Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Página 1 de 1. • Comparte
Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Cohen despertó aún con el sabor de Peter en los labios. El humano se había marchado horas antes, después de su primer encuentro íntimo. Vestido únicamente con su prenda de lencería negra, el vampiro comenzó a vestirse mientras meditaba que pasos seguir a partir de ese momento, ya que tenía varios frentes abiertos: el nuevo gremio de alquimistas, el ataque a San Jacobo en la Iglesia de Cristo y el par de símbolos que había encontrado tallados en la piedra de algunos edificios de la ciudad.
Sus pensamientos quedaron pronto anticuados. Le bastó abrir la puerta principal de la pequeña habitación dónde residía. Allí encontró un sobre de papel. Sobre él, dibujado en sangre, el símbolo del Ojo Carmesí.
Recordó las palabras de Zana: si Cohen los buscaba, ellos lo sabrían y terminarían encontrándole. Apenas habían tardado unos días en darse cuenta de que el vampiro les seguía los pasos y le habían mandado aquel sobre.
Con paso decidido, Cohen lo rasgó, curioso de saber qué contenía su interior. Lo que no esperaba era encontrar un ejemplar de un antiguo Aero de Sangre, esos folletines de apenas 8 páginas que semanalmente contaban un nuevo episodio de alguna historia tétrica.
Un círculo rojo, en una esquina de la contraportada del folletín, rodeaba el icono del taller de la calle Matanzas, clausurado por los soldados humanos, dónde se habían impreso dichas publicaciones.
¿Acaso el Ojo Carmesí le estaba proponiendo una cita?
Poco más tarde, el vampiro había recorrido ya la mayor parte de la ciudad. La calle Matanzas había sido rebautizada por los humanos como Calle de la Flor: uno de tantos innecesarios cambios que Sacrestic Ville había sufrido en los últimos años.
Las calles del Barrio Oscuro, que no visitaba desde los horribles crímenes del Soldado Hunnam, estaban cubiertas por una fina capa de niebla que imposibilitaba ver nada tan sólo unos metros más adelante. Incluso era difícil identificar a alguien salvo que te cayera encima.
El vampiro reconoció el edificio de la imprenta abandonada. La puerta estaba completamente tapiada, así como algunas ventanas, impidiendo el acceso al interior. Los propietarios del local habían sido acusados de alterar la paz de la ciudad, fuese lo que fuese eso. Conceptos de civilizados humanos que él no llegaba a recordar.
Cohen tiró fuerte de uno de los tablones comprobando que estaban bien clavados a la puerta, sin poder retirarlos. Además, la fuerza nunca había sido su fuerte. Por lo que pensó en rodear el edificio, pasando al estrecho callejón continuo, buscando alguna entrada secundaria por la que acceder.
Sus pensamientos quedaron pronto anticuados. Le bastó abrir la puerta principal de la pequeña habitación dónde residía. Allí encontró un sobre de papel. Sobre él, dibujado en sangre, el símbolo del Ojo Carmesí.
Recordó las palabras de Zana: si Cohen los buscaba, ellos lo sabrían y terminarían encontrándole. Apenas habían tardado unos días en darse cuenta de que el vampiro les seguía los pasos y le habían mandado aquel sobre.
Con paso decidido, Cohen lo rasgó, curioso de saber qué contenía su interior. Lo que no esperaba era encontrar un ejemplar de un antiguo Aero de Sangre, esos folletines de apenas 8 páginas que semanalmente contaban un nuevo episodio de alguna historia tétrica.
Un círculo rojo, en una esquina de la contraportada del folletín, rodeaba el icono del taller de la calle Matanzas, clausurado por los soldados humanos, dónde se habían impreso dichas publicaciones.
¿Acaso el Ojo Carmesí le estaba proponiendo una cita?
__________________________________________________________
Poco más tarde, el vampiro había recorrido ya la mayor parte de la ciudad. La calle Matanzas había sido rebautizada por los humanos como Calle de la Flor: uno de tantos innecesarios cambios que Sacrestic Ville había sufrido en los últimos años.
Las calles del Barrio Oscuro, que no visitaba desde los horribles crímenes del Soldado Hunnam, estaban cubiertas por una fina capa de niebla que imposibilitaba ver nada tan sólo unos metros más adelante. Incluso era difícil identificar a alguien salvo que te cayera encima.
El vampiro reconoció el edificio de la imprenta abandonada. La puerta estaba completamente tapiada, así como algunas ventanas, impidiendo el acceso al interior. Los propietarios del local habían sido acusados de alterar la paz de la ciudad, fuese lo que fuese eso. Conceptos de civilizados humanos que él no llegaba a recordar.
Cohen tiró fuerte de uno de los tablones comprobando que estaban bien clavados a la puerta, sin poder retirarlos. Además, la fuerza nunca había sido su fuerte. Por lo que pensó en rodear el edificio, pasando al estrecho callejón continuo, buscando alguna entrada secundaria por la que acceder.
Última edición por Cohen el Lun Nov 21 2022, 14:49, editado 1 vez
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Tras el asunto con el gremio de alquimistas había decidido abandonar la ciudad. Sin embargo, no lo había hecho. Sabía que estaba retrasando las cosas, que estaba buscando excusas para no enfrentarse a la realidad… a ella. Se había pasado años buscando respuestas y ahora, que tenía una pista para obtenerlas, parecía encontrar razones de sobra para no ir en su búsqueda.
El posadero puso un vaso ante él y se apoyó en la barra para quedar a su misma altura.
- ¿Seguro que no quieres algo más fuerte?
Tarek alzó una ceja. Era el mismo tabernero que le había hablado del contrato de Cohen, el mismo que, extrañamente, le había ido proporcionando trabajos de lo más diverso… y por lo tanto excusas para quedarse.
- Tú mismo…
La puerta del local se abrió a su espalda, mientras el posadero encendía los candiles de gas. Había llegado la noche y con ella los vampiros. Poco a poco el local se fue llenando y el murmullo de las charlas y el olor de la sangre lo invadieron todo. Colocando una moneda sobre la barra, Tarek se despidió del tabernero con un gesto de la cabeza y abandonó el lugar.
Sacrestic Ville era una ciudad diferente de día y de noche. Los humanos que habían tomado la urbe habían impuesto su ley en el lugar. “Como siempre” pensó Tarek. Los humanos tenían aquella despreciable costumbre: llegar y cambiar las cosas, como si fuesen los dueños del lugar. Pasaba allí al norte del continente, así como había sucedido al sur, en los límites de… Sacudió la cabeza, como intentando apartar el nombre de sus pensamientos, pero fue imposible. Sandorai había sido y sería siempre su hogar, aunque sus acciones lo obligasen a permanecer lejos de los bosques de su infancia lo que le restaba de vida.
Una patrulla de guardias humanos apareció al final de la siguiente intersección, encaminándose hacia él. Los elfos no eran comunes en Sacretic Ville y sus “trabajos” le habían reportado cierta fama, en forma de rumores, que le habían hecho evitar a los guardianes de la ciudad en la medida de lo posible. Sin variar el paso, se internó el siguiente callejón a su derecha. La calle a la que accedió le resultó extrañamente familiar, aunque era algo que le pasaba a menudo. La oscuridad, la niebla y los altos edificios picudos hacían que todos los barrios pareciesen iguales, confusos. La ciudad era un auténtico laberinto en el que perderse.
Sin un destino claro, viró hacia la izquierda por la avenida principal. Aquella noche no le había llegado ningún encargo y, por lógica, debería haber ido a la posada, a descansar, al menos por una vez, en un horario que le resultara natural: dormir de noche y deambular de día. Sin embargo, muchos de los encargos se habían tenido que desarrollar al amparo de la noche y, por extraño que pareciese, la compañía de los vampiros, que solo acudían a las calles una vez desaparecía el sol, le resultaba más tranquilizadora que la de los humanos, que ocupaban la ciudad durante el día.
Unas voces al fondo de la calle, tras él, le indicaron que los soldados habían decidido tomar una ruta similar a la suya. ¿O serían otros? Daba igual. La guardia urbana insistía en deambular por todas partes para que los ciudadanos se sintiesen “protegidos”. Había escuchado decir que algunos de los pelotones se dedicaban a interrogar aleatoriamente a aquellos que encontraban en las calles por la noche, habitualmente vampiros.
Tomó de nuevo un desvío a la derecha, internándose en un callejón, al lado de un monumental edificio abandonado. La altura de este y la edificación aledaña, oscurecían el estrecho pasaje, invadido por la niebla casi sobrenatural que ocasionalmente se instalaba en la ciudad. Escuchó pasos que se acercaban a él, pero no pudo ver quién los producía hasta que se encontró a escasos pasos de su posición. La mujer, sin duda una hija de la noche, tornó su mirada en alivio cuando lo vio.
- Hay un pelotón de guardia al otro lado del callejón. Yo no saldría en un rato –comentó con amabilidad.
- Una pareja se pasea por la paralela y otra un par de calles más allá –la informó el elfo por su parte.
La mujer apretaba con fuerza algo contra su pecho y lo apretó más, al ver que el elfo dirigía su mirada hacía aquello que parecía intentar ocultar. Escucharon un ruido en el extremo contario del callejón y la vampiresa, asustada, lo miró de nuevo. Pareció dudar.
- Necesito que me hagas un favor… -el elfo alzó una ceja ante la extraña petición que la mujer ante él empezó a elaborar.
El posadero puso un vaso ante él y se apoyó en la barra para quedar a su misma altura.
- ¿Seguro que no quieres algo más fuerte?
Tarek alzó una ceja. Era el mismo tabernero que le había hablado del contrato de Cohen, el mismo que, extrañamente, le había ido proporcionando trabajos de lo más diverso… y por lo tanto excusas para quedarse.
- Tú mismo…
La puerta del local se abrió a su espalda, mientras el posadero encendía los candiles de gas. Había llegado la noche y con ella los vampiros. Poco a poco el local se fue llenando y el murmullo de las charlas y el olor de la sangre lo invadieron todo. Colocando una moneda sobre la barra, Tarek se despidió del tabernero con un gesto de la cabeza y abandonó el lugar.
[---]
Sacrestic Ville era una ciudad diferente de día y de noche. Los humanos que habían tomado la urbe habían impuesto su ley en el lugar. “Como siempre” pensó Tarek. Los humanos tenían aquella despreciable costumbre: llegar y cambiar las cosas, como si fuesen los dueños del lugar. Pasaba allí al norte del continente, así como había sucedido al sur, en los límites de… Sacudió la cabeza, como intentando apartar el nombre de sus pensamientos, pero fue imposible. Sandorai había sido y sería siempre su hogar, aunque sus acciones lo obligasen a permanecer lejos de los bosques de su infancia lo que le restaba de vida.
Una patrulla de guardias humanos apareció al final de la siguiente intersección, encaminándose hacia él. Los elfos no eran comunes en Sacretic Ville y sus “trabajos” le habían reportado cierta fama, en forma de rumores, que le habían hecho evitar a los guardianes de la ciudad en la medida de lo posible. Sin variar el paso, se internó el siguiente callejón a su derecha. La calle a la que accedió le resultó extrañamente familiar, aunque era algo que le pasaba a menudo. La oscuridad, la niebla y los altos edificios picudos hacían que todos los barrios pareciesen iguales, confusos. La ciudad era un auténtico laberinto en el que perderse.
Sin un destino claro, viró hacia la izquierda por la avenida principal. Aquella noche no le había llegado ningún encargo y, por lógica, debería haber ido a la posada, a descansar, al menos por una vez, en un horario que le resultara natural: dormir de noche y deambular de día. Sin embargo, muchos de los encargos se habían tenido que desarrollar al amparo de la noche y, por extraño que pareciese, la compañía de los vampiros, que solo acudían a las calles una vez desaparecía el sol, le resultaba más tranquilizadora que la de los humanos, que ocupaban la ciudad durante el día.
Unas voces al fondo de la calle, tras él, le indicaron que los soldados habían decidido tomar una ruta similar a la suya. ¿O serían otros? Daba igual. La guardia urbana insistía en deambular por todas partes para que los ciudadanos se sintiesen “protegidos”. Había escuchado decir que algunos de los pelotones se dedicaban a interrogar aleatoriamente a aquellos que encontraban en las calles por la noche, habitualmente vampiros.
Tomó de nuevo un desvío a la derecha, internándose en un callejón, al lado de un monumental edificio abandonado. La altura de este y la edificación aledaña, oscurecían el estrecho pasaje, invadido por la niebla casi sobrenatural que ocasionalmente se instalaba en la ciudad. Escuchó pasos que se acercaban a él, pero no pudo ver quién los producía hasta que se encontró a escasos pasos de su posición. La mujer, sin duda una hija de la noche, tornó su mirada en alivio cuando lo vio.
- Hay un pelotón de guardia al otro lado del callejón. Yo no saldría en un rato –comentó con amabilidad.
- Una pareja se pasea por la paralela y otra un par de calles más allá –la informó el elfo por su parte.
La mujer apretaba con fuerza algo contra su pecho y lo apretó más, al ver que el elfo dirigía su mirada hacía aquello que parecía intentar ocultar. Escucharon un ruido en el extremo contario del callejón y la vampiresa, asustada, lo miró de nuevo. Pareció dudar.
- Necesito que me hagas un favor… -el elfo alzó una ceja ante la extraña petición que la mujer ante él empezó a elaborar.
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Sentía ardor en sus ojos, pero no podía parar de leer aquel polvoriento y viejo libro prestado, que hablaba sobre una trágica historia de amor entre un vampiro y una elfa. Suspiró ante el terrible final de la elfa, el cuál lejos de entristecerse le daba una especie de felicidad. Satisfacción. Encontraba en la tragedia, un encanto romántico único. Entonces la anciana que preparaba una sencilla sopa, habló al ver de reojo que ya había cerrado el libro la joven bruja.
-Hace tiempo, mi difunto hijo, se había obsesionado con historias realmente abrumadoras. No me placen tanto los finales tristes o historias que te hagan temblar el alma. Pero él se entusiasmaba tanto.- Dijo la señora, con una expresión de pura nostalgia que se dramatizaban severamente por la caída de sus muy marcadas arrugas.
Se habían conocido en su segunda visita a la ciudad. Su pasión por la lectura les había hecho hablar un par de horas en un mercadito. Hasta el punto que la invitó a su hogar, pequeño pero lleno de libros de historia y cuentos. Desde ese entonces una peculiar amistad se forjaba, y la bruja alimentaba esa curiosidad y deseos de aprender nuevas cosas a través de los libros, una curiosidad muy incentivada por el deseo de servir mejor a aquel vampiro. Así entonces, se encontraba en su tercer visita en el año, y ya casi terminaba de leer todos los libros que la amable anciana le otorgó libertad de tomar.
-Ayna, ¿me prestarías los libros que él leía? .- Dijo Itzamaray con evidente emoción. Se levantó del suelo, dejó el libro en la mesita de madera, y acudió a la mujer, colocándose de pie a su lado mientras ésta caminaba sobre la leña.
Pudo notar una expresión de preocupación. La anciana guardaba silencio y parecía arrepentida de mencionarlo. Tomó uno de los cuencos y vertió en él un poco de sopa, y se lo extendió a la joven. Itzamaray lo tomó con ambas manos, pero estaba inquieta de saber sobre otro tipo de lectura. Se acercó a la mesa, y tomó asiento colocando ahora el cuenco en la superficie, esperando a que la señora mayor tomase asiento. Ésta fué a tomar un par de piezas de pan duro, para ahora acompañar a la mesa a Itza.
-Ya no es posible, Itzamaray. Todos fueron quemados según dicen, no eran considerados correctos. Así que mejor olvida esos panfletillos. Come, anda. Me alegra que vinieras, sabes a veces me recuerdas a mi hermana, bueno, me refiero a su interés por descubrir el mundo entero. Recuerdo una vez que...
La mujer mantuvo una larga letanía, hablando sobre la corta y accidentada vida de su hermana. Y la joven escuchaba como siempre, con atención, aunque vacilando un poco ante el interés reciente sobre las lecturas de su hijo, historias terribles según Ayna. Pensó entonces que, conociendo estos lugares, seguramente alguien debería venderlos de forma clandestina. Cosas verdaderamente infames se pueden comprar de esa forma, deberían ser fáciles de encontrar unos libretos de historias. Pero ¿por qué los gobernantes se deshacían de algo así?
_____________________________________
Entrando la noche, la anciana se había quedado dormida en su mecedora. Así que salió de la casita, colocándose la capucha del vestido, e inició su caminata. Pretendía dar un par de vueltas, aunque había algo más de actividad por parte de soldados... Aprovechó los rincones oscuros para andar en ellos, y escuchar por ahí las charlas de otros, quizás también daría una vuelta por un callejón de una parte marginada de la ciudad. Tal vez, en sus sacos de mercancía, aparte de joyas robadas y chucherías, se encuentre algún libro pequeño o panfleto para comprar. No podía ver ningún peligro real, por unos simples libros. Iba un poco a ciegas, ya que la anciana no se atrevió a darle detalles, ni siquiera el nombre de los títulos, ni su autor o autores.
-Hace tiempo, mi difunto hijo, se había obsesionado con historias realmente abrumadoras. No me placen tanto los finales tristes o historias que te hagan temblar el alma. Pero él se entusiasmaba tanto.- Dijo la señora, con una expresión de pura nostalgia que se dramatizaban severamente por la caída de sus muy marcadas arrugas.
Se habían conocido en su segunda visita a la ciudad. Su pasión por la lectura les había hecho hablar un par de horas en un mercadito. Hasta el punto que la invitó a su hogar, pequeño pero lleno de libros de historia y cuentos. Desde ese entonces una peculiar amistad se forjaba, y la bruja alimentaba esa curiosidad y deseos de aprender nuevas cosas a través de los libros, una curiosidad muy incentivada por el deseo de servir mejor a aquel vampiro. Así entonces, se encontraba en su tercer visita en el año, y ya casi terminaba de leer todos los libros que la amable anciana le otorgó libertad de tomar.
-Ayna, ¿me prestarías los libros que él leía? .- Dijo Itzamaray con evidente emoción. Se levantó del suelo, dejó el libro en la mesita de madera, y acudió a la mujer, colocándose de pie a su lado mientras ésta caminaba sobre la leña.
Pudo notar una expresión de preocupación. La anciana guardaba silencio y parecía arrepentida de mencionarlo. Tomó uno de los cuencos y vertió en él un poco de sopa, y se lo extendió a la joven. Itzamaray lo tomó con ambas manos, pero estaba inquieta de saber sobre otro tipo de lectura. Se acercó a la mesa, y tomó asiento colocando ahora el cuenco en la superficie, esperando a que la señora mayor tomase asiento. Ésta fué a tomar un par de piezas de pan duro, para ahora acompañar a la mesa a Itza.
-Ya no es posible, Itzamaray. Todos fueron quemados según dicen, no eran considerados correctos. Así que mejor olvida esos panfletillos. Come, anda. Me alegra que vinieras, sabes a veces me recuerdas a mi hermana, bueno, me refiero a su interés por descubrir el mundo entero. Recuerdo una vez que...
La mujer mantuvo una larga letanía, hablando sobre la corta y accidentada vida de su hermana. Y la joven escuchaba como siempre, con atención, aunque vacilando un poco ante el interés reciente sobre las lecturas de su hijo, historias terribles según Ayna. Pensó entonces que, conociendo estos lugares, seguramente alguien debería venderlos de forma clandestina. Cosas verdaderamente infames se pueden comprar de esa forma, deberían ser fáciles de encontrar unos libretos de historias. Pero ¿por qué los gobernantes se deshacían de algo así?
