♦ Juego de Chicas.— Quede completamente sola una vez más, se enamoró de mi la soledad… o eso quería pensar en el instante que su voz volvía a susurrarme desde lo profundo de mi cabeza… Aun no lograba entender absolutamente nada, palabras sueltas si es que podía definirlas como tales, sonidos guturales estruendosos, gemidos lascivos, gritos y llantos… No tenía más sentido que antes, pero al menos ahora era una sola voz. La voz de una mujer… no podía dejar de impactarme lo poco familiar que me resultaba, pero a lo largo de mi caminar llegaba a sentir esa compañía amena, aunque lejos estábamos de entablar una conversación.

              “No estoy tan loca aun como para hablar con mi subconsciente…” pensé levantando el rostro al sentir las delgadas agujas de agua que descendían suavemente desde el cielo, creí que sería una mañana libre de ellas tras la tormenta de anoche “las nubes no se agotan aun…”, el frio no era mi mejor amigo considerando que iba gustaba de ir a pie, pero aun que no lo reconociera a voz abierta, aquel hombre que deje atrás había sido de gran ayuda con esto del invierno. El lugar del que provenía no tenía cosas como la maravillosa nieve, y estaba algo nerviosa por conocerla, no sabía que esperar.

              Apresure el paso hasta el cruce al bosque del Este que según indicaciones del señor Goel quedaba por aquí el tramo más limpio, aun me palpitaba la pierna a pesar de las vendas  y el entablillado, rengueaba entusiasta con el rostro por delante y esta nueva garua positiva me dejaba leer mejor mi nuevo entorno, pronto los árboles se abrían en un claro, por el lateral un ripio de planos limpios se mojaba completamente y unas pocas casas se levantaban alrededor, un pequeño poblado de no más de cuatro o cinco casitas de poca altura en comparación con los rascacielos verdes aledaños. En perpendicular al sendero estaba mi camino.

              Aldeas como estas no tenían ni un nombre recordable, y solían tacharse como sitios pequeños y asentamientos rurales rústicos y quizás sí, era un lugar pequeño, pero bastaba una persona, un niño que supiera de la Guerra y sus característicos personajes y ya tendría cazadores siguiéndome la pista como feroces perros de rastreo.
Levanté la mano libre y acomode mi capucha hacia adelante luego de cubrir como pude mi rostro con los largos rulos de mi melena, sujetaba con firmeza la tela hacia adelante mientras me tabaleaba al andar con ayuda de un bastón de hayedo que rescate kilómetros atrás, actuar como una vieja no era difícil con la lesión que traía encima.

              Atravesaría la aldea transversalmente, dos casas... unos pocos jóvenes afuera y casi ni más personas... La llovizna era fina pero densa y pesada, suficiente como para empapar a cualquiera en pocos pasos como era mi caso, el sol no salía entre las nubes para dar algo de calor y si la temperatura descendía aún más, pronto estaríamos cubiertos de maravilla blanca.
              - Oye Anciana! Cuidado!! – grito alguien a lo lejos y el agua me lo dijo, las vibraciones en el suelo me lo mostraron, un muchacho o quizás niña se deslizaba a toda velocidad hacia mí.
              Perdí el bastón saltando hacia atrás y de repente no podía detenerme. Cuatro, cinco, seis pasos y choque con una mujer entre mujeres.

              - Oyeee!!! – grito y se giró a verme en lo que caí al suelo .
              - Ohhh… disculpe señora…
              - Está bien… no se preocupe…
              - No, no, permítame ayudarla – quiso entonces ofrecerme su brazo. Pero la ignore levantándome sola.
              - Estoy bien, seguiré mi camino, continúe el suyo.
              De repente note la falta de llovizna, y estábamos bajo un techo algo largo. Mis piernas se mojaban pero mi torso no. Así que me quede al resguardo un segundo mientras sin querer escuche un curioso cotilleo:

              - Deberíamos quedarnos adentro con noticias como esas..
              - Pero… estas segura Merin de que hacia este lado se lo vio?
              - Lo están siguiendo y eso dijo el otro joven, aparentemente se refugia en la abadía de aquí… más hacia el bosque del este, pero aun no lograban dar con él.
              - Es un asesino entonces?
              - No dijeron nada de muertes y eso… pero hay que estar al resguardo.
              - Ja… Mira que seguirlo, que temerarios…
              - Siii… Yo no lo haría ni por todo el oro de Ulmer
              - Son muchos Aeros en la mesa Norina, y esta difícil el invierno si no armas tus provisiones…
              - Somos gente sencilla y de costumbres, mientras no vengan por nosotros, estas cosas ni nos tingan…

              Era una ligera idea, pero ya antes estuve ayudando a capturar a alguien en el pasado, Si habían Aeros de por medio y con la pobreza que me acompañaba sería interesante recibir algo de apoyo económico para moverme al menos en carreta hasta el norte.
              - Hace mucho frio… - susurré para mi misma antes de decidirme a seguir.