¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
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¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Las recientes compras de Gali acabaron como siempre, con los bolsillos vacíos, desenlace previsible para todo el que conociera al monje menos para la persona más cercana del dragón, Go´el. El galeno seguía sin retener en la mollera que su compañero era un derrochador y ahora se encontraban en la delicada tesitura de vivir con lo justo al acabar el día, el botica daba ganancias, sí, pero beneficios, el cierre de la caja al final del día apenas daba para comprar materiales y comida.
-Te envié a la capital humana a por unos guantes, no a por armaduras. -Replicaba el rubio al tiempo que frotaba las piedras negras que rodeaban las aguas termales. -¿Cómo quieres que amplíe los baños sin dinero?
-Podrías empezar por subir los precios. -Contestó Gali con su habitual voz tranquila desde la otra punta de las termas. -Y si no es suficiente a la próxima vas tú a comprar.
La noche empezaba a caer y en la fuente termal del establecimiento del científico solo se escuchaban las escobillas que los dragones utilizaban para limpiar las piedras, Go´el no contestaría a la relajada burla de su amigo, no era necesario pues cuando el grandullón volvió a ciudad Lagarto le había dejado claro el motivo por el cual no fue él mismo a comprar.
La farmacia-hospital siguió en silencio hasta la hora de cena y esta vez fue Gali quien inicio la conversación.
-Deberíamos cerrar la tienda unos días y buscar algún dinerillo extra, esta mañana vi unos encargos interesantes en el tablón de la plaza.
El monje se encontraba sentado en frente del doctor y servía un té mientras hablaba, el delicioso aroma a frutos rojos rodeaba las tazas de barro.
-Te lo he dicho muchas veces. -Respondía molesto el dragón humanoide. -No voy a dejar la tienda sola, alguien podría necesitarme.
Había muchas cosas que exasperaban a Go´el y una de ellas era tener que repetir explicaciones.
-Sabes que no es cierto, nos hemos ido otras veces y no se ha muerto nadie... al menos nadie importante. Además en el anuncio decía que unas misteriosas criaturas salían del agua y...
-¿Criaturas misteriosas?
Preguntó el rubio con emoción dejando a medias la frase del monje. Gali asintió y se llevó un trozo de carne a la boca antes de continuar.
-Eso dice, tenemos que asegurar que un barco llega a Beltrexus y menciona unos posibles hombres-pez. El barco sale del puerto de Lunargenta.
No hizo falta decir nada más, Gali aún no había terminado de hablar y Go´el ya estaba de pie buscando materiales e ingredientes que guardar en su mochila, de repente el cerrar la tienda y dejar a la ciudad sin medico durante unos días resultaba ser un daño colateral sin importancia. Al monje solo le dio tiempo de recoger la mesa antes de que el rubio lo esperara en la puerta con la mochila preparada.
El viaje al puerto de Lunargenta fue cortesía del dragón negro, quien ya estaba a acostumbrado a ser la montura de Go´el. Era una de esas cosas que ya estaban interiorizadas en la rutina de ambos, el medico tenía un sentido nefasto de la orientación y volar era más rápido que caminar o ir en caballo. Cuando el dúo llegó al puerto humano ya era medio día.
El Navío Azul esperaba amarrado en el puerto mientras los marineros cargaban las mercancías con caras taciturnas. No hacía falta ser un erudito de navegación para saber que en un barco, al igual que una casa, hay que pedir permiso para entrar o en este caso subir. Pero quedó patente que ese conocimiento no estaba al alcance de todos pues el galeno embarco en la nave sin da una sola palabra a nadie y con ese acto consiguió que todos los marineros del barco le clavaran una mirada de odio.
-A del barco. -Saludó Gali al hombre junto a la pasarela del Navío Azul. -Aquel de allí es compañero mío y es un hombre de pocas palabras y parcos modales, venimos por "el encargo de los peces".
La mirada del hombre cambio por completo al escuchar la frase en clave que se había en el cartel.
-Loados sean los dioses, sube con tu amigo estamos a punto de zarpar.
-Te envié a la capital humana a por unos guantes, no a por armaduras. -Replicaba el rubio al tiempo que frotaba las piedras negras que rodeaban las aguas termales. -¿Cómo quieres que amplíe los baños sin dinero?
-Podrías empezar por subir los precios. -Contestó Gali con su habitual voz tranquila desde la otra punta de las termas. -Y si no es suficiente a la próxima vas tú a comprar.
La noche empezaba a caer y en la fuente termal del establecimiento del científico solo se escuchaban las escobillas que los dragones utilizaban para limpiar las piedras, Go´el no contestaría a la relajada burla de su amigo, no era necesario pues cuando el grandullón volvió a ciudad Lagarto le había dejado claro el motivo por el cual no fue él mismo a comprar.
La farmacia-hospital siguió en silencio hasta la hora de cena y esta vez fue Gali quien inicio la conversación.
-Deberíamos cerrar la tienda unos días y buscar algún dinerillo extra, esta mañana vi unos encargos interesantes en el tablón de la plaza.
El monje se encontraba sentado en frente del doctor y servía un té mientras hablaba, el delicioso aroma a frutos rojos rodeaba las tazas de barro.
-Te lo he dicho muchas veces. -Respondía molesto el dragón humanoide. -No voy a dejar la tienda sola, alguien podría necesitarme.
Había muchas cosas que exasperaban a Go´el y una de ellas era tener que repetir explicaciones.
-Sabes que no es cierto, nos hemos ido otras veces y no se ha muerto nadie... al menos nadie importante. Además en el anuncio decía que unas misteriosas criaturas salían del agua y...
-¿Criaturas misteriosas?
Preguntó el rubio con emoción dejando a medias la frase del monje. Gali asintió y se llevó un trozo de carne a la boca antes de continuar.
-Eso dice, tenemos que asegurar que un barco llega a Beltrexus y menciona unos posibles hombres-pez. El barco sale del puerto de Lunargenta.
No hizo falta decir nada más, Gali aún no había terminado de hablar y Go´el ya estaba de pie buscando materiales e ingredientes que guardar en su mochila, de repente el cerrar la tienda y dejar a la ciudad sin medico durante unos días resultaba ser un daño colateral sin importancia. Al monje solo le dio tiempo de recoger la mesa antes de que el rubio lo esperara en la puerta con la mochila preparada.
El viaje al puerto de Lunargenta fue cortesía del dragón negro, quien ya estaba a acostumbrado a ser la montura de Go´el. Era una de esas cosas que ya estaban interiorizadas en la rutina de ambos, el medico tenía un sentido nefasto de la orientación y volar era más rápido que caminar o ir en caballo. Cuando el dúo llegó al puerto humano ya era medio día.
El Navío Azul esperaba amarrado en el puerto mientras los marineros cargaban las mercancías con caras taciturnas. No hacía falta ser un erudito de navegación para saber que en un barco, al igual que una casa, hay que pedir permiso para entrar o en este caso subir. Pero quedó patente que ese conocimiento no estaba al alcance de todos pues el galeno embarco en la nave sin da una sola palabra a nadie y con ese acto consiguió que todos los marineros del barco le clavaran una mirada de odio.
-A del barco. -Saludó Gali al hombre junto a la pasarela del Navío Azul. -Aquel de allí es compañero mío y es un hombre de pocas palabras y parcos modales, venimos por "el encargo de los peces".
La mirada del hombre cambio por completo al escuchar la frase en clave que se había en el cartel.
-Loados sean los dioses, sube con tu amigo estamos a punto de zarpar.
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Había conseguido algunas provisiones extra para el viaje de vuelta a casa, algunas telas para reparar las prendas que llevaba conmigo y alguno que otro regalito que encontré ideal para mi familia y amigos. Había uno muy curioso y pícaro que era demasiado bobo como para dejarlo pasar y estaba segura que Leveru me miraría con esa cara de “¿… de verdad?” cada vez que le regalaba algo bobo. No se los puedo enseñar ahora porque no puedo manchar este relato con cosas indecorosas, pero estoy segura que se reirán en otra ocasión.
El caso es que la situación en la ciudad no era muy favorable. Adicionalmente a que la guerra todavía dejaba marcas en la vida de las personas, otros conflictos se volvían contra la gente. Muchos de ellos debían seguir huyendo, otros perdiendo lo poco que tenían. Los cantos en las calles no dejaban dinero como antes, obligando mi estadía en esta zona más de lo que deseaba. Claro, podía marchar e intentar mi suerte en otras zonas, pero era un riesgo de que quedara aún más desamparada y obligada a vender las cosas que llevaba. O ser asaltada, cosa que era más probable si decidía viajar a pie.
Me quedé mirando un rato el tablón de trabajos. Habían dos anuncios que destacaban entre los trabajos que la gente ofrecía. Uno se trataba de un simple viaje en carreta hacia Ulmer, lo que agilizaría mi traslado hacia el norte. Pero cuando iba a tomar el papel, mujer increíblemente alta, incluso más que yo, cogió el papel del trabajo. Era una mujer bestia, considerando como salía su pelaje de las pocas partes de su ropa que mostraban su piel… o pelaje, más bien. Y su rostro se parecía un poco al de Amit, aunque más alargado y, aunque suene raro, algo más humano. Al menos sus ojos eran más fáciles de tratar que los de mi ex-compañero de aventura, que eran básicamente dos círculos negros.
Era muy linda y me hubiera gustado seguirla, pero… se había llevado ese papel de trabajo fácil. Y probablemente iría sola. Eso solo me dejaba una opción.
- … un navío.
Cuando habían barcos involucrados, no podía evitar en pensar en solo una persona que era reacia a encontrarme y, por desgracia, era con la que más me topaba cada vez que veía agua.
- … “hombres peces”.
… Dalía. Genial.
Me daba para pensar. ¿Estaría involucrada en todo esto? Osea, podía ser tanto eso o bromistas y ella encajaba perfecta en ambos perfiles. Excepto… en ser “hombre” pez, pero ya la veía capaz de ponerse un bigote postizo para ocultar su identidad. Y, he de reconocer, si me sintiera atraída por las mujeres, creo que me hubiera ido con Dalía para, infructuosamente, intentar hacer bebés entre nosotras sin resultados y sin parar. Así que eso de “espantoso” no encajaba en ella. Excepto su obsesión, pero bueh.
No quería ir, de verdad que no, pero… era el único trabajo que aparecía en el tablón que no me exigía treinta años de experiencia en armas. Solo tenía que cuidarlo de algo que “posiblemente” podía ocurrir. Osea, existía la posibilidad de que no ocurriera nada, ¿verdad? Solo pasaramos por ahí, hacíamos lo nuestro y ganaba plata fácil, ¿no?
No, no iba a ser fácil, ¿verdad?
Bien, había que hacer dinero y… la verdad, después de la aventura que tuve con Amit, también me sentía lista para agarrar una nueva aventura y aprender más de ello. Para eso era este peregrinaje, al fin y al cabo.
Después de algunos paseos por el puerto, encontré un barco que se suponía que era el navío de la nota. Subí por la tabla hacia el barco, sosteniendo el papel delante mío, pero la verdad es que no sabía a quién hablarle. Todos miraban enojados, ¿pero acaso era problema mío que necesitaran gente para cuidar sus cosas?
- … ¿Navío Azul es este?
- Es el barco de al lado, señorita.
…
No voy a explicar mi rostro de tomate ni las risas de los marinos, solo me bajé de ahí y continué hacia otro navío en donde se suponía que era el correcto. Ahí estaba un sujeto que… Dioses míos, por todo lo sagrado que existe en este mundo, ese tipo era más alto que la hipoteca de mi papá. Y acompañado al lado de él había otro sujeto, que podría decir que era buenmozo pero… la verdad es que, y reconozco que lo era, Taliesin era más de mi tipo, ahora que lo pensaba.
Comparativamente hablando, claro estaba...
...
Casi automáticamente, cuando escuché algo de “encargo de los peces”, me acerqué al grupo, mostrandole el papel que había encontrado en el tablón.
- Disculpe, yo también vengo por eso.
El caso es que la situación en la ciudad no era muy favorable. Adicionalmente a que la guerra todavía dejaba marcas en la vida de las personas, otros conflictos se volvían contra la gente. Muchos de ellos debían seguir huyendo, otros perdiendo lo poco que tenían. Los cantos en las calles no dejaban dinero como antes, obligando mi estadía en esta zona más de lo que deseaba. Claro, podía marchar e intentar mi suerte en otras zonas, pero era un riesgo de que quedara aún más desamparada y obligada a vender las cosas que llevaba. O ser asaltada, cosa que era más probable si decidía viajar a pie.
Me quedé mirando un rato el tablón de trabajos. Habían dos anuncios que destacaban entre los trabajos que la gente ofrecía. Uno se trataba de un simple viaje en carreta hacia Ulmer, lo que agilizaría mi traslado hacia el norte. Pero cuando iba a tomar el papel, mujer increíblemente alta, incluso más que yo, cogió el papel del trabajo. Era una mujer bestia, considerando como salía su pelaje de las pocas partes de su ropa que mostraban su piel… o pelaje, más bien. Y su rostro se parecía un poco al de Amit, aunque más alargado y, aunque suene raro, algo más humano. Al menos sus ojos eran más fáciles de tratar que los de mi ex-compañero de aventura, que eran básicamente dos círculos negros.
Era muy linda y me hubiera gustado seguirla, pero… se había llevado ese papel de trabajo fácil. Y probablemente iría sola. Eso solo me dejaba una opción.
- … un navío.
Cuando habían barcos involucrados, no podía evitar en pensar en solo una persona que era reacia a encontrarme y, por desgracia, era con la que más me topaba cada vez que veía agua.
- … “hombres peces”.
… Dalía. Genial.
Me daba para pensar. ¿Estaría involucrada en todo esto? Osea, podía ser tanto eso o bromistas y ella encajaba perfecta en ambos perfiles. Excepto… en ser “hombre” pez, pero ya la veía capaz de ponerse un bigote postizo para ocultar su identidad. Y, he de reconocer, si me sintiera atraída por las mujeres, creo que me hubiera ido con Dalía para, infructuosamente, intentar hacer bebés entre nosotras sin resultados y sin parar. Así que eso de “espantoso” no encajaba en ella. Excepto su obsesión, pero bueh.
No quería ir, de verdad que no, pero… era el único trabajo que aparecía en el tablón que no me exigía treinta años de experiencia en armas. Solo tenía que cuidarlo de algo que “posiblemente” podía ocurrir. Osea, existía la posibilidad de que no ocurriera nada, ¿verdad? Solo pasaramos por ahí, hacíamos lo nuestro y ganaba plata fácil, ¿no?
No, no iba a ser fácil, ¿verdad?
Bien, había que hacer dinero y… la verdad, después de la aventura que tuve con Amit, también me sentía lista para agarrar una nueva aventura y aprender más de ello. Para eso era este peregrinaje, al fin y al cabo.
Después de algunos paseos por el puerto, encontré un barco que se suponía que era el navío de la nota. Subí por la tabla hacia el barco, sosteniendo el papel delante mío, pero la verdad es que no sabía a quién hablarle. Todos miraban enojados, ¿pero acaso era problema mío que necesitaran gente para cuidar sus cosas?
- … ¿Navío Azul es este?
- Es el barco de al lado, señorita.
…
No voy a explicar mi rostro de tomate ni las risas de los marinos, solo me bajé de ahí y continué hacia otro navío en donde se suponía que era el correcto. Ahí estaba un sujeto que… Dioses míos, por todo lo sagrado que existe en este mundo, ese tipo era más alto que la hipoteca de mi papá. Y acompañado al lado de él había otro sujeto, que podría decir que era buenmozo pero… la verdad es que, y reconozco que lo era, Taliesin era más de mi tipo, ahora que lo pensaba.
Comparativamente hablando, claro estaba...
...
Casi automáticamente, cuando escuché algo de “encargo de los peces”, me acerqué al grupo, mostrandole el papel que había encontrado en el tablón.
- Disculpe, yo también vengo por eso.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Los marineros del barco dejaron de prestarle atención a Go´el en cuanto el Sobrecargo dio una serie de cortos silbidos, Gali que estaba al lado del hombre le sonrió con amabilidad. Junto a él llegó una señorita de gran altura con un papel en la mano donde se podían leer las instrucciones del encargo, el monje solía hablar siempre con la cabeza agachada debido a su estatura, pero en esta ocasión la inclinación del cuello se quedó a medio camino.
-Hola. -Saludo cordial el moreno, teniendo la mano hacia la mujer. -Es bueno saber que mi compañero y yo no seremos los únicos que defiendan el barco. Mi nombre es Gali.
Resultaba fácil reconocer la vestimenta de la mujer para cualquiera que fuera o viviera en el norte, siempre y cuando ese alguien no fuera Go´el; el que, por cierto, estaba en la cubierta del navío preguntando la raza a todos los hombres del barco. Algunos respondían, otros negaban la existencia del dragón y el resto lo miraban como si el pobre tuviera retraso mental.
-Si tienes alguna duda sobre la tripulación pregúntame a mí.
Un hombre de piel tostada y tirante moldeada por la sal y el sol, se había colocado detrás de Go´el, sobre su hombro colgaban unas cuerdas con bordones que le identificaban como el Contramaestre.
-En este barco somos todos humanos ¿Tienes algún problema con ello?
El galeno se limitó a contestar con un movimiento negativo de cabeza y contó mentalmente la gente que veía.
-¿Esta es toda la gente del barco?
-No. -Respondió el Contramaestre sin importarle realmente lo que pensaba el rubio. -En la bodega hay otros cinco hombres y en la cocina otros dos.
-Entiendo, gracias por la información.
El científico se quedó inmóvil durante varios minutos en el mismo lugar, antes de que hubiera pasado el primero el hombre a su espalda ya se había ido en busca del Capitán. Go´el observa el movimiento de los marineros, todos caminaban de forma similar, sus cuerpos se movían más de la cuenta, pero por alguna razón aquel vaivén no les suponía un impedimento para su trabajo.
Por otro lado Gali ya estaba abordo del Navío Azul y se había colocado cerca del timonel, ya que era el único lugar no parecía entorpecer la circulación a los marineros.
Cuando la última de las cajas estuvo en la bodega el hombre del muelle subió al barco, un par de marineros retiraron la tabla que unía al Azul con el muelle y unos trabajadores del puerto soltaron los cabos al tiempo que el Capitán daba la orden de llevar el ancla y arriar velas.
-Se prevén vientos estables y cielo despejado capitán. -Informó el navegante al hombre situado a la derecha del timonel. -Si no hay incidentes deberíamos llegar al archipiélago de los brujos en el tiempo establecido.
-Excelente. En cuanto estemos en mar abierto quiero todas las velas desplegadas. -Al concluir la frase el Capitán se dirigió hacia Gali y la mujer. -De vosotros depende que las mercancías arriben esta vez a buen puerto... vuestra y de él. -Dijo sin mucha confianza señalando momentáneamente a Go´el. - ¿Tiene algún problema? hace rato que observa a mis hombres sin decir nada y por más que lleve espada no se lo ve muy despierto.
-No se preocupe señor. -Contestó el monje raudo y sereno. -Tiene una manera especial de ver el mundo, pero sabrá que hacer cuando llegue el momento.
En ese momento Go´el dio un paso atrás dejando que un tripulante pasara por delante y se percató que junto al monje había una mujer. En su conversación anterior el rubio notó que el hombre hablaba siempre en masculino cuando se refería a los tripulantes y aquella persona junto a su amigo no se movía igual que el resto, los hechos le indicaban al doctor que aquella hembra aparentemente humana no era miembro del barco.
-¿Cual es tu raza? -Preguntó sin miramientos a la desconocida cuando estuvo cerca del grupo.
-Hola. -Saludo cordial el moreno, teniendo la mano hacia la mujer. -Es bueno saber que mi compañero y yo no seremos los únicos que defiendan el barco. Mi nombre es Gali.
Resultaba fácil reconocer la vestimenta de la mujer para cualquiera que fuera o viviera en el norte, siempre y cuando ese alguien no fuera Go´el; el que, por cierto, estaba en la cubierta del navío preguntando la raza a todos los hombres del barco. Algunos respondían, otros negaban la existencia del dragón y el resto lo miraban como si el pobre tuviera retraso mental.
-Si tienes alguna duda sobre la tripulación pregúntame a mí.
Un hombre de piel tostada y tirante moldeada por la sal y el sol, se había colocado detrás de Go´el, sobre su hombro colgaban unas cuerdas con bordones que le identificaban como el Contramaestre.
-En este barco somos todos humanos ¿Tienes algún problema con ello?
El galeno se limitó a contestar con un movimiento negativo de cabeza y contó mentalmente la gente que veía.
-¿Esta es toda la gente del barco?
-No. -Respondió el Contramaestre sin importarle realmente lo que pensaba el rubio. -En la bodega hay otros cinco hombres y en la cocina otros dos.
-Entiendo, gracias por la información.
El científico se quedó inmóvil durante varios minutos en el mismo lugar, antes de que hubiera pasado el primero el hombre a su espalda ya se había ido en busca del Capitán. Go´el observa el movimiento de los marineros, todos caminaban de forma similar, sus cuerpos se movían más de la cuenta, pero por alguna razón aquel vaivén no les suponía un impedimento para su trabajo.
Por otro lado Gali ya estaba abordo del Navío Azul y se había colocado cerca del timonel, ya que era el único lugar no parecía entorpecer la circulación a los marineros.
Cuando la última de las cajas estuvo en la bodega el hombre del muelle subió al barco, un par de marineros retiraron la tabla que unía al Azul con el muelle y unos trabajadores del puerto soltaron los cabos al tiempo que el Capitán daba la orden de llevar el ancla y arriar velas.
-Se prevén vientos estables y cielo despejado capitán. -Informó el navegante al hombre situado a la derecha del timonel. -Si no hay incidentes deberíamos llegar al archipiélago de los brujos en el tiempo establecido.
