[evento] La viuda
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La granja de la viuda Mary ha sido siempre objetivo constante de robos y saqueos, pero esta vez algo distinto ha ocurrido. Desde hace varios días las gallinas han comenzado a desaparecer una a una al caer la noche sin dejar rastro. La pobre vieja está desesperada y no sabe qué hacer, por lo que requiere tu ayuda para resolver el misterio.
Debes elegir una de las cuatro opciones y desarrollarla: a) Te das cuenta que se trata de ladrones que le han estado vigilando por varias noches y piensan desbaratar su casa con ayuda de sus lobos. b) Se trata de osos que comienzan a salirse de control. c) Varios animalejos se han turnado para atacar el gallinero, entre ellos zorros y mapaches.
________________________________Debes elegir una de las cuatro opciones y desarrollarla: a) Te das cuenta que se trata de ladrones que le han estado vigilando por varias noches y piensan desbaratar su casa con ayuda de sus lobos. b) Se trata de osos que comienzan a salirse de control. c) Varios animalejos se han turnado para atacar el gallinero, entre ellos zorros y mapaches.
-El evento es para cualquier personaje independiente de raza, sexo, edad, etc.
-Pueden participar aquellos que tengan al menos diez post son rol
-Es individual, ganará una recompensa sorpresa el primero que postee y resuelva la situación planteada en un solo post de al menos veinte líneas.
Thorn
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Re: [evento] La viuda
Los problemas de la anciana eran serios, si continuaba perdiendo animales a aquel ritmo al final no tendría medios para alimentarse y solo sería cuestión de tiempo que las monedas también comenzaran a escasear al no poder vender sus productos en el mercado local. La anciana estaba muy segura de que lo que ocurría cuando caía la noche no eran los simples robos habituales que sufría de vez en cuando y a los que decía estar ya acostumbrada y apenas daba importancia.
-Parecéis muy segura de lo que decís, dado que me habéis dado comida y cobijado a pesar de no ser ni siquiera de vuestra raza me gustaría ayudaros con este asunto. No soy buena luchando pero haré cuanto este en mi mano para ayudaros.-
El rostro de la anciana se iluminó con una sonrisa desprovista casi de dientes. Sin duda esperaba que la viajera elfa se prestara a ayudarla tras contarle su historia. Con los humanos nunca nada solía ser gratis, ni la ayuda ni el cobijo.
La elfa decidió echar un vistazo al corral antes de que cayera la noche. No le llevó mucho tiempo encontrar algo mas que plumas y excrementos de gallina en el lugar. Allí también había pelos de diferentes tipos de animales, los reconocía bien pues había estudiado a muchos de ellos a lo largo de su formación. Si se trataba de ataques de animales salvajes poco podía hacer ella mas que ahuyentarlos, no era cazadora ni trampera...Pero si que podía recoger algunas plantas para crear un líquido que ahuyentara a los depredadores.
Níniel busco algunas plantas por os alrededores y volvió a la cabaña antes del anochecer, después pasó un rato preparando el repelente usando para ello utensilios comunes que la anciana tenía en su casa como mortero y mazo y cazuelas para calentar al fuego. Una vez lo tuvo listo, esparció el líquido resultante alrededor de la granja, especialmente en el gallinero.
Pronto la noche llegó y tras esta un nuevo amanecer, llegó al hora de comprobar si sus esfuerzos habían dado su fruto.
La anciana comenzó a contar sus aves de corral y casi dio un salto de alegría al comprobar que no le faltaba ninguna. Parecía que la elfa lo había conseguido.
Con mucho gusto Níniel compartió la receta de la poción repelente con la anciana para que, de en ese momento en adelante, no volviera a tener problemas con los animales salvajes y sus gallinas.
-Parecéis muy segura de lo que decís, dado que me habéis dado comida y cobijado a pesar de no ser ni siquiera de vuestra raza me gustaría ayudaros con este asunto. No soy buena luchando pero haré cuanto este en mi mano para ayudaros.-
El rostro de la anciana se iluminó con una sonrisa desprovista casi de dientes. Sin duda esperaba que la viajera elfa se prestara a ayudarla tras contarle su historia. Con los humanos nunca nada solía ser gratis, ni la ayuda ni el cobijo.
