Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
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Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
La taberna de Ulmer era extremadamente ruidosa, viajeros y aventureros se arremolinaban entre las grandes mesas de madera para reír y beber con el dinero de los trabajo que realizaban diariamente. Grande y espaciosa, la taberna hacía las mismas de posada y puesto de información, un punto de encuentro y organización para toda clase de gente, no era de extrañar que estuviera tan abarrotada. Aún así, en un rincón del local, una figura encapuchada tomaba su bebida en silencio.
Sus menuda espalda y su característica forma de sentarse indicaban una mujer de buena familia, pero las dos grandes antenas peludas de un bonito color liloso mostraban que era de echo una mujer-bestia. Sus manos semi-humanas de alargados y extraños dedos protegidos por guanteletes sujetaban con fuerza y gracia la jarra de cerveza echa de madera. Parecía estar "hablando" con el tabernero; El hablaba y ella contestaba escribiendo con una tiza en la madera del mostrador.
"¿Niños-bestia inesecto? Hmmm Lo siento, no creo haber escuchado nada."
La mujer-bestia bajó su cabeza, su nombre era Ruru, Ruru Lepidoptera, y buscaba desesperadamente rastros de sus "hermanos" perdidos, pero una vez más parecía estar perdiendo el hilo que la trajo a Ulmer. Bajando su cabeza un poco decepcionada, escribió en la madera:
Pagaré por la información. Si descubre algo, le ruego que me diga.
El tabernero asintió con una sonrisita interesada antes de irse a atender a otros clientes. Ruru bebió de la jarra de madera, no podía hablar la lengua correctamente pero si sabía escribirla, así que para comunicarse se valía de la tiza en su manos y de la arena en el suelo.
Bebiendo en silencio, nadie pareció notar que las antenas de ella se movían al ritmo de sus voces. Si algo sabía la joven, es que la mejor información se obtenía de las tabernas y de los viajeros ebrios de lengua fácil, con un poco de suerte escucharía algún rumor que le diera una pista sobre el paradero de su gente perdida.
.................
...........
.....
..
.
La figura de Ruru desapareció por la puerta de la taberna sin hacer ruido o llamar la atención, hoy tampoco logró descubrir ninguna nueva pista. Bajando su cabeza debajo de su capa con decepción, la chica mariposa decidió salir a tomar aire fresco ¡Tanto olor a cerveza y borracho comenzaba a marearla! Estaba acostumbrada a lugares pequeños y llenos de gente desde que se crío en una caverna en las profundidades de una cueva, pero poco estaba acostumbrada ella, criada como una futura "Reina", al asfixiante ambiente de una verdadera taberna para mercenarios, aventureros, viajeros y bandidos. Emitiendo lo que parecía un suspiro cansado, ella camino hasta las afueras de Ulmer.
La soledad de las afueras eran obvias, aparte de campos de cultivo, ganado y poco más no había realmente mucho. Aprovechando que no había mucha gente, Ruru bajo la capucha y reveló su cabeza casi totalmente de insecto de un azul cielo. El cielo estaba un poco nublado y el Sol parecía caer para retirase lentamente a su descanso, tiñendo el cielo y las aguas de Ulmer de un bonito color anaranjado. Ruru lo observó atentamente, como si de una polilla hacía el fuego se tratase ¡Era realmente precioso! Habiendo vivido todo ese tiempo en una cueva ¡Jamás había podido ver un cielo tan hermoso y colorido! Queriendo sentir la suave brisa humedecida por el agua del río, Ruru extendió sus hermosas alas de mariposa que fácilmente llegaban a los 2 metros de ancho y el metro de largo.
"Crik crik crik..."
Dijo Ruru en la lengua de los insectos, sonaba mas como un chascarrillo seco y extraño, casi como un alíen. En su lengua natal quería decir: Que vista mas hermosa.....
Sus menuda espalda y su característica forma de sentarse indicaban una mujer de buena familia, pero las dos grandes antenas peludas de un bonito color liloso mostraban que era de echo una mujer-bestia. Sus manos semi-humanas de alargados y extraños dedos protegidos por guanteletes sujetaban con fuerza y gracia la jarra de cerveza echa de madera. Parecía estar "hablando" con el tabernero; El hablaba y ella contestaba escribiendo con una tiza en la madera del mostrador.
"¿Niños-bestia inesecto? Hmmm Lo siento, no creo haber escuchado nada."
La mujer-bestia bajó su cabeza, su nombre era Ruru, Ruru Lepidoptera, y buscaba desesperadamente rastros de sus "hermanos" perdidos, pero una vez más parecía estar perdiendo el hilo que la trajo a Ulmer. Bajando su cabeza un poco decepcionada, escribió en la madera:
Pagaré por la información. Si descubre algo, le ruego que me diga.
El tabernero asintió con una sonrisita interesada antes de irse a atender a otros clientes. Ruru bebió de la jarra de madera, no podía hablar la lengua correctamente pero si sabía escribirla, así que para comunicarse se valía de la tiza en su manos y de la arena en el suelo.
Bebiendo en silencio, nadie pareció notar que las antenas de ella se movían al ritmo de sus voces. Si algo sabía la joven, es que la mejor información se obtenía de las tabernas y de los viajeros ebrios de lengua fácil, con un poco de suerte escucharía algún rumor que le diera una pista sobre el paradero de su gente perdida.
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La figura de Ruru desapareció por la puerta de la taberna sin hacer ruido o llamar la atención, hoy tampoco logró descubrir ninguna nueva pista. Bajando su cabeza debajo de su capa con decepción, la chica mariposa decidió salir a tomar aire fresco ¡Tanto olor a cerveza y borracho comenzaba a marearla! Estaba acostumbrada a lugares pequeños y llenos de gente desde que se crío en una caverna en las profundidades de una cueva, pero poco estaba acostumbrada ella, criada como una futura "Reina", al asfixiante ambiente de una verdadera taberna para mercenarios, aventureros, viajeros y bandidos. Emitiendo lo que parecía un suspiro cansado, ella camino hasta las afueras de Ulmer.
La soledad de las afueras eran obvias, aparte de campos de cultivo, ganado y poco más no había realmente mucho. Aprovechando que no había mucha gente, Ruru bajo la capucha y reveló su cabeza casi totalmente de insecto de un azul cielo. El cielo estaba un poco nublado y el Sol parecía caer para retirase lentamente a su descanso, tiñendo el cielo y las aguas de Ulmer de un bonito color anaranjado. Ruru lo observó atentamente, como si de una polilla hacía el fuego se tratase ¡Era realmente precioso! Habiendo vivido todo ese tiempo en una cueva ¡Jamás había podido ver un cielo tan hermoso y colorido! Queriendo sentir la suave brisa humedecida por el agua del río, Ruru extendió sus hermosas alas de mariposa que fácilmente llegaban a los 2 metros de ancho y el metro de largo.
"Crik crik crik..."
Dijo Ruru en la lengua de los insectos, sonaba mas como un chascarrillo seco y extraño, casi como un alíen. En su lengua natal quería decir: Que vista mas hermosa.....
Última edición por Ruru Lepidoptera el Miér Mayo 29 2019, 07:24, editado 1 vez
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
El mensajero llegó cuando ya se disponía a dejar la posada camino del puerto. La carta no tenía remitente, pero eran muy pocos los que sabían que se encontraba en Lunargenta. Una vez abierta, el marcado interés del autor por su salud le confirmó que estaba escrita en clave. «O sea, que no es del Hekshold». Ni siquiera se preguntó cómo habían averiguado en el gremio que estaba allí, después de todo, a eso se dedicaban.
—Ulmer —murmuró con fastidio tras descifrar el contenido—. ¿Qué mierda hay en Ulmer? —«Cabañas de madera y pulgas», pensó.
**********
«Y frío»
El aire de la tarde se le metió en los huesos en cuanto salió a cubierta. Por suerte, la amable invitación de unos días atrás venía con pasaje incluido. Sólo tenía que “recoger un paquete”, si todo iba como debía, estaría de vuelta en la civilización en menos de una semana, quizá en el mismo barco. Y desde allí, a las islas de nuevo, donde el tiempo era más acogedor. O eso esperaba, el trabajo en Lunargenta también le había parecido sencillo en un principio.
Valeria suspiró y bajó a tierra. La villa de Ulmer tenía de ciudad lo que ella de sacerdotisa elfa, pero por su situación geográfica, se había convertido en parada obligatoria para todo transporte mercante que viajase entre los reinos del norte y la península de Verisar. Debido a ello, la bruja había visitado el lugar en numerosas ocasiones. Aunque era poco frecuente que sus habitantes mostraran algún interés en los productos con los que solía comerciar, en ocasiones, había logrado algún trato con otros mercaderes que viajaban en sentido contrario. En aquella ocasión, sin embargo, pasó de largo el grupito de comerciantes que empezaba a arremolinarse en el muelle y, tras dar instrucciones para que llevaran sus bártulos a la posada, se adentró en el poblado.
Caminó, sin pensárselo demasiado, hacia el otro lado de la aldea. No tenía intención de meterse tan temprano en la taberna, pues ya llevaba días rodeada de marinos sobrios y necesitaba un descanso antes de rodearse de marinos ebrios. Un paseo por las afueras, alejada de las miradas hoscas de los habitantes del lugar, le vendría bien, mientras aún hubiera algo de luz. Aparentemente, no era la única que había tenido esa idea.
Al acercarse a la zona de la taberna, vio salir una figura encapuchada en dirección a la salida del poblado. La bruja se mantuvo a cierta distancia para no despertar las suspicacias del individuo, pero no varió el rumbo. Una vez que ambas estuvieron ya a cierta distancia de la aldea, la figura se detuvo, aparentemente, para admirar el paisaje. Valeria también se paró un instante a considerar sus opciones. No quería volverse tan pronto, pero tampoco quería apartarse demasiado del camino, así que supuso que seguiría adelante, pensase la figura lo que pensase. Sin embargo, cuando apenas había reanudado la marcha, la alta figura desplegó de repente lo que parecían unas gigantescas alas de mariposa. La bruja tuvo que dar un paso atrás para no caerse de culo por la impresión.
—Ulmer —murmuró con fastidio tras descifrar el contenido—. ¿Qué mierda hay en Ulmer? —«Cabañas de madera y pulgas», pensó.
**********
«Y frío»
El aire de la tarde se le metió en los huesos en cuanto salió a cubierta. Por suerte, la amable invitación de unos días atrás venía con pasaje incluido. Sólo tenía que “recoger un paquete”, si todo iba como debía, estaría de vuelta en la civilización en menos de una semana, quizá en el mismo barco. Y desde allí, a las islas de nuevo, donde el tiempo era más acogedor. O eso esperaba, el trabajo en Lunargenta también le había parecido sencillo en un principio.
Valeria suspiró y bajó a tierra. La villa de Ulmer tenía de ciudad lo que ella de sacerdotisa elfa, pero por su situación geográfica, se había convertido en parada obligatoria para todo transporte mercante que viajase entre los reinos del norte y la península de Verisar. Debido a ello, la bruja había visitado el lugar en numerosas ocasiones. Aunque era poco frecuente que sus habitantes mostraran algún interés en los productos con los que solía comerciar, en ocasiones, había logrado algún trato con otros mercaderes que viajaban en sentido contrario. En aquella ocasión, sin embargo, pasó de largo el grupito de comerciantes que empezaba a arremolinarse en el muelle y, tras dar instrucciones para que llevaran sus bártulos a la posada, se adentró en el poblado.
Caminó, sin pensárselo demasiado, hacia el otro lado de la aldea. No tenía intención de meterse tan temprano en la taberna, pues ya llevaba días rodeada de marinos sobrios y necesitaba un descanso antes de rodearse de marinos ebrios. Un paseo por las afueras, alejada de las miradas hoscas de los habitantes del lugar, le vendría bien, mientras aún hubiera algo de luz. Aparentemente, no era la única que había tenido esa idea.
Al acercarse a la zona de la taberna, vio salir una figura encapuchada en dirección a la salida del poblado. La bruja se mantuvo a cierta distancia para no despertar las suspicacias del individuo, pero no varió el rumbo. Una vez que ambas estuvieron ya a cierta distancia de la aldea, la figura se detuvo, aparentemente, para admirar el paisaje. Valeria también se paró un instante a considerar sus opciones. No quería volverse tan pronto, pero tampoco quería apartarse demasiado del camino, así que supuso que seguiría adelante, pensase la figura lo que pensase. Sin embargo, cuando apenas había reanudado la marcha, la alta figura desplegó de repente lo que parecían unas gigantescas alas de mariposa. La bruja tuvo que dar un paso atrás para no caerse de culo por la impresión.
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
La noche anterior habíamos preparado los carros a la entrada de la ciudad, afilado las destrales y preparado las cuerdas. El almacén se estaba quedando vacío y los encargos seguían llegando, así que hoy el taller permanecería cerrado. Nuestro vecino nos había dejado unos caballos de tiro a cambio de que le revisara unas vigas y los carros eran de un pedido que se había quedado sin dueño, de camino al bosque la panadera nos ofreció unas roscas de cecina y queso recién orneadas, quise pagarle pero el marido nos salio al paso y se negó a cobrarnos alegando que sin las palas que les fabriqué no podrían hacer pan. Nunca imagine que el oficio de carpintero pudiera dar tantos frutos, aunque algo me decía que la rubia que marchaba a mi lado tenia algo que ver, a fin de cuentas, era ella la que interactuaba con los clientes.-¿Que hiciste esta vez para que nos regalen el desayuno? -Lavey comía o mejor dicho devoraba el pan encima del caballo mientras que yo me recreaba en el sabor del queso caliente.
-Yo no hice nada, solo les dije les harías las palas el mismo día. -Levanté una ceja sorprendida, aquello era imposible, tenia tantos pedidos que la gente tenia que esperar uno o dos días. -Bueno... puede que le diera prioridad a las palas del señor Bande, y quizás es posible que unas hormigas colocaran el encargo el primero de la lista.
-Con razón aquel día el juglar estaba tan enfadado. Vey tuve que rebajarle el precio a la mujer y...
-O vamos, no te quejes. Gracias a eso la mujer se quedo un día más en la taberna y recuerdo que esa noche no dormiste en casa. -Lavey me miraba acusadora, sabia perfectamente lo que ocurría cuando su madre dormía fuera. -Y además ahora tenemos comida gratis. -La rubia me señaló con el panecillo y yo no pude dejar pasar la oportunidad de darle un bocado. -¡Ey! es mio.
Cuando el desayuno desapareció de nuestras manos, los caballos ya estaban atados y el sonido de las hachas contra los arboles resonaba por el bosque. Al mediodía el primer carro ya estaba lleno y en el almacén, aprovechamos para comer en casa y rellenar los odres de agua antes de volver al bosque.
Al caer la tarde los últimos troncos estaban anudados y listos para el transporte. -Vey sal con los caballos y prepara el carro. -La joven ya conocía la rutina y antes de que terminara la frase ya estaba subida al animal rumbo a la ciudad.
Cualquier otra raza hubiera tardado una semana en amasar la misma cantidad de madera que nosotras en un día siendo solo dos y el problema no era la habilidad de las otras especies sino acceder al lugar, la arboleda estaba fuera de los caminos y el espesor del bosque impedía adentrar carromatos, por no hablar de la cantidad de pedruscos que había en la tierra lo que dificultaba hacer rodar los arboles talados, por ahora solo había una manera eficiente de trasportar la madera y esa era por aire, por lo menos hasta la entrada de la ciudad, porque luego la cantidad de casas impedía que aterrizara sin problemas cerca del taller.
Lavey canturreaba despreocupada encima del caballo esperando ver el carro a lo lejos no unas impresionantes alas azules, la joven lagartija había visto multitud de cosas en lo últimos tiempo, pero aquello era nuevo. Al acercase se percato de que aquel ser no estaba solo y todo aquello hubiera sido un encuentro emocionante de no ser por lo que venia de camino.
-Buenas señoritas... ¿Señoras? -Lavey bajo del caballo nerviosa y desconcertada, hablaba en femenino por la mujer que estaba cerca de aquella especie de mariposa, pero realmente no sabia que era. -¿Señor...? aaam... ¿Persona-bicho? En fin. -La rubia se rasco la nuca al tiempo que movía los caballos hacia los anclajes del vehículo vació. -Siento molestar, pero por vuestra seguridad deberíais apartaros del camino. No suele pasar nada, pero una vez casi se cae un tronco. -Explicaba la joven dando por sentado lo que iba a ocurrir mientras que de fondo comenzaba a escucharse un fuerte aleteo. -En serio, tenéis que moveros.
Ya no quedaba tiempo para la charla pues por encima del bosque se escuchaba y veía como un dragón se dirigía a la entrada de la ciudad portando bajo sus patas cuatro gruesos troncos. Lavey espero hasta que su madre se posiciono sobre el carromato, el batir de las alas movía la hierba y la tierra del camino haciendo ligeras hondas sobre el suelo. -Bien, vas bien. -Gritaba la niña. -A la izquierda... despacio, un pelin hacia delante, un poco más. Vale, baja.
Descendí con las ultimas indicaciones de mi hija hasta que los troncos quedaron centrados sobre el carro, cuando estuve segura de que la carga no se movería de su sitio plegué las alas y comencé a cambiar de forma hasta quedar sentada encima de la madera.
-Uf, estoy rendida. -Sin cambiar de posición levante los brazos al cielo y estire la espalda. -Vaya... Buenas tardes. -Dije con una sonrisa al darme cuenta de que Vey no era la única en el camino. -¿Podemos ayudaros?
______
Off: Habilidad racial: Transformación.
-Yo no hice nada, solo les dije les harías las palas el mismo día. -Levanté una ceja sorprendida, aquello era imposible, tenia tantos pedidos que la gente tenia que esperar uno o dos días. -Bueno... puede que le diera prioridad a las palas del señor Bande, y quizás es posible que unas hormigas colocaran el encargo el primero de la lista.
-Con razón aquel día el juglar estaba tan enfadado. Vey tuve que rebajarle el precio a la mujer y...
-O vamos, no te quejes. Gracias a eso la mujer se quedo un día más en la taberna y recuerdo que esa noche no dormiste en casa. -Lavey me miraba acusadora, sabia perfectamente lo que ocurría cuando su madre dormía fuera. -Y además ahora tenemos comida gratis. -La rubia me señaló con el panecillo y yo no pude dejar pasar la oportunidad de darle un bocado. -¡Ey! es mio.
