Si uno no quiere, dos no barajan [Privado] [Cerrado]
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Re: Si uno no quiere, dos no barajan [Privado] [Cerrado]
Para los cánones de Matthew, tanto Oromë como Alward se lo estaban tomando con demasiada seriedad. El estafador estaba con el cuerpo apoyado contra el respaldo de la silla, mirando con atención los gestos que hacían ambos, y sobre todo, atento a qué demostraban sus miradas cuando se observaban entre sí. El moreno sentía cierto goce al saber que tenían que fingir indiferencia estando frente a él, le ponía la piel de gallina y lograban que se le escapara alguna sonrisa divertida de vez en vez.
Había pensado que Alward se resistiría un poco más, y que sería Oromë la que lo terminaría convenciendo, pero para su sorpresa, el humano aceptó mucho más rápido la condición que el Virrey había impuesto. Cuando vio que se inclinaba, Matt hizo como si fuera una jovencita abochornada, feliz pero a la vez avergonzada de ver a su amado haciendo lo que estaba haciendo.
-Ains, basta, basta, es suficiente, Cariño – Se abanicaba con una mano mientras con la otra le hacía un gesto para que se levantara – Lo has hecho bien, en verdad eres todo un caballero – Y en su tono no se podía saber si lo decía a modo de burla o de coqueteo – Y ahora mi querida Ory – Se quedó esperando a ver qué era lo que decidía hacer la dragona.
El Virrey se peinó la barba mientras evaluaba los elogios de Oromë, movía los labios de un lado a otro, pensando en si eran lo suficientemente buenos como para que aceptara cumplir con su parte del trato. Finalmente se encogió de hombros y asintió.
-Hubiese preferido “Un extraordinario estafador” pero sé que te cuesta demostrar tus verdaderos sentimientos, Cielo. Así que está bien, me doy por satisfecho – Suspiró y se cruzó de brazos – Tienen que buscarlo cerca de la zona del cadalso, hay una serie de carpas que tienen partes pintadas en azul, allí se suelen juntar los que son humanos y exguardias, ya sabes, para hacerse compañía y hablar sobre como antes las cosas eran diferentes, todas esas tonterías que les encanta recitar a los caballeros y mercenarios – Volvió a llenar su copa y tomo un trago antes de continua – Siempre está allí –
Apoyó la copa en la mesa y levantó la mano a modo de saludo.
-Alward, siempre es un gusto tenerte de visita, vuelve cuando estés de nuevo por la ciudad ¿Si cariño? – Le guiño un ojo y luego se fijó en la dragona – Ory… Lo nuestro no hubiese funcionado, lo siento. Pero me agradó verte, podemos seguir siendo amigos con derechos ¿Te parece? Genial – Luego les hizo un gesto con la mano para que se fueran.
El moreno se quedó mirando la herida en su pierna, esa vez la broma le había salido cara “Eyre va a regañarme cuando vea esto…” lo único bueno de que se enojara era que luego estaba la reconciliación. Entonces recordó algo.
-Ah, Alward, si tienes un minuto podrías visitar la tumba de Loth, seguro a ella le hubiese gustado – Se sonrió con un poco de malicia – Oromë puede guiarte, ella sabe dónde están las tumbas de los que murieron durante las batallas en Ciudad Lagarto – Les lanzó un beso a cada uno y luego, con la ayuda de una de las muchachas, se puso en pie y se fue hacía su recamara.
Había pensado que Alward se resistiría un poco más, y que sería Oromë la que lo terminaría convenciendo, pero para su sorpresa, el humano aceptó mucho más rápido la condición que el Virrey había impuesto. Cuando vio que se inclinaba, Matt hizo como si fuera una jovencita abochornada, feliz pero a la vez avergonzada de ver a su amado haciendo lo que estaba haciendo.
-Ains, basta, basta, es suficiente, Cariño – Se abanicaba con una mano mientras con la otra le hacía un gesto para que se levantara – Lo has hecho bien, en verdad eres todo un caballero – Y en su tono no se podía saber si lo decía a modo de burla o de coqueteo – Y ahora mi querida Ory – Se quedó esperando a ver qué era lo que decidía hacer la dragona.
El Virrey se peinó la barba mientras evaluaba los elogios de Oromë, movía los labios de un lado a otro, pensando en si eran lo suficientemente buenos como para que aceptara cumplir con su parte del trato. Finalmente se encogió de hombros y asintió.
