[CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
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[CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
"Los caminos de Aerandir son cortos y las aventuras se encuentran en cada esquina."
Así le había dicho el viejo Rutherford en su última conversación y tenía razón. Casi sin darse cuenta había llegado a Dundarak, en las lejanas tierras del norte. No era su primera vez en el lugar, pero tampoco estaba seguro de por qué había llegado hasta allí. Sólo se había dejado llevar por los caminos y ahora allí estaba.
De su último encuentro, sabía que Asher debía de estar por esos lados, y un par de preguntas sobre un extraño maestro de arcanos de apariencia peluda habían sido suficientes para dar con el lugar.
No sabía si se encontraría exactamente en el taller, después de todo, era común que cuando se lo encontrara en el pasado fuera en algún contexto de serios problemas, guerra o combate.
Llegó al lugar señalado por sus averiguaciones, donde se suponía que estaba el taller.
Se acercó a la puerta, pero entonces le entraron las dudas. Quizás había más hombres bestia capaces de usar los arcanos, quizás incluso había alguna persona con excesivo vello corporal que pudiera ser confundido por tal. Decidió tratar de asegurarse ante.
Se bajó los antiparras, de tal manera que su lente capaz de ver a través de las murallas quedó sobre su ojo izquierdo. Hacía bastante tiempo que no usaba aquel accesorio tan útil, así que tuvo que esperar unos instantes para que su vista se adaptara. Finalmente las cosas se comenzaron a visualizar. El lugar ciertamente parecía un taller y había allí runas y materiales que coincidían con lo que esperaba encontrar, el problema es que no parecía haber ocupantes allí.
Dio un profundo suspiro. Quizás Asher se encontraba en alguna misión o incluso viaje con aquel sujeto de la melena y los rasgos felinos, el mismo al que había jugado una broma la última vez que lo había visto.
Estaba por sacarse los lentes cuando una figura cruzó brevemente por el marco de una puerta. Al parecer estaba en otra habitación, más atrás, fuera del rango de su lente. Lamentablemente había pasado por una esquina de su ojo y no había podido verle bien. No estaba seguro si era Asher o no, pero al menos valía la pena intentarlo.
–Eh, niño... ¿es aquí el taller de Asher Daregan? –se escuchó una voz a sus espaldas.
Rápidamente y casi dando un salto, Demian se levantó los lentes y se giró sobre sí, mirando algo nervioso al sujeto que ahora se paraba a sus espaldas. ¿Cómo había logrado llegar hasta allí sin que pudiera percibirlo?. Como buen depredador, Demian solía estar alerta de su entorno y atento a posibles peligros, listo para sacar las dagas cuando fuese necesario... y aún así ahora tenía a alguien a dos pasos de él.
–Ehhh... n-no, n-no lo sé –dijo nervioso.
–¿No?, ¿y qué hacías allí? –quiso saber el hombre, un sujeto alto, delgado y de rasgos delicados.
–B-b-buscaba lo mismo, buscaba al señor Asher –dijo Demian siendo completamente honesto.
El sujeto asintió y dibujó una sonrisa amable en su rostro, tomando su tiempo para dar un par de pasos hasta estar frente a la puerta, a la que dio un par de golpecitos elegantes, pero sonoros, con una mano cubierta en un guante de cuero.
–Mejor salir de la duda, ¿no? –continuó el hombre manteniendo su sonrisa.
Demian se aseguró de ocultar su daga mediante ilusiones, pero dejarla muy cerca de su mano, completamente accesible.
Casi podía oír que le llamaba.
Última edición por Demian el Jue Mar 21 2019, 21:24, editado 2 veces
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Agité una oreja, prestando atención. Había una conversación delante de la puerta, aunque no podía distinguir del todo que decían. Debían ser clientes. Nadie más iba a detenerse casualmente justo allí, teniendo en cuenta lo apartado que estaba ese sitio.
Cerré el libro en el que había estado trabajando y me levanté. No era la primera vez que pasaba: la gente no se daba cuenta de que aquel sitio era una tienda, incluso aquellos que venían recomendados. Tenía pensado hacer algunas renovaciones, pero la idea de trasladar el taller a una zona más comercial había estado rondando por mi cabeza.
Podía hacer un lugar más... mágico. Con runas de posición en la puerta, lámparas arcanas por los rincones, y muebles que respondiesen a mi voz. Algo que realmente mostrase lo que podía hacer.
Me acerqué a la puerta, llegando a abrirla apenas un instante después de que llamasen. Me sorprendí al ver a Demian, acompañado de... otro tipo. No, a juzgar por su expresión no parecía conocerle. Se le veía incómodo.
-Pasad.- dije, apartándome. No les iba a dejar a la intemperie teniendo calentadores funcionando a ambos lados del taller. Volví a mi asiento, dejándoles espacio para mirar lo que quisieran.
-Bonito taller.- dijo el hombre, no sin antes esbozar una sonrisa falsa. -No es exactamente lo que esperaba cuando me hablaron de él.-
Me pregunté como de factible sería el convencer a Demian para que le apuñalase, pero me reprimí. No quería ensuciar el suelo.
-Estoy buscando algún tipo de luz.- dijo, carraspeando ligeramente. -El aniversario de Lord Daurim está al caer, y para su celebración, está buscando lo más espectacular que haya en Aerandir.- explicó.
Contuve una mueca. No había suficiente dinero en el mundo como para hacerme tolerar a más nobles. Ya había pasado por eso demasiadas veces.
-Lamentablemente, Lady Daurim tiene ciertas... opiniones respecto a los brujos. No quiero entrar en detalles, pero para su tranquilidad, preferiría no tener que tratar con ninguno. Especialmente del Hekshold.- continuó. Miré de reojo a Demian, asegurándome de que no fuese a hacer nada repentino. -Por eso he acudido a usted.-
-No vendo decoraciones ni espectáculos.- dije, cruzándome de brazos. -Todo lo que hago tiene un uso práctico. Lo ornamental es secundario. Si quieres luces y fuego, seguro que hay dragones dispuestos a eso.-
-Por supuesto que los hay, señor Daregan. Pero precisamente, ese es el problema. Cualquiera puede pagarlos. En Dundarak, el ver dragones usando su aliento no es tan impresionante.- insistió, aún con aquel tono irritantemente educado. -Sin embargo, algo tan exclusivo como un hombre bestia arcanista creando luces nunca vistas... bueno, es algo que seguro que todo el mundo querrá ver.-
Cerré los ojos, pensativo. Estaba pidiendo algo bastante simple. Solo quería llamar la atención con cosas impresionantes. Algo con brillo, pero... vacío. No me gustaba.
-Por supuesto, el pago no será sólo con aeros. La familia posee ciertos tomos bastante preciados. Detallan ciertos aspectos avanzados acerca de los lenguajes rúnicos, el éter, y varios tipos de magia.- añadió. Me tensé, algo atento, con una sospecha en la mente.
-¿Dinvaak do suleyk?- pregunté. -¿Es ese el título?- El hombre pestañeó, sorprendido.
-Si, efectivamente. Es uno de ellos, al menos. ¿Le es familiar? Si ya lo posee, quizás algún otro le interese...- sugirió. Gruñí ligeramente. Ese libro en concreto era uno que no podía conseguir en ninguna parte. Ni siquiera en el Hekshold. Había sido transcrito muy pocas veces. Aquello tenía valor, y mucho.
No me gustaba. Pero tenía que conseguirlo.
-Vuelve mañana. Voy a preparar algo.- dije. -¿Cuanto tiempo hay?-
-Tres días.- dijo, visiblemente satisfecho. -Confío en que sea suficiente.-
-Lo es.- dije. Le miré fijamente mientras se iba, dejándome sólo con Demian. Me relajé un poco cuando cerró la puerta. Tendría que hacer algo especial. -Ahora sí... ¿que ocurre? ¿Necesitas algún encantamiento?- pregunté, volviéndome hacia el chico.
Cerré el libro en el que había estado trabajando y me levanté. No era la primera vez que pasaba: la gente no se daba cuenta de que aquel sitio era una tienda, incluso aquellos que venían recomendados. Tenía pensado hacer algunas renovaciones, pero la idea de trasladar el taller a una zona más comercial había estado rondando por mi cabeza.
Podía hacer un lugar más... mágico. Con runas de posición en la puerta, lámparas arcanas por los rincones, y muebles que respondiesen a mi voz. Algo que realmente mostrase lo que podía hacer.
Me acerqué a la puerta, llegando a abrirla apenas un instante después de que llamasen. Me sorprendí al ver a Demian, acompañado de... otro tipo. No, a juzgar por su expresión no parecía conocerle. Se le veía incómodo.
-Pasad.- dije, apartándome. No les iba a dejar a la intemperie teniendo calentadores funcionando a ambos lados del taller. Volví a mi asiento, dejándoles espacio para mirar lo que quisieran.
-Bonito taller.- dijo el hombre, no sin antes esbozar una sonrisa falsa. -No es exactamente lo que esperaba cuando me hablaron de él.-
Me pregunté como de factible sería el convencer a Demian para que le apuñalase, pero me reprimí. No quería ensuciar el suelo.
-Estoy buscando algún tipo de luz.- dijo, carraspeando ligeramente. -El aniversario de Lord Daurim está al caer, y para su celebración, está buscando lo más espectacular que haya en Aerandir.- explicó.
Contuve una mueca. No había suficiente dinero en el mundo como para hacerme tolerar a más nobles. Ya había pasado por eso demasiadas veces.
-Lamentablemente, Lady Daurim tiene ciertas... opiniones respecto a los brujos. No quiero entrar en detalles, pero para su tranquilidad, preferiría no tener que tratar con ninguno. Especialmente del Hekshold.- continuó. Miré de reojo a Demian, asegurándome de que no fuese a hacer nada repentino. -Por eso he acudido a usted.-
-No vendo decoraciones ni espectáculos.- dije, cruzándome de brazos. -Todo lo que hago tiene un uso práctico. Lo ornamental es secundario. Si quieres luces y fuego, seguro que hay dragones dispuestos a eso.-
-Por supuesto que los hay, señor Daregan. Pero precisamente, ese es el problema. Cualquiera puede pagarlos. En Dundarak, el ver dragones usando su aliento no es tan impresionante.- insistió, aún con aquel tono irritantemente educado. -Sin embargo, algo tan exclusivo como un hombre bestia arcanista creando luces nunca vistas... bueno, es algo que seguro que todo el mundo querrá ver.-
Cerré los ojos, pensativo. Estaba pidiendo algo bastante simple. Solo quería llamar la atención con cosas impresionantes. Algo con brillo, pero... vacío. No me gustaba.
-Por supuesto, el pago no será sólo con aeros. La familia posee ciertos tomos bastante preciados. Detallan ciertos aspectos avanzados acerca de los lenguajes rúnicos, el éter, y varios tipos de magia.- añadió. Me tensé, algo atento, con una sospecha en la mente.
-¿Dinvaak do suleyk?- pregunté. -¿Es ese el título?- El hombre pestañeó, sorprendido.
-Si, efectivamente. Es uno de ellos, al menos. ¿Le es familiar? Si ya lo posee, quizás algún otro le interese...- sugirió. Gruñí ligeramente. Ese libro en concreto era uno que no podía conseguir en ninguna parte. Ni siquiera en el Hekshold. Había sido transcrito muy pocas veces. Aquello tenía valor, y mucho.
No me gustaba. Pero tenía que conseguirlo.
-Vuelve mañana. Voy a preparar algo.- dije. -¿Cuanto tiempo hay?-
-Tres días.- dijo, visiblemente satisfecho. -Confío en que sea suficiente.-
-Lo es.- dije. Le miré fijamente mientras se iba, dejándome sólo con Demian. Me relajé un poco cuando cerró la puerta. Tendría que hacer algo especial. -Ahora sí... ¿que ocurre? ¿Necesitas algún encantamiento?- pregunté, volviéndome hacia el chico.
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Demian se relajó cuando finalmente vio a Asher y éste comenzó a tener una conversación con el sujeto. Al parecer no había ningún peligro inminente, por lo que no necesitaba tener la mano tan cerca de la daga constantemente y se trataba al final de un asunto de negocios.
El chico se dedicó entonces a lo que naturalmente todo chico haría en un lugar así, mientras los adultos hablan de negocios... revisar todas las cosas en busca de algo interesante o divertido.