-Excelente. En cuanto estemos en mar abierto quiero todas las velas desplegadas. -Al concluir la frase el Capitán se dirigió hacia Gali y la mujer. -De vosotros depende que las mercancías arriben esta vez a buen puerto... vuestra y de él. -Dijo sin mucha confianza señalando momentáneamente a Go´el. - ¿Tiene algún problema? hace rato que observa a mis hombres sin decir nada y por más que lleve espada no se lo ve muy despierto.
-No se preocupe señor. -Contestó el monje raudo y sereno. -Tiene una manera especial de ver el mundo, pero sabrá que hacer cuando llegue el momento.
En ese momento Go´el dio un paso atrás dejando que un tripulante pasara por delante y se percató que junto al monje había una mujer. En su conversación anterior el rubio notó que el hombre hablaba siempre en masculino cuando se refería a los tripulantes y aquella persona junto a su amigo no se movía igual que el resto, los hechos le indicaban al doctor que aquella hembra aparentemente humana no era miembro del barco.
-¿Cual es tu raza? -Preguntó sin miramientos a la desconocida cuando estuvo cerca del grupo.
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Se sentía como si el destino y la fortuna me sonrieran, al menos en encontrar el lugar donde correspondía. No creo que mis mejillas hubieran aguantado más sonrojo si volvía a equivocarme. Lo que no contaba era encontrarme con alguien que era mucho más alto que yo y que cualquier persona que había encontrado antes. Si el impacto no me hubiera golpeado tan fuerte, me hubiera quedado pensando en que sus facciones faciales eran muy singulares, siendo alguien… ciertamente guapo, con ese tostado que delataba viajes en el cuerpo. Quizás un corte de barba algo más al ras y quedaba un poco más alto en el grupo de guapetones que conocí en mis viajes.
Hubiera pensado en eso, pero mi boba mente solo podía pensar en si se le caía mucho el turbante cuando pasaba por las puertas sin agacharse lo suficiente y, además, si tenía reflejos de relámpago para agarrar el turbante cuando eso le pasaba.
- Ah… eh… - no pude evitar la vergüenza al darme cuenta que lo quedé viendo por algunos segundos después de que terminara de hablar - … lo siento, lo siento. Nunca antes había conocido a alguien tan alto como usted… y me quedé pensando en la gente que conozco… - atendí su saludo con un apretón de manos, sin caer en cuenta que quizás quería tratarme más delicadamente de lo que me ofrecí - … Me llamo Siria, un gusto.
No hubo tiempo para muchas introducciones, puesto que la tripulación estaba deseosa de zarpar. Pensé que algunos estarían dispuestos a esperar a otra persona más (aunque, ahora que lo pienso, me llevé el papel del trabajo), pero no esperaron mucho después de terminar de cargar sus cosas. Estaban especialmente apresurados, aunque tampoco sabría decir si era más la ansiedad por un incierto ataque o no.
Los tripulantes se movían de un lado a otro, obedeciendo las ordenes del capitán, preparandose para zarpar. Para evitar estorbar, o llamar demasiado la atención, decidí quedarme cerca de… ¿Como se llamaba? ¿Goli? ¿Gal? Mierda, ¿como se me pudo olvidar el nombre tan rápido? Si me lo había dicho solo hace pocos momentos. El nerviosismo de haberlo mirado tanto rato terminó pasándome la cuenta.
- Por cierto, ¿cree en los rumores que existen sobre los navíos que viajan? - se me ocurrió preguntar para distender un poco el ambiente ansioso – Si es por mitos, desconozco si algo así puede ser ocasionado por…
Entonces, llegó el acompañante de… mi acompañante. Se trataba de alguien bajito (osea, medía un poco más bajo que yo), lo que me relajó saber que tampoco era un titán como la otra persona. Su apariencia… pues, no me llamaban mucho la atención los rubios, los prefería de pelo moreno y ojos café, aunque se cuidaba bien el pelo. Quizás podía darme un consejo o dos.
Pensaba amistosamente de él… hasta que abrió la boca. Y, muchachos, esto no es atractivo para nosotras.
Me quedé mirandolo algo incómoda, luego a su acompañante, luego de vuelta a él. Dicen que las primeras impresiones siempre eran importantes, pero creo que desconocía tanto eso como el ser educado antes de preguntar eso.
- … Mi nombre es Siria – le respondí mientras le tendí la mano para saludarlo de la misma forma que el tercer integrante de este grupo – y… lo siento. Lo de la raza es algo que se pregunta en la segunda cita – sé que ese comentario pudo sonar pesado, pero soy reacia a contestar preguntas de este tipo si es que la otra persona no mostraba indicios de ser confiable. O educada. Y estaba bien segura que no era lo segundo.
Lentamente el barco daba indicios de abandonar el puerto. Fue un comienzo algo brusco, pero lentamente las velas comenzaban a movilizar la enorme estructura en la que estabamos parados. No me terminaba de acostumbrar a viajar en barcos y se notaba el contraste en que necesitaba aferrarme a la baranda del barco mientras los marinos podían hacer lo suyo sin siquiera mostrar indicios de dificultad al moverse.
Las olas chocaban fuertemente contra el barco, cosa quizás normal debido al clima helado de estos meses, mientras que el viento manejaba nuestro destino sin contratiempos. Se sentía tranquilo, como usualmente se sentía al viajar. El navegante tenía razón, no habían indicios de problemas con el clima, el cielo se encontraba despejado y todo marchaba muy bien.
Pero había algo distinto en el aire. No era anormal, pero era como si estuviera… fuera de lugar.
- El viento se siente… como si no correspondiera a este lugar – les murmuré mientras me daba vuelta para mirarlos mejor – No se siente como si hubiera una tormenta o algo así. Más bien, se siente más helado de lo normal, como si… fuera un viento sacado de los glaciares del norte.
Me quedé pensando en Dalía. Ahora que lo pensaba, no se había aparecido en el puerto ni parecía haber algún indicio de sirenas de su tipo cerca. Usualmente, cuando viajaba en barco, podía escuchar sus gritos llamandome como si fuera su amor perdido del mar. A veces incluso tenía que irme volando del barco para evitar que me lincharan por los mitos que habían sobre ellas. Pero hasta donde recordaba, nunca había pasado lo del viento con ella cerca.
Gradualmente, todos comenzamos a sentir el viento de forma más helada.
Esto no podía ser un buen indicio.
Hubiera pensado en eso, pero mi boba mente solo podía pensar en si se le caía mucho el turbante cuando pasaba por las puertas sin agacharse lo suficiente y, además, si tenía reflejos de relámpago para agarrar el turbante cuando eso le pasaba.
- Ah… eh… - no pude evitar la vergüenza al darme cuenta que lo quedé viendo por algunos segundos después de que terminara de hablar - … lo siento, lo siento. Nunca antes había conocido a alguien tan alto como usted… y me quedé pensando en la gente que conozco… - atendí su saludo con un apretón de manos, sin caer en cuenta que quizás quería tratarme más delicadamente de lo que me ofrecí - … Me llamo Siria, un gusto.
No hubo tiempo para muchas introducciones, puesto que la tripulación estaba deseosa de zarpar. Pensé que algunos estarían dispuestos a esperar a otra persona más (aunque, ahora que lo pienso, me llevé el papel del trabajo), pero no esperaron mucho después de terminar de cargar sus cosas. Estaban especialmente apresurados, aunque tampoco sabría decir si era más la ansiedad por un incierto ataque o no.
Los tripulantes se movían de un lado a otro, obedeciendo las ordenes del capitán, preparandose para zarpar. Para evitar estorbar, o llamar demasiado la atención, decidí quedarme cerca de… ¿Como se llamaba? ¿Goli? ¿Gal? Mierda, ¿como se me pudo olvidar el nombre tan rápido? Si me lo había dicho solo hace pocos momentos. El nerviosismo de haberlo mirado tanto rato terminó pasándome la cuenta.
- Por cierto, ¿cree en los rumores que existen sobre los navíos que viajan? - se me ocurrió preguntar para distender un poco el ambiente ansioso – Si es por mitos, desconozco si algo así puede ser ocasionado por…
Entonces, llegó el acompañante de… mi acompañante. Se trataba de alguien bajito (osea, medía un poco más bajo que yo), lo que me relajó saber que tampoco era un titán como la otra persona. Su apariencia… pues, no me llamaban mucho la atención los rubios, los prefería de pelo moreno y ojos café, aunque se cuidaba bien el pelo. Quizás podía darme un consejo o dos.
Pensaba amistosamente de él… hasta que abrió la boca. Y, muchachos, esto no es atractivo para nosotras.
Me quedé mirandolo algo incómoda, luego a su acompañante, luego de vuelta a él. Dicen que las primeras impresiones siempre eran importantes, pero creo que desconocía tanto eso como el ser educado antes de preguntar eso.
- … Mi nombre es Siria – le respondí mientras le tendí la mano para saludarlo de la misma forma que el tercer integrante de este grupo – y… lo siento. Lo de la raza es algo que se pregunta en la segunda cita – sé que ese comentario pudo sonar pesado, pero soy reacia a contestar preguntas de este tipo si es que la otra persona no mostraba indicios de ser confiable. O educada. Y estaba bien segura que no era lo segundo.
Lentamente el barco daba indicios de abandonar el puerto. Fue un comienzo algo brusco, pero lentamente las velas comenzaban a movilizar la enorme estructura en la que estabamos parados. No me terminaba de acostumbrar a viajar en barcos y se notaba el contraste en que necesitaba aferrarme a la baranda del barco mientras los marinos podían hacer lo suyo sin siquiera mostrar indicios de dificultad al moverse.
Las olas chocaban fuertemente contra el barco, cosa quizás normal debido al clima helado de estos meses, mientras que el viento manejaba nuestro destino sin contratiempos. Se sentía tranquilo, como usualmente se sentía al viajar. El navegante tenía razón, no habían indicios de problemas con el clima, el cielo se encontraba despejado y todo marchaba muy bien.
Pero había algo distinto en el aire. No era anormal, pero era como si estuviera… fuera de lugar.
- El viento se siente… como si no correspondiera a este lugar – les murmuré mientras me daba vuelta para mirarlos mejor – No se siente como si hubiera una tormenta o algo así. Más bien, se siente más helado de lo normal, como si… fuera un viento sacado de los glaciares del norte.
Me quedé pensando en Dalía. Ahora que lo pensaba, no se había aparecido en el puerto ni parecía haber algún indicio de sirenas de su tipo cerca. Usualmente, cuando viajaba en barco, podía escuchar sus gritos llamandome como si fuera su amor perdido del mar. A veces incluso tenía que irme volando del barco para evitar que me lincharan por los mitos que habían sobre ellas. Pero hasta donde recordaba, nunca había pasado lo del viento con ella cerca.
Gradualmente, todos comenzamos a sentir el viento de forma más helada.
Esto no podía ser un buen indicio.
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
El medico miró la mano de la mujer ¿Porque la gente se empeñaba en tener contacto físico? el dragón humanoide no veía la lógica en apretarle la mano a alguien, ni siquiera veía razonable el saludar a las personas, estaba claro que si le dirigías la palabra a un individuo era porque requerías su atención.
-Dudo mucho que tengamos una segunda cita si no hay una primera antes, y tu salud es buena en estos momentos, no necesitas mis servicios.
Go´el apartó la vista de la mano de la mujer llamada Siria y dibujó en su cuaderno un interrogante en la casilla de raza, a continuación escribió algunos números sobre las medidas de la hembra y tras un rápido diagnostico ocular marco una casilla más, acto seguido cerró la libreta y bajó las escaleras hacia la cocina del barco.
-Ese era Go´el. -Comentó Gali apiadándose de Siria. -No se lo tengas en cuenta, su capacidad de empatía está a la altura de las piedras. Y como puedes ver no entiende el sarcasmo o las indirectas. En el fondo es buen tipo.
Tras decir aquello el monje sonrió a la norteña y con una inclinación se fue hacia el castillo de proa y al llegar al mástil se sentó en posición de loto y apoyó la espalda contra el pilar de la vela.
Las horas fueron pasando y el sol fue cayendo mientras el dúo de dragones se dedicaba a no hacer nada. Gali estuvo toda la tarde en el mismo sitio, algunos marineros curiosos se acercaron pensando que estaba dormido, pero en cuanto alguno se paraba cerca o lo observa demasiado el monje les preguntaba o saludaba sin abrir los ojos, no le molestaba hablar con quien quisiera entablar conversación y el dragón de tierra seguía la charla hasta que la otra persona se despedía. Go´el por lado estuvo todo el tiempo bajo cubierta, durante unas horas en la despensa de la cocina, asegurándose de que no hubiera alimentos en mal estado, el resto de la tarde anduvo detrás del contramaestre preguntándole sobre los problemas médicos que podía o había tenido la tripulación.
Al caer el sol el cocinero hizo sonar un triángulo y todos los marineros acudieron a por su escudilla que consistía en verduras y pescado, todos salvo los marineros de guardia que se dedicaron a encender los faroles del barco y vigilar que el rumbo no cambiara o que ningún barco pirata los asaltara en la noche.
Fue entonces, mientras todos cenaban, que las olas se calmaron y de ellas creció una niebla que cubrió el Navío Azul de abajo arriba, desde la cubierta no se veían las puntas de los mástiles y si mirabas adelante apenas podías ver tus manos si estirabas los brazos. Los vigías hicieron sonar la campana y todas las almas del barco dejaron la cena y subieron las escaleras. Entre escalón y escalón algo comenzó a golpear el casco.
______________
Off: Aparece el primera complicación.
-Dudo mucho que tengamos una segunda cita si no hay una primera antes, y tu salud es buena en estos momentos, no necesitas mis servicios.
Go´el apartó la vista de la mano de la mujer llamada Siria y dibujó en su cuaderno un interrogante en la casilla de raza, a continuación escribió algunos números sobre las medidas de la hembra y tras un rápido diagnostico ocular marco una casilla más, acto seguido cerró la libreta y bajó las escaleras hacia la cocina del barco.
-Ese era Go´el. -Comentó Gali apiadándose de Siria. -No se lo tengas en cuenta, su capacidad de empatía está a la altura de las piedras. Y como puedes ver no entiende el sarcasmo o las indirectas. En el fondo es buen tipo.
Tras decir aquello el monje sonrió a la norteña y con una inclinación se fue hacia el castillo de proa y al llegar al mástil se sentó en posición de loto y apoyó la espalda contra el pilar de la vela.
Las horas fueron pasando y el sol fue cayendo mientras el dúo de dragones se dedicaba a no hacer nada. Gali estuvo toda la tarde en el mismo sitio, algunos marineros curiosos se acercaron pensando que estaba dormido, pero en cuanto alguno se paraba cerca o lo observa demasiado el monje les preguntaba o saludaba sin abrir los ojos, no le molestaba hablar con quien quisiera entablar conversación y el dragón de tierra seguía la charla hasta que la otra persona se despedía. Go´el por lado estuvo todo el tiempo bajo cubierta, durante unas horas en la despensa de la cocina, asegurándose de que no hubiera alimentos en mal estado, el resto de la tarde anduvo detrás del contramaestre preguntándole sobre los problemas médicos que podía o había tenido la tripulación.
Al caer el sol el cocinero hizo sonar un triángulo y todos los marineros acudieron a por su escudilla que consistía en verduras y pescado, todos salvo los marineros de guardia que se dedicaron a encender los faroles del barco y vigilar que el rumbo no cambiara o que ningún barco pirata los asaltara en la noche.
Fue entonces, mientras todos cenaban, que las olas se calmaron y de ellas creció una niebla que cubrió el Navío Azul de abajo arriba, desde la cubierta no se veían las puntas de los mástiles y si mirabas adelante apenas podías ver tus manos si estirabas los brazos. Los vigías hicieron sonar la campana y todas las almas del barco dejaron la cena y subieron las escaleras. Entre escalón y escalón algo comenzó a golpear el casco.
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Off: Aparece el primera complicación.
Go'el
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Muchas personas no lo saben, pero existe una vieja costumbre de nuestra cultura que habla sobre cómo el alma de una persona vuelve a este mundo. Cuando un dragón deja este mundo, es menester entregar su cuerpo a la madre tierra con sus más cercanas pertenencias. A veces, para guiar al espíritu del fallecido dragón en su viaje hacia el otro mundo. Otras veces, para acompañar a la persona en la próxima vida que tendrá. Parte de la cultura de los dragones se dedicaba a la creencia de que poseíamos un ciclo de reencarnación que dependía del espíritu y de su misión en este mundo.
A veces me preguntaba si acaso mi vida anterior había sido muy normal y que había acumulado los puntos de extrañeza para esta otra.
- … un gusto conocerlo.
Supongo que no podría contar muchas historias como juglar/bardo/poeta/trovador/etc. si no tenía historias con gente tan singular como las que se me aparecían rutinariamente. Aunque lo vi muy emocionado anotandome las medidas. Miré al señor… ese que después recordaré el nombre, intentando arreglar la situación.
- … al menos no me dijo que estaba embarazada – no es que me sintiera ofendida ni nada, en todo caso – Una vez una anciana en la isla de los brujos me agarró de las caderas y me preguntó cuándo iba a dar a luz. Al menos su compañero mantiene sus manos para si mismo.
¿Por qué era que las ancianas eran las que más se fijaban en eso? Es la ropa la que me hace ver ancha, ¿de acuerdo?
El barco se puso en marcha sin más problemas. Mientras uno de mis compañeros se acomodó en otro sitio, el sujeto raro se marchó hacia otro lado, quizás para seguir tomando medidas y, por mi parte, quedé en la parte de la proa, aferrándome a la baranda mientras pensaba en el viento. No podía quitarme la sensación helada seguía siendo extraña. Pero tampoco sabía si eso se debía a que el invierno había llegado al reino y usualmente era así de frío. Mi invierno pasado no me había dado esa impresión.
La gente marchó hacia los comedores, algunos incluso empujandose para llegar antes. En vez de seguirlos, decidí hacer guardia junto con algunos de los marineros que se movían de un lado a otro. Algunos parecían relajados y no le daban mucha importancia a la vigilia, mientras que otros parecían extremadamente sobreprotectores de su barco.
Más la actitud de las personas cambió cuando la niebla comenzó a aparecer en el ambiente. Lentamente comenzó como algo que parecía obra del frío, pero cuando comenzó a parecer que no podrías ver mucho más allá de algunos metros, uno de los sujetos corrió a tocar la campana de alerta. Con nuestra atención puesta, con nuestros sentidos intentando descifrar lo que no sabíamos, casi nadie se dio cuenta de cómo el viento dejó de soplar, deteniéndonos poco a poco hasta quedar inmóviles.
Aunque la neblina dificultaba la vista, podía escucharse como la madera bajo nosotros hacía ruidos violentos. Golpes que subían, se aferraban y arrancaban pedazos. Aunque la gente lentamente se apilaba en la parte más alta del barco, nadie se acercaba a los bordes de este. Se podía sentir el nerviosismo de cada uno, la ansiedad de no poder saber lo que se acercaba a nosotros. Algunos sacaron sus armas, otros estaban dispuestos a defenderse a puños.
Defenderse era una palabra fuerte. Solo bastó que una de las manos pertenecientes a las criaturas se asomaran para transformar esa ansiedad en miedo. No muchos de ellos habían visto una sirena en sus vidas, solo por los mitos que usualmente la gente lleva de un lado a otro.
Pero ninguno de ellos estaba listo para encontrarse con aquellas criaturas que se alzaron desde el mar. Ninguno de ellos, incluyéndome.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Su cuerpo estaba cubierto completamente de escamas aparentemente muy gruesas, con largas uñas que los ayudaron a subir hasta la parte más alta del barco. Sus aletas dorsales cubrían por completo su espalda, llegando incluso hasta la parte más baja de una larga cola que parecía lo suficientemente fuerte para mandar a volar a alguien de un solo golpe. Los ojos de las criaturas eran blancos, salvajes y temerarios, acompañados de dientes que parecían los de un tiburón.
Sentía un miedo que me hacía sentir que me encogía, que era más pequeña de lo que era. Había subestimado completamente la situación, pero… y si no lo hubiera hecho, ¿me hubiera sentido de esa forma? La respuesta era que no… y es porque no estaba preparada para algo como esto. No sabía como iban a atacar, si eran pacíficos, feroces… solo estaban ahí, esperando como si estuvieran a la espera de una orden.
Fue entonces como se sintió si un objeto metálico golpeara contra otro. Fue entonces cuando los cuerpos de decenas de esas criaturas, de todos lados, comenzaron a avanzar hacia nosotros. Corrían como si fueran depredadores frente a su deliciosa e inofensiva presa. Fue entonces cuando pude sentir los gritos de algunos marinos, gritos de guerra, como si aquello pudiera darles fuerza para quitar sus miedos de sus pies y avanzar para hacerles frente.
Fue entonces cuando apreté mi bastón con todas mis fuerzas. Aquel era uno de esos momentos en donde debía enfrentar mi destino al mirarlo fijamente a los ojos. No podía dejar que el miedo me invadiera, que me impidiera reaccionar. Tenía un lugar donde volver, gente a la que debía volver a ver. Y no iba a permitir que ninguno de estos seres, ni nadie del barco, me impidiera verlos.
Uno de los sujetos saltó hacia mi, en un intento de que sus garras llegaran hasta mi cuerpo, pero alcé mi báculo hacia su cara, haciendo que la punta de mi bastón golpeara en mitad de su cara, lo que lo sacó de equilibrio y el momentum con el que se impulsaba hacia mi, haciendolo caer. Pero no quedó en el suelo, puesto que, cuando pudo levantarse y quedar en cuatro patas, me miró fijamente, intentando rodearme. Desconocía si podía verlo bien debido a mi afinidad con el viento, si acaso ya nos acostumbrabamos a la neblina o si había amainado un poco. Es por es que pude ver cuando alzó sus manos e intentó atacarme con sus garras, por lo que lo único que se me ocurrió fue interponer el viaje de sus manos hacia mi cuerpo con el bastón, el cuál agarró y comenzó a forcejar para quitarmelo. Al verlo tan concentrado en aquella tarea, tomé el riesgo de darle una patada en su torso, la cuál recibió de lleno, haciendo que su cuerpo saltara levemente del suelo. Pero su agarre continuó, por lo que tuve que golpearlo dos veces más para que sus manos cedieran, momento que usé para mover el bastón hacia su cara, impactandolo y tirandolo hacia el suelo.
