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Mensaje  Sigel Vie Jul 17 2020, 18:21

Harambe se hallaba en lo alto de un edificio de Ciudad Regente, oculto en la inclinación del tejado. Repasaba mentalmente la estrategia que Vardagen había organizado. La torre de las aves, los ídolos de los animales, el laboratorio 8B y La Nueva Ciudad…. Harambe levantó la mano y señaló a cada una de las posiciones al mismo tiempo que con la otra levantaba un dedo como si estuviera asegurándose de que los edificios no hubieran desaparecido en un momento de distracción.
La patrulla de Ro’lisim apareció bajo el edificio en el que Harambe se escondía, tal como Vardagen predijo. Ro’lisim era el nombre que recibían los soldados que formaban escolta personal del difunto Rey Mono, Wakkon Yor. Tras la muerte del rey, Bosne quiso disolver el ejército. Los monos eran animales disciplinados, podrían servir para cualquier otro oficio que no tuviera que ver con lanzas y espadas. La maldición del objeto Egdecomb (la falta de éste) hizo que Bosne enfermase antes de poder disolver los Ro’lisim. Ahora, pertenecían a Amon. El nuevo mandatario de La Factoría tenía otros planes para los monos. Mandó a Los Ro’lisim custodiar los tótems, los ídolos a los que las bestias rezaban.
Jason Bosne habría derribado los tótems con sus propias manos y mandado a quemar.
Los Ro’lisim hablaron entre gritos y esténtores propios de los primates. Harambe avanzó un palmo, arriesgando a desvelar su escondrijo.
La señal.
Allá a los lejos, la torre de las aves se encendió en llamas. Los Ro’lisim saltaron nerviosos. Harambe escuchó los gruñidos de los monos, asustados por el fuego.
El gorila saltó encima del primer mono. Aporreó repetidas veces el pecho del Ro’lisim hasta dejarlo convaleciente, o quizás muerto. Una flecha atravesó el cráneo de un segundo mono en el momento en que este hacia acopio de desenvainar la espada. Al tercer mono lo mató uno de los suyos, Mao Zedong. Clavó la lanza en el pecho de su compañero y empujó hacia arriba, matándolo en el acto.
Mort y Abjilah, hombre carnero y mujer felina, salieron de sus escondites. Abjilah sujetaba la ballesta con la que había matado al segundo de los monos. Mort tiraba de la cuerda de una cabra, su montura.
— La torre de las aves — el Ro’lisim traidor señaló el lugar —. Fuego en la torre.
Mao Zedong compartía el pésimo vocabulario que sus compañeros monos.
— Sí, amigo, es la señal de Vardagen— confirmo Harambe —. Debemos continuar según lo planeado — recordó el plan a sus compañeros —. Mort deberás ir a La Nueva Ciudad y provocar un disturbio. No te será difícil, allí las cosas no andan bien.
—Eso está hecho — el hombre carnero subió de un salto en la cabra.
—¿Qué hacemos con esto? — Abjilah se echó a un lateral, mostrando la carretilla que llevaba tiraba la carga.
La felina sabía muy bien qué debían hacer con las pociones incendiarias, pero quería escucharlo de la boca de Harambe.
—Quemaremos este lugar maldito.
Mort desenvainó una daga y cortó la rienda que unía la cabra con la carretilla. El carnero se esfumó, desapareció entre la bruma de la noche.
Abjilah y Harambe repartieron las pociones incendiarias a los pies de los tótems. Mao Zedong con la lanza en alto que ninguna otra patrulla de Ro’lisim se acercarse al lugar. Se suponía que los ejércitos de La Factoría estarían entretenidos en la torre de las aves y en los disturbios de La Nueva Ciudad, pero cabía la posibilidad que Amon mandase a una patrulla de Ro’lisim custodiar los ídolos sagrados de las bestias.
—Esta es la última — dijo Harambe —. Alejémonos.
Harambe se retrasó en comparación a sus compañeros. Sin tener en cuenta que él era, entre los tres, el único que sabía preparar el mecanismo que conectase las pociones incendiarias, el gorila no era tan rápido como el mono y la felina. Zedong desapareció rápidamente, saltando por los tejados de las casas de Los Regentes. Abjilah se puso a cuatro patas, corría más rápido que Mort y su cabra. Harambe se encontraba a dos cuadras de distancia cuando las pociones explotaron. Se quedó pasmado, presenciando cómo las llamas envolvían los ídolos. A Bosne le habría gustado estar presente
Los Regentes salieron de sus casas espantados por el ruido. Harambe se integró en ellos, hizo las mismas preguntas que el resto. ¿Qué ha pasado? ¿Qué es ese fuego? El gorila había sido uno de los hombres de confianza de Bosne, por lo que Los Regentes supondrían que también lo sería de Amon.

