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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Aylizz Wendell Jue Nov 21 2024, 20:55


Habiendo alcanzado una posición considerablemente cómoda y ciertamente estratégica para su labor de vigilancia, se tomaron unos minutos para recobrar el aliento tras el esfuerzo. Apoyando la espalda sobre la inclinación del tejado, la elfa tomó aire en un lento parpadeo antes de posar la mirada en el cielo. Desde la altura, la turba de sonidos que envolvían la ciudad habían tomado algo de distancia, permitiendo que, al menos por unos instantes, fuera capaz de relativizar la situación. Al menos lo justo para reposar las conclusiones asumidas y dar paso a una breve reflexión.

Considerándose completamente ajena a las cuestiones internas de la ciudad que habían provocado el estallido, esa parte de sí misma que pensaba por sí sola optó por dar rienda suelta a los pensamientos más catastróficos acerca de las posibles consecuencias que podrían extenderse más allá de los muros de la ciudad, cuando todo aquello terminase. Fueran cuales fuesen los motivos que habían llevado al conflicto, no podía pensar que se quedaría allí. Estando involucrados bandos que habitaban en dos puntas opuestas del continente, le resultaba imposible pensar en todos los territorios que quedaban en medio de tan vasta distancia. La victoria de La Guardia permitiría a los humanos cercarlos a todos, ¿qué no les impediría ceder después a su ambición y aparente intención de continuar adueñándose del expandiéndose por el continente? Y qué no ocurriría si los vampiros perdían tanto por lo que se habían esforzado en construir. Un repentino escalofrío le recorrió el cuerpo. Dejando a un lado su escasa simpatía por aquellos que habían sido condenados a vivir en las sombras, debida nada más que al miedo irracional y reactivo a los no pocos, desafortunados y escabrosos encuentros con aquellos, lejos de toda cuestión política, reconocía que su existencia era una realidad. Y era consciente, además, de que una amplia mayoría había sido convertida sin haberlo buscado, planificado, pedido o deseado. Maldecidos… En algún lugar tendrían que llevar la vida que habían tenido que verse obligados a vivir. ¿Y qué no serían capaces de hacer si les fuese arrebatada? Pues asumió que, como mínimo, una sangrienta venganza. Y a quién pudiera salpicar, estaría por verse.

Contemplando entonces la magnitud de la urbe, teniendo ante sus ojos su extensión más allá de las calles edificadas que le habían rodeado hasta entonces, mentiría si dijese que no se sintió abrumada. Resopló. Desde que sabía que Nousis había estado en la ciudad, dedicó muchos esfuerzos a convencerse de que no tenía motivos para no salir de allí, antes incluso de que todo estallara, agarrándose a la mínima posibilidad de que hubiera sido capaz de marcharse a tiempo. Nana pudo hacerlo, y hasta ese momento se había estado aferrando a ello para mantenerse en la idea de que él también, luchando contra los impulsos de quedarse más tiempo del que las condiciones le obligaran. Aireada, desvió la mirada hacia las calles, en un intento por no dedicarle más atención a las dudas, y paseó sus ojos por la multitud diversa que continuaba organizándose tras la protección de las barricadas, dedicándole especial atención al elfo artesano, muy lejos ahora de desempeñar ese papel. Tampoco le sorprendía, habiendo comprobado de primera mano sus capacidades en situaciones críticas, no exentas de conflicto armado. Chasqueó la lengua, disconforme. En tales circunstancias si que no podía encontrar la forma de mantener en firme sus intenciones de alejarse cuanto más y cuanto antes de allí, no teniendo la certeza de que dejaba a alguien más atrás.

—¿Hueles eso?— Leo interrumpió el relativo silencio, en una demostración instintiva del mejorado sentido del olfato que le otorgaba su condición.

Mientras hinchaba sus pulmones una vez más, la elfa alcanzó a percibir una ráfaga de olor a madera quemada, que descompuso por completo todas sus cavilaciones mentales y le devolvió nuevamente al estado de alerta. Buscando con la mirada el origen, alcanzó a vislumbrar un notable edificio de cuyas ventanas comenzaban a brotar oscuras columnas de humo, a no muchas calles de distancia.

—Creo que es el cuartel general.— apuntó el joven lobo, echando mano del mapa una vez más.

—¿El de quién?— cuestionó contrariada, incapaz de saber ya cuáles podrían ser las posibles amenazas.

—El de la Guardia. Algún grupo de sublevados habrá llegado hasta él.— dedujo, rascándose el mentón.

No tardaron en dejarse oír algunos gritos procedentes del lugar, dispersándose entre los callejones colindantes. Incapaces de distinguir a quienes los provocaban, opacados por los edificios, sólo alcanzaron a ver cómo la estructura, poco a poco, comenzaba a ceder. Antes de llegar a resquebrajarse, un estrepitoso estruendo tronó y resonó a sus espaldas, haciéndose eco por toda la ciudad. Aylizz no pudo evitar sobresaltarse y contener un respingo involuntario, que casi le costó perder el equilibrio y caer del tejado. Volviéndose entonces hacia el este de la avenida, contemplaron como la Puerta y parte del muro terminaban de venirse abajo. Pudo sentir sus pupilas dilatarse en una expresión de escabroso asombro cuando sus ojos, más allá de las llamas, la bruma y el destrozo, descubrieron la lucha que se mantenía más allá de la muralla. ¿Acaso la dragona no pretendía cerrar el paso, sino abrirlo? Afinando más la mirada, pudo distinguir algunas figuras difusas, aunque las más grandes resultaban lo bastante visibles como para advertir su apariencia bestial. No era capaz de adivinar contra quién batallaban, pero no se le hizo difícil pensar en la posibilidad de que las distintas Criaturas que habitaban los Reinos del Oeste hubieran formado una alianza. Razones, desde luego, no les faltaban.

—¡EH! ¡ELIAN!— se apresuró a poner en advertencia a los de abajo, sin esperar a llegar al suelo para comunicar lo más urgente, apelando a la atención de la única persona que conocía. —¡HAN INCENDIADO EL CUARTEL! ¡Y EL MURO HA CAÍDO! ¡¿ME OÍS?! ¡EL MURO HA CAÍDO!— enfatizó, tan alto como pudo alzar la voz.

Su intención de iniciar el descenso de manera inmediata fue interrumpida por Leo, quien tomándole del brazo le instó a esperar unos minutos más, sin haber soltado todavía el mapa.

—Espera. ¿Alcanzas a ver hasta dónde se extienden las barricadas? Ha quedado un buen hueco en la muralla. Si hay un camino seguro por el que acercarse hasta el extremo…

—Podríamos salir, bordeando por el pilar que queda en pie…

—Dime, ¿qué ves? Con detalle.— inquirió Leo, dejando entrever que había vuelto a poner su mente planificadora en funcionamiento, al buscar entre sus bolsillos algo con lo que poder hacer trazados y marcas en el mapa.

—Pues… Parece que el corredor defensivo se va desviando al norte del muro, pero no alcanzo a ver el punto exacto. Espero que antes de empezar a alejarnos, podamos dar con un camino accesible que cruce hasta la muralla… Como… A esta altura…— se inclinó un momento hacia el mapa para señalar la ruta descrita. —Puedo ver algunos campos de cultivo tras la muralla, algunos quedan apartados de la lucha, lo bastante para ocultarse en ellos y avanzar hacia la linde del bosque, más al norte, hasta que tomemos una buena distancia y nos desviemos de vuelta a la vía que lleva al este.

—Podría funcionar. En el peor de los casos, que tuvieramos que esperar al momento oportuno para sobrepasar los escombros, estaríamos lejos de los problemas del interior y si quienes batallan fuera terminasen por entrar, también estaríamos a una distancia prudente de la avenida principal. Bien, vamos.— concluyó, volviendo a cerrar el plano y guardarlo en el bolsillo interior de su capa.

