Bar de Sirvientas [Trabajo]
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Bar de Sirvientas [Trabajo]
Península de Verisar » En alguna ciudad de paso.
Temporada Invernal.
Temporada Invernal.
Ese día era especial, y no precisamente porque fuera bueno. No hacía mucho que junto al grupo que conformaba había decidido hacer una parada en una ciudad de paso para reponer provisiones, tal vez dinero, y relajarse un poco antes de continuar, pero esto último era lo que menos estaba haciendo.
Para empezar, no podía alejarse del par que había reclutado para que en un desliz no los fueran a matar. La tensión que había entre ellos, Zelas y Meraxes (sobre todo esta última) era tan evidente que hacía al pelirrojo cuestionarse si llevarlos había sido una buena opción. Se le agrega a esto que tenía un conflicto interno porque no sabía cómo proceder antes de que la situación alcanzara un punto de quiebre, pues, por más que analizaba las cosas no terminaba de comprender en dónde estaba la semilla del asunto. Del rubio se esperaba cualquier cosa, ¿pero de la flageladora?, ¿aún siendo tan racional? No tenía idea de qué podía estar pasando por su cabeza para guardar tanta tirria por los nuevos incluso antes del momento incómodo que provocó el bio-cibernético.
Lo natural sería recurrir al diálogo, pero, para finalizar, venía desde temprano evitando encontrarse mucho con ella y, exceptuando a Eirik, con los demás. ¿Qué otra cosa debía hacer después de despertar con recuerdos tan vívidos de un morboso sueño que los involucraba? Lo llamaría ‘sueño húmedo’ si no se quedara pequeño y si él fuera más joven, porque a esas alturas de la vida algo así solo podía ser reflejo de cosas que estaba seguro que no debía tener. Ni física ni moralmente. - ¿Me estaré excediendo con la abstinencia? - Llegó a pensar, entre otras tantas. Tenía muchas cosas presente, nada que le estresara más, por lo que se propuso simplemente buscar salidas fáciles…
No iba a negar que ahora era él quien se sentía incómodo estando en presencia de los demás, pero los evitaba de la manera más natural posible aprovechando que se había desaparecido toooda la mañana y podía aparentar que estaba ocupado, que no era del todo mentira; aprovechando que su cuerpo había mejorado mucho desde el reclutamiento del bárbaro, había quedado en hacer un pequeño trabajo una vez llegada la puesta de sol. Por consiguiente, además de alistar lo que llevaría consigo tenía que pensar en qué iba a hacer para tener garantía de que en su regreso no encontraría al metálico desmantelado y al bárbaro hecho jirones. Para cuando llegó el momento, ya había reflexionado que no tenía hijos, que no era niñero y que lo mejor para todos sería ir directo al grano. Si Merax era el motor de sus preocupaciones, no iba a esperar a confirmar si de verdad tenía un problema con los nuevos integrantes o solo estaba en sus días. Se dignó por fin a dirigirle la palabra antes de irse, alegando que necesitaba hablar con ella en una clara invitación para salir.
Para él esa rubia era la más difícil de tratar y si no había una oportunidad para asegurarse de mantener las cosas bien, crearía una.
Para empezar, no podía alejarse del par que había reclutado para que en un desliz no los fueran a matar. La tensión que había entre ellos, Zelas y Meraxes (sobre todo esta última) era tan evidente que hacía al pelirrojo cuestionarse si llevarlos había sido una buena opción. Se le agrega a esto que tenía un conflicto interno porque no sabía cómo proceder antes de que la situación alcanzara un punto de quiebre, pues, por más que analizaba las cosas no terminaba de comprender en dónde estaba la semilla del asunto. Del rubio se esperaba cualquier cosa, ¿pero de la flageladora?, ¿aún siendo tan racional? No tenía idea de qué podía estar pasando por su cabeza para guardar tanta tirria por los nuevos incluso antes del momento incómodo que provocó el bio-cibernético.
Lo natural sería recurrir al diálogo, pero, para finalizar, venía desde temprano evitando encontrarse mucho con ella y, exceptuando a Eirik, con los demás. ¿Qué otra cosa debía hacer después de despertar con recuerdos tan vívidos de un morboso sueño que los involucraba? Lo llamaría ‘sueño húmedo’ si no se quedara pequeño y si él fuera más joven, porque a esas alturas de la vida algo así solo podía ser reflejo de cosas que estaba seguro que no debía tener. Ni física ni moralmente. - ¿Me estaré excediendo con la abstinencia? - Llegó a pensar, entre otras tantas. Tenía muchas cosas presente, nada que le estresara más, por lo que se propuso simplemente buscar salidas fáciles…
No iba a negar que ahora era él quien se sentía incómodo estando en presencia de los demás, pero los evitaba de la manera más natural posible aprovechando que se había desaparecido toooda la mañana y podía aparentar que estaba ocupado, que no era del todo mentira; aprovechando que su cuerpo había mejorado mucho desde el reclutamiento del bárbaro, había quedado en hacer un pequeño trabajo una vez llegada la puesta de sol. Por consiguiente, además de alistar lo que llevaría consigo tenía que pensar en qué iba a hacer para tener garantía de que en su regreso no encontraría al metálico desmantelado y al bárbaro hecho jirones. Para cuando llegó el momento, ya había reflexionado que no tenía hijos, que no era niñero y que lo mejor para todos sería ir directo al grano. Si Merax era el motor de sus preocupaciones, no iba a esperar a confirmar si de verdad tenía un problema con los nuevos integrantes o solo estaba en sus días. Se dignó por fin a dirigirle la palabra antes de irse, alegando que necesitaba hablar con ella en una clara invitación para salir.
Para él esa rubia era la más difícil de tratar y si no había una oportunidad para asegurarse de mantener las cosas bien, crearía una.
- Trabajo:
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- Equipamiento:
* Usando.
- Ropas Arcanas Normales: [Túnica, Armadura] El diseño puede variar. No puede usarse junto a una Armadura. Posee bolsillos para portar materiales de hechizos. Cuando puedes descansar y rellenar energías (ej: beber) por al menos 30 minutos, recuperas un uso de una habilidad mágica de nivel igual o menor a 4, una vez al día.- Encantamientos:
- - Castigo de Loki: [Encantamiento de armadura o escudo, 1 uso] Al bloquear un ataque cuerpo a cuerpo, enviará una pulsión de éter hacia el cuerpo del enemigo que, durante una ronda, sentirá inútil (como muerto) el miembro con el que ejecutó el ataque. Una vez liberado el efecto, no podrá volver a gatillarse en el mismo tema.
- Botas Silenciosas: [Botas] Hechas de cuero, están especialmente diseñadas para no producir ruido al caminar, fortaleciendo las habilidades de sigilo del usuario.
* Guardado.
- Guantes de Ladrón: [Guantes] Elaborados en cuero, poseen pequeñas herramientas ocultas para forzar cerraduras y un dedo de borde afilado, especial para cortar pequeñas correas.
- Trivialidades (?).
Baltazar
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
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Los días eran particularmente lentos, desde aquella experiencia en los campos, las cosas en el equipo estaban un poco tensas. Lo más extraño, es que, a pesar de estarlos hacía algunos días que había tenido un peculiar sueño que involucraba a varios de ellos. Fue tan real y tan placentero que el sólo hecho de verlos, al menos en lo que respectaba a los dos elfos y el licántropo, me generaba cierto calor.
Como fuera calor o no, seguía con humor de perros y por muy calenturienta que me sintiera, mi orgullo mayor.
Fue un día en particular que la invitación por parte de Baltazar llegó, francamente consideré seriamente rechazarlo, pero hablando claro sabía que lo mejor era dejar los puntos claros con él y como no, la idea de tener un trabajo con dinero extra a mis bolsillos, algo que no tendría que compartir o dividir de más por la nueva adhesión de miembros- en la que básicamente de eso se trataba primeramente mi rechazo hacia ellos -, acepté su oferta y decidí acompañarlo en esta pequeña aventura solo los dos.
Eso nos retrasaría un poco del resto, ya podríamos darles alcance luego, contaba que seguramente nos tomaría algunas pocas semanas terminar esta tarea siempre y cuando las cosas fuesen sencillas.
Ya estaba lista para partir. Aún debía comprar ropa nueva, pero la nueva adquisición de equipo y armadura ligera se sentían de maravilla. Además desde que Zelas no reclutó, creí que era prudente practicar y retomar aquellas practicas arcanas que bien me habían servido a lo largo de los años. Llevaba un abrigo viejo, algo desgastado para cubrirme del frío, que aunque leve en aquella zona, ya empezaba a sentirse por el cambio de temporada. MI cabello, como siempre, caía en bucles sueltos hasta poco más abajo de mis glúteos. Las botas altas de tacón me daban un poco más de altura, como si ser alta no fuera suficiente, por lo demás llevaba todo lo que debía portar en su santo lugar.
Al principio no sabía bien que hablar con el elfo, era demasiado orgullosa para disculparme porque tal vez sí se me había pasado un poco la mano, pero él tenía que admitir que también tenía la culpa, además me seguía invadiendo esa curiosidad de comprobar si realmente era tal como lo había soñado, a mis ojos seguía siendo un maldito princeso.
- ¿Y bien? ¿Qué se supone qué haremos? Nunca me diste detalles. - Pensé que era lo mejor para romper el silencio pues la verdad lo único que escuchaba además de mi respiración era la pequeña vibración que emitía el broche, señal de que ni Gaegel ni Zelas estaban cerca. Al principio mi voz sonó algo distante, aunque sus ultimas frases intentaron ser un poco más suaves, una parte de mí sabía que debía ceder un poco.
Como fuera calor o no, seguía con humor de perros y por muy calenturienta que me sintiera, mi orgullo mayor.
Fue un día en particular que la invitación por parte de Baltazar llegó, francamente consideré seriamente rechazarlo, pero hablando claro sabía que lo mejor era dejar los puntos claros con él y como no, la idea de tener un trabajo con dinero extra a mis bolsillos, algo que no tendría que compartir o dividir de más por la nueva adhesión de miembros- en la que básicamente de eso se trataba primeramente mi rechazo hacia ellos -, acepté su oferta y decidí acompañarlo en esta pequeña aventura solo los dos.
Eso nos retrasaría un poco del resto, ya podríamos darles alcance luego, contaba que seguramente nos tomaría algunas pocas semanas terminar esta tarea siempre y cuando las cosas fuesen sencillas.
Ya estaba lista para partir. Aún debía comprar ropa nueva, pero la nueva adquisición de equipo y armadura ligera se sentían de maravilla. Además desde que Zelas no reclutó, creí que era prudente practicar y retomar aquellas practicas arcanas que bien me habían servido a lo largo de los años. Llevaba un abrigo viejo, algo desgastado para cubrirme del frío, que aunque leve en aquella zona, ya empezaba a sentirse por el cambio de temporada. MI cabello, como siempre, caía en bucles sueltos hasta poco más abajo de mis glúteos. Las botas altas de tacón me daban un poco más de altura, como si ser alta no fuera suficiente, por lo demás llevaba todo lo que debía portar en su santo lugar.
Al principio no sabía bien que hablar con el elfo, era demasiado orgullosa para disculparme porque tal vez sí se me había pasado un poco la mano, pero él tenía que admitir que también tenía la culpa, además me seguía invadiendo esa curiosidad de comprobar si realmente era tal como lo había soñado, a mis ojos seguía siendo un maldito princeso.
- ¿Y bien? ¿Qué se supone qué haremos? Nunca me diste detalles. - Pensé que era lo mejor para romper el silencio pues la verdad lo único que escuchaba además de mi respiración era la pequeña vibración que emitía el broche, señal de que ni Gaegel ni Zelas estaban cerca. Al principio mi voz sonó algo distante, aunque sus ultimas frases intentaron ser un poco más suaves, una parte de mí sabía que debía ceder un poco.
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
Meraxes
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
El elfo había logrado que Meraxes aceptara el trabajo que por cosas de la vida llegó a sus oídos, eso, por lo menos, fue el primer paso en aquel arduo camino por limar asperezas con ella.
El trabajo los atrasaría un poco del grupo principal, pero al menos mantenía una confianza absoluta en que luego de lo sucedido en los campos, no hubiese ningún conflicto entre los demás. Sería eso, o hacerse la idea de que Zelas terminara matando a Artorias y a Eirik. Aquel pelirrojo quería creer que luego de lo acontecido el biocibernético, y el tosco humano se comportaran como era debido.
Una vez que ambos ya se habían separado del resto, y las vibraciones del amuleto disminuyeron debido a la lejanía con Zelas y Gaegel, fue muy evidente el silencio sepulcral que existía entre ellos dos. Y era perfectamente natural. La tensión que había entre Meraxes y Baltazar era casi palpable a simple vista.
Varias veces el elfo intentó idear alguna manera de iniciar conversación, pero no encontraba la forma de hacerlo. Y el sueño erótico que había tenido anteriormente no ayudaba nada en la formulación de un tema en los que sus ojos no vieran a la chica en una posición que le calentaba y endurecía a sobremanera la entrepierna.
Finalmente fue la mujer quien terminó rompiendo el silencio, con un tono brusco al principio, pero al menos ahora ya había un comienzo con el cual podía trabajar.
- Es un trabajo muy sencillo. Hay un bar de sirvientas en el cual hay sospechas de que está siendo operado únicamente como una fachada de negocios más turbios. Nuestra tarea es infiltrarnos en dicho lugar y obtener la información necesaria para confirmar dichas sospechas. - Dijo mientras miraba con demasiada atención a Meraxes esperando saber cual sería su reacción.
Había cometido el error de invitarla sin saber si aceptaría el trabajo. Realmente no estuvo seguro que ella aceptara pero quería compensar las cosas, era evidente para él que el dinero era un tema que llamaba la atención de la chica, sin embargo este trabajo en particular suponía que Meraxes debía de actuar más femenina de lo que por lo general solía ser.
Lo difícil de la situación era que solamente podía confiar en Meraxes para realizar ese trabajo, pues Zelas era muy musculoso, Gaegel muy peludo, Artorias estaba cubierto en metal, y Eirik, bueno, se delataría solo con decir alguna palabra soez al inicio.
El trabajo los atrasaría un poco del grupo principal, pero al menos mantenía una confianza absoluta en que luego de lo sucedido en los campos, no hubiese ningún conflicto entre los demás. Sería eso, o hacerse la idea de que Zelas terminara matando a Artorias y a Eirik. Aquel pelirrojo quería creer que luego de lo acontecido el biocibernético, y el tosco humano se comportaran como era debido.
Una vez que ambos ya se habían separado del resto, y las vibraciones del amuleto disminuyeron debido a la lejanía con Zelas y Gaegel, fue muy evidente el silencio sepulcral que existía entre ellos dos. Y era perfectamente natural. La tensión que había entre Meraxes y Baltazar era casi palpable a simple vista.
Varias veces el elfo intentó idear alguna manera de iniciar conversación, pero no encontraba la forma de hacerlo. Y el sueño erótico que había tenido anteriormente no ayudaba nada en la formulación de un tema en los que sus ojos no vieran a la chica en una posición que le calentaba y endurecía a sobremanera la entrepierna.
Finalmente fue la mujer quien terminó rompiendo el silencio, con un tono brusco al principio, pero al menos ahora ya había un comienzo con el cual podía trabajar.
- Es un trabajo muy sencillo. Hay un bar de sirvientas en el cual hay sospechas de que está siendo operado únicamente como una fachada de negocios más turbios. Nuestra tarea es infiltrarnos en dicho lugar y obtener la información necesaria para confirmar dichas sospechas. - Dijo mientras miraba con demasiada atención a Meraxes esperando saber cual sería su reacción.
Había cometido el error de invitarla sin saber si aceptaría el trabajo. Realmente no estuvo seguro que ella aceptara pero quería compensar las cosas, era evidente para él que el dinero era un tema que llamaba la atención de la chica, sin embargo este trabajo en particular suponía que Meraxes debía de actuar más femenina de lo que por lo general solía ser.
Lo difícil de la situación era que solamente podía confiar en Meraxes para realizar ese trabajo, pues Zelas era muy musculoso, Gaegel muy peludo, Artorias estaba cubierto en metal, y Eirik, bueno, se delataría solo con decir alguna palabra soez al inicio.
Baltazar
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Hablar en aquel momento con Baltazar era mucho más difícil de lo que parecía. En la atmósfera se sentía mucha tensión, el problema era que no sabía de cuál tipo era o quizás sí. Era una mezcla de culpa, seguida de orgullo con algo de curiosidad y también una parte de atracción, aquel sueño tan vivido no dejaba de rondar por mi cabeza, cada imagen tan nítida como la anterior que sólo me ponían la piel de gallina.
La respuesta a mi pregunta no tardó en llegar, procesaba la información. Así que era una especie de trabajo en el que debíamos ir a un ¿Bar de sirvientas? ¿pero qué demonios era eso? ¿Una especie de prostíbulo o algo así?
Aparentemente debíamos infiltrarnos, allí parte de las cosas hicieron click, pues no había que ser tan tonto para saber que al ser la única mujer en el grupo era la más adecuada, además el cuerpo del pelirrojo por más tonificado que estuviera, tenía una complexión que con un buen disfraz también podría servir.
Sentía su mirada, eso sólo me complicaba las cosas en ese momento, mi cuerpo se tensaba. Tomé una bocanada de aire a fin de relajar un poco los músculos. - Tienes que calmarte Mera o de lo contrario no podrás realizar esta tarea.- Me decía a mi misma una y otra vez. Debía enfocarme en el trabajo, seguramente me hubiese sentido del mismo modo con Gaegel, es decir con ninguno de ellos dos había llegado a un contacto más íntimo. Con Zelas, bueno, él era otra historia, seguramente hubiese matado las ganas y ya seguir con nuestra rutina como si nada, era algo que no interfería con nuestro trabajo.
Llegar a esas conclusiones me calmó un poco, por lo que ya sentía que podía hablar de una forma más tranquila. - Ya veo. ¿Sabes algo más de ese lugar? Ya sabes. ¿Es sólo un "bar" u ofrecen otros servicios? Y ya que hablas de infiltrarnos. ¿Cómo pretendes hacerlo? - Formulé mis primeras preguntas. - ¿Qué tan lejos estamos de ese sitio? - Agregué. Considerando que íbamos a pie seguramente tardaríamos bastante por lo que algo se me podría ocurrir en el trayecto dependiendo de las respuesta de Baltazar.
La respuesta a mi pregunta no tardó en llegar, procesaba la información. Así que era una especie de trabajo en el que debíamos ir a un ¿Bar de sirvientas? ¿pero qué demonios era eso? ¿Una especie de prostíbulo o algo así?
Aparentemente debíamos infiltrarnos, allí parte de las cosas hicieron click, pues no había que ser tan tonto para saber que al ser la única mujer en el grupo era la más adecuada, además el cuerpo del pelirrojo por más tonificado que estuviera, tenía una complexión que con un buen disfraz también podría servir.
Sentía su mirada, eso sólo me complicaba las cosas en ese momento, mi cuerpo se tensaba. Tomé una bocanada de aire a fin de relajar un poco los músculos. - Tienes que calmarte Mera o de lo contrario no podrás realizar esta tarea.- Me decía a mi misma una y otra vez. Debía enfocarme en el trabajo, seguramente me hubiese sentido del mismo modo con Gaegel, es decir con ninguno de ellos dos había llegado a un contacto más íntimo. Con Zelas, bueno, él era otra historia, seguramente hubiese matado las ganas y ya seguir con nuestra rutina como si nada, era algo que no interfería con nuestro trabajo.
Llegar a esas conclusiones me calmó un poco, por lo que ya sentía que podía hablar de una forma más tranquila. - Ya veo. ¿Sabes algo más de ese lugar? Ya sabes. ¿Es sólo un "bar" u ofrecen otros servicios? Y ya que hablas de infiltrarnos. ¿Cómo pretendes hacerlo? - Formulé mis primeras preguntas. - ¿Qué tan lejos estamos de ese sitio? - Agregué. Considerando que íbamos a pie seguramente tardaríamos bastante por lo que algo se me podría ocurrir en el trayecto dependiendo de las respuesta de Baltazar.
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
Valeria abrió los ojos presa de una repentina inquietud. Por un momento, no reconoció el lugar en el que se encontraba, aunque una fragancia familiar llenaba la habitación. La luz de la mañana se filtraba a través de la ventana, por donde entró también el grave ladrido de un perro. Recordó entonces su llegada a la posada la noche anterior, así como el enorme mastín que guardaba el corral de la parte de atrás.
Había sido un sueño, entonces.
El alivio le duró lo que tardó en dar con la hoja de papel depositada en el suelo, junto a la puerta. La misiva la firmaba un tal Rauko, nombre que le resultaba vagamente familiar. La imagen fugaz de un atractivo brujo le vino a la mente cuando trató de hacer memoria. No era aquella la clase de nota que esperaría recibir tras aquel en cuentro.
