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Mensaje  Sarez Dom Mayo 26 2019, 19:27

— No mires allí ni tampoco hacia el otro lado — Merrigan señala hacia la derecha y luego a la izquierda—.  Mantén la vista clavada al frente y las manos en el interior del bolsillo. Si notas que alguien te toca al trasero, no te voltees y sigue caminando.  No hables con desconocidos, aunque los hayas visto hablar conmigo antes. Eso ya lo sabías de Verisar, pero aquí es más importante. Tampoco tienes que entrar en la casa de nadie si no es conmigo ni a ningún otro sitio cerrado. Y una última cosa: nunca digas el número exacto de monedas que tenemos a nadie, ni siquiera a mí. Si quieres comprar un objeto y el vendedor te dice que vale tanto, di que tienes diez aeros menos; mejor, que sean veinte. Si no acepta el nuevo precio, no te interesa comprar nada.

—¿Has estado alguna vez? — pregunto a Merrigan.

— Jamás — niega con la cabeza —. La ciudad es muy joven. A los pocos meses, el campamento evolucionó en una aldea y más tarde se convirtió en una comunidad. En la peor de las comunidades, si los rumores son ciertos. Conozco el nombre de algunas de las personas de Verisar que están migrando a Lagarto. Viejos conocidos, antiguos compañeros de trabajo —por el tono de voz, entiendo que no se refiere a los bardos y juglares, sino a los ladrones y asesinos.

Merrigan se ajusta la capucha de la parca que lleva puesta. Hace demasiado calor para vestir una prenda de ropa tan gruesa, pero ella insiste en llevarla. La utiliza para tapar su rostro enfermo. Para ella, la belleza es esencial: una herramienta de trabajo (su otro trabajo) y un rasgo de su propia personalidad. Si no podía considerarse una elfa por tener una madre humana ni humana por tener un padre elfo, solo queda ser bonita. Para mí lo sigue siendo. Me acerco a ella todas las noches. Pongo un brazo encima de su hombro cuando la escucho llorar en silencio. Ella lo rechaza. No es una elfa, no es una humana ni es una chica bonita. Merrigan creyó haber perdido su identidad en el momento que el Doctor Peste la infectó con su malsana enfermedad. El color rojo de su cabello se oscureció a un sucio morado y su piel se tiñó de verde y se agrietó como si hubiera pasado mucho tiempo sumergida. Merrigan oculta su rostro y su piel con gruesas prendas de ropa. Lo hace por vergüenza y frustración.  

—¿Lo has entendido todo?

—Sí.

No veo los ojos de Merrigan al otro lado de la capucha, pero me imagino que están estudiando mi respuesta.

—Muy bien. No te despegues de mí. No es una buena ciudad. ¿Recuerdas los barrios bajos de Lunargenta y el burdel que usaba vapor rojo para hipnotizar a los clientes y trabajadoras? Ellos consumían y ellas no protestaban por los malostratos. ¿Lo recuerdas? — afirmo con la cabeza. Merrigan fue contratada por un clan rival para liberar a las chicas hipnotizadas. Se hizo pasar por una prostituta más. Por un momento, creí que realmente lo era —. Pues imagina que todas calles de esta ciudad son como la calle donde estaba aquel burdel — al ver que no contesto añade—: vista al frente y manos en los bolsillos.

Llegamos a lo que se supone que es la entrada de La ciudad Lagarto: un montón de casas en construcción. La ciudad se está expandiendo. No en todos los edificios hay actividad. La mayoría parecen haber abandonado el trabajo; son un montón de vigas resquebrajadas del peso y maderos de fresnos mal dispuestos. No es necesario que Merrigan me explique por qué hay muchas casas a medio construir. Es debido a los robos. En Lunargenta también ocurre, pero en mucha menos proporción. Un grupo de personas se juntan para colarse en una obra y robar los materiales. La familia se queda sin monedas para comprar nuevos y abandonan el proyecto. Sospecho que las personas que trabajan en los edificios activos son los mismos ladrones que se colaron las noches anteriores en las casas vecinas.

Las calles del interior son estrechas y están abarrotadas de personas de todas las razas. Vista al frente y manos en los bolsillos. Merrigan me recuerda la lección con un golpecito en la palma de mi mano. A unos metros a la izquierda de nuestra posición, un grupo de hombres matan a patadas a una mujer. Vista en frente. Una mujer de buen ver hace ademán de introducir la mano en mi bolsillo, pero ve mi puño dentro en el último momento. Corrige el gesto dándome una palmada en un culo. No me doy la vuelta para saber quién era.

La ciudad parece estar hecha por y para Merrigan; la Merrigan que se dedicaba al otro trabajo. La Merrigan que confabulaba entre clanes rivales por ver quién le ofrecía un mayor precio por sabotear al otro, la que encandilaba a sus víctimas con una bonita sonrisa (para mí sigue siendo bonita) y la que lograba infiltrarse en las peores organizaciones y sonsacaba valiosa información de los líderes. Sus clientes, asesinos y ladrones, tomaban la información que Merrigan les ofrecía por un módico precio. Conocí a varios de esos clientes. Visten como los habitantes de La ciudad Lagarto. Tengo la sensación que incluso hablan con el mismo acento.


—¿Dónde vamos? — digo en voz baja.

—Primero a comprar un par de bollos de crema rosa. Me muero de hambre — y diremos que tenemos veinte aeros menos que el panadero nos pedirá por los bollos —. Luego, quiero hablar con un conocido. He oído que tiene una poción que puede curar esto — por el tono de voz, se refiere a la enfermedad del Doctor Peste —, no será barata.


Offrol: la enfermedad de Merrigan es una maldi que me puso Master Ger, tu Master favorito, hace tiempo.
El objetivo del Ohda es la aparición de una niña que absorbió un inmenso poder mágico a causa de un objeto maldito de los 19. Tenemos que relatar la historia de la niña, su personalidad y su apariencia física en el tema (no crear una ficha). He pensado dejar a la niña para turnos futuros y dejar los primeros de introducción para que nuestros pjs se conozcan.


Última edición por Sarez el Lun Jun 24 2019, 21:27, editado 1 vez
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Mensaje  Uri Lun Mayo 27 2019, 23:07

Hmm~  hmmm~

El leve tarareo de un infante resonaba de forma anómala en las sucias ya renos calles de ciudad Lagarto. Curiosamente, la pequeña e inocente figura seguía mirando con grandes ojos curiosos la curiosa y desconocida infame ciudad. Hasta ahora, solo estuvo bajo el amparo de poblados y ciudades más o menos grandes y desarrolladas así que estaba acostumbrado a la imagen del suelo empedrado y las casas de ladrillo rojo sólido ¡Pero cuidad Lagarto era todo lo contrario a lo que conocía! Las calles emitían un fuerte hedor a sangre, barro y putrefacción que ahogaban levemente al pequeño vampirito y las casas estaban en su mayoría levantado sobre madera semi podrida y barro.

¿Hmmm?

El niño, que portaba una capucha simple de tela de mala muerte que robó a una casa abandonada hará unos días, detuvo su infantil tarareo y su animado andar para finalmente percatarse de que tres sonrientes adultos estaban frente a él. Sus miradas eran claras y brillantes, empapados de una evidente malicia. Ninguno debía sobrepasar los 40 años y sus rostros eran desagradables, no por sus rasgos, sino por lo demacrados y por la viciosa expresión que portaban. Era evidente que no pretendían nada bueno.


¿Que hace un renacuajo como tu en esta ciudad? ¡Esto no es el patio de tu casa, niño!


"¡Lo mismo confundió el camino a casa de su mami!"


“¡Si quieres podemos llevarte por el buen camino, niño!


El infante los miró silenciosamente con un rostro perfectamente indiferente. No era la primera vez que encontraba adultos tan descarados ¡Eran más frecuente de lo que parecían! Pensando que un pequeño solo y sin un adulto que lo proteja es dinero fácil en el mercado negro ¡Y en realidad era verdad! Tal vez sería verdad si no fuera porque se estaban dirigiendo a un vampiro, que incluso si tenía la mente de un niño de 11 años, seguía teniendo 89 años de existencia ¡Al último que lograrían engañar sería a él! Ignorandolos totalmente, el vampirito los rodeó y siguió trotando como si jamás hubieran estado ahí para empezar, enfadados pero manteniendo su grasosa amabilidad, los 2 adultos volvieron a interceptarle.


¡Oh, vamos! No seas un niño malo y ven con nosotros


¡Cierto, cierto! Dijimos que te llevaremos con tu mamá.”


No nos des más problemas, muchachito.


Frunciendo el ceño, Uriel finalmente comprendió que los adultos frente a ellos no pretendían dejarle en paz. Inflando sus mejillas y haciendo un leve puchero molesto, el vampiro tomó una postura imperativa y dijo con un tono que buscaba ser amenazante si no fuera porque sonaba más adorable que nada;


Estoy bien. Definitivamente estoy en el lugar correcto ¡Y para empezar no tengo madre! Estoy  perfectamente bien, y sé que lugar es este, a donde me dirijo y para qué ¡Así que no necesito la ayuda de los señores!


Los adultos guardaron silencio, observando un tanto sorprendidos al infante que resultó no ser tan fácil de engañar como esperaban. Aprovechando la confusión, Uriel volvió a rodearlos y pasando de largo de ellos sin siquiera inmutarse. El trío tardaron unos segundos, pero sus ojos se inundaron de molestia e instinto asesino, mientras sacaban sus armas uno de ellos dijo;


“Jodido niñato…..¡No lo matéis! Vivo es más caro….


Comprendiendo que los adultos iban en serio, Uriel comenzó a correr sin dudarlo ¡Lo tenían claro si pensaban que eran más rápidos que él! Incluso como infante, gracias a su increíble físico de vampiro, era algo más rápido y ágil que un adulto entrenado ¡Un trío de buenos para nada jamás podrían darle caza! Ignorando las sonoras quejas furiosas de sus perseguidores, Uriel siguió corriendo entre las desconocidas calles de la ciudad incluso si era contraproducente, afortunadamente, Uriel era bueno memorizando calle y guiándose rápidamente ¡No tendría problemas en recuperar su destino!


¡Ah!


Estando concentrado y corriendo más rápido que su velocidad de pensamiento, Uriel fue incapaz de frenar a tiempo en cuanto se percató que iba a chocar con dos figuras desconocidas de un hombre y una mujer. Mostrando un rostro problemático y lleno de nerviosa anticipación, Uriel cerró sus ojitos y trató de frenar a la fuerza, cayendo de bruces contra la cintura del costado derecho del hombre ¡Como un jodido muro! Esperaba un fuerte golpe debido al cinturón y las armas ¡Pero ese tipo con el que chocó era un maldito muro! Apenas cayó al suelo, se acarició la nariz mientras gimoteaba y sollozaba infantilmente en voz bajita, como un cachorrito que fue golpeado.

Wuwuwh…..M-Mi nariz ¡Au!....sniff…..¡A-Ah! ¡Perdón! No quería chocar p-pero no logré parar a tiempo….


Levantando su carita para ver a la persona muro, Uriel acarició con sus pequeñas manos infantiles su nariz y contuvo lo mejor que pudo las lagrimitas de dolor en las esquinas y lagrimales de sus infantiles ojos.
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Mensaje  Sarez Miér Mayo 29 2019, 21:02

Merrigan sostiene el frasco de cristal vacío con las dos manos. No lo ha soltado desde que se lo bebió de un trago. Mira la boca del frasco como si le estuviera contando un íntimo secreto. Sus ojos tiñen de una capa gris sin lágrimas. La poción que ha comprado a su antiguo compañero del otro trabajo no ha funcionado. Lo siento…. Merrigan…. Hago ademán de abrazarla, pero ella se gira hacia mí y me recrimina con la mirada como si fuera una serpiente a punto de abalanzarse a su presa. Agacho manso la cabeza y espero una nueva reacción. Si la toco, ella comenzará a llorar y no sé si es mejor que llore o que piense en silencio.

Abro la bolsa de monedas y cuento las que nos quedan. Pocas. Nos hemos gastado muchas monedas por intentar sanar una enfermedad que sabemos que no tiene cura. Cuento de nuevo las monedas de la bolsa y hago un cálculo (no soy bueno con los números) de cuánto nos costaría pasar la noche en Lagarto. Merrigan, si estuviera en sus plenas capacidades mentales, me ordenaría que cerrase la bolsa porque alguien podría quitármela. Esta vez, no dice nada. Ni siquiera se da cuento de lo que estoy haciendo. Es como si la conversación con el silencioso frasco la tuviera absorbida.

