[Desafío] Riesgo en el aire
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Riesgo en el aire
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Aquel no era un transporte para cualquiera, y no solo porque alguien con miedo a las alturas podría pasarlo mal en él, sino también por el precio elevado que usualmente se exigía por el servicio. Una refinada caja semicircular de madera de volarce, cuyas propiedades mágicas lo hacían ligero y hasta con capacidad de flotar, con runas talladas para aislar el interior y evitar que las ventiscas o las sacudidas incordiaran a los pasajeros, todo cuidadosamente afianzado sobre el lomo de un bégimo del norte adiestrado, una enorme bestia con el inexplicable poder para volar con gran destreza y velocidad aun sin alas. Aunque era relativamente conocido en las tierras del norte, en el resto de Aerandir apenas era probable ver a algún bégimo.
Sin embargo, el anciano Belov, uno de los señores más acaudalados de Dundarak, podría cambiarlo todo. Trabajó en conjunto con el Consejo de Dragones para emprender diferentes proyectos que podrían, o eso esperaba, ayudar a mejorar la economía de Dundarak y demostrar ahora más que nunca que no necesitaban a los falsos dragones ancestrales para progresar. Uno de los proyectos que creía más prometedores era el transporte aéreo de bégimos, ahora destinado a viajes entre reinos, y este era el día en que se inauguraba y donde varios afortunados, algunos elegidos al azar de una lista de voluntarios, disfrutarían de un viaje pagado por el señor Belov desde Dundarak a Verisar.
-A su derecha se puede ver la arboleda del Bosque del Este -decía Belov entusiasmado dentro del armazón, sentado de piernas cruzadas sobre uno de los cojines, señalando una de las ventanillas por la que se podía ver el territorio de los licántropos desde gran altura -Y a su izquierda se puede ver…- hizo una pausa para generar suspenso, pero los pasajeros, especialmente un par de niños que escapaban del escaso control de su despistada madre, ya se habían movido para ver por las ventanillas opuestas -¡la arboleda del Bosque del Este!- exclamó Belov.
Estaba en uno de los siete bégimos de la caravana aérea, en el centro de la fila. Estaba planeado que viajara en el primero, pero a último momento decidió cambiar de idea. Ser impredecible era parte de su excéntrica personalidad. Y tal vez por eso podría vivir un poco más aquel día.
Llegaron desde abajo. Un grupo de encapuchados con túnicas púrpuras con emblemas de dragones escarlatas, cada uno montado sobre un morador del viento, equino alado y de aspecto fantasmagórico. Ascendieron desde los árboles usados como escondite, rodearon al primer bégimo y un encapuchado gritó: -¡El juicio de los ancestrales ha llegado, hereje Belov, ayudar al Consejo de blasfemos se paga con la muerte!-
El viejo Belov saltó hasta una de las ventanillas de su transporte, observó con los ojos bien abiertos, no le gustó lo que vio, regresó a su puesto y forzó una sonrisa para los pasajeros que empezaban a inquietarse.
-No hay que preocuparse, cada bégimo cuenta con dos guardias muy bien preparados para esto- dijo intentando parecer relajado. Después se escuchó una explosión procedente del primer transporte.
∞ Te damos la bienvenida a una aventura entre las nubes, afortunado visitante de los cielos, pero debemos advertirte que el riesgo es muy elevado, aunque tal vez valga la pena si tenemos en cuenta quién está a bordo y las repercusiones que traerá su vida o muerte.
ᚩ En esta ocasión te encuentras en una peculiar caravana de bisontes voladores (info [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), sino es que eres capaz de ir de paso volando con recursos propios, y eres testigo del ataque de unos fanáticos de los fallecidos falsos ancestrales (aunque para ellos no son tan falsos) que usan como monturas a los moradores del viento (info [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) a pesar de que deberían poder volar por sí mismos si son dragones.
∞ Sin embargo, no te buscan a ti, sino solo a Belov, por lo que te damos la libertad (al menos la que se puede en estas circunstancias) para decidir ayudar a enfrentar a los fanáticos, centrarte en proteger a los pasajeros dejando que los guardias luchen o hasta entregar a Belov pasando sobre el cadáver de algunos guardias por el bien del resto de pasajeros, pero sea cual sea tu decisión ten en cuenta que ninguna consecuencia quedará en el aire.
∞ En este desafío pueden participar un máximo de 2 personajes y deberá resolverse en un par de rondas, o una tercera si lo consideramos necesario. El orden de posteo será Pj1-Pj2-Master(Complicación)-Pj1-Pj2-Master(Cierre).
Sin embargo, el anciano Belov, uno de los señores más acaudalados de Dundarak, podría cambiarlo todo. Trabajó en conjunto con el Consejo de Dragones para emprender diferentes proyectos que podrían, o eso esperaba, ayudar a mejorar la economía de Dundarak y demostrar ahora más que nunca que no necesitaban a los falsos dragones ancestrales para progresar. Uno de los proyectos que creía más prometedores era el transporte aéreo de bégimos, ahora destinado a viajes entre reinos, y este era el día en que se inauguraba y donde varios afortunados, algunos elegidos al azar de una lista de voluntarios, disfrutarían de un viaje pagado por el señor Belov desde Dundarak a Verisar.
-A su derecha se puede ver la arboleda del Bosque del Este -decía Belov entusiasmado dentro del armazón, sentado de piernas cruzadas sobre uno de los cojines, señalando una de las ventanillas por la que se podía ver el territorio de los licántropos desde gran altura -Y a su izquierda se puede ver…- hizo una pausa para generar suspenso, pero los pasajeros, especialmente un par de niños que escapaban del escaso control de su despistada madre, ya se habían movido para ver por las ventanillas opuestas -¡la arboleda del Bosque del Este!- exclamó Belov.
Estaba en uno de los siete bégimos de la caravana aérea, en el centro de la fila. Estaba planeado que viajara en el primero, pero a último momento decidió cambiar de idea. Ser impredecible era parte de su excéntrica personalidad. Y tal vez por eso podría vivir un poco más aquel día.
Llegaron desde abajo. Un grupo de encapuchados con túnicas púrpuras con emblemas de dragones escarlatas, cada uno montado sobre un morador del viento, equino alado y de aspecto fantasmagórico. Ascendieron desde los árboles usados como escondite, rodearon al primer bégimo y un encapuchado gritó: -¡El juicio de los ancestrales ha llegado, hereje Belov, ayudar al Consejo de blasfemos se paga con la muerte!-
El viejo Belov saltó hasta una de las ventanillas de su transporte, observó con los ojos bien abiertos, no le gustó lo que vio, regresó a su puesto y forzó una sonrisa para los pasajeros que empezaban a inquietarse.
-No hay que preocuparse, cada bégimo cuenta con dos guardias muy bien preparados para esto- dijo intentando parecer relajado. Después se escuchó una explosión procedente del primer transporte.
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∞ Te damos la bienvenida a una aventura entre las nubes, afortunado visitante de los cielos, pero debemos advertirte que el riesgo es muy elevado, aunque tal vez valga la pena si tenemos en cuenta quién está a bordo y las repercusiones que traerá su vida o muerte.
ᚩ En esta ocasión te encuentras en una peculiar caravana de bisontes voladores (info [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), sino es que eres capaz de ir de paso volando con recursos propios, y eres testigo del ataque de unos fanáticos de los fallecidos falsos ancestrales (aunque para ellos no son tan falsos) que usan como monturas a los moradores del viento (info [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]) a pesar de que deberían poder volar por sí mismos si son dragones.
∞ Sin embargo, no te buscan a ti, sino solo a Belov, por lo que te damos la libertad (al menos la que se puede en estas circunstancias) para decidir ayudar a enfrentar a los fanáticos, centrarte en proteger a los pasajeros dejando que los guardias luchen o hasta entregar a Belov pasando sobre el cadáver de algunos guardias por el bien del resto de pasajeros, pero sea cual sea tu decisión ten en cuenta que ninguna consecuencia quedará en el aire.
∞ En este desafío pueden participar un máximo de 2 personajes y deberá resolverse en un par de rondas, o una tercera si lo consideramos necesario. El orden de posteo será Pj1-Pj2-Master(Complicación)-Pj1-Pj2-Master(Cierre).
Ansur
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
Qué es lo bueno de que una persona sea rica. Pues bueno, si eres tú te puedes comprar montón de cosas, que igual algunas no te sirven para nada, mucho menos para llenar ese agujero llamado falta de autoestima. En cambio, si es otra persona la que tiene los bolsos llenos de monedas… pues… no sirve para absolutamente nada. Ni siquiera para comprarte cosas estúpidas, porque evidentemente se las compraré para él, no para ti.
No hay tantas personas como Bio en el mundo… O igual sí, quién sabe.
La experiencia dictaba a nuestro brujo que no solía ser lo común. Pero bueno, a veces un tipo se llamaba Belov e invertía en una idea creativa que te podía venir como anillo al dedo. Eso es. A esa persona se le ocurría entrenar bégimos como transporte para ir de Dundarak a Lunargenta y nuestro querido, en ocasiones élficas extremas no tan querido, Vincent tenía una nueva forma de volver a casa.
Y, sí, puedo decir que a este brujo le emocionaba la idea de probar un nuevo medio de transporte y, por ende, se presentó voluntario. Era su forma de seguir siendo pionero en materia de vuelo tras caerse de una montaña.
- Y sí, seguro que es menos estresante que eso-, se dijo, tras mirar el trozo de papel que le habían dado con el nombre de… ¿qué dijo la señorita que se lo vendió, pasaje? Bueno, lo que fuera eso, pero le servía para subir al bégimo correspondiente cuando estuviera preparado para partir.
Vincent acababa de llegar a la zona, y al poco de llegar le indicaron que se pusiera al final de una fila de personas que después de un rato subirían al mismo bégimo que él. O eso era lo que uno podía intuir del asunto.
- O igual es casi tan estresante que caerse de una montaña-, comentó luego de un tiempo esperando y después de mirar la escalera que debía subir para montarse en la parte superior del bégimo.
- A mí me estresa mucho volar. Una vez lo hice sobre un dragón y no fue la mejor experiencia de mi vida-, dijo un tipo a espaldas del brujo.
- ¿Y...? - «¿Este tipo lo habrá dicho en serio?» - ¿Y por qué te vas a subir en un animal que vuela? - preguntó, curioso, girando medio cuerpo para mirarle.
- Debo hacer un examen exhaustivo de estos bégimos. Cerciorarme de si son tan útiles como comenta el señor Belov.
- ¿Y debe hacerlo usted?
El tipo asintió y Vincent se giró otra vez para mirar hacia adelante, pues la fila comenzó a avanzar.
- Es la única manera de tener completa seguridad de ello. No puedo fiarme de lo que digan otros. En un asunto tan importante como este no. Piense en este modelo de negocio. Las expectativas están por la nubes, el señor Belov puede hacer volar nuestra imaginación de maneras nunca vistas.
«Se está cachondeando de mí», caviló cierto brujo.
- Pues mucho ánimo con la tensión, seguro que cuando suba y esté encima del bégimo se le pasa. A veces nuestras expectativas vuelan más altas que la realidad.
Pasado un tiempo cada uno de los presentes estuvo sentado en uno de los espacios reservados para ello. Lo cierto es que, a priori, el mercenario no creía que ir sobre aquel bicho pudiera ser tan cómodo. El que había ideado todo aquello era alguien ingenioso, había pensado en facilitar la manera de que todo el mundo, niños, ancianos, adultos, sin importar su salud o forma física, pudiera ir montado en uno. El tal Belov iba muy en serio.