Y estaba el asunto de la fragancia y la pesadilla, que cada vez dudaba más que lo fuera. ¿Pero cómo habría sabido ella dónde encontrarla? Y, ante todo, ¿qué demonios era eso de un bar de sirvientas? ¿Se trataba de un eufemismo de la zona?
En cualquier caso, el encargo se parecía demasiado a aquel otro, meses atrás, como para pasarlo por alto. La cuestión era si realmente quería implicarse en aquello cuando ya tenía otra misión más al norte.
—Un par de días —murmuró después de darle algunas vueltas—. Si no encuentro nada en un par de días, seguiré mi camino.
Encontrar información sobre el local no fue cosa difícil, estaba en boca de todos. Además, estaban contratando, así que acceder al local había sido cosa de niños. Lo más complejo había resultado hacerse con la vestimenta adecuada en tan poco tiempo, hasta que descubrió que la posada en que se alojaba contaba con un pequeño almacén de objetos perdidos. El hecho de que una bruja heredera se hubiera alojado allí con su olvidadiza sirvienta el año anterior fue una feliz casualidad.
—Nadie lo reclamó y tampoco había mucho uso que darle —le había dicho la posadera mientras aireaba un poco las prendas antes de entregárselas—: demasiado elegante para una niña y demasiado pequeño para… Bueno, no importa, seguro que a ti te sentará estupendamente. ¿Para qué dijiste que lo querías?
Aquella había sido la señal para que Valeria adelantara unas monedas extra que le evitaran penosas explicaciones y, aquella misma tarde, pertrechada al más puro estilo del servicio illidense, traspasó la entrada del afamado “bar”. No tardó en descubrir que las sirvientas de Verisar vestían de otra guisa, pero eso no le importó, estaba dispuesta a jugar la carta del exotismo.
—¿Y cuál es tu número? —dijo la que sería su nueva empleadora por las próximas dos jornadas tras recuperarse del choque cultural.
—¿Número?
—Sí, tu número. ¿Cantas, bailas, tocas la bandurria?
Valeria se quedó en blanco durante un latido, las artes nunca habían sido lo suyo. Entonces, se fijó en las botellas que había tras la barra de la taberna y, con un teatral gesto de su mano, hizo que algunas de ellas se alzaran en el aire, dando vueltas en torno a un vaso alto(1). Sin tocar las botellas en ningún momento, vertió pequeñas cantidades de varias de ellas. Al terminar, con un gesto de su otra mano, el vaso se alzó levemente y golpeó de nuevo la barra, agitando su contenido. Valeria le ofreció la bebida a su entrevistadora, que, no sin cierta suspicacia, dio un pequeño sorbo, luego abrió mucho los ojos y dio un sorbo mayor.
—Empiezas esta noche —dijo la mujer antes de dar cuenta del resto del vaso.
-------
OFF: (1) Uso mi rasgo de telequinesis.
Color de la encargada: #00ccff
Había sido un sueño, entonces.
El alivio le duró lo que tardó en dar con la hoja de papel depositada en el suelo, junto a la puerta. La misiva la firmaba un tal Rauko, nombre que le resultaba vagamente familiar. La imagen fugaz de un atractivo brujo le vino a la mente cuando trató de hacer memoria. No era aquella la clase de nota que esperaría recibir tras aquel en cuentro.
Y estaba el asunto de la fragancia y la pesadilla, que cada vez dudaba más que lo fuera. ¿Pero cómo habría sabido ella dónde encontrarla? Y, ante todo, ¿qué demonios era eso de un bar de sirvientas? ¿Se trataba de un eufemismo de la zona?
En cualquier caso, el encargo se parecía demasiado a aquel otro, meses atrás, como para pasarlo por alto. La cuestión era si realmente quería implicarse en aquello cuando ya tenía otra misión más al norte.
—Un par de días —murmuró después de darle algunas vueltas—. Si no encuentro nada en un par de días, seguiré mi camino.
Encontrar información sobre el local no fue cosa difícil, estaba en boca de todos. Además, estaban contratando, así que acceder al local había sido cosa de niños. Lo más complejo había resultado hacerse con la vestimenta adecuada en tan poco tiempo, hasta que descubrió que la posada en que se alojaba contaba con un pequeño almacén de objetos perdidos. El hecho de que una bruja heredera se hubiera alojado allí con su olvidadiza sirvienta el año anterior fue una feliz casualidad.
—Nadie lo reclamó y tampoco había mucho uso que darle —le había dicho la posadera mientras aireaba un poco las prendas antes de entregárselas—: demasiado elegante para una niña y demasiado pequeño para… Bueno, no importa, seguro que a ti te sentará estupendamente. ¿Para qué dijiste que lo querías?
Aquella había sido la señal para que Valeria adelantara unas monedas extra que le evitaran penosas explicaciones y, aquella misma tarde, pertrechada al más puro estilo del servicio illidense, traspasó la entrada del afamado “bar”. No tardó en descubrir que las sirvientas de Verisar vestían de otra guisa, pero eso no le importó, estaba dispuesta a jugar la carta del exotismo.
—¿Y cuál es tu número? —dijo la que sería su nueva empleadora por las próximas dos jornadas tras recuperarse del choque cultural.
—¿Número?
—Sí, tu número. ¿Cantas, bailas, tocas la bandurria?
Valeria se quedó en blanco durante un latido, las artes nunca habían sido lo suyo. Entonces, se fijó en las botellas que había tras la barra de la taberna y, con un teatral gesto de su mano, hizo que algunas de ellas se alzaran en el aire, dando vueltas en torno a un vaso alto(1). Sin tocar las botellas en ningún momento, vertió pequeñas cantidades de varias de ellas. Al terminar, con un gesto de su otra mano, el vaso se alzó levemente y golpeó de nuevo la barra, agitando su contenido. Valeria le ofreció la bebida a su entrevistadora, que, no sin cierta suspicacia, dio un pequeño sorbo, luego abrió mucho los ojos y dio un sorbo mayor.
—Empiezas esta noche —dijo la mujer antes de dar cuenta del resto del vaso.
- traje de sirvienta:
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
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Con mi serie de preguntas, esperaba que Baltazar pudiese responderme una de ellas. Además hasta cierto punto eso haría algo más "ameno" ese pesado viaje.
- Sólo sé lo que te dije. Es un bar temático. Tal vez sí ofrezcan otros servicios es algo que sabremos cuando lleguemos. sobre infiltrarnos estoy abierto a ideas, eres buena para pensar cosas con rapidez, algo se te ocurrirá. - Me miró de reojo con una sonrisa de soslayo.
- O sea básicamente quieres que improvisemos y veamos qué pasa. - Respondí en resumidas cuentas ante su escasa falta de información.
El muy maldito no dijo algo más, de hecho ignoró por completo mi ultima pregunta, pues se la reservó la pregunta de la distancia hasta que llegamos a lo que parecía una caravana mercante. - Ellos nos llevarán, Tardaremos algunas horas desde este punto. - Señaló a un pequeño grupo de hombres que llevaban carretas repletas con mercancía.
- Déjame adivinar... transporte por protección. - Sonreí de forma sarcástica a lo que el pelirrojo asintió levantando el pulgar. - Esa es mi chica.
Aquella frase me hizo algo de ruido, pues fue imposible no trasladar a nueva cuenta las imágenes de aquel vivido sueño. Dejando eso de lado, no había nada más que hacer, era momento de emprender la aventura a ese peculiar bar.
El trayecto estuvo tranquilo, quizás relacionado a los eventos previos de aquellos parajes. Como sea, logramos llegar al dichoso lugar. Una vez que Baltazar se encargó de agradecer a los mercantes, no perdimos el tiempo el tiempo en buscar el tan mencionado bar. La verdad, estaba muy cansada, pero si aquello era un bar seguramente habría comida y bebida con la cual poder reponer fuerzas.
Ir como clientes nos facilitaría observar a detalle lo que allí sucedía. Ya era de noche por lo que seguramente hallaríamos el lugar lleno. - Será mejor separarnos, si alguno de los dos consigue algo importante nos lo haremos saber por medio de la medalla. - Comenté comenzando a tomar distancia prudencial entre el elfo y yo.
- ¿Eh? ¿Y si tienes que cargar...? Ok .. ok... solos, ya entendí. - Expresó con cierto miedo al ver mi frívolo rostro.
Por seguridad, y para no levantar sospechas guardé ambas medallas en mi bolsillo, de tenerlas en el pecho quizás podrían mostrarse reacios a dar algún tipo de información.
Fui la primera en ingresar, el ambiente era peculiar, con trajes que a mi parecer la palabra ridículo los describía a la perfección. - Mesa para uno, por favor. - Me acerqué a la chica mas cercana con mi imponente presencia, la búsqueda de información daba inicio.
- Sólo sé lo que te dije. Es un bar temático. Tal vez sí ofrezcan otros servicios es algo que sabremos cuando lleguemos. sobre infiltrarnos estoy abierto a ideas, eres buena para pensar cosas con rapidez, algo se te ocurrirá. - Me miró de reojo con una sonrisa de soslayo.
- O sea básicamente quieres que improvisemos y veamos qué pasa. - Respondí en resumidas cuentas ante su escasa falta de información.
El muy maldito no dijo algo más, de hecho ignoró por completo mi ultima pregunta, pues se la reservó la pregunta de la distancia hasta que llegamos a lo que parecía una caravana mercante. - Ellos nos llevarán, Tardaremos algunas horas desde este punto. - Señaló a un pequeño grupo de hombres que llevaban carretas repletas con mercancía.
- Déjame adivinar... transporte por protección. - Sonreí de forma sarcástica a lo que el pelirrojo asintió levantando el pulgar. - Esa es mi chica.
Aquella frase me hizo algo de ruido, pues fue imposible no trasladar a nueva cuenta las imágenes de aquel vivido sueño. Dejando eso de lado, no había nada más que hacer, era momento de emprender la aventura a ese peculiar bar.
El trayecto estuvo tranquilo, quizás relacionado a los eventos previos de aquellos parajes. Como sea, logramos llegar al dichoso lugar. Una vez que Baltazar se encargó de agradecer a los mercantes, no perdimos el tiempo el tiempo en buscar el tan mencionado bar. La verdad, estaba muy cansada, pero si aquello era un bar seguramente habría comida y bebida con la cual poder reponer fuerzas.
Ir como clientes nos facilitaría observar a detalle lo que allí sucedía. Ya era de noche por lo que seguramente hallaríamos el lugar lleno. - Será mejor separarnos, si alguno de los dos consigue algo importante nos lo haremos saber por medio de la medalla. - Comenté comenzando a tomar distancia prudencial entre el elfo y yo.
- ¿Eh? ¿Y si tienes que cargar...? Ok .. ok... solos, ya entendí. - Expresó con cierto miedo al ver mi frívolo rostro.
Por seguridad, y para no levantar sospechas guardé ambas medallas en mi bolsillo, de tenerlas en el pecho quizás podrían mostrarse reacios a dar algún tipo de información.
Fui la primera en ingresar, el ambiente era peculiar, con trajes que a mi parecer la palabra ridículo los describía a la perfección. - Mesa para uno, por favor. - Me acerqué a la chica mas cercana con mi imponente presencia, la búsqueda de información daba inicio.
- Off:
- Dado a que ya Baltazar nos dio su permiso de usarlo como NPC procedo a manejarlo un poco. Igualmente puedes hacerlo si lo crees necesario en algún punto.
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
La encargada no le dio muchas más explicaciones acerca del puesto o la organización del lugar. Supo que se llamaba Mira (por su expresión de «Mira lo que me importa, seguramente») y que le gustaba la bebida, pues tras terminarse el contenido del vaso, le pidió otro para ir tomando mientras se preparaba para la hora de apertura.
Así que Valeria dedicó el tiempo restante a familiarizarse con los licores y otros brebajes almacenados tras la barra. No todos los nombres que aparecían en las etiquetas le eran familiares, pero una olfateada aquí y allá compensaban el desconocimiento. Después de todo, aquello no era muy distinto de la alquimia, se trataba de mezclar elixires y Valeria tenía harta práctica con eso.
Mientras disponía a su conveniencia los vasos, botellas y otros cachivaches, una rubia de cara peluda se acercó lo suficiente para mirarla de arriba abajo. Se sirvió una bebida y se marchó por donde había venido sin dirigirle la palabra.
—No le hagas caso —dijo una pelirroja de aspecto dicharachero que acababa de acercarse desde la parte de atrás del establecimiento—, Leo mira así a todas. Guarda sus sonrisas para los clientes.
—¿Y hablar, sabe? —preguntó Valeria, que nunca sabía a qué atenerse con esa especie de híbridos.
La pelirroja soltó una risilla como de cascabeles, tomando el comentario como una broma, seguramente, y le pidió una bebida.
—Algo fresco y sin alcohol, para terminar de despertarme antes de abrir. ¿Eres la nueva que mencionó Mira, verdad? —preguntó mientras Valeria mezclaba el contenido de un par de botellas y añadía unas hojitas de menta de su bolsa—. Yo soy Kali.
—Amelia —respondió Val, al tiempo que le servía la mezcla de jugos.
Kali dio un sorbo a la bebida y sonrió apreciativamente.
—Encantada de conocerte, Amelia. ¿Dónde aprendiste a mezclar?
—En el archipiélago. Esta combinación está muy de moda últimamente en Beltrexus, aunque suele tomarse a primera hora de la mañana, para empezar el día con buen pie.
—Qué se le va a hacer, cada una empieza el día cuando lo empieza —respondió Kali con un guiño—. ¿Ya te han presentado a las demás?
Valeria negó con la cabeza y Kali se volvió con el vaso en la mano, para abarcar la sala con la mirada. Los clientes ya habían empezado a llegar, por lo que había bastante movimiento y no tantos uniformes estrafalarios a la vista. Finalmente, señaló a una joven de hermoso cabello castaño entre el que asomaba un impresionante par de cuernos.
—Esa es Agnes. Se hace la inocente para los clientes, pero entre bambalinas, cuenta las anécdotas más picantes. Es capaz de hacer reír a un muerto, te lo digo yo.
—¿Y esa de allí? —preguntó Valeria, señalando a una muchacha de uniforme notablemente más sobrio que el de las demás.
—Guiomar. Se encarga del guardarropa y creo que no le he oído pronunciar más de una docena de palabras en las seis semanas que lleva con nosotras.
«Lleva poco aquí y mantiene las distancias con el resto», apuntó Valeria mentalmente. En esto, una clienta despampanantemente alta entró en el local y Kali devolvió el vaso, ahora vacío.
—En fin, el trabajo me llama.
Sin embargo, antes de que pudiera dar dos pasos en dirección a la recién llegada, una sombra negra y rosada la adelantó, dándole un empujón con la cadera, y se ocupó de la clienta con una solicitud y energía que hizo que Valeria se sintiera cansada de repente.
—Y esa es Otofursa —dijo Kali con sonrisa forzada—. Le encanta pisar a las demás. Aprenderás a adorarla, ya verás.
----------
OFF: Bueno, creo que tenemos una buena colección de PNJs para empezar, pero siéntete libre de añadir alguno más, a tu gusto.
Color de Mira, la encargada: #00ccff
Color de Kali: Aquamarine
Reposteo porque soy lerda y olvidé otra vez el dado del aniversario xD
- Mira:
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Así que Valeria dedicó el tiempo restante a familiarizarse con los licores y otros brebajes almacenados tras la barra. No todos los nombres que aparecían en las etiquetas le eran familiares, pero una olfateada aquí y allá compensaban el desconocimiento. Después de todo, aquello no era muy distinto de la alquimia, se trataba de mezclar elixires y Valeria tenía harta práctica con eso.
Mientras disponía a su conveniencia los vasos, botellas y otros cachivaches, una rubia de cara peluda se acercó lo suficiente para mirarla de arriba abajo. Se sirvió una bebida y se marchó por donde había venido sin dirigirle la palabra.
—No le hagas caso —dijo una pelirroja de aspecto dicharachero que acababa de acercarse desde la parte de atrás del establecimiento—, Leo mira así a todas. Guarda sus sonrisas para los clientes.
- Leo:
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—¿Y hablar, sabe? —preguntó Valeria, que nunca sabía a qué atenerse con esa especie de híbridos.
La pelirroja soltó una risilla como de cascabeles, tomando el comentario como una broma, seguramente, y le pidió una bebida.
—Algo fresco y sin alcohol, para terminar de despertarme antes de abrir. ¿Eres la nueva que mencionó Mira, verdad? —preguntó mientras Valeria mezclaba el contenido de un par de botellas y añadía unas hojitas de menta de su bolsa—. Yo soy Kali.
- Kali:
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—Amelia —respondió Val, al tiempo que le servía la mezcla de jugos.
Kali dio un sorbo a la bebida y sonrió apreciativamente.
—Encantada de conocerte, Amelia. ¿Dónde aprendiste a mezclar?
—En el archipiélago. Esta combinación está muy de moda últimamente en Beltrexus, aunque suele tomarse a primera hora de la mañana, para empezar el día con buen pie.
—Qué se le va a hacer, cada una empieza el día cuando lo empieza —respondió Kali con un guiño—. ¿Ya te han presentado a las demás?
Valeria negó con la cabeza y Kali se volvió con el vaso en la mano, para abarcar la sala con la mirada. Los clientes ya habían empezado a llegar, por lo que había bastante movimiento y no tantos uniformes estrafalarios a la vista. Finalmente, señaló a una joven de hermoso cabello castaño entre el que asomaba un impresionante par de cuernos.
—Esa es Agnes. Se hace la inocente para los clientes, pero entre bambalinas, cuenta las anécdotas más picantes. Es capaz de hacer reír a un muerto, te lo digo yo.
- Agnes:
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—¿Y esa de allí? —preguntó Valeria, señalando a una muchacha de uniforme notablemente más sobrio que el de las demás.
—Guiomar. Se encarga del guardarropa y creo que no le he oído pronunciar más de una docena de palabras en las seis semanas que lleva con nosotras.
- Guiomar:
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«Lleva poco aquí y mantiene las distancias con el resto», apuntó Valeria mentalmente. En esto, una clienta despampanantemente alta entró en el local y Kali devolvió el vaso, ahora vacío.
—En fin, el trabajo me llama.
Sin embargo, antes de que pudiera dar dos pasos en dirección a la recién llegada, una sombra negra y rosada la adelantó, dándole un empujón con la cadera, y se ocupó de la clienta con una solicitud y energía que hizo que Valeria se sintiera cansada de repente.
—Y esa es Otofursa —dijo Kali con sonrisa forzada—. Le encanta pisar a las demás. Aprenderás a adorarla, ya verás.
- Otofursa, dispuesta y servicial para atender a Mera, Merita, Mera:
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Península de Verisar » En alguna ciudad de paso.
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Luego de separarme de Baltazar, entré primero al recinto. Tras hacer mi solicitud, observaba, había gran variedad de chicas, muchas de ellas apetecibles a la vista, algo que era evidente y no había que ser hombre para caer en cuenta de semejante verdad. Esperaba que alguna de las más llamativas me atendiera, después de todo era abierta a cualquier tipo de flirteo.
Mi sorpresa no fue tan grata a encontrarme con una chica que parecía una niña, por los dioses no era de esas y aparte ver tanta fragilidad en ese cuerpo con pelo rosa me quitaba todo indicio de querer si quiera pensar algo subido de tono, supongo que era un recordatorio divino en que debía centrarme en la tarea de buscar información antes que ceder a mis deseos carnales, suspiré en lo muy interno de mí resignada a la idea.
- Muy buenas noches mi querida Dama. Mi nombre es Otofursa y me encargaré de servirle My Lady. - Dio la bienvenida con bastante energía. Fingí una sonrisa y entre en papel siendo guiada por la pelirrosa a una mesa cerca de la barra principal, bastante acogedora y con sillones bastante cómodos en los cuales podría disfrutar la experiencia del lugar.
- Encantada de conocerte. Puedes llamarme Mera. ¿Y dime que bebida puedes recomendarle a una viajera que solo desea pasar un buen rato? - Pregunté a la chica en traslado de la entrada a las sillas. Tomé asiento y mis orbes violetas penetraron los suyos por unos segundos.
- Puedo recomendarle un excelente vino especiado de excelente calidad. Su sabor dulce e intenso la llevarán a una experiencia sublime. - Explicó la chica, a lo que asentí accediendo a la sugerencia, no podía negarme si se trataba de vino. Aproveché su ausencia para mirar alrededor con sutileza, detallaba los uniformes, las personas que ahí se encontraban y claro está la variedad de personal que ofrecían a lo que mi vista daba.
Fue en ese momento que Baltazar, no tardó en ingresar en el recinto. Era imposible no percatarse cuando su melena roja llamaba en demasía la atención. Se movía tan pomposamente como siempre, se había encargado de abrir un poco su túnica a la altura del pecho para dejar carne a la vista. Era un exhibicionista empedernido. - ¿Quién de ustedes hermosas damas quiere acompañar a este galante elfo en una noche de copas? - Dijo con una presentación tan alocada como lo era él. Eso seguro llamaría la atención y era lo que esperaba, que la captara tanto como fuera posible.
