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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

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Mensaje  Sigel Sáb Ene 12 2019, 17:04

Salió de la habitación dando un portazo. Sentía angustia y rechazo al ver a Zack Egdecomb simplificar algo tan complejo como era la estrategia en el campo de batalla y las vidas de los guerreros en muñecos de trapo. Hasta el momento, Bracknell había acompañado a Egdecomb en sus acciones. Le vio soplar las paredes de las casas de muñecas, echar los muebles de la habitación contra piezas invisibles (donde se suponía que estaba Eltrant y sus amigos) y mover los soldaditos de plomo por la alfombra infantil. La gota que colmó el vaso fue el cofre que sus hombres le llevaron; contenía bolsas de cuero repletas de arcilla fresca. Egdecomb la calentó con su magia y les dio forma de pequeñas gárgolas. Acto seguido, hechizó la arcilla (la magia de Discordia apestaba a pescado podrido). Las bestias que el brujo conjuró golpearon la piedra desde su interior, eran polluelos recién nacidos rompiendo su cascarón. Las bestias tenían escamas como los dragones pero una constitución ágil que podía confundirse con un mono con alas y cuernos. Egdecomb los llamó “mis niños”. Las bestias crecían a un ritmo acelerado. Salieron volando por la ventana cuando eran del tamaño de un perro adulto. Egdecomb les dio dos burdas instrucciones: matad a Eltrant y sembrar las semillas de mi Reino Discordia. Bracknell no lo soportó más y se fue de la habitación.

Las verdaderas batallas no se resolvían en la alfombra de juegos, sino en el bar. Bracknell subió las escaleras del sótano de la taberna (ahora laboratorio de Discordia) hasta llegar a la primera planta. Sus hombres más fieles llevaban barriles de un lado a otros. Aquellos que estaban marcados con sangre de cordero eran los que contenían agua sana, los demás estaban contaminados con la flor de euforia. Llevaban los segundos a los depósitos de Dundarak. En unas horas, todas las aguas de la ciudad de los dragones estarían contaminadas. Así era cómo se hacía la guerra y se creaba la auténtica discordia. Bracknell escupió a las tablas del suelo. Pensar en la palabra de Zack Egdecomb le dio escalofríos. Mejor decir que así era cómo se ganaban las guerras. Divide y vencerás. Los dragones se enfrentaba unos con otros, los sanos con los otros, La Guardia de los humanos que vino en apoyo dudaba en quiénes eran sus aliados y, para colmo, los Buscones discutían en plena calle y a la vista de todos. Esto último se lo debía a Zack y sus conjuros, admitió Bracknell.

Se sirvió una copa de ron a la cual añadió dos gotas de la esencia de Nirana de su petaca. El veneno mantenía despierto su viejo corazón. Dio un sorbo y empezó a hablar con el tono de voz de un líder nato.

—Esperar a que los dragones eufóricos o los muñecos de Egdecomb maten a Eltrant  Tale me resulta a aburrido. Escuchadme todos, vamos a hacer guerra. Mi guerra. Traedme mi armadura y mi espada. Voy a acabar con Eltrant personalmente. La idea es la siguiente: vencerle en un combate cuerpo a cuerpo y doblegarle a mi voluntad, la de nuestro señor Randall Flagg. Acabará arrodillándose como un perro callejero en busca de comida. Entonces, le daré una patada en la boca con mi bota de hierro y él volverá a mis pies y me los lamerá en un acto de completa sumisión. ¿Quién me acompaña?

La taberna estalló en cánticos y alabanzas. Bracknell bebió un segundo sorbo a la copa. Con la mano libre, manejó las cuencas del collar maldito.

Personajes Randall Flagg:

_____________________

Mina y Tina se habían ido a enterrar el cuerpecito de Tino, Gardian, Menelwie y Eltrant a pensar una resolución factible para rescatar a Hont sin tener que entregar la copa de clarividencia e Inga, como loba salvaje que era, decidió ir sola a enfrentarse contra aquellos que pensaba que eran sus enemigos (llegados a este punto, ni siquiera Toriel conocía a sus enemigos). Frente a los escombros del refugio Connan quedaban Toriel, Ohm y la sombra que nadie había visto.

Toriel pidió a Ohm que se sentase en el suelo y que se estuviera tranquilo. Al principio, era normal, se negó a sentarse. Estaba alterado, furioso por ver a un amigo morir y pensar que otros también podrían haber muerto; pero no eufórico. Una vez se hubo sentado, Toriel se sentó enfrente de él y le dijo que respirase despacio, hizo indicaciones con las manos para enseñarle cómo se hacía. No era muy difícil y lo estaba haciendo muy bien. Era un milagro. Al ver a Ohm barritar en mitad de la calle, pensó que había bebido agua contaminada y que estaba eufórico como los dragones con los que se había topado Eltrant y Mina.

—Sé que respondí mal, pero estaba asustado — Ohm dejó caer su cabeza sobre el pecho de su esposa. — Esto es obra de la gente de El Hombre Muerto. Mira lo qué está haciendo. Ha envenenado la ciudad entera y nos ha obligado a matar a inocentes. ¿Lo estás viendo? Ni siquiera se ha ensuciado las manos. Así es como actúa. Toma una ciudad y enloquece a sus habitantes para que se maten entre ellos. — empezó a llorar

—No solo lo ha hecho con Dundarak, — Toriel rodeó el cuello de su marido con sus manos —también con nosotros.

Encima de ellos, se escuchaban a unos dragones volando. Se estaban agrupando para luego caer en picado. Tomarían a la pareja de hombres bestias presos y los ejecutarían a la mañana siguiente. No habría ningún juicio para ellos.

_____________________

Un rato más. Pedía con la mano. Solo un ratito y habrá terminado.

Tenía un fardo de tiras de cuero en el regazo. Una parte desenvuelta dejaba ver un tenue resplandor grisáceo. Era la copa de cristal clarividente. A un lado, tenía una botella de vino blanco con la que llenaba de vez en cuando. Tanto Gardian, Toriel como Elen Clahoun habían dicho y repetido que nadie, bajo ninguna condición, debía utilizar su hechizo. Valeska no pudo evitarlo. Le suplicó a Elen que le dejase y que cuidase de ella por lo que pudiera pasar. No tenía que pasar nada, era solo por si acaso. Valeska quería asegurarse que todo iría bien, para él y su niño.

—Recuerdas lo que dijo, estabas ahí. Dijo que le mi madre y mi tía le engañaron y que el bebé nacía muerto. ¡Estabas conmigo! Por favor, solo quiero saber si mi hijo nacerá bien.

Con la copa de la clarividencia podía ver cualquier cosa futura o presente. Todos los escenarios y situaciones se colapsaban en sus ojos. El presente era fácil de distinguir porque era único, un aquí y ahora irrefutable. Las primeras imágenes que Valeska contempló eran de presentes: Hont flotaba en una habitación teñida con los colores de una noche de verano, Tina miraba seria a un montículo de piedras, una mujer dirigiendo un comando de dragones, un carruaje del Hekshold llegando a Dundarak… Después las imágenes se bifurcaban. Valeska lo comparaba a ver a una persona a través del culo de un vaso de cristal: el rostro de la misma persona se separaba en varias unidades diferentes, cada una con una deformación propia. Valeska seleccionaba los puntos en los que aparecía ella y sobrevivía un día más, una semana, un mes… Se acarició el vientre. Toriel le había dicho que estaba de cinco meses. Según sus cálculos, tenía que dirigirse a los futuros de cuatro mes más adelante. ¡El niño! Ahí estaba. Podía verlo. Veía todos los futuros. Era un niño sano y hermoso. ¿Qué debía haber visto Don Bjorn para haberse alterado tanto? El vino de la copa se consumió y Valeska lo volvió a llenar de la botella. No podía dejar de mirar. Algo se le estaba escapando y quería saber qué era.

—Solo unos minutos más. Aquí no nos encontrarán. Buscan a los Buscones y yo no soy uno de ellos. Este es el establo de mi padre. Debía de ser de Don Bjorn, pero él está muerto. No quiero saber qué dice su mujer sobre los temas de herencia. Es el establo y caballos de mi padre. Dundarak sabe que es propiedad de los Medea. Mi padre conocía a todo el mundo.

Valeska vio, a través de la copa de cristal, como sus argumentos caían de un plumazo. Heck Hartem, acompañado de cuatro sus brujos, echaban abajo la puerta del establo y hacían añicos a todo lo de su interior. En uno de los futuros, Valeska y Elen estaban presentes y en otro hacía horas que se habían marchado de allí.

Un ratoncito perdido pasó por el agujero en la pared de madera. Elen Calhoun cogió el animal con las dos manos y leyó la carta. Debió haberse confundido pues la carta iba dirigida al refugio Connan de los Buscones. Valeska leyó la carta a través de la copa de cristal.

Valeska:

_____________________

—No la matéis, la usaremos para hacer salir a Eltrant Tale de su escondrijo. ¿No lo sentís? Huele a humano. Esta loba huele a humano. — dio una patada a la cabeza de la licántropa — Dímelo, que quede entre nosotras, ¿te lo has follado, verdad que sí? Lo veo en tus ojos, te encantan las pollas de humanos. Por eso le ayudas. Puedo imaginármelo, los dos bebiendo de la misma copa de Nirana, eufóricos como caballos en celo. ¡Me dais asco! — le escupió en un ojo.

Los humanos de la Guardia de Lunargenta habrían sido más misericordiosos con la loba. Friddel estaba demasiado cansada para sentir misericordia. Tenía el nombre de Eltrant Tale atravesado entre las sienes. No sabía qué pretendía envenenando los depósitos de agua y las tabernas de Dundarak con flor de Nirana ni cómo lo había conseguido; el simple hecho de haberlo hecho le ponía nerviosa y le asustaba por partes iguales. Una única persona había conseguido poner en jaque y despertar todas las alarmas de una ciudad capital como era Dundarak.

Estiró la cabeza para liberar tensión. Hizo un recuento mental de los dragones sanos que estaba a su disposición, eran menos de lo que le hubiese gustado. Los dragones eufóricos eran llevados a las torres de prisión. Las celdas más altas estaban dispuestas de runas que anulaban la transformación en dragón. Allí se quedarían los eufóricos hasta que se calme la maldición por si sola o hasta que, por milagro, llegase la cura en carro.

¡Los milagros existen! Friddel levantó los brazos a modo de recibimiento. Una caravana con los escudos del Hekshold traspasaba la entrada de la ciudad.

—Maestra Adda Lovelace, para mí es un placer darle la bienvenida a Dundarak. Me habría gustado que fuera en otras condiciones.

Dragones y miembros del Hekshold:

_____________________

Gwido y Lian-Chu se hacían llamar los mejores cazadores de dragones de toda Aerandir. Era Gwido quien siempre lo repetía. Lian-Chu mantenía su semblante severo, sabía menos de mercadeo que una acelga. Gwido se lo había repetido un centenar de veces. Si una mentira se dice muchas veces se convierte en realidad. Lian-Chu protestaba: ¿entonces es una mentira que somos cazadores de dragones? ¡Por supuesto que no! Era un cabeza hueca. Todo músculos, pero cero masa gris. Gwido se lo explicó con un ejemplo con el que esperaba que su amigo lo comprendiera.

—¡La capa de llevo puesta! Es muy buena y caliente. No tiene ni un solo descosido. Muy buena calidad, sí señor. Me la has visto puesta muchas veces. Es mi capa. ¿Verdad que sí? ¡Mi capa!

—Tú capa — contestó sin ganas.

—Muy bien. Es mi capa, pero realmente yo no pagué por ella. La compró Eltrant. Entonces es su capa. ¿Recuerdas?

—Su capa.

—¡No! Es mí capa. El me la regalo.

—Tú capa.

—Me rindo. Es como hablarle a una pared. Mira, tú no te preocupes. Solo tienes que decir que somos cazadores de dragones y que hemos venido a Dundarak a ayudarles con el problema que tienen. No menciones a Eltrant Tale, nuestro amigo no es bien recibido — Gwido movió de lado a lado la espiga que tenía en la boca — Mejor todavía, tú no digas nada. Déjame a mí hablar. ¿De acuerdo? Si alguien te pregunta cualquier cosa di que ese tema lo llevo yo. ¡Ah! Y, recuerda: — Se puso de puntillas para estar al mismo nivel que su amigo — NO HACEMOS NADA GRATIS.

Como era costumbre, Lian-Chu vio primero a la figura en el tejado e movió la cabeza de Gwido a esa dirección para que lo viera él también. Un hombre vestido con una arcaica armadura de cuero había subido al tejado de una casa de un solo salto. Dejaba tras de sí una humareda gris que apestaba a sangre de cerdo. Lian-Chu desenvainó su mandoble muy lentamente. La figura todavía no les había visto. Tenía ventaja.

—¡Oh. no! Sé lo que estás pensando compañero. No vamos a ir a por ese tipo. Nadie nos ha pagado. Además, él no es un dragón. Tiene la palabra vampiro escrita en la frente. Déjale en paz. Iremos a ver a Friddel y le pediremos trabajo. Seguro que ella tiene algo preparado para nosotros.

El vampiro volvió a moverse. Gwido lo perdió de vista (Lian-Chu no). Fuera quien fuera, no tenía buenas intenciones, eso estaba claro.

Cazadores de Dragones:

_____________________

* General: Este es el segundo de los tres (eran cuatro pero lo he reducido a 3, ya lo expliqué) temas de “El significado de la palabra lealtad”. Transcurre durante la noche.
Suceden muchas cosas en este evento y es mejor que las explique despacio, para que no hayan ninguna duda.
En primer lugar tenemos a los monstruillos de Discordia, Zack Egdecomb (no confundir con su gemelo Ian Egdecomb que fue quien conjuró los 19 objetos). A cada turno, los monstruillos se irán haciendo más grandes y aumentarán de nivel. Obligatoriamente tendréis que lanzar la voluntad los Dioses. Aquellos que saquen peor suerte, recibirán, en el turno siguiente, la "visita" de estas criaturas. En caso de que lancéis varias runas, la primera será la que usaremos para este objetivo.
Hont está secuestrado por una bruja aprendiz de Discordia en el refugio Ben. Es fundamental sacarlo de ahí. Eltrant y Elen, si atacáis por vuestro de manera independiente, consumís 2 turnos en matar a Tarina.  Por el contrario, Elen y Eltrant se unen en el ataque, consumiréis 1 solo turno en rescatar a Hont. A Jean y Taliesin os será imposible rescatar al Hont. Podéis ahorrarlos estos turnos de consumo si entregáis la copa de cristal en son de paz a Tarina, ella os dará a Hont.
Algo similar ocurre con el refugio Alvin donde están Kano y Gol’then atrapados. Para rescatarles, consumiréis 2 turnos de manera separada o 1 si jugáis conjunta. Si no se les saca de allí morirán. Lo mismo para Inga, quien ha sido capturada por los dragones de Friddel. 2 turnos para rescatarla individualmente y 1 si Elen y Eltrant cooperan.
Christian Bracknell presenta su ofensiva en el evento. Ha salido de su escondido dispuesto a matar a Eltrant y a todo quien esté a su lado.
Friddel lidera al grupo de dragones de Dundarak. Su única finalidad es salvar a la ciudad del veneno y descubrir los culpables. Su enfado hace imposible negociar con ella. Tened en cuenta que muchos dragones, amigos suyos, murieron en el tema anterior.
En definitiva, tenemos 5 bandos bien diferenciados: Los Buscones que protegen el cáliz y lucharán por el honor de Eltrant, el ejército de Randall Flagg que han utilizado el nombre de Eltrant como cabeza de turco, los brujos del Hekshold que buscan el cáliz para destruirlo, los dragones que desean castigar a Eltrant por sus delitos y a Valeska y Elen que las cuento por libres.
Como somos muchos usuarios en el evento, lo haremos de la siguiente manera: en cada capítulo seleccionaré a uno o varios de vosotros y diré: “se decidirá la continuación o final de este personaje”. Esto quiere decir que es posible, según el daño recibido y las acciones tomadas durante el tema. De ser “final”, este usuario quedará noqueada por el resto del capítulo (tal vez aparezca en el capítulo de Dag o Oromë) dando paso a un siguiente personaje. Lo mismo diré con algunos npcs más poderosos e importantes que otros.
El orden de turnos de posteo será el marcado a continuación. No está de más decir que quién se lo salte será penalizado. Igual que será penalizado el metarol y las faltas de respeto hacia otros usuarios.
Cabe señalar que, aunque haya mencionado los personajes principales de cada grupo, podéis inventaros todo un ejército de hombres de La Guardia de Bracknell y dragones malditos. Estos personajes servirán como carne de  cañón (salvo en los casos que diga lo contrario). Carecerán de nivel y especialización y no formarán parte relevante de la trama. El grupo de Buscones son, estrictamente, el que se muestra.
Tenéis un máximo de 2 a 4 turnos de combate. Una vez finalizado los 4 turnos, cerraré el tema. Aunque no hayáis cumplido los objetivos, daré la resolución y empezaremos el siguiente. Tranquilos. Es normal no cumplir los objetivos ya que si digo que X debe de hacer algo e Y debe impedir que X haga ese algo, es imposible que los dos tengan éxito en su empresa.
El pvp corre de vuestra cuenta. Demando lógica y respeto. La suerte que Eltrant ha sacado en el oráculo no influye en el pvp. En este evento, a ser los enemigos de Eltrant de un nivel muy diferente al suyo, he creído conveniente poner la condición de los “turnos” para organizar mejor el pvp.