—Necesito ayuda para contar — digo en voz alta para llamar la atención de Merrigan—. No tengo suficientes dedos en las manos.

Merrigan levanta la cabeza y esboza en sus labios algo que parece una sonrisa, pero dista de ella. El color púrpura de sus ojos recupera su brillo natural. Se queda callada mirándome por unos largos instantes. Después, llora los secretos que ha contado al frasco vacío. Llorar es mejor que lamentarse. Sentencio mentalmente. Cierro la bolsa de monedas y abrazo a Merrigan. La beso en la cabeza cubierta por la capucha de la capa y acaricio la zona donde debe finalizar su melena.

—Me han mentido — Merrigan habla llorando—. Me prometieron que funcionaría, que funcionaba con cualquier enfermedad y que era infalible.

No sé qué responder por lo que la acaricio más despacio.

—¿Y ahora qué? ¿Tú lo sabes? Porque yo no. Estoy perdida. Voy a vivir con esta piel verde para siempre. — son los secretos que le contó al frasco vació. — Dime dónde tenemos que ir ahora.

—Podemos ir a dormir. — no veo su rostro, pero sé que está sonriendo irónicamente —. Estás cansada. Tenemos monedas para una habitación. Necesitas dormir. Mañana…

—Mañana. — repite secamente como si la hubiera insultado con esa palabra.

Nos ponemos en marcha. Noto que Merrigan camina más despacio que cuando llegamos a Lagarto. Por la mañana, ella tenía prisa por entrar en la ciudad y comprar la poción que le prometieron que curaba todas las enfermedades y que era infalible. Ahora, está cansada y desesperada. El mañana le hace sentir triste y el ayer la enfurece.

Merrigan no suelta el frasco de cristal. Lo sostiene con las dos manos como los religiosos hacen con los cirios en profesión. Guarda un hilo de quebradiza esperanza tan frágil como el mismo frasco.

Un niño tropieza contra mí pecho. Merrigan se sorprende y deja caer el frasco (y sus esperanzas) al suelo. Mira el vidrio de la misma manera que yo miro al chico.

—Recógelo — ordeno al chico —. Ahora.

Me adelanto a cogerlo del brazo y a levantarlo con una total carencia de compasión. Le sangra la nariz, los labios agrietados y llora como Merrigan; pero a mí no me importa.

—Vuelve a construirlo. Pedazo por pedazo — sé que es una tontería. Los fragmentos de cristal son muy pequeños. No se pueden recomponer. Doy un manotazo al aire como si estuviera apartando mis tontas ideas. — No, déjalo. No importa.

Merrigan levanta la cabeza y la fija a los ojos del chico sin decir nada (vista al frente y manos en los bolsillos). Está a punto de decir algo, pero no le salen las palabras. Hemos cambiado las tornas. Esta mañana, ella me enseñaba la ciudad y me decía cómo tenía que comportarme. Hablaba por mí y entraba primero en los comercios. Ahora, soy yo quien debe hablar por ella. Merrigan es incapaz de hacerlo por su cuento y espera a que yo pueda hacerlo.

—No ha sido culpa tuya —son las palabras que creo que Merrigan quiere decir, no mis tontas ideas—. Ha sido un accidente. ¿Tú estás bien?
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Mensaje  Uri Jue Mayo 30 2019, 22:20

¡B-bajame! ¡Wuawawah! ¡No! ¡Mejor no me bajes!


Aún confundido por el golpe y con lagrimitas en sus ojos, el infante sintió como una enorme mano le levantaba del suelo. Al principio luchó para soltarse pero al percatarse de que estaba bastante alto, dejó de luchar para comenzar a suplicar al extraño que no lo hiciera ¡Como cayese mal de esa altura como mínimo se haría daño!


¡Y-Ya me disculpé! ¡Wuaaaah! ¡Alto, duele! ¡D-Déjame en el suelo!


Entre sus pataleos y sus protestas cargadas de nerviosismo el infante finalmente vio el rostro de sus dos agresores, dos elfos. El hombre, quien le estaba sujetando, poseía un cuerpo trabajado que revelaba una larga travesía de actividad y su viaje aparte de un rostro que no dejaba ver sus pensamiento ¡Su mirada le intimidaba un poco la verdad! Pero le llamó bastante más la atención la marca en su ojos izquierdo ¿Fue herido en una batalla? ¡Parecía bastante antigua!


Sin embargo enseguida olvidó al elfo hombre en cuanto posó sus curiosos pero asustados ojitos marrón-miel hacía la chica ¡Piel verde! Nunca antes había visto algo así ¡Llevaba viajando 10 años pero aún así jamás vio algo similar! El niñito esbozó una mirada curiosa, no se podía ver rechazo o el interés que se tendría por un animales de un zoo, era meramente curiosidad infantil, similar al que un niño tendría al ver algo que no conocía pero que no le inspiraba miedo. El niñito encontró que la chica era de hecho bastante mona ¡Y no debía ser demasiado mayor! Debía tener cerca de 20 años. Uriel, al tener una mentalidad de un niño, le era indiferente la belleza de una mujer así que su apreciación de su belleza era más bien un mero pensamiento puro e infantil ¡Aún así era feliz de ver una persona joven! Tal vez no fuera una niña ¡Pero a Uriel siempre le gusta conocer gente joven para hacerlos su amigos! Incluso siendo un vampirito que lentamente se iba volviendo el ejemplo perfecto de un vampiro malvado, su deseo de amistad y llevarse bien propios de los niños solitarios como el eran plenamente sinceros.


¡Oh!


A los pies de la elfa de piel verde había los restos de un frasco roto, cuyos restos estaban desperdigados por el suelo y parecían haber contenido alguna clase de líquido. Uriel ató los cabos rápidamente; Frasco roto, chica con aspecto triste y señor cabreado. Al vampirito le hubiera dado soberanamente igual, se habría soltado del hombre elfo y hubiera corrido como si no hubiera un mañana, pero curiosamente no quería hacerlo ¿Será porque le rostro de la elfa le recuerda a “ella”? No podía recordarlo, pero ciertamente, sentía que el rostro triste de la chica era similar al de “ella”. Como vampiro criado en un ambiente noble conservador, su empatía y sensación de culpa eran casi nulas pero cuando se trataba del recuerdo de esa mujer curiosamente podía sentirlas vagamente.


¿Era algo importante? Lo siento….

Esbozando una ligera mueca de arrepentimiento similar al de un cachorro cuando fue regañado, el vampirito miró directamente a los ojos de la chica para disculparse ¡Si su mirada un poco triste se debía a que rompió su frasco entonces debía disculparse! Una de las primeras cosas que "ella" le enseñó fue que si rompías o hacías daño a alguien debías disculparte mirando a los ojos a la persona y de forma sincera. Uriel no entendía a que se refería con "sincera", pero dio su mejor intento en hacerlo.


Recordando que aún colgaba de la mano del elfo desconocido, Uriel forzó que le soltara rasgando con su mano libre sus dedos lo suficientemente fuerte para que doliera pero no lo suficiente como para hacer un real daño. El niño aterrizó sobre el suelo fangoso como un gato, perfectamente sobre sus piernas pero a su vez salpicando un poco sin querer ¡Aunque tampoco le importaba que fueran salpicados! Tal vez le hubiera dado una ligera sensación de culpa si hubiera caído sobre la elfa, pero afortunadamente ella estaba demasiado lejos de él como para ensuciarse, con lo cual Uriel no le molestó en lo absoluto.


Secando la sangre de su nariz con su capa y sus pequeñas lagrimitas, el infante miró un poco fríamente al elfo hombre ¡No le gustaban los abusadores infantiles! Y ese tipo, sin apenas conocerle, ya le alzó del brazo y se puso a hablarle de es forma ¡Solo un abusador infantil haría eso! Y como el pequeño los odiaba, sencillamente no podía evitar sentir rechazo hacía el hombre. Acariciando su brazo para que el riego sanguíneo volviera, el infante no contestó de inmediato a la pregunta del hombre ¡No sería tan tonto como para caer en las palabras de un abusador infantil!


Estoy bien….Aunque mi nariz duele y sangra un poco aún….¡Pero como rompí el frasco de la señorita está bien! ¡Estamos a mano!


Realmente, desde le punto de vista del inocente pero arrogante Uriel era un trato justo. El mero hecho de dañar su nariz era un crimen imperdonable para el vampirito, quien creía ciegamente en su superioridad ¡Pero también comprendió que ese frasco era importante para ellos! Puso el valor de su nariz al de un frasco que podía llegar a ser realmente importante creyendo de forma totalmente inconsciente que desde luego, él era millones de veces más importante ¡Era sin duda la arrogancia y egocentrismo propia de un vampiro noble! Pero, si se para a pensar, ay era un milagro que Uriel valorara el frasco como algo que pueda ponerse a su lado; Quería decir que al menos empatiza que ese frasco era importante para la elfa. Eso en sí ya era un logro para el vampirito.


Ah, pero si contenía algo importante ¡Pagaré por el contenido! No tengo demasiado dinero, aun así…..¡Si hay algo que pueda hacer lo haré! Mi nombre es Uriel Nova, del clan de los Nova ¡Podéis llamarme Uri si así lo queréis!


A Uriel realmente le daba igual, pero no podía evitar ser “mejor persona” cuando la recordaba a “ella”, incluso como vampiresa, ella era una muy buena persona que siempre insistió en enseñarle cómo “empatizar”, “respetar” y “entender” otros puntos de vista. Desgraciadamente, solo logró que Uriel entendiera los conceptos muy vagamente y de forma muy entendible ¡No se puede comparar los pocos momentos con “ella” con el constante lavado de cerebro que su maestro el dio! Solo la sombra de la amable vampiresa y sus enseñanzas aparecían cuando la recordaba vagamente, justo como en ese momento.
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Mensaje  Sarez Sáb Jun 01 2019, 18:07

El chico es un alboroto de agitaciones. Habla acelerado, de forma que cuesta comprender qué dice. Confundo sus sollozos con sus palabras mal pronunciadas. Grita para todo: grita para decir que le duele y grita para pedir que le suelte. Me resulta molesto. Parece un mono sin pelo; se mueve y habla como uno. A Merrigan le resultaría adorable, si es que levantase la cabeza y observase los pataleos del chico. Ella continua cabizbaja. Se lamenta sin lágrimas por haber perdido lo que creía que era la última oportunidad para sanar la enfermedad del doctor Peste.

El chico queda enfrente de los fragmentos de cristal. Los mira con curiosidad como si nunca antes hubiera visto un frasco romperse. Noto en sus ojos de color miel un rasgo que me resulta familiar. Son los ojos de Chimar, otro niño de Aerandir. Me digo mentalmente. Los dos miran los objetos con ojos analizadores, como si no solo pudieran ver el color de las cosas, sino que también pudieran saber de dónde vienen y hacía dónde irán.

—No — contesto con voz queda y sincera—, debió haber sido algo importante. Pero no lo fue.

Mis palabras hieren a Merrigan. Ella no estaba preparada para escuchar la verdad: la poción era inútil y el chico rompió algo sin valor.

Suelto al chico con una total carencia de tacto. Me trae sin cuidado si se hace daño al caer de espaldas o si sus pies chafan los cristales del suelo provocándole severos cortes. Para su fortuna, realiza un aterrizaje perfecto, lejos de los peligrosos cristales. Parece estar acostumbrados a que personas más grandes que él le atrapen por el cuello de la camisa. Me pregunto cuántas veces habría sucedido. No las suficientes si es que sigue incordiando. Me contesto mentalmente.  

Dice que le duele la nariz, pero que está bien porque él rompió el frasco. Dice que los tres “estamos a mano”. Miro las palmas de mis manos y pienso en el significado de la expresión. No tengo nada en las manos y las mías no se parecen a las de Merrigan. Las de ella tampoco se parecen a las del chico.

—Estamos a mano — repito en voz baja.

—Quiere decir que estamos iguales — dice Merrigan. Ha levantado la cabeza al escuchar las disculpas del niño. Sus ojos purpuras resplandecen como si estuvieran sosteniendo un mar de lágrimas y sus labios esbozan una frágil sonrisa—.Ha hecho algo malo, pero también le ha pasado algo malo. Así que estamos iguales, estamos a mano.

