El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
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El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
-Nada mal. Una virgen a la cama, haber como te la apañas-. Pensó Ragabash al escuchar la respuesta de Aradia. Ahora que Ahroun pensaba mejor, la mujer se veía bastante joven. Quizás un par de años más joven que él.
Los de afuera le parecían cada vez más extraños. En su tribu una mujer con la belleza que tenía la elfa habría sido usada ya para calmar el espíritu de algún cachorro hace tiempo. ¿Acaso los elfos tenían otra forma de encontrar el equilibrio? Ciertamente el pensamiento de su contraparte le daba algo más de calma.
Era la primera virgen que le tocaba, en su tribu le tenían estima cuando era un cachorro. Sabían que una virgen no habría sido suficiente para calmarlo. Bueno, ahora dudaba de aquello pues esta mujer había logrado lo que muchas no pudieron antes del exilio. El ser hijo del líder a veces podía ser complicado. No le dejaban mirar a cualquiera, pero ahora volver a casa... No, no no era el momento tampoco estaba permitido.
-Tranquila, solo nos quedamos dormidos-. Dijo aún algo perezoso. El despertar de Ragabash tampoco le ayudaba a espabilar del todo. Miró por la ventana y volvió a acostarse. Aún era de noche aunque suponía quedaba poco de esta. Sus ojos seguían posados en ella, no le gustaba mirarla así. Ya no había intentado huir y no quería que lo hiciera, eso se escapaba a sus planes. La necesitaba cerca.
-Mira...-. Trató de pensar un poco mientras su cabeza se acomodaba en la almohada aún impregnada con el olor de la joven. -Dije que te iba a proteger y no miento, lo haré-. Se escuchaba algo más despierto, aunque seguía sin ser aquel macho seductor que muchas habrían esperado. -Has conseguido lo que varías de mi tribu no pudieron, solo con unas horas de sueño-. Frunció el ceño esta vez mirando al techo.
No era el dolor de cabeza. Siendo aún un cachorro habría saltado sobre la mujer y la habría forzado hasta quedarse dormido o aburrirse dependiendo de lo que su compañera de turno le ofreciera. ¿Qué tenía de especial la curandera o era acaso que el exilio lo había cambiado y estaba tomando otras costumbres? ¿Podría adaptarse a la elfa?
Los de afuera le parecían cada vez más extraños. En su tribu una mujer con la belleza que tenía la elfa habría sido usada ya para calmar el espíritu de algún cachorro hace tiempo. ¿Acaso los elfos tenían otra forma de encontrar el equilibrio? Ciertamente el pensamiento de su contraparte le daba algo más de calma.
Era la primera virgen que le tocaba, en su tribu le tenían estima cuando era un cachorro. Sabían que una virgen no habría sido suficiente para calmarlo. Bueno, ahora dudaba de aquello pues esta mujer había logrado lo que muchas no pudieron antes del exilio. El ser hijo del líder a veces podía ser complicado. No le dejaban mirar a cualquiera, pero ahora volver a casa... No, no no era el momento tampoco estaba permitido.
-Tranquila, solo nos quedamos dormidos-. Dijo aún algo perezoso. El despertar de Ragabash tampoco le ayudaba a espabilar del todo. Miró por la ventana y volvió a acostarse. Aún era de noche aunque suponía quedaba poco de esta. Sus ojos seguían posados en ella, no le gustaba mirarla así. Ya no había intentado huir y no quería que lo hiciera, eso se escapaba a sus planes. La necesitaba cerca.
-Mira...-. Trató de pensar un poco mientras su cabeza se acomodaba en la almohada aún impregnada con el olor de la joven. -Dije que te iba a proteger y no miento, lo haré-. Se escuchaba algo más despierto, aunque seguía sin ser aquel macho seductor que muchas habrían esperado. -Has conseguido lo que varías de mi tribu no pudieron, solo con unas horas de sueño-. Frunció el ceño esta vez mirando al techo.
No era el dolor de cabeza. Siendo aún un cachorro habría saltado sobre la mujer y la habría forzado hasta quedarse dormido o aburrirse dependiendo de lo que su compañera de turno le ofreciera. ¿Qué tenía de especial la curandera o era acaso que el exilio lo había cambiado y estaba tomando otras costumbres? ¿Podría adaptarse a la elfa?
Última edición por Ahroun el Sáb Oct 05 2019, 02:20, editado 2 veces
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
El lugar le daba vueltas y enfoco su mirada a los ojos, sabía que en otras partes la pureza no era algo valorado, hasta entre los elfos había algunos que descarriaban su camino o simplemente como vivía ella ahora, entendía que forjaban otra forma de vida. Simplemente no sentía que fuera su camino, ya se había alejado demasiado de la senda que le tenían trazada, tal vez, no sería tan mala idea, pero su cabeza no daba para más y se frotaba la frente cuando oyó sus palabras y le sonrió.
-No dudo de eso solo, no, no es momento. Creo.. - Musito y trato de levantarse, sin fuerza en las piernas quedo hincada, y se sonrojo con sus palabras, ¿logro que con qué?-No he logrado nada, solo calme por un momento tú dolor de cabeza, y sanar cualquier molestia mínima. Discúlpame, solo soy una aprendiz.
Volvió él a fruncir el ceño y miro el techo en lo que ella se levantaba y miro por la ventana como la noche comenzaba a morir y el alba quería despuntar, quedaba poco tiempo de descanso y volvió a la cama, junto sus fuerzas y apoyo la cabeza en el pecho del lobo como si fuera una almohada; una forma de mediar que confiaba en su palabra; apoyo la mano en su hombro, entonces reconoció ese ritmo.-El tambor.- Dijo y le miro levantando un poco el rostro y rio volviéndose a recostar en su pecho.