Apenas había acabado con él, otro se lanzó hacia mi, haciendo que ambos cayeramos hacia el suelo. Como antes, el bastón era lo único que impedía que sus garras se encontraran con mi cuerpo, pero ahora sus dientes intentaban acabar con el trabajo. Antes que pudiera lanzarme una mordida hacia mi cuello, alcé mi cabeza hacia la suya, haciendo que mi frente impactara contra su cara, logrando que reculara en sus intentos. Afortunadamente, pude darme cuenta como alguien golpeó las costillas de la criatura de una patada para sacarla de encima de mi.
A veces me preguntaba si acaso mi vida anterior había sido muy normal y que había acumulado los puntos de extrañeza para esta otra.
- … un gusto conocerlo.
Supongo que no podría contar muchas historias como juglar/bardo/poeta/trovador/etc. si no tenía historias con gente tan singular como las que se me aparecían rutinariamente. Aunque lo vi muy emocionado anotandome las medidas. Miré al señor… ese que después recordaré el nombre, intentando arreglar la situación.
- … al menos no me dijo que estaba embarazada – no es que me sintiera ofendida ni nada, en todo caso – Una vez una anciana en la isla de los brujos me agarró de las caderas y me preguntó cuándo iba a dar a luz. Al menos su compañero mantiene sus manos para si mismo.
¿Por qué era que las ancianas eran las que más se fijaban en eso? Es la ropa la que me hace ver ancha, ¿de acuerdo?
El barco se puso en marcha sin más problemas. Mientras uno de mis compañeros se acomodó en otro sitio, el sujeto raro se marchó hacia otro lado, quizás para seguir tomando medidas y, por mi parte, quedé en la parte de la proa, aferrándome a la baranda mientras pensaba en el viento. No podía quitarme la sensación helada seguía siendo extraña. Pero tampoco sabía si eso se debía a que el invierno había llegado al reino y usualmente era así de frío. Mi invierno pasado no me había dado esa impresión.
La gente marchó hacia los comedores, algunos incluso empujandose para llegar antes. En vez de seguirlos, decidí hacer guardia junto con algunos de los marineros que se movían de un lado a otro. Algunos parecían relajados y no le daban mucha importancia a la vigilia, mientras que otros parecían extremadamente sobreprotectores de su barco.
Más la actitud de las personas cambió cuando la niebla comenzó a aparecer en el ambiente. Lentamente comenzó como algo que parecía obra del frío, pero cuando comenzó a parecer que no podrías ver mucho más allá de algunos metros, uno de los sujetos corrió a tocar la campana de alerta. Con nuestra atención puesta, con nuestros sentidos intentando descifrar lo que no sabíamos, casi nadie se dio cuenta de cómo el viento dejó de soplar, deteniéndonos poco a poco hasta quedar inmóviles.
Aunque la neblina dificultaba la vista, podía escucharse como la madera bajo nosotros hacía ruidos violentos. Golpes que subían, se aferraban y arrancaban pedazos. Aunque la gente lentamente se apilaba en la parte más alta del barco, nadie se acercaba a los bordes de este. Se podía sentir el nerviosismo de cada uno, la ansiedad de no poder saber lo que se acercaba a nosotros. Algunos sacaron sus armas, otros estaban dispuestos a defenderse a puños.
Defenderse era una palabra fuerte. Solo bastó que una de las manos pertenecientes a las criaturas se asomaran para transformar esa ansiedad en miedo. No muchos de ellos habían visto una sirena en sus vidas, solo por los mitos que usualmente la gente lleva de un lado a otro.
Pero ninguno de ellos estaba listo para encontrarse con aquellas criaturas que se alzaron desde el mar. Ninguno de ellos, incluyéndome.
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Su cuerpo estaba cubierto completamente de escamas aparentemente muy gruesas, con largas uñas que los ayudaron a subir hasta la parte más alta del barco. Sus aletas dorsales cubrían por completo su espalda, llegando incluso hasta la parte más baja de una larga cola que parecía lo suficientemente fuerte para mandar a volar a alguien de un solo golpe. Los ojos de las criaturas eran blancos, salvajes y temerarios, acompañados de dientes que parecían los de un tiburón.
Sentía un miedo que me hacía sentir que me encogía, que era más pequeña de lo que era. Había subestimado completamente la situación, pero… y si no lo hubiera hecho, ¿me hubiera sentido de esa forma? La respuesta era que no… y es porque no estaba preparada para algo como esto. No sabía como iban a atacar, si eran pacíficos, feroces… solo estaban ahí, esperando como si estuvieran a la espera de una orden.
Fue entonces como se sintió si un objeto metálico golpeara contra otro. Fue entonces cuando los cuerpos de decenas de esas criaturas, de todos lados, comenzaron a avanzar hacia nosotros. Corrían como si fueran depredadores frente a su deliciosa e inofensiva presa. Fue entonces cuando pude sentir los gritos de algunos marinos, gritos de guerra, como si aquello pudiera darles fuerza para quitar sus miedos de sus pies y avanzar para hacerles frente.
Fue entonces cuando apreté mi bastón con todas mis fuerzas. Aquel era uno de esos momentos en donde debía enfrentar mi destino al mirarlo fijamente a los ojos. No podía dejar que el miedo me invadiera, que me impidiera reaccionar. Tenía un lugar donde volver, gente a la que debía volver a ver. Y no iba a permitir que ninguno de estos seres, ni nadie del barco, me impidiera verlos.
Uno de los sujetos saltó hacia mi, en un intento de que sus garras llegaran hasta mi cuerpo, pero alcé mi báculo hacia su cara, haciendo que la punta de mi bastón golpeara en mitad de su cara, lo que lo sacó de equilibrio y el momentum con el que se impulsaba hacia mi, haciendolo caer. Pero no quedó en el suelo, puesto que, cuando pudo levantarse y quedar en cuatro patas, me miró fijamente, intentando rodearme. Desconocía si podía verlo bien debido a mi afinidad con el viento, si acaso ya nos acostumbrabamos a la neblina o si había amainado un poco. Es por es que pude ver cuando alzó sus manos e intentó atacarme con sus garras, por lo que lo único que se me ocurrió fue interponer el viaje de sus manos hacia mi cuerpo con el bastón, el cuál agarró y comenzó a forcejar para quitarmelo. Al verlo tan concentrado en aquella tarea, tomé el riesgo de darle una patada en su torso, la cuál recibió de lleno, haciendo que su cuerpo saltara levemente del suelo. Pero su agarre continuó, por lo que tuve que golpearlo dos veces más para que sus manos cedieran, momento que usé para mover el bastón hacia su cara, impactandolo y tirandolo hacia el suelo.
Apenas había acabado con él, otro se lanzó hacia mi, haciendo que ambos cayeramos hacia el suelo. Como antes, el bastón era lo único que impedía que sus garras se encontraran con mi cuerpo, pero ahora sus dientes intentaban acabar con el trabajo. Antes que pudiera lanzarme una mordida hacia mi cuello, alcé mi cabeza hacia la suya, haciendo que mi frente impactara contra su cara, logrando que reculara en sus intentos. Afortunadamente, pude darme cuenta como alguien golpeó las costillas de la criatura de una patada para sacarla de encima de mi.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Los dos dragones subieron a cubierta junto al resto de tripulantes, la ansiedad y el miedo se leía fácilmente en sus gestos, Go´el por otro lado esperaba relajado examinando la niebla, su aparición había sido demasiado rápida y su densidad no cuadraba con los parámetros de una niebla común, esto había sido obra de la magia.
Unos golpes sordos comenzaron a escucharse en las barandas del barco, algo estaba subiendo y por el número de sonidos podía deducirse que se trataba de un grupo grande. El galeno se acercó hacia el ruido junto con Gali y cuando vio a las criaturas los ojos se le iluminaron al rubio.
-Hiii -Go´el ahogo un grito de júbilo. -¿Estás viendo esto Hashim? Es una maravilla.
-Si. -Respondió el monje con su arma en la mano. -Son peces gigantes.
-No son solo peces, míralos bien. -Prosiguió el medico acercándose a las criaturas. -Las escamas son extremadamente grandes y... -El científico tocó una parte del animal con los nudillos. -Y duras. Mira sus ojos, cualquiera diría que están ciegos, pero los colores de su espina sugieren lo contrario, también parecen poseer inteligencia. Es como si estuvieran esperando a algo, igual viven en jerarquía. Esto es fascinante ¿Porque estarán atacando el barco?
-A lo mejor estamos en su territorio.
Teorizo el hombre con el turbante rojo a la vez que el animal profería un grito y adoptaba una posición agresiva.
-Es posible pero...
La criatura comenzó a atacar al galeno, pero este esquivaba los golpes obnubilado todavía con la criatura. Estaba más centrado en la criatura que en su vida.
-...el capitán explico que solo se llevaban la carga y los marineros que morían en batalla, si estuviéramos invadiendo sus dominios arrasarían con el barco y si fuera escasez de alimento matarían a todo el mundo.
-Ya bueno...
Prosiguió con voz calmada el moreno propinando un golpe con el bastón al animal.
-¿Porque no les preguntas?
-Tienes razón. ¿Porque atacáis el barco?
El animal abrió la boca e intento morder al rubio, pero este transformo su brazo y le propinó un zarpazo para al momento siguiente desenvainar la espada.
-No parecen poder entender la lengua común o hablar mediante ella. Esto es increíble, puede que sean anfibios o que solo tengan branquias y que usen la niebla para respirar... eso explicaría porque es tan densa.
-O puede que la niebla sea parte de la emboscada.
Gali cortó el monologo del rubio a la vez que paraba uno de los ataques del enemigo.
-Zorven céntrate en la pelea, luego tendrás tiempo para investigar.
-Sí, sí, tienes razón. Si muero se acaba la investigación.
El navío estaba infestado de aquellos seres, la pareja de dragones formaron un circulo de seguridad, entre ambos podían mantener a raya a varios, pero aquellos bichos no paraban de llegar, parecía una horda interminable. El círculo cada vez era más estrecho y la niebla cada vez más ligera.
-Me explicas porque no cambias de formas, Gali.
Preguntaba cínico el dragón-humanoide, que en ese momento tenía ambos brazos transformados.
-Por qué el barco acabaría en el fondo del mar.
Zorven y Hashim se encontraban hombro con hombro tratando de mantenerse en pie.
Ahora que la niebla dejaba ver con claridad, se podía apreciar que la gran mayoría de tripulantes estaban atados, inconsciente o muertos. Los enemigos habían cesado el ataque y ahora tan solo acorralaban a los que todavía daban batalla, era como si estuvieran esperando algo, como si supieran que ya habían ganado.
Un nuevo golpe en el barco indicó que otro de esos seres estaba en la cubierta del Navío Azul, pero este era diferente. Claramente se podía apreciar que era un hombre-bestia, poseía cuerpo humanoide, un cuerpo muy maltrecho. Una de sus piernas poseía una prótesis burda de madera, mientras que su mano izquierda había sido sustituida por un garfio y la derecha parecía tener un ancla, la cabeza de la bestia era la de un tiburón y su aleta dorsal sobresalía por la ropa junto con la cola.
-¿A que esperáis merluzos? -Vocifero el tiburón con tono áspero. -Atad a los que quedan.
-¿Has visto eso Gali?
Preguntaba emocionado el científico envainando la espada dejándose capturar.
-Puede hablar y lleva ropa, es espléndido.
-A mí solo me parece un pirata, Go´el.
El dragón de tierra imitó a su compañero y se dejó atrapar, el rubio estaba sentado de rodillas sobre la cubierta mientras que el moreno adopto su posición de loto cruzando las piernas.
-Oye tú, el hombre-bestia con ropa ¿Porque hacéis esto? es alguna costumbre, un rito de iniciación o es que el mar se queda sin alimento.
El galeno observaba con ojos brillantes y una sonrisa amplia al que parecía el líder de la emboscada.
-¿De dónde ha salido este? El capitán cada vez pone el listón más bajo. Taparle la boca al rubiales. ¡Y daros prisa, este barco no se vacía solo!
Unos golpes sordos comenzaron a escucharse en las barandas del barco, algo estaba subiendo y por el número de sonidos podía deducirse que se trataba de un grupo grande. El galeno se acercó hacia el ruido junto con Gali y cuando vio a las criaturas los ojos se le iluminaron al rubio.
-Hiii -Go´el ahogo un grito de júbilo. -¿Estás viendo esto Hashim? Es una maravilla.
-Si. -Respondió el monje con su arma en la mano. -Son peces gigantes.
-No son solo peces, míralos bien. -Prosiguió el medico acercándose a las criaturas. -Las escamas son extremadamente grandes y... -El científico tocó una parte del animal con los nudillos. -Y duras. Mira sus ojos, cualquiera diría que están ciegos, pero los colores de su espina sugieren lo contrario, también parecen poseer inteligencia. Es como si estuvieran esperando a algo, igual viven en jerarquía. Esto es fascinante ¿Porque estarán atacando el barco?
-A lo mejor estamos en su territorio.
Teorizo el hombre con el turbante rojo a la vez que el animal profería un grito y adoptaba una posición agresiva.
-Es posible pero...
La criatura comenzó a atacar al galeno, pero este esquivaba los golpes obnubilado todavía con la criatura. Estaba más centrado en la criatura que en su vida.
-...el capitán explico que solo se llevaban la carga y los marineros que morían en batalla, si estuviéramos invadiendo sus dominios arrasarían con el barco y si fuera escasez de alimento matarían a todo el mundo.
-Ya bueno...
Prosiguió con voz calmada el moreno propinando un golpe con el bastón al animal.
-¿Porque no les preguntas?
-Tienes razón. ¿Porque atacáis el barco?
El animal abrió la boca e intento morder al rubio, pero este transformo su brazo y le propinó un zarpazo para al momento siguiente desenvainar la espada.
-No parecen poder entender la lengua común o hablar mediante ella. Esto es increíble, puede que sean anfibios o que solo tengan branquias y que usen la niebla para respirar... eso explicaría porque es tan densa.
-O puede que la niebla sea parte de la emboscada.
Gali cortó el monologo del rubio a la vez que paraba uno de los ataques del enemigo.
-Zorven céntrate en la pelea, luego tendrás tiempo para investigar.
-Sí, sí, tienes razón. Si muero se acaba la investigación.
El navío estaba infestado de aquellos seres, la pareja de dragones formaron un circulo de seguridad, entre ambos podían mantener a raya a varios, pero aquellos bichos no paraban de llegar, parecía una horda interminable. El círculo cada vez era más estrecho y la niebla cada vez más ligera.
-Me explicas porque no cambias de formas, Gali.
Preguntaba cínico el dragón-humanoide, que en ese momento tenía ambos brazos transformados.
-Por qué el barco acabaría en el fondo del mar.
Zorven y Hashim se encontraban hombro con hombro tratando de mantenerse en pie.
Ahora que la niebla dejaba ver con claridad, se podía apreciar que la gran mayoría de tripulantes estaban atados, inconsciente o muertos. Los enemigos habían cesado el ataque y ahora tan solo acorralaban a los que todavía daban batalla, era como si estuvieran esperando algo, como si supieran que ya habían ganado.
Un nuevo golpe en el barco indicó que otro de esos seres estaba en la cubierta del Navío Azul, pero este era diferente. Claramente se podía apreciar que era un hombre-bestia, poseía cuerpo humanoide, un cuerpo muy maltrecho. Una de sus piernas poseía una prótesis burda de madera, mientras que su mano izquierda había sido sustituida por un garfio y la derecha parecía tener un ancla, la cabeza de la bestia era la de un tiburón y su aleta dorsal sobresalía por la ropa junto con la cola.
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-¿A que esperáis merluzos? -Vocifero el tiburón con tono áspero. -Atad a los que quedan.
-¿Has visto eso Gali?
Preguntaba emocionado el científico envainando la espada dejándose capturar.
-Puede hablar y lleva ropa, es espléndido.
-A mí solo me parece un pirata, Go´el.
El dragón de tierra imitó a su compañero y se dejó atrapar, el rubio estaba sentado de rodillas sobre la cubierta mientras que el moreno adopto su posición de loto cruzando las piernas.
-Oye tú, el hombre-bestia con ropa ¿Porque hacéis esto? es alguna costumbre, un rito de iniciación o es que el mar se queda sin alimento.
El galeno observaba con ojos brillantes y una sonrisa amplia al que parecía el líder de la emboscada.
-¿De dónde ha salido este? El capitán cada vez pone el listón más bajo. Taparle la boca al rubiales. ¡Y daros prisa, este barco no se vacía solo!
Última edición por Go´el el Dom Jul 14 2019, 17:08, editado 1 vez
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
La mano del capitán me ayudó a levantarme del suelo, dandome cuenta que él fue quién pateó a la bestia que atacó. Aunque no se quedó mucho rato para charlar, solo tocó mi hombro como si re-asegurara que estaba bien y, sin más, comenzó a repartir puños a cuanto sujeto se le colocaba delante. El primero intentó clavar sus garras en su cuello, pero el capitán usó su mano derecha para, con fuerza, empujar el brazo de su atacante a un lado, haciendo que este se desequilibrara el tiempo suficiente para que, con su otra mano, su puño se incrustara en el mentón del animal. La fuerza del golpe logró que cayera al sueño después de un semi-giro, haciendo que cayera boca abajo.
El segundo intentó enboscarlo por detrás, aferrandolo con toda la fuerza de su brazo aplicada al cuello del marino, pero antes que pudiera acertar su dominación, alzó sus manos hacia su espalda, agarrando dolorosamente a la bestia desde las escamas, aplicando toda la fuerza que tenía para levantarlo desde esa posición y encorbando la espalda para azotarlo al suelo con fuerza. Aunque incapacitó a su atacante con aquel movimiento, no perdió tiempo para seguir golpeando a los extranjeros, lanzandolos desde la borda incluso.
- …
Antes que pudiera quedarme embobada mirando como se convertía en una máquina de patear escamas, hice mi cabeza hacia atrás para evitar un ataque de una de esas cosas. De nuevo me hice hacia atrás para evitar otro zarpazo y, después de darme cuenta, el atacante se había dejado muy abierto en su segundo ataque, ocasión para tomar con fuerza mi bastón y, cuando intentó girarse nuevamente, se encontró con la punta de este en su mejilla, dejándolo en el suelo. Antes que pudiera atacarlo nuevamente, sentí un grito de las criaturas abalanzándose hacia mi, evitando que pudiera atacarme usando mi bastón como antes, pero esta vez el sujeto intentó hacer fuerza hasta acorralarme contra la baranda. Comenzó a empujar aun más para hacerme caer hacia el mar, cosa que, si conseguía, sería imposible para mi el escapar de las garras de esos tipos. No tenía la suficiente fuerza para contestarle de vuelta, pero… como Wood me dijo una vez, “si no puedes ganarles en fuerza, usa su fuerza en su contra”. Coloqué mi pie derecho detrás de su rodilla izquierda y, cuando noté que iba por todo, rompí mi resistencia a uno de mis costados, empujando su rodilla en el acto y haciendo que su propia fuerza lo empujara fuera de la baranda, haciéndolo caer y a alguien más que estaba subiendo en ese momento.
- …
La verdad, sentía que me estaba costando mucho esto. No pude evitar preocuparme con el resto y si estaban bien, sobre todo el sujeto raro ese que te mide las medidas y su compañero. No me demoré mucho en encontrar que algunas de mis preocupaciones estaban infudadas, puesto que conversaban entre si sin mucho esfuerzo mientras peleaban, solo exceptuando la vez que tuvo que pegarle y desenvainar su espada.
De pronto me pregunté si era la única del grupo a la que le costaban las cosas.
- … debería entrenar más.
No pasó mucho rato hasta que la neblina se disipó, mostrando a pocos marinos de pie y con ganas de luchar, aunque todos estabamos encerrados en un círculo mientras nos rodeaban. El resto se encontraba en el suelo, siendo capturados por las bestias y dejados de lados. Algunos de nosotros cruzabamos miradas y nos dimos cuenta que no había oportunidad de dar vuelta la situación. Y aunque podía existir la posibilidad si es que algunos de nosotros sacabamos partido a nuestras habilidades, esa esperanza se esfumó cuando sentimos su llegada.
Se trataba de un aterrador hombre bestia que se alzó en el barco. Era distinto del resto, podía notarse la diferencia con solo mirar su cabeza. Era la de un tiburón de enormes dientes, acompañado de un corpulento cuerpo al que le faltaba una parte de la pierna y una parte de su brazo, ambos reemplazados por una pata de palo y lo que parecía ser un ancla, respectivamente. Los seres que nos atacaron comenzaron a atender sus palabras y, antes que los inconscientes o heridos, se encargaron de nosotros primero. Así como mis dos compañeros mercenarios, dejé el bastón en el suelo y dejé que me capturaran.
Más uno de los integrantes de los que quedabamos en pie decidió que no iba a permitir aquello.
Cuando se abrió una brecha, el capitán hizo a un lado a dos de las bestias que nos atacaron y fue inmediato hacia la mandíbula del hombre tiburón. Debido a que su atención se encontraba en otro lado, no pudo darse cuenta a tiempo y recibió el impacto en toda la quijada, haciendo que su cuerpo lentamente cayera hacia atrás. Más esa caída no fue tal, ya que en realidad solo había perdido levemente el equilibrio y, después de dar dos pasos hacia atrás, recuperó su balance, agarrando su quijada con una sonrisa mientras veía al capitán. No lo habíamos notado en aquel momento, pero el golpe le había lastimado la piel, rasmillandola en los nudillos. Lo que lo había ocasionado era la piel rasposa y dura del sujeto.