Después de un rato volando, Vinc dejó de centrar su mirada en el paisaje que podía ver desde un lateral del espacio dónde iba la gente acomodada y comenzó a inspeccionar al grupo de personas que iban con él.
Estaba Belov. Parece que el brujo había tenido “suerte” de poder ir con el acaudalado señor que había financiado todo aquello. Iba contando cosas durante el viaje, cosas obvias, así que Vincent supuso que describía el paisaje y lo que se iban encontrando por si había ciegos en el interior. No encontraba otra explicación, y no pudo evitar preguntarse si en los otros bégimos también había alguien diciendo obviedades por ayudar a los cieguitos.
Loable dedicación, después de todo. Al sureño le estaba gustando todo aquello.
Al girar el cuello nuestro mercenario pudo ver al señor “Debo cerciorarme por mí mismo”. Vincent podría asegurar que nuestro amigo sólo estaba cerciorándose de mantener su almuerzo dentro del cuerpo, porque iba blanco como mármol y tieso como ese mismo material.
El rubio negó con la cabeza y continuó con la observación de personas. Nada relevante, salvo por un hombre que tenía un peinado que le hizo pensar.
«Espero que no sea familia de Liarte Ya he tenido suficiente Liarte por veinte años»
Tras eso, al seguir mirando el entorno, delante, algo tapaba la visión. Era como… Cómo describirlo. Era como si alguien hubiera subido un armario sobre el bégimo. Uno muy grande, de cabellera blanca. Los armarios no solían tener pelo, así que eso le hizo estar seguro de que era una persona más, y cuando el individuo, porque al final resultó ser una persona gigante, giró el rostro, el brujo pudo recordar un tiempo pasado cerca de un campamento de refugiados.
- Alta. ¡Alta! - llamó la atención de la joven y se levantó. - Yo te conozco-, comentó sonriente, acercándose a la dama.
- Oiga, pero no corte mi narración-, afirmó Belov, algo indignado.
- Perdón, perdón-, respondió Vincent, haciéndose pequeño y sentándose junto a la mujer conocida.
Y sí, viene chiste, no hacía falta esforzarse mucho en hacerse pequeño junto a tremendo látigo de persona.
- No esperaba encontrarme nadie conocido en algo como esto-, dijo en susurros, pues el ricachón seguía a lo suyo de darle al pico. - ¿Es un poco loco verdad? Pero es bastante ingenioso.
Y sí, ahí es cuando cierto sujeto parlanchín dijo lo del bosque del Este y todo se fue un poquito hacia el desastre.
- ¿El juicio de los ancestrales? - dijo para sí mismo.
«Como la dragona del volcán»
- Mierda, esos no están nada bien de la cabeza.
Y sí que no lo estaban, porque en esas un bégimo pasó a mejor vida y cayó sobre el bosque. Quedaban otros seis con más pasajeros dentro.
- Qué mala pinta tiene esto. Señor Belov, igual tampoco volamos tan altos ¿no? ¿Cayendo junto al bégimo no pasaría nada grave?
Igual no caían contra el suelo como un plomo.
- Pero no se ponga en lo peor. Los guardias nos defenderán.
Teniendo en cuenta que dos guardias no habían sido suficiente para defender al primero de los bégimos, eso a nuestro brujo se le antojaba optimista, igual como mucho lo entregaban por salvar el pellejo.
Una explosión pegó en el lateral derecho del habitáculo en el que iban, por la parte delantera, pero por fortuna, no causó víctimas.
- ¡Vamos a morir! - gritó alguien, y al girarse, el mercenario pudo comprobar que se trataba del tipo que había quedado como un mármol tras subirse al bicho. - ¡Todos vamos a morir!
«Creo que esto ya lo he vivido. ¿Me encuentro con todos los primos hermanos de todos los hijos nacidos de entre hermanos de pueblo, o qué cojones?»
- Que alguien haga callar a ese hombre-, mentó, intentando poner un poco de orden, y a la vez, con un gesto de su mano apagó las llamas que amenazaban con propagarse desde la zona de la explosión.
El miedo era como un veneno, no debía dejar que se propagase. Era algo con lo que en su oficio se tenía que lidiar constantemente.
Y bueno, medio pasaje tomó la palabra del brujo, quizás de forma demasiado literal.
- Bueno, eso vale. Pero quizás no hacía falta que…
«...le pegaran tantos. En fin, eso ya daba igual.»
- Si tienen forma de hacernos explotar, quedarnos esperando es nuestro fin. Debemos contraatacar-, anunció, y desenvainando su espada hizo tres cortes en el aire en dirección al techo.
Luego repitió el proceso varias veces, siempre apuntando con sus cortes en el mismo punto hasta que la madera del techo quedó bastante debilitada por la repetición de la maniobra.
- Pero qué haces.
- Evitaré que se acerquen a los bégimos todo lo que pueda-, terminó por decir, y con un gran salto ayudado de su magia de aire chocó contra el techo… para luego rebotar contra el suelo por el impacto.
Vincent se quejó de dolor, pero al menos había podido percibir como la madera, dentro de las marcas que había creado, había crujido tras el impacto.
- En serio, qué pretendes, salvo romperme todo y matarte.
- Como decía, evitaré que se acerquen a los bégimos todo lo que pueda-, repitió, levantándose del suelo.
«No me dejes en evidencia y funciona, madera hija de mil padres», rezongó mentalmente, antes de volver a impulsarse hacia el techo con todas sus fuerzas y la ayuda de su magia.
Esta vez la madera cedió y el rubio salió por encima del techo, para luego caer sobre este mentado techo, un poco por detrás del agujero por el avance del bégimo.
- Ja, salida espectacular al segundo intento-, afirmó, y con un movimiento seco de su brazo y su muñeca armada, lanzó un corte de aire hacia el cuello de uno de los jinetes asaltantes más cercanos.
Desde allí tenía un posición más adecuada para usar sus ataques a distancia y defender la fila de bégimos.
- ¡Lucharé desde aquí! - gritó a los de dentro, manteniendo su espada en el aire con telequinesis, justo delante de él, para después generar bolas de fuego entre todos los dedos de sus manos.
«Otro día de trabajo, Vincent. No es más que eso. Salvemos a esta gente.»
Y tras tales pensamientos, defendió a los bégimos y la gente que iba en ellos, atacando a los jinetes enemigos más alejados con sus propios y guiados proyectiles explosivos.
Uso mi habilidad de nivel 3 y 1 para salir de forma cuasi fachera del habitáculo de pasajeros. Como la habilidad La Herida del Viento dura todo un turno se entiende que protegeré a los bégimos con ella. También tiro de un uso mi habilidad de nivel 4 (Ojos de lobo) para esa protección y dar mayor espectáculo audiovisual a los pasajeros (?)
Mi armamento y armadura es la que ya muchos sabrán, mis limitados son los mismos que en el evento final del 19 porque no tengo nada nuevo :3
No hay tantas personas como Bio en el mundo… O igual sí, quién sabe.
La experiencia dictaba a nuestro brujo que no solía ser lo común. Pero bueno, a veces un tipo se llamaba Belov e invertía en una idea creativa que te podía venir como anillo al dedo. Eso es. A esa persona se le ocurría entrenar bégimos como transporte para ir de Dundarak a Lunargenta y nuestro querido, en ocasiones élficas extremas no tan querido, Vincent tenía una nueva forma de volver a casa.
Y, sí, puedo decir que a este brujo le emocionaba la idea de probar un nuevo medio de transporte y, por ende, se presentó voluntario. Era su forma de seguir siendo pionero en materia de vuelo tras caerse de una montaña.
- Y sí, seguro que es menos estresante que eso-, se dijo, tras mirar el trozo de papel que le habían dado con el nombre de… ¿qué dijo la señorita que se lo vendió, pasaje? Bueno, lo que fuera eso, pero le servía para subir al bégimo correspondiente cuando estuviera preparado para partir.
Vincent acababa de llegar a la zona, y al poco de llegar le indicaron que se pusiera al final de una fila de personas que después de un rato subirían al mismo bégimo que él. O eso era lo que uno podía intuir del asunto.
- O igual es casi tan estresante que caerse de una montaña-, comentó luego de un tiempo esperando y después de mirar la escalera que debía subir para montarse en la parte superior del bégimo.
- A mí me estresa mucho volar. Una vez lo hice sobre un dragón y no fue la mejor experiencia de mi vida-, dijo un tipo a espaldas del brujo.
- ¿Y...? - «¿Este tipo lo habrá dicho en serio?» - ¿Y por qué te vas a subir en un animal que vuela? - preguntó, curioso, girando medio cuerpo para mirarle.
- Debo hacer un examen exhaustivo de estos bégimos. Cerciorarme de si son tan útiles como comenta el señor Belov.
- ¿Y debe hacerlo usted?
El tipo asintió y Vincent se giró otra vez para mirar hacia adelante, pues la fila comenzó a avanzar.
- Es la única manera de tener completa seguridad de ello. No puedo fiarme de lo que digan otros. En un asunto tan importante como este no. Piense en este modelo de negocio. Las expectativas están por la nubes, el señor Belov puede hacer volar nuestra imaginación de maneras nunca vistas.
«Se está cachondeando de mí», caviló cierto brujo.
- Pues mucho ánimo con la tensión, seguro que cuando suba y esté encima del bégimo se le pasa. A veces nuestras expectativas vuelan más altas que la realidad.
Pasado un tiempo cada uno de los presentes estuvo sentado en uno de los espacios reservados para ello. Lo cierto es que, a priori, el mercenario no creía que ir sobre aquel bicho pudiera ser tan cómodo. El que había ideado todo aquello era alguien ingenioso, había pensado en facilitar la manera de que todo el mundo, niños, ancianos, adultos, sin importar su salud o forma física, pudiera ir montado en uno. El tal Belov iba muy en serio.
Después de un rato volando, Vinc dejó de centrar su mirada en el paisaje que podía ver desde un lateral del espacio dónde iba la gente acomodada y comenzó a inspeccionar al grupo de personas que iban con él.
Estaba Belov. Parece que el brujo había tenido “suerte” de poder ir con el acaudalado señor que había financiado todo aquello. Iba contando cosas durante el viaje, cosas obvias, así que Vincent supuso que describía el paisaje y lo que se iban encontrando por si había ciegos en el interior. No encontraba otra explicación, y no pudo evitar preguntarse si en los otros bégimos también había alguien diciendo obviedades por ayudar a los cieguitos.
Loable dedicación, después de todo. Al sureño le estaba gustando todo aquello.
Al girar el cuello nuestro mercenario pudo ver al señor “Debo cerciorarme por mí mismo”. Vincent podría asegurar que nuestro amigo sólo estaba cerciorándose de mantener su almuerzo dentro del cuerpo, porque iba blanco como mármol y tieso como ese mismo material.
El rubio negó con la cabeza y continuó con la observación de personas. Nada relevante, salvo por un hombre que tenía un peinado que le hizo pensar.
«Espero que no sea familia de Liarte Ya he tenido suficiente Liarte por veinte años»
Tras eso, al seguir mirando el entorno, delante, algo tapaba la visión. Era como… Cómo describirlo. Era como si alguien hubiera subido un armario sobre el bégimo. Uno muy grande, de cabellera blanca. Los armarios no solían tener pelo, así que eso le hizo estar seguro de que era una persona más, y cuando el individuo, porque al final resultó ser una persona gigante, giró el rostro, el brujo pudo recordar un tiempo pasado cerca de un campamento de refugiados.
- Alta. ¡Alta! - llamó la atención de la joven y se levantó. - Yo te conozco-, comentó sonriente, acercándose a la dama.