—Escucha… ¿Podría ser una huida lo bastante fiable para convertirla en evacuación?— cuestionó entonces la elfa, desconcertando al lobo. —He notado que no has podido ignorar que aquí vive más gente, a parte de los grupos beligerantes o de los nocturnos por los que ninguno de los dos mostramos devoción. Yo tampoco.— expuso —Quiero salir de esta ciudad.— afirmó —Pero quizá haya más que desean lo mismo, aunque sea sólo para alejarse hasta que la batalla termine.

—Mi compromiso es contigo, prometí que te llevaría sana y salva, no debía preocuparme de otra cosa.— puntualizó Leo, frotándose las sienes. —¿Y ahora vas tú y apelas a mi conciencia? Ahg. Creo que podría llegar a odiarte, ¿sabes?— resopló replicante, con sorna —Pero no tengo ninguna gana de tener que explicarle a Nana que te abandoné a tu suerte porque se te fue la olla y quisiste involucrarte.

Finalmente abandonaron los tejados para reunirse nuevamente con el grupo defensivo. Los avisos habían corrido como la pólvora y, a pesar de la creciente agitación, un gran número había empezado a organizarse para plantar cara a los problemas que llegaban. Fue al juntarse de nuevo con Corlys y Elian cuando se enteró del avance y la inminente llegada de los fanáticos desde la plaza, por los barrios aledaños al oeste de la ciudad, los mismos a los que apenas un par de horas antes habían visto dejando atrás la iglesia. Asumió pues que su avance no había llegado a detenerse. Mucha gente se había decidido entonces por salir de sus casas, al contemplar que ya ni en los interiores podían estar seguros de encontrarse a salvo. Y ante aquella movilización, el vampiro que había dirigido el levantamiento de las barricadas tomó asimismo la iniciativa para organizar la defensiva, empezando a repartirse todo cuanto pudieran aprovechar como armamento. Mientras tanto, ella sólo podía contemplar los rostros a su alrededor de aquellos quienes, saltataba a la vista, no estaban preparados o capacitados para luchar. ¡¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?! Sin querer perder más tiempo, la elfa expuso ante los ciudadanos el plan trazado con Leo para una posible evacuación, denotando una clara disposición a llevarlo a cabo se unieran a ellos o no. Un numeroso grupo optó por hacerlo.

El lobo y la elfa tomaron el carromato, ahora vacío casi por completo, habiendo dejado cargadas únicamente las cajas con telas y ropajes y los últimos paquetes de carne seca en la salazón, recuperando así su función vehicular. Así, las palabras de Elian fueron escuchadas mientras ellos prestaban ayuda para subir y tomar asiento a quienes presentaban grandes dificultades para emprender y mantener una apresurada marcha a pie.

«Me dispongo a salir hacia la Puerta del Alba. Quizá ya hayáis oído sobre el derrumbe. Si alguno tiene conocimientos médicos o la fuerza para mover bloques de piedra, me vendría bien su ayuda, pero parece que hay gente luchando en el exterior, por lo que será peligroso. Quien venga conmigo deberá ser capaz de salir corriendo si las cosas se ponen feas.»

Algunos de los que se preparaban para partir parecieron pensárselo dos veces tras la nueva alternativa. Era comprensible que entre luchar y huir, una opción intermedia en la que sentirse útil sin exponerse demasiado se presentaba plausible. No obstante, las advertencias del elfo sobre la realidad que se encontrarían calaron en más de uno, inclinándose finalmente hacia su primera decisión. No fue el caso del que temía por su esposa, ni de otros cuantos que se le unieron. Aylizz se quedó un momento mirando al elfo, compungida. Tenía ante él la posibilidad de salir de la ciudad y sin embargo decidía quedarse. Supuso que no podía ser algo tan simple como bondad genuina, por cuanto había conocido en tantas partes del mundo dudaba que algo así pudiera existir verdaderamente. Y aunque se le pasó por la cabeza, no trató de persuadirlo para que cambiara de idea cuando se acercó a ella. Sólo se limitó a asentir con la cabeza cuando le instó a darles ventaja.

—Mantengo mis palabras.— dijo antes de que se distanciara del todo —Te estaré vigilando. Y te buscaré en la Puerta.— fue ella la que dejó entrever una cómplice sonrisa entonces.

Cuando los perdieron de vista, la elfa buscó con la mirada al maldito que los había metido en aquello, encontrándolo apostado sobre una pila de barriles, sin mostrar un ápice de preocupación por ninguna de las muchas señales de alarma. Avanzó unos cuantos pasos hasta quedar situada bajo sus pies y se cruzó de brazos.

—Moebius, ¿no? El afilador.— matizó con un ligero cinismo mal disimulado. El tipo, que pareció no haber reparado en su presencia hasta el momento, se limitó a mirarla, expectante. —Dijiste que conocías muchos atajos.

—Así es.— afirmó, alzando una ceja y levantando a un lado, con sutileza, la comisura del labio.

—Podrías acompañarnos.— sugirió, en un tono más imperativo que suplicante. —No conocemos el verdadero alcance de los destrozos, estaría bien tener tu guía. Seguro que te lo agradecen.— ladeó un momento la cabeza, señalando a aquellos que esperaban para marchar, con cierto retintín al final. El vampiro pareció reposar la propuesta unos momentos.

—De acuerdo. ¡Sí! Por supuesto. ¿Por qué no?— soltó una pequeña y errática carcajada —A decir verdad, los jacobinos o jacobeos o como quieran hacerse llamar esos católicos no me despiertan ningún interés. No hay Dios que libere un alma tan perturbada. ¡Pues venga! En marcha.

De un grácil salto, clavó los pies en el suelo y mordiéndose el labio inferior, silbó un par de veces, llamando a su caballo. Con la misma agilidad, montó y de un suave toque con el talón de la bota, el equino inició el trote para encabezar la caravana. Aylizz subió al carro, tomando asiento junto a Leo, que tomó las riendas. Ellos cerraban el grupo, pudiendo ver la elfa por encima de las cabezas de quienes avanzaban a pie, sin perder de vista a Moebius y pudiendo distinguir con mayor claridad el camino entre la bruma causada por el polvo y el humo. La noche, que ya escaseaba en claridad por sí misma, se cerraba aún más a la sombra de los edificios y la tenue luz de las antorchas o faroles que colgaban de algunas fachadas se difuminaba y emborronaba con la cargada neblina. Advirtiendo que algunos de los que andaban por delante se tomaban de la mano, o miraban ligeramente confusos alrededor, como si les costara orientarse, la elfa echó mano de su bolsa. Tomando la cuerda y una varita incendiaria, se descolgó del asiento en marcha y se adelantó hacia el grupo.

—Tomad, vamos, extendedla. Sujetadla si lo necesitáis, os mantendrá agrupados.— alargando los diez metros de soga, quienes mayor inseguridad mostraban se apresuraron a ser los primeros en darle forma a una fila que avanzaba en línea recta tras el caballo del guía. —Y mantened esto encendido por aquí. Si, cógelo tú misma.— prendiendo la varita, una tenue aunque incandescente llamarada permitió alumbrar lo suficiente para distinguir el suelo donde pisaban y un par de metros más alrededor, cediéndosela a una joven que caminaba en la parte más céntrica del grupo.

