El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
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El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Aquella noche era de Ahroun. Ragabash dormía en lo más profundo de su ser, al parecer la última caza le había dejado satisfecho. ¿Dónde estaban? Se preguntó el licántropo. Tras algunas horas de caminar pudo leer un letrero apuntando en una dirección. Apuntaba hacía Ulmer.
-Será lo mismo de aquella vez-. En su mente escuchó muy débil la voz de Ragabash. Siempre le advertía pero Ahroun no quería escuchar, para Ahroun era la maldición de la luna llena acechando constantemente. Pudo ver a su madre tendida y muerta en sus brazos. Se llevo la mano a la cabeza y la sacudió. Solo fue una advertencia menor. Ragabash siempre estaba ahí como un hermano mayor tratando de cuidar su única familia, pero esa noche era de Ahroun.
La advertencia era entendida por Ahroun, había leído de Ulmer. No había sido una ciudad recomendada por sus padres cuando aún era un cachorro. Los lobos de aquella ciudad no buscaban el equilibrio, olvidaron todo. Mantenían una cultura ajena alejada de los dioses que el mismo adoraba. El equilibrio y el espíritu eran algo tan alejados para ellos como el hecho mismo de que Ragabash era más una enfermedad mental que una maldición. Lo último eran solo las creencias de Ahroun en parte formadas por su tribu que maldecían la transformación del lobo bípedo.
-Nana Blackseven...-. Le vino el nombre a la cabeza. Lo leyó en algún libro. Quizás si la encontraba podría tener las respuestas que Ahroun necesitaba. La imaginaba como una anciana de sabiduría interminable, una chaman como el de su aldea pero más poderosa. Encontrarla no sería mala idea pensó. -Lo es, pésima idea-. Otra advertencia, pero el equilibrio estaba lejos de encontrarse. Ahroun quería exterminar a Ragabash. Este quería dominar a Ahroun. Una batalla constante sin tregua no podía encontrar el equilibrio. Faltaba algo y parte de los dos lo sabían. Hacía falta un tercero...
Llegó a la entrada de la ciudad, Ragabash se estaba enfureciendo pero hasta el momento quería ver que tanto podía Ahroun cuidarse así mismo. La noche era suya. Había luna llena... Ahroun la miró. No paso nada, había algo distinto aquella noche.
Caminaba a paso lento. Estaba cansado, hace tiempo no había comido. No sabía que tanto había durado la última transformación y el dominio de Ragabash. Pudieron haber sido meses. Ragabash era inteligente y asesino. Comía todo lo que podía, pero sabía cuando dejar a Ahroun en sus peores momentos. A penas si tenía unos aeros, no recordaba como los había conseguido pero eran suficientes como para una noche y algo de comida. -Muévete, no pienses-.
Primero un niño. Ahroun se mueve a un lado, pero el joven era tenaz e insensato. Pudo reconocer que era un cachorro aún sin llegar a su primera transformación; el olfato experimentado podía reconocer tales cosas.
-¡No! ¡Hay un asesino suelto! ¡Vuelve, Ulmer esta maldito!-. Gritó como quien había visto un fantasma. Ahroun pensó en Ragabash de inmediato. -Soy inocente-. Claro, siempre lo era.
-Aparta cachorro-. La fuerza de Ahroun fue suficiente para dejarlo de un empujón sentado de culo sobre el camino, sollozando y maldiciendo. -¿Maldices? Ragabash-. Respondió Ahroun a secas. Las lágrimas del niño seguían su curso, pero el griterío se detuvo por el miedo. Instinto pensó. El chico era inteligente, dejo que Ahroun siguiera su paso a la posada más cercana.
-¿Por qué siempre una maldita posada?-.
-¿Acaso importa? Siempre cuestionas lo que hago-.
-De no ser así estarías muerto-.
-De no ser por ti aún tendría un hogar y familia...-. La imagen del niño sentado en el suelo se le vino a la cabeza. Dedo indice y medio apretaban la cien de Ahroun. No era una pelea mental, pasó algo por alto.
-¿Qué era?-.
-¿Qué importa? Solo es un cachorro como tú-.
---
Off:
-Piensa Ahroun-.
-Al habla Ahroun-.
-Piensa Ragabash
-Al habla Ragabash
-Será lo mismo de aquella vez-. En su mente escuchó muy débil la voz de Ragabash. Siempre le advertía pero Ahroun no quería escuchar, para Ahroun era la maldición de la luna llena acechando constantemente. Pudo ver a su madre tendida y muerta en sus brazos. Se llevo la mano a la cabeza y la sacudió. Solo fue una advertencia menor. Ragabash siempre estaba ahí como un hermano mayor tratando de cuidar su única familia, pero esa noche era de Ahroun.
La advertencia era entendida por Ahroun, había leído de Ulmer. No había sido una ciudad recomendada por sus padres cuando aún era un cachorro. Los lobos de aquella ciudad no buscaban el equilibrio, olvidaron todo. Mantenían una cultura ajena alejada de los dioses que el mismo adoraba. El equilibrio y el espíritu eran algo tan alejados para ellos como el hecho mismo de que Ragabash era más una enfermedad mental que una maldición. Lo último eran solo las creencias de Ahroun en parte formadas por su tribu que maldecían la transformación del lobo bípedo.
-Nana Blackseven...-. Le vino el nombre a la cabeza. Lo leyó en algún libro. Quizás si la encontraba podría tener las respuestas que Ahroun necesitaba. La imaginaba como una anciana de sabiduría interminable, una chaman como el de su aldea pero más poderosa. Encontrarla no sería mala idea pensó. -Lo es, pésima idea-. Otra advertencia, pero el equilibrio estaba lejos de encontrarse. Ahroun quería exterminar a Ragabash. Este quería dominar a Ahroun. Una batalla constante sin tregua no podía encontrar el equilibrio. Faltaba algo y parte de los dos lo sabían. Hacía falta un tercero...
Llegó a la entrada de la ciudad, Ragabash se estaba enfureciendo pero hasta el momento quería ver que tanto podía Ahroun cuidarse así mismo. La noche era suya. Había luna llena... Ahroun la miró. No paso nada, había algo distinto aquella noche.
Caminaba a paso lento. Estaba cansado, hace tiempo no había comido. No sabía que tanto había durado la última transformación y el dominio de Ragabash. Pudieron haber sido meses. Ragabash era inteligente y asesino. Comía todo lo que podía, pero sabía cuando dejar a Ahroun en sus peores momentos. A penas si tenía unos aeros, no recordaba como los había conseguido pero eran suficientes como para una noche y algo de comida. -Muévete, no pienses-.
Primero un niño. Ahroun se mueve a un lado, pero el joven era tenaz e insensato. Pudo reconocer que era un cachorro aún sin llegar a su primera transformación; el olfato experimentado podía reconocer tales cosas.
-¡No! ¡Hay un asesino suelto! ¡Vuelve, Ulmer esta maldito!-. Gritó como quien había visto un fantasma. Ahroun pensó en Ragabash de inmediato. -Soy inocente-. Claro, siempre lo era.
-Aparta cachorro-. La fuerza de Ahroun fue suficiente para dejarlo de un empujón sentado de culo sobre el camino, sollozando y maldiciendo. -¿Maldices? Ragabash-. Respondió Ahroun a secas. Las lágrimas del niño seguían su curso, pero el griterío se detuvo por el miedo. Instinto pensó. El chico era inteligente, dejo que Ahroun siguiera su paso a la posada más cercana.
-¿Por qué siempre una maldita posada?-.
-¿Acaso importa? Siempre cuestionas lo que hago-.
-De no ser así estarías muerto-.
-De no ser por ti aún tendría un hogar y familia...-. La imagen del niño sentado en el suelo se le vino a la cabeza. Dedo indice y medio apretaban la cien de Ahroun. No era una pelea mental, pasó algo por alto.
-¿Qué era?-.
-¿Qué importa? Solo es un cachorro como tú-.
---
Off:
-Piensa Ahroun-.
-Al habla Ahroun-.
-Piensa Ragabash
-Al habla Ragabash
Última edición por Ahroun el Dom 29 Sep 2019, 19:14, editado 1 vez
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Y de nuevo a las vagas, había pedido un aventon a un grupo que venía en carromato, no tenía un rumbo esa vez, sus huesos su mente, todo lo sentía vago, como si no fuera ella, por lo que pago un par de aeros, parecían comerciante.
Uno de ellos tenia una herida y parte del pago fue sanarlo, tras eso no supo mas de sí, paso de ver el camino los pastos que lo limitaban y la luz del sol apagandoce, a abrazar su mochila y ver su hogar, sus estrictas practicas, la sopa caliente, parpadeo y volvió a sentir el aire húmedo, al parecer estaba cerca un lago, volvió a dormitar, ella les había dicho que no tenia un destino fijado, ellos que irían a una ciudad a dejar mercancía, no era un trayecto tan largo pero le pareció eterno entre dormitar y despertar. Había mucho que pensar, mucho que asentar, pero no era momento.
-Llegamos, estaremos un par de días por si quieres regresar.
-Gracias, y veamos que pasa.
Sonreí al hombre, parecía un medio elfo, la verdad no había hablado con nadie mas allá del trato y me extrañe de eso, por lo general me la pasaba preguntando de todo. ¿Regresar a donde? se dijo a si misma mientras de su mochila sacaba un paquetito de papel y sacaba una ramita de menta; era como su dulce y así estuvo caminando por el lugar, le habían dicho el nombre, su cabeza no lo retuvo. ¡Ulmer! Oyó un grito que la ubico, pero de poco o nada sirvió, estaba meditabunda, en otro momento un grito infantil la hubiera llevado a correr directamente a cuidar a ese ser indefenso. ¿Había tal niño?