Merrigan deja que el chico se presente. Dice llamarse Uriel Nova e insiste con reponer el frasco. Yo doy un paso atrás y me cruzo de brazos. Siento un espacial alivio al no tener que hablar con el Uriel Nova. Merrigan sabrá decirle lo que yo no supe. Reconstruir el frasco es una tontería, los fragmentos de cristal son muy pequeños. El contenido era lo que tenía valor y éste no sirvió de nada.

—Ha sido un accidente. ¿Vale? Olvidémoslo. Estamos a mano — el tono dulce de Merrigan no suena natural; se obliga a hablar para que yo no tenga que hacerlo —. Yo soy Merrigan, y estoy encantada de conocerte. Y el de la cara de vinagre es Sarez, aunque no lo parezca, también se alegrará de ser tu amigo — remueve el pelo al chico—. Tenemos que irnos a un sitio importante — es una forma elegante de despedirse—. Aerandir es pequeña, seguro que nos encontra….

No termina de hablar. Se lleva una mano a la cabeza. Sus piernas flaquean como si no pudieran resistir el peso. Me adelanto a sostenerla por los hombros antes de que caiga al suelo.

—Tiene fiebre — ahora soy yo quien mira los fragmentos de vidrio con los ojos de Chimar, como si pudiera entender de dónde vienen y a donde irán—. Eso le sentó mal y ahora está más enferma —. Hablar en voz alta es un ejercicio que me permite pensar con mayor claridad—. ¡Enfermería!  Chico Uriel Nova, ¿sabes dónde hay una?

—Sarez… estoy bien… — Merrigan apenas puede hablar —. Estoy….

—¡No! No estás bien — hablo acelerado como el chico Uriel Nova —. Descansa, te llevaremos a donde estaremos bien.
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Mensaje  Uri Dom Jun 02 2019, 00:00

....


Uriel miró en silencio a la mujer de piel verde cuando fue acariciado por ella. la sensación de su mano es similar a la de…...Negando con la cabeza, el niño sacó esa sensación de su cabeza. “Ella” está muerta, su maestro la dejó morir. Así que no hay forma de que esa chica se parezca.


Es solo una coincidencia…


Murmuró mientras se preparaba para alejarse del par tras la sutil despedida de la elfa. Pero entonces el sonido húmedo de alguien cayendo le hizo voltearse, sus ojos infantiles se abrieron en cuanto vieron a la amable muchacha caer al suelo. Uriel entonces lo recordó, era un recuerdo de muy del pasado, casi cuando aún era un recién convertido….Cuando “ella” estaba viva….

…………..
……….
……

.


Cof cof cof


Una fuerte tos resonó en el oscuro cuarto de caoba blanca. Todo el cuarto estaba decorado en yeso blanco y madera, era grande, espacioso y sería lujoso si no fuera por la decadencia y el polvo en su interior. En el centro del cuarto en pésimo estado, hay una cama de sábanas polvorientas y sucias, una mujer de aspecto débil está sentada y en su regazo “una pequeña niña” permanece, parecen estar leyendo un libro. En cuanto la mujer tose, la pequeña mira al a mujer preocupada y con una suave vocecilla dice.


Señorita --------......S-Su salud….”


¿hmm? Esta bien, Lily, se necesita más que un poco de polvo para hacerme caer….¿Porque pones ese rostro, mi niña? Ya dije que estaba bien….”


P-Pero…..Antes, cuando era un humano….Uno de mi hermani-.....Uno de los niños humanos con los que solía convivir comenzó a toser como usted….y luego…..¿Usted también morirá?


La vampiresa acarició la cabeza de Lilianna unos segundos y luego gentilmente pellizco sus mejillas, su forma de acariciar “la niña” era amable y suave, tanto que el infante no podía salvo entrecerrar los ojos del placer y ceder ante la cálida sensación. Las manos de la mujer eran frías, pero siempre provocan una calidez suave y amable en “la niña”. En cuanto vio que Lilianna ya no estaba con su rostro preocupado, sonriendo con satisfacción, la vampiresa añadió:


Esta bien, Lily. Eres una buena niña, y tienes un largo camino por delante…..uno muy, muy largo...


Ante las palabras de “ella”, Uriel abrió los ojos en cuanto notó que la mano que acariciaba su mejilla era cada vez más fría, cuando eso sucedía es porque….En el momento que Lilianna miró a la vampiresa, notó lo que ya esperaba; Los ojos púrpura de la mujer estaba teñidos en una irremediable tristeza y soledad, pero sabía que no había solo eso, también había culpabilidad y arrepentimiento ¿Que error fue tan grande como para hacer que una vampiresa tan gentil sufriera de esa forma? Lilianna se sentía triste cuando “ella” estaba triste, así que gentilmente besó la mejilla y la abrazó; Fue esa misma vampiresa la que le enseñó que solo eso podía ayudar a una persona triste.


No este triste, señorita --------. No se cual fue su “pecado” pero estoy segura de que “Dios” la perdonará….."


Lily….lo siento, mi dulce Lily…..No puedo salvarte, no puedo ayudarte….Es mi culpa que tu también….Lo siento….Por mi culpa tu y Adán…..


...


“Ella” se disculpaba entre lágrimas, y mientras tosía sangre se retorcía lamentablemente ¿Porque? ¿Porque se disculpaba si nunca le hizo daño a nadie? Ella siempre se disculpaba con Lilianna y su maestro por algo que no pudo hacer, esa misma culpa podría por dentro a la vampiresa y la mataba cada vez más. Lilianna no quería que la vampiresa muriese ¿No que los vampiros son inmortales? ¡Quería estar por siempre con “ella” y el maestro! No sabía porque pelearon el maestro y la vampiresa pero seguro que había una solución…...Así que…….Por favor…….


No muera…..


………...…..
………….
……..

.


Uriel salió del pozo de los recuerdos en el que cayó por la fuerte voz de Sarez. El rostro de Uriel era uno de terror absoluto y a su vez de confusión ¿Que fue eso? Eso sin duda fue….¡Peor se suponía que la había olvidado! No recuerda su rostro, ni su nombre pero estaba seguro de que era “ella”.


N-No soy de Ciudad Lagarto….No sé….

Acercándose a pasos lentos hacia donde estaba la elfa inconsciente y el preocupado Sarez, Uriel intentó pensar pero solo la amable voz y el tacto de la mano de “ella” le venían a la mente, imposibilitando su razonamiento. Sentía la cabeza como si le fuera a explotar, y junto al a voz de la vampiresa podía oír perfectamente el batir de su corazón cada vez más rápido y violento, ya casi no podía oír siquiera las palabras del nervioso elfo.


Y-Yo...

…………
……..
…..
..
.


La imagen en su cabeza era tenue pero la conocía perfectamente; El entierro de “ella”. Su maestro al enterró justo en el jardín, en un lugar apartado y sin vida, quemado por el propio maestro, y sin decir nada la abandonó ahí. Sus ojos eran fríos y sin anda de amor, pero Uriel permaneció horas al lado de la lápida que al menos su maestro, a regañadientes, accedió a otorgarle. Uriel no lloró, no habló sólo se quedó al lado de la lápida y con miedo se preguntó ¿El acabaría así también? Solo, en un lugar apartado del jardín...Arrepentido hasta el fin y despreciado por su maestro ¿Eso le pasaría a él también?


No, tengo miedo. No quiero que acabe así, no debe acabar así…


Uriel recuerda cómo cayó sobre sus propias rodillas y comenzó a cavar sobre la tierra quemada y seca en al que “ella” fue sepultada. Cavó, no se creía que estuviera muerta…..No podía estar muerta…


No, no no….No está muerta….Definitivamente no esta muerta


Siguió cavando, sus manos comenzaron a sangrar y sentía las cálidas lágrimas caer por sus mejillas sucias por la tierra, al igual que el hermoso pero sucio vestido que portaba. El hoyo llegaba casi a su tamaño, pero eso no lo detuvo.


No muera…..por favor, no muera…...Porque si tu mueres…..


Solo cuando la Luna salió de entre las nubes e iluminó de un cruel plateado el hoyo logró verla. Era sin duda ella, y finalmente….Podía recordar su rostro…..Ella era joven, tal vez 18 años como máximo pero sabía que su edad era la de una vampiresa de 337 años. Su rostro era pálido, más de lo normal y estaba lleno de manchas y quemaduras, casi desfigurado. su cabello era de un antaño negruzco azabache hermoso, justo como el cielo nocturno, pero había cadencia de este y había puntos de su cabellera en donde no había nada. Sus labios agrietado, su camisón blanco, su cuerpo endeble y lleno de horribles y feas quemaduras y cicatrices….Sin duda era “ella”


Porque si usted ya no esta ¿Que será del maestro y de mi?


…………
……

.



Ah….Ah….¡AHHHHH!

Un alarido de dolor escapó de los labios del infante, y dio un paso atrás mientras se abrazaba a sí mismo ¿La elfa morirá tal y como “ella”? ¿Será arrojada a la fría tierra al igual que ella? ¿Olvidada? ¿Abandonada? ¿Sin ser amada por nadie? Los gritos dañaron su garganta pero no se detuvo, siguió gritando y sin apartar la mirada del cuerpo inerte de Merrigan, no pudo evitar ver en su lugar la desfigurada figura de la vampiresa superpuesto.


N-No…...

Un gruñido siguió escapando de su garganta y sus colmillos de vampiros se habían clavado múltiples veces en sus labios, haciéndolos sangrar. Uriel respiraba rápidamente, y seguía debatiéndose entre los recuerdos de “ella” y la realidad pero entonces….


No, esta elfa no soy yo….


La cálida y amable voz, juró escucharla por un segundo pero fue suficiente para traer su mente de vuelta al presente. Es verdad, “Ella” no es la elfa porque “ella” estaba aún enterrada y abandonada en ese lugar; En ese lugar donde ni la hierba crece. La elfa no es “ella”, ella no esta muerta


Aún puede ser salvada


SLASH


Un sonido de filo pudo escucharse, seguido de un gruñido de dolor infantil. Uriel había apuñalado su propio muslo. El rostro de Uriel se contorsionó en dolor pero sirvió perfectamente para sacarlo de su estado total de histeria y terror, la sangre comenzó a caer por su muslo suavemente y empapó levemente el suelo de barro.


Posada….


Entre pequeños gritos, su voz dañada y quejidos de dolor pronunció esa palabra. Uriel no era de ciudad Lagarto, no sabía dónde podían tener ayuda, pero si sabía lo básico de primeros auxilios de los libros de La Esfera.


No sé si hay hospitales en esta ciudad, pero primero necesitamos una posada ¡Rápido! ¡Vi una, sígueme! ¡Si no bajamos su temperatura ahora morirá!


Uriel desclavó su puñal de su infantil muslo, y sin esperar o buscar la reacción de Sarez corrió hacía donde sabía que había una posada.
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Mensaje  Sarez Dom Jun 02 2019, 18:57

Rodeo a Merrigan con mis brazos y la alejo del chico Nova de forma que su espalda queda enfrente de él. Ella no ha visto los dientes afilados como puñales morder los labios del infante porque está enferma, pero yo sí. Sé lo que es y sé lo que hacen la gente de su raza: morder cuellos y beber sangre. El chico es pequeño y débil, en comparación a los otros vampiros que he conocido; pero eso no le hace menos peligroso. Si tuviera sed (o hambre, desconozco que sienten) sería capaz de saltar e hincar su infantil dentadura en el cuello de la desvalida Merrigan.

El chico Nova arruga su faz. Abre su enorme bocaza y grita como si le hubieran chafado por accidente. Desenvaina un puñal y se lo clave en el muslo. Ve la sangre descender por su pierna como si fuera un cachorro de lobo atendiendo al ciervo que acaban de cazar sus padres. Quizá si tenga sed (sangre); pienso a la vez que aflojo el abrazo protector con Merrigan. Me equivoqué en el objetivo. Él chico no bebe de la sangre de sus víctimas porque prefiere la propia; conjeturo. Sería el primer vampiro que veo beber de su propia sangre.

