A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
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A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Normalmente Sasha no se movía a menos que algún superior en la Guardia le ordenara que así lo hiciera, y es que, desde que había llegado al cuartel, su vida se reducía exactamente a eso: A seguir órdenes. No era una mala vida, en realidad, era exactamente el tipo de vida que la dragona había deseado tener desde siempre, nacida en una burbuja de cristal, no podía imaginar lo que sería su existencia teniendo la absoluta libertad de elegir su destino.
En este caso iba a ser ligeramente distinto.
Hacía tan solo unos días había llegado nuevamente un mensajero con una carta de sus padres, normalmente Sasha siquiera la abría y la dejaba en una caja bajo su cama junto con el resto. Pero en esa oportunidad el enviado había sido uno de los sirvientes que más año llevaban en la familia y se había negado a irse hasta que Sashenka leyera la misiva.
En la misma le pedían por favor que ayudara a un conocido de la familia, un tal Lord August que aparentemente estaba pasando por un mal momento, alguien lo amenazaba de muerte y necesitaba protección. Sus padres habían prometido enviar ayuda, a su querida hija que tenía un importante cargo en la Guardia, y claramente lo habían hecho sin pedirle permiso a Sasha.
La dragona suspiró y se negó rotundamente a formar parte de algo así, el sirviente dijo que se quedaría unos días, ya que regresar con esa respuesta no era conveniente. La suerte le sonrió, o quizás los Dozorova lo tuvieron todo planeado desde el comienzo, al día siguiente el capitán de la Guardia le ordenó a Sasha que fuera hacer trabajo como Guardaespaldas para Lord August.
-... - Se sentía ligeramente irritada, pero una orden era una orden. Suspiró y mirando hacia un lado masculló - Dile a mis padres que lo haré - No se despidió del sirviente, en cuanto terminó la oración se fue a preparar el equipaje para luego ir en busca de su caballo.
Así había terminado en esa misión.
La enorme mansión del Lord quedaba en medio de la nada, al norte de Vulwulfar, demasiado cerca de la Base de los Bio-ciberneticos y de la controvertida Ciudad Lagarto. Construir su hogar en un sitio tan alejado no parecía tener mucho sentido, aunque, pensándolo desde otra perspectiva, era ideal para poder realizar cualquier tipo de actividad sin preocuparse por ser vigilado.
Sashenka siquiera había llegado y ya no le gustaba en lo más mínimo ese sujeto, podía suponer que sí estaba relacionado con su familia no podía ser una buena persona, y que sí estaba en peligro debía haber muy buenos motivos. No quería proteger a alguien así, pero su motivación no tenía nada que ver en eso, era una orden directa.
Cuando el sol comenzaba a caer por el horizonte, Sasha pudo ver el perfil del castillo a lo lejos. Era en verdad inmenso y oscuro, su figura se recortaba perfectamente en comparación al naranja fuerte que irradiaba el sol. La dragona agitó las riendas del caballo para que se apurada, quería llegar antes de que la noche la atrapara en los caminos.
En este caso iba a ser ligeramente distinto.
Hacía tan solo unos días había llegado nuevamente un mensajero con una carta de sus padres, normalmente Sasha siquiera la abría y la dejaba en una caja bajo su cama junto con el resto. Pero en esa oportunidad el enviado había sido uno de los sirvientes que más año llevaban en la familia y se había negado a irse hasta que Sashenka leyera la misiva.
En la misma le pedían por favor que ayudara a un conocido de la familia, un tal Lord August que aparentemente estaba pasando por un mal momento, alguien lo amenazaba de muerte y necesitaba protección. Sus padres habían prometido enviar ayuda, a su querida hija que tenía un importante cargo en la Guardia, y claramente lo habían hecho sin pedirle permiso a Sasha.
La dragona suspiró y se negó rotundamente a formar parte de algo así, el sirviente dijo que se quedaría unos días, ya que regresar con esa respuesta no era conveniente. La suerte le sonrió, o quizás los Dozorova lo tuvieron todo planeado desde el comienzo, al día siguiente el capitán de la Guardia le ordenó a Sasha que fuera hacer trabajo como Guardaespaldas para Lord August.
-... - Se sentía ligeramente irritada, pero una orden era una orden. Suspiró y mirando hacia un lado masculló - Dile a mis padres que lo haré - No se despidió del sirviente, en cuanto terminó la oración se fue a preparar el equipaje para luego ir en busca de su caballo.
Así había terminado en esa misión.
La enorme mansión del Lord quedaba en medio de la nada, al norte de Vulwulfar, demasiado cerca de la Base de los Bio-ciberneticos y de la controvertida Ciudad Lagarto. Construir su hogar en un sitio tan alejado no parecía tener mucho sentido, aunque, pensándolo desde otra perspectiva, era ideal para poder realizar cualquier tipo de actividad sin preocuparse por ser vigilado.
Sashenka siquiera había llegado y ya no le gustaba en lo más mínimo ese sujeto, podía suponer que sí estaba relacionado con su familia no podía ser una buena persona, y que sí estaba en peligro debía haber muy buenos motivos. No quería proteger a alguien así, pero su motivación no tenía nada que ver en eso, era una orden directa.
Cuando el sol comenzaba a caer por el horizonte, Sasha pudo ver el perfil del castillo a lo lejos. Era en verdad inmenso y oscuro, su figura se recortaba perfectamente en comparación al naranja fuerte que irradiaba el sol. La dragona agitó las riendas del caballo para que se apurada, quería llegar antes de que la noche la atrapara en los caminos.
Sashenka Dozorova
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Todavía le dolía el chichón que tenía en la cabeza de su último encontronazo con un bárbaro. No fue de sus mejores momentos y ahora estaba más decidida que nunca a no bajar la guardia. No tenía motivos para hacerlo, pero puede que la soledad le estuviese afectando demasiado, en muchos sentidos. En años élficos, tenía ya los suficientes como para estar casada y con algún hijo, o al menos con un hogar y un buen marido sin descendencia. En años humanos, a punto de llegar a los 50, sería casi una ''anciana'' a punto de morir, ya que a no ser que se cuidaran y llevaran buena vida, el índice de mortalidad a partir de los cincuenta y cinco o sesenta era alto; al menos en algunos lugares.
Para su suerte, había tomado prestadas las riendas de un caballo negro azabache, más bonito de lo que podría esperarse de una criatura que pertenecía a alguien ruin. Se lo quitó al mismo hombre que casi la atropellaba en Lunargenta, uno que no merecía absolutamente nada y mucho menos tener a una criatura así de hermosa consigo. Sólo lo usaba para tirar del carromato y no era la mejor vida que podría tener, ni siquiera estaba con una buena persona.
No tenía nombre pero después de pasar en su grupa un tiempo se hicieron amigos, incluso sentía una conexión con el animal. Pero no iba a ser por mucho tiempo, sólo tenía un objetivo en mente: Vulwufar.
El mismo momento en el que robó el caballo, escuchó una animada conversación entre el dueño del mismo y más hombres, varios con copas de más. Hablaban sobre la próxima ciudad a la que se dirigían y de distintas gentes cuyas intenciones no eran demasiado buenas.
Nombraron a un tal ''Lord August'', del que dijeron no era la mejor de las personas que habían conocido. Decían que corrían rumores sobre su muerte próxima, que personas estaban detrás de él y querían su cabeza.
Normalmente no habría sido nada que le interesara, pues escuchar cosas así no era nuevo, todo el mundo hablaba mal de los demás, sobretodo si esa otra persona tenía riquezas y poder, o buena posición.
La conversación llamó su atención cuando mencionaron que el tal Lord usaba a elfos como esclavos y que alguna vez que otra había cometido asesinatos hacia su raza. Eso hizo que le hirviera la sangre pues, aunque no iba a ser la justiciera de los de su raza, no tenía ni idea de si se trataba de un humano o un brujo, especie que odiaba...y estaba más que dispuesta a descubrir qué tramaba ese hombre.
Así, decidió tomar un medio de transporte más rápido que ir a pie y usó el caballo del más borracho y bocazas de todos.
El animal era un caballo más fuerte de lo normal, acostumbrado a llevar pesadas cargas y recorrer largas distancias. Por eso no era de lo más rápido, no como un caballo élfico entrenado para correr, pero le gustaba, y supo que era la mejor decisión que había tomado cuando vislumbró la ciudad.
Al entrar ya estaba cayendo la noche, a lo lejos vio un gran castillo y se preguntó si sería ese el lugar que buscaba, si allí vivía ''Lord August'', pero su respuesta vino de manos de otro hombre:
-¿Busca algo? -Sus ojos se abrieron más de lo normal, sostenía una antorcha apenas consumida en la mano y la observó curioso una vez que vio sus orejas- Ah...ya veo -No la dejó responder- Menudos guardaespaldas se busca mi Lord -Yenna frunció el ceño ante sus palabras pero reaccionó rápido.
