Horizonte [Libre] [Cerrado]
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Horizonte [Libre] [Cerrado]
Bostecé. No podía ser tan tarde, ¿no?
Últimamente, me notaba más cansado. Más que durante la guerra, incluso. Pero también era cierto que dormía menos. No es que tuviese pesadillas, simplemente... me despertaba a mitad de la noche.
Era extraño.
El ejercicio físico no había hecho más que aumentar. No podía decaer en ese aspecto. Tenía que estar preparado para darlo todo, en cualquier momento. Aun así, apreciaba los pocos ratos libres que podía tener. Ese era uno de ellos.
-¿Estás seguro de que deberías salir tan... así?- preguntó Oshu. -Cada vez que ves a Eltrant, alguien acaba recibiendo puñaladas.-
-No pasa nada. Suele ser él.- dije, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia. Si bien me sentía raro cuando no llevaba a Brillo, no iba a correr ningún riesgo por no ir armado durante un par de horas. Esa granja ni siquiera tenía valor estratégico.
-Si, pero... no sé. ¿Una armadura? ¿O una... camisa?- continuó. Chasqueé la lengua a la vez que pasaba mis uñas sobre mi pelaje para desenmarañarlo. Tenía que dejarlo respirar más. -Necesitas un mínimo de protección.-
-Para eso estás aquí, ¿no?- Tanto Oshu como Syl habían tomado ciertos roles como guardaespaldas desde que acabé con el artefacto sobre mi cabeza. Probablemente era lo mejor para todos. Ellos se quedarían tranquilos, y yo estaría... menos a solas. La corrupción de la corona era algo que iba a tomarme en serio. Cualquier medida que tomase era poca. -Tampoco estoy precisamente indefenso, de todos modos. Si surge cualquier problema, lo aniquilaré con mi gran poder de centinela.- sonreí, dándole un toque a la corona sobre mi cabeza.
Mi acompañante soltó un gruñido para disimular una risa. Continuamos andando bajo la luna. La granja que había mencionado el humano no podía estar demasiado lejos.
A diferencia de mi, Oshu iba con indumentaria completa: desde su armadura hasta las dos cimitarras. Había bromeado que era como un guardia real. No me hizo tanta gracia, aunque debía admitir que el uniforme de la guardia no le quedaría del todo mal. Pegaba con su actitud.
-¿Crees que estoy siendo arrogante?- pregunté seriamente.
-Mmh. -El hombre perro tardó unos segundos en contestar. -No es como haría las cosas. Pero... entiendo que puede resultar algo cargante.- suspiró. -Necesitas algo de libertad, supongo. Y no es territorio peligroso.-
-Probablemente estemos más seguros aquí que en el campamento.- dije, bajando la voz.
Pasaron unos momentos mientras caminábamos. La luna, creciente, estaba más pálida que de costumbre. Sujeté el totem de madera que pendía de mi cuello.
-Es algo más que indumentaria para ti, ¿no?- comentó, rompiendo el silencio. -Syl me ha contado mucho sobre como solías ser. Cuantas más responsabilidades tienes, más te proteges, dijo.-
Le miré, sorprendido. No era algo que hubiese hecho conscientemente. Hice memoria. La primera vez que compré una armadura de verdad fue cuando empecé a acercarme al gato de verdad. Cuando hice una promesa. Y luego, después de la Caza... el peso no había hecho más que aumentar.
-Ha acertado de lleno, ¿hmm?-
-Suele hacerlo.- afirmé. Si aquello significaba algo... era mejor esperar. Por el momento, solo iba a visitar a un amigo, después de todo.
Poco después, vimos el edificio y nos adentramos por los campos. La mayoría de la zona estaba en desarreglo, pero... por algún motivo, había algunas plantas en una pequeña parte de la tierra.
-Creía que esto estaba abandonado.- dijo el guerrero. Parecían haber sido plantadas recientemente: las semillas apenas habían germinado lo suficiente como para sobresalir.
-Sabía que venía de una granja, pero... -¿Se había molestado en cultivar cosas en ese sitio? Había dicho que solo se quedaría durante esa semana. Conociéndole, quizás ni le importase. Tal vez esperase que alguien más se beneficiase, o realmente pensase quedarse algo más de tiempo.
Me quedé quieto. No estaba del todo seguro sobre aquello. Eltrant había dicho que "tenía algo para mi." Lo mirase como lo mirase... eso sonaba sospechoso.
-¿...Ocurre algo?- preguntó Oshu.
No me moví. Tan solo me llevé la mano al mentón, pensativo.
-¿Sabes como me hice amigo de Eltrant?-
-Syl me dijo que le golpeaste en la cara. Me estaba tomando el pelo, ¿no?- Esbocé una mueca y negué lentamente con la cabeza.
-Quizás debería haberme traído a Brillo.- bromeé.
Últimamente, me notaba más cansado. Más que durante la guerra, incluso. Pero también era cierto que dormía menos. No es que tuviese pesadillas, simplemente... me despertaba a mitad de la noche.
Era extraño.
El ejercicio físico no había hecho más que aumentar. No podía decaer en ese aspecto. Tenía que estar preparado para darlo todo, en cualquier momento. Aun así, apreciaba los pocos ratos libres que podía tener. Ese era uno de ellos.
-¿Estás seguro de que deberías salir tan... así?- preguntó Oshu. -Cada vez que ves a Eltrant, alguien acaba recibiendo puñaladas.-
-No pasa nada. Suele ser él.- dije, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia. Si bien me sentía raro cuando no llevaba a Brillo, no iba a correr ningún riesgo por no ir armado durante un par de horas. Esa granja ni siquiera tenía valor estratégico.
-Si, pero... no sé. ¿Una armadura? ¿O una... camisa?- continuó. Chasqueé la lengua a la vez que pasaba mis uñas sobre mi pelaje para desenmarañarlo. Tenía que dejarlo respirar más. -Necesitas un mínimo de protección.-
-Para eso estás aquí, ¿no?- Tanto Oshu como Syl habían tomado ciertos roles como guardaespaldas desde que acabé con el artefacto sobre mi cabeza. Probablemente era lo mejor para todos. Ellos se quedarían tranquilos, y yo estaría... menos a solas. La corrupción de la corona era algo que iba a tomarme en serio. Cualquier medida que tomase era poca. -Tampoco estoy precisamente indefenso, de todos modos. Si surge cualquier problema, lo aniquilaré con mi gran poder de centinela.- sonreí, dándole un toque a la corona sobre mi cabeza.
Mi acompañante soltó un gruñido para disimular una risa. Continuamos andando bajo la luna. La granja que había mencionado el humano no podía estar demasiado lejos.
A diferencia de mi, Oshu iba con indumentaria completa: desde su armadura hasta las dos cimitarras. Había bromeado que era como un guardia real. No me hizo tanta gracia, aunque debía admitir que el uniforme de la guardia no le quedaría del todo mal. Pegaba con su actitud.
-¿Crees que estoy siendo arrogante?- pregunté seriamente.
-Mmh. -El hombre perro tardó unos segundos en contestar. -No es como haría las cosas. Pero... entiendo que puede resultar algo cargante.- suspiró. -Necesitas algo de libertad, supongo. Y no es territorio peligroso.-
-Probablemente estemos más seguros aquí que en el campamento.- dije, bajando la voz.
Pasaron unos momentos mientras caminábamos. La luna, creciente, estaba más pálida que de costumbre. Sujeté el totem de madera que pendía de mi cuello.
-Es algo más que indumentaria para ti, ¿no?- comentó, rompiendo el silencio. -Syl me ha contado mucho sobre como solías ser. Cuantas más responsabilidades tienes, más te proteges, dijo.-
Le miré, sorprendido. No era algo que hubiese hecho conscientemente. Hice memoria. La primera vez que compré una armadura de verdad fue cuando empecé a acercarme al gato de verdad. Cuando hice una promesa. Y luego, después de la Caza... el peso no había hecho más que aumentar.
-Ha acertado de lleno, ¿hmm?-
-Suele hacerlo.- afirmé. Si aquello significaba algo... era mejor esperar. Por el momento, solo iba a visitar a un amigo, después de todo.
Poco después, vimos el edificio y nos adentramos por los campos. La mayoría de la zona estaba en desarreglo, pero... por algún motivo, había algunas plantas en una pequeña parte de la tierra.
-Creía que esto estaba abandonado.- dijo el guerrero. Parecían haber sido plantadas recientemente: las semillas apenas habían germinado lo suficiente como para sobresalir.
-Sabía que venía de una granja, pero... -¿Se había molestado en cultivar cosas en ese sitio? Había dicho que solo se quedaría durante esa semana. Conociéndole, quizás ni le importase. Tal vez esperase que alguien más se beneficiase, o realmente pensase quedarse algo más de tiempo.
Me quedé quieto. No estaba del todo seguro sobre aquello. Eltrant había dicho que "tenía algo para mi." Lo mirase como lo mirase... eso sonaba sospechoso.
-¿...Ocurre algo?- preguntó Oshu.
No me moví. Tan solo me llevé la mano al mentón, pensativo.
-¿Sabes como me hice amigo de Eltrant?-
-Syl me dijo que le golpeaste en la cara. Me estaba tomando el pelo, ¿no?- Esbocé una mueca y negué lentamente con la cabeza.
-Quizás debería haberme traído a Brillo.- bromeé.
Última edición por Asher Daregan el Sáb Oct 13, 2018 8:28 pm, editado 2 veces
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Se apoyó sobre la mesa y, cerrando los ojos, se pasó la mano por la barba.
- No me mires así… - dijo sujetando su propia cabeza con ambas manos. – No es para tanto. – La vampiresa, que estaba cruzada de brazos al otro lado del amplio comedor en el que se encontraban se giró sobre sí misma sin llegar a responder. – Lyn… - No iban a llegar a ninguna parte de aquel modo, se levantó.
- No. – Lyn se volvió hacía él, bruscamente. – No te levantes. – Le dijo frunciendo el ceño, sacudió la cabeza. – Déjame pensar. – Añadió después girándose de nuevo sobre sí misma.
Aun frente a la mesa, Eltrant se quedó mirando la figura de la vampiresa unos segundos antes de dejarse caer de nuevo sobre la silla.
Repasó la habitación en silencio, esperando alguna respuesta coherente por parte de su compañera. Habían convertido en aquel lugar en una especie de hogar improvisado, no podía negar que se enorgullecía mínimamente por eso, incluso se había permitido plantar algo en el exterior.
Lo había tenido que hacer de noche, pero le valía.
- ¿Qué es lo que quieres que te diga, Eltrant? – La vampiresa rompió el silencio y dejó de mirar a la pared. – Dímelo, porque de verdad. No lo sé – Ella también se apoyó en la mesa, aunque no llegó a sentarse, se limitó a taladrar al castaño con la mirada.
- Yo... yo tampoco lo sé. – Respondió Eltrant suspirando, reclinándose sobre la silla. – Pero… ¿Qué otra cosa puedo hacer? Necesita qué… – Lyn golpeó con fuerza la mesa tan pronto el exmercenario.
- ¡¿Quizás no suicidarte?! – Gritó. - ¡Eso es lo que puedes hacer! – Añadió a continuación. Después de esto, quizás al notar que estaba alzando demasiado la voz, Lyn sacudió la cabeza y, volviendo a cruzarse de brazos se alejó del castaño.
Eltrant comprendía a Lyn, o eso creía. Lo había pensado mucho, quizás demasiado, era consciente de los riesgos que conllevaba lo que iba a pedirle a Asher. Pero creía que era necesario, un centinela que no estaba seguro consigo mismo no iba a ser precisamente útil a la larga.
- No va a ir mal, además, aún no ha aceptado. Creo que… -
- No, Eltrant. – Lyn le cortó inmediatamente, le señaló con el dedo. – No. – Repitió, frunciendo el ceño, podía sentir los ojos azules de la muchacha clavados en los suyos. – ¡Atravesó a un maldito monstruo gigante! – Volvió a gritar. - ¡Como una flecha! - Se llevó la mano hasta los ojos y susurró algo para sí que Eltrant no llegó a escuchar con claridad. – Va a destrozarte. – dijo al final, entrecerrando los ojos. - ¿Cómo no puedes verlo? – La vampiresa cerró los puños con firmeza, bajó los brazos. - ¿Cómo puedes estar tan ciego? ¡Por supuesto que va a aceptar! – Añadió caminando por la habitación. – ¡Lo sabes! – Estaba visiblemente nerviosa.
Había visto muchas veces a Lyn enfadada, pero nunca con aquel nivel de frustración. Un sentimiento de culpabilidad se apoderó de él, empezó a dudar de sus intenciones.
Lyn tenía razón, aquello podía acabar muy mal. Pero… tenía que intentarlo, al menos.
- ¡Eres humano, Eltrant! – dijo, aquello sonó más a suplica, su tono cambió totalmente durante unos instantes - ¡Te he visto aguantar muchas cosas, pero…! – Se detuvo, miró hacía la entrada principal de la granja durante unos segundos, en silencio. – Ya están aquí. – dijo con dureza, Eltrant tomó aire y se levantó de su asiento.
Notó la mirada de Lyn taladrándole la nuca según se acercaba a la entrada. Pudo oír voces apagadas al otro lado de la misma, Asher no había llegado solo. Pensó en Syl durante unos instantes, pero descartó al gato, la voz que acompañaba a la del lobo era más grave, más regia, no consiguió identificarla
En sí, no le esperaba aquella noche, se imaginaba que aun iban a pasar un par de días antes de que se decidiese por ir hasta allí. Tendría menos trabajo como centinela del que imaginaba.
Abrió la puerta.
Oshu y un Asher descamisado aguardaban al otro lado de la misma, no habían llegado a tocar, pero vio innecesario el esperar más tiempo.
- No te esperaba todavía. – dijo esbozando una sonrisa, tomando al lobo de uno de sus hombros, era raro no verle ataviado con toda su indumentaria. Mejor así. – Oshu. – Inclinó con suavidad la cabeza y después tendió la mano al otro perro, resultaba imponerte verle completamente ataviado con armadura y armado.
¿Habría adoptado una especie de rol de guardían del lobo?
- Pasad. – Les dijo a ambos apartándose de la puerta, señalando a la mesa.
Lyn, que se había quedado dónde estaba saludó a ambos un rápido movimiento de muñeca y, tras eso, desapareció escaleras arriba. Dejando escapar un suspiro, Eltrant volvió a sentarse.
- ¿Qué tal todo por el campamento? -
- No me mires así… - dijo sujetando su propia cabeza con ambas manos. – No es para tanto. – La vampiresa, que estaba cruzada de brazos al otro lado del amplio comedor en el que se encontraban se giró sobre sí misma sin llegar a responder. – Lyn… - No iban a llegar a ninguna parte de aquel modo, se levantó.
- No. – Lyn se volvió hacía él, bruscamente. – No te levantes. – Le dijo frunciendo el ceño, sacudió la cabeza. – Déjame pensar. – Añadió después girándose de nuevo sobre sí misma.
Aun frente a la mesa, Eltrant se quedó mirando la figura de la vampiresa unos segundos antes de dejarse caer de nuevo sobre la silla.
Repasó la habitación en silencio, esperando alguna respuesta coherente por parte de su compañera. Habían convertido en aquel lugar en una especie de hogar improvisado, no podía negar que se enorgullecía mínimamente por eso, incluso se había permitido plantar algo en el exterior.
Lo había tenido que hacer de noche, pero le valía.
- ¿Qué es lo que quieres que te diga, Eltrant? – La vampiresa rompió el silencio y dejó de mirar a la pared. – Dímelo, porque de verdad. No lo sé – Ella también se apoyó en la mesa, aunque no llegó a sentarse, se limitó a taladrar al castaño con la mirada.
- Yo... yo tampoco lo sé. – Respondió Eltrant suspirando, reclinándose sobre la silla. – Pero… ¿Qué otra cosa puedo hacer? Necesita qué… – Lyn golpeó con fuerza la mesa tan pronto el exmercenario.
- ¡¿Quizás no suicidarte?! – Gritó. - ¡Eso es lo que puedes hacer! – Añadió a continuación. Después de esto, quizás al notar que estaba alzando demasiado la voz, Lyn sacudió la cabeza y, volviendo a cruzarse de brazos se alejó del castaño.
Eltrant comprendía a Lyn, o eso creía. Lo había pensado mucho, quizás demasiado, era consciente de los riesgos que conllevaba lo que iba a pedirle a Asher. Pero creía que era necesario, un centinela que no estaba seguro consigo mismo no iba a ser precisamente útil a la larga.
- No va a ir mal, además, aún no ha aceptado. Creo que… -
- No, Eltrant. – Lyn le cortó inmediatamente, le señaló con el dedo. – No. – Repitió, frunciendo el ceño, podía sentir los ojos azules de la muchacha clavados en los suyos. – ¡Atravesó a un maldito monstruo gigante! – Volvió a gritar. - ¡Como una flecha! - Se llevó la mano hasta los ojos y susurró algo para sí que Eltrant no llegó a escuchar con claridad. – Va a destrozarte. – dijo al final, entrecerrando los ojos. - ¿Cómo no puedes verlo? – La vampiresa cerró los puños con firmeza, bajó los brazos. - ¿Cómo puedes estar tan ciego? ¡Por supuesto que va a aceptar! – Añadió caminando por la habitación. – ¡Lo sabes! – Estaba visiblemente nerviosa.
Había visto muchas veces a Lyn enfadada, pero nunca con aquel nivel de frustración. Un sentimiento de culpabilidad se apoderó de él, empezó a dudar de sus intenciones.
Lyn tenía razón, aquello podía acabar muy mal. Pero… tenía que intentarlo, al menos.
- ¡Eres humano, Eltrant! – dijo, aquello sonó más a suplica, su tono cambió totalmente durante unos instantes - ¡Te he visto aguantar muchas cosas, pero…! – Se detuvo, miró hacía la entrada principal de la granja durante unos segundos, en silencio. – Ya están aquí. – dijo con dureza, Eltrant tomó aire y se levantó de su asiento.
Notó la mirada de Lyn taladrándole la nuca según se acercaba a la entrada. Pudo oír voces apagadas al otro lado de la misma, Asher no había llegado solo. Pensó en Syl durante unos instantes, pero descartó al gato, la voz que acompañaba a la del lobo era más grave, más regia, no consiguió identificarla
En sí, no le esperaba aquella noche, se imaginaba que aun iban a pasar un par de días antes de que se decidiese por ir hasta allí. Tendría menos trabajo como centinela del que imaginaba.
Abrió la puerta.
Oshu y un Asher descamisado aguardaban al otro lado de la misma, no habían llegado a tocar, pero vio innecesario el esperar más tiempo.
- No te esperaba todavía. – dijo esbozando una sonrisa, tomando al lobo de uno de sus hombros, era raro no verle ataviado con toda su indumentaria. Mejor así. – Oshu. – Inclinó con suavidad la cabeza y después tendió la mano al otro perro, resultaba imponerte verle completamente ataviado con armadura y armado.
¿Habría adoptado una especie de rol de guardían del lobo?
- Pasad. – Les dijo a ambos apartándose de la puerta, señalando a la mesa.
Lyn, que se había quedado dónde estaba saludó a ambos un rápido movimiento de muñeca y, tras eso, desapareció escaleras arriba. Dejando escapar un suspiro, Eltrant volvió a sentarse.
- ¿Qué tal todo por el campamento? -
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Eltrant abrió la puerta antes de que llamasemos siquiera. Atravesamos el umbral, devolviendo el saludo de Eltrant. Sin embargo, había algo raro. Lyn parecía... fría. No tardó en desaparecer. Fruncí el ceño, pero tomé asiento junto a la mesa. Oshu hizo lo mismo.
-Podría ir mejor.- admití. -Aún no hay rastro de la Capa Blanca ni de Frendel. Siguen habiendo nigromantes por la zona, aunque los ataques se han reducido. No sé si debería quedarme allí. No creo que esté llegando a nada.- dije, apoyando mi cabeza sobre mis manos.
-Espera, espera. ¿Sabe todo lo de Frendel? Porque hasta yo me he perdido un poco.- intervino Oshu. Respiré hondo. La verdad es que era una historia algo complicada.
-Mmmh... la Capa Blanca es uno de los artefactos de Centinela. Como la corona, el rubí de Huracán y el medallón de Elen. La tiene Frendel: un nigromante peligroso, líder del Aquelarre y aliado de Querostraza.- No conocía demasiados detalles acerca de él. Melena Blanca no había dicho mucho más al respecto. -Pero no puede usarla. No mientras Melena Blanca siga vivo, ya que es su portador original.- expliqué, irguiéndome. La silla crujió ligeramente.
-Así que... Frendel estaba enviando a su gente para que matasen a Melena Blanca. Si muere, y Frendel porta la capa, se convierte en el Centinela del Este.- continué.