La elfa decidió echar un vistazo al corral antes de que cayera la noche. No le llevó mucho tiempo encontrar algo mas que plumas y excrementos de gallina en el lugar. Allí también había pelos de diferentes tipos de animales, los reconocía bien pues había estudiado a muchos de ellos a lo largo de su formación. Si se trataba de ataques de animales salvajes poco podía hacer ella mas que ahuyentarlos, no era cazadora ni trampera...Pero si que podía recoger algunas plantas para crear un líquido que ahuyentara a los depredadores.
Níniel busco algunas plantas por os alrededores y volvió a la cabaña antes del anochecer, después pasó un rato preparando el repelente usando para ello utensilios comunes que la anciana tenía en su casa como mortero y mazo y cazuelas para calentar al fuego. Una vez lo tuvo listo, esparció el líquido resultante alrededor de la granja, especialmente en el gallinero.
Pronto la noche llegó y tras esta un nuevo amanecer, llegó al hora de comprobar si sus esfuerzos habían dado su fruto.
La anciana comenzó a contar sus aves de corral y casi dio un salto de alegría al comprobar que no le faltaba ninguna. Parecía que la elfa lo había conseguido.
Con mucho gusto Níniel compartió la receta de la poción repelente con la anciana para que, de en ese momento en adelante, no volviera a tener problemas con los animales salvajes y sus gallinas.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [evento] La viuda
Como le gustaba el viento frío en la cara. La nieve que empezaba a caer de una grises nueves que cubrían todo el cielo, haciendo que en el cabello de la mujer se vieran pequeñas perlas blancas, que a los pocos segundos se derretían, brillando como si fuesen joyas.
Tenía los ojos entrecerrados, estaba algo cansada, salir andando por los caminos y acantilados que escandían el bastión no era fácil. Le había dicho a Bjorn que se quedaría un par de días más con ellos entre aquellos muros, y así lo había hecho, pero no aguantaba más. Necesitaba estar sola, y ninguno de los rincones de aquel lugar se lo podía proporcionar.
Su intención era dirigirse al poblado abandonado, donde tantos y tantos inviernos habían pasado en su infancia. Era u lugar que siempre la calmaba, un lugar perfecto para la meditación, un lugar donde nadie la molestaba ni la incordiaba, nadie… la verdad es que nunca había sido una persona excesivamente extrovertida, pero en los con los acontecimientos de los últimos meses su actitud empezaba a rozar el autismo. Después de estar tanto tiempo sola, un par de meses rodeada de gente la había abrumado.
Sus pasos se detuvieron, mirando a lo lejos. Frunció el ceño mientras intentaba fijar la vista: una casita de madera.
A menos de media jornada, en un plano, en el principio de la arboleda, una casa de maderos. Se veía perfectamente por la falta de hojas en los arboles, debido a la época del año. Aquella casa estaba en medio de su camino, así que se dirigiría hacia donde esta estaba. A medida que se iba acercando, la dragona divisaba más detalles del lugar en cuestión: una casa de madera antigua, sin ventanas, al menos a la vista. Una cerca rodeaba lo que parecía la parte trasera, posiblemente cubría un huerto y un corral, aunque no muchas verduras agarraban con aquel frío, incluso una negada para la cocina como Levia lo sabía. Una zona para los troncos, por lo que era una cosa con hogar, cosa muy normal en aquel lugar. Techo algo más inclinado hacia debajo de lo normal, para que no se acumule la nieve en exceso… parecía una cabaña normal y corriente.
Una mujer, tapada con buenas telas, salió de la puerta y se dirigió hacia la parte trasera, no había advertido a la dragona que ya estaba apenas a unos metros de la casa.
Podía escuchar la vos de la mujer, una voz cansada y ligeramente cálida. Cuando la joven ya estaba junto a la casa, esta volvía, dirección la puerta de entrada. Estaba llevaba una mano en la frente, mientras su cabeza se movía levemente hacia los lados, negando, y murmurando algo.
No sabría como describir lo que paso entonces… no sé cómo me metí en aquello… solo sé que me vi en la casa de la anciana cenando con ella. Levia, a veces eres tan estúpida…
- Y dime, ¿hacia dónde te diriges? –preguntó la anciana rellenando el plato de la dragona, que había prácticamente devorada el estoado que esta le había servido. No sabía de qué demonios lo había hecho, pero estaba delicioso.