Se detuvo entre la gente que iba y venía, sabia que alguno que otro la miraba, después de todo iba con la capucha abajo, sentía calor, y vio lo que identifico de inmediato una posada. Se quedo parada ahí, en el umbral, entrar no entrar, se abrazo a si misma como si tuviera frío, pero el calor la abrazaba, la menta le sabia amarga y algo le llamo por el rabillo del ojo, el hombre hacia un extraño gesto con su mano, el niño al que había oído gritar el nombre de aquel lugar estaba algo alejado pero estaba sentado entre llantos, volvió a ver al hombre y un escalofrió le recorrió la espalda mientras le fallaban las piernas.
-¿Qué significa?-Dijo al hombre al que no conocía pero sintió su presencia como algo pesado, algo peligroso e imito el gesto con una mirada algo perdida, como perdida estaba su mente en ese momento.
Uno de ellos tenia una herida y parte del pago fue sanarlo, tras eso no supo mas de sí, paso de ver el camino los pastos que lo limitaban y la luz del sol apagandoce, a abrazar su mochila y ver su hogar, sus estrictas practicas, la sopa caliente, parpadeo y volvió a sentir el aire húmedo, al parecer estaba cerca un lago, volvió a dormitar, ella les había dicho que no tenia un destino fijado, ellos que irían a una ciudad a dejar mercancía, no era un trayecto tan largo pero le pareció eterno entre dormitar y despertar. Había mucho que pensar, mucho que asentar, pero no era momento.
-Llegamos, estaremos un par de días por si quieres regresar.
-Gracias, y veamos que pasa.
Sonreí al hombre, parecía un medio elfo, la verdad no había hablado con nadie mas allá del trato y me extrañe de eso, por lo general me la pasaba preguntando de todo. ¿Regresar a donde? se dijo a si misma mientras de su mochila sacaba un paquetito de papel y sacaba una ramita de menta; era como su dulce y así estuvo caminando por el lugar, le habían dicho el nombre, su cabeza no lo retuvo. ¡Ulmer! Oyó un grito que la ubico, pero de poco o nada sirvió, estaba meditabunda, en otro momento un grito infantil la hubiera llevado a correr directamente a cuidar a ese ser indefenso. ¿Había tal niño?
Se detuvo entre la gente que iba y venía, sabia que alguno que otro la miraba, después de todo iba con la capucha abajo, sentía calor, y vio lo que identifico de inmediato una posada. Se quedo parada ahí, en el umbral, entrar no entrar, se abrazo a si misma como si tuviera frío, pero el calor la abrazaba, la menta le sabia amarga y algo le llamo por el rabillo del ojo, el hombre hacia un extraño gesto con su mano, el niño al que había oído gritar el nombre de aquel lugar estaba algo alejado pero estaba sentado entre llantos, volvió a ver al hombre y un escalofrió le recorrió la espalda mientras le fallaban las piernas.
-¿Qué significa?-Dijo al hombre al que no conocía pero sintió su presencia como algo pesado, algo peligroso e imito el gesto con una mirada algo perdida, como perdida estaba su mente en ese momento.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Un tercero, un cuarto... El rompecabezas no terminaba de encajar, solo algunas piezas daban un avieso de lo que sería el cuadro completo.
Observó a la joven que se sentaba frente a él e imitaba el gesto con sus manos.
Su plato ya había sido servido, miró el cordero bien cocido. Se le antojaba. A Ragabash se le antojaba más la oreja puntiagudas. Otra pequeña pelea ganada por Ahroun.
-Significa, ¿el qué?-. Preguntó algo curioso y a la vez sin darle mucha importancia.
No había prestado atención a la gente que le rodeaba, solía no hacerlo. Hacerlo suponía una maldición mayor tanto para Ahroun como para Ragabash. Vivir a la expectativa de la gente, ninguno quería eso ni pensaba en ello. La sociedad oculta en aquella cabeza ya era bastante lío como para preocuparse por asuntos banales de una segunda.
-Elian, ya es tarde. A dormir-. Dijo uno de los encargados del local. El muchacho al que Ahroun había apartado del camino reaccionó por fin. No sacaría nada, al menos no ahora. No estaba cansado, la juventud en Aerandir podía tener mucha energía pero los adultos en ocasiones seguían siendo adultos. -Si, señor. Perdón-. Se disculpó el muchacho levantándose y sacudiéndose el polvo.
Ahroun observó la escena. -Ulmer esta maldito-. Logró recordar. -Yo soy la maldición, pobre Ahroun... ¡Bah, a tu manada le faltaban cojones amigo!-. Ragabash despertó y tomo el control por el momento. Una lasciva mirada se posó sobre la elfa. No hacía falta describir las intenciones del licántropo que enseguida sacudió su cabeza. Ragabash volvió a su lugar. -Agua fiestas. Mirala un segundo, es un bombón bastante comestible-. Aquella última palabra hizo mella en el corazón de Ahroun. Comestible a oídos de Ahroun no entraba aún el doble sentido. -A tu lugar, ¡es mi noche!-.
La mano de Ahroun golpeó la mesa con fuerza haciendo que el trozo de carne rebotara dos veces en el palto. La segunda tomo menos altura y quedó ahí inerte como debía estar. Ragabash se lo pensó mientras miraban el trozo de carne. -Si logras anotar con ella te dejaré descansar más seguido-. Castidad... Un tema que solían discutir. Ahroun no estaba libre de pecado. A temprana edad le habían hecho probar a las mejores del clan con tal de calmar su sed por el combate, Ragabash lo sabía y sin embargo en el acto la segunda parte sabía que la primera parecía un caballero que prefería enfrentarse a dragones en vez de a una niña pequeña.
-Perdón-. Sonó al unisono cuando Ahroun miró a la elfa. Entonces pensó que podría ser una chaman de Sandorai. Su padre le había recomendado Sandorai o Beltrexus antes de ser exiliado. Tenía que ser en Ulmer. Tres a favor de Ahroun. -Puede destruirte, quizás apunte-. Despertó a su contraparte. -No lo harás, es mucha mujer para ti cachorro-.
La segunda voz carraspeo. Era el mismo que había mandado a Elian a dormir. Ahroun lo observó curioso. Logró reconocerlo como un congenie que ya sabía su contraparte. Lo asimilo con uno de los más débiles de su tribu. Un cordero jugando a ser el cazador.
-Pido perdón en nombre de Elian, hermano-. Miro a Ahroun y luego sonrió levemente a Aradia. -Quedo huerfano hace poco, pide que se busque al asesino de sus padres pero eso no les incumbe a ustedes. ¡Oh no! ¡Por los dioes ustedes deben disfrutar de la bebida y la comida! El descanso es importante para los viajeros y los viajeros son importantes para el negocio-. Sonrió tras su cháchara que tanto Ahroun como Ragabash recibieron de mal gusto. -Tu turno “amigo"-.
Ragabash sonrió malicioso y trato de imitar las palabras de Ahroun para la ocasión. -Aparta cachorro si aprecias tu negocio o la única sobreviviente será mi compañera de mesa solo por ser él único bocado capaz de saciar mi apetito en esta jodida ciudad de borregos tratando de jugar a ser cazadores-. El cambio de tono fue evidente así como la actitud y el gesto. Parecía otra persona la que hablaba.
El hombre tragó saliva y marcho sin cuestionar. Nunca era buena idea dejar a Ragabash a cargo. La mano en la cien volvió a ser el gesto, era difícil contener a la bestia y recordar. No podía hacerse responsable de algo que no recordaba, aún no tenía la fuerza para controlar a Ragabash o ser su sombra como este lo hacía con Ahroun. Volvió en si pero el dolor de cabeza aún estaba palpante.
Observó a la joven que se sentaba frente a él e imitaba el gesto con sus manos.
Su plato ya había sido servido, miró el cordero bien cocido. Se le antojaba. A Ragabash se le antojaba más la oreja puntiagudas. Otra pequeña pelea ganada por Ahroun.
-Significa, ¿el qué?-. Preguntó algo curioso y a la vez sin darle mucha importancia.
No había prestado atención a la gente que le rodeaba, solía no hacerlo. Hacerlo suponía una maldición mayor tanto para Ahroun como para Ragabash. Vivir a la expectativa de la gente, ninguno quería eso ni pensaba en ello. La sociedad oculta en aquella cabeza ya era bastante lío como para preocuparse por asuntos banales de una segunda.
-Elian, ya es tarde. A dormir-. Dijo uno de los encargados del local. El muchacho al que Ahroun había apartado del camino reaccionó por fin. No sacaría nada, al menos no ahora. No estaba cansado, la juventud en Aerandir podía tener mucha energía pero los adultos en ocasiones seguían siendo adultos. -Si, señor. Perdón-. Se disculpó el muchacho levantándose y sacudiéndose el polvo.
Ahroun observó la escena. -Ulmer esta maldito-. Logró recordar. -Yo soy la maldición, pobre Ahroun... ¡Bah, a tu manada le faltaban cojones amigo!-. Ragabash despertó y tomo el control por el momento. Una lasciva mirada se posó sobre la elfa. No hacía falta describir las intenciones del licántropo que enseguida sacudió su cabeza. Ragabash volvió a su lugar. -Agua fiestas. Mirala un segundo, es un bombón bastante comestible-. Aquella última palabra hizo mella en el corazón de Ahroun. Comestible a oídos de Ahroun no entraba aún el doble sentido. -A tu lugar, ¡es mi noche!-.
La mano de Ahroun golpeó la mesa con fuerza haciendo que el trozo de carne rebotara dos veces en el palto. La segunda tomo menos altura y quedó ahí inerte como debía estar. Ragabash se lo pensó mientras miraban el trozo de carne. -Si logras anotar con ella te dejaré descansar más seguido-. Castidad... Un tema que solían discutir. Ahroun no estaba libre de pecado. A temprana edad le habían hecho probar a las mejores del clan con tal de calmar su sed por el combate, Ragabash lo sabía y sin embargo en el acto la segunda parte sabía que la primera parecía un caballero que prefería enfrentarse a dragones en vez de a una niña pequeña.
