Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
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Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
El pequeño navío había parado en un extraño barco-puerto que servía principalmente de posada para pasar la noche y para comerciar de manera dinámica. Era de noche, aunque las intenciones de Áquila no eran más que...
-¡Comida! ¡Quiero comer!
-No deberiamos de quedarnos mucho tiempo dijo Elliot, su compañero de viaje No queremos volver a entrar en una riña de piratas en un bar, al menos no deberíamos.
Áquila hizo oídos sordos y bajó por la pasarela de madera que crugía a sus pasos y llegó hasta el interior de la nave, cubierta como un arca. En el interior era una gran explanada con escaleras en las esquinas, mesas con sillas por toda la zona y un mostrador rectangular en el centro, donde un sólo hombre atendía a todos los ansiosos piratas que buscaban rona y whisky para sus copas. El joven marinero se limitó a levanta lanzarse a la muchedumbre gritando.
-¡Quiero que me den comida!
Elliot se limitó a negar con un suspiro y se volvió al barco para esperar a su alocado amigo.
*****************************************************************************************************************************************
Sin poder explicar cómo, Áquila había logrado salir de aquella multitud con un bollo en la boca y dos bolsas llenas de comida a rebosar, en una frutas y en otra dulces. Mientras avanzaba entre las mesas a la salida que llevaba a su barco, se fijó en un hombre extraño vestido de pescador, con su chaleco salvavidas, su sombrero, su pantalón ancho e incluso con una bandolera de cuero sobre la mesa, llena de anzuelos y múltiples objetos que el joven marinero no logró identificar. El misterioso hombre observaba dibujo del mar a plena luz del día y en la distancia se veia una misteriosa silueta oscura, al menos eso logró ver el chico hasta que el pescador le pilló husmeando tras de sí, sobresaltándose de su asiento y guardando el dibujo en la chaqueta.
-¿Quién eres y por qué estabas espiándome?
Áquila se tragó el trozo de bollo y contestó algo ahogado porque el dulce aún le bajaba por la garganta.
-Soy Áquila, y soy un marinero en busca de aventuras ¿Qué tenías ahí? ¿Qué aparecía en el dibujo?
-No te lo diré, seguro que eres otro de esos marineros mercenarios en busca de oro y acabarás con el cúlmen de mi investigación cazándolo. Todos los jóvenes en busca de tesoros sois iguales.
-Que va, yo sólo quiero disfrutar del rumor de las olas, ahora mismo vuelvo a mi barco a darme la comilona y a disfrutar de un tranquilo viaje. A juzgar por los barcos que he visto y tu apariencia parece que te han traido algun barco al que le pagaste pero que al quedarte sin dinero te han dejado aquí. Te pensaba ofrecer un hueco en mi pequeño lugar de viaje y que de paso me contaras que buscas para echarte una mano, pero vista la situación, será mejor que me vaya.
El pescador tragó saliva, parecía estar sudando, lo miraba fijamente.
Esta bien dijo en un suspiro Te lo contaré, estoy buscando un misterioso pez del que se habla en alguna crónica perdida que encontre de la época en la que los humanos terrestes estuvieron aquí y que bastante sorprendente. En la Universidad de Escuela de Pesca no aceptan a ningún profesor que no traiga una tesis sobre una nueva especie a sus manos, si consigo dibujos y datos sobre este pez, estoy seguro de que entraré con todos los honores, el problema es que es muy difícil de encontrar y si alguien más, además del consejo de la universidad, conociese su existencia, seguro que lo capturaría y lo vendería a un coleccionista, atrapándolo en algún oscuro acuario y acabando con mi tesis, mi sueño y la libertad de esa bella criatura.
A Áquila parecía habérsele iluminado la cara.
-¡Que guay! ¡Tiene que molar bastante ese pez! ¡Vámonos ahora mismo a buscarlo!
El pescador rió un poco avergonzado mientras se rascaba la nuca y, cogiendo su bandolera de cuero, siguió al joven por la puerta en dirección al barco de éste.
*******************************************************************************
-¿Has oído eso Jack? ¡Ese pez nos puede hacer millonarios!
Eran cinco hombres con pintas un tanto peligrosas que se sentaban a poca disntancia de donde había sucedido la conversación, pero su silencio había permitido que pasasen desapercibidos a ojos de los dos anteriores interlocutores.
-Vamos al barco de inmediato dijo el que parecía ser el jefe Hay que seguir a esos novatos a donde vayan y coger a ese pez.
Un grito de aprobación de su tripulación con las copas en alto dejo clara la aprobación de su grupo.
-¡Comida! ¡Quiero comer!
-No deberiamos de quedarnos mucho tiempo dijo Elliot, su compañero de viaje No queremos volver a entrar en una riña de piratas en un bar, al menos no deberíamos.
Áquila hizo oídos sordos y bajó por la pasarela de madera que crugía a sus pasos y llegó hasta el interior de la nave, cubierta como un arca. En el interior era una gran explanada con escaleras en las esquinas, mesas con sillas por toda la zona y un mostrador rectangular en el centro, donde un sólo hombre atendía a todos los ansiosos piratas que buscaban rona y whisky para sus copas. El joven marinero se limitó a levanta lanzarse a la muchedumbre gritando.
-¡Quiero que me den comida!
Elliot se limitó a negar con un suspiro y se volvió al barco para esperar a su alocado amigo.
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Sin poder explicar cómo, Áquila había logrado salir de aquella multitud con un bollo en la boca y dos bolsas llenas de comida a rebosar, en una frutas y en otra dulces. Mientras avanzaba entre las mesas a la salida que llevaba a su barco, se fijó en un hombre extraño vestido de pescador, con su chaleco salvavidas, su sombrero, su pantalón ancho e incluso con una bandolera de cuero sobre la mesa, llena de anzuelos y múltiples objetos que el joven marinero no logró identificar. El misterioso hombre observaba dibujo del mar a plena luz del día y en la distancia se veia una misteriosa silueta oscura, al menos eso logró ver el chico hasta que el pescador le pilló husmeando tras de sí, sobresaltándose de su asiento y guardando el dibujo en la chaqueta.
-¿Quién eres y por qué estabas espiándome?
Áquila se tragó el trozo de bollo y contestó algo ahogado porque el dulce aún le bajaba por la garganta.
-Soy Áquila, y soy un marinero en busca de aventuras ¿Qué tenías ahí? ¿Qué aparecía en el dibujo?
-No te lo diré, seguro que eres otro de esos marineros mercenarios en busca de oro y acabarás con el cúlmen de mi investigación cazándolo. Todos los jóvenes en busca de tesoros sois iguales.
-Que va, yo sólo quiero disfrutar del rumor de las olas, ahora mismo vuelvo a mi barco a darme la comilona y a disfrutar de un tranquilo viaje. A juzgar por los barcos que he visto y tu apariencia parece que te han traido algun barco al que le pagaste pero que al quedarte sin dinero te han dejado aquí. Te pensaba ofrecer un hueco en mi pequeño lugar de viaje y que de paso me contaras que buscas para echarte una mano, pero vista la situación, será mejor que me vaya.
El pescador tragó saliva, parecía estar sudando, lo miraba fijamente.
Esta bien dijo en un suspiro Te lo contaré, estoy buscando un misterioso pez del que se habla en alguna crónica perdida que encontre de la época en la que los humanos terrestes estuvieron aquí y que bastante sorprendente. En la Universidad de Escuela de Pesca no aceptan a ningún profesor que no traiga una tesis sobre una nueva especie a sus manos, si consigo dibujos y datos sobre este pez, estoy seguro de que entraré con todos los honores, el problema es que es muy difícil de encontrar y si alguien más, además del consejo de la universidad, conociese su existencia, seguro que lo capturaría y lo vendería a un coleccionista, atrapándolo en algún oscuro acuario y acabando con mi tesis, mi sueño y la libertad de esa bella criatura.
A Áquila parecía habérsele iluminado la cara.
-¡Que guay! ¡Tiene que molar bastante ese pez! ¡Vámonos ahora mismo a buscarlo!
El pescador rió un poco avergonzado mientras se rascaba la nuca y, cogiendo su bandolera de cuero, siguió al joven por la puerta en dirección al barco de éste.
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-¿Has oído eso Jack? ¡Ese pez nos puede hacer millonarios!
Eran cinco hombres con pintas un tanto peligrosas que se sentaban a poca disntancia de donde había sucedido la conversación, pero su silencio había permitido que pasasen desapercibidos a ojos de los dos anteriores interlocutores.
-Vamos al barco de inmediato dijo el que parecía ser el jefe Hay que seguir a esos novatos a donde vayan y coger a ese pez.
Un grito de aprobación de su tripulación con las copas en alto dejo clara la aprobación de su grupo.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Todo lo que necesitaba era salir de la ciudad en un barco con rumbo al norte, caminar hasta las heladas tierras de los dragones me tomaría demasiado tiempo, en lugar de eso un plan más sencillo había sido tomar un barco al menos hasta Ulmer y caminar desde ahí, si podía ser hasta más arriba mejor aún, era un plan muy poco ambicioso a decir verdad, no es como si esperara que me llevaran justo hasta Dundarak; aun así la tarea había resultado casi imposible, ningún barco quería salir con destino hacia el norte, aparentemente en la temporada todo el dinero fácil estaba en bajar hasta Beltrexus, dinero fácil en menos tiempo, tampoco podía culparlos por ello pero resultaba realmente desesperante.
Era momento de aplicar medidas desesperadas, viajar de polizón y secuestrar un barco, dicho de esa manera sonaba bastante rudo, pero la verdad es que mis capacidades vampíricas me eran muy útiles para persuadir a las personas de hacer lo que yo quisiera sin tener que usar la fuerza, al menos en la mayor parte de los casos.
Caminé por la orilla del puerto en busca de alguna víctima potencial, algún amable capitán con un barco sin mucha tripulación al cual pudiera convencer de ir en la misma ruta que yo, llevarme gratis, darme una cama y un techo durante el viaje, tal vez incluso alimentarme durante el viaje; claro que no, no era mucho pedir.
Fue entonces cuando encontré a la víctima ideal, un jovencito bastante rarito caminaba hacia un modesto barquito junto a un hombre más adulto; así que avancé de prisa hasta alcanzarlos y me dirigí al mayor de los dos, aunque no sin antes escuchar su explicación acerca de un misterioso pez del que jamás había escuchado -Yo creo saber dónde pueden encontrar a su pez- Murmuré en un tono de voz para que solo ellos me escucharan -Puedo ayudarle si me lleva con usted- Le dije casi implorando al buscador de peces -No tengo interés en quedarme con el pez, solo necesito salir de este lugar- Expliqué -Les ayudo, me ayudan, y todos felices- Insistí sin la más mínima intención de dejar que se fueran sin mí; a fin de cuentas era más fácil abordar junto a ellos que entrar luego sin su permiso y matarlos al alejarnos de la costa; siempre me gustaba la manera más fácil de hacer todo pero fuera como fuera, acabaría montado a ese barco.
Era momento de aplicar medidas desesperadas, viajar de polizón y secuestrar un barco, dicho de esa manera sonaba bastante rudo, pero la verdad es que mis capacidades vampíricas me eran muy útiles para persuadir a las personas de hacer lo que yo quisiera sin tener que usar la fuerza, al menos en la mayor parte de los casos.
Caminé por la orilla del puerto en busca de alguna víctima potencial, algún amable capitán con un barco sin mucha tripulación al cual pudiera convencer de ir en la misma ruta que yo, llevarme gratis, darme una cama y un techo durante el viaje, tal vez incluso alimentarme durante el viaje; claro que no, no era mucho pedir.
Fue entonces cuando encontré a la víctima ideal, un jovencito bastante rarito caminaba hacia un modesto barquito junto a un hombre más adulto; así que avancé de prisa hasta alcanzarlos y me dirigí al mayor de los dos, aunque no sin antes escuchar su explicación acerca de un misterioso pez del que jamás había escuchado -Yo creo saber dónde pueden encontrar a su pez- Murmuré en un tono de voz para que solo ellos me escucharan -Puedo ayudarle si me lleva con usted- Le dije casi implorando al buscador de peces -No tengo interés en quedarme con el pez, solo necesito salir de este lugar- Expliqué -Les ayudo, me ayudan, y todos felices- Insistí sin la más mínima intención de dejar que se fueran sin mí; a fin de cuentas era más fácil abordar junto a ellos que entrar luego sin su permiso y matarlos al alejarnos de la costa; siempre me gustaba la manera más fácil de hacer todo pero fuera como fuera, acabaría montado a ese barco.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Áquila vio su camino cortado por un misterioso personaje que les quería acompañar en el viaje.
-¿A qué tanto discurso? ¡Sube al barco! ¡No te cortes! ¡Quedas invitado!
-¿No es muy peligroso confiar así en cualquiera?-preguntó el pescador.
-No temo a que me asesinen por la noche, si muero de camino a mi sueño, es que nunca estuve destinado a cumplirlo. En fin, subamos. Por cierto ¿Cuáles son vuestros nombres? Yo soy Áquila, y este de aqui es mi compañero Elliot.
Elliot se irritó ante la presencia de "polizones", se limitó a soltar las cuerdas que ataban el barco al puerto y levar el ancla.
-¡Oh claro! ¿Dónde están mis modales? Me llamo Karlen.
El barco empezó a alejarse del mar mientras Áquila le contaba a Elliot lo sucedido. El cielo terminaba de oscurecerse, apenas había anochecido hacía unas horas, así que tenían tiempo de sobra para...
-Oye, espera un momento ¿Vamos a buscar a un pez por la noche?
-Sí claro, Hairoka es medio mecánico, su cuerpo está lleno de chatarra, entre ello hay muchas combustiones que desprende que se ven en la oscuridad como una luz verde, además, sus dos ojos son como dos focos. No es muy difícil de ver en la oscuridad, pero nadie se atreve a buscarlo de noche.
Áquila sonrió, aquella aventura pintaba bastante bien. Ahora estaba conociendo a gente nueva y además iba en busca de un pez legendario ¿Qué más podía pedir un marinero novato como él? Entonces se percató que no conocía bien a su nuevo compañero, el último que se había integrado. Normalmente el loro de Elliot habría detectado si era o no humano, pero como era de noche estaba dormido.
-Bueno ¿Y tú? ¿Qué es de ti? Cuéntame un poco, que navegar en silencio acaba aburriendo con el paso del tiempo.
Áquila manejaba el timón mientras observaba esperando respuesta al nuevo que se les había sumado.
-¿A qué tanto discurso? ¡Sube al barco! ¡No te cortes! ¡Quedas invitado!
-¿No es muy peligroso confiar así en cualquiera?-preguntó el pescador.
-No temo a que me asesinen por la noche, si muero de camino a mi sueño, es que nunca estuve destinado a cumplirlo. En fin, subamos. Por cierto ¿Cuáles son vuestros nombres? Yo soy Áquila, y este de aqui es mi compañero Elliot.
Elliot se irritó ante la presencia de "polizones", se limitó a soltar las cuerdas que ataban el barco al puerto y levar el ancla.
-¡Oh claro! ¿Dónde están mis modales? Me llamo Karlen.
El barco empezó a alejarse del mar mientras Áquila le contaba a Elliot lo sucedido. El cielo terminaba de oscurecerse, apenas había anochecido hacía unas horas, así que tenían tiempo de sobra para...
-Oye, espera un momento ¿Vamos a buscar a un pez por la noche?
