Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
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“Ciudad Lagarto… Hermosa y caótica Ciudad Lagarto” el estafador respiró profundo, y su olfato se lleno del olor a estofado rancio, transpiración, humo y cosas muertas. Para la mayoría de las personas sería casi insoportable que eso sea lo primero que sientes en la mañana, pero para Matt tenía un significado diferente, para él esa fragancia significaba solo una cosa: Libertad.
Si bien la ciudad estaba muy desordenada, estaban mucho mejor que los primeros días, en líneas generales todos tenían un sitio donde dormir, se había impuesto algunos horarios básicos para comidas y hasta habían logrado que los bandidos hicieran sus necesidades en algún sitio apartado y no en el primer lugar que encontraran. Owens observaba con orgullo los alrededores, los brazos apoyados a los lados en forma de jarra y una resplandeciente sonrisa en el rostro.
Detrás de él había una carpa mucho más grande que las de la mayoría, no solo porque era más alta, sino también porque tenía anexadas un montón de otras tiendas alrededor, las cuales habían sido cosidas con bastante prolijidad a la original. Y es que de a poco el estafador había logrado ganarse la confianza de las prostitutas del lugar, sus dulces palabras y sus bellas promesas habían convencido a más de una que Matthew podía asegurarles un futuro mejor.
Por el momento había funcionado, al estar junto al Virrey ningún ladrón del campamento abusaba de ellas ni las golpeaba… Y el que lo hacía aparecía a los pocos días flotando en el rio. Lo más interesante es que Matt no parecía pedirles nada a cambio, simplemente las dejaba estar en sus tiendas descansando, a veces les traía dulces ¡Dulces de verdad! La mayoría de ellas solo habían escuchado de su existencia en cuentos, era un estilo de vida que nunca hubiesen imaginado que iban a tener, mucho menos en Ciudad Lagarto.
Otra actividad que Matthew se había encargado de organizar eran las peleas con apuestas. Lo cierto es que la actividad había surgido mas por casualidad que otra cosa, el estafador, aburrido de pasarse los días viendo pelear a los hombres, les había arrojado unas monedas solo para incentivarlos a que terminaran de masacrarse ¿El resultado? Los dos combatientes habían peleado con mucho más ahínco, y la gente se había juntado alrededor para ver como terminaba todo, arrojando a la vez su dinero.
Parte de las cualidades para ser un buen estafador era el saber aprovechar las oportunidades, al ver lo que sucedía, Matthew rápidamente busco a algunos hombres que supieran leer y hacer cuentas básicas y los proclamo los encargados de organizar los torneos. Para que fueran válidos tenían que realizarse en presencia del Rey o del Virrey, de esa manera desalentaban a los competidores a que pelearan por fuera de la arena.
Ese día Lazid le había dicho que estaría ocupado, por lo que tendría que ser Owens quien ocupara el puesto como “Figura de autoridad”. Mientras caminaba hacia el lugar se iba cruzando con los distintos bandidos que iban hacía el mismo sitio, el relajarse un rato de todo el trabajo era bueno para la gente, ver cómo eran otros los que peleaban liberaba todo el estrés acumulado.
El lugar de la pelea no era más que un gran corral con barandas de madera sobre las que el público se apoyaba para gritarle a los luchadores y arrojarles todo tipo de materiales. Desde cada una de las puntas solían entrar los contrincantes, saltando el vallado, y en una posición ligeramente más alta había un gran sillón desde donde la autoridad podía mirar y decidir quién había sido el ganador.
Matthew subió hasta su asiento y se sentó de costado, pasando las piernas por arriba de uno de los apoya manos. No tenía idea de quienes iban a pelear ese día, pero seguramente sería entretenido, la mayor parte del público ya estaba pasado de copas, y solo querían que entrara alguien a la arena para poder arrojarles cosas. Los encargados de levantar las apuestas corrían de un lado a otro, y cuando terminaron le hicieron una señal a Owens.
-Bien, bien, no hagamos esperar a la gente, que entren los competidores – Dijo el estafador en un tono lo suficientemente alto como para que todos en el lugar escucharan.
Si bien la ciudad estaba muy desordenada, estaban mucho mejor que los primeros días, en líneas generales todos tenían un sitio donde dormir, se había impuesto algunos horarios básicos para comidas y hasta habían logrado que los bandidos hicieran sus necesidades en algún sitio apartado y no en el primer lugar que encontraran. Owens observaba con orgullo los alrededores, los brazos apoyados a los lados en forma de jarra y una resplandeciente sonrisa en el rostro.
Detrás de él había una carpa mucho más grande que las de la mayoría, no solo porque era más alta, sino también porque tenía anexadas un montón de otras tiendas alrededor, las cuales habían sido cosidas con bastante prolijidad a la original. Y es que de a poco el estafador había logrado ganarse la confianza de las prostitutas del lugar, sus dulces palabras y sus bellas promesas habían convencido a más de una que Matthew podía asegurarles un futuro mejor.
Por el momento había funcionado, al estar junto al Virrey ningún ladrón del campamento abusaba de ellas ni las golpeaba… Y el que lo hacía aparecía a los pocos días flotando en el rio. Lo más interesante es que Matt no parecía pedirles nada a cambio, simplemente las dejaba estar en sus tiendas descansando, a veces les traía dulces ¡Dulces de verdad! La mayoría de ellas solo habían escuchado de su existencia en cuentos, era un estilo de vida que nunca hubiesen imaginado que iban a tener, mucho menos en Ciudad Lagarto.
Otra actividad que Matthew se había encargado de organizar eran las peleas con apuestas. Lo cierto es que la actividad había surgido mas por casualidad que otra cosa, el estafador, aburrido de pasarse los días viendo pelear a los hombres, les había arrojado unas monedas solo para incentivarlos a que terminaran de masacrarse ¿El resultado? Los dos combatientes habían peleado con mucho más ahínco, y la gente se había juntado alrededor para ver como terminaba todo, arrojando a la vez su dinero.
Parte de las cualidades para ser un buen estafador era el saber aprovechar las oportunidades, al ver lo que sucedía, Matthew rápidamente busco a algunos hombres que supieran leer y hacer cuentas básicas y los proclamo los encargados de organizar los torneos. Para que fueran válidos tenían que realizarse en presencia del Rey o del Virrey, de esa manera desalentaban a los competidores a que pelearan por fuera de la arena.
Ese día Lazid le había dicho que estaría ocupado, por lo que tendría que ser Owens quien ocupara el puesto como “Figura de autoridad”. Mientras caminaba hacia el lugar se iba cruzando con los distintos bandidos que iban hacía el mismo sitio, el relajarse un rato de todo el trabajo era bueno para la gente, ver cómo eran otros los que peleaban liberaba todo el estrés acumulado.
El lugar de la pelea no era más que un gran corral con barandas de madera sobre las que el público se apoyaba para gritarle a los luchadores y arrojarles todo tipo de materiales. Desde cada una de las puntas solían entrar los contrincantes, saltando el vallado, y en una posición ligeramente más alta había un gran sillón desde donde la autoridad podía mirar y decidir quién había sido el ganador.
Matthew subió hasta su asiento y se sentó de costado, pasando las piernas por arriba de uno de los apoya manos. No tenía idea de quienes iban a pelear ese día, pero seguramente sería entretenido, la mayor parte del público ya estaba pasado de copas, y solo querían que entrara alguien a la arena para poder arrojarles cosas. Los encargados de levantar las apuestas corrían de un lado a otro, y cuando terminaron le hicieron una señal a Owens.
-Bien, bien, no hagamos esperar a la gente, que entren los competidores – Dijo el estafador en un tono lo suficientemente alto como para que todos en el lugar escucharan.
Última edición por Matthew Owens el Miér Dic 05 2018, 16:03, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Respiré hondo y mi aliento rebotó en la puerta de madera volviendo a entrar por mis fosas nasales. El lugar olía a humedad, podrido y un toque a orina seca (´´A saber a qué han hecho en este lugar`` pensé socarrón). Todo estaba oscuro y se escuchaban voces en el exterior que vociferaban palabras ininteligibles (´´Solo son una panda de borrachos buscando diversión``)
Mi mente se puso a pensar sobre cómo había llegado a este lugar. Había estado rondando de ciudad en ciudad, cruzando algunos bosques (´´Quizás liándola más de una vez`` sonreí) hasta toparme con un sitio como esté (´´Ciudad cangrejo creo que se llamaba...o era Reptil``) Como fuese, más bien parecía un campamento para aquellos que no tienen donde caerse muertos. Un lugar de forajidos, prostitutas, chaperos, mala sangre y mala conducta. Es decir, un lugar donde respirar con gusto.
Había recorrido el entorno, e incluso había dormido fuera para observar sin ser observado. Dudaba que alguien pudiese haberme visto. No sabía cómo iban a reaccionar si se daban cuenta que era un licántropo. Apestaba a humano por todos lados y cuando se juntan se vuelven locos. No sabes cómo van a actuar.
Era lo que más odiaba de esa raza. Seres podridos de pensamientos falsos que acababan por creerse superiores al resto. Si había algo que me molestase más que un vampiro era un humano. No por nada Amo era humano y su muerte le llegó por pensar que era mejor que yo. Llegó a la fama y a tener dinero gracias a mí y conmigo encontró la tumba. Nunca supe que fueron de sus restos, pero ojalá se lo comieran los cerdos.
El problema venía a que, tras hacerse un nombre conmigo, logró colocarse dentro de las altas esferas del bajo mundo. Y ahora que sus secuaces sabían que estaba vivo venían buscándome intentando darme caza. No se lo iba a poner fácil claro. Por ese motivo iba con tanta cautela al llegar a un sitio nuevo.
Pocos días después de rondar por los alrededores fue cuando decidí que tenía vía libre a entrar. Rondé por las tiendas, robé algunas cosillas para comer y hasta me permití jugar con un perro abandonado que olería mi encanto lobuno. Pude darme cuenta un poco como estaba jerarquizado el lugar. Creo que era un humano el que estaba al mando pero solo pude verle una vez. Había provocado que se apostase en la pelea de dos humanos. Uno de ellos acabó muerto.
Gruñí y escapé del lugar en cuanto pude al recordar batallas pasadas. Si bien, esta vez era distinto pues eran los propios contrincantes quienes se ofrecían para la pelea. Eso fue lo que me hizo volver y apuntarme a una de ellas. Ganar dinero fácil haciendo algo que ya sabía hacer (´´Mejor dejar la chapería para otro momento``) Además, tenía una segunda intención que esperaba poder cumplir durante la pelea.
Y aquí me encontraba yo. Encerrado entre unos tablones de madera en una esquina del corral esperando que diesen la orden de entrar a pelear. Llevaba la kusarigama a la espalda. Sentirla en la piel me hizo recordar que tenía que ponerle un nombre pero era tan malo imaginando. Ya me llegaría la inspiración o me la darían otros.
Antes de venir me había embadurnado el cuerpo con barro que había encontrado cerca del río. La idea era buena y mala a la vez. Ocultaría mi rostro y mi olor y sin embargo hasta yo mismo notaba como apestaba a aguas de cloacas. No había otra opción.
Las voces de fuera parecían llenarse cada vez más de euforia. De entre todas se escuchó una que sobresalía en autoridad y control al resto. Y se abrió la puerta.
Acostumbrado en antiguas peleas a este tipo de entradas no me supuso problema alguno el cambio de luz. Salté el tablón que tenía encima y eché una mirada rápida a mi alrededor. No sabía cuántos contrincantes habría en el ring improvisado, pero sí que tendría seguramente a alguien a punto de salir de la esquina que tenía en frente.
Y así fue. Un humano de gran envergadura saltó sus tablones y quiso ir al centro. Pero se encontró conmigo saltando sobre él con una acrobacia y cayendo en sus hombros. Un agarrar la cabeza con ambos brazos, un giro, un fuerte crujido a cuello roto y dejar caer al hombre cuan largo era en el suelo. Uno muerto.
Me puse de pie para ver como la multitud había enmudecido. Mejor para mí, así podía ver mi objetivo entre ellos sin ningún elemento que despistase. El silencio duró unos segundos. La multitud había vuelto a sus gritos originales, quizás con mas fuerza. No obstante fue lo justo como para verlo allí, más alto que los que tenía alrededor, con una sonrisa cínica mientras observaba el combate.
Oculté mi propia sonrisa. Aún no era el momento de que ocurriese nada. Al final de la pelea quizás.
Mi mente se puso a pensar sobre cómo había llegado a este lugar. Había estado rondando de ciudad en ciudad, cruzando algunos bosques (´´Quizás liándola más de una vez`` sonreí) hasta toparme con un sitio como esté (´´Ciudad cangrejo creo que se llamaba...o era Reptil``) Como fuese, más bien parecía un campamento para aquellos que no tienen donde caerse muertos. Un lugar de forajidos, prostitutas, chaperos, mala sangre y mala conducta. Es decir, un lugar donde respirar con gusto.
Había recorrido el entorno, e incluso había dormido fuera para observar sin ser observado. Dudaba que alguien pudiese haberme visto. No sabía cómo iban a reaccionar si se daban cuenta que era un licántropo. Apestaba a humano por todos lados y cuando se juntan se vuelven locos. No sabes cómo van a actuar.
Era lo que más odiaba de esa raza. Seres podridos de pensamientos falsos que acababan por creerse superiores al resto. Si había algo que me molestase más que un vampiro era un humano. No por nada Amo era humano y su muerte le llegó por pensar que era mejor que yo. Llegó a la fama y a tener dinero gracias a mí y conmigo encontró la tumba. Nunca supe que fueron de sus restos, pero ojalá se lo comieran los cerdos.
El problema venía a que, tras hacerse un nombre conmigo, logró colocarse dentro de las altas esferas del bajo mundo. Y ahora que sus secuaces sabían que estaba vivo venían buscándome intentando darme caza. No se lo iba a poner fácil claro. Por ese motivo iba con tanta cautela al llegar a un sitio nuevo.
Pocos días después de rondar por los alrededores fue cuando decidí que tenía vía libre a entrar. Rondé por las tiendas, robé algunas cosillas para comer y hasta me permití jugar con un perro abandonado que olería mi encanto lobuno. Pude darme cuenta un poco como estaba jerarquizado el lugar. Creo que era un humano el que estaba al mando pero solo pude verle una vez. Había provocado que se apostase en la pelea de dos humanos. Uno de ellos acabó muerto.
Gruñí y escapé del lugar en cuanto pude al recordar batallas pasadas. Si bien, esta vez era distinto pues eran los propios contrincantes quienes se ofrecían para la pelea. Eso fue lo que me hizo volver y apuntarme a una de ellas. Ganar dinero fácil haciendo algo que ya sabía hacer (´´Mejor dejar la chapería para otro momento``) Además, tenía una segunda intención que esperaba poder cumplir durante la pelea.
Y aquí me encontraba yo. Encerrado entre unos tablones de madera en una esquina del corral esperando que diesen la orden de entrar a pelear. Llevaba la kusarigama a la espalda. Sentirla en la piel me hizo recordar que tenía que ponerle un nombre pero era tan malo imaginando. Ya me llegaría la inspiración o me la darían otros.
Antes de venir me había embadurnado el cuerpo con barro que había encontrado cerca del río. La idea era buena y mala a la vez. Ocultaría mi rostro y mi olor y sin embargo hasta yo mismo notaba como apestaba a aguas de cloacas. No había otra opción.
Las voces de fuera parecían llenarse cada vez más de euforia. De entre todas se escuchó una que sobresalía en autoridad y control al resto. Y se abrió la puerta.
Acostumbrado en antiguas peleas a este tipo de entradas no me supuso problema alguno el cambio de luz. Salté el tablón que tenía encima y eché una mirada rápida a mi alrededor. No sabía cuántos contrincantes habría en el ring improvisado, pero sí que tendría seguramente a alguien a punto de salir de la esquina que tenía en frente.
Y así fue. Un humano de gran envergadura saltó sus tablones y quiso ir al centro. Pero se encontró conmigo saltando sobre él con una acrobacia y cayendo en sus hombros. Un agarrar la cabeza con ambos brazos, un giro, un fuerte crujido a cuello roto y dejar caer al hombre cuan largo era en el suelo. Uno muerto.
Me puse de pie para ver como la multitud había enmudecido. Mejor para mí, así podía ver mi objetivo entre ellos sin ningún elemento que despistase. El silencio duró unos segundos. La multitud había vuelto a sus gritos originales, quizás con mas fuerza. No obstante fue lo justo como para verlo allí, más alto que los que tenía alrededor, con una sonrisa cínica mientras observaba el combate.
Oculté mi propia sonrisa. Aún no era el momento de que ocurriese nada. Al final de la pelea quizás.
Mia Lïber
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Los ladrones son un gremio… “unido”, por eso cuando surgieron rumores de una ciudad sin ley no le tardo en llegar cierta notita a Chimar. Al principio lo considero una broma pero luego de corroborar que las catatumbas estaban vacías se puso en marcha.
En esta oportunidad alquila un carruaje para que lo deje en la entrada de la base Bio, ya tiene algo de dinero por lo que caminar no es tan indispensable como antes. Eso sin mencionar que Canel adora sacar la cabeza por cualquier ventanilla en movimiento.