_____________________________________
Entrando la noche, la anciana se había quedado dormida en su mecedora. Así que salió de la casita, colocándose la capucha del vestido, e inició su caminata. Pretendía dar un par de vueltas, aunque había algo más de actividad por parte de soldados... Aprovechó los rincones oscuros para andar en ellos, y escuchar por ahí las charlas de otros, quizás también daría una vuelta por un callejón de una parte marginada de la ciudad. Tal vez, en sus sacos de mercancía, aparte de joyas robadas y chucherías, se encuentre algún libro pequeño o panfleto para comprar. No podía ver ningún peligro real, por unos simples libros. Iba un poco a ciegas, ya que la anciana no se atrevió a darle detalles, ni siquiera el nombre de los títulos, ni su autor o autores.
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
En aquel callejón, las ventanas del edificio estaban igualmente tapiadas con fuertes tablones de madera. Por lo que acceder por allí sería complicado. Además, si dejaba evidencias de su entrada en la antigua imprenta de los Aeros de Sangre, los numerosos soldados humanos que custodiaban la zona podrían percatarse de su intromisión.
Aunque de ser arrestado, creía que Peter no sería muy severo con él y le dejaría marchar, no quería exponer al humano y dejar que sus subalternos descubrieran la íntima relación que les unía.
Cuándo casi había perdido la esperanza, se percató de unas escaleras paralelas al edificio que bajaban a lo que parecía ser la entrada de un sótano. Dirigió sus pasos hacia ellas, bajando con rapidez los primeros escalones. Al llegar junto a la puerta, distinguió el pequeño dibujo del Ojo Carmesí pintado junto a su pasamanos.
¿Acaso el Ojo Carmesí guiaba sus pasos? ¿Con qué intención?
Al llevar la mano hasta él, vio que éste cedía y comprobó cómo la puerta se abría chirriante, permitiéndole acceder al interior del sótano. Gracias a su vista vampírica, comprobó que el lugar era dónde se encontraba el anticuado sistema de imprenta que había publicado los Aeros de Sangre. El lugar estaba lleno de polvo, completamente desolado, sin rastros de actividad reciente alguna, salvo unas huellas de zapatos en el polvoriento suelo.
Estas huellas se dirigían al fondo de la estancia, hacia otras escaleras que ascendían hasta la que era la planta principal del edificio. Cuándo se decidió a subirlas, el sonido de unos pasos tras él le paralizó por completo. Al llevar la vista atrás, vio cómo la puerta por la que había accedido al edificio era cerrada de nuevo desde el exterior, dejándole atrapado. ¿Se trataba de una trampa?
Corrió de nuevo hacia la puerta, comprobando que el pasamanos del interior había sido arrancado y no había forma de abrirla fácilmente. Comenzó a golpearla fuertemente en un par de ocasiones. Al darse cuenta de que quizás no era lo más sensato, sabiendo los numerosos guardas que patrullaban la zona, decidió calmar sus nervios.
Se sentó un par de minutos sobre una destartalada silla, mientras valoraba si debía subir a la planta superior. ¿Le estaba alguien esperando allí? Mientras lo meditaba, miraba a la calle a través de unos de los huecos que los tablones de madera habían dejado sin tapar. Al escuchar unos pasos, vio a una mujer con un vestido con capucha por vestimenta, cuya raza no logró identificar, pasando junto a las escaleras que descendían, al nivel de la calle.
―¡Ayuda! ¡Me he quedado atrapado aquí!― expresó, en voz alta, mientras aporreaba de nuevo la puerta del sótano, esperando llamar la atención de la mujer. [1]
[1] La mujer sería Itzamaray
Aunque de ser arrestado, creía que Peter no sería muy severo con él y le dejaría marchar, no quería exponer al humano y dejar que sus subalternos descubrieran la íntima relación que les unía.
Cuándo casi había perdido la esperanza, se percató de unas escaleras paralelas al edificio que bajaban a lo que parecía ser la entrada de un sótano. Dirigió sus pasos hacia ellas, bajando con rapidez los primeros escalones. Al llegar junto a la puerta, distinguió el pequeño dibujo del Ojo Carmesí pintado junto a su pasamanos.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
¿Acaso el Ojo Carmesí guiaba sus pasos? ¿Con qué intención?
Al llevar la mano hasta él, vio que éste cedía y comprobó cómo la puerta se abría chirriante, permitiéndole acceder al interior del sótano. Gracias a su vista vampírica, comprobó que el lugar era dónde se encontraba el anticuado sistema de imprenta que había publicado los Aeros de Sangre. El lugar estaba lleno de polvo, completamente desolado, sin rastros de actividad reciente alguna, salvo unas huellas de zapatos en el polvoriento suelo.
Estas huellas se dirigían al fondo de la estancia, hacia otras escaleras que ascendían hasta la que era la planta principal del edificio. Cuándo se decidió a subirlas, el sonido de unos pasos tras él le paralizó por completo. Al llevar la vista atrás, vio cómo la puerta por la que había accedido al edificio era cerrada de nuevo desde el exterior, dejándole atrapado. ¿Se trataba de una trampa?
Corrió de nuevo hacia la puerta, comprobando que el pasamanos del interior había sido arrancado y no había forma de abrirla fácilmente. Comenzó a golpearla fuertemente en un par de ocasiones. Al darse cuenta de que quizás no era lo más sensato, sabiendo los numerosos guardas que patrullaban la zona, decidió calmar sus nervios.
Se sentó un par de minutos sobre una destartalada silla, mientras valoraba si debía subir a la planta superior. ¿Le estaba alguien esperando allí? Mientras lo meditaba, miraba a la calle a través de unos de los huecos que los tablones de madera habían dejado sin tapar. Al escuchar unos pasos, vio a una mujer con un vestido con capucha por vestimenta, cuya raza no logró identificar, pasando junto a las escaleras que descendían, al nivel de la calle.
―¡Ayuda! ¡Me he quedado atrapado aquí!― expresó, en voz alta, mientras aporreaba de nuevo la puerta del sótano, esperando llamar la atención de la mujer. [1]
___________________________________________________
[1] La mujer sería Itzamaray
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Caminaban tranquilos, agarrados del brazo, como si fuesen un par de amantes disfrutando de la agradable noche y no un par de desconocidos intentando pasar desapercibidos. Ella se mostró falsamente tímida cuando se cruzaron con el primer grupo de guardias, que simplemente los miraron de reojo, sin prestarles demasiada atención.
- La hibridación no está muy bien vista en la ciudad –comentó ella, cuando los guardas apenas eran visibles tras ellos entre la niebla- Pero tú eres un elfo, así que les da igual lo que pueda ocurrirte.
- Que oportuno, pues, que nos encontrásemos –comentó él con sorna.
- Sin duda. Soy una mujer muy afortunada –respondió ella, agarrándose con más fuerza de su brazo.
Se llamaba Katharina, o al menos eso le había dicho. Su calmada y, hasta cierto punto, pícara actitud contrastaba enormemente con la desesperación que había mostrado en aquel desolado callejón apenas una hora antes. El paquete que tan protectoramente había agarrado contra su pecho, se encontraba en aquel momento escondido entre los ropajes del elfo. Según decía, lo que portaba era extremadamente importante y, sobre todo, extremadamente ilegal. Los soldados humanos la habrían matado de haberla atrapado con aquel paquete.
Su encuentro en el callejón había sido totalmente fortuito, pero el elfo sospechó que su fama en los bajos fondos de la ciudad la había llevado a identificarlo en cuanto lo miró a la cara. Solamente había tenido que sumar dos más dos para saber ante quién se encontraba. Debía volverse más cauto si deseaba seguir siendo un ciudadano anónimo en aquella lúgubre urbe.
Tras caminar un par de barrios más, se detuvieron ante lo que parecía la entrada a una casa. Una nueva patrulla de guardias se aproximó desde el extremo de la calle y ella, simulando estar apenada, se abrazó a él, ocultando el rostro en su hombro. Los soldados llenaron el silencio de la calle con silbidos y mofas, cuando pasaron a su lado, obligando al peliblanco a hacer uso de todo su autocontrol para no encararse a ellos. El agarre de la mujer se intensificó, probablemente al notar la tensión en el cuerpo del elfo.
Con un suspiro, abandonó el forzado abrazo, antes de atusarse las ropas con cuidado.
- No se pueden pedir peras al olmo, ni inteligencia a individuos como esos –le dedicó una encantadora sonrisa, antes de colocar la mano sobre su abdomen y aproximarse de nuevo a él, para susurrarle- Espero que cumplas lo prometido –se apartó de nuevo, dando un par de golpecitos sobre el lugar en el que había colocado la mano- Estaré esperando noticias tuyas.
Con un último guiño, se giró y desapareció entre las sombras del portal. Tarek se llevó la mano hasta el lugar que ella había tocado solo unos minutos antes. El paquete que ella le había entregado seguían allí, a buen recaudo, oculto hasta que pudiese entregarlo. Ella le había pedido ayuda para abandonar el callejón pues, de haberlo hecho sola, la habrían perseguido y atrapado. Además, le había confiado su carga, pues afirmaba que, en caso de una inspección, no sería él el objetivo de los escrutinios de la guardia. Por último, tras andar unas cuantas calles en mutua compañía, le había hecho una última petición. El paquete debía ser entregada a un individuo, cerca de la antigua imprenta clausurada. Su única indicación sobre el destinatario había sido que lo “reconocería” en cuanto lo viese.
El elfo se había mostrado elusivo en un primer momento, poco predispuesto a inmiscuirse en asuntos que parecían no incumbirle en absoluto. Pero las palabras de ella le habían dejado pronto claro que su estancia en la ciudad sería mucho menos agradable si no cedía ante su petición. Tarek se preguntó, no por primera vez, quién gobernaba realmente aquel lugar, si los humanos o los vampiros.
Decidido a quitarse el asunto de encima lo antes posible, se dirigió a un callejón cercano. Sacrestic Ville era un laberinto sin sentido, si no sabías dónde te encontrabas. Por suerte los tejados de las casas ofrecían una amplia vista panorámica, en la que solo debías buscar las agujas de un edificio conocido, para saber tu posición dentro de la urbe. La imprenta no fue difícil de localizar y, tras determinar el camino a seguir, dirigió sus pasos hacia el clausurado edificio.
- La hibridación no está muy bien vista en la ciudad –comentó ella, cuando los guardas apenas eran visibles tras ellos entre la niebla- Pero tú eres un elfo, así que les da igual lo que pueda ocurrirte.
- Que oportuno, pues, que nos encontrásemos –comentó él con sorna.
- Sin duda. Soy una mujer muy afortunada –respondió ella, agarrándose con más fuerza de su brazo.
Se llamaba Katharina, o al menos eso le había dicho. Su calmada y, hasta cierto punto, pícara actitud contrastaba enormemente con la desesperación que había mostrado en aquel desolado callejón apenas una hora antes. El paquete que tan protectoramente había agarrado contra su pecho, se encontraba en aquel momento escondido entre los ropajes del elfo. Según decía, lo que portaba era extremadamente importante y, sobre todo, extremadamente ilegal. Los soldados humanos la habrían matado de haberla atrapado con aquel paquete.
Su encuentro en el callejón había sido totalmente fortuito, pero el elfo sospechó que su fama en los bajos fondos de la ciudad la había llevado a identificarlo en cuanto lo miró a la cara. Solamente había tenido que sumar dos más dos para saber ante quién se encontraba. Debía volverse más cauto si deseaba seguir siendo un ciudadano anónimo en aquella lúgubre urbe.
Tras caminar un par de barrios más, se detuvieron ante lo que parecía la entrada a una casa. Una nueva patrulla de guardias se aproximó desde el extremo de la calle y ella, simulando estar apenada, se abrazó a él, ocultando el rostro en su hombro. Los soldados llenaron el silencio de la calle con silbidos y mofas, cuando pasaron a su lado, obligando al peliblanco a hacer uso de todo su autocontrol para no encararse a ellos. El agarre de la mujer se intensificó, probablemente al notar la tensión en el cuerpo del elfo.
Con un suspiro, abandonó el forzado abrazo, antes de atusarse las ropas con cuidado.
- No se pueden pedir peras al olmo, ni inteligencia a individuos como esos –le dedicó una encantadora sonrisa, antes de colocar la mano sobre su abdomen y aproximarse de nuevo a él, para susurrarle- Espero que cumplas lo prometido –se apartó de nuevo, dando un par de golpecitos sobre el lugar en el que había colocado la mano- Estaré esperando noticias tuyas.
Con un último guiño, se giró y desapareció entre las sombras del portal. Tarek se llevó la mano hasta el lugar que ella había tocado solo unos minutos antes. El paquete que ella le había entregado seguían allí, a buen recaudo, oculto hasta que pudiese entregarlo. Ella le había pedido ayuda para abandonar el callejón pues, de haberlo hecho sola, la habrían perseguido y atrapado. Además, le había confiado su carga, pues afirmaba que, en caso de una inspección, no sería él el objetivo de los escrutinios de la guardia. Por último, tras andar unas cuantas calles en mutua compañía, le había hecho una última petición. El paquete debía ser entregada a un individuo, cerca de la antigua imprenta clausurada. Su única indicación sobre el destinatario había sido que lo “reconocería” en cuanto lo viese.
El elfo se había mostrado elusivo en un primer momento, poco predispuesto a inmiscuirse en asuntos que parecían no incumbirle en absoluto. Pero las palabras de ella le habían dejado pronto claro que su estancia en la ciudad sería mucho menos agradable si no cedía ante su petición. Tarek se preguntó, no por primera vez, quién gobernaba realmente aquel lugar, si los humanos o los vampiros.
Decidido a quitarse el asunto de encima lo antes posible, se dirigió a un callejón cercano. Sacrestic Ville era un laberinto sin sentido, si no sabías dónde te encontrabas. Por suerte los tejados de las casas ofrecían una amplia vista panorámica, en la que solo debías buscar las agujas de un edificio conocido, para saber tu posición dentro de la urbe. La imprenta no fue difícil de localizar y, tras determinar el camino a seguir, dirigió sus pasos hacia el clausurado edificio.
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Caminó por varios minutos entre callejones, algunos con un olor tan intenso a suciedad que apresuraba el paso, pero no había encontrado nada que le pareciera similar a un panfleto literario. Hubo un punto en que las calles se hicieron solitarias. En algunas esquinas sólo se encontraba con soldados, y aprovechando la penumbra, se arrinconaba en algunas puertas o rincones, dejándoles pasar y evitarse cualquier situación inconveniente.
En un tramo de su camino, había una puerta de la que al parecer provenía ese aroma de inciensos, algunos murmullos también provenían de ahí. Su curiosidad dió la orden a sus piernas para acercarse más, hasta poder estar a media callejuela viendo hacia dentro del lugar, lamentablemente la oscuridad no ayudaba a que distinguiera los detalles, solo sombras de un lado a otro lentamente, y a esa distancia escuchó gemidos suaves, rítmicos. Era casi como si se coordinasen para sonar así. Habría permanecido más tiempo observando ese cúmulo de misterio, pero una figura se postró en el umbral de la ventana. La escasa luz de una vela en mano, le presentó un rostro empapado en sudor, agitado y observando de frente. Ella dió un respingo, y su curiosidad ya no se veía motivada, por lo que de inmediato dio media vuelta y apresuró su paso.
A unos metros de recorrido, miró hacia atrás para darse cuenta que también venía tras ella, eso la alarmó, y corrió. Se introdujo en callejones más estrechos, y claramente desiertos. Y bueno, dudaba que alguien le ayudara realmente, las personas aquí tendían a ser demasiado temerosas de los desconocidos. Aunque su ventaja era ser mujer y parecer una humana común, pero ahora su vista se iba nublando, o al menos esa sensación le dió, al encontrarse rodeada de niebla a cada paso. Hubo un punto en que caminaba muy despacio, pues su rango de visión se había limitado a unos pasos adelante de ella. Sus manos buscaron algún contacto sólido, hasta que encontraron la pared de piedra húmeda, y su mano izquierda permaneció sobre ella para guiarse. Ahora salir de ahí sería un problema.
Un momento más tarde, su mano ya no podía sentir el muro, si no un vacío, por lo que miraba hacia el suelo atentamente, observando sus pasos y no caer en algún orificio o tropezar con algo. Un respingo seguido de un grito ahogado, fueron la inmediata reacción ante un llamado de auxilio, pues rompió de improviso el silencio a su alrededor. Si algo había aprendido era tomar oportunidades aunque no fueran siempre una garantía, pero no veía qué otra forma tenía de salir, así que por lo menos, intentaría no estar completamente sola.
No logró identificar tan rápido la dirección de donde venía la voz, así que debió hablar para pedirle que le ayudara a llegar a donde quiera que estaba. -¿Dónde te encuentras?- Se quedó quieta, forzando al máximo su vista, pero seguía igual, sólo hasta que le respondió, pudo reconocer la dirección, pues venía acompañada de un leve eco. Justo a la izquierda, donde el muro se había terminado. Se giró para avanzar hacia ahí, y vio un escalón al frente, pero la oscuridad se hacía densa después de aquel escalón, con la mano de nuevo encontrando el lado perpendicular del muro que antes sirvió de guía, bajaba muy despacio. -¿Te... te encuentras bien?- Se paró en seco y se retiró la capucha de la cabeza a medio camino hacia abajo, parecía ser su sentido común le hablaba ahora, cuestionando si debía seguir con esto o continuar la previa huida. Exhaló, un poco frustrada con su comportamiento, a veces deseaba que los años pasaran de prisa y convertirse en una adulta que tomase mejores decisiones. -No me harás daño... ¿verdad?- A veces su inocencia le jugaba en contra, preguntas absurdas o acciones imprudentes. Bajó un par de escalones más, con cautela y a tientas. Dos escalones más, y entonces dió con una puerta. De cierta manera fué un alivio. Con ambas manos buscó la posición de alguna cerradura, y se encontró con él, pero éste no cedió. -Espera. Intentaré algo.- Con la palma colocada sobre la manija, se concentró en el pestillo que no cedía, haciendo uso del éter y unos momentos después, logró hacerla abrir. Dominar sus habilidades comunes, muchas veces requerían esfuerzo, pues no poseía mentoría. Así que ahora, dio un brinco de emoción y una enorme sonrisa.
___________________________________En un tramo de su camino, había una puerta de la que al parecer provenía ese aroma de inciensos, algunos murmullos también provenían de ahí. Su curiosidad dió la orden a sus piernas para acercarse más, hasta poder estar a media callejuela viendo hacia dentro del lugar, lamentablemente la oscuridad no ayudaba a que distinguiera los detalles, solo sombras de un lado a otro lentamente, y a esa distancia escuchó gemidos suaves, rítmicos. Era casi como si se coordinasen para sonar así. Habría permanecido más tiempo observando ese cúmulo de misterio, pero una figura se postró en el umbral de la ventana. La escasa luz de una vela en mano, le presentó un rostro empapado en sudor, agitado y observando de frente. Ella dió un respingo, y su curiosidad ya no se veía motivada, por lo que de inmediato dio media vuelta y apresuró su paso.
A unos metros de recorrido, miró hacia atrás para darse cuenta que también venía tras ella, eso la alarmó, y corrió. Se introdujo en callejones más estrechos, y claramente desiertos. Y bueno, dudaba que alguien le ayudara realmente, las personas aquí tendían a ser demasiado temerosas de los desconocidos. Aunque su ventaja era ser mujer y parecer una humana común, pero ahora su vista se iba nublando, o al menos esa sensación le dió, al encontrarse rodeada de niebla a cada paso. Hubo un punto en que caminaba muy despacio, pues su rango de visión se había limitado a unos pasos adelante de ella. Sus manos buscaron algún contacto sólido, hasta que encontraron la pared de piedra húmeda, y su mano izquierda permaneció sobre ella para guiarse. Ahora salir de ahí sería un problema.