1. Eltrant Tale: Tu mayor preocupación debe ser la de cuidar que tu cabeza siga pegada a tu cuello. Todo el mundo parece querer matarte. Los Buscones se han separado. Ohm y Toriel han sido capturados por los dragones, Hont secuestrado por la Tarina, Inga es torturada por Friddel en la plaza a la vista de cualquiera…. Te estás quedando solo por momentos y piensas que casi es mejor que sea así. Tienes muchos enemigos, los más importantes son Christian Bracknell y Heck Hartem. No lo podrás derrotar a ninguno de los dos en este tema, aunque tienes posibilidades de derrotarles en el siguiente. Para ello tendrás que dedicarles 3 de turnos de combate. Para los demás npcs que consideres enemigos se seguirá el esquema anterior:
Nivel 0-4 consumes 1 turnos.
Nivel 5-10 consumes 3 turnos.
He de decir que Lyn posee las mismas reglas que tú para el combate contra npcs “secundarios”; no para Hartem ni para Bracknell. Deberás ser tú personalmente quien se enfrente a ellos.
Consecuencia de la suerte del Oráculo: ves a un grupo de dragones (Marim y Grola entre ellos) llevarse a Ohm y Toriel a la Torre 3. Son las mismas prisiones donde se encuentran encerrados los enfermos de Nirana. Consumes 2 turnos para sacarlos de allí. Con ayuda de Elen, solo 1.
Como ves, el juego consiste en qué hacer. No te da tiempo a cumplir todos los objetivos en 4 turnos. Además que si elegís consumir 3 turnos para poder matar a Bracknell en el siguiente tema, no podrás seleccionar a Hartem también. Los dos personajes que más odias unidos en un mismo tema. Tu sueño hecho realidad. (Faltaría Meyi para completar el trío calavera). Por otra parte, si decides utilizar 3 turnos en combatir contra Bracknell, solo te quedará 1 turno para rescatar a los Buscones.

2. Jeannie Fawkes: Desde tu posición ves la llegada de la gente del Hekshold. Hay una elfa entre los alumnos de Lovelace. Eso te anima a salir de tu escondite. Piensas que ellos pueden ayudarte a expandir la cura por Dundarak. Le muestras la receta (la que me pasaste por mp). Tu misión será la siguiente: llevar la cura a las diferentes prisiones: Torre 1, Torre 2, Torre 3 y Torre 4. Consumes un 1 turno por cada torre que visites. Por cada Torre que sanes, Friddel ganará 2 personajes de nivel 5 para el siguiente tema. He de decir que el número de dragones en el frente de Friddel dependerá de ésta decisión. Si deseas curar a Taliesin en este tema tendrás que consumir 2 turnos.  Adicionalmente, tendrás que relatar tu versión de los hechos a Friddel y a la maestra Adda Lovelace. Si coincide con la de ellos, ganarás potenciales aliados.

3. Elen Calhoun: recibes la visita de uno de los ratones que se comentó en el tema (Lealtad 1). Te preocupas por lo que le haya sucedido a Eltrant y los demás. No sabes más de lo que pone en la nota. Tu decisión será la de quedarte en el refugio o la de salir de allí. Si sales, serás el objetivo principal de los dragones. Ellos acusan a Valeska Medea de haber matado a Don Bjorn. Tu deber en este evento es protegerla a ella y, sobre todo, al cáliz de la clarividencia. Si decides quedarte, en el turno 2 recibirás la visita del maestro Heck Hartem. Por tu historia pasada, haber sido una bruja estudiante de La Academia, te dará una baza (de dejar sola a la dragona e irte por tu cuenta, pasará lo que ha predicho Valeska en su visión): te explicará que la intención del Hekshold es la de destruir los objetos malditos de Egdecomb y te pedirá que le entregues el cáliz. Ahora será tu decisión: traicionar a Los Buscones y unir fuerzas con el Hekshold o plantar cara al maestro.
Mismas reglas que con Eltrant para acabar con los npcs:
Nivel 0-4 consumes 1 turnos.
Nivel 5-10 consumes 3 turnos.
También aplicaremos las mismas reglas a tu acompañante. He de decir que el maestro Heck Hartem es un personaje fundamental para la trama. A él no lo podrás derrotar. Dejemos ese protagonismo (y esa decisión) a Eltrant.
Te habrás dado cuenta del juego: o esperar (perder 1 turno) para asegurarte que en el tema siguiente juegas con la ventaja del Hekshold a tu lado o ir directamente a ayudar a Eltrant Tale con sus objetivos. No es una decisión fácil.

4. Taliesin Skatha: te has alimentado de los cadáveres de dragones del carromato donde te echaron. Eso ha potenciado en gran medida tus habilidades vampíricas, también tu sed de sangre y el efecto del veneno Nirana. Solo por este tema, se te considerará un personaje de nivel 6 y tendrás habilidades nuevas. Esta consideración desaparecerá si Jeannie decide curarte. Maldito, tu objetivo principal será la de expandir la euforia (con la habilidad Contagio). Sano, deberás escoger un bando el de Jeannie con el Hekshold y los dragones o el bando de Eltrant y Los Buscones.
Reglas especiales para acabar con los npcs:
Nivel 0-3 consumes 1 turnos.
Nivel 4-8 consumes 3 turnos.
Mancha roja (rasgo): el cuerpo del vampiro emana una niebla enfermiza de color rojo que inflige daño a los enemigos cercanos.
Contagio (rasgo): el vampiro puede contagiar sus maldiciones por medio del contacto de sangre y saliva.
Ascensión de Dundarak (activable): el cuerpo del vampiro se recubre de la sangre de los vampiros de los que se ha alimentado. Le salen cuernos, alas, cola y garras de dragón. La transformación le otorga un incremento importante en los atributos constitución, fuerza y destreza. En este estado, el vampiro posee la capacidad de transformarse en un estanque de sangre lo cual le proporcionará velocidad de movimiento y le permitirá zafarse de sus enemigos. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Duración: 2 turnos
Enfriamiento 5 turnos.
Repito: el nivel y las habilidades adicionales las perderás una vez seas curado de la maldición de Nirana.

En este tema se decidirá el final o continuación de los siguientes personajes:
Taliesin Skatha:, Criaturas Discordia, Los Buscones, Los npcs de Jeannie, Los Cazadores de Dragones, Acyloin, Boudicca, Naren Lamenar, Edna Vattana, Kristen Vahid, Tarina, Guardia 3.22
Los otros personajes y npcs principales mencionados, por muchos ataques que les arremetéis, no serán derrotados en este tema, sino, que al ser importantes en la trama, merece la pena que participen en un par de temas más. Recordad que los personajes que sí he mencionado no podéis matarlos. El resultado de la posible vida o muerte de cada uno, sean npcs o personajes de usuarios, lo daré en el cierre del tema.
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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Eltrant Tale Lun Ene 14 2019, 13:53

Abrió y cerró la mano frente a su cara.

Podía ver mínimamente bien, le iba a costar acostumbrarse, pero era menos que nada. El vendaje improvisado que se había colocado alrededor de su cara, sobre su ojo derecho, ayudaría a que este sanase en el próximo par de horas; No le gustaba, pero por el momento tenía que resignarse.

Permaneció sentado sobre una de las desvencijadas cajas de madera que había en aquel callejón mientras escuchaba, sobre el murmullo de la batalla campal que reinaba en la ciudad, como Gardian y Menelwie discutían.

- ¡No podemos entregar la copa! – Protestaba Gardian paseándose de un lado a otro con una expresión que evidenciaba lo mucho que le superaba toda aquella situación.

Aunque Ohm ya no estaba con ellos, aunque a Toriel había sido arrastrada junto a su marido hasta uno de los más altos torreones de la ciudad, el nativo de Verisar seguía coreando aquella discusión en voz alta prácticamente por sí solo, deseando con todas sus fuerzas que Ohm estuviese allí en aquel momento.

- ¿Y qué quieres que hagamos? – dijo Menelwie, mirando por encima de su hombro la salida del callejón, temiéndose lo peor. - ¿Dejarles matar a Hont? Sabes que no podemos permitir que pase eso. Ohm tenía… – Se tocó la punta de las orejas, torciendo el rostro en una mueca al imaginar el destino de Hont, al volver a pensar fugazmente en Tino. – Además, Tale. ¿Has dicho que has visto a dónde se han llevado a…? – Se detuvo antes de decir los dos nombres que todos los presentes sabían. – Ellos son más importantes que la dichosa copa. - La mujer alzó la mirada hasta la torre que había mencionado el castaño minutos atrás.

Eltrant asintió y continuó en silencio. Lyn, entre tanto, seguía de cuclillas a su lado, abrazándose las rodillas, mirando fijamente una modesta brizna de hierba que, contra todo pronóstico, había logrado crecer a pesar del frío y del lugar en el que se encontraba.

- ¡Si le entregamos la Copa Tino habrá…! – Entornó los ojos y se detuvo, se rascó el pelo y, tras mascullar varios insultos, pateó una de las tantas piedras sueltas que había en la solitaria callejuela. - ¡…habrá muerto por nada! – dijo al final, aceptando a regañadientes el destino del pequeño Buscón.

Dejándose caer en otra caja, una que parecía llevar años abandonada frente a Eltrant, Gardian suspiró pesarosamente y dejó escapar un grito ahogado, preso por la frustración que le consumía.

Nadie quería decirlo en voz alta, pero todos podían ver algo que era evidente: estaban perdiendo. Los refugios estaban destruidos y los Buscones dispersos, heridos o atrapados.

Aun si no entregaban la copa, todos los que seguían lo suficientemente intactos como para poder pensar podían ver perfectamente que el porvenir de los que habían acabado presa de los lacayos del Hombre Muerto estaba decidido: si no hacían nada iban a morir, si entregan la Copa, igualmente, iban a morir.

Lo único que podían hacer era tratar de rescatarles.

¿Pero cómo? ¿Qué podían hacer un puñado de personas cuando una ciudad entera buscaba matarles? Agachó la cabeza, la búsqueda de los objetos del diecinueve parecía haber acabado para los Buscones de forma tan abrupta como había empezado.

Apretó los dientes, cerró ambos puños y sacudió la cabeza. Aquello era su culpa, si su cara no estuviese empapelando la pared de cada edificio desde Lunargenta hasta Dundarak, si no hubiese huido al norte, si no hubiese decidido dejar a Hont a solas con Wanda…

Nada habría pasado, o al menos lo habría hecho de forma muy distinta.

- Entonces… - La voz de Gardian acalló, de nuevo, los sonidos de la ciudad. - ¿Alguien tiene alguna idea brillante? – Como Eltrant esperaba, Gardian no obtuvo ningún tipo de respuesta, Menelwie se sentó junto a Lyn y cerró los ojos.

- ¿…qué vamos a hacer? – dijo – Oh, Tino… - Mencionó inmediatamente después. - …perdónanos. – Musitó enterrando su cara entre sus manos.

Eltrant levantó otra vez la mano derecha, frente a su cara, decidiendo ignorar la presión que se apoderó de su pecho cuando Menelwie pronunció el nombre del pequeño.

¿Qué podía hacer?

Volvió a abrir y cerrar dicha extremidad: le costaba moverla, el guantelete derecho seguía deformado por la cadena incandescente de la que había resultado ser Friddel, uno de los altos cargos de la ciudad.

Ayudado con el cuchillo que pendía de su cinturón, el mismo que durante años había llevado oculto en una de sus botas, se encargó de ajustar la pieza de metal que cubría su brazo lo justo como para que no le importunase lo suficiente.

- Vamos a… -

Sabía que estaba muy lejos de ser un estratega o un líder, también sabía que el hecho de que no hubiese sido capaz de darse cuenta de que aquella Wanda era una impostora decía que, en realidad, no conocía totalmente a la mayoría de sus compañeros.

Pero no pensaba rendirse, no iba a dejar a nadie a su suerte.

Vamos a pelear. – dijo al final, intentando borrar todo atisbo de indecisión de su voz, algo que a pesar de su fingida seguridad solo consiguió parcialmente.

Los ojos de todos los presentes se clavaron en el caballero errante, que ahora de pie, ajustaba las piezas de su armadura que se habían soltado en las anteriores trifulcas con la ley de la ciudad.

Pero no solos. – dijo al final tomando a Olvido, que reposaba apoyada sobre la caja, y colgándosela en la espalda. – Vamos... juntos. - Quizás ese había sido su mayor error hasta el momento, daba igual que grupo tomase como referencia: los Buscones, los Nómadas, incluso la guardia de Lunargenta. - ¿Qué decís?

Todos peleaban en equipo, luchaban como uno, esa era su principal fuerza.

Le costaba admitir que estaba tan obsesionado con mantener a todos a salvo que se le olvidaba que la mejor forma de hacerlo era luchando todos juntos, permitiendo que los demás le protegiesen, a su vez, a él.

Por su expresión Menelwie no estaba demasiado conforme con las palabras de Eltrant, Lyn también parecía escéptica. El único que se levantó casi inmediatamente al oír las palabras del castaño fue Gardian.

- Me parece bien. – Comentó, frunciendo el ceño y esbozando lo que parecía ser una sonrisa. – No saben con quienes se han metido. - Gardian acababa de convertir su desesperación en ira en apenas unos segundos; o al menos parte de ella. – ...en los Buscones no renunciamos a nadie. – Eltrant no le culpaba, él mismo se sentía prácticamente igual.

Menelwie se levantó a continuación seguida por Lyn. La elfa estaba algo pálida, pero sus ojos parecían brillar con cierta determinación, la vampiresa, por su parte, optó por colocarse junto a su compañero y sonreír escuetamente.

- Que remedio… - La elfa sacudió la cabeza y se hizo con el báculo de madera que la acompañaba - Si vais solos… - Menel cerró los ojos y se mantuvo en silencio durante varios largos segundos. – Tale seguro que se desangra en cuanto salga de aquí. – dijo cruzándose de brazos. – Y no te conozco tanto como para saberlo, así de segura estoy. - Mencionó juzgando a los dos hombres con la mirada.

- Estoy orgullosa de ti, Elt. – dijo Lyn justo tras la elfa bajando ambos brazos hasta la cintura. – ¡Qui… quiero decir! – La vampiresa agitó la cabeza con fuerza, algo nerviosa y se aclaró la garganta. – Que, como ama y señora de tu vida, Mortal, sé que te he enseñado bien que no hay que rendirse cuando los amigos están en peligro. -  Eltrant sonrió a la vampiresa. – Sí, bien, deja de mirarme como un pervertido y céntrate… que sepas que es la última vez que te digo algo bonito. – Aseveró al final correspondiendo al castaño ampliando aún más su sonrisa.  

Eltrant no era sordo, aun cuando Mina había llevado a Lyn hasta un lugar apartado, este había oído, en parte, como la bruja le había rogado que se marchase con ella y se pudiese a salvo.

No podía decir que le hubiese molestado, en sí, comprendía a la ilusionista, sus palabras y el por qué había abofeteado a Gardian; De hecho, hubiese respetado a Lyn si hubiese accedido a marcharse: aquella no era su guerra, en si, empezaba a pensar que ni siquiera era la suya.

Pero no lo había hecho, Lyn seguía allí; eso era lo importante.