-Hubiese preferido “Un extraordinario estafador” pero sé que te cuesta demostrar tus verdaderos sentimientos, Cielo. Así que está bien, me doy por satisfecho – Suspiró y se cruzó de brazos – Tienen que buscarlo cerca de la zona del cadalso, hay una serie de carpas que tienen partes pintadas en azul, allí se suelen juntar los que son humanos y exguardias, ya sabes, para hacerse compañía y hablar sobre como antes las cosas eran diferentes, todas esas tonterías que les encanta recitar a los caballeros y mercenarios – Volvió a llenar su copa y tomo un trago antes de continua – Siempre está allí –
Apoyó la copa en la mesa y levantó la mano a modo de saludo.
-Alward, siempre es un gusto tenerte de visita, vuelve cuando estés de nuevo por la ciudad ¿Si cariño? – Le guiño un ojo y luego se fijó en la dragona – Ory… Lo nuestro no hubiese funcionado, lo siento. Pero me agradó verte, podemos seguir siendo amigos con derechos ¿Te parece? Genial – Luego les hizo un gesto con la mano para que se fueran.
El moreno se quedó mirando la herida en su pierna, esa vez la broma le había salido cara “Eyre va a regañarme cuando vea esto…” lo único bueno de que se enojara era que luego estaba la reconciliación. Entonces recordó algo.
-Ah, Alward, si tienes un minuto podrías visitar la tumba de Loth, seguro a ella le hubiese gustado – Se sonrió con un poco de malicia – Oromë puede guiarte, ella sabe dónde están las tumbas de los que murieron durante las batallas en Ciudad Lagarto – Les lanzó un beso a cada uno y luego, con la ayuda de una de las muchachas, se puso en pie y se fue hacía su recamara.
Matthew Owens
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Miró de reojo a Oromë en cuanto esta se acercó a él-No tienes por qué mezclarte en esto-Le dijo con condescendencia. Era lo mejor; a cuanta menos gente involucrase en ese turbio asunto, mucho mejor para él y los que escasamente le rodeaban en aquel momento de su vida.
Aún con el tronco medio agachado, Matthew aceptó lo que tanto el castaño como la peliplateada habían demostrado. Alward irguió levemente su cabeza, no creyéndoselo del todo, luego, recobró una postura más normal mientras observaba con atención lo que el virrey tenía que decir.
Luego le llegó el turno a Oromë. La dragona se mostraba impasible como siempre, pero esta vez dio su brazo a torcer y, aunque para una persona normal demostrar eso hubiese sido tomado como un gesto de desdén y desprecio, viniendo de ella podría significar mucho más.
Owens finalmente soltó prenda, y desveló dónde se podría hallar Raven. De forma mecánica y automatizada, Alward asintió e hizo una corta y breve reverencia a modo de despedida para con el virrey, siempre manteniendo un gesto serio en su mirada y sin entrar en el juego de amor y cariño que Matthew demostraba a cada rato con el castaño. El moreno dijo un par de palabras más, pero el Sevna no le prestó demasiada atención al tratarse de nuevo de palabras encandiladora. Se colocó su armadura, se colgó las espadas, se amarró el zurrón y dejó para el final el colgante, el cual se colgó del cuello de con cierto cuidado, mientras la luz que titilaba en el interior de la casi transparente y blanquecina joya se mostraba hipnotizante.
Antes de marcharse, el castaño había caído algo; y no podía ser casualidad.
-Envíale recuerdos a Eyre-Soltó-Cuídala, es una buena chica-Lo miró a los ojos mostrando una honestidad y acercamiento a Matthew que no le había demostrado nunca.
Acto seguido, se volteó y echó andar, dispuesto a abandonar aquel lugar de una vez por todas. Toda esa fragancia, olor y el aire en el ambiente le hacía querer vomitar, no porque oliese mal, lo cual estaba lejos de suceder, sino por todo lo que aquel circo representaba. Le había quedado claro que en aquella ciudad no eran como él, no eran gente que mereciese la pena tener al lado, así que estaba deseoso de encontrar a Mars y alejarse de allí cuanto antes.
No iba a ser tan fácil, o al menos tan cómodo, el despedirse de aquella carpa. Antes de poder irse por fin, Matthew le retuvo nuevamente, esta vez diciéndole algo que le atravesó el pecho, el corazón y hasta el mismo alma. No se volteó siquiera para mirar al virrey, pero en ese momento no le hubiese importado hacerlo para acercarse a él y estamparle uno de sus puños en la nariz. La idea se le pasó por la cabeza, pero la voz de la razón en su propia mente le hizo contenerse, quizás por el tiempo que había pasado sin ver a Loth, o porque ella realmente le había decepcionado tanto que ni merecía la pena buscarse aquel embrollo.
