Reinos del oeste.

Es una villa situada en el lado más oeste del territorio vampírico. Este pequeño pueblo se caracteriza por ser el poblado más tétrico de Aerandir. Sus calles por las mañanas están desiertas, y por la noche huelen a sangre fresca. Tras la guerra, los humanos parecen haberse asentado en la que fue la villa más siniestra de Aerandir tras la llegada de los ejércitos Lunargenta. Ahora, con otro color, el pueblo sigue aquejando su lejanía a Verisar. Haciéndola permanecer casi en el olvido.

Los enormes árboles de tronco fino y escasas hojas hacen, con la niebla, que ese bosque sea un lugar perfecto en el que puedan habitar los vampiros. Allí construyen sus castillos en la espesura de la niebla.

En el extremo mas occidental de el bosque se encuentra este lago, llamado asi por que es cuando la luna brilla en todo su resplendor se refleja en todo el lago ofreciendo una de las vistas mas maravillosas de Aerandir. Es famoso porque aquí es donde se encuentran los famosos lunamorf, cuyas ancas son delicias muy codiciadas en todo Aerandir y tan solo se encuentran en este lago.

Se trata de las minas de sal más famosas de todo Aerandir. Importantes porque la sal es, sin duda, el conservante más efectivo y con él se hacen diferentes salazones para conservar la carne. Por ello no es de extrañar que estas minas sean explotadas de nuevo por los humanos que recientemente se han asentado en Sacrestic Ville después de la guerra.

El río Tymer forma un gran lago después de bajar por la cascada desde las montañas y derretirse. Desde la parte norte del lago, es imposible divisar la parte del sur debido a sus grandes dimensiones. Además, el cambio de temperatura de un lado a otro hace que una neblina sospechosa inunde las orillas a todas horas del día. El ambiente perfecto para un baño vampírico.

Esta comarca montañosa, agreste y oscura se encuentra en la parte más norte de las tierras del Oeste. Por su agreste paisaje y su clima frío, solía estar deshabitada. Pero ahora es el último reducto de los vampiros. Recluidos en las ruinas del castillo de Urd, antaño en posesión de los humanos. Una geografía perfecta para sufrir emboscadas en la que hay construcciones menores.