Levia levantó la cabeza de su plato para mirarla a ella a los ojos, no es que aquella pregunta pareciese forzada, pero la anciana llevaba mucho tiempo mirándola, y la había apremiado muchas veces para que aceptase pasar allí la noche, se notaba que quería algo.
-Un poco más hacia abajo… ¿Qué sucede?- decidió preguntar Levia, no quería pasarse horas respondiendo preguntas a las cuales quizás no querría responder, para acabar con aquella misma pregunta. Mejor ir al grano.
La mujer sonrió, dejando la olla de barro a un lado y sentándose de nuevo. Levia le agradeció con un gesto el último plato que le había servido.
-¿Cómo lo has sabido? ¿Tanto se me nota?- la señora no sabía si reírse o avergonzarse, y la muchacha lo notó.
-Tranquila, no me ha molestado.- dijo seria mientras dejaba el plato en la mesa, la comida podía esperar. –Dígame.
La mujer se demoró un peco, mientras se tocaba una vedeja, para después acomodarla detrás de su oreja.
-Es que… hace unos días que tengo problemas con las gallinas. Me desaparecen. Al principió pensé que habría sido un zorrillo, pero la cosa se repite, y los zorros son inteligentes, niña, pero no tanto como para coger el mismo número de gallinas cada noche.
Levia suspiró, de eso se trataba, de gallinas que desaparecían. No parecía haber más casas a unos metros a la redonda, por lo que si alguien se dedicaba a robarla… posiblemente le pillase, ya fuese por huellas o ruido.
-¿Y quiere que encuentre a las gallinas, o quizás que encuentre al que se las lleva?- preguntó la morena alzando una ceja. La anciana esta vez optó por reírse.
-La segunda, niña. Preferiría poder tener algo que comer cuando venga la temporada de las grandes nevadas.- hacía tiempo que no pasaba nadie por allí, al menos que ella lo viese, por lo que no podía desperdiciar la oportunidad que se le brindaba.- Puedes hospedarte aquí, y yo te daría de comer.. y si fuese necesario…
-D-de acuerdo. –dijo Levia antes de que la anciana siguiese con sus “recompensas”. Un trabajo para un gran rey debía ser obsequiado con grandes regalos, ya que no le faltaban. Aquella mujer parecía no tener más que su hogar, no quería perderle nada, ni ponerla a ella en el apuro de prometer cosas. –Lo haré, no se preocupe, esta misma noche me pongo con ello.
Gracias por la cena… fue lo último que dijo la dragona antes de salir en la oscuridad de la noche, con las regañinas de la señora para que lo dejase para la mañana siguiente, que así agarraría un catarro.
Levia se colocó la capucha negra, como si aquello le proporcionase más escondrijo que el negro de la noche. La única luz que iluminaba el blanco paisaje, ahora plateado, era la luz de la luna, que se escondía entre las nueves para después salir de nuevo, en un baile que duraría toda la noche.
Había estado un buen rato dándole vueltas a cómo hacer aquello, y al final ganó lo más obvio. Se escondería y esperaría. Si aquello era un acontecimiento que se repetía todas las noches, aquello no sería deferente.
Se subió a uno de los arboles más grande que habían junto a la casa de la anciana, colocándose en una rama lo suficientemente gruesa como para soportar su peso durante un rato. Apoyó la cabeza en el tronco, y esperó.
Pasaron horas hasta que la dragona escucho un crujido, tanto tiempo que si no fuera por el frió la hubiese pillado durmiendo. Alguien había pisado una rama, y la había roto, delatándose. Al parecer tres figuras se acercaban a la casa de la anciana, tres figuras que caminaban a cuatro patas, con cautela, oliendo el terreno. Levia los podría haber confundido con alguna otra especie antes de que el olor a lobo llegase a su nariz, pero como confundirse, por ejemplo, con un Scrunt, estaban en mitad de la llanura…
Justo después de los tres lobos, había tres figuras más, y no le hacía falta olerlos para saber lo que eran. Humanos. Estos portaban armas, las había podido advertir por el brillo que emitían al chocar con la luz de la luna, ya que las armas no estaban en una vaina. Pieles de animales cubrían sus grandes cuerpos. Andaban con cuidado de no hacer ruido. El último de ellos llevaba en las manos una rama de árbol, con la que iba borrando las huellas que dejaban tras ellos. Se pusieron casi debajo de donde se encontraba Levia, entre unos árboles, agachados.