-...Y así es cómo acaban los que se juntan con tipos como tú-Fue lo único que soltó, acto seguido, giró su cuello solamente, manteniéndose aún de espaldas al moreno-Eres despreciable, escoria humana
Sin más, abandonó el lugar con paso firme y decidido, en dirección hacia el cadalso.
Aún con el tronco medio agachado, Matthew aceptó lo que tanto el castaño como la peliplateada habían demostrado. Alward irguió levemente su cabeza, no creyéndoselo del todo, luego, recobró una postura más normal mientras observaba con atención lo que el virrey tenía que decir.
Luego le llegó el turno a Oromë. La dragona se mostraba impasible como siempre, pero esta vez dio su brazo a torcer y, aunque para una persona normal demostrar eso hubiese sido tomado como un gesto de desdén y desprecio, viniendo de ella podría significar mucho más.
Owens finalmente soltó prenda, y desveló dónde se podría hallar Raven. De forma mecánica y automatizada, Alward asintió e hizo una corta y breve reverencia a modo de despedida para con el virrey, siempre manteniendo un gesto serio en su mirada y sin entrar en el juego de amor y cariño que Matthew demostraba a cada rato con el castaño. El moreno dijo un par de palabras más, pero el Sevna no le prestó demasiada atención al tratarse de nuevo de palabras encandiladora. Se colocó su armadura, se colgó las espadas, se amarró el zurrón y dejó para el final el colgante, el cual se colgó del cuello de con cierto cuidado, mientras la luz que titilaba en el interior de la casi transparente y blanquecina joya se mostraba hipnotizante.
Antes de marcharse, el castaño había caído algo; y no podía ser casualidad.
-Envíale recuerdos a Eyre-Soltó-Cuídala, es una buena chica-Lo miró a los ojos mostrando una honestidad y acercamiento a Matthew que no le había demostrado nunca.
Acto seguido, se volteó y echó andar, dispuesto a abandonar aquel lugar de una vez por todas. Toda esa fragancia, olor y el aire en el ambiente le hacía querer vomitar, no porque oliese mal, lo cual estaba lejos de suceder, sino por todo lo que aquel circo representaba. Le había quedado claro que en aquella ciudad no eran como él, no eran gente que mereciese la pena tener al lado, así que estaba deseoso de encontrar a Mars y alejarse de allí cuanto antes.
No iba a ser tan fácil, o al menos tan cómodo, el despedirse de aquella carpa. Antes de poder irse por fin, Matthew le retuvo nuevamente, esta vez diciéndole algo que le atravesó el pecho, el corazón y hasta el mismo alma. No se volteó siquiera para mirar al virrey, pero en ese momento no le hubiese importado hacerlo para acercarse a él y estamparle uno de sus puños en la nariz. La idea se le pasó por la cabeza, pero la voz de la razón en su propia mente le hizo contenerse, quizás por el tiempo que había pasado sin ver a Loth, o porque ella realmente le había decepcionado tanto que ni merecía la pena buscarse aquel embrollo.
-...Y así es cómo acaban los que se juntan con tipos como tú-Fue lo único que soltó, acto seguido, giró su cuello solamente, manteniéndose aún de espaldas al moreno-Eres despreciable, escoria humana
Sin más, abandonó el lugar con paso firme y decidido, en dirección hacia el cadalso.
Alward Sevna
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Re: Si uno no quiere, dos no barajan [Privado] [Cerrado]
"Ya es tarde para eso" pensó ante las palabras de Alward en su pobre intento de que no participara. Ahora todo lo que quería era recostarse y hacer como si este día no hubiera existido en absoluto. Cerró con fuerza las puertas de su mente, puso llave y la arrojó tan lejos como pudo para que nada mas le afectara... Lastima que Matthew era demasiado bueno irrumpiendo donde no se lo llamaba y lo sintió atravesar por sus recuerdos como alguien que se estrella contra un ventanal.
¿Alward conocía a Loth?¿Qué tanto? Seguramente lo suficiente como para que le afectara de algún modo, y es que si a ella ya le molestaba terriblemente el comentario, el que fuera dirigido a Alward seguramente era como una paliza.