Cuando el desayuno desapareció de nuestras manos, los caballos ya estaban atados y el sonido de las hachas contra los arboles resonaba por el bosque. Al mediodía el primer carro ya estaba lleno y en el almacén, aprovechamos para comer en casa y rellenar los odres de agua antes de volver al bosque.
Al caer la tarde los últimos troncos estaban anudados y listos para el transporte. -Vey sal con los caballos y prepara el carro. -La joven ya conocía la rutina y antes de que terminara la frase ya estaba subida al animal rumbo a la ciudad.
Cualquier otra raza hubiera tardado una semana en amasar la misma cantidad de madera que nosotras en un día siendo solo dos y el problema no era la habilidad de las otras especies sino acceder al lugar, la arboleda estaba fuera de los caminos y el espesor del bosque impedía adentrar carromatos, por no hablar de la cantidad de pedruscos que había en la tierra lo que dificultaba hacer rodar los arboles talados, por ahora solo había una manera eficiente de trasportar la madera y esa era por aire, por lo menos hasta la entrada de la ciudad, porque luego la cantidad de casas impedía que aterrizara sin problemas cerca del taller.
Lavey canturreaba despreocupada encima del caballo esperando ver el carro a lo lejos no unas impresionantes alas azules, la joven lagartija había visto multitud de cosas en lo últimos tiempo, pero aquello era nuevo. Al acercase se percato de que aquel ser no estaba solo y todo aquello hubiera sido un encuentro emocionante de no ser por lo que venia de camino.
-Buenas señoritas... ¿Señoras? -Lavey bajo del caballo nerviosa y desconcertada, hablaba en femenino por la mujer que estaba cerca de aquella especie de mariposa, pero realmente no sabia que era. -¿Señor...? aaam... ¿Persona-bicho? En fin. -La rubia se rasco la nuca al tiempo que movía los caballos hacia los anclajes del vehículo vació. -Siento molestar, pero por vuestra seguridad deberíais apartaros del camino. No suele pasar nada, pero una vez casi se cae un tronco. -Explicaba la joven dando por sentado lo que iba a ocurrir mientras que de fondo comenzaba a escucharse un fuerte aleteo. -En serio, tenéis que moveros.
Ya no quedaba tiempo para la charla pues por encima del bosque se escuchaba y veía como un dragón se dirigía a la entrada de la ciudad portando bajo sus patas cuatro gruesos troncos. Lavey espero hasta que su madre se posiciono sobre el carromato, el batir de las alas movía la hierba y la tierra del camino haciendo ligeras hondas sobre el suelo. -Bien, vas bien. -Gritaba la niña. -A la izquierda... despacio, un pelin hacia delante, un poco más. Vale, baja.
Descendí con las ultimas indicaciones de mi hija hasta que los troncos quedaron centrados sobre el carro, cuando estuve segura de que la carga no se movería de su sitio plegué las alas y comencé a cambiar de forma hasta quedar sentada encima de la madera.
-Uf, estoy rendida. -Sin cambiar de posición levante los brazos al cielo y estire la espalda. -Vaya... Buenas tardes. -Dije con una sonrisa al darme cuenta de que Vey no era la única en el camino. -¿Podemos ayudaros?
______
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Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Escuchando el ruido de una persona justo a su lado, la mujer mariposa se giró un poco, aún con las alas extendidas, para encararla por instinto. La persona resultó ser una chica de baja estatura y complexión delgada, Ruru entendió de inmediato que la asusto por haber desplegado sus grandes alas de repente, mirándola con lo que parecía ser arrepentimiento, la mujer-bestia replegó sus azuladas extremidades aéreas y con la ayuda de la vaina de su espada escribió en el suelo:
Lo siento, no pretendía asustarte ¿Estas bien?
Bajo circunstancias de su especie, Ruru habría sido mas educada y se hubiera disculpado de forma elegante y con una amable sonrisa pero no lo hizo al entender que tampoco podían entender sus gestos o expresiones con facilidad, aún así, intentó transmitir lo mejor que pudo en las letras del suelo lo arrepentida que estaba de haberla asustado.
Las alas replegadas caían hermosamente por la espalda de Ruru, como si de un manto de la realeza se tratase, y se detenía justo antes de tocar le suelo ¡Ruru cuidaba celosamente de ellas, así que no permitía que estas se ensuciaran con el suelo!, la capa marrón no permitía verlas del todo bien, que se podían divisar las bonitas puntas moradas fácilmente.
Estaba a punto de irse para no seguir molestando a la mujer que según Ruru, no debía tener más de 22 o 23 años, pero sus largas y peludas antenas azuladas divisaron el ruido de un caballo aproximándose, deteniendo sus pasos, la silenciosa mujer mariposa observó a la joven adolescente pedirles que se movieron, sin mostrarse molesta o sorprendida de su confusión de genero, Ruru obedeció la petición de la muchacha y se alejó tal y como le pidió
Era la primera vez que veía un dragón, así que la reacción de Ruru fue alejarse un poco con una aura visiblemente sorprendida ¡Incluso desplegó levemente sus alas por instinto! Pero tal y como se la educó, recuperó su compostura grácil y hermosamente pulcra de inmediato.
El enorme dragón se transformó de repente en una hermosa mujer, acostumbrada a la estética de insectos, Ruru no pudo entender del todo lo que es considerado hermoso y feo a menos que estuviera muy marcado, e incluso así, se quedó bastante maravillada por la dragona ¡Desde su maestra y "madre", la antigua reina de su clan de insectos, que no veía una mujer tan hermosa!
"Click click...."
Murmuró la joven mariposa sin querer ¡Diablos! A pesar de que estaba bastante orgullosa de su compostura y educación, su juventud aveces le hacía actuar sin pensar ¡Mira que decir en su lengua natal "Eres realmente hermosa"! Desde el fondo de su corazón agradeció que normalmente nadie entendía sus palabras, mientras bajaba su cabeza tímidamente y con lo que parecía una extraña versión de los insectos del sonrojo, escribió en el suelo:
No, lamento la intromisión
Ruru parecía que había acabado en ese lugar y que se iba de vuelta a la posada, pero extramañente se detuvo y se quedó unos segundos pensativa. Volviéndose a presentar a la mujer dragón, volvió a escribir rápidamente.
De echo me gustaría hacer una pregunta si no es mucha molestia ¿Vio o escucho algo sobre hombres-bestia insecto por la zona? Cualquier cosa esta bien.
Lo siento, no pretendía asustarte ¿Estas bien?
Bajo circunstancias de su especie, Ruru habría sido mas educada y se hubiera disculpado de forma elegante y con una amable sonrisa pero no lo hizo al entender que tampoco podían entender sus gestos o expresiones con facilidad, aún así, intentó transmitir lo mejor que pudo en las letras del suelo lo arrepentida que estaba de haberla asustado.
Las alas replegadas caían hermosamente por la espalda de Ruru, como si de un manto de la realeza se tratase, y se detenía justo antes de tocar le suelo ¡Ruru cuidaba celosamente de ellas, así que no permitía que estas se ensuciaran con el suelo!, la capa marrón no permitía verlas del todo bien, que se podían divisar las bonitas puntas moradas fácilmente.
Estaba a punto de irse para no seguir molestando a la mujer que según Ruru, no debía tener más de 22 o 23 años, pero sus largas y peludas antenas azuladas divisaron el ruido de un caballo aproximándose, deteniendo sus pasos, la silenciosa mujer mariposa observó a la joven adolescente pedirles que se movieron, sin mostrarse molesta o sorprendida de su confusión de genero, Ruru obedeció la petición de la muchacha y se alejó tal y como le pidió
Era la primera vez que veía un dragón, así que la reacción de Ruru fue alejarse un poco con una aura visiblemente sorprendida ¡Incluso desplegó levemente sus alas por instinto! Pero tal y como se la educó, recuperó su compostura grácil y hermosamente pulcra de inmediato.
El enorme dragón se transformó de repente en una hermosa mujer, acostumbrada a la estética de insectos, Ruru no pudo entender del todo lo que es considerado hermoso y feo a menos que estuviera muy marcado, e incluso así, se quedó bastante maravillada por la dragona ¡Desde su maestra y "madre", la antigua reina de su clan de insectos, que no veía una mujer tan hermosa!
"Click click...."
Murmuró la joven mariposa sin querer ¡Diablos! A pesar de que estaba bastante orgullosa de su compostura y educación, su juventud aveces le hacía actuar sin pensar ¡Mira que decir en su lengua natal "Eres realmente hermosa"! Desde el fondo de su corazón agradeció que normalmente nadie entendía sus palabras, mientras bajaba su cabeza tímidamente y con lo que parecía una extraña versión de los insectos del sonrojo, escribió en el suelo:
No, lamento la intromisión
Ruru parecía que había acabado en ese lugar y que se iba de vuelta a la posada, pero extramañente se detuvo y se quedó unos segundos pensativa. Volviéndose a presentar a la mujer dragón, volvió a escribir rápidamente.
De echo me gustaría hacer una pregunta si no es mucha molestia ¿Vio o escucho algo sobre hombres-bestia insecto por la zona? Cualquier cosa esta bien.
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
La figura alada se volvió inmediatamente hacia ella, quizá su expresión de sorpresa había sido algo más ruidosa de lo que la bruja hubiera querido. Volvió a replegar las alas y movió un poco las antenas, lo que hizo que Valeria tragara saliva al recordar los suministros alquímicos que ya debían estar descansando en la posada. Algunos de los ingredientes que usaba en sus fórmulas incluían partes de insectos. La mariposa gigante llevó la… ¿mano? a la espada y la bruja se preparó para lo peor, pero resulta que sólo pretendía hacer dibujitos en el suelo. Aún algo insegura, Valeria bajó la vista y se dio cuenta de que el extraño ser no estaba dibujando, sino escribiendo: escribiendo una disculpa.
—Oh —dijo algo aliviada—, sí, claro. Sin problema —sonrió aún sin demasiado convencimiento.
Se estaba preguntando si tendría que escribir también la respuesta en el suelo cuando oyó los gritos. No tenía ni idea de a qué se referiría la muchacha que venía cabalgando por el camino, pero sabía por experiencia que si alguien le gritaba a una que se apartase, lo más seguro era apartarse primero y preguntar después, así que hizo lo propio. Y bien a tiempo, pues en aquel momento, se escuchó un fuerte batir de alas proveniente de la arboleda y un hermoso ejemplar de dragón apareció ante su vista cargando con unos enormes troncos.
Valeria se quedó fascinada observando el espectáculo. En ocasiones, había visto dragones transformados, cuando su antiguo empleo la llevaba de viaje por los reinos del norte, pero no sabía que hubiera alguno en Ulmer. De repente, aquel villorrio se había vuelto más interesante.
Con los ojos algo llorosos, pues se resistía a cerrarlos a pesar del fuerte aire que había levantado el batir de alas, la bruja atendió al trabajo coordinado de la joven y el dragón. Parecía evidente que no era la primera vez que transportaban la madera de ese modo. Casi con pena, pero con una sonrisa de admiración en el rostro, asistió a la transformación de la formidable bestia en una mujer joven que las observaba, a ella y a la mariposa gigante, desde lo alto del montón de troncos. «¿Ayudarme?», pensó Val, «Para nada, ya me has alegrado el día».
Fue entonces cuando oyó unos chasquidos a su izquierda que hicieron que se le erizara el vello de la nuca. «No pienses en tus ingredientes», se dijo, «relájate un poco». Pero era más fácil pensarlo que hacerlo. La mariposa volvió a escribir en el suelo. Por ser la que más cerca estaba, Valeria no tuvo problema alguno para leer sus palabras. ¿Hombres-bestia insecto? Era la primera vez que veía uno, ni siquiera sabía que fuera posible. Creía que las combinaciones tendrían que guardar algún tipo de proporción, pues casi todos los hombres-bestia que había conocido en el pasado parecían animales relativamente grandes o resultaban en individuos de tamaño reducido. Su mente científica quería perderse en cálculos y elucubraciones, pero en su interior, el nerviosismo inicial fue sustituido por una leve punzada de lástima. Asegurándose de que el sentimiento no asomara a su voz, preguntó:
—¿Acaso has perdido a tu grupo?
—Oh —dijo algo aliviada—, sí, claro. Sin problema —sonrió aún sin demasiado convencimiento.
Se estaba preguntando si tendría que escribir también la respuesta en el suelo cuando oyó los gritos. No tenía ni idea de a qué se referiría la muchacha que venía cabalgando por el camino, pero sabía por experiencia que si alguien le gritaba a una que se apartase, lo más seguro era apartarse primero y preguntar después, así que hizo lo propio. Y bien a tiempo, pues en aquel momento, se escuchó un fuerte batir de alas proveniente de la arboleda y un hermoso ejemplar de dragón apareció ante su vista cargando con unos enormes troncos.
Valeria se quedó fascinada observando el espectáculo. En ocasiones, había visto dragones transformados, cuando su antiguo empleo la llevaba de viaje por los reinos del norte, pero no sabía que hubiera alguno en Ulmer. De repente, aquel villorrio se había vuelto más interesante.
Con los ojos algo llorosos, pues se resistía a cerrarlos a pesar del fuerte aire que había levantado el batir de alas, la bruja atendió al trabajo coordinado de la joven y el dragón. Parecía evidente que no era la primera vez que transportaban la madera de ese modo. Casi con pena, pero con una sonrisa de admiración en el rostro, asistió a la transformación de la formidable bestia en una mujer joven que las observaba, a ella y a la mariposa gigante, desde lo alto del montón de troncos. «¿Ayudarme?», pensó Val, «Para nada, ya me has alegrado el día».
Fue entonces cuando oyó unos chasquidos a su izquierda que hicieron que se le erizara el vello de la nuca. «No pienses en tus ingredientes», se dijo, «relájate un poco». Pero era más fácil pensarlo que hacerlo. La mariposa volvió a escribir en el suelo. Por ser la que más cerca estaba, Valeria no tuvo problema alguno para leer sus palabras. ¿Hombres-bestia insecto? Era la primera vez que veía uno, ni siquiera sabía que fuera posible. Creía que las combinaciones tendrían que guardar algún tipo de proporción, pues casi todos los hombres-bestia que había conocido en el pasado parecían animales relativamente grandes o resultaban en individuos de tamaño reducido. Su mente científica quería perderse en cálculos y elucubraciones, pero en su interior, el nerviosismo inicial fue sustituido por una leve punzada de lástima. Asegurándose de que el sentimiento no asomara a su voz, preguntó:
—¿Acaso has perdido a tu grupo?
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
No sabia que era exactamente lo que estaba viendo, era un bicho azul, eso estaba claro y tenia unas peludas antenas que provocaban que quisiera saltar del carro y estrujarlas para comprobar si eran suaves y mullidas, por otro lado estaba la figura estilizada del insecto, no conocía nadie más con esa apariencia, ni siquiera sabia si su raza tendría distinción física entre macho y hembra, pero mi instinto me decía que aquella complexión era femenina.
Bajé del carro al percatarme de que la mujer-bicho rallaba en el suelo con la funda de su espada, lo primero que pensé al doblar el cuello y leer fue que la pobre lo tendría que pasar mal para comunicarse con la gente. Entonces preste atención a la mujer morena que había a su lado, el que su cabeza estuviera más cerca del suelo en comparación a la mía no me extrañaba, aquello era algo habitual para mi, sin embargo sus ojos no tenían nada de habitual. No era la primera mujer de ojos amarillos que veía en mi vida, pero estos eran diferentes a los de Oromë, eran... más brillante más llamativos, daba la impresión de que te estuvieran retando todo el rato, que te incitaran a acercarte para comprobar si la dueña mordía. Aquello provocó en mi rostro una sonrisa picara y una mirada que solo fue de reojo, pues la mujer-mariposa volvió a escribir en el suelo y mi atención se fue de vuelta a las letras terrosas.
-¿Hombres-insectos? si fueran la mitad de llamativos que tu los recordatoria. -Lavey negó con la cabeza indicando que tampoco había visto nada, pero entonces caí en la cuenta de algo. -No se si tendrá algo que ver, pero hace unos días escuche un fuerte aleteo. Salí de la carpintería y vi una mancha negra volando muy alto, sonaba como si un abejorro gigante acabase de pasar por encima de mi cabeza.
Lavey movida por la curiosidad había bajado del asiento del carro y unido a la conversación. Primero miro al bicho, luego a la mujer y por ultimo a mi. Sus ojos azules escrutaban mi cara y en su rostro podía leer un: "Se lo que estas pensando y se lo que vas a intentar."
La curiosidad infantil de la rubia era muy fuerte, pese a que ya estaba en plena adolescencia, los adultos hubieran abordado el tema de otra forma, intentarían ser sutiles o utilizarían el tacto para preguntar sobre un tema delicado, pero Lavey no, cuando a la joven le picaba algo tenia que rascarse hasta sentirse saciada.
-¿Porque escribes en el suelo? No puedes hablar... ¿Eres muda? -Vey miraba fijamente los grandes ojos del insecto azul, esperando una respuesta.
Bajé del carro al percatarme de que la mujer-bicho rallaba en el suelo con la funda de su espada, lo primero que pensé al doblar el cuello y leer fue que la pobre lo tendría que pasar mal para comunicarse con la gente. Entonces preste atención a la mujer morena que había a su lado, el que su cabeza estuviera más cerca del suelo en comparación a la mía no me extrañaba, aquello era algo habitual para mi, sin embargo sus ojos no tenían nada de habitual. No era la primera mujer de ojos amarillos que veía en mi vida, pero estos eran diferentes a los de Oromë, eran... más brillante más llamativos, daba la impresión de que te estuvieran retando todo el rato, que te incitaran a acercarte para comprobar si la dueña mordía. Aquello provocó en mi rostro una sonrisa picara y una mirada que solo fue de reojo, pues la mujer-mariposa volvió a escribir en el suelo y mi atención se fue de vuelta a las letras terrosas.
-¿Hombres-insectos? si fueran la mitad de llamativos que tu los recordatoria. -Lavey negó con la cabeza indicando que tampoco había visto nada, pero entonces caí en la cuenta de algo. -No se si tendrá algo que ver, pero hace unos días escuche un fuerte aleteo. Salí de la carpintería y vi una mancha negra volando muy alto, sonaba como si un abejorro gigante acabase de pasar por encima de mi cabeza.
Lavey movida por la curiosidad había bajado del asiento del carro y unido a la conversación. Primero miro al bicho, luego a la mujer y por ultimo a mi. Sus ojos azules escrutaban mi cara y en su rostro podía leer un: "Se lo que estas pensando y se lo que vas a intentar."