-Yo creo que ya estamos preparados… bueno la vieja hace siempre lo mismo.- dijo uno con la voz grave, como ronca.
-Si, además, ella no es rival para nosotros. –dijo el que portaba un hacha a la espalda, no muy diferente a la de la joven.
-No, un día más. Solo esperad un día más. No sabemos si… - soltó una leve risa el tercero, uno que tenía una voz agria, a oídos de Levia, incomoda.
Los tres se rieron por la obviedad. Una vieja que vivía en su casa, ella sola, sin nadie que la proteja. Habían escuchado en zonas… bueno zonas no muy concurridas por personas de bien, que en aquella casa ya había habido algunos ladrones y saqueadores. Entre ellos, no solían presumir de las ganancias, ya que mas de unos había amanecido con el cuello rebanado y con la mercancía robada, por lo que aquel trió no sabía lo que había tras las paredes de madera sin ventanas, pero lo que había, tenía que ser suyo.
-Si, si…. Tenéis razón, mañana mismo le robamos a la vieja y nos vamos con nuestros tesoros, amigos.- dijo el de voz agria.
-Pero antes de irnos, mejor cogerles algo de cena a estos pequeños, o esta noche nus morderán las patas a nosotros- dijo el de el hacha.
-Shhh…. No levante tanto la voz, los viejos tiene el sueño ligero- dijo el afónico.
Levia quería saltar sobre ellos, quitarles de en medio. Pero debía ser prudente, podía sacar más de ellos escuchando que derramando su sangre.
Cada uno de ellos agarro una gallina, que dormidas, no fueron difíciles de alcanzad. Un hombre con una gallina para un lobo. Tres en total. Los lobos, que ya parecerían amaestrados, mataron a las gallinas clavándoles los colmillos en el cuello a las cluecas, llevándoselas para comérselas cuando estuviesen apartados de allí. Los hombres, mientras bebían una compartida bota de licor, se apartaron de allí sin dejar rastro. Menos un el número exacto de tres gallinas menos.
Levia esperó unos minutos, los suficientes como para que la pequeña compaña se alejase de la casa. Se bajó del árbol y abriendo la puerta, entró en la casa.
El calor del fuerzo le golpeó en la cara. La anciana dormía en su cama, sin enterarse de nada. Ella hizo lo mismo, se colocó en un sillón que había cerca del hogar y descansó.
Por la mañana fue difícil contárselo a la señora, ya que esta no dejaba de blasfemar en nombre de aquellos tres y sus estúpidos lobos.
-Tranquila, esta noche me ocupo de ellos, no te preocupes.- la calmó Levia, viendo como la mujer examinaba lo poco que le quedaba de gallinas, esperando que la joven no le mintiese.
Fue un día raro, Levia fue a cortar leña, después, con la supervisión de la anciana, y no sin resistencia de la dragona, ambas cocinaron. Había aprendido como no hacer un estofado, la anciana le había enseñado trucos. La muchacha había alegado que no había falta que la comida estuviese tan buena para que esta alimentase.
-¿A qué te gusta comer lo que esta mas bueno?...- la dragona no contesto- Pues a seguir cortando zanahorias, niña.
Tuvo tiempo de reflexionar de muchas cosas mientras paseaba por las nieve, entre los desnudos arboles. Pensó en Wallace y en el bastión, en Ébano y los nuevos integrantes en los cuervos…
Aprendió a cómo tratar a ciertos animales de corral para que estos te den buenos beneficios, aprendió incluso algunas propiedades sobre algunas plantas que no había visto en su vida. No estaba siendo un día desperdiciado, al fin de cuentas.
Se enfiló al tejado y ayudó a la anciana a limpiar el tejado mientras esta preparaba la cena, se había retrasado, por lo que el cielo ya se estaba escondiendo. Levia prefirió no cenar aun, no sabía qué hora se presentarían aquellos holgazanes. Y por orden de la joven, la anciana de pelo blanco se sentó junto al hogar, anqué nerviosa.
¿Cómo deshacerse de ellos? No era la primera vez que peleaba contra un grupo mayor en número que ella, pero disponían de tres lobos, cosa que podía dificultar la misión, ya que eran rápidos, y numerosas veces, mortales. Su propio hombro era la prueba de que aquellos animales no dudaban en morder.