Muchas preguntas rondan la mente del genio con respecto a esta “ciudad lagarto”, suena a mercadillo de rebajas. Casi todas sus interrogantes mentales van dirigidas a una idea en particular, ¿Cómo rayos los bios aceptaron tener un antro al lado?
La simple idea es en cierto modo aterradora por multitud de factores, luego de conocer la instalación y hablar tendido con Zero… al inventor no le quedan dudas de que los vecinos metálicos usaran a los malvivientes como material de investigación poco voluntario.
Maquiavelo arquea una ceja nada más llegar al sitio, es un basurero. Llamarlo ciudad es demasiado, más bien se trata de un pueblo de gitanos que no ha invertido siquiera en una estructura maciza.
Creaba cosas mejores con bloques de madera cuando tenía cuatro años… no te separes Canel.
Si hermano.
No es que tenga miedo de que algo le pase al enano ilusionista, todo lo contrario. El mocoso suele tener mucha influencia en la gente descerebrada con su magia, de soltar una ilusión potente podría inducir un suicidio colectivo o algo peor.
No solo parece un basurero, apesta como uno. El niño genio hace su mejor esfuerzo para ignorar los malos olores, es como si fuera día de mercado en el puerto durante un fuerte verano… con muchos licántropos.
Aunque le miran raro al principio muchos desisten de su mala actitud rápido, Chimar tiene buen nombre en el gremio de ladrones y ya medio Aerandir debe saber que es un niño con el que no es bueno meterse.
Eventualmente llegan a una arena de lo más pintoresca donde un sujeto enlodado mata contrincantes sin contemplación, el típico sitio destinado para las peleas junto a sus respectivas apuestas.
Qué lindo… ¿Cómo van las apuestas?
Canel se le queda mirando ganándose una despeinada, no lo sabe pero su hermano es bueno apostando. Saca las probabilidades y consigue bastante dinero por el esfuerzo mal remunerado de cualquier especie utilizada.
¡Cincuenta aeros a la rana de estanque!
En esta oportunidad alquila un carruaje para que lo deje en la entrada de la base Bio, ya tiene algo de dinero por lo que caminar no es tan indispensable como antes. Eso sin mencionar que Canel adora sacar la cabeza por cualquier ventanilla en movimiento.
Muchas preguntas rondan la mente del genio con respecto a esta “ciudad lagarto”, suena a mercadillo de rebajas. Casi todas sus interrogantes mentales van dirigidas a una idea en particular, ¿Cómo rayos los bios aceptaron tener un antro al lado?
La simple idea es en cierto modo aterradora por multitud de factores, luego de conocer la instalación y hablar tendido con Zero… al inventor no le quedan dudas de que los vecinos metálicos usaran a los malvivientes como material de investigación poco voluntario.
Maquiavelo arquea una ceja nada más llegar al sitio, es un basurero. Llamarlo ciudad es demasiado, más bien se trata de un pueblo de gitanos que no ha invertido siquiera en una estructura maciza.
Creaba cosas mejores con bloques de madera cuando tenía cuatro años… no te separes Canel.
Si hermano.
No es que tenga miedo de que algo le pase al enano ilusionista, todo lo contrario. El mocoso suele tener mucha influencia en la gente descerebrada con su magia, de soltar una ilusión potente podría inducir un suicidio colectivo o algo peor.
No solo parece un basurero, apesta como uno. El niño genio hace su mejor esfuerzo para ignorar los malos olores, es como si fuera día de mercado en el puerto durante un fuerte verano… con muchos licántropos.
Aunque le miran raro al principio muchos desisten de su mala actitud rápido, Chimar tiene buen nombre en el gremio de ladrones y ya medio Aerandir debe saber que es un niño con el que no es bueno meterse.
Eventualmente llegan a una arena de lo más pintoresca donde un sujeto enlodado mata contrincantes sin contemplación, el típico sitio destinado para las peleas junto a sus respectivas apuestas.
Qué lindo… ¿Cómo van las apuestas?
Canel se le queda mirando ganándose una despeinada, no lo sabe pero su hermano es bueno apostando. Saca las probabilidades y consigue bastante dinero por el esfuerzo mal remunerado de cualquier especie utilizada.
¡Cincuenta aeros a la rana de estanque!
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Si a Matt le hubiese interesado ganar alguna de las apuestas, se hubiese tomado el trabajo de averiguar quiénes iban a ser los que pelearían y asegurarse de que alguno de ellos llegara con una rodilla rota. Pero lo cierto era que el estafador no estaba interesado en ganar dinero con esa actividad, solo quería que los bandidos dejaran de matarse por aburrimiento y se concentraran en otra cosa.
El estafador observaba la situación, evaluando qué tan efectiva había sido la idea. Se habían juntado más de cien bandidos alrededor del vallado, todos ellos gritando, vociferando, bebiendo y arrojando restos de comida a los que peleaban. Todos parecían estar muy contentos, en cambio Matthew se sentía agotado, y estaba más pálido de lo habitual, si alguien preguntaba diría que era por el estrés de ser Virrey, pero internamente sabia la verdad: Era la pérdida de sangre lo que lo estaba agotando.
Desde que había hecho ese trabajo en la casa de Amanda su cuerpo no había vuelto a ser el mismo, el estafador no tenía ninguna de las ventajas y desventajas de los vampiros, salvo por una, su extrema necesidad de sangre fresca. Hubiese sido sencillo el agarrar a algunos bandidos y desangrarlos como los cerdos que eran, pero la simple idea de tener que beber algo que saliera de esos asquerosos cuerpos le provocaba arcadas al estafador.
El repentino silencio del público hizo que Matt saliera de sus cavilaciones, al parecer en la arena había un muchacho nuevo, lo primero que llamo la atención del estafador es que era de muy buen ver para alguien que se dedicaba a las peleas. Lo segundo es que parecía estar disfrutándolo…
Owens se sonrió y aplaudió junto con los demás, siempre resultaba agradable ver a alguien que sabía apreciar las bondades del caos.
-Evidentemente nada de esto le resulta un desafío, vamos a doblar la apuesta ¿Qué dicen? – Matt sonrió de modo encantador y la mayoría de los ladrones supo lo que eso significaba, el clamor popular no se hizo esperar.
Entraron a la arena dos contrincantes esta vez, primero un Hombre-Lagarto y en segundo lugar un Hombre-hiena. Ambos eran luchadores experimentados, y llevaban armas, por lo que no sería tan sencillo derrotarlos. Alguien del público, probablemente movido por la codicia antes que por la bondad, arrojó una espada vieja a los pies del nuevo, con la esperanza de que eso lo ayudara a equiparar las cosas.
El Hombre-lagarto balanceaba la cola de un lado a otro, dando cuenta de que no era un simple miembro inútil, el Hombre-hiena se reía con la mandíbula desencajada mientras la baba le caía por los costados.
-Un consejo, Chico. Esquiva sus mordidas – Se escucharon algunas risas y Matthew se acomodo para disfrutar del combate.
Desde la privilegiada posición en la que se encontraba podía ver a la mayoría del público, Owens contemplaba distraído a las personas que habían asistido cuando su mirada se detuvo sobre una cara conocida. Hizo un gesto para que uno de los ayudantes se acercara, le susurro algo al oído y lo despachó de inmediato “Esto será divertido” pensó Matthew mientras sonreía.
El “ayudante” no era más que un adolescente pecoso y algo torpe, que se acercó nervioso a Chimar y luego de tocarle el hombro para que le prestara atención le dijo con mucha solemnidad.
-El Virrey solicita su presencia, Señor Maquiavelo -
El estafador observaba la situación, evaluando qué tan efectiva había sido la idea. Se habían juntado más de cien bandidos alrededor del vallado, todos ellos gritando, vociferando, bebiendo y arrojando restos de comida a los que peleaban. Todos parecían estar muy contentos, en cambio Matthew se sentía agotado, y estaba más pálido de lo habitual, si alguien preguntaba diría que era por el estrés de ser Virrey, pero internamente sabia la verdad: Era la pérdida de sangre lo que lo estaba agotando.
Desde que había hecho ese trabajo en la casa de Amanda su cuerpo no había vuelto a ser el mismo, el estafador no tenía ninguna de las ventajas y desventajas de los vampiros, salvo por una, su extrema necesidad de sangre fresca. Hubiese sido sencillo el agarrar a algunos bandidos y desangrarlos como los cerdos que eran, pero la simple idea de tener que beber algo que saliera de esos asquerosos cuerpos le provocaba arcadas al estafador.
El repentino silencio del público hizo que Matt saliera de sus cavilaciones, al parecer en la arena había un muchacho nuevo, lo primero que llamo la atención del estafador es que era de muy buen ver para alguien que se dedicaba a las peleas. Lo segundo es que parecía estar disfrutándolo…
Owens se sonrió y aplaudió junto con los demás, siempre resultaba agradable ver a alguien que sabía apreciar las bondades del caos.
-Evidentemente nada de esto le resulta un desafío, vamos a doblar la apuesta ¿Qué dicen? – Matt sonrió de modo encantador y la mayoría de los ladrones supo lo que eso significaba, el clamor popular no se hizo esperar.
Entraron a la arena dos contrincantes esta vez, primero un Hombre-Lagarto y en segundo lugar un Hombre-hiena. Ambos eran luchadores experimentados, y llevaban armas, por lo que no sería tan sencillo derrotarlos. Alguien del público, probablemente movido por la codicia antes que por la bondad, arrojó una espada vieja a los pies del nuevo, con la esperanza de que eso lo ayudara a equiparar las cosas.
El Hombre-lagarto balanceaba la cola de un lado a otro, dando cuenta de que no era un simple miembro inútil, el Hombre-hiena se reía con la mandíbula desencajada mientras la baba le caía por los costados.
-Un consejo, Chico. Esquiva sus mordidas – Se escucharon algunas risas y Matthew se acomodo para disfrutar del combate.
Desde la privilegiada posición en la que se encontraba podía ver a la mayoría del público, Owens contemplaba distraído a las personas que habían asistido cuando su mirada se detuvo sobre una cara conocida. Hizo un gesto para que uno de los ayudantes se acercara, le susurro algo al oído y lo despachó de inmediato “Esto será divertido” pensó Matthew mientras sonreía.
El “ayudante” no era más que un adolescente pecoso y algo torpe, que se acercó nervioso a Chimar y luego de tocarle el hombro para que le prestara atención le dijo con mucha solemnidad.
-El Virrey solicita su presencia, Señor Maquiavelo -
Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Tres bestias en el ring. Un dos contra uno. Y por cortesía me dan una mierda de espada. Solté una mueca asqueado. Claramente estaba en desventaja. Al maldito tipejo que estaba al mando le parecía gracioso ver como se comían dos monstruos a un humano (“En apariencia claro. Aunque con todo este barro a saber como me veo”).
Con odio, cogí la espada del suelo y se la devolví a su dueño que no consiguió atraparla a tiempo y recibió un golpe en la cabeza con la empuñadura que le hizo caer al suelo. El público acompañó mis carcajadas con las suyas.
- ¡Si quieres que pelee con esa bazofia d espada con estos dos bestias baja tu y lo haces por mi![/b – le espeté y seguidamente apunté con la mirada y el dedo a aquel que observaba en las alturas para agregar con desprecio - ¡Y tú humano! Ya que te parezco tanto como para añadir mas gracia al juego ¿por qué no pones una grata recompensa a mi cabeza? Azuza a estos animales y dámela a mí si gano.
No esperé a ver que resultados obtenía mi petición. También porque el hombre hiena estaba demasiado impaciente y creyó que estaba lo suficientemente distraido como para atacarme por la espalda. Pero su olor a podrido era tan fuerte que atravesaba mi propio aroma a cloaca. Eso fue lo que me advirtió y permitió esquivar parte del ataque y que si me hubiese dado de lleno habría acabado con distinto resultado.
Ambos caímos al suelo. El tratando de enganchar una mordida con su gran dentadura desencajada y yo agarrando su cabeza con mis manos desnudas para que no me alcanzase. Por el rabillo del ojo vi como el hombre lagarto (“¡Lagarto! ¡Eso era! La ciudad se llamaba lagarto” apunto mi mente haciéndome cabrear aún más por desconcentrarme de la pelea que estaba teniendo lugar) avanzaba apresurado con una lanza en la mano apuntando a mi costado.
Pude pegar una patada en las partes nobles del hombre hiena y hacerlo apartar mientras lanzaba un grito agónico de dolor. Rodé por el suelo mientras la punta de la lanza del lagarto intentaba alcanzar mi cuerpo repetidamente y se acababa encontrando con la tierra. Como es lógico, no podía permanecer así mucho más tiempo. Terminé topando con el humano que había matado no hace mucho y lo usé a modo de escudo. El arma quedó clavada en la espalda del muerto provocando un ruido sordo que, a pesar de la cantidad de voces que se mezclaban en el lugar, se escuchó con bastante claridad.
El sonido desconcertó al atacante ya que creyó haber acertado. Y eso me dio la ventaja. Con un rápido movimiento de piernas golpeé las suyas haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, permitiéndome coger impulso para ponerme de pie yo. Con prisas, me quité la camisa (“El barro tapará por suerte la cicatriz del pecho y el tatuaje de la espalda. Los amigos de Amo ya me conocen bastante bien”) dejando ver el la funda que sujetaba la hoz de la kusarigama y su cadena que rodeaba mi cintura. Ya acostumbrado a cogerla, no me supuso apenas unos segundos desenvainarla y agarrar con mi mano derecha el mango de la hoz y parte de la cadena en mi mano izquierda.
- ¡Venga apestosito! -le grité a la hiena que ya estaba de pie preparando el siguiente ataque detrás de un hombre lagarto que se había liado entre su caída al suelo y el arma enganchada que no salía del cuerpo muerto – No llores por tus huevos rotos. Tampoco ibas a darle mucho uso.
Sonreí malicioso sacando un poco la lengua y guiñándole un ojo (“Un animal enfurecido era un animal cegado” ese era mi lema y daba igual si era bestia, humano o mezcla de los dos que siempre funcionaba). Mi intención de provocarle hizo efecto pues soltó un bufido y se abalanzó hacia mi. Saltó al lagarto y, sacando una espada en no muy buen estado, la enarboló contra mí. El arma chocó contra la cadena de la mía. El ruido causado por el contacto entre los dos aceros instigó a la multitud que comenzó a gritar aún más fuerte. Querían sangre y eso iban a tener.
Crucé mis brazos enganchando la espada del contrincante y, haciendo un giro de palanca, hice que se le resbalase de su mano y poder lanzarla a cierta distancia de nosotros. Sin darle tiempo a reaccionar, alcé la hoz y se la hinqué hasta el fondo en la clavícula. Soltó un aullido de dolor y dejó mostrar una mirada pidiendo misericordia. Pero no la había. Me deslicé detrás de él y golpeé su corva para hacerle caer de rodillas. La diferencia de altura siempre había estado presente en la pelea quedando yo muy por debajo de ambos hombres bestia. Pero en esa posición me encontraba yo por encima y en el lugar perfecto para realizar la ejecución.
Quizás por suerte o guiado por el destino, tenia justo enfrente el asiento del pálido humano cuya sonrisa ya no se si se debía al propio combate o a que divagaba entre sus pensamientos. Cabreado por esa posible ignorancia y por los gritos pidiendo auxilio de la miserable y cobarde hiena, agarre fuerte la hoz y desgarré su cuello dejando caer borbotones de sangre. El suelo comenzó a tornarse de un color entre marrón barro y rojo brillante.
El cuerpo del hombre hiena cayó al suelo mientras aún podía escucharse sus últimos alientos antes de convertirse en cadáver. La herida bastante abierta quedó expuesta ante todos al quedarse bocarriba. Un pequeño de chorro de sangre salía de la yugular.
No pude disfrutar mucho de mi obra ya que escuché un silbido que se aproximaba hacia mi. Pegué un rápido salto hacia un lado del improvisado ring y observé como se acercaba el lagarto a la hiena. Tenía los ojos desorbitados y andaba desorientado hacia su compañero. Cayó de rodillas junto a él y ¿lloró?
La escena no pudo más que provocarme una carcajada a pesar de que el público había enmudecido. El hombre lagarto sujetó la cabeza de la hiena y la colocó de manera que no se viese mucho la herida. Se levantó lentamente y agarró la lanza con la mano derecha. Dirigió su mirada hacia mi mientras se encaminaba a mi izquierda.
- Acabas de matar a un gran hombre y mi único compañero -poco a poco se iba acercando hacia el lugar donde había ido a parar la espada del que acababa de morir - Créeme que voy a hacer lo imposible para que acabes en el mismo lugar qué él -agarró el arma con su mano izquierda y se giró hacia mi. Así, con la lanza a un lado y la espalda hacia el otro, chocó su gran cola de reptil en el suelo y lanzó un grito. La multitud le acompañó y vociferó para animarlo. Parecía que ahora me odiaban a mi. El lagarto sonrió. El muy cabrón se sabía ganar al público.