Espero asombrado a que el chico ponga sus manos sobre la herida y luego se lleve la mano en la boca en un gesto poco infantil. No ocurre así. El chico queda tan perplejo como yo. Parece no haber estado consciente en el momento que gritaba desesperado y se clavaba el puñal en el muslo. Continúa con la conversación que había dejado a medias: habla de una posada cercana y de cómo podemos ayudar a Merrigan. Recupera su tono de voz acelerada, como si (tuviera prisa porque llegase el día) le estuvieran persiguiendo. Niego con la cabeza. No tengo prisa. Merrigan se mantiene estable. Tose y emite un sonido similar a un tenue ronquido, pero se esfuerza en abrir los ojos intermitentemente y sus piernas poseen la fuerza necesaria para ayudar, si es que cuenta con el apoyo de una persona al lado. Merrigan es el centro de mi preocupación, pero ha aparecido un nuevo foco que no debo pasar por alto. Señalo con la cabeza la herida que el chico Nova se ha hecho. No digo nada porque desconozco que lleva a un chico vampiro a clavarse un puñal en la pierna.

Sigo al chico Nova hacia la posada. Estoy desobedeciendo las instrucciones de Merrigan. Camino mirando las manos del vampiro, vigilando que esté bien (cuerdo), y con las manos sobre los hombros de Merrigan para ayudarla a caminar. Es importante que ejercite las piernas para que no se duerma; tendrá tiempo de hacerlo una vez llegamos a la posada. Ella intenta hablar, pero apenas alcanza a pronunciar unas pocas palabras. Sarez. Bien. Débil. La beso en los labios (están calientes, le ha subido la fiebre) y le digo que no haga esfuerzos.  

Veo la posada al otro lado de la calle. No leo el cartel, tardaría un rato en comprender lo que dice, pero diferencio la forma del edificio y las luces y música de su interior. Acelero el paso. Adelanto al chico Nova y le pierdo de vista. De camino pienso en lo que voy a pedir: una habitación con bañera y varios cubos de agua helada. El gerente me dirá un precio y yo le contestaré que solamente tengo unas pocas monedas, veinte menos de las que él me pida.

Abro la puerta de la posada con una mano sin soltar a Merrigan y la dejo abierta de par en par para que pase el chico Nova una vez nos alcance. Uno de los cubos de agua fría será para limpiar la brecha que el inconsciente se ha hecho.

Me presento en la barra de la entrada. Me recibe un robusto hombre jabalí tan grande que ocupa el lugar de dos hombres. Al otro de la entrada veo un salón donde se organiza un espectáculo de baile. Tres bardos tocan la lira, el laúd y el violín. A Merrigan le hubiera gustado llevar su arpa y unirse al grupo por una noche.

—Una habitación con bañera y cubos de agua fría — digo lo que tenía enseñado.

—Lo sentimos, amigo elfo. Estamos al completo. — el hombre jabalí gira la cabeza hacia el salón y aplaude al ritmo de la música. —Ha tenido muy malo suerte, señor mío. Esa niña es una maravilla. No sé que ha hecho, pero ha conseguido llenar el hostal en un periquete —no entiendo qué me dice, pero tampoco me importa—. Tendrá que venir otro día, si a bien tiene. Pruebe mañana.

—Mañana no.

Merrigan ladea la cabeza. Le gusta la música.

—Pues, sintiéndolo mucho, tendrá que irse a otro lugar — contesta el hombre jabalí sin mirarme —. Tal como yo lo veo, tiene dos opciones: pasar al interior, pedirse una copa y escuchar a los artistas de la niña o irse por dónde han venido — coge una pesada hacha bajo la barra y la deja sobre ésta. Comprendo la amenaza —. Quedarse ahí plantado, como vera, no es una opción viable para ninguno de los dos.

—Mira…. Música —dice Merrigan a la vez que ladea la cabeza.

Con desagrado, aparto la vista del hombre jabalí y entro al salón principal. Merrigan se podrá sentar y descansar. Pediré una jarra fría y la pasaré por la frente de Merrigan para bajarle la fiebre. Preguntaré si tienen pañuelos de tela y los usaré como vendas para cubrir la herida del chico Nova.

Nos sentamos en una mesa con cuatro sillas. Dos de ellas son para Merrigan: una adicional para que apoye los pies en alto. La ayudo a acomodarse. Una silla es para Uriel y la cuarta para mí. Yo no me siento. Busco con la mirada a un camarero que nos atienda. No estoy dispuesto a abandonar a Merrigan en la mesa; tampoco me parece buena dejarla al lado del chico Nova después de haber visto su arrebato con el puñal.

Merrigan señala con la mano el escenario. Por primera vez, me dijo en los músicos. No están y a la vez parecen estar. Los instrumentos se mueven en el aire como si alguien los estuviera manejando, pero ese alguien aparece invisible.

Un grupo de personas de todas las razas baila al son de la canción invisible. Ocupan las tres primeras líneas de mesas frente al escenario. Nosotros nos sentamos en la última, no quiero que nadie nos moleste ni verme obligado a responder preguntas que desconozco la respuesta.

—Mira… la música… — repite Merrigan con una débil voz —.  Ellos la escuchan…, pero no la ven. Ella hace la música….

La niña que mencionó el hombre jabalí se encuentra sentada en una de las mesas de la primera línea frente al escenario. Está desnuda y su cuerpo está repleto de quemaduras y marcas de pintura seca. Es una humana, quizá tenga doce años, catorce a lo sumo. Lo sé porque los pechos apenas han empezado a desarrollarse. La chica hace los movimientos que los tres bardos invisibles deberían hacer con los instrumentos: toca con la mímica la lira, el laúd y el violín al mismo tiempo.  

—Si se detiene… la matarán.

Merrigan conoce los hechizos relacionados con la música, los conjuraba cuando se dedicaba a su otro negocio.

—¿La obligan a tocar? ¿Es su prisionera? — digo con fingido interés. Merrigan está hablando y piensa con claridad. Es algo que me preocupa más que la historia de una niña.

—No… — Merrigan niega con la cabeza —. Pero sí.

Llega una camarera y pone una bandeja con tres jarras de hidromiel en la mesa. No nos mira a la cara, está hechizada por la música, como los demás. Supongo que se ha confundido. Las bebidas serían para otra mesa. Cojo una jarra y apoyo la boca en los labios de Merrigan. La bebida dulce la ayudará a recuperarse y al estar fría bajará la fiebre. Ella obedece por instinto y bebe un pequeño sorbo como si fuera una amarga medicina.

—Son runas del… del… Ohdà —Merrigan se refiere a las pinturas de la niña.

—El Ohdà — pronuncio en voz baja —. Las niñas se quemaron — recuerdo lo que pasó hacía unos meses —. Era de noche. Las niñas estaban frente a las estatuas encendidas de los Dioses humanos. Hubo un resplandor, como si se hubiera hecho de día solo por un segundo. La luz engulló a las niñas como si fuera un monstruo hambriento. Desaparecieron. Dijeron que fue brujería.

Gotas plateadas caen por las mejillas de Merrigan. Se da cuenta que su desgracia no es la única de Aerandir.


Offrol: Aquí está la niña que quería Sigel en su misión. Lo gracioso es que la construyamos juntos a lo largo del tema. Sería muy divertido. No he dicho nada de su físico ni personalidad, solo he hablado de su estado de cautiverio, por ese motivo. Espero que sea una idea divertida.
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Mensaje  Uri Lun Jun 03 2019, 19:17

Uriel entró a la posada un poco después que Sarez, el muslo apuñalado le ardía y caminar era un suplicio pero gracias a la adrenalina podía sobrellevarlo a la perfección de momento. La pequeña capucha de la capa había caído sobre sus hombros y su infantil rostro era visible, originalmente su maestro le había pedido no mostrar demasiado su rostro en Ciudad Lagarto por miedo a la influencia de otras familias de vampiros, pero no estaba pensando demasiado en eso, sencillamente quería que la fiebre de la elfa bajase lo más pronto posible.


Disculpe, señor ¿Un elfo y una elfa enferma entraron a la posada? ¿Cual es su cuarto? ¿Como lucia la elfa?


El hombre jabalí miró al niño con un poco de indiferencia, casi molesto. Tal vez pensaba que era un huérfano que se aprovechaba de las distracciones de los posaderos para colarse en un cuarto y dormir gratis en una cama, o tal vez sencillamente no quería escuchar nada más relacionado con el par de elfos. Aún así, sin siquiera mirar al pequeño Uriel, el hombre le contestó;


No se hospedan aquí, niño. Tus compañeros elfos están en el bar de la sala pero no se hospedan aquí.


“¿No tienen un cuarto?


No, estamos completos.


Uriel guardó silencio, el hombre, quien no miró siquiera al infante una sola vez, pensando que Uriel se había ido siguió haciendo sus deberes. Uriel suspiró, parecía que iba a rendirse e ir a comprobar cómo estaban Merrigan y Sarez, pero entonces sus ojos se clavaron en un pequeño emblema escondido en la recepción. No era demasiado visible, estaba bastante escondido pero podía verse un escudo muy familiar para él; Una lanza siendo rodeada por lunarias y una Luna como marco. Una suave sonrisa apareció en los labios del vampirito y con una dulce y pura  mirada, le dijo al hombre;


Señor, ese emblema……¿No es acaso el de la familia Ed-......?


El recepcionista jabalí golpeó nerviosamente la mesa y, finalmente dirigiendo una vista al niño, clavó sus orbes negruzcos sobre los marrón-miel de Uriel. Solo cuando se percató de los colmillitos asomando entre los labios desde la suave y amplia sonrisa inocente de Uriel, entendió lo que estaba sucediendo. El hombre se puso pálido.


Como preguntaba…¿Cual es el cuarto donde se hospedan, señor?


Uriel, sonriendo amablemente y sin una pizca de malicia, mostró la hoja de su puñal, era poco visible pero se podía ver un blasón de familia. El hombre comenzó a temblar en cuanto lo vio, guardándolo de nuevo en su vaina, el infante esperó la contestación del posadero.


N-No nos queda ninguno….¡P-pero! P-Podéis usar el mio…P-Por favor…..


Sonriendo alegremente, el vampirito tomó las llaves de madera que el tembloroso hombre-jabalí le tendió. No parecía realmente malvado o malicioso, de echo Uriel sonreía como si lo que estuviera haciendo estuviera bien y fuera perfectamente normal, si cualquiera lo viera desde el exterior lo entendería como si el tendedero le hubiera dado una llave legítima de forma totalmente legal al menor. Para el inocente Uriel, era obvio, prácticamente un hecho, que debía usar cada uno de sus contactos y el miedo para conseguir lo que quería, era su derecho como vampiro y como un miembro de la familia Nova ¿Que había de malo en amenazar y asustar a mero ganado? ¡De hecho debía ser así! El ganado debía temblar a la sombra de lo sus superiores y cumplir con total servidumbre sus ordenes.


Obteniendo al fin las llaves de un cuarto, el vampirito entró a la zona del bar y buscó con la mirada la figura de los dos elfos, no estaba prestando realmente atención a la música que sonaba. En cuanto vio la ancha espalda de Sarez, el niño caminó un poco cojeante hacía él, ahora que la adrenalina estaba desapareciendo el dolor de su muslo era cada vez peor. Una vez llegó a la mesa, se sentó en un lugar vacío y le mostró las llaves al elfo.


Resulta que el dueño es….conocido….de mi mae-.....padre. Nos prestará su cuarto para que la señorita pueda descansar ¿Hmm? ¿Sucede algo?


En cuanto el vampirito vio la dirección en la que Sarez miraba, sus ojos se clavaron en los instrumentos tocándose solos y lo que parecía, en la primera fila, una muchacha desnuda haciendo mímica. Un poco confuso, el vampirito se preguntó si se suponía que un espectáculo de música debía ser así, un tanto confuso preguntó:


¿Una bruja? Jamás había visto instrumentos tocándose solos de esta forma….¿Y porque no lleva ropa? ¡Que raro!


Todos en el lugar parecían embobados y concentrados en la melodía, pero Uriel estaba más curioso respecto a porque la muchacha no llevaba ropa y sobre su cansado rostro ¿De que le sonaba las marcas de su cuerpo? Le era familiar pero…


¡Ah! ¿No era que las niñas del Ohdà llevaban esas marcas en su cuerpo? Hmmm ¿...?

Sus curiosos ojos fueron atrapados por los de la niña, quien de forma cansada y tambaleante parecía estar pidiendo ayuda al grupo, pero Uriel no parecía tener intenciones de hacerlo; No es como si le importara demasiado el destino de un chica humana desconocida, para empezar. Estaba por girarse para poder guiar al elfo y a la enferma Merrigan al cuarto, pero el leve murmullo infantil de una niña sonó levemente.