La curiosidad infantil de la rubia era muy fuerte, pese a que ya estaba en plena adolescencia, los adultos hubieran abordado el tema de otra forma, intentarían ser sutiles o utilizarían el tacto para preguntar sobre un tema delicado, pero Lavey no, cuando a la joven le picaba algo tenia que rascarse hasta sentirse saciada.
-¿Porque escribes en el suelo? No puedes hablar... ¿Eres muda? -Vey miraba fijamente los grandes ojos del insecto azul, esperando una respuesta.
Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Mostrando lo que parecía un rostro feliz, Ruru asintió agradecida y emocionada mientras escribía rápidamente en el suelo. Todo su lenguaje corporal y aura irradiaban una felicidad y esperanza realmente grandes ¡No le importaba cuan vaga y poco confiable fuese! Si era una pista, aunque fuera pequeña, le bastaba. Lo que escribió en el suelo fue:
¡Muchas gracias! A decir verdad, tal y como dice la joven, estaba con otros de mi índole pero por unos problemas con unos bandidos terminamos separándonos. Llevo buscándoles por mucho tiempo.
La mujer insecto estaba realmente agradecida con la dragona de hermosa apariencia ¡Al fin pudo encontrar una pista! Ruru era una persona que basaba su conducta sobre el honor, el orgullo y la justicia así que prácticamente de inmediato sintió que debía pagarle a la dragona por su amabilidad.
Mi nombre es Ruru Lepidoptera, podéis llamarme Ruru o Lazuli. Desgraciadamente, no puedo ofrecer mucho dinero pero si hay algo que pueda hacer para usted o me da el tiempo para obtenerlo, definitivamente le pagaré la información.
Añadiendo esa frase justo debajo, la mujer mariposa movió sus antenas nerviosamente hasta que la adolescente que acompañaba ala dragona, probablemente una también, le pregunto sobre su acción de escribir en el suelo. Ruru asintió suavemente mientras acariciaba su garganta por instinto, rápidamente escribió:
No puedo articular las palabras que no sean de mi gente. Aunque entiendo vuestro idioma y puedo escribirlo perfectamente.
El cielo anaranjado comenzaba a desvanecerse y en su lugar la oscuridad de la noche comenzaba a extenderse, en respuesta, innumerables luces de antorchas comenzaron a rodear a toda Ulmer que podía ser vista desde una distancia no muy lejana. Recordando los peligros de la noche, la joven mariposa hizo señas, pues probablemente incluso si escribía en el suelo no podrían leerlo a menos que forzaran la vista, para ofrecer a las 3 chicas escoltarlas de vuelta a Ulmer. Ruru sabía que probablemente, si esa chica de ojos dorados viajaba sola, es que era fuere y una dragona estaba fuera de cuestión, pero aún así, la caballeresca mariposa jamás dejaría solas a tan amables personas que le dieron una preciada información.
¡Muchas gracias! A decir verdad, tal y como dice la joven, estaba con otros de mi índole pero por unos problemas con unos bandidos terminamos separándonos. Llevo buscándoles por mucho tiempo.
La mujer insecto estaba realmente agradecida con la dragona de hermosa apariencia ¡Al fin pudo encontrar una pista! Ruru era una persona que basaba su conducta sobre el honor, el orgullo y la justicia así que prácticamente de inmediato sintió que debía pagarle a la dragona por su amabilidad.
Mi nombre es Ruru Lepidoptera, podéis llamarme Ruru o Lazuli. Desgraciadamente, no puedo ofrecer mucho dinero pero si hay algo que pueda hacer para usted o me da el tiempo para obtenerlo, definitivamente le pagaré la información.
Añadiendo esa frase justo debajo, la mujer mariposa movió sus antenas nerviosamente hasta que la adolescente que acompañaba ala dragona, probablemente una también, le pregunto sobre su acción de escribir en el suelo. Ruru asintió suavemente mientras acariciaba su garganta por instinto, rápidamente escribió:
No puedo articular las palabras que no sean de mi gente. Aunque entiendo vuestro idioma y puedo escribirlo perfectamente.
El cielo anaranjado comenzaba a desvanecerse y en su lugar la oscuridad de la noche comenzaba a extenderse, en respuesta, innumerables luces de antorchas comenzaron a rodear a toda Ulmer que podía ser vista desde una distancia no muy lejana. Recordando los peligros de la noche, la joven mariposa hizo señas, pues probablemente incluso si escribía en el suelo no podrían leerlo a menos que forzaran la vista, para ofrecer a las 3 chicas escoltarlas de vuelta a Ulmer. Ruru sabía que probablemente, si esa chica de ojos dorados viajaba sola, es que era fuere y una dragona estaba fuera de cuestión, pero aún así, la caballeresca mariposa jamás dejaría solas a tan amables personas que le dieron una preciada información.
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Era impresionante la habilidad que tenía la mariposa para manejar la funda de la espada y la velocidad a la que escribía. Valeria se preguntó si sería igual de diestra con la espada desenvainada. Lo que no le quedaba claro era si sus enemigos la tomarían en serio. A la bruja, la idea de un insecto gigante le resultaba de lo más inquietante, pero estaba segura de que poca gente haría la conexión entre “mariposa” y “peligro”. «Necios», pensaba ella.
—¿Os atacaron? ¿Fue cerca de aquí? —preguntó, más por conocer el estado general de los caminos en la región que porque tuviera intención de ayudarle a encontrar a sus amigos. Con un bicho gigante, su estómago ya tenía suficiente para una temporada.
La mariposa se presentó y Valeria pensó que lo propio sería hacer lo mismo, aunque no estaba del todo segura de si se dirigía a las tres personas presentes o sólo a la dragona, que era la que realmente le había dado alguna pista.
—Encantada, Ruru, yo soy Reike. Puedes llamarme Reike —dijo, algo distraída por el movimiento frenético de aquellas antenas enormes. De repente, le dio por pensar en todas las fórmulas alquímicas, de entre las que conocía, que incluían antenas de insectos entre sus ingredientes.
Cuando la chiquilla lanzó su pregunta, Valeria tuvo que voltear el rostro con disimulo para ocultar una media sonrisa. Debía reconocer que echaba de menos esa época en la que podía decir lo que le viniera en gana sin que la gente se ofendiera por ello. Pero hacía mucho ya que había partido aquel barco, así que recuperó rápidamente la compostura.
La noche caía y la mariposa, Ruru, parecía interesada en escoltarlas a todas hacia la villa. En otras circunstancias, la bruja se habría excusado amablemente y continuado su paseo un rato más, pero después del espectáculo que había presenciado hacía un momento, no tenía tanta prisa por alejarse del grupo. En lugar de eso, sonrió cortésmente a Ruru y se acercó perezosamente al caballo que esperaba la orden para arrastrar su pesada carga.
—Parece que tenéis montado un buen negocio. —Dijo, señalando los troncos del interior del carro al tiempo que alzaba la vista hacia la mujer que los había llevado hasta allí— Mencionaste una carpintería, ¿verdad? ¿Estáis construyendo algo importante o lo de cargar troncos al vuelo es para mantener la forma? —Lo cierto es que a Valeria la carpintería y la ebanistería le interesaban más bien poco, sólo buscaba una excusa para entablar conversación con la mujer de los ojos azules y las alas enormes.
—¿Os atacaron? ¿Fue cerca de aquí? —preguntó, más por conocer el estado general de los caminos en la región que porque tuviera intención de ayudarle a encontrar a sus amigos. Con un bicho gigante, su estómago ya tenía suficiente para una temporada.
La mariposa se presentó y Valeria pensó que lo propio sería hacer lo mismo, aunque no estaba del todo segura de si se dirigía a las tres personas presentes o sólo a la dragona, que era la que realmente le había dado alguna pista.
—Encantada, Ruru, yo soy Reike. Puedes llamarme Reike —dijo, algo distraída por el movimiento frenético de aquellas antenas enormes. De repente, le dio por pensar en todas las fórmulas alquímicas, de entre las que conocía, que incluían antenas de insectos entre sus ingredientes.
Cuando la chiquilla lanzó su pregunta, Valeria tuvo que voltear el rostro con disimulo para ocultar una media sonrisa. Debía reconocer que echaba de menos esa época en la que podía decir lo que le viniera en gana sin que la gente se ofendiera por ello. Pero hacía mucho ya que había partido aquel barco, así que recuperó rápidamente la compostura.
La noche caía y la mariposa, Ruru, parecía interesada en escoltarlas a todas hacia la villa. En otras circunstancias, la bruja se habría excusado amablemente y continuado su paseo un rato más, pero después del espectáculo que había presenciado hacía un momento, no tenía tanta prisa por alejarse del grupo. En lugar de eso, sonrió cortésmente a Ruru y se acercó perezosamente al caballo que esperaba la orden para arrastrar su pesada carga.
—Parece que tenéis montado un buen negocio. —Dijo, señalando los troncos del interior del carro al tiempo que alzaba la vista hacia la mujer que los había llevado hasta allí— Mencionaste una carpintería, ¿verdad? ¿Estáis construyendo algo importante o lo de cargar troncos al vuelo es para mantener la forma? —Lo cierto es que a Valeria la carpintería y la ebanistería le interesaban más bien poco, sólo buscaba una excusa para entablar conversación con la mujer de los ojos azules y las alas enormes.
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Lavey no era la única con curiosidad hacia la mujer-mariposa, me habría gustado ver aquellas alas extendidas y admirar el patrón de sus dibujos largo y tendido, también hubiera querido preguntar por el funcionamiento exacto de sus antenas, pero claro, existía una gran diferencia entre lo que una quiere y lo que puede hacer. Detalle que mi hija todavía no controlaba, por suerte Ruru no se molestó por la pregunta y si lo hizo tampoco supe leerlo.
-No tienes porque dármelas, cualquiera hubiera echo lo mismo. -Aunque seguramente no todos darían la información de manera gratuita, pero con ayudar a mi me bastaba. -Yo soy Reivy y ella es Lavey, mi hija.
Sonreí a las dos mujeres al tiempo que señalaba a Vey que ya se estaba subiendo en el carro. La noche comenzaba a caer y Ruru dejó la escritura y pasó a la gesticulación.
-¿Escoltarnos? claro mujer. -Respondí alegre. -Nunca le digo que no a la seguridad extra y la buena compañía. -Las ultimas palabras la pronuncie guiñándole un ojo a Reike.
Los caballos iniciaron la marcha al oír el chasqueo de lengua de Lavey y sentir las riendas golpear sus lomos. Por educación y por no cargar con más peso a los equinos yo decidí quedarme abajo y caminar junto a Reike y la mujer-bestia.
Dejé escapar una risa al escuchar la pregunta de la moza que buscaba mi mirada y mantuve el silencio un par de segundo de forma deliberada al tiempo que miraba mis brazos.
-Pues no te lo puedo negar, es un buen entrenamiento, pero no es esa la causa. Sin embargo tampoco estoy haciendo una gran construcción, esto simplemente es para reabastecer el almacén. -Cada tanto el movimiento de los brazos dejaba su mecánico vaivén para gesticular algún aspaviento con las manos.- Hace cosa de un año abrí una carpintería en la ciudad y termine por asentarme en Ulmer, aunque no estoy todo lo que a mi me gustaría.
Mis ojos buscaban los de Reike en medio de la conversación, pero más de una vez se desviaban hacia la peca que coronaba la comisura de sus labios. Al darme cuenta de eso cambia el rumbo hacia Ruru o Lavey, pero más pronto que tarde volvía a mirar a la morena y la vista recaía en la tentación de perderse en aquella mancha de la piel.
-Paso bastante tiempo fuera así que no sabría decirte si tengo un negocio rentable, por el momento da para las necesidades y gastos básicos.
El carro avanzaba despacio por el camino principal hacia Ulmer, las ruedas giraban al ritmo de los caballos y el retorno a la carpintería se convertía en un paseo lento gracias a la pesada carga que portaban los animales.
Durante un punto del trayecto mis dedos comenzaron a jugar con el anillo que se sujetaba en el dedo indice de la mano izquierda, frotando la pequeña gema incrustada en uno de los extremos del corte del anillo. Parecía que el ornamento estuviera roto, pero el tamaño de la grieta con respecto a la gema eran demasiado precisos como para ser un error. De manera distraída la uña de mi pulgar se colaba por aquella rotura jugueteando con los bordes.
-¿Porque no se lo dejas? -Me preguntó de manera esporádica Lavey. -Igual a ella también le funciona. -La lagartija sujetó las riendas con una mano para señalar el dedo donde tenia el anillo. Una vez más la observadora cazadora tenia razon, nunca tuve claro el funcionamiento de aquella joya, sabia lo que hacia, pero no como lo hacia.
-Ruru mira. -Al llamar la atención de la mariposa me saqué el anillo y lo puse sobre la palma de mi mano. -Se lo difícil que es comunicarse cuando no se puede hablar y muchas veces tampoco escribir. Mi raza cuando cambia de forma no puede hablar, solo gruñe y ruge, pero... Mientras estaba en el campamento leonico, durante la guerra de Lunargenta, me encontré este anillo. -Di unos pasos hacia Ruru mostrando el anillo.- Se que no parece gran cosa, pero es mágico y gracias a el puedo hablar cuando me transformo. No se como lo hace, es como si cambiara los rugidos y los transformara en palabras.-Extendí el brazo hacia la mujer azul para darle la posibilidad de cogerlo. -Pruebatelo quizás a ti también te sirva. No se que clase de magia usa, pero si funciona podría mandar una carta al Hekshold y preguntarles si saben algo.
-No tienes porque dármelas, cualquiera hubiera echo lo mismo. -Aunque seguramente no todos darían la información de manera gratuita, pero con ayudar a mi me bastaba. -Yo soy Reivy y ella es Lavey, mi hija.
Sonreí a las dos mujeres al tiempo que señalaba a Vey que ya se estaba subiendo en el carro. La noche comenzaba a caer y Ruru dejó la escritura y pasó a la gesticulación.
-¿Escoltarnos? claro mujer. -Respondí alegre. -Nunca le digo que no a la seguridad extra y la buena compañía. -Las ultimas palabras la pronuncie guiñándole un ojo a Reike.
Los caballos iniciaron la marcha al oír el chasqueo de lengua de Lavey y sentir las riendas golpear sus lomos. Por educación y por no cargar con más peso a los equinos yo decidí quedarme abajo y caminar junto a Reike y la mujer-bestia.
Dejé escapar una risa al escuchar la pregunta de la moza que buscaba mi mirada y mantuve el silencio un par de segundo de forma deliberada al tiempo que miraba mis brazos.
-Pues no te lo puedo negar, es un buen entrenamiento, pero no es esa la causa. Sin embargo tampoco estoy haciendo una gran construcción, esto simplemente es para reabastecer el almacén. -Cada tanto el movimiento de los brazos dejaba su mecánico vaivén para gesticular algún aspaviento con las manos.- Hace cosa de un año abrí una carpintería en la ciudad y termine por asentarme en Ulmer, aunque no estoy todo lo que a mi me gustaría.
Mis ojos buscaban los de Reike en medio de la conversación, pero más de una vez se desviaban hacia la peca que coronaba la comisura de sus labios. Al darme cuenta de eso cambia el rumbo hacia Ruru o Lavey, pero más pronto que tarde volvía a mirar a la morena y la vista recaía en la tentación de perderse en aquella mancha de la piel.
-Paso bastante tiempo fuera así que no sabría decirte si tengo un negocio rentable, por el momento da para las necesidades y gastos básicos.
El carro avanzaba despacio por el camino principal hacia Ulmer, las ruedas giraban al ritmo de los caballos y el retorno a la carpintería se convertía en un paseo lento gracias a la pesada carga que portaban los animales.
Durante un punto del trayecto mis dedos comenzaron a jugar con el anillo que se sujetaba en el dedo indice de la mano izquierda, frotando la pequeña gema incrustada en uno de los extremos del corte del anillo. Parecía que el ornamento estuviera roto, pero el tamaño de la grieta con respecto a la gema eran demasiado precisos como para ser un error. De manera distraída la uña de mi pulgar se colaba por aquella rotura jugueteando con los bordes.
-¿Porque no se lo dejas? -Me preguntó de manera esporádica Lavey. -Igual a ella también le funciona. -La lagartija sujetó las riendas con una mano para señalar el dedo donde tenia el anillo. Una vez más la observadora cazadora tenia razon, nunca tuve claro el funcionamiento de aquella joya, sabia lo que hacia, pero no como lo hacia.
-Ruru mira. -Al llamar la atención de la mariposa me saqué el anillo y lo puse sobre la palma de mi mano. -Se lo difícil que es comunicarse cuando no se puede hablar y muchas veces tampoco escribir. Mi raza cuando cambia de forma no puede hablar, solo gruñe y ruge, pero... Mientras estaba en el campamento leonico, durante la guerra de Lunargenta, me encontré este anillo. -Di unos pasos hacia Ruru mostrando el anillo.- Se que no parece gran cosa, pero es mágico y gracias a el puedo hablar cuando me transformo. No se como lo hace, es como si cambiara los rugidos y los transformara en palabras.-Extendí el brazo hacia la mujer azul para darle la posibilidad de cogerlo. -Pruebatelo quizás a ti también te sirva. No se que clase de magia usa, pero si funciona podría mandar una carta al Hekshold y preguntarles si saben algo.
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Última edición por Reivy Abadder el Miér Abr 24 2019, 22:57, editado 1 vez
Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
La mariposa miró curiosamente el anillo en la palma de la mano de la mujer ¿Debía intentarlo? Ruru siempre había querido comunicarse correctamente con lo demás ¡Ella era realmente sociable! De vuelta en su viejo hogar, amaba hablar con la reina y su ayudante por horas de temas variados. Haciendo un gesto agradecido con su cabeza, la joven mariposa, de forma educada, tomó el anillo del a mano de la bonita dragona.
Nerviosamente, pues para Ruru era algo muy significativo poder hablar con las dos chicas sin necesidad de escribir, se puso el anillo en uno de sus largos y puntiagudos dedos similares a garras hasta cierto punto. Un poco asustada, la mujer insecto guardó silencio sin atreverse a intentar esbozar una sola palabrita.
Tras unos segundos de dudas, finalmente la joven mariposa suspiró y esbozó una frase sencilla, su voz temblaba un poco por le nerviosismo y resonaba bajita a la par que tímida:
"P-Podeís....¿entenderme? ¡Ah!"
La voz de Ruru era bastante curiosa, era suave y pausada a la par que dulce, aún así, un matiz seguro y poderoso resonaba para demostrar la seguridad y compostura de una reina formada ¡Era similar a la de un caballero de cuentos de hadas, simplemente que ne mujer joven! Aún así, se podía notar que su poseedora es una chica de 19 años.