Tenía que admitirlo, podría besarlo delante de todos por aquellas firmes palabras y no le importaría lo que dijeran. Lo vio alejarse y dirigió sus ojos a Matt una ultima vez, peleandose internamente por continuar el insulto y frenandose a si misma porque si Owens era despreciable, entonces ella también lo era. Asi que simplemente le dedicó una verdadera reverencia porque a pesar de todo eran amigos y él había omitido el hecho de que ella era la culpable de la muerte de Loth y no él. Mas favores que pagar.
Se apresuró para alcanzar a Alward, no sabiendo exactamente que decirle al respecto y soltandolo al final. -Puedo llevarte si es lo que quieres- No podía decirle la verdad, al menos no ahora. Confesar que fue ella y a la vez no la que atravesó a la elfa.
Prefirió cambiar de tema. -¿Qué es lo que haras?¿O tambien planeas que sea una sorpresa como tu visita?- Se cruzó de brazos mientras una sirvienta la llamaba por su nombre. Se detuvo a escucharla y a suspirar con pesar. -Su primo dice que está volviendo a desmejorar y que se acabó el suministro de sangre que le ha dejado.- Tener que alimentar a Sena constantemente resultaba en su propio agotamiento. -Dile que la deje recostada y le de algo de sangre de animal para distraerla hasta que yo llegue. No tardaré mucho-[/color]
¿Alward conocía a Loth?¿Qué tanto? Seguramente lo suficiente como para que le afectara de algún modo, y es que si a ella ya le molestaba terriblemente el comentario, el que fuera dirigido a Alward seguramente era como una paliza.
Tenía que admitirlo, podría besarlo delante de todos por aquellas firmes palabras y no le importaría lo que dijeran. Lo vio alejarse y dirigió sus ojos a Matt una ultima vez, peleandose internamente por continuar el insulto y frenandose a si misma porque si Owens era despreciable, entonces ella también lo era. Asi que simplemente le dedicó una verdadera reverencia porque a pesar de todo eran amigos y él había omitido el hecho de que ella era la culpable de la muerte de Loth y no él. Mas favores que pagar.
Se apresuró para alcanzar a Alward, no sabiendo exactamente que decirle al respecto y soltandolo al final. -Puedo llevarte si es lo que quieres- No podía decirle la verdad, al menos no ahora. Confesar que fue ella y a la vez no la que atravesó a la elfa.
Prefirió cambiar de tema. -¿Qué es lo que haras?¿O tambien planeas que sea una sorpresa como tu visita?- Se cruzó de brazos mientras una sirvienta la llamaba por su nombre. Se detuvo a escucharla y a suspirar con pesar. -Su primo dice que está volviendo a desmejorar y que se acabó el suministro de sangre que le ha dejado.- Tener que alimentar a Sena constantemente resultaba en su propio agotamiento. -Dile que la deje recostada y le de algo de sangre de animal para distraerla hasta que yo llegue. No tardaré mucho-[/color]
Oromë Vánadóttir
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Re: Si uno no quiere, dos no barajan [Privado] [Cerrado]
En su camino de alejarse de la tienda del virrey, fue asaltado por Oromë, la cual se ofreció a llevarlo hacia la mencionada tumba de Loth. Alward pensó por un segundo, acto seguido negó con la cabeza, declinando la oferta.
-No hay tiempo.-Dijo-Quiero encontrar al hombre que busco e irme de esta ciudad cuanto antes.-Se pausó un par de segundos, pensativo-...Pero no sé dónde está el cadalso
Ante la siguiente pregunta de la peliplateada, el humano se cruzó de brazos y, antes de contestar, la analizó de arriba a abajo. ¿Le diría la absoluta verdad, o simplemente le daría escasos detalles para no llamar la atención de oídos ajenos en el lugar? Estaba claro, sabía que en aquella ciudad no podía alzar la voz demasiado, y menos cerca de la tienda de Matthew Owens.
-Quizás ese hombre pueda ayudarme a encontrar a alguien importante para mí...-Dijo mientras que, por acto instintivo, se agarraba el colgante-Mi idea no era montar el espectáculo que se ha generado, pero... Las cosas no siempre salen como uno planea-Añadió al final una sonrisilla nerviosa y culpable.