Puedo ayudarla…..Sé medicina y sobre hierbas…..puedo ayudarla, así que por favor….”


Uriel detuvo sus pasos, pero no la miró a ella sino a Sarez; Ya que él era el compañero de Merrigan, él tenía la última palabra. Uriel solo estaba intentando ayudar pero tampoco entrometerse demasiado, así que le miró esperando por su respuesta.
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Mensaje  Sarez Sáb Jun 08 2019, 21:58

Posee el encanto prohibido de una niña a la que se le acaban de desarrollar los pechos. Debió haber atraído tantas miradas masculinas en el Ohdà como ahora en la taberna. Pensarán en besar en sus finos labios o pasar la mano por enredo dorado que es su cabello. Me recuerda a mis tiempos de niña; era muy parecida a cómo es ella. Incluso compartía la ligera sonrisa de quien le agrada conquistar corazones masculinos y las lágrimas internas de quien no sabe hacer otra cosa que ser guapa. Tuve relativa suerte: pude encontrar un oficio en las malas ciudades como Lagarto. En este tipo de lugares, te adaptas o estás muerta.

Miro a la niña de soslayo, mientras Uriel habla con Sarez. Pienso en lo guapa que es, en lo mucho que me parecía a ella y en lo triste que parece. Me gustaría intervenir en la conversación. Uriel es un chico muy sagaz. Ha conseguido que el hipnotizado jabalí le preste atención, cosa que mi padre no pudo lograr.

—No están… — mi voz se interrumpe por una horrible tos.

Sarez me abraza la cabeza y me lleva hacia su hombro para calmar mi toz. Utiliza la magia sanadora, pero no es tan fuerte como la mía por lo que solo consigue disminuir la tos en un carraspeo.

Quise explicar a Uriel que los instrumentos no están tocándose solos. Es obra de la niña. La misma magia que hizo estallar la hoguera del Ohdà le concedió poderes que yo conozco muy bien o, tal vez, ya poseía esos poderes y el Ohdà solo los intensificó. De todas formas, los instrumentos no están tocándose solos.

No es necesario que yo diga nada. La niña gira la cabeza hacia nuestra mesa. Sus ojos azules son más hermosos de lo que fueron los míos púrpuras cuando tenía su edad. Dice que sabe sobre medicina y hierbas y que puede ayudarnos (ayudarme). Miente en un único aspecto, su tono de voz lastimero es quien la delata: es ella quien necesita nuestra ayuda con más urgencia que nosotros la suya.

Hago un inmenso esfuerzo por girar la cabeza y mirar los grandes ojos Uriel. Intento hablar, pero mi boca parece estar formada de una áspera masa de grava. Espero a que Uriel entienda lo que sucede o que, al menos, sepa por mi gesto de preocupación, que siento pena por lo que suceda a la chica porque ella es como yo era cuando mamá todavía vivía.

Sarez, que me entiende mejor que nadie, habla por mí.

—Quiere que la liberemos. La están haciendo daño.

Niego con la cabeza. Sarez han entendido una parte, pero no del todo. Esos hombres no la están haciendo daño, ni siquiera la están tocando. Ella los retiene con la música. En el desgraciado momento que deje de tocar, la harán lo que lo que esta noche soñarán con hacerla si es que conseguimos rescatarla. Trago saliva y me abrazo mis pechos. La sola idea de imaginarme esa situación hace que se me enfríe el alma.

—Sé tocar… podría….

¿Distraer mientras Uriel y Sarez se llevan a la chica? Debo estar loca al proponerme voluntaria para distraer a esa panda de cerdos (y jabalí). Apenas puedo pronunciar dos palabras seguidas, no podría sentarme en una banqueta y sostener mi espalda recta para tocar mi arpa. Además, dejamos mis instrumentos en un almacén en Lunargenta para que no sufrieran daños durante el viaje. Estos instrumentos de la niña estarían encantados con su magia; no podría tocarlos aunque quisiera. Además, esos hombres me atacarían si me vieran interrumpir su música.

—No, tú no. — Sarez deja mi cabeza en los hombros de Uriel; confía lo suficiente en el chico como para confiarle mi seguridad. — Yo subiré y haré música. Cuando se termine la música, Uriel, llevarás a las chicas a la habitación. Tienes la llave.  

Sarez sabe un par de notas musicales porque yo se las enseñé. Toca muy mal. Con el laúd podría defenderse, pero no sería igual como si fuera yo quien tocase. Me encojo de hombros. No tenemos ningún plan mejor.


La niña de mis ojos:
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Mensaje  Uri Lun Jun 10 2019, 19:46



Entendido….Tenga cuidado por favor


Asintiendo levemente, Uriel aceptó la propuesta de Sarez y gentilmente se esforzó por sujetar lo mejor posible a la enferma Merrigan, pero la diferencia física de un niño y una mujer adulta era demasiado para que Uriel pudiera sujetar correctamente a la enferma elfa a pesar de que el peso, gracias a su fuerza de vampiro, era perfectamente soportable.


Pacientemente, esperó que Sarez provocara el perfecto hueco para que Uriel, rápidamente, llamara a la muchacha desnuda y le ayudara a mover a Merrigan al cuarto del jabalí. La preadolescente ayudó a Uriel a llevar a la elfa, cuyos pies prácticamente se arrastraban por el suelo si no fuera por la ayuda de la joven humana. No debieron tardar más de 3 minutos antes de llegar a los largos pasillos de cuartos, Uriel fácilmente identificó el cuarto del dueño por ser la que estaba en mejor estado y poseer un cartel con la sencilla palabra “Dueño” en esta.


Toma la llave de mi cintura y  abre la puerta, por favor….


La muchacha obedeció con un rostro un poco nervioso y asustado, trastabillando un poco antes de tomar la llave tallada en madera sencilla y abrir torpemente la puerta. La primera sala visible debía medir unos 7 pasos, hecho en su enteridad de madera y yeso de mala calidad pero que era lo suficientemente sólido para ser hasta acogedor. Había una mesa para 2 personas junto a unas sencillas sillas, grandes debido al gran tamaño físico del propietario. En un rincón se podía ver una enorme cama de doble plaza al lado de una enorme ventana, el amanecer se podía ver levemente asomando cosa que puso un poco nervioso a Uriel.  El resto era decoración; Plantas, cuadros horteras, muebles, estanterías y una cocina sencilla. Las otras salas, perfectamente visibles debido a que eran arcos sencillos sin puertas eran un baño y un estudio. A Uriel le llamó la atención que el baño no tuviera puerta.


Dejemosla a en al cama….


Asintiendo a las palabras de Uriel, la muchacha y el vampirito consiguieron dejar a la enferma elfa lo más cómodamente posible en la enorme cama, Uriel suspiró un poco aliviado y visiblemente cansado, la hemorragia en su muslo había empeorado debido al repentino peso sobre él, y no tenía la seguridad de haber podido mantener en brazos a Merrigan por más tiempo incluso con su sobrehumana resistencia y su autocontrol digno de un vampiro Nova.


T-Tu mus….


Ella está más grave, cumple tu parte del trato y ayudala…...Yo puedo hacerme cargo de mi herida.


La niña asintió nerviosamente, un poco contrariada y sin dejar de observar de reojo la herida sangrante de Uriel, pensando probablemente que Uriel estaba casi tan grave como Merrigan. La niña no mintió, apenas tomó la temperatura de Merrigan y su pulso se puso a darle órdenes a Uriel, pidiendo todo lo necesario para bajar lo más rápido posible la fiebre de la elfa y dejarla lo máximamente estabilizada posible, por su parte, Uriel obedeció en completo silencio. La humana casi parecía una persona completamente distinta, pasó de una asustada y cansada muchachita  una sagaz, segura y confiable curandera en prácticamente segundos dejando bastante admirado al vampirito.


Esto es todo lo que puedo hacer por ella de momento…..Sin saber que sucedió, herramientas o hierbas no puedo hacer nada más....


La muchacha suspiró un poco frustrada, todo lo que pudo hacer por Merrigan sin las hierbas, información y herramientas adecuadas fue bajar su fiebre y estabilizar a la elfa lo suficiente para que pudiera dormir plácidamente, sin dificultad al respirar. Uriel finalmente se sentó en una de las sillas, cansado y adolorido, en algún punto logró limpiar y vendar su propia herida pero el continuo movimiento por las órdenes de la muchacha solo hizo que el dolor en su pierna empeorara.


Yo soy….


Ah, antes que nada….Necesitas ropa...


Gimoteando un poco, Uriel se levantó y caminó hasta lo que supuso era el armario de ropa del jabalí. Tal y como esperaba era demasiado grande para una jovencita que apenas comenzaba a desarrollarse. Suspirando, Uriel decidió que era momento de ponerse creativo; El vampirito tomó una gran prenda, una túnica corta, que hasta ha Uriel le llegaría hasta los muslos y una camisa más pequeña  pero igualmente de tamaños considerables. Uriel le pasó la túnica corta a la muchacha quien se lo puso con un poco de dificultad, cubría todo hasta sus rodillas pero dejaba un gran escote debido al gran tamaño de agujero. Sabiendo que debía ser incómodo para ella moverse con solo eso, Uriel hizo una larga tira de la camisa más pequeña ayudándose de su puñal para luego atarlo en al cintura de la humana, haciéndolo más fácil y cómodo de llevar. El resultado fue un vestido sencillo para la humana que al menos la cubrirá y protegerá un mínimo me los medios y de las miradas repugnantes de personas pervertidas.


Gracias….


El vampirito asintió, quitándole importancia al asunto mientras hacía gala de su incapacidad para empatizar o ponerse en el lugar de otros, pero lo cierto es que le había quitado uno de los mayores pesos a la muchacha y a su vez le había dado lo que mas necesitaba justo en esos momentos, darle dignidad a una muchacha que se vio obligada a convivir con su desnudez durante un largo tiempo ¿Que tan pequeña y poca se tuvo que sentir estando desnuda en medio de toda la multitud, para luego tener que trabajar como una burra para evitar ser alcanzada por los miles de ojos hipnotizados pero repletos de malas intenciones hacia ella de esa posada de mala muerte? Seguramente fue una situación que una chiquilla tan joven no podía aguantar correctamente. Pero saber que ahora al menos estaba vestida era una inyección de autoestima, ánimos y tranquilidad que la pobre humanita necesitaba en esos momentos duros para ella.

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Mensaje  Sarez Jue Jun 13 2019, 19:56

Subo al escenario por las escaleras de la parte izquierda. La gente apenas me parece percibirme. Un par de persona hacen un tosco movimiento con el brazo para mandarme bajar, pero pronto se olvidan de mí y centran su atención a los instrumentos musicales. Eso es bueno. Nadie me molestará por quedarme parado en el lateral del escenario más tiempo del debido. También es malo porque significa que tengo que ser rápido. He de coger el laúd antes de que la magia de la chica del Ohdà decaiga y utilizar los últimos vestigios a mí favor. Si fracaso, los hombres y mujeres de las mesas, se darán la vuelta hacia la chica del Ohdà. Se levantarán de sus asientos, la perseguirán y harán con ella aquello que estuvieron a punto de hacerle antes de que conjurase el hechizo de distracción. No me importa lo que hagan con ella. Mi mayor miedo es que Merrigan estará con ella; también el vampiro Uriel Nova, pero él me importa tan poco como la chica del Ohdà.

Respiro lentamente como si estuviera a punto de disparar con el arco. Mis manos han de estar relajadas y mi cuerpo sereno. Tengo que ser rápido. Me recuerdo mentalmente. Uriel se pone al lado de la chica del Ohdà. Ella habla con él, pero mantiene los ojos fijos en los instrumentos musicales y continua con su incansable mímica.

Doy tres pasos rápidos y me coloco detrás del laúd. La chica del Ohdà baja sus brazos. La lira y el violín caen el suelo. Agarro el laúd al vuelo con ambas manos. Noto las miradas de rechazo del público. Muevo mis manos por el mástil y las cuerdas haciendo memoria de cómo se coge el instrumento y cómo se ha de utilizar. Raspo vacilante las cuerdas confiando que la magia de la chica del Ohdà perdure unos minutos más. No parece ser suficiente. Varios hombres, sentados en las últimas mesas del escenario, emiten gruñidos de molestia. Veo la sombra del hombre jabalí retorcerse en el recibidor como si ésta se hubiera dado cuenta que la chica del Ohdà ha desaparecido y estuviera avisando al cuerpo. Pienso en una manera de hacer callar los gruñidos de molestia y adormilar a la sombra del hombre jabalí. Recuerdo una canción que Merrigan me enseñó a tocar.

