía bastante extraño, más simple de lo que podía haber imaginado. Le habían visto por la calle, eso había sido todo. El que estuviese en aquella posada al mismo tiempo que ellos no era más que una coincidencia.
Después de aquella explicación, Kothán reveló a los dos presentes que Dann era dueño de una ocarina capaz de decirte cosas directamente a la cabeza. Eltrant se cruzó de brazos y no dijo nada, no terminaba de comprender que quería decir el zorro con eso, pero Lyn sonrió ampliamente.
- ¡Yo también puedo hacer eso! – Dijo sin ocultar el orgullo que se podía discernir en su tono de voz, Eltrant la miró y suspiró, la muchacha se llevó ambas manos hasta el flequillo. – Bueno… - Dijo ahora en un tono algo más bajo – Algo parecido. – Sonrió.
- ¿Entonces Irirgo le está dando una paliza a vuestro objetivo? - Agudizó el oído, aun se podía oír perfectamente la trifulca de la planta baja. Los guardas de Baslodia no parecían caracterizarse por su velocidad o ganas para parar aquel tipo de conflictos, por lo que Irirgo tenía vía libre para destrozar el local antes de que estos llegasen si le apetecía.
Kothán no respondió a su duda, fue él quien le hizo una pregunta, se interesó por su relación con Asher argumentando que el lobo no era, precisamente, alguien capaz de hacer muchas amistades.
- La verdad es que…
La voz del can atravesó los pasillos, Eltrant miró hacia arriba.
- Sutil… - Dijo girándose hacía Kothán, quien le pidió que no subiese a ver que estaba sucediendo, Eltrant sonrió y negó con la cabeza – Voy a ver… que tal esta mi habitación – Dijo comenzando a caminar en dirección a las escaleras que subían. – …Sí, eso es.
Lyn se quedó junto al zorro mirando como el exmercenario se alejaba escaleras arriba.
- ¿Y vuestra banda tiene nombre? Seguro que lo tiene, todas las bandas tienen nombres. – Dijo momentos antes de comenzar a andar tras su compañero – “Las espadas de… de…” – Dijo al pasillo, no esperó a que Kothán contestase pero tampoco se le ocurría nada. ¡Era una escritora! ¡Podía hacerlo! – ¡Las sombras del alba! – Dijo de forma grandilocuente, extendiendo ambos brazos. Se giró hacía el zorro y sonrió. – …seguro que a ti no se te ocurre ninguno mejor. – Ascendió por las escaleras.
Eltrant se ajustó el guantelete de cuero, el mágico, a su brazo derecho. Consideraba aquella pieza demasiado peligrosa como para dejarla a merced de cualquier ladrón por lo que siempre solía llevarla consigo, no obstante, el resto de su indumentaria, incluida su espada, descansaba en la habitación que había alquilado. Si el lobo se estaba batiendo con alguien y estaba en peligro no tendría más remedio que usar aquella cosa, y eso se traducía con hacer estallar, literalmente, al desgraciado que estuviese al otro lado de su puño.
Terminó de llegar a la planta en la que, por el sonido, debía de estar Asher. Pero solo se encontró con un pasillo oscuro y deshabitado.
- ¡Mortal! – Lyn se plantó justo tras él, había subido corriendo la última parte de las escaleras. Eltrant entornó los ojos y miró por encima del hombro de la muchacha ¿La estaban persiguiendo? ¿Estaba en problemas? Se podían oír pasos tras ella, pero estos eran probablemente de Kothán.
- ¿Va todo…?
- ¡Desempata! – Ordenó señalándole con el dedo, Eltrant torció el gesto. - ¿A que “Acróbatas de la noche” suena bien? – El castaño bajó la mirada y suspiró, se rascó la barba ¿Más cosas para su libro? - ¡No pongas esa cara! ¡Es bueno! – Protestó zarandeándole – Vale, entonces… – Se apoyó en la pared y se cruzó de brazos, mirando directamente al suelo, pensativa. – Quizás algo con el viento… - Susurró.
Desde dónde estaba podía ver que había dos puertas abiertas, la de su habitación y la que había justo en frente. Asher no debía de estar muy lejos de allí.
El motivo por el que había acabado dentro de los planes del grupo de Asher era, y le parecía bastante extraño, más simple de lo que podía haber imaginado. Le habían visto por la calle, eso había sido todo. El que estuviese en aquella posada al mismo tiempo que ellos no era más que una coincidencia.
Después de aquella explicación, Kothán reveló a los dos presentes que Dann era dueño de una ocarina capaz de decirte cosas directamente a la cabeza. Eltrant se cruzó de brazos y no dijo nada, no terminaba de comprender que quería decir el zorro con eso, pero Lyn sonrió ampliamente.
- ¡Yo también puedo hacer eso! – Dijo sin ocultar el orgullo que se podía discernir en su tono de voz, Eltrant la miró y suspiró, la muchacha se llevó ambas manos hasta el flequillo. – Bueno… - Dijo ahora en un tono algo más bajo – Algo parecido. – Sonrió.
- ¿Entonces Irirgo le está dando una paliza a vuestro objetivo? - Agudizó el oído, aun se podía oír perfectamente la trifulca de la planta baja. Los guardas de Baslodia no parecían caracterizarse por su velocidad o ganas para parar aquel tipo de conflictos, por lo que Irirgo tenía vía libre para destrozar el local antes de que estos llegasen si le apetecía.
Kothán no respondió a su duda, fue él quien le hizo una pregunta, se interesó por su relación con Asher argumentando que el lobo no era, precisamente, alguien capaz de hacer muchas amistades.
- La verdad es que…
La voz del can atravesó los pasillos, Eltrant miró hacia arriba.
- Sutil… - Dijo girándose hacía Kothán, quien le pidió que no subiese a ver que estaba sucediendo, Eltrant sonrió y negó con la cabeza – Voy a ver… que tal esta mi habitación – Dijo comenzando a caminar en dirección a las escaleras que subían. – …Sí, eso es.
Lyn se quedó junto al zorro mirando como el exmercenario se alejaba escaleras arriba.
- ¿Y vuestra banda tiene nombre? Seguro que lo tiene, todas las bandas tienen nombres. – Dijo momentos antes de comenzar a andar tras su compañero – “Las espadas de… de…” – Dijo al pasillo, no esperó a que Kothán contestase pero tampoco se le ocurría nada. ¡Era una escritora! ¡Podía hacerlo! – ¡Las sombras del alba! – Dijo de forma grandilocuente, extendiendo ambos brazos. Se giró hacía el zorro y sonrió. – …seguro que a ti no se te ocurre ninguno mejor. – Ascendió por las escaleras.
Eltrant se ajustó el guantelete de cuero, el mágico, a su brazo derecho. Consideraba aquella pieza demasiado peligrosa como para dejarla a merced de cualquier ladrón por lo que siempre solía llevarla consigo, no obstante, el resto de su indumentaria, incluida su espada, descansaba en la habitación que había alquilado. Si el lobo se estaba batiendo con alguien y estaba en peligro no tendría más remedio que usar aquella cosa, y eso se traducía con hacer estallar, literalmente, al desgraciado que estuviese al otro lado de su puño.
Terminó de llegar a la planta en la que, por el sonido, debía de estar Asher. Pero solo se encontró con un pasillo oscuro y deshabitado.
- ¡Mortal! – Lyn se plantó justo tras él, había subido corriendo la última parte de las escaleras. Eltrant entornó los ojos y miró por encima del hombro de la muchacha ¿La estaban persiguiendo? ¿Estaba en problemas? Se podían oír pasos tras ella, pero estos eran probablemente de Kothán.
- ¿Va todo…?
- ¡Desempata! – Ordenó señalándole con el dedo, Eltrant torció el gesto. - ¿A que “Acróbatas de la noche” suena bien? – El castaño bajó la mirada y suspiró, se rascó la barba ¿Más cosas para su libro? - ¡No pongas esa cara! ¡Es bueno! – Protestó zarandeándole – Vale, entonces… – Se apoyó en la pared y se cruzó de brazos, mirando directamente al suelo, pensativa. – Quizás algo con el viento… - Susurró.
Desde dónde estaba podía ver que había dos puertas abiertas, la de su habitación y la que había justo en frente. Asher no debía de estar muy lejos de allí.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Me senté sobre el tejado. Una ráfaga de aire alivió parte del calor que sentía. Pero aún tenía un nudo en la garganta. No lo entendía. Solía tomarme aquellas cosas con humor, pero aquella vez fue... hiriente. Me sentía rechazado. Inútil. Syl se había mostrado frío durante un tiempo. Más serio que de costumbre, como si algo fuese mal.
No podía evitar sentir que era culpa mía. Mi responsabilidad. Me habían nombrado líder, después de todo, pero me estaba comportando como un idiota. Un bruto. Era verdad, después de todo. Si algo salía mal, sería por mi culpa. Aseguraba una y otra vez que los protegería, pero no dejaba de ponerles en peligro con absurdos trabajos.
Noté el sonido de pasos sobre el tejado detrás de mi. Syl se sentó cerca, sin decir nada.
-¿Que ocurre?- preguntó, preocupado.
-Nada.- mentí, ocultando mi boca. No estaba siendo muy convincente. Pero no me sentía con ganas de esforzarme en mentir. No se me daba bien. Quería que me preguntase. Quería decirlo todo y suspirar. "Por favor, pregunta." Pero probablemente no me lo merecía.
-Venga. Nunca haces algo así. ¿Que te pasa?- repitió, acercándose un poco con cierta inseguridad.
-...has estado algo... frío, ultimamente.- murmuré. Enterré mi hocico entre mis manos, acallando mi voz. -Es por Kothán.- dije. No era una pregunta.
-En parte.- dijo, tras una larga pausa.- Ya sabes lo que me preocupa. No creo que sea alguien en quien podamos confiar. Me da la sensación de que en cualquier momento, desaparecerá, o nos traicionará de alguna forma...- explicó. -También... estoy inquieto. Ultimamente hemos estado haciendo cosas más arriesgadas. Como lo de ir hasta Dundarak.-
Suspiré. Se hizo otro silencio.
-Pero confio en ti. Sé que haces lo que crees que es mejor, y que siempre lo conseguirás.- dijo, colocando una mano sobre mi hombro. Me buscó con la mirada, intentando conseguir que sonriese. No lo hice.
-A veces "lo mejor" no es suficiente.- respondí, melancólico. -No debería ser el lider.-
-No digas eso. Hasta ahora nos ha ido bien. Siempre eres el que forma los planes. Y tenemos la llave...- dijo.
-Mis planes... no son tan buenos. Soy un bruto. Es peligroso seguirme.- el felino pestañeó y dio un suspiro, entendiendo de repente lo que ocurría.
-¿...es por lo que he dicho? Venga... no lo decía en serio. Bueno, lo decía en tono serio, pero...- pausó, buscando las palabras adecuadas. -No me refería a eso. Eres... atrevido. Vas a la vanguardia, sin miedo. No te importa mancharte las manos. Pero tus planes son geniales. En este querías echar la puerta abajo, pero te contuviste porque era necesario. A veces hace falta ser más directo...-
-Tal vez...- suspiré. -Estoy siendo infantil. No debería haberme enfadado por una broma así.- Syl se puso delante de mi y cerró los ojos lentamente. Respiré hondo, tranquilizandome un poco.
-Siento mucho haberte ofendido.- dijo, con un tono triste. -No era mi intención. De verdad.-
-Eh... tranquilo. Está bien.- sentí como liberaba una carga de mi pecho. Me levanté y le ayudé a hacer lo mismo. Una vez erguido, el gato me abrazó.
-D'aw[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]- dijo Kothán, asomado desde el balcón. Syl rompió el contacto, girándose hacia el espectador. -No he oído ni una palabra, pero sois adorables. ¿Tenéis la llave?- alcé la pequeña bolsa, triunfal.
-Cierra el pico, zorro.- saltó Syl, bajando cuidadosamente entre salientes para descender al nivel del suelo. Estaba de mejor humor, según me parecía. Después de todo, le había dirigido la palabra.
-¡Coyote! Soy un coyote.- aseguró este. Seguí al felino, repitiendo sus movimientos, hasta acabar en la entrada.
_______________________________________________________________________________________
-Ya los he encontrado.- aseguró Kothán, agitando la mano para quitarle importancia mientras se dirigía a Eltrant. -Están abajo. Y "Cazadores de Lunas" suena mejor.-
El trío bajó las escaleras, en las que se encontró con Dann.
-...al parecer la "distracción" se ha pasado de eficaz. Irirgo le ha dejado inconsciente.- explicó el brujo. -Por eso no le dejamos beber. Hola, Elrant.- saludó. Volvieron a la primera planta, encontrándose con una escena inesperada. Efectivamente, el primer tipo estaba en el suelo, completamente inconsciente. Irirgo se estaba peleando con otro tipo, un marinero que también había participado en una pelea antes. La mayoría de la clientela había acabado saliendo del local.
Un silbido resonó por la habitación, proveniente del zorro. Irirgo desvió su atención para ver como le hacia una señal hacia la puerta. El veterano estaba sudando, y tenia los nudillos ensangrentados. El despiste le costó un golpe en el estómago, que devolvió con entusiasmo. Finalmente, trotó hasta la salida al ver como el grupo pasaba.
-Bueeeno.- dijo Asher, respirando hondo. -¿Misión cumplida? Ah, hola, Eltrant. ¿Quien es la niña? Tu no tienes amigos... y definitivamente no es tu hija.- aseveró, arqueando una ceja.
-Ah... uf...- Irirgo se apoyó sobre sus rodillas, aún jadeando. Finalmente, para el asombro del resto del grupo, dio un grito triunfal, alzando el brazo,.-¡Ja, ja, ja! ¡Lo tenemos! ¡Vamos a celebrarlo!-
-¿...qué demonios le pasa?- preguntó Syl.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Según el zorro Asher estaba en la planta baja. ¿Cómo había llegado hasta allí abajo? ¿Saltando por la ventana? Susurró un par de palabras malsonantes para sí y caminó tras el zorro, asegurándose de, al menos, tomar primero su espada de su habitación.
¿Ya habían acabado lo que tenían que hacer?
- Por cosas como esta debería llevarla siempre puesta… - Masculló mirando su armadura descansar a los pies de su cama.
Según descendían se encontraron con Dann, quien saludo a Eltrant e hizo un comentario acerca de cómo estaba la situación escaleras abajo, añadiendo una pequeña referencia al mal beber que tenía el dragón, o eso es lo que interpretó él de aquellas palabras.
Cuando llegaron a abajo pudo notar que el brujo estaba en lo cierto, la “distracción” de Irirgo había acabado con la mayor parte de la clientela, la cual se marchó del local para evitar problemas, y el primer tipo al que había encarado yacía en el suelo sin moverse.
El escenario, por otra parte, era uno que Eltrant ya había visitado con antelación en muchas ocasiones: mesas tumbadas, cristales rotos y el intenso olor de la sangre mezclado con la de la cerveza. En la barra, mientras tanto, un hombre corpulento miraba con desaprobación al grupo de Asher pasar hacía la salida, pero no hizo nada, teniendo en cuenta la ciudad en la que estaba, el hecho de que Irirgo se marcharse con los suyos sin causar aún más destrozos era una suerte.
Caminó al exterior del edificio esquivando las mesas y sorteando el cuerpo inconsciente del desgraciado al que Irirgo le había cruzado la cara. Justo frente a la posada se encontraban Asher y Syl, el resto del grupo no tardó en acercarse a ellos, pudo oír desde dónde estaba las palabras “Misión cumplida”
El lobo no tardó en saludarle con la misma naturalidad de siempre, Eltrant enarcó una ceja. - ¿Es que no puedo encontrarte de forma normal? – Preguntó sonriendo, cruzándose de brazos frente al grupo de bandidos. – Sin peleas de bar o cosas así – Dijo ofreciéndole la mano a su amigo.
Como era de esperar Asher se interesó en saber quién era la chica que le acompañaba, Eltrant miró a la vampiresa, que se había mantenido tras él en todo momento, e ignoró la parte en la que el lobo afirmó que no tenía amigos.
- Pues esta es…
Lyn se adelantó un par de pasos con los ojos muy abiertos, le extrañaba que no hubiese respondido a la frase de Asher con algún comentario, que no hubiese decidido poner la guinda al insulto de su amigo. Pero Lyn parecia demasiado ocupada estudiando al grupo de bandidos, pasando de mirar a Asher a Syl y, después, a Kothán.
- ¡Yo soy Lyn! – Dijo, levantó el brazo justo cuando Irirgo hizo lo mismo y se unió a su grito de celebración sin motivo aparente. – ¡Encantada! –Exclamó, se giró a mirar a Eltrant tratando de leer su mirada, pero este ya estaba demasiado ocupado imaginándose lo duras que iban a ser las siguientes horas de su vida. – Y tienes razón, no tiene amigos. – Dijo, Eltrant no respondió, se limitó a intuir que palabras vendrían después de aquellas – Es mi lacayo. – Aseguró, Eltrant suspiró.
- Lyn…
- ¡No seas modesto! – Eltrant taladró a la vampiresa con la mirada. ¿Modesto? ¿De verdad? - ¿Mi sirviente? – Preguntó a continuación con la misma sonrisa de siempre, Eltrant tenía una curiosa sensación de haber vivido eso antes. – Bueno, vale. Ayudante. – Dejando escapar otro suspiró el exmercenario se encogió de hombros.
- La estoy acompañando a Beltrexus – Explicó – Y todavía no sé por qué no lo hago. – Aseveró entre dientes.
- Mortal, Mortal… – Lyn le dio varias palmaditas en la espalda, como quien consuela a un niño – No te preocupes. – Sacudió la cabeza, sonrió al ver como las cejas de Eltrant estaban tan arqueadas que estaban a punto de fusionarse en una única ceja. - ¡Eso no es lo importante! – Se acercó a Asher un par de rápidos pasos, casi desvaneciéndose en la oscuridad. - ¡Déjame acariciarte! – Pidió, señaló después a Syl. – Y después a ti. ¡Mira que bigotitos! – Se llevó ambas manos a la cara. - ¿¡Donde está el coyote!? – Preguntó a continuación en voz alta mirando a su alrededor. - ¡Koth! - Ya había decidido pornerle mote.
- ¡Lyn! – Eltrant se acercó a la muchacha y la agarró por el hombro - ¡Ni se te ocurra! - Protesto, ya había pasado por algo así en los reinos del este, era algo a lo que se empezaba a acostumbrar. En cada aldea que paraban, en cada sitio medianamente civilizado, Lyn acababa pidiendo a los distintos hombres bestia con los que se cruzaban, ignorando cualquier cosa parecida al espacio personal, si podía acariciarlos.
- ¡Eres un soso! – Gritó Lyn de vuelta - ¡Dime, Mortal! – Extendió ambos brazos - ¡¡Dime que no tienes ganas de acariciar ese pelaje tan tupido y suave!! – Señaló a Syl - ¡Si me dices que no eres un mentiroso!
- No – Contestó Eltrant casi al momento.
- ¡Mentiroso! – Respondió la vampiresa tan rápido como lo había hecho su compañero. Adoptó otra pose aún más dramática y miró al cielo - ¡¿Por qué si no los dioses proporcionarían esa suavidad si no es para palparla!? – Alzó ambas manos - ¡Con estas manos!
Algunos transeúntes se habían girado a mirar a la chica, murmurando cosas como “¿Es una actuación?”, “Debería educarla mejor”, “Adolescentes…”
- ¡¿Qué pasó la última vez!? – Levantó a la muchacha como si no pasase nada y la alejó de Syl. - ¡Venga dime!
- No me acuerdo – Se cruzó de brazos, hizo memoria, o fingió que lo hacía. – Oh… ¿Dices lo del oso que te partió ese palo en la espalda? – Sonrió. – Estuvo bien.
- ¿¡Pero por qué te ríes?! – Eltrant se pasó la mano por el pelo, perdiendo la paciencia - ¡Y fue una tabla!
- ¡Es que el gorgoteo ese que soltaste me mata! – Se carcajeó con ganas – Fue algo parecido a “Ughrúrl” – Dijo a los que miraban sin tomar en cuenta las protestas del ex guarda, que acabó acercándose a Asher, derrotado.
- ¿…De dónde saca tanta energía?
Mientras tanto los brillantes ojos azules de Lyn acabaron posados sobre la figura de Dann. No le había reconocido al verle en la posada porque había estado más pendiente de la pelea Irirgo que de otra cosa.
Su mirada se iluminó cuando lo hizo, aún más. - ¡Eres el músico! – Dijo - ¡¿Puedes enseñarme a tocar!? ¿¡Puedes tocar algo más!?
Una figura solitaria avanzó en silencio a través del desolado edifico, sorteó las pocas cajas polvorientas que había desperdigadas por el lugar y, al final, se detuvo en justo bajo el suave rayo de luz que se filtraba por uno de los tantos agujeros que había en el techo, en el centro de la habitación.
- Quedamos hace media hora.
Otra silueta salió de entre las sombras, esta era más menuda, pero más esbelta, la figura de una mujer. La túnica que esta vestía se le pegaba al cuerpo como si fuese una segunda piel, acrecentando sus ya de por sí definidas curvas.
- No todos tenemos el tiempo libre que tienes tú. – Dijo, colocándose bajo el mismo rayo de luz, sus rasgos seguían parcialmente ocultos por la capucha de su túnica. - ¿Tienes el pago? – Preguntó con sencillez.
La primera de las formas sacó una bolsa de entre sus ropajes y la lanzó a los pies de la otra.
- Esta todo. – Dijo. – Asegúrate de que esos malnacidos no me hacen más competencia. – Escupió. – Bandidos y pordioseros, todos ellos. ¿Quiénes se creen…? Vienen a mi territorio y me roban los cargament…
Una risa melodiosa brotó de los labios de la sombra que estaba recibiendo el pago.
- No necesito detalles – Sacó una de las monedas de la bolsa y jugueteó con ella – Mis hombres y yo haremos el trabajo. – Se giró y comenzó a caminar hacía la salida.
- El resto del pago… cuando terminemos.
¿Ya habían acabado lo que tenían que hacer?
- Por cosas como esta debería llevarla siempre puesta… - Masculló mirando su armadura descansar a los pies de su cama.
Según descendían se encontraron con Dann, quien saludo a Eltrant e hizo un comentario acerca de cómo estaba la situación escaleras abajo, añadiendo una pequeña referencia al mal beber que tenía el dragón, o eso es lo que interpretó él de aquellas palabras.
Cuando llegaron a abajo pudo notar que el brujo estaba en lo cierto, la “distracción” de Irirgo había acabado con la mayor parte de la clientela, la cual se marchó del local para evitar problemas, y el primer tipo al que había encarado yacía en el suelo sin moverse.
El escenario, por otra parte, era uno que Eltrant ya había visitado con antelación en muchas ocasiones: mesas tumbadas, cristales rotos y el intenso olor de la sangre mezclado con la de la cerveza. En la barra, mientras tanto, un hombre corpulento miraba con desaprobación al grupo de Asher pasar hacía la salida, pero no hizo nada, teniendo en cuenta la ciudad en la que estaba, el hecho de que Irirgo se marcharse con los suyos sin causar aún más destrozos era una suerte.
Caminó al exterior del edificio esquivando las mesas y sorteando el cuerpo inconsciente del desgraciado al que Irirgo le había cruzado la cara. Justo frente a la posada se encontraban Asher y Syl, el resto del grupo no tardó en acercarse a ellos, pudo oír desde dónde estaba las palabras “Misión cumplida”
El lobo no tardó en saludarle con la misma naturalidad de siempre, Eltrant enarcó una ceja. - ¿Es que no puedo encontrarte de forma normal? – Preguntó sonriendo, cruzándose de brazos frente al grupo de bandidos. – Sin peleas de bar o cosas así – Dijo ofreciéndole la mano a su amigo.
Como era de esperar Asher se interesó en saber quién era la chica que le acompañaba, Eltrant miró a la vampiresa, que se había mantenido tras él en todo momento, e ignoró la parte en la que el lobo afirmó que no tenía amigos.