-Así es, ¿me enseña el camino?
El hombre llevaba un atuendo más propio de un campesino que de un guardia del castillo o de la ciudad, no se atrevió a hablar más ni a preguntar cuál era su función allí.
-Un poco más hacia delante -Señaló- No puedo ir más lejos, tengo que recibir a más gente.
El hombre regresó sobre sus pasos y ella, que se había bajado del caballo en cuanto aceptó guiarla hasta el castillo, decidió que lo mejor sería poner punto y final a la relación con ese caballo:
-Es hora -Susurró mientras acariciaba su crin, cortada de tal forma que los arreos necesarios para cargar con el carro no se engancharan en su pelo.
Pero justo cuando iba a bajar las riendas y soltar la parte que sujetaba éstas con su cabeza, un hombre se le acercó, llevando con las cuerdas a su caballo.
-¿Qué es eso? -Rió por lo bajo, llevaba una actitud altiva y se refería al caballo de la elfa- Pensaba que los elfos eran más elegantes -Volvió a reírse- Desde luego no sabía que usaban caballos de tiro.
La mujer apretó los puños que sujetaban las riendas que intentaba soltar, se giró y miró de frente al hombre, que se quedó mirando las marcas de su rostro.
-¿Te crees que tienes un caballo bonito? -Inquirió- Ni siquiera le das de comer en condiciones, puedo ver sus costillas incluso en la oscuridad de la noche. En cambio tú tienes la barriga bien llena.
-¡¿Cómo dices?!
Le lanzó una mirada furibunda y volvió por donde había venido. Después de este incidente se encontró con que no era la única con intención de entrar al castillo. Al parecer aquel Lord estaba buscando más ''guardaespaldas'' de lo que creía, iba a ser una misión complicada enterarse de todo entre tanta gente. Aunque a lo mejor tendría una oportunidad haciéndose pasar por uno más de ellos.
Para su suerte, había tomado prestadas las riendas de un caballo negro azabache, más bonito de lo que podría esperarse de una criatura que pertenecía a alguien ruin. Se lo quitó al mismo hombre que casi la atropellaba en Lunargenta, uno que no merecía absolutamente nada y mucho menos tener a una criatura así de hermosa consigo. Sólo lo usaba para tirar del carromato y no era la mejor vida que podría tener, ni siquiera estaba con una buena persona.
No tenía nombre pero después de pasar en su grupa un tiempo se hicieron amigos, incluso sentía una conexión con el animal. Pero no iba a ser por mucho tiempo, sólo tenía un objetivo en mente: Vulwufar.
El mismo momento en el que robó el caballo, escuchó una animada conversación entre el dueño del mismo y más hombres, varios con copas de más. Hablaban sobre la próxima ciudad a la que se dirigían y de distintas gentes cuyas intenciones no eran demasiado buenas.
Nombraron a un tal ''Lord August'', del que dijeron no era la mejor de las personas que habían conocido. Decían que corrían rumores sobre su muerte próxima, que personas estaban detrás de él y querían su cabeza.
Normalmente no habría sido nada que le interesara, pues escuchar cosas así no era nuevo, todo el mundo hablaba mal de los demás, sobretodo si esa otra persona tenía riquezas y poder, o buena posición.
La conversación llamó su atención cuando mencionaron que el tal Lord usaba a elfos como esclavos y que alguna vez que otra había cometido asesinatos hacia su raza. Eso hizo que le hirviera la sangre pues, aunque no iba a ser la justiciera de los de su raza, no tenía ni idea de si se trataba de un humano o un brujo, especie que odiaba...y estaba más que dispuesta a descubrir qué tramaba ese hombre.
Así, decidió tomar un medio de transporte más rápido que ir a pie y usó el caballo del más borracho y bocazas de todos.
El animal era un caballo más fuerte de lo normal, acostumbrado a llevar pesadas cargas y recorrer largas distancias. Por eso no era de lo más rápido, no como un caballo élfico entrenado para correr, pero le gustaba, y supo que era la mejor decisión que había tomado cuando vislumbró la ciudad.
Al entrar ya estaba cayendo la noche, a lo lejos vio un gran castillo y se preguntó si sería ese el lugar que buscaba, si allí vivía ''Lord August'', pero su respuesta vino de manos de otro hombre:
-¿Busca algo? -Sus ojos se abrieron más de lo normal, sostenía una antorcha apenas consumida en la mano y la observó curioso una vez que vio sus orejas- Ah...ya veo -No la dejó responder- Menudos guardaespaldas se busca mi Lord -Yenna frunció el ceño ante sus palabras pero reaccionó rápido.
-Así es, ¿me enseña el camino?
El hombre llevaba un atuendo más propio de un campesino que de un guardia del castillo o de la ciudad, no se atrevió a hablar más ni a preguntar cuál era su función allí.
-Un poco más hacia delante -Señaló- No puedo ir más lejos, tengo que recibir a más gente.
El hombre regresó sobre sus pasos y ella, que se había bajado del caballo en cuanto aceptó guiarla hasta el castillo, decidió que lo mejor sería poner punto y final a la relación con ese caballo:
-Es hora -Susurró mientras acariciaba su crin, cortada de tal forma que los arreos necesarios para cargar con el carro no se engancharan en su pelo.
Pero justo cuando iba a bajar las riendas y soltar la parte que sujetaba éstas con su cabeza, un hombre se le acercó, llevando con las cuerdas a su caballo.
-¿Qué es eso? -Rió por lo bajo, llevaba una actitud altiva y se refería al caballo de la elfa- Pensaba que los elfos eran más elegantes -Volvió a reírse- Desde luego no sabía que usaban caballos de tiro.
La mujer apretó los puños que sujetaban las riendas que intentaba soltar, se giró y miró de frente al hombre, que se quedó mirando las marcas de su rostro.
-¿Te crees que tienes un caballo bonito? -Inquirió- Ni siquiera le das de comer en condiciones, puedo ver sus costillas incluso en la oscuridad de la noche. En cambio tú tienes la barriga bien llena.
-¡¿Cómo dices?!
Le lanzó una mirada furibunda y volvió por donde había venido. Después de este incidente se encontró con que no era la única con intención de entrar al castillo. Al parecer aquel Lord estaba buscando más ''guardaespaldas'' de lo que creía, iba a ser una misión complicada enterarse de todo entre tanta gente. Aunque a lo mejor tendría una oportunidad haciéndose pasar por uno más de ellos.
Yenna
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Mientras el caballo iba a trote tranquilo, Sasha se cruzó con un par de personas, la dragona los miró de reojo y llegó a la conclusión de que debían ser mercenarios ya que ciudadanos comunes no iban por allí con armas y armaduras. Sí al Lord no le alcanzaba con pedirle ayuda a la Guardia, evidentemente debía estar muy nervioso o estaba metiendo en un problema muy complejo.
-¿Otra mujer? - Escuchó que alguien decía a su lado - Que mierda ¡Vete a casa damita! Las señoritas no deberían... ¡Ey! ¿A donde crees que vas? ¡Te estoy hablando! -
Sashenka siquiera lo miró, solo hizo que su caballo continuara caminando, no quería andar perdiendo el tiempo con un montón de palurdos. Le resultaba hasta cierto punto triste el que pusieran en el mismo nivel sus capacidades, ese tipo de hombres no valían siquiera para lavar las medias sucias de la dragona.
En la entrada de la mansión había bastante gente, todos viajeros con sus caballos y equipaje, lo extraño era que no hubiese sirvientes encargándose de recibirlos. Una discusión entre dos de los mercenarios había cobrado intensidad, aparentemente uno quería que el otro le guarde el caballo y lleve su mochila a las habitaciones, mientras que el otro le respondía con toda una serie de insultos.
La Dozorova miró con seriedad todo el asunto, pero no intervino, solo se bajó de su caballo y analizó los alrededores en busca de los establos. Identificó a una elfa entre el grupo, supuso que esa era la otra mujer a la que se había referido el campesino maleducado, de todos modos no hizo nada más aparte de hacer contacto visual.
Llevó su caballo ella misma, haciendo tiempo para que los guerreros solucionaran sus discusiones por sí mismos, en el establo la mayoría de los lugares estaban ocupados ¿A cuanta gente había contratado ese Lord? Para cuando la dragona regresó a la entrada principal había una nueva figura en la puerta, a diferencia del resto no llevaba armadura, aunque sí tenía una espada colgada del cinturón.