Un momento más tarde, su mano ya no podía sentir el muro, si no un vacío, por lo que miraba hacia el suelo atentamente, observando sus pasos y no caer en algún orificio o tropezar con algo. Un respingo seguido de un grito ahogado, fueron la inmediata reacción ante un llamado de auxilio, pues rompió de improviso el silencio a su alrededor. Si algo había aprendido era tomar oportunidades aunque no fueran siempre una garantía, pero no veía qué otra forma tenía de salir, así que por lo menos, intentaría no estar completamente sola.
No logró identificar tan rápido la dirección de donde venía la voz, así que debió hablar para pedirle que le ayudara a llegar a donde quiera que estaba. -¿Dónde te encuentras?- Se quedó quieta, forzando al máximo su vista, pero seguía igual, sólo hasta que le respondió, pudo reconocer la dirección, pues venía acompañada de un leve eco. Justo a la izquierda, donde el muro se había terminado. Se giró para avanzar hacia ahí, y vio un escalón al frente, pero la oscuridad se hacía densa después de aquel escalón, con la mano de nuevo encontrando el lado perpendicular del muro que antes sirvió de guía, bajaba muy despacio. -¿Te... te encuentras bien?- Se paró en seco y se retiró la capucha de la cabeza a medio camino hacia abajo, parecía ser su sentido común le hablaba ahora, cuestionando si debía seguir con esto o continuar la previa huida. Exhaló, un poco frustrada con su comportamiento, a veces deseaba que los años pasaran de prisa y convertirse en una adulta que tomase mejores decisiones. -No me harás daño... ¿verdad?- A veces su inocencia le jugaba en contra, preguntas absurdas o acciones imprudentes. Bajó un par de escalones más, con cautela y a tientas. Dos escalones más, y entonces dió con una puerta. De cierta manera fué un alivio. Con ambas manos buscó la posición de alguna cerradura, y se encontró con él, pero éste no cedió. -Espera. Intentaré algo.- Con la palma colocada sobre la manija, se concentró en el pestillo que no cedía, haciendo uso del éter y unos momentos después, logró hacerla abrir. Dominar sus habilidades comunes, muchas veces requerían esfuerzo, pues no poseía mentoría. Así que ahora, dio un brinco de emoción y una enorme sonrisa.
Off: Uso de habilidades cotidianas de brujos, apertura de cerraduras simples.
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Su voz de alarma había causado efectos. Cohen escuchó los pasos de aquella joven hasta el otro lado de la puerta. Durante unos segundos, la idea de que se tratase de la misma persona que le había encerrado pasó por su mente, por lo que permanecería alerta.
―Por favor, alguien me ha encerrado aquí dentro… Es una antigua imprenta que fue clausurada por los guardas. Lo último que deseo es que me descubran aquí dentro…
Cohen escuchó cómo un cerrojo se movía al otro lado de la puerta, de cuya presencia no se había percatado. Al abrirse la puerta, el vampiro observó a la joven con mayor detenimiento y tras un ligero vistazo, estuvo casi seguro de que su implicación en su encierro era meramente casual.
―Muchas gracias por tu ayuda. Verás…
El vampiro se disponía a dar alguna explicación detallada, pero el sonido de unos pasos en el piso superior le hizo alzar la vista de nuevo. Sin duda, alguien se desplazaba allá arriba.
―Me han citado aquí. Algo relacionado con los Aeros de Sangre. ¿Los conoces?
Cohen sacó del bolsillo interior de su abrigo otoñal el ejemplar que el Ojo Carmesí había dejado ante su puerta, cediéndoselo a la desconocida.
En ese momento, se percató de que quizás la joven no era vampiresa y que apenas lograría ver aquella publicación en la oscuridad.
―Hay un farol más adentro… ―dijo, mientras dirigía sus pasos hacia las escaleras que ascendían al piso superior, ahora con la firme convicción de enfrentarse a quién estuviera allí― He de subir. Puede que hayan más… y puede que me estén esperando…
Cuándo se encontró a pies de la escalera, alzó la vista para contemplar la figura de un hombre en lo alto de la escalera, con un farol encendido en la mano.
Su aspecto era realmente lamentable. Piel pálida, grandes ojeras, una gran delgadez y una firme impresión de que no se trataba de una persona sana, o que estuviera pasando su mejor momento.
―¿Sois los nuevos repartidores? ¡Subid! Es la mejor noche para repartir estos panfletos― expresó, mientras desaparecía de nuevo en la oscuridad, perdiéndose de la vista del vampiro. [1]
Cohen miró a la chica, alzando los hombros en señal de conformismo. De alguna forma, el vampiro se sentía vinculado con aquel asunto, pero no quería arrastrar a la chica consigo.
Pero la figura de un atractivo elfo en la puerta de entrada hizo que guardara silencio una vez más. Tarek volvía a entrar en juego.
―¡Dichosos los ojos que te ven!― expresó, con evidente entonación seductora, observando con deleite su musculosa silueta, esperando explicaciones de la razón que había llevado al elfo hasta allí.
[1] Presentación de mi Personaje [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
―Por favor, alguien me ha encerrado aquí dentro… Es una antigua imprenta que fue clausurada por los guardas. Lo último que deseo es que me descubran aquí dentro…
Cohen escuchó cómo un cerrojo se movía al otro lado de la puerta, de cuya presencia no se había percatado. Al abrirse la puerta, el vampiro observó a la joven con mayor detenimiento y tras un ligero vistazo, estuvo casi seguro de que su implicación en su encierro era meramente casual.
―Muchas gracias por tu ayuda. Verás…
El vampiro se disponía a dar alguna explicación detallada, pero el sonido de unos pasos en el piso superior le hizo alzar la vista de nuevo. Sin duda, alguien se desplazaba allá arriba.
―Me han citado aquí. Algo relacionado con los Aeros de Sangre. ¿Los conoces?
Cohen sacó del bolsillo interior de su abrigo otoñal el ejemplar que el Ojo Carmesí había dejado ante su puerta, cediéndoselo a la desconocida.
En ese momento, se percató de que quizás la joven no era vampiresa y que apenas lograría ver aquella publicación en la oscuridad.
―Hay un farol más adentro… ―dijo, mientras dirigía sus pasos hacia las escaleras que ascendían al piso superior, ahora con la firme convicción de enfrentarse a quién estuviera allí― He de subir. Puede que hayan más… y puede que me estén esperando…
Cuándo se encontró a pies de la escalera, alzó la vista para contemplar la figura de un hombre en lo alto de la escalera, con un farol encendido en la mano.
Su aspecto era realmente lamentable. Piel pálida, grandes ojeras, una gran delgadez y una firme impresión de que no se trataba de una persona sana, o que estuviera pasando su mejor momento.
―¿Sois los nuevos repartidores? ¡Subid! Es la mejor noche para repartir estos panfletos― expresó, mientras desaparecía de nuevo en la oscuridad, perdiéndose de la vista del vampiro. [1]
Cohen miró a la chica, alzando los hombros en señal de conformismo. De alguna forma, el vampiro se sentía vinculado con aquel asunto, pero no quería arrastrar a la chica consigo.
Pero la figura de un atractivo elfo en la puerta de entrada hizo que guardara silencio una vez más. Tarek volvía a entrar en juego.
―¡Dichosos los ojos que te ven!― expresó, con evidente entonación seductora, observando con deleite su musculosa silueta, esperando explicaciones de la razón que había llevado al elfo hasta allí.
________________________________________________________
[1] Presentación de mi Personaje [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Había movimiento dentro del edificio, aunque la luz apenas era perceptible en las ventanas de la planta superior, tapiadas probablemente para evitar que los guardas se percatasen de la actividad que se llevaba a cabo tras ellas. El elfo escudriñó con atención los edificios circundantes. Algunos parecían moradas humildes, otros eran pasto del polvo y el decaimiento, abandonados a su suerte y a las inclemencias del tiempo.
Una fugaz sombra se movió por una de las calles que circunvalaban la imprenta. Aproximándose más a la cornisa del tejado, la vio desaparecer por una pequeña portezuela en el lateral del edificio. Quizás aquella fuese la persona a la que “reconocería en cuanto la viese”. Sin muchas más pistas sobre quién o qué era el destinatario del paquete que llevaba, pero consciente de que aquel parecía el único acceso seguro al interior de la imprenta, el elfo se encogió de hombros y tomó la ruta más rápida para bajar del tejado en el que se encontraba. La puerta, que parecía dar al sótano de la edificación, chirrió ligeramente al abrirse.
- ¡Dichosos los ojos que te ven! –reconoció la voz antes siquiera de que su vista se adaptase a la luz del interior.
- ¿Cohen? –preguntó perplejo. La puerta se cerró tras él con un nuevo chirrido.
Hacía semanas que no veía al vampiro, desde el asunto de los alquimistas. Había pensado en contactar con él en más de una ocasión, pero la maraña de sentimientos y la repulsa que sentía por lo sucedido en Nytt Hus lo habían mantenido apartado de cualquier contacto social que no fuese imprescindible para su supervivencia. A su lado se encontraba una mujer joven, a la que el peliblanco no fue capaz de ubicar. Para tratarse de un edificio clausurado, parecía hervir de actividad.
- Me alegra verte –comentó, sonriendo al hijo de la noche- ¿Qué te trae…?
No acabó la frase, pues en el tiro de escaleras tras el vampiro asomó la cabeza de un individuo, claramente demacrado. Las palabras de Katharina acudieron de nuevo a su mente y, extrañamente, tuvo claro que aquel era el destinatario del paquete. Haciendo un gesto al vampiro para decirle que seguirían con la conversación después, atravesó la sala, esquivando a la joven y se acercó sujeto de las escaleras.
- Katharina me ha pedido que te entregue esto –le tendió el paquete- Y que te diga que, aunque mi compañía ha sido grata, prefiere mantener la cabeza sobre los hombros. No vuelvas a olvidártelos.
El individuo lo observó unos instantes, antes de desviar la vista hacia el paquete que le ofrecía. Pareció dudar sobre si acercarse o no, pero finalmente bajó un par de escalones y alargó el brazo para tomar el embalaje. Sin dedicarle una sola mirada más, subió de nuevo las escaleras, para perderse en la penumbra del piso superior. Tarek lo observó marchar con una ceja alzada. “Humanos…” pensó meneando la cabeza en gesto negativo, antes de girarse de nuevo hacia Cohen y la mujer.
- Como dije antes, me alegra verte –comentó al vampiro- Pero, sinceramente, espero que este encuentro sea totalmente fortuito y no una trampa para encerrarnos y quemar el edificio desde fuera. Porque la verdad, todavía no sé por qué estoy aquí –añadió taciturno, antes de sonreírle de nuevo- ¿Qué tal todo? ¿Qué te trae por aquí?
Una fugaz sombra se movió por una de las calles que circunvalaban la imprenta. Aproximándose más a la cornisa del tejado, la vio desaparecer por una pequeña portezuela en el lateral del edificio. Quizás aquella fuese la persona a la que “reconocería en cuanto la viese”. Sin muchas más pistas sobre quién o qué era el destinatario del paquete que llevaba, pero consciente de que aquel parecía el único acceso seguro al interior de la imprenta, el elfo se encogió de hombros y tomó la ruta más rápida para bajar del tejado en el que se encontraba. La puerta, que parecía dar al sótano de la edificación, chirrió ligeramente al abrirse.
- ¡Dichosos los ojos que te ven! –reconoció la voz antes siquiera de que su vista se adaptase a la luz del interior.
- ¿Cohen? –preguntó perplejo. La puerta se cerró tras él con un nuevo chirrido.
Hacía semanas que no veía al vampiro, desde el asunto de los alquimistas. Había pensado en contactar con él en más de una ocasión, pero la maraña de sentimientos y la repulsa que sentía por lo sucedido en Nytt Hus lo habían mantenido apartado de cualquier contacto social que no fuese imprescindible para su supervivencia. A su lado se encontraba una mujer joven, a la que el peliblanco no fue capaz de ubicar. Para tratarse de un edificio clausurado, parecía hervir de actividad.
- Me alegra verte –comentó, sonriendo al hijo de la noche- ¿Qué te trae…?
No acabó la frase, pues en el tiro de escaleras tras el vampiro asomó la cabeza de un individuo, claramente demacrado. Las palabras de Katharina acudieron de nuevo a su mente y, extrañamente, tuvo claro que aquel era el destinatario del paquete. Haciendo un gesto al vampiro para decirle que seguirían con la conversación después, atravesó la sala, esquivando a la joven y se acercó sujeto de las escaleras.
- Katharina me ha pedido que te entregue esto –le tendió el paquete- Y que te diga que, aunque mi compañía ha sido grata, prefiere mantener la cabeza sobre los hombros. No vuelvas a olvidártelos.
El individuo lo observó unos instantes, antes de desviar la vista hacia el paquete que le ofrecía. Pareció dudar sobre si acercarse o no, pero finalmente bajó un par de escalones y alargó el brazo para tomar el embalaje. Sin dedicarle una sola mirada más, subió de nuevo las escaleras, para perderse en la penumbra del piso superior. Tarek lo observó marchar con una ceja alzada. “Humanos…” pensó meneando la cabeza en gesto negativo, antes de girarse de nuevo hacia Cohen y la mujer.
- Como dije antes, me alegra verte –comentó al vampiro- Pero, sinceramente, espero que este encuentro sea totalmente fortuito y no una trampa para encerrarnos y quemar el edificio desde fuera. Porque la verdad, todavía no sé por qué estoy aquí –añadió taciturno, antes de sonreírle de nuevo- ¿Qué tal todo? ¿Qué te trae por aquí?
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Aunado a la natural adaptación a la oscuridad, le permitía ver la silueta de dónde venía la voz, le costó bastante distinguir sus rasgos. -No... no es nada.- El nombre de “Aeros de Sangre”, ningún tipo de anécdota o información acudió a su mente, no conocía de lo que el hombre hablaba. Sujetó el panfleto y trató de enfocar un poco del contenido, pero no pudo hacerlo con claridad, y no quería usar habilidades si se estaba adentrando en un asunto desconocido, guardar sus energías era la mejor idea. Deseaba indagar un poco.
-Iré contigo.- se suponía que aquel hombre deseaba salir de ahí, no quedarse a merodear. Se percibió bastante confundida con lo inusual de la situación. No restaban además, muchas opciones seguras de merodear por esa parte de la ciudad, hasta encontrar la salida, o sentarse ahí y esperar al amanecer, ninguna iba con su estilo. Lo siguió tocando la espalda del hombre con apenas la punta de los dedos, no tuvo que esperar mucho, pues a unos pasos un halo de luz por fin permitió que adaptara la vista con mayor claridad. ¿Repartidores? Sin una sola pista de qué estaba sucediendo, y ante la iniciativa despreocupada del hombre a quien ahora apreciaba con la luz, no pensaba quedarse ahí sola. Ella giró sobre su mismo eje sólo para apreciar quién habría llamado la atención al hombre que intentaba ayudar hace unos momentos.
Una estilizada y alta figura bajo el marco de la puerta, quizá el detalle de las orejas no era particularmente obvio con las sombras jugando aún alrededor, hizo que pensara primeramente que era un vampiro. Sus rasgos físicos eran similares a los "malditos" que había conocido. Ante ambas reacciones, no estaba muy segura de si resultaba positivo que sean conocidos o no para ella.
-¿Paquetes... repartidores... encargos...?- Musitó por lo bajo. Volvió a mirar al otro hombre, a quien había intentado ayudar. -¿Esto se relaciona con los cuentos que fueron prohibidos o sólo es una gran coincidencia?- Ahora tenía un poco de sentido el asunto. En efecto, y tal como ella pensó inicialmente, la única forma de conseguir algo prohibido es el contrabando, en secreto y entre las sombras. Y ante los detalles coincidentes, ya le cabrían menos dudas del asunto. Ésto le brindó una motivación, emocionada, de poder leerlos, así que abrió el ejemplar que le había extendido el hombre y aprovechando la luz que brindaba el demacrado hombre escaleras arriba, unas cuantas palabras plasmadas en el panfleto sonaban poco comunes. Describiendo acontecimientos fantasiosos quizás... Sonrió.
-Puede ser interesante tomar éste trabajo.- Agregó con tono tímido y discreto. Una intensa aura de entusiasmo acompañó sus palabras. Sin embargo consideró lo dicho por el aparente “amigo” del hombre por el que acudió a ayudar, ser quemados vivos en efecto era posible, pero... no había visto a nadie más en esta calle. Ya estaba ahí, dar marcha atrás y salir tendría el mismo final en caso de ser una trampa.
Sin embargo la emoción, no restaba nerviosismo ante la presencia de tanto masculino, se quedó quieta en silencio, mirando hacia las escaleras deseando que pudieran ponerse al corriente entre ambos y avanzar, no quería parecer maleducada aventajando camino arriba.
-Iré contigo.- se suponía que aquel hombre deseaba salir de ahí, no quedarse a merodear. Se percibió bastante confundida con lo inusual de la situación. No restaban además, muchas opciones seguras de merodear por esa parte de la ciudad, hasta encontrar la salida, o sentarse ahí y esperar al amanecer, ninguna iba con su estilo. Lo siguió tocando la espalda del hombre con apenas la punta de los dedos, no tuvo que esperar mucho, pues a unos pasos un halo de luz por fin permitió que adaptara la vista con mayor claridad. ¿Repartidores? Sin una sola pista de qué estaba sucediendo, y ante la iniciativa despreocupada del hombre a quien ahora apreciaba con la luz, no pensaba quedarse ahí sola. Ella giró sobre su mismo eje sólo para apreciar quién habría llamado la atención al hombre que intentaba ayudar hace unos momentos.
Una estilizada y alta figura bajo el marco de la puerta, quizá el detalle de las orejas no era particularmente obvio con las sombras jugando aún alrededor, hizo que pensara primeramente que era un vampiro. Sus rasgos físicos eran similares a los "malditos" que había conocido. Ante ambas reacciones, no estaba muy segura de si resultaba positivo que sean conocidos o no para ella.
-¿Paquetes... repartidores... encargos...?- Musitó por lo bajo. Volvió a mirar al otro hombre, a quien había intentado ayudar. -¿Esto se relaciona con los cuentos que fueron prohibidos o sólo es una gran coincidencia?- Ahora tenía un poco de sentido el asunto. En efecto, y tal como ella pensó inicialmente, la única forma de conseguir algo prohibido es el contrabando, en secreto y entre las sombras. Y ante los detalles coincidentes, ya le cabrían menos dudas del asunto. Ésto le brindó una motivación, emocionada, de poder leerlos, así que abrió el ejemplar que le había extendido el hombre y aprovechando la luz que brindaba el demacrado hombre escaleras arriba, unas cuantas palabras plasmadas en el panfleto sonaban poco comunes. Describiendo acontecimientos fantasiosos quizás... Sonrió.
-Puede ser interesante tomar éste trabajo.- Agregó con tono tímido y discreto. Una intensa aura de entusiasmo acompañó sus palabras. Sin embargo consideró lo dicho por el aparente “amigo” del hombre por el que acudió a ayudar, ser quemados vivos en efecto era posible, pero... no había visto a nadie más en esta calle. Ya estaba ahí, dar marcha atrás y salir tendría el mismo final en caso de ser una trampa.