-Sí claro, Hairoka es medio mecánico, su cuerpo está lleno de chatarra, entre ello hay muchas combustiones que desprende que se ven en la oscuridad como una luz verde, además, sus dos ojos son como dos focos. No es muy difícil de ver en la oscuridad, pero nadie se atreve a buscarlo de noche.
Áquila sonrió, aquella aventura pintaba bastante bien. Ahora estaba conociendo a gente nueva y además iba en busca de un pez legendario ¿Qué más podía pedir un marinero novato como él? Entonces se percató que no conocía bien a su nuevo compañero, el último que se había integrado. Normalmente el loro de Elliot habría detectado si era o no humano, pero como era de noche estaba dormido.
-Bueno ¿Y tú? ¿Qué es de ti? Cuéntame un poco, que navegar en silencio acaba aburriendo con el paso del tiempo.
Áquila manejaba el timón mientras observaba esperando respuesta al nuevo que se les había sumado.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Detuve mis pasos impresionado por la amabilidad del chico que de inmediato me invitó a subir al barco ¿Su barco? Al parecer no era el barco del hombre mayor sino del chico, tal vez su falta de experiencia en el mundo lo llevaba a ser algo confiado pero eso le podría traer graves consecuencias; por alguna razón me agradó el chico y decidí que en lugar de secuestrar su barco luego de matarlos y lanzar sus cuerpos al mar, mejor me dejaría llevar un poco hacia el norte sin violencia y sin asesinar a nadie para que todos tuviéramos un final feliz, o todos menos el fulano pez.
No fue difícil sentirme en confianza tras pasar apenas unos instantes con aquel ingenuo muchacho que ya me trataba como si fuera uno más de su tripulación de confianza, bastante osado para ser un simple joven humano aunque ciertamente tampoco es que viajara totalmente solo -A mí me llaman Bio, aunque no soy un bio- Dije a modo de atípica presentación -Mucho gusto- Añadí amablemente -Águila, Elliot, Karmen- Repetí los nombres para ayudarme a memorizarlos aunque eran un poco complicados, si se ponían difíciles solo les daría nombres nuevos en mi mente, pero por ahora no parecía difícil memorizarlos.
Me acerqué a la popa del barco mirando cómo se alejaba de nosotros el puerto, o nosotros de él, era cuestión de perspectiva; volví la vista para caer nuevamente en la conversación del pez, vaya que pescar por la noche era toda una odisea pero incluso parecían haberlo pensado de ese modo -¿Estás seguro que esa cosa existe?- Pregunté para luego recordar que yo mismo me había ofrecido a ayudarles -Es decir- Expliqué de prisa para reparar mi error -He escuchado leyendas de avistamientos, pero nadie ha conseguido una prueba de que sea real- Dije procurando que no se dieran cuenta de mi ignorancia con respecto al tema tratado.
El chico se mostraba cada vez más agradable y prácticamente me daba la sensación de estar entre amigos y no frente a un desconocido -Yo, pues, no hay mucho que decir- Dije mirando al cielo -Solo soy un vampiro asesino que a veces trabaja como espía y solo quiere llegar a la tierra de los dragones para invadir un palacio y robar un cuadro- Dije haciéndolo sonar como si fuera chiste -Nah, es broma- Corregí con naturalidad -Solo soy un investigador, me gusta viajar y conocer lugares- Describí de nuevo mis intereses ahora con más seriedad y aunque era un concepto más llevadero, tampoco había desmentido del todo lo anterior, solo le había dado la vuelta para que la primera descripción tuviera menos relevancia.
Mientras no mostrara mis colmillos podría pasar por humano sin mucho problema, a fin de cuentas ya estaba acostumbrado a ello y con lo ingenuo que parecía ser este chico tampoco es que hiciera falta mucho para engañarlo, o al menos eso era lo que quería hacerme creer...
No fue difícil sentirme en confianza tras pasar apenas unos instantes con aquel ingenuo muchacho que ya me trataba como si fuera uno más de su tripulación de confianza, bastante osado para ser un simple joven humano aunque ciertamente tampoco es que viajara totalmente solo -A mí me llaman Bio, aunque no soy un bio- Dije a modo de atípica presentación -Mucho gusto- Añadí amablemente -Águila, Elliot, Karmen- Repetí los nombres para ayudarme a memorizarlos aunque eran un poco complicados, si se ponían difíciles solo les daría nombres nuevos en mi mente, pero por ahora no parecía difícil memorizarlos.
Me acerqué a la popa del barco mirando cómo se alejaba de nosotros el puerto, o nosotros de él, era cuestión de perspectiva; volví la vista para caer nuevamente en la conversación del pez, vaya que pescar por la noche era toda una odisea pero incluso parecían haberlo pensado de ese modo -¿Estás seguro que esa cosa existe?- Pregunté para luego recordar que yo mismo me había ofrecido a ayudarles -Es decir- Expliqué de prisa para reparar mi error -He escuchado leyendas de avistamientos, pero nadie ha conseguido una prueba de que sea real- Dije procurando que no se dieran cuenta de mi ignorancia con respecto al tema tratado.
El chico se mostraba cada vez más agradable y prácticamente me daba la sensación de estar entre amigos y no frente a un desconocido -Yo, pues, no hay mucho que decir- Dije mirando al cielo -Solo soy un vampiro asesino que a veces trabaja como espía y solo quiere llegar a la tierra de los dragones para invadir un palacio y robar un cuadro- Dije haciéndolo sonar como si fuera chiste -Nah, es broma- Corregí con naturalidad -Solo soy un investigador, me gusta viajar y conocer lugares- Describí de nuevo mis intereses ahora con más seriedad y aunque era un concepto más llevadero, tampoco había desmentido del todo lo anterior, solo le había dado la vuelta para que la primera descripción tuviera menos relevancia.
Mientras no mostrara mis colmillos podría pasar por humano sin mucho problema, a fin de cuentas ya estaba acostumbrado a ello y con lo ingenuo que parecía ser este chico tampoco es que hiciera falta mucho para engañarlo, o al menos eso era lo que quería hacerme creer...
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Áquila se quedó observando al oscuro horizonte que quedaba frente a él mientras la noche parecía acogerlos como a un amigo de toda la vida. Miró a sus nuevos compañeros de navío mientras escuchaba a Bio, y éste preguntó si verdaderamente creían que existía ese pez, él interrumpió al profesor para contestar:
-¿Importa realmente? -dijo Áquila mientras el profesor enarcó una ceja- Verás, el mar está lleno de leyendas, al igual que todo en esta vida. Algunas son mentira y otras puede que sean verdad, pero lo que verdaderamente importa no es eso, sino el viaje. Cuando un aventurero descubre que la leyenda era mentira, no se entristece, se alegra por haber cumplido su objetivo, y es viajar a donde haga falta para saber la verdad. Al final, lo que importará no es el pez, sino todo lo que nos ocurra hasta haber encontrado el pez. Aquí comienza una gran aventura por demostrar si existe un pez legendario ¡Y nos ha tocado ser los héroes de esa aventura! Eso es lo que realmente importa.
Hubo un largo silencio interrumpido por Elliot.
-Si lo preguntan, sí, era así de chico. Cuando estábamos en el instituto dijeron que había una leyenda sobre un aula oculta tras una pared con un niño muerto, lo decían los profesores para que no deambulásemos por los pasillos. Áquila nos soltó ese mismo discurso antes de estrellar un carro en el supuesto muro donde estaba el aula para ver si era verdad. Descubrimos que era mentira, como no, pero él no perdió la sonrisa al ver el hueco que daba simplemente a la sala de profesores.
Un pequeño destello en el firmamento les puso a todos en guardia. Era como una pequeña lámpara en la distancia, pero en esa oscuridad cualquier tipo de destello era visible. Áquila se metió por dentro del barco, y de su camarote cogió un catalejo tirado en la cama y lo alargó, se presentó de nuevo fuera y puso el ojo para observar. Estuvo así un largo rato en silencio.
-Es un Galeón, creo que no pertenece a Lunargenta así que podría ser pirata, va en nuestra dirección pero no coge velocidad, eso solo puede significar...
-Nos están siguiendo -interrumpió Elliot.
-¿Importa realmente? -dijo Áquila mientras el profesor enarcó una ceja- Verás, el mar está lleno de leyendas, al igual que todo en esta vida. Algunas son mentira y otras puede que sean verdad, pero lo que verdaderamente importa no es eso, sino el viaje. Cuando un aventurero descubre que la leyenda era mentira, no se entristece, se alegra por haber cumplido su objetivo, y es viajar a donde haga falta para saber la verdad. Al final, lo que importará no es el pez, sino todo lo que nos ocurra hasta haber encontrado el pez. Aquí comienza una gran aventura por demostrar si existe un pez legendario ¡Y nos ha tocado ser los héroes de esa aventura! Eso es lo que realmente importa.
Hubo un largo silencio interrumpido por Elliot.
-Si lo preguntan, sí, era así de chico. Cuando estábamos en el instituto dijeron que había una leyenda sobre un aula oculta tras una pared con un niño muerto, lo decían los profesores para que no deambulásemos por los pasillos. Áquila nos soltó ese mismo discurso antes de estrellar un carro en el supuesto muro donde estaba el aula para ver si era verdad. Descubrimos que era mentira, como no, pero él no perdió la sonrisa al ver el hueco que daba simplemente a la sala de profesores.
Un pequeño destello en el firmamento les puso a todos en guardia. Era como una pequeña lámpara en la distancia, pero en esa oscuridad cualquier tipo de destello era visible. Áquila se metió por dentro del barco, y de su camarote cogió un catalejo tirado en la cama y lo alargó, se presentó de nuevo fuera y puso el ojo para observar. Estuvo así un largo rato en silencio.
-Es un Galeón, creo que no pertenece a Lunargenta así que podría ser pirata, va en nuestra dirección pero no coge velocidad, eso solo puede significar...
-Nos están siguiendo -interrumpió Elliot.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Levanté una ceja al escuchar la respuesta del chico -Vaya espíritu aventurero- Pensé sin decir nada mientras intentaba calcular su posiblemente corta expectativa de vida; permanecí callado al no saber realmente si debía emocionarme o asustarme ante una manera de pensar tan despreocupada pero sin lugar a dudas el chico era todo un espíritu libre; libre y loco al parecer, según la historia que contaría su compañero el cual también era un chico apenas; a estas alturas comenzaba a creer que hasta el loro era posiblemente mayor que ellos.
Escuché con atención la historia que contaba Elliot, la cual resultaba bastante pintoresca, comprobar todo de primera mano no era precisamente mi idea de mantenerse a salvo, pero ello explicaba por qué los humanos, elfos y brujos vivían más de cien años mientras que los humanos estaban limitados a apenas unas décadas, pero al menos se me había ocurrido una buena idea para tener transporte gratis cada vez que lo viera cerca, solo tenía que decirle que buscaríamos alguna aventura en el lugar a donde me interesara llegar y él se encargaría de llevarme -Bien, me has convencido- Dije ante su elocuente discurso -Iremos tras la aventura- Afirmé levantando el brazo derecho pero sin obtener la respuesta indicada, al parecer habían encontrado algo sospechoso.
El chico se perdió durante un rato y regresó luego con un catalejo para ayudarse a mirar en la distancia; intenté mirar pero la distancia era demasiada como para sortearla a ojo desnudo y aún con la buena vista de la que podía presumir, no alcancé a notar de qué se trataba aquello que se acercaba y no me quedó más remedio que esperar a que nos lanzara alguna información gracias a su artefacto de observación -¿Y bien? ¿Tan pronto hallamos al pez?- Pregunté jocoso aunque la explicación del chico podría derivar en un problema bastante serio -Si quisieran asaltarnos por llevar algo valioso vendrían a alcanzarnos ¿Sabrán acaso que vamos tras el pez o pensarán algo más?- Pregunté intrigado ante dicha posibilidad -¿Esta cosa puede ir más rápido?- Pregunté intentando pensar cómo afrontar el problema, aunque a fin de cuentas el chico sería quien tomaría las decisiones, era su aventura y era su barco, yo era apenas un pasajero.
Esperaba seguir haciéndome pasar por un simple humano tanto como fuera posible, pero me interesaba llegar a mi destino y para ello debía mantener al chico con vida, cosa que haría sin importar el costo, aunque solo esperaba que no intentara lanzarme del barco cuando descubriera mi naturaleza de vampiro.
Escuché con atención la historia que contaba Elliot, la cual resultaba bastante pintoresca, comprobar todo de primera mano no era precisamente mi idea de mantenerse a salvo, pero ello explicaba por qué los humanos, elfos y brujos vivían más de cien años mientras que los humanos estaban limitados a apenas unas décadas, pero al menos se me había ocurrido una buena idea para tener transporte gratis cada vez que lo viera cerca, solo tenía que decirle que buscaríamos alguna aventura en el lugar a donde me interesara llegar y él se encargaría de llevarme -Bien, me has convencido- Dije ante su elocuente discurso -Iremos tras la aventura- Afirmé levantando el brazo derecho pero sin obtener la respuesta indicada, al parecer habían encontrado algo sospechoso.
El chico se perdió durante un rato y regresó luego con un catalejo para ayudarse a mirar en la distancia; intenté mirar pero la distancia era demasiada como para sortearla a ojo desnudo y aún con la buena vista de la que podía presumir, no alcancé a notar de qué se trataba aquello que se acercaba y no me quedó más remedio que esperar a que nos lanzara alguna información gracias a su artefacto de observación -¿Y bien? ¿Tan pronto hallamos al pez?- Pregunté jocoso aunque la explicación del chico podría derivar en un problema bastante serio -Si quisieran asaltarnos por llevar algo valioso vendrían a alcanzarnos ¿Sabrán acaso que vamos tras el pez o pensarán algo más?- Pregunté intrigado ante dicha posibilidad -¿Esta cosa puede ir más rápido?- Pregunté intentando pensar cómo afrontar el problema, aunque a fin de cuentas el chico sería quien tomaría las decisiones, era su aventura y era su barco, yo era apenas un pasajero.
Esperaba seguir haciéndome pasar por un simple humano tanto como fuera posible, pero me interesaba llegar a mi destino y para ello debía mantener al chico con vida, cosa que haría sin importar el costo, aunque solo esperaba que no intentara lanzarme del barco cuando descubriera mi naturaleza de vampiro.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
En las oscuras aguas de aquel bravío mar se desplazaba una escondida carabela. Al contrario de lo que llegó a creer Áquila, aquel Galeón que vio era tan sólo un navío haciendo la ronda. Unos minutos después el barco se giraría para perderse en otra dirección, y aquello tranquilizó al pequeño grupo del barco pesquero.
Mientras tanto, en la Carabela que se desplazaba en la oscuridad, siguiendo muy de lejos la luz que emitía en inofensivo barco pesquero. El capitán hablaba con un hombre rígido y galán, algo viejo pero firme. No encajaba con la tripulación maloliente.
-¿Y cuánto dice que puede llegar a costar ese pez? -preguntó el capitán al hombre galán.
-No podría estimarlo hasta que no lo viese, pero sí que puedo decir que el profesor Karlen no puede hallar a ese pez antes que yo. Ese idiota lo dejará escapar y nos quedaremos sin investigación, les daré el doble de lo que lleguen a darle en el puerto, pero tienen que lograr que ese pez suba a bordo y para poder diseccionarlo, quiero ver su mecanismo para conocer mejor a la tecnología humana terrestre.