-Perdón-. Sonó al unisono cuando Ahroun miró a la elfa. Entonces pensó que podría ser una chaman de Sandorai. Su padre le había recomendado Sandorai o Beltrexus antes de ser exiliado. Tenía que ser en Ulmer. Tres a favor de Ahroun. -Puede destruirte, quizás apunte-. Despertó a su contraparte. -No lo harás, es mucha mujer para ti cachorro-.
La segunda voz carraspeo. Era el mismo que había mandado a Elian a dormir. Ahroun lo observó curioso. Logró reconocerlo como un congenie que ya sabía su contraparte. Lo asimilo con uno de los más débiles de su tribu. Un cordero jugando a ser el cazador.
-Pido perdón en nombre de Elian, hermano-. Miro a Ahroun y luego sonrió levemente a Aradia. -Quedo huerfano hace poco, pide que se busque al asesino de sus padres pero eso no les incumbe a ustedes. ¡Oh no! ¡Por los dioes ustedes deben disfrutar de la bebida y la comida! El descanso es importante para los viajeros y los viajeros son importantes para el negocio-. Sonrió tras su cháchara que tanto Ahroun como Ragabash recibieron de mal gusto. -Tu turno “amigo"-.
Ragabash sonrió malicioso y trato de imitar las palabras de Ahroun para la ocasión. -Aparta cachorro si aprecias tu negocio o la única sobreviviente será mi compañera de mesa solo por ser él único bocado capaz de saciar mi apetito en esta jodida ciudad de borregos tratando de jugar a ser cazadores-. El cambio de tono fue evidente así como la actitud y el gesto. Parecía otra persona la que hablaba.
El hombre tragó saliva y marcho sin cuestionar. Nunca era buena idea dejar a Ragabash a cargo. La mano en la cien volvió a ser el gesto, era difícil contener a la bestia y recordar. No podía hacerse responsable de algo que no recordaba, aún no tenía la fuerza para controlar a Ragabash o ser su sombra como este lo hacía con Ahroun. Volvió en si pero el dolor de cabeza aún estaba palpante.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Parecía que no la había visto, para ella era mas como sentirlo, ella pidió solo agua caliente, miro la comida del hombre y le revolvió el estomago, sintió algo de duda pero la dejo pasar, le apunto con el gesto, y miraba los ojos del hombre, parecía como si nada fuera real, pero él parecía una curiosidad, en su mirada se veía algo que no se podía percibir del todo, se inclino un poco hacia el, entrecerrando los ojos, y miro al niño al que reñían de soslayo, sonrió levemente, al parecer no estaba tan mal. Entonces volvió a mirar al hombre con un pequeño sobresalto Su mirada había cambiado y la forma que la miraba le provoco poner su mochila al frente de su cuerpo, de todas formas la iba a necesitar.
Y después ese cambio, casi imperceptible o tal vez ella alucinaba. Aun tenia la mano en ese gesto que había hecho y luego se froto la frente, como si eso alejara sus ideas. Se recargo en la silla cuando llevaron su agua, el mesonero parecía servil, casi amigable. -Gracias -Musito con una voz casi melodiosa pero con un dejo que la opacaba y si no fuera por que la tomo en sus manos se hubiera quedado sin agua y le miro anonadada, ¿había ella hecho algo para provocarlo? Miro alrededor casi todos en ese lugar los vieron, y ella atino a sonreír y dejar el agua.-Una araña.-Dijo mas risueña, y tras algunas miradas al techo supo que seguro nadie le había creído.
-No veo por que pide disculpas, bueno, además de ignorar una pregunta. Yo ignorare esa mirada, y que casi me dejas sin cena- y alguien hablaba con el hombre sombrío "¡Esa es buena, ese será su nombre!" dijo una vocecita en su interior y ella sonrió un poco mientras abría la mochila y sacaba uno par de paquetitos de papel y sacando pellizcos de hojas las hacia polvo con sus finos dedos y los vertía en el agua. Volvió a ver al chico con una sonrisa.- No es fácil para él supongo.
Musito, últimamente hablaba mucho para si en voz alta, el agua comenzó a desprender un aroma suave a hiervas, a bosque nocturno. Y asentía a las palabras del mozo, bebida comida, aunque ella solo bebería una infusión, seguro se animaría a comer algo después, algo, mas ligero, y al igual que el anfitrión miro con los ojos bien crispados al sombrío... No por sus palabras por su voz, le tembló el corazón, y paso saliva, y vio ese gesto de nuevo, sus palabras de hacerla un bocadillo no le sorprendieron mucho, al parecer el mundo pensaba que ella era un bocadillo de media noche, un par de trolls y unas cuantas adversidades antes lo demostraban; dio un sorbo al té para humedecer sus labios y se levanto sin mas posando sus manos en las sienes del hombre y fijo sus ojos en ellos- Aquí- Musito e iluminando sus manos canalizando esa luz sanadora propia de su raza en él, como si buscara aquello que estaba herido, lo veía en ese cambio de mirada, en un cansancio apenas perceptible, estaba peleando con algo y ahora ella tomaría la iniciativa,si iba a sanar podría con un dolor de cabeza, o ¿no?
Y después ese cambio, casi imperceptible o tal vez ella alucinaba. Aun tenia la mano en ese gesto que había hecho y luego se froto la frente, como si eso alejara sus ideas. Se recargo en la silla cuando llevaron su agua, el mesonero parecía servil, casi amigable. -Gracias -Musito con una voz casi melodiosa pero con un dejo que la opacaba y si no fuera por que la tomo en sus manos se hubiera quedado sin agua y le miro anonadada, ¿había ella hecho algo para provocarlo? Miro alrededor casi todos en ese lugar los vieron, y ella atino a sonreír y dejar el agua.-Una araña.-Dijo mas risueña, y tras algunas miradas al techo supo que seguro nadie le había creído.
-No veo por que pide disculpas, bueno, además de ignorar una pregunta. Yo ignorare esa mirada, y que casi me dejas sin cena- y alguien hablaba con el hombre sombrío "¡Esa es buena, ese será su nombre!" dijo una vocecita en su interior y ella sonrió un poco mientras abría la mochila y sacaba uno par de paquetitos de papel y sacando pellizcos de hojas las hacia polvo con sus finos dedos y los vertía en el agua. Volvió a ver al chico con una sonrisa.- No es fácil para él supongo.
Musito, últimamente hablaba mucho para si en voz alta, el agua comenzó a desprender un aroma suave a hiervas, a bosque nocturno. Y asentía a las palabras del mozo, bebida comida, aunque ella solo bebería una infusión, seguro se animaría a comer algo después, algo, mas ligero, y al igual que el anfitrión miro con los ojos bien crispados al sombrío... No por sus palabras por su voz, le tembló el corazón, y paso saliva, y vio ese gesto de nuevo, sus palabras de hacerla un bocadillo no le sorprendieron mucho, al parecer el mundo pensaba que ella era un bocadillo de media noche, un par de trolls y unas cuantas adversidades antes lo demostraban; dio un sorbo al té para humedecer sus labios y se levanto sin mas posando sus manos en las sienes del hombre y fijo sus ojos en ellos- Aquí- Musito e iluminando sus manos canalizando esa luz sanadora propia de su raza en él, como si buscara aquello que estaba herido, lo veía en ese cambio de mirada, en un cansancio apenas perceptible, estaba peleando con algo y ahora ella tomaría la iniciativa,si iba a sanar podría con un dolor de cabeza, o ¿no?
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
La mano del lobo cedió su lugar al de la elfa sin poner resistencia alguna. Ragabash en su interior comenzó a debilitarse, pero siempre estaba ahí y había tomado la decisión de divertirse con la oreja puntiagudas. Suponía que la curandera ya sabía de su existencia y aquello significaba un peligro mayor, pero ahora Ahroun estaba demasiado cansado y era hora de preparar el juego.
El licántropo vio una luz entre sus parpados, provenían de la mano de la chica. Se sentía aliviado de forma repentina. El dolor de cabeza había terminado. No tenía idea de la verdad en sus palabras. No era nada fácil tratar de contener una bestia incontenible, pero no debía saberlo. ¿Por qué? No lo sabía, pero la facilidad con la que ayudaba y la confianza que tenía con él no le causaba confianza.
Tomo la mano de la elfa y se dio unos segundos para deleitarse de su suavidad. La apretó firme aunque sin pretender hacer daño, entrelazó los dedos con los de ella y bajo su mano alejándola del cuerpo propio. Suspiro, había algo más aparte de magia en esas manos. Algo que le asustaba pero que a la vez le hacía estar tranquilo. Ahroun se había distanciado del contacto físico con otros seres desde que fue exiliado. El contacto íntimo claro, las peleas eran otra cosa.
-No es bueno tomarse tanta confianza conmigo, podrías salir herida-. Su voz sonaba más calmada. Los dedos se movieron un poco por la mano ajena, pero la dejaron ir y se incorporó prestando atención a su plato de comida. No le hacía mucha gracia comer carne cocida, era una costumbre humana que los licántropos no necesitaban pero era comida al fin y al cabo. Miro al que los atendía con cara de pocos amigos y este entendió por fin la señal de retirarse. No quería enfadarse más con aquel hombre, no era su culpa llevar un estilo de vida distinto. La sociedad lupina de ulmer tenía la culpa de alguna forma…
-Me preocupa el cachorro-. Admitió a la elfa. No quería involucrarse pero algo le decía que terminarían en vueltos en una aventura que no les concernía para nada. Por otra parte quería averiguar que tanto había podido sentir la curandera en él hasta ahora. Si esta se enteraba de que tenía la maldición del lobo bípedo podría ser un peligro.
Tomo los cubiertos que tenía en la mesa y comenzó a cortar y comer. No parecía preocupado como lo decían sus palabras y lo cierto es que aún no las entendía del todo. Primero debería ver cómo proceder con su compañera de mesa.