Mi sorpresa no fue tan grata a encontrarme con una chica que parecía una niña, por los dioses no era de esas y aparte ver tanta fragilidad en ese cuerpo con pelo rosa me quitaba todo indicio de querer si quiera pensar algo subido de tono, supongo que era un recordatorio divino en que debía centrarme en la tarea de buscar información antes que ceder a mis deseos carnales, suspiré en lo muy interno de mí resignada a la idea.
- Muy buenas noches mi querida Dama. Mi nombre es Otofursa y me encargaré de servirle My Lady. - Dio la bienvenida con bastante energía. Fingí una sonrisa y entre en papel siendo guiada por la pelirrosa a una mesa cerca de la barra principal, bastante acogedora y con sillones bastante cómodos en los cuales podría disfrutar la experiencia del lugar.
- Encantada de conocerte. Puedes llamarme Mera. ¿Y dime que bebida puedes recomendarle a una viajera que solo desea pasar un buen rato? - Pregunté a la chica en traslado de la entrada a las sillas. Tomé asiento y mis orbes violetas penetraron los suyos por unos segundos.
- Puedo recomendarle un excelente vino especiado de excelente calidad. Su sabor dulce e intenso la llevarán a una experiencia sublime. - Explicó la chica, a lo que asentí accediendo a la sugerencia, no podía negarme si se trataba de vino. Aproveché su ausencia para mirar alrededor con sutileza, detallaba los uniformes, las personas que ahí se encontraban y claro está la variedad de personal que ofrecían a lo que mi vista daba.
Fue en ese momento que Baltazar, no tardó en ingresar en el recinto. Era imposible no percatarse cuando su melena roja llamaba en demasía la atención. Se movía tan pomposamente como siempre, se había encargado de abrir un poco su túnica a la altura del pecho para dejar carne a la vista. Era un exhibicionista empedernido. - ¿Quién de ustedes hermosas damas quiere acompañar a este galante elfo en una noche de copas? - Dijo con una presentación tan alocada como lo era él. Eso seguro llamaría la atención y era lo que esperaba, que la captara tanto como fuera posible.
- Off:
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
Valeria tomó el vaso de Kali y fue a llevarlo a la tina de agua jabonosa sin poder apartar los ojos de aquel terremoto rosado. Distraída como estaba, el vaso se le resbaló de la mano, lo que hizo que reaccionara, bajando la mano y agarrándolo más fuerte. No supo si es que el vaso estaría ya en las últimas o, quizá con la distracción, había aplicado algo más que fuerza física, pero el vaso se quebró en cuanto cerró la mano sobre él y Valeria apretó los labios para no soltar una maldición.
—Vaya, sí que estás fuerte —dijo Kali.
Abortada su tarea anterior, la pelirroja se metió detrás de la barra para ayudar a retirar los cristales.
—Puedo sola —dijo Valeria, quizá con más brusquedad de la necesaria.
Apretó de nuevo los labios y concentró su frustración en los cristales que se le habían clavado en la mano. Estos salieron disparados, a mayor velocidad de lo que había pretendido, y se clavaron en la tina de madera.
Enfadada consigo misma por su falta de control, empujó también los que habían caído al suelo, con tan mala suerte que todos fueron a clavarse en el mismo tablón envejecido de la tina y saltaron varias astillas. Por puro instinto, Valeria extendió un brazo hacia Kali, concentrando su éter para evitar que la chica saliera herida por su culpa, y, de alguna manera, en lugar de empujar las astillas, lo que hizo fue atraerlas hacia su antebrazo.
Esta vez sí lanzó un improperio, pero, por fortuna, la mayor parte de quienes se encontraban en el local se habían vuelto hacia un atractivo y descamisado elfo que acababa de entrar ofreciendo copas.
—Auch, eso tiene pinta de doler —dijo Kali, sacando de un bolsillo un pañuelo que le ofreció—. Será mejor que vayas a la parte de atrás a limpiarte. Hay vendas en un aparador junto a la cocina.
En aquel momento, ambas se giraron para ver cómo el elfo se aproximaba a la barra con una sonriente Leo a su lado.
—No te preocupes —dijo entonces Kali, empujando a Valeria hacia una portezuela lateral semi oculta por una cortina—, yo te cubro. Pero no tardes mucho o Mira nos dará problemas.
Valeria obedeció, preguntándose si el cansancio que había sentido hacía algún momento tendría algo que ver con semejante metedura de pata con su telequinesis. ¿Cuánto hacía que no le pasaba algo así? Interrumpió sus cavilaciones un empujón que hizo que se golpeara contra el marco de la puerta.
—Uy, perdón —dijo la tal Otofursa, que atravesaba el vano con una botella de vino en la mano y una sonrisa nada apologética en el rostro—. Así vestida, te confundí con la cortina.
----------
OFF: Aplico en este post la mala suerte obtenida en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], debido al [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Mira: #00ccff
Kali: Aquamarine
Otofursa: #ff33ff
—Vaya, sí que estás fuerte —dijo Kali.
Abortada su tarea anterior, la pelirroja se metió detrás de la barra para ayudar a retirar los cristales.
—Puedo sola —dijo Valeria, quizá con más brusquedad de la necesaria.
Apretó de nuevo los labios y concentró su frustración en los cristales que se le habían clavado en la mano. Estos salieron disparados, a mayor velocidad de lo que había pretendido, y se clavaron en la tina de madera.
Enfadada consigo misma por su falta de control, empujó también los que habían caído al suelo, con tan mala suerte que todos fueron a clavarse en el mismo tablón envejecido de la tina y saltaron varias astillas. Por puro instinto, Valeria extendió un brazo hacia Kali, concentrando su éter para evitar que la chica saliera herida por su culpa, y, de alguna manera, en lugar de empujar las astillas, lo que hizo fue atraerlas hacia su antebrazo.
Esta vez sí lanzó un improperio, pero, por fortuna, la mayor parte de quienes se encontraban en el local se habían vuelto hacia un atractivo y descamisado elfo que acababa de entrar ofreciendo copas.
—Auch, eso tiene pinta de doler —dijo Kali, sacando de un bolsillo un pañuelo que le ofreció—. Será mejor que vayas a la parte de atrás a limpiarte. Hay vendas en un aparador junto a la cocina.
En aquel momento, ambas se giraron para ver cómo el elfo se aproximaba a la barra con una sonriente Leo a su lado.
—No te preocupes —dijo entonces Kali, empujando a Valeria hacia una portezuela lateral semi oculta por una cortina—, yo te cubro. Pero no tardes mucho o Mira nos dará problemas.
Valeria obedeció, preguntándose si el cansancio que había sentido hacía algún momento tendría algo que ver con semejante metedura de pata con su telequinesis. ¿Cuánto hacía que no le pasaba algo así? Interrumpió sus cavilaciones un empujón que hizo que se golpeara contra el marco de la puerta.
—Uy, perdón —dijo la tal Otofursa, que atravesaba el vano con una botella de vino en la mano y una sonrisa nada apologética en el rostro—. Así vestida, te confundí con la cortina.
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
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La pequeña que me había tocado no sería suficiente, debía cambiar mis métodos pues realmente no me sentía del todo cómoda tener que sonsacarle la información al algo tan pequeño y sin amortiguadores.
De pronto, al estar más cerca de la barra, fue imposible no notar el accidente que se había generado. ¿Esa chica estaba bien? Había cristales por doquier y astillas. ¿Quizás esa podría ser mi área de oportunidad?
Otofiusa, que no pareció inmutarse siquiera por el estado de su compañera de trabajo fue hasta mi mesa con la orden que le pedí. - ¿Está bien la chica? - Pregunté de inmediato sin despegar la vista de la barra. - ¿Te molestaría si hablo con tu encargado, pequeña? La verdad es que he venido de muy lejos y me gustaría hablar con tu jefe.
La cara de la chica cambió drásticamente, pero me encargué de dejar algunos aeros en la mesa para dejar claro que pagaría por la bebida. - S...sí... claro... - Titubeó. Le sonreí alzando el vaso y esperando que volviera sobre sus pasos mientras la seguía con la mirada al menos hasta donde podía llegar a la barra.
Fue hacia una ¿elfa? de cabellos casi tan platinados como los míos. Parecían hablar entre ellas, cosa que a esa distancia era difícil de escuchar, aunque su vista se dirigía a mi mesa. Por lo que de vez en cuando me encargaba de alzar la copa y sonreír de manera galante.
Baltazar estaba bien metido en su papel, o realmente estaba disfrutando. Como fuese una de las chicas ya estaba con él. - Encantado de conocerte Leo, soy Baltazar a tus servicios. Eres toda una belleza exótica, permítame el atrevimiento de tomar su mano y bailar una pieza. Música, maestro, quién quiera que sea, hay que animar este lugar. - No tenía remedio, pero debía admitir que su distracción era óptima. Quizás eso me daría privacidad.
No pasó mucho tiempo, luego de que la música inundara el lugar. La mujer, aquella a la que se había acercado la pelirrosa venía hacia mí.
- Me dijeron que me buscabas. ¿Qué necesitas? - Dijo la mujer con cara de pocos amigos.
- Es un placer conocerla. Soy Mera. Vengo de tierras lejanas y escuché que en este lugar ofrecen trabajo a chicas. - Comencé a hablar. Esperaba así captar su atención. Con algo de suerte y tanta música y aplausos a casusa de la fiesta que había montado el pelirrojo podría llevarme a hablar a lugares más privado en donde poder obtener más información de aquel lugar. ¿Por qué Baltazar había aceptado esta tarea? Hasta ahora todo parecía muy normal.
De pronto, al estar más cerca de la barra, fue imposible no notar el accidente que se había generado. ¿Esa chica estaba bien? Había cristales por doquier y astillas. ¿Quizás esa podría ser mi área de oportunidad?
Otofiusa, que no pareció inmutarse siquiera por el estado de su compañera de trabajo fue hasta mi mesa con la orden que le pedí. - ¿Está bien la chica? - Pregunté de inmediato sin despegar la vista de la barra. - ¿Te molestaría si hablo con tu encargado, pequeña? La verdad es que he venido de muy lejos y me gustaría hablar con tu jefe.
La cara de la chica cambió drásticamente, pero me encargué de dejar algunos aeros en la mesa para dejar claro que pagaría por la bebida. - S...sí... claro... - Titubeó. Le sonreí alzando el vaso y esperando que volviera sobre sus pasos mientras la seguía con la mirada al menos hasta donde podía llegar a la barra.
Fue hacia una ¿elfa? de cabellos casi tan platinados como los míos. Parecían hablar entre ellas, cosa que a esa distancia era difícil de escuchar, aunque su vista se dirigía a mi mesa. Por lo que de vez en cuando me encargaba de alzar la copa y sonreír de manera galante.
Baltazar estaba bien metido en su papel, o realmente estaba disfrutando. Como fuese una de las chicas ya estaba con él. - Encantado de conocerte Leo, soy Baltazar a tus servicios. Eres toda una belleza exótica, permítame el atrevimiento de tomar su mano y bailar una pieza. Música, maestro, quién quiera que sea, hay que animar este lugar. - No tenía remedio, pero debía admitir que su distracción era óptima. Quizás eso me daría privacidad.
- Música:
No pasó mucho tiempo, luego de que la música inundara el lugar. La mujer, aquella a la que se había acercado la pelirrosa venía hacia mí.
- Me dijeron que me buscabas. ¿Qué necesitas? - Dijo la mujer con cara de pocos amigos.
- Es un placer conocerla. Soy Mera. Vengo de tierras lejanas y escuché que en este lugar ofrecen trabajo a chicas. - Comencé a hablar. Esperaba así captar su atención. Con algo de suerte y tanta música y aplausos a casusa de la fiesta que había montado el pelirrojo podría llevarme a hablar a lugares más privado en donde poder obtener más información de aquel lugar. ¿Por qué Baltazar había aceptado esta tarea? Hasta ahora todo parecía muy normal.
- Off:
- Otofursa = #ff33ff
Baltazar = #ff9900
Mira: #00ccff
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
Aquello no era normal. ¿Mujeres e híbridas sirviendo bebidas ataviadas con trajes ridículos? Era el eufemismo de prostíbulo más extraño que Valeria había visto en su vida. ¿Y ella parecía una cortina?
—Pues anda que tú, con tus lacitos y volantitos —murmuró, aunque la tal Otofursa ya estaba muy lejos para oírla aunque lo hubiera dicho en voz alta.
Dejó atrás la música que comenzaba a sonar cubriéndose el brazo herido con el pañuelo que le había prestado Kali y se adentró en un pasillo tenuemente iluminado. Hacia la izquierda, pudo ver que acababa en una escalera ascendente. Imaginó que conduciría a las habitaciones de la segunda planta y se dirigió a la derecha, de donde manaba una sensación cálida y ruido de cachivaches. Al parecer, también se servían comidas.
Sin embargo, para cuando atravesó el arco que conducía, como había supuesto, a la cocina, el ruido había cesado y no encontró a nadie allí. Tal vez habrían salido al patio. En cualquier caso, hacía calor y había agua fresca con la que lavarse, así que eso hizo.
Como nadie más hizo aparición mientras tanto, buscó las vendas de las que le había hablado Kali. Las encontró al cabo de un rato, en una alacena medio oculta entre dos estantes abarrotados de cacerolas, platos y otros instrumentos. También halló unas tijeras y un ungënto antiséptico de excelente calidad y pronto tenía la mano y el antebrazo higiénicamente vendados. Además, comprobó con aprobación, el color de su traje disimulaba a la perfección las gotitas de sangre que habían aterrizado en el tejido. ¡Ja!, ¡cortinas!
Pero cuando se disponía a rezongar sobre la pizpireta niñata del pelo rosa, oyó unas voces tan cerca de ella que el corazón se le subió a la garganta de la sorpresa.
—Ya te he dicho que necesitamos más tiempo —rogó una.
—No me sobra la paciencia, pero sí el hambre —sonó amenazante una segunda.
Valeria buscó el origen del sonido y se dio cuenta de que provenía de una pequeña apertura de ventilación en un rincón de la pared de la alacena. Se acercó para escuchar mejor.
—Solo unas horas más, la noche acaba de empezar —decía la primera voz—. Debemos tener más cuidado o la gente empezará a sospechar.
—¡Me importa un…!
Pero Valeria no se enteró de lo que le importaba porque en ese preciso momento la interrumpió una tercera voz, esta vez sí, a su espalda.
—¿Escondiéndote para vaguear en tu primer día? A Mira le encantará oír esto.
Desde la entrada de la alacena, Otofursa la observaba con una sonrisa de triunfo y un brillo altivo en los ojos. Valeria se remetió los extremos de la venda bajo la manga y se enderezó, como si aquello no fuera con ella, y se encaminó a la puerta.
—¿Demasiado isleña y sofisticada para mezclarte con la chusma de Verisar? —continuó Otofursa con malicia—. Escúchame bien, señoritinga, no creas que voy a perderte de vista. Como des un paso en falso…
—¿Tienes algún problema conmigo? —preguntó Valeria en tono seco cuando ambas estuvieron cara a cara. Literalmente, pues los ojos de ambas se hallaban prácticamente a la misma altura.
—Yo no tengo ningún problema. ¿Crees que puedes llegar de repente y meterte en mi terreno? —dijo la otra golpeándole el pecho con un dedo algo más robusto de lo que cabría esperar con su complexión—. No ha nacido quien —añadió y su voz sonó una octava más grave.
Valeria bajó la mirada al dedazo con parsimonia para alzarla después hacia su interlocutora, pero si esta se percató del mensaje, no dio el menor signo de ello. Por el contrario, devolvió a su gesto la sonrisa fría y calculadora y, tras darle un caderazo a Val que la devolvió dos pasos dentro de la alacena, se alejó rumbo al bar meneando su exiguo trasero.
De vuelta tras la barra, Kali la recibió con un guiño y señaló con un gesto de cabeza al manchón negro y rosa que revoloteaba por la sala ofreciendo serviciales reverencias.
—¿Te ha dado algún problema? —preguntó—. La vi salir muy sonriente justo antes que tú.
—Nada de lo que no pueda ocuparme. Oye, ¿tiene sótano el edificio?
—No que yo sepa. ¿Por?
Pero Valeria se libró de responder cuando un elfo escandaloso y sediento se acercó a la barra en busca de hidratación.
—Por supuesto, caballero, Amelia se encargará de todo. Tiene un toque divino para las mezclas, ya verá.
—¡Divino! Justo lo que necesito —dijo él alegremente—: Algo chispeante para acompañar en mis devociones nocturnas.
Tras un último guiño, Kali desapareció entre la maraña de clientes y Valeria inició el numerito de la danza de botellas con un innecesario, pero vistoso, floreo de la mano buena.
—Marchando un cóctel chispeante para el señor —dijo tendiéndole la copa y, justo en el momento en que los dedos del elfo tocaban el cristal, ella sopló ligeramente y una pequeña llama prendió sobre la superficie del líquido. Un truco que casi cualquier brujo podría reproducir con un poco de concentración, pero siempre llamativo en el continente.
----------
OFF: Bueno, algo extraño sí que pasa. La cuestión es qué.
Mira, encargada: #00ccff
Kali, la pelirroja dicharachera: Aquamarine
Otofursa, ella misma: #ff33ff
Baltazar, elfo coqueto: #ff9900
—Pues anda que tú, con tus lacitos y volantitos —murmuró, aunque la tal Otofursa ya estaba muy lejos para oírla aunque lo hubiera dicho en voz alta.
Dejó atrás la música que comenzaba a sonar cubriéndose el brazo herido con el pañuelo que le había prestado Kali y se adentró en un pasillo tenuemente iluminado. Hacia la izquierda, pudo ver que acababa en una escalera ascendente. Imaginó que conduciría a las habitaciones de la segunda planta y se dirigió a la derecha, de donde manaba una sensación cálida y ruido de cachivaches. Al parecer, también se servían comidas.
Sin embargo, para cuando atravesó el arco que conducía, como había supuesto, a la cocina, el ruido había cesado y no encontró a nadie allí. Tal vez habrían salido al patio. En cualquier caso, hacía calor y había agua fresca con la que lavarse, así que eso hizo.
Como nadie más hizo aparición mientras tanto, buscó las vendas de las que le había hablado Kali. Las encontró al cabo de un rato, en una alacena medio oculta entre dos estantes abarrotados de cacerolas, platos y otros instrumentos. También halló unas tijeras y un ungënto antiséptico de excelente calidad y pronto tenía la mano y el antebrazo higiénicamente vendados. Además, comprobó con aprobación, el color de su traje disimulaba a la perfección las gotitas de sangre que habían aterrizado en el tejido. ¡Ja!, ¡cortinas!
Pero cuando se disponía a rezongar sobre la pizpireta niñata del pelo rosa, oyó unas voces tan cerca de ella que el corazón se le subió a la garganta de la sorpresa.
—Ya te he dicho que necesitamos más tiempo —rogó una.
—No me sobra la paciencia, pero sí el hambre —sonó amenazante una segunda.
Valeria buscó el origen del sonido y se dio cuenta de que provenía de una pequeña apertura de ventilación en un rincón de la pared de la alacena. Se acercó para escuchar mejor.
—Solo unas horas más, la noche acaba de empezar —decía la primera voz—. Debemos tener más cuidado o la gente empezará a sospechar.
—¡Me importa un…!
Pero Valeria no se enteró de lo que le importaba porque en ese preciso momento la interrumpió una tercera voz, esta vez sí, a su espalda.
—¿Escondiéndote para vaguear en tu primer día? A Mira le encantará oír esto.
Desde la entrada de la alacena, Otofursa la observaba con una sonrisa de triunfo y un brillo altivo en los ojos. Valeria se remetió los extremos de la venda bajo la manga y se enderezó, como si aquello no fuera con ella, y se encaminó a la puerta.
—¿Demasiado isleña y sofisticada para mezclarte con la chusma de Verisar? —continuó Otofursa con malicia—. Escúchame bien, señoritinga, no creas que voy a perderte de vista. Como des un paso en falso…
—¿Tienes algún problema conmigo? —preguntó Valeria en tono seco cuando ambas estuvieron cara a cara. Literalmente, pues los ojos de ambas se hallaban prácticamente a la misma altura.
—Yo no tengo ningún problema. ¿Crees que puedes llegar de repente y meterte en mi terreno? —dijo la otra golpeándole el pecho con un dedo algo más robusto de lo que cabría esperar con su complexión—. No ha nacido quien —añadió y su voz sonó una octava más grave.
Valeria bajó la mirada al dedazo con parsimonia para alzarla después hacia su interlocutora, pero si esta se percató del mensaje, no dio el menor signo de ello. Por el contrario, devolvió a su gesto la sonrisa fría y calculadora y, tras darle un caderazo a Val que la devolvió dos pasos dentro de la alacena, se alejó rumbo al bar meneando su exiguo trasero.
De vuelta tras la barra, Kali la recibió con un guiño y señaló con un gesto de cabeza al manchón negro y rosa que revoloteaba por la sala ofreciendo serviciales reverencias.
—¿Te ha dado algún problema? —preguntó—. La vi salir muy sonriente justo antes que tú.