-No se sulfure, le acompañan una panda de jóvenes idiotas que podremos despachar en cuestión de segundos.
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Mientras tanto, en el pequeño barco pesquero, la oscuridad seguía siendo la vista principal.
-¿Cómo sabemos que estamos yendo hacia ella? -preguntó Elliot.
-Los que dicen haber visto luces extrañas solo coinciden en que se internaron demasiado en los mares, a grndes ditancias de la costa, principalmente navegando en dirección a Dundarak.
La noche dejaba pasar una brisa marina preciosa, el crujir del barco junto al sonido del mar bajo sus pies podría relajar hasta el alma más perturbada. Elliot había cogido el timón mientras Áquila se echaba a dormir sobre la cama de su cuarto, era normal, llevaba todo el día haciendo el loco de un lado a otro. Karlen, el profesor, tras hablar un poco con Elliot, se fue a la proa de la pequeña embarcación y se sentó a observar en silencio el rumor del mar.
Pese al silencio marino, algo misterioso salió por un lado del barco, subiendo sin dificultad al interior, sin que nadie llegase a oírle. Ando pegando pequeños pasos en dirección al cuarto de Áquila, que no le oyó por los ronquidos. Cuando la figura se dispuso a entrar, el loro de Elliot, se posó justo en el lado del barco donde estada y habló de un graznido:
-¡Grrr! ¡Polizón muy feo a estribor! ¡Grrr!
Áquila despertó de un salto agarrando su espada y llevándola al cuello de una extraña figura. Era un extraño hombre con forma de pez ¿O era un pez con forma de hombre?
Fuera lo que fuese, los dos se miraron. Áquila soltó la espada pegando un grito y saltando al otro lado del barco cayendo de culo. El hombre-pez también gritó y cayó de espaldas por la borda hasta volver al mar. Karlen llegó corriendo y Elliot también se acercó.
-¿Alguien que nos diga que pasa aquí?
-¡Grrr! ¡Polizón con escamas! ¡Grrr! ¡Nuestro capitán es medio imbécil! ¡Grrr!
-¡Ey! ¡En mi defensa debo decir que era muy feo! -dijo Áquila incorporándose.
Entonces se asomó de nuevo el hombre-pez agarrándose a la baranda del barco. Todos los presentes gritaron, el hombre-pez también se puso a gritar, incluso el loro gritaba de un graznido. Y en medio de los gritos, el hombre pez levantó un dedo (aún con la mitad del cuerpo metido en el agua), todos callaron:
-¿Alguien se ha preguntado por qué estamos gritando? -preguntó el hombre-pez.
--¡Un pez que habla! -dijo Áquila.
Y todos empezaron a gritar de nuevo, solo que todos fueron corriendo a la proa, hasta el hombre pez entró en el barco corriendo hacia la proa gritando:
-¿Dónde? ¿Dónde? ¡No me dejéis solo con ese...!
Entonces el hombre pez se detuvo, se miró las manos, luego miró su reflejo en el mar y después les miró a ellos.
-Ey, yo soy pez que habla.
Áquila, Elliot, Karlen y el loro dejaron de gritar y se quedaron mirando al hombre-pez.
-Tiene razón, él es el pez que habla.
Entonces todos se cayaron y se miraron en silencio.
-Gracias a los dioses, pensé que sería... -entonces el hombre pez abrió los ojos como platos- -¡Oh! ¡Esperad! ¡Soy el pez que habla!
Y entonces el hombre-pez se puso a gritar otra vez y los cuatro tripulantes le siguieron en gritos.
-¡Poneos a salvo! ¡Corred!
Los cuatro salieron corriendo y el hombre-pez se tiró al agua cogiéndose del cuello para intentar estrangularse.
-¡Corred! ¡Lo tengo agarrado!
Gritaba mientras volvía a caer al agua.
Mientras tanto, en la Carabela que se desplazaba en la oscuridad, siguiendo muy de lejos la luz que emitía en inofensivo barco pesquero. El capitán hablaba con un hombre rígido y galán, algo viejo pero firme. No encajaba con la tripulación maloliente.
-¿Y cuánto dice que puede llegar a costar ese pez? -preguntó el capitán al hombre galán.
-No podría estimarlo hasta que no lo viese, pero sí que puedo decir que el profesor Karlen no puede hallar a ese pez antes que yo. Ese idiota lo dejará escapar y nos quedaremos sin investigación, les daré el doble de lo que lleguen a darle en el puerto, pero tienen que lograr que ese pez suba a bordo y para poder diseccionarlo, quiero ver su mecanismo para conocer mejor a la tecnología humana terrestre.
-No se sulfure, le acompañan una panda de jóvenes idiotas que podremos despachar en cuestión de segundos.
************************************************************************************************************************************
Mientras tanto, en el pequeño barco pesquero, la oscuridad seguía siendo la vista principal.
-¿Cómo sabemos que estamos yendo hacia ella? -preguntó Elliot.
-Los que dicen haber visto luces extrañas solo coinciden en que se internaron demasiado en los mares, a grndes ditancias de la costa, principalmente navegando en dirección a Dundarak.
La noche dejaba pasar una brisa marina preciosa, el crujir del barco junto al sonido del mar bajo sus pies podría relajar hasta el alma más perturbada. Elliot había cogido el timón mientras Áquila se echaba a dormir sobre la cama de su cuarto, era normal, llevaba todo el día haciendo el loco de un lado a otro. Karlen, el profesor, tras hablar un poco con Elliot, se fue a la proa de la pequeña embarcación y se sentó a observar en silencio el rumor del mar.
Pese al silencio marino, algo misterioso salió por un lado del barco, subiendo sin dificultad al interior, sin que nadie llegase a oírle. Ando pegando pequeños pasos en dirección al cuarto de Áquila, que no le oyó por los ronquidos. Cuando la figura se dispuso a entrar, el loro de Elliot, se posó justo en el lado del barco donde estada y habló de un graznido:
-¡Grrr! ¡Polizón muy feo a estribor! ¡Grrr!
Áquila despertó de un salto agarrando su espada y llevándola al cuello de una extraña figura. Era un extraño hombre con forma de pez ¿O era un pez con forma de hombre?
- Hombre-pez:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Fuera lo que fuese, los dos se miraron. Áquila soltó la espada pegando un grito y saltando al otro lado del barco cayendo de culo. El hombre-pez también gritó y cayó de espaldas por la borda hasta volver al mar. Karlen llegó corriendo y Elliot también se acercó.
-¿Alguien que nos diga que pasa aquí?
-¡Grrr! ¡Polizón con escamas! ¡Grrr! ¡Nuestro capitán es medio imbécil! ¡Grrr!
-¡Ey! ¡En mi defensa debo decir que era muy feo! -dijo Áquila incorporándose.
Entonces se asomó de nuevo el hombre-pez agarrándose a la baranda del barco. Todos los presentes gritaron, el hombre-pez también se puso a gritar, incluso el loro gritaba de un graznido. Y en medio de los gritos, el hombre pez levantó un dedo (aún con la mitad del cuerpo metido en el agua), todos callaron:
-¿Alguien se ha preguntado por qué estamos gritando? -preguntó el hombre-pez.
--¡Un pez que habla! -dijo Áquila.
Y todos empezaron a gritar de nuevo, solo que todos fueron corriendo a la proa, hasta el hombre pez entró en el barco corriendo hacia la proa gritando:
-¿Dónde? ¿Dónde? ¡No me dejéis solo con ese...!
Entonces el hombre pez se detuvo, se miró las manos, luego miró su reflejo en el mar y después les miró a ellos.
-Ey, yo soy pez que habla.
Áquila, Elliot, Karlen y el loro dejaron de gritar y se quedaron mirando al hombre-pez.
-Tiene razón, él es el pez que habla.
Entonces todos se cayaron y se miraron en silencio.
-Gracias a los dioses, pensé que sería... -entonces el hombre pez abrió los ojos como platos- -¡Oh! ¡Esperad! ¡Soy el pez que habla!
Y entonces el hombre-pez se puso a gritar otra vez y los cuatro tripulantes le siguieron en gritos.
-¡Poneos a salvo! ¡Corred!
Los cuatro salieron corriendo y el hombre-pez se tiró al agua cogiéndose del cuello para intentar estrangularse.
-¡Corred! ¡Lo tengo agarrado!
Gritaba mientras volvía a caer al agua.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Suspiré aliviado al ver que todo el alboroto por el barco que nos perseguía no había sido más que una falsa alarma, estaba comenzando a preocuparme por tener que luchar contra unos desconocidos para proteger a otros desconocidos; tan difícil se había vuelto el conseguir un transporte en estos días, todo lo que quería era llegar a Dundarak cuanto antes y aquí estaba; persiguiendo a un pez inexistente y perseguido por barcos inexistentes; al menos me alegraron las palabras del buscador del pez, quien afirmó que se había visto en dirección a Dundarak, no pensaba que me dejaría tan cerca pero era una gran ventaja.
Finalmente todos decidieron irse a dormir, salvo por el doctor que prefirió quedarse en la proa tal vez esperando acechante para ser el primero en detectar al pez aunque aún faltaba mucho para llegar; yo me quedé cerca de él aunque a suficiente distancia para vigilarlo sin incomodarlo; tampoco tenía muchos ánimos de iniciar una conversación, me bastaba con llegar rápido a mi destino y dejarlos continuar con su loca aventura; fue entonces cuando un grito nos puso en alerta; el loro comenzó a gritar acerca de un polizón -Nos atacan, finalmente nos atacan- Murmuré mientras sacaba mis dagas y corría en dirección al origen de la alarma, y es que no pensaba permitir que nada perturbara mi tranquilo viaje.
Después de escuchar algo cayendo al mar llegué por fin a donde se encontraba el chico y su loro -¿Pero qué ha pasado?- Miré en todas direcciones sin encontrar el motivo de los gritos, ya sabía que el chico era raro pero esto se estaba volviendo aún más extraño; mientras miraba al chico este gritó de nuevo mirando a la borda desde donde salió otro grito y por si fuera poco el doctor también comenzó a gritar ¿Debería gritar yo también? No, seguro que nadie querría escucharme gritar.
Fue entonces cuando sucedió lo más raro, al mirar en dirección a donde apuntaba la vista del chico me encontré con una especie de hombre pez que gritaba y hablaba; grité también del susto al ver tal cosa y la escena a continuación sería bastante confusa, no sabía exactamente si reírme o asustarme ante los sucesos, pues el hombre pez parecía tener una ingenuidad solo comparable a la del mismo capitán; me quedé parado mientras todos salían corriendo hacia la proa del barco, luego caminé tras ellos intentando comprender la situación; al llegar encontré al hombre-pez asimilando la idea de que él mismo era un hombre-pez, aunque no de esos que son mitad hombre y mitad pez, sino más hombre que pez.
Justo cuando pensaba que la situación se había calmado, una secuencia de gritos comenzó de nuevo y el polizón se tomó del cuello asegurando que tenía sujetado al hombre-pez -No puede ser más idiota- Dije mientras negaba con la cabeza -Esa cosa está demente- Alerté a mis compañeros de viaje -Y ustedes también- Los miré fijamente -¿Cómo es que termino metido en estas cosas?- Pensé mientras me rascaba la parte posterior de la cabeza con una mano...
Finalmente todos decidieron irse a dormir, salvo por el doctor que prefirió quedarse en la proa tal vez esperando acechante para ser el primero en detectar al pez aunque aún faltaba mucho para llegar; yo me quedé cerca de él aunque a suficiente distancia para vigilarlo sin incomodarlo; tampoco tenía muchos ánimos de iniciar una conversación, me bastaba con llegar rápido a mi destino y dejarlos continuar con su loca aventura; fue entonces cuando un grito nos puso en alerta; el loro comenzó a gritar acerca de un polizón -Nos atacan, finalmente nos atacan- Murmuré mientras sacaba mis dagas y corría en dirección al origen de la alarma, y es que no pensaba permitir que nada perturbara mi tranquilo viaje.
Después de escuchar algo cayendo al mar llegué por fin a donde se encontraba el chico y su loro -¿Pero qué ha pasado?- Miré en todas direcciones sin encontrar el motivo de los gritos, ya sabía que el chico era raro pero esto se estaba volviendo aún más extraño; mientras miraba al chico este gritó de nuevo mirando a la borda desde donde salió otro grito y por si fuera poco el doctor también comenzó a gritar ¿Debería gritar yo también? No, seguro que nadie querría escucharme gritar.
Fue entonces cuando sucedió lo más raro, al mirar en dirección a donde apuntaba la vista del chico me encontré con una especie de hombre pez que gritaba y hablaba; grité también del susto al ver tal cosa y la escena a continuación sería bastante confusa, no sabía exactamente si reírme o asustarme ante los sucesos, pues el hombre pez parecía tener una ingenuidad solo comparable a la del mismo capitán; me quedé parado mientras todos salían corriendo hacia la proa del barco, luego caminé tras ellos intentando comprender la situación; al llegar encontré al hombre-pez asimilando la idea de que él mismo era un hombre-pez, aunque no de esos que son mitad hombre y mitad pez, sino más hombre que pez.
Justo cuando pensaba que la situación se había calmado, una secuencia de gritos comenzó de nuevo y el polizón se tomó del cuello asegurando que tenía sujetado al hombre-pez -No puede ser más idiota- Dije mientras negaba con la cabeza -Esa cosa está demente- Alerté a mis compañeros de viaje -Y ustedes también- Los miré fijamente -¿Cómo es que termino metido en estas cosas?- Pensé mientras me rascaba la parte posterior de la cabeza con una mano...
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Cuando hubieron entrado en conciencia de la situación, Áquila, Elliot y Karlen se asomaron a la borda para ayudar a salir del agua al misterioso polizón. A decir verdad, el hombre-pez estaba frío como el hielo, seguramente igual que las aguas en aquel momento. Una dulce brisa marina les recordaba a todos que, pese a ser tarde y hacer mucho frío, el mar era un lugar tranquilo y sereno.
-¿Quién eres... Misterioso hombre pez? -preguntó Áquila.
-Mi nombre es Oculus, y vivo en el mar desde generaciones con mi familia. Aunque hace años les abandoné para irme yo a conocer más mundo, más mar.
-Algo parecido a mi -contestó Áquila- Solo que yo voy en su búsqueda, hace años desaparecieron yendo a la mar.
-Vaya, es una pena, si hubiese vivido más años seguramente sabría decirte a donde fueron, pero seguramente sólo sería un pececillo por aquella época.
-No te preocupes por eso.
-Y ¿Qué hacéis a tan altas horas de la noche en un mar tan peligroso?
-Buscamos un pez que no existe -dijo Elliot- Al parecer no tenemos nada mejor que hacer.
El barco se mecía como una cuna a causa de las olas que aumentaban de tamaño, nadie pareció echar cuenta a ese hecho.
-¡No digas bobadas! ¡Claro que existe! -dijo el doctor, antes de bajar la cabeza- Eso espero...
-¿Qué pez buscáis? -dijo Oculus- A lo mejor lo he visto.
-Hairoka, un pez casi mitológico, creado durante la época en la que los hombres terrestres estuvieron aquí.
Oculus abrió exageradamente los ojos mirando a Karlen y luego al capitán Áquila.
-¡Debéis abandonar la búsqueda de inmediato!
-¿Por qué?
-No sabéis donde os metéis, desde niño mis padres me contaban historias de terror sobre ese pez, es la versión del hombre del saco humano pero para los peces. Esa bestia se come a todo lo que le incomode y no le gustan las visitas. Es muy peligroso, tenéis que abandonar o...