Tras eso, vino una especie de sirviente o empleada de la propia Oromë. Era una de las líderes de la ciudad, por lo que no sería extraño que ostentase una amplia gama de gente a sus servicios, tal y como las tenía el propio virrey. Tras oír el pequeño intercambio de palabras que la dragona y la recién llegada tuvieron, Alward se quedó a cuadros, ya que no entendía nada y habían hablado de cosas extrañas, que sacadas de contexto, no ayudaban en nada a normalizar la situación.
La plaza del cadalso se estructuraba en un emplazamiento amplio, rodeado de tiendas con estandartes viejos o algunos incluso rotos de guerra. Tal y como había dicho Matthew, allí se alojaban la mayor parte de humanos que habían servido al arte de la guerra durante su pasado y que ahora residían en la ciudad sin ley. Algunos podrían estar activos como mercenarios, pero bien sabía que la mayoría de estandartes pertenecían a casas que, por alguna razón u otra, habían caído en desgracia y sus supervivientes rememoraban de esa forma su existencia.
El ambiente allí era más turbio que en el resto de la ciudad. El olor a muerte y guerra se hacía notable, y los cadáveres que yacían colgados en mitad de la plaza no ayudaban a paliar la situación. Entre toda la gente de allí se suponía que estaba Raven Mars, así que tendría que ponerse a buscar, sin llamar demasiado la atención.
Al fin, tras tanto buscarlo, lo encontró en el interior de una de las tiendas que estaba entre medio abierta y medio cubierta. Aquel hombre estaba sentado en un taburete, afilando un cuchillo con una tablilla de madera. Levantó la vista, y tras cruzar su mirada con el joven Sevna, volvió a centrarse en afilar el arma con total naturalidad.
-Raven...-Hizo un intento de acercarse, pero rápidamente, el hombre volvió a alzar la vista y lanzó su arma contra el castaño. Alward se temía lo peor, y al no darle tiempo de poder reaccionar, tan solo cerró los ojos...
No ocurrió nada, no sentía dolor alguno. Abrió lentamente los ojos y vio que el cuchillo había impactado en uno de los postes que levantaba la tienda, concretamente en una serpiente que se había enroscado allí.
-En este lugar todo te quiere matar, incluso los animales.-Dijo minetras se curvaba y apoyaba los codos en las rodillas, al tiempo que su mentón lo dejaba descansar en sus manos, observando con cautela al par que había llegado; Alward y Oromë.-No sabía que tendría el placer de recibir la visita de la Señora Oromë-Hizo una pequeña reverencia con su cabeza
-Raven, quiero que...-De nuevo, fue cortado por el veterano de guerra
-Sé tu historia y de lo que eres capaz, chico. Quizás haya cambiado mi opinión al respecto. Pero, te lo voy a preguntar tan solo una vez, ¿Estás preparado para lo que viene si de verdad quieres ir a por todas?
-...-Miró por un instante a Oromë. pero luego volvió a centrarse en el humano-Por supuesto-Asintió, decidido
-Entonces, si quieres salir vivo de esta, deberás de hacer en todo momento lo que yo diga y no rechistar, ¿De acuerdo?-Cuando vio que Alward asintió de nuevo, prosiguió-Mientras que has estado "divirtiéndote" en la tienda del virrey, yo he buscado información sobre Erik y los suyos. Su grupito se hacen llamar "Las Sierpes", y más que un grupo de mercenarios es todo un cártel repartido por Aerandir que funciona como un solo y perfecto ente. Incluso aquí, en esta ciudad, pueden haber sierpes, escondida entre la multitud. Incluso ahora, pueden estar escuchando esta conversación, o como mínimo, haberse enterado de tu presencia aquí y saber que vas a por ellos.
-Antes de que yo viniese, parecías conocerlos
-...-Suspiró-Tuve pequeños encontronazos con ellos en el pasado
-...¿En el pasado?-Se extrañó-Erik parecería tener mi edad
-Erik es un vampiro, chico. Y no descarto que no sea el único.
-¿Sabes dónde encontrarlos?
-La única pista que tengo es Dundarak, o la propia ciudad, o sus alrededores-Miró profundamente a los ojos de Alward-Esa gente no es moco de pavo, chico-Adoptó un tono más serio de lo habitual-Están metidos hasta el cuello en temas bastante turbios e influyentes. No son un grupo de mercenarios al uso, su influencia llega más allá de lo que tú y yo podremos aspirar jamás. Son gente muy peligrosa.
