[Desafío] Casanova de profesión
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[Desafío] Casanova de profesión
En toda ciudad siempre existe el típico seductor a quien las féminas parecen idolatrar, y para Nate las mujeres eran su mayor debilidad.
A media madrugada no esperaba su llamada en la puerta de su casa, pero aun así se dignó a abrir, recibiendo la típica escena, bastante conocida para él.
- ¿Con quién estás? ¿Y por qué? -La hermosa mujer se adentró al recinto, buscando alguna otra silueta femenina en el lugar.
El joven removió los mechones de su rubio cabello, esbozando una sonrisa ladina, mientras acariciaba la mejilla de la muchacha, doblegándola con ese simple roce.
-Sabes que tú eres la única.
Había dicho eso tantas veces, que ya le parecía un cliché cuando aquellas palabras escapaban de sus labios, pero debía admitir que siempre funcionaban y esta vez no fue la excepción.
Jamie abandonó el lugar sin pedir más explicaciones al llegar el alba. Ella estaba enamorada, desgraciadamente su corazón había dado un vuelco al ver a Nate la tarde anterior, rodeado de un numeroso grupo de féminas, la mayoría amigas suyas.
Con mucho dolor tuvo que abrir los ojos y darse cuenta de que ella era una más en la vida del joven, solo que eso no se quedaría así. Ella iba a ser la única para Nate, sin importar lo que tuviese que hacer para conseguirlo.
Sin poder soportarlo más, Jamie se dejó caer al suelo, mientras las lágrimas comenzaban a emanar de sus hermosos ojos turquesa. Necesitaba fuerzas para continuar con su plan, más de las que se llegó a imaginar.
-Tienes que ayudarme… -susurró a la primera persona que se acercó a auxiliarle-. Él debe estar conmigo…
Pedirle ayuda a un extraño no debería considerarse algo prudente, pero poco le importaría en esos momentos. Sin dar muchas explicaciones arrastró a su salvador hasta el bar donde Nate solía jugar póker. En su deplorable estado no confiaba que alguien la dejase sola, pero en esta ocasión lo mejor hubiese sido no acercarse, ya que todo presagiaba un terrible desenlace.
-Espera aquí -sentenció la joven, mirando a su acompañante-. Pase lo que pase no debes dejar que se marche con ninguna de ellas -señaló al concurrido grupo de mujeres que revoloteaba alrededor del casanova-. Volveré en unos minutos…
Quién dijo que ayudar a una damisela en apuros era algo heroico, definitivamente no se había topado jamás con alguien como Jamie.
A media madrugada no esperaba su llamada en la puerta de su casa, pero aun así se dignó a abrir, recibiendo la típica escena, bastante conocida para él.
- ¿Con quién estás? ¿Y por qué? -La hermosa mujer se adentró al recinto, buscando alguna otra silueta femenina en el lugar.
El joven removió los mechones de su rubio cabello, esbozando una sonrisa ladina, mientras acariciaba la mejilla de la muchacha, doblegándola con ese simple roce.
-Sabes que tú eres la única.
Había dicho eso tantas veces, que ya le parecía un cliché cuando aquellas palabras escapaban de sus labios, pero debía admitir que siempre funcionaban y esta vez no fue la excepción.
Jamie abandonó el lugar sin pedir más explicaciones al llegar el alba. Ella estaba enamorada, desgraciadamente su corazón había dado un vuelco al ver a Nate la tarde anterior, rodeado de un numeroso grupo de féminas, la mayoría amigas suyas.
Con mucho dolor tuvo que abrir los ojos y darse cuenta de que ella era una más en la vida del joven, solo que eso no se quedaría así. Ella iba a ser la única para Nate, sin importar lo que tuviese que hacer para conseguirlo.
Sin poder soportarlo más, Jamie se dejó caer al suelo, mientras las lágrimas comenzaban a emanar de sus hermosos ojos turquesa. Necesitaba fuerzas para continuar con su plan, más de las que se llegó a imaginar.
-Tienes que ayudarme… -susurró a la primera persona que se acercó a auxiliarle-. Él debe estar conmigo…
Pedirle ayuda a un extraño no debería considerarse algo prudente, pero poco le importaría en esos momentos. Sin dar muchas explicaciones arrastró a su salvador hasta el bar donde Nate solía jugar póker. En su deplorable estado no confiaba que alguien la dejase sola, pero en esta ocasión lo mejor hubiese sido no acercarse, ya que todo presagiaba un terrible desenlace.
-Espera aquí -sentenció la joven, mirando a su acompañante-. Pase lo que pase no debes dejar que se marche con ninguna de ellas -señaló al concurrido grupo de mujeres que revoloteaba alrededor del casanova-. Volveré en unos minutos…
Quién dijo que ayudar a una damisela en apuros era algo heroico, definitivamente no se había topado jamás con alguien como Jamie.
- Jamie:
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- Nate:
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Bienvenido héroe inesperado: Te encuentras en Baslodia. Más precisamente en las calles de esta ciudad. ¿Qué aventura te trajo hasta aquí? La verdad es que no me interesa, no tienes que modificar tu cronología por mi causa. En este primer post te encontrarás de cara con Jamie, quien rápidamente solicitará tu ayuda. Sin importar lo que hagas al final terminarás acompañándola hasta la taberna donde se encuentra Nate. Podrás notar que la chica está bastante alterada, pero aun así te dejará a cargo de vigilar al muchacho. No hay que ser muy inteligente para saber que algo no va bien, así que tendrás que elegir si deseas seguir ayudando a Jamie o advertir a Nate de lo que sucede. Ambas acciones tendrán sus consecuencias, por lo que te insto a elegir sabiamente. No tendrás permitido usar a Jamie, pero si puedes dar uso a Nate y a sus acompañantes si así lo deseas. Buena suerte.