-No pienso abandonar hasta que lo vea.
-A eso iba, o abandonáis, o me dejáis ir con vosotros, soy el único que puede ver bajo el agua, y Hairoka es la leyenda más antigua de los mares, ni loco me perdería la oportunidad de verlo para creerlo. Además, necesitáis a alguien que sea vuestros ojos bajo el agua... ¿Hola?
Oculus se fijó en que Áquila ya no le escuchaba, sino que miraba al horizonte. Era difícil para él describir lo que estaba viendo, sus compañeros también se habían parado a mirarlo, era como un rayo de luz que salía del interior de las aguas, moviéndose alocadamente de un lado a otro, pero a gran distancia.
-¿Será...? -se preguntó Karlen estupefacto.
-¿Quién eres... Misterioso hombre pez? -preguntó Áquila.
-Mi nombre es Oculus, y vivo en el mar desde generaciones con mi familia. Aunque hace años les abandoné para irme yo a conocer más mundo, más mar.
-Algo parecido a mi -contestó Áquila- Solo que yo voy en su búsqueda, hace años desaparecieron yendo a la mar.
-Vaya, es una pena, si hubiese vivido más años seguramente sabría decirte a donde fueron, pero seguramente sólo sería un pececillo por aquella época.
-No te preocupes por eso.
-Y ¿Qué hacéis a tan altas horas de la noche en un mar tan peligroso?
-Buscamos un pez que no existe -dijo Elliot- Al parecer no tenemos nada mejor que hacer.
El barco se mecía como una cuna a causa de las olas que aumentaban de tamaño, nadie pareció echar cuenta a ese hecho.
-¡No digas bobadas! ¡Claro que existe! -dijo el doctor, antes de bajar la cabeza- Eso espero...
-¿Qué pez buscáis? -dijo Oculus- A lo mejor lo he visto.
-Hairoka, un pez casi mitológico, creado durante la época en la que los hombres terrestres estuvieron aquí.
Oculus abrió exageradamente los ojos mirando a Karlen y luego al capitán Áquila.
-¡Debéis abandonar la búsqueda de inmediato!
-¿Por qué?
-No sabéis donde os metéis, desde niño mis padres me contaban historias de terror sobre ese pez, es la versión del hombre del saco humano pero para los peces. Esa bestia se come a todo lo que le incomode y no le gustan las visitas. Es muy peligroso, tenéis que abandonar o...
-No pienso abandonar hasta que lo vea.
-A eso iba, o abandonáis, o me dejáis ir con vosotros, soy el único que puede ver bajo el agua, y Hairoka es la leyenda más antigua de los mares, ni loco me perdería la oportunidad de verlo para creerlo. Además, necesitáis a alguien que sea vuestros ojos bajo el agua... ¿Hola?
Oculus se fijó en que Áquila ya no le escuchaba, sino que miraba al horizonte. Era difícil para él describir lo que estaba viendo, sus compañeros también se habían parado a mirarlo, era como un rayo de luz que salía del interior de las aguas, moviéndose alocadamente de un lado a otro, pero a gran distancia.
-¿Será...? -se preguntó Karlen estupefacto.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
El regreso a las tierras del norte era más complicado de lo que me imaginaba pero también ir de allá hasta el pueblo de beltrexus no fue cosa fácil, me topé con incontables criaturas peligrosas, me atacaron cientos de veces y me lastime bastante, pero no todo fue tan malo.
Suspire manteniendo estos pensamientos y acelere mi vuelo por los aires esperando llegar a alguna parte pero llevaba horas volando encima del mar sin poder ubicarme y sin ver tierra firme, estaba cansada y comencé a preocuparme no sabía en qué lugar podía descansar mis alas y ni siquiera podía ver un islote o una roca para detenerme. Mire el mar una y otra vez esperando encontrar cualquier cosa para descansar y de repente lo vi.
Era un barco gigantesco iluminado por las luces de sus farolas, acelere encantada por encontrar un lugar de descanso pero ese encanto se esfumo al acercarme al navío, desde la distancia comencé a escuchar los gritos de los hombres que daban la alarma y encendían todas las luces mientras decían – un dragón - - ¿en el mar? ¿Estás loco? Esas cosas son valiosas – capitán un dragón - -atraparlo – gritaban sin parar y de repente comenzaron a disparar rayos.
No sabía cómo o por qué, pero supuse que debían de tener algún mago con ellos y sin más dilación gire con una acrobacia y volé en otra dirección lo más rápido que mis cansadas alas me permitieron. Sin embargo aunque era rápida volando no pude esquivar todos los ataques y un rayo me dio en pleno estómago. Herida y cansada volé sin rumbo fijo alejándome lo más posible de aquel navío, mis alas se sacarían de un lado a otro hasta que por el cansancio comenzaron a fallar y termine descendiendo en picada hasta caer en otro barco mucho más pequeño, el navío al recibir mi peso se indio unos momentos y regreso a flote casi como si nada, pero mi peso y la caída había destrozado algunas tablas de la cubierta.
Aun asustada mostré mis dientes y comencé a gruñir no sabía dónde había terminado pero si eran piratas les haría saber que lucharía si se atrevían a atacarme.
Suspire manteniendo estos pensamientos y acelere mi vuelo por los aires esperando llegar a alguna parte pero llevaba horas volando encima del mar sin poder ubicarme y sin ver tierra firme, estaba cansada y comencé a preocuparme no sabía en qué lugar podía descansar mis alas y ni siquiera podía ver un islote o una roca para detenerme. Mire el mar una y otra vez esperando encontrar cualquier cosa para descansar y de repente lo vi.
Era un barco gigantesco iluminado por las luces de sus farolas, acelere encantada por encontrar un lugar de descanso pero ese encanto se esfumo al acercarme al navío, desde la distancia comencé a escuchar los gritos de los hombres que daban la alarma y encendían todas las luces mientras decían – un dragón - - ¿en el mar? ¿Estás loco? Esas cosas son valiosas – capitán un dragón - -atraparlo – gritaban sin parar y de repente comenzaron a disparar rayos.
No sabía cómo o por qué, pero supuse que debían de tener algún mago con ellos y sin más dilación gire con una acrobacia y volé en otra dirección lo más rápido que mis cansadas alas me permitieron. Sin embargo aunque era rápida volando no pude esquivar todos los ataques y un rayo me dio en pleno estómago. Herida y cansada volé sin rumbo fijo alejándome lo más posible de aquel navío, mis alas se sacarían de un lado a otro hasta que por el cansancio comenzaron a fallar y termine descendiendo en picada hasta caer en otro barco mucho más pequeño, el navío al recibir mi peso se indio unos momentos y regreso a flote casi como si nada, pero mi peso y la caída había destrozado algunas tablas de la cubierta.
Aun asustada mostré mis dientes y comencé a gruñir no sabía dónde había terminado pero si eran piratas les haría saber que lucharía si se atrevían a atacarme.
Aisling
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Las cosas se habían calmado y tras la sesión de gritos, los tripulantes ayudaron al nuevo tripulante a quien el chico llama “Misterioso hombre pez”, un nombre algo largo pero pegajoso y que define muy bien su condición; luego este aclara que su nombre es Oculus, por lo que a partir de ahora pasará llamarte ante mis ojos irremediablemente como “Oculus, el misterioso hombre pez”.
Aquila parecía llevarse bastante bien con el nuevo chico e incluso parecían ser mejores amigos, contando acerca de lo parecidas que eran sus historias, me parecía intrigante la facilidad de palabra que tenía ese joven, pues podía hacer que los demás aceptaran sus ideas aunque estas fueran muy descabelladas; no pude evitar reír cuando el chico respondió con franqueza diciendo que buscábamos un pez que no existe, aunque a esto surgieron las defensas del doctor que estaba seguro de que lo que buscaba no era tan solo un mito.
Sin embargo sus palabras y la existencia del pez sería respaldada por Oculus, el misterioso hombre pez quien no solo nos advertía que debíamos desistir en la búsqueda del animal a menos que, claro, a menos que lo lleváramos con nosotros -Claro, Oculus, el misterioso hombre pez debería ir con nosotros- Dije un poco intrigado por lo que pudiera saber, aunque también tenía la idea de que solo quería quedarse con nosotros, pero ¿Qué razones lo habían llevado hasta nuestro barco? ¿Por qué había aparecido tan repentinamente? Definitivamente lo mejor sería tenerlo vigilado.
Tras ser sorprendidos por una misteriosa luz que destellaba sutilmente en la lejanía el sonido de un fuerte impacto llamó mi atención al otro lado del barco -¿Qué ha sido eso?- Pregunté a todos en general -¿Trajiste compañía? Oculus, el misterioso hombre pez- Pregunté al acuático para luego partir hacia el lugar del impacto en donde encontré a la imponente figura de un minidragón; retrocedí un poco y saludé recordando que en mis aventuras con Arygos, ella no podía hablar peso sí entendía los que le decíamos -Hola, traquilo chico, no te haremos daño- Dije a la criatura levantando las manos indicando que estaba desarmado, solo esperaba que no me arrancara la mitad del cuerpo de una mordida...
Aquila parecía llevarse bastante bien con el nuevo chico e incluso parecían ser mejores amigos, contando acerca de lo parecidas que eran sus historias, me parecía intrigante la facilidad de palabra que tenía ese joven, pues podía hacer que los demás aceptaran sus ideas aunque estas fueran muy descabelladas; no pude evitar reír cuando el chico respondió con franqueza diciendo que buscábamos un pez que no existe, aunque a esto surgieron las defensas del doctor que estaba seguro de que lo que buscaba no era tan solo un mito.
Sin embargo sus palabras y la existencia del pez sería respaldada por Oculus, el misterioso hombre pez quien no solo nos advertía que debíamos desistir en la búsqueda del animal a menos que, claro, a menos que lo lleváramos con nosotros -Claro, Oculus, el misterioso hombre pez debería ir con nosotros- Dije un poco intrigado por lo que pudiera saber, aunque también tenía la idea de que solo quería quedarse con nosotros, pero ¿Qué razones lo habían llevado hasta nuestro barco? ¿Por qué había aparecido tan repentinamente? Definitivamente lo mejor sería tenerlo vigilado.
Tras ser sorprendidos por una misteriosa luz que destellaba sutilmente en la lejanía el sonido de un fuerte impacto llamó mi atención al otro lado del barco -¿Qué ha sido eso?- Pregunté a todos en general -¿Trajiste compañía? Oculus, el misterioso hombre pez- Pregunté al acuático para luego partir hacia el lugar del impacto en donde encontré a la imponente figura de un minidragón; retrocedí un poco y saludé recordando que en mis aventuras con Arygos, ella no podía hablar peso sí entendía los que le decíamos -Hola, traquilo chico, no te haremos daño- Dije a la criatura levantando las manos indicando que estaba desarmado, solo esperaba que no me arrancara la mitad del cuerpo de una mordida...
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Todos miraban al frente, el mar les mostraba finalmente que podía ser verdad toda aquella historia del pez. Al menos pudieron disfrutar durante unos segundos de las excelentes vistas, hasta que algo detrás de ello provocó que cambiaran sus ojos de dirección. Fue como un aullido brutal que heló la sangre de todos los allí presentes, hasta que lo vieron, Grande, multicolor y con un aspecto temible.
-No... me... jodas... -fue todo lo que alcanzó a decir Áquila.
Al principio todos observaban estupefactos y quietos... Hasta que la bestia empezó a descender, tenía un rasguño considerable en el pecho.
-Oh mierda... Mierda, mierda, mierda...
Elliot fue retrocediendo al igual que el resto de tripulantes del barco, hasta que finalmente, con un horrible y monumental estruendo, el dragón aterrizó de lleno en el techo y, por raro que parezca, éste solo crujió y rompió algunas tablas con su caída.
-¡Aaaaah! ¡Una anguila voladora! -gritó Oculus.
Toda la tripulación se de dedicó a gritar como en momentos anteriores. Sin embargo, Áquila no les siguió en esta ocasión, sino que les interrumpió gritando con la cara iluminada en una sonrisa.
-¡Un dragón! ¡Cómo mola!
-Los dragones son despiadados y comen humanos ¿Qué tiene eso de molón? ¡Va a tomarnos por postre para su cena!
-¿Alguien ha olvidado que el pez puede haber hecho acto de presencia?
-Tienes razón, deberíamos olvidar el hecho de que una criatura sanguinaria que probablemente nos arranque la cabeza se ha posado en nuestro barco y avanzar alocadamente a por un pez que también es sanguinario PARA QUE PUEDAN HACER UN FESTÍN CON NOSOTROS.
Todos se quedaron mirando a Elliot que había ido subiendo de tono hasta ponerse rojo como una tetera en ebullición.
-Creo que deberías dejar las guindillas Elliot. -dijo Áquila el capitán -Bueno, mis tíos me dijeron una vez que la mayoría de estas bestias hablan así que ¡Manifiéstate! ¿A qué has venido aquí dragón?
-No... me... jodas... -fue todo lo que alcanzó a decir Áquila.
Al principio todos observaban estupefactos y quietos... Hasta que la bestia empezó a descender, tenía un rasguño considerable en el pecho.
-Oh mierda... Mierda, mierda, mierda...
Elliot fue retrocediendo al igual que el resto de tripulantes del barco, hasta que finalmente, con un horrible y monumental estruendo, el dragón aterrizó de lleno en el techo y, por raro que parezca, éste solo crujió y rompió algunas tablas con su caída.
-¡Aaaaah! ¡Una anguila voladora! -gritó Oculus.
Toda la tripulación se de dedicó a gritar como en momentos anteriores. Sin embargo, Áquila no les siguió en esta ocasión, sino que les interrumpió gritando con la cara iluminada en una sonrisa.
-¡Un dragón! ¡Cómo mola!
-Los dragones son despiadados y comen humanos ¿Qué tiene eso de molón? ¡Va a tomarnos por postre para su cena!
-¿Alguien ha olvidado que el pez puede haber hecho acto de presencia?
-Tienes razón, deberíamos olvidar el hecho de que una criatura sanguinaria que probablemente nos arranque la cabeza se ha posado en nuestro barco y avanzar alocadamente a por un pez que también es sanguinario PARA QUE PUEDAN HACER UN FESTÍN CON NOSOTROS.
Todos se quedaron mirando a Elliot que había ido subiendo de tono hasta ponerse rojo como una tetera en ebullición.
-Creo que deberías dejar las guindillas Elliot. -dijo Áquila el capitán -Bueno, mis tíos me dijeron una vez que la mayoría de estas bestias hablan así que ¡Manifiéstate! ¿A qué has venido aquí dragón?
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Estaba preocupado por las intenciones que pudiera tener hasta que escuché al hombre-pez gritar que se trataba de una anguila voladora; lo miré alzando una ceja extrañado por su percepción del mundo -¿Cómo no reconocer a un dragón?- Pensé sin decir nada; el joven e ingenuo capitán del navío sí que lo reconoció de inmediato; aunque los argumentos de su compañero Elliot, aunque con tintes de paranoia, parecía tener mucha lógica, en cualquier caso estábamos siendo bastante despreocupados, tal vez el capitán nos había contagiado esa relajada ingenuidad -Yo sugiero lanzarlo al mar- Dije sin remordimiento alguno, de ese modo nos podríamos librar al menos de uno de los problemas.