Como consecuencia, el brazo del enorme tiburón viajó hacia el torso del capitán. No el brazo que todavía tenía entero, sino el metálico que reemplazó al viejo. El impacto no carecía ni de fuerza ni velocidad, puesto que alcanzó su estómago tan rápido que, por el estado de shock de antes, no alcanzó a reaccionar. No tardó en encontrarse en el suelo, retorciéndose de dolor por el impacto, sin poder hacer mucho cuando el hombre bestia se acercó a él y, en una demostración de poder, arremetió su ancla contra la cabeza del marino.
Solo por unos centímetros no logró matarlo de un solo golpe. Aunque no fue su piedad lo que consiguió eso, sino el impacto de un cuerpo a su brazo el que desvió el ataque. Y ese cuerpo no era nada más ni nada menos que el mío.
El sujeto se me quedó mirando a los ojos con cara de incredulidad y molestia. Se le podía leer en los ojos.
- ¿Que hace una mujer metiéndose en asuntos de hombres de mar?
Estando amarrada no me veía muy amenazadora, pero me paré erguida delante de él, mirándolo a los ojos sin quitar ni ceder un centímetro a sus palabras.
- Solo te interesa robar lo que está en el barco, ¿no? Entonces, no es necesario derramar más sangre – intenté razonar con él, apelando a lo poco de humanidad que podría tener en su interior – solo deja que este sujeto inútil siga viviendo su inútil vida – De verdad lo siento capitán, no quiero tratarlo así, más rato me disculparé con usted.
El sujeto cambió su rostro de incredulidad a… otra incredulidad, algo distinta. Se reía, como si jamás se hubiera encontrado con semejante situación antes.
- ¿Te preocupa que se derrame sangre? Tengo como solucionar eso.
Entonces hizo un chiflido con su mano entera y, antes que me diera cuenta, dos de sus lacayos me agarraron de los brazos y hombros y me llevaron hacia uno de los bordes del barco.
- Oigan, par de inútiles – dos de sus sirvientes lejanos lo miraron cuando dijo esas palabras – La dama no quiere más sangre en el barco, así que, para respetar su decisión… traigan el ancla.
Cuando escuché esas palabras, se me heló la sangre y mi rostro empalideció, perdiendo la tranquilidad que tenía antes. Sus secuaces accedieron, rodeando el ancla con la cuerda y aferrando mi cuerpo a ella.
- ¡E-espera un momento! - le respondí mientras forcejeaba con las cuerdas para liberarme en vano.
- Escogiste canjear una vida por una vida, mademoiselle. Estoy seguro que en tu pueblo estarán orgullosos.
Y casi sin dejarme tiempo para protestar o intentar escapar, el ancla fue lanzada hacia lo más profundo del mar, conmigo incluyendome.
- Ahora… ¿alguien más tiene ganas de acompañar a la mujer metiche a ser comida de peces?
El segundo intentó enboscarlo por detrás, aferrandolo con toda la fuerza de su brazo aplicada al cuello del marino, pero antes que pudiera acertar su dominación, alzó sus manos hacia su espalda, agarrando dolorosamente a la bestia desde las escamas, aplicando toda la fuerza que tenía para levantarlo desde esa posición y encorbando la espalda para azotarlo al suelo con fuerza. Aunque incapacitó a su atacante con aquel movimiento, no perdió tiempo para seguir golpeando a los extranjeros, lanzandolos desde la borda incluso.
- …
Antes que pudiera quedarme embobada mirando como se convertía en una máquina de patear escamas, hice mi cabeza hacia atrás para evitar un ataque de una de esas cosas. De nuevo me hice hacia atrás para evitar otro zarpazo y, después de darme cuenta, el atacante se había dejado muy abierto en su segundo ataque, ocasión para tomar con fuerza mi bastón y, cuando intentó girarse nuevamente, se encontró con la punta de este en su mejilla, dejándolo en el suelo. Antes que pudiera atacarlo nuevamente, sentí un grito de las criaturas abalanzándose hacia mi, evitando que pudiera atacarme usando mi bastón como antes, pero esta vez el sujeto intentó hacer fuerza hasta acorralarme contra la baranda. Comenzó a empujar aun más para hacerme caer hacia el mar, cosa que, si conseguía, sería imposible para mi el escapar de las garras de esos tipos. No tenía la suficiente fuerza para contestarle de vuelta, pero… como Wood me dijo una vez, “si no puedes ganarles en fuerza, usa su fuerza en su contra”. Coloqué mi pie derecho detrás de su rodilla izquierda y, cuando noté que iba por todo, rompí mi resistencia a uno de mis costados, empujando su rodilla en el acto y haciendo que su propia fuerza lo empujara fuera de la baranda, haciéndolo caer y a alguien más que estaba subiendo en ese momento.
- …
La verdad, sentía que me estaba costando mucho esto. No pude evitar preocuparme con el resto y si estaban bien, sobre todo el sujeto raro ese que te mide las medidas y su compañero. No me demoré mucho en encontrar que algunas de mis preocupaciones estaban infudadas, puesto que conversaban entre si sin mucho esfuerzo mientras peleaban, solo exceptuando la vez que tuvo que pegarle y desenvainar su espada.
De pronto me pregunté si era la única del grupo a la que le costaban las cosas.
- … debería entrenar más.
No pasó mucho rato hasta que la neblina se disipó, mostrando a pocos marinos de pie y con ganas de luchar, aunque todos estabamos encerrados en un círculo mientras nos rodeaban. El resto se encontraba en el suelo, siendo capturados por las bestias y dejados de lados. Algunos de nosotros cruzabamos miradas y nos dimos cuenta que no había oportunidad de dar vuelta la situación. Y aunque podía existir la posibilidad si es que algunos de nosotros sacabamos partido a nuestras habilidades, esa esperanza se esfumó cuando sentimos su llegada.
Se trataba de un aterrador hombre bestia que se alzó en el barco. Era distinto del resto, podía notarse la diferencia con solo mirar su cabeza. Era la de un tiburón de enormes dientes, acompañado de un corpulento cuerpo al que le faltaba una parte de la pierna y una parte de su brazo, ambos reemplazados por una pata de palo y lo que parecía ser un ancla, respectivamente. Los seres que nos atacaron comenzaron a atender sus palabras y, antes que los inconscientes o heridos, se encargaron de nosotros primero. Así como mis dos compañeros mercenarios, dejé el bastón en el suelo y dejé que me capturaran.
Más uno de los integrantes de los que quedabamos en pie decidió que no iba a permitir aquello.
Cuando se abrió una brecha, el capitán hizo a un lado a dos de las bestias que nos atacaron y fue inmediato hacia la mandíbula del hombre tiburón. Debido a que su atención se encontraba en otro lado, no pudo darse cuenta a tiempo y recibió el impacto en toda la quijada, haciendo que su cuerpo lentamente cayera hacia atrás. Más esa caída no fue tal, ya que en realidad solo había perdido levemente el equilibrio y, después de dar dos pasos hacia atrás, recuperó su balance, agarrando su quijada con una sonrisa mientras veía al capitán. No lo habíamos notado en aquel momento, pero el golpe le había lastimado la piel, rasmillandola en los nudillos. Lo que lo había ocasionado era la piel rasposa y dura del sujeto.
Como consecuencia, el brazo del enorme tiburón viajó hacia el torso del capitán. No el brazo que todavía tenía entero, sino el metálico que reemplazó al viejo. El impacto no carecía ni de fuerza ni velocidad, puesto que alcanzó su estómago tan rápido que, por el estado de shock de antes, no alcanzó a reaccionar. No tardó en encontrarse en el suelo, retorciéndose de dolor por el impacto, sin poder hacer mucho cuando el hombre bestia se acercó a él y, en una demostración de poder, arremetió su ancla contra la cabeza del marino.
Solo por unos centímetros no logró matarlo de un solo golpe. Aunque no fue su piedad lo que consiguió eso, sino el impacto de un cuerpo a su brazo el que desvió el ataque. Y ese cuerpo no era nada más ni nada menos que el mío.
El sujeto se me quedó mirando a los ojos con cara de incredulidad y molestia. Se le podía leer en los ojos.
- ¿Que hace una mujer metiéndose en asuntos de hombres de mar?
Estando amarrada no me veía muy amenazadora, pero me paré erguida delante de él, mirándolo a los ojos sin quitar ni ceder un centímetro a sus palabras.
- Solo te interesa robar lo que está en el barco, ¿no? Entonces, no es necesario derramar más sangre – intenté razonar con él, apelando a lo poco de humanidad que podría tener en su interior – solo deja que este sujeto inútil siga viviendo su inútil vida – De verdad lo siento capitán, no quiero tratarlo así, más rato me disculparé con usted.
El sujeto cambió su rostro de incredulidad a… otra incredulidad, algo distinta. Se reía, como si jamás se hubiera encontrado con semejante situación antes.
- ¿Te preocupa que se derrame sangre? Tengo como solucionar eso.
Entonces hizo un chiflido con su mano entera y, antes que me diera cuenta, dos de sus lacayos me agarraron de los brazos y hombros y me llevaron hacia uno de los bordes del barco.
- Oigan, par de inútiles – dos de sus sirvientes lejanos lo miraron cuando dijo esas palabras – La dama no quiere más sangre en el barco, así que, para respetar su decisión… traigan el ancla.
Cuando escuché esas palabras, se me heló la sangre y mi rostro empalideció, perdiendo la tranquilidad que tenía antes. Sus secuaces accedieron, rodeando el ancla con la cuerda y aferrando mi cuerpo a ella.
- ¡E-espera un momento! - le respondí mientras forcejeaba con las cuerdas para liberarme en vano.
- Escogiste canjear una vida por una vida, mademoiselle. Estoy seguro que en tu pueblo estarán orgullosos.
Y casi sin dejarme tiempo para protestar o intentar escapar, el ancla fue lanzada hacia lo más profundo del mar, conmigo incluyendome.
- Ahora… ¿alguien más tiene ganas de acompañar a la mujer metiche a ser comida de peces?
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Go´el no aprobaba las muertes agónicas injustificadas, entendía que el tiburón estaba usando técnicas de disuasión basadas en el miedo y el terror, pero según el rubio el efecto hubiera sido el mismo si hubiera matado delante de toda la tripulación. En cualquier caso, el galeno entendió que hablar demasiado acabaría con una muerte lenta y agónica y si moría no podría seguir investigando, así que opto por permanecer en silencio y observar los movimientos y las interacciones entre los asaltantes.
No era necesario ser un erudito para darse cuenta de que el grupo de asaltantes era una banda organizada y dirigida por el sujeto con cuerpo de tiburón, en principio la situación estaba controlada, pero algo indicaba lo contrario. El dúo de dragones y la tripulación estaban bajo control y aun así los hombres-pez se afanaban en sacar toda la mercancía de bodega, parecía que trabajan contra el tiempo, como si supieran que... El rubio de pronto entendió lo que sucedía, aunque sería mejor decir que su mente esbozó una hipótesis.
El hambre queda descarta dado que lanzaron a una hembra presumiblemente humana con el incipiente de dar de comer a los peces. Tampoco parece un rito de iniciación dado que no se ven colores o tamaños distinguibles en esta especie acuática que sugiera la presencia de jóvenes o infantes en el grupo, cabe mencionar también que el líder del grupo conoce al capitán de anteriores asaltos, por lo que el hombre-tiburón tampoco es el objetivo de un posible rito. Si estuvieran marcando un perímetro en su territorio o el barco hubiera entrado en sus dominios lo lógico es pensar en que no dejarían supervivientes o que dejarían los justos para lanzar una advertencia y avisar al resto de flotas de no pasar por esta ruta... Sin embargo el comportamiento sugiere que están en un terreno que no es el suyo ¿Es posible que este grupo este en el territorio de otra especie inteligente y presumiblemente superior?
Mientras que Go´el estaba perdido en sus pensamiento Gali no perdía de vista a los enemigos, era difícil porque todos lucían iguales para el dragón de tierra, pero el monje había logrado hacer un conteo aproximado de cuantos quedaban vivos y tras juntarlos con los muertos, dedujo que era un numero demasiado grande para que unos piratas asaltaran un barco mercante. Su oído, por otro lado, estaba pendiente de los movimientos del cabo del ancla donde habían atado y hundido a Siria, primero se había movido con signos de obvio forcejeo, después se quedó inmóvil y cuando el dragón presumía que la mujer había muerto la cuerda volvió a moverse. ¿Cuantos peces y cuan hambrientos tenían que estar para generar esas sacudidas? ¿A caso había algo más bajo el agua? Algo lo suficientemente peligroso como para que el tiburón y sus secuaces decidieran subir a la superficie con un número tan grande de guerreros.
No era necesario ser un erudito para darse cuenta de que el grupo de asaltantes era una banda organizada y dirigida por el sujeto con cuerpo de tiburón, en principio la situación estaba controlada, pero algo indicaba lo contrario. El dúo de dragones y la tripulación estaban bajo control y aun así los hombres-pez se afanaban en sacar toda la mercancía de bodega, parecía que trabajan contra el tiempo, como si supieran que... El rubio de pronto entendió lo que sucedía, aunque sería mejor decir que su mente esbozó una hipótesis.
El hambre queda descarta dado que lanzaron a una hembra presumiblemente humana con el incipiente de dar de comer a los peces. Tampoco parece un rito de iniciación dado que no se ven colores o tamaños distinguibles en esta especie acuática que sugiera la presencia de jóvenes o infantes en el grupo, cabe mencionar también que el líder del grupo conoce al capitán de anteriores asaltos, por lo que el hombre-tiburón tampoco es el objetivo de un posible rito. Si estuvieran marcando un perímetro en su territorio o el barco hubiera entrado en sus dominios lo lógico es pensar en que no dejarían supervivientes o que dejarían los justos para lanzar una advertencia y avisar al resto de flotas de no pasar por esta ruta... Sin embargo el comportamiento sugiere que están en un terreno que no es el suyo ¿Es posible que este grupo este en el territorio de otra especie inteligente y presumiblemente superior?
Mientras que Go´el estaba perdido en sus pensamiento Gali no perdía de vista a los enemigos, era difícil porque todos lucían iguales para el dragón de tierra, pero el monje había logrado hacer un conteo aproximado de cuantos quedaban vivos y tras juntarlos con los muertos, dedujo que era un numero demasiado grande para que unos piratas asaltaran un barco mercante. Su oído, por otro lado, estaba pendiente de los movimientos del cabo del ancla donde habían atado y hundido a Siria, primero se había movido con signos de obvio forcejeo, después se quedó inmóvil y cuando el dragón presumía que la mujer había muerto la cuerda volvió a moverse. ¿Cuantos peces y cuan hambrientos tenían que estar para generar esas sacudidas? ¿A caso había algo más bajo el agua? Algo lo suficientemente peligroso como para que el tiburón y sus secuaces decidieran subir a la superficie con un número tan grande de guerreros.
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Podría contarles la sensación que se tiene al descender hacia lo más profundo del océano. El que tus pulmones se llenen de agua es quizás el detalle más desesperante, porque tu cuerpo no sabe recoger el oxígeno que necesita para sobrevivir. Comienzas a sentirte ahogado, como si quisieras respirar y, aun cuando lo haces, no puedes hacerlo. Pero eso no es todo. Entre más desciendes, más oxígeno necesitas debido a la presión. Lentamente el agua comienza a oprimirte en todo el cuerpo y, entre más desciendes, más puedes sentir como una fuerza que presiona cada rincón de ti, haciendo que la sangre fuera más difícil de viajar por el torrente sanguíneo. Tu corazón comienza a sentir la presión, y cada latido se siente más difícil de hacer. En los casos más severos, la sangre termina rompiendose dentro de tus pulmones y te ahogas de dolor, llegando a morir antes de ello antes de la falta de oxígeno.
Intenté forzar las amarras como podía, pero no podía quitarmelas de encima por más que podía. Lentamente la sensación de desesperación comenzó a llenarme cuando el ancla golpeó el fondo del mar en la zona que estabamos. Mi cuerpo me exigía oxígeno, lo que conseguía que me desesperara mucho más y no pudiera salir de la situación pensando en un plan. No pude aguantar y boté todo el aire que tenía dentro, inhalando el agua que tenía a mi alrededor, llenando de líquido mis pulmones.
Y me di cuenta que estaba bien.
Y entonces, el collar que siempre llevaba conmigo se asomó un poco por entremedio de mis ropas, brillando muy ténuemente.
- … cierto, el collar que me regaló Dalía.
Ahora entenderán porque no pude darle dramatismo a mi relato bajo el agua, porque nunca estuve en peligro. Hubiera sido terrible el experimentar toda esa sensación de desesperación y angustia frente a la muerte. Me tranquilicé un momento y miré mis amarras. Con todo lo que había pasado las sentí muy opresivas, al grado de que se sentían imposibles de escapar, pero ahora que lo veía con calma… si que era un trabajo de novatos. Necesitaba trabajar en ello y escapar antes de que volvieran a subir el ancla.
Había dicho que no había pasado peligro real. Pues, eso era verdad hasta ahora.
- Miren lo que tenemos acá…
Una voz de un hombre detrás de mi apareció de la nada. Para cuando me giré a mirar, ya no se encontraban, solo se había escuchado el movimiento del mar alrededor casi como cuando sentía que algo se movía en el viento. Fue entonces cuando me di cuenta que girar mi cabeza me daría malas noticias. Y dicho al hecho… habían 10 criaturas delante de mi.
- Una humana bajo el agua y… ¿que no está desesperada ahogándose?
Algunos de ellos eran hombres, como el sujeto que hablaba delante de mi, mientras que otras eran mujeres. Todos, desde la cintura para arriba, eran humanos, desde la cintura para abajo, peces.
Me había encontrado con sirenas. Pero aquello no era lo más particular. Lo que realmente resaltaba de ellos era una vestimenta muy agresiva y radical: todos llevaban trajes difíciles de describir, pero se encontraban rasgados como aquellas prendas que muchos jovenes rebeldes usaban. Y como ellos, estos tipos también tenían peinados raros, como uno en donde estaba pelado en toda su cabeza exepto al medio, en donde todos sus pelos estaban como en punta.
- Oe, ¿qué haces en aguas de la Asociación Langhrata? ¿Acaso has pagado tus “impuestos” como para estar aquí? - dijo uno de atrás, de forma muy agresiva
- … ¿asociación Lan-qué?
- Oh, no tienes idea, ¿no? ¿Eres parte de quienes nos advirtió la jefa?
- Quizás te sientas más cooperativa de hablar si te llevamos a nuestro lugar especial…
No pude evitar tragar saliva. Mi mirada se puso nerviosa al ver como se acercaban. No eran sirenas normales… eran matones. ¿Acaso tenían algo que ver con los matones de allá arriba? ¿Eran el plan de contingencia por si fallaba algo?
- O-oigan, puedo confesar lo que quieran sin que me lleven a ningún lado. Yo solo--
- ¡Callate! - gritó, colocando sus garras cerca de mi cuello, muy peligrosamente cerca de mi collar que me permitía respirar - ¿Acaso crees que vamos a--?
Entonces una mano interrumpió su discurso. Atrapó su muñeca antes que pudiera hacer algo. Cuando me fijé era la mano de una mujer, una que reconocía a leguas de distancia. Me giré para verla y, como esperaba, reconocí su piel, su cara y sus cabellos anaranjados. Más no reconocí sus ojos, los cuales miraban a los sujetos con un odio que jamás me imaginé ver en ella. Eran ojos de pez muerto que lo miraban como si estaba dispuesta a sacarle los suyos en cualquier momento.
- Jahm. ¿Que crees que estás haciendo?
Su voz era neutra, calmada… y aquella combinación daba un miedo que viajaba por la espina de cualquiera que la viera.
- Y-yo, Jefa…
- ¿Planeabas hacerle algo a mi novia?
Los sujetos pusieron cara como si el mundo se les fuera a caer encima. Aún bajo el agua podía notarse como sudaban, como si supieran que cualquier movimiento en falso y se iban a quedar sin ojos.
- E-eh… nosotros… no sabíamos…
Aun con toda la presión de la escena, a sabiendas que podía meterme en algo, mi instinto me llevó a decir lo único que se me ocurrió decir.
- … ¿tu novia?
Cuando escuchó mi voz, de inmediato se giró hacia mi cambiando por completo su rostro al verme, a ser uno jovial y con ganas de abrazar cariñosamente. Cosa que hizo, claro está.
- Ayy, mi amor. Hace tiempo que no te veo acá. ¿Decidiste aceptar mi oferta al fin de irte a vivir conmigo?
Aquello me descolocó. Y usualmente respondo de manera no muy óptima cuando me descolocan.
- Sigo siendo feliz en el exterior, gracias por la oferta.
- ¡Oe! ¿Acaso te atreves a--?
Uno de los sujetos alzó la voz al ver como rechazaba a Dalía, pero fue interrumpido cuando la mujer giró su cabeza para mirarlo fijamente. No pude ver desde mi ángulo el cómo lo miró, pero la reacción que tuvo me hizo darme cuenta que era bastante… difícil trabajar con ella.
- Entonces, ¿a qué se debe tu visita? - volvió a ser la persona dulce de siempre, soltando su abrazo y mirandome como estaba en mi situación – Porque sabes, a lo mejor le haces a esos fetiches, pero la verdad es que no soy mucho de eso. Prefiero más cuando la cola… - se sonrojó y se interrumpió – ay, casi me haces decirlo frente a toda la pandilla.
De verdad a veces no entendía qué había hecho en mi vida pasada para ganarme esto.
- … unos sujetos se tomaron el barco y me bajaron en el ancla, pensando en que les daría una lección para que no se resistieran.
- Oh, eso tiene sentido… Espera, ¿te querían matar? ¿A tí, mi amore amorisisisisisismo? - sonaba preocupada, como es el estilo de ella, lo que era muy raro a estas alturas de haber conocido su lado B.