Haciéndose a un lado, esperó que la carreta llegase hasta su altura para subir de nuevo y continuar la marcha. Y supo que habían tomado la suficiente distancia de las amenazas cuando el silencio empezó a sobreponerse sobre el caótico zumbido ambiental y los murmullos de adelante se hacían más claros. Cada tanto, miraba hacia atrás, luego a los tejados y después al cielo. Se le hacía difícil orientarse en las ciudades, tan abarrotadas de edificaciones. Aunque tenía gran confianza en que Leo era capaz de reproducir mentalmente un mapa a la perfección, y eso sin tener en cuenta que no era su primera vez en la ciudad.

—La calzada empieza a curvarse, no quedará mucho.— apuntó el lobo, llegado el momento. —¡Eh! ¡Moebius!

El vampiro tiró de las riendas, frenando al caballo al ver que Leo detenía el carro. Por coherencia, el grupo hizo lo propio. Entonces el guía retrocedió hasta ellos, con la pose de alguien molesto por haberle interrumpido la diversión.

—¿Qué pasa ahora? ¿Alguien tiene que mear?

—A partir de aquí, hay que dar con una calle que nos desvíe al exterior del barrio. Hacia el muro, hasta llegar a ver el extremo derribado.

—Ya. Y lo bastante ancha para pasar con ese trasto. ¿De qué mercaducho lo habéis sacado?

—Lo construí yo mismo.— expuso en tono contundente.

—¡Bien por tí!— y dejó escapar nuevamente su maquiavélica y peculiar risita. —¡Andando gente! Y disfruten del paseo…

Tras recorrer varias calles hacia el sur del Barrio Gótico, dejando a su espalda las barricadas, en la lejanía empezó a alzarse el que ahora resultaba ser el inicio de la muralla. Allí el ambiente resultaba tan pesado que no tardaron en hacerse notar toses quejicosas y expresiones de desagrado. La caravana se detuvo en una pequeña plazuela, considerablemente resguardada al cobijo de una manzana de edificios, a tan sólo una callejuela de la vía que bordeaba la ciudad, a los pies de la muralla. Sabiendo lo que podían encontrar al otro lado, debían tomar decisiones antes de cruzar. Y no lo harían hasta haber evaluado las condiciones para la salida.
_______________________________________________________________

Plan de evacuación:

inventario:

Ficha de Leo:

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Gaegel Vie Nov 22 2024, 19:07

El panorama de la ciudad era sumamente extraño, se escuchaban gritos, y también alabanzas a lo lejos hace un momento, pero ahora lo que hay son saqueadores que están aprovechando el momento de caos para hacer de las suyas. Sucios vándalos oportunistas ¿Qué no piensan en el estado de la ciudad? Son unos desalmados que solo se preocupan por el beneficio propio al de los demás, todo a costa de llenarse los bolsillos por unos simples aeros sucios. Sin duda la peor calaña que podría existir... ¿A quién quiero engañar? ¿Por qué rayos no estoy haciendo lo mismo que ellos?

Mi vista se posó en la mirada de la bruja, la cual también podía ver a un grupo de bandidos salir de un establecimiento. Estaba claro en sus ojos que ella también pensaba en lo mismo que yo. - ¿Y por qué no nos unimos a este movimiento? - Le pregunté a la bruja con una sonrisa ladina. Ante mi pregunta, la bruja rió a sus anchas. - Pensé que nunca me lo pedirías. - Ahora fui yo el que rió por su comentario. - No hay que perder las viejas costumbres.

Tras esos comentarios, y unos pasos más adelante, un objetivo se puso frente a mis narices. Estábamos frente a una mansión muy lujosa, y para suerte de nosotros, la puerta estaba abierta. - ¿Por qué no entramos allí? Seguro encontraremos cosas caras para vender. - Ante mi sugerencia, noté que había duda en el rostro de Ryra. - ¿Qué pasa, arpía? - ¿No sabes que es este lugar? - Ante su pregunta, volví a ver la mansión. - Yo veo un blanco perfecto para saquear algo de buen valor.

¿Estás loco? Esta es la Casa de Malasangre. - Su comentario en vez de darme respuestas me dio más preguntas. - ¿Y qué tiene? ¿Los conoces? - La mujer negó con la cabeza. - No digas tonterías. Esta mansión fue habitada por viejo clan de vampiros. Se dice que quien entra allí, no puede salir. - Escuchar aquello hizo que entrecerrara mis ojos. - Ay no digas babosadas. Su queremos salir tenemos la puerta, o incluso la ventana. Ya te lo dije, seguro encontraremos cosas de gran valor. Además, seguro valdrán más si encontramos algo que podamos comprobar que es de esa mansión. Así que. ¿Qué dices? ¿Le tienes miedo al éxito?

Ante mi pregunta. La bruja suspiró con pesadez, revolviéndose el cabello, realmente meditando su respuesta. - Está bien, iré. Pero solo porque estoy segura que aunque te diga que no, tu irás a ese lugar y es mejor entrar juntos... Eso y que quiero que repartamos a la mitad el botín. - Escuchar aquella respuesta hizo que le sonriera ampliamente. - Pero por supuesto que sí, arpía. Ya verás que nos irá bien.

Después de eso, tanto la bruja como yo caminamos hacia la puerta abierta de aquella mansión. La verdad esperaba que las historias que rondaban al rededor de esa casa fuesen más una especulación que una realidad, pero mi deseo por encontrar algo de valor que nos diese un buen dinero podían más que mis temores o cualquier otra superstición que pudiese haber envuelto en el asunto. Era tanto nuestro afán por el dinero que no nos dimos cuenta que la puerta se cerró por si sola cuando ambos estábamos dentro de la casa.

OFF:

Resumen: Luego de una pequeña deliberación muy seria y madura. He decidido llevar a Gaegel y a Ryra dentro de la Casa Malasangre. Que los dioses traigan suerte y abundancia para la bruja y el perro querendón.

Deliberación:

Gaegel
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Sein Isånd Ayer a las 20:35

Se tomó un tiempo para acostumbrarse a la forma en que un toro percibe su entorno. Podía ver una mayor parte de lo que le rodeaba, podía oír con claridad incluso un pequeño animal que se había quedado encerrado en una de las chozas del arrabal y, curiosamente, podía oler algo en Akanke que no había olido nunca. Guiado por un instinto casi ajeno a él, estuvo a punto de distraerse con ese olor, pero la muralla no se lo permitió. Comenzó a escuchar cómo las piedras se rozaban entre sí anunciando lo que pasaría instantes después: la ciudad se había quedado vulnerable, permeable; parte de su muralla había caído justo a sus espaldas.

Soltó un bufido, frustrado por la cantidad de estímulos que le rodeaban. Por suerte, Akanke estaba a su lado y podía calmarse un poco juntando su costado con el de ella y acercándole su cabeza con la ternura propia de un toro. Al hacerlo, se sorprendió por la cornamenta que ostentaba. Sus compañeros, sus hermanos de batalla, los miraban entusiasmados. En los ojos de cada uno podía verse la victoria, se oía en sus bravas voces. Ya se había olvidado de lo de la muralla, de lo que implicaba aquello para los arqueros. Ahora observaba de reojo a su hermana Moa y, al ver su rostro perturbado, se sorprendió también por la curiosa forma de reír que tenían los toros. Giró la cabeza hacia ella y la elevó en un gesto amistoso y divertido, sacándole la lengua y sacudiendo sus orejas. Le encantaba ser un animal, aunque en el fondo prefería ser un felino.

Las pérdidas que habían tenido a causa del fuego significaban mucho para él, pero no podía dejar que le afectara. El tiempo para lamentarse llegaría más tarde, si acaso conseguían salir vivos de allí. Ruarc dio la señal.