-Gracias, me diste unos momentos de sueño sin sueños.- Le dijo y volvió a cerrar los ojos, no creía que volvería a dormir, menos porque sentía que de un momento a otro la ciudad estallaría, pensaba en el niño y su nombre le recordó a alguien a quien había ayudado cuando salió en su viaje, vaya que los dioses no parecían equivocarse. Bueno si se creía en señales divinas.- No dudo que me protejas, sé que no mientes en ello, solo, tengo algo de miedo de perderme. He roto todo lo que mi familia podría haber esperado de mí, y creo que ya no podré volver a mi hogar, no al menos sin consecuencias nada gratas.
Se medió levanto y le miro, las trenzas que iban desde su cuero cabello le impedían a su cabello coronar su cabeza, ya estaba en el crepúsculo, ¿qué más quedaba si?, se inclinó y lo beso, su primer beso, algo penoso seguramente por la timidez y separarse volviendo a caer en su pecho, bueno un paso más, eso le había acelerado el corazón, y seguro no sería suficiente pero para su cabeza era haber corrido kilómetros.
-No dudo de eso solo, no, no es momento. Creo.. - Musito y trato de levantarse, sin fuerza en las piernas quedo hincada, y se sonrojo con sus palabras, ¿logro que con qué?-No he logrado nada, solo calme por un momento tú dolor de cabeza, y sanar cualquier molestia mínima. Discúlpame, solo soy una aprendiz.
Volvió él a fruncir el ceño y miro el techo en lo que ella se levantaba y miro por la ventana como la noche comenzaba a morir y el alba quería despuntar, quedaba poco tiempo de descanso y volvió a la cama, junto sus fuerzas y apoyo la cabeza en el pecho del lobo como si fuera una almohada; una forma de mediar que confiaba en su palabra; apoyo la mano en su hombro, entonces reconoció ese ritmo.-El tambor.- Dijo y le miro levantando un poco el rostro y rio volviéndose a recostar en su pecho.
-Gracias, me diste unos momentos de sueño sin sueños.- Le dijo y volvió a cerrar los ojos, no creía que volvería a dormir, menos porque sentía que de un momento a otro la ciudad estallaría, pensaba en el niño y su nombre le recordó a alguien a quien había ayudado cuando salió en su viaje, vaya que los dioses no parecían equivocarse. Bueno si se creía en señales divinas.- No dudo que me protejas, sé que no mientes en ello, solo, tengo algo de miedo de perderme. He roto todo lo que mi familia podría haber esperado de mí, y creo que ya no podré volver a mi hogar, no al menos sin consecuencias nada gratas.
Se medió levanto y le miro, las trenzas que iban desde su cuero cabello le impedían a su cabello coronar su cabeza, ya estaba en el crepúsculo, ¿qué más quedaba si?, se inclinó y lo beso, su primer beso, algo penoso seguramente por la timidez y separarse volviendo a caer en su pecho, bueno un paso más, eso le había acelerado el corazón, y seguro no sería suficiente pero para su cabeza era haber corrido kilómetros.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Arqueó una ceja con sus primeras palabras. Entonces solo tenía sospechas, de momento Ragabash para ella no eran más que dolores de cabeza. En cierto sentido tenía razón, pero solo arañaba la superficie del dilema. Se preguntaba cual sería su reacción una vez llegase al fondo del misterio y más importante si podría cumplir con sus palabras de protegerla.
Vio como volvía a la cama con algo más de confianza y sonrió como quien conseguía el primer lugar y trataba de convencerse que el merito no había sido la gran cosa. Lo cierto era que disimulaba muy bien.
Volvió a rodear su cintura, sujetándola con firmeza mientras sentía su cabeza volver a su pecho. Esta vez miraba hacía abajo, su rostro. Desde ahí y en ese momento se veía tan hermoso. Podía sentir la leve calma que su compañera sentía y respondió a su risita con una sonrisa algo más sincera. Ahroun el maldito. Ahroun el exiliado. El mismo que se había alejado del contacto lo más posible con otras razas desde que partió de su hogar hace algunos años ahora encontraba gracioso compartir lecho con una mujer que a penas estaba comenzando a conocer Aerandir y aún era ajena a los placeres de la vida. ¿Cómo era posible encontrar seguridad en una cachorra como ella?
-Te engañas a ti mismo, cachorro-. La voz de Ragabash por primera vez la escuchó como la de un hermano mayor. Pensó en esto, pero no le dio importancia. De momento ambos querían cuidarla y eso era bueno para los tres.
-No necesitas ser ninguna experta ni disculparte conmigo-. Respondió y le causo curiosidad el motivo por el que ella creía sería una exiliada más como el licántropo, pero no le dio tiempo para preguntar. El tambor comenzó a sonar con más fuerza, aunque más por la sorpresa del beso que por el mismo. No le quitaba merito, esos labios tenían algo especial.
Su mano fue a parar sobre su cabeza, jugaba entre sus cabellos acariciándola. Parte de él no quería que conociera al señor sombrío, pero tenía que pasar tarde o temprano. Era necesario a estas alturas, mas no urgente. Aún seguía siendo de noche y aún era la noche de Ahroun. -Nada mal... Realmente nada mal-. Dijo sonriendo sincero mientras la miraba descansar.