-Entonces... están "unidos" de alguna forma a los Centinelas, ¿no?- preguntó Oshu. -Si le dieses la corona a otra persona o alguien te la quitase, ¿no funcionaría?-
-No lo tengo del todo claro.- admití. -Sé que es posible pasar un artefacto voluntariamente sin morir. Tyrande le cedió el puesto a Melena Blanca, pero es posible que sea necesario algún tipo de ritual, pacto, o lo que sea.- La falta de información me resultaba algo irritante. Normalmente, conocía los detalles de cualquier encantamiento que estudiase. Pero la magia de esos objetos era muy distinta a la de las runas que conocía. -No importa. Tendré que seguir con esto hasta el fondo.-
Me mantuve un rato en silencio. Aquel lugar aún olía a polvo. ¿A quien le podría haber pertenecido esa casa en el pasado? Oshu se tumbó sobre la mesa, descansando su cuerpo sobre esta.
-Tal vez no nos veamos en un tiempo. Voy a ir a Dundarak.- dije. Había cosas sobre aquella idea que no me terminaban de convencer. Esperaba que, tras todo ese tiempo, hubiesen reconstruido la ciudad de forma apropiada. Quizás fuese mejor quedarme a las afueras... -Soy responsable de los reinos del Norte. No puedo cumplir sin estar por la zona.-
-Ya verás que gracia le hará a Rigobert verte con una corona...- dijo mi compañero, riendo entre dientes. Fruncí el ceño, extrañado. -...Rigobert. El nuevo rey del norte. ¿Hijo de Godofrey?-
Miré al hombre perro, aún en blanco. No estaba muy al tanto de la política en el norte. Quizás debía enviarle más cartas a Irirgo.
-Crío rubio e irritante. Ayudó en la guerra. ¿Nada?- Algo empezaba a sonarme, vagamente. No era una de mis prioridades, de todas formas. -...da igual. Es muy arrogante, y un verdadero idiota.-
-¿Va a ser un problema?- pregunté, ladeando la cabeza. Como si no tuviese suficiente sin eso.
-...Es posible.- El otro can se encogió de hombros, sin darle mucha importancia. -Pero quizás la Logia le mantenga ocupado.-
-Ah. Estuvieron en la Isla Volcánica.- recordé. ¿No era el mismo sitio de donde procedía el anillo lunar? Quizás pudiese encontrar aliados allí, como mínimo. Sin embargo, la idea cayó por su propio peso. -Pero... Abbey Frost es un alto cargo, ¿no? Le cedió la Corona a Melena Blanca por su ayuda, pero... creo que quería ser ella la Centinela, por lo que dijo.- Era extraño. La corona no le había servido de mucho al leónico, pero si no se la hubiese dado, no la tendría yo. -No sé si estará muy contenta de verme con ella.-
-Como si le regalases algo a alguien... y después vieses como se lo da a otra persona.- dijo Oshu. -De todas formas, ¿no se ocupa la Logía de controlar cosas mágicas? Y tu... vas por ahí con al menos tres trofeos a la vez.- bromeó.
Suspiré. Iba a necesitar un buen plan. Quizás fuese mejor no llamar demasiado la atención mientras estuviese en Dundarak.
-Por cierto... ¿que le pasa a Lyn?- murmuré, bajando considerablemente la voz.
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Frendel, los Centinelas, Nigromantes, objetos mágicos, la Isla Volcánica…
Mucha información, demasiada incluso. Echaba en falta esos días en los que su mayor preocupación era si tendría dinero para sobrevivir a la semana, incluso el año que pasó sin recuerdos parecía simple ahora.
Se acomodó sobre la silla y, sin dejar de escuchar a Asher, colocó varios vasos sobre la mesa, uno de ellos justo al lado de la cabeza de Oshu. Se estaba tomando todo eso de ser centinela realmente enserio, incluso hasta al punto de llevar esa corona y ser acompañado constantemente por alguien que parecía más bien un guardaespaldas que un compañero.
Estaba seguro de que le estaba pasando factura de alguna forma u otra.
- Bebed. – dijo vertiendo un líquido verdoso en los vasos con suavidad, sonrió a Asher. – No es alcohol. – Le dijo dando un sorbo a su vaso. – Podéis estar tranquilos. – Añadió depositando de nuevo la bebida sobre la mesa, frente a él. – Es del norte, no está mal. – dijo sonriendo mordazmente al lobo. – Pruébala y empieza a acostumbrarte. – Le dijo acercando aún más el vaso a Asher.
Volvió a escuchar las palabras de Oshu y las de Asher. Rigobert… había oído ese nombre varias veces según salía de Lunargenta después de la batalla. La mayoría de lo que se decía de él no era precisamente agradable: meter a personas en el calabozo por llevarle la contraria, atravesar bosques elficos sin derecho de paso…
Como bien había dicho Oshu, Rigobert era un crío rubio e irritante.
- Indudablemente. – dijo Eltrant a Asher, apurando la bebida y vertiéndose más liquido en la copa. – Por lo que he oído no es alguien muy propenso… a escuchar a los demás. – Aseveró, Eltrant desvió su mirada hasta Oshu, quien acababa de sacar a colación a la logia.
Se llevó la mano hasta el mentón.
- En ese caso podrías hablar con Níniel. – Le dijo. – Trabajé con la logia en mis días con la guardia. – Explicó rápidamente moviendo la mano izquierda de forma casual, dándole algo de contexto a la frase. – Y… no sé quién es la tal Frost… - Se detuvo un momento, haciendo memoria - Pero sí que creo recordar que Níniel era un cargo importante entre ellos. – Se encogió de hombros. – En cualquier caso, seguro que te puede echar una mano por allí arriba. – Se reclinó sobre la silla momentáneamente, no contestó inmediatamente a la pregunta de Asher acerca de Lyn.
Miró a la base de las escaleras.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza, volvió de nuevo a prestar atención al lobo.
- Hemos discutido. – dijo bajando la voz, frotándose los ojos, agachó la mirada hasta el vaso que tenía delante. Por un instante se sintió terriblemente cansado, solo con decir aquella frase. – No está del todo de acuerdo con… - Se detuvo y miró a Asher, esbozó algo parecido a una sonrisa. - Dijiste que eras débil – dijo al lobo, cortando la respuesta que había estado diciendo a la mitad. – Lo he estado pensando mucho… - Se llevó la mano hasta la nuca y se levantó.
Atravesó la habitación en apenas un par de pasos, en silencio, hasta llegar a la esquina en la que había estado reparando su armadura.
- Contra la Tarasca… cuando dijiste que lo único que querías hacer era matarla… – Deslizó la mano sobre el peto metálico, las runas que había grabado Asher brillaron con suavidad. - ¿Estabas probándote a ti mismo? – Negó con la cabeza, se giró de nuevo hacía la pareja. – Asher… -
No estaba seguro de como continuar aquello, había ensayado aquel discurso varias veces en su cabeza, llevaba casi una semana pensando en lo que había dicho el lobo. Quizás se había precipitado llamándolo hasta allí, quizás el lobo solo estaba agotado por el nuevo cargo y no le pasaba realmente nada.
Pero le gustaba pensar que le conocía, al menos, lo suficiente para intuir lo que le pasaba.
- Te conozco bien. – Le dijo, bajando ambas manos hasta el cinturón. – Y, si te digo la verdad, desde mi punto de vista… – Se volvió a dejar caer sobre la silla. – …eres la persona perfecta para llevar esa cosa. – Señaló la corona, después volvió a centrar su atención en la bebida norteña que, para su sorpresa, se había acabado.
– Y es porque, justamente, no te pega absolutamente nada. – Agregó a continuación, riendo.
Los dioses tenían un extraño sentido del humor, no podía ser de otra forma si le habían otorgado al lobo un objeto con aquella forma y aquel poder.
- No eres ningún héroe, ni necesitas serlo. – Se inclinó hacia adelante y agarró el brazo del lobo, cerró su mano con suavidad, pero con firmeza - Por encima de todo, eres un líder Asher. – dijo, recuperó la postura en la que había estado hacía apenas unos segundos. – Y pensar que cuando te conocí llevabas grilletes… - Esbozó una sonrisa, no pudo evitar sentirse algo nostálgico. Había pasado mucho tiempo. – Desde entonces has ayudado a devolver la libertad a un pueblo, el templo del todo es prácticamente una aldea…le has dado un hogar a gente que no tenía nada. – Asher no buscaba poder atravesar cosas enormes con su propio cuerpo, él mismo lo había dicho.
“Soy capaz de usar magia, pero soy débil”
- Puede que... – Se atusó la barba, rememoró las palabras de Asher. – Puede que tu nuevo cargo y todo eso... – Movió la mano derecha en círculos. – …puede que no sea tan “obvio” como ser el líder de los Nómadas. – dijo al final, llevaba un rato buscando aquella palabra en su cabeza. – Pero al final… - Se encogió de hombros. - ¿Cuándo has necesitado tú que una corona te diga lo que tienes que hacer? – Volvió a levantarse. – Acabarás acostumbrándote, lo sé. Sea como sea, estoy contigo hasta el final. – Le volvió a dedicar otra sonrisa y atravesó la habitación. – Ahora… volvamos al motivo por el que Lyn está enfadada conmigo… - Tomó tres vasos nuevos y otra botella de cristal, esta rellena de líquido ocre.
Dejó la botella sobre la mesa y se cruzó de brazos.
- Esto sí es alcohol. – Aseguró, vertiendo el contenido en un solo vaso y dejando los otros a disposición de sus intempestivos invitados. – Servíos si queréis. – Añadió volviéndose a sentar.
Se quedó en silencio un par de segundos, planteándose como continuar aquello.
- No estoy seguro de que te pasa, si soy totalmente honesto contigo. – Cerró los ojos – Quizás solo necesitases escuchar lo que acabo de decir de alguien que no haya sido antes Centinela. – Le dio un trago a su bebida hasta casi dejarla vacía. – O tal vez solo necesites relajarte con un amigo después de sentir el peso del mundo encima de tus hombros… - Volvió a rellenar lo que se había bebido, sonrió al lobo y le acercó un poco el vaso. – O… puede que necesites despejar todas tus dudas definitivamente, las que tienes de tu fuerza. – Suspiró profundamente. – Así que… - Se llevó la mano izquierda hasta la nuca. – Estoy seguro que nunca has desatado todo… - Le señaló con el vaso. – …todo lo que tus runas pueden dar. – Se bebió ese segundo vaso. – He tenido la idea de… hacer de jinete… ¿Oscuro? Para ti. – Le dijo – Una pelea en la que te des cuenta de lo que eres realmente capaz. – Afirmó. – Con todo lo que ambos tengamos. – Suspiró profundamente y agachó la cabeza, alargó la mano hasta la botella.
Le costaba horrores emborracharse.
- A Lyn esto último no le ha hecho ninguna gracia. "Cosas de críos" dice. -
Mucha información, demasiada incluso. Echaba en falta esos días en los que su mayor preocupación era si tendría dinero para sobrevivir a la semana, incluso el año que pasó sin recuerdos parecía simple ahora.
Se acomodó sobre la silla y, sin dejar de escuchar a Asher, colocó varios vasos sobre la mesa, uno de ellos justo al lado de la cabeza de Oshu. Se estaba tomando todo eso de ser centinela realmente enserio, incluso hasta al punto de llevar esa corona y ser acompañado constantemente por alguien que parecía más bien un guardaespaldas que un compañero.
Estaba seguro de que le estaba pasando factura de alguna forma u otra.
- Bebed. – dijo vertiendo un líquido verdoso en los vasos con suavidad, sonrió a Asher. – No es alcohol. – Le dijo dando un sorbo a su vaso. – Podéis estar tranquilos. – Añadió depositando de nuevo la bebida sobre la mesa, frente a él. – Es del norte, no está mal. – dijo sonriendo mordazmente al lobo. – Pruébala y empieza a acostumbrarte. – Le dijo acercando aún más el vaso a Asher.
Volvió a escuchar las palabras de Oshu y las de Asher. Rigobert… había oído ese nombre varias veces según salía de Lunargenta después de la batalla. La mayoría de lo que se decía de él no era precisamente agradable: meter a personas en el calabozo por llevarle la contraria, atravesar bosques elficos sin derecho de paso…
Como bien había dicho Oshu, Rigobert era un crío rubio e irritante.
- Indudablemente. – dijo Eltrant a Asher, apurando la bebida y vertiéndose más liquido en la copa. – Por lo que he oído no es alguien muy propenso… a escuchar a los demás. – Aseveró, Eltrant desvió su mirada hasta Oshu, quien acababa de sacar a colación a la logia.
Se llevó la mano hasta el mentón.
- En ese caso podrías hablar con Níniel. – Le dijo. – Trabajé con la logia en mis días con la guardia. – Explicó rápidamente moviendo la mano izquierda de forma casual, dándole algo de contexto a la frase. – Y… no sé quién es la tal Frost… - Se detuvo un momento, haciendo memoria - Pero sí que creo recordar que Níniel era un cargo importante entre ellos. – Se encogió de hombros. – En cualquier caso, seguro que te puede echar una mano por allí arriba. – Se reclinó sobre la silla momentáneamente, no contestó inmediatamente a la pregunta de Asher acerca de Lyn.
Miró a la base de las escaleras.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza, volvió de nuevo a prestar atención al lobo.
- Hemos discutido. – dijo bajando la voz, frotándose los ojos, agachó la mirada hasta el vaso que tenía delante. Por un instante se sintió terriblemente cansado, solo con decir aquella frase. – No está del todo de acuerdo con… - Se detuvo y miró a Asher, esbozó algo parecido a una sonrisa. - Dijiste que eras débil – dijo al lobo, cortando la respuesta que había estado diciendo a la mitad. – Lo he estado pensando mucho… - Se llevó la mano hasta la nuca y se levantó.
Atravesó la habitación en apenas un par de pasos, en silencio, hasta llegar a la esquina en la que había estado reparando su armadura.
- Contra la Tarasca… cuando dijiste que lo único que querías hacer era matarla… – Deslizó la mano sobre el peto metálico, las runas que había grabado Asher brillaron con suavidad. - ¿Estabas probándote a ti mismo? – Negó con la cabeza, se giró de nuevo hacía la pareja. – Asher… -
No estaba seguro de como continuar aquello, había ensayado aquel discurso varias veces en su cabeza, llevaba casi una semana pensando en lo que había dicho el lobo. Quizás se había precipitado llamándolo hasta allí, quizás el lobo solo estaba agotado por el nuevo cargo y no le pasaba realmente nada.
Pero le gustaba pensar que le conocía, al menos, lo suficiente para intuir lo que le pasaba.
- Te conozco bien. – Le dijo, bajando ambas manos hasta el cinturón. – Y, si te digo la verdad, desde mi punto de vista… – Se volvió a dejar caer sobre la silla. – …eres la persona perfecta para llevar esa cosa. – Señaló la corona, después volvió a centrar su atención en la bebida norteña que, para su sorpresa, se había acabado.
– Y es porque, justamente, no te pega absolutamente nada. – Agregó a continuación, riendo.
Los dioses tenían un extraño sentido del humor, no podía ser de otra forma si le habían otorgado al lobo un objeto con aquella forma y aquel poder.
- No eres ningún héroe, ni necesitas serlo. – Se inclinó hacia adelante y agarró el brazo del lobo, cerró su mano con suavidad, pero con firmeza - Por encima de todo, eres un líder Asher. – dijo, recuperó la postura en la que había estado hacía apenas unos segundos. – Y pensar que cuando te conocí llevabas grilletes… - Esbozó una sonrisa, no pudo evitar sentirse algo nostálgico. Había pasado mucho tiempo. – Desde entonces has ayudado a devolver la libertad a un pueblo, el templo del todo es prácticamente una aldea…le has dado un hogar a gente que no tenía nada. – Asher no buscaba poder atravesar cosas enormes con su propio cuerpo, él mismo lo había dicho.
“Soy capaz de usar magia, pero soy débil”
- Puede que... – Se atusó la barba, rememoró las palabras de Asher. – Puede que tu nuevo cargo y todo eso... – Movió la mano derecha en círculos. – …puede que no sea tan “obvio” como ser el líder de los Nómadas. – dijo al final, llevaba un rato buscando aquella palabra en su cabeza. – Pero al final… - Se encogió de hombros. - ¿Cuándo has necesitado tú que una corona te diga lo que tienes que hacer? – Volvió a levantarse. – Acabarás acostumbrándote, lo sé. Sea como sea, estoy contigo hasta el final. – Le volvió a dedicar otra sonrisa y atravesó la habitación. – Ahora… volvamos al motivo por el que Lyn está enfadada conmigo… - Tomó tres vasos nuevos y otra botella de cristal, esta rellena de líquido ocre.
Dejó la botella sobre la mesa y se cruzó de brazos.
- Esto sí es alcohol. – Aseguró, vertiendo el contenido en un solo vaso y dejando los otros a disposición de sus intempestivos invitados. – Servíos si queréis. – Añadió volviéndose a sentar.
Se quedó en silencio un par de segundos, planteándose como continuar aquello.
- No estoy seguro de que te pasa, si soy totalmente honesto contigo. – Cerró los ojos – Quizás solo necesitases escuchar lo que acabo de decir de alguien que no haya sido antes Centinela. – Le dio un trago a su bebida hasta casi dejarla vacía. – O tal vez solo necesites relajarte con un amigo después de sentir el peso del mundo encima de tus hombros… - Volvió a rellenar lo que se había bebido, sonrió al lobo y le acercó un poco el vaso. – O… puede que necesites despejar todas tus dudas definitivamente, las que tienes de tu fuerza. – Suspiró profundamente. – Así que… - Se llevó la mano izquierda hasta la nuca. – Estoy seguro que nunca has desatado todo… - Le señaló con el vaso. – …todo lo que tus runas pueden dar. – Se bebió ese segundo vaso. – He tenido la idea de… hacer de jinete… ¿Oscuro? Para ti. – Le dijo – Una pelea en la que te des cuenta de lo que eres realmente capaz. – Afirmó. – Con todo lo que ambos tengamos. – Suspiró profundamente y agachó la cabeza, alargó la mano hasta la botella.
Le costaba horrores emborracharse.
- A Lyn esto último no le ha hecho ninguna gracia. "Cosas de críos" dice. -
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Arqueé una ceja al ver aquel líquido verde. Lo olisqueé cuidadosamente antes de probarlo. ¿Algún tipo de hierbas? Le di un trago. No era mucho mejor que beber agua. A Oshu no parecía molestarle.
Sin embargo, lo que decía Eltrant era favorable. Si Niniel estaba en la Logia, podía formar algún tipo de alianza. Ya habían ayudado a Elen, después de todo.
El humano no tardó en ponerse algo nervioso. No acabó la mitad de sus frases. Sentí una punzada de impaciencia cuando afirmó que me conocía bien. En ocasiones, siempre me había parecido que me idealizaba. Que solo veía lo que quería ver, cuando en realidad distaba mucho de sus ideales.
Y entonces, sugirió que peleásemos. Dándolo todo.
-Creo que no me has entendido bien.- dije, pasandome la mano por la cara. -No es sobre esa clase de fuerza. No es solo sobre... poder destructivo. Ese es el problema.- gruñí. -Si fuera sólo por eso, no tendría dudas. No le tengo miedo a los Jinetes. Me enfrentaré a ellos, tarde o temprano. Pero...-
Era tentador. Parte de mi quería decir que sí. Pelear con Eltrant. Demostrar realmente de lo que podía hacer si me forzaba. Que realmente debía ser yo quien protegiese la corona, y no otro.
Pero aún había mucho que decir al respecto.
-Ser fuerte es más que simplemente poder manejarte en una pelea. Alguien fuerte lleva la intención de ayudar a los demás. A los que lo necesitan. Salvar a la gente, y estar dispuesto a sacrificar todo para salvar vidas.- suspiré. Eltrant era fuerte. Como lo eran Elen, Irirgo o Melena Blanca. Todos tenian sus propias ideas, pero compartían aquello. -Ser Centinela es un trabajo para héroes. Y, como has dicho, yo no lo soy.
Tragué saliva. Tendría que ser más claro.
-No quiero acabar como Vladimir, o Amaterasu. Ellos eran poderosos. Mucho. Pero al final, cayeron. Precisamente porque no tenían la voluntad de hacer el bien.- expliqué. Incluso Elen se había visto afectada por el artefacto. ¿Que esperaba conseguir yo?
-Pero...- intervino Oshu. -Tu también has hecho "el bien." Durante la Caza... Reuniste un ejercito, cuando podías haber simplemente matado a cualquiera.- Miré al hombre perro a los ojos. Aún veía un rastro de culpa en ellos. Él se había defendido, y se había arrepentido de ello.
