Reencuentro [privado] [Cerrado]
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Reencuentro [privado] [Cerrado]
La bruja se llevó las manos a la boca, intentando calentarlas con su aliento. Si bien su vestido era de manga larga las manos y parte de las piernas quedaban al descubierto. Además, Nahir siempre había sido muy friolera y el cambio de temperatura ya calaba en ella.
Llegó al asentamiento del paso, había alguna taberna, un par de tiendas, una posada… Nahir se dirigió a la tienda, en busca de algo de ropa que fuese más útil en aquella zona.
- Buenos días… - susurró al entrar en la tienda.
La puerta, al cerrar, hizo sonar una campanita que había colgada en el techo. Por una puerta que había detrás del mostrados apareció un chico muy joven.
- Bueno días tenga, señora. – respondió el muchacho examinando a la mujer.
La bruja se paseó un poco por la tienda buscando la ropa de abrigo, al no encontrarlo, se acercó al jovencito.
- Perdona, tenéis algo como guantes, capas de piel, gorros…
- No, lo siento señora, esas cosas están disponibles en invierno, hora en verano…
Nahir asintió algo avergonzada al pensar que era de las únicas personas que pedía guantes en verano.
- ¿Es la primera vez que visita esta zona?
- Si, ¿tanto se nota?
El chico soltó una carcajada, asintiendo.
- Ya verá que se acaba acostumbrando. Ahora en verano el hielo del lago se ha descongelado y se está muy bien, además que ahí da bastante el sol.
No hizo falta mucho más para convencer a la joven bruja para ir al lago. Una vez se salía de la zona donde los arboles parecían engullir el cielo, no se estaba nada mal. Incluso había dejado de tener frío.
Una sonrisa se apoderó de su rostro al ver de lejos el lago. Desde que se había ido de las islas que no había podido relajarse de aquella manera.
Miró a ambos lados, asegurándose de que no hubiese nadie. Sonrió al comprobar que estaba sola. Se desnudó, dejó la ropa bien colocada en el suelo junto al bolso y se tiró al agua sin pensarlo dos veces. Buceó por lago rato, hasta que notó que sus pulmones empezaban a arder. Sacó la cabeza a la superficie, apoyando los pies en unas rocas. Pasó las manos por su cabello, peinándoselo hacía atrás.
Había echado tanto de menos aquello.
Empezó a moverse, como si bailase dentro del agua, creando remolinos de agua que crecían hacía el cielo.
Llegó al asentamiento del paso, había alguna taberna, un par de tiendas, una posada… Nahir se dirigió a la tienda, en busca de algo de ropa que fuese más útil en aquella zona.
- Buenos días… - susurró al entrar en la tienda.
La puerta, al cerrar, hizo sonar una campanita que había colgada en el techo. Por una puerta que había detrás del mostrados apareció un chico muy joven.
- Bueno días tenga, señora. – respondió el muchacho examinando a la mujer.
La bruja se paseó un poco por la tienda buscando la ropa de abrigo, al no encontrarlo, se acercó al jovencito.
- Perdona, tenéis algo como guantes, capas de piel, gorros…
- No, lo siento señora, esas cosas están disponibles en invierno, hora en verano…
Nahir asintió algo avergonzada al pensar que era de las únicas personas que pedía guantes en verano.
- ¿Es la primera vez que visita esta zona?
- Si, ¿tanto se nota?
El chico soltó una carcajada, asintiendo.
- Ya verá que se acaba acostumbrando. Ahora en verano el hielo del lago se ha descongelado y se está muy bien, además que ahí da bastante el sol.
No hizo falta mucho más para convencer a la joven bruja para ir al lago. Una vez se salía de la zona donde los arboles parecían engullir el cielo, no se estaba nada mal. Incluso había dejado de tener frío.
Una sonrisa se apoderó de su rostro al ver de lejos el lago. Desde que se había ido de las islas que no había podido relajarse de aquella manera.
Miró a ambos lados, asegurándose de que no hubiese nadie. Sonrió al comprobar que estaba sola. Se desnudó, dejó la ropa bien colocada en el suelo junto al bolso y se tiró al agua sin pensarlo dos veces. Buceó por lago rato, hasta que notó que sus pulmones empezaban a arder. Sacó la cabeza a la superficie, apoyando los pies en unas rocas. Pasó las manos por su cabello, peinándoselo hacía atrás.
Había echado tanto de menos aquello.
Empezó a moverse, como si bailase dentro del agua, creando remolinos de agua que crecían hacía el cielo.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Mucha gente decía que las playas de las islas Illidenses estaban maravillosas en esta época del año, maravillosas si te gusta tener arena metida en partes insospechadas de tu cuerpo, por no hablar de la sal del mar que te deja los labios resecos. También estaba el inmenso lago del bosque de Sandorai, pero después de lo ocurrido sería mejor evitar la zona por una temporada. Al final la cabra siempre tira al monte o en mi caso sería mejor decir el dragón, en lo que iba de año aun no había visitado a mis abuelos y tanto ellos como Lavey me insistían en hacerlo, y yo, que soy una buena madre y nieta, accedí a pasar el verano con ellos.
Hacía ya dos semanas que mi hija y yo estábamos instaladas en la casa de Persival y Ángela. Lavey dormía conmigo en mi antigua habitación y todas las noches se inventaba estrambóticas aventuras sobre mi infancia. Por otro lado la abuela Ángela me miraba con ojos acusadores cada vez que cogía mis manos, estaba orgullosa de que hubiera abierto mi propio negocio en la ciudad de los licántropos, pero no le gustaba tanto el que su ojito derecho tuviera las manos endurecidas por trabajar la madera, al contrario que Persival, siempre que tenía oportunidad sacaba el tema a colación y sugería que le reparara el arado.
El abuelo Persival disfrutaba todos los días de un tranquilo paseo con su bisnieta por el mercado del pueblo y la bisabuela estaba encantada de que Vey fuera una dragona de fuego, todos los días le daba algún consejo o bien le pedía a la rubia que le enseñara más sobre esa visión especial que había desarrollado. Y yo... bueno, la gran parte del tiempo me la pasaba sonriendo cada vez que veía las escenas de mi hija con mis abuelos, se sentía casi como una familia tranquila y eternamente ajena a los problemas del mundo, hecho que se potenciaba cuando me tumbaba sobre la hierba al cobijo de la sombra de algún árbol.
Hoy sin embargo no sería un día tranquilo de familia, hoy era un día de excursión madre e hija.
Lavey y yo volábamos rumbo al lago helado que en esta época se encontraba en deshielo, el sol incidía sobre nuestras escamas y las hacia brillar con fuerza, la brisa veraniega animaba a hacer piruetas y cabriolas en el aire, el agua bajo nuestras alas nos gritaba para que entramos de cabeza en ella y los remolinos que crecían parecían llamarnos para que plegáramos las alas y nos coloramos en su interior... Me quedé estática observando aquel extraño fenómeno que no parecía tener mayor importancia para mi niña, ya que rugió alegre al ver el agua y cerrando las alas se lanzó de cabeza al lago. Con el paso de los segundo su negra y cornuda cabeza salió a la superficie y la dragoncilla comenzó a nadar en el refrescante elemento.
Una pequeña punzada de envidia recorrió mi cuerpo, al ver la escena que yo jamás podría recrear sin recibir y provocar a cambio una dolorosa descarga a todo ser vivo que estuviera en contacto con el agua.
Aparté la vista de la lagartija y centré mis pensamientos en los sentimientos positivos de aquella salida y en la oscura y femenina silueta que danzaba y movía los remolinos de agua.
Comencé a descender en círculos hasta una altura de unos tres metros y cambie de forma para entrar en el agua de cabeza y totalmente desnuda. La idea siempre fue meterse en el agua así que tanto Vey como yo habíamos salido de la casa de mis abuelos sin ropa.
-Continúa, por favor. -Dije divertida con una sonrisa pícara al tiempo que nadaba en dirección a Nahir. -No quiero ser yo la que rompa una danza tan maravillosa. -Le guiñé un ojo a la bruja al llegar a su altura. -¿Vienes muy seguido por aquí? Porque tengo que advertirte de que... -Me quedé en silencio mirándola con preocupación. -Dicen que en este lago hay un dragón que gusta de brujas tensai de agua, morenas, de pelo largo y ojos claros. Ten cuidado, dicen que las rapta y se las lleva a una torre de donde nunca más salen.
Hacía ya dos semanas que mi hija y yo estábamos instaladas en la casa de Persival y Ángela. Lavey dormía conmigo en mi antigua habitación y todas las noches se inventaba estrambóticas aventuras sobre mi infancia. Por otro lado la abuela Ángela me miraba con ojos acusadores cada vez que cogía mis manos, estaba orgullosa de que hubiera abierto mi propio negocio en la ciudad de los licántropos, pero no le gustaba tanto el que su ojito derecho tuviera las manos endurecidas por trabajar la madera, al contrario que Persival, siempre que tenía oportunidad sacaba el tema a colación y sugería que le reparara el arado.
El abuelo Persival disfrutaba todos los días de un tranquilo paseo con su bisnieta por el mercado del pueblo y la bisabuela estaba encantada de que Vey fuera una dragona de fuego, todos los días le daba algún consejo o bien le pedía a la rubia que le enseñara más sobre esa visión especial que había desarrollado. Y yo... bueno, la gran parte del tiempo me la pasaba sonriendo cada vez que veía las escenas de mi hija con mis abuelos, se sentía casi como una familia tranquila y eternamente ajena a los problemas del mundo, hecho que se potenciaba cuando me tumbaba sobre la hierba al cobijo de la sombra de algún árbol.
Hoy sin embargo no sería un día tranquilo de familia, hoy era un día de excursión madre e hija.
Lavey y yo volábamos rumbo al lago helado que en esta época se encontraba en deshielo, el sol incidía sobre nuestras escamas y las hacia brillar con fuerza, la brisa veraniega animaba a hacer piruetas y cabriolas en el aire, el agua bajo nuestras alas nos gritaba para que entramos de cabeza en ella y los remolinos que crecían parecían llamarnos para que plegáramos las alas y nos coloramos en su interior... Me quedé estática observando aquel extraño fenómeno que no parecía tener mayor importancia para mi niña, ya que rugió alegre al ver el agua y cerrando las alas se lanzó de cabeza al lago. Con el paso de los segundo su negra y cornuda cabeza salió a la superficie y la dragoncilla comenzó a nadar en el refrescante elemento.
Una pequeña punzada de envidia recorrió mi cuerpo, al ver la escena que yo jamás podría recrear sin recibir y provocar a cambio una dolorosa descarga a todo ser vivo que estuviera en contacto con el agua.
Aparté la vista de la lagartija y centré mis pensamientos en los sentimientos positivos de aquella salida y en la oscura y femenina silueta que danzaba y movía los remolinos de agua.
Comencé a descender en círculos hasta una altura de unos tres metros y cambie de forma para entrar en el agua de cabeza y totalmente desnuda. La idea siempre fue meterse en el agua así que tanto Vey como yo habíamos salido de la casa de mis abuelos sin ropa.
-Continúa, por favor. -Dije divertida con una sonrisa pícara al tiempo que nadaba en dirección a Nahir. -No quiero ser yo la que rompa una danza tan maravillosa. -Le guiñé un ojo a la bruja al llegar a su altura. -¿Vienes muy seguido por aquí? Porque tengo que advertirte de que... -Me quedé en silencio mirándola con preocupación. -Dicen que en este lago hay un dragón que gusta de brujas tensai de agua, morenas, de pelo largo y ojos claros. Ten cuidado, dicen que las rapta y se las lleva a una torre de donde nunca más salen.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Notó vibraciones el en agua, como si un pájaro hubiese entrado en el lago… Un pájaro no, era más grande… se volvió hacía la zona donde había notado las vibraciones, pero no había nada, así que continuó con lo suyo, sin darle más importancia a ello.
Los chorros de agua imitaban los movimientos de sus brazos, como si se tratasen de una extensión más de ella.
Está vez había sido más cerca. Estaba segura de que algo había entrado en el agua. Los lazos de agua fueron disminuyendo hasta que desaparecieron en el lago. Sabía que alguien se estaba acercando, así que se quedó en el sitio, dándole la espalda. Volvió un poco la cabeza, colocando la barbilla en el hombro cuando escuchó aquella voz. No le hubiese hecho falta mirar pasa saber quién era.
Sonrió al verla, levantando nuevamente las manos para continuar. Pero aquella dragona seguía casando los mismos sentimientos en ella que hacía meses. Le encantaba que aquellos ojos la mirasen, sentía como todo su cuerpo empezaba a arder bajo su mirada. Cuando habló la bruja no pudo evitar dejar caer una leve risilla tímida, volviéndose hacía ella para quedar de frente.
- Quizás tan solo estoy aquí esperando que me encuentre… - dijo borrando los pocos centímetros que las separaba.
La morena colocó los brazos en torno a su cuello y se impulsó para colocar las piernas alrededor de su cintura.
- También dicen que hay una bruja que aguarda la llegada de jóvenes dragonas para encandilarles con sus bailes… - susurró con una sonrisa picarona antes de darle un beso en la comisura de los labios.
Todo su cuerpo se activó con el simple contacto de la dragona. Todos sus sentidos le pedían más de aquella que un día fue su amante.
Entonces Lavey sacó la cabeza del agua y empezó a nadar.
Nahir al verla volvió a mirar a Reivy los ojos antes de bajar las piernas y soltar el amarre de sus brazos, sin perder la sonrisa, claro. En aquel momento agradeció que el agua estuviese fría.
- Y dime, ¿frecuentas mucho este lugar en busca de presas? – preguntó empezando a nadar.
Llegó a una zona donde había unas rocas. Se impulsó con los brazos y quedó sentada en una, desde ahí a la dragona de fuego le constaría verlas. Hizo un remolino de agua tras Reivy y lo atrajo hacia ella, impulsando a la dragona para que llegase a las rocas.
Era extraña aquella sensación de seguridad y confianza que le generaba la de ojos azules, pero le gustaba.
Los chorros de agua imitaban los movimientos de sus brazos, como si se tratasen de una extensión más de ella.
Está vez había sido más cerca. Estaba segura de que algo había entrado en el agua. Los lazos de agua fueron disminuyendo hasta que desaparecieron en el lago. Sabía que alguien se estaba acercando, así que se quedó en el sitio, dándole la espalda. Volvió un poco la cabeza, colocando la barbilla en el hombro cuando escuchó aquella voz. No le hubiese hecho falta mirar pasa saber quién era.
Sonrió al verla, levantando nuevamente las manos para continuar. Pero aquella dragona seguía casando los mismos sentimientos en ella que hacía meses. Le encantaba que aquellos ojos la mirasen, sentía como todo su cuerpo empezaba a arder bajo su mirada. Cuando habló la bruja no pudo evitar dejar caer una leve risilla tímida, volviéndose hacía ella para quedar de frente.
- Quizás tan solo estoy aquí esperando que me encuentre… - dijo borrando los pocos centímetros que las separaba.
La morena colocó los brazos en torno a su cuello y se impulsó para colocar las piernas alrededor de su cintura.
- También dicen que hay una bruja que aguarda la llegada de jóvenes dragonas para encandilarles con sus bailes… - susurró con una sonrisa picarona antes de darle un beso en la comisura de los labios.
Todo su cuerpo se activó con el simple contacto de la dragona. Todos sus sentidos le pedían más de aquella que un día fue su amante.
Entonces Lavey sacó la cabeza del agua y empezó a nadar.
Nahir al verla volvió a mirar a Reivy los ojos antes de bajar las piernas y soltar el amarre de sus brazos, sin perder la sonrisa, claro. En aquel momento agradeció que el agua estuviese fría.
- Y dime, ¿frecuentas mucho este lugar en busca de presas? – preguntó empezando a nadar.
Llegó a una zona donde había unas rocas. Se impulsó con los brazos y quedó sentada en una, desde ahí a la dragona de fuego le constaría verlas. Hizo un remolino de agua tras Reivy y lo atrajo hacia ella, impulsando a la dragona para que llegase a las rocas.
Era extraña aquella sensación de seguridad y confianza que le generaba la de ojos azules, pero le gustaba.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
-¿De verdad? -Pregunté, siguiendo el juego y afianzando su cuerpo contra el mío. -Espero no haber tardado demasiado en encontrarte. -Sin pedir permiso busqué sus labios para regalarle un saludo íntimo. -Muy lejos está la bruja de su casa, si no elige bien es probable que la dragoncilla se vuelva cazadora y la bailarina presa.
Nuestras miradas se encontraron y al momento Nahir soltó mi cuerpo. Al principio pensé que mis palabras la incomodaron, pero aquella sonrisa no cuadraba en el esquema, entonces giré en la dirección que miraban la taumaturga y me encontré con los ojos rojos de Lavey. La lagartija estiró el cuello por encima del agua y al instante lo bajó formando un arco, Vey sumergió la cabeza dejando que el resto de su cuerpo fuera saliendo a la superficie del lago siguiendo la curva que había hecho con el cuello antes de que sus ojos desaparecieran en el interior del lago.
-La verdad es que no. -Respondí dejando de mirar a mi hija y siguiendo la dirección de la morena. -Hacía años que no venía al lago.