El licántropo vio una luz entre sus parpados, provenían de la mano de la chica. Se sentía aliviado de forma repentina. El dolor de cabeza había terminado. No tenía idea de la verdad en sus palabras. No era nada fácil tratar de contener una bestia incontenible, pero no debía saberlo. ¿Por qué? No lo sabía, pero la facilidad con la que ayudaba y la confianza que tenía con él no le causaba confianza.
Tomo la mano de la elfa y se dio unos segundos para deleitarse de su suavidad. La apretó firme aunque sin pretender hacer daño, entrelazó los dedos con los de ella y bajo su mano alejándola del cuerpo propio. Suspiro, había algo más aparte de magia en esas manos. Algo que le asustaba pero que a la vez le hacía estar tranquilo. Ahroun se había distanciado del contacto físico con otros seres desde que fue exiliado. El contacto íntimo claro, las peleas eran otra cosa.
-No es bueno tomarse tanta confianza conmigo, podrías salir herida-. Su voz sonaba más calmada. Los dedos se movieron un poco por la mano ajena, pero la dejaron ir y se incorporó prestando atención a su plato de comida. No le hacía mucha gracia comer carne cocida, era una costumbre humana que los licántropos no necesitaban pero era comida al fin y al cabo. Miro al que los atendía con cara de pocos amigos y este entendió por fin la señal de retirarse. No quería enfadarse más con aquel hombre, no era su culpa llevar un estilo de vida distinto. La sociedad lupina de ulmer tenía la culpa de alguna forma…
-Me preocupa el cachorro-. Admitió a la elfa. No quería involucrarse pero algo le decía que terminarían en vueltos en una aventura que no les concernía para nada. Por otra parte quería averiguar que tanto había podido sentir la curandera en él hasta ahora. Si esta se enteraba de que tenía la maldición del lobo bípedo podría ser un peligro.
Tomo los cubiertos que tenía en la mesa y comenzó a cortar y comer. No parecía preocupado como lo decían sus palabras y lo cierto es que aún no las entendía del todo. Primero debería ver cómo proceder con su compañera de mesa.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
En su rostro miraba su alivio, por primera vez en días sentía algo de alivio en sus actos en su sola y mera existencia, detuvo la sanación cuando el le tomo la mano y parecía memorizarla o algo así pues hasta entrelazo sus dedos, lo firme de su agarre le causó malestar pero solo miraba esa mano ajena, y frunció levemente el ceño por la incomodidad de la torsión, aunque no podía decir que le doliera o le temiera. Y rio un poco con sus palabras mirándole con los esos peculiares ojos cuyas pupilas parecían abarcar todo el blanco de ellos vacío, los cerro para dedicarle una sonrisa.
-Siempre se puede salir herido, no solo por tu mano, ¿Qué eres?-Dijo sin cortón muy suave acercándose a su rostro, luego soltando el tacto y volviendo a su bebida y mirando al otro.- Tranquilo solo tiene una mala noche. -Tosió un poco y la cabeza le daba vueltas, mala idea gastar energías que no tenía. Miro al vacío y recordó que llevaba… había perdido la cuenta… había dejado a Nousis en el camino, o más bien se le había soltado, y no recordaba haber probado bocado más allá de su paquete de hierbas aromáticas y agua. Volvió a centrar sus pensamientos en el hombre, ahora no tan sombrío y sonrió un poco aniñada con esa distinción.
-Cachorro, que modo tan peculiar de hablar.- Con un movimiento rápido tomo un pequeño trozo de la carne que el hombre estaba ingiriendo, no por gusto, debía comer algo por mera subsistencia, -Sabe mejor la carne de Troll. -Mascullo, y siguió con su té.-¿Por qué te preocupa el chiquillo? ¿Es familiar?
Miro al pequeño retirarse con el otro joven, algo mascullaban entre ellos y daban una mirada furtiva al sombrío diagonal no sombrío compañero de mesa, y recordó que le había dicho bocadillo, se miró la mano y la palpo con la otra –“¿Estaré en el punto tierno o aun será demasiado suave?” – ¿Lo dijo o lo pensó? Miro al hombre su gesto le respondería la pregunta. Algo en ella lo sentía roto, asi como sentía ella en ese momento a su ser, sentía que de un momento a otro se elevaría y dejaría ese cuerpo, pero, ¿Por qué sentía eso? Pensó en Nousis y que seguro estaría molesto con ella por habérsele escapado, bueno ella tenía la culpa ¿no? Miro de nuevo el gesto del hombre, ¿había sido idea suya ese cambio que tenía o solo había sido un dolor de cabeza en un pobre hombre? Si hacia remembranza, jamás habría imaginado que todo su panorama cambiaria tanto con ese paso que había dado fuera de casa.
-Siempre se puede salir herido, no solo por tu mano, ¿Qué eres?-Dijo sin cortón muy suave acercándose a su rostro, luego soltando el tacto y volviendo a su bebida y mirando al otro.- Tranquilo solo tiene una mala noche. -Tosió un poco y la cabeza le daba vueltas, mala idea gastar energías que no tenía. Miro al vacío y recordó que llevaba… había perdido la cuenta… había dejado a Nousis en el camino, o más bien se le había soltado, y no recordaba haber probado bocado más allá de su paquete de hierbas aromáticas y agua. Volvió a centrar sus pensamientos en el hombre, ahora no tan sombrío y sonrió un poco aniñada con esa distinción.
-Cachorro, que modo tan peculiar de hablar.- Con un movimiento rápido tomo un pequeño trozo de la carne que el hombre estaba ingiriendo, no por gusto, debía comer algo por mera subsistencia, -Sabe mejor la carne de Troll. -Mascullo, y siguió con su té.-¿Por qué te preocupa el chiquillo? ¿Es familiar?
Miro al pequeño retirarse con el otro joven, algo mascullaban entre ellos y daban una mirada furtiva al sombrío diagonal no sombrío compañero de mesa, y recordó que le había dicho bocadillo, se miró la mano y la palpo con la otra –“¿Estaré en el punto tierno o aun será demasiado suave?” – ¿Lo dijo o lo pensó? Miro al hombre su gesto le respondería la pregunta. Algo en ella lo sentía roto, asi como sentía ella en ese momento a su ser, sentía que de un momento a otro se elevaría y dejaría ese cuerpo, pero, ¿Por qué sentía eso? Pensó en Nousis y que seguro estaría molesto con ella por habérsele escapado, bueno ella tenía la culpa ¿no? Miro de nuevo el gesto del hombre, ¿había sido idea suya ese cambio que tenía o solo había sido un dolor de cabeza en un pobre hombre? Si hacia remembranza, jamás habría imaginado que todo su panorama cambiaria tanto con ese paso que había dado fuera de casa.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Escuchó sus palabras pero seguía comiendo, solo se detuvo al ver la osadía de la elfa de robarle un pedazo de carne. En cierto modo le había ayudado con Ragabash, así que por esta vez se lo perdonó. Estaba eso y que notaba el cansancio de la sanadora, ¿habría quedado así tras usar su magia? -Qué molesta. Nadie se lo pidió-. Pensó para sí mismo mientras terminaba de cortar y separaba la mitad acercando el plato hasta la mitad de la mesa. -Mi tribu dice que soy una maldición y ahora ustedes están condenados a soportarme-. Su mirada volvió sombría al recordar aquella noche, aparto los ojos de la elfa. No quería compartir esa noche.
¿Qué estaba mal con la sanadora? No veía nada malo en ella en realidad. Era simple paranoia tanto suya como de su otra mitad. Ahroun era un solitario desde que fue exiliado, temía que externos descubrieran de Ragabash o de su transformación. Para él eran ambas cosas y al mismo tiempo había pensado en buscar cura para esto aceptando el exilio. Lo peor de la situación era que Ragabash quería entretenerse con la mujer.
-Tampoco me gustan las costumbres locales pero si el agotamiento es por tu magia, come-. Fue más bien una orden que un ofrecimiento, parte de él ya quería cuidarla y más que de cualquier cosa, quería cuidarla de sí mismo. -El cachorro no está preparado. Aunque ya no le queda nadie más que importe-. Sacudió la cabeza estaba dando más información de la que debía. -En todo caso Ulmer deberá pagar por abandonar las costumbres. Por olvidar el equilibrio y el espíritu-. Tomo un pedazo de carne y lo miro con seriedad. Aunque esta vez mantenía la conversación sin cambio de voz radical. -Al final todos pagamos-.
-Si entiendes lo que ocurre deberías largarte, forastero-. Respondió un hombre desde una mesa cercana. Su sonrisa mostraba todos los dientes y su tono tan afilado como una espada recién pulida. Además del pelo y de que Ahroun era un poco más robusto la única diferencia clara con este hombre era una gran cicatriz que le atravesaba la cara de forma vertical. -Vuelve con los tuyos si somos tan impuros como dices pero deja esa muñeca para que aprenda. Me encargaré de que esos elfos entiendan el mensaje-. Río terminando su cerveza y marchó. Ahroun entendió lo que iba a pasar y miró a la elfa. No estaba lista para viajar, deberían marchar al día siguiente si las circunstancias se lo permitían
-No es seguro seguir hablando aquí. Dormirás conmigo y no quiero excusas. El cachorro va a necesitar que le ayudemos-. Se levantó y comenzó a caminar hasta pasar a un lado de la elfa. -Lleva la comida. Te lo advierto, una noche conmigo no es lo peor que podría pasar-. Aunque no lo dijo con ese tono correspondiente a la frase. No tenía esas intenciones con la mujer. Simplemente tenía previsto un baño de sangre correr por la ciudad y la única curandera que conocía bueno… Había que mantenerla a salvo. Muchos ya habían visto sus habilidades y querían matar, sentía las ansias en el ambiente.