_____________________

Vardagen hizo incendió la torre de las aves con un mecanismo similar al que emplearían Amon y Abjilah minutos después. Alzó el vuelo escapando rápidamente del lugar. Desde el aire alcanzó a ver a un generoso ejército que tiraban de vehículos cargados con bidones de agua. Vardagen sonrió en el aire. Esos vehículos no serían suficientes para apagar las llamas.
Descendió en la cercanía de El Laboratorio 8B, oculto en lo alto de uno de los pocos árboles que quedaban en pie.
Una abina, un pequeño pajarito que había hecho un largo recorrido desde Verisar, se posó en el hombro de Vardagen y le contó un secreto en la oreja. Vardagen sonrió. ¡La carta había llegado a Lunargenta! No esperaba recibir una buena noticia tan pronto. Gracias pajarito. Dijo Vardagen silbando en el idioma de las aves.
Un hombre montado en una cabra pasó a toda prisa delante del árbol de Vardagen. Ese debía de ser Mort. Los posteriores sonidos de revuelta lo confirmaron. Mort era excelente en su trabajo, un agitador nato. Hizo buen uso de las groserías que conocía para encender la chispa en La Nueva Ciudad. No habría hecho mucho más. El Hombre Muerto prefería a las bestias violentas, enfrentadas unas a otras. Las bestias de La Nueva Ciudad estaban influenciadas por los ambiciosos discursos de Amon. Una palabra mal dicha era suficiente para levantarlas en armas.
Un nuevo incendio. Vardagen se tapó los ojos con el ala derecha, como si esta fuera una capa, con tal de no deslumbrarse por el fuego. Harambe y los demás explotaron los ídolos.
Vardagen alzó inmediatamente el vuelo. Se quedó suspendido en el aire. Si el plan marchaba correctamente.... ¡Ahí está! Las puertas del laboratorio se abrieron de par en par. Amón emergió de éste acompañado una escolta de hombres bestias bien armados. El hombre perro vestía con la armadura de huesos que reservaba para los rituales, en las manos tenía un martillo y un cincel. El objeto maldito de Egdecomb.
Amón separó a los suyos: un grupo marcharía a La Nueva Ciudad, a calmar a los insurrectos, y el otro, donde Amón se encontraría, a Las Casas de los Regentes, donde se hallaban los ídolos.
Vardagen descendió del cielo. Sacó una poción incendiaria de debajo del ala y la colocó en la puerta del laboratorio. Le sudaban las manos, las plumas se le pegaban en el vidrio de la pócima. Debía de ser meticuloso. Un error, y explotaría con la poción y la puerta.
Un error….
Amon descubrió a Vardagen colocando la poción incendiaria. Al líder de La Factoría lo acompañaban dos enormes figuras de animales, del tamaño de dos torres: el Espíritu Oso y el Espíritu Águila. El águila de piedra atrapó a Vardagen y lo elevó en el aire. Arriba, perforó el cráneo de la lechuza a base de picotazos. El Espíritu Aguila abrió las garras y el cadáver de Vardagen cayó desde el cielo.

_____________________

Harambe distinguió a Amon en la multitud. Lo acompañaba una generosa escolta de bestias bien armadas. Amon levantaba las manos, mostrando las armas de Egdecomb a Los Regentes.
—Las llamas no dañará a nuestros Ídolos. ¡Los Dioses están por encima del fuego mortal!
La madera de los tótems crujió y, de ésta, salieron los Ídolos a los que las bestias habían estado rezando: enormes figuras de animales talladas en piedra, confeccionadas a partir de la magia del objeto maldito.
El Espíritu Águila apagó las llamas haciendo agitar las alas. El Espíritu Oso se sentó sobre sus patas traseras y gruñó al cielo estrellado. El Espíritu Lobo saltó y olisqueó las calles buscando a los causantes del desastre, al gorila Harambe.

_____________________

La caballería de Lunargenta llegó a La Factoría. Se introdujo a galope por La Nueva Ciudad. Mort recibió a los humanos con una reverencia. Recitó una parte de la carta que los humanos habían recibido, demostrando que formaba parte de la resistencia. La capitana Lena Harouna recibió al hombre carnero. Mort presentó a otros miembros de La Resistencia que se encontraban en La Nueva Ciudad, eran pocos, pero estaban bien disciplinados. Lena Harouna pidió a Mort que le acompañase y que le explicase, con todo detalle, cuanto había sucedido. Mientras, la caballería, se adentraba más y más en los terrenos de La Factoría. Mataban a toda bestia que se dejase llevar por sus instintos animales, que atacase a los humanos en vez de quedarse de rodillas ante la superioridad armamentística y numérica de Lunargenta.

_____________________

* Bienvenido/a a La Factoría de hombres bestias Vardagen ha muerto. No podemos hacer nada por él. Está siendo una noche de sangre y asesinatos, una revuelta en toda regla. Nuestro principal objetivo será impedir que más gente muera en este día, rescatar a las bestias que han sido influenciadas por el ambicioso discurso de Amón y la magia del objeto maldito. Entre estas bestias se encuentra Jason Bosne, desconocemos su estado actual.
En este primer turno deberemos enfrentarnos a Los Ídolos. Puedes venir de parte de la caballería de Lunargenta o, quizás, podrías haber leído, por cuenta propia, una de las réplicas que escribieron Harambe e Vardagen. Llegas a La Factoría alerta del ejército de bestias que Amón está formando. Te encuentras con la revuelta que Harambe y los demás han producido y con los Ídolos. Deberás derrotar a Los Ídolos de piedra: Mono, Lobo, Águila y Oso. Amón queda reservado como Boss final para el segundo turno.
La puerta del Laboratorio 8B permanecerá cerrada.
Puedes utilizar con libertad todos los npcs que aparecen en este tema a excepción de Jason Bosne. Él también queda reservado para el segundo turno.

Temas de interés
Informe Martillo y Cincel [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La Factoría, puedes encontrar aquí la descripción de todos los npcs que aparecen en el tema. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Ficha de Jason Bosne [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Mensaje  Asher Daregan Miér Ago 05 2020, 20:44

Había leído las cartas demasiadas veces como para ignorar aquello.

Tuve que dejar mi venganza a un lado para aquello. Pero era necesario. Vardagen me había ayudado en el pasado, y Harambe también. Me gustasen o no los planes de Bosne, eran mejores que aquello. Amón debía caer. Observé la situación desde los límites que rodeaban la Factoría. Las torres ardían. Los ídolos que Amón había usado para manipular a los demás se habían alzado.