Sein y Akanke comenzaron a trotar entre sus hombres con una ferocidad espantosa para quien estuviera delante. A medida que aceleraban, Sein se sentía más libre, más poderoso, más conectado con su amante, y sin saber cómo comenzó a generar desde su interior un fuego agresivo que le quemaba las entrañas, solo que esa quemazón no era molesta, sino alentadora. Cuando avanzaron hasta el punto acordado, hizo brotar de su interior esas llamas voraces. Primero crearon ese reguero mágico que separaría las líneas enemigas y, después, envolvieron por completo a su cuerpo animal.

Ese entusiasmo no lo había sentido nunca. Cualquier migaja de temor que hubiera en su alma se había convertido en valentía, en una alegría casi demencial. Bramaba de exaltación mientras atisbaba entre las llamas que estaba a punto de embestir al ejército de los vampiros, sumergiéndose en esa oscuridad que habían creado pero que junto con su amante de fuego iba a desvanecer.

Esas dos criaturas legendarias atravesaron sin resistencia el grueso de aquel corrupto ejército y una vez allí detrás comenzaron a acorralarlos con sus llamas, cada una hacia un lado. Envuelto en llamas pero también en coraje trotaba a la velocidad que sus cuatro patas le permitían, y en algún momento notó que otro gran grupo llegaba a la batalla. Era la guardia, y se alegraba de que así fuera, de que vieran cómo los bestiales por tierra y aire estaban defendiendo la causa noble, la ciudad que no permitirían que cayera en manos de unos intolerantes que conseguirían infectar a todo el oeste con sus creencias. No tenía claro que la guardia deseara lo mismo que él y sus hermanos, pero en ese momento eran camaradas. Eso lo respetaba y lo apreciaba.

En medio del furor de la batalla recordó a su hermana. Él le había dicho que fuera hacia el flanco derecho y que la encontraría allí. La situación era caótica. En medio de todos aquellos rugidos, gritos y bramidos le iba a resultar difícil dar con su posición. Pero más fácil le resultaría a ella encontrar a un toro envuelto en llamas con la mirada feroz de su hermano.

- ¡Sein! ¡Aquí! - gritaba desde lejos, intentando hacerse oír en medio de la carnicería. - ¡Todo está funcionando de puta madre! ¡Sigue haciendo fuego! - informó con sus gritos desgarradores, rebosando valentía. Y si Sein ya estaba entusiasmado, eso hizo que se le hinchara el pecho con la sensación de ser inmortales, de haber vencido ya la batalla. Hizo caso a su hermana. Con el impulso de sus patas, se colocó sobre las dos traseras en una postura heroica y bramó de nuevo hacia el cielo de la noche, con un sonido que consiguió aterrarlo incluso a él mismo. Y ahora, trotaba lleno de vigor hacia el lugar del que había venido. Iba a reforzar la línea de fuego y no iba a permitir que esos vampiros se escaparan de allí.

Cuando llegó de nuevo al punto medio de la retaguardia, notó que el fuego que debería haber sembrado Akanke ya no estaba. Había vampiros escapando y eso no lo iba a tolerar. Se desvió de su rumbo para hacer que esa contundente bola de fuego mágico en que se había convertido los masacrara. Cargó uno a uno contra los que pudo, alimentando su coraje con cada muerte que provocaba el fuego de sus entrañas. Pero pronto cambió de estrategia. Estaban escapando cada vez más. Debía encerrarlos de nuevo, acorralarlos a todos para luego, y entonces sí, embestirlos a todos con la ayuda de sus hermanos.

Y eso hizo, atento en todo momento a su alrededor para no acercarse a quien no debía, ya fueran humanos o hermanos bestia. El cerco había aumentado, pero al menos los había vuelto a concentrar en una única zona, marcando una barrera que permitiría a sus aliados de ambas razas que continuaran con su ofensiva sin que tantos vampiros se pudieran escapar. Ahora, estaba preparado para seguir alimentando sus ganas de sangre, toda esa sangre maldita que una vez derramada anunciaría, irónicamente, la victoria de la paz y de la convivencia. Por eso luchaba con todo su corazón, y por los Guías, por su amada, por su hermana y por su gente.
___________

OFF:

Resumen:
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Rauko Ayer a las 20:45

 El final de Wolfganga fue una cochinada. Él ya no tenía aliento para derribar la fortaleza bestial del cerdo y perdió la cabeza.

 —Bueno, no es lo que esperaba —dijo Eve cuando pudo reaccionar—, pero estoy satisfecha.

 Pero el cerdo no estaba satisfecho con solo hacer wolfsopa; también, sumido en el frenesí, se abalanzó sobre el hombre-tortuga, fracasando afortunadamente en su intento de homicidio.

 «Este tortugón es bastante fuerte», noté, pero apenas fue un pensamiento fugaz en ese momento. Sería luego que tomaría relevancia.

 —Un placer, Lukas —respondí con una sonrisa perezosa a la presentación del tortugón—. Mi nombre es Rauko. Y mis estimadas colegas de fantasía son Xana, Eve y Azalie —agregué, señalando a cada una al nombrarlas, y ellas correspondieron con una inclinación, una sonrisa y un breve asentimiento respectivamente—. ¿Jardín botánico? No, la verdad es que no conozco muy bien Sacrestic.

 —Creo que sé dónde es —intervino Azalie—. No estoy segura, pero…

 Pero lo que sí era seguro es que un grupo de guardias, aun presos de la confusión, intentaron tomar el control.

 Aalis, al fin, hizo su aparición, quizás para ser la primera sirvienta de Azaril que haría algo relevante en alguna trama de peso. Xana, también, dio un paso al frente para dialogar con los guardias; a pesar de todo, aún albergaba fe en que en la ciudad invadida por el terror y la masacre había lugar para alguna ruta pacífica.

 Pero el hombre-tortuga no necesitaba pacifismo. La paz nunca fue una opción para él. Lo demostró con sus siguientes acciones brutales, mandando a volar a un desafortunado guardia y, con ello, convenciendo a sus compañeros de que hablar con nosotros era una buena idea, si se trataba de hablar mediante nuestras armas y magias destructivas.

 Entonces el tortugón nos sugirió una opción, una que perfectamente me habría esperado de Bio: huir.

 Y eso hicimos, dejando atrás el caos que estalló nuevamente, abandonando así aquella posible subtrama con la pobre Aalis.

 Mientras, dediqué parte de mi atención a los sentidos de Schnee. El ave seguía sobrevolando el área donde estaba Zelas. Hice una cara de extrañeza cuando lo vi protagonizar su propia masacre, como si el propio espíritu del cerdo lo hubiera poseído. «Quizás lo mejor será darle unos minutos de privacidad», pensé, desconectándome de Schnee.

 Finalmente nos detuvimos, cuando llegamos a un imponente edificio propio de un lord. El tortugón, entonces, nos hizo una advertencia.

 «¿Pero qué cosa hizo para que tenga que disculparse con nosotros?», cavilé, empezando a preocuparme.

 Mi grupo había hecho un desastre en nuestro recorrido por Sacrestic. Zelas también se esforzó en superarnos al destrozar a un cristiano y los numerosos seguidores de este.

 Pero el escenario que nos recibió en el interior del edificio superó toda expectativa.

 Sorpresa, asco, temor… Distintas emociones esculpieron nuestros rostros mientras nuestros pensamientos eran un desastre intentando procesar lo que veíamos: la carnicería de un desquiciado amante de las pesadillas sangrientas, con especial gusto por las decapitaciones.

 —Pero qué… —apenas logró articular Eve.

 «¿Esto lo hizo este tipo?», nos preguntamos. «¿Él solo?».

