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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Cohen Dom 10 Nov - 20:56

Peter se mantenía cabizbajo a cada paso que daban mientras escuchaba los gritos provenientes de la Puerta del Alba. Desde su posición en mitad de la Avenida de la Sed, veían la silueta de Seraphine, convertida en dragón, prendiendo fuego a la muralla.

Pronto, la avalancha de las personas que huían, que habían seguido hasta la entrada de la ciudad a una segunda sección de la Guardia, proveniente del Cuartel, se abría paso precipitadamente por la calle huyendo del fuego.

Con miedo de ser aplastados por aquel tumulto, Cohen, Peter y Betis se refugiaron en una calle colindante, mientras el olor del humo comenzaba a llegar hasta ellos.

―Cohen, no sé si tus acciones terminan de gustarme.

Cohen le sonrió débilmente, mientras llevaba su mano derecha a la mejilla de su amante. El vampiro sabía que en su interior, su pasado y su presente, luchaban una encarnizada guerra.

―Prefiero ser el cazador que la presa― Es cuánto podía decir.

A medida que los segundos continuaban, la huida de todas aquellas personas y heridos que pasaban aumentaba; y los soldados quemados que habían logrado sobrevivir al ataque de Seraphine, impedían el normal tránsito de la avenida.

El vampiro miró hacia arriba. El tejado de la vivienda colateral no era demasiado alto y había una ventana a la que poder subirse y lograr auparse hacia arriba.

―Te dejo un rato con Betis. Nos vemos en la puerta.

Sin esperar respuesta, sabiendo que había importantes acciones que tomar, el vampiro se precipitó hacia las alturas tras un par de movimientos, alcanzando el tejado con facilidad [1].

Una vez en él, llegó justo a tiempo para ver el segundo ataque de Seraphine a la muralla y durante unos segundos, disfrutó de las vistas.

El número de la Guardia se reducía. Los invasores de la ciudad iban disminuyendo. No debería quedar mucho más que una sección allí. A lo sumo.

Tras ver volar a Seraphine, de vuelta al centro de la ciudad, a unos metros sobre él, Cohen se movió sigilosamente a través de los tejados de los edificios colindantes, hasta que se encontró con un espacio que era más difícil de saltar.

Retrocedió unos metros para coger algo de impulso y después de una corta aunque intensa carrera, realizó un salto de longitud hasta el tejado más próximo, logrando romper algunas de las tejas de la vivienda al caer sobre ellas. [2]

Ligeramente dolorido, continuó desplazándose en dirección a la Puerta del Alba, mientras el trasiego de heridos y personas que huían continuaban en la Avenida.

Al llegar hasta el tejado de un edificio mucho más próximo a su destino, el vampiro comenzó a escuchar unas voces masculinas que enseguida llamaron su atención.

—Hay informes de enemigos públicos, enemigos de la Corona de Verisar, y más en concreto, de Enemigos de la Guardia.
—¿Sería raro que estuviera aquí?
—Por lo que se dice en los mentideros, no.
—Pues debemos asumir la autoría de los moderados en el atentado. A no ser que los supremacistas se hayan convertido en un bando internacionalista.
—¡Pues a mí me gusta el olor a vamparicón calcinado en maitines!

Aunque Cohen desconocía que cojones era un bando internacionalista ni tenía interés en averiguarlo en ese preciso momento… Ni podía imaginarse cómo los soldados de la Guardia habían llegado a esa conclusión tan precipitada de lo ocurrido con el dragón, cómo si los mismos Dioses se hubieran presentado a informar sobre ello… la palabra vamparicón quedó atrapada en su mente.

__________________________________________________

En el extremo opuesto de la ciudad, en el Jardín Botánico de Sacrestic Ville, Isabella Rappaccini observaba cómo había intrusos en el Jardín. Aunque acostumbrada a recibir visitas a todas horas del día y de la noche, pues su presencia en aquel lugar era casi perpetua, en aquellos momentos cualquier presencia resultaba amenazante.

Se ocultó tras unos arbustos, intentando camuflarse entre sus hojas. En su mano, se ocultaba una débil daga, un arma mediocre, la misma que había usado para asesinar a su padre en aquel mismo jardín.

Veía a una figura frente a la estatua de Cohen en lencería a tamaño real, pero no distinguía de quién se trataba, aunque por unos segundos, recordó a la joven Itzamaray, a la que hacía tiempo que no veía.

Fue entonces cuándo vio que parte del Jardín comenzaba a incendiarse. El terror le invadió de inmediato, pues si el fuego llegaba hasta la Rosanera, su vida acabaría aquella misma noche.

Salió corriendo en dirección al pozo del Jardín, sin preocuparse de delatar su presencia ante los extraños. Lo único que quería era alejar el fuego de la planta que le permitía respirar.

No tenía miedo de ser mordida por vampiro alguno, pues su sangre llevaba su maldición y cualquier ser nocturno que se alimentara de ella, correría la misma suerte… salvo que desconocería que cuánto más se alejara de la planta, más problemas tendría para respirar.


__________________________________________________

"Olor a vamparicón calcinado"


La conversación de aquellos soldados continuaba, pero aquel concepto continuaba rondándole en la mente.

No era la primera vez que escuchaba términos despectivos en humanos respecto a su sexualidad. Ya los había escuchado anteriormente en los bastos y brutos miembros de la Guardia. Al igual que en las altas esferas sociales de Lunargenta, en la misma casa de Peter, dónde habían pretendido ocultar los verdaderos deseos de su hijo, con lo que ellos llamaron “la normalidad”.

La Guardia no sólo imponía su control sobre los habitantes de la ciudad, que nada habían tenido que ver con los vampiros que habían invadido Lunargenta años antes; había impuesto a muchos su presencia, su religión, su cultura… suprimiendo la de los demás. La Guardia se había apropiado de una ciudad que no les pertenecía por demasiado tiempo. Ahora también parecían cuestionar la sexualidad de las personas. Algo que a Cohen le tocaba especialmente los cojones.

Y ahí continuaban ellos, con su charla varonil, repleta de una testosterona que parecía tener mucho valor, pero que no valía para gran cosa. Hablando sobre lo válidos que eran, no sé sabía muy bien para qué, pues nada hacían. Necesitando la validación del resto de ellos para sentirse verdaderos hombres. Una verdadera pandilla de escrotos colgones y pollas flácidas, en su opinión.

Finalmente, tras unos minutos, parecieron dirigirse finalmente hacia las murallas de la ciudad, dónde estaban posicionados los soldados que quedaban. Unas murallas que comenzaba a incendiarse levemente por los extremos. Un lugar peligroso dónde podía ocurrir algún incidente...

Bajó rápidamente deslizándose desde lo alto del tejado, usando la cuerda de su cinturón y se acercó en dirección a la muralla, con paso sigiloso. [3]

Sein debía estar al otro lado de la muralla, pues el hombre que hablaba parecía dirigirse a él. Le sorprendió no haberle visto antes en Sacrestic Ville, pero debería tener un alto cargo en la Guardia para encontrarse con la legitimidad de dirigir a los soldados que quedaban. Sus palabras no le llamaron la atención: volvía a creerse legitimado para decidir quién entraba o no en la ciudad, con una gran arrogancia y pidiendo garantías. Típico de Verisar: exigir sin dejar al otro margen con el que maniobrar y tener que aceptar condiciones pésimas y encima tener que estar agradecidos por "el buen hacer" de la Guardia. Unos hipócritas que no se diferenciaban demasiado de lo que veían en los otros, pero al menos, los vampiros no manejaban esta falsa moral y reconocían lo que eran: ratas de dos patas.

Cohen no sabía si Sein las aceptaría, aunque dudaba que los bestiales se sometieran. Mucho menos los Monos del Templo y a su sacerdotisa. Lo que tenía claro era que él no iba a aceptar condiciones de nadie a esas alturas.


__________________________________________________

A medida que la Avenida de la Sed volvía a ser transitable, Peter y Betis se abrían paso entre la multitud a un ritmo lento. La estampida había dejado algunos heridos tirados en la vía. Incluso algún que otro muerto por aplastamiento. El pueblo corría en sentido contrario, pero sólo algunos locos lo hacían en dirección a la Puerta del Alba.

Al llegar hasta allí, vislumbró que los arqueros estaban dispuestos sobre las murallas y que uno de aquellos hombres hablaba a los bestiales de fuera.

Los miembros del Templo de los Monos, del pueblo de Mur’ko y el ejército de D’Orlind Ûr habían viajado días para llegar hasta allí y ahora la Guardia entorpecía su paso. No sólo eso, sino que al parecer, parecían dispuestos a no aceptar su ayuda sin condiciones.

Peter no llegaba a comprender aquella situación y se preguntaba quién estaba al mando de aquellos valerosos guerreros. Él mismo había dirigido las tropas de la Guardia en aquella ciudad, durante más de dos años, pero jamás había visto tanta imprudencia en sus comportamientos.

Corrió hasta situarse en el otro lado de la muralla en el que se encontraba el hombre que daba las órdenes. El fuego comenzaba a propagarse por aquel lado de la muralla y Peter les alertó del peligro.

―¿No véis que el fuego comienza a expandirse en la muralla? ¡Bajaros de ahí, joder!

Los soldados se mostraban indecisos. Por lo que cuándo aquel hombre terminó de hablar, comenzó a hacerlo él.

―Soy Peter Lannet. Muchos de vosotros me conoceréis. Habéis estado a mis órdenes durante mucho tiempo. Los bestiales que están afuera de la ciudad han cruzado desde el sur y caminado durante días para ayudar a proteger nuestra ciudad. No le disparéis flechas, no vayáis a herirles, no atentéis contra su integridad… Recordad la razón por la que habéis venido hasta aquí. Recordad los valores de la Guardia y las funciones para las que servís. ¿Desde cuándo matar y amenazar bestiales está dentro de vuestro objetivo? Estáis aquí para luchar contra aquellos vampiros que se acercan… aquellos que atacaron Lunargenta hace años, los mismos que se aproximan ahora y estáis empeñados en dañar la única alianza que ha venido a protegernos.

Se acercó hacia el centro de la muralla, frente a dónde había estado la puerta de entrada, a unos metros de aquel fuego.

―Sé que muchos de vosotros desconfiáis en mí, pero muchos os habéis formado bajo mis órdenes y sabéis el tipo de persona que soy. Esos bestiales son gente de bien. Si habéis tenido alguna vez confianza en mí, sabéis que soy un hombre íntegro… Sus compromisos con esta ciudad son fuertes. Incluso mayores que los vuestros.

En aquel momento, el sonido de un cuerno llegó hasta él y todas las miradas que había sentido sobre él, volvieron hacia el horizonte.

―¡El verdadero enemigo ya llega! ¡Arqueros, disparen a ese ejército y protejan a los bestiales! Recuerden el honor, lo que significa ser de la Guardia y los valores que representáis en nombre de Lunargenta. Acabad con el verdadero enemigo… que son los que se aproximan. Si no acabamos con ellos, no habrá un nuevo amanecer... [4]


__________________________________________________

Cuándo Cohen escuchó la voz de Peter, fue consciente de que había llegado hasta allí. Todos parecían escucharle, prestarle su atención, por lo que el vampiro se sintió más seguro para moverse entre las sombras.

La mayoría de los soldados de la Guardia eran humanos, pero el fuego de alrededor de la muralla le hacía ser más visible de lo que hubiera deseado. Por lo que debía encontrar la forma de aumentar la oscuridad.

En el interior de su bolsa, encontró el elixir de sombras. Había probado aquella poción alguna vez y había comprobado cómo la oscuridad parecía envolver todo a su alrededor. Por lo que debía actuar rápido.

Mientras escuchaba las palabras de Peter sobre la confianza, Cohen jugaba sus propias normas. Al fin y al cabo, aunque amantes, no se habían vuelto de la misma condición.

Se aproximó a la muralla por el mismo acceso por el que habían ascendido aquellos hombres. La pendiente le permitió camuflarse hasta el último momento. Cuándo estaba próximo al grupo de los "enemigos de los vamparicones", lanzó sobre los mismos su elixir de sombras, mientras daba un salto hacia la parte superior de la muralla. [5]

Había contado cinco, pero la nube negra se extendió rápidamente impidiéndole la visión y no estaba seguro de poder encontrar a cada uno de ellos. La nube lo envolvió en el mismo momento en el que sonó un cuerno en la distancia.

Sin embargo, comenzó a silbar. Dejó que sus labios delataran su presencia en la oscuridad, mientras escuchaba las voces. Sintió cómo se producían algunas risas y pasos lentos de la torpeza habitual que su magia provocaba, aumentada incluso por la falta de visibilidad. Comenzó a escuchar voces provenientes del exterior de la nube negra, pero Cohen continuó silbando, buscando debilitar al enemigo. [6]

Tras identificar a uno de ellos, clavó su daga en lo que intuyó su rostro y tras el ataque, lo lanzó hacia el lado exterior de la muralla, mientras continuaba silbando hasta dar con el siguiente.

La melodía de su cancioncilla les impedía reaccionar con normalidad y la oscuridad hacía aquello mucho más confuso, pero las risas, sus risas de machotes, terminaban delatando la presencia de la mayoría del grupo, que miembro a miembro fue arrojado al lado exterior de la muralla, tras recibir la puñalada correspondiente.

En ocasiones clavaba su daga a la altura del cuello buscando la muerte con una herida brutal... en otras, ascendía para intentar asestarlas en el rostro, porque si no lograba matarles, al menos que los cabrones se quedaran desfigurados de por vida, para que ninguna mujer les volviera a encontrar atractivos jamás. Aunque sus movimientos, lamentablemente, no eran del todo precisos.

El último, aquel que había hablado, Cohen no lograba localizarle, por lo que se decidió dar marcha atrás, mientras continuaba silbando en la oscuridad. Arriesgar su posición era inviable en estos momentos y una retirada a tiempo siempre era mejor que precipitarse. La noche era larga aún..

Sin embargo, el olor de la carne quemada pronto llegó hasta él y mientras salía de aquella nube oscura, internándose en el interior del Barrio Dorado de Sacrestic por una de las calles laterales a la Muralla, se preguntó si aquella carne calcinada se diferenciaba mucho de la de un vamparicón.

__________________________________________________


[1] y [2] Uso mi talento Agilidad (Nivel 3) junto con mi habilidad Ligero cómo una Pluma [Pasiva]: Cohen puede desplazarse rápidamente corriendo a gran velocidad, salvando obstáculos físicos y realizando saltos de todo tipo de forma eficiente.

[3] Uso de mi objeto Cinturón Multipropósito [Artilugio, Limitado, 2 Usos] Cinturón que contiene una finísima, pero resistente cuerda con un gancho y carrete, 2 dardos con un sistema de lanzamiento a presión, un mini propulsor que permite dar un salto el doble de lo normal o amortiguar caídas y una mini sierra mecánica. Usar cualquiera de los efectos consume una carga.

[4] Uso del talento de Peter Liderazgo (Nivel 5) junto con la habilidad: Mediación [Pasiva]: Peter puede realizar acuerdos con todo tipo de personas, facilitando la resolución de situaciones complejas mediante el uso de la mediación y el diálogo.
Con la intención de liderar a los soldados que están en la Puerta del Alba.

[5] Uso de mi objeto Poción De Sombras [Elixir, Limitado, 1 uso] Un frasco oscuro. Al abrirse o romperse, empieza a liberar una gran cantidad de humo negro. Este no es nocivo para la salud, pero impide la visibilidad casi por completo en un radio de varios metros, facilitando huidas o sirviendo como distracción. Dura hasta dos turnos.

[6] Uso de mi habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]: Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.


__________________________________________________

A continuación, realizo tirada de runas por exigencia de Fehu.
FEHU: Tiro sólo una tirada de runas, pues para mí, el destino de Isabella está relativamente vinculado al jardín, así que cruzo los dedos.


RESUMEN:
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Tyr Dom 10 Nov - 20:56

El miembro 'Cohen' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Elian Lun 11 Nov - 11:51

Por favor. Necesitamos...necesito.... Ha habido una explosión... algo horrible en la puerta del Alba... mis compañeros los hombres bestias... estamos intentando entrar en la ciudad.. casi... necesitamos refuerzos... refuerzos en ese área. Todo es guerra y destrucción... y mis compañeros necesitan ayuda si queremos entrar. ¡Toda la posible!

Elian se apartó de los tablones que estaba fijando a un costado de la calle cuando vio acercarse al hombre-tigre y dejó el martillo en el suelo.

Hey, amigo, ¿te encuentras bien? —dijo saliendo a su encuentro—. Siéntate un momento, deja que te examine. ¿Estás solo?

¿Qué ocurre aquí? —dijo Mellado, que se había acercado al ver a Elian dejar a un lado el trabajo.

Dice que ha habido una explosión en la Puerta del Alba, el grupo de D’Orlind…

¿Vienes de la Puerta del Alba? —preguntó Mellado—. Sí que te has dado prisa.

El licántropo observaba al recién llegado con rostro impasible, lo cual, en un rostro como el de Mellado, ciertamente imponía un poco. El hombre-bestia, por su parte, no parecía particularmente impresionado. Insistió en la necesidad de enviar ayuda a la Puerta del Alba sin dejar de observar los alrededores. Quizá estaba aún bajo la impresión de lo que quiera que hubiera ocurrido en aquella puerta.

Escucha —dijo Elian, y agarró el brazo de Mellado que, con cierta reticencia, desvió la vista del hombre-tigre para atender al elfo—, si enviamos a alguien rápido a avisar a Corlys, quizá él pueda acercarse…

Yo no he oído ninguna explosión —cortó Mellado—. Y él no huele a…

No llegó a decir a qué no olía al hombre-tigre porque cuando se giró para señalarlo, el tipo ya no estaba allí. Apenas llegaron a verlo internándose en las sombras de una calle lateral.

¡Hey, espera! —llamó Elian, pero Mellado tiró de él en dirección a la barricada a medio armar.

Déjalo, huele a problemas. Y nosotros tenemos un trabajo que terminar.

¿Y qué pasa con la Puerta?

Si hay problemas en la Puerta, más razón para terminar el cerco cuanto antes, porque no tardarán en llegar al resto de la ciudad.

Elian no tuvo más remedio que rendirse ante la lógica de aquellas palabras y retomar el trabajo con más ahínco pero, por dentro, rezaba a Isil por que el grupo de Corlys, más cercano a la zona de la Puerta, no se hubiera topado con problemas serios en su misión. También dedicó una oración al grupo de hombres-bestia cuando, al llegar a la zona de la muralla, no vieron la silueta de un solo guardia en lo alto. Todos debían de haberse desplazado hacia la Puerta del Alba.

Terminado el trabajo, Mellado organizó los turnos de vigilancia y la rotación de los mensajeros y él y Elian siguieron la ronda hacia el sureste, con la muralla a la izquierda. Aunque la calle estaba oscura, ambos veían el resplandor rojizo en la distancia y Mellado no tardó en informar del olor a humo. En un momento en que las nubes abrieron paso a la luz de la luna, ambos pudieron distinguir la figura de un dragón sobrevolando la ciudad por aquella zona. El reptil se perdió de nuevo en la noche cuando otra nube ocupó el espacio de las anteriores.

Corlys había hecho su trabajo y la zona sur del cerco que habían delimitado en la posada rebosaba de actividad cuando llegaron. Teufel los recibió mostrando el mismo alivio que sentía Elian al ver que las cosas marchaban de acuerdo al plan. O, bueno, quizá no todas las cosas.

También en la Puerta del Alba parecen tener problemas —añadió al resumen de la mujer-nutria—. Llegó un tipo diciendo algo de una explosión, aunque Mellado no está del todo convencido. Aún así, alguien debería ir a investigar qué está pasando allí. ¿Habéis visto a Daphne desde que nos separamos?

La negativa se perdió entre los preparativos de los licántropos, que tenían una nueva misión de la que ocuparse, dejando a Corlys al cargo en la zona. No era para menos, pues parecía que hasta había tenido tiempo de organizar la entrega de suministros de quién sabía dónde. El lugar era un hervidero de actividad pero, a la luz de las antorchas, hubo un rostro que se destacó sobre los demás. No podía ser, no allí. ¿Cierto?

¿Aylizz? —preguntó Elian—. ¿Eres tú?

Mientras tanto, al otro lado de la Avenida de la Sed, Daphne esperaba entre las sombras a que un grupo de personas aterrorizadas despejaran el camino hacia el Barrio Gótico. Había hecho lo que había podido por correr la voz al este y sur de la ciudad. Quienquiera que quisiera protección ante la locura que se había desatado en Sacrestic Ville, habría llegado al cerco o estaba de camino.


----------

OFF: La pérdida de interés de Hugo después de echar un vistazo al verdadero alcance de las defensas que se estaban montando fue acordada con su usuaria tras aclarar cierto malentendido respecto al alcance de dichas defensas (para aclararnos: el cerco que estamos montando Corlys y yo deja fuera el cuartel de la guardia, especialmente ahora, que Teufel derribó el edificio cercano al cuartel y terminó de cerrar el paso por ese lado. También deja fuera la zona sur del barrio gótico, colindante con la avenida de la sed y toda la movida de la puerta del alba).

Aparte de eso, no pasa gran cosa: Elian termina de organizar el levantamiento de barricadas y sale en busca de Corlys, preocupado por lo que pueda estar ocurriendo en la Puerta del Alba. Al final del post, le parece reconocer a Aylizz. Daphne da por terminado su trabajo avisando a la gente y ha emprendido el regreso al barrio gótico.

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Mensaje  Sein Isånd Lun 11 Nov - 18:05

Criaturas llameantes por tierra y por aire, grandes murallas, gritos y emociones a flor de piel mirase a donde mirase, muerte... Eso era la guerra, se decía Sein. La vida era insignificante allí, frágil e insignificante. No luchaban por sobrevivir, sino por ideales y asuntos territoriales, algo muy diferente a lo que hacían en las montañas, donde solo se movían por el instinto de supervivencia. Rezaba al Tigre Guía para que aquellas raíces le ayudaran a estar a la altura de la situación. Miró de reojo a Moa y a la nueva Akanke, guardó aquel momento pasmoso en su memoria y volvió a la realidad.

Al final los pocos guardias que quedaban frente a la puerta, rodeados de fuego y de guerreros bestia, cedieron. Detuvieron sus intentos de abatir a la nueva forma de Akanke y hablaron con Ruarc, accediendo a creer que lo del zezengorri no había sido cosa suya pues, viendo que sus intenciones comprendían ingresar a la ciudad y que ahora no podrían hacerlo precisamente a causa de las llamas de aquella bestia, no tenía sentido creer que ese asedio hubiera sido planeado por ellos.

- ¡Pero de los rebeldes os vais a tener que encargar vosotros! - exclamó airado y desesperado uno de ellos tras explicar la precaria situación en la que habían acabado los suyos por culpa del dragón, y la puerta por la de la bestia ígnea de la que seguían sin fiarse.

- No digas eso, hermano. Mientras sigamos vivos, hay esperanza. Pocos se imaginan la diferencia que puede marcar un solo hombre bien motivado en una batalla. Mis guerreros lo saben bien, y por eso confío en ellos aunque ahora estemos acorralados contra las murallas. ¡En tus palabras habla la derrota, pero si luchamos juntos verás que nuestro coraje es capaz de darte la victoria incluso antes de luchar!

Gritó rebosando fiera valentía, triunfador, con los brazos en alto. Gritó él y, con él, todo D'Orlind Ûr se hizo oír a las puertas de la ciudad de los vampiros 1.

Uno de los humanos que había sobre la muralla llamó a Sein a gritos y, mientras hablaban, Ruarc y Eloísa se reunieron con varios de los guerreros más capaces para retocar las tácticas que habían estado discutiendo en el bosque, antes de acercarse a las puertas de la ciudad 2.

- ¡Pues claro que dragón es de supremacistas! ¡Vampiros saben controlar pensamientos, amigo, dragón no tiene por qué ser aliado para hacer eso! - contestó indignado ante aquella acusación. Las palabras de aquel humano comenzaban a despertar, poco a poco, su ira. No comprendía cómo Ruarc había podido actuar con tanta impasibilidad ante los obstáculos que le estaba poniendo la guardia cuando, lo único que venían a hacer desde la misma D'Orlind Ûr, era luchar por una convivencia pacífica para evitar que las ideas de los supremacistas se propagaran por el oeste como una cruel enfermedad. Ruarc quizá podía manejar esa situación con cabeza, pero Sein estaba comenzando a empatizar de primera mano con el odio que le merecía a Akanke la raza humana.

Sein escuchaba y, a medida que el hombre esputaba palabras, juraba sentir cómo no eran llamas lo que salía del zezengorri y escalaba por las murallas, sino la propia furia de Akanke deseando consumirlo a él y a todos los humanos. Por un momento se distrajo y comenzó a divagar. Él también tenía el líquido que, supuso, había usado Akanke para transformarse. Juraría recordar que solo duraba un rato, pero le fue inevitable preocuparse por que su amada no volviera a ser la que era. ¿Y si se quedaba para siempre con un aliento ardiente? ¿Se le quemarían las entrañas cuando su cuerpo original no soportara el calor de esas llamas? ¿La enorme e imponente ira de aquella bestia consumiría y poseería su espíritu para siempre? Deseaba acercarse al zezengorri para hablar con ella, pero hacía ya rato que su piel no soportaba estar siquiera a unos pasos de distancia. Además, ya parecía estar ocupada, atenta a las palabras de Ruarc, que hacía indicaciones con los brazos intentando explicarle a la bestia algo de vital importancia.

Aquel hombre no entendía nada. Insinuaba que el chamán era un embustero, que venían a destrozar la ciudad, que sus camaradas bestiales no eran de fiar y que vendrían todos extenuados a causa del largo viaje. Lo tuvo claro: humanos como aquel, ignorantes y crueles, autoritarios, serían los que hicieron sufrir a su Akanke en el pasado.