-Entonces no se hable más, tenemos un largo viaje por delante-Puso sus brazos en jarras, decidido-Acepto ponerme a tus órdenes y parar a esa gente.-Dijo mientras se llevaba una de sus manos al pecho y cerraba el puño, como si hiciera una especie de juramente solemne
Raven asintió, dejando escapar una breve y corta sonrisa, nada habitual en él. Se puso en pie y le ofreció una mano al Sevna.
-Entonces, hecho.-Alward le aceptó el apretón de manos, pero con la peculiaridad de que antes de hacer el acto, se quitó el guantelete como era costumbre en los Stellazios-Por cierto, a partir de ahora, llámame "Jefe".-El Sevna asintió, y cuando acabó el apretón de manos, el hombre dirigió su atención hacia Oromë-¿Y vos qué haréis, señora?
-No hay tiempo.-Dijo-Quiero encontrar al hombre que busco e irme de esta ciudad cuanto antes.-Se pausó un par de segundos, pensativo-...Pero no sé dónde está el cadalso
Ante la siguiente pregunta de la peliplateada, el humano se cruzó de brazos y, antes de contestar, la analizó de arriba a abajo. ¿Le diría la absoluta verdad, o simplemente le daría escasos detalles para no llamar la atención de oídos ajenos en el lugar? Estaba claro, sabía que en aquella ciudad no podía alzar la voz demasiado, y menos cerca de la tienda de Matthew Owens.
-Quizás ese hombre pueda ayudarme a encontrar a alguien importante para mí...-Dijo mientras que, por acto instintivo, se agarraba el colgante-Mi idea no era montar el espectáculo que se ha generado, pero... Las cosas no siempre salen como uno planea-Añadió al final una sonrisilla nerviosa y culpable.
Tras eso, vino una especie de sirviente o empleada de la propia Oromë. Era una de las líderes de la ciudad, por lo que no sería extraño que ostentase una amplia gama de gente a sus servicios, tal y como las tenía el propio virrey. Tras oír el pequeño intercambio de palabras que la dragona y la recién llegada tuvieron, Alward se quedó a cuadros, ya que no entendía nada y habían hablado de cosas extrañas, que sacadas de contexto, no ayudaban en nada a normalizar la situación.
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La plaza del cadalso se estructuraba en un emplazamiento amplio, rodeado de tiendas con estandartes viejos o algunos incluso rotos de guerra. Tal y como había dicho Matthew, allí se alojaban la mayor parte de humanos que habían servido al arte de la guerra durante su pasado y que ahora residían en la ciudad sin ley. Algunos podrían estar activos como mercenarios, pero bien sabía que la mayoría de estandartes pertenecían a casas que, por alguna razón u otra, habían caído en desgracia y sus supervivientes rememoraban de esa forma su existencia.
El ambiente allí era más turbio que en el resto de la ciudad. El olor a muerte y guerra se hacía notable, y los cadáveres que yacían colgados en mitad de la plaza no ayudaban a paliar la situación. Entre toda la gente de allí se suponía que estaba Raven Mars, así que tendría que ponerse a buscar, sin llamar demasiado la atención.
Al fin, tras tanto buscarlo, lo encontró en el interior de una de las tiendas que estaba entre medio abierta y medio cubierta. Aquel hombre estaba sentado en un taburete, afilando un cuchillo con una tablilla de madera. Levantó la vista, y tras cruzar su mirada con el joven Sevna, volvió a centrarse en afilar el arma con total naturalidad.
-Raven...-Hizo un intento de acercarse, pero rápidamente, el hombre volvió a alzar la vista y lanzó su arma contra el castaño. Alward se temía lo peor, y al no darle tiempo de poder reaccionar, tan solo cerró los ojos...
No ocurrió nada, no sentía dolor alguno. Abrió lentamente los ojos y vio que el cuchillo había impactado en uno de los postes que levantaba la tienda, concretamente en una serpiente que se había enroscado allí.
-En este lugar todo te quiere matar, incluso los animales.-Dijo minetras se curvaba y apoyaba los codos en las rodillas, al tiempo que su mentón lo dejaba descansar en sus manos, observando con cautela al par que había llegado; Alward y Oromë.-No sabía que tendría el placer de recibir la visita de la Señora Oromë-Hizo una pequeña reverencia con su cabeza
-Raven, quiero que...-De nuevo, fue cortado por el veterano de guerra
-Sé tu historia y de lo que eres capaz, chico. Quizás haya cambiado mi opinión al respecto. Pero, te lo voy a preguntar tan solo una vez, ¿Estás preparado para lo que viene si de verdad quieres ir a por todas?