 Eso había dicho él, ¿no? Pero no lo hizo por voluntad propia, lo que significaba… ¿que fue manipulado por un vampiro señor de la voz? ¡Eso explicaba que nos ayudara con Wolfganga sin razón aparente! Pero, manipulado o no, la terrorífica capacidad de aniquilar a tantos…

 Y cuando entramos, pudimos ver que en el centro estaba una pintura de una persona, del mismo Lukas. Era una pintura que definitivamente era obra de un gran artista como pocos. El nivel de los detalles, la armonía de los colores, el realismo que, de alguna manera, transmitía un aura tan imponente que parecía irreal. Además, esa aura imponente era especialmente notable en cierta parte de la que no diré más para que nadie sepa a qué me refiero.

 —Buena tula —opinó Azalie.

 Los señores aristocráticos solían tener cuadros de sí mismos en sus lujosas moradas. No hacía falta ser un genio para deducir lo evidente.

 Las chicas y yo cruzamos miradas, comprendiendo erróneamente que estábamos en la compañía de alguien importante y peligroso.

 «Ya veo, él es de las personas más poderosas de Sacrestic», concluí, «tanto en estatus como en fuerza física». Lo miré de soslayo. «Tuve razón al pensar que es fuerte. Quizás es tan o más fuerte que yo».

 Comprendiendo eso, decidí no hacerlo enojar.

 Pero otros no tomaron esa decisión.

 Varios guardias, todos bastante jóvenes y asustadizos, irrumpieron en el edificio.

 —Vamos, vamos, podemos escondernos aquí mientras esos…

 El guardia apenas alcanzó a decir eso antes de vomitar. Los demás retrocedieron, aterrorizados y asqueados por el escenario que encontraron.

 Xana, pensando que el tortugón podría enojarse y masacrarlos en segundos, actuó por impulso para salvarlos de ese destino.

 —¡Insensatos —exclamó, alzando una mano con un movimiento teatral, antes de que Lukas tuviera oportunidad de responder—, ¿cómo osan pisar con sus sucios pies el dominio del gran Lord Lukas, el tritura huesos!

 —¿Lord Lukas qué? —murmuró un confundido tortugón.

 —El grandísimo Lord Lukas no tolera las visitas indeseadas —agregué con gravedad, señalando los cadáveres esparcidos por el lugar, aunque sin entender las intenciones de Xana; solo quise seguirle el juego—. Pero supongo que no valoran lo suficiente sus patéticas e inmundas vidas humanas.

 —¿Eh? Digo, ¡sí, eso mismo! —dijo Lukas, cruzándose de brazos en una postura imponente.

 —Pero no se preocupen —gorjeó Azalie—, el gran Lord Lukas estaría dispuesto a perdonarles la vida si lo ayudan a relajarse un poco. No sé si saben a lo que me refiero —añadió haciendo un gesto hacia el lukasitón imponente y erecto de la pintura—. Aunque no sé si puedan caminar después de eso, pero es mejor que morir brutalmente, ¿no? —Sonrió con malicia.

 —¡Exacto, les haré sentir toda la envergadura de mi poder! —amenazó Lukas, quizás sin percatarse del sentido perverso de la amenaza.

 Y los guardias, por razones obvias, sintieron aún más pavor del futuro que les esperaba, o que creían que les esperaba.

 —Nosotros no… —balbuceó uno de ellos.

 —No digas eso, querida —le contestó Xana a Azalie, aún mirando con fingido desprecio a los guardias—. Estos humanos no merecen el honor de probar el poder de nuestro Lord y continuar vivos para contarlo. —Dio un paso hacia ellos y volvió a alzar una mano en otro gesto teatral en el que, además, algo[1] salió de su bolso, rodó por el suelo y se escabulló entre los cadáveres—. ¡Huyan, guardias inútiles, y nunca regresen! Huyan al basurero de donde se arrastraron, y transmitan nuestro mensaje: Lord Lukas, el tritura huesos, ya no tolerará invasores en sus dominios. La próxima vez… el tritura huesos los destrozará con su sin hueso.

 Los guardias huyeron despavoridos. El sonido de sus pasos no tardaron en desaparecer en la noche. Pero lo que vieron, lo que escucharon, sin duda alguna… sería algo que no olvidarían ni guardar para sí mismos. La terrorífica leyenda del Lord Lukas.

 —Me disculpo por habernos tomado el atrevimiento de hablar por usted, Lord Lukas —dijo Xana con la cabeza inclinada—. Pero creí que ellos no merecían su tiempo… ¿Uh? —Señaló al centro de la sala—. ¿Y el cuadro?

 —Eso no importa ahora. Azalie, ¿dónde crees que está el jardín? —inquirí intentando cambiar de tema para que Lukas no nos culpara de la desaparición de su propiedad y quisiera desquitarse con nosotros.

 —Uhmm… Si no me equivoco, está…

      

 Mientras tanto, alejándose veloz del edificio, una diminuta copia mía disfrazado de gomejo rosa, la estatuilla que se hacía llamar Raujo, corría con sus dos manitas, que estaban equipadas con los poderosos guanteletes confeccionados por Zagreus, agarrando sobre su cabeza el cuadro de Lukas.

 —Grande es la fortuna con la que el destino me sonríe en esta noche —canturreaba con su voz de falsete—. Oh, cuán favorecido he sido hoy, después de una eternidad siendo un mero títere de los caprichos de los dioses, de la mezquindad de la vida. Ahora, sin embargo, tomo mi merecida recompensa con mis propias manos de hierro y escribo mi propio destino. Sí… ¡Ah!

 Chilló al encontrarse con un cerdo con rabia. Dio un salto acrobático y cayó sobre el lomo de la bestia, la cual se sacudió con frenesí. Raujo se afianzó con fuerza, procurando salvaguardar la integridad del cuadro, como si su vida dependiera de ello.

 —¡Cuánta desgracia puede soportar un alma! —exclamó, dramático, la estatuilla—. ¡Cuánto más he de soportar el odio que la vida profesa hacia mi existencia! ¿Acaso yo, que solo tengo el humilde deseo de ser el más grande entre los grandes, merezco tal castigo?

 Raujo tiró de una de las orejas del cerdo y apretó el agarre de sus pequeñas piernas.

 —¡No! —rugió Raujo, o chilló; era difícil diferenciarlo con su voz aguda—. ¡No permitiré que nada bajo los cielos se interponga en mi senda hacia la gloria!

 El cerdo, entonces, reanudó su endiablada carrera por las peligrosas calles de Sacrestic, con el pequeño Raujo con disfraz de gomejo como su jinete y la pintura de Lukas desnudo como su bandera.

 —¿Crees que ya estamos a salvo del tritura huesos? —inquirió, entre jadeos, uno de los guardias que habían huido del tortugón, mientras se recostaba en una pared.

 Ningún compañero pudo responderle antes de que todos vieran en la oscuridad la imagen de Lukas desnudo. Ni siquiera pudieron tomarse un instante para analizar que lo que habían visto era solo el cuadro siendo llevado por Raujo en el cerdo; solo gritaron y corrieron, temiendo por sus vidas y por sus traseros.

 Aalis escuchó los gritos y convocó al éter, el cual respondió como relámpagos en sus manos, mientras se esforzaba en evadir a los vampiros y guardias que se enfrentaban.

 —¡Huyan, huyan todos, huyan si quieren vivir! —gritaba uno de esos jóvenes asustadizos mientras corría hacia ellos—. ¡Ahí viene Lord Lukas, el tritura huesos!

 Aalis pensó dos cosas: si el peligro era real, todos debían dejar de pelear entre sí para salir con vida; si era falso, debía aprovecharlo para que todos dejaran de pelear.

 —¡Tontos, dejen de matarse entre ustedes mismos! —vociferó ella—. ¡Corran y busquen refugio de la muerte que viene!