-Solo lo hice por orgullo.- admití, bajando la mirada. -No dejaría que ningún rey me diese órdenes. Quería ser un líder, y lo conseguí.
-¿Qué diferencia hay? Salvaste a mucha gente.-
-La diferencia es que no tengo ningún código que me restrinja.- solté. -No hay nada que sea demasiado cruel o mezquino si me sirve para cumplir lo que quiero. La linea la dibujo yo. Siempre haré justamente lo que quiero, sin importar si es bueno o malo. Y eso no va a cambiar.- gruñí. Mis garras arañaron la mesa. -Igual que Amaterasu.-
-No tienes nada que ver con esa mujer.- musitó, buscando el apoyo de Eltrant con la mirada. -Además, estamos aquí. Si empiezas a actuar de forma extraña, intervendremos.-
-No lo haréis.- resoplé. -Incluso si se da el caso, no podréis detenerme. Por eso no puedo pelear contigo, Eltrant. La corona me hace más fuerte de lo que ya era. Si doy todo lo que tengo, acabaremos mal los dos.- Los límites que tenía me los había impuesto yo mismo. Si realmente me forzase, sería peligroso para mi mismo... y aún más para mi oponente. No tenía ninguna duda de que podría destrozar cualquier cosa que se me pusiese por delante. -Puedes aguantar mucho, pero sé donde golpear. No saldría bien.-
-Si hace falta, Syl podría pararte.- afirmó Oshu. Me quedé en silencio. Era probable, si. Dudaba de que fuese a matarme, pero podría detenerme. Aun así... no quería llegar a una situación que le obligase a aquello. -Y si estás tan preocupado porque la corona te... corrompa... ¿no será más difícil que lo haga?-
En ese momento, era realmente lo único que me mantenía a flote. La preocupación de que empezase a controlarme. O cambiarme. Aquello estaba siempre en mi cabeza. Y, de momento, había funcionado. No había habido ninguna voz extraña, ni ningún impulso que no me perteneciese.
-En cuanto deje de preocuparme, estaré vulnerable.- respondí. -Por eso deberías haber sido tú, Eltrant.-
Sin embargo, lo que decía Eltrant era favorable. Si Niniel estaba en la Logia, podía formar algún tipo de alianza. Ya habían ayudado a Elen, después de todo.
El humano no tardó en ponerse algo nervioso. No acabó la mitad de sus frases. Sentí una punzada de impaciencia cuando afirmó que me conocía bien. En ocasiones, siempre me había parecido que me idealizaba. Que solo veía lo que quería ver, cuando en realidad distaba mucho de sus ideales.
Y entonces, sugirió que peleásemos. Dándolo todo.
-Creo que no me has entendido bien.- dije, pasandome la mano por la cara. -No es sobre esa clase de fuerza. No es solo sobre... poder destructivo. Ese es el problema.- gruñí. -Si fuera sólo por eso, no tendría dudas. No le tengo miedo a los Jinetes. Me enfrentaré a ellos, tarde o temprano. Pero...-
Era tentador. Parte de mi quería decir que sí. Pelear con Eltrant. Demostrar realmente de lo que podía hacer si me forzaba. Que realmente debía ser yo quien protegiese la corona, y no otro.
Pero aún había mucho que decir al respecto.
-Ser fuerte es más que simplemente poder manejarte en una pelea. Alguien fuerte lleva la intención de ayudar a los demás. A los que lo necesitan. Salvar a la gente, y estar dispuesto a sacrificar todo para salvar vidas.- suspiré. Eltrant era fuerte. Como lo eran Elen, Irirgo o Melena Blanca. Todos tenian sus propias ideas, pero compartían aquello. -Ser Centinela es un trabajo para héroes. Y, como has dicho, yo no lo soy.
Tragué saliva. Tendría que ser más claro.
-No quiero acabar como Vladimir, o Amaterasu. Ellos eran poderosos. Mucho. Pero al final, cayeron. Precisamente porque no tenían la voluntad de hacer el bien.- expliqué. Incluso Elen se había visto afectada por el artefacto. ¿Que esperaba conseguir yo?
-Pero...- intervino Oshu. -Tu también has hecho "el bien." Durante la Caza... Reuniste un ejercito, cuando podías haber simplemente matado a cualquiera.- Miré al hombre perro a los ojos. Aún veía un rastro de culpa en ellos. Él se había defendido, y se había arrepentido de ello.
-Solo lo hice por orgullo.- admití, bajando la mirada. -No dejaría que ningún rey me diese órdenes. Quería ser un líder, y lo conseguí.
-¿Qué diferencia hay? Salvaste a mucha gente.-
-La diferencia es que no tengo ningún código que me restrinja.- solté. -No hay nada que sea demasiado cruel o mezquino si me sirve para cumplir lo que quiero. La linea la dibujo yo. Siempre haré justamente lo que quiero, sin importar si es bueno o malo. Y eso no va a cambiar.- gruñí. Mis garras arañaron la mesa. -Igual que Amaterasu.-
-No tienes nada que ver con esa mujer.- musitó, buscando el apoyo de Eltrant con la mirada. -Además, estamos aquí. Si empiezas a actuar de forma extraña, intervendremos.-
-No lo haréis.- resoplé. -Incluso si se da el caso, no podréis detenerme. Por eso no puedo pelear contigo, Eltrant. La corona me hace más fuerte de lo que ya era. Si doy todo lo que tengo, acabaremos mal los dos.- Los límites que tenía me los había impuesto yo mismo. Si realmente me forzase, sería peligroso para mi mismo... y aún más para mi oponente. No tenía ninguna duda de que podría destrozar cualquier cosa que se me pusiese por delante. -Puedes aguantar mucho, pero sé donde golpear. No saldría bien.-
-Si hace falta, Syl podría pararte.- afirmó Oshu. Me quedé en silencio. Era probable, si. Dudaba de que fuese a matarme, pero podría detenerme. Aun así... no quería llegar a una situación que le obligase a aquello. -Y si estás tan preocupado porque la corona te... corrompa... ¿no será más difícil que lo haga?-
En ese momento, era realmente lo único que me mantenía a flote. La preocupación de que empezase a controlarme. O cambiarme. Aquello estaba siempre en mi cabeza. Y, de momento, había funcionado. No había habido ninguna voz extraña, ni ningún impulso que no me perteneciese.
-En cuanto deje de preocuparme, estaré vulnerable.- respondí. -Por eso deberías haber sido tú, Eltrant.-
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Escuchó atentamente las palaras de Asher.
Parecía incluso… molesto. El lobo nunca se había esforzado demasiado por disimular sus emociones, tampoco estaba siendo ahí el caso. No tardó en comentarle lo que realmente pensaba de lo que acababa de decirle.
Quizás una parte de él había sido demasiado ingenua pensando que, simplemente, podrían beber toda la noche mientras contaban antiguas historias para aliviar la posible tensión que sintiese el lobo.
¿Por qué siempre se empeñaba en complicarlo todo tanto?
Volvió a servirse otra copa, justo en el momento en el que el lobo dijo que, de seguir con la idea de Eltrant, este último no acabaría nada bien. Se la bebió de un único trago y volvió a servirse de la botella.
Si nadie más quería beber, lo haría él.
Necesitaba un trago, o más bien varios.
- Entiendo... – dijo ante aquello. – Tienes… tienes razón. – agitó la cabeza. - Lo dejamos, entonces. - Añadió suspirando con suavidad, decidiendo ignorar la realidad de las palabras de su amigo.
No dejaban de subestimarle.
Primero Lyn y ahora Asher. Este último incluso había insinuado que si perdía el control nadie podría detenerle, absolutamente nadie. Eltrant no compartía aquella opinión, por supuesto, pero tampoco pensaba decirla en voz alta.
Decidió pensar que era mejor ser menospreciado; Al menos, de aquel modo, si llegaba el día que Asher tanto temía podría plantarle más cara de la que este se pensaba que era capaz.
Se pasó la mano por el pelo, peinándolo pobremente. A decir verdad, sus dudas eran comprensibles, sobre todo después de que se las hubiese explicado de aquella forma.
Asher era alguien capaz de atravesar una Tarasca con su poder y que, con el tiempo, podía perder el control y acabar cómo uno de esos centinelas que habían abusado de su poder en lugar de usarlo para el bien.
Respiró profundamente, y se planteó como contestar a aquello, pero se limitó a dejar que Asher continuase hablando, a que terminase lo que tenía que decir.
Frunció el ceño.
Por algún motivo la última frase le resultó especialmente molesta.
Incluso más que el hecho de que su amigo no le tomase en serio.
- Muy bien. – dejó el vaso sobre la mesa. – Si de verdad piensas eso, dámela. – Pidió estirado el brazo en dirección al lobo, señalando la corona.
Se quedó en silencio unos segundos, con el brazo aun extendido, esperando que Asher depositase el objeto en su mano. No pensaba aceptarla, pero quería ver al menos un atisbo de duda en los ojos del lobo, algo mínimo al menos.
- ¿No? –
Volvió a su vaso y se acomodó de nuevo en su asiento para, tras cruzar las piernas, quedarse en silencio.
– Nunca me he considerado un héroe, ni tampoco fuerte. – Le dijo, estaba empezando a odiar aquel término. – Soy un humano que se mete en problemas que le vienen, normalmente, grandes. – Explicó. – Alguien que los dos sabemos que no va a morir en una cama de viejo. – dijo dejando escapar el contenido de sus pulmones. – Y me gusta que siga siendo así. - Agitó el contenido del vaso, se concentró en el distante canto de los grillos en las afueras de la granja.
Le dio un largo trago a su bebida y, por quinta vez consecutiva, la volvió a rellenar. ¿Es que se pensaba que era especial? ¿Qué era el único que tenía dudas acerca de su forma de actuar?
- Las “líneas” de las que hablas, esas que dices ponerte a ti mismo. – Rompió de nuevo el silencio. – No son mágicas, no están simplemente ahí para los demás. – Mencionó. – Todos las dibujamos nosotros. Si cambiamos es porque queremos hacerlo, porque nosotros lo decidimos. – dijo. – Decir que vas a seguir siendo siempre igual es menospreciarte a ti mismo. – Le dijo sin apartar la mirada de él.
Se había acabado la botella él solo, y ni siquiera le había servido para emborracharse lo más mínimo.
Los dioses sabían que lo estaba deseando en aquel momento.
- ¡Y no te atrevas a decirme que no estás dispuesto a sacrificarte por los demás! – Le señaló con el dedo índice, levantándose levemente de la silla e inclinándose hacia delante. - ¡Yo también podría usar los peores ejemplos de mí mismo para sentirme culpable! – Exclamó golpeando la mesa con la otra mano, haciendo saltar, durante un instante, los vasos y las botellas que seguían sobre la mesa.
Pensándolo bien, quizás el alcohol si había tenido más efecto del que se imaginaba.
– ¡Darías tu vida por los tuyos! ¡Por Syl! ¡Por Oshu! ¡Por los Nómadas! – Añadió. - ¡Ser Centinela es solo agrandar ese maldito círculo! ¡Sólo los idiotas como yo se tiran delante de una Tarasca para salvar a un desconocido! – Comentó. - ¡Los Centinelas tienen que ser inteligentes además de ser capaces de sacrificarse por los demás! – Volvió a dar otra palmada sobre la mesa. – ¡Y tú eres la persona más inteligente que conozco, pedazo de idiota! -
Le dolía la cabeza, pero lo único que podía pensar era en lo que quería decirle a Asher. Sin entrecortarse, con decisión. Así seguro que le escucharía, al menos un mínimo.
- ¡Syl vive en el maldito mundo que estás encargado de custodiar! – Gritó - ¿¡No estarías dispuesto a darlo todo porque viese un mundo en el que cosas así de... raras no tratasen de destruirlo!? – Se levantó del todo y volvió a señalarle, la silla cayó al suelo tras él.
Quizás el perro tuviese razón, quizás Asher no fuese ningún héroe, de hecho, quizás nunca fuese a serlo. Pero podía llegar a serlo si se esforzaba, por mucho que el lobo se centrase en sus defectos, lo cierto era que se equivocaba.
Y mucho.
Y podía demostrarlo.
– Oshu. – Hizo un gesto para captar su atención, aunque era evidente que ya la tenía. – Dices que Asher en… esa “caza” … se encargó de mantener a todos a salvo, de liderar a un grupo de personas con las que no había coincidido nunca. ¿Verdad? Totalmente desconocidos – Sonrió enigmáticamente, se giró hacia su amigo – Y tú dices que fue solo por orgullo… - Musitó. – No lo niego, querido Asher Daregan. ¡No me atreveria a negarlo! – Mencionó. – “Orgullo” ha sido una palabra que te describe desde que tengo memoria. – Aseveró sin perder la sonrisa, frunciendo el ceño al mismo tiempo. – Pero… el Asher que asaltaba caravanas con un grupo de cinco personas solo habría ayudado a Syl y a Hont ahí. – Aseguró bajando la voz hasta un nivel tolerable. – Y por lo que he oído… el Asher que vendía su espada por dinero no se habría preocupado más que de sí mismo. – Cerró los ojos, se los frotó varias veces y sacudió la cabeza.
Escuchó pasos en la escalera, pero no se giró hacia ellos, sabía que Lyn estaba mirando.
- Lo que intento decir… - Tomó aire, se apoyó en la mesa de nuevo. – Es que quizás tengas razón. – Le dijo – Quizás no seas un héroe, quizás tengas defectos… quizás seas tan común como el resto de los mortales. – Agregó - ¿Pero qué héroe ha empezado siendo perfecto? – Inquirió acercándose hasta el lobo, depositando una mano en su hombro. – Por mucho que lo niegues… eres más héroe que el día que te conocí. – Pasó de largo, se encaminó hacía la salida de la vivienda. – Y sigues mejorando. Lo veo cada vez que nos cruzamos. – Aseveró, tomando la azada que había junto a la puerta y saliendo al exterior.
La habitación se quedó en silencio durante unos segundos. Lo único audible eran los grillos y la voz del castaño, procedente del exterior, apagada por las paredes de la casa.
- … Y por eso nunca, nunca, le dejo beber. – dijo la vampiresa, apoyada en la barandilla de las escaleras, sin dejar de sonreír a los lobos. – Os sorprendería lo que es capaz de decir cuando está así. – dijo acercándose hasta dónde estaba Asher y Oshu.
Le dio un tímido abrazo al Centinela.
- Tiene razón. ¿Sabes? – Susurró sin soltarle.
No estaba seguro de por qué se había enfadado antes con Asher.
Quizás estaba más enfadado consigo mismo, con la visión que los demás tenían de él.
¿Tan patético era a simple vista?
Y encima le llamaban héroe.
- ¿¡POR QUÉ…!? – Gritó, bajó la azada - ¡ …LA VIDA! – Volvió a levantar la herramienta - ¡¿ES TAN DURA!? - Bajó la azada de nuevo, abrió otro surco en el campo.
Apretó los dientes, sintió de golpe el intenso calor que desprendía el tatuaje con forma de brújula que tenía en la espalda. Isla Tortuga acababa de salir de las profundidades del océano en aquel mismo instante.
Era casi como un recordatorio de sus fracasos, de las miles de personas que seguían atrapadas en oro a las que había prometido rescatar, algo que nunca había logrado hacer.
Demasiado oportuno para ser casualidad.
- ¡¿Vosotros tambien!? – Preguntó al cielo. Como de costumbre, no recibió nada parecido a una respuesta. - ¿¡No podéis darme un respiro?! –
Se quitó la camisa, ignoró el calor y prosiguió con aquel trabajo de media noche.
- ¡No escuchéis a Tale! – Siguió cavando, moviéndose por el campo, asegurándose de que todo quedaba relativamente recto. - ¡Solo sirve para recibir puñaladas, no para dar consejos! – Aunque sus palabras no lo demostrasen, lo cierto es que encontraba aquello tremendamente terapéutico. - ¡Preguntadle sobre si un cactus del Arenal sobreviviría en la tundra de Dundarak! – Tampoco estaba seguro porqué aquella pregunta en concreto había llegado hasta su cabeza. - ¡Solo es un paleto de pueblo! - La hizo Dannos y estaba seguro que no lo hizo con mala intención. - ¡Un granjero venido a más! – Masculló, bajando la voz.
La brisa nocturna le ayudó a aclararse las ideas.
Se detuvo y cerró los ojos.
Debería volver dentro.
Aunque ya que había empezado aquella parte... quizás la terminase.
Parecía incluso… molesto. El lobo nunca se había esforzado demasiado por disimular sus emociones, tampoco estaba siendo ahí el caso. No tardó en comentarle lo que realmente pensaba de lo que acababa de decirle.
Quizás una parte de él había sido demasiado ingenua pensando que, simplemente, podrían beber toda la noche mientras contaban antiguas historias para aliviar la posible tensión que sintiese el lobo.
¿Por qué siempre se empeñaba en complicarlo todo tanto?
Volvió a servirse otra copa, justo en el momento en el que el lobo dijo que, de seguir con la idea de Eltrant, este último no acabaría nada bien. Se la bebió de un único trago y volvió a servirse de la botella.
Si nadie más quería beber, lo haría él.
Necesitaba un trago, o más bien varios.
- Entiendo... – dijo ante aquello. – Tienes… tienes razón. – agitó la cabeza. - Lo dejamos, entonces. - Añadió suspirando con suavidad, decidiendo ignorar la realidad de las palabras de su amigo.
No dejaban de subestimarle.
Primero Lyn y ahora Asher. Este último incluso había insinuado que si perdía el control nadie podría detenerle, absolutamente nadie. Eltrant no compartía aquella opinión, por supuesto, pero tampoco pensaba decirla en voz alta.
Decidió pensar que era mejor ser menospreciado; Al menos, de aquel modo, si llegaba el día que Asher tanto temía podría plantarle más cara de la que este se pensaba que era capaz.
Se pasó la mano por el pelo, peinándolo pobremente. A decir verdad, sus dudas eran comprensibles, sobre todo después de que se las hubiese explicado de aquella forma.
Asher era alguien capaz de atravesar una Tarasca con su poder y que, con el tiempo, podía perder el control y acabar cómo uno de esos centinelas que habían abusado de su poder en lugar de usarlo para el bien.
Respiró profundamente, y se planteó como contestar a aquello, pero se limitó a dejar que Asher continuase hablando, a que terminase lo que tenía que decir.
Frunció el ceño.
Por algún motivo la última frase le resultó especialmente molesta.
Incluso más que el hecho de que su amigo no le tomase en serio.
- Muy bien. – dejó el vaso sobre la mesa. – Si de verdad piensas eso, dámela. – Pidió estirado el brazo en dirección al lobo, señalando la corona.
Se quedó en silencio unos segundos, con el brazo aun extendido, esperando que Asher depositase el objeto en su mano. No pensaba aceptarla, pero quería ver al menos un atisbo de duda en los ojos del lobo, algo mínimo al menos.
- ¿No? –
Volvió a su vaso y se acomodó de nuevo en su asiento para, tras cruzar las piernas, quedarse en silencio.
– Nunca me he considerado un héroe, ni tampoco fuerte. – Le dijo, estaba empezando a odiar aquel término. – Soy un humano que se mete en problemas que le vienen, normalmente, grandes. – Explicó. – Alguien que los dos sabemos que no va a morir en una cama de viejo. – dijo dejando escapar el contenido de sus pulmones. – Y me gusta que siga siendo así. - Agitó el contenido del vaso, se concentró en el distante canto de los grillos en las afueras de la granja.
Le dio un largo trago a su bebida y, por quinta vez consecutiva, la volvió a rellenar. ¿Es que se pensaba que era especial? ¿Qué era el único que tenía dudas acerca de su forma de actuar?
- Las “líneas” de las que hablas, esas que dices ponerte a ti mismo. – Rompió de nuevo el silencio. – No son mágicas, no están simplemente ahí para los demás. – Mencionó. – Todos las dibujamos nosotros. Si cambiamos es porque queremos hacerlo, porque nosotros lo decidimos. – dijo. – Decir que vas a seguir siendo siempre igual es menospreciarte a ti mismo. – Le dijo sin apartar la mirada de él.
Se había acabado la botella él solo, y ni siquiera le había servido para emborracharse lo más mínimo.
Los dioses sabían que lo estaba deseando en aquel momento.
- ¡Y no te atrevas a decirme que no estás dispuesto a sacrificarte por los demás! – Le señaló con el dedo índice, levantándose levemente de la silla e inclinándose hacia delante. - ¡Yo también podría usar los peores ejemplos de mí mismo para sentirme culpable! – Exclamó golpeando la mesa con la otra mano, haciendo saltar, durante un instante, los vasos y las botellas que seguían sobre la mesa.