Entonces, miró al resto, esta vez de manera seria.
- Al parecer encontramos a los bastardos hijos de puta que se están pasando de listos en nuestro territorio.
La cara de todos cambiaron de incredulidad ante la escena a algo más… siniestro. Sonreían casi al unísono. Unos más desquiciados que otros.
- De acuerdo, amore de mis amores – volviendo a su tono habitual, aunque no tardó en ponerse nuevamente seria – Me encargaré de este asunto. Personalmente.
Alguien de atrás le lanzó casualmente una lanza hacia ella, la cual atrapó en el aire mientras me miraba. La pandilla comenzó a sacar armas de entremedio de sus ropas, aunque más bien eran armas de matones, como nudillos de acero, palos de acero y otros de madera, entre otros. Dalía cortó las cuerdas que me ataban con su lanza y comenzamos a subir hacia el barco. Dalía especialmente me cubría con una burbuja mágica que, según ella, evitarían que la descompresión me afectara al subir.
- Prepárense muchachos.
Cuando dijo esas palabras, pude sentir muchos sonidos extraños proviniendo de la pandilla. Algo me dijo que no debía ver lo que estaba pasando, por lo que cerré los ojos, pero cuando la curiosidad me ganó, pude darme cuenta que muchos habían cambiado de formas. Se parecían mucho a las criaturas que nos habían atacado, pero ahora se diferenciaban por sus ropas de matón.
Y también me di cuenta que Dalía había cambiado. También había adquirido una forma que pudiera hacerla caminar en dos patas y estar en el exterior, pero lo distinto en ella era su… majestuosidad. Como si se tratara de una princesa del mar, una unión entre el mundo marino y el nuestro.
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Un sonido fuerte salió al lado del barco y, antes de darme cuenta, estabamos en el aire, quedando levemente encima de la tripulación y, por un segundo, pudimos ver como muchas de las expresiones incrédulas quedaron tanto en los rostros de nuestros enemigos como de nuestros aliados.
Cuando caímos, muchos de los enemigos comenzaron a hacerse hacia atrás. Algunos botaron el cargamento que llevaban, otros dejaron de lado a los marinos que estaban vigilando. Incluso el hombre bestia había dado un paso hacia atrás al ver a la sirena.
- Siria, encargate de liberar a la gente – por un momento pensé que me estaba dando una tarea imposible con tanto enemigo cerca, pero los matones de Dalía lentamente rodeaban a los marinos, como si los envolvieran en un círculo de confianza. Entonces decidí de inmediato liberar a mis acompañantes mercenarios, uno que se llamaba… y el otro… ¡bueno, mis dos compañeros!
- ¿Están bien? ¿No les hicieron nada mientras estaba bajo el agua?
Dalía, por su parte, sostenía su tridente encima de sus hombros, como si fuera una matona a punto de golpear a su oponente de la forma más brutal y violenta que conocía.
- Así que al fin te encuentro… maldito bastardo. ¿Crees que la familia no se daría cuenta que estabas metiéndote en territorio que no te corresponde? ¿Y más encima atacar un barco protegido por nuestra familia? ¿Y además te atreviste a intentar matar a mi amor? - en su rostro se dibujaba un odio que nunca había visto en ella antes, con un visible deseo de querer matarlo de la forma más atroz que podía lograr – Veamos si algo de esas agallas te quedan cuando terminemos contigo.
Intenté forzar las amarras como podía, pero no podía quitarmelas de encima por más que podía. Lentamente la sensación de desesperación comenzó a llenarme cuando el ancla golpeó el fondo del mar en la zona que estabamos. Mi cuerpo me exigía oxígeno, lo que conseguía que me desesperara mucho más y no pudiera salir de la situación pensando en un plan. No pude aguantar y boté todo el aire que tenía dentro, inhalando el agua que tenía a mi alrededor, llenando de líquido mis pulmones.
Y me di cuenta que estaba bien.
Y entonces, el collar que siempre llevaba conmigo se asomó un poco por entremedio de mis ropas, brillando muy ténuemente.
- … cierto, el collar que me regaló Dalía.
Ahora entenderán porque no pude darle dramatismo a mi relato bajo el agua, porque nunca estuve en peligro. Hubiera sido terrible el experimentar toda esa sensación de desesperación y angustia frente a la muerte. Me tranquilicé un momento y miré mis amarras. Con todo lo que había pasado las sentí muy opresivas, al grado de que se sentían imposibles de escapar, pero ahora que lo veía con calma… si que era un trabajo de novatos. Necesitaba trabajar en ello y escapar antes de que volvieran a subir el ancla.
Había dicho que no había pasado peligro real. Pues, eso era verdad hasta ahora.
- Miren lo que tenemos acá…
Una voz de un hombre detrás de mi apareció de la nada. Para cuando me giré a mirar, ya no se encontraban, solo se había escuchado el movimiento del mar alrededor casi como cuando sentía que algo se movía en el viento. Fue entonces cuando me di cuenta que girar mi cabeza me daría malas noticias. Y dicho al hecho… habían 10 criaturas delante de mi.
- Una humana bajo el agua y… ¿que no está desesperada ahogándose?
Algunos de ellos eran hombres, como el sujeto que hablaba delante de mi, mientras que otras eran mujeres. Todos, desde la cintura para arriba, eran humanos, desde la cintura para abajo, peces.
Me había encontrado con sirenas. Pero aquello no era lo más particular. Lo que realmente resaltaba de ellos era una vestimenta muy agresiva y radical: todos llevaban trajes difíciles de describir, pero se encontraban rasgados como aquellas prendas que muchos jovenes rebeldes usaban. Y como ellos, estos tipos también tenían peinados raros, como uno en donde estaba pelado en toda su cabeza exepto al medio, en donde todos sus pelos estaban como en punta.
- Oe, ¿qué haces en aguas de la Asociación Langhrata? ¿Acaso has pagado tus “impuestos” como para estar aquí? - dijo uno de atrás, de forma muy agresiva
- … ¿asociación Lan-qué?
- Oh, no tienes idea, ¿no? ¿Eres parte de quienes nos advirtió la jefa?
- Quizás te sientas más cooperativa de hablar si te llevamos a nuestro lugar especial…
No pude evitar tragar saliva. Mi mirada se puso nerviosa al ver como se acercaban. No eran sirenas normales… eran matones. ¿Acaso tenían algo que ver con los matones de allá arriba? ¿Eran el plan de contingencia por si fallaba algo?
- O-oigan, puedo confesar lo que quieran sin que me lleven a ningún lado. Yo solo--
- ¡Callate! - gritó, colocando sus garras cerca de mi cuello, muy peligrosamente cerca de mi collar que me permitía respirar - ¿Acaso crees que vamos a--?
Entonces una mano interrumpió su discurso. Atrapó su muñeca antes que pudiera hacer algo. Cuando me fijé era la mano de una mujer, una que reconocía a leguas de distancia. Me giré para verla y, como esperaba, reconocí su piel, su cara y sus cabellos anaranjados. Más no reconocí sus ojos, los cuales miraban a los sujetos con un odio que jamás me imaginé ver en ella. Eran ojos de pez muerto que lo miraban como si estaba dispuesta a sacarle los suyos en cualquier momento.
- Jahm. ¿Que crees que estás haciendo?
Su voz era neutra, calmada… y aquella combinación daba un miedo que viajaba por la espina de cualquiera que la viera.
- Y-yo, Jefa…
- ¿Planeabas hacerle algo a mi novia?
Los sujetos pusieron cara como si el mundo se les fuera a caer encima. Aún bajo el agua podía notarse como sudaban, como si supieran que cualquier movimiento en falso y se iban a quedar sin ojos.
- E-eh… nosotros… no sabíamos…
Aun con toda la presión de la escena, a sabiendas que podía meterme en algo, mi instinto me llevó a decir lo único que se me ocurrió decir.
- … ¿tu novia?
Cuando escuchó mi voz, de inmediato se giró hacia mi cambiando por completo su rostro al verme, a ser uno jovial y con ganas de abrazar cariñosamente. Cosa que hizo, claro está.
- Ayy, mi amor. Hace tiempo que no te veo acá. ¿Decidiste aceptar mi oferta al fin de irte a vivir conmigo?
Aquello me descolocó. Y usualmente respondo de manera no muy óptima cuando me descolocan.
- Sigo siendo feliz en el exterior, gracias por la oferta.
- ¡Oe! ¿Acaso te atreves a--?
Uno de los sujetos alzó la voz al ver como rechazaba a Dalía, pero fue interrumpido cuando la mujer giró su cabeza para mirarlo fijamente. No pude ver desde mi ángulo el cómo lo miró, pero la reacción que tuvo me hizo darme cuenta que era bastante… difícil trabajar con ella.
- Entonces, ¿a qué se debe tu visita? - volvió a ser la persona dulce de siempre, soltando su abrazo y mirandome como estaba en mi situación – Porque sabes, a lo mejor le haces a esos fetiches, pero la verdad es que no soy mucho de eso. Prefiero más cuando la cola… - se sonrojó y se interrumpió – ay, casi me haces decirlo frente a toda la pandilla.
De verdad a veces no entendía qué había hecho en mi vida pasada para ganarme esto.
- … unos sujetos se tomaron el barco y me bajaron en el ancla, pensando en que les daría una lección para que no se resistieran.
- Oh, eso tiene sentido… Espera, ¿te querían matar? ¿A tí, mi amore amorisisisisisismo? - sonaba preocupada, como es el estilo de ella, lo que era muy raro a estas alturas de haber conocido su lado B.
Entonces, miró al resto, esta vez de manera seria.
- Al parecer encontramos a los bastardos hijos de puta que se están pasando de listos en nuestro territorio.
La cara de todos cambiaron de incredulidad ante la escena a algo más… siniestro. Sonreían casi al unísono. Unos más desquiciados que otros.
- De acuerdo, amore de mis amores – volviendo a su tono habitual, aunque no tardó en ponerse nuevamente seria – Me encargaré de este asunto. Personalmente.
Alguien de atrás le lanzó casualmente una lanza hacia ella, la cual atrapó en el aire mientras me miraba. La pandilla comenzó a sacar armas de entremedio de sus ropas, aunque más bien eran armas de matones, como nudillos de acero, palos de acero y otros de madera, entre otros. Dalía cortó las cuerdas que me ataban con su lanza y comenzamos a subir hacia el barco. Dalía especialmente me cubría con una burbuja mágica que, según ella, evitarían que la descompresión me afectara al subir.
- Prepárense muchachos.
Cuando dijo esas palabras, pude sentir muchos sonidos extraños proviniendo de la pandilla. Algo me dijo que no debía ver lo que estaba pasando, por lo que cerré los ojos, pero cuando la curiosidad me ganó, pude darme cuenta que muchos habían cambiado de formas. Se parecían mucho a las criaturas que nos habían atacado, pero ahora se diferenciaban por sus ropas de matón.
Y también me di cuenta que Dalía había cambiado. También había adquirido una forma que pudiera hacerla caminar en dos patas y estar en el exterior, pero lo distinto en ella era su… majestuosidad. Como si se tratara de una princesa del mar, una unión entre el mundo marino y el nuestro.
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Un sonido fuerte salió al lado del barco y, antes de darme cuenta, estabamos en el aire, quedando levemente encima de la tripulación y, por un segundo, pudimos ver como muchas de las expresiones incrédulas quedaron tanto en los rostros de nuestros enemigos como de nuestros aliados.
Cuando caímos, muchos de los enemigos comenzaron a hacerse hacia atrás. Algunos botaron el cargamento que llevaban, otros dejaron de lado a los marinos que estaban vigilando. Incluso el hombre bestia había dado un paso hacia atrás al ver a la sirena.
- Siria, encargate de liberar a la gente – por un momento pensé que me estaba dando una tarea imposible con tanto enemigo cerca, pero los matones de Dalía lentamente rodeaban a los marinos, como si los envolvieran en un círculo de confianza. Entonces decidí de inmediato liberar a mis acompañantes mercenarios, uno que se llamaba… y el otro… ¡bueno, mis dos compañeros!
- ¿Están bien? ¿No les hicieron nada mientras estaba bajo el agua?
Dalía, por su parte, sostenía su tridente encima de sus hombros, como si fuera una matona a punto de golpear a su oponente de la forma más brutal y violenta que conocía.
- Así que al fin te encuentro… maldito bastardo. ¿Crees que la familia no se daría cuenta que estabas metiéndote en territorio que no te corresponde? ¿Y más encima atacar un barco protegido por nuestra familia? ¿Y además te atreviste a intentar matar a mi amor? - en su rostro se dibujaba un odio que nunca había visto en ella antes, con un visible deseo de querer matarlo de la forma más atroz que podía lograr – Veamos si algo de esas agallas te quedan cuando terminemos contigo.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
El repentino movimiento en el barco hizo que los dos dragones y la tripulación miraran al cielo, Go´el sonrió emocionado al ver aquella nueva especie en el barco, el hecho de que la mujer, supuestamente humana, hubiera sobrevivido tanto tiempo bajo el agua era algo que el rubio quería investigar, pero aquella vertiente había quedado opacada y relegada ante la presencia de aquella raza desconocida.
-Estamos bien Siria. -Respondió Gali. -Gracias por la ayuda.
-¡Tenia razón!
Exclamó el galeno poniéndose de pie y mirando excitado a la mujer y el hombre líderes de ambos bandos.
-El macho quiere reclamar el terreno de la hembra y... -Entonces el dragón pareció caer en la cuenta de Siria. -¿Tu eres el amor de ella? Tienes que contármelo todo. ¿Cómo fue la danza de apareamiento? ¿Tuviste mucha competencia o es ella la que peleó? ¿Cómo es posible el apareamiento femenino, acaso esa hembra tiene órganos masculinos internos? ¿Quién de las dos tiene las crías? ¿Ponen huevos o son mamíferos? ¿Cómo es su cultura?
-Ignóralo. -Dijo el moreno cortando la ristra de preguntas de su amigo. -No sabe lo que dice.
-Claro que lo sé. -Replicó Go´el quitándose molesto la mano que Gali le puso en el hombro. -Necesito toda la información posible de esta especie.
-Te recuerdo que estamos en medio de un barco donde unos bichos raros están peleando y nosotros estamos en medio.
-Sí, sí. Tienes razón. -Caviló el dragón humanoide tocándose un mecho del pelo. -Está bien, tu, no mueras. -Finalizo señalando a Siria. -Luego me responderás a las preguntas.
Gali se encogió de hombros mirando a la mujer, aquello sería lo mejor que podría sacar de él. El moreno recogió su bastón del suelo y se abrió camino fuera del circulo para entrar en la pelea, Go´el lo estaba imitando con su espada en la mano cuando una de esas criaturas salió volando hacia dentro del círculo. El cuerpo impactó de lleno con la cabeza en el suelo y un enorme charco de sangre comenzó a formarse sobre la madera, aquello era un hecho que podría haber pasado sin pena ni gloria por el escenario, pero cuando el galeno estaba junto al cuerpo este cambio.
Aquel ser medio pez medio reptil tenía una cabeza y un torso parcialmente humanos, la piel visualmente también parecía humana, pero de cerca se distinguían como un conjunto de escamas. Las manos estaban palmeadas y en el cuello tenía branquias, las piernas habían sido sustituidas por una cola ancha con una espina dorsal por arriba y abajo que terminaba en una amplia aleta.
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-¡SIRENAS! -Chilló el medico parándose en seco delante del cadáver. -¡Son sirenas! existen y tengo más de una decena de ellas encima de un navío. Hoy es un día glorioso para la ciencia.
El galeno estaba pletórico y excitado ante el descubrimiento, hecho que se notó rápidamente en el cuerpo del rubio.
-Tengo que documentar todo esto.
Dijo más para él mismo que para cualquiera que le estuviera escuchando.
El rubio enfundó la espada y sacó de su morral una libreta y un rollo de cuero, en el interior de este había diversos instrumentos médicos que resultarían siniestros para los que no estuvieran familiarizados con el oficio... Y la macabra y sádica sonrisa de Go´el tampoco ayudaba a suavizar la escena.
Mientras que el resto de seres vivos en el Navío Azul peleaban o se escondían para salvar sus vidas el medico se dedicó a recoger muestras del cadáver: Sangre, pelo, escamas, fluido varios y tejido interno. Los cortes no eran tan precisos como al dragón le gustaría, pero aquel detalle era uno de tantos que el científico pasó por alto, teniendo en cuenta que estaba en mitad del mar y que los cortes se los hacia a un muerto.
_________
Off: Termina la primera complicación: Una panda de maleantes asalta el barco. Y comienza la segunda: Una pelea entre bandas y un científico loco desatado.
-Estamos bien Siria. -Respondió Gali. -Gracias por la ayuda.
-¡Tenia razón!
Exclamó el galeno poniéndose de pie y mirando excitado a la mujer y el hombre líderes de ambos bandos.
-El macho quiere reclamar el terreno de la hembra y... -Entonces el dragón pareció caer en la cuenta de Siria. -¿Tu eres el amor de ella? Tienes que contármelo todo. ¿Cómo fue la danza de apareamiento? ¿Tuviste mucha competencia o es ella la que peleó? ¿Cómo es posible el apareamiento femenino, acaso esa hembra tiene órganos masculinos internos? ¿Quién de las dos tiene las crías? ¿Ponen huevos o son mamíferos? ¿Cómo es su cultura?
-Ignóralo. -Dijo el moreno cortando la ristra de preguntas de su amigo. -No sabe lo que dice.
-Claro que lo sé. -Replicó Go´el quitándose molesto la mano que Gali le puso en el hombro. -Necesito toda la información posible de esta especie.
-Te recuerdo que estamos en medio de un barco donde unos bichos raros están peleando y nosotros estamos en medio.
-Sí, sí. Tienes razón. -Caviló el dragón humanoide tocándose un mecho del pelo. -Está bien, tu, no mueras. -Finalizo señalando a Siria. -Luego me responderás a las preguntas.
Gali se encogió de hombros mirando a la mujer, aquello sería lo mejor que podría sacar de él. El moreno recogió su bastón del suelo y se abrió camino fuera del circulo para entrar en la pelea, Go´el lo estaba imitando con su espada en la mano cuando una de esas criaturas salió volando hacia dentro del círculo. El cuerpo impactó de lleno con la cabeza en el suelo y un enorme charco de sangre comenzó a formarse sobre la madera, aquello era un hecho que podría haber pasado sin pena ni gloria por el escenario, pero cuando el galeno estaba junto al cuerpo este cambio.
Aquel ser medio pez medio reptil tenía una cabeza y un torso parcialmente humanos, la piel visualmente también parecía humana, pero de cerca se distinguían como un conjunto de escamas. Las manos estaban palmeadas y en el cuello tenía branquias, las piernas habían sido sustituidas por una cola ancha con una espina dorsal por arriba y abajo que terminaba en una amplia aleta.
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-¡SIRENAS! -Chilló el medico parándose en seco delante del cadáver. -¡Son sirenas! existen y tengo más de una decena de ellas encima de un navío. Hoy es un día glorioso para la ciencia.
El galeno estaba pletórico y excitado ante el descubrimiento, hecho que se notó rápidamente en el cuerpo del rubio.
-Tengo que documentar todo esto.
Dijo más para él mismo que para cualquiera que le estuviera escuchando.
El rubio enfundó la espada y sacó de su morral una libreta y un rollo de cuero, en el interior de este había diversos instrumentos médicos que resultarían siniestros para los que no estuvieran familiarizados con el oficio... Y la macabra y sádica sonrisa de Go´el tampoco ayudaba a suavizar la escena.
Mientras que el resto de seres vivos en el Navío Azul peleaban o se escondían para salvar sus vidas el medico se dedicó a recoger muestras del cadáver: Sangre, pelo, escamas, fluido varios y tejido interno. Los cortes no eran tan precisos como al dragón le gustaría, pero aquel detalle era uno de tantos que el científico pasó por alto, teniendo en cuenta que estaba en mitad del mar y que los cortes se los hacia a un muerto.
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Off: Termina la primera complicación: Una panda de maleantes asalta el barco. Y comienza la segunda: Una pelea entre bandas y un científico loco desatado.
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
No hubo tiempo para ayudar a todos los marinos que estaban atrapados, puesto que la impresión inicial de nuestra llegada se desvaneció rápidamente. Muchas de las criaturas que estaban del lado del hombre bestia comenzaron a sentir fiereza nuevamente y amenazaban a los recién llegados en un lenguaje inentendible, quienes respondían también en palabras inteligibles, aunque, por los tonos de voz, era fácil imaginar lo que se decían mutuamente.
Mi preocupación estaba en saber cuándo nuevamente volvería a estallar todo, pero solo la primera pregunta de uno de mis compañeros mercenarios me sacó de mis pensamientos.
- ¿… el amor de ella?
Pongamos el concepto como “instinto de supervivencia”, porque cuando miré hacia Dalía, pude notar cómo sus dos… cosas que parecían orejas se movían cuando dije esas palabras. Se giró para mirarnos a los tres, intentando mantener la compostura de mafiosa matona, pero a medida que mi compañero preguntaba sobre más y más detalles, su rostro se sonrojaba cada vez más, al grado de sonreír como una boba sedienta de acción… matrimonial cuando mencionó lo de las crías.
Por culpa de todo esto, no podía quitarme la cabeza la imagen de una cría mitad dragón mitad sirena, y aquella fue la imagen mental que hasta el día de hoy me da caza hasta en mis sueños.
- … no hay preguntas que responder - aunque probablemente no me escuchó cuando dije eso.
Una marcha rápida y ruidosamente pesada se abalanzaba hacia Dalía. El capitán de los asaltantes decidió hacer el primer ataque al ver que su oponente se distraía con la conversación a sus espaldas, corriendo con todas sus fuerzas para embestirla con un golpe horizontal hacia su cuerpo. La sirena pudo romper el inconsciente hechizo de su mente y logró bloquear el ataque de su oponente con su lanza, aunque la diferencia de fuerzas se hizo visible, puesto que el golpe, aunque bloqueado, la lanzó a algunos metros lejos de él.