-Atención, escuchen ¡Oigan! - Intentaba que el numeroso grupo dejara de hablar y lo escucharan, aunque tardó varios segundos en lograrlo - Así está mejor, ejem, como seguramente ya se imaginan, soy Lord August, dueño de esta residencia y temporalmente su jefe - Sasha se cruzó de brazos “¿Dice eso para intentar imponerse?” - Para quienes se preguntan dónde están los sirvientes: Los despedí a todos. No podía confiar en ninguno de ellos - Un murmullo se extendió entre el público - Sé que puede ser algo... Problemático. Pero ante situaciones desesperadas hay que tomar medidas desesperadas - Removía las manos nervioso cuando hablaba, y por lo pálido que estaba podía suponerse que hacía varias noches que no dormía bien - En todo caso ¡Sean bienvenidos! -
Se hizo a un lado, aún incómodo ante esa nueva experiencia de ser quien atendía a los invitados que además no eran en realidad invitados. Unas quince personas entraron a la sala principal, con sus botas llenas de barro y arrojando su equipaje en el primer rincón libre que encontraban. La dragona hizo lo propio y empezó a inspeccionar el lugar, quería encontrar posibles sitios donde pudiera colarse gente.
-Tu debes ser Sashenka - La Dozorova se dio vuelta al escuchar su nombre, no estaba contenta con que la hicieran notar - No me veas con cara de sospecha, conozco tu nombre al igual que los de todo el resto, no creerán que iba a contratar gente al azar ¿Verdad? Se quienes son y de dónde vienen, sólo por eso puedo confiar en que ninguno es el asesino -
-De eso nunca puede estar seguro - Le espetó la dragona en tono seco y continuó revisando la mansión.
-¿Otra mujer? - Escuchó que alguien decía a su lado - Que mierda ¡Vete a casa damita! Las señoritas no deberían... ¡Ey! ¿A donde crees que vas? ¡Te estoy hablando! -
Sashenka siquiera lo miró, solo hizo que su caballo continuara caminando, no quería andar perdiendo el tiempo con un montón de palurdos. Le resultaba hasta cierto punto triste el que pusieran en el mismo nivel sus capacidades, ese tipo de hombres no valían siquiera para lavar las medias sucias de la dragona.
En la entrada de la mansión había bastante gente, todos viajeros con sus caballos y equipaje, lo extraño era que no hubiese sirvientes encargándose de recibirlos. Una discusión entre dos de los mercenarios había cobrado intensidad, aparentemente uno quería que el otro le guarde el caballo y lleve su mochila a las habitaciones, mientras que el otro le respondía con toda una serie de insultos.
La Dozorova miró con seriedad todo el asunto, pero no intervino, solo se bajó de su caballo y analizó los alrededores en busca de los establos. Identificó a una elfa entre el grupo, supuso que esa era la otra mujer a la que se había referido el campesino maleducado, de todos modos no hizo nada más aparte de hacer contacto visual.
Llevó su caballo ella misma, haciendo tiempo para que los guerreros solucionaran sus discusiones por sí mismos, en el establo la mayoría de los lugares estaban ocupados ¿A cuanta gente había contratado ese Lord? Para cuando la dragona regresó a la entrada principal había una nueva figura en la puerta, a diferencia del resto no llevaba armadura, aunque sí tenía una espada colgada del cinturón.
-Atención, escuchen ¡Oigan! - Intentaba que el numeroso grupo dejara de hablar y lo escucharan, aunque tardó varios segundos en lograrlo - Así está mejor, ejem, como seguramente ya se imaginan, soy Lord August, dueño de esta residencia y temporalmente su jefe - Sasha se cruzó de brazos “¿Dice eso para intentar imponerse?” - Para quienes se preguntan dónde están los sirvientes: Los despedí a todos. No podía confiar en ninguno de ellos - Un murmullo se extendió entre el público - Sé que puede ser algo... Problemático. Pero ante situaciones desesperadas hay que tomar medidas desesperadas - Removía las manos nervioso cuando hablaba, y por lo pálido que estaba podía suponerse que hacía varias noches que no dormía bien - En todo caso ¡Sean bienvenidos! -
Se hizo a un lado, aún incómodo ante esa nueva experiencia de ser quien atendía a los invitados que además no eran en realidad invitados. Unas quince personas entraron a la sala principal, con sus botas llenas de barro y arrojando su equipaje en el primer rincón libre que encontraban. La dragona hizo lo propio y empezó a inspeccionar el lugar, quería encontrar posibles sitios donde pudiera colarse gente.
-Tu debes ser Sashenka - La Dozorova se dio vuelta al escuchar su nombre, no estaba contenta con que la hicieran notar - No me veas con cara de sospecha, conozco tu nombre al igual que los de todo el resto, no creerán que iba a contratar gente al azar ¿Verdad? Se quienes son y de dónde vienen, sólo por eso puedo confiar en que ninguno es el asesino -
-De eso nunca puede estar seguro - Le espetó la dragona en tono seco y continuó revisando la mansión.
Sashenka Dozorova
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Observó al hombre que se marchaba tras la contestación que le dio, que además era verídico, a su caballo se le notaban las costillas y él no era uno de los mejores presentes, ni siquiera estaba en buena forma. Parecía más uno de buen cuna que se pasaba todo el día comiendo y pidiendo cosas a sus sirvientes.
Le asqueó el pensamiento de imaginarse a alguien así abusando de las personas que servían para ganarse un sueldo y salir adelante, así que se concentró en su tarea. Pero para variar y justo cuando iba a terminar de soltar los arreos del caballo, escuchó al susodicho hablando de nuevo, esta vez a otra persona.
-No puede ser, ¿no se cansa? -Murmuró, a los demás presentes no parecía interesarles su comportamiento, casi podría decirse que veían normal que no le agradara la presencia de mujeres.
Cruzó la mirada con la que le había tocado aguantarlo y vio cómo pasó de largo, sin ni siquiera pararse a responderle. ''Qué paciencia''.
La gente traía demasiado equipaje, ella sólo venía con lo puesto y por un segundo se preguntó qué hacía allí, pero recordó las palabras del mercader al que robó el caballo y se consoló. Después de todo no tenía hogar, ni lugar de trabajo permanente, por lo que era normal que no trajese ningún tipo de macuto, aunque comenzó a tener cierto remordimiento de conciencia por no tener una mísera manzana que dar al animal.
Éste golpeó con una de las patas delanteras el suelo, como si supiera que estaba pensando en él, y pensó que sería mejor no dejarle ir todavía. Puede que fuese egoísta, pero por ahora no sabía si tendría que salir corriendo de allí, y era una buena opción tener ese medio de transporte más rápido que sus piernas.
Quitó la cabezada del caballo y el bocado, lo llevó a los establos y se percató de que la otra mujer también lo hacia, había algo en ella que le recordaba a sí misma. Tal vez su forma de andar, la forma de mirar o esa postura erguida, recta, ¿tendría alguna formación militar como ella?
Despejó el pensamiento y se concentró en buscar un hueco para su compañero temporal. No es que hubiese mucho espacio, pero una cuerda suelta y un trozo de madera al que amarrarlo fueron suficiente; no necesitaba una caballeriza para él sólo. Además, no es que el establo fuese gigantesco.
Al salir se encontró con casi todo el mundo escuchando a un hombre que decía ser ese tal Lord August, algo en ella se encendió cuando dijo que había despedido a todos sus sirvientes. Se imaginó las caras de los mismos al enterarse de que perdían su trabajo y se calmó un poco para no clavar una flecha en la frente al rechoncho que seguía hablando. Sabía demasiadas cosas de ese hombre ya como para no tenerle asco, aunque antes de atacar a nadie tenía que enterarse qué partes eran verdad y qué otras no lo eran.
-Pobre hombre, amenazado de muerte -Susurró alguien que tenía cerca.
Realmente no era quién para juzgarle todavía, ¿y si se equivocaba? ¿Y si eran puras habladurías de envidiosos sin otra cosa que hacer? Su corazón le decía que no, su forma de hablar dictaba mucho de ser una persona buena. Parecía autoritario y borde, no irradiaba bondad como podían hacerlo otras personas. Estaba convencida de querer llegar al final del asunto.
Ya era completamente de noche cuando todos entraron dentro. El castillo era enorme, viejas piedras grises adornaban las paredes, junto a cuadros y decoraciones ostentosas. Se extrañó de que no los hubiera escondido en alguna parte, ya que no tenía sirvientes para que comprobaran si alguien robaba algo. Tal vez quería demostrar poder a todas aquellas personas que había contratado.