 Los jóvenes asustadizos no se detuvieron; continuaron corriendo, dejando atrás al resto, mientras seguían gritando advertencias que calaron en los dos bandos enfrentados.

 Entonces apareció ante todos: el cerdo asesino, cubierto de sangre, con el cuadro de un… ¿hombre-tortuga desnudo?

 —Yo sí soy bien bravo —se jactó uno de los vampirados—. No voy a dejarme intimidar por un puerco.

 Se interpuso en el camino, armado con un hacha de sangre sólida. Y eso no le gustó para nada a Raujo.

 —¡Estúpido mortal de carne y hueso —rugió Raujo—, lamentarás por la eternidad este error fatal que es desafiarme!

 El vampirado, tras titubear un instante, lanzó un poderoso tajo horizontal. Raujo, sin embargo, solo tuvo que levantar un poco el cuadro, asegurándose de que este estaría a salvo, y con una sola mano, potenciada por uno de los guantes zagrados, agarró el arma de sangre y la destrozó con su agarre.[2]

 El cerdo no se limitó a correr. Atacó una pierna del vampirado, lanzándose de cabeza. El vampirado cayó entre gritos. Y Raujo, impulsado con sus botas especiales, saltó veloz sobre él, sin soltar aún el cuadro, y aterrizó aplastándole la cabeza de un puñetazo brutal.

 Los demás observaron, atónitos y aterrorizados, cómo voló la sangre con puré de cerebro, huesos rotos y un ojo que rodó lejos.

 Pero no lograron distinguir a la estatuilla; gracias al pequeño tamaño de Raujo y a la escasa iluminación, creyeron que era el cuadro el que se movía solo, embrujado por la muerte misma.

 —¡Corran, todos, corran! —les rogó Aalis, que ya empezaba a ser más genuina en su actuación.

 Esta vez los demás obedecieron y se unieron en la noble labor de huir en distintas direcciones como cobardes.

 —Sí, así debe ser. Mi corazón se llena de gozo cuando se reconoce mi grandeza —dijo Raujo con suficiencia—. Vamos, compañero, nuestra puerca aventura aún no termina. —Volvió a montarse sobre el cerdo y cabalgó hacia donde sea que quería ir.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Objeto Limitado: Raujo (1/2), estatuilla de 50 cm con la apariencia de Rauko disfrazado de gomejo rosa, aunque con voz aguda. Es ágil, pero no muy fuerte.
[2] Accesorios de Raujo: Puños de Heracles, guantes metálicos que amplifica la fuerza e impulsa los puñetazos, agregando mucha potencia. Diseñados para personas de poca fuerza; y Botas de upelero, que le dan un pequeño plus de velocidad y potencia de salto.

Resumen:
Lukas y la banda raukers vuelven a la choza del barón y se preparan para ir al Jardín Botánico.
Mientras, Raujo, la estatuilla mágica, se roba el cuadro de Lukas desnudo, monta al cerdo asesino y espanta a los guardias y vampirados a los que Aalis fracasó en calmar.
Quizás luego se empiece a hablar también de un tal Lord Lukas el tritura huesos =)

Lukas y Zelas me dieron su bendición para manipular un poquito a sus personajes =D
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Corlys Glokta Ayer a las 23:28

Por si no fuera suficiente con que estuviéramos a punto de ser atacados por vampiros de la voz desquiciados por la zona más cercana al cuartel, por lo que Elian decía también había problemas en la Puerta del Alba, y por si no fuera suficiente, los dos lugartenientes de Woodpecker se iban a buscarla a ella y Amanda en una negociación con los radicales y no se sabía nada de Daphne desde hacía un tiempo. Si me hubieran preguntado a mí le hubiera dicho que los de la Puerta del Alba podrían irse a pastar que nada de que lo ocurriera fuera del cerco era mi problema, pero lamentablemente Elian tenía una necesidad de ayudar a desconocidos que se me escapaba y tampoco ganábamos nada si causaba un conflicto por ello.

La elfa recién llegada tampoco se mostró especialmente efusiva ante la bienvenida, pero mientras no la liara, tampoco me importaba demasiado. Lo que no me esperaba era que conociera a Elian, aunque quizás que fuese alguien entrado en años y que había viajado mucho ayudaba a tener contactos, porque la otra opción era asumir que todos los elfos se conocían entre ellos, y eso me sonaba un poco a lo que hubiera dicho el rancio de mi hermano en una cena familiar. En cualquier caso, se decidió por ponerse a vigilar mientras no pudieran salir, así que no me iba a quejar.

- Puedo asegurar que eso no es mío. Aunque estaría muy bien ser capaz de hacer eso...- Comenté tras escuchar el estruendo, aunque la elfa se me adelantó en dar la respuesta.

- Y dudo mucho que los guardias puedan gestionar nada, tuve que irme de allí porque estaban convirtiendo a todos los que se acercaban a ellos.- Respondió Teufel a la pregunta anterior sobre los vampiros de voz.

- Efectivamente. Así que mejor pongámonos a hacer algo. Que no creo que podamos hacer tampoco mucho si cruzan, así que habrá que intentar anticiparse.

Suspiré cansado al ver que me iba a tocar dirigir otra vez a esta gente al combate. Por mucho que tratara de huir de la responsabilidad me la acababa cruzando otra vez. Tenía que empezar a alejarme de las agrupaciones de gente, así solo tendría que preocuparme de mi propia integridad, una experiencia mucho menos estresante y con menos arrepentimientos si salía mal. Una pena que esa decisión no la hubiera tomado antes y ahora tuviera que lidiar con que haber estado trabajando con esa gente me hubiera hecho cogerles cierto aprecio.

- Teufel, Sapsucker, quiero las casas de esa calle vacías. Dudo que vayan a seguir en pie cuando acabe con ellas. Así que decidles que si quieren vivir salgan de allí.

Me iba a unir a ellos cuando me interceptó Elian para entregarme sus herramientas de carpintero y decirme que se había decidido a salir a ayudar a la gente. Le di una palmada en la espalda y antes de irme a organizar la defensa todo lo rápido le di unas palabras de ánimo, o lo más parecido a eso que me veía capaz de hacer.

- Pues suerte allá a fuera. Yo veré si puedo evitar que aquí dentro acabemos igual que en la puerta, que la única forma que conozco de hacer algo por esta gente es aplicar la violencia a los que traten de entrar.

Me volví hacia esa calle, aunque mientras avanzaba noté que una magia élfica me recubría dándome la sensación de que aumentaban mi fuerza y velocidad. Avanzaba por la calle mientras escuchaba los gritos de que evacuaran las casas y yo iba inspeccionando los edificios para ver la mejor forma de convertirlos en el arma que buscaba y con las herramientas que me había dejado Elian fui haciendo las marcas pertinentes[1][2].

- ¡Todos fuera! ¡Estamos siendo atacados! Si os quedáis os robarán la voluntad y os usarán como armas. ¡Moveos!

- ¡Rápido! Hay que evacuar! ¡El cuartel ha caído y van hacia nosotros! ¡Coged los objetos de valor rápido y fuera! Es probable que no haya casas a las que regresar.

Mientras que la gente se iba agolpando en las calles noté que el ruido al otro lado de la barricada había cambiado y parecía estar produciéndose un combate, lo que quizás nos pudiera dar el tiempo que necesitábamos para reforzarnos adecuadamente. Al mirar a mi grupo me encontré con un ambiente heterogéneo y confuso, gente con cuchillos, horcas, hachas, sartenes, cargando con bultos que ropa que debían contener todas sus pertenencias, alguien con una cazuela con el cocido dentro... no se parecían demasiado entre ellos, salvo en su evidente nerviosismo. No eran los más entusiastas con la defensa, esos ya se nos habían unido antes, y no estaba muy seguro de qué hacer con ellos, así que sería mejor que esas decisiones las tomaran ellos mismos. Pero algo habría que decirles, así que recurrí a esa presencia vampírica[3] a la que solo acababa recurriendo en situaciones tan desesperadas como estas, o intentar hacer trampas a las cartas.