El agua que caía por la espalda y las piernas de la bruja mientras esta se encaramaba a las rocas me hipnotizaba, no podía evitar seguir con la mirada aquellas líneas liquidas al tiempo que sonreía de medio lado. La distracción había sido tal que cuando me di cuenta de que tenía un chorro de agua en la espalda este ya me estaba subiendo hacia la roca donde estaba Nahir.
-Gracias por el empujón. -El remolino me había dejado en la piedra continua a la de la tensai. Metí un pie en el agua y el otro lo subí al asiento hasta dejar la rodilla flexionada a la altura del pecho. -Y tú... ¿Qué haces en el norte? seguro que hay agua más templada en la que puedas practicar tus hechizos.
Una pensaría que puede relajarse estando en un lago tranquilo y despoblado, y seguramente sería un pensamiento acertado si no fuera por la dragona adolescente que pululaba por el agua, para mejorar la situación a esta lagartija le encantaba cazar por lo que tenía especial predilección por acechar a sus presas. En esta ocasión sus víctimas eran una bruja de piel oscura y su madre, las dos estaban sentadas apoyando la espalda contra un pedrusco, mirándose una a la otra sin sospechar que un reptil de mirada gris las observaba bajo el agua.
El cuerpo de Lavey se desplazaba sinuoso por el lago, como si fuera una anguila, con cada metro que se acercaba a las mujeres sus movimientos se hacían más largos y con curvas más grandes para agitar el agua lo justo e imprescindible.
La muchacha podía ver a través de la roca las dos huella de calor, sacó la cabeza de debajo del agua con mucha lentitud, enderezando el cuello hasta que pudo asomarse por encima de la piedra más alta, entonces apoyó sus patas delanteras sobre la roca y esperó con el hocico a escasos centímetros de la bruja. Se quedó muy quieta, prácticamente inmóvil, mirando fijamente a la mujer y preguntándose cuanto tardaría en detectarla.
Al final Lavey resopló desordenando el cabello de la bruja en el proceso, siguió sin moverse mirando divertida la reacción de la bruja mientras sus ojos volvían a ser rojos. Cuando la joven estuvo satisfecha con su broma entreabrió sus fauces y dejó salir un rugido gorgoteante al tiempo que terminaba de subirse a la piedra, para acto seguido lanzarse de nuevo de cabeza al agua y despedirse momentáneamente de las mujeres con un latigazo de su cola sobre la superficie que generó una ola que dejo empapadas a ambas.
-Demasiado nos estaba durando el momento íntimo. -Comenté divertida viendo como mi hija se perdía en el fondo del lago. -Esconderse de esa niña es casi imposible, hace una cosa rara con los ojos. -Gesticulé con los dedos alrededor de mis ojos y luego me peine el cabello echándolo hacia atrás con las manos. -Puede ver el calor de los cuerpos a través de las cosas.
Lo cierto era que desde mi posición había visto como la cabeza de Lavey se asomaba y posicionaba junto a Nahir, tenía que admitirlo, yo también quería ver la reacción de la bruja.
Nuestras miradas se encontraron y al momento Nahir soltó mi cuerpo. Al principio pensé que mis palabras la incomodaron, pero aquella sonrisa no cuadraba en el esquema, entonces giré en la dirección que miraban la taumaturga y me encontré con los ojos rojos de Lavey. La lagartija estiró el cuello por encima del agua y al instante lo bajó formando un arco, Vey sumergió la cabeza dejando que el resto de su cuerpo fuera saliendo a la superficie del lago siguiendo la curva que había hecho con el cuello antes de que sus ojos desaparecieran en el interior del lago.
-La verdad es que no. -Respondí dejando de mirar a mi hija y siguiendo la dirección de la morena. -Hacía años que no venía al lago.
El agua que caía por la espalda y las piernas de la bruja mientras esta se encaramaba a las rocas me hipnotizaba, no podía evitar seguir con la mirada aquellas líneas liquidas al tiempo que sonreía de medio lado. La distracción había sido tal que cuando me di cuenta de que tenía un chorro de agua en la espalda este ya me estaba subiendo hacia la roca donde estaba Nahir.
-Gracias por el empujón. -El remolino me había dejado en la piedra continua a la de la tensai. Metí un pie en el agua y el otro lo subí al asiento hasta dejar la rodilla flexionada a la altura del pecho. -Y tú... ¿Qué haces en el norte? seguro que hay agua más templada en la que puedas practicar tus hechizos.
Una pensaría que puede relajarse estando en un lago tranquilo y despoblado, y seguramente sería un pensamiento acertado si no fuera por la dragona adolescente que pululaba por el agua, para mejorar la situación a esta lagartija le encantaba cazar por lo que tenía especial predilección por acechar a sus presas. En esta ocasión sus víctimas eran una bruja de piel oscura y su madre, las dos estaban sentadas apoyando la espalda contra un pedrusco, mirándose una a la otra sin sospechar que un reptil de mirada gris las observaba bajo el agua.
El cuerpo de Lavey se desplazaba sinuoso por el lago, como si fuera una anguila, con cada metro que se acercaba a las mujeres sus movimientos se hacían más largos y con curvas más grandes para agitar el agua lo justo e imprescindible.
La muchacha podía ver a través de la roca las dos huella de calor, sacó la cabeza de debajo del agua con mucha lentitud, enderezando el cuello hasta que pudo asomarse por encima de la piedra más alta, entonces apoyó sus patas delanteras sobre la roca y esperó con el hocico a escasos centímetros de la bruja. Se quedó muy quieta, prácticamente inmóvil, mirando fijamente a la mujer y preguntándose cuanto tardaría en detectarla.
Al final Lavey resopló desordenando el cabello de la bruja en el proceso, siguió sin moverse mirando divertida la reacción de la bruja mientras sus ojos volvían a ser rojos. Cuando la joven estuvo satisfecha con su broma entreabrió sus fauces y dejó salir un rugido gorgoteante al tiempo que terminaba de subirse a la piedra, para acto seguido lanzarse de nuevo de cabeza al agua y despedirse momentáneamente de las mujeres con un latigazo de su cola sobre la superficie que generó una ola que dejo empapadas a ambas.
-Demasiado nos estaba durando el momento íntimo. -Comenté divertida viendo como mi hija se perdía en el fondo del lago. -Esconderse de esa niña es casi imposible, hace una cosa rara con los ojos. -Gesticulé con los dedos alrededor de mis ojos y luego me peine el cabello echándolo hacia atrás con las manos. -Puede ver el calor de los cuerpos a través de las cosas.
Lo cierto era que desde mi posición había visto como la cabeza de Lavey se asomaba y posicionaba junto a Nahir, tenía que admitirlo, yo también quería ver la reacción de la bruja.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Sonrió agradada mirando a la mujer mientras se subía la piedra con ella, su cuerpo brillaba por las miles gotas de agua que habían quedado en su piel. Se imaginó pasando la mano por todo su cuerpo recordando su taco y suavidad.
- Siempre he querido conocer la parte del este y del norte, así que aquí estamos. Estaba en el paso para ir a tu tierra cuando me han dicho de este lago y… -sonrió de oreja a oreja- ¡No pude evitarlo! Estando en Lunargenta no pude…
Notó un aire caliente que le movió la cabellera. Interrumpiendo su frase, la morena volvió el cuello para encontrarse con la cabeza de un dragón a escasos centímetros de su cara. La bruja soltó un chillido, cerrando los ojos con fuerza y llevándose las manos al pecho. El dragón hizo un ruido parecido a lo que sería una carcajada ante el susto de la burja.
- ¡Lavey! – gritó Nahir divertida, aunque algo avergonzada. –Me las pagaras…- susurró muy bajito mientras veía a la dragona de fuego meterse en el agua de un salto.
La ola que esta provocó impacto en la cara de la bruja. Se quedó un par de segundos viendo cómo se iba, con los ojos entrecerrados, pensando en su venganza.
La voz de Reivy la hizo sacudir la cabeza y centrarse de nuevo en ella. Frunció el ceño al escuchar lo que podía hacer la joven con sus ojos, le pareció fascinante.
Colocando las palmas de las manos sobre la piedra la morena movió el culo un poco para quedar más cerca de la dragona, que se estaba echando el pelo mojado hacia atrás.
- Cada día me sorprendéis más…- dijo en un tono muy dulce mientras alzaba las manos y las llevaba a su cabeza para acariciar aquella melena del color de la noche. Repitió aquella acción unas veces antes de empezar a atar su cabello en una trenza que nacía en la parte occipital de su cabeza y terminaba reposanda en su hombro.
– Así no te molestará…- acarició su hombro antes de acabar, recorriendo con los ojos el camino que dibujaba su cuello hasta sus labios. No se había percatado de lo mucho que había echado de menos aquella intimidad hasta aquel momento.
Bajó la mano, reposándola sobre la de ella. Su cuerpo le pedía más, pero no era el momento ni el lugar, y sabía que con Reivy si empezaba no podría parar.
- ¿Todo bien, por eso? – preguntó volviendo a mirarla a los ojos.
- Tendrás que perdonarme… - se metió en el agua y se colocó frete a ella, apoyando las manos en la pierna que aún tenía dentro del agua. -… pero tengo que devolvérsela a esa lagartija tuya. –miró de reojo a Lavey con cara maliciosa. Le dio un beso en la rodilla antes de sumergirse en el agua.
Llegó rápido a la zona en que se encontraba la dragona, apenas le había dado tiempo de idear su gran plan de venganza. Extendió las manos en su dirección haciendo movimientos muy pequeños y precisos hasta que el agua en torno a la cola y las extremidades de la dragona se congelaron, haciendo que flotase pero no se pudiese mover. La bruja se acercó entontes a la dragona. Ni si quiera se dio cuenta de su desnudez, extrañamente se sentía muy cómoda delante de ella, además de que ya no era la primera vez que la veía…
- ¿Así que asustando a traición, eh dragona? – se colocó frente a su hocico, sonriéndole.
Estando tan cerca pudo examinar sus escamas con detenimiento, era fascinante lo mucho que podían cambiar sus cuerpos en un momento.
La dragona movió la cabeza a los lados intermitentemente, examinando la situación. De nuevo dejó escapar aquel sonido que tanto le gustaba la bruja que sonaba como una risa. No pudo evitar reír con ella. La joven abrió la boca, escupiendo fuego. Nahir supo exactamente para que era, así que antes de que la dragona derritiese el hielo, la bruja le disparó chorros de agua a la cara, para desconcentrarla.
- Siempre he querido conocer la parte del este y del norte, así que aquí estamos. Estaba en el paso para ir a tu tierra cuando me han dicho de este lago y… -sonrió de oreja a oreja- ¡No pude evitarlo! Estando en Lunargenta no pude…
Notó un aire caliente que le movió la cabellera. Interrumpiendo su frase, la morena volvió el cuello para encontrarse con la cabeza de un dragón a escasos centímetros de su cara. La bruja soltó un chillido, cerrando los ojos con fuerza y llevándose las manos al pecho. El dragón hizo un ruido parecido a lo que sería una carcajada ante el susto de la burja.
- ¡Lavey! – gritó Nahir divertida, aunque algo avergonzada. –Me las pagaras…- susurró muy bajito mientras veía a la dragona de fuego meterse en el agua de un salto.
La ola que esta provocó impacto en la cara de la bruja. Se quedó un par de segundos viendo cómo se iba, con los ojos entrecerrados, pensando en su venganza.
La voz de Reivy la hizo sacudir la cabeza y centrarse de nuevo en ella. Frunció el ceño al escuchar lo que podía hacer la joven con sus ojos, le pareció fascinante.
Colocando las palmas de las manos sobre la piedra la morena movió el culo un poco para quedar más cerca de la dragona, que se estaba echando el pelo mojado hacia atrás.
- Cada día me sorprendéis más…- dijo en un tono muy dulce mientras alzaba las manos y las llevaba a su cabeza para acariciar aquella melena del color de la noche. Repitió aquella acción unas veces antes de empezar a atar su cabello en una trenza que nacía en la parte occipital de su cabeza y terminaba reposanda en su hombro.
– Así no te molestará…- acarició su hombro antes de acabar, recorriendo con los ojos el camino que dibujaba su cuello hasta sus labios. No se había percatado de lo mucho que había echado de menos aquella intimidad hasta aquel momento.
Bajó la mano, reposándola sobre la de ella. Su cuerpo le pedía más, pero no era el momento ni el lugar, y sabía que con Reivy si empezaba no podría parar.
- ¿Todo bien, por eso? – preguntó volviendo a mirarla a los ojos.
- Tendrás que perdonarme… - se metió en el agua y se colocó frete a ella, apoyando las manos en la pierna que aún tenía dentro del agua. -… pero tengo que devolvérsela a esa lagartija tuya. –miró de reojo a Lavey con cara maliciosa. Le dio un beso en la rodilla antes de sumergirse en el agua.
Llegó rápido a la zona en que se encontraba la dragona, apenas le había dado tiempo de idear su gran plan de venganza. Extendió las manos en su dirección haciendo movimientos muy pequeños y precisos hasta que el agua en torno a la cola y las extremidades de la dragona se congelaron, haciendo que flotase pero no se pudiese mover. La bruja se acercó entontes a la dragona. Ni si quiera se dio cuenta de su desnudez, extrañamente se sentía muy cómoda delante de ella, además de que ya no era la primera vez que la veía…
- ¿Así que asustando a traición, eh dragona? – se colocó frente a su hocico, sonriéndole.
Estando tan cerca pudo examinar sus escamas con detenimiento, era fascinante lo mucho que podían cambiar sus cuerpos en un momento.
La dragona movió la cabeza a los lados intermitentemente, examinando la situación. De nuevo dejó escapar aquel sonido que tanto le gustaba la bruja que sonaba como una risa. No pudo evitar reír con ella. La joven abrió la boca, escupiendo fuego. Nahir supo exactamente para que era, así que antes de que la dragona derritiese el hielo, la bruja le disparó chorros de agua a la cara, para desconcentrarla.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
La reacción de la bruja fue como había esperado y la mía también, no pude contenerme, estuve riendo a carcajada limpia hasta que la pequeña volvió a desaparecer bajo el agua.
Las risotadas fueron menguando hasta que solo quedó una sonrisa divertida que dejaba ver todos los dientes, mi mirada se centró en la bruja observando entretenida como esta juraba en silencio cobrarse aquella afrenta.
Al sentir el contacto de Nahir suavice la sonrisa y me moví sin pensarlo, buscando acercar el roce pasando un brazo por la cintura de la morena.
-La magia tiene un número infinito de combinaciones solo...
Corté la frase al sentir las caricias sobre mi pelo, pudiera parecer una tontería, pero aquello no era algo que ocurriera muy a menudo.
No era como si nadie me lo hubiera tocado nunca, pero el contexto y las circunstancias de las veces anteriores no tenían nada que ver con lo de ahora. No había pasión ni lujuria o un cariño intencionado que busca enseñar una predisposición, aquellas caricias eran... distintas, eran simples, no buscaban segundas intenciones, sus manos solo querían sentir el contacto de mi melena. Esta sensación era distinta y extraña, pero reconfortante, miré sorprendida a Nahir.
-...Solo se necesita convicción y tenacidad para crear un nuevo hechizo. -Proseguí, moviendo la espalda hasta que mi mentón quedó apoyado sobre el antebrazo que descansaba en la rodilla que tenía levantada. Suspire relajada y mirando de reojo el rostro de la bruja mientras esta trenzaba mi cabello. -Gracias.
Le respondí volviendo a erguir la espalda hasta encontrar la roca con ella, bajé la pierna dejando que el pie hiciera compañía al hermano que estaba bajo el agua, desvié la mirada hacia la mano oscura que descansaba sobre la mía y sonreí con cariño antes de buscar una vez más aquella mirada que parecía estar hecha de cristal.
-Sí, todo va bien. -Puntualice al tiempo que mis dedos acariciaban su mano. -Este último año ha sido muy ajetreado, primero fue Lunargenta, luego el secuestro de mi hermana y la defensa de ciudad Lagarto y ahora Sandorai... y de por medio está el cuidar a una cría y llevar un taller de carpintería. -Reí con ironía. -No puedo quejarme, la vida no me deja aburrirme. Pero he decidido bajarme de ese carro hasta el próximo cambio de estación, tomar un respiro y saborear pequeños momentos. Sobre todo por ella. -Aparté la mirada de la morena y busqué el cuerpo escamado de Lavey en el agua. -Es una chiquilla fuerte, pero he estado a punto de perderla dos veces... -Fruncí el ceño al recordar aquellos momentos. -No la puedo dejar sola en la tienda, pero tampoco la quiero involucrar en peleas. Lo cual es bastante difícil teniendo en cuenta que el mundo parece estar deseando entran en conflictos continuamente.
Dejé de hablar durante unos minutos, observaba el paisaje nórdico de mi raza sin dejar de acariciar la mano y el brazo de la bruja. ¿Dejaría de encontrar paleas si me aislara en un lugar como este? Seguramente no, pues el rescate de Sonyia era una prueba de que los problemas siempre te encuentran.
-Toda para ti. -Sonreí animada a Nahir al tiempo que sentía su beso sobre la rodilla. -Yo vigilo el fuerte.