En cuanto escuchó unas palabras articuladas y no sus suaves chasquidos de insecto Ruru medio extendió sus alas en sorpresa mientras tomaba una postura corporal sorprendida ¡En verdad funcionó! ¡Pudo hablar! Debido al as diferencias fisiológicas Ruru no podía mostrar expresiones faciales fácilmente reconocibles para los demás que no fueran como ella ¡Pero esta vez fue distinto! Sus antes erguidas, su brillante mirada que irradiaba felicidad y sus bonitas alas prácticamente extendidas demostraban el estado de gran alegría y emoción de ella.
Mirando agradecidamente a Reivy y olvidando su educación, Ruru tomó sus manos y felizmente le dijo;
"¡Se lo agradezco de verdad, señorita Reivy! Gracias a usted pude articular palabras ¡No importa que sea, si hay algo que pueda hacer por usted lo haré! ¡Yo-....! ¡...! "
Moviendo sus antenas, de repente Ruru comenzó a mirar los alrededores como si buscase algo ¡Había oído algo! ¡Definitivamente...! Tomando una postura protectora para las 3 chicas, Ruru, mientras seguía buscando con sus antenas algún ruido próximo.
"Venid....Id a ver que sucede, si son agresivos, sacadles de su escondite."
La voz de Ruru sonaba seria y bastante mas dura que antes ¡Estaba segura de que había oído pasos! Eso estaría bien si no fuera porque esos pasos las estaban rodeando silenciosamente. Ante esa orden, un grupo de polillas emergió desde el bosque y el pasto y comenzaron a revolotear sin realmente un rumbo fijo pero una vez Ruru dio su orden, comenzaron a marchar hacía los lugares donde la mujer-insecto escuchó los pasos.
"Hay gente rodeándonos, no sé cuantos ni porque.....Pero los hay. Envíe a mis polillas a investigar, hasta entonces ¿Que haréis? No sé si podré lidiar con ellos por mi cuenta, pero puedo daros un hueco por donde huir hasta Ulmer. "
Dado que Ruru se había comprometido a escoltar a las chicas, estaba dispuesta de servir de muro para que ellas llegasen a salvo hasta Ulmer ¡Una verdadera reina nunca falta a su palabra! Ruru no estaba segura de poder derrotarlos sola, peor si podría ingeniárselas para huir una vez las dragonas y la bruja estuvieran fuera de riego. Tomando su espada envainada por el mango, lista para desenvainarla, espero la respuesta de ellas.
--------------------------------
Hab Nivel 0:
Mente Colmena (Rasgo): conecta con la mente de los otros insectos de la misma especie de la zona obligándolos ayudarle en el combate. Si el hombre bestia es hormiga, conectará únicamente con las hormigas, de ser abeja, únicamente con las abejas….
Nerviosamente, pues para Ruru era algo muy significativo poder hablar con las dos chicas sin necesidad de escribir, se puso el anillo en uno de sus largos y puntiagudos dedos similares a garras hasta cierto punto. Un poco asustada, la mujer insecto guardó silencio sin atreverse a intentar esbozar una sola palabrita.
Tras unos segundos de dudas, finalmente la joven mariposa suspiró y esbozó una frase sencilla, su voz temblaba un poco por le nerviosismo y resonaba bajita a la par que tímida:
"P-Podeís....¿entenderme? ¡Ah!"
La voz de Ruru era bastante curiosa, era suave y pausada a la par que dulce, aún así, un matiz seguro y poderoso resonaba para demostrar la seguridad y compostura de una reina formada ¡Era similar a la de un caballero de cuentos de hadas, simplemente que ne mujer joven! Aún así, se podía notar que su poseedora es una chica de 19 años.
En cuanto escuchó unas palabras articuladas y no sus suaves chasquidos de insecto Ruru medio extendió sus alas en sorpresa mientras tomaba una postura corporal sorprendida ¡En verdad funcionó! ¡Pudo hablar! Debido al as diferencias fisiológicas Ruru no podía mostrar expresiones faciales fácilmente reconocibles para los demás que no fueran como ella ¡Pero esta vez fue distinto! Sus antes erguidas, su brillante mirada que irradiaba felicidad y sus bonitas alas prácticamente extendidas demostraban el estado de gran alegría y emoción de ella.
Mirando agradecidamente a Reivy y olvidando su educación, Ruru tomó sus manos y felizmente le dijo;
"¡Se lo agradezco de verdad, señorita Reivy! Gracias a usted pude articular palabras ¡No importa que sea, si hay algo que pueda hacer por usted lo haré! ¡Yo-....! ¡...! "
Moviendo sus antenas, de repente Ruru comenzó a mirar los alrededores como si buscase algo ¡Había oído algo! ¡Definitivamente...! Tomando una postura protectora para las 3 chicas, Ruru, mientras seguía buscando con sus antenas algún ruido próximo.
"Venid....Id a ver que sucede, si son agresivos, sacadles de su escondite."
La voz de Ruru sonaba seria y bastante mas dura que antes ¡Estaba segura de que había oído pasos! Eso estaría bien si no fuera porque esos pasos las estaban rodeando silenciosamente. Ante esa orden, un grupo de polillas emergió desde el bosque y el pasto y comenzaron a revolotear sin realmente un rumbo fijo pero una vez Ruru dio su orden, comenzaron a marchar hacía los lugares donde la mujer-insecto escuchó los pasos.
"Hay gente rodeándonos, no sé cuantos ni porque.....Pero los hay. Envíe a mis polillas a investigar, hasta entonces ¿Que haréis? No sé si podré lidiar con ellos por mi cuenta, pero puedo daros un hueco por donde huir hasta Ulmer. "
Dado que Ruru se había comprometido a escoltar a las chicas, estaba dispuesta de servir de muro para que ellas llegasen a salvo hasta Ulmer ¡Una verdadera reina nunca falta a su palabra! Ruru no estaba segura de poder derrotarlos sola, peor si podría ingeniárselas para huir una vez las dragonas y la bruja estuvieran fuera de riego. Tomando su espada envainada por el mango, lista para desenvainarla, espero la respuesta de ellas.
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Mente Colmena (Rasgo): conecta con la mente de los otros insectos de la misma especie de la zona obligándolos ayudarle en el combate. Si el hombre bestia es hormiga, conectará únicamente con las hormigas, de ser abeja, únicamente con las abejas….
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Aquel “mi hija” había estado a punto de hacer que Valeria diera la noche por perdida, pero pronto notó el interés que mostraba la mujer y no dudó en saltar de nuevo al ruedo. Ella era menos demostrativa, pero si Reivy buscaba sus ojos, se aseguraba de que los encontrara; si bajaba la mirada, le regalaba una leve sonrisa; en una ocasión, hasta se mordió el labio. «Después de todo», pensó, «los dragones son cazadores, ¿no?». Y a ella no le molestaba interpretar el papel de presa de vez en cuando.
—Entonces, ¿viajas mucho? ¿Al norte, quizá? ¿Tenéis familia allí? —preguntó incluyendo, esta vez, a la muchacha en la conversación.
Con la niña subida en lo alto del carro y la mariposa gigante caminando en silencio a su lado, las voces de Reivy y Valeria eran las únicas que hacían la competencia a los crujidos del carro a cada palmo que avanzaban. Hasta que la joven le recordó algo a su madre: un anillo que llamó, de inmediato, la atención de la bruja. Si era mágico debía de ser obra de algún arcanista. Aquel era un arte que nunca se le había dado particularmente bien a la hechicera.
—Así que tú también estuviste en Lunargenta —dijo mientras Ruru contemplaba la joya que acababan de poner en su mano. No era una pregunta, sólo compartía un dato—. Puerto —añadió con gesto serio antes de que Reivy tuviese tiempo de preguntarle.
No fue hasta que vio los frenéticos movimientos de la mariposa en respuesta al sonido de su propia voz que Valeria se dio cuenta de lo duro que debía de ser para ella estar lejos de los suyos y sin poder comunicarse abiertamente con la gente que la rodeaba. El sonido de aquella voz casi la hacía parecer menos amenazante a ojos de la bruja, aunque no se le escapó ese tono seguro de quien está acostumbrado a que se le escuche y obedezca. Valeria lo conocía muy bien, pues lo había oído a menudo en Beltrexus: Ruru debía de ser alguien importante entre su gente. Por otro lado, no dudaba en mostrar su agradecimiento; aquello era novedoso para la bruja.
De pronto, el tono de la mujer-bicho (al menos su voz le había parecido femenina) cambió por completo. Por un momento, Valeria pensó que la orden iba dirigida a ellas, pero Ruru se explicó inmediatamente después. Así que las estaban rodeando. Ruru les ofrecía darles tiempo para huir pero, teniendo en cuenta que tanto Reivy como ella acababan de admitir su participación en la pasada guerra, dejarla atrás por un puñado de bandidos, si es que eso era lo que las rodeaba, resultaba un poco innoble por su parte. Al menos, mientras la cosa no se pusiera realmente fea. Por toda respuesta, Valeria retrocedió un par de pasos, hasta ponerse a la altura del carro, y subió junto a Lavey para tener una mejor perspectiva de lo que se les venía encima.
—Mejor, agáchate —le susurró a la muchacha—, que no te vean.
Ella misma, desoyendo su propio consejo, se puso de pie en el pescante para poder ver más allá de los troncos que descansaban sobre el carro. Un cuchillo había aparecido en su mano y escudriñaba la penumbra del anochecer con los ojos entrecerrados. La visibilidad no era la deseable, pero no tuvo ningún problema para divisar el ingente número de polillas que, provenientes del bosque, revoloteaban frenéticamente por los alrededores.
—Y esto —murmuró con el gesto de quien ve confirmadas sus sospechas— es por lo que no se debe subestimar a un insecto.
—Entonces, ¿viajas mucho? ¿Al norte, quizá? ¿Tenéis familia allí? —preguntó incluyendo, esta vez, a la muchacha en la conversación.
Con la niña subida en lo alto del carro y la mariposa gigante caminando en silencio a su lado, las voces de Reivy y Valeria eran las únicas que hacían la competencia a los crujidos del carro a cada palmo que avanzaban. Hasta que la joven le recordó algo a su madre: un anillo que llamó, de inmediato, la atención de la bruja. Si era mágico debía de ser obra de algún arcanista. Aquel era un arte que nunca se le había dado particularmente bien a la hechicera.
—Así que tú también estuviste en Lunargenta —dijo mientras Ruru contemplaba la joya que acababan de poner en su mano. No era una pregunta, sólo compartía un dato—. Puerto —añadió con gesto serio antes de que Reivy tuviese tiempo de preguntarle.
No fue hasta que vio los frenéticos movimientos de la mariposa en respuesta al sonido de su propia voz que Valeria se dio cuenta de lo duro que debía de ser para ella estar lejos de los suyos y sin poder comunicarse abiertamente con la gente que la rodeaba. El sonido de aquella voz casi la hacía parecer menos amenazante a ojos de la bruja, aunque no se le escapó ese tono seguro de quien está acostumbrado a que se le escuche y obedezca. Valeria lo conocía muy bien, pues lo había oído a menudo en Beltrexus: Ruru debía de ser alguien importante entre su gente. Por otro lado, no dudaba en mostrar su agradecimiento; aquello era novedoso para la bruja.
De pronto, el tono de la mujer-bicho (al menos su voz le había parecido femenina) cambió por completo. Por un momento, Valeria pensó que la orden iba dirigida a ellas, pero Ruru se explicó inmediatamente después. Así que las estaban rodeando. Ruru les ofrecía darles tiempo para huir pero, teniendo en cuenta que tanto Reivy como ella acababan de admitir su participación en la pasada guerra, dejarla atrás por un puñado de bandidos, si es que eso era lo que las rodeaba, resultaba un poco innoble por su parte. Al menos, mientras la cosa no se pusiera realmente fea. Por toda respuesta, Valeria retrocedió un par de pasos, hasta ponerse a la altura del carro, y subió junto a Lavey para tener una mejor perspectiva de lo que se les venía encima.
—Mejor, agáchate —le susurró a la muchacha—, que no te vean.
Ella misma, desoyendo su propio consejo, se puso de pie en el pescante para poder ver más allá de los troncos que descansaban sobre el carro. Un cuchillo había aparecido en su mano y escudriñaba la penumbra del anochecer con los ojos entrecerrados. La visibilidad no era la deseable, pero no tuvo ningún problema para divisar el ingente número de polillas que, provenientes del bosque, revoloteaban frenéticamente por los alrededores.
—Y esto —murmuró con el gesto de quien ve confirmadas sus sospechas— es por lo que no se debe subestimar a un insecto.
Última edición por Reike el Jue Abr 25 2019, 12:00, editado 1 vez (Razón : formato)
Reike
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Al escuchar la pregunta de Reike, Lavey movió la cabeza de forma negativa y miró a la mujer con sorna, en la cara de la rubia se lía fácilmente "la cagaste".
-Viajamos más al sur, pero si que tenemos familia en el Dundarak, aunque a excepción de mis abuelos dudo que nadie en el norte siga considerándome familia.
Lavey perdió a su familia original en la plaga, pero justamente el hecho de que estuvieran muertos había facilitado que la joven pasara aquellas paginas, yo sin embargo... Pensaba que lo tenia superado, que ya no me importaba que mi familia me hubiera repudiado, pero todo volvió ha abrirse al reencontrarme con mi hermana mayor.
¡Casi se me desgarra el pecho cuando recibí la carta de secuestro de Sonyia! y ella... Nunca olvidare aquellos ojos triste perdiéndose en medio de la nieve, incapaces de levantar la vista cuando le dije que ella habría hecho los mismo por mi. Avergonzados y culpables al darse cuenta del dolor que provocó al nombrar a sus hijos, mis sobrinos... y no solo los suyos ¡Mi hermano también era padre! los niños tienen una tía que ni siquiera saben que existe. Hacia más de 5 años que era tía y no supe nada hasta hace unos meses.
Al final Oromë tenia razón, hay heridas que nunca cierran.
-¿En el puerto? Vaya... -Dije rápidamente mientras Ruru se colocaba el anillo. En mis palabras se escuchaba la sorpresa y el orgullo de un soldado que se encuentra con otro después de participar en la misma guerra, pero en mi rostro el resentimiento de los recuerdos aun perduraba. -Yo intervine en la toma del rastrillo y en la derrota de Amaterasus.
Con cada palabra la sombra de la pena se fue difuminando, dando paso a una media sonrisa zalamera que se ensanchaba cada vez que Reike se mordía los labios. No dejaría que el tormento del pasado me machacara, mis padres ya habían tomado suficiente de mi.
-Podemos entenderte Ruru. -Respondí alegre al ver el entusiasmo de de la mariposa. -Si te quedaras el anillo si que estarías en deuda, pero hasta donde se la esperanza es gratis. Solo...
La frase se quedo a medias en mis labios ante las palabras de la mujer-insecto. Había visto muchas polillas en mi vida, pero nunca tantas al mismo tiempo. Levanté una ceja y cruce los brazos al escuchar la propuesta de la Ruru.
-¿Huir? -Sonreí como si alguien acabara de contar un chiste. -Dudo que podamos ir a ningún sitio con eso ahí -comenté señalando el carro con la cabeza. -aunque tampoco lo haría si pudiera.
Lavey secundó mi frase con una sonrisa peligrosa, la joven estaba deseando que comenzara la pelea, pero al ver a Reike subirse al carro rodó los ojos.
-Si, espera. Ahora voy a esconderme bajo el carromato. -Sarcasmo era la única palabra que podía definir las palabras de mi hija. Vey dejó las riendas y bajó al suelo como si acabaran de destronarla. -No estoy ciega, se lo que pretendes. -La joven ahora levantaba una ceja. -Pero adelante, da tu mejor esfuerzo e impresiona a mi madre. -Lavey hizo como si no pasara nada y caminó hacia uno de los caballos para acariciarle el cuello. -Yo me quedare aquí y veré el espectáculo.
Las polillas regresaron antes de que la rubia terminara de hablar, aun no sabíamos cuantos eran ni quienes eran, pero pronto dejó de importarme. Una rama crujió en la copa de los arboles y una cuerda blanca salio de entre el follaje hacia la mujer azul.
-Vaya, vaya. La de cosas que una se encuentra en los caminos. -La voz de una mujer resonó en lo alto de los arboles. -Hace tiempo que no ceno polilla.
Lo que había salido disparado no era una cuerda, ni una liana, era un fuerte y grueso hilo de araña. De una araña enorme con cuerpo de mujer que descendía cabeza a abajo usando el hilo que iba segregando su cuerpo.
-Viajamos más al sur, pero si que tenemos familia en el Dundarak, aunque a excepción de mis abuelos dudo que nadie en el norte siga considerándome familia.
Lavey perdió a su familia original en la plaga, pero justamente el hecho de que estuvieran muertos había facilitado que la joven pasara aquellas paginas, yo sin embargo... Pensaba que lo tenia superado, que ya no me importaba que mi familia me hubiera repudiado, pero todo volvió ha abrirse al reencontrarme con mi hermana mayor.
¡Casi se me desgarra el pecho cuando recibí la carta de secuestro de Sonyia! y ella... Nunca olvidare aquellos ojos triste perdiéndose en medio de la nieve, incapaces de levantar la vista cuando le dije que ella habría hecho los mismo por mi. Avergonzados y culpables al darse cuenta del dolor que provocó al nombrar a sus hijos, mis sobrinos... y no solo los suyos ¡Mi hermano también era padre! los niños tienen una tía que ni siquiera saben que existe. Hacia más de 5 años que era tía y no supe nada hasta hace unos meses.
Al final Oromë tenia razón, hay heridas que nunca cierran.
-¿En el puerto? Vaya... -Dije rápidamente mientras Ruru se colocaba el anillo. En mis palabras se escuchaba la sorpresa y el orgullo de un soldado que se encuentra con otro después de participar en la misma guerra, pero en mi rostro el resentimiento de los recuerdos aun perduraba. -Yo intervine en la toma del rastrillo y en la derrota de Amaterasus.
Con cada palabra la sombra de la pena se fue difuminando, dando paso a una media sonrisa zalamera que se ensanchaba cada vez que Reike se mordía los labios. No dejaría que el tormento del pasado me machacara, mis padres ya habían tomado suficiente de mi.
-Podemos entenderte Ruru. -Respondí alegre al ver el entusiasmo de de la mariposa. -Si te quedaras el anillo si que estarías en deuda, pero hasta donde se la esperanza es gratis. Solo...