Pasó algún tiempo tensando, ya que mientras quedase el último rayo de sol, los ladrones no se dignaron a aparecer por allí.
Por suerte, Levia ya había pensado como recibirlos.
Tres figuras se acercaban hacia el corral, relamiéndose los morros. Tres figuras más se acercaban tras ellos, apretando las armas con las manos. La anciana movía la madera para que no se consumiese aun. Levia, al verlos, se fue detrás de la casa, esperando a que estuviesen más cerca.
Los tres hombres estaba muy cerca de la puerta de entrada, ya faltaba bien poco para que abriesen la puerta y empezar a robar lo que les viniese e gana, pero se toparon contra un gran dragón de escamas negras y afiladas. Con la boca de numerosos dientes apuntando hacia ellos, emitiendo un chirrido que hizo que los lobos se sorprendiesen y se alejasen de la cena.
Y por si la imagen de un dragón no les echaba atrás, cosa que podía ser normal, ya que no era muy difícil de conocer a uno de estos, Levia les obsequió a los tres con un poco de fuego, que pasó rozándoles, advirtiéndoles. Estos dieron un paso atrás, uno cada uno. Se miraron entre ellos, ¿realmente intentáis pelear contra el fuego, humanos? Pensó la dragona dando un paso hacia ellos, abriendo las fauces para lanzar un hilo de fuego, que esta vez no fallaría.
Los primeros en salir corriendo fueron los sabios lobos. Aunque los humanos no tardaron mucho en salir tras ellos. Y esperaba que fuese para siempre.
-Estaré por aquí cerca, si volviese a pasar algo, hazme llegar un mensaje, ¿de acuerdo?- dijo Levia despidiéndose de la anciana.
Esta le regalo una enrome sonrisa. No mentía en lo de volverla a avisar, si aquellos ladrones se acercaban de nuevo a la casa de la anciana, no lo contarían.
Tenía los ojos entrecerrados, estaba algo cansada, salir andando por los caminos y acantilados que escandían el bastión no era fácil. Le había dicho a Bjorn que se quedaría un par de días más con ellos entre aquellos muros, y así lo había hecho, pero no aguantaba más. Necesitaba estar sola, y ninguno de los rincones de aquel lugar se lo podía proporcionar.
Su intención era dirigirse al poblado abandonado, donde tantos y tantos inviernos habían pasado en su infancia. Era u lugar que siempre la calmaba, un lugar perfecto para la meditación, un lugar donde nadie la molestaba ni la incordiaba, nadie… la verdad es que nunca había sido una persona excesivamente extrovertida, pero en los con los acontecimientos de los últimos meses su actitud empezaba a rozar el autismo. Después de estar tanto tiempo sola, un par de meses rodeada de gente la había abrumado.
Sus pasos se detuvieron, mirando a lo lejos. Frunció el ceño mientras intentaba fijar la vista: una casita de madera.
A menos de media jornada, en un plano, en el principio de la arboleda, una casa de maderos. Se veía perfectamente por la falta de hojas en los arboles, debido a la época del año. Aquella casa estaba en medio de su camino, así que se dirigiría hacia donde esta estaba. A medida que se iba acercando, la dragona divisaba más detalles del lugar en cuestión: una casa de madera antigua, sin ventanas, al menos a la vista. Una cerca rodeaba lo que parecía la parte trasera, posiblemente cubría un huerto y un corral, aunque no muchas verduras agarraban con aquel frío, incluso una negada para la cocina como Levia lo sabía. Una zona para los troncos, por lo que era una cosa con hogar, cosa muy normal en aquel lugar. Techo algo más inclinado hacia debajo de lo normal, para que no se acumule la nieve en exceso… parecía una cabaña normal y corriente.
Una mujer, tapada con buenas telas, salió de la puerta y se dirigió hacia la parte trasera, no había advertido a la dragona que ya estaba apenas a unos metros de la casa.
Podía escuchar la vos de la mujer, una voz cansada y ligeramente cálida. Cuando la joven ya estaba junto a la casa, esta volvía, dirección la puerta de entrada. Estaba llevaba una mano en la frente, mientras su cabeza se movía levemente hacia los lados, negando, y murmurando algo.