Se sentó a los píes de la cama y espero a que la elfa fuera inteligente. De todas formas iría a buscarla si esta decidía que era demasiado para ella.
¿Qué estaba mal con la sanadora? No veía nada malo en ella en realidad. Era simple paranoia tanto suya como de su otra mitad. Ahroun era un solitario desde que fue exiliado, temía que externos descubrieran de Ragabash o de su transformación. Para él eran ambas cosas y al mismo tiempo había pensado en buscar cura para esto aceptando el exilio. Lo peor de la situación era que Ragabash quería entretenerse con la mujer.
-Tampoco me gustan las costumbres locales pero si el agotamiento es por tu magia, come-. Fue más bien una orden que un ofrecimiento, parte de él ya quería cuidarla y más que de cualquier cosa, quería cuidarla de sí mismo. -El cachorro no está preparado. Aunque ya no le queda nadie más que importe-. Sacudió la cabeza estaba dando más información de la que debía. -En todo caso Ulmer deberá pagar por abandonar las costumbres. Por olvidar el equilibrio y el espíritu-. Tomo un pedazo de carne y lo miro con seriedad. Aunque esta vez mantenía la conversación sin cambio de voz radical. -Al final todos pagamos-.
-Si entiendes lo que ocurre deberías largarte, forastero-. Respondió un hombre desde una mesa cercana. Su sonrisa mostraba todos los dientes y su tono tan afilado como una espada recién pulida. Además del pelo y de que Ahroun era un poco más robusto la única diferencia clara con este hombre era una gran cicatriz que le atravesaba la cara de forma vertical. -Vuelve con los tuyos si somos tan impuros como dices pero deja esa muñeca para que aprenda. Me encargaré de que esos elfos entiendan el mensaje-. Río terminando su cerveza y marchó. Ahroun entendió lo que iba a pasar y miró a la elfa. No estaba lista para viajar, deberían marchar al día siguiente si las circunstancias se lo permitían
-No es seguro seguir hablando aquí. Dormirás conmigo y no quiero excusas. El cachorro va a necesitar que le ayudemos-. Se levantó y comenzó a caminar hasta pasar a un lado de la elfa. -Lleva la comida. Te lo advierto, una noche conmigo no es lo peor que podría pasar-. Aunque no lo dijo con ese tono correspondiente a la frase. No tenía esas intenciones con la mujer. Simplemente tenía previsto un baño de sangre correr por la ciudad y la única curandera que conocía bueno… Había que mantenerla a salvo. Muchos ya habían visto sus habilidades y querían matar, sentía las ansias en el ambiente.
Se sentó a los píes de la cama y espero a que la elfa fuera inteligente. De todas formas iría a buscarla si esta decidía que era demasiado para ella.
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Noto la incomodidad cuando le arrebato el pedazo de carne, la verdad no iba a comer y simplemente fue algo que sucedió, y le sorprendió el hecho de que el hombre parecía tenderle parte del plato -Gracias, pero no es necesario. Lo siento.- Musito mientras notaba cuan fuera de lugar había estado su comportamiento, y le ofreció del té.
-Bueno, si los dolores de cabeza te vuelven un maldito, tengo la solución en esto. –Señalo el té y escuchándolo apretó la falda con sus manos, ese bocado le había abierto el apetito, pero se negaba a ello, bueno, sobrevivir un día más no haría daño a nadie ¿o sí? Así que pizco otro pedazo con los dedos temblorosos.- No es tanto por la magia, ese es nuestro don, bueno si cansa si lo usas mucho o desmedido, es energ.—Se atraganto, Ulmer, vaya sí que había estado dormida y medio aturdida cuando subió al carromato, el yacimiento de los lobos.-Oh, ya encaja, perdón no sabía a donde había llegado. Y ni que digas de pagos.-
Mascullo, y miro al otro que le hablaba, y bajando los hombros resoplo, si sabía que era hermosa, especialmente para estándares fuera de Sandorai, en Sandorai se sentía común… Pero, el licano le gano las palabras, y luego miro muy roja al señor no sombrío/ sombrío se levantó sin dejarle rezongar, y mejor seguirlo, el ambiente se cortaba como cuchillo a la mantequilla, y balanceando el plato sobre su vaso, fue casi siguiendo sus pasos, y mientras pensaba como diablos daría con el cuarto se asomó al que estaba abierto, ya algo más despierta se preguntaba cómo diablos caía en esas situaciones, ¿acaso sería un imán de catástrofes, o simplemente tenía estrella para dar con ellas?, prefería pensar en lo segundo cuando encontró al licano y se adentró al cuarto.
-¿Qué acaba de pasar allá?-Dejo en la pequeña mesa el plato y el vaso, y pensaba quedarse de pie con las manos en jarra pero sintió trastabillar sus pasos y mejor se sentó en la cama en pose de loto apoyando las manos en sus tobillos.- Por cierto, Aradia, sanadora en entrenamiento, y al parecer eso fue algo malo allá.
-Bueno, si los dolores de cabeza te vuelven un maldito, tengo la solución en esto. –Señalo el té y escuchándolo apretó la falda con sus manos, ese bocado le había abierto el apetito, pero se negaba a ello, bueno, sobrevivir un día más no haría daño a nadie ¿o sí? Así que pizco otro pedazo con los dedos temblorosos.- No es tanto por la magia, ese es nuestro don, bueno si cansa si lo usas mucho o desmedido, es energ.—Se atraganto, Ulmer, vaya sí que había estado dormida y medio aturdida cuando subió al carromato, el yacimiento de los lobos.-Oh, ya encaja, perdón no sabía a donde había llegado. Y ni que digas de pagos.-
Mascullo, y miro al otro que le hablaba, y bajando los hombros resoplo, si sabía que era hermosa, especialmente para estándares fuera de Sandorai, en Sandorai se sentía común… Pero, el licano le gano las palabras, y luego miro muy roja al señor no sombrío/ sombrío se levantó sin dejarle rezongar, y mejor seguirlo, el ambiente se cortaba como cuchillo a la mantequilla, y balanceando el plato sobre su vaso, fue casi siguiendo sus pasos, y mientras pensaba como diablos daría con el cuarto se asomó al que estaba abierto, ya algo más despierta se preguntaba cómo diablos caía en esas situaciones, ¿acaso sería un imán de catástrofes, o simplemente tenía estrella para dar con ellas?, prefería pensar en lo segundo cuando encontró al licano y se adentró al cuarto.
-¿Qué acaba de pasar allá?-Dejo en la pequeña mesa el plato y el vaso, y pensaba quedarse de pie con las manos en jarra pero sintió trastabillar sus pasos y mejor se sentó en la cama en pose de loto apoyando las manos en sus tobillos.- Por cierto, Aradia, sanadora en entrenamiento, y al parecer eso fue algo malo allá.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Una sonrisa leve se dibujó en el rostro de Ahroun cuando vio entrar a la curandera. Se levantó de inmediato mientras esta dejaba la comida y el té para cerrar la puerta. Podía oler que el muchacho estaba en una habitación cercana, al parecer dormía tranquilo pero no tenía como comprobarlo. De momento tenía otra preocupación de orejas picudas.
Vio la posición en que se sentó sobre la cama y se le hizo curioso, parecía uno de esos monjes como llamaban los humanos a punto de entrar en meditación. Durante su juventud pudo ver la pose en varios hermanos tratando de controlar el espíritu de la bestia, ahora se lamentaba un poco de no haber seguido las costumbres y enfocarse más en el combate.
-Ahroun-. Se presentó a secas en respuesta y se sentó frente a ella. Tomo la misma posición pero sus manos descansaban sobre sus canillas en vez de los tobillos dándole un aíre un poco más despreocupado de lo que podría llamarse a la escena como una sesión de meditación.
No prestó mucha atención al hecho de su reciente descubrimiento del lugar en que se encontraba. Parecía curioso, pero supuso que era otra parte de la cultura externa que aún debía aprender. -Los de afuera son bastante raros-. Dijo sin más al respecto.
Los ojos del lobo se posaron sobre los de Aradia. No culpaba a sus hermanos, a él mismo se le antojaba y bastante. -Piensan que hemos venido a complicar el trabajo. Aquel hombre que me mando a casa era un renegado, su manada está en la ciudad. Pienso que ellos mataron a los padres del cachorro. Lo están reclutando de la forma que solo los renegados lo hacen. Son detestables pero necesarios, Ulmer no hará nada al respecto-.
-No debería involucrarme, pero…-. No pudo evitar la tentación, hace tiempo que no estaba a solas con una mujer en una habitación cerrada. Su mano se posó nuevamente sobre la de Aradia, aquel contacto suave era peligroso, pero eso lo hacía solo aún más tentador. -Te despistas un segundo y es mía-. Frunció el ceño. Ragabash aún estaba lejos y no quería malgastar el don de la sanadora por lo que quito la mano y suspiro. Se tendió de la cama a un lado de ella.
Elian aún tenía tiempo, pero sabía que estos renegados se presentaban cunado la desgracia era inminente.
Aún hacía falta un cuarto… Tanto Ragabash como Ahroun apreciaban la figura como si advirtieran algún cambio en el destino. Una fusión de espíritu tratando de encontrar el equilibrio faltante…
Vio la posición en que se sentó sobre la cama y se le hizo curioso, parecía uno de esos monjes como llamaban los humanos a punto de entrar en meditación. Durante su juventud pudo ver la pose en varios hermanos tratando de controlar el espíritu de la bestia, ahora se lamentaba un poco de no haber seguido las costumbres y enfocarse más en el combate.
-Ahroun-. Se presentó a secas en respuesta y se sentó frente a ella. Tomo la misma posición pero sus manos descansaban sobre sus canillas en vez de los tobillos dándole un aíre un poco más despreocupado de lo que podría llamarse a la escena como una sesión de meditación.