Escupí al suelo y me coloqué en posición de ataque. Le lancé una mirada asesina y con una sonrisa me transformé a mi forma híbrida de lobo. Ya me daba igual si estábamos mal visto por aquí. El lagarto se merecía una muerte digna. Choqué mis dientes para sentir toda mi figura lobuna. Adoraba mi transición entre mis dos formas. Mi negro pelaje se mezcló con el barro dándome un aspecto más salvaje y aterrador. Mis manos convertidas en garras todavía sujetaban la hoz y la cadena de la kusarigama. Unas orejas puntiagudas surgidas en mi cabeza escuchaban palabras de asombro entre todos los allí presentes. A mi hocico largo le llegaban mucho más olores que antes y logré saber el porqué de la advertencia que me había hecho el humano. El lagarto tenía los dientes envenenados de ponzoña.
Toda mi figura era ahora más amenazante. Inclusive la cola que surgía desde la parte baja de mi espalda. Los pantalone, antes holgados, ahora estaban algo mas apretados y dejaban ver unas fuertes garras como pies.
Eufórico, alce mi cabeza lobuna hacia atrás y aullé al cielo. Fue un aullido intenso cuya intención era frenar al hombre lagarto mientras me recuperaba de la transformación. Cuando volví a mirarlo vi que había surgido efecto. Si bien, se veía decidido a luchar y conseguir ganar la batalla. Realmente era un orgullo tener un contrincante así.
- Tu amigo murió como un cerdo cobarde que era -mi voz ronca surgió de mi hocico y seguidamente me relamí -Me dará una buena cena hoy. Vamos a ver qué vas a proporcionarme tú.
Con un salto y entre gritos de la multitud que no se esperaban que hoy verían tal combate, me abalancé contra él.
Con odio, cogí la espada del suelo y se la devolví a su dueño que no consiguió atraparla a tiempo y recibió un golpe en la cabeza con la empuñadura que le hizo caer al suelo. El público acompañó mis carcajadas con las suyas.
- ¡Si quieres que pelee con esa bazofia d espada con estos dos bestias baja tu y lo haces por mi![/b – le espeté y seguidamente apunté con la mirada y el dedo a aquel que observaba en las alturas para agregar con desprecio - ¡Y tú humano! Ya que te parezco tanto como para añadir mas gracia al juego ¿por qué no pones una grata recompensa a mi cabeza? Azuza a estos animales y dámela a mí si gano.
No esperé a ver que resultados obtenía mi petición. También porque el hombre hiena estaba demasiado impaciente y creyó que estaba lo suficientemente distraido como para atacarme por la espalda. Pero su olor a podrido era tan fuerte que atravesaba mi propio aroma a cloaca. Eso fue lo que me advirtió y permitió esquivar parte del ataque y que si me hubiese dado de lleno habría acabado con distinto resultado.
Ambos caímos al suelo. El tratando de enganchar una mordida con su gran dentadura desencajada y yo agarrando su cabeza con mis manos desnudas para que no me alcanzase. Por el rabillo del ojo vi como el hombre lagarto (“¡Lagarto! ¡Eso era! La ciudad se llamaba lagarto” apunto mi mente haciéndome cabrear aún más por desconcentrarme de la pelea que estaba teniendo lugar) avanzaba apresurado con una lanza en la mano apuntando a mi costado.
Pude pegar una patada en las partes nobles del hombre hiena y hacerlo apartar mientras lanzaba un grito agónico de dolor. Rodé por el suelo mientras la punta de la lanza del lagarto intentaba alcanzar mi cuerpo repetidamente y se acababa encontrando con la tierra. Como es lógico, no podía permanecer así mucho más tiempo. Terminé topando con el humano que había matado no hace mucho y lo usé a modo de escudo. El arma quedó clavada en la espalda del muerto provocando un ruido sordo que, a pesar de la cantidad de voces que se mezclaban en el lugar, se escuchó con bastante claridad.
El sonido desconcertó al atacante ya que creyó haber acertado. Y eso me dio la ventaja. Con un rápido movimiento de piernas golpeé las suyas haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, permitiéndome coger impulso para ponerme de pie yo. Con prisas, me quité la camisa (“El barro tapará por suerte la cicatriz del pecho y el tatuaje de la espalda. Los amigos de Amo ya me conocen bastante bien”) dejando ver el la funda que sujetaba la hoz de la kusarigama y su cadena que rodeaba mi cintura. Ya acostumbrado a cogerla, no me supuso apenas unos segundos desenvainarla y agarrar con mi mano derecha el mango de la hoz y parte de la cadena en mi mano izquierda.
- ¡Venga apestosito! -le grité a la hiena que ya estaba de pie preparando el siguiente ataque detrás de un hombre lagarto que se había liado entre su caída al suelo y el arma enganchada que no salía del cuerpo muerto – No llores por tus huevos rotos. Tampoco ibas a darle mucho uso.
Sonreí malicioso sacando un poco la lengua y guiñándole un ojo (“Un animal enfurecido era un animal cegado” ese era mi lema y daba igual si era bestia, humano o mezcla de los dos que siempre funcionaba). Mi intención de provocarle hizo efecto pues soltó un bufido y se abalanzó hacia mi. Saltó al lagarto y, sacando una espada en no muy buen estado, la enarboló contra mí. El arma chocó contra la cadena de la mía. El ruido causado por el contacto entre los dos aceros instigó a la multitud que comenzó a gritar aún más fuerte. Querían sangre y eso iban a tener.
Crucé mis brazos enganchando la espada del contrincante y, haciendo un giro de palanca, hice que se le resbalase de su mano y poder lanzarla a cierta distancia de nosotros. Sin darle tiempo a reaccionar, alcé la hoz y se la hinqué hasta el fondo en la clavícula. Soltó un aullido de dolor y dejó mostrar una mirada pidiendo misericordia. Pero no la había. Me deslicé detrás de él y golpeé su corva para hacerle caer de rodillas. La diferencia de altura siempre había estado presente en la pelea quedando yo muy por debajo de ambos hombres bestia. Pero en esa posición me encontraba yo por encima y en el lugar perfecto para realizar la ejecución.
Quizás por suerte o guiado por el destino, tenia justo enfrente el asiento del pálido humano cuya sonrisa ya no se si se debía al propio combate o a que divagaba entre sus pensamientos. Cabreado por esa posible ignorancia y por los gritos pidiendo auxilio de la miserable y cobarde hiena, agarre fuerte la hoz y desgarré su cuello dejando caer borbotones de sangre. El suelo comenzó a tornarse de un color entre marrón barro y rojo brillante.
El cuerpo del hombre hiena cayó al suelo mientras aún podía escucharse sus últimos alientos antes de convertirse en cadáver. La herida bastante abierta quedó expuesta ante todos al quedarse bocarriba. Un pequeño de chorro de sangre salía de la yugular.
No pude disfrutar mucho de mi obra ya que escuché un silbido que se aproximaba hacia mi. Pegué un rápido salto hacia un lado del improvisado ring y observé como se acercaba el lagarto a la hiena. Tenía los ojos desorbitados y andaba desorientado hacia su compañero. Cayó de rodillas junto a él y ¿lloró?
La escena no pudo más que provocarme una carcajada a pesar de que el público había enmudecido. El hombre lagarto sujetó la cabeza de la hiena y la colocó de manera que no se viese mucho la herida. Se levantó lentamente y agarró la lanza con la mano derecha. Dirigió su mirada hacia mi mientras se encaminaba a mi izquierda.
- Acabas de matar a un gran hombre y mi único compañero -poco a poco se iba acercando hacia el lugar donde había ido a parar la espada del que acababa de morir - Créeme que voy a hacer lo imposible para que acabes en el mismo lugar qué él -agarró el arma con su mano izquierda y se giró hacia mi. Así, con la lanza a un lado y la espalda hacia el otro, chocó su gran cola de reptil en el suelo y lanzó un grito. La multitud le acompañó y vociferó para animarlo. Parecía que ahora me odiaban a mi. El lagarto sonrió. El muy cabrón se sabía ganar al público.
Escupí al suelo y me coloqué en posición de ataque. Le lancé una mirada asesina y con una sonrisa me transformé a mi forma híbrida de lobo. Ya me daba igual si estábamos mal visto por aquí. El lagarto se merecía una muerte digna. Choqué mis dientes para sentir toda mi figura lobuna. Adoraba mi transición entre mis dos formas. Mi negro pelaje se mezcló con el barro dándome un aspecto más salvaje y aterrador. Mis manos convertidas en garras todavía sujetaban la hoz y la cadena de la kusarigama. Unas orejas puntiagudas surgidas en mi cabeza escuchaban palabras de asombro entre todos los allí presentes. A mi hocico largo le llegaban mucho más olores que antes y logré saber el porqué de la advertencia que me había hecho el humano. El lagarto tenía los dientes envenenados de ponzoña.
Toda mi figura era ahora más amenazante. Inclusive la cola que surgía desde la parte baja de mi espalda. Los pantalone, antes holgados, ahora estaban algo mas apretados y dejaban ver unas fuertes garras como pies.
Eufórico, alce mi cabeza lobuna hacia atrás y aullé al cielo. Fue un aullido intenso cuya intención era frenar al hombre lagarto mientras me recuperaba de la transformación. Cuando volví a mirarlo vi que había surgido efecto. Si bien, se veía decidido a luchar y conseguir ganar la batalla. Realmente era un orgullo tener un contrincante así.
- Tu amigo murió como un cerdo cobarde que era -mi voz ronca surgió de mi hocico y seguidamente me relamí -Me dará una buena cena hoy. Vamos a ver qué vas a proporcionarme tú.
Con un salto y entre gritos de la multitud que no se esperaban que hoy verían tal combate, me abalancé contra él.
Mia Lïber
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Las cosas se ponen desventajosas para el gladiador en pie cuando dejan entrar dos contrincantes nuevos, específicamente seres bestiales que sin duda carecen de la inteligencia suficiente como para tomar un baño.
No suelo apoyar la violencia “tuerce los ojos por la ironía propia” pero en esta oportunidad sin duda estará justificada.
A pesar de estar en clara inferioridad numérica el elemento solitario tiene un inicio destacable. Sabe moverse y pelear bien a corta distancia, un arte difícil de aprender incluso con buena agilidad personal.
Mientras el trio lucha a muerte Maquiavelo pega un vistazo a su amiguito para ver cómo lleva tanta violencia, es suficiente con decir que el enano esta encaramado en la barandilla principal luciendo su mejor rostro de curiosidad.
Estas nuevas generaciones…
No debería resultar raro, Canel es un ilusionista algo aterrador. Eso sin mencionar el gran número de aventuras recientes y su misterioso pasado, a todas luces es un pequeño para nada impresionable.
El espectáculo decae a un nivel visceral rápido, las escenas grotescas están a la orden del día. Entre masivos intercambios de fluidos rojos muere la hiena, con una ejecución casi épica vale destacar.
Por desgracia alguien llama la atención del inventor en el mejor momento, dejándolo con una escena faltante digna de recuerdo. Voltea algo molesto quedando como lumbrera cuando escucha el argumento del joven adulto.
Vale…
Agita el hombro de Canel pero al final tiene que cargarlo lejos de su posición privilegiada, suficiente acción por un día para el jovencito. A medida que recorren el camino rumbo a la figura de mando Chimar no puede evitar pensar en lo inapropiado del nombre.
Virrey... ¿En serio?
Suelta más para sí mismo que otra cosa inmerso en sus pensamientos, preparándose para ver la entidad a cargo de tanta locura sudorosa. Cuando llega al mugriento podio no puede creer lo que ve.
¡¡Debe ser un chiste!!
Nada más y nada menos que Owens tiene su trasero sobre la silla más bonita, literalmente parece el dueño del lugar. El pequeño inventor niega con la cabeza mientras Canel le mira con cierta sorpresa por su actitud.
Buena broma Owens, ahora vámonos antes de que te tiren a los perros por profanar la silla del Virrey.
No suelo apoyar la violencia “tuerce los ojos por la ironía propia” pero en esta oportunidad sin duda estará justificada.
A pesar de estar en clara inferioridad numérica el elemento solitario tiene un inicio destacable. Sabe moverse y pelear bien a corta distancia, un arte difícil de aprender incluso con buena agilidad personal.
Mientras el trio lucha a muerte Maquiavelo pega un vistazo a su amiguito para ver cómo lleva tanta violencia, es suficiente con decir que el enano esta encaramado en la barandilla principal luciendo su mejor rostro de curiosidad.
Estas nuevas generaciones…
No debería resultar raro, Canel es un ilusionista algo aterrador. Eso sin mencionar el gran número de aventuras recientes y su misterioso pasado, a todas luces es un pequeño para nada impresionable.
El espectáculo decae a un nivel visceral rápido, las escenas grotescas están a la orden del día. Entre masivos intercambios de fluidos rojos muere la hiena, con una ejecución casi épica vale destacar.
Por desgracia alguien llama la atención del inventor en el mejor momento, dejándolo con una escena faltante digna de recuerdo. Voltea algo molesto quedando como lumbrera cuando escucha el argumento del joven adulto.
Vale…
Agita el hombro de Canel pero al final tiene que cargarlo lejos de su posición privilegiada, suficiente acción por un día para el jovencito. A medida que recorren el camino rumbo a la figura de mando Chimar no puede evitar pensar en lo inapropiado del nombre.
Virrey... ¿En serio?
Suelta más para sí mismo que otra cosa inmerso en sus pensamientos, preparándose para ver la entidad a cargo de tanta locura sudorosa. Cuando llega al mugriento podio no puede creer lo que ve.
¡¡Debe ser un chiste!!
Nada más y nada menos que Owens tiene su trasero sobre la silla más bonita, literalmente parece el dueño del lugar. El pequeño inventor niega con la cabeza mientras Canel le mira con cierta sorpresa por su actitud.
Buena broma Owens, ahora vámonos antes de que te tiren a los perros por profanar la silla del Virrey.
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
¡Vaya espectáculo estaba dando el nuevo! Matthew se reía a carcajadas con las ocurrencias del muchacho, aunque también le parecía muy gracioso cada vez que estaban a punto de atravesarlo con cualquiera de las armas. En líneas generales toda la presentación era divertida y eso era igual a bandidos felices, Owens se sentía muy satisfecho consigo mismo en ese instante “Y pensar que Lazid me dijo que esto no serviría para nada”
Ver tanta sangre le estaba dando hambre, el estafador se mordió el labio mientras escuchaba como su panza gruñía. Matt sabía que todo eso debía ser puramente instintivo, no tenía ninguna capacidad real para hacer de la sangre su alimento “O al menos eso espero”, sin embargo la necesidad de conseguirla era bien real y un show como el que estaba observando no ayudaba en demasía a que lo olvide.
Sonrió ante la provocación del muchacho, el estafador se encogió de hombros y se acomodó aún más en la silla. ¿Entonces hacía todo eso por los Aeros? “Vaya decepción, pero supongo que no podía esperar mucho más” Con desgano agarró una bolsa que tenía atada en la cintura y la arrojó al medio del barro.
-Todo tuyo… O del que gane más bien - Unas monedas más o unas menos no le hacían diferencia. En cambio, el poder disfrutar de unos minutos más de caos sí que era importante – Vamos, vamos, no pierdan el ritmo – Dijo el Virrey mientras daba unas palmadas, por su expresión se podía notar que estaba sumamente divertido.
Owens vio a alguien delante de su silla que tenía una manzana, aún no la había mordido siquiera. Le pegó un talonazo, a lo que el sujeto se dio vuelta indignado, pero al ver de quien se trataba tuvo que cerrar la boca, Matt le hizo un gesto para que le diera la fruta, y a regañadientes se la entregó. El estafador la limpió contra su chaleco hasta dejarla impecable y le dio una buena mordida.
Justo en ese momento llegó Chimar. Ante su primer comentario no pudo más que dejar escapar una sonora carcajada.
-Jajajajaja ¿Acaso dudas de mi? – Le dio otra mordida a la manzana y así como estaba la tiro a un lado – Lastimas mi sensible corazón, Chimar. Yo creía que estarías feliz de verme de nuevo ¿No vas a preguntarme como está la herida en mi trasero? – Le dijo con un verdadero gesto compungido – De verdad que eres muy cruel –
En la arena la pelea continuaba en todo su esplendor, los contendientes se golpeaban sin piedad alguna, mientras los bandidos gritaban y se reían alrededor. Al haber llegado su antiguo compañero del gremio, Matt había perdido interés por la pelea, así era el estafador, incapaz de mantenerse entretenido con la misma actividad durante mucho tiempo.
-¿Qué puedo hacer para que me creas? Veamos… - Se peinó la barba con dos dedos mientras hacía como que pensaba, luego miró a los dos que estaban peleando – Ah, ya sé – Cerró los ojos y señalo a uno al azar – Bien, ese será – Le hizo un gesto a uno de los matones que siempre iban con él, este asintió y sin mediar palabra alguna le disparo con la ballestas en la cabeza al Hombre-lagarto - ¡Tenemos un ganador! –
El público quedó mudo durante un segundo, probablemente no se imaginaban un final tan abrupto. El clamor no se hizo esperar, todos los que habían apostado a que el otro joven ganaba fueron corriendo a cobrar su dinero, mientras que los que habían perdido se quejaban y maldecían el nombre del Virrey.