No sabría como describir lo que paso entonces… no sé cómo me metí en aquello… solo sé que me vi en la casa de la anciana cenando con ella. Levia, a veces eres tan estúpida…
- Y dime, ¿hacia dónde te diriges? –preguntó la anciana rellenando el plato de la dragona, que había prácticamente devorada el estoado que esta le había servido. No sabía de qué demonios lo había hecho, pero estaba delicioso.
Levia levantó la cabeza de su plato para mirarla a ella a los ojos, no es que aquella pregunta pareciese forzada, pero la anciana llevaba mucho tiempo mirándola, y la había apremiado muchas veces para que aceptase pasar allí la noche, se notaba que quería algo.
-Un poco más hacia abajo… ¿Qué sucede?- decidió preguntar Levia, no quería pasarse horas respondiendo preguntas a las cuales quizás no querría responder, para acabar con aquella misma pregunta. Mejor ir al grano.
La mujer sonrió, dejando la olla de barro a un lado y sentándose de nuevo. Levia le agradeció con un gesto el último plato que le había servido.
-¿Cómo lo has sabido? ¿Tanto se me nota?- la señora no sabía si reírse o avergonzarse, y la muchacha lo notó.
-Tranquila, no me ha molestado.- dijo seria mientras dejaba el plato en la mesa, la comida podía esperar. –Dígame.
La mujer se demoró un peco, mientras se tocaba una vedeja, para después acomodarla detrás de su oreja.
-Es que… hace unos días que tengo problemas con las gallinas. Me desaparecen. Al principió pensé que habría sido un zorrillo, pero la cosa se repite, y los zorros son inteligentes, niña, pero no tanto como para coger el mismo número de gallinas cada noche.
Levia suspiró, de eso se trataba, de gallinas que desaparecían. No parecía haber más casas a unos metros a la redonda, por lo que si alguien se dedicaba a robarla… posiblemente le pillase, ya fuese por huellas o ruido.
-¿Y quiere que encuentre a las gallinas, o quizás que encuentre al que se las lleva?- preguntó la morena alzando una ceja. La anciana esta vez optó por reírse.
-La segunda, niña. Preferiría poder tener algo que comer cuando venga la temporada de las grandes nevadas.- hacía tiempo que no pasaba nadie por allí, al menos que ella lo viese, por lo que no podía desperdiciar la oportunidad que se le brindaba.- Puedes hospedarte aquí, y yo te daría de comer.. y si fuese necesario…
-D-de acuerdo. –dijo Levia antes de que la anciana siguiese con sus “recompensas”. Un trabajo para un gran rey debía ser obsequiado con grandes regalos, ya que no le faltaban. Aquella mujer parecía no tener más que su hogar, no quería perderle nada, ni ponerla a ella en el apuro de prometer cosas. –Lo haré, no se preocupe, esta misma noche me pongo con ello.
Gracias por la cena… fue lo último que dijo la dragona antes de salir en la oscuridad de la noche, con las regañinas de la señora para que lo dejase para la mañana siguiente, que así agarraría un catarro.
Levia se colocó la capucha negra, como si aquello le proporcionase más escondrijo que el negro de la noche. La única luz que iluminaba el blanco paisaje, ahora plateado, era la luz de la luna, que se escondía entre las nueves para después salir de nuevo, en un baile que duraría toda la noche.
Había estado un buen rato dándole vueltas a cómo hacer aquello, y al final ganó lo más obvio. Se escondería y esperaría. Si aquello era un acontecimiento que se repetía todas las noches, aquello no sería deferente.
Se subió a uno de los arboles más grande que habían junto a la casa de la anciana, colocándose en una rama lo suficientemente gruesa como para soportar su peso durante un rato. Apoyó la cabeza en el tronco, y esperó.
Pasaron horas hasta que la dragona escucho un crujido, tanto tiempo que si no fuera por el frió la hubiese pillado durmiendo. Alguien había pisado una rama, y la había roto, delatándose. Al parecer tres figuras se acercaban a la casa de la anciana, tres figuras que caminaban a cuatro patas, con cautela, oliendo el terreno. Levia los podría haber confundido con alguna otra especie antes de que el olor a lobo llegase a su nariz, pero como confundirse, por ejemplo, con un Scrunt, estaban en mitad de la llanura…
Justo después de los tres lobos, había tres figuras más, y no le hacía falta olerlos para saber lo que eran. Humanos. Estos portaban armas, las había podido advertir por el brillo que emitían al chocar con la luz de la luna, ya que las armas no estaban en una vaina. Pieles de animales cubrían sus grandes cuerpos. Andaban con cuidado de no hacer ruido. El último de ellos llevaba en las manos una rama de árbol, con la que iba borrando las huellas que dejaban tras ellos. Se pusieron casi debajo de donde se encontraba Levia, entre unos árboles, agachados.