Son tres acordes. Uno, dos y tres. Merrigan me preguntó si sabía contar hasta tres con una sonrisa antes de cederme el instrumento. Le dije que sí, que confundía los números a partir del seis. Merrigan se río, tal vez pensase que había bromeado. Puso el instrumento en mis brazos. Me cogió las manos y las puso sobre las cuerdas del cuerpo y el mástil, tal y como las estoy poniendo ahora en el laúd de la chica del Ohdà. Me mostró como se tocan los tres acordes y el orden por el cual se combinan. Ella cogió una flauta de pan. Empezó a tocar sin mí. Me hizo una señal para que la acompañase. Uno, dos y tres. Ella dejó de tocar y cantó la canción.

—Como el polen que arrastra el viento,
afinándose su instrumento.
De maravilloso carácter, de ropas poco elegante,
de mirada penetrante y melodías interesantes.

No canto tan bien; no como Merrigan. No sé entonar. Canto de la misma manera que hablo. Mi música no es peor. Los tres acordes de laúd suenan precipitados y grotescos. Un gato de afiladas garras tocaría mejor que yo, Confío en la magia de la chica del Ohdà. A pesar de ello, parece funcionar. Los hombres y mujeres de las mesas no se han dado cuenta que Uriel se ha llevado a la chica del Ohdà. Los tres, incluyo a Merrigan, desaparecen del salón…

—Es el flautista que, inhalando su amistad,
toca las palmas y a bailar, todos se dejan llevar.
Sigue su compás, no te rebeles a su toque medieval,
De lo contrario chiflará, aunque no quiera bailar.

… en el mismo instante que lo hace el hechizo de distracción.

—El flautista llegó por el horizonte.
Dibujando su figura, al sol de poniente.
Solo os pedirá un poco de amistad,
y a cambio limpiará de ratas tu ciudad.

Los hombres y mujeres se levantan de sus asientos. Gran parte de ellos están armados con hachas y espadas; son prevenidos habitantes de Lagarto, como Merrigan diría. El hombre jabalí corre entra en el salón como si se acabase de dar cuenta que le han robado.

—¿Dónde está la chica? —  pregunta una persona del fondo del salón.

—¿Y quién coño ha dejado subir a ese elfo al escenario? —  responde un segundo.

Los hombres sentados en la primera línea de las mesas no hacen preguntas. Se suben al escenario armados con sus hachas y espadas. Suelto el laúd, dejando que se rompa al caer al suelo, y saco velozmente mi arco. No me doy cuenta que sigo cantando, en voz baja, la canción del flautista.

—Cruzaremos los ríos, lagos y montañas.
Y halláremos un valle sin humos y sin ratas.
Él es el flautista de los cuentos de tu infancia:
matador de dragones gigantes y conquistador de damas.

La canción sirve como un hechizo: una flecha generada por la magia de la luz aparece en el arco sin yo llegar a cagarlo. No me pregunto cómo ha aparecido, simplemente disparo. Vista al frente. Disparo al hombre más cercano en el nacimiento de la nariz, entre medio de los dos ojos. Cae de espaldas contra una mesa haciéndola añicos. Y manos en los bolsillos. Al siguiente le disparo en la cadera. Su cuerpo rueda como una peonza. El mandoble que sostiene incide en la pierna de un tercero. Ambos caen al suelo. Gritan como si fueran animales en el matadero.

—Es el flautista que, inhalando su amistad,
toca las palmas y a bailar, todos se dejan llevar.

Ciudad Lagarto no posee leyes ni policías, se rige por el desgobierno y las amistades. Me explicó Merrigan esta mañana. Si haces daño a hombre, ten por seguro que llamará a sus amigos. Lagarto está repleta de amigos de amigos. Los hombres que salen corriendo del salón van a avisar a sus amigos. Estoy en peligro. Estoy atrapado.


Offrol: señalo el uso de la habilidad de nivel 3


Última edición por Sarez el Sáb Jun 15 2019, 13:01, editado 1 vez
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Mensaje  Uri Vie Jun 14 2019, 18:33


¿Que haces?


Escribo una carta de emergencia a mi maestro, no puedo usar la influencia de mi familia en Ciudad Lagarto sin explicarle...Aunque para cuando llegue….


Uriel podía escuchar vagamente el ruido en la taberna, los gritos molestos y desde la ventana podía verse que cada vez más personas se acercaban. Esta posada no es segura, no amenos que Uriel imponga algo de influencia de los vampiros Nova. En su territorio poseían un poder bastante sólido, pero en Ciudad Lagarto no era así, sabía que apenas llegaba a un par de posadas y casas controladas por ellos. Afortunadamente esta parecía ser una de ellas, aunque no directamente.


Si iba a aprovecharse de su apellido debía, lógicamente, notificar a su maestro. Por lo general el que se pone en contacto es su maestro normalmente, quien le envía a Azazel, su urraca mensajera, para comunicarse y pedir un informe mensual de los movimientos y acciones del vampirito. Esta era la primera vez que sería lo contrario. Tenía la prohibición de no poder comunicarse con la familia a menos que fuera una emergencia, cosa que se podía considerar su estado actual ¿Verdad? Afortunadamente, su maestro le otorgó la posibilidad de usar otra de sus aves mensajeras; Zacarías, un vencejo real. Esta solo se dedicaba a seguir a Uriel a una distancia prudencial sin hacer nada, simplemente siguiendo cada movimiento del pequeño niño y no se acercaría  a menos que Uriel tocara cierto silbato que su maestro le otorgó.


¿Tu maestro hace que un pájaro te persiga y observe….?


“¡Si! ¿Increíble verdad? El maestro realmente se preocupa por mi~


Yo no diría eso…..Es más bien…..Espeluznante y enfermizo...


Uriel ladeó la cabeza curioso, pues no logró escuchar del todo las palabras de la muchacha, quien sentada al lado de Merrigan seguía cuidándola diligentemente, aunque por alguna razón su ceño y mirada se volvieron un poco perturbadas mientras murmuraba ¡Qué muchacha más rara! Encogiéndose de hombros, Uriel plegó diestramente la pequeña nota, abriendo la ventana, el vampirito tocó un silbato que de inmediato provocó la llegada de una ave de tamaño pequeño que piando levemente se posó en el marco de la ventana. Sonriendo, Uriel le enseñó el dedo a Zacarías para que se posara en este.


A pasado un tiempo, Zacarías. Por favor, lleva esto a mi mae-….Padre.


El vampirito ató la nota a la pata del pájaro, quien de inmediato echó a volar para perderse luego entre las nubes y montañas. Habiendo cumplido su deber hacia su maestro, el niño cerró la venta y cojeando levemente se dirigió hacía la puerta del cuarto. La humana rubia se giró y dijo asustada;


¿Donde vas?


El elfo tarda demasiado, puede que esté en peligro. Este lugar tampoco es seguro a no ser que ponga….un poco de autoridad. Tranquila, tienes la llave de este cuarto; Cierra la puerta con llave, y solo abre si escuchas mi voz o la del elfo ¡Si te sientes más segura pregunta algo que solo tu y yo sepamos antes de abrir la puerta!


A su salida, Uriel escuchó como la puerta madera era cerrada con un fuerte “clack” que confirmaba que la muchacha había cerrado la puerta. Dejando una leve sonrisa, Uriel correteo escaleras abajo, dirigiéndose una vez más a la taberna. la situación era bastante tensa; Sarez estaba totalmente rodeado y parecía que no había escapatoria para él. Uriel no se detuvo a pararles los pies, en su lugar caminó tranquilamente hacia la recepción. El vampirito se conformaba con que el elfo no estuviera muerto, y si quería ayudarle lo mejor era tratar directamente con el dueño del a posada.


Joder…...puta niña ¿En donde se metió? ¡Como no aparezca juro que voy a pegarle la paliza de su vida y luego….!


¿Vas a qué? ¿Podrá acabar la frase….?


Uriel interrumpió los gritos furiosos del hombre-jabalí que parecía cada vez más y más enfadado, hasta que escuchó la voz de Uriel, poniéndose visiblemente pálido. En cuanto obtuvo su atención, el pequeño vampirito con una extrañada mirada y un gesto confuso esperó pacientemente a que el jabalí acabara su frase ¡No está amenazando, de verdad se preguntaba qué planeaba hacer si pillaba al a niña! Pero, seguramente interpretándolo como una amenaza, el jabalí no habló y en su lugar miró al infante como si fuera un asesino o un monstruo. Uriel suspiró, no insistiendo en su pregunta, pues tenía algo mejor que hacer.


“Saca a todos los humanos de la posada ¿Vale? ¡Ah! Y dejad en paz a la humana y al par de elfos ¡Ahora son mi pertenencia y por lo tanto no puedes tocarles! ¿Queda claro?


P-Pero…..


“¿Tengo que repetirlo, señor? Buuh~~ ¡Solo hazlo de una vez!”


El jabalí estaba asustado, muy asustado, no porque Uriel fuera amenazante sino porque….Literalmente, el vampirito no le estaba presionando. Era como si ya fuera un hecho que le iba a obedecer, como si ya diera por sentado que se debía obedecer su voluntad. No le estaba preguntado o ordenando, le estaba notificando lo que debía hacer. Y lo peor es que el vampiro lo hacía sin malicia alguna o sin soberbia, era totalmente natural; Como si fuera tan obvio como respirar. El hombre se estremeció de miedo, y enseguida salió del mostrador para obedecer al niño.


El jabalí logró en unos minutos poner en línea la mayoría de clientes cabreados que prácticamente ya se estaban abalanzando contra Sarez. Parecía que le jabalí era poderoso o como mínimo, respetado, porque apenas comenzó a expulsarlos algunos se mostraron visiblemente frustrados mientras se iba o incluso asustados ¡Algunos incluso salieron con el rabo entre las patas! Uriel aprovechó el momento para sujetar la enorme mano de Sarez con sus pequeñas manitas y comenzar a tirar de él para dirigirlo hacia las escaleras de los cuartos, diciendo;


Rápido, señor elfo ¡Las señoritas están esperando! No es del todo seguro dejarlas solas tanto tiempo ¡Ya nadie de la posada debería molestarnos!
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Mensaje  Sarez Sáb Jun 15 2019, 15:15

Finjo que estoy bien (más o menos bien). Pongo mis manos en los laterales de la cama y aprieto con fuerza el colchón. Es una forma de liberar la ira tan buena como otra cualquiera. Las chicas no gritamos, es algo que nos inculcan desde pequeñas. Por muy desesperante que sea la situación a la que nos encontremos (por muy intenso que sea el veneno que me han vendido), estamos a obligadas a mantener una falsa faceta de serenidad. La violencia es cosa de hombres y de salvajes. Las damas de Lunargenta estamos hechas de otra pasta diferente, más bonita y delicada. El Ohdà es una de las muchas celebraciones creadas (por Dioses varones) especialmente para nosotras. Resulta en la bendición de esta misma pasta bonita y delicada. Las nanas nos limpian de las impurezas de la juventud mientras nos recuerdan que, si un hombre nos pisa el pie al bailar, nosotras debemos sonreír y callar. Intento sonreír. Me aprieto en la cama y hago un inmenso esfuerzo por mantener los labios pegados y dibujar una alegre mueca. No pasa nada. Estoy más o menos bien. Si separo los labios, un fino riachuelo de saliva transparente descendería por mi barbilla; es posible que acabase evolucionando en un desagradable vómito. Las chicas no gritamos ni vomitamos. Somos damas de Lunargenta.

Cuando Uriel se marcha de la habitación, no alcancé a escuchar el motivo por el cual se ha ido, me pongo, no sin dificultades, erguida: la espalda contra el cabecero de la cama. Miro fijamente a la niña del Ohdà. Confieso que tengo ganas de gritarla, pero no sería algo propio de una mujer. Ella se queda pasmada, no entiende lo que le estoy intentando decir sin hablar. ¡Por los Dioses! Ahora sé que siente Sarez cuando no consigue explicarse con claridad porque no conoce las palabras apropiadas. Quiero a Sarez, lo quiero como no he querido a otra persona. Él es mi padre, mi compañero y mi… esa palabra que a toda chica le da miedo pronunciar. Entonces, ¿por qué me molesta compararme con él? ¿Por qué me enfada verme en su misma situación? No lo sé, pero tampoco me entretengo en resolver las preguntas. Levanto la mano derecha del colchón y doy una bofetada a la niña del Ohdà. La acuso de estar alargando mi dolor por el veneno y por haberme hecho sentir como debe sentirse Sarez todo el tiempo.