Incluso cuando todo parecía estar perdido, cuando los refugios habían quedado totalmente destrozados, Lyn había decidido quedarse con él.

- ¿Qué tienes planeado, Tale? – Preguntó Menel acercándose al resto de compañeros, dando por finalizada la conversación entre Eltrant y la vampiresa. – No tenemos mucho tiempo. - Gardian también le miró con interés, aquello era lo importante, era lo que iba a decidir.

Se atusó la barba y, tras unos segundos, comenzó a hablar.

[…]


Las calles eran igual de caóticas que antes, quizás más.

Bracknell y sus lacayos buscaban su cabeza, los guardias de la ciudad también, incluso había oído que entre todo el alboroto se habían visto estandartes de Beltrexus entre la multitud.

Afortunadamente para el pequeño grupo de Buscones, todos estaban tan ocupados lidiando con los ciudadanos enloquecidos que, amparados por las sombras de Lyn, no les fue excesivamente complicado llegar hasta el refugio Ben.

Entrecerró los ojos, desde la boca del callejón, y estudió el interior del mismo: distaba mucho de estar completamente desierto. Dos personas aguardaban en la entrada del refugio en el que la falsa Wanda mantenía cautivo a Hont.

¿Enviados del Hombre Muerto?

- Sin hacer ruido. – Susurró Eltrant llevándose el dedo índice hasta los labios.

Los demás asintieron a la orden, en sí, Eltrant tenía bastante claro que el problema a la hora de ser sigilosos era él, pero tenían una sola oportunidad de rescatar a Hont, y no pretendía desperdiciarla.

- Lyn. – Eltrant señaló a un hombre aparentemente desarmado que conversaba con otro que portaba un hacha frente a la puerta del refugio.

No desenvainó a Olvido, tampoco a Recuerdo. Si empezaban a pelear en aquel lugar todo acabaría antes de empezar.

Acompasando sus pasos con el sonido de la ciudad, Eltrant siguió de cerca a la vampiresa para, cuando un cumulo de sombras emergieron de la pared justo tras el hombre de la larga capa oscura y lo arrastró hasta esta, rodear el cuello del sujeto del hacha con brazos manos.

Tras un breve forcejeo, uno que, a pesar de no superar el minuto, se le antojó increíblemente largo, el tipo que tenía entre las manos cayó al suelo completamente inmóvil.  

Mientras tanto, Lyn miraba atentamente, cruzada de brazos, como la figura a la que ella había apresado con sus sombras forcejaba en la pared, intentando escapar de la red de la vampiresa.

-  Pequeño… monstruo. - Un resplandor azulado emergió de una de las manos del que resultó ser un brujo. – Vas… a ver lo que hacemos con… - Al mismo tiempo que decía esto, varias sombras rodearon el rostro del hombre acallándolo de inmediato.

- Normalmente te daría el gusto y jugaría contigo. – Respondió Lyn, en apenas un susurro, concentrándose solamente en que las sombras del lugar le respondiesen. - Pero no tenemos mucho tiempo. – dijo. – Así que quédate calladito. – Ordenó al final.

Con una nueva y brillante espada del color del mar en su mano derecha, el hombre trató de cortar las enredaderas de la vampiresa a toda prisa, algo que consiguió solamente en parte, pues a pesar de su nueva espada mágica, este no fue capaz de cortar a un ritmo lo suficientemente rápido como para escapar antes de quedar, literalmente, envuelto por las sombras que no paraban de emerger de una pared que parecía querer tragársele.

Segundos después, como el compañero al que había abatido Eltrant, el brujo se desplomó inerte desde su prisión.

- Gardian, conmigo. – Eltrant apartó el cuerpo del brujo de la entrada al refugio e indicó a los Buscones que se acercasen. – Lyn quédate con Melwenie aquí, cubridnos las espaldas. – Indicó señalando la salida del callejón.

Nadie pareció oponerse a aquella idea.

¿Qué haría Asher si fuesen Nómadas los que le acompañaban?

Respirando hondo, Eltrant desenvainó a Olvido y se posiciono frente a la puerta. Si recordaba mínimamente bien el interior del refugio Ben, tras aquella puerta estaba la habitación principal, justo el lugar dónde había dejado a Hont con Wanda.

Si había gente custodiando la entrada del refugio significaba, entonces, que en el interior habría más gente. O eso supuso, fuese como fueses, tenían que aprovechar que no esperaban que atacasen directamente.

Alzó su guantelete izquierdo y dejó que el vapor níveo que indicaba que estaba activo comenzase a fluir desde el mismo, mientras lo hacía, con la mano en la que sujetaba a Olvido, comenzó a contar, toscamente, hasta tres.

¿Querían ver de lo que era capaz? Iba a enseñárselo.

Cuando levantó el tercer dedo de su mano derecha, Eltrant golpeó la verja de metal que cubría la puerta de madera que estaba frente a él con todas sus fuerzas. [1] El chasquido del metal al partirse resonó en el callejón y tanto la puerta como la verja salieron despedidas hasta el interior de la habitación.

Como había sospechado, la mujer que había apresado a Hont no era la única que estaba, en aquel momento, en el interior del refugio Ben.

Los fragmentos de metal que volaban en todas direcciones y la propia puerta que acababa de arrancar de sus goznes encargaron de acabar con varios de los hombres del Nigromante que vigilaban el refugio, el propio Eltrant sesgó a un tercero por la mitad cuando cargó al interior de la habitación.

No iba a tener piedad con ninguno, no se la merecían si trabajan con el Hombre Muerto y Bracknell, si eran los que estaban detrás de todo lo que estaba pasando en la ciudad.

- ¡Os dije que vendrían! – Exclamó Hont, que estaba atado en una de las esquinas de la habitación y, aparentemente, ileso.

- ¡Gardian! – Eltrant pateó la solitaria mesa sobre la cual estaban todos los planes de los Buscones y apresó a la única mujer que veía en el lugar entre dicho mueble y la pared. - ¡Saca a Hont de aquí! – Bramó lanzando un tajo en horizontal hacía la que creía que, sin ninguna duda, debía de ser la falsa Wanda.

El cadáver semi-decapitado que tenía frente a él, no obstante, comenzó a oscilar con suavidad, como si de un espejismo se tratase, y acabó adoptando la forma de uno de los tantos lacayos del Hombre Muerto que, todavía confusos, trataban de hacerse con sus armas.

- Una ilusionista. – dijo entre dientes; tenía que haberlo esperado. - ¡Gardian! - ¿De qué otra forma sino podía haberse hecho pasar por Wanda?

- ¡Ya voy, ya voy! – Su compañero, que había estado ocupado lidiando con varios secuaces del Hombre Muerto, se deslizó entre ellos mostrando una inusual capacidad para el escapismo y se acercó a Hont. - ¿Has tenido que esperar mucho? – Le preguntó mientras, ayudado con su puñal, liberaba a Hont de sus ataduras.

- ¡Un héroe siempre llega en el momento justo! – dijo Hont aceptando la mano que le tendió Gardian.

Eltrant, mientras tanto, continuó cortando en dos a todo aquel que se atrevía a ponerse delante suya; como si de una fuerza de la naturaleza se tratase avanzó imparable hacía el lado opuesto de la habitación ignorando todo lo que le lanzaban.

Algunos de los cuchillos y espadas que impactaban contra su armadura eran simples ilusiones, no pocos eran de verdad. ¿Pero que más le daba? Ya había acabado con tres copias de la ilusionista, cada vez tenía menos lacayos entre los que esconderse.

Pronto encontraría a la de verdad.

- ¿De verdad es esto es todo lo que tiene Bracknell? – Tras dar muerte a una ilusionista más que, lentamente, dio paso a otro soldado del Hombre Muerto, se arrancó el cuarto cuchillo que se había hundido en su carne justo por la hendidura que el dragón enloquecido había abierto bajo el campanario y lo dejó caer a un lado. – Muy bien. – Concentró el aire de Olvido en torno a la hoja y, cuando tres de los últimos oponentes se lanzaron contra el al mismo tiempo, dejó escapar la media luna de la espada, segando todo lo que tenía delante de él, independientemente de si eran personas o mobiliario. [2]

- Tú… ¿¡Cómo te atreves a…!? - La ilusionista, finalmente, se dejó ver entre el mar de matones que había tenido a su alrededor, sujetándose con ambas manos una herida perfectamente visible en su vientre.

Destrozar la habitación, al parecer, había dado resultado.

- ¡Voy a sacarte dónde está la copa! – Gritó la mujer, volviendo a desaparecer entre los soldados que quedaban vivos. - ¡Y después voy a matarte! -

Eltrant sonrió.

- Me lo dicen mucho – Mencionó levantando a Olvido, preparándose para el siguiente asalto.

Ahora solo tenía que darle tiempo a Hont y a Gardian para que abandonasen el lugar.


_____________________________________________________

[1] Habilidad Eltrant Nivel 8: Seísmo.
[2] Habilidad Olvido: Cortaviento.


Lyn deja fuera de combate a Arvid.

Eltrant va a rescatar a Hont en este turno y hiere a Tarina.




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Mensaje  Eltrant Tale Lun Ene 14 2019, 17:41

Post de "Se me habia olvidado tirar runas" :'D
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Mensaje  Tyr Lun Ene 14 2019, 17:41

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Mensaje  Sigel Sáb Ene 19 2019, 11:46


Ausencia de Jeannie. (Hoy día 19 se termina su plazo). Me ha dicho que puede postear el domingo. De todas formas, según las instrucciones, si avisa por mp se suma +3 días adicionales. Jeannie, tienes de plazo hasta el día 22 de enero. Si el domingo estás muy apurado, te queda el lunes y martes.


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Mensaje  Irinnil Fawkes Lun Ene 21 2019, 13:51

Todo lo amargo debería comenzar siempre con un suspiro, dejar salir los malos pensamientos para centrar la mente en las tareas que tienes por delante. Fue difícil sacar a Mand del medio de aquel tumulto, ni siquiera recuerdo de dónde saqué las fuerzas para conseguirlo. Ahora descansa sobre los escombros de esta antigua librería. No tengo la menor idea de cuándo despertará, le he curado lo mejor que he podido pero no tengo nada claro que pueda volver a caminar con normalidad y mucho menos combatir.

De Clarice todavía no había ni rastro, era una guerrera fuerte, así que me negaba a pensar que podría estar herida o incluso muerta... No hablaba mucho, pero sigo pensando que se estaba enamorando de mi, al menos tenía esa esperanza antes de separarnos...

Me siento en el suelo y rebusco en el carcaj. Todavía tenía unas pocas flechas, pero nada que me pudiese ayudar a salir de aquella ciudad sana y salva. Saco varias de ellas rotas y las tiro a una esquina. En una de las puntas queda un pequeño trozo de papel ensartado. Miro hacia donde el hombre tortuga está tendido. Era mejor no molestarle, debía descansar.

Escucho unos murmullos provenientes de la calle, podría ser Clarice, que viene en busca de su amada... O podrían ser más guardias violentos. No tengo fuerzas en estos momentos para emprender una lucha contra esos brutos. Asomo la cabeza por encima de un muro derruído para observar la situación sin ser vista.

Una compañía de gente de lo más variopinta, muchos de ellos caminan como si el mundo fuera suyo y estuvieran evaluando la situación desde lo alto de una torre en lugar de a pie de calle. Es cuanto menos sospechoso. Enarco una ceja hasta que la visión de una chica en particular quita todas las ensoñaciones sobre Clarice. Salgo de un salto sin pensármelo dos veces. Causando confusión entre las filas de la comitiva.

Agarro de las manos a la elfa y le sonrío ampliamente.

- ¡Hola! Mi nombre es Jeannie Fawkes, mucho gusto. -Acerco mucho mi cara a la suya hasta que nuestros ojos están a la misma altura.

Una mano en mi hombro hace que me sobresalte.

- Niña, ¿acaso quieres morir? -Aprieta la mano haciéndome daño en el hombro.-Vas a tener que responder algunas preguntas...

Parpadeo un par de veces y vuelvo la mirada hacia mi nueva amiga elfa.

- ¿Cómo te llamas? ¿Sabes leer? Creo haber encontrado la cura para el envenenamiento perpetrado por el humano Eltrant Tale, pero no lo sabré hasta que alguien me lo lea... -La elfa delante de mi se queda sin palabras, mirándome con los ojos bien abiertos.

La presión en el hombro se hace todavía más fuerte, al girar la cara hacia la persona de antes me quedo blanca ante la visión de la expresión más terrorífica que he visto en mi vida. Las venas se marcaban profundamente, los ojos casi se inyectaban en sangre y la otra mano cerrada en un puño en alto.

-Oh, oh...

- Déjame ver eso. -Me habla con la voz más seca que he escuchado en mi vida. Agarra sin miramientos el trocito de papel que tengo en la mano y se queda un tiempo leyendo. Tras terminar se va hacia una de sus acompañantes. -¿Qué opina usted de esto, Maestra Lovelace?

- ¡Eh, estúpida eso es mí...- Un tirón me interrumpe.

-Mi nombre es Naren Lamenar, mucho gusto señorita Fawkes. -Tiene la sonrisa más bonita que he visto en mucho tiempo... No es difícil, en comparación con la de Mand...

Su plan debía ser evitar que cometiera alguna imprudencia, sin duda aquellas personas eran poderosas... Aunque rara vez aquello me impedía ser yo misma. Finalmente las dos mujeres vuelven hacia nuestra posición. La misma mujer que me ha dejado tatuados sus largos dedos se dirige a mi.

-¿De dónde has sacado esto? -Me mira y agita el papel como si fuese falso. Lo cual implicaba claramente que no lo era. Suspiro ante lo estúpida que es la gente inteligente. Suspiro profundamente antes de responder.

- Esa es sin duda de las preguntas más irrelevantes que se han hecho jamás. -Alzo el dedo indice y le señalo la cara. -Si no estás luchando de parte de Traidor Tale, usemos esa receta y salvemos la ciudad. ¿Qué me dices? ¿Te unes al equipo Fawkes?

El puño de aquella mujer se volvió a apretar, sin duda mi forma de ser la sacaba de sus casillas. Finalmente parece relajarse... O más bien, resignarse.

- Muy bien señorita Fawkes... Ve con la Maestra Lovelace al carro, preparad el ungüento mientras nos encaminamos a la primera torre.

-----

El interior del carromato estaba repleto de hierbas y líquidos extraños, supongo que para la realización de pócimas y rituales. Por suerte, según la encantadora Adda habían venido con toda clase de suministros porque no sabían exactamente con qué se iban a encontrar. Seguimos juntas al pie de la letra la receta, tan solo quedaba probar la cataplasma en uno de los envenenados.

Era una receta sencilla, una pequeña cataplasma hecha con Amorttentia y Estrella del tiempo a partes iguales. Según la hechicera la Amorttentia neutralizaría los malos pensamientos, mientras que la estrella del tiempo eliminaría los recuerdos de las últimas veinticuatro horas. Era sencillo... Pero no lo suficientemente poderoso para eliminar el veneno suministrado más de un día atrás. Debíamos darnos prisa.

Por suerte habíamos llegado ya a una de las torres donde encerraban a los dragones enfermos. Subimos las tres a las celdas de lo alto. La mujer de las venas hinchadas y preguntas estúpidas me fue presentada como Friddel unos instantes más tarde. Fue la encargada de abrir la celda. Adda me hace un gesto para que espere fuera. Un gesto que amablemente decidí ignorar y colarme igualmente.

Friddel agarraba a uno de los envenenados mientras Adda aplicaba el remedio. Yo... Bueno, observaba y asentía mientras. Tras unos minutos el dragón se calma. Parpadea varias veces y parece volver en sí.

- ¿Don... Dónde estoy? -Se encuentra perdido, obviamente por el efecto de la Estrella del tiempo.

- En la cárcel, por haber matado a toda tu familia, probablemente y amigos, supongo que muchos muchos conocidos y...
-Un golpe enorme en la cabeza me hace perder el hilo de pensamientos. Miro hacia arriba. La ira de Friddel era tan notoria que juraría que su aura estaba cayendo sobre la estancia. Apretaba el puño y la vena de la frente se le había hinchado de nuevo. -Yo eh... Esperaré en el carromato... Haciendo otra cataplasma para la siguiente torre. ¿no? -La mujer asiente una vez y mira hacia el pasillo. Voy saltando felizmente escaleras abajo. El antídoto había funcionado.