La frase se quedo a medias en mis labios ante las palabras de la mujer-insecto. Había visto muchas polillas en mi vida, pero nunca tantas al mismo tiempo. Levanté una ceja y cruce los brazos al escuchar la propuesta de la Ruru.
-¿Huir? -Sonreí como si alguien acabara de contar un chiste. -Dudo que podamos ir a ningún sitio con eso ahí -comenté señalando el carro con la cabeza. -aunque tampoco lo haría si pudiera.
Lavey secundó mi frase con una sonrisa peligrosa, la joven estaba deseando que comenzara la pelea, pero al ver a Reike subirse al carro rodó los ojos.
-Si, espera. Ahora voy a esconderme bajo el carromato. -Sarcasmo era la única palabra que podía definir las palabras de mi hija. Vey dejó las riendas y bajó al suelo como si acabaran de destronarla. -No estoy ciega, se lo que pretendes. -La joven ahora levantaba una ceja. -Pero adelante, da tu mejor esfuerzo e impresiona a mi madre. -Lavey hizo como si no pasara nada y caminó hacia uno de los caballos para acariciarle el cuello. -Yo me quedare aquí y veré el espectáculo.
Las polillas regresaron antes de que la rubia terminara de hablar, aun no sabíamos cuantos eran ni quienes eran, pero pronto dejó de importarme. Una rama crujió en la copa de los arboles y una cuerda blanca salio de entre el follaje hacia la mujer azul.
-Vaya, vaya. La de cosas que una se encuentra en los caminos. -La voz de una mujer resonó en lo alto de los arboles. -Hace tiempo que no ceno polilla.
Lo que había salido disparado no era una cuerda, ni una liana, era un fuerte y grueso hilo de araña. De una araña enorme con cuerpo de mujer que descendía cabeza a abajo usando el hilo que iba segregando su cuerpo.
- La susodicha:
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Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Ruru asintió con una suave mirada ante la resolución de las dos chicas de quedarse, es una circunstancia normal hubiera agradecido abiertamente su ayuda pero decidió postergarlo ante la situación ante la que se hallaban. El camino comenzó a llenarse de mariposas nocturnas y polillas que revoloteaban por todo el lugar, aún así podía verse que todas estaban cumpliendo las órdenes de Ruru al pie de la letra.
"Esto es....raro..."
Tras un rato, Ruru comenzó a notar como el número de lepidópteros en su poder comenzaban a descreer, preocupada, la joven mujer-insecto de inmediato dio la orden de que todas las pequeñas criaturas aladas se reunieran con ella pero únicamente un pequeño grupo lo hizo, confirmando sus peores sospechas. Una hermosa mariposa nocturna, un pavón nocturno, se posó sobre su mano como si quisiera llamar su atención, sin perder su concentración en sus alrededores, Ruru se fijó que las alas y cuerpo de la polilla que prácticamente ocupaba la mitad de su mano estaba realmente mal herida ¿Tenía cosas blancas por su cuerpo? Gentilmente, como si tocara a un ser querido, Ruru acarició las heridas del pavón con un deje de tristeza mientras se percataba de una masa blanquecina pegada un poco a ella ¿Eso era...?
"¡Una ara-....! ¡..! "
Notando la aguda sed de sangre que la acechó desde la sombras, la mujer-bestia de inmediato saltó hacía atrás y medio desplegó sus alas para poder caer grácilmente en el suelo, desenvainando su espada, la mariposa observó mientras apretaba la empuñadura de su espada como el lugar en donde antes se encontraba ahora había un manojo de seda de araña e incluso como unas pocas de sus mariposas quedaron atrapadas en ella.
"Vaya, vaya. La de cosas que una se encuentra en los caminos. Hace tiempo que no ceno polilla"
Reconociendo la amenazante figura de su enemigo natural, Ruru de inmediato ordenó que todas sus pequeñas súbditas se pegasen a ella y no osasen abandonar la seguridad que ella podía proporcionarles, podía confundirse con que las usaba de escudo, pero la verdad era que deseaba protegerlas; Si las dejaba marchar no tenía la seguridad que no quedarían atrapadas en una red de araña de esa mujer y si las dejaba replegadas serían cazadas una a una ¡El deber de una reina es proteger a sus súbditos! Podían ser meras polillas y mariposas, pero a ojos de Ruru eran subordinadas que debía proteger, así que prefirió que se pegaran a ella, en donde podría protegerlas de las telas de araña.
"....Tú ¿Que hiciste con las otras? "
Sin dejarse intimidar por las maliciosas palabras de la mujer, Ruru preguntó por las polillas y mariposas que no regresaron de su observación con una clara voz preocupada y molesta, si solo estaban atrapadas en su red aún podía salvarlas una vez acabase ahí pero el cuento sería diferente si ya hubieran sido cazadas. Si algo odiaba Ruru es que hirieran lo que prometió proteger, podría ser una muchacha que apreciaba más la paz que las batallas pero si alguien tocaba a su gente no dudaría en cortarles con el filo de su espada.
Preocupadas, unas pocas mariposas se posaron en ella y otras comenzaron a revolotear cerca de ella como si intentaran animarla, pero curiosamente unas pocas parecían algo molestas por el rápido y duro batir de sus alas. Ruru las miró durante unos segundos, y con un tono serio pero a la vez suave, dijo;
"Si eso es lo que deseáis podéis hacerlo, pero poned prioridad en vuestras vidas..."
Volviendo su vista a la araña, Ruru no presenció pero si notó cómo un puñado de mariposas principalmente compuestas por pavones y esfinges se separaron de ella para comenzar a rodear a Reivy y Reike protectoramente, Sin separar la vista de la gran aracne, Ruru aclaró;
"Al parecer quieren protegeros, son robustas y valientes, simplemente pedidle la asistencia que requerís y ellas os ayudarán."
"Esto es....raro..."
Tras un rato, Ruru comenzó a notar como el número de lepidópteros en su poder comenzaban a descreer, preocupada, la joven mujer-insecto de inmediato dio la orden de que todas las pequeñas criaturas aladas se reunieran con ella pero únicamente un pequeño grupo lo hizo, confirmando sus peores sospechas. Una hermosa mariposa nocturna, un pavón nocturno, se posó sobre su mano como si quisiera llamar su atención, sin perder su concentración en sus alrededores, Ruru se fijó que las alas y cuerpo de la polilla que prácticamente ocupaba la mitad de su mano estaba realmente mal herida ¿Tenía cosas blancas por su cuerpo? Gentilmente, como si tocara a un ser querido, Ruru acarició las heridas del pavón con un deje de tristeza mientras se percataba de una masa blanquecina pegada un poco a ella ¿Eso era...?
"¡Una ara-....! ¡..! "
Notando la aguda sed de sangre que la acechó desde la sombras, la mujer-bestia de inmediato saltó hacía atrás y medio desplegó sus alas para poder caer grácilmente en el suelo, desenvainando su espada, la mariposa observó mientras apretaba la empuñadura de su espada como el lugar en donde antes se encontraba ahora había un manojo de seda de araña e incluso como unas pocas de sus mariposas quedaron atrapadas en ella.
"Vaya, vaya. La de cosas que una se encuentra en los caminos. Hace tiempo que no ceno polilla"
Reconociendo la amenazante figura de su enemigo natural, Ruru de inmediato ordenó que todas sus pequeñas súbditas se pegasen a ella y no osasen abandonar la seguridad que ella podía proporcionarles, podía confundirse con que las usaba de escudo, pero la verdad era que deseaba protegerlas; Si las dejaba marchar no tenía la seguridad que no quedarían atrapadas en una red de araña de esa mujer y si las dejaba replegadas serían cazadas una a una ¡El deber de una reina es proteger a sus súbditos! Podían ser meras polillas y mariposas, pero a ojos de Ruru eran subordinadas que debía proteger, así que prefirió que se pegaran a ella, en donde podría protegerlas de las telas de araña.
"....Tú ¿Que hiciste con las otras? "
Sin dejarse intimidar por las maliciosas palabras de la mujer, Ruru preguntó por las polillas y mariposas que no regresaron de su observación con una clara voz preocupada y molesta, si solo estaban atrapadas en su red aún podía salvarlas una vez acabase ahí pero el cuento sería diferente si ya hubieran sido cazadas. Si algo odiaba Ruru es que hirieran lo que prometió proteger, podría ser una muchacha que apreciaba más la paz que las batallas pero si alguien tocaba a su gente no dudaría en cortarles con el filo de su espada.
Preocupadas, unas pocas mariposas se posaron en ella y otras comenzaron a revolotear cerca de ella como si intentaran animarla, pero curiosamente unas pocas parecían algo molestas por el rápido y duro batir de sus alas. Ruru las miró durante unos segundos, y con un tono serio pero a la vez suave, dijo;
"Si eso es lo que deseáis podéis hacerlo, pero poned prioridad en vuestras vidas..."
Volviendo su vista a la araña, Ruru no presenció pero si notó cómo un puñado de mariposas principalmente compuestas por pavones y esfinges se separaron de ella para comenzar a rodear a Reivy y Reike protectoramente, Sin separar la vista de la gran aracne, Ruru aclaró;
"Al parecer quieren protegeros, son robustas y valientes, simplemente pedidle la asistencia que requerís y ellas os ayudarán."
- mariposas mencionadas:
Pavón nocturno.
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Mariposa Esfinge de Carolina
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Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
«¡Vaya con la niña!», se dijo Valeria sin poder reprimir una media sonrisa divertida. Lo cierto era que no tenía de qué sorprenderse, con una madre como aquella. La contienda en la ciudad de plata no había sido cosa de broma, aunque, ella misma, había pasado más tiempo atendiendo heridos que luchando. El recuerdo de los momentos previos a entrar en combate, cuando aún no sabían si lograrían atracar sin que sus barcos acabaran envueltos en llamas, le erizaba los pelos de la nuca.
Por lo visto, ninguna de las interpeladas estaba dispuesta a marcharse, al menos de momento. Las dragonas querrían proteger su cargamento, a ella le había dado la vena noble, por alguna razón, y la mariposa parecía el prototipo del caballero andante. ¡Hasta espada llevaba!
La bruja no se detuvo demasiado en esas cavilaciones, sin embargo, pues estaba concentrada en escudriñar los alrededores. El número de polillas parecía estar menguando y Ruru las llamó a su presencia con evidente preocupación. Aquello no podía ser una buena señal. En un momento, un segundo cuchillo apareció en su mano libre, mientras su cuerpo se tensaba un poco más.
Entonces lo oyó: primero, el crujido de una rama, después, aquella voz golosa y pegajosa. Se volvió hacia las altas figuras de sus acompañantes y vio la asquerosa forma de la mujer araña descendiendo boca abajo desde el árbol. «Debí largarme cuando tuve la oportunidad», pensó con una mueca de revulsión, «¡no necesitaba más bichos gigantes en mi vida, gracias!».
Ya que el segundo bicho parecía haber fijado su atención en Ruru y Reivy estaba cerca de la mariposa, ella volvió a concentrarse en los alrededores, esta vez con más apremio, pues era evidente que la mujer-araña no estaba sola. Algo se había deshecho de las otras polillas. Dio un respingo al notar a las mariposas nocturnas revoloteando a su alrededor, pero Ruru había dicho que pretendían ayudarla y protegerla, así que hizo un esfuerzo por relajarse. «Ahora lo que nos vendría bien es algo más de luz», se dijo, pero le daba miedo que sus amiguitas aladas se distrajeran con ella, así que apretó los dientes y entrecerró los ojos.
Una vez más, la oyó antes de verla. Una araña negra y peluda, del tamaño de un perro pastor («¡del tamaño de un maldito perro!»), bajaba moviendo sus ocho patas a toda velocidad por el tronco de un árbol cercano. Valeria reaccionó instintivamente. Lanzó con fuerza uno de sus cuchillos, que se clavó con un crujido en el centro del cuerpo del arácnido. El animal se encogió durante un instante, pero reanudó enseguida la marcha, así que le lanzó el otro, esta vez, a lo que parecía la cabeza. El bulto oscuro cayó pesadamente al suelo, pero ya podían verse otros acercándose, ya fuera desde algún árbol cercano, o corriendo por la hierba. La bruja se concentró en el maná que la rodeaba y atrajo de vuelta los dos cuchillos que acababa de lanzar. Uno de ellos volvió directo a su mano izquierda, el otro salió disparado hacia la araña más cercana.
----------
Uso de habilidad: Maestría en Telequinesis Mejorada: dominio del uso de la magia telequinética como arma de combate.
Por lo visto, ninguna de las interpeladas estaba dispuesta a marcharse, al menos de momento. Las dragonas querrían proteger su cargamento, a ella le había dado la vena noble, por alguna razón, y la mariposa parecía el prototipo del caballero andante. ¡Hasta espada llevaba!
La bruja no se detuvo demasiado en esas cavilaciones, sin embargo, pues estaba concentrada en escudriñar los alrededores. El número de polillas parecía estar menguando y Ruru las llamó a su presencia con evidente preocupación. Aquello no podía ser una buena señal. En un momento, un segundo cuchillo apareció en su mano libre, mientras su cuerpo se tensaba un poco más.
Entonces lo oyó: primero, el crujido de una rama, después, aquella voz golosa y pegajosa. Se volvió hacia las altas figuras de sus acompañantes y vio la asquerosa forma de la mujer araña descendiendo boca abajo desde el árbol. «Debí largarme cuando tuve la oportunidad», pensó con una mueca de revulsión, «¡no necesitaba más bichos gigantes en mi vida, gracias!».
Ya que el segundo bicho parecía haber fijado su atención en Ruru y Reivy estaba cerca de la mariposa, ella volvió a concentrarse en los alrededores, esta vez con más apremio, pues era evidente que la mujer-araña no estaba sola. Algo se había deshecho de las otras polillas. Dio un respingo al notar a las mariposas nocturnas revoloteando a su alrededor, pero Ruru había dicho que pretendían ayudarla y protegerla, así que hizo un esfuerzo por relajarse. «Ahora lo que nos vendría bien es algo más de luz», se dijo, pero le daba miedo que sus amiguitas aladas se distrajeran con ella, así que apretó los dientes y entrecerró los ojos.
Una vez más, la oyó antes de verla. Una araña negra y peluda, del tamaño de un perro pastor («¡del tamaño de un maldito perro!»), bajaba moviendo sus ocho patas a toda velocidad por el tronco de un árbol cercano. Valeria reaccionó instintivamente. Lanzó con fuerza uno de sus cuchillos, que se clavó con un crujido en el centro del cuerpo del arácnido. El animal se encogió durante un instante, pero reanudó enseguida la marcha, así que le lanzó el otro, esta vez, a lo que parecía la cabeza. El bulto oscuro cayó pesadamente al suelo, pero ya podían verse otros acercándose, ya fuera desde algún árbol cercano, o corriendo por la hierba. La bruja se concentró en el maná que la rodeaba y atrajo de vuelta los dos cuchillos que acababa de lanzar. Uno de ellos volvió directo a su mano izquierda, el otro salió disparado hacia la araña más cercana.
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Reike
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Una mujer-mariposa era raro, una mujer-araña también, que te rodeen arañas gigantes era espeluznante, pero cuentan que en las cuevas más profundas de Dundrak hay arácnidos como caballos de grande. Ahora bien, tener una convención de arañas gigantes y mujeres-insectos todo al mismo tiempo... Esta historia no se la va a creer nadie. Dejé de divagar y busqué con la mirada a mi hija, todo esto comenzaba a parecer un sueño, Lavey no estaba haciendo nada, literalmente no movía ni un dedo, estaba plantada junto al caballo con los brazos cruzados.
-Podrías hacer algo ¿No te parece? -Y si, ciertamente hizo algo. Levantó los hombros puso cara de desentendimiento y dio un paso a la izquierda. -Algo productivo Lavey. -La rubia parecía que iba a moverse de nuevo, pero entonces sentí un golpe por la espalda que me tumbo al suelo. -Antes me caíais bien. -Decía forcejeando para darme la vuelta mientras las mariposas que Ruru dejó a mi cargo atacaban a la gigantesca araña que tenia sobre la espalda. -Cuando erais como mi dedo de grandes...
Gracias a las mariposas la araña se vio forzada a despegarse de mi espalda, pero mientras aun me ponía de pie sentí un nuevo empujón que me dejo en el suelo. Salvo que esta vez no era una araña sino su viscosa y densa seda, trataba de librarme de aquella guarrada, pero el hilo se estaba solidificando muy deprisa.
-¿Qué tal una manita? -Pregunte mirando a la rubia que seguía sin inmutarse y que siguió sin inmutarse al verme con la cara contra la tierra. –Vale, he. Gracias.
Entonces sentí que mi cuerpo se despegaba por fin, por desgracia en lugar de quedarme plantada seguí ascendiendo hasta la copa de los árboles, ascendiendo y dando vueltas. -¿Porque no te callas? Eres muy pesada.
"¡Por las pelotas de los celestiales!" O al menos es lo que hubiera dicho de no ser porque aquella voz me lanzó una telaraña a la boca. Era una tercera araña humanoide, (en esta ocasión un macho) esto no era un asalto de bandidos, era una maldita batida de caza. -¿Ves que bien? así estas más guapa. -Ante aquella frase solo se me ocurrió una cosa, fruncí el ceño y propine un cabezazo hacia la cara de aquel hombre-araña, con tan buena suerte que conseguí que mi frente (que estaba a la altura de su mentón) acabara impactando contra su mandíbula. Cosa que no tuvo mucho efecto ya que la bestia simplemente apartó los colmillos, colmillos los cuales ahora buscaban clavarse en mi piel e inyectar veneno, colmillos que nunca llegaron a ningún lugar.
La frente que segundo antes se encontraba incrustada en la boca de la araña había dejado de ser carnosa y suave, ahora era dura, escamosa y con una prominente cornamenta, el cuerpo que antes estaba encapsulado ahora duplicaba su tamaño y una pulsante corriente eléctrica saltaba de escama en escama quemando la seda al tiempo que las alas se desplegaban y movían, manteniendo de esa manera la colosal figura en la que se había convertido mi cuerpo.
El hombre-araña no tuvo ninguna oportunidad, su cabeza estaba entre mis cuernos y antes de que el insecto pudiera reaccionar la descarga eléctrica paso de un asta a la otra, la carga atravesó la cabeza del hombre-insecto y este cayó a plomo al suelo.
-¿Que se siente al estar en el suelo? -Pero lo único que salió de mi garganta fue un potente rugido. Ahora que no portaba el anillo mis palabras volvían a ser bramidos intimidatorios.