-Lo justo es justo, caballeros, y es justo lo que yo decido jajaja, ahora vayan a gastar su dinero ¡¡Largo!! – Matt se dejó caer en la silla nuevamente, tanto hablar le había dado sed, mucha sed, miro el cuello de Chimar algo tentado, pero en seguida se distrajo con el licántropo, le sonrió – Bien hecho muchacho, ve a gastarte el dinero que has ganado con tu esfuerzo- Volvió la vista nuevamente al niño - ¿Ahora me crees? Jaja dime ¿Qué te trae por aquí?
Ver tanta sangre le estaba dando hambre, el estafador se mordió el labio mientras escuchaba como su panza gruñía. Matt sabía que todo eso debía ser puramente instintivo, no tenía ninguna capacidad real para hacer de la sangre su alimento “O al menos eso espero”, sin embargo la necesidad de conseguirla era bien real y un show como el que estaba observando no ayudaba en demasía a que lo olvide.
Sonrió ante la provocación del muchacho, el estafador se encogió de hombros y se acomodó aún más en la silla. ¿Entonces hacía todo eso por los Aeros? “Vaya decepción, pero supongo que no podía esperar mucho más” Con desgano agarró una bolsa que tenía atada en la cintura y la arrojó al medio del barro.
-Todo tuyo… O del que gane más bien - Unas monedas más o unas menos no le hacían diferencia. En cambio, el poder disfrutar de unos minutos más de caos sí que era importante – Vamos, vamos, no pierdan el ritmo – Dijo el Virrey mientras daba unas palmadas, por su expresión se podía notar que estaba sumamente divertido.
Owens vio a alguien delante de su silla que tenía una manzana, aún no la había mordido siquiera. Le pegó un talonazo, a lo que el sujeto se dio vuelta indignado, pero al ver de quien se trataba tuvo que cerrar la boca, Matt le hizo un gesto para que le diera la fruta, y a regañadientes se la entregó. El estafador la limpió contra su chaleco hasta dejarla impecable y le dio una buena mordida.
Justo en ese momento llegó Chimar. Ante su primer comentario no pudo más que dejar escapar una sonora carcajada.
-Jajajajaja ¿Acaso dudas de mi? – Le dio otra mordida a la manzana y así como estaba la tiro a un lado – Lastimas mi sensible corazón, Chimar. Yo creía que estarías feliz de verme de nuevo ¿No vas a preguntarme como está la herida en mi trasero? – Le dijo con un verdadero gesto compungido – De verdad que eres muy cruel –
En la arena la pelea continuaba en todo su esplendor, los contendientes se golpeaban sin piedad alguna, mientras los bandidos gritaban y se reían alrededor. Al haber llegado su antiguo compañero del gremio, Matt había perdido interés por la pelea, así era el estafador, incapaz de mantenerse entretenido con la misma actividad durante mucho tiempo.
-¿Qué puedo hacer para que me creas? Veamos… - Se peinó la barba con dos dedos mientras hacía como que pensaba, luego miró a los dos que estaban peleando – Ah, ya sé – Cerró los ojos y señalo a uno al azar – Bien, ese será – Le hizo un gesto a uno de los matones que siempre iban con él, este asintió y sin mediar palabra alguna le disparo con la ballestas en la cabeza al Hombre-lagarto - ¡Tenemos un ganador! –
El público quedó mudo durante un segundo, probablemente no se imaginaban un final tan abrupto. El clamor no se hizo esperar, todos los que habían apostado a que el otro joven ganaba fueron corriendo a cobrar su dinero, mientras que los que habían perdido se quejaban y maldecían el nombre del Virrey.
-Lo justo es justo, caballeros, y es justo lo que yo decido jajaja, ahora vayan a gastar su dinero ¡¡Largo!! – Matt se dejó caer en la silla nuevamente, tanto hablar le había dado sed, mucha sed, miro el cuello de Chimar algo tentado, pero en seguida se distrajo con el licántropo, le sonrió – Bien hecho muchacho, ve a gastarte el dinero que has ganado con tu esfuerzo- Volvió la vista nuevamente al niño - ¿Ahora me crees? Jaja dime ¿Qué te trae por aquí?
Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
La expresión de mi rostro era de locura extrema. Quien diga que una cara lobuna no puede manifestar emociones ni que se verán expresadas en algo tan animal se equivoca completamente. Si tuviera un espejo reconocería a la rabia en persona. Mis ojos estaban inyectados en sangre y mi aliento soltaba vaho por la boca acompañado de un continuo gruñido.
A pesar de tener alrededor tipejos sucios que celebraban haber ganado la apuesta y asquerosas ratas que se quejaban de tener amañada la pelea, todos y cada uno de ellos no se atrevían a acercarse a mí. Su instinto protector sabía que si se aproximaban a mí para alabarme o intentar darle la vuelta al resultado final no saldrían ilesos.
Eso le ocurrió al más valiente (´´Más bien estúpido`` estuve pensando mientras le destrozaba segundos después las tripas) de ellos que trató de acercarse para darme la enhorabuena. Tras unos minutos de vacile junto a la valla y estar rumiando si venir o no, tomó la necia decisión de saltar al ring y querer celebrarlo conmigo. Poco a poco se fue acercando a un ser en su forma híbrida que apenas pestañeaba mirando al cuerpo inerte del lagarto, debido a la flecha que le travesaba el ojo, junto al pequeño saco que había tirado el virrey y del cual asomaba algún que otro aero.
No me di cuenta cuan cerca lo tenía, a pesar de su ingrato olor y su insoportable ruido a borracho, hasta que no tocó con miedo mi hombro derecho. Sin dejar tiempo de reacción, me giré de manera violenta y le mordí la muñeca. Fui apretando mi mandíbula más y más guiado por la expresión de terror que mostraba en sus ojos y al correspondiente grito de dolor y auxilio que surgía de su garganta y que se elevaba por encima del resto del público.
Nadie se acercó a ayudarle. Quizás debido a que prefirieron seguir con la celebración o que tenían miedo de ser los siguientes en caer, pero ninguno quiso intentar separar a su majadero compañero de su posible muerte. El iluso creyó que sacando un puñal del cinto que portaba en su cintura y clavármelo sin apenas fuerza en el hombro derecho (´´Seguramente esto me dejará otra cicatriz`` gruñiría más tarde) se iba a librar de su horrible destino. Consiguió que dejará de morderle la muñeca ya que solté un quejido de disgusto pero seguidamente salté sobre el para llevar mi mandíbula a su cuello y, cuando ya lo tenía atrapado, desgarrarle el abdomen para sacar sus tripas mientras la sangre nos salpicaba a ambos. Su último suspiro no hizo que parara. Ni siquiera cuando sus ojos se volvieron vidriosos y sin vida dejé de despedazar mi presa. La ira y la rabia me guiaban y no pararía hasta que se disipara.
Cuando la razón se apoderó de mi mente ya habían pasado algunos minutos. Miré alrededor. Todos dirigían sus ojos hacia otro lado esquivando la horripilante escena. Me quedé unos segundos mirando lo que quedaba del que antes había sido un cuerpo con vida. Escupí la sangre que tenía en la boca al amasijo de carne y me acerqué al cuerpo del hombre lagarto.
Otro estúpido que había creído que podía ganarme. No me molestaba su muerte. Si no le hubiese matado la flecha, si la pelea hubiera continuado, habría acabado como su amigo, el hombre hiena. Quizás ahora estaban sus fantasmas fornicando felices entre ellos ya que eran tan cercanos.
No. Mi rabia no procedía de como la batalla había dado a su fin. No era la primera vez que un amo daba muerte a su monstruo de pelea por estar perdiendo su apuesta. Si los aquí presentes creían que no pertenecían al virrey la llevaban clara. Por los gestos y acciones de él se podía comprobar que conocía su posición y que cualquiera que pisase estos terrenos era suyo. Era algo normal en la mentalidad humana. Creer que era conocedor de todo y creer poseerlo todo. La arrogancia era algo innato en esa especie.
No. Mi ira procedía de otro gesto que había tenido durante la lucha. Sonreí al hombre lagarto mientras me agachaba y recogía el saco de monedas. Así, en cuclillas, palpé el contenido. Ni siquiera era una cantidad adecuada para la pelea. Aun así, no era de los que buscaba fortuna. Miré al virrey en la distancia. Lo encontré hablando tranquilamente con un… ¿niño? Entorné los ojos, deslicé la kusarigama por la cola del lagarto para cortarla de cuajo y me puse de pie.
Con un aullido giré mi arma agarrándola por la cadena y la lancé directamente al virrey. No creo que la viese venir pero si notaría donde se clavó. En el respaldo de su silla, a centímetros de su arrogante rostro. Sin dar tiempo a reacción tanto de él como de sus guardias corrí hacia donde se encontraban no sin antes coger la cola del lagarto con una mano y llevar las monedas con la otra.
La valla del ring me dio impulso para alcanzar la altura suficiente y llegar enfrente del virrey. Nuestros ojos se encontraron y la amenaza era palpable. Aunque tenía que reconocer que no sabía en qué dirección iba, si de mí hacia él o viceversa. Con una mueca le tiré ambas recompensas en su regazo y aproximé mi rostro al suyo.
Agarrando la hoz de la kusarigama lavada en su silla para desclavarla y volviendo a mi forma humana dije con voz ronca:
- Puedes hacer lo que te dé la gana en este lugar pero si crees que todo es dinero esto va ir pique y tu ciudad volverá al lodo de mierda de donde salió –mi voz intentaba no dejar notar el cansancio de la transformación aunque de vez en cuando soltaba algún que otro jadeo – No te atrevas nunca a comprarme con unos cuantos aeros ni a ignorarme por un… -miré al niño con desprecio – enano.
Me retiré para dejar un poco de espacio entre nosotros. El barro se había removido un poco de mi cuerpo dejando ver en ciertos lugares el color moreno te mi piel. Además, la sangre de mis presas recorría mi boca y pasaba por mi cuello y el pecho. Ese aspecto me daba u aire salvaje y amenazante. Ahí me quedé, cruzado de bracos. Sus guardias me apuntaban con las ballestas esperando una respuesta. Actuar tan rápido seguramente tendría sus consecuencias pero era demasiado tozudo como para no actuar en la forma que me guiaban mis impulsos.
A pesar de tener alrededor tipejos sucios que celebraban haber ganado la apuesta y asquerosas ratas que se quejaban de tener amañada la pelea, todos y cada uno de ellos no se atrevían a acercarse a mí. Su instinto protector sabía que si se aproximaban a mí para alabarme o intentar darle la vuelta al resultado final no saldrían ilesos.
Eso le ocurrió al más valiente (´´Más bien estúpido`` estuve pensando mientras le destrozaba segundos después las tripas) de ellos que trató de acercarse para darme la enhorabuena. Tras unos minutos de vacile junto a la valla y estar rumiando si venir o no, tomó la necia decisión de saltar al ring y querer celebrarlo conmigo. Poco a poco se fue acercando a un ser en su forma híbrida que apenas pestañeaba mirando al cuerpo inerte del lagarto, debido a la flecha que le travesaba el ojo, junto al pequeño saco que había tirado el virrey y del cual asomaba algún que otro aero.
No me di cuenta cuan cerca lo tenía, a pesar de su ingrato olor y su insoportable ruido a borracho, hasta que no tocó con miedo mi hombro derecho. Sin dejar tiempo de reacción, me giré de manera violenta y le mordí la muñeca. Fui apretando mi mandíbula más y más guiado por la expresión de terror que mostraba en sus ojos y al correspondiente grito de dolor y auxilio que surgía de su garganta y que se elevaba por encima del resto del público.
Nadie se acercó a ayudarle. Quizás debido a que prefirieron seguir con la celebración o que tenían miedo de ser los siguientes en caer, pero ninguno quiso intentar separar a su majadero compañero de su posible muerte. El iluso creyó que sacando un puñal del cinto que portaba en su cintura y clavármelo sin apenas fuerza en el hombro derecho (´´Seguramente esto me dejará otra cicatriz`` gruñiría más tarde) se iba a librar de su horrible destino. Consiguió que dejará de morderle la muñeca ya que solté un quejido de disgusto pero seguidamente salté sobre el para llevar mi mandíbula a su cuello y, cuando ya lo tenía atrapado, desgarrarle el abdomen para sacar sus tripas mientras la sangre nos salpicaba a ambos. Su último suspiro no hizo que parara. Ni siquiera cuando sus ojos se volvieron vidriosos y sin vida dejé de despedazar mi presa. La ira y la rabia me guiaban y no pararía hasta que se disipara.
Cuando la razón se apoderó de mi mente ya habían pasado algunos minutos. Miré alrededor. Todos dirigían sus ojos hacia otro lado esquivando la horripilante escena. Me quedé unos segundos mirando lo que quedaba del que antes había sido un cuerpo con vida. Escupí la sangre que tenía en la boca al amasijo de carne y me acerqué al cuerpo del hombre lagarto.
Otro estúpido que había creído que podía ganarme. No me molestaba su muerte. Si no le hubiese matado la flecha, si la pelea hubiera continuado, habría acabado como su amigo, el hombre hiena. Quizás ahora estaban sus fantasmas fornicando felices entre ellos ya que eran tan cercanos.
No. Mi rabia no procedía de como la batalla había dado a su fin. No era la primera vez que un amo daba muerte a su monstruo de pelea por estar perdiendo su apuesta. Si los aquí presentes creían que no pertenecían al virrey la llevaban clara. Por los gestos y acciones de él se podía comprobar que conocía su posición y que cualquiera que pisase estos terrenos era suyo. Era algo normal en la mentalidad humana. Creer que era conocedor de todo y creer poseerlo todo. La arrogancia era algo innato en esa especie.
No. Mi ira procedía de otro gesto que había tenido durante la lucha. Sonreí al hombre lagarto mientras me agachaba y recogía el saco de monedas. Así, en cuclillas, palpé el contenido. Ni siquiera era una cantidad adecuada para la pelea. Aun así, no era de los que buscaba fortuna. Miré al virrey en la distancia. Lo encontré hablando tranquilamente con un… ¿niño? Entorné los ojos, deslicé la kusarigama por la cola del lagarto para cortarla de cuajo y me puse de pie.
Con un aullido giré mi arma agarrándola por la cadena y la lancé directamente al virrey. No creo que la viese venir pero si notaría donde se clavó. En el respaldo de su silla, a centímetros de su arrogante rostro. Sin dar tiempo a reacción tanto de él como de sus guardias corrí hacia donde se encontraban no sin antes coger la cola del lagarto con una mano y llevar las monedas con la otra.
La valla del ring me dio impulso para alcanzar la altura suficiente y llegar enfrente del virrey. Nuestros ojos se encontraron y la amenaza era palpable. Aunque tenía que reconocer que no sabía en qué dirección iba, si de mí hacia él o viceversa. Con una mueca le tiré ambas recompensas en su regazo y aproximé mi rostro al suyo.
Agarrando la hoz de la kusarigama lavada en su silla para desclavarla y volviendo a mi forma humana dije con voz ronca:
- Puedes hacer lo que te dé la gana en este lugar pero si crees que todo es dinero esto va ir pique y tu ciudad volverá al lodo de mierda de donde salió –mi voz intentaba no dejar notar el cansancio de la transformación aunque de vez en cuando soltaba algún que otro jadeo – No te atrevas nunca a comprarme con unos cuantos aeros ni a ignorarme por un… -miré al niño con desprecio – enano.
Me retiré para dejar un poco de espacio entre nosotros. El barro se había removido un poco de mi cuerpo dejando ver en ciertos lugares el color moreno te mi piel. Además, la sangre de mis presas recorría mi boca y pasaba por mi cuello y el pecho. Ese aspecto me daba u aire salvaje y amenazante. Ahí me quedé, cruzado de bracos. Sus guardias me apuntaban con las ballestas esperando una respuesta. Actuar tan rápido seguramente tendría sus consecuencias pero era demasiado tozudo como para no actuar en la forma que me guiaban mis impulsos.
Mia Lïber
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Si a Owens no se le zafo un tornillo… significa que es Virrey, segundo al mando de un basurero pero con título a pesar de todo. Una idea espeluznante que carece de todo sentido lógico en esta realidad y las siguientes.
Insisto, vámonos antes de que te cuelguen…
El personaje sin duda intenta llevar la mentira a niveles insospechados, clama una vida y demuestra su imposible autoridad con bastante realismo aunque Maquiavelo se niega a creerle todavía.
Por favor… eso lo hago yo en un mal día y no soy Virrey.
Ciertamente la mente de Chimar está cerrada a dicho concepto, solo le creerá si una entidad divina se manifiesta ante el para decirle que su colega ladrón es ahora la segunda figura de mando en ciudad lagarto.
Pues, quería ver si los rumores eran ciertos.
Pese a lo poco higiénico del nuevo poblado… tiene suficiente gente como para ser considerado un asentamiento en crecimiento. Los conceptos de libro no distinguen mucho el tipo de gente ni su afiliación por desgracia.
Ahora que lo…
No tiene tiempo de terminar y es que el gladiador ganador avanza hecho una furia al podio, Chimar le mira con cierta intriga mientras un temeroso Canel se refugia a sus espaldas por la rapidez de todo.