El capitán se dirigió al dragón esperando que le hablara, cosa totalmente absurda, los dragones no hablan en su forma draconiana, aunque luego se me ocurriría un nuevo plan gracias a ese detalle; si querían que el dragón hablara, yo lo haría hablar -Saludos, mi nombre es Pepe Pincho- [1] Dije con una voz diferente a la mía que no saldría de mis labios sino desde algún punto en la cabeza del dragón -Me hablo directamente a sus mentes- [1] Añadí también solo por si alguien notaba el pequeño detalle que la criatura no movía la boca al hablar -No me los voy a comer, solo necesito descansar- [1] Mencioné con la misma voz extraña a la que buscaba darle un tono tétrico y misterioso.
Pues ya está, no hay de qué preocuparse, ahora vamos por el pez- Dije sonriente esperando que volviéramos a otros asuntos; ciertamente era un dragón, pero mis aventuras con Arygos me habían enseñado que no eran las bestias come-hombres que se les acusaba ser; ya habría tiempo para tratar su herida si despertaba o lanzarla al mar si se moría; pues ahora había una tarea mucho más importante, atrapar a ese misterioso pez brillante que se había ganado toda mi curiosidad e interés.
El capitán se dirigió al dragón esperando que le hablara, cosa totalmente absurda, los dragones no hablan en su forma draconiana, aunque luego se me ocurriría un nuevo plan gracias a ese detalle; si querían que el dragón hablara, yo lo haría hablar -Saludos, mi nombre es Pepe Pincho- [1] Dije con una voz diferente a la mía que no saldría de mis labios sino desde algún punto en la cabeza del dragón -Me hablo directamente a sus mentes- [1] Añadí también solo por si alguien notaba el pequeño detalle que la criatura no movía la boca al hablar -No me los voy a comer, solo necesito descansar- [1] Mencioné con la misma voz extraña a la que buscaba darle un tono tétrico y misterioso.
Pues ya está, no hay de qué preocuparse, ahora vamos por el pez- Dije sonriente esperando que volviéramos a otros asuntos; ciertamente era un dragón, pero mis aventuras con Arygos me habían enseñado que no eran las bestias come-hombres que se les acusaba ser; ya habría tiempo para tratar su herida si despertaba o lanzarla al mar si se moría; pues ahora había una tarea mucho más importante, atrapar a ese misterioso pez brillante que se había ganado toda mi curiosidad e interés.
[1] Habilidad de Nivel 6: El que acecha en el Umbral
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Áquila escuchó como un niño chico las palabras del dragón con los ojos brillantes, y se alegró. Su tripulación era ahora un buen grupo gracias al sus nuevos compañeros. Verdaderamente, pese a las palabras de Elliot, sólo había una cosa de la que preocuparse en aquel momento... Hairoka. La oscuridad seguía reinando en todo el mar, así que no era complicado encontrar los dos focos que seguían en movimiento a gran distancia.
-¡Vamos a...!
Su iniciativa fue cortada por un repentino objeto que pasó al lado de ellos sin pestañear, era inmenso e hizo que la barca pesquera de Áquila se tambalease con el oleaje que desprendía su movimiento. El joven chico se agarró al timón y cada uno de los tripulantes hizo lo que puso por no caerse.
-¿Y ahora qué?
Elliot fijó la vista en dirección a donde iba el barco, pero alguien se adelantó en darse cuenta en que dirección iban los que le habían adelantado.
-¡Son piratas o contrabandistas! ¡Van a por el pez! ¡Tenemos que adelantarles!
Cuando la barca se niveló, el joven capitán entró corriendo en su estrecho cuarto, abrió el profundo almacén a oscuras (donde dormía Elliot y a veces hasta él cuando llovía) y sacó dos remos, salió disparado de nuevo al timón y le tiró un remo a Elliot y otro a Pepe Pincho, pero cayó al suelo.
-¡Pensé que ayudarías Pepe! -dijo Áquila señalando al dragón.
Acto seguido le lanzó el remo a Bio y, sin dar explicación, desenredó la vela y la puso en dirección a los focos. Elliot no lo pensó dos veces y empezó a remar. Realmente, un barco pequeño con viento a favor y buen ritmo, era capaz de superar en velocidad a uno más grande, y esa era la única ventaja que les podría permitir llegar antes que esos sucios contrabandistas que les habían seguido.
Pese a que tenían velocidad, no lograban alcanzar con tiempo al gran navío enemigo, por ello Oculus, sin avisar, se lanzó al mar y todo estuvo en silencio un largo rato mientras remaban. Algo empezó a sonar en la parte trasera de la barca pesquera y de repente empezó a avanzar a una velocidad casi inimaginable. Áquila se giró a mirar detrás, el hombre pez nadaba a gran velocidad con sus aletas, y por la forma de empujar debía tener una fuerza sobrenatural. Pronto verían a su preciado pez, pero también tendrían que hacer frente a unos contrabandistas.
-¡Vamos a...!
Su iniciativa fue cortada por un repentino objeto que pasó al lado de ellos sin pestañear, era inmenso e hizo que la barca pesquera de Áquila se tambalease con el oleaje que desprendía su movimiento. El joven chico se agarró al timón y cada uno de los tripulantes hizo lo que puso por no caerse.
-¿Y ahora qué?
Elliot fijó la vista en dirección a donde iba el barco, pero alguien se adelantó en darse cuenta en que dirección iban los que le habían adelantado.
-¡Son piratas o contrabandistas! ¡Van a por el pez! ¡Tenemos que adelantarles!
Cuando la barca se niveló, el joven capitán entró corriendo en su estrecho cuarto, abrió el profundo almacén a oscuras (donde dormía Elliot y a veces hasta él cuando llovía) y sacó dos remos, salió disparado de nuevo al timón y le tiró un remo a Elliot y otro a Pepe Pincho, pero cayó al suelo.
-¡Pensé que ayudarías Pepe! -dijo Áquila señalando al dragón.
Acto seguido le lanzó el remo a Bio y, sin dar explicación, desenredó la vela y la puso en dirección a los focos. Elliot no lo pensó dos veces y empezó a remar. Realmente, un barco pequeño con viento a favor y buen ritmo, era capaz de superar en velocidad a uno más grande, y esa era la única ventaja que les podría permitir llegar antes que esos sucios contrabandistas que les habían seguido.
Pese a que tenían velocidad, no lograban alcanzar con tiempo al gran navío enemigo, por ello Oculus, sin avisar, se lanzó al mar y todo estuvo en silencio un largo rato mientras remaban. Algo empezó a sonar en la parte trasera de la barca pesquera y de repente empezó a avanzar a una velocidad casi inimaginable. Áquila se giró a mirar detrás, el hombre pez nadaba a gran velocidad con sus aletas, y por la forma de empujar debía tener una fuerza sobrenatural. Pronto verían a su preciado pez, pero también tendrían que hacer frente a unos contrabandistas.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
El truco con la voz de dragón parecía haber sido todo un éxito, sonreí con malicia ante mi gran logro aunque la alegría no dudaría mucho tiempo; ni siquiera lo vimos venir, pero apenas volteamos a verlo, el enorme barco, o bueno, no era tan enorme pero comparado a la pequeña embarcación del chico, cualquier cosa era más grande; de cualquier modo, el barco pasó junto a nosotros moviendo las aguas y echándonos a un lado como si nos apartara con desprecio -No, más bien podrían ser contrabandistas, o piratas- Corregí las palabras de mi interlocutor para especificar de quién podría tratarse.
Me sujeté como pude de la orilla del pequeño bote para no caerme al agua y una vez que todo comenzó a calmarse fue momento de ponernos en acción; el chico salió disparado a toda prisa y antes que pudiera siquiera preguntarme a dónde había ido, regresó con un par de remos lanzándole uno al dragón aunque obviamente éste no hizo nada, parecía estar dormido y no sería yo quien lo despertara; tomé el remo tan pronto me lo arrojó y a pesar de la ausencia de palabras entendí perfectamente lo que quería: usar el remo para lanzar al dragón fuera del barco.
Miré durante un instante a la criatura mientras el chico se alejaba -Tiene razón, cualquier peso muerto solo nos hará más lento- Coloqué el remo en el piso pero justo antes de comenzar a empujar a la criatura me detuve -¡No! ¡Claro!- Exclamé contento -¡Tengo una mejor idea, lo usaré para remar!- Grité al chico aunque no sabía si podría escucharme con lo lejos que ya estaba.
Me dirigí al lado opuesto de donde había comenzado a remar Elliot e hice lo mismo con todas mis fuerzas y voluntad, la caída de las velas ayudó a que tomáramos velocidad en poco tiempo pero aún no parecía ser suficiente -Tal vez sí debamos lanzar al dragón- Murmuré para mí mismo al ver que no llegaríamos a tiempo pero justo entonces el hombre-pez pasó corriendo a toda prisa como un pescado... Con patas... En fin, pasó corriendo y se lanzó al agua -Desgraciado, cobarde, traidor- Murmuré al pensar que se había ido pero en poco tiempo nuestra marcha comenzó a acelerar; pensé al inicio que se había arrojado a sí mismo como peso muerto pero no parecía que fuera tan pesado; fue entonces cuando pude notar que el hombre-bestia nos estaba empujando -¡Eso es, amigo, jamás dudé de ti!- Le grité para apoyarlo y que no dejara de empujarnos.
Me sujeté como pude de la orilla del pequeño bote para no caerme al agua y una vez que todo comenzó a calmarse fue momento de ponernos en acción; el chico salió disparado a toda prisa y antes que pudiera siquiera preguntarme a dónde había ido, regresó con un par de remos lanzándole uno al dragón aunque obviamente éste no hizo nada, parecía estar dormido y no sería yo quien lo despertara; tomé el remo tan pronto me lo arrojó y a pesar de la ausencia de palabras entendí perfectamente lo que quería: usar el remo para lanzar al dragón fuera del barco.
Miré durante un instante a la criatura mientras el chico se alejaba -Tiene razón, cualquier peso muerto solo nos hará más lento- Coloqué el remo en el piso pero justo antes de comenzar a empujar a la criatura me detuve -¡No! ¡Claro!- Exclamé contento -¡Tengo una mejor idea, lo usaré para remar!- Grité al chico aunque no sabía si podría escucharme con lo lejos que ya estaba.
Me dirigí al lado opuesto de donde había comenzado a remar Elliot e hice lo mismo con todas mis fuerzas y voluntad, la caída de las velas ayudó a que tomáramos velocidad en poco tiempo pero aún no parecía ser suficiente -Tal vez sí debamos lanzar al dragón- Murmuré para mí mismo al ver que no llegaríamos a tiempo pero justo entonces el hombre-pez pasó corriendo a toda prisa como un pescado... Con patas... En fin, pasó corriendo y se lanzó al agua -Desgraciado, cobarde, traidor- Murmuré al pensar que se había ido pero en poco tiempo nuestra marcha comenzó a acelerar; pensé al inicio que se había arrojado a sí mismo como peso muerto pero no parecía que fuera tan pesado; fue entonces cuando pude notar que el hombre-bestia nos estaba empujando -¡Eso es, amigo, jamás dudé de ti!- Le grité para apoyarlo y que no dejara de empujarnos.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
La barca pesquera pronto adelantó la Carabela, donde vario de los piratas se asomaron por la borda gritando insultos de todo tipo. Áquila se agarró con fuerza al timón mientras la barca avanzaba a gran velocidad hacia los dos focos. Para cuando quisieron darse cuenta, podían incluso ver de dónde salían las dos luces y a su vez la pequeña embarcación disminuyó su velocidad.
Oculus apreció de nuevo por la borda, subió, se puso delante de Áquila, levantó un dedo para decir algo, y se desplomó en el suelo inconsciente por el cansancio. Karlen por su lado se asomó corriendo para observar el movimiento de las dos luces bajo el mar, y no tardó en notar algo sorprendente, todo el mar bajo él estaba iluminado por un tenue cian verdoso. Aunque, lo verdaderamente destacable era el origen de dicha luz, una forma muy iluminada con forma de pez que se movía de un lado a otro.
-Debe encantarle las luces -dijo Elliot mientras observaba el espectáculo.
-Todo lo contrario, esa es su luz natural, pero la luz normal no la aguanta, según los que dijeron verlo, siempre que se hace de día desaparece en las profundidades, debe dañarle de alguna forma la luz del Sol.
Entonces lo vieron más claro, el pez asomó la cabeza sobre el agua, y dejó ver su extraña forma compuesta por varios metales mal colocados y algún tipo de material permeable que protegía las luces de su interior. La luz verdosa parecía originarse en los motores del pez y algún tipo de foco viejo había sido colocado detrás del material permeable, estos se encendían y se apagaban de vez en cuando (como un parpadeo).
Oculus se levantó, y miró junto al resto del grupo a la bestia, acto seguido volvió a desmayarse.
-¿No nos atacará, no?
-Que va, mientras no le molestemos y le obstruyamos el camino, nos ve como su fuésemos corales, no tiene necesidad de atacarnos.
Áquila observaba el pez con una sonrisa de oreja a oreja, lo habían logrado, habían encontrado al fin al pez. Lejos de que los rumores fuesen ciertos, cosa que le alegraba también, disfrutaba sobretodo de que, verdaderamente, su aventura lo estaba llevando a conocer cosas fantásticas. Karlen había empezado a dibujarlo a mucha velocidad, y Elliot había descubierto que si le lanzaba trozos de pan, el animal los cogía. Hasta su loro se animaba y de vez en cuando se los acercaba él.
Verdaderamente parecía agresivo, pero como cualquier animal salvaje, mientras estuviese bien alimentado no daba problemas...
A menos que se los diesen.
Eso fue justo lo que ocurrió, porque una especie de red cayó sobre el pez y comenzó a arrastrarlo, la red estaba hecha de cadenas prácticamente irrompibles, y el animal comenzó a aullar. La Carabela había llegado, y en la punta del barco podía verse la malévola sonrisa del contrabandista. Áquila gruñó mientras sacaba su alabarda del cuarto, Elliot sacó un estoque de su vaina y su loro se pegó al su hombro gruñendo, Oculus se levantó, miró al barco pirata y se puso junto a sus compañeros enseñando sus afiladas uñas y poníendose en posición de ataque, hasta Karlen cogió una cuchilla vieja que llevaba en la bandolera... Todos estaban en guardia cuando Áquila lo dijo:
-Van a rrepentirse de haber venido.
Oculus apreció de nuevo por la borda, subió, se puso delante de Áquila, levantó un dedo para decir algo, y se desplomó en el suelo inconsciente por el cansancio. Karlen por su lado se asomó corriendo para observar el movimiento de las dos luces bajo el mar, y no tardó en notar algo sorprendente, todo el mar bajo él estaba iluminado por un tenue cian verdoso. Aunque, lo verdaderamente destacable era el origen de dicha luz, una forma muy iluminada con forma de pez que se movía de un lado a otro.
-Debe encantarle las luces -dijo Elliot mientras observaba el espectáculo.
-Todo lo contrario, esa es su luz natural, pero la luz normal no la aguanta, según los que dijeron verlo, siempre que se hace de día desaparece en las profundidades, debe dañarle de alguna forma la luz del Sol.
Entonces lo vieron más claro, el pez asomó la cabeza sobre el agua, y dejó ver su extraña forma compuesta por varios metales mal colocados y algún tipo de material permeable que protegía las luces de su interior. La luz verdosa parecía originarse en los motores del pez y algún tipo de foco viejo había sido colocado detrás del material permeable, estos se encendían y se apagaban de vez en cuando (como un parpadeo).