-Podrías hacer algo ¿No te parece? -Y si, ciertamente hizo algo. Levantó los hombros puso cara de desentendimiento y dio un paso a la izquierda. -Algo productivo Lavey. -La rubia parecía que iba a moverse de nuevo, pero entonces sentí un golpe por la espalda que me tumbo al suelo. -Antes me caíais bien. -Decía forcejeando para darme la vuelta mientras las mariposas que Ruru dejó a mi cargo atacaban a la gigantesca araña que tenia sobre la espalda. -Cuando erais como mi dedo de grandes...
Gracias a las mariposas la araña se vio forzada a despegarse de mi espalda, pero mientras aun me ponía de pie sentí un nuevo empujón que me dejo en el suelo. Salvo que esta vez no era una araña sino su viscosa y densa seda, trataba de librarme de aquella guarrada, pero el hilo se estaba solidificando muy deprisa.
-¿Qué tal una manita? -Pregunte mirando a la rubia que seguía sin inmutarse y que siguió sin inmutarse al verme con la cara contra la tierra. –Vale, he. Gracias.
Entonces sentí que mi cuerpo se despegaba por fin, por desgracia en lugar de quedarme plantada seguí ascendiendo hasta la copa de los árboles, ascendiendo y dando vueltas. -¿Porque no te callas? Eres muy pesada.
"¡Por las pelotas de los celestiales!" O al menos es lo que hubiera dicho de no ser porque aquella voz me lanzó una telaraña a la boca. Era una tercera araña humanoide, (en esta ocasión un macho) esto no era un asalto de bandidos, era una maldita batida de caza. -¿Ves que bien? así estas más guapa. -Ante aquella frase solo se me ocurrió una cosa, fruncí el ceño y propine un cabezazo hacia la cara de aquel hombre-araña, con tan buena suerte que conseguí que mi frente (que estaba a la altura de su mentón) acabara impactando contra su mandíbula. Cosa que no tuvo mucho efecto ya que la bestia simplemente apartó los colmillos, colmillos los cuales ahora buscaban clavarse en mi piel e inyectar veneno, colmillos que nunca llegaron a ningún lugar.
La frente que segundo antes se encontraba incrustada en la boca de la araña había dejado de ser carnosa y suave, ahora era dura, escamosa y con una prominente cornamenta, el cuerpo que antes estaba encapsulado ahora duplicaba su tamaño y una pulsante corriente eléctrica saltaba de escama en escama quemando la seda al tiempo que las alas se desplegaban y movían, manteniendo de esa manera la colosal figura en la que se había convertido mi cuerpo.
El hombre-araña no tuvo ninguna oportunidad, su cabeza estaba entre mis cuernos y antes de que el insecto pudiera reaccionar la descarga eléctrica paso de un asta a la otra, la carga atravesó la cabeza del hombre-insecto y este cayó a plomo al suelo.
-¿Que se siente al estar en el suelo? -Pero lo único que salió de mi garganta fue un potente rugido. Ahora que no portaba el anillo mis palabras volvían a ser bramidos intimidatorios.
Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
“¿Seguro que quieres enfrentarme sola, polillita?”
De forma sobrada, la arcane se burló de Ruru mientras esbozaba una sonrisita siniestra, mirando a la mariposa como si fuera un delicioso bocadillo. Ignorando sus clara provocación y arrogancia, Ruru repitió su pregunta con un tono más frío que antes;
“¿Que hiciste con ellas? ¡Habla!”
“¿Hmm? Me pregunto que hice~ Fufu..”
“Bastarda...”
Sin esperar a un intercambio de palabras más, Ruru se abalanzó grácil por de forma rápida hacia la mujer araña quien esbozó una suave sonrisita de menosprecio. La espada de piedra de Ruru colisionó contra una de las duras patas que la mujer usó pasa escudarse, soltando de alguna forma chispas. Con su segunda pata delantera, la arcane buscó apuñalar a Ruru, pero sabiendo sus intenciones, logró dar un salto hacía atrás antes de ser alcanzada. Pareciendo al fin una verdadera mariposa, Ruru extendió sus alas para caer elegantemente sobre el suelo sin problemas algunos, revelando hermosos patrones azules-morados que volvieron a esconderse una vez ella estuvo a salvo sobre sus piernas. Sabiendo que estaría perdida si sus alas eran atrapadas entre la seda de araña, no osó usarlas para un combate aéreo que tal vez le diera una ventaja, sino que se limitó a usarlas para equilibrarse y planear.
“Ese fue un buen golpe~”
Aún con la pata alzada, la aracne miró un poco molesta la gran grieta en su extremidad arácnida que usó para detener su estocada, sin esperar que una mariposa, su supuesta “presa natural” logrará herirla. Entonces, esbozando lo que parecía ser una sonrisa, la mujer-mariposa dejó salir una leve risita burlona;
“tch ¡No te sobrestimes, polilla! Un rasguño o dos no me matarán”
Perdiendo la compostura, se lanzó a frenéticos ataques que Ruru encajó sin muchos problemas, a medida que veía a la mujer-araña cada vez más y más frustrada y molesta, pues no se suponía que una mera “mariposa” debía ponerla en tantos problemas, el humor de Ruru mejoraba a pesar de que se la veía cada vez más cansada de tener que encajar el ataque de las fuertes patas arácnidas.
“¡Ahora!”
Dando la señal con una fuerte voz autoritaria, Ruru ordenó al pequeño grupo de mariposas que la acompañaban cegar por un momento a su contrincante, quien obviamente entro en panico al tener tantas mariposas posadas y aleteando cerca de sus frágiles ojos negruzcos. Entonces Ruru aprovechó para lanzar un fuerte ataque contra el femenino torso de la araña, buscando apuñalarla.
“¡Como si fuera a dejarte!”
Prediciendo lo que la mariposa planeaba hacer, la aracne se defendió con sus largas patas negruzcas lo mejor que el aleteo de las mariposas le permitía ver. Ya demasiado cerca para esquivarlo, Ruru se metió de lleno el fuerte impacto contra su exoesqueleto que apenas logró defender su frágil cuerpo de mariposa, lanzando un gimoteo de dolor la aracne recuperó su gran sonrisa y tono arrogante. Sin permitirle a Ruru alejarse de los ataques de sus afiladas patas negras, la mujer-araña se burló;
“¡Ja! ¡Recuerda tu lugar mariposa! ¿En verdad pensabas que una pequeña e insignificante polilla como tú podía derrotar a alguien como yo, una aracne? ¡Ahora, cae en mi telaraña!”
Buscando darle a Ruru el mismo trágico final que sus parientas lejanas enfrentaban al ser atrapadas por una araña, la aracne extendió su mano para enredar entre tela de araña a la mujer-insecto quien solo ¿Sonrió? Ruru parecía estar sonriendo mientras encajaba los golpes de las negruzcas patas dando estocada contra estas. Frustrada, la aracne miró furiosa a su “presa”:
“¡Bastarda! ríete todo lo que quieras, jodida polilla ¡No cambiará que seréis mi cena!”
Habiendo perdido sus cabales por completo por la falta de miedo de Ruru, la aracne lanzó ambas de sus patas en un fuerte golpe contra la solitaria espadachina mariposa, buscando ensartarla, sin embargo, ese fue su peor error; Las matas cayeron con la fuerza suficiente como para fácilmente atravesar completamente a un humano fornido, pero estas jamás tocaron a Ruru quien para evitarlo dio una vuelta sobre sí misma completa. La aracne parecía atónita por ese movimiento, pero la sopresa solo estaba por llegar. Aprovechando la fuerza del giro y la inercia, Ruru dio pesada y fuerte estocada contra las patas, cercenandolas de cuajo. Los gritos de la araña comenzaron a resonar por todo el campo de batalla.
“....”
Aprovechando la angustia de la adolorida araña, Ruru aprovechó para verificar al fin el estado de sus compañeras. Reike parecía estar viéndoselas con arañas del tamaño de un perro, eran más pequeñas pero mucho más ágiles que las aracne pero aún así parecía que la bruja de ojos dorados se las estaba arreglando bastante bien. Por otro lado, Reivy parecía estar en bastantes problemas, Ruru sintió la tentación de ayudarla pero en cuanto vio que su hija no aparecía para nada preocupada por su madre, comprendió que todo estaba bajo control y que la vida de la dragona no corría riesgo.
“M-maldita…..¿Co-como lograste pasar mi exo-...?”
Regresando su atención a la mujer cuyas patas delanteras habían sido amputadas con un corte limpio, la mariposa volvió a tomar su postura de batalla. Ante la pregunta de la aracne, Ruru no respondió sino que se lanzó de nuevo contra la araña en un nuevo intercambio de golpes, parecía que las tornas se habían cambiado; Ruru asestaba fuertes golpes y la araña hacía lo que podía para lidiar con ellos. La aracne no lo sabía pero desde hace un buen rato ya estaba a merced de Ruru, desde el momento en que la mariposa logró hacer una grieta en su pata más específicamente; De vuelta en aquel entonces, Ruru estudió cuidadosamente los movimientos de su contrincante hasta que finalmente comprendió que su exoesqueleto no era tan fuerte como aparentaba, entonces solo tuvo que fingir no poder hacer nada salvo detener sus ataques mientras aprovechaba para abrir grietas en las patas de la mujer araña -Gracias a su estado de furia, la aracne no se percató de ello.-, una vez tuvo la coraza negra de la mujer lo suficientemente dañada como para no resistir un golpe fuerte, la mariposa le amputó las patas que le servían de armas y movilidad valiéndose de ese giro que tan bien le vino para adquirir rapidez y fuerza en la estocada.
Bueno. Aunque no habría servido de nada si no me hubiera subestimado desde un comienzo y fuera fácil provocarla….
Pensó Ruru con un poco de ironía, esbozando una leve sonrisa.
De forma sobrada, la arcane se burló de Ruru mientras esbozaba una sonrisita siniestra, mirando a la mariposa como si fuera un delicioso bocadillo. Ignorando sus clara provocación y arrogancia, Ruru repitió su pregunta con un tono más frío que antes;
“¿Que hiciste con ellas? ¡Habla!”
“¿Hmm? Me pregunto que hice~ Fufu..”
“Bastarda...”
Sin esperar a un intercambio de palabras más, Ruru se abalanzó grácil por de forma rápida hacia la mujer araña quien esbozó una suave sonrisita de menosprecio. La espada de piedra de Ruru colisionó contra una de las duras patas que la mujer usó pasa escudarse, soltando de alguna forma chispas. Con su segunda pata delantera, la arcane buscó apuñalar a Ruru, pero sabiendo sus intenciones, logró dar un salto hacía atrás antes de ser alcanzada. Pareciendo al fin una verdadera mariposa, Ruru extendió sus alas para caer elegantemente sobre el suelo sin problemas algunos, revelando hermosos patrones azules-morados que volvieron a esconderse una vez ella estuvo a salvo sobre sus piernas. Sabiendo que estaría perdida si sus alas eran atrapadas entre la seda de araña, no osó usarlas para un combate aéreo que tal vez le diera una ventaja, sino que se limitó a usarlas para equilibrarse y planear.
“Ese fue un buen golpe~”
Aún con la pata alzada, la aracne miró un poco molesta la gran grieta en su extremidad arácnida que usó para detener su estocada, sin esperar que una mariposa, su supuesta “presa natural” logrará herirla. Entonces, esbozando lo que parecía ser una sonrisa, la mujer-mariposa dejó salir una leve risita burlona;
“tch ¡No te sobrestimes, polilla! Un rasguño o dos no me matarán”
Perdiendo la compostura, se lanzó a frenéticos ataques que Ruru encajó sin muchos problemas, a medida que veía a la mujer-araña cada vez más y más frustrada y molesta, pues no se suponía que una mera “mariposa” debía ponerla en tantos problemas, el humor de Ruru mejoraba a pesar de que se la veía cada vez más cansada de tener que encajar el ataque de las fuertes patas arácnidas.
“¡Ahora!”
Dando la señal con una fuerte voz autoritaria, Ruru ordenó al pequeño grupo de mariposas que la acompañaban cegar por un momento a su contrincante, quien obviamente entro en panico al tener tantas mariposas posadas y aleteando cerca de sus frágiles ojos negruzcos. Entonces Ruru aprovechó para lanzar un fuerte ataque contra el femenino torso de la araña, buscando apuñalarla.
“¡Como si fuera a dejarte!”
Prediciendo lo que la mariposa planeaba hacer, la aracne se defendió con sus largas patas negruzcas lo mejor que el aleteo de las mariposas le permitía ver. Ya demasiado cerca para esquivarlo, Ruru se metió de lleno el fuerte impacto contra su exoesqueleto que apenas logró defender su frágil cuerpo de mariposa, lanzando un gimoteo de dolor la aracne recuperó su gran sonrisa y tono arrogante. Sin permitirle a Ruru alejarse de los ataques de sus afiladas patas negras, la mujer-araña se burló;
“¡Ja! ¡Recuerda tu lugar mariposa! ¿En verdad pensabas que una pequeña e insignificante polilla como tú podía derrotar a alguien como yo, una aracne? ¡Ahora, cae en mi telaraña!”
Buscando darle a Ruru el mismo trágico final que sus parientas lejanas enfrentaban al ser atrapadas por una araña, la aracne extendió su mano para enredar entre tela de araña a la mujer-insecto quien solo ¿Sonrió? Ruru parecía estar sonriendo mientras encajaba los golpes de las negruzcas patas dando estocada contra estas. Frustrada, la aracne miró furiosa a su “presa”:
“¡Bastarda! ríete todo lo que quieras, jodida polilla ¡No cambiará que seréis mi cena!”
Habiendo perdido sus cabales por completo por la falta de miedo de Ruru, la aracne lanzó ambas de sus patas en un fuerte golpe contra la solitaria espadachina mariposa, buscando ensartarla, sin embargo, ese fue su peor error; Las matas cayeron con la fuerza suficiente como para fácilmente atravesar completamente a un humano fornido, pero estas jamás tocaron a Ruru quien para evitarlo dio una vuelta sobre sí misma completa. La aracne parecía atónita por ese movimiento, pero la sopresa solo estaba por llegar. Aprovechando la fuerza del giro y la inercia, Ruru dio pesada y fuerte estocada contra las patas, cercenandolas de cuajo. Los gritos de la araña comenzaron a resonar por todo el campo de batalla.
“....”
Aprovechando la angustia de la adolorida araña, Ruru aprovechó para verificar al fin el estado de sus compañeras. Reike parecía estar viéndoselas con arañas del tamaño de un perro, eran más pequeñas pero mucho más ágiles que las aracne pero aún así parecía que la bruja de ojos dorados se las estaba arreglando bastante bien. Por otro lado, Reivy parecía estar en bastantes problemas, Ruru sintió la tentación de ayudarla pero en cuanto vio que su hija no aparecía para nada preocupada por su madre, comprendió que todo estaba bajo control y que la vida de la dragona no corría riesgo.
“M-maldita…..¿Co-como lograste pasar mi exo-...?”
Regresando su atención a la mujer cuyas patas delanteras habían sido amputadas con un corte limpio, la mariposa volvió a tomar su postura de batalla. Ante la pregunta de la aracne, Ruru no respondió sino que se lanzó de nuevo contra la araña en un nuevo intercambio de golpes, parecía que las tornas se habían cambiado; Ruru asestaba fuertes golpes y la araña hacía lo que podía para lidiar con ellos. La aracne no lo sabía pero desde hace un buen rato ya estaba a merced de Ruru, desde el momento en que la mariposa logró hacer una grieta en su pata más específicamente; De vuelta en aquel entonces, Ruru estudió cuidadosamente los movimientos de su contrincante hasta que finalmente comprendió que su exoesqueleto no era tan fuerte como aparentaba, entonces solo tuvo que fingir no poder hacer nada salvo detener sus ataques mientras aprovechaba para abrir grietas en las patas de la mujer araña -Gracias a su estado de furia, la aracne no se percató de ello.-, una vez tuvo la coraza negra de la mujer lo suficientemente dañada como para no resistir un golpe fuerte, la mariposa le amputó las patas que le servían de armas y movilidad valiéndose de ese giro que tan bien le vino para adquirir rapidez y fuerza en la estocada.
Bueno. Aunque no habría servido de nada si no me hubiera subestimado desde un comienzo y fuera fácil provocarla….
Pensó Ruru con un poco de ironía, esbozando una leve sonrisa.
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Cada vez estaba más oscuro, pero a aquellas alturas, Valeria apenas se apoyaba ya en el sentido de la vista. Estaba completamente concentrada en los sonidos que le llegaban de los alrededores. El propio tamaño de las arañas que las rodeaban hacían que sus correteos fueran fáciles de seguir y aquellas manchas negras suponían un blanco fácil. Aún así, a menos que acertase en una zona especialmente sensible, requerían de varias puñaladas para quedar fuera de combate y eran endiabladamente rápidas.
Al poco de haber lanzado las primeras puñaladas, la bruja se vio obligada a sacar los demás cuchillos. Cinco proyectiles afilados, su límite hasta el momento, volaban a toda velocidad de un lado a otro, produciendo silbidos al cortar el aire y crujidos al clavarse en los objetivos asignados. Valeria ya ni se molestaba en hacerlos pasar por sus manos, aunque podía vérsela girar de un lado a otro en el pescante, moviendo los brazos como si danzase.
Telequinesis lo llamaban; el arte de mover objetos sin tocarlos. Valeria no estaba de acuerdo con aquella definición. Para ella, su magia era como una prolongación de su sentido del tacto. Cuando estaba concentrada, podía percibir, a través de la misma piel, los hilos de maná que la conectaban con todo lo que la rodeaba. En aquel momento, eran los hilos que la ataban a aquellos cinco cuchillos lo que ocupaba su mente.
Las enormes mariposas de Ruru probaron pronto su utilidad. Percibían a las arañas antes que ella y se acercaban volando. Para la bruja, era mucho más sencillo seguir el aleteo de sus compañeras hasta el manchurrón negro del que tenía que librarse que tratar de divisarlas en la oscuridad. Aún así, era difícil seguirles el ritmo a las patilargas. No tardó en empezar a sudar y la concentración constante también hacía estragos en sus reservas de energía.
No prestaba atención a sus compañeras, pues mantener a raya aquella infestación arácnida la tenía completamente absorbida, pero viendo por el rabillo del ojo la tranquilidad con que la muchacha de Reivy parecía tomarse la situación, supuso que no debía estar yéndoles muy mal.