- Ustedes no son dignos de ser los dueños de estas aguas – el hombre bestia levantaba ligeramente su brazo con forma de ancla mientras veía como Dalía se ponía de pie – Solo son matones que amenazan por dinero. Les importa un carajo lo que las sirenas de este lugar tienen algo que decir.
- Pff, ¿te vienes a hacer el moralista a estas alturas? - su lanza hizo dos giros bajo su propio eje antes de detenerse y tomar una posición defensiva frente a su dueña – Si vas a ser un villano, deberías serlo a tiempo completo y dejar esa mierda tan cliché de ser un “villano con buenas intenciones” o “villano incomprendido”.
Si la intención de Dalía era hacer que su oponente perdiera los estribos, lo había logrado, porque nuevamente el sujeto corrió hacia ella, usando su brazo para lanzar un golpe vertical que la sirena esquivó. Más su brazo no se quedó quieto, puesto que avanzó para golpear como pudiera a su oponente. Mi perseguidora bloqueó el ataque y ambos comenzaron a usar todas sus fuerzas para intentar hacer que el otro retrocediera en el intercambio de fuerzas.
- Una mafiosa como tu viene a hablarme de moral, como si la vida no pudiera ser más irónica.
- Oh, vamos. Nunca he fingido algo que no soy. Acá el que paga es inmune. El que se pasa de listo, será comida de tiburón, incluso si es también un tiburón.
Y lo había conseguido. Un grito de furia desató la fuerza que poseía, lanzando lejos a Dalía de forma fiera y agresiva. La sirena, aunque cayendo de costado y girando, no tardó en acomodarse y levantarse con gracia mientras nuevamente su lanza era usada en modo de defensa.
- … creo que no debí enojarlo tanto – y es que había un límite de lo razonable antes de crear tu propia perdición.
Aunque mirando a un costado, notó la presencia del acompañante de Go’el y, a falta de ideas, le sobró la humildad para pedir ayuda.
- Eh, ¿todo bien, pibe? ¿Que se teje? - en su mente sentía que era amistosa para pedir el favor, pero sonaba más bien como un anciano que intentaba conectarse con la juventud usando modismos de antaño – La verdad, creo que hice que se enojara más de lo que tenía planeado. ¿Me ayudas a cazar el pez mayor?
Hubiera ayudado a ello, pero en un punto de la confusión en el barco, pude notar como alguno de los ayudantes de Dalía le gritaban a Go’el, diciéndole que se quitara de ahí, que aquello no era el lugar ni el tiempo para anotar cosas y algunas cosas inentendibles que estoy segura que eran improperios.
Apenas pude sacarme al que tenía de encima con un bastonazo cuando me di cuenta que uno de los tipos iba directo hacia mi compañero mercenario. Sin más opciones, le lancé mi bastón intentando que la punta llegara hacia su cabeza, cosa que afortunadamente ocurrió, dejandolo conmocionado por el dolor. Corrí hacia su dirección y me lancé encima del atacante de Go’el, intentando darle golpes en la cabeza, pero se cubría de forma que mis puños solo chocaban contra sus brazos.
- ¡Por favor, este no es el tiempo de tomar notas!
El atacante se me abalanzó, botandome a un costado y lanzándose para molerme a golpes. Pero antes que pudiera conectar su ataque, giré para esquivar el ataque y salté para atrapar su cuello con mi brazo derecho.
- ¡Go’el! - irónicamente, la conmoción de la pelea hizo que pudiera recordar su nombre - ¡Si pudiera ayudarme, sería genial!
El atacante intentó zafarse, cosa que consiguió, empujándome hacia atrás y haciéndome caer hasta el piso. Dió un salto para clavar sus uñas sobre mi cuello, pero mi reacción fue la de bloquear su caída con una patada, que lo dejó en el suelo adolorido. Apenas pude pensar en tener mi bastón de vuelta, pero cuando me estiré para recogerlo del suelo, el brazo de mi oponente también se dirigió hacia él, intentando recogerlo para ganar la ventaja en el combate. En el forcejeo, intento ver donde estaba Go’el, dandome cuenta que seguía en lo suyo.
- Go’el… - era bastante tétrico verlo sacar pelos, piel y otras cosas asquerosas de los que quedaban muertos en el camino. Y por la necesidad, tuve que acudir rápidamente al chantaje - … si este sujeto me mata, no creo que pueda responder su pregunta sobre la danza de apareamiento.
Mi preocupación estaba en saber cuándo nuevamente volvería a estallar todo, pero solo la primera pregunta de uno de mis compañeros mercenarios me sacó de mis pensamientos.
- ¿… el amor de ella?
Pongamos el concepto como “instinto de supervivencia”, porque cuando miré hacia Dalía, pude notar cómo sus dos… cosas que parecían orejas se movían cuando dije esas palabras. Se giró para mirarnos a los tres, intentando mantener la compostura de mafiosa matona, pero a medida que mi compañero preguntaba sobre más y más detalles, su rostro se sonrojaba cada vez más, al grado de sonreír como una boba sedienta de acción… matrimonial cuando mencionó lo de las crías.
Por culpa de todo esto, no podía quitarme la cabeza la imagen de una cría mitad dragón mitad sirena, y aquella fue la imagen mental que hasta el día de hoy me da caza hasta en mis sueños.
- … no hay preguntas que responder - aunque probablemente no me escuchó cuando dije eso.
Una marcha rápida y ruidosamente pesada se abalanzaba hacia Dalía. El capitán de los asaltantes decidió hacer el primer ataque al ver que su oponente se distraía con la conversación a sus espaldas, corriendo con todas sus fuerzas para embestirla con un golpe horizontal hacia su cuerpo. La sirena pudo romper el inconsciente hechizo de su mente y logró bloquear el ataque de su oponente con su lanza, aunque la diferencia de fuerzas se hizo visible, puesto que el golpe, aunque bloqueado, la lanzó a algunos metros lejos de él.
- Ustedes no son dignos de ser los dueños de estas aguas – el hombre bestia levantaba ligeramente su brazo con forma de ancla mientras veía como Dalía se ponía de pie – Solo son matones que amenazan por dinero. Les importa un carajo lo que las sirenas de este lugar tienen algo que decir.
- Pff, ¿te vienes a hacer el moralista a estas alturas? - su lanza hizo dos giros bajo su propio eje antes de detenerse y tomar una posición defensiva frente a su dueña – Si vas a ser un villano, deberías serlo a tiempo completo y dejar esa mierda tan cliché de ser un “villano con buenas intenciones” o “villano incomprendido”.
Si la intención de Dalía era hacer que su oponente perdiera los estribos, lo había logrado, porque nuevamente el sujeto corrió hacia ella, usando su brazo para lanzar un golpe vertical que la sirena esquivó. Más su brazo no se quedó quieto, puesto que avanzó para golpear como pudiera a su oponente. Mi perseguidora bloqueó el ataque y ambos comenzaron a usar todas sus fuerzas para intentar hacer que el otro retrocediera en el intercambio de fuerzas.
- Una mafiosa como tu viene a hablarme de moral, como si la vida no pudiera ser más irónica.
- Oh, vamos. Nunca he fingido algo que no soy. Acá el que paga es inmune. El que se pasa de listo, será comida de tiburón, incluso si es también un tiburón.
Y lo había conseguido. Un grito de furia desató la fuerza que poseía, lanzando lejos a Dalía de forma fiera y agresiva. La sirena, aunque cayendo de costado y girando, no tardó en acomodarse y levantarse con gracia mientras nuevamente su lanza era usada en modo de defensa.
- … creo que no debí enojarlo tanto – y es que había un límite de lo razonable antes de crear tu propia perdición.
Aunque mirando a un costado, notó la presencia del acompañante de Go’el y, a falta de ideas, le sobró la humildad para pedir ayuda.
- Eh, ¿todo bien, pibe? ¿Que se teje? - en su mente sentía que era amistosa para pedir el favor, pero sonaba más bien como un anciano que intentaba conectarse con la juventud usando modismos de antaño – La verdad, creo que hice que se enojara más de lo que tenía planeado. ¿Me ayudas a cazar el pez mayor?
Hubiera ayudado a ello, pero en un punto de la confusión en el barco, pude notar como alguno de los ayudantes de Dalía le gritaban a Go’el, diciéndole que se quitara de ahí, que aquello no era el lugar ni el tiempo para anotar cosas y algunas cosas inentendibles que estoy segura que eran improperios.
Apenas pude sacarme al que tenía de encima con un bastonazo cuando me di cuenta que uno de los tipos iba directo hacia mi compañero mercenario. Sin más opciones, le lancé mi bastón intentando que la punta llegara hacia su cabeza, cosa que afortunadamente ocurrió, dejandolo conmocionado por el dolor. Corrí hacia su dirección y me lancé encima del atacante de Go’el, intentando darle golpes en la cabeza, pero se cubría de forma que mis puños solo chocaban contra sus brazos.
- ¡Por favor, este no es el tiempo de tomar notas!
El atacante se me abalanzó, botandome a un costado y lanzándose para molerme a golpes. Pero antes que pudiera conectar su ataque, giré para esquivar el ataque y salté para atrapar su cuello con mi brazo derecho.
- ¡Go’el! - irónicamente, la conmoción de la pelea hizo que pudiera recordar su nombre - ¡Si pudiera ayudarme, sería genial!
El atacante intentó zafarse, cosa que consiguió, empujándome hacia atrás y haciéndome caer hasta el piso. Dió un salto para clavar sus uñas sobre mi cuello, pero mi reacción fue la de bloquear su caída con una patada, que lo dejó en el suelo adolorido. Apenas pude pensar en tener mi bastón de vuelta, pero cuando me estiré para recogerlo del suelo, el brazo de mi oponente también se dirigió hacia él, intentando recogerlo para ganar la ventaja en el combate. En el forcejeo, intento ver donde estaba Go’el, dandome cuenta que seguía en lo suyo.
- Go’el… - era bastante tétrico verlo sacar pelos, piel y otras cosas asquerosas de los que quedaban muertos en el camino. Y por la necesidad, tuve que acudir rápidamente al chantaje - … si este sujeto me mata, no creo que pueda responder su pregunta sobre la danza de apareamiento.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Go´el levantó la cabeza del cadáver de la sirena, giró el cuello para mirar a Siria y parpadeo muy lentamente procesando la nueva información.
El dragón humanoide torció el cuello observando la situación de la mujer y avanzó con paso raudo hacia el conflicto. Las garras de sus pies arañaban la madera y las de sus manos estaban abiertas y arqueadas levantando una en dirección al cuello de la sirena hostil, dejando la columna justo en medio de la palma.
-Disculpe, -Dijo Go´el como si acabara de tropezarse con alguien. -creo que esto es suyo.
El ánimo de Siria se giró sin entender que decía el dragón, este por su parte cerró la mano entorno a la vertebras del hombre pez. Las garras atravesaron las escamas y aprovechando el movimiento Go´el tiro hacia el lado contrario y se las saco del sitio, el cuerpo cayó a plomo y las gotas de sangre regaron los tablones del Navío Azul.
-¿Y bien? -Preguntó el dragón a Siria. -Cuáles son tus respuestas.
Fuera del círculo, cada vez menos confiable, en el que se encontraba Siria y Go´el estaba Gali repartiendo bastonazos a dos manos había conseguido llegar hasta la líder y supuesto amor de su compañera, Dalia. Lo cierto era que el monje agradecía que la sirena hubiera echo entrar en cólera al tiburón, pues hasta ahora la pelea estaba siendo aburrida.
Gali rugió con fuerza extendiendo las alas, como si hiciera mucho tiempo que se transformara. Los hombres pez que lo estaban golpeando se apartaron miedosos y para cuando quisieron atacar al dragón este ya había movido su cola para tumbarlos, él no buscaba chusma, buscaba la pieza más grande y aquella era el tiburón que peleaba con la sirena. Hashim alzó el vuelo y bajó en picado hacia el hombre de la banda enemiga, lo apresó entre sus mandíbula y subió de nuevo al cielo mientras se escuchaban los gritos y los golpes del hombre-bestia por intentar escapar, y lo consiguió, escapo, pero no como él hubiera querido. Gali soltó al tiburón desde una altura insalvable, el cuerpo caía hacia su inevitable final. El tiburón impacto contra el agua generando una ola teñida de sangre.
-Cierto. Tengo que asegurar la supervivencia del mayor número de sujetos de pruebas no hostiles. El rubio guardó rápidamente todos sus utensilios y muestras y mientras se ponía de pie su cuerpo comenzó a deformarse. La piel del dragón se endureció y cambio de color, unas espinas rompieron la camisa y el incremento de los músculos reventó algunas costuras, el pelo era ahora blanco y la cara pálida y neutral era ahora alargado y reptiliana. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
-Disculpe, -Dijo Go´el como si acabara de tropezarse con alguien. -creo que esto es suyo.
El ánimo de Siria se giró sin entender que decía el dragón, este por su parte cerró la mano entorno a la vertebras del hombre pez. Las garras atravesaron las escamas y aprovechando el movimiento Go´el tiro hacia el lado contrario y se las saco del sitio, el cuerpo cayó a plomo y las gotas de sangre regaron los tablones del Navío Azul.
-¿Y bien? -Preguntó el dragón a Siria. -Cuáles son tus respuestas.
Fuera del círculo, cada vez menos confiable, en el que se encontraba Siria y Go´el estaba Gali repartiendo bastonazos a dos manos había conseguido llegar hasta la líder y supuesto amor de su compañera, Dalia. Lo cierto era que el monje agradecía que la sirena hubiera echo entrar en cólera al tiburón, pues hasta ahora la pelea estaba siendo aburrida.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | Con una sonrisa siniestra el moreno dejó caer al suelo su arma y su cuerpo comenzó a cambiar rápidamente, los enemigos al verlo desarmado no tardaron en ir a por él, pero cuando sus armas impactaron la piel se había tornado negra y el cuerpo estaba creciendo a pasos agigantados, el barco comenzó a notar el peso extra en la cubierta y el casco se hundió varios metros en el agua. De la espalda del monje salían unas alas membranosas de color rojo, la cabeza poseía una cornamenta afilada y una cresta puntiaguda recorría todo el cuerpo de Gali, desde la cola hasta la punta de la nariz. |
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Cuando el peso y la presión de mi propio bastón dejó de ir contra mi, sentí, aunque fue por un segundo, algo de alivio al dejar de sentir que tenía un cuerpo encima de mí. No pude evitar pensar también de que ya era hora de que Go’el se distrajera tanto de sus estudios y nos ayudara en el conflicto. Más ese pensamiento me duró poco, porque las garras de mi acompañante pronto encontraron la espalda de mi atacante, penetrando la carne y llegando al hueso, en donde no tardó en sacar la columna de su contrincante. El sujeto se había resistido durante el proceso, pero cuando sus hueso asomaron hacia el exterior, cualquier movimiento dejó de existir en él.
Hasta el día de hoy puedo recordar con viveza la escena y, cada vez que lo hago, mi espalda siente una gran molestia en aquella parte que Go’el arrancó la columna de mi oponente.
De hecho, me duele en este momento, creo que necesito un té.
- … huh…
Además de mi impacto por la escena, la verdad es que, aunque no me esperaba que se transformara en Dragón, no es que me impresionara tampoco. Solo me sentía algo tonta por no haberme dado cuenta antes. Aunque si seguía siendo irritante el como ordenaba sus prioridades.
- … pues, no creo que te gusten las respuestas de todas formas – me levanté gracias a la ayuda de mi bastón y comencé a ordenar un poco mi ropa – O más bien, te sentirás decepcionado de ellas.
Antes que pudiera responder, pude sentir como el barco se movió repentinamente, como si un gran peso hubiera llegado y estuviera próximo a hundir todo. Gracias al bastón que mi trasero no volvió a conocer el piso, pero otros no tuvieron la misma suerte. Cuando me di cuenta, había un enorme dragón en la parte del barco y solo pude suponer, por regla de descarte, que era aquel acompañante de Go’el. Tampoco me había impresionado, pero Dalía se lo quedó viendo como boba por un par de segundos junto con el resto de las sirenas, y solo pudo decir lo más cuerdo que la locura de la noche le permitía:
- … la transformación de mi amada es más linda.
- ¡No digas mentiras! - le grité de donde estaba, usando mis dos manos como improvisado amplificador de voz - ¡Jamás me has visto transformada!
Por su parte, Gali se había sadaco de encima a los sujetos y había agarrado al hombre bestia entre sus mandíbulas para enterrarlas y dejarlo caer hacia el agua. Los ojos de la mayoría en el barco quedaron posados en la escena, viendo como caía inevitablemente hacia el mar mientras maldecía y gritaba lo más que sus lastimados pulmones podían. Fue entonces cuando escuchamos el azote del cuerpo contra el mar, llegando a levantar agua incluso hasta la altura suficiente para que se pudiera ver desde el barco. Los rostros de muchos cambiaron: los invasores habían perdido la esperanza en sus ojos, la banda de Dalía parecía erguirse orgullosa y los marinos volvían a sentirse seguros en su barco.
Aunque la reacción más curiosa fue la de Dalía. Simplemente se acercó a la baranda del barco, apoyó su hombro y miró la escena como si buscara algo. Al sentirse segura, puso los dedos en su boca y pudo parecer que chiflaba, pero no salió sonido de sus labios. Eso pensabamos, la verdad. Pero a los pocos segundos, diferentes aletas comenzaron a converger en el punto donde había caído el hombre bestia. Eran 3 al menos, erguidas desde el mar. Era fácil darse cuenta que eran tiburones.
Al parecer las sirenas si cumplían lo que prometían.
No pude evitar sentarme en el suelo después de todo lo que había ocurrido. Suspiré un poco y dirigí mi mirada hacia Go’el. Creo que era lo mejor si saciaba su curiosidad de preguntas, aunque creo que le decepcionarían las respuestas.
- No hubo apareamiento ni nada. Ella se enamoró de mi cuando viajaba en barco y desde entonces que me persigue para querer llevarme al fondo del mar a vivir con ella. Cuando estaba sumergida, más bien me habló de cómo esos sujetos se habían infiltrado en sus aguas y venían a darles una lección.
Claro, no tardé mucho en estar sentada y tranquila antes que llegara Dalía y me abrazara toda mimosa.
- Le regalé este collar para respirar bajo el agua para cuando decidiera venir conmigo – apuntó a mi cuello para mostrar el collar que me había regalado cuando nos vimos – pero ella nunca acepta mis avances.
Eso explicaba el porqué había sobrevivido bajo el agua tanto tiempo sin ahogarme. Y en un cierto sentido, estaba agradecida que me hubiera dado eso y me rescatara de estar anclada a esa ancla. El problema era estar toda pegada a su lado, mojada hasta el alma por haber estado bajo el agua y moreteada por los golpes que recibí.
- Aunque no confiaría en contar sobre nuestra cultura – dijo, al parecer había tomado más atención a las palabras de Go’el de lo que reconocería – Sobre todo porque nuestra familia tiene una tradición… distinta del resto de las sirenas. Digamos que nosotros somos… “benefactores del mar” - palabras bonitas para decir “crimen organizado” - y cuidamos los barcos que pagan las tarifas para pasar por nuestro territorio, así como darles una lección a los que se pasan de listos. Como el hombre tiburón que fue comida de tiburón.
Ahora los papeles se habían invertido. Los atacantes ahora estaban siendo atados como habíamos estado anteriormente y los marinos intentaban recomponerse después de todo el conflicto para ver qué faltaba, que debían reparar y esas cosas.
Pero ahora faltaba resolver algo que pronto quedaría en evidencia.
Hasta el día de hoy puedo recordar con viveza la escena y, cada vez que lo hago, mi espalda siente una gran molestia en aquella parte que Go’el arrancó la columna de mi oponente.
De hecho, me duele en este momento, creo que necesito un té.
- … huh…
Además de mi impacto por la escena, la verdad es que, aunque no me esperaba que se transformara en Dragón, no es que me impresionara tampoco. Solo me sentía algo tonta por no haberme dado cuenta antes. Aunque si seguía siendo irritante el como ordenaba sus prioridades.
- … pues, no creo que te gusten las respuestas de todas formas – me levanté gracias a la ayuda de mi bastón y comencé a ordenar un poco mi ropa – O más bien, te sentirás decepcionado de ellas.
Antes que pudiera responder, pude sentir como el barco se movió repentinamente, como si un gran peso hubiera llegado y estuviera próximo a hundir todo. Gracias al bastón que mi trasero no volvió a conocer el piso, pero otros no tuvieron la misma suerte. Cuando me di cuenta, había un enorme dragón en la parte del barco y solo pude suponer, por regla de descarte, que era aquel acompañante de Go’el. Tampoco me había impresionado, pero Dalía se lo quedó viendo como boba por un par de segundos junto con el resto de las sirenas, y solo pudo decir lo más cuerdo que la locura de la noche le permitía:
- … la transformación de mi amada es más linda.
- ¡No digas mentiras! - le grité de donde estaba, usando mis dos manos como improvisado amplificador de voz - ¡Jamás me has visto transformada!
Por su parte, Gali se había sadaco de encima a los sujetos y había agarrado al hombre bestia entre sus mandíbulas para enterrarlas y dejarlo caer hacia el agua. Los ojos de la mayoría en el barco quedaron posados en la escena, viendo como caía inevitablemente hacia el mar mientras maldecía y gritaba lo más que sus lastimados pulmones podían. Fue entonces cuando escuchamos el azote del cuerpo contra el mar, llegando a levantar agua incluso hasta la altura suficiente para que se pudiera ver desde el barco. Los rostros de muchos cambiaron: los invasores habían perdido la esperanza en sus ojos, la banda de Dalía parecía erguirse orgullosa y los marinos volvían a sentirse seguros en su barco.