Las gotas que colmaron el vaso fueron cada una de las condiciones que le ponía para cooperar. Especialmente, hubo algo que encendió su ira como se encendían las murallas a los pies de aquel odioso humano:

"Pero necesito garantías, Sein: la primera, que prometas ante los Guías, que no harás daño, ni tú ni nadie de los tuyos, a la Guardia ni a los civiles de Sacrestic Ville, y; segunda, tú eres responsable de los actos de tu bando, por eso, el atentado del dragón es responsabilidad tuya, y los muertos inocentes pesarán sobre ti… a no ser que se lo hagas pagar al responsable de ello. Promételo por tus dioses, delante de tus hombres, el chamán y tu sacerdotisa. Dame tu palabra ante sus ojos y oídos. Cúmplela y seremos hermanos de armas. Incúmplela, y que los dioses te maldigan."

Sein había escuchado atentamente todo lo que había estado diciendo hasta ahora, pero no pudo dejar pasar más barbaridades.

- ¿Sabes qué? No queremos herir guardia ni civiles porque pensamos que todos podemos aliar para vencer supremacistas. Pero, ¿responsable yo? ¿Responsables personas bestia? Eres ignorante en cuerpo y alma, humano. Eres precisamente tipo de humano que Tigre Guía no respeta: sabe que eres ignorante y no entiendes qué está ocurriendo aquí, y tus actos muestran eso, humano, eres ignorante y pides cosas imposibles como si conocieras todo. Nosotros vamos a matar vampiros supremacistas; si no ayudáis a nosotros que intentamos sembrar convivencia pacífica, seréis enemigos de paz. Espero que arqueros no piensen como tú, espero que ayuden y seremos hermanos de armas, pero tú, humano ignorante, ante Tigre Guía eres enemigo de paz y de respeto. Espero que no tengas que conocer qué significa eso.

Sus amenazas iban cargadas de una piedad sincera. Si aquel odioso no cambiaba de parecer, iba a conocer lo que significaba ofender de esa manera a La Mano del Tigre. Varias cosas fueron las que evitaron que Sein continuara gritando más amenazas con su tótem fulgurante apuntando al cielo: un guardia de mayor autoridad pareció acudir a poner orden allí arriba. ¡Era la voz de Peter! ¿Estaría Cohen por allí? Cuando observó una nube de oscuridad, notable incluso a través de las llamas, supuso que sí.

Lo otro que interrumpió el griterío del chamán fue Eloísa.

- Sein. No te preocupes, nos vamos a encargar de ellos. Aparte de todo eso, han secuestrado a varios de los nuestros que escalaban las murallas guiados por el horror de las llamas. Tendrán lo que se merecen, si no lo están recibiendo ya - explicó, alentadora y conciliadora a partes iguales justo antes de ver cómo algunos guardias caían de la muralla. - Te necesitamos aquí, Sein, y nuestros camaradas secuestrados también. ¿Has oído el cuerno? Los vampiros vienen. Me he encargado de intentar cooperar con los arqueros y ballesteros que quedan vivos mientras vosotros hablabais, y creo que algo podrán hacer. Gracias a Ruarc hemos establecido tácticas para enfrentarnos a aquella horda - explicó señalando a la oscuridad. - y funcionarán.

No había reparado en el sonido del cuerno. Le expuso brevemente un esbozo de lo que habían estado organizando 2:

Nadie se movería de allí hasta que los arqueros tuvieran a los vampiros a tiro; la propia Eloísa con su visión aguda indicaría a los arqueros dónde disparar en aquella enorme sombra tras la que se ocultaban. Pero tras esas indicaciones los abandonaría, pues mientras las flechas volaban, un pasillo se abriría entre los guerreros bestiales para dejar paso a Akanke, el zezengorri, y Eloísa debía avanzar.

Dejando a su paso una franja del fuego mágico voraz en el que estaría envuelta, Akanke iluminaría parte del escenario de la batalla y atravesaría las líneas enemigas para colocarse en su retaguardia, seguida de Eloísa y un grupo de camaradas bestiales alados. Los vampiros iban a tener que lidiar con el zezengorri por tierra y con los alados por aire, todo eso a sus espaldas, al lado contrario de las murallas.

Casi sin esperar a que terminaran de colocarse allí, llovería otra tanda de flechas sobre sus cabezas buscando clavarse en los vampiros de la delantera, y mientras, el ejército por tierra comenzaría a cargar contra sus líneas dividiéndose a cada lado del fuego y colocándose en los flancos del enemigo para empujarlos hacia Eloísa y los alados, la bestia que encarna Akanke, y su fuego, el cual se seguirá extendiendo.


Sein no podía hacer más que rezar por que los arqueros y los ballesteros decidieran inteligentemente seguir las directrices de Eloísa. Y rezar por que todo aquello funcionara como, en su cabeza, iba a funcionar. Se dio la vuelta y observó con atención cómo sus camaradas se estaban terminando de organizar para la ofensiva. Había estado tan atento a la palabrería del humano de la guardia que se había perdido la organización que lideraban Eloísa y Ruarc, ayudados de sus guerreros más confiables.

Se avergonzó por no haber contribuido, perdido en una batalla verbal que no había llevado a nada. Entonces, prometió en sus adentros que compensaría esa ausencia. La compensaría con creces. Y, sobre todo, no dejaría de lado a Akanke. Aunque en cuerpo no fuera ella, estaba convencido de que tenía que haber parte de ella en su interior.

- Eloísa. ¿Será buena iluminación con fuego de Akanke?

- Eso esperamos, aunque los flancos estarán mucho más oscuros.

Sein asintió, con remanentes de odio aún en sus ojos. Observó detenidamente al zezengorri, fijándose en cada detalle, en cada movimiento.

- Moa. Es mejor que no vengas conmigo. Deseo luchar junto a ti, pero debes confiar. Luego, lucharemos juntos.

Ella, con gestos de incómoda desaprobación evidentes en su rostro, admitió en sus adentros que su hermano actuaría como siempre: con honor, sabiduría y lealtad.

- ¿Qué planeas hacer?

- Atenta. Confío en ti. Ve a flanco derecho. Te encontraré, por el Tigre Guía.

Sein se apresuró para subir a un pequeño tejadillo con su agilidad felina y empezar a deshacerse de su armadura y todas sus pertenencias. Luego comenzó buscar algo en su pequeña bolsa de cuero mientras se hacía oír para toda su gente.

- Hermanos, creo ver que vienen muchos. Pero, ¿qué van a hacer contra nosotros? - le temblaban ligeramente las manos al rebuscar, pero gritaba intentando igualar el estilo enormemente inspirador de su líder chacal. - Peleamos en tierra y en aire, con armas, garras, colmillos y dos toros de fuego. Parece que ellos son más y son muy peligrosos, ¡pero nosotros somos mejores!

Parecía un leopardo rugiendo, amenazando al cielo con sus fauces abiertas proclamando palabras vencedoras. No se tomó el tiempo para apreciar la reacción de sus camaradas a sus palabras y bajó veloz mientras, cumpliendo su palabra, ingería el líquido de un vial. Dos toros de fuego. Se colocó lo más cerca que pudo aguantar de Akanke y todos comenzaron a notar cómo, poco a poco, al lado del zezengorri comenzaba a nacer otra bestia desde el interior del cuerpo del chamán 3.

- ¡Encendamos su oscuridad! - exclamó. Y al igual que él, su voz se transformaba, y sus palabras sonaban como una amenaza gutural desde el cuerpo de una bestia a medio camino entre un humanoide y un toro rojizo. Otro zezengorri. Los amantes guerreros, no siendo ya personas bestia, sino puras bestias, rascando el suelo con arrojo mientras esperaban las señales de sus líderes para desatar sus más feroces impulsos.

Moa no daba crédito a lo que veía. Su propio hermano se había convertido también en una bestia pura; pura y mágica. Lo había hecho con tal convencimiento que tenía que ser una buena idea, pero lo miraba con un asombro incontenible. Era grotesco, pero su hermano estaba ahí dentro. Se daba cuenta de que así era mientras los bravos vítores llenaban el aire de la noche: los dos zezengorri juntaron sus costados y chocaban sus cuernos despacio mientras rascaban el suelo ansiosos. Ella también grabó esa imagen en su cabeza, maravillada, antes de volver a la realidad.
____________

OFF:

1- Considero oportuno usar el talento de Inspiración de Ruarc.

2- Menciones al talento de Ruarc, Tácticas. La primera mención es simplemente eso, una mención. Pero, la segunda, precede a la explicación de las tácticas que han ideado para el enfrentamiento contra los vampiros y que procedo a representar aquí en un dibujo, esperando hacer que todo se entienda mejor, y no lo contrario jajajaja.
D'Orlind Ûr vs supremacistas, Sacrestic Ville, verano del 1275 (reconstrucción virtual):

3- Uso una Cerveza de mantequilla [Consumible] de mi inventario para convertirme en otro zezengorri (ya la he eliminado de mi lista de tareas, ahora me quedan 2).


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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Zelas Hazelmere Mar 12 Nov - 17:47

El moreno(?) estaba enlazado en una danza mortal, sus espadas se movían y giraban con una rabia que luchaba por apoderarse de el no-elfo con cada corte que daba, al punto que en cierto momento estuvo a punto de abatir a quien podría ser un potencial aliado, Zelas alcanzo a presionar la runa a tiempo para evitar que la hoja de una de sus Unga Bungas separara la cabeza de Lukas de su cuerpo.

El hombre bestia se había entrometido en su forma de liberar tensiones al embestir a un enemigo que estaba en su rango de corte, pero quizás su intervención era la mejor señal de que debía enfriar su cabeza -Si, algo así- diría el gemelo de Zelas ante el primer comentario, desactivo la runa de la otra espada y ahora que ambas estaban en forma de manoplas, las colgó en su arnés. -Podemos avanzar juntos, solo no te cruces de imprevisto- señalaría mientras volvía a tomar la Banana Breaker que había colgado anteriormente en su arnés(1).

-¿Tú tumbaste a todos esos vampiros?, será mejor que terminemos el trabajo, toma alguna de las espadas de los guardias muertos y sígueme- La enorme tortuga y el espadachín comenzaron a avanzar lado a lado, Zelas ahora con la mente mas tranquila, saco a relucir sus habilidades, un corte equivalía a una muerte mientras avanzaba sin desperdiciar ningún movimiento, lograron acabar la tarea que ambos habían comenzado rápidamente, al tomar un respiro noto como una parte de Sacrestic se quemaba, por otro lado algunas explosiones de luces se manifestaban a la distancia por el camino que iban, explosiones que el no-elfo conocía muy bien.

-Parece que mis amigos están cerca, vamos a encontrarnos con Rauko y con las chicas si cruzamos por ese callejón- Zelas quien al ver tanto desmadre quiso subir a un lugar elevado para ver mejor, encontró un buen lugar en una torre cercana, con una idea en mente activo el dispositivo en su cinturón ahora que sabia como usarlo y se decepciono en gran manera cuando no ocurrió nada, entonces se le ocurrió otra idea -oye grandulón, dame un empujón con tu caparazón para llegar allá arriba- Lukas observo al pelinegro con un poco de confusión, pero luego de unos segundos asintió y le hizo la seña universal con sus pulgares arriba. Zelas apoyo parte de la espada en su hombro y se puso en posición para tomar un poco de carrera antes de saltar.

-Por cierto no creo que Rauko te ataque, pero siempre existe la posibilidad de que alguien mas lo haga, dile a todos que conoces a mi hermano y ya esta... Nos encontraremos del otro lado, ten cuidado y prepárate para pelear- señalaría sonriendo ante la idea, Zelas avanzo con un par de zancadas y salto hacia la caparazón de Lukas y ajusto su cuerpo para aprovechar al máximo el impulso que el hombre bestia le proporcionaba logrando una buena altura la cual complemento con un par de explosiones de éter(2) y se elevo hasta la cima de la estructura, clavando su espada y usándola de apoyo para observar mejor el panorama.

Lo que vio le provoco un escalofrío que hizo que cada vello en su cuerpo se erizara, Zelas no demoro y saco rápidamente la jeringa que tenia amarrada entre sus ropas, fueron 2 movimientos rápidos, uno para sacar la jeringa y el otro para enterrar la inyección en su pierna(3), al momento de guardar la inyección sintió la molestia que le provocaba el liquido mágico en su cuerpo, sin embargo, no se comparaba al odio que sentía por el individuo contra el que sus amigos se encontraban peleando, el maldito Wolfgang Rammsteiner, el único enemigo contra el que nunca había estado lo suficientemente preparado... Hasta ahora.

Opcional:

Zelas saco una galleta y la devoro rápidamente, al igual que el chocolate que había consumido mas temprano esa noche, sentía como el éter recorría su cuerpo(4), luego de haber descubierto las propiedades mágicas del alimento que acababa de consumir, supo que lo utilizaría para este momento, luego de una infinidad de simulaciones en su cabeza, finalmente había llegado el momento de consumar la única estrategia capaz de acabar con alguien así. La ultima vez ellos habían tenido que batallar un sin fin de enemigos y aliados para llegar a el, ahora que no contaba con el apoyo de la Dark Order las cosas no le estaban saliendo del todo bien.

El no-elfo solo tenia una oportunidad y estaba lo suficientemente claro de que el momento adecuado estaba por ocurrir, por lo mismo saco una piedrita mágica y la arrojo hacia donde estaba Wolfgang, entonces en medio de toda la batalla algo ocurrió que se robaría la atención, un cerdo demasiado enérgico para lo gordo que estaba y completamente indiferente a lo que estaba ocurriendo se cruzo entremedio de todos los combatientes, aquella fue su señal.

Zelas se dejo caer, sujetando la empuñadura de su espada y girando de la misma para activar la runa del arma al momento que un estruendoso rugido metálico resonaba en las alturas "VROOOOM!"(5) aquello hizo que las miradas se giraran a ver que rayos venia llegando, pero las miradas no dieron con nada.

Azalie y Eve, quienes no habían despegado su mirada de Wolfgang se sorprendieron al ver como un individuo al que no reconocían aparecía frente al vampiro mágicamente(6). Quienes fueran sensibles al éter podrían ver como un domo traslucido se formaba alrededor del espadachín y el vampiro(7), el primer corte mando a volar un brazo desde la altura del hombro sin la perdida de sangre significativa que eso conllevaría, gracias al efecto de la runa en la espada que quemaba las heridas, Zelas había hecho eso solo para ver el rostro de sorpresa y confusión del vampiro en aquel espacio donde el tiempo le jugaba a su favor, el siguiente golpe fue una leve estocada en la garganta con apenas la punta de su espada, sin comprometer ninguna arteria, ya que después de mucho pensarlo, Zelas se conformaba con arrebatarle su arma mas letal.

La mezcla de emociones que reflejaba el rostro de Wolfgang era diametralmente opuesta al rostro inexpresivo y frio de Zelas quien golpearía al vampiro con la parte sin filo de su espada en las piernas en caso de que quisiera escapar, el domo se resquebrajo y al momento de desaparecer, un sonido como de cristal rompiéndose hizo que el curso del tiempo volviera a fluir de forma natural.

Zelas le dio un puñetazo a Wolfgang antes de agarrarlo del pelo de forma brusca y tirarlo frente a sus amigos, imposibilitado de hablar el vampiro solo emitía sonidos de gorgoteo, quien les hubiera hecho pasar por tantas dificultades y que hubiera provocado tanto daño en sus vidas, ahora se veía patético, sus amigos le observaron confundidos puesto que no sabían quien era, mas no se preocuparon viendo lo que les ofrecía.

Zelas lo pateo, Eve hizo lo propio dándole un fuerte puñetazo en el rostro, Azalie le golpeo con el asta de su lanza, Xana le enterró su lanza en la entrepierna, Rauko e incluso Lukas, todos se encargaron de darle su merecido al vampiro.

El no-elfo se detuvo mientras todos estaban desquitándose con el maldito y le dio una ultima mirada "Patético e insignificante, no tuve la fuerza para proteger a todos los que perdí por tu culpa, pero con esto definitivamente los vengué" Zelas esculpió al piso y comenzó a caminar en otra dirección mientras sus cabellos volvían a recuperar su color habitual, el rubio subiría de nueva cuenta a algún tejado para ver que rayos estaba pasando en ese lugar.

OFF: habilidades y cosas

-Tengo el permiso de todos los usuarios para moverlos a ellos o los npcs mencionados en el post.

Resumen:

Habilidades y cosas usadas:

Inventario Zelas:

Inventario Eve:

Azalie: #ff66ff
Eve: #ffcc00


Última edición por Zelas Hazelmere el Jue 14 Nov - 3:23, editado 1 vez (Razón : me comi una S)
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Nousis Indirel Mar 12 Nov - 23:18





La terrible muestra de arrogancia del condenado vampiro hirvió la sangre de Nousis. Con una dureza construida a base de un concepto de sí mismo donde ni esas criaturas que los crédulos calificaban como dioses se encontraban en un punto superior a él, sus ojos grises hubiesen destrozado la figura de Drol Stocker de haber sido capaces de algo así.

El secuaz del aristócrata dio un paso al frente, dispuesto a cumplir las órdenes de su señor, cuando la mente del espadachín aún bullía en una cólera que manó desde el desprecio que aquel monstruo se había atrevido a infligirle.

De modo que, reuniendo cada hebra de sus capacidades, focalizó toda su concentración a lo largo de dos tensos segundos en su auténtico oponente antes de perderlo de vista momentáneamente. Y chasqueando los dedos, buscó romper la oscura magia que tales seres tenían la habilidad de utilizar con otros sujetos más débiles.

El choque de acero contra acero pareció anunciar el fracaso del intento del elfo. El engendro no remitió sus acometidas, ajeno a la presunta rotura de su vínculo con su líder. Con una mano en la empuñadura de su hermosa espada y la segunda prestando la fuerza del brazo izquierdo por la parte roma de la misma, detuvo el golpe de la maza enemiga. Con un paso atrás, ambos contendientes se observaron con rapidez, calculando fuerza, puntos débiles y próximos ataques.  

Y Píndaro volvió a la carga.

Enseñando los colmillos antes de intentar destrozarle el hombro, buscó con claridad un ataque que desequilibrase el combate por completo. Un intento adecuado, inteligente, que, de haber acertado, a pesar de las protecciones, le habría causado un impacto capaz de desequilibrarle.

La ira enturbió las facciones del vampiro al esquivar el espadachín del sur el intento, y centrando su mirada un instante en su rival, Nousis sintió como la luz a su alrededor remitía levemente. Toda la calle fue comenzando a distorsionarse, al tiempo que las facciones del nocturno tomaban un rictus que el elfo no alcanzó a definir.

Antes de que todo volviese a la normalidad, y la espada del forastero buscase penetrar el costado de su oponente.

-¡No es posible…!- escuchó mascullar en una perfecta mezcla de rabia y asombro. Su maza detuvo el golpe de la hoja reforjada en Árbol Madre, sin poder evitar que ésta resbalase por el metal hasta provocarle un leve corte en los dedos de la mano.

Irritado, el vampiro tomó un pequeño cuchillo que buscó apuñalar el rostro del Indirel, quien, dando paso al lado, aprovechó la cercanía para golpear con la fuerza que pudo reunir el pómulo izquierdo de su enemigo con el codo.

Maldiciendo, Píndaro se limpió con dos dedos la sangre que manó del interior de la boca. Su semblante mantuvo una fría calma a pesar de todo, y Nou notó como la desesperación lo invadía al perder segundo a segundo el rastro de su auténtica presa.

A su alrededor el caos se había magnificado de forma exponencial. Alaridos dominados por el terror acompañaban a docenas de lugareños esa noche de muerte en unos pasos que intentaban infructuosamente de salvarles. El amanecer por fuerza, se dijo el elfo, tendría que poner fin a la locura iniciada tras el baile.

Pero… ¿cómo llegaría la ciudad a la bienvenida del nuevo día?

La única respuesta que él podía dar al mañana era eliminar a cuantos engendros malditos fuese capaz. La única manera de proteger a los pocos inocentes que habían tenido la lamentable idea de vivir entre monstruos.

Cuchillo largo y maza, las arremetidas del seguidor de Drol resonaron en el aire, sumidas en una gran velocidad, detenidas una y otra vez por la rápida defensa a espada de su rival.

Como una danza cuyos pasos ambos inventaban sobre la marcha, extrañamente acompasados, los sucesivos choques rítmicos alejaban a los viandantes que aún trataban de refugiarse en otras zonas de la urbe.

Y casi sin darse cuenta, del cuerpo, el combate pasó a la mente.

Como una hórrida araña colocando pata a pata lentamente en su cerebro, las palabras del vampiro buscaron inmiscuirse en unos pensamientos donde, para su desgracia, no sólo vivían la frialdad y la seguridad de Nou Indirel. Allí, enterrada en lo profundo de la controlada personalidad del espadachín, residía esa cruel necesidad de violencia, emanada directamente de su propia forma de ser. La rotura de su rigidez, del personaje tallado a base de inteligencia, esfuerzo, entrenamiento y altivez. Un veneno que sólo respondía a la locura del sadismo y los instintos más primitivos.

Encerrada en su jaula de control, Sangwa sintió la presencia del intruso, de esa araña que buscaba violar los entresijos que conducían las acciones de su huésped. Una que no llegó a saber como fue devorada, antes que su creador se llevase las manos a la cabeza, soltando el pequeño filo, y con los ojos cerrados a causa del lacerante dolor, soltase un angustioso grito que sólo un sufrimiento semejante a una imaginaria destrucción del interior del cráneo podía provocar.

Su oponente sacudió su propia testa, libre del influjo, antes de dirigir la mirada al incapacitado vampiro.

-Aurë entuluva- proclamó el hijo de Sandorai antes de degollar a Píndaro.

Había llegado el momento de alcanzar a Drol Stocker.

Sin envainar un segundo en arma, Nou corrió como nunca, sin que el brillante granate, con tantos nocturnos a menos de cincuenta pasos una y otra vez, pudiese ayudarle en modo alguno.

Lo que no esperaba, lo que agradeció durante un instante, fue hallar a su objetivo mucho antes de lo esperado. Y sólo pudo preguntar cómo había ocurrido aquello, antes de una fuerza tremenda levantase su cuerpo de un golpe que sintió profundamente incluso con la presencia de su oscura armadura.

Uno que fue replicado por el muro perimetral de una mansión cercana, haciendo crujir la espalda del elfo.

Sacudiendo la cabeza aturdido, escuchó los pasos del monstruo, quien no tardó en tomarle del rostro, volviendo a tirarle como una prenda inservible a otro lado de la calle. El dolor en la mandíbula fue intenso, y aunque esa segunda vez logró levantarse antes de que el tercer golpe lo alcanzase, comprendió que la fuerza de su enemigo resultaba abrumadora. Necesitaba un plan, y cuanto antes, si no deseaba contarse entre las víctimas de esa guerra por Sacrestic.

-Eres terco para morir- reconoció el aristócrata- Pero tengo otras cosas de las que ocuparme. Vete- enfatizó con un gesto- y no te perseguiré. No eres una prioridad.

-Sigo necesitando respuestas- recordó el aludido, en guardia- Dime como detener cuanto está pasando, cuanto va a ocurrir, y podremos posponer el combate.

Drol no rio ante la impertinencia de su adversario.

El espadachín suspiró, calmando músculo y pensamiento. Dudaba que la fortuna volviera a sonreírle como en el combate anterior. Escapar era demasiado para su orgullo. Por su parte, sólo restaba continuar.

Y sonrió resignado, claudicando ante su propio código personal.





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Mensaje  Meraxes Miér 13 Nov - 18:23


Por los caminos de Dios y la futura granja (?)

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Mi paso era cada vez más lento, y todo se detuvo en una horda de pensamiento, uno tras otro me decían lo poco que valía, lo débil que era, incapaz de hacer algo por ayudar y solo empeorarlo todo, era una carga, una muy pesada, era una inútil, por qué debía alguien como yo si quiera existir. ¿Había logrado algo realmente? Todo lo que había hecho hasta ahora no parecía haber traído algo bueno.

Sentía frío, ignoraba lo que sucedía a mi alrededor, el pecho me ardía, mi respiración se aceleraba, comenzaba a dolerme la cabeza por la ráfaga de todo lo que no hice y en todo lo que fallé, todo era oscuridad, nada valía la pena.

Meleis

No parecía haber indicio alguno que ella si quiera supiera quién era él. Estaba alerta y con justa razón, la mirada de ella denotaba locura, aquella letal, aquella que deseaba sangre.

Lastimarla era algo no deseaba, pero el chico, estaba consciente que de no hacer algo, los demás (tal vez no el Sr Bio) podrían estar en peligro.

Por ahora buscaría distraerla, intentar que retrocediera, dejaría como último recurso un combate frontal con garras y dientes. A el vuelo, atento por si debía esquivar algo en la medida que exhalaba su aliento acuático *, un chorro de agua, que esperaba tuviera la presión adecuada para hacerla caer al suelo, retroceder o por lo menos que lo insultara, cualquier opción sería completamente válida.  


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Mensaje  Gaegel Miér 13 Nov - 19:32

Luego de someter a aquellos sujetos que estaban causando disturbios me recargué en la pared. - La ciudad está siendo todo un caos. - En ese momento Ryra se acercó en los abatidos alborotadores y comenzó a revisarlos. - Oye, perro. - Me llamó Ryra, por lo que me giré hacia ella. - ¿Qué pasa, arpía?

La mujer negó con la cabeza. - Estos tipos no son vampiros. - Al escuchar eso arquee mi ceja. - ¿Qué? No puede ser. - Pues sí es así. No soy ninguna idiota inspeccionando cadáveres. Lo que sea que te dijo Zelas era mentira, estos no son chupasangre. - Negué con la cabeza. - No, no creo que Zelas me haya dado información errada.

Pues debe de haber otra explicación para esto. - Se cruzó de brazos mientras miraba de un lado a otro. Pero de pronto pasó algo que me distrajo por completo de la charla que teníamos la bruja y yo.

De pronto, una pequeña pero sonora estampida de puercos pasó corriendo entre los pies de aquellos creyentes que comenzaron a tambalearse, aunque fue necesario hacer una pausa al final para que tanto Ryra como yo miráramos fijamente a un último puerco, gordo y cansado que avanzaba a su ritmo para alcanzar al resto. - Jaja, que simpático. - Dije con una sonrisa viendo al último puerco.