Sin embargo la emoción, no restaba nerviosismo ante la presencia de tanto masculino, se quedó quieta en silencio, mirando hacia las escaleras deseando que pudieran ponerse al corriente entre ambos y avanzar, no quería parecer maleducada aventajando camino arriba.
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Cohen dirigió una mirada tanto a Tarek como a la chica. Si bien la presencia de la joven parecía meramente fortuita, ninguno de los tres parecía saber qué ocurría exactamente en ese edificio en la actualidad, tras su clausura.
Sobre los motivos de la presencia del vampiro allí, Cohen no quería desvelar que una sociedad secreta vampírica, cuyas intenciones desconocía, “le habían invitado” a visitar ese edificio por una razón que no lograba intuir.
―Sí. Puede que sea una labor interesante… Quizás las respuestas a nuestras preguntas estén arriba ―dijo mirando al elfo, para luego mirar a la joven de nuevo―Por cierto, soy Cohen y él es Tarek. Nos conocimos en Midgard en… excéntricas circunstancias. ¿Cuál es tu nombre, amiga?
Tras los saludos apropiados, el vampiro dio un par de pasos hacia arriba, siguiendo a aquel hombre de aspecto enfermizo que se movía en el piso superior.
Al final de la escalera, se podía distinguir una habitación bastante iluminada. Una pared de grandes cristaleras iluminaban la estancia con la esperpéntica luz de la niebla nocturna. Además, unas velas iluminaban el cuarto en puntos estratégicos. En el centro de la misma, una gran mesa con multitud de ejemplares de aeros de sangre.
El hombre joven de mal aspecto estaba sentado sobre un viejo sillón junto a una de las cristaleras. Fumaba en una larga pipa de metal y el aire de la habitación olía ligeramente a la sustancia. [1]
Cohen detectó fácilmente el olor de la Evasión. Su vista vampírica distinguió un pequeño cuenco de polvos azules sobre la pequeña mesa junto al sillón dónde se encontraba el hombre. Sin duda, se trataba de un adicto. [2]
El vampiro volvió la vista atrás hacia sus acompañantes y mientras se tapaba la nariz y la boca con sus ropajes, impidiendo absorber más cantidad de ese humo, ya que podría ser peligroso y tremendamente adictivo.
―¿Quién eres? ―preguntó el vampiro, mirando al fumador, cuyos párpados parecían estar ligeramente cerrados.
―Soy Victor Krane. ¿No os lo han dicho?
Cohen recordó entonces el Aero de Sangre que había llegado a su puerta y que ahora se encontraba en las manos de Itzamaray. Era uno de los autores de los Aeros de Sangre que se había popularizado tanto en Sacrestic Ville y que además, se habían imprimido en ese edificio.
―Sí, por supuesto… Sólo quería asegurarme― dijo, improvisando― ¿Qué…?
―Tenéis que llevaros esos ejemplares de aquí... En unos días, los guardas humanos van a dar otro uso a este edificio… y hay que llevarlos a un lugar seguro.
La voz del hombre parecía débil y cansada. Uno de los efectos de la Flor de Evasión: relajación y somnolencia, aunque impide dormir. Los adictos entran en un estado relajado en la que el dolor y las preocupaciones desaparecen por completo.
Sus consumidores terminan siendo adictos insomnes, con graves dificultades para conciliar el sueño, algo que termina dañando su psique y su salud física. Tras unos meses de adicción a la Evasión, las personas terminaban terriblemente delgadas, ausentes, con un aspecto deplorable.
―Tenéis que llevar esta mercancía a San Jacobo de Beckelard III. Es el párroco… [3]
―Le conozco…
La mención de San Jacobo de Beckelard le dejó completamente sorprendido. En su iglesia, el símbolo del Ojo Carmesí estaba tallado en la piedra. Ahora, el Ojo Carmesí le había llevado hasta allí y la mercancía que tenían que transportar… iba para San Jacobo.
―Así que le conoces...
―Soy su… monaguillo ocasional.
Lo había sido la noche anterior, cuando en la Iglesia de Cristo de Sacrestic Ville, se había producido un sigma en la cúspide de la Iglesia Cristiana, con enfrentamientos incluidos. San Jacobo se había visto obligado a cancelar sus conocidas Misas de Medianoche hasta que los ánimos estuvieran más calmados. [4]
―¿Haréis la entrega en mi nombre? ¡Sólo tenéis que llegar a la Iglesia de Cristo sin que detecten la mercancía! Hay soldados en todas partes… debéis tener cuidado… desean verlos arder. Quemarán cada ejemplar que encuentren y si os pillan, estaréis detenidos...Sobre la mesa, está la colección completa y algunos ejemplares repetidos que podéis quedaros...
Mientras Victor Krane daba una nueva calada a la pipa, haciendo que el polvo de evasión entrara de nuevo en su cuerpo, Cohen llevó la mirada a sus dos acompañantes, para ver la decisión que tomaban a este respecto.
[2] - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[3] - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[4] - Alusión a mi tema: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] , aunque aún sin terminar.
Sobre los motivos de la presencia del vampiro allí, Cohen no quería desvelar que una sociedad secreta vampírica, cuyas intenciones desconocía, “le habían invitado” a visitar ese edificio por una razón que no lograba intuir.
―Sí. Puede que sea una labor interesante… Quizás las respuestas a nuestras preguntas estén arriba ―dijo mirando al elfo, para luego mirar a la joven de nuevo―Por cierto, soy Cohen y él es Tarek. Nos conocimos en Midgard en… excéntricas circunstancias. ¿Cuál es tu nombre, amiga?
Tras los saludos apropiados, el vampiro dio un par de pasos hacia arriba, siguiendo a aquel hombre de aspecto enfermizo que se movía en el piso superior.
Al final de la escalera, se podía distinguir una habitación bastante iluminada. Una pared de grandes cristaleras iluminaban la estancia con la esperpéntica luz de la niebla nocturna. Además, unas velas iluminaban el cuarto en puntos estratégicos. En el centro de la misma, una gran mesa con multitud de ejemplares de aeros de sangre.
El hombre joven de mal aspecto estaba sentado sobre un viejo sillón junto a una de las cristaleras. Fumaba en una larga pipa de metal y el aire de la habitación olía ligeramente a la sustancia. [1]
Cohen detectó fácilmente el olor de la Evasión. Su vista vampírica distinguió un pequeño cuenco de polvos azules sobre la pequeña mesa junto al sillón dónde se encontraba el hombre. Sin duda, se trataba de un adicto. [2]
El vampiro volvió la vista atrás hacia sus acompañantes y mientras se tapaba la nariz y la boca con sus ropajes, impidiendo absorber más cantidad de ese humo, ya que podría ser peligroso y tremendamente adictivo.
―¿Quién eres? ―preguntó el vampiro, mirando al fumador, cuyos párpados parecían estar ligeramente cerrados.
―Soy Victor Krane. ¿No os lo han dicho?
Cohen recordó entonces el Aero de Sangre que había llegado a su puerta y que ahora se encontraba en las manos de Itzamaray. Era uno de los autores de los Aeros de Sangre que se había popularizado tanto en Sacrestic Ville y que además, se habían imprimido en ese edificio.
―Sí, por supuesto… Sólo quería asegurarme― dijo, improvisando― ¿Qué…?
―Tenéis que llevaros esos ejemplares de aquí... En unos días, los guardas humanos van a dar otro uso a este edificio… y hay que llevarlos a un lugar seguro.
La voz del hombre parecía débil y cansada. Uno de los efectos de la Flor de Evasión: relajación y somnolencia, aunque impide dormir. Los adictos entran en un estado relajado en la que el dolor y las preocupaciones desaparecen por completo.
Sus consumidores terminan siendo adictos insomnes, con graves dificultades para conciliar el sueño, algo que termina dañando su psique y su salud física. Tras unos meses de adicción a la Evasión, las personas terminaban terriblemente delgadas, ausentes, con un aspecto deplorable.
―Tenéis que llevar esta mercancía a San Jacobo de Beckelard III. Es el párroco… [3]
―Le conozco…
La mención de San Jacobo de Beckelard le dejó completamente sorprendido. En su iglesia, el símbolo del Ojo Carmesí estaba tallado en la piedra. Ahora, el Ojo Carmesí le había llevado hasta allí y la mercancía que tenían que transportar… iba para San Jacobo.
―Así que le conoces...
―Soy su… monaguillo ocasional.
Lo había sido la noche anterior, cuando en la Iglesia de Cristo de Sacrestic Ville, se había producido un sigma en la cúspide de la Iglesia Cristiana, con enfrentamientos incluidos. San Jacobo se había visto obligado a cancelar sus conocidas Misas de Medianoche hasta que los ánimos estuvieran más calmados. [4]
―¿Haréis la entrega en mi nombre? ¡Sólo tenéis que llegar a la Iglesia de Cristo sin que detecten la mercancía! Hay soldados en todas partes… debéis tener cuidado… desean verlos arder. Quemarán cada ejemplar que encuentren y si os pillan, estaréis detenidos...Sobre la mesa, está la colección completa y algunos ejemplares repetidos que podéis quedaros...
Mientras Victor Krane daba una nueva calada a la pipa, haciendo que el polvo de evasión entrara de nuevo en su cuerpo, Cohen llevó la mirada a sus dos acompañantes, para ver la decisión que tomaban a este respecto.
________________________________________________
[1] - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] : COLOR #00FF00[2] - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[3] - [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[4] - Alusión a mi tema: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] , aunque aún sin terminar.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Tarek saludó a la chica con un gesto de la mano cuando Cohen los presentó. Aprovechó su pequeño intercambio verbal para observarla con atención. Era joven o al menos lo aparentaba; y el leve rubor en sus mejillas le indicó que sangre caliente fluía por sus venas. Se sorprendió también al descubrir que el vampiro y ella no se conocían antes de aquel fortuito encuentro. Al parecer la fortuna o el infortunio habían amañado aquel extraño encuentro.
Sin planes mejores para esa noche, decidió acompañar a los dos al piso superior. El hombre al que había entregado el paquete se encontraba recostado sobre un sofá, con expresión ausente. El elfo notó un olor dulce en el ambiente, que parecía provenir de la pipa que el humano sostenía entre manos. Era demasiado empalagoso para ser tabaco y el gesto de Cohen, tapándose la nariz y la boca, le indicó que debía tratarse de algún tipo de droga. Imitando al vampiro, se cubrió parte del rostro. En la mesita baja, cerca del sofá en el que estaba recostado el tal Krane, descansaba el paquete que el peliblanco le había entregado. Tarek se preguntó si contenía más de aquella tóxica sustancia.
Escuchó atento la conversación entre ambos. Le desagradaba sobremanera ayudar a un humano, pero tras encontrarse fortuitamente con el vampiro, no quería desaprovechar la ocasión para intercambiar unas palabras con él. Además, pensó mientras observaba al desmejorado individuo, no parecía restar demasiada vida en aquel hombre. Parecía más un muerto, de aquellos que poblaban las historias de terror y se alzaban de sus tumbas, que un humano.
Respondió a la muda pregunta de Cohen con un gesto de la cabeza, indicándole a él y a la chica, que debían hablar en un ambiente más aireado. Tras moverse hacia las escaleras, donde el empalagoso olor apenas era perceptible, se descubrió de nuevo el rosto.
- ¿Monaguillo? ¿En serio? –le preguntó con gesto burlón al vampiro, antes de mudar su expresión a una más seria- Supongo que querrás o querréis ayudarle. Y tu –añadió, señalando al vampiro- vas a ser sospechoso desde el momento en que pongas un pie fuera de este edificio. Quizás ella y yo –señaló a la chica- tengamos una oportunidad –les comentó brevemente lo Katharina le había explicado durante su corto paseo- El problema es que, al menos yo, no tengo ni idea de quién es San Jacobo de Beckelard III ni dónde está esa Iglesia de Cristo. Y dudo seriamente de que el hombre vaya a fiarse de dos desconocidos.
Sin planes mejores para esa noche, decidió acompañar a los dos al piso superior. El hombre al que había entregado el paquete se encontraba recostado sobre un sofá, con expresión ausente. El elfo notó un olor dulce en el ambiente, que parecía provenir de la pipa que el humano sostenía entre manos. Era demasiado empalagoso para ser tabaco y el gesto de Cohen, tapándose la nariz y la boca, le indicó que debía tratarse de algún tipo de droga. Imitando al vampiro, se cubrió parte del rostro. En la mesita baja, cerca del sofá en el que estaba recostado el tal Krane, descansaba el paquete que el peliblanco le había entregado. Tarek se preguntó si contenía más de aquella tóxica sustancia.
Escuchó atento la conversación entre ambos. Le desagradaba sobremanera ayudar a un humano, pero tras encontrarse fortuitamente con el vampiro, no quería desaprovechar la ocasión para intercambiar unas palabras con él. Además, pensó mientras observaba al desmejorado individuo, no parecía restar demasiada vida en aquel hombre. Parecía más un muerto, de aquellos que poblaban las historias de terror y se alzaban de sus tumbas, que un humano.
Respondió a la muda pregunta de Cohen con un gesto de la cabeza, indicándole a él y a la chica, que debían hablar en un ambiente más aireado. Tras moverse hacia las escaleras, donde el empalagoso olor apenas era perceptible, se descubrió de nuevo el rosto.
- ¿Monaguillo? ¿En serio? –le preguntó con gesto burlón al vampiro, antes de mudar su expresión a una más seria- Supongo que querrás o querréis ayudarle. Y tu –añadió, señalando al vampiro- vas a ser sospechoso desde el momento en que pongas un pie fuera de este edificio. Quizás ella y yo –señaló a la chica- tengamos una oportunidad –les comentó brevemente lo Katharina le había explicado durante su corto paseo- El problema es que, al menos yo, no tengo ni idea de quién es San Jacobo de Beckelard III ni dónde está esa Iglesia de Cristo. Y dudo seriamente de que el hombre vaya a fiarse de dos desconocidos.
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Las presentaciones brindaron un poco de comodidad al ambiente, y al escuchar la palabra “amiga”, se ruborizó. -Itzamaray. Pero pueden llamarme Itza, si les resulta más fácil.- Agregó con una tímida sonrisa. Una vez que hubo nombres además de rostros, subió con ellos hacia donde se encontraría aquel joven maltrecho. Nada más acercarse, un olor que no reconocía, invadió su olfato y causó algo de picor en sus fosas. Aquello le precipitó a cubrir su rostro con el velo al toque, tosiendo algo del humo que entró a su sistema, fuese lo que fuese, ver a un demacrado y no sabría si moribundo hombre fumando ese tabaco o especia, fué suficiente señal de no aspirar, comer o tomar nada que él consumiera.
En total silencio, permitió que la conversación fluyera entre Cohen y el tal Victor, encontrando detalles curiosos que antes no conocía sobre la ciudad, el tema de misas nocturnas y comunidades cristianas en el área, pasaron de su visión. En su familia había una extraña forma de creencias, o quizá sólo fué la consecuencia del nulo interés por sus padres de transmitirle ideologías de esa índole. Aunque su abuelo sí le llegó a dar algo de información sobre los cristianos y otras creencias, era como si el fuego permease como la única deidad entre ellos. Su conocimiento sobre el tema era meramente superficial.
Contaba con algunas preguntas que surgieron al escuchar las instrucciones, pero ignorando tanto del contexto de la situación, no se permitió hacerlas aún, fué más bien hasta que bajo señales de Tarek invitándolos a alejarse un poco, y de quien ya de cerca reconoció que al parecer se trataba de un elfo, aunque a estas alturas entendía que existen muchas razones por las que las personas poseían una que otra característica física más allá de las razas. Una vez alejados lo suficiente de Victor, el elfo habló.
Se notaba que se conocían, se preocupó un tanto del hecho que Tarek diera por sentado la situación que podría provocar Cohen al involucrarse, ¿sería algún noble o una especie de delincuente buscado? No sentía la confidencia suficiente como para directamente preguntar algo más allá de lo dicho en la conversación previa y lo mencionado por el elfo. Pero un impulso de curiosidad dejó escapar la pregunta: -¿Qué es un monaguillo?- Se aclaró repentinamente la garganta, un poco apenada por haber preguntado así de pronto algo que quizá no fuese tan importante para llevar a cabo la misión de entrega, a juzgar por el tono relajado que usó el elfo antes, al cuestionar a Cohen sobre lo de “monaguillo”. -Bueno uhmm... Yo conozco un poco la ciudad, si me dieran referencias quizá podría encontrarla, pero con la densa niebla cubriendo esta zona no creo que logre salir ni de la manzana.- Volvió la mirada hacia donde reposaban los ejemplares, no era una gran torre de ellos, llevó sus manos a su estómago, y se observó ahora ella pensando si podría acomodarlos en él sin romper el vestido y simular estar encinta. En realidad no dudó desde un inicio en involucrarse con la tarea, tanto que ahora daba un par de vueltas a sus ideas para realizarla, muy a pesar de no saber exactamente a dónde y qué tan riesgoso pueda o no ser. Con una expresión consternada, agregó en un par de tonos más bajos de voz: -Yo no creo que él tenga muchas opciones, más que fiarse de nosotros. Mejor dicho, no creo que tenga... el tiempo para buscar más candidatos, ¿no les parece?- Ésto último, indicando con la cabeza en dirección a donde yacía Victor.
En total silencio, permitió que la conversación fluyera entre Cohen y el tal Victor, encontrando detalles curiosos que antes no conocía sobre la ciudad, el tema de misas nocturnas y comunidades cristianas en el área, pasaron de su visión. En su familia había una extraña forma de creencias, o quizá sólo fué la consecuencia del nulo interés por sus padres de transmitirle ideologías de esa índole. Aunque su abuelo sí le llegó a dar algo de información sobre los cristianos y otras creencias, era como si el fuego permease como la única deidad entre ellos. Su conocimiento sobre el tema era meramente superficial.
Contaba con algunas preguntas que surgieron al escuchar las instrucciones, pero ignorando tanto del contexto de la situación, no se permitió hacerlas aún, fué más bien hasta que bajo señales de Tarek invitándolos a alejarse un poco, y de quien ya de cerca reconoció que al parecer se trataba de un elfo, aunque a estas alturas entendía que existen muchas razones por las que las personas poseían una que otra característica física más allá de las razas. Una vez alejados lo suficiente de Victor, el elfo habló.
Se notaba que se conocían, se preocupó un tanto del hecho que Tarek diera por sentado la situación que podría provocar Cohen al involucrarse, ¿sería algún noble o una especie de delincuente buscado? No sentía la confidencia suficiente como para directamente preguntar algo más allá de lo dicho en la conversación previa y lo mencionado por el elfo. Pero un impulso de curiosidad dejó escapar la pregunta: -¿Qué es un monaguillo?- Se aclaró repentinamente la garganta, un poco apenada por haber preguntado así de pronto algo que quizá no fuese tan importante para llevar a cabo la misión de entrega, a juzgar por el tono relajado que usó el elfo antes, al cuestionar a Cohen sobre lo de “monaguillo”. -Bueno uhmm... Yo conozco un poco la ciudad, si me dieran referencias quizá podría encontrarla, pero con la densa niebla cubriendo esta zona no creo que logre salir ni de la manzana.- Volvió la mirada hacia donde reposaban los ejemplares, no era una gran torre de ellos, llevó sus manos a su estómago, y se observó ahora ella pensando si podría acomodarlos en él sin romper el vestido y simular estar encinta. En realidad no dudó desde un inicio en involucrarse con la tarea, tanto que ahora daba un par de vueltas a sus ideas para realizarla, muy a pesar de no saber exactamente a dónde y qué tan riesgoso pueda o no ser. Con una expresión consternada, agregó en un par de tonos más bajos de voz: -Yo no creo que él tenga muchas opciones, más que fiarse de nosotros. Mejor dicho, no creo que tenga... el tiempo para buscar más candidatos, ¿no les parece?- Ésto último, indicando con la cabeza en dirección a donde yacía Victor.