—Nada de lo que no pueda ocuparme. Oye, ¿tiene sótano el edificio?
—No que yo sepa. ¿Por?
Pero Valeria se libró de responder cuando un elfo escandaloso y sediento se acercó a la barra en busca de hidratación.
—Por supuesto, caballero, Amelia se encargará de todo. Tiene un toque divino para las mezclas, ya verá.
—¡Divino! Justo lo que necesito —dijo él alegremente—: Algo chispeante para acompañar en mis devociones nocturnas.
Tras un último guiño, Kali desapareció entre la maraña de clientes y Valeria inició el numerito de la danza de botellas con un innecesario, pero vistoso, floreo de la mano buena.
—Marchando un cóctel chispeante para el señor —dijo tendiéndole la copa y, justo en el momento en que los dedos del elfo tocaban el cristal, ella sopló ligeramente y una pequeña llama prendió sobre la superficie del líquido. Un truco que casi cualquier brujo podría reproducir con un poco de concentración, pero siempre llamativo en el continente.
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OFF: Bueno, algo extraño sí que pasa. La cuestión es qué.
Mira, encargada: #00ccff
Kali, la pelirroja dicharachera: Aquamarine
Otofursa, ella misma: #ff33ff
Baltazar, elfo coqueto: #ff9900
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
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Había perdido a la otra chica de vista, pero, tomando en cuenta que mi prioridad era otra y ya estaba aquella mujer allí entablando conversación conmigo, debía centrarme a lo que venía... que francamente por el momento solo era lograr "entrar" en aquel sitio más allá de una simple clienta.
Bebí del vino, saboreandome y relamiendo mis labios en el proceso. La mujer me evaluaba con la vista como si tomara mis medidas, estudiara mis habilidades, hasta podría decir que miraba el interior de mi alma por la intensidad de sus ojos. - : Un placer Mera, soy Mira. - Agregó finalmente. Me causaba un poco de gracia la similitud de los nombres y lo confusa que podía llegar a ser la pronunciación de estos, ella pareció pensar algo parecido pues se tomó su tiempo antes de proseguir.
- : Entonces, buscas trabajo. Por tu acento deduzco que eres el norte, Dundarak tal vez... no eres humana, y no lo digo solo por tu tamaño. No suelo preguntar por el pasado de mis chicas, este trabajo no lo requiere, sin embargo... ¿Qué tienes para ofrecer? - Con su mano mostró, señalando de un modo sutil las cualidades de sus "protegidas" - : Cada una de ellas tiene un talento único además de su belleza, rasgo que por suerte ya posees. No obstante necesito algo más que una cara bonita, altura y pechos grandes.
Auch.Eso había herido mi orgullo, internamente maldecía al elfo por meterme en semejante lío. ¿Qué se suponía que le dijera ahora? Tenía que pensar algo rápido. Para hacer algo de tiempo di un trago largo a vino - que sirvió para infundirme valor - y la miré directo a los ojos. - Puedo manipular el agua. - Ella no respondió era como si necesitara un aprueba de ello y que no fuesen falacias. Saqué de inmediato la cantimplora y quitando el tapón que contenía la poca agua que me quedaba; hice movimientos con la siniestra de modo que el agua se moviera haciendo una especie de signo de infinito.
- ¿Algo más? - Preguntó. No parecía muy entusiasmada por lo que acababa de ver pero tampoco decepcionada. En mi cabeza resonaba un rápido tic tac que no tardo en ser suplantado por otro sonido de que algo engranaba.
Mi sonrisa pícara se esbozó en mi rostro y mis ojos brillaron con cierta chispa libidinosa. - También sé usar el látigo. Sé por experiencia que a muchos les gusta lo rudo. - Ella pareció comprender el trasfondo de mis palabras pues esbozó una sonrisa similar a la mía.
- Te pondremos a prueba esta noche. Si lo que dices es cierto, me vendrá bien. Por ahora te buscaremos ropa más apropiada.- Se levantó de donde estaba. - ¡Otorfusa! - Llamó. La chica que anteriormente me había atendido no tardó en salir con una radiante sonrisa en su rostro, parecía querer decirle algo a la encargada pero no tuvo más que para hacer una mueca de desagrado tras lo dicho por Mira. - Llévala arriba y que se ponga uno de los trajes.
- Que se encargue la nueva. Si tiene tiempo para holgazanear puede llevar a la gigantona arriba. - Toda la actitud dulce con la que me había atendido se esfumó completo, era cómo ver a otra chica. Su actitud tan despota me hacía mirar a semejante liliputiense como un kiwi rabioso, sí es que eso era natural.
- Bien entonces llévala con la novata y que ella se encargue. - Contestó un poco harta pero con autoridad antes de marcharse hacia otro sitio. La liliputiense me miró, yo tuve que bajar mucho mi vista para no mirar la parte de arriba de su alborotada cabezota. - Sígueme.
Para ese momento me guiaba justo en la dirección en la que Baltazar estaba con una chica, aquella chica, de tamaño similar a la enana. Hacía un hermoso acto de fuego con un trago, debía admitir que llamaba la atención y tuve el impulso de aplaudir una vez acabó.
La otra enana torció los ojos ante mi gesto antes de dirigirse a la joven. - Dice Mira que la lleves a cambiarse. Me encargaré de él.
- ¡Qué maravilla! Una nueva bella dama se une. ¡Esto hay que fejestarlo!- Las palabras de Baltazar tan alegres como llenas de cierta ironía resonaron en la medida que atraía con su mano libre a la enana pelirrosa. Decidí ignorarlo, sin duda disfrutaba estar metido en su personaje.
Mi vista estaba en la joven que se suponía debía acompañarme, le sonreí con amabilidad. Esperaba que ella fuera más amable, mi paciencia no estaba para seguir lidiando con enanas rabiosas. - Mucho gusto, soy Mera. Es un placer conocerte. - Tomé la iniciativa de presentarme ante ella y extendí mi diestra como gesto de formalidad.
Bebí del vino, saboreandome y relamiendo mis labios en el proceso. La mujer me evaluaba con la vista como si tomara mis medidas, estudiara mis habilidades, hasta podría decir que miraba el interior de mi alma por la intensidad de sus ojos. - : Un placer Mera, soy Mira. - Agregó finalmente. Me causaba un poco de gracia la similitud de los nombres y lo confusa que podía llegar a ser la pronunciación de estos, ella pareció pensar algo parecido pues se tomó su tiempo antes de proseguir.
- : Entonces, buscas trabajo. Por tu acento deduzco que eres el norte, Dundarak tal vez... no eres humana, y no lo digo solo por tu tamaño. No suelo preguntar por el pasado de mis chicas, este trabajo no lo requiere, sin embargo... ¿Qué tienes para ofrecer? - Con su mano mostró, señalando de un modo sutil las cualidades de sus "protegidas" - : Cada una de ellas tiene un talento único además de su belleza, rasgo que por suerte ya posees. No obstante necesito algo más que una cara bonita, altura y pechos grandes.
Auch.Eso había herido mi orgullo, internamente maldecía al elfo por meterme en semejante lío. ¿Qué se suponía que le dijera ahora? Tenía que pensar algo rápido. Para hacer algo de tiempo di un trago largo a vino - que sirvió para infundirme valor - y la miré directo a los ojos. - Puedo manipular el agua. - Ella no respondió era como si necesitara un aprueba de ello y que no fuesen falacias. Saqué de inmediato la cantimplora y quitando el tapón que contenía la poca agua que me quedaba; hice movimientos con la siniestra de modo que el agua se moviera haciendo una especie de signo de infinito.
- ¿Algo más? - Preguntó. No parecía muy entusiasmada por lo que acababa de ver pero tampoco decepcionada. En mi cabeza resonaba un rápido tic tac que no tardo en ser suplantado por otro sonido de que algo engranaba.
Mi sonrisa pícara se esbozó en mi rostro y mis ojos brillaron con cierta chispa libidinosa. - También sé usar el látigo. Sé por experiencia que a muchos les gusta lo rudo. - Ella pareció comprender el trasfondo de mis palabras pues esbozó una sonrisa similar a la mía.
- Te pondremos a prueba esta noche. Si lo que dices es cierto, me vendrá bien. Por ahora te buscaremos ropa más apropiada.- Se levantó de donde estaba. - ¡Otorfusa! - Llamó. La chica que anteriormente me había atendido no tardó en salir con una radiante sonrisa en su rostro, parecía querer decirle algo a la encargada pero no tuvo más que para hacer una mueca de desagrado tras lo dicho por Mira. - Llévala arriba y que se ponga uno de los trajes.
- Que se encargue la nueva. Si tiene tiempo para holgazanear puede llevar a la gigantona arriba. - Toda la actitud dulce con la que me había atendido se esfumó completo, era cómo ver a otra chica. Su actitud tan despota me hacía mirar a semejante liliputiense como un kiwi rabioso, sí es que eso era natural.
- Bien entonces llévala con la novata y que ella se encargue. - Contestó un poco harta pero con autoridad antes de marcharse hacia otro sitio. La liliputiense me miró, yo tuve que bajar mucho mi vista para no mirar la parte de arriba de su alborotada cabezota. - Sígueme.
Para ese momento me guiaba justo en la dirección en la que Baltazar estaba con una chica, aquella chica, de tamaño similar a la enana. Hacía un hermoso acto de fuego con un trago, debía admitir que llamaba la atención y tuve el impulso de aplaudir una vez acabó.
La otra enana torció los ojos ante mi gesto antes de dirigirse a la joven. - Dice Mira que la lleves a cambiarse. Me encargaré de él.
- ¡Qué maravilla! Una nueva bella dama se une. ¡Esto hay que fejestarlo!- Las palabras de Baltazar tan alegres como llenas de cierta ironía resonaron en la medida que atraía con su mano libre a la enana pelirrosa. Decidí ignorarlo, sin duda disfrutaba estar metido en su personaje.
Mi vista estaba en la joven que se suponía debía acompañarme, le sonreí con amabilidad. Esperaba que ella fuera más amable, mi paciencia no estaba para seguir lidiando con enanas rabiosas. - Mucho gusto, soy Mera. Es un placer conocerte. - Tomé la iniciativa de presentarme ante ella y extendí mi diestra como gesto de formalidad.
- Off:
- Otofursa = #ff33ff
Baltazar = #ff9900
Mira: #00ccff
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
—¿A cambiarse? —preguntó atónita Valeria mientras alzaba la vista ante la mujer más alta que había visto en su vida—. ¿Dónde?
Estaba segura de que había hablado lo bastante alto para que Otofursa la oyera perfectamente, a pesar de la música que amenizaba la noche, pero la ahora solícita sirvienta no hizo el más mínimo gesto de reconocimiento. Aparentemente concentrada en su nuevo cliente, se las había arreglado para interponerse entre él y Valeria, rozando descuidadamente la copa recién servida y haciendo que se derramase el contenido.
—No se preocupe, caballero, enseguida le sirvo algo mucho mejor —dijo, apartando los cristales con el pie.
Valeria tuvo que recordarse a sí misma que no estaba ahí como trabajadora, que en un par de días se habría marchado para siempre de aquel lugar y que, en el fondo, le venía bien alejarse de la sala principal para husmear un poco por los alrededores o, de otro modo, le habría dado al pequeño terremoto lo suyo. Había esperado que aquella experiencia le trajera recuerdos de Bhima o de Cam, no de los compañeros de la Academia.
Obligándose a alejar su mente de pensamientos homicidas (por el momento), se centró la mano que le tendía la mujer alta, Mera. Sintió las incongruentes durezas en los dedos. ¿Costurera? No, no podía ser eso. Las de la palma encajaban mejor con su complexión, su postura y la seguridad de su agarre, así como con el látigo colgado de su cadera. Y, para coronar toda la estampa, un familiar cosquilleo. Tenía sentido.
—Loados sean los Antiguos —pronunció en perfecto dracónico, una antigua fórmula de cortesía que, en según qué contextos, podía interpretarse también como un halago—. Amelia. ¿Has traído algo de ropa o…?
Dejó la frase inacabada, pues era evidente que no traía un vestuario a cuestas. La realidad es que solo estaba haciendo tiempo mientras buscaba con la mirada a Kali, para pedirle indicaciones. Lamentablemente, la mujer acababa de subir al escenario y cantaba con soltura Las dos amigas de Sulaya, una cancioncilla infantil de letra inocente que ella convertía en todo lo contrario con guiños, gestos e inflexiones de la voz en momentos escogidos.
Quizá fuera mejor que nadie le explicase dónde se cambiaba una en ese condenado lugar, eso le daba una excusa para curiosear por su cuenta. Ya pensaría qué excusa ponerle a Mera cuando la dejase plantada a su suerte.
—En fin, vamos allá —dijo sin más, y la guió por el mismo vano acortinado que había atravesado sola momentos antes.
Se sintió tentada de girar de nuevo hacia la derecha, a la cocina, pero además del traqueteo de cacharros, podía oír a la que suponía jefa de cocina gritándole a alguien que se apresurara con la vichi-lo-que-fuera. En cualquier caso, no había visto nada que pareciese un vestuario por aquel lado, así que giró a la izquierda y ascendió por la escalera.
El piso superior consistía en un largo pasillo, pobremente iluminado con un candelabro en cada extremo, a cuyos lados descansaban un puñado de insulsas puertas de madera. El lugar no tenía sentido para Valeria. ¿Qué clase de burdel ofrecía bebidas y espectáculo, pero descuidaba de ese modo las habitaciones? Por supuesto, existía la posiblidad de que el lugar no fuera un burdel, después de todo, y que las bebidas y el espectáculo fueran lo único que tenía que ofrecer. Aquello no hacía el lugar más comprensible para Valeria.
—Bueno, Mera —dijo al cabo de un momento—, si tu fueras un vestuario, ¿cuál de estas apasionantes puertas escogerías? —Posó la mano en el picaporte más cercano y trató de girarlo, pero al parecer habían cerrado con llave—. Supongo que esta no.
Probó con otro par, que tampoco se abrieron, antes de dar con una medio oculta por culpa de un tapiz mal colocado. Esa se abrió sin problemas. De hecho, las bisagras estaban tan bien aceitadas que se deslizó sin producir el más mínimo sonido, ni una ligera indicación de peso, y volvió a cerrarse en cuanto la hubieron atravesado, dejando la habitación completamente a oscuras.
—Encantador —dijo Valeria, y se dio la vuelta para abrir de nuevo y dejar entrar un poco de la escasa luz del pasillo.
Solo que el pomo no se movió.
—De acuerdo, que no cunda el pánico —dijo entonces, más para sí misma que otra cosa.
Respiró hondo y se concentró en proyectar su éter a través de la cerradura. Un truco sencillo que había utilizado en incontables ocasiones. Sintió el mecanismo moverse, oyó el clic y, entonces, nada.
No era solo que la puerta no se hubiera abierto, sino que ya no sentía nada. Salvo, quizá, su corazón acelerándose. Juntó sus manos y trató de concentrarse para dar forma a una pequeña luz, un truco de niños.
Nada.
Con una creciente sensación de pánico, trató de extender su éter hacia la daga que llevaba oculta bajo su ropa, pero ni siquiera era capaz de sentir el éter.
—¿Pero qué mierda…? —maldijo, quizá demasiado pronto, porque entonces un ominoso clonc retumbó en la pequeña habilitación.
Al principio, no pareció que nada cambiase, hasta que se percató de una estrecha línea de luz tenue entre el suelo y la pared. Una línea que se hacía más ancha por momentos, a medida que todo el suelo de la habitación se inclinaba hacia abajo. ¿Había abierto ella el pasadizo o lo había hecho alguien del otro lado?
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Otofursa, ella misma: #ff33ff
Baltazar, elfo coqueto: #ff9900
Estaba segura de que había hablado lo bastante alto para que Otofursa la oyera perfectamente, a pesar de la música que amenizaba la noche, pero la ahora solícita sirvienta no hizo el más mínimo gesto de reconocimiento. Aparentemente concentrada en su nuevo cliente, se las había arreglado para interponerse entre él y Valeria, rozando descuidadamente la copa recién servida y haciendo que se derramase el contenido.
—No se preocupe, caballero, enseguida le sirvo algo mucho mejor —dijo, apartando los cristales con el pie.
Valeria tuvo que recordarse a sí misma que no estaba ahí como trabajadora, que en un par de días se habría marchado para siempre de aquel lugar y que, en el fondo, le venía bien alejarse de la sala principal para husmear un poco por los alrededores o, de otro modo, le habría dado al pequeño terremoto lo suyo. Había esperado que aquella experiencia le trajera recuerdos de Bhima o de Cam, no de los compañeros de la Academia.
Obligándose a alejar su mente de pensamientos homicidas (por el momento), se centró la mano que le tendía la mujer alta, Mera. Sintió las incongruentes durezas en los dedos. ¿Costurera? No, no podía ser eso. Las de la palma encajaban mejor con su complexión, su postura y la seguridad de su agarre, así como con el látigo colgado de su cadera. Y, para coronar toda la estampa, un familiar cosquilleo. Tenía sentido.
—Loados sean los Antiguos —pronunció en perfecto dracónico, una antigua fórmula de cortesía que, en según qué contextos, podía interpretarse también como un halago—. Amelia. ¿Has traído algo de ropa o…?
Dejó la frase inacabada, pues era evidente que no traía un vestuario a cuestas. La realidad es que solo estaba haciendo tiempo mientras buscaba con la mirada a Kali, para pedirle indicaciones. Lamentablemente, la mujer acababa de subir al escenario y cantaba con soltura Las dos amigas de Sulaya, una cancioncilla infantil de letra inocente que ella convertía en todo lo contrario con guiños, gestos e inflexiones de la voz en momentos escogidos.
Quizá fuera mejor que nadie le explicase dónde se cambiaba una en ese condenado lugar, eso le daba una excusa para curiosear por su cuenta. Ya pensaría qué excusa ponerle a Mera cuando la dejase plantada a su suerte.
—En fin, vamos allá —dijo sin más, y la guió por el mismo vano acortinado que había atravesado sola momentos antes.
Se sintió tentada de girar de nuevo hacia la derecha, a la cocina, pero además del traqueteo de cacharros, podía oír a la que suponía jefa de cocina gritándole a alguien que se apresurara con la vichi-lo-que-fuera. En cualquier caso, no había visto nada que pareciese un vestuario por aquel lado, así que giró a la izquierda y ascendió por la escalera.
El piso superior consistía en un largo pasillo, pobremente iluminado con un candelabro en cada extremo, a cuyos lados descansaban un puñado de insulsas puertas de madera. El lugar no tenía sentido para Valeria. ¿Qué clase de burdel ofrecía bebidas y espectáculo, pero descuidaba de ese modo las habitaciones? Por supuesto, existía la posiblidad de que el lugar no fuera un burdel, después de todo, y que las bebidas y el espectáculo fueran lo único que tenía que ofrecer. Aquello no hacía el lugar más comprensible para Valeria.
—Bueno, Mera —dijo al cabo de un momento—, si tu fueras un vestuario, ¿cuál de estas apasionantes puertas escogerías? —Posó la mano en el picaporte más cercano y trató de girarlo, pero al parecer habían cerrado con llave—. Supongo que esta no.
Probó con otro par, que tampoco se abrieron, antes de dar con una medio oculta por culpa de un tapiz mal colocado. Esa se abrió sin problemas. De hecho, las bisagras estaban tan bien aceitadas que se deslizó sin producir el más mínimo sonido, ni una ligera indicación de peso, y volvió a cerrarse en cuanto la hubieron atravesado, dejando la habitación completamente a oscuras.
—Encantador —dijo Valeria, y se dio la vuelta para abrir de nuevo y dejar entrar un poco de la escasa luz del pasillo.
Solo que el pomo no se movió.
—De acuerdo, que no cunda el pánico —dijo entonces, más para sí misma que otra cosa.
Respiró hondo y se concentró en proyectar su éter a través de la cerradura. Un truco sencillo que había utilizado en incontables ocasiones. Sintió el mecanismo moverse, oyó el clic y, entonces, nada.
No era solo que la puerta no se hubiera abierto, sino que ya no sentía nada. Salvo, quizá, su corazón acelerándose. Juntó sus manos y trató de concentrarse para dar forma a una pequeña luz, un truco de niños.
Nada.
Con una creciente sensación de pánico, trató de extender su éter hacia la daga que llevaba oculta bajo su ropa, pero ni siquiera era capaz de sentir el éter.
—¿Pero qué mierda…? —maldijo, quizá demasiado pronto, porque entonces un ominoso clonc retumbó en la pequeña habilitación.
Al principio, no pareció que nada cambiase, hasta que se percató de una estrecha línea de luz tenue entre el suelo y la pared. Una línea que se hacía más ancha por momentos, a medida que todo el suelo de la habitación se inclinaba hacia abajo. ¿Había abierto ella el pasadizo o lo había hecho alguien del otro lado?
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No había que ser muy inteligente para notar los aires de grandeza que la enana pelirosa se traía y el cómo quería humillar a la otra enana que parecía más amable. Baltazar le siguió la corriente, la prioridad era que yo entrara y eso - por lo que parecía indicar - estaba hecho.