Wyn
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Re: [Desafío] Casanova de profesión
Iredia decidió salir a dar un paseo por las calles de Baslodia, perdida un poco en sus pensamientos. Su protector estaba en la posada, dormido, y necesitaba un largo descanso. La elfa, sin embargo, tenía la mente intranquila y el aire de aquel lugar le gustaba más que la ciudad del pescado en la que había estado antes. Además, no le había dado tiempo a hacer turismo y eso era imperdonable.
Iba ataviada con unas sencillas mallas verdes y una túnica corta. Se había dejado el arco en la posada, pero seguía llevando un puñal al cinturón. Nunca se sabía cuando sería útil. Sumida en sus pensamientos, de repente, vio a una figura arrodillada llorando a mares. Una mujer, y una muy hermosa, todo había que decirlo. Con cierta congoja, se acercó a ella.
-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? ¿Estás herida?
--Tienes que ayudarme… Él debe estar conmigo…
Iredia miró a la muchacha con el ceño fruncido, sin entender lo que pasaba.
-¿Él? ¿Quién?
Se quedó con la duda, pues la chiquilla prácticamente la arrastró hasta un bar.
<<Nunca dejarán de sorprenderme los humanos...>>, pensó mientras entraban.
Dentro, había un muchacho terriblemente apuesto, rubio y elegante que jugaba a las cartas con otros tres muchachos, tampoco nada desdeñables. Alrededor, había cinco muchachas que revoloteaban entre los jugadores. Ahora se sentaban en el regazo de uno, ahora masajeaban a otro, ahora le guiñaban el ojo al rubio y un sinfín de coqueteos. Ellos parecían muy concentrados en el juego, no les prestaban demasiada atención para decepción de las chicas. Ocupados con cartas y cerveza, los hombres no daban más de sí.
La muchacha que la había arrastrado hasta allí parecía agobiada. Iredia tenía la terrible sensación de que algo olía muy mal, tremendamente mal.
-Espera aquí. Pase lo que pase no debes dejar que se marche con ninguna de ellas -señaló al muchacho rubio, quien en esos momentos gozaba de la estupenda atención de tres de las chicas-.Volveré en unos minutos…
Una vez más, se había vuelto a meter en un lío. La muchacha misteriosa se fue y ahí se quedó ella, plantada en la puerta y completamente perdida sobre lo que pasaba. Una cosa estaba clara: la misteriosa no quería que el rubio se fuese con ninguna de ellas. Analizó un poco la situación, escudriñando al variopinto grupo. El rubito, sin duda, estaba más que acostumbrado a que las chicas le hiciesen caso y fueran a donde él. ¿Cómo evitar que cogiera a una y se la llevase? Recordó entonces su episodio en el prostíbulo y se miró los pechos.
<<Bueno, Iredia, vas a tener que usarlos otra vez.>>, pensó con resignación.
Tenía un poco de tirria a los humanos varones, todos los que había conocido sólo se interesaban por tres cosas: el sexo, el alcohol y las mujeres. El orden variaba, pero siempre era lo mismo. Si aquella muchacha misteriosa quería tomar represalias contra ese humano (eso creía Iredia), la elfa le echaría un cable. Tenía que distraerlo. La cuestión era... ¿cómo destacar entre ese tropel de mujeres despampanantes?
Y tuvo una idea. La elfa se acercó a la barra. Los jugadores, enfrascados en su juego, no la habían visto. Sin embargo, dos de las chicas sí. Por supuesto, otra rival en la sala no era bienvenida y rápidamente corrió el rumor entre las demás, quienes la miraban con aire despectivo. Marcaban territorio. Iredia pidió al camarero una cerveza y este le trajo una jarra enorme.
<<Esto no me lo acabo...>>, pensó con cierto agobio.
Aunque, casi mejor. Haciendo un cambio de postura y fingiendo descuido, se tiró la jarra encima del pecho con el añadido de que, esta vez sin querer, se le cayó la jarra al suelo. Se maldijo a sí misma por torpe, pero funcionó. Captó la atención del rubiales y de la mesa entera. Iredia escupió maldiciones en élfico, pero el caballero rubio se levantó de la mesa, para disgusto de las muchachas, y con una sonrisa de encanto se acercó a ella.
-¿Estás bien? ¿Te has cortado? -le preguntó dulcemente.
Ambos se agacharon a recoger los cachos de vidrio del suelo. En un momento dado (fingido completamente por parte de él), sus manos se tocaron al ir a coger el mismo pedazo. El joven, siempre sonriente y manteniendo una mirada penetrante en la elfa, asió la mano de ella, cogió él el cacho y ayudó a Iredia a levantarse. Un gesto caballeroso para que la torpe no se cortase. Curiosamente, no le soltó la mano.
-Camarero, pon otra cerveza a la señorita y apúntame las dos. -besó entonces la mano de Iredia- Sería una pena que os quedáseis con la garganta seca.
La elfa le asintió con una sonrisa, agradeciéndoselo. Ya había llamado su atención, ahora sólo tenía que permanecer así unos minutos. Unos minutos que iban a hacerse muy largos. El camarero le puso otra jarra y la elfa, sin brusquedad, se soltó de la mano del muchacho rubio y dio un trago. Lo necesitaba.
-¿Puedo saber tu nombre?
-Oh, me llamo Iredia. -entrecerró un poco los ojos y le sonrió- Te agradezco que me hayas pagado la cerveza, no tenías por qué.