No prestó mucha atención al hecho de su reciente descubrimiento del lugar en que se encontraba. Parecía curioso, pero supuso que era otra parte de la cultura externa que aún debía aprender. -Los de afuera son bastante raros-. Dijo sin más al respecto.
Los ojos del lobo se posaron sobre los de Aradia. No culpaba a sus hermanos, a él mismo se le antojaba y bastante. -Piensan que hemos venido a complicar el trabajo. Aquel hombre que me mando a casa era un renegado, su manada está en la ciudad. Pienso que ellos mataron a los padres del cachorro. Lo están reclutando de la forma que solo los renegados lo hacen. Son detestables pero necesarios, Ulmer no hará nada al respecto-.
-No debería involucrarme, pero…-. No pudo evitar la tentación, hace tiempo que no estaba a solas con una mujer en una habitación cerrada. Su mano se posó nuevamente sobre la de Aradia, aquel contacto suave era peligroso, pero eso lo hacía solo aún más tentador. -Te despistas un segundo y es mía-. Frunció el ceño. Ragabash aún estaba lejos y no quería malgastar el don de la sanadora por lo que quito la mano y suspiro. Se tendió de la cama a un lado de ella.
Elian aún tenía tiempo, pero sabía que estos renegados se presentaban cunado la desgracia era inminente.
Aún hacía falta un cuarto… Tanto Ragabash como Ahroun apreciaban la figura como si advirtieran algún cambio en el destino. Una fusión de espíritu tratando de encontrar el equilibrio faltante…
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Su nueva compañía tenía nombre al fin, se pregunta meditabunda si la sensación sombrío diagonal no sombrío compartían tal, el hecho de esos cambios tan radicales hacia unos momentos le habían levantado esa sospecha. Cosa que se agudizo cuando se sentó frente a ella en una pose similar y más relajada. Aunque bien eso lo podría haber causado el malestar en su cabeza. Divagaba y se distraía, eso era bueno así no sentía el reproche del cuerpo, miro su mochila, y le hizo agua la boca su preciada carga de herbolaria, especialmente la menta que era como su dulce personal, y una sensación de culpa por las ramitas que mascaba para calmar su pena, pero no era momento para pensar en ello y menos para arrepentirse.
-¿Pero para qué hacer algo así? –Se le retorció el estómago, en una mezcla de tristeza y hambre, mala combinación cabe aclarar cuando en su mente aun algo brumosa por los días pasados, pensaba en el dolor que esas prácticas traían, y termino cerrando sus piernas para abrazarlas y hundir en ellas el rostro sintiendo una imperiosa necesidad de llorar.- ¿Pero?
Sintió como él acariciaba su mano algo que alivio su pesar y le sonrió agradecida por ello y entonces le vio fruncir el ceño.- ¿Está todo bien? ¿Volvió el dolor de cabeza?- Pregunto cuando se recostó y ella se sentó al lado para tocar su frente, aun sintiendo que el cuerpo le abandonaba algo que tenía bien clavado era auxiliar y de buena gana gastaría sus energías completas en buscar que tuviera un alivio, era su credo y su camino, y a menos que fuera necesario tomaría partido; le dio ligeramente la espalda para cubrir con su mano un bostezo, notando el cansancio y fue cuando vio el cuarto y rio un poco, bueno tocaría dormir en el piso, ciertamente no era opción dormir en los alrededores y pensándolo bien no tenía idea de que iba a hacer allí, solo llego por azares del destino, eso y un sopor que le hacía sentir que vivía algo irreal.-El renegado ¿qué quería decir con hacer que entendamos el mensaje? No se mucho sobre tu raza, crees poder explicarme que los diferencian de ti, aparte claro de parecer mas razonable en como tratar a otros.
No quería incordiarlo y ciertamente no era de muchas palabras, pero mínimo quería saber a qué clase de amenazas podía enfrentar en lo que pensaba como saldría de ese lio y conocer un poco más de él mismo.
-¿Pero para qué hacer algo así? –Se le retorció el estómago, en una mezcla de tristeza y hambre, mala combinación cabe aclarar cuando en su mente aun algo brumosa por los días pasados, pensaba en el dolor que esas prácticas traían, y termino cerrando sus piernas para abrazarlas y hundir en ellas el rostro sintiendo una imperiosa necesidad de llorar.- ¿Pero?
Sintió como él acariciaba su mano algo que alivio su pesar y le sonrió agradecida por ello y entonces le vio fruncir el ceño.- ¿Está todo bien? ¿Volvió el dolor de cabeza?- Pregunto cuando se recostó y ella se sentó al lado para tocar su frente, aun sintiendo que el cuerpo le abandonaba algo que tenía bien clavado era auxiliar y de buena gana gastaría sus energías completas en buscar que tuviera un alivio, era su credo y su camino, y a menos que fuera necesario tomaría partido; le dio ligeramente la espalda para cubrir con su mano un bostezo, notando el cansancio y fue cuando vio el cuarto y rio un poco, bueno tocaría dormir en el piso, ciertamente no era opción dormir en los alrededores y pensándolo bien no tenía idea de que iba a hacer allí, solo llego por azares del destino, eso y un sopor que le hacía sentir que vivía algo irreal.-El renegado ¿qué quería decir con hacer que entendamos el mensaje? No se mucho sobre tu raza, crees poder explicarme que los diferencian de ti, aparte claro de parecer mas razonable en como tratar a otros.
No quería incordiarlo y ciertamente no era de muchas palabras, pero mínimo quería saber a qué clase de amenazas podía enfrentar en lo que pensaba como saldría de ese lio y conocer un poco más de él mismo.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
-Siempre vuelven-. Respondió. Al parecer Aradia había adivinado en parte lo que ocurría. La maldición de Ahroun como él y su tribu la llamaban. Le parecía curioso el hecho de que no escapará. ¿Acaso pensaba que tenía cura o que podía hacer algo para ayudarle? -No puede y bien lo sabes-. Esta vez la voz de Ragabash fue aún más apagada y distante, la mano de Aradia le calmaba. Ahora entendía mejor porque usaron mujeres con él cuando era joven. -Contigo son más fáciles de llevar-. Admitió tranquilo.
-Fue una advertencia, quieren al chico y se va a derramar sangre sino lo consiguen-. Agregó en respuesta, noto el cansancio de su compañera de cuarto. ¿Cuánto tiempo habría pasado viajando sin saber dónde iba? El licántropo se atrevió a aventurar que la muchacha era demasiado descuidada. Viajar así no era bueno, como mínimo debía asegurar su descanso como pago.
Dudo unos segundos, ya era mucho que estuviera en la misma habitación. Había entendido algo de las costumbres de afuera y quizás no sería bien visto, tampoco la conocía mucho pero podía encontrar algo de calma en ella. -Estas más cansada. Podemos compartir la cama, te despertaré si algo ocurre-. El tono estaba lejos de ser indecoroso o seductor. Ahroun era más bien bruto con esas cosas y se podía notar a leguas. Buscar el aislamiento en el exilo tampoco ayudaban mucho con sus habilidades sociales.
El plan del lobo era simple. No podía darse el lujo de probar el bocado temiendo de Ragabash, pero con ella podía controlarlo y mantenerse alerta por si el chiquillo decidía que ya estaba listo o si los renegados decidían que su presencia en Ulmer era un estorbo que atender con urgencia.
-Fue una advertencia, quieren al chico y se va a derramar sangre sino lo consiguen-. Agregó en respuesta, noto el cansancio de su compañera de cuarto. ¿Cuánto tiempo habría pasado viajando sin saber dónde iba? El licántropo se atrevió a aventurar que la muchacha era demasiado descuidada. Viajar así no era bueno, como mínimo debía asegurar su descanso como pago.
Dudo unos segundos, ya era mucho que estuviera en la misma habitación. Había entendido algo de las costumbres de afuera y quizás no sería bien visto, tampoco la conocía mucho pero podía encontrar algo de calma en ella. -Estas más cansada. Podemos compartir la cama, te despertaré si algo ocurre-. El tono estaba lejos de ser indecoroso o seductor. Ahroun era más bien bruto con esas cosas y se podía notar a leguas. Buscar el aislamiento en el exilo tampoco ayudaban mucho con sus habilidades sociales.
El plan del lobo era simple. No podía darse el lujo de probar el bocado temiendo de Ragabash, pero con ella podía controlarlo y mantenerse alerta por si el chiquillo decidía que ya estaba listo o si los renegados decidían que su presencia en Ulmer era un estorbo que atender con urgencia.
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
-Debe ser difícil vivir con algo así- Le comentó, lamentando no poder ayudar más que por momentos a su molestia, el saber que él consideraba que ella le hacía más ligero el momento le hizo sonreírle algo más animada; sin darse cuenta había estado acariciando su cabello mientras le escuchaba, recordaba al chiquillo, le acababan de destrozar el mundo y ahora querían reclutarlo. ¿Cómo no tacharlos de salvajes?
Aun así le parecía curioso cómo se expresaba y se preguntaba qué clase de pueblo era del que provenía, aunque masomenos tanteo esa respuesta debido a su propuesta la cual le hizo sonrojarse sintió hasta como sus orejas estaban calientes, retiro su mano de inmediato bastante apenada y miro sus manos que había apretado en su regazo. –No no podría, ..- Musito, aunque ciertamente, un descanso propio era más que necesario si iban a ayudar al niño, se vio contrariada y eso le dio dolor de cabeza, por lo que se levantó y fue hacia la mesa tomando algo del té que ya estaba frío y se quitó la diadema que siempre adornaba sus cabello, con cuidado la guardo en su morral, viéndose tentada a las ramitas de tallo verde se resignó, los dioses no la querían en el atrio aun, se trenzó el cabello y con algunas tiras de piel lo amarro para poder dormir más cómoda, aunque siempre había pequeños mechones que salían de sus trenzados, cayendo en su cara rebeldes.