Pensándolo bien, quizás el alcohol si había tenido más efecto del que se imaginaba.
– ¡Darías tu vida por los tuyos! ¡Por Syl! ¡Por Oshu! ¡Por los Nómadas! – Añadió. - ¡Ser Centinela es solo agrandar ese maldito círculo! ¡Sólo los idiotas como yo se tiran delante de una Tarasca para salvar a un desconocido! – Comentó. - ¡Los Centinelas tienen que ser inteligentes además de ser capaces de sacrificarse por los demás! – Volvió a dar otra palmada sobre la mesa. – ¡Y tú eres la persona más inteligente que conozco, pedazo de idiota! -
Le dolía la cabeza, pero lo único que podía pensar era en lo que quería decirle a Asher. Sin entrecortarse, con decisión. Así seguro que le escucharía, al menos un mínimo.
- ¡Syl vive en el maldito mundo que estás encargado de custodiar! – Gritó - ¿¡No estarías dispuesto a darlo todo porque viese un mundo en el que cosas así de... raras no tratasen de destruirlo!? – Se levantó del todo y volvió a señalarle, la silla cayó al suelo tras él.
Quizás el perro tuviese razón, quizás Asher no fuese ningún héroe, de hecho, quizás nunca fuese a serlo. Pero podía llegar a serlo si se esforzaba, por mucho que el lobo se centrase en sus defectos, lo cierto era que se equivocaba.
Y mucho.
Y podía demostrarlo.
– Oshu. – Hizo un gesto para captar su atención, aunque era evidente que ya la tenía. – Dices que Asher en… esa “caza” … se encargó de mantener a todos a salvo, de liderar a un grupo de personas con las que no había coincidido nunca. ¿Verdad? Totalmente desconocidos – Sonrió enigmáticamente, se giró hacia su amigo – Y tú dices que fue solo por orgullo… - Musitó. – No lo niego, querido Asher Daregan. ¡No me atreveria a negarlo! – Mencionó. – “Orgullo” ha sido una palabra que te describe desde que tengo memoria. – Aseveró sin perder la sonrisa, frunciendo el ceño al mismo tiempo. – Pero… el Asher que asaltaba caravanas con un grupo de cinco personas solo habría ayudado a Syl y a Hont ahí. – Aseguró bajando la voz hasta un nivel tolerable. – Y por lo que he oído… el Asher que vendía su espada por dinero no se habría preocupado más que de sí mismo. – Cerró los ojos, se los frotó varias veces y sacudió la cabeza.
Escuchó pasos en la escalera, pero no se giró hacia ellos, sabía que Lyn estaba mirando.
- Lo que intento decir… - Tomó aire, se apoyó en la mesa de nuevo. – Es que quizás tengas razón. – Le dijo – Quizás no seas un héroe, quizás tengas defectos… quizás seas tan común como el resto de los mortales. – Agregó - ¿Pero qué héroe ha empezado siendo perfecto? – Inquirió acercándose hasta el lobo, depositando una mano en su hombro. – Por mucho que lo niegues… eres más héroe que el día que te conocí. – Pasó de largo, se encaminó hacía la salida de la vivienda. – Y sigues mejorando. Lo veo cada vez que nos cruzamos. – Aseveró, tomando la azada que había junto a la puerta y saliendo al exterior.
La habitación se quedó en silencio durante unos segundos. Lo único audible eran los grillos y la voz del castaño, procedente del exterior, apagada por las paredes de la casa.
- … Y por eso nunca, nunca, le dejo beber. – dijo la vampiresa, apoyada en la barandilla de las escaleras, sin dejar de sonreír a los lobos. – Os sorprendería lo que es capaz de decir cuando está así. – dijo acercándose hasta dónde estaba Asher y Oshu.
Le dio un tímido abrazo al Centinela.
- Tiene razón. ¿Sabes? – Susurró sin soltarle.
[…]
No estaba seguro de por qué se había enfadado antes con Asher.
Quizás estaba más enfadado consigo mismo, con la visión que los demás tenían de él.
¿Tan patético era a simple vista?
Y encima le llamaban héroe.
- ¿¡POR QUÉ…!? – Gritó, bajó la azada - ¡ …LA VIDA! – Volvió a levantar la herramienta - ¡¿ES TAN DURA!? - Bajó la azada de nuevo, abrió otro surco en el campo.
Apretó los dientes, sintió de golpe el intenso calor que desprendía el tatuaje con forma de brújula que tenía en la espalda. Isla Tortuga acababa de salir de las profundidades del océano en aquel mismo instante.
Era casi como un recordatorio de sus fracasos, de las miles de personas que seguían atrapadas en oro a las que había prometido rescatar, algo que nunca había logrado hacer.
Demasiado oportuno para ser casualidad.
- ¡¿Vosotros tambien!? – Preguntó al cielo. Como de costumbre, no recibió nada parecido a una respuesta. - ¿¡No podéis darme un respiro?! –
Se quitó la camisa, ignoró el calor y prosiguió con aquel trabajo de media noche.
- ¡No escuchéis a Tale! – Siguió cavando, moviéndose por el campo, asegurándose de que todo quedaba relativamente recto. - ¡Solo sirve para recibir puñaladas, no para dar consejos! – Aunque sus palabras no lo demostrasen, lo cierto es que encontraba aquello tremendamente terapéutico. - ¡Preguntadle sobre si un cactus del Arenal sobreviviría en la tundra de Dundarak! – Tampoco estaba seguro porqué aquella pregunta en concreto había llegado hasta su cabeza. - ¡Solo es un paleto de pueblo! - La hizo Dannos y estaba seguro que no lo hizo con mala intención. - ¡Un granjero venido a más! – Masculló, bajando la voz.
La brisa nocturna le ayudó a aclararse las ideas.
Se detuvo y cerró los ojos.
Debería volver dentro.
Aunque ya que había empezado aquella parte... quizás la terminase.
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Miré al humano, extrañado. Aquella no era exactamente la respuesta que esperaba. Aunque me sentí tentado de quitarme la corona, sabía que no podía ser tan simple.
-...No funcionaría.- dije, ladeando la cabeza.
Apreté la mandíbula. No estaba seguro de como responder. Eltrant decía que él tampoco era un héroe. Que no era fuerte. Solo estaba siendo humilde... ¿no? Cualquiera sabría, después de todo aquello, como era.
Sin embargo, no podía decir que se equivocase. Aunque el alcohol empezase a afectarle, no podía decir que se equivocase del todo. No tuve un buen momento para intervenir. El humano estaba enfadado. No comprendía del todo por qué, pero era evidente que no estaba de acuerdo en lo más mínimo con mis dudas.
Pensé en lo que decía. Era cierto que había recorrido un largo camino. Había crecido como persona, y mis acciones habían beneficiado a otros.
Eltrant salió de la casa sin esperar una respuesta. No tardamos en escuchar sus gritos de frustración. Intercambié una mirada con Oshu, algo incómodo.
-...Vaya.-
Lyn no tardó en aparecer. Me dio un abrazo. Parecía estar mucho mejor: quizás por haber levantado la preocupación que supondría el que tuviese un duelo con Eltrant.
-Es raro. No suele pasar.- musité.
-¿El que se ponga así?-
-No, el que tenga razón.- respondí. Oshu reveló una sonrisa. -Supongo que... haré lo que haga falta. Mientras vaya en contra de los Jinetes, no hace falta que salve a todo el mundo.- Por algún motivo, había pensado que un héroe de verdad sería incorruptible. Quizás era yo el que había idealizado a Eltrant. No era perfecto, y debía tener sus propias dudas también.
Lo único que podía hacer es evitar la corrupción como pudiese, y asegurarme de destruir a los Jinetes. Nada más. No hacía falta que fuese un héroe para ello. Nadie esperaba que fuese un santo mientras no desviase mis objetivos. E incluso entonces, podía salvar a los que quisiera.
Podía seguir siendo Asher Daregan.
De alguna forma, no me había dado cuenta de aquello hasta entonces. Era un gran alivio. Respiré hondo. Aquello que me comprimía el pecho se había despejado por completo. Resultaba algo insultante que hubiese sido tan fácil. Más que nada, empezaba a sentirme algo avergonzado por haber necesitado todo eso.
Me aclaré la garganta, rompiendo el abrazo de Lyn.
-...Quizás alguien deba hablar con él. O... ¿dejo que se tranquilice?- miré a la vampiresa, inseguro de como seguir. Realmente, no sabía por qué estaba tan enfadado. Se lo había tomado de forma muy personal. Sería mejor esperar.
-Igual debería haber bebido con él. Pero, aparte de eso... ¿No le has contado lo de la Caza?- preguntó Oshu, extrañado.
-Creía haberlo hecho...- admití. ¿Se me habría pasado? En ese tiempo estaba mayormente preocupado por Syl. No estaba tan seguro de como ayudarle. Pero pareció recuperarse bien, al fin y al cabo.
Sería tan buen momento como cualquier otro. No teníamos nada especial que hacer, después de todo. Por una vez, no había grandes monstruos que cazar o criminales sedientos de sangre.
-¿Lo cuento? Es algo largo, pero...-
-Espera, voy a traer a Eltrant.- interrumpió Oshu. El hombre perro se levantó de la mesa y se encaminó hacia la puerta, agitando ligeramente la cola.
El hombre perro se acercó al granjero, sonriendo ligeramente.
-Es un poco tarde para plantar patatas.- dijo, algo divertido. -Creo que necesitas algo mejor que beber.-
Respiró hondo. La brisa estaba bien. Aunque indicaba el fin del verano. Pronto empezaría a hacer frío, y se vería una vez más en el invierno de Dundarak.
-No creo que le conozca tan bien como tu, pero... me parece que le has dicho lo que necesitaba oír.- admitió. Le dio una palmada en el hombro al humano. A decir verdad, le caía bien. Eran parecidos, a su manera. Asher le había contado algunas de sus hazañas.
-Deberías volver. Vamos a contar historias.-
-...No funcionaría.- dije, ladeando la cabeza.
Apreté la mandíbula. No estaba seguro de como responder. Eltrant decía que él tampoco era un héroe. Que no era fuerte. Solo estaba siendo humilde... ¿no? Cualquiera sabría, después de todo aquello, como era.
Sin embargo, no podía decir que se equivocase. Aunque el alcohol empezase a afectarle, no podía decir que se equivocase del todo. No tuve un buen momento para intervenir. El humano estaba enfadado. No comprendía del todo por qué, pero era evidente que no estaba de acuerdo en lo más mínimo con mis dudas.
Pensé en lo que decía. Era cierto que había recorrido un largo camino. Había crecido como persona, y mis acciones habían beneficiado a otros.
Eltrant salió de la casa sin esperar una respuesta. No tardamos en escuchar sus gritos de frustración. Intercambié una mirada con Oshu, algo incómodo.
-...Vaya.-
Lyn no tardó en aparecer. Me dio un abrazo. Parecía estar mucho mejor: quizás por haber levantado la preocupación que supondría el que tuviese un duelo con Eltrant.
-Es raro. No suele pasar.- musité.
-¿El que se ponga así?-
-No, el que tenga razón.- respondí. Oshu reveló una sonrisa. -Supongo que... haré lo que haga falta. Mientras vaya en contra de los Jinetes, no hace falta que salve a todo el mundo.- Por algún motivo, había pensado que un héroe de verdad sería incorruptible. Quizás era yo el que había idealizado a Eltrant. No era perfecto, y debía tener sus propias dudas también.
Lo único que podía hacer es evitar la corrupción como pudiese, y asegurarme de destruir a los Jinetes. Nada más. No hacía falta que fuese un héroe para ello. Nadie esperaba que fuese un santo mientras no desviase mis objetivos. E incluso entonces, podía salvar a los que quisiera.
Podía seguir siendo Asher Daregan.
De alguna forma, no me había dado cuenta de aquello hasta entonces. Era un gran alivio. Respiré hondo. Aquello que me comprimía el pecho se había despejado por completo. Resultaba algo insultante que hubiese sido tan fácil. Más que nada, empezaba a sentirme algo avergonzado por haber necesitado todo eso.
Me aclaré la garganta, rompiendo el abrazo de Lyn.
-...Quizás alguien deba hablar con él. O... ¿dejo que se tranquilice?- miré a la vampiresa, inseguro de como seguir. Realmente, no sabía por qué estaba tan enfadado. Se lo había tomado de forma muy personal. Sería mejor esperar.
-Igual debería haber bebido con él. Pero, aparte de eso... ¿No le has contado lo de la Caza?- preguntó Oshu, extrañado.
-Creía haberlo hecho...- admití. ¿Se me habría pasado? En ese tiempo estaba mayormente preocupado por Syl. No estaba tan seguro de como ayudarle. Pero pareció recuperarse bien, al fin y al cabo.
Sería tan buen momento como cualquier otro. No teníamos nada especial que hacer, después de todo. Por una vez, no había grandes monstruos que cazar o criminales sedientos de sangre.
-¿Lo cuento? Es algo largo, pero...-
-Espera, voy a traer a Eltrant.- interrumpió Oshu. El hombre perro se levantó de la mesa y se encaminó hacia la puerta, agitando ligeramente la cola.
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El hombre perro se acercó al granjero, sonriendo ligeramente.
-Es un poco tarde para plantar patatas.- dijo, algo divertido. -Creo que necesitas algo mejor que beber.-
Respiró hondo. La brisa estaba bien. Aunque indicaba el fin del verano. Pronto empezaría a hacer frío, y se vería una vez más en el invierno de Dundarak.
-No creo que le conozca tan bien como tu, pero... me parece que le has dicho lo que necesitaba oír.- admitió. Le dio una palmada en el hombro al humano. A decir verdad, le caía bien. Eran parecidos, a su manera. Asher le había contado algunas de sus hazañas.
-Deberías volver. Vamos a contar historias.-
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Dejó caer la azada junto a él, la sujetó a modo de bastón y, con el codo, se apoyó sobre ella.
Tenía la mente en blanco, no tenía muy claro de qué pensar en aquel momento. Se sentía mejor, menos ofuscado, quizás algo abochornado por haber reaccionado de ese modo con Asher.
Se limpió el sudor que resbalaba por su frente y suspiró.
No se lo solía plantear demasiado, pero… ¿Cuál era la visión que tenían de él? ¿Qué era lo que pensaban los demás cuando le miraban? Se sintió algo ridículo: un idiota en armadura de placas que iba a acabar en una tumba sin nombre.
Hacía tiempo que no se sentía de aquel modo.
Se giró sobre sí mismo cuando escuchó la voz de Oshu tras él. Le sorprendió que de entre todas las personas que había en el interior de la granja hubiese sido él quien había decidido salir en su busca.
Devolvió la sonrisa al perro y dejó caer la herramienta sobre su hombro.
- Últimamente… no tengo mucho más tiempo en el que ocuparme del huerto. – dijo desviando su mirada hasta todo el trabajo que había realizado; Su padre estaría orgulloso. – Y… sí. – Añadió después, agachando la cabeza, todavía avergonzado por la forma en la que se había comportado. – Creo que necesito otra cosa que beber. – Arqueó ambas cejas ante la siguiente frase de Oshu. - ¿Tú crees? –
¿De verdad había ayudado a Asher con todos aquellos gritos? Se atusó la barba, volvió a dejar caer la azada junto a él.
– Yo y el alcohol no nos llevamos muy bien… – Musitó cabizbajo, sonrió al notar la palmada del can. – Siento lo de antes, las voces y todo eso. – dijo llevándose la mano hasta la nuca, encaminándose de nuevo hacía el edificio.
Le seguía doliendo la sien con fuerza, eso no había desaparecido, pero al menos ahora tenía la capacidad para no sentir que todo el mundo le miraba por encima del hombro.
¿Por qué cada vez que pensaba en eso el rostro de Anastasia era el primero que le venía a la cabeza?
Se adentró en la granja detrás de Oshu y, sin decir nada en un principio, dejó la azada en el lugar en el que había estado apenas diez minutos atrás.
Lyn le ofreció una sonrisa como bienvenida, se la devolvió como buenamente pudo y se dirigió de nuevo al centro de la habitación. Suspirando tomó el vaso que había volcado con el golpe que le había dado al mueble y lo colocó de nuevo junto a los demás.
- Espero que… - Sonrió a Asher. – Que te haya quedado claro lo que he dicho. – dijo cruzándose de brazos durante unos momentos para después levantando la silla que había tumbado y sentarse sobre ella.
Lyn, que había estado sentada junto al lobo todo el tiempo, arrastró sonoramente su silla hasta quedarse al lado de Eltrant, momento en el que le dio varios codazos en el costado.
- Mortal, mi adorable borrachín. – Le dijo sin perder la sonrisa. - ¿Te acuerdas tú siquiera de lo que has dicho? – Agitó la botella vacía que se había bebido Eltrant frente a sus ojos, el castaño la empujó con suavidad, apartándola con cuidado de su lado. – Te lo puedo resumir en un par de gritos, seguro que te han oído en el campamento Nórgedo y todo. – Eltrant dejó escapar una corta carcajada y negó con la cabeza.
La personalidad de Lyn había vuelto a cambiar por completo, le daba miedo la capacidad que la vampiresa tenía para hacer eso, muchas veces pensaba que no la conocía en absoluto.
- Por favor, no. – Gruñó llevándose la mano hasta la frente. – Me duele la cabeza. – Añadió apoyándose sobre dicha mano.
- ¿Sabéis jugar a las cartas? No recuerdo el nombre del juego en si… me lo explicó Irirgo – Preguntó Lyn levantándose. – ¿Ibas a contar una historia, Asher? – Preguntó a continuación, sin dejar de rebuscar entre los distintos cajones que había por la habitación.
Tenía la mente en blanco, no tenía muy claro de qué pensar en aquel momento. Se sentía mejor, menos ofuscado, quizás algo abochornado por haber reaccionado de ese modo con Asher.
Se limpió el sudor que resbalaba por su frente y suspiró.
No se lo solía plantear demasiado, pero… ¿Cuál era la visión que tenían de él? ¿Qué era lo que pensaban los demás cuando le miraban? Se sintió algo ridículo: un idiota en armadura de placas que iba a acabar en una tumba sin nombre.
Hacía tiempo que no se sentía de aquel modo.
Se giró sobre sí mismo cuando escuchó la voz de Oshu tras él. Le sorprendió que de entre todas las personas que había en el interior de la granja hubiese sido él quien había decidido salir en su busca.
Devolvió la sonrisa al perro y dejó caer la herramienta sobre su hombro.
- Últimamente… no tengo mucho más tiempo en el que ocuparme del huerto. – dijo desviando su mirada hasta todo el trabajo que había realizado; Su padre estaría orgulloso. – Y… sí. – Añadió después, agachando la cabeza, todavía avergonzado por la forma en la que se había comportado. – Creo que necesito otra cosa que beber. – Arqueó ambas cejas ante la siguiente frase de Oshu. - ¿Tú crees? –
¿De verdad había ayudado a Asher con todos aquellos gritos? Se atusó la barba, volvió a dejar caer la azada junto a él.
– Yo y el alcohol no nos llevamos muy bien… – Musitó cabizbajo, sonrió al notar la palmada del can. – Siento lo de antes, las voces y todo eso. – dijo llevándose la mano hasta la nuca, encaminándose de nuevo hacía el edificio.
Le seguía doliendo la sien con fuerza, eso no había desaparecido, pero al menos ahora tenía la capacidad para no sentir que todo el mundo le miraba por encima del hombro.
¿Por qué cada vez que pensaba en eso el rostro de Anastasia era el primero que le venía a la cabeza?
[…]
Se adentró en la granja detrás de Oshu y, sin decir nada en un principio, dejó la azada en el lugar en el que había estado apenas diez minutos atrás.
Lyn le ofreció una sonrisa como bienvenida, se la devolvió como buenamente pudo y se dirigió de nuevo al centro de la habitación. Suspirando tomó el vaso que había volcado con el golpe que le había dado al mueble y lo colocó de nuevo junto a los demás.
- Espero que… - Sonrió a Asher. – Que te haya quedado claro lo que he dicho. – dijo cruzándose de brazos durante unos momentos para después levantando la silla que había tumbado y sentarse sobre ella.
Lyn, que había estado sentada junto al lobo todo el tiempo, arrastró sonoramente su silla hasta quedarse al lado de Eltrant, momento en el que le dio varios codazos en el costado.
- Mortal, mi adorable borrachín. – Le dijo sin perder la sonrisa. - ¿Te acuerdas tú siquiera de lo que has dicho? – Agitó la botella vacía que se había bebido Eltrant frente a sus ojos, el castaño la empujó con suavidad, apartándola con cuidado de su lado. – Te lo puedo resumir en un par de gritos, seguro que te han oído en el campamento Nórgedo y todo. – Eltrant dejó escapar una corta carcajada y negó con la cabeza.