Sin darse cuenta escuchó cómo el Lord hablaba con la otra mujer presente, ''Sashenka'' se llamaba, un nombre que jamás había oído, le produjo cierta curiosidad.
-Se quiénes son y de dónde vienen...-Dijo él, aquello resonó en su mente y se giró para ir a otro lado, sólo para que no se diese cuenta de que ella era una desconocida.
Consiguió evadir al Lord por un momento y, cuando pensaba que se iba a librar, se lo encontró de frente cuando pasó a una sala distinta. Era como un sitio donde estar relajado, un ''salón'' lo llamarían ellos:
-¿Quién eres? -Colocó la mano en el mango de su espada, inseguro, podía ver cierto temor en sus ojos- ¿Cómo has entrado?
-No soy su asesino, si es lo que piensa -Respondió firme, sonando convincente pues era la verdad- Soy guardia, he venido a protegerle -La idea se le vino a la cabeza sin más, pues no sabía cómo salir de ese entuerto.
-¿Quién te envía? No recuerdo haber contratado ninguna elfa -La mano que estaba en la espada se deslizó y se cruzó de brazos, su mirada inquisitiva de ojos negros parecía perforarla.
Pero no supo responder, uno de los contratados ''reales'' se acercó a ver qué pasaba y la observó sospechoso, al igual que el Lord. Intentaba pensar pero se bloqueó por un momento, ¿habría alguien que pudiese ayudarla? Tal vez mentir por ella, pero no conocía a nadie y ningún hombre estaría dispuesto a ayudar a una elfa:
-Vengo con Sashenka.
-¿Si? -Su rostro se suavizó, parecía que había dado en el clavo.
-Pensaron que sería buena idea mandar a dos personas, Milord -Dibujó media sonrisa en sus labios, esperando que no apareciera la otra mujer y echara por tierra la mentira que acababa de decir.
Le asqueó el pensamiento de imaginarse a alguien así abusando de las personas que servían para ganarse un sueldo y salir adelante, así que se concentró en su tarea. Pero para variar y justo cuando iba a terminar de soltar los arreos del caballo, escuchó al susodicho hablando de nuevo, esta vez a otra persona.
-No puede ser, ¿no se cansa? -Murmuró, a los demás presentes no parecía interesarles su comportamiento, casi podría decirse que veían normal que no le agradara la presencia de mujeres.
Cruzó la mirada con la que le había tocado aguantarlo y vio cómo pasó de largo, sin ni siquiera pararse a responderle. ''Qué paciencia''.
La gente traía demasiado equipaje, ella sólo venía con lo puesto y por un segundo se preguntó qué hacía allí, pero recordó las palabras del mercader al que robó el caballo y se consoló. Después de todo no tenía hogar, ni lugar de trabajo permanente, por lo que era normal que no trajese ningún tipo de macuto, aunque comenzó a tener cierto remordimiento de conciencia por no tener una mísera manzana que dar al animal.
Éste golpeó con una de las patas delanteras el suelo, como si supiera que estaba pensando en él, y pensó que sería mejor no dejarle ir todavía. Puede que fuese egoísta, pero por ahora no sabía si tendría que salir corriendo de allí, y era una buena opción tener ese medio de transporte más rápido que sus piernas.
Quitó la cabezada del caballo y el bocado, lo llevó a los establos y se percató de que la otra mujer también lo hacia, había algo en ella que le recordaba a sí misma. Tal vez su forma de andar, la forma de mirar o esa postura erguida, recta, ¿tendría alguna formación militar como ella?
Despejó el pensamiento y se concentró en buscar un hueco para su compañero temporal. No es que hubiese mucho espacio, pero una cuerda suelta y un trozo de madera al que amarrarlo fueron suficiente; no necesitaba una caballeriza para él sólo. Además, no es que el establo fuese gigantesco.
Al salir se encontró con casi todo el mundo escuchando a un hombre que decía ser ese tal Lord August, algo en ella se encendió cuando dijo que había despedido a todos sus sirvientes. Se imaginó las caras de los mismos al enterarse de que perdían su trabajo y se calmó un poco para no clavar una flecha en la frente al rechoncho que seguía hablando. Sabía demasiadas cosas de ese hombre ya como para no tenerle asco, aunque antes de atacar a nadie tenía que enterarse qué partes eran verdad y qué otras no lo eran.
-Pobre hombre, amenazado de muerte -Susurró alguien que tenía cerca.
Realmente no era quién para juzgarle todavía, ¿y si se equivocaba? ¿Y si eran puras habladurías de envidiosos sin otra cosa que hacer? Su corazón le decía que no, su forma de hablar dictaba mucho de ser una persona buena. Parecía autoritario y borde, no irradiaba bondad como podían hacerlo otras personas. Estaba convencida de querer llegar al final del asunto.
Ya era completamente de noche cuando todos entraron dentro. El castillo era enorme, viejas piedras grises adornaban las paredes, junto a cuadros y decoraciones ostentosas. Se extrañó de que no los hubiera escondido en alguna parte, ya que no tenía sirvientes para que comprobaran si alguien robaba algo. Tal vez quería demostrar poder a todas aquellas personas que había contratado.
Sin darse cuenta escuchó cómo el Lord hablaba con la otra mujer presente, ''Sashenka'' se llamaba, un nombre que jamás había oído, le produjo cierta curiosidad.
-Se quiénes son y de dónde vienen...-Dijo él, aquello resonó en su mente y se giró para ir a otro lado, sólo para que no se diese cuenta de que ella era una desconocida.
Consiguió evadir al Lord por un momento y, cuando pensaba que se iba a librar, se lo encontró de frente cuando pasó a una sala distinta. Era como un sitio donde estar relajado, un ''salón'' lo llamarían ellos:
-¿Quién eres? -Colocó la mano en el mango de su espada, inseguro, podía ver cierto temor en sus ojos- ¿Cómo has entrado?
-No soy su asesino, si es lo que piensa -Respondió firme, sonando convincente pues era la verdad- Soy guardia, he venido a protegerle -La idea se le vino a la cabeza sin más, pues no sabía cómo salir de ese entuerto.
-¿Quién te envía? No recuerdo haber contratado ninguna elfa -La mano que estaba en la espada se deslizó y se cruzó de brazos, su mirada inquisitiva de ojos negros parecía perforarla.
Pero no supo responder, uno de los contratados ''reales'' se acercó a ver qué pasaba y la observó sospechoso, al igual que el Lord. Intentaba pensar pero se bloqueó por un momento, ¿habría alguien que pudiese ayudarla? Tal vez mentir por ella, pero no conocía a nadie y ningún hombre estaría dispuesto a ayudar a una elfa:
-Vengo con Sashenka.
-¿Si? -Su rostro se suavizó, parecía que había dado en el clavo.
-Pensaron que sería buena idea mandar a dos personas, Milord -Dibujó media sonrisa en sus labios, esperando que no apareciera la otra mujer y echara por tierra la mentira que acababa de decir.
Yenna
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Luego de semejante incómoda presentación, Sashenka procuró mantenerse alejada del resto del grupo, no quería que la compararán con todos esos aficionados. A primera vista podría confundirse la actitud de Sasha con la de una muchacha joven y tímida que no estaba muy segura de cómo interactuar con las demás personas, pero nada más alejado a la realidad, la dragona había sido criada para comportarse en sociedad, tenía un manejo muy fino de los usos y costumbres necesarios para socializar.
¿Entonces porque se mantenía tan seria y apartada? Porque simplemente no le interesaba ser agradable. Una decisión tomada de forma completamente consciente y que estaba dispuesta a mantener.
Escuchó que decían su nombre nuevamente, así que levantó la mirada. Aparentemente la elfa aseguraba que habían venido juntas, Sasha frunció el ceño.
-No la conozco de nada - Dijo con absoluta sinceridad, no es que no hubiese entendido lo que estaba ocurriendo - Soy nueva en la Guardia, Lord August, mis padres seguramente se lo deben haber dicho - Tampoco iba a mentir con respecto a su propia condición - Es evidente que la Guardia no confió en que yo sola pudiera encargarme de la misión y enviaron a otro recluta para que me vigilara - Seguramente la Elfa contaba con mantener en secreto su verdadera identidad durante toda la noche, pero por un error tonto había sido descubierta a los pocos minutos de llegar - No era necesario que te enviaran. Resolveré esto yo sola - Le dijo a la mujer, mirándola fijo a los ojos con un tono frío como el hielo.
No era el mejor comienzo, pero al menos todos los presentes quedaban casi libres de sospechas, se siguieron escuchando murmullos durante unos segundos más y luego cada grupo de mercenarios se dispersó por la sala para ponerse cómodos. Sashenka fue a una de las paredes más alejadas del fuego, a pesar que el ambiente era muy frío la dragona estaba acostumbrada al los inviernos del norte, así que los inviernos del sur eran un chiste para ella.