Recordé a los monos del templo. Parecía que aún necesitaban un Ídolo. Pero no cualquiera serviría.

Cerré el puño en torno al amuleto y lo llevé hasta mi pecho. [1] El objeto comenzó a emitir una intensa luz, incluso a través de mi mano. Una calidez rodeó mi cuerpo. Lentamente, mi pelaje volvió a su color plateado. Mis heridas viejas se cerraron. Esbocé una sonrisa, sintiéndome mejor que nunca. Mi cuerpo había vuelto a la normalidad. Pero no iba a detenerme allí.

Mi armadura comenzó a brillar mientras los símbolos cambiaban. Las de Neril también. Alcé a Nova, y le hice un gesto con la cabeza a Syl. Mi compañero disparó un virote de fuego hacia el arma, que absorbió por completo. Las llamas comenzaron a rodearme, dando el toque final. [2]

Ra'Lios había vuelto.

Era el Ídolo de la Luz y la Vida encarnado. La luz y el fuego que me rodeaban me hacían un faro en la oscuridad de la noche, uno que competía con la torre que ardía en la distancia. Empecé a moverme, lanzándome a saltos sobre los edificios. Los gritos y chillidos venían de todas partes. Sentí el éter de la zona. Para que aquello tuviese éxito, tendría que encontrar el objeto.

Un grupo de simios armados patrullaba cerca. En cuanto me vieron, se quedaron parados, confusos.

-VUESTRO DIOS HA VUELTO.- vociferé. -AMÓN OS HA ENGAÑADO. LOS SERES DE PIEDRA SON ÍDOLOS FALSOS. RA'LIOS HA VENIDO A LIBERAROS.- declaré. Los monos se miraron entre si antes de retroceder, sumisos.

Y entonces, una monstruosidad de piedra se lanzó hacia mi. Un mono de roca de tres metros, armado con un bastón del mismo material. El gólem dejó escapar un chillido mientras bloqueaba su asalto con mi espada. Era fuerte, sin duda. Pero no me superaría. Me lancé hacia un lado, evitando su arma antes de saltar con un tajo ascendente. Nova impactó contra la cara del mono, dejando una grieta por la mitad de esta que partió su boca en una sonrisa siniestra. Me retiré usando su cuerpo para impulsarme, aterrizando poco después sobre otro tejado.

Nova reapareció en mi mano. El mono gritó, furioso. De nuevo, saltó hacia mi con su bastón en alto. Pero estaba preparado para eso. Las runas de mis piernas me impulsaron hacia él, dándome la suficiente velocidad para que Nova impactase de nuevo contra su cabeza. [3] Aquello fue suficiente. El mono cayó al suelo, con su cráneo desfigurado y partido por la mitad. No volvió a moverse.

Los guardias aún contemplaban la escena.

-LOS FALSOS ÍDOLOS SON DÉBILES. MOSTRÁDSELO A LOS DEMÁS.- demandé.


______________________________


Syl no tardó en encontrar a Harambe. El gorila parecía preocupado con su pequeña revolución. El arbalista lo encontraba un tanto excesivo: aquello habría sido resuelto mejor con un disparo a la cabeza de Amon. Se mantuvo en las sombras detrás de él hasta encontrarse a una distancia prudente.

-Harambe.- musitó. Cuando el gorila se giró, se encontró con una nube de Polvo del Recuerdo en su cara. [4] El gorila tosió, agitando la cabeza.

-¿Quien...? Ugh.- gruñó. Tras unos segundos, se quedó mirando a Syl. Con la máscara puesta, le sería difícil reconocerlo.

-Soy Syl. Hemos venido a ayudar.- Los ojos de Harambe se abrieron en cuanto pronunció su nombre. ¿Podía ser posible?

-No sé de donde has salido, pero... bien. Lo necesitaremos.- gruñó. Observó a los animales de piedra. -Hay que acabar con ellos. Si caen, podremos movernos contra Amón.- dijo. Syl asintió. Asher debía estar encargándose de alguno de ellos en ese momento. Lamentablemente, aún quedaban tres, y uno de ellos iba tras su pista.

-Sigue moviéndote.- le dijo al gorila. Harambe miró atrás, viendo algo antes de empezar a correr. Syl miró al cielo, preparando las runas de su ballesta. El pájaro caería primero.

El ave aún estaba apagando los incendios con el viento que levantaba. Syl contuvo su aliento mientras apuntaba. El hielo sería más eficaz, pero tenía que seguir con lo que era apropiado. La ballesta se sobrecargó y, finalmente, disparó. [5] Un proyectil rojizo salió del arma, y una vez en el aire, empezó a expandirse y multiplicarse. En tan solo segundos, cinco enormes lanzas de fuego se hundieron en el cuerpo del Espíritu Águila, atravesando la piedra y quedándose encajadas en sus alas, torso, cuello y pico.

El golem cayó derribado, incapaz de volar o moverse. La gente señalaba y gritaba. La piedra empezaba a arder.


___________________________________________


¿Por qué hacía aquello?

¿Por qué actuaba como si siguiese siendo un Centinela? Aquello estaba detrás de mi. No era ningún héroe. Podía dejarlos arder, y no me sentiría peor por ello. Y sin embargo, allí estaba, solucionando los problemas de otro. Ni siquiera tenía interés en el objeto del 19. Así que... ¿por qué?

Ni siquiera yo estaba seguro. Quizás quería salvar lo poco que aún sentía "mio". ¿Importaba? Estaba allí, y me aseguraría de ver como acababa.

