Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]

Áquila Vie Mar 24 2017, 10:32

Áquila oía gritos cuando despertó. Por inercia, empezó a nadar hacia la superficie, de donde venía la luz. Su mayor temor era no poder notar apenas la luz de la luna, dado que debido a eso podría estar nadando hacia la profundidad. Sus temores se esfumaron cuando sacó la cabeza del agua. Tosió y luego vomitó, había tragado agua y ahora la garganta el sabía a sal.

-¡Qué asco!

Entonces apareció a su lado Elliot, y al otro Karlen. Luego el loro, que había huido hacia arriba en vez de al mar. Con dificultad, también logró ver la cabeza de Bio, que estaba escondido.

-¡Acercaos todos! Vamos a...

Entonces se percató. No sabía cuanto tiempo había estado en el agua, ni cómo es que no había notado su presencia, dado que normalmente emanaba mucha luz cuando estaba cerca, pero justo delante de todos ellos, estaba Hairoka. Cuando parpadeaba, se iluminaba por un segundo, al parecer las luces debían encenderse con su movimiento. Como estaba quieto, no lo habían notado.

-Esto... ¿Hola amigo?

Áquila no podía comprender cómo se había liberado de las cadenas el pez, pero cuando se acercó, pudo verlo. En los dientes tenía sangre, de un color muy vivo, reciente, y de uno de los dientes le sobresalía un trozo de la chaqueta del brujo. El pez se había liberado de las cadenas, y mientras el brujo lanzaba la bola de fuego, él se encargó de engullirlo.

El pez no les atacaba, tan solo se acercaba lentamente fuera del agua. Ellos fueron retrocediendo por miedo hasta llegar al barco pesquero y subir de un salto. Entonces el pez se zambulló y pudieron ver su luz hundirse en el interior del agua.

--¿Ya está? ¿Así se acaba todo?

Hairoka volvió a salir del mar, con algo en la boca. La abrió y dejó caer lo que fuese en el barco pesquero. Cuando Áquila se fijó, se dio cuenta que era el cadáver de Oculus. Aquel pez no era tan salvaje, sabía quiénes eran los buenos de la historia. Karlen se sacó de su mochila (la cual se quedó en el barco) un cuaderno y se dedicó a dibujar a gran velocidad al pez.

-Hairoka. -dijo el chico- Tú y yo seremos amigos de ahora en adelante.

El pez emitió un fuerte rugido, tanto que alguno tuvo que taparse los oídos, pero Áquila reía mientras el pez daba vueltas alrededor del barco, hasta finalmente sumergirse y perderse en las profundidades del Mar de Aerandir

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No tardaron en soltar los amarres en una de las zonas más cercanas desde la costa a Dundarak. La playa era más bien un risco que daba a un bosque cerca de los montes famosos donde se encontraba el lugar donde Bio quería volver. A Karlen lo dejaron en un puerto donde algunas carrozas iban en dirección a Aerandir. Aprovecharon para enterrar a Oculus en una Duna algo apartada del puerto. Era un lugar desde donde podía verse la inmensidad del mar, justo lo que el joven hombre-pez aventurero habría querido: Ver mundo.

Luego fueron a dejar a Bio donde le prometieron. Áquila le extendió la mano para dársela, mientras Elliot esperaba con el loro a su lado, para despedirse también.

-Ha sido un placer, Mr. Bio -dijo el Capitán- Creo que ha llegado la hora de que tomemos caminos separados. Al fin y al cabo ya está empezando a salir el sol y todos tendremos que dormir después de esta larga noche.

Elliot también se despidió y ambos se dieron la vuelta. Hasta que al subir al barco, el loro gruñó.

-¡Grrr! ¡Hasta pronto, Bio el vampiro!

Elliot miró extrañado al loro, sin llegar a comprender.

**Bio** Lun Mar 27 2017, 04:21

El agua fría calaba hasta los huesos, agité los brazos como pude hasta asomar la cabeza y escupir agua; escuchó la voz del joven capitán y se acercó a él esperando que todos, o al menos todos los aún vivos estuvieran bien -No se muevan o lo van a asustar- Dije con voz nerviosa y claramente asustado, no era lo mismo verlo desde la seguridad del barco que estar cerca de ese pez extraño que en un arranque de ira me podía arrancar las piernas de una mordida.

Fui el primero en nada discretamente hacia atrás hasta treparme al barco y luego extendí la mano para ayudar a los otros; el pez nos regresó el cuerpo del hombre pez al que podrían darle una sepultura digna de un amigo, o comérselo y hacerlo una buena cena de despedida, los humanos tenían esa mala costumbre de comer cosas muertas así que no me extrañaría para nada que lo hicieran con el cadáver del hombre-pez.

Con un fuerte rugido el pez se despidió de los presentes perdiéndose en el mar, ahora por fin la aventura parecía llegar a su fin, una historia que ni de lejos había imaginado que viviría cuando me subí al barco, tal vez no comérmelos a todos de manera sangrienta y sin remordimientos no era tan buena idea como parecía al principio, eran buenas personas; no pasó mucho tiempo antes que llegáramos a las costas del norte, el frío comenzaba a molestarme y me arrepentía de no haberme traído algún abrigo, una primera mala idea dentro de lo que parecía ser una larga lista sucesiva de malas ideas.

Gracias por traerme, capitán- Dije parándome firme como un símbolo de respeto al chico, a fin de cuentas eso hacían los humanos en la guardia al estar frente a los capitanes -Oh rayos, el sol- Fue lo último que dije antes de correr desesperado en busca de algún refugio que evitara el verme convertido en cenizas de vampiro con la llegada de los rayos de sol; así, llegar de mañana era la segunda en una larga lista sucesiva de malas ideas.

Lo último que escuché mientras me alejaba fue al loro llamarme vampiro, el animal parecía ser más listo de lo que aparentaba, y si era tan listo seguramente también entendería mi prisa por buscar un refugio para mantenerme a salvo hasta que oscureciera de nuevo.