- Oiga, pero no corte mi narración-, afirmó Belov, algo indignado.
- Perdón, perdón-, respondió Vincent, haciéndose pequeño y sentándose junto a la mujer conocida.
Y sí, viene chiste, no hacía falta esforzarse mucho en hacerse pequeño junto a tremendo látigo de persona.
- No esperaba encontrarme nadie conocido en algo como esto-, dijo en susurros, pues el ricachón seguía a lo suyo de darle al pico. - ¿Es un poco loco verdad? Pero es bastante ingenioso.
Y sí, ahí es cuando cierto sujeto parlanchín dijo lo del bosque del Este y todo se fue un poquito hacia el desastre.
- ¿El juicio de los ancestrales? - dijo para sí mismo.
«Como la dragona del volcán»
- Mierda, esos no están nada bien de la cabeza.
Y sí que no lo estaban, porque en esas un bégimo pasó a mejor vida y cayó sobre el bosque. Quedaban otros seis con más pasajeros dentro.
- Qué mala pinta tiene esto. Señor Belov, igual tampoco volamos tan altos ¿no? ¿Cayendo junto al bégimo no pasaría nada grave?
Igual no caían contra el suelo como un plomo.
- Pero no se ponga en lo peor. Los guardias nos defenderán.
Teniendo en cuenta que dos guardias no habían sido suficiente para defender al primero de los bégimos, eso a nuestro brujo se le antojaba optimista, igual como mucho lo entregaban por salvar el pellejo.
Una explosión pegó en el lateral derecho del habitáculo en el que iban, por la parte delantera, pero por fortuna, no causó víctimas.
- ¡Vamos a morir! - gritó alguien, y al girarse, el mercenario pudo comprobar que se trataba del tipo que había quedado como un mármol tras subirse al bicho. - ¡Todos vamos a morir!
«Creo que esto ya lo he vivido. ¿Me encuentro con todos los primos hermanos de todos los hijos nacidos de entre hermanos de pueblo, o qué cojones?»
- Que alguien haga callar a ese hombre-, mentó, intentando poner un poco de orden, y a la vez, con un gesto de su mano apagó las llamas que amenazaban con propagarse desde la zona de la explosión.
El miedo era como un veneno, no debía dejar que se propagase. Era algo con lo que en su oficio se tenía que lidiar constantemente.
Y bueno, medio pasaje tomó la palabra del brujo, quizás de forma demasiado literal.
- Bueno, eso vale. Pero quizás no hacía falta que…
«...le pegaran tantos. En fin, eso ya daba igual.»
- Si tienen forma de hacernos explotar, quedarnos esperando es nuestro fin. Debemos contraatacar-, anunció, y desenvainando su espada hizo tres cortes en el aire en dirección al techo.
Luego repitió el proceso varias veces, siempre apuntando con sus cortes en el mismo punto hasta que la madera del techo quedó bastante debilitada por la repetición de la maniobra.
- Pero qué haces.
- Evitaré que se acerquen a los bégimos todo lo que pueda-, terminó por decir, y con un gran salto ayudado de su magia de aire chocó contra el techo… para luego rebotar contra el suelo por el impacto.
Vincent se quejó de dolor, pero al menos había podido percibir como la madera, dentro de las marcas que había creado, había crujido tras el impacto.
- En serio, qué pretendes, salvo romperme todo y matarte.
- Como decía, evitaré que se acerquen a los bégimos todo lo que pueda-, repitió, levantándose del suelo.
«No me dejes en evidencia y funciona, madera hija de mil padres», rezongó mentalmente, antes de volver a impulsarse hacia el techo con todas sus fuerzas y la ayuda de su magia.
Esta vez la madera cedió y el rubio salió por encima del techo, para luego caer sobre este mentado techo, un poco por detrás del agujero por el avance del bégimo.
- Ja, salida espectacular al segundo intento-, afirmó, y con un movimiento seco de su brazo y su muñeca armada, lanzó un corte de aire hacia el cuello de uno de los jinetes asaltantes más cercanos.
Desde allí tenía un posición más adecuada para usar sus ataques a distancia y defender la fila de bégimos.
- ¡Lucharé desde aquí! - gritó a los de dentro, manteniendo su espada en el aire con telequinesis, justo delante de él, para después generar bolas de fuego entre todos los dedos de sus manos.
«Otro día de trabajo, Vincent. No es más que eso. Salvemos a esta gente.»
Y tras tales pensamientos, defendió a los bégimos y la gente que iba en ellos, atacando a los jinetes enemigos más alejados con sus propios y guiados proyectiles explosivos.
Offrol
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Uso mi habilidad de nivel 3 y 1 para salir de forma cuasi fachera del habitáculo de pasajeros. Como la habilidad La Herida del Viento dura todo un turno se entiende que protegeré a los bégimos con ella. También tiro de un uso mi habilidad de nivel 4 (Ojos de lobo) para esa protección y dar mayor espectáculo audiovisual a los pasajeros (?)
Mi armamento y armadura es la que ya muchos sabrán, mis limitados son los mismos que en el evento final del 19 porque no tengo nada nuevo :3
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Vincent Calhoun
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
Bosques de Este.
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Habían sido unos largos días en el Norte, cosas de las que prefería no hablar ahora, como el reencuentro familiar del que básicamente huía pues la verdad es que tenía mucho que asimilar, y nada mejor que distraer a tu hermano menor adicto a las bestias con un gomejo bebé. Sí, a sabiendas que estaría en buenas manos y que eso me permitiría tener tiempo de calidad para mí, pues Gaegel también tenía sus asuntos y el punto de reunión acordado fue cerca del campamento en ruinas.
Básicamente me había escabullido de él y en mis deseos con alejarme un rato, parecía ser que los dioses - después de semejante burla en Dundarak- jugaban a mi favor de la forma más irónica posible. Bégimos, era como si el norte mismo conspirara en estos momentos. Primero mi hermano y luego... - Bégimos... - Pensé en voz alta. Aquello no era mala idea y era un precio razonable si eso me garantizaba que estaría fuera por un rato antes de enfrentarme a mi caótica realidad.
Eran siete maravillosos ejemplares, suponía que el dueño de tan majestuosas bestias tenía que ser del norte. Compré mi pasaje a manos de una señorita que decía nombres raros. Estaba en mi fila, prácticamente al inicio. Suerte o quizás las personas aún estaban algo temerosas ante el animal o mi imponente altura, lo que fuera, no tardaría en entrar en el armazón.
Poco a poco la fila se fue moviendo y no tardé en entrar y observar lo bien acomodado que estaba el sitio para tan "excitante" paseo. La verdad sí que me intrigaba, y hasta cierto punto la idea de experimentar el vuelo otra vez me hacía mucha ilusión. La sorpresa más grande fue, que tras subir el último, el cual se me hacía curiosamente familiar. Compartiríamos bégimo con el que parecía ser el patrocinador de todo este show, un acaudalado norteño llamado Belov. Quizás al final del recorrido podría hacerle preguntas.
El anciano comenzó su explicación una vez que comenzamos a despegar hacia el cielo. Al cabo de un rato, más sumida en mis pensamientos que en lo que decía el norteño, la voz familiar del sujeto que había entrado al final fue el que llamó mi atención para luego ponerse a mi lado. - ¡A ti te recuerdo! Ya decía que tu cara me sonaba.Eres Vin... Vin. - Lo reduje a Vin pues ´digamos que no terminaba de conectar la otra mitad de su nombre, no por mala educación sino que tantas cosas habían pasado que me sentía sumamente saturada. - La verdad es que sí... ¿Un armazón? Esto es viaje de primera categoría. Y debe tener mucho dinero si es capaz de tener guardia privada... - señalaba a los que estaban entre nosotros. -... y siete bisontes saludables. - agregué. Me hubiera gustado seguir hablando, pero aquí fue donde la mala fortuna comenzó a decaer sobre todos. Había que prepararse para los problemas y no parecía que fuese sencillo.
Desde mi ventanilla se podría ver unos sujetos montados sobre unas, tenía que ser sincera, escalofriantes bestias. Lo mas alarmante era el mensaje que dejaron consigo. MI vista fue de inmediato al anciano. Lo buscaban a él.
- Vin, tiene razón. Esto no tiene buena pinta. Que alguien se encargue de hacer aterrizar a los bégimos o de lo contrario habrás más... - iba a decir muertes pero era mejor no alarmar. - ... afectados.
Había que actuar y rápido, y tomando en cuenta que aquella explosión no era precisamente señal de alivio, trataba de pensar de la forma más coherente posible. Vin, tomó por así decirlo el liderazgo, y comenzó a romper el techo luego de encargarse muy bien de las llamas. El viejo parecía más alterado por el desastre causado por Vin que por otra cosa.
Yo, dada mi condición, poco de utilidad era en el aire, pero presentía que si entregábamos al anciano nuestro destino sería igual de fatídico como si no. Es decir, y habían hecho estallar a una de las caravanas. ¿Qué garantía había que eso no sucediera? Además ese viejo era el único que por respeto podía hacerse cargo con todo su dinero por las muertes, quizás el suicidio para él era buena opción, pero era algo que quedaría a su criterio.
No era momento de darle más vueltas a la cosa y hacer lo que mejor sabía, actuar sin pensar y ver si la divina providencia me ayudaba. Con la diestra, tras acercarme, tomé la muñeca de Belov. Con la siniestra hurgué en mi bolso y saqué una manzana. - Permanezcan sentados, alguien calle al lunático gritón. - Hablé alto mientras - una fila de gente nerviosa se encargaba de callar a golpes al griton- sentaba (empujaba) a Belov en uno de los asientos del fondo cuya cara era la de una pasa asombrada. - Cómase eso y piense por todo lo que más quiera que es un niño. - Le tendía la fruta mientras me despojaba de mi armadura y se la ponía encima tan rápido como me era posible para acto seguido sacar mi kit y comenzar a escribir runas sobre ella. Solo necesitaba un minuto que esperaba Vin y los guardias me dieran - Imagine que lleva ropa de niño ¿Bien? - Quería hablar, coloqué mi índice en su boca y seguí. - Si usted muere, todos morimos, si logramos lidiar con eso y vive, pues su conciencia le dirá qué hacer, pero la mía quiere recompensa eh... ahora manzana, niño, traje. ¿Fui clara? - Una constante seguidillas de sí con la cabeza fue lo que siguió en la medida que terminaba de escribir las runas.
¿Funcionaría todo esto? Buscaban a un anciano, si Belov se comía la manzana estaría a Salvo. ¿Tenía sentido algo de lo que hice? No sé pero ya era tarde para ponerse a pensar otra cosa. Vin, luchaba en el aire. Yo permanecía con los guardias en el armazón. Empuñaba para este punto mi látigo en la zurda, si alguno de ellos llegaba a asomarse lo volvería una maldita roca.
Básicamente me había escabullido de él y en mis deseos con alejarme un rato, parecía ser que los dioses - después de semejante burla en Dundarak- jugaban a mi favor de la forma más irónica posible. Bégimos, era como si el norte mismo conspirara en estos momentos. Primero mi hermano y luego... - Bégimos... - Pensé en voz alta. Aquello no era mala idea y era un precio razonable si eso me garantizaba que estaría fuera por un rato antes de enfrentarme a mi caótica realidad.
Eran siete maravillosos ejemplares, suponía que el dueño de tan majestuosas bestias tenía que ser del norte. Compré mi pasaje a manos de una señorita que decía nombres raros. Estaba en mi fila, prácticamente al inicio. Suerte o quizás las personas aún estaban algo temerosas ante el animal o mi imponente altura, lo que fuera, no tardaría en entrar en el armazón.