Luego de aquella interrupción volví mi vista hacia Ryra. - Como te decía, no creo que Zelas esté equivocado. Pero parece que estos tipos son algo a parte a los vampiros enloquecidos que nuestro elfo deudor me avisó. Solo creo que quizá haya personas que estén aprovechando todo este caos para hacer de las suyas.

Tiene sentido. En esta ciudad está pasando prácticamente de todo en este momento. - Asentí ante su comentario mientras miraba al frente, por donde los cerdos se habían ido. - Lo que mejor podemos hacer es tratar de averiguar lo que está pasando. No creo que podamos hacer mucho, pero al menos es mejor que quedarnos aquí. - Cualquier cosa es mejor que quedarse aquí. No quiero ver tu cara de pánico si ves gomejos corriendo. - Al escuchar aquello tuve un escalofrío que recorrió toda mi espalda. - Ruega a los dioses que eso no pase... Sacrestic no resistiría. - Dije mientras comencé a correr junto con la bruja hacia hacia el norte. Tal vez podríamos encontrar algo de información si seguimos la ruta de los puercos.

OFF:

Resumen de acciones: Gaegel y Ryra descubren que no solo hay vampiros enloquecidos, sino que hay personas que aprovecharon el caos para comenzar a hacer disturbios. Luego de presenciar el desfile de puercos, la bruja y el perro querendón siguen el rastro porcino hacia el barrio alto.

Tiro runa a ver que pasa.

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Mensaje  Tyr Miér 13 Nov - 19:32

El miembro 'Gaegel' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Bio Miér 13 Nov - 19:41

Y de pronto, la turba que nos llevaba cargados dejó de ir a quién sabe dónde y se regresaron a la iglesia que era su lugar seguro, oh pobres ingenuos, ese lugar de seguro tenía poco, porque allí se encontraba… -Es La Pálidaaa- Dijo el perro, y desde luego, se refería a aquella mujer tan terrorífica y espasmódica, y no tengo idea de lo que significa eso último pero ya está escrito y no lo voy a borrar.

El punto es que su presencia era intimidante y tétrica, su figura me hacía temblar las piernas, las nubes chillaban y se alejaban de su presencia, el viento desviaba su rumbo para no acercarse a ella, las piedras temblaban de miedo bajo sus pies, los minutos no pasaban si ella no les daba permiso. No sabía quién era pero estaba seguro que cuando nació, fue ella quien le dio la nalgada al doctor y lo hizo llorar. Parecía ser una máquina de muerte, caos y destrucción sin importar de quién se tratara, hombres, mujeres, niños, ancianos, vampiros, dragones, puercos y lo que se le pusiera en el camino.

Algunos de los feligreses trataron inútilmente de atacarla para defender la iglesia, pero fueron aplastados por la cola de un enorme dragón que entró repentinamente, otros corrieron intentando entrar a resguardarse en la iglesia, o lo que quedaba de ella -¿Ahora a donde van todos?- Pregunté un poco confundido en medio de todo el desastre -¡VAN PAL’ RINCÓN CASI MEADOS!- Reveló mi peludo compañero mientras todo aquello sucedía.

La pálida, el dragón, los fanáticos religiosos, el puerco cansado, aquello era una noche muy loca, y definitivamente alguien debía poner un alto, alguien debía ser la voz de la razón y evitar más muertes, evitar el derramamiento de sangre, y finalmente traer un poco de paz en medio de aquel caos y destrucción que tenía frente a mis ojos. Apreté los puños con firmeza, mirando con tristeza toda la muerte que tenía a mi alrededor, me armé de valor e hice lo que un honorable vampiro debía hacer en casos como estos: me di media vuelta y me fui.

¿No le vas a ayudar a tu amigo el dragón?- Dijo el perro con voz quebrada de preocupación mientras se lamía un testículo -¿Crees que necesite ayuda?- Respondí mientras señalaba como la criatura mandaba a volar a varios feligreses con su cola, sin siquiera notar que los había golpeado -Ven a ayudarnos, vamparicón cobarde- Me gritó alguien desde la multitud, algo que se me quedó dando vueltas en la mente, no era la primera vez que alguien me pedía ayuda, pero sí era la primera en que no sabía cómo ayudar -¿Va pal rincón el cobarde? ¿A qué se refiere?- Le pregunté al perro que me respondió encogiendo sus inexistentes hombros.

Eres uno de nosotros, ayúdanos a defender la iglesia y expulsar el mal de Sacrestic- Me dijeron de entre lo que aún querían pelear -¿Por qué asumes que soy un vampiro?- Pregunté indignado con el dorso de mi mano en la frente y la boca abierta dejando ver mis brillantes colmillos -Bueno, te perdono... Yo ya he trascendido todas esas banales inseguridades y complejos que aquejan a las razas mortales, no me afecta lo que otros digan de mí, porque sé lo que soy, y me siento bien así- [1] Dije manteniendo el tono dramático y un poco de magia de voz para hacer que cada vez, más de estos vampiros eufóricos detuvieran sus acciones para escuchar mis palabras.

Yo solía ser como ustedes, débil y vulnerable a las palabras de otros, pero desde que he conocido al Gran Bebé Barbudo, mi percepción de la vida ha cambiado, sé que si el Bebé Barbudo me acepta como soy, no me importa la opinión de nadie más, somos lo que sabemos que somos, no lo que otros dicen que somos- A este punto ya no sabía si se debía a la magia de voz, o a la presencia del perro, o a las palabras conmovedoras y melodramáticas, pero algunos de aquellos vampiros comenzaban a sentarse a mi alrededor para escucharme atentamente. Desde luego, era una pésima idea en medio de una batalla y varios terminaron pisados por una pata del dragón, pero bueno, pasaron a mejor vida.

Y fue entonces cuando mis propias palabras me hicieron sentir el verdadero terror, el perro me miró sorprendido, yo lo miré de vuelta, llevé ambas manos a mi boca y abrí los ojos como platos, y entonces, el perro dijo lo que jamás habría esperado oír en la vida -¡Te estás convirtiendo en Doromaggio!- Alertó el peludo animal -No…- Dije indignado -No es posible, no puede ser cierto- Continué mientras caía sobre mis rodillas con las manos temblorosas y comenzaba a sudar frío, apreté los puños y con los brazos abiertos alcé la vista al cielo y grité -Nooooooooooooooooooooooooooo- Ante lo cual, algunos de los creyentes que me observaban se miraron unos a otros y repitieron el grito.

El perro me miró con los ojos entrecerrados, sabiendo que ambos estábamos conscientes de una terrible verdad, me estaba convirtiendo en aquello que debía destruir, pero ciertamente las enseñanzas del Bebé Barbudo estaban revestidas de un gran poder de convencimiento para manipular a las masas ignorantes, de cualquier manera, debía tener mucho cuidado al usar esa persuasión o terminaría persuadiéndome a mí mismo, lo mejor sería no usar aquellos argumentos a menos que fuera una emergencia, por si los Nousis.
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[0] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía.
[1] Uso mi habilidad de nivel 6 para que los creyentes me hagan caso y convertirlos al Babyvinismo.
[-] No participo en la pelea de la pálida porque, que miedo.

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Aylizz Wendell Miér 13 Nov - 20:55


El tal Moebius avanzaba escasos metros por delante, volviendo la vista atrás cada poco para comprobar el ralentizado avance que llevaba el carro. Qué esperaba, cargado hasta los topes. El acero que había quedado de la herrería, tras equiparse los últimos adheridos a la resistencia, no resultaba de la mejor calidad pero cumpliría con su función de último recurso. Unas cuantas espadas sin filo o desniveladas, que no habían tenido tiempo de ser pulidas. Algunas hachas, de distintos tamaños y para diversos usos, de leñador, de carnicero, de hortelano; melladas y  desgastadas, pendientes de ser reparadas. Un par de lanzas astilladas y una ballesta visiblemente dañada, aunque servible. Pero no sólo eso sumaba peso. Aquel excéntrico personaje había resultado muy persuasivo a la hora de sugerir que sería más provechoso si se deshacían de la mercancía de la que era evidente que ya no podrían sacar provecho, dejando espacio para llevar los abastos que otros tenderos habían aportado a la causa. Eso sumado a la mercancía original que, si bien las telas y ropajes resultaban ser la carga menor, los sacos de sal que dotaban de veracidad a su relatada tapadera sí que no eran pocos.

El vampiro hizo frenar la marcha de su caballo cuando alcanzó la mitad de la avenida, encarando la dirección en la que, hasta entonces, se había levantado la Puerta del Alba. Sin detener por completo el paso del equino, volvió a girarlo en su dirección cuando por fin alcanzaban el cruce principal, sin dejar de controlar lo que todavía ocurría lo bastante lejos como para poder llegar al otro lado sin resistencia, pero que previsiblemente no tardaría en acercarse.

―¡Vamos! ¡A prisa!― gritaba, agitando los brazos.

―Como si eso ayudara. El muy…― masculló Leo, sin dejar de azuzar las riendas del carromato, contenido de comenzar una retahíla de desprecios.

―Yo me esfuerzo por pensar que cuanto más rápido cumplamos, antes podremos alejarnos de aquí.

A la elfa no le pasó inadvertida la mirada inquisitiva de su compañero ante sus vagas palabras, a pesar de que apenas le había prestado atención al dirigirse a él. Desde que la fortuna, buena o mala estaba por determinar, les había puesto a ese maldito en su camino apenas le había quitado el ojo de encima, inquieta por no saber qué esperar de él. Cuántas veces un trato con criaturas de la noche se le había quedado en una triquiñuela, un engaño o una manipulación; y cuántas pocas se había llevado a buen término. Y teniendo en cuenta su situación de clara desventaja, confianza no era, precisamente, lo que aquel ser le provocaba.

―¿Puedo preguntarte por qué has accedido?― preguntó Leo finalmente.

―¿Cómo que porqué?― replicó ella, contrariada ―Mostró una clara intención de degollarte si no lo hacíamos por las buenas.― expuso condescendiente, antes de que los caballos redujesen ligeramente el paso cuando alcanzaron al guía, que arrancó de nuevo la marcha antes de que perdieran el ritmo.

Estando en mitad de la avenida, Aylizz no pudo apartar la mirada del horizonte hasta que los edificios del otro lado se interpusieron, al terminar de cruzarla. Desde allí sólo se alcanzó a ver las llamas, creciendo en los bajos del muro, generando un halo de luz enrojecida que teñía los alrededores y formando columnas de humo que lo abarcaban todo. Pero desde el final de la calle empezaban a percibirse los gritos sumidos en pánico y afinando un poco más la mirada hacia la lejanía, ante sus ojos se dejó adivinar el resultante descontrol. Entonces sintió que una presión se hizo presente en la parte alta de la nariz y sus ojos se humedecieron, con la sensación de tener frente a ella el ojo de un huracán que se le venía encima, imposible de rodear y contra el que sólo aquellos dispuestos, decididos o deseosos de morir se abalanzarían. Por un momento se notó paralizada, incapaz de huir si aquella hubiera sido una opción, viendo en su imaginario cómo acabaría engullida por el caos. Y de aquel momentáneo trance sólo pudo sacarle un estruendo aún mayor, el de un edificio derrumbándose a no muchas calles de allí.

¿Aylizz? la voz de Leo resonó como un eco entre el ruido.

―No quiero morir atrapada en esta ciudad, ¡maldita sea!― sentenció tras el sobresalto, notablemente agitada.

—Eh, oye, ¡eh!— el joven soltó las riendas un momento y le agarró la cara con firmeza, aunque sin fuerza, obligándola a mirarlo. —Eso no pasará. ¿De acuerdo? No pasará.— repitió, esperando algún tipo de respuesta afirmativa.

La elfa recuperó la respiración que, por un momento, le pareció haber perdido y finalmente asintió, dándole a entender con un gesto que podía volver a mirarla como si no acabara de perder la cabeza.

—¡Fantástico!— se hizo notar de nuevo el afilador por delante de ellos, revelándose como espectador del momento —¡Y ahora, si habéis terminado de lloriquear, aparcad aquí el jodido carro!

»¿Quién va?

Cuando por fin doblaron la esquina, el asombro en el rostro de su compañero al contemplar la figura del bipedo lican que recibía al cabecilla de la caravana. Podría dar cabida a pensar que se trataba de un vestigio bestial, pero los sentidos de Leo y su reacción confirmaron lo evidente.

—Soy consciente de que hay muchos licántropos dispersos por el continente, más allá de Ulmer…— comentó en un murmullo, haciendo un rápido repaso mental por cuantos había conocido, dedicándole especial recuerdo a Lobo. —...pero no esperaba encontrarlos aquí precisamente.

—Yo… Yo tampoco.— el joven guardó silencio un momento en el que lo notó respirar algo más fuerte y fruncir el ceño —Al parecer, no podemos hacer otra cosa. No por ahora.— puntualizó, entrecerrando los ojos, como escudriñando a todo aquel que se acercaba hasta el carro para descargar.

Le dedicó una mirada interrogativa, cuestionando que aquello fuera todo cuanto tenía que decir. Por lo que había podido conocer de él, su mente destacaba por no dejar de maquinar. Y cuando cabía alguna posibilidad de hacer algo, en cualquier circunstancia, no resultaba comedido en sus exposiciones precisamente. Aún así, no insistió y aceptó su silencio. En parte porque, en el momento en que uno de los desconocidos salidos de la barricada se acercó a ellos directamente, notó el colgante reaccionar. Con un sutil codazo puso en alerta a Leo, e hizo un esfuerzo por no parecer inquieta. Entonces el vampiro de melena rubia comenzó a hablar y por un momento sus palabras le dejaron desencajada. Mentiría si dijera que no habría esperado, al menos, unas palabras de agradecimiento por haber recorrido barriada y media para llegar hasta allí, pero en absoluto hubiera considerado que además se diera un ofrecimiento como aquel. Ante el que no pudo evitar preguntarse ¿a cambio de qué? Habló de una líder, de la gente que allí había como si de un grupo aislado se tratara y de una zona. La ciudad se encontraba dividida y no sólo en dos bandos. O a esa conclusión llegó al conectar sus palabras con lo presenciado desde que salieron de la posada.

—Lo tendré en cuenta.— se limitó a responder, antes de mirar de soslayo a Leo, por encima del hombro. —Si me disculpas, echaré una mano a vaciar nuestro único medio para volver a casa.— se excusó comedida, poniéndose en pie y dando por cerrada la conversación.

Antes de bajar del carro, se aseguró de acomodar bien su bolsa de viaje, cruzada a la espalda. Como si fuera sensato dejarla por ahí en un momento como aquel. Comprobó así mismo la daga amarrada al cinturón y los cuchillos ocultos en sus fundas bajo la capa. El joven lobo volvió la mirada hacia ella, apartándola un momento de aquel que sobresalía por encima del resto y dirigía la distribución del cargamento, dedicándole un barrido de arriba a abajo. Terminó por asentir, resignado, indicando haber comprendido sus intenciones, poniéndose en pie y acomodando sus ropas antes de bajar del carromato de un salto. No se dirigió a la parte trasera, como habría cabido esperar. Por alguna razón que la elfa desconocía, optó por caminar hasta la linde de las barricadas y detenerse, echado a un lado, para observar y analizar. Asumió entonces que no podía seguir intentando adivinar sus pensamientos, resultando evidente que se habían revuelto desde el inesperado encuentro con el lican, y tampoco esperar a que se decidiera por anunciarle un repentino cambio de planes. Decidida a confrontarlo, finalmente bajó del carro y se acercó también hasta las defensas.

Entonces, entre todo el vaivén de gente corriendo de allá para acá, cargando material, dando voces y cruzándose de un lado a otro, escuchó su nombre pronunciado por una voz familiar. Volviéndose abruptamente y tratando de localizar el origen con la mirada, dudó por un momento si habría ocurrido en su cabeza, como alguna forma de sugestión. ¿Quién demonios iba a conocerla allí? Se detuvo en su búsqueda visual cuando percibió una energía igualmente conocida ante ella, entre tanto trajín. Ligeramente boquiabierta ante la inesperada aparición tardó un momento en responder.

—S-Si.— admitió todavía desconcertada. —Elian, pero qué…— miró un momento alrededor, sin saber muy bien qué buscar, antes de volver a él. —¿Qué haces aquí? No, espera,— se interrumpió a sí misma antes de que el elfo pudiera responder —¿hay más de los nuestros aquí?— de repente, un temor arrollador le invadió por entero durante el segundo que tardó en recibir la respuesta.

—No, que yo sepa. Yo solo vine de visita y me encontré esto. ¿Cómo has acabado tú aquí?

—Un alto en el camino, en un viaje de vuelta al este.— explicó en pocas palabras tras respirar más aliviada. Buscó con la mirada un momento a Leo, para comprobar que se mantenía cerca. —No a elección mía, pero ha sido inevitable.

—Un ataque de momento equivocado en el lugar equivocado ¿eh? Bueno, tampoco hay que ponerse dramáticos. Sobrevivimos a Nytt Hus, ¿no? Aquí no tenemos Ancianos, pero las barreras de Corlys son sólidas. Algo se nos ocurrirá.

—Yo no lo habría dicho mejor.— admitió resignada, dejando escapar una risilla entre dientes. Pese a que casi todos sus encuentros habían tenido lugar en medio de una vorágine de circunstancias, una vez más se sintió arropada con la calma que siempre le había transmitido su carácter. —Nuestra intención es salir de aquí en cuanto sea posible. Vengo acompañada.— señaló a Leo al utilizar el plural, que terminaba de apilar los últimos sacos de sal. —Pero hasta que eso pase...— entonces llevó la mirada a los edificios aledaños, examinando los tejados y sus distintas alturas. Finalmente resopló. —Si en los alrededores se extienden los problemas, no tardarán en confluir aquí. No basta con estar prevenidos. Puedo subir con Leo a esos tejados, vigilaremos y daremos la voz de alarma en tal caso. Sabiendo lo que viene y por dónde, esta gente podrá anticiparse.

—Ah, una mujer proactiva. Me encanta.— expuso, ensanchando la sonrisa.

—Yo diría que sólo una mujer que quiere seguir viva al final de la noche. Pero sí, eso también está bien.— replicó en tono jocoso, aunque pudo notar cómo sus mejillas se hincharon y llenaron de rubor.

—Creo que nos vendrá bien toda la ayuda que podamos reunir, gracias.

—Te incluyes con ellos…— puntualizó al escuchar aquel nos, algo más taciturna. —Procura salir bien parado entonces. ¡Te estaré vigilando desde ahí arriba!— añadió en tono de advertencia mientras se alejaba.

Valiéndose de sus botas, a la elfa no le fue difícil llegar hasta lo alto del edificio más sobresaliente de entre los que bordeaban las barricadas. Leo la siguió, haciendo uso del gancho de escalada y los distintos salientes de la pared. Una vez arriba pudieron hacerse una mejor idea de dónde estaban y poniendo su mirada en el este, lo más cercano, pudieron contemplar con toda claridad la envergadura que había tomado el ataque a la Puerta y la oleada de gente corriendo, huyendo de la extensión de las llamas. Entonces hizo suyas las palabras de su compañero. Por el momento sólo podían esperar.
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Por si eres de esas personas que bajan hasta el spoiler buscando el resumen y te quieres ahorrar este dramaylizz, te valdrá con saber que en todo este testamento, lo único que avanza es que después de descargar el carro, Aylizz y Leo se suben a un tejado a... Llámalo vigilar, llámalo tomar distancia por si lo que surja.

Ah! Y por si las dudas, si, los diálogos con Elian están pactados.


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Mensaje  Akanke Miér 13 Nov - 21:03

Ella comprendía bastante bien, quizás mejor que la mayoría, la importancia de fortalecer la comunidad racial y defenderse de las invasiones y opresiones. Tal como los Hombres Bestia, solamente un vampiro entiende a otro vampiro: sus luchas, los prejuicios que tienen que vivir, la discriminación, sus necesidades, su estilo de vida y todas las adversidades que deben sobrellevar. Es justo que puedan autogobernarse. Lo que no es justo que de pasar a oprimidos, se conviertan en opresores. Que busquen imponer su soberanía sobre los demás. No serían mejor que los que estaban allí ahora dominándolos.

Akanke empujaba la puerta, furiosa. La echaría abajo como diera lugar y entraría a esa maldita ciudad para encontrar a Oneca y acabar definitivamente con aquella absurda confrontación entre vampiros. O por lo menos acabar con sus planes. No era tan ilusa de creer que sería ella la pieza clave en desbaratar aquel conflicto, ni que entraría a las carreras para encontrar a la líder del bando contrario esperándola para una batalla cuerpo a cuerpo. Eso sí, lo primero que tenían que hacer era entrar.

Así que se concentraba en destruir la puerta. Estando en ello, no se daba cuenta de los hombres bestia que comenzaron a rodearla, defendiéndola de los ataques que recibía por parte de los soldados de La Guardia. Uno pensaría que aquellos soldados aceptarían parlamentar con el numeroso grupo de bestiales que había llegado a apoyarlos, pero claramente, la razón, la lógica y el sentido común parecía haberse escapado de la escena.

O tal vez no. Tal vez lo lógico sería que los bandos de vampiros primero se unieran para erradicar a los invasores y luego se preocuparan de sus movidas políticas. Pero no sería ella, mucho menos en medio de un ataque de furia, la que echaría cabeza a todo aquello.

Solamente el golpe que sintió en su costado la desconcentró de su misión. Y los horribles gritos. Aquella escena no se borraría de la mente de Akanke fácilmente. Uno de los Ro'lisim que la resguardaba, cayó sobre ella, empujado por uno de los soldados, prendiéndose en fuego por completo; con una rapidez antinatural, las llamas consumieron su cuerpo, convirtiéndolo en una antorcha.

Akanke bramó fuerte, un grito que salió desde lo más hondo de su ser. Entró en pánico y desesperación. Si ya estaba llena de ira, ver a su amigo carbonizarse por el fuego que despedía su cuerpo, la cegó por completo. Comenzó a ver borroso y con un tinte rojo, pero identificó al soldado que había empujado a su amigo y se fue sobre él, olvidando la puerta que ahora caía a pedazos.

Solo el lejano sonido de la voz de Sein logró sacarla de aquel trance. -¡Akanke! ¡Estoy aquí! ¡Estoy bien! ¡Para!- le gritaba. Despabiló y alzó la cabeza, buscándolo por encima de las llamas. Ella, en su odio, había corrido y embestido al soldado que mató a su amigo, y sobre todos aquellos que tenía a la vista, llevándose por delante cualquier construcción, esparciendo su fuego mágico por toda la base del muro, que ahora se veía envuelto en llamas imposibles de apagar.

Se alejó un poco del muro y de los soldados, pues Sein hacía aspavientos, llamándola. Algo ocurría y entrar en la ciudad no era la prioridad. El sonido del cuerno fue lo que terminó de convencerla de ir hacia donde él le señalaba. Preparaban una ofensiva y ella sería la punta de lanza contra la amenaza que emergía del bosque. Pero no iría sola

Ubicada en su lugar, solo pudo observar maravillada como Sein también se transformaba en un zezengorri y corría bramando hacia ella. Lo recibió corcovando de alegría, rascando el suelo con sus pezuñas y emitiendo sonidos de felicidad. Chocaron sus frentes suavemente y el fuego de los amantes guerreros fulguró con fuerza.

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Mensaje  Caoimhe Miér 13 Nov - 22:39


Jacobo sonrió ante la asistencia de manera paulatina de aquellos que habían alcanzado a oir sus palabras. Las calles de Sacrestic parecían encenderse con sus pisadas y tras él, la lucha de muchos años estancada no podía llevar otro nombre que no fuese el de la sangre de su redentor.

Por supuesto no había encontrado resistencia. No la esperaba tal y como habían dispuesto desde hacía varias semanas, al fin y al cabo,él y sus feligreses habían luchado de manera fervorosa en los últimos meses por el derecho de su religión entre aquellos estipulados en las  nuevas normas humanas. Era normal, por lo tanto que el párroco atendiese a enfermos en las calles centrales,  ayudase con dinero a aquellos que pedían e incluso se acercase al cuartel de la guardia a escuchar las inquietudes de aquellos soldados lejos de sus casas.

Aquello le dio cierto conocimiento sobre las rutinas de los humanos. El párroco se había llevado la mitad de su vida siendo uno de ellos y aún hoy mantenía retazos de ideas que había compartido quizás en otra época. La empatía llevaba siendo su arma de elección bastantes años en aquella cruzada contra los impíos, en aquella situación y por primera vez, le sirvió de camuflaje para planear sus actos.

No era común, sin embargo, que el párroco trajese consigo un séquito tras de si. Las figuras se amontonaban en varias filas de manera ordenada: No había pánico en sus caras, y los vampiros con más experiencia se habían cubierto las caras de manera parcial consus capas, ocultando buena parte de la sangre que recorría sus ropajes a medida que más y más conversos se les unían.

Sin embargo, la voz apaciguadora del hombre tan solo hacía que la sorpresa inicial de la visión de sus acciones fuese simplemente transportada por otros pensamientos menos rocambolescos en los que su voz era la verdad y cualquiera que la oyese necesitaba alimentarse de ella. Nutrirse de sus palabras. Unirse a ellas.

Jacobo había esperado pacientemente a aquel día. La población de Sacrestic estaba presa del hambre y el solo cumplía el deber moral que se le había asignado en su rubro. Tras él, Vrykolakas y sus hombres se aseguraban que aquellos que se resistían a la sangre del Dios creador al menos usasen su sangre para alimentar a aquellos que si lo habían hecho, creando así un sistema casi perfecto en el que los vampiros recién convertidos, hombres y mujeres de la guardia,se embriagaban de manera inmediata con la ponzoña que era alimentarse de sangre humana... y quedasen así atados a la sed de conseguir más.

Vitto Vrykolakas había sacado alguna que otra tajada de aquello y el hombre, como el resto de los aristócratas que aún continuaban en aquella procesión se relamía los labios con cada bocado, dejándo tras de si un reguero de cuerpos secos de sangre y a su lado nuevos conversos que , aún algo confundidos, eran fácilmente sugestionables. O fácilmente reemplazables si daban muchos problemas.