-...-Miró por un instante a Oromë. pero luego volvió a centrarse en el humano-Por supuesto-Asintió, decidido
-Entonces, si quieres salir vivo de esta, deberás de hacer en todo momento lo que yo diga y no rechistar, ¿De acuerdo?-Cuando vio que Alward asintió de nuevo, prosiguió-Mientras que has estado "divirtiéndote" en la tienda del virrey, yo he buscado información sobre Erik y los suyos. Su grupito se hacen llamar "Las Sierpes", y más que un grupo de mercenarios es todo un cártel repartido por Aerandir que funciona como un solo y perfecto ente. Incluso aquí, en esta ciudad, pueden haber sierpes, escondida entre la multitud. Incluso ahora, pueden estar escuchando esta conversación, o como mínimo, haberse enterado de tu presencia aquí y saber que vas a por ellos.
-Antes de que yo viniese, parecías conocerlos
-...-Suspiró-Tuve pequeños encontronazos con ellos en el pasado
-...¿En el pasado?-Se extrañó-Erik parecería tener mi edad
-Erik es un vampiro, chico. Y no descarto que no sea el único.
-¿Sabes dónde encontrarlos?
-La única pista que tengo es Dundarak, o la propia ciudad, o sus alrededores-Miró profundamente a los ojos de Alward-Esa gente no es moco de pavo, chico-Adoptó un tono más serio de lo habitual-Están metidos hasta el cuello en temas bastante turbios e influyentes. No son un grupo de mercenarios al uso, su influencia llega más allá de lo que tú y yo podremos aspirar jamás. Son gente muy peligrosa.
-Entonces no se hable más, tenemos un largo viaje por delante-Puso sus brazos en jarras, decidido-Acepto ponerme a tus órdenes y parar a esa gente.-Dijo mientras se llevaba una de sus manos al pecho y cerraba el puño, como si hiciera una especie de juramente solemne
Raven asintió, dejando escapar una breve y corta sonrisa, nada habitual en él. Se puso en pie y le ofreció una mano al Sevna.
-Entonces, hecho.-Alward le aceptó el apretón de manos, pero con la peculiaridad de que antes de hacer el acto, se quitó el guantelete como era costumbre en los Stellazios-Por cierto, a partir de ahora, llámame "Jefe".-El Sevna asintió, y cuando acabó el apretón de manos, el hombre dirigió su atención hacia Oromë-¿Y vos qué haréis, señora?
Alward Sevna
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Re: Si uno no quiere, dos no barajan [Privado] [Cerrado]
Alward era alguien que prácticamente respiraba honor y caballerismo, para Oromë al menos, y fue una sorpresa que no quisiera ver a Loth, sea cual fuese la historia que habían tenido la dragona no le preguntaría ni mucho menos quería averiguarlo aunque si Matthew estaba inmiscuido en medio, pues algo malo tenía que significar.
La peliplateada hizo un movimiento con la cabeza para indicarle el camino y así siguieron mientras escucha a Alward con su pequeña e insulsa explicación. Tuvo que hacer acopio de fuerza para no sacudirle y pedirle explicaciones de porque estaba ahí. Una parte de ella quería acortar la distancia pero la otra parte, la racional, no quería demostrarle ni a él ni a nadie de los que lo rodeaban que tenía algo de sentimientos, aunque eso ya fuera una perdida de tiempo considerando lo sucedido hace poco con la ciudad.
-No habría habido ningún espectáculo si me hubieras dicho antes, te habría guiado sin siquiera tener que preguntarle a Matthew. Al parecer te olvidas que yo también gobierno aquí- Se detuvo un minuto delante de él antes a pocos metros de la tienda del hombre al que buscaba. -La próxima vez no despertaras con las prostitutas mimandote Alward- Había una promesa tacita de dolor y agobio en sus brillantes ojos antes de darle el paso.
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Las cejas de Oromë se elevaron con notorio placer al ver volar el cuchillo. Sin más miramientos lo quitó del poste junto con la serpiente ensartada. -Es un buen acero, ya me agrada- Comentó como si nada para luego sonreír de una forma poco encantadora. -Considerame por ahora como una guía para él.- Se cruzó de brazos y se apoyó contra la estructura de madera y dejó a los hombres charlar, haciendo como si no estuviera ahí. Algo difícil, considerando que no podía evitar prestar atención a sus palabras. -La ciudad no atrae a todo ladrón o asesino en el mundo. Ademas de ser relativamente nueva, hay quienes prefieren ser sus propios jefes... Y hay que estar loco para aceptar servirle a Matthew- Si ella no tuviera un puesto medianamente bueno ya se habría colgado solita de algún árbol.