—Medicina…  — la palabra gorgotea en mi garganta. Se encuentra ahogada en un espeso mar de saliva.

La chica del Ohdà dijo que podía curarme, que podría fabricar una poción. ¿Y bien? ¿Dónde está esa poción?

—¡Eso ha dolido! ¿Por qué lo has hecho? — de chica nada, ella es una niña. Habla como una niña. — Así que es eso, ¿no? Te duele y quieres que te cure. Vosotros me habéis ayudado y ahora yo os ayudo a vosotros. ¿No es así? Claro que sí, así funciona Lunargenta. Pero no estamos en Lunargenta. Esto es Lagarto…

—Zorra…

—… y Lagarto funciona con sus propias normas.

Después del primer gesto de rechazo y enfado, sonrío como lo he hecho tantas veces al escuchar a Sarez decir algo propio de Sarez. La niña del Ohdà debe de haber aprendido por las malas, gracias a los hombres de la planta de abajo, el funcionamiento de La Ciudad Lagarto. No hay que esperar nada de nadie. Si un comerciante te dice que su producto cuesta 200 aeros es que en realidad cuesta 100. Miro a la chica de hito en hito. Es más inteligente y menos indefensa de lo que pareció en un principio. Por fortuna, no es tan inteligente como yo lo soy. Ha olvidado las dos leyes esenciales de Lagarto: vista al frente y manos en los bolsillos. En un segundo, se da la vuelta y mira en dirección a la ventana abierta. Planea huir, sin nosotros. Vista al frente. Aprovecho que no me está mirando para meter las manas en los bolsillos y coger un pedazo de cristal, del frasco con la poción que debía de haber curado y no envenenado. Manos en los bolsillos. Me abalanzo hacia la chica, cristal en mano, y le corto el dedo meñique de la mano izquierda.

—Conozco… las normas… de Lagarto.

Mis manos quedan manchadas con gotas de la sangre de la niña del Ohdà. Le hago saber, con un simple hechizo élfico, que, igual que puedo sanar una herida, puedo maldecirla y que, para ello, solo necesito su sangre y una canción que empiezo a tatarear. Es la misma canción que Sarez está cantando (intentándolo) en la planta principal.

La niña del Ohdà tropieza con sus propias piernas. Cae sobre el comodín del dueño de la habitación y abre los cajones con nerviosismo. Me imagino que no pueda hablar. La jaqueca que le produce mi hechizo es tan fuerte que a penas consigue concentrarse en lo que hace. La chica saca un mortero y unas bolsas de hierbas aromáticas. Las levanta en alto para mostrármelas. Niego con la cabeza. Hasta que no fabrique el antídoto contra el veneno que me han dado, no la liberaré.

Soy una dama de Lunargenta. La violencia no es mi fuente. Mis recursos son más gráciles y elegantes. Estoy hecha de una pasta más bonita y delicada que los hombres. La niña del Ohdà estará de acuerdo conmigo.


_____________________

—Está cerrado. Cada uno a sus casas. Por esta noche ya está bien. — el hombre jabalí habla como si fuera un cibernético que solo está programado para repetir tres frases. — Cerrado, os digo. — sostiene la pesada hacha con las dos manos. — ¡A vuestras casas! — percibo un cambio en sus ojos — Ya está bien.

Irrumpe en el salón en mismo instante que me veo atrapado. Los hombres y mujeres que atendían a la música de la niña del Ohdà se miran extrañados. Quedan tan sorprendidos como yo. El hombre jabalí arremete con el hacha contra una de sus mesas partiéndola por la mitad. Señala a un humano y le promete que el próximo será él como no se marche. Poco a poco, los hombres obedecen. Abandonan el local sumisos y cabizbajos. Algunos tienen una mano en la frente. Les duele la cabeza y se encuentran demasiado cansados para discutir.

—Merrigan está cantando. — susurro.

Aunque no consigo escucharla, noto cómo su magia recorre mi cuerpo volviendo más liviano y descansado. Mis habilidades son más eficaces y nuestros enemigos más torpes cuando ella canta. Eso no explica por qué el hombre jabalí está atacando a sus clientes.

Diferencio una sombra al final del salón. Es el chico Uriel Nova. Él es un vampiro. Los vampiros son capaces de manipular las mentes. Él también debe sentir la influencia de la canción de Merrigan, sus hechizos están potenciados por la música.

Atravieso el salón por el lateral, lejos del jabalí y el resto de hombres. Me reúno con el chico Uriel Nova.

—¿Está bien? — pronuncio las palabras deprisa —Merrigan, ¿ella está bien?

Offrol: señalo la habilidad de nivel 3 de Merrigan.
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Mensaje  Uri Miér Jun 19 2019, 15:07

Sobre eso…..La humana dijo que logró estabilizarla, pero que sin materiales o herramientas no podría hacer mucho más por ella…..¡Volvamos rápido! No me siento bien dejándolas solas...


Uriel no desconfiaba especialmente de la humana ¡De hecho apenas pensó en la posibilidad de ser traicionado! ¿tal vez su ingenuidad infantil jugandosela? Incluso si su edad databa de 89 años, seguía estando encerrado en la mentalidad de un voluble y fácilmente engañable niño de 11 años ¡No se le podía culpar por pecar de incauto! El mero hecho de todo lo que hizo para asegurar una lugar para Merrigan era ya el límite de lo “adulto” que podría ser el pequeño Uriel, limitado por su mentalidad.


Aún así, le preocupaba que la elfa recayera durante la ausencia de ambos y la humana no pudiera hacer nada por ella ¡Solo de pensar que Merrigan pudiera acabar como “ella”! Sola en la frialdad de la tierra y siendo lentamente olvidada por el mundo….Bastaba para que Uriel temblara de miedo e impotencia, como en aquel día….¡Definitivamente no permitiría que se volviera a repetir! ¡La salvaría a cualquier costo!


“¿Hmm? ¿Una voz….? Podría ser….¿La señorita Merrigan?


La voz era frágil y tambaleante, como si estuviera por desmoronarse en cualquier momento...Y aún así era preciosa y gentil, como si acariciara suavemente la cabeza del vampiro ¡¿Que era esto lo que sentía?! Se sentía como si flotara en una nube, pero también más energético y con más fuerzas para proseguir ¡Hasta su muslo parecía doler menos! Uriel sonrió energéticamente pero su sonrisa duró poco al percatarse de una cosa ¿Porque la elfa estaba cantando? ¿No se suponía que estaba durmiendo mientras la humana la estaba cuidando?


¡Vo-volvamos!


Apresurándose hacía las escaleras, sin siquiera fijarse en Sarez, el niño corrió como alma que lleva el diablo de vuelta al cuarto en donde estaban las dos doncellas ¡Se sentía tan estúpido! No debería haberla dejada sola, pero sabía que estarían en peligro si no ponía orden en la posada ¡Si no lo hubiera hecho Sarez estaría siendo apaleado cual perro por la furiosa multitud hasta la muerte! Y también, en su estado de furia, habrían buscado cuarto por cuarto a la humana hasta dar con las dos chicas y Uriel ¡El vampirito desde luego no habría podido defenderlas! Matarían al vampiro, pero las las chicas definitivamente no morirían tan fácilmente...No se equivocó con la decisión, peor aún así se sentía frustrado y molesto consigo mismo por alguna razón.


La puerta de madera clara estaba frente a ellos en apenas unos segundos, cerrada y permaneciendo impasible a los visitantes. El vampiro recordó con pesar que le entregó la llave de madera a la humana para asegurar más las posibilidades y al seguridad, sin sospechar que era contraproducente  ¡Era demasiado tarde para arrepentirse! Golpeando la madera con nerviosismo el vampirito gritó


¡Señorita, soy yo, Uriel! ¡Abra la puerta!


El infante llamó a la humana y la elfa pero tal y como se temía no recibió una respuesta. Merrigan jamás atacaría a su única oportunidad para sobrevivir y estaba demasiado débil para siquiera intentarlo ¡Solo se le pasaba por la cabeza que la humana hizo algo! Eso explicaría el extraño canto que la elfa usó, y que por intuición Uriel comprendió era magia. Sintiendo una creciente rabia en su pecho, el vampiro se prometió no volver a caer bajo su ingenuidad ¡Osar  desafiar a un vampiro Nova! Si hubiera sido el usual Uriel alegre y juguetón lo podría haber dejado pasar solo con un castigo leve de molestarla y entorpecerla hasta que considerase que la pequeña humana había aprendido la lección ¡Pero en esos momentos era Uriel Nova, miembro de la orgullosa familia de vampiros Nova! En el instante en que usó el nombre de su familia ya no trataba el asunto con la misma ligereza ¡No dejaría pasar esa ofensa así como así! Se aseguraría de que la humana aprendiera la lección de no ofender a un vampiro Nova….


¡Tiremos la puerta!


No tenían tiempo que perder, una niña humana no supondría ningún peligro bajo una situación normal pero la elfa estaba enferma y débil ¡Su condición podría recaer e incluso empeorar nuevamente! Uniendo fuerzas con Sarez lograron tirar la puerta de madera abajo con un fuerte “¡Pom!” que retumbó e hizo levantar un poco de polvo del suelo. La imagen que Uriel se halló en el interior fue entre sorprendente, admirable, curiosa y sorprendente….


La elfa estaba despierta, cosa que preocupó de sobremanera al vampirito hasta el punto de que su ceño se frunció levemente y sus ojos marrón-miel se tiñeron en una preocupación rozando el miedo, casi parecía que rompería a llorar en cualquier momento. El niño se situó al lado de la cama de la elfa, mirándola silenciosamente como si de un cachorro apaleado se tratara ¿Y si recae y ya no podía ser salvada? ¡Ese hechizo tuvo que cansarla mucho! Seguro que la fiebre alta volverá y entonces...los grandes ojos infantiles del vampiro se aguaron levemente.


...


Por otro lado, cuando ya se confirmó el estado de Merrigan, el vampiro le dedicó una mirada a la humana que está notó perfectamente. Uriel la observó fríamente, sin apartar la vista del mortero como si pudiera perforarlo, ella lo sabía; Sabía que Uriel entendió que había sido engañado. Sintiéndose observada, la muchacha alzó la vista en un arrebato de valentía, enseguida se arrepintió. Uriel le sonreía con su usual aura de travesura e inocencia que recordaba a los cachorros jugando, pero sus ojos no lo estaba haciendo, brillaban con una mirada rencorosa y molesta sumado a la sensación de frialdad propias de un depredador que miraba a su presa indefensa. Pálida y visiblemente asustada, bajó su mirada para seguir moliendo las hierbas sin osar siquiera alzar una vez más su rostro. Uriel la siguió mirando unos segundos hasta que finalmente perdió el interés, aunque aún no olvidaría la ofensa contra él y su familia


¡Pero Merrigan era más importante! Recuperando su usual inocente y juguetón él mismo, volvió a acercarse a Merrigan pero sin hacer demasiado ruido, sentándose en el marco de la ventana ¡Solo quería asegurarse que estaba bien! Pero tampoco quería importunar o incomodarla sin querer, así que se sentó sin hacer ruido o mostrar su presencia mientras observaba a la elfa, no intensamente, pero sin apartar la mirada. Como si estuviera jugando, el vampirito comenzó a balancearse de un lado para otro juguetonamente mientras zarandeaba sus piernas colgantes de arriba hacia abajo rítmicamente, si uno era preceptivo se daría cuenta que lo hacía al compás de la canción que Merrigan cantaba antes.
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Mensaje  Sarez Vie Jun 21 2019, 21:14

Tomo asiento al lado de Uriel Nova. El chico se está balanceando suavemente como si fuera un bebé en los brazos de una madre. Parece cansado y tiene motivos para estarlo. Ha utilizado su magia más veces de la que sé contar a pesar de estar gravemente herido de una pierna. Herida que él mismo se ha instigado por una razón que ignoro. Pensé que era porque tenía hambre, pero no le he visto beber de su propia sangre ni de la sangre de los hombres de allí abajo. Los vampiros son personas extrañas. Merrigan y yo también resultamos extraños para los humanos y para los elfos. No juzgo a Uriel por lo que es. Estoy agradecido por cómo ha cuidado de Merrigan y por lo mucho que me ha ayudado. Eso es lo que me importa. Se lo hago saber poniendo un brazo encima de su hombre y acercándolo contra mi torso. Descansa, chico Uriel Nova.