El muchacho hizo un aspaviento desdeñoso, quitándole importancia al hecho. Una de las chicas, una morenaza que parecía llevar la voz cantante del grupo de féminas y con un visible ataque de celos, se acercó por detrás del rubio contoneándose y le rodeó el cuello, dándole un beso en la mejilla.
-Te esperan para la siguiente mano, Nate, cielo. -miró de reojo a Iredia, con una clara expresión de "es mío" en sus ojos azabaches.
Iredia pudo leer cierto disgusto en el rostro del muchacho rubio. Pensó que la morena acababa de fastidiarle el ligue. Pobre iluso. La elfa miró tranquilamente a la morena que la observaba con tinte amenazador. Otra pobre ilusa.
-Ahora voy... -dijo con hastío. De repente, para él la partida de póker ya no era interesante- Dadme un minuto y volveré con vos, Iredia. -pronunció su nombre con afecto, dejando claro que lo recordaba bien y que no lo olvidaría fácilmente.
Ambos, Nate y la morena, se marcharon de nuevo a la mesa. El rubio perdió aposta a las cartas y sus compañeros lo notaron. No les importó, una vez acabada la partida sentaron a las chicas en sus regazos. La morena trató de sentarse en el de Nate, pero éste le hizo un delicado gesto de rechazo y volvió donde estaba Iredia, cogiendo una banqueta y sentándose justo en el límite de la distancia personal adecuada. Dejó su jarra de cerveza en la barra y miró a Iredia intensamente.
Ahora venía la segunda parte del plan, donde la elfa destrozaba el ego de aquel mujeriego.
-Perdóname si he tardado mucho, Iredia, ha sido una partida complicada. -se disculpó, como siempre, con esa encantadora sonrisa que parecía provocar el perdón inmediato en cualquier fémina.
Iredia no respondió enseguida. Era una pena que esa muchacha misteriosa le hubiese pedido ayuda con respecto a él. En otras circunstancias, se hubiera planteado seguirle el juego hasta el final, sin ataduras. O quizás le hubiese dejado con el ansia para después despacharlo sin darle nada, por mamón mujeriego. Pero eso era una venganza sutil, un juego para él. La elfa tenía otro plan en mente.
-No es nada, Nate -dejó caer su nombre, haciéndole ver que había prestado atención-
Lamento que hayas perdido...
-Oh, bueno, es que... no podía concentrarme. -el muchacho se revolvió el pelo- No dejaba de preguntarme... cómo alguien como tú acaba aquí. Ni más ni menos que una elfa. Una muy especial, por lo que veo. -le guiñó el ojo con complicidad. Ella le devolvió el gesto. Ya tenían conexión.
-Soy mujer de mundo. Me gustan las aventuras. -lo miró intensamente- ¿Y a ti qué te gusta?
Entonces ocurrió, el joven traspasó el umbral de la distancia personal, acercándose un poco al rostro de ella.
-Me gusta todo lo interesante. -pegó un trago de cerveza sin dejar de mirarla- Y todo lo hermoso -y sonrió de nuevo. Eran unas claras indirectas- Dime, Iredia, ¿has visto el mirador de esta ciudad? Hoy hay luna llena, tiene unas vistas espectaculares. -su mirada pícara delataba sus intenciones claras de ser su guía.
Al ver que Iredia enarcaba una ceja, Nate alzó las manos con supuesta inocencia.
-Como puedes ver, ni voy armado ni soy ningún bruto. No me temas. -añadió, acercándose de nuevo a ella y bajando la voz- Jamás hago daño a la belleza. -cogió su mano y volvió a besarla.
<<Sí, se le da muy bien... Maldita muchacha, baja ya... >> ,suplicó en sus pensamientos. No porque sufriera tentación alguna sino porque la situación empezaba a irse de las manos. Tenía que jugar bien sus cartas.
La elfa dio un trago de cerveza, soltándose sin brusquedad de nuevo de la mano del joven.
-¿Y dónde está ese mirador? Es que verás... -se acercó entonces a su oído, susurrándole con fingida sensualidad- Me gustaría llevarla a ella.
Entonces, señaló con la cabeza a la morena, la cual en esos momentos estaba hablando con una de las chicas, con brazos cruzados en actitud disgustada. El joven Nate echó la cabeza para atrás, tragando saliva y mirando a Iredia sorprendido. La elfa, en su interior, se apuntó un tanto. El joven había interpretado mal las señales de ella, por primera vez desde que perdió la virginidad.
-Espera, espera... ¿a ella, dices? -miró el joven a la morena y otra vez a Iredia- Entonces, ¿te gustan...?
-Las mujeres, sí. Ay, me avergüenza decírtelo así... -bajó la elfa la mirada, fingiendo vergüenza- ¿Crees que tengo alguna posibilidad?
El joven no salía de su asombro, apartándose de Iredia un momento para asimilar lo que acababa de pasar. Era la primera vez que una mujer le rechazaba por otra mujer. Un duro golpe para su ego. Se levantó entonces del taburete y se fue al otro extremo de la barra a pedir un chupito. Solo, apartado de todos, con la mirada perdida.
<<Espero que se quede ahí un rato sentado.>> ,rezó Iredia en su mente, deseando que llegase ya la muchacha misteriosa. Había conseguido apartarlo de las chicas, pero no sabía por cuánto tiempo.
Iba ataviada con unas sencillas mallas verdes y una túnica corta. Se había dejado el arco en la posada, pero seguía llevando un puñal al cinturón. Nunca se sabía cuando sería útil. Sumida en sus pensamientos, de repente, vio a una figura arrodillada llorando a mares. Una mujer, y una muy hermosa, todo había que decirlo. Con cierta congoja, se acercó a ella.