-Muy muy bien, es solo una noche.- dijo girando para ver a Ahorun, realmente no le dedicaba a él esas palabras pero, bueno, solo era dormir, y debía admitir que no se tendría en pie mucho tiempo más, así que haciendo de tripas corazón camino a la cama tratando de no trastabillar y después de sentarse al borde se sacó los zapatos y se tendió a su lado, mirando al techo, y entrecerró los ojos por el cansancio. Se giró para quedar de frente a él y puso su mano en su sien,.-Permiteme agradecer el que me estés cuidando.
Cerro los ojos y canalizo su energía y sus fuerzas a su mano que se ilumino y encamino la luz a su ser, buscando sanarle y que al menos pudiera tener un sueño tranquilo, en su concentración todo alrededor parecía vibrar, mandarle santo y seña de lo que les rodeaba, el ruido, aun así estaba agotada y no pudo mantener esa canalización más de 5 minutos, su mano cayo laxa así como su cuerpo entre la inconsciencia y el sueño, solo esperaba no tener muchos sueños o que le despertaran pronto.
Aun así le parecía curioso cómo se expresaba y se preguntaba qué clase de pueblo era del que provenía, aunque masomenos tanteo esa respuesta debido a su propuesta la cual le hizo sonrojarse sintió hasta como sus orejas estaban calientes, retiro su mano de inmediato bastante apenada y miro sus manos que había apretado en su regazo. –No no podría, ..- Musito, aunque ciertamente, un descanso propio era más que necesario si iban a ayudar al niño, se vio contrariada y eso le dio dolor de cabeza, por lo que se levantó y fue hacia la mesa tomando algo del té que ya estaba frío y se quitó la diadema que siempre adornaba sus cabello, con cuidado la guardo en su morral, viéndose tentada a las ramitas de tallo verde se resignó, los dioses no la querían en el atrio aun, se trenzó el cabello y con algunas tiras de piel lo amarro para poder dormir más cómoda, aunque siempre había pequeños mechones que salían de sus trenzados, cayendo en su cara rebeldes.
-Muy muy bien, es solo una noche.- dijo girando para ver a Ahorun, realmente no le dedicaba a él esas palabras pero, bueno, solo era dormir, y debía admitir que no se tendría en pie mucho tiempo más, así que haciendo de tripas corazón camino a la cama tratando de no trastabillar y después de sentarse al borde se sacó los zapatos y se tendió a su lado, mirando al techo, y entrecerró los ojos por el cansancio. Se giró para quedar de frente a él y puso su mano en su sien,.-Permiteme agradecer el que me estés cuidando.
Cerro los ojos y canalizo su energía y sus fuerzas a su mano que se ilumino y encamino la luz a su ser, buscando sanarle y que al menos pudiera tener un sueño tranquilo, en su concentración todo alrededor parecía vibrar, mandarle santo y seña de lo que les rodeaba, el ruido, aun así estaba agotada y no pudo mantener esa canalización más de 5 minutos, su mano cayo laxa así como su cuerpo entre la inconsciencia y el sueño, solo esperaba no tener muchos sueños o que le despertaran pronto.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Las caricias de Aradia en el cabello le traían recuerdos lejanos, eran fáciles de mantener en la misma linea de tiempo. Disfrutarlos sin avanzar mientras hablaban. Pudo notar la incomodidad ante su proposición. Algo le decía que por un momento no estaban en la misma página, pero no le culpaba. Él mismo encontraba tentadora la idea de pasar una noche con ella y no solo para dormir.
Sonrió levemente al escuchar su aprobación, casi estaba olvidando al muchacho cuando la mano de la curandera se posa sobre su frente nuevamente. Ahroun se movió sobre su costado para mirarle más de cerca. No tenía dolores de cabeza y no era necesario, pero al menos algo ayudaba para mantener a Ragabash a raya. El deseo de cuidarla después de todo era mayor.
-No es necesario, te cuidare pase lo que pase-. Dijo mientras la magia hacía lo suyo. Ya lo había decidido, incluso si eso significaba cuidarla de él mismo; lo haría. Y era eso justo lo que más temía, cuidarla de Ragabash podría ser una tarea imposible.
La mano de la mujer se desplomó en peso muerto, pudo comprender que las fuerzas le flaquearon por fin. Con cuidado tomo la mano y la puso sobre su hombro mientras recostaba la cabeza de la elfa sobre su pecho acostándose de espalda nuevamente. Aprovechó el movimiento para pasar su mano por debajo de su cintura y sostenerla.
Miraba su rostro descansar tranquilamente. Al menos ahora estaba segura y podía descansar tranquila. Parte de él esperaba que no hiciera un escándalo al descubrir como estaba durmiendo. La cubrió con una de las sabanas y se dedico a pasar minutos o quizás horas mirando ese hermoso rostro. Ragabash también miraba, podía sentir a este intranquilo por entender lo que ocurría con Ahroun. Trataba de regañarle por acercarla tanto y de forma tan descuidada. Las intenciones en un principio de la contraparte eran destriparla como había hecho con tantas. Esa era su forma de jugar con la comida, pero ahora entendía que la elfa era importante. ¿Por qué? Ninguno de los dos podía encontrar esa respuesta aún.
Al final el cansancio pudo con ambos y Ahroun cerro los ojos. En sus sueños escuchó aullidos cercanos que cada vez más se fueron alejando. Perseguía al muchacho pero este estaba lejos, escapaba. ¿Qué ocurría en Ulmer? Aquello era ajeno a la joven pareja que descansaba tras un largo viaje...
Una tercera... Faltaba el cuarto... Aquello seguía dando vueltas por la cabeza del licántropo como si supiera pero no se atrevía a adivinar.
Sonrió levemente al escuchar su aprobación, casi estaba olvidando al muchacho cuando la mano de la curandera se posa sobre su frente nuevamente. Ahroun se movió sobre su costado para mirarle más de cerca. No tenía dolores de cabeza y no era necesario, pero al menos algo ayudaba para mantener a Ragabash a raya. El deseo de cuidarla después de todo era mayor.
-No es necesario, te cuidare pase lo que pase-. Dijo mientras la magia hacía lo suyo. Ya lo había decidido, incluso si eso significaba cuidarla de él mismo; lo haría. Y era eso justo lo que más temía, cuidarla de Ragabash podría ser una tarea imposible.
La mano de la mujer se desplomó en peso muerto, pudo comprender que las fuerzas le flaquearon por fin. Con cuidado tomo la mano y la puso sobre su hombro mientras recostaba la cabeza de la elfa sobre su pecho acostándose de espalda nuevamente. Aprovechó el movimiento para pasar su mano por debajo de su cintura y sostenerla.
Miraba su rostro descansar tranquilamente. Al menos ahora estaba segura y podía descansar tranquila. Parte de él esperaba que no hiciera un escándalo al descubrir como estaba durmiendo. La cubrió con una de las sabanas y se dedico a pasar minutos o quizás horas mirando ese hermoso rostro. Ragabash también miraba, podía sentir a este intranquilo por entender lo que ocurría con Ahroun. Trataba de regañarle por acercarla tanto y de forma tan descuidada. Las intenciones en un principio de la contraparte eran destriparla como había hecho con tantas. Esa era su forma de jugar con la comida, pero ahora entendía que la elfa era importante. ¿Por qué? Ninguno de los dos podía encontrar esa respuesta aún.
Al final el cansancio pudo con ambos y Ahroun cerro los ojos. En sus sueños escuchó aullidos cercanos que cada vez más se fueron alejando. Perseguía al muchacho pero este estaba lejos, escapaba. ¿Qué ocurría en Ulmer? Aquello era ajeno a la joven pareja que descansaba tras un largo viaje...
Una tercera... Faltaba el cuarto... Aquello seguía dando vueltas por la cabeza del licántropo como si supiera pero no se atrevía a adivinar.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Le vio con algo de sorpresa con sus palabras antes de volver a cerrar los ojos, después ya no supo de si, en sueños estaba atrapada en pesadillas que y apenas consciente del movimiento. Otra vez dentro: el ritmo de un tambor la hizo quedar en blanco, no había imágenes en sus sueños, solo blanco y por fin en muchas noches dormía tranquila. Su cuerpo estaba helado por lo que el calor de Ahorun le traía comodidad, se hizo un ovillo a medida de lo posible entonces una vocecita dentro comenzó a atosigarla haciendo su sueño inquieto de nuevo, nada de imágenes, solo la nada y esa voz.
¿A qué viniste? Solo azuzas más el enjambre… No puedes hacer nada ¿sabías?
Una y otra y otra, unos ojos muertos, unos aullidos, lejanos, demasiado lejanos. Apretó sus manos, quería despertar, no podía estaba embotada, -Por favor- Gimoteo suplicante y luego despertó de golpe, agitada, sudando frio, temblando cual hoja en otoño al viento. Había olvidado donde estaba y se sentó en el lecho aun aturdida sujetándose la cabeza mientras veía el lugar. La mesa con un plato aun con algo de comida, un vaso, su mochila, la ventana con la luna en su esplendor, siguió mirando y al lado sintió otro peso miro al hombre “Hombre sombrío diagonal no sombrío diagonal” –Ahorun.- Susurro y recordó todo de golpe, diablos si que había dormido, más que en mucho tiempo, se sobo la frente con el aliento amargo, definitivo dejaría los tallos de tejo, se dijo una enésima vez. Al parecer todo estaba tranquilo, recordó lo de la manada, el chico.
Se levantó descalza y trastabillo, mejor quedarse sentada, había jalado con sus movimientos la cobija. –Por favor dame fuerzas Anar- Su voz era un sonido bajo y apesadumbrada se extrañó de la imperiante calma.
¿A qué viniste? Solo azuzas más el enjambre… No puedes hacer nada ¿sabías?