Al principio fue sólo acercarse y mirar, pero poco a poco sus manos quisieron formar parte de la acción y acabó tocando algunas de las runas que abundaban en el lugar... eso hasta que una empezó a sacar una llama. El asunto no pasó a mayores, era una llama perfectamente controlada, no un incendio, pero el chico rápidamente asumió una posición rígida.
De pronto en la conversación se nombró a los brujos, específicamente del Hekshold, lo que Demian se distrajera de la llama que parecía no querer apagarse pronto. Inclinó su cabeza, no entendiendo muy bien por qué aquella mujer tendría una mala opinión de los brujos. El Hekshold, en general, era una fuerza que cualquiera podría llamar positiva dentro de Aerandir.
La conversación prosiguió y pronto acordaron términos, hasta que finalmente el sujeto comenzó a retirarse. Fue entonces que Demian dejó que su magia hiciera su trabajo. En las ropas de aquel individuo, por la espalda, apareció un agujero. En realidad se trataba de sólo una ilusión, pero recreaba lo que parecía un agujero y un trasero humano allí, a plena vista.
–Espero que dure lo suficiente para que llegue a algún poblado –comentó más para sí.
Entonces se giró hacia Asher.
–No, nada... nada de nada –contestó ante sus preguntas–. Yo sólo pasaba p-por aquí y, bueno.... y quise pasar a saludar.
Se encogió de hombros. La verdad es que era completamente sincero, no tenía ningún plan secreto, ni intenciones particulares, ni siquiera esperaba obtener algún encantamiento. Sólo pasaba por allí y buscaba algo en qué distraerse.
–Cierto –dice de pronto, diluyendo la ilusión sobre su daga corrupta, que alguna vez fuera espada–. Mira, le hice alg-g-gunas modificaciones.
El arma ahora era más corta, liviana, de punta delgada y afilada. El chico la blandió al aire un par de veces, como para mostrar que ahora podía usarla con comodidad. En el mismo acto dejó caer las ilusiones que constantemente mantenía sobre sus ropas y lo que antes parecían harapos mostró su verdadera forma, un traje con variadas runas, incluyendo las que el propio Asher hubiera agregado.
–No se por qué alguien querría explosiones d-de verdad cuando para lograr eso bastaría con unas buenas ilusiones –comentó aún blandiendo la daga–. Si no es para quemarle la cara a alguien, las ilusiones hacen un trabajo más que bueno.
Terminó su pequeña demostración y devolvió el arma a su cinto.
–¿Qué es ese libro del que hablabas? aunque no lo parezca, me gusta leer, sobre todo de magia. En la Ratonera tenía un montón de libros rob... prestados.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Miré atentamente la daga que el chico había presentado. Seguía teniendo ese aire espeluznante, incluso si había acortado la hoja. Tenía que admitir que, junto a las ropas que traía, creaba una buena impresión. Si fuese más adulto, parecería un brujo de corte, de aquellos que aconsejaban a reyes y nobles. O un buen duelista, si se llevase con más porte.
No tardó en preguntar por el libro. Comprensible.
-Ese libro es, probablemente, el motivo por el que esa mujer no quiera ver brujos cerca.- expliqué. Suspiré y me encaminé hacia una de las piedras de pedernal que alguien debía haber activado por accidente. Tres toques con la uña, y la llama se apagó. -Hay unos cuantos libros que se perdieron en un sólo día, hace unos años. Algunos eran reemplazables, pero otros, como el que he mencionado, son más bien únicos.- dije, volviendo a mi posición tras el mostrador.
-Sospecho que alguien los robó. Alguna discusión sobre cualquier cosa, y la gente recurre a esa clase de tácticas... Imagino que la mujer esta, Lady Comosellame, tuvo algo que ver.- concluí, bostezando. -...No estoy del todo seguro. No sé toda la historia. Pero parece probable.-
El comentario del chico casi había parecido un ofrecimiento de ayuda. A decir verdad, el tener un ilusionista podría facilitarme las cosas. Solo tenía que hacerse pasar por alguien que no fuese un brujo. Lo cual no era muy difícil, teniendo en cuenta que podía modificar su aspecto sin problema.
-¿Que tal si me echas una mano?- pregunté. -Estoy seguro de que puedo conseguir que suelte algún libro más. Si quieres quedártelo, venderlo o devolverlo al Hekshold, ya es cosa tuya, pero seguro que se puede aprender algo interesante.- Desde luego, pensaba sacar algo interesante. Aunque podían ser algo pesados de leer, se podía sacar mucha información práctica.
Podía conseguir algunas descargas eléctricas con las runas que solía usar de proyectil. Era algo peligroso, por supuesto, y casi un desperdicio, pero era posible. Casi me arrepentía de haber aceptado. Aquel encargo no tenía esencia alguna.
-¿Que tal es tu telekinesis, Demian?- pregunté. -¿Puedes mover un puñado de piedras a... diez metros, quizás?- Por supuesto, tenía algunas otras ideas. Pero no estaba de más planear algo grande como final.
-Por cierto, quizás es mejor si no ocultas tu ropa.- La gente haría menos preguntas si no le veían con pinta de... niño pobre. Tal y como estaba, podía pasar por un aprendiz o algo así. Lo ideal sería que aparentase ser un dragón. Además, el tener un "ayudante" no dejaba de interesar a esa gente.
Espíritus, como los detestaba.
-Si no funciona, siempre podemos probar a robar los libros...-
No tardó en preguntar por el libro. Comprensible.
-Ese libro es, probablemente, el motivo por el que esa mujer no quiera ver brujos cerca.- expliqué. Suspiré y me encaminé hacia una de las piedras de pedernal que alguien debía haber activado por accidente. Tres toques con la uña, y la llama se apagó. -Hay unos cuantos libros que se perdieron en un sólo día, hace unos años. Algunos eran reemplazables, pero otros, como el que he mencionado, son más bien únicos.- dije, volviendo a mi posición tras el mostrador.
-Sospecho que alguien los robó. Alguna discusión sobre cualquier cosa, y la gente recurre a esa clase de tácticas... Imagino que la mujer esta, Lady Comosellame, tuvo algo que ver.- concluí, bostezando. -...No estoy del todo seguro. No sé toda la historia. Pero parece probable.-
El comentario del chico casi había parecido un ofrecimiento de ayuda. A decir verdad, el tener un ilusionista podría facilitarme las cosas. Solo tenía que hacerse pasar por alguien que no fuese un brujo. Lo cual no era muy difícil, teniendo en cuenta que podía modificar su aspecto sin problema.
-¿Que tal si me echas una mano?- pregunté. -Estoy seguro de que puedo conseguir que suelte algún libro más. Si quieres quedártelo, venderlo o devolverlo al Hekshold, ya es cosa tuya, pero seguro que se puede aprender algo interesante.- Desde luego, pensaba sacar algo interesante. Aunque podían ser algo pesados de leer, se podía sacar mucha información práctica.
Podía conseguir algunas descargas eléctricas con las runas que solía usar de proyectil. Era algo peligroso, por supuesto, y casi un desperdicio, pero era posible. Casi me arrepentía de haber aceptado. Aquel encargo no tenía esencia alguna.
-¿Que tal es tu telekinesis, Demian?- pregunté. -¿Puedes mover un puñado de piedras a... diez metros, quizás?- Por supuesto, tenía algunas otras ideas. Pero no estaba de más planear algo grande como final.
-Por cierto, quizás es mejor si no ocultas tu ropa.- La gente haría menos preguntas si no le veían con pinta de... niño pobre. Tal y como estaba, podía pasar por un aprendiz o algo así. Lo ideal sería que aparentase ser un dragón. Además, el tener un "ayudante" no dejaba de interesar a esa gente.
Espíritus, como los detestaba.
-Si no funciona, siempre podemos probar a robar los libros...-
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Demian dio un leve suspiro de alivio cuando vio que no había roto nada al activar esa runa. Asher se tomaba las cosas con calma y le explicaba lo referente a esos libros. Sin duda todo el asunto resultaba interesante.
–Artyhom es mi librería personal –dijo con orgullo.
El pequeño mecánico hizo una leve reverencia.
–Le pido que m-memorice libros y nunca los olvida. Luego, cuando tenemos tiempo, me los repite. He aprendido muchas cosas así. Ahora en el viaje me ha estado repitiendo uno libro de medicina.
–El Delicioso Arte de los Aromas Sanadores, por Pamela Ivy –dice con postura orgullosa el cibernético.
–Y sí, claro que puedo darte una mano. Los libros de magia no son fáciles de encontrar fuera del Hekshold.
El chico pone una mano sobre la cabeza de Artyhom y sonríe. Su sonrisa resulta bastante más normal que la que articula con frecuencia. Quizás se deba a que la idea de obtener libros especiales le atraiga, quizás es sólo que no intenta ocultar intenciones asesinas.
–¿Mi telekinesis? si es para mover piedras no debería costar nada –afirma con seguridad–. De hecho, es la manera mas fácil de usar la telekinesis.
Levanta su mano y la daga que antes ha mostrado se eleva y comienza a girar lentamente en el aire. Luego hace un ademán con el brazo y la daga se mueve hasta llegar al otro extremo de la habitación. Finalmente aparece en el aire la figura de un pequeño fantasma que la pone en su espalda y la carga de vuelta. El fantasma da un par de vueltas a su alrededor, tras entregarla.
–¿Mi ropa? emmm... bueno –contesta algo extrañado. Siempre le ha gustado pasar desapercibido. Hay mucha gente pobre en Aerandir, por cierto más que la gente rica, y muchos tienden a ignorar por completo a un pobre sentado en una calle, pero asume que Asher tiene una buena razón para solicitar aquello.
–Ah, y tengo otra manera de mover piedras –dice alegre.
Sale entonces del taller y rápidamente recolecta un puñado de piedras del exterior, las que sostiene contra su pecho. Se para entonces en un punto que Asher puede ver a través de la puerta y cierra los ojos unos instantes, mientras deja que el Éter fluya a través suyo.
De pronto está junto a Asher, aún sosteniendo las piedras.(1)
–Lo malo de esta manera es que tengo que llevarlas conmigo –dice mostrando las piedras.
No es algo que pueda hacer muy a menudo de mostrar sus habilidades de modo tan abierto. Suele ocultarlas, realizarlas de manera secreta y camuflada o simplemente prefiere que sus potenciales enemigos no sospechen que posee alguna herramienta hasta que es muy tarde. Pero al final del día sigue siendo un chico y le resulta reconfortante poder mostrar lo que sabe hacer.
La figura del fantasma que ha hecho antes vuelve a dar unas vueltas alrededor de las piedras.
–Me gustan los fantasmas –dice de pronto, mirando a las piedras.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(*) Demian ha usado su habilidad de nivel 3: Paso del Espectro.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Así que... el muñeco hablaba. Perturbador. Era como un biocibernético. Uno pequeño y sin apariencia humana. No me gustaba, pero podía ver su uso. Aunque me costaría concentrarme si alguien me leyese un libro en lugar de leerlo yo mismo.
Demian no tardó en hacer una pequeña demostración de sus habilidades. Mis ojos se tornaron azules mientras observaba, tratando de percibir todos los cambios en el éter. A decir verdad, era difícil centrarse en lugares tan repletos de objetos encantados como era mi taller: demasiados tipos de magia amontonados en un solo lugar. Era casi cegador. Aun así, valía la pena. Pocas veces había tenido la oportunidad de observar magia no-elemental en esa ciudad.
Lo primero fue telekinesis. Lo segundo... algo distinto. Tenía parte ilusoria, por supuesto, pero no era como si simplemente se hubiese hecho invisible para acercarse. Podría ser conjuración, quizás...
-Pondrías a casi cualquier brujo elemental en ridículo.- admití. Ya que me había enseñado lo que podía hacer, quizás sería una buena idea mostrar mis cartas. Saqué un pequeño saco de debajo del mostrador y lo abrí, revelando unas cuantas piedras planas marcadas con el mismo símbolo. -Estas las uso como arma.- dije, sosteniendo una entre dos dedos. -Liberan un rayo al romperse, y va a por el ser vivo más cercano. No suele matar, pero... es doloroso. Se me ocurre que podríamos usarlas, pero tiene que ser en el aire, o alguien saldrá herido.-
Después, empecé a recoger algunos de los pergaminos y objetos encantados que podía usar. Quizás pudiese hacer que volasen de alguna forma antes de activarse. Un encantamiento de viento, tal vez. Continué trabajando durante un rato, dejando que el chico siguiese en mi taller mientras compartíamos ideas.