La personalidad de Lyn había vuelto a cambiar por completo, le daba miedo la capacidad que la vampiresa tenía para hacer eso, muchas veces pensaba que no la conocía en absoluto.
- Por favor, no. – Gruñó llevándose la mano hasta la frente. – Me duele la cabeza. – Añadió apoyándose sobre dicha mano.
- ¿Sabéis jugar a las cartas? No recuerdo el nombre del juego en si… me lo explicó Irirgo – Preguntó Lyn levantándose. – ¿Ibas a contar una historia, Asher? – Preguntó a continuación, sin dejar de rebuscar entre los distintos cajones que había por la habitación.
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
-Oh, yo me sé uno. Es más o menos popular en Dundarak, tal vez sea ese....- dijo Oshu, alzando las orejas ante la proposición de Lyn. Después de que encontrase la baraja, Oshu explicó las normas alegremente. Lo conocía. No se me daba precisamente bien, pero era entretenido.
-Fue hace unos meses. A finales de primavera.- comencé. -Me desperté en un sitio completamente desconocido. Syl no estaba cerca, ni tampoco ninguno de los Nómadas. Ni siquiera mis armas o armadura. Solo estaba yo... y Hont. Él fue quien me despertó.- Aún me preguntaba por qué me habían emparejado con el pequeño héroe. Si hubiese estado junto a Syl, la cosa habría sido muy distinta.
-No entendía que estaba pasando. Ni como nos habían traído hasta allí. Honestamente, todavía tengo algunas dudas. Lo que sé es lo que vi. Un árbol en llamas, con una runa de voz grabada en el tronco. Nos llamó por números. "Hombre Perro. Animal 8. Hombre zarigüeya. Animal 9."- expliqué, mientras Lyn terminaba de repartir las cartas. Esbocé una ligera sonrisa al mirar las mías y ver un ocho y un nueve juntos en mi mano. Curiosa coincidencia. -Nos dijo donde encontrar un mapa y nos dio instrucciones. Aquello era como un juego. Ganábamos si llegábamos al centro, al "Salón de la Gloria." Pero solo podíamos entrar si antes matabamos a otros cazadores. Si nuestras parejas morían, perdíamos.-
Suspiré. Nate Halliman... si lo volvía a ver, acabaría con él sin dudarlo un segundo.
-Cuarenta hombres bestia. Cuarenta "cazadores," casi todos obligados a combatir sin saber por qué. No me lo planteé ni un segundo. No iba a matar a nadie solo porque una voz me lo ordenase.- Mi turno. Dejé un as en el centro de la mesa, y cogí otra carta de la baraja.
¿Un rey? Que mal gusto.
-Cosas que no sabía: Syl y Oshu estaban en la Caza. Cuatro de los participantes fueron los que crearon el juego. Y aquel sitio estaba plagado de monstruos.- dije. Miré a Oshu. El hombre perro parecía interesado en mi versión de lo ocurrido, aunque debía seguir siendo algo amargo para él. -Nos encontramos con un hombre buho y un hombre mono. Hibou y Bo Cheng. Desconfié de ellos desde el principio, pero no iba a atacar solo por eso. Les ofrecí ir con nosotros, y accedieron.-
Quizás hubiese sido distinto si... no. No se me ocurría forma de decir que lo que ocurrió fue culpa mía. No trataba de eximirme ni excusarme. Simplemente, el búho se ganó lo que obtuvo. Sus decisiones le llevaron a aquello, no las mías.
-Nos encontramos con una pared de metal. Como la de los bios. Era evidente que ese sitio no era natural, aunque sí parecía abandonado. Decidimos escalarla... pero Hibou aprovechó para traicionarnos y tirarnos desde arriba.- No fue mi momento más grácil. Me pilló por sorpresa. En esos breves segundos solo podía intentar clavar la garra metálica en la pared para frenarme, pero no funcionó. -Para cuando volví en mi, había pasado un rato. Fueron dos personas las que nos encontraron. Eltrant ya las conoce. Ohm y Toriel.- Dejé un nueve sobre la mesa. Tomé otra carta. ¿Otro rey?
-A diferencia de la primera pareja que vimos, estos parecían buena gente. Demasiado ingenuos, quizás. Fui con ellos, y me llevaron hasta el "rey del Sur." Un hombre rana: Nate Halliman.- Oshu se tensó un poco al oir el nombre. Sabía tan bien como yo que era quien había causado aquello. Al menos, en parte. -No lo sabía por entonces, pero estaba intentando manipularme. Nate fue quien ideó la caza. Su bastón es un objeto de los 19... de los objetos malditos por Ian Hedgecomb.
Hice una pausa, tragando saliva. Había hablado tanto que el juego se había movido lentamente.
-¿Puedo beber algo de agua?- pregunté. La garganta se me había secado después de tanta charla. -Creo que debería hacer una pequeña pausa. Esto puede ser importante. Se donde están algunos de los objetos. Si quereis saberlo...-
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Entrecerró con suavidad los ojos al ver las cartas que le habían tocado.
Un tres y un dos.
¿De verdad había barajado Lyn correctamente?
Asher comenzó a relatar todo lo que le había sucedido durante la llamada caza.
No hizo ningún comentario a lo que había dicho Eltrant antes de salir de la granja, cosa que este agradeció, daba igual si era porque el lobo necesitaba pensar detenidamente en las palabras del castaño o si era por cualquier otro motivo, seguía algo inseguro con la forma en la que se había comportado.
La siguiente carta fue un cuatro.
Suspirando con suavidad miró a Lyn, la vampiresa sonrió casi como si comprendiese lo que estaba pasando por la cabeza del castaño. Reordenó las cartas que tenía entre sus manos y se centró en la historia de Asher.
Una competición en el que solo una pareja de hombres-bestia podría sobrevivir… parecía la fantasía de muchos de los nobles encariñados con las apuestas de Lunargenta. La razón por la que Asher decidió no matar a nadie le hizo sonreír: le pegaba.
Se hizo con otra carta, su mano comenzaba a ser preocupantemente grande.
Un cinco.
Por eso nunca jugaba a las cartas.
Se preguntó que habría hecho él mismo en la situación del lobo. Siento totalmente honesto consigo mismo, Eltrant sabía que aquello habría acabado con muchos más muertos, con más peleas innecesarias.
Dejó que el lobo continuase hablando. Finalmente, la historia llegó hasta el hombre rana conocido como Nate Halliman, la persona que estaba detrás de la caza y usuario de uno de los dichosos objetos del diecinueve.
No podía decir que aquello no le sorprendía. Por algún motivo había esperado que la persona que había puesto a pelear a hombres-bestias numerados en un bosque fuese humana o, en su defecto, algún brujo.
Pensándolo bien, conocía elfos que serían capaces de comportarse de aquel modo.
- Claro. – Eltrant dejó las cartas bocabajo sobre la mesa y, en apenas un par de zancadas, se hizo con una enorme jarra repleta de agua que descansaba justo al lado de la comida que tenía preparada para el día siguiente. – A mi también me vendría bien - Colocó la jarra frente a Asher y volvió a sentarse.
Se frotó los ojos y suspiró.
- Esos objetos… - Sacudió la cabeza. – Sí. – dijo – Son importantes. – Aseveró coincidiendo con Asher – Yo solo sé quién tiene un collar… - dijo cruzándose de brazos. – Controla recuerdos, es capaz de borrarlos y todo eso… - dijo – De convertirte en otra persona. – Sintió un escalofrío recorrer su espalda. – Algo aterrador. – Aseguró murmurando.
Ya le habían robado quien era una vez, no iba a permitir que pasase dos veces.
- Pero después te lo cuento. – Cuando Asher terminó de usar la jarra de agua Eltrant imitó al lobo y se llenó el mismo vaso que antes había estado repleto de alcohol – Primero quiero saber cómo terminó la caza. – Aseguró, sonriendo.
A decir verdad, por cómo estaban Toriel y Ohm no podía decir que hubiese acabado mal. Pero tambien había visto a Asher y a Syl en el Monte de San Pedro, momentos no muy lejanos a esta caza, y por lo que Eltrant podía recordar entonces no estaban especialmente alegres.
Había algo más en todo aquello.
Tomó otra carta: un seis.
Un tres y un dos.
¿De verdad había barajado Lyn correctamente?
Asher comenzó a relatar todo lo que le había sucedido durante la llamada caza.
No hizo ningún comentario a lo que había dicho Eltrant antes de salir de la granja, cosa que este agradeció, daba igual si era porque el lobo necesitaba pensar detenidamente en las palabras del castaño o si era por cualquier otro motivo, seguía algo inseguro con la forma en la que se había comportado.
La siguiente carta fue un cuatro.
Suspirando con suavidad miró a Lyn, la vampiresa sonrió casi como si comprendiese lo que estaba pasando por la cabeza del castaño. Reordenó las cartas que tenía entre sus manos y se centró en la historia de Asher.
Una competición en el que solo una pareja de hombres-bestia podría sobrevivir… parecía la fantasía de muchos de los nobles encariñados con las apuestas de Lunargenta. La razón por la que Asher decidió no matar a nadie le hizo sonreír: le pegaba.
Se hizo con otra carta, su mano comenzaba a ser preocupantemente grande.
Un cinco.
Por eso nunca jugaba a las cartas.
Se preguntó que habría hecho él mismo en la situación del lobo. Siento totalmente honesto consigo mismo, Eltrant sabía que aquello habría acabado con muchos más muertos, con más peleas innecesarias.
Dejó que el lobo continuase hablando. Finalmente, la historia llegó hasta el hombre rana conocido como Nate Halliman, la persona que estaba detrás de la caza y usuario de uno de los dichosos objetos del diecinueve.
No podía decir que aquello no le sorprendía. Por algún motivo había esperado que la persona que había puesto a pelear a hombres-bestias numerados en un bosque fuese humana o, en su defecto, algún brujo.
Pensándolo bien, conocía elfos que serían capaces de comportarse de aquel modo.
- Claro. – Eltrant dejó las cartas bocabajo sobre la mesa y, en apenas un par de zancadas, se hizo con una enorme jarra repleta de agua que descansaba justo al lado de la comida que tenía preparada para el día siguiente. – A mi también me vendría bien - Colocó la jarra frente a Asher y volvió a sentarse.
Se frotó los ojos y suspiró.
- Esos objetos… - Sacudió la cabeza. – Sí. – dijo – Son importantes. – Aseveró coincidiendo con Asher – Yo solo sé quién tiene un collar… - dijo cruzándose de brazos. – Controla recuerdos, es capaz de borrarlos y todo eso… - dijo – De convertirte en otra persona. – Sintió un escalofrío recorrer su espalda. – Algo aterrador. – Aseguró murmurando.
Ya le habían robado quien era una vez, no iba a permitir que pasase dos veces.
- Pero después te lo cuento. – Cuando Asher terminó de usar la jarra de agua Eltrant imitó al lobo y se llenó el mismo vaso que antes había estado repleto de alcohol – Primero quiero saber cómo terminó la caza. – Aseguró, sonriendo.
A decir verdad, por cómo estaban Toriel y Ohm no podía decir que hubiese acabado mal. Pero tambien había visto a Asher y a Syl en el Monte de San Pedro, momentos no muy lejanos a esta caza, y por lo que Eltrant podía recordar entonces no estaban especialmente alegres.
Había algo más en todo aquello.
Tomó otra carta: un seis.
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
-El bastón tallado. No estoy del todo seguro de que hace. Sé que tiene que ver con la alegría y la tristeza. No lo he visto en acción, pero lo tiene Nate Halliman. No se separa de él.- di un largo trago de agua. Luego, dejé el vaso y continué. -La fuente de la juventud. Rejuvenece a cualquiera que beba de su agua. Está en las Islas Illidenses, y lo protege... - Baje mi voz hasta un gruñido, mostrando los dientes en un gesto de repugnancia. -Cassandra Harrowmont.-
Podía tolerar a Huracán, siempre que hiciese su trabajo. Pero Cassandra no tenía nada que ver con los Centinelas. Por lo que sabía, era realmente lo que me habían dicho que era.
-Un muñeco. No conozco su poder. Lo tiene una cibernética, llamada Zoe... No está seguro con ella. Puede ser un blanco fácil para el Hombre Mu...-
Tanto Lyn como Eltrant se levantaron de sus asientos con una exclamación, interrumpiéndome. Miré a Oshu, extrañado, y luego al humano. Fue entonces cuando me explicaron lo que habían descubierto. De alguna forma, el nombre estaba maldito, o algo por el estilo. Me quedé callado unos segundos, pensativo.
-Vale... el Hombro Tuerto, entonces.- sonreí.
-O la Mujer Vivaz.-
-¿El Siempre Inepto?- carraspeé. -Bueno... el último objeto que conozco es parte de la historia, asi que supongo que seguiré explicando.Me negué a tratar a Halliman como un rey, mucho menos a obedecerlo. Por algún motivo, dijo que se trataba de su cazador favorito. Y empezó a seguirme. No pasaron veinte minutos cuando nos tendieron una emboscada.-
-Una sirena, un oso, y dos felinos: una mujer y un chico. Tomé a la sirena del cuello. Amenacé con matarla si no se detenian en ese momento.- agité el agua en el interior del vaso. Había sido un objetivo demasiado fácil, atrapada en tierra firme. -También les propuse ayudarme. En lugar de luchar, su mejor opción era escucharme. Nadie tenía por qué morir, después de todo. Pero antes de que respondiesen, unos hombres raguetos me atacaron por la espalda.- continué.
-Al parecer cada rey tenia su propio ejercito. El rey del Este los tenia a ellos. Intentó convencerme para que le ayudase a conseguir los dos objetos malditos. Pero...- sonreí. -No me hizo falta dejarle las cosas claras. Los cuatro que me habían emboscado se pusieron de mi parte y le traicionaron. Echó a correr, así que hice uno de mis Saltos... y le pateé en la cabeza. A toda velocidad.-
Me incliné hacia adelante. Aquella parte había sido realmente emocionante.
-No me dio tiempo a hacerle hablar. Se suicidó.- musité. Nunca estuve seguro de si era porque temia la tortura, o por orgullo. No importaba. -Entre todo el caos, Nate desapareció... llevandose a Hont. Pero tenia a otras seis personas en mi grupo. Fuimos al Salón. Pero fue de la sartén a las brasas.- dije. Miré a Oshu de reojo. Empezaba la parte que conocía. Le hice un gesto con la cabeza, dándole la palabra. Podía continuar desde allí.
-Vale, entonces... habíamos llegado al Salón. Syl, Harambe, Wanda y yo. Un par de bastardos con balista nos habían estado persiguiendo desde hace mucho tiempo, intentando matarnos. Y en cuanto llegamos a... a ese sitio de metal, al salón... nos encontramos con una gata y un cocodrilo.- explicó, algo emocionado. -Y al fondo, vemos a cuatro personas. Pero la gata y el cocodrilo nos atacan primero.-
-Oshu y Bo Cheng habian llegado primero. El búho tenía a Brillo. Ambos habían perdido la cabeza, estaban muy protegidos, y yo solo tenía una garra de metal. Me lanzo contra él, pero son dos contra uno. Acabo en el suelo. Y, justo cuando Oshu está a punto de acabar conmigo... Toriel me cubre de luz.- continué. -Al parecer tenía un bastón capaz de curar.- Una vez más, un enorme cambio de tornas en mi favor. Había tenido suerte, tenía que reconocerlo. -Así que hice algo de lo que estarías orgulloso, Elt. Me lancé contra Brillo, dejando que me atravesase... solo para usar el anillo del pomo e invocar a Grito.- sonreí. Aún podía recordar el frío y el dolor, junto a la sensación de poder y la satisfacción al cambiarle la cara al búho.
-Tuve que matarlos a ambos. Demasiadas oportunidades.- dije, negando con la cabeza. No había tenido nada que ver con la Caza. -Tras eso, me lanzo a ayudar a Syl. Un grupo de cuatro personas aparece por una puerta... pero, antes de terminar el combate, hace su aparición otro de los Reyes.-
-Jason Bosne.-
-Un hombre león con cuernos de carnero. Se puso a dar un discurso, interrumpiendo la pelea. Al parecer, ese sitio... era donde crearon a algunos de los hombres bestia. Dijo que la Caza la provocó Nate para robarle su artefacto. El Frasco Nonato.- tensé la mandíbula. Un tiempo más tarde, me vi obligado a beber de aquella cosa. Aún no sabía si había sido lo correcto, pero no había traído consecuencias. -Permite tomar partes de animal a voluntad. Bosne dijo que quería hacer renacer aquel sitio. Un laboratorio. Pero esta vez, manejado por hombres bestia.-
-Quería hacer una ciudad. Ayudar a los que lo necesitaban, lejos de las ciudades humanas.- El hombre perro suspiró. -No merecía la pena que tantos hubiesen muerto por aquello.-
-Por supuesto... no podía confiar en alguien así. Me fui de allí, dándoles otra opción. Podían quedarse allí, podían ir por su cuenta... o podían seguirme.- dije. -Al final, Oshu y Hont fueron los únicos Nómadas. No me importó. Todos se merecían algo de paz donde quisieran tenerla.-
Había mucho más que decir sobre el tema. Lo que Syl había sufrido... y lo que el propio Oshu había evitado decir. No lo forzaría. No eran mis secretos. Si no querían contarlos, estaban en su derecho.
Respiré hondo. Dejé cinco cartas sobre la mesa. Los cuatro reyes... y un comodín. Había ganado.
Podía tolerar a Huracán, siempre que hiciese su trabajo. Pero Cassandra no tenía nada que ver con los Centinelas. Por lo que sabía, era realmente lo que me habían dicho que era.
-Un muñeco. No conozco su poder. Lo tiene una cibernética, llamada Zoe... No está seguro con ella. Puede ser un blanco fácil para el Hombre Mu...-
Tanto Lyn como Eltrant se levantaron de sus asientos con una exclamación, interrumpiéndome. Miré a Oshu, extrañado, y luego al humano. Fue entonces cuando me explicaron lo que habían descubierto. De alguna forma, el nombre estaba maldito, o algo por el estilo. Me quedé callado unos segundos, pensativo.
-Vale... el Hombro Tuerto, entonces.- sonreí.
-O la Mujer Vivaz.-
-¿El Siempre Inepto?- carraspeé. -Bueno... el último objeto que conozco es parte de la historia, asi que supongo que seguiré explicando.Me negué a tratar a Halliman como un rey, mucho menos a obedecerlo. Por algún motivo, dijo que se trataba de su cazador favorito. Y empezó a seguirme. No pasaron veinte minutos cuando nos tendieron una emboscada.-
-Una sirena, un oso, y dos felinos: una mujer y un chico. Tomé a la sirena del cuello. Amenacé con matarla si no se detenian en ese momento.- agité el agua en el interior del vaso. Había sido un objetivo demasiado fácil, atrapada en tierra firme. -También les propuse ayudarme. En lugar de luchar, su mejor opción era escucharme. Nadie tenía por qué morir, después de todo. Pero antes de que respondiesen, unos hombres raguetos me atacaron por la espalda.- continué.
-Al parecer cada rey tenia su propio ejercito. El rey del Este los tenia a ellos. Intentó convencerme para que le ayudase a conseguir los dos objetos malditos. Pero...- sonreí. -No me hizo falta dejarle las cosas claras. Los cuatro que me habían emboscado se pusieron de mi parte y le traicionaron. Echó a correr, así que hice uno de mis Saltos... y le pateé en la cabeza. A toda velocidad.-
Me incliné hacia adelante. Aquella parte había sido realmente emocionante.
-No me dio tiempo a hacerle hablar. Se suicidó.- musité. Nunca estuve seguro de si era porque temia la tortura, o por orgullo. No importaba. -Entre todo el caos, Nate desapareció... llevandose a Hont. Pero tenia a otras seis personas en mi grupo. Fuimos al Salón. Pero fue de la sartén a las brasas.- dije. Miré a Oshu de reojo. Empezaba la parte que conocía. Le hice un gesto con la cabeza, dándole la palabra. Podía continuar desde allí.
-Vale, entonces... habíamos llegado al Salón. Syl, Harambe, Wanda y yo. Un par de bastardos con balista nos habían estado persiguiendo desde hace mucho tiempo, intentando matarnos. Y en cuanto llegamos a... a ese sitio de metal, al salón... nos encontramos con una gata y un cocodrilo.- explicó, algo emocionado. -Y al fondo, vemos a cuatro personas. Pero la gata y el cocodrilo nos atacan primero.-
-Oshu y Bo Cheng habian llegado primero. El búho tenía a Brillo. Ambos habían perdido la cabeza, estaban muy protegidos, y yo solo tenía una garra de metal. Me lanzo contra él, pero son dos contra uno. Acabo en el suelo. Y, justo cuando Oshu está a punto de acabar conmigo... Toriel me cubre de luz.- continué. -Al parecer tenía un bastón capaz de curar.- Una vez más, un enorme cambio de tornas en mi favor. Había tenido suerte, tenía que reconocerlo. -Así que hice algo de lo que estarías orgulloso, Elt. Me lancé contra Brillo, dejando que me atravesase... solo para usar el anillo del pomo e invocar a Grito.- sonreí. Aún podía recordar el frío y el dolor, junto a la sensación de poder y la satisfacción al cambiarle la cara al búho.