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Cuando Tarek le hizo una señal con la cabeza para que salieran de la habitación, lanzó una última mirada a Krane. Éste le observaba, recostado, casi ausente, manteniendo los párpados abiertos con gran dificultad.
Tras escuchar el asombro de Tarek por ser el monaguillo de San Jacobo y la pregunta de Itza sobre qué era eso de serlo, comenzaron a hablar sobre el plan para llevar todos volúmenes de Aeros de Sangre a la Iglesia de Cristo.
Analizó durante unos segundos la posibilidad de dar instrucciones a Itza sobre cómo llegar a la Iglesia de Cristo, pero las continuas callejuelas de Sacrestic Ville se hacían de los más complejas. Además, había que atravesar el Barrio Oscuro, uno de los más peligrosos de la ciudad… uno en los que había numerosos crímenes y dónde incluso los soldados humanos no se atrevían a entrar por la noche, salvo graves motivos.
―Bueno, creo que un elfo también sería de lo más llamativo en esta ciudad… sin embargo, si el…― Cohen paró de hablar para buscar palabras más apropiadas y no aludir al Ojo Carmesí directamente―. Veréis, hay personas desconocidas que me han mandado hasta aquí. No sé con qué intención. Sin embargo… confío más en vosotros… puede incluso que me estén observando cuando salga de aquí… Sí, creo que deberíamos sacar esta mercancía, pero no estoy seguro de que sea seguro que yo la transporte... quizás vosotros debáis llevarla...
El vampiro alzó la vista hacia el fondo del pasillo, dónde distinguió una serie de bolsas de cuero. Dio unos pasos en esa dirección y las cogió. Al notar que tenían peso en su interior, vació el contenido del mismo tirándolo al suelo.
Una vez vacías, les pasó dos a sus compañeros, quedándose el vampiro con la tercera.
―Vosotros lleváis los Aeros de Sangre en vuestras bolsas. En cambio, yo llevaré un señuelo... fingiré que los transporto... Si ellos me observan, pensarán...
En ese momento, el sonido de unos pasos en el sótano por la que habían entrado al edificio le hicieron callarse. Era evidente que varias personas habían entrado ruidosamente por el sótano que se encontraba bajo sus pies.
―¡Salgan del edificio o serán arrestados!― se escuchó la voz de un hombre, que por el tono autoritario que utilizaba, era uno de los soldados de Lunargenta.
―Coged los Aeros de Sangre y buscad una salida… ―susurró, mientras señalaba la habitación repleta de humo, dónde Victor Krane parecía haber alcanzado un estado de ausencia absoluta―. Yo los distraeré...
Tras escuchar el asombro de Tarek por ser el monaguillo de San Jacobo y la pregunta de Itza sobre qué era eso de serlo, comenzaron a hablar sobre el plan para llevar todos volúmenes de Aeros de Sangre a la Iglesia de Cristo.
Analizó durante unos segundos la posibilidad de dar instrucciones a Itza sobre cómo llegar a la Iglesia de Cristo, pero las continuas callejuelas de Sacrestic Ville se hacían de los más complejas. Además, había que atravesar el Barrio Oscuro, uno de los más peligrosos de la ciudad… uno en los que había numerosos crímenes y dónde incluso los soldados humanos no se atrevían a entrar por la noche, salvo graves motivos.
―Bueno, creo que un elfo también sería de lo más llamativo en esta ciudad… sin embargo, si el…― Cohen paró de hablar para buscar palabras más apropiadas y no aludir al Ojo Carmesí directamente―. Veréis, hay personas desconocidas que me han mandado hasta aquí. No sé con qué intención. Sin embargo… confío más en vosotros… puede incluso que me estén observando cuando salga de aquí… Sí, creo que deberíamos sacar esta mercancía, pero no estoy seguro de que sea seguro que yo la transporte... quizás vosotros debáis llevarla...
El vampiro alzó la vista hacia el fondo del pasillo, dónde distinguió una serie de bolsas de cuero. Dio unos pasos en esa dirección y las cogió. Al notar que tenían peso en su interior, vació el contenido del mismo tirándolo al suelo.
Una vez vacías, les pasó dos a sus compañeros, quedándose el vampiro con la tercera.
―Vosotros lleváis los Aeros de Sangre en vuestras bolsas. En cambio, yo llevaré un señuelo... fingiré que los transporto... Si ellos me observan, pensarán...
En ese momento, el sonido de unos pasos en el sótano por la que habían entrado al edificio le hicieron callarse. Era evidente que varias personas habían entrado ruidosamente por el sótano que se encontraba bajo sus pies.
―¡Salgan del edificio o serán arrestados!― se escuchó la voz de un hombre, que por el tono autoritario que utilizaba, era uno de los soldados de Lunargenta.
―Coged los Aeros de Sangre y buscad una salida… ―susurró, mientras señalaba la habitación repleta de humo, dónde Victor Krane parecía haber alcanzado un estado de ausencia absoluta―. Yo los distraeré...
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
El tal Krane seguía fumando, abstraído en su sofá, mientras hablaban sobre cómo proceder. Su mirada perdida y ausente hizo que el elfo se preguntase porqué parecía tener tanto aprecio a aquellos folletos que descansaban sobre las mesas. Sobre todo, teniendo en cuenta que hasta su vida parecía darle igual, dado el estado en el que se encontraba. Volvió la vista a sus compañeros, cuando Itzamaray expuso su duda.
- Es una especie de ayudante, durante las misas. Aunque por lo que tengo entendido suele ser un cargo ocupado por niños –miró de nuevo inquisitivo al vampiro que, sin perder tiempo, procedió a exponerles su plan.
A Tarek no le gustaba. Por lo que había visto en las semanas que llevaba allí, que precisamente Cohen, el blanco predilecto se convirtiese en el cebo era peligroso, principalmente para el propio vampiro. No le faltaba razón cuando afirmaba que el peliblanco no pasaría desapercibido, pero hacía tiempo que había aprendido a fusionarse con las sombras, a esperar allí donde otros no se asomaban a ver.
- Cohen, no creo que sea… -sus palabras se vieron interrumpidas por un fuerte golpe en la planta inferior, que les indicó que alguien había accedido al edificio. La voz que se dejó oír poco después fue solo una confirmación de que los problemas habían acudido a ellos.
Acercándose al vampiro, que se había desplazado hasta una mesa cercana, tomó uno de las bolsas de cuero que le ofrecía e introdujo en ella, con celeridad, algunos de los llamados “Aeros de Sangre”. Aunque el tiempo jugaba en su contra, reparó un instante en ellos. Las escudillas contenían algún tipo de relato y, por los títulos que pudo distinguir sobre la mesa, parecían aludir a lo macabro. Guardó en la bolsa los últimos ejemplares. Ya tendría tiempo para analizarlos con calma cuando llegasen a la iglesia. Si llegaban.
Tomando a Cohen por un brazo, lo detuvo un instante.
- Ten cuidado –lo miró fijamente, como para cercionarse de que el vampiro sabía lo que hacía- Que no lleves los Aeros no significa que te vayan a dejar en paz y menos aún si te encuentran aquí. Sabrán que había más gente en esta sala y querrán saber quiénes eran –le soltó entonces el brazo y repitió- Ten cuidado.
Se dirigió entonces hacia una de las ventanas que daban a la fachada contraria a la que habían usado los guardas y ellos mismos para entrar. La patrulla de la ciudad seguramente estaría vigilando todas las puertas del edificio desde el exterior y, ahora que estaban dentro era bastante probable que bloqueasen todos los accesos a la sala en la que se encontraban. No tardarían en llegar hasta allí, atraídos como polillas a la única luz que había en toda la imprenta. Solo tenían una salida.
Con algo más de fuerza de la necesaria, arrancó uno de los tablones que sellaban una de las ventanas. La humedad de la niebla que siempre recorría la ciudad había terminado por pudrirlos, por lo que la tabla cedió con facilidad. Repitió el proceso con las restantes, mientras los pasos de la guardia se dejaban escuchar cada vez más cerca. Con un último tirón, desprendió el tablón restante y, con un lastimero chirrido, abrió la ventana del edificio a la noche. La brisa que entró desde el exterior fue un alivio, en contraste con el cargado ambiente provocado por el humo de la droga que Krane fumaba. Pero no tenían tiempo para recrearse en ello.
Subiéndose al alfeizar, contempló la callejuela bajo él. Los guardas aún no habían llegado hasta allí.
- Itzamaray –la llamó, para atraer su atención- Nosotros salimos por aquí –le tendió la mano a la chica, para ayudarla a salir por la ventana. Tendrían que trepar el trecho que les quedaba hasta el tejado e intentar deslizarse entre las estilizadas chimeneas de la ciudad hasta perder de vista el edificio. Una vez en el exterior podrían incluso echarle una mano a Cohen, creando algún tipo de alboroto que atrajese a los guardas.
__
*Itzamaray queda a tu elección si sigues o no a Tarek. Pero en caso de que no tengas "habilidad" para trepar, siéntete libre de decir que el elfo la carga sobre su espalda (o lo que más te plazca).
- Es una especie de ayudante, durante las misas. Aunque por lo que tengo entendido suele ser un cargo ocupado por niños –miró de nuevo inquisitivo al vampiro que, sin perder tiempo, procedió a exponerles su plan.
A Tarek no le gustaba. Por lo que había visto en las semanas que llevaba allí, que precisamente Cohen, el blanco predilecto se convirtiese en el cebo era peligroso, principalmente para el propio vampiro. No le faltaba razón cuando afirmaba que el peliblanco no pasaría desapercibido, pero hacía tiempo que había aprendido a fusionarse con las sombras, a esperar allí donde otros no se asomaban a ver.
- Cohen, no creo que sea… -sus palabras se vieron interrumpidas por un fuerte golpe en la planta inferior, que les indicó que alguien había accedido al edificio. La voz que se dejó oír poco después fue solo una confirmación de que los problemas habían acudido a ellos.
Acercándose al vampiro, que se había desplazado hasta una mesa cercana, tomó uno de las bolsas de cuero que le ofrecía e introdujo en ella, con celeridad, algunos de los llamados “Aeros de Sangre”. Aunque el tiempo jugaba en su contra, reparó un instante en ellos. Las escudillas contenían algún tipo de relato y, por los títulos que pudo distinguir sobre la mesa, parecían aludir a lo macabro. Guardó en la bolsa los últimos ejemplares. Ya tendría tiempo para analizarlos con calma cuando llegasen a la iglesia. Si llegaban.
Tomando a Cohen por un brazo, lo detuvo un instante.
- Ten cuidado –lo miró fijamente, como para cercionarse de que el vampiro sabía lo que hacía- Que no lleves los Aeros no significa que te vayan a dejar en paz y menos aún si te encuentran aquí. Sabrán que había más gente en esta sala y querrán saber quiénes eran –le soltó entonces el brazo y repitió- Ten cuidado.
Se dirigió entonces hacia una de las ventanas que daban a la fachada contraria a la que habían usado los guardas y ellos mismos para entrar. La patrulla de la ciudad seguramente estaría vigilando todas las puertas del edificio desde el exterior y, ahora que estaban dentro era bastante probable que bloqueasen todos los accesos a la sala en la que se encontraban. No tardarían en llegar hasta allí, atraídos como polillas a la única luz que había en toda la imprenta. Solo tenían una salida.
Con algo más de fuerza de la necesaria, arrancó uno de los tablones que sellaban una de las ventanas. La humedad de la niebla que siempre recorría la ciudad había terminado por pudrirlos, por lo que la tabla cedió con facilidad. Repitió el proceso con las restantes, mientras los pasos de la guardia se dejaban escuchar cada vez más cerca. Con un último tirón, desprendió el tablón restante y, con un lastimero chirrido, abrió la ventana del edificio a la noche. La brisa que entró desde el exterior fue un alivio, en contraste con el cargado ambiente provocado por el humo de la droga que Krane fumaba. Pero no tenían tiempo para recrearse en ello.
Subiéndose al alfeizar, contempló la callejuela bajo él. Los guardas aún no habían llegado hasta allí.
- Itzamaray –la llamó, para atraer su atención- Nosotros salimos por aquí –le tendió la mano a la chica, para ayudarla a salir por la ventana. Tendrían que trepar el trecho que les quedaba hasta el tejado e intentar deslizarse entre las estilizadas chimeneas de la ciudad hasta perder de vista el edificio. Una vez en el exterior podrían incluso echarle una mano a Cohen, creando algún tipo de alboroto que atrajese a los guardas.
__
*Itzamaray queda a tu elección si sigues o no a Tarek. Pero en caso de que no tengas "habilidad" para trepar, siéntete libre de decir que el elfo la carga sobre su espalda (o lo que más te plazca).
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
-Oh, ya veo... Ahora esa respuesta a la pregunta, sobre el monaguillo, sin quererlo sólo despertó nuevas dudas, algo más que averiguar para comprender mejor el mundo. Pero, se preguntaba qué haría un adulto en un trabajo para niños.
Para como pintaba la cosa, cualquiera de ellos dos parecería muy notorio o sospechoso. Incluso ella, si es que la habían visto entrar o cerca. Al recibir la bolsa de manos de Cohen, y escuchando el plan que ofrecía, considero que no había muchas formas más viables si su sospecha de estar vigilado o que el lugar ahora lo esté, fueran ciertas. Pero al elfo no parecía que le resultara muy sensato o tal vez que no era viable. Y sin saber, el tiempo se reduciría drásticamente, pues irrumpieron en el edificio, a juzgar por las palabras usadas era la guardia.
En ese momento se sobresaltó, y aunque sí dudó de lo que estaba por hacer, entendió que ya se había involucrado hasta un punto de no retorno, como de costumbre.
-Podríamos encontrarte cinco calles arriba, Cohen.- Sugirió a Cohen y seguidamente imitó a Tarek, aproximándose a la mesa donde tomó los ejemplares, acomodando éstos en el bolso, con la rapidez que le permitía colocarlos de forma que no se rebosaran y provoquen un desastre al salir. Estaba nerviosa. Cuando terminó de recogerlas todas las revistas, miró hacia el hombre, pero su expresión era la de un... Muerto. Era la descripción más cercana que pensó. En eso se encontraba cuando escuchó su nombre en voz del elfo, alzó la mirada y lo buscó. Apenas pudo verlo, en la ventana al otro lado de la estancia, miró luego a Cohen y sin más se fue hacia donde Tarek.
Cuando llegó a él y tomó su mano, asomó al borde, a pesar de no ser una montaña, el no lograr ver el suelo por la niebla fue mucho más incómodo. Miró hacia arriba, y de inmediato dudó, tuvo que ver a Tarek a los ojos para sentir que estaban seguros, y él lo estaba. Salió por la ventana y un dolor en los pies, le invadió, seguramente su cuerpo reaccionando al miedo de caer. Supuso que la expresión en su rostro era casi una frase escrita, pues le ofreció ayudarla a llegar juntos al tejado. Asintió con la cabeza, colocó el bolso en su espalda, sabía que no le haría mucho peso encima pues estaba una decena de kilos por debajo del peso que debería tener, sin embargo el asunto completo era de dudarse.
Se agarró como si su vida dependiera de eso, y quizás así era, procurando que sus brazos no quedaran a la altura del cuello. No quería acabar ahogando al elfo. Cuando la llevó por fin al techo, y pudo liberar a Tarek de su agarre tembloroso, recordó que era la primera vez que hacía algo en altura expuesta, mirar por una ventana tenía de riesgoso lo que comer una manzana fresca. Se retiró el velo y respiró profundamente. La forma de los tejados no era precisamente plano, al contrario, pero la inclinación era sostenible, había manera de avanzar. Se quedó un momento sentada y miró a Tarek con la expresión menos angustiada que al salir por la ventana. -Gracias... Tarek.
Un poco mortificada, quiso tomar un vistazo en la orilla del tejado, pero no lograba abarcar muchos detalles, sólo el ruido de pasos en conjunto y murmullos dentro del edificio, la noche era tranquila como de costumbre así que no era complicado para ella percibir estos sonidos. -Vamos, lo esperaremos un poco y... No. No. No dudaba que saliera de ahí, o no demasiado, pero no podría asegurar que no salieran tras él a darle caza. Y era casi seguro ésto último.
Se levantó y avanzó hacia el tejado contiguo, la calle era demasiado estrecha, más bien callejón. -¿Sabes prender un fuego? Podríamos iniciar uno en las tiendas abandonadas, recuerdo que estaban por aquí... A dos calles me parece. Y luego, tendriamos que correr cinco calles arriba y dos a la derecha... Y esperar Lo miró girando la cabeza y parte del torso, esperando que él tuviera una idea menos desagradable, una que no implicase fuero. Pero con ésta noche tan densa, ¿qué más podría causar caos en éste barrio, y darles tiempo de accionar, además de comprar tiempo para que saliera quién sí sabía a dónde ir?
Para como pintaba la cosa, cualquiera de ellos dos parecería muy notorio o sospechoso. Incluso ella, si es que la habían visto entrar o cerca. Al recibir la bolsa de manos de Cohen, y escuchando el plan que ofrecía, considero que no había muchas formas más viables si su sospecha de estar vigilado o que el lugar ahora lo esté, fueran ciertas. Pero al elfo no parecía que le resultara muy sensato o tal vez que no era viable. Y sin saber, el tiempo se reduciría drásticamente, pues irrumpieron en el edificio, a juzgar por las palabras usadas era la guardia.
En ese momento se sobresaltó, y aunque sí dudó de lo que estaba por hacer, entendió que ya se había involucrado hasta un punto de no retorno, como de costumbre.
-Podríamos encontrarte cinco calles arriba, Cohen.- Sugirió a Cohen y seguidamente imitó a Tarek, aproximándose a la mesa donde tomó los ejemplares, acomodando éstos en el bolso, con la rapidez que le permitía colocarlos de forma que no se rebosaran y provoquen un desastre al salir. Estaba nerviosa. Cuando terminó de recogerlas todas las revistas, miró hacia el hombre, pero su expresión era la de un... Muerto. Era la descripción más cercana que pensó. En eso se encontraba cuando escuchó su nombre en voz del elfo, alzó la mirada y lo buscó. Apenas pudo verlo, en la ventana al otro lado de la estancia, miró luego a Cohen y sin más se fue hacia donde Tarek.
Cuando llegó a él y tomó su mano, asomó al borde, a pesar de no ser una montaña, el no lograr ver el suelo por la niebla fue mucho más incómodo. Miró hacia arriba, y de inmediato dudó, tuvo que ver a Tarek a los ojos para sentir que estaban seguros, y él lo estaba. Salió por la ventana y un dolor en los pies, le invadió, seguramente su cuerpo reaccionando al miedo de caer. Supuso que la expresión en su rostro era casi una frase escrita, pues le ofreció ayudarla a llegar juntos al tejado. Asintió con la cabeza, colocó el bolso en su espalda, sabía que no le haría mucho peso encima pues estaba una decena de kilos por debajo del peso que debería tener, sin embargo el asunto completo era de dudarse.
Se agarró como si su vida dependiera de eso, y quizás así era, procurando que sus brazos no quedaran a la altura del cuello. No quería acabar ahogando al elfo. Cuando la llevó por fin al techo, y pudo liberar a Tarek de su agarre tembloroso, recordó que era la primera vez que hacía algo en altura expuesta, mirar por una ventana tenía de riesgoso lo que comer una manzana fresca. Se retiró el velo y respiró profundamente. La forma de los tejados no era precisamente plano, al contrario, pero la inclinación era sostenible, había manera de avanzar. Se quedó un momento sentada y miró a Tarek con la expresión menos angustiada que al salir por la ventana. -Gracias... Tarek.