Gruñí. ¿Que demonios estaba haciendo?
Aparté los pergaminos de un manotazo y me saqué la corona, poniéndola en el mostrador. Sin embargo, no aparté la mano de ella.
-A veces odio esto.- admití. Me froté los ojos. -No debería estar aquí. Soy un maldito Centinela, y estoy haciendo fuegos artificiales para algún imbécil.- Había muchas otras cosas que podía estar haciendo. Podía salvar vidas, o destruirlas. Podía hacer cosas que nadie más sabía. Podía estar progresando en mis planes contra los Jinetes. En su lugar, estaba en una tienda cualquiera, preparando un maldito espectáculo de luces que todo el mundo olvidaría en una semana.
-Es muy distinto de encantar un arma. Una espada o una armadura puede salvarte la vida... cambiar cosas.- continué. -Para las razas mágicas, el éter es una herramienta. Algo con el que se pueden hacer cosas impensables. La mayoría de los míos no la controla. Los humanos, licántropos... está fuera de su alcance.- Si bien a veces no era del todo apreciada, estaba seguro de que cualquier persona mataría por poder dominar un elemento, o simplemente la telekinesis. -Y este capullo quiere usarla para entretenerse un rato.-
Lo mismo se podía decir de muchas cosas que daba por sentado. Una casa. Un puñado de aeros. No pasar frío. ¿Y que había hecho él para ganarselo? ¿Nacer y heredarlo de sus padres?
Una idea me dio un terrible escalofrío. Tenía que hacer algo. Me puse la corona de nuevo y empecé a recoger los pergaminos para meterlos en una bolsa.
-Ven. Vamos a hacer un espectáculo que no olvidarán.- le dije a Demian.
Estaba atardeciendo. Iba a verse desde lejos.
Demian no tardó en hacer una pequeña demostración de sus habilidades. Mis ojos se tornaron azules mientras observaba, tratando de percibir todos los cambios en el éter. A decir verdad, era difícil centrarse en lugares tan repletos de objetos encantados como era mi taller: demasiados tipos de magia amontonados en un solo lugar. Era casi cegador. Aun así, valía la pena. Pocas veces había tenido la oportunidad de observar magia no-elemental en esa ciudad.
Lo primero fue telekinesis. Lo segundo... algo distinto. Tenía parte ilusoria, por supuesto, pero no era como si simplemente se hubiese hecho invisible para acercarse. Podría ser conjuración, quizás...
-Pondrías a casi cualquier brujo elemental en ridículo.- admití. Ya que me había enseñado lo que podía hacer, quizás sería una buena idea mostrar mis cartas. Saqué un pequeño saco de debajo del mostrador y lo abrí, revelando unas cuantas piedras planas marcadas con el mismo símbolo. -Estas las uso como arma.- dije, sosteniendo una entre dos dedos. -Liberan un rayo al romperse, y va a por el ser vivo más cercano. No suele matar, pero... es doloroso. Se me ocurre que podríamos usarlas, pero tiene que ser en el aire, o alguien saldrá herido.-
Después, empecé a recoger algunos de los pergaminos y objetos encantados que podía usar. Quizás pudiese hacer que volasen de alguna forma antes de activarse. Un encantamiento de viento, tal vez. Continué trabajando durante un rato, dejando que el chico siguiese en mi taller mientras compartíamos ideas.
[. . .]
Gruñí. ¿Que demonios estaba haciendo?
Aparté los pergaminos de un manotazo y me saqué la corona, poniéndola en el mostrador. Sin embargo, no aparté la mano de ella.
-A veces odio esto.- admití. Me froté los ojos. -No debería estar aquí. Soy un maldito Centinela, y estoy haciendo fuegos artificiales para algún imbécil.- Había muchas otras cosas que podía estar haciendo. Podía salvar vidas, o destruirlas. Podía hacer cosas que nadie más sabía. Podía estar progresando en mis planes contra los Jinetes. En su lugar, estaba en una tienda cualquiera, preparando un maldito espectáculo de luces que todo el mundo olvidaría en una semana.
-Es muy distinto de encantar un arma. Una espada o una armadura puede salvarte la vida... cambiar cosas.- continué. -Para las razas mágicas, el éter es una herramienta. Algo con el que se pueden hacer cosas impensables. La mayoría de los míos no la controla. Los humanos, licántropos... está fuera de su alcance.- Si bien a veces no era del todo apreciada, estaba seguro de que cualquier persona mataría por poder dominar un elemento, o simplemente la telekinesis. -Y este capullo quiere usarla para entretenerse un rato.-
Lo mismo se podía decir de muchas cosas que daba por sentado. Una casa. Un puñado de aeros. No pasar frío. ¿Y que había hecho él para ganarselo? ¿Nacer y heredarlo de sus padres?
Una idea me dio un terrible escalofrío. Tenía que hacer algo. Me puse la corona de nuevo y empecé a recoger los pergaminos para meterlos en una bolsa.
-Ven. Vamos a hacer un espectáculo que no olvidarán.- le dije a Demian.
Estaba atardeciendo. Iba a verse desde lejos.
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Asher también mostró sus propias habilidades y de pronto aquel recóndito taller se había convertido en el Hekshold. Demian pudo observar el uso de los arcanos y había cosas bastante útiles. Su ojo atento intentó percibir y aprender del éter que canalizaban aquellas cosas, aunque resultaba bastante complejo todo. Las runas se comportaban de maneras muy diferentes a la magia de voluntad de los brujos.
–Los trucos como las ilusiones son buenos, pero al final n-no hay como una buena descarga para sacarse un problema. A veces la solución más sencilla es la mejor –comentó.
* * *
La idea de fabricar fuegos artificiales le estaba resultando divertida al chico. Podía ser algo completamente inútil, pero contemplar una obra de magia en todo su esplendor, mezclando los arcanos y las artes ilusorias, sin duda resultaría en toda una experiencia.
Pero de pronto Asher ya no parecía contento con ello.
–Es bueno d-d-divertirse de vez en cuando –comentó tímidamente, pero pronto las explicaciones de su compañero le hicieron guardar silencio.
Desde que había reunido a un grupo de chicos en torno a una idea llamada Gorriones, los objetivos de su vida habían cambiado. De pequeño le habían enseñado que todo era ser eficiente, cumplir órdenes, lograr misiones, pero con los Gorriones había aprendido a divertirse, hacer cosas estúpidas y no cuestionarse tanto las cosas.
Entonces Asher menciona una idea que, aunque no estaba clara, Demian podía de inmediato sospechar en qué dirección iba.
–No lo vamos a m-matar, ¿verdad? –preguntó el chico.
Demian aseguró sus dagas en el cinto, por si a caso, de la misma manera que activó nuevamente sus ilusiones para cambiar la apariencia de sus ropas. Si ya no iban a jugar a proveer un servicio a un hombre rico, era mejor pasar por un chico cualquiera. Su nueva apariencia era humilde, pero no de mendigo. Trató de imitar lo mejor que pudo a la gente normal que había visto por el camino. Ropas algo sucias por el trabajo, nada llamativo, colores simples de la tela expuesta a los elementos. Nada de runas, por supuesto.
–La comida de una fiesta es muy buena –comentó casi con un suspiro, sospechando que el camino que estaban tomando no iba a terminar en una fiesta de aniversario–. ¿Podemos al menos tomar un poco? ¿un poquito? esa gente tiene mucha, ¿no?
De alguna manera, el decir eso le hizo encontrarle un poco más de razón a Asher. Las cosas de las que disfrutaba esa gente eran tales que sólo podían soñar otros. Él mismo había dedicado gran parte de sus esfuerzos a ayudar a otros chicos de la calle, chicos que habían tenido vidas muy duras y jamás podrían disfrutar de un banquete... salvo que lo tomaran con sus propias manos.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
No estaba seguro de que quería hacer. Bueno, tenía un objetivo: hacer cualquier cosa que dañase a ese tipo. Pero no había pensado más allá de aquello. Decidí que si iba a gastar dinero y el esfuerzo de otros en cosas tan frívolas, no se merecía tenerlo. El robo parecía la mejor opción.
A medida que caminaba, aumentaba mi frustración, pero también me obligaba a pensar con claridad. De nada serviría ir y hacer ruido. Solo me traería más molestias luego.
-Vamos a reconocer la zona.- dije, dedicándole una mirada de reojo. Me sorprendía que fuese reacio a matar, aunque podía entenderlo. Podría causar problemas. -Memorizar todo lo que podamos. Conseguir llaves. Esas cosas. Si ves algo que quieras, quédatelo.- dije. Teniamos aún unos días para ejecutar un robo de verdad. Aquella fiesta sería un momento ideal, ya que iba a captar la atención de todo el mundo. Sin embargo, dependería de Demian para conseguir algo.
Por supuesto, aquello no sería demasiado problemático. En cuanto a sigilo, estaba seguro de que pocos podían competir con el chico.
-No creo que sea alguien con enemigos. Probablemente no tenga guardias. Pero ten cuidado con los sirvientes. No pueden vernos, y no podemos matarlos.- dije mientras nos movíamos entre las calles. Quitarle la vida a sus trabajadores no iba a servir de nada. Simplemente los reemplazarían.
No estaba muy seguro de cual era su dirección, pero dudaba que estuviese cerca de los barrios bajos. La averiguaría tarde o temprano.
-¿Hasta donde llegan tus ilusiones? ¿Puedes hacerte pasar por otra persona?- pregunté. Si no se daba el caso, tampoco pasaba nada. Solo tenía que saber que esperar para adaptarme.
La mansión no era muy distinta a como me esperaba. No era algo particularmente vistoso: no llegaba a ser el más grande o rico de la ciudad, ni nada por el estilo. Solo un noble más. No estaba seguro de si eso lo hacía mejor o peor. Lo más destacable era el jardín, donde probablemente se daría la fiesta en si. Era bastante amplio. Parecía que alguien cuidaba bien de las plantas. De alguna forma, el frío del invierno de Dundarak no lo había afectado demasiado.
-No hay nada alarmante. Solo un par de personas dentro... que sean mágicas, al menos.- murmuré, observando la entrada con mis otros ojos. No era tan preciso como lo que podía hacer Syl, pero los rastros de magia podían dar muchas pistas. Era casi como su olor: lo dejaban por donde iban, aunque desaparecía con el tiempo. -No han salido en unas horas. Vamos.-
Saltar el pequeño muro no fue ninguna dificultad. Una vez en el jardín solo era cuestión de buscar alguna entrada. Como en muchas situaciones, entrar por la puerta delantera no era la mejor opción.
-¿Puedes abrir cerraduras?- pregunté, agachándome entre los arbustos. -¿Puerta o ventana?
A medida que caminaba, aumentaba mi frustración, pero también me obligaba a pensar con claridad. De nada serviría ir y hacer ruido. Solo me traería más molestias luego.
-Vamos a reconocer la zona.- dije, dedicándole una mirada de reojo. Me sorprendía que fuese reacio a matar, aunque podía entenderlo. Podría causar problemas. -Memorizar todo lo que podamos. Conseguir llaves. Esas cosas. Si ves algo que quieras, quédatelo.- dije. Teniamos aún unos días para ejecutar un robo de verdad. Aquella fiesta sería un momento ideal, ya que iba a captar la atención de todo el mundo. Sin embargo, dependería de Demian para conseguir algo.
Por supuesto, aquello no sería demasiado problemático. En cuanto a sigilo, estaba seguro de que pocos podían competir con el chico.
-No creo que sea alguien con enemigos. Probablemente no tenga guardias. Pero ten cuidado con los sirvientes. No pueden vernos, y no podemos matarlos.- dije mientras nos movíamos entre las calles. Quitarle la vida a sus trabajadores no iba a servir de nada. Simplemente los reemplazarían.
No estaba muy seguro de cual era su dirección, pero dudaba que estuviese cerca de los barrios bajos. La averiguaría tarde o temprano.
-¿Hasta donde llegan tus ilusiones? ¿Puedes hacerte pasar por otra persona?- pregunté. Si no se daba el caso, tampoco pasaba nada. Solo tenía que saber que esperar para adaptarme.