Poco a poco la fila se fue moviendo y no tardé en entrar y observar lo bien acomodado que estaba el sitio para tan "excitante" paseo. La verdad sí que me intrigaba, y hasta cierto punto la idea de experimentar el vuelo otra vez me hacía mucha ilusión. La sorpresa más grande fue, que tras subir el último, el cual se me hacía curiosamente familiar. Compartiríamos bégimo con el que parecía ser el patrocinador de todo este show, un acaudalado norteño llamado Belov. Quizás al final del recorrido podría hacerle preguntas.
El anciano comenzó su explicación una vez que comenzamos a despegar hacia el cielo. Al cabo de un rato, más sumida en mis pensamientos que en lo que decía el norteño, la voz familiar del sujeto que había entrado al final fue el que llamó mi atención para luego ponerse a mi lado. - ¡A ti te recuerdo! Ya decía que tu cara me sonaba.Eres Vin... Vin. - Lo reduje a Vin pues ´digamos que no terminaba de conectar la otra mitad de su nombre, no por mala educación sino que tantas cosas habían pasado que me sentía sumamente saturada. - La verdad es que sí... ¿Un armazón? Esto es viaje de primera categoría. Y debe tener mucho dinero si es capaz de tener guardia privada... - señalaba a los que estaban entre nosotros. -... y siete bisontes saludables. - agregué. Me hubiera gustado seguir hablando, pero aquí fue donde la mala fortuna comenzó a decaer sobre todos. Había que prepararse para los problemas y no parecía que fuese sencillo.
Desde mi ventanilla se podría ver unos sujetos montados sobre unas, tenía que ser sincera, escalofriantes bestias. Lo mas alarmante era el mensaje que dejaron consigo. MI vista fue de inmediato al anciano. Lo buscaban a él.
- Vin, tiene razón. Esto no tiene buena pinta. Que alguien se encargue de hacer aterrizar a los bégimos o de lo contrario habrás más... - iba a decir muertes pero era mejor no alarmar. - ... afectados.
Había que actuar y rápido, y tomando en cuenta que aquella explosión no era precisamente señal de alivio, trataba de pensar de la forma más coherente posible. Vin, tomó por así decirlo el liderazgo, y comenzó a romper el techo luego de encargarse muy bien de las llamas. El viejo parecía más alterado por el desastre causado por Vin que por otra cosa.
Yo, dada mi condición, poco de utilidad era en el aire, pero presentía que si entregábamos al anciano nuestro destino sería igual de fatídico como si no. Es decir, y habían hecho estallar a una de las caravanas. ¿Qué garantía había que eso no sucediera? Además ese viejo era el único que por respeto podía hacerse cargo con todo su dinero por las muertes, quizás el suicidio para él era buena opción, pero era algo que quedaría a su criterio.
No era momento de darle más vueltas a la cosa y hacer lo que mejor sabía, actuar sin pensar y ver si la divina providencia me ayudaba. Con la diestra, tras acercarme, tomé la muñeca de Belov. Con la siniestra hurgué en mi bolso y saqué una manzana. - Permanezcan sentados, alguien calle al lunático gritón. - Hablé alto mientras - una fila de gente nerviosa se encargaba de callar a golpes al griton- sentaba (empujaba) a Belov en uno de los asientos del fondo cuya cara era la de una pasa asombrada. - Cómase eso y piense por todo lo que más quiera que es un niño. - Le tendía la fruta mientras me despojaba de mi armadura y se la ponía encima tan rápido como me era posible para acto seguido sacar mi kit y comenzar a escribir runas sobre ella. Solo necesitaba un minuto que esperaba Vin y los guardias me dieran - Imagine que lleva ropa de niño ¿Bien? - Quería hablar, coloqué mi índice en su boca y seguí. - Si usted muere, todos morimos, si logramos lidiar con eso y vive, pues su conciencia le dirá qué hacer, pero la mía quiere recompensa eh... ahora manzana, niño, traje. ¿Fui clara? - Una constante seguidillas de sí con la cabeza fue lo que siguió en la medida que terminaba de escribir las runas.
¿Funcionaría todo esto? Buscaban a un anciano, si Belov se comía la manzana estaría a Salvo. ¿Tenía sentido algo de lo que hice? No sé pero ya era tarde para ponerse a pensar otra cosa. Vin, luchaba en el aire. Yo permanecía con los guardias en el armazón. Empuñaba para este punto mi látigo en la zurda, si alguno de ellos llegaba a asomarse lo volvería una maldita roca.
- Off:
- - Uso : Manzana de Iddun:[Consumible] Distorsiona la edad de quien la consume a voluntad por tres turnos.
- Uso mi Kit arcano y aplico sobre mi armadura puesta en Belov [ Armadura Engañosa: Encantamiento de Armadura]: La armadura encantada generará una ilusión elegida al encantarla que la hará parecer distinta de lo que en verdad es, pudiendo aparentar ser un conjunto de ropa común o lo que desee el creador (siempre vestimenta o armadura). Esta apariencia puede activarse o desactivarse a voluntad del usuario.]
- Inventario:
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Ocarina - Bolso
- Manzana de Iddun. [Dentro de bolsa de viajero]
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
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Riesgo en el aire
Horroroso. Terrible. Espantoso. Señor Belov no sabía cuántas palabras habría para describir lo que veía, pero ansiaba saberlas y decirlas todas, pues la escena despertaba en él sentimientos que para nada quería sentir. Aunque uno de sus bégimos cayó incendiándose, aunque los thestral eran sobrecogedores y sus jinetes unos fanáticos que no pensaban con los pies en la tierra, nunca mejor dicho, lo que más le causó terror y confusión fue el brujo usando magia para destruir el costoso armazón para salir en lugar de usar las puertas.
No obstante, dicho hechicero compensó, en parte, aquel desastre al hacerle frente a los jinetes voladores. Varios de estos cayeron incapaces de evitar que sus vidas se las llevara el viento, el conjurado de forma cortante por el brujo, y fueron más afortunados que los que recibieron los proyectiles de fuego.
El resto comprendió rápidamente la situación. Uno sabio se dijo que la vida es bella y voló lejos del peligro. Otros dos se escondieron casi al instante bajo unos bégimos. Y el último, el más diestro de todos, continuó esquivando los proyectiles mágicos y se posicionó delante del bégimo que seguía al de Vincent -Detente- gritó -Si no te rindes ahora, mis compañeros derribarán otros dos. Pero si recapacitas, solo Belov morirá hoy.
Mientras tanto, Belov fue tomado por una mujer que estaba a la altura de la situación. A diferencia del brujo, lo que ella despertó en Belov fue algo que no sentía desde sus años mozos y le hizo olvidarse momentáneamente del peligro. Ella le entregó algo y luego empezó a quitarse la ropa. Él quiso decirle que no era tan ingenuo para dejarse seducir, casarse con ella y luego morir sospechosamente dejándole la fortuna como herencia, pero la mujer le impidió hablar y explicó su decepcionantemente nada lujuriosa motivación. Entonces él sufrió un repentino cambio de aspecto.
-¡¿Pero qué es estooooo!? -exclamó perplejo y emocionado. Se llevó una mano al cuello al escuchar su voz infantil -Santos dragones, el dinero que podríamos hacer vendiendo tus manzanotas… ¡Ah, un hombre malo! -gritó señalando una ventanilla por la que se vio brevemente a uno de los jinetes.
Este voló hasta los siguientes bégimos, mirando rápidamente el interior de cada habitáculo, y luego se desplazó debajo de ellos hasta quedar bajo el jinete más diestro -Jefe, Belov no está- informó -Imposible, debía estar en una de estas bestias- replicó incrédulo su interlocutor -¿Y ahora qué hacemos? -preguntó entonces sintiéndose perdido -No lo sé, tú dime- fue la escueta respuesta que recibió. Tras pensarlo unos momentos, la idea de marcharse dejó de parecer ridícula.
Belov escuchó aquella corta conversación y se abstrajo en cavilaciones. Algo no estaba bien. Atacaron al primer bégimo, justo donde se había planificado que él estaría y que pocos sabían. Además, también conocían con demasiada exactitud la ruta que tomaría la caravana, dato que tampoco era público.
-Nos retiramos- ordenó el líder jinete y emprendió su retirada junto con sus compañeros restantes -¡Y a la próxima les irá peor!- vociferó mirando a Vincent y alzando un puño. Belov abrió los ojos como platos y empezó a sacudir sus brazos y piernas -¡No los dejen escapar!- pidió con urgencia -¿Qué esperan? Desvíen este bisonte para seguirlos. Hagan caso, que para eso les pago- les reprochó a sus guardias, quienes se miraron entre sí antes de atreverse a responder.
-Pero, señ… ¿señorito?, es arriesgado y todavía debemos volver por el primer bisonte- dijo uno de ellos -Hay que buscar sobrevivientes y detener el ince…- Un cojín le golpeó en la cara, cortesía del niño Belov -¿Acaso hablo como elfo mostrando respeto o una mariposa te explotó los oídos?- masculló el niñato -¡Debemos sacarles información ahora o podría ser muy, muy, muy tarde después!
ᚩ La situación parecía que estaba cerca de terminar, pero Belov les impedirá terminar este desafío en una sola ronda, pues sus sospechas y su impulsividad infantil lo hará insistir en detener a los fanáticos de los Ancestrales, sin importarle demasiado lo demás en este momento.
ᚩ Podrán cambiar el curso del bisonte para perseguir a los fanáticos, pero estos serán difíciles de atrapar ahora que ya no tienen interés en explotar transportes aereos y que tienen un buen escenario para dejarlos atrás.
ᚩ También pueden ignorar la petición del señorito Belov y regresar para salvar a los pasajeros del primer bisonte, si acaso logran encontrar a alguien vivo aún, o al menos intentar apagar el fuego que podría ser la chispa que encienda un problema aún mayor.
ᚩ Cada uno puede tomar una tarea distinta, si consiguen cómo, o centrarse en una misma tarea y dejar que otros guardias se encarguen de lo demás. Si ambos se centran en lo mismo, su éxito será casi seguro, pero ambos deberán lanzar una runa para determinar el éxito de los guardias si ellos son enviados a otra tarea. En cualquier caso, deben apresurarse o fracasarán, pues el tiempo vuela.
No obstante, dicho hechicero compensó, en parte, aquel desastre al hacerle frente a los jinetes voladores. Varios de estos cayeron incapaces de evitar que sus vidas se las llevara el viento, el conjurado de forma cortante por el brujo, y fueron más afortunados que los que recibieron los proyectiles de fuego.
El resto comprendió rápidamente la situación. Uno sabio se dijo que la vida es bella y voló lejos del peligro. Otros dos se escondieron casi al instante bajo unos bégimos. Y el último, el más diestro de todos, continuó esquivando los proyectiles mágicos y se posicionó delante del bégimo que seguía al de Vincent -Detente- gritó -Si no te rindes ahora, mis compañeros derribarán otros dos. Pero si recapacitas, solo Belov morirá hoy.
Mientras tanto, Belov fue tomado por una mujer que estaba a la altura de la situación. A diferencia del brujo, lo que ella despertó en Belov fue algo que no sentía desde sus años mozos y le hizo olvidarse momentáneamente del peligro. Ella le entregó algo y luego empezó a quitarse la ropa. Él quiso decirle que no era tan ingenuo para dejarse seducir, casarse con ella y luego morir sospechosamente dejándole la fortuna como herencia, pero la mujer le impidió hablar y explicó su decepcionantemente nada lujuriosa motivación. Entonces él sufrió un repentino cambio de aspecto.