Una y otra y otra, unos ojos muertos, unos aullidos, lejanos, demasiado lejanos. Apretó sus manos, quería despertar, no podía estaba embotada, -Por favor- Gimoteo suplicante y luego despertó de golpe, agitada, sudando frio, temblando cual hoja en otoño al viento. Había olvidado donde estaba y se sentó en el lecho aun aturdida sujetándose la cabeza mientras veía el lugar. La mesa con un plato aun con algo de comida, un vaso, su mochila, la ventana con la luna en su esplendor, siguió mirando y al lado sintió otro peso miro al hombre “Hombre sombrío diagonal no sombrío diagonal” –Ahorun.- Susurro y recordó todo de golpe, diablos si que había dormido, más que en mucho tiempo, se sobo la frente con el aliento amargo, definitivo dejaría los tallos de tejo, se dijo una enésima vez. Al parecer todo estaba tranquilo, recordó lo de la manada, el chico.
Se levantó descalza y trastabillo, mejor quedarse sentada, había jalado con sus movimientos la cobija. –Por favor dame fuerzas Anar- Su voz era un sonido bajo y apesadumbrada se extrañó de la imperiante calma.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
El lobo dormía tranquilo, había errado a medias. Olvido mantenerse alerta del exterior pero había encontrado en parte la calma que necesitaba en su reunión con Morfeus. En parte debía agradecerle a la elfa por aquello. Había sido poco lo que había conseguido descansar, pero lo bueno siempre venía en cantidades pequeñas o eso se dice.
Comenzó a sentirse inquieto... No, no era él. ¿Ragabash? Tampoco, lo habría notado y habría sentido temor por la tercera. Ella quizás, sus brazos intentaron sujetarla con más fuerza entre sueños ante tal pensamiento. Cuando no la sintió fue cuando se alarmó. Abrió los ojos despacio, no era que le costase acostumbrarse a la luz, estaba bien descansado. Al despertar a veces esto jugaba el efecto contrario al deseado.
Cuando por fin se sintió despierto miro hacía un costado. Ella estaba ahí y estaba bien. Ambas partes se tranquilizaron por un momento, era curioso lo que podía conseguir esa mujer de otra raza más antigua que la suya. La supervivencia de la misma quizás. Ragabash solía aprender de lo que aprendía Ahroun por lo que no era sorpresa si ambos reconocían el hecho de que la mujer podía vivir más años que un licántropo.
Su foco de atención era ella. ¿Cómo podía serlo algo más? Desde el exilio solo ella había logrado cierta comunión entre ambas partes.
Escuchó a medias un nombre. Alguna plegaria tal vez. Era sabido hasta en su tribu que uno solo rezaba plegarias cuando algo malo ocurría. Sintió curiosidad. Él la estaba cuidando, ¿qué le estaba pasando por la cabeza?
Se incorporó medio perezoso aún. Su mano fue a parar suavemente sobre su hombro y apoyo la cabeza en el otro casi abrazándola por detrás. -¿Anar? ¿Algo malo?-. Se aventuro a preguntar mientras trataba de quitarse la pereza, pero el olor y la suavidad de la mujer comenzó a llevarlo hacía otro lado. -¿Ya es de día?-. Seguía algo dormido, era normal que no reaccionara del todo.
Movió el rostro sobre la piel de su compañera, el olfato le iba guiando por el cuello hasta sus mejillas. No se daba cuenta de lo que estaba haciendo, el deseo le guiaba. Una de sus manos se detuvo en el vientre de ella, tratando de acercarse algo más. -Hmmm dioses, ¿cuánto ha pasado desde la última? Ya ni recuerdo-. Murmuró mientras se dejaba embriagar por el deseo y el calor que le ofrecía Aradia.
Comenzó a sentirse inquieto... No, no era él. ¿Ragabash? Tampoco, lo habría notado y habría sentido temor por la tercera. Ella quizás, sus brazos intentaron sujetarla con más fuerza entre sueños ante tal pensamiento. Cuando no la sintió fue cuando se alarmó. Abrió los ojos despacio, no era que le costase acostumbrarse a la luz, estaba bien descansado. Al despertar a veces esto jugaba el efecto contrario al deseado.
Cuando por fin se sintió despierto miro hacía un costado. Ella estaba ahí y estaba bien. Ambas partes se tranquilizaron por un momento, era curioso lo que podía conseguir esa mujer de otra raza más antigua que la suya. La supervivencia de la misma quizás. Ragabash solía aprender de lo que aprendía Ahroun por lo que no era sorpresa si ambos reconocían el hecho de que la mujer podía vivir más años que un licántropo.
Su foco de atención era ella. ¿Cómo podía serlo algo más? Desde el exilio solo ella había logrado cierta comunión entre ambas partes.
Escuchó a medias un nombre. Alguna plegaria tal vez. Era sabido hasta en su tribu que uno solo rezaba plegarias cuando algo malo ocurría. Sintió curiosidad. Él la estaba cuidando, ¿qué le estaba pasando por la cabeza?
Se incorporó medio perezoso aún. Su mano fue a parar suavemente sobre su hombro y apoyo la cabeza en el otro casi abrazándola por detrás. -¿Anar? ¿Algo malo?-. Se aventuro a preguntar mientras trataba de quitarse la pereza, pero el olor y la suavidad de la mujer comenzó a llevarlo hacía otro lado. -¿Ya es de día?-. Seguía algo dormido, era normal que no reaccionara del todo.
Movió el rostro sobre la piel de su compañera, el olfato le iba guiando por el cuello hasta sus mejillas. No se daba cuenta de lo que estaba haciendo, el deseo le guiaba. Una de sus manos se detuvo en el vientre de ella, tratando de acercarse algo más. -Hmmm dioses, ¿cuánto ha pasado desde la última? Ya ni recuerdo-. Murmuró mientras se dejaba embriagar por el deseo y el calor que le ofrecía Aradia.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino. [Privado - Aradia] [Cerrado]
Se abrazaba a sí misma, temblando, el frío la consumía y las lágrimas con él, pero eran silenciosas, por algo que ya no podía controlar, sus plegarias solo le dolían más en el corazón renegando de sus pasos y las consecuencias que había llevado con ellos, ¿eso era vivir entre mortales?, no es que ella fuera inmortal, pero su vida no parecía tan efímera y vuelta una carrera, sin embargo desde que había salido de casa el tiempo se le antojaba increíblemente rápido y despiadado. Había vivido como una niña hasta hacia unos meses, y en esos meses sentía que había vivido años. Y su mente no la ayudaba, le recriminaba su decisión, su falsa promesa a su familia, y como nos estaba cobrando cada segundo fuera de casa, por eso había recurrido al tejo. Ahora solo tenía frio y sueño, pero el sueño traía pesadillas.
Una calidez le sobresalto pero no lo suficiente para moverla, Ahroun, el licántropo, suspiro aliviada de que no fuera alguna alucinación pero el alivio paso a curiosidad, respiro hondo limpiándose las mejillas cuando le oyó.-Per perdona, so solo tuve malos sueños.-Musito y algo muy muy al fondo le preguntaba por qué le debía alguna explicación, no respondió a ello, su roce la causaba temblor en los músculos, agradeció que no fuera por el frío, entonces toco la mano que acariciaba su vientre, recargándose algo hacia él, le proporciono sosiego, entonces oyó su voz, un murmullo que le hizo abrir los ojos de par en par ¿Cuántas? Para ella era la primera vez siquiera que compartía lecho y no con esos fines precisamente, y ver la situación desde otro ángulo hizo que se desperezara de golpe levantándose y al tratar de dar media vuelta sobre sus tobillos para verle a la cara el vértigo la hizo enemiga de la gravedad cayendo de culo al piso con la mirada muy confusa.-¿qué estaba?- pensando haciendo pasando… no encontraba la palabra, no negaba se sentía bien, pero… No era un elfo, no era el compañero que había asignado su padre y secundado por su madre.-Mala idea mala muy mala.- Decía, de verdad no a él, solo a ella, literal metiéndose en la boca del lobo, por otra parte, eso representaba todo lo que había buscado al salir de casa, eso que la atormentaba, el hecho de no poder regresar a lo que conocía y con ello romper lo que le tenían previsto desde el primer llanto.
–Nunca he dormido con nadie.-Dijo en el sentido literal, figurativo, realista, cualquier otra forma de pensarlo.
Una calidez le sobresalto pero no lo suficiente para moverla, Ahroun, el licántropo, suspiro aliviada de que no fuera alguna alucinación pero el alivio paso a curiosidad, respiro hondo limpiándose las mejillas cuando le oyó.-Per perdona, so solo tuve malos sueños.-Musito y algo muy muy al fondo le preguntaba por qué le debía alguna explicación, no respondió a ello, su roce la causaba temblor en los músculos, agradeció que no fuera por el frío, entonces toco la mano que acariciaba su vientre, recargándose algo hacia él, le proporciono sosiego, entonces oyó su voz, un murmullo que le hizo abrir los ojos de par en par ¿Cuántas? Para ella era la primera vez siquiera que compartía lecho y no con esos fines precisamente, y ver la situación desde otro ángulo hizo que se desperezara de golpe levantándose y al tratar de dar media vuelta sobre sus tobillos para verle a la cara el vértigo la hizo enemiga de la gravedad cayendo de culo al piso con la mirada muy confusa.-¿qué estaba?- pensando haciendo pasando… no encontraba la palabra, no negaba se sentía bien, pero… No era un elfo, no era el compañero que había asignado su padre y secundado por su madre.-Mala idea mala muy mala.- Decía, de verdad no a él, solo a ella, literal metiéndose en la boca del lobo, por otra parte, eso representaba todo lo que había buscado al salir de casa, eso que la atormentaba, el hecho de no poder regresar a lo que conocía y con ello romper lo que le tenían previsto desde el primer llanto.
–Nunca he dormido con nadie.-Dijo en el sentido literal, figurativo, realista, cualquier otra forma de pensarlo.
Aradia Hazelmere
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