---

Off:

Resumen: Me encuentro con la comitiva del Hekshold, les entrego la receta y nos dirigimos a la primera torre para curar a los dragones que están allí.
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Mensaje  Tyr Lun Ene 21 2019, 13:51

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Mensaje  Sigel Sáb Ene 26 2019, 17:05



Ausencia de Elen Calhoun Ya conocemos las instrucciones del evento. Se le ofrecen tres días adicionales para contestar.

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Mensaje  Elen Calhoun Lun Ene 28 2019, 11:09

- Guarda esa cosa de una vez Valeska. - soltó con brusquedad la vampira, mientras observaba con cierto nerviosismo el exterior a través de una rendija. El frío se colaba por entre los tablones de madera y hacía que su cuerpo se encogiese por momentos, pero no podía preocuparse por ello, mucho menos encender una hoguera para entrar en calor, se suponía que debían mantenerse fuera de la vista. - ¿Me estás escuchando? - inquirió, girándose hacia la dragona, que movida por la incertidumbre que se apoderaba de su corazón hizo caso omiso a su recomendación.

La joven sostenía la copa de la clarividencia como si se estuviese aferrando a un clavo ardiente, no podía vivir con la duda de si su hijo nacería vivo o muerto, la acusación de Bjorn seguía en su mente y necesitaba comprobar que su criatura llegaría al mundo con bien. - Solo unos minutos más, tengo que ver el parto. - pidió con desesperación la embarazada, levantando la vista hacia la de cabellos cenicientos para dedicarle una mirada de súplica. Elen no fue capaz de negarle aquello, se cruzó de brazos y observó a la muchacha con gesto serio, debatiéndose interiormente para superar las ganas que ella misma tenía de utilizar el mágico objeto.

Pero ¿quién no estaría tentado de conocer su futuro? De no encontrarse en una situación tan complicada, la benjamina de los Calhoun habría echado un ojo en aquel vino para averiguar si saldría victoriosa de su batalla contra los jinetes, o si llegaría a curarse algún día de la maldición que la había desterrado al mundo de la noche… ¿Acabaría enfrentándose al Hombre Muerto? ¿conseguiría librarse de la sombra de odio? ¿habría algún futuro para ella y Alister? Todas aquellas preguntas asaltaban su mente a diario, pero no podía confiar en el artefacto, no cuando no mostraba a ciencia cierta los acontecimientos venideros, ya que éstos dependían en gran  medida de las decisiones y acciones de las personas.

Por unos instantes, la de ojos verdes se imaginó a sí misma llenando la copa y viendo lo que deseaba, una vida tranquila para ella y el cazador, alejados del mundo y de los problemas, pero eso jamás ocurriría, no mientras el medallón solar colgase de su cuello. Los jinetes la habían empujado a aceptar el cargo que ahora ostentaba, uno que muy a su pesar, mantendría hasta el fin de sus días, con todo lo que ello suponía.

- No deberíamos quedarnos aquí. - le susurró Alister, que tras andar de un lado para otro por todo el establo se había acercado a ella. - Lo sé, pero Dundarak es un caos y algunos dragones buscan a Valeska por la muerte de Bjorn, tenemos que protegerla a ella y al niño. - respondió la vampira, sin tener muy claro que hacer a continuación. Por suerte para la centinela, un extraño recién llegado le daría la información que necesitaba para terminar de decidirse…

El pequeño ratón se coló por uno de los agujeros de la pared y fue directamente hacia ella, deteniéndose justo a sus pies y colocándose de forma que pudiese ver el diminuto rollo de pergamino que llevaba consigo, traía un mensaje, pero ¿de quién? ¿quién podía saber que estaban allí?

Intrigada, la señora de sombras se agachó y tomó al animalillo con ambas manos para examinar mejor la misiva que transportaba. - Eltrant, agua contaminada… - leyó, volviendo a depositar al roedor en el suelo para que pudiese marcharse. - Esto se complica, tenemos que ayudarle. - instó, ligeramente preocupada por la seguridad del mercenario, a pesar de que sabía perfectamente que era capaz de defenderse.

- Esconde la copa Valeska, nos vamos. - anunció, dando algo de alivio a la muchacha, que ya podía descartar uno de los futuros que acababa de ver, aquel en que Heck Hartem los hallaba en el establo. - Poneos las capas, no deben reconocernos. - añadió al poco, tirando de la capucha de su vestimenta para que su rostro quedase todo lo cubierto que fuese posible, estaban en el norte, nadie se fijaría en ellos por ir bien abrigados.
***


El exterior era un desastre, había guardias y dragones enloquecidos, probablemente por lo que acababa de leer, pero justamente ese caos fue lo que los ayudó a pasar desapercibidos, con tanto jaleo nadie tenía tiempo para reparar en ellos. Lentamente, fueron abandonando la zona principal de la ciudad para internarse en el laberinto de callejuelas secundarias que unían los barrios, echando la vista atrás de vez en cuando para asegurarse de que no los seguían.

Un pesado aleteo hizo que los tres reaccionasen al unísono, pegando la espalda a la fachada del edificio más cercano y alzando la vista al cielo a tiempo de ver a una deforme criatura sobrevolando la zona. - ¿Qué demonios es eso? - alcanzó a preguntar en un susurro el norteño, frunciendo el ceño ante la visión de aquel monstruo. - No lo sé, pero será mejor que no nos vea. - contestó Elen con un hilo de voz, vigilando al ser hasta que éste se largó a otra parte.

Concentrados como estaban en aquel animal, si es que se le podía llamar así, ninguno de ellos se percató de los pasos que se acercaban hasta que el agudo oído de la vampira reaccionó, provocando que girase el rostro en la dirección por la que habían venido.

- Que sospechoso, tres extraños que se andaban ocultando en el establo del difunto Don Bjorn, os he visto salir de allí… y apostaría mi cabeza a que una de vosotras es la tal Valeska, descubríos. - ordenó el hombre, que iba acompañado por otros dos y blandía un par de hachas. Alister fue el primero en reaccionar, adelantándose para interponerse entre aquel trío y sus acompañantes, pero Elen lo detuvo al instante, colocando una mano en su pecho. - No puedes transformarte aquí, llamaríamos la atención. - susurró, para que él fuese el único capaz de oírla.

- Lamento decirte que estás equivocado, si nos metimos en ese cuchitril fue para escapar del frío, nada más. - se excusó, situándose por delante de Medea para que no pudiesen llegar hasta ella. ¿La reconocerían? Después de lo sucedido en el banquete era bastante probable pero no tenía otra opción, así que retiró ligeramente la tela que cubría su cara, obsequiando una gélida mirada a su interlocutor.

Sus ojos mandaban un mensaje claro, una advertencia, pero aquel tipo no pareció inmutarse, en vez de eso esbozó una sonrisa cargada de malicia, sabía a quién tenía delante. - Te recuerdo, fuiste su cómplice durante la pelea, ahora si estoy completamente seguro de que esa de ahí es la asesina de Bjorn. - soltó el dragón, empezando a acercarse. - Quédate detrás de nosotros Valeska, no intervengas. - indicó la señora de sombras, ladeando la cabeza hacia la muchacha. - Acabemos con esto rápido, no quiero más problemas de los que ya tenemos. - añadió, buscando fugazmente la mirada del cazador.

Varios lazos del elemento de la joven brotaron de su espalda, para inmediatamente salir disparados contra sus atacantes, alcanzando a uno de ellos de forma superficial, mientras el cabecilla la repelía con el filo de sus hachas. Eran dragones, de eso no cupo ninguna duda en cuanto los dos que se mantenían en segunda fila iniciaron la metamorfosis, obligando a Alister a hacer lo propio para equilibrar la balanza.

La centinela maldijo interiormente, no quería que el escándalo los delatase pero tampoco tenía más opciones, debía centrarse en su oponente y acabar con él cuanto antes, solo así podría echar una mano a su amado con los otros dos, aunque conociendo sus habilidades quizá no le hiciese falta. Mientras el líder de aquel pequeño grupo corría hacia ella, Alister tomó posición entre sus congéneres bestiales y el resto, valiéndose del fuego para quemarlos sin miramientos.

Aquella lucha entre iguales se tornó terriblemente violenta en cuanto entraron en juego las garras y los dientes, pero pronto el norteño se impuso a sus enemigos, demostrando que no eran rivales para él en cuanto a fuerza bruta.

Mientras tanto, e ignorando la suerte de sus compañeros, el individuo de las hachas siguió recortando distancia con la criatura de la noche, quien ordenó a Medea retroceder y esperó al momento preciso para hacer su siguiente movimiento. Todo su cuerpo quedó envuelto con un aura sombría, y justo cuando Boudicca se disponía a atacarla, una oscura esfera tomó forma entre las manos de la benjamina de los Calhoun, explotando al segundo y sumiéndolos a ambos en una nube de pesado humo negro.

Para ella era un ambiente perfecto, su visión no se veía afectada en absoluto, cosa que no podía decir su adversario. - ¿Y ahora qué harás? - preguntó, desplazándose ágilmente alrededor de su presa mientras éste lanzaba tajos a ciegas en todas direcciones. Pronto todas las extremidades de su contrincante se vieron completamente inmovilizadas gracias a una decena de gruesos lazos de sombra, y antes de que pudiese transformarse, la de ojos verdes, armada con unas afiladas garras hechas a partir de su propio poder, le atravesó el pecho de un lado a otro, soltándolo poco después para que pudiese agonizar sobre los fríos adoquines de piedra.

Los dragones restantes corrieron la misma suerte, como resultado del enfrentamiento sus voluminosos cuerpos yacían en el callejón sin vida, mientras Alister solo tenía un par de heridas leves que tratar, nada que ella no pudiese solucionar con sus productos alquímicos.

- En marcha. - instó Elen, pero un estruendo hizo que se detuviese en seco, y sin saber muy bien por qué, quisiese averiguar lo que estaba ocurriendo. Sin apenas hacer ruido, los tres avanzaron hacia el callejón del que provenía el ruido, y la sorpresa se dibujó en el rostro de la vampira nada más reconocer el aura de quien allí aguardaba, Lyn. - ¡Lyn! - saludó, despojándose de la capucha para que la morena pudiese reconocerla. - Estás aquí. - comentó, fijándose en la persona que se encontraba con ella y en la puerta destrozada, por la cual llegaba el inconfundible sonido de una pelea. - Espera, ¿Eltrant se encuentra bien? ¿está ahí dentro? - preguntó, aunque no esperó respuesta alguna.

- Protege a Valeska. - indicó al cazador, antes de internarse en el edificio.

Para cuando llegó la escena no podía ser peor, el mercenario ya estaba herido, como de costumbre, y frente a él se encontraba una multitud de adláteres del Hombre Muerto, liderados por una mujer que gritaba estupideces. - ¿Crees que puedes matarlo? Que ilusa. - intervino, sin inmutarse a pesar de que la hechicera, una ilusionista a todas luces, se hubiese escondido entre la chusma que controlaba.

- Me alegra verte de nuevo Eltrant, pero de verdad, eres un imán para los problemas. - dijo a continuación, haciendo brotar una decena de lazos oscuros y lanzándolos contra el enemigo, uno contra cada uno de ellos, de modo que aumentase sus posibilidades de acertar también a la bruja. - ¡Agggghhhh! - gruñó la maga, al verse alcanzada nuevamente, ésta vez en el pecho, peligrosamente cerca de alcanzarle un órgano vital. - Te encontré. - dijo la de cabellos cenicientos, sonriendo con malicia mientras manipulaba su elemento para que se quedase anclado en la espalda de la extraña a modo de garfio, un buen método para que no se le pudiese escapar.

- ¿Qué tal si acabamos con esto y me cuentas qué está pasando en Dundarak? - propuso al guerrero, dándole ocasión de terminar con la ilusionista mientras Hont y otro de los Buscones hacían lo posible para escapar de la sala.



Off: Elen y Alister acuden en ayuda de Eltrant para trabajar en equipo y rescatar a Hont.
Elen utiliza Mundo de sombras y deja fuera de combate a Boudicca
Aclaración: Elen lo deja malherido, que alguien lo salve o no ya queda en manos del master.
Hiere a Tarina.


Última edición por Elen Calhoun el Lun Ene 28 2019, 11:33, editado 2 veces
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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Tyr Lun Ene 28 2019, 11:09

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Mensaje  Taliesin Skatha Mar Ene 29 2019, 16:34

Me despierto en un carruaje, rodeado de cuerpos y cubierto de sangre seca. Me es casi imposible pensar: me laten las sienes como si me estuviera golpeando un martillo, y desde el fondo de mi ser siento un vacío que parece devorarme. Sed.

A mi alrededor todo son cadáveres. La desesperación hace que los muerda a pesar de todo, y al morder una y otra vez acabo arrancando carne. Primero mastico con la intención de sacar fluido, pero me pierdo en mis instintos y el medio se convierte en un fin; uso mis uñas y dientes para arrancar pedazos enteros de los cuerpos sin vida, y disfruto y sufro a partes iguales. Querría sentir sangre caliente bajando por mi garganta, y por más que muerda, arañe y abra, por más que mastique, arranque y lacere, no obtengo lo que quiero.

Sin embargo, mi Sed se aplaca y a medida que como siento cómo una nueva fuerza se acumula en mi pecho. Junto a la fuerza llega algo más: confusión, ideas que parpadean en mi mente, voces. Es más difícil recordar quién soy. Pero sé lo que quiero. Quiero que todos sientan lo que siento. Quiero que disfruten comiendo carne como disfruto, y sufran como sufro.

Un gruñido animal surge de mi garganta. Mis uñas cada vez cortan con mayor facilidad. De mi cuerpo comienza a emanar una niebla, roja como un atardecer… Como un amanecer. Una visión fugaz: seres como yo, rodeados de los cadáveres de los débiles. Este es el estado natural del hombre.

Pierdo la continuidad del tiempo. Hay momentos en los que soy, y momentos en los que no soy. Cuando vuelvo a ser consciente estoy ante dos hombres, dos guardias, que tosen y se tapan la boca para intentar que la niebla roja no entre en sus pulmones. Uno de ellos aún me apunta con su espada, a pesar de su dolor.

Lo siguiente que veo es que estoy sobre él, mordiendo su cuello y alimentándome. Tose, se debate y suplica. Y yo le odio. La rabia me domina y me dejo llevar por otro instinto vampírico, el ansia por propagar la maldición de mi sangre. Con su espada me hago un corte en la mano y la impongo sobre su boca, impidiéndole respirar hasta que la sangre gotea a su garganta y la traga.

Y así los dos seremos lo mismo. Así me ayudará a propagar lo que somos. Convertido en algo como yo, convertirá a otros, quienes convertirán a otros, y expandirán esta naturaleza hasta que la ciudad sea nuestra.

- Convierte, propaga – le ordeno, mientras él se retuerce de dolor y grita al perder su humanidad-. Nuestra ciudad, nuestra presa.

Vuelvo a perder conciencia de lo que me rodea. Pensar… Pensar… Innecesario. Haz lo que eres.

------------------------------

Aquel vampiro difícilmente podía llevar ya el nombre de Taliesin Skatha. Su memoria había desaparecido, así como cualquier vestigio de código moral, y había quedado sustituido por el profundo deseo de herir y de propagar su sufrimiento. ¿Y qué mejor manera que otorgando los sufrimientos de dos en dos, con el vampirismo y la euforia? ¿Qué mejor opción que convertir a los enemigos en aliados, tan enloquecidos como él y tan deseosos de propagar aquella maldición?

El aspecto físico del vampiro aún se podía reconocer como el de Taliesin, pero había marcadas diferencias. Su piel se había tornado traslucida, marcando sus venas llenas de sangre ajena; sus ojos estaban enrojecidos y sus iris parecían haber perdido el color; sus uñas eran largas y afiladas, más parecidas a cuchillos. Su aspecto prolijo y cuidado era ahora una acumulación de sangre, vísceras y ropas desgarradas, muy alejado de lo que había sido en el pasado. Quedaba olvidada la nota que él mismo había escrito para su hija Irina, y que aún llevaba consigo, en uno de los bolsillos de la camisa. ¿Realmente era aquel Taliesin Skatha?

Aunque apenas podía articular pensamientos racionales, tenía muy presente el odio que sentía. Un nombre en particular surgía de la niebla roja que era su mente: Eltrant Tale. El vampiro lo buscaba en cada calle que atravesaba, saltando de tejado a tejado.