- Pues esta es…
Lyn se adelantó un par de pasos con los ojos muy abiertos, le extrañaba que no hubiese respondido a la frase de Asher con algún comentario, que no hubiese decidido poner la guinda al insulto de su amigo. Pero Lyn parecia demasiado ocupada estudiando al grupo de bandidos, pasando de mirar a Asher a Syl y, después, a Kothán.
- ¡Yo soy Lyn! – Dijo, levantó el brazo justo cuando Irirgo hizo lo mismo y se unió a su grito de celebración sin motivo aparente. – ¡Encantada! –Exclamó, se giró a mirar a Eltrant tratando de leer su mirada, pero este ya estaba demasiado ocupado imaginándose lo duras que iban a ser las siguientes horas de su vida. – Y tienes razón, no tiene amigos. – Dijo, Eltrant no respondió, se limitó a intuir que palabras vendrían después de aquellas – Es mi lacayo. – Aseguró, Eltrant suspiró.
- Lyn…
- ¡No seas modesto! – Eltrant taladró a la vampiresa con la mirada. ¿Modesto? ¿De verdad? - ¿Mi sirviente? – Preguntó a continuación con la misma sonrisa de siempre, Eltrant tenía una curiosa sensación de haber vivido eso antes. – Bueno, vale. Ayudante. – Dejando escapar otro suspiró el exmercenario se encogió de hombros.
- La estoy acompañando a Beltrexus – Explicó – Y todavía no sé por qué no lo hago. – Aseveró entre dientes.
- Mortal, Mortal… – Lyn le dio varias palmaditas en la espalda, como quien consuela a un niño – No te preocupes. – Sacudió la cabeza, sonrió al ver como las cejas de Eltrant estaban tan arqueadas que estaban a punto de fusionarse en una única ceja. - ¡Eso no es lo importante! – Se acercó a Asher un par de rápidos pasos, casi desvaneciéndose en la oscuridad. - ¡Déjame acariciarte! – Pidió, señaló después a Syl. – Y después a ti. ¡Mira que bigotitos! – Se llevó ambas manos a la cara. - ¿¡Donde está el coyote!? – Preguntó a continuación en voz alta mirando a su alrededor. - ¡Koth! - Ya había decidido pornerle mote.
- ¡Lyn! – Eltrant se acercó a la muchacha y la agarró por el hombro - ¡Ni se te ocurra! - Protesto, ya había pasado por algo así en los reinos del este, era algo a lo que se empezaba a acostumbrar. En cada aldea que paraban, en cada sitio medianamente civilizado, Lyn acababa pidiendo a los distintos hombres bestia con los que se cruzaban, ignorando cualquier cosa parecida al espacio personal, si podía acariciarlos.
- ¡Eres un soso! – Gritó Lyn de vuelta - ¡Dime, Mortal! – Extendió ambos brazos - ¡¡Dime que no tienes ganas de acariciar ese pelaje tan tupido y suave!! – Señaló a Syl - ¡Si me dices que no eres un mentiroso!
- No – Contestó Eltrant casi al momento.
- ¡Mentiroso! – Respondió la vampiresa tan rápido como lo había hecho su compañero. Adoptó otra pose aún más dramática y miró al cielo - ¡¿Por qué si no los dioses proporcionarían esa suavidad si no es para palparla!? – Alzó ambas manos - ¡Con estas manos!
Algunos transeúntes se habían girado a mirar a la chica, murmurando cosas como “¿Es una actuación?”, “Debería educarla mejor”, “Adolescentes…”
- ¡¿Qué pasó la última vez!? – Levantó a la muchacha como si no pasase nada y la alejó de Syl. - ¡Venga dime!
- No me acuerdo – Se cruzó de brazos, hizo memoria, o fingió que lo hacía. – Oh… ¿Dices lo del oso que te partió ese palo en la espalda? – Sonrió. – Estuvo bien.
- ¿¡Pero por qué te ríes?! – Eltrant se pasó la mano por el pelo, perdiendo la paciencia - ¡Y fue una tabla!
- ¡Es que el gorgoteo ese que soltaste me mata! – Se carcajeó con ganas – Fue algo parecido a “Ughrúrl” – Dijo a los que miraban sin tomar en cuenta las protestas del ex guarda, que acabó acercándose a Asher, derrotado.
- ¿…De dónde saca tanta energía?
Mientras tanto los brillantes ojos azules de Lyn acabaron posados sobre la figura de Dann. No le había reconocido al verle en la posada porque había estado más pendiente de la pelea Irirgo que de otra cosa.
Su mirada se iluminó cuando lo hizo, aún más. - ¡Eres el músico! – Dijo - ¡¿Puedes enseñarme a tocar!? ¿¡Puedes tocar algo más!?
_____________________________________________________________
El almacén estaba oscuro, tranquilo, era un buen lugar para reunirse.Una figura solitaria avanzó en silencio a través del desolado edifico, sorteó las pocas cajas polvorientas que había desperdigadas por el lugar y, al final, se detuvo en justo bajo el suave rayo de luz que se filtraba por uno de los tantos agujeros que había en el techo, en el centro de la habitación.
- Quedamos hace media hora.
Otra silueta salió de entre las sombras, esta era más menuda, pero más esbelta, la figura de una mujer. La túnica que esta vestía se le pegaba al cuerpo como si fuese una segunda piel, acrecentando sus ya de por sí definidas curvas.
- No todos tenemos el tiempo libre que tienes tú. – Dijo, colocándose bajo el mismo rayo de luz, sus rasgos seguían parcialmente ocultos por la capucha de su túnica. - ¿Tienes el pago? – Preguntó con sencillez.
La primera de las formas sacó una bolsa de entre sus ropajes y la lanzó a los pies de la otra.
- Esta todo. – Dijo. – Asegúrate de que esos malnacidos no me hacen más competencia. – Escupió. – Bandidos y pordioseros, todos ellos. ¿Quiénes se creen…? Vienen a mi territorio y me roban los cargament…
Una risa melodiosa brotó de los labios de la sombra que estaba recibiendo el pago.
- No necesito detalles – Sacó una de las monedas de la bolsa y jugueteó con ella – Mis hombres y yo haremos el trabajo. – Se giró y comenzó a caminar hacía la salida.
- El resto del pago… cuando terminemos.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
-Ah... tu lacayo. Ya veo.- dije, mirando a Eltrant. Le pegaba. -No te preocupes, lo entiendo perfectamente, Mortal.- aquel mote que la niña le había puesto era de lo más curioso. También resaltaba un punto importante: probablemente, Lyn no era una niña en absoluto. No tenia orejas puntiagudas ni nada por el estilo... así que, si le estaba llamando aquello, significaba que no envejecía.
No es como si tuviese un problema con los vampiros. Pero empecé a preguntarme si realmente le estaba controlando mentalmente. Tenía cara de ido. ¿O era su expresión natural? Tampoco hacia falta meterse en su cabeza para que hiciese lo que pidiese cualquier persona. Miré fijamente al humano, aún dudando. Aún parecía ser... él. Algo más malhumorado, pero él, después de todo. Lyn se me acercó rápidamente, con
-Oh. Eh. ¿Bienvenida a mi espacio personal?- dije, alejándome un paso. -No. Nada de caricias.- Syl fue la siguiente víctima de su mirada. El hombre gato retrocedió, incómodo. -Bueno, tampoco se le puede culpar... Syl es bastante suave.- sonreí, apoyandome sobre su hombro. -No sabes lo que te pierdes, Mortal.
-Oye... ¿no es una vampiresa?- murmuró, algo preocupado. Asentí, tranquilamente, pero noté como el gato se tensaba. Afortunadamente, Irirgo estaba lo suficientemente emocionado después de su "victoria" como para darse cuenta. -¿Crees que...?-
-No... probablemente no. Pero estaré atento, si te tranquiliza.- aseguré. Clavé mi mirada en el vendaje del brazo del humano, haciendo algunos cálculos mentales. No era raro que llevase vendajes. Pero si que fuesen de heridas pequeñas, salvo por flechas... pero ¿en el brazo? ¿No llevaba armadura todo el tiempo? -Aunque igual si que es algún tipo de perve...-
-Bueno, ¿ahora qué?- interrumpió Koth. -No nos vamos a quedar aquí sin más, ¿no? La noche es joven, y nosotros también. Bueno... la mayoría.- sonrió, mirando a Irirgo. Pero el hombre dragón no se dio por aludido.
-Soy joven en espíritu.- dijo. ¿Cuanto había bebido? Nunca le había visto de ese humor. -Oye, oye, hay unas minas que han abandonado hace poco. Podríamos explorarlas un rato.-
-Oh. ¿Minas? Creía que no te gustaban los espacios cerrados...- comentó Dann, algo intrigado. -¿Que clase de minerales tendrán...?-
-No muchos. Al parecer, no llegaron muy lejos antes de tener que volver atrás. Se encontraron con una cueva, o algo parecido.- explicó. -¡Vamos!-
Y con eso, lideró la marcha. Intercambie una mirada con el resto del grupo y me encogí de hombros. Tampoco es como si tuviese algún plan mejor, y la caminata le serviría para desembriagarse, así que le seguimos, con ánimos variados.
-Oye, estaba preguntandome... ¿que es lo que hacemos, realmente? Es decir... en general.
-Meternos en problemas.
-Robar, atracar... lo que surja.
-Hacerle la vida imposible a la nobleza.
-Seguir vivos. Cuidarnos entre nosotros.
-Bueno... supongo. No sé que esperaba como respuesta. Imaginaba que tendriamos... ¿algún objetivo?
-¿Quemar Lunargenta? ...no me mires así, Mortal.
-Quemarla... ¿para qué?
-Limpiarla de corrupción. Y nobles.
-Que mania le tiene a los nobles... Sabes que mi familia es noble, ¿no?
-Si, pero tranquilo: te perdono.
-Realmente soy más de observar y aprender...
-Eso es aburrido. Lo que sugiere Asher tiene gancho...
-No lo dirás en serio, ¿no? No podemos hacer algo así.
-¿Por qué no? Sería divertido.
-Es imposible. Somos cinco. La guardia tiene un batallón.
-Pues busquemos más gente. Un ejercito para conquistarlos a todos.
-¡Un ejercito para enfrentarlos!
-Un ejercito para atraerlos a todos...
-¿Y hundirlos en las tinieblas?
-Que raritos sois.- resopló Syl. La conversación hizo que el camino hasta las minas se hiciese extremadamente corto: ya habíamos llegado a la entrada. Era sorprendentemente ancha, para lo que esperaba. Dann se aproximó a la entrada, extendió una mano, y generó una pequeña esfera brillante, que empezó a flotar por encima de él e iluminó el interior de la cueva.
-No sabía que podía hacer eso... creía que solo hacia cosas de piedra y tal.-
-Cualquier brujo que se precie puede manipular los elementos en cierta forma. Y cualquiera que tenga sentido común aprende a hacer cosas prácticas.- respondió, poniéndose en cabeza. Movió la mano, agitando la luz por encima de todos con su telekinesis, y posándola en la frente de la vampiresa por un instante antes de moverla de nuevo.
Avanzamos por las minas. Estaban bastante poco trabajadas, y no tardamos en acabar en las cuevas que mencionó Irirgo. Y esas eran, sin duda, mucho más impresionantes de lo que imaginaba. Nos encontrabamos ante una enorme formación de estalactitas (y estalagmitas), espinas de piedra de aspecto peligroso, pero sólido. Dann estaba en su elemento, y nunca mejor dicho.
-No está mal... ¿adonde lleva esto?-
-Ni idea. Tal vez ni siquiera lo hayan explorado por completo... creo que estaban esperando a una expedición real o algo, pero aún no ha llegado.-
-¿Estás diciendo que somos los primeros en venir aquí?- preguntó el zorro, algo emocionado.
-Bueno, no exactamente los primeros, pero... si nos adentramos lo suficiente, tal vez encontremos algo nuevo.- sonrió Irirgo. ¿Nos estaba animando a continuar? El dragón estaba mucho más sobrio, pero aún se le veía con ganas de divertirse.
-¿Creéis que este sitio tiene buena acústica?- inquirió Syl
-Solo hay una manera de comprobarlo.- dije. Me senté sobre una roca lo suficientemente lisa y espaciosa para no ser incómoda, y me dirigí a Dann. -Toca algo.-
El brujo ladeó la cabeza, pero finalmente sacó su ocarina. El eco de su melodía resonó por toda la cueva, dándole un ambiente fantástico y misterioso.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
- ¡Adelante mi montura!
Se subió en la espalda del castaño de un rápido salto en cuanto el resto del grupo comenzó a caminar en dirección a las minas de las que habían hablado y le dio varios golpecitos en el hombro para que comenzase a caminar. Después de llevar dos días encerrada en la posada parecía interesante ir en aquella aventura a las minas, aunque muy probablemente, llamar aventura a aquello era exagerar.
Lyn no estaba segura de sí el Mortal quería unirse pero al final, aunque reticente a hacerlo, accedió a seguir a Asher con algo parecido a un gruñido, era raro, el humano siempre acababa accediendo a hacer aquel tipo de cosas aun cuando no queria.
Sonrió y señaló hacía el frente, sin perder el buen humor que la caracterizaba. Había notado los murmullos que habían intercambiado el lobo y el gato, llevaba demasiado tiempo vagando por los caminos para no notar cuando alguien se sentía incómodo con su presencia, algo a lo que se había acostumbrado
Pero era normal, aquella era su condición.
- ¿Puedes decirme porque sigo accediendo a esto? – Preguntó Eltrant al sentir el peso de la muchacha en su espalda.
- ¿Por qué eres un idiota con buen carácter? – Contestó Lyn posando su cabeza en el hombro del exmercenario, sonriendo.
- Ah, ya. Cierto.
Se encaminaron a las minas.
La propuesta de Irirgo le parecía extraña teniendo en cuenta la hora y el lugar, pero por otro lado el hombre parecía estar de muy buen humor, ¿Tan mal toleraba la bebida? Eltrant nunca lo había visto así, aunque por supuesto, solo le había visto una vez.
Se quedó en silencio escuchando la conversación que estos decían, y se le escapó una carcajada cuando Koth preguntó a que se dedicaban específicamente en aquella banda. Como esperaba. Ninguna de las respuestas se repitió.
No pudo evitar lanzar una mirada de protesta al lobo cuando este dijo que su cometido era “Quemar Lunargenta”, ya no vestía los colores de la guardia, aunque dudaba que ellos lo supiesen.
- ¡Estoy creando tendencia! – Exclamó Lyn justo al lado de su oído cuando Asher llamó a Eltrant “Mortal”. Este sonrió cansado y negó con la cabeza.
La entrada de la mina se hizo presente cuando Syl cuestionó la normalidad de sus compañeros al final de la conversación. Algo a lo que Eltrant no pudo sino asentir. Lyn le dio varios toquecitos en para captar su atención.
- No digas que sí… – Dijo bajándose de la espalda del exmercenario – …Que te he visto hablar con tu armadura. – Eltrant dejó escapar una carcajada nerviosa y se pasó la mano por la barba, esperando que nadie de los presentes hubiese oído aquello, afortunadamente Dann fabricó con sus manos una bola de luz que iluminó la amplia entrada del lugar captando la atención de todos los presentes, por lo que al parecer, el comentario de la vampiresa pasó desapercibido, incluso esta dejo escapar un “Ooooh” y se acercó a tratar de tocar la esfera luminosa.
Continuaron avanzando a través de los angostos pasadizos hasta que acabaron desembocando en unas cuevas que Irirgo había mencionado que estaban inexploradas.
Atusándose la barba se detuvo a un par de pasos de la piedra en la que se había sentado Asher y analizó el lugar. No había nada digno de mención, estalactitas y poco más. Debían ser los primeros que ponían un pie en el lugar en mucho, mucho tiempo.
- ¿Y cómo os ha ido? – Preguntó Eltrant sentándose junto al lobo al mismo tiempo que Dann comenzaba a tocar su ocarina. - ¿Cuánto ha pasado? ¿Un mes? – Habían trabajado bastante, o eso indicaba el nuevo equipo que tenía Asher, aunque su armadura pareciese más una excusa para que los demás no se metiesen con él.
La melodía del brujo rebotó en las paredes de la cueva, mostrando que esta no era precisamente pequeña y deleitando los oídos de todos los presentes. La familia de Asher tenía muchas facetas que no conocía, sonrió y cruzó las piernas, adoptando una pose cómoda en el lugar, disfrutando las diferentes tonalidades con las que jugaba Dann.
Cuando terminó la canción la última nota que el brujo tocó se quedó flotando en el aire durante varios segundos, anunciando, según esta se desvanecía, el final. Después les volvió a rodear el silencio, un silencio que Lyn se encargó de romper aplaudiendo con suavidad. Eltrant se cruzó de brazos, lo cierto es que él también agradecía el haber salido de la posada, sobre todo ahora que se encontraban ahí.
Se levantó de la piedra y estiró los brazos, se acercó a los que quedaban de pie y volvió a escrutar el fondo de la cueva.
- ¿Seguimos? – Dijo con una sonrisa, Irirgo le había contagiado su afán explorador, ahora quería ver dónde desembocaba aquel lugar ¿En una playa subterránea? ¿Unas ruinas ancestrales? Si algo sabía era que tenía que dejar de leer el libro de Lyn, le estaban llenando la cabeza de sin sentidos.
Pero el suelo desapareció.
Le habría gustado decir que había oído algo o que había sentido un temblor. Pero no, el suelo estaba, y después, como por arte de magia, no.
Dejó escapar una exclamación aterrada. Estaba precipitándose al vacío y no veía el fondo de aquel agujero, podía consolarse pensado en que al menos estaba solo, se chocó con alguien según descendía y trataba de agarrarse a algo, al menos su cadáver no sería el único atrapado ahí abajo.
No se abrió la cabeza, cayó en agua poco profunda, un agua que apenas amortiguó el golpe pero que al menos bastó para no acabar destrozado contra un montón de rocas afiladas. Sacó la cabeza de las aguas y miró a su alrededor encontrándose con la más absoluta oscuridad.
Olía a metal y a herrumbre ¿Dónde estaban? Apenas podía distinguir gran cosa, pero juraría que el lago en el que estaban era de color rojo.
- ¿Quién… quien más ha caído? – Por la contestación que recibió habían sido Syl y Dann, los dos únicos a parte de él que, al parecer, no se habían sentado en la piedra con Asher.
Una leve llama azulada iluminó aquel lago subterráneo, Eltrant nadó en hacía ella, no era buena idea, pero tampoco podía hacer nada más. Al menos esta les condujo hasta fuera del agua.
- ¡Lyn! – Gritó alzando la cabeza, tratando de amplificar su voz con las manos, pero no obtuvo respuesta.
- No te va a responder nadie… - La llama se apagó, sumiendo a todos los presentes, otra vez, en la oscuridad. – Ahora tienen problemas más importantes.
- Dann… - Eltrant miró a su alrededor y desenvainó su espada, no estaban solos, el brillo de la hoja iluminó parcialmente el lugar en el que estaban, mostrando tres siluetas desdibujadas al fondo de la cueva. - ¿Puedes… hacer la bola de luz otra vez?
Respiró agitado tratando de comprender que había sucedido.
Otra vez volvió a haber luz, pero no era de Dann. Un tipo enjuto acompañado por otros dos más corpulentos, de barbas pobladas y facciones animalescas, sonreía enigmáticamente desde la distancia.
- ¿Qué queréis? – Preguntó levantando su espada, se colocó en cabeza, no tenía armadura, se sentía más ligero, pero no iba a aguantar tantos golpes. – “Como en los viejos tiempos” – Pensó acomodando sus manos a la empuñadura de su arma.
- Trabajo. – Contestó el pequeñajo alzando el brazo con el asía el pequeño báculo que cargaba consigo. - ¿Sois alguno Asher Darengan?
Eltrant no respondió, se limitó a dejar escapar una carcajada.
- ¿Venís a por él? ¿Enserio? – Por lo que el pequeñajo había mencionado, en aquel momento, el lobo debía de estar encarando a alguien arriba. – Espero que hayáis mandado alguien a la altura. – Siguió riendo, sacudió la cabeza. Mercenarios. ¿Por qué todos eran iguales?
Dibujó una línea en el suelo, con su espada, nadie pasaría de ella sin vérselas con él, Syl y Dann se quedarían detrás de él. Eran la familia de Asher, y no iba a dejar que nada le pasase a su familia.
– …Asher es el único idiota que me ha derribado de un solo golpe – Sentenció – Y como vais a ver ahora… - Colocó la espada frente a su cara, sonrió
– No es precisamente fácil.
- ¡Mortal! – La vampiresa se agachó junto al agujero - ¡Eltrant!
Una risa suave, melodiosa, llegó hasta los oídos de la vampiresa. Se habían quedado a oscuras, pero ella veía bien, ella podía ver a la elfa de la túnica vaporosa mirar a los presentes.
- ¿Asher Darengan? – Aquella pregunta parecía más una afirmación que otra cosa, Lyn retrocedió y se mordió el labio inferior – Tenéis una fama bastante… merecida. – Dijo haciendo señas a dos hombres que le acompañasen para que avanzasen – Pero jamás pensé que entraríais por vuestro propio pie aquí abajo. – Volvió a reírse – Es decir… es básicamente una tumba.
- Rock, Torb… y el nuevo – Dijo, tres hombres ataviados con túnicas negras avanzaron un par de pasos, la cueva volvió a iluminarse – Encargaos vosotros. – Los lacayos de la elfa se hicieron con los báculos que portaban en su cintura.
La mujer, entonces, se giró sobre sí misma y se perdió en los corredores, llevándose consigo a varios de los hombres que le acompañaban.
- Intentad que los cuerpos queden reconocibles esta vez ¿Vale? Necesitamos el dinero.
Se subió en la espalda del castaño de un rápido salto en cuanto el resto del grupo comenzó a caminar en dirección a las minas de las que habían hablado y le dio varios golpecitos en el hombro para que comenzase a caminar. Después de llevar dos días encerrada en la posada parecía interesante ir en aquella aventura a las minas, aunque muy probablemente, llamar aventura a aquello era exagerar.
Lyn no estaba segura de sí el Mortal quería unirse pero al final, aunque reticente a hacerlo, accedió a seguir a Asher con algo parecido a un gruñido, era raro, el humano siempre acababa accediendo a hacer aquel tipo de cosas aun cuando no queria.
Sonrió y señaló hacía el frente, sin perder el buen humor que la caracterizaba. Había notado los murmullos que habían intercambiado el lobo y el gato, llevaba demasiado tiempo vagando por los caminos para no notar cuando alguien se sentía incómodo con su presencia, algo a lo que se había acostumbrado
Pero era normal, aquella era su condición.
- ¿Puedes decirme porque sigo accediendo a esto? – Preguntó Eltrant al sentir el peso de la muchacha en su espalda.
- ¿Por qué eres un idiota con buen carácter? – Contestó Lyn posando su cabeza en el hombro del exmercenario, sonriendo.
- Ah, ya. Cierto.
_________________________________
Se encaminaron a las minas.
La propuesta de Irirgo le parecía extraña teniendo en cuenta la hora y el lugar, pero por otro lado el hombre parecía estar de muy buen humor, ¿Tan mal toleraba la bebida? Eltrant nunca lo había visto así, aunque por supuesto, solo le había visto una vez.
Se quedó en silencio escuchando la conversación que estos decían, y se le escapó una carcajada cuando Koth preguntó a que se dedicaban específicamente en aquella banda. Como esperaba. Ninguna de las respuestas se repitió.
No pudo evitar lanzar una mirada de protesta al lobo cuando este dijo que su cometido era “Quemar Lunargenta”, ya no vestía los colores de la guardia, aunque dudaba que ellos lo supiesen.
- ¡Estoy creando tendencia! – Exclamó Lyn justo al lado de su oído cuando Asher llamó a Eltrant “Mortal”. Este sonrió cansado y negó con la cabeza.
La entrada de la mina se hizo presente cuando Syl cuestionó la normalidad de sus compañeros al final de la conversación. Algo a lo que Eltrant no pudo sino asentir. Lyn le dio varios toquecitos en para captar su atención.