-Yo creo que ya estamos preparados… bueno la vieja hace siempre lo mismo.- dijo uno con la voz grave, como ronca.
-Si, además, ella no es rival para nosotros. –dijo el que portaba un hacha a la espalda, no muy diferente a la de la joven.
-No, un día más. Solo esperad un día más. No sabemos si… - soltó una leve risa el tercero, uno que tenía una voz agria, a oídos de Levia, incomoda.
Los tres se rieron por la obviedad. Una vieja que vivía en su casa, ella sola, sin nadie que la proteja. Habían escuchado en zonas… bueno zonas no muy concurridas por personas de bien, que en aquella casa ya había habido algunos ladrones y saqueadores. Entre ellos, no solían presumir de las ganancias, ya que mas de unos había amanecido con el cuello rebanado y con la mercancía robada, por lo que aquel trió no sabía lo que había tras las paredes de madera sin ventanas, pero lo que había, tenía que ser suyo.
-Si, si…. Tenéis razón, mañana mismo le robamos a la vieja y nos vamos con nuestros tesoros, amigos.- dijo el de voz agria.
-Pero antes de irnos, mejor cogerles algo de cena a estos pequeños, o esta noche nus morderán las patas a nosotros- dijo el de el hacha.
-Shhh…. No levante tanto la voz, los viejos tiene el sueño ligero- dijo el afónico.
Levia quería saltar sobre ellos, quitarles de en medio. Pero debía ser prudente, podía sacar más de ellos escuchando que derramando su sangre.
Cada uno de ellos agarro una gallina, que dormidas, no fueron difíciles de alcanzad. Un hombre con una gallina para un lobo. Tres en total. Los lobos, que ya parecerían amaestrados, mataron a las gallinas clavándoles los colmillos en el cuello a las cluecas, llevándoselas para comérselas cuando estuviesen apartados de allí. Los hombres, mientras bebían una compartida bota de licor, se apartaron de allí sin dejar rastro. Menos un el número exacto de tres gallinas menos.
Levia esperó unos minutos, los suficientes como para que la pequeña compaña se alejase de la casa. Se bajó del árbol y abriendo la puerta, entró en la casa.
El calor del fuerzo le golpeó en la cara. La anciana dormía en su cama, sin enterarse de nada. Ella hizo lo mismo, se colocó en un sillón que había cerca del hogar y descansó.
Por la mañana fue difícil contárselo a la señora, ya que esta no dejaba de blasfemar en nombre de aquellos tres y sus estúpidos lobos.
-Tranquila, esta noche me ocupo de ellos, no te preocupes.- la calmó Levia, viendo como la mujer examinaba lo poco que le quedaba de gallinas, esperando que la joven no le mintiese.
Fue un día raro, Levia fue a cortar leña, después, con la supervisión de la anciana, y no sin resistencia de la dragona, ambas cocinaron. Había aprendido como no hacer un estofado, la anciana le había enseñado trucos. La muchacha había alegado que no había falta que la comida estuviese tan buena para que esta alimentase.
-¿A qué te gusta comer lo que esta mas bueno?...- la dragona no contesto- Pues a seguir cortando zanahorias, niña.
Tuvo tiempo de reflexionar de muchas cosas mientras paseaba por las nieve, entre los desnudos arboles. Pensó en Wallace y en el bastión, en Ébano y los nuevos integrantes en los cuervos…
Aprendió a cómo tratar a ciertos animales de corral para que estos te den buenos beneficios, aprendió incluso algunas propiedades sobre algunas plantas que no había visto en su vida. No estaba siendo un día desperdiciado, al fin de cuentas.