-¡¿Pero qué es estooooo!? -exclamó perplejo y emocionado. Se llevó una mano al cuello al escuchar su voz infantil -Santos dragones, el dinero que podríamos hacer vendiendo tus manzanotas… ¡Ah, un hombre malo! -gritó señalando una ventanilla por la que se vio brevemente a uno de los jinetes.
Este voló hasta los siguientes bégimos, mirando rápidamente el interior de cada habitáculo, y luego se desplazó debajo de ellos hasta quedar bajo el jinete más diestro -Jefe, Belov no está- informó -Imposible, debía estar en una de estas bestias- replicó incrédulo su interlocutor -¿Y ahora qué hacemos? -preguntó entonces sintiéndose perdido -No lo sé, tú dime- fue la escueta respuesta que recibió. Tras pensarlo unos momentos, la idea de marcharse dejó de parecer ridícula.
Belov escuchó aquella corta conversación y se abstrajo en cavilaciones. Algo no estaba bien. Atacaron al primer bégimo, justo donde se había planificado que él estaría y que pocos sabían. Además, también conocían con demasiada exactitud la ruta que tomaría la caravana, dato que tampoco era público.
-Nos retiramos- ordenó el líder jinete y emprendió su retirada junto con sus compañeros restantes -¡Y a la próxima les irá peor!- vociferó mirando a Vincent y alzando un puño. Belov abrió los ojos como platos y empezó a sacudir sus brazos y piernas -¡No los dejen escapar!- pidió con urgencia -¿Qué esperan? Desvíen este bisonte para seguirlos. Hagan caso, que para eso les pago- les reprochó a sus guardias, quienes se miraron entre sí antes de atreverse a responder.
-Pero, señ… ¿señorito?, es arriesgado y todavía debemos volver por el primer bisonte- dijo uno de ellos -Hay que buscar sobrevivientes y detener el ince…- Un cojín le golpeó en la cara, cortesía del niño Belov -¿Acaso hablo como elfo mostrando respeto o una mariposa te explotó los oídos?- masculló el niñato -¡Debemos sacarles información ahora o podría ser muy, muy, muy tarde después!
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ᚩ La situación parecía que estaba cerca de terminar, pero Belov les impedirá terminar este desafío en una sola ronda, pues sus sospechas y su impulsividad infantil lo hará insistir en detener a los fanáticos de los Ancestrales, sin importarle demasiado lo demás en este momento.
ᚩ Podrán cambiar el curso del bisonte para perseguir a los fanáticos, pero estos serán difíciles de atrapar ahora que ya no tienen interés en explotar transportes aereos y que tienen un buen escenario para dejarlos atrás.
ᚩ También pueden ignorar la petición del señorito Belov y regresar para salvar a los pasajeros del primer bisonte, si acaso logran encontrar a alguien vivo aún, o al menos intentar apagar el fuego que podría ser la chispa que encienda un problema aún mayor.
ᚩ Cada uno puede tomar una tarea distinta, si consiguen cómo, o centrarse en una misma tarea y dejar que otros guardias se encarguen de lo demás. Si ambos se centran en lo mismo, su éxito será casi seguro, pero ambos deberán lanzar una runa para determinar el éxito de los guardias si ellos son enviados a otra tarea. En cualquier caso, deben apresurarse o fracasarán, pues el tiempo vuela.
Ansur
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
Aquellos asaltantes tenían cierta habilidad, en vez de quedarse a luchar, y morir de forma irremediable ante los proyectiles del hechicero, decidieron que era mejor mantener las distancias o esconderse.
«Chicos listos», pensó el brujo, reservando su magia para cuando aquellos malvados decidieran volver a las andadas.
Andadas… ¿voladoras? ¿Entonces serían voladas en vez de andadas?
No importa, esa filosofía un tanto ridícula no era relevante en estos momentos, la cuestión verdaderamente interesante es que uno de los asaltantes se mostró aún más hábil que los otros acojonados villanos, no sólo logró esquivar sus ataques con gran agilidad, con buenos movimientos con su montura, sino que además tuvo la desfachatez de hablarle al brujo como si tal cosa.
- Claro, porque derribar uno no es suficiente ¿no? - respondió, mirando fijamente al tipo. - Porque lo más sensato es confiar en la palabra de un tipejo como tú. Tranquilo, ya depongo mis armas y dejo de realizar mis conjuros. Así puedes matarnos como te plazca.
«Este capullo debe pensar que soy idiota o nunca he estado en una situación similar», caviló el brujo. «Y bueno, es verdad, nunca he estado parlamentando con nadie sobre un bégimo»
Por supuesto que no. Ni este loco brujo había tenido tantas aventuras tan locas como esa. Pero negociar con gente cuestionable era prácticamente el pan de cada día en la vida de un mercenario. Bueno, al menos de un mercenario que supiera hablar.
En cualquier caso, la situación siguió su curso y ante la ineficacia de los asaltantes para encontrar a Belov, tomaron la decisión de retirarse.
- ¡No me cabe duda que les irá peor! - respondió al que parecía el jefe en retirada, en clara referencia a quien les iría peor.
Tras sus palabras, el mercenario pudo tener un momento de paz para concentrarse en las demás cosas que pasaban a su alrededor que no fueran una amenaza para ellos, y contempló el desastre acontecido con el primero de los bégimos, pues al avanzar sobre su bégimo, mientras peleaban, llegaron a la altura del accidente.
Con ese vistazo pudo entender la magnitud de tal desastre y, sin perder más tiempo, volvió a entrar en habitáculo de los pasajeros por el agujero que había realizado en el techo. Ahí comprendió por qué los malvados no habían hallado al simpático de Belov.
- ¿Belov es el niño? - preguntó, evitando sonreír ante tal visión. Más pronto, el brujo volvió a centrarse en lo importante. - Eso es cierto, señor Belov-, contestó, mirando hacia abajo, hacia la altura del niño. Luego se alejó un poco de él y se apoyó con el hombro en uno de los costados del habitáculo de madera. - Esa gente sabía demasiado, pero no tenemos forma de alcanzarlos, los bégimos no son lo suficientemente rápidos. Y hay gente en apuros que nos necesitan. Eso es prioritario para mí.
Un cojín golpeó la cara del mercenario.
- Paparruchas. ¿Tú sabes quien soy?
- Un tipo feo.
Otro cojín golpeó la cara del sureño. Vincent, por su parte, se adelantó un poco y abrió una de las puertas de la zona de pasajeros.
- Vuelva a hacer eso y no tendrá que preocuparse de los bandidos-, amenazó al niño, y después sacó una piedra de su bolsillo que tiró al vacío.[1] - Debe ser una gozada volar como un pájaro sin al…
Otro cojín golpeó la cara del brujo.
- Oye, ya está bien-, contestó un Vinc más enfadado que de costumbre, ante tremendo niño caprichoso, avanzando un paso y señalándole con el dedo. - Está agotando mi paciencia.
- Muévete y me cargo al conejito-, respondió el niño a sus amenazas, tomando una daga del cinto de uno de sus guardias y colocando la punta de esta en el cuello de un peluche que los dioses sabrían de dónde habría sacado.
El sureño tuvo su particular respuesta con un alzamiento de una de sus cejas.
- Pero…-, y miró hacia Mera, y luego hacia el resto de pasajeros.
«Pero a este tipo que le pasa por la cabeza. Se volvió un niño en todo sentido. Y de lo más capullo.»
- Soy rico. Respetado por el consejo. Escuchado por este. Esa gente es peligrosa. No solamente para mí.
- Eso ya lo puedo imaginar, pero hay gente en apuros y prefiero elegir ayudarlos a ellos que seguir un plan improbable y de dudoso éxito-, respondió, mirando hacia abajo por la puerta abierta, hacia la zona del accidente
- Te pagaré muchos aeros-, dijo, cambiando de táctica.
Vincent cerró la puerta y volvió a girarse para mirar al niño.
- ¿De cuánto dinero estamos hablando? - respondió el brujo, con los ojos brillantes por el posible oro.
- Mucho, Muchísimo. Tengo miles de montañas de miles de aeros. Te pagaré el doble que a esos dos.
- Oiga, eso no vale-, comentó un guardia, al que le golpeó un cojín en la cara.
- Eso no dice mucho. Igual están ahí por diez aeros.
- Te daré tres mil aeros. No, no. Si persigues a los malvados te daré diez mil.
- Vaya, eso es mucho dinero-, dijo muy animado, acercándose al niño y agachándose para tener su cara a su altura. - Una pena que ya sea rico y mi cuasi esposa aún más que yo-, comentó tras el teatro, dibujando una medio sonrisa burlona en el rostro. - Eso, o igual me importa más las vidas de la gente necesitada que un puñado de monedas. Menuda mierda de mercenario soy.
- Ah, maldita sea, estoy rodeado de estúpidos-, se lamentó con rabia el "niño".
- No tanto-, comentó, incorporándose. - Guarde esas monedas para el futuro y cazaré a esos hombres para usted. Ahora, si me disculpa.
Y el brujo chasqueó los dedos y desapareció.[1]
Qué salida tan fachera, salvo porque el brujo en vez de aparecer en el suelo se vio en mitad de una ramas que no soportaron su peso… Y el resto es una historia de vueltas y ostias entre ramas. Una historia de lo más enramada, no hace falta explayarse más en este cuento sobre un árbol y dejemos de perdernos en la espesura del texto innecesario.
- ¿Qué probabilidades había de que la piedra se quedara en una rama? - se preguntó Vinc, de lo más dolorido y resignado, boca abajo entre unos arbustos.
Nada más decirlo, nuestro querido hechicero salió a rastras de entre los matorrales y algo duró cayó del árbol y le golpeó la nuca. Al mirar al suelo, al lugar dónde cayó el objeto, pudo apreciar su runa de teletransportación.
- Gracias por este viaje, hija de pu…
El brujo decidió no terminar la frase y guardarse la piedra en el bolsillo. Total, estaba hablando con una piedra. Después avanzó hacia la zona dónde estaba el accidente, al principio algo renqueante, vamos, cojeando como un medio muerto, luego pudo caminar más suelto y derecho, hasta que al final pudo correr de manera medio decente.
En caliente esas heridas y golpes no dolía tanto, cuando se enfriara…
En todo caso, bonita visión dio a los supervivientes del accidente cuando un tipo con pinta de estar más jodido que ellos llegó para ayudarle. La cara llena de arañazos, la ropa rota en ciertas zonas, con una leve cojera por aquel entonces.
- Tranquilos, pronto llegará más ayuda-. «Si el estúpido de Belov en modo niño no da más problemas» - Ayuden a todo el que no pueda moverse por su propio pie-, dijo el cuasi cojo. - Yo me encargaré de controlar las llamas.
Y dicho aquello, el buen brujo se puso manos a la obra con el dominio del fuego. Puso toda su concentración en ello y todas sus energías, pues debía evitar que las llamas consumieran al animal, a la gente que aún quedaba atrapada en el habitáculo de pasajeros y, de paso, un incendio a escala mayor por todo el bosque.
[1] Uso mi Runa de Teletransportación para bajar más rápido a dónde la gente necesita ayuda. Creo que de esta manera puedo ayudar de forma más efectiva a que el fuego no se expanda por llegar más pronto y cuándo aún no ha crecido tanto. También hay memes (?)
Lanzo runa por el guardia, aunque yo en particular no he especificado a dónde irán, pero imagino que es bueno hacerlo de todos modos (?) Le dejé a Mera el aparcar el bégimo, el éxito (?)