Lavey nadaba tranquilamente moviéndose como una culebra por la superficie cuando sitio que la cola se enfriaba y que las patas subían a la superficie hasta quedar espatarrada. La lagartija se dio la vuelta intentando discernir lo que ocurría.
Nahir volvía estar delante del hocico de la adolescente, sin abrir la boca Vey gruñó desconcertada y miró hacia los lados como si la cosa no fuera con ella, buscando al destinatario de aquella pregunta. Al momento siguiente miró a la bruja y volvió a reír.
Si Nahir quería guerra, guerra tendría. Lavey abrió la boca con intención de lanzar una llamarada y derretir los casquetes de hielo, pero entonces se encontró con un chorro de agua que fue directo a la campanilla y comenzó a toser atragantada por el agua y el humo. Cuando se hubo recuperado levantó la cabeza apuntando con la mandíbula al cielo y soltó una llamada aguda y lastimera, no era un rugido pero tampoco grito, era más bien el llanto de una hija reclamando a su madre.
-¡A mí no me busques! -Grité divertida desde arriba de la piedra que antes había usado mi hija para saltar. -¡Acuérdate de que las presas también atacan! -Aquella escena me había hecho reír, pero cuando escuché el rugido de reproche de Vey volví a reírme con ganas. -Ya eres mayorcita, apáñate las solita.
Lavey rugió ofendida y puso se panza arriba. Su cuerpo comenzó a calentarse hasta que la temperatura del agua se elevó y los bloques de hielo se derritieron, aquella zona del lago ahora parecía un caldo de lo caliente que estaba.
Sin previo aviso la lagartija se giró, enfocó a Nahir y batió las alas generando una ola de grandes dimensiones que barrio a la bruja. Al instante una carcajada volvió a escucharse desde las rocas acompañado de un grito.
-¡Que bruta eres hija mía!
Las risotadas fueron menguando hasta que solo quedó una sonrisa divertida que dejaba ver todos los dientes, mi mirada se centró en la bruja observando entretenida como esta juraba en silencio cobrarse aquella afrenta.
Al sentir el contacto de Nahir suavice la sonrisa y me moví sin pensarlo, buscando acercar el roce pasando un brazo por la cintura de la morena.
-La magia tiene un número infinito de combinaciones solo...
Corté la frase al sentir las caricias sobre mi pelo, pudiera parecer una tontería, pero aquello no era algo que ocurriera muy a menudo.
No era como si nadie me lo hubiera tocado nunca, pero el contexto y las circunstancias de las veces anteriores no tenían nada que ver con lo de ahora. No había pasión ni lujuria o un cariño intencionado que busca enseñar una predisposición, aquellas caricias eran... distintas, eran simples, no buscaban segundas intenciones, sus manos solo querían sentir el contacto de mi melena. Esta sensación era distinta y extraña, pero reconfortante, miré sorprendida a Nahir.
-...Solo se necesita convicción y tenacidad para crear un nuevo hechizo. -Proseguí, moviendo la espalda hasta que mi mentón quedó apoyado sobre el antebrazo que descansaba en la rodilla que tenía levantada. Suspire relajada y mirando de reojo el rostro de la bruja mientras esta trenzaba mi cabello. -Gracias.
Le respondí volviendo a erguir la espalda hasta encontrar la roca con ella, bajé la pierna dejando que el pie hiciera compañía al hermano que estaba bajo el agua, desvié la mirada hacia la mano oscura que descansaba sobre la mía y sonreí con cariño antes de buscar una vez más aquella mirada que parecía estar hecha de cristal.
-Sí, todo va bien. -Puntualice al tiempo que mis dedos acariciaban su mano. -Este último año ha sido muy ajetreado, primero fue Lunargenta, luego el secuestro de mi hermana y la defensa de ciudad Lagarto y ahora Sandorai... y de por medio está el cuidar a una cría y llevar un taller de carpintería. -Reí con ironía. -No puedo quejarme, la vida no me deja aburrirme. Pero he decidido bajarme de ese carro hasta el próximo cambio de estación, tomar un respiro y saborear pequeños momentos. Sobre todo por ella. -Aparté la mirada de la morena y busqué el cuerpo escamado de Lavey en el agua. -Es una chiquilla fuerte, pero he estado a punto de perderla dos veces... -Fruncí el ceño al recordar aquellos momentos. -No la puedo dejar sola en la tienda, pero tampoco la quiero involucrar en peleas. Lo cual es bastante difícil teniendo en cuenta que el mundo parece estar deseando entran en conflictos continuamente.
Dejé de hablar durante unos minutos, observaba el paisaje nórdico de mi raza sin dejar de acariciar la mano y el brazo de la bruja. ¿Dejaría de encontrar paleas si me aislara en un lugar como este? Seguramente no, pues el rescate de Sonyia era una prueba de que los problemas siempre te encuentran.
-Toda para ti. -Sonreí animada a Nahir al tiempo que sentía su beso sobre la rodilla. -Yo vigilo el fuerte.
Lavey nadaba tranquilamente moviéndose como una culebra por la superficie cuando sitio que la cola se enfriaba y que las patas subían a la superficie hasta quedar espatarrada. La lagartija se dio la vuelta intentando discernir lo que ocurría.
Nahir volvía estar delante del hocico de la adolescente, sin abrir la boca Vey gruñó desconcertada y miró hacia los lados como si la cosa no fuera con ella, buscando al destinatario de aquella pregunta. Al momento siguiente miró a la bruja y volvió a reír.
Si Nahir quería guerra, guerra tendría. Lavey abrió la boca con intención de lanzar una llamarada y derretir los casquetes de hielo, pero entonces se encontró con un chorro de agua que fue directo a la campanilla y comenzó a toser atragantada por el agua y el humo. Cuando se hubo recuperado levantó la cabeza apuntando con la mandíbula al cielo y soltó una llamada aguda y lastimera, no era un rugido pero tampoco grito, era más bien el llanto de una hija reclamando a su madre.
-¡A mí no me busques! -Grité divertida desde arriba de la piedra que antes había usado mi hija para saltar. -¡Acuérdate de que las presas también atacan! -Aquella escena me había hecho reír, pero cuando escuché el rugido de reproche de Vey volví a reírme con ganas. -Ya eres mayorcita, apáñate las solita.
Lavey rugió ofendida y puso se panza arriba. Su cuerpo comenzó a calentarse hasta que la temperatura del agua se elevó y los bloques de hielo se derritieron, aquella zona del lago ahora parecía un caldo de lo caliente que estaba.
Sin previo aviso la lagartija se giró, enfocó a Nahir y batió las alas generando una ola de grandes dimensiones que barrio a la bruja. Al instante una carcajada volvió a escucharse desde las rocas acompañado de un grito.
-¡Que bruta eres hija mía!
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Nahir cerró los ojos al escuchar el chirrido de la dragona llamando a su madre. Llegó a pensar que quizás se había pasado, pero la dragona se la devolvió.
Lejos del pensamiento de la bruja de rendición al ver a la dragona boca arriba, supo que algo iba mal cuando empezó a notar el aumento en la temperatura de agua. Estaba muy caliente, tanto que empezaba a molestar. La dragona de fuego se volvió hacía ella y empezó a batir las alas, parecía el aire previo a una tormenta. Empezó a dar vueltas dentro del agua, se llevó las manos a la cabeza para cubrírsela y espero a encontrar el momento de salir de aquellas enormes olas.
En una de las vueltas sacó la cabeza y pudo ver la posición exacta de la dragona y puso los brazos dirigidos hacia ella quitando el agua bajo el cuerpo de la dragona, haciendo que poco a poco se fuese hundiendo, hasta que sus patas tocaron el fondo del lago, quedando en un pozo de agua. La bruja se acercó hasta el borde y miró abajo.
- ¿Empate? –preguntó riendo con los pelos aun revueltos.
La gran cabeza de la dragona parecía estar asintiendo, así que la bruja se lo tomó como una afirmación, esperaba no estar equivocándose y que acabase con el pelo chamuscado. Y como un rió en día de lluvia, el pozo prisión de Lavey fue desapareciendo, devolviendo el lago su estado natural y a la dragona flotando sobre él.
Se acercó a la dragona sin dejar de mirarla a los ojos.
- Tu madre se estaba riendo mucho de nosotras… - dijo maliciosa pasando un brazo por encina de su cuello, colocando una mano en plano en la parte de la mejilla de la dragona.
- Sumérgete…- la animó a entrar en el agua para hacer una bolsa de aire alrededor de sus cabezas para poder respirar bajo el agua y acercarse a Reivy sin ser vistas.
Lejos del pensamiento de la bruja de rendición al ver a la dragona boca arriba, supo que algo iba mal cuando empezó a notar el aumento en la temperatura de agua. Estaba muy caliente, tanto que empezaba a molestar. La dragona de fuego se volvió hacía ella y empezó a batir las alas, parecía el aire previo a una tormenta. Empezó a dar vueltas dentro del agua, se llevó las manos a la cabeza para cubrírsela y espero a encontrar el momento de salir de aquellas enormes olas.
En una de las vueltas sacó la cabeza y pudo ver la posición exacta de la dragona y puso los brazos dirigidos hacia ella quitando el agua bajo el cuerpo de la dragona, haciendo que poco a poco se fuese hundiendo, hasta que sus patas tocaron el fondo del lago, quedando en un pozo de agua. La bruja se acercó hasta el borde y miró abajo.
- ¿Empate? –preguntó riendo con los pelos aun revueltos.
La gran cabeza de la dragona parecía estar asintiendo, así que la bruja se lo tomó como una afirmación, esperaba no estar equivocándose y que acabase con el pelo chamuscado. Y como un rió en día de lluvia, el pozo prisión de Lavey fue desapareciendo, devolviendo el lago su estado natural y a la dragona flotando sobre él.
Se acercó a la dragona sin dejar de mirarla a los ojos.
- Tu madre se estaba riendo mucho de nosotras… - dijo maliciosa pasando un brazo por encina de su cuello, colocando una mano en plano en la parte de la mejilla de la dragona.
- Sumérgete…- la animó a entrar en el agua para hacer una bolsa de aire alrededor de sus cabezas para poder respirar bajo el agua y acercarse a Reivy sin ser vistas.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
De haber podido la dragona negra hubiera sonreído triunfante, aunque habría sido una sonrisa efímera pues en cuanto la bruja encontró un hueco entre las olas la joven lagartija comenzó a hundirse en el lago.
El agujero era demasiado estrecho para extender las alas y demasiado profundo como para saltar, Vey intento meterse de nuevo en el agua, pero aquella pared liquida parecía está hecha de piedra.
Entonces miró desde el agujero a Nahir cuando esta apareció y respondió con gruñido agudo a la vez que se sentaba en el lecho del algo. La bruja, que parecía comenzar a comprender las diferentes llamadas de la niña, fue llenando el foso improvisado y cuando el lago volvió a tomar su forma original la adolescente profirió un gruñido corto y tremolo.
Su ex-contrincante tenia razón, su madre se había reído demasiado de ellas, la niña se gorgoteó una vez más al tiempo que trazaba un plan y se sumergía con la bruja.
Aquello no iba a ser un ataque sorpresa, no, ahora la hija buscaba cobrar venganza. Lavey se sumergió hasta el fondo del lago y se alejó del punto donde se encontraba su madre, se impulsó con las patas traseras golpeando el fondo y comenzó a nadar a toda velocidad, sus ojos se tornaron grises de nuevo para no perder la posición de su objetivo y cuando hubo recortado la distancia lo suficiente saltó fuera del agua y rugió con fuerza abalanzándose sobre la señora de la roca.
-Ay mama... -Dije con el rostro desencajado mientras veía como una figura serpenteante nadaba a gran velocidad. -¡¿Porque a mí!? -Chillé levantándome de un salto de roca y tirándome al agua. -Shu, shu. Shu de aquí bicho malcriado.
Bramaba entre risas histéricas al tiempo que veía caer a Nahir y mi hija sobre la zona donde estaba. -Suéltame bestia. -Demandaba con enfado teatral encerrada en la garra de Lavey.
La pequeña casi parecía ronronear por su, ahora sí, triunfante victoria. Nadaba curvando más el cuerpo y al acercarse a la orilla y hacer pie contra el fondo comenzó a dar saltitos como si fuera un potrillo trotando.
-Pues nada... -Comenté resignada al notar que salíamos del agua. -Parece que se acabó el bañarse. -Alcé la vista hacia la bruja que seguía colgada de la espalda de mi niña. -¿Que, buenas vistas?
Al tocar tierra Lavey me soltó sin contemplaciones y agachó el lomo para que la bruja se bajase. Acto seguido buscó una zona amplia de hierba y se tumbó boca arriba estirando al máximo sus alas, un segundo después soltó un suspiro acompañado de una pequeña nube de humo y rugió de gusto al sentir como el sol calentaba sus escamas.
-¿Volvemos al agua o le hacemos compañía?
La trenza se me había desecho con el salto y el zarandeo que había recibido por parte de Vey, pequeños mechones se escaparon entre mis dedos cuando volví a colocarme el pelo hacia atrás, caían rebeldes sobre mi frente y mis ojos negándose a reunirse con el resto de la manada.
-Si quieres vengarte de nuevo, esta es tu oportunidad. -Sonreí divertida señalando con el pulgar a la lagartija y acercándome a la bruja. -Aunque si quieres unos momentos de calma esta también es tu mejor oportunidad.
El agujero era demasiado estrecho para extender las alas y demasiado profundo como para saltar, Vey intento meterse de nuevo en el agua, pero aquella pared liquida parecía está hecha de piedra.
Entonces miró desde el agujero a Nahir cuando esta apareció y respondió con gruñido agudo a la vez que se sentaba en el lecho del algo. La bruja, que parecía comenzar a comprender las diferentes llamadas de la niña, fue llenando el foso improvisado y cuando el lago volvió a tomar su forma original la adolescente profirió un gruñido corto y tremolo.
Su ex-contrincante tenia razón, su madre se había reído demasiado de ellas, la niña se gorgoteó una vez más al tiempo que trazaba un plan y se sumergía con la bruja.
Aquello no iba a ser un ataque sorpresa, no, ahora la hija buscaba cobrar venganza. Lavey se sumergió hasta el fondo del lago y se alejó del punto donde se encontraba su madre, se impulsó con las patas traseras golpeando el fondo y comenzó a nadar a toda velocidad, sus ojos se tornaron grises de nuevo para no perder la posición de su objetivo y cuando hubo recortado la distancia lo suficiente saltó fuera del agua y rugió con fuerza abalanzándose sobre la señora de la roca.
-Ay mama... -Dije con el rostro desencajado mientras veía como una figura serpenteante nadaba a gran velocidad. -¡¿Porque a mí!? -Chillé levantándome de un salto de roca y tirándome al agua. -Shu, shu. Shu de aquí bicho malcriado.
Bramaba entre risas histéricas al tiempo que veía caer a Nahir y mi hija sobre la zona donde estaba. -Suéltame bestia. -Demandaba con enfado teatral encerrada en la garra de Lavey.
La pequeña casi parecía ronronear por su, ahora sí, triunfante victoria. Nadaba curvando más el cuerpo y al acercarse a la orilla y hacer pie contra el fondo comenzó a dar saltitos como si fuera un potrillo trotando.
-Pues nada... -Comenté resignada al notar que salíamos del agua. -Parece que se acabó el bañarse. -Alcé la vista hacia la bruja que seguía colgada de la espalda de mi niña. -¿Que, buenas vistas?
Al tocar tierra Lavey me soltó sin contemplaciones y agachó el lomo para que la bruja se bajase. Acto seguido buscó una zona amplia de hierba y se tumbó boca arriba estirando al máximo sus alas, un segundo después soltó un suspiro acompañado de una pequeña nube de humo y rugió de gusto al sentir como el sol calentaba sus escamas.
-¿Volvemos al agua o le hacemos compañía?
La trenza se me había desecho con el salto y el zarandeo que había recibido por parte de Vey, pequeños mechones se escaparon entre mis dedos cuando volví a colocarme el pelo hacia atrás, caían rebeldes sobre mi frente y mis ojos negándose a reunirse con el resto de la manada.
-Si quieres vengarte de nuevo, esta es tu oportunidad. -Sonreí divertida señalando con el pulgar a la lagartija y acercándome a la bruja. -Aunque si quieres unos momentos de calma esta también es tu mejor oportunidad.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Nahir tuvo que sujetarse bien, la dragona era muy rápida, se abrazó a su cuello con fuerza, sentía como la presión del agua tiraba de ella hacía atrás. Cuando pudo ver que se acercaban a la superficie la bruja pegó la cabeza al cuerpo de la dragona. Desde tan cerca el rugido parecía hasta ser suyo. Pudo notar la vibración de su cuello, todo su cuerpo tembló incitándola también a que ella gritase.
Nahir aún estaba abrazada en torno a la joven dragona cuando escuchó a Reivy, aquella experiencia de “vuelo” había sido totalmente diferente a la anterior. A juzgar por su cara y sus pelos, aún tenía que acostumbrarse a ello. Asomó la cabeza, sonriendo.
- Buenísimas…
Al notar que Lavey bajaba el lomo Nahir se dejó escurrir hasta caer en el suelo, tumbada hacia abajo con los brazos extendidos a los lados. Levantó el cuello al escuchar la pregunta de la dragona. Se levantó y se colocó frente a ella, mirándola mientras se acercaba.