- No digas que sí… – Dijo bajándose de la espalda del exmercenario – …Que te he visto hablar con tu armadura. – Eltrant dejó escapar una carcajada nerviosa y se pasó la mano por la barba, esperando que nadie de los presentes hubiese oído aquello, afortunadamente Dann fabricó con sus manos una bola de luz que iluminó la amplia entrada del lugar captando la atención de todos los presentes, por lo que al parecer, el comentario de la vampiresa pasó desapercibido, incluso esta dejo escapar un “Ooooh” y se acercó a tratar de tocar la esfera luminosa.
Continuaron avanzando a través de los angostos pasadizos hasta que acabaron desembocando en unas cuevas que Irirgo había mencionado que estaban inexploradas.
Atusándose la barba se detuvo a un par de pasos de la piedra en la que se había sentado Asher y analizó el lugar. No había nada digno de mención, estalactitas y poco más. Debían ser los primeros que ponían un pie en el lugar en mucho, mucho tiempo.
- ¿Y cómo os ha ido? – Preguntó Eltrant sentándose junto al lobo al mismo tiempo que Dann comenzaba a tocar su ocarina. - ¿Cuánto ha pasado? ¿Un mes? – Habían trabajado bastante, o eso indicaba el nuevo equipo que tenía Asher, aunque su armadura pareciese más una excusa para que los demás no se metiesen con él.
La melodía del brujo rebotó en las paredes de la cueva, mostrando que esta no era precisamente pequeña y deleitando los oídos de todos los presentes. La familia de Asher tenía muchas facetas que no conocía, sonrió y cruzó las piernas, adoptando una pose cómoda en el lugar, disfrutando las diferentes tonalidades con las que jugaba Dann.
Cuando terminó la canción la última nota que el brujo tocó se quedó flotando en el aire durante varios segundos, anunciando, según esta se desvanecía, el final. Después les volvió a rodear el silencio, un silencio que Lyn se encargó de romper aplaudiendo con suavidad. Eltrant se cruzó de brazos, lo cierto es que él también agradecía el haber salido de la posada, sobre todo ahora que se encontraban ahí.
Se levantó de la piedra y estiró los brazos, se acercó a los que quedaban de pie y volvió a escrutar el fondo de la cueva.
- ¿Seguimos? – Dijo con una sonrisa, Irirgo le había contagiado su afán explorador, ahora quería ver dónde desembocaba aquel lugar ¿En una playa subterránea? ¿Unas ruinas ancestrales? Si algo sabía era que tenía que dejar de leer el libro de Lyn, le estaban llenando la cabeza de sin sentidos.
Pero el suelo desapareció.
Le habría gustado decir que había oído algo o que había sentido un temblor. Pero no, el suelo estaba, y después, como por arte de magia, no.
Dejó escapar una exclamación aterrada. Estaba precipitándose al vacío y no veía el fondo de aquel agujero, podía consolarse pensado en que al menos estaba solo, se chocó con alguien según descendía y trataba de agarrarse a algo, al menos su cadáver no sería el único atrapado ahí abajo.
No se abrió la cabeza, cayó en agua poco profunda, un agua que apenas amortiguó el golpe pero que al menos bastó para no acabar destrozado contra un montón de rocas afiladas. Sacó la cabeza de las aguas y miró a su alrededor encontrándose con la más absoluta oscuridad.
Olía a metal y a herrumbre ¿Dónde estaban? Apenas podía distinguir gran cosa, pero juraría que el lago en el que estaban era de color rojo.
- ¿Quién… quien más ha caído? – Por la contestación que recibió habían sido Syl y Dann, los dos únicos a parte de él que, al parecer, no se habían sentado en la piedra con Asher.
Una leve llama azulada iluminó aquel lago subterráneo, Eltrant nadó en hacía ella, no era buena idea, pero tampoco podía hacer nada más. Al menos esta les condujo hasta fuera del agua.
- ¡Lyn! – Gritó alzando la cabeza, tratando de amplificar su voz con las manos, pero no obtuvo respuesta.
- No te va a responder nadie… - La llama se apagó, sumiendo a todos los presentes, otra vez, en la oscuridad. – Ahora tienen problemas más importantes.
- Dann… - Eltrant miró a su alrededor y desenvainó su espada, no estaban solos, el brillo de la hoja iluminó parcialmente el lugar en el que estaban, mostrando tres siluetas desdibujadas al fondo de la cueva. - ¿Puedes… hacer la bola de luz otra vez?
Respiró agitado tratando de comprender que había sucedido.
Otra vez volvió a haber luz, pero no era de Dann. Un tipo enjuto acompañado por otros dos más corpulentos, de barbas pobladas y facciones animalescas, sonreía enigmáticamente desde la distancia.
- ¿Qué queréis? – Preguntó levantando su espada, se colocó en cabeza, no tenía armadura, se sentía más ligero, pero no iba a aguantar tantos golpes. – “Como en los viejos tiempos” – Pensó acomodando sus manos a la empuñadura de su arma.
- Trabajo. – Contestó el pequeñajo alzando el brazo con el asía el pequeño báculo que cargaba consigo. - ¿Sois alguno Asher Darengan?
Eltrant no respondió, se limitó a dejar escapar una carcajada.
- ¿Venís a por él? ¿Enserio? – Por lo que el pequeñajo había mencionado, en aquel momento, el lobo debía de estar encarando a alguien arriba. – Espero que hayáis mandado alguien a la altura. – Siguió riendo, sacudió la cabeza. Mercenarios. ¿Por qué todos eran iguales?
Dibujó una línea en el suelo, con su espada, nadie pasaría de ella sin vérselas con él, Syl y Dann se quedarían detrás de él. Eran la familia de Asher, y no iba a dejar que nada le pasase a su familia.
– …Asher es el único idiota que me ha derribado de un solo golpe – Sentenció – Y como vais a ver ahora… - Colocó la espada frente a su cara, sonrió
– No es precisamente fácil.
____________________
- ¡Mortal! – La vampiresa se agachó junto al agujero - ¡Eltrant!
Una risa suave, melodiosa, llegó hasta los oídos de la vampiresa. Se habían quedado a oscuras, pero ella veía bien, ella podía ver a la elfa de la túnica vaporosa mirar a los presentes.
- ¿Asher Darengan? – Aquella pregunta parecía más una afirmación que otra cosa, Lyn retrocedió y se mordió el labio inferior – Tenéis una fama bastante… merecida. – Dijo haciendo señas a dos hombres que le acompañasen para que avanzasen – Pero jamás pensé que entraríais por vuestro propio pie aquí abajo. – Volvió a reírse – Es decir… es básicamente una tumba.
- Rock, Torb… y el nuevo – Dijo, tres hombres ataviados con túnicas negras avanzaron un par de pasos, la cueva volvió a iluminarse – Encargaos vosotros. – Los lacayos de la elfa se hicieron con los báculos que portaban en su cintura.
La mujer, entonces, se giró sobre sí misma y se perdió en los corredores, llevándose consigo a varios de los hombres que le acompañaban.
- Intentad que los cuerpos queden reconocibles esta vez ¿Vale? Necesitamos el dinero.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Cuando la canción terminó, noté algo extraño. O, más concretamente, Syl pareció notarlo. Por algún motivo, el hombre gato se quedó tieso, casi paralizado, con las orejas abiertas y sin hacer ningún ruido. Agudicé el oído. Había... algo. Muy ligero, casi imperceptible. No estaba seguro de si era parte de mi imaginación.
-Espera...- advirtió el felino. Pero no tuvo tiempo. El suelo bajo él se desvaneció, dejando caer a tres miembros de mi familia al vacío. Me lancé al borde del agujero, intentando atrapar al gato. Pero no llegué a rozarlo. Solo pude ver como caían y desaparecían en la oscuridad, incapaz de actuar.
-Mierda.- maldije, levantandome. Miré al agujero. Las paredes eran demasiado lisas, sin ningún tipo de salientes. Tomé carrerilla, preparado para saltar al abismo, pero Irirgo se interpuso.
-Asher. No.- dijo. -No te precipites. No vas a...-
Una risa interrumpió al dragón, seguida de una voz femenina. Que preguntaba por mi. ¿Desde cuando la gente me reconocía con ese nombre? Apenas le había dado mi apellido a nadie... la mujer volvió a reír y continuó con su estúpido discurso.
-Ijijiji, eis besicamente une tumbah, ijijijijiji- repetí, burlándome de aquella risa irritante. -Imbécil. Oh, mira, túnicas negras. ¡Muy original!- gruñí. -Seguro que pasáis muy desapercibidos por la calle. "Oh, que misteriosos son, quiero ser como ellos" dirán... los niños de doce años.-
Desenfundé mi espada. Las armas de esos tipos... eran báculos. Casi me hizo reir. ¡Báculos!
-Sabeis, hay una tecnología muy innovadora llamada armas de filo. Sirven muy bien para atravesar vuestros órganos y derramar vuestras entrañas hasta que OS AHOGUEIS EN VUESTRA MALDITA SANGRE.- ladré, preparándome para una demostración práctica. Me lancé en carrera hacia el brujo más cercano y lancé un tajo, solo para ser detenido con un impulso de telekinesis. Un escudo.
Eso no iba a detenerme. Iba a matarlos. Si Syl estaba herido, acabaría con todos ellos, sin dejar rastro. Si alguien de mi familia había muerto, no tendría tanta piedad con los brujos. Les mantendría vivos. Hasta que deseasen no haber nacido nunca.
Irirgo empujó al zorro, apartándolo del camino de una estaca de hielo. Aquello se había vuelto muy peligroso muy deprisa. Tres de los siete habian desaparecido, y un grupo de brujos les estaba atacando con artilleria elemental. Dos de ellos se centraron en atacar, mientras otro parecía mantener una barrera invisible que Asher atacaba frenéticamente. Irirgo llevó a sus dos acompañantes hasta una gruesa columna de piedra, que serviría de cobertura.
-Quedaos aquí.- dijo, evitando una bola de fuego por cuestión de centímetros. -Nosotros nos encargamos. Les voy a enseñar lo que es el fuego de verdad.-
Irirgo empezó a cambiar, cubriendo su piel de escamas mientras crecía en tamaño. Sus huesos se reposicionaron y fortalecieron, dejando oir un fuerte crujido. En cuestión de segundos, el veterano habia vuelto a su otra forma: un enorme dragón de escamas grises. La bestia lanzó un gran y temible rugido que resonó por toda la cueva, intimidando a los brujos que le habían estado atacando de forma incesante.
Una llamarada impactó contra su cuerpo, pero el dragón permaneció impasible. La cueva apenas era lo suficientemente grande como para permitirle moverse, y mucho menos volar, pero no le hacía falta. El draco cargó hacia uno de los brujos con la cabeza de frente.
Uno de los brujos alzó ambas manos, generando una barrera telekinetica igual a la que se enfrentaba Asher. Pero no fue suficiente. El escudo estalló con el sonido de cristales rompiéndose cuando se encontró con la masa reptiliana de Irirgo. El dragón inhaló y lanzó una catarata de fuego contra el brujo más cercano, pero estaban preparados para ello. Una burbuja de agua se formó alrededor de Torb, repeliendo las llamas.
Fue entonces cuando notó que uno de los brujos había desaparecido.
-¡Tch! No te asomes. No quiero estar en medio del fuego cruzado, y tu tampoco.- dijo Kothán, asegurándose de que la niña estaba cubierta. -Son brujos... nunca te fies de los brujos.- advirtió, mirando alrededor con cierta preocupación.
-Ugh...-
-Odio la magia...- se quejó Syl. -Y el agua... Peor aún.- dijo, siguiendo a Eltrant a nado. -¿Por qué demonios es roja? ¿Sangre?-
-Me...metales oxidados, pero... a...ayudame...- dijo Dann, chapoteando nerviosamente. Syl recordó un dato importante: el brujo no sabía nadar. Afortunadamente para él, se dio cuenta de lo que acababa de decir. Dann tomó aire y se concentró, moviendo las partículas de metal en el agua para crear una corriente que le mantenía a flote.
Apoyados por la corriente, no tardaron en llegar a la orilla, donde una voz les dio la bienvenida. Syl se sacudió y preparó su ballesta, aún mojada. Al parecer, alguien se habia tomado la molestia en contratar mercenarios para acabar con el hombre perro. Lo cual no le sorprendía a nadie. No era la primera vez.
Eltrant se preparó para el combate. Syl y Dann intercambiaron una mirada, y el gato asintió, clavando una rodilla en el suelo. Dann alzó un brazo, levantando un pilar de piedra de dos metros por debajo de Syl. El felino se sentia pesado por la humedad añadida, pero la ventaja de altura le concedía una ventaja importante.
Los brutos no perdieron el tiempo, y se lanzaron contra Eltrant. Syl respiró hondo y fijó su objetivo: la frente del primer luchador. Un virote surcó la distancia que les separaba... y se detuvo a la mitad, solo para caer inútilmente al suelo.
-¿De verdad creías que iba a ser tan fácil?- preguntó el hombre bajito. -Tal vez no seáis el perro, pero seguro que también valéis algo...- dijo. Una serie de bolas de fuego azul se formaron sobre su cabeza. Y, sin más, se dirigieron hacia Eltrant.
Aquellos proyectiles tampoco llegaron a su destino. Cinco estacas de piedra las interceptaron, lanzadas por Dannos. El brujo sacó un frasco azul de su bolsillo y se lo llevó a la boca, dando unos largos tragos.
-Ugh. No sabes lo mal que sabe eso...- dijo Dann, con voz temblorosa. -Pero tampoco sabes lo bien que sienta.-
Dos pilares de piedra salieron del suelo, lanzándose contra el brujo de fuego a toda velocidad. Este deflectó el primero, enviándolo contra una pared, y esquivó el segundo de un salto. Se subió al pilar horizontal que había creado Dannos, preparando más fuego azul con sus manos mientras corría hacia él.
Espinas de piedra empezaron a salir del pilar en oleadas, buscando la carne del brujo, pero este no se mantuvo en el suelo: generando un chorro de fuego, se empujó a si mismo hasta una zona segura.
-No está mal. Pero tendrás que hacerlo mejor.- dijo, preparando su próximo conjuro.
Aquel duelo mágico era un espectáculo digno de ver, pero el felino tenia que centrarse en apoyar a Eltrant. Tenia a dos contra uno, y la desventaja podía pasarle factura. El gato apuntó a uno de los hombres acorazados y esperó a que lanzase un ataque contra el humano para lanzar su siguiente virote, cargado con una paralizante sorpresa que podría equilibrar las cosas.
-Espera...- advirtió el felino. Pero no tuvo tiempo. El suelo bajo él se desvaneció, dejando caer a tres miembros de mi familia al vacío. Me lancé al borde del agujero, intentando atrapar al gato. Pero no llegué a rozarlo. Solo pude ver como caían y desaparecían en la oscuridad, incapaz de actuar.
-Mierda.- maldije, levantandome. Miré al agujero. Las paredes eran demasiado lisas, sin ningún tipo de salientes. Tomé carrerilla, preparado para saltar al abismo, pero Irirgo se interpuso.
-Asher. No.- dijo. -No te precipites. No vas a...-
Una risa interrumpió al dragón, seguida de una voz femenina. Que preguntaba por mi. ¿Desde cuando la gente me reconocía con ese nombre? Apenas le había dado mi apellido a nadie... la mujer volvió a reír y continuó con su estúpido discurso.
-Ijijiji, eis besicamente une tumbah, ijijijijiji- repetí, burlándome de aquella risa irritante. -Imbécil. Oh, mira, túnicas negras. ¡Muy original!- gruñí. -Seguro que pasáis muy desapercibidos por la calle. "Oh, que misteriosos son, quiero ser como ellos" dirán... los niños de doce años.-
Desenfundé mi espada. Las armas de esos tipos... eran báculos. Casi me hizo reir. ¡Báculos!
-Sabeis, hay una tecnología muy innovadora llamada armas de filo. Sirven muy bien para atravesar vuestros órganos y derramar vuestras entrañas hasta que OS AHOGUEIS EN VUESTRA MALDITA SANGRE.- ladré, preparándome para una demostración práctica. Me lancé en carrera hacia el brujo más cercano y lancé un tajo, solo para ser detenido con un impulso de telekinesis. Un escudo.
Eso no iba a detenerme. Iba a matarlos. Si Syl estaba herido, acabaría con todos ellos, sin dejar rastro. Si alguien de mi familia había muerto, no tendría tanta piedad con los brujos. Les mantendría vivos. Hasta que deseasen no haber nacido nunca.
_____________________________________________________
Irirgo empujó al zorro, apartándolo del camino de una estaca de hielo. Aquello se había vuelto muy peligroso muy deprisa. Tres de los siete habian desaparecido, y un grupo de brujos les estaba atacando con artilleria elemental. Dos de ellos se centraron en atacar, mientras otro parecía mantener una barrera invisible que Asher atacaba frenéticamente. Irirgo llevó a sus dos acompañantes hasta una gruesa columna de piedra, que serviría de cobertura.
-Quedaos aquí.- dijo, evitando una bola de fuego por cuestión de centímetros. -Nosotros nos encargamos. Les voy a enseñar lo que es el fuego de verdad.-
Irirgo empezó a cambiar, cubriendo su piel de escamas mientras crecía en tamaño. Sus huesos se reposicionaron y fortalecieron, dejando oir un fuerte crujido. En cuestión de segundos, el veterano habia vuelto a su otra forma: un enorme dragón de escamas grises. La bestia lanzó un gran y temible rugido que resonó por toda la cueva, intimidando a los brujos que le habían estado atacando de forma incesante.
Una llamarada impactó contra su cuerpo, pero el dragón permaneció impasible. La cueva apenas era lo suficientemente grande como para permitirle moverse, y mucho menos volar, pero no le hacía falta. El draco cargó hacia uno de los brujos con la cabeza de frente.
Uno de los brujos alzó ambas manos, generando una barrera telekinetica igual a la que se enfrentaba Asher. Pero no fue suficiente. El escudo estalló con el sonido de cristales rompiéndose cuando se encontró con la masa reptiliana de Irirgo. El dragón inhaló y lanzó una catarata de fuego contra el brujo más cercano, pero estaban preparados para ello. Una burbuja de agua se formó alrededor de Torb, repeliendo las llamas.
Fue entonces cuando notó que uno de los brujos había desaparecido.
-¡Tch! No te asomes. No quiero estar en medio del fuego cruzado, y tu tampoco.- dijo Kothán, asegurándose de que la niña estaba cubierta. -Son brujos... nunca te fies de los brujos.- advirtió, mirando alrededor con cierta preocupación.
________________________________________________________
-Ugh...-
-Odio la magia...- se quejó Syl. -Y el agua... Peor aún.- dijo, siguiendo a Eltrant a nado. -¿Por qué demonios es roja? ¿Sangre?-
-Me...metales oxidados, pero... a...ayudame...- dijo Dann, chapoteando nerviosamente. Syl recordó un dato importante: el brujo no sabía nadar. Afortunadamente para él, se dio cuenta de lo que acababa de decir. Dann tomó aire y se concentró, moviendo las partículas de metal en el agua para crear una corriente que le mantenía a flote.
Apoyados por la corriente, no tardaron en llegar a la orilla, donde una voz les dio la bienvenida. Syl se sacudió y preparó su ballesta, aún mojada. Al parecer, alguien se habia tomado la molestia en contratar mercenarios para acabar con el hombre perro. Lo cual no le sorprendía a nadie. No era la primera vez.
Eltrant se preparó para el combate. Syl y Dann intercambiaron una mirada, y el gato asintió, clavando una rodilla en el suelo. Dann alzó un brazo, levantando un pilar de piedra de dos metros por debajo de Syl. El felino se sentia pesado por la humedad añadida, pero la ventaja de altura le concedía una ventaja importante.
Los brutos no perdieron el tiempo, y se lanzaron contra Eltrant. Syl respiró hondo y fijó su objetivo: la frente del primer luchador. Un virote surcó la distancia que les separaba... y se detuvo a la mitad, solo para caer inútilmente al suelo.
-¿De verdad creías que iba a ser tan fácil?- preguntó el hombre bajito. -Tal vez no seáis el perro, pero seguro que también valéis algo...- dijo. Una serie de bolas de fuego azul se formaron sobre su cabeza. Y, sin más, se dirigieron hacia Eltrant.
Aquellos proyectiles tampoco llegaron a su destino. Cinco estacas de piedra las interceptaron, lanzadas por Dannos. El brujo sacó un frasco azul de su bolsillo y se lo llevó a la boca, dando unos largos tragos.
-Ugh. No sabes lo mal que sabe eso...- dijo Dann, con voz temblorosa. -Pero tampoco sabes lo bien que sienta.-
Dos pilares de piedra salieron del suelo, lanzándose contra el brujo de fuego a toda velocidad. Este deflectó el primero, enviándolo contra una pared, y esquivó el segundo de un salto. Se subió al pilar horizontal que había creado Dannos, preparando más fuego azul con sus manos mientras corría hacia él.
Espinas de piedra empezaron a salir del pilar en oleadas, buscando la carne del brujo, pero este no se mantuvo en el suelo: generando un chorro de fuego, se empujó a si mismo hasta una zona segura.
-No está mal. Pero tendrás que hacerlo mejor.- dijo, preparando su próximo conjuro.
Aquel duelo mágico era un espectáculo digno de ver, pero el felino tenia que centrarse en apoyar a Eltrant. Tenia a dos contra uno, y la desventaja podía pasarle factura. El gato apuntó a uno de los hombres acorazados y esperó a que lanzase un ataque contra el humano para lanzar su siguiente virote, cargado con una paralizante sorpresa que podría equilibrar las cosas.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
La tierra vibró a sus pies con violencia, antes de que Eltrant pudiese entender que estaba pasando, antes de que los mercenarios se lanzasen contra ellos, Dann se encargó de elevar a su compañero por encima de sus enemigos con su magia. Syl se encontró a sí mismo en una atalaya improvisada, transformado en un centinela a salvo en las alturas, uno que, por lo que había oído decir a Asher, no fallaría ninguno de sus disparos.
No contaba con que aquel pequeño engreído fuese capaz de detener las flechas del gato a mitad de vuelo, cosa que complicaba las cosas al felino bastante más de lo que Eltrant habría esperado.
Chasqueó la lengua y dejó escapar un par de insultos mientras se movía aleatoriamente para esquivar las bolas de fuego azul que el brujo le había lanzado y evitar las hojas de los brutos que ahora le seguian, afortunadamente, contaba con Dann para protegerle del fuego, quien se encargó de hacer aparecer varias estacas de piedra que impactaron contra estas antes de que le llegasen a alcanzar.
- ¡Gracias! – Exclamó lanzándose contra los dos hombres que acompañaban al enano, contratacando, no podía permitir que alcanzasen a Dann.
Mientras corría perdió el equilibrio momentáneamente y se detuvo un instante, el suelo tembló con fuerza, con más que antes, pudo ver como dos pilares de tierra emergieron del suelo buscando el cuerpo del brujo, tratando de destrozarle, este, no obstante detuvo aquel ataque con su propia magia, quedando atrapado junto a Dann en un juego de luces y sonidos que, de no haber estado luchando por su vida, habría hecho aplaudir a Eltrant.
- Los brujos dan miedo… - Susurró volviendo a su cometido principal, tenía suerte de no haberse enfrentado a ellos en aquel camino perdido de la mano de los dioses, cuando se los encontró asaltando la diligencia.
Bloqueó con su espada y se agachó rápidamente para que el segundo mastodonte no le rebanase la cabeza, se sentía ligero, ágil, pero no contaba con su armadura, cosa que uno de sus rivales le recordó cuando este trató de abrirse paso hasta Dann y tuvo que usar su espalda a modo de muro.
- ¡¿Qué parte de “Estas peleando contra mí” no entiendes!? – Gruñó, sintiendo como su camisa se empapaba lentamente - ¡Atrás! – Lanzó una estocada horizontal, el arma rebotó contra la armadura del gigante. - ¿...Así que esto es lo que se siente? – Dijo antes de recibir un derechazo directamente en el tabique nasal, lanzándolo al suelo con contundencia.