-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? ¿Estás herida?
--Tienes que ayudarme… Él debe estar conmigo…
Iredia miró a la muchacha con el ceño fruncido, sin entender lo que pasaba.
-¿Él? ¿Quién?
Se quedó con la duda, pues la chiquilla prácticamente la arrastró hasta un bar.
<<Nunca dejarán de sorprenderme los humanos...>>, pensó mientras entraban.
Dentro, había un muchacho terriblemente apuesto, rubio y elegante que jugaba a las cartas con otros tres muchachos, tampoco nada desdeñables. Alrededor, había cinco muchachas que revoloteaban entre los jugadores. Ahora se sentaban en el regazo de uno, ahora masajeaban a otro, ahora le guiñaban el ojo al rubio y un sinfín de coqueteos. Ellos parecían muy concentrados en el juego, no les prestaban demasiada atención para decepción de las chicas. Ocupados con cartas y cerveza, los hombres no daban más de sí.
La muchacha que la había arrastrado hasta allí parecía agobiada. Iredia tenía la terrible sensación de que algo olía muy mal, tremendamente mal.
-Espera aquí. Pase lo que pase no debes dejar que se marche con ninguna de ellas -señaló al muchacho rubio, quien en esos momentos gozaba de la estupenda atención de tres de las chicas-.Volveré en unos minutos…
Una vez más, se había vuelto a meter en un lío. La muchacha misteriosa se fue y ahí se quedó ella, plantada en la puerta y completamente perdida sobre lo que pasaba. Una cosa estaba clara: la misteriosa no quería que el rubio se fuese con ninguna de ellas. Analizó un poco la situación, escudriñando al variopinto grupo. El rubito, sin duda, estaba más que acostumbrado a que las chicas le hiciesen caso y fueran a donde él. ¿Cómo evitar que cogiera a una y se la llevase? Recordó entonces su episodio en el prostíbulo y se miró los pechos.
<<Bueno, Iredia, vas a tener que usarlos otra vez.>>, pensó con resignación.
Tenía un poco de tirria a los humanos varones, todos los que había conocido sólo se interesaban por tres cosas: el sexo, el alcohol y las mujeres. El orden variaba, pero siempre era lo mismo. Si aquella muchacha misteriosa quería tomar represalias contra ese humano (eso creía Iredia), la elfa le echaría un cable. Tenía que distraerlo. La cuestión era... ¿cómo destacar entre ese tropel de mujeres despampanantes?
Y tuvo una idea. La elfa se acercó a la barra. Los jugadores, enfrascados en su juego, no la habían visto. Sin embargo, dos de las chicas sí. Por supuesto, otra rival en la sala no era bienvenida y rápidamente corrió el rumor entre las demás, quienes la miraban con aire despectivo. Marcaban territorio. Iredia pidió al camarero una cerveza y este le trajo una jarra enorme.
<<Esto no me lo acabo...>>, pensó con cierto agobio.
Aunque, casi mejor. Haciendo un cambio de postura y fingiendo descuido, se tiró la jarra encima del pecho con el añadido de que, esta vez sin querer, se le cayó la jarra al suelo. Se maldijo a sí misma por torpe, pero funcionó. Captó la atención del rubiales y de la mesa entera. Iredia escupió maldiciones en élfico, pero el caballero rubio se levantó de la mesa, para disgusto de las muchachas, y con una sonrisa de encanto se acercó a ella.
-¿Estás bien? ¿Te has cortado? -le preguntó dulcemente.
Ambos se agacharon a recoger los cachos de vidrio del suelo. En un momento dado (fingido completamente por parte de él), sus manos se tocaron al ir a coger el mismo pedazo. El joven, siempre sonriente y manteniendo una mirada penetrante en la elfa, asió la mano de ella, cogió él el cacho y ayudó a Iredia a levantarse. Un gesto caballeroso para que la torpe no se cortase. Curiosamente, no le soltó la mano.
-Camarero, pon otra cerveza a la señorita y apúntame las dos. -besó entonces la mano de Iredia- Sería una pena que os quedáseis con la garganta seca.
La elfa le asintió con una sonrisa, agradeciéndoselo. Ya había llamado su atención, ahora sólo tenía que permanecer así unos minutos. Unos minutos que iban a hacerse muy largos. El camarero le puso otra jarra y la elfa, sin brusquedad, se soltó de la mano del muchacho rubio y dio un trago. Lo necesitaba.
-¿Puedo saber tu nombre?
-Oh, me llamo Iredia. -entrecerró un poco los ojos y le sonrió- Te agradezco que me hayas pagado la cerveza, no tenías por qué.
El muchacho hizo un aspaviento desdeñoso, quitándole importancia al hecho. Una de las chicas, una morenaza que parecía llevar la voz cantante del grupo de féminas y con un visible ataque de celos, se acercó por detrás del rubio contoneándose y le rodeó el cuello, dándole un beso en la mejilla.
-Te esperan para la siguiente mano, Nate, cielo. -miró de reojo a Iredia, con una clara expresión de "es mío" en sus ojos azabaches.
Iredia pudo leer cierto disgusto en el rostro del muchacho rubio. Pensó que la morena acababa de fastidiarle el ligue. Pobre iluso. La elfa miró tranquilamente a la morena que la observaba con tinte amenazador. Otra pobre ilusa.
-Ahora voy... -dijo con hastío. De repente, para él la partida de póker ya no era interesante- Dadme un minuto y volveré con vos, Iredia. -pronunció su nombre con afecto, dejando claro que lo recordaba bien y que no lo olvidaría fácilmente.