-PROTÉGENOS SEÑOR CON TU SANGREEE, PROTÉGENOS SEÑOR CON TU SAAAAANGREE Y DÉJAME VIVIR UNA NUEVA VIDA AQUÍ EN MI CORAZÓN, SEÑOR


Cuantos más se unían a los salmos que  Jacobo pronunciaba más efectivo era el efecto de aquel trance en el que entraba cualquiera que lo escuchase y que le obligaba a acercarse de manera dócil y sin lucha.  A pesar de ello, tras de si, sus compatriotas se aseguraban que aquellos que intentaban no escuchar por medios poco naturales como taparse las orejas o cualquier otro motivo, acabasen encontrando la fiereza de sus colmillos o pereciendo bajo sus espadas.

Cuando era requerido, él mismo vertía su sangre en la boca de aquellos soldados que como último acto antes de morir le imploraban que los convirtiese. El pecho hinchado en el vampiro por entender que él también estaba salvando esa ciudad, gota a gota.

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El elfo parecía lo suficientemente interesado en las palabras del hombre tigre como para sucumbir a los encantos de la mentira en sus palabras. El problema mismo de aquella interacción, sin embargo, venía por parte de la figura que apareció para ayudarlos. El tal Mellado tenía la expresión de alguien con prisa para un objetivo, pero los pasos que Hugo dio de manera distraída de manera sutil dentro de las defensas organizadas de aquellas personas, le indicó que lejos de estar protegiendo la parte central de la ciudad, aquellos hombres estaban construyendo defensas para defender a la población no participante en la batalla de la zona.

Aquello por supuesto cambió su objetivo.

El hombre tigre aprovechó el jaleo ocasionado por un derrumbamiento no muy lejano para escabullirse de aquel lugar y alcanzar a Asier con la nueva información. Ambos  se aventuraron pues al objetivo principal del cuartel de la guardia, aprovechando la oscuridad de la noche para camuflarse entre las callejuelas. El silencio abrupto los hizo cautos. Aquí y allá Asier indicaba  a sus hombres donde posicionarse para evitar ser vistos y antes de llegar al objetivo principal el sonido de pasos tras ellos los puso en alerta.  Las figuras se hicieron uno con la oscuridad usando sus poderes vampíricos y limpiando la calle de su presencia.

Los dueños de aquellos pasos no tardaron en aparecer de manera estruendosa.

-....y yo ya estoy cansado de ser ninguneado por personas que ni siquiera portan la armadura de la guardia. ¿Acaso he perdido el tiempo para obedecer a desconocidos?- decía uno de los cabecillas, caminando a paso ligero, demasiado preocupado por la conversación como para fijarse en nada más.

-A mi lo que me molesta es que cuando ya estabamos asentados en la puerta nos manden al cuartel... estamos perdiendo el tiempo. Ni siquiera hemos recibido la voz de alarma de los hombres de Akimara.  Yo tan solo quiero irme a dormir y despertar mañana... ¿No es cuando nos pagan el jornal? Te juro que este estrés no tiene precio... y te digo yo a ti que esos imbéciles con colmillos al final son mucho ruido y pocas nueces...

Se hizo un silencio momentáneo en el que ambos hombres se miraron de manera significativa. Los pasos tras ellos parecían haberse  hecho menos ruidosos. Tras confirmar que había hombres tras ellos instaron a los demás a avanzar.

-... Vamos, gandules... no se os ha dotado con una espada tan solo de adorno...  Sacrestic lleva demasiado tiempo dormida y ahora os toca defenderla- apremió el primero y después se dirigió a su acompañante en un susurro- Lo que no entiendo es como el rey no los ha exiliado a todos... las sabandijas cuanto más lejos mejor. Total... ¿Qué les queda aquí? ¿alguna que otra casa? ¿Ese barrio tétrico y amurallado? Meh... te digo yo que después de esta guerra la cosa cambia. Yo ya me veo en una mansión del barrio alto. Viviendo la vida y sin pegar un palo.

-¿Pero como así?- dijo el otro guardia algo confundido pues estaba seguro que había oido sonidos tras ellos pero demasiado distraido para percatarse de lo que pasaba en realidad.

-Pues ¿Que va a ser Agapito? Necesitarán personas para repoblar la ciudad ¿No? o tu te crees que después del destrozo estos vuelven a sus túneles... los quemaba a todos yo. Y me quedaba con sus casas. Y sus dineros... y bueno, alguna que otra vampiresa caía... Vi una hace unos días con unos ojos asi raros...tu sabes, por probar cosas nue.....

El sonido grave de la voz de aquel hombre quedó enmudecido de pronto por las hojas de las garras de Hugo, ya manchadas de sangre por los cuerpos de los soldados de aquel pelotón. Asier y sus hombres habían estado deshaciéndose de ellos uno a uno de manera sigilosa  y paulatina aprovechando las sombras y el foco de los mismos hasta que tan solo los dos cabecillas quedaban en la carrera hasta el cuartel de la guardia.  El hombre tigre escupió en la cara de aquel soldado ya muerto, mientras recordaba las palabras que le dirigía a su acompañante imaginando a quién pertenecían aquellos ojos dispares de los que hablaba.

Los cuerpos de ambos hombres cayeron al suelo con un sonido sordo, como lo habían hecho el del resto en un reguero de cadáveres hasta aproximarse al cuartel, ahora frente a ellos. Acabando así con el pelotón escindido de la guardia que aún vigilaba la puerta del alba, antes incluso de que ninguno de ellos llegase a su objetivo.


-Un trabajo limpio- dijo Asier apremiando al hombre tigre

-No... estoy seguro de que podamos decir lo mismo de esto- dijo Hugo.

La visión caótica frente a ellos, sin embargo, no los impresionó y con una sonrisa que era el presagio de una vorágine de lo que había estado esperando durante meses, Asier apremió a sus hombres.

-Compañeros... Óneca nos prometió sangre fresca... Espero que no dejéis una gota-



La caída del cuartel de la guardia era inminente y el edificio, ahora a oscuras tan solo albergaba ya aquellos lo suficientemente cobardes o necios como para esperar el inminente saqueo de los hombres de Asier quieres se habían comenzado a ocupar de incendiar también pequeñas zonas del establecimiento, forzándolos a salir.

El rugido a coro de los hombres de Asier se unió a la carnicería pausada de la cofradía de Jacobo, esta vez desde la retaguardia del cuartel, atrapando así a aquellos soldados que de manera poco exitosa intentaba escapar la voz del párroco y las acciones de los que los seguían y buscaban escapatoria imposible. Los ojos muy abiertos ante la sorpresa de este ataque por ambas partes de aquellos que se topaban con la violencia de los hombres de Asier ahondaba en el deseo frustrado de los mismos, preguntándose si quizás la posibilidad de conversión de Jacobo hubiese sido una mejor idea al fin y al cabo.  Y eso era todo lo que quedaba en sus rostros antes de morir. [/color]


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Ve al grano, Óneca, hay gente muriendo mientras hablamos. ¿Para qué me has llamado? La voz de Amanda fue en un principio el único indicativo de que la mujer había decidido acceder a la sala.

Las paredes de aquella estancia habían visto mejores tiempos. El musgo hacía tiempo que se había apoderado de buena parte de la piedra ahora humedecida por el efecto de la intemperie, y aún así, la solemnidad de aquel edificio guardaba cierta imponencia entre sus paredes.

Amanda tomó asiento tras aquella pregunta, revelando su rostro al fin ante la única vela en la mesa rudimentaria y las do sillas, único mobiliario en la sala.  Frente a ella, Òneca llevaba un rato moldeando la silla en la que se encontraba sentada. Los rostros de ambas mujeres ocultaban cansancio más allá de la máscara de odio en al que ambas se refugiaban.

-¿Recuerdas la última vez que ambas estuvimos en esta sala?- dijo Óneca, tras un silencio que pretendió ser conciliador. Amanda apartó la vista de manera desinteresada por unos segundos. - Por supuesto las paredes estaban más engalonadas. Casi puedo ver las miradas juiciosas de aquellos que en su mayoría habitaban la estancia.... Recuerdas, amiga mia.. ¿O es que ya los has olvidado?

Amanda dio un pequeño golpe en la mesa de madera de manera aparentemente molesta. Caoimhe aprovechó para analizar a la figura que la acompañaba. Woodpecker no parecía muy contenta de estar en aquel lugar y sin duda alguna había trazado en su cabeza un plan de escape. Cualquiera que pensase que aquello no era una trampa podría ser coronado como el más ingenuo de Sacrestic. Caoimhe aprovechó la incomodidad de la mujer al encontrarse con sus ojos para lanzar de manera disimulada dos de sus  pequeñas garras en su guantelete[1] Woodpecker se llevó la mano al cuello buscando al insecto producto de aquel picotazo. Mientras Amanda, tomo el pequeño reguero de sangre que de pronto apareció entre sus dedos índice y corazón como producto de sus aspavientos.  El rojo intenso tampoco pasó desapercibido a Óneca, quien sonrió de manera autosuficiente.

-Por supuesto que no lo has olvidado.- dijo Óneca.- Algunos aún lo recuerdan como el juicio más desdeñoso de Sacrestic- continuó.- Todos esos hombres... cuestionando a una mujer indefensa sobre la inesperada muerte de su recién difunto esposo- dijo y sacudió la cabeza. Amanda la miró con ojos peligrosos. Caoimhe entendió aquella mirada como un primer aviso, pero ella debió no haberla visto, pues su discurso continuó- Recuérdame, sin embargo, Amanda... ¿No fueron esos mismos humanos los que pidieron tu muerte inmediata a pesar de no haber tenido pruebas de las causas de tu señor Conde? Espera... No. También había hombres bestia entre ellos.  Al menos cuatro.. si. Mmmm curioso- dijo Óneca cruzando sus manos- No vi a un solo vampiro cuestionar la veracidad de tus palabras. Ni uno solo de los integrantes de las 12 casas cuestionó si debía o no ser tuyo aquello que antes había tenido tu Conde...  Cuando estabas posiblemente en tu momento... más vulnerable, tan solo aquellos que comparten tu sangre decidieron apoyarte.

Amanda relajó un poco su expresión a pesar de las palabras de la mujer, recordando el juicio tras la muerte de su primer marido. Recordó la incertidumbre de verse rodeadas de personas que no la conocían y notaba el mismo juicio de valor en aquellos ojos que en su día casi la dejan sin nada de lo que hoy tenía.

-También fueron vampiros aquellos que me convirtieron por la fuerza- dijo Amanda, Woodpecker buscó su mirada pero la vampiresa estaba sumida en la rabia del momento.

-Curioso ¿Cierto? Imagino que aún son retazos de brujos maldecir a la mano que te da de comer- añadió Óneca acallando la inminente queja de Amanda para continuar hablando- Caoimhe, imagino que es hora de que te presente. Esta es Amanda. Lider de los vampiros que han decidido abandonar a los suyos y aliarse con aquellos que les dan la espalda- añadió Óneca.

Amanda le dirigió una leve mirada a Caoimhe con la habitual pausa en sus ojos.

-Óneca me estas haciendo perder el tiempo de una manera...

-Verás, Amanda. Caoimhe y tú tenéis mucho en común, ¿Sabes? Su madre también era bruja. Tampoco ella eligió convertirse a nuestra raza. Aunque a ella digamos.. le atormentan más demonios de los que tú te has cruzado en tu camino como vampiresa, la chica ha encontrado una razón para... apoyar la causa. Cao... ¿Por qué no le cuentas a Amanda tus motivos?

Caoimhe comenzó a entender el motivo inicial por el que Óneca la había llevado a aquel lugar. La vampiresa no se sentía cómoda expresando sus convicciones frente a tres desconocidas. Mucho menos de manera tan abierta. Pero notó la presión sobre sus hombros.

-Necesitamos existir- dijo Caoimhe.

Woodpecker emitió una risotada estruendosa como si aquello hubiese sido algo estúpido. Caoimhe sintió la inmensa necesidad de hacerle daño pero apartó su atención y continuó.

-Lo que nos ha pasado a... bueno a ambas. No podemos hacer nada para cambiarlo. Nadie puede cambiar la naturaleza del.. caos que lleva consigo la maldición vampira. Aceptarla de manera libre es una decisión personal, pero más allá de lo que hagamos con ello que nos atormenta, como decidamos vivir nuestro... caos- dijo- existimos. No somos raza de segunda categoria. Ni despojos de aquello que fuimos un día- añadió quizás más para ella misma que para el resto, algo sorprendida- Y como tal, necesitamos un lugar donde ser. Donde existir. Donde nos sintamos cómodos haciendo aquello que hemos decidido aceptar de nuestra naturaleza.

Amanda permaneció en silencio durante unos segundos. Aquello le dio fuerzas a Caoimhe para continuar.

-Mira a tu alrededor. El yugo humano ha mermado una ciudad que era rica en esencia, cultura y efervescente en comercio y progreso. Las tasas extras que los vampiros pagamos tan solo por existir en nuestro propio mundo llenan las arcas de Lunargenta, mientras en nuestras calles, los nuestros tienen que  esconder aquello que son o limitarlo a insulsas reglas que nunca fueron para ellos. 'Tan solo esta permitido alimentarse entre las 2-4' 'Todo aquel que se vea envuelto en intercambios en el mercado de la sangre será penado con un día en el calabozo' ' Los artesanos vampiros tendrán que donar 1/3 de sus ganancias a la guardia'  

Caoimhe intentó enumerar las reglas más estrictas impuestas cada vez de manera más asidua en la ciudad.

-Es desesperante. Y tú misma has visto como la ciudad ha perdido su esplendor en los últimos años.Mis propios negocios se han visto afectados por el mero hecho de que... bueno. Por una decisión que yo no tomé.

-Nadie os quita la razón en eso. Nosotros también buscamos que la guardia aband...

-El problema no es la guardia- dijo Caoimhe de manera seria- El problema es cualquier raza que se crea con la prepotencia de sentirnos pena. Cualquiera que alcance esta ciudad pensando que  luchando van a hacer la buena acción del día. Sacrestic es por y para los vampiros. En la paz y en la guerra.- dijo Caoimhe.

Amanda inspiró de manera profunda pensando en sus siguientes palabras, pero Óneca se le adelantó.


-Te hemos traído aquí porque cualquier derramamiento de la sangre de Habhak es una pérdida para nuestra especie.  Creo que ambas podemos estar de acuerdo con eso. Y teniendo en cuenta que esta es nuestra ciudad, creo que debe ser de ambas la obligación de retomarla, y una vez hecho eso, tan solo decisión de vampiros como organizarla, liderarla y controlarla.

Òneca hizo una pausa.

-La alternativa, por supuesto es continuar con esta carnicería. Cometer los mismos errores que hicimos hace años con Lunargenta. Enfrentar a hermanos contra hermanos y dejar que venga ajeno a este conflicto aproveche la debilidad de ambas partes débiles en una guerra longeva y... tome de nuevo Sacrestic.  Creo que de nuevo, ambas podemos estar de acuerdo que no es eso lo que queremos para nuestro futuro.

Caoimhe dejó sobre la mesa un pequeño pergamino. En el rezaban varios puntos generales  que trazaban una alianza entre ambas partes enfatizando la necesidad de que el control de la ciudad, sus cabecillas, dirigentes y figuras más importantes fuesen de raza vampira.   La chica tambié puso sobre la mesa un tarro de cristal de boca amplia y un pequeño cuchillo.

Óneca observó a Amanda durante varios minutos en silencio y de una manera casi mecánica, la mujer posó la hoja de metal sobre la parte interna de su muñeca. Acercó la mano sobre el tarro de cristal para que el contenido cayese dentro del mismo. Esperando que si Amanda aceptaba, ella también sellaría aquel trato con los símbolos ancestrales vampiros que implicaba un pacto de sangre.


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----OFF:


[1] Uso mi guantelete (Caerus) para obtener sangre de Ambas Amanda y Woodpecker y la guardo en un tarrito (?) Nunca sabes cuando te va a hacer falta

Hago referencia a una tradición vampira [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


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Mensaje  Lukas Miér 13 Nov - 23:41

El Vampiro ContraatacaEvento Sacrestic
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La gran tortuga azul sintió a la Muerte respirándole en la nuca cuando la espada del moreno se detuvo a solo unos centímetros de su cabeza, podía tener la piel dura, pero Lukas reconocía una espada de gran filo y calibre cuando la veía y el chico de los negros cabellos no tenía una simple espada ordinaria, sino que una señora espada de gran poder. Ambos llegaron a un entendimiento cuando el chico le indico la gran calle, estaba llena de enemigos, posiblemente los vampiros supremacistas de los que Cohen le había hablado.

-Vamos a darle, igual como los vampiros que vencí antes – dijo Lukas dando una patada al piso mientras escuchaba como su compañero le recomendaba tomar una espada, eso le saco una carcajada. –Yo peleo a mano limpia, no necesito accesorios para destruir – dijo corriendo a gran velocidad y mandando a volar a uno de los vampiros como si no fuera nada.


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- ¿Ves lo que te digo? Cuando quiero puedo ser letal – dijo y simplemente avanzo corriendo junto a su compañero quien blandía su espada con gracia, determinación y gran letalidad, por su parte la tortuga aplastaba cráneos como si se tratara de simples hojitas, golpeaba fuertemente sin ningún tipo de piedad o consideración, después de todo estos eran los enemigos de Cohen, por ende, sus enemigos.

Al llegar al final de la calzada su aliado le comento que sus amigos estaban cerca, lo que hizo sonreír a Lukas. –Mientras más seamos para enfrentar la amenaza mejor, después podemos ir a buscar a mi amigo Cohen, él también está de nuestro lado – dijo observando como su nuevo compañero miraba los tejados y le pedía un empujón, al otro lado de esa calle se escuchaban sonidos de pelea y se veía que su nuevo amigo estaba ansioso por unirse a esta. Lukas levanto sus pulgares y se agacho un poco, esperando a que el pelinegro tomara carrera, cuando lo hizo y salto Lukas también salto para darle el empujón que necesitaba. –Te veré del otro lado – dijo corriendo por la calle para dar la vuelta, cortando camino por un callejón donde encontró un vampiro grande y gordo tomando sangre del cuello de una jovencita, sus ojos azules y sin vida parecían mirar a la tortuga quien decidió que la vengaría.

-Pagaras por lo que hiciste miserable – dijo avanzando con determinación y peleando con el vampiro, este golpeaba fuertemente, pero la dura caparazón del tortugo era firme y fuerte. Cuando el vampiro quiso ir por su yugular Lukas le dio un cabezazo que dejo a ambos mareados y se lanzó en un panzazo que lo mando a volar contra la pared cayendo al piso, rápidamente salto sobre su cabeza varias veces hasta hacerla papilla. –No puedo demorarme más, mi compañero está esperándome – dijo corriendo y llegando a la calle aledaña donde se cruzó con un cerdo grande y gordo que corría como si su alma dependiera de ellos.

-Corre pequeño, huye de tanta locura – dijo antes de llegar al sitio de la pelea donde tres chicas y un chico veían como dos personas se enfrascaban en un duelo a muerte dentro de lo que parecía un domo mágico.

La batalla era brutal, uno de los contendientes estaba venciendo y cuando el domo se rompió el vencedor golpeo al perdedor en el estómago y lo tiro al piso frente al grupo quien empezó a golpearlo como si fueran una turba furiosa, Lukas no entendía lo que pasaba, pero conocía un dicho. Donde fueses has lo que vieses, por lo que al ver a todos pateando y golpeando al pobre sujeto se metió entre medio y también empezó a patearlo como si su alma dependiera de ello.

-Por cierto – dijo mientras zapateaba sobre el desafortunado - ¿Alguien ha visto a un gladiador estoico y valiente de cabello negro? No sé dónde se metió mi compañero…

***

En el jardín Felurian había cerrado las puertas, pero sentía como desde afuera golpeaban violentamente queriendo entrar, puso su cuerpo como barrera antes de ver como un fuego empezaba a brotar en el jardín. –Mierda.

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OFF: tiro runa para saber el destino de Felurian en el proximo turno. Fehu ten piedad (?)


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Mensaje  Tyr Miér 13 Nov - 23:41

El miembro 'Lukas' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Rauko Jue 14 Nov - 9:15

 Y mientras corría siendo un personaje secundario en mi propia vida, una voz familiar interrumpió el curso natural de la noche caótica para condimentarla con una dosis adicional de engaños. Alguien, con palabras divorciadas de las emociones que habitualmente las acompañarían, alzó la voz para devolverme el rol protagónico… No, no fue así; su objetivo fue convertirme en el gran antagonista de todos, tanto de los inocentes como de algún que otro individuo.

 Detuve mi carrera y observé los ojos enfocados en mí, los ojos de los guardias en la calle, de los civiles que se asomaban por las rendijas de las ventanas de sus hogares, de los vampiros que comprendieron que yo los mataría si no me eliminaban antes de seguir masacrando.

 Demasiadas veces luché por el bien de otros. Incluso había muerto por eso. Había enfrentado peligros mundiales que el mundo jamás sabría que existieron o que yo fui uno de los que las eliminaron. La mayoría de mis victorias vivían en las sombras del olvido y de la clandestinidad, escritas en las páginas de las historias que nadie nunca leería. Mis hazañas, mis sacrificios, mi heroísmo… Nada de aquello era reconocido por los ojos que me miraban. Para las personas ante mí, mi historia, mi identidad, se había reducido a Demonio Albino.

 Sonreí, primero con amargura, resignado ante mi suerte; luego, con malicia, abrazando mi nuevo rol de villano.

 —¡Wolfgang —vociferé, desenvainando mi espada Doppelsäbel y acelerando el flujo de éter en mi cuerpo—, tienes razón en algo: solo la muerte podrá detenerme! —Miré en derredor, con mi cuerpo relajado pero con mi magia lista para la acción—. ¡Gente de Sacrestic, los mataré a todos y a cada uno de ustedes, pues nadie me detendrá en mi misión!

 Debían temerme. Debían reconocerme como su única amenaza, la mayor prioridad, el peligro por el que valía la pena unirse.

 Los guardias gritaron órdenes y se apresuraron en enfrentarme. El resto se preparó para aprovechar cualquier oportunidad para eliminarme o para escapar lejos.

 Esbocé una sonrisa torva y emprendí una carrera, acelerado con magia, mi piel refulgiendo con un aura de luz, convertido en el enemigo público número uno.

 Atrayendo toda la atención de los peones para que mis compañeras pudieran ir directamente a por Wolfgang.

 Los guardias pronto entendieron que no podían alcanzarme. Ningún humano normal podría. Así que apostaron por sus arcos y flechas.

 Pero no fueron los únicos que decidieron arrojar proyectiles. Desde las ventanas, los civiles me arrojaban toda clase de objetos, especialmente macetas.

 Y algunos vampiros, ocultos en la oscuridad, conjuraron saetas de sangre o se fundieron en las sombras para emboscarme.

 Sí, iba a ser una noche complicada.

 Pero no tenía tiempo para protagonizar una persecución épica, así que opté por lanzarme al interior de una casa, atravesando una ventana con mi cuerpo fortalecido. Dentro, los gritos de una familia inundaron el aire.

 —Lo siento por lo de su ventana —me disculpé sin sentirlo—, pero no se preocupen por eso: no será lo peor de esta noche.

 Corrí hacia el fondo, hacia el pasillo, y me detuve en el centro. Acrecenté mi éter y proyecté luz en todas direcciones, deshaciendo casi todas las sombras, los posibles escondites de los seres de la noche.

 No importaba cuántos vinieran a por mí, el espacio no les permitiría atacarme más que de dos en dos. Y yo podía contra eso. Al menos, por un rato, el tiempo suficiente.

 

 Xana fue presa de la confusión ante el choque de dos creencias, de la que siempre fue parte de ella y de la que Wolfgang implantó en quienes lo escucharon. Pronto su conocimiento sobre la magia de voz le permitió desobedecer al impulso de enfrentarse al llamado «Demonio Albino».

 Pero sus compañeras no tenían la capacidad para oponerse solas.

 —¡Alto! —ordenó colocándose frente a ellas, quienes ya habían dado un primer paso para salir del callejón y perseguir al objetivo equivocado—. Él no es…

 «No, no tendrá sentido para ellas la verdad», caviló. «Entonces debo adaptarme al juego de Wolfgang».

 —El demonio albino estará ocupado con los guardias —dijo—. Debemos aprovechar ese tiempo para eliminar a Wolfgang. Un problema a la vez.

 Azalie y Eve, aunque dudaron por un instante, asintieron aceptando cuál debía ser su prioridad, a pesar del nuevo falso enemigo.

 —Aun así, ¿qué haremos con ellos? —inquirió Eve, señalando a los pocos guardias que optaron por permanecer en sus sitios, convertidos en obstáculos entre ellas y el líder de la Dark Order.

 —Sería sencillo para nosotras lidiar con esos —comentó Azalie—, pero no seríamos tan rápidas como la lengua de Wolfgang; seremos sus títeres antes de poder acercarnos a él.

 —¿Y si nos tapamos los oídos? —preguntó Eve, medio en broma, medio en serio.

 —Te aseguro que eso no funcionará —repuso Azalie—. No con él, al menos. Su magia es tan poderosa que hasta puede dominar bestias.

 —Yo no necesito acercarme —señaló Xana—, ni puede controlarme.

 —Siendo así, entonces eres la indicada para detenerlo. Así que ve y destrúyelo. Estaremos listas para ayudar si hace falta.

 Xana asintió, decidida, y se apresuró en salir del callejón. Concentró éter en sus manos. Vio a Wolfgang, desde una posición en la que podía lanzar un tiro directo.

 Y el mundo giró para Xana cuando esta tropezó con un maldito cerdo gordo salido de la nada. Cayó sobre el animal, que chilló aterrado y confundido, atrayendo la atención del resto.

 —Pero si es la elfa de aquella vez —dijo Wolfgang, con una sonrisa taimada, al reparar en la aparatosa aparición de ella—. Eres muy cercana a ese elfo, si siempre estás pegada a él, ¿no es cierto? Así que te daré un obsequio especial a juego con el suyo. Vive desde ahora como una bestia salvaje, cazando y matando, usando solo tus dientes como tus armas. Vive como un demonio.