El lobo de piedra estaba persiguiendo a alguien. ¿Harambe? El gorila estaba huyendo entre las calles, y el Ídolo lo seguía de cerca, chocando contra edificios y levantando aún más caos en su persecución. Pero parecía tener algo en mente. Tenía algo sujeto en la mano... y su brazo derecho sangraba. No tardé en darme cuenta. El gorila cerró el puño y, finalmente, se dio la vuelta mientras lanzaba un puñetazo.

El golpe impactó directo en el pecho del lobo. Lejos del resultado que cualquiera esperaría, el coloso de piedra salió despedido en dirección opuesta, dando tumbos por el suelo. La caballería de Lunargenta había llegado al momento perfecto para entrometerse: los soldados empezaron a arremeter contra el lobo dañado. Habían traído martillos y otras armas contundentes. Venían preparados. Sin embargo, el lobo no se lo dejaría tan fácil. Se agitó, lanzando a los que tenía encima y desgarrando torsos con sus garras y dientes.

Aquello les entretendía un rato, al menos. Si tenían bajas, mejor para mi.

Sólo quedaba uno. El oso, frente a las puertas del Laboratorio 8B. El único obstáculo que protegía a Amón. Me encaminé hacia él, alzando miradas. Aún quedaba mucha gente en la zona. El brillo de mi armadura atraía todas sus miradas.

-TUS FALSOS ÍDOLOS NO PUEDEN PROTEGERTE, AMÓN.- vociferé. -ENFRÉNTATE A TU JUICIO.- El oso de piedra rugió, alzándose en dos patas frente a mi. Nova apareció en mi mano, su filo envuelto en las mismas llamas que me rodeaban a mi. Una gran cantidad de energía empezó a formarse en la espada. Y cuando la hoja descendió, también lo hicieron las estrellas. [6]

Una docena de meteoritos se lanzó hacia el oso y las puertas del laboratorio. El totem no tuvo ninguna oportunidad. La mayor parte de las rocas se hundieron en él, atravesando su cuerpo o destrozando sus patas con el cada impacto. Quizás estuviesen por encima del fuego mortal.

Pero no por encima del mio.

Los hombres bestia habían tenido el buen juicio de huir, Los que aún quedaban, estaban a mi espalda. Eran los monos, los leales a Ra'Lios, que aún estaban hipnotizados por el brillo dorado de su Ídolo.

_____________________________________


¿Hacían falta tantos objetos para un desafío? Probablemente no.

[1] Objeto: Amuleto de Imbar. Para ignorar la maldición del Oblivion este turno.
[2] Uso los objetos: Santuario y Joyas de Elentari Neril para volver a ser el Ídolo de la Luz (las joyas imponen miedo y respeto, para vender más la idea). También uso la habilidad Absorber para cubrirme de fuego.
[3] Habilidad: Impulso
[4] Syl usa Polvo del Recuerdo en Harambe, para que le recuerde a él y a Asher.
[5] Syl: Voluntad de los Guías + Impacto Crítico + Quimera (ballesta)
[6] Nova: Constelación.

Resumen: Destruyo los ídolos de piedra, pongo a los Ro'lisim de mi parte haciéndome pasar por su dios (de nuevo) y hago un fuerte "Toc toc" con meteoritos en la puerta del laboratorio.

Asher Daregan
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Mensaje  Sigel Sáb Ago 08 2020, 13:29