Ambos, Nate y la morena, se marcharon de nuevo a la mesa. El rubio perdió aposta a las cartas y sus compañeros lo notaron. No les importó, una vez acabada la partida sentaron a las chicas en sus regazos. La morena trató de sentarse en el de Nate, pero éste le hizo un delicado gesto de rechazo y volvió donde estaba Iredia, cogiendo una banqueta y sentándose justo en el límite de la distancia personal adecuada. Dejó su jarra de cerveza en la barra y miró a Iredia intensamente.
Ahora venía la segunda parte del plan, donde la elfa destrozaba el ego de aquel mujeriego.
-Perdóname si he tardado mucho, Iredia, ha sido una partida complicada. -se disculpó, como siempre, con esa encantadora sonrisa que parecía provocar el perdón inmediato en cualquier fémina.
Iredia no respondió enseguida. Era una pena que esa muchacha misteriosa le hubiese pedido ayuda con respecto a él. En otras circunstancias, se hubiera planteado seguirle el juego hasta el final, sin ataduras. O quizás le hubiese dejado con el ansia para después despacharlo sin darle nada, por mamón mujeriego. Pero eso era una venganza sutil, un juego para él. La elfa tenía otro plan en mente.
-No es nada, Nate -dejó caer su nombre, haciéndole ver que había prestado atención-
Lamento que hayas perdido...
-Oh, bueno, es que... no podía concentrarme. -el muchacho se revolvió el pelo- No dejaba de preguntarme... cómo alguien como tú acaba aquí. Ni más ni menos que una elfa. Una muy especial, por lo que veo. -le guiñó el ojo con complicidad. Ella le devolvió el gesto. Ya tenían conexión.
-Soy mujer de mundo. Me gustan las aventuras. -lo miró intensamente- ¿Y a ti qué te gusta?
Entonces ocurrió, el joven traspasó el umbral de la distancia personal, acercándose un poco al rostro de ella.
-Me gusta todo lo interesante. -pegó un trago de cerveza sin dejar de mirarla- Y todo lo hermoso -y sonrió de nuevo. Eran unas claras indirectas- Dime, Iredia, ¿has visto el mirador de esta ciudad? Hoy hay luna llena, tiene unas vistas espectaculares. -su mirada pícara delataba sus intenciones claras de ser su guía.
Al ver que Iredia enarcaba una ceja, Nate alzó las manos con supuesta inocencia.
-Como puedes ver, ni voy armado ni soy ningún bruto. No me temas. -añadió, acercándose de nuevo a ella y bajando la voz- Jamás hago daño a la belleza. -cogió su mano y volvió a besarla.
<<Sí, se le da muy bien... Maldita muchacha, baja ya... >> ,suplicó en sus pensamientos. No porque sufriera tentación alguna sino porque la situación empezaba a irse de las manos. Tenía que jugar bien sus cartas.
La elfa dio un trago de cerveza, soltándose sin brusquedad de nuevo de la mano del joven.
-¿Y dónde está ese mirador? Es que verás... -se acercó entonces a su oído, susurrándole con fingida sensualidad- Me gustaría llevarla a ella.
Entonces, señaló con la cabeza a la morena, la cual en esos momentos estaba hablando con una de las chicas, con brazos cruzados en actitud disgustada. El joven Nate echó la cabeza para atrás, tragando saliva y mirando a Iredia sorprendido. La elfa, en su interior, se apuntó un tanto. El joven había interpretado mal las señales de ella, por primera vez desde que perdió la virginidad.
-Espera, espera... ¿a ella, dices? -miró el joven a la morena y otra vez a Iredia- Entonces, ¿te gustan...?
-Las mujeres, sí. Ay, me avergüenza decírtelo así... -bajó la elfa la mirada, fingiendo vergüenza- ¿Crees que tengo alguna posibilidad?
El joven no salía de su asombro, apartándose de Iredia un momento para asimilar lo que acababa de pasar. Era la primera vez que una mujer le rechazaba por otra mujer. Un duro golpe para su ego. Se levantó entonces del taburete y se fue al otro extremo de la barra a pedir un chupito. Solo, apartado de todos, con la mirada perdida.
<<Espero que se quede ahí un rato sentado.>> ,rezó Iredia en su mente, deseando que llegase ya la muchacha misteriosa. Había conseguido apartarlo de las chicas, pero no sabía por cuánto tiempo.
Iredia
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Re: [Desafío] Casanova de profesión
Habían sido tantas las mujeres que habían estado en su cama, tantos labios que había probado en su joven vida, que Nate sentía que pocas cosas podrían llegar a sorprenderle a esas alturas.
Al menos eso creyó hasta que conoció a la preciosa elfa, de alguna manera misteriosa había arribado a la taberna donde él solía pasar el tiempo. Enigmática, bella y poco convencional, esa mujer era un platillo fuera de serie y él deseaba degustarlo cuanto antes.
Hizo gala de sus mejores encantos, llevó la situación como normalmente lo hacía y estaba seguro de que la joven caería rendida en sus brazos, si no fuese por el pequeño inconveniente de que ella no parecía estar interesada en él…ni en ningún otro hombre.
¡Inaudito! ¡Eso no podía estar pasándole a él! El pobre casanova no cabía en sí del asombro, eso jamás le había sucedido, no estaba preparado para aquello, el rechazo no era algo que le ocurriera constantemente y menos cuando se le rechazaba por otra fémina.
Con un aire de desconcierto se sentó al otro extremo de la barra, tratando de asimilar lo que le había sucedido. No lo iba a negar, esa noche se ahogaría en alcohol hasta olvidar lo sucedido.
Por otro lado, Jamie ya había regresado, justo en el momento en que Nate se encontraba perdido en sus pensamientos.