“Este frijol necesita ir al baño pronto”.
Literalmente parece un toro luego de comer setas alucinógenas, lleno de adrenalina hasta el cielo. No sabe con quién iniciar pelea intentando llamar la atención como un esposo con síndrome de inferioridad.
Vale…
Chimar a conocido a muchos aventureros así en sus viajes, personajes que no se pueden controlar mucho en las situaciones que el camino pone ante sus narices. Algunos logran llegar lejos pero la mayoría pasa a mejor vida.
Ten cuidado, no quieres hacer molestar al “Virrey”, hace poco me dijo que le perteneces “dice con cierta sonrisa maliciosa”.
No vale la pena desperdiciar un buen momento para molestar a Owens, con la fogata ardiendo tan cerca un poco de polvo explosivo debería dar todo un espectáculo pirotécnico. Como dice el dicho, si le disparas en el trasero a alguien esa persona te pertenece… en el sentido decente de la frase claro.
Insisto, vámonos antes de que te cuelguen…
El personaje sin duda intenta llevar la mentira a niveles insospechados, clama una vida y demuestra su imposible autoridad con bastante realismo aunque Maquiavelo se niega a creerle todavía.
Por favor… eso lo hago yo en un mal día y no soy Virrey.
Ciertamente la mente de Chimar está cerrada a dicho concepto, solo le creerá si una entidad divina se manifiesta ante el para decirle que su colega ladrón es ahora la segunda figura de mando en ciudad lagarto.
Pues, quería ver si los rumores eran ciertos.
Pese a lo poco higiénico del nuevo poblado… tiene suficiente gente como para ser considerado un asentamiento en crecimiento. Los conceptos de libro no distinguen mucho el tipo de gente ni su afiliación por desgracia.
Ahora que lo…
No tiene tiempo de terminar y es que el gladiador ganador avanza hecho una furia al podio, Chimar le mira con cierta intriga mientras un temeroso Canel se refugia a sus espaldas por la rapidez de todo.
“Este frijol necesita ir al baño pronto”.
Literalmente parece un toro luego de comer setas alucinógenas, lleno de adrenalina hasta el cielo. No sabe con quién iniciar pelea intentando llamar la atención como un esposo con síndrome de inferioridad.
Vale…
Chimar a conocido a muchos aventureros así en sus viajes, personajes que no se pueden controlar mucho en las situaciones que el camino pone ante sus narices. Algunos logran llegar lejos pero la mayoría pasa a mejor vida.
Ten cuidado, no quieres hacer molestar al “Virrey”, hace poco me dijo que le perteneces “dice con cierta sonrisa maliciosa”.
No vale la pena desperdiciar un buen momento para molestar a Owens, con la fogata ardiendo tan cerca un poco de polvo explosivo debería dar todo un espectáculo pirotécnico. Como dice el dicho, si le disparas en el trasero a alguien esa persona te pertenece… en el sentido decente de la frase claro.
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Que Chimar insistiera en no creerle resultaba jocoso, irónico, hilarante, el estafador consideraba que era absolutamente maravilloso que por una vez estuviera diciendo la verdad y no le creyeran. Sonrió de medio lado y negó con la cabeza, no había forma de convencerlo, y tampoco ganaba nada intentándolo.
-Pues parece que son ciertos ¿O no? ¡Bienvenido a Ciudad Lagarto! – Dijo Owens extendiendo los brazos – Quiero aclarar que yo no elegí el nombre, fue nuestro queridísisisisisimo Rey – Entrecerró los ojos y miró a Chimar de esa forma que le daba a entender cuanto era en verdad su aprecio por el Hombre-lagarto – Si quieres un puesto aquí podría negociarlo con Lazid, pero vas a deberme un favor – Matt se cruzó de brazos a la espera de la respuesta.
Pero entonces una extraña arma pasó justo frente a su nariz y se clavó en el respaldo del “trono real”. El gesto del Virrey fue de sorpresa, acercó un dedo y lo paso por el filo, cortándose en el proceso “Vaya, sí que esta afilada”. Escuchó con atención las palabras del lobo mientras se chupaba el dedo lastimado.
Cuando terminó Matthew a duras penas podía aguantarse la risa, se tapó el rostro mientras su cuerpo se agitaba por las carcajadas. Cuando pudo calmarse un poco se limpió las lágrimas de los ojos y miró de modo burlón a Chimar.
-Te dijo enano, jajaja – Le dio un golpe sin fuerza en el hombro al niño genio y luego se concentró en el muchacho que parecía estar tan enojado – Esas fueron palabras muy duras, soy un Virrey bondadoso, sensible, que entiende de los problemas de su gente – Uno de los guardias comenzó a toser en medio del discurso, eso hizo irritar a Matt así que lo empujó de golpe, haciéndolo caer de cara al barro. Luego continuó – Chimar, es malo mentir, los niños que mienten se quedan enanos –
Los guardias del estafador no parecían muy preocupados, aunque en verdad llamarlos “guardias” era una formalidad, solo eran unos bandidos que andaban por ahí y que Matthew decidió llamar. No sentían lealtad, no creían en autoridad alguna, y claramente no se jugarían el cuello por su Virrey, mucho menos luego de ver como peleaba el licántropo.
-Ejem, ¿En que estaba? Ah claro, el muchacho de barro – Se puso de pie para llamar la atención del joven antes de que se fuera – Esa fue una buena pelea, y también fue un buen lanzamiento ¿Cómo se llama esa arma? ¿Por qué no te sumas a la guardia? Hay un puesto vacante –
Lo de los puestos vacantes era muy relativo, al fin y al cabo ¿Cómo podían haber puestos si ni siquiera existía una estructura de mando? Esos eran detalles por los que Matthew no parecía preocuparse.
-¿Qué es lo que quieres? Pídelo, soy un Virrey generoso – El estafador miró a Chimar y le guiño un ojo, divertido con la situación. Y es que el niño genio ya lo conocía, sabía que no medía las consecuencias de sus actos, tampoco parecía hacer planes ¿O si los hacía? Era imposible saber en qué pensaba Matthew Owens.
Uno de los supuestos guardias se acercó y le susurró algo al oído, el estafador asintió y le hizo un gesto para que se fuera.
-¿Quién tiene hambre? ¿Ustedes no? Pues yo sí, vengan conmigo y hablaremos de negocios mientras desayunamos-almorzamos o algo así – Dio un salto para bajarse del “trono” – Mi memoria es frágil ¿Quién es el niño que te acompaña, Chimar?- Matt estaba seguro que jamás lo había visto, pero parecían tener bastante confianza entre sí y eso le resultaba interesante.
-Pues parece que son ciertos ¿O no? ¡Bienvenido a Ciudad Lagarto! – Dijo Owens extendiendo los brazos – Quiero aclarar que yo no elegí el nombre, fue nuestro queridísisisisisimo Rey – Entrecerró los ojos y miró a Chimar de esa forma que le daba a entender cuanto era en verdad su aprecio por el Hombre-lagarto – Si quieres un puesto aquí podría negociarlo con Lazid, pero vas a deberme un favor – Matt se cruzó de brazos a la espera de la respuesta.
Pero entonces una extraña arma pasó justo frente a su nariz y se clavó en el respaldo del “trono real”. El gesto del Virrey fue de sorpresa, acercó un dedo y lo paso por el filo, cortándose en el proceso “Vaya, sí que esta afilada”. Escuchó con atención las palabras del lobo mientras se chupaba el dedo lastimado.
Cuando terminó Matthew a duras penas podía aguantarse la risa, se tapó el rostro mientras su cuerpo se agitaba por las carcajadas. Cuando pudo calmarse un poco se limpió las lágrimas de los ojos y miró de modo burlón a Chimar.
-Te dijo enano, jajaja – Le dio un golpe sin fuerza en el hombro al niño genio y luego se concentró en el muchacho que parecía estar tan enojado – Esas fueron palabras muy duras, soy un Virrey bondadoso, sensible, que entiende de los problemas de su gente – Uno de los guardias comenzó a toser en medio del discurso, eso hizo irritar a Matt así que lo empujó de golpe, haciéndolo caer de cara al barro. Luego continuó – Chimar, es malo mentir, los niños que mienten se quedan enanos –
Los guardias del estafador no parecían muy preocupados, aunque en verdad llamarlos “guardias” era una formalidad, solo eran unos bandidos que andaban por ahí y que Matthew decidió llamar. No sentían lealtad, no creían en autoridad alguna, y claramente no se jugarían el cuello por su Virrey, mucho menos luego de ver como peleaba el licántropo.
-Ejem, ¿En que estaba? Ah claro, el muchacho de barro – Se puso de pie para llamar la atención del joven antes de que se fuera – Esa fue una buena pelea, y también fue un buen lanzamiento ¿Cómo se llama esa arma? ¿Por qué no te sumas a la guardia? Hay un puesto vacante –
Lo de los puestos vacantes era muy relativo, al fin y al cabo ¿Cómo podían haber puestos si ni siquiera existía una estructura de mando? Esos eran detalles por los que Matthew no parecía preocuparse.
-¿Qué es lo que quieres? Pídelo, soy un Virrey generoso – El estafador miró a Chimar y le guiño un ojo, divertido con la situación. Y es que el niño genio ya lo conocía, sabía que no medía las consecuencias de sus actos, tampoco parecía hacer planes ¿O si los hacía? Era imposible saber en qué pensaba Matthew Owens.
Uno de los supuestos guardias se acercó y le susurró algo al oído, el estafador asintió y le hizo un gesto para que se fuera.
-¿Quién tiene hambre? ¿Ustedes no? Pues yo sí, vengan conmigo y hablaremos de negocios mientras desayunamos-almorzamos o algo así – Dio un salto para bajarse del “trono” – Mi memoria es frágil ¿Quién es el niño que te acompaña, Chimar?- Matt estaba seguro que jamás lo había visto, pero parecían tener bastante confianza entre sí y eso le resultaba interesante.
Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
O ese virrey era un tonto iluso o era demasiado listo y creía tener todas consigo (´´Mejor no olisquear mucho en su dirección no vaya a ser que huela a podrido`` me advertí). Si me pilló desprevenido su forma de actuar. No pensé que fuese a reírse del niño que hablaba como si de un adulto se tratase. Por lo menos parecía tener el mismo humor que el mío.
- El arma no tiene nombre – la apreté con las manos y me quedé unos segundos ensimismado –Supongo que podría tratarse de Amo. Tiene un aire igual de cambiante que su antiguo dueño - reí por lo bajo por la broma interna.
Los guardias cada vez tenían menos interés en los cuatro (´´ ¡Anda! ¡Pero si hay otro niño baboso! ``) y miraban a los que debieran ser sus amigos, los cuales ya estaban gastándose el dinero de las apuestas en cerveza y, seguramente, mujeres.
También habría prostitutas por aquí y eso me cabreaba. Mi experiencia en la Casa roja había servido para empatizar con ese trabajo y sabía que los clientes solían ser muy bruscos. Y más si estaban borrachos. Días atrás había pasado por allí y, tras un grato recibimiento, me habían comentado cual era la situación en Ciudad Lagarto.
Solté un bufido mientras volvía a enrollar mi kusarigama alrededor de mi cintura y la hoz la dejaba colgada en su funda junto al tatuaje de mi espalda. Reí amargado mirando a los ojos del virrey.
- ¿Formar parte de tu guardia dices? Tengo bastantes problemas protegiendo mi trasero como para proteger el de uno que no hace más que engordarlo en su trono - señalé al asiento del que se había levantado – No gracias. No es el trabajo que busco ni el que te ofrezco. Pero en una guardería no se habla de estos asuntos.
Esperaba intrigar a aquel hombre con mis palabras. Mis intenciones tenían que ser bastante claras. Odiaba tener que pedir cosas a los demás y más si era trabajo. Ir por mi cuenta me iba bien. No obstante, me daba demasiados quebraderos de cabeza como para hacerlo en una ciudad de ladrones.
Olfateé un poco el aire. Me había llegado un olor dulzón a cerveza que, si bien podría ser de cualquier borracho cercano, me daba la sensación de que no estaba siendo bebida. Miré alrededor hasta enfocar una jarra que había a mi derecha, tras el niño rubio. Me acerqué a él dirigiéndole una mirada amenazadora (´´Son tan encantadores e ingenuos estas criaturas salidas de la maldad pura`` aceleró mi pensamiento mientras fingía que iba a atraparle) para pasar a su lado y coger con mi derecha la jarra que tanto me llamaba.
Entre tragos, aunque el virrey había intentado fingirlo, vi cómo le hacía un guiño al muchacho que parecía llamarse Chimar (´´Este se cree que soy tonto o algo``). Hice ademán de irme. No conseguiría nada al parecer de este mediocre vendehumos. Sin embargo, al oír la invitación a comer mi estómago habló por mí. La pelea me había dado hambre.
- No estaría mal hablar con la panza llena -comenté aceptando la comida –Pero más te vale que el banquete sea digno de un final como el de esta batalla.
Vi como empezaban a moverse hasta... (´´Vete tú a saber a dónde nos va a llevar``). Con una sonrisa, yo tampoco era tonto, me agaché rápidamente, e invisible a la vista de los presentes, bajo el asiento del virrey y cogí la bolsa de aeros. Mientras aceleraba los pasos para alcanzarlos me metía el dinero en el bolsillo y sonreía sabiendo que acabaría gastándolo en alcohol.
- A todo esto... ¿Cómo se llama su grandísima excelencia? - pregunté con tono jocoso e irónico (´´Para gracioso yo``) -¿Tiene nombre o, como sus modales, esta desaparecido?
- El arma no tiene nombre – la apreté con las manos y me quedé unos segundos ensimismado –Supongo que podría tratarse de Amo. Tiene un aire igual de cambiante que su antiguo dueño - reí por lo bajo por la broma interna.
Los guardias cada vez tenían menos interés en los cuatro (´´ ¡Anda! ¡Pero si hay otro niño baboso! ``) y miraban a los que debieran ser sus amigos, los cuales ya estaban gastándose el dinero de las apuestas en cerveza y, seguramente, mujeres.
También habría prostitutas por aquí y eso me cabreaba. Mi experiencia en la Casa roja había servido para empatizar con ese trabajo y sabía que los clientes solían ser muy bruscos. Y más si estaban borrachos. Días atrás había pasado por allí y, tras un grato recibimiento, me habían comentado cual era la situación en Ciudad Lagarto.
Solté un bufido mientras volvía a enrollar mi kusarigama alrededor de mi cintura y la hoz la dejaba colgada en su funda junto al tatuaje de mi espalda. Reí amargado mirando a los ojos del virrey.
- ¿Formar parte de tu guardia dices? Tengo bastantes problemas protegiendo mi trasero como para proteger el de uno que no hace más que engordarlo en su trono - señalé al asiento del que se había levantado – No gracias. No es el trabajo que busco ni el que te ofrezco. Pero en una guardería no se habla de estos asuntos.
Esperaba intrigar a aquel hombre con mis palabras. Mis intenciones tenían que ser bastante claras. Odiaba tener que pedir cosas a los demás y más si era trabajo. Ir por mi cuenta me iba bien. No obstante, me daba demasiados quebraderos de cabeza como para hacerlo en una ciudad de ladrones.
Olfateé un poco el aire. Me había llegado un olor dulzón a cerveza que, si bien podría ser de cualquier borracho cercano, me daba la sensación de que no estaba siendo bebida. Miré alrededor hasta enfocar una jarra que había a mi derecha, tras el niño rubio. Me acerqué a él dirigiéndole una mirada amenazadora (´´Son tan encantadores e ingenuos estas criaturas salidas de la maldad pura`` aceleró mi pensamiento mientras fingía que iba a atraparle) para pasar a su lado y coger con mi derecha la jarra que tanto me llamaba.
Entre tragos, aunque el virrey había intentado fingirlo, vi cómo le hacía un guiño al muchacho que parecía llamarse Chimar (´´Este se cree que soy tonto o algo``). Hice ademán de irme. No conseguiría nada al parecer de este mediocre vendehumos. Sin embargo, al oír la invitación a comer mi estómago habló por mí. La pelea me había dado hambre.
- No estaría mal hablar con la panza llena -comenté aceptando la comida –Pero más te vale que el banquete sea digno de un final como el de esta batalla.
Vi como empezaban a moverse hasta... (´´Vete tú a saber a dónde nos va a llevar``). Con una sonrisa, yo tampoco era tonto, me agaché rápidamente, e invisible a la vista de los presentes, bajo el asiento del virrey y cogí la bolsa de aeros. Mientras aceleraba los pasos para alcanzarlos me metía el dinero en el bolsillo y sonreía sabiendo que acabaría gastándolo en alcohol.
- A todo esto... ¿Cómo se llama su grandísima excelencia? - pregunté con tono jocoso e irónico (´´Para gracioso yo``) -¿Tiene nombre o, como sus modales, esta desaparecido?
Mia Lïber
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
La obviedad de Owens genera cierto tic nervioso en el ojo del genio, odia que lo discriminen por su tamaño y edad. Al final termina suspirando para luego contar hasta diez… no tiene ganas de iniciar una pelea homicida hoy.
Todo es mejor en pequeño.