- Hairoka:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Oculus se levantó, y miró junto al resto del grupo a la bestia, acto seguido volvió a desmayarse.
-¿No nos atacará, no?
-Que va, mientras no le molestemos y le obstruyamos el camino, nos ve como su fuésemos corales, no tiene necesidad de atacarnos.
Áquila observaba el pez con una sonrisa de oreja a oreja, lo habían logrado, habían encontrado al fin al pez. Lejos de que los rumores fuesen ciertos, cosa que le alegraba también, disfrutaba sobretodo de que, verdaderamente, su aventura lo estaba llevando a conocer cosas fantásticas. Karlen había empezado a dibujarlo a mucha velocidad, y Elliot había descubierto que si le lanzaba trozos de pan, el animal los cogía. Hasta su loro se animaba y de vez en cuando se los acercaba él.
Verdaderamente parecía agresivo, pero como cualquier animal salvaje, mientras estuviese bien alimentado no daba problemas...
A menos que se los diesen.
Eso fue justo lo que ocurrió, porque una especie de red cayó sobre el pez y comenzó a arrastrarlo, la red estaba hecha de cadenas prácticamente irrompibles, y el animal comenzó a aullar. La Carabela había llegado, y en la punta del barco podía verse la malévola sonrisa del contrabandista. Áquila gruñó mientras sacaba su alabarda del cuarto, Elliot sacó un estoque de su vaina y su loro se pegó al su hombro gruñendo, Oculus se levantó, miró al barco pirata y se puso junto a sus compañeros enseñando sus afiladas uñas y poníendose en posición de ataque, hasta Karlen cogió una cuchilla vieja que llevaba en la bandolera... Todos estaban en guardia cuando Áquila lo dijo:
-Van a rrepentirse de haber venido.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Con la ayuda del hombre-pez no tardamos mucho en alcanzar y rebasar al otro barco cuyos tripulantes no parecían estar contentos con tal giro del destino; una vez que llegamos a donde se hallaba el brillo del misterioso pez, Oculus salió del agua y antes de poder decir una sola palabra cayó al agua completamente exhausto, y no era para menos después de su gran hazaña, gracias a él habíamos conseguido llegar al objetivo antes que los otros sujetos, aunque algo me decía que no serían buenos perdedores.
Debía admitir que no era exactamente como lo había imaginado, pues a todas luces no parecía una maravilla de la naturaleza sino simplemente uno de los raros experimentos de biocibernéticos que habían quedado regados por los diversos rincones de Aerandir -Conozco alguien a quien le pasa lo mismo con la luz del sol- Dije con picardía sin querer revelar ningún detalle comprometedor a mis compañeros de viaje; observé por un instante a los chicos que miraban sonrientes y maravillados, como si hubiesen olvidado que posiblemente los del otro barco intentarían arrancarnos las entrañas de maneras espantosas por haber interferido en sus planes.
No es por ser aguafiestas pero...- Intenté advertirles pero antes que pudiera terminar mi frase una red metálica fue lanzada sobre el pez de metal y luego comenzaron a arrastrarlo -Eso no es bueno, se lo quieren llevar- Advertí preparándome para saltar al agua y nadar hasta el otro barco, si lograba subir por la misma red no sería nada difícil llegar arriba; observé a la tripulación entera preparada para ser abordados, tendrían que defenderse solos y servir de entretenimiento mientras yo subía por el otro lado al barco atacante; me lancé al agua y nadé hasta sujetarme de la cadena con la que la criatura ya comenzaba a ser elevada para ponerla a bordo.
En primera instancia tomé una de mis dagas y traté de cortar la red pero no estaba nada fácil, se trataba de un metal muy fuerte, aunque al menos serviría para que yo pudiera trepar hasta arriba y abordar a aquellos canallas; parecían listos para saltar hacia el pequeño barco de Áquila cuando conseguí subir; un par de hombres hacían girar una polea con la que era levantada la cadena; corrí hacia ellos y di un salto para terminar pateando a cada uno con una pierna; gran acrobacia aunque la caída no sería nada elegante; y se pondría peor.
Debía admitir que no era exactamente como lo había imaginado, pues a todas luces no parecía una maravilla de la naturaleza sino simplemente uno de los raros experimentos de biocibernéticos que habían quedado regados por los diversos rincones de Aerandir -Conozco alguien a quien le pasa lo mismo con la luz del sol- Dije con picardía sin querer revelar ningún detalle comprometedor a mis compañeros de viaje; observé por un instante a los chicos que miraban sonrientes y maravillados, como si hubiesen olvidado que posiblemente los del otro barco intentarían arrancarnos las entrañas de maneras espantosas por haber interferido en sus planes.
No es por ser aguafiestas pero...- Intenté advertirles pero antes que pudiera terminar mi frase una red metálica fue lanzada sobre el pez de metal y luego comenzaron a arrastrarlo -Eso no es bueno, se lo quieren llevar- Advertí preparándome para saltar al agua y nadar hasta el otro barco, si lograba subir por la misma red no sería nada difícil llegar arriba; observé a la tripulación entera preparada para ser abordados, tendrían que defenderse solos y servir de entretenimiento mientras yo subía por el otro lado al barco atacante; me lancé al agua y nadé hasta sujetarme de la cadena con la que la criatura ya comenzaba a ser elevada para ponerla a bordo.
En primera instancia tomé una de mis dagas y traté de cortar la red pero no estaba nada fácil, se trataba de un metal muy fuerte, aunque al menos serviría para que yo pudiera trepar hasta arriba y abordar a aquellos canallas; parecían listos para saltar hacia el pequeño barco de Áquila cuando conseguí subir; un par de hombres hacían girar una polea con la que era levantada la cadena; corrí hacia ellos y di un salto para terminar pateando a cada uno con una pierna; gran acrobacia aunque la caída no sería nada elegante; y se pondría peor.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Los tripulantes del barco no buscaban un enfrentamiento, más bien buscaban coger lo que querían y huir, así que comenzaron a alejarse del barco pesquero. Áquila alzó la alabarda - ¡No huirán! ¡Esperadme aquí!
Ató una cuerda a la parte trasera de su arma y la lanzó con todas sus fuerzas como si fuese un arpón. Éste dio de lleno contra el palo frontal de la Carabela y logró así usarlo de liana para, de un salto desde lo alto del barco pesquero, balancearse hasta unos metros por encima de la embarcación. Cayó de bruces contra el suelo, por un momento quedó atónito, pero tuvo que responder ante la repentina llegada de piratas que iban a rebanarle el cuello.
Esquivó dos estocadas que se clavaron en el suelo mientras rodaba. Acto seguido logró levantarse y corrió hasta el palo principal del barco para arrancar su arma. No le dio tiempo a cortar la cuerda, así que tuvo que retener dos golpes que casi lo desequilibran de lo alto del palo al agua. Sin embargo, aprovechó el tercer golpe para (mientras lo retenía), poner la alabarda en la dirección en que la cuerda estaba atada, de manera que logró liberarse de ella.
Con un par de golpes hábiles tiró a los dos que lo perseguían al agua y corrió hasta llegar como pudo hasta la cubierta de nuevo, solo que ésta vez buscaba algo en especial, algo que no tardó en ver. Corrió en dirección al objeto metálico, tiró su alabarda al suelo y con todas las fuerzas que tenía tiró del ancla en dirección al agua.
No podía, le faltaban las fuerzas, sólo no podía, y además ya había cinco piratas a unos pocos metros de él. Se vio obligado a soltar el objeto y volver a armarse con su alabarda. A los dos primeros los desplomó en segundos, pues el primero salió disparado por la borda con la fuerza con la que lo golpeo la alabarda y el segundo recibió el culatazo del arma en la cara al intentar atacar por detrás.
Tres se acercaban cuando un golpe a su espalda lo alarmó, Oculus había subido, seguramente había aprovechado sus manos-ventosas para trepar. Estaba intentando levantar el ancla. Áquila aprovechó y se colocó en medio de los tres contrincantes haciendo un tornado con su alabarda, de manera que recibieron varios golpes hasta desplomarse. Luego corrió hasta su amigo y entre los dos lograron que el objeto se dejase alzar hasta desplomarse con todo su peso por las oscuras aguas. La bobina que tenía enroscada la cadena en un lado del barco empezó a girar de una manera desorbitada liberando el ancla.
Al principio no ocurrió nada por un momento, pero luego fue como frenar una carroza en pleno galope, todo el barco se detuvo, pero los que se movieron fueron sus integrantes. Algún desgraciado de los piratas se encontraba cerca de la barandilla y salió disparado por la borda. Oculus y Áquila estaban agarrados a la bobina, que empezó a crujir con bastante fuerza. Por un momento parecía que fuese a desprenderse, pero el barco se estabilizó y todos cayeron al suelo.
Áquila abrió los ojos con un parpadeo, alargó la mano hasta poder agarrar su alabarda a pocos metros de él, hasta que se percató de los pies, al principio fue como un repiqueteo, pero logró detectar que eran pisadas. Alguien se acercaba a toda velocidad. Observó que era un hombre de gran porte pero claramente pirata, que indudablemente debía ser el capitán.
El joven tan solo alcanzó a intentar darle con un inútil golpe de su alabarda, pero el capitán la agarró y se la arrebató, lanzándola por la borda. Luego alzó su espada y...
¿Ya? ¿Hasta ahí? A Áquila le pitaban los oídos por el golpe contra el suelo, y apenas había tenido tiempo de reaccionar pero ¿Por ello iba a morir? ¿Tan rápido acababa su aventura? Tan solo cerró los ojos y esperó hasta que oyó el horrible sonido de la espada cortando carne...
Abrió los ojos, y lo que vio no fue al capitán, sino una piel escamosa atravesada por un acero que comenzó a chorrear sangre. Oculus pegó un suspiro y tosió sangre.
Ató una cuerda a la parte trasera de su arma y la lanzó con todas sus fuerzas como si fuese un arpón. Éste dio de lleno contra el palo frontal de la Carabela y logró así usarlo de liana para, de un salto desde lo alto del barco pesquero, balancearse hasta unos metros por encima de la embarcación. Cayó de bruces contra el suelo, por un momento quedó atónito, pero tuvo que responder ante la repentina llegada de piratas que iban a rebanarle el cuello.
Esquivó dos estocadas que se clavaron en el suelo mientras rodaba. Acto seguido logró levantarse y corrió hasta el palo principal del barco para arrancar su arma. No le dio tiempo a cortar la cuerda, así que tuvo que retener dos golpes que casi lo desequilibran de lo alto del palo al agua. Sin embargo, aprovechó el tercer golpe para (mientras lo retenía), poner la alabarda en la dirección en que la cuerda estaba atada, de manera que logró liberarse de ella.
Con un par de golpes hábiles tiró a los dos que lo perseguían al agua y corrió hasta llegar como pudo hasta la cubierta de nuevo, solo que ésta vez buscaba algo en especial, algo que no tardó en ver. Corrió en dirección al objeto metálico, tiró su alabarda al suelo y con todas las fuerzas que tenía tiró del ancla en dirección al agua.
No podía, le faltaban las fuerzas, sólo no podía, y además ya había cinco piratas a unos pocos metros de él. Se vio obligado a soltar el objeto y volver a armarse con su alabarda. A los dos primeros los desplomó en segundos, pues el primero salió disparado por la borda con la fuerza con la que lo golpeo la alabarda y el segundo recibió el culatazo del arma en la cara al intentar atacar por detrás.
Tres se acercaban cuando un golpe a su espalda lo alarmó, Oculus había subido, seguramente había aprovechado sus manos-ventosas para trepar. Estaba intentando levantar el ancla. Áquila aprovechó y se colocó en medio de los tres contrincantes haciendo un tornado con su alabarda, de manera que recibieron varios golpes hasta desplomarse. Luego corrió hasta su amigo y entre los dos lograron que el objeto se dejase alzar hasta desplomarse con todo su peso por las oscuras aguas. La bobina que tenía enroscada la cadena en un lado del barco empezó a girar de una manera desorbitada liberando el ancla.
Al principio no ocurrió nada por un momento, pero luego fue como frenar una carroza en pleno galope, todo el barco se detuvo, pero los que se movieron fueron sus integrantes. Algún desgraciado de los piratas se encontraba cerca de la barandilla y salió disparado por la borda. Oculus y Áquila estaban agarrados a la bobina, que empezó a crujir con bastante fuerza. Por un momento parecía que fuese a desprenderse, pero el barco se estabilizó y todos cayeron al suelo.
Áquila abrió los ojos con un parpadeo, alargó la mano hasta poder agarrar su alabarda a pocos metros de él, hasta que se percató de los pies, al principio fue como un repiqueteo, pero logró detectar que eran pisadas. Alguien se acercaba a toda velocidad. Observó que era un hombre de gran porte pero claramente pirata, que indudablemente debía ser el capitán.
El joven tan solo alcanzó a intentar darle con un inútil golpe de su alabarda, pero el capitán la agarró y se la arrebató, lanzándola por la borda. Luego alzó su espada y...
¿Ya? ¿Hasta ahí? A Áquila le pitaban los oídos por el golpe contra el suelo, y apenas había tenido tiempo de reaccionar pero ¿Por ello iba a morir? ¿Tan rápido acababa su aventura? Tan solo cerró los ojos y esperó hasta que oyó el horrible sonido de la espada cortando carne...
Abrió los ojos, y lo que vio no fue al capitán, sino una piel escamosa atravesada por un acero que comenzó a chorrear sangre. Oculus pegó un suspiro y tosió sangre.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Caí con el trasero justo sobre la polea y me terminé retorciendo en el piso del dolor, luego debí girar sin descanso para evitar los espadasos que me seguían como una sucesión de golpes en el piso -No tenemos tiempo para esto, suban el pez y vámonos- Gritó alguien que no alcancé a identificar desde el piso donde me seguía arrastrando -Ya, ya, suficiente, el jefe es él- Dije señalando al joven Áquila que se había unido a la lucha -Deberían tratar de matarlo a él, no a mí, yo solo sigo órdenes- Dije abriendo las piernas e impulsándome con las manos antes que me dejaran sin posibilidades de tener un heredero algún día -Tienen que entenderme, un hombre hace lo que tiene que hacer, tengo niños que alimentar- Rodé hasta quedar cerca de uno de los sujetos y le di una fuerte patada en la rodilla que sin piedad le rompió la pierna enviándolo al piso.
Los demás me miraron furiosos al ver lo que había hecho a su compañero -Oh, disculpa, lo lamento, ha sido un accidente, te ayudaré a levantarte- Me paré tras el hombre caído y tomándolo por el brazo lo halé muy fuerte para luego con el mismo impulso lanzarlo al agua -Está fría, te ayudará a calmar el dolor- Le dije desde arriba -¿Y si les pido unirme a su tripulación?- Pregunté mientras sacaba mis dagas preparándome para lo peor -Realmente me gusta más este barco, y ustedes se ven tan rudos, no gritarían como niñas si ven algo como esa cosa-pez- Dije señalando a Oculus que se había unido también a la batalla; los hombres murmuraron insultos contra el pobre hombre-bestia que yo ni siquiera me atrevería a repetir -Hey, algo de respeto, no es su culpa estar tan hediondo y feo- Lo defendí con carácter.