- Lo hemos dejado en empate… menuda energía…- dijo sonriendo antes de alzar una mano y pasarla por sus rebeldes cabellos. – Si es que estas guapa hasta con el pelo revuelto… -colocó la mano que le quedaba libre en torno a su cintura, atraiéndola hacía ella. – Suena muy bien eso de la calma. –la mano que había acariciado su cabello bajó hasta acomodarse en su nuca, acercando su rostro al suyo para darle un beso.
No estaba segura de sí era correcto, pero hizo lo que su cuerpo le estaba pidiendo a gritos. Con ella se sentía más atrevida que con nadie.
- Seguramente me quede unos días por Dundarak, me vendría bien guía que conozca la cuidad…- dijo con un tono algo picarón, para después añadir. –Me ofrezco como aprendiz de carpintero si te hace falta una mano… aunque no tengo mucha experiencia…- la miró a los ojos, sonrojada-… bueno ninguna. – soltó una tímida carcajada.
Antes de escuchar su respuesta empezó a anda hasta llegar a la orilla del agua, la cuidad podía esperar, ahora quería esta con ella. Sumergió los pies en el lago, volviendo la cabeza para mirar a la de ojos azules.
- Aunque contigo es difícil estar calmado…
Se sentó en la orilla, alargando la mano a su compañera para que hiciese lo mismo. Aprovechó aquel momento de descanso para hablar de todo, a fin de cuentas no sabían mucho la una de la otra.
Nahir le contó a Reivy su intención de conocer las zonas del norte, aunque no pensaba quedarse mucho tiempo, ya que le daba un poco de miedo el frío ahí arriba. Quizás para la próxima visita… decía intentando convencerse a sí misma de que alguna vez debía visitar aquel lugar cuando estuviese totalmente nevado. Y que el final de aquel viaje terminaba en Beltrexus, donde había pensado tomarse un descanso para acudir al Hekshold.
También le habló de su vida en las islas, de lo mucho que le gustaba hacer eso que estaban haciendo hora mismo, ir a las zonas de agua, sobretodo playas, y relajarse.
Nahir aún estaba abrazada en torno a la joven dragona cuando escuchó a Reivy, aquella experiencia de “vuelo” había sido totalmente diferente a la anterior. A juzgar por su cara y sus pelos, aún tenía que acostumbrarse a ello. Asomó la cabeza, sonriendo.
- Buenísimas…
Al notar que Lavey bajaba el lomo Nahir se dejó escurrir hasta caer en el suelo, tumbada hacia abajo con los brazos extendidos a los lados. Levantó el cuello al escuchar la pregunta de la dragona. Se levantó y se colocó frente a ella, mirándola mientras se acercaba.
- Lo hemos dejado en empate… menuda energía…- dijo sonriendo antes de alzar una mano y pasarla por sus rebeldes cabellos. – Si es que estas guapa hasta con el pelo revuelto… -colocó la mano que le quedaba libre en torno a su cintura, atraiéndola hacía ella. – Suena muy bien eso de la calma. –la mano que había acariciado su cabello bajó hasta acomodarse en su nuca, acercando su rostro al suyo para darle un beso.
No estaba segura de sí era correcto, pero hizo lo que su cuerpo le estaba pidiendo a gritos. Con ella se sentía más atrevida que con nadie.
- Seguramente me quede unos días por Dundarak, me vendría bien guía que conozca la cuidad…- dijo con un tono algo picarón, para después añadir. –Me ofrezco como aprendiz de carpintero si te hace falta una mano… aunque no tengo mucha experiencia…- la miró a los ojos, sonrojada-… bueno ninguna. – soltó una tímida carcajada.
Antes de escuchar su respuesta empezó a anda hasta llegar a la orilla del agua, la cuidad podía esperar, ahora quería esta con ella. Sumergió los pies en el lago, volviendo la cabeza para mirar a la de ojos azules.
- Aunque contigo es difícil estar calmado…
Se sentó en la orilla, alargando la mano a su compañera para que hiciese lo mismo. Aprovechó aquel momento de descanso para hablar de todo, a fin de cuentas no sabían mucho la una de la otra.
Nahir le contó a Reivy su intención de conocer las zonas del norte, aunque no pensaba quedarse mucho tiempo, ya que le daba un poco de miedo el frío ahí arriba. Quizás para la próxima visita… decía intentando convencerse a sí misma de que alguna vez debía visitar aquel lugar cuando estuviese totalmente nevado. Y que el final de aquel viaje terminaba en Beltrexus, donde había pensado tomarse un descanso para acudir al Hekshold.
También le habló de su vida en las islas, de lo mucho que le gustaba hacer eso que estaban haciendo hora mismo, ir a las zonas de agua, sobretodo playas, y relajarse.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
-Sí, tiene mucha energía. -Contesté a Nahir con una sonrisa, orgullosa de mi pequeña lagartija. -¿Tú crees? -Pregunté juguetona mientras bajaba la mirada hacia los ojos de la bruja. -Igual debería dejar de peinarme una temporada.
Conforme ella hablaba yo iba acercándome dejando que Nahir recortara la distancia hasta que pudo tomar mis labios con los suyos.
-La calma que precede a la tempestad. -Susurre cuando el beso se rompió. -Bueno, algo de experiencia sí que tienes.
Respondí separándome para contemplar mejor las mejillas sonrojadas de la morena, y haciendo alusión al comentario sobre el manejo de las manos que la misma bruja hizo en la carpa de ciudad Lagarto.
-Pero el trabajo de carpintera me lo dejo en Ulmer, aquí he venido solo a disfrutar del sol y el aire fresco.
Empezaba a pensar que a la muchacha le gustaba que la observaran, tenía esa sutil esencia provocadora al caminar que incitaba a que la miraras de arriba abajo, que te decía que disfrutaba siendo el objetivo de miradas indiscretas... o al menos, de mi mirada indiscreta. Sonreí de medio lado cuando nuestras miradas se cruzaron.
-Dicen que cuando duermo soy muy tranquila. -Cogí con gusto la mano de la maga y me senté a su lado doblando las rodillas y abrazando mis tobillos. -Así que eres una trotamundos.
El tiempo fue pasando sin darme cuenta, la charla con la Illidense era amena y relajada, la miraba a los ojos con atención... casi siempre. Cuando me percataba de que la vista se me iba a unos derroteros más bajos desviaba la vista hacia el agua o me entretenía mirando las luces que el sol generaba bajo el agua sobre las piedrecillas de la orilla.
Todo dependía de la conversación, si me surgía la oportunidad me dejaba caer sobre ella, le mojaba la espalda o le robaba algún beso cariñoso.
Lentamente la conversación fue apagándose y al final acabe por recostarme sobre la orilla, dejando el cuerpo medo sumergido y con la cabeza apoyada en los muslos de Nahir. Desde ahí abajo las vistas eran maravillosa, por varios y evidentes motivos.
-¿Alguna vez te han dicho que se te oscurecen los ojos? -Miraba a la mujer con una mano levantada tapando parte del sol y otra acariciándole el tobillo. -Ahora que tienes la luz detrás los tienes menos claros... y un poco verdes. -Un leve rugido se escuchó detrás nuestro y al momento una nube negra tapó el sol. -Cuando hace eso es que está dormida. -Susurre. -Se podría decir que está roncando. -Estuve en aquella posición unos minutos más y luego me levanté. -Voy a despertarla y nos vamos ¿Te parece?
Le guiñé el ojo a la morena esperando una respuesta y acto seguido caminé hacia la dragona negra que dormía panza arriba sobre el pasto.
-Despierta lagartija. -Dije con ternura agachándome junto a su cabeza. -Se te va hacer tarde para el paseo con el abuelo. -Lavey movió las alas y gimoteó, yo le acaricie el mentón. -Vamos Vey, levanta. -La joven plegó las alas y se recostó de lado abriendo lo uno de sus ojos. -Ángela me dijo anoche que hoy haría tu postre favorito para cenar.
Al instante Lavey abrió los dos ojos al máximo, giró como por el suelo, estiró el cuello y las patas y me miró ansiosa al tiempo que movía la cola de un lado a otro.
-Bueno, problema resuelto. -Me giré hacia Nahir y le sonreí. -Haremos una parada en casa de mis abuelos, es un pueblito que no queda lejos de la ciudad. Y luego te doy una vuelta por la urbe. -Estaba a punto de transformarme cuando recordé algo. -Esta vez no iras en mi mano, agárrate fuerte y no me toque la cabeza. No quiero que un rayo te parta en dos. La última que alguien lo intentó cayó al vacío unos cuantos metros.
Entrecerré los ojos y mire fijamente a Lavey que respondió haciéndose la loca y dándose la vuelta buscando alguna cosa que no existía.
Me tomé el tiempo preciso para cambiar de forma, si lo hacía muy rápido o muy lento las deformaciones se verían grotescas además de provocar un dolor extremo e innecesario para esta situación.
Encorvé la espalda y el cuello hacia abajo al mismo tiempo que mis piernas y brazos comenzaba a largarse, la piel fue cambiando de color, rallándose con blanco y un negro violáceo en el abdomen mientras que en el cuello y la cara se formaban escamas anaranjadas. Mi pelo desapareció rápidamente dejando paso a unos cuerpos que comenzaba a crepitar y lanzar rayos de una punta a otra, el torso ya poseía las medidas correspondientes para que un par de alas membranosas brotaran.
Con la trasformación completado llegó al lago el sonido de un zumbido permanente y que de vez en cuando restallaba en el ambiente cuando la electricidad saltaba de escama en escama. Cerré los ojos por un instante y redirigí aquel flujo hacia mi cornamenta, lentamente el zumbido fue desapareciendo, en contraposición mis cuernos se iluminaban cada vez más. Llegaría un punto en que tendría que descargar aquella energía, pero ese momento aún estaba lejos.
Doblando las patas agaché el cuerpo hasta tocar la hierba y esperé a que Nahir trepara.
Conforme ella hablaba yo iba acercándome dejando que Nahir recortara la distancia hasta que pudo tomar mis labios con los suyos.
-La calma que precede a la tempestad. -Susurre cuando el beso se rompió. -Bueno, algo de experiencia sí que tienes.
Respondí separándome para contemplar mejor las mejillas sonrojadas de la morena, y haciendo alusión al comentario sobre el manejo de las manos que la misma bruja hizo en la carpa de ciudad Lagarto.
-Pero el trabajo de carpintera me lo dejo en Ulmer, aquí he venido solo a disfrutar del sol y el aire fresco.
Empezaba a pensar que a la muchacha le gustaba que la observaran, tenía esa sutil esencia provocadora al caminar que incitaba a que la miraras de arriba abajo, que te decía que disfrutaba siendo el objetivo de miradas indiscretas... o al menos, de mi mirada indiscreta. Sonreí de medio lado cuando nuestras miradas se cruzaron.
-Dicen que cuando duermo soy muy tranquila. -Cogí con gusto la mano de la maga y me senté a su lado doblando las rodillas y abrazando mis tobillos. -Así que eres una trotamundos.
El tiempo fue pasando sin darme cuenta, la charla con la Illidense era amena y relajada, la miraba a los ojos con atención... casi siempre. Cuando me percataba de que la vista se me iba a unos derroteros más bajos desviaba la vista hacia el agua o me entretenía mirando las luces que el sol generaba bajo el agua sobre las piedrecillas de la orilla.
Todo dependía de la conversación, si me surgía la oportunidad me dejaba caer sobre ella, le mojaba la espalda o le robaba algún beso cariñoso.
Lentamente la conversación fue apagándose y al final acabe por recostarme sobre la orilla, dejando el cuerpo medo sumergido y con la cabeza apoyada en los muslos de Nahir. Desde ahí abajo las vistas eran maravillosa, por varios y evidentes motivos.
-¿Alguna vez te han dicho que se te oscurecen los ojos? -Miraba a la mujer con una mano levantada tapando parte del sol y otra acariciándole el tobillo. -Ahora que tienes la luz detrás los tienes menos claros... y un poco verdes. -Un leve rugido se escuchó detrás nuestro y al momento una nube negra tapó el sol. -Cuando hace eso es que está dormida. -Susurre. -Se podría decir que está roncando. -Estuve en aquella posición unos minutos más y luego me levanté. -Voy a despertarla y nos vamos ¿Te parece?
Le guiñé el ojo a la morena esperando una respuesta y acto seguido caminé hacia la dragona negra que dormía panza arriba sobre el pasto.
-Despierta lagartija. -Dije con ternura agachándome junto a su cabeza. -Se te va hacer tarde para el paseo con el abuelo. -Lavey movió las alas y gimoteó, yo le acaricie el mentón. -Vamos Vey, levanta. -La joven plegó las alas y se recostó de lado abriendo lo uno de sus ojos. -Ángela me dijo anoche que hoy haría tu postre favorito para cenar.
Al instante Lavey abrió los dos ojos al máximo, giró como por el suelo, estiró el cuello y las patas y me miró ansiosa al tiempo que movía la cola de un lado a otro.
-Bueno, problema resuelto. -Me giré hacia Nahir y le sonreí. -Haremos una parada en casa de mis abuelos, es un pueblito que no queda lejos de la ciudad. Y luego te doy una vuelta por la urbe. -Estaba a punto de transformarme cuando recordé algo. -Esta vez no iras en mi mano, agárrate fuerte y no me toque la cabeza. No quiero que un rayo te parta en dos. La última que alguien lo intentó cayó al vacío unos cuantos metros.
Entrecerré los ojos y mire fijamente a Lavey que respondió haciéndose la loca y dándose la vuelta buscando alguna cosa que no existía.
Me tomé el tiempo preciso para cambiar de forma, si lo hacía muy rápido o muy lento las deformaciones se verían grotescas además de provocar un dolor extremo e innecesario para esta situación.
Encorvé la espalda y el cuello hacia abajo al mismo tiempo que mis piernas y brazos comenzaba a largarse, la piel fue cambiando de color, rallándose con blanco y un negro violáceo en el abdomen mientras que en el cuello y la cara se formaban escamas anaranjadas. Mi pelo desapareció rápidamente dejando paso a unos cuerpos que comenzaba a crepitar y lanzar rayos de una punta a otra, el torso ya poseía las medidas correspondientes para que un par de alas membranosas brotaran.
Con la trasformación completado llegó al lago el sonido de un zumbido permanente y que de vez en cuando restallaba en el ambiente cuando la electricidad saltaba de escama en escama. Cerré los ojos por un instante y redirigí aquel flujo hacia mi cornamenta, lentamente el zumbido fue desapareciendo, en contraposición mis cuernos se iluminaban cada vez más. Llegaría un punto en que tendría que descargar aquella energía, pero ese momento aún estaba lejos.
Doblando las patas agaché el cuerpo hasta tocar la hierba y esperé a que Nahir trepara.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
La bruja no pudo evitar sonreír ante la observación de la dragona, recordó aquella noche, pero más bien aquella mañana, despertarse con ella, las caricias y los besos. Si, cuando dormía era muy tranquila.
Nahir se colocó bien para que la dragona pudiese estar cómoda recostada sobre sus piernas. Acariciaba su frente y sus mejllas, su barbilla y el cuello, sus dedos recorrían con delicadeza la piel de su compañera. Miraba el agua y el movimiento de este, aunque fuese mínimo, cuando soplaba el viento.
Inclinó ligeramente la cabeza para mirar a Reivy.
- ¿Qué se me oscurecen? – se quedó parada, esperando la explicación de la dragona. Aquello le gustó, nadie se había fijado tanto en ella como para percatarse de algo así, le sonó muy halagador.
El ronquido de la joven dragona le hizo sonreír. Se levantó después de que lo hiciese Reivy.
- Claro… Ves, tranquila, yo mientras me voy vistiendo. – se quedó mirándola mientras se alejaba hacía la zona donde se encontraba su hija.
Aún estaba algo húmeda y la tela se le quedaba enganchada en la piel. La ropa se había quedado muy caliente de estar al sol, cosa que la friolera bruja agradeció. Tiró la cabeza hacía atrás y peinó sus cabellos con la punta de sus dedos, haciéndose una trenza hasta la nuca, donde la ató con una tela, para dejar toda la parte de abajo suelta.
Se giró al escuchar la voz de Reivy, Lavey ya estaba despierta. Empezó a andar hacía ellas.
- ¿Vamos volando? – aún era algo que le sonaba muy extraño, aunque claro, para ellas era algo de lo más normal. Al escuchar lo del rayo la bruja levantó levemente una de sus manos para mirársela. Rayos y agua, menuda combinación… pensó repasando mentalmente las instrucciones que le había dado la morena.
- Pe-pero… no corráis…- dijo aguantándose las ganas de reír, señalando primero a Reivy y después a su hija.
Dio un paso atrás cuando Reivy empezó a transformarse. La miró todo el tiempo. Aquella era una de las cosas que más le llamaban la atención de las razas como los dragones o los lobos.
- Vaya… es alucinante…- repitió aquellas palabras que una vez ya le había dicho cuando la vio por primera vez.
Esperó a que la dragona se agachase para empezar a subir en ella. No le costó tanto como había pensado, esperaba tener la misma suerte y no perder el equilibrio en el viaje.