Este ser aún no era consciente de todo su poder, pero era cuestión de tiempo. Sentía ansias por crear a más de los suyos. Y no había nada más tentador que un guerrero, alguien capaz de hacer daño y reducir a más hombres y mujeres. Por ello cuando lo vio, con la cota de mallas, el escudo y maza, más fiero que cualquier otro al que hubiera convertido aquella noche, olvidó por un momento aquel otro nombre y acechó.

Esperó en las sombras hasta que el hombre quedó solo, y entonces se abalanzó sobre él desde un tejado. Habría esperado que la batalla fuera rápida, pero el guerrero reaccionó a tiempo y consiguió quitarse al vampiro de su espalda antes de que él pudiera clavar sus colmillos. Pero aquello no desmotivó al ser, quien se levantó del suelo y sonrió. Había arañado el cuello al separarse y tenía un poco de sangre en las uñas, que probó, encantado. Cerró los ojos para concentrarse en el sabor. Una breve visión apareció en su mente, el rostro de una mujer que llamaba al guerrero “Kristen”[1].

- Krisssten… - pronunció en voz alta, despacio y con dificultades.

El ser no iba armado, pero era más fuerte en su locura y no tenía miedo al dolor. Kristen, en cambio, vaciló un instante al escuchar su nombre de alguien que no reconocía, unos segundos que le dieron desventaja. El vampiro volvió a lanzarse hacia delante, y el guerrero apenas llegó a interponer el escudo y empujar al otro lejos de sí; pero inmediatamente el vampiro volvía a estar sobre él, y esta vez fue a arañar la muñeca que sostenía la maza a fin de que la soltara. No consiguió librarse del arma, pero volvió a atacar y esta vez mordió la muñeca.

Kristen soltó el escudo y agarró al vampiro del pelo y del cuello para separarlo, pero era como intentar retener a un perro rabioso. La batalla se volvió más física. El vampiro se lanzaba una y otra vez, sin momento de pausa, sin temor, mientras que Kristen se mantenía a la defensiva y era dañado por la niebla rojiza. No fue una batalla rápida, no fue limpia. Pero finalmente el ser de Nirana hundía sus colmillos en el cuello del guerrero, y después volvía a abrir su herida en la mano para hacer beber a Kristen, quien, agotado, no pudo resistirse.

El vampiro rebosaba de fuerza ante aquella victoria. Comenzaba a comprender su poder. Mientras Kristen se transformaba dolorosamente, el ser permaneció inmóvil y disfrutó observando el sufrimiento ajeno.

-----
Resumen: Taliesin propaga la infección de Nirana. Para ello, convierte a víctimas en vampiro. El ritual de conversión incluye saliva y sangre y propaga la Nirana, y los nuevos vampiros quizás podrán contagiar a más gente en lugar de simplemente estar locos.
Uso el turno en derrotar a Kristen Vahid, e iniciar su conversión a un vampiro enloquecido. La conversión no se completará hasta el turno siguiente.
[1]Habilidad nivel 0, la sangre lo dice todo
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Mensaje  Tyr Mar Ene 29 2019, 16:34

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Mensaje  Eltrant Tale Mar Feb 05 2019, 13:55

La ayuda siempre les llegaba a los idiotas cuando menos la esperaban.

Los pocos hombres del nigromante que seguían con vida, que continuaban luchando en el interior del refugio Ben caían uno tras otro, incapaces de hacer nada para evitar la nueva fuerza que había entrado en escena.

No lo podía a negar, en un principio la presencia del castaño fue toda una sorpresa para la ilusionista. Muchos de los presentes, de los mercenarios de Bracknell yacían muertos en el suelo estaban seguros de que los Buscones restantes iban a canjear la copa por la vida de sus amigos.

Después de todo, nadie habría esperado que Eltrant Tale fuese tan incoherente, tan directo como para internarse allí de aquella forma, tan… dispuesto a andar por sí mismo en una trampa tan terriblemente evidente.

Pero lo había hecho, y aunque en primera instancia podría haber sido relativamente fácil lidiar con alguien así cuando contaban con tal ventaja numérica, no lo estaba siendo: Tale y su amigo habían conseguido sacar de allí a la zarigüeya y, ahora, este se estaba encargando de lidiar con las personas que lo habían mantenido prisionero.

Sonrió amargamente, volviendo a convocar su magia para que su aspecto cambiase acorde a las personas que quedaban vivas en la habitación.

Pero eso no era lo peor, un humano podía morir tan fácilmente como cualquier otro; el problema eran la dichosa Centinela de cabellos níveos que, por algún motivo, estaba de parte de aquel sujeto.

El problema era Elen Calhoun.

Tarina había oído hablar de ella, cualquier persona con un mínimo de relevancia en el sequito de Bracknell lo había hecho; de no haberlo hecho Tarina quizás se habría comportado como aquellos matones de tres al cuarto que caían frente a la Centinela incapaces siquiera de herirla.

La mujer, una bruja poderosa no hacía tanto, había sido maldecida por contrariar al Nigromante y por más actos igual de deleznables, y, aun así, allí estaba, ayudando al idiota al que habían decidido castigar por las malas, al héroe que su líder absoluto había decidido convertir en un villano a ojos de todos.

Gritó, Tarina dejó escapar un grito gutural cuando la recién llegada alcanzó su cuerpo con sus sombras, cuando acabó con una decena de mercenarios simplemente para hacerla salir de su escondite.

Su ilusión se vino abajo debido al dolor, su indumentaria se volvió más pesada, estaba segura de que no era solo por la sangre que la empapaba y Calhoun incluso se encargó de que no pudiese usar su espada.

Masculló un par de insultos, retrocedió, buscó todas las salidas del refugio con la mirada.
Bracknell solía decirles que debían saber cuándo huir, que el honor de servir al Hombre Muerto era mayor que el de morir en combate.

“Honor”, para Tarina aquella palabra, simplemente, simbolizaba las absurdas acrobacias mentales que hacían algunos humanos para sentirse bien después de matar. No, ella nunca había necesitado ningún tipo de discurso para saber que seguir viva era preferible a morir por una causa perdida, incluso cuando los planes fallaban podían funcionar más tarde.

Aun así, no tuvo tiempo de escapar.

Sin sus ilusiones y con varias heridas en su cuerpo no le fue muy complicado a Tale atraparla, le extrañaba que no hubiese pasado antes, o que no hubiese sido Calhoun la que le enredaba con sus trucos de monstruo.

Trató de insultar a aquel ser inferior según le levantaba, a aquel bruto que solo confiaba en su fuerza física para resolver las cosas. Pero no le salía la voz.

Pudo oír que Tale le decía algo, pero el mundo a su alrededor se apagaba lentamente, las palabras simplemente fueron sonidos incoherentes, una sucesión de murmullos que solamente podía oír desde detrás de una cascada.
Intentó hablar de nuevo en vano.

Se estremeció, una intensa pero breve sensación gélida se apoderó de su vientre, incapaz de moverse de dónde estaba, de siquiera mirar para abajo, intuyó lo que estaba sucediendo según el frío fue sustituido por una dolorosa calidez.

Casi parecía que podía ver su cuerpo desde fuera del mismo, irónicamente, esta imagen se fue diluyendo poco a poco, hasta que se apagó completamente y su mundo se volvió completamente oscuro.

[…]

Extrajo a Olvido del cuerpo de la ilusionista y la dejó caer al suelo, frente a él.

Frunció el ceño y, sin moverse, examinó el cuerpo. La mujer seguía respirando, con dificultad, pero lo hacía.

¿Terminaba el trabajo?

Aquel pensamiento cruzó su mente fugazmente, no había perdonado la vida al resto de matones a sueldo que habían estado a punto de acabar con Hont, aunque, por supuesto, con ellos había sido en mitad de la pelea, no los había ejecutado en el suelo.
Se quedó varios segundos mirando a la ilusionista, estaba bastante seguro que ella no habría perdonado la vida de Hont de darse el caso.

¿Por qué iba a hacerlo él con ella?

Tras varios segundos de reflexión chasqueó la lengua y envainó a Olvido, tomó la capa de la mujer y la colocó sobre la herida de forma que esta acababa pegada sobre dicha herida, impidiendo que se desangrase totalmente. No podía creerse que estaba haciendo eso, le gustaba pensar que con un poco de suerte algún caballero dragón sensato pasaría por allí y la ilusionista se ganaría una larga temporada en prisión.

Su parte más pesimista sabía que aquella decisión le estallaría en la cara de alguna forma u otra.
Una vez lidiado con aquel contratiempo se dirigió a Elen, quitándose el yelmo en el proceso.

- Hola, Elen… - Bajó la mirada hasta su propio cuerpo, tratando de intuir que impresión debía de estar dándole al centinela en aquel momento: no una buena, probablemente. – No esperaba… - Se apoyó en la pared y, con un gesto, le pidió que le acompañase hasta el exterior.

Aún había muchas cosas que hacer.

- ¿Qué no está pasando en Dundarak? – Respondió Eltrant bajando la mirada  - Bracknell… los lacayos del… tu sabes quién. Ellos son los que han enloquecido la ciudad… usan una flor para envenenarlos a todos y… – Suspiró, respiró profundamente cuando el frío invernal de Dundarak volvió a golpearle en la cara, el cielo completamente oscuro parecía adquirir tonalidades anaranjadas en algunos lugares, dudaba mucho de que fuese por que el amanecer estaba cerca.

¿Cuántas calles de la ciudad estaban en llamas?

Nos están ganando. – No le gustaba admitirlo en voz alta, pero la cosa no iba bien, su aspecto era el indicativo más claro de esto. Todavía alejado de los demás, se encargó de informar a Elen y a Alister de toda la información que tenía en mente. – Tino ha muerto… y habían capturado a Hont, querían la copa esa a cambio. – Buscó a la Zarigüeya con la mirada, se alegró al ver que conversaba casualmente con Gardian, Lyn y Menelwie, casi como si no hubiese estado en peligro mortal hacía apenas cinco minutos.

Se preguntó si sabría lo de Tino.

Los caballeros dragón también se han llevado a Toriel y a Ohm a una de las torres del sur de la ciudad. – Aseguró pasándose la mano por la venda que cubría su ojo derecho. – Y el último refugio de los Buscones… - Se estremeció al pensar lo que podía haberles pasado a los que se habían quedado en Connan, si en el que habían estado ellos había saltado por los aires… - Nos pilla de camino, quiero ir a ver qué ha pasado. – Tragó saliva y miró fijamente a Elen a los ojos. – Nos vendría bien tu ayuda, Elen. – Se apoyó en la pared, sintiendo todas las heridas de su cuerpo exigirle que se detuviese al unísono. – Tengo que… - Un suave resplandor, seguido de una conocida calidez le dijo que Menel se acababa de acercar hasta dónde estaba y, con cuidado, estaba sanando las heridas que parecían tener peor aspecto.

- Hont está bien. – dijo a los presentes. – Tiene incluso más ganas de pelear que antes. – No se molestó en simular un ápice la evidente preocupación que dejó entrever en aquella frase.

- ¡Elen! ¡Alister! – Lyn se acercó entonces a su congénere, con una de las sonrisas más genuinas que había visto en la vampiresa en lo que iba de noche. - ¡Gracias! - Como conseguía mantener aquel nivel de optimismo se le escapaba, pero al menos era contagioso. - ¿Cómo nos habéis encontrado? – Negó con la cabeza, quitándole importancia a la pregunta. - ¡Mortal! ¡Dale un abrazo por mí! – Ordenó, señalando a Eltrant.

- Después. – dijo este, devolviéndole la sonrisa, separándose de la pared. Lyn infló los mofletes y se cruzó de brazos. – Todavía tenemos mucha noche por delante. – Aseveró comenzando a caminar hacia el final del callejón, justo la salida que estaba más cerca de la torre en la que estaban Toriel y Ohm. – El refugio Connan nos pilla de paso… pararemos ahí. – Los Buscones asintieron sin meditarlo demasiado.

Suspiró. ¿Por qué era él quien daba las órdenes? Hont y Gardian eran los fundadores, no él. Tras intercambiar varias palabras con los mencionados, Eltrant miró a Elen esperando la respuesta de su amiga.

No podía evitar sentirse mal pidiéndole a la peliblanca algo así, prácticamente le estaba suplicando que le ayudase en una ciudad que buscaba su cabeza; no había calle en la que n hubiese un cartel de se busca con su cara, en la que varios escuadrones de guardas no le buscasen.

Pero no veía como salir de aquello de otra forma. No podía hacerlo solo.

Una vez hecha la planificación pertinente salieron en dirección al refugio Connan. A pesar de ser un grupo ligeramente más grande no hubo problema alguno en mantenerse relativamente ocultos de los guardas y los ciudadanos enloquecidos.

Todos estaban demasiado ocupados matándose entre ellos.

Comenzó a nevar, sutilmente, casi como si, de alguna forma, no la propia nieve no quisiese caer sobre una ciudad como aquella. Se detuvo a mitad de la escalera que ascendía y desvió su mirada hacía la ciudad, los desvíos que se habían obligado a tomar habían llevado al grupo hasta un mirador no muy lejos del refugio al que se dirigían.

Fuego, gritos, humo.

Muchas personas podrían asumir, perfectamente, que aquello estaba siendo peor que la plaga.

Más repentino, como mínimo.

Se limpió la nieve que comenzaba a cumularse en sus hombreras, para descubrir que esta no era siquiera blanca, la nieve se había mezclado con el humo y esta había adquirido un color grisáceo.

Era, de alguna forma absurda y cruel, poético.

Sin decir nada Eltrant apoyó en la barandilla de la escalera, y durante unos segundos, sin apartar su mirada de la ciudad en llamas, se permitió descansar.

¿Cuál era el final de todo aquello? ¿Por qué habían escogido los hombres del Hombre-Muerto aquella ciudad para hacer aquello si no era porque estaba él allí? Si había otro motivo, se le escapaba, no era capaz de adivinar que ganaban destruyendo, o intentando destruir, toda una ciudad.

La copa mágica, sí.

Pero podrían haberse hecho con ella en cualquier punto del continente. No eran pocos los refugios de los Buscones, muchos de ellos en mitad de la nada. ¿Por qué habían seleccionado específicamente aquel lugar para robar? Por él, porque era la cabeza de turco perfecta; un humano con los ideales de un justiciero desequilibrado.

Un granjero que intentaba ser un héroe.

Él tenía la culpa de que Dundarak estuviese ardiendo.

- Elt… - Lyn, que había ido en cabeza todo el rato, volvió sobre sus pasos y se posicionó junto a Eltrant. – El refugió está ahí delante y… - Se detuvo y miró a Elen antes de continuar. - … no tiene buen aspecto. -

[…]

El refugio era una sombra de lo que había sido.

Si antes solo había sido una casa modesta oculta entre varias más, ahora no era más que una pila de escombros que, contra toda lógica, se mantenía en pie.

Frunció el ceño.

- Vale, tenemos que entr… -

Una serie de gruñidos desordenados dieron paso a un pequeño ejército de bestias aladas que cayeron desde las alturas ayudándose por las sombras, sin avisar, y siendo lo suficientemente sigilosas como para pasar desapercibidos incluso para Lyn.
No pudo ver que realmente eran.

¿Hombres-bestia? ¿Dragones?

Independientemente de su raza: estos estaban atacándoles y, a diferencia de los malditos por la flor, aquellos seres no mostraban ni un simple vestigio de inteligencia. Simplemente atacaban, sin preocuparse por que Olvido hubiese perforado una de sus alas, sin sentir el dolor de la daga de Gardian en sus cuerpos.

De hecho, lo único que parecían encontrar particularmente fascinante era armadura de Eltrant, de la cual no tardaron en arrancar varios pedazos más.

- ¿Me tenéis algún cariño especial? – Masculló el castaño sintiendo como las garras de otra de aquellas cosas se deslizaban por su armadura, tratando de buscar su carne.

- ¡¿Es que no puedes tener una noche normal!? – Exclamó Lyn, que había corrido junto a Hont, Menelwie y la chica que acompañaba a Elen y había levantado un muro de sombras para que aquellos monstruos no las alcanzasen.

- ¡No es culpa mía!

Una sacudida, probablemente por la pelea, agitó el edificio que había sido el refugio Connan y, casi como si esta estuviese hecha con naipes, una de las paredes se desplomó.