El león abrió los ojos muy despacio, como si la escasa luz que entrase por las ventanas del Laboratorio 8B dañasen sus retines. Ladeó la cabeza con tal de desprenderse de los pesados recuerdos de las pesadillas que había contemplado durante la falsa realidad del sueño.
Los sonidos de guerra despertaron al león dormido. Edificios derrumbándose, gritos (aullidos y rugidos) ahogados en desesperados llantos de pena, el crujido de las llamas fuegos devorando columnas de madera…. ¿Son los humanos? No aceptan la libertad de las bestias y han tomado represarías contra La Factoría. ¿Es El Hombre Muerto? Desea destruir por completo al nuevo enemigo antes de que busque venganza.
La Factoría de hombres bestias necesita a su líder que les guíe en los tiempos de guerra.
El león dio un vistazo en rededor. Observó las máquinas apagadas del Laboratorio 8B, los equipos de otros mundos. Debió haberse quedado dormido mientras continuaba con sus estudios, pensó en su inocencia. Se habría dejado caer en el trono de piedra y allí se quedó dormido hasta que la guerra le despertó.
Apoyó las manos (las garras) en los reposabrazos del trono e hizo ademán por levantarse. Las fuerzas le fallaron, el hombre león se derrumbó en la silla.
Por primera vez desde que despertó, cobró conciencia de lo débil que se encontraba. Bajó la cabeza y contempló sus garras, antaño afiladas. Se le habían desprendidos grandes mechones de pelo, incomprensibles arrugas dibujaban un retrato de vejez y las uñas eran una burla irrisible de lo que fueron antes…. Antes de que el león despertase. Para él, apenas había pasado unos pocos días desde el fatídico día en el que El Hombre Muerto le arrebató el frasco del nonato.
El león golpeó el aire enfrentándose contra un enemigo invisible. Se llevó las manos en la cabeza y descubrió la falta de la melena de león y la desaparición del par de cuernos intimidantes. La magia del frasco del nonato había abandonado a Jason Bosne, dejando tras de sí un vestigio de maldad y podredumbre que le consumía desde la intimidad de su ser. Desde la intimidad de aquello a lo que los brujos denominaban éter.
Realizó un nuevo intentó por levantarse. Se apoyó con una mano en el reposabrazos del trono y con la otra en el respaldo. Poco a poco, fue separando el trasero del respaldo. Con mucha debilidad, casi consiguió enderezarse. Volvió a resbalarse, pero, esta vez, pudo recuperar el equilibrio antes de caerse. Del trono de piedra fue a la barandilla, dejándose caer en esta para mayor precaución. Bajar las escaleras hasta la parte inferior no sería tarea fácil. Las estudió durante unos minutos, buscando la mejor manera de descenderse sin tropezar en el intentó. Finalmente, se decantó por dar media vuelta. No había nada que hacer en la parte inferior del laboratorio; ciertamente, en su estado, Jason Bosne no podía hacer nada. Su único deseo era saber qué sucedía fuera y quién era el enemigo que había atacado La Factoría.  
Sin abandonar la segura barandilla, rodeó los aposentos hasta la ventana la ventana detrás del tono. Se puso de puntillas y se pegó a la pared. En los buenos tiempos, la agilidad felina le habría permitido subir al resquicio de la ventana sin ninguna dificultad.
Vio a través del cristal a las bestias combatir unas con otras. No había humanos ni monstruos renacidos por la magia negra de los nigromantes. El enemigo al que se enfrentaban las bestias eran las propias bestias.
Tenues recuerdos, apenas unos cortos de todo este año olvidado, colapsaron la mente del hombre león.
Él lo hizo…. Él manipuló a las bestias para que se matasen entre ellas…. Él lo planeó todo…. Él….
Las puertas del laboratorio se abrieron de golpe. Una figura atravesó toda la primera planta. Jason Bosne se giró, no sin dificultad, para observar de quién se trataba. Lo reconoció y quiso rugirle, saltarle al cuello y matarle. Una bestia matando a otra bestia.
Las carcasas de esqueletos que formaban los ornamentos de la túnica de Amón traqueteaban por cada paso que el traidor daba. Jason Bosne reconoció el brillo, la magia, de los dos objetos que llevaba en las manos: el martillo y el cincel. Debía tratarse de uno de los objetos malditos de Egdeomb. ¿Qué otra cosa podía brillar tanto? ¿Qué otra cosa podía ser tan hermosa?
Los ojos de Jason Bosne resplandecieron a la respuesta de la magia. Sin saber cómo, logró ponerse a cuatro patas. Descendió las escaleras a gran velocidad, corriendo como un auténtico león. Su objetivo, su presa, era Amón.
El hombre perro incrementó la velocidad. Siguió su camino dirección al sótano del laboratorio. Jason Bosne lo persiguió con ansia.

_____________________

Las bestias escucharon el rugido de Jason Bosne. Harambe levantó la cabeza asustó y, acto seguido, se golpeó el pecho como si fuera un tambor.
—Proviene del interior del laboratorio.
El gorila hizo una señal con la mano para que Syl y Asher lo siguieran. No había tiempo para explicaciones. Ambos conocían a Jason Bosne y reconocerían el apuro del león al escuchar su terrible rugido.
Mort, montado en su fiel carnero, y otros integrantes de los rebeldes estaban reunidos frente a las puertas abiertas del laboratorio. Ninguno se atrevía a dar el primer paso. Incluso las manos de Mort, que habían derrotado a gigantes y nigromantes, temblaban. La presencia del cadáver de Vardagen no ayudaba. El hombre lechuzo había sido un importante miembro en la rebelión, inteligente como ninguna otra bestia.
—Supongo que es a vosotros a quienes debemos estar agradecidos — dijo Mort con una sonrisa que ocultaba su verdadera faceta —. ¡Menudo destrozo! Flechas de fuego, espadas de fuego, meteoritos de fuego…. ¡Solo os falta tener cuernos de fuego!
—Fuego no. Luz — corrigió Mao Zedong con vehemencia —. Ra’Lios, Dios de El Sol. Ídolo de la luz y la vida.
El Ro’Lisism hincó la rodilla frente a Ra’Lios. Harambe intervino con primitivos gruñidos a la vez que aporreaba el suelo con los puños. Cogió los brazos de Mao Zedong e hizo que se levantase del suelo.
—¡Levántate! Por culpa de los ídolos estamos donde estamos. Él no es tu Dios, todo lo contrario, es un asesino de Dioses y Reyes. Un legionario sin bandera, la primera espada de cada batalla y, sobre todas aquellas cosas… mi amigo, Asher Daregan.
El gorila abrazó Asher. Estaba asustado y sus brazos temblaban tanto o más que los de Mort. Reconocía la maldad en la magia que recorría el cuerpo de Asher, pero el temor que le provocaban los objetos malditos de Egdecomb era superior a las apariencias físicas.
—Gracias por venir. Has llegado en el mejor momento. Esas bestias de piedra por poco nos matan y si no lo hubieran hecho ellos, lo hubiéramos hecho nosotros — Harambe señaló en dirección de La Nueva Ciudad, donde las bestias se mataban entre ellas sin ninguna razón — Espero que estés preparado para entrar ahí dentro, nosotros no nos atrevemos. Amón nos ha traicionado. Él…. ¿has leído la carta? Entonces ya lo sabes. Sabes qué arma posee y en nombre de quién lucha — apretó los puños.
Asher y Syl entraron en el laboratorio. Harambe, Mort y Mao Zedong les siguieron a una distancia prudencial.

_____________________

Jason Bosne se encontraba inmóvil en el sitio. Toda la energía que había inflado al reconocer con el objeto maldito se había desvanecido al toparse con la última de las creaciones de Amón. El león rugió por segunda vez. Aunque no lo sabían, sus amigos habían acudido en su ayuda.
Amón levantó el martillo y el cincel y los hizo resonar. Las cúpulas que albergaron la sangre de dragón y de las bestias de la factoría estallaron como si alguien las hubiera detonado por dentro. Las columnas colapsaron, dejando paso a la criatura que emergía del fondo de la sala. Lo primero que vieron los héroes fue un enorme hocico achatado de lagartado envuelto en una abundante melena de león. La mandíbula era una colección de colmillos de todos los animales existentes. Dos garras, cada una de una de un animal diferente, se agarraron a los pilares y dieron impulso para que el resto del cuerpo saliese del contenedor donde nació. El largo cuello del dragón traspasó tres pisos hasta conseguir enderezarse por completo.
Era un dragón de piedra caliza atestado de los rasgos de animales; la última creación de Amón, la combinación de la maquinaría de La Factoría con la magia maldita del objeto de Egdecomb.
—Matadlo — dijo Jason Bosne con voz débil. Intentó señalar a Amón, pero tanto parecía que señalase a la bestia que el traidor creó —. Destruid este lugar maldito.

_____________________

* Asher Daregan Es mejor olvidar los sueños fracasados. La Factoría de hombres bestias ha de ser destruida y… a ti te gusta destruir cosas. Haz lo que mejor sabes hacer: mata a la última criatura de Amón, mata a Amón, hazte con el control del martillo y el cincel y destruye La Factoría de hombres bestias.
¿Será suficiente? ¿Con esto se acabará todo? De primeras, sí. No es tarea sencilla.
Adicionalmente, y de moda opcional, deberás sanar a Jason Bosne. Su sabiduría puede ser de utilidad para el futuro de este gran evento. Deberás saber que sus heridas son más graves de lo que parecen en una primera instancia y que no cualquier objeto, poción o artículo de sanación, servirá. Tienes acceso a todo tu inventario, dejo a tu criterio el tratamiento que se ha de realizar a Amón. Tu respuesta en este objetivo traerá consecuencias en el futuro.
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Los ídolos de los Hombres Bestias [Evento Objetos del 19] Empty Re: Los ídolos de los Hombres Bestias [Evento Objetos del 19]

Mensaje  Asher Daregan Jue Ago 13 2020, 00:44


Vardagen había muerto. No tenía tiempo de afrontar la noticia. Aún no. Tenía que evitar que otros muriesen. Evitar que Bosne...

Me mantuve firme. Uno de los hombres mono se arrodilló frente a mi. Los había engañado de nuevo, al parecer. Harambe no parecía muy contento con la idea. Pero no pude evitar sonreír al oír su respuesta.

El abrazo me tomó por sorpresa. Era... extraño. Podía sentir el miedo del gorila, pero me sentía bien. El poder mantenerme firme cuando me necesitaban, el poder hacer algo cuando todo parece perdido...

Si. Por eso había venido.

-Habéis hecho bien. No os preocupéis. Acabaré con esto.- dije, mirándolos a todos. Tenían sus esperanzas puestas en mi. No iba a decepcionarlos. Me di la vuelta y empecé a caminar hacia el laboratorio.

Mientras el fuego volvía a cubrirme y me acercaba más hacia el lugar donde empezó todo, mis pensamientos aún estaban centrados en aquella calidez que sentía en mi pecho. Aquella sensación que me hacía sentir más fuerte que nunca. Aquello que me empujaba a seguir. Chasqueé la lengua y me reí de mi mismo. Era absurdo. Pero aun así...

Quizás pudiese volver a actuar como un héroe, si era por ellos.

[. . .]

-¡Bosne!- exclamé. Corrí hacia él. El dragón se alzaba frente a nosotros, pero aún no nos había visto. El león tenía una pinta horrible. Maldije entre dientes. No podía dejar que Amon escapase, pero era posible que Bosne no sobreviviese a aquello. -¿Syl?- pregunté, más dubitativo.

-Entendido. Me ocuparé de él. Ten cuidado.- respondió el felino. Asentí, agradecido, antes de desabrochar una de las bolsas de mi cinturón y lanzársela. Syl la cogió al vuelo. En ella estaban todos los suministros que tenía para emergencias como aquella.


________________________________


Había muchas cosas mal con el cuerpo de Bosne. Era más ligero de lo que debía. Casi como si hubiese pasado por el portal del Oblivion. Syl resopló. Ambos estaban igual de malditos, al parecer.

Aquello le dio una idea. Sin embargo, se la sacó de la cabeza. No podía sacrificar su cura por otro. No era esa clase de persona. Si fuese Asher, quizás. Por fortuna, quizás no fuese necesario: tenía otras opciones. La bolsa de Asher no tenía tanto como esperaba, pero podía ser suficiente. Además de una poción, tenía el mismo amuleto que había usado para repeler la maldición del olvido temporalmente.

Le había explicado lo que era y como usarlo. Solo para emergencias, pero... aquello bien podía ser una. Empezaría con aquello. Syl colocó el amuleto de Imbar sobre el pecho del hombre león, y este empezó a iluminarse tenuemente. Su pelaje marchito volvía a crecer. Su melena también. Sin embargo, aún tenía heridas serias. Llevó la poción de Asher a los labios del león, haciéndole tragar. Bosne no se resistió.

Aún había más. Aquella maldición podía haber afectado a su mente. Asher... había dicho que el polvo del recuerdo podía ayudar con la memoria. No perdía nada por probarlo. Syl tomó la pequeña bolsa con el polvo que quedaba y lo esparció en torno a la cabeza del león. Jason Bosne tosió, pero sus ojos empezaban a aclararse. [1]

Y finalmente, el resto del grupo llegó, con Harambe frente al resto.

-Ve. Llévatelo fuera. Debería aguantar un rato, pero en cuanto se le pase el efecto, irá a peor.- explicó Syl. El gorila asintió, acercándose a Jason y ayudándolo a levantarse. -...Toma esto. Dáselo cuando estéis a salvo.- añadió, dándole su propia poción curativa a Mao Zedong.

El arbalista alzó su capucha y preparó su ballesta. Tenía algo importante que hacer.


_______________________________________


Todo aquello que había odiado de la Factoría se encontraba allí. Hombres bestia que jugaban a ser humanos. Monstruos que atentaban contra la naturaleza. Un buen sueño, corrompido por los objetos del 19.

Aquello debía acabar. Miré al dragón, determinado. Tenía un plan. El monstruo rugió antes de lanzarse a por mi. Sus garras se encontraron con Nova. Resistí como pude, pero mis brazos aún ardían: la lluvia de meteoritos me había hecho pagar el precio. La otra garra de la bestia me golpeó de lado, derribándome con facilidad.

Di varios tumbos por el suelo antes de hundir a Nova en el suelo para frenarme. El dolor que sentía dejaba claro que había atravesado mi coraza. Miré abajo. Era peor. Parte de esta se había hundido gracias al arañazo. El respirar se me hacía difícil. Iba a tener que hacer algo.

-¡Observa! ¡Observa y conoce tu lugar! ¡No eres ningún dios!- dijo Amon, observando. desde el otro lado de la habitación. Alzó el martillo y el cincel. -¡Los dioses crean! ¡Y yo he hecho todo lo que ves!-

Escupí sangre. El dragón avanzó hacia mi, usando sus enormes garras para arrastrarse a si mismo por el suelo metálico de la Factoría. Por mi parte, había logrado deshacer las correas de la coraza, pero aún no caía. Y el monstruo no parecía dispuesto a darme tiempo. Tiré de la armadura con tanta fuerza como pude. Hubo un crujido, y finalmente, me desprendí de ella.

El dragón intentó aplastarme entre sus fauces. Pero cuando las cerró, ya no estaba ahí.

Reaparecí con un estallido helado, esparciendo escarcha por la cabeza de la bestia. [2] Mis heridas habían desaparecido. Había dejado la armadura de Ra'lios atrás, y con ella, la figura de un dios. Amón tenía razón. No era ningún dios.

Era Asher Daregan.

La energía de Nova se desencadenó por completo, cambiando el color de las llamas que me rodeaban al de un fuego dorado. [3]Impulsado por todo el éter que había reunido, me aparté del alcance del dragón, solo para responder con un tajo directo a su brazo derecho. Nova atravesó la roca y carne como si fuesen papel, sin resistencia alguna. El ser rugió y volvió a atacar.

Pero yo era más rápido. Me lancé una y otra vez, esquivando su colosal cuerpo para luego responder con mi propio asalto. Corte tras corte, el dragón de piedra quedó cubierto de heridas y hendiduras, cicatrices en la roca que separaban su cuerpo. Varios fragmentos cayeron al suelo, inertes. Con cada giro de la bestia, su cola impactaba contra las columnas y paredes de la Factoría, derribándolas.

Pero finalmente, vi mi oportunidad. Trató de morderme de nuevo con sus innumerables colmillos. Con un último impulso alcancé el cuello. La cabeza del dragón cayó al suelo, y el ser no volvió a levantarse.

Jadeé pesadamente, agotado. Sin embargo, me obligué a levantarme. Aún tenía trabajo que hacer. ¿Donde estaba...?

Amón. No podía huir. Empecé a correr, olfateando el aire. El éter del objeto. Podía notarlo, no estaba lejos. Tras recorrer un par de pasillos en el sótano, lo encontré. O más bien, los encontré.

Amón estaba pegado a la pared. El virote de su hombro le había anclado a ella. El martillo y el cincel estaban en el suelo, fuera de su alcance. Syl me miró.

-Ojos en la presa.- dijo simplemente. Asentí, agradecido. -¿Lo quieres tú?-

El chacal no parecía temeroso. Solo... derrotado. Entorné la mirada. Quizás fuese porque era mi congénere, o quizás por el cansancio, pero no me sentía sediento de sangre.

Syl disparó su ballesta, y el corazón de Amón dejó de latir.

Tras recuperar el objeto del 19 y mi armadura, volvimos a la entrada del laboratorio. Había sufrido grandes daños en la pelea. Los meteoritos también habían hecho su parte. Ese sitio ya no era seguro. El metal crujía y amenazaba con derrumbarse en cualquier momento. Debía haber hecho aquello mucho antes.

Reuní toda la energía que me quedaba y apunté con Nova hacia la mayor columna que quedaba. [4] Todo la magia que me rodeaba se concentró en una bola de fuego que, al impactar, provocó una última y gigantesca explosión. La columna cayó destruida, y el Laboratorio 8B empezó a colapsar.


[. . .]


Había sido una noche dolorosa para todos.

Pese a que habíamos ganado, también habíamos perdido mucho. La Factoría no podía sobrevivir a algo como aquello. Muchos habían muerto, Vardagen entre ellos. La fe en los Ídolos había quedado destruida, y yo no podía seguir manteniendo la imagen de Ra'Lios. No era mi lugar, después de todo.

Me senté en el suelo. Las llamas de la Factoría hacían de hoguera esa noche.