La chica correspondió mi saludo, presentándose de una forma que hacía mucho no escuchaba. Inevitablemente esbocé una leve sonrisa. - Y la bendición de Bakthut, y Bakshel te acompañen. - Respondí en continuación a la frase. - Un placer, Amelia. - Agregué.
Negué de inmediato. - Me han dicho que me darían algo de ropa, pero el gnomo rosa se negó a decirme dónde.- Bromeé indiferente de si la chica - que seguramente estaba dedicada a Baltazar - me escuchara o no. - La encargada dijo que arriba hay trajes.- Acoté pues tal vez ella sabría a la habitación en la que seguramente guardaban los uniformes.
La chica se tomó su tiempo, la miraba con curiosidad en la medida que esperaba paciente, si ella no se movía yo no podría moverme por mi cuenta así como así para tantear el terreno. Finalmente una indicación suya, seguida de un asentimiento de mí, me llevó a seguirla. En resumen, el recorrido nos acabó llevando a un pasillo con puertas cerradas por aquí y por allá.
- Siempre puedo intentar echarla abajo de una patada. - Acoté bromeando - tal vez no tanto - pero era un modo de responder a su pregunta y romper el hielo entre ambas. - ¿Hace mucho que trabajas aquí? - Le pregunté al ver que parecía tan perdida como yo en aquel sitio.
Que las puertas estuvieran cerradas me frustraba bastante, pero me hacían pensar que había algo que ocultar o era yo siendo conspiranoica. Como fuera, finalmente dimos con una que la verdad me extrañó. ¿Por qué estaba detrás de un tapiz?
En fin, levanté los hombros en señal de "ni modo" y entré detrás de ella. El lugar parecía una boca de lobo, no podía ver absolutamente nada. Al escuchar la voz de Amelia, me acerqué a esta tratando de tantear por lo menos tocar su cabeza a fin de estar juntas. Ahora que estábamos atrapadas la cosa podía complicarse. No podía usar las runas, no veía un carajo.
Coloqué mi mano sobre lo que creí era su hombro, aquello fue un golpe de suerte, pues acto seguido de escucharla ese clonc hizo que las cosas se vinieran abajo, en todo el sentido de la palabra. Como acto reflejo la atraje hacia mí aprovechando de mi altura y complexión para amortiguar su caída. Mi armadura - esperaba- resistiría el impacto si era un trecho corto y plano.
El sonido sordo de mi caída seguido de un quejido por el impacto fue lo primero que se escuchó. Cuando recuperé el aliento deshice el abrazo a la chica. -¿Estás bien? - Pregunté preocupada. Trataba de mantener la calma para que el pánico no me nublara el juicio.
La chica correspondió mi saludo, presentándose de una forma que hacía mucho no escuchaba. Inevitablemente esbocé una leve sonrisa. - Y la bendición de Bakthut, y Bakshel te acompañen. - Respondí en continuación a la frase. - Un placer, Amelia. - Agregué.
Negué de inmediato. - Me han dicho que me darían algo de ropa, pero el gnomo rosa se negó a decirme dónde.- Bromeé indiferente de si la chica - que seguramente estaba dedicada a Baltazar - me escuchara o no. - La encargada dijo que arriba hay trajes.- Acoté pues tal vez ella sabría a la habitación en la que seguramente guardaban los uniformes.
La chica se tomó su tiempo, la miraba con curiosidad en la medida que esperaba paciente, si ella no se movía yo no podría moverme por mi cuenta así como así para tantear el terreno. Finalmente una indicación suya, seguida de un asentimiento de mí, me llevó a seguirla. En resumen, el recorrido nos acabó llevando a un pasillo con puertas cerradas por aquí y por allá.
- Siempre puedo intentar echarla abajo de una patada. - Acoté bromeando - tal vez no tanto - pero era un modo de responder a su pregunta y romper el hielo entre ambas. - ¿Hace mucho que trabajas aquí? - Le pregunté al ver que parecía tan perdida como yo en aquel sitio.
Que las puertas estuvieran cerradas me frustraba bastante, pero me hacían pensar que había algo que ocultar o era yo siendo conspiranoica. Como fuera, finalmente dimos con una que la verdad me extrañó. ¿Por qué estaba detrás de un tapiz?
En fin, levanté los hombros en señal de "ni modo" y entré detrás de ella. El lugar parecía una boca de lobo, no podía ver absolutamente nada. Al escuchar la voz de Amelia, me acerqué a esta tratando de tantear por lo menos tocar su cabeza a fin de estar juntas. Ahora que estábamos atrapadas la cosa podía complicarse. No podía usar las runas, no veía un carajo.
Coloqué mi mano sobre lo que creí era su hombro, aquello fue un golpe de suerte, pues acto seguido de escucharla ese clonc hizo que las cosas se vinieran abajo, en todo el sentido de la palabra. Como acto reflejo la atraje hacia mí aprovechando de mi altura y complexión para amortiguar su caída. Mi armadura - esperaba- resistiría el impacto si era un trecho corto y plano.
El sonido sordo de mi caída seguido de un quejido por el impacto fue lo primero que se escuchó. Cuando recuperé el aliento deshice el abrazo a la chica. -¿Estás bien? - Pregunté preocupada. Trataba de mantener la calma para que el pánico no me nublara el juicio.
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
—A ver, deja que piense —había respondido Valeria al intento de Mera de romper el hielo durante aquella extraña búsqueda—: Este más ese multiplicado por… y entonces le sumo… me llevo una… ¿Unas dos… horas? Puede que algo menos.
En aquel momento, todavía tenía ánimo para permitirse una que otra broma. Apenas unos instantes después, ni siquiera era capaz de apreciar el abrazo de la escultural mujer mientras caían rampa abajo hasta golpear contra un suelo de piedra. No había sido capaz de amortiguar la caída. De no haber sido por la norteña, habría caído como un fardo hasta espanzurrarse contra el piso.
—¡No, no estoy bien! —respondió y ella misma se alarmó de lo aguda que sonó su voz.
Podría haber muerto en un momento de no ser por una completa desconocida. No tenía su telequinesis, no podía controlar sus cuchillos, no podía manipula la gravedad… ¡Y el maldito pasadizo se había cerrado de nuevo dejándolas tiradas quién sabía dónde!
¡Cálmate! No estás indefensa.
Cierto, no siempre había tenido el mismo control sobre su magia, pero siempre se las había arreglado. Tenía otros recursos: el pequeño kit alquímico en uno de los prácticos bolsillos interiores de su cómodo traje de sirvienta, por ejemplo. Nada que ver con los rebuscados e inútiles volantes que llevaba la energúmena de pelo rosa. Mira, ya se sentía algo mejor.
—Perdona —le dijo Mera mientras se incorporaba—, ha sido un desliz. Ya me siento mejor. ¿Tú estás bien, necesitas atención médica? Tengo experiencia, puedo ayudar con eso.
Una vez comprobado que ambas estaban vivas y enteras, Valeria se puso de pie para asimilar el espacio que las rodeaba. Se trataba de una especie de pasillo con paredes bajas de piedra que descendía ante ellas haciendo una curva hacia la derecha. ¿Una rampa en espiral, quizá?
En algún punto por delante de donde se encontraban, brillaba una luz titilante, posiblemente una antorcha. ¿Sería allí donde esperaban los dueños de las voces que había escuchado? Valeria se negó a pensar de qué tendría hambre exactamente aquella persona. O ser. O lo que fuese. ¿Quería siquiera averiguarlo?
—Será mejor que intentemos averiguar dónde estamos o cómo volver —dijo en voz baja—. ¿Ves algún mecanismo que pueda accionar de nuevo el pasadizo? —A ella las paredes le parecían totalmente lisas, una mampostería impecable—. Si no hay nada, solo nos queda una dirección posible, pero podría ser peligroso, ¿sabes? Hay rumores de que este lugar podría ser una tapadera para otra cosa.
Valeria apretó los puños y se mordió el labio con frustración. Ojalá supiera si era solo su conexión con el éter lo que se había visto afectado o sería alguna protección del lugar. No había tenido problemas para usar su magia en el bar. ¿Lo había hecho en la cocina o el pasillo? No lograba recordarlo.
—Espera un momento —dijo antes de que Mera se decidiera—. Deja que compruebe algo.
Sacó rápidamente un punzón, un frasquito de tinta y su fiel cálamo de otro de sus múltiples bolsillos de criada isleña y se puso a raspar en uno de los bloques de piedra(1).
—Solo será un momento —explicó—. Son unas runas muy sencillas.
Cuando terminó de dibujar, mojó el cálamo en la tinta especial y la introdujo en las finas grietas que había abierto. En condiciones normales, aquello debería haber activado el hechizo de luz. No ocurrió nada.
—Nada de magia entonces —concluyó con un suspiro y guardó de nuevo el estuche arcano.
----------
OFF: (1) Uso el kit de arcanos para aplicar la técnica Faro… que no funciona porque algo pasa con la magia en ese lugar.
Mira, encargada: #00ccff
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En aquel momento, todavía tenía ánimo para permitirse una que otra broma. Apenas unos instantes después, ni siquiera era capaz de apreciar el abrazo de la escultural mujer mientras caían rampa abajo hasta golpear contra un suelo de piedra. No había sido capaz de amortiguar la caída. De no haber sido por la norteña, habría caído como un fardo hasta espanzurrarse contra el piso.
—¡No, no estoy bien! —respondió y ella misma se alarmó de lo aguda que sonó su voz.
Podría haber muerto en un momento de no ser por una completa desconocida. No tenía su telequinesis, no podía controlar sus cuchillos, no podía manipula la gravedad… ¡Y el maldito pasadizo se había cerrado de nuevo dejándolas tiradas quién sabía dónde!
¡Cálmate! No estás indefensa.
Cierto, no siempre había tenido el mismo control sobre su magia, pero siempre se las había arreglado. Tenía otros recursos: el pequeño kit alquímico en uno de los prácticos bolsillos interiores de su cómodo traje de sirvienta, por ejemplo. Nada que ver con los rebuscados e inútiles volantes que llevaba la energúmena de pelo rosa. Mira, ya se sentía algo mejor.
—Perdona —le dijo Mera mientras se incorporaba—, ha sido un desliz. Ya me siento mejor. ¿Tú estás bien, necesitas atención médica? Tengo experiencia, puedo ayudar con eso.
Una vez comprobado que ambas estaban vivas y enteras, Valeria se puso de pie para asimilar el espacio que las rodeaba. Se trataba de una especie de pasillo con paredes bajas de piedra que descendía ante ellas haciendo una curva hacia la derecha. ¿Una rampa en espiral, quizá?
En algún punto por delante de donde se encontraban, brillaba una luz titilante, posiblemente una antorcha. ¿Sería allí donde esperaban los dueños de las voces que había escuchado? Valeria se negó a pensar de qué tendría hambre exactamente aquella persona. O ser. O lo que fuese. ¿Quería siquiera averiguarlo?
—Será mejor que intentemos averiguar dónde estamos o cómo volver —dijo en voz baja—. ¿Ves algún mecanismo que pueda accionar de nuevo el pasadizo? —A ella las paredes le parecían totalmente lisas, una mampostería impecable—. Si no hay nada, solo nos queda una dirección posible, pero podría ser peligroso, ¿sabes? Hay rumores de que este lugar podría ser una tapadera para otra cosa.
Valeria apretó los puños y se mordió el labio con frustración. Ojalá supiera si era solo su conexión con el éter lo que se había visto afectado o sería alguna protección del lugar. No había tenido problemas para usar su magia en el bar. ¿Lo había hecho en la cocina o el pasillo? No lograba recordarlo.
—Espera un momento —dijo antes de que Mera se decidiera—. Deja que compruebe algo.
Sacó rápidamente un punzón, un frasquito de tinta y su fiel cálamo de otro de sus múltiples bolsillos de criada isleña y se puso a raspar en uno de los bloques de piedra(1).
—Solo será un momento —explicó—. Son unas runas muy sencillas.
Cuando terminó de dibujar, mojó el cálamo en la tinta especial y la introdujo en las finas grietas que había abierto. En condiciones normales, aquello debería haber activado el hechizo de luz. No ocurrió nada.
—Nada de magia entonces —concluyó con un suspiro y guardó de nuevo el estuche arcano.
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OFF: (1) Uso el kit de arcanos para aplicar la técnica Faro… que no funciona porque algo pasa con la magia en ese lugar.
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Poco antes de vernos sumergidas en semejante lío. Básicamente ella y yo éramos un par de novatas en un nido de víboras. Esto me hizo divagar, ideas tan aisladas como retorcidas. Una de ellas es que seguramente esa chica estaba por las mismas razones que yo allí, cosas que descarté de inmediato, hubiera sido demasiada casualidad.
Lo siguiente, el sonido sordo de mi caída y la respuesta por su parte. Se le notaba bastante alterada. - Respira solo fue el susto. - Dije tratando de calmarla. Por mi parte yo me sobaba la espalda y los hombros. Hasta ahora no sentía que algo estuviera roto pero sí que me dolía todo como si una estampida hubiera pasado encima de mi. - Bueno... recuerdame agradecerle al elfo que me hizo esta armadura. Le debo el bienestar de mis costillas. - Expresé en voz alta, una manera de darme ánimos.
Y sí que necesitaba ánimos. En primer lugar no veía un carajo, cosa que nos impedía saber en que tipo de habitación - claramente con un suelo muy duro - nos encontrábamos. Si bien creía que no había nada roto o dislocado, me dolía todo el maldito cuerpo y el idiota de Baltazar estaba demasiado lejos para hacer su magia, cosa que noté al no sentir el vibrar del broche. Apenas una luz, tenue, como si el viento la pudiera apagar en aquel momento se veía a lo lejos.
Sus palabras hicieron click en mis pensamientos. De haber estado iluminado el lugar ella hubiera podido apreciar mis grandes ojos asombrados. - No creo que podamos salir por donde entramos. - Comencé a hablar en su mismo tono bajo, tratando de organizar las ideas. - Por ahora no te muevas. - Comencé a hurgar en mi bolsa, por suerte la oscuridad sensibilizaba los demás sentidos y palpé hasta dar con lo que quería.
En ese lapso, ella intentó probar algo. Runas, runas que lamentablemente no funcionaron, por alguna razón no podíamos usar magia.- Toma la punta de esa cuerda y yo tomaré la otra. Tengo un par de antorchas en mi bolsa pero no creo que sea prudente encenderlas, no por ahora. Tú lo has dicho hay rumores en este lugar y creo que estamos en medio de ello. - Dije sin dar más detalles de lo necesarios, la chica era lista seguro para este punto también habría dado con el hecho que no estaba allí para trabajar.
Amarré mi trozo de cuerda a mi diestra dejando la siniestra para sostener el látigo. Me levanté como cual sexagenario, todo crujió, pero se sintió de maravilla. - Iré adelante, si nos atacan al menos un par de azotes se llevaran. - El objetivo era llegar hacia la luz y ver qué rayos nos deparaba allí.
Lo siguiente, el sonido sordo de mi caída y la respuesta por su parte. Se le notaba bastante alterada. - Respira solo fue el susto. - Dije tratando de calmarla. Por mi parte yo me sobaba la espalda y los hombros. Hasta ahora no sentía que algo estuviera roto pero sí que me dolía todo como si una estampida hubiera pasado encima de mi. - Bueno... recuerdame agradecerle al elfo que me hizo esta armadura. Le debo el bienestar de mis costillas. - Expresé en voz alta, una manera de darme ánimos.
Y sí que necesitaba ánimos. En primer lugar no veía un carajo, cosa que nos impedía saber en que tipo de habitación - claramente con un suelo muy duro - nos encontrábamos. Si bien creía que no había nada roto o dislocado, me dolía todo el maldito cuerpo y el idiota de Baltazar estaba demasiado lejos para hacer su magia, cosa que noté al no sentir el vibrar del broche. Apenas una luz, tenue, como si el viento la pudiera apagar en aquel momento se veía a lo lejos.
Sus palabras hicieron click en mis pensamientos. De haber estado iluminado el lugar ella hubiera podido apreciar mis grandes ojos asombrados. - No creo que podamos salir por donde entramos. - Comencé a hablar en su mismo tono bajo, tratando de organizar las ideas. - Por ahora no te muevas. - Comencé a hurgar en mi bolsa, por suerte la oscuridad sensibilizaba los demás sentidos y palpé hasta dar con lo que quería.
En ese lapso, ella intentó probar algo. Runas, runas que lamentablemente no funcionaron, por alguna razón no podíamos usar magia.- Toma la punta de esa cuerda y yo tomaré la otra. Tengo un par de antorchas en mi bolsa pero no creo que sea prudente encenderlas, no por ahora. Tú lo has dicho hay rumores en este lugar y creo que estamos en medio de ello. - Dije sin dar más detalles de lo necesarios, la chica era lista seguro para este punto también habría dado con el hecho que no estaba allí para trabajar.
Amarré mi trozo de cuerda a mi diestra dejando la siniestra para sostener el látigo. Me levanté como cual sexagenario, todo crujió, pero se sintió de maravilla. - Iré adelante, si nos atacan al menos un par de azotes se llevaran. - El objetivo era llegar hacia la luz y ver qué rayos nos deparaba allí.
Mientras tanto...
La música sonaba por todo lo alto mientras Baltazar danzaba y bebía como desquiciado metido en su papel. La vibración de aquella medalla cuyas hermanas estaban dispersa, cesó. Meraxes se había alejado. Eso lo puso en estado alerta y tenía que idear un modo de salir de allí o alguna excusa.
- ¿Dónde está la letrina? Este elfo tiene que cambiarle el agua al pajarito. - Expresó de tal modo que parecía que se había pasado de tragos.
Otofursa reía de manera fingida. - Es usted muy chistoso, señor. - Respondió llevando con coquetería su mano a cubrir su boca. - De verdad tengo que ir, y trae un gomejo porque creo que también necesito... ya sabes... - Dejó la frase abierta viendo como la chica sentía una especie de pena ajena y podría decirse que asco.
- Afuera... - Señaló hacia el fondo por la salida trasera. Con una reverencia, el elfo agradeció y caminó hacia allá. A partir de allí podría ingeniar algo que le permitiera ir hacia la dirección que fue su compañera, seguía sin sentir la medalla. Cómo es posible que se hubiera alejado tanto así como si nada en un mismo edificio.
No creía que nadie lo siguiera después de haber dicho de cierto modo que iba a cagar, sin embargo a los pocos segundos de haber salido al patio todo pareció darle un montón de vueltas. Cuáles de todas las cosas que había ingerido lo dejó tirado en el suelo. No tardó en ser arrastrado hacia una especie de cobertizo en aquel patio.
- ¿Dónde está la letrina? Este elfo tiene que cambiarle el agua al pajarito. - Expresó de tal modo que parecía que se había pasado de tragos.
Otofursa reía de manera fingida. - Es usted muy chistoso, señor. - Respondió llevando con coquetería su mano a cubrir su boca. - De verdad tengo que ir, y trae un gomejo porque creo que también necesito... ya sabes... - Dejó la frase abierta viendo como la chica sentía una especie de pena ajena y podría decirse que asco.
- Afuera... - Señaló hacia el fondo por la salida trasera. Con una reverencia, el elfo agradeció y caminó hacia allá. A partir de allí podría ingeniar algo que le permitiera ir hacia la dirección que fue su compañera, seguía sin sentir la medalla. Cómo es posible que se hubiera alejado tanto así como si nada en un mismo edificio.
No creía que nadie lo siguiera después de haber dicho de cierto modo que iba a cagar, sin embargo a los pocos segundos de haber salido al patio todo pareció darle un montón de vueltas. Cuáles de todas las cosas que había ingerido lo dejó tirado en el suelo. No tardó en ser arrastrado hacia una especie de cobertizo en aquel patio.
- Off:
- A fin de que Reike y merax se queden "juntas" hago uso de la cuerda de la bolsa.
- Pues a meterle más drama y a salvar al princeso pelirrojo.Otofursa = #ff33ff
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Mira: #00ccff
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- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
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Ah, el viejo truco de la cuerdita. Valeria había visto a los niños caminando así por Dundarak cuando los llevaban de excursión. Aquel recuerdo le trajo una sensación de melancolía, por alguna razón, y tomó su extremo de la cuerda con cierta congoja.
—Sí, es mejor no llamar la atención sobre nuestra presencia por el momento —«Si es que no saben ya que estamos aquí»—. Es decir, que tú también…
Desde luego, tenía más sentido que una mujer así hubiera venido a investigar asuntos turbios que a trabajar en semejante establecimiento («o a asegurarse de que se llevan a cabo con prontitud»). Aún así, presentarse pertrechada como guerrera no parecía el enfoque más sutil para la tarea.
«Supongo que cuando miras hacia abajo a más de la mitad del mundo, puedes permitirte ser todo lo directa que te salga del rapónchigo». Y, a fin de cuentas, la encargada parecía habérselo tragado. «O eso te están haciendo creer». Decidió, mientras se ataba la cuerda al brazo bueno (lo había intentado primero con el otro, pero el roce de la cuerda sobre la venda le había producido un desagradable escozor), que era mejor callarse la conversación que había escuchado a medias por el momento.