- ¡Lyn! – Eltrant se giró hacia lo que quedaba de la puerta. - ¡Voy a entrar! – No había rastro de Kano, tampoco de Gol’then.
Tenían que estar dentro.

- ¡¿Cómo!?

Lyn no recibió una respuesta, Eltrant se internó inmediatamente en el edificio después de ajusticiar a otro de los demonios alados con Olvido, los cuales, incomprensiblemente, se estaban haciendo más grandes y violentos con cada segundo que pasaba.

- Iniciando hostilidades.

Justo cuando Eltrant atravesaba lo que quedaba del largo pasillo que le conduciría hasta el lugar en el que estaba la sala de “reuniones” la voz distorsionada del cibernético al que se había enfrentado con anterioridad llegó hasta sus oídos.
¿Los seres lo habían atraído hasta allí? ¿O tenían algo que ver con su existencia?

- ¡Oh, eso sí que no! – Lyn dio una palmada frente a su cara, las sombras del lugar se expandieron. - ¡Ya tenemos bastantes problemas por aquí para aguantarte a ti! – Gritó al mismo tiempo que una lanza de sombras se materializaba frente al recién llegado y, después de impulsarse por sí sola, arrancaba una de las armas integradas del sujeto.

- Informe de daños: mínimos.

- ¡Eso va a cambiar rápido, descuida! – Levantó aún más el escudo, se aseguró de que su muro de sombras mantenía alejados tanto a las monstruosas criaturas como al cibernético que había aparecido allí.

Eltrant, entre tanto, agarró el brazo de Kano, que yacía tirado en el pasillo con tantas heridas que no parecía poder siquiera moverse y lo cargó sobre su espalda como buenamente pudo, Gol’then tenía que estar por ahí.

No iba a poder sacarlos por sí solo.

- ¡Elen! -

__________________________________________________________

Off: Resumen de mi turno.

- Eltrant termina de incapacitar a Tarina.
- Los diablillos de Edgecomb me encuentran. (¿¡Como podeis tener todos TAN buena suerte!? (?))
- Lyn hiere a Guardia 3.22
- Primer turno rescatando a Kano y a Gol'then.

:'D







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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Tyr Mar Feb 05 2019, 13:55

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Mensaje  Irinnil Fawkes Lun Feb 11 2019, 04:46

Había llegado el momento de partir a la siguiente torre. Esperaba que aquellos nuevos compañeros que había hecho por el camino viniesen conmigo, no me gustaba la idea de ir sola de un lado a otro en aquella ciudad consumida por el caos. No era buena idea desde un inicio. Pero parecía que tenían otras cosas más importantes que hacer que acompañar a una estúpida elfa medio demente torre por torre. Tal como habían dicho, sería un derroche de recursos ir todos juntos a realizar una tarea que bien podía hacer una o dos personas por su cuenta.

La mujer que se me había presentado como Maestra Lovelace había dedicado una buena parte del tiempo que pasamos en la torre en la fabricación de nuevas cataplasmas. Lancé un hondo suspiro en cuanto me contaron su plan de dividirnos. Era habitual que la gente importante hiciese cosas importantes, mientras una elfa desconocida e inservible como yo... Bueno, no era difícil pensar que una pérdida como esa era sencilla de asumir.

- Señorita Fawkes, su tarea en estos momentos es de vital importancia, mas debemos separarnos aquí. -Posa una mano sobre mi cabeza y me revuelve el pelo. -Le dejaremos el carro con los ingredientes. Espero que nos volvamos a ver más adelante en unas condiciones más favorables.

Y sin nada más que añadir y sin esperar ninguna respuesta por mi parte, se fueron por donde habían venido. Para mi sorpresa Clarice estaba a los mandos del pequeño carromato que debería llevarnos a la siguiente torre. Esbocé una sonrisa al ver una cara conocida y amiga.

- Vamos Jeannie, tenemos trabajo que hacer. - Me sonríe. -De todas las personas que me podría haber cruzado en esta misión, me alegra que seas tú.

Palabras de ánimo vacías, no necesitaba que me animasen, aquello no iba a conseguir que me sintiese insignificante en comparación con los poderes que estaban manejando los hilos de la ciudad. Un nuevo suspiro. Me dejo caer en el suelo de madera. Haría lo que pudiese, la primera torre no había sido tan difícil de asaltar, tan solo quedaban tres más de ellas. Si nos dábamos prisa podríamos terminar en unas pocas horas.

Afortunadamente las cataplasmas parecían estar surtiendo el efecto deseado, además con bastante celeridad. Lo único que tendríamos que hacer sería difundir la palabra y algunos ingredientes... El único error del plan era el hecho de que la medicina tan solo era eficaz hasta unas pocas horas después del envenenamiento.

No habíamos vuelto a ver a Eltrant Tale, la empresa que estábamos llevando a cabo Clarice y yo tenía bastante más prioridad que atrapar al humano. Además... En estos momentos podría estar ya muerto.

Entrar en la segunda torre no había resultado igual de sencillo que la primera. Posiblemente porque lo único amenazante de aquella incursión era Clarice. En esta ocasión unos cuantos guardias que no conseguí reconocer de ninguna facción de las que había visto hasta ahora guardaban el acceso. La contienda fue corta. Si bien es cierto que en su transcurso me quedé sin flechas, de las cuales al terminar el combate gracias a las habilidades de esgrima de Clarice, se habían quedado en dos normales y las cinco especiales hechas por Asher que guardaba para un encuentro extremadamente duro. Las demás o se habían roto o estaban irremediablemente ocultas bajo un cadáver que mover sería una pérdida de tiempo.

Conforme subíamos las escaleras de la torre sentí algo, un rugido y un chasquido como de huesos rotos. "Eso ha debido de doler". Miré a Clarice que subía detrás de mi. Ella se encogió de hombros como restándole importancia a los gritos. Al fin y al cabo allá arriba estaban encerrados más dragones envenenados, no era descabellado pensar que se enfrentarían entre ellos.

Subimos las escaleras intentando hacer el menor número de ruido posible. Si había más soldados apostados en la torre debíamos ser precavidas. Las botas pesadas de Clarice no estaban siendo de mucha ayuda, de todas las veces que me giraba a mirarla me decía "Lo siento" con los labios. Seguramente lo estaría pasando mucho peor que yo con el sonido.

Nos detuvimos frente a la puerta de madera, no salía ya ningún ruído del interior. Si nos habían escuchado podía suponer una emboscada en toda regla, nuestra preocupación no hizo más que aumentar por momentos. Acerqué la mano al pomo, la mano de Clarice se interpuso en la mía y me hizo retroceder con un gesto de la cabeza. Me di cuenta de lo que pasaba por la cabeza de la caballero dragón. Retrocedí un par de pasos mientras desenfundaba el arco y ponía una de mis escasas flechas en la cuerda. Ella abría, yo apuntaba por si acaso.

El chirrido de los goznes al moverse hizo subir la tensión, si algo iba a pasar, este era el momento. Esperamos tensas, Clarice a un lado con la espada desenvainada. Ella fue la primera en adentrarse en la estancia, poco a poco, intentando disminuir el ruido de la armadura. La seguí rápidamente, no era un buen apoyo, realmente era un apoyo bastante inútil, pero si me atacaban a mi, al menos ella tendría tiempo de huir o defenderse. Ese era mi trabajo.

Entraba poca luz a través de la ventana, si aquella rendija podía denominarse como tal. En las esquinas estaban aprisionados los dragones envenenados. Uno de ellos tenía el brazo en una posición rara. Supuse que ese había sido el origen del sonido que nos hizo ponernos en guarda tan solo unos instantes atrás. Había intentado liberarse de las cadenas rompiéndose un brazo. Una solución que me pareció un tanto exagerada.

- Saca los ungüentos, Jeannie, por favor. No creo que tengamos nada que temer ahora mismo. -Dijo Clarice mientras envainaba la espada y se acercaba a uno de los prisioneros.

Dejé el carcaj en el suelo y saqué del fondo los pequeños paquetitos que me dejó la Maestra Lovelace. Le di uno a Clarice y me llevé el otro a donde se encontraba el del brazo partido. Había perdido la consciencia, apliqué el remedio sobre su cuerpo y concentré mi magia para intentar arreglarle el brazo. Al menos disminuiría el dolor cuando despertase.

- Espero que os pongais los dos bien...

Ya solo quedaban dos torres de las cuatro que debíamos visitar. Por ahora estaba siendo una misión sencilla, pero quien sabe si las cosas no se torcerían mucho en las dos siguientes. Miré a Clarice, había demostrado ser una buena compañera, tan solo esperaba no decepcionarla muy pronto.
-----

Off: Siento muchísimo haber tardado tanto... Gracias por esperarme u.u

El resumen, me separo de Lovelace y Friddel. Me reúno con Clarice en el carromato y nos dirigimos a la segunda torre.
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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Tyr Lun Feb 11 2019, 04:46

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Mensaje  Elen Calhoun Sáb Feb 16 2019, 12:06

Eltrant no perdió el tiempo, blandió una de sus espadas y la hundió en el cuerpo de la ilusionista, la cual a pesar de su estado aún consiguió mascullar un par de insultos para el mercenario mientras la vida empezaba a abandonar su ser lentamente. El aroma de la sangre hizo que la benjamina de los Calhoun frunciese el ceño y arrugase la nariz, la tentación estaba siempre presente pero no era momento de alimentarse, tenían que salir de allí cuanto antes.

En un gesto inesperado, Tale decidió no acabar con la mujer que sin ningún tipo de miramiento lo había atacado, en vez de eso la dejó en el suelo, con una capa taponando la herida para que no se desangrase. - ¿Por qué lo hace? - se preguntó la vampira, aunque ella misma había dejado a uno de sus oponentes moribundo en mitad de la calle sin molestarse en terminar con su sufrimiento, pero lo suyo era diferente.

Elen quería que sufriese, que sus últimos instantes estuviesen plagados de dolor y miedo, pero Eltrant no era así, al menos no la parte que conocía de él, probablemente estuviese dando una oportunidad a su enemiga solo por piedad, algo que la de ojos verdes estaba perdiendo junto con su humanidad. Las sombras no dejaban de animarla a cometer verdaderas atrocidades, y de no ser por la presencia de Alister, lo más seguro era que se hubiese dejado llevar por ellas hasta perderse en su lado más oscuro.

Sin más que hacer en aquella sala, la centinela siguió al castaño hasta el exterior, cruzando los brazos sobre el pecho y endureciendo su expresión en cuanto éste le reveló que el Hombre Muerto, el culpable de parte de sus problemas, estaba detrás de todo aquello. - No por mucho tiempo… en cuanto le ponga las manos encima le haré pagar por lo que me ha hecho… - pensó para sí nada más escuchar de labios de su acompañante que estaban perdiendo, y que los Buscones se encontraban en serios problemas.

La copa que escondía Valeska estaba de por medio por supuesto, pero no la entregarían a ese desgraciado de Randall Flagg ni a ninguno de sus adláteres, no señor, tendría que pasar por encima de su cadáver para hacerse con el objeto. - Solo dime hacia dónde debemos ir. - contestó al instante, brindándole su ayuda no solo porque los considerase a él y a Lyn sus amigos, sino por las cuentas pendientes que tenía con el artífice de aquel caos, era una cuestión personal que debía resolver.

Por suerte para Eltrant, una de sus acompañantes del exterior tenía el don de la sanación, con lo que sus heridas pronto desaparecerían, devolviéndolo a un estado adecuado para continuar con su misión. Fue entonces cuando Lyn, seguida del dragón, avanzó hacia ella sonriente y agradecida por su intervención en la pelea y porque hubiese dado apoyo a su compañero. - No ha sido nada. - replicó la señora de sombras, curvando los labios en una leve sonrisa.

Junto con Víctor y Dag, la morena era una de las pocas excepciones agradables que había encontrado en su nueva raza, los tres eran diferentes al resto y los apreciaba, sobre todo después de que la hubiesen ayudado a controlar parte de sus habilidades cuando más lo necesitaba, durante sus primeras semanas tras la transformación. - Ya me lo darás tú misma por la mañana, cuando hayamos terminado con esto. - soltó con tranquilidad, recordando el problemilla que tenía la joven últimamente.

- No perdamos tiempo, guíanos. - pidió Elen, conforme con el plan del guerrero y dispuesta a ponerse en marcha de inmediato hacia el refugio que acababa de mencionar. - Valeska, tú a mi lado. - instó, de modo que la futura madre quedase perfectamente protegida entre ella y Alister. - El Hom… - se detuvo antes de mencionar al innombrable, tomando aire y tratando de relajar el rostro. - Alguien va tras la copa, no se te ocurra volver a sacarla ¿está claro? Que nadie la vea. - susurró, inclinándose hacia la dragona, que asintió en silencio.

- Pase lo que pase quédate cerca de Alister, él os protegerá. - añadió, cruzando una fugar mirada con el cazador. No le gustaba la idea de convertirse en la niñera de una extraña, sin dudarlo habría dado lo que fuera por poder acompañarla y velar por ella pero no podían permitirse exponer a la embarazada y el objeto, debían mantener ambas cosas fuera del alcance de los hombres de Flagg y eso era justamente lo que harían.

De camino al refugio pudo percibir el inconfundible y asfixiante olor del humo, pero no era de extrañar, media ciudad ardía mientras las calles se regaban con la sangre de cuantos, enloquecidos, luchaban sin ningún tipo de control.

Cuando finalmente alcanzaron su destino la imagen de éste los dejó bastante desanimados, si aquello alguna vez había sido una casa ahora estaba en ruinas, prácticamente parecía que se fuese a desplomar en cualquier instante, la vibración de un impacto en las cercanías sería suficiente para echarlo abajo. Pero como si no tuviesen suficiente con entrar a un lugar que se caía a trozos, los agudos oídos de la centinela captaron algo parecido a un aleteo, e instantes después varias criaturas indescriptibles, por lo amorfo de sus cuerpos, cayeron en picado sobre el grupo, aunque visiblemente atraídas por Eltrant.

Mientras la de cabellos cenicientos trataba de retener a una de esas bestias con varios lazos de sombra, el norteño adoptó su forma bestial para intervenir, agradeciendo que Lyn se ocupase de proteger al resto con su elemento. Pero no iban a acabar ahí las complicaciones, ante el inminente colapso de la estructura del refugio el castaño dejó de lado el enfrentamiento para revisar el interior del mismo en busca de Kano y Gol’then, y justo en ese momento entró en escena un biocibernético para sumarse al bando enemigo.

- Maldición. - masculló entre dientes, consciente de que si no empezaban a librarse de aquellos seres la misión se volvería mucho más difícil. Para colmo de males, los monstruos crecían y se volvían más violentos a cada instante, detalle que obligó al dragón a tomar medidas drásticas, reduciendo a cenizas a uno de ellos en cuanto lo tuvo a la distancia adecuada. El agudo chillido de la criatura no duró mucho pero tanto ruido podría traerles más compañía indeseada, así que sin perder un segundo, Alister embistió a la que la joven retenía y la tiró al suelo, abalanzándose sobre ella de inmediato para destrozarla con las fauces.

Poco a poco la balanza empezó a inclinarse en su favor, pero ante la amenaza de que el recién llegado atacase al resto del grupo, el alado tuvo que desviarse para asestar un contundente coletazo al bio y enviarlo a varios metros de distancia, contra un muro de piedra. - Informe de daños: varios sistemas afectados, capacidad al 75%. - recitó la máquina, levantándose de nuevo.

Con la vista clavada en él, la benjamina de los Calhoun recubrió sus manos con sombras y las modificó hasta que adoptaron la forma de unas afiladas garras, iba a destrozarlo, o lo habría hecho de no ser por Eltrant, cuya voz llegó hasta ella desde el edificio en ruinas… la estaba llamando. - ¿Podeis ocuparos de esto? - preguntó, desviando la mirada del dragón a la morena. - No te preocupes por nosotros, ve a ayudarlo. - contestó el cazador, observándola durante unos segundos antes de volver a centrarse en la pelea.

Elen no esperó más, echó a correr hacia lo que quedaba del refugio y avanzó por el mismo esquivando cascotes, muebles y todo lo que encontró por medio del pasillo. El castaño había encontrado ya a uno de los Buscones, Kano, pero seguía faltando Gol’then, el enorme toro.