-Tuve que matarlos a ambos. Demasiadas oportunidades.- dije, negando con la cabeza. No había tenido nada que ver con la Caza. -Tras eso, me lanzo a ayudar a Syl. Un grupo de cuatro personas aparece por una puerta... pero, antes de terminar el combate, hace su aparición otro de los Reyes.-
-Jason Bosne.-
-Un hombre león con cuernos de carnero. Se puso a dar un discurso, interrumpiendo la pelea. Al parecer, ese sitio... era donde crearon a algunos de los hombres bestia. Dijo que la Caza la provocó Nate para robarle su artefacto. El Frasco Nonato.- tensé la mandíbula. Un tiempo más tarde, me vi obligado a beber de aquella cosa. Aún no sabía si había sido lo correcto, pero no había traído consecuencias. -Permite tomar partes de animal a voluntad. Bosne dijo que quería hacer renacer aquel sitio. Un laboratorio. Pero esta vez, manejado por hombres bestia.-
-Quería hacer una ciudad. Ayudar a los que lo necesitaban, lejos de las ciudades humanas.- El hombre perro suspiró. -No merecía la pena que tantos hubiesen muerto por aquello.-
-Por supuesto... no podía confiar en alguien así. Me fui de allí, dándoles otra opción. Podían quedarse allí, podían ir por su cuenta... o podían seguirme.- dije. -Al final, Oshu y Hont fueron los únicos Nómadas. No me importó. Todos se merecían algo de paz donde quisieran tenerla.-
Había mucho más que decir sobre el tema. Lo que Syl había sufrido... y lo que el propio Oshu había evitado decir. No lo forzaría. No eran mis secretos. Si no querían contarlos, estaban en su derecho.
Respiré hondo. Dejé cinco cartas sobre la mesa. Los cuatro reyes... y un comodín. Había ganado.
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
La reacción que tuvo cuando Asher pronunció el nombre de Cassandra fue prácticamente automática, un suspiro apagado por un par de palabras en voz baja que no decían nada bueno de la mujer.
- He coincidido con ella un par de veces. – Explicó. – La primera vez le partí la nariz. – Volvió a suspirar, se rascó la barba – Quizás me pase por Beltrexus después de esto y hable con ella acerca de… la fuente… - Mencionó – Al grupo de Hont le interesará saber quién lo tiene, al menos. - Se negaba a decir “Los Buscones” en voz alta.
Harrowmont… La maestra cazadora nunca había sido lo que se decía simpática con él, pero habían llegado a ser aliados en la campaña de Huracán contra su abuela. Quizás atendiese a razones.
Era un hecho que poseer un objeto del diecinueve prácticamente te ponía una diana gigantesca en el pecho y aunque estaba seguro que los Buscones estaban consiguiendo exactamente eso, confiaba en el plan que Gardian y Hont habían ideado para los objetos.
Cassandra tendría que atender a razones.
Se levantó de golpe de su asiento, al mismo tiempo que Lyn, cuando el lobo estuvo a punto de pronunciar el nombre del malnacido que había comenzado todo aquello.
- La última vez que escuchamos a alguien decir ese nombre en voz alta… - Rememoró lo sucedido en la granja de Marge Uther. – Varias personas se convirtieron en… - ¿Cómo podía describirlo bien? - ¿Recuerdas los Bios que nos atacaron en esa… pirámide en el arenal? – Preguntó – Algo parecido. – Se sentó de nuevo, algo aliviado de que Asher no hubiese terminado de decir aquel maldito nombre.
- Por una vez le doy la razón. – Comentó Lyn imitando a su compañero y volviendo a sentarse. – Normalmente es un dramas con todo lo relacionado con la magia. – Señaló a Eltrant – Pero yo estaba allí. – dijo cerrando los ojos. – Puede pasar. –
La pareja sonrió ante la respuesta de Asher y amplió esa sonrisa cuando Oshu, segundos después, hizo su propia intervención.
- ¿El Caballero Difunto? – Agregó Lyn, entre risas. - ¡Este muerto está muy vivo! – Completó tras unos segundos pensativa, riéndose con más fuerza.
- ¿Sabes? Si estuviese en mi mano tiraba todos los objetos esos al mar. - Indicó. – Aunque eso no impediría que nadie los tratase de buscar igualmente… - Murmuró, rememorando las absurdas expediciones que la Logia y la guardia habían realizado hacía ya un año.
Quedándose de nuevo en silencio, permitió al lobo que continuase hablando de los sucesos de la caza. Sonrió al ver como este parecía emocionarse, como se inclinaba hacía adelante, cuando relató como pateó en la cabeza a uno de los reyes de la caza y lo dejó fuera de combate.
- Tengo que decir que… -
- ¡Impulso patada! – Exclamó Lyn extendiendo los brazos, callándose casi de inmediato al ver que Asher todavía tenía mucho que decir.
Continuó escuchando, se giró hacía Oshu cuando este también hizo su breve intervención. Era cierto, Asher sí que le había comentado que conoció al otro perro en aquellas circunstancias, nunca había pensado realmente en ello.
- No se sí… - Sonrió al oír como Asher decía haber sido atravesado por su propia espada, se llevó la mano hasta su propio pecho. ¿Cuántas veces habían usado sus armas en su contra? Más de las que podía recordar. - ¿Sabes que suelen decirme que soy un idiota cuando hago esas cosas? – Preguntó, ampliando la sonrisa.
Relajó su expresión, al oír como Asher explicaba que, al final, se vio obligado a matar a los dos hombres-bestia que le traicionaron: Hibou y Bo Cheng. Asintió, cruzado de brazos, había sido lo más seguro que hacer en aquel momento, Eltrant estaba de acuerdo.
Cerró los ojos e inspiró con fuerza, podía notar que se acercaban al final de la historia.
Jason Bosne. Aquel era el nombre de otro de los dueños de los objetos del diecinueve, alguien bastante fácil de ver entre una multitud si la descripción que había dado Asher de él era correcta.
Un león con cuernos de carnero.
Se reclinó sobre la silla, mantuvo el equilibrio sobre las patas traseras de la misma y terminó de escuchar las últimas palabras del líder Nómada. Ya conocía toda la historia de la caza, ahora comprendía, en parte al menos, por qué Asher se había mostrado… distante cuando se vieron en el Monte de San Pedro.
Enarcó una ceja al ver como el lobo depositaba sus cartas sobre la mesa, había estado tan concentrado en lo que este decía que se le había pasado por completo que estaban jugando. Imitó a su amigo y colocó su mano frente a la del perro, evidentemente, sus cartas no llegaban ni a igualarlas.
- Nadie lo podría haber hecho mejor en tu lugar. – dijo Eltrant apoyando ambas manos en la mesa. – Salvaste muchas vidas. – dijo desviando la mirada hasta Oshu. – Lo sabes ¿Verdad? – A veces dudaba que Asher fuese capaz de ver de lo que era realmente capaz, estaba demasiado concentrado en suponer que era mala persona, que no iba a cambiar.
Por supuesto, quizás él mismo también pecase de ingenuo.
No podía evitar preguntarse del paradero de Halliman, lo que había dicho Asher de él no era precisamente tranquilizador, si alguna vez se lo cruzaba debería ser cauto con él. Bosne, por otro lado… había fundado una ciudad. No había nada de malo en eso.
Aunque había algo que no le terminaba de encajar, lo descartó rápidamente, pensando que probablemente fuesen imaginaciones suyas.
- Que no pare. – Lyn tomó las cartas que había en la mesa y volvió a barajarlas. – Te toca, Mortal. – dijo comenzando a repartir.
Eltrant tomó la primera de las cartas y miró a los demás. ¿Era su turno? Había muchas historias que no había contado a nadie, no estaba seguro de cual escoger.
- Ya sabes lo del "Príncipe de Baslodia"... – Le dijo, tomando una segunda carta. – Aunque faltan detalles. – Suspiró - Tomo empezó… - Sacudió la cabeza. – No, mejor aún. – dijo - ¿Recuerdas ese día en la que un viejo se apareció en todas las tabernas de Aerandir? – No estaba completamente seguro de que aquello hubiese sido cierto, pero era lo que se decía, él mismo lo había visto con sus propios ojos. – Yo y Lyn estabamos en una de esas posadas. – Afirmó - La típica de pueblo pequeño, estas en las que solo hay uno o dos viajeros como mucho. – dijo – El viejo se apareció y, como en todas partes… habló del amor y… todo ese sin sentido de Muerto y Hombre y tal. – Bebió un poco de agua. – Poco después de eso, cuando todo ha terminado y Lyn se ha marchado a la habitación… – Cerró los puños con fuerza, sobre la mesa - Se me acerca un hombre – Dice – Casualmente este tipo parece saber exactamente que decirme. Casi como si lo hubiese ensayado antes. ¿Sabéis lo que quiero decir? – Entrelazó ambas manos frente a él. – Bracknell dijo que se llamaba. – Entrecerró levemente los ojos al mismo tiempo que recordaba la conversación. – Me dijo, o me ordenó más bien, que matase a Hartem. Un brujo de Beltrexus con el que he tenido problemas. – Explicó.
Se quedó en silencio varios segundos, volvió a tomar aire y, a final, se acomodó en la silla.
- Syl siempre me ha dicho que, aunque puedo ver, estoy ciego. – Esbozó una sonrisa. – Creo que se refería a cosas como esta. – Aseveró – Bracknell fue muy oportuno, demasiado. – Se cruzó de brazos. – No solo me negué a hacerlo, sino que además avisé a ese imbécil de que querían matarlo. No negaré que hay muchos motivos por los que Hartem no se merece seguir viviendo... – dijo – Pero no soy el asesino a sueldo de nadie. – Expuso después, bajando la voz.
Volvió a beber agua.
- Y esto nos lleva hasta la mañana en la que me llegó una carta: de algún modo habían descubierto que avisé a Hartem...
- He coincidido con ella un par de veces. – Explicó. – La primera vez le partí la nariz. – Volvió a suspirar, se rascó la barba – Quizás me pase por Beltrexus después de esto y hable con ella acerca de… la fuente… - Mencionó – Al grupo de Hont le interesará saber quién lo tiene, al menos. - Se negaba a decir “Los Buscones” en voz alta.
Harrowmont… La maestra cazadora nunca había sido lo que se decía simpática con él, pero habían llegado a ser aliados en la campaña de Huracán contra su abuela. Quizás atendiese a razones.
Era un hecho que poseer un objeto del diecinueve prácticamente te ponía una diana gigantesca en el pecho y aunque estaba seguro que los Buscones estaban consiguiendo exactamente eso, confiaba en el plan que Gardian y Hont habían ideado para los objetos.
Cassandra tendría que atender a razones.
Se levantó de golpe de su asiento, al mismo tiempo que Lyn, cuando el lobo estuvo a punto de pronunciar el nombre del malnacido que había comenzado todo aquello.
- La última vez que escuchamos a alguien decir ese nombre en voz alta… - Rememoró lo sucedido en la granja de Marge Uther. – Varias personas se convirtieron en… - ¿Cómo podía describirlo bien? - ¿Recuerdas los Bios que nos atacaron en esa… pirámide en el arenal? – Preguntó – Algo parecido. – Se sentó de nuevo, algo aliviado de que Asher no hubiese terminado de decir aquel maldito nombre.
- Por una vez le doy la razón. – Comentó Lyn imitando a su compañero y volviendo a sentarse. – Normalmente es un dramas con todo lo relacionado con la magia. – Señaló a Eltrant – Pero yo estaba allí. – dijo cerrando los ojos. – Puede pasar. –
La pareja sonrió ante la respuesta de Asher y amplió esa sonrisa cuando Oshu, segundos después, hizo su propia intervención.
- ¿El Caballero Difunto? – Agregó Lyn, entre risas. - ¡Este muerto está muy vivo! – Completó tras unos segundos pensativa, riéndose con más fuerza.
- ¿Sabes? Si estuviese en mi mano tiraba todos los objetos esos al mar. - Indicó. – Aunque eso no impediría que nadie los tratase de buscar igualmente… - Murmuró, rememorando las absurdas expediciones que la Logia y la guardia habían realizado hacía ya un año.
Quedándose de nuevo en silencio, permitió al lobo que continuase hablando de los sucesos de la caza. Sonrió al ver como este parecía emocionarse, como se inclinaba hacía adelante, cuando relató como pateó en la cabeza a uno de los reyes de la caza y lo dejó fuera de combate.
- Tengo que decir que… -
- ¡Impulso patada! – Exclamó Lyn extendiendo los brazos, callándose casi de inmediato al ver que Asher todavía tenía mucho que decir.
Continuó escuchando, se giró hacía Oshu cuando este también hizo su breve intervención. Era cierto, Asher sí que le había comentado que conoció al otro perro en aquellas circunstancias, nunca había pensado realmente en ello.
- No se sí… - Sonrió al oír como Asher decía haber sido atravesado por su propia espada, se llevó la mano hasta su propio pecho. ¿Cuántas veces habían usado sus armas en su contra? Más de las que podía recordar. - ¿Sabes que suelen decirme que soy un idiota cuando hago esas cosas? – Preguntó, ampliando la sonrisa.
Relajó su expresión, al oír como Asher explicaba que, al final, se vio obligado a matar a los dos hombres-bestia que le traicionaron: Hibou y Bo Cheng. Asintió, cruzado de brazos, había sido lo más seguro que hacer en aquel momento, Eltrant estaba de acuerdo.
Cerró los ojos e inspiró con fuerza, podía notar que se acercaban al final de la historia.
Jason Bosne. Aquel era el nombre de otro de los dueños de los objetos del diecinueve, alguien bastante fácil de ver entre una multitud si la descripción que había dado Asher de él era correcta.
Un león con cuernos de carnero.
Se reclinó sobre la silla, mantuvo el equilibrio sobre las patas traseras de la misma y terminó de escuchar las últimas palabras del líder Nómada. Ya conocía toda la historia de la caza, ahora comprendía, en parte al menos, por qué Asher se había mostrado… distante cuando se vieron en el Monte de San Pedro.
Enarcó una ceja al ver como el lobo depositaba sus cartas sobre la mesa, había estado tan concentrado en lo que este decía que se le había pasado por completo que estaban jugando. Imitó a su amigo y colocó su mano frente a la del perro, evidentemente, sus cartas no llegaban ni a igualarlas.
- Nadie lo podría haber hecho mejor en tu lugar. – dijo Eltrant apoyando ambas manos en la mesa. – Salvaste muchas vidas. – dijo desviando la mirada hasta Oshu. – Lo sabes ¿Verdad? – A veces dudaba que Asher fuese capaz de ver de lo que era realmente capaz, estaba demasiado concentrado en suponer que era mala persona, que no iba a cambiar.
Por supuesto, quizás él mismo también pecase de ingenuo.
No podía evitar preguntarse del paradero de Halliman, lo que había dicho Asher de él no era precisamente tranquilizador, si alguna vez se lo cruzaba debería ser cauto con él. Bosne, por otro lado… había fundado una ciudad. No había nada de malo en eso.
Aunque había algo que no le terminaba de encajar, lo descartó rápidamente, pensando que probablemente fuesen imaginaciones suyas.
- Que no pare. – Lyn tomó las cartas que había en la mesa y volvió a barajarlas. – Te toca, Mortal. – dijo comenzando a repartir.
Eltrant tomó la primera de las cartas y miró a los demás. ¿Era su turno? Había muchas historias que no había contado a nadie, no estaba seguro de cual escoger.
- Ya sabes lo del "Príncipe de Baslodia"... – Le dijo, tomando una segunda carta. – Aunque faltan detalles. – Suspiró - Tomo empezó… - Sacudió la cabeza. – No, mejor aún. – dijo - ¿Recuerdas ese día en la que un viejo se apareció en todas las tabernas de Aerandir? – No estaba completamente seguro de que aquello hubiese sido cierto, pero era lo que se decía, él mismo lo había visto con sus propios ojos. – Yo y Lyn estabamos en una de esas posadas. – Afirmó - La típica de pueblo pequeño, estas en las que solo hay uno o dos viajeros como mucho. – dijo – El viejo se apareció y, como en todas partes… habló del amor y… todo ese sin sentido de Muerto y Hombre y tal. – Bebió un poco de agua. – Poco después de eso, cuando todo ha terminado y Lyn se ha marchado a la habitación… – Cerró los puños con fuerza, sobre la mesa - Se me acerca un hombre – Dice – Casualmente este tipo parece saber exactamente que decirme. Casi como si lo hubiese ensayado antes. ¿Sabéis lo que quiero decir? – Entrelazó ambas manos frente a él. – Bracknell dijo que se llamaba. – Entrecerró levemente los ojos al mismo tiempo que recordaba la conversación. – Me dijo, o me ordenó más bien, que matase a Hartem. Un brujo de Beltrexus con el que he tenido problemas. – Explicó.
Se quedó en silencio varios segundos, volvió a tomar aire y, a final, se acomodó en la silla.
- Syl siempre me ha dicho que, aunque puedo ver, estoy ciego. – Esbozó una sonrisa. – Creo que se refería a cosas como esta. – Aseveró – Bracknell fue muy oportuno, demasiado. – Se cruzó de brazos. – No solo me negué a hacerlo, sino que además avisé a ese imbécil de que querían matarlo. No negaré que hay muchos motivos por los que Hartem no se merece seguir viviendo... – dijo – Pero no soy el asesino a sueldo de nadie. – Expuso después, bajando la voz.
Volvió a beber agua.
- Y esto nos lleva hasta la mañana en la que me llegó una carta: de algún modo habían descubierto que avisé a Hartem...
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
-No fue perfecto.- musité. Quizás fuese injusto decirlo. -Si hubiese llegado antes al Salón, quizás Hibou no se hubiese vuelto loco. En cualquier caso... no me supo como una victoria.-
Había habido demasiada muerte. Podía haber sido merecida, en algunos casos. Pero nadie debería haberse visto en esa situación en primer lugar. No me gustaba la forma en la que los "reyes" se habían eximido de responsabilidad. Odiaba esa clase de persona.
-Pero hice todo lo que estuvo en mi mano. Es dificil pedir más.- admití. Tenía que centrarme en las cosas buenas y no mirar atrás. Había sido la clase de persona que quería ser.
Eltrant fue el siguiente en contar su historia. Escuché atentamente, interrumpiendo sólo cuando llegó a la parte de Bracknell.
-Yo también lo conocí. Me habló de los Cazadores de Vampiros. De como son todo lo que odiaba.- dije, reclinándome hacia adelante. -Probablemente intentase manipularme. Pero aun así... no todo era mentira.-
Chasqueé la lengua al oír lo de Hartem. Había una diferencia muy grande entre no matarlo y ponerle una carta de advertencia. Si era su enemigo, avisarle parecía absurdo. Y, como había delatado, se había puesto en peligro al hacerlo. Negué con la cabeza.
Y entonces, recordé algo.
-Espera.- interrumpí, alzando una mano. -Había algo que quería decirte la otra vez. Cuando nos encontramos con Werner. Se me olvidó.- dije. No me había acordado hasta que fue demasiado tarde. -Me gustaría que te quedases con los Nómadas. Siguen en Roilkat.- expliqué.
Las miradas se posaron en mi. Bebí un trago de agua y continué.
-Sé que aún te buscan. Y... no es por subestimarte. Pero si sigues por las ciudades, te encontrarán.- Eltrant no tenía la mentalidad de un criminal. Su armadura llamaba la atención, y probablemente no tenía contactos útiles en los bajos fondos. -Incluso si no es con los Nómadas, puede que Flint sepa mover algunos hilos. Pero preferiría no arriesgarme.-
No, no iba a acceder. Podía verlo desde el principio. Eltrant no era la clase de persona que se ataba a un sólo lugar. El nombre de nómada le quedaba bien, irónicamente. Suspiré.
-Si no te convence... ven a Dundarak con nosotros. Dudo que lleguen tan lejos, y me vendría bien tener a mi familia cerca. Irirgo tenía prácticamente una mansión. Sería una buena base.- dije. Si se acostumbraba al frío, podía encajar muy bien en la ciudad de los dragones. Tenía el porte necesario para hacerse amistades entre los caballeros dragón, y partes de la ciudad necesitaban más manos para ayudar. -Sería más seguro para los dos. Y Koth también estará. Podrá hacerle compañía a Lyn si tienes que salir.- sugerí.