—De acuerdo, tú delante.
Aquella posición le impediría ver lo que se les pudiera echar encima a medida que avanzaban por el pasadizo, pero le proporcionaba una nada desdeñable cobertura. Juzgaba que Mera podría aguantar cualquier envite, al menos, el tiempo suficiente para que a ella se le ocurriese cómo salir del paso por su cuenta.
Sacó la daga de su funda (manualmente) y echó a andar tras la despampanante rubia, preguntándose cómo sería su forma de dragón. A medida que descendían por el lóbrego pasadizo, se iba confirmando la constante curvatura a la derecha, no demasiado pronunciada, pero sí lo suficiente para entender que estaban descendiendo en círculo.
La luz aumentaba al tiempo que avanzaban y el aire se volvía frío y seco, como si se adentraran en una despensa. Solo que no era comida lo que se olía. A Valeria, aquel tufillo le recordaba a una mezcla entre Ulmer en temporada de lluvias y la granja en que había tenido que prestar servicios preceptivos durante la pandemia. ¿Habría animales allí abajo?
Cuando Mera se detuvo*, Valeria se agachó detrás de ella, buscando la protección de las sombras, y asomó la cabeza para atisbar un poco, aprovechando la curvatura de la cintura de la dragona. Habían llegado al final del pasaje y, más allá, se abría una sala subterránea poco iluminada, en el centro de la cual habían acumulado lo que parecían los restos de haber desplumado capones para una boda real, por el tamaño de la montaña de desperdicios.
Al menos, hasta que la mole se movió. No mucho, algo tan masivo no podía desplegar una gran agilidad, pero sí lo suficiente para que vieran que se trataba de algo vivo. Se oyó el sonido de un postigo abriéndose en algún lugar y los esfuerzos de alguien que arrastraba algo pesado por el suelo, pero Valeria no logró ver lo que era desde tan abajo.
—¡Ya era hora! —dijo la mole—. ¡Estaba desfalleciendo de hambre!
Mientras tanto, Otofursa se asomaba al patio trasero tratando de no respirar fuerte por la nariz.
—¿Señor? —llamó—. Señor, ¿va todo bien?
No le hacía ninguna gracia tener que andar detrás de borrachos incontinentes, pero si desaparecía otro cliente en su turno, podía meterse en un buen lío. «Como me entere de que esa hortera sureña me la está jugando de algún modo…». ¿Cómo se podía tardar tanto tiempo en ir y volver del vestuario?
----------
OFF: * Por avanzar un poco la trama, y teniendo en cuenta que Reike va detrás y no podría ver nada de otro modo, asumo que Mera se detendrá al llegar al final del túnel, pero si consideras que es más de lanzarse a la buena de dios, dime y modifico.
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—Sí, es mejor no llamar la atención sobre nuestra presencia por el momento —«Si es que no saben ya que estamos aquí»—. Es decir, que tú también…
Desde luego, tenía más sentido que una mujer así hubiera venido a investigar asuntos turbios que a trabajar en semejante establecimiento («o a asegurarse de que se llevan a cabo con prontitud»). Aún así, presentarse pertrechada como guerrera no parecía el enfoque más sutil para la tarea.
«Supongo que cuando miras hacia abajo a más de la mitad del mundo, puedes permitirte ser todo lo directa que te salga del rapónchigo». Y, a fin de cuentas, la encargada parecía habérselo tragado. «O eso te están haciendo creer». Decidió, mientras se ataba la cuerda al brazo bueno (lo había intentado primero con el otro, pero el roce de la cuerda sobre la venda le había producido un desagradable escozor), que era mejor callarse la conversación que había escuchado a medias por el momento.
—De acuerdo, tú delante.
Aquella posición le impediría ver lo que se les pudiera echar encima a medida que avanzaban por el pasadizo, pero le proporcionaba una nada desdeñable cobertura. Juzgaba que Mera podría aguantar cualquier envite, al menos, el tiempo suficiente para que a ella se le ocurriese cómo salir del paso por su cuenta.
Sacó la daga de su funda (manualmente) y echó a andar tras la despampanante rubia, preguntándose cómo sería su forma de dragón. A medida que descendían por el lóbrego pasadizo, se iba confirmando la constante curvatura a la derecha, no demasiado pronunciada, pero sí lo suficiente para entender que estaban descendiendo en círculo.
La luz aumentaba al tiempo que avanzaban y el aire se volvía frío y seco, como si se adentraran en una despensa. Solo que no era comida lo que se olía. A Valeria, aquel tufillo le recordaba a una mezcla entre Ulmer en temporada de lluvias y la granja en que había tenido que prestar servicios preceptivos durante la pandemia. ¿Habría animales allí abajo?
Cuando Mera se detuvo*, Valeria se agachó detrás de ella, buscando la protección de las sombras, y asomó la cabeza para atisbar un poco, aprovechando la curvatura de la cintura de la dragona. Habían llegado al final del pasaje y, más allá, se abría una sala subterránea poco iluminada, en el centro de la cual habían acumulado lo que parecían los restos de haber desplumado capones para una boda real, por el tamaño de la montaña de desperdicios.
Al menos, hasta que la mole se movió. No mucho, algo tan masivo no podía desplegar una gran agilidad, pero sí lo suficiente para que vieran que se trataba de algo vivo. Se oyó el sonido de un postigo abriéndose en algún lugar y los esfuerzos de alguien que arrastraba algo pesado por el suelo, pero Valeria no logró ver lo que era desde tan abajo.
—¡Ya era hora! —dijo la mole—. ¡Estaba desfalleciendo de hambre!
- la mole:
- Vale, no encontré un hombre-lechuza obeso, pero imagina una mezcla entre esto:
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y esto:
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Mientras tanto, Otofursa se asomaba al patio trasero tratando de no respirar fuerte por la nariz.
—¿Señor? —llamó—. Señor, ¿va todo bien?
No le hacía ninguna gracia tener que andar detrás de borrachos incontinentes, pero si desaparecía otro cliente en su turno, podía meterse en un buen lío. «Como me entere de que esa hortera sureña me la está jugando de algún modo…». ¿Cómo se podía tardar tanto tiempo en ir y volver del vestuario?
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OFF: * Por avanzar un poco la trama, y teniendo en cuenta que Reike va detrás y no podría ver nada de otro modo, asumo que Mera se detendrá al llegar al final del túnel, pero si consideras que es más de lanzarse a la buena de dios, dime y modifico.
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Para ambas fue más que claro que nuestras intenciones en aquel lugar poco tenían que ver con el arduo y sobreexplotado trabajo de... servicio. Como sea por ahora no había tiempo de indagar más allá de lo que sabíamos y buscar la salida.
Tras mi sugerencia de permanecer juntas, la chica aceptó y la caminata inició. Fue silenciosa, aunque no por ello no dejaba de estar al pendiente, especialmente con mis oídos, sentidos que por la falta de luz hasta cierto punto se agudizaron en el estado constante de alerta que me invadía. Y hablando de sentidos otro que la oscuridad - para mi desgracia - también causó un ligero incremento , y por que no, una gran incomodidad, fue mi nariz. - Buagh huele pacuso(*).- Susurré luego de haber aspirado semejante olor a medida que nos acercábamos.-
La marcha se detuvo en la brecha entre la luz y la sombra, o mejor dicho, yo lo hice al ver el escenario que se presentaba. El olor se había quedado impregnado en mi nariz - suerte que no era un perro o algo o seguro la estaría pasando peor - como fuese, ya tenía suficiente con lo que percibía y la grotesca vista.
Era una cosa, grande y fea, no era un ave gorda y bonita, era un ave que rozaba en lo asqueroso. La piel se me erizó y estaba segura de que palidecí de golpe cuando esa cosa habló. Sus palabras tenían relación con la llegada de alguien que era quien seguramente se encargaba de proveer la comida.
- Tenemos que salir de aquí. - Dije entre dientes, más para mí que para ella. Cómo se suponía que lidiáramos con esa cosa sin morir en el intento.
Una voz tenue, hasta podría decirse que adolorida, se escuchó. - Ay... Mi cabeza... ¿Quién se cagó encima de...? - La voz cobró un poco más de fuerza al caer en cuenta de la situación en la que se encontraba. - ¡Oye! ¿Por qué estoy amarrado? A ti te conozco. ¡Por todo los dioses qué cosa es esa! - La palma de mi mano fue parar a mi rostro. Esa voz, esa familiar voz, no podía ser otro que él.
- ¡No lo golpeaste fuerte, inútil! ¡Ahora no dejará de parlotear! - Reclamó el ave viscosa. - ¡Apresúrate y tráelo hacia mí! Muero de hambre.
- Espere, espere, espere. Que no ve que no tengo carne. Tanta fibra le dará diarrea. - Agregó el pelirrojo tratando de salvar su pellejo.
- Cambio de planes. Tienen a mi elfo, hay que sacarlo y salir de aquí. - Me dirigí a la chica. La verdad no tenía ningún plan. Quizás quemar el lugar era buena idea, per un par no estaba segura que un par de antorchas fueran suficientes, además había que distraer a esa cosa. Baltazar podría servir de carnada, pero también podía ser comida de ave.
- Tengo un par de antorchas en mi bolsa. ¿Crees que si te doy tiempo puedes encargarte de quemar todo? Será más fácil para ti no llamar la atención que para mí, así que puedo darte tiempo. - Me quitaba la bolsa de encima a fin de dársela, me desate la cuerda y tragué saliva... Salvar al elfo era mi prioridad ahora, además tal vez esa cosa era la razón que la magia no funcionara, habría que averiguarlo en el intento.
Me incorporé de un salto ya con mi látigo en mano. Corriendo tan lejos de la chica como fuera posible que centraran su atención en mí. - ¡Hey tú, pájaro loco! ¡El elfo tiene razón, te causará indigestión! - No era el mejor plan de todos. Bueno... ¿Cuándo había tenido un plan que no fuese mero impulso?
Tras mi sugerencia de permanecer juntas, la chica aceptó y la caminata inició. Fue silenciosa, aunque no por ello no dejaba de estar al pendiente, especialmente con mis oídos, sentidos que por la falta de luz hasta cierto punto se agudizaron en el estado constante de alerta que me invadía. Y hablando de sentidos otro que la oscuridad - para mi desgracia - también causó un ligero incremento , y por que no, una gran incomodidad, fue mi nariz. - Buagh huele pacuso(*).- Susurré luego de haber aspirado semejante olor a medida que nos acercábamos.-
La marcha se detuvo en la brecha entre la luz y la sombra, o mejor dicho, yo lo hice al ver el escenario que se presentaba. El olor se había quedado impregnado en mi nariz - suerte que no era un perro o algo o seguro la estaría pasando peor - como fuese, ya tenía suficiente con lo que percibía y la grotesca vista.
Era una cosa, grande y fea, no era un ave gorda y bonita, era un ave que rozaba en lo asqueroso. La piel se me erizó y estaba segura de que palidecí de golpe cuando esa cosa habló. Sus palabras tenían relación con la llegada de alguien que era quien seguramente se encargaba de proveer la comida.
- Tenemos que salir de aquí. - Dije entre dientes, más para mí que para ella. Cómo se suponía que lidiáramos con esa cosa sin morir en el intento.
Una voz tenue, hasta podría decirse que adolorida, se escuchó. - Ay... Mi cabeza... ¿Quién se cagó encima de...? - La voz cobró un poco más de fuerza al caer en cuenta de la situación en la que se encontraba. - ¡Oye! ¿Por qué estoy amarrado? A ti te conozco. ¡Por todo los dioses qué cosa es esa! - La palma de mi mano fue parar a mi rostro. Esa voz, esa familiar voz, no podía ser otro que él.
- ¡No lo golpeaste fuerte, inútil! ¡Ahora no dejará de parlotear! - Reclamó el ave viscosa. - ¡Apresúrate y tráelo hacia mí! Muero de hambre.
- Espere, espere, espere. Que no ve que no tengo carne. Tanta fibra le dará diarrea. - Agregó el pelirrojo tratando de salvar su pellejo.
- Cambio de planes. Tienen a mi elfo, hay que sacarlo y salir de aquí. - Me dirigí a la chica. La verdad no tenía ningún plan. Quizás quemar el lugar era buena idea, per un par no estaba segura que un par de antorchas fueran suficientes, además había que distraer a esa cosa. Baltazar podría servir de carnada, pero también podía ser comida de ave.
- Tengo un par de antorchas en mi bolsa. ¿Crees que si te doy tiempo puedes encargarte de quemar todo? Será más fácil para ti no llamar la atención que para mí, así que puedo darte tiempo. - Me quitaba la bolsa de encima a fin de dársela, me desate la cuerda y tragué saliva... Salvar al elfo era mi prioridad ahora, además tal vez esa cosa era la razón que la magia no funcionara, habría que averiguarlo en el intento.
Me incorporé de un salto ya con mi látigo en mano. Corriendo tan lejos de la chica como fuera posible que centraran su atención en mí. - ¡Hey tú, pájaro loco! ¡El elfo tiene razón, te causará indigestión! - No era el mejor plan de todos. Bueno... ¿Cuándo había tenido un plan que no fuese mero impulso?
- Off:
- Pacuso : Pata, culo y sobaco.
- Asumo que una de las que arrastra es una de las chicas, menos la Otorfusa :V
- Te doy mi bolsa con lo que necesitas para quemar todo. (también las lumas del coso ese han de ser inflamable y a lo mejor la grasa de los cadáveres, no sé xD )Otofursa = #ff33ff
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
Otofursa no halló al cliente en el patio ni en la letrina, lo que resultaba extraño, pues no había otra salida al exterior y, definitivamente, no lo había visto volver al bar. Regresaba sobre sus pasos cuando se fijó en que alguien había movido el macetero de piedra. Genial, alguien podría tropezarse y no hacía falta tener muchas luces para adivinar a quién culparían.
Se acercó, concentrando sus fuerzas en potenciar sus músculos, aunque hacía bastante desde el desayuno, pero cuando estuvo frente al macizo recipiente se dio cuenta de dos cosas: estaba situado sobre una especie de laja que se movía sobre pequeños raíles y, quizá más interesante, en el lugar donde debería haber estado el macetero junto a la fachada trasera del bar, había una trampilla que se habría a una rampa descendente lo bastante amplia para permitir el paso de dos o tres personas al mismo tiempo. ¿Por qué nadie le había dicho que tenían sótano?
—¿Qué estás haciendo aquí? —siseó alguien a su espalda, ¿Agnes?
La respuesta se la dio el tremendo golpe que recibió en la boca del estómago cuando se dio la vuelta. Antes de perder el conocimiento, ya rodaba rampa abajo.
Mucho más abajo, Valeria daba un nuevo sentido al olor que había percibido mientras descendía tras Mera. Sí, pacuso lo expresaba a las mil maravillas. Y no discutiría la decisión de largarse de allí aunque solo hubiera sido por el pestazo.
—He oído una puerta al otro lado —dijo casi sin dejar salir el aire entre los labios—, si seguimos a…
Pero para entonces, la actitud de Mera había cambiado por completo. ¿Su elfo? ¿Sacarlo? Estaba en medio de la maldita sala, entre la masa emplumada y quien quiera que lo hubiera arrastrado abajo, ¿cómo pretendía sacarlo? En fin, si estaba dispuesta a distraer ella sola al pajarraco antropófago y su proveedor, Valeria no iba a discutirle.
—Claro, sin problema.
Intentando calcular cuánto tiempo podría procurarle una guerrera de ese tamaño, se internó en las sombras con el bolso de Mera, palpando la pared por si daba con un vano. En el proceso, se topó con lo que parecía un montón de heno. O al menos, la nariz le cosquilleaba igual que cuando estaba en la granja, así que asumió que sería heno. Podía ser un buen sitio para empezar un fuego.
Y entonces se dio cuenta de que, sin su poquito de magia para procurarle una chispa, no tenía la más remota idea de cómo encender un fuego. Mera había dicho que tenía todo lo necesario en la bolsa y había visto a los elfos golpear piedritas para encender fogatas en el bosque. ¿Qué tan difícil podía ser eso?
Mucho, concluyó después de golpearse los dedos un par de veces con lo único en ese bolso que le había parecido remotamente parecido a lo que usaban los malditos elfos.
Por fortuna, en ese momento, sintió una súbita corriente de aire que le indicó dónde quedaba la salida. Lo sentiría por Mera, parecía buena gente, pero ella no se iba a quedar allí dentro por salvar a un elfo estúpido que se había dejado atrapar en primer lugar.
Por desgracia, la puerta se abrió cuando Valeria ya estaba a punto de agarrar el pomo.
—Leo, te volviste a dejar abierto el…
Valeria estaba tan cerca de la mujer, que no tuvo dificultad para distinguir el brillo de la sorpresa en sus ojos, la maraña de faldas oscuras y pelo rosado que arrastraba, el gesto de enfado que sustituiría rápidamente a la sorpresa e, inmediatamente después, el par de cuernos retorcidos que se dirigían hacia su estómago.
Alzó los brazos en un acto reflejo, extendiendo su éter hacia delante para frenar el golpe. Gesto que no sirvió de nada porque seguía sin percibir el éter. Lo que sí percibió fue el golpe que la derribó al suelo.
Cuando abrió los ojos, se encontraba encerrada en lo que parecía una caja de madera del tamaño aproximado de un hombre adulto. Solo que, junto a ella, se apretaba alguien más. Alguien con medias, liguero y una trenza demasiado larga. Valeria se retorció buscando una postura que no le destrozase todas y cada una de sus articulaciones, pero el otro cuerpo hizo lo mismo con un quejido. En medio del caos de tela, pelo y miembros variados, terminó palpando algo que no había esperado encontrar debajo de unas faldas.
«Bueno», pensó, «¿quién iba a pensar que esa parte sí sería cierta?»
----------
OFF: Sí, ya sé que me diste la parte fácil de la misión, pero era el octavo turno, así que tocaba meter la segunda complicación: Reike ha sido capturada y sigue sin magia, mientras que Mera se ha quedado sin backup y se enfrenta sola (y sin magia) a la cosa con plumas, Leo la leopardita de más arriba y, si quiere, a la recién llegada Agnes, la mujer carnero (aunque primero tiene que meter a sus dos miniprisioneras en la caja). La vida de Baltazar sigue pendiendo de un hilo.
Espero que la prueba empírica del final del post resulte suficientemente satisfactoria para nuestro empleador.
Mira, encargada: #00ccff
Kali, la pelirroja dicharachera: Aquamarine
Otofursa, ella misma: #ff33ff
Baltazar, elfo coqueto: #ff9900
Mole, lechuza obesa: #9999ff
Agnes, la de los cuernos de carnero: #228B22
Se acercó, concentrando sus fuerzas en potenciar sus músculos, aunque hacía bastante desde el desayuno, pero cuando estuvo frente al macizo recipiente se dio cuenta de dos cosas: estaba situado sobre una especie de laja que se movía sobre pequeños raíles y, quizá más interesante, en el lugar donde debería haber estado el macetero junto a la fachada trasera del bar, había una trampilla que se habría a una rampa descendente lo bastante amplia para permitir el paso de dos o tres personas al mismo tiempo. ¿Por qué nadie le había dicho que tenían sótano?
—¿Qué estás haciendo aquí? —siseó alguien a su espalda, ¿Agnes?
La respuesta se la dio el tremendo golpe que recibió en la boca del estómago cuando se dio la vuelta. Antes de perder el conocimiento, ya rodaba rampa abajo.
Mucho más abajo, Valeria daba un nuevo sentido al olor que había percibido mientras descendía tras Mera. Sí, pacuso lo expresaba a las mil maravillas. Y no discutiría la decisión de largarse de allí aunque solo hubiera sido por el pestazo.
—He oído una puerta al otro lado —dijo casi sin dejar salir el aire entre los labios—, si seguimos a…
Pero para entonces, la actitud de Mera había cambiado por completo. ¿Su elfo? ¿Sacarlo? Estaba en medio de la maldita sala, entre la masa emplumada y quien quiera que lo hubiera arrastrado abajo, ¿cómo pretendía sacarlo? En fin, si estaba dispuesta a distraer ella sola al pajarraco antropófago y su proveedor, Valeria no iba a discutirle.
—Claro, sin problema.
Intentando calcular cuánto tiempo podría procurarle una guerrera de ese tamaño, se internó en las sombras con el bolso de Mera, palpando la pared por si daba con un vano. En el proceso, se topó con lo que parecía un montón de heno. O al menos, la nariz le cosquilleaba igual que cuando estaba en la granja, así que asumió que sería heno. Podía ser un buen sitio para empezar un fuego.
Y entonces se dio cuenta de que, sin su poquito de magia para procurarle una chispa, no tenía la más remota idea de cómo encender un fuego. Mera había dicho que tenía todo lo necesario en la bolsa y había visto a los elfos golpear piedritas para encender fogatas en el bosque. ¿Qué tan difícil podía ser eso?