[. . .]
La mansión no era muy distinta a como me esperaba. No era algo particularmente vistoso: no llegaba a ser el más grande o rico de la ciudad, ni nada por el estilo. Solo un noble más. No estaba seguro de si eso lo hacía mejor o peor. Lo más destacable era el jardín, donde probablemente se daría la fiesta en si. Era bastante amplio. Parecía que alguien cuidaba bien de las plantas. De alguna forma, el frío del invierno de Dundarak no lo había afectado demasiado.
-No hay nada alarmante. Solo un par de personas dentro... que sean mágicas, al menos.- murmuré, observando la entrada con mis otros ojos. No era tan preciso como lo que podía hacer Syl, pero los rastros de magia podían dar muchas pistas. Era casi como su olor: lo dejaban por donde iban, aunque desaparecía con el tiempo. -No han salido en unas horas. Vamos.-
Saltar el pequeño muro no fue ninguna dificultad. Una vez en el jardín solo era cuestión de buscar alguna entrada. Como en muchas situaciones, entrar por la puerta delantera no era la mejor opción.
-¿Puedes abrir cerraduras?- pregunté, agachándome entre los arbustos. -¿Puerta o ventana?
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Demian escucha las instrucciones con calma. Asher ciertamente no lo ha visto robar, por lo que es natural que no lo sepa, pero el chico ya tiene costumbre quedándose con cosas ajenas.
–Tomar lo que pueda, no ser visto, no matar –repite el chico, confirmando las instrucciones.
Continuaron avanzando por las calles del lugar hasta que recibe otra pregunta.
–¿Hacerme pasar por otro? –se rasca el pelo por unos instantes antes de continuar–. No sé, nunca he intentado hacerme pasar por alguien en es-s-specífico, pero he cambiado mi apariencia muchas veces.
Momentos después su cabello cambia de color, tomando un tono rojizo, su nariz crece y se vuelve más redonda y aparecen abundantes pecas sobre su rostro. Tras unos segundos todo cambia y de pronto su piel oscurece, el cabello se vuelve rizado y sus labios más gruesos. Tras otro tanto, su piel aclara, su cabello se vuelve castaño, sus ojos pardo claro y una fea cicatriz viaja desde la comisura izquierda del labio hasta el exterior del ojo del mismo lado.
–im-m-mitar a alguien suena difícil. Tendría que cambiar no sólo mi rostro, sino el cuerpo, las ropas, hasta la voz, todo coordinado y siendo fiel a una referencia –piensa en voz alta–. Quizás hasta tendría que parecer más alto o bajo. Suena difícil, tendría que conocer muy bien a quien quiero imitar para no cometer errores, pero creo que podría hacerlo.
* * *
Eventualmente llegan hasta la mansión en cuestión y comenzar a reunir información de manera discreta.
–Bueno, buscaban a alguien para hacer trucos mágicos, ¿no? –dice encogiéndose de hombros.
A primera vista no parece ser un lugar peligroso, tanto por la ausencia de guardias como por la ausencia de señales de magia. Ni siquiera la mansión es especialmente imponente. La misma impresión sigue confirmándose cuando atraviesan sin problemas el muro y llegan hasta el borde de la vivienda.
–Las ventanas son pan comido –dice con una sonrisa.
Apoya una mano en una de ellas y deja que su telekinesis fluya. Es un truco bastante básico. Dado que las ventanas no poseen cerraduras especiales con mecanismos complejos, sino simples bloqueos mediante palanca, el asunto es tan simple como mover la palanca con la mente... fácil al menos para un brujo.
¡Click!
Con un leve empujón la ventana abre sin problemas.
Se asoma discretamente y, tras comprobar que no hay personas en el pasillo, entra dando un movimiento que, si bien es rápido, es completamente silencioso. Años de práctica le han hecho que todo parezca muy natural.
Explora nuevamente el lugar. Se encuentran en un pasillo de unos cinco metros. Hay un par de puertas grandes que parecen dar a un salón importante, por la ubicación bien puede ser el salón principal de la mansión. A los costados hay un par de puertas pequeñas, quizás pequeñas bodegas, mientras que al fondo el pasillo gira. Si bien no se puede ver lo que hay tras el giro, se escucha débil el ruido de ollas y al menos unas tres personas, por lo que da la impresión que allí debe estar la cocina. Hacia el sentido contrario se ve un par de escaleras, una que sube y otra que baja, pero no se trata de escaleras lujosas. Son sencillas y estrechas.
–Si nos quedamos mucho aquí puede que salga gente de la cocina –susurra a su compañero–. Las escaleras deben ser para uso de la servidumbre, para ir a los otros niveles sin interrumpir el salón.
"Pasa, Alexander, ... cómodo, por favor, ... claro... como dijiste" se escucha una voz distante desde lo que parece ser el salón. Es difícil reconocer mucho sobre ella, salvo que es masculina. No es posible para Demian distinguir todas las palabras y de momento no se escucha respuesta de la otra persona.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Los movimientos de Demian eran curiosamente similares a los de Syl. Por supuesto, había diferencias debido al tamaño y proporción, pero no dejaban de recordarme al felino. Rápidos y silenciosos, con gracilidad adquirida con el tiempo.
En comparación, mis gestos eran bastante más pesados. Aun así, había aprendido a moverme sin llamar la atención. La diferencia era que para mí solía ser algo opcional, supuse.
Contemplamos las opciones durante un segundo. Parece ser que el propietario de la mansión tenía algún invitado. Eso facilitaba las cosas. Acabé decidiéndome por las escaleras de sirvientes. Eran discretas y accedían a casi todo el edificio, si bien algo estrechas.
Lo que buscábamos estaba probablemente arriba. Ascendimos con cuidado, hasta llegar a un pasillo más largo. No había mucho tiempo para pensar. Fui directamente hacia una de las puertas cerradas, asegurándome antes de que no oía nada al otro lado antes de abrir.
Era una biblioteca. Y una grande.
A decir verdad, no estaba nada mal. Para estándares nobles, incluso. No era nada comparable con la del Hekshold, por supuesto, pero seguía resultando bastante respetable. Cerré la puerta con cuidado, asegurándome de no hacer ruido.
-Parece que alguien colecciona libros.- observé. Me acerqué a una de las estanterías, cogiendo uno de los tomos al azar. Parecía bastante impoluto. No debía haber sido abierto muchas veces. -Colecciona, pero no estudia...- dije, bajando el tono a uno decepcionado. Cerré el libro y lo dejé en su sitio.
Podía respetar a un erudito. A alguien que almacenaba cosas de valor sin motivo... no tanto.
-¿Algún título interesante?- pregunté. Si bien los que había visto no eran demasiado comunes, no destacaban del todo. -Quizás los más importantes estén en otra parte.- musité, pensativo.
Había algo que no me terminaba de encajar. ¿Como podía haberse llevado aquella mujer, la supuesta Lady Daurim, libros de la biblioteca del Hekshold? No era precisamente fácil. Tenían medidas para que nadie se los llevase. Un pequeño truco antirrobo con el cual era muy familiar: en alguna parte del libro, se escondía una runa específica. Esta se activaba si se alejaba demasiado de cierto lugar sin desactivar el encantamiento. Algunas inutilizaban el objeto robado. Otras... a la persona que lo roba.
En cualquier caso, el encantamiento daba la alarma. Era esencialmente imposible sacarlo de las islas sin llamar la atención, y aquello era algo a lo que un noble no se podía arriesgar. Si quisiera hacer algo así... lo más práctico sería anular el encantamiento. Sin embargo, si está escondido, no es fácil interferir con la runa... salvo que usase otro objeto encantado. Como la vaina de la espada de Eltrant.
Volví mis ojos azules una vez más, buscando cualquier fuente de éter. Aparté de mi mente el éter de Demian, el de su armadura, y el de mi propio cuerpo y equipo. Tenía que buscar algo más sutil.
Podía ver algo. Runas. Brillaban tenuemente, pero en cuanto acerqué la mano, esta chocó contra la estantería. Sacudí la cabeza. ¿Estaba dentro?
-Creo que aquí hay algo.- avisé, examinando cada estante. Debía haber algún tipo de compartimento. La madera era gruesa: debía haber espacio dentro. No tardé en encontrar algún tipo de relieve en forma de rectángulo. Quizás podría deslizarse.
Me detuve, volviendo la vista hacia la puerta y escuchando atentamente. Me había parecido oír algo. Esperé.
... Nada.
Miré a Demian, tranquilizándome un poco. Era mejor no quedarse mucho tiempo más.
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Demian miró con cara neutral la colección de libros, pero en su cabeza estaba procesando bastante información y tomando decisiones sobre cómo interpretarlas. Tomó uno de ellos, pero no cualquiera. En específico escogió aquel que tenía un sello con forma de caballo marino en el lomo. Abrió la portada.
–Este... yo conozco este sello –dijo pasando su dedo–. Es el sello de la casa Myrddin... la que lidera el m-m-maestro Rutherford. Este libro pertenece al Hekshold.
Lo cerró con evidente molestia. ¿Cómo esas personas que parecían no tener idea siquiera de magia habían podido obtener esos tomos tan preciados... y encima para dejarlos, como decía Asher, simplemente allí, de adorno, de colección.
–Ladrones... –comentó en voz baja. Iba en esa palabra un trato despectivo, a pesar de que él mismo era un ladrón y Los Gorriones usaban esa actividad como su forma de subsistencia. Pero esto no era lo mismo, no era lo mismo robar para subsistir que guardarse el conocimiento de manera tan absurda.
Pronto Asher exploraba el lugar con algún tipo de habilidad que iluminaba sus ojos. Demian puso atención a lo que hacía, tratando de percibir el detalle del uso del Éter que se estaba llevando a cabo. Parecía algo inusual, distinto a la magia que conocía. Pronto el hombre-bestia habló y Demian asintió.
Acto seguido, el chico se bajó los lentes que llevaba sobre la cabeza y con ello miró al compartimiento. El revestimiento de madera se desvaneció en el aire, al menos ante su visión, revelando el interior.
–Hay más libros... por absurdo que parezca. Tres de ellos. No tienen título, en sus p-portadas hay símbolos, pero no las runas clásicas, no, sino símbolos que no logro reconocer. Están bien atrás, como si estuvieran dentro de la muralla, no del estante –se acercó un poco más–. Espera, hay algo más. Parece un mecanismo, tiene una cadena que sube por aquí –se pone de pie, siguiendo lo que parece una pista–. No, por aquí... por acá... y llega... ¡ajá!.
A un costado del estante hay una estatuilla que se asemeja a un león. Le jala la cabeza y suena un ruido de metales moviéndose. A los pocos segundos el lugar que señala Asher se abre como si se tratase de una puerta, tras lo que se asoma una especie de bandeja con los libros.
Con la labor realizada, se levanta los lentes. Ver a través de las cosas puede ser muy útil, pero limita bastante la posibilidad de interactuar correctamente con los objetos cercanos.
Toma uno de los libros y lo levanta. También tiene el sello del caballo marino, pero parece más antiguo, con la marca desteñida. De hecho, todo el libro parece bastante viejo, mucho más que los que adornan el estante. En la portada hay sólo un sello, algo parecido a un ojo, aunque no está seguro si es exactamente eso, sobre un círculo.
–Creo que he visto esto antes, pero... no sé, no estoy seguro.
Entonces escucha el murmullo.
Al principio es ininteligible, pero poco a poco se va haciendo más fuerte, como si las voces se acercaran.
–...aro...ñor...omo...jo –las voces aún no se distinguen del todo, pero el timbre le resulta familiar. No tarda en reconocer que es la misma voz de quien se encontraron en el taller de Asher.
–Sí, señor...obtener la carne. Al principio se opusieron, claro, pero recurrimos a...claro...menaza no hay quien no entienda. Al final los campesinos entendieron que era en sus buenos intereses que esta fiesta resulte todo un banquete.
–No necesito que me digas todo lo que hiciste, me basta con saber que la carne está –contesta una voz distinta, más fuerte y autoritaria–. Ahora sólo falta el espectáculo del bardo. ¿Está listo eso?
–Sí, mi señor... bueno, casi. El pobre infeliz se orinó cuando lo trajeron amarrado, ¿puede creerlo? se ensució él mismo. Le dije a mis asistentes que le dieran un susto, pero no creía que fuera a ser tan cobarde. En fin, ya está preparándose. Y pensar que se había creído capaz de decir que no.