Masculla como punto final a ese tema, menudos frijoles más molestos. Eventualmente Matthew se pone a prometer puestos en la ciudad de Lazid lo que hace pensar a Maquiavelo que andan escasos de mucho personal.
“Como una tienda cuando abre por primera vez…”
Es claro que existe una nueva relación de amor-odio entre ambos adultos, el ladrón no se toma nada en serio mientras que su interlocutor de edad similar es muy sensible a cualquier argumento… el tipo de pareja que termina matándose al mes.
Este es Canel “dice agitándolo un poco” mi nuevo hermano y compañero permanente de aventuras, saluda peque.
El chiquillo ilusionista agita su mano derecha animado con una mueca tonta en el rostro, suele tener momentos tiernos. Aunque es fácil desestimar su utilidad por la apariencia que ostenta no hay nada más alejado de la realidad.
Mientras el personaje enlodado reclama una cerveza ajena violando cualquier regla de salubridad escrita o por descubrir… Owens les invita a un almuerzo. Al principio Chimar se muestra receloso pero termina por asentir cuando le gruñe la tripa.
De acuerdo, tomaremos tu comida.
Esta bastante seguro de que ambos frijoles terminaran haciéndose daño, ¿Qué mejor forma de verlo que con aperitivos de por medio?, comer mientras los tontos pelean es uno de los placeres mundanos de la vida.
También la invitación para pertenecer al panel de la ciudad que soltó Matthew instantes atrás a dado vueltas en el superior cerebro del inventor, les urge un arquitecto que civilice un poco el poblado con estructuras más resistentes… un muy bien remunerado arquitecto.
No hagamos esperar la comida jeje.
Ciertamente es sospechoso que el viejo tenga tanto poder en la ciudad pero su colega ladrón de corta edad no barajea ni por un segundo la opción de que en verdad sea el Virrey, como máximo le endosa el puesto de bufón real.
Todo es mejor en pequeño.
Masculla como punto final a ese tema, menudos frijoles más molestos. Eventualmente Matthew se pone a prometer puestos en la ciudad de Lazid lo que hace pensar a Maquiavelo que andan escasos de mucho personal.
“Como una tienda cuando abre por primera vez…”
Es claro que existe una nueva relación de amor-odio entre ambos adultos, el ladrón no se toma nada en serio mientras que su interlocutor de edad similar es muy sensible a cualquier argumento… el tipo de pareja que termina matándose al mes.
Este es Canel “dice agitándolo un poco” mi nuevo hermano y compañero permanente de aventuras, saluda peque.
El chiquillo ilusionista agita su mano derecha animado con una mueca tonta en el rostro, suele tener momentos tiernos. Aunque es fácil desestimar su utilidad por la apariencia que ostenta no hay nada más alejado de la realidad.
Mientras el personaje enlodado reclama una cerveza ajena violando cualquier regla de salubridad escrita o por descubrir… Owens les invita a un almuerzo. Al principio Chimar se muestra receloso pero termina por asentir cuando le gruñe la tripa.
De acuerdo, tomaremos tu comida.
Esta bastante seguro de que ambos frijoles terminaran haciéndose daño, ¿Qué mejor forma de verlo que con aperitivos de por medio?, comer mientras los tontos pelean es uno de los placeres mundanos de la vida.
También la invitación para pertenecer al panel de la ciudad que soltó Matthew instantes atrás a dado vueltas en el superior cerebro del inventor, les urge un arquitecto que civilice un poco el poblado con estructuras más resistentes… un muy bien remunerado arquitecto.
No hagamos esperar la comida jeje.
Ciertamente es sospechoso que el viejo tenga tanto poder en la ciudad pero su colega ladrón de corta edad no barajea ni por un segundo la opción de que en verdad sea el Virrey, como máximo le endosa el puesto de bufón real.
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Matthew no iba a contradecir al niño, ya que explicarle que había ciertas cosas que era mejor que no fueran pequeñas, significaba dar un largo rodeo por un montón de explicaciones que el estafador no quería darle. Le apoyó una mano en la cabeza y lo despeino con cariño, o al menos lo más cercano a cariño que se le podía demostrar a un niño como Chimar.
-¿Engordarlo? – Dijo sorprendido Matt mientras se apoyaba las manos en las caderas ¿En verdad había engordado? “No me siento más gordo” aunque ciertamente no se había estado moviéndose tanto como de costumbre – Si fuera tu cuidaría mis palabras ¿No te hace dudar siquiera un poco el hecho de que dos niños solos lograron llegar hasta aquí sin problemas y sin que nadie los tocara? – Miró al niño genio y se sonrió – Chimar saber disparar muy bien-
Ambos se quejaban, ambos refunfuñaban, pero al final aceptaron la invitación del estafador, Matthew les dedicó una amplia sonrisa
-Con que Canel, sin duda no lo conocía – Era un niño mucho más tímido, contrastaba bien con el carácter serio de Maquiavelo, Owens podía imaginarse porqué le tenía tanto cariño - ¡Perfecto! ¡Comeremos todos juntos entonces!
El muchacho nuevo hacía reír a Matt, era tan impulsivo, le hacía acordar a cuando él mismo era más joven. Chasqueó la lengua, en ese entonces pensaba que todo lo solucionaría golpeando primero, o diciendo las palabras más impresionantes… Ya hacía bastante desde eso “¿Qué edad tendrá?” Era difícil decirlo con todo ese barro. Owens le hizo un gesto a uno de los guardias y cuando se acercó le susurro algo al oído, el hombre asintió y se fue corriendo.
-Jajaja, Matthew Owens, un gusto conocerte… - Dejó el diálogo abierto para que el otro se presentara - Bien, creo que por sí solos pueden darse una idea de qué intentamos hacer con Ciudad Lagarto - Dijo el estafador mientras abría los brazos para señalar todo lo que los rodeaba - Intentamos crear una ciudad que sea más acorde a nuestros gustos- Levantó el dedo para impedir posibles quejas - Lo sé, sé lo que están pensando, que es un pozo infeccioso que amenaza con cubrirnos de mierda - Dejó escapar una nueva risa burlona - Eso es a lo que todos apuestan -
Llegaron finalmente a lo que era la casa/carpa de Matthew, destacaba por ser la más grande de los alrededores, la puerta principal estaba abierta y en cuanto se ponía un pie dentro ya podía notarse la diferencia con el resto del campamento. Para empezar, tanto adentro como en los alrededores solo habían mujeres, incluso los guardias que hasta entonces los habían seguido se retiraron al llegar. Pero además, el piso llevaba una alfombra, por lo que dejaban de pisar por fin el asqueroso barro, y de alguna manera Owens se las había ingeniado para que oliera bien, no como en el resto de la ciudad.
No era necesario ser demasiado perspicaz para darse cuenta del tipo de mujeres que eran, las habían de todas las edades, etnias y formas, no parecía haber algún tipo de patrón, lo único que tenían en común era su profesión y el estar bajo la protección de Matthew. Sentadas bajo el sol o descansando a la sombra, vieron pasar a los invitados del Virrey con algo de curiosidad, pero sin acercarse.
-Entre los muchos problemas que tenemos, está el asunto de la comida. Alimentar a tanta gente no es tarea fácil, seguro se lo pueden imaginar. Ya tuvimos varios casos de muerte por comer cosas en mal estado, recomiendo que huelan todo varias veces antes de llevárselo a la boca - Les dedicó una sonrisa de medio lado, con una total despreocupación, como si no estuviera hablando de muertes humanas - Así que veremos qué tenemos hoy-
La mesa que los esperaba ya lista no era especialmente suntuosa, tal como el humano les había dicho, la situación de Ciudad Lagarto no era lo suficientemente estable como para permitirse extravagancias. Era una mesa preparada como para cinco personas, había pan, un gran plato en el medio con trozos de ave listo para agarrar, y cuencos individuales con gachas.
-Oh, hoy no está tan mal - No había servidumbre a la vista ni nada parecido, y para bajar la comida solo había una jarra con agua - Bien, será mejor comer mientras aún está caliente - Matthew se sentó e hizo un gesto al resto para que lo acompañen - Yendo directo al punto, tus ideas nos vendrían muy bien por aquí, Chimar. Sí te nos sumas podrías ser parte de algo grande - El estafador se quedó pensando un poco en eso y mientras se llevaba una cucharada de gachas a la boca tuvo que aguantarse la risa “Pequeño, grande. Hoy estoy especialmente infantil” - Es más probable que encuentres el reconocimiento que mereces aquí que en Lunargenta-
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-¿Engordarlo? – Dijo sorprendido Matt mientras se apoyaba las manos en las caderas ¿En verdad había engordado? “No me siento más gordo” aunque ciertamente no se había estado moviéndose tanto como de costumbre – Si fuera tu cuidaría mis palabras ¿No te hace dudar siquiera un poco el hecho de que dos niños solos lograron llegar hasta aquí sin problemas y sin que nadie los tocara? – Miró al niño genio y se sonrió – Chimar saber disparar muy bien-
Ambos se quejaban, ambos refunfuñaban, pero al final aceptaron la invitación del estafador, Matthew les dedicó una amplia sonrisa
-Con que Canel, sin duda no lo conocía – Era un niño mucho más tímido, contrastaba bien con el carácter serio de Maquiavelo, Owens podía imaginarse porqué le tenía tanto cariño - ¡Perfecto! ¡Comeremos todos juntos entonces!
El muchacho nuevo hacía reír a Matt, era tan impulsivo, le hacía acordar a cuando él mismo era más joven. Chasqueó la lengua, en ese entonces pensaba que todo lo solucionaría golpeando primero, o diciendo las palabras más impresionantes… Ya hacía bastante desde eso “¿Qué edad tendrá?” Era difícil decirlo con todo ese barro. Owens le hizo un gesto a uno de los guardias y cuando se acercó le susurro algo al oído, el hombre asintió y se fue corriendo.
-Jajaja, Matthew Owens, un gusto conocerte… - Dejó el diálogo abierto para que el otro se presentara - Bien, creo que por sí solos pueden darse una idea de qué intentamos hacer con Ciudad Lagarto - Dijo el estafador mientras abría los brazos para señalar todo lo que los rodeaba - Intentamos crear una ciudad que sea más acorde a nuestros gustos- Levantó el dedo para impedir posibles quejas - Lo sé, sé lo que están pensando, que es un pozo infeccioso que amenaza con cubrirnos de mierda - Dejó escapar una nueva risa burlona - Eso es a lo que todos apuestan -
Llegaron finalmente a lo que era la casa/carpa de Matthew, destacaba por ser la más grande de los alrededores, la puerta principal estaba abierta y en cuanto se ponía un pie dentro ya podía notarse la diferencia con el resto del campamento. Para empezar, tanto adentro como en los alrededores solo habían mujeres, incluso los guardias que hasta entonces los habían seguido se retiraron al llegar. Pero además, el piso llevaba una alfombra, por lo que dejaban de pisar por fin el asqueroso barro, y de alguna manera Owens se las había ingeniado para que oliera bien, no como en el resto de la ciudad.
No era necesario ser demasiado perspicaz para darse cuenta del tipo de mujeres que eran, las habían de todas las edades, etnias y formas, no parecía haber algún tipo de patrón, lo único que tenían en común era su profesión y el estar bajo la protección de Matthew. Sentadas bajo el sol o descansando a la sombra, vieron pasar a los invitados del Virrey con algo de curiosidad, pero sin acercarse.
-Entre los muchos problemas que tenemos, está el asunto de la comida. Alimentar a tanta gente no es tarea fácil, seguro se lo pueden imaginar. Ya tuvimos varios casos de muerte por comer cosas en mal estado, recomiendo que huelan todo varias veces antes de llevárselo a la boca - Les dedicó una sonrisa de medio lado, con una total despreocupación, como si no estuviera hablando de muertes humanas - Así que veremos qué tenemos hoy-
La mesa que los esperaba ya lista no era especialmente suntuosa, tal como el humano les había dicho, la situación de Ciudad Lagarto no era lo suficientemente estable como para permitirse extravagancias. Era una mesa preparada como para cinco personas, había pan, un gran plato en el medio con trozos de ave listo para agarrar, y cuencos individuales con gachas.
-Oh, hoy no está tan mal - No había servidumbre a la vista ni nada parecido, y para bajar la comida solo había una jarra con agua - Bien, será mejor comer mientras aún está caliente - Matthew se sentó e hizo un gesto al resto para que lo acompañen - Yendo directo al punto, tus ideas nos vendrían muy bien por aquí, Chimar. Sí te nos sumas podrías ser parte de algo grande - El estafador se quedó pensando un poco en eso y mientras se llevaba una cucharada de gachas a la boca tuvo que aguantarse la risa “Pequeño, grande. Hoy estoy especialmente infantil” - Es más probable que encuentres el reconocimiento que mereces aquí que en Lunargenta-
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Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
A medida que caminan por el campamento junto a Owens, Maquiavelo puede corroborar que toda ciudad lagarto no es más que un experimento de tono empírico bastante longevo para su propio bien.
Pues… lograste el objetivo.
Dice como afirmación al punto expuesto por su anfitrión, la ciudad ciertamente parece un foco de enfermedades feas y apesta como los establos de Lunargenta. Tomará mucho trabajo poner la ciudad presentable.
Eventualmente llegan al territorio del estafador y Chimar nota rápido el aterrador patrón de su círculo interno, todas mujeres de buen ver que llevan menos ropa que un marinero humano en verano.
Curiosos seguidores…
Aunque el niño genio ya es suficiente mayor para intuir ciertas cosas... lo dice sin malicia alguna, en tales temas es como una patata recién sacada de la tierra. Digamos que le falta una charla larga y tendida con algún adulto de confianza.
¿Por qué llevan tan poca ropa?
Pregunta el brujito mientras jala la manga de Owens, Chimar rápidamente lo aleja del frijol para luego agitarle un poco. Algunas cosas es mejor ignorarlas y eso aplica para ambas partes enanas del lugar.
Llegan a una tienda más pomposa que las demás “en medida de lo posible” e ingresan a un ambiente que por algún milagro divino no huele a muerto mojado, el rango tiene sus ventajas al parecer.
Todos toman asiento sin vacilar aunque los dos mocosos ganan esa carrera, no es la mesa del Valhalla ni por asomo pero luego de viajar horas en una carreta es bien recibida por el genio y su hermanito.
Las instrucciones técnicas dejan pasmado al inventor… especialmente porque ya se había tragado un muslo de pollo. Por suerte algunos olfateos posteriores arrojan suficiente confianza sobre la sanidad de esta comida en particular.
Es seguro enanin.
Gracias hermano pero sé que no moriremos por vomitar nuestras entrañas “sonríe inocentemente”.
Con cierto esfuerzo el inventor traga lo que tiene en la boca y luego pasa algunos minutos sin probar otra cosa, una buena forma de superar los comentarios espeluznantes del ilusionista sin darle una colleja. Por suerte Owens abre dialogo rápido.
Es tentador y tengo algunos inventos que deseo probar en… “voluntarios”, quizás deberíamos asociarnos.
Pues… lograste el objetivo.
Dice como afirmación al punto expuesto por su anfitrión, la ciudad ciertamente parece un foco de enfermedades feas y apesta como los establos de Lunargenta. Tomará mucho trabajo poner la ciudad presentable.
Eventualmente llegan al territorio del estafador y Chimar nota rápido el aterrador patrón de su círculo interno, todas mujeres de buen ver que llevan menos ropa que un marinero humano en verano.
Curiosos seguidores…
Aunque el niño genio ya es suficiente mayor para intuir ciertas cosas... lo dice sin malicia alguna, en tales temas es como una patata recién sacada de la tierra. Digamos que le falta una charla larga y tendida con algún adulto de confianza.
¿Por qué llevan tan poca ropa?
Pregunta el brujito mientras jala la manga de Owens, Chimar rápidamente lo aleja del frijol para luego agitarle un poco. Algunas cosas es mejor ignorarlas y eso aplica para ambas partes enanas del lugar.
Llegan a una tienda más pomposa que las demás “en medida de lo posible” e ingresan a un ambiente que por algún milagro divino no huele a muerto mojado, el rango tiene sus ventajas al parecer.
Todos toman asiento sin vacilar aunque los dos mocosos ganan esa carrera, no es la mesa del Valhalla ni por asomo pero luego de viajar horas en una carreta es bien recibida por el genio y su hermanito.
Las instrucciones técnicas dejan pasmado al inventor… especialmente porque ya se había tragado un muslo de pollo. Por suerte algunos olfateos posteriores arrojan suficiente confianza sobre la sanidad de esta comida en particular.
Es seguro enanin.
Gracias hermano pero sé que no moriremos por vomitar nuestras entrañas “sonríe inocentemente”.
Con cierto esfuerzo el inventor traga lo que tiene en la boca y luego pasa algunos minutos sin probar otra cosa, una buena forma de superar los comentarios espeluznantes del ilusionista sin darle una colleja. Por suerte Owens abre dialogo rápido.
Es tentador y tengo algunos inventos que deseo probar en… “voluntarios”, quizás deberíamos asociarnos.