«Chicos listos», pensó el brujo, reservando su magia para cuando aquellos malvados decidieran volver a las andadas.
Andadas… ¿voladoras? ¿Entonces serían voladas en vez de andadas?
No importa, esa filosofía un tanto ridícula no era relevante en estos momentos, la cuestión verdaderamente interesante es que uno de los asaltantes se mostró aún más hábil que los otros acojonados villanos, no sólo logró esquivar sus ataques con gran agilidad, con buenos movimientos con su montura, sino que además tuvo la desfachatez de hablarle al brujo como si tal cosa.
- Claro, porque derribar uno no es suficiente ¿no? - respondió, mirando fijamente al tipo. - Porque lo más sensato es confiar en la palabra de un tipejo como tú. Tranquilo, ya depongo mis armas y dejo de realizar mis conjuros. Así puedes matarnos como te plazca.
«Este capullo debe pensar que soy idiota o nunca he estado en una situación similar», caviló el brujo. «Y bueno, es verdad, nunca he estado parlamentando con nadie sobre un bégimo»
Por supuesto que no. Ni este loco brujo había tenido tantas aventuras tan locas como esa. Pero negociar con gente cuestionable era prácticamente el pan de cada día en la vida de un mercenario. Bueno, al menos de un mercenario que supiera hablar.
En cualquier caso, la situación siguió su curso y ante la ineficacia de los asaltantes para encontrar a Belov, tomaron la decisión de retirarse.
- ¡No me cabe duda que les irá peor! - respondió al que parecía el jefe en retirada, en clara referencia a quien les iría peor.
Tras sus palabras, el mercenario pudo tener un momento de paz para concentrarse en las demás cosas que pasaban a su alrededor que no fueran una amenaza para ellos, y contempló el desastre acontecido con el primero de los bégimos, pues al avanzar sobre su bégimo, mientras peleaban, llegaron a la altura del accidente.
Con ese vistazo pudo entender la magnitud de tal desastre y, sin perder más tiempo, volvió a entrar en habitáculo de los pasajeros por el agujero que había realizado en el techo. Ahí comprendió por qué los malvados no habían hallado al simpático de Belov.
- ¿Belov es el niño? - preguntó, evitando sonreír ante tal visión. Más pronto, el brujo volvió a centrarse en lo importante. - Eso es cierto, señor Belov-, contestó, mirando hacia abajo, hacia la altura del niño. Luego se alejó un poco de él y se apoyó con el hombro en uno de los costados del habitáculo de madera. - Esa gente sabía demasiado, pero no tenemos forma de alcanzarlos, los bégimos no son lo suficientemente rápidos. Y hay gente en apuros que nos necesitan. Eso es prioritario para mí.
Un cojín golpeó la cara del mercenario.
- Paparruchas. ¿Tú sabes quien soy?
- Un tipo feo.
Otro cojín golpeó la cara del sureño. Vincent, por su parte, se adelantó un poco y abrió una de las puertas de la zona de pasajeros.
- Vuelva a hacer eso y no tendrá que preocuparse de los bandidos-, amenazó al niño, y después sacó una piedra de su bolsillo que tiró al vacío.[1] - Debe ser una gozada volar como un pájaro sin al…
Otro cojín golpeó la cara del brujo.
- Oye, ya está bien-, contestó un Vinc más enfadado que de costumbre, ante tremendo niño caprichoso, avanzando un paso y señalándole con el dedo. - Está agotando mi paciencia.
- Muévete y me cargo al conejito-, respondió el niño a sus amenazas, tomando una daga del cinto de uno de sus guardias y colocando la punta de esta en el cuello de un peluche que los dioses sabrían de dónde habría sacado.
El sureño tuvo su particular respuesta con un alzamiento de una de sus cejas.
- Pero…-, y miró hacia Mera, y luego hacia el resto de pasajeros.
«Pero a este tipo que le pasa por la cabeza. Se volvió un niño en todo sentido. Y de lo más capullo.»
- Soy rico. Respetado por el consejo. Escuchado por este. Esa gente es peligrosa. No solamente para mí.
- Eso ya lo puedo imaginar, pero hay gente en apuros y prefiero elegir ayudarlos a ellos que seguir un plan improbable y de dudoso éxito-, respondió, mirando hacia abajo por la puerta abierta, hacia la zona del accidente
- Te pagaré muchos aeros-, dijo, cambiando de táctica.
Vincent cerró la puerta y volvió a girarse para mirar al niño.
- ¿De cuánto dinero estamos hablando? - respondió el brujo, con los ojos brillantes por el posible oro.
- Mucho, Muchísimo. Tengo miles de montañas de miles de aeros. Te pagaré el doble que a esos dos.
- Oiga, eso no vale-, comentó un guardia, al que le golpeó un cojín en la cara.
- Eso no dice mucho. Igual están ahí por diez aeros.
- Te daré tres mil aeros. No, no. Si persigues a los malvados te daré diez mil.
- Vaya, eso es mucho dinero-, dijo muy animado, acercándose al niño y agachándose para tener su cara a su altura. - Una pena que ya sea rico y mi cuasi esposa aún más que yo-, comentó tras el teatro, dibujando una medio sonrisa burlona en el rostro. - Eso, o igual me importa más las vidas de la gente necesitada que un puñado de monedas. Menuda mierda de mercenario soy.
- Ah, maldita sea, estoy rodeado de estúpidos-, se lamentó con rabia el "niño".
- No tanto-, comentó, incorporándose. - Guarde esas monedas para el futuro y cazaré a esos hombres para usted. Ahora, si me disculpa.
Y el brujo chasqueó los dedos y desapareció.[1]
Qué salida tan fachera, salvo porque el brujo en vez de aparecer en el suelo se vio en mitad de una ramas que no soportaron su peso… Y el resto es una historia de vueltas y ostias entre ramas. Una historia de lo más enramada, no hace falta explayarse más en este cuento sobre un árbol y dejemos de perdernos en la espesura del texto innecesario.
- ¿Qué probabilidades había de que la piedra se quedara en una rama? - se preguntó Vinc, de lo más dolorido y resignado, boca abajo entre unos arbustos.
Nada más decirlo, nuestro querido hechicero salió a rastras de entre los matorrales y algo duró cayó del árbol y le golpeó la nuca. Al mirar al suelo, al lugar dónde cayó el objeto, pudo apreciar su runa de teletransportación.
- Gracias por este viaje, hija de pu…
El brujo decidió no terminar la frase y guardarse la piedra en el bolsillo. Total, estaba hablando con una piedra. Después avanzó hacia la zona dónde estaba el accidente, al principio algo renqueante, vamos, cojeando como un medio muerto, luego pudo caminar más suelto y derecho, hasta que al final pudo correr de manera medio decente.
En caliente esas heridas y golpes no dolía tanto, cuando se enfriara…
En todo caso, bonita visión dio a los supervivientes del accidente cuando un tipo con pinta de estar más jodido que ellos llegó para ayudarle. La cara llena de arañazos, la ropa rota en ciertas zonas, con una leve cojera por aquel entonces.
- Tranquilos, pronto llegará más ayuda-. «Si el estúpido de Belov en modo niño no da más problemas» - Ayuden a todo el que no pueda moverse por su propio pie-, dijo el cuasi cojo. - Yo me encargaré de controlar las llamas.
Y dicho aquello, el buen brujo se puso manos a la obra con el dominio del fuego. Puso toda su concentración en ello y todas sus energías, pues debía evitar que las llamas consumieran al animal, a la gente que aún quedaba atrapada en el habitáculo de pasajeros y, de paso, un incendio a escala mayor por todo el bosque.
Offrol
____________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________
[1] Uso mi Runa de Teletransportación para bajar más rápido a dónde la gente necesita ayuda. Creo que de esta manera puedo ayudar de forma más efectiva a que el fuego no se expanda por llegar más pronto y cuándo aún no ha crecido tanto. También hay memes (?)
Lanzo runa por el guardia, aunque yo en particular no he especificado a dónde irán, pero imagino que es bueno hacerlo de todos modos (?) Le dejé a Mera el aparcar el bégimo, el éxito (?)
Vincent Calhoun
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
El miembro 'Vincent Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
La reacción por pate dela anciano, quien al menos había sido lo bastante inteligente al hacerme caso y tragarse la manzana, no tardó en llegar con semejante exclamación que por escasos seguros hicieron volar mi imaginación al creer que por "manzanotas" se refería a mi pecho. No era momento de pensar esas cosas, tal vez se trataba de los nervios y la adrenalina del momento.
Por suerte el efecto había funcionado y ahora estábamos en presencia de un crío - bastante ruidoso debía agregar -. Vincent era un brujo poderoso, él solo se había encargado de lidiar con la parte más complicada, básicamente quedarme a la expectativa dentro del armazón fue inútil, no llegamos a eso.
Gracias a los dioses, y sí, tal vez mi abstracto plan, su búsqueda del anciano fue "en vano". No pude evitar suspirar de alivio al escuchar que se largarían de allí, eso nos daba un respiro y la posibilidad de aterrizar y bajar el riesgo de una lucha en las alturas.
La paz fue efímera, quién carajos me había mandado a darle una manzana a un viejo malcriado que ahora era un niño el triple de mimado. Eso pasó por mi cabeza al ver lo alterado y la forma en la que se dirigía tanto a Vincent, que se reincorporaba al grupo y lanzaba una piedra al aire como a sus propios guardias. - Respira Mera, respira...- Pensaba mientras inhalaba y exhalaba.
- Él tiene razón. La prioridad son los civiles. - Apoyé, no iba a ser tan estúpida para apoyar una causa perdida de persecución a sabiendas que la carta fuerte era el brujo que teníamos en frente, por muy tentadora que fuera la oferta de diez mil aeros, mi supervivencia tenía más valor. El pequeño demonio volvió alterase, por suerte lanzaba cojines hacia Vin antes de querer cargarse a un conejito de peluche qué sabrá de donde carajos había sacado. Duda resuelta, un niño, uno real lloraba más allá al darse cuenta.
La discusión no parecía llegar a ningún lado, pero ciertamente las cosas pintaban a favor del brujo que tras un chasquido de dedos, desapareció. Se me cayó la mandíbula del asombro, no por el acto en sí mismo, sino porque el maldito mendigo hasta cierto punto me había dejado la carga de un crío con tonto y retonto en un bégimo.
Belov, lanzaba cojines a diestra y siniestra a sus guardias en un arranque de ira infantil. - Vayan, vayan, vayan por los hombres malos. ¡Aaaah! ¡Los voy a acusar con mi mamá! Son unos ...- No me resistí, mi paciencia, la poca que me quedaba había llegado a su límite. Un jalón de orejas a ese pequeño bribón era lo que necesitaba para callarle la boca e imponerme con la misma autoridad con la que le había hecho comer la manzana.
- Ay, ay, ay ... suelta manzanotas. - Repetía mientras en lo que mantuve mi sosteniendo su oreja. Los guardias estaban perplejos, todo era bastante confuso y realmente en el fondo sabían cuál era la mejor opción para todos. Ya habían dejado en claro que su paga era una mierda. ¿Por qué arriesgar la vida?