-Si la casa de mis padres sigue en pie, alguien podría quedarse allí.- añadió Oshu. -Yo mismo, o vosotros si queréis. Aunque quizás haga falta algo de reconstrucción. No la he visto en mucho tiempo.-
A pesar del tiempo en el que nos conocíamos, nunca había coincidido con el humano por demasiado tiempo seguido en ninguna ocasión. Al menos, fuera de la guardia. También había algo más, por supuesto. Con el artefacto intentando controlarme, necesitaba tantos amigos cerca como pudiese tener. Sin embargo, no me animaba a decirlo. Si lo hacía, sería lo mismo que no darle elección.
No iba a manipularlo. Fuera lo que fuese, sería su propia decisión.
-No hace falta que respondas ahora o que salgas cuando salgamos. Pero... piensatelo.- Carraspeé. -Perdona. Continua.-
Había habido demasiada muerte. Podía haber sido merecida, en algunos casos. Pero nadie debería haberse visto en esa situación en primer lugar. No me gustaba la forma en la que los "reyes" se habían eximido de responsabilidad. Odiaba esa clase de persona.
-Pero hice todo lo que estuvo en mi mano. Es dificil pedir más.- admití. Tenía que centrarme en las cosas buenas y no mirar atrás. Había sido la clase de persona que quería ser.
Eltrant fue el siguiente en contar su historia. Escuché atentamente, interrumpiendo sólo cuando llegó a la parte de Bracknell.
-Yo también lo conocí. Me habló de los Cazadores de Vampiros. De como son todo lo que odiaba.- dije, reclinándome hacia adelante. -Probablemente intentase manipularme. Pero aun así... no todo era mentira.-
Chasqueé la lengua al oír lo de Hartem. Había una diferencia muy grande entre no matarlo y ponerle una carta de advertencia. Si era su enemigo, avisarle parecía absurdo. Y, como había delatado, se había puesto en peligro al hacerlo. Negué con la cabeza.
Y entonces, recordé algo.
-Espera.- interrumpí, alzando una mano. -Había algo que quería decirte la otra vez. Cuando nos encontramos con Werner. Se me olvidó.- dije. No me había acordado hasta que fue demasiado tarde. -Me gustaría que te quedases con los Nómadas. Siguen en Roilkat.- expliqué.
Las miradas se posaron en mi. Bebí un trago de agua y continué.
-Sé que aún te buscan. Y... no es por subestimarte. Pero si sigues por las ciudades, te encontrarán.- Eltrant no tenía la mentalidad de un criminal. Su armadura llamaba la atención, y probablemente no tenía contactos útiles en los bajos fondos. -Incluso si no es con los Nómadas, puede que Flint sepa mover algunos hilos. Pero preferiría no arriesgarme.-
No, no iba a acceder. Podía verlo desde el principio. Eltrant no era la clase de persona que se ataba a un sólo lugar. El nombre de nómada le quedaba bien, irónicamente. Suspiré.
-Si no te convence... ven a Dundarak con nosotros. Dudo que lleguen tan lejos, y me vendría bien tener a mi familia cerca. Irirgo tenía prácticamente una mansión. Sería una buena base.- dije. Si se acostumbraba al frío, podía encajar muy bien en la ciudad de los dragones. Tenía el porte necesario para hacerse amistades entre los caballeros dragón, y partes de la ciudad necesitaban más manos para ayudar. -Sería más seguro para los dos. Y Koth también estará. Podrá hacerle compañía a Lyn si tienes que salir.- sugerí.
-Si la casa de mis padres sigue en pie, alguien podría quedarse allí.- añadió Oshu. -Yo mismo, o vosotros si queréis. Aunque quizás haga falta algo de reconstrucción. No la he visto en mucho tiempo.-
A pesar del tiempo en el que nos conocíamos, nunca había coincidido con el humano por demasiado tiempo seguido en ninguna ocasión. Al menos, fuera de la guardia. También había algo más, por supuesto. Con el artefacto intentando controlarme, necesitaba tantos amigos cerca como pudiese tener. Sin embargo, no me animaba a decirlo. Si lo hacía, sería lo mismo que no darle elección.
No iba a manipularlo. Fuera lo que fuese, sería su propia decisión.
-No hace falta que respondas ahora o que salgas cuando salgamos. Pero... piensatelo.- Carraspeé. -Perdona. Continua.-
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Se detuvo cuando Asher alzó la mano e hizo su propia intervención.
Sonrió ante la proposición que le hizo el lobo, no obstante, frunció levemente el ceño cuando escuchó el motivo por el que la había hecho.
- Eso es lo que quiero. – Aseveró dando un suave golpe sobre la mesa, notó como Lyn se tensó a su lado, ya había oído aquello alguna vez que otra. – Quiero que Bracknell me encuentre, que sepa lo que consigue si lo hace. – Cerró el puño con fuerza, todavía sobre la mesa. – No voy a esconderme de ese… – Se detuvo y sacudió la cabeza al sentir que Lyn le agarraba de la manga de la camisa, de nuevo estaba hablando el alcohol y no él mismo.
Suspiró y le dio un trago al vaso de agua que descansaba frente a él.
Volvió a sonreír.
- Creo que… - Se atusó la barba unos segundos. – Sí que podría irme al norte un tiempo contigo. – dijo - Cambiar de aires. – Se giró hacía Lyn. - ¿Qué opinas? – La vampiresa asintió casi automáticamente, Eltrant enarcó una ceja.
Todo lo que fuese moverse de sitio le gustaba.
- Sí que tendría que terminar unos asuntos por aquí antes... – dijo, pensativo – Tardaré un par de semanas, pero nos veremos allí. – Se cruzó de brazos y cerró los ojos, ordenó mentalmente todo lo que tenía que hacer. Para empezar, quería pasarse por el Monte, asegurarse de que las reparaciones iban bien. – He oído rumores que vienen de ahí arriba… y quiero comprobarlos. – Agitó su mano derecha, quitándole importancia a todo aquello y volvió a abrir los ojos.
Se llevó otra vez la mano hasta la cara.
- Volviendo a lo de antes… - Se rascó la barba - ¿Por dónde iba? Ah, sí. – Chasqueó los dedos y volvió a apoyarse sobre la mesa. – No maté a Hartem. El Tuerto Muerto lo quería así por alguna razón. – Se cruzó de brazos. – Así que decidí hacer justo lo opuesto. Hartem es un imbécil… pero si este otro imbécil quiere matarlo… – Expuso, sacudió la cabeza. – Da igual, la cuestión es que me descubrieron… - Sonrió. – Todavía me cuesta decirlo en voz alta. – Bebió agua. - ¡Con uno de mis avisos! – Exclamó. - ¿Te puedes creer la influencia que tiene que tener ese tipo para ser capaz de reconocer mi nota entre un millar de ellas? – Preguntó. – Y fui con cuidado, con mucho. – Señaló a Lyn. – Ella se aseguró de eso. – La vampiresa asintió y acercó su silla algo más a la mesa.
- Me aseguré de que era completamente irreconocible para los que le viesen. – Hizo bailar algunas sombras entre sus manos. – Los que le mirasen solo verían a un granjero. – Aseveró. – Aunque hice más que obligarle a quitarse su armadura. – Las sombras cubrieron momentáneamente la cara de Eltrant y desaparecieron en cuanto lo hicieron.
Como si de una fina lamina de cristal se tratase, las sombras difuminaron sus facciones, le hicieron parecer algo más viejo e irreconocible desde lejos.
- No es perfecto, pero no es como si hablar con los que estuviesen presentes fuese parte del plan – Explicó devolviendo a Eltrant su apariencia natural.
- Me "convocaron" en el Príncipe de Baslodia. – dijo enlazando ambas manos frente a él, retomando de nuevo la palabra. – Una trampa, claro. – dijo – Pero… a decir verdad, era la mejor forma de asegurarme de que todo lo que creía era verdad. – Negó con la cabeza – No me equivocaba. – dijo – Hice que Lyn esperase escondida en el exterior por si la cosa iba mal y me adentré en aquella taberna. Desde fuera no era nada especial, una taberna más en Lunargenta… pero desde dentro. – Hizo una pausa breve. – Era una especie de… no sé cómo llamarlo. Drogaban a los clientes con una planta hasta que se volvían adictos y si no podían pagar los convertían en esclavos como recompensa. – Suspiró, tomo algo de aire. – Ahí estaba Bracknell. – Cerró ambos puños y frunció el ceño, pero no tardó en relajarse. - Después de insinuarme que me había metido en problemas me presentó a Toriel y a Ohm y me llevó hasta una celda en la que… había otro hombre-bestia. – Cerró los ojos, pensó el Gol’then. – Una víctima de Hartem, le había lanzado una maldición como hizo conmigo hacía tiempo y me culpaban por ello… debía “disculparme” matándolo, aliviando su sufrimiento. – Bajó la mirada – A decir verdad… Gol’then estaba… su cuerpo parecía de barro, se deshacía y volvía a componer cada varios segundos, gritaba de dolor… y estaba en estado de frenesí, golpeando las paredes, hiriéndose a sí mismo. – Se pasó la mano por el pelo. – Me negué a matarlo. Soy culpable de muchas cosas, pero no de las acciones de Hartem. – dijo – Puede que llegue a matarlo algún día si es necesario… pero no será porque me lo ordene nadie, será porque no tengo más remedio. – Palpó el dorso de su mano izquierda, dónde había estado la última escama de metal de la maldición de Hartem.
Estaba perdiendo el hilo.
– Me voy por las ramas. – Sacudió la cabeza y miró sus cartas. ¿Estaban jugando siquiera? – El caso es que me encerré en la celda con él. – dijo – Me aseguré de que solo estábamos los dos dentro y, tras derribarlo, gasté la medicina más potente que tenía: helvetia. – Le apenaba haberla gastado toda, pero había sido necesario. – Toda, no deje nada. Me habían dicho que tenía propiedades para curar aquel tipo de maldiciones y no se equivocaron, Gol’then… se curó. – Ojalá todo hubiese terminado ahí. – Bracknell no se conformó con eso. - Sonrió - Creo que lo enfadé y todo, metió primero a una cabra y nos dijo que era nuestra cena, después metió a un viejo enfermo y desquiciado y me pidió, también, que lo matase. – Se sirvió más agua. – No pasó mucho tiempo hasta que descubrimos que la cabra estaba cubierta de esa droga que todos allí tomaban. Al parecer te pone… ¿furioso? Yo no llegue a sentirlo, pero en cuanto el toro puso una mano sobre el animal se volvió loco, trató de matarnos a todos los que estábamos en la celda. –
La historia quizás se estaba alargando demasiado, pero ya quedaba poco.
- Abrí la puerta de un puñetazo, usé el guantelete para calmar a Gol’then… más bien obligarle a calmarse... y junto al viejo salimos de allí, llegamos hasta la sala principal de la taberna. – Aquella imagen seguía antojándosele… rara, esa era la mejor descripción que podía conseguir de Toriel. – Toriel estaba atada en una mesa rodeada de las flores esas de las que sacaban la droga. – Cerró los ojos. – Y... ahí fue cuando el viejo desveló que durante todo aquel tiempo había estado en una ilusión. No era realmente un viejo, era una bruja ilusionista creo y la taberna no estaba tranquila, a mi alrededor se estaba produciendo una batalla prácticamente, incluso Ohm estaba participando en ella: todos estaban drogados. – Se llevó la mano hasta la cara, dejó escapar todo el aire que tenía en los pulmones. – No me había dado cuenta, sigo sin saber cuándo fue cuando me controló – Apretó los dientes. – Y, por supuesto, al otro lado de la habitación estaba Bracknell con el collar de cuencas. Me dijo que me rindiese, me dijo que mi reputación estaba en juego, que si lo hacía la guardia no sabría nada y que todo acabaría rápido si me unía a la Mujer Viva y a su causa, que me borraría los recuerdos de lo sucedido con el objeto y no tendría que preocuparme por nada, aquella noche no habría pasado nunca para mí. – Eltrant golpeó la mesa, sentía como la ira se volvía a apoderar de él. – ¿¡Quien se creía que era!? No iba a ser el lacayo de nadie, no iba a arrodillarme. –
- Yo también te ayude. – Comentó Lyn volviendo a sujetarle del brazo, tratando que se tranquilizase. – Ahora relájate. – dijo en un tono casi maternal. - ¿Seguro que no quieres contar… no sé, lo de tu granja? – Sonrió, Eltrant respiró hondo y bajó el tono de voz.
- Lo tenía Asher. – Comentó en un murmullo, enfadado consigo mismo. – Olvido se clavó en su barriga, estuvo a un tirón más por mi parte de partirle en dos como a un leño. – Imitó con sus brazos el movimiento de la espada. – Aquel malnacido estaba sonriendo y todo, sangrando por la boca, pidiéndome que le matase. – Se llevó ambas manos frente a su boca. – Y estuve a punto de darle lo que quería… - Cerró los ojos. - Si Toriel no me hubiese sacado de ahí… -
- Ahora no sabrías nada de los Buscones… y probablemente estarías en una prisión en Lunargenta. – Cortó Lyn. – La guardia entró en el edificio y les vio a todos peleando, a Bracknell a punto de morir y demás. Culparon a Elt de lo que pasó y… creo que Hont ya te ha contado el resto. -
Sonrió ante la proposición que le hizo el lobo, no obstante, frunció levemente el ceño cuando escuchó el motivo por el que la había hecho.
- Eso es lo que quiero. – Aseveró dando un suave golpe sobre la mesa, notó como Lyn se tensó a su lado, ya había oído aquello alguna vez que otra. – Quiero que Bracknell me encuentre, que sepa lo que consigue si lo hace. – Cerró el puño con fuerza, todavía sobre la mesa. – No voy a esconderme de ese… – Se detuvo y sacudió la cabeza al sentir que Lyn le agarraba de la manga de la camisa, de nuevo estaba hablando el alcohol y no él mismo.
Suspiró y le dio un trago al vaso de agua que descansaba frente a él.
Volvió a sonreír.
- Creo que… - Se atusó la barba unos segundos. – Sí que podría irme al norte un tiempo contigo. – dijo - Cambiar de aires. – Se giró hacía Lyn. - ¿Qué opinas? – La vampiresa asintió casi automáticamente, Eltrant enarcó una ceja.
Todo lo que fuese moverse de sitio le gustaba.
- Sí que tendría que terminar unos asuntos por aquí antes... – dijo, pensativo – Tardaré un par de semanas, pero nos veremos allí. – Se cruzó de brazos y cerró los ojos, ordenó mentalmente todo lo que tenía que hacer. Para empezar, quería pasarse por el Monte, asegurarse de que las reparaciones iban bien. – He oído rumores que vienen de ahí arriba… y quiero comprobarlos. – Agitó su mano derecha, quitándole importancia a todo aquello y volvió a abrir los ojos.
Se llevó otra vez la mano hasta la cara.
- Volviendo a lo de antes… - Se rascó la barba - ¿Por dónde iba? Ah, sí. – Chasqueó los dedos y volvió a apoyarse sobre la mesa. – No maté a Hartem. El Tuerto Muerto lo quería así por alguna razón. – Se cruzó de brazos. – Así que decidí hacer justo lo opuesto. Hartem es un imbécil… pero si este otro imbécil quiere matarlo… – Expuso, sacudió la cabeza. – Da igual, la cuestión es que me descubrieron… - Sonrió. – Todavía me cuesta decirlo en voz alta. – Bebió agua. - ¡Con uno de mis avisos! – Exclamó. - ¿Te puedes creer la influencia que tiene que tener ese tipo para ser capaz de reconocer mi nota entre un millar de ellas? – Preguntó. – Y fui con cuidado, con mucho. – Señaló a Lyn. – Ella se aseguró de eso. – La vampiresa asintió y acercó su silla algo más a la mesa.
- Me aseguré de que era completamente irreconocible para los que le viesen. – Hizo bailar algunas sombras entre sus manos. – Los que le mirasen solo verían a un granjero. – Aseveró. – Aunque hice más que obligarle a quitarse su armadura. – Las sombras cubrieron momentáneamente la cara de Eltrant y desaparecieron en cuanto lo hicieron.
Como si de una fina lamina de cristal se tratase, las sombras difuminaron sus facciones, le hicieron parecer algo más viejo e irreconocible desde lejos.
- No es perfecto, pero no es como si hablar con los que estuviesen presentes fuese parte del plan – Explicó devolviendo a Eltrant su apariencia natural.
- Me "convocaron" en el Príncipe de Baslodia. – dijo enlazando ambas manos frente a él, retomando de nuevo la palabra. – Una trampa, claro. – dijo – Pero… a decir verdad, era la mejor forma de asegurarme de que todo lo que creía era verdad. – Negó con la cabeza – No me equivocaba. – dijo – Hice que Lyn esperase escondida en el exterior por si la cosa iba mal y me adentré en aquella taberna. Desde fuera no era nada especial, una taberna más en Lunargenta… pero desde dentro. – Hizo una pausa breve. – Era una especie de… no sé cómo llamarlo. Drogaban a los clientes con una planta hasta que se volvían adictos y si no podían pagar los convertían en esclavos como recompensa. – Suspiró, tomo algo de aire. – Ahí estaba Bracknell. – Cerró ambos puños y frunció el ceño, pero no tardó en relajarse. - Después de insinuarme que me había metido en problemas me presentó a Toriel y a Ohm y me llevó hasta una celda en la que… había otro hombre-bestia. – Cerró los ojos, pensó el Gol’then. – Una víctima de Hartem, le había lanzado una maldición como hizo conmigo hacía tiempo y me culpaban por ello… debía “disculparme” matándolo, aliviando su sufrimiento. – Bajó la mirada – A decir verdad… Gol’then estaba… su cuerpo parecía de barro, se deshacía y volvía a componer cada varios segundos, gritaba de dolor… y estaba en estado de frenesí, golpeando las paredes, hiriéndose a sí mismo. – Se pasó la mano por el pelo. – Me negué a matarlo. Soy culpable de muchas cosas, pero no de las acciones de Hartem. – dijo – Puede que llegue a matarlo algún día si es necesario… pero no será porque me lo ordene nadie, será porque no tengo más remedio. – Palpó el dorso de su mano izquierda, dónde había estado la última escama de metal de la maldición de Hartem.
Estaba perdiendo el hilo.
– Me voy por las ramas. – Sacudió la cabeza y miró sus cartas. ¿Estaban jugando siquiera? – El caso es que me encerré en la celda con él. – dijo – Me aseguré de que solo estábamos los dos dentro y, tras derribarlo, gasté la medicina más potente que tenía: helvetia. – Le apenaba haberla gastado toda, pero había sido necesario. – Toda, no deje nada. Me habían dicho que tenía propiedades para curar aquel tipo de maldiciones y no se equivocaron, Gol’then… se curó. – Ojalá todo hubiese terminado ahí. – Bracknell no se conformó con eso. - Sonrió - Creo que lo enfadé y todo, metió primero a una cabra y nos dijo que era nuestra cena, después metió a un viejo enfermo y desquiciado y me pidió, también, que lo matase. – Se sirvió más agua. – No pasó mucho tiempo hasta que descubrimos que la cabra estaba cubierta de esa droga que todos allí tomaban. Al parecer te pone… ¿furioso? Yo no llegue a sentirlo, pero en cuanto el toro puso una mano sobre el animal se volvió loco, trató de matarnos a todos los que estábamos en la celda. –
La historia quizás se estaba alargando demasiado, pero ya quedaba poco.
- Abrí la puerta de un puñetazo, usé el guantelete para calmar a Gol’then… más bien obligarle a calmarse... y junto al viejo salimos de allí, llegamos hasta la sala principal de la taberna. – Aquella imagen seguía antojándosele… rara, esa era la mejor descripción que podía conseguir de Toriel. – Toriel estaba atada en una mesa rodeada de las flores esas de las que sacaban la droga. – Cerró los ojos. – Y... ahí fue cuando el viejo desveló que durante todo aquel tiempo había estado en una ilusión. No era realmente un viejo, era una bruja ilusionista creo y la taberna no estaba tranquila, a mi alrededor se estaba produciendo una batalla prácticamente, incluso Ohm estaba participando en ella: todos estaban drogados. – Se llevó la mano hasta la cara, dejó escapar todo el aire que tenía en los pulmones. – No me había dado cuenta, sigo sin saber cuándo fue cuando me controló – Apretó los dientes. – Y, por supuesto, al otro lado de la habitación estaba Bracknell con el collar de cuencas. Me dijo que me rindiese, me dijo que mi reputación estaba en juego, que si lo hacía la guardia no sabría nada y que todo acabaría rápido si me unía a la Mujer Viva y a su causa, que me borraría los recuerdos de lo sucedido con el objeto y no tendría que preocuparme por nada, aquella noche no habría pasado nunca para mí. – Eltrant golpeó la mesa, sentía como la ira se volvía a apoderar de él. – ¿¡Quien se creía que era!? No iba a ser el lacayo de nadie, no iba a arrodillarme. –
- Yo también te ayude. – Comentó Lyn volviendo a sujetarle del brazo, tratando que se tranquilizase. – Ahora relájate. – dijo en un tono casi maternal. - ¿Seguro que no quieres contar… no sé, lo de tu granja? – Sonrió, Eltrant respiró hondo y bajó el tono de voz.