Un poco mortificada, quiso tomar un vistazo en la orilla del tejado, pero no lograba abarcar muchos detalles, sólo el ruido de pasos en conjunto y murmullos dentro del edificio, la noche era tranquila como de costumbre así que no era complicado para ella percibir estos sonidos. -Vamos, lo esperaremos un poco y... No. No. No dudaba que saliera de ahí, o no demasiado, pero no podría asegurar que no salieran tras él a darle caza. Y era casi seguro ésto último.
Se levantó y avanzó hacia el tejado contiguo, la calle era demasiado estrecha, más bien callejón. -¿Sabes prender un fuego? Podríamos iniciar uno en las tiendas abandonadas, recuerdo que estaban por aquí... A dos calles me parece. Y luego, tendriamos que correr cinco calles arriba y dos a la derecha... Y esperar Lo miró girando la cabeza y parte del torso, esperando que él tuviera una idea menos desagradable, una que no implicase fuero. Pero con ésta noche tan densa, ¿qué más podría causar caos en éste barrio, y darles tiempo de accionar, además de comprar tiempo para que saliera quién sí sabía a dónde ir?
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Tras escuchar las advertencias de Tarek y el lugar de encuentro propuesto por Itza, el vampiro se separó de ellos, yendo en búsqueda de los soldados humanos.
La verdad es que aquello era bastante desconcertante. El sobre del Ojo citándole allí, que alguien le encerrara en el sótano, la rápida presencia de los soldados humanos una vez se encontraban en el interior… Demasiadas casualidades en un corto periodo de tiempo…
Se abrió paso ruidosamente a través de un estrecho pasillo de la planta, intentando que los soldados continuaran sus pasos. El vampiro los escuchaba en la planta inferior. Parecían alborotadores que no habían conocido el sigilo en su vida…
Cuándo escuchó los pasos de los humanos subiendo por otras escaleras, unos metros delante de él, cuya ubicación desconocía, se introdujo en una de las habitaciones laterales de aquel pasillo.
Allí, dejó liberada su maldición, dejando que la oscuridad le poseyera. A su alrededor, una oscura y tenue aura lo cubrió. Sus ojos se volvieron completamente negros, al igual que su lengua. Sus labios se oscurecieron y el vampiro notó cómo sus uñas crecían ligeramente, volviéndose oscuras. [1]
Notando como los pasos se acercaban, el vampiro comenzó a silbar una de sus canciones preferidas.
―¡Suena por aquí!
―¡Tened cuidado!
Mientras continuaba silbando, tres soldados humanos entraron en la habitación, aunque en la oscuridad del edificio, no lograban ubicar el lugar exacto dónde el vampiro se encontraba.
A medida que continuaba el silbido, los soldados comenzaron a sonreír, momento en el que Cohen salió de su escondite, dispuesto a acercarse a ellos.
Realizando un pequeño bailecillo a su alrededor, los hombres reían cómo si se encontraran en la fiesta de sus ciudades humanas en una cálida noche de verano. En cambio, el vampiro podía ver en la oscuridad la expresión de los ojos de los hombres, completamente aterrados al darse cuenta de que no tenían el dominio de su cuerpo. [2]
Continuaba silbando, mientras esquivaba el torpe ataque de uno de ellos, que al darse cuenta de su error, no pudo evitar comenzar a reír nuevamente.
El vampiro recogió la espada usada por el soldado y tomándola en sus manos, se abrió paso hacia la puerta. En la cercanía de la oscuridad, los soldados pudieron distinguir sus ennegrecidos rasgos y su aura diabólica, por lo que si alguno de ellos itnentó atacar, no parecía encontrar fuerza suficiente para hacerlo.
Al llegar a la puerta de la habitación, mientras continuaba silbando, dio un fuerte espadazo contra el manillar de la puerta, que tras un par de nuevos golpes, salió despedido de la misma.
―Pasen buena noche. Supongo que alguien les encontrará... tarde o temprano. ―dijo, dejando de silbar momentáneamente, mientras salía de la habitación, dejándoles encerrado en la sala.
Continuó silbando por los pasillos de aquel lugar. Si había algún soldado más, al escuchar la melodía, caería igualmente bajo la influencia de su magia. Lo único que escuchó eran pasos que huían, que se alejaban corriendo escaleras abajo...
Tras recorrer el edificio y encontrándolo de nuevo vacío, volvió hasta la habitación dónde se encontraba Victor Krane, que continuaba bajo los efectos de la Evasión, aunque la habitación estaba mucho menos cargada de humo. La ventana estaba abierta. Quizás Tarek y Itza habían salido por allí. Entonces, dejó de nuevo aprisionada su maldición, mostrando ya su aspecto habitual.
―Es hora de marcharnos, Victor. No dejaré que los soldados te apresen. ¡Vámonos!
Viendo que el hombre no deseaba reaccionar, aunque le había dirigido una leve mirada, el vampiro le agarró firmemente por uno de sus brazos, obligándolo a ponerse en pie. Su única reacción voluntaria fue coger la copa repleta del polvo azul de la Evasión, que guardaba en sus manos cómo si se tratara del más valioso tesoro…
[1] Uso de mi habilidad racial: Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer Uso, al que pongo fin antes del final del post.
[2] Uso de mi habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente. Único uso, Primer Turno
La verdad es que aquello era bastante desconcertante. El sobre del Ojo citándole allí, que alguien le encerrara en el sótano, la rápida presencia de los soldados humanos una vez se encontraban en el interior… Demasiadas casualidades en un corto periodo de tiempo…
Se abrió paso ruidosamente a través de un estrecho pasillo de la planta, intentando que los soldados continuaran sus pasos. El vampiro los escuchaba en la planta inferior. Parecían alborotadores que no habían conocido el sigilo en su vida…
Cuándo escuchó los pasos de los humanos subiendo por otras escaleras, unos metros delante de él, cuya ubicación desconocía, se introdujo en una de las habitaciones laterales de aquel pasillo.
Allí, dejó liberada su maldición, dejando que la oscuridad le poseyera. A su alrededor, una oscura y tenue aura lo cubrió. Sus ojos se volvieron completamente negros, al igual que su lengua. Sus labios se oscurecieron y el vampiro notó cómo sus uñas crecían ligeramente, volviéndose oscuras. [1]
Notando como los pasos se acercaban, el vampiro comenzó a silbar una de sus canciones preferidas.
―¡Suena por aquí!
―¡Tened cuidado!
Mientras continuaba silbando, tres soldados humanos entraron en la habitación, aunque en la oscuridad del edificio, no lograban ubicar el lugar exacto dónde el vampiro se encontraba.
A medida que continuaba el silbido, los soldados comenzaron a sonreír, momento en el que Cohen salió de su escondite, dispuesto a acercarse a ellos.
Realizando un pequeño bailecillo a su alrededor, los hombres reían cómo si se encontraran en la fiesta de sus ciudades humanas en una cálida noche de verano. En cambio, el vampiro podía ver en la oscuridad la expresión de los ojos de los hombres, completamente aterrados al darse cuenta de que no tenían el dominio de su cuerpo. [2]
Continuaba silbando, mientras esquivaba el torpe ataque de uno de ellos, que al darse cuenta de su error, no pudo evitar comenzar a reír nuevamente.
El vampiro recogió la espada usada por el soldado y tomándola en sus manos, se abrió paso hacia la puerta. En la cercanía de la oscuridad, los soldados pudieron distinguir sus ennegrecidos rasgos y su aura diabólica, por lo que si alguno de ellos itnentó atacar, no parecía encontrar fuerza suficiente para hacerlo.
Al llegar a la puerta de la habitación, mientras continuaba silbando, dio un fuerte espadazo contra el manillar de la puerta, que tras un par de nuevos golpes, salió despedido de la misma.
―Pasen buena noche. Supongo que alguien les encontrará... tarde o temprano. ―dijo, dejando de silbar momentáneamente, mientras salía de la habitación, dejándoles encerrado en la sala.
Continuó silbando por los pasillos de aquel lugar. Si había algún soldado más, al escuchar la melodía, caería igualmente bajo la influencia de su magia. Lo único que escuchó eran pasos que huían, que se alejaban corriendo escaleras abajo...
Tras recorrer el edificio y encontrándolo de nuevo vacío, volvió hasta la habitación dónde se encontraba Victor Krane, que continuaba bajo los efectos de la Evasión, aunque la habitación estaba mucho menos cargada de humo. La ventana estaba abierta. Quizás Tarek y Itza habían salido por allí. Entonces, dejó de nuevo aprisionada su maldición, mostrando ya su aspecto habitual.
―Es hora de marcharnos, Victor. No dejaré que los soldados te apresen. ¡Vámonos!
Viendo que el hombre no deseaba reaccionar, aunque le había dirigido una leve mirada, el vampiro le agarró firmemente por uno de sus brazos, obligándolo a ponerse en pie. Su única reacción voluntaria fue coger la copa repleta del polvo azul de la Evasión, que guardaba en sus manos cómo si se tratara del más valioso tesoro…
_____________________________________________________
[1] Uso de mi habilidad racial: Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer Uso, al que pongo fin antes del final del post.
[2] Uso de mi habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente. Único uso, Primer Turno
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
La chica se abrazó a él como si su vida dependiese de ello, mientras escalaba con soltura la fachada lateral del edificio. Los ruidos en el interior de la imprenta se multiplicaban, como si la ofensiva de la guardia de la ciudad pretendiese alertar a todo el vecindario, además de espantar a las personas que se encontraban dentro del edificio. El elfo se preguntó cuál sería la estrategia de Cohen para salir de allí.
Una vez en el tejado, depositó a la joven sobre el saliente de una ventana, donde se sentó un instante, tras agradecerle la ayuda. El peliblanco se limitó a asentir, mientras aprovechaba el lapso para calcular sus posibilidades. El siguiente tejado no se encontraba lejos y algunos edificios, sobre todo aquellos que no tenían acceso directo a los tejados, como la imprenta, tenían planchas de madera que los comunicaban con otra edificación cercana, para permitir que los limpia-chimeneas llevaran a cabo su labor. No era un camino seguro, pero tampoco uno demasiado transitado.
Itzamaray marcó la dirección a seguir, con su propuesta de incendiar una de las tiendas abandonadas del barrio aledaño. El elfo meditó un instante sobre aquello. No le parecía mal plan, pero si uno extremadamente peligroso. Las casas se encontraban demasiado cerca, si el fuego no era controlado a tiempo, podrían hacer arder toda la ciudad y, aún peor, quedar atrapados en el laberinto de llamas.
- ¡Arriba! ¡Arriba! Hay alguien arriba –los gritos, procedentes del callejón a sus pies, hicieron maldecir al elfo. Ahí se acababa la ventaja que les había proporcionado el vampiro.
Se giró hacia la chica, instándola a separarse del borde del tejado y avanzar hasta el siguiente. Los ruidos en la calle bajo ellos le dejaron claro que ahora contaban con perseguidores y que estos no tardarían en invadir la casa sobre la que se encontraban.
- Tenemos que separarnos –le dijo a la chica- Como dijo Cohen, yo no paso precisamente desapercibido, pero tú sí –le entregó la bolsa con la revistas- Recemos para que no sepan cuanta gente hay aquí arriba. Te ayudaré a llegar al siguiente tejado y a partir de ahí tendrás que seguir sola. Escóndete, hasta que veas que los guardas me siguen. Después, ve a quemar esa tienda. Iré a buscarte y podremos ir al punto de encuentro juntos.
Los ruidos se multiplicaron en el edificio bajo sus pies. No tenían mucho tiempo.
Una vez en el tejado, depositó a la joven sobre el saliente de una ventana, donde se sentó un instante, tras agradecerle la ayuda. El peliblanco se limitó a asentir, mientras aprovechaba el lapso para calcular sus posibilidades. El siguiente tejado no se encontraba lejos y algunos edificios, sobre todo aquellos que no tenían acceso directo a los tejados, como la imprenta, tenían planchas de madera que los comunicaban con otra edificación cercana, para permitir que los limpia-chimeneas llevaran a cabo su labor. No era un camino seguro, pero tampoco uno demasiado transitado.
Itzamaray marcó la dirección a seguir, con su propuesta de incendiar una de las tiendas abandonadas del barrio aledaño. El elfo meditó un instante sobre aquello. No le parecía mal plan, pero si uno extremadamente peligroso. Las casas se encontraban demasiado cerca, si el fuego no era controlado a tiempo, podrían hacer arder toda la ciudad y, aún peor, quedar atrapados en el laberinto de llamas.
- ¡Arriba! ¡Arriba! Hay alguien arriba –los gritos, procedentes del callejón a sus pies, hicieron maldecir al elfo. Ahí se acababa la ventaja que les había proporcionado el vampiro.
Se giró hacia la chica, instándola a separarse del borde del tejado y avanzar hasta el siguiente. Los ruidos en la calle bajo ellos le dejaron claro que ahora contaban con perseguidores y que estos no tardarían en invadir la casa sobre la que se encontraban.
- Tenemos que separarnos –le dijo a la chica- Como dijo Cohen, yo no paso precisamente desapercibido, pero tú sí –le entregó la bolsa con la revistas- Recemos para que no sepan cuanta gente hay aquí arriba. Te ayudaré a llegar al siguiente tejado y a partir de ahí tendrás que seguir sola. Escóndete, hasta que veas que los guardas me siguen. Después, ve a quemar esa tienda. Iré a buscarte y podremos ir al punto de encuentro juntos.
Los ruidos se multiplicaron en el edificio bajo sus pies. No tenían mucho tiempo.
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
-Ah-Dijo por lo bajo pensando que reveló su posición, pero no dudó en hacer caso a las señas del elfo, y llegar al tejado contiguo, era necesario que actúen rápido y hagan algo al respecto. Cuando Tarek propuso que se separen, dudó un poco. Sentía algo de nerviosismo, pero en efecto, usaría su ventaja de ser un poco menos sospechosa. Aceptó la ayuda, a pesar de que no era precisamente hábil creando fuegos, mucho menos quería estar cerca de él, o arriesgarse a quedar atrapada. -Bueno, veré que se puede hacer. Vamos, los veré donde le hemos indicado a Cohen.-
Una vez que tomó el bolso del elfo y la ayudó a llegar al edificio siguiente, respiró profundamente, ató su cabello en una especie de bollo y se cubrió con la capucha. Esta vez, en lugar de caminar se colocó a gatas, avanzando despacio para no hacer demasiado ruido, con las bolsas una en cada costado cruzadas en su torso. Al llegar a la orilla, ya podía escuchar los pasos y tintineos de las armaduras abajo, necesitaría al menos una calle más para tratar de perderlos de vista. Giró el rostro para ver hacia el sur, la calle era más amplia al pasar una hilera más de casas, recostó el estómago en la superficie, para no estar tan a la vista, hasta que dejó de oír dichos pasos, o al menos se habían alejado aparentemente. La casa contigua, tenía el tejado más bajo que ésta. Su rostro palideció con la idea de trepar por ahí, pero no había salidas, estaba un poco arrepentida de haber escapado por esa ventana.
El peso de los ejemplares era mucho, ya estando ambas bolsas, así que se aprovechó de ellos, colocándolos detrás de ella, así si cayera en alguna posición errónea podría amortiguar el duro material de los techos. Giró hasta colocarse de espaldas y a gatas fué bajando el cuerpo, sus brazos estaban agarrados del borde, ya su cuerpo pendía y no pensó demasiado las cosas o se quedaría ahí. Bajó hasta tener los dedos aferrados a la orilla, así redujo la distancia de caída a no más de su propia estatura, y se dejó caer de pie. Sufrió unos cuantos raspones en las piernas y brazos, pero al caer y flexionar sus rodillas, había logrado su proeza. Ésto le brindó valor para continuar y confiar mejor en ella.
Una vez más a gatas, atravesó toda la longitud del tejado, tuvo que realizar un salto largo hasta la casa siguiente, más raspones. Intentó quedar en silencio y quieta con cada avance entre edificaciones, así que al no escuchar mucho alboroto supuso que el peligro mayor aún se encontraba detrás. La última parte fué la peor, bajar por el costado entre las ventanas, por dentro parecía no haber nadie, y eso esperaba, pues había demorado varios minutos en bajar hasta poder dejar caer su cuerpo desde la distancia más corta que pudo. Al aterrizar, esta vez había dolido más, haciéndose cortes superficiales en una pierna con unas tablas viejas en el suelo. Sacudió la suciedad cuanto pudo, y se aseguró de que ambas bolsas aún estuvieran completas, al momento todo bien. La niebla era un poco menos densa, pero no podía ver demasiado al frente, usando la lógica supo que sólo debería ir hacia la derecha, despacio avanzaba, mirando antes de cruzar la esquina que continuara el camino.
Cuando creía que el peligro había quedado calles detrás, escuchó en dirección de donde ella había venido, las armaduras y voces. -¿Quién está ahí? Ya es noche para dar paseos. ¡Alto! ¡Alto ahí!- La voz era demasiado amenazante, y se agachó de inmediato, avanzando así hasta que al tocar el borde del muro que usaba como guía, tomó hacia la izquierd y comenzó a conjurar con frases en un dialecto que aprendió en casa, pues era el origen de su familia, una sombra que frente a ella tomaba una forma peculiar, pensando en realizarla lo más grande que pudiera, logró abarcar el ancho de la calle y superar por al menos seis metros el edificio de la imprenta que había dejado atrás. Cuando escuchó demasiado próxima la voz del guardia, la bestia había avanzado hacia ellos, aparentemente destruyendo los edificios por los que atravesó. Un rugido estridente que sólo quienes la veían podían escuchar, les dejó perplejos a muchos, causando como réplica un coro de gritos de horror o de batalla en los que la seguían, causarles esas visiones gigantescas podrían hacerlos atacarse entre ellos ante la visión tan complicada.
Tuvo que correr, ya había acortado una calle al final del pasillo, sólo faltarían dos más y tres hacia arriba. Su avance siempre era junto a los muros, perderlos sería perder ella misma el rumbo, hubo algunas partes en que ver era completamente imposible, pero no podía evocar luz con magia y llamar la atención, pero ya su avance era mucho más pausado. Depositó esperanza en que el alboroto de los guardias que iban en su caza, atrajera la atención de los demás, o de una gran parte. Se detuvo a mitad de camino, y sin alejarse de la pared de piedra, se acicalaba el cuerpo, con las manos. Retirando el polvo y suciedad cuánto pudo, pero no tenía nada con que limpiar sus heridas, retiró el velo y la capucha, tratando de tener una apariencia más alineada y normal. Pellizcó sus mejillas para intensificar el rubor. Si se encontraba a alguien más en el camino ya pensaba un poco en excusas de porqué estaba ahí, tan entrada la noche.
Terror [nivel 0]: (Hab. Mágica/2 usos/1 turno duracion)Concentro el éter para crear criaturas o escenarios a la vista de sus objetivos, el objetivo será crear el mayor terror que cause un shock o huida. La eficacia puede verse mermada o anulada de acuerdo a los rasgos y/o habilidades mágicas o mentales que pueda tener uno o mas de los objetivos.