Nos quedamos observando a la chica del Ohdà trabajar el antídoto. Nos podríamos dormir en esta posición. Merrigan ejerce una presión continua en la cabeza de la chica en forma de canción. Ella siente una ligera jaqueca que se intensificará en caso que suelte deje de trabajar en el antídoto (qué deje de tocar los instrumentos musicales). ¿Somos iguales que los hombres de allí abajo? Guardo la pregunta para mis adentros. No quiero decirla en voz alta porque me asusta la respuesta que Merrigan y Uriel Nova podrían darme.

—Buen provecho — dice la chica del Ohdà con tono socarrón a la vez que ofrece la pócima a Merrigan.

Merrigan toma el mortero con ambas manos y bebe primero despacio y luego con más brío. Aparta con los labios las hojas medicinales que la chica del Ohdà ha estado moliendo. Cuando termina, deja el mortero encima de la mesita. Intenta moverse con agilidad, como si estuviera obligando al antídoto que fuera inmediato, pero sigue sintiéndose débil. Al retirar el brazo, tropieza con la vela que estaba encima de la mesita tirándola al suelo. Se agacha a recogerla y, al erguirse de nuevo, su cuerpo balancea como el de Uriel.

—No corras, cariño, o te caerás — dice la chica del Ohdà riéndose —. Tengo unos conocimientos muy básicos de alquimia, pero no hago milagros.

—Gracias — dice Merrigan a la chica con voz neutral.

La canción de Merrigan ha finalizado, pero la chica del Ohdà se queda mirándola y Uriel Nova y yo mirándola a ella.

—¿Qué va a hacer? — pregunto a Uriel en voz baja. Tengo las manos en los bolsillos, consejo de Merrigan, apretando los mangos de los puñales. —No confío.


—Tienes suerte. Me rescataron y se han enfrentado a una panda de cerdos para curarte del veneno. Han vuelto porque te quieren —parece estar llorando—.  ¿Quieres saber una cosa? Nadie va a venir a por mí. Y me da igual. Soy la sexta de seis hermanos. A mí madre solo le interesa que me vea mona para que hacerme casar con un chico de buena familia. Mi padre ni siquiera se acuerda cómo me llamo; primero me llama por el nombre de mis tres hermanas mayores: Greta, Rina, Oltensa… ¿Y cómo se llamaba la otra? ¡Ah, sí! Claudia, eras tú. Odio Lunargenta. ¡No les importo! ¡No le importo a nadie! Freyr y Freya me hicieron un favor con aquel resplandor. ¿Sabéis? Me enseñaron esta nueva ciudad. Me gusta Lagarto. Es peligrosa, para aquí puedo ser quien quiera. Puedo ensuciarme la falda de barro y nadie me mirará mal por ello. ¿Y qué si salgo a la calle sin maquillar? Aquí no pasaría nada. Lagarto…. Me da miedo, pero también me hace sentir bien.

—Llorar, eso hace.

Merrigan se levanta, todavía siente los vestigios del veneno. Endereza su espalda y abofetea a la chica del Ohdà.

—Retíralo. ¡Retíralo! No sabes lo que estás diciendo. Vuelve a Lunargenta. Sarez y yo podemos acompañarte. Uriel también puede venir, si quiere. No quieras quedarte en Lagarto o acabarás como yo — maldita, enferma y marchita. Merrigan lo dice con otras palabras más desagradables —: jodida de por vida — es la primera vez que la oigo decir una palabrota.

Merrigan sabe lo que dice. Cuando tenía la edad de Claudia, pensaba igual que ella. Eligió el otro trabajo porque, al principio, le hacía sentir bien y ganaba muchas monedas con él. Cuando quiso abandonarlo, no pudo hacerlo. El saco donde guarda sus emociones tiene un descosido que cree que nunca será arreglado.

—Te lo digo yo. Soy como la gente de allí abajo, esos que te obligaron a usar su magia para ellos. Miraba como trabajabas con el mismo deseo con el que ellos te miraban mientras tocabas. Y es que somos iguales: nos hemos criado en los barrios, entre las ratas y las alcantarillas. Somos unos desgraciados que se aferran a cualquier cosa que puedan hacernos sentir: un frasco de cristal — mira hacia Uriel Nova con un gesto de disculpa — o a una canción. Somos unos infelices incapaces de responder a las personas que nos aman — no me mira directamente, pero sé que se refiere a mí porque está llorando. — ¿Quieres saber lo que se siente al besar al chico que te gusta? ¿Quieres ver una puesta de sol y maravillarte por comprender su belleza? ¿Quieres ser bella en vez de bonita? Huye de Lagarto y de cualquier cosa que se le parezca. Busca aquello que te hace ser feliz y no lo que te excite.

Ha hecho un gran esfuerzo por hablar. Cae rendida en la cama. Me levanto de mi asiento y le hago un hueco entre Uriel y yo.

La chica nos mira extrañada como si fuéramos de una raza que no ha visto antes.

—Gracias. — dice con voz neutral, la voz de Merrigan.
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Mensaje  Uri Lun Jun 24 2019, 20:55



En un principio, se estremeció levemente por la repentina muestra de cercanía del elfo quien hasta ahora no parecía realmente interesado en él ¡Le tomó totalmente por sorpresa! Curiosamente, al vampirito, quien tampoco le agradó demasiado Sarez en primera instancia, se sintió a gusto y aceptó la cercanía con un gesto adormecido pero alegre; Después de ese día, de forma extraña, le pilló el gusto al excéntrico y cerrado elfo de nombre Sarez. Probablemente el elfo jamás lo sabría, pero era de las primeras personas en lograr salir de una “mala evaluación” de Uriel. Para el vampirito, o eres blanco o eres negro; No había término medio, o comienzas con buen pie o probablemente acabarás cayendo en la clase de “Abusador infantil”. Sarez debía ser uno de los primeros que salió de esa evaluación en tan poco tiempo en bastante años.


¡Ah!


Prácticamente apunto de dormirse en esa postura, de repente un ardor leve en su espalda le hizo saltar y alejarse del marco de la ventana, enseguida entendió lo que le provocó el ardor. El amanecer comenzaba a filtrarse de entre la ventanas, saludando un nuevo día ¡Eso estuvo cerca! Estaba tan centrado en Merrigan que olvidó completamente el amanecer, esperaba irse después de descansar un poco y asegurar la situación de Merrigan ¡Pero el día ya se le echó encima! Alejándose de los rayos de Sol, Uriel se puso al lado contrario del que antes estaba de Sarez, un lugar con sombra en el que la luz no daría.


Cuando vio caer a Merrigan por intentar moverse, el vampirito casi salta a intentar ayudarla incluso cuando de por medio había rayos de sol filtrándose sin pensar ¡Eso estuvo cerca! Afortunadamente logró detenerse justo antes de hacerlo, sino podría haberse hecho bastante daño. Guardando silencio, el vampirito se quedó en su lugar.


Ante las palabras de la humana, Uriel permaneció impasible; No le importaba para nada lo que tuvo que pasar esa humana traidora ¡Nada podría hacer cambiar de parecer a un vampiro incapaz de empatizar! Aún así, podía entender una cosa; Era capaz de entender que se sentía cuando no significabas nada para tus padres biológicos. Uriel solo recuerda sus tiempos humanos muy vagamente y sin demasiados detalles ¡Pero recuerda fácilmente la sensación que transmitían! Lo mejor era cuando no se acordaban de su existencia o le ignoraban, lo peor era cuando se volvían conscientes de esta. comenzando a sentir una extraña incomodidad, Uriel negó para quitárselo de su mente ¡Eso esa agua pasada! Actualmente era Uriel Nova, un noble vampiro del clan de los Nova ¡Ese pasado ya no le pertenecía! pero a pesar de ello, la incomodidad no se desvanecía.


.....


Ante las palabras de Merrigan el vampiro no dijo nada pero su mirada hacía notar que era diferente a las de la humana para Uriel; Las estaba escuchando y llegando. Hasta ahora, el vampiro siempre había visto a “Merrigan” como “ella”; Enferma, olvidable y efímera. Pero la verdad era que eran totalmente opuestas, “ella” desapareció entre arrepentimientos, dolor y miedo, dejando que hasta la última gota de felicidad se le escurriera entre su manos pero Merrigan era distinta; Se aferraba con fuerza a todo lo que le era preciado y amado incluso si era solo egoísmo o arrogancia, lo abrazaba y guardaba con cariño para que jamás se le escapara a pesar del dolor y el miedo. Uriel no podía comprenderlo de forma consciente, pero algo muy dentro suyo, el vampiro de 89 años, le dijo a la voz que escuchó cuando estaba asustado y confundido; “Si, ella definitivamente no eres tú”.


La señorita Merrigan es fuerte…..Muy fuerte.


Murmuró Uriel con dulzura y a la vez, tristeza. “Ella” no era “Merrigan”, porque “ella” estaba enterrada en lo profundo del jardín, en donde antes florecían Magnolias. Pero incluso si Merrigan no era ella, nada cambió para el vampiro; Estaba feliz de que la elfa estuviera viva ¿Y estaba feliz de que no fuera como “ella”? Después de todo, tal y como es Merrigan, era imposible que fuera “olvidada” ¡Esa elfa estaba destinada a ser recordada en el corazón de las personas! Y eso le hacía feliz, pero triste a la vez ¿Porque? El vampiro no pudo entenderlo.


Uriel, amablemente y procurando no quemarse con el Sol, se acerca a Merrigan para asegurarse de que la elfa estuviera bien. Luego miró a la humana, que se quedó pensativa y sin alzar la mirada del suelo, el vampiro le dijo curioso;


¿Tus padres….Tus padres te hablan?


¿Eh...?


Esos padres tuyos….¿Te hablan? ¿Dicen tu nombre? Incluso cuando se equivocan con el de tus hermanas ¿Lo hacen?


¿A qué viene esa pregunta? ¡Si que lo hacen!


Mostrándose confusa y molesta, la humana pareció contrariada ante la pregunta de Uriel. Ignorándola, el vampiro siguió preguntando;


¿Y te alimentan? ¿Te dan ropa?


B-Bueno….¡Obvio que si!


¿Te gritan cuando te haces daño, o cuando haces cosas malas?


S-Si...


¡Oh! ¿Y se molestaron en intentar educarte? ¿En intentar conseguirte un futuro acomodado? ¿En procurar que al crecer no te faltara de nada?


....


Ya veo….¡Se escuchan como buenos padres! Deberías volver con ellos….


Guardando silencio, la humana miró confusa al vampiro, sin comprender todas esas extrañas preguntas. Ella no lo sabía, pero frente a ella estaba un verdadero niño desechado por sus progenitores. Tal vez no eran los mejores padres, tal vez  tenían una percepción distinta de lo que pensaba que le daría más felicidad a su niña ¡E incluso, tal vez se equivocaban en no escuchar a su hija! Pero, dudaba que realmente la ignorasen ¡Después de todo, al menos decían su nombre alguna vez!


Es de día…..Me quedaré en la posada hasta el anochecer, y tampoco tengo planeado abandonar hasta un par de días ciudad Lagarto ¡Ah! La señorita Merrigan aún necesita recuperarse ¿Porque no toma ese tiempo para tensar? Si elige quedarse, le echaré una mano para que no vuelva a suceder lo mismo que antes, y si elige volver puede irse con la señorita Merrigan y el señor elfo ¿No le parece un buen trato?


Uriel no tenía suficiente potestad, de hecho, lo que máximo podría ofrecerle a la humana es estar protegida bajo su nombre en Sacrestic ¡Tampoco tendría necesariamente una mala vida si aceptaba estar bajo la sombra de su familia! Incluso si Uriel jamás le perdonaría haber sido engañado, si era por Merrigan estaba dispuesto a hacer la vista gorda por esta vez ¡Al menos en su familia, si era bajo su nombre, estaría bien! Aún así, no tenía intenciones de intervenir más, dependía de lo que la humana eligiera al final.

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