–Bien, bien. Voy a estar en el estudio, dile a María que necesito que me traiga una copa de vino. No, dile que traiga la botella.
–Enseguida, señor.
Demian no tarda en razonar que, habiendo libros y poco más allá un lugar cómodo para sentarse y una mesa con papeles, es razonable pensar que están en el estudio.
En silencio, se mueve presto hacia atrás de la silla principal. Es bastante grande como para ocultarle y tiene sus ilusiones como recurso en caso de cualquier invonceniente.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Una voz empezó a acercarse. Demian no tardó en esconderse. Mi primer instinto también fue el mismo. Pero la verdad era que no era lo que quería.
Así que no lo hice. Me quedé de pie, esperando. Naturalmente, el hombre entró, cerrando la puerta tras de sí, me vio sin dificultad.
-¿Quien demonios eres tú?- preguntó, sorprendido.
No perdí un segundo. Clavé mi mirada en la suya y moví la mano. La espada se materializó en el aíre, y la coloqué entre el hombre y yo, rozándole la barbilla con la punta.
-Un arcanista.- dije simplemente. -Cierra el pico y escucha.- El noble tensó la mandíbula. No había visto a Demian, al menos. Su atención estaba completamente centrada en mi. Bien. -Tu sirviente me ha contratado para hacer un espectáculo en tu fiesta. Pero parece que hay algo que no ha mencionado.- gruñí.
No respondió. Quizás fuese listo, después de todo.
-Los libros con los que planeais pagar son robados. Del Hekshold, ¿verdad?- pregunté. -Y teneis más. Queréis deshaceros de ellos. ¿Por qué?-
-Es arriesgado tenerlos.- admitió tras una larga pausa. -Lo hago por mi mujer. No puedo dejar que salga a la luz. La mejor forma es librarnos de ellos de forma discreta.- continuó, enfocando su mirada al estante en el que estaban ocultos. -Estoy seguro de que alguien pagaría una buena cantidad por ellos.-
Tenía sentido. Era la mejor forma de evitar que lo acabasen enlazando con el robo. Filtrarlos de uno en uno, de forma discreta, a gente que no daría sus fuentes.
-¿Y a ti qué? ¿Vienes a simpatizar con los campesinos?- preguntó, con todo el deje de desprecio que podía permitirse. Chasqueé la lengua. -Si tienes algún problema, deberías hablarlo con mis sirvientes. Son ellos los que se encargan de conseguir lo necesario.-
-Me da lo mismo el cómo trates a los demás.- repliqué. -Da igual si lo haces por amor, o por avaricia, o porque te da la gana. La gente como tú no se merece lo que tiene.-
Estaba tentado de hundir la espada en su garganta. Pero sabía que aquello no cambiaría nada. No por si sólo. En parte, no me importaba.
-Este es mi territorio. No me desafíes, o la próxima vez no parare aquí. Tienes mucho que perder, Daurim.- declaré, dejando la amenaza bien clara. -Pero es la primera vez, así que seré bueno. Voy a hacer lo que quieres, y llevarme los libros. Todos ellos. No voy a delatar a tu mujer. Y hasta os dejaré ver el espectáculo que queréis.- Esbocé una sonrisa. Una sonrisa retorcida, e incluso cruel. Aquel hombre de carácter autoritario y decisivo había quedado sin palabras. Sabía que podía matarlo.
La puerta se abrió detrás del lord. Una sirvienta entró en la habitación, sosteniendo una botella de vino. Retrocedió, sobresaltada al verme.
-No te preocupes. Nadie saldrá herido.- aseguré, haciendo que mi espada se desvaneciese como si nunca hubiese estado allí. Le dí una palmada en el hombro al hombre. -Ahora... ¿por qué no te vas a tu salón, y finges que no ha pasado nada? Ni siquiera me verás irme.-
Un destello de ira recorrió sus ojos. Seguía pálido, por supuesto. Casi podía oler su impotencia. Quería desafiarme, pero podía morir. Si de verdad era amor lo que le motivaba, tenía aún más motivos para no hacerlo.
-...Llévame la botella al salón, María.- dijo fríamente. Lentamente, el hombre se giró y salió de la biblioteca, cerrando la puerta tras de sí.
Una vez estaba seguro de que se habían ido, le hice un gesto con la cabeza a Demian. Ni siquiera habían notado su presencia.
-Bueno, eso ha ido bien.- musité. Estaba seguro de que no iba a acabar así como así. Enviaría mercenarios, quizá asesinos. Tendría que tomar un par de precauciones adicionales con la tienda. No importaba. Había valido la pena. Ahora eran mis términos. Empecé a recolectar los libros marcados, mucho más satisfecho de lo que había estado antes. -Vamos. Tenemos un espectáculo que preparar.
Así que no lo hice. Me quedé de pie, esperando. Naturalmente, el hombre entró, cerrando la puerta tras de sí, me vio sin dificultad.
-¿Quien demonios eres tú?- preguntó, sorprendido.
No perdí un segundo. Clavé mi mirada en la suya y moví la mano. La espada se materializó en el aíre, y la coloqué entre el hombre y yo, rozándole la barbilla con la punta.
-Un arcanista.- dije simplemente. -Cierra el pico y escucha.- El noble tensó la mandíbula. No había visto a Demian, al menos. Su atención estaba completamente centrada en mi. Bien. -Tu sirviente me ha contratado para hacer un espectáculo en tu fiesta. Pero parece que hay algo que no ha mencionado.- gruñí.
No respondió. Quizás fuese listo, después de todo.
-Los libros con los que planeais pagar son robados. Del Hekshold, ¿verdad?- pregunté. -Y teneis más. Queréis deshaceros de ellos. ¿Por qué?-
-Es arriesgado tenerlos.- admitió tras una larga pausa. -Lo hago por mi mujer. No puedo dejar que salga a la luz. La mejor forma es librarnos de ellos de forma discreta.- continuó, enfocando su mirada al estante en el que estaban ocultos. -Estoy seguro de que alguien pagaría una buena cantidad por ellos.-
Tenía sentido. Era la mejor forma de evitar que lo acabasen enlazando con el robo. Filtrarlos de uno en uno, de forma discreta, a gente que no daría sus fuentes.
-¿Y a ti qué? ¿Vienes a simpatizar con los campesinos?- preguntó, con todo el deje de desprecio que podía permitirse. Chasqueé la lengua. -Si tienes algún problema, deberías hablarlo con mis sirvientes. Son ellos los que se encargan de conseguir lo necesario.-
-Me da lo mismo el cómo trates a los demás.- repliqué. -Da igual si lo haces por amor, o por avaricia, o porque te da la gana. La gente como tú no se merece lo que tiene.-
Estaba tentado de hundir la espada en su garganta. Pero sabía que aquello no cambiaría nada. No por si sólo. En parte, no me importaba.
-Este es mi territorio. No me desafíes, o la próxima vez no parare aquí. Tienes mucho que perder, Daurim.- declaré, dejando la amenaza bien clara. -Pero es la primera vez, así que seré bueno. Voy a hacer lo que quieres, y llevarme los libros. Todos ellos. No voy a delatar a tu mujer. Y hasta os dejaré ver el espectáculo que queréis.- Esbocé una sonrisa. Una sonrisa retorcida, e incluso cruel. Aquel hombre de carácter autoritario y decisivo había quedado sin palabras. Sabía que podía matarlo.
La puerta se abrió detrás del lord. Una sirvienta entró en la habitación, sosteniendo una botella de vino. Retrocedió, sobresaltada al verme.
-No te preocupes. Nadie saldrá herido.- aseguré, haciendo que mi espada se desvaneciese como si nunca hubiese estado allí. Le dí una palmada en el hombro al hombre. -Ahora... ¿por qué no te vas a tu salón, y finges que no ha pasado nada? Ni siquiera me verás irme.-
Un destello de ira recorrió sus ojos. Seguía pálido, por supuesto. Casi podía oler su impotencia. Quería desafiarme, pero podía morir. Si de verdad era amor lo que le motivaba, tenía aún más motivos para no hacerlo.
-...Llévame la botella al salón, María.- dijo fríamente. Lentamente, el hombre se giró y salió de la biblioteca, cerrando la puerta tras de sí.
Una vez estaba seguro de que se habían ido, le hice un gesto con la cabeza a Demian. Ni siquiera habían notado su presencia.
-Bueno, eso ha ido bien.- musité. Estaba seguro de que no iba a acabar así como así. Enviaría mercenarios, quizá asesinos. Tendría que tomar un par de precauciones adicionales con la tienda. No importaba. Había valido la pena. Ahora eran mis términos. Empecé a recolectar los libros marcados, mucho más satisfecho de lo que había estado antes. -Vamos. Tenemos un espectáculo que preparar.
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Asher no hizo ningún intento por ocultar su presencia. Al contrario, de manera abierta encaró al que parecía ser el dueño del lugar y quien les había contratado.
Demian no tenía realmente asuntos pendientes con el sujeto, por lo que prefirió mantenerse oculto mientras ellos hablaban. Fue en esa conversación que confirmó que aquellos libros eran robados.
¿Podía realmente juzgarlo?
Él mismo tenía una colección de tomos, en su mayoría adquiridos mediante el robo. Robar del Hekshold era otra cosa, pero seguía siendo robo. Sólo no tenía sentido que alguien con tanto dinero se dedicara a ello. Bueno, eso podía explicar la cantidad de dinero.
Pronto la conversación terminó y comenzaron a recolectar los libros.
–Sé que necesitan el dinero y t-todo... –comentó mientras guardaba un libro con extraños símbolos que de alguna manera le recordaban a ojos en un morral– , pero no entiendo cómo alguien podría trab-b-bajar para una persona así.
No era la primera vez que lidiaba con personas adineradas y, si bien no podía decir que todos fueran iguales, comenzaba a notar algunos patrones comunes.
–Hay gente que no tiene para comer, especialmente ahora, con lo de la... guerra –comentó cuando ya abandonaban el lugar–. Muchos perdieron todo, pero, es c-c-como si la gente rica no hubiera perdido nada.
Trató de imaginarse cómo sería un mundo sin personas en el poder, sin ricos y adinerados moviendo los hilos o sin los nobles acomodados desde sus cunas de oro. Un mundo donde chicos como los Gorriones no hubieran tenido que vivir vias tan difíciles desde antes de siquiera aprender a caminar. No era tarea fácil, el mundo era así desde que lo había conocido, ni siquiera en las viejas historias se hablaba de otras realidades o alternativas.
–Si un día alguien asesinara a los reyes y nobles... ¿qué pasaría? ¿sería el mundo mejor o peor? –preguntó.
* * *
Una vez ya estuvieron de vuelta en el taller, Demian entregó uno de los tomos rescatados a Artyhom. El mecánico, ya habituado a su tarea, comenzó inmediatamente a leerlo a una velocidad impresionante. Era como si le bastara mirar una página unos segundos para grabar todo su contenido. A Demian aún le costaba entender cómo podía ser capaz de hacer tal cosa sin ser una criatura en extremo inteligente.
–Por un m-momento pensé que el trabajo ya no lo íbamos a hacer, pero parece que sí... –comentó Demian sacando sus herramientas alquímicas–, así que, quizás puedo fabricar algunas mezclas de colores. En las Islas Illidenses hicimos algo así para una muestra.
Su mirada se tornó en una mezcla de sombría y ausente. En aquella ocasión las cosas habían terminado muy mal, con Rena perdiendo un brazo producto de un ataque. Pronto sacudió su cabeza, como si con ello pudiera borrar los recuerdos, y se concentró nuevamente en lo que tenían entre manos.
–A veces me gustaría poder estar en todos lados al mismo tiempo –comentó, casi para sí mismo.
Mientras Artyhom devoraba el tomo para almacenarlo en su memoria, Demian comenzaba a recolectar los materiales necesarios para confeccionar algunas pócimas alquímicas. En específico, buscaba aquellas mezclas capaces de causar pequeñas explosiones.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
-Tch. "Alguien".- dije, divertido. Lo más probable era que acabase haciéndolo yo mismo, tarde o temprano. -Si eso pasase, la gente sería libre. Sin derechos de sangre, todo el mundo empieza en el mismo sitio.- expliqué. -Cada uno controlaría su propia vida. Cada uno tendría lo que se merece, ni más, ni menos.-
Como lo veía, era la única justicia verdadera. Si bien beneficiaba a los que tenían "fuerza" de algún tipo, fuese inteligencia, capacidad física, astucia o capacidad física, nada impedía conseguir lo que uno se propusiera. Alguien que empezase sin nada podría volverse fuerte.