 Xana, tan rápido como pudo, se reincorporó, pero no hizo más que finalizar la formación de dos orbes de luz azul.

 Wolfgang perdió su sonrisa.

 —¡Te detendré para que nunca más alguien sea lastimado por tu culpa! —declaró Xana lanzando sus estrellas celestes.

 —¡Guardias, maten a sus compañeros si me ven herido! —se apresuró a decir Wolfgang.

 Xana detuvo las esferas al instante, provocando el retorno de la sonrisa de Wolfgang.

 —Supuse que serías ese tipo de persona —ronroneó—. Guardias, algo terrible pasará si fallan en asesinar a esa elfa. Encárguense de ella o mueran para evitar lo que vendrá si fracasan.

 Los guardias no tardaron en acatar esta nueva orden. Xana retrocedió y atrajo hacia sí las esferas de luz. Los guardias se coordinaron para intentar rodearla y atacarla desde todas direcciones. Ella empuñó su lanza encantada, evadió los ataques mientras retrocedía y contraatacaba cada que podía, en una frenética lucha en la que debía estar a la defensiva y donde el desafortunado cerdo, tras una patada accidental, salió rodando lejos.

 Xana se giró esquivando un ataque y respondió con su lanza, derribando a un guardia al «cortarle» las rodillas.

 Justo después, él fue decapitado de un tajo de un compañero, horrorizando a Xana, quien tuvo que contener un grito y luego, también, el impulso de vomitar.

 —Fracasaste, muere —dijo el asesino, su voz fría, pero sus ojos humedecidos, atrapado en la dualidad de su mente y sus cadenas psíquicas.

 —¡Ya no toleraré esto!

 Xana se volvió, encontrando a Azalie corriendo antes de dar un gran salto y arrojar su propia lanza hacia Wolfgang.

 El vampiro, aunque sorprendido, logró esquivar la lanza, que terminó clavándose en la pared de la casa tras él, para el alivio de los guardias. Xana, contrariada, también se sintió aliviada por ellos.

 —¡Infeliz, no creas que seguirás haciendo lo que te plazca! —gritó Azalie, pero su furia era un deleite para el vampiro—. Ni con estos soldaditos de pacotilla.

 Eso no le gustó a los guardias. Se volvieron hacia ella, ansiosos por defender su valía.

 La mirada de Azalie se desvió ligeramente. Wolfgang lo notó enseguida y se volvió en la dirección de la mirada. Recibió una brutal patada de Eve, que, aprovechando sus botas silenciosas y la distracción de Azalie, lo sorprendió apareciendo desde un punto ciego.

 Xana reaccionó al instante. Conjuró una innumerable cantidad de partículas de luz y las disparó hacia los ojos de los guardias antes de que estos vieran lo que podía gatillar sus muertes.

 Sus gritos inundaron la calle, mientras sentían el fuego estelar calcinar su visión, mientras Xana sentía como suyo el tormento de estos hombres, mientras Eve se lanzaba para finiquitar al vampiro.

 —¡Detente! —logró decir él, congelando a la luchadora a pesar de que su voz fue eclipsada por los alaridos—. Ahora ve a por tus compañeras. Debes destrozarlas, triturarlas, matarlas. Azalie mató a tus amigos, así que debes vengarte. La elfa dejó morir a Zelas, así que también debes matarla, antes que a nadie.

 Eve no pudo resistirse. Se giró y corrió, pasó sobre los guardias presos del dolor y arremetió contra las chicas.

 —Azalie, ¿cómo te atreves a resistirte luego de lo que hiciste? —cuestionó Wolfgang, lentamente recuperando su confianza y el humor—. Debes ser castigada. Debes aceptar el juicio de ella.

 Azalie dejó de luchar. Xana, entonces, tuvo que esforzarse en protegerla a ella, a sí misma y buscar cualquier oportunidad para atacar a Wolfgang.

 —A ti también te controlaré, elfa —dijo él, una promesa cruel, un desafío personal—. Romperé tus defensas, quebrantaré tu voluntad y serás mi esclava aun sin mi magia de voz.

 Un objeto cayó del cielo y se clavó entre Xana, Eve y Azalie. Un artilugio metálico, hijo de la ciencia de otro mundo y la magia de Aerandir. Liberó una onda que cubrió un área limitada a su alrededor, deshaciendo todo efecto engendrado por el éter.

 La mente de Azalie y Eve se liberaron de la influencia vampírica y las confusión les dio la bienvenida hacia la libertad. Xana, por su parte, comprendió; sabía de quién era aquel artilugio disruptor del éter.

  

 Luego de un rato de batalla, el agotamiento incipiente invadió mi cuerpo, advirtiéndome que era más fácil vivir cuando no me proponía estar toda la noche bailando con el peligro y sin descanso.

 No sabía a cuántos había abatido en aquel estrecho pasillo, pero supuse que ya había ganado suficiente tiempo. Así que transformé mi carne en energía y me sumergí en el suelo.

 Bajo tierra, desplazándome con rapidez, vi a través de Schnee que Zelas y un hombre bestia bastante inusual se dirigían a donde estaba Wolfgang.

 Repentinamente, Zelas desapareció y, al instante, en su lugar estaba un sujeto al que yo jamás había visto en mi vida. Supuse que Zelas había intercambiado posiciones con alguien más, aunque no sabía por qué.

 Preferí no pensar mucho más en eso. Había algo más importante que hacer.

 Emergí en un callejón y me materialicé. Me asomé en la esquina y no tardé en tener una idea de la situación, y era una situación nefasta. Debía ayudar, pero exponerme solo me convertiría en un peón de Wolfgang.

 Así que recurrí a mi artilugio antimagia. Lo lancé al sitio ideal y conseguí liberarlas de Wolfgang.

 Ese fue el momento en que el completo desconocido que reemplazó a Zelas hizo su gran entrada. Él y también un cerdo, pero este solo siguió de largo, corriendo salvajemente.

 El no-Zelas, usando habilidades y objetos que se me hacían muy familiares, logró encargarse de Wolfgang aprovechando el factor sorpresa. Fuese quien fuese, sin duda alguna era más eficiente y confiable que el sí-Zelas.

 Ya sin nada que temer, salí para unirme al grupo y colaborar con la golpiza al vampiro que alguna vez fue un enemigo temible. A Zelas le habría gustado estar ahí, pensé con una ligera melancolía. Pero el lado positivo es que teníamos a un hombre-tortuga ayudándonos, aunque no teníamos ni la menor idea de quién era.

 Cuando se llegó a un silencioso consenso de que ya había sido suficiente golpiza, llegó el momento de decidir qué hacer con Wolfgang.

 —Bueno, creo que no hay nada que discutir —dije—. Hay que matarlo.

 —Después de todo lo que hizo —intervino Eve—, ¿simplemente lo mandaremos al otro barrio y ya? No estoy nada satisfecha con solo darle algunos golpes.

 —Es peligroso —señaló Azalie—. No debemos darle ninguna oportunidad para vengarse.

 —Sí, lo que Azalie dijo —secundé.

 Algo se acercaba, veloz y con cuatro patas. Nos volvimos hacia aquel animal, hacia el cerdo que no se decidía a dónde iba en la vida.

 —Yo opino… —empezó Xana, volviéndose hacia Wolfgang, y no alcanzó a compartir su opinión.

 Yo no lo sabía entonces. Nadie lo comprendió en el momento. Simplemente era casi imposible considerar una posibilidad tan remota y absurda.

 Minutos antes, Wolfgang le había ordenado algo a Xana, un destino que fracasó en imponer. Al menos, en ella, que pudo resistirse gracias a su diadema.

 Pero ella no era la única en el sitio que escuchó a Wolfgang.

 El cerdo soltó un salvaje chillido de guerra, saltó hacia Wolfgang y le desgarró el cuello con ferocidad, como un demonio sediento de sangre, ante la atónita mirada del resto.

 «Vive desde ahora como una bestia salvaje», había dicho Wolfgang minutos antes, «cazando y matando, usando solo tus dientes como tus armas. Vive como un demonio».


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[] Rauko usa sus habi nvl 3꞉ Ente esplendente (1/2), para ser fantasmita intangible.
[] Usa el Limitado: Disruptor de éter (1/1), para anular la magia en un área.
[] Xana usa su Diadema del Genio Paranoico que le da resistencia al control mental.
[] Xana usa su lanza encantada con Castigo, que hace que las heridas que cause sean temporales.
[] Xana usa su habi nvl 6: Polvo de estrellas (1/1), para crear y disparar partículas de luz con los que dejar ciegos a algunos tipos.
[] Eve usa sus Botas Silenciosas para ser silenciosa.
Luego arreglaré este offrol.

Resumen: ayudo a Lukas y a Zelas a darle matarile a Wolfganga, con participación estelar de El Cerdo.
Rauko
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Mensaje  Fehu Sáb 16 Nov - 14:54

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El vampiro contraataca


Barrio Alto, cercanías del Jardín Botánico

Drol comenzaba a hartarse del molesto elfo que se empeñaba en interponerse entre él y esos andrajosos guardias que… Bien mirado, ¿por qué se esconderían unos guardias en el jardín botánico? ¿Acaso se le estaba escapando algo? El olor a sangre venía de allí dentro, y era la misma que se había derramado en la mansión del Barón, de eso no cabía duda. Aún así, las piezas no terminaban de encajar.

Dime cómo detener cuanto está pasando —demandó el odioso elfo—, cuanto va a ocurrir, y podremos posponer el combate.

Posponer el… ¿Acaso ese niño de los bosques creía que tenía alguna oportunidad contra él, que se había enfrentado a las más duras pruebas diseñadas por su linaje para llegar al escalón en el que se encontraba? Y, sin embargo, no deseaba luchar contra él. Un combate así carecía de propósito.

Un sonido bajando una de las calles llamó su atención. Ah, sí, había más gente en la zona, también perseguían algo. O a alguien.

No puedes detenerlo —dijo y, hablando para sí mismo, añadió—. Ni siquiera sé si yo puedo.

Saltando de una sombra a otra, cruzó la calle, acortando distancias con el sonido que había llamado su atención.

Vete, elfo. Esta no es tu lucha.

Y, dando la conversación por terminada, descendió el corto trecho que lo separaba de una grotesca escena. Conocía personalmente a varios de los cadáveres que teñían de rojo el empedrado, pero fue la cabeza que rodó por el suelo hasta chocar con un bordillo mientras un incongruente puerco se daba un festín con el resto del cuerpo lo que llamó su atención. Las piezas empezaban a encajar.

¡El Héroe Albino ha matado a Rammsteiner! —dijo una muchacha, con una mezcla de admiración y miedo.

Drol había visto antes a esa muchacha. Era una de las informadoras de Oneca. También el joven al que había señalado le resultaba familiar. Se parecía al de los panfletos, sin duda. ¿Lo habría contratado Oneca para librarse de un rival demasiado poderoso?... Justo después de darles a ciertos nobles el empujón que necesitaban para participar en su revolución.

Un gruñido se escapó de su garganta antes de que pudiera sofocarlo, no le gustaba ser utilizado. Y no solo lo había sido él, sino todo un grupo de sus convecinos, algunos, aliados, otros, molestos estorbos, pero uno tenía que defender su territorio, aunque estuviera sembrado de rocas.

Los supervivientes de la matanza, reunidos en distintos grupos alrededor del cadáver y el puerco, comenzaban a reaccionar. El grupo de vampiros confundidos hizo amago de retirarse, los guardias, también desconcertados, alzaron sus armas, con clara intención de apresarlos.

Drol dio un paso al frente, pero se detuvo cuando un silencioso rayo cayó en el espacio que separaba a ambos grupos. Cuando sus ojos se recuperaron del deslumbramiento, distinguió una mancha negruzca en el adoquinado, pero nadie había salido herido.

Ya ha habido demasiadas muertes por hoy —dijo, desde el otro extremo de la calle, una mujer morena elegantemente vestida en negro inmaculado—. Estos hombres y mujeres estaban bajo la influencia de la magia de un poderoso vampiro. No eran responsables de sus actos.

Por el rabillo del ojo, Drol vio a la muchacha, la informadora, echar a correr. Sin duda, sabría cómo localizar a Oneca y él tenía una conversación pendiente con esa mujer.


Centro de la ciudad

Desde su escondite, Daphne contempló cómo el grupo de gente aterrorizada que huía calle arriba se detenía en un confuso desorden a medida que su vanguarda se daba la vuelta, esta vez, para escapar de los cánticos y gritos que llegaban desde la Plaza de la Noche y sus alrededores. Tanto miedo, tanta muerte. ¿Y qué podía hacer ella? Aparte de buscar una ruta alternativa.

En el sótano del Cuartel General de la Guardia en Sacrestic Ville, la teniente Akimara añadió otra mesa raída a la pila que habían reunido para bloquear la puerta. Media docena escasa de personas, entre guardias, personal administrativo y Magda, limpiadora habían alcanzado la relativa seguridad de aquel rincón oscuro en el gran edificio. Que ella supiera, todo lo que quedaba de la Guardia en la ciudad.

Estamos atrapados —dijo Magda. Para sorpresa de Akimara, su voz sonaba firme, estoica incluso.

No —dijo ella, deseando sonar la mitad de segura que la limpiadora—. Este era el edificio del Consejo antes de que llegáramos. Tiene que haber una entrada a esos túneles subterráneos aquí, así que todos a buscar. Rápido.

No fue fácil encontrar el acceso en la oscuridad, pero el miedo a la muerte podía ser un gran motivador. Sin saber lo que esperar, pero dispuestos a jugárselo todo a aquella carta, el grupo saltó al vacío sin pensarlo dos veces. Una vez abajo, se dieron cuenta de que había una escalera, pero al menos nadie había acabado herido en la caída. Quizá descubrirían algunos cardenales al día siguiente. Si es que llegaban al día siguiente.

Se sucedió entonces un momento de confusión mientras decidían en qué dirección moverse en medio de aquella negrura que parecía tragárselo todo. Hasta que una voz infantil acalló a las demás sin siquiera alzar la voz. Akimara sintió un escalofrío. No había ningún niño en su grupo.

No llegarán muy lejos en esa dirección, teniente. Puedo guiarlos por una mejor.

¿Guiarnos a dónde? —dijo Akimara. Sabía que algunos vampiros no tenían reparos en convertir niños, porque así era más fácil atraer a sus víctimas.

Lejos de la gente que los quiere muertos.

¿Y tú no nos quieres muertos?

El niño, ¿o era una niña?, suspiró audiblemente antes de responder.

Si quisiera eso, no me habría anunciado. Tengo ventaja en la oscuridad.

¿Y cómo sabemos que no nos guiarás hasta alguien peor? —dijo Teófilo, el archivista.

No veo que tengamos muchas alternativas —dijo Magda, en el mismo tono sereno que había empleado en el sótano.

Tenía razón, no llegarían lejos en la oscuridad. No sin un guía.

¿Conoces bien los túneles? —preguntó Akimara.

Como si me hubiera criado aquí.

El tono impertinente le recordó un poco a sus hijas. Quizá fue aquello, más que nada, lo que le dio el último empujón a su resolución.

En tal caso, agradeceríamos mucho tu ayuda.

Akimara sintió un escalofrío cuando una manita tomó la suya, pero logró controlarse para no retroceder.

Tómense de la mano —ordenó al tiempo que alargaba su mano libre para agarrar la más cercana.

Y así, en hilera y a pasos cortos para no tropezarse unos con otros, iniciaron su marcha a ciegas, guiados por aquella voz infantil.

Arriba, en el exterior, la voz de Jacobo, San Jacobo, se hacía oír por encima de los gritos y cánticos de sus seguidores, por encima de la torre derruida, por encima de las risas y destrozos en el cuartel. En medio de su éxtasis particular, había dejado los salmos a un lado y coronaba su obra con una última orden:

A TODOS. HAY QUE CONVERTIRLOS A TODOS. LA GUARDIA SOLO ES EL PRINCIPIO. ¡LA SANGRE DE CRISTO DEBE EXTENDERSE POR TODO SACRESTIC!


La reunión secreta

Amanda miró, sin tocarlo, el pliego que Oneca había dejado sobre la mesa, después, el frasco con sangre y, finalmente, a la propia Oneca. Percibía la tensión de Wood a su lado, pero la rabia que sentía le impidió desviar la mirada.

Así que me traes a esta niña para apelar a mis emociones y luego me planteas tu versión como la más lógica y razonable —dijo—. Ya no soy la chiquilla estúpida a la que diste de beber esa misma sangre, Oneca. ¿Pretendes liderar nuestra ciudad? Tú nunca has vivido aquí. No hasta que se te metió en la cabeza quitársela a los humanos, al menos.

Sacrestic es un símbolo para nuestra raza.

Sacrestic es el hogar de mucha gente, no solo de nuestra raza. Difícilmente podríamos operarla solos, sin poder salir a la luz del día, ¿no crees? No, no me interesan tus planes en ese sentido —dijo levantándose de su asiento—. Como tampoco me interesa repartirme la ciudad contigo. Si quieres llegar a un acuerdo para gobernar Sacrestic, no es conmigo con quien tienes que hablar, sino con sus habitantes. Los mismos que se han visto obligados a establecer un cordón defensivo para protegerse de lo que estás haciendo aquí esta noche. Niña —añadió dirigiéndose a Caoimhe—, no confundas existir con dominar. Difícilmente podremos existir con todo Aerandir en nuestra contra, ¿no crees?

Sin esperar una respuesta, se dio la vuelta en dirección a la salida. Wood retrocedió de espaldas, sin perder de vista a las otras dos.

Cometes un terrible error —dijo Oneca.

Amanda se detuvo solo un instante, el tiempo que necesitó para controlar su rabia, y salió de la sala.


Exterior de la Iglesia de Cristo y sus cercanías

Amir encontró a los nuevos vampiros donde Caoimhe había indicado. Debía tenerlos listos cerca de la puerta roja; a la espera de nuevas órdenes en un lugar donde pudieran acceder fácilmente a cualquier lugar donde se los necesitara. Pero no podía obviar lo que había visto en la iglesia.

Con el grupo bajo su mando, se dirigió a la puerta blanca. Debía comprobar si Zana había acabado con aquella extraña mujer. Amir sabía que a Oneca le molestaría que no se quedase en su puesto, pero le molestaría mucho más que sus planes se vinieran abajo por otra intervención inesperada.

Una vez allí, se acercó solo con un pequeño grupo, lo justo para comprobar que Zana ya no se ocuparía de nadie más. En su lugar, un dragón, nada menos, se enfrentaba a la dama pálida.

Helena seguía presa de su furia asesina cuando el dragón, huyendo de un ataque frontal, decidió lanzarle un chorro de agua. Agua. A ella, que se había arriesgado una y otra vez para exprimir hasta la última migaja de información sobre aquel elemento. A ella, que practicaba a diario para ejercer su dominio sobre el agua en todas sus formas. Qué sabría una bestia sobre el verdadero control. Ella le enseñaría.

Así lo hizo, durante unos momentos. El patético chorro de agua escupido por el dragón se amoldó a los deseos de la bruja, rodeándola en un torbellino que giraba y giraba, y crecía, alimentándose de la humedad del aire. Pronto, Helena había reunido bajo su control una masa de agua mayor de la que había manejado nunca.

Y, entonces, algo se congeló en su pecho. No, no en su interior, pues ya estaba congelado, sino en el exterior. El pequeño colgante que le habían entregado en la Plaza de la Alianza rebotó varias veces contra su pecho y se sintió frío, helado. Y, de alguna manera, esa frialdad se extendió a sus brazos, sus dagas y más allá, al torbellino de agua que comenzó a escarcharse.

Incapaz de despegar la vista de la portentosa escena, también Amir sintió algo enfriarse en su pecho. Concretamente, en el interior del bolsillo en que llevaba guardada, como recuerdo, una de las gemas azules que habían adornado el inservible cuenco que había rescatado de las ruinas de D’Orlind Ûr.

Amir metió la mano en el bolsillo y sacó la gema, que brillaba con un pálido fulgor azulado. Estaba fría al tacto, helada, pero se negó a soltarla, incluso cuando sintió el tirón que le hizo cerrar el puño para que la piedra no saliera despedida hacia el torbellino de escarcha.

En su lugar, un chorro helado pareció despegarse del torbellino principal, que había comenzado a formar una enorme cúpula sobre los presentes en las cercanías de la iglesia. El chorro avanzaba como a saltos, acumulando cristales de escarcha que parecían surgir de la nada y, antes de que Amir fuera capaz de reaccionar y ordenarle a sus piernas que salieran corriendo de allí, la escarcha alcanzó su mano formando una conexión con la fuente principal.

Algo cambió en el ambiente. Las sombras de los edificios a su alrededor parecieron desaparecer de un momento para otro, sustituidas por una masa blancoazulada bajo la luz de las estrellas.

Me parece —murmuró Amir, una nube de vaho se escapó de entre sus labios— que ya no estamos en Sacrestic.


Exterior de la ciudad, frente a la Puerta del Alba

Una vez explicado el plan de ataque, la aparición de un segundo toro de fuego fue recibida por el pequeño ejército de bestiales como una señal de esperanza en la victoria. Al menos, hasta que un fuerte sonido a sus espaldas alzó la voz de alarma. Toda una sección de la muralla, afectada por el fuego que había consumido la misma puerta, acababa de derrumbarse sobre las encarnadas llamas, que seguían bailando como si se alimentaran del propio aire.

Aun sabiendo que aquello desbarataba los planes de Ruarc, una parte de Eloísa se alegró de ver caer a los guardias allí apostados. Oh, Grandes Guías, por lo que le habían hecho a Carla, se alegró.

Por desgracia, el sentimiento de revancha no duró mucho. Necesitaban a esos arqueros, el grupo al que se enfrentaban era mayor, y estaba más sediento de sangre.

Desde donde se encontraba, Eloísa no distinguió la expresión de Ruarc, pero sí el gesto seco que daba paso al plan B. Que era igual que el plan A, pero sin las andanadas de flechas iniciales para retrasar al enemigo. Los guerreros tendrían que movilizarse rápido y estar preparados para el choque frontal. Eloísa, por su parte, colocó a su grupo en posición, muy por encima de los zezengorris. Al menos, tenían dos de ellos ahora.

Las bestias de fuego lideraron la carrera, embistiendo a los enemigos en el mismo centro de su línea de ataque y avanzando, casi sin oposición, quemando todo a su paso. Eloísa dio la orden de disparar.

Muchos de los atacantes vivieron un momento de gran confusión, huyendo del fuego acosados por las flechas. Pero algunos, los más alejados de las llamas, se detuvieron y aprestaron sus arcos para devolver su ataque. Eloísa concentró sus flechas en ellos. Por el rabillo del ojo, vio caer a Goldam. Había volado demasiado bajo y sucumbido al dolor de los gritos que ya comenzaban a sonar.

PRIMER PELOTÓN —gritó Eloísa—, APUNTAD A LOS GRITADORES. SEGUNDO, DISPARAD A ESOS ARQUEROS. ¡Y POR EL AMOR DE LOS GUÍAS, MANTENED LA DISTANCIA!

El grupo de tierra apenas había logrado dividirse y separarse del camino de fuego cuando se produjo el choque con la vanguardia enemiga. Garras, dientes, espadas, martillos, pezuñas y alguna que otra púa buscaron desgarrar, cortar, machacar. Vidas para apaciguar a los Guías. Ofrendas de carne y sangre que aseguraban su propia permanencia. Una vida por otra, o dos, o tres, o las que hicieran falta, con tal de salir de aquel infierno y regresar a sus bosques, sus ríos, sus montañas, sus familias.

Los amantes de fuego atravesaron el ejército enemigo, dividiéndolos en dos. Al llegar a la retaguardia del mismo, se separaron para continuar el cerco desde atrás, impedir que volvieran a unirse. Demasiado ocupados en cumplir su cometido, no vieron al grupo de guardias que llegaba, por fin, por la Vía de los Sacrílegos.

Llegamos tarde, pensaron estos al ver el fuego.

Los rebeldes han llegado antes que nosotros.

Pero no, aún hay gente luchando, defendiendo la ciudad.

Los hombres y mujeres del rey venían cansados tras marchar hasta bien entrada la noche, pero no podían cruzarse de brazos mientras otros luchaban. Y, dividiéndose prestamente en dos grupos, rodearon las llamas para flanquear al enemigo.

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__________________


Un villano ha caído, así como el Cuartel General de la Guardia y un buen trozo de muralla en la, ahora inexistente, Puerta del Alba. Pero aún quedan batallas que librar en esta noche, así que no se me vayan a dormir en los laureles.

El plazo para postear en la cuarta ronda será hasta el domingo 24 de noviembre (incluido).


BARRIO ALTO



Nousis: Drol pasa de tu culo, con perdón, pero si decides insistir y seguirlo de nuevo, te encontrarás enseguida con el mismo escenario que Rauko y Lukas. Del mismo modo que Drol, puedes pasar también de este escenario y seguirlo, quizá, hasta la misma fuente del conflicto, a pesar de que probablemente te has quedado sin nadie a quien informar. Pero eso tú no lo sabes, ¿no? Ah, sí, lanza una runa con tu post. Si es mala o muy mala, te habrás roto una costilla con ese batacazo y quizá quieras ocuparte de ella en la siguiente ronda. Alternativamente, puedes usar ya tu imposición de manos y pasar directamente de la runa.

Lukas y Rauko: Con Wolfgang fuera de escena, Aalis ya no tiene motivos para no intervenir, en este caso, defendiendo a las víctimas de la manipulación del difunto líder de la Dark Order. Pero ustedes no tienen por qué seguir su ejemplo, pueden ponerse de parte de la guardia, que, por otro lado, también ha sufrido la manipulación de Wolfgang. No me cabe duda de que estarán a la altura de la situación.

Sobre Felurian, parece que sus perseguidores han perdido el interés, así que ella e Isabella solo tendrán que preocuparse de apagar el fuego (al margen de las explicaciones que le pida la muchacha por el allanamiento y la sangre que la cubre, claro).