Oromë puso los ojos en blanco mientras ponía sus manos en sus caderas y chasqueaba la lengua; Matt tenía razón, era un apodo ridículo. -Depende de lo que Alward quiera, pero ha de saber que no solo soy un dragón sino que estuve en el ejercito hace mucho tiempo... y dudo que ustedes conozcan mejor la ciudad y sus alrededores que yo- La serpiente que Raven había matado estaba colgada del cuello de Oromë y ella jugaba con su boca, abriéndola para mostrar los colmillos que supuraban veneno. -Tu dices Alward, pero como dijo Raven, soy la señora de esta ciudad y él vive en ella, nadie se ira de aquí sin que sepa lo que ocurre ni mucho menos se llevaran suministros si yo no lo quiero- Honestamente, no era como si fuera a decirle que no, tenía que admitirlo, pero era su modo de darle un buen golpe a Alward por no tenerla en mente, como si fuera así de cruel para olvidarse de él, luego de todo lo que habían pasado en tan corto tiempo. Diablos, ella aún sentía que le debía la vida, y sí, era algo bastante pueril lo que estaba haciendo pero ya ella tarde para deshacer sus palabras.
La peliplateada hizo un movimiento con la cabeza para indicarle el camino y así siguieron mientras escucha a Alward con su pequeña e insulsa explicación. Tuvo que hacer acopio de fuerza para no sacudirle y pedirle explicaciones de porque estaba ahí. Una parte de ella quería acortar la distancia pero la otra parte, la racional, no quería demostrarle ni a él ni a nadie de los que lo rodeaban que tenía algo de sentimientos, aunque eso ya fuera una perdida de tiempo considerando lo sucedido hace poco con la ciudad.
-No habría habido ningún espectáculo si me hubieras dicho antes, te habría guiado sin siquiera tener que preguntarle a Matthew. Al parecer te olvidas que yo también gobierno aquí- Se detuvo un minuto delante de él antes a pocos metros de la tienda del hombre al que buscaba. -La próxima vez no despertaras con las prostitutas mimandote Alward- Había una promesa tacita de dolor y agobio en sus brillantes ojos antes de darle el paso.
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Las cejas de Oromë se elevaron con notorio placer al ver volar el cuchillo. Sin más miramientos lo quitó del poste junto con la serpiente ensartada. -Es un buen acero, ya me agrada- Comentó como si nada para luego sonreír de una forma poco encantadora. -Considerame por ahora como una guía para él.- Se cruzó de brazos y se apoyó contra la estructura de madera y dejó a los hombres charlar, haciendo como si no estuviera ahí. Algo difícil, considerando que no podía evitar prestar atención a sus palabras. -La ciudad no atrae a todo ladrón o asesino en el mundo. Ademas de ser relativamente nueva, hay quienes prefieren ser sus propios jefes... Y hay que estar loco para aceptar servirle a Matthew- Si ella no tuviera un puesto medianamente bueno ya se habría colgado solita de algún árbol.
Oromë puso los ojos en blanco mientras ponía sus manos en sus caderas y chasqueaba la lengua; Matt tenía razón, era un apodo ridículo. -Depende de lo que Alward quiera, pero ha de saber que no solo soy un dragón sino que estuve en el ejercito hace mucho tiempo... y dudo que ustedes conozcan mejor la ciudad y sus alrededores que yo- La serpiente que Raven había matado estaba colgada del cuello de Oromë y ella jugaba con su boca, abriéndola para mostrar los colmillos que supuraban veneno. -Tu dices Alward, pero como dijo Raven, soy la señora de esta ciudad y él vive en ella, nadie se ira de aquí sin que sepa lo que ocurre ni mucho menos se llevaran suministros si yo no lo quiero- Honestamente, no era como si fuera a decirle que no, tenía que admitirlo, pero era su modo de darle un buen golpe a Alward por no tenerla en mente, como si fuera así de cruel para olvidarse de él, luego de todo lo que habían pasado en tan corto tiempo. Diablos, ella aún sentía que le debía la vida, y sí, era algo bastante pueril lo que estaba haciendo pero ya ella tarde para deshacer sus palabras.
Oromë Vánadóttir
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