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Ya sea por los ofensivos comentarios del embarrado guerrero, o porque no tuviera apetito, la cuestión es que Matthew apenas probaba bocado. Con mucha delicadeza agarró una de las porciones de pollo y comenzó a quitarle la piel y la grasa con los dedos, para finalmente sacar una pequeña parte y llevársela a la boca.
-Porque así nos hacen muy felices a todos, Pequeño Canel – Owens le sonreía con amabilidad, si el estafador quería lograr que Chimar lo escuchara parecía una buena idea el llevarse bien con su “hermano” – Nada de vómitos ni sangre por favor, no se imaginan lo mucho que cuesta sacar ese tipo de manchas de la alfombra –
En la casa/carpa de Matt parecía respirarse cierto aire de tranquilidad y armonía, las muchachas iban y venían a su antojo, algunas saludaban al estafador de modo informal, otras apenas le dirigían una mirada, las mas confiadas quizás apoyaban una mano en su hombro a modo de saludo. Como era temprano aún no tenían clientes, así que “las muchachas”, como las llamaba Owens, se dedicaban a cuidar de sus cuerpos y al ocio en general.
-Sabia que tendrías más visión que el resto, Chimar – Dijo Matt con una sonrisa orgullosa en el rostro, se llevo otro pequeño bocado de pollo a la boca y agregó – Voluntarios son los que nos sobran, habíamos estado pensando que lo de castigar a quienes infrinjan las reglas encerrándolos en calabozos era un sinsentido. Quizás podríamos hacerlos cumplir distintos tipos de servicios, uno de ellos es participar en tus pruebas ¿Qué opinas? Al menos haríamos algo útil de ellos –
Además que tener una cárcel dentro de un refugio de bandidos iba en contra del espíritu de la ciudad, para cárcel ya tenían la de los Bios, no era necesaria otra.
-En el caso de que aceptaras hacer un trato con Ciudad Lagarto ¿Dónde te instalarías? Sé que tienes tu propio lugar en Lunargenta, pero entenderás que el llevar prisioneros hasta allí es bastante inconveniente – Les sirvió agua a todos los presentes y se encogió de hombros –Ya sabes cómo funciona esto, tendrías que esconder a los prisioneros porque “En Lunargenta no hay esclavitud” – El tono sarcástico era evidente hasta para el mas obtuso de los presentes – Varias monedas deberían terminar en los bolsillos de los guardias, mas el costo por el envío… ¿No sé si entiendes a donde quiero llegar con todo esto?
El estafador había llegado hasta el puesto de Virrey mayoritariamente por una cuestión de suerte, eso era innegable, pero el lograr mantener ese lugar ya era una cuestión relacionada con sus habilidades. Matthew tenía visión, sabia ver las oportunidades y las tomaba al vuelo antes que nadie. En ese mismo momento no veía en Chimar a un ladrón, ni a un niño, tampoco a un genio, lo que tenía frente a él era: Un excelente recurso.
No había demasiadas personas que supieran hacer lo que Chimar Maquiavelo hacía, si lograba que se interesara en Ciudad Lagarto habría acaparado un capital muy escaso.
-Puedes regresar a tu base y pensarlo tranquilo, si quieres – Se recostó contra el respaldo de la silla y sonrió – Te esperaremos, de todos modos, la ciudad no se va a ir a ningún lado -
-Porque así nos hacen muy felices a todos, Pequeño Canel – Owens le sonreía con amabilidad, si el estafador quería lograr que Chimar lo escuchara parecía una buena idea el llevarse bien con su “hermano” – Nada de vómitos ni sangre por favor, no se imaginan lo mucho que cuesta sacar ese tipo de manchas de la alfombra –
En la casa/carpa de Matt parecía respirarse cierto aire de tranquilidad y armonía, las muchachas iban y venían a su antojo, algunas saludaban al estafador de modo informal, otras apenas le dirigían una mirada, las mas confiadas quizás apoyaban una mano en su hombro a modo de saludo. Como era temprano aún no tenían clientes, así que “las muchachas”, como las llamaba Owens, se dedicaban a cuidar de sus cuerpos y al ocio en general.
-Sabia que tendrías más visión que el resto, Chimar – Dijo Matt con una sonrisa orgullosa en el rostro, se llevo otro pequeño bocado de pollo a la boca y agregó – Voluntarios son los que nos sobran, habíamos estado pensando que lo de castigar a quienes infrinjan las reglas encerrándolos en calabozos era un sinsentido. Quizás podríamos hacerlos cumplir distintos tipos de servicios, uno de ellos es participar en tus pruebas ¿Qué opinas? Al menos haríamos algo útil de ellos –
Además que tener una cárcel dentro de un refugio de bandidos iba en contra del espíritu de la ciudad, para cárcel ya tenían la de los Bios, no era necesaria otra.
-En el caso de que aceptaras hacer un trato con Ciudad Lagarto ¿Dónde te instalarías? Sé que tienes tu propio lugar en Lunargenta, pero entenderás que el llevar prisioneros hasta allí es bastante inconveniente – Les sirvió agua a todos los presentes y se encogió de hombros –Ya sabes cómo funciona esto, tendrías que esconder a los prisioneros porque “En Lunargenta no hay esclavitud” – El tono sarcástico era evidente hasta para el mas obtuso de los presentes – Varias monedas deberían terminar en los bolsillos de los guardias, mas el costo por el envío… ¿No sé si entiendes a donde quiero llegar con todo esto?
El estafador había llegado hasta el puesto de Virrey mayoritariamente por una cuestión de suerte, eso era innegable, pero el lograr mantener ese lugar ya era una cuestión relacionada con sus habilidades. Matthew tenía visión, sabia ver las oportunidades y las tomaba al vuelo antes que nadie. En ese mismo momento no veía en Chimar a un ladrón, ni a un niño, tampoco a un genio, lo que tenía frente a él era: Un excelente recurso.
No había demasiadas personas que supieran hacer lo que Chimar Maquiavelo hacía, si lograba que se interesara en Ciudad Lagarto habría acaparado un capital muy escaso.
-Puedes regresar a tu base y pensarlo tranquilo, si quieres – Se recostó contra el respaldo de la silla y sonrió – Te esperaremos, de todos modos, la ciudad no se va a ir a ningún lado -
Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
La respuesta de Owens al pequeño Canel no tiene mucho sentido para el genio pero… los adultos son extraños. Lo malo de no tener compañeros grandes fijos es que cualquier dato que requiera traducción permanece desconocido.
Ciertamente el señor Matthew es bastante escrupuloso con la comida, Maquiavelo suspira mientras lo mira retirar la parte sabrosa del pollo. Sin duda el buen sentido del gusto se pierde al envejecer.
En breve el estafador elabora una trama bastante trabajada sobre como satisfacer las demandas del niño, este último se limita a reír sonoramente varios segundos y es que su idea fue malinterpretada.
No no, nada tan severo jeje, lo bueno de ser un genio es que mis sujetos de prueba nunca se enteran de que lo son “sonríe maliciosamente”.
Existe una frase que el anciano tendrá que memorizar si va a trabajar con chimar, experimento social. Una forma linda de referirse a cualquier comunidad piloto que está siendo estudiada por fuerzas fuera de su control.
Ciudad Lagarto será la ciudad del mañana… con todo lo que eso implica.
La cabeza del inventor es un cumulo de muchos proyectos, ahora que tiene la mano de obra y el material podrá desarrollarles sin limitaciones. Al final será una relación beneficiosa para todas las partes con pocos efectos secundarios… o eso espera.
Creo que tendré que establecer una base de operaciones aquí para supervisar todo, una villa de verano por así decirlo.
Ese último punto lo dice pensando en sus hermanos, adoran las expediciones a campo abierto y ya viene siendo hora de tener una villa rural con tantas bases en la ciudad de Lunargenta. Eso sin mencionar que decorar algo desde cero es uno de los placeres personales del intelectual.
Me parece que ya tienes a un jefe de arquitectos, conmigo a cargo de la construcción en unas semanas esto será la comidilla del mundo.
Ya puede imaginarse el boceto inicial en su mente, un gran camino principal rodeado por bazares y antros de juego. Enormes almacenes de mercancía para los ladrones junto con otras estructuras importantes del gremio, todo ideado teniendo en cuenta lo último en ciencia urbana.
Esto puede terminar muy bien… o terriblemente mal, no lo tengo claro.
Ese es el espíritu Canel “le alborota el cabello”.
Ganarse un papel en la historia es algo destacable, sin importar a que facción se ayude. Al final del siglo pocas personas tendrán en cuenta todos los gobiernos de ciudad lagarto, pero recordaran las obras que le definan y su creador.
Ciertamente el señor Matthew es bastante escrupuloso con la comida, Maquiavelo suspira mientras lo mira retirar la parte sabrosa del pollo. Sin duda el buen sentido del gusto se pierde al envejecer.
En breve el estafador elabora una trama bastante trabajada sobre como satisfacer las demandas del niño, este último se limita a reír sonoramente varios segundos y es que su idea fue malinterpretada.
No no, nada tan severo jeje, lo bueno de ser un genio es que mis sujetos de prueba nunca se enteran de que lo son “sonríe maliciosamente”.
Existe una frase que el anciano tendrá que memorizar si va a trabajar con chimar, experimento social. Una forma linda de referirse a cualquier comunidad piloto que está siendo estudiada por fuerzas fuera de su control.
Ciudad Lagarto será la ciudad del mañana… con todo lo que eso implica.
La cabeza del inventor es un cumulo de muchos proyectos, ahora que tiene la mano de obra y el material podrá desarrollarles sin limitaciones. Al final será una relación beneficiosa para todas las partes con pocos efectos secundarios… o eso espera.
Creo que tendré que establecer una base de operaciones aquí para supervisar todo, una villa de verano por así decirlo.
Ese último punto lo dice pensando en sus hermanos, adoran las expediciones a campo abierto y ya viene siendo hora de tener una villa rural con tantas bases en la ciudad de Lunargenta. Eso sin mencionar que decorar algo desde cero es uno de los placeres personales del intelectual.
Me parece que ya tienes a un jefe de arquitectos, conmigo a cargo de la construcción en unas semanas esto será la comidilla del mundo.
Ya puede imaginarse el boceto inicial en su mente, un gran camino principal rodeado por bazares y antros de juego. Enormes almacenes de mercancía para los ladrones junto con otras estructuras importantes del gremio, todo ideado teniendo en cuenta lo último en ciencia urbana.
Esto puede terminar muy bien… o terriblemente mal, no lo tengo claro.
Ese es el espíritu Canel “le alborota el cabello”.
Ganarse un papel en la historia es algo destacable, sin importar a que facción se ayude. Al final del siglo pocas personas tendrán en cuenta todos los gobiernos de ciudad lagarto, pero recordaran las obras que le definan y su creador.
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
A Owens le gustaba como sonaba lo de “Ciudad del mañana”, hasta cierto punto lo creía, quizás no con toda la convicción y energía que demostraban otros, pero había al menos algún pequeño atisbo de esperanza. El aburrimiento crónico de Matthew se había curado desde que estaba en este lugar, es que siempre había algo que solucionar y era necesario tener mucha creatividad ya que más allá de la montaña de oro que tenía Lazid, no tenían muchos más recursos.
-Yo también lo creo, Chimar – Apartó el plato porque era evidente que su interés no estaba en la comida – Las ciudades que ya existen serán más limpias o más organizadas, pero sus inicios fueron con el mismo material que tenemos aquí: Asesinos y ladrones – Se encogió de hombros – Al menos nosotros no tenemos la hipocresía de negar lo que somos –
Una de las chicas se acerca a Matt, apoyó una mano en su hombro y le susurra al oído, el estafador asintió, le dejo un beso en la mano y la despidió.
-¡Buenas noticias! Me acaban de decir que tendremos postre – Las cosas dulces eran las favoritas de Owens, por lo que siempre se mostraba mejor predispuesto cuando se trataba de degustar ese tipo de aperitivos - ¿Una villa de verano? Suena encantador, aunque debo advertirte que conseguir sirvientes que puedan seguir siquiera el protocolo mínimo de buenos modales es una tarea imposible, créeme, lo he estado intentando desde que puse un pie en este asqueroso lugar –
Unas jóvenes que probablemente tenían solo unos pocos años más que Chimar trajeron un recipiente con fruta y otro tapado, los apoyaron en la mesa y se marcharon tan rápido como habían llegado. Con una actitud mucho más animada Matt acercó el frasco que estaba tapado y lo abrió.
-Deliciosa miel – Dijo y suspiró encantado – No sé a cuanta gente habrán tenido que matar para conseguirla, pero vale cada gota de sangre – Agarró un trozo de fruta y lo mojo en el dulce antes de llevárselo a la boca, luego hizo un gesto como si recordara algo – Ah, hablando de sangre, creo que ya es hora de… - Buscó dentro del bolsillo de su camisa y sacó un pequeño frasco, bebió el contenido de un solo trago sin hacer más comentarios ni dar explicaciones.
Se llevó rápido más fruta a la boca, el sabor le seguía pareciendo de lo más repugnante, pero no tenía muchas alternativas.
-¡Jefe de arquitectos! Me gusta cómo suena, aunque los últimos detalles los tendremos que consultar con el Rey, no creo que se oponga ni nada parecido, suele confiar en mi criterio, pero hay que cumplir con ciertas formalidades – Hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia – Bien dicho Canel, sea como sea que termine, lo que es seguro es que nos la pasaremos en grande ¿Cierto? – Le guiño un ojo al niño y se llevó un trozo de manzana a la boca.
Carraspeo y miro en otra dirección, el estafador sabía que lo más educado sería avisar cuál era su condición en ese momento, incluso aunque estaba bastante seguro que no sería recibido demasiado agrado.
-Mmm, no creo que haya un modo bonito de decir algo como esto – Tamborileo con los dedos sobre la mesa, finalmente suspiró y dijo sin más – Tuve una serie de… percances en una misión en Sacrestic Ville, y bueno… Tengo que lidiar momentáneamente con una maldición algo molesta – Owens se aclaró la garganta y miro fijamente a los ojos a Chimar – Necesito beber sangre varias veces al día o, básicamente, me muero – Se mostró apesadumbrado y molesto – Pero no soy como esos espantosos vampiros que atacan a la gente en callejones oscuros, no, no, yo prefiero pedir amablemente a las personas que me den un poco de su sangre – Se encogió de hombros – Se supone que me curaré en poco tiempo -
-Yo también lo creo, Chimar – Apartó el plato porque era evidente que su interés no estaba en la comida – Las ciudades que ya existen serán más limpias o más organizadas, pero sus inicios fueron con el mismo material que tenemos aquí: Asesinos y ladrones – Se encogió de hombros – Al menos nosotros no tenemos la hipocresía de negar lo que somos –
Una de las chicas se acerca a Matt, apoyó una mano en su hombro y le susurra al oído, el estafador asintió, le dejo un beso en la mano y la despidió.
-¡Buenas noticias! Me acaban de decir que tendremos postre – Las cosas dulces eran las favoritas de Owens, por lo que siempre se mostraba mejor predispuesto cuando se trataba de degustar ese tipo de aperitivos - ¿Una villa de verano? Suena encantador, aunque debo advertirte que conseguir sirvientes que puedan seguir siquiera el protocolo mínimo de buenos modales es una tarea imposible, créeme, lo he estado intentando desde que puse un pie en este asqueroso lugar –
Unas jóvenes que probablemente tenían solo unos pocos años más que Chimar trajeron un recipiente con fruta y otro tapado, los apoyaron en la mesa y se marcharon tan rápido como habían llegado. Con una actitud mucho más animada Matt acercó el frasco que estaba tapado y lo abrió.
-Deliciosa miel – Dijo y suspiró encantado – No sé a cuanta gente habrán tenido que matar para conseguirla, pero vale cada gota de sangre – Agarró un trozo de fruta y lo mojo en el dulce antes de llevárselo a la boca, luego hizo un gesto como si recordara algo – Ah, hablando de sangre, creo que ya es hora de… - Buscó dentro del bolsillo de su camisa y sacó un pequeño frasco, bebió el contenido de un solo trago sin hacer más comentarios ni dar explicaciones.
Se llevó rápido más fruta a la boca, el sabor le seguía pareciendo de lo más repugnante, pero no tenía muchas alternativas.
-¡Jefe de arquitectos! Me gusta cómo suena, aunque los últimos detalles los tendremos que consultar con el Rey, no creo que se oponga ni nada parecido, suele confiar en mi criterio, pero hay que cumplir con ciertas formalidades – Hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia – Bien dicho Canel, sea como sea que termine, lo que es seguro es que nos la pasaremos en grande ¿Cierto? – Le guiño un ojo al niño y se llevó un trozo de manzana a la boca.
Carraspeo y miro en otra dirección, el estafador sabía que lo más educado sería avisar cuál era su condición en ese momento, incluso aunque estaba bastante seguro que no sería recibido demasiado agrado.