- A ver niñito berrinchudo. Lo primero que harás es disculparte con ese niño por su conejo. Dos, lanzas otro cojín y te juro que te endurezco las nalgas. Tres, le haremos caso al señor brujo. Te voy a soltar y más te vale que ... - No fue un cojín lo que llegó a mi cara, fue uno de sus zapatos "gigantes" y apestosos los que derramaron la gota que rebozó el vaso. - ¡Hasta aquí! Te lo advertí. - Lo solté y con un movimiento suave, sutil de muñecas dejé que la punta del látigo golpeara sus posaderas que no tardaron en sentarlo de culo por el peso. (1) [[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]]
Eso bastó para dejarlo en shock un rato al ver su culo convertido en piedra. Miré a los guardias, sus manos estaban en las vainas de sus espadas. - Podrán castigarme luego si quieren. No me esforcé en ocultar a su jefe para que por sus niñerías quiera matarnos a todos. Si quiere cazar a esos sujetos que arme un mejor equipo de búsqueda con una paga que valga la pena, tal vez si incluyes un bégimo en esa expedición considere tu propuesta. - Le guiñé un ojo a pálido niño antes de proseguir con , a nueva cuenta, un plan tan rápido como la situación lo requería.
- Si tienen algún modo de comunicarse o hacer una señal al resto de la caravana, es el momento. Guiarlos cerca del área afectada. Son doce de ustedes, que cinco se encarguen de llevar sano y salvo a los civiles a la aldea mas cercana y busquen ayuda, sanadores... Que los guardias restantes nos ayuden apaciguar el fuego con tierra y sacar a los sobrevivientes de allí. Para eso lo más prudente será trasladar a estas personas a otro bégimo, o viceversa y dejar uno vacío para los heridos. Tú encárgate de aterrizar a este animal. Verter tierra ayudará a que el fuego no se propague. - Explicaba con mucha más calma, azotar a ese pequeño monstruo sin duda había sido muy terapéutico.
- ¡Sí, señora! Tu encárgate de dar la señal. Guiaré al animal hacia el bosque. - Le dijo uno de los guardias al otro. -
Con esto sólo era cuestión de seguir al pie de la letra el plan, no podría haber fallas si todos trabajábamos juntos.
Me senté al lado del crío, que ahora estaba mudo. Tal vez era la primera vez que alguien se le imponía de aquel modo. - Espero que entiendas que es por tu bien. Si quieres ganarte el respeto de las personas, además de una posible protección por parte de ellas... y, sí, tener ganancias a la larga. Su seguridad es primero. Sólo mira lo asustados de los que están aquí. - Le señalé con la mirada las caras de los civiles, algunos rezaban, otros abrazaban a su acompañante. - Si me ayudas a distraerlos prometo no azotarte de nuevo el culo... a menos que hagas otro berrinche y no me dejes alternativa. - Sonreí ampliamente tratando de llevar la fiesta en paz.
- No te daré el gusto de nuevo, manzanotas. - Me sacó la lengua y se levantó "indignado", aunque sí considero la propuesta de distraer a los demás.
Solo restaba ahora dejar todo en manos de los dioses y la eficiencia de aquel plan. Era momento de rezar y tener fe de que las cosas salieran tan bien como fuera posible.
Por suerte el efecto había funcionado y ahora estábamos en presencia de un crío - bastante ruidoso debía agregar -. Vincent era un brujo poderoso, él solo se había encargado de lidiar con la parte más complicada, básicamente quedarme a la expectativa dentro del armazón fue inútil, no llegamos a eso.
Gracias a los dioses, y sí, tal vez mi abstracto plan, su búsqueda del anciano fue "en vano". No pude evitar suspirar de alivio al escuchar que se largarían de allí, eso nos daba un respiro y la posibilidad de aterrizar y bajar el riesgo de una lucha en las alturas.
La paz fue efímera, quién carajos me había mandado a darle una manzana a un viejo malcriado que ahora era un niño el triple de mimado. Eso pasó por mi cabeza al ver lo alterado y la forma en la que se dirigía tanto a Vincent, que se reincorporaba al grupo y lanzaba una piedra al aire como a sus propios guardias. - Respira Mera, respira...- Pensaba mientras inhalaba y exhalaba.
- Él tiene razón. La prioridad son los civiles. - Apoyé, no iba a ser tan estúpida para apoyar una causa perdida de persecución a sabiendas que la carta fuerte era el brujo que teníamos en frente, por muy tentadora que fuera la oferta de diez mil aeros, mi supervivencia tenía más valor. El pequeño demonio volvió alterase, por suerte lanzaba cojines hacia Vin antes de querer cargarse a un conejito de peluche qué sabrá de donde carajos había sacado. Duda resuelta, un niño, uno real lloraba más allá al darse cuenta.
La discusión no parecía llegar a ningún lado, pero ciertamente las cosas pintaban a favor del brujo que tras un chasquido de dedos, desapareció. Se me cayó la mandíbula del asombro, no por el acto en sí mismo, sino porque el maldito mendigo hasta cierto punto me había dejado la carga de un crío con tonto y retonto en un bégimo.
Belov, lanzaba cojines a diestra y siniestra a sus guardias en un arranque de ira infantil. - Vayan, vayan, vayan por los hombres malos. ¡Aaaah! ¡Los voy a acusar con mi mamá! Son unos ...- No me resistí, mi paciencia, la poca que me quedaba había llegado a su límite. Un jalón de orejas a ese pequeño bribón era lo que necesitaba para callarle la boca e imponerme con la misma autoridad con la que le había hecho comer la manzana.
- Ay, ay, ay ... suelta manzanotas. - Repetía mientras en lo que mantuve mi sosteniendo su oreja. Los guardias estaban perplejos, todo era bastante confuso y realmente en el fondo sabían cuál era la mejor opción para todos. Ya habían dejado en claro que su paga era una mierda. ¿Por qué arriesgar la vida?
- A ver niñito berrinchudo. Lo primero que harás es disculparte con ese niño por su conejo. Dos, lanzas otro cojín y te juro que te endurezco las nalgas. Tres, le haremos caso al señor brujo. Te voy a soltar y más te vale que ... - No fue un cojín lo que llegó a mi cara, fue uno de sus zapatos "gigantes" y apestosos los que derramaron la gota que rebozó el vaso. - ¡Hasta aquí! Te lo advertí. - Lo solté y con un movimiento suave, sutil de muñecas dejé que la punta del látigo golpeara sus posaderas que no tardaron en sentarlo de culo por el peso. (1) [[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]]
Eso bastó para dejarlo en shock un rato al ver su culo convertido en piedra. Miré a los guardias, sus manos estaban en las vainas de sus espadas. - Podrán castigarme luego si quieren. No me esforcé en ocultar a su jefe para que por sus niñerías quiera matarnos a todos. Si quiere cazar a esos sujetos que arme un mejor equipo de búsqueda con una paga que valga la pena, tal vez si incluyes un bégimo en esa expedición considere tu propuesta. - Le guiñé un ojo a pálido niño antes de proseguir con , a nueva cuenta, un plan tan rápido como la situación lo requería.
- Si tienen algún modo de comunicarse o hacer una señal al resto de la caravana, es el momento. Guiarlos cerca del área afectada. Son doce de ustedes, que cinco se encarguen de llevar sano y salvo a los civiles a la aldea mas cercana y busquen ayuda, sanadores... Que los guardias restantes nos ayuden apaciguar el fuego con tierra y sacar a los sobrevivientes de allí. Para eso lo más prudente será trasladar a estas personas a otro bégimo, o viceversa y dejar uno vacío para los heridos. Tú encárgate de aterrizar a este animal. Verter tierra ayudará a que el fuego no se propague. - Explicaba con mucha más calma, azotar a ese pequeño monstruo sin duda había sido muy terapéutico.
- ¡Sí, señora! Tu encárgate de dar la señal. Guiaré al animal hacia el bosque. - Le dijo uno de los guardias al otro. -
Con esto sólo era cuestión de seguir al pie de la letra el plan, no podría haber fallas si todos trabajábamos juntos.
Me senté al lado del crío, que ahora estaba mudo. Tal vez era la primera vez que alguien se le imponía de aquel modo. - Espero que entiendas que es por tu bien. Si quieres ganarte el respeto de las personas, además de una posible protección por parte de ellas... y, sí, tener ganancias a la larga. Su seguridad es primero. Sólo mira lo asustados de los que están aquí. - Le señalé con la mirada las caras de los civiles, algunos rezaban, otros abrazaban a su acompañante. - Si me ayudas a distraerlos prometo no azotarte de nuevo el culo... a menos que hagas otro berrinche y no me dejes alternativa. - Sonreí ampliamente tratando de llevar la fiesta en paz.
- No te daré el gusto de nuevo, manzanotas. - Me sacó la lengua y se levantó "indignado", aunque sí considero la propuesta de distraer a los demás.
Solo restaba ahora dejar todo en manos de los dioses y la eficiencia de aquel plan. Era momento de rezar y tener fe de que las cosas salieran tan bien como fuera posible.
- Off:
- - Manzana de Iddun:[Consumible] Distorsiona la edad de quien la consume a voluntad por tres turnos. [Turno 2/3]
- Armadura puesta en Belov [ Armadura Engañosa: Encantamiento de Armadura]: La armadura encantada generará una ilusión elegida al encantarla que la hará parecer distinta de lo que en verdad es, pudiendo aparentar ser un conjunto de ropa común o lo que desee el creador (siempre vestimenta o armadura). Esta apariencia puede activarse o desactivarse a voluntad del usuario.]
- (1) Se activa el Castigo de Piedra: [Encantamiento de Arma] Al golpear, se generará una delgada pero moderadamente pesada capa de piedra sobre la zona del impacto, por 30 segundos.
- Dejo a criterio del master el desarrollo del plan generado por Merax sobre el bégimo y su ejecución. Ya que técnicamente, convencemos a los dos guardias de unirse a la causa, pues desde un principio ellos consideran primeramente la opción de ayudar a los civiles, no los mandamos a su muerte (?). Sin embargo, por precaución - y la satisfacción de lanzar también runas - Procedo a lanzarlas.
- Inventario:
- Armadura Ligera Normal [Sobre el crío castroso. Pd: No tengan hijos (?)]
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Ocarina - Bolso- Manzana de Iddun. [Dentro de bolsa de viajero][Utilizada]
Meraxes
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
El miembro 'Meraxes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Desafío] Riesgo en el aire
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Riesgo en el aire
El fuego no fue un problema para Vincent, por razones obvias, así que el peligro se apagó antes de que encendiera algo peor. El bégimo, aunque herido, sobreviviría. Un par de pasajeros no tuvo tanta suerte, pero la mayoría podría vivir un día más gracias al plan de acción de Meraxes.
Paralelamente, uno de los bégimos se separó de la caravana para perseguir a los fanáticos de los ancestrales. Los guardias, asomados en las entradas laterales del habitáculo y con ballestas encantadas en mano, escudriñaban el bosque en busca de los prófugos. No creían que tendrían éxito y pronto les invadieron pensamientos sobre cuándo sería buen momento para rendirse sin que pareciera que ni querían trabajar. Pero, para su sorpresa, la suerte les sonrió, esta vez de verdad y no como con las mariposas. Encontraron a dos jinetes voladores estrellados contra unos árboles, uno afortunadamente muerto y el otro, solo malherido, era además quien parecía ser el líder. Los guardias supieron entonces que con él bastaba para no perseguir al resto.
Al cabo de un rato, volvieron a reunirse con el resto, que entonces se encontraban en una aldea cercana. Belov, al verlos llegar, salió al encuentro de las buenas noticias. Dio saltitos de alegría cuando vio a sus guardias acompañado por un encapuchado.