-Es lo que quiero hacer. Los Nómadas... mi familia, es lo que busca.- continué. -Una revolución. Contra los nobles y reyes. Si la gente nos escuchase, podría liberarse.- El proceso era, lamentablemente, lento. La gente era difícil de convencer. Algunos estaban tan esclavizados que se oponían al cambio. Pero no iba a rendirme solo por algo así.
Me preguntaba si realmente la gente sabría manejarse. Algunos no tenían el estómago para tomar lo que quisieran. Otros podían verlo como una segunda Ciudad Lagarto. Aquellos lo suficientemente listos sabrían como conseguir una buena posición. Sin embargo, volver al sistema antiguo no sería posible. No cuando todo el mundo compite.
Una vez recuperados los libros, no tardamos en volver al taller. Aseguré el que había buscado por encima de los demás. Nada ni nadie iba a sacarlo de mis garras. Sin embargo, no me puse a leerlo al llegar. Lo primero era asegurar el lugar. Dejar runas de posición en la puerta y ventanas. Y un glifo de frío en los muebles de madera, para activarse en caso de que hubiese fuego. Esperaba contraataques de algún tipo. Aunque dudaba de que fuese en el mismo día. Tenía tiempo para prepararme.
Demian comentó algo sobre el trabajo, sacándome de mis pensamientos.
-Ah... sí.- musité, agitando una oreja. -Esta gente solo entiende mensajes así. Voy a su casa, le amenazo, consigo lo que quiero... y aun así, me presento de nuevo en medio de su celebración, sabiendo perfectamente que buscará venganza de algún tipo.- expliqué, esbozando una ligera sonrisa. Debía haberlo odiado. -Es una forma de dejar claro que no le tengo miedo, pero él debería temerme.-
Estaba preparado para cualquier hostilidad por su parte. No iba a comer o beber nada que se me ofreciese directamente. Tampoco podía darle la espalda a nadie. Aunque, teniendo en cuenta lo lejos que había llegado... quizás valorase más el tener una celebración apropiada y tranquila que el echarlo por tierra para intentar matarme o algo por el estilo.
-Volviendo al tema... creo que sería mejor con colores claros. Si es posible, sin mucho humo. Quizás un fuego azul...- sugerí. -Si necesitas algo en concreto, puedo ir a buscarlo.- Tenía algunos ingredientes alquímicos, y muchas de las cosas que utilizaba en Arcanos también podían servir.
Había algo que no dejaba de distraerme. Aquella cosa que Demian había presentado como su "librería personal." Parecía estar leyendo uno de los libros a gran velocidad. Esperaba que tuviese cuidado con ellos: no eran fáciles de reemplazar. El olor me recordaba a los cibernéticos. Nunca me había gustado.
Por mi parte, me centré en lo que sabía. Electricidad y luz. Tenía que brillar, después de todo. No iba a presentarme sin más. Iba a demostrar lo que podía hacer.
No era difícil hacer runas simples que iluminasen la zona durante unos pocos segundos. Quizás podría envolverlas en algún tipo de tela, para darles otros tonos. Empecé a trabajar. Tenía tinta de sobra.
Como lo veía, era la única justicia verdadera. Si bien beneficiaba a los que tenían "fuerza" de algún tipo, fuese inteligencia, capacidad física, astucia o capacidad física, nada impedía conseguir lo que uno se propusiera. Alguien que empezase sin nada podría volverse fuerte.
-Es lo que quiero hacer. Los Nómadas... mi familia, es lo que busca.- continué. -Una revolución. Contra los nobles y reyes. Si la gente nos escuchase, podría liberarse.- El proceso era, lamentablemente, lento. La gente era difícil de convencer. Algunos estaban tan esclavizados que se oponían al cambio. Pero no iba a rendirme solo por algo así.
Me preguntaba si realmente la gente sabría manejarse. Algunos no tenían el estómago para tomar lo que quisieran. Otros podían verlo como una segunda Ciudad Lagarto. Aquellos lo suficientemente listos sabrían como conseguir una buena posición. Sin embargo, volver al sistema antiguo no sería posible. No cuando todo el mundo compite.
Una vez recuperados los libros, no tardamos en volver al taller. Aseguré el que había buscado por encima de los demás. Nada ni nadie iba a sacarlo de mis garras. Sin embargo, no me puse a leerlo al llegar. Lo primero era asegurar el lugar. Dejar runas de posición en la puerta y ventanas. Y un glifo de frío en los muebles de madera, para activarse en caso de que hubiese fuego. Esperaba contraataques de algún tipo. Aunque dudaba de que fuese en el mismo día. Tenía tiempo para prepararme.
Demian comentó algo sobre el trabajo, sacándome de mis pensamientos.
-Ah... sí.- musité, agitando una oreja. -Esta gente solo entiende mensajes así. Voy a su casa, le amenazo, consigo lo que quiero... y aun así, me presento de nuevo en medio de su celebración, sabiendo perfectamente que buscará venganza de algún tipo.- expliqué, esbozando una ligera sonrisa. Debía haberlo odiado. -Es una forma de dejar claro que no le tengo miedo, pero él debería temerme.-
Estaba preparado para cualquier hostilidad por su parte. No iba a comer o beber nada que se me ofreciese directamente. Tampoco podía darle la espalda a nadie. Aunque, teniendo en cuenta lo lejos que había llegado... quizás valorase más el tener una celebración apropiada y tranquila que el echarlo por tierra para intentar matarme o algo por el estilo.
-Volviendo al tema... creo que sería mejor con colores claros. Si es posible, sin mucho humo. Quizás un fuego azul...- sugerí. -Si necesitas algo en concreto, puedo ir a buscarlo.- Tenía algunos ingredientes alquímicos, y muchas de las cosas que utilizaba en Arcanos también podían servir.
Había algo que no dejaba de distraerme. Aquella cosa que Demian había presentado como su "librería personal." Parecía estar leyendo uno de los libros a gran velocidad. Esperaba que tuviese cuidado con ellos: no eran fáciles de reemplazar. El olor me recordaba a los cibernéticos. Nunca me había gustado.
Por mi parte, me centré en lo que sabía. Electricidad y luz. Tenía que brillar, después de todo. No iba a presentarme sin más. Iba a demostrar lo que podía hacer.
No era difícil hacer runas simples que iluminasen la zona durante unos pocos segundos. Quizás podría envolverlas en algún tipo de tela, para darles otros tonos. Empecé a trabajar. Tenía tinta de sobra.
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
–Una revolución... ¿qué es una revolución? –preguntó Demian.
El chico había leído bastante y entendía que se refería a un cambio brusco, pero no terminaba de comprender todos los alcances que aquello conllevaba ni cómo se llegaba a ello.
–¿Y qué pasaría con los débiles? –preguntó, queriendo saber más del tema–, gente como algunos Gorriones cuando se unieron, que no ha tenido la op-p-portunidad de nada, que no es fuerte porque ni siquiera ha tenido para comer. ¿Cómo se sabe cuánto se merece alguien?
Se sorprendió a sí mismo con sus pensamientos. Un año atrás probablemente le habría dado lo mismo quién se sentara en el trono, siempre y cuando no le molestaran ni a él ni a sus amigos. Cuando pensó en la idea de los Gorriones sólo le importaba proteger a un grupo específico, no cambiar el mundo.
–¿Cómo evitarías que no crezca una n-nueva nobleza y todo se repita? –continuó.
La idea de un cambio en que los nobles perdieran su poder le resultaba, de todas maneras, atractiva, a pesar de las dudas sobre el cómo llegar a ello. Sus experiencias con los poderosos solían ser negativas y muchos de los conflictos que enfrentaban las personas de a pie no eran más que consecuencia de los juegos entre los nobles.
–Artyhom –dijo girándose hacia el pequeño mecánico –, busca en tu memoria cualquier c-cosa que tengas sobre revolución. A la noche me gustaría escucharlo.
–Estoy en ello. Revisando toda la biblioteca. Libros encontrados hasta el momento: cero. Artículos relacionados: cero. Fragmentos relevantes: cero. Tiempo estimado para revisión completa: dos horas y veintiocho minutos.
* * *
Más tarde se encontraría trabajando para aquel espectáculo. Para su suerte, ya había colaborado en una labor similar hace poco tiempo. Las demostraciones de luces y colores parecían estar de moda.
Asher había indicado que eran preferibles colores claros, así que Demian comenzó a hacer mezclas en base a esa premisa. No era precisamente una persona con un gran sentido artístico, pero aquello no lo requería en demasía, al menos según su visión.
Siguió el formato que había seguido Níniel y generó pequeños envases cargados con las mezclas apropiadas. Probablemente no serían tan buenas como las que había hecho la elfa, pero seguro servirían.
–Los ordené por color –informó más tarde a Asher, una vez hubo terminado la manufactura –. Los rojos están aquí, los verdes por acá, los amarillos aquí, los celestes en el borde y estos de aquí son varias mezclas exp-p-perimentales, así que no estoy seguro de qué color saldrá.
–Los amarillos van primero, y luego los verdes –corrigió Artyhom.
–Sí, eso. En realidad fue Arty el que los ordenó –confesó Demian llevándose una mano a la nuca.
Tomó entonces uno de los pequeños recipientes y se concentró en el Éter hasta poder encender una diminuta llama. Con eso era suficiente para encender la mecha, que consistía en un pequeño trozo de tela cubierto de una mezcla de cera con un acelerador alquímico. Esperó unos instantes, hasta que la mecha estuviera avanzada y arrojó la botellita. Usando su telekinesis, la elevó más allá de lo que la fuerza de sus brazos le permitiría, hasta que se oyó un pequeño estallido y se vio un destello rosáceo.
–De noche se d-d-debería ver mejor, así no es tan llamativo –se justificó.
De todas maneras, no era falso lo que afirmaba. Cualquier efecto luminoso palidecía a la luz del día, pero destacaría en la oscuridad.
–¿Cuándo partimos?
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Preparé un último símbolo. Aquello haría que todo resultase más ligero: más fácil de lanzar y mantener en el aire. No solo eso. Esa runa me ayudaría a alcanzar cualquier altura con un salto. Sin duda era uno de los diseños rúnicos más ingeniosos que poseía. [1]
-Aún tenemos un día más. Lo usaré para asegurarme de que todo está perfecto. Puedes irte, si quieres. Solo vuelve mañana al atardecer.- expliqué
Me reuní con Demian al día siguiente. Tenía todas las mezclas preparadas en una pesada bolsa, pero a decir verdad, era algo incómoda de llevar, incluso para mi. Decidí poner a prueba la runa allí mismo.
-Acércate.- dije, sacando otra de las piedras planas que solía usar. La lancé al suelo, rompiéndola contra la piedra. Un ligero polvo brillante llenó la zona que nos rodeaba, y todo se volvió más cómodo. -Runa Gravitas. O Levitasis. Aún no sé como llamarla. Lo hace todo mucho más ligero.- expliqué. Cogí la bolsa y la solté en el aire como demostración. A pesar de su peso anterior, cayó con la lentitud de una pluma, meciéndose en el aire. La volví a asir antes de que llegase al suelo. -Y nos incluye a nosotros.-
El camino fue breve. Era algo raro al principio, pero el peso reducido ayudaba para moverse sin cansarse. No pasó mucho tiempo hasta que empecé a oír la música. Un segundo vistazo reveló que había guardias en la puerta. Al parecer, se necesitaba algún tipo de invitación. No me sorprendía que no tuviese la mía, pero saltar el muro que rodeaba la mansión fue incluso más fácil que la última vez.
Nadie nos prestó demasiada atención mientras atravesábamos el amplio jardín, hacia donde estaba la fiesta. El banquete estaba servido.
-Ve a comer, si quieres. Voy a preparar las cosas.- le dije al chico. Afortunadamente, la atención la tomaba un bardo en ese momento, al lado opuesto de donde me encontraba. Comencé a dejar las bolsas en el suelo. Las había marcado con una raya de cada color, solo para asegurarme. Pensaba usarlas de forma casi indiscriminada, pero había una con la que quería tener cuidado.