Una vez que tomó el bolso del elfo y la ayudó a llegar al edificio siguiente, respiró profundamente, ató su cabello en una especie de bollo y se cubrió con la capucha. Esta vez, en lugar de caminar se colocó a gatas, avanzando despacio para no hacer demasiado ruido, con las bolsas una en cada costado cruzadas en su torso. Al llegar a la orilla, ya podía escuchar los pasos y tintineos de las armaduras abajo, necesitaría al menos una calle más para tratar de perderlos de vista. Giró el rostro para ver hacia el sur, la calle era más amplia al pasar una hilera más de casas, recostó el estómago en la superficie, para no estar tan a la vista, hasta que dejó de oír dichos pasos, o al menos se habían alejado aparentemente. La casa contigua, tenía el tejado más bajo que ésta. Su rostro palideció con la idea de trepar por ahí, pero no había salidas, estaba un poco arrepentida de haber escapado por esa ventana.
El peso de los ejemplares era mucho, ya estando ambas bolsas, así que se aprovechó de ellos, colocándolos detrás de ella, así si cayera en alguna posición errónea podría amortiguar el duro material de los techos. Giró hasta colocarse de espaldas y a gatas fué bajando el cuerpo, sus brazos estaban agarrados del borde, ya su cuerpo pendía y no pensó demasiado las cosas o se quedaría ahí. Bajó hasta tener los dedos aferrados a la orilla, así redujo la distancia de caída a no más de su propia estatura, y se dejó caer de pie. Sufrió unos cuantos raspones en las piernas y brazos, pero al caer y flexionar sus rodillas, había logrado su proeza. Ésto le brindó valor para continuar y confiar mejor en ella.
Una vez más a gatas, atravesó toda la longitud del tejado, tuvo que realizar un salto largo hasta la casa siguiente, más raspones. Intentó quedar en silencio y quieta con cada avance entre edificaciones, así que al no escuchar mucho alboroto supuso que el peligro mayor aún se encontraba detrás. La última parte fué la peor, bajar por el costado entre las ventanas, por dentro parecía no haber nadie, y eso esperaba, pues había demorado varios minutos en bajar hasta poder dejar caer su cuerpo desde la distancia más corta que pudo. Al aterrizar, esta vez había dolido más, haciéndose cortes superficiales en una pierna con unas tablas viejas en el suelo. Sacudió la suciedad cuanto pudo, y se aseguró de que ambas bolsas aún estuvieran completas, al momento todo bien. La niebla era un poco menos densa, pero no podía ver demasiado al frente, usando la lógica supo que sólo debería ir hacia la derecha, despacio avanzaba, mirando antes de cruzar la esquina que continuara el camino.
Cuando creía que el peligro había quedado calles detrás, escuchó en dirección de donde ella había venido, las armaduras y voces. -¿Quién está ahí? Ya es noche para dar paseos. ¡Alto! ¡Alto ahí!- La voz era demasiado amenazante, y se agachó de inmediato, avanzando así hasta que al tocar el borde del muro que usaba como guía, tomó hacia la izquierd y comenzó a conjurar con frases en un dialecto que aprendió en casa, pues era el origen de su familia, una sombra que frente a ella tomaba una forma peculiar, pensando en realizarla lo más grande que pudiera, logró abarcar el ancho de la calle y superar por al menos seis metros el edificio de la imprenta que había dejado atrás. Cuando escuchó demasiado próxima la voz del guardia, la bestia había avanzado hacia ellos, aparentemente destruyendo los edificios por los que atravesó. Un rugido estridente que sólo quienes la veían podían escuchar, les dejó perplejos a muchos, causando como réplica un coro de gritos de horror o de batalla en los que la seguían, causarles esas visiones gigantescas podrían hacerlos atacarse entre ellos ante la visión tan complicada.
Tuvo que correr, ya había acortado una calle al final del pasillo, sólo faltarían dos más y tres hacia arriba. Su avance siempre era junto a los muros, perderlos sería perder ella misma el rumbo, hubo algunas partes en que ver era completamente imposible, pero no podía evocar luz con magia y llamar la atención, pero ya su avance era mucho más pausado. Depositó esperanza en que el alboroto de los guardias que iban en su caza, atrajera la atención de los demás, o de una gran parte. Se detuvo a mitad de camino, y sin alejarse de la pared de piedra, se acicalaba el cuerpo, con las manos. Retirando el polvo y suciedad cuánto pudo, pero no tenía nada con que limpiar sus heridas, retiró el velo y la capucha, tratando de tener una apariencia más alineada y normal. Pellizcó sus mejillas para intensificar el rubor. Si se encontraba a alguien más en el camino ya pensaba un poco en excusas de porqué estaba ahí, tan entrada la noche.
- ”Criatura”:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Terror [nivel 0]: (Hab. Mágica/2 usos/1 turno duracion)Concentro el éter para crear criaturas o escenarios a la vista de sus objetivos, el objetivo será crear el mayor terror que cause un shock o huida. La eficacia puede verse mermada o anulada de acuerdo a los rasgos y/o habilidades mágicas o mentales que pueda tener uno o mas de los objetivos.
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Cohen sostuvo cómo pudo el débil cuerpo de Victor Krane. El penoso estado en el que se encontraba aquel hombre era lamentable. Normalmente, el vampiro hubiera pasado de ayudar a alguien así, pero la implicación de El Ojo Carmesí en el asunto lo hacía, sin duda, mucho más importante de lo que pudiera parecer. Quizás lograse encontrar algún tipo de información en Krane.
Bajaron torpemente la escalera por la que Cohen y los demás habían accedido a aquella planta. El vampiro pretendía salir por la calle por la que había estado, aunque temía la presencia de guardias. Pero al parecer, el adicto a la Evasión tenía sus propios planes, parándose en seco a los pies de la escalera.
―Bajo la escalera, deprisa. Hay una trampilla secreta…
Cohen sonrió ante aquellas palabras. No sólo porque podían evadir así a los soldados humanos, sino porque aquello confirmaba que Victor Krane sabía más de lo que parecía.
Sin ánimo de perder el tiempo en ese momento en preguntas, Cohen se dirigió hacia la zona debajo de la escalera. A simple vista, no parecía haber señal alguna de existir ninguna salida ahí. Sin embargo, el brazo de Victor fue directamente a tocar una zona concreta en la pared, haciendo que bajo sus pies, un resorte sobresaliera de la superficie, dejando claro la existencia de la salida secreta.
―¡Coge ese candil! ¡Vamos, deprisa!
Tras seguir la vista del vampiro la dirección que indicaba Victor, vio un viejo y polvoriento candil. Mientras se lo pasaba al hombre para que procediera a encenderlo, el vampiro dio los primeros pasos para adentrarse en la oscuridad, bajando unos escalones hasta lo que parecía un estrecho pasillo bajo las casas.
―¿Cómo sabes de la existencia de este lugar? ―preguntó el vampiro, curioso, una vez el hombre había bajado tras él y le seguía torpemente los pasos a través del túnel.
La respiración de Victor no era regular. Adormilado, el hombre avanzaba casi tambaleándose de una pared a otra. No parecía demasiado concentrado como para responder, por lo que ambos siguieron andando a través de aquel túnel.
Cuándo la luz del farol iluminó parte de la estancia, se vio una bifurcación unos metros más adelante. Continuando recto, seguía el pasillo. En cambio, a mano derecha, se veía una gran puerta de madera, que enseguida llamó la atención del vampiro. En su superficie, el símbolo del Ojo Carmesí estaba perfectamente tallado.
―¿Qué sabes del Ojo Carmesí, Krane? ¿A qué estás jugando? ―preguntó amenazante, mirando al drogadicto que apenas tuvo fuerzas para mirarle durante un breve segundo.
Cohen se acercó hasta la puerta, empujándola e intentando que cediera, pero la misma se encontraba cerrada. Tras varios intentos, paró de insistir, ya que tendría otra noche para investigar hacia dónde llegaba la puerta.
―Supongo que, siguiendo el pasillo, habrá otra salida…
Unos minutos más tarde, unas escaleras que ascendían. Victor se adelantó e indeciso y tras varios intentos, terminó cediendo a Cohen una llave que le permitiese abrir la salida.
Al hacerlo, salieron a lo que parecía ser un viejo y polvoriento sótano, perfectamente iluminado.
―¿Dónde estamos?
―En mi casa…
Cohen alzó las cejas, sorprendido. ¡Habría sido tan fácil sacar los aeros de sangre por allí! Le faltó unos segundos más de observación para ver todos los numerosos ejemplares de aquellos folletines que Victor mantenía allí. Al parecer, él los había estado guardado todo este tiempo, pero… ¿por qué? ¿Qué vinculaba a ese hombre con los Aeros de Sangre y con el Ojo Carmesí?
Con un mar de dudas, recordó que aún debía reunirse con sus dos compañeros para proceder a la entrega de la mercancía en la Iglesia de San Jacobo de Beckelard.
―Volveré a pedirle explicaciones, Victor… Intenta no matarte a ti mismo mientras tanto...―dijo, aludiendo al frasco de polvo de Evasión que no había soltado en ningún momento, mientras subía a la planta de arriba para buscar una salida de la casa y reunirse con sus compañeros.
Bajaron torpemente la escalera por la que Cohen y los demás habían accedido a aquella planta. El vampiro pretendía salir por la calle por la que había estado, aunque temía la presencia de guardias. Pero al parecer, el adicto a la Evasión tenía sus propios planes, parándose en seco a los pies de la escalera.
―Bajo la escalera, deprisa. Hay una trampilla secreta…
Cohen sonrió ante aquellas palabras. No sólo porque podían evadir así a los soldados humanos, sino porque aquello confirmaba que Victor Krane sabía más de lo que parecía.
Sin ánimo de perder el tiempo en ese momento en preguntas, Cohen se dirigió hacia la zona debajo de la escalera. A simple vista, no parecía haber señal alguna de existir ninguna salida ahí. Sin embargo, el brazo de Victor fue directamente a tocar una zona concreta en la pared, haciendo que bajo sus pies, un resorte sobresaliera de la superficie, dejando claro la existencia de la salida secreta.
―¡Coge ese candil! ¡Vamos, deprisa!
Tras seguir la vista del vampiro la dirección que indicaba Victor, vio un viejo y polvoriento candil. Mientras se lo pasaba al hombre para que procediera a encenderlo, el vampiro dio los primeros pasos para adentrarse en la oscuridad, bajando unos escalones hasta lo que parecía un estrecho pasillo bajo las casas.
―¿Cómo sabes de la existencia de este lugar? ―preguntó el vampiro, curioso, una vez el hombre había bajado tras él y le seguía torpemente los pasos a través del túnel.
La respiración de Victor no era regular. Adormilado, el hombre avanzaba casi tambaleándose de una pared a otra. No parecía demasiado concentrado como para responder, por lo que ambos siguieron andando a través de aquel túnel.
Cuándo la luz del farol iluminó parte de la estancia, se vio una bifurcación unos metros más adelante. Continuando recto, seguía el pasillo. En cambio, a mano derecha, se veía una gran puerta de madera, que enseguida llamó la atención del vampiro. En su superficie, el símbolo del Ojo Carmesí estaba perfectamente tallado.
―¿Qué sabes del Ojo Carmesí, Krane? ¿A qué estás jugando? ―preguntó amenazante, mirando al drogadicto que apenas tuvo fuerzas para mirarle durante un breve segundo.
Cohen se acercó hasta la puerta, empujándola e intentando que cediera, pero la misma se encontraba cerrada. Tras varios intentos, paró de insistir, ya que tendría otra noche para investigar hacia dónde llegaba la puerta.
―Supongo que, siguiendo el pasillo, habrá otra salida…
Unos minutos más tarde, unas escaleras que ascendían. Victor se adelantó e indeciso y tras varios intentos, terminó cediendo a Cohen una llave que le permitiese abrir la salida.
Al hacerlo, salieron a lo que parecía ser un viejo y polvoriento sótano, perfectamente iluminado.
―¿Dónde estamos?
―En mi casa…
Cohen alzó las cejas, sorprendido. ¡Habría sido tan fácil sacar los aeros de sangre por allí! Le faltó unos segundos más de observación para ver todos los numerosos ejemplares de aquellos folletines que Victor mantenía allí. Al parecer, él los había estado guardado todo este tiempo, pero… ¿por qué? ¿Qué vinculaba a ese hombre con los Aeros de Sangre y con el Ojo Carmesí?
Con un mar de dudas, recordó que aún debía reunirse con sus dos compañeros para proceder a la entrega de la mercancía en la Iglesia de San Jacobo de Beckelard.
―Volveré a pedirle explicaciones, Victor… Intenta no matarte a ti mismo mientras tanto...―dijo, aludiendo al frasco de polvo de Evasión que no había soltado en ningún momento, mientras subía a la planta de arriba para buscar una salida de la casa y reunirse con sus compañeros.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Se aseguró de que la chica estuviese a salvo en la azotea contigua, antes de volver al edificio donde los habían visto por última vez. Allí espero, mientras los ruidos a sus pies se multiplicaban. Como medida de precaución, se cubrió la cabeza con la capucha de su túnica y la parte inferior del rostro con el cubrecuello. Lo que había dicho el vampiro era cierto: él tampoco pasaba desapercibido. No por ser un elfo, si no por sus peculiares rasgos familiares.
La guardia golpeó la oxidada trampilla que daba acceso a la azotea. Una, dos, tres veces. Golpe tras golpe, hasta que esta cedió. El elfo contó hasta diez para darles tiempo a identificarlo. En cuanto el primer alarido abandonó la boca de uno de ellos, indicando donde estaba, echó a correr. Aprovechando las pasarelas de madera, pasó al siguiente tejado, alejándolos lo más posible de Itzamaray. Pero pronto se encontró en la incómoda circunstancia de tener que decidir si saltar una distancia imposible o descender al suelo. La segunda opción, la única que le aseguraba la supervivencia, fue la elegida.
Descolgándose por las ventanas y canales de las casas, consiguió llegar al suelo, solo para ver, en la entrada del callejón en el que había aterrizado, a un grupo de guardias que ya se dirigían hacia él. Maldijo entre dientes, pues había calculado contar con una ventaja que ahora veía que no tenía. Sin pensárselo ni un instante más, echó de nuevo a correr, solo para encontrarse otra patrulla en el siguiente cruce, lo que lo obligó a tomar un desvío que lo acercaría de nuevo al primer grupo de perseguidores.
Volver a los tejados no era una opción pues, por muy rápido que escalase, lo alcanzarían ante de poder tomar la distancia suficiente para evitar que lo capturasen o lo alcanzasen proyectiles. Giró en la siguiente esquina, escuchando cada vez más cerca pasos que venían de más de una dirección… y entonces se detuvo. Recordaba aquel lugar, lo cual era extraño porque había sido incapaz de recordar ni una sola calle desde que vivía en aquella ciudad. Había estado allí antes.
Oteó el alero del edificio más cercano para cercionarse de que la sombría figura de Helena Rhodes no se cernía sobre él. Pero no había tiempo para recordar episodios pasados de su vida. No, si quería seguir viviendo para poder hacerlo. Retomó el camino que ya una vez había andado y dio con aquella portezuela de metal por la que había visto desaparecer el “ratoncillo” tantas semanas antes. Las cloacas de Sacrestic Ville no eran el lugar más seguro ni el más limpio de la ciudad, pero en más de una ocasión había tenido que acudir a ellas para llegar a un lugar o salir de un apuro. Así que, sin pensárselo mucho, se introdujo por la portezuela, justo antes de que los dos grupos de guardias doblasen sendas esquinas, para encontrase unos frente a otros y sin una presa a la que cazar.
Tras algunas oscuras encrucijadas y ratas del tamaño de un gato pequeño, decidió que era hora de salir de nuevo a la superficie. Había intentado desandar, de alguna manera, el camino tomado hasta allí, para intentar llegar hasta el punto que había pactado con Itzamaray. Por desgracia, como comprobó más tarde, el laberíntico submundo de la ciudad lo había hecho desviarse más de lo que le habría gustado. Solo esperaba que la chica hubiese podido huir y se encontrase a salvo en ese momento. Ella y Cohen. Se preguntó si el vampiro habría conseguido abandonar la imprenta y se tuvo que convencer de que así había sido. Parecía un alquimista competente, seguro que tenía algún truco bajo la manga para circunstancias como aquella.
Una fina lluvia comenzó a caer en la noche, empapando poco a poco sus vestimentas. Extrañamente, el elfo lo agradeció. Era mejor oler a perro mojado que a alcantarilla. Además, aquello evitaría que Itzamaray quemase todo Sacrestic Ville si conseguía incendiar la tienda de la que le había hablado.
Escuchó gritos a lo lejos. Quizás el incendio fuese ya una realidad, aunque los alaridos parecían demasiado agudos para tratarse de un simple fuego. Encogiéndose de hombros, se internó en la oscuridad, rumbo al punto de encuentro.
___La guardia golpeó la oxidada trampilla que daba acceso a la azotea. Una, dos, tres veces. Golpe tras golpe, hasta que esta cedió. El elfo contó hasta diez para darles tiempo a identificarlo. En cuanto el primer alarido abandonó la boca de uno de ellos, indicando donde estaba, echó a correr. Aprovechando las pasarelas de madera, pasó al siguiente tejado, alejándolos lo más posible de Itzamaray. Pero pronto se encontró en la incómoda circunstancia de tener que decidir si saltar una distancia imposible o descender al suelo. La segunda opción, la única que le aseguraba la supervivencia, fue la elegida.
Descolgándose por las ventanas y canales de las casas, consiguió llegar al suelo, solo para ver, en la entrada del callejón en el que había aterrizado, a un grupo de guardias que ya se dirigían hacia él. Maldijo entre dientes, pues había calculado contar con una ventaja que ahora veía que no tenía. Sin pensárselo ni un instante más, echó de nuevo a correr, solo para encontrarse otra patrulla en el siguiente cruce, lo que lo obligó a tomar un desvío que lo acercaría de nuevo al primer grupo de perseguidores.
Volver a los tejados no era una opción pues, por muy rápido que escalase, lo alcanzarían ante de poder tomar la distancia suficiente para evitar que lo capturasen o lo alcanzasen proyectiles. Giró en la siguiente esquina, escuchando cada vez más cerca pasos que venían de más de una dirección… y entonces se detuvo. Recordaba aquel lugar, lo cual era extraño porque había sido incapaz de recordar ni una sola calle desde que vivía en aquella ciudad. Había estado allí antes.
Oteó el alero del edificio más cercano para cercionarse de que la sombría figura de Helena Rhodes no se cernía sobre él. Pero no había tiempo para recordar episodios pasados de su vida. No, si quería seguir viviendo para poder hacerlo. Retomó el camino que ya una vez había andado y dio con aquella portezuela de metal por la que había visto desaparecer el “ratoncillo” tantas semanas antes. Las cloacas de Sacrestic Ville no eran el lugar más seguro ni el más limpio de la ciudad, pero en más de una ocasión había tenido que acudir a ellas para llegar a un lugar o salir de un apuro. Así que, sin pensárselo mucho, se introdujo por la portezuela, justo antes de que los dos grupos de guardias doblasen sendas esquinas, para encontrase unos frente a otros y sin una presa a la que cazar.
[…]
Tras algunas oscuras encrucijadas y ratas del tamaño de un gato pequeño, decidió que era hora de salir de nuevo a la superficie. Había intentado desandar, de alguna manera, el camino tomado hasta allí, para intentar llegar hasta el punto que había pactado con Itzamaray. Por desgracia, como comprobó más tarde, el laberíntico submundo de la ciudad lo había hecho desviarse más de lo que le habría gustado. Solo esperaba que la chica hubiese podido huir y se encontrase a salvo en ese momento. Ella y Cohen. Se preguntó si el vampiro habría conseguido abandonar la imprenta y se tuvo que convencer de que así había sido. Parecía un alquimista competente, seguro que tenía algún truco bajo la manga para circunstancias como aquella.