De repente, percibió unos destellos por el rabillo del ojo y una sensación eléctrica que le erizó los vellos de la nuca. Oyó un rugido que la distrajo durante un instante y notó un golpe en la espalda que la lanzó del carro al suelo. Rodó un poco para incorporarse y vio a un par de mariposas tratando de distraer a una de esas arañas asquerosas, la que la había tirado del carro y que ahora amenazaba con lanzarse sobre ella. En el suelo, a pocos metros de la bruja, otra araña corría hacia ella sin demostrar molestia alguna ante el acoso de otro par de polillas.
No tenía apenas tiempo para actuar. Por fortuna, la araña que estaba en lo alto del carro le estaba mostrando un ángulo perfecto de su punto más sensible mientras alzaba el cuerpo para tratar de librarse de las mariposas. El problema era que, con el golpe, Valeria había perdido por completo el contacto con sus cuchillos.
En único y fluido movimiento, la bruja atrajo con la mano izquierda la daga que guardaba en su bota mientras, con la mano derecha, se sacaba del pelo el dardo que utilizaba para recogerlo. No era un arma muy grande, pero podía ser letal, si se clavaba en el lugar adecuado. El dardo acabó alojado en el punto más vulnerable de la araña que se alzaba sobre ella, mientras que la daga se clavó de lleno en la cabeza de la que llegó corriendo. La araña del carro se encogió y cayó al suelo patas arriba, la del suelo reculó un momento para volver a atacar con furia, pero Valeria, que no había soltado la daga, volvió a clavarla en el mismo sitio con todas sus fuerzas. La masa peluda sólo se retorció un momento antes de quedar completamente quieta.
Las mariposas volvieron a su lado, por lo que supuso que ya no había más arañas a la vista. La bruja se puso de pie y observó la escena a su alrededor.
Al poco de haber lanzado las primeras puñaladas, la bruja se vio obligada a sacar los demás cuchillos. Cinco proyectiles afilados, su límite hasta el momento, volaban a toda velocidad de un lado a otro, produciendo silbidos al cortar el aire y crujidos al clavarse en los objetivos asignados. Valeria ya ni se molestaba en hacerlos pasar por sus manos, aunque podía vérsela girar de un lado a otro en el pescante, moviendo los brazos como si danzase.
Telequinesis lo llamaban; el arte de mover objetos sin tocarlos. Valeria no estaba de acuerdo con aquella definición. Para ella, su magia era como una prolongación de su sentido del tacto. Cuando estaba concentrada, podía percibir, a través de la misma piel, los hilos de maná que la conectaban con todo lo que la rodeaba. En aquel momento, eran los hilos que la ataban a aquellos cinco cuchillos lo que ocupaba su mente.
Las enormes mariposas de Ruru probaron pronto su utilidad. Percibían a las arañas antes que ella y se acercaban volando. Para la bruja, era mucho más sencillo seguir el aleteo de sus compañeras hasta el manchurrón negro del que tenía que librarse que tratar de divisarlas en la oscuridad. Aún así, era difícil seguirles el ritmo a las patilargas. No tardó en empezar a sudar y la concentración constante también hacía estragos en sus reservas de energía.
No prestaba atención a sus compañeras, pues mantener a raya aquella infestación arácnida la tenía completamente absorbida, pero viendo por el rabillo del ojo la tranquilidad con que la muchacha de Reivy parecía tomarse la situación, supuso que no debía estar yéndoles muy mal.
De repente, percibió unos destellos por el rabillo del ojo y una sensación eléctrica que le erizó los vellos de la nuca. Oyó un rugido que la distrajo durante un instante y notó un golpe en la espalda que la lanzó del carro al suelo. Rodó un poco para incorporarse y vio a un par de mariposas tratando de distraer a una de esas arañas asquerosas, la que la había tirado del carro y que ahora amenazaba con lanzarse sobre ella. En el suelo, a pocos metros de la bruja, otra araña corría hacia ella sin demostrar molestia alguna ante el acoso de otro par de polillas.
No tenía apenas tiempo para actuar. Por fortuna, la araña que estaba en lo alto del carro le estaba mostrando un ángulo perfecto de su punto más sensible mientras alzaba el cuerpo para tratar de librarse de las mariposas. El problema era que, con el golpe, Valeria había perdido por completo el contacto con sus cuchillos.
En único y fluido movimiento, la bruja atrajo con la mano izquierda la daga que guardaba en su bota mientras, con la mano derecha, se sacaba del pelo el dardo que utilizaba para recogerlo. No era un arma muy grande, pero podía ser letal, si se clavaba en el lugar adecuado. El dardo acabó alojado en el punto más vulnerable de la araña que se alzaba sobre ella, mientras que la daga se clavó de lleno en la cabeza de la que llegó corriendo. La araña del carro se encogió y cayó al suelo patas arriba, la del suelo reculó un momento para volver a atacar con furia, pero Valeria, que no había soltado la daga, volvió a clavarla en el mismo sitio con todas sus fuerzas. La masa peluda sólo se retorció un momento antes de quedar completamente quieta.
Las mariposas volvieron a su lado, por lo que supuso que ya no había más arañas a la vista. La bruja se puso de pie y observó la escena a su alrededor.
Reike
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Las chispas saltaban por todo mi cuerpo, centelleaban y se unían unas con otras dándole al camino una tenue luz violácea. Por suerte, las mariposas estaban muy ocupadas defendiendo a Reike y apoyando a Ruru con lo que no tuve que preocuparme por ir esquivándolas al sentirse atraídas por la luz.
Desde las alturas los objetivos se veían claros, Lavey seguía sin hacer nada, Ruru estaba humillando a la que parecía la líder de la partida de caza y Reike y las polillas destrozaban arañas a diestro y siniestro. Por un segundo me quede embobada viendo como las dagas de la bruja imitaban los movimientos de sus manos y no solo de sus manos, la morena movía los dedos como si fuera un titiritero, subía o bajaba una falange y una de las dagas cambia drasticamente de dirección o angulo.
Las arañas no perdieron el tiempo y en cuanto una de ellas derribo a la bruja el resto se lanzó a por ella.
Dispare un rayo a uno de los insectos que se acercaba por la espalda de la mujer y cuando impactó se generó un arco voltaico que pasó a la siguiente araña. En ese momento otro artrópodo se lanzó hacia Lavey y los caballos pensado que la rubia seria presa fácil, por desgracia la mente del insecto no supo ver el motivo por el que hasta ahora la joven había permanecido junto a los equinos.
Lavey no solo estaba prestando atención a su entorno sino que también miraba y escuchaba a los caballos, los animales que de forma natural eran presas tenían una visión periférica más amplia y los caballos en especial también poseían buen oído. En cuanto uno de ellos dejo ver el blanco de sus ojos y fijo las orejas en una dirección. La cazadora montó la flecha en el arco soltó la cuerda y mientras el arma giraba en su palma siguiendo el movimiento del proyectil los ojos de la joven cambiaron de color y la flecha se prendió en llamas después de impactar en la araña, el insecto solo pudo retorcerse mientras se quemaba por dentro.
La mujer-araña se quejaba por la perdida de sus patas delanteras mientras que Ruru parecía divertirse, a la pobre mujer le quedaba poco de vida, su compañero y el resto de arañas habían perecido, pero la furia la embargaba y no supo ver la retirada. Mientras que la mariposa fintaba yo volví a lanzar un rugido y un relámpago salio directo al pecho humano de la araña.
-Bravo mama. -Dijó Lavey en tono sarcástico rodando los ojos y guardando el arco. -Dice que esta noche no se cena polilla.
_________
Off:
Habilidad de lavey detonación a distancia.
Desde las alturas los objetivos se veían claros, Lavey seguía sin hacer nada, Ruru estaba humillando a la que parecía la líder de la partida de caza y Reike y las polillas destrozaban arañas a diestro y siniestro. Por un segundo me quede embobada viendo como las dagas de la bruja imitaban los movimientos de sus manos y no solo de sus manos, la morena movía los dedos como si fuera un titiritero, subía o bajaba una falange y una de las dagas cambia drasticamente de dirección o angulo.
Las arañas no perdieron el tiempo y en cuanto una de ellas derribo a la bruja el resto se lanzó a por ella.
Dispare un rayo a uno de los insectos que se acercaba por la espalda de la mujer y cuando impactó se generó un arco voltaico que pasó a la siguiente araña. En ese momento otro artrópodo se lanzó hacia Lavey y los caballos pensado que la rubia seria presa fácil, por desgracia la mente del insecto no supo ver el motivo por el que hasta ahora la joven había permanecido junto a los equinos.
Lavey no solo estaba prestando atención a su entorno sino que también miraba y escuchaba a los caballos, los animales que de forma natural eran presas tenían una visión periférica más amplia y los caballos en especial también poseían buen oído. En cuanto uno de ellos dejo ver el blanco de sus ojos y fijo las orejas en una dirección. La cazadora montó la flecha en el arco soltó la cuerda y mientras el arma giraba en su palma siguiendo el movimiento del proyectil los ojos de la joven cambiaron de color y la flecha se prendió en llamas después de impactar en la araña, el insecto solo pudo retorcerse mientras se quemaba por dentro.
La mujer-araña se quejaba por la perdida de sus patas delanteras mientras que Ruru parecía divertirse, a la pobre mujer le quedaba poco de vida, su compañero y el resto de arañas habían perecido, pero la furia la embargaba y no supo ver la retirada. Mientras que la mariposa fintaba yo volví a lanzar un rugido y un relámpago salio directo al pecho humano de la araña.
-Bravo mama. -Dijó Lavey en tono sarcástico rodando los ojos y guardando el arco. -Dice que esta noche no se cena polilla.
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Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
“¿P-Porque..? N-No se s-supone que una mera mariposa pue-....”
Derrotada, la aracne terminó de rodillas en el suelo justo en frente de Ruru quien ubicó la punta de su azulada arma justo en su garganta, demostrando que ya era una jaque mate para ella. La confusión de la araña era visible por todo su hermoso rostro ¡Era un tontería! Era imposible que una mera mariposa, dóciles y silenciosas, pudieran derrotar a las arañas, sus depredadores naturales.
“.....Ve en paz, araña. Ojala en tu próxima vida aprendes a no subestimar a tu contrincante por su raza y aspecto….”
Ignorando la actitud de su derrotada contrincante, Ruru le dijo esas palabras con un tono sereno y tranquilo pero lleno de rectitud. Independientemente de su menosprecio y problemas causados, seguía siendo un contrincante que durante un rato la puso contra las cuerdas así que le ofreció al menos un final digno. Ese era el respeto y orgullo de Ruru, una guerrera que se basaba en el honor y el respeto.
“Tú...”
Ofreciendo sus respetos al a ya cansada y extremadamente herida araña, Ruru le ofreció una leve inclinación que denotaba cortesía y respeto por su contrincante. La aracne, frustrada y arrepentida, miró resignada como la mujer-mariposa alzó su espada y con un rápido movimiento le daba la estocada de gracia justo en su corazón. El último consuelo de la mujer-araña era que Ruru fue lo suficientemente piadosa como para darle una muerte rápida e indolora.
“....Entonces, lo siguiente más importante...”
Dándole la espalda al cadáver de la aracne, la joven mariposa se dirigió al manojo de telaraña en la cual algunas de sus polillas y mariposas quedaron atrapadas, algunas estaban muertas pero la mayoría parecían aún estar vivas. Suspirando aliviada, Ruru utilizó su espada para cortar suave y delicadamente la seda y poder liberarlas, una vez al fin libres de su jaula estas revoloteaban alegres a su alrededor para luego posarse en su hombro y cabeza.
“...Lo lamento, no llegué a tiempo. Id en paz.”
Ofreciendo sus respetos a la figura sin movimiento de las polillas no sobrevivientes, Ruru envainó su espada para girarse hacia sus compañeras. todas parecían maso menos bien, sin heridas serías. Ruru movió sus antenas a modo de gesto de felicidad, aproximándose a ellas dijo;
“¿Estáis bien? ¿Tenéis alguna herida?”
Las mariposas que rodeaban a las dos mujeres, al ver que no había más peligro, regresaron a su líder con un aleteo orgulloso, buscando el reconocimiento de la mujer-insecto. Sonriendo divertida y complacida de su caprichosa actitud, Lazuli permitió que actuaran consentidas a modo de premio por su esfuerzo durante la batalla.
“Habéis es un un buen trabajo, enseguida os daré de comer….”
Derrotada, la aracne terminó de rodillas en el suelo justo en frente de Ruru quien ubicó la punta de su azulada arma justo en su garganta, demostrando que ya era una jaque mate para ella. La confusión de la araña era visible por todo su hermoso rostro ¡Era un tontería! Era imposible que una mera mariposa, dóciles y silenciosas, pudieran derrotar a las arañas, sus depredadores naturales.
“.....Ve en paz, araña. Ojala en tu próxima vida aprendes a no subestimar a tu contrincante por su raza y aspecto….”
Ignorando la actitud de su derrotada contrincante, Ruru le dijo esas palabras con un tono sereno y tranquilo pero lleno de rectitud. Independientemente de su menosprecio y problemas causados, seguía siendo un contrincante que durante un rato la puso contra las cuerdas así que le ofreció al menos un final digno. Ese era el respeto y orgullo de Ruru, una guerrera que se basaba en el honor y el respeto.
“Tú...”
Ofreciendo sus respetos al a ya cansada y extremadamente herida araña, Ruru le ofreció una leve inclinación que denotaba cortesía y respeto por su contrincante. La aracne, frustrada y arrepentida, miró resignada como la mujer-mariposa alzó su espada y con un rápido movimiento le daba la estocada de gracia justo en su corazón. El último consuelo de la mujer-araña era que Ruru fue lo suficientemente piadosa como para darle una muerte rápida e indolora.
“....Entonces, lo siguiente más importante...”
Dándole la espalda al cadáver de la aracne, la joven mariposa se dirigió al manojo de telaraña en la cual algunas de sus polillas y mariposas quedaron atrapadas, algunas estaban muertas pero la mayoría parecían aún estar vivas. Suspirando aliviada, Ruru utilizó su espada para cortar suave y delicadamente la seda y poder liberarlas, una vez al fin libres de su jaula estas revoloteaban alegres a su alrededor para luego posarse en su hombro y cabeza.
“...Lo lamento, no llegué a tiempo. Id en paz.”
Ofreciendo sus respetos a la figura sin movimiento de las polillas no sobrevivientes, Ruru envainó su espada para girarse hacia sus compañeras. todas parecían maso menos bien, sin heridas serías. Ruru movió sus antenas a modo de gesto de felicidad, aproximándose a ellas dijo;
“¿Estáis bien? ¿Tenéis alguna herida?”
Las mariposas que rodeaban a las dos mujeres, al ver que no había más peligro, regresaron a su líder con un aleteo orgulloso, buscando el reconocimiento de la mujer-insecto. Sonriendo divertida y complacida de su caprichosa actitud, Lazuli permitió que actuaran consentidas a modo de premio por su esfuerzo durante la batalla.
“Habéis es un un buen trabajo, enseguida os daré de comer….”
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Todo había terminado. Bajo la luz de las estrellas, podía percibirse una maraña de bultos negruzcos dispuestos aleatoriamente en torno al carro de madera. Dos caballos, dos mujeres, un insecto gigante y un dragón permanecían en pie en medio del curioso campo de batalla. Un buen puñado de mariposas nocturnas revoloteaban por la zona.
Valeria comenzó a caminar despacio entre los despojos. Varias de las arañas parecían chamuscadas, por lo que dedujo que la dragona le había echado una mano con ellas. Una de ellas estaba aún en llamas y la joven Lavey portaba un arco en la mano. Supuso que aquella muerte era suya. «Extraño», pensó, «creía que los dragones heredaban el elemento de sus madres». No dijo nada al respecto; muchísima gente había perecido en Dundarak durante la epidemia, quién sabía qué tipo de lazos afectivos se habrían establecido entre los supervivientes. Si Reivy decía que era su hija, lo era.
La bruja descartó las arañas chamuscadas y se fue acercando una a una a las que permanecían enteras. Sacando un par de botellitas de su bolsa, se agachó y empezó a hurgar entre los cadáveres.
—El veneno paralizante de las arañas es muy útil en medicina —explicó a las demás mientras se apartaba el pelo de la cara con una leve sacudida de cabeza—. Pocas veces tenemos ocasión de encontrarlo en tales cantidades.
Mientras se ocupaba de este cometido, aprovechó también para ir recuperando sus cuchillos. Los limpiaba con un paño que sacó también de su bolsa y los revisaba antes de guardarlos. Uno de ellos había impactado de mala manera contra unas rocas del camino cuando Valeria perdió el control. Tuvo que descartarlo; los demás tendrían que ser afilados a la mañana siguiente, a más tardar. El dardo lo dejó donde estaba, había penetrado profundamente en el cuerpo de aquella araña y, de todas formas, tenía más entre su equipaje.
Finalmente, se acercó a la pareja de hombres-arácnido. El ejemplar macho había quedado inservible, pero el cuerpo de la hembra estaba más o menos intacto. A Valeria no le interesaba particularmente la anatomía de los hombres-bestia, pero la seda de araña era un material tremendamente resistente. Se le ocurrían suficientes utilidades como para justificar meter las manos donde las iba a meter. ¿Cuántas veces podía encontrarse una glándula de la seda del tamaño de la alojaba aquel cadáver en su abdómen? No podía dejar pasar la oportunidad de estudiar aquello, así que, haciendo de tripas corazón, clavó su daga en el vientre de aquel bicho para extraer con cuidado el órgano.
—La seda de araña es muy difícil de estudiar —dijo mientras envolvía su premio en un paño que sacó de su bolso—. La ciencia no me perdonaría que desaprovechase una glándula de este tamaño. —«Y no es que ella vaya a echarla de menos», añadió para sus adentros.
Valeria comenzó a caminar despacio entre los despojos. Varias de las arañas parecían chamuscadas, por lo que dedujo que la dragona le había echado una mano con ellas. Una de ellas estaba aún en llamas y la joven Lavey portaba un arco en la mano. Supuso que aquella muerte era suya. «Extraño», pensó, «creía que los dragones heredaban el elemento de sus madres». No dijo nada al respecto; muchísima gente había perecido en Dundarak durante la epidemia, quién sabía qué tipo de lazos afectivos se habrían establecido entre los supervivientes. Si Reivy decía que era su hija, lo era.
La bruja descartó las arañas chamuscadas y se fue acercando una a una a las que permanecían enteras. Sacando un par de botellitas de su bolsa, se agachó y empezó a hurgar entre los cadáveres.
—El veneno paralizante de las arañas es muy útil en medicina —explicó a las demás mientras se apartaba el pelo de la cara con una leve sacudida de cabeza—. Pocas veces tenemos ocasión de encontrarlo en tales cantidades.