Sentir el aire contra su cara, la velocidad, la altura… le encantaba.
Al principio la bruja iba con al cuerpo pegado al de la dragona, prácticamente tumbada. Iba mirando a los lados, fascinada por lo que pequeño que se veía todo desde ahí. Pero no tardó mucho en empezar a coger confianza. Acabó sentada, con la espalda totalmente recta y los brazos levantados hacía los lados. He nacido para ser dragón y no lo sabía… pensaba la bruja riendo, disfrutando de aquella experiencia.
La primera parada fue en la casa de los abuelos de Reivy, como ya le había indicado. Nahir esperó paciente fuera a que las dragonas acabasen. Se entretuvo mirando las plantas, su madre siempre le decía que era lo primero que se tenía que mirar al llegar a un sitio nuevo. Miró las casas y las comparó con las de las islas, estas estaban construidas para soportar la temporada de invierno. Era un lugar muy bonito y agradable, se imaginó como sería vivir ahí
Se alegró al ver salir a la dragona de la casa, aquello quería decir que había llegado la hora de su paseo por la cuidad. Estaba ansiosa.
El viaje hasta la ciudad de los dragones se le hizo muy corto, era la primera vez que disfrutaba tanto de los trayectos.
- No respondas si no quieres, pero… ¿Cómo te hiciste la cicatriz del pecho? – preguntó la bruja mientras andaba al lado de la dragona. Dejó de mirar a su alrededor para centrar la vista en su acompañante, esperando que aquella pregunta no la incomodase.
Nahir se colocó bien para que la dragona pudiese estar cómoda recostada sobre sus piernas. Acariciaba su frente y sus mejllas, su barbilla y el cuello, sus dedos recorrían con delicadeza la piel de su compañera. Miraba el agua y el movimiento de este, aunque fuese mínimo, cuando soplaba el viento.
Inclinó ligeramente la cabeza para mirar a Reivy.
- ¿Qué se me oscurecen? – se quedó parada, esperando la explicación de la dragona. Aquello le gustó, nadie se había fijado tanto en ella como para percatarse de algo así, le sonó muy halagador.
El ronquido de la joven dragona le hizo sonreír. Se levantó después de que lo hiciese Reivy.
- Claro… Ves, tranquila, yo mientras me voy vistiendo. – se quedó mirándola mientras se alejaba hacía la zona donde se encontraba su hija.
Aún estaba algo húmeda y la tela se le quedaba enganchada en la piel. La ropa se había quedado muy caliente de estar al sol, cosa que la friolera bruja agradeció. Tiró la cabeza hacía atrás y peinó sus cabellos con la punta de sus dedos, haciéndose una trenza hasta la nuca, donde la ató con una tela, para dejar toda la parte de abajo suelta.
Se giró al escuchar la voz de Reivy, Lavey ya estaba despierta. Empezó a andar hacía ellas.
- ¿Vamos volando? – aún era algo que le sonaba muy extraño, aunque claro, para ellas era algo de lo más normal. Al escuchar lo del rayo la bruja levantó levemente una de sus manos para mirársela. Rayos y agua, menuda combinación… pensó repasando mentalmente las instrucciones que le había dado la morena.
- Pe-pero… no corráis…- dijo aguantándose las ganas de reír, señalando primero a Reivy y después a su hija.
Dio un paso atrás cuando Reivy empezó a transformarse. La miró todo el tiempo. Aquella era una de las cosas que más le llamaban la atención de las razas como los dragones o los lobos.
- Vaya… es alucinante…- repitió aquellas palabras que una vez ya le había dicho cuando la vio por primera vez.
Esperó a que la dragona se agachase para empezar a subir en ella. No le costó tanto como había pensado, esperaba tener la misma suerte y no perder el equilibrio en el viaje.
Sentir el aire contra su cara, la velocidad, la altura… le encantaba.
Al principio la bruja iba con al cuerpo pegado al de la dragona, prácticamente tumbada. Iba mirando a los lados, fascinada por lo que pequeño que se veía todo desde ahí. Pero no tardó mucho en empezar a coger confianza. Acabó sentada, con la espalda totalmente recta y los brazos levantados hacía los lados. He nacido para ser dragón y no lo sabía… pensaba la bruja riendo, disfrutando de aquella experiencia.
La primera parada fue en la casa de los abuelos de Reivy, como ya le había indicado. Nahir esperó paciente fuera a que las dragonas acabasen. Se entretuvo mirando las plantas, su madre siempre le decía que era lo primero que se tenía que mirar al llegar a un sitio nuevo. Miró las casas y las comparó con las de las islas, estas estaban construidas para soportar la temporada de invierno. Era un lugar muy bonito y agradable, se imaginó como sería vivir ahí
Se alegró al ver salir a la dragona de la casa, aquello quería decir que había llegado la hora de su paseo por la cuidad. Estaba ansiosa.
El viaje hasta la ciudad de los dragones se le hizo muy corto, era la primera vez que disfrutaba tanto de los trayectos.
- No respondas si no quieres, pero… ¿Cómo te hiciste la cicatriz del pecho? – preguntó la bruja mientras andaba al lado de la dragona. Dejó de mirar a su alrededor para centrar la vista en su acompañante, esperando que aquella pregunta no la incomodase.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
El vuelo fue lento y relajado, Lavey, pese a estar recién levantada iba por delante mientras que yo dejaba pasar el aire bajo mis alas buscando batirlas lo menos posible.
Llevábamos algo más de medio camino cuando mis cuernos comenzaron a sobrecargarse, alcé la testa y apuntando a un lugar indefinido del firmamento lancé una bola de energía, antes de que esta se perdiera en el cielo la cornamenta volvió a ser el objetivo de mis rayos.
Descendimos hasta el jardín trasero de la casa de Persival y Ángela y mientras Lavey cambiaba de forma y entraba corriendo por la puerta yo bese la mejilla de Nahir. -No tardare. -Sonreí, le guiñé un ojo y a travesé el umbral.
Unos minutos después salí de la choza vestida con una camisa sin mangas, un calzado ligero y un pantalón corto de cuero. De fondo se escuchaba el grito de un hombre anciano, la risa de una adolescente y la voz conciliadora de una mujer serena.
-Sube -Sonreí a la morena con complicidad mientras me daba la vuelta. -que nos vamos. -Palmee mi hombro indicándole a Nahir que subiera a mi espalda. -Pon las manos rodeando la base de mi cuello y no hagas fuerza con las piernas.
Tras decir aquello flexioné las rodillas, un remolino de aire se formó rápidamente a nuestro alrededor e impulsó mi saltó haciendo que sobrepasara la altura de la casa, antes de que comenzara a descender cambie de forma y batí las alas con fuerza rumbo a Dundarak.
La ciudad de los dragones, en el cielo volaban todo tipo de reptiles, desde pequeñas y rápidas serpientes aladas, hasta hombres y mujeres semi transformadas.
Las casas ya estaban prácticamente reconstruidas y los ciudadanos volvían a llenar las calles con su bullicio habitual. Todos los caminos de la capital conducían a grandes explanadas donde aterrizaban o despegaban mis congéneres, comencé a descender sobre una de ellas, plegué las alas y estire las patas al tocar suelo y antes de que Nahir pudiera bajar cambie de forma y dejé que se fuera deslizando por mi cuerpo hasta que ella también tocó suelo.
-Bienvenida a Dundarak. -Dije estirando un brazo y ofreciéndole el otro a la bruja. -A su derecha dragones, a su izquierda dragones y sobre usted... más dragones. -Sonreí de oreja a oreja antes de reírme y conducir a la mujer hacia el centro de la urbe. -¿Porque no iba a querer? -Pregunté a Nahir levantándole una ceja. -Es una herida reciente, bueno... no tan reciente, hace ya medio año de eso. Fue de cuando la Factoría y los bióticos del hombre muerto atacaron ciudad Lagarto. Oromë, una amiga mía, poseía algo que ellos querían, también apareció la guardia de Lunargenta por cierto. En el proceso redujeron la ciudad prácticamente a cenizas, a mi dieron una tunda de campeonato y casi pierdo a Vey en esa batalla. -Paré por un segundo, recuperé aire y sonreí de medio lado con amargura. -De aquella noche solo me queda esta cicatriz. -Continúe, señalando con la mano libre mi hombro. -Y Lavey tiene una marca en el pecho de una saeta. ¡Pero podría haber sido peor! -Mi voz comenzaba a sonar taciturna, al darme cuenta me reproché a mí misma y cambie los ánimos buscando una frase jocosa. -Tendrías que haberme visto cuando salí de allí, tenía la espalda con una quemadura horrible. Pero tu... -Bajé la vista y miré la mano morena que sostenía sobre mi brazo. -eres muy pacifista ¿Verdad? No te he visto ninguna marca por el cuerpo.
Llevábamos algo más de medio camino cuando mis cuernos comenzaron a sobrecargarse, alcé la testa y apuntando a un lugar indefinido del firmamento lancé una bola de energía, antes de que esta se perdiera en el cielo la cornamenta volvió a ser el objetivo de mis rayos.
Descendimos hasta el jardín trasero de la casa de Persival y Ángela y mientras Lavey cambiaba de forma y entraba corriendo por la puerta yo bese la mejilla de Nahir. -No tardare. -Sonreí, le guiñé un ojo y a travesé el umbral.
Unos minutos después salí de la choza vestida con una camisa sin mangas, un calzado ligero y un pantalón corto de cuero. De fondo se escuchaba el grito de un hombre anciano, la risa de una adolescente y la voz conciliadora de una mujer serena.
-Sube -Sonreí a la morena con complicidad mientras me daba la vuelta. -que nos vamos. -Palmee mi hombro indicándole a Nahir que subiera a mi espalda. -Pon las manos rodeando la base de mi cuello y no hagas fuerza con las piernas.
Tras decir aquello flexioné las rodillas, un remolino de aire se formó rápidamente a nuestro alrededor e impulsó mi saltó haciendo que sobrepasara la altura de la casa, antes de que comenzara a descender cambie de forma y batí las alas con fuerza rumbo a Dundarak.
La ciudad de los dragones, en el cielo volaban todo tipo de reptiles, desde pequeñas y rápidas serpientes aladas, hasta hombres y mujeres semi transformadas.
Las casas ya estaban prácticamente reconstruidas y los ciudadanos volvían a llenar las calles con su bullicio habitual. Todos los caminos de la capital conducían a grandes explanadas donde aterrizaban o despegaban mis congéneres, comencé a descender sobre una de ellas, plegué las alas y estire las patas al tocar suelo y antes de que Nahir pudiera bajar cambie de forma y dejé que se fuera deslizando por mi cuerpo hasta que ella también tocó suelo.
-Bienvenida a Dundarak. -Dije estirando un brazo y ofreciéndole el otro a la bruja. -A su derecha dragones, a su izquierda dragones y sobre usted... más dragones. -Sonreí de oreja a oreja antes de reírme y conducir a la mujer hacia el centro de la urbe. -¿Porque no iba a querer? -Pregunté a Nahir levantándole una ceja. -Es una herida reciente, bueno... no tan reciente, hace ya medio año de eso. Fue de cuando la Factoría y los bióticos del hombre muerto atacaron ciudad Lagarto. Oromë, una amiga mía, poseía algo que ellos querían, también apareció la guardia de Lunargenta por cierto. En el proceso redujeron la ciudad prácticamente a cenizas, a mi dieron una tunda de campeonato y casi pierdo a Vey en esa batalla. -Paré por un segundo, recuperé aire y sonreí de medio lado con amargura. -De aquella noche solo me queda esta cicatriz. -Continúe, señalando con la mano libre mi hombro. -Y Lavey tiene una marca en el pecho de una saeta. ¡Pero podría haber sido peor! -Mi voz comenzaba a sonar taciturna, al darme cuenta me reproché a mí misma y cambie los ánimos buscando una frase jocosa. -Tendrías que haberme visto cuando salí de allí, tenía la espalda con una quemadura horrible. Pero tu... -Bajé la vista y miré la mano morena que sostenía sobre mi brazo. -eres muy pacifista ¿Verdad? No te he visto ninguna marca por el cuerpo.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Aquella cuidad era preciosa. En un principio se había tomado las palabras de Reivy en broma, pero no lo eran. Mirases donde mirases veías dragonas, incluso gente con tan solo algunas facciones como alas u hocico. Era algo normal claro, pero era la primera vez que la bruja veía tantos dragones juntos. Aquello la dejó con la boca abierta por un rato.
Se notaba que la gente había trabajado mucho para borrar los estragos de la pandémia, incluso la gente se veía animada, aquello hizo mejorar el ánimo de la dragona, si es que aquello. era posible.
Nahir escuchó atenta la historia que le contó Reivy de como se hizo aquella herida. La bruja, sin darse cuenta, había ido bajando el ritmo de la marcha, mirando a Reivy y escuchando como está finalizó intentando sacarle hierro del asunto.
- ¿Yo? Si, se podría decir que sí. Creo que nunca me he metido en ninguna… Bueno, la noche que partí de las islas, en el barco, un hombre nos atacó mí y a un chico. Oh y otra vez intentado ayudar a una familia acabé encerrada en la posada con un hombre que quería disecarme como a una ardilla de fuego. Tuve que saltar por la ventana y me corté un poco, pero nada como para que me dejase marca… Supongo que, aunque uno no busque peleas, a veces se ve metido en situaciones complicadas…
Se quedó callada por un momento, intentando digerir todo lo que le había dicho su guía preferida. Quería preguntarle si todavía le hacía daño, pero pensó que el mayor daño de aquel día no sería lo de la cicatriz.
- Tuviste que pasar mucho miedo… - no quería ni imaginarse el dolor de una madre al perder un hijo.
Giró un poco la mano que tenía en torno a su brazo para agarrar cariñosamente su brazo.
- Bueno, dime, ¿Qué hacéis por aquí para divertiros? A parte de volar…- la miró de reojo intentando cambiar de tema.
Alzó la cabeza para ver las montañas que habían tras las casas. Parecían ser infinitas, como si llegasen al cielo. Seguramente haría mucho frío ahí arriba ya que cuanto más alzaba la vista más nieve veía en ellas.
Volvió a mirar a su compañera.
- Oh, antes de que se me olvide. Estaría bien aclarar algunos puntos como: cuando estás en tu forma de dragón, mejor ni hablar del tema de mi agua ¿no? Por otro lado, ¿es peligroso solo si toco los cuernos o todo el cuerpo? ¿Tiene que ser directamente con agua o simplemente con la humedad una de las dos sale electrocutada?... –había puesto un tono divertido, aunque en verdad eran cosas que le interesaban para no llevarse un disgusto. Y a la bruja tan solo le hacía falta un poco de incertidumbre para empezar su ronda de preguntas.
Se notaba que la gente había trabajado mucho para borrar los estragos de la pandémia, incluso la gente se veía animada, aquello hizo mejorar el ánimo de la dragona, si es que aquello. era posible.
Nahir escuchó atenta la historia que le contó Reivy de como se hizo aquella herida. La bruja, sin darse cuenta, había ido bajando el ritmo de la marcha, mirando a Reivy y escuchando como está finalizó intentando sacarle hierro del asunto.
- ¿Yo? Si, se podría decir que sí. Creo que nunca me he metido en ninguna… Bueno, la noche que partí de las islas, en el barco, un hombre nos atacó mí y a un chico. Oh y otra vez intentado ayudar a una familia acabé encerrada en la posada con un hombre que quería disecarme como a una ardilla de fuego. Tuve que saltar por la ventana y me corté un poco, pero nada como para que me dejase marca… Supongo que, aunque uno no busque peleas, a veces se ve metido en situaciones complicadas…
Se quedó callada por un momento, intentando digerir todo lo que le había dicho su guía preferida. Quería preguntarle si todavía le hacía daño, pero pensó que el mayor daño de aquel día no sería lo de la cicatriz.
- Tuviste que pasar mucho miedo… - no quería ni imaginarse el dolor de una madre al perder un hijo.
Giró un poco la mano que tenía en torno a su brazo para agarrar cariñosamente su brazo.
- Bueno, dime, ¿Qué hacéis por aquí para divertiros? A parte de volar…- la miró de reojo intentando cambiar de tema.
Alzó la cabeza para ver las montañas que habían tras las casas. Parecían ser infinitas, como si llegasen al cielo. Seguramente haría mucho frío ahí arriba ya que cuanto más alzaba la vista más nieve veía en ellas.
Volvió a mirar a su compañera.
- Oh, antes de que se me olvide. Estaría bien aclarar algunos puntos como: cuando estás en tu forma de dragón, mejor ni hablar del tema de mi agua ¿no? Por otro lado, ¿es peligroso solo si toco los cuernos o todo el cuerpo? ¿Tiene que ser directamente con agua o simplemente con la humedad una de las dos sale electrocutada?... –había puesto un tono divertido, aunque en verdad eran cosas que le interesaban para no llevarse un disgusto. Y a la bruja tan solo le hacía falta un poco de incertidumbre para empezar su ronda de preguntas.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Si... aquel día se me encogió el pecho de terror, Lavey fue secuestrada por el líder de las fuerzas defensoras de Lunargenta, la pretendían usar como moneda de cambio, pero antes habrían jugado con ella. Por suerte el Lord comandante estaba demasiado cegado por el fuego de la batalla y solo llegó a exhibirla como un trofeo junto a su silla. Y Oromë... ella también estuvo a punto de morir por aquel objeto maldito, en una noche los dioses casi me arrebatan lo que más quiero en el mundo y estoy segura de que si no hubiera lanzado aquellas partes humanas al fuego también me hubieran llevado a mí.