No tardó en levantarse sacudiendo la cabeza, se limpió la sangre que resbalaba de su nariz y estudió a los dos hombres, parecían querer llegar hasta Dann, no era para menos, el brujo estaba complicándole las cosas al suyo, parecía ser la prioridad.
Se pasó la espada de una mano a otra mientras estudiaba los movimientos de sus rivales, de fondo, fuego y roca indicaban que el combate entre Dannos y el brujo estaba muy lejos de acabar.
La cual comenzaba a pegársele en el cuerpo, limitando sus movimientos, o eso le parecia. Era curioso que sintiese que aquella prenda le limitase a la hora de luchar, la armadura, cuando se doblaba bajo los ataques que recibía, apenas le permitía mover los brazos y estaba completamente cómoda con ella.
Respiró hondo y estudió a sus rivales, a los tres. Él no atacaba, él no tomaba la iniciativa, él esperaba. ¿Pero tenía tiempo para hacerlo? La magia de los brujos no era limitada, Dann tenía que tener un límite, uno que, por cómo le arrojaba piedras al enano, no tardaría en alcanzar.
Uno de los mercenarios se lanzó contra él enarbolando su hacha de guerra, gritando tan fuerte como le permitían sus pulmones.
- ¡Eso, anuncia tu ataque! – Exclamó Eltrant levantando su espada, una saeta cruzó el aire y acabó firmemente alojada entre las juntas de la armadura. - ¡Seguro que te es muy útil! – El hombre se detuvo casi de inmediato, confuso, la flecha de algún modo ralentizó sus movimientos, le hizo más pesado, empezó a babear.
Sonrió ante esto y dirigió su espada al mismo lugar en el que el proyectil de Syl había acertado.
La espada del segundo hombre bloqueó su ataque y salvó la vida de su aliado, viéndose obligado a retroceder Eltrant masculló un par de insultos y continuó defendiéndose de los dos hasta que, finalmente, consiguió acertarle al herido en la pierna, que cayó de rodillas indefenso.
Gritando cortó la cara de aquel hombre en dos, un corte en diagonal, limpio, apenas comprendió que había pasado hasta que era demasiado tarde. Y dudaba mucho que lo hubiese hecho aun de tener tiempo, la mirada del muerto ya estaba vacía antes de que Eltrant le diese el golpe definitivo - ¡Uno menos! – El otro había decidido ignorar a su aliado y dejarle morir a manos de Eltrant, cargó contra Dann. - ¡Aléjate de él! – Saltó sobre el mercenario y rodaron por el suelo, recibió un par de puñetazos en la cara en el proceso y perdiendo su espada de entre los dedos.
El estar desarmado nunca había sido un impedimento, Eltrant trató de meterle los pulgares en los ojos a su rival, pero solo recibió un golpe en la espalda como recompensa, dónde el muerto le había acertado con su arma.
Continuaron forcejeando en el suelo, intercambiando puñetazos y golpes hasta que, finalmente Eltrant pudo meter la cabeza de aquel tipo en el agua rojiza del lago en el que habían caído.
- ¡No te muevas! – El hombre pataleó, trató de zafarse de su agarré y estuvo a punto de conseguirlo en varias ocasiones, después de todo era más corpulento que él, pero Eltrant sabía que podía mantenerle bajo el agua el tiempo suficiente como para que dejase de moverse.
Y entonces sintió la bola de fuego impactar en su espalda. Lanzando un grito de dolor chapoteó en el agua y liberó al mercenario, que no tardó en cambiar los papeles, y después de recibir varias patadas en la cara, fue Eltrant el que se vio a si mismo con la cabeza bajo aquel lago de metal, forcejeando por una bocanada de aire.
Al menos el brujo se había distraído un instante.
Se ocultó junto a Koth tras la columna y asintió ante las palabras de este, nerviosa.
No se iba asomar, no pretendía hacerlo. Apreciaba su vida más de lo que apreciaba un subidón de adrenalina. El anciano al final había resultado ser un dragón, uno temible por la llamarada que acababa de lanzar contra las personas que les habían emboscado, y el amigo del Mortal, Asher, se movía rápido, muy rápido, y era igualmente letal.
¿Pero sería un problema para ellos dos enfrentar a tres personas?
No quería asomarse, no quería. Si era sincera consigo mismo estaba aterrada, fuego y metal por todas partes, era otra vez como estar en la aldea de los reinos del este con los leónicos. Se abrazó las rodillas y jugueteó con las correas de sus botas, el calor de las llamaradas y las bolas de fuego no tardó en hacerse presente, algunas impactaban contra el dragón con aparente inutilidad, pero Lyn no lo sabía, había hecho caso al zorro, no había asomado la cabeza.
- Pero… pero son tres – Siguió murmurando, ajustando y desajustando las correas de las botas – Son… tres y nosotros somos… nosotros somos cuatro – Ella era una vampiresa, era uno de los señores de la noche, se levantó muy poco a poco, temblando, trago saliva y lanzó un rápido vistazo. - ¿Qué… qué podemos hacer? – Susurró para sí.
Apreciaba su vida más de lo que apreciaba un subidón de adrenalina, pero también apreciaba la de los amigos de Eltrant. Sí, acababa de conocerlos y estaba segura de que desconfiaban de ella, de su palidez enfermiza y sus brillantes ojos azules, era consciente de cómo le veían los demás, pero les gustaba.
¿Qué habría hecho Eltrant? Teniendo en cuenta que a pocos segundos de verle la cara por primera vez recibió un flechazo en la espalda, sabía la respuesta a esa pregunta, era cierto que había muchas variantes y la mayoría se reducía a la parte del cuerpo en la que el castaño recibía el golpe, pero no iba a estar detrás de una columna.
No era una sádica sedienta de sangre, no lo era.
Respiró agitadamente y frunció el ceño.
- ¡¡Pu…puedo ayudar!! – Exclamó saliendo de detrás de la columna, esquivando el fuego y las llamaradas de Irirgo, fundiéndose con las sombras como si de una voluta de humo se tratase y saltando a la espalda de Asher, quien estaba a punto de recibir un impacto desde arriba, procedente uno de los brujos que, de alguna forma, había emprendido el vuelo. - ¡¡Puedo ayudar!! – Repitió en voz alta, tratando de convencerse a sí misma de que podía hacerlo.
Cerró sus brazos con más fuerza en torno al lobo, asegurandose de dejarle movilidad en los brazos, y se transformó en un ente de sombras arrastrando consigo al can, convirtiéndo a ambos en siluetas oscuras a través de las cuales los ataques que les lanzaron pasaron limpiamente, como si no fuesen más que humo.
Respiró agitada cuando volvió a tomar forma corpórea, mirando a todas partes nerviosa. Aquella transformación no le trasladaba a ninguna parte, simplemente le convertía en sombras, en una silueta incapaz de ser tocada por nada, era algo que requería menos esfuerzo para hacerlo. Pero seguía siendo cansado, sobre todo si lo hacía de forma continuada.
No contaba con que aquel pequeño engreído fuese capaz de detener las flechas del gato a mitad de vuelo, cosa que complicaba las cosas al felino bastante más de lo que Eltrant habría esperado.
Chasqueó la lengua y dejó escapar un par de insultos mientras se movía aleatoriamente para esquivar las bolas de fuego azul que el brujo le había lanzado y evitar las hojas de los brutos que ahora le seguian, afortunadamente, contaba con Dann para protegerle del fuego, quien se encargó de hacer aparecer varias estacas de piedra que impactaron contra estas antes de que le llegasen a alcanzar.
- ¡Gracias! – Exclamó lanzándose contra los dos hombres que acompañaban al enano, contratacando, no podía permitir que alcanzasen a Dann.
Mientras corría perdió el equilibrio momentáneamente y se detuvo un instante, el suelo tembló con fuerza, con más que antes, pudo ver como dos pilares de tierra emergieron del suelo buscando el cuerpo del brujo, tratando de destrozarle, este, no obstante detuvo aquel ataque con su propia magia, quedando atrapado junto a Dann en un juego de luces y sonidos que, de no haber estado luchando por su vida, habría hecho aplaudir a Eltrant.
- Los brujos dan miedo… - Susurró volviendo a su cometido principal, tenía suerte de no haberse enfrentado a ellos en aquel camino perdido de la mano de los dioses, cuando se los encontró asaltando la diligencia.
Bloqueó con su espada y se agachó rápidamente para que el segundo mastodonte no le rebanase la cabeza, se sentía ligero, ágil, pero no contaba con su armadura, cosa que uno de sus rivales le recordó cuando este trató de abrirse paso hasta Dann y tuvo que usar su espalda a modo de muro.
- ¡¿Qué parte de “Estas peleando contra mí” no entiendes!? – Gruñó, sintiendo como su camisa se empapaba lentamente - ¡Atrás! – Lanzó una estocada horizontal, el arma rebotó contra la armadura del gigante. - ¿...Así que esto es lo que se siente? – Dijo antes de recibir un derechazo directamente en el tabique nasal, lanzándolo al suelo con contundencia.
No tardó en levantarse sacudiendo la cabeza, se limpió la sangre que resbalaba de su nariz y estudió a los dos hombres, parecían querer llegar hasta Dann, no era para menos, el brujo estaba complicándole las cosas al suyo, parecía ser la prioridad.
Se pasó la espada de una mano a otra mientras estudiaba los movimientos de sus rivales, de fondo, fuego y roca indicaban que el combate entre Dannos y el brujo estaba muy lejos de acabar.
La cual comenzaba a pegársele en el cuerpo, limitando sus movimientos, o eso le parecia. Era curioso que sintiese que aquella prenda le limitase a la hora de luchar, la armadura, cuando se doblaba bajo los ataques que recibía, apenas le permitía mover los brazos y estaba completamente cómoda con ella.
Respiró hondo y estudió a sus rivales, a los tres. Él no atacaba, él no tomaba la iniciativa, él esperaba. ¿Pero tenía tiempo para hacerlo? La magia de los brujos no era limitada, Dann tenía que tener un límite, uno que, por cómo le arrojaba piedras al enano, no tardaría en alcanzar.
Uno de los mercenarios se lanzó contra él enarbolando su hacha de guerra, gritando tan fuerte como le permitían sus pulmones.
- ¡Eso, anuncia tu ataque! – Exclamó Eltrant levantando su espada, una saeta cruzó el aire y acabó firmemente alojada entre las juntas de la armadura. - ¡Seguro que te es muy útil! – El hombre se detuvo casi de inmediato, confuso, la flecha de algún modo ralentizó sus movimientos, le hizo más pesado, empezó a babear.
Sonrió ante esto y dirigió su espada al mismo lugar en el que el proyectil de Syl había acertado.
La espada del segundo hombre bloqueó su ataque y salvó la vida de su aliado, viéndose obligado a retroceder Eltrant masculló un par de insultos y continuó defendiéndose de los dos hasta que, finalmente, consiguió acertarle al herido en la pierna, que cayó de rodillas indefenso.
Gritando cortó la cara de aquel hombre en dos, un corte en diagonal, limpio, apenas comprendió que había pasado hasta que era demasiado tarde. Y dudaba mucho que lo hubiese hecho aun de tener tiempo, la mirada del muerto ya estaba vacía antes de que Eltrant le diese el golpe definitivo - ¡Uno menos! – El otro había decidido ignorar a su aliado y dejarle morir a manos de Eltrant, cargó contra Dann. - ¡Aléjate de él! – Saltó sobre el mercenario y rodaron por el suelo, recibió un par de puñetazos en la cara en el proceso y perdiendo su espada de entre los dedos.
El estar desarmado nunca había sido un impedimento, Eltrant trató de meterle los pulgares en los ojos a su rival, pero solo recibió un golpe en la espalda como recompensa, dónde el muerto le había acertado con su arma.
Continuaron forcejeando en el suelo, intercambiando puñetazos y golpes hasta que, finalmente Eltrant pudo meter la cabeza de aquel tipo en el agua rojiza del lago en el que habían caído.
- ¡No te muevas! – El hombre pataleó, trató de zafarse de su agarré y estuvo a punto de conseguirlo en varias ocasiones, después de todo era más corpulento que él, pero Eltrant sabía que podía mantenerle bajo el agua el tiempo suficiente como para que dejase de moverse.
Y entonces sintió la bola de fuego impactar en su espalda. Lanzando un grito de dolor chapoteó en el agua y liberó al mercenario, que no tardó en cambiar los papeles, y después de recibir varias patadas en la cara, fue Eltrant el que se vio a si mismo con la cabeza bajo aquel lago de metal, forcejeando por una bocanada de aire.
Al menos el brujo se había distraído un instante.
_______________________________________________
Se ocultó junto a Koth tras la columna y asintió ante las palabras de este, nerviosa.
No se iba asomar, no pretendía hacerlo. Apreciaba su vida más de lo que apreciaba un subidón de adrenalina. El anciano al final había resultado ser un dragón, uno temible por la llamarada que acababa de lanzar contra las personas que les habían emboscado, y el amigo del Mortal, Asher, se movía rápido, muy rápido, y era igualmente letal.
¿Pero sería un problema para ellos dos enfrentar a tres personas?
No quería asomarse, no quería. Si era sincera consigo mismo estaba aterrada, fuego y metal por todas partes, era otra vez como estar en la aldea de los reinos del este con los leónicos. Se abrazó las rodillas y jugueteó con las correas de sus botas, el calor de las llamaradas y las bolas de fuego no tardó en hacerse presente, algunas impactaban contra el dragón con aparente inutilidad, pero Lyn no lo sabía, había hecho caso al zorro, no había asomado la cabeza.
- Pero… pero son tres – Siguió murmurando, ajustando y desajustando las correas de las botas – Son… tres y nosotros somos… nosotros somos cuatro – Ella era una vampiresa, era uno de los señores de la noche, se levantó muy poco a poco, temblando, trago saliva y lanzó un rápido vistazo. - ¿Qué… qué podemos hacer? – Susurró para sí.
Apreciaba su vida más de lo que apreciaba un subidón de adrenalina, pero también apreciaba la de los amigos de Eltrant. Sí, acababa de conocerlos y estaba segura de que desconfiaban de ella, de su palidez enfermiza y sus brillantes ojos azules, era consciente de cómo le veían los demás, pero les gustaba.
¿Qué habría hecho Eltrant? Teniendo en cuenta que a pocos segundos de verle la cara por primera vez recibió un flechazo en la espalda, sabía la respuesta a esa pregunta, era cierto que había muchas variantes y la mayoría se reducía a la parte del cuerpo en la que el castaño recibía el golpe, pero no iba a estar detrás de una columna.
No era una sádica sedienta de sangre, no lo era.
Respiró agitadamente y frunció el ceño.
- ¡¡Pu…puedo ayudar!! – Exclamó saliendo de detrás de la columna, esquivando el fuego y las llamaradas de Irirgo, fundiéndose con las sombras como si de una voluta de humo se tratase y saltando a la espalda de Asher, quien estaba a punto de recibir un impacto desde arriba, procedente uno de los brujos que, de alguna forma, había emprendido el vuelo. - ¡¡Puedo ayudar!! – Repitió en voz alta, tratando de convencerse a sí misma de que podía hacerlo.
Cerró sus brazos con más fuerza en torno al lobo, asegurandose de dejarle movilidad en los brazos, y se transformó en un ente de sombras arrastrando consigo al can, convirtiéndo a ambos en siluetas oscuras a través de las cuales los ataques que les lanzaron pasaron limpiamente, como si no fuesen más que humo.
Respiró agitada cuando volvió a tomar forma corpórea, mirando a todas partes nerviosa. Aquella transformación no le trasladaba a ninguna parte, simplemente le convertía en sombras, en una silueta incapaz de ser tocada por nada, era algo que requería menos esfuerzo para hacerlo. Pero seguía siendo cansado, sobre todo si lo hacía de forma continuada.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Syl maldijo al ver como su virote volvía a detenerse en el aire. Lanzó una mirada de odio al brujo. Aún seguía enfrascado en su duelo con Dann, pero parecía tener la concentración suficiente como para detener sus proyectiles. Odiaba la magia.
El felino se abrazó al pilar de piedra sobre el que estaba y se deslizó hacia abajo, sin llegar a sentir la fricción a través de su armadura de cuero. Al llegar al suelo, se separó de un salto y empezó a correr hacia los dos hombres que forcejeaban. Una bola de fuego pasó sobre por delante de él, cortandole el paso.
-¡Déjalo en PAZ!- gritó Dann, lanzando un bloque de piedra hacia el piromante. Varias esferas impactaron contra la roca y explotaron, sin hacer mella. Syl se deslizó entre el fuego cruzado, evitando los ataques del brujo de fuego, mientras se acercaba más a donde aquel hombre intentaba ahogar a Eltrant.
El hombre gato desenfundó la daga que guardaba en el costado y saltó al llegar al borde de la orilla, lanzándose hacia los dos humanos. Aterrizó con los pies sobre la espalda del agresor, que aún estaba entretenido con Tale, y llevó el filo al primer punto expuesto que encontró: la garganta. Una gran cantidad de sangre empezó a salir de la herida, confundiendose entre las aguas rojizas. Finalmente, el humano se desplomó, abatido.
Syl miró a Eltrant. La vampiresa tenia razón. Hacía un gorgoteo muy gracioso.
Una enorme esfera de fuego empezó a formarse sobre los dos hombres. Empezó a crecer en cuestión de segundos, llegando a parecer un pequeño sol dentro de la cueva. A pesar de la altura sobre la que se alzaba, el calor era suficiente para que lo notasen. El agua empezó a borbotear, acercándose a su punto de ebullición.
Pero Dann no iba a permitir eso. Otro hechizo empezó a afectar a aquel lago rojo. Algo empezaba a ascender. Diminutos fragmentos de hierro estaban alzandose desde las aguas, agrupandose en pequeños aguijones que crecian en número a un ritmo preocupante. Las espinas empezaron a agruparse alrededor del piromante, demasiado concentrado en su colosal bola de fuego para darse cuenta de lo que ocurria.
Dannos cerró su puño. Un millar de agujas se clavaron en el cuerpo del brujo, moviendose erráticamente y buscando una salida, atravesando piel y carne. No hubo una gran explosión. La bola de fuego se colapsó al mismo tiempo que el brujo, desvaneciendose en el aire.
-...odio la magia.- repitió Syl, levantándose. El gato corrió hacia Dann. El brujo había caído al suelo, incapaz de sostenerse a si mismo después de tal uso de magia. Ni siquiera la poción que había ingerido podía prepararle para tal cosa.
-¿Está... muerto...?- preguntó el brujo, con un hilo de voz. El gato asintió. -Bien.- dijo, dejándose caer de bruces al suelo. Iba a necesitar que alguien lo llevase.
_____________________________________________________________________________________
El zorro se quedó vigilando, cauteloso. Los brujos parecian no haberle visto, o simplemente, estaban centrados en su propio combate. Mejor para él, supuso. No tenia nada que hacer frente a aquella gente. Ni siquiera tenia armas, aparte de un pequeño cuchillo escondido bajo la manga. Apenas suficiente para cortar fruta. Mucho menos para reducir a alguien que dominaba los elementos con su mente.
Él no era un guerrero. Ni un dragón. Ni arquero, brujo, o lo que fuese. Sólo era un vagabundo que se las había arreglado para evitar contagiarse. Lo suyo era sobrevivir, no arriesgar su vida en cosas así. Por supuesto, se había jugado el cuello alguna vez, buscando comida o lo que necesitase. Pero nada como eso. La vampiresa, al parecer, tampoco.
Pero aun así, la niña parecía dudar. Tal vez no tuviese fe en las habilidades de sus compañeros, o tal vez quisiese sentirse útil. Kothán no lo entendía del todo. En aquel momento, se sentía fuera de su lugar. Era dolorosamente evidente la clase de vida que llevaba aquel grupo. Y era muy distinto de como tenia pensado vivir.
Pero también era tan emocionante...
-Espera, no vayas a...- Lyn salió corriendo, al grito de "¡Puedo ayudar!" y acercándose a Asher. -Maldita sea, ¡el que "puedas" no significa que debas!- dijo inútilmente. -¿Por qué todo el mundo tiene instintos suicidas?- murmuró, volviendo a la seguridad del pilar.
__________________________________________________________________________________
Lancé otra estocada contra la barrera. Con cada golpe que daba, mi espada se hundía un poco más antes de ser repelida. Estaba cerca de romperla. Lo presentía. Me lancé ferozmente, una y otra vez. El brujo, al otro lado del muro invisible, parecía estar muy concentrado en mantenerlo. Su confianza empezaba a flaquear. Y hacía bien. Pronto, rompería la barrera y desgarraría su corazón.
Pero, de repente, su mirada se centró en otra parte. Encima de mi. Me giré, solo para ver un enorme bloque de hielo dirigirse hacia mi a una velocidad vertiginosa. No tenia tiempo para esquivar. Demasiado cerca. El tiempo pareció ralentizarse. Iba a doler.
Incapaz de actuar, esperé. Empecé a notar una presión sobre mis hombros y espalda. Era raro. Mis pensamientos se dirigieron hacia eso. ¿Era algún tipo de reacción instintiva al ver algo peligroso? El hielo me alcanzó. Pero no sentía el frío. Ni el contacto. Durante medio segundo, todo se volvió borroso. Estaba viendo a través del bloque helado. El dolor no había llegado. ¿Como era posible?
El proyectil me atravesó por completo, sin explicación alguna. El peso de mis hombros seguía allí. Miré abajo, buscando algún indicio de heridas o algo similar. Pero no era... yo. No era sólido. Mi piel, mi pelo... todo mi cuerpo era humo. ¿Que clase de magia era esa?
Magia de sombras. Tal vez fuese lo mismo que hubiese acelerado mi mente tanto. Mi percepción del tiempo se había alterado de una forma increible. O tal vez fuese la adrenalina. En cualquier caso, no tardé en comprender que el peso que sentía era el de Lyn. Y, que de alguna manera, no tenia forma corporea por el momento. Solo tendria un momento, y pensaba aprovecharlo. Mi "cuerpo" atravesó la barrera telekinetica del brujo, dejándole con una expresión de sorpresa. Lancé un lento tajo hacia él, aún en forma espectral.
...y volví a tener cuerpo. El tiempo se aceleró a su ritmo normal. Un chorro de sangre manchó mi pelaje, proveniente de la enorme herida que había tallado en el torso del brujo. Me volví, aún con Lyn a mi espalda, hacia el brujo que me había atacado. Efectivamente, estaba levitando. Tal vez fuese viento, o simplemente telekinesis. Su bastón emitía un brillo intenso: probablemente, el origen de su poder.
-Puedo llevarte.- susurró la voz de Lyn. Aquel mensaje resonó en mi cabeza, seguido de la imagen de aparecer al lado del brujo. La idea encajó perfectamente en mi mente. -¡Ahora!- Salté, desapareciendo durante un segundo en una nube de oscuridad... y apareciendo en el aire, justo delante del brujo. Alcé mi espada y la hundí en su pecho, atravesando el corazón con una estocada. Y entonces caí.
Por fortuna, eran solo tres metros, y tenía práctica cayendo bien. Me aseguré de mantener a Lyn segura a mi espalda, y me levanté, cansado. Miré alrededor, buscando al tercer brujo con la mirada... pero solo me encontré con la de Irirgo. Una masa sanguinolenta estaba aplastada a su lado. Al parecer, la burbuja no le protegió de eso.
-Fiiu... buen trabajo, Lyn. Eso ha estado muy bien.- dije. Irirgo volvió a su forma humana ante mis ojos, algo apresurado. Tras recuperar el aliento, se dirigió hacia mi.
-Lo he visto. ¿Es una vampiresa?- preguntó, con tono acusador.
-...Si, y me ha salvado la vida.- repliqué. -Realmente, creo que compensa cualquier prejuicio que puedas tener.
-¿Como puede no importarte? Sabes como...
-No todos los vampiros son así, Irirgo.- interrumpí, cansado. No era el mejor momento. Mantuve la mirada durante unos cuantos segundos, hasta que el dragón dio un largo suspiro.
-Muy bien, vale. Pero voy a tener que hablar con Tale luego.
-¿...creeis que está bien?- preguntó el zorro, saliendo de su escondite.