Gracias a su visión y olfato, a la vampira no le costó encontrar el rastro del hombre bestia, que yacía en una de las salas del final del corredor, sepultado bajo un montón de escombros y tablones de madera que probablemente antes habrían formado parte del mobiliario de la sala. - ¿Cómo demonios se supone que voy a sacarlo de aquí? - se preguntó, apartando cuanto podía para liberar el voluminoso cuerpo del animal. - Deja que te ayudemos. - respondieron las almas del medallón, aprovechando cualquier ocasión para salir al mundo terrenal.

Era la mejor opción, lo sabía, y además podrían darles algo de tiempo si las cosas seguían feas en el exterior cuando saliesen, así que sin pensárselo mucho cerró los ojos y dejó que su elemento hiciese el resto, cerrándose en torno a su figura para luego dar paso a tres estelas negras como la noche.

- Tú ve a ayudar a Eltrant con Kano, vosotras dos os quedáis conmigo. - ordenó, en cuanto sus aliadas tomaron forma. Y así entre las tres, pudieron extraer a Gol’then de entre los restos y empezar su traslado hacia la calle, donde podrían examinar mejor su estado y la elfa tendría ocasión de curarlo.



Off: Elen utiliza: Llamada a las armas
Alister utiliza: Fuego dragón

Alister ataca a Guardia 3.22 y a los diablillos de Egdecomb, Elen se une a Eltrant en el rescate de Kano y Gol'then.
Una de las sombras de Elen se va con Eltrant a ayudarlo.

Sombras:


Última edición por Elen Calhoun el Sáb Feb 16 2019, 12:13, editado 2 veces (Razón : Resumen)
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Mensaje  Tyr Sáb Feb 16 2019, 12:07

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Mensaje  Taliesin Skatha Dom Feb 17 2019, 17:58

El ser escuchó los gritos y las súplicas de Kristen, regocijándose en el sufrimiento ajeno. En otras circunstancias, quizás alguien habría venido a ayudarlo. Quizás alguien habría matado al guerrero caído antes de que se transformara en vampiro. Pero la ciudad entera eran gritos y peticiones de auxilio, y nada en estos los hacía más apremiantes que los demás.

Cuando los gritos pararon y se convirtieron en un lamento, y el guerrero comenzó a intentar levantarse, el ser se dio por satisfecho y volvió a saltar al tejado más cercano. No muy lejos quedaba el campanario medio derruido en el que él y Acyloin se habían convertido en lo que ahora eran, y llevado por el impulso de observar la ciudad en llamas, escaló hasta lo alto. La visión era maravillosa, y se sintió exultante. Él era Nirana y la Nirana había hecho aquello, con lo que se atribuía a sí mismo la destrucción, el caos y el éxito.

El recuerdo de Acyloin le cruzó la mente brevemente, pero no pudo retenerlo y se esfumó.

Desde su posición pudo ver unas criaturas aladas, una especie de gárgolas, sobrevolando la ciudad. Parecía que buscaban algo. El ser las observó durante un tiempo hasta que finalmente vio que se detenían sobre un punto no muy lejano y lo rodeaban en círculos antes de caer en picado. Atacaban. Víctimas.

El vampiro tomó aquello como una oportunidad para convertir a quien quedara con vida. Con prisa y expectación, bajó de la torre del campanario y saltó de tejado en tejado hasta el lugar.

Llegó frente a una casa en ruinas. Un dragón se enfrentaba a un biocibernético, y tras una sombra se hallaban cuatro personas siendo atacadas por las gárgolas. Estaban distraídos. No le verían a tiempo para detenerlo. Un escalofrío de anticipación recorrió al ser, quien desde detrás de ellos se lanzó hacia aquellas nuevas víctimas... Sólo para ser detenido por la barrera. Las sombras eran físicas.

No entendiendo por qué no conseguía penetrar su propio elemento, lo golpeó repetidamente. ¡Estaba tan cerca de aquellas personas! ¡TAN CERCA! La sangre le hervía. Gritó, frustrado, y volvió a golpear la barrera. Esta vez sintió que se resquebrajaba. La herida que tenía en la palma, con la que convertía a otros en vampiro, había comenzado a echar sangre como si estuviera recientemente abierta, y esta recubría su mano y le otorgaba fuerza. Subitamente, la sangre salió a raudales y se expandió hasta recubrir todo su cuerpo y extenderlo con alas, cuernos y cola, dándole la apariencia de una de aquellas gárgolas.

El ser golpeó la barrera con todas sus fuerzas; sus puños la atravesaron al tiempo que las sombras estallaban en esquirlas a su alrededor. No esperó un segundo más. Se abalanzó hacia las víctimas que veía delante, hacia una muchacha joven que allí se encontraba. Pero en ese momento un hombre bestia saltó y se interpuso. ¡Era tan pequeño que apenas lo había visto! ¿Cómo alguien así iba a detenerlo? Y sin embargo evitó que llegara hasta la joven.

Ofendido, el ser pegó un zarpazo hacia él. Sintió cómo sus garras rasgaban la carne del hombre zarigüeya, pero este no se apartó y contraatacó. El vampiro recibió un ataque, gritó y retrocedió un paso. Sin embargo no sintió dolor, sólo frustración. Su única voluntad era herir a la joven que veía detrás de los otros tres. Estaba absolutamente fijado en ella.

Cuando el hombre bestia volvió a atacarlo, el ser se deshizo en un charco de sangre. Con una velocidad inesperada, zigzagueó entre sus oponentes y llegó a la espalda de la joven que, asustada, se había colocado tras el resto. Sin que ella llegara a girarse, el vampiro volvió a tomar forma física. Sus garras se hundieron en la piel de la espalda de la joven, dejando largos surcos y un vestido destruido. El ser finalmente obtuvo su recompensa: un grito de dolor, sorpresa y miedo.

---
Resumen:
Las criaturas discordia me permiten al fin encontrar a Eltrant y los suyos. ¡¡Yay!!
Kristen se ha transformado en vampiro. Taliesin localiza a Eltrant al seguir a las criaturas discordia. Activa la habilidad Ascensión de Dundarak, que durara este turno y otro mas.
Ha intentado pillar a Lyn, Menelwie, Hont y Valeska desprevenidos y ha fallado debido a la barrera de sombras. Recibe una herida infligida por Hont e igualmente le causa una herida superficial a Hont. Se transforma en charco de sangre para llegar hasta Valeska y herirla. Ahora mismo está en la forma de dragón de sangre.
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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Tyr Dom Feb 17 2019, 17:58

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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Eltrant Tale Dom Feb 17 2019, 23:39

Una fantasmagórica sombra alivió parte de la carga que tenía entre los brazos.

- ¿Elen o Lyn? – Un singular sonido parecido al ruido que hacía una hoja de metal al deslizarse por una placa del mismo material brotó de lo que parecía ser la cabeza del ser. – Elen. – Sin perder más tiempo en averiguar la procedencia de la criatura, Eltrant levantó aún más a Kano y, a duras penas, corrió hacia la salida del refugio, atravesando las varias habitaciones que le separaban del exterior y derribando cualquier material que se interponía en su camino.

En el mismo instante en el que el olor a madera quemada y a sangre le indicó que volvía a estar en el exterior dejó caer a Kano a un lado. No fue delicado, no tenía tiempo para ello; tanto el cibernético como aquellos seres alados seguían dando problemas.

Y, sobre todo eso, un invitado inesperado había hecho estallar el muro de sombras de Lyn.

Apretó los dientes y, maldiciendo por centésima vez a los dioses en lo que iba de noche, se colocó el yelmo que colgaba en su cinturón mientras aceleraba el paso hacia el recién llegado.

Todos estaban heridos: Gardian mantenía alejado a las criaturas aladas lo mejor que podía haciendo uso de dos puñales, moviéndose de una forma en la que no recordaba haberle visto nunca, Hont defendía con su espada de madera a Menelwie y a una Valeska herida con todas sus fuerzas, incluso cuando también era dueño de una herida sangrante.

- No, no, no, no. – Entrecerró los ojos, mirando como todo parecía complicarse más y más con cada segundo que pasaba. ¿Es qué no podían tener ni un solo segundo para descansar? – Todavía no hemos acabado ni de… - No terminó de mascullar la frase, el cibernético abandonó su objetivo actual, Alister, y se giró hacia él.

- Eltrant Tale: localizado.

El bio cargó contra el castaño inmediatamente de frente, quizás fuese porque le costaba maniobrar, porque estaba relativamente herido a causa del intercambio de golpes que había tenido con el dragón.

Frunció el ceño y cerró ambas manos en torno al pomo de su espada, deteniéndose momentáneamente, lanzando un tajo directamente al pecho de la figura con toda la fuerza que pudo reunir en el momento. [1]

- ¡No tengo tiempo para esto! – Bramó ignorando al cibernético que rodaba por el suelo al mismo tiempo que perdía un sinfín de piezas en el proceso.

- Sistemas… comprometidos… -

No llegó a escuchar la voz distorsionada del bio pronunciar aquella última frase, pues otro de los seres alados no tardó en intentar terminar el trabajo que sus compañeros habían empezado, tras sentir como las garras de aquellos seres volvían a golpear su coraza, esta vez con más fuerza que antes.

Eltrant cercenó uno de los brazos del ser como toda respuesta y, en cuanto esta aulló de dolor, hizo lo mismo con la cabeza de aquella especie de dragón. ¿Encontró la piel más dura? ¿Se estaban haciendo más fuertes por momentos? No podía ser posible, aunque no lo descartaba, cosas más raras había visto.

- ¡Elt! – Lyn, mordiéndose el labio inferior, volvió a levantar el muro de sombras que acababa de perder en más de un centenar de fragmentos de oscuridad. - ¡Creo que…! - El inusual charco de sangre que deslizaba por el lugar emergió del suelo e impactó contra el escudo, volviendo a hacerlo estallar.

No obstante, la vampiresa, con el ceño fruncido dio una palmada frente a su cara y acumuló todas las sombras que tenía alrededor, levantó otro muró más con las sombras del lugar en apenas un segundo.

- ¡Es un vampiro! – Gritó Lyn desde la improvisada defensa que había creado para los heridos. - ¡Creo…! – Otro impacto más en el muro, esta vez aguantó relativamente bien, Lyn se estaba esforzando con todas sus fuerzas por resistir bajo aquello. - ¡Creo que es Taliesin! – Se detuvo un instante al oír aquel nombre.

¿De qué le sonaba?

Era el vampiro con él había coincidido en… ¿Baslodia? ¿Cuándo estaba con el Capitán?

Aquel momento de duda hizo que una de las gárgolas se le encaramase a la espalda y le mordiese con fuerza en el cuello desgarrando el metal de la hombrera y lo que había bajo esta con sus fauces.

Gritando de dolor, Eltrant tomó uno de los brazos  absurdamente gruesos de la criatura y la tiró por encima de su cabeza, clavándole, después, a Olvido en mitad del pecho.

- Gardian, distrae a estas cosas. – Lyn tenía mejor memoria que él, si el charco de sangre que trataba de matarles a todos era Taliesin, debía de ser cierto. - ¡Dejadme al grande a mí! – No podía matar a Taliesin, solo los dioses sabían por qué estaba allí y como había acabado en aquella situación.

Pero era un peligro, para él mismo y para los que le rodeaban. Lanzó varios insultos en voz baja, la maldita flor era una plaga a erradicar.

Se lanzó contra el supuesto Taliesin, o más bien contra la figura demoniaca y alada en la que se había transformado. Tan pronto estuvo cerca de este notó la sed de sangre que tenía, solo con su respiración, con la forma en la que actuaba; quería matar.

No era el hombre que había conocido.

Retrocedió un par de pasos más cuando supuso que consiguió atraer la atención del vampiro colérico y, tras recibir varios impactos por parte del mismo que dejaron su armadura aún más comprometida, intentó sujetar a su antiguo conocido antes de que este se deshiciese en un charco de sangre, pero no llegó a conseguirlo.

- ¡No puedo permitir que hagas más daño a nadie! – Clavó a Olvido en el suelo, arrodillándose. – ¡No puedo permitir que te hagan daño! - Una gigantesca cúpula de viento surgió alrededor de su persona y de Taliesin. - ¡Te quedas aquí! – Desencajó a Olvido del suelo - ¡Lo siento! – Gritó antes de que el vampiro pudiese comprender que sucedía, rodando hacia el único lugar en el que había dejado una apertura y dejando al vampiro encerrado en el interior de la misma. [2]

Aquello lo mantendría ocupado un tiempo.

Notó Olvido vibraba en su mano con suavidad. ¿Estaba llevando la espada a su límite? ¿Tenía tiempo siquiera a comprobarlo? La implacable insistencia de los monos voladores volvió a hacer acto de presencia cuando uno de ellos salto sobre él de forma que su espalda volvió a impactar contra el suelo.

- ¡Qué alguien me… quite a esta cosa de encima! – Intentó protegerse la cara con las manos, pateó con fuerza, forcejeó, lucho por apartar a la bestia que trataba de abrirse paso a través del metal hasta su carne.

Agradeció a todos los dioses conocidos y por conocer el que hubiese decidido volver a ponerse el yelmo, las garras de la criatura cortaban el metal como si este estuviese hecho de papel y, cada segundo que pasaba, lo hacían con más facilidad.

No eran solo suposiciones, se estaban haciendo más y más fuerte por momentos.

- ¡Lyn! – Incapaz de alcanzar a Olvido, que descansaba a varios metros de dónde estaba él, Eltrant alcanzó a Recuerdo en su cintura a toda prisa, temiendo quedarse sin el único ojo que tenía sano lo que quedaba de noche.

El brillo azulado de la espada se tiñó carmesí cuando consiguió clavar, desde la postura en la que estaba, la espada de hielo en el vientre de la criatura.

- ¡Pesas mucho! – Empujando con aun más fuerzas, sacándole partido al hecho de que la gárgola había detenido sus ataques debido al dolor, hizo palanca y abrió en canal a la criatura. - ¡Aparta! – Se levantó, lanzó al ser, ahora muerto, aun lado.

Pero aun así no bastaba, eran demasiadas de aquellas cosas, no podrían rescatar a todos así.

Elen había salido del edificio, no sabía cuándo lo había hecho ni como, pero también había sacado a Gol’then. Ahora estaban todos a salvo.

Ese fue el momento en el que lo comprendió. Ella era la única posibilidad que tenían los Buscones para salir de allí con vida, no él; ella podría hacerlo, triunfar dónde él, evidentemente, no podía.

Arreglar lo que él había arruinado.

Por algo Elen Calhoun era una Centinela y el solo era un escudo.

Tomó a Olvido, se deslizó entre varios de los demonios distraídos con Gardian y se aseguró de que dejaban descansar durante al menos unos instantes al Buscón más evasivo.

- Elen… - Le faltaba aire, palabras que decir, tenía que actuar cuanto antes. Tenía que llevarse de allí a todos los monstruos, Elen podría rescatar a Ohm y a Toriel, podía hacerlo. – La torre. – Clavó a Olvido en el suelo, entre Gol’then y Kano, después tiró del pequeño jubón que vestía Hont y de uno de los brazos de Valeska y los acercó a la hoja. – ¡Lyn, ayudame! – La vampiresa atravesó uno de los demonios alados gracias a su maldición y alzó un muro de sombras justo frente a este, deteniéndolo al instante. - ¡Tienes que llegar a la torre, Elen! ¡Salva a Toriel y a Ohm! – Gritó, frunciendo el ceño, concentrándose en su espada que tenía entre las manos.

El aire de la espada se expandió en cuanto el castaño deseó que lo hiciese, más monstruos alados impactaron contra el muro de Lyn.

- ¡Date prisa, Elt! -

Las heridas de todos presentes comenzaron a curarse de forma lenta pero constante; Olvido continuó vibrando con aun más fuerza entre sus manos, parecía a punto de estallar. [3] No le gustaba abusar así de la energía de su espada, recordaba lo que había pasado las veces que había hecho algo así con su guantelete.

Pero era por eso no curaría sus propias heridas. A él no le hacía falta; a diferencia de Gol’then podía seguir peleando, a diferencia de Kano él podía tenerse en pie.

Extrajo la espada de entre los adoquines con un fuerte, el aire que había estado flotando por el lugar volvió a concentrarse en la hoja de la espada. Eltrant notó como la vista se le nublaba un momento, sujetó el brazo de Elen.