El misterioso hombre pez había conseguido llamar la atención de los sujetos lo suficiente para distraerlos un rato, momento que aproveché para cortarles velozmente los músculos del antebrazo y conseguir que soltaran sus armas, por ahora trataría de no matarlos... Por ahora. Observé por un breve instante al chico que estaba dando una buena batalla, definitivamente sabía defenderse, eso o era increíblemente suertudo pues lograba unas pericias que ni ensayándolas me saldrían a mí; o al menos iba muy bien hasta que finalmente cayó al enfrentarse al capitán -¡¡NO!!- Grité desde lejos pensando que sería su final pero repentinamente el oloroso a pescado se interpuso para recibir la estocada en lugar del humano.
Abrí los ojos como platos ante tan alarmante escena y traté de correr hacia ellos pero un par de sujetos me bloquearon el paso; había tratado de no llegar a nada irremediable pero ellos habían cruzado el límite y no pensaba dejarlos continuar; giré mis dagas entre mis dedos y tomé una posición ofensiva y defensiva, bastaría solo un instante para hallar el punto y momento indicado para eliminarlos con ataques certeros y muy precisos, había llegado el momento de finalizar la batalla de la peor manera, para ellos.
Los demás me miraron furiosos al ver lo que había hecho a su compañero -Oh, disculpa, lo lamento, ha sido un accidente, te ayudaré a levantarte- Me paré tras el hombre caído y tomándolo por el brazo lo halé muy fuerte para luego con el mismo impulso lanzarlo al agua -Está fría, te ayudará a calmar el dolor- Le dije desde arriba -¿Y si les pido unirme a su tripulación?- Pregunté mientras sacaba mis dagas preparándome para lo peor -Realmente me gusta más este barco, y ustedes se ven tan rudos, no gritarían como niñas si ven algo como esa cosa-pez- Dije señalando a Oculus que se había unido también a la batalla; los hombres murmuraron insultos contra el pobre hombre-bestia que yo ni siquiera me atrevería a repetir -Hey, algo de respeto, no es su culpa estar tan hediondo y feo- Lo defendí con carácter.
El misterioso hombre pez había conseguido llamar la atención de los sujetos lo suficiente para distraerlos un rato, momento que aproveché para cortarles velozmente los músculos del antebrazo y conseguir que soltaran sus armas, por ahora trataría de no matarlos... Por ahora. Observé por un breve instante al chico que estaba dando una buena batalla, definitivamente sabía defenderse, eso o era increíblemente suertudo pues lograba unas pericias que ni ensayándolas me saldrían a mí; o al menos iba muy bien hasta que finalmente cayó al enfrentarse al capitán -¡¡NO!!- Grité desde lejos pensando que sería su final pero repentinamente el oloroso a pescado se interpuso para recibir la estocada en lugar del humano.
Abrí los ojos como platos ante tan alarmante escena y traté de correr hacia ellos pero un par de sujetos me bloquearon el paso; había tratado de no llegar a nada irremediable pero ellos habían cruzado el límite y no pensaba dejarlos continuar; giré mis dagas entre mis dedos y tomé una posición ofensiva y defensiva, bastaría solo un instante para hallar el punto y momento indicado para eliminarlos con ataques certeros y muy precisos, había llegado el momento de finalizar la batalla de la peor manera, para ellos.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Áquila cerró los ojos por un segundo mientras oía una voz en su interior "Mi nombre es Oculus, y vivo en el mar desde generaciones con mi familia. Aunque hace años les abandoné para irme yo a conocer más mundo, más mar." ¿Así acaba su mundo? ¿Por qué no él? ¿Por qué tuvo que ser el inocente hombre pez?
Oculus se dejó caer, y el capitán sacó su espada del pecho como si se tratase de una mugre que se le había quedado pegada, eso mismo mostraba la cara de desprecio. Elliot (con su loro al hombro) y Karlen llegaron subiendo por la cadena, el joven compañero de Áquila llevaba la alabarda en una mano y su propia espada en otra. Le lanzó la alabarda a él, y esta cayó a pocos metros de Áquila. Los dos nuevos polizones tardaron en fijarse en el cuerpo ensangrentado de Oculus.
-¡No! -exclamó él.
El capitán del otro barco se dispuso a acabar con Áquila, puesto que él no reaccionaba, ni siquiera cogió su alabarda, sólo miraba el cuerpo del hombre pez. Elliot fue quien interceptó el golpe con su espada.
-¡Maldito asesino!
Karlen fue a clavar su cuchillo en la espalda del capitán, pero dos piratas le cortaron el paso. Mientras, Hairoka se removía en sus redes observando la batalla, totalmente desinhibido de lo que sucedía. Elliot retenía cuantos golpes podía del capitán, pero se veía con facilidad que el combate estaba desnivelado, tal vez sólo Áquila era rival para aquél sucio y mugriento pero inmenso pirata, pero el joven marinero seguía en shock observando el cuerpo de Oculus.
-Vaya, la muerte de ese debilucho pez ha dejado a vuestro capitán más muerto que él.
Dijo el capitán con una sonrisa. Ese fue el arranque. Áquila cogió su alabarda justo cuando un golpe de espada hizo que Elliot perdiese la suya, entonces éste se echó atrás para alejarse mientras el joven capitán interceptaba el siguiente golpe, fue en ese momento que empezó verdaderamente el combate. Mientras que el capitán de gran estatura parecía golpear con una fuerza brutal, Áquila se contentaba con interceptar sus golpes y huir bajo su brazo mientras hacía algún que otro corte en las piernas o brazos del inmenso capitán en su camino.
Ciertamente, era la primera persona a la que atacaba directamente con el filo, y no era malo. Más bien, el capitán gigantesco tardó unos minutos en caer de rodillas ensangrentado por sus piernas y brazos, pero Áquila no iba a matarlo, iba a hacerlo sufrir, mucho.
Oculus se dejó caer, y el capitán sacó su espada del pecho como si se tratase de una mugre que se le había quedado pegada, eso mismo mostraba la cara de desprecio. Elliot (con su loro al hombro) y Karlen llegaron subiendo por la cadena, el joven compañero de Áquila llevaba la alabarda en una mano y su propia espada en otra. Le lanzó la alabarda a él, y esta cayó a pocos metros de Áquila. Los dos nuevos polizones tardaron en fijarse en el cuerpo ensangrentado de Oculus.
-¡No! -exclamó él.
El capitán del otro barco se dispuso a acabar con Áquila, puesto que él no reaccionaba, ni siquiera cogió su alabarda, sólo miraba el cuerpo del hombre pez. Elliot fue quien interceptó el golpe con su espada.
-¡Maldito asesino!
Karlen fue a clavar su cuchillo en la espalda del capitán, pero dos piratas le cortaron el paso. Mientras, Hairoka se removía en sus redes observando la batalla, totalmente desinhibido de lo que sucedía. Elliot retenía cuantos golpes podía del capitán, pero se veía con facilidad que el combate estaba desnivelado, tal vez sólo Áquila era rival para aquél sucio y mugriento pero inmenso pirata, pero el joven marinero seguía en shock observando el cuerpo de Oculus.
-Vaya, la muerte de ese debilucho pez ha dejado a vuestro capitán más muerto que él.
Dijo el capitán con una sonrisa. Ese fue el arranque. Áquila cogió su alabarda justo cuando un golpe de espada hizo que Elliot perdiese la suya, entonces éste se echó atrás para alejarse mientras el joven capitán interceptaba el siguiente golpe, fue en ese momento que empezó verdaderamente el combate. Mientras que el capitán de gran estatura parecía golpear con una fuerza brutal, Áquila se contentaba con interceptar sus golpes y huir bajo su brazo mientras hacía algún que otro corte en las piernas o brazos del inmenso capitán en su camino.
Ciertamente, era la primera persona a la que atacaba directamente con el filo, y no era malo. Más bien, el capitán gigantesco tardó unos minutos en caer de rodillas ensangrentado por sus piernas y brazos, pero Áquila no iba a matarlo, iba a hacerlo sufrir, mucho.
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
El joven y soñador capitán se encontraba en problemas, y es que alguien debía decirle que tirado en el piso ahogándose en su tristeza no iba a resolver nada -Maldita sea, no los perdonaré- Dije furioso al par de sujetos que me cerraban el paso; la frustración comenzaba a abrumarme y todo comenzaba a tornarse rojo ante mis ojos hasta que finalmente perdí completamente el control y me dejé llevar por mis más bajos impulsos; [1] salté sobre el primero de ellos clavando mis dagas a los lados de su cuello mientras apoyaba mis rodillas en su pecho; como era de esperarse no logró mantener el equilibrio y cuando sus fuerzas lo abandonaron ambos caímos al piso; varios golpes sonaron a mi espalda e incluso unas gotas de sangre volaron sobre mí, aunque de momento no sentía nada.
Giré por el piso para evitar varios golpes de la espada del pirata que aún se mantenía en pie y que entre gritos e insultos amenazaba con vengar a su compañero, tal como si yo no estuviera vengando al mío; ni siquiera me preocupé en prestarle atención, y aunque quisiera hacerlo no habría podido; me hervía la sangre en las venas y solo pensaba en asesinar a quien se pusiera en frente; mientras me acercaba el hombre dejó caer su espada verticalmente en dirección a mi cabeza pero conseguí detener el golpe con las dagas cruzadas; luego le di una fuerte patada en la rodilla derecha que transformó su anatomía invirtiendo la articulación de su pierna.
El hombre cayó al piso gritando de dolor y no tardé en saltar sobre él para aplastar su cabeza sin remordimiento alguno; había quedado con las rodillas flexionadas y comenzaba a levantarme cuando una patada me envió hacia el frente golpeándome contra el borde del barco; me giré hacia el recién llegado con el rostro convertido en una fiera salvaje; tanto que el hombre retrocedió un par de pasos ante la primera impresión; aunque solo eso lograría avanzar; se acercó con toda la precaución que pudo y me dio un fuerte golpe en el rostro aunque en mi estado no llegué a sentir nada; eso no significaba que no me hubiera hecho daño, efectivamente había comenzado a sangrar hacía ya un largo rato.
Escupí al piso y me lancé sobre este último temerario que apenas pudo resistir la serie de cortes que cayeron sobre él para reducirlo al mismo tiempo que por el efecto arcano en las dagas se sanaban mis propias heridas; di un par de pasos atrás al recuperar mi propia consciencia y entender lo que había hecho y contemplé con horror todo el festival de sangre que había dejado en el piso; respiré profundo antes de voltear al recordar que el chico estaba en problemas; aunque afortunadamente sus propios compañeros habían acudido en su ayuda; apenas quedaba el capitán y otros pocos piratas que no parecían querer atreverse a probar suerte; tal vez no les pagaban lo suficiente para tomar ese riesgo luego de ver lo que había quedado de sus compañeros.
Vamos chico, tú puedes- Animé al jovencito mientras me acercaba tan rápido como podía porque aunque no lo demostraría, ya estaba completamente exhausto y no tardaría mucho en ceder ante el cansancio, solo esperaba que eso ocurriera después de la batalla y no antes...
[1] Habilidad de Nivel 8: Nunca Más Giré por el piso para evitar varios golpes de la espada del pirata que aún se mantenía en pie y que entre gritos e insultos amenazaba con vengar a su compañero, tal como si yo no estuviera vengando al mío; ni siquiera me preocupé en prestarle atención, y aunque quisiera hacerlo no habría podido; me hervía la sangre en las venas y solo pensaba en asesinar a quien se pusiera en frente; mientras me acercaba el hombre dejó caer su espada verticalmente en dirección a mi cabeza pero conseguí detener el golpe con las dagas cruzadas; luego le di una fuerte patada en la rodilla derecha que transformó su anatomía invirtiendo la articulación de su pierna.
El hombre cayó al piso gritando de dolor y no tardé en saltar sobre él para aplastar su cabeza sin remordimiento alguno; había quedado con las rodillas flexionadas y comenzaba a levantarme cuando una patada me envió hacia el frente golpeándome contra el borde del barco; me giré hacia el recién llegado con el rostro convertido en una fiera salvaje; tanto que el hombre retrocedió un par de pasos ante la primera impresión; aunque solo eso lograría avanzar; se acercó con toda la precaución que pudo y me dio un fuerte golpe en el rostro aunque en mi estado no llegué a sentir nada; eso no significaba que no me hubiera hecho daño, efectivamente había comenzado a sangrar hacía ya un largo rato.
Escupí al piso y me lancé sobre este último temerario que apenas pudo resistir la serie de cortes que cayeron sobre él para reducirlo al mismo tiempo que por el efecto arcano en las dagas se sanaban mis propias heridas; di un par de pasos atrás al recuperar mi propia consciencia y entender lo que había hecho y contemplé con horror todo el festival de sangre que había dejado en el piso; respiré profundo antes de voltear al recordar que el chico estaba en problemas; aunque afortunadamente sus propios compañeros habían acudido en su ayuda; apenas quedaba el capitán y otros pocos piratas que no parecían querer atreverse a probar suerte; tal vez no les pagaban lo suficiente para tomar ese riesgo luego de ver lo que había quedado de sus compañeros.
Vamos chico, tú puedes- Animé al jovencito mientras me acercaba tan rápido como podía porque aunque no lo demostraría, ya estaba completamente exhausto y no tardaría mucho en ceder ante el cansancio, solo esperaba que eso ocurriera después de la batalla y no antes...
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
-No lo hagas.
La voz de Oculus impidió el corte de mano que estaba a punto de hacerle al capitán. Áquila pensaba mutilarlo con su alabarda, lentamente, dado que cuando entraba en rabia... No se conocía entrado en rabia, era la primera vez que quería hacer a otra persona sufrir.
-¡Oculus!
El joven capitán recuperó la conciencia de dónde estaba y lo que hacía, tiró su alabarda al suelo al mismo tiempo que el otro capitán se desplomaba ensangrentado e inconsciente en el suelo. Con dificultad puso boca arriba al hombre pez, que tenía una mano sobre la profunda herida, se desangraba tanto en la mano como en la espalda, y de vez en cuando tosía sangre.
-¡¿Alguno de vosotros es un médico?! ¡Maldita sea! ¡Alguien que le vende las heridas!
Gritaba Áquila con lágrimas en los ojos, los otros piratas habían tirado las armas y observaban la escena, mientras Elliot se puso al lado de Áquila y Karlen se mantuvo en silencio con el puño apretado, intentando no llorar. Áquila le sostenía la otra mano, el hombre pez abrió la boca con dificultad para pronunciar sus últimas palabras:
-Capit... tán Áquila... M... Me preguntaba si podría acogerme c... como miembro de su... su tripulación.
Áquila lo miró a los ojos mientras lloraba.
-Siempre lo serás, alférez Oculus...
El hombre pez cerró los ojos, con una sonrisa y un susurro: Nunca cambies...
Hubo un largo silencio mientras todos observaban a Áquila en silencio frente al hombre pez muerto. Sólo se oía el choque suave de alguna ola contra el barco, junto al fuerte torrente de aire que dejaba un raro silencio cómodo. El joven capitán respiró hondo, se quitó las lágrimas con la manga, luego se levantó, cogió la alabarda y bajó las escaleras, al llegar, se encontró con una maera de cadáveres, y al único que vio cerca de allí fue a Bio. Ignoró el hecho, y siguió avanzando hasta llegar a la red donde estaría el pez, el resto (Elliot, Karlen y los otros piratas) lo observaban en silencio.
-¡¡¡¿Dónde está Hairoka?!!!