-Más le vale. Como muera, le mato. Vamos.- dije, emprendiendo el camino a las profundidades.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Salió de debajo de las aguas, tosió con fuerza y cayó de rodillas en la orilla, dejando salir todo el líquido que inundaba sus pulmones. Apenas tuvo tiempo de recuperarse y lanzarle una mirada de agradecimiento a Syl entre gorgoteos, una enorme bola de fuego se apareció sobre su cabeza y la de gato.
- Estupendo. – Articuló levantando la mirada, le temblaban los brazos. – Siempre he querido ver el sol de cerca… - Susurró.
Aquella mole se estaba haciendo más y más grande. Con cada segundo que pasaba iluminaba más el lugar, hasta el punto que resultaba incluso incomodo mantener los ojos abiertos. El agua del lugar borboteaba, sus ropas, hasta hace un segundo empapadas, comenzaban a secarse a una velocidad alarmante.
Buscó la espada a tientas palpando el suelo mientras protegía sus ojos de la luz. Sabía que no iba a servir de gran cosa. ¿Qué podía hacer ante aquella esfera de fuego? ¿Cortarla? Podía intentarlo, pero incluso él sabía que no tendría efecto alguno. Sí era sincero consigo mismo sabía que no podía hacer nada.
Afortunadamente el enano de la túnica negra no era el único brujo del lugar, pequeños fragmentos de hierro comenzaron a ascender desde el lago rojo, todo el metal que había teñido aquellas aguas se deslizó a través del aire y se colocaron en torno al piromante, que estaba demasiado ocupando riendo con suavidad mientras veía como su creación se hacía cada vez más grande.
Eltrant arqueó una ceja y miró al brujo, después desvió su mirada hacía a Dann, que sudaba copiosamente, y por su rostro, era evidente que se estaba esforzando más allá de lo que este podía aguantar; Por último clavó sus ojos en la bola de fuego gigante, estaba a punto de estallar.
Antes de que pudiese siquiera reaccionar, de lanzarse al suelo y cubrirse la cabeza con las manos, todas las esquirlas de metal que Dannos controlaba atravesaron la carne del piromante. Como si de un enjambre de pequeños insectos metálicos se tratasen se abrieron paso a través de la carne del brujo.
Apenas segundos después de que el primero de los fragmentos de metal se clavase en su carne el brujo de fuego cayó muerto al suelo cubierto de sangre. La bola de fuego, por otro lado, se desvaneció en cuanto el cuerpo quedó inerte, como si nunca hubiese estado ahí para empezar.
Syl corrió a ver como se encontraba su amigo de inmediato, a pesar de haber salido victorioso, Dann cayó de espaldas agotado. Dejó que los amigos tuviesen un breve momento de intimidad y después, tras asegurarse de que no iba a morir desangrado y recuperar su espada y, se agachó junto al brujo.
- Recuérdame que nunca te haga enfadar – Dijo a Dann con una sonrisa, ayudándole a levantarse. No obstante, no tardó en ver que este apenas podía mantenerse en pie debido al esfuerzo, por lo que lo terminó cargando a la espalda, aun si este pretendía quejarse ya había tomado una decisión. – No te preocupes. – Dijo Eltrant levantando la mirada, mirando el agujero por el que habían caído. – Descansa un poco. No hagas más magia, puedes hacer desaparecer… - Observó el pequeño orbe que flotaba sobre ellos, la esfera de luz, no sabía cómo llamarlo exactamente – …La pelota esa. – Sonrió y alzó su espada mientras con la otra sujetaba al brujo, el resplandor de la misma serviría como una antorcha improvisada, él no vería mucho, pero esperaba que Syl lo hiciese, después de todo él era un gato, podía ver mejor en la oscuridad, o eso creía.
- Gracias, a los dos. – Dijo antes de comenzar a caminar en dirección a los pasadizos que los mercenarios habían custodiado con su vida. – Os debo una.
Tras haberles visto defenderse comprendía porque Asher creía en ellos, porque el lobo no exageraba al llamarles “familia”. Eran hábiles, mucho, capaces de hacer auténticas proezas si se lo proponían, y aunque sus personalidades eran como el día y la noche, cuidaban el uno del otro por encima de todas las cosas. En cierto modo les envidiaba.
Apartó todo pensamiento de su cabeza y se centró en lo que tenía entre manos, continuó caminando, debían salir de allí abajo, y se iba asegurar de que Dann y Syl lo hiciesen con vida.
Le preocupaban muchas cosas, había demasiado que no podía controlar, el estado de Lyn o que subiese la marea y se inundasen el angosto camino que transitaban eran las dos que más se repetían. Pero lo único que podía hacer para salir de allí, lo único con lo que podía paliar aquel sentimiento era avanzar hacia la única salida que tenían, una que, por lo que había mostrado la presencia de los mercenarios allí abajo, existía.
Confiaba, o deseaba más bien, que Lyn estuviese bien. Estaba con Asher después de todo.
Usó sus habilidades como mejor pudo, trasladó a Asher hacía arriba. Le hizo volar. Le hizo acabar con el brujo que flotaba. Lo había hecho ella.
Cuando cayeron al suelo se separó del lobo lo más rápido que pudo y se tambaleó unos instantes, para acabar apoyándose sobre la columna. Dejó que el veterano y el lobo conversasen mientras ella trataba de ordenar sus pensamientos y recuperaba el aliento.
Pudo oír como Irirgo preguntaba a Asher la raza a la que ella pertenecía, haciendo referencia a que había visto las habilidades de la joven, se alejó un poco más al oír esto y se ocultó en el mismo lugar en el que había estado antes con Koth, tras la columna.
No estaba agotada del todo, podía seguir caminando, o eso pretendía hacer, suspirando suavemente se sentó en el suelo, junto a Kothán, y se abrazó las rodillas.
- He… he ayudado… - Murmuró.
“Voy a tener que hablar con Tale luego”
Aquella frase llegó hasta sus oídos, bajó un poco más la cabeza y tomó aire, todo el que pudo. Kothán dejó el escondite en ese momento y se acercó a los otros dos miembros del grupo, preguntó por el posible estado de Eltrant.
Ella también se lo preguntaba, ¿Cómo estaría? ¿Habría sobrevivido a la caída? ¿Tendría que continuar su viaje sola? ¿Se estaría enfrentando él también a brujos? Tras darse una leve bofetada en la cara salió de detrás de la columna, tambaleándose, en cuanto el lobo ordenó al grupo que se moviese.
Sonrió a los presentes, como de costumbre, y se colocó junto al zorro.
- No puede morir. – Dijo a Asher – Es un poco contradictorio. – Jugueteó con su flequillo. – Pero el Mortal no puede morir. – Aseveró. – O lo mato yo después de ti. – Añadió sonriendo al lobo, aguardo unos instantes en silencio, espero un par de miradas. - ¿Qué? Es mi lacayo, puedo matarlo si quiero. – Se cruzó de brazos y continuó caminando, se vio obligada a apoyarse en Koth en alguna ocasión que otra para no caerse – ¡Pero no lo hago! – Exclamó – Porque soy muy maja – Aseguró - …y …y me cae bien. A veces. Sí, por… por eso. – Alegó en voz baja sin apartarse de Koth.
Se mantuvo lo más apartada posible de Irirgo según caminaban, si al hombre le desagradaba su presencia no iba a restregársela por la cara.
A ella no le molestaba lo que era, nunca lo había hecho, pero estaba acostumbrada a que a los demás sí, por lo que no hizo ningún comentario al respecto de lo que había oído, era lo mismo de siempre, lo que había vivido más de un centenar de veces.
Lo cierto era que, si estuviese en su mano, se habría desvanecido en las sombras, como solía hacer cuando captaba aquella reacción de alguien, lo cual era, básicamente, siempre.
Pero tenía que encontrar a Eltrant.
- Estupendo. – Articuló levantando la mirada, le temblaban los brazos. – Siempre he querido ver el sol de cerca… - Susurró.
Aquella mole se estaba haciendo más y más grande. Con cada segundo que pasaba iluminaba más el lugar, hasta el punto que resultaba incluso incomodo mantener los ojos abiertos. El agua del lugar borboteaba, sus ropas, hasta hace un segundo empapadas, comenzaban a secarse a una velocidad alarmante.
Buscó la espada a tientas palpando el suelo mientras protegía sus ojos de la luz. Sabía que no iba a servir de gran cosa. ¿Qué podía hacer ante aquella esfera de fuego? ¿Cortarla? Podía intentarlo, pero incluso él sabía que no tendría efecto alguno. Sí era sincero consigo mismo sabía que no podía hacer nada.
Afortunadamente el enano de la túnica negra no era el único brujo del lugar, pequeños fragmentos de hierro comenzaron a ascender desde el lago rojo, todo el metal que había teñido aquellas aguas se deslizó a través del aire y se colocaron en torno al piromante, que estaba demasiado ocupando riendo con suavidad mientras veía como su creación se hacía cada vez más grande.
Eltrant arqueó una ceja y miró al brujo, después desvió su mirada hacía a Dann, que sudaba copiosamente, y por su rostro, era evidente que se estaba esforzando más allá de lo que este podía aguantar; Por último clavó sus ojos en la bola de fuego gigante, estaba a punto de estallar.
Antes de que pudiese siquiera reaccionar, de lanzarse al suelo y cubrirse la cabeza con las manos, todas las esquirlas de metal que Dannos controlaba atravesaron la carne del piromante. Como si de un enjambre de pequeños insectos metálicos se tratasen se abrieron paso a través de la carne del brujo.
Apenas segundos después de que el primero de los fragmentos de metal se clavase en su carne el brujo de fuego cayó muerto al suelo cubierto de sangre. La bola de fuego, por otro lado, se desvaneció en cuanto el cuerpo quedó inerte, como si nunca hubiese estado ahí para empezar.
Syl corrió a ver como se encontraba su amigo de inmediato, a pesar de haber salido victorioso, Dann cayó de espaldas agotado. Dejó que los amigos tuviesen un breve momento de intimidad y después, tras asegurarse de que no iba a morir desangrado y recuperar su espada y, se agachó junto al brujo.
- Recuérdame que nunca te haga enfadar – Dijo a Dann con una sonrisa, ayudándole a levantarse. No obstante, no tardó en ver que este apenas podía mantenerse en pie debido al esfuerzo, por lo que lo terminó cargando a la espalda, aun si este pretendía quejarse ya había tomado una decisión. – No te preocupes. – Dijo Eltrant levantando la mirada, mirando el agujero por el que habían caído. – Descansa un poco. No hagas más magia, puedes hacer desaparecer… - Observó el pequeño orbe que flotaba sobre ellos, la esfera de luz, no sabía cómo llamarlo exactamente – …La pelota esa. – Sonrió y alzó su espada mientras con la otra sujetaba al brujo, el resplandor de la misma serviría como una antorcha improvisada, él no vería mucho, pero esperaba que Syl lo hiciese, después de todo él era un gato, podía ver mejor en la oscuridad, o eso creía.
- Gracias, a los dos. – Dijo antes de comenzar a caminar en dirección a los pasadizos que los mercenarios habían custodiado con su vida. – Os debo una.
Tras haberles visto defenderse comprendía porque Asher creía en ellos, porque el lobo no exageraba al llamarles “familia”. Eran hábiles, mucho, capaces de hacer auténticas proezas si se lo proponían, y aunque sus personalidades eran como el día y la noche, cuidaban el uno del otro por encima de todas las cosas. En cierto modo les envidiaba.
Apartó todo pensamiento de su cabeza y se centró en lo que tenía entre manos, continuó caminando, debían salir de allí abajo, y se iba asegurar de que Dann y Syl lo hiciesen con vida.
Le preocupaban muchas cosas, había demasiado que no podía controlar, el estado de Lyn o que subiese la marea y se inundasen el angosto camino que transitaban eran las dos que más se repetían. Pero lo único que podía hacer para salir de allí, lo único con lo que podía paliar aquel sentimiento era avanzar hacia la única salida que tenían, una que, por lo que había mostrado la presencia de los mercenarios allí abajo, existía.
Confiaba, o deseaba más bien, que Lyn estuviese bien. Estaba con Asher después de todo.
________________________________________________
Usó sus habilidades como mejor pudo, trasladó a Asher hacía arriba. Le hizo volar. Le hizo acabar con el brujo que flotaba. Lo había hecho ella.
Cuando cayeron al suelo se separó del lobo lo más rápido que pudo y se tambaleó unos instantes, para acabar apoyándose sobre la columna. Dejó que el veterano y el lobo conversasen mientras ella trataba de ordenar sus pensamientos y recuperaba el aliento.
Pudo oír como Irirgo preguntaba a Asher la raza a la que ella pertenecía, haciendo referencia a que había visto las habilidades de la joven, se alejó un poco más al oír esto y se ocultó en el mismo lugar en el que había estado antes con Koth, tras la columna.
No estaba agotada del todo, podía seguir caminando, o eso pretendía hacer, suspirando suavemente se sentó en el suelo, junto a Kothán, y se abrazó las rodillas.
- He… he ayudado… - Murmuró.
“Voy a tener que hablar con Tale luego”
Aquella frase llegó hasta sus oídos, bajó un poco más la cabeza y tomó aire, todo el que pudo. Kothán dejó el escondite en ese momento y se acercó a los otros dos miembros del grupo, preguntó por el posible estado de Eltrant.
Ella también se lo preguntaba, ¿Cómo estaría? ¿Habría sobrevivido a la caída? ¿Tendría que continuar su viaje sola? ¿Se estaría enfrentando él también a brujos? Tras darse una leve bofetada en la cara salió de detrás de la columna, tambaleándose, en cuanto el lobo ordenó al grupo que se moviese.
Sonrió a los presentes, como de costumbre, y se colocó junto al zorro.
- No puede morir. – Dijo a Asher – Es un poco contradictorio. – Jugueteó con su flequillo. – Pero el Mortal no puede morir. – Aseveró. – O lo mato yo después de ti. – Añadió sonriendo al lobo, aguardo unos instantes en silencio, espero un par de miradas. - ¿Qué? Es mi lacayo, puedo matarlo si quiero. – Se cruzó de brazos y continuó caminando, se vio obligada a apoyarse en Koth en alguna ocasión que otra para no caerse – ¡Pero no lo hago! – Exclamó – Porque soy muy maja – Aseguró - …y …y me cae bien. A veces. Sí, por… por eso. – Alegó en voz baja sin apartarse de Koth.
Se mantuvo lo más apartada posible de Irirgo según caminaban, si al hombre le desagradaba su presencia no iba a restregársela por la cara.
A ella no le molestaba lo que era, nunca lo había hecho, pero estaba acostumbrada a que a los demás sí, por lo que no hizo ningún comentario al respecto de lo que había oído, era lo mismo de siempre, lo que había vivido más de un centenar de veces.
Lo cierto era que, si estuviese en su mano, se habría desvanecido en las sombras, como solía hacer cuando captaba aquella reacción de alguien, lo cual era, básicamente, siempre.
Pero tenía que encontrar a Eltrant.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Irirgo cogió uno de los bastones de los cadáveres y sopló una pequeña llama a la punta, adornada con una esfera de cristal. Inmediatamente, el cristal empezó a brillar, ofreciendo una pequeña pero constante fuente de luz para iluminar el camino.
Examiné al grupo. Aunque yo tenia energía suficiente para seguir luchando, Irirgo parecía algo cansado, probablemente debido a su transformación. Dos cambios tan bruscos en tan poco tiempo tenian que pasarle factura. Kothán estaba bien, puesto que se había mantenido fuera de peligro, pero la magia de Lyn parecía haberle dejado algo aletargada. No es que eso fuese a cambiar su caracter, por supuesto, pero podía ver que necesitaba algo de energía.
Pensé en ofrecerle sangre, pero se me ocurrían muchos motivos por los que eso era mala idea. Para empezar, el dragón me pegaría. Además, no tenia garantias de que eso le fuese a devolver fuerzas, y era el único combatiente del grupo en ese momento, por lo que iba a necesitar mi sangre dentro de mi cuerpo. Irirgo pareció captar lo que estaba pensando, porque se dirigió hacia mi al ver mi mirada.
-No te preocupes por mi. Estoy bien. Todavía podría transformarme... una vez más.- dijo. Chasqueé la lengua. Siempre con su fachada estoica.
-No te hagas el duro. No hace falta. Además... si solo te transformas una vez, ¿como vas a salir de la cueva?- pregunté.
-Podría embestir una pared hasta hacer un túnel nuevo.- sugirió el zorro, colocando un brazo sobre el hombro de Irirgo. -Con la cabeza. Es lo suficientemente dura.- sonrió.
-Tu cara si que es dura. Tal vez podría usarte como ariete...- replicó.
-Sois gente muy violenta... Sabes, con ese carácter nunca encontrarás una mujer que te quiera.-
-¡Será desgraciado! Como si un saco de pulgas como tú supiese nada de mujeres.- dijo el dragón, dándole un ligero codazo en las costillas a Koth.
-Se dice "co-yo-te". Y estoy seguro de que he cortejado a más mujeres que tú. Tu eres demasiado cascarrabias para esas cosas.-
-¿Que quiere decir eso? También he tenido juventud, ¿sabes?-
-Si, ya. Y la has pasado... ¿como, exactamente?
-Estudiando estrategia militar.- respondí.
-¡Pero tu no le apoyes!- se quejó el dragón. -Además... no me creo que mucha gente se deje seducir por un vagabundo de tres al cuarto.-
Koth abrió la boca dramáticamente y se llevó la mano al pecho con un gesto teatral, fingiendo ofensa.
-¿Como te atreves? Bah. Está claro que tu no sabes nada de seducción. ¿Y tu, Asher? ¿También eres gruñón con todas o te relajas cuando pierdes "tensión"?
-...a mi no me metáis.- respondí, algo incómodo. Prefería mantener esas cosas para mi mismo. Nunca había hablado de ese tema con nadie, después de todo... y honestamente, me preocupaba como pudiesen reaccionar si lo hiciese.
-Venga. No hay de que avergonzarse.- insistió. -Si quieres, podría enseñarte a...-
-Koth. Basta.- gruñí, enseñando los dientes. -No voy a hablar de eso. ¿Entendido?-
-Vale, vale, perdona...- respondió, alzando las manos en gesto de paz. Volvimos a emprender la marcha, aunque en un silencio incómodo. El zorro parecía fingir que no le importaba, pero la altura de sus orejas había bajado un tanto. Se mantuvo cerca de Lyn: al parecer, la vampiresa le había cogido cierto apego, más que al resto del grupo.
No tardamos en llegar a un espacio mucho más abierto. Una caverna más alta, con dos anchos pasillos a cada lado... separados por un enorme abismo rectangular en el suelo. Me asomé al borde, pero era imposible ver nada más allá de uno o dos metros. Me acerqué a una pequeña piedra y la arrojé por el precipicio con el pie, agudizando el oído.
Pasaron los segundos. No se escuchó nada.
Llevé la mano a mi bolsillo y saqué una de mis runas eléctricas. Extendí mi brazo y la dejé caer. Aún tenia más de las que necesitaba, después de todo. Esperé, aún mirando al borde. No hubo ningún sonido, ni luz eléctrica, ni nada. Simplemente, era como si se la hubiese tragado. Tal vez hubiese agua al fondo.
O tal vez hubiese algo mucho peor.
No tuve tiempo para pensar en eso. Una voz familiar me sacó de mis pensamientos. Syl. Se encontraba allí, al otro lado del abismo. Poco después, Eltrant le siguió, sujetando a Dann. ¿Estaba herido? No veia sangre, pero...
-¡Syl!- grité. Miré alrededor. La apertura era demasiado larga para saltar. El único que podría cruzar tal espacio seria Irirgo, volando a través, o tal vez Lyn con su magia de sombras. -¿Donde habéis caído? ¿Y que le pasa a Dann?-
-Está bien, no te preocupes. Había una especie de...
-El lago rojo.- interrumpió la voz de la elfa. La líder de aquellos mercenarios entró en la sala con un paso altivo, a través del pasillo en nuestro lado del abismo. -No esperaba que sobrevivieseis tantos... supongo que tendré que hacer todo el trabajo.- dijo, preparando su cetro. -Me habéis salido más caros de lo que deberiais. Y por ello, vais a sufrir.-
Sus ojos se pusieron en blanco, y el bastón levitó enfrente de ella. Desenfundé mi espada, pero Irirgo reaccionó primero. Empezó a transformarse, intentando conseguirlo antes de que la elfa preparase su hechizo. No fue lo suficientemente rápido. Una larga cadena de metal salió de la ropa de la hechicera, reptando a gran velocidad hacia el dragón. Sin ser movida por nadie, se enrolló en torno al dragón hasta conectarse consigo misma, tomando la forma de un arnés brillante.
Y entonces, Irirgo comenzó a gritar. Una descarga sacudió todo su cuerpo, y el dragón cayó al suelo, sin haber llegado a transformarse.
-¡Arpía!- exclamé, corriendo hacia la elfa. Tenia que matarla. Despedazarla. Nadie amenazaba a mi familia. Nadie. Syl disparó un virote, atacándola desde el flanco. No tenia escapatoria. Pero antes de que ninguno de los ataques llegase hasta ella, una onda de energía me repelió, lanzándome varios metros por el aire.
Giré sobre si mismo, recuperándome y aterrizando de pie. Volví a la carga. Pero el suelo comenzó a temblar, desequilibrandome. Al otro lado del precipicio, donde estaba apuntando el bastón de la mujer, empezó a surgir un ser de piedra. Un gólem de tres metros se levantó del suelo y lanzó un rugido atronador que rebotó por toda la cueva.
No importaba. Si mataba a la mujer, su magia moría con ella.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
El camino se fue ampliado lentamente, estaban ascendiendo, no precisamente rápido, pero lo estaban haciendo. De forma lenta, pero constante.
Syl iba a la cabeza, no era de extrañar, era quien veía mejor en la cuasi penumbra en la que se encontraban y, por otro lado, Eltrant confiaba más en las dotes para guiarse del felino que en las suyas propias. Era Syl el que decidía que bifurcación tomar después de detenerse a mirar, durante varios segundos, cada opción, o si ascender o descender, Eltrant simplemente se encargó de transportar a Dann a su espalda y de seguir al gato, nada más.
El brujo, por otro lado, no se movió mucho en el trayecto, parecía estar realmente agotado y no era para menos, si estaban vivos era gracias a que lo había dado todo para salir vivos del enfrentamiento.
Lentamente el olor a herrumbre fue sustituido por el suave aroma a humedad característico de la mayoría de las cuevas en las que el exmercenario se había adentrado y, al cabo de unos minutos, acabaron en lo que parecía ser una sala amplia, dividida en dos por un profundo abismo en el centro.
Syl fue el primero que se percató de la presencia de Asher al otro lado del precipicio, Eltrant suspiró aliviado al ver a Lyn entre ellos y le ofreció una sonrisa a la vampiresa, pero no hubo tiempo para nada más, una melodiosa voz interrumpió el reencuentro.
Una elfa irrumpió en la cámara desde a entrada opuesta a la que habían usado el lobo y los demás, a través de una galería que estaba en su lado del abismo.
Eltrant frunció el ceño y estudió minuciosamente a la mujer desde la distancia. Las palabras que usaba, la forma en la que se movía, la elfa era una persona arrogante, segura de sí misma, se comportaba igual que muchos de los brujos a los que se había enfrentado, lo preocupante era, sin embargo, que aquella arrogancia podía tener cierta base tras ella.
En cualquier caso las reacciones de los presentes no se hicieron esperar, Asher desenvainó su espada e Irirgo, reaccionando aún más rápido que el lobo, trató de transformarse en lo que parecía ser un dragón tan pronto como la mujer terminó de hablar, algo que pilló a Eltrant por sorpresa pues jamás habría imaginado que el veterano era oriundo de Dundarak.
No obstante, a pesar de la velocidad de reacción que mostró Irirgo, no le sirvió de gran cosa; No llegó a terminar su transformación, acabó atado firmemente entre gruesas cadenas que de algún modo la elfa había conjurado alrededor de su cuerpo y por lo que parecía, el mero contacto con aquel metal hacía que el hombre se retorciese de dolor.