La indumentaria de la dama había sido cambiada, ahora llevaba un ajustado y corto vestido negro con unas medias de seda, que le llegarían por encima de las rodillas, aunque esto no sería lo verdaderamente preocupante.
Oculta en su espalda se hallaría una extraña guadaña, no muy grande, pero si bastante afilada. No creo que queráis saber lo que planeaba hacer con ella, pues no se necesita ser muy listo como para imaginarlo.
Con mucho sigilo se acercaría al muchacho, dispuesta a cumplir con su promesa de tenerle solo para ella.
-Esta vez serás mío…
Ahora las cosas se habían complicado y la elfa tendría dos opciones, salvar al casanova o salvarse ella misma, pues una vez que ella cobrase la vida del muchacho, iría por todas las demás féminas del lugar.
Al menos eso creyó hasta que conoció a la preciosa elfa, de alguna manera misteriosa había arribado a la taberna donde él solía pasar el tiempo. Enigmática, bella y poco convencional, esa mujer era un platillo fuera de serie y él deseaba degustarlo cuanto antes.
Hizo gala de sus mejores encantos, llevó la situación como normalmente lo hacía y estaba seguro de que la joven caería rendida en sus brazos, si no fuese por el pequeño inconveniente de que ella no parecía estar interesada en él…ni en ningún otro hombre.
¡Inaudito! ¡Eso no podía estar pasándole a él! El pobre casanova no cabía en sí del asombro, eso jamás le había sucedido, no estaba preparado para aquello, el rechazo no era algo que le ocurriera constantemente y menos cuando se le rechazaba por otra fémina.
Con un aire de desconcierto se sentó al otro extremo de la barra, tratando de asimilar lo que le había sucedido. No lo iba a negar, esa noche se ahogaría en alcohol hasta olvidar lo sucedido.
Por otro lado, Jamie ya había regresado, justo en el momento en que Nate se encontraba perdido en sus pensamientos.
La indumentaria de la dama había sido cambiada, ahora llevaba un ajustado y corto vestido negro con unas medias de seda, que le llegarían por encima de las rodillas, aunque esto no sería lo verdaderamente preocupante.
Oculta en su espalda se hallaría una extraña guadaña, no muy grande, pero si bastante afilada. No creo que queráis saber lo que planeaba hacer con ella, pues no se necesita ser muy listo como para imaginarlo.
Con mucho sigilo se acercaría al muchacho, dispuesta a cumplir con su promesa de tenerle solo para ella.
-Esta vez serás mío…
Ahora las cosas se habían complicado y la elfa tendría dos opciones, salvar al casanova o salvarse ella misma, pues una vez que ella cobrase la vida del muchacho, iría por todas las demás féminas del lugar.
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Iredia: ¡Wow! Extasiada me hallo al ver ese grandioso desarrollo del NPC. ¡Felicidades! Ni yo misma le habría dado una mejor personalidad al casanova; pero ahora vayamos a lo que nos compete. Este será tu ultimo post y tendrás que elegir entre salvar a Nate o huir de ahí. No te recomiendo acercarte a Jamie, pues con un arma tan peligrosa las cosas podrían resultar de manera trágica. Ten cuidado en lo que sea que decidas, ya que puede tener repercusiones fatales para tu persona y para los demás. ¡Elige sabiamente!
Wyn
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Re: [Desafío] Casanova de profesión
Iredia empezaba a pensar que no llegaría nunca cuando, de repente, allí estaba de nuevo la chica misteriosa. La elfa quiso hablar con ella, pero cuando fue a llamarle la atención, la misteriosa le dio la espalda, dirigiéndose directamente hacia un Nate avaricioso de alcohol. Y la vio, aquella guadaña extraña y brillante en la espalda de la joven. Iredia abrió los ojos como platos y, entonces, lo comprendió todo. Lo iba a matar. Y sólo los dioses saben qué diantres se le ocurriría hacer después de matar al rubio.
<<"Él debe estar conmigo"...Maldita sea, ahora me cuadra todo.>>, pensó.
Tenía que hacer algo y rápido. Una cosa era dar un escarmiento a ese niño mimado para que aprendiese, pero con la muerte no le iba a dar tiempo a aprender nada. Pese a la tirria por los humanos varones, no deseaba la muerte de ese muchacho. Si conseguía salvarlo, quizás este hecho le hiciese meditar una valiosa lección. Sin embargo, no podía enfrentarse a la muchacha (la cual, por cierto, se había puesto aún más guapa de lo que era), al menos no cuerpo a cuerpo. Iba a necesitar ayuda.
Con un movimiento muy brusco, se levantó del taburete y corrió hasta el camarero, que se hallaba a tres pasos de ella.
-Vas a tener problemas, llama a la guardia o haz algo, esa chica tiene una guadaña y va a matarlo -señaló con la cabeza al lugar donde se hallaba Nate.
Sin saber si el camarero realmente había captado lo que había dicho o no, la elfa corrió a la mesa donde estaban los amigos de Nate. De los cuatro iniciales, solo quedaba uno (además del borracho): un melenudo con barba que olía a tabaco muy intensamente. Los otros dos se habían marchado con dos de las chicas. Otras dos estaban en los regazos del melenudo. La morena, la despachada, los miraba distraída mientras jugueteaba con las cartas de la mesa. Parecía desanimada. No puso muy buena cara cuando Iredia apareció de golpe, dando una palmada sobre la mesa para llamar la atención de todos. Lo consiguió, los cuatro la miraban, las tres mujeres con enfado, el melenudo con interés.