-Bien... Bueno... - Lord August intentaba volver a tomar control de la situación - Como todos saben, hay alguien, un asesino cruel y despiadado, que me tiene como principal objetivo - Mientras decía esto último se aflojó un poco el cuello de la camisa, nervioso - Hoy es la noche anunciada para asesinarme, y parece ser un hombre de palabra - Apretó los labios, el miedo estaba dejando paso a la ira - Cuanta desfachatez, cuánta arrogancia, cuanta... - Se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser - Ejem, en todo caso, con que me protejan esta noche su trabajo estará hecho. En la mañana recibirán su paga como corresponde y yo me encargaré de ir tras la pista de este asesino con mis propios medios -
“Y seguro tus propios medios no deben ser de los más legales” pensó la dragona mientras achicaba los ojos con disgusto. Para los cánones de justicia de Sashenka, debería ser ese tal Lord August el que estuviera tras las rejas, pero no podía desobedecer las órdenes de la Guardia.
Dicho eso, lo único que les quedaba por hacer era esperar. Dozorova se quedó exactamente donde estaba, mientras tuviera al objetivo a la vista, no era necesario preocuparse demasiado. Pero otros mercenarios, más viejos y por lo tanto con más experiencia, preferían tener estrategias que apuntaran a la prevención, por lo que comenzaron a colorar complejas trampas en algunas de las ventanas y puertas. Otros fueron a dar una vuelta por la mansión, y otros tantos buscaban túneles ocultos que pudieran servirle al asesino para poder entrar sin ser detectado.
¿Entonces porque se mantenía tan seria y apartada? Porque simplemente no le interesaba ser agradable. Una decisión tomada de forma completamente consciente y que estaba dispuesta a mantener.
Escuchó que decían su nombre nuevamente, así que levantó la mirada. Aparentemente la elfa aseguraba que habían venido juntas, Sasha frunció el ceño.
-No la conozco de nada - Dijo con absoluta sinceridad, no es que no hubiese entendido lo que estaba ocurriendo - Soy nueva en la Guardia, Lord August, mis padres seguramente se lo deben haber dicho - Tampoco iba a mentir con respecto a su propia condición - Es evidente que la Guardia no confió en que yo sola pudiera encargarme de la misión y enviaron a otro recluta para que me vigilara - Seguramente la Elfa contaba con mantener en secreto su verdadera identidad durante toda la noche, pero por un error tonto había sido descubierta a los pocos minutos de llegar - No era necesario que te enviaran. Resolveré esto yo sola - Le dijo a la mujer, mirándola fijo a los ojos con un tono frío como el hielo.
No era el mejor comienzo, pero al menos todos los presentes quedaban casi libres de sospechas, se siguieron escuchando murmullos durante unos segundos más y luego cada grupo de mercenarios se dispersó por la sala para ponerse cómodos. Sashenka fue a una de las paredes más alejadas del fuego, a pesar que el ambiente era muy frío la dragona estaba acostumbrada al los inviernos del norte, así que los inviernos del sur eran un chiste para ella.
-Bien... Bueno... - Lord August intentaba volver a tomar control de la situación - Como todos saben, hay alguien, un asesino cruel y despiadado, que me tiene como principal objetivo - Mientras decía esto último se aflojó un poco el cuello de la camisa, nervioso - Hoy es la noche anunciada para asesinarme, y parece ser un hombre de palabra - Apretó los labios, el miedo estaba dejando paso a la ira - Cuanta desfachatez, cuánta arrogancia, cuanta... - Se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser - Ejem, en todo caso, con que me protejan esta noche su trabajo estará hecho. En la mañana recibirán su paga como corresponde y yo me encargaré de ir tras la pista de este asesino con mis propios medios -
“Y seguro tus propios medios no deben ser de los más legales” pensó la dragona mientras achicaba los ojos con disgusto. Para los cánones de justicia de Sashenka, debería ser ese tal Lord August el que estuviera tras las rejas, pero no podía desobedecer las órdenes de la Guardia.
Dicho eso, lo único que les quedaba por hacer era esperar. Dozorova se quedó exactamente donde estaba, mientras tuviera al objetivo a la vista, no era necesario preocuparse demasiado. Pero otros mercenarios, más viejos y por lo tanto con más experiencia, preferían tener estrategias que apuntaran a la prevención, por lo que comenzaron a colorar complejas trampas en algunas de las ventanas y puertas. Otros fueron a dar una vuelta por la mansión, y otros tantos buscaban túneles ocultos que pudieran servirle al asesino para poder entrar sin ser detectado.
Sashenka Dozorova
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
El otro hombre que había entrado y se había sumado a la sospecha parecía alerta, esperando a que Lord August dijese algo como: ''Cortadle la cabeza'' o ''¡Es la asesina!''. Eso le hizo preguntarse por cuánto dinero venderían exactamente su lealtad todos los presentes, incluso la mujer a la que acababa de nombrar. Ella también había hecho algún que otro trabajo, para qué negarlo, pero a veces la necesidad de dinero para comer era acuciante...y jamás habría adoptado una actitud tan defensiva sin siquiera llevar en aquel sitio tres horas.
Entonces escuchó unos pasos en los que el silencio se le hizo tan pesado que molestaba y...apareció su peor miedo en aquel momento. Justo esperaba que le cubriese las espaldas, pero había algo en el aura de la mujer que decía que no iba a hacerlo...y así fue:
-No la conozco de nada -Fue lo primero que dijo ante el asombro de el Lord, que le lanzó una mirada tan fría como el hielo. Aquello no iba a acabar bien.
Pero justo cuando el corazón se le aceleró y su mente trazaba rápido un plan de escapada hacia los establos...la tal Sashenka dijo que había una posibilidad de que las enviaran a las dos, aún si ella no sabía nada. Ese comentario la salvó y le entregó una idea...y por supuesto era mejor que nada, aunque estaba segura de que lo dijo solamente por su protocolo, pues era cierto que muchas veces en la guardia si te enviaban a una misión, cabía la posibilidad de que otra persona fuese enviada después y sin ningún tipo de aviso.
-Está bien, mis servicios aquí siguen siendo necesarios -Fue lo único que respondió a la mujer y a su tono aún más frío que cualquiera que hubiese escuchado antes. Veía en ella una mujer dura como una roca y le sería difícil librarse de algo así alguna otra vez.
Los demás grupos se dispersaron, algunos venían juntos y otros se habían ''hecho amigos'' allí, suponía que casi todos cobraban el mismo sueldo pero no estaba segura. Ni siquiera sabía si se había librado de aquel problema pues, manteniendo la postura, siguió escuchando al rechoncho Lord que intentaba demostrar otra vez su poder.
¿Sería aquello tan difícil? Estaban allí, todos ellos, para protegerle sólo una noche y en su propia casa que, si bien era un castillo, muchos de ellos estaban colocando sus propias medidas anti-intrusos por su cuenta.
Pensando esto, caminó por alguna de las estancias del castillo, observando aquí y allí, tomando información de cada cosa, hasta que llegó a la cocina.
Se suponía que debía ser una estancia fría pues, si había despedido a todos los sirvientes no debería ser posible que oliese aún a humo, a madera quemada. Todo apuntaba a que allí recientemente hubo fuego encendido, para ser más exactos el de la chimenea. Y sí, alguien lo había apagado rápidamente, pues había restos de agua aún sin secar y un hilo de humo imperceptible escapando de uno de los troncos quemados.
-¿Quién anda ahí? -Dijo en voz alta, su cuerpo se puso en alerta y miraba a todos y a ningún lado a la vez.
Temía que el asesino hubiese entrado ya aunque, si lo pensaba fríamente, en cierto modo aquel hombre se mereciera morir...todavía no había averiguado suficiente. Sacó su arco y, empuñando una flecha a la misma vez, apuntó hacia el cuarto de la despensa de la cocina.
Cuando lo abrió se llevó tal susto que casi se destensa la cuerda y sale disparada la flecha, pero no, por suerte no fue así. Rabia y tristeza a la misma vez acudieron a ella:
-¿Quién eres...?
Un muchacho de no muy avanzada edad la miraba, pero no a los ojos...un miedo ya innato en él le hacía temblar y ella no pudo evitar bajar su arma. Era un elfo, sus pequeñas orejas asomaban por ambos lados y su pelo negro, revuelto y sucio caía sobre sus hombros. Estaba cubierto de hollín, principalmente su nariz, lo que significaba que respiraba ese polvo habitualmente e intentaba rascarse.