Zelas: Desde tu posición en los tejados y con tus ojos de elfo, puedes ver el fuego que comienza a crecer en el cuartel de la guardia y, más allá, el de la puerta del Alba (aunque este se extinguirá enseguida porque acaban las dos rondas de toro de fuego de Akanke) y, quizá también, el del exterior de la ciudad, donde está teniendo lugar la batalla de los bestiales (parte de este fuego es de Sein, así que no se extinguirá aún). No te voy a decir lo que hacer (sé que no trabajas gratis), pero el primer grupo en tu camino hacia el sureste (si decides seguir esa dirección) será el de San Jacobo y su enloquecida procesión… Y me pregunto si no removerá un poquito tu conciencia, en una noche como esta, ver a inocentes siendo subyugados con magia de voz y convertidos al vampirismo sin opción a oponerse.
Si prefieres quedarte con Rauko y compañía, después de todo, lee más arriba.


BARRIO DEL CORAZÓN (más o menos)


Gaegel: Has tenido tanta suerte que no has atraído la atención de Jacobo y su procesión, ni del grupo que está saqueando el cuartel. También has evitado las perniciosas manipulaciones de Wolfgang al distraerte por el camino. Puedes seguir adelante hacia el barrio Alto, si quieres. O puedes distraerte un poco más con uno, y solo uno de los dos escenarios que te propongo:

1) Ya que hay gente que ha aprovechado la contingencia para crear disturbios y saquear un poco por su cuenta, ¿quién lo va a notar si tú también te embolsas alguna cosita? Uno de los edificios junto a los que pasas tiene la puerta hecha trizas. Parece una notaría o algo por el estilo, pero si te acercas, tu Acompañante percibirá la magia en uno de esos pergaminos esparcidos por ahí. Así es, si eliges esta opción, saldrás de aquí con un pergamino mágico en tu inventario. Ya te diré más adelante qué efecto tiene (si es que decides tomarlo, claro).

2) Pasas junto a lo que parece una mansión abandonada. Quizá hayas oído rumores sobre la Casa de Malasangre en el tiempo que llevas por Sacrestic (o quizá no, pero tienes algo de información [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], está en el barrio del Corazón). Si te sientes bendecido por los Dioses, ¿por qué no aprovecharlo para entrar a explorar un poco?

Seraphine: Has escapado indemne de la andanada de flechas y, aunque los guardias han notado que te dirigías hacia el interior de la ciudad, están demasiado ocupados para seguirte la pista. Lo cual te va a venir muy bien para evitar obstáculos cuando regreses a ese callejón en el que te transformaste a recoger lo que quede más o menos entero de tu ropa y enseres personales. Lo que no encontrarás allí es tu cimitarra, ya que alguien ha decidido darle uso en una noche como esta. No me importa cómo lo hagas o a quién reclutes para ello, pero tendrás que seguirle la pista a esa cimitarra si no quieres que desaparezca de tu inventario al finalizar el tema. Suerte.

Hugo: El ataque al cuartel ha sido un éxito, pero si sigues tu olfato hasta el sótano, te darás cuenta de que unas pocas personas escaparon a la masacre entrando a los túneles subterráneos. Dejo a tu conciencia la decisión de avisar al equipo de Asier, seguirlos por tu cuenta o dejarlos marchar. Si elijes perseguirlos, no verás nada allá abajo si no llevas una fuente de luz contigo (o un vampiro como guía), pero tu olfato será de ayuda. Eso sí, no cierres el resultado. La “niña” que acompaña a los guardias es un PNJ de Elian.

Por otro lado, ahora que se han hecho con el control del cuartel, ¿cuál será el siguiente paso?

Caoimhe: Buen intento, pero te faltó información crucial: Por más que haya ido aceptando su condición con el tiempo, Amanda jamás se aliará con la casa que aceptó el dinero de su marido y la convirtió en contra de su voluntad. Gracias, eso sí, por darme la oportunidad de sacar este dato a relucir on rol, ha sido satisfactorio.

A partir de aquí, tienes varias líneas abiertas, incluyendo a Asier y Hugo más arriba. Jacobo se nos ha desmadrado y sigue su propio plan, así que no tendrás que ocuparte de él (salvo que quieras que Vitto, Asier o algún otro intenten detener su desbandada, pero ten en cuenta que puede que no sean los únicos). Oneca no tardará en recibir información de que el Héroe Albino le ha quitado de encima el problema de Wolfgang. Dependiendo de lo que haga Nousis, puede que el mismo Drol la encuentre y le pida explicaciones (sospecha que Wolfgang lo manipuló por orden de ella). Puede que Oneca quiera enviar aviso a Amir para movilizar a esos nuevos reclutas que dejaste en reserva, pero me temo que no lo va a encontrar (está con Bio y compañía lidiando con cierto accidente mágico).

En cuanto a Amanda, si decides tratar de detener su marcha de forma violenta, te encontrarás con un grupo más o menos equivalente en número al que trajo Oneca para vigilar la calle. Solo Oneca y tú son personajes con nivel y talentos. El grupo de licántropos incluye a Wryneck (nivel 7, talentos asignados por Corlys: Combate Bestial, Fuerza Bruta e Inspiración), Mellado (nivel 6, talentos asignados por Elian: Combate Bestial, Bípedo, Trance de Batalla) y la propia Woodpecker (nivel 8, Bípedo, Combate con Armas –espada a dos manos–, Trance de Batalla).


PUERTA DEL ALBA y exteriores


Mánasvin: Entiendo que la piedra no suele arder, por lo general, pero creo haber dejado bastante claro que el fuego del zezengorri es peligrosamente antinatural. Sus altísimas temperaturas han desestabilizado el mortero utilizado para unir las piedras y toda la sección sobre y alrededor del dintel se ha venido abajo, derribando, de paso, las garitas de entrada con todo el que estuviera allí arriba. Incluyéndote a ti, ya que debías estar lo bastante cerca para gritarle a Sein y que te oyera.

Por tanto, deberás lanzar la voluntad de los dioses para determinar el alcance del desastre (ya sea aquí mismo, con un post off rol antes de tu post on rol, o en una de las [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Con runa muy buena, habrás salido milagrosamente ileso y tendrás vía libre para tratar de rescatar a algunos de tus compañeros (para saber a cuántos logras sacar vivos, lanza un dado de rol, eso te dará el número de heridos), o para salir por patas mientras aún puedes. Con runa buena, recibirás heridas leves, pero aún tendrás libertad de acción, como con la runa anterior (también tirarás dado de rol si quieres rescatar heridos). Con runa de suerte media, recibirás heridas moderadas, pero aún podrás moverte, aunque con dificultad (si tiras dado de rol por los heridos, deberás dividir el resultado entre dos, redondeando a la baja; es decir, si sacas un 1, no lograrás rescatar a nadie vivo, con un 2 o un 3, rescatarlas a una persona…). Con mala suerte, recibirás una herida grave y bastante tendrás con intentar ponerte a salvo tú mismo como para intentar rescatar a nadie más. Si sacas la peor de las suertes, además de la herida grave, quedarás atrapado entre los escombros y, a menos que alguien te rescate, deberás pasar tu turno intentando abrirte un hueco (o rezándole a tus dioses, como prefieras). Puedes lanzar el dado de rol en el mismo post en que lances la runa, si tienes claro que intentarás rescatar a tus compañeros, pero evidentemente solo aplicará si la runa que saques es neutra o mejor.

Eso sí, gracias a tus cortafuegos, el fuego no se ha extendido a la ciudad. Quienes sobrevivan a la que se está liando en el centro te deben unas birras. Suerte intentando cobrártelas.

Peter: Por tu cercanía a la muralla, te encuentras en una situación similar a la de Mánasvin y también deberás lanzar la voluntad de los dioses (antes de tu post), con similares resultados a los que le expongo a él más arriba. Si quieres intentar rescatar a algunos de tus antiguos soldados (con runa neutra o mejor), tira también un dado de rol, que funcionará del mismo modo que el de Mánasvin.

Cohen: Hemos empatado en runas, pero había que tener en cuenta las acciones de Nousis y la turba vengadora, digo, la muerte de Wolfgang y consecuente liberación de las personas bajo su hechizo. Una pena, me habría gustado presentar a Droll e Isabella, la chica me recordaba un poco a su difunta esposa. No ha podido ser. Pero bueno, menos mal que hay un pozo por ahí para apagar ese fuego, ¿no? Ah, sí, desde tu posición, oyes el derrumbe de la muralla. Quizá quieras volver para comprobar qué ha sido de Peter.

Seizengorri y Akanke: Los he movido un poco, siguiendo el plan trazado por Sein (o una versión, dadas las bajas iniciales), porque la trama no espera a nadie y ese destacamento de guardias lleva ya qué sé yo cuántas rondas viniendo. ¡Había que darle salida!

Los recién llegados, han decidido ayudar a quienes parecen estar defendiendo la ciudad (a ustedes, vaya). Se han dividido en dos y están atacando también por los flancos (para lo cual han tenido que rodear el fuego de los zezengorris, así que puede que tarden un poquito en encontrárselos, pero ahí están). El fuego de Akanke se extingue en el momento en que ella recupera su forma humana, por lo que uno de los grupos de vampiros tendrán un huequito para intentar huir. Sein continúa transformado, por lo que su fuego aún limita los movimientos del segundo grupo. Las cosas están mejorando para ustedes, pero aún tienen una batalla que librar, así que pónganse a ello (y, Sein, cuidado a quién te arrimas, que eres altamente inflamable).

Por cierto, no hicieron nada respecto al pobre hombre-mono convertido en antorcha zezengorriana, así que no solo ha muerto entre terribles sufrimientos, sino que también ha expuesto al resto a las llamas mientras corría despavorido espoleado por el dolor. Voy a lanzar un dado de 13. El número que marque les dará la cantidad de bestiales que se llevó con él al propagar su fuego.


IGLESIA DE CRISTO, o no


Helena: Después de todo este esfuerzo, considera tu maldición desactivada (por el momento). Atrás quedan la ira asesina y la mortal palidez. Vuelves a ser tú, pero estás físicamente agotada y no podrás usar tu magia en esta ronda debido a la extenuación. Por lo demás, lee las instrucciones de Bio y Meleis, pues te encuentras en la misma situación que ellos. Y, antes de que me olvide, lanza otra runa, además de la que les menciono a tus compañeros, que también tendrás que tirar tú si se da el caso. Pensándolo mejor, voy a curarme en salud y pedirte que lances otra runa más, si pretendes hacer algún trato independiente con ciertas criaturas aladas. Y, descuida, tu colgante de escarcha no ha perdido su efecto.

Bio y Meleis: Les dije que les avisaría cuando cambiaran las condiciones. Considérense avisados. Puede que el paraje helado al que han venido a parar les suene de otras aventuras, como [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No hay bird folk en esta ocasión, solo ustedes dos, el señor Vam Pyro, Helena, Amir, los nuevos creyentes del babyvinismo y una docena o así de guerreros de los que venían con Amir. Solo.

Voy a lanzar un dado de 13. Sí, es el mismo que les mencioné a Sein y Akanke pero, a ustedes, el número que marque les dará la cantidad de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] con cara de sorpresa que se encontraran entre ustedes. Como ven, las hadas serán minoría, pero cuanto mayor sea su número, mayor será también la probabilidad de que una los reconozca y salga volando a buscar más.

Su cometido será, una vez más, dar con la manera de regresar a Aerandir. Tratar con hadas siempre es peligroso, así que, si intentan reclutar su ayuda, lanzarán una runa cada uno. Por otro lado, la magia arcana podría ser otra vía de escape, pero tendrán que convencer a Amir y sus vampiros de colaborar, así como a Helena, ya que, a falta de la brújula de amor de Meraxes, Bio tendrá que examinar el colgante de escarcha y la gema azul de Amir para entender lo que ha pasado en primer lugar (tienes libertad narrativa en cuanto a los pormenores arcanos).

Meraxes: Cuando vuelves a la realidad, tu hermano ha desaparecido. Él y todo el grupo que había frente a la iglesia. Bueno, excepto unos quince o veinte nuevos vampiros que, tras la impresión de ver desaparecer a su líder y parte de los guerreros que los acompañaban, no dudarán en sacarse el susto desquitándose con el primer posible culpable que encuentren en su camino. Suerte con ello.


BARRIO GÓTICO O CERCO DE LOS AMANDERS


Elian, Corlys y Aylizz: Como ya adelantó Corlys, tendrán que reforzar la zona oeste para que no les alcance la desbandada de los nuevos (y no tan nuevos) jacobitas (sin perjuicio de lo que hagan Hugo y Asier cuando acaben de saquear el cuartel). Me temo que a los jacobitas enfebrecidos no los van a detener unas vallas o unos escombros (no por mucho tiempo, al menos), van a tener que mancharse las manos en ese frente si no quieren ser absorbidos por el culto. Los lobos que enviaron con Amanda siguen con ella, así que no podrán contar con su ayuda, al menos, de momento.

Por otro lado, los ojos de elfa de Aylizz, desde los tejados, dan para ver el derrumbe de la sección de muralla de la Puerta del Alba y el fuego de más allá, donde están batallando los bestiales (también, el fuego que comienza a devorar el cuartel, si mira en esa dirección). Ella sabrá lo que hace con la información.

Elian, Daphne se encuentra bien, por el momento. Existe la posibilidad de que la estén persiguiendo, pero conoce bien los túneles, ¿no?. Eso sí, por razones obvias, no podrá guiar a Akimara y compañía directamente al interior de las barricadas.

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Tyr Sáb 16 Nov - 14:54

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Mensaje  Helena Rhodes Dom 17 Nov - 20:21

Ambiente:

El frío fue lo primero que sintió. No un frío cualquiera, sino uno que calaba profundamente, como si no solo envolviera su cuerpo, sino también su alma. Era un frío extraño, diferente al que conocía. Se sentía etéreo, lleno de un peso que no provenía de la temperatura, sino de la misma realidad que la rodeaba. Helena estaba tendida boca arriba, su cuerpo agotado, herido, y sus extremidades entumecidas, incapaz de moverse más allá de un leve temblor involuntario. Había vuelto a la normalidad, aunque sus manos seguían manchadas de sangre seca, al igual que su cabello, parte de su rostro y, en general, sus ropajes y equipo. Sus dagas, aún aferradas débilmente por sus dedos, las sentía muy pesadas.

El aire estaba lleno de un silencio abrumador, roto solo por el leve susurro del viento helado que acariciaba su rostro con punzadas de hielo. Inspiró profundamente, intentando llenar sus pulmones con algo más que ese vacío, pero lo único que consiguió fue que el frío quemara su garganta al entrar. Por un momento, no estaba segura de si estaba viva o si había muerto en su frenesí. Cerró los ojos un instante, tratando de reunir fuerzas para incorporarse, pero el agotamiento se lo impidió.

Cuando abrió los ojos de nuevo, el cielo sobre ella no era el cielo de Sacrestic. Era algo... más. Era vasto, infinito, como si el firmamento estuviera vivo. Estrellas brillantes, más nítidas y cercanas de lo que jamás había imaginado, titilaban en constelaciones desconocidas. Pero lo que captó realmente su atención fueron las luces. Danzares sinuosos de auroras boreales se extendían como un lienzo de colores que flotaban y ondulaban, una explosión de verdes acuosos, azules y violetas que teñían el cielo con su fulgor sobrenatural. Jamás había visto algo así, ni siquiera en los relatos más fantásticos que le contaban de niña. Por un instante, Helena dejó de ser la Dama Pálida, la erudita, la hechicera y la asesina. En ese momento, solo era una mujer, exhausta y perdida, que miraba algo tan hermoso que casi le dolía.

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Pero entonces, el frío se intensificó. Algo más había allí, un peso en el ambiente que era diferente a su agotamiento, algo que se movía entre las sombras y el hielo. Helena apartó la vista del cielo, sus ojos deslizándose lentamente hacia el horizonte blanco y oscurecido que la rodeaba. El paisaje era desolador, pero también tenía una belleza aterradora. A su alrededor, colinas de nieve y hielo se extendían hasta donde alcanzaba la vista, bañadas por un resplandor pálido que parecía emanar del propio suelo. Ningún árbol rompía la monotonía del paisaje, ningún refugio ofrecía consuelo. Solo ella, en medio de un páramo helado que parecía tan infinito como el cielo.

Y entonces, las vio.

Al principio creyó que eran sombras proyectadas por las auroras en la nieve, pero pronto se dio cuenta de que se movían con una intención que nada tenía que ver con la luz. Dos figuras, esbeltas y elegantes, avanzaban hacia ella. A medida que se acercaban, sus detalles se definieron, y Helena no tuvo dudas de lo que eran. Hadas, de una belleza fría y peligrosa que resultaba tan fascinante como aterradora.

Una de ellas, era un hombre, que caminaba con gracia, sus pasos ligeros apenas marcaban la nieve bajo sus pies. Su cabello era blanco como el hielo más puro, cayendo en mechones desordenados que enmarcaban un rostro afilado, demasiado perfecto. Sus ojos eran dos pozos de un azul profundo, brillantes como zafiros, y en su espalda se extendían unas alas negras como el carbón, sus bordes delineados con un brillo plateado que recordaba al hielo bajo la luz de la luna. Vestía una armadura ligera, hecha de escamas que parecían fundirse con su piel, y una espada de aspecto antiguo colgaba de su cintura, su empuñadura decorada con runas que parecían vibrar con la misma magia que llenaba el aire.

La otra hada, una mujer, era diferente, pero igualmente impresionante. Su cabello, largo y ondulado, era de un tono negro oscuro que parecía beberse la luz, y sus ojos, de un violeta hipnótico, brillaban como si contuvieran galaxias enteras. Sus alas eran de un azul profundo, con vetas negras que se entrelazaban como ramas de un árbol congelado. Llevaba un vestido hecho de tejidos finos y traslúcidos que parecían estar hechos de la misma aurora que danzaba en el cielo, y su piel, pálida como la nieve, brillaba con un resplandor tenue que la hacía parecer irreal. En su mano sostenía un báculo largo, hecho de un material negro azulado, coronado con un cristal que parecía estar vivo, pulsando con una luz interior.

Ambos se detuvieron a unos pasos de Helena, mirándola con una mezcla de curiosidad y desdén. Era como si no estuvieran seguros de si ella era una intrusa, una amenaza o simplemente una criatura insignificante que se había perdido en su reino.

-Mortal... -dijo el hombre, su voz tan fría como el aire que los rodeaba, pero llena de un poder que parecía resonar en los huesos de Helena. -¿Qué te trae a los Dominios del Invierno?

La mujer no habló, pero inclinó la cabeza, estudiando a Helena con una intensidad que resultaba incómoda.

-¿Los Dominios del Invierno? -preguntó, su voz rota pero teñida de incredulidad. Tragó saliva, el movimiento causándole un destello de dolor en su garganta. -No sé… no sé dónde estoy. ¿Qué es este lugar?

Las hadas se miraron entre sí. Fue un intercambio breve, un momento silencioso en el que no necesitaron palabras para comunicarse. Sus miradas lo decían todo: evaluaban a Helena, debatiendo si merecía su atención o si sería más sencillo dejar que el hielo reclamara su vida. La mujer inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera calibrando su respuesta. El hombre, en cambio, mantuvo su expresión impasible, pero sus alas negras se agitaron ligeramente, un gesto que traicionaba su impaciencia.

-Estás en los Dominios del Invierno -respondió finalmente el hada hombre, con una frialdad tan tajante que parecía intentar congelar cualquier réplica de Helena. -Un reino al que ningún mortal debería llegar.

La bruja alzó una ceja, apenas encontrando fuerzas para mantener su mirada en el hada que le hablaba. El mundo a su alrededor se tambaleaba, el agotamiento amenazando con derribarla de nuevo al suelo helado. Pero se obligó a permanecer consciente, aferrándose a ese extraño sentido del humor que parecía emerger en los momentos más inoportunos.

-¿Sois... hadas? -preguntó, su voz entrecortada por un amago de risa que rápidamente se transformó en un ataque de tos.

La pregunta pareció desconcertar a las criaturas, aunque solo por un instante. De nuevo, se miraron entre ellos, como si compartieran un chiste interno. Fue la mujer quien respondió esta vez, su tono no menos helado, pero más curioso.

-Somos de la corte del Invierno. -dijo con un deje de orgullo contenido. -Eso debería bastarte.

Helena no pudo evitar reírse. No fue una carcajada sonora, sino un sonido breve, ronco y extenuado que se perdió en la vastedad del frío que la rodeaba. Aun así, aquella risa, débil como era, logró captar la atención de las hadas, que se quedaron mirándola con cejas fruncidas.

-¿Qué te resulta tan gracioso, mortal? -preguntó el hombre, con una dureza que dejaba claro que no estaba acostumbrado a que alguien se burlara de él. Su mirada era un filo de hielo, capaz de cortar cualquier respuesta insensata.

elena negó con la cabeza, respirando con dificultad mientras trataba de controlar su risa. Cuando finalmente habló, su tono estaba cargado de agotamiento, pero también de una ligera chispa de ironía.

-Es solo que… jamás hubiera creído que las hadas realmente existían. -admitió, encogiéndose de hombros como si estuviera reconociendo algo absurdo. -Pensé que eran solo cuentos para asustar a los niños o para entretener a borrachos.

El silencio que siguió fue tan frío como el viento que la rodeaba. Las alas del hombre se agitaron con una furia contenida, mientras que la mujer ladeó la cabeza, sus ojos violeta brillando con una intensidad peligrosa. Fue ella quien rompió el silencio, su voz teñida de una calma que resultaba más amenazante que cualquier grito.

-¿Cuentos para niños? Qué arrogantes son los mortales, creyendo que solo porque no ven algo, este no existe. Pero luego adoran a una multitud de dioses invisibles.

El hombre entrecerró los ojos, dando un paso al frente. Su espada tintineó suavemente al moverse, y su voz resonó con un filo que hizo eco en el corazón de Helena.

-Somos más antiguos que tus reinos. Más antiguos que tus dioses. Las hadas no existen para satisfacer la curiosidad de los mortales, y mucho menos para ser relegadas a cuentos infantiles.

La bruja alzó las manos en un gesto débil pero pacificador, intentando calmar las tensiones. Tras eso, con mucho esfuerzo, se reincorporó sentada.

-No era mi intención ofender. -dijo, aunque su voz aún llevaba un tono ligeramente burlón. -Es solo que… bueno, no todos los días te encuentras en un lugar como este… hablando con hadas. O siendo juzgada por ellas. Conozco de vuestro poder, de vuestro manejo del éter, si es que las historias que he escuchado toda la vida son ciertas.

La mujer hada inclinó la cabeza nuevamente, sus ojos destellando con un interés que parecía ir más allá del simple orgullo herido.

-Pocas mortales tienen la oportunidad de ver nuestro reino y seguir con vida. -comentó, casi como si estuviera reflexionando consigo misma. -Y aún menos lo hacen estando en un estado tan lamentable como el tuyo...

-Dime, mortal. Si creías que no existíamos, ¿por qué estás aquí? -preguntó, su tono una mezcla de desafío y curiosidad. -¿Qué hiciste para cruzar al reino del Invierno?

Helena bajó la mirada, sus ojos encontrando el reflejo distorsionado de las auroras en la nieve manchada de sangre bajo ella. No estaba segura de cómo responder. ¿Decirles la verdad? ¿Hablarles de la maldición que la había llevado a perder el control? ¿De la furia, la muerte y el caos que había desatado? Todo estaba borroso, sobretodo los detalles, pero a grandes rasgos siempre sabía lo que hacía. Era extraño.

-No lo sé. -respondió finalmente, su voz apenas un susurro. -Yo… no lo sé. Pero si no me queréis aquí, ayudadme a marcharme. -se quedó en silencio un momento. Las hadas no solían hacer favores gratis, al menos eso contaban las historias, por lo que debía pensar algún tipo de intercambio. -¿No ha venido nadie más aparte de mí? Estaba con gente que era peligrosa... -mentira, a medias. -si queréis, puedo ayudaros a expulsarlas, que se vayan de aquí o lo que queráis hacer con ellas. Yo puedo ser una aliada bastante útil, tengo vastos conocimientos arcanos, y manejo el agua a mi antojo.



_________________________________________________________

OFF;

Me va lo místico, mágico y fantástico, por lo que decido aliarme con las hadas y, quien sabe, lo mismo me dejan quedarme en su maravilloso mundo o cruzarlo a mi antojo. Eso puede ser muy ventajoso :eyes: :eyes: . De las cinco hadas que se nos aparecen a Bio y a Meleis, me quedo con dos.

La primera runa que lanzo es por petición de Fehu.

La segunda runa es para el trato con las hadas.
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Tyr Dom 17 Nov - 20:21

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Zelas Hazelmere Lun 18 Nov - 1:49

-Oh no...- diría el rubio para si mismo al ver el panorama desolador que ofrecía Sacrestic, múltiples disturbios, lo que parecía ser un cuartel se encontraba en llamas, parte del muro y la entrada de la puerta del alba estaba derrumbada y en llamas, en otro lugar una marcha de locos iban gritando y convirtiendo a gente, barricadas en lugares aparentemente estratégicos y ¿esa cosa que volaba era un dragón?... ¿Un torbellino de agua?.

"Bueno, igual ya me puedo ir marchando" pensaría contemplando la posibilidad de marcharse mientras seguía siendo un desconocido para todos -Igual aprovecho y me llevo un recuerdo- pensó en voz alta, viendo y considerando que Sacrestic estaba sumido en el caos, nadie notaria si se perdían un par de cosas. Zelas comenzó a moverse sobre los tejados cuando le escucho.

A TODOS. HAY QUE CONVERTIRLOS A TODOS. LA GUARDIA SOLO ES EL PRINCIPIO. ¡LA SANGRE DE CRISTO DEBE EXTENDERSE POR TODO SACRESTIC! escucho claramente, a pesar de que aun tenia un trecho que recorrer antes de verle, el solo escucharle le provoco mala espina, Zelas no había ayudado a eliminar a un psicópata manipulador solo para dejar que apareciera otro que probablemente era igual de malo a tomar su lugar.