Mientras se ocupaba de este cometido, aprovechó también para ir recuperando sus cuchillos. Los limpiaba con un paño que sacó también de su bolsa y los revisaba antes de guardarlos. Uno de ellos había impactado de mala manera contra unas rocas del camino cuando Valeria perdió el control. Tuvo que descartarlo; los demás tendrían que ser afilados a la mañana siguiente, a más tardar. El dardo lo dejó donde estaba, había penetrado profundamente en el cuerpo de aquella araña y, de todas formas, tenía más entre su equipaje.
Finalmente, se acercó a la pareja de hombres-arácnido. El ejemplar macho había quedado inservible, pero el cuerpo de la hembra estaba más o menos intacto. A Valeria no le interesaba particularmente la anatomía de los hombres-bestia, pero la seda de araña era un material tremendamente resistente. Se le ocurrían suficientes utilidades como para justificar meter las manos donde las iba a meter. ¿Cuántas veces podía encontrarse una glándula de la seda del tamaño de la alojaba aquel cadáver en su abdómen? No podía dejar pasar la oportunidad de estudiar aquello, así que, haciendo de tripas corazón, clavó su daga en el vientre de aquel bicho para extraer con cuidado el órgano.
—La seda de araña es muy difícil de estudiar —dijo mientras envolvía su premio en un paño que sacó de su bolso—. La ciencia no me perdonaría que desaprovechase una glándula de este tamaño. —«Y no es que ella vaya a echarla de menos», añadió para sus adentros.
Reike
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Lavey miró a la bruja y la mujer-mariposa, tranquilizó a los caballos y subió de un salto al pescante esperando la señal para reanudar la marcha.
La luz violácea que desprendían las chispas de mi cuerpo se fueron atenuando, las patas se encogían más lentas de lo normal, por otro lado la cola desapareció casi al instante, las alas se movían con fuerza manteniendo el cuerpo elevado y colocado encima de los troncos del carro, el cuerpo reptiliano dejo de tener escamas y pasó a llevar ropa, el cuello y la cabeza volvían a ser humanos a excepción de unos prominentes cuernos que se encogían paulatinamente, casi como si no quisieran desaparecer. En el momento que mis pies tocaron la madera las alas se esfumaron a gran velocidad, el cansancio no me permitía hacer un cambio gradual y las consecuencias fueron dolorosas e inmediatas.
-Hmm... por hoy se acabo el volar. -Dije aguantando el dolor y tumbandome sobre el tronco. -Estamos mejor que ellas. -Respondí a Ruru con una sonrisa cansada. -Agotada, pero no es nada que no se solucione con una cena.
-Habla por ti. -Replico Lavey girándose en el asiento. -Yo estoy como una rosa.
-Pues si estas como una rosa mueve el culo y enciende las antorchas del camino. -Los cuernos en mi cráneo ya habían desaparecido y ahora tan solo me quedaba una respiración agitada. -Reike, -Llamé la atención de la bruja mientras Lavey rezongaba de camino a las antorchas. -Si quieres más porquería de arañas en el norte hay unos caminos subterráneos que están infestados. -El sonido del pedernal se escuchó un par de veces antes de que el fuego prendiera la primera antorcha. -¿Como va por ahí abajo? -Pregunté enderezándome. -Os puedo echar una mano con esas arañas.
En realidad era una pregunta que esperaba que me negaran. Era la tercera transformación que hacia en un día y había estado desde la mañana talando arboles, la resistencia de mi cuerpo estaba llegando al limite y no me apetecía llenarme las manos de jugos pegajosos de araña.
La carretera cada vez estaba más iluminada y Lavey cada vez más lejos, pero aquello no me preocupaba, o nos la encontrábamos de camino a la ciudad o me la encontraba ya en casa.
-Subid si queréis, aquí hay sitio para dos más. -No pude evitar sonreír con picardia al mirar como Reike recogía cosas de araña. Las vista que me daba el carro de las nalgas de la bruja eran sublimes. -¿Que comen tus polillas, Ruru? -Pregunte distraída sin dejar de mirar el trasero de la morena.
La luz violácea que desprendían las chispas de mi cuerpo se fueron atenuando, las patas se encogían más lentas de lo normal, por otro lado la cola desapareció casi al instante, las alas se movían con fuerza manteniendo el cuerpo elevado y colocado encima de los troncos del carro, el cuerpo reptiliano dejo de tener escamas y pasó a llevar ropa, el cuello y la cabeza volvían a ser humanos a excepción de unos prominentes cuernos que se encogían paulatinamente, casi como si no quisieran desaparecer. En el momento que mis pies tocaron la madera las alas se esfumaron a gran velocidad, el cansancio no me permitía hacer un cambio gradual y las consecuencias fueron dolorosas e inmediatas.
-Hmm... por hoy se acabo el volar. -Dije aguantando el dolor y tumbandome sobre el tronco. -Estamos mejor que ellas. -Respondí a Ruru con una sonrisa cansada. -Agotada, pero no es nada que no se solucione con una cena.
-Habla por ti. -Replico Lavey girándose en el asiento. -Yo estoy como una rosa.
-Pues si estas como una rosa mueve el culo y enciende las antorchas del camino. -Los cuernos en mi cráneo ya habían desaparecido y ahora tan solo me quedaba una respiración agitada. -Reike, -Llamé la atención de la bruja mientras Lavey rezongaba de camino a las antorchas. -Si quieres más porquería de arañas en el norte hay unos caminos subterráneos que están infestados. -El sonido del pedernal se escuchó un par de veces antes de que el fuego prendiera la primera antorcha. -¿Como va por ahí abajo? -Pregunté enderezándome. -Os puedo echar una mano con esas arañas.
En realidad era una pregunta que esperaba que me negaran. Era la tercera transformación que hacia en un día y había estado desde la mañana talando arboles, la resistencia de mi cuerpo estaba llegando al limite y no me apetecía llenarme las manos de jugos pegajosos de araña.
La carretera cada vez estaba más iluminada y Lavey cada vez más lejos, pero aquello no me preocupaba, o nos la encontrábamos de camino a la ciudad o me la encontraba ya en casa.
-Subid si queréis, aquí hay sitio para dos más. -No pude evitar sonreír con picardia al mirar como Reike recogía cosas de araña. Las vista que me daba el carro de las nalgas de la bruja eran sublimes. -¿Que comen tus polillas, Ruru? -Pregunte distraída sin dejar de mirar el trasero de la morena.
Reivy Abadder
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
“Oh, bueno….”
Cariñosamente, varias polillas y mariposas se posan sobre la joven mujer-bestia, y otras comienzan a revolotear felizmente ¡Parecían realmente impaciente a su alrededor, Ruru esbozó una mirada amable y lo que parecía ser una sonrisa. La mariposa rebuscó de entre sus pertenencias una pequeña botellita de cristal llena de un extraño mejunje medio líquido pero definitivamente más viscoso que otra cosa. En cuanto lo vieron, las mariposas quedaron maravilladas y comenzaron a revolotear de forma ferviente;
“Depende de la raza…..algunas comen frutas, otras néctar ¡Algunas pocas comen miel también! …..Ah, pero luego hay una parte de las mariposas un tanto especial...”
Dejando el frasco en el suelo para que las pequeñas criaturas alas se sirvieran un festín, Ruru comenzó a caminar hacía el cadáver de la araña mientras le seguían un pequeño número de mariposas moteadas, estas parecían más relajadas que las otras pero también parecían bastante ansiosas. En cuanto tuvo en frente el cuerpo de su ya fallecida contrincante, ofreció una leve inclinación de respeto y terminó su explicación con un;
“Nosotras….Las mariposas Miletinae no alimentamos de otros insectos….Especialmente arañas y orugas...”
Las mariposas moteadas se abalanzaron sobre las heridas abiertas de las patas cercenadas de la arcane, devorando con un extraño sonido la carne blanda y un poco blanquecina de la mujer-araña. Sin inmutarse de la escena grotesca de sus pequeñas ayudantes, Ruru simplemente la observó impasiblemente mientras miraba el anillo, recordando que debía devolverlo.
“¡Ah! pero al ser una mujer-bestia tengo una dieta más variada….A diferencia de mis pequeñas ayudantes, no necesito alimentarme tan seguido de otros insectos ¡Puedo vivir perfectamente con miel, néctar o frutas!”
Acercándose a las chicas, Ruru les habló con un amigable y tranquilo tono. A su forma de ver, cosas como alimentarse de una raza similar a la suya era normal ¡Incluso si algunos lo tachaban de canibalismo para la joven mariposa era lo normal! La antigua reina de su colmena, una mantis religiosa, devoraba a sus amantes poco después de desposarlos, y tampoco era extraño escuchar que aprovechaban las partes comestibles de caídos de la colmena si escaseaba el alimento. Era lo normal; Era la ley de los insectos.
“Gracias por permitirme hablar vuestra lengua, aunque fuera un rato, señorita Reivy. A sido divertido, incluso si tuvimos….algunos problemas. De todas formas, dejadme acompañaros hasta Ulmer antes de separarnos...Yo…..Tengo que ir a buscar a mis compañeras que no regresaron así que una vez ahí volveré a esta zona…..”
Dejando esas palabras antes de quitarse el anillo y devolverselo a la dragona que se lo prestó, Ruru le ofreció a las chicas una leve inclinación. Como si la voz femenina, suave y amable de la mujer-insecto fuera una mera ilusión, esta desapareció sin dejar rastro y en lugar de eso, los usuales chasquidos extraños propios de un bicho de Ruru comenzaron a resonar de nuevo. La mujer insecto movió sus antenas un tanto decaída al escuchar su voz de insecto una vez más, incluso si amaba sus orígenes y su luego, o cierto es que era bastante duro ser "muda" a oídos que no sean de su gente. Si no fuera porque a Ruru se la educó para aguantar dificultades y problemas, probablemente se hubiera derrumbado hace ya mucho, o como mínimo, habría cedido a la tristeza de la soledad.
Sin dejar que esos sentimientos se filtrasen más, la joven mariposa se giró y camino hacía el medio vacío pote, ahora sin casi ninguna mariposa posada aún, todas parecían comenzara dispersarse hacía el bosque para desaparecer lentamente. No era que abandonaran a Ruru, era mas bien que la joven mariposa les enseñó que una vez comieran podían irse si lo deseaban. Aún así, unas pocas parecían revolotear aún cerca de Ruru, negándose a separarse de ella.
Ruru Lepidoptera
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
Valeria no pudo evitar una carcajada ante el comentario de Reivy.
—Lo creas o no —dijo mientras empujaba uno de los artrópodos fuera del camino con el pie—, no es la primera vez que un dragón me menciona esos caminos y esas arañas. Pero creo que estoy servida por el momento. —Luego se volvió para mirar a la mujer desde abajo con una expresión pícara en el rostro— Ya me los enseñarás en otra ocasión.
Entre la fuerza de sus piernas, y también su telequinesis, ahora que lidiaba con cuerpos inertes, las arañas que habían caído en el camino quedaron pronto apartadas a los costados. Lo que los carroñeros no limpiasen por la noche, quedaría para los habitantes de Ulmer por la mañana. En cualquier caso, el carro tenía vía libre para volver a la villa y la bruja había conseguido varias botellitas de preciado veneno sin diluir y una enorme glándula de la seda que colgaba de su cinturón, pues no pensaba meter aquel bulto chorreante dentro de su bolsa. La oferta de ayudar de Reivy fue cortésmente rechazada.
Aunque había estado escuchando las explicaciones de Ruru, no fue hasta que terminó su labor que se permitió echar un vistazo a lo que hacían las mariposas de la mujer-bestia. Una parte de ella se alegró de haber sido rápida en su espolio. Otra parte quedó un tanto asqueada: «Y es por esto que no me van los insectos», se dijo. Aún así, se las arregló para mantener la compostura. No en vano, había pasado años viajando por los distintos reinos de Aerandir; no era la primera vez que se encontraba ante una cultura extraña.
—Ha sido un honor, Ruru Lepidóptera —respondió Valeria a la inclinación de cabeza de la mariposa, acompañándola de igual gesto. No costaba nada ser educada y, después de todo, tampoco había salido tan mal parada del encuentro—. Espero que te reencuentres con tu gente.
Todavía las acompañaría un trecho, pero era más fácil despedirse cuando aún tenía reciente la voz de la mujer alada. Después de esto, alzó de nuevo la vista hacia la dragona al tiempo que se agarraba al carro con una mano para ayudarse a subir.
—Yo no voy a rechazar ese asiento —dijo con voz algo cansada, aunque acompañada de un tono zalamero—, pero me temo que tendrás que encargarte tú de los caballos. Soy una mujer de mar.
Con las antorchas del camino encendidas y ahora que se habían librado de sus atacantes, el resto del camino no presentaba ninguna complicación. Algo de lo que Valeria se alegró. Estaba deseando darse un buen baño para quitarse de encima el sudor, el polvo y la porquería de araña. Sola o acompañada.
—Lo creas o no —dijo mientras empujaba uno de los artrópodos fuera del camino con el pie—, no es la primera vez que un dragón me menciona esos caminos y esas arañas. Pero creo que estoy servida por el momento. —Luego se volvió para mirar a la mujer desde abajo con una expresión pícara en el rostro— Ya me los enseñarás en otra ocasión.
Entre la fuerza de sus piernas, y también su telequinesis, ahora que lidiaba con cuerpos inertes, las arañas que habían caído en el camino quedaron pronto apartadas a los costados. Lo que los carroñeros no limpiasen por la noche, quedaría para los habitantes de Ulmer por la mañana. En cualquier caso, el carro tenía vía libre para volver a la villa y la bruja había conseguido varias botellitas de preciado veneno sin diluir y una enorme glándula de la seda que colgaba de su cinturón, pues no pensaba meter aquel bulto chorreante dentro de su bolsa. La oferta de ayudar de Reivy fue cortésmente rechazada.
Aunque había estado escuchando las explicaciones de Ruru, no fue hasta que terminó su labor que se permitió echar un vistazo a lo que hacían las mariposas de la mujer-bestia. Una parte de ella se alegró de haber sido rápida en su espolio. Otra parte quedó un tanto asqueada: «Y es por esto que no me van los insectos», se dijo. Aún así, se las arregló para mantener la compostura. No en vano, había pasado años viajando por los distintos reinos de Aerandir; no era la primera vez que se encontraba ante una cultura extraña.
—Ha sido un honor, Ruru Lepidóptera —respondió Valeria a la inclinación de cabeza de la mariposa, acompañándola de igual gesto. No costaba nada ser educada y, después de todo, tampoco había salido tan mal parada del encuentro—. Espero que te reencuentres con tu gente.
Todavía las acompañaría un trecho, pero era más fácil despedirse cuando aún tenía reciente la voz de la mujer alada. Después de esto, alzó de nuevo la vista hacia la dragona al tiempo que se agarraba al carro con una mano para ayudarse a subir.
—Yo no voy a rechazar ese asiento —dijo con voz algo cansada, aunque acompañada de un tono zalamero—, pero me temo que tendrás que encargarte tú de los caballos. Soy una mujer de mar.
Con las antorchas del camino encendidas y ahora que se habían librado de sus atacantes, el resto del camino no presentaba ninguna complicación. Algo de lo que Valeria se alegró. Estaba deseando darse un buen baño para quitarse de encima el sudor, el polvo y la porquería de araña. Sola o acompañada.
Reike
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Re: Una hermosa media tarde -Libre, narrativo- (Cerrado)
No era la primera vez que veía a un bicho comerse otro bicho, pero sí que era la primera que veía bichos gigantes comerse unos a otros, yo misma comía carne cruda al cazar en mi forma de reptil, aunque tenía que admitir el que chasquido de los exoesqueletos de araña sonaban muy espeluznantes.
-No tienes por qué darme las gracias Ruru. -Comente recogiendo el anillo. -Se lo que se siente cuando no puedes comunicarte, si descubro algo sobre el anillo te lo hare saber. Y... siento lo de tus compañeras. -Dije apartándome para darle lugar a Reike en el pescante. -A sí que de mar ¿he? Yo he tenido un par de choques con piratas.
Con el camino iluminado y las calles despejadas no tardamos demasiado en entrar a la ciudad, tras cruzar el portón la mujer-mariposa se despidió de nosotras. Al llegar al taller el piso de arriba estaba iluminado mientras que el de abajo permanecía cerrado y con las cortinas echadas, lleve el carro al almacén y tras bajar le ofrecí la mano a la bruja.
-Si quieres un baño lo mejor es que vayamos a la posada, no queda lejos. -Sonreí coqueta a la morena de ojos amarillos. -Pero tendrás que darte dos baños uno por las arañas y otro por la juerga que vendrá después. -Al llegar a la posada Reike subió las escaleras y yo fui hacia el dueño del local. -¡Pulga! prepáranos un baño para la señorita que acaba de subir y para mí, vino especiado y la carne que hayáis cazado esta mañana.
Pulga, era el dueño y mesonero del lugar y ya conocía de sobra lo que esa combinación significaba, el licántropo se rió para luego dar un grito al interior de la cocina, sin olvidar soltar antes una de sus burradas mientras me separaba de la barra y subía las escaleras.
-No tienes por qué darme las gracias Ruru. -Comente recogiendo el anillo. -Se lo que se siente cuando no puedes comunicarte, si descubro algo sobre el anillo te lo hare saber. Y... siento lo de tus compañeras. -Dije apartándome para darle lugar a Reike en el pescante. -A sí que de mar ¿he? Yo he tenido un par de choques con piratas.
Con el camino iluminado y las calles despejadas no tardamos demasiado en entrar a la ciudad, tras cruzar el portón la mujer-mariposa se despidió de nosotras. Al llegar al taller el piso de arriba estaba iluminado mientras que el de abajo permanecía cerrado y con las cortinas echadas, lleve el carro al almacén y tras bajar le ofrecí la mano a la bruja.
-Si quieres un baño lo mejor es que vayamos a la posada, no queda lejos. -Sonreí coqueta a la morena de ojos amarillos. -Pero tendrás que darte dos baños uno por las arañas y otro por la juerga que vendrá después. -Al llegar a la posada Reike subió las escaleras y yo fui hacia el dueño del local. -¡Pulga! prepáranos un baño para la señorita que acaba de subir y para mí, vino especiado y la carne que hayáis cazado esta mañana.
Pulga, era el dueño y mesonero del lugar y ya conocía de sobra lo que esa combinación significaba, el licántropo se rió para luego dar un grito al interior de la cocina, sin olvidar soltar antes una de sus burradas mientras me separaba de la barra y subía las escaleras.
Reivy Abadder
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