Pero no recibió respuesta durante un momento, no hasta que guardó su arco y colocó la flecha junto al resto en el carcaj. Él sólo hablaba élfico, aunque con un acento distinto al que estaba acostumbrada. Algo le decía que no era de por allí, ni de Sandorái, ¿qué haría un elfo en ese castillo?
La pregunta tuvo respuesta en su cabeza mucho antes de lo que habría querido y, ambas mejillas comenzaron a ponerse rojas de enfado. No era habitual en ella ponerse así, pero tenía delante a un muchacho de su propia raza de apenas quince años de edad, con unos harapos que apenas le cubrían y temblando de miedo porque pensaba que ella iba a pegarle; o a saber qué.
Otro plan intentaba acudir a su mente cuando escuchó un revuelo arriba, dos o tres personas venían escaleras abajo hacia allí y el niño la agarró de una muñeca. Unas manos más endurecidas que muchos de los que estaban allí la estaban tocando.
-Por favor -Murmuró, esta vez en el idioma que casi todos hablaban.
Algo se removió en su interior, ya fuese preocupación sobre aquel muchacho u odio por sus sospechas cumplidas hacia el dueño de aquel inmundo lugar.
Cerró la puerta tras de sí y se encerró en la despensa con él, preparó su arco y esperó a ver quiénes bajaban...tal vez con una mínima esperanza de que no abriesen la puerta.
Entonces escuchó unos pasos en los que el silencio se le hizo tan pesado que molestaba y...apareció su peor miedo en aquel momento. Justo esperaba que le cubriese las espaldas, pero había algo en el aura de la mujer que decía que no iba a hacerlo...y así fue:
-No la conozco de nada -Fue lo primero que dijo ante el asombro de el Lord, que le lanzó una mirada tan fría como el hielo. Aquello no iba a acabar bien.
Pero justo cuando el corazón se le aceleró y su mente trazaba rápido un plan de escapada hacia los establos...la tal Sashenka dijo que había una posibilidad de que las enviaran a las dos, aún si ella no sabía nada. Ese comentario la salvó y le entregó una idea...y por supuesto era mejor que nada, aunque estaba segura de que lo dijo solamente por su protocolo, pues era cierto que muchas veces en la guardia si te enviaban a una misión, cabía la posibilidad de que otra persona fuese enviada después y sin ningún tipo de aviso.
-Está bien, mis servicios aquí siguen siendo necesarios -Fue lo único que respondió a la mujer y a su tono aún más frío que cualquiera que hubiese escuchado antes. Veía en ella una mujer dura como una roca y le sería difícil librarse de algo así alguna otra vez.
Los demás grupos se dispersaron, algunos venían juntos y otros se habían ''hecho amigos'' allí, suponía que casi todos cobraban el mismo sueldo pero no estaba segura. Ni siquiera sabía si se había librado de aquel problema pues, manteniendo la postura, siguió escuchando al rechoncho Lord que intentaba demostrar otra vez su poder.
¿Sería aquello tan difícil? Estaban allí, todos ellos, para protegerle sólo una noche y en su propia casa que, si bien era un castillo, muchos de ellos estaban colocando sus propias medidas anti-intrusos por su cuenta.
Pensando esto, caminó por alguna de las estancias del castillo, observando aquí y allí, tomando información de cada cosa, hasta que llegó a la cocina.
Se suponía que debía ser una estancia fría pues, si había despedido a todos los sirvientes no debería ser posible que oliese aún a humo, a madera quemada. Todo apuntaba a que allí recientemente hubo fuego encendido, para ser más exactos el de la chimenea. Y sí, alguien lo había apagado rápidamente, pues había restos de agua aún sin secar y un hilo de humo imperceptible escapando de uno de los troncos quemados.
-¿Quién anda ahí? -Dijo en voz alta, su cuerpo se puso en alerta y miraba a todos y a ningún lado a la vez.
Temía que el asesino hubiese entrado ya aunque, si lo pensaba fríamente, en cierto modo aquel hombre se mereciera morir...todavía no había averiguado suficiente. Sacó su arco y, empuñando una flecha a la misma vez, apuntó hacia el cuarto de la despensa de la cocina.
Cuando lo abrió se llevó tal susto que casi se destensa la cuerda y sale disparada la flecha, pero no, por suerte no fue así. Rabia y tristeza a la misma vez acudieron a ella:
-¿Quién eres...?
Un muchacho de no muy avanzada edad la miraba, pero no a los ojos...un miedo ya innato en él le hacía temblar y ella no pudo evitar bajar su arma. Era un elfo, sus pequeñas orejas asomaban por ambos lados y su pelo negro, revuelto y sucio caía sobre sus hombros. Estaba cubierto de hollín, principalmente su nariz, lo que significaba que respiraba ese polvo habitualmente e intentaba rascarse.
Pero no recibió respuesta durante un momento, no hasta que guardó su arco y colocó la flecha junto al resto en el carcaj. Él sólo hablaba élfico, aunque con un acento distinto al que estaba acostumbrada. Algo le decía que no era de por allí, ni de Sandorái, ¿qué haría un elfo en ese castillo?
La pregunta tuvo respuesta en su cabeza mucho antes de lo que habría querido y, ambas mejillas comenzaron a ponerse rojas de enfado. No era habitual en ella ponerse así, pero tenía delante a un muchacho de su propia raza de apenas quince años de edad, con unos harapos que apenas le cubrían y temblando de miedo porque pensaba que ella iba a pegarle; o a saber qué.
Otro plan intentaba acudir a su mente cuando escuchó un revuelo arriba, dos o tres personas venían escaleras abajo hacia allí y el niño la agarró de una muñeca. Unas manos más endurecidas que muchos de los que estaban allí la estaban tocando.
-Por favor -Murmuró, esta vez en el idioma que casi todos hablaban.
Algo se removió en su interior, ya fuese preocupación sobre aquel muchacho u odio por sus sospechas cumplidas hacia el dueño de aquel inmundo lugar.
Cerró la puerta tras de sí y se encerró en la despensa con él, preparó su arco y esperó a ver quiénes bajaban...tal vez con una mínima esperanza de que no abriesen la puerta.
Yenna
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Ya había pasado un buen rato desde que el dueño de la vivienda había hecho su pomposo discurso y explicación de porqué estaban allí. El ambiente se mantenía serio, aunque no silencioso, ya que con tanta gente en un mismo sitio durante mucho tiempo juntos no podía evitarse que se generaran charlas aquí y allá. De todos modos las conversaciones se desarrollaban en tono muy bajo, como sucedía a veces en las bibliotecas o en los templos, aunque no había ninguna regla escrita que dijera que tuviera que ser así.
Sasha era un caso aparte, desde su última intervención cuando le preguntaron si conocía a la elfa no había vuelto a moverse del rincón que había elegido para vigilar, y no había entablado conversación con absolutamente nadie. Era así al menos hasta que un extraño se le acercó.
Se trataba de un hombre maduro, de cabello negro azabache pero con algunas canas asomando aquí y allá. Llevaba una barba desprolija de varios días, y a diferencia del resto de los hombres de la sala, no parecía mirar a Sashenka ni como a alguien inferior a él, ni como a una posible presa. Sus ojos castaños denotaban seriedad, firmeza y tenía cierto aire honorable, quizás por eso la dragona se dignó a mirarlo.
-Parece que será una larga noche ¿No te parece? - Dijo el hombre con calma, luego extendió la mano para estrechar la de Sasha - Edward Marshall -
-Sashenka Dozorova - Repitió su nombre por educación, aunque ya todo el mundo lo había escuchado, y estrechó la mano del hombre.
-De la Guardia, por lo que mencionó antes Lord August - Se cruzó de brazos y apoyó el hombro en la pared.
-Así es, soy recluta desde hace unos pocos meses - Sasha aún intentaba percatarse de sí ese hombre pretendía algo en concreto.
-Fui parte de la Guardia hace muchos años. Pero cuando mi cuerpo ya no resistió las largas jornadas de vigilancia y los meses yendo con la caravana de un lado a otro. Decidí dar un paso al costado - Cuando escuchó eso la dragona bajó ligeramente sus defensas, tenía sentido que un ex soldado se acercara con interés a hablar con ella - Conocí al Lord cuando me contrató para que cuidara de su mercancía en un viaje a Roilkat -
-Yo... - Suspiró con resignación - Es amigo de mis padres -
Se escuchó algo de ruido en otro de los pisos, el dueño de casa se puso de pie, alarmado.
-¿Qué fue ese ruido? ¿Qué ocurre? - Era evidente que estaba asustado.