La red estaba abierta, y vacía. Alguien había aprovechado la batalla para llevarse el pez.
La voz de Oculus impidió el corte de mano que estaba a punto de hacerle al capitán. Áquila pensaba mutilarlo con su alabarda, lentamente, dado que cuando entraba en rabia... No se conocía entrado en rabia, era la primera vez que quería hacer a otra persona sufrir.
-¡Oculus!
El joven capitán recuperó la conciencia de dónde estaba y lo que hacía, tiró su alabarda al suelo al mismo tiempo que el otro capitán se desplomaba ensangrentado e inconsciente en el suelo. Con dificultad puso boca arriba al hombre pez, que tenía una mano sobre la profunda herida, se desangraba tanto en la mano como en la espalda, y de vez en cuando tosía sangre.
-¡¿Alguno de vosotros es un médico?! ¡Maldita sea! ¡Alguien que le vende las heridas!
Gritaba Áquila con lágrimas en los ojos, los otros piratas habían tirado las armas y observaban la escena, mientras Elliot se puso al lado de Áquila y Karlen se mantuvo en silencio con el puño apretado, intentando no llorar. Áquila le sostenía la otra mano, el hombre pez abrió la boca con dificultad para pronunciar sus últimas palabras:
-Capit... tán Áquila... M... Me preguntaba si podría acogerme c... como miembro de su... su tripulación.
Áquila lo miró a los ojos mientras lloraba.
-Siempre lo serás, alférez Oculus...
El hombre pez cerró los ojos, con una sonrisa y un susurro: Nunca cambies...
Hubo un largo silencio mientras todos observaban a Áquila en silencio frente al hombre pez muerto. Sólo se oía el choque suave de alguna ola contra el barco, junto al fuerte torrente de aire que dejaba un raro silencio cómodo. El joven capitán respiró hondo, se quitó las lágrimas con la manga, luego se levantó, cogió la alabarda y bajó las escaleras, al llegar, se encontró con una maera de cadáveres, y al único que vio cerca de allí fue a Bio. Ignoró el hecho, y siguió avanzando hasta llegar a la red donde estaría el pez, el resto (Elliot, Karlen y los otros piratas) lo observaban en silencio.
-¡¡¡¿Dónde está Hairoka?!!!
La red estaba abierta, y vacía. Alguien había aprovechado la batalla para llevarse el pez.
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
La escena me había dejado boquiabierto, el chico se encontraba completamente fuera de sí y justo cuando estaba por dar la estocada final a su adversario fue detenido por la voz del chico-pez quien le pedía no hacerlo ¿Por qué no? ¿Para qué dejarlo vivir? Quien no respeta las vidas ajenas no se merece la suya propia; habría avanzado hasta matarlo yo mismo si no se hubiera desplomado al piso; al parecer había terminado la batalla y ahora solo quedaba el dolor de sus vestigios; el hombre pez llevaba a cabo una lastimosa y conmovedora escena que me habría hecho llorar si no fuera yo un tipo bastante rudo y malote.
Miré hacia otro lado y limpié mis lágrimas causadas por... El agua salada, sí, seguro era por eso; estábamos solos, perdidos en la inmensidad del Mar de Aerandir; yo no era médico pero sí había visto muchas heridas en incontables batallas, sabía de sobra cuando una herida era mortal y a menos que apareciera de la nada algún elfo con poderes de sanación destacables, tratar al herido parecía un trabajo más emocional que racional.
Permanecí en silencio con la mirada perdida en el horizonte hasta que el grito del chico me hizo volver a la realidad, hasta ahora se me había olvidado por completo el fulano pez brillante y no resultaba ser el único, cosa que alguien había sabido aprovechar para llevarse al pez -Rayos- Di un golpe al borde del barco molesto por tal despiste y dirigí la vista hacia varias partes hasta que un punto brillante llamó mi atención -Allá, la luz- Dije señalando hacia atrás del barco, una lámpara se alejaba lentamente sobre un pequeño bote con un par de siluetas a bordo aunque a tal distancia no alcanzaba a ver sus figuras -Hay que alcanzarlos... O atraerlos- Concluí con malicia señalando un gran arpón en un costado del barco, con algo de puntería podíamos hacer un tiro largo y luego usar la cuerda para hacerlos volver.
Teníamos dos opciones pero por esta vez dejaría que el capitán decidiera la mejor opción -Guíanos intrépido líder- Le dije al joven esperando sus instrucciones, si el mar era su mundo seguramente encontraría la mejor solución y no me quedaba más remedio que seguirlo hasta donde decidiera llegar -¿Puedes ver quiénes son?- Le dije señalando a las figuras que se alejaban en el pequeño bote...
Miré hacia otro lado y limpié mis lágrimas causadas por... El agua salada, sí, seguro era por eso; estábamos solos, perdidos en la inmensidad del Mar de Aerandir; yo no era médico pero sí había visto muchas heridas en incontables batallas, sabía de sobra cuando una herida era mortal y a menos que apareciera de la nada algún elfo con poderes de sanación destacables, tratar al herido parecía un trabajo más emocional que racional.
Permanecí en silencio con la mirada perdida en el horizonte hasta que el grito del chico me hizo volver a la realidad, hasta ahora se me había olvidado por completo el fulano pez brillante y no resultaba ser el único, cosa que alguien había sabido aprovechar para llevarse al pez -Rayos- Di un golpe al borde del barco molesto por tal despiste y dirigí la vista hacia varias partes hasta que un punto brillante llamó mi atención -Allá, la luz- Dije señalando hacia atrás del barco, una lámpara se alejaba lentamente sobre un pequeño bote con un par de siluetas a bordo aunque a tal distancia no alcanzaba a ver sus figuras -Hay que alcanzarlos... O atraerlos- Concluí con malicia señalando un gran arpón en un costado del barco, con algo de puntería podíamos hacer un tiro largo y luego usar la cuerda para hacerlos volver.
Teníamos dos opciones pero por esta vez dejaría que el capitán decidiera la mejor opción -Guíanos intrépido líder- Le dije al joven esperando sus instrucciones, si el mar era su mundo seguramente encontraría la mejor solución y no me quedaba más remedio que seguirlo hasta donde decidiera llegar -¿Puedes ver quiénes son?- Le dije señalando a las figuras que se alejaban en el pequeño bote...
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
Áquila escuchó a Bio hablarle a cierta distancia. Le daba opciones para salir de aquella situación, y el capitán las llevó a cabo sin pensarlo dos veces. Sabía lo que su compañero había ideado, por lo que fue directo hasta el arpón y disparó en dirección a la luz que se alejaba. No, lo suyo no era la puntería, pero tampoco estaba a tanta distancia. Además, cualquiera vería el resplandor del pez intentando liberarse del gran bote.
Cuando la máquina comenzó a recoger el arpón, la luz de antorchas y de lámparas del barco se reflejó en los dos ladrones. Uno era pirata, de la tripulación de contrabandistas, pero el otro era un hombre trajeado, que no pareció alegrarse al ver sus planes en riesgo.
-¡¿Qué haces tú aquí, maldito?! ¡Seguro que has venido a robarme el descubrimiento! -gritó Karlen, que parecía conocerlo.
Las intenciones del científico eran más perversas:
-Idiota, voy a llevármelo y lo diseccionaré vivo.
-Como si te fuésemos a dejar.
El pirata contrabandista se tiró al agua intentando alejarse de la reyerta que estaba a punto de comenzar.
-Creo que me subestimas, pequeño.
Los ojos del científico comenzaron a emanar luz amarilla, y una especie de llama envolvía sus manos. Ascendió levitando hasta la cubierta del barco y usó una de sus llamas lanzándosela al joven, que la desvió con su alabarda.
-¡Es un brujo! -gritó Elliot.
Las bolas de fuego volaban alrededor de Áquila que daba vueltas su arma reprimiendo las llamas. El brujo pareció cansarse y miró al cielo, juntando sus manos, comenzó a formarse una bola. Fue creciendo lentamente hasta convertirse en una titánica esfera de fuego y poder.
-¡Saltad... Del... Barco....!
Karlen y Elliot saltaron sin pestañear, pero Áquila corrió a toda velocidad hacia la proa, poniendo una mano delante de Bio para que se agarrase a él. Luego tiró en dirección al cuerpo de Oculus, lo lanzó a su hombro y saltó por la borda... La gran esfera impactó contra el árbol, por un momento se hizo de día por la luz que emanó. Trozos de barco se desperdigaron por el mar en varias direcciones...
Cuando la máquina comenzó a recoger el arpón, la luz de antorchas y de lámparas del barco se reflejó en los dos ladrones. Uno era pirata, de la tripulación de contrabandistas, pero el otro era un hombre trajeado, que no pareció alegrarse al ver sus planes en riesgo.
-¡¿Qué haces tú aquí, maldito?! ¡Seguro que has venido a robarme el descubrimiento! -gritó Karlen, que parecía conocerlo.
Las intenciones del científico eran más perversas:
-Idiota, voy a llevármelo y lo diseccionaré vivo.
-Como si te fuésemos a dejar.
El pirata contrabandista se tiró al agua intentando alejarse de la reyerta que estaba a punto de comenzar.
-Creo que me subestimas, pequeño.
Los ojos del científico comenzaron a emanar luz amarilla, y una especie de llama envolvía sus manos. Ascendió levitando hasta la cubierta del barco y usó una de sus llamas lanzándosela al joven, que la desvió con su alabarda.
-¡Es un brujo! -gritó Elliot.
Las bolas de fuego volaban alrededor de Áquila que daba vueltas su arma reprimiendo las llamas. El brujo pareció cansarse y miró al cielo, juntando sus manos, comenzó a formarse una bola. Fue creciendo lentamente hasta convertirse en una titánica esfera de fuego y poder.
-¡Saltad... Del... Barco....!
Karlen y Elliot saltaron sin pestañear, pero Áquila corrió a toda velocidad hacia la proa, poniendo una mano delante de Bio para que se agarrase a él. Luego tiró en dirección al cuerpo de Oculus, lo lanzó a su hombro y saltó por la borda... La gran esfera impactó contra el árbol, por un momento se hizo de día por la luz que emanó. Trozos de barco se desperdigaron por el mar en varias direcciones...
Áquila
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Re: Hairoka, el misterioso pez del mar [Libre]
La noche dificultaba ver de quién se trataba pero con algo de esfuerzo se podían distinguir sus rostros, o al menos eso hizo Karlen quien acusó de ladrón a alguien en ese pequeño bote -Sí, como si te fuéramos a dejar- Grité también acercándome al capitán -Te vamos a...- grité haciendo una pausa -¿Qué vamos a hacer?- Pregunté a Aquila antes de continuar con mis amenazas hacia aquellos viles ladrones de peces metálicos.
Sin embargo aquel sujeto tenía sus propios planes y sin dudarlo subió al barco en un parpadeo con unos muy desarrollados poderes de levitación para luego lanzar una llamarada hasta el chico humano -Cuidado con la- No terminé la frase pues el chico consiguió desviar el ígneo proyectil con su alabarda y lo desvió nada menos que hacia mí -¡¡Hey!!- Me quejé mientras rodaba por el piso para evitar la siguiente sucesión de proyectiles que tras ser repelidos por el chico parecían ir siempre en mi dirección -Tenía que ser fuego, tenía que ser fuego- Murmuré de mala gana alejándome de la pelea.
Aunque de todos modos no es como que pudiera ponerme a salvo, pues el idiota brujo pensaba chamuscarnos a todos destruyendo el barco entero con todos a bordo, incluso él mismo -Odio a los brujos- Murmuré de mala gana mientras comenzaba a correr siguiendo el sabio consejo de Aquila, tomé su brazo y salté al agua como si mi vida dependiera de ello, aunque de hecho, mi vida sí dependía de ello; el tramo fue rápido aunque alcancé a sentir el calor del impacto abrazándome los pies hasta que nuestros cuerpos cayeron al agua dejando atrás un mar tornado de llamas y pedazos de madera chamuscada.
Sacudí la cabeza bajo el agua cuando pude reaccionar y me moví agitado hasta sacar la cabeza del agua, miré en todas direcciones y volví a zambullirme en busca del chico que no debía haber caído lejos, o al menos eso pensaba, pues la explosión me había enviado lejos varios metros sin que pudiera siquiera notarlo y me encontraba un poco apartado del barco, aunque tal vez eso me había salvado de ser golpeado por alguno de los pedazos de madera que salieron volando hacia todos lados.
¡¡Aquila!!- Grité sin ver al chico -¡¡Elliot!!- Llamé al otro chico esperando que estuvieran vivos aunque un asunto comenzaba a darme vueltas en la cabeza, el brujo pirómano debía estar aún cerca, su plan no podía ser inmolarse aun viendo que nosotros saltábamos al agua, y en nuestra situación se encontraría con una clara ventaja en nuestra contra, dejé de gritar por temor a atraerlo y me sumergí dejando fuera del agua tan solo la mitad de mi cabeza, al parecer el peligro no se terminaría tan fácil, de haber sabido que el viaje sería tan complicado habría pagado mi pasaje a Dundarak como cualquier persona normal.
Sin embargo aquel sujeto tenía sus propios planes y sin dudarlo subió al barco en un parpadeo con unos muy desarrollados poderes de levitación para luego lanzar una llamarada hasta el chico humano -Cuidado con la- No terminé la frase pues el chico consiguió desviar el ígneo proyectil con su alabarda y lo desvió nada menos que hacia mí -¡¡Hey!!- Me quejé mientras rodaba por el piso para evitar la siguiente sucesión de proyectiles que tras ser repelidos por el chico parecían ir siempre en mi dirección -Tenía que ser fuego, tenía que ser fuego- Murmuré de mala gana alejándome de la pelea.
Aunque de todos modos no es como que pudiera ponerme a salvo, pues el idiota brujo pensaba chamuscarnos a todos destruyendo el barco entero con todos a bordo, incluso él mismo -Odio a los brujos- Murmuré de mala gana mientras comenzaba a correr siguiendo el sabio consejo de Aquila, tomé su brazo y salté al agua como si mi vida dependiera de ello, aunque de hecho, mi vida sí dependía de ello; el tramo fue rápido aunque alcancé a sentir el calor del impacto abrazándome los pies hasta que nuestros cuerpos cayeron al agua dejando atrás un mar tornado de llamas y pedazos de madera chamuscada.
Sacudí la cabeza bajo el agua cuando pude reaccionar y me moví agitado hasta sacar la cabeza del agua, miré en todas direcciones y volví a zambullirme en busca del chico que no debía haber caído lejos, o al menos eso pensaba, pues la explosión me había enviado lejos varios metros sin que pudiera siquiera notarlo y me encontraba un poco apartado del barco, aunque tal vez eso me había salvado de ser golpeado por alguno de los pedazos de madera que salieron volando hacia todos lados.
¡¡Aquila!!- Grité sin ver al chico -¡¡Elliot!!- Llamé al otro chico esperando que estuvieran vivos aunque un asunto comenzaba a darme vueltas en la cabeza, el brujo pirómano debía estar aún cerca, su plan no podía ser inmolarse aun viendo que nosotros saltábamos al agua, y en nuestra situación se encontraría con una clara ventaja en nuestra contra, dejé de gritar por temor a atraerlo y me sumergí dejando fuera del agua tan solo la mitad de mi cabeza, al parecer el peligro no se terminaría tan fácil, de haber sabido que el viaje sería tan complicado habría pagado mi pasaje a Dundarak como cualquier persona normal.
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