- Es el momento de que decidáis lo que vais a hacer. Estamos a punto de ser atacados, quien quiera luchar por su hogar puede hacerlo, pero si alguien no se ve capaz que se abstenga de intentarlo. Si no estáis preparados lo único que vais a lograr es entorpecer al resto y seguramente morir, o peor, que os controlen y usen como armas u os conviertan y tengáis ese maravilloso momento de descontrol al lado de vuestros vecinos y familia. Podéis pensarlo mientras vais por esta calle, allá se están repartiendo armas, y quien se decida por otras opciones, un elfo está organizando gente para buscar supervivientes fuera del muro y traerlos aquí para cuidarles, podéis ir con él, también podéis quedaros y aseguraros de que todo está listo para su regreso, y si teméis por vuestra seguridad si seguís aquí, hay un carro que va a evacuar a quien así lo considere. Así que ya sabéis, movimiento.- Me volví hacia los que ya habían venido acompañándome desde allí con las armas preparadas.- Y el resto, id rápido a mover esos escombros para cerrar las dos calles laterales que salen junto a ellos. No hace falta que sea demasiado elaborado, lo justo para que invite a que vengan hacia aquí. Cuando esté o notéis que se acercan volved desde las calles laterales. Que nadie pise esta calle cuando empiece a trabajar. Venga, al tema.

Di una palmada como el cierre de mi discurso y me saqué de mi mochila el material de repuesto que llevaba y me puse a hacer una trampa explosiva[4][5] que tenía guardada para ese momento. Ya había mirado cual era el mejor sitio para colocarla y que cuando alguien la pisara el edificio se viniera abajo sobre los atacantes, así que la habilité y me alejé con cuidado. Entonces retrocedí unos pasos hasta el otro edificio que había inspeccionado y procedí a repetir el procedimiento[4][5] Ya tenía buena pinta, pero dado que todavía teníamos tiempo, aproveché a plantar una última trampa de humo[6] antes del cruce donde pensaba esperarles, por añadir un poco más de confusión a la mezcla.

Mis apoyos no tardaron en regresar, a tiempo de ver como empezaba a surgir una turba furibunda trepando los escombros hacia nosotros, me descolgué la lanza y el escudo y les di una orden antes de quedarme a ver el espectáculo que había preparado. No sabía si en la batalla previa habrían caído todos esos bastardos controla mentes, pero ante la duda debía asegurarme de que el caos les impedía desatar esos poderes contra mi milicia improvisada.

- Que nadie avance hasta que yo de la orden.

La horda salió corriendo hacia nosotros, pero antes de que avanzaran mucho, uno de ellos pisó la primera placa de presión y su pierna salió despedida de su cuerpo, pero apenas tuvo tiempo de preocuparse por ello porque la explosión también se llevó una viga carcomida por delante y el edificio empezó a precipitarse hacia la calle, cayendo escombros sobre nuestros atacantes. La bajas fueron cuantiosas, pero entre la polvareda se podían distinguir figuras que seguían corriendo hacia nosotros. No tardó en escucharse la segunda explosión y un edificio al lado contrario de la calle sufrió el mismo destino que el primero. Y antes de que los supervivientes pudiesen reponerse di comienzo a la segunda parte de mi plan.

- Disparad.

Y una lluvia de flechas, lanzas, piedras, palos, macetas y cualquier objeto contundente que tuvieran a mano salió volando hacia los primeros vampiros en cruzar la nube de polvo. No sabía cuantos habían caído, y tampoco tenía tiempo de descubrirlo porque todavía seguían avanzando. En segundos llegaron a la última trampa, que con su explosión de color y olor abrumador pareció aturdir a esa primera. Y esa era la señal de que había llegado el final.

- ¡Ahora!

Canalicé mi sangre para que aumentara mi fuerza[7] y desaté mi maldición[8], y cubierto por mis propias sombras y la luz élfica de Elian cargué contra el enemigo flanqueado por Teufel y Sapsucker. Mi lanza atravesó la carne, lo eché a un lado para librarme del cuerpo y con el mismo movimiento proyecté mi escudo con toda mi fuerza contra el cuello del siguiente, que cayó inerte. Alguien había tratado de atacar a Teufel, pero sus garras se deslizaron hasta el pelaje de la mujer nutria sin causar daño[9], y ella no desaprovechó la oportunidad para lanzarse contra su cuello y desgarrarlo, y como un relámpago rabioso y cubierto de pelo saltó entre los escombros golpeando y mordiendo[10][11]. Nunca la había visto moverse tan rápido, pero era cierto que yo tampoco había golpeado nunca tan fuerte, que los golpes de la punta de mi lanza seccionaran cabezas y extremidades tan limpiamente era algo nuevo. Suponía que era la magia de Elian, pero entre eso y que una calle llena de escombros me permitía luchar con mi mejor estilo[12] todo demasiado cómodo.

Aunque la realidad no tardó en golpearme cuando uno de mis hombres fue atrapado por uno de los vampiros y le desgarró el cuello. Grité y clavé la lanza en el pecho del atacante, pero aunque una mujer arrastró al herido hacia la retaguardia no tenía demasiado confianza en su supervivencia. La rabia me invadió y ataqué furiosamente, avanzando y golpeando con lanza y escudo. Vi a Sapsucker derribado por otro vampiro y quise ir a ayudarle, pero una mujer vampira especialmente corpulenta cargó contra mí y aunque interpuse mi escudo consiguió hacerme retroceder, sus golpes me impedían avanzar y me preocupaba el estado de mi compañero. Eché rodilla al suelo para mantener la posición y apunté la lanza hacia el despojo que ataca al licántropo, apoyándola contra mi pierna para no perder el equilibrio cuando su asta se estiró y la punta atravesó el costado del vampiro[13]. Otro intentó flanquearme, pero Teufel cayó sobre él y los convirtió en una masa de carne informe, lo que aproveché para que la lanza recuperase su tamaño y apartar el escudo para clavársela bajo las costilla a la mole que mole que me atormentaba. Me enderecé y subí sobre una roca, apreciando que íbamos ganando terreno. Viendo que ya mostrábamos una considerable superioridad señalé a los que quedaban con mi lanza y les grité.

- Acabad con todo el que no vuelva a su lado del muro. Que sepan que porque aceptemos a quien venga pacíficamente no significa que vayamos a tolerar ningún ataque.

Y tras esas palabras, me uní a ellos en el combate de nuevo para liberar mi frustración. A pesar de que nos había ido bien, eso no había evitado que tuviésemos bajas, y como alguien más acostumbrado a luchar entre los soldados que en dar órdenes a nadie, me atormentaba cada persona bajo mi mando que caía.