-Mmm, no creo que haya un modo bonito de decir algo como esto – Tamborileo con los dedos sobre la mesa, finalmente suspiró y dijo sin más – Tuve una serie de… percances en una misión en Sacrestic Ville, y bueno… Tengo que lidiar momentáneamente con una maldición algo molesta – Owens se aclaró la garganta y miro fijamente a los ojos a Chimar – Necesito beber sangre varias veces al día o, básicamente, me muero – Se mostró apesadumbrado y molesto – Pero no soy como esos espantosos vampiros que atacan a la gente en callejones oscuros, no, no, yo prefiero pedir amablemente a las personas que me den un poco de su sangre – Se encogió de hombros – Se supone que me curaré en poco tiempo -
Matthew Owens
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Por triste que parezca el concepto que tiene Owens sobre la concepción de ciudades es bastante acertado, no se puede decir que Aerandir haya sido muy planificada que digamos y si dejamos de lado las primeras oleadas de nómadas todo se resume a ese espectro social.
¿Quién lo diría?, el frijol tiene algo de cerebro. Debajo de toda esa carne sobrante existe un ser lógico, es reconfortante saber que el destino de ciudad lagarto está en manos medio competentes… o lo más cercano que puede aspirar la plebe.
La noticia acerca del postre despierta una sonrisa unísona en ambos mocosos, pocos niños pueden resistirse a las cosas dulces. Apenas las sirvientas de escaza ropa depositan el alimento ambos mocosos se lanzan encima como lobos a un ciervo jugoso.
Admito que tienes buen gusto “dice con la boca llena”.
Canel traga más de lo recomendado para su boca y tose algunos instantes, por suerte no pasa a mayores gracias a la soberana palmada que le da su hermano en la espalda. Difícil de herir pero completamente vulnerable a su glotonería… menuda lógica.
No necesito conseguir sirvientes, los fabricare.
Dice esto último con una sonrisa de superioridad, tiene los bocetos de un autómata acompañante en puerta y ahora posee motivo suficiente para dedicar una semana de pruebas raras en el laboratorio de la esfera.
El extraño frasco que Matthew ingiere le hace arrugar su rostro, claramente no es jugo de fresa. Acto seguido el estafador pone su cara más sincera hasta el momento, preludio de una verdad incómoda.
Vale… eso no se escucha todos los días.
A resumidas cuentas el adulto se ha transformado en un vampiro, al menos en la parte alimenticia. De todas las maldiciones aterradoras que el anciano podía pillar… se llevó el premio de la casa con regalo de cortesía incluido.
No solo ingiere sangre, toma una probada de las almas.
Eso no lo mejora enano…
Por un momento el joven genio tensa su brazo armado, dispuesto a dispararle en una pierna al personaje moreno si se hace ideas raras con su integridad o la de su hermanito. Afortunadamente el vampirismo no le consumió la mente.
Pues “tose un poco” ¿Qué te parece reserva de lobo al limón?
Dice mientras señala con discreción al invitado más explosivo y sorprendentemente callado en esta velada, ciertamente es la única opción de Owens pues Maquiavelo planea permanecer con todos sus fluidos intactos incluyendo por supuesto al brujito en su ala protectora.
Te ayudaríamos pero los niños necesitamos cada gota de sangre, cosas de crecimiento y es…
Pausa su dialogo al ver que el mocoso hechicero hace entrega de un dibujo al embaucador, el contenido de la hoja ocasiona que Chimar abra los ojos de par en par… incluso cuando su hermanito no dibuja cosas aterradoras es espeluznante.
Algún día entenderé porque das esas cosas peque “niega con la cabeza”.
No lo creo “ríe inocentemente”.
¿Quién lo diría?, el frijol tiene algo de cerebro. Debajo de toda esa carne sobrante existe un ser lógico, es reconfortante saber que el destino de ciudad lagarto está en manos medio competentes… o lo más cercano que puede aspirar la plebe.
La noticia acerca del postre despierta una sonrisa unísona en ambos mocosos, pocos niños pueden resistirse a las cosas dulces. Apenas las sirvientas de escaza ropa depositan el alimento ambos mocosos se lanzan encima como lobos a un ciervo jugoso.
Admito que tienes buen gusto “dice con la boca llena”.
Canel traga más de lo recomendado para su boca y tose algunos instantes, por suerte no pasa a mayores gracias a la soberana palmada que le da su hermano en la espalda. Difícil de herir pero completamente vulnerable a su glotonería… menuda lógica.
No necesito conseguir sirvientes, los fabricare.
Dice esto último con una sonrisa de superioridad, tiene los bocetos de un autómata acompañante en puerta y ahora posee motivo suficiente para dedicar una semana de pruebas raras en el laboratorio de la esfera.
El extraño frasco que Matthew ingiere le hace arrugar su rostro, claramente no es jugo de fresa. Acto seguido el estafador pone su cara más sincera hasta el momento, preludio de una verdad incómoda.
Vale… eso no se escucha todos los días.
A resumidas cuentas el adulto se ha transformado en un vampiro, al menos en la parte alimenticia. De todas las maldiciones aterradoras que el anciano podía pillar… se llevó el premio de la casa con regalo de cortesía incluido.
No solo ingiere sangre, toma una probada de las almas.
Eso no lo mejora enano…
Por un momento el joven genio tensa su brazo armado, dispuesto a dispararle en una pierna al personaje moreno si se hace ideas raras con su integridad o la de su hermanito. Afortunadamente el vampirismo no le consumió la mente.
Pues “tose un poco” ¿Qué te parece reserva de lobo al limón?
Dice mientras señala con discreción al invitado más explosivo y sorprendentemente callado en esta velada, ciertamente es la única opción de Owens pues Maquiavelo planea permanecer con todos sus fluidos intactos incluyendo por supuesto al brujito en su ala protectora.
Te ayudaríamos pero los niños necesitamos cada gota de sangre, cosas de crecimiento y es…
Pausa su dialogo al ver que el mocoso hechicero hace entrega de un dibujo al embaucador, el contenido de la hoja ocasiona que Chimar abra los ojos de par en par… incluso cuando su hermanito no dibuja cosas aterradoras es espeluznante.
Algún día entenderé porque das esas cosas peque “niega con la cabeza”.
No lo creo “ríe inocentemente”.
- Dibujo de Canel:
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Eran como tres niños contentos, comiendo sus dulces hasta que tuvieron que pasar el dedo por el fondo de frasco para poder sacar las últimas gotas de miel. Matt demostraba tener algo más de modales que los más jóvenes, pero eso no significaba que tuviera alguna vergüenza en quitarles las frutas prácticamente de las manos. Quizás Chimar no lo supiera, pero con sus diferencias y todo, tenían más cosas en común de las que creían. Sobre todo en el pasado…
-Claramente no suena más bonito cuando lo dices así – El estafador suspiró y agrega – No me gusta andar pidiendo favores, eso de deberle a todo el mundo es en verdad incómodo. Pero tampoco quiero que se piense mal de mí… en ese sentido al menos, en todos los demás me importa poco – De hecho Matthew se había encargado de tener fama de cruel asesino – De solo imaginar el tener que beber del cuello de uno de esos sucios bandidos se me pone la piel de gallina –
Owens ve el movimiento que hace Chimar, entiende perfectamente que el niño este desconfiado, pero aunque cueste creerlo no tiene interés en andar atacando a la gente al azar, mucho menos si se trata de aliados. Sonríe y muestra por primera vez sus recientemente adquiridos colmillos.
-Siempre me gustó tu modo de pensar, Chimar, es por este tipo de cosas que nos entendemos tan bien - ¿Cuáles habían sido los verdaderos motivos de Matt para invitar a un muchacho joven y lleno de energía que acababa de conocer? ¿Había pensado en hacer eso desde el principio? Nadie podría saberlo, la mente de Matthew era un laberinto muy difícil de desentrañar – No es algo que deban ver los niños en todo caso –
Hizo un gesto con las manos y varios guardias aparecieron de atrás de unas cortinas, antes de que el licántropo pudiera reaccionar lo agarraron y se lo llevaron a la fuerza del lugar. Sus gritos e insultos aún se escuchaban a lo lejos cuando Matt dejó escapar una carcajada.
-¿Qué crees? ¿Estará más o menos predispuesto a ser parte de mi guardia luego de que le quite algo de su sangre? – Para el estafador la situación tenía mucha gracia – ¡Lávenlo bien! No quiero tragar tierra cuando lo muerda – Grito para que los guardias lo oyeran.
Owens se puso de pie, pensando en dar por finalizada la reunión de negocios, cuando Canel le entrega un dibujo. Matt no está acostumbrado a ese tipo de gestos, tanto tiempo hablando con Chimar hace que se olvide que los niños generalmente hacen ese otro tipo de cosas. Lo mira con detenimiento.
-¿Papi? ¿A qué se refiere? – Nunca pasó por la mente de Matthew el ser un padre… No uno presente al menos, era bastante probable que hubiese dejado hijos por el mapa en más de una oportunidad – Pues… Gracias, creo – Sigue mirando el sencillo dibujo con una ceja levantada – Espero que esto no sea una premonición. O tendrás un nuevo miembro para tu agrupación, Chimar –
Dicho eso se acerca a la puerta, abriendo la cortina para dar paso a los dos niños. Los acompaña hasta la puerta y cierra los ojos algo molesto por la claridad del sol, ahora que está bajo la luz del día es más evidente su palidez.
-Vayan en aquella dirección, en cuanto coma mí… Aperitivo los alcanzare y podremos hablar todos juntos con Lazid – Le revuelve el pelo a Chimar y agrega - ¿Ya me crees que soy el Virrey? – Si todo lo que le había mostrado no era suficiente Matthew ya no sabía que más hacer.
Aun así negó con la cabeza, estaba bastante seguro que había pocas cosas que pudieran ganarle a la testarudez de un niño genio.
-Claramente no suena más bonito cuando lo dices así – El estafador suspiró y agrega – No me gusta andar pidiendo favores, eso de deberle a todo el mundo es en verdad incómodo. Pero tampoco quiero que se piense mal de mí… en ese sentido al menos, en todos los demás me importa poco – De hecho Matthew se había encargado de tener fama de cruel asesino – De solo imaginar el tener que beber del cuello de uno de esos sucios bandidos se me pone la piel de gallina –
Owens ve el movimiento que hace Chimar, entiende perfectamente que el niño este desconfiado, pero aunque cueste creerlo no tiene interés en andar atacando a la gente al azar, mucho menos si se trata de aliados. Sonríe y muestra por primera vez sus recientemente adquiridos colmillos.
-Siempre me gustó tu modo de pensar, Chimar, es por este tipo de cosas que nos entendemos tan bien - ¿Cuáles habían sido los verdaderos motivos de Matt para invitar a un muchacho joven y lleno de energía que acababa de conocer? ¿Había pensado en hacer eso desde el principio? Nadie podría saberlo, la mente de Matthew era un laberinto muy difícil de desentrañar – No es algo que deban ver los niños en todo caso –
Hizo un gesto con las manos y varios guardias aparecieron de atrás de unas cortinas, antes de que el licántropo pudiera reaccionar lo agarraron y se lo llevaron a la fuerza del lugar. Sus gritos e insultos aún se escuchaban a lo lejos cuando Matt dejó escapar una carcajada.
-¿Qué crees? ¿Estará más o menos predispuesto a ser parte de mi guardia luego de que le quite algo de su sangre? – Para el estafador la situación tenía mucha gracia – ¡Lávenlo bien! No quiero tragar tierra cuando lo muerda – Grito para que los guardias lo oyeran.
Owens se puso de pie, pensando en dar por finalizada la reunión de negocios, cuando Canel le entrega un dibujo. Matt no está acostumbrado a ese tipo de gestos, tanto tiempo hablando con Chimar hace que se olvide que los niños generalmente hacen ese otro tipo de cosas. Lo mira con detenimiento.
-¿Papi? ¿A qué se refiere? – Nunca pasó por la mente de Matthew el ser un padre… No uno presente al menos, era bastante probable que hubiese dejado hijos por el mapa en más de una oportunidad – Pues… Gracias, creo – Sigue mirando el sencillo dibujo con una ceja levantada – Espero que esto no sea una premonición. O tendrás un nuevo miembro para tu agrupación, Chimar –
Dicho eso se acerca a la puerta, abriendo la cortina para dar paso a los dos niños. Los acompaña hasta la puerta y cierra los ojos algo molesto por la claridad del sol, ahora que está bajo la luz del día es más evidente su palidez.
-Vayan en aquella dirección, en cuanto coma mí… Aperitivo los alcanzare y podremos hablar todos juntos con Lazid – Le revuelve el pelo a Chimar y agrega - ¿Ya me crees que soy el Virrey? – Si todo lo que le había mostrado no era suficiente Matthew ya no sabía que más hacer.
Aun así negó con la cabeza, estaba bastante seguro que había pocas cosas que pudieran ganarle a la testarudez de un niño genio.
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Re: Bienvenido a mis dominios [Libre] [3/3] [Cerrado]
Lo cierto es que la postura de Owens deja un poco confundido a su invitado enano, no tiene cara de ser alguien con tantos escrúpulos técnicos. Obviamente si Chimar estuviera en esa situación chuparía sangre de todo el mundo solo excluyendo a sus contemporáneos.
Los adultos son todos iguales, huelen raro.
Distinguir a uno de otro es poco lógico, tienen el mismo aroma. Incluso los nobles poseen tan peculiar olor… oculto bajo dos litros de perfume pero lo tienen. Aunque suene raro, niños y adultos se diferencian en eso también.
La idea del genio es acotada con asombrosa rapidez, el licántropo no será un desayuno muy voluntario pero eso le pasa por quedarse dormido en la velada. Solo los chicos de mente rápida conservan su sangre intacta.
Entre insultos y golpes se llevan al personaje, Matthew entonces pasa a elaborar una despedida temporal para no dar una impresión muy fea a los niños… si supiera la mitad de cosas que ambos mocosos han visto terminaría traumado él.
Los dibujos de Canel suelen tener significados raros pero ciertos, yo me cuidaría si fuera tu jeje.
Al verse aludido el pequeño brujito sonríe, es motivo de orgullo para el ser reconocido. Pasar tanto tiempo ausente del mundo sin duda ha contribuido en su ferviente necesidad por ser funcional para las pocas personas que le conocen.
Maquiavelo escucha las instrucciones del adulto mientras hace memoria sobre Lazid, si antes tenía un ego insoportable ahora debe creerse emperador de Aerandir… será una larga y posiblemente hostil reunión.
Pues… digamos que ahora pareces más el suplente designado que un impostor.
Expresa con cierta sonrisita arrogante, si Owens espera que su nuevo título sea reconocido por el inventor tendrá que buscar una silla. Este último ya tiene bastante clara su veracidad aunque saberlo y aceptarlo públicamente están a un mundo de distancia.
Acto seguido los mocosos se separan de su anfitrión, sin vacilar avanzan en la dirección descrita manteniendo una lentitud casi palpable. Si el nuevo Matthew es como Ralphy no tardará mucho en saciar su sed.
Mientras caminan, el joven inventor no puede evitar verse envuelto en sus maquinaciones internas. Imagina que estilo arquitectónico pegaría más con una ciudad de ladrones sin vestigio alguno de ley.
Funcional y resistente, claro que sí.
Estas hablando solo otra vez hermano…
Ya me estas pegando ese mal hábito “suspira con ironía”.
Los adultos son todos iguales, huelen raro.
Distinguir a uno de otro es poco lógico, tienen el mismo aroma. Incluso los nobles poseen tan peculiar olor… oculto bajo dos litros de perfume pero lo tienen. Aunque suene raro, niños y adultos se diferencian en eso también.
La idea del genio es acotada con asombrosa rapidez, el licántropo no será un desayuno muy voluntario pero eso le pasa por quedarse dormido en la velada. Solo los chicos de mente rápida conservan su sangre intacta.
Entre insultos y golpes se llevan al personaje, Matthew entonces pasa a elaborar una despedida temporal para no dar una impresión muy fea a los niños… si supiera la mitad de cosas que ambos mocosos han visto terminaría traumado él.
Los dibujos de Canel suelen tener significados raros pero ciertos, yo me cuidaría si fuera tu jeje.
Al verse aludido el pequeño brujito sonríe, es motivo de orgullo para el ser reconocido. Pasar tanto tiempo ausente del mundo sin duda ha contribuido en su ferviente necesidad por ser funcional para las pocas personas que le conocen.
Maquiavelo escucha las instrucciones del adulto mientras hace memoria sobre Lazid, si antes tenía un ego insoportable ahora debe creerse emperador de Aerandir… será una larga y posiblemente hostil reunión.
Pues… digamos que ahora pareces más el suplente designado que un impostor.
Expresa con cierta sonrisita arrogante, si Owens espera que su nuevo título sea reconocido por el inventor tendrá que buscar una silla. Este último ya tiene bastante clara su veracidad aunque saberlo y aceptarlo públicamente están a un mundo de distancia.
Acto seguido los mocosos se separan de su anfitrión, sin vacilar avanzan en la dirección descrita manteniendo una lentitud casi palpable. Si el nuevo Matthew es como Ralphy no tardará mucho en saciar su sed.
Mientras caminan, el joven inventor no puede evitar verse envuelto en sus maquinaciones internas. Imagina que estilo arquitectónico pegaría más con una ciudad de ladrones sin vestigio alguno de ley.
Funcional y resistente, claro que sí.
Estas hablando solo otra vez hermano…
Ya me estas pegando ese mal hábito “suspira con ironía”.
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