Mucho, concluyó después de golpearse los dedos un par de veces con lo único en ese bolso que le había parecido remotamente parecido a lo que usaban los malditos elfos.
Por fortuna, en ese momento, sintió una súbita corriente de aire que le indicó dónde quedaba la salida. Lo sentiría por Mera, parecía buena gente, pero ella no se iba a quedar allí dentro por salvar a un elfo estúpido que se había dejado atrapar en primer lugar.
Por desgracia, la puerta se abrió cuando Valeria ya estaba a punto de agarrar el pomo.
—Leo, te volviste a dejar abierto el…
Valeria estaba tan cerca de la mujer, que no tuvo dificultad para distinguir el brillo de la sorpresa en sus ojos, la maraña de faldas oscuras y pelo rosado que arrastraba, el gesto de enfado que sustituiría rápidamente a la sorpresa e, inmediatamente después, el par de cuernos retorcidos que se dirigían hacia su estómago.
Alzó los brazos en un acto reflejo, extendiendo su éter hacia delante para frenar el golpe. Gesto que no sirvió de nada porque seguía sin percibir el éter. Lo que sí percibió fue el golpe que la derribó al suelo.
Cuando abrió los ojos, se encontraba encerrada en lo que parecía una caja de madera del tamaño aproximado de un hombre adulto. Solo que, junto a ella, se apretaba alguien más. Alguien con medias, liguero y una trenza demasiado larga. Valeria se retorció buscando una postura que no le destrozase todas y cada una de sus articulaciones, pero el otro cuerpo hizo lo mismo con un quejido. En medio del caos de tela, pelo y miembros variados, terminó palpando algo que no había esperado encontrar debajo de unas faldas.
«Bueno», pensó, «¿quién iba a pensar que esa parte sí sería cierta?»
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OFF: Sí, ya sé que me diste la parte fácil de la misión, pero era el octavo turno, así que tocaba meter la segunda complicación: Reike ha sido capturada y sigue sin magia, mientras que Mera se ha quedado sin backup y se enfrenta sola (y sin magia) a la cosa con plumas, Leo la leopardita de más arriba y, si quiere, a la recién llegada Agnes, la mujer carnero (aunque primero tiene que meter a sus dos miniprisioneras en la caja). La vida de Baltazar sigue pendiendo de un hilo.
Espero que la prueba empírica del final del post resulte suficientemente satisfactoria para nuestro empleador.
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Reike
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
Península de Verisar » En alguna ciudad de paso.
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Había salido justo en el momento exacto en el que aquella mujer bestia se disponía a seguir arrastrando a Baltazar. La sorpresa fue más evidente en la lechuza obesa que en la fémina que seguramente se había hecho cargo de llevarnos ahí.
- ¡Ahí está mi dragona favorita! - Exclamó el elfo ante la emoción de ver un halo de esperanza. Esperanza que se esfumó al caer en cuenta en ese momento que no percibía energía mágica de nada, algo estaba mal con ese lugar.
- ¡Qué haces ahí parada como idiota! ¡Atrápala y tráemela! ¡Esta es mas grande y jugosa! - Ordenó aquella cosa asquerosa en lo que la chica se debatió unos instantes si ir por mí o terminar de llevarle a Baltazar a lo que seguramente era su amo. Optó por lo primero, después de todo el elfo estaba amarrado.
- Ay mierda. - La chica se movía con suma destreza. Entre zigzagueos me enfoqué en azotar sus piernas para atrofiar su movilidad. Si lograba tal vez enredar mi látigo en su cuello podría dominarla.
- ¡Deja de jugar y atrápala! - Reclamaba aquella cosa que, confiado en que Baltazar estaba amarrado, no se percató de que este rodaba por su vida a un hueso lo bastante corto punzante que sus ojos de elfo habían notado para tratar de cortar las cuerdas que lo rodeaban.
- Corre, corre, corre. - Me repetía en voz baja tratando de dar batalla a esa mujer cuya destreza era notablemente superior a la mía. - ¿Por qué tarda tanto el fuego? - Me pregunté al mismo tiempo, encender una chispa no tardaba demasiado y con esta distracción le sería bastante sencillo hacerlo.
- ¿Dónde está la otra? - Gritó la mujer. Era consciente que dos habíamos caído por ese agujero. Venía hacia mí con garras preparadas para atacar.
Por suerte el instinto de supervivencia pudo más y pensar rápido también. - ¿La otra? No sé de qué me hablas... - Lancé otro azote al tener de nuevo cierta ventaja de distancia. - Aunque... ahora que lo recuerdo...creo que cuando caí escuché un fuerte crack... pero estaba tan oscuro que pensé que había aplastado una rata. - Sonreí con picardía. Lo había dicho en el tono exacto como para que la cosa viscosa escuchara.
- ¡ERES UNA TONTA! ¡CÓMO TE ATREVES A PERDER COMIDA! - Chilló la urraca. No iba a negar que hasta mí me heló la sangre, pero el efecto que causaba en la chica era todavía peor en verdad le temía a sobremanera.
- N...no... ella...miente, señor.
- ¿Cree que le traía comida? ¡Ja! - Solté una carcajada avivando la llama de la furia. - Aquella chiquilla tenía el tamaño de un niño, ni siquiera puede contarse como bocadillo. - Insistí mientras con la mano libre le daba un estimado de la estatura de Amelia. - ¿Dónde estás, Amelia? - Pensé ya con cierta preocupación.
Mis palabras parecieron seguir alterando al ave que para mi desgracia acabó - sabrán los dioses cómo - por levantarse y agitar sus alas - alborotando más el hedor- y dirigir su enojo a nuestra - o mejor dicho - mi dirección.
- ¡NO SIRVES PARA NADA! ¡QUÍTATE QUE YO ME ENCARGO DE ESTA! - Con una velocidad que no creía posible dado el tamaño de esa cosa, se acercó apartando con el ala a la joven que cayó al suelo sobre toda esa grasa necrótica. Ahora sí que debía temer por mi vida.
Mientras todo este alboroto pasaba el elfo aprovechó su falta de presencia temporal para cortar las cuerdas y liberarse de semejante lazo que seguro solo usaba para otras practicas. Estaba desarmado, no tenía su bastón, pero lo más inquietante de todo era la falta de éter mismo en la zona, algo o alguien lo estaba bloqueando. - ¿Crees que puedes darme más tiempo, querida? - Gritó desde su posición en la medida que buscaba a diestra y siniestra algún indicio que le permitiese dar con el bloqueo.
- ¡Maldito idiota! ¡lo dices cómo si fuera tan fácil! - respondí mientras corría por mi vida mientras una lechuza iracunda me perseguía. Mi látigo era inútil en semejantes condiciones. La otra chica al notar que Baltazar se había soltado - idiota por llamar de nuevo la atención - corrió hacia él con clara intención de volver a noquearlo.
Esta vez el elfo estaba alerta. - Lo siento madame, pero me temo que esta ocasión no le será... - Arañazo en la cara que solo llevó al elfo a sacar su otra faceta. La verdad, no sé qué fue lo que sucedió, ni cómo lo hizo, pero luego de una serie de pasos que parecían bailes y desorientación, había golpeado tan fuerte a la mujer en la nuca que la dejó fuera de combate. - Vuelvo a la búsqueda -
Se sacudió la ropa - o mejor dicho - comenzó a quitarse las prendas. Tomó varios huesos, parecía que luego de estar mejor concentrado logró dar con un par de marcas extrañas en la pared, runas. - ¡Oye, será mejor que vengas, yo me encargo del emplumado! - Comenzó a lanzarle cráneos, costillas y sabrá que otras cosas al ave.
Para ese punto yo había logrado meterme entre una montaña de huesos y carne putrefacta, francamente no sé cómo lo aguanté, y la urraca estaba escarbando con sus garras ahí. - Una de ellas me rozó el brazo derecho pero la intervención de Baltazar fue justo a tiempo. Encolerizada como se encontraba sólo tenía sed de sangre.
- ¿Ahora entiende lo que le digo que soy solo fibra? - Agregó mientras se mostraba en calzones al ave que volvió a chilla de manera estruendosa. Baltazar comenzó a moverse alejando a la cosa de donde había dado con las runas. - ES TU ÁREA ¿NO? NO ME DECEPCIONES QUE NO SÉ CUÁNTO AGUANTE PERO CREO QUE ESO BLOQUEA LA MAGIA. - Gritaba nuevamente al verme asomar la cabeza y me indicaba el lugar con el dedo.
Efectivamente no me había tomado mucho llegar a donde me indicaba dado a que ahora él jugaba al gato y al ratón con el ave. Sin embargo si bien pude caer en cuenta que efectivamente se trataba de asuntos arcanos plasmados en aquel muro, no tenía los medio necesarios para lidiar con ello, mi bolsa con mi tintas y demás estaban en manos de Amelia quien no aparecía por ningún lado, me temía que algo le hubiera sucedido.
Había que pensar rápido y había que hacerlo ahora. - Emmm...CREO QUE TENGO UNA IDEA. - Grité a Balto. - NECESITO QUE SUS GARRAS CHOQUEN CONTRA ESTO. - Señalé el muro, no sabía si aquello funcionaría pero a falta de opciones y tiempo no se me ocurría algo mejor.
No escuché respuesta pero era evidente que me había escuchado porque la única frase que salió de su boca en la medida que corría hacia mí como alma que lleva el diablo fue . - HAZTE A UN LADO- y finalmente el estrepitoso sonido se de una pared caer fue lo que se resonó en todo el lugar, quien sabe hasta donde había llegado.
- ¡Ahí está mi dragona favorita! - Exclamó el elfo ante la emoción de ver un halo de esperanza. Esperanza que se esfumó al caer en cuenta en ese momento que no percibía energía mágica de nada, algo estaba mal con ese lugar.
- ¡Qué haces ahí parada como idiota! ¡Atrápala y tráemela! ¡Esta es mas grande y jugosa! - Ordenó aquella cosa asquerosa en lo que la chica se debatió unos instantes si ir por mí o terminar de llevarle a Baltazar a lo que seguramente era su amo. Optó por lo primero, después de todo el elfo estaba amarrado.
- Ay mierda. - La chica se movía con suma destreza. Entre zigzagueos me enfoqué en azotar sus piernas para atrofiar su movilidad. Si lograba tal vez enredar mi látigo en su cuello podría dominarla.
- ¡Deja de jugar y atrápala! - Reclamaba aquella cosa que, confiado en que Baltazar estaba amarrado, no se percató de que este rodaba por su vida a un hueso lo bastante corto punzante que sus ojos de elfo habían notado para tratar de cortar las cuerdas que lo rodeaban.
- Corre, corre, corre. - Me repetía en voz baja tratando de dar batalla a esa mujer cuya destreza era notablemente superior a la mía. - ¿Por qué tarda tanto el fuego? - Me pregunté al mismo tiempo, encender una chispa no tardaba demasiado y con esta distracción le sería bastante sencillo hacerlo.
- ¿Dónde está la otra? - Gritó la mujer. Era consciente que dos habíamos caído por ese agujero. Venía hacia mí con garras preparadas para atacar.
Por suerte el instinto de supervivencia pudo más y pensar rápido también. - ¿La otra? No sé de qué me hablas... - Lancé otro azote al tener de nuevo cierta ventaja de distancia. - Aunque... ahora que lo recuerdo...creo que cuando caí escuché un fuerte crack... pero estaba tan oscuro que pensé que había aplastado una rata. - Sonreí con picardía. Lo había dicho en el tono exacto como para que la cosa viscosa escuchara.
- ¡ERES UNA TONTA! ¡CÓMO TE ATREVES A PERDER COMIDA! - Chilló la urraca. No iba a negar que hasta mí me heló la sangre, pero el efecto que causaba en la chica era todavía peor en verdad le temía a sobremanera.
- N...no... ella...miente, señor.
- ¿Cree que le traía comida? ¡Ja! - Solté una carcajada avivando la llama de la furia. - Aquella chiquilla tenía el tamaño de un niño, ni siquiera puede contarse como bocadillo. - Insistí mientras con la mano libre le daba un estimado de la estatura de Amelia. - ¿Dónde estás, Amelia? - Pensé ya con cierta preocupación.
Mis palabras parecieron seguir alterando al ave que para mi desgracia acabó - sabrán los dioses cómo - por levantarse y agitar sus alas - alborotando más el hedor- y dirigir su enojo a nuestra - o mejor dicho - mi dirección.
- ¡NO SIRVES PARA NADA! ¡QUÍTATE QUE YO ME ENCARGO DE ESTA! - Con una velocidad que no creía posible dado el tamaño de esa cosa, se acercó apartando con el ala a la joven que cayó al suelo sobre toda esa grasa necrótica. Ahora sí que debía temer por mi vida.
Mientras todo este alboroto pasaba el elfo aprovechó su falta de presencia temporal para cortar las cuerdas y liberarse de semejante lazo que seguro solo usaba para otras practicas. Estaba desarmado, no tenía su bastón, pero lo más inquietante de todo era la falta de éter mismo en la zona, algo o alguien lo estaba bloqueando. - ¿Crees que puedes darme más tiempo, querida? - Gritó desde su posición en la medida que buscaba a diestra y siniestra algún indicio que le permitiese dar con el bloqueo.
- ¡Maldito idiota! ¡lo dices cómo si fuera tan fácil! - respondí mientras corría por mi vida mientras una lechuza iracunda me perseguía. Mi látigo era inútil en semejantes condiciones. La otra chica al notar que Baltazar se había soltado - idiota por llamar de nuevo la atención - corrió hacia él con clara intención de volver a noquearlo.
Esta vez el elfo estaba alerta. - Lo siento madame, pero me temo que esta ocasión no le será... - Arañazo en la cara que solo llevó al elfo a sacar su otra faceta. La verdad, no sé qué fue lo que sucedió, ni cómo lo hizo, pero luego de una serie de pasos que parecían bailes y desorientación, había golpeado tan fuerte a la mujer en la nuca que la dejó fuera de combate. - Vuelvo a la búsqueda -
Se sacudió la ropa - o mejor dicho - comenzó a quitarse las prendas. Tomó varios huesos, parecía que luego de estar mejor concentrado logró dar con un par de marcas extrañas en la pared, runas. - ¡Oye, será mejor que vengas, yo me encargo del emplumado! - Comenzó a lanzarle cráneos, costillas y sabrá que otras cosas al ave.
Para ese punto yo había logrado meterme entre una montaña de huesos y carne putrefacta, francamente no sé cómo lo aguanté, y la urraca estaba escarbando con sus garras ahí. - Una de ellas me rozó el brazo derecho pero la intervención de Baltazar fue justo a tiempo. Encolerizada como se encontraba sólo tenía sed de sangre.
- ¿Ahora entiende lo que le digo que soy solo fibra? - Agregó mientras se mostraba en calzones al ave que volvió a chilla de manera estruendosa. Baltazar comenzó a moverse alejando a la cosa de donde había dado con las runas. - ES TU ÁREA ¿NO? NO ME DECEPCIONES QUE NO SÉ CUÁNTO AGUANTE PERO CREO QUE ESO BLOQUEA LA MAGIA. - Gritaba nuevamente al verme asomar la cabeza y me indicaba el lugar con el dedo.
Efectivamente no me había tomado mucho llegar a donde me indicaba dado a que ahora él jugaba al gato y al ratón con el ave. Sin embargo si bien pude caer en cuenta que efectivamente se trataba de asuntos arcanos plasmados en aquel muro, no tenía los medio necesarios para lidiar con ello, mi bolsa con mi tintas y demás estaban en manos de Amelia quien no aparecía por ningún lado, me temía que algo le hubiera sucedido.
Había que pensar rápido y había que hacerlo ahora. - Emmm...CREO QUE TENGO UNA IDEA. - Grité a Balto. - NECESITO QUE SUS GARRAS CHOQUEN CONTRA ESTO. - Señalé el muro, no sabía si aquello funcionaría pero a falta de opciones y tiempo no se me ocurría algo mejor.
No escuché respuesta pero era evidente que me había escuchado porque la única frase que salió de su boca en la medida que corría hacia mí como alma que lleva el diablo fue . - HAZTE A UN LADO- y finalmente el estrepitoso sonido se de una pared caer fue lo que se resonó en todo el lugar, quien sabe hasta donde había llegado.
- Off:
- Se armó el desmadre. - Resumen.-
- La última parte del post la dejo a tu interpretación si funciona o no el desmadre. - Se me secaron las neuronas. -Otofursa = #ff33ff
Baltazar = #ff9900
Mira: #00ccff
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
—¡Nyaaaaa!
Valeria apartó la mano en el acto, golpeándose el antebrazo herido contra la madera que le servía de prisión. El escozor repentino le hizo soltar un juramento.
—La sureña —dijo la voz de Otofursa. Parecía estar esforzándose por no escupir de una sola vez todo su desprecio—. Se te ha abierto la herida.
¿Cómo mierda lo había nota…? Oh, estupendo, claramente una de las dos tardaría más que la otra en morirse de hambre.
—Tenemos problemas más acuciantes que ese —dijo Valeria, mientras se agitaba golpeando las paredes de madera con cualquier parte de su cuerpo capaz de un mínimo movimiento.
—¿No puedes hacer un poco del hocus pocus ese que tanto os gusta en las islas? ¿Explotar la tapa o algo?
Valeria concentró la irritación creciente en golpear de nuevo la caja. Solo consiguió clavarse una astilla en la cadera.
—No funciona —confesó a regañadientes—. Perdí el contacto con el éter en cuanto entré en ese maldito sótano. Este maldito sótano, supongo.
—¿Y qué diablos estabas haciendo en este maldito sótano?
—¿Qué diablos estabas haciendo tú en este maldito sótano?
—¡Yo ni siquiera sabía que el edificio tenía un sótano!
—¡Pues ya somos dos!
Un silencio incómodo se instaló en el cajón durante casi un minuto. Fue Otofursa quien lo rompió, en un tono un tanto incierto:
—Y-yo podría sacarnos de aquí. Es solo que… bueno, hace ya unas horas de mi última comida y…
—¡No pienso dejar que me claves los colmillos!
—Puaj, como si quisiera ponerte los labios encima.
—¿Y entonces?
—La venda —apuntó Otofursa con el mismo tono que si le hablase a un crío especialmente lento.
Oh, claro, a estas alturas ya estaría empapada. Eso o solo buscaba una excusa para exponer la herida y hacerse el trabajo aún más fácil. Por desgracia para Valeria, no le sobraban las opciones, así que desenvolvió el brazo y le pasó el paño.
Tras unos desagradables sonidos de succión, los músculos de Otofursa se tensaron y hasta parecieron aumentar de volumen(1). Genial, menos espacio en la caja. Solo que entonces, su acompañante de prisión comenzó a golpear las paredes de madera acompañando cada golpe de un gruñido casi animalesco y, para sorpresa de Valeria, la caja se rompió.
—¿Pero qué…?
Sea lo que fuera lo que iba a preguntar la tal Agnes cuando vio a sus dos prisioneras emerger de entre los tablones destrozados quedó interrumpido cuando la pared que tenía detrás se le vino encima. A la luz de la candela, que había rodado por el suelo sin llegar a apagarse, Valeria pudo distinguir una maraña de plumas flotando entre el polvo y los bloques de piedra derribados.
La buena noticia fue que todo el éter a su alrededor se hizo presente para ella en aquel mismo momento.
La mala noticia fue que el techo de la sala no tardó en comenzar a crujir.
----------
OFF: (1) Otofursa usa la sangre para potenciar su fuerza física, como ya se insinuó en el post anterior.
Subrayo el momento en que Mera resuelve la primera complicación. Por desgracia, lo hace derribando un muro de carga, lo que puede suponer una tercera complicación o la solución a todos nuestros problemas. Lo veremos en el próximo turno.
Mira, encargada: #00ccff
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Leo, leopardita: #ffff00
Valeria apartó la mano en el acto, golpeándose el antebrazo herido contra la madera que le servía de prisión. El escozor repentino le hizo soltar un juramento.
—La sureña —dijo la voz de Otofursa. Parecía estar esforzándose por no escupir de una sola vez todo su desprecio—. Se te ha abierto la herida.
¿Cómo mierda lo había nota…? Oh, estupendo, claramente una de las dos tardaría más que la otra en morirse de hambre.
—Tenemos problemas más acuciantes que ese —dijo Valeria, mientras se agitaba golpeando las paredes de madera con cualquier parte de su cuerpo capaz de un mínimo movimiento.
—¿No puedes hacer un poco del hocus pocus ese que tanto os gusta en las islas? ¿Explotar la tapa o algo?
Valeria concentró la irritación creciente en golpear de nuevo la caja. Solo consiguió clavarse una astilla en la cadera.
—No funciona —confesó a regañadientes—. Perdí el contacto con el éter en cuanto entré en ese maldito sótano. Este maldito sótano, supongo.
—¿Y qué diablos estabas haciendo en este maldito sótano?
—¿Qué diablos estabas haciendo tú en este maldito sótano?
—¡Yo ni siquiera sabía que el edificio tenía un sótano!