-A tu amigo lo va a matar esa chica de ahí como no hagas algo YA. -le dijo al melenas. Vosotras -las miró a cada una a los ojos muy seriamente, dando a entender que no era una broma- Salid de aquí ahora mismo.
El hombre melenudo se giró entonces y vio el percal.
-Hostias, ¡NATE!¡¡Cuidado!! -casi tiró a las chicas al suelo cuando se levantó bruscamente hacia el sitio del conflicto.
Las chicas del regazo, confundidas, se quedaron de rodillas en el suelo, sin entender qué pasaba. Iredia fue apresurada a donde ellas, ayudándolas a levantarse. La morena se levantó rápidamente de la silla y las cuatro por fin ya estaban de pie.
-¿Qué cojones...? -comentaron las chicas del regazo.
Iredia empezó a empujarlas a la puerta del bar.
-Largaos, largaos, fuera de aquí, ¡vamos!
Las dos chicas le hicieron caso y trataron, pero la morena acababa de ver la guadaña de Jamie y se fue derecha a por ella. Iredia la agarró del brazo, tironeando de ella hacia atrás.
-¡No! Lárgate, ¡esa chica está loca!
La morena miró a Iredia con ira.
-Lo quieres entero para ti, ¿eh, zorra elfa? ¡Suéltame, que le voy a partir la cara!
-No, idiota, lo que quiero es salvarte la vida. -consiguió arrastrarla unos metros hasta la puerta.
-¡Pero no lo entiendes! ¡Le va a hacer daño! ¡Es mío! ¡MÍO!
Iredia entonces, harta, la agarró de los hombros y la miró fijamente.
-¡Ese tío es un mujeriego y esa tía quizás nos raje el cuello a las dos como no salgamos de aquí! ¿¡Quieres acabar tan loca como ella!?
Por fin la morena dudó y a base de empujones la elfa consiguió aproximarse a la puerta con ella, aprovechando que había dejado de forcejear unos segundos.
-Pero... Nate... -derramó la morena una lágrima, sin decidirse a salir.
Iredia la asió por el mentón.
-Te has enamorado de un pandalah -al ver que la morena no entendía el término, se corrigió- Un idiota. Y esto le ha pasado por idiota.
Y la empujó hasta la puerta, dispuesta a irse con ella.
<<"Él debe estar conmigo"...Maldita sea, ahora me cuadra todo.>>, pensó.
Tenía que hacer algo y rápido. Una cosa era dar un escarmiento a ese niño mimado para que aprendiese, pero con la muerte no le iba a dar tiempo a aprender nada. Pese a la tirria por los humanos varones, no deseaba la muerte de ese muchacho. Si conseguía salvarlo, quizás este hecho le hiciese meditar una valiosa lección. Sin embargo, no podía enfrentarse a la muchacha (la cual, por cierto, se había puesto aún más guapa de lo que era), al menos no cuerpo a cuerpo. Iba a necesitar ayuda.
Con un movimiento muy brusco, se levantó del taburete y corrió hasta el camarero, que se hallaba a tres pasos de ella.
-Vas a tener problemas, llama a la guardia o haz algo, esa chica tiene una guadaña y va a matarlo -señaló con la cabeza al lugar donde se hallaba Nate.
Sin saber si el camarero realmente había captado lo que había dicho o no, la elfa corrió a la mesa donde estaban los amigos de Nate. De los cuatro iniciales, solo quedaba uno (además del borracho): un melenudo con barba que olía a tabaco muy intensamente. Los otros dos se habían marchado con dos de las chicas. Otras dos estaban en los regazos del melenudo. La morena, la despachada, los miraba distraída mientras jugueteaba con las cartas de la mesa. Parecía desanimada. No puso muy buena cara cuando Iredia apareció de golpe, dando una palmada sobre la mesa para llamar la atención de todos. Lo consiguió, los cuatro la miraban, las tres mujeres con enfado, el melenudo con interés.
-A tu amigo lo va a matar esa chica de ahí como no hagas algo YA. -le dijo al melenas. Vosotras -las miró a cada una a los ojos muy seriamente, dando a entender que no era una broma- Salid de aquí ahora mismo.
El hombre melenudo se giró entonces y vio el percal.
-Hostias, ¡NATE!¡¡Cuidado!! -casi tiró a las chicas al suelo cuando se levantó bruscamente hacia el sitio del conflicto.
Las chicas del regazo, confundidas, se quedaron de rodillas en el suelo, sin entender qué pasaba. Iredia fue apresurada a donde ellas, ayudándolas a levantarse. La morena se levantó rápidamente de la silla y las cuatro por fin ya estaban de pie.
-¿Qué cojones...? -comentaron las chicas del regazo.
Iredia empezó a empujarlas a la puerta del bar.
-Largaos, largaos, fuera de aquí, ¡vamos!
Las dos chicas le hicieron caso y trataron, pero la morena acababa de ver la guadaña de Jamie y se fue derecha a por ella. Iredia la agarró del brazo, tironeando de ella hacia atrás.
-¡No! Lárgate, ¡esa chica está loca!
La morena miró a Iredia con ira.
-Lo quieres entero para ti, ¿eh, zorra elfa? ¡Suéltame, que le voy a partir la cara!
-No, idiota, lo que quiero es salvarte la vida. -consiguió arrastrarla unos metros hasta la puerta.
-¡Pero no lo entiendes! ¡Le va a hacer daño! ¡Es mío! ¡MÍO!
Iredia entonces, harta, la agarró de los hombros y la miró fijamente.
-¡Ese tío es un mujeriego y esa tía quizás nos raje el cuello a las dos como no salgamos de aquí! ¿¡Quieres acabar tan loca como ella!?