- Lo tenía Asher. – Comentó en un murmullo, enfadado consigo mismo. – Olvido se clavó en su barriga, estuvo a un tirón más por mi parte de partirle en dos como a un leño. – Imitó con sus brazos el movimiento de la espada. – Aquel malnacido estaba sonriendo y todo, sangrando por la boca, pidiéndome que le matase. – Se llevó ambas manos frente a su boca. – Y estuve a punto de darle lo que quería… - Cerró los ojos. - Si Toriel no me hubiese sacado de ahí… -
- Ahora no sabrías nada de los Buscones… y probablemente estarías en una prisión en Lunargenta. – Cortó Lyn. – La guardia entró en el edificio y les vio a todos peleando, a Bracknell a punto de morir y demás. Culparon a Elt de lo que pasó y… creo que Hont ya te ha contado el resto. -
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Sonreí al escuchar la respuesta de Eltrant. Tenerlo cerca podía ser de gran ayuda. Después, continuó contando su historia. Suspiré. Se le había pasado por alto una cosa completamente evidente.
-Da igual tu cara, Elt. Si alguien te dice que mates a Hartem y apenas unos días después aparece una nota para advertir a un "brujo del trueno" que "alguien quiere hacerle daño," es evidente quien ha sido.- dije, ladeando la cabeza. -Básicamente, nadie más sabría que lo tenían como objetivo. Y cualquiera que te hubiese investigado sabría que no implicarías a otra persona.-
Lo que me sorprendía es que alguien se dedicase realmente a leer aquellas notas. Era un sistema terriblemente poco útil. Aun así, alguien que quisiese controlar información podría estar atento o tener gente cerca.
Había muchos agujeros en todo aquello, a pesar de todo. Para empezar, el plan de Bracknell no tenía ni pies ni cabeza.
-No se molestaron mucho en disimular que era una trampa...- dijo Oshu.
-Y ni les hizo falta, al parecer.-
Típico. Dejaba que mi propia espada me atravesase, y el humano superaba aquello con una idiotez aún mayor. Debía verlo como una competición. Seguí escuchando atentamente. Me sorprendía lo enfadado que parecía estar con tan solo contar aquella historia. Para mi, la mía había sido algo lejano. Por supuesto, aún quedaban algunas emociones, pero no con aquella intensidad. Debía odiarlo de verdad.
-Si, creo que sé como va todo.- asentí. -Si vuelvo a ver a Bracknell, lo mataré. Y, hablando de eso...- musité, bajando un poco el tono de voz. -Si te encuentras con Nate Halliman, acercate lo que puedas... y acaba con él antes de delatarte.- dije, mirando fijamente al humano. -No creas nada de lo que dice, y no le des oportunidad para que use su objeto. Lo reconocerás. Habla de forma extraña, se inventa palabras incluso... y siempre va con su bastón tallado. Ataca por la espalda. Es ágil y rápido, pero no puede defenderse de un agarre.- advertí.
Oshu me miró, con una pregunta en su mirada. Tragué saliva y cerré los ojos. Lo siguiente era más amargo.
-Mantente alejado de Jason Bosne.- dije lentamente. -Esto... es un favor. Es peligroso. Sé que planea algo malo. Odia a los humanos y su objeto le ha hecho perder la razón. Pero no quiero que muera.- expliqué, bajando la mirada. -Nos hemos encontrado varias veces. Ha hecho de su lugar una comunidad. Como la mía. Podría haber sido yo.- suspiré. -Por eso quiero encargarme yo. Quiero salvarlo a él también.-
Si. Aquello... era lo que quería ser. Incluso si era un peligro para mucha gente. Incluso si era egoísta de mi parte... no podía contentarme con algo tan simple como "Matar a todo lo que sea malo." En cierta forma... era similar a lo que había hecho Eltrant para salvar a aquel hombre toro. Pero había una diferencia.
No era un héroe que salvase inocentes. Mi familia estaba llena de ladrones, espadas a sueldo, asesinos, timadores y otros criminales. No había un sólo ser de bondad pura entre ellos. Pero eso no importaba. Alguien mejor que yo podía salvar a los inocentes.
Yo salvaría a los que no lo eran.
-Creo que es posible conseguirlo. Si no, los objetos de Hedgecomb se habrán llevado a más víctimas aún.- dije. -Por eso quiero que te mantengas al margen. Evita un confrontamiento con él. No es completamente irracional... te escuchará. Sobre todo si mencionas mi nombre.- aseguré, con más confianza de la que tenía realmente.
Tendría que hacer algo al respecto antes de que se descontrolase.
-Sonaba bien, al principio.- aportó Oshu. -Muchos se quedaron con él. No está loco.- Agradecí el comentario con un gesto de cabeza.
Poco a poco, comencé a sentirme sin fuerzas. Habíamos pasado un buen rato allí y se estaba haciendo tarde.
-Creo que deberíamos irnos pronto.-
-Da igual tu cara, Elt. Si alguien te dice que mates a Hartem y apenas unos días después aparece una nota para advertir a un "brujo del trueno" que "alguien quiere hacerle daño," es evidente quien ha sido.- dije, ladeando la cabeza. -Básicamente, nadie más sabría que lo tenían como objetivo. Y cualquiera que te hubiese investigado sabría que no implicarías a otra persona.-
Lo que me sorprendía es que alguien se dedicase realmente a leer aquellas notas. Era un sistema terriblemente poco útil. Aun así, alguien que quisiese controlar información podría estar atento o tener gente cerca.
Había muchos agujeros en todo aquello, a pesar de todo. Para empezar, el plan de Bracknell no tenía ni pies ni cabeza.
-No se molestaron mucho en disimular que era una trampa...- dijo Oshu.
-Y ni les hizo falta, al parecer.-
Típico. Dejaba que mi propia espada me atravesase, y el humano superaba aquello con una idiotez aún mayor. Debía verlo como una competición. Seguí escuchando atentamente. Me sorprendía lo enfadado que parecía estar con tan solo contar aquella historia. Para mi, la mía había sido algo lejano. Por supuesto, aún quedaban algunas emociones, pero no con aquella intensidad. Debía odiarlo de verdad.
-Si, creo que sé como va todo.- asentí. -Si vuelvo a ver a Bracknell, lo mataré. Y, hablando de eso...- musité, bajando un poco el tono de voz. -Si te encuentras con Nate Halliman, acercate lo que puedas... y acaba con él antes de delatarte.- dije, mirando fijamente al humano. -No creas nada de lo que dice, y no le des oportunidad para que use su objeto. Lo reconocerás. Habla de forma extraña, se inventa palabras incluso... y siempre va con su bastón tallado. Ataca por la espalda. Es ágil y rápido, pero no puede defenderse de un agarre.- advertí.
Oshu me miró, con una pregunta en su mirada. Tragué saliva y cerré los ojos. Lo siguiente era más amargo.
-Mantente alejado de Jason Bosne.- dije lentamente. -Esto... es un favor. Es peligroso. Sé que planea algo malo. Odia a los humanos y su objeto le ha hecho perder la razón. Pero no quiero que muera.- expliqué, bajando la mirada. -Nos hemos encontrado varias veces. Ha hecho de su lugar una comunidad. Como la mía. Podría haber sido yo.- suspiré. -Por eso quiero encargarme yo. Quiero salvarlo a él también.-
Si. Aquello... era lo que quería ser. Incluso si era un peligro para mucha gente. Incluso si era egoísta de mi parte... no podía contentarme con algo tan simple como "Matar a todo lo que sea malo." En cierta forma... era similar a lo que había hecho Eltrant para salvar a aquel hombre toro. Pero había una diferencia.
No era un héroe que salvase inocentes. Mi familia estaba llena de ladrones, espadas a sueldo, asesinos, timadores y otros criminales. No había un sólo ser de bondad pura entre ellos. Pero eso no importaba. Alguien mejor que yo podía salvar a los inocentes.
Yo salvaría a los que no lo eran.
-Creo que es posible conseguirlo. Si no, los objetos de Hedgecomb se habrán llevado a más víctimas aún.- dije. -Por eso quiero que te mantengas al margen. Evita un confrontamiento con él. No es completamente irracional... te escuchará. Sobre todo si mencionas mi nombre.- aseguré, con más confianza de la que tenía realmente.
Tendría que hacer algo al respecto antes de que se descontrolase.
-Sonaba bien, al principio.- aportó Oshu. -Muchos se quedaron con él. No está loco.- Agradecí el comentario con un gesto de cabeza.
Poco a poco, comencé a sentirme sin fuerzas. Habíamos pasado un buen rato allí y se estaba haciendo tarde.
-Creo que deberíamos irnos pronto.-
Asher Daregan
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
- No confíes en ni una sola palabra que diga antes de acabar con él. Es un buen duelista, pero suele aprovecharse de sus planes. – Indicó relajándose, aceptando la mano de Lyn en el proceso. – Si le sacas de lo que él tiene previsto… es fácil pillarle por sorpresa. - La ojiazul era de las pocas personas que conseguía hacerlo cuando el oficial corrupto salía como tema de conversación.
Asher era de las pocas personas en las que confiaría para aquella tarea, para matar a Bracknell, y ahora que llevaba la corona, este no tendría ninguna oportunidad contra el lobo si se lo cruzaba.
Quizás sonase egoísta, pero le gustaría que pasase. Le encantaría ver a Bracknell estallar en más de un centenar de pedazos a manos de una de las runas de Asher. Y después al Hombre Muerto; por lo que le había hecho a Thomas, por lo que estaba haciendo en el mundo.
– Tambien le gusta parecer “honorable” y todo eso. – Le dijo – Miente más que habla, así que no me extrañaría que tratase de salir de un problema apelando a que eres Centinela o algo así. – Volvió a apoyarse sobre la mesa. – Estoy casi seguro que se cree sus propias mentiras. – dijo apenas un gruñido, cerrando su mano con fuerza en torno a la de la vampiresa.
Cruzado de brazos, asintió después a la advertencia que el lobo le dio acerca de Halliman. Parecía que su amigo le había leído el pensamiento, iba a preguntarle que hacer de cruzarse con el hombre rana.
- Vale. – dijo – Si veo a Halliman me encargaré de que no se aproveche de más gente. – Completó, alargó la mano hasta la jarra de agua: también se la habían acabado, colocó ese brazo sobre la mesa. – Acercarme y atacarle antes de que se lo espere. – Repitió tras el lobo. – Agarrarle. – Se llevó la mano hasta el guantelete mágico. – No se me va a olvidar. – Sonrió.
Halliman era una persona peligrosa, mucho, había causado una especie de guerra entre hombres-bestia solo por hacerse con los objetos del diecinueve. Tendría que darles aquella información a los buscones, al parecer tenían otro enemigo.
Lo siguiente que le comentó el lobo le hizo arquear una ceja con curiosidad. Evitar a Jason Bosne.
El león con cuernos de carnero no era, sencillamente, el alcalde de una ciudad de hombres-bestias recién fundada. Era otra persona sumamente peligrosa, según decía Asher alguien que odiaba a los humanos con toda su fuerza y que, según este creía, tramaba algo que no era precisamente bueno.
Se cruzó de brazos, a la altura del pecho y cerró los ojos, pensativo. Los volvió a abrir cuando Oshu hizo su propia intervención y miró durante varios segundos a su amigo directamente a los ojos.
Bosne era una persona importante para Asher, aquello era más que evidente, no le habría pedido un favor como ese de no ser así.
Sin decir nada, depositó sus ojos durante apenas un instante sobre la corona que Asher tenía sobre la cabeza, pensó en Elen y también en Huracán. Podía comprender que el lobo no quisiese perder a Bosne, que luchase por recuperar la persona que era antes de ser consumido por el objeto que este tenía en su poder.
– Confío en ti – dijo - Si crees que puedes hacerlo, es que puedes. – Añadió a continuación, inclinándose hacia adelante. – Me mantendré al margen – dijo, accediendo a la petición de Asher. – Y si no me queda más remedio que verme con él evitaré pelear. - Se atusó la barba, no podía negar que una parte de él estaba algo insegura con todo aquello. Pero, como ya había dicho, confiaba en el lobo. – Me aseguraré de que sepa que te conozco. – dijo al final.
Se giró hacía la ventana, justo cuando su amigo dijo que iba siendo hora de irse. La noche había pasado más rápido de lo que se había imaginado, aunque aún quedaban varias horas para el alba ya podía ver como el firmamento se tornaba naranja en el horizonte.
Sin pensárselo dos veces se levantó y cubrió la ventana con el pesado mueble repleto de platos que descansaba a un lado de esta.
- Podéis quedaros aquí a descansar si queréis. – dijo – Mejor que marchar en mitad de la noche de vuelta al campamento es, al menos. – Afirmó volviendo a sentarse.
Asher era de las pocas personas en las que confiaría para aquella tarea, para matar a Bracknell, y ahora que llevaba la corona, este no tendría ninguna oportunidad contra el lobo si se lo cruzaba.
Quizás sonase egoísta, pero le gustaría que pasase. Le encantaría ver a Bracknell estallar en más de un centenar de pedazos a manos de una de las runas de Asher. Y después al Hombre Muerto; por lo que le había hecho a Thomas, por lo que estaba haciendo en el mundo.
– Tambien le gusta parecer “honorable” y todo eso. – Le dijo – Miente más que habla, así que no me extrañaría que tratase de salir de un problema apelando a que eres Centinela o algo así. – Volvió a apoyarse sobre la mesa. – Estoy casi seguro que se cree sus propias mentiras. – dijo apenas un gruñido, cerrando su mano con fuerza en torno a la de la vampiresa.
Cruzado de brazos, asintió después a la advertencia que el lobo le dio acerca de Halliman. Parecía que su amigo le había leído el pensamiento, iba a preguntarle que hacer de cruzarse con el hombre rana.
- Vale. – dijo – Si veo a Halliman me encargaré de que no se aproveche de más gente. – Completó, alargó la mano hasta la jarra de agua: también se la habían acabado, colocó ese brazo sobre la mesa. – Acercarme y atacarle antes de que se lo espere. – Repitió tras el lobo. – Agarrarle. – Se llevó la mano hasta el guantelete mágico. – No se me va a olvidar. – Sonrió.
Halliman era una persona peligrosa, mucho, había causado una especie de guerra entre hombres-bestia solo por hacerse con los objetos del diecinueve. Tendría que darles aquella información a los buscones, al parecer tenían otro enemigo.
Lo siguiente que le comentó el lobo le hizo arquear una ceja con curiosidad. Evitar a Jason Bosne.
El león con cuernos de carnero no era, sencillamente, el alcalde de una ciudad de hombres-bestias recién fundada. Era otra persona sumamente peligrosa, según decía Asher alguien que odiaba a los humanos con toda su fuerza y que, según este creía, tramaba algo que no era precisamente bueno.
Se cruzó de brazos, a la altura del pecho y cerró los ojos, pensativo. Los volvió a abrir cuando Oshu hizo su propia intervención y miró durante varios segundos a su amigo directamente a los ojos.
Bosne era una persona importante para Asher, aquello era más que evidente, no le habría pedido un favor como ese de no ser así.
Sin decir nada, depositó sus ojos durante apenas un instante sobre la corona que Asher tenía sobre la cabeza, pensó en Elen y también en Huracán. Podía comprender que el lobo no quisiese perder a Bosne, que luchase por recuperar la persona que era antes de ser consumido por el objeto que este tenía en su poder.
– Confío en ti – dijo - Si crees que puedes hacerlo, es que puedes. – Añadió a continuación, inclinándose hacia adelante. – Me mantendré al margen – dijo, accediendo a la petición de Asher. – Y si no me queda más remedio que verme con él evitaré pelear. - Se atusó la barba, no podía negar que una parte de él estaba algo insegura con todo aquello. Pero, como ya había dicho, confiaba en el lobo. – Me aseguraré de que sepa que te conozco. – dijo al final.
Se giró hacía la ventana, justo cuando su amigo dijo que iba siendo hora de irse. La noche había pasado más rápido de lo que se había imaginado, aunque aún quedaban varias horas para el alba ya podía ver como el firmamento se tornaba naranja en el horizonte.
Sin pensárselo dos veces se levantó y cubrió la ventana con el pesado mueble repleto de platos que descansaba a un lado de esta.
- Podéis quedaros aquí a descansar si queréis. – dijo – Mejor que marchar en mitad de la noche de vuelta al campamento es, al menos. – Afirmó volviendo a sentarse.
Eltrant Tale
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Re: Horizonte [Libre] [Cerrado]
Suspiré profundamente, aliviado. Eltrant sabía como no decepcionar. Sonreí. Apreciaba mucho la amistad que tenía con el humano. En momentos como ese, hasta la corona se me hacía más ligera.
-Sabes que no me voy a quedar, Elt.- resoplé ante su propuesta. -Tengo a alguien esperándome.-
-Lo que quiere decir es "me cuesta dormir si no es abrazado a un hombre gato"- rió Oshu. Chasqueé la lengua.
-Al menos yo tengo a alguien a quien abrazar por las noches.- repliqué, clavandole un dedo en la armadura. -Y sin tener que pagar después.-
-Auch.-
Me levanté y me estiré, notando como el cansancio se asentaba por todo mi cuerpo. Al menos esa noche iba a dormir bien. Me dirigí a la puerta, acompañado por Oshu y Eltrant.
-¡Nos vemos en Dundarak, Lyn!- dije. Había oido que las noches eran más largas allí: al menos, durante el invierno. Seguro que le sentaría bien. Luego, me volví hacia Eltrant. -Y tu, deja de beber. El que haya venido bien esta vez no significa nada.-
-Claro. El que alguien tenga razón y no sea tú debería estar prohibido.- se burló Oshu.
-No seas envidioso. Tu también tendrás razón algún día.- respondí. El can se despidió de la pareja con un gesto de cabeza y comenzó a caminar. -Nos vemos en unas semanas. Y... gracias, Elt.- añadí, abrazando a mi amigo.
No dije nada más. Solo me volví y empecé a caminar junto a mi "guardaespaldas." Tenía un largo camino por delante. No solo hasta el campamento ni hasta Dundarak. En tan solo unos días, se habían abierto muchas posibilidades. Había pasado de ser un bandido a un Centinela.
Daba igual si los motivos no me convencían. Si no me merecía la corona, me la ganaría. Pasase lo que pasase, me aseguraría de ganar esa guerra.
Y ningún demonio podría detenerme.
-Sabes que no me voy a quedar, Elt.- resoplé ante su propuesta. -Tengo a alguien esperándome.-
-Lo que quiere decir es "me cuesta dormir si no es abrazado a un hombre gato"- rió Oshu. Chasqueé la lengua.
-Al menos yo tengo a alguien a quien abrazar por las noches.- repliqué, clavandole un dedo en la armadura. -Y sin tener que pagar después.-
-Auch.-
Me levanté y me estiré, notando como el cansancio se asentaba por todo mi cuerpo. Al menos esa noche iba a dormir bien. Me dirigí a la puerta, acompañado por Oshu y Eltrant.
-¡Nos vemos en Dundarak, Lyn!- dije. Había oido que las noches eran más largas allí: al menos, durante el invierno. Seguro que le sentaría bien. Luego, me volví hacia Eltrant. -Y tu, deja de beber. El que haya venido bien esta vez no significa nada.-
-Claro. El que alguien tenga razón y no sea tú debería estar prohibido.- se burló Oshu.
-No seas envidioso. Tu también tendrás razón algún día.- respondí. El can se despidió de la pareja con un gesto de cabeza y comenzó a caminar. -Nos vemos en unas semanas. Y... gracias, Elt.- añadí, abrazando a mi amigo.
No dije nada más. Solo me volví y empecé a caminar junto a mi "guardaespaldas." Tenía un largo camino por delante. No solo hasta el campamento ni hasta Dundarak. En tan solo unos días, se habían abierto muchas posibilidades. Había pasado de ser un bandido a un Centinela.
Daba igual si los motivos no me convencían. Si no me merecía la corona, me la ganaría. Pasase lo que pasase, me aseguraría de ganar esa guerra.
Y ningún demonio podría detenerme.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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