Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]

Recordaba vagamente a aquel hombre. No, en realidad no lo reconocía, pero había llegado solito y voluntariamente a la puerta de su taller con la libre intención de enseñarle algo nuevo.

Era una receta de alquimia, un oficio que ella tenía descuidado porque prefería los artilugios tecnológicos que desafiaban la mente e inteligencia de la bruja. En todo caso, el conocimiento jamás está de más y entre saber y no saber, ella prefería creer. Además, ya era hora que desempolvara sus libros y pusiera en práctica sus habilidades alquímicas.

-Pues sí, manos a la obra... o a las pesadillas- respondió a Cohen y practicó con él toda la tarde.

Mina tomaba nota y observaba con atención las reacciones alquímicas que Cohen le mostraba, escuchando también sus observaciones respecto a la voz de los vampiros. Arqueó una ceja y lo miró de reojo -Los brujos mentalistas son tremendamente peligrosos- comentó, sintiéndose ligeramente ofendida. No quiso revelar que ella era una ilusionista, especialmente porque en ese momento el ilusionismo se escapaba de sus manos. -No quiero ni imaginar un enfrentamiento entre un amo de la voz y un mentalista- añadió, quitándole peso al asunto.

Pronto tendría su poder de vuelta y ahí vería el muchachito este lo que es dominar la mente ajena.

________________________
Receta aprendida (?)

Por más que Cohen le explicaba la dichosa receta y ella seguía paso a paso sus indicaciones, la bruja no lograba dar con la mezcla exacta y el resultado era... cualquier cosa menos la Pesadilla Embotellada.

Lo que debía ser un líquido gris con aspecto de gas flotando en un vial, terminaba siendo una goma viscosa verde radioactivo o un bloque sólido tornasol. Ninguno de los dos se aventuró a descubrir los efectos de esas sustancias, que no fueron desechadas, sino cuidadosamente guardadas por parte de Mina para su posterior estudio.

Evidentemente frustrada, la mujer se detuvo. Bufó molesta. -Mira, con todo respeto te digo esto: me estás haciendo perder el tiempo. Claramente no sabes enseñar.- dijo, mostrando una audacia grosera. Pero de la más descarada altanería, pasó a una dulzura empalagosa -Pero como has venido tú a enseñarme, y eso lo valoro, nos detendremos ahora para cenar y conversar. Déjame invitarte, por favor, a que te quedes en mi humilde hogar esta noche y mañana, cuando hayas descansado y con la mente despejada, me podrás enseñar mejor- dijo, usando todos sus encantos.

Pero quien necesitaba descansar y despejar la mente era ella, y lo sabía perfectamente bien. Solo que no iba a aceptarlo tan fácilmente.

Después de cenar, la bruja bajó a su biblioteca y sacó sus viejos libros de alquimia y estudió, practicó, hasta que logró sacar algunas recetas a la perfección. Sintiéndose preparada para el desafío que le presentaba Cohen, se fue a dormir confiada en que lograría aprender aquella receta.
_______________________________________________________________________________
Creo los siguientes objetos:
1- Elixir del Sabueso [Elixir, Limitado, 1 Uso] CdC 30
2- Perfume de Freya [Elixir, Limitado, 2 Usos] CdC 30
3- Esencia de Dulces Sueños [Veneno, Limitado, 1 Uso] CdC 30
4- Filo Venenoso [Veneno, Limitado, 1 Uso] CdC 30
5- Poción de Estoicismo [Elixir, Limitado, 2 Usos] CdC 30
Total: -150 AE / +10 PP

Mina no podría estar más frustrada. No le cabía en la cabeza que había pasado una segunda jornada y Cohen no lograba enseñarle bien la fórmula. Porque eso tenía que ser culpa de él y su pésima estrategia pedagógica. Sí, eso era.

¡Porque Wilhelmina Harker había salido en el cuadro de honor del Hekshold! Ella era una estudiante brillante, inteligentísima y habilidosa. Era imperdonable para ella el que una simple recetita de alquimia le costara tanto trabajo por lo que, la razón obvia era que quien se la estuviera enseñando, algo mal está haciendo.

Así que, nuevamente, invitó a Cohen a quedarse un día más -y cuantos fueran necesarios- para darle la oportunidad de redimirse. A él, claramente.

La cena transcurrió en silencio, especialmente Mina, quien estaba absorta en sus pensamientos. Tina presentía que el invitado de Mina ya estaba harto de la bruja y quería irse, así que se esmeró esa noche para llegar a casa con buenas presas para la cena y compensar un poco lo mala anfitriona que estaba siendo su amiga.