Se enfiló al tejado y ayudó a la anciana a limpiar el tejado mientras esta preparaba la cena, se había retrasado, por lo que el cielo ya se estaba escondiendo. Levia prefirió no cenar aun, no sabía qué hora se presentarían aquellos holgazanes. Y por orden de la joven, la anciana de pelo blanco se sentó junto al hogar, anqué nerviosa.
¿Cómo deshacerse de ellos? No era la primera vez que peleaba contra un grupo mayor en número que ella, pero disponían de tres lobos, cosa que podía dificultar la misión, ya que eran rápidos, y numerosas veces, mortales. Su propio hombro era la prueba de que aquellos animales no dudaban en morder.
Pasó algún tiempo tensando, ya que mientras quedase el último rayo de sol, los ladrones no se dignaron a aparecer por allí.
Por suerte, Levia ya había pensado como recibirlos.
Tres figuras se acercaban hacia el corral, relamiéndose los morros. Tres figuras más se acercaban tras ellos, apretando las armas con las manos. La anciana movía la madera para que no se consumiese aun. Levia, al verlos, se fue detrás de la casa, esperando a que estuviesen más cerca.
Los tres hombres estaba muy cerca de la puerta de entrada, ya faltaba bien poco para que abriesen la puerta y empezar a robar lo que les viniese e gana, pero se toparon contra un gran dragón de escamas negras y afiladas. Con la boca de numerosos dientes apuntando hacia ellos, emitiendo un chirrido que hizo que los lobos se sorprendiesen y se alejasen de la cena.
Y por si la imagen de un dragón no les echaba atrás, cosa que podía ser normal, ya que no era muy difícil de conocer a uno de estos, Levia les obsequió a los tres con un poco de fuego, que pasó rozándoles, advirtiéndoles. Estos dieron un paso atrás, uno cada uno. Se miraron entre ellos, ¿realmente intentáis pelear contra el fuego, humanos? Pensó la dragona dando un paso hacia ellos, abriendo las fauces para lanzar un hilo de fuego, que esta vez no fallaría.
Los primeros en salir corriendo fueron los sabios lobos. Aunque los humanos no tardaron mucho en salir tras ellos. Y esperaba que fuese para siempre.
-Estaré por aquí cerca, si volviese a pasar algo, hazme llegar un mensaje, ¿de acuerdo?- dijo Levia despidiéndose de la anciana.
Esta le regalo una enrome sonrisa. No mentía en lo de volverla a avisar, si aquellos ladrones se acercaban de nuevo a la casa de la anciana, no lo contarían.
Levia
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Re: [evento] La viuda
La vieja feliz por la acción de aquella particular joven de otra raza, no pudo más que rejuntar todas las monedas que tenía que lograban un total de doscientos aeros que se losempacó gustosa en una canasta junto con un buen almuerzo para el camino. Al costado de la vianda también colocó un pergamino y una extraña botella*.
Finalmente y antes de despedirse con un fuerte abrazo y palabas de agradecimiento, llevó a la joven hasta un viejo baúl de donde extrajo parte de la piel de un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. -Con esto podrás hacerte algo que te proteja como tú me has protegido a mí y mi granja- diría sin aceptar un "no" por respuesta.
Níniel en el pergamino encontrarás conocimiento para tu habilidad primaria +1 punto. Deberás pedirlo en el apartado correspondiente.
Levia en el pergamino encontrarás conocimiento para tu habilidad primaria +3 puntos. Deberás pedirlos en el apartado correspondiente.
*
**La piel de mantícore podrá ser tratada solamente por un maestro curtidor o un aguja de oro. Si no quieren esta recompensa podrán cambiarla o venderla en el barco.
Finalmente y antes de despedirse con un fuerte abrazo y palabas de agradecimiento, llevó a la joven hasta un viejo baúl de donde extrajo parte de la piel de un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. -Con esto podrás hacerte algo que te proteja como tú me has protegido a mí y mi granja- diría sin aceptar un "no" por respuesta.
Níniel en el pergamino encontrarás conocimiento para tu habilidad primaria +1 punto. Deberás pedirlo en el apartado correspondiente.
Levia en el pergamino encontrarás conocimiento para tu habilidad primaria +3 puntos. Deberás pedirlos en el apartado correspondiente.
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- botella:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
**La piel de mantícore podrá ser tratada solamente por un maestro curtidor o un aguja de oro. Si no quieren esta recompensa podrán cambiarla o venderla en el barco.
Thorn
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