Una fina lluvia comenzó a caer en la noche, empapando poco a poco sus vestimentas. Extrañamente, el elfo lo agradeció. Era mejor oler a perro mojado que a alcantarilla. Además, aquello evitaría que Itzamaray quemase todo Sacrestic Ville si conseguía incendiar la tienda de la que le había hablado.
Escuchó gritos a lo lejos. Quizás el incendio fuese ya una realidad, aunque los alaridos parecían demasiado agudos para tratarse de un simple fuego. Encogiéndose de hombros, se internó en la oscuridad, rumbo al punto de encuentro.
Itzamaray, queda en tu mano decidir si se encuentran en tu post o lo dejamos para el siguiente.
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Conforme caminaba, no se encontró con mucho movimiento, más bien tropezó incontables veces con aquello que escapaba de su vista. Ésto comenzaba a desesperarla, era a veces demasiado madura para algunas cosas, o al menos se esforzaba en serlo cuanto más posible para manejar cada situación que surgía en su vida, pero, después de todo era una jovencita aún más niña que una mujer, y le pasaba factura. Esa desesperación la iba superando. No podía ver claramente, sus ojos ardían entre la niebla que, a pesar de no ser tan densa en esa parte del barrio, seguía aumentando la penumbra al frente, en combinación con la noche.
Se detuvo un momento, para inclinarse y revisar sus cortadas, ya parecían haber dejado de derramar gotitas de sangre, y ésta coaguló, cerrando un poco las mismas, y sus zapatos ya tenían algunas o bastantes raspaduras, tanto como sus brazos. Nada que no cure y no deje casi rastro. Pero eso no evitó, que se frustrara y sus ojos se llenaran de humedad, aliviando el ardor a su vez.
Una vez más, su mano en la pared junto a la que se encontraba y avanzar. Y cómo detonante final, una llovizna inició, aumentando de a poco. Sollozó. Y cuando las lágrimas se mezclaron con la lluvia en sus mejillas, recordó que debía proteger la carga. Tuvo que retirar su capa corta de su cuerpo, para envolver un poco mejor los bultos que llevaba a cuestas. Ahí en su tarea, sollozaba sin parar, víctima de la desesperación, y tan pronto terminó , retomó su trayecto. Ahora avanzaba mucho más cuidadosa, pues estaba algo harta de tropezar o caer. Y encender una luz, lo veía como vulnerar mucho más su posición. Ahora andaba con sus prendas de gasa negra ceñidas a su cuerpo, debido a la constante humedad sobre ella, la lluvia parecía mantener un flujo constante pero sin ser una tormenta de agua golpeando su rostro.
Entonces dió vuelta a la esquina que contó por última, se adentra en la vía y ésta tenía la misma penumbra impenetrable para su visión, en consecuencia tuvo un mar de lágrimas frustradas, pero no se detuvo. En este punto ya estaba empapada, y ahora sentía un ligero frío, que no le molestaba realmente, no más de lo que sí le enfadaba la visión limitada a unos pasos por delante si bien le iba.
Metros adelante, hubo un punto en que una sombra mucho más marcada se vió, frente a ella en al menos dos o tres metros. Su pecho dió un brinco. ¿Sería un soldado? Se detuvo, quedando fría, bajando el volumen drásticamente a casi llorar en completo silencio con sus manos cubriendo su boca. Lentamente dio cortos pasos en reversa, pero el avance de la sombra la alcanzó. Estuvo a punto de emprender una huida, cuando distinguió a tan solo pasos de distancia, al elfo Tarek, o alguien muy parecido.
-T... Ta... ¿Tarek?.- Dijo entre llanto y estrechando la mirada para reconocer, al notar el casi brillante color esmeralda de sus ojos, se redujo la tensión en su cuerpo. Secó torpemente las lágrimas, sintiendo más humedad en su piel aunque olvidando que se debía a la lluvia. -¿Es.. Estás bien?- Soltó, entrecortada por el sigiloso lloriqueo. A esa cercanía percibió un extraño aroma, en general el barrio no olía precisamente a un campo de rosas, pero fué extraño percibir ahora eso al encontrarse por fin, con una cara conocida. No pretendía ser grosera, y no mencionó nada, asumiendo que quizá era la calle.
-Cohen- Sorbió tímidamente. -¿Crees que esté bien?- Todo el tiempo que hablaba, lo hacía por lo bajo, obligada tanto por la discreción como por su mismo lamento. Hizo hincapié en los bolsos llenos de ejemplares, que cubiertos aún estaban por su envoltura improvisada usando su capa. -Si la lluvia empeora... se arruinarán.- Un ruido, parecido a un objeto pesado impactando una superficie muy dura, se escuchó arriba de ellos. La bruja se sobresaltó, mirando desesperada hacia los tejados, donde la vista era mucho menos difícil, pues la poca estela de luz por los cuerpos celestes, al menos le permitirían ver sombras, sin embargo no se veí nada, ni se escuchaba nada más.
________Se detuvo un momento, para inclinarse y revisar sus cortadas, ya parecían haber dejado de derramar gotitas de sangre, y ésta coaguló, cerrando un poco las mismas, y sus zapatos ya tenían algunas o bastantes raspaduras, tanto como sus brazos. Nada que no cure y no deje casi rastro. Pero eso no evitó, que se frustrara y sus ojos se llenaran de humedad, aliviando el ardor a su vez.
Una vez más, su mano en la pared junto a la que se encontraba y avanzar. Y cómo detonante final, una llovizna inició, aumentando de a poco. Sollozó. Y cuando las lágrimas se mezclaron con la lluvia en sus mejillas, recordó que debía proteger la carga. Tuvo que retirar su capa corta de su cuerpo, para envolver un poco mejor los bultos que llevaba a cuestas. Ahí en su tarea, sollozaba sin parar, víctima de la desesperación, y tan pronto terminó , retomó su trayecto. Ahora avanzaba mucho más cuidadosa, pues estaba algo harta de tropezar o caer. Y encender una luz, lo veía como vulnerar mucho más su posición. Ahora andaba con sus prendas de gasa negra ceñidas a su cuerpo, debido a la constante humedad sobre ella, la lluvia parecía mantener un flujo constante pero sin ser una tormenta de agua golpeando su rostro.
Entonces dió vuelta a la esquina que contó por última, se adentra en la vía y ésta tenía la misma penumbra impenetrable para su visión, en consecuencia tuvo un mar de lágrimas frustradas, pero no se detuvo. En este punto ya estaba empapada, y ahora sentía un ligero frío, que no le molestaba realmente, no más de lo que sí le enfadaba la visión limitada a unos pasos por delante si bien le iba.
Metros adelante, hubo un punto en que una sombra mucho más marcada se vió, frente a ella en al menos dos o tres metros. Su pecho dió un brinco. ¿Sería un soldado? Se detuvo, quedando fría, bajando el volumen drásticamente a casi llorar en completo silencio con sus manos cubriendo su boca. Lentamente dio cortos pasos en reversa, pero el avance de la sombra la alcanzó. Estuvo a punto de emprender una huida, cuando distinguió a tan solo pasos de distancia, al elfo Tarek, o alguien muy parecido.
-T... Ta... ¿Tarek?.- Dijo entre llanto y estrechando la mirada para reconocer, al notar el casi brillante color esmeralda de sus ojos, se redujo la tensión en su cuerpo. Secó torpemente las lágrimas, sintiendo más humedad en su piel aunque olvidando que se debía a la lluvia. -¿Es.. Estás bien?- Soltó, entrecortada por el sigiloso lloriqueo. A esa cercanía percibió un extraño aroma, en general el barrio no olía precisamente a un campo de rosas, pero fué extraño percibir ahora eso al encontrarse por fin, con una cara conocida. No pretendía ser grosera, y no mencionó nada, asumiendo que quizá era la calle.
-Cohen- Sorbió tímidamente. -¿Crees que esté bien?- Todo el tiempo que hablaba, lo hacía por lo bajo, obligada tanto por la discreción como por su mismo lamento. Hizo hincapié en los bolsos llenos de ejemplares, que cubiertos aún estaban por su envoltura improvisada usando su capa. -Si la lluvia empeora... se arruinarán.- Un ruido, parecido a un objeto pesado impactando una superficie muy dura, se escuchó arriba de ellos. La bruja se sobresaltó, mirando desesperada hacia los tejados, donde la vista era mucho menos difícil, pues la poca estela de luz por los cuerpos celestes, al menos le permitirían ver sombras, sin embargo no se veí nada, ni se escuchaba nada más.
Off: Tarek, por supuestito que sí, sorry por el drama, es lo que hay
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
Cohen tardó unos minutos en llegar al punto del encuentro. La calle dónde se situaba la casa de Victor Krane estaba desierta, pero a medida de que avanzaba en su camino, las voces y el sonido de los pasos aumentaban.
Encontró un hueco oscuro, muy poco iluminado, y dejó que las sombras se adueñaran de él [1]. Transcurrido un minuto, volvió a poner rumbo al punto de encuentro.
Al llegar allí, encontró a sus dos compañeros, bajo la fina llovizna que había comenzado a caer. Dejó marchar su maldición para no asustarles.
La mirada del vampiro fue primero a las bolsas de cuero que protegían los ejemplares de los Aeros de Sangre. Afortunadamente, los materiales eran de buena calidad, impermeables, y dudaba mucho que los folletines de terror se estuvieran mojando o deteriorando en su interior.
Luego, miró a las dos personas. Tarek parecía encontrarse bien, aunque la joven parecía algo nerviosa. El olor de la sangre llegó rápidamente a su olfato y se dio cuenta de que la joven había resultado herida. Además, parecía encontrarse algo nerviosa.
―¿Estáis heridos?― preguntó, mientras descolgaba la bolsa que llevaba en la espalda para meter su mano en el interior― Tengo por aquí alguna poción de sanación…
Mientras el vampiro la sacaba, un sonido procedente de los tejados cercanos captó su atención. Alzó la vista, pero no vio nada en ellos. El vampiro se preguntó si alguien del Ojo Carmesí les estaba vigilando.
―¡Curaos si lo necesitáis! ¡Deprisa! El camino hacia la Iglesia puede resultar complicado… [2]
Entonces, Cohen recordó los acontecimientos que habían sucedido en el interior del recinto religioso dos noches antes. Ahora, la Iglesia estaba rodeada de los seguidores del Hermano Blackanus, que no permitían la celebración de las famosas Misas de Medianoche de San Jacobo de Beckelard. ¿Cómo iban a introducir los aeros de Sangre en la Iglesia si ésta estaba completamente rodeada de fanáticos religiosos que impedían el paso a su interior?
[1] Uso de mi habilidad racial: Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. 2º uso.
[2] Pongo a disposición de Itzamaray mi Poción de Salud (Elixir) (1 uso): Sana hasta 2 heridas moderadas o leves en pocos segundos.
Encontró un hueco oscuro, muy poco iluminado, y dejó que las sombras se adueñaran de él [1]. Transcurrido un minuto, volvió a poner rumbo al punto de encuentro.
Al llegar allí, encontró a sus dos compañeros, bajo la fina llovizna que había comenzado a caer. Dejó marchar su maldición para no asustarles.
La mirada del vampiro fue primero a las bolsas de cuero que protegían los ejemplares de los Aeros de Sangre. Afortunadamente, los materiales eran de buena calidad, impermeables, y dudaba mucho que los folletines de terror se estuvieran mojando o deteriorando en su interior.
Luego, miró a las dos personas. Tarek parecía encontrarse bien, aunque la joven parecía algo nerviosa. El olor de la sangre llegó rápidamente a su olfato y se dio cuenta de que la joven había resultado herida. Además, parecía encontrarse algo nerviosa.
―¿Estáis heridos?― preguntó, mientras descolgaba la bolsa que llevaba en la espalda para meter su mano en el interior― Tengo por aquí alguna poción de sanación…
Mientras el vampiro la sacaba, un sonido procedente de los tejados cercanos captó su atención. Alzó la vista, pero no vio nada en ellos. El vampiro se preguntó si alguien del Ojo Carmesí les estaba vigilando.
―¡Curaos si lo necesitáis! ¡Deprisa! El camino hacia la Iglesia puede resultar complicado… [2]
Entonces, Cohen recordó los acontecimientos que habían sucedido en el interior del recinto religioso dos noches antes. Ahora, la Iglesia estaba rodeada de los seguidores del Hermano Blackanus, que no permitían la celebración de las famosas Misas de Medianoche de San Jacobo de Beckelard. ¿Cómo iban a introducir los aeros de Sangre en la Iglesia si ésta estaba completamente rodeada de fanáticos religiosos que impedían el paso a su interior?
_____________________________________________
[1] Uso de mi habilidad racial: Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. 2º uso.
[2] Pongo a disposición de Itzamaray mi Poción de Salud (Elixir) (1 uso): Sana hasta 2 heridas moderadas o leves en pocos segundos.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 754
Nivel de PJ : : 5
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
La chica parecía al borde de un ataque de nervios cuando se encontraron. Asustada, lo miró primero con temor y después como si de una aparición divina se tratase. Quizás separarse de ella no había sido su mejor idea. Pero si los dos grupos de guardas que lo habían perseguido hasta la entrada de las cloacas eran solo la mitad de los refuerzos tras ellos, habrían terminado sin duda en los calabozos de la ciudad de no haberse separado.
- Estoy bien –le aseguró, con calma, mientras intentaba que ella se tranquilizase- Seguro que Cohen está bien.
No tardaron mucho en comprobarlo, pues el vampiro se personó ante ellos poco después. Parecía indemne, aunque preocupado. Tarek se tomó unos minutos para observarlo. Parecía saber más de lo que les contaba sobre todo aquel asunto [1], pero decidió, en un acto de fe, confiar en que guardaba aquella información por razones personales y que el desconocimiento de la misma no pondría en peligro su supervivencia.
Mientras Cohen ofrecía a la chica algo con lo que curarse, el elfo aprovechó para observar las edificaciones a su alrededor. Debía admitir que estaba total y completamente perdido. Si alguna vez había cruzado aquel sector de la ciudad, no había prestado suficiente atención como para recordarlo. Por no mencionar la niebla y la incesante llovizna que asolaba las calles en aquel momento y que daba a todo el lugar un aspecto etéreo, incluso espectral.
Un ruido sobre ellos le hizo mirar hacia el tejado de la casa que les daba cobijo. ¿Los perseguirían? Se planteó subir hasta el tejado, para comprobarlo, pero luego recordó el ejército de gatos con el que se había topado en más de una ocasión, mientras observaba a su siguiente objetivo desde las alturas. Quizás, o eso esperaba, solo fuese un gato haciendo de las suyas.
- Si tan complejo va a ser el camino, quizás sea mejor ponernos en marcha. La noche no va a ser eterna –comentó.
- Estoy bien –le aseguró, con calma, mientras intentaba que ella se tranquilizase- Seguro que Cohen está bien.
No tardaron mucho en comprobarlo, pues el vampiro se personó ante ellos poco después. Parecía indemne, aunque preocupado. Tarek se tomó unos minutos para observarlo. Parecía saber más de lo que les contaba sobre todo aquel asunto [1], pero decidió, en un acto de fe, confiar en que guardaba aquella información por razones personales y que el desconocimiento de la misma no pondría en peligro su supervivencia.
Mientras Cohen ofrecía a la chica algo con lo que curarse, el elfo aprovechó para observar las edificaciones a su alrededor. Debía admitir que estaba total y completamente perdido. Si alguna vez había cruzado aquel sector de la ciudad, no había prestado suficiente atención como para recordarlo. Por no mencionar la niebla y la incesante llovizna que asolaba las calles en aquel momento y que daba a todo el lugar un aspecto etéreo, incluso espectral.
Un ruido sobre ellos le hizo mirar hacia el tejado de la casa que les daba cobijo. ¿Los perseguirían? Se planteó subir hasta el tejado, para comprobarlo, pero luego recordó el ejército de gatos con el que se había topado en más de una ocasión, mientras observaba a su siguiente objetivo desde las alturas. Quizás, o eso esperaba, solo fuese un gato haciendo de las suyas.
- Si tan complejo va a ser el camino, quizás sea mejor ponernos en marcha. La noche no va a ser eterna –comentó.
__
[1] Perspicacia (Nivel 2)
Tarek Inglorien
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 224
Nivel de PJ : : 1
Re: Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
El elfo se encontraba en calma, aparentemente, y ella asintió ante la respuesta. -Si, espero que sí esté a salvo...- Junto las manos y apretaba una contra la otra, deseando aligerar un poco, ese ímpetu emocional.
La llegada de Cohen, ya no la tomó de sorpresa, y al verlo se le notaba normal, confirmando lo mencionado por Tarek, seguramente era algo que sabría al conocerle previamente.
-Si, unas cuantas heridas.- Respondió a Cohen, con una expresión apenada, pero afortunadamente ya no estaba llorando ni desesperada. Seguidamente aceptó sin chistar la poción, inclinando la cabeza agradeciendo el gesto, y tomándola con ambas manos.
En efecto, debían comenzar a moverse, y ahora que estaban ambos ahí, sería mucho más sencillo guiar el camino y avanzar sin tanto obstáculo que sortear. Permaneció en silencio, e hizo caso de la sugerencia, así que abrió el frasco y bebió cada gota de la poción, pues estaba segura ahora, de que no trataría las heridas pronto. El efecto en realidad no demoró, el ardor se esfumó y ya no era tan molesto el tacto de la tela con las heridas.
Un tanto renovada, suspiró liberando la tensión restante, y ya se encontraba lista para continuar. -Vamos. Tarek, ¿me ayudarías con una de las bolsas? .- Dijo por último, y retirando de sobre su torso una de ellas, se la extendió al elfo. Ahora se sentía liviana sin tanto peso a cuestas. Aunque con aún, unas cuantas dudas de qué más tendrán que sortear ahora...
La llegada de Cohen, ya no la tomó de sorpresa, y al verlo se le notaba normal, confirmando lo mencionado por Tarek, seguramente era algo que sabría al conocerle previamente.
-Si, unas cuantas heridas.- Respondió a Cohen, con una expresión apenada, pero afortunadamente ya no estaba llorando ni desesperada. Seguidamente aceptó sin chistar la poción, inclinando la cabeza agradeciendo el gesto, y tomándola con ambas manos.
En efecto, debían comenzar a moverse, y ahora que estaban ambos ahí, sería mucho más sencillo guiar el camino y avanzar sin tanto obstáculo que sortear. Permaneció en silencio, e hizo caso de la sugerencia, así que abrió el frasco y bebió cada gota de la poción, pues estaba segura ahora, de que no trataría las heridas pronto. El efecto en realidad no demoró, el ardor se esfumó y ya no era tan molesto el tacto de la tela con las heridas.
Un tanto renovada, suspiró liberando la tensión restante, y ya se encontraba lista para continuar. -Vamos. Tarek, ¿me ayudarías con una de las bolsas? .- Dijo por último, y retirando de sobre su torso una de ellas, se la extendió al elfo. Ahora se sentía liviana sin tanto peso a cuestas. Aunque con aún, unas cuantas dudas de qué más tendrán que sortear ahora...
Itzamaray
Experto
Experto
Cantidad de envíos : : 129
Nivel de PJ : : 0
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 00:44 por Tyr
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Ayer a las 21:38 por Tyr
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 20:14 por Alward Sevna
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 14:54 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Dom Nov 10 2024, 00:41 por Sango
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Mar Nov 05 2024, 17:01 por Seraphine Valaryon
» [Zona de Culto] Oráculo de Fenrir
Mar Nov 05 2024, 03:02 por Tyr