-¿Y qué esperan? Traigan a ese infeliz muerto de hambre arruina vuelos- exigió Belov con las manos sobre sus caderas en lugar de ir él mismo. Vio a los guardias arrastrar al sujeto hacia él. Cuando estuvo frente a frente, Belov lo abofeteó con un cojín para hacerlo reaccionar -Tonto estúpido, ya no tienes escapatoria. Así que, por tu bien, dime lo que quiero saber. ¿Quién les dio el itinerario? Fue Bergba, ¿no?- inquirió intentando hacer su voz más gruesa -No, cierto que Bergba está bien muerta. Perdón por mi despiste. Entonces fue la capitana Mathal Röder, ¿no? La muy infeliz. Ya me extrañaba tantos supuestos protocolos, protocolos, protocolos. Protocolos los que le voy a meter por… No, ¿acaso fue…?
El jinete alzó la mirada y le lanzó un escupitajo sanguinolento -¡Ah, qué ascoooo!- Belov se alejó haciendo muecas y limpiándose la cara. Entonces, irritado, regresó, sacó de entre sus ropas un pequeño y lujoso espejo y lo situó delante del jinete -Bien, es momento de ver si la muestra del señor Archibald es tan útil como dijo. Dime quién te dio el itinerario- Un momento después, en el espejo apareció la imagen de un elfo anciano. Belov lo miró y la extrañeza le hizo fruncir el rostro infantil -Pero, a ver, ¿y este elfo arrugado quién es, por amor a las escamas sagradas?
-Yo… yo lo conozco- se atrevió a decir un guardia, con cierta timidez -Entonces escupe su nombre, no te quedes comiéndote los mocos- le exigió Belov impaciente. El guardia negó con la cabeza -No conozco su nombre- respondió, decepcionando al niño lanzador de cojines -¿Quieres que te despida ahora mismo o cuando lleguemos a nuestro destino?- murmuró Belov -Señorito, no sé su nombre, pero ese elfo es el que estuvo en El Día de La Alianza, el que preparó el hechizo con el que detuvimos la estrella enorme que iba a caer sobre nosotros.
Belov lo observó con los ojos entrecerrados, reflexionando sobre esa información por unos segundos -Pues sigo sin saber quién es- Exhaló exasperado. Tomó respiraciones profundas para calmarse. Y tosió -Ah, qué ascoooo, aún apesta a bégimo frito.
En las siguientes horas descansaron mientras los guardias, aun sin conocimiento alguno en carpintería o medicina, tuvieron que dedicarse a arreglar el transporte averiado. Mientras tanto, Belov les preguntó a los pasajeros sobre el elfo que mostró el espejo, esperando cualquier información para encontrarlo. Al no ser algo tan fructífero como deseaba, optó por animarlos obsequiándoles peluches especiales.
Al día siguiente cuatro bégimos reemprendieron el vuelo a Verisar. Los otros volvieron a Dundarak transportando a los que se negaron a seguir el recorrido y al jinete capturado, mientras que unos pocos pasajeros prefirieron permanecer en la aldea un tiempo más y volver a Dundarak por tierra. No hubo más incidentes en el viaje, pero Belov sabía que no hacía falta más para saber que este proyecto ya no tenía un futuro tan brillante. Tampoco estaba tan interesado en eso ahora.
Si algo necesitaba Dundarak, luego de conspiraciones, un objeto mágico que pasó todo filtro de seguridad y logró hacer genocidios y matar a una exreina, criminales que pudieron drogar con euforia a gran parte de los ciudadanos e inculpar a un inocente… Belov miró el espejo de recuerdos. No era necesario transportes ni fiestas de supersticiones. Meraxes tenía razón: la seguridad es primero. Eso es lo que se necesitaba. Seguridad real, una que los espejos de Archibald podrían proveer. Se acabarían los días en que los criminales podrían obrar en la oscuridad. La era de la vigilancia debía iniciar.
-Por cierto, bella dama- llamó Belov a Meraxes -¿Cuánto tiempo seguiré siendo niño?- preguntó, pero nadie en aquel sitio sabía que, por simple capricho de los dioses, tendría que volver a crecer al ritmo de cualquier persona normal.
ᚩ Han demostrado un gran desempeño en esta aventura, tanto que saldrán de este desafío sin llevarse alguna maldición. Solo Belov tendrá secuelas, pero nada a lo que no pueda acostumbrarse. Por ahora, se han ganado su confianza y tendrán prioridad para participar en temas donde el señorito Belov aparezca.
ᚩ Sin embargo, hay algo que deberán hacer. Uno de los dos, con la información obtenida, deberán publicar un rumor en el Tablón del Bardo sobre el misterioso elfo que se mostró en el espejo, quien podría estar ligado a más sucesos importantes. Y Belov agradecerá aún más si aprovechan la ocasión para hablar bien de su servicio aereo.
ᚩ Pero antes, ambos reciben por su buena labor 5 puntos de experiencia, además del siguiente maravilloso objeto:
ᚩ Peluche de bégimo [2 cargas] Fruto de uno de los variados proyectos del excéntrico Belov, quien les obsequia este producto en agradecimiento y, más importante, para que se le dé buena publicidad. Al apretar el peluche, este abrazará tu cuerpo y te permitirá dar saltos más altos, levitar a un metro del suelo, planear y virar en el aire. Dura un turno.
ᚩ Ha sido un verdadero placer leerlos. Esperamos que nuestros caminos se crucen una vez más. Hasta entonces, cuiden sus espaldas.
Paralelamente, uno de los bégimos se separó de la caravana para perseguir a los fanáticos de los ancestrales. Los guardias, asomados en las entradas laterales del habitáculo y con ballestas encantadas en mano, escudriñaban el bosque en busca de los prófugos. No creían que tendrían éxito y pronto les invadieron pensamientos sobre cuándo sería buen momento para rendirse sin que pareciera que ni querían trabajar. Pero, para su sorpresa, la suerte les sonrió, esta vez de verdad y no como con las mariposas. Encontraron a dos jinetes voladores estrellados contra unos árboles, uno afortunadamente muerto y el otro, solo malherido, era además quien parecía ser el líder. Los guardias supieron entonces que con él bastaba para no perseguir al resto.
Al cabo de un rato, volvieron a reunirse con el resto, que entonces se encontraban en una aldea cercana. Belov, al verlos llegar, salió al encuentro de las buenas noticias. Dio saltitos de alegría cuando vio a sus guardias acompañado por un encapuchado.
-¿Y qué esperan? Traigan a ese infeliz muerto de hambre arruina vuelos- exigió Belov con las manos sobre sus caderas en lugar de ir él mismo. Vio a los guardias arrastrar al sujeto hacia él. Cuando estuvo frente a frente, Belov lo abofeteó con un cojín para hacerlo reaccionar -Tonto estúpido, ya no tienes escapatoria. Así que, por tu bien, dime lo que quiero saber. ¿Quién les dio el itinerario? Fue Bergba, ¿no?- inquirió intentando hacer su voz más gruesa -No, cierto que Bergba está bien muerta. Perdón por mi despiste. Entonces fue la capitana Mathal Röder, ¿no? La muy infeliz. Ya me extrañaba tantos supuestos protocolos, protocolos, protocolos. Protocolos los que le voy a meter por… No, ¿acaso fue…?
El jinete alzó la mirada y le lanzó un escupitajo sanguinolento -¡Ah, qué ascoooo!- Belov se alejó haciendo muecas y limpiándose la cara. Entonces, irritado, regresó, sacó de entre sus ropas un pequeño y lujoso espejo y lo situó delante del jinete -Bien, es momento de ver si la muestra del señor Archibald es tan útil como dijo. Dime quién te dio el itinerario- Un momento después, en el espejo apareció la imagen de un elfo anciano. Belov lo miró y la extrañeza le hizo fruncir el rostro infantil -Pero, a ver, ¿y este elfo arrugado quién es, por amor a las escamas sagradas?
-Yo… yo lo conozco- se atrevió a decir un guardia, con cierta timidez -Entonces escupe su nombre, no te quedes comiéndote los mocos- le exigió Belov impaciente. El guardia negó con la cabeza -No conozco su nombre- respondió, decepcionando al niño lanzador de cojines -¿Quieres que te despida ahora mismo o cuando lleguemos a nuestro destino?- murmuró Belov -Señorito, no sé su nombre, pero ese elfo es el que estuvo en El Día de La Alianza, el que preparó el hechizo con el que detuvimos la estrella enorme que iba a caer sobre nosotros.
Belov lo observó con los ojos entrecerrados, reflexionando sobre esa información por unos segundos -Pues sigo sin saber quién es- Exhaló exasperado. Tomó respiraciones profundas para calmarse. Y tosió -Ah, qué ascoooo, aún apesta a bégimo frito.
En las siguientes horas descansaron mientras los guardias, aun sin conocimiento alguno en carpintería o medicina, tuvieron que dedicarse a arreglar el transporte averiado. Mientras tanto, Belov les preguntó a los pasajeros sobre el elfo que mostró el espejo, esperando cualquier información para encontrarlo. Al no ser algo tan fructífero como deseaba, optó por animarlos obsequiándoles peluches especiales.
Al día siguiente cuatro bégimos reemprendieron el vuelo a Verisar. Los otros volvieron a Dundarak transportando a los que se negaron a seguir el recorrido y al jinete capturado, mientras que unos pocos pasajeros prefirieron permanecer en la aldea un tiempo más y volver a Dundarak por tierra. No hubo más incidentes en el viaje, pero Belov sabía que no hacía falta más para saber que este proyecto ya no tenía un futuro tan brillante. Tampoco estaba tan interesado en eso ahora.
Si algo necesitaba Dundarak, luego de conspiraciones, un objeto mágico que pasó todo filtro de seguridad y logró hacer genocidios y matar a una exreina, criminales que pudieron drogar con euforia a gran parte de los ciudadanos e inculpar a un inocente… Belov miró el espejo de recuerdos. No era necesario transportes ni fiestas de supersticiones. Meraxes tenía razón: la seguridad es primero. Eso es lo que se necesitaba. Seguridad real, una que los espejos de Archibald podrían proveer. Se acabarían los días en que los criminales podrían obrar en la oscuridad. La era de la vigilancia debía iniciar.
-Por cierto, bella dama- llamó Belov a Meraxes -¿Cuánto tiempo seguiré siendo niño?- preguntó, pero nadie en aquel sitio sabía que, por simple capricho de los dioses, tendría que volver a crecer al ritmo de cualquier persona normal.
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ᚩ Han demostrado un gran desempeño en esta aventura, tanto que saldrán de este desafío sin llevarse alguna maldición. Solo Belov tendrá secuelas, pero nada a lo que no pueda acostumbrarse. Por ahora, se han ganado su confianza y tendrán prioridad para participar en temas donde el señorito Belov aparezca.
ᚩ Sin embargo, hay algo que deberán hacer. Uno de los dos, con la información obtenida, deberán publicar un rumor en el Tablón del Bardo sobre el misterioso elfo que se mostró en el espejo, quien podría estar ligado a más sucesos importantes. Y Belov agradecerá aún más si aprovechan la ocasión para hablar bien de su servicio aereo.
ᚩ Pero antes, ambos reciben por su buena labor 5 puntos de experiencia, además del siguiente maravilloso objeto:
ᚩ Peluche de bégimo [2 cargas] Fruto de uno de los variados proyectos del excéntrico Belov, quien les obsequia este producto en agradecimiento y, más importante, para que se le dé buena publicidad. Al apretar el peluche, este abrazará tu cuerpo y te permitirá dar saltos más altos, levitar a un metro del suelo, planear y virar en el aire. Dura un turno.
ᚩ Ha sido un verdadero placer leerlos. Esperamos que nuestros caminos se crucen una vez más. Hasta entonces, cuiden sus espaldas.
Ansur
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