La chicadreja comenzó a contar una bizarra historia que, a medida que avanzaba, se volvía más inverosímil. Mientras Tina intentaba entretener a Cohen, Mina se excusó y levantó de la mesa. Bajó directamente a su laboratorio porque tenía que practicar más, así, tal vez, Cohen dejaría de hacerle perder el tiempo.
______________________________________________________________________________
Creo los siguientes objetos:
1- Poción de Salud Diluida [Elixir, Limitado, 1 Uso] CdC 30
2- Poción de Recuperación [Elixir, Consumible] CdC 25
3- Éter Cristalizado [Joya] CdC 40
4- Medicina Multipropósito [Elixir, Consumible] CdC 30
Total: -125 AE / +8 PP

Sentía que su cabeza era un hervidero de información, pensaba muchas cosas al mismo tiempo y las imágenes, las innumerables imágenes que veía en su mente, tan vívidas, tan reales, que si pudiera, en ese momento haría estallar su laboratorio de ilusiones brillantes y coloridas.

Mina reía a carcajadas, sinceras y sonoras carcajadas de felicidad que retumbaban y espantaban a Tina, quien la miraba desde su rincón, notablemente asustada y preocupada por la sanidad mental de su amiga. Es que el nivel de excitación de la bruja era evidente y exagerado. ¡Tan solo era una pócima! En la cabecita sencilla y simple de la chicadreja no cabía tanto alboroto por haber logrado hacer una pócima.

Es que la pequeña mujer bestia no comprendía el enorme trabajo que le había costado a Mina aprenderla. Sin su magia, Mina había recibido la más grande lección de humildad que la vida pudiese darle. No podía salirse con la suya por medio de las artimañas que le salían tan bien, ahora tenía que esforzarse como cualquier persona común y corriente.

Y esa pócima era un logro, un hito para la bruja.

En el corazón de una pequeña herrería olvidada por el tiempo, Mina se inclinaba sobre una mesa de trabajo improvisada. El aire estaba lleno del silbido del vapor y el leve zumbido de engranajes viejos que giraban en el rincón. A su alrededor, herramientas oxidadas, engranajes desechados y tubos de bronce esperan su momento de utilidad. No era el entorno más ideal, pero dadas las circunstancias... sí, sería suficiente para lo que tenía en mente.

Alisaba un pergamino arrugado en la mesa, lleno de bocetos y anotaciones. -Si puedo conseguir que estos mecanismos trabajen juntos, podría tener algo realmente útil- murmuró para sí misma, agarrando un pequeño carrete de acero y una cuerda fina, pero resistente, hecha de un material que había adquirido en el mercado negro. Era en lugares como ese, añosos y descartados por el tiempo, escondidos para el populacho en general, que ella encontraba los tesoros largamente perdidos de la tecnología terrana, por lo que aquella desgracia no era tan mala al final de cuentas.

Primero, fijó el carrete al costado de un cinturón de cuero reforzado, ajustando un pequeño gancho retráctil con engranajes minuciosamente calibrados. -Definitivamente me va a servir para escalar o tirar de algo pesado... o sea, de Tina- pensó, con una sonrisa de satisfacción al probar el mecanismo con un fuerte tirón.

A su lado, un pequeño tubo de latón llamó su atención. Con algunas modificaciones, se convirtió en la pieza clave del lanzador a presión que esconde el cinturón. Y porque puede y quiere, inserta un par de dardos afilados, asegurándose de que el resorte interno esté lo suficientemente fuerte como para dispararlos con precisión. -Nunca se sabe cuándo puede ser útil un poco de persuasión a distancia- murmuró, guardando uno de los dardos en un compartimento lateral del cinturón. Desde que su magia estaba separada de ella, los artilugios que creaba habían ganado mayor relevancia y los usaba más. Comprendió, a la fuerza, que la magia va más allá de la manipulación del éter. El ingenio podía ser tanto o más útil.

La parte más complicada fue ensamblar el mini propulsor. Necesitó una mezcla de alambique y fuelles para construir un sistema que liberaba una ráfaga controlada de aire comprimido. Ajustando los engranajes y conectando un tanque pequeño que encontró entre los escombros, finalmente logra una prueba exitosa. Por último, tomó una hoja dentada que estaba destinada a una vieja sierra de carpintero y la ajustó a un pequeño motor alimentado por manivela. Con un poco de grasa y un ajuste cuidadoso de los engranajes, obtuvo una mini sierra mecánica que, aunque pequeña, cortaría con precisión cualquier material que se interponga en su camino.

A terminar, se colocó el cinturón, ajustándolo con firmeza -Nada mal para el primer prototipo- dijo, revisando que las piezas no se aflojaron con la manipulación.

____________________
Construyo un Cinturón Multipropósito [Artilugio, Limitado, 2 Usos] Ingeniería Experta.
Costo de producción: 120 ae.