Aunque la reacción más curiosa fue la de Dalía. Simplemente se acercó a la baranda del barco, apoyó su hombro y miró la escena como si buscara algo. Al sentirse segura, puso los dedos en su boca y pudo parecer que chiflaba, pero no salió sonido de sus labios. Eso pensabamos, la verdad. Pero a los pocos segundos, diferentes aletas comenzaron a converger en el punto donde había caído el hombre bestia. Eran 3 al menos, erguidas desde el mar. Era fácil darse cuenta que eran tiburones.
Al parecer las sirenas si cumplían lo que prometían.
No pude evitar sentarme en el suelo después de todo lo que había ocurrido. Suspiré un poco y dirigí mi mirada hacia Go’el. Creo que era lo mejor si saciaba su curiosidad de preguntas, aunque creo que le decepcionarían las respuestas.
- No hubo apareamiento ni nada. Ella se enamoró de mi cuando viajaba en barco y desde entonces que me persigue para querer llevarme al fondo del mar a vivir con ella. Cuando estaba sumergida, más bien me habló de cómo esos sujetos se habían infiltrado en sus aguas y venían a darles una lección.
Claro, no tardé mucho en estar sentada y tranquila antes que llegara Dalía y me abrazara toda mimosa.
- Le regalé este collar para respirar bajo el agua para cuando decidiera venir conmigo – apuntó a mi cuello para mostrar el collar que me había regalado cuando nos vimos – pero ella nunca acepta mis avances.
Eso explicaba el porqué había sobrevivido bajo el agua tanto tiempo sin ahogarme. Y en un cierto sentido, estaba agradecida que me hubiera dado eso y me rescatara de estar anclada a esa ancla. El problema era estar toda pegada a su lado, mojada hasta el alma por haber estado bajo el agua y moreteada por los golpes que recibí.
- Aunque no confiaría en contar sobre nuestra cultura – dijo, al parecer había tomado más atención a las palabras de Go’el de lo que reconocería – Sobre todo porque nuestra familia tiene una tradición… distinta del resto de las sirenas. Digamos que nosotros somos… “benefactores del mar” - palabras bonitas para decir “crimen organizado” - y cuidamos los barcos que pagan las tarifas para pasar por nuestro territorio, así como darles una lección a los que se pasan de listos. Como el hombre tiburón que fue comida de tiburón.
Ahora los papeles se habían invertido. Los atacantes ahora estaban siendo atados como habíamos estado anteriormente y los marinos intentaban recomponerse después de todo el conflicto para ver qué faltaba, que debían reparar y esas cosas.
Pero ahora faltaba resolver algo que pronto quedaría en evidencia.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Go´el se colocó el pelo tras la oreja al oír el comentario de la sirena líder, aquel dato indicaba que la mujer llamada Siria o bien era un dragón o bien un licántropo y el hecho de que Dalia usara la palabra "más" demostraba cierta atracción por Gali lo que podría significar un patrón en los gustos de la sirena. El científico buscó en el cuaderno la página que hacía referencia a Siria y escribió la posible raza de la mujer.
El monje rugió al ver como las sirenas reducían a los enemigos sobre el barco y al comprender que la batalla había concluido descendió decepcionado, él quería seguir jugando. Descendió hasta el navío, el barco volvió a hundirse unos metros bajo las olas pero subió de nuevo conforme Gali cambiaba de forma. El turbante se había hecho pedazos al igual que el resto de la ropa del moreno, ahora una melena azabache y ligeramente rizada caía por la espalda de Gali hasta llegar a los tobillos, El pecho seguía medio desnudo gracias a la armadura que había conseguido en lunargenta, era realmente impresionante como aquella prenda de cuero se agrandaba y encogía según la forma, el problema... o no, del chaleco era justamente ese, tan solo era un chaleco que hacia juego con las protecciones del brazo y los gemelos, el resto de las prendas del dragón se habían convertido en trapos.
-Tienes que enséñame a silbar así.
Decía Gali con una sonrisa tranquila mirando a Dalia como si no pasara nada.
-Pero me hubiera gustado pelear un rato más.
Por otro lado Go´el seguía transformado y anotaba los datos que le contaba Siria, en efecto no era lo que esperaba.
-Ya... pensaba que la relación estaría más avanzada.
El galeno calló por unos instantes, miró a su compañero que caminaba prácticamente desnudo al lado de Dalia y luego miró a la sirena mientras esta contaba parte de la historia.
-¿Y entonces porque este barco no está bajo vuestra seguridad? -El rubio se acercó a la sirena antes de que esta respondiera y añadió. -¿Y cómo os apareáis las sirenas? ¿Tenéis danza de apareamiento, cómo es? ¿Cuál es vuestro ciclo de vida? ¿Vuestras parejas son exclusivas como en algunas especies o en cada temporada buscáis al espécimen más apto?
Go´el no perdía detalle de cada gesto o palabra que Dalia decía y Gali se limitaba a sonreír y mirar la escena con los brazos en jarra.
El monje rugió al ver como las sirenas reducían a los enemigos sobre el barco y al comprender que la batalla había concluido descendió decepcionado, él quería seguir jugando. Descendió hasta el navío, el barco volvió a hundirse unos metros bajo las olas pero subió de nuevo conforme Gali cambiaba de forma. El turbante se había hecho pedazos al igual que el resto de la ropa del moreno, ahora una melena azabache y ligeramente rizada caía por la espalda de Gali hasta llegar a los tobillos, El pecho seguía medio desnudo gracias a la armadura que había conseguido en lunargenta, era realmente impresionante como aquella prenda de cuero se agrandaba y encogía según la forma, el problema... o no, del chaleco era justamente ese, tan solo era un chaleco que hacia juego con las protecciones del brazo y los gemelos, el resto de las prendas del dragón se habían convertido en trapos.
-Tienes que enséñame a silbar así.
Decía Gali con una sonrisa tranquila mirando a Dalia como si no pasara nada.
-Pero me hubiera gustado pelear un rato más.
Por otro lado Go´el seguía transformado y anotaba los datos que le contaba Siria, en efecto no era lo que esperaba.
-Ya... pensaba que la relación estaría más avanzada.
El galeno calló por unos instantes, miró a su compañero que caminaba prácticamente desnudo al lado de Dalia y luego miró a la sirena mientras esta contaba parte de la historia.
-¿Y entonces porque este barco no está bajo vuestra seguridad? -El rubio se acercó a la sirena antes de que esta respondiera y añadió. -¿Y cómo os apareáis las sirenas? ¿Tenéis danza de apareamiento, cómo es? ¿Cuál es vuestro ciclo de vida? ¿Vuestras parejas son exclusivas como en algunas especies o en cada temporada buscáis al espécimen más apto?
Go´el no perdía detalle de cada gesto o palabra que Dalia decía y Gali se limitaba a sonreír y mirar la escena con los brazos en jarra.
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Sentía que era algo una de esas cosas curiosas del destino el que coincidiéramos tres dragones en aquel viaje, uno con capacidades distintas en su transformación. En realidad, sentía que la que menos utilidad tenía en su transformación era yo misma, considerando que Gali fue capaz de atacar con su cola a varios oponentes y herir de gravedad al hombre bestia con su mandíbula, mientras que Go’el hacía… eh… experimentos extradérmicos con la columna de sus oponentes.
Y hacía memoria y, a lo mucho que podía recordar, la gente sentía ganas de abrazarme.
- …
Me encontraba sumida en mis pensamientos de inutilidad draconiana cuando sentí que dos manos levemente escamosas y muy húmedas fueron a parar directo a mi ojos, impidiendo mi visión por completo.
- ¡Espera! No tienes que ver, se quedó como lo trajeron al mundo.
Por la sorpresa siquiera pude articular una palabra, quedando con las manos en posición como si estuviera pesando dos naranjas delante de mi. Osea, en cierto sentido agradecía que no me quedara expuesta a algo así, pero la verdad es que, debido a las veces que nos trasformábamos en la estepa, era más que usual encontrar a Dragones semi(y no tan semi)-desnudos, por lo que aprendíamos a no tomarlo tan en serio.
Solo podía pensar en lo agradecida que estaba de que no se me ocurrió la idea de transformarme, o tendría a una sirena persiguiéndome hasta el fin del mundo. Y probablemente con el barco hundido.
- Si te preocupara tanto, podrías darle ropas, que no voy a estar tapada de los ojos todo el viaje.
- … quizás te guste – me respondió al oído, de manera seductora y juguetona.
- Dije que no.
No necesitaba mirarle el rostro para saber que había hecho “esa” cara y, haciendo un movimiento de rostro, le indicó a su gente que le propinara ropas para cubrirse. A alguno escuché quejarse de que el chaleco que tenía puesto era un regalo de su abuela, pero como se rindió pronto, supuse que le había puesto otra mirada de aquellas que hacía cuando no veía. Esperaba al menos que no quedara como un matón de pandilla si decidía aceptar la ayuda.
- Podría enseñarte, pero la verdad es que son subordinados del jefe – liberó mis ojos del sufrimiento de la oscuridad y volvía a abrazar mi cuello – Solo me hacen caso porque él les ordenó. Aunque… – pensó por un momento, como si sopesara las posibilidades - … si alguna vez necesitas protección marítima, bien puedo enseñarte a como contactar a una de nuestras representativas – y aquello sonaba muy formal solo para decir que ofrecían servicio de guardaespaldas.
Fue en el momento que se giró levemente para mirar a Go’el, quién parecía más atento a la información que podíamos proveerle.
- Yo también – me miró con cara de que yo tenía la culpa cuando el dragón dijo que la relación no estaba muy avanzada.
- Esas son varias preguntas al mismo tiempo, pero creo que podría contestar las que puedo en serio y las más privadas… pues… – me miró con esa cara seductora que se le quitaba cuando sabía que no tenía efecto en mi – Veamos. Técnicamente nuestro grupo se encarga de muchos navíos que ocurren en el mar. No solo protegíamos éste, sino otros dos más que se encontraban navegando en rutas de ida y vuelta. Y no solo eso, el modo de operación de estos tipos era… singular. Se encargaban de dejar pistas falsas, como animales muertos, y era complementado con pequeñas varas que expandían ondas por todo el suelo marítimo.
Se separó de mi, y miró fijamente a Go’el. No parecía molestarle lo cerca que la miraba, ni lo muy atento que era ante sus palabras y gestos (o su transformación), era como si más bien pudiera hablar de un tema en el que se manejaba muy bien pero sin nadie con quién compartirlo.
- No sé si conoces cómo algunos animales del mar se comunican. Los cetáceos, por ejemplo, lo hacen a través de sondas que viajan como ondas de sonido por el aire de ustedes. Entonces, era difícil triangular en qué lugares atacaban y a qué navíos en particular. El hecho de que no pudieramos descubrirlos también nos indica que quizás tengamos a un traidor en nuestro grupo, por lo que tendremos que llevar esta nueva info a nuestro jefe para ver el asunto.
Cuando terminó esa sobreexposición, la cuál me asombró bastante porque era realmente interesante, volvió a abrazarme del cuello, y su tono cambió al usual juguetón que la caracterizaba.
- Ahora… apareamiento… depende mucho de la zona que hablemos. Esto debido a las temperaturas de las aguas. Por ejemplo – levantó su dedo índice, somo si estuviera explicando algo a una clase – en aguas más cálidas, no se necesita copulación, puesto que los huevos se fertilizan fuera del vientre de la madre. En zonas como en el norte, el frío obliga a que la fertilización de los huevos sea de manera interna – volvió a su modo pensativo, esta vez más largo y con una mente aparentemente más confundida – Pues, a mi no me han enseñado danza de apareamiento ni ná de ná. Algunas sirenas lo hacen como una costumbre más local, pero al menos no lo hemos aprendido así en nuestro grupo – era poco menos que curioso el que se usara más la palabra “grupo” que “familia”. Me había explicado Leveru hace unos años que las sirenas no tenían un sistema social como el nuestro y, que más bien, la comunidad se encargaba de criar a los más pequeños, pero no dejaba de ser curioso el como se distanciaba de usar una palabra que definiera a familia – Sobre las parejas, no es tan distinto como ustedes. A veces tenemos pareja toda la vida – me hizo un movimiento de cejas mientras decía eso – mientras que otras veces cambiamos de pareja por diversos motivos, ya sea infidelidad – me clavó una mirada de “advertencia” -–, muerte y esas cosas. Te recomiendo, si quieres saber algo más interesante, conocer a nuestras primas las Selkies. Son tan bobas que si les robas su prenda, puedes hacerlas tus parejas para toda la vida – y aquello lo contaba con mucha ligereza, pero se notó que algunos marinos estuvieron muy atentos a ese dato. Aunque claro, no les contó lo que una Selkie enojada podía hacerles.
La verdad es que tanta exposición me tenía mareada. Era interesante y todo, pero sentía que tenía poco qué aportar en la realidad. Así que me dediqué a mirar lo que hacía el resto. Por un lado, los marinos se encontraban bastante recuperados, el capitán se había retirado para descansar, quedando el segundo a cargo y los hombres de Dalía se dividieron en dos grupos: unos estaban reuniendo a los sujetos que quedaron vivos para llevarselos a lo que parecía ser una contundente interrogación sobre el modo de operación y todo eso. El segundo grupo, en una tarea distinta, juntaba los cuerpos de los muertos después de aquel conflicto. Algunos de los cadáveres habían cambiado a su forma original, mostrando a algunos tritones y sirenas, mientras que otros mantenían su forma, quizás por el intenso uso de la magia a la que se habían expuesto.
- Jefa, ¿nos encargamos de llevarnos los cuerpos también?
- Si, pide unas redes al capitán y preparen los cuerpos.
Y hacía memoria y, a lo mucho que podía recordar, la gente sentía ganas de abrazarme.
- …
Me encontraba sumida en mis pensamientos de inutilidad draconiana cuando sentí que dos manos levemente escamosas y muy húmedas fueron a parar directo a mi ojos, impidiendo mi visión por completo.
- ¡Espera! No tienes que ver, se quedó como lo trajeron al mundo.
Por la sorpresa siquiera pude articular una palabra, quedando con las manos en posición como si estuviera pesando dos naranjas delante de mi. Osea, en cierto sentido agradecía que no me quedara expuesta a algo así, pero la verdad es que, debido a las veces que nos trasformábamos en la estepa, era más que usual encontrar a Dragones semi(y no tan semi)-desnudos, por lo que aprendíamos a no tomarlo tan en serio.
Solo podía pensar en lo agradecida que estaba de que no se me ocurrió la idea de transformarme, o tendría a una sirena persiguiéndome hasta el fin del mundo. Y probablemente con el barco hundido.
- Si te preocupara tanto, podrías darle ropas, que no voy a estar tapada de los ojos todo el viaje.
- … quizás te guste – me respondió al oído, de manera seductora y juguetona.
- Dije que no.
No necesitaba mirarle el rostro para saber que había hecho “esa” cara y, haciendo un movimiento de rostro, le indicó a su gente que le propinara ropas para cubrirse. A alguno escuché quejarse de que el chaleco que tenía puesto era un regalo de su abuela, pero como se rindió pronto, supuse que le había puesto otra mirada de aquellas que hacía cuando no veía. Esperaba al menos que no quedara como un matón de pandilla si decidía aceptar la ayuda.
- Podría enseñarte, pero la verdad es que son subordinados del jefe – liberó mis ojos del sufrimiento de la oscuridad y volvía a abrazar mi cuello – Solo me hacen caso porque él les ordenó. Aunque… – pensó por un momento, como si sopesara las posibilidades - … si alguna vez necesitas protección marítima, bien puedo enseñarte a como contactar a una de nuestras representativas – y aquello sonaba muy formal solo para decir que ofrecían servicio de guardaespaldas.
Fue en el momento que se giró levemente para mirar a Go’el, quién parecía más atento a la información que podíamos proveerle.
- Yo también – me miró con cara de que yo tenía la culpa cuando el dragón dijo que la relación no estaba muy avanzada.
- Esas son varias preguntas al mismo tiempo, pero creo que podría contestar las que puedo en serio y las más privadas… pues… – me miró con esa cara seductora que se le quitaba cuando sabía que no tenía efecto en mi – Veamos. Técnicamente nuestro grupo se encarga de muchos navíos que ocurren en el mar. No solo protegíamos éste, sino otros dos más que se encontraban navegando en rutas de ida y vuelta. Y no solo eso, el modo de operación de estos tipos era… singular. Se encargaban de dejar pistas falsas, como animales muertos, y era complementado con pequeñas varas que expandían ondas por todo el suelo marítimo.
Se separó de mi, y miró fijamente a Go’el. No parecía molestarle lo cerca que la miraba, ni lo muy atento que era ante sus palabras y gestos (o su transformación), era como si más bien pudiera hablar de un tema en el que se manejaba muy bien pero sin nadie con quién compartirlo.
- No sé si conoces cómo algunos animales del mar se comunican. Los cetáceos, por ejemplo, lo hacen a través de sondas que viajan como ondas de sonido por el aire de ustedes. Entonces, era difícil triangular en qué lugares atacaban y a qué navíos en particular. El hecho de que no pudieramos descubrirlos también nos indica que quizás tengamos a un traidor en nuestro grupo, por lo que tendremos que llevar esta nueva info a nuestro jefe para ver el asunto.
Cuando terminó esa sobreexposición, la cuál me asombró bastante porque era realmente interesante, volvió a abrazarme del cuello, y su tono cambió al usual juguetón que la caracterizaba.
- Ahora… apareamiento… depende mucho de la zona que hablemos. Esto debido a las temperaturas de las aguas. Por ejemplo – levantó su dedo índice, somo si estuviera explicando algo a una clase – en aguas más cálidas, no se necesita copulación, puesto que los huevos se fertilizan fuera del vientre de la madre. En zonas como en el norte, el frío obliga a que la fertilización de los huevos sea de manera interna – volvió a su modo pensativo, esta vez más largo y con una mente aparentemente más confundida – Pues, a mi no me han enseñado danza de apareamiento ni ná de ná. Algunas sirenas lo hacen como una costumbre más local, pero al menos no lo hemos aprendido así en nuestro grupo – era poco menos que curioso el que se usara más la palabra “grupo” que “familia”. Me había explicado Leveru hace unos años que las sirenas no tenían un sistema social como el nuestro y, que más bien, la comunidad se encargaba de criar a los más pequeños, pero no dejaba de ser curioso el como se distanciaba de usar una palabra que definiera a familia – Sobre las parejas, no es tan distinto como ustedes. A veces tenemos pareja toda la vida – me hizo un movimiento de cejas mientras decía eso – mientras que otras veces cambiamos de pareja por diversos motivos, ya sea infidelidad – me clavó una mirada de “advertencia” -–, muerte y esas cosas. Te recomiendo, si quieres saber algo más interesante, conocer a nuestras primas las Selkies. Son tan bobas que si les robas su prenda, puedes hacerlas tus parejas para toda la vida – y aquello lo contaba con mucha ligereza, pero se notó que algunos marinos estuvieron muy atentos a ese dato. Aunque claro, no les contó lo que una Selkie enojada podía hacerles.
La verdad es que tanta exposición me tenía mareada. Era interesante y todo, pero sentía que tenía poco qué aportar en la realidad. Así que me dediqué a mirar lo que hacía el resto. Por un lado, los marinos se encontraban bastante recuperados, el capitán se había retirado para descansar, quedando el segundo a cargo y los hombres de Dalía se dividieron en dos grupos: unos estaban reuniendo a los sujetos que quedaron vivos para llevarselos a lo que parecía ser una contundente interrogación sobre el modo de operación y todo eso. El segundo grupo, en una tarea distinta, juntaba los cuerpos de los muertos después de aquel conflicto. Algunos de los cadáveres habían cambiado a su forma original, mostrando a algunos tritones y sirenas, mientras que otros mantenían su forma, quizás por el intenso uso de la magia a la que se habían expuesto.
- Jefa, ¿nos encargamos de llevarnos los cuerpos también?
- Si, pide unas redes al capitán y preparen los cuerpos.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Gali aceptó la ropa que la líder de las sirenas le ofreció y se colocó los pantalones. Ahora tenía una gran tarea por delante, recoger su larguísima melena hasta que no resultara un estorbo.
-Me encantaría aprender a contactar con vosotras. -Respondió el dragón de tierra con sonrisa afable.
Mientras Dalia hablaba con Go´el, el monje hizo varias trenzas que luego trenzo entre sí para a continuación juntarlas en un moño alto.
El galeno apuntaba una infinidad de dibujos y extraños caracteres a medida que la sirena hablaba, no perdía detalle de cada palabra. Cuando la mujer terminó de hablar Go´el se quedó pensativo un rato, el capitán aprovechó ese momento para acercase a Dalia.
-Señorita sirena nos gustaría contratar un grupo permanente de escolta. Venga a mi camarote, allí podremos hablar sobre las condiciones del trato.
El hombre aguardó la respuesta de Dalia y mientras caminaba hacia sus aposentos fue gritando órdenes a los marinos para que ayudaran con las redes y pusieran el barco rumbo a las islas Illidenses.
-Y tú, -dijo Go´el señalando con el carboncillo a Siria. -¿Porque no avanzas en la relación con la sirena alfa? es algún problema de razas o es que ya tienes una pareja de copulación.
El dragón humanoide miraba fijamente a la mujer mientras sus facciones cambiaban hasta devolver su cuerpo a uno enteramente humano.
Con la situación aparentemente controlada, y sintiendo que no habrían más contratiempos, Gali bajó las escaleras de cubierta y buscó la comodidad de un catre.
Las sirenas prosiguieron con su labor de limpieza junto a un grupo de grumetes, al mismo tiempo que una pequeña división de los subordinados de Dalia se lanzaban al mar en busca de la mercancía que los hombres-bestias habían conseguido lanzar al agua para su posterior recogida.