Chasqueó la lengua y depositó con cuidado a Dann en el suelo, junto a la entrada. Segundos después de hacerlo la elfa repelió tanto la saeta que disparo Syl como la espada de Asher mediante su magia, lanzó al lobo por los aires.
Se rascó la barba y lanzó un último vistazo a Dann, suspiró.
– Quédate aquí.
¿Qué podía hacer? ¿Tratar de saltar el vacío sin fondo aparente que les separaba de la elfa? No podía llegar tan lejos por su cuenta, quizás con la ayuda de Lyn, pero la muchacha parecía cansada y parecía más preocupada por sacar a Irirgo de las cadenas que otra cosa.
Los problemas, de todas formas, no tardaron en llegar hasta su lado del abismo, dónde tras un breve temblor una mole de más de tres metros de alto constituida enteramente de piedra salió del suelo, alzándose ante Eltrant y Syl, rugiendo con fuerza.
Tragó saliva. ¿Qué era aquella cosa? ¿Lo había creado la elfa? Cerró su mano con fuerza en torno a su espada y tomó a Syl del hombro, no podía hacer otra cosa, fuese lo que fuese, no era precisamente amigable.
- Cuida de Dannos – Ordenó avanzando un par de pasos, adelantándose al felino, el golem rugió de nuevo. – Déjamelo a mí - Tomó aire, todavía no sabía cómo iba a encarar aquella cosa, pero iba a comenzar atacándole directamente. Hubiese agradecido la ayuda de Dann, el habría sabido como parar a aquella cosa.
Cuando atacó su espada hizo lo que había esperado, rebotó, estaba literalmente pelando contra una pared, una que le odiaba a muerte y que acompañaba aquellos sentimientos con acciones consecuentes.
Retrocedió un par de pasos para evitar el puño del golem y volvió a acometer consiguiendo el mismo resultado de antes. Dejó escapar un par de insultos dirigidos a los dioses a los que rezase la elfa y encajó como mejor pudo el puño de aquella cosa, que le lanzó por los aires como si no fuese más que un almohadón molesto y le hizo chocar contra la pared.
Trató de incorporarse rápidamente pero una de las pesadas piernas del monstruo de piedra le pisó en la espalda obligándole a quedarse tumbado. Sintió como se rompía en su interior, gritó con fuerza y golpeó el suelo bajo él insistentemente.
- ¡Quítate de encima mía! – Fue lo único que brotó de sus labios, un grito desgarrador que hizo que Lyn, por unos instantes, se girase a mirarle antes de volver a tratar de ayudar a Irirgo, esta vez de forma más insistente.
Aquella cosa era muy fuerte, pero también era lenta, pesada, cuando levantó la pierna para repetir aquel ataque pudo escaparse arrastrándose lo más rápido que pudo, colándose entre sus piernas.
Rodó durante varios segundos, esquivando los pisotones deseando que la base de aquella cosa no acabase sobre una de sus extremidades, estaba seguro que dé había tenido suerte, que no le había atrapado como de verdad hubiese querido, si lo hubiese hecho estaría muerto.
Consiguió levantarse y recuperar su espada, jadeando levemente vio como la mole de piedra decidía dejarle en paz y trataba de ir a por Syl y Dann, en cierto sentido solo tenían que retroceder un par de pasos y ocultarse de nuevo en la galería que habían transitado para llegar hasta allí, aquella cosa era incapaz de entrar en la cueva, pero Dann apenas podía moverse, no podía esperar que les diese tiempo a hacerlo.
Volvió a atacar, insistentemente, repitiendo cada estocada obcecado. Su espada rebotaba una y otra vez, sacando pequeños fragmentos de piedra del cuerpo de la bestia pero sin ocasionar nada parecido a daño real.
- ¡¿Quieres morirte de una vez!? – Gritó, el golem se giró para mirarle, depositó en él aquellos ojos huecos, aquellas cuencas vacías que usaba para mirar a su alrededor y rugió, volviendo a centrar en el castaño su atención. - ¡Eso es! – Exclamó, levantó la espada, tosió sangre - ¡Ven a por mí! ¡Aquí me tienes!
Esquivó el primer directo que la mole lanzó y encajó lo mejor que pudo el segundo, el cual apenas consiguió ver.
Aunque pesada, aquella bestia era más rápida de lo que había pensado en un principio. ¿O era que estaba ganando velocidad? Lanzó un rápido vistazo al otro lado del foso, dónde Asher seguía luchando preso de una ira que no recordaba haber visto nunca, tragó saliva volvió a emprender la retirada, esta vez atacando lo suficiente como para que aquella cosa le siguiese aun cuando se ganó varios golpes en el proceso.
- ¡Sígueme! ¡Vamos! – Escupió a un lado la sangre que se aculaba en su boca, agradeció el no tener puesta la armadura, aquella cosa habría convertido todo el metal que solia vestir en su ataúd, lo único que tenía de su parte en aquella pelea era que era mínimamente más rápido, e incluso eso estaba empezando a perder.
Miró en dirección al abismo, solo tenía una forma de matarla, por muy resistente que fuese ni siquiera aquella cosa podría soportar la caída.
- ¡Un poco más! – El golem rugió como respuesta, Eltrant continuó retrocediendo hasta estar al borde del precipicio. – “¿Y ahora qué?” – Se había acorralado a sí mismo, no era la estrategia más inteligente, pero tenía aquella cosa cerca de su final. – “¿Y ahora qué?” – El golem levantó su puño dispuesto a convertirle en una masa sanguinolenta. – “¿¡Y ahora qué?!” - ¿Saltaba a un lado? Las manazas podían atraparle fácilmente, las tenía encima, se había preocupado demasiado por atraerla hasta tal punto que había dejado que se acercase hasta tenerlo justo frente a él. – “¡¡Reacciona Tale!!” – Lyn gritó de dolor, al otro lado del abismo, la muchacha estaba tratando de sacar a Irirgo de la cadena que seguía manteniendo al hombre en el suelo, boca abajo.
- ¡¡Lyn!! – Apenas pudo girarse a ver que sucedida, no tenía tiempo, tenía que actuar.
Aquel era un gesto que había repetido muchas veces, lo repetía tantas veces que si fuese el protagonista de una de las novelas que leía la vampiresa, probablemente, le había puesto un nombre. “Corte cruzado” o algo así.
Dejó escapar todo el aire de sus pulmones y asió la espada que blandía con ambas manos para atacar de inmediato a aquel ser, con todo lo que tenía.
- ¡Muérete de una maldita vez monstruo! – Un estruendoso sonido metálico precedió al que produjo el brazo de aquella cosa caer al suelo, fragmentándose. Apretó los dientes y contempló como varias esquirlas de metal salían desperdigadas de la hoja que esgrimía según esta entraba en el torso de la bestia. - ¡Todavía no he acabado contigo! – Su arma temblaba entre sus manos, queriendo escapar de su agarre, rindiéndose ante el golem. Pero aquello no era lo importante, lo importante era el sonido de la piedra crujiendo bajo el abrazo del metal que él blandía, aquello era lo relevante, iba a cortar aquella cosa en dos o iba a morir en el intento.[1]
Aquella fue la idea hasta que, aproximadamente a mitad de torso, la espada se rompió en dos con un fuerte chasquido.
- ¿¡Qué?! – Una simple palabra fue lo único que pudo pronunciar al ver como lo que quedaba de espada perdía su brillo, al ver como parte del arma que le había acompañado durante tanto tiempo quedaba alojada en el vientre de aquel monstruo.
Se recompuso, o más bien el golem le obligo a hacerlo rugiendo de nuevo. El monstruo aún tenía un brazo útil y él seguía al lado del precipicio. No podía permitirse dudar.
Dejó que le golpease el brazo que seguía teniendo aquella cosa en el pecho. Y lo agarró.
Gritó de dolor al notar como ahora eran las costillas las que se resentían bajo el puño de piedra de aquella cosa, pero no había caído al vacío, seguía estando en tierra firme, apenas un palmo de tierra firme, pero el suficiente.
Sacudió la cabeza, se comenzaba a marear, el mundo se distorsionó levemente a su alrededor. ¿Cómo hacía para llegar siempre a aquellos límites? En realidad, sabía que aquella no era la pregunta correcta.
¿Por qué lo hacía?
Lanzó un rápido vistazo a Syl y a Dann. Sonrió, tiró de la bestia, tratando de arrastrarla hacía el abismo.
Solo tenía que ser rápido y apartarse de la trayectoria del golem según este comenzase a caer, agarrarse al borde quizás. Por supuesto, no había pensado en como lo iba a hacer hasta el momento en el cual lo estaba haciendo.
Era un idiota.
Otra vez aquella mujer, se mordió el labio inferior y retrocedió un par de pasos, obligando a Kothán a hacer lo mismo agarrándole del brazo. Era el aura que esta poseía, no sabía explicarlo con exactitud, sentía que algo iba mal con aquella elfa.
Eltrant le había hecho prometer que no leería los pensamientos ajenos, y no lo hacía, pero había veces que captabas cosas sin pretenderlo, usualmente sentimientos fuertes, los que no se pueden controlar. La ira, el amor, el miedo, el tipo de emociones que, usualmente, se pueden ver a simple vista en las caras de las personas que las experimentan.
Por alguna razón, aquella elfa emanaba ira, emanaba una furia desmedida que Lyn no terminaba de comprender, una solo comparable a la que Asher estaba sintiendo en aquel momento y que sí se podía ver con claridad.
La cara de la mujer era impasible, serena, era la de alguien que sentía que contralaba la situación, pero estaba furiosa, y eso la hacía mucho más peligrosa.
Tragó saliva, tenía que hacer algo. Otra vez. Pero esta vez dudaba que fuese de mucha utilidad a Asher, mucho menos iba a poder colgarse de la espalda del mismo, estaba deslizándose a través del lugar a una velocidad que difícilmente ella podría alcanzar.
Y en la otra parte del foso Eltrant estaba haciendo el idiota y tratando de tumbar a una piedra con su espada. La manera más fácil de solucionar aquello era con la ayuda de Irirgo, del dragón, estaba segura de que él podría ayudar.
Pero la lucha continuaba y ella apenas podía acercarse a la cadena que rodeaba el cuerpo de Irirgo sin recibir una descarga ridículamente dolorosa. Y aun si lo liberaba de las cadenas no sabía si podía conseguir algo con ello, el hombre estaba fuera de combate ¿Estaba despierto? ¿Aquella cosa le seguía afectando aun inconsciente?
- Lo… lo siento mucho por esto… - Susurró. – Perdóname – Repitió, sabía que al dragón no le iba a gustar lo que estaba a punto de hacer.
Lentamente, casi dudando de si estaba haciendo realmente lo correcto o no acercó su mano hasta el cuerpo del hombre. Cuando la colocó sobre él sintió como una descarga recorría todo su cuerpo violentamente.
Fue apenas una fracción de segundo, pero gritó, muy fuerte, se le saltaron las lágrimas, se le revolvió el estómago, el mundo comenzó a dar vueltas y escuchó a Eltrant gritar su nombre. Dolía mucho, muchísimo, era normal que hubiese dejado a alguien como el veterano fuera de combate.
Pero se desvaneció, consiguió hacerlo, se convirtió en humo y deslizó a Irirgo a través de las cadenas.
O lo intentó antes de desmayarse.
[1] Habilidad Nivel 3: Hoja Cargada.
Syl iba a la cabeza, no era de extrañar, era quien veía mejor en la cuasi penumbra en la que se encontraban y, por otro lado, Eltrant confiaba más en las dotes para guiarse del felino que en las suyas propias. Era Syl el que decidía que bifurcación tomar después de detenerse a mirar, durante varios segundos, cada opción, o si ascender o descender, Eltrant simplemente se encargó de transportar a Dann a su espalda y de seguir al gato, nada más.
El brujo, por otro lado, no se movió mucho en el trayecto, parecía estar realmente agotado y no era para menos, si estaban vivos era gracias a que lo había dado todo para salir vivos del enfrentamiento.
Lentamente el olor a herrumbre fue sustituido por el suave aroma a humedad característico de la mayoría de las cuevas en las que el exmercenario se había adentrado y, al cabo de unos minutos, acabaron en lo que parecía ser una sala amplia, dividida en dos por un profundo abismo en el centro.
Syl fue el primero que se percató de la presencia de Asher al otro lado del precipicio, Eltrant suspiró aliviado al ver a Lyn entre ellos y le ofreció una sonrisa a la vampiresa, pero no hubo tiempo para nada más, una melodiosa voz interrumpió el reencuentro.
Una elfa irrumpió en la cámara desde a entrada opuesta a la que habían usado el lobo y los demás, a través de una galería que estaba en su lado del abismo.
Eltrant frunció el ceño y estudió minuciosamente a la mujer desde la distancia. Las palabras que usaba, la forma en la que se movía, la elfa era una persona arrogante, segura de sí misma, se comportaba igual que muchos de los brujos a los que se había enfrentado, lo preocupante era, sin embargo, que aquella arrogancia podía tener cierta base tras ella.
En cualquier caso las reacciones de los presentes no se hicieron esperar, Asher desenvainó su espada e Irirgo, reaccionando aún más rápido que el lobo, trató de transformarse en lo que parecía ser un dragón tan pronto como la mujer terminó de hablar, algo que pilló a Eltrant por sorpresa pues jamás habría imaginado que el veterano era oriundo de Dundarak.
No obstante, a pesar de la velocidad de reacción que mostró Irirgo, no le sirvió de gran cosa; No llegó a terminar su transformación, acabó atado firmemente entre gruesas cadenas que de algún modo la elfa había conjurado alrededor de su cuerpo y por lo que parecía, el mero contacto con aquel metal hacía que el hombre se retorciese de dolor.
Chasqueó la lengua y depositó con cuidado a Dann en el suelo, junto a la entrada. Segundos después de hacerlo la elfa repelió tanto la saeta que disparo Syl como la espada de Asher mediante su magia, lanzó al lobo por los aires.
Se rascó la barba y lanzó un último vistazo a Dann, suspiró.
– Quédate aquí.
¿Qué podía hacer? ¿Tratar de saltar el vacío sin fondo aparente que les separaba de la elfa? No podía llegar tan lejos por su cuenta, quizás con la ayuda de Lyn, pero la muchacha parecía cansada y parecía más preocupada por sacar a Irirgo de las cadenas que otra cosa.
Los problemas, de todas formas, no tardaron en llegar hasta su lado del abismo, dónde tras un breve temblor una mole de más de tres metros de alto constituida enteramente de piedra salió del suelo, alzándose ante Eltrant y Syl, rugiendo con fuerza.
Tragó saliva. ¿Qué era aquella cosa? ¿Lo había creado la elfa? Cerró su mano con fuerza en torno a su espada y tomó a Syl del hombro, no podía hacer otra cosa, fuese lo que fuese, no era precisamente amigable.
- Cuida de Dannos – Ordenó avanzando un par de pasos, adelantándose al felino, el golem rugió de nuevo. – Déjamelo a mí - Tomó aire, todavía no sabía cómo iba a encarar aquella cosa, pero iba a comenzar atacándole directamente. Hubiese agradecido la ayuda de Dann, el habría sabido como parar a aquella cosa.
Cuando atacó su espada hizo lo que había esperado, rebotó, estaba literalmente pelando contra una pared, una que le odiaba a muerte y que acompañaba aquellos sentimientos con acciones consecuentes.
Retrocedió un par de pasos para evitar el puño del golem y volvió a acometer consiguiendo el mismo resultado de antes. Dejó escapar un par de insultos dirigidos a los dioses a los que rezase la elfa y encajó como mejor pudo el puño de aquella cosa, que le lanzó por los aires como si no fuese más que un almohadón molesto y le hizo chocar contra la pared.
Trató de incorporarse rápidamente pero una de las pesadas piernas del monstruo de piedra le pisó en la espalda obligándole a quedarse tumbado. Sintió como se rompía en su interior, gritó con fuerza y golpeó el suelo bajo él insistentemente.
- ¡Quítate de encima mía! – Fue lo único que brotó de sus labios, un grito desgarrador que hizo que Lyn, por unos instantes, se girase a mirarle antes de volver a tratar de ayudar a Irirgo, esta vez de forma más insistente.
Aquella cosa era muy fuerte, pero también era lenta, pesada, cuando levantó la pierna para repetir aquel ataque pudo escaparse arrastrándose lo más rápido que pudo, colándose entre sus piernas.
Rodó durante varios segundos, esquivando los pisotones deseando que la base de aquella cosa no acabase sobre una de sus extremidades, estaba seguro que dé había tenido suerte, que no le había atrapado como de verdad hubiese querido, si lo hubiese hecho estaría muerto.
Consiguió levantarse y recuperar su espada, jadeando levemente vio como la mole de piedra decidía dejarle en paz y trataba de ir a por Syl y Dann, en cierto sentido solo tenían que retroceder un par de pasos y ocultarse de nuevo en la galería que habían transitado para llegar hasta allí, aquella cosa era incapaz de entrar en la cueva, pero Dann apenas podía moverse, no podía esperar que les diese tiempo a hacerlo.
Volvió a atacar, insistentemente, repitiendo cada estocada obcecado. Su espada rebotaba una y otra vez, sacando pequeños fragmentos de piedra del cuerpo de la bestia pero sin ocasionar nada parecido a daño real.
- ¡¿Quieres morirte de una vez!? – Gritó, el golem se giró para mirarle, depositó en él aquellos ojos huecos, aquellas cuencas vacías que usaba para mirar a su alrededor y rugió, volviendo a centrar en el castaño su atención. - ¡Eso es! – Exclamó, levantó la espada, tosió sangre - ¡Ven a por mí! ¡Aquí me tienes!
Esquivó el primer directo que la mole lanzó y encajó lo mejor que pudo el segundo, el cual apenas consiguió ver.
Aunque pesada, aquella bestia era más rápida de lo que había pensado en un principio. ¿O era que estaba ganando velocidad? Lanzó un rápido vistazo al otro lado del foso, dónde Asher seguía luchando preso de una ira que no recordaba haber visto nunca, tragó saliva volvió a emprender la retirada, esta vez atacando lo suficiente como para que aquella cosa le siguiese aun cuando se ganó varios golpes en el proceso.
- ¡Sígueme! ¡Vamos! – Escupió a un lado la sangre que se aculaba en su boca, agradeció el no tener puesta la armadura, aquella cosa habría convertido todo el metal que solia vestir en su ataúd, lo único que tenía de su parte en aquella pelea era que era mínimamente más rápido, e incluso eso estaba empezando a perder.
Miró en dirección al abismo, solo tenía una forma de matarla, por muy resistente que fuese ni siquiera aquella cosa podría soportar la caída.
- ¡Un poco más! – El golem rugió como respuesta, Eltrant continuó retrocediendo hasta estar al borde del precipicio. – “¿Y ahora qué?” – Se había acorralado a sí mismo, no era la estrategia más inteligente, pero tenía aquella cosa cerca de su final. – “¿Y ahora qué?” – El golem levantó su puño dispuesto a convertirle en una masa sanguinolenta. – “¿¡Y ahora qué?!” - ¿Saltaba a un lado? Las manazas podían atraparle fácilmente, las tenía encima, se había preocupado demasiado por atraerla hasta tal punto que había dejado que se acercase hasta tenerlo justo frente a él. – “¡¡Reacciona Tale!!” – Lyn gritó de dolor, al otro lado del abismo, la muchacha estaba tratando de sacar a Irirgo de la cadena que seguía manteniendo al hombre en el suelo, boca abajo.
- ¡¡Lyn!! – Apenas pudo girarse a ver que sucedida, no tenía tiempo, tenía que actuar.
Aquel era un gesto que había repetido muchas veces, lo repetía tantas veces que si fuese el protagonista de una de las novelas que leía la vampiresa, probablemente, le había puesto un nombre. “Corte cruzado” o algo así.
Dejó escapar todo el aire de sus pulmones y asió la espada que blandía con ambas manos para atacar de inmediato a aquel ser, con todo lo que tenía.
- ¡Muérete de una maldita vez monstruo! – Un estruendoso sonido metálico precedió al que produjo el brazo de aquella cosa caer al suelo, fragmentándose. Apretó los dientes y contempló como varias esquirlas de metal salían desperdigadas de la hoja que esgrimía según esta entraba en el torso de la bestia. - ¡Todavía no he acabado contigo! – Su arma temblaba entre sus manos, queriendo escapar de su agarre, rindiéndose ante el golem. Pero aquello no era lo importante, lo importante era el sonido de la piedra crujiendo bajo el abrazo del metal que él blandía, aquello era lo relevante, iba a cortar aquella cosa en dos o iba a morir en el intento.[1]
Aquella fue la idea hasta que, aproximadamente a mitad de torso, la espada se rompió en dos con un fuerte chasquido.
- ¿¡Qué?! – Una simple palabra fue lo único que pudo pronunciar al ver como lo que quedaba de espada perdía su brillo, al ver como parte del arma que le había acompañado durante tanto tiempo quedaba alojada en el vientre de aquel monstruo.
Se recompuso, o más bien el golem le obligo a hacerlo rugiendo de nuevo. El monstruo aún tenía un brazo útil y él seguía al lado del precipicio. No podía permitirse dudar.
Dejó que le golpease el brazo que seguía teniendo aquella cosa en el pecho. Y lo agarró.
Gritó de dolor al notar como ahora eran las costillas las que se resentían bajo el puño de piedra de aquella cosa, pero no había caído al vacío, seguía estando en tierra firme, apenas un palmo de tierra firme, pero el suficiente.
Sacudió la cabeza, se comenzaba a marear, el mundo se distorsionó levemente a su alrededor. ¿Cómo hacía para llegar siempre a aquellos límites? En realidad, sabía que aquella no era la pregunta correcta.
¿Por qué lo hacía?
Lanzó un rápido vistazo a Syl y a Dann. Sonrió, tiró de la bestia, tratando de arrastrarla hacía el abismo.
Solo tenía que ser rápido y apartarse de la trayectoria del golem según este comenzase a caer, agarrarse al borde quizás. Por supuesto, no había pensado en como lo iba a hacer hasta el momento en el cual lo estaba haciendo.
Era un idiota.
______________________________________________________________
Otra vez aquella mujer, se mordió el labio inferior y retrocedió un par de pasos, obligando a Kothán a hacer lo mismo agarrándole del brazo. Era el aura que esta poseía, no sabía explicarlo con exactitud, sentía que algo iba mal con aquella elfa.
Eltrant le había hecho prometer que no leería los pensamientos ajenos, y no lo hacía, pero había veces que captabas cosas sin pretenderlo, usualmente sentimientos fuertes, los que no se pueden controlar. La ira, el amor, el miedo, el tipo de emociones que, usualmente, se pueden ver a simple vista en las caras de las personas que las experimentan.
Por alguna razón, aquella elfa emanaba ira, emanaba una furia desmedida que Lyn no terminaba de comprender, una solo comparable a la que Asher estaba sintiendo en aquel momento y que sí se podía ver con claridad.
La cara de la mujer era impasible, serena, era la de alguien que sentía que contralaba la situación, pero estaba furiosa, y eso la hacía mucho más peligrosa.
Tragó saliva, tenía que hacer algo. Otra vez. Pero esta vez dudaba que fuese de mucha utilidad a Asher, mucho menos iba a poder colgarse de la espalda del mismo, estaba deslizándose a través del lugar a una velocidad que difícilmente ella podría alcanzar.
Y en la otra parte del foso Eltrant estaba haciendo el idiota y tratando de tumbar a una piedra con su espada. La manera más fácil de solucionar aquello era con la ayuda de Irirgo, del dragón, estaba segura de que él podría ayudar.
Pero la lucha continuaba y ella apenas podía acercarse a la cadena que rodeaba el cuerpo de Irirgo sin recibir una descarga ridículamente dolorosa. Y aun si lo liberaba de las cadenas no sabía si podía conseguir algo con ello, el hombre estaba fuera de combate ¿Estaba despierto? ¿Aquella cosa le seguía afectando aun inconsciente?