Finalmente después de seguir avanzando se quedo sin techos disponibles, con una vista clara al centro de la ciudad lo que vio le repugno, parecían descerebrados que habían sido despojados del libre albedrio probablemente sin saberlo y mientras tanto el maestro de ceremonias de aquella obra se veía embriagado de poder. ¿Cuántas veces había visto esa misma pintura antes?.

Asesinar al sacerdote frente a sus feligreses no era una opción viable, solo lograría meterse en una pelea contra muchos posibles inocentes que saldrían perjudicados y ya había tenido que enfrentarse a grupos numerosos muchas veces en el ultimo tiempo, no tenia muchas ganas de hacerlo otra vez, pero últimamente su vida se había llenado de cosas que no tenia ganas de hacer. Si planeaba realizar aquello, debía hacerlo de tal forma que vieran que no tenían ninguna chance de pelear contra él.

Opcional:

Desde el tejado, Zelas fusiono su llave mágica con la espada y viendo el lugar exacto donde habría de aparecer, corto el espacio-tiempo frente a el(1), acto seguido se impulso ferozmente, dando una brutal estocada al frente, atravesando el portal y saliendo directamente a las espaldas del sacerdote(2), mas de la mitad de la hoja de la espada se vería salir desde el pecho de San Jacobo, al momento tanto el como su cuerpo eran empujados hacia adelante unos metros, Zelas quien se encontraba detrás del sacerdote, uso ambas manos para levantar y agitar su espada con fuerza hacia arriba, enviando el cuerpo del sacerdote por los aires, entonces comenzó a realizar una serie de cortes en su dirección, lo que provoco que múltiples ondas cortantes de éter terminaran por descuartizar al religioso(3), cuando la sangre y los trozos del sacerdote comenzaron a llover, la llave salio disparada de la espada, al momento que Zelas la atrapaba en el aire y la guardaba rápidamente.

En la plaza de Sacrestic los feligreses estaban impactados al ver como el recién llegado terminaba bañándose en la sangre del sacerdote al quien hace solo unos segundos seguían con admiración y leal obediencia. Muchos salieron corriendo horrorizados ante lo visto mientras los pedazos del sacerdote seguian cayendo alrededor, otros en cambio, se habían quedado debido a que sentían un impulso mas fuerte que hacia que obviaran el sentido de supervivencia, el ahora pelirrojo debido al baño de sangre, aprovechando que no seria reconocido del todo por esto tomo la palabra -AQUELLOS QUE ESTAN INDECISOS, DEBEN TOMAR UNA DECISION, PUEDEN MARCHARSE Y BUSCAR UNA FORMA DE LIDIAR CON LO QUE LES ESTA PASANDO, EN CUYO CASO BUSQUEN REFUGIO PARA CUANDO SALGA EL SOL..... O PUEDEN SEGUIR TRATANDO DE ANIMARSE A QUERER DARME UN MORDISCO, EN CUYO CASO PROCEDERE A HACER QUE SE REUNAN CON EL SACERDOTE- gritaría Zelas, causando conmoción en aquellos que se encontraban indecisos.

Uno de los cuales se animaría finalmente y cargaría contra el no-elfo gritando -LA SANGRE DE CRISTO ME...- antes de que pudiera terminar, la cabeza del creyente terminaría despegada de sus hombros y parte de su ropa comenzaría a prenderse fuego al momento de caer.

-Como dije, hare que se reúnan con el sacerdote- diría Zelas quien apenas y se había movido para acabar con el creyente, acto seguido giro la empuñadura de su espada y el arma emitió un sonoro rugido metálico VROOOOM haciendo huir finalmente a todos los indecisos que no querían morir e invitando a quienes creyeran lo suficiente en la sangre del tal cristo a tratar de detenerle.

La multitud ahora mas consiente comenzó a dividirse, algunos guardias y civiles recién convertidos se marcharon, mientras que aquellos mas fieles gritaban y maldecían al pelirrojo, Zelas hizo brotar de su cuerpo una fina capa de éter la cual se expandió, generando un domo a su alrededor(4) -Así se hará entonces- diría para si mismo mientras se lanzaba al ataque.

Los feligreses cargaban con todo lo que tenían a mano, espadas, palos, antorchas, dientes. Mientras que Zelas y su espada avanzaban abatiendo a cuanto creyente se cruzara, esquivando, desviando, cortando y quemando. Aquello era una masacre de un solo lado y cada vez que un grupo parecía tener al espadachín acorralado, este se movía anticipando los ataques.

La plaza al igual que el resto de Sacrestic se llenaba con la sangre de victimas y perpetradores de lo malo que había ocurrido aquella noche, Zelas bañado en sangre que no le pertenecía, se encontraba sumido en un trance mortal en el cual debía matar o de lo contrario seria él quien acabara muerto, no fue hasta que escucho el siseo de la sangre evaporándose en su espada que cayo en la cuenta de que nadie mas le estaba atacando.

El espadachín giro de nuevo la empuñadura de su espada y la hoja que se encontraba al rojo vivo se apago, desactivando la runa de fuego en el arma, al mismo tiempo que hacia desaparecer el campo de éter a su alrededor. Luego de aquello y viendo que no parecía haber alguna amenaza cercana, Zelas tomo asiendo en una banca de piedra mientras escuchaba parte del caos que había a su alrededor, en su mente, se había ganado un breve descanso para recuperar el aire.

"No comprendo del todo lo que acaba de ocurrir... ¿Sera que me he disociado por un momento?" pensó para si mismo, su rostro se encontraba sumido en una mueca de confusión, sabia que en medio de todo lo que había hecho, algo no se sentía bien, sin embargo, aquel no era el momento, ni el lugar para meditar al respecto.

Luego de un breve receso, Zelas, ayudado por breves explosiones de éter(5) volvió a subir hasta un tejado, con algo de suerte, alguno de los otros focos de conflicto se había apagado en el intertanto que él se encargaba de calmar las pasiones de la plaza central.

OFF: Cosas y habilidades usadas.

Resumen:

Habilidades y cosas usadas:

Inventario Zelas:

Inventario Eve:

Azalie: #ff66ff
Eve: #ffcc00


Última edición por Zelas Hazelmere el Lun 18 Nov - 10:41, editado 1 vez (Razón : Un detallito con la llave xD)
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Elian Lun 18 Nov - 18:30

Todos aquí queremos ver un nuevo amanecer. O, bueno, ya me entiendes.

A Elian no le pasó inadvertido el cambio de tono de Aylizz, algo que no podía extrañarle tratándose de “los nuestros”. Él había aprendido, a lo largo de sus viajes, a ampliar el alcance de esa expresión. También, a reducirlo en algunos casos. No porque uno fuera un elfo significaba que era buena gente, por desgracia. Había sido un joven elfo el instigador del caos en la cena de la guardia, después de todo. Aún podía verlo saltar sobre aquel otro hombre como si nada…

En cualquier caso, con Aylizz y su amigo vigilando los alrededores desde los tejados y las barreras que había dispuesto Corlys, el lugar se veía todo lo seguro que podían esperar y Elian se preguntó si sería conveniente regresar a las barricadas del sector norte para asegurarse de que todo seguía en orden. Aunque, de no ser así, ya habrían enviado algún mensajero. Lo mejor sería centrarse en el flanco oeste, el más desprotegido, a juzgar por las palabras de Teufel.

¿Dices que había vampiros de voz en esa zona? —preguntó—. Espero que los guardias sepan cómo enfrentarse a…

Un sonido parecido a una avalancha de rocas, pero a menor escala, interrumpió sus palabras. Elian pensó automáticamente en la torre que había manipulado Corlys en el centro, pero el ruido llegó desde la dirección opuesta.

¿Has dejado otra de tus trampas? —le preguntó.

La respuesta les llegó de manos de Aylizz: el muro de entrada a la ciudad se había derrumbado. No sólo eso, sino que el cuartel general de la guardia estaba en llamas. Las cosas no pintaban nada bien.

Corlys no tardó en comenzar a organizar a la gente para evacuar las viviendas de la zona y presentar resistencia en el lado oeste, mientras que Aylizz había comenzado a reunir un grupo de gente dispuesta a probar suerte intentando abandonar la ciudad, aprovechando el hueco en el muro.

Elian, por su parte, se encontró pensando en los guardias que él y Mellado no habían visto apostados en la muralla, los que habrían ido a reforzar la zona de la puerta. Muchos de ellos tendrían familia y amigos guarecidos en el cerco que él había ayudado a levantar.

Haciendo caso a su conciencia, se desabrochó el cinto de las herramientas y se acercó a Corlys. Él no era un guerrero, no serviría de mucha ayuda en el frente oeste, pero había algo que sí podía hacer.

Ten —le dijo a Corlys y le entregó las herramientas—, haz buen uso de ellas. Yo tengo que ir a ver si puedo hacer algo por la gente que estaba en esa puerta cuando se vino abajo. Tened cuidado —añadió poniendo una mano sobre el hombro de Corlys y otra sobre el de Teufel.

Se tomó un par de latidos para una oración silenciosa y la respuesta no tardó en hacerse ver, al menos, para él. Probablemente, sus compañeros no percibirían el flujo de éter que se extendió a su alrededor desde uno de los colgantes que llevaba al cuello(1). Sintiéndose más confiado, se despidió con una palmada en el hombro a cada uno y una sonrisa tan despreocupada como fue capaz de esgrimir.

Nos veremos pronto.

Dejó que ambos regresaran con sus apresurados preparativos y se volvió hacia el grupo de miradas inciertas que se había ido congregando en un espacio abierto del interior. Algunos, parecían interesados por los planes de Aylizz, otros observaban los preparativos del frente oeste como si quisieran ayudar pero no supieran cómo. A esos se dirigió Elian:

Me dispongo a salir hacia la Puerta del Alba. Quizá ya hayáis oído sobre el derrumbe. Si alguno tiene conocimientos médicos o la fuerza para mover bloques de piedra, me vendría bien su ayuda, pero parece que hay gente luchando en el exterior, por lo que será peligroso. Quien venga conmigo deberá ser capaz de salir corriendo si las cosas se ponen feas.

No es que le entusiasmara la idea de correr, pero siempre era mejor que quedarse para morir.

Mi esposa estaba destinada cerca de la muralla —dijo un hombre bajito al que comenzaba a ensanchársele la frente por encima de las sienes—. Yo voy contigo.

Se oyeron algunas voces más y pronto tuvo un pequeño grupo listo para partir. Antes de hacerlo, se acercó un momento a Aylizz, que había movilizado a un buen puñado de gente.

Deja que nosotros vayamos por delante —le dijo—. Si nos encontramos problemas o vemos que la zona no es segura, os mandaré aviso, ¿de acuerdo? Suerte.

No tuvo sonrisa despreocupada esta vez, las caras de inquietud y desasosiego a su alrededor comenzaban a pesar en su ánimo.

El grupo avanzó deprisa por las calles que Daphne había evacuado con su boca a boca y no tardaron en encontrarse con un panorama desalentador. Alguién había derribado varios de los edificios más cercanos a la puerta, a juzgar por el olor y el humo que aún persistían en el ambiente, para evitar que el fuego del dragón se propagase. ¿De dónde habría salido aquel dragón?

Pero lo peor eran los cuerpos abandonados en los alrededores, la mayoría, con quemaduras de peor o mejor aspecto. En algunos casos, parecía que alguien había comenzado a tratarlos, pero se había marchado a media tarea, por alguna razón. Y, a medida que la calle se aproximaba a la puerta y las garitas de entrada, los cuerpos se mezclaban con bloques de piedra. A veces, solo un brazo o una pierna eran visibles entre los escombros. Una parte de Elian se alegró por sus compañeros. La mayoría de ellos no tendría una imágen tan nítida como la suya para atormentar sus sueños en los próximos días.

Los que tengáis conocimientos de sanación —dijo—, ved si podéis hacer algo por los quemados. El resto, ayudadme con esos bloques, por favor.

Una vez tomada la decisión, había que llevarla a cabo hasta el final. No importaba cuántos cuerpos sin vida encontraran, cuántos gritos llegaran de la batalla al otro lado, cuántos llantos de este lado cuando alguien daba con un rostro conocido o cómo se redujeran las posibilidades de encontrar alguien con vida a medida que pasaba el tiempo. Aún había posibilidades y eso era lo importante.

Espera, amigo, no te muevas —dijo Elian cuando por fin dio con alguien entre los escombros con ganas de seguir dándole largas a la Muerte—. Deja que me ocupe de esa herida.

Y, poniéndo las manos sobre el soldado, invocó la luz sagrada de su pueblo(1). No podía hacer mucho para proteger ese flanco oeste, pero sí podía salvar a este hombre.

Mientras tanto, en los túneles subterráneos, Daphne se vio obligada a dar un rodeo para evitar las zonas más habitadas de la ciudad subterránea, insegura del recibimiento que ofrecerían algunos de sus habituales a la compañía que llevaba consigo. Recordando que había corrido la voz de bloquear las entradas y salidas de los túneles en buena parte del Barrio Gótico, guió a su pequeño grupo hacia el sur este, un poco al norte de la Puerta del Alba pero, esperaba, al sur del cerco que habían programado en la posada lo que parecían semanas atrás.


----------

OFF: Pues le presto a Corlys mi Kit de Carpintería Superior con sus 2 usos aún intactos (todos tuyos, no te cortes) y los bufo un poco a él, Teufel y otras 2 personas aleatorias que estén por allí (una puede ser Aylizz si está cerca en ese momento), porque el 5º objetivo sería yo mismo.

Luego me voy hasta la zona anteriormente conocida como la Puerta del Alba y trato de rescatar a quien pueda. Como me salió un 1 en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], solo saco a una persona viva. Si Mánasvin tuvo mala suerte con su runa, puede asumir que es él el soldado anónimo al que rescato y curo con mi Imposición de Manos. Y, si no está tan grave, pero le gustaría recibir curación igualmente, puede manejar un poco a mi personaje para obtener un brote mágico para que se lo coma. Eso sanaría sus heridas, pero tiene que comérselo en esta ronda o la siguiente o se marchita (es mi habilidad de nivel 2, la incluiré en el off de mi siguiente post si llega a usarse).

En cuanto a Daphne, la intención es que guíe a su pequeño grupo hacia alguna salida en la zona sur del Barrio Gótico, fuera del área cercada, pero lo bastante cerca de las barricadas para llegar hasta allí marchando en dirección opuesta a la que llevará el grupo de Elian.

(1) Uso mi Colgante de Escarcha (antes de que me mande de viaje al mundo de las hadas, como a Helena) para activar la siguiente habilidad mágica de Níniel:

–Nivel 2: Don sagrado: Níniel Elian aumenta las capacidades arquetípicas de el/ los objetivo/s (aumentando la efectividad en el primer caso).

Número máximo de objetivos: 5
Duración: 2 Turnos.
Los objetivos, en este caso, son él mismo, Corlys, Teufel y otras dos personas más que estén por allí.

(2) Uso mi habilidad racial Imposición de manos para sanar al soldado anónimo (o puede que Mánasvin) que rescaté de entre los escombros: Imposición de Manos: [Mágica, 1 uso] Puedo imponer mis manos sobre mí o alguien más y realizar una breve plegaria. La Luz sanará la herida más grave del beneficiado y le otorgará un escudo que absorbe daño moderado por una ronda.

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Seraphine Valaryon Lun 18 Nov - 19:21

El rugido de las llamas y el fragor de la batalla resonaban a lo lejos mientras Seraphine, aún cubierta por las escamas de su forma dracónica, se deslizaba hacia el callejón donde minutos antes había abandonado su humanidad. Los resplandores de los incendios pintaban sombras danzantes sobre las paredes de piedra y los adoquines. Se detuvo al llegar al rincón intacto donde había dejado atrás su forma humana. La soledad del lugar, en contraste con el caos que se desataba a su alrededor, ofrecía un instante de calma, pero también de vulnerabilidad.

"No puedo mantener esta forma por más tiempo..." pensó, mientras un temblor recorrió su cuerpo al tomar la decisión de volver a lo que realmente era: una mujer, no una bestia.

Con un suspiro profundo, Seraphine cerró los ojos y permitió que su forma dracónica se desvaneciera. Las escamas incandescentes comenzaron a replegarse en su piel mientras su tamaño disminuía rápidamente. Las alas que habían surcado el cielo se desintegraron en ceniza, y pronto quedó de pie en el callejón, completamente desnuda bajo la pálida luz de las llamas. La piel humana volvió a cubrir su cuerpo, pero con ella llegó también la fragilidad y la consciencia de su desprotección.

Instintivamente, se arrodilló entre los restos de tela quemada y desgarrada que habían quedado tras su transformación inicial. Entre esos retales, seleccionó las piezas más grandes y resistentes, desechando las que estaban irreparables. Sus dedos, habilidosos gracias a años de práctica en tareas precisas como el mantenimiento de su equipo, trabajaron rápidamente. Con nudos simples y un cuidado improvisado, fabricó una pieza básica que cubriera sus senos y otra para la cintura, logrando una especie de ropa interior rudimentaria que, aunque lejos de ser cómoda o estética, cumplía su propósito de preservar algo de dignidad.

Cuando terminó, se puso de pie y observó a su alrededor, con los ojos entrecerrados por el humo y el polvo que aún flotaban en el aire. No muy lejos del lugar donde había estado su ropa, debería estar su cimitarra. Pero al buscar entre los escombros y las sombras, no encontró rastro de ella. Su ceño se frunció.

"Debe estar aquí. Siempre cuido de ella... ¿Por qué no está?"

Se agachó nuevamente, removiendo entre los restos con más determinación. Su mente trataba de recordar dónde exactamente la había dejado antes de transformarse. Pero todo era un caos borroso. Había reaccionado instintivamente, dejando atrás lo innecesario para sobrevivir al momento.

Sin hallar su arma, Seraphine se levantó y miró hacia las casas cercanas, algunas de las cuales parecían aún habitadas a pesar del caos que reinaba en las calles. El miedo podía mantener a la gente oculta, pero eso no significaba que no estuvieran observando. Se acercó con pasos decididos a una de las puertas, tocando con suavidad pero con firmeza, consciente de su aspecto vulnerable y de que necesitaba respuestas.

Una ventana al segundo piso se abrió ligeramente. Una anciana asomó su rostro arrugado y, tras examinarla por un momento, habló con voz temblorosa —¿Qué quieres, forastera? Aquí no tenemos nada que ofrecer.

Seraphine inclinó la cabeza, intentando transmitir calma.– No busco nada más que información. Había dejado una cimitarra aquí, pero no la encuentro. ¿Acaso alguien la tomó? – preguntó, manteniendo su tono sereno pero con un toque de urgencia.

La mujer observó a Seraphine por un instante, como evaluando si debía confiar en ella. Finalmente, asintió despacio. —Sí, recuerdo haber visto a alguien. Un guardia de la ciudad pasó por aquí hace poco. La tomó… Parecía que no quería dejar nada de valor atrás.

Los ojos de Seraphine brillaron con un destello de determinación.– ¿Sabes a dónde fue?

Dijo que iba al barrio gótico —respondió la anciana, antes de añadir con una advertencia—. Pero te aconsejo que no vayas. Ese lugar no es seguro ahora.

Seraphine le dedicó una leve inclinación de cabeza en señal de agradecimiento.– Gracias por tu ayuda.

Se alejó del lugar, consciente de que encontrar su cimitarra sería crucial para recuperar su equilibrio en la batalla. La improvisada prenda que llevaba puesta era suficiente para no atraer miradas innecesarias, pero su mente estaba fija en un solo objetivo: recuperar su arma, la extensión de su voluntad y de su vínculo con el fuego. Las llamas que todavía ardían en la distancia parecían llamarla, y ella no pensaba ignorarlas.

Mientras avanzaba hacia el centro de la ciudad, los ecos de la batalla resonaban a su alrededor, entremezclados con el inquietante silencio que envolvía las calles más cercanas. El aire estaba cargado de humo, sangre y cenizas, y Seraphine se movía con cuidado, alerta ante cualquier peligro. Fue entonces cuando algo en el suelo llamó su atención y la hizo detenerse de golpe.

Frente a ella yacía el cuerpo de una guardia, una mujer cuyo rostro mostraba una mezcla de terror y desesperación. La vaina de su cimitarra descansaba aún en su mano, como si hubiera intentado defenderse hasta el último momento. Sin embargo, lo que realmente capturó la atención de Seraphine fue la herida en su cuello: un corte profundo y limpio que había dejado el cuerpo desangrado.

Seraphine frunció el ceño, agachándose junto al cadáver. No era un ataque común; la precisión del corte indicaba que había sido hecho con intención y experiencia. "¿Quién pudo haber hecho esto? Un saqueador... o algo más peligroso", pensó mientras examinaba el cuerpo. Cerca de la herida, las manchas de sangre aún parecían frescas, y al mirar más de cerca, notó un rastro: pequeñas huellas ensangrentadas que se alejaban del lugar en dirección al centro de la ciudad.

Aunque la escena era inquietante, Seraphine no podía detenerse demasiado tiempo. Su prioridad era sobrevivir y recuperar lo que le pertenecía. Desvió la mirada hacia las prendas y el equipo de la guardia, consciente de que necesitaba mejorar su protección si quería tener alguna oportunidad de avanzar.

Con movimientos decididos, comenzó a despojar el cadáver de las piezas de armadura que aún podían servirle. Primero retiró las hombreras, ajustándolas con firmeza a sus propios hombros. Luego, con algo de esfuerzo, sacó las muñequeras de cuero reforzado y se las colocó. La pechera fue un desafío mayor, pero finalmente logró ponérsela, agradeciendo la sensación de seguridad que ofrecía. Las botas, aunque un poco grandes, eran mucho mejores que caminar descalza. Por último, tomó la falda de cuero endurecido que cubría las piernas de la guardia, terminando de armarse con las piezas improvisadas.

Mientras ajustaba las últimas partes de la armadura, su mirada se posó en el cuchillo que descansaba en el cinturón del cadáver. Era un arma sencilla, pero bien hecha, y en su situación cualquier herramienta podía marcar la diferencia. Lo tomó con cuidado, comprobando su filo antes de guardarlo en la improvisada funda que llevaba en la cintura.

Una vez equipada, recogió la vaina de su cimitarra. Estaba vacía. Una chispa de frustración brilló en sus ojos. "¿Quién se llevó mi espada? Y, más importante, ¿por qué?" Se enderezó, su mirada ahora fija en el rastro de sangre que llevaba hacia el corazón de la ciudad. Había demasiadas preguntas, y ninguna respuesta.

Dándose una última mirada para asegurarse de que las piezas de armadura estaban bien ajustadas, Seraphine dejó atrás el cadáver y empezó a seguir las huellas ensangrentadas. Cada paso que daba la acercaba más a la incertidumbre, pero también a la verdad. Y en medio del caos, una cosa era segura: no se detendría hasta recuperar su cimitarra y enfrentar al responsable de este acto.

Seraphine avanzó con cautela por las desoladas calles, manteniéndose oculta entre las sombras proyectadas por los edificios en ruinas. Su respiración era controlada, cada paso era deliberado, apenas audible incluso en aquel silencio roto solo por los lejanos ecos de combate. Su instinto de supervivencia y su entrenamiento le permitían moverse con una gracia casi sobrenatural, una sombra más en el caos de la ciudad.

Las huellas ensangrentadas que seguía la llevaron a un callejón estrecho y oscuro, iluminado únicamente por el tenue resplandor de las llamas en la distancia. Allí, en el centro del camino, un ser alto y encorvado sostenía su cimitarra. La hoja captaba el reflejo de la luz con un destello ominoso, como si el arma estuviera disfrutando de las manos que la sostenían.

La figura no parecía humana; sus movimientos eran torpes y extraños, como si no estuviera acostumbrada a la estructura de su propio cuerpo. Su respiración era pesada, acompañada de un extraño gorgoteo que hizo que Seraphine se estremeciera. "Ahí está... mi cimitarra. No importa lo que seas, esa espada me pertenece."

Sin hacer el menor ruido, se agachó detrás de un barril parcialmente quemado y desenvainó el cuchillo que había tomado del cadáver de la guardia. Lo sostuvo entre sus dedos, observándolo por un momento. No era su arma preferida, pero serviría. Cerró los ojos un instante, concentrándose en su vínculo con el fuego. Una llama diminuta pero intensa brotó del filo, envolviendo el cuchillo con un brillo cálido y mortífero. [1]

Con precisión calculada, Seraphine se incorporó levemente, su brazo tensándose al apuntar hacia la figura. Era un lanzamiento que no podía fallar. "Es hora."

El cuchillo ardiente cortó el aire como un relámpago, dirigiéndose directamente al objetivo. Cuando impactó, un chasquido seco resonó en el callejón seguido de un rugido de dolor. Las llamas se extendieron rápidamente por el cuerpo de la criatura, que soltó un alarido desgarrador antes de comenzar a correr, envuelto en un caos de fuego y sombras.

En su huida desesperada, el ser dejó caer la cimitarra, que resonó metálicamente contra las piedras del suelo. Seraphine no esperó. Salió de su escondite con agilidad, ignorando al ser que seguía quemándose mientras desaparecía en la distancia.

Se arrodilló junto a la cimitarra, envolviendo la empuñadura con sus manos. El peso familiar, el diseño elegante y el filo perfectamente equilibrado eran un recordatorio de su propósito, de quién era. Por un momento, cerró los ojos, dejando que el sentimiento de triunfo la inundara. "Mi arma... mi vínculo. Esto es lo que soy."

Incorporándose con la espada firmemente en su mano, Seraphine giró la hoja en un movimiento fluido, comprobando su estado. A pesar de haber sido empuñada por otra persona, estaba intacta, como si la cimitarra también supiera a quién pertenecía realmente. Ahora que había recuperado su arma, sentía que una parte de sí misma volvía a estar completa.

Apretando los labios, lanzó una última mirada al rastro de sangre que la criatura había dejado atrás antes de desaparecer. Sabía que no había terminado; algo más oscuro acechaba en las sombras de la ciudad. Pero ahora estaba lista para enfrentarlo, cimitarra en mano, con el fuego de su vínculo ardiendo en su interior.