Desde luego la lucha en ciudad Lagarto daba para una conversación muy larga, pero aquel camino conllevaba remover sentimientos y recuerdos que prefería dejar enterrados.
Nahir me reconforto sin saberlo cuando afianzó el agarre sobre mi brazo, la miré desorientada por un instante hasta que mi mente recupero su última pregunta mientras que me formulaba otras nuevas.
-Pues... -La emoción de la bruja no me dejó seguir la frase. Una sonrisa divertida afloró en mi rostro. -Oh, pasa cuando...
La muchacha seguía preguntando y no parecía tener fin. Entonces me reí, le solté la mano y pasando mi brazo por su espalda la apreté contra mi costado en un abrazo cariñoso que culminé con un beso en la coronilla.
-Cuando te pones así eres muy dulce. -Aflojé el abrazo, pero no la solté. -Al transformarme todo mi cuerpo desprende electricidad, tocarme cuando soy un dragón no es prudente, lo único que ganarías será un calambrazo y una quemadura fea. Pero puedo reconducir la energía a mis cuernos durante un tiempo, así puedo llevar a alguien conmigo. -Mientras hablábamos pasamos por delante del santuario que ayude a reconstruir hace unos meses. -¿Porque crees que esta mañana no nadé transformada? Puedo mojar alguna parte de mi cuerpo si es solo un momento, pero si hubiera entrado al agua yo y medio lago habríamos salido muy mal parados. La verdad... eso del agua es una pequeña espina que tengo clavada, seguro que tiene que sentar muy bien nada en mi otra forma. -Suspire resignada sin darme cuenta. -La humedad no es un problema, he atravesado nubes en muchas ocasiones y nunca me ha pasado nada.
En ese momento se escucharon unos vítores que parecían provenir de una calle continua. Cuando los gritos se apagaron se escuchó el impacto de la madera contra la madera y volvieron a rugir las alabanzas.
-¡Ven! -Dije emocionada cogiendo la mano de Nahir y comenzando a correr. -Esto te gustara.
Al girar la esquina nos encontramos con un callejón sin salida donde hombres y mujeres observaban asomados por las ventanas u orillados contra las paredes de los edificios. En el centro de la calle habían dos hombres lanzando unas bolas de madera desde un extremo de la calzada al otro, casi al final del callejón se situaban nueve objetos con forma de pilar alineados en filas de 3 y uno extra y más estrecho en uno de los extremos.
-Mira Nahir. -Señalé uno de los hombres que portaba en sus manos una esfera de madera que entraba en la palma de su mano. -Están jugando una partida de Tumba Torres. Ahí, al final de la calle, están las 9 torres y la otra pequeña es la princesa. En cada ronda la princesa cambia de sitio.
Las susodichas torres median alrededor de 40 centímetros y entre cada una de ellas existía una separación de 50 centímetros, menos la denominada princesa, una pieza extra y también alargada que estaba a 40 centímetros de distancia de la torre más cercana y que media unos 30 de largo.
-Aquí, al principio del callejón, están los dragones y tienen que lanzar su ataque, la bola, y tirar tantas torres como puedan sin tumbar a la princesa. Tienen tres oportunidades. -Uno de los jugadores lanzó en ese momento la madera, cayeron cuatro torres que rápidamente los espectadores colocaron en su sitio de nuevo. -Las torres que tiras se acumulan y gana el que más tiene, pero si tiras a la princesa pierdes la ronda. En total hay diez rondas y el juego lo gana quien más rondas consigue. -Después de efectuar el tercer tiro el dragón se fue al final de la calle, donde nadie había tocado las bolas de madera. -Oh, por cierto, las figuras de las torres siempre se ponen en el mismo lugar, ¡Ah! y si solo tiras la torre del medio vale doble. En realidad este juego es más de precisión que de fuerza. ¡Mira ese! -Exclame señalando como el otro jugador quitaba a la princesa del juego. -Ahora que el dragón ha tumbado las torres tiene que subir los pisos para rescatar a la princesa, por eso la quitan. ¡Otra cosa! no todas las torres valen lo mismo, la central son cinco puntos mientras que las otras valen uno y cuando pasas a la fase de los pisos cada una solo vale medio punto. -Paré unos segundos mirando con atención el movimiento del lanzador. -Si te das cuentas el que consigue tirar siempre todas las torres consigue más puntuación que él que solo tira la figura del centro, pero por la separación de las torres es muy difícil que eso pase y si pasa te arriesgas a tumbar a la princesa. A ella siempre la ponen rodeando a las torres de fuera así que si tiras la linea exterior donde este ella corres el riesgo de derribarla y perder. Por eso, se intenta siempre tirar la torre central. ¡SALVÓ A LA PRINCESA!-Grite eufórica junto al resto de espectadores. -Nahir, acaba de tirar todos los pisos en la primera tirada, eso quiere decir que gana la ronda automáticamente.
Desde luego la lucha en ciudad Lagarto daba para una conversación muy larga, pero aquel camino conllevaba remover sentimientos y recuerdos que prefería dejar enterrados.
Nahir me reconforto sin saberlo cuando afianzó el agarre sobre mi brazo, la miré desorientada por un instante hasta que mi mente recupero su última pregunta mientras que me formulaba otras nuevas.
-Pues... -La emoción de la bruja no me dejó seguir la frase. Una sonrisa divertida afloró en mi rostro. -Oh, pasa cuando...
La muchacha seguía preguntando y no parecía tener fin. Entonces me reí, le solté la mano y pasando mi brazo por su espalda la apreté contra mi costado en un abrazo cariñoso que culminé con un beso en la coronilla.
-Cuando te pones así eres muy dulce. -Aflojé el abrazo, pero no la solté. -Al transformarme todo mi cuerpo desprende electricidad, tocarme cuando soy un dragón no es prudente, lo único que ganarías será un calambrazo y una quemadura fea. Pero puedo reconducir la energía a mis cuernos durante un tiempo, así puedo llevar a alguien conmigo. -Mientras hablábamos pasamos por delante del santuario que ayude a reconstruir hace unos meses. -¿Porque crees que esta mañana no nadé transformada? Puedo mojar alguna parte de mi cuerpo si es solo un momento, pero si hubiera entrado al agua yo y medio lago habríamos salido muy mal parados. La verdad... eso del agua es una pequeña espina que tengo clavada, seguro que tiene que sentar muy bien nada en mi otra forma. -Suspire resignada sin darme cuenta. -La humedad no es un problema, he atravesado nubes en muchas ocasiones y nunca me ha pasado nada.
En ese momento se escucharon unos vítores que parecían provenir de una calle continua. Cuando los gritos se apagaron se escuchó el impacto de la madera contra la madera y volvieron a rugir las alabanzas.
-¡Ven! -Dije emocionada cogiendo la mano de Nahir y comenzando a correr. -Esto te gustara.
Al girar la esquina nos encontramos con un callejón sin salida donde hombres y mujeres observaban asomados por las ventanas u orillados contra las paredes de los edificios. En el centro de la calle habían dos hombres lanzando unas bolas de madera desde un extremo de la calzada al otro, casi al final del callejón se situaban nueve objetos con forma de pilar alineados en filas de 3 y uno extra y más estrecho en uno de los extremos.
-Mira Nahir. -Señalé uno de los hombres que portaba en sus manos una esfera de madera que entraba en la palma de su mano. -Están jugando una partida de Tumba Torres. Ahí, al final de la calle, están las 9 torres y la otra pequeña es la princesa. En cada ronda la princesa cambia de sitio.
Las susodichas torres median alrededor de 40 centímetros y entre cada una de ellas existía una separación de 50 centímetros, menos la denominada princesa, una pieza extra y también alargada que estaba a 40 centímetros de distancia de la torre más cercana y que media unos 30 de largo.
-Aquí, al principio del callejón, están los dragones y tienen que lanzar su ataque, la bola, y tirar tantas torres como puedan sin tumbar a la princesa. Tienen tres oportunidades. -Uno de los jugadores lanzó en ese momento la madera, cayeron cuatro torres que rápidamente los espectadores colocaron en su sitio de nuevo. -Las torres que tiras se acumulan y gana el que más tiene, pero si tiras a la princesa pierdes la ronda. En total hay diez rondas y el juego lo gana quien más rondas consigue. -Después de efectuar el tercer tiro el dragón se fue al final de la calle, donde nadie había tocado las bolas de madera. -Oh, por cierto, las figuras de las torres siempre se ponen en el mismo lugar, ¡Ah! y si solo tiras la torre del medio vale doble. En realidad este juego es más de precisión que de fuerza. ¡Mira ese! -Exclame señalando como el otro jugador quitaba a la princesa del juego. -Ahora que el dragón ha tumbado las torres tiene que subir los pisos para rescatar a la princesa, por eso la quitan. ¡Otra cosa! no todas las torres valen lo mismo, la central son cinco puntos mientras que las otras valen uno y cuando pasas a la fase de los pisos cada una solo vale medio punto. -Paré unos segundos mirando con atención el movimiento del lanzador. -Si te das cuentas el que consigue tirar siempre todas las torres consigue más puntuación que él que solo tira la figura del centro, pero por la separación de las torres es muy difícil que eso pase y si pasa te arriesgas a tumbar a la princesa. A ella siempre la ponen rodeando a las torres de fuera así que si tiras la linea exterior donde este ella corres el riesgo de derribarla y perder. Por eso, se intenta siempre tirar la torre central. ¡SALVÓ A LA PRINCESA!-Grite eufórica junto al resto de espectadores. -Nahir, acaba de tirar todos los pisos en la primera tirada, eso quiere decir que gana la ronda automáticamente.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Parecía que la dragona había descubierto el modo de hacer callar a la bruja. Cuando el contacto de su brazo pasó por su espalda, la bruja terminó con su avalancha de preguntas. El abrazo y el beso hicieron que sonriese se manera tierna, bajando un poco la mirada hacía el suelo.
Apoyó por un momento la cabeza en su hombro mientras le sonreía por el comentario, al menos no se enfadaba por lo charlatana que era, eso estaba bien.
- Claro… - la escuchaba mientras asentía con la cabeza.
Todo aquello le estaba sonando muy lógico, pero prefería pecar de prudente, y pesada, a llevarse su susto en el futuro.
- ¿A do-donde? – atinó a preguntar empezando a correr.
Se contagió de su emoción mientras corrían de la mano por la cuidad.
Intentó observar lo que había a su alrededor, pero la explicación de Reivy ya había empezado, así que siguió con la vista ahí donde ella le señalaba mientras le explicaba a base de aquel juego.
- Nueve torres y la princesa…- iba susurrando la morena a medida que la dragona hablaba, como intentando interiorizar mejor las palabras. -…. sin tumbarla, vale parece fácil. – asentía con la cabeza todo el tiempo, como si se estuviese enterando de todo. – Tres… quién más rondas consiga. ¡Vale es fácil! –esto último lo dijo en voz alta, con emoción, parecía haber pillado todas las normas del juego, estaba lista.
Pero entonces la dragona empezó a hablar de puntos, fue ahí donde la bruja empezó a liarse u poco. Miraba las jugadas intentado puntuar correctamente, pero de primeras se le hacía un poco difícil, olvidaba el valor de algunas. Se encontraba mirando al hombre que acababa de lanzar, estaba con las manos alzadas, con algunos dedos alzados y otros escondidos, intentado llevar la cuenta.
- Vale, la princesa no se tira, eso me ha quedado claro… -susurró aun con la cuenta a medias.
Bajó las manos cuando le explicó que aquel hombre había ganado la ronda automáticamente.
Sonrió tierna mirando a su compañera.
- Vaya me había parecido muy fácil pero le lio con los puntos, tendrás que ayudarme para no parecer la única que no se entera de todo el callejón…- dijo riendo. Entonces cambió la risa con una sonrisa maliciosa - ¿Por qué supongo, que magia no se puede utilizar? ...- acabó riendo antes de volver a centrar la vista en la partida.
Se preguntó si solo podían jugar dragones pero terminó por formular otra.
- ¿Tú sabes jugar? – le preguntó a Reivy sin apartar la vista de la partida. – Rescatar princesas en apuros ya sé que se te da bien…- dijo con picardía mirándola de reojo, intentando ver qué cara habría puesto.
- No quiero alarmarte… - se volvió hacia ella después de un rato mirando el juego, incluso vitoreaba con los demás cuando tocaba, parecía haber entendido un poco mejor la mecánica- … pero soy una persona muy comilona. – había puesto una cara como de alarma. –Como no coma algo soy capaz de comerme un dragón yo solita…- aguantó aquel gesto por un segundo más antes de sonreír. – Creo que esta vez me tocaba a mi invitarte a algo… ¿Te apetece?
Apoyó por un momento la cabeza en su hombro mientras le sonreía por el comentario, al menos no se enfadaba por lo charlatana que era, eso estaba bien.
- Claro… - la escuchaba mientras asentía con la cabeza.
Todo aquello le estaba sonando muy lógico, pero prefería pecar de prudente, y pesada, a llevarse su susto en el futuro.
- ¿A do-donde? – atinó a preguntar empezando a correr.
Se contagió de su emoción mientras corrían de la mano por la cuidad.
Intentó observar lo que había a su alrededor, pero la explicación de Reivy ya había empezado, así que siguió con la vista ahí donde ella le señalaba mientras le explicaba a base de aquel juego.
- Nueve torres y la princesa…- iba susurrando la morena a medida que la dragona hablaba, como intentando interiorizar mejor las palabras. -…. sin tumbarla, vale parece fácil. – asentía con la cabeza todo el tiempo, como si se estuviese enterando de todo. – Tres… quién más rondas consiga. ¡Vale es fácil! –esto último lo dijo en voz alta, con emoción, parecía haber pillado todas las normas del juego, estaba lista.
Pero entonces la dragona empezó a hablar de puntos, fue ahí donde la bruja empezó a liarse u poco. Miraba las jugadas intentado puntuar correctamente, pero de primeras se le hacía un poco difícil, olvidaba el valor de algunas. Se encontraba mirando al hombre que acababa de lanzar, estaba con las manos alzadas, con algunos dedos alzados y otros escondidos, intentado llevar la cuenta.
- Vale, la princesa no se tira, eso me ha quedado claro… -susurró aun con la cuenta a medias.
Bajó las manos cuando le explicó que aquel hombre había ganado la ronda automáticamente.
Sonrió tierna mirando a su compañera.
- Vaya me había parecido muy fácil pero le lio con los puntos, tendrás que ayudarme para no parecer la única que no se entera de todo el callejón…- dijo riendo. Entonces cambió la risa con una sonrisa maliciosa - ¿Por qué supongo, que magia no se puede utilizar? ...- acabó riendo antes de volver a centrar la vista en la partida.
Se preguntó si solo podían jugar dragones pero terminó por formular otra.
- ¿Tú sabes jugar? – le preguntó a Reivy sin apartar la vista de la partida. – Rescatar princesas en apuros ya sé que se te da bien…- dijo con picardía mirándola de reojo, intentando ver qué cara habría puesto.
- No quiero alarmarte… - se volvió hacia ella después de un rato mirando el juego, incluso vitoreaba con los demás cuando tocaba, parecía haber entendido un poco mejor la mecánica- … pero soy una persona muy comilona. – había puesto una cara como de alarma. –Como no coma algo soy capaz de comerme un dragón yo solita…- aguantó aquel gesto por un segundo más antes de sonreír. – Creo que esta vez me tocaba a mi invitarte a algo… ¿Te apetece?
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
-Tranquila, yo te ayudo. -Respondí riéndome entre dientes atrayendo a la bruja hacia mi costado. -Estas en lo cierto, la magia está prohibida. ¡Uy!-Cerré los ojos al mismo tiempo que encogía los hombros. El lanzador acababa de tirar a la princesa. -Claro que se jugar, me enseñaron mis...
En ese momento sentí como se me encogía el corazón. Todo lo que sabía sobre el Tumba Torres lo había aprendido de mis hermanos.
A mi mente llegaron recuerdos tiernos, agradables y divertidos que rápidamente se tiñeron con la melancolía y resignación de alguien que no puede olvidar que ha sido olvidado.
-Me enseñaron a jugar hace mucho tiempo. -Concluí intentando no sonar apesadumbrada. -Tienes razón, -Sonreí de medio lado con amargura. -se me da bien rescatar princesas. Aunque se me da mejor secuestrar caballeros.
Amplié la sonrisa enseñando los dientes sin demasiada convicción y estreché a Nahir entre mis brazos. Una parte de mi lo hizo para evitar su mirada, otra buscaba el confort en la bruja. El sentir, aunque fuera mentira, que era comprendida.
Al poco tiempo deje de abrazarla y volví a centrarme en el partido, distrayéndome del mal trago, explicando y gritando las jugadas hasta que Nahir llamó de nuevo mi atención.