- Lo… lo siento mucho por esto… - Susurró. – Perdóname – Repitió, sabía que al dragón no le iba a gustar lo que estaba a punto de hacer.
Lentamente, casi dudando de si estaba haciendo realmente lo correcto o no acercó su mano hasta el cuerpo del hombre. Cuando la colocó sobre él sintió como una descarga recorría todo su cuerpo violentamente.
Fue apenas una fracción de segundo, pero gritó, muy fuerte, se le saltaron las lágrimas, se le revolvió el estómago, el mundo comenzó a dar vueltas y escuchó a Eltrant gritar su nombre. Dolía mucho, muchísimo, era normal que hubiese dejado a alguien como el veterano fuera de combate.
Pero se desvaneció, consiguió hacerlo, se convirtió en humo y deslizó a Irirgo a través de las cadenas.
O lo intentó antes de desmayarse.
_____________________________________________
[1] Habilidad Nivel 3: Hoja Cargada.
Última edición por Eltrant Tale el Jue Jul 20 2017, 03:30, editado 4 veces
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
El miembro 'Eltrant Tale' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2234
Nivel de PJ : : 0
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Kothán observó como su compañero caía. Aquella cadena parecía haber apresado a Irirgo, impidiéndole cambiar. El zorro miró alrededor, buscando algo que le sirviese, pero, ¿que iba a hacer? ¿Romper la cadena él solo? Si la descarga era tan potente como para debilitar al dragón, él no tenía ninguna oportunidad.
Además, aquella elfa... esa magia no era normal. No era como algo que hubiese visto antes. Su instinto le decía que saliese de allí. Que buscase un sitio seguro. Si llamaba la atención de la hechicera, no tenía ninguna duda de que acabaría reducido a cenizas. Pero allí no había donde esconderse, salvo que abandonase al resto. ¿Podía hacerlo? ¿Y si morian? Esa gente le había acogido, y en su mayoría, tratado bien. Compartido su comida y proporcionado un lugar donde estar. ¿E iba a simplemente huir?
Bueno. Quería salvar su pellejo. Por buenos que hubiesen sido con él, sobrevivir era más importante. Pero aún podía intentar algo. Buscó una piedra, la más grande que cabía en su puño, y se dirigió hacia el dragón. Irirgo estaba jadeando pesadamente, tirado en el suelo. La cadena no parecía estar hiriendole en ese momento. O tal vez lo hiciese y no lo mostrase.
-Aguanta, aguanta...- murmuró. Alzó la piedra y golpeó un eslabón de la cadena. La roca empezó a vibrar con electricidad, y se deshizo en su mano sin siquiera hacer mella en el metal. -Ah, mierda.-
No quería que eso le pasase a su mano. Volvió a mirar alrededor. Pero no había nada. ¿Que iba a usar? ¿Magia? No tenía ninguna habilidad útil en ese momento. Si intentaba acercarse a la elfa, moriría. Tal vez... el bastón. El bastón que había usado Irirgo como antorcha. Valía la pena.
El hombre bestia cogió el bastón, que aún vibraba en la zona del cristal. Lo empuñó con ambas manos, apuntándolo a la cadena. Se imaginó a si mismo lanzando una llamarada que fundiese el metal, o un chorro de agua a presión que lo partiese por la mitad. Cerró los ojos. Pero, naturalmente, no ocurrió nada.
-¿Pero que demonios estoy haciendo?- se preguntó. Ante su mirada, la vampiresa se acercó al dragón. -¡No, espera!- dijo. De nuevo, fue inútil: Lyn posó su mano sobre el cuerpo de Irirgo, y comenzó a gritar ante la descarga que debía estar sufriendo. Y, de repente... ¿desapareció? Su cuerpo se convirtió en humo, junto al de Irirgo. Koth entró en pánico. ¿Que había pasado? ¿Era la cadena? ¿Los había hecho desvanecerse? ¿Estaban muertos? ¿Donde...?
Antes de que pudiese pensar más, Lyn reapareció a un par de metros, junto a Irirgo. La cadena había caido al suelo, y ambos estaban inconscientes. ¿Que demonios ocurría? El zorro se aproximó a la pequeña y el veterano. Aún respiraban. Pero no había tiempo para tranquilizarse. Aquella cadena mágica estaba... viva, de alguna forma. Empezó a reptar hacia él. Su trabajo no había terminado.
Como si fuese una serpiente, el objeto de metal se alzó sobre si mismo, preparándose para saltar hacia Koth. No tenía ninguna intención de sufrir lo mismo que el dragón, o que Lyn. Él no tenia un centenar de años. Podía morir. La cadena saltó. Instintivamente, el zorro zarandeó el objeto que aún tenia en las manos, intentando no mirar. La punta del bastón impactó contra la cadena, y esta se enrolló en torno al cetro.
-¡Gah! ¡Apártate de mi!- exclamó, arrojando el bastón hacia el abismo. Tal vez fuese una reacción instintiva, o salida del miedo. Pero en ese caso, fue suficiente. La cadena salió despedida hacia el abismo, aún enrollada en el bastón. Koth se quedó mirando al precipicio, confuso. ¿Acababa de ganar? Si. No. La batalla real seguía estando ahí. Tenía que ayudar a... a los que estaban inconscientes. Si. Sacarlos de ahí.
Cerró sus manos en torno a la vampiresa. Era sorprendentemente ligera, así que no le costó llevarla hasta la boca de la cueva, fuera de la vista de esa elfa. De la misma forma, arrastró a Irirgo. El dragón aún seguía inconsciente. No iba a resultarles útil ahí.
_____________________________________________________________________________
Syl saltó, apartándose del trayecto de la mano del golem. Eltrant le había dicho que se ocupase del brujo. Como si él pudiese encargarse del monstruo solo. ¿Tenía aires de héroe, o era arrogancia? En cierta forma, le recordaba al carácter casi suicida que había adoptado Asher. Era estúpido. Muy estúpido. Seguro que el hombre perro lo había adoptado del humano. O tal vez al revés.
Fuera como fuese, tenía parte de razón. Syl cogió del brazo a Dannos, que se encontraba casi inconsciente, y empezó a arrastrarlo de vuelta a la cueva. Afortunadamente, el brujo no era demasiado pesado. Físicamente, claro. No tardó en colocarlo en un lugar que la bestia no podría alcanzar. Incluso si morian, Dann estaría a salvo.
De repente, aquella situación se le hizo algo injusta.
Lanzó una mirada hacia el humano y esbozó una mueca. Estaba siendo aplastado por aquel monstruo. Cualquier persona normal habría muerto. Fractura de espalda, como mínimo. Pero parecía que lo que decía Asher era cierto: ese humano no era "normal". El felino sacó su ballesta y disparó un virote contra el gólem. El virote impactó en la cabeza... y rebotó inutilmente. ¿Por qué estaba siendo tan inutil ese día? Odiaba la magia. La gente normal solía morir cuando le disparaba.
Syl suspiró. ¿Que hacía? Saltar al otro lado era demasiado arriesgado, hasta para él. Eltrant apenas era más rápido que la mole, y a ese paso, no tardaría en ser destrozado. Lo peor es que le estaba provocando aún más. Llevando hasta el precipicio... ese debía ser su plan.
O eso suponía. Porque entonces, el humano decidió cortarle un brazo al ser de piedra bajo la atónita mirada del ballestero. Sin considerarlo suficiente, Eltrant atacó al torso, como si intentase cortar a aquel ser con su espada. Lo que sucedió fue cruelmente previsible. La espada se rindió, quedandose dentro del gólem. Maldito idiota. Tenía que haber atacado a las piernas.
Syl salió corriendo. Tale estaba intentando suicidarse junto a aquel monstruo. No iba a permitirlo por principio. ¿Y si esa clase de idea se le metía a alguien más en la cabeza? El felino se dirigió al gólem, ballesta en mano, y disparó la ballesta hacia el punto fracturado por la espada. El impulso fue suficiente como para hacer que el monstruo se tambalease. No. Había sido el tirón de Eltrant.
El gato saltó, subiendose a la cabeza del monstruo de piedra. Dando el último empujón que necesitaba. El felino sintió como aquel ser empezaba a caer, y se despegó, volviendo a tierra firme. Su brazo se extendió al abismo, agarrando a Eltrant antes de que este se soltase del borde. Empezó a tirar, quejándose. Al menos no era tan pesado como el perro.
_____________________________________________________________________________
Me agaché, esquivando una esfera de hielo que volaba hacia mi. Aquella mujer no era normal. Los elfos no controlaban ese tipo de magia.
Cada vez que me acercaba, la mujer me expulsaba de vuelta con una onda telekinética. Empezaba a estar muy cansado de la telekinesis. Una y otra vez, me levanté y volví a atacar. Una y otra vez, esquivé sus proyectiles elementales. Empezaba a ver un patrón. La energía del bastón siempre tomaba un color distinto.
-Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Está claro que no tuvieron en cuenta a los hombres perro.- dijo la mujer. Era frustrante. Acercarse era imposible, por más que lo intentase. Si la ladeaba, acabaría expulsado contra el abismo, o contra la pared de la cueva. Ninguna de las opciones era deseable. Sin embargo, había tenido un efecto positivo. Curiosamente, la frustración y el cansancio había hecho que me calmase. Tenia que pensar racionalmente. No ganaba nada lanzandome sin más. Giré la cabeza hacia Syl. El gato estaba ocupado evitando al golem y arrastrando a Dann. Asentí ligeramente.
La elfa me vio y se volvió, lanzando otro pulso de fuerza para deflectar un virote que nunca había sido disparado, distrayéndose durante un breve segundo. Pero era todo lo que necesitaba. Salté hacia ella, lanzando un corte vertical. Noté como mi espada encontraba carne. Se había girado de nuevo, pero conseguí impactar en el brazo. No tuve tiempo a celebrarlo: La elfa rugió, y un pilar de piedra salió del suelo, golpeándome en el costado con fuerza.
De nuevo, salí volando un par de metros, hasta llegar a la pared de la cueva. El golpe había sido brutal. Todo mi torso ardía, y la sangre empezó a emanar de la zona del golpe. Emití un gruñido sordo mientras me levantaba y recuperaba mi espada. Sonreí ante la satisfacción de haber herido a la elfa, pero mi rostro se convirtió en una mueca cuando me levanté. Despertarme por las mañanas iba a ser dificil.
El grito de la elfa había hecho que se convirtiese en algo distinto. La faceta altiva y serena que mostraba había desaparecido. Ahora, su rostro mostraba furia. Una furia poderosa y amenazante. Si considerase a la elfa como algo superior a una molestia, incluso habría resultado intimidante.
-¡TÚ NO SABES CON QUIEN ESTÁS TRATANDO!- gritó, torciendo sus manos. El suelo comenzó a temblar. -¡VAS A ARREPENTIRTE DE HABERTE CRUZADO EN MI CAMINO, BESTIA INMUNDA!- sonreí, disfrutando del dolor que le había causado. Si eso le había molestado, le esperaba algo mucho peor.
No iba a acobardarme ante magia.
Una enorme roca empezó a surgir del suelo, dejando un crater debajo. Junto a ella, una enorme lanza de hielo flotó por el aire, preparándose para empalarme. Esperé a que la piedra se lanzase sobre mi y salté sobre ella, usándola como apoyo en el momento justo para saltar de nuevo. El arma de hielo no llegó a rozarme.
Rojo, y después azul. El bastón estaba delatando sus movimientos. Un muro de fuego surgió frente a mi, bloqueandome el paso. No había forma de evitarlo. No iba a perder el impulso. Salté, atravesando las llamas. Sentí un enorme calor seguido de un siseante dolor bajo mis patas. Un iceberg surgió del suelo, formando casi una montaña de hielo. Clavé mi espada en él y corrí sobre la pared de hielo, dandome un extraño hormigueo debido al cambio de temperatura. Salté, cayendo sobre la elfa en un segundo tajo vertical.
Una ráfaga de viento le impulso fuera de mi camino, a unos metros de distancia. Se estaba quedando sin trucos.
-¡MUERE DE UNA VEZ, SUCIO BASTARDO!- chilló. Su arma comenzó a vibrar. Podía ver chispas surgiendo del cetro. Estaba cargando ese objeto con demasiada energía. -¡MUERE!- gritó de nuevo. Un enorme rayo de electricidad voló hacia mi, iluminando todo el campo de batalla. No tuve tiempo de esquivarlo. Pero mi espada lo interceptó.
Algo raro ocurrió en ese momento. La descarga no llegó hasta mi cuerpo. Podía oir el chasquido eléctrico en el aire. Pero no sentía la vibración, ni el ardor o el mordisco de dolor incontrolable. El rayo se mantuvo entre la mujer y mi espada. Mi Brillo. Hasta que el hechizo se detuvo. Mi espada permaneció alta... y rodeada de electricidad. Un rayo eterno salía del filo, ondulando con elegancia en el aire.
No tenía ni idea de que acababa de pasar. Pero estaba más que dispuesto a aprovecharlo. El resplandor de la hoja aumentó aún más, y lancé un corte al aire. La onda de energía que salió fue la más potente que había usado hasta entonces. Una andanada eléctrica en forma de media luna se dirigió hacia la elfa, que intentó bloquear con su bastón.
No fue suficiente.
La elfa dio un paso hacia adelante y cayó al suelo, convulsionando. Un enorme corte en su vientre hacía evidente que no iba a sobrevivir. Su bastón aún seguía en sus manos, cortado por la mitad. Me acerqué a ella. La mujer aún temblaba.
-¿Qué... qué e-e-eres t-t-tú...?- preguntó débilmente.
-Soy un hombre bestia completamente normal.- dije, encogiendome de hombros. Alcé mi espada y hundí el filo en su garganta. La corriente eléctrica hizo que su cuerpo temblase aún más. Empujé el cuerpo con la hoja, y la mujer cayó al abismo.
__________________________________________________________________________________________________
Un temblor empezó a sacudir la cueva. A diferencia de lo que podian pensar, las paredes no se derrumbaban, ni el techo caia sobre ellos. Aquello era algo mucho menos natural que un terremoto o un colapso. Las paredes del abismo se estaban moviendo. Cerrandose. Lentamente, el enorme agujero del suelo empezó a disminuir, creando un puente que unía ambas partes de la galería.
Tras un minuto, el temblor cesó. Y, como si no hubiese existido nunca, el abismo había desaparecido.
___________________________________________________________________________________________
Usada habilidad de nivel 3: Absorber
Usada habilidad de nivel 1: Corte de Energia
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
- ¡Me caigo, me caigo, me caigo! – Se deslizó por el borde, la criatura rugía con fuerza mientras caía al vacío, un rugido que se fue acallando según esta llegaba al fondo del abismo, hasta que finalmente desapareció.
El simple hecho de que no hubiese escuchado al golem fragmentarse al estrellarse contra el suelo le ponía aún más nervioso, tensó todos los músculos y se sujetó al borde con aún más fuerza. ¿Cómo de profundo era? Evitó el mirar hacia abajo y trató de impulsarse hacia arriba con poco resultado, le sorprendía el tener fuerza en los brazos para mantenerse sujeto.
Afortunadamente la mano de Syl se cerró en torno y le ayudó a subir a tierra firme de un fuerte tirón, el felino le había dado el último empujón que el monstruo de piedra necesitaba para despeñarse.
Se arrastró jadeando y se quedó durante unos segundos mirando al oscuro techo de la cueva, desviando su mirada solo para ver cómo se encontraba Lyn.
- Gracias – Dijo a Syl levantando un pulgar, sonriéndole como buenamente podía. – Ya van dos.
Se quedó en aquella postura, maldiciendo su incapacidad para saltar el hueco, el tiempo suficiente para escuchar cómo tras intercambiar aún más golpes, el lobo acababa derrotando a la elfa devolviéndole, lo que Eltrant supuso, que era su propio ataque.
Nunca llegaría a comprender como hacía Asher para controlar la magia, le había hablado de “Runas” y, a grandes rasgos, de cómo funcionaban. Pero seguía sin enterarse. El lobo podía controlar los elementos sin ser brujo, eso era lo que él veía.
En cuanto Asher terminó de rematar a la elfa y la lanzó al vacío el abismo se cerró como si nunca hubiese existido, permitiendo a los dos grupos volver a encontrarse.
Se levantó torpemente y recuperó lo que quedaba de su espada, la miró durante varios largos segundos; la hoja seguía gélida, brillando tenuemente, era evidente que Asher sabía lo que hacía, la runa de hielo seguía funcionando aún con la mitad de la hoja destrozada.
¿Podría arreglarla algún herrero? Suspiró y se tambaleó hasta Dann.
- ¿Necesitas que te lleven? – Dijo sonriendo, él no estaba para levantar peso, pero se encargó de que Syl le ayudase con un gesto. – Vamos… arriba – En cuanto trató de levantar al brujo se le resintieron las heridas y cayó de rodillas, la adrenalina se había esfumado y lo único que había dejado tras de sí era una sensación de malestar general a la que estaba habituado. Tuvo que soltar a Dannos y dejar que Syl cargase con el brujo.
– ¿Estas bien? – Fue lo primero que preguntó al ver las heridas del lobo, no era usual verle así, era evidente que no acababa de tener una pelea normal. Pero parecía estar bien, estaba erguido, aguantando.
Eltrant limitó a sonreír, tampoco iba a preguntarle quienes eran los que les acababan de atacar, dudaba mucho que Asher siquiera lo supiese, la línea de trabajo que seguía el lobo era una con la cual te ganabas muchos enemigos, la elfa sería la empleada de algun mercader que había tenido la mala suerte de cruzarse en el camino del can.
- …De todos modos …Me alegro de verte entero. – Dijo dejando caer una mano en el hombro del lobo, zarandeándole un poco, señaló a Dann y a Syl – Se han portado bien, me han salvado la vida, unas tres veces... o cuatro – Ensanchó la sonrisa, o la mueca que tenía ahora dibujada en la cara y que se asemejaba a una – No te preocupes, no les ha tocado nada – Dicho esto se dejó caer junto a Lyn, que descansaba junto a Irirgo en la entrada de la cueva.
La muchacha estaba inconsciente, pero parecía estar bien. Suspiró y le pasó la mano por la frente.
- ¿…Te estas… te estas aprovechando de que no me puedo mover? – Susurró la vampiresa abriendo los ojos, Eltrant arqueó ambas cejas al oír esto y se apoyó en la pared, palpando con suavidad los moratones y los cortes que se había ganado aquel día. Echaba de menos su cabaña. – …Sucio pervertido. – Agregó Lyn sonriendo, levantándose como buenamente podía y apoyándose, como Eltrant, en la pared– …No …me sorprende viniendo de Elran Tail. – Volvió a cerrar los ojos, el castaño no hizo ningún comentario y negó con la cabeza.
- ¿Cómo te encuentras? – Preguntó mirando desde dónde estaban el reencuentro que Asher tenía con sus compañeros. A simple vista no parecía que Lyn hubiese recibido ningún golpe, pero se la veía agotada. ¿Había usado su magia de sombras? Era lo único que se le ocurría, estaba siendo una mala influencia.
- … He ayudado. – Fue lo único que recibió como respuesta. – Y …tengo hambre.
Sin añadir nada más a la conversación Eltrant se deshizo de la venda que rodeaba su brazo, Lyn negó con la cabeza.
- No. Cuando… lleguemos a la habitación. – Miró a los demás – No quiero que se piensen nada raro. – Eltrant sonrió y bajó la extremidad. – Qué… qué te obligo o algo así. – Dijo cabizbaja.
Eltrant dejó escapar una risotada, una tras la cual tosió sangre, Lyn infló los mofletes y trató de moverse, pero no consiguió gran cosa.
- Me gustaría ver que haces para obligarme. – Se llevó ambas manos hasta el pecho, dónde había recibido el puñetazo del golem y dónde ahora se concentraba el dolor - ¿Controlarme la mente? – Movió las manos de forma enigmática. Tras hacer la pregunta Lyn le dio una palmada que, por la expresión de la muchacha, tenía aspecto de ser en realidad un empujón.
- Tienes que ser mínimamente inteligente para eso. – Afirmó – No puedo controlar las piedras – Se cruzó de brazos, aunque estuvo a punto de caer rendida de nuevo por el movimiento – Tampoco a los idiotas - Eltrant volvió a reírse, una risa que acabó de nuevo en vario gemidos de dolor.
- No pienso cargar contigo hasta afuera, muerde. – Ordenó zarandeando el brazo frente a los ojos de la chica. – Vamos.
- Que rarito que eres. – Dijo Lyn mordiéndose el labio inferior, miró rápidamente a Irirgo a su lado y suspiró. – Pero… - Jugueteó con su flequillo – … si insistes.
Fue rápido, era obvio que Lyn estaba preocupada por la impresión que aquello podría dar ante el resto. Eltrant sintió como se le entumecía el brazo en cuanto los afilados colmillos de la muchacha perforaron su carne cancelando el dolor del mordisco. Este entumecimiento, por primera vez, se extendió a todas las demás heridas de su cuerpo, permitiendo al castaño moverse con mayor facilidad.
Al cabo de aproximadamente medio minuto Lyn soltó el brazo de Eltrant y se levantó, aun se tambaleaba un poco, pero se podía caminar por su propia cuenta.
- … Me lo ha pedido él – Dijo Lyn de inmediato a todo aquel que estuviese cerca, señalando a Eltrant – Él es el fetichista raro, seguro que le gusta que miren y todo. – El exmercenario sacudió la cabeza, sonriendo, y se envolvió el brazo en la venda de nuevo; Lyn se agachó junto a este - … Gracias.
Ahora que la mayoría de las heridas eran, básicamente, pequeñas molestias en su cuerpo se pudo levantar por su propio pie y caminó hasta dónde estaba Asher. Era consciente de que el efecto del mordisco duraría media hora máximo, pero agradecía aquello.
- ¿Y si nos vamos de aquí? No sé por qué, pero no me apetece mucho quedarme.
El simple hecho de que no hubiese escuchado al golem fragmentarse al estrellarse contra el suelo le ponía aún más nervioso, tensó todos los músculos y se sujetó al borde con aún más fuerza. ¿Cómo de profundo era? Evitó el mirar hacia abajo y trató de impulsarse hacia arriba con poco resultado, le sorprendía el tener fuerza en los brazos para mantenerse sujeto.
Afortunadamente la mano de Syl se cerró en torno y le ayudó a subir a tierra firme de un fuerte tirón, el felino le había dado el último empujón que el monstruo de piedra necesitaba para despeñarse.
Se arrastró jadeando y se quedó durante unos segundos mirando al oscuro techo de la cueva, desviando su mirada solo para ver cómo se encontraba Lyn.
- Gracias – Dijo a Syl levantando un pulgar, sonriéndole como buenamente podía. – Ya van dos.
Se quedó en aquella postura, maldiciendo su incapacidad para saltar el hueco, el tiempo suficiente para escuchar cómo tras intercambiar aún más golpes, el lobo acababa derrotando a la elfa devolviéndole, lo que Eltrant supuso, que era su propio ataque.
Nunca llegaría a comprender como hacía Asher para controlar la magia, le había hablado de “Runas” y, a grandes rasgos, de cómo funcionaban. Pero seguía sin enterarse. El lobo podía controlar los elementos sin ser brujo, eso era lo que él veía.
En cuanto Asher terminó de rematar a la elfa y la lanzó al vacío el abismo se cerró como si nunca hubiese existido, permitiendo a los dos grupos volver a encontrarse.
Se levantó torpemente y recuperó lo que quedaba de su espada, la miró durante varios largos segundos; la hoja seguía gélida, brillando tenuemente, era evidente que Asher sabía lo que hacía, la runa de hielo seguía funcionando aún con la mitad de la hoja destrozada.
¿Podría arreglarla algún herrero? Suspiró y se tambaleó hasta Dann.
- ¿Necesitas que te lleven? – Dijo sonriendo, él no estaba para levantar peso, pero se encargó de que Syl le ayudase con un gesto. – Vamos… arriba – En cuanto trató de levantar al brujo se le resintieron las heridas y cayó de rodillas, la adrenalina se había esfumado y lo único que había dejado tras de sí era una sensación de malestar general a la que estaba habituado. Tuvo que soltar a Dannos y dejar que Syl cargase con el brujo.