Con la cimitarra firmemente en su mano, Seraphine avanzaba por el centro de la ciudad. Las estrechas calles de la ciudad parecían volverse más opresivas con cada paso, como si la misma arquitectura conspirara para asfixiar a cualquiera que se atreviera a cruzarlas. El aire olía a cenizas y sangre, impregnado del eco distante de gritos y el golpeteo metálico de espadas en combate.

Cada esquina que giraba estaba marcada por los restos del conflicto: puertas astilladas, ventanas hechas añicos, e incluso manchas de sangre que se mezclaban con el polvo del adoquinado. Pero algo más llamaba su atención: las huellas que había seguido hasta ahora eran cada vez más numerosas y desordenadas. Era una clara señal de que estaban cerca.

A pesar de la destrucción circundante, el lugar emanaba una serena majestuosidad, como si cada piedra contuviera ecos de grandeza pasada. Pero ese momento de contemplación fue interrumpido por un sonido que hizo que los sentidos de Seraphine se aguzaran: un golpeteo profundo, constante. No era un ruido errático ni de combate, sino una marcha uniforme y amenazante que resonaba entre los muros de piedra.

Seraphine se detuvo y aferró la empuñadura de su cimitarra con más fuerza. La presencia de los seguidores de Jacobo se hace más palpable, y en la distancia, en lo alto, puede escuchar su voz retumbando, clara y audaz, por encima del caos. La gente se agolpa a su alrededor, destrozando todo a su paso, y las risas frenéticas y los cánticos llenan el aire. La voz de Jacobo, o San Jacobo como se hacía llamar, era imponente, llena de fervor.

A TODOS. HAY QUE CONVERTIRLOS A TODOS. LA GUARDIA SOLO ES EL PRINCIPIO. ¡LA SANGRE DE CRISTO DEBE EXTENDERSE POR TODO SACRESTIC!

El eco de su orden llega hasta Seraphine, una llamada que parece envolver todo el centro de la ciudad en un manto de locura. Ella aprieta los dientes, una determinación feroz surgiendo en su interior. Esto no puede seguir así. Sacrestic necesita resistir, y ella está decidida a ser parte de esa resistencia.

"Es hora de actuar."

En silencio, se mueve con cautela, casi como una sombra, su cuerpo entrenado para desaparecer en las sombras del caos. Ve dos seguidores de Jacobo a lo lejos, hablando entre ellos mientras caminan por una de las calles principales. Con los pasos firmes, pero discretos, Seraphine se acerca, moviéndose entre los edificios derruidos. Su respiración es pausada, controlada.

El primero de los seguidores pasa cerca de un muro de escombros, distraído por la confusión de los alrededores. Seraphine aprovecha el momento, agachándose, desenvainando su cimitarra con rapidez. Un movimiento fluido, preciso, y la espada corta el aire, alcanzando al hombre en su costado con un golpe mortal. La sangre brota con violencia, y el seguidor cae al suelo sin poder emitir ni un grito.

El segundo, al escuchar el ruido, se vuelve hacia ella, pero es demasiado tarde. Seraphine ya se ha movido, deslizándose hacia él con una agilidad felina. Un rápido golpe con la empuñadura de la cimitarra lo desarma antes de que pueda reaccionar, y con un giro preciso, la hoja se hunde en su abdomen. El hombre gime, cayendo hacia atrás, su cuerpo inerte en el suelo de piedra.

La batalla es rápida, efectiva. Seraphine se toma un momento para observar a los caídos, su corazón acelerado, pero su mente clara.

Con un último vistazo a los cadáveres, Seraphine avanza, más decidida que nunca. Los seguidores de Jacobo no deben ganar terreno, no mientras ella esté en pie. Mientras se mueve hacia el origen de los gritos, el retumbar de los pasos de más enemigos se hace cada vez más cercano, y Seraphine sabe que su camino la llevará hasta ellos. Están a punto de enfrentarse, pero ella no se detendrá. Ya no.


Off:

Habilidad utilizada:

Resumen:

Outfit (?):

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Cohen Mar 19 Nov - 0:49

PRESENCIA DE 2 COHENS EN EL POST:



El fuerte estruendo llegó hasta Cohen, que corría por las calles del Barrio Dorado, desviándose para llegar de nuevo a la Puerta del Alba, tras el ataque que había efectuado a esa panda de machotes.

Para su satisfacción, al llegar de nuevo allí, vio que la muralla estaba completamente destruida y que los soldados humanos de la Guardia que hasta unos instantes habían estado sobre los muros habían sido víctimas de aquel extraño fuego que se había extendido a los dos lados de la muralla. Bien.

Los gritos de los soldados de la Guardia atrapados entre los escombros eran música para sus oídos. Algunos heridos sobresalían entre las piedras y pedían ayuda, aunque él no estaba dispuesto a dársela. Ojalá todos muriesen allí. Si se hubieran limitado a permanecer en su ciudad, esto no les habría pasado.

Buscó a Peter con la mirada, que le hacía señas desde la distancia y Cohen respiró aliviado al ver que se encontraba bien. Lo había dejado cerca de las murallas aunque creía que no era tan insensato cómo para acercarse..

Al instante, Betis llegó corriendo hasta él, saltando rápidamente sobre sus piernas, con toda su energía, posando sus patas delanteras en los muslos del vampiro, buscando un poco de mimo. Tras una leve caricia, caminó hacia Peter, con quién se encontró en la mitad de la plazuela que daba entrada a la ciudad.

Al otro lado de los escombros de la Puerta del Alba, se escuchaba el sonido de la lucha y ambos estaban dispuestos a ser los refuerzos de sus aliados bestiales que habían acudido allí para ayudarles.

―Ahora o nunca.

Cohen asintió, mientras metía una mano en su bolsa. Sacó tres objetos de la misma, cediéndole uno a Peter [1].

―Úntala en tu espada y vámonos. Hay muchos cabrones que matar.

Dejando atrás a su amante, el vampiro corrió hacia los exteriores, consiguiendo subirse sin problemas a los escombros de la muralla.

En lo más alto, encontró a un soldado herido. Había conseguido salir entre los escombros. Sin embargo, una afilada piedra le había ocasionado una herida grave en el vientre y sangraba moderadamente.

―Ayuda― le pidió el soldado, encontrando sólo una sonrisa cruel como respuesta.

Cohen se limitó a pisar la afilada piedra clavada en su vientre, hincándola más en la carne del herido, agrietando aún más su cuerpo y presionó hasta que la sangre le brotó de la boca y vio sus ojos apagarse.

Satisfecho y con la única pena de haberse manchado sus zapatos de la sangre de aquel maldito hijo de puta, saltó hacia el otro lado de los escombros, con la intención de unirse a los bestiales.

Con Betis a su lado, comenzó a correr, en dirección a los vampiros que se aproximaban, que eran numerosos. Hombres y mujeres de Oneca, tras los cuales se podían ver más soldados de la maldita Guardia, que les atacaban por detrás.

Aquello colapsó la mente del vampiro durante unos segundos. Tenía frente a él a los dos bandos de sus enemigos, bandos enemistados igualmente entre sí. Cohen se replanteó cómo hacer para incrementar las posibilidades de que ambas fuerzas enemigas se extinguieran la una a la otra.


“Si las dos ratas se asesinan entre sí, se acaba la epidemia.”


Sólo había una solución. Convencer a los vampiros de Oneca de que debían atacar sólo a la Guardia. O al menos, en primer orden. Así, conservaría la vida de los bestiales que habían acudido allí, desde el Templo de los Monos, D’Orlind Ûr y Mur’ko. Proteger a los que habían demostrado ser los mejores y más valiosos aliados era del todo imprescindible para él.

Viendo que el campo de batalla era demasiado para su influencia, optó por posicionarse en la mitad derecha del mismo y avanzó a paso veloz en dirección a los partidarios de Oneca.


_______________________________

Isabella cargaba con el primer cubo de agua en dirección al incendio. La Rosanera aún estaba lejana al fuego, pero temía que éste se expandiera en su dirección, por lo que debía extinguirlo cuánto antes.


“Si salgo viva de esta, le tendré que decir a Cohen que me haga un maldito cortafuegos alrededor del rosal”


Vertió rápidamente el cubo sobre una de las ardientes plantas. Tras emitir un maloliente humo, parecía dejar de arder tras haber quedado casi completamente calcinada.

Pero las llamas continuaban avivándose y la chiquilla comprobó que, aunque los cubos de agua eran eficaces, el fuego se propagaba mucho más rápidamente de lo deseado, por lo que era una labor demasiado ardua para una persona.

A causa del humo y de su insuficiencia respiratoria, Isabella pronto comenzó a respirar con dificultad, haciendo que su rostro se volviera ligeramente azulado.

Frustrada, tras cinco cubos de agua con los que apenas había logrado gran cosa, se dio cuenta de que era inevitable que una parte del Jardín Botánico ardiera.

El incendio, que se dirigía hacia la antigua casa de su padre, aquella de la que se había apropiado él mismo gracias a la Guardia a la llegada a esa ciudad, haría arder su vivienda en breve. Pero al menos, el incendio se alejaba de la parte central del jardín.

Sólo tenía que evitar que el fuego se propagara al resto del jardín. Un ancho camino de gravilla separaba la parte que ardía de la principal, salvo por un extremo, dónde estaban conectadas. Si conseguía que el incendio no pasara de aquel punto…

Con dos nuevos cubos de agua extraídos del pozo, ligeramente mareada y con el aliento que parecía querer escapar de sus labios, casi choca contra una figura femenina que apareció de nuevo entre el humo.

―¡Ayúda… me o quí…tate de mi camino! ―dijo, asfixiada y cansada, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.


_______________________________

Peter atravesó la pila de escombros con el corazón encogido. Escuchaba algunos lamentos y gritos debajo de las piedras. Alaridos de dolor. Aún así, atravesó la pila de piedras sin detenerse, resistiendo su voz interior. Había formado una alianza con los bestiales, con quién tenía ahora un verdadero compromiso. La Guardia le había abandonado tiempo atrás y aunque lamentaba profundamente el destino de aquellos hombres, no era momento para una labor humanitaria. No ahora.

Mientras veía a Cohen y Betis dirigirse hacia la derecha, Peter acudió hacia la izquierda. La hoja de su espada brillaba tras haberle untado el veneno.

Al llegar hasta la lucha, no dudó en clavar su arma en la espalda de un vampiro que estaba a punto de atacar por la espalda a uno de los monos del templo. El bestial miró hacia él sorprendido y le reconoció, pero volvió a la batalla rápidamente.

―Parecen muchos, pero sin duda, sois mejores. No dejéis que el miedo o el dolor pueda con vuestra esperanza. ¡Ganaremos, joder! ¡Con fuerza! [2]

Su grito llamó la atención de un par de hombres que se dirigieron a él con sus armas en alto con caras de pocas amistades. Logró esquivar rápidamente uno de los ataques y realizó un fuerte tajo en el costado de uno de ellos [3]. El veneno entró rápidamente en contacto con su sangre, por lo que pronto comenzaría a sentirse mareado y confuso. Por lo que lo mantuvo a distancia mientras cargaba contra el otro, que terminó muriendo atravesado por una flecha lanzada desde las alturas por uno de los miembros alados de la comitiva de D’Orlind Ûr.

Corrió hacia un nuevo objetivo, cargando duramente contra él. Se trataba de un hombre alto y fuerte, que había terminado con la vida de uno de los Guardias, que se aproximaban por su lateral para unirse a la batalla. Los alrededores de su boca estaban repletos de la sangre del enemigo.

El hombre era una auténtica mole y se escondía tras un fuerte escudo. Cargó con intensidad contra él, pero cada golpe chocaba contra la madera, sin llegar a tocar su cuerpo. Tras esquivar un contraataque que casi le golpea, Peter aumentó la presión contra el mismo con clara intención de abrumarle. [4]


_______________________________

Nikolas Cohen avanzaba por aquel oscuro túnel subterráneo siguiendo los pasos de Sasha. Había colocado a un joven de su confianza a seguir los pasos del líder del Ojo Carmesí, que tras mostrar su indecisión en aquel conflicto durante muchos días, finalmente se había posicionado con la odiosa Amanda Bradbury.

Que el Líder del Ojo Carmesí resultase un jodido moderado no estaba en sus planes. Y aunque arriba, en la cruenta batalla, todos miraban por sus intereses, Nikolas Cohen miraba por los propios en los subsuelos.

Sasha había resultado ser un gran líder del Ojo Carmesí. Todos le adoraban. Había logrado que su mandato se prolongara demasiado tiempo y se había puesto muy cómodo en su trono de poder. Quizás demasiado confiado...

Llegado el conflicto, había logrado que los miembros del Ojo tuvieran libertad de afiliarse en el bando que ellos desearan, aún a sabiendas de que la influencia de las 12 familias era importante en el corazón de la Sociedad.

Sasha estaba dificultando los planes de Oneca y se interponía en los suyos. Por lo que Sasha debía desaparecer. ¿Y qué mejor noche que aquella?

Vestido con su capa de invisibilidad, siguió los pasos de Sasha por aquel túnel. Nikolas desconocía la razón que había llevado a Sasha hasta allí.

Tras torcer a la derecha en una esquina, vio como el hombre estaba paralizado frente a una puerta cerrada. Su mano derecha se introducía en el interior de su bolsa, buscando quizás la llave de la puerta en ella.

Caminando sigilosamente con las botas silenciosas, se acercó a su objetivo, emitiendo un fuerte grito. Los efectos de la magia de la voz llegaron hasta Sasha, que cayó inconsciente al suelo, mientras sus oídos comenzaban a sangrar.

Sin esperar, clavó su daga en la frente del hombre, haciendo que la hoja se incrustara en su cerebro. Luego, escupió sobre el cadáver, sabiendo que no volvería a abrir los ojos.

Con su objetivo cumplido, debía volver atrás, a la superficie. Pero las llaves que habían caído al suelo tras su grito, las llaves que abrían aquella puerta, parecían llamar su atención en susurros.

Aceptando su naturaleza curiosa, Nikolas se agachó a recogerlas y comenzó a probarlas en la cerradura. La tercera logró abrir la puerta, dando paso a un pasillo estrecho, de escaleras descendientes.

Tras cerrar la puerta tras de sí, continuó su rumbo en la oscuridad hasta que llegó a una sala. Allí, quedó maravillado con lo que encontró. Sacrestic Ville siempre estaba llena de secretos.


_______________________________

Mientras tanto, Cohen, su copia, corría en dirección a los vampiros radicales. Algunos de ellos atacaban a los bestiales. En cambio, otros se dirigían hacia los soldados que se unían a la lucha.

Abriéndose paso entre los luchadores, mientras disfrutaba del sabor de aquella sangre revitalizadora en su boca para recuperar fuerzas, comenzó a gritar: [5]

―¡Oneca quiere que ataquéis a los soldados de Lunargenta y dejéis en paz a los bestiales! Ellos son el auténtico enemigo. Decidlo a todos. ¡Que ataquen a la Guardia! ¡Atacad a la Guardia! ¡Oneca quiere que ataquéis a la Guardia! [6]

Tras hacerse oír por un par de individuos, la voz comenzó a correrse, por lo que muchos de los vampiros de aquel flanco obviaron a los bestiales de la zona para dirigirse a atacar exclusivamente a los soldados de la Guardia. Sólo bastaba influir en unas cuantas ovejas para influir en medio rebaño... Sin embargo, algunos decidieron no obedecer esta orden, ya que la influencia de Cohen no podía extenderse a todos…

―Apartaos de mí, bestiales… no quiero haceros daño.

Cohen cerró los ojos y se permitió sentir su maldición. Sintió cómo la oscuridad de su magia le cubría. Sus uñas comenzaron a oscurecerse hasta terminar negras, al igual que sus ojos, que al volver a abrirse, eran completamente negros, siendo indistinguible la pupila, el iris y la esclerótica. Sus ojos eran un pozo de oscuridad. Su lengua, completamente negra, hacía sobresalir más a sus afilados colmillos. Si algún brujo o elfo estuviera allí, podría ver su aura siniestra alrededor. Su maldición había quedado desatada [7]

Corrió veloz hacia adelante, sin distinguir enemigos. Soltó un fuerte grito de tormento, afectando por igual a soldados que a vampiros, que se llevaron las manos a la cabeza por el dolor provocado, comenzando a moverse con movimientos torpes, contemplando con terror cómo aquel hombre sombrío les acechaba. [8]

Tomó la espada del soldado y comenzó a hundirla en su cuerpo, sin ningún tipo de piedad. Luego, se volvió para atacar con ella al vampiro con el que éste había estado luchando, acabando de golpe con las dos miserables vidas. Una tercera persona, una mujer de la Guardia, se había visto igualmente afectada y rebanó su cabeza mientras intentaba huir gateando del lugar con torpes movimientos, visiblemente mareada, haciendo que su testa rodara unos metros colina abajo.

Al ver que un grupo de vampiros se acercaban a los bestiales, buscó a Betis y tras emitir un fuerte rugido animal, la pantera comenzó a correr hacia el objetivo marcado, saltando a traición sobre su espalda, llevando sus afilados colmillos al cuello del hombre. [9]

Viendo cómo un grupo de la Guardia se acercaba hacia él tomándole por un radical de Oneca, rió de forma tenebroso, causando terror en ellos, a la vez que accionaba el segundo objeto que había sacado de la bolsa, preparado para la ocasión.

Lanzó el explosivo hacia ellos, haciendo que la detonación les cayera encima. Las vísceras de un par de ellos se expandieron por el suelo, aunque la mayoría no resultaron heridos, parecían desorientados por los efectos de la onda expansiva. Mientras Cohen avanzaba hacia ellos, los menos damnificados por la explosión, corrieron en dirección a los campos. [10]

Mientras rebanaba un par de cabezas más entre los aturdidos, dejó con vida al último. Le sonrió, mostrándole sus afilados colmillos y su boca oscura, aferrando sus dedos de oscuras uñas al cuerpo del joven soldado.

―Mi nombre es Cohen, enemigo de la Guardia. Voy a dejarte con vida, porque quiero que hagas lo siguiente: quiero que huyas y que vuelvas a tu mierda de ciudad. Quiero que informes a los Altos Cargos de la Guardia de que yo, Nikolas Cohen, he manipulado a un dragón para que queme a vuestros soldados, que he cometido atentados contra ellos, diles que un vamparicón ha terminado con las miserables vidas de decenas de vuestros honorables machos… diles que les mando saludos y que les ordeno que no vuelvan a aparecer en esta ciudad... diles que si lo hacen, sabrán lo que es el terror porque yo mismo me encargaré de mostrárselo...

Mientras el olor de la orina llegaba hasta él, el joven asentía y en cuánto quedó libre del agarre del vampiro, comenzó la huida para no aparecer por Sacrestic Ville nunca más.

Tras aquellas palabras, volvió la vista hacia la lucha principal que sucedía a unos metros de él. Vampiros radicales y soldados humanos se exterminaban entre sí.


_______________________________

[1] Cohen le pasa a Peter: Toque de Sopor (Veneno) (1 uso): Gel amarillento que, al aplicarse en un arma, permite que envenene al herir. El afectado sentirá un intenso calor que le hará comenzar a marearse. Mientras más persista combatiendo, más mareado se sentirá, hasta caer inconsciente. Dura 10 minutos en el arma. Peter lo aplica a su espada.

[2] Peter usa su habilidad Grito de Batalla [1 uso de 2 turnos]: Durante un enfrentamiento, Peter lanza un grito de ánimo a los miembros de su bando, que les motiva para que ataquen con una mayor fiereza y esperanzas. Primer Turno.

[3]Peter usa su habilidad Desgarro : Peter lanza un fuerte tajo contra un enemigo, causando un profundo corte. Primer Uso.

[4] Peter usa su habilidad Carga [1 uso de 2 turnos]:
En el primer turno, Peter carga con su arma de forma enérgica contra el objetivo, abrumándolo. En el segundo turno, a causa de la presión ejercida, el objetivo tiene dificultades para mantener la concentración y sus movimientos resultan más torpes.
Primer Turno.

[5] Cohen consume Sangre de cordero macho de primera: [Cosumible] De sabor un tanto fuerte, pero si es un vampiro quien la bebe, le permitirá recuperar un uso de una habilidad hasta nivel 4. Recupero el uso de mi habilidad usada a continuación...

[6] Cohen usa su habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.

[7] Cohen da rienda suelta a su Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]:
Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer Uso, Primer Turno.

[8]Cohen usa su habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]:
Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor. Primer Uso.

[9]Cohen usa su habilidad La Voz de las Bestias [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen emite un fuerte rugido gutural que capta la atención de los animales de su entorno, que atacarán al objetivo al que Cohen ha dirigido el rugido. Primer Turno de Uso Único.

[10]Cohen usa Bomba De Presión [Artilugio, Limitado, 1 Uso] Bomba que, al ser arrojada, estalla, generando una onda expansiva de 2 metros de radio. Los afectados sufrirán un impacto que los aturdirá por 1 segundo y sobrecargará su oído por otros 10 segundos, entorpeciéndoles. La onda expansiva es capaz de afectar los tímpanos y desgarrar tejidos blandos.

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 3 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Lukas Miér 20 Nov - 5:53

El Vampiro ContraatacaEvento Sacrestic
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Si no lo veía no lo creía, el vampiro enemigo había sido asesinado brutalmente por un cerdo demoniaco que atacaba con dientes y pezuñas el cuerpo sin vida, Lukas trato de acercarse al cochinillo para calmarlo, pero este se lanzó con fuerza sobre la tortuga mordiendo fuertemente su mano.

-Suéltame maldito jamón – dijo la tortuga sacudiéndose y lanzando al cerdo lejos, este empezó a correr perdiéndose entre los edificios, seguramente en búsqueda de nuevas presas a quienes destruir. –Tengo más de cien años y es la primera vez que un cerdo me ataca – dijo Lukas volteándose al grupo, hizo una reverencia al chico de claros cabellos y a las tres mujeres que lo acompañaban. –Mi nombre es Lukas, es un gusto conocerles a todos – dijo mirando la noche, necesitaba encontrar a Felurian y a Cohen, pero no tenía idea de donde estaba el segundo, la primera esperaba que estuviera en el jardín botánico y, con algo de suerte, acompañada de su amigo vampiro. –Por casualidad ¿alguno de ustedes sabe dónde está el jardín botánico de Sacrestic Ville? Mi amigo me dijo que pasaba mucho tiempo ahí por lo que hace un rato cuando me separe de mi compañera le dije que buscara dicho jardín… pero la verdad no tengo la más mínima idea de donde estará – Lukas se sintió avergonzado, no sabía si realmente Felurian habría podido llegar a su destino.

-Alto ahí todos ustedes – exclamo un miembro de la Guardia quien corría en su dirección, cuatro hombres más estaban corriendo detrás del que había gritado en dirección al grupo. –En mi humilde opinión la Guardia nunca ha dado más que problemas a donde quiera que van...– dijo la tortuga corriendo y embistiendo al sujeto que había gritado y mandándolo a volar donde los otros cuatro tipos, por lo que Cohen le había explicado cuando estaban en Mur’ko la Guardia eran enemigos de su persona, por ende, no confiaría en ellos.

-Alto en nombre de la Guardia – exclamaron más soldados viniendo de otra de las calles, este era un grupo más numeroso, pero se encontraron frente a frente con un grupo de vampiros furiosos y hambrientos quienes empezaron a pelear contra ellos. – Yo creo que deberíamos huir, dejemos que se maten entre ellos mientras escapamos – dijo la tortuga mirando al grupo, todos asintieron y empezaron a correr.

***

Las llamas poco a poco se hacían más grandes, Felurian trataba de apagarlas echando tierra y usando su propia ropa para tratar de sofocar el fuego, pero sentía que por cada llama que apagaba salían dos más en otro lugar.

-Necesito agua – dijo corriendo por el jardín, en algún lugar debía haber agua para regar las plantas y usaría esta para apagar el fuego que lentamente se acercaba a una pequeña casa que había en ese lugar. Felurian corrió y se topó con una chica que tenía dos cubos de agua, se veía en mal estado y con lágrimas en los ojos, la pelirroja le quito uno de los cubos y corrió a lanzarlo al fuego.

-Mi nombre es Felurian, vengo a ayudar, por favor dime que tienes más cubos para extraer agua – dijo viendo todo el panorama, necesitaban cortar el paso del fuego y en vista que la pelirroja se sentía culpable, pues el incendio empezó por enemigos que la perseguían a ella, corrió hasta la zona que debían apagar tratando de ahogar el fuego con su capa. –Trae el agua aquí, apaguemos este foco para enfocarnos en los demás – dijo peleando contra el fuego.

***


El grupo corría mientras se oían gritos salvajes por todas direcciones, definitivamente Sacrestic era una zona de guerra con múltiples focos de conflictos en este momento, Lukas recordó como su amigo Cohen le había hablado de que las cosas estaban mal, pero no esperaba que estuvieran tan mal como las veía en esta fría noche.

-Necesitamos un lugar para refugiarnos – diría una de las chicas, Lukas pensó en que no conocía ningún lugar en esa ciudad… a excepción de cierta mansión de cierto Barón pervertido donde cierto cuadro deshonroso adornaba la sala, la tortuga medito un segundo antes de suspirar.

-Conozco un lugar, desearía no volver a ese sitio la verdad, pero es un buen lugar para poder reagruparnos y trazar un plan – dijo la tortuga corriendo e indicándoles el camino. Luego de varios minutos de correr llegaron a la mansión, Lukas se paró en la puerta y suspiro mirando al grupo. –Por favor no me juzguen por lo que están por ver, no fue algo que hice por voluntad propia – diría antes de abrir la puerta.

El sitio estaba lleno de sangre, vísceras y cuerpos mutilados. Felurian había hecho una verdadera carnicería en la mansión, Lukas se acercó al cuerpo sin vida del barón, su cabeza estaba separada de su cuerpo, la tortuga la pateo rompiendo una ventana mientras la aventaba al exterior. En medio de la sala estaba el cuadro de la vergüenza, un retrato bastante explícito de Lukas sin nada de ropa ni su caparazón, ahí en medio de toda la masacre estaba el retrato nudista de la tortuga.


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