-...pero eso no tiene sentido. -Go´el había empezado a seguir a Siria de un lado a otro con el fin de aclarar sus dudas. -Obviamente Dalia es un ejemplar de sirena magnifico y a todas luces esta en edad para entrar en el ciclo de reproducción. ¿Porque te persigue si está claro que ella no te interesa? Además, de que las dos sois mujeres así que no podríais aparearos.
-Me encantaría aprender a contactar con vosotras. -Respondió el dragón de tierra con sonrisa afable.
Mientras Dalia hablaba con Go´el, el monje hizo varias trenzas que luego trenzo entre sí para a continuación juntarlas en un moño alto.
El galeno apuntaba una infinidad de dibujos y extraños caracteres a medida que la sirena hablaba, no perdía detalle de cada palabra. Cuando la mujer terminó de hablar Go´el se quedó pensativo un rato, el capitán aprovechó ese momento para acercase a Dalia.
-Señorita sirena nos gustaría contratar un grupo permanente de escolta. Venga a mi camarote, allí podremos hablar sobre las condiciones del trato.
El hombre aguardó la respuesta de Dalia y mientras caminaba hacia sus aposentos fue gritando órdenes a los marinos para que ayudaran con las redes y pusieran el barco rumbo a las islas Illidenses.
-Y tú, -dijo Go´el señalando con el carboncillo a Siria. -¿Porque no avanzas en la relación con la sirena alfa? es algún problema de razas o es que ya tienes una pareja de copulación.
El dragón humanoide miraba fijamente a la mujer mientras sus facciones cambiaban hasta devolver su cuerpo a uno enteramente humano.
Con la situación aparentemente controlada, y sintiendo que no habrían más contratiempos, Gali bajó las escaleras de cubierta y buscó la comodidad de un catre.
Las sirenas prosiguieron con su labor de limpieza junto a un grupo de grumetes, al mismo tiempo que una pequeña división de los subordinados de Dalia se lanzaban al mar en busca de la mercancía que los hombres-bestias habían conseguido lanzar al agua para su posterior recogida.
-...pero eso no tiene sentido. -Go´el había empezado a seguir a Siria de un lado a otro con el fin de aclarar sus dudas. -Obviamente Dalia es un ejemplar de sirena magnifico y a todas luces esta en edad para entrar en el ciclo de reproducción. ¿Porque te persigue si está claro que ella no te interesa? Además, de que las dos sois mujeres así que no podríais aparearos.
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
Al inicio, mis ojos estaban algo distraídos mirando a Gali. No era precisamente por algún tema del físico, que no estaba para nada mal, he de añadir, pero no parecía ser ese tipo de personas que usaba un moño largo. Aunque no he tenido experiencia más allá de la estepa, usualmente los hombres que usaban sombrero lo hacían para ocultar la calvicie que comenzaba a acrecentarse con los años. Usualmente los que usaban pelo largo gustaban de mostrarlo a todo el mundo, dejando que el viento fuera el que los acariciara.
- Hmmm… no sé, no sé – Dalía intentaba hacerse la difícil, pero lo cierto es que su interés se había dirigido a aquella oportunidad de trabajo, porque de inmediato se levantó, acomodandose las… eh… cosas que tenía en su cabeza que supuse que eran sus cabellos – Conversemoslo y veamos como podemos llegar a un acuerdo.
Haciendo un sonido curioso con los pies cada vez que daba un paso, desapareció de la escena mientras parecía escuchar lo que los marinos tenían que decir. También me levanté, ya que había pasado mucho tiempo en el suelo después de terminada la pelea. Pude recordar, al ver como Gali se marchaba, la diferencia de tamaños que teníamos entre los dos.
- Ehh…
De pronto, me encontré sola con Go’el. Relativamente sola, porque todavía estaban los marinos y sirenas alrededor, pero todos atendían sus asuntos y órdenes. Podría haber pedido la distracción de alguno de los ayudantes de Dalía, pero cada vez que topábamos miradas, me daba la impresión de que me golpearían aprovechando que su jefa no estaba cerca, cosa que por fortuna no pasaba.
- Pues… no es que me sienta particularmente interesada en Dalía, por mucho interés que muestre.
Entre todas las cosas que estaban ocurriendo hoy, lo que menos esperaba era tener que lidiar con mi vida amorosa. Aquello se acentuó más cuando mi acompañante mercenario insistió en la “idealidad” de Dalía, de como era un “ejemplar”, sea lo que sea a lo que se refería.
Pensé que había dejado este tipo de conversaciones atrás cuando la tía Gretel dejó de visitarnos.
- A veces la gente siente emociones por otras de formas que no se pueden entender – en cierto sentido, no podía hacerme a la idea de que estaba explicando como funcionaba el amor a un hombre. Y lo peor de todo es que, cuando lo pensaba detenidamente, me hacía sentido el tener que explicarle como funciona el amor a un hombre]b] – Hay gente que prefiere tener una pareja toda la vida, independiente de su estado de salud. Otros buscan varias parejas al mismo tiempo[/b] – algunos hablandolo y otros manteniendolo como secreto – y, al final del día, no puedo explicar el por qué decidió enamorarse de mi.
Habíamos caminado hasta la orilla del barco, en donde solo el mar se encontraba a nuestras espaldas. Cerca, uno de los… eh, empleados de Dalía hacía guardia, viendo que nada apareciera de la nada.
- Pero creo intuir donde va todo esto – algo por su forma de expresarse, más que nada – Y aunque sea cruel para Dalía, la verdad es que no me siento interesada por ella ni por nadie en particular. Sé que tiene lógica que, si ella es un “magnifico ejemplar” – significara lo que significara eso –, simplemente no puedo estar al lado de alguien por el cuál no tenga sentimientos que me permitan mantenerme cerca de esa persona por el resto de mi vida. Y si… estoy al tanto de que es una lógica algo inexacta y llena de agujeros, pero no es que la gente en general no tenga esas cualidades en sus vidas.
No es que me molestara hablar del tema, en realidad. Y la verdad hablarlo con un (relativo) extraño liberaba un poco la presión de tener que lidiar con dramas posteriores. Solo me molestaba un poco el hecho de que, en donde iba, la gente tenía cierta expectativa de los pretendientes que tenía. Mucha gente no entendía que “andar buscando pareja” no era el objetivo de mis viajes, ni asentarme en algún lugar. La razón de mis viajes eran para entender esa parte mi que desconocía, que los Dioses se encargaron de entregarme. El saber para qué había nacido en este mundo. Saber si había algo que podía hacer, si tenía una misión que desconocía.
Intenté explicarle todo esto a Go’el, de alguna u otra forma más o menos entendible. Pero seré sincera, no recuerdo como se lo conté. Así que tendrán que rellenar esta parte con su imaginación. Aunque si recuerdo lo que le dije después:
- Además, soy la Valida del Rey Rigobert, y mi lealtad está con mi pueblo Dragón. No puedo dejar eso atrás por otra persona.
Fue entonces cuando caí en el hecho.
- … por cierto, creo que no se lo conté, pero soy Dragona. A la pregunta que me había hecho antes de partir.
Claro, caí en el hecho de que, por mi orgullo, no le había contado. Pero ahora pude haber parecido condescendiente con mi última frase.
- Hmmm… no sé, no sé – Dalía intentaba hacerse la difícil, pero lo cierto es que su interés se había dirigido a aquella oportunidad de trabajo, porque de inmediato se levantó, acomodandose las… eh… cosas que tenía en su cabeza que supuse que eran sus cabellos – Conversemoslo y veamos como podemos llegar a un acuerdo.
Haciendo un sonido curioso con los pies cada vez que daba un paso, desapareció de la escena mientras parecía escuchar lo que los marinos tenían que decir. También me levanté, ya que había pasado mucho tiempo en el suelo después de terminada la pelea. Pude recordar, al ver como Gali se marchaba, la diferencia de tamaños que teníamos entre los dos.
- Ehh…
De pronto, me encontré sola con Go’el. Relativamente sola, porque todavía estaban los marinos y sirenas alrededor, pero todos atendían sus asuntos y órdenes. Podría haber pedido la distracción de alguno de los ayudantes de Dalía, pero cada vez que topábamos miradas, me daba la impresión de que me golpearían aprovechando que su jefa no estaba cerca, cosa que por fortuna no pasaba.
- Pues… no es que me sienta particularmente interesada en Dalía, por mucho interés que muestre.
Entre todas las cosas que estaban ocurriendo hoy, lo que menos esperaba era tener que lidiar con mi vida amorosa. Aquello se acentuó más cuando mi acompañante mercenario insistió en la “idealidad” de Dalía, de como era un “ejemplar”, sea lo que sea a lo que se refería.
Pensé que había dejado este tipo de conversaciones atrás cuando la tía Gretel dejó de visitarnos.
- A veces la gente siente emociones por otras de formas que no se pueden entender – en cierto sentido, no podía hacerme a la idea de que estaba explicando como funcionaba el amor a un hombre. Y lo peor de todo es que, cuando lo pensaba detenidamente, me hacía sentido el tener que explicarle como funciona el amor a un hombre]b] – Hay gente que prefiere tener una pareja toda la vida, independiente de su estado de salud. Otros buscan varias parejas al mismo tiempo[/b] – algunos hablandolo y otros manteniendolo como secreto – y, al final del día, no puedo explicar el por qué decidió enamorarse de mi.
Habíamos caminado hasta la orilla del barco, en donde solo el mar se encontraba a nuestras espaldas. Cerca, uno de los… eh, empleados de Dalía hacía guardia, viendo que nada apareciera de la nada.
- Pero creo intuir donde va todo esto – algo por su forma de expresarse, más que nada – Y aunque sea cruel para Dalía, la verdad es que no me siento interesada por ella ni por nadie en particular. Sé que tiene lógica que, si ella es un “magnifico ejemplar” – significara lo que significara eso –, simplemente no puedo estar al lado de alguien por el cuál no tenga sentimientos que me permitan mantenerme cerca de esa persona por el resto de mi vida. Y si… estoy al tanto de que es una lógica algo inexacta y llena de agujeros, pero no es que la gente en general no tenga esas cualidades en sus vidas.
No es que me molestara hablar del tema, en realidad. Y la verdad hablarlo con un (relativo) extraño liberaba un poco la presión de tener que lidiar con dramas posteriores. Solo me molestaba un poco el hecho de que, en donde iba, la gente tenía cierta expectativa de los pretendientes que tenía. Mucha gente no entendía que “andar buscando pareja” no era el objetivo de mis viajes, ni asentarme en algún lugar. La razón de mis viajes eran para entender esa parte mi que desconocía, que los Dioses se encargaron de entregarme. El saber para qué había nacido en este mundo. Saber si había algo que podía hacer, si tenía una misión que desconocía.
Intenté explicarle todo esto a Go’el, de alguna u otra forma más o menos entendible. Pero seré sincera, no recuerdo como se lo conté. Así que tendrán que rellenar esta parte con su imaginación. Aunque si recuerdo lo que le dije después:
- Además, soy la Valida del Rey Rigobert, y mi lealtad está con mi pueblo Dragón. No puedo dejar eso atrás por otra persona.
Fue entonces cuando caí en el hecho.
- … por cierto, creo que no se lo conté, pero soy Dragona. A la pregunta que me había hecho antes de partir.
Claro, caí en el hecho de que, por mi orgullo, no le había contado. Pero ahora pude haber parecido condescendiente con mi última frase.
Siria
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
El doctor escucho atento las palabras de la mujer y antes de que esta cambiara de tema respondió:
-Deberías demostrar tus nulas intenciones de apareamiento y decirle a Dalia que no eres un ejemplar propicio. -Go´el guardó su cuaderno en el morral. -Una alfa no puede malgastar su tiempo esperando algo que jamás sucederá. Tienes que separarte de ella y dejar que encuentre otra pareja o su estirpe se perderá. -El rubio miró fijamente a la mujer mientras estaba hablaba y de nuevo sacó el cuaderno. -Gracias por la confirmación. -Mencionó al tiempo que apuntaba la raza en una hoja específica. -Como doctor, te aconsejo que regreses a la cama y aproveches las horas de luna que quedan.
Go´el guardó una vez más si libreta y encamino sus pasos hacia el catre continuo al de Gali. Antes de bajar las escaleras vio como la sirena alfa salía del camarote del capitán.
-¿Si quiero buscarte, donde puedo encontrarte? Me gustaría saber más cosas sobre tu especie. -El dragón la miró con rostro neutro. -Ahora no hay tiempo, -Prosiguió adelantándose a una posible pregunta. -tengo muchas preguntas. No serian resueltas en este trayecto hacia el archipiélago de los brujos.
El científico se quedó observando a la sirena hasta que hubo recibido una respuesta, después asintió con la cabeza y se adentró en la bodega del barco.
Las negociaciones entre la banda de Dalia y el capitán del Navío Azul parecían haber llegado a buen puerto, tanto la sirena como el humano sonreían satisfechos.
-¡Quiero ver la cubierta como los chorros del oro! -Bramo el capitán a los marineros. -Estamos a menos de 3 horas de llegar al puerto de los brujos. ¡Quiero las mercancías en la bodega y pobre de aquel que deje una mancha de sangre en los tablones! -El capitán giró el rostro y le tendió la mano a la sirena. -Gracias una vez más, ahora que contamos con vosotras seguro que la demanda crece, igual hasta contratamos otro barco, con el tiempo. Pocos son los capitanes que pueden contar con escolta en estos mares.
_____________
Off: Esta sera la ultima ronda del trabajo. Gracias por paticipar Siria, espero que lo hayas disfrutado tanto como yo^^
-Deberías demostrar tus nulas intenciones de apareamiento y decirle a Dalia que no eres un ejemplar propicio. -Go´el guardó su cuaderno en el morral. -Una alfa no puede malgastar su tiempo esperando algo que jamás sucederá. Tienes que separarte de ella y dejar que encuentre otra pareja o su estirpe se perderá. -El rubio miró fijamente a la mujer mientras estaba hablaba y de nuevo sacó el cuaderno. -Gracias por la confirmación. -Mencionó al tiempo que apuntaba la raza en una hoja específica. -Como doctor, te aconsejo que regreses a la cama y aproveches las horas de luna que quedan.
Go´el guardó una vez más si libreta y encamino sus pasos hacia el catre continuo al de Gali. Antes de bajar las escaleras vio como la sirena alfa salía del camarote del capitán.
-¿Si quiero buscarte, donde puedo encontrarte? Me gustaría saber más cosas sobre tu especie. -El dragón la miró con rostro neutro. -Ahora no hay tiempo, -Prosiguió adelantándose a una posible pregunta. -tengo muchas preguntas. No serian resueltas en este trayecto hacia el archipiélago de los brujos.
El científico se quedó observando a la sirena hasta que hubo recibido una respuesta, después asintió con la cabeza y se adentró en la bodega del barco.
Las negociaciones entre la banda de Dalia y el capitán del Navío Azul parecían haber llegado a buen puerto, tanto la sirena como el humano sonreían satisfechos.
-¡Quiero ver la cubierta como los chorros del oro! -Bramo el capitán a los marineros. -Estamos a menos de 3 horas de llegar al puerto de los brujos. ¡Quiero las mercancías en la bodega y pobre de aquel que deje una mancha de sangre en los tablones! -El capitán giró el rostro y le tendió la mano a la sirena. -Gracias una vez más, ahora que contamos con vosotras seguro que la demanda crece, igual hasta contratamos otro barco, con el tiempo. Pocos son los capitanes que pueden contar con escolta en estos mares.
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Off: Esta sera la ultima ronda del trabajo. Gracias por paticipar Siria, espero que lo hayas disfrutado tanto como yo^^
Go'el
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Re: ¿Proteger o diseccionar? [Trabajo] [Siria]
¿A veces se han quedado atónitos frente a alguien, con sus manos entrecerradas, intentando explicarle algo a alguien sin que las palabras salgan, sin poder no porque exista un problema con tu cuerpo sino porque sabes que, sin importar si lo dices o no, no importará y no cambiará el resultado? … de acuerdo, tienen padres, saben como es, pero esto era similar. La verdad es que ignoraba si Go’el se hacía una idea de las cosas y no se las sacaba de encima hasta que había una evidencia absoluta que le hiciera cambiar de opinión, pero por sus comentarios podía notar que ya se había hecho una idea arraigada de toda la situación.
Osea… ¡Si lo intenté! Estuve en decenas de situaciones en donde intenté explicarle a Dalía que no sentía lo mismo por ella, que era mejor que buscara una pareja que también tuviera una cola de pez en vez de piernas, que no iba a funcionar… o que por último buscara a alguien que tuviera alguna sopresa entre piernas, porque conmigo no iba a encontrar ninguna.
Por un momento pensé en tomar su consejo e ir a descansar, cambiarme la ropa mojada o algo. Pero solo pude colocar mi frente en la baranda que se encontraba en el lado izquierdo del barco y solo pude contestar desde la ironía que me daba el estar cansada.
- Si, papá.
Supongo que Dalía le iba mejor que a mi. Poco antes de llegar Go’el, había conseguido un buen trato con el capitán del navío, aunque a veces me preguntaba qué tan complicado podría haber sido esa negociación. ¿Usualmente qué negociaban? ¿Aeros como todo el mundo o el pago era en sardinas?
Espera, ¿ellos comían cosas del mar? Si se comía un atún, ¿eso la hacía carnívora?
- Hmmmmmmm… - cuando Go’el la alcanzó, su estado la mostraba levemente dudosa, aunque por como conversaba previamente de sus cosas, la impresión que tengo es que se hacía la difícil - … lo pensaré con mi almohada, pero de acuerdo, podemos conversar si quieres. Aunque debo recordarte que ya estoy seducida por otra persona, así que si quieres sacar tu lado coqueto, es mejor que no pierdas el tiempo~
Como era de esperar, le gustaba la idea de que otros seres se sintieran atraídas por ella, aunque finalmente terminaba detrás mío. O quizás lo hacía para intentar hacerme sentir celos, quién sabe. Simplemente le dio una caracola pequeña y le indicó como usarla, casi como si fuera una pequeña flauta que solo tenía un agujero.
Cuando todo aquello terminó, casi de inmediato fue a parar a mi lado, dando órdenes a sus hombres para que protegieran el barco desde el océano.
- ¿Estás cansada? - me preguntó luego que terminó de ordenar a su gente – Deberías ir a descansar o dormir un poco mientras llegamos a destino.
La verdad pensaba que tanto el consejo de Go’el como el de ella me vendría bien a estas alturas de la noche, más decliné por el momento porque necesitaba hacer algo antes. Hacer una pregunta que sentía que debía hacer desde hace mucho tiempo.
- … digamos, así como si nada. ¿A quién considerarías como el macho alfa de esta… relación que tenemos?
- Jeje – rió inofensivamente mientras me abrazaba y se me pegaba al cuerpo – Por supuesto que tú, cariño. Quiero ser la esposa de esta relación y tu puedes ser el esposo si quieres.
Más allá de una pequeña sensación de insulto que sentía (¿Acaso yo era muy masculina para ser la esposa de esta relación?), había otra sensación que me invadía y era la de… victoria.
- ... punto para mí.
Osea… ¡Si lo intenté! Estuve en decenas de situaciones en donde intenté explicarle a Dalía que no sentía lo mismo por ella, que era mejor que buscara una pareja que también tuviera una cola de pez en vez de piernas, que no iba a funcionar… o que por último buscara a alguien que tuviera alguna sopresa entre piernas, porque conmigo no iba a encontrar ninguna.
Por un momento pensé en tomar su consejo e ir a descansar, cambiarme la ropa mojada o algo. Pero solo pude colocar mi frente en la baranda que se encontraba en el lado izquierdo del barco y solo pude contestar desde la ironía que me daba el estar cansada.
- Si, papá.
Supongo que Dalía le iba mejor que a mi. Poco antes de llegar Go’el, había conseguido un buen trato con el capitán del navío, aunque a veces me preguntaba qué tan complicado podría haber sido esa negociación. ¿Usualmente qué negociaban? ¿Aeros como todo el mundo o el pago era en sardinas?
Espera, ¿ellos comían cosas del mar? Si se comía un atún, ¿eso la hacía carnívora?
- Hmmmmmmm… - cuando Go’el la alcanzó, su estado la mostraba levemente dudosa, aunque por como conversaba previamente de sus cosas, la impresión que tengo es que se hacía la difícil - … lo pensaré con mi almohada, pero de acuerdo, podemos conversar si quieres. Aunque debo recordarte que ya estoy seducida por otra persona, así que si quieres sacar tu lado coqueto, es mejor que no pierdas el tiempo~
Como era de esperar, le gustaba la idea de que otros seres se sintieran atraídas por ella, aunque finalmente terminaba detrás mío. O quizás lo hacía para intentar hacerme sentir celos, quién sabe. Simplemente le dio una caracola pequeña y le indicó como usarla, casi como si fuera una pequeña flauta que solo tenía un agujero.
Cuando todo aquello terminó, casi de inmediato fue a parar a mi lado, dando órdenes a sus hombres para que protegieran el barco desde el océano.
- ¿Estás cansada? - me preguntó luego que terminó de ordenar a su gente – Deberías ir a descansar o dormir un poco mientras llegamos a destino.
La verdad pensaba que tanto el consejo de Go’el como el de ella me vendría bien a estas alturas de la noche, más decliné por el momento porque necesitaba hacer algo antes. Hacer una pregunta que sentía que debía hacer desde hace mucho tiempo.
- … digamos, así como si nada. ¿A quién considerarías como el macho alfa de esta… relación que tenemos?
- Jeje – rió inofensivamente mientras me abrazaba y se me pegaba al cuerpo – Por supuesto que tú, cariño. Quiero ser la esposa de esta relación y tu puedes ser el esposo si quieres.
Más allá de una pequeña sensación de insulto que sentía (¿Acaso yo era muy masculina para ser la esposa de esta relación?), había otra sensación que me invadía y era la de… victoria.
- ... punto para mí.
Siria
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