Una vez estuvo todo preparado y la actuación del bardo había terminado, era hora de salir a la luz.
-Voy a lanzarlas. Mantenlas en el aire, quietas.- le indiqué a Demian. Arrojé la capa que me cubría a un lado, dejando ver el pelaje de mi torso y los símbolos rúnicos que cubrían mi espalda. Me preparé, y lancé un puñado de las piedras encantadas al aire tan fuerte como pude. [2]
Gracias a la telekinesis del chico, se habían quedado inmóviles. Era mi turno. Salté, usando las runas de mis patas para impulsarme más alto de lo que sería posible para cualquier persona sin magia. [3] La espada se materializó en mi mano. Giré sobre mi mismo, golpeando uno de los proyectiles con el filo, y activando aquel desfile arcano.
Un estallido eléctrico recorrió el cielo. Decenas de relámpagos se encadenaron entre si, rompiendo y activando las otras runas en el aire. El resultado fue una temible tormenta eléctrica. El cielo se iluminó de blanco. Y, en medio de aquella descarga, estaba yo. El mismo elemento recorría mi cuerpo, dejando una estela de chispas por donde pasaba. [4]
Comencé a caer. Por fortuna, la runa Levitasis hizo que aquello no resultase ningún problema. Tan pronto como mis pies tocaron el suelo, volví a saltar. No llegué tan alto como con el primer impulso. Pero sabía que había atraído todas las miradas.
Solté a Brillo. Sin embargo, la espada, ahora imbuida por el rayo, siguió moviéndose por el aire, [5] aún controlada por mi voluntad. Tras varios saltos, volví al suelo, y ayudé a Demian a lanzar algunos de los recipientes. A medida que ascendían, la espada los atravesaba, desencadenando la explosión de colores que contenían. Verde, amarillo, rojo... decenas de estallidos llenaron el cielo. Pero había guardado algunos trucos.
Volví a lanzar algunos de mis proyectiles, indicándole al brujo que comenzase a usar aquellas. Cuando Brillo atravesó la primera, no hubo un relámpago, sino una nube de hielo blanco. Cristales de hielo, formándose y rompiéndose en el aire. Si bien era algo más peligroso, todo lo que llegaba al suelo era en forma de agua.
Llegaba el momento del gran final.
Había dejado los tonos azules para aquello. Los lancé todos a la vez. Una decena de frascos volaron por el aire. Alcé las manos. Habíamos tenido trueno y hielo. Solo faltaba el fuego.
Una fuerte explosión salió de mis garras [6], convirtiéndose en un torrente de fuego que, en cuanto alcanzó los recipientes, se volvió de un temible color azul. Una llama etérea que deslumbró a todos los que la miraban.
Fue entonces cuando vi a aquel lord. Su cara era un poema. Preocupación y temor. Estaba al lado de los guardias, señalándome con una sorprendente falta de discrección. Sonreí. Aquello llegaba a su fin.
[1] Usado objeto Limitado: Pergamino en Blanco avanzado para crear y usar una Runa Levitasis Mejorada.
[2] Habilidad - Descarga
[3] Habilidad - Impulso
[4] Habilidad - Absorber
[5] Habilidad de Brillo - Runa de Wanda
[6] Habilidad - Estallido
-Aún tenemos un día más. Lo usaré para asegurarme de que todo está perfecto. Puedes irte, si quieres. Solo vuelve mañana al atardecer.- expliqué
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Me reuní con Demian al día siguiente. Tenía todas las mezclas preparadas en una pesada bolsa, pero a decir verdad, era algo incómoda de llevar, incluso para mi. Decidí poner a prueba la runa allí mismo.
-Acércate.- dije, sacando otra de las piedras planas que solía usar. La lancé al suelo, rompiéndola contra la piedra. Un ligero polvo brillante llenó la zona que nos rodeaba, y todo se volvió más cómodo. -Runa Gravitas. O Levitasis. Aún no sé como llamarla. Lo hace todo mucho más ligero.- expliqué. Cogí la bolsa y la solté en el aire como demostración. A pesar de su peso anterior, cayó con la lentitud de una pluma, meciéndose en el aire. La volví a asir antes de que llegase al suelo. -Y nos incluye a nosotros.-
El camino fue breve. Era algo raro al principio, pero el peso reducido ayudaba para moverse sin cansarse. No pasó mucho tiempo hasta que empecé a oír la música. Un segundo vistazo reveló que había guardias en la puerta. Al parecer, se necesitaba algún tipo de invitación. No me sorprendía que no tuviese la mía, pero saltar el muro que rodeaba la mansión fue incluso más fácil que la última vez.
Nadie nos prestó demasiada atención mientras atravesábamos el amplio jardín, hacia donde estaba la fiesta. El banquete estaba servido.
-Ve a comer, si quieres. Voy a preparar las cosas.- le dije al chico. Afortunadamente, la atención la tomaba un bardo en ese momento, al lado opuesto de donde me encontraba. Comencé a dejar las bolsas en el suelo. Las había marcado con una raya de cada color, solo para asegurarme. Pensaba usarlas de forma casi indiscriminada, pero había una con la que quería tener cuidado.
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Una vez estuvo todo preparado y la actuación del bardo había terminado, era hora de salir a la luz.
-Voy a lanzarlas. Mantenlas en el aire, quietas.- le indiqué a Demian. Arrojé la capa que me cubría a un lado, dejando ver el pelaje de mi torso y los símbolos rúnicos que cubrían mi espalda. Me preparé, y lancé un puñado de las piedras encantadas al aire tan fuerte como pude. [2]
Gracias a la telekinesis del chico, se habían quedado inmóviles. Era mi turno. Salté, usando las runas de mis patas para impulsarme más alto de lo que sería posible para cualquier persona sin magia. [3] La espada se materializó en mi mano. Giré sobre mi mismo, golpeando uno de los proyectiles con el filo, y activando aquel desfile arcano.
Un estallido eléctrico recorrió el cielo. Decenas de relámpagos se encadenaron entre si, rompiendo y activando las otras runas en el aire. El resultado fue una temible tormenta eléctrica. El cielo se iluminó de blanco. Y, en medio de aquella descarga, estaba yo. El mismo elemento recorría mi cuerpo, dejando una estela de chispas por donde pasaba. [4]
Comencé a caer. Por fortuna, la runa Levitasis hizo que aquello no resultase ningún problema. Tan pronto como mis pies tocaron el suelo, volví a saltar. No llegué tan alto como con el primer impulso. Pero sabía que había atraído todas las miradas.
Solté a Brillo. Sin embargo, la espada, ahora imbuida por el rayo, siguió moviéndose por el aire, [5] aún controlada por mi voluntad. Tras varios saltos, volví al suelo, y ayudé a Demian a lanzar algunos de los recipientes. A medida que ascendían, la espada los atravesaba, desencadenando la explosión de colores que contenían. Verde, amarillo, rojo... decenas de estallidos llenaron el cielo. Pero había guardado algunos trucos.
Volví a lanzar algunos de mis proyectiles, indicándole al brujo que comenzase a usar aquellas. Cuando Brillo atravesó la primera, no hubo un relámpago, sino una nube de hielo blanco. Cristales de hielo, formándose y rompiéndose en el aire. Si bien era algo más peligroso, todo lo que llegaba al suelo era en forma de agua.
Llegaba el momento del gran final.
Había dejado los tonos azules para aquello. Los lancé todos a la vez. Una decena de frascos volaron por el aire. Alcé las manos. Habíamos tenido trueno y hielo. Solo faltaba el fuego.
Una fuerte explosión salió de mis garras [6], convirtiéndose en un torrente de fuego que, en cuanto alcanzó los recipientes, se volvió de un temible color azul. Una llama etérea que deslumbró a todos los que la miraban.
Fue entonces cuando vi a aquel lord. Su cara era un poema. Preocupación y temor. Estaba al lado de los guardias, señalándome con una sorprendente falta de discrección. Sonreí. Aquello llegaba a su fin.
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[1] Usado objeto Limitado: Pergamino en Blanco avanzado para crear y usar una Runa Levitasis Mejorada.
[2] Habilidad - Descarga
[3] Habilidad - Impulso
[4] Habilidad - Absorber
[5] Habilidad de Brillo - Runa de Wanda
[6] Habilidad - Estallido
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
La verdad es que Asher no necesitaba decirlo, habiendo comida gratis, el chico iba a ser el primero en aprovechar, y así lo hizo.
No estaba seguro si aquellos panecillos dulces eran sus favoritos, o si lo era la abundante carne asada, o incluso podía clasificar aquel queso de aroma fétido, pero sabor celestial. Daba igual, iba a comer cuanto pudiera de lo que pudiera. Lo que pasara frente a sus narices era devorado. Misma suerte corrió aquel jugo de uva, que con su dulzor y un tenue sabor picante ya tenía al muchacho con los mofletes sonrojados.
Se había juntado con el perro aquella tarde y, a decir, verdad, la mayor parte del tiempo antes de eso se la había pasado recostado. no, no quiere decir que haya estado holgazaneando, sino que había material tan interesante en esos libros que no podía parar de leer y de pedir a Artyhom que memorizara. Algunas de las cosas que allí aparecía no las alcanzaba a comprender, pero aún así quería memorizarlas. Quizás algún día llegaría a digerir ese conocimiento.
Pero eso ya había pasado, ahora tenían un show que llevar a cabo y Asher traía una enorme bolsa llena con lo que habían preparado.
Ahora que lo veía, parecía un derroche malgastar todo ese material arcano y alquímico en algo tan irrelevante, tan frívolo. Pero tenían un acuerdo y había que cumplirlo. Los acuerdos son sagrados, le había enseñado su maestro... siempre y cuando no hubiera una misión que dijera lo contrario. Los asuntos morales eran complejos en aquel templo donde creció.
Ya con la barriga más que llena, agradeció cuando Asher le encargó principalmente usar su magia, lo que implicaba quedarse más o menos quieto.
–Puedo hacer eso –contestó. Y claro que podía.
La runa hacía las cosas más livianas, por lo que usar la telekinesis resultaba apenas trivial y no gastaba mucha de su energía. La parte del hombre bestia era más intensa y prácticamente parecía una especie de baile. Demian se sorprendió de que aquel sujeto, que siempre parecía un duro guerrero, pudiera hacer demostraciones artísticas de esa naturaleza, casi podía jurar que le veía hacer unas poses en el aire.
Sólo había un problema en lo que ocurría... Demian de pronto sentía unas ganas enormes de vaciar su vejiga. No lo reconocería públicamente, pero al parecer se le había pasado la mano con aquel jugo de uva.
–¡Al fin! –dijo cuando ya pudieron salir del centro de la atención.
Se dirigió inmediatamente a un costado de la casa, no sin antes tomar otro trozo de ese queso de fétido y devorarlo en un sólo bocado. No se podía desperdiciar una oportunidad de comida gratis.
El momento de cumplir con el deber imperativo de la naturaleza le resultó profundamente relajante, no sólo por el alivio físico, sino por darse el gusto de mancillar una lujosa estatua de mármol que adornaba el jardín. Seguro había baños en algún lugar, pero le daba igual, aquello lo hacía por gusto.
–¿Terminaste, niño? –se escuchó una voz dura a sus espaldas.
–¿Acaso uno no puede t-t-tener un poco de privacidad? –se giró el chico girándose.
El escenario resultaba extraño.
Cinco sujetos, todos enormes y armados con sendos mazos se le acercaban en la oscuridad. No eran precisamente silenciosos, pero ciertamente parecían confiados. Dar una golpiza a un chico que apenas atravesaba la pubertad debía ser una de las tareas más sencillas que les habían encomendado.
Con cierta calma, Demian acomodó sus ropas y se paró mirándoles por completo.
–No es personal –dijo uno de ellos, el que parecía de más edad –, es profesionalismo. Uno debe cumplir con aquello para lo que le pagan. En este caso, darte algo más que unas nalgadas, crío. Espero entiendas, al señor no le gusta que le amenacen.
Los sucesos que ocurrieron en los siguientes tres segundos sólo podrían ser percibidos del todo por un ojo muy atento.