-¿Qué pasa? -Pregunté confusa levantando una ceja. -Me consta que eres capaz de comerte un dragón enterito. -Reí con picardía y tome de nuevo su brazo encaminándonos hacia fuera del callejón. -Me apetece mucho. Vamos, te llevare a una tasca donde sirven un plato espectacular.
Caminamos sin prisa por la ciudad, cuando veía alguna cosa interesante frenaba la marcha y le explicaba a la morena algún dato interesante.
La tasca en cuestión tenía un cartel que rezaba "Donde Justar perdió la escama", por fuera era igual que el resto de edificios y por dentro tenía toda la pinta de un establecimiento con muchos años. Al entrar un generoso olor a comida impregnaba el local.
-Era tal y como recordaba. -Sujeté la puerta esperando a que Nahir pasara dentro. -Ya veras, te va a encantar el...
La voz se me cortó cuando mis ojos reconocieron una figura sentada a la mesa y acompañada de otras tres siluetas.
Aquella figura masculina estaba ataviada con una armadura de la orden de los caballero dragón, su pelo era negro y liso, su piel parecía hecha de mármol blanco y el escudo que portaba a la espalda llevaba el emblema de la familia Abadder. Aquel hombre era Parcal, el mayor de mis hermanos.
Sentados en torno a él había un niño pelirrojo y una niña igual de morena que el padre, las dos criaturas rondarían los diez años. Frente a Parcal había una mujer pelirroja que observaba con amor a los niños mientras hablaba con el hombre. Aquellos jovenzuelos eran mis sobrinos... y jamás sabría sus nombres.
Sin darme cuenta los hombros se me fueron hacia delante y encorvé la espalda, mi cara perdió todo atisbo de sentimiento y mis pulmones parecían haber olvidado que necesitaba oxígeno para respirar. En ese momento Parcal giró la cabeza para mirar a mi sobrina y cuando levantó la vista sus ojos azules se cruzaron con los míos.
-Sera mejor que nos vallamos Nahir. -Hablé con apenas un hilo de voz. -Acabo... acabo de recordar porque dejé de venir aquí. -Parcal seguía aguantándome la mirada, apenas fue un segundo, pero se me hizo eterno. Derrumbada y abatida baje la vista al suelo. -Vámonos... conozco más sitios.
En ese momento sentí como se me encogía el corazón. Todo lo que sabía sobre el Tumba Torres lo había aprendido de mis hermanos.
A mi mente llegaron recuerdos tiernos, agradables y divertidos que rápidamente se tiñeron con la melancolía y resignación de alguien que no puede olvidar que ha sido olvidado.
-Me enseñaron a jugar hace mucho tiempo. -Concluí intentando no sonar apesadumbrada. -Tienes razón, -Sonreí de medio lado con amargura. -se me da bien rescatar princesas. Aunque se me da mejor secuestrar caballeros.
Amplié la sonrisa enseñando los dientes sin demasiada convicción y estreché a Nahir entre mis brazos. Una parte de mi lo hizo para evitar su mirada, otra buscaba el confort en la bruja. El sentir, aunque fuera mentira, que era comprendida.
Al poco tiempo deje de abrazarla y volví a centrarme en el partido, distrayéndome del mal trago, explicando y gritando las jugadas hasta que Nahir llamó de nuevo mi atención.
-¿Qué pasa? -Pregunté confusa levantando una ceja. -Me consta que eres capaz de comerte un dragón enterito. -Reí con picardía y tome de nuevo su brazo encaminándonos hacia fuera del callejón. -Me apetece mucho. Vamos, te llevare a una tasca donde sirven un plato espectacular.
Caminamos sin prisa por la ciudad, cuando veía alguna cosa interesante frenaba la marcha y le explicaba a la morena algún dato interesante.
La tasca en cuestión tenía un cartel que rezaba "Donde Justar perdió la escama", por fuera era igual que el resto de edificios y por dentro tenía toda la pinta de un establecimiento con muchos años. Al entrar un generoso olor a comida impregnaba el local.
-Era tal y como recordaba. -Sujeté la puerta esperando a que Nahir pasara dentro. -Ya veras, te va a encantar el...
La voz se me cortó cuando mis ojos reconocieron una figura sentada a la mesa y acompañada de otras tres siluetas.
Aquella figura masculina estaba ataviada con una armadura de la orden de los caballero dragón, su pelo era negro y liso, su piel parecía hecha de mármol blanco y el escudo que portaba a la espalda llevaba el emblema de la familia Abadder. Aquel hombre era Parcal, el mayor de mis hermanos.
Sentados en torno a él había un niño pelirrojo y una niña igual de morena que el padre, las dos criaturas rondarían los diez años. Frente a Parcal había una mujer pelirroja que observaba con amor a los niños mientras hablaba con el hombre. Aquellos jovenzuelos eran mis sobrinos... y jamás sabría sus nombres.
Sin darme cuenta los hombros se me fueron hacia delante y encorvé la espalda, mi cara perdió todo atisbo de sentimiento y mis pulmones parecían haber olvidado que necesitaba oxígeno para respirar. En ese momento Parcal giró la cabeza para mirar a mi sobrina y cuando levantó la vista sus ojos azules se cruzaron con los míos.
-Sera mejor que nos vallamos Nahir. -Hablé con apenas un hilo de voz. -Acabo... acabo de recordar porque dejé de venir aquí. -Parcal seguía aguantándome la mirada, apenas fue un segundo, pero se me hizo eterno. Derrumbada y abatida baje la vista al suelo. -Vámonos... conozco más sitios.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Aunque la dragona intento disimularlo Nahir notó el cambio en su voz, había algo que no quería contar. Colocó la mano en su mejilla con cuidado y se acercó para darle un beso en los labios, corto pero muy tierno.
Se dejó abrazar por la dragona sin añadir nada, no iba a presionarla a hablar de algo que no estuviese preparada o que le hiciese daño.
- Po-podría… - respondió picarona antes de seguirla por la cuidad en busca de aquel plato tan suculento.
Nahir escuchaba atenta los datos que le iba dando la dragona de camino a la taberna, aprovechando las paradas para poder fijarse en las calles, las casas, la gente… A pesar de llevar tanto tiempo lejos de su tierra y estar en un lugar totalmente diferente, Nahir se sentía muy cómoda en aquella ciudad, como si hubiese vivido toda la vida ahí.
"Donde Justar perdió la escama" leyó la bruja antes de entrar en la taberna, luego le preguntaría a Reivy quien era aquel tal Justar, seguro que era alguien importante como para ponerle su nombre a un establecimiento público.
Nada más entrar la bruja cerró los ojos y se dejó envolver por el delicioso olor que salía de la cocina. Su estómago rugió. Se giró hacía Reivy, que para su sorpresa aún seguía en la puerta. La examinó, estaba extraña, su cuerpo, su cara… siguió su mirada hasta una mesa en la que había una familia comiendo. ¿Quién serían? ¿Y porque Reivy estaba así? Frunció el ceño para volver a mirar a la dragona.
La voz de su compañera la activó de nuevo.
- Claro…- susurró apresurándose a salir de la taberna, cerrando la puerta a sus espaldas.
Se quedó unos instantes en aquella posición, con la mano en la puerta y mirando al suelo. No sabía muy bien que decir. Alzó la mirada hacía la dragona, mientras se acercaba a ella.
- Sabes… conozco un lugar magnifico no muy lejos de aquí, ven sígueme…- dijo en un tono muy dulce mientras tomaba su mano y tiraba de ella, para alejarse de aquel lugar.
Empezó a caminar sin saber a dónde se dirigía. Giraba una esquina sin saber lo que se encontraría en la siguiente calle, pero no debería ser tan difícil encontrar un lugar donde comer, ¿no?
- No me he perdido, te lo prometo, juraría que estaba aquí mismo…
Volvieron la siguiente calle y se toparon con un puesto de madera que vendía comida en la calle. Que suerte he tenido... pesó la hambrienta bruja.
- Oh vaya, aquí estaba… -dijo dándose un golpecito en a frente con la mano que le quedaba libre.
Sus tripas rugieron como si se tratase de un Ograrck. El hombrecillo de puesto tenía en las manos un trozo de tarta roja de Dundarak, a Nahir se le hizo la boca agua.
La bruja pidió un par de cosas para comer, que le dio a Reivy, y dos porciones de tarta para el postre. Al fondo de la calle vio que había una plaza con un par de bancos de piedra.
- Vamos… - susurró sonriendo sin dejar de mirar la comida, asomando la punta de la lengua entre sus labios.
- Que aproveche… - le dio un beso en la mejilla antes de empezar a comer, no quería sacar el tema de lo que acababa de suceder, tan solo quería que la dragona se sintiese bien. - !Que bueno!
Se dejó abrazar por la dragona sin añadir nada, no iba a presionarla a hablar de algo que no estuviese preparada o que le hiciese daño.
- Po-podría… - respondió picarona antes de seguirla por la cuidad en busca de aquel plato tan suculento.
Nahir escuchaba atenta los datos que le iba dando la dragona de camino a la taberna, aprovechando las paradas para poder fijarse en las calles, las casas, la gente… A pesar de llevar tanto tiempo lejos de su tierra y estar en un lugar totalmente diferente, Nahir se sentía muy cómoda en aquella ciudad, como si hubiese vivido toda la vida ahí.
"Donde Justar perdió la escama" leyó la bruja antes de entrar en la taberna, luego le preguntaría a Reivy quien era aquel tal Justar, seguro que era alguien importante como para ponerle su nombre a un establecimiento público.
Nada más entrar la bruja cerró los ojos y se dejó envolver por el delicioso olor que salía de la cocina. Su estómago rugió. Se giró hacía Reivy, que para su sorpresa aún seguía en la puerta. La examinó, estaba extraña, su cuerpo, su cara… siguió su mirada hasta una mesa en la que había una familia comiendo. ¿Quién serían? ¿Y porque Reivy estaba así? Frunció el ceño para volver a mirar a la dragona.
La voz de su compañera la activó de nuevo.
- Claro…- susurró apresurándose a salir de la taberna, cerrando la puerta a sus espaldas.
Se quedó unos instantes en aquella posición, con la mano en la puerta y mirando al suelo. No sabía muy bien que decir. Alzó la mirada hacía la dragona, mientras se acercaba a ella.
- Sabes… conozco un lugar magnifico no muy lejos de aquí, ven sígueme…- dijo en un tono muy dulce mientras tomaba su mano y tiraba de ella, para alejarse de aquel lugar.
Empezó a caminar sin saber a dónde se dirigía. Giraba una esquina sin saber lo que se encontraría en la siguiente calle, pero no debería ser tan difícil encontrar un lugar donde comer, ¿no?
- No me he perdido, te lo prometo, juraría que estaba aquí mismo…
Volvieron la siguiente calle y se toparon con un puesto de madera que vendía comida en la calle. Que suerte he tenido... pesó la hambrienta bruja.
- Oh vaya, aquí estaba… -dijo dándose un golpecito en a frente con la mano que le quedaba libre.
Sus tripas rugieron como si se tratase de un Ograrck. El hombrecillo de puesto tenía en las manos un trozo de tarta roja de Dundarak, a Nahir se le hizo la boca agua.
La bruja pidió un par de cosas para comer, que le dio a Reivy, y dos porciones de tarta para el postre. Al fondo de la calle vio que había una plaza con un par de bancos de piedra.
- Vamos… - susurró sonriendo sin dejar de mirar la comida, asomando la punta de la lengua entre sus labios.
- Que aproveche… - le dio un beso en la mejilla antes de empezar a comer, no quería sacar el tema de lo que acababa de suceder, tan solo quería que la dragona se sintiese bien. - !Que bueno!
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Escuchaba las palabras de Nahir, pero no las oía. Me dejaba mover por la guía de su mano sin sentir el mundo que pisaba.
-Si... voy. -La mano se soltó de la puerta como si hubiera estado pegada a ella con resina, mis ojos habían encontrado algo peculiar en los adoquines y mis pensamiento se retorcían en la dolorosa imaginación de una escena donde Lavey conociera al resto de sus primos.
-Está bien. -La contestación fue automática y taciturna.
Sabía que Nahir no tenía ni idea de adónde iba, la bruja nunca había estado en la ciudad, sin embargo insistía en conocer un lugar magnifico.
Era consciente de que la morena me estaba alejando de aquella tasca, de que se había dado cuenta que me pasaba algo y de que estaba haciendo lo posible por apartarme de aquel sentimiento melancólico que recorría mi cuerpo.
Alcé la vista cuando Nahir encontró un pequeño puesto ambulante y levanté las manos por inercia cuando la bruja me pasó el plato.
-Mmm, sí. -Seguí a la mujer hasta los bancos de piedra y me senté como si estuviese hecha del mismo material.
Sus labios eran cálidos y tocaban mi piel sin presionarla. Bajé la mirada al plato que tenía entre las manos y después hacia las facciones de Nahir, cerré los ojos y apoyé mi cabeza contra la suya, tenía el cuello muy doblado, pero no me importaba. Entonces suspire.
-Gracias. -Aquella palabra fue un simple susurro. Tres simples consonantes que parecían ser la llave de un cerrojo oxidado. Sin darme cuenta unas lágrimas corrieron silenciosas por mis mejillas.
Abrí los ojos y contemplé aquella plaza con la visión empañada, lentamente enderece la cabeza.
Que irónica que era la vida, estaba comiendo en plaza donde me transforme por primera vez, el lugar donde mi mundo cambio para siempre.
-¿En qué posada te hospedas? -No sabía que decir para distraerme. Removí la comida del plato y me lleve un trozo de carne a la boca. -Puedo acercarte si quieres. -La verdad es que el plato no era nada del otro mundo, no estaba malo, pero tampoco era algo que recordaría en el futuro. Volví a comer antes de continuar. -¿Y cuándo te vas? Quiero visitar a una amiga en ciudad Lagarto. Podría ahorrarte el dinero de la caravana.
-Si... voy. -La mano se soltó de la puerta como si hubiera estado pegada a ella con resina, mis ojos habían encontrado algo peculiar en los adoquines y mis pensamiento se retorcían en la dolorosa imaginación de una escena donde Lavey conociera al resto de sus primos.
-Está bien. -La contestación fue automática y taciturna.
Sabía que Nahir no tenía ni idea de adónde iba, la bruja nunca había estado en la ciudad, sin embargo insistía en conocer un lugar magnifico.
Era consciente de que la morena me estaba alejando de aquella tasca, de que se había dado cuenta que me pasaba algo y de que estaba haciendo lo posible por apartarme de aquel sentimiento melancólico que recorría mi cuerpo.
Alcé la vista cuando Nahir encontró un pequeño puesto ambulante y levanté las manos por inercia cuando la bruja me pasó el plato.
-Mmm, sí. -Seguí a la mujer hasta los bancos de piedra y me senté como si estuviese hecha del mismo material.
Sus labios eran cálidos y tocaban mi piel sin presionarla. Bajé la mirada al plato que tenía entre las manos y después hacia las facciones de Nahir, cerré los ojos y apoyé mi cabeza contra la suya, tenía el cuello muy doblado, pero no me importaba. Entonces suspire.
-Gracias. -Aquella palabra fue un simple susurro. Tres simples consonantes que parecían ser la llave de un cerrojo oxidado. Sin darme cuenta unas lágrimas corrieron silenciosas por mis mejillas.
Abrí los ojos y contemplé aquella plaza con la visión empañada, lentamente enderece la cabeza.
Que irónica que era la vida, estaba comiendo en plaza donde me transforme por primera vez, el lugar donde mi mundo cambio para siempre.
-¿En qué posada te hospedas? -No sabía que decir para distraerme. Removí la comida del plato y me lleve un trozo de carne a la boca. -Puedo acercarte si quieres. -La verdad es que el plato no era nada del otro mundo, no estaba malo, pero tampoco era algo que recordaría en el futuro. Volví a comer antes de continuar. -¿Y cuándo te vas? Quiero visitar a una amiga en ciudad Lagarto. Podría ahorrarte el dinero de la caravana.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Las palabras de la dragona desgarraban a Nahir, parecía que estaba intentando lidiar con algo realmente doloroso.
-Pues, llevo uno días durmiendo al paso, así que supongo que buscaré una posada por la cuidad para esta noche. – continuó comiendo, aunque la verdad que ver a su compañera así le estaba cerrando el estómago.
-No…- alzó la mirada al cielo, como pensando-… la verdad es que no lo había pensado. Pero no creo que tarde mucho, tengo un par de cosas que hacer por las islas antes de continuar caminando.
Desplazó un poco el plato de carne, como indicando que ya había terminado, aunque aún quedaba algo de comida. Sentía una leve presión en la boca del estómago, aunque siempre quedaba un poco de sitio para el postre…
Se levantó del bando y, con cuidado, se sentó sobre las piernas de la dragona. Colocó ambas manos en sus mejillas y alzó la cabeza un poco hacia la de ella, apretando un poco los mofletes. La miró: miró sus ojos húmedos, sus labios apretados por sus manos, su frente, su barbilla… Se acercó un poco y le dio un beso en la nariz.
- Ya verás, esto anima a cualquiera. – cogió su porción de pastel y pasó un dedo por la parte de arriba, cogiendo crema de queso – O al menos mi cuerpo se anima con el azúcar…- susurró acercando el dedo a sus labios para que probase.