—¡Pues ya somos dos!
Un silencio incómodo se instaló en el cajón durante casi un minuto. Fue Otofursa quien lo rompió, en un tono un tanto incierto:
—Y-yo podría sacarnos de aquí. Es solo que… bueno, hace ya unas horas de mi última comida y…
—¡No pienso dejar que me claves los colmillos!
—Puaj, como si quisiera ponerte los labios encima.
—¿Y entonces?
—La venda —apuntó Otofursa con el mismo tono que si le hablase a un crío especialmente lento.
Oh, claro, a estas alturas ya estaría empapada. Eso o solo buscaba una excusa para exponer la herida y hacerse el trabajo aún más fácil. Por desgracia para Valeria, no le sobraban las opciones, así que desenvolvió el brazo y le pasó el paño.
Tras unos desagradables sonidos de succión, los músculos de Otofursa se tensaron y hasta parecieron aumentar de volumen(1). Genial, menos espacio en la caja. Solo que entonces, su acompañante de prisión comenzó a golpear las paredes de madera acompañando cada golpe de un gruñido casi animalesco y, para sorpresa de Valeria, la caja se rompió.
—¿Pero qué…?
Sea lo que fuera lo que iba a preguntar la tal Agnes cuando vio a sus dos prisioneras emerger de entre los tablones destrozados quedó interrumpido cuando la pared que tenía detrás se le vino encima. A la luz de la candela, que había rodado por el suelo sin llegar a apagarse, Valeria pudo distinguir una maraña de plumas flotando entre el polvo y los bloques de piedra derribados.
La buena noticia fue que todo el éter a su alrededor se hizo presente para ella en aquel mismo momento.
La mala noticia fue que el techo de la sala no tardó en comenzar a crujir.
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OFF: (1) Otofursa usa la sangre para potenciar su fuerza física, como ya se insinuó en el post anterior.
Subrayo el momento en que Mera resuelve la primera complicación. Por desgracia, lo hace derribando un muro de carga, lo que puede suponer una tercera complicación o la solución a todos nuestros problemas. Lo veremos en el próximo turno.
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Al parecer mi apresurada idea había funcionado mejor de lo esperado, prácticamente fue inmediato el efecto de la magia volver, sentía el vibrar en mi bolsillo. - ¡Funcionó! - Exclamé sacudiéndome el escombro y tierra que había caído sobre mí.
Baltazar estaba igual que yo, aunque mucho más café al estar sin ropa. Tosió un poco antes de reincorporarse. La lechuza estaba un poco aturdida y al mismo tiempo el lugar resonaba como si fuera a caerse. - No celebres tan pronto, tenemos que irnos o este lugar se nos caerá encima. - Agregó un poco más serio.
- No podemos irnos, venía con una chica y ya no está. - Reclamé entre la nube de polvo que me impedía ver más allá de un par de metros.
Baltazar miraba con menos dificultad en la medida que la tierra volvió a bajar, notando la silueta de dos - o quizás tres - chicas un poco más allá. - Tch... Hay más sirvientas malévolas. - Dijo para luego volver a estar a la defensiva al ver como la lechuza volvía a ponerse de pie.
- Voy a matarlos... desmembrarlos en pedacitos... ¡Nadie se burla del gran Mole!
- ¡Merax! ¡Toma a la chica y sal rápido de aquí, te daré tiempo! ¡Cúbrete los ojos en cinco! - Ordenó.
- Pero Amelia...- Volví a refutar, para ese punto el polvo había bajado lo suficiente como para notar la pequeña silueta familiar un poco más allá. -¡Amelia! - No estaba sola, pero para ese punto solo podía creer que se trataba de otra victima o un futuro enemigo que estaba en desventaja. - ¡Salgan de ahí! ¡Rápido! - Avisé mientras tomando en cuenta las palabras del elfo corría hacia la mujer bestia inconsciente. La cargué con cierto esfuerzo, sin embargo la idea de sacarla de allí era tener un testigo y actor vivo para resolver semejante lío.
El sonido espectral de aquella ave se hizo notar. Conté segundo a segundo antes de cerrar con fuerza los ojos y notar el gran destello de luz que dejó en blanco el lugar. La lechuza, ya anteriormente afectada por el golpe ahora estaba totalmente fuera de combate, su hipersensibilidad a la luz la dejó noqueada, el sótano comenzaba a derrumbarse había que llegar a la salida. - No sé quien es Amelia pero espero que sea una de ustedes y corra. - Agregó el elfo que también emprendió la marcha detrás de mí.
Ahora el reto consistía en esquivar escombros y salir tan rápido cómo se pudiera de ahí.
Baltazar estaba igual que yo, aunque mucho más café al estar sin ropa. Tosió un poco antes de reincorporarse. La lechuza estaba un poco aturdida y al mismo tiempo el lugar resonaba como si fuera a caerse. - No celebres tan pronto, tenemos que irnos o este lugar se nos caerá encima. - Agregó un poco más serio.
- No podemos irnos, venía con una chica y ya no está. - Reclamé entre la nube de polvo que me impedía ver más allá de un par de metros.
Baltazar miraba con menos dificultad en la medida que la tierra volvió a bajar, notando la silueta de dos - o quizás tres - chicas un poco más allá. - Tch... Hay más sirvientas malévolas. - Dijo para luego volver a estar a la defensiva al ver como la lechuza volvía a ponerse de pie.
- Voy a matarlos... desmembrarlos en pedacitos... ¡Nadie se burla del gran Mole!
- ¡Merax! ¡Toma a la chica y sal rápido de aquí, te daré tiempo! ¡Cúbrete los ojos en cinco! - Ordenó.
- Pero Amelia...- Volví a refutar, para ese punto el polvo había bajado lo suficiente como para notar la pequeña silueta familiar un poco más allá. -¡Amelia! - No estaba sola, pero para ese punto solo podía creer que se trataba de otra victima o un futuro enemigo que estaba en desventaja. - ¡Salgan de ahí! ¡Rápido! - Avisé mientras tomando en cuenta las palabras del elfo corría hacia la mujer bestia inconsciente. La cargué con cierto esfuerzo, sin embargo la idea de sacarla de allí era tener un testigo y actor vivo para resolver semejante lío.
El sonido espectral de aquella ave se hizo notar. Conté segundo a segundo antes de cerrar con fuerza los ojos y notar el gran destello de luz que dejó en blanco el lugar. La lechuza, ya anteriormente afectada por el golpe ahora estaba totalmente fuera de combate, su hipersensibilidad a la luz la dejó noqueada, el sótano comenzaba a derrumbarse había que llegar a la salida. - No sé quien es Amelia pero espero que sea una de ustedes y corra. - Agregó el elfo que también emprendió la marcha detrás de mí.
Ahora el reto consistía en esquivar escombros y salir tan rápido cómo se pudiera de ahí.
- Off:
- Merax toma a Leo y sale corriendo.
- Baltazar hace uso de su habilidad esa que mientras menos ropa más aturde. (Está es su ficha de Habilidades pero no puedo acceder)
- Corren hacia la saluda mientras la habitación comienza a ceder.Otofursa = #ff33ff
Baltazar = #ff9900
Mira: #00ccff
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
El polvo se había adueñado del espacio y, sin embargo, Otofursa aún respiraba con fuerza, emitiendo unos sonidos que a Valeria le recordaron los gruñidos de un perro callejero avisando de que acababas de entrar en su territorio y más te valía retroceder por dónde habías llegado. Ella, por su parte, tosió todo el polvo del mundo en un momento, hasta que sintió el aliento de la sirvienta demasiado cerca de su brazo herido. Le dio un bofetón de revés, algo que sirvió para quitarse de encima la tensión del último par de horas y que también pareció calmar la sed de su acompañante.
—Esto se va a venir abajo —dijo Valeria mientras atraía con su preciada magia la vela abandonada, despacio, para que no se apagase—, hay que salir de aquí a la de ya.
—¡Oh, no, los clientes! —fue la respuesta de Otofursa.
Las dos miraron alternativamente arriba y a su alrededor, buscando una salida. Y, entonces, la mole de plumas habló, el aire se aclaró lo suficiente para ver más allá de unos pasos y… ¿por qué estaba el elfo en cueros?
—¡Mera! ¡Hay que salir! ¡Rápido! —gritó Valeria al mismo tiempo que la dragona le recomendaba a ella otro tanto—. ¡Por ahí! —añadió al reconocer la puerta por la que había estado apunto de escaparse, antes de que la infortunada Agnes diera con ella.
Valeria guió la rápida marcha, parpadeando con fuerza cuando notó un fuerte destello a su espalda y deteniendo y apartando con su magia los escombros que amenazaban con golpear al grupo desde el techo.
Una vez afuera, Otofursa se dirigió a la carrera a la puerta trasera, gritando una advertencia para quienes se encontraban dentro del bar, pero la gente ya había empezado a salir para cuando llegó.
—Por aquí, sigan caminando —los guiaba la voz calmada de la encargada del guardarropa—. Despacio pero sin detenerse. No bloqueen el paso por favor.
La casa crujía y se bamboleaba y una de las paredes se había inclinado sobre la vecina, haciendo que toda una sección del techo se viniera abajo con una polvareda. Los gritos y los empujones no alteraron en ningún momento los nervios de la muchacha (Guiomar había dicho Kali que se llamaba). En un momento dado, tocó a un hombre que estaba intentando adelantarse en la cola y éste se estremeció y quedó aturdido.
—¿Alguien va a decirme qué diablos está pasando? —dijo Mira, la encargada, arrastrando las palabras.
Caminaba con un ligero tambaleo y tuvo agarrarse a uno de sus clientes cuando Kali pasó apresuradamente a su lado, en dirección al polvoriento grupo.
—Estáis aquí, Amelia, Otofursa. ¡No encuentro a Agnes ni a Leo! —dijo agarrando a ambas por el brazo.
Parecía estar planteándose volver al interior del edificio, cuya fachada norte se había derrumbado por completo. Otofursa miró a Valeria de reojo. Valeria tragó saliva y se movió un poco para que Mera y su carga quedaran a la vista.
—Me temo que Agnes ya no va a salir —dijo y, ante el horror en el gesto de Kali, añadió—: ¡Pero conseguimos sacar a la otra!
—Leo —aportó Otofursa.
—Leo.
—Estupendo, una confesión quedaría divinamente en mi informe —dijo Guiomar acercándose—. Guiomar Sabastida, Guardia de Verisar. Ya mis compañeros están por llegar para tomarles declaración*, pero primero… —Valeria vio cómo la mujer giraba su muñeca de forma extraña justo antes de tocar a Leo, que se agitó violentamente y abrió los ojos—. Leoncia Gumárraga, queda usted detenida por orden de Su Majestad.
“...Y así fue como nos enteramos de que la Guardia ya llevaba un tiempo vigilando el local e incluso tenían un agente infiltrado. Por lo visto, la cosa emplumada que vimos en el sótano era un criminal muy buscado (por antropofagia, si puedes creerlo) y sospechaban que algunas de las chicas lo estaban ocultando. Algo que ver con haber convivido en un orfanato cuando eran niños.
En cualquier caso, no parece que ninguno de los rumores que se habían extendido sobre el bar de sirvientas fuera realmente cierto, salvo uno…”
Tan pronto como Valeria terminó de escribir su informe y plegó el papel, decidió que lo entregaría en persona. No estaba lejos, después de todo, y no le importaría hacerle una visita a cierto brujo. Solo esperaba que esta vez tuviera vino.
----------
OFF: * En aras de la claridad, Guiomar es bio-cibernética y se ha comunicado con otro guardia bio-cibernético en la zona para avisar del derrumbe, que percibió con sus sensores bio-cibernéticos. Todo muy conveniente, lo sé, pero ya que presenté a la chica en mi segundo post, había que darle salida xD
Añado aquí copia de la habilidad de Baltazar a la que hacía referencia Mera en su post anterior: 0. Que el naturismo te deslumbre: [Mágico, 1 uso] Despido de mi cuerpo un poderoso destello que se encarga de cegar a objetivos cercanos por un turno. Mientras menos ropa, más efectivo.
—Esto se va a venir abajo —dijo Valeria mientras atraía con su preciada magia la vela abandonada, despacio, para que no se apagase—, hay que salir de aquí a la de ya.
—¡Oh, no, los clientes! —fue la respuesta de Otofursa.
Las dos miraron alternativamente arriba y a su alrededor, buscando una salida. Y, entonces, la mole de plumas habló, el aire se aclaró lo suficiente para ver más allá de unos pasos y… ¿por qué estaba el elfo en cueros?
—¡Mera! ¡Hay que salir! ¡Rápido! —gritó Valeria al mismo tiempo que la dragona le recomendaba a ella otro tanto—. ¡Por ahí! —añadió al reconocer la puerta por la que había estado apunto de escaparse, antes de que la infortunada Agnes diera con ella.
Valeria guió la rápida marcha, parpadeando con fuerza cuando notó un fuerte destello a su espalda y deteniendo y apartando con su magia los escombros que amenazaban con golpear al grupo desde el techo.
Una vez afuera, Otofursa se dirigió a la carrera a la puerta trasera, gritando una advertencia para quienes se encontraban dentro del bar, pero la gente ya había empezado a salir para cuando llegó.
—Por aquí, sigan caminando —los guiaba la voz calmada de la encargada del guardarropa—. Despacio pero sin detenerse. No bloqueen el paso por favor.
La casa crujía y se bamboleaba y una de las paredes se había inclinado sobre la vecina, haciendo que toda una sección del techo se viniera abajo con una polvareda. Los gritos y los empujones no alteraron en ningún momento los nervios de la muchacha (Guiomar había dicho Kali que se llamaba). En un momento dado, tocó a un hombre que estaba intentando adelantarse en la cola y éste se estremeció y quedó aturdido.
—¿Alguien va a decirme qué diablos está pasando? —dijo Mira, la encargada, arrastrando las palabras.
Caminaba con un ligero tambaleo y tuvo agarrarse a uno de sus clientes cuando Kali pasó apresuradamente a su lado, en dirección al polvoriento grupo.
—Estáis aquí, Amelia, Otofursa. ¡No encuentro a Agnes ni a Leo! —dijo agarrando a ambas por el brazo.
Parecía estar planteándose volver al interior del edificio, cuya fachada norte se había derrumbado por completo. Otofursa miró a Valeria de reojo. Valeria tragó saliva y se movió un poco para que Mera y su carga quedaran a la vista.
—Me temo que Agnes ya no va a salir —dijo y, ante el horror en el gesto de Kali, añadió—: ¡Pero conseguimos sacar a la otra!
—Leo —aportó Otofursa.
—Leo.
—Estupendo, una confesión quedaría divinamente en mi informe —dijo Guiomar acercándose—. Guiomar Sabastida, Guardia de Verisar. Ya mis compañeros están por llegar para tomarles declaración*, pero primero… —Valeria vio cómo la mujer giraba su muñeca de forma extraña justo antes de tocar a Leo, que se agitó violentamente y abrió los ojos—. Leoncia Gumárraga, queda usted detenida por orden de Su Majestad.
“...Y así fue como nos enteramos de que la Guardia ya llevaba un tiempo vigilando el local e incluso tenían un agente infiltrado. Por lo visto, la cosa emplumada que vimos en el sótano era un criminal muy buscado (por antropofagia, si puedes creerlo) y sospechaban que algunas de las chicas lo estaban ocultando. Algo que ver con haber convivido en un orfanato cuando eran niños.
En cualquier caso, no parece que ninguno de los rumores que se habían extendido sobre el bar de sirvientas fuera realmente cierto, salvo uno…”
Tan pronto como Valeria terminó de escribir su informe y plegó el papel, decidió que lo entregaría en persona. No estaba lejos, después de todo, y no le importaría hacerle una visita a cierto brujo. Solo esperaba que esta vez tuviera vino.
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OFF: * En aras de la claridad, Guiomar es bio-cibernética y se ha comunicado con otro guardia bio-cibernético en la zona para avisar del derrumbe, que percibió con sus sensores bio-cibernéticos. Todo muy conveniente, lo sé, pero ya que presenté a la chica en mi segundo post, había que darle salida xD
Añado aquí copia de la habilidad de Baltazar a la que hacía referencia Mera en su post anterior: 0. Que el naturismo te deslumbre: [Mágico, 1 uso] Despido de mi cuerpo un poderoso destello que se encarga de cegar a objetivos cercanos por un turno. Mientras menos ropa, más efectivo.
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Re: Bar de Sirvientas [Trabajo]
Península de Verisar » En alguna ciudad de paso.
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Entre la confusión, el caos y los "hay que salir de aquí" por parte de los presentes, se logró el cometido. El derrumbe fue inminente, pero al menos estábamos todos - o casi todos- vivos.
Me dejé caer en el suelo mientras exhalaba un suspiro de alivio, todo había pasado y entre el movimiento resultaba que además de Amelia, había alguien más interesado en investigar las cosas extrañas sucedidas en aquel establecimiento. Me acercaría a Amelia para comprobar si se encontraba bien, quizás a diferencia de mí estaba más limpia, aunque sangraba. - Si necesitas algo alguna vez, no dudes en buscarme. - Por suerte no era nada de qué preocuparse.
- ¿Alguien puede darme algo de ropa? - Se escuchó decir al elfo en calzones que estaba tiritando de frío ahora que la adrenalina había pasado.
- Tengo esto. - Dijo una de las voces cercanas que le daba un traje de maid al pelirrojo.
- Adelante, te verás divino. Si no lo haces se te congelarán las bolas. - Me burlé al ver su mirada pero sin más opciones disponibles no le quedó de otra.
En lo que el elfo se cambiaba de ropa, aproveché para informar de la situación a los guardias, dando los detalles de sa cosa que estaba allí abajo y las runas que bloqueaban el flujo de éter.
- Me veo ... tan... - Se escuchó del elfo.
Mi carcajada resonó por todo el lugar, había que admitir que el traje era una maravilla.
- Ya vámonos de aquí. Tengo que escribir un informe y llevarlo a sujeto que nos contrató. - Agregó de mal humor.
- ¿No irás a Roilkat conmigo? - Pregunté con curiosidad.
- No, primero llevaré esto y luego... tengo cosas que hacer. Me aseguraré de hacerte llegar tu pago por los servicios. Espera algunos de día en la posada antes de marcharte a la ciudad. Yo partiré al alba.
La conversación quedo allí, estábamos muy cansados como para seguir. Amelia se había marchado y lo mismo aplicaba a nosotros.
Tal cómo lo había dicho Baltazar, se encargó de hacer el informe:
Me dejé caer en el suelo mientras exhalaba un suspiro de alivio, todo había pasado y entre el movimiento resultaba que además de Amelia, había alguien más interesado en investigar las cosas extrañas sucedidas en aquel establecimiento. Me acercaría a Amelia para comprobar si se encontraba bien, quizás a diferencia de mí estaba más limpia, aunque sangraba. - Si necesitas algo alguna vez, no dudes en buscarme. - Por suerte no era nada de qué preocuparse.
- ¿Alguien puede darme algo de ropa? - Se escuchó decir al elfo en calzones que estaba tiritando de frío ahora que la adrenalina había pasado.
- Tengo esto. - Dijo una de las voces cercanas que le daba un traje de maid al pelirrojo.
- Adelante, te verás divino. Si no lo haces se te congelarán las bolas. - Me burlé al ver su mirada pero sin más opciones disponibles no le quedó de otra.
En lo que el elfo se cambiaba de ropa, aproveché para informar de la situación a los guardias, dando los detalles de sa cosa que estaba allí abajo y las runas que bloqueaban el flujo de éter.
- Me veo ... tan... - Se escuchó del elfo.
Mi carcajada resonó por todo el lugar, había que admitir que el traje era una maravilla.
- Ya vámonos de aquí. Tengo que escribir un informe y llevarlo a sujeto que nos contrató. - Agregó de mal humor.
- ¿No irás a Roilkat conmigo? - Pregunté con curiosidad.
- No, primero llevaré esto y luego... tengo cosas que hacer. Me aseguraré de hacerte llegar tu pago por los servicios. Espera algunos de día en la posada antes de marcharte a la ciudad. Yo partiré al alba.
La conversación quedo allí, estábamos muy cansados como para seguir. Amelia se había marchado y lo mismo aplicaba a nosotros.
Tal cómo lo había dicho Baltazar, se encargó de hacer el informe:
"-Luego de mucho texto narrando desde el post 1 (?) - ...Y así fue que luego de quedar en cueros frente a semejante cosa... guiado por mi compañera arcanista hicimos que chocara contra un muro. Luego de echar luces todo emepezó a derrumbarse.
Durante mi infiltración como cliente los rumores anteriormente mencionados resultaron ser falsos... solo quizás el último era cierto. ¿Por qué lo digo? Porque me veía divino en traje de maid y seguramente alguno otro hombre de poca vergüenza pensaría lo mismo.
Fin del reporte.
Firman Baltazar y Meraxes."
- Off:
- Otofursa = #ff33ff
Baltazar = #ff9900
Mira: #00ccff[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Bolsillo
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
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