– ¿Estas bien? – Fue lo primero que preguntó al ver las heridas del lobo, no era usual verle así, era evidente que no acababa de tener una pelea normal. Pero parecía estar bien, estaba erguido, aguantando.
Eltrant limitó a sonreír, tampoco iba a preguntarle quienes eran los que les acababan de atacar, dudaba mucho que Asher siquiera lo supiese, la línea de trabajo que seguía el lobo era una con la cual te ganabas muchos enemigos, la elfa sería la empleada de algun mercader que había tenido la mala suerte de cruzarse en el camino del can.
- …De todos modos …Me alegro de verte entero. – Dijo dejando caer una mano en el hombro del lobo, zarandeándole un poco, señaló a Dann y a Syl – Se han portado bien, me han salvado la vida, unas tres veces... o cuatro – Ensanchó la sonrisa, o la mueca que tenía ahora dibujada en la cara y que se asemejaba a una – No te preocupes, no les ha tocado nada – Dicho esto se dejó caer junto a Lyn, que descansaba junto a Irirgo en la entrada de la cueva.
La muchacha estaba inconsciente, pero parecía estar bien. Suspiró y le pasó la mano por la frente.
- ¿…Te estas… te estas aprovechando de que no me puedo mover? – Susurró la vampiresa abriendo los ojos, Eltrant arqueó ambas cejas al oír esto y se apoyó en la pared, palpando con suavidad los moratones y los cortes que se había ganado aquel día. Echaba de menos su cabaña. – …Sucio pervertido. – Agregó Lyn sonriendo, levantándose como buenamente podía y apoyándose, como Eltrant, en la pared– …No …me sorprende viniendo de Elran Tail. – Volvió a cerrar los ojos, el castaño no hizo ningún comentario y negó con la cabeza.
- ¿Cómo te encuentras? – Preguntó mirando desde dónde estaban el reencuentro que Asher tenía con sus compañeros. A simple vista no parecía que Lyn hubiese recibido ningún golpe, pero se la veía agotada. ¿Había usado su magia de sombras? Era lo único que se le ocurría, estaba siendo una mala influencia.
- … He ayudado. – Fue lo único que recibió como respuesta. – Y …tengo hambre.
Sin añadir nada más a la conversación Eltrant se deshizo de la venda que rodeaba su brazo, Lyn negó con la cabeza.
- No. Cuando… lleguemos a la habitación. – Miró a los demás – No quiero que se piensen nada raro. – Eltrant sonrió y bajó la extremidad. – Qué… qué te obligo o algo así. – Dijo cabizbaja.
Eltrant dejó escapar una risotada, una tras la cual tosió sangre, Lyn infló los mofletes y trató de moverse, pero no consiguió gran cosa.
- Me gustaría ver que haces para obligarme. – Se llevó ambas manos hasta el pecho, dónde había recibido el puñetazo del golem y dónde ahora se concentraba el dolor - ¿Controlarme la mente? – Movió las manos de forma enigmática. Tras hacer la pregunta Lyn le dio una palmada que, por la expresión de la muchacha, tenía aspecto de ser en realidad un empujón.
- Tienes que ser mínimamente inteligente para eso. – Afirmó – No puedo controlar las piedras – Se cruzó de brazos, aunque estuvo a punto de caer rendida de nuevo por el movimiento – Tampoco a los idiotas - Eltrant volvió a reírse, una risa que acabó de nuevo en vario gemidos de dolor.
- No pienso cargar contigo hasta afuera, muerde. – Ordenó zarandeando el brazo frente a los ojos de la chica. – Vamos.
- Que rarito que eres. – Dijo Lyn mordiéndose el labio inferior, miró rápidamente a Irirgo a su lado y suspiró. – Pero… - Jugueteó con su flequillo – … si insistes.
Fue rápido, era obvio que Lyn estaba preocupada por la impresión que aquello podría dar ante el resto. Eltrant sintió como se le entumecía el brazo en cuanto los afilados colmillos de la muchacha perforaron su carne cancelando el dolor del mordisco. Este entumecimiento, por primera vez, se extendió a todas las demás heridas de su cuerpo, permitiendo al castaño moverse con mayor facilidad.
Al cabo de aproximadamente medio minuto Lyn soltó el brazo de Eltrant y se levantó, aun se tambaleaba un poco, pero se podía caminar por su propia cuenta.
- … Me lo ha pedido él – Dijo Lyn de inmediato a todo aquel que estuviese cerca, señalando a Eltrant – Él es el fetichista raro, seguro que le gusta que miren y todo. – El exmercenario sacudió la cabeza, sonriendo, y se envolvió el brazo en la venda de nuevo; Lyn se agachó junto a este - … Gracias.
Ahora que la mayoría de las heridas eran, básicamente, pequeñas molestias en su cuerpo se pudo levantar por su propio pie y caminó hasta dónde estaba Asher. Era consciente de que el efecto del mordisco duraría media hora máximo, pero agradecía aquello.
- ¿Y si nos vamos de aquí? No sé por qué, pero no me apetece mucho quedarme.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Jadeé y cerré los ojos, agotado. Mis pies aún ardían, y notaba algo raro bajo ellos. Ampollas, probablemente. Un sabor metálico inundó mi boca. Me acerqué a Eltrant, aún tocándome la parte del costado en la que me había alcanzado la roca.
-Lyn también ha ayudado, bastante. Hacemos un buen equipo entre todos.- dije. La energía que tenía había desaparecido casi por completo. Estaba agotado. Solo quería dormir... y que alguien me curase esa herida interna. Observé su espada. Al parecer, si que había intentado atacar al gólem. -Vas a tener que buscarte algo mejor.- apunté. Por otra parte, la mia seguía emitiendo una gran cantidad de electricidad, aunque empezaba a atenuarse. Probablemente no dudaría. -Es bueno saber que puede hacer eso, ¿eh?- dije, moviendo el arma con una floritura.
El humano fue a ocuparse de Lyn. Algunas miradas se clavaron en él, incluso la de Irirgo, que empezaba a levantarse. Eltrant insistió en que la vampiresa se alimentase de su sangre. Al parecer no había perdido la suficiente.
-...pervertido.- dijo Koth. Syl, Irirgo y yo asentimos. Ya no parecía que la vampiresa se aprovechase de Eltrant. Era casi al revés. Lo cual resultaba algo perturbador.
Me acerqué al dragón y le coloqué una mano en el hombro, observandole lentamente.
-Estoy bien.- aseguró. Como siempre. -Deja de mirarme así. Solo ha sido una descarga de nada.- dijo, mirando alrededor. -¿Donde está esa cadena, por cierto?-
-La he tirado por el precipicio. Estaba... viva. O algo.- dijo Kothán, frotandose los brazos con gesto de escalofrío. -No suelo tener mucha aversión a la magia, pero... ew.-
-¿Alguna idea de por qué se ha cerrado el abismo?- pregunté, cambiando de tema. Eso había sido raro. Miré a Dann. Definitivamente no parecía ser capaz de tal movimiento por su cuenta. Antes de que me diese cuenta, Syl se acercó a mi.
-Al suelo.- ordenó, señalando la pared de la cueva. Ladeé la cabeza, pero el felino insistió. Accedí, apoyando la espalda contra la pared, y el gato se arrodilló a mi lado, inspeccionando el costado herido. Solté un quejido al notar sus dedos sobre la zona. -¿Donde está la pasta que te di?- preguntó. Saqué el frasco de mi bolsillo y se lo tendí. No había pensado en usarlo, pero parecía que no iba a tener elección.
Syl pasó sus dedos por la crema blanca y empezó a untarla sobre mi pelaje. Estaba fría y olía a... químicos raros. La sensación pegajosa en mi pelo era algo repugnante, y en más de una ocasión intenté liberarme de su agarre.
-Deja de quejarte. Y no te muevas.- dijo, centrado en su tarea. Tras un rato, el mejunje empezó a solidificarse, dejando una zona tiesa sobre la herida. -...no te rasques. Ni la arranques. Tardará unos minutos.- dijo. Acto seguido, se levantó y me ayudó a levantarme.
-...gracias.- dije, cerrando los ojos. Syl hizo lo mismo durante unos segundos, y retornó con el grupo.
-Vale, ahora si. Vámonos.- ordenó. Kothán ayudó al brujo a caminar, que aún se encontraba algo aturdido y callado. Irirgo, como es natural, rechazó cualquier clase de apoyo. El camino de vuelta fue algo más tedioso y callado. Todos estabamos deseando tumbarnos sobre una buena cama.
-Entonces... ¿creeis que venian de parte del Conde Farner, o de ese ex-general de Roilkat?-
-No te olvides de ese otro lord... ¿como se llamaba? El que tenía acento raro...
-No tengo ni idea de que estais hablando. Tengo demasiados enemigos como para acordarme de ellos.
-¿...por qué dejamos que sea el líder?
-Porque la gente tiene reacciones muy graciosas cuando su "archienemigo" no recuerda quienes son.
-Menuda compañia me he buscado...
-Nadie te obliga a quedarte...-
-Ja. No tengo pensado irme.
Mientras el resto del grupo charlaba, Irirgo se acercó a Eltrant.
-Tale. Es... peligroso, acercarse mucho a los vampiros. Suelen ser manipuladores. He visto gente que, sin darse cuenta, estaba siendo esclavizada. Incluso la magia que usan es... ya sabes.- murmuró, algo incómodo. -No te lo tomes a mal. Sólo te digo que tengas cuidado. Me recuerdas un poco a mi, cuando tenía tu edad. Habrá gente que se aproveche de ti.- explicó. -Sin embargo... Lyn no parece ser así. Ha sido... leal. Podría haber huido cuando te perdiste, pero no lo hizo. Ayudo cuando no estaba obligada a ello.-
La vampiresa era extraña. A pesar del caracter que mostraba con Eltrant, parecía ser algo más insegura. Casi tímida.
-Aun así... ten cuidado, ¿hmm? No hagas tonterías.-
-...como se nota que no le conoces.- añadí, metiendome en la conversación.
-No hagas... ¿muchas tonterias?-
Negué con la cabeza.
-...piensa en que haría... otra persona. Alguien normal.-
Eso serviría. Salimos de la cueva, encontrandonos con el aire fresco del exterior. Bostecé, cansado. Afortunadamente, nuestra posada no estaba muy lejos de allí.
-Bueno. Ha sido divertido, pero demasiadas emociones por un día.- dijo Koth. El grupo asintió, acercándose a Eltrant para despedirse.
-Buena suerte.-
-Asegurate de beber agua. Y come codorniz y pollo. Son buenas para la sangre.-
-Sigue vivo, ¿eh?- dije, dandole un ligero puñetazo en el hombro. -Sólo yo puedo matarte. Y Lyn, supongo. Porque eres su vasallo y tal. Y... gracias por cuidar de mi familia.- añadí. Aunque según lo que habia dicho, ellos también habian cuidado de él. Era un círculo permanente de protección mutua. -Buen viaje.- finalicé, alejándome por el camino.
Había sido una larga noche. Iba a dormir bien.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1194
Nivel de PJ : : 10
Re: Segunda Parada: Baslodia [Interpretativo] [Privado] [Cerrado]
Obvió lo que dijo el zorro y se encogió de hombros lanzado una mirada escueta a Lyn, que se limitó a sonreír a los presentes con cierta complicidad. Sin decir nada al respecto, tras pasarse la mano por el pelo, emprendió la marcha tras el grupo en dirección a la salida.
Asher estaba más tocado de lo que este dejaba entrever a simple vista, como de costumbre el lobo parecía reacio a mostrarlo antes los demás, estaba cansado, era evidente, cubierto del mejunje pegajoso que el gato le había untado en las heridas y, aun así, encaminaba al grupo a través de las cuevas.
Dejó escapar un suspiro cuando Asher afirmó no recordar prácticamente a ninguna de las personas que habían jurado vengarse de él.
¿Cuántas personas buscaban ya su cabeza? ¿En cuántos líos se había metido? Al parecer había hecho suficiente como para que hubiese personas dispuestas a pagar una cuantiosa suma de dinero para acabar con él; Las habilidades que había usado la elfa no eran usuales, la mujer debía de cobrar bastante dinero, lo cual decía mucho del poder de las gentes a las que el perro encaraba.
Aunque por supuesto, él no era quien para hablar de eso, era consciente de que él no acostumbraba a hacer amigos allá por dónde ibas.
Lyn se adelantó para hablar con el grupo de Asher dejando a él solo en la retaguardia. Se quedó mirando durante unos minutos las espaldas de los bandidos que dirigía Asher y suspiró, por lo que pudo oír desde dónde estaba Lyn volvió a pedir a Syl que le dejase acariciarle y a Dannos que le enseñase algo de su música.
- No seas pesada. – Dijo desde dónde estaba. La vampiresa hizo oídos sordos a sus palabras y siguió insistiendo a los demás - ... vale, haz lo que quieras. – Se calló unos instantes, Lyn se giró y asintió levantando un pulgar – ...A eso sí que me haces caso.
Ese fue el momento en el que Irirgo se acercó a él. Enarcó una ceja cuando el hombre le advirtió acerca de los vampiros, no sabía cómo encajar aquellas palabras con exactitud, miró a la vampiresa, que seguía conversando con total naturalidad con aquellas personas que acababa de conocer.
- Lo sé... – Dijo al final, sonriendo cansado, posando una mano en el hombro del veterano.
Era consciente lo peligrosos que podían llegar a ser los vampiros, después de todo él había luchado contra la hermandad, había desbaratado sus locales repletos de esclavos de sangre.
– Es solo que… - No sabía que responder, ¿Por qué viajaba con Lyn? En realidad no estaba seguro de por qué quería ir la chica a Beltrexus y siempre que le preguntaba la chica le respondía con evasivas, tendrían que aclarar eso tarde o temprano
¿Le estaba engañando? Dudaba que fuese algo así, no llevaban mucho tiempo juntos, pero la muchacha no era malvada, era una metomentodo bocazas que disfrutaba colmando su paciencia, pero no era el estereotipo de vampiro que acostumbraba a encontrarse, distaba mucho de disfrutar manipulando a los demás.
Por otro lado, era evidente que no quería desvelar algo, ¿Le daba miedo contarlo? Fuese lo que fuese hacía días que había llegado a la conclusión de que los dos cazadores que la seguían la noche en la que la conoció tenían algo que ver.
– Me ha pedido ayuda y... – Añadió un par de segundos después, mirándola a lo lejos. – Es… - Se atusó la barba – Es… raro, se me da mal negarme a ese tipo de cosas – Dijo. – Pero es lo que has dicho. – Le dio una palmada, se le resintieron las heridas un poco, el efecto de la mordedura estaba comenzando a desaparecer – …Se podía haber ido y sigue aquí. – Sonrió – Confío en ella.
Asher irrumpió en la conversación en el mismo momento en el que Irirgo le pidió a Eltrant que no hiciese muchas locuras, el exmercenario dejó escapar una carcajada.
- Mira quien fue a hablar. – Aseveró, Irirgo continuó hablando – No prometo nada – Dijo sin perder la sonrisa – Pero lo tendré en cuenta. – Dijo estrechando la mano del dragón. – Gracias por preocuparte. Eres el único con cabeza por por aquí – Lanzó una mirada divertida a Asher y, como los demás, salió de la cueva.
En el exterior llegaron las despedidas, todos estaban agotados, y la noche estaba a punto de terminar, por lo que al menos Lyn tenía que desaparecer tras la puerta de su dormitorio cuanto antes.
No dejaba de ser un momento extraño, la vida que Asher había elegido no era fácil, la suya tampoco, cada vez que llegaban hasta aquel punto se preguntaba si volviera a verlos una vez más, si no faltaría alguna cara la próxima vez que se encontrasen.
- Pollo, me lo apunto – Dijo Eltrant a Dann, Lyn estrechó efusivamente las manos de todo aquel que estuvo dispuesto a hacerlo, se mantuvo, no obstante, alejada de Irirgo.
Al final se acercó a Asher, a quien devolvió el suave puñetazo que este le había dado.
- No te preocupes por mí – Dijo, se llevó la mano hasta el vientre dónde empezaba a doler de nuevo y se rio con suavidad - … Tú asegúrate de no hacer muchas locuras. – Añadió cruzándose de brazos – … Y mantente vivo. – Zarandeó un poco al lobo, negó con la cabeza cuando este le agradeció la ayuda que había prestado al grupo. – Ha sido más bien mutuo. Son buenos chicos... Hoy he entendido muchas cosas. - Añadió según el lobo se alejaba.
- No os metáis en muchos líos. – Dijo con un suspiro a la silueta de los bandidos, según estas desaparecían en las calles de Baslodia, decirlo en voz alta era en vano, no le iban a hacer caso.
- ¿Y ahora qué, Mortal?
- Tú ve a la posada y descansa, yo voy a ver si vive algún elfo en esta ciudad. – Suspiró mirando sus heridas – Uno que no esté mal de la cabeza. – Asió la empuñadura de la espada pensnado en la mujer que ahora debía de yacer en el fondo del abismo. - … Y también necesito un herrero.
Asher estaba más tocado de lo que este dejaba entrever a simple vista, como de costumbre el lobo parecía reacio a mostrarlo antes los demás, estaba cansado, era evidente, cubierto del mejunje pegajoso que el gato le había untado en las heridas y, aun así, encaminaba al grupo a través de las cuevas.
Dejó escapar un suspiro cuando Asher afirmó no recordar prácticamente a ninguna de las personas que habían jurado vengarse de él.
¿Cuántas personas buscaban ya su cabeza? ¿En cuántos líos se había metido? Al parecer había hecho suficiente como para que hubiese personas dispuestas a pagar una cuantiosa suma de dinero para acabar con él; Las habilidades que había usado la elfa no eran usuales, la mujer debía de cobrar bastante dinero, lo cual decía mucho del poder de las gentes a las que el perro encaraba.
Aunque por supuesto, él no era quien para hablar de eso, era consciente de que él no acostumbraba a hacer amigos allá por dónde ibas.
Lyn se adelantó para hablar con el grupo de Asher dejando a él solo en la retaguardia. Se quedó mirando durante unos minutos las espaldas de los bandidos que dirigía Asher y suspiró, por lo que pudo oír desde dónde estaba Lyn volvió a pedir a Syl que le dejase acariciarle y a Dannos que le enseñase algo de su música.
- No seas pesada. – Dijo desde dónde estaba. La vampiresa hizo oídos sordos a sus palabras y siguió insistiendo a los demás - ... vale, haz lo que quieras. – Se calló unos instantes, Lyn se giró y asintió levantando un pulgar – ...A eso sí que me haces caso.
Ese fue el momento en el que Irirgo se acercó a él. Enarcó una ceja cuando el hombre le advirtió acerca de los vampiros, no sabía cómo encajar aquellas palabras con exactitud, miró a la vampiresa, que seguía conversando con total naturalidad con aquellas personas que acababa de conocer.
- Lo sé... – Dijo al final, sonriendo cansado, posando una mano en el hombro del veterano.
Era consciente lo peligrosos que podían llegar a ser los vampiros, después de todo él había luchado contra la hermandad, había desbaratado sus locales repletos de esclavos de sangre.
– Es solo que… - No sabía que responder, ¿Por qué viajaba con Lyn? En realidad no estaba seguro de por qué quería ir la chica a Beltrexus y siempre que le preguntaba la chica le respondía con evasivas, tendrían que aclarar eso tarde o temprano
¿Le estaba engañando? Dudaba que fuese algo así, no llevaban mucho tiempo juntos, pero la muchacha no era malvada, era una metomentodo bocazas que disfrutaba colmando su paciencia, pero no era el estereotipo de vampiro que acostumbraba a encontrarse, distaba mucho de disfrutar manipulando a los demás.
Por otro lado, era evidente que no quería desvelar algo, ¿Le daba miedo contarlo? Fuese lo que fuese hacía días que había llegado a la conclusión de que los dos cazadores que la seguían la noche en la que la conoció tenían algo que ver.
– Me ha pedido ayuda y... – Añadió un par de segundos después, mirándola a lo lejos. – Es… - Se atusó la barba – Es… raro, se me da mal negarme a ese tipo de cosas – Dijo. – Pero es lo que has dicho. – Le dio una palmada, se le resintieron las heridas un poco, el efecto de la mordedura estaba comenzando a desaparecer – …Se podía haber ido y sigue aquí. – Sonrió – Confío en ella.
Asher irrumpió en la conversación en el mismo momento en el que Irirgo le pidió a Eltrant que no hiciese muchas locuras, el exmercenario dejó escapar una carcajada.
- Mira quien fue a hablar. – Aseveró, Irirgo continuó hablando – No prometo nada – Dijo sin perder la sonrisa – Pero lo tendré en cuenta. – Dijo estrechando la mano del dragón. – Gracias por preocuparte. Eres el único con cabeza por por aquí – Lanzó una mirada divertida a Asher y, como los demás, salió de la cueva.
En el exterior llegaron las despedidas, todos estaban agotados, y la noche estaba a punto de terminar, por lo que al menos Lyn tenía que desaparecer tras la puerta de su dormitorio cuanto antes.
No dejaba de ser un momento extraño, la vida que Asher había elegido no era fácil, la suya tampoco, cada vez que llegaban hasta aquel punto se preguntaba si volviera a verlos una vez más, si no faltaría alguna cara la próxima vez que se encontrasen.
- Pollo, me lo apunto – Dijo Eltrant a Dann, Lyn estrechó efusivamente las manos de todo aquel que estuvo dispuesto a hacerlo, se mantuvo, no obstante, alejada de Irirgo.
Al final se acercó a Asher, a quien devolvió el suave puñetazo que este le había dado.
- No te preocupes por mí – Dijo, se llevó la mano hasta el vientre dónde empezaba a doler de nuevo y se rio con suavidad - … Tú asegúrate de no hacer muchas locuras. – Añadió cruzándose de brazos – … Y mantente vivo. – Zarandeó un poco al lobo, negó con la cabeza cuando este le agradeció la ayuda que había prestado al grupo. – Ha sido más bien mutuo. Son buenos chicos... Hoy he entendido muchas cosas. - Añadió según el lobo se alejaba.
- No os metáis en muchos líos. – Dijo con un suspiro a la silueta de los bandidos, según estas desaparecían en las calles de Baslodia, decirlo en voz alta era en vano, no le iban a hacer caso.
- ¿Y ahora qué, Mortal?
- Tú ve a la posada y descansa, yo voy a ver si vive algún elfo en esta ciudad. – Suspiró mirando sus heridas – Uno que no esté mal de la cabeza. – Asió la empuñadura de la espada pensnado en la mujer que ahora debía de yacer en el fondo del abismo. - … Y también necesito un herrero.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1379
Nivel de PJ : : 10
Temas similares
» Tercera Parada: Villa Centollo [Interpretativo][Libre][3/3][Cerrado]
» El Reino del Terror - Segunda parte {Privado} [Cerrado]
» [Cerrado] Segunda Gran Carrera de Upeleros [Interpretativo-Libre]
» Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
» Tal vez son comestibles [Privado] [Interpretativo] [CERRADO]
» El Reino del Terror - Segunda parte {Privado} [Cerrado]
» [Cerrado] Segunda Gran Carrera de Upeleros [Interpretativo-Libre]
» Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
» Tal vez son comestibles [Privado] [Interpretativo] [CERRADO]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 23:28 por Corlys Glokta
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Hoy a las 18:37 por Eltrant Tale
» El secreto del Ahogado [Privado] [Noche]
Hoy a las 16:56 por Thomas J. Hidalgo
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Hoy a las 16:48 por Thorn
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Hoy a las 16:15 por Thomas J. Hidalgo
» Una sombra sobre Lunargenta: 2ª parte. [Privado]
Ayer a las 04:03 por Níniel Thenidiel
» Ecos De Guerra [Evento Sacrestic] [Noche]
Jue Nov 21 2024, 21:35 por Cohen
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Jue Nov 21 2024, 20:16 por Seraphine Valaryon
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Jue Nov 21 2024, 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Miér Nov 20 2024, 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Miér Nov 20 2024, 16:18 por Mina Harker
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr