El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
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El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
Llegaron desde el norte.
No se molestaron en ocultarse, más allá del amparo que les ofrecía la noche del norte. Tampoco habría sido fácil ocultar sus gigantescos cuerpos.
Pronto fue evidente que el rugido que se había escuchado por todo el complejo no era del Volcán, sino suyo. Las tres enormes figuras volaban en línea recta hacia el Volcán, anunciando su llegada, como si fueran una visita esperada, deseada.
Desde las torres de guardia se dio la voz de alarma, aunque a esas alturas, todo el complejo estaba en movimiento. Primero la explosión, el temblor después… y ahora, un ataque. A pesar del ensayado protocolo, las torres arcanas no respondieron a la llegada de los intrusos.
El primer batallón de dragones elementales salió volando de las torres noroccidentales, dispuestos a enfrentar el peligro. Para su sorpresa, otro batallón alzó el vuelo desde la zona de los talleres. ¿Había soldados estacionados allí? Pronto descubrirían que no de los suyos, pues los ágiles dragones dibujaron un arco en el aire para ir a enfrentarse al primer batallón, cuyos miembros, tomados por sorpresa, se defendieron como pudieron.
—¡Traidores! —rugió la capitana Friddel que, terminando de ajustarse la armadura, corría por el complejo organizando la defensa.
No tardaría en descubrir que aquellos no eran los únicos, pues había pequeños grupos de ellos repartidos por el lugar. ¿Cómo hemos llegado a esto?, se preguntaría mientras sacaba el látigo para defenderse de dos de sus propios soldados.
Edna Vattana, que había salido corriendo hacia la torre arcana más cercana para averiguar por qué no se había activado, también se vio obligada a enfrentarse a varios de sus arcanistas. Rodeada, sonrió con ironía, invocando el fuego. Sospechaba cuál sería la causa del fallo, pero iba a tener que luchar si quería repararlo.
—¡Oh, no, Ohm! —había dicho Toriel tras oír la explosión.
Ohm, ese nombre que a Gol’then le dolía aún más que el de Hartem, que el de Randall Flagg. A él no podía mirarlo con odio, no podía gritarle y demandarle… ¿qué? Todo lo que había hecho había sido ofrecer apoyo a la mujer que amaba cuando él mismo no había podido hacerlo.
Y por eso, se encaminó con ella al lugar de la explosión. Por eso, se enfrentó a su lado a aquellos que quisieron impedirles el paso. Con el hacha entre sus manos, sintiendo la furia del combate, podía acallar un poquito el dolor de su corazón.
Los cuatro Catedráticos salieron juntos a la fría noche del norte, en busca de la causa de aquel estado de alarma. El mismo Randall Flagg debía ser el causante, ¿quién si no? Y ¿qué clase de ejército habría traído para hacerse con el Volcán?
Sin embargo, no vieron llegar al Nigromante, sino a tres enormes Dragones que se acercaron a la boca del Volcán, indiferentes a la lucha que tenía lugar a su alrededor y a la enorme cantidad de humo que brotaba del cráter, y se posaron cada uno en una de las tres torres centrales que aún quedaban en pie. Tres Dragones a los que Lovelace y Hartem ya habían visto antes. En Dundarak, en el juicio de Eltrant Tale.
—Reikiavik. Akrannes. Oulu —volvieron a presentarse como en aquella ocasión, al unísono, sin abrir la boca—. Venimos a por lo que es nuestro. Declaramos que este Volcán es nuestro.
Como solía ser habitual, Hartem fue el primero en reaccionar. Había leído la carta de Friddel y sabía para qué querían los falsos Ancestrales el éter del Volcán. No iba a permitírselo.
—Buscad a la jodida chica, es hora de destruir esa mierda —dijo, justo antes de que una columna de roca ascendiera desde el suelo, alzándolo hasta ponerlo a la altura de los tres Dragones.
Desde allí, arrancó con su poder todas las tejas de ladrillo cocido que cubrían los techados de los barracones, nadie los necesitaría ya después de aquella noche, y los unió en el aire, dándoles la forma de un ave gigantesca que se lanzó al vuelo contra el primero de los grandes Dragones, que llevaba un ominoso Cuerno colgando del cuello.
Rápida en el apoyo a su colega, Meitner formó un vendaval de aire cortante que acompañó al ave de adobe, fortaleciendo su poder de ataque. Rutherford, por su parte, alzó un escudo telequinético frente a su impulsivo compañero, que se había puesto a sí mismo en el punto de mira, mientras que Lovelace salía en busca de Melody preguntándose si merecía la pena arriesgar tantas vidas destruyendo el Volcán sin preparación previa. Eso, si es que lo lograban, pues la maestra no tardó en verse rodeada de un grupo dispuesto a defender los derechos de los recién llegados contra la oposición extranjera.
Sin embargo, no era la única que buscaba a Melody, pues Kira, angustiada por la creciente violencia a su alrededor e ignorada por todos a su paso, recorría el complejo con un claro objetivo en mente: encontrar a Melody y protegerla a cualquier precio.
Pero no fue la suya la cara que vieron aproximarse Melody y Aradia, sino una cara de sapo que ambas reconocieron enseguida, aunque resultaba visiblemente distinta tanto de la estatuilla, como de aquel al que Aradia diera por muerto tiempo atrás.
No se había equivocado la elfa, pues muerto estaba. Lo que se presentó ante ellas era la versión a medio descomponer de lo que un día fue Nate Halliman, vuelto a una suerte de vida por el poder del Hombre Muerto. De su cinturón, colgaban un Martillo y un Cincel, similares a los que portaba la estatuilla.
—Hola, mi jofa —dijo con voz rota y una macabra sonrisa—. ¿No creerías que podías esconderte de mí llevándome tan cerca, cierto?
Mientras tanto, en lo que quedaba del almacén, un Ohm algo magullado, pero vivo, se asomaba al enorme agujero que había quedado tras el extraño derrumbe.
—La cosa se ha puesto fea —anunció a sus compañeros.
En el exterior de su habitación, ahora sin techo, Zeuger había perdido toda esperanza de encontrar a su compañero consejero con vida. Dirigió una breve mirada resignada a Xana, recuperó su espada y se preparó para una batalla más.
Bien, ¿era Destino quien quería enfrentarse a un Dragón? ¡Deseo concedido!
La situación está como la ven: tres inmensos Dragones, engordados por el éter del magma maldito, como lo estuvo Thariza en su día, que se creen dioses y son adorados como tales por buena parte de los actuales residentes en el Extractor han llegado para quedarse. Sus seguidores están dispuestos a matar a cualquiera que ose impedírselo. Por supuesto, la gente que protege el Extractor, así como los Catedráticos del Hekshold harán todo lo posible por impedírselo.
En cuestión de Objetos Malditos, el Cofre de los deseos ha sido curiosamente destruído, pero aún hay otros cuatro en el lugar: el Volcán, que anda inquieto tras la destrucción del Cofre, el Martillo y Cincel, en posesión de Nate Halliman; el Cuerno de Nudith, en posesión de Reikiavik, uno de los “Ancestrales” y el Collar de Cuentas, del que solo Zeuger conoce su ubicación exacta, ahora que Krimmer ha muerto.
Y Melody se encuentra con Aradia… y con Nate Halliman, uno de los últimos discípulos del Hombre Muerto que, al igual que su amo, ya no está tan muerto como una vez lo estuvo. No ha utilizado su poder, gracias a Aradia, así que sigue siendo “adulta”.
Puesto que son poquitos y hay mucho en juego, en esta ronda final, haremos algo un poco diferente. Tendrán de plazo hasta el domingo día 28 de agosto (incluido). En ese periodo, podrán postear tantas veces como estimen conveniente. No habrá que respetar turno de posteo, siempre que la misma persona no postee dos veces seguidas.
Tanto si quieren huir, como luchar o algo más alocado, planifíquenlo entre ustedes y muéstrenme de lo que son capaces. Pueden hacer uso de todos los PNJs en juego y, de hecho, les recomiendo que lo hagan. Para cualquier duda, me tienen disponible por MP.
Una cosa más: cada uno de ustedes deberá lanzar una runa. No representará su suerte, sino la de los cuatro Catedráticos del Hekshold. Aradia tirará por Meitner; Rauko, por Hartem; Destino marcará el ídem de Lovelace y la suerte de Rutherford quedará en manos de Zelas.
Habrán visto que yo también he lanzado una runa, representa a Edna Vattana y Tarama Friddel. La suerte de otros PNJs en juego ya ha sido afectada por las decisiones que han tomado en el transcurso del evento.
Estoy deseando leerlos.
No se molestaron en ocultarse, más allá del amparo que les ofrecía la noche del norte. Tampoco habría sido fácil ocultar sus gigantescos cuerpos.
Pronto fue evidente que el rugido que se había escuchado por todo el complejo no era del Volcán, sino suyo. Las tres enormes figuras volaban en línea recta hacia el Volcán, anunciando su llegada, como si fueran una visita esperada, deseada.
Desde las torres de guardia se dio la voz de alarma, aunque a esas alturas, todo el complejo estaba en movimiento. Primero la explosión, el temblor después… y ahora, un ataque. A pesar del ensayado protocolo, las torres arcanas no respondieron a la llegada de los intrusos.
El primer batallón de dragones elementales salió volando de las torres noroccidentales, dispuestos a enfrentar el peligro. Para su sorpresa, otro batallón alzó el vuelo desde la zona de los talleres. ¿Había soldados estacionados allí? Pronto descubrirían que no de los suyos, pues los ágiles dragones dibujaron un arco en el aire para ir a enfrentarse al primer batallón, cuyos miembros, tomados por sorpresa, se defendieron como pudieron.
—¡Traidores! —rugió la capitana Friddel que, terminando de ajustarse la armadura, corría por el complejo organizando la defensa.
No tardaría en descubrir que aquellos no eran los únicos, pues había pequeños grupos de ellos repartidos por el lugar. ¿Cómo hemos llegado a esto?, se preguntaría mientras sacaba el látigo para defenderse de dos de sus propios soldados.
Edna Vattana, que había salido corriendo hacia la torre arcana más cercana para averiguar por qué no se había activado, también se vio obligada a enfrentarse a varios de sus arcanistas. Rodeada, sonrió con ironía, invocando el fuego. Sospechaba cuál sería la causa del fallo, pero iba a tener que luchar si quería repararlo.
—¡Oh, no, Ohm! —había dicho Toriel tras oír la explosión.
Ohm, ese nombre que a Gol’then le dolía aún más que el de Hartem, que el de Randall Flagg. A él no podía mirarlo con odio, no podía gritarle y demandarle… ¿qué? Todo lo que había hecho había sido ofrecer apoyo a la mujer que amaba cuando él mismo no había podido hacerlo.
Y por eso, se encaminó con ella al lugar de la explosión. Por eso, se enfrentó a su lado a aquellos que quisieron impedirles el paso. Con el hacha entre sus manos, sintiendo la furia del combate, podía acallar un poquito el dolor de su corazón.
Los cuatro Catedráticos salieron juntos a la fría noche del norte, en busca de la causa de aquel estado de alarma. El mismo Randall Flagg debía ser el causante, ¿quién si no? Y ¿qué clase de ejército habría traído para hacerse con el Volcán?
Sin embargo, no vieron llegar al Nigromante, sino a tres enormes Dragones que se acercaron a la boca del Volcán, indiferentes a la lucha que tenía lugar a su alrededor y a la enorme cantidad de humo que brotaba del cráter, y se posaron cada uno en una de las tres torres centrales que aún quedaban en pie. Tres Dragones a los que Lovelace y Hartem ya habían visto antes. En Dundarak, en el juicio de Eltrant Tale.
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—Reikiavik. Akrannes. Oulu —volvieron a presentarse como en aquella ocasión, al unísono, sin abrir la boca—. Venimos a por lo que es nuestro. Declaramos que este Volcán es nuestro.
Como solía ser habitual, Hartem fue el primero en reaccionar. Había leído la carta de Friddel y sabía para qué querían los falsos Ancestrales el éter del Volcán. No iba a permitírselo.
—Buscad a la jodida chica, es hora de destruir esa mierda —dijo, justo antes de que una columna de roca ascendiera desde el suelo, alzándolo hasta ponerlo a la altura de los tres Dragones.
Desde allí, arrancó con su poder todas las tejas de ladrillo cocido que cubrían los techados de los barracones, nadie los necesitaría ya después de aquella noche, y los unió en el aire, dándoles la forma de un ave gigantesca que se lanzó al vuelo contra el primero de los grandes Dragones, que llevaba un ominoso Cuerno colgando del cuello.
Rápida en el apoyo a su colega, Meitner formó un vendaval de aire cortante que acompañó al ave de adobe, fortaleciendo su poder de ataque. Rutherford, por su parte, alzó un escudo telequinético frente a su impulsivo compañero, que se había puesto a sí mismo en el punto de mira, mientras que Lovelace salía en busca de Melody preguntándose si merecía la pena arriesgar tantas vidas destruyendo el Volcán sin preparación previa. Eso, si es que lo lograban, pues la maestra no tardó en verse rodeada de un grupo dispuesto a defender los derechos de los recién llegados contra la oposición extranjera.
Sin embargo, no era la única que buscaba a Melody, pues Kira, angustiada por la creciente violencia a su alrededor e ignorada por todos a su paso, recorría el complejo con un claro objetivo en mente: encontrar a Melody y protegerla a cualquier precio.
Pero no fue la suya la cara que vieron aproximarse Melody y Aradia, sino una cara de sapo que ambas reconocieron enseguida, aunque resultaba visiblemente distinta tanto de la estatuilla, como de aquel al que Aradia diera por muerto tiempo atrás.
No se había equivocado la elfa, pues muerto estaba. Lo que se presentó ante ellas era la versión a medio descomponer de lo que un día fue Nate Halliman, vuelto a una suerte de vida por el poder del Hombre Muerto. De su cinturón, colgaban un Martillo y un Cincel, similares a los que portaba la estatuilla.
—Hola, mi jofa —dijo con voz rota y una macabra sonrisa—. ¿No creerías que podías esconderte de mí llevándome tan cerca, cierto?
Mientras tanto, en lo que quedaba del almacén, un Ohm algo magullado, pero vivo, se asomaba al enorme agujero que había quedado tras el extraño derrumbe.
—La cosa se ha puesto fea —anunció a sus compañeros.
En el exterior de su habitación, ahora sin techo, Zeuger había perdido toda esperanza de encontrar a su compañero consejero con vida. Dirigió una breve mirada resignada a Xana, recuperó su espada y se preparó para una batalla más.
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Bien, ¿era Destino quien quería enfrentarse a un Dragón? ¡Deseo concedido!
La situación está como la ven: tres inmensos Dragones, engordados por el éter del magma maldito, como lo estuvo Thariza en su día, que se creen dioses y son adorados como tales por buena parte de los actuales residentes en el Extractor han llegado para quedarse. Sus seguidores están dispuestos a matar a cualquiera que ose impedírselo. Por supuesto, la gente que protege el Extractor, así como los Catedráticos del Hekshold harán todo lo posible por impedírselo.
En cuestión de Objetos Malditos, el Cofre de los deseos ha sido curiosamente destruído, pero aún hay otros cuatro en el lugar: el Volcán, que anda inquieto tras la destrucción del Cofre, el Martillo y Cincel, en posesión de Nate Halliman; el Cuerno de Nudith, en posesión de Reikiavik, uno de los “Ancestrales” y el Collar de Cuentas, del que solo Zeuger conoce su ubicación exacta, ahora que Krimmer ha muerto.
Y Melody se encuentra con Aradia… y con Nate Halliman, uno de los últimos discípulos del Hombre Muerto que, al igual que su amo, ya no está tan muerto como una vez lo estuvo. No ha utilizado su poder, gracias a Aradia, así que sigue siendo “adulta”.
Puesto que son poquitos y hay mucho en juego, en esta ronda final, haremos algo un poco diferente. Tendrán de plazo hasta el domingo día 28 de agosto (incluido). En ese periodo, podrán postear tantas veces como estimen conveniente. No habrá que respetar turno de posteo, siempre que la misma persona no postee dos veces seguidas.
Tanto si quieren huir, como luchar o algo más alocado, planifíquenlo entre ustedes y muéstrenme de lo que son capaces. Pueden hacer uso de todos los PNJs en juego y, de hecho, les recomiendo que lo hagan. Para cualquier duda, me tienen disponible por MP.
Una cosa más: cada uno de ustedes deberá lanzar una runa. No representará su suerte, sino la de los cuatro Catedráticos del Hekshold. Aradia tirará por Meitner; Rauko, por Hartem; Destino marcará el ídem de Lovelace y la suerte de Rutherford quedará en manos de Zelas.
Habrán visto que yo también he lanzado una runa, representa a Edna Vattana y Tarama Friddel. La suerte de otros PNJs en juego ya ha sido afectada por las decisiones que han tomado en el transcurso del evento.
Estoy deseando leerlos.
- PNJs relevantes:
- Tarama Friddel, Caballero dragón, Fuego 7 y Armas Flexibles 5
Edna Vattana, Bruja de fuego 7
Consejero Zeuger Caballero dragón, Agua 6 y Espada 5
Ohm, Combate con Armas a dos manos (mandoble) 5
Toriel, Defensa 5, Combate con Armas (espada y escudo) 4
Gol’thien, Combate con Armas a dos manos (hacha de batalla) 6
Ada Lovelace, Magia de agua 7, Maestra alquimista
Ernest Rutherford, Telequinesis 9, Elocuencia 8
Heck Hartem, Magia de tierra 8, Maestro herrero
Lise Meitner, Magia de aire 8, Maestra arcanista
Kira, sin habilidades especiales
Melody, sin habilidades especiales (salvo destruir Objetos Malditos)
Nate Halliman, le asisten dos esculturas de piedra de metro veinte de alto, animadas por su Objeto Maldito
Reikiavik, Akrannes y Oulu, dragones elementales de Tierra, Aire y Agua respectivamente. El primero lleva el Cuerno de Nudith a modo de trofeo, puesto que no cree necesitarlo. Nivel 10 de Talento para cada uno.
No olviden que pueden consultar el plano del Extractor [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Fehu
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El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
El miembro 'Fehu' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
El sonido de la barrera de hexágonos formándose y posteriormente quebrándose resonó al mismo tiempo que el cofre de los deseos exploto y el Hazelas Fulanito salió volando cerca de la entrada del almacén como todos los que estaban ahí -Ay.. Supongo que era demasiado bueno para ser verdad.... Por cierto, ¿Quién era esa elfa?- pregunto mientras se acomodaba cerca de Rauko de quien había caído cerca, lo palpo para asegurarse que fuera tangible y por suerte su entrepierna seguía tan firme como suponía(?) siguió palpando y encontró un pequeño frasco entre sus ropas, lo observo un momento y bebió del contenido al reconocer de que trataba -Gracias, esto pagara por el dulce-(1) exclamo mientras intentaba asimilar que era lo que realmente estaba sucediendo.
-La cosa se ha puesto fea-
Exclamaría Ohm al momento que dragones mas grandes de los que había visto jamás en su vida aparecieron para acercarse a las fauces del volcán el cual tenia una columna de humo peligrosamente alta y activa, Hazel se levanto y ayudo a su peliblanco amigo a hacer lo mismo, observo que Destino y Ohm se encontraran bien y entonces todo comenzó a empeorar, eran muchos dragones, dragones por doquier matándose los unos a los otros -Debemos buscar a Aradia tiene mucha mala suerte y estoy seguro que Nousis debe tener la culpa de alguna forma que desconozco- Mientras se movía para esquivar el cadaver de un caballero dragón que venia cayendo intento pensar en que lugar se podría encontrar su hermana menor en ese momento, cuando vio que una enorme ave hecha con materiales de construcción se alzaba para combatir a los dragones, un escalofrió recorrió su cuerpo al pensar que su hermana podría estar allá, no, sabiendo la suerte que tenia, aquello era una certeza.
-Tengo mas malas noticias-
-Ya se ha ido todo a la mierda-
-Si pero mi hermana me pago para ayudarle con este asunto y me temo que esta allá-
Cozelas Fulanosme entonces apunto hacia donde estaba ocurriendo todo el desmadre y la trompa del mamut se levanto apuntando a la boca del volcán y se dejo caer en evidente decepción, por suerte la vaca y el vaco(?) habían llegado a apoyar al grupo.
¡Ohm!, pensaba que te había perdido exclamaría Toriel abrazando a su marido en frente de su ex-esposo, Ohm le correspondería el gesto y por un breve momento el amor que aquellos dos se tenían eclipso el caótico momento que estaban experimentando, Gol'then aparto la mirada evidentemente dolido y Halosme Funazelas rompió el hechizo al decir -Vaya esos si que son cuernos-
-¿De verdad planean ir a ese lugar?-
-Si, podre ser un mentiroso, un estafador, un mal hermano, un actor porno, pero jamás abandonare un trabajo por el cual ya me pagaron-
-Te ayudaremos, algo me dice que hay mas objetos malditos en ese lugar-
-Vamos a matar a esos malditos dragones del hombre muerto!-
El rubio esbozo una sonrisa, así nadie notaria que estaba que se cagaba del miedo.
OFF: habs objetos y cosas.
1_Le robo a Rauko una poción de salud que el me autorizo a robar
pd: olvide tirar la runa asi que borre y envie el post de nuevo XD
-La cosa se ha puesto fea-
Exclamaría Ohm al momento que dragones mas grandes de los que había visto jamás en su vida aparecieron para acercarse a las fauces del volcán el cual tenia una columna de humo peligrosamente alta y activa, Hazel se levanto y ayudo a su peliblanco amigo a hacer lo mismo, observo que Destino y Ohm se encontraran bien y entonces todo comenzó a empeorar, eran muchos dragones, dragones por doquier matándose los unos a los otros -Debemos buscar a Aradia tiene mucha mala suerte y estoy seguro que Nousis debe tener la culpa de alguna forma que desconozco- Mientras se movía para esquivar el cadaver de un caballero dragón que venia cayendo intento pensar en que lugar se podría encontrar su hermana menor en ese momento, cuando vio que una enorme ave hecha con materiales de construcción se alzaba para combatir a los dragones, un escalofrió recorrió su cuerpo al pensar que su hermana podría estar allá, no, sabiendo la suerte que tenia, aquello era una certeza.
-Tengo mas malas noticias-
-Ya se ha ido todo a la mierda-
-Si pero mi hermana me pago para ayudarle con este asunto y me temo que esta allá-
Cozelas Fulanosme entonces apunto hacia donde estaba ocurriendo todo el desmadre y la trompa del mamut se levanto apuntando a la boca del volcán y se dejo caer en evidente decepción, por suerte la vaca y el vaco(?) habían llegado a apoyar al grupo.
¡Ohm!, pensaba que te había perdido exclamaría Toriel abrazando a su marido en frente de su ex-esposo, Ohm le correspondería el gesto y por un breve momento el amor que aquellos dos se tenían eclipso el caótico momento que estaban experimentando, Gol'then aparto la mirada evidentemente dolido y Halosme Funazelas rompió el hechizo al decir -Vaya esos si que son cuernos-
-¿De verdad planean ir a ese lugar?-
-Si, podre ser un mentiroso, un estafador, un mal hermano, un actor porno, pero jamás abandonare un trabajo por el cual ya me pagaron-
-Te ayudaremos, algo me dice que hay mas objetos malditos en ese lugar-
-Vamos a matar a esos malditos dragones del hombre muerto!-
El rubio esbozo una sonrisa, así nadie notaria que estaba que se cagaba del miedo.
OFF: habs objetos y cosas.
1_Le robo a Rauko una poción de salud que el me autorizo a robar
pd: olvide tirar la runa asi que borre y envie el post de nuevo XD
Zelas Hazelmere
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
El miembro 'Zelas Hazelmere' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
♆✧ Xana haciendo nada
De un momento a otro, todo se hizo parecido a un día cualquiera en la Torre Infinita. Xana, viendo el caos, más apesadumbrada que aterrada, se preguntaba si había tenido algún sentido lo que había hecho hasta ese momento en la isla, si algo podría haber cambiado aquel desenlace.
Zeuger no se detuvo a reflexionar en un momento como ese. Una vez recuperada su espada, salió… o, tomando en cuenta deplorable estado de su habitación, sería más correcto decir que Zeuger entró al pasillo. Xana salió del ensimismamiento y la siguió.
–¿A dónde vamos? –le preguntó a la dragona, esperando que hubiera algún plan milagroso que escapaba de su imaginación.
–Dijiste que preferías usar los objetos antes que destruirlos –respondió con tono mesurado, sin detenerse, con sus ojos atentos a cualquier amenaza–. Este es el momento de usar nuestro mayor recurso para lidiar con los verdaderos enemigos –añadió, haciendo que Xana alzara un poco las cejas.
–¿Ese recurso es…? –Ya sabía qué era.
El collar de Cuentas, uno de los objetos más poderosos entre los 19. Quizás no sería capaz de afectar a los dragones colosales, pero tal vez a sus seguidores… Aun así, aunque brindó un alivio fugaz a Xana, pronto su lado «heroico» le hizo cuestionarse qué tan moral sería modificar los recuerdos de las personas para obligarlos a actuar de un modo distinto por conveniencia.
De pronto el techo se desmoronó y fue arrastrado en la vorágine de elementos y guerreros que surcaban el cielo, donde, entre truenos, guturales gritos de guerra, lamentos y desesperación, en cada segundo algo era incinerado, electrificado, aplastado, mutilado, ahogado, reventado, dando lugar a grotescas lluvias de objetos rotos, líquidos sanguinolentos y partes de cuerpos de dragones.
Y unos tres caballeros aparecieron en el fondo del pasillo, ensuciados y heridos, con los ojos muy abiertos como si temieran a una muerte segura si parpadeaban. Al notar a las dos mujeres, empuñaron sus armas y emprendieron una carrera hacia ellas, sin ocultar sus intenciones homicidas.
Zeuger clavó la espada en el suelo y varias estacas de hielo emergieron bajo los caballeros, atravesando sus piernas, sujetándolos a aquel sitio y desencadenando alaridos terribles. Zeuger no dudó en abalanzarse y decapitar al primero, atravesar el cráneo de otro con una esquirla de hielo y, ante la mirada y súplicas del último sobreviviente, blandir la espada para acabar el trabajo.
Aquello era muy diferente a las aventuras infantiles en las que solía estar Xana. Esta vez el mal no lo representaba alguna criatura de otra dimensión sin redención ni algunos criminales ridículos fáciles de neutralizar. Era una guerra, no un cuento de héroes y villanos. Sus ideales pacifistas no tenían cabida en este escenario. Una vez dentro del campo de batalla, recorrer un camino en el que se pueda «salvar» el alma es absurdo cuando la única recompensa a la que se puede aspirar es sobrevivir.
Zeuger, con expresión inescrutable, rozó los dedos de una mano sobre el estandarte de Dundarak en una de las armaduras de los difuntos. Luego se separó de él y miró a Xana, que no se había movido desde que el techo se fue.
–Si no estás lista para esto, deberías ir a un sitio seguro –recomendó la dragona, sin emoción en su voz.
Xana negó con la cabeza.
–No –dijo, un poco más bajo de lo que quería–, solo necesitaba un momento para… prepararme. –Avanzó, con una firmeza en sus pasos que contrastaba con la duda en su corazón–. Sigamos.
Zeuger no se detuvo a reflexionar en un momento como ese. Una vez recuperada su espada, salió… o, tomando en cuenta deplorable estado de su habitación, sería más correcto decir que Zeuger entró al pasillo. Xana salió del ensimismamiento y la siguió.
–¿A dónde vamos? –le preguntó a la dragona, esperando que hubiera algún plan milagroso que escapaba de su imaginación.
–Dijiste que preferías usar los objetos antes que destruirlos –respondió con tono mesurado, sin detenerse, con sus ojos atentos a cualquier amenaza–. Este es el momento de usar nuestro mayor recurso para lidiar con los verdaderos enemigos –añadió, haciendo que Xana alzara un poco las cejas.
–¿Ese recurso es…? –Ya sabía qué era.
El collar de Cuentas, uno de los objetos más poderosos entre los 19. Quizás no sería capaz de afectar a los dragones colosales, pero tal vez a sus seguidores… Aun así, aunque brindó un alivio fugaz a Xana, pronto su lado «heroico» le hizo cuestionarse qué tan moral sería modificar los recuerdos de las personas para obligarlos a actuar de un modo distinto por conveniencia.
De pronto el techo se desmoronó y fue arrastrado en la vorágine de elementos y guerreros que surcaban el cielo, donde, entre truenos, guturales gritos de guerra, lamentos y desesperación, en cada segundo algo era incinerado, electrificado, aplastado, mutilado, ahogado, reventado, dando lugar a grotescas lluvias de objetos rotos, líquidos sanguinolentos y partes de cuerpos de dragones.
Y unos tres caballeros aparecieron en el fondo del pasillo, ensuciados y heridos, con los ojos muy abiertos como si temieran a una muerte segura si parpadeaban. Al notar a las dos mujeres, empuñaron sus armas y emprendieron una carrera hacia ellas, sin ocultar sus intenciones homicidas.
Zeuger clavó la espada en el suelo y varias estacas de hielo emergieron bajo los caballeros, atravesando sus piernas, sujetándolos a aquel sitio y desencadenando alaridos terribles. Zeuger no dudó en abalanzarse y decapitar al primero, atravesar el cráneo de otro con una esquirla de hielo y, ante la mirada y súplicas del último sobreviviente, blandir la espada para acabar el trabajo.
Aquello era muy diferente a las aventuras infantiles en las que solía estar Xana. Esta vez el mal no lo representaba alguna criatura de otra dimensión sin redención ni algunos criminales ridículos fáciles de neutralizar. Era una guerra, no un cuento de héroes y villanos. Sus ideales pacifistas no tenían cabida en este escenario. Una vez dentro del campo de batalla, recorrer un camino en el que se pueda «salvar» el alma es absurdo cuando la única recompensa a la que se puede aspirar es sobrevivir.
Zeuger, con expresión inescrutable, rozó los dedos de una mano sobre el estandarte de Dundarak en una de las armaduras de los difuntos. Luego se separó de él y miró a Xana, que no se había movido desde que el techo se fue.
–Si no estás lista para esto, deberías ir a un sitio seguro –recomendó la dragona, sin emoción en su voz.
Xana negó con la cabeza.
–No –dijo, un poco más bajo de lo que quería–, solo necesitaba un momento para… prepararme. –Avanzó, con una firmeza en sus pasos que contrastaba con la duda en su corazón–. Sigamos.
☬❈✾ Rauko protector
El objeto maldito debió tener de nombre «El Cofre de las Estafas», porque vaya porquería resultó ser. Lo único que hizo fue explotar y luego todo empeoró a niveles divinos.
Quien se parecía a Zelas, por motivos insospechados, decidió descubrir algo que se ocultaba en mi pantalón y beber su contenido. Entonces yo estaba durísimo gracias a que me manosearon elfos mágicos y nada podría herirme.
–De nada –dije, sin estar seguro de qué era lo que debía responderle.
Tras reincorporarme con ayuda del parecido a Zelas, tomé mi espada y, mientras el resto se distraía con reencuentros y cuernos conmovedores e incómodos, aproveché para asesinar a los caballeros dragón con los que había luchado antes, pues nadie más había pensado en terminar lo que empecé, y tomé prestada una de sus espadas.
«Aradia está con Melody», recordé cuando se mencionó a la elfa. «Si Melody muere, perdemos», supuse, sintiendo una urgencia creciente.
–No se diga más –dije mientras partía rumbo a donde sea que decían que estaba Aradia–. Vamos a salvarla.
«Salvar a Melody para lanzarla al volcán y que todo les explote en la cara a los dragones gigantes», pasó por mi mente, antes de considerar lo insensato que sonaba ese plan.
Y emprendí el viaje a través de caminos que prefiero no detallar demasiado. Conmigo guiando al grupo, sorteamos cuanto pudimos a los distintos grupos enemigos, pues no quería perder tiempo en pequeñas luchas. No obstante, una vez avanzado un largo trecho, salimos de un pasillo y vimos el campo abierto que debíamos cruzar para llegar al siguiente punto seguro, y ese campo era golpeado por residuos brutales del colosal choque de fuerzas de la naturaleza conjurado por catedráticos y falsos dioses, a pesar de la distancia a la que ellos se encontraban.
–Zelas, te dije que por aquí no era –intenté bromear. Di la vuelta y vi a un grupo de caballeros dragón venir hacia nosotros por el pasillo, complicando lo de regresar por donde vinimos–. Sabía que debía girar a la izqui… –Me calló un estruendoso golpe detrás de mi cabeza que me entumeció por un momento y casi me derriba. Me giré sobándome la zona golpeada–. ¿Y eso qué fue?
–Fue un rayo –balbuceó el mamut, perplejo y colmilludo.
–Ah, vaya… –musité, sorprendido–. Pero mi dureza no durará mucho, así que…
Y antes de poder pensar en cómo gozar de mi invencibilidad momentánea, el toro me levantó y me mantuvo sobre él.
–No hay tiempo que perder entonces –sentenció–. Hay que avanzar. ¡Todos, detrás de mí!
Y lideró la carrera usándome de escudo contra la tempestad hasta alcanzar nuestro destino inmediato.
Quien se parecía a Zelas, por motivos insospechados, decidió descubrir algo que se ocultaba en mi pantalón y beber su contenido. Entonces yo estaba durísimo gracias a que me manosearon elfos mágicos y nada podría herirme.
–De nada –dije, sin estar seguro de qué era lo que debía responderle.
Tras reincorporarme con ayuda del parecido a Zelas, tomé mi espada y, mientras el resto se distraía con reencuentros y cuernos conmovedores e incómodos, aproveché para asesinar a los caballeros dragón con los que había luchado antes, pues nadie más había pensado en terminar lo que empecé, y tomé prestada una de sus espadas.
«Aradia está con Melody», recordé cuando se mencionó a la elfa. «Si Melody muere, perdemos», supuse, sintiendo una urgencia creciente.
–No se diga más –dije mientras partía rumbo a donde sea que decían que estaba Aradia–. Vamos a salvarla.
«Salvar a Melody para lanzarla al volcán y que todo les explote en la cara a los dragones gigantes», pasó por mi mente, antes de considerar lo insensato que sonaba ese plan.
Y emprendí el viaje a través de caminos que prefiero no detallar demasiado. Conmigo guiando al grupo, sorteamos cuanto pudimos a los distintos grupos enemigos, pues no quería perder tiempo en pequeñas luchas. No obstante, una vez avanzado un largo trecho, salimos de un pasillo y vimos el campo abierto que debíamos cruzar para llegar al siguiente punto seguro, y ese campo era golpeado por residuos brutales del colosal choque de fuerzas de la naturaleza conjurado por catedráticos y falsos dioses, a pesar de la distancia a la que ellos se encontraban.
–Zelas, te dije que por aquí no era –intenté bromear. Di la vuelta y vi a un grupo de caballeros dragón venir hacia nosotros por el pasillo, complicando lo de regresar por donde vinimos–. Sabía que debía girar a la izqui… –Me calló un estruendoso golpe detrás de mi cabeza que me entumeció por un momento y casi me derriba. Me giré sobándome la zona golpeada–. ¿Y eso qué fue?
–Fue un rayo –balbuceó el mamut, perplejo y colmilludo.
–Ah, vaya… –musité, sorprendido–. Pero mi dureza no durará mucho, así que…
Y antes de poder pensar en cómo gozar de mi invencibilidad momentánea, el toro me levantó y me mantuvo sobre él.
–No hay tiempo que perder entonces –sentenció–. Hay que avanzar. ¡Todos, detrás de mí!
Y lideró la carrera usándome de escudo contra la tempestad hasta alcanzar nuestro destino inmediato.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
=´)
- Inventario actualizado:
- Cositas de Rauko (✾) y Xana (✧)
Armas y armadura:
✾ Doppelsäbel, espada doble superior, encantado con Bendición de Thor (?).
✾ Retniw, guante/espada épica, ligado al éter, encantado con Arma cambiante.
✾ Henker y Erlöser, dos dagas superiores, sin encantamientos porque igual ni las uso XD (?)
✧ Wehmut, bō/lanza superior, encantado con Runa expansiva y Castigo de piedra (?).
✧ Nikym, daga superior, de adorno también (?).
✧ Reflejo del caos, armadura ligera épica, ligado al éter y al éxito.
Accesorios:
✾ Diadema del duelista, legendaria, ligada al éter (sin usos).
✾ Botas de upelero (Botas de Njord pero con mejor diseño).
✾✧ Colgantes Taurë y Estel, compartiendo el encantamiento Vínculo de sangre (sin usos)..
✧cascoDiadema del genio paranoico, estética antes que efecto.
Limitados:
✾ Campo de disrupción del éter (1/1).
✧ Runa de teleportación (1/1).
✧ Runa de impulso (1/1).
✧ Runa de territorio (0/1).
✧ Toque de sopor (0/1).
✧ Toque paralizante (1/1).
Consumibles:
Tragaéter: 2.
Poción de salud: 0 (Zelas la disfrutó).
Cerveza de mantequilla: 1.
Galleta del olvido: 1.
Chocolate del equinocio: 1.
Gato de bolsillo: 1/2.
Figurilla de Camaleón: 1/2 (gasté una carga en otro tema).
Esfera Krampus: 0 (ni recuerdo dónde lo usé).
Mascota:
Kali, el equino volador (solo para seguir recordando que tengo uno y Invitado no, si es que un dragón no lo ha matado ya).- Kali:
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Rauko
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
El miembro 'Rauko' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
Dragones, Dragones por doquier, mientras el pequeño grupo avanzaba con un Rauko de estandarte, las cosas no parecían mejorar, el ave artificial lograba mantener el terreno ante aquellos 3 gigantescos dragones, sin embargo, a la vista de todos aquello no podría durar mucho, entre los múltiples rugidos que se podían escuchar habia uno que hacia que a Zelasme Fulahazel se le erizaran todos los vellos del cuerpo, el volcán cuya amenaza de estallar en cualquier momento y acabar con ellos era lo que mas aterraba al no-elfo y es que ¿Cómo matas a un volcán?, de seguro si le preguntaba a Destino esta sabría alguna manera de hacerlo o al menos eso esperaba.
Sus temores se hicieron realidad cuando observo a su hermana cerca de las enormes creaturas, acompañada por una chica y una rana?, o al menos lo que quedaba de ella, la cual estaba acompañada por dos estatuas que parecían moverse. -Alla esta!- grito el rubio mientras apuntaba con su mano el lugar donde estaba su hermana y sin esperar apoyo se lanzo en aquella dirección, impulsándose con pequeñas explosiones provenientes de sus pies(1) empuñando su espada compuesta de espadas para acabar con las pequeñas creaturas que acosaban a su hermanita, mas cuando estaba por llegar uno de los guerreros dragones de quien sabe que bando le intercepto haciendo que soltara su espada en el proceso.
-El juicio de los dioses es eterno!- grito el draconido mientras intercambiaba golpes con el rubio quien no lograba zafarse de las garras de la creatura, a duras penas logro hacer el gesto con su mano para que su arma comenzara a ascender(2), sin embargo, temía que su arma no llegara a tiempo pero fue entonces que algo inesperado ocurrió, uno de los tres dragones gigantes colisiono con el ave artificial, aquello arrastro a una gran cantidad de combatientes aéreos y si Zelas no hacia algo pronto, el también se sumaria a las bajas. Como pudo puso sus pies en el estomago del guerrero dragón y le sujeto con fuerza para darle un fuerte cabezazo y luego generar una explosión con sus pies(3) con el fin de separarse de una buena vez de su captor a la vez que se impulsaba hacia abajo, justo a tiempo para recibir su espada, la cual atrapo y para redireccionar el impulso que aquel conjunto de espadas le solía dar en situaciones similares, basto con girar y posicionar todo el peso en un lugar para que la gravedad hiciera el resto.
Desde arriba había logrado ver como algunos del grupo estaban luchando mientras otros se dirigían hacia los que manejaban al ave artificial, Zelas en cambio tenia un solo objetivo en mente, la creatura que estaba mas cerca de su hermana seria su blanco ante lo cual basto con apuntar la espada y dejarla caer para que después la física hiciera el resto, el rubio giro y con los pies apuntando al piso procedió a liberar una serie de explosiones de sus pies para disminuir la velocidad(4) y no terminar siendo un amasijo de carne y pelos rubios en el volcán. Cuando finalmente aterrizo cerca de su hermana hizo lo que sabia hacer mejor, le mintió -Perdí un ojo y casi una pierna para llegar acá- la breve risa de su hermana le hizo caer en la cuenta de que estaba viendo por sus 2 ojos, sin haberlo notado había perdido el parche en la refriega anterior dejándolo finalmente al descubierto(?).
Off: habilidades and stuff
1, 3 y 4: Vuelo Fulgido.
2: Retorno.
Sus temores se hicieron realidad cuando observo a su hermana cerca de las enormes creaturas, acompañada por una chica y una rana?, o al menos lo que quedaba de ella, la cual estaba acompañada por dos estatuas que parecían moverse. -Alla esta!- grito el rubio mientras apuntaba con su mano el lugar donde estaba su hermana y sin esperar apoyo se lanzo en aquella dirección, impulsándose con pequeñas explosiones provenientes de sus pies(1) empuñando su espada compuesta de espadas para acabar con las pequeñas creaturas que acosaban a su hermanita, mas cuando estaba por llegar uno de los guerreros dragones de quien sabe que bando le intercepto haciendo que soltara su espada en el proceso.
-El juicio de los dioses es eterno!- grito el draconido mientras intercambiaba golpes con el rubio quien no lograba zafarse de las garras de la creatura, a duras penas logro hacer el gesto con su mano para que su arma comenzara a ascender(2), sin embargo, temía que su arma no llegara a tiempo pero fue entonces que algo inesperado ocurrió, uno de los tres dragones gigantes colisiono con el ave artificial, aquello arrastro a una gran cantidad de combatientes aéreos y si Zelas no hacia algo pronto, el también se sumaria a las bajas. Como pudo puso sus pies en el estomago del guerrero dragón y le sujeto con fuerza para darle un fuerte cabezazo y luego generar una explosión con sus pies(3) con el fin de separarse de una buena vez de su captor a la vez que se impulsaba hacia abajo, justo a tiempo para recibir su espada, la cual atrapo y para redireccionar el impulso que aquel conjunto de espadas le solía dar en situaciones similares, basto con girar y posicionar todo el peso en un lugar para que la gravedad hiciera el resto.
Desde arriba había logrado ver como algunos del grupo estaban luchando mientras otros se dirigían hacia los que manejaban al ave artificial, Zelas en cambio tenia un solo objetivo en mente, la creatura que estaba mas cerca de su hermana seria su blanco ante lo cual basto con apuntar la espada y dejarla caer para que después la física hiciera el resto, el rubio giro y con los pies apuntando al piso procedió a liberar una serie de explosiones de sus pies para disminuir la velocidad(4) y no terminar siendo un amasijo de carne y pelos rubios en el volcán. Cuando finalmente aterrizo cerca de su hermana hizo lo que sabia hacer mejor, le mintió -Perdí un ojo y casi una pierna para llegar acá- la breve risa de su hermana le hizo caer en la cuenta de que estaba viendo por sus 2 ojos, sin haberlo notado había perdido el parche en la refriega anterior dejándolo finalmente al descubierto(?).
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1, 3 y 4: Vuelo Fulgido.
2: Retorno.
Zelas Hazelmere
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
El cofre decidió cumplir todos los deseos y se desnalgó en una poderosa explosión que repelió a todos los personajes cercanos hacia atrás, Destino rápidamente tomó una de sus espadas y la agitó hacia el frente en un veloz y preciso movimiento para cortar la ráfaga que se le venía encima, algo que, desde luego, como era de esperarse, no sirvió de nada y salió despedido hacia atrás como todos, estrellándose aparatosamente y muy duro contra el muro.
Pasaron unos instantes antes que Destino recuperara el enfoque, no podía escuchar nada y solo podía ver polvo y fragmentos volando y cayendo -Eso sí es encontrar una salida fácil- Dijo el elfo para sí mismo antes de intentar recomponerse, aunque el dolor en la espalda y las costillas lo mandaron de nuevo al piso. El Pelinegro llevó las manos al pequeño bolsillo donde guardaba una Poción de salud [1] que le ayudaría a recuperarse al menos lo suficiente para ponerse de pie y continuar con la lucha.
Se puso de pie para alcanzar a sus compañeros y fue entonces cuando sintió el verdadero terror, habían llegado unos dragones enormes y amenazantes, que comenzaban a generar caos, aquello se había convertido en una batalla campal a la que tristemente no lo habían invitado, pero el elfo estaba decidido a no irse de aquella montaña sin antes haber matado a un dragón.
Destino ha entrenado toda la vida para este momento- Con aquellas palabras tomó su Pistola de cuerda [2] y corrió para alcanzar a la enorme criatura alada de ladrillo que se había formado y emprendía vuelo hacia los dragones -El azar favorece a una mente preparada- Dijo con mucha convicción, la frase no tenía nada que ver con el momento, pero quería sonar intelectual. Cuando estuvo lo más cerca que pudo del ave, disparó la pistola de cuerda para engancharse al ave de ladrillo.
Subir no fue nada fácil, pues el bamboleo de la criatura lo llevaba de un lado al otro, pero finalmente con ayuda del mismo vendaval que movía a la criatura, consiguió subir a lomo de la misma, aquello parecía un sueño, volaba hacia un dragón blanco gigante, a bordo de un ave de ladrillo, no había manera lógica de contar eso sin que se rieran y lo llamaran mentiroso, pero al menos lo estaba disfrutando.
Aunque tal disfrute no duraría mucho, pues el ave no demoró en colisionar contra uno de los dragones, haciendo que la bestia dragónica saliera despedida hacia atrás al tiempo que la onda derivada de la explosión de la criatura de ladrillo, disparaba al pelinegro hacia arriba -Vuelen, mis criaturas- Dijo el elfo de ojos azules mientras tomaba sus dos espadas látigo y activaba los efectos de cada una dos veces [3] para hacer que aparecieran otras 20 espadas similares apuntando en dirección hacia Akrannes, el dragón de viento.
A él- Dio la orden y las espadas salieron disparadas en picada hacia el dragón, incrustándose en diferentes partes del mismo -Si puede sangrar, puede morir- Dijo Destino mientras continuaba cayendo con sus dos espadas apuntando directamente al cuello de la criatura en donde las clavó sin piedad haciendo que otro chorro de sangre lo bañara por completo, aunque la criatura sangrando resistía, tomó a Destino con sus manos para retirarlo y sacarlo de su alcance y al mismo tiempo, apretarlo hasta que los huesos del elfo comenzaban a crujir.
El dragón se sentía a salvo, pero no contaba con una peculiaridad de las espadas del elfo. Destino hizo el gesto de lanzar un par de cortes que no alcanzarían el cuello del dragón, pero antes de terminar la acción, las espadas se extendieron como un látigo de filosas hojillas que rodearon el cuello de la enorme bestia, quien por mero reflejo extendió sus brazos para alejar al elfo pero en consecuencia solo logró tensar las espadas que se incrustaron más en su cuello hasta que la piel comenzó a ceder y bastó con que el elfo halara sus espadas con toda la fuerza que le quedaba, con el fin de separar la cabeza del dragón.
La criatura perdió las fuerzas con las que apretaba al elfo y le dejó caer al piso como un costal, estaba bastante adolorido y debería apartarse de prisa antes que el cuerpo del dragón le terminara cayendo encima, aunque, si no lo lograba, había logrado una gran hazaña por la que sería recordado mucho tiempo, podía morir en paz.
[2] Pistola de cuerda para treparse al pajarote.
[3] Serpientes gemelas, uso dos veces la habilidad de cada una para generar las 20 espadas que Destino arroja al dragón Alakrannes.
Destino
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
♆✧ Re: Xana haciendo nada
Una forma de vencer sin matar a nadie. Xana pensaba en eso mientras avanzaba por caminos arruinados cuya funesta ornamentación eran los cadáveres, varios con quemaduras y cortes precisos. Recorría caminos donde la muerte ya había bailado. Apenas había encontrado a unos cinco caballeros dispersos, en tan mal estado que le fue fácil noquear a algunos, aunque la espada de Zeuger siempre los finiquitaba a todos. Xana había querido señalar que era innecesario tal extremo, sin embargo, en un par de ocasiones perdonar la vida del enemigo casi cobró la suya propia. Tuvo que callar.
Lograron recuperar el collar, que estuvo resguardado en un escondite protegido con varios encantamientos que Zeuger logró desactivar. Ella tomó el objeto, se envolvió una mano con él y luego la cubrió con una capa de hielo.
–Vamos –ordenó, poniéndose en marcha de nuevo.
Giraron en una esquina y se detuvieron al encontrar otro grupo de cadáveres, la mayoría con las mismas heridas de los que solían encontrar en el área, y a un lado, recostada de espalda en una pared, desaliñada, ensangrentada, jadeando, sosteniendo una cadena rusiente y con la armadura resquebrajada, se hallaba alguien que Zeuger reconoció.
–Capitana –llamó, evaluando cualquier reacción de la susodicha, quien alzó la vista enseguida hacia su interlocutora.
–Consejera Zeuger –respondió con la voz ronca mientras se esforzaba en separarse de la pared y mantenerse erguida. Tosió antes de lograr continuar–. Asumiré que no eres una traidora si sigo viva. –Sus labios apenas mostraron la fugaz intención de una sonrisa: no estaba de humor. Miró luego a Xana y frunció el ceño.
–Está de nuestro lado –se adelantó Zeuger–. Más que de los catedráticos.
–En este momento cualquier lado que no sea el de los ancestrales falsos es aceptable –comentó mientras se pasaba una mano por la cara. Su expresión se ensombreció–. Consejera, la situación es… –Suspiró pesadamente–. No puedo ser optimista. Matar únicamente a Thariza fue una cosa. Matar a tres, y con un ejército de sucios traidores en contra…
–Usaremos el collar –interrumpió Zeuger, desconcertando a la capitana.
–Pero se supone que no debemos usar los objetos.
–No importa ahora. –La voz de Zeuger sonó más áspera de lo que pretendió–. Esos farsantes pusieron a los nuestros en contra de nosotros, tomarán el volcán si no usamos todo lo que tenemos y, si eso pasa, habrá sido en vano el sacrificio de todos los que lucharon protegiéndolo. Con el collar cambiaremos eso. Recuperaremos el volcán. Si no, moriremos luchando del lado correcto, incluso quienes nos traicionaron.
Xana, que solo escuchaba, pensó que Zeuger quizás se decantaba por el collar por el deseo de recuperar a su hija. Aun así, no veía otra medida para enfrentar a los dioses falsos. Incluso Friddel, aunque contrariada, no sabía qué más decir.
Pero eso no duró.
–Consejera –empezó la capitana–, suelo acatar las órdenes del consejo, pero mi opinión es distinta esta vez.
Zeuger tensó la mandíbula, pero no replicó; esperó. Friddel tomó eso como una invitación para explicarse.
–La magia del collar no es permanente, ni sabemos cómo usarla pero sí el mal que trae al portador. No veo posible derrotar a esos farsantes a tiempo. Pero… –Sus ojos se desviaron hacia los cadáveres–. Pero incluso si funcionara ese truco sucio, sobrevivir sacrificando nuestro honor no sería vencer. Ya no seríamos diferentes al Hombre Muerto y eso sería la mayor ofensa para los caballeros que murieron virtuosamente. Pero incluso si eso no importa, muchos buenos soldados morirán luchando contra esos farsantes, y luego morirán otros más cuando aparezca un nuevo mal. Hoy son dioses falsos. Ayer fue Thariza. Antes, los Jinetes Oscuros y la pandemia que salió de una pirámide. Mañana nacerá otra atrocidad que buscará poder. Y siempre seremos un objetivo si tenemos el volcán u otro objeto poderoso… He querido pensar que cada sacrificio ha servido a nuestra gente, que ningún caballero ha muerto en vano. Necesitaba creerlo. Pero no he visto ningún beneficio del volcán… y las muertes son demasiadas.
Se calló durante unos segundos en los que contempló los batallones alados que chocaban en el cielo.
–Soy capitana –continuó, sin rastro del iracundo temperamento que la caracterizaba–. Mi vida es el ejército. Mi familia son mis subordinados. –Cerró los ojos–. Y estoy cansada de ver a mi familia morir.
Zeuger no respondió. Su expresión se había suavizado y solo observó, primero a la capitana, luego los cadáveres a su alrededor y por último a la enorme ave de piedra, una criatura que encaraba a los tres grandes dragones, pero que no resistió y terminó explotando en el aire en una escena desesperanzadora. Cerró los ojos, suspiró, luego inhaló y los abrió con recobrada determinación.
–Ningún sacrificio ha sido en vano –sentenció– si nos permitieron ver un mejor camino. Así que, por el bien de nuestra gente, conseguiremos beneficios que todos verán hoy, en esta misma noche, y uno será la destrucción de un volcán… –Hizo una pausa. Algo inaudito ocurrió en ese momento, una hazaña que obligó a todos a verla. Zeuger se permitió sonreír, asombrada y, sobre todo, esperanzada– y el segundo será la muerte de tres dioses.
Lograron recuperar el collar, que estuvo resguardado en un escondite protegido con varios encantamientos que Zeuger logró desactivar. Ella tomó el objeto, se envolvió una mano con él y luego la cubrió con una capa de hielo.
–Vamos –ordenó, poniéndose en marcha de nuevo.
Giraron en una esquina y se detuvieron al encontrar otro grupo de cadáveres, la mayoría con las mismas heridas de los que solían encontrar en el área, y a un lado, recostada de espalda en una pared, desaliñada, ensangrentada, jadeando, sosteniendo una cadena rusiente y con la armadura resquebrajada, se hallaba alguien que Zeuger reconoció.
–Capitana –llamó, evaluando cualquier reacción de la susodicha, quien alzó la vista enseguida hacia su interlocutora.
–Consejera Zeuger –respondió con la voz ronca mientras se esforzaba en separarse de la pared y mantenerse erguida. Tosió antes de lograr continuar–. Asumiré que no eres una traidora si sigo viva. –Sus labios apenas mostraron la fugaz intención de una sonrisa: no estaba de humor. Miró luego a Xana y frunció el ceño.
–Está de nuestro lado –se adelantó Zeuger–. Más que de los catedráticos.
–En este momento cualquier lado que no sea el de los ancestrales falsos es aceptable –comentó mientras se pasaba una mano por la cara. Su expresión se ensombreció–. Consejera, la situación es… –Suspiró pesadamente–. No puedo ser optimista. Matar únicamente a Thariza fue una cosa. Matar a tres, y con un ejército de sucios traidores en contra…
–Usaremos el collar –interrumpió Zeuger, desconcertando a la capitana.
–Pero se supone que no debemos usar los objetos.
–No importa ahora. –La voz de Zeuger sonó más áspera de lo que pretendió–. Esos farsantes pusieron a los nuestros en contra de nosotros, tomarán el volcán si no usamos todo lo que tenemos y, si eso pasa, habrá sido en vano el sacrificio de todos los que lucharon protegiéndolo. Con el collar cambiaremos eso. Recuperaremos el volcán. Si no, moriremos luchando del lado correcto, incluso quienes nos traicionaron.
Xana, que solo escuchaba, pensó que Zeuger quizás se decantaba por el collar por el deseo de recuperar a su hija. Aun así, no veía otra medida para enfrentar a los dioses falsos. Incluso Friddel, aunque contrariada, no sabía qué más decir.
Pero eso no duró.
–Consejera –empezó la capitana–, suelo acatar las órdenes del consejo, pero mi opinión es distinta esta vez.
Zeuger tensó la mandíbula, pero no replicó; esperó. Friddel tomó eso como una invitación para explicarse.
–La magia del collar no es permanente, ni sabemos cómo usarla pero sí el mal que trae al portador. No veo posible derrotar a esos farsantes a tiempo. Pero… –Sus ojos se desviaron hacia los cadáveres–. Pero incluso si funcionara ese truco sucio, sobrevivir sacrificando nuestro honor no sería vencer. Ya no seríamos diferentes al Hombre Muerto y eso sería la mayor ofensa para los caballeros que murieron virtuosamente. Pero incluso si eso no importa, muchos buenos soldados morirán luchando contra esos farsantes, y luego morirán otros más cuando aparezca un nuevo mal. Hoy son dioses falsos. Ayer fue Thariza. Antes, los Jinetes Oscuros y la pandemia que salió de una pirámide. Mañana nacerá otra atrocidad que buscará poder. Y siempre seremos un objetivo si tenemos el volcán u otro objeto poderoso… He querido pensar que cada sacrificio ha servido a nuestra gente, que ningún caballero ha muerto en vano. Necesitaba creerlo. Pero no he visto ningún beneficio del volcán… y las muertes son demasiadas.
Se calló durante unos segundos en los que contempló los batallones alados que chocaban en el cielo.
–Soy capitana –continuó, sin rastro del iracundo temperamento que la caracterizaba–. Mi vida es el ejército. Mi familia son mis subordinados. –Cerró los ojos–. Y estoy cansada de ver a mi familia morir.
Zeuger no respondió. Su expresión se había suavizado y solo observó, primero a la capitana, luego los cadáveres a su alrededor y por último a la enorme ave de piedra, una criatura que encaraba a los tres grandes dragones, pero que no resistió y terminó explotando en el aire en una escena desesperanzadora. Cerró los ojos, suspiró, luego inhaló y los abrió con recobrada determinación.
–Ningún sacrificio ha sido en vano –sentenció– si nos permitieron ver un mejor camino. Así que, por el bien de nuestra gente, conseguiremos beneficios que todos verán hoy, en esta misma noche, y uno será la destrucción de un volcán… –Hizo una pausa. Algo inaudito ocurrió en ese momento, una hazaña que obligó a todos a verla. Zeuger se permitió sonreír, asombrada y, sobre todo, esperanzada– y el segundo será la muerte de tres dioses.
☬❈✾ Rauko regalador
No esperaba que, siendo el más pequeño, fuese el que protegiera inclusos a bestias fornidas que duplicaban mi tamaño. Aun así, no pensé en quejarme mientras funcionara, y así fue. Tuvimos suerte de que no fuéramos el blanco principal de la vorágine de elementos.
Pronto llegamos al sitio donde se hallaba Melody resguardada por Aradia. Había alguien que parecía ser un hombre-sapo no-muerto y dos esculturas autónomas frente a ellas. Y entre ellos y nosotros, además, estaban caballeros dragón estorbando.
Zelas no dudó en lanzarse al ataque. El resto le seguimos.
–¡Toro, lánzame hacia ellos! –le pedí a mi improvisada montura.
–Con gusto –contestó, y que pareciera encantado por la idea me asustó un poco.
Me arrojó con su fuerza colosal. Me propulsé con éter para controlar mi trayectoria, permitiéndome pasar sobre un caballero dragón, abriendo en dos su cabeza con mi espada, y viré en el aire hacia una escultura de piedra para patearla y empujarla a un río de lava cercano.
Aterricé de cuclillas y busqué a Melody con la mirada. Fue un alivio verla a salvo. Ahora la prioridad era destruir el volcán antes de que los dragones ancestrales descubrieran cómo beber su poder. «No, no solo el volcán», reconsideré. «No hay tiempo que perder. Debemos destruir todos los objetos a la vez».
Y uno de los dragones, Reikiavik, el de tierra, tenía uno: el cuerno de Nudith. El éter que desprendía lo delataba. «¿Cómo demonios se lo arrebataremos?», me pregunté presionando mis labios con mi pulgar derecho. Odié que mi equino volador no estuviera cerca. La opción era el ave conjurada por Hartem.
Zelas se había encargado del sapo no-muerto. Al ver el éter que desprendía dos objetos del cadáver, reconocí lo que eran y tuve una idea.
–Zelas –le llamé para arrojarle una pócima especial. Hecho eso, miré al gigantesco animal conjurado mientras pensaba en los detalles de mi idea–. Toma esto para…
Abrí los ojos ampliamente, asombrado e incrédulo a la vez. Destino colgaba del ave y se dirigía hacia los falsos ancestrales, de frente. Atravesaba el enjambre de dragones sin vacilación alguna. Incluso cuando el ave terminó desmoronándose, Destino logró seguir, caer sobre su objetivo alado y, para el asombro de todos, consiguió aniquilar a un ser que muchos veneraban como a un dios.
Eso no les agradó a sus dos compañeros. Estos decidieron adoptar un papel más activo, y lo demostraron conjurando cataclismos. La tierra tembló, se agrietó, los puentes se desplomaron y enormes piedras afiladas emergieron en distintas zonas, mientras que el dragón de agua disparaba de todo su cuerpo varios torrentes que golpeaban y destrozaban estructuras a su alrededor.
Hartem creó su propio refugio dominando su terreno con su magia y alzando muros de piedra para él y los catedráticos. Los hombre-bestia tuvieron que ir a ese lugar, a pesar de las rivalidades.
Pero yo no podía acompañarlos aún. Necesitaba el martillo y el cincel.
Pronto llegamos al sitio donde se hallaba Melody resguardada por Aradia. Había alguien que parecía ser un hombre-sapo no-muerto y dos esculturas autónomas frente a ellas. Y entre ellos y nosotros, además, estaban caballeros dragón estorbando.
Zelas no dudó en lanzarse al ataque. El resto le seguimos.
–¡Toro, lánzame hacia ellos! –le pedí a mi improvisada montura.
–Con gusto –contestó, y que pareciera encantado por la idea me asustó un poco.
Me arrojó con su fuerza colosal. Me propulsé con éter para controlar mi trayectoria, permitiéndome pasar sobre un caballero dragón, abriendo en dos su cabeza con mi espada, y viré en el aire hacia una escultura de piedra para patearla y empujarla a un río de lava cercano.
Aterricé de cuclillas y busqué a Melody con la mirada. Fue un alivio verla a salvo. Ahora la prioridad era destruir el volcán antes de que los dragones ancestrales descubrieran cómo beber su poder. «No, no solo el volcán», reconsideré. «No hay tiempo que perder. Debemos destruir todos los objetos a la vez».
Y uno de los dragones, Reikiavik, el de tierra, tenía uno: el cuerno de Nudith. El éter que desprendía lo delataba. «¿Cómo demonios se lo arrebataremos?», me pregunté presionando mis labios con mi pulgar derecho. Odié que mi equino volador no estuviera cerca. La opción era el ave conjurada por Hartem.
Zelas se había encargado del sapo no-muerto. Al ver el éter que desprendía dos objetos del cadáver, reconocí lo que eran y tuve una idea.
–Zelas –le llamé para arrojarle una pócima especial. Hecho eso, miré al gigantesco animal conjurado mientras pensaba en los detalles de mi idea–. Toma esto para…
Abrí los ojos ampliamente, asombrado e incrédulo a la vez. Destino colgaba del ave y se dirigía hacia los falsos ancestrales, de frente. Atravesaba el enjambre de dragones sin vacilación alguna. Incluso cuando el ave terminó desmoronándose, Destino logró seguir, caer sobre su objetivo alado y, para el asombro de todos, consiguió aniquilar a un ser que muchos veneraban como a un dios.
Eso no les agradó a sus dos compañeros. Estos decidieron adoptar un papel más activo, y lo demostraron conjurando cataclismos. La tierra tembló, se agrietó, los puentes se desplomaron y enormes piedras afiladas emergieron en distintas zonas, mientras que el dragón de agua disparaba de todo su cuerpo varios torrentes que golpeaban y destrozaban estructuras a su alrededor.
Hartem creó su propio refugio dominando su terreno con su magia y alzando muros de piedra para él y los catedráticos. Los hombre-bestia tuvieron que ir a ese lugar, a pesar de las rivalidades.
Pero yo no podía acompañarlos aún. Necesitaba el martillo y el cincel.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Rauko usa las pasivas de siempre en algún momento del post, pero lo importante es que le regalé a Zelas mi Cerveza de mantequilla.
Si alguien quiere usar a Kali, mi caballo volador, para este que no sea adorno inútil, no me quejaré =')
Si alguien quiere usar a Kali, mi caballo volador, para este que no sea adorno inútil, no me quejaré =')
- Inventario actualizado:
- Cositas de Rauko (✾) y Xana (✧)
Armas y armadura:
✾ Doppelsäbel, espada doble superior, encantado con Bendición de Thor (?).
✾ Retniw, guante/espada épica, ligado al éter, encantado con Arma cambiante.
✾ Henker y Erlöser, dos dagas superiores, sin encantamientos porque igual ni las uso XD (?)
✧ Wehmut, bō/lanza superior, encantado con Runa expansiva y Castigo de piedra (?).
✧ Nikym, daga superior, de adorno también (?).
✧ Reflejo del caos, armadura ligera épica, ligado al éter y al éxito.
Accesorios:
✾ Diadema del duelista, legendaria, ligada al éter (sin usos).
✾ Botas de upelero (Botas de Njord pero con mejor diseño).
✾✧ Colgantes Taurë y Estel, compartiendo el encantamiento Vínculo de sangre (sin usos)..
✧cascoDiadema del genio paranoico, estética antes que efecto.
Limitados:
✾ Campo de disrupción del éter (1/1).
✧ Runa de teleportación (1/1).
✧ Runa de impulso (1/1).
✧ Runa de territorio (0/1).
✧ Toque de sopor (0/1).
✧ Toque paralizante (1/1).
Consumibles:
Tragaéter: 2.
Poción de salud: 0 (Zelas la disfrutó).
Cerveza de mantequilla: 0 (Zelas lo disfrutará).
Galleta del olvido: 1.
Chocolate del equinocio: 1.
Gato de bolsillo: 1/2.
Figurilla de Camaleón: 1/2 (gasté una carga en otro tema).
Esfera Krampus: 0 (ni recuerdo dónde lo usé).
Mascota:
Kali, el equino volador (solo para seguir recordando que tengo uno y Invitado no, si es que un dragón no lo ha matado ya).- Kali:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Última edición por Rauko el Lun Ago 29 2022, 06:24, editado 1 vez (Razón : ¯\_(ツ)_/¯)
Rauko
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
-Oh genial el calor ya me esta afec...- sus ojos se abrieron como platos y mientras su mandíbula descendía y volvía a acomodarse en su lugar tomo el frasco que Rauko le había dado y la guardo entre sus ropas, Destino acababa de cargarse a un dragón gigante utilizando un chingo de espadas y montando en un ave de materiales de construcción.
-Si puede sangrar, puede morir- musito para si mismo, su cuerpo comenzó a temblar en lo que parecía una mezcla de miedo y entusiasmo, observo sus manos y observo a los dragones restantes al momento que estos comenzaban a desatar su furia, acto seguido tomo su espada compuesta de mas espadas y emprendió la marcha dificultosa hacia el mas cercano de ellos, aquello no duraría mucho puesto que una grieta se abrió debajo de el, tomándole por sorpresa y tragándole.
Para su fortuna logro disminuir brevemente su caída utilizando algunas explosiones(1), aquello duro el tiempo suficiente para que el caballo volador de Rauko llegara a rescatarle -Gracias!- grito mientras le sobaba el hocico y se elevaban reanudando la carga, la creatura luchaba por mantenerse estable debido al peso de su espada, esquivaron con algo de suerte un feroz torrente de agua proveniente de las fauces de uno de los dragones, -Acércame lo mas que puedas al hocico!- le dijo a su compañero volador quien de no muy buena gana se acerco al dragón, mientras el rubio blandía su enorme espada cortando alas y extremidades de los draconidos que se le acercaban, cuando esquivaron otro chorro de agua gigantesco, cuando la descarga se detuvo, Zelas lanzo una pequeña piedrita al interior de las fauces del gigantesco dragón, mientras el caballo alado se hacia a un lado para esquivar el manotazo del mismo.
Zelas salto del caballo volador y clavo su enorme espada en una de las patas traseras de su gigantesco enemigo, el cual ahora se elevaba posicionándose sobre el volcán y sacudiendo la extremidad a la cual el rubio se aferraba con todas sus fuerzas. El calor se hacia insoportable así que simplemente activo el efecto de la runa que tenia la piedrita que había lanzado anteriormente, haciéndole desaparecer a el junto con su espada(2), El gigantesco dragón ahora se sacudía mas y mas llevándose las garras al cuello, casi llegando a su pecho, ahora se podía ver como lo que parecía ser una hoja salía desde el interior. -Ojala esto me de la fuerza que me falta- exclamo un ensangrentado y baboseado Zelas quien se aferraba a su arma desde adentro del dragón y se bebía el contenido del frasco que Rauko le había dado(3) junto con un poco de sangre y babas de la creatura.
Lo que ocurrió momentos después fue ver como el enorme dragón se retorcía y rugía con desesperación mientras se iba a estrellar a una de las laderas del volcán, algo parecía crecer desde su interior y finalmente algo movió aquella hoja con fuerza cortando y apuñalando la garganta del enorme dragón y saliendo con brusquedad desde adentro. La ropa y el arma parecían ser de Zelas, mas lo que salió vistiéndolas era algo mas... Simiesco?, era un Rajang usando las ropas de Zelas que parecían estar apunto de romperse. El Zejang(?) uso la enorme espada que en sus manos parecía mas una daga y apuñalo múltiples veces de manera brusca y molesta la cabeza del dragón del cual había salido para luego lanzarla a un lado junto con la espada enterrada en ella, posteriormente se golpeo el pecho en reiteradas ocasiones mientras rugía, el dragón restante aplasto al primate utilizando su cola, mas no contaba con que este se sujetaría de la misma y le mordería, aferrándose con fuerza ahora que su siguiente enemigo estaba a su alcance, el simiesco Zelas comenzó a trepar rápidamente sobre el dragón al cual le asesto un potente golpe en el rostro, el dragón se sacudió y le devolvió el golpe con el cual le aplasto contra el piso, para luego sujetarle de una de sus piernas y azotarlo en el piso un par de veces antes de enviar al simiesco Zelas a estrellarse contra las múltiples estacas de piedra rompiendo varias en el proceso y dejándole fuera de combate.
OFF: habilidades y cosas
1_Vuelo fulgido
2_Runa de Teletransportación
3_Cerveza de mantequilla
y así me cargo al dragón de agua en una extraña mezcla de Alien con King Kong(?)
PD: utilice a Kali y le deje libre en el mismo post para que alguien mas le utilice.
-Si puede sangrar, puede morir- musito para si mismo, su cuerpo comenzó a temblar en lo que parecía una mezcla de miedo y entusiasmo, observo sus manos y observo a los dragones restantes al momento que estos comenzaban a desatar su furia, acto seguido tomo su espada compuesta de mas espadas y emprendió la marcha dificultosa hacia el mas cercano de ellos, aquello no duraría mucho puesto que una grieta se abrió debajo de el, tomándole por sorpresa y tragándole.
Para su fortuna logro disminuir brevemente su caída utilizando algunas explosiones(1), aquello duro el tiempo suficiente para que el caballo volador de Rauko llegara a rescatarle -Gracias!- grito mientras le sobaba el hocico y se elevaban reanudando la carga, la creatura luchaba por mantenerse estable debido al peso de su espada, esquivaron con algo de suerte un feroz torrente de agua proveniente de las fauces de uno de los dragones, -Acércame lo mas que puedas al hocico!- le dijo a su compañero volador quien de no muy buena gana se acerco al dragón, mientras el rubio blandía su enorme espada cortando alas y extremidades de los draconidos que se le acercaban, cuando esquivaron otro chorro de agua gigantesco, cuando la descarga se detuvo, Zelas lanzo una pequeña piedrita al interior de las fauces del gigantesco dragón, mientras el caballo alado se hacia a un lado para esquivar el manotazo del mismo.
Zelas salto del caballo volador y clavo su enorme espada en una de las patas traseras de su gigantesco enemigo, el cual ahora se elevaba posicionándose sobre el volcán y sacudiendo la extremidad a la cual el rubio se aferraba con todas sus fuerzas. El calor se hacia insoportable así que simplemente activo el efecto de la runa que tenia la piedrita que había lanzado anteriormente, haciéndole desaparecer a el junto con su espada(2), El gigantesco dragón ahora se sacudía mas y mas llevándose las garras al cuello, casi llegando a su pecho, ahora se podía ver como lo que parecía ser una hoja salía desde el interior. -Ojala esto me de la fuerza que me falta- exclamo un ensangrentado y baboseado Zelas quien se aferraba a su arma desde adentro del dragón y se bebía el contenido del frasco que Rauko le había dado(3) junto con un poco de sangre y babas de la creatura.
Lo que ocurrió momentos después fue ver como el enorme dragón se retorcía y rugía con desesperación mientras se iba a estrellar a una de las laderas del volcán, algo parecía crecer desde su interior y finalmente algo movió aquella hoja con fuerza cortando y apuñalando la garganta del enorme dragón y saliendo con brusquedad desde adentro. La ropa y el arma parecían ser de Zelas, mas lo que salió vistiéndolas era algo mas... Simiesco?, era un Rajang usando las ropas de Zelas que parecían estar apunto de romperse. El Zejang(?) uso la enorme espada que en sus manos parecía mas una daga y apuñalo múltiples veces de manera brusca y molesta la cabeza del dragón del cual había salido para luego lanzarla a un lado junto con la espada enterrada en ella, posteriormente se golpeo el pecho en reiteradas ocasiones mientras rugía, el dragón restante aplasto al primate utilizando su cola, mas no contaba con que este se sujetaría de la misma y le mordería, aferrándose con fuerza ahora que su siguiente enemigo estaba a su alcance, el simiesco Zelas comenzó a trepar rápidamente sobre el dragón al cual le asesto un potente golpe en el rostro, el dragón se sacudió y le devolvió el golpe con el cual le aplasto contra el piso, para luego sujetarle de una de sus piernas y azotarlo en el piso un par de veces antes de enviar al simiesco Zelas a estrellarse contra las múltiples estacas de piedra rompiendo varias en el proceso y dejándole fuera de combate.
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1_Vuelo fulgido
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y así me cargo al dragón de agua en una extraña mezcla de Alien con King Kong(?)
PD: utilice a Kali y le deje libre en el mismo post para que alguien mas le utilice.
Zelas Hazelmere
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
Destino cayó al piso y sintió un inefable dolor en el alma al notar que su hermoso cabello estaba empegostado y lleno de sangre -Maldito dragón, ojalá te muer…- Dijo sin terminar la frase al notar que la cabeza del dragón se le desprendía del cuerpo para caer casi a los pies del elfo -¿Es todo lo que tienes? Destino esperaba más de ti- Dijo señalando a la criatura con sus dos espadas -Oye, no, espera, era broma- Dijo mientras retrocedía lentamente al notar que la enorme criatura se le venía encima -Eso se llama ser mal perdedor- Dijo de mala gana mientras daba un salto hacia atrás y se giraba en el aire para comenzar a escapar, porque claro, calcular la trayectoria y hacerse a un lado era demasiado trabajo.
El pelinegro inició su escape con un ligero y elegante trote, pero luego al sentir el inminente aplastamiento pasó a ser un poema andante de desesperación y angustia. La enorme bestia se desplomó justo detrás del elfo, llenándolo de nuevo de sangre a él y al suelo donde caminaba, por lo que acabó resbalando y cayendo de bruces, con los brazos abiertos y la vista al cielo. Había sobrevivido a lo peor, o al menos eso pensaba, pues el dragón que lo sobrevolaba de pronto comenzó a transformarse de manera extraña, el cuerpo del ser alado comenzaba a desgarrarse mientras daba a luz a un enorme simio.
Destino lo miró con cara de sorpresa, aunque rápidamente se vería forzado a salir de su asombro para volver a correr por su vida porque el dragón se le venía encima -No, no, no, de nuevo no- Dijo levantándose de mala gana para moverse como podía, le dolían los costados, por los que sus movimientos no eran tan rápidos como habría querido, pero sí lo suficiente para esquivar a la criatura que terminó estrellándose aparatosamente contra una de las laderas del volcán, lo que sucedió luego fue mucho más extraño, el simio que había nacido del dragón asesinó a su madre alada de manera salvaje.
Ya con dos dragones caídos, parecía que la batalla había terminado, pero un furioso tercer dragón llegó para enfrentar al simio ¿sería el padre? ¿querría vengar a su esposa asesinada? Aquello tenía potencial para convertirse en un idilio épico, y Destino no pensaba perderse los detalles ahora que al fin estaba a salvo y lejos de todo ¿o no? -¡Ánimo, simio! ¡Tú puedes!- Dijo animando al peludo aunque sin mucho éxito, porque luego le lanzarían el mono a la cara -No, no, no, de nuevo no- El elfo se lanzó al piso mientras el primate le pasó rozando por los pelos.
Destino se levantó con firmeza y dijo con la voz fuerte y llena de rabia y odio -Esto no se va a quedar así, criatura insensata- Terminó aquella frase dando un paso que lo hizo resbalar y caer al piso de nuevo, pero se levantó de prisa esperando que nadie más hubiera visto la tragicómica escena -Ese dragón tendrá que morir, Destino no descansará hasta aniquilarlo- Guardó una de sus espadas para tomar la otra con ambas manos e incrustarla en el suelo con toda la fuerza que le quedaba, [1] un brillo azulado rodeó la espada y un instante después, el mismo brillo emergió debajo del dragón causándole apenas una pequeña herida en una pierna -¡Siente la furia de Destin... Bueno, se hizo el intento- Dijo el elfo, antes de desplomarse hacia atrás ya sin fuerzas.
[1] Uso de habilidad: Ira Castigadora. El pelinegro inició su escape con un ligero y elegante trote, pero luego al sentir el inminente aplastamiento pasó a ser un poema andante de desesperación y angustia. La enorme bestia se desplomó justo detrás del elfo, llenándolo de nuevo de sangre a él y al suelo donde caminaba, por lo que acabó resbalando y cayendo de bruces, con los brazos abiertos y la vista al cielo. Había sobrevivido a lo peor, o al menos eso pensaba, pues el dragón que lo sobrevolaba de pronto comenzó a transformarse de manera extraña, el cuerpo del ser alado comenzaba a desgarrarse mientras daba a luz a un enorme simio.
Destino lo miró con cara de sorpresa, aunque rápidamente se vería forzado a salir de su asombro para volver a correr por su vida porque el dragón se le venía encima -No, no, no, de nuevo no- Dijo levantándose de mala gana para moverse como podía, le dolían los costados, por los que sus movimientos no eran tan rápidos como habría querido, pero sí lo suficiente para esquivar a la criatura que terminó estrellándose aparatosamente contra una de las laderas del volcán, lo que sucedió luego fue mucho más extraño, el simio que había nacido del dragón asesinó a su madre alada de manera salvaje.
Ya con dos dragones caídos, parecía que la batalla había terminado, pero un furioso tercer dragón llegó para enfrentar al simio ¿sería el padre? ¿querría vengar a su esposa asesinada? Aquello tenía potencial para convertirse en un idilio épico, y Destino no pensaba perderse los detalles ahora que al fin estaba a salvo y lejos de todo ¿o no? -¡Ánimo, simio! ¡Tú puedes!- Dijo animando al peludo aunque sin mucho éxito, porque luego le lanzarían el mono a la cara -No, no, no, de nuevo no- El elfo se lanzó al piso mientras el primate le pasó rozando por los pelos.
Destino se levantó con firmeza y dijo con la voz fuerte y llena de rabia y odio -Esto no se va a quedar así, criatura insensata- Terminó aquella frase dando un paso que lo hizo resbalar y caer al piso de nuevo, pero se levantó de prisa esperando que nadie más hubiera visto la tragicómica escena -Ese dragón tendrá que morir, Destino no descansará hasta aniquilarlo- Guardó una de sus espadas para tomar la otra con ambas manos e incrustarla en el suelo con toda la fuerza que le quedaba, [1] un brillo azulado rodeó la espada y un instante después, el mismo brillo emergió debajo del dragón causándole apenas una pequeña herida en una pierna -¡Siente la furia de Destin... Bueno, se hizo el intento- Dijo el elfo, antes de desplomarse hacia atrás ya sin fuerzas.
Destino
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
♆✧ Edna está que arde
El plan era acercarse al volcán, pero se había convertido en un desafío titánico tras la muerte del primer ancestral. El grupo de Zeuger, aunque lejos del foco de la furia elemental, incluso tenía dificultades para correr sin tambalearse con los constantes temblores. Volar resultaba una opción tentadora hasta que se tenían en cuenta a los numerosos dragones luchando en el aire.
–Yo puedo llegar al volcán –dijo Xana de pronto, cuando finalmente tuvo un plan, que ya era momento de hacer algo de utilidad, y era un plan con el que no se mancharía las manos con sangre, o al menos eso esperaba–. Con mi magia puedo aparecer en un parpadeo a donde quiero llegar, pero… necesito ver el sitio o podría acab…
–No digas más –cortó Friddel, impaciente–. ¿Necesitas tener una buena vista? Entonces subamos a una torre.
Sin explicar más, emprendió una carrera hacia una torre arcana, una cuya cúspide era el escenario de una intensa danza de llamaradas. Zeuger y Xana la siguieron sin comprender su repentina urgencia. Al entrar en la torre, encontraron a algunos muertos con quemaduras graves en toda la piel. Eso solo instó a acelerar a la capitana, que ignoró el dolor y el cansancio acumulado mientras subía con zancadas la escalera de caracol.
Pronto llegó al nivel más alto, donde una bruja de llamativo vestido rojizo invocaba el fuego, violenta e incesante, para calcinar a sus enemigos escamosos que volaban alrededor de la torre. Una cadena incandescente se unió a la batalla ígnea, cortando y quemando a los dragones voladores que intentaron acercarse.
Aquella bruja, Edna Vattana, pareció aliviarse y alegrarse de ver a la capitana, pero cualquier expresión que lo delatara murió enseguida por la concentración que requería mantenerse con vida. Se acercó a la dragona para quedar espalda con espalda y se protegieron mutuamente de otros ataques elementales.
Finalmente, Zeuger y Xana llegaron para añadir hielo y estrellas a la receta de hechizos que impedían a los enemigos invadir la estructura.
–Ya estamos aquí –puntualizó Zeuger sin dejar de luchar–, ahora es tu turno. –Descongeló el collar y se lo arrojó a Xana en un giro horizontal que finalizó con un tajo que segó una vida draconiana.
Xana apenas reaccionó para atrapar el collar torpemente. Tras un instante para centrarse en lo que sucedía y lo que debía hacer, adoptó una expresión seria y buscó con la mirada a Melody, la entrada al centro del volcán y al feo equino volador. Apretó los dientes, creó dos orbes de luz y los disparó hacia el objetivo que sí halló.[1]
–No duraremos mucho así –farfulló Friddel–. ¡¿Cómo demonios se activa esta torre?!
–Necesito reparar las runas que lo conectan a la energía del volcán –contestó Edna–, pero así no podré… –Gruñó esforzándose en disparar enormes bolas de fuego–. Será más sencillo darle mi propia energía que reparar nada –exhaló. Tomó una bocanada de aire y continuó sus hechizos–. Y no tengo mucha energía ahora.
–Tal vez debiste entrenar más tu magia en lugar de darle tanto tratamiento a tu cara seca.
–¡Oye, no digas eso ahora si ya te has unido varias veces a los días de tratamiento!
–Y ahora moriré con la cara cuidada. ¡Gracias por tu gran ayuda! –exclamó, apenas notándose el tono mordaz diluido por el esfuerzo, pero bastó para que una sonrisa se asomara fugazmente en los labios de Edna.
–Esto no tiene caso –dijo recobrada la concentración–. Debemos salir de aquí.
–No aún, estamos aquí para destruir los objetos malditos.
–¿Qué…?
–¡No te duermas! –Friddel repelió al dragón que intentó morder a Edna.
Mientras, Zeuger caviló en el asunto de las runas. Observó las que estaban talladas en los parapetos de la torre y notó que absorbían el residuo de los hechizos.
–Yo puedo llegar al volcán –dijo Xana de pronto, cuando finalmente tuvo un plan, que ya era momento de hacer algo de utilidad, y era un plan con el que no se mancharía las manos con sangre, o al menos eso esperaba–. Con mi magia puedo aparecer en un parpadeo a donde quiero llegar, pero… necesito ver el sitio o podría acab…
–No digas más –cortó Friddel, impaciente–. ¿Necesitas tener una buena vista? Entonces subamos a una torre.
Sin explicar más, emprendió una carrera hacia una torre arcana, una cuya cúspide era el escenario de una intensa danza de llamaradas. Zeuger y Xana la siguieron sin comprender su repentina urgencia. Al entrar en la torre, encontraron a algunos muertos con quemaduras graves en toda la piel. Eso solo instó a acelerar a la capitana, que ignoró el dolor y el cansancio acumulado mientras subía con zancadas la escalera de caracol.
Pronto llegó al nivel más alto, donde una bruja de llamativo vestido rojizo invocaba el fuego, violenta e incesante, para calcinar a sus enemigos escamosos que volaban alrededor de la torre. Una cadena incandescente se unió a la batalla ígnea, cortando y quemando a los dragones voladores que intentaron acercarse.
Aquella bruja, Edna Vattana, pareció aliviarse y alegrarse de ver a la capitana, pero cualquier expresión que lo delatara murió enseguida por la concentración que requería mantenerse con vida. Se acercó a la dragona para quedar espalda con espalda y se protegieron mutuamente de otros ataques elementales.
Finalmente, Zeuger y Xana llegaron para añadir hielo y estrellas a la receta de hechizos que impedían a los enemigos invadir la estructura.
–Ya estamos aquí –puntualizó Zeuger sin dejar de luchar–, ahora es tu turno. –Descongeló el collar y se lo arrojó a Xana en un giro horizontal que finalizó con un tajo que segó una vida draconiana.
Xana apenas reaccionó para atrapar el collar torpemente. Tras un instante para centrarse en lo que sucedía y lo que debía hacer, adoptó una expresión seria y buscó con la mirada a Melody, la entrada al centro del volcán y al feo equino volador. Apretó los dientes, creó dos orbes de luz y los disparó hacia el objetivo que sí halló.[1]
–No duraremos mucho así –farfulló Friddel–. ¡¿Cómo demonios se activa esta torre?!
–Necesito reparar las runas que lo conectan a la energía del volcán –contestó Edna–, pero así no podré… –Gruñó esforzándose en disparar enormes bolas de fuego–. Será más sencillo darle mi propia energía que reparar nada –exhaló. Tomó una bocanada de aire y continuó sus hechizos–. Y no tengo mucha energía ahora.
–Tal vez debiste entrenar más tu magia en lugar de darle tanto tratamiento a tu cara seca.
–¡Oye, no digas eso ahora si ya te has unido varias veces a los días de tratamiento!
–Y ahora moriré con la cara cuidada. ¡Gracias por tu gran ayuda! –exclamó, apenas notándose el tono mordaz diluido por el esfuerzo, pero bastó para que una sonrisa se asomara fugazmente en los labios de Edna.
–Esto no tiene caso –dijo recobrada la concentración–. Debemos salir de aquí.
–No aún, estamos aquí para destruir los objetos malditos.
–¿Qué…?
–¡No te duermas! –Friddel repelió al dragón que intentó morder a Edna.
Mientras, Zeuger caviló en el asunto de las runas. Observó las que estaban talladas en los parapetos de la torre y notó que absorbían el residuo de los hechizos.
☬❈✾ Rauko y la meca de la irreverencia
Salté en tierra y en aire hasta llegar al martillo y el cincel. Los tomé y sentí una onda de éter surcar desde mis manos hasta la punta de mis pies, causando una fugaz desconexión de los sentidos a su paso. Intensifiqué mi éter para afianzar mi control de mi cuerpo. Guardé los objetos y me impulsé hacia la improvisada fortaleza de los catedráticos.
Varios caballeros dragón se dirigían al mismo sitio para acabar con los que osaban desafiar a sus dioses. Opté por saltar sobre ellos para llegar a donde importaba. Aun así, un dragón que, con sus brazos dando nacimiento a un aura de electricidad y apuntándolos hacia Hartem, atrajo mi atención. Le arrojé mi espada robada, clavándosela en el cráneo, y seguí avanzando.
–¡Protejan a Hartem! –ordené.
Un toro soltó un rugido. Preferí no pensar en lo poco agradable que debía parecerle el desenlace de su intento de venganza.
–Necesito que formes otros farcolyans, gigantes como el que hiciste antes –le pedí a Hartem al apenas situarme a su lado. Vi en él el nacimiento de una expresión que presagiaba una explosión de su temperamento–. ¡Solo hazlo o moriremos! –exigí sin dar más explicaciones.
Empezó a fabricarlos, pero era interrumpido por la constante necesidad de defenderse de ataques. Tuve que ayudarlo haciendo gala de mi destreza aérea para acabar con media docena antes de que Hartem hiciera un trabajo que consideré suficiente: cinco aves artificiales, cada una teniendo una quinta parte del tamaño de un dragón ancestral, y más parecidas a gansos que al farcolyan que conjuró antes.
–Eso es sufic… –No tuvo caso terminar la frase: Hartem ya se había alejado envuelto en la refriega.
Salté hacia los gansos y, uno a uno, aunque me desagradaba tener que recurrir a eso, clavé el cincel en ellos y le di un martillazo, cada golpe desorientándome brevemente. Entonces todos despertaron, me miraron y esperaron saber mi voluntad. Miré a mi alrededor en busca de Melody, pero no la encontré. Chasqueé la lengua.
Y, una vez más, ocurrió un milagro. Otro de los ancestrales, el dragón del agua, murió gracias a un mono que lo destrozó desde dentro. Supe quién era y me maravilló el mejor uso que se le dio a la cerveza de mantequilla. «Si puede sangrar, puede morir», entendí por fin.
Cautivado por la muerte de dos dioses, deseché mi plan anterior y decidí encargarme yo mismo. Monté a uno de los gansos artificiales y les ordené a él y a sus hermanos elevarnos hacia la batalla.
La exaltación, sin embargo, murió poco después, cuando el ancestral restante, exhibiendo una superioridad brutal, dejó fuera de combate al rajang.
Tragué saliva, deseé que no hubiera muerto y, a pesar de todo, continué dirigiéndome hacia el enemigo, intentando concentrarme solo en la lucha.
Varios dragones salieron a mi encuentro y otros más los abatieron por mí. Los que lograban pasar, eran interceptados por mis gansos escoltas. Y los más habilidosos o suertudos que me alcanzaban eran recompensados con mi espada segando sus cabezas o sus alas, añadiéndolos como gotas en la macabra lluvia de cuerpos rotos.
El escuadrón aéreo de gansos rodeó al falso ancestral y, sin darle oportunidad de atacarnos, nos precipitamos hacia él, una y otra vez, siempre buscando dañar sus puntos vitales. Pero apenas logramos hacerle algunas heridas antes de que se cubriera completamente de piedra. Nos alejamos de él, nos reagrupamos y mis gansos, tomándose muy en serio lo de agruparse, fusionaron sus cuerpos para convertirse en un humanoide colosal, con alas y detalles de ganso. Ni siquiera intenté hallar la explicación de eso.
Coloso Ganso se abalanzó sobre el ancestral. Este alzó varias columnas filosas, obligando al Coloso Ganso a recular o rodearlas. El ancestral aprovechó el tiempo ganado para volar hacia la boca del volcán. Supe, con creciente temor, que él ya no iba a esperar para beber el poder.
Di una orden mental y mi Coloso Ganso me agarró y me lanzó hacia el ancestral. Me fortalecí con todo el éter con el que podía contar, aunque esta vez se sintió nauseabundo. Giré en el aire propulsado con magia, y, convirtiéndome en un torbellino de tajos, destrocé uno de los ojos del ancestral, haciéndolo rugir como un trueno.[2]
Me alejé de un salto, evitando por poco ser alcanzado por sus garras. Sin dilatar, expulsé una descarga de energía para volver hacia él, esta vez hacia su cuello.[3] Aterricé lanzando otros seis cortes raudos[2], ahora solo logrando quebrar su coraza de piedra, pero fue suficiente para arrebatarle el Cuerno de Nudith.
Otra vez di un gran salto. Pero esta vez el dragón reaccionó y me lanzó un zarpazo. Incapaz de dar otro salto aéreo tan pronto, invoqué al dragón de hielo de mi espada y lo usé como soporte para saltar.[4] La invocación sufrió el desastroso destino que pudo ser el mío.
Al acercarme a la boca del volcán, sin embargo, me invadió un malestar que me desorientó. Terminé aterrizando de barriga sobre algo menos duro de lo esperado. Tardé unos segundos en recuperar el aire y saber que estaba sobre Kali, mi equino feo, montado por Xana, quien estaba aterrada diciendo algo de haber perdido un collar al atraparme.[5] Sacudí la cabeza intentando recobrar el sentido. Entonces noté que el cuerno, el martillo y el cincel también se perdieron en el interior del volcán.
–¿Qué… tan malo crees que sea eso? –pregunté, temiendo la respuesta.
Mientras tanto, el ancestral no se había parado para ver nuestra torpeza. El Coloso Ganso lo había tomado por una cola, lo alzó sobre sí mismo y lo azotó contra el suelo al otro lado, destrozándole las alas y desmoronando su coraza rocosa.
Con un rugido que dominó cielo y tierra, el ancestral transformó el terreno hundiendo segmentos y alzando otros. Hartem, no sin esfuerzo, preservó la estabilidad de su área, manteniéndose junto a su grupo en pie mientras caballeros dragón sucumbían. Coloso Ganso alzó vuelo y, antes de poder arremeter de nuevo, se vio envuelto en ataques de dragones fanáticos del falso dios.
El ancestral se reincorporó a tiempo para ver sus columnas de piedra desprenderse del suelo y disparase hacia él, conjurados por la telequinesis de Rutherford. Los proyectiles pétreos se hicieron polvo justo antes de alcanzar al objetivo: el gran dragón, siendo amo de la tierra, no podría ser herido por su elemento.
Y con la nube de polvo dificultando la visión del ancestral, un trío bestial se acercó en una carrera. La expareja de bovinos, compenetrados con maestría, cortaron los tobillos escamosos. El mamut planeaba hacer un ataque similar, pero, a medio camino, el suelo bajo él se alzó de pronto y lo catapultó directo a la cabeza del ancestral. Aun así, logró dar un torpe aunque fuerte golpe, antes de caer airoso asistido por la magia de aire de Lise.
–¡¿Pero qué demo…?!
–¡Si piensan atacar, que sea a la maldita cabeza! –les gritó Hartem.
–Este elefante solo aprende haciendo algo varias veces, no solo con palabras –aprovechó para decir el toro.
El mamut se contuvo de responderle algo como: «Te doy la razón, así aprendí a darle placer a tu mujer».
Un estruendo se originó en el cielo. Coloso Ganso no resistió su batalla aérea y cayó hecho pedazos. Rutherford se encargó de redirigir cada pedazo hacia el gran dragón, a una zona específica.
–A la cabeza –repitió el viejo brujo entre jadeos–, tomaré gustosamente ese consejo.
El ancestral, mientras se protegía la cara con sus extremidades superiores, dio un coletazo al suelo. El temblor que desencadenó esta vez incluso derribó a Hartem. La lluvia de chatarra cesó. El ancestral, sin vacilar, iba a dar un poderoso golpe de gracia que toda la isla sentiría.
Y justo entonces un fulminante rayo de luz, de procedencia desconocida pero con destino evidente, emergió del suelo y chocó en una de sus patas, agravando dolorosamente su herida y, con esto, desconcertándolo durante el breve instante que se necesitaba.
Desde una torre arcana, donde una consejera entregó cuanta energía pudo de ella mientras una capitana dragona y una bruja de fuego la protegían, salió disparada una enorme lanza de hielo que terminó incrustada en el ojo sano del ancestral. Este se tambaleó, pero no cayó. No reaccionó, pero tampoco murió. De alguna manera se aferró a la vida.
–Hartem, lánzame –instó el toro.
–Con gusto.
–Ah, conque así se siente –alcanzó a murmurar para sí el toro antes de ser catapultado hacia el gran dragón, y luego, usando todo el poder de su hacha potenciada con aura telequinética y de su musculoso cuerpo impulsado también con viento mágico, lo decapitó de un tajo.
La cabeza draconiana voló, dejando un chorro de sangre tras de sí, y quedó empalada en una de las estacas que él había conjurado y que Hartem gustosamente recolocó a último momento para este final.
Varios caballeros dragón se dirigían al mismo sitio para acabar con los que osaban desafiar a sus dioses. Opté por saltar sobre ellos para llegar a donde importaba. Aun así, un dragón que, con sus brazos dando nacimiento a un aura de electricidad y apuntándolos hacia Hartem, atrajo mi atención. Le arrojé mi espada robada, clavándosela en el cráneo, y seguí avanzando.
–¡Protejan a Hartem! –ordené.
Un toro soltó un rugido. Preferí no pensar en lo poco agradable que debía parecerle el desenlace de su intento de venganza.
–Necesito que formes otros farcolyans, gigantes como el que hiciste antes –le pedí a Hartem al apenas situarme a su lado. Vi en él el nacimiento de una expresión que presagiaba una explosión de su temperamento–. ¡Solo hazlo o moriremos! –exigí sin dar más explicaciones.
Empezó a fabricarlos, pero era interrumpido por la constante necesidad de defenderse de ataques. Tuve que ayudarlo haciendo gala de mi destreza aérea para acabar con media docena antes de que Hartem hiciera un trabajo que consideré suficiente: cinco aves artificiales, cada una teniendo una quinta parte del tamaño de un dragón ancestral, y más parecidas a gansos que al farcolyan que conjuró antes.
–Eso es sufic… –No tuvo caso terminar la frase: Hartem ya se había alejado envuelto en la refriega.
Salté hacia los gansos y, uno a uno, aunque me desagradaba tener que recurrir a eso, clavé el cincel en ellos y le di un martillazo, cada golpe desorientándome brevemente. Entonces todos despertaron, me miraron y esperaron saber mi voluntad. Miré a mi alrededor en busca de Melody, pero no la encontré. Chasqueé la lengua.
Y, una vez más, ocurrió un milagro. Otro de los ancestrales, el dragón del agua, murió gracias a un mono que lo destrozó desde dentro. Supe quién era y me maravilló el mejor uso que se le dio a la cerveza de mantequilla. «Si puede sangrar, puede morir», entendí por fin.
Cautivado por la muerte de dos dioses, deseché mi plan anterior y decidí encargarme yo mismo. Monté a uno de los gansos artificiales y les ordené a él y a sus hermanos elevarnos hacia la batalla.
La exaltación, sin embargo, murió poco después, cuando el ancestral restante, exhibiendo una superioridad brutal, dejó fuera de combate al rajang.
Tragué saliva, deseé que no hubiera muerto y, a pesar de todo, continué dirigiéndome hacia el enemigo, intentando concentrarme solo en la lucha.
Varios dragones salieron a mi encuentro y otros más los abatieron por mí. Los que lograban pasar, eran interceptados por mis gansos escoltas. Y los más habilidosos o suertudos que me alcanzaban eran recompensados con mi espada segando sus cabezas o sus alas, añadiéndolos como gotas en la macabra lluvia de cuerpos rotos.
El escuadrón aéreo de gansos rodeó al falso ancestral y, sin darle oportunidad de atacarnos, nos precipitamos hacia él, una y otra vez, siempre buscando dañar sus puntos vitales. Pero apenas logramos hacerle algunas heridas antes de que se cubriera completamente de piedra. Nos alejamos de él, nos reagrupamos y mis gansos, tomándose muy en serio lo de agruparse, fusionaron sus cuerpos para convertirse en un humanoide colosal, con alas y detalles de ganso. Ni siquiera intenté hallar la explicación de eso.
Coloso Ganso se abalanzó sobre el ancestral. Este alzó varias columnas filosas, obligando al Coloso Ganso a recular o rodearlas. El ancestral aprovechó el tiempo ganado para volar hacia la boca del volcán. Supe, con creciente temor, que él ya no iba a esperar para beber el poder.
Di una orden mental y mi Coloso Ganso me agarró y me lanzó hacia el ancestral. Me fortalecí con todo el éter con el que podía contar, aunque esta vez se sintió nauseabundo. Giré en el aire propulsado con magia, y, convirtiéndome en un torbellino de tajos, destrocé uno de los ojos del ancestral, haciéndolo rugir como un trueno.[2]
Me alejé de un salto, evitando por poco ser alcanzado por sus garras. Sin dilatar, expulsé una descarga de energía para volver hacia él, esta vez hacia su cuello.[3] Aterricé lanzando otros seis cortes raudos[2], ahora solo logrando quebrar su coraza de piedra, pero fue suficiente para arrebatarle el Cuerno de Nudith.
Otra vez di un gran salto. Pero esta vez el dragón reaccionó y me lanzó un zarpazo. Incapaz de dar otro salto aéreo tan pronto, invoqué al dragón de hielo de mi espada y lo usé como soporte para saltar.[4] La invocación sufrió el desastroso destino que pudo ser el mío.
Al acercarme a la boca del volcán, sin embargo, me invadió un malestar que me desorientó. Terminé aterrizando de barriga sobre algo menos duro de lo esperado. Tardé unos segundos en recuperar el aire y saber que estaba sobre Kali, mi equino feo, montado por Xana, quien estaba aterrada diciendo algo de haber perdido un collar al atraparme.[5] Sacudí la cabeza intentando recobrar el sentido. Entonces noté que el cuerno, el martillo y el cincel también se perdieron en el interior del volcán.
–¿Qué… tan malo crees que sea eso? –pregunté, temiendo la respuesta.
Mientras tanto, el ancestral no se había parado para ver nuestra torpeza. El Coloso Ganso lo había tomado por una cola, lo alzó sobre sí mismo y lo azotó contra el suelo al otro lado, destrozándole las alas y desmoronando su coraza rocosa.
Con un rugido que dominó cielo y tierra, el ancestral transformó el terreno hundiendo segmentos y alzando otros. Hartem, no sin esfuerzo, preservó la estabilidad de su área, manteniéndose junto a su grupo en pie mientras caballeros dragón sucumbían. Coloso Ganso alzó vuelo y, antes de poder arremeter de nuevo, se vio envuelto en ataques de dragones fanáticos del falso dios.
El ancestral se reincorporó a tiempo para ver sus columnas de piedra desprenderse del suelo y disparase hacia él, conjurados por la telequinesis de Rutherford. Los proyectiles pétreos se hicieron polvo justo antes de alcanzar al objetivo: el gran dragón, siendo amo de la tierra, no podría ser herido por su elemento.
Y con la nube de polvo dificultando la visión del ancestral, un trío bestial se acercó en una carrera. La expareja de bovinos, compenetrados con maestría, cortaron los tobillos escamosos. El mamut planeaba hacer un ataque similar, pero, a medio camino, el suelo bajo él se alzó de pronto y lo catapultó directo a la cabeza del ancestral. Aun así, logró dar un torpe aunque fuerte golpe, antes de caer airoso asistido por la magia de aire de Lise.
–¡¿Pero qué demo…?!
–¡Si piensan atacar, que sea a la maldita cabeza! –les gritó Hartem.
–Este elefante solo aprende haciendo algo varias veces, no solo con palabras –aprovechó para decir el toro.
El mamut se contuvo de responderle algo como: «Te doy la razón, así aprendí a darle placer a tu mujer».
Un estruendo se originó en el cielo. Coloso Ganso no resistió su batalla aérea y cayó hecho pedazos. Rutherford se encargó de redirigir cada pedazo hacia el gran dragón, a una zona específica.
–A la cabeza –repitió el viejo brujo entre jadeos–, tomaré gustosamente ese consejo.
El ancestral, mientras se protegía la cara con sus extremidades superiores, dio un coletazo al suelo. El temblor que desencadenó esta vez incluso derribó a Hartem. La lluvia de chatarra cesó. El ancestral, sin vacilar, iba a dar un poderoso golpe de gracia que toda la isla sentiría.
Y justo entonces un fulminante rayo de luz, de procedencia desconocida pero con destino evidente, emergió del suelo y chocó en una de sus patas, agravando dolorosamente su herida y, con esto, desconcertándolo durante el breve instante que se necesitaba.
Desde una torre arcana, donde una consejera entregó cuanta energía pudo de ella mientras una capitana dragona y una bruja de fuego la protegían, salió disparada una enorme lanza de hielo que terminó incrustada en el ojo sano del ancestral. Este se tambaleó, pero no cayó. No reaccionó, pero tampoco murió. De alguna manera se aferró a la vida.
–Hartem, lánzame –instó el toro.
–Con gusto.
–Ah, conque así se siente –alcanzó a murmurar para sí el toro antes de ser catapultado hacia el gran dragón, y luego, usando todo el poder de su hacha potenciada con aura telequinética y de su musculoso cuerpo impulsado también con viento mágico, lo decapitó de un tajo.
La cabeza draconiana voló, dejando un chorro de sangre tras de sí, y quedó empalada en una de las estacas que él había conjurado y que Hartem gustosamente recolocó a último momento para este final.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Habi nvl 1 de Xana: Luceros duales, último uso, con la intención de usar la habi nvl 3 Permuta sidérea.
[2] Habi nvl 6 de Rauko: Hexatajo rutilante, usada dos veces gracias al Caramelo de Jade de Zelas.
[3] Habi pasiva nvl 4 de Rauko: Vuelo fúlgido.
[4] Habi de la espada Retniw: Dragón de hielo, en posición de defensa.
[5] Aquí Xana ya ha usado Permuta sidérea para aparecer en Kali. No encontró a Melody, al parecer.
Resumen y quizás lo único que haga falta leer de este post (?):
Xana recibe el collar y deja a Zeugel y a Friddel con Edna en la torre arcana. Ya pueden morirse los pnjs.
Rauko hace gansadas monumentales, sin mayor efecto en el enemigo. Roba el Cuerno de Nude. Queda malito porque ando masoquista. Y Xana se reune con él para ayudarlo, pero se les terminan cayendo todos los objetos malditos en el volcán. Ops. Ya puede morirse la isla.
Luego me tomé muy en serio la recomendación de usar a los pnjs en juego, tanto que olvidé usar a mis pjs (?) Ellos se encargan del falso ancestral restante, y, gracias al papucho Destino, lo rematan Gol’thien y Zeugel porque me apetecía que fuesen los que siguen vivos gracias a Rauko y Xana respectivamente y sin objetos malditos. Ya puedo morirme con ellos.
No usé a Melody porque Ari posteará y la necesita para su post. Tampoco usé a Ada ni a Kira porque me causa gracia que se hayan perdido, y que ya me daba cosa seguir metaroleando pnjs ajenos... y, más importante, es mucho texto.
Ya podemos morirnos todos =)
[2] Habi nvl 6 de Rauko: Hexatajo rutilante, usada dos veces gracias al Caramelo de Jade de Zelas.
[3] Habi pasiva nvl 4 de Rauko: Vuelo fúlgido.
[4] Habi de la espada Retniw: Dragón de hielo, en posición de defensa.
[5] Aquí Xana ya ha usado Permuta sidérea para aparecer en Kali. No encontró a Melody, al parecer.
Resumen y quizás lo único que haga falta leer de este post (?):
Xana recibe el collar y deja a Zeugel y a Friddel con Edna en la torre arcana. Ya pueden morirse los pnjs.
Rauko hace gansadas monumentales, sin mayor efecto en el enemigo. Roba el Cuerno de Nude. Queda malito porque ando masoquista. Y Xana se reune con él para ayudarlo, pero se les terminan cayendo todos los objetos malditos en el volcán. Ops. Ya puede morirse la isla.
Luego me tomé muy en serio la recomendación de usar a los pnjs en juego, tanto que olvidé usar a mis pjs (?) Ellos se encargan del falso ancestral restante, y, gracias al papucho Destino, lo rematan Gol’thien y Zeugel porque me apetecía que fuesen los que siguen vivos gracias a Rauko y Xana respectivamente y sin objetos malditos. Ya puedo morirme con ellos.
No usé a Melody porque Ari posteará y la necesita para su post. Tampoco usé a Ada ni a Kira porque me causa gracia que se hayan perdido, y que ya me daba cosa seguir metaroleando pnjs ajenos... y, más importante, es mucho texto.
Ya podemos morirnos todos =)
Rauko
Aerandiano de honor
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
Aradia estaba muy cerca de su meta, el feith aun con lo listo que era; las aventuras vividas con Zelas y por ella lo había hecho muy peculiar; un estallido así simplemente era algo que no podía soportar fácilmente ni siquiera ella podía mantener la calma. Agradecida a los dioses de que los guardias lo estuvieran conteniendo y mas se alegro cuando se giraron a verla batallando con Melody a sus espaldas, - ¿Que rayos paso? – le exigió uno de ellos, el que se acercaba. - Un rugido que más podría. – Dijo la elfa mientras abrazaba a Melody que parecía abrumada. O algo así, por todos los, ella solo quería liberar los objetos y ese maldito sapo quien sabe que le había dicho. Y hablando del diablo.
-Hey tu detente- grito el que sujetaba la rienda de Aion que ya no parecía buscar alejarse si no que, bajo la cabeza, cualquiera diría que cedía, pero Aradia sabía que estaba a la defensiva. La elfa sudaba frio y tembló como una hoja, pero -YA NO TIENES EL BASTÓN. - dijo más para sí que para los otros, se dio unos golpecitos en la cabeza y peleo consigo misma pasando saliva y se puso entre la cosa que le recordaba a Nate, estirando la diestra para mantenerla tras ella, y con la mano en la cintura, en la espada flexible. Melody señalo algo, pero entre que Aradia estaba con un ojo al sapo y otro al garabato miro lo que señalaba. -Zelas -Susurro con un alivio, y seguro eso llamo la atención de Nate. El sapo no toleraría que su joja se distrajera de su “dueño”
Mientras el guardia que había sujetado a Aion apuntaba la lanza hacia las estatuas y la criatura que les acompañaba con el cincel que en su escultura portaba. -Eso es. - dijo mirando a Mel y señalando el cincel y el martillo. -HEY QUE ESTO HABLANDO- se escuchó decir a Nate. “No tiene el bastón no tiene el bastón” se repetía Aradia, Melody lo había liberado. Abrió la elfa la boca y la volvió a cerrar, - Por favor, él usa los objetos para destruir, me dijiste que el volcán sufría, los demás objetos también, ¿no es así? -Miraba a Nate y luego a Mel, el otro guardia estaba a su lado dando algunos pasos atrás. -Hay que liberarlos, yo te ayudare, no importa quien venga, yo estaré a tu lado y te cuidare.
Hazel cayo muy cerca del par, y la elfa no tardo en sonreír y contenerse de abrazarlo, el caos que se había vuelto el lugar era eso, una marejada de caos y ella se sentía en el ojo del huracán, como si Melody tuviera su oasis de paz aun a costa del sufrimiento que parecía cargar. -Eres el indestructible. – Dijo a su hermano. Que el encuentro no duro mucho, pero si un grito de Mel, Aradia no sabía que pasaba, sus piernas temblaban y miro de reojo a dos mujeres acercarse, pero no ellas no eran causa de su vértigo reciente, el dolor desgarrador vino cuando algo la tiro hacia atrás, pero lograba mantenerse en su lugar al tirar en contra, miro el borde de la lanza de los guardias que atravesaba su costado justo cuando Mel se había movido al señalar a su hermano.
-Vayan al volcan. - Grito una de ellas, las reconoció, Ada, Kira, Kira, Ada, una de ellas era quien estaba pendiente de Melody. En ese momento su cabeza estaba ligera, sabia quienes eran, pero no distinguió mucho. La elfa llevo su mano al costado y tiro de la muñeca de Melody para retreparla en Aion, el otro guardia había seguido a Zelas, monto tras de Mel y la abrazo, miro su costado, justo bajo sus costillas había un hilo de sangre que corría por su cadera sentía el líquido llenar su bota. Solo pensaba en el desastre que seria limpiarlo. -Tenemos que liberarlos. Saldremos vivas, y te mostrare, los dibujos de tu madre, ella te amaba mucho. - Susurro al oído de la peliazul. Si salía viva de esta, no importaba cuantas veces cayera desmayada hablaría con Mel, mencionaría su nombre. Dibujaria lo que ella le pidiera. La abrazo fuerte, no sabía como pero esa niña, ese bebé, le generaba la imperiosa necesidad de protegerla y mantenerla bajo su ala.
(off: posteo de nuevo por qué olvide la runa Xad gracias Fehu)))
-Hey tu detente- grito el que sujetaba la rienda de Aion que ya no parecía buscar alejarse si no que, bajo la cabeza, cualquiera diría que cedía, pero Aradia sabía que estaba a la defensiva. La elfa sudaba frio y tembló como una hoja, pero -YA NO TIENES EL BASTÓN. - dijo más para sí que para los otros, se dio unos golpecitos en la cabeza y peleo consigo misma pasando saliva y se puso entre la cosa que le recordaba a Nate, estirando la diestra para mantenerla tras ella, y con la mano en la cintura, en la espada flexible. Melody señalo algo, pero entre que Aradia estaba con un ojo al sapo y otro al garabato miro lo que señalaba. -Zelas -Susurro con un alivio, y seguro eso llamo la atención de Nate. El sapo no toleraría que su joja se distrajera de su “dueño”
Mientras el guardia que había sujetado a Aion apuntaba la lanza hacia las estatuas y la criatura que les acompañaba con el cincel que en su escultura portaba. -Eso es. - dijo mirando a Mel y señalando el cincel y el martillo. -HEY QUE ESTO HABLANDO- se escuchó decir a Nate. “No tiene el bastón no tiene el bastón” se repetía Aradia, Melody lo había liberado. Abrió la elfa la boca y la volvió a cerrar, - Por favor, él usa los objetos para destruir, me dijiste que el volcán sufría, los demás objetos también, ¿no es así? -Miraba a Nate y luego a Mel, el otro guardia estaba a su lado dando algunos pasos atrás. -Hay que liberarlos, yo te ayudare, no importa quien venga, yo estaré a tu lado y te cuidare.
Hazel cayo muy cerca del par, y la elfa no tardo en sonreír y contenerse de abrazarlo, el caos que se había vuelto el lugar era eso, una marejada de caos y ella se sentía en el ojo del huracán, como si Melody tuviera su oasis de paz aun a costa del sufrimiento que parecía cargar. -Eres el indestructible. – Dijo a su hermano. Que el encuentro no duro mucho, pero si un grito de Mel, Aradia no sabía que pasaba, sus piernas temblaban y miro de reojo a dos mujeres acercarse, pero no ellas no eran causa de su vértigo reciente, el dolor desgarrador vino cuando algo la tiro hacia atrás, pero lograba mantenerse en su lugar al tirar en contra, miro el borde de la lanza de los guardias que atravesaba su costado justo cuando Mel se había movido al señalar a su hermano.
-Vayan al volcan. - Grito una de ellas, las reconoció, Ada, Kira, Kira, Ada, una de ellas era quien estaba pendiente de Melody. En ese momento su cabeza estaba ligera, sabia quienes eran, pero no distinguió mucho. La elfa llevo su mano al costado y tiro de la muñeca de Melody para retreparla en Aion, el otro guardia había seguido a Zelas, monto tras de Mel y la abrazo, miro su costado, justo bajo sus costillas había un hilo de sangre que corría por su cadera sentía el líquido llenar su bota. Solo pensaba en el desastre que seria limpiarlo. -Tenemos que liberarlos. Saldremos vivas, y te mostrare, los dibujos de tu madre, ella te amaba mucho. - Susurro al oído de la peliazul. Si salía viva de esta, no importaba cuantas veces cayera desmayada hablaría con Mel, mencionaría su nombre. Dibujaria lo que ella le pidiera. La abrazo fuerte, no sabía como pero esa niña, ese bebé, le generaba la imperiosa necesidad de protegerla y mantenerla bajo su ala.
(off: posteo de nuevo por qué olvide la runa Xad gracias Fehu)))
Aradia Hazelmere
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
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Re: El Juicio de los Ancestrales [Trama Global Objetos Malditos]
Los Objetos Malditos se perdieron en el cráter y, por un momento, nada ocurrió. Nada, más allá de la batalla sin sentido por el control de un Volcán, como si alguien pudiera siquiera soñar con controlar semejante portento de la naturaleza.
Sin embargo, la lucha continuó, ajena al acontecimiento. Los defensores plantaron cara a su enemigo con todo lo que tenían. Por su honor, por el deber, por salvar sus vidas y las de sus compañeros, acompañados por el ensalmo «si puede sangrar, puede morir», dedicaban cada gota de energía a repeler el ataque de sus compatriotas.
¿Y los Adoradores de los Ancestrales? Algunos habían caído en la desesperación al ver derrumbarse el cuerpo decapitado de Akrannes. Otros, sin embargo, recrudecieron su ataque, enardecidos por la blasfemia, temerosos de perder a otros dos o, simplemente, porque seguir luchando era más fácil que admitir su error.
No fue hasta que la última de las grandes bestias fue abatida que alguien se percató de la figura encapuchada que, sin alas ni artilugio alguno, flotaba sobre el cráter del Volcán, desdibujado, al principio, por el humo que emanaba de éste.
Ada Lovelace nunca había visto a Randall Flagg en persona, pero no le cupo duda de que era él quien, tras el derrumbe del Extractor, reclamaba para sí el Éter que manaba del poderoso Objeto. No, ella no sabía aún que eran cuatro y no uno solo los Objetos que irradiaban aquella enorme cantidad de Éter. Su pensamiento acudió a la niña Melody, y a Aradia, a las que ella misma había enviado a aquel cráter. ¿Y si no lo lograban?
La lucha no cesó inmediatamente tras la derrota de los tres grandes dragones. Muchos de sus adoradores clamaban venganza, otros buscaban una muerte heroica que los llevara a su lado, aportando, eso sí, tantos sacrificios como fuera posible para asegurarse un mejor puesto a su lado.
Tarama Friddel, capitana de Dundarak, ni siquiera vio venir al dragón que, entregando su propia vida, se llevó por delante media cúspide de la torre arcana. De su mente se borrarían el color de sus escamas, el temblor de la estructura o el polvo que levantó el derrumbe en el ambiente. Solo quedó sitio para una imagen: la del frágil cuerpo de Edna precipitándose al vacío envuelto en su vaporoso vestido, la ruptura de una promesa inesperada, el fin de un verano que apenas había tenido tiempo de dar fruto.
A medida que la figura en el centro del cráter se hacía más visible, más grande, la lucha fue remitiendo ante la confusión general. Una vez más, Heck Hartem fue el primero en reaccionar. Utilizó la energía que le quedaba para generar una costra de roca que taponó el orificio del Volcán.
Por un momento, al menos, hasta que un gesto de Flagg hizo estallar la cubierta, enviando la roca de vuelta. El escudo de Ernest Rutherford llegó a tiempo de salvar la vida de su compañero, pero él mismo quedaría fuera de combate al recibir el impacto de otro de los proyectiles.
Lise Meitner, envuelta en un vendaval de aire, se alzó llamando a la tormenta. Las nubes se cerraron sobre el Volcán en el mismo momento que un tímido haz de luz asomaba desde el este y un potente rayo descargó su furia sobre la figura encapuchada.
El Hombre Muerto apenas se tambaleó. Echó atrás la cabeza y una terrible carcajada se abrió paso por encima del retumbar del Volcán y la tormenta, antes de que un rostro desfigurado emergiera tras la capucha y un Éter oscuro y afilado, como una extraña mofa del aire cortante que expulsaba la Catedrática, se precipitó fulminante hacia Meitner, cuyo cuerpo sin vida cayó a plomo en el sitio.
Pero la risa de Flagg no duraría mucho, se cortó en seco cuando se percató de la pequeña figura de pelo azul en el borde del cráter, apenas una fracción de segundo antes de que todo cambiase. El ataque de los Catedráticos había dado a Melody el tiempo suficiente para hacer contacto y liberar por fin de su carga a aquel magma que lloraba a gritos en sus oídos.
El Éter se liberó al instante, junto a una columna de humo, tierra y roca a medio fundir que ascendió a toda velocidad. De alguna manera, Flagg resistió el envite físico, negándose a renunciar al Éter liberado que, sin embargo, sería su perdición.
Mientras su figura engrandecida se retorcía y desdibujaba, una Zeuger y una Friddel, heridas y agotadas, sacaban sus últimas reservas de energía para organizar la rápida evacuación del complejo, que se venía abajo a medida que la cúspide de la montaña se desmoronaba dejando asomar el magma que bullía en el cráter.
De alguna manera, el aire de la zona se volvió aún más seco cuando Ada Lovelace reunió todo el agua que pudo encontrar con un único propósito en mente: salvar a aquellas que había enviado al epicentro de la catástrofe. Así, Aradia vería enfriarse la tierra a su alrededor, justo antes de que la lava se la tragase y su aion tomó las riendas, recorriendo el camino dibujado por la Catedrática.
La última en abandonar la montaña sería la bio-cibernética Kira, chamuscada y ennegrecida, pero con una sonrisa en los labios. En sus brazos, viajaba un bebé lloroso.
Con todos los Objetos destruidos y el Hombre Muerto desdibujado en el Éter, nada me queda por hacer aquí, salvo darles las gracias por un tema entretenidísimo. Un poco loco, quizá, pero ya sabía a qué atenerme cuando los dejé a su aire.
Bueno, sí, supongo que algo más me queda, darles sus recompensas. Los cuatro (los cinco, contando a Xana) reciben de los Catedráticos supervivientes (3 de 4, ni tan mal) una invitación a formar parte de la Academia Hekshold. Si es que no tienen una ya, es difícil seguirle la pista a estas cosas, ya que no suelen aparecer en las Listas de Tareas. Pónganse en contacto conmigo si desean aceptarla.
Aradia Hazelmere: El momento (uno de los momentos) de tu visión ha llegado. Quedas liberada de la maldición que te impuso Sigel y ya eres libre de pronunciar todos los nombres que quieras sin ataques epilépticos de por medio. Por tu participación en el evento, obtienes 12 px y 200 aeros (¡enhorabuena por tu subida de nivel!), además de las siguientes recompensas:
Zelas Hazelmere: Tu identidad es tan confusa que solo tú sabes lo que hiciste (o quizá no). Por tu colorista participación en el evento, obtienes 15 px y 250 aeros, además de las siguientes… ¿recompensas?:
Destino:Por tu participación en el evento, obtienes un merecido baño, digo, 15 puntos de experiencia y 250 aeros, además de las siguientes recompensas:
Rauko:Por tu excelente participación en el evento, obtienes 18 px y 300 aeros, además de las siguientes recompensas:
Sin embargo, la lucha continuó, ajena al acontecimiento. Los defensores plantaron cara a su enemigo con todo lo que tenían. Por su honor, por el deber, por salvar sus vidas y las de sus compañeros, acompañados por el ensalmo «si puede sangrar, puede morir», dedicaban cada gota de energía a repeler el ataque de sus compatriotas.
¿Y los Adoradores de los Ancestrales? Algunos habían caído en la desesperación al ver derrumbarse el cuerpo decapitado de Akrannes. Otros, sin embargo, recrudecieron su ataque, enardecidos por la blasfemia, temerosos de perder a otros dos o, simplemente, porque seguir luchando era más fácil que admitir su error.
No fue hasta que la última de las grandes bestias fue abatida que alguien se percató de la figura encapuchada que, sin alas ni artilugio alguno, flotaba sobre el cráter del Volcán, desdibujado, al principio, por el humo que emanaba de éste.
Ada Lovelace nunca había visto a Randall Flagg en persona, pero no le cupo duda de que era él quien, tras el derrumbe del Extractor, reclamaba para sí el Éter que manaba del poderoso Objeto. No, ella no sabía aún que eran cuatro y no uno solo los Objetos que irradiaban aquella enorme cantidad de Éter. Su pensamiento acudió a la niña Melody, y a Aradia, a las que ella misma había enviado a aquel cráter. ¿Y si no lo lograban?
La lucha no cesó inmediatamente tras la derrota de los tres grandes dragones. Muchos de sus adoradores clamaban venganza, otros buscaban una muerte heroica que los llevara a su lado, aportando, eso sí, tantos sacrificios como fuera posible para asegurarse un mejor puesto a su lado.
Tarama Friddel, capitana de Dundarak, ni siquiera vio venir al dragón que, entregando su propia vida, se llevó por delante media cúspide de la torre arcana. De su mente se borrarían el color de sus escamas, el temblor de la estructura o el polvo que levantó el derrumbe en el ambiente. Solo quedó sitio para una imagen: la del frágil cuerpo de Edna precipitándose al vacío envuelto en su vaporoso vestido, la ruptura de una promesa inesperada, el fin de un verano que apenas había tenido tiempo de dar fruto.
A medida que la figura en el centro del cráter se hacía más visible, más grande, la lucha fue remitiendo ante la confusión general. Una vez más, Heck Hartem fue el primero en reaccionar. Utilizó la energía que le quedaba para generar una costra de roca que taponó el orificio del Volcán.
Por un momento, al menos, hasta que un gesto de Flagg hizo estallar la cubierta, enviando la roca de vuelta. El escudo de Ernest Rutherford llegó a tiempo de salvar la vida de su compañero, pero él mismo quedaría fuera de combate al recibir el impacto de otro de los proyectiles.
Lise Meitner, envuelta en un vendaval de aire, se alzó llamando a la tormenta. Las nubes se cerraron sobre el Volcán en el mismo momento que un tímido haz de luz asomaba desde el este y un potente rayo descargó su furia sobre la figura encapuchada.
El Hombre Muerto apenas se tambaleó. Echó atrás la cabeza y una terrible carcajada se abrió paso por encima del retumbar del Volcán y la tormenta, antes de que un rostro desfigurado emergiera tras la capucha y un Éter oscuro y afilado, como una extraña mofa del aire cortante que expulsaba la Catedrática, se precipitó fulminante hacia Meitner, cuyo cuerpo sin vida cayó a plomo en el sitio.
Pero la risa de Flagg no duraría mucho, se cortó en seco cuando se percató de la pequeña figura de pelo azul en el borde del cráter, apenas una fracción de segundo antes de que todo cambiase. El ataque de los Catedráticos había dado a Melody el tiempo suficiente para hacer contacto y liberar por fin de su carga a aquel magma que lloraba a gritos en sus oídos.
El Éter se liberó al instante, junto a una columna de humo, tierra y roca a medio fundir que ascendió a toda velocidad. De alguna manera, Flagg resistió el envite físico, negándose a renunciar al Éter liberado que, sin embargo, sería su perdición.
Mientras su figura engrandecida se retorcía y desdibujaba, una Zeuger y una Friddel, heridas y agotadas, sacaban sus últimas reservas de energía para organizar la rápida evacuación del complejo, que se venía abajo a medida que la cúspide de la montaña se desmoronaba dejando asomar el magma que bullía en el cráter.
De alguna manera, el aire de la zona se volvió aún más seco cuando Ada Lovelace reunió todo el agua que pudo encontrar con un único propósito en mente: salvar a aquellas que había enviado al epicentro de la catástrofe. Así, Aradia vería enfriarse la tierra a su alrededor, justo antes de que la lava se la tragase y su aion tomó las riendas, recorriendo el camino dibujado por la Catedrática.
La última en abandonar la montaña sería la bio-cibernética Kira, chamuscada y ennegrecida, pero con una sonrisa en los labios. En sus brazos, viajaba un bebé lloroso.
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Con todos los Objetos destruidos y el Hombre Muerto desdibujado en el Éter, nada me queda por hacer aquí, salvo darles las gracias por un tema entretenidísimo. Un poco loco, quizá, pero ya sabía a qué atenerme cuando los dejé a su aire.
Bueno, sí, supongo que algo más me queda, darles sus recompensas. Los cuatro (los cinco, contando a Xana) reciben de los Catedráticos supervivientes (3 de 4, ni tan mal) una invitación a formar parte de la Academia Hekshold. Si es que no tienen una ya, es difícil seguirle la pista a estas cosas, ya que no suelen aparecer en las Listas de Tareas. Pónganse en contacto conmigo si desean aceptarla.
Aradia Hazelmere: El momento (uno de los momentos) de tu visión ha llegado. Quedas liberada de la maldición que te impuso Sigel y ya eres libre de pronunciar todos los nombres que quieras sin ataques epilépticos de por medio. Por tu participación en el evento, obtienes 12 px y 200 aeros (¡enhorabuena por tu subida de nivel!), además de las siguientes recompensas:
- recompensas:
- PNJ: Bebé Melody. Destruidos los Objetos Malditos, la niña Melody ha perdido su único poder, a partir de ahora, será una humana normal. Sintiéndose un tanto culpable por el modo en que los Catedráticos la han utilizado, y siendo que la niña ha quedado huérfana y su padre biológico ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) no tiene la capacidad mental para ocuparse de un bebé, Ada Lovelace entrega a Melody a tu cuidado. Tú decides si deseas criarla en persona o entregarla a alguien adecuado. Si deseas utilizar a Boomer en relación a la niña, contáctame por privado y concertamos un tema al respecto (más tranquilito que este, lo prometo).
Mechón de pelo azul: [Material épico] Último resquicio mágico de la niña Mélody. Sólo tú puedes saber si su utilidad supera o no su valor sentimental. Sirve para la creación de objetos épicos de cualquier profesión.
Zelas Hazelmere: Tu identidad es tan confusa que solo tú sabes lo que hiciste (o quizá no). Por tu colorista participación en el evento, obtienes 15 px y 250 aeros, además de las siguientes… ¿recompensas?:
- recompensas:
- Escama ensangrentada de Oulu: [Material épico] Al despertar, con tu apariencia normal, te la encuentras incrustada entre los restos de tu ropa y no tienes problemas para reconocer su potencial mágico. Sirve para la creación de objetos épicos de cualquier profesión.
Maldición: Gases Ancestrales: Resulta que la sangre y babas de dragón dopado, mezcladas con pociones mágicas, no le caen muy bien al estómago. Durante tu próximo tema libre, los gases no te dejarán tranquilo y, cada vez que los expulses (al menos, una vez cada dos posts, pero tú decides por dónde), liberarás también una pequeña cantidad de éter. Esto afectará a toda la magia que se ejecute en tu presencia.
Concreto: Cada vez que se use una habilidad u objeto mágico en tu presencia, o en cada turno que haya un encantamiento o habilidad/objeto mágico activo, la persona que lo ha usado deberá lanzar una runa. Si la runa es buena o muy buena, la magia funcionará normalmente; si es neutra, el efecto será distinto al esperado, pero no necesariamente negativo (el siguiente en postear, tras la runa, tiene libertad para describir el cambio de efecto); si la runa es mala, el hechizo fallará y, si es muy mala, el fallo tendrá consecuencias negativas para la persona que lanzó el hechizo/usó el objeto.
Este tema libre tendrá una bonificación de 2 px para todos los participantes en el mismo y podrá ser intervenido por un master.
Destino:Por tu participación en el evento, obtienes un merecido baño, digo, 15 puntos de experiencia y 250 aeros, además de las siguientes recompensas:
- recompensas:
- Maestro de las Mil Espadas: Tu valiente enfrentamiento frontal contra tremendo enemigo te ha ganado el respeto y admiración de los testigos presenciales, que puede o no que exageren un poquito la historia cuando la cuenten. Se te conocerá en los Reinos del Norte como el Maestro de las Mil Espadas, obteniendo el respeto de los dragones allá donde seas reconocido. Puede que también el odio de cierto segmento de la población.
Pluma ensangrentada de Akrannes: [Material épico] Sí, he dicho pluma, ¿no viste la imagen? Se quedó pegada a tu mágica melena durante tu… baño de gloria. Superado el asco inicial, te das cuenta de su potencial. Sirve para la creación de objetos épicos de cualquier profesión.
Rauko:Por tu excelente participación en el evento, obtienes 18 px y 300 aeros, además de las siguientes recompensas:
- recompensas:
Trabajo extraParticipación en la creación de la ficha de Zeuger: Ya que la Consejero/Consejera no tiene imagen ni ficha y has hecho tan buen uso de ella, te has ganado el derecho de elegirle una apariencia acorde para su futura ficha de PNJ. No dudes en indicarme también aquellos datos que consideres importantes para incluir en dicha ficha. También tendrás preferencia a la hora de participar en temas master relativos a este personaje.
Roca volcánica: [Material épico] Gracias a una de las bonitas esferas de Xana, la pequeña piedra, porosa y negruzca pero claramente mágica, no los achicharró cuando saltó hacia ustedes tras la erupción del volcán. Sirve para la creación de objetos épicos de cualquier profesión.
Xana obtiene la confianza de Zeuger (y de Friddel), así como una vía de contacto con el Consejo de los dragones.
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