¿Había usado la espada sus propias fuerzas para sanar a los demás?

- Cuida de ellos, por favor. – Le dijo instantes antes de comenzar a correr en dirección de uno de los tantos callejones que conducían hasta el refugio en el que estaban.

Todavía no estaban totalmente curados, pero sin la presión de las criaturas, que ahora que le seguian era un hecho que buscaban solamente cabeza, Menelwie podría ultimar los detalles para devolverles la consciencia.

Elen contaría con la ayuda de todos los buscones para rescatar a Ohm y a Toriel.

- ¡Oh, eso sí que no! – Lyn bajó el muro de sombras y miró momentáneamente a la peliblanca y a Alister. - ¡Voy con él! – dijo - ¡No puedo dejarle solo! – Exclamó corriendo tras su acompañante.

[…]

Un callejón en llamas, una vivienda derruida, una taberna repleta de gente peleándose entre sí.

La ciudad era exactamente igual fuese a dónde fuese.

Por eso no se sorprendió cuando, a pesar de haber estado evitando por todos los medios acabar en alguna plaza, en alguno de los típicos lugares en los que las gentes de Dundarak se aglomeraban, acabó en una.

- No puede ser.

Aquel lugar era muy similar al resto de la ciudad, la diferencia más obvia era, quizás, el hecho de que un numeroso grupo de caballeros dragón rodeaba a una única mujer que estaba arrollada en el centro de la plaza mientras el resto luchaba con un grupo aún más grande de ciudadanos enloquecidos.

- ¿Inga?

¿A ella también la habían capturado? ¿Por qué estaba allí? ¿Dónde había acabado?

Gruñó en voz baja, era de agradecer al menos que aún no hubiese muerto, no habían tenido noticias de ella desde que los refugios cayeron presa de la magia de los lacayos del Hombre-Muerto.

- ¡Eh! -  No tardaron en verle, y no porque no fuese capaz de pasar desapercibido: un mercenario enfundado en una armadura manchada de sangre era básicamente lo que veías mirases dónde lo que mirases en la ciudad. - ¿Qué son esas…? – Fue debido a los monstruillos que estaban dándole caza, los cuales descendieron desde las alturas y cayeron en picado contra el batallón de hombres

- ¡Defendeos! – Gritó otro, levantando un pesado escudo por encima de su cabeza para protegerse de la acometida del monstruo.

- ¡Tale ha picado! – Señaló otro más. - ¡Ha caído en la trampa de Friddel! ¡Ha traído estas cosas para salvar a su amiga!  – Muchos se posicionaron para encarar al exmercenario y a Lyn, que apenas estaba un par de pasos tras él.

Pero los demonios alados tenían otra idea de lo que iba a pasar en aquel lugar.

Atacaron a todos, sin excepción. Desgarraron carne, metal, saltaron sobre los soldados, sobre Eltrant, sobre los ciudadanos enloquecidos. Nada parecía ser un contratiempo para una decena de cosas aladas que, poco a poco, se iban haciendo más y más fuerte.

- ¡Defendeos! – Bramó de nuevo el que parecía ser el líder de aquellos caballeros dragón - ¡No dejéis que avancen! – Seguía gritando, tratando de imponer su voz sobre la de las personas enloquecidas y los gritos de dolor.

No, aquello no era culpa suya, no del todo al menos, ya que él era quien había atraído a aquellas cosas hasta allí. Pero no le iban a dejar explicarse, lo mejor que podía hacer era sacar a Inga de allí mientras tuviese la oportunidad de hacerlo.

- ¡Lyn, vamos! – Se abrió paso cortando cualquier ser alado que se cruzase en su camino, empujando a un lado y encajando los golpes que le propinaban y que, poco a poco, empezaban a agotarle, pronto no podría ni moverse - ¡In… Inga! – Jadeando, se agachó junto a la mujer en cuanto llegó junto a esta y comenzó a liberarla de sus ataduras mientras Lyn mantenía alejados a todos los monstruos y soldados que se atrevían a acercarse.

La licantropía, con los ojos mínimamente abiertos, trató de pronunciar algunas palabras, quizás de agradecimiento, pero no pudo decir nada coherente; cosa que no era de extrañar: no estaba precisamente indemne.

Frunció el ceño. ¿La habían torturado?

Tan centrado estaba en lidiar con aquello, en salir de allí, que no se percató de que otra facción acababa de irrumpir en la plaza y, ahora, también luchaban en aquella especie de batalla a cuatro bandas que acababa de formarse.

- ¡Eltrant Tale!

Se bloqueó, dejó de desatar a Inga y se giró, lentamente, para mirar el origen de aquella voz que conocía tan bien.

- Bracknell… - Masculló Eltrant entre dientes, escupiendo cada silaba del nombre del hombre que, con un montón de matones, se habían metido en la plaza dispuesto a matar a todos los que estaban allí simplemente porque Eltrant estaba también en aquel lugar.

¿No querían dejar testigos de su presencia o algo por el estilo?

Afortunadamente para todos, la pelea parecía estar bastante igualada. Los caballeros dragón, haciendo honor a su reputación, se habían fortificado en una esquina de la plaza y avanzaban como una sola unidad, despachando hombres del Hombre-Muerto y monstruos por igual.

Los hombres de Bracknell no se quedaban precisamente atrás, eran más numerosos y sabían sacarle partido. No tenían piedad con nada ni con nadie, acababan con todo lo que estuviese delante de sus espadas, ya fuese monstruo, dragón, o víctima de todo aquel sin sentido.

Incluso tenían hombres extra para rodear al trío de Buscones en el centro de la plaza.

Frunció el ceño y blandió a Olvido, pero la espada parecía… apagada. Maldiciendo para si la envainó y desenvainó a Recuerdo, Lyn, entre tanto, terminó de liberar a la licantropa.

- Tale, Tale, Tale. – Lentamente, Bracknell se hizo con su propia espada. - ¿Qué has hecho? – Sonrió. – Toda esta ciudad… mírala. - Amplió la sonrisa, mostrando todos los dientes. – Es tu culpa. Te explicaría que es por haberte antepuesto al Hombre-Muerto… pero eso ya lo sabes. – Eltrant se quitó lo que le quedaba del yelmo y lo lanzó a un lado, clavó su único ojo sano en los de Bracknell. – Es tan ridículamente fácil… - Señaló a su alrededor, a la muerte, a la batalla. - …todo esto. Culparte digo. – Se pasó la espada de una mano a la otra.

¿Ahora eso? ¿Un discurso?

Bracknell se quedó en silencio y cerró los ojos.

Sonrió, como si estuviese disfrutando todos y cada uno de los sonidos que producía la ciudad aquella noche.

- ¿Alguna vez te has preguntado si los demás quieren tu ayuda? – Bracknell abrió los ojos y frunció el ceño, endureció su tono de voz. – Te debes de sentir tan bien contigo mismo al pensar “He hecho una buena acción” al darte varios golpecitos en el pecho al matar a algún… villano. – dijo, marcando especialmente la última palabra – ¿A cuántas personas has matado? – Preguntó a continuación – ¿Recuerdas realmente a alguien de los que has ayudado? – Eltrant mantuvo la calma, lo intentó con todas sus fuerzas.

Cada palabra que brotaba de los labios de Bracknell le enfadaba más, le cargaba más de ira; la espada de hielo temblaba entre sus manos.

Complicas las cosas, enturbias el mundo. – Preparó su espada y miró a Lyn durante unos instantes. – Enserio… incluso te paseas con ella por ahí, sabiendo cómo está todo después de Lunargenta. – Negó con la cabeza.

Tan fácil… Tale

- ¡Impresionante! – La voz de Lyn le hizo detenerse, Eltrant, con la espada en alto, había estado a punto de lanzarse contra Bracknell y todos sus lacayos sin apenas meditarlo. - ¡Estás tan senil como pareces! – Lyn dio una palmada frente a su propia cara, las sombras danzaron alrededor de ella. – Ya decía yo que esa mirada perdida y la sensación de estar hablando con alguien confundido no podía ser solo para engañarnos. – Aseguró sonriendo mordazmente. - ¿Quiere el yayo una sopita? -

- Ata en corto a tu mascota, Tale. – Contestó Bracknell con desprecio.

Las sombras que acababa de conjurar Lyn rodearon a Eltrant para hacer aparecer, instantes después, una réplica exactamente igual al castaño a su lado hecha con sombras. [4]

- ¿Mascota? – Eltrant sonrió amargamente y bajó la espada un instante.

Además de la sombra de Eltrant una figura más apareció en el lugar centelleando con suavidad; Lyn acababa de girar la llave y Virgo, la doncella de cabellos purpúreos y armadura pesada miraba atentamente lo que sucedía en el lugar. [5]

Sin decir nada, la criada se ajustó las pesadas cadenas que colgaban de sus muñecas.

Por mucho que lo odiase, Eltrant sabía que no tenían por qué enfrentarse a Bracknell, no directamente, solo tenían que huir de ahí con Inga. Ya se preocuparían por aquel imbécil más adelante.

Con un poco de suerte él y Hartem se matarían el uno al otro despues de haber abandonado el lugar.

- Señorita Lyn… intuyo que no me has convocado para que lea otro de los capítulos de su novela.

_________________________________________________

[1] Habilidad Eltrant Nivel 3: Hoja Cargada.
[2] Habilidad Eltrant Nivel 9: Inamovible
[3] Tercera habilidad de Olvido: Regeneración.
[4] Habilidad de Lyn nivel 9: Vástago de las sombras.
[5] Uso objeto master Lyn: Llave de la doncella.

Resumen de mi turno:

- Eltrant deja fuera de combate a Guardia 3.22
- Encierro en una cupula de aire a Taliesin. (Habilidad inamovible)
- Curo un poco con mi espada a todos los Buscones heridos. (Habilidad regeneración)
- Atraigo a los monos voladores y dejo que Elen vaya sola (y más segura a rescatar a Ohm y a Toriel)
- Primer turno de dos tratando de rescatar a Inga.
- Me encuentro con Bracknell.


Última edición por Eltrant Tale el Dom Feb 17 2019, 23:55, editado 3 veces
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Mensaje  Eltrant Tale Dom Feb 17 2019, 23:39

Post de: me he vuelto a olvidar las runas, disparadme.
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El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant] Empty Re: El significado de la lealtad [Tema 2/3 Evento Captura y Castigo Eltrant]

Mensaje  Tyr Dom Feb 17 2019, 23:39

El miembro 'Eltrant Tale' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Irinnil Fawkes Miér Feb 20 2019, 20:02

Habíamos concluido nuestro trabajo en aquella torre. Salimos, dejando a los dragones descansando dentro, aunque curados debían reposar un poco. Dejamos la puerta de la celda abierta para cuando se despertasen. Ya solo quedaban dos por visitar, pero estaba un poco cansada y un sentimieneto raro de tensión empezaba a carcomerme la mente poco a poco. Había sido demasiado sencillo hasta aquel momento. Demasiado.

- ¿No te parece raro, Clarice? -La miré de reojo mientras bajábamos las escaleras. -Me refiero... Todo ha sido muy sencillo hasta el momento. Aunque había más resistencia en esta... No era gran cosa.

- No creo que se esperasen que nadie viniese a rescatar un puñado de dragones envenenados a una celda en lo alto de la torre. -Carraspea. -No es lo primero que se te pasa por la cabeza en un momento como este...

- Supongo que tienes razón. -Suspiré mientras abría la puerta de salida a la ciudad.

El panorama de fuera seguía tan desalentador como lo habíamos dejado. Unas cuantas humaredas más poblaban la ciudad, síntoma quizás de grandes enfrentamientos entre la población y la guardia. No tenía mucha esperanza en que lo que estábamos haciendo estuviera ayudando a nadie más que a los pocos dragones que habíamos curado hasta el momento. ¿Acaso no debíamos hacer llegar la receta de la cura a las máximas personas posibles para ir tratando a los afectados?

Las dudas me asaltaban mientras subía a la parte de atrás del carromato. Me senté con las piernas colgando por fuera mientras Clarice iba al frente a tomar las riendas. Una elfa tan pequeña como yo no tenía la suficiente inteligencia como para contradecir a grandes personas como podían ser Friddel o Lovelace. Tan solo pensar que habían tomado la decisión equivocada era una tontería. ¿Qué sabría yo de aquellas cosas? Era mejor dejárselas a personas más capaces. Estaba bien que alguien como yo se centrara en cosas pequeñas. Suspiré mirando al cielo, y fue entonces cuando los vi.  

Un grupo de seres se acercaba volando a gran velocidad. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo.

- Clarice... -La llamé mientras me levantaba y corría a la parte delantera del carromato. -¡Clarice!

- ¿Qué ocurre? -La joven dragona me mira de reojo mientras dirige a los caballos entre las calles.
- Algo nos persigue... Y no bueno. -Me siento a su lado. -Vienen volando por detrás...

No hubo más palabras, salvo los gritos de ánimo a los caballos por parte de Clarice. Aceleramos considerablemente, pero las calles eran extremadamente estrechas. La dragona debía maniobrar y concentrarse en lo que tenía por delante. Debíamos llegar cuanto antes a la siguiente torre. Allí podríamos resguardarnos y pensar cómo hacer frente a aquellos nuevos enemigos. Subí de un salto al techo y desenfundé el arco. Debía intentar defender nuestra posición el máximo tiempo que pudiera.

Uno de los seres alados se posó en el lateral derecho y se acercaba a Clarice gateando poco a poco. Tensé el arco y solté la flecha apuntando a una de las manos del monstruo. De un chillido se soltó, cayendo a la calle mientras doblábamos una esquina. No tenía tiempo de celebrar la victoria, otra de aquellas ardillas demoníacas se acercaba volando a gran velocidad. Supuse que pretendía atraparme entre sus odiosas garras.

-Clarice, ¿falta mucho? -Le pregunté mientras sacaba del carcaj un proyectil de tierra y tensaba la cuerda.

-No, cariño, ya casi estamos. Aguanta, por favor.

Notaba la voz de mi compañera con un deje de amargura. Seguramente la estuviera carcomiendo el hecho de no ser de más ayuda. Deseaba combatir, pero debía dirigir a los caballos. Solo ella sabía el camino entre aquellas intrincadas callejuelas.

Apunté lo mejor que pude. Un pensamiento agridulce me asaltó al recordar la procedencia de aquel proyectil. Asher Daregan. Una parte de mi esperaba que estuviera bien, la otra, esperaba que estuviera cuanto más descuartizado, mejor.

Solté la cuerda. El virote volaba directo al ser más próximo, girando y soltando pequeñas bolitas de luz gris oscuro, simulando algún tipo de roca.[1] El impacto no se hizo esperar. Tampoco tardó mucho aquella cosa en caerse al suelo hecho un amasijo de alas. Aquello lo detendría al menos unos instantes. Y con suerte, no podría volar.

Finalmente conseguimos llegar a la torre. Clarice saltó del carro con la espada en la mano. Se apostó en la dirección que seguían las bestias mientras yo abría el portón. Tan solo tuve un segundo de margen para esquivar una estocada proveniente del interior. Di un salto atrás mientras concentraba energía alrededor de mi cuerpo. De una patada cerré la puerta en la cara del soldado.

- ¿Qué haces, Jeannie?

- No sé, me asusté.

La dragona se pasa una mano por la cara de frustración. -No es tiempo para juegos. Debemos darnos prisa. -Abre la puerta de nuevo. -¡AH! -La mujer apuñala al pobre soldado inconsciente en el pecho.

-¿Qué haces, Clarice?

- ... Como le cuentes esto a alguien te mato.

Subimos por las escaleras, cerrando tras nosotras las puerta. Clarice visiblemente sonrojada. Al menos me había reído un poco y aliviado la tensión.

La celda era como todas las anteriores, y como en las demás, nos apresuramos a aplicar el ungüento en los cuerpos de los heridos. La diferencia es que podíamos escuchar las patas de aquellos monstruos rondando el tejado y los laterales de la torre. Habíamos conseguido escapar por los pelos de la otra torre. Y ahora estaban justo encima. Necesitábamos un plan, y rápido...


----------------
Off: Resumen: Ataque de las ardillas voladoras demoníacas y curamos a los dragones de la tercera torre.
[1]: Uso uno de los dos proyectiles de tierra.
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Mensaje  Tyr Miér Feb 20 2019, 20:02

El miembro 'Jeannie Fawkes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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