Por fin la morena dudó y a base de empujones la elfa consiguió aproximarse a la puerta con ella, aprovechando que había dejado de forcejear unos segundos.
-Pero... Nate... -derramó la morena una lágrima, sin decidirse a salir.
Iredia la asió por el mentón.
-Te has enamorado de un pandalah -al ver que la morena no entendía el término, se corrigió- Un idiota. Y esto le ha pasado por idiota.
Y la empujó hasta la puerta, dispuesta a irse con ella.
Iredia
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Re: [Desafío] Casanova de profesión
Fue muy tarde cuando la elfa entendió las verdaderas intenciones de Jamie, aunque sus métodos tal vez debieron ser diferentes, para evitar aquel fatídico desenlace.
Corriendo de un lado a otro, advirtiendo a los presentes sobre el peligro que se les avecinaba, especialmente al apuesto rubio, quien se encontraba demasiado perdido en sus pensamientos como para notar que estaban a punto de rebanarlo en trozos.
Las intenciones de la hermosa elfina fueron muy buenas, sacar a las damas primero y dejar que el amigo de Nate se encargase de detener a la loca de la guadaña, pero creo que debió considerar las consecuencias de tal decisión.
Pese a la fuerza superior del joven, el hecho de que estuviese borracho fue lo suficientemente deplorable, como para brindarle a Jamie la oportunidad de encajarle su guadaña sin piedad.
La primera víctima de la noche había sido cobrada y ahora se disponía a hacer lo mismo con el causante de sus penas, mientras la adorable Iredia dejaba a su suerte al pobre casanova, que poca culpa tendría, más allá de ser un mujeriego.
La sangre del rubio llegaría hasta la elfina en pequeñas gotas que caerían en su rostro, justo antes de que esta emprendiese su partida. Simples y diminutos recordatorios de la consecuencia a sus acciones, pero esto sería descubierto mucho más adelante por ella.
Justo fuera de la taberna, vagando en busca de su dueño, se encontraría una hermosa cría de Asski de un precioso color azabache con tonos dorados. Sin pensarlo un segundo se lanzaría a los brazos de la elfa, olfateando el aroma de Nate proveniente del cuerpo de la hermosa joven. Al parecer ahora Iredia tendría un compañero por el cual preocuparse.
Corriendo de un lado a otro, advirtiendo a los presentes sobre el peligro que se les avecinaba, especialmente al apuesto rubio, quien se encontraba demasiado perdido en sus pensamientos como para notar que estaban a punto de rebanarlo en trozos.
Las intenciones de la hermosa elfina fueron muy buenas, sacar a las damas primero y dejar que el amigo de Nate se encargase de detener a la loca de la guadaña, pero creo que debió considerar las consecuencias de tal decisión.
Pese a la fuerza superior del joven, el hecho de que estuviese borracho fue lo suficientemente deplorable, como para brindarle a Jamie la oportunidad de encajarle su guadaña sin piedad.
La primera víctima de la noche había sido cobrada y ahora se disponía a hacer lo mismo con el causante de sus penas, mientras la adorable Iredia dejaba a su suerte al pobre casanova, que poca culpa tendría, más allá de ser un mujeriego.
La sangre del rubio llegaría hasta la elfina en pequeñas gotas que caerían en su rostro, justo antes de que esta emprendiese su partida. Simples y diminutos recordatorios de la consecuencia a sus acciones, pero esto sería descubierto mucho más adelante por ella.
Justo fuera de la taberna, vagando en busca de su dueño, se encontraría una hermosa cría de Asski de un precioso color azabache con tonos dorados. Sin pensarlo un segundo se lanzaría a los brazos de la elfa, olfateando el aroma de Nate proveniente del cuerpo de la hermosa joven. Al parecer ahora Iredia tendría un compañero por el cual preocuparse.
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Iredia: Admito que ha sido de los desafíos que más he disfrutado. Me encanta tú estilo y te invito a que sigas así. Lamentablemente todas las decisiones tienen consecuencias y esta no será la excepción. Aunque era un mujeriego, Nate era una persona inocente y le has dejado morir. Terrible decisión, pese a que admito que yo hubiese hecho lo mismo. Ahora pasaré a dejarte lo que te corresponde.
+2 puntos de experiencia por calidad.
+3 puntos de experiencia por originalidad.
Maldición:
Recompensa: Cría de Asski
+2 puntos de experiencia por calidad.
+3 puntos de experiencia por originalidad.
Maldición:
- Casanova de profesión:
- En el momento en que tu personaje entre en contacto con el agua caliente te convertirás en un apuesto y galante joven, quien, para tú mala suerte, tendrá la curiosa habilidad de atraer féminas como abejas a la miel. Por otro lado, con el agua fría obtendrás el efecto contrario: volverás a ser una chica. Esta maldición puede durar 6 turnos de los cuales en tres de ellos mostraran tu lado masculino y los otros tres tu lado femenino con la maldición. O por el contrario te doy la oportunidad de deshacerte de ella en 3 turnos, siendo convertida en chico y en el 4to tema solicitar la intervención de un master para retirar dicha maldición. No olvides avisarme tu decisión, me divertiré bastante leyéndote.
Recompensa: Cría de Asski
- Asski:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Esta hermosa mascota pertenecía a Nate y ahora se ha quedado sin su dueño, no creo que deba recordarte gracias a quién, ¿o sí? Es bastante amable y cariñosa, además de ser increíblemente inteligente. Cualquier cosa que le mandes a buscar ella lo encontrará. El nombre que Nate le había puesto era Rushi, pero puedes cambiarle el mote. Cuídale bien.
Información del Asski [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Wyn
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