-Tranquilo August - Parecía ser el único que trataba con tanta familiaridad al Lord - Mientras tu estés aquí todo debería estar bien -
-Iré a ver - Sasha se dirigió por la escalera hasta el sector de donde se escuchaban los ruidos. Habían varios mercenarios revisando una habitación - ¿Qué sucede? - También estaba la elfa allí.
-Escuchamos un ruido -
-Quizás... ¿Estabas revisando los muebles? - Preguntó Sasha - Para asegurarte de que no hubiese nadie oculto adentro -
Sasha era un caso aparte, desde su última intervención cuando le preguntaron si conocía a la elfa no había vuelto a moverse del rincón que había elegido para vigilar, y no había entablado conversación con absolutamente nadie. Era así al menos hasta que un extraño se le acercó.
Se trataba de un hombre maduro, de cabello negro azabache pero con algunas canas asomando aquí y allá. Llevaba una barba desprolija de varios días, y a diferencia del resto de los hombres de la sala, no parecía mirar a Sashenka ni como a alguien inferior a él, ni como a una posible presa. Sus ojos castaños denotaban seriedad, firmeza y tenía cierto aire honorable, quizás por eso la dragona se dignó a mirarlo.
- Edward:
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-Parece que será una larga noche ¿No te parece? - Dijo el hombre con calma, luego extendió la mano para estrechar la de Sasha - Edward Marshall -
-Sashenka Dozorova - Repitió su nombre por educación, aunque ya todo el mundo lo había escuchado, y estrechó la mano del hombre.
-De la Guardia, por lo que mencionó antes Lord August - Se cruzó de brazos y apoyó el hombro en la pared.
-Así es, soy recluta desde hace unos pocos meses - Sasha aún intentaba percatarse de sí ese hombre pretendía algo en concreto.
-Fui parte de la Guardia hace muchos años. Pero cuando mi cuerpo ya no resistió las largas jornadas de vigilancia y los meses yendo con la caravana de un lado a otro. Decidí dar un paso al costado - Cuando escuchó eso la dragona bajó ligeramente sus defensas, tenía sentido que un ex soldado se acercara con interés a hablar con ella - Conocí al Lord cuando me contrató para que cuidara de su mercancía en un viaje a Roilkat -
-Yo... - Suspiró con resignación - Es amigo de mis padres -
Se escuchó algo de ruido en otro de los pisos, el dueño de casa se puso de pie, alarmado.
-¿Qué fue ese ruido? ¿Qué ocurre? - Era evidente que estaba asustado.
-Tranquilo August - Parecía ser el único que trataba con tanta familiaridad al Lord - Mientras tu estés aquí todo debería estar bien -
-Iré a ver - Sasha se dirigió por la escalera hasta el sector de donde se escuchaban los ruidos. Habían varios mercenarios revisando una habitación - ¿Qué sucede? - También estaba la elfa allí.
-Escuchamos un ruido -
-Quizás... ¿Estabas revisando los muebles? - Preguntó Sasha - Para asegurarte de que no hubiese nadie oculto adentro -
Sashenka Dozorova
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Los pasos cada vez estaban más cerca y su arco apuntaba hacia la puerta, dispuesta a disparar si alguien intentaba atacarles o llevarse al muchacho. No es que le conociera de nada, pero era un elfo también...y sabía de sobra que nadie, elfo o no, niños o mayores, merecían una vida dedicada a la esclavitud y llena de miedo.
Su cuerpo estaba en completa tensión y el agarre del joven se hacia tan fuerte y temblaba tanto que no podía evitar estar más nerviosa todavía. ¿Qué harían si descubrían eso? Estaba segura de que a ella le caería un buen castigo...aún más a él, pero sabía de sobra que a los allí presentes no les importaría en absoluto.
Verían como algo ''gracioso'' y ''exótico'' tener a un elfo como sirviente, además de no darle importancia a su temprana edad. La única esperanza para alguien así de los suyos era que su captor muriese antes que él o ella y eso no pasaba a menudo. Normalmente los trataban tan mal que apenas superaban la edad adulta.
Escalofríos la recorrieron cuando alguien intentó abrir la puerta y, se abalanzó contra esta guardando el arco y la flecha a la misma vez. Alguien gritó detrás, empujando:
-¡¿Quién está ahí?! ¡Abre la puerta!
Inconscientemente había cometido un fallo ahí, pues al aguantar la puerta en dirección contraria para que no abrieran se ponía en un aprieto. Al otro lado dos empujaban en su contra y no tenía tanta fuerza para aguantarla...así que instó al muchacho para que buscara un escondite y cuando ya no le veía, dejó que la puerta cediese a su empuje.
Ambos cayeron de bruces contra el suelo, ella se apartó a tiempo y se quedó mirándolos fijamente, al otro lado de la puerta, en la estancia que se suponía que era la cocina, estaba Sashenka junto a una cara nueva que juraría no había visto antes.
-¿Qué hacéis? -Cruzada de brazos como quien no quería la cosa, miraba a unas caras y a otras.
-¡¿Qué se supone que hacías aquí dentro?! -Preguntó uno de los que aún estaban en el suelo
Tras levantarse, ambos se sacudieron las ropas y la miraron inquisitivos. Fue suficiente con la voz de la nueva cara para que se quitaran del medio:
-Tranquilos, como bien dice Sashenka -Hizo un ademán hacia ella- Seguramente estaba revisando esta habitación y algún utensilio de los tantos que hay aquí caería al suelo -Miró a la elfa y ésta pudo ver que algo no andaba bien con ese individuo. No le daba buena espina- No es así, ¿Yenna?
-Así es -Respondió rápidamente ante su mirada de ojos marrones. ''¿Cómo sabe mi nombre?''- No hay nada ni nadie aquí -Colocó una media sonrisa en su rostro y salió, se colocó al lado de Sashenka y le hizo un gesto como señalando a la despensa, sus ojos le decían ''Iros de aquí cuanto antes''...y sólo podía esperar que la mujer la entendiera.
Con toda la tranquilidad que consiguió reunir volvió al piso de arriba, donde varios trabajadores, mercenarios o guardaespaldas quisieran llamarse estaban reunidos. Estaban trazando un plan de ''captura y ejecución'' para el posible asesino.
Al escuchar la palabra ''asesino'' algo se removió en ella, un sentimiento de odio casi igual o peor que el que sentía hacia los brujos...principalmente hacia los culpables de la destrucción de su hogar.
No podía creer que por un momento pensó en arriesgar su integridad física por aquel Lord August, ahora no tenía otra cosa más en la mente que cogerlo del cuello y asfixiarlo...o tal vez clavarle una flecha en el corazón. ''Eso sería más fácil, rápido e indoloro''. No se reconocía a si misma pensando estas cosas, ¿pero cómo no hacerlo? Acababa de salvar el pellejo a apenas un niño que no podía mantenerse en pie porque tenía más miedo que carne en el cuerpo.
Se sentó en el hueco de una ventana de los pisos superiores, sostenía la cara entre sus manos y cuando levantó la vista allí estaba el mismo hombre de antes, el que había venido con la mujer a la cocina...el mismo que había inventado una excusa por ella. Entonces algo se encendió en su mente, como una idea de repente:
-Tú sabes lo que está pasando aquí -Murmuró, sus ojos se clavaron en los de el hombre y esperó su respuesta.
Su cuerpo estaba en completa tensión y el agarre del joven se hacia tan fuerte y temblaba tanto que no podía evitar estar más nerviosa todavía. ¿Qué harían si descubrían eso? Estaba segura de que a ella le caería un buen castigo...aún más a él, pero sabía de sobra que a los allí presentes no les importaría en absoluto.
Verían como algo ''gracioso'' y ''exótico'' tener a un elfo como sirviente, además de no darle importancia a su temprana edad. La única esperanza para alguien así de los suyos era que su captor muriese antes que él o ella y eso no pasaba a menudo. Normalmente los trataban tan mal que apenas superaban la edad adulta.
Escalofríos la recorrieron cuando alguien intentó abrir la puerta y, se abalanzó contra esta guardando el arco y la flecha a la misma vez. Alguien gritó detrás, empujando:
-¡¿Quién está ahí?! ¡Abre la puerta!
Inconscientemente había cometido un fallo ahí, pues al aguantar la puerta en dirección contraria para que no abrieran se ponía en un aprieto. Al otro lado dos empujaban en su contra y no tenía tanta fuerza para aguantarla...así que instó al muchacho para que buscara un escondite y cuando ya no le veía, dejó que la puerta cediese a su empuje.
Ambos cayeron de bruces contra el suelo, ella se apartó a tiempo y se quedó mirándolos fijamente, al otro lado de la puerta, en la estancia que se suponía que era la cocina, estaba Sashenka junto a una cara nueva que juraría no había visto antes.