**************************


[1] Kit de Carpintería Superior de Elian: [Limitado, 2 Usos] Mediante este kit, compuesto por diversas herramientas, puedes usar el efecto de cualquier Técnica de Carpintería de nivel Experto o inferior que conozcas en un rol. Gasto los dos usos.
[2] Revelar Fallo Estructural: [Técnica de Carpintería] Usas tu experiencia levantando estructuras para revelar los puntos débiles de un edificio, vehículo u otra estructura de madera. Si tú o tus aliados alcanzan con ataques ese lugar, la estabilidad de la estructura se verá seriamente comprometida. Utilizado dos veces en dos edificios.
[3] Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
[4] Kit de Carpintería Regular: [Limitado, 2 Usos] Mediante este kit, compuesto por diversas herramientas, puedes usar el efecto de cualquier Técnica de Carpintería de nivel Avanzado o inferior que conozcas en un rol. Gasto los dos usos.
[5] Trampa Explosiva: [Trampa, Limitado, 1 Uso] Mecanismo que, al gatillarse por una placa de presión, permite una reacción que genera una explosión que realiza daño moderado, especialmente en el pie, tanto a quien la pisa como en una zona de metro y medio de radio. La explosión arroja a los afectados al suelo. Hago dos.
[6] Trampa Pestilente: [Trampa, Limitado, 1 Uso] Mecanismo que, al gatillarse por una placa de presión, libera una sustancia extremadamente pestilente, de color vistoso y muy difícil de quitar. El manchado será fácil de rastrear.
[7] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Primer uso.
[8] Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primero turno del primer uso.
[9] Nivel 3: Pelaje defensivo: [2 usos] Aprovecha su tupido pelaje para que un ataque se deslice sobre él sin recibir daño y dejar el hueco abierto para contraatacar. Primer uso.
[10] Frenesí: [2 usos] Una vez por combate, puedo entrar en un estado de elevada adrenalina. Aumenta notoriamente mi velocidad y me permite ignorar el dolor y seguir peleando, a pesar del daño, por 2 turnos. Primer turno del primer uso.
[11] Nivel 2: Persecución deslizante:[2 usos] Aprovecha los accidentes del terreno, junto a su piel deslizante y sus fuertes patas, para lanzarse contra su objetivo, recortando la distancia rápidamente a pesar del movimiento aparentemente errático. Primer uso.
[12] Nivel 2: Guardia de la calleja: [Pasiva] Su experiencia combatiendo en lugares estrechos, como callejones y tabernas, le permite aprovechar al máximo el terreno en espacios reducidos, manejando sus armas con soltura y aprovechando la dificultad de movimiento de sus oponentes a su favor.

Evacuo una calle, la lleno de trampas y luchamos contra lo que quedan de los discípulos de Jacobo.

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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

Mensaje  Akanke Hoy a las 21:37

Los gritos de guerra sonaron, retumbando en el cielo nocturno que se cerró sobre Sacrestic Ville. Akanke cargó junto a su amado, ambos como bestias mitológicas, titánicas, demoledoras e implacables. Su fuego mágico no se podía apagar y eso lo descubrieron de la peor manera sus aliados; uno murió calcinado y otros quedaron gravemente heridos. El corazón de Akanke se apretó de dolor y culpa, pero mientras no terminaran con su misión, no podía atenderlos. Rogó entonces a sus ancestros y a los Guías que cuidaran a sus hermanos bestia hasta que ella o alguno de los otros chamanes pudiera sanarlos.

Mientras corría, sus poderosos cuernos se llevaban por delante a todos los enemigos que se atravezaban, y a los que huían pero ella lograba darles alcance, también. El fuego era el enemigo natural de los vampiros, a Akanke le pareció que ellos se consumían más rápido que seres de otras razas, pero no era un dato que a ella le interesara investigar, realmente. En un mundo ideal, sería muy feliz de no conocer aquel detalle.

En un punto, Akanke se separó de Sein, tomando la dirección opuesta para cerrar la retaguardia de los vampiros, impidiéndoles huir. Veía cerca el final del camino, en un trecho corto volvería a girar para flaquearlos por el costado, pero allí supo que el efecto de aquella pócima se acababa, pues el fuego que la recubría lentamente se apagó, al igual que el que dejaba tras de sí. Mientras corría, sintió una punzada en el cuerpo, que no era dolorosa, pero sí incapacitante. Aún en forma bovina, laespalda se le arqueó y quedó parada en sus patas traseras. Como petrificada, desplomándose sobre su costado. Al tocar el suelo, su cuerpo de mujer cayó desnudo.

Estaba consciente y supo que tenía que salir de allí rápido, pues una vez los vampiros se percataran de su estado, la atacarían y despedazarían. Tan rápido como pudo, se levantó y vió como su temor se materializaba, pues no fue uno solo el vampiro que se abalanzó sobre ella. Lo sujetó con todas sus fuerzas, usando sus poderosas piernas que guardaban la potencia de un caballo, para bloquear el avance. Sus pies se enterraban en la tierra que mantenía aún el calor del fuego que había ardido allí segundos atrás. Su corazón palpitaba rápido y fuerte, retumbando en su cuerpo, haciendo que la sangre recorriera a mayor velocidad su cuerpo. Con ello, su respiración se agitaba y sentía calor, no uno como el que sintió con la pócima, sino uno que ella conocía bastante bien.

Su piel resistente1 impidió que los rasguños que recibía cortaran muy hondo, pero no duraría mucho sin quedar gravemente herida. Gritó con fuerza, un grito que intimidó a su oponente, pero no lo suficiente como para amedrentarlo, pues aquel pobre infeliz ignoraba lo que ello significaba y lo que ocurriría después. El cuerpo de Akanke estaba inundado de adrenalina, convirtiéndola en una oponente más veloz, fuerte y resistente2.

Flectó sus piernas, cayendo de espaldas, con el movimiento, llevó un pié al abdomen del vampiro y lo empujó hacia atrás, tirándolo por encima de su cabeza. Aprovechando la inercia, aprovechó para completar el giro de su cuerpo y quedar agazapada. Con un impulso, quedó de pie y en guardia para recibir al vampiro que venía tras el primero. Este no la tomó por sorpresa, así que pudo bloquear y asestar golpes que noquearon a su adversario.

Al tercero, lo tomó por el cuello con una mano, mientras la otra sujetaba la muñeca del vampiro, apretándola con tanta fuerza que no solo lo obligó a soltar la daga que intentó clavarle, sino que llegó a fracturársela, aunque ella llevara su buena dosis de rasguños de la mano que le quedó libre a su adversario.

Aquello, ignorando que tras de ella, el vampiro que la había atacado primero se incorporaba y lanzaba a atacarla, pero la lanza de un soldado de la Guardia lo atravezó antes y este cayó a los pies de Akanke. Sobresaltada por aquello, volteó y sus ojos amarillos centellaron al ver a los soldados que por fin llegaban. -¡Tardando mucho!- rugió con rabia. -¡Pero llegamos!- exclamó insolente el soldado que acababa de salvarla, sin poder quitar sus ojos del cuerpo desnudo de aquella imponente mujer.

Pero no había tiempo para charlar. Los cansados soldados tuvieron que entrar de lleno al combate. Akanke no era una novata peleando desnuda; el mimso día que su cuerpo fue transformado para lucir más "humano", tuvo que enfrentarse a un ejército de no muertos y derrotar a un gigante que absorvía todos los cadáveres a su paso para ganar más fuerza. Su piel era fuerte y resistente, pero... no le apetecía mucho que la miraran con esos ojos con que la vió el soldado.

Agarró al vampiro que había quedado con la lanza incrustada en la espalda y lo arrastró hacia los árboles. Tras desencajar el arma, lo desvisitó para tomar las prendas básicas con que cubrirse: un pantalón que le apretaba en los muslos y una camisa que le quedaba suelta. Olía asqueroso, a sangre vieja y cadáveres. Tomó la lanza y se lanzó junto a los soldados.

_______________________
1Ventajas Animales [Racial]: La hermosa piel de ébano de Akanke es tan resistente como una armadura ligera.
2Frenesí [2 usos] [Racial]: Puede entrar en un estado de elevada adrenalina durante un combate, lo que aumenta su velocidad y resistencia al dolor. Seguirá peleando, a pesar del daño que reciba, durante 2 turnos.
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El vampiro contraataca [Evento Sacrestic] - Página 4 Empty Re: El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]

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