________________________________________________________

[1] Curación de Bosne: Syl usa los siguientes objetos.
-Amuleto de Imbar: Para neutralizar temporalmente la maldición del 19 y permitir la curación
-Poción de Salud Concentrada: Lo típico, para curar su herida más grave.
-Polvo del Recuerdo: La idea es usarlo para que recupere sus memorias y/o cordura (y de paso, que recuerde a Asher y Syl). Es el último uso que me queda.
-Otra Poción de Salud Concentrada: Para más curación aún, por si acaso.

[2] Habilidad: Criogénesis
[3] Habilidad: Cenit
[4] Habilidad: Liberación

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Mensaje  Sigel Lun Ago 17 2020, 12:27

Los ojos de Jason Bosne eran un par de lunas intermitentes que se abrían y cerraban lentamente, a la misma velocidad que cobraba consciencia de lo que ocurría a su alrededor. Vio el fuego, vio los edificios de La Factoría ser derruidos por fuego mágico y a los hombres bestias huir, la mayoría apostados sobre las dos patas como lo haría el animal al que hacen referencia.
Jason Bosne estaba en pie, dos pares de manos fuertes lo sostenían por los hombros y lo alejaban del campo de batalla. El león giró la cabeza lentamente y esperó a que sus ojos se abrieran por inercia para poder ver a uno de sus salvadores: un felino encapuchado. No pertenecía a la extinta Factoría, si así fuera lo habría conocido inmediatamente. Bosne necesitó unos segundos para recordar dónde había visto antes el gris hocico y los bigotes que asomaban desde el interior de la capucha.
Se trataba de Syl, el fiel compañero y amigo de Asher. Bosne miró por encima del hombro del felino. Buscó la ballesta que confirmase su identidad. El león no olvidaría un arma tan precisa y bien trabajada como aquella. No encontró la ballesta, supuso que estaría escondida debajo de la espesa capa. En su lugar, se topó con el carcaj colgado en la espalda del felino. La escasez de proyectiles era notable.
El otro de sus salvadores lo reconoció por la voz, por los constantes gruñidos que emitía con la boca entre abierta, en forma de una pequeña o. Harambe, el hombre gorila que se había mantenido a su lado desde los inicios de La Factoría y advertido de los males que llegarían de seguir expandiendo el hogar de las bestias y estudiando la ciencia desconocida para Aerandir.
Era una buena bestia, inteligente como un humano y salvaje como un animal. Bosne lo envidiaba, hacía tiempo que su rugido se había humanizado, no sonaba como el de un león. Harambe, sin embargo, tamborileaba su pecho siguiendo la música de su raza. Era una bestia, pero también un hombre. Quizás fuera el hombre más hombre y la bestia y más bestia de toda La Factoría.
Harambe y Syl dejaron a Jason Bosne sobre un montón de heno apartado donde antes debió estado una granja. Harambe habló con otras bestias que Bosne no pudo ver. Acto seguido, se marchó dejando a Syl solo con el herido.
Una cucaracha negra emergió entre las cerdas y correteó por el torso del león, recorriendo con sus muchas patitas la ruta de cicatrices como si estuviera buscando vestigios de sangre con los que alimentarse. Bosne capturó al insecto con las dos garras y se lo llevó a la boca. Mascó al crujiente animal con la boca abierta, demostrando a Aerandir que el león no había sido derrotado y, sobre todas las cosas, todavía podía cazar.
Jason Bosne introdujo una garra por dentro del heno, buscaba otras cucarachas, todas las que pudiera. Por primera vez, abrió los ojos al completo. Enseguida, apartó la cabeza a un lado evitando encontrase con sus cicatrices y las bolsas de medicinas que Syl dejó en el suelo. Bosne siguió buscando cucarachas. Hacerlas crujir le reanimaba el aliento y el mal sabor de los insectos hacía desaparecer la acidez de las medicinas.  
Syl, y otras bestias que allí se postraban, se tornaron a contemplar al recuperado león. Aún convaleciente y con la cabeza ida, movía las manos con presteza. Agitaba los pesados fardos de paja y capturaba veloces cucarachas con una maestría innata.
Se recuperará. Jason Bosne se recuperará. Todavía existía un mínimo de esperanza.
Harambe regresó al lugar tan pronto como le avisaron acompañado por otras bestias, todas conocidas para Bosne.
Las manazas del gorila hicieron algo impropio, aplaudieron.

_____________________

* Asher Daregan Después de un tiempo considerado de rehabilitación, Jason Bosne consiguió recuperar gran parte de sus heridas. Mantiene un vestigio de frívolo temor por los objetos malditos de Egdecomb y las muchas muertes que han dejado a su paso.
Bosne promete hacer todo lo que se encuentre en sus garras por sanar la herida que abrió inconscientemente. El frasco del nonato, el bastón de Haliman, y ahora el martillo y cincel, han traen la desgracia allá por donde van. Obligan a sus portadores a dirigir falsas promesas utópicas bañadas en malicia. El polvo del recuerdo evita que Jason Bosne caiga de nuevo en la trampa de los objetos. Piensa en formar un campamento donde dará auxilio y medicinas a quien lo necesite. Todos son bienvenidos. Humanos incluidos.
El león reconoce que el martillo y cincel serían buenas herramientas para el campamento, pero no pedirá a Asher que se quede a su lado. Es obligación del que fue guardián, centinela y mercenario, y del que es amigo, tomar una decisión. El destino del objeto maldito de Egdecomb está en sus manos. Así se lo dice Bosne mirando el malvado fulgor que emiten los objetos del 19 y que solo quienes los han poseído pueden conocer. ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).

* Recompensa:
5 puntos de experiencia
50 aeros.

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