Acto seguido hizo lo mismo, pero se llevó el dedo a su boca. Abrió mucho los ojos, sonriendo.
- Es la primera tarta de Dundarak que como aquí, está más buena que las que venden en las islas. A pesar de lo que viste en la cocina de aquella posada se me da bien cocinar. – rió al recordar aquel día, el día que conoció a Reivy. – Así que la próxima vez que vayas a las islas tienes que pasar por casa.
Escurrió el trasero hasta la piedra, quedando sentada en el banco pero con las piernas por encima de la dragona.
- Si quieres puedes irte, ya me las apañaré en buscar una posada. Creo recordar que hemos pasado por delante de una antes de ir a ver el juego de las torres. – se moría de ganas de tenerla en su cama, besarla, recorrer su cuerpo con sus manos, mimarla y hacer desaparecer aquel dolor que parecía haberse apoderado de ella. Pero sus deseos no eran los primordiales en aquel momento. –Pero si quieres andar, en tu compañía siempre es mejor…- susurró levantándose del banco.
Recogió y tiró lo sobrante de la cena y se colocó delante de la mujer, extendiendo la mano hacia ella. La miraba a los ojos, sonriendo con dulzura, esperando su respuesta.
- Sería genial ir contigo hasta cuidad lagarto, seguro que se me hace hasta más corto si voy contigo. – aceptó su propuesta.
-Pues, llevo uno días durmiendo al paso, así que supongo que buscaré una posada por la cuidad para esta noche. – continuó comiendo, aunque la verdad que ver a su compañera así le estaba cerrando el estómago.
-No…- alzó la mirada al cielo, como pensando-… la verdad es que no lo había pensado. Pero no creo que tarde mucho, tengo un par de cosas que hacer por las islas antes de continuar caminando.
Desplazó un poco el plato de carne, como indicando que ya había terminado, aunque aún quedaba algo de comida. Sentía una leve presión en la boca del estómago, aunque siempre quedaba un poco de sitio para el postre…
Se levantó del bando y, con cuidado, se sentó sobre las piernas de la dragona. Colocó ambas manos en sus mejillas y alzó la cabeza un poco hacia la de ella, apretando un poco los mofletes. La miró: miró sus ojos húmedos, sus labios apretados por sus manos, su frente, su barbilla… Se acercó un poco y le dio un beso en la nariz.
- Ya verás, esto anima a cualquiera. – cogió su porción de pastel y pasó un dedo por la parte de arriba, cogiendo crema de queso – O al menos mi cuerpo se anima con el azúcar…- susurró acercando el dedo a sus labios para que probase.
Acto seguido hizo lo mismo, pero se llevó el dedo a su boca. Abrió mucho los ojos, sonriendo.
- Es la primera tarta de Dundarak que como aquí, está más buena que las que venden en las islas. A pesar de lo que viste en la cocina de aquella posada se me da bien cocinar. – rió al recordar aquel día, el día que conoció a Reivy. – Así que la próxima vez que vayas a las islas tienes que pasar por casa.
Escurrió el trasero hasta la piedra, quedando sentada en el banco pero con las piernas por encima de la dragona.
- Si quieres puedes irte, ya me las apañaré en buscar una posada. Creo recordar que hemos pasado por delante de una antes de ir a ver el juego de las torres. – se moría de ganas de tenerla en su cama, besarla, recorrer su cuerpo con sus manos, mimarla y hacer desaparecer aquel dolor que parecía haberse apoderado de ella. Pero sus deseos no eran los primordiales en aquel momento. –Pero si quieres andar, en tu compañía siempre es mejor…- susurró levantándose del banco.
Recogió y tiró lo sobrante de la cena y se colocó delante de la mujer, extendiendo la mano hacia ella. La miraba a los ojos, sonriendo con dulzura, esperando su respuesta.
- Sería genial ir contigo hasta cuidad lagarto, seguro que se me hace hasta más corto si voy contigo. – aceptó su propuesta.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Seguí el movimiento de Nahir con los ojos y al darme cuenta que se quería sentar encima mía aparté el plato y lo dejé a un lado del banco.
Al sentir su cuerpo sobre el mío sonreí levantando las comisuras tímidamente, al instante sus manos apretaron mi cara y parpadee incrédula para acto seguido reír quedamente al notar su beso sobre mi nariz.
Abrí la boca para probar la nata que la bruja me ofrecía, aquello estaba mucho más sabroso que la carne.
Levanté una ceja al enterarme de que Nahir era buena cocinar, tal y como puntualizó ella, no creía que se le diera bien después de ver el despliegue de habilidades que hizo en la taberna de Lunargenta. Mentalmente anoté el ofrecimiento que la morena me estaba dando para ir a visitarla a su hogar.
-Aquí estoy bien. -Dije en voz baja rodeando la cintura de Nahir. -Contigo estoy bien. -Enterré la cabeza entre su hombro y su cuello y tras un suspiro de alivio besé el inicio de la clavícula.
La bruja desconocía el porqué de mi comportamiento actual, ninguna persona de mi entorno conocía mi vida pasada, ni siquiera Oromë. Exceptuando a mis abuelos la que más sabía era Lavey y tampoco lo sabía todo, tan solo pequeñas pinceladas.
Nahir acababa de ser testigo, sin saberlo, de mi primer encuentro familiar en 20 años. Y en lugar de reprocharme o exigirme explicaciones me sacó de la tasca e intentó animarme con placeres cotidianos.
Solté la cintura de Nahir al sentir que se movía y enderecé el cuello, cuando la morena se levantó yo solo atiné a imitarla y a coger su mano.
-Te acompaño. -Le sonreí con simplicidad y caminé junto a ella hasta la posada sin encontrar un tema de conversación para el camino. Al llegar dejé que hablara con el dueño y la acompañé hasta la puerta de su habitación. -¿Puedo entrar?
Aquella pregunta pareció pillar por sorpresa a Nahir y no era de extrañar teniendo en cuanta que mi comportamiento habitual era totalmente distinto. La morena de ojos cristalinos me miró con cariño y tiró de mi mano hacia dentro del cuarto.
Lo que pasó aquella noche fue... diferente, como un bálsamo para las heridas, al principio me sentía extraña, incluso desorientada, pero con el paso del tiempo todo se volvió más dinámico y natural, la agonía desapareció sin darme cuenta y en mi mente tan solo había cabida para la mujer que tenía delante.
Al sentir su cuerpo sobre el mío sonreí levantando las comisuras tímidamente, al instante sus manos apretaron mi cara y parpadee incrédula para acto seguido reír quedamente al notar su beso sobre mi nariz.
Abrí la boca para probar la nata que la bruja me ofrecía, aquello estaba mucho más sabroso que la carne.
Levanté una ceja al enterarme de que Nahir era buena cocinar, tal y como puntualizó ella, no creía que se le diera bien después de ver el despliegue de habilidades que hizo en la taberna de Lunargenta. Mentalmente anoté el ofrecimiento que la morena me estaba dando para ir a visitarla a su hogar.
-Aquí estoy bien. -Dije en voz baja rodeando la cintura de Nahir. -Contigo estoy bien. -Enterré la cabeza entre su hombro y su cuello y tras un suspiro de alivio besé el inicio de la clavícula.
La bruja desconocía el porqué de mi comportamiento actual, ninguna persona de mi entorno conocía mi vida pasada, ni siquiera Oromë. Exceptuando a mis abuelos la que más sabía era Lavey y tampoco lo sabía todo, tan solo pequeñas pinceladas.
Nahir acababa de ser testigo, sin saberlo, de mi primer encuentro familiar en 20 años. Y en lugar de reprocharme o exigirme explicaciones me sacó de la tasca e intentó animarme con placeres cotidianos.
Solté la cintura de Nahir al sentir que se movía y enderecé el cuello, cuando la morena se levantó yo solo atiné a imitarla y a coger su mano.
-Te acompaño. -Le sonreí con simplicidad y caminé junto a ella hasta la posada sin encontrar un tema de conversación para el camino. Al llegar dejé que hablara con el dueño y la acompañé hasta la puerta de su habitación. -¿Puedo entrar?
Aquella pregunta pareció pillar por sorpresa a Nahir y no era de extrañar teniendo en cuanta que mi comportamiento habitual era totalmente distinto. La morena de ojos cristalinos me miró con cariño y tiró de mi mano hacia dentro del cuarto.
Lo que pasó aquella noche fue... diferente, como un bálsamo para las heridas, al principio me sentía extraña, incluso desorientada, pero con el paso del tiempo todo se volvió más dinámico y natural, la agonía desapareció sin darme cuenta y en mi mente tan solo había cabida para la mujer que tenía delante.
Reivy Abadder
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Apretó su mano con cariño al escuchar que la acompañaría.
Caminaron por la cuidad que poco a poco se iba sumiendo en el silencio y la oscuridad, preparándose para el día siguiente. No hablaron, no hacía falta, pero no fue un silencio incomodo, al menos no para la bruja.
Pensó en lo que había pasado en la posada, Reivy miraba una familia, pero ¿Quién eran? No le había dado mucho tiempo de fijarse en ellos, recordaba la belleza de la mujer, el color del cabello de los niños… recordó al hombre. Tenía los ojos claros, aunque no llegó a ver exactamente el color desde donde se encontraba, pero el pelo y las facciones de la cara… la bruja frunció el ceño pensado que aquel hombre debía ser familiar de la dragona. No preguntaría, y más al ver la reacción de la joven al entrar en aquella taberna, pero estaba más que segura de que pasaba algo.
Por suerte quedaban algunas habitaciones en la posada. Nahir y Reivy caminaban por el pasillo hasta la puerta. La bruja la abrió y se volvió hacía su compañera, la miró a los ojos para despedirse de ella cuando le preguntó si podía entrar.
La morena abrió la boca pero no dijo nada. No se esperaba aquello, la voz de la dragona era totalmente distinta a la de la primera vez que pasaron la noche juntas. Respondió con una sonrisa antes de tomar su mano y tirar de ella hacía el interior de la habitación.
Cerró la puerta y se acercó a la dragona acariciando su hombro. Se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
- No digas nada…-susurró como si fuese un secreto, aunque no hubiese nadie más en la habitación.
Se colocó delante de ella y empezó a quitarle la ropa, muy lentamente, dejándola con cuidado en la mesa que había a un lado. Cuando la tubo totalmente desnuda empezó con su propia ropa. Se tumbó en la cama y guió a la dragona para que hiciese lo mismo, recostándola sobre su cuerpo. Acarició su cabello, su cuello, acarició su espalda y sus brazos. Reivy se estiró para poder besarla, la bruja aceptó el beso con gana, colocando una mano en su cintura para pegarse más a ella mientras ambas se fundían en una.
Nahir se despertó pronto, Reivy y ella aún estaban abrazadas. Salió de la cama con cuidado y se vistió. Salió de la habitación, no antes sin tapar a la dragona y darle un beso en los labios.
Caminó por las calles de Dundarak en busca de un lugar donde poder comprar algo dulce. Su olfato le llevó hasta una tiendecita no muy grade. Al entrar los ojos de la bruja se abrieron como platos, había montones de dulces de diferentes clases.
Llegó a la habitación con una bolsita con un par de dulces de cada, para poder probarlos todos con la dragona.
- Buenos días…- susurró cerrando la puerta.
Se acercó a la ventana y corrió las cortinas para después sentarse en la cama. Le apartó con delicadeza un mechón de pelo y lo colocó tras la oreja.
- Hora de desayunar, dormilona…- acarició su mejilla esperando que abriese los ojos.
Caminaron por la cuidad que poco a poco se iba sumiendo en el silencio y la oscuridad, preparándose para el día siguiente. No hablaron, no hacía falta, pero no fue un silencio incomodo, al menos no para la bruja.
Pensó en lo que había pasado en la posada, Reivy miraba una familia, pero ¿Quién eran? No le había dado mucho tiempo de fijarse en ellos, recordaba la belleza de la mujer, el color del cabello de los niños… recordó al hombre. Tenía los ojos claros, aunque no llegó a ver exactamente el color desde donde se encontraba, pero el pelo y las facciones de la cara… la bruja frunció el ceño pensado que aquel hombre debía ser familiar de la dragona. No preguntaría, y más al ver la reacción de la joven al entrar en aquella taberna, pero estaba más que segura de que pasaba algo.
Por suerte quedaban algunas habitaciones en la posada. Nahir y Reivy caminaban por el pasillo hasta la puerta. La bruja la abrió y se volvió hacía su compañera, la miró a los ojos para despedirse de ella cuando le preguntó si podía entrar.
La morena abrió la boca pero no dijo nada. No se esperaba aquello, la voz de la dragona era totalmente distinta a la de la primera vez que pasaron la noche juntas. Respondió con una sonrisa antes de tomar su mano y tirar de ella hacía el interior de la habitación.
Cerró la puerta y se acercó a la dragona acariciando su hombro. Se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
- No digas nada…-susurró como si fuese un secreto, aunque no hubiese nadie más en la habitación.
Se colocó delante de ella y empezó a quitarle la ropa, muy lentamente, dejándola con cuidado en la mesa que había a un lado. Cuando la tubo totalmente desnuda empezó con su propia ropa. Se tumbó en la cama y guió a la dragona para que hiciese lo mismo, recostándola sobre su cuerpo. Acarició su cabello, su cuello, acarició su espalda y sus brazos. Reivy se estiró para poder besarla, la bruja aceptó el beso con gana, colocando una mano en su cintura para pegarse más a ella mientras ambas se fundían en una.
Nahir se despertó pronto, Reivy y ella aún estaban abrazadas. Salió de la cama con cuidado y se vistió. Salió de la habitación, no antes sin tapar a la dragona y darle un beso en los labios.
Caminó por las calles de Dundarak en busca de un lugar donde poder comprar algo dulce. Su olfato le llevó hasta una tiendecita no muy grade. Al entrar los ojos de la bruja se abrieron como platos, había montones de dulces de diferentes clases.
Llegó a la habitación con una bolsita con un par de dulces de cada, para poder probarlos todos con la dragona.
- Buenos días…- susurró cerrando la puerta.
Se acercó a la ventana y corrió las cortinas para después sentarse en la cama. Le apartó con delicadeza un mechón de pelo y lo colocó tras la oreja.
- Hora de desayunar, dormilona…- acarició su mejilla esperando que abriese los ojos.
Nahir
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Re: Reencuentro [privado] [Cerrado]
Noté como algo se movía en la cama y se escurría de mis brazos, sentí una presencia delicada tocando mis labios y luego no volví a notar nada. La habitación estaba silenciosa y oscura y las obligaciones diarias hoy anidaban lejos, me hice un ovillo entre las sabanas y continúe durmiendo.
Un olor dulce comenzó a despertar mis sentidos, levanté la cabeza de manera instintiva sobre la almohada buscando la procedencia de aquel aroma. Ahora mi oído el que detectaba un nuevo estimulo, una voz femenina con acento isleño que me hizo sonreír mientras mi mente empezaba a funcionar. Entonces el sol entró con violencia por la ventana y yo me giré con rapidez hacia el lado contrario de la cama al tiempo que decía algún quejido incomprensible. En cuanto sentí el peso de la bruja sobre la cama y sus dedos sobre mi pelo, estiré todo el cuerpo tensando los músculos para seguidamente doblarme y enroscarme entorno a Nahir. Con la cabeza sobre sus piernas y los brazos dejados caer a la vez que las piernas se cerraban entorno a su cadera hasta formar una suerte de C con el cuerpo.
-Mmmr... Días. -Salude abriendo los ojos con pereza. Miré a Nahir por un segundo y luego enterré el rostro en su vientre. -Desayuno... huele bien. -Estreche más mi cuerpo contra el suyo y después de un par de minutos de caricias en el pelo volví a estirarme y me senté con extrema pereza sobre la cama. -Compraste bizcochos de Skaghron -Comenté frotándome los ojos. -¿Que más tienes? -Pregunté metiendo la mano en la bolsa y escarbando como si fuera un gato hambriento.
Un olor dulce comenzó a despertar mis sentidos, levanté la cabeza de manera instintiva sobre la almohada buscando la procedencia de aquel aroma. Ahora mi oído el que detectaba un nuevo estimulo, una voz femenina con acento isleño que me hizo sonreír mientras mi mente empezaba a funcionar. Entonces el sol entró con violencia por la ventana y yo me giré con rapidez hacia el lado contrario de la cama al tiempo que decía algún quejido incomprensible. En cuanto sentí el peso de la bruja sobre la cama y sus dedos sobre mi pelo, estiré todo el cuerpo tensando los músculos para seguidamente doblarme y enroscarme entorno a Nahir. Con la cabeza sobre sus piernas y los brazos dejados caer a la vez que las piernas se cerraban entorno a su cadera hasta formar una suerte de C con el cuerpo.
-Mmmr... Días. -Salude abriendo los ojos con pereza. Miré a Nahir por un segundo y luego enterré el rostro en su vientre. -Desayuno... huele bien. -Estreche más mi cuerpo contra el suyo y después de un par de minutos de caricias en el pelo volví a estirarme y me senté con extrema pereza sobre la cama. -Compraste bizcochos de Skaghron -Comenté frotándome los ojos. -¿Que más tienes? -Pregunté metiendo la mano en la bolsa y escarbando como si fuera un gato hambriento.
Reivy Abadder
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