En el primer segundo, el hombre que había hablado giraba su cuerpo para lanzar un violento mazazo hacia el chico. Era increíble que alguien tan grande pudiera moverse tan rápido. En ese mismo instante, otro de los hombres daba un paso al frente y levantaba los brazos. El tercero dejaba caer sonoramente su mazo en su palma abierta, quizás para intimidar. Un cuarto se quedaba un poco más atrás para asegurarse de que nadie molestara y el quinto se movía para rodear al chico y cortarle una posible retirada.
Al siguiente segundo, el mazo del primer hombre impactaba de lleno contra la figura de Demian, pero la traspasaba sin nunca hacer contacto. Era como si el chico no fuera más que un fantasma. El segundo hombre comenzaba a descargar su propio mazo y aún no parecía comprender lo que acababa de ocurrir. Apenas había pasado un segundo. El tercero, el que había hecho sonar su palma con el mazo, ahora comenzaba a emitir un nuevo sonido, pero ahora con su boca. En ese preciso segundo no se alcanzaba a oír algún. Una figura pequeña y agachada realizaba un movimiento en arco con su brazo, a la altura de sus talones (1). El cuarto no se enteraba de nada aún, pues sus ojos estaban puestos en la retaguardia y el quinto seguía en su camino a rodear a la figura fantasmal.
El tercer segundo el primer hombre completaba casi un giro completo, sintiendo un tirón en su hombro por el mal cálculo de fueras. El segundo hombre impactaba el suelo con su mazo, tras traspasar por completo la figura fantasmal. Algunas piedrecillas saltaron. El tercer hombre ahora ya emitía el grito de dolor que antes hubiera comenzado. Su talón de Aquiles había sido completamente desgarrado y su pierna perdía todo soporte. Probablemente no volvería a usar ese pie. El cuarto hombre aún no se enteraba de nada y el quinto se detenía, confundido, sin saber hacia dónde había ido el chico al que había intentado rodear. Demian aprovechaba el impulso de su corte para girar sobre sí e iniciar una movimiento, dagas en alto, hacia el tipo que acababa de impactar el suelo con su mazo. Por supuesto, éste no acababa de comprender aún qué había pasado y el ruido de su propio golpe había ocultado el de los pasos.
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(1) Demian ha usado su habilidad Paso del Espectro, para cambiar de posición y dejar una imagen ilusoria de sí mismo detrás.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
El cansancio comenzó a asentarse en mi cuerpo. Había hecho mucho en muy poco tiempo. Tenía que mejorar mi aguante.
Aunque había esperado que los tipos fuesen a por mi... no lo hicieron. Se movieron en otra dirección. Fruncí el ceño, extrañado. No importaba. Recuperé mi capa y busqué a Demian con la mirada. Se había alejado. Entre aquella multitud, sería imposible verlo. Suspiré. Tendría que cambiar mi perspectiva.
Miré alrededor, buscando el éter del chico. Incluso en aquella reunión de dragones, debería ser relativamente fácil. Después de todo, el suyo era distinto. Poseía una gran cantidad y no era elemental. Di un gran salto, aún impulsado por la runa Levitasis y observando la escena desde arriba.
Una gran estela de éter hizo evidente el donde estaba. Por supuesto, los matones del Lord también se encontraban allí, probando de primera mano las habilidades del brujo.
Había llamado la atención. El chillido de uno de los tipos hizo que la gente obviase al hombre perro eléctrico por un momento. Aquella era la mejor oportunidad que tenía para desaparecer. Tan pronto como volví a tocar el suelo, me lancé de nuevo, saltando por encima de la muralla. Empezaba a ganar parte de mi peso. Era mejor apresurarme.
No le presté atención a la conmoción que había creado el chico. No me necesitaba. Si las cosas le resultaban problemáticas, podría volverse invisible o algo por el estilo. Era momento de volver al taller.
Dejé escapar toda la electricidad en un callejón, iluminándolo visiblemente durante un instante, y continué por mi camino. Quizás llevase los libros a la mansión de Irirgo. El ser que acompañaba a Demian se los había memorizado, por lo que el chico no los necesitaba de por sí, y estarían más seguros allí de todas formas.
Recuperar los tomos no me llevó más de unos minutos. Iban a venirme bien. Podía aprender unos cuantos trucos con ellos.
Una vez abrí la puerta de nuestro arruinado hogar prestado, dejé las cosas cerca de la escalera y subí tan discretamente como pude. Debía ser alrededor de medianoche.
Entré a la habitación que compartía con Syl. Mi compañero estaba acostado en ella. Dudaba de que estuviese dormido. Tras desvestirme, me tumbé pesadamente sobre la cama. Estaba... cálida. El gato esbozó una sonrisa, haciéndolo evidente. Debía haberse movido reciéntemente.
Suspiré y le abracé, sonriendo al oír su ronroneo.
En ocasiones, pensaba en dejarlo todo atrás. Si, quería revolución. Pero aquello que tenía... podía tener una vida más que feliz sin aquello. Podía ignorar las cosas frívolas y centrarme en lo que tenía. En lo que importaba para mí.
Quizás todo fuese más simple si lo hiciese. Pero no solía dejarme las cosas fáciles a mi mismo.
Off: ¡Fin de mi parte! Ciérralo como gustes.
Aunque había esperado que los tipos fuesen a por mi... no lo hicieron. Se movieron en otra dirección. Fruncí el ceño, extrañado. No importaba. Recuperé mi capa y busqué a Demian con la mirada. Se había alejado. Entre aquella multitud, sería imposible verlo. Suspiré. Tendría que cambiar mi perspectiva.
Miré alrededor, buscando el éter del chico. Incluso en aquella reunión de dragones, debería ser relativamente fácil. Después de todo, el suyo era distinto. Poseía una gran cantidad y no era elemental. Di un gran salto, aún impulsado por la runa Levitasis y observando la escena desde arriba.
Una gran estela de éter hizo evidente el donde estaba. Por supuesto, los matones del Lord también se encontraban allí, probando de primera mano las habilidades del brujo.
Había llamado la atención. El chillido de uno de los tipos hizo que la gente obviase al hombre perro eléctrico por un momento. Aquella era la mejor oportunidad que tenía para desaparecer. Tan pronto como volví a tocar el suelo, me lancé de nuevo, saltando por encima de la muralla. Empezaba a ganar parte de mi peso. Era mejor apresurarme.
No le presté atención a la conmoción que había creado el chico. No me necesitaba. Si las cosas le resultaban problemáticas, podría volverse invisible o algo por el estilo. Era momento de volver al taller.
Dejé escapar toda la electricidad en un callejón, iluminándolo visiblemente durante un instante, y continué por mi camino. Quizás llevase los libros a la mansión de Irirgo. El ser que acompañaba a Demian se los había memorizado, por lo que el chico no los necesitaba de por sí, y estarían más seguros allí de todas formas.
[. . .]
Recuperar los tomos no me llevó más de unos minutos. Iban a venirme bien. Podía aprender unos cuantos trucos con ellos.
Una vez abrí la puerta de nuestro arruinado hogar prestado, dejé las cosas cerca de la escalera y subí tan discretamente como pude. Debía ser alrededor de medianoche.
Entré a la habitación que compartía con Syl. Mi compañero estaba acostado en ella. Dudaba de que estuviese dormido. Tras desvestirme, me tumbé pesadamente sobre la cama. Estaba... cálida. El gato esbozó una sonrisa, haciéndolo evidente. Debía haberse movido reciéntemente.
Suspiré y le abracé, sonriendo al oír su ronroneo.
En ocasiones, pensaba en dejarlo todo atrás. Si, quería revolución. Pero aquello que tenía... podía tener una vida más que feliz sin aquello. Podía ignorar las cosas frívolas y centrarme en lo que tenía. En lo que importaba para mí.
Quizás todo fuese más simple si lo hiciese. Pero no solía dejarme las cosas fáciles a mi mismo.
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Off: ¡Fin de mi parte! Ciérralo como gustes.
Asher Daregan
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Demian estudió la situación.
Aquellos hombres estaban allí para darle una golpiza, eso estaba claro, y no se requería de pensar mucho para suponer la razón. Habían amenazado a aquel sujeto en su propia casa, le habían sacado esos libros valiosos de su poder. La verdad es que por donde se le mirara tenía motivos para estar furioso.
Claro está, no porque comprendiera significaba que lo aprobaba. El sujeto seguía siendo un noble que abusaba de su poder y riqueza para sus propios caprichos, al punto de llegar a contratar matones para que hicieran el trabajo sucio con quien fuera que osara llevarle la contra.
Al final todo eso deba igual. La situación era pelear o escapar. No habían más alternativas. Estaba en una buena posición para intentar lo primero. Ya había inutilizado a uno de ellos y tenía una fugaz, pero efectiva situación de sorpresa y ventaja tras su pequeño truco.
No.
Dio un salto y, gracias al efecto de aquella extraña magia que usaba el hombre perro (y el que la encontraba extraña era un brujo, ni más ni menos) el chico literalmente voló por los aires hasta posarse sobre una muralla. Aquellos sujetos eran matones y bien podían merecerse una golpiza, pero no iba a ser él quien se las propinara. No valía la pena. Pronto viajaría con rumbo al sur y no tenía motivos para temer la influencia de aquel señor que, si bien poderoso en su zona, no era más que un elemento menor en el entramado político y social del continente.
Pero antes...
Su ilusión no requirió de demasiada imaginación, pero sí de un tanto de malicia. Cientos de ranas aparecieron desde su lugar, saltando por todo el lugar del banquete. Lo interesante es que no eran ranas normales, estaban cubiertas de una viscosidad que parecían dejar allí donde tocaran, una viscosidad maloliente. Algunos decían que era excremento, otros suponían mezclas aún peores, pero el olor era ciertamente horrible. La piel de las ranas estaba cubierta de llagas purulentas, algunas tenían lombrices saliendo por la cuenca de sus ojos y otras tantas vomitaban mezclas aún más asquerosas.
La reacción no tardó en producirse. Las primeras fueron las damas que gozaban de la comida, pero no tardaron en sumarse hombres por igual. La situación era simplemente horrible y pronto algunos de entre los mismos asistentes comenzaron a aportar con su propio contenido estomacal a la asquerosidad presente.
Aún para cuando las ranas se disiparon, ya el caos estaba completamente desatado y la cena arruinada. Algunos pensarían que el propio anfitrión les había jugado la más desagradable de las bromas y lo más probable es que el rumor de aquello correría por una buena zona.
Nada de eso realmente importaba al chico.
Ya lejos del lugar, simplemente buscó el próximo camino al sur. Pensó en pasar por el taller de Asher, pero supuso que con todo el tumulto el propio hombre bestia estaría ocupado.
O quizás no. Ya tendría la ocasión de preguntarle algún día... porque algo le decía que volverían a encontrarse, tarde o temprano.
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(*) Cerrado de mi parte.
Demian
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Re: [CERRADO]Un encargo frívolo [Desafío de Yule][Privado]
Recompensas evento Yule
Solución a los retos propuesto en el Evento: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Desafío opcional del Reto 3: deberéis abrir un tema con un miembro del Hekshold (link de la lista de usuarios) en el que pongáis en práctica vuestro hechizo de fuegos artificiales. Si ya se es miembro del Hekshold, deberás abrir un tema junto a otro miembro. No es obligado que participéis dos usuarios en un único tema, es decir, podéis negociar para abrir un tema entre varios.
Recibiréis una habilidad que sea representante de vuestra especialización y esté relacionada con dicho hechizo. La habilidad, para tener una referencia clara, tendrá el mismo potencial que una habilidad que ronde los niveles 0 al 4 en función de la calidad del tema.
Vamos a hacerlo de esta manera: primero pondré lo que se dijo en el evento y luego la habilidad resultante. A partir de ahora tenéis las fichas de habilidades abiertas para añadir esta nueva a ellas. Avisadme por mp cuando lo tengáis.
Asher: Conjuro que requiere cooperación con al menos un alquimista que encierre fuego/electricidad en una burbuja que flotase al cielo.
Habilidad (adicional Yule): Página en blanco:
(Activable) encanta un glifo con runas de transporte. Dicho glifo adquiere la capacidad de levitar y de viajar, dejando una estela de chispazos eléctricos tras sí, hacia un aliado lejano. La estela dejará quemaduras leves a los enemigos con los que se cruce.
Enfriamiento: 3 turnos
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