-¿Qué hacéis? -Cruzada de brazos como quien no quería la cosa, miraba a unas caras y a otras.
-¡¿Qué se supone que hacías aquí dentro?! -Preguntó uno de los que aún estaban en el suelo
Tras levantarse, ambos se sacudieron las ropas y la miraron inquisitivos. Fue suficiente con la voz de la nueva cara para que se quitaran del medio:
-Tranquilos, como bien dice Sashenka -Hizo un ademán hacia ella- Seguramente estaba revisando esta habitación y algún utensilio de los tantos que hay aquí caería al suelo -Miró a la elfa y ésta pudo ver que algo no andaba bien con ese individuo. No le daba buena espina- No es así, ¿Yenna?
-Así es -Respondió rápidamente ante su mirada de ojos marrones. ''¿Cómo sabe mi nombre?''- No hay nada ni nadie aquí -Colocó una media sonrisa en su rostro y salió, se colocó al lado de Sashenka y le hizo un gesto como señalando a la despensa, sus ojos le decían ''Iros de aquí cuanto antes''...y sólo podía esperar que la mujer la entendiera.
Con toda la tranquilidad que consiguió reunir volvió al piso de arriba, donde varios trabajadores, mercenarios o guardaespaldas quisieran llamarse estaban reunidos. Estaban trazando un plan de ''captura y ejecución'' para el posible asesino.
Al escuchar la palabra ''asesino'' algo se removió en ella, un sentimiento de odio casi igual o peor que el que sentía hacia los brujos...principalmente hacia los culpables de la destrucción de su hogar.
No podía creer que por un momento pensó en arriesgar su integridad física por aquel Lord August, ahora no tenía otra cosa más en la mente que cogerlo del cuello y asfixiarlo...o tal vez clavarle una flecha en el corazón. ''Eso sería más fácil, rápido e indoloro''. No se reconocía a si misma pensando estas cosas, ¿pero cómo no hacerlo? Acababa de salvar el pellejo a apenas un niño que no podía mantenerse en pie porque tenía más miedo que carne en el cuerpo.
Se sentó en el hueco de una ventana de los pisos superiores, sostenía la cara entre sus manos y cuando levantó la vista allí estaba el mismo hombre de antes, el que había venido con la mujer a la cocina...el mismo que había inventado una excusa por ella. Entonces algo se encendió en su mente, como una idea de repente:
-Tú sabes lo que está pasando aquí -Murmuró, sus ojos se clavaron en los de el hombre y esperó su respuesta.
Yenna
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Re: A situaciones desesperadas, medidas desesperadas [Trabajo] [CERRADO]
Todos estaban muy nerviosos, y no era para menos, si bien eran muchos y el asesino uno solo, si bien tenían la casa bien cerrada y todo el perímetro vigilado, no es como si los anteriores amenazados no hubiesen intentado defenderse. Y aún así...
El aire de misterio que rodeaba a ese asesino lograba que todos los mercenarios se sintieran inseguros y paranoicos, por momentos hasta desconfiaban de su propia sombra. La presentación de Yenna había sido ya de por sí bastante sospechosa, y ahora además la encontraban husmeando sola por una de las salas, era normal que generara desconfianza. Cuando la dragona la vio dudar tanto, también pensó que existía la posibilidad de que se trajera algo entre manos, pero sus dudas se disiparon cuando escuchó a Edward justificándola.
-Bien - Se cruzó de brazos y asintió, todos parecieron ponerse de acuerdo en que la elfa estaba libre de sospechas. La dragona estaba a punto de irse cuando Yenna se puso a su lado y le hizo un gesto, señalando el mueble, lo primero que pensó es que había encontrado a alguna amenaza, pero en seguida se dio cuenta que no tenía sentido que les mintiera diciendo que no había nada. Tenía que ser otra cosa entonces, algo que el resto no podía encontrar - Estamos dejando a Lord August solo. Eso es exactamente lo que el asesino querría que hiciéramos -
Eso pareció lo suficientemente convincente como para que todos se retiraran, incluso Yenna, Sasha y Edward. Nuevamente la mayoría estaba en una misma sala, el tiempo pasaba con una lentitud abismal, algunos de los mercenarios comenzaron juegos sencillos, de cartas y dados, una distracción para no quedarse dormidos, aunque todos seguían con sus armas al lado por sí cualquier cosa.
Sashenka quería acercarse a Yenna para que le diera explicaciones de qué era lo que había ocurrido minutos antes, pero cuando la buscó por la sala, vio que estaba con Edward. No podía saber de qué estaban hablando, pero sus rostros estaban muy serios, por lo que era evidente que tenía que ser algo relacionado con el trabajo, o al menos que no se trataba de una conversación ligera y amena.
-¿Qué sé? Que hay un elfo escondido dentro de ese mueble - Dijo con gesto totalmente serio, manteniendo la mirada fija en los ojos de Yenna - Lo sé, y también sé dónde hay más. Sé muchas cosas que, créeme, preferiría no saber - Dio un paso hacia la elfa y se acercó a su oído - Este sitio es una trampa - Murmuró de modo tal que solo ella pudiera escucharlo.
Luego volvió a pararse recto y se alejó, sin dejarle preguntar nada.
-¿De qué hablaban? - Preguntó Sasha, se había acercado mientras Yenna estaba distraída observando al humano marcharse - ¿Quieres decirme qué pasó exactamente en esa sala? ¿Qué había en el mueble - Quizás en un primer momento no habían podido relacionarse adecuadamente, pero ahora Sashenka se mostraba interesada en la elfa, había algo muy extraño en ella y quería saber qué se traía entre manos.
Cuando la luz de la luna se filtró por la parte más alta de los ventanales de la sala, supieron que era medianoche.
El aire de misterio que rodeaba a ese asesino lograba que todos los mercenarios se sintieran inseguros y paranoicos, por momentos hasta desconfiaban de su propia sombra. La presentación de Yenna había sido ya de por sí bastante sospechosa, y ahora además la encontraban husmeando sola por una de las salas, era normal que generara desconfianza. Cuando la dragona la vio dudar tanto, también pensó que existía la posibilidad de que se trajera algo entre manos, pero sus dudas se disiparon cuando escuchó a Edward justificándola.
-Bien - Se cruzó de brazos y asintió, todos parecieron ponerse de acuerdo en que la elfa estaba libre de sospechas. La dragona estaba a punto de irse cuando Yenna se puso a su lado y le hizo un gesto, señalando el mueble, lo primero que pensó es que había encontrado a alguna amenaza, pero en seguida se dio cuenta que no tenía sentido que les mintiera diciendo que no había nada. Tenía que ser otra cosa entonces, algo que el resto no podía encontrar - Estamos dejando a Lord August solo. Eso es exactamente lo que el asesino querría que hiciéramos -
Eso pareció lo suficientemente convincente como para que todos se retiraran, incluso Yenna, Sasha y Edward. Nuevamente la mayoría estaba en una misma sala, el tiempo pasaba con una lentitud abismal, algunos de los mercenarios comenzaron juegos sencillos, de cartas y dados, una distracción para no quedarse dormidos, aunque todos seguían con sus armas al lado por sí cualquier cosa.
Sashenka quería acercarse a Yenna para que le diera explicaciones de qué era lo que había ocurrido minutos antes, pero cuando la buscó por la sala, vio que estaba con Edward. No podía saber de qué estaban hablando, pero sus rostros estaban muy serios, por lo que era evidente que tenía que ser algo relacionado con el trabajo, o al menos que no se trataba de una conversación ligera y amena.
-¿Qué sé? Que hay un elfo escondido dentro de ese mueble - Dijo con gesto totalmente serio, manteniendo la mirada fija en los ojos de Yenna - Lo sé, y también sé dónde hay más. Sé muchas cosas que, créeme, preferiría no saber - Dio un paso hacia la elfa y se acercó a su oído - Este sitio es una trampa - Murmuró de modo tal que solo ella pudiera escucharlo.
Luego volvió a pararse recto y se alejó, sin dejarle preguntar nada.
-¿De qué hablaban? - Preguntó Sasha, se había acercado mientras Yenna estaba distraída observando al humano marcharse - ¿Quieres decirme qué pasó exactamente en esa sala? ¿Qué había en el mueble - Quizás en un primer momento no habían podido relacionarse adecuadamente, pero ahora Sashenka se mostraba interesada en la elfa, había algo muy extraño en ella y quería saber qué se traía entre manos.
Cuando la luz de la luna se filtró por la parte más alta de los ventanales de la sala, supieron que era medianoche.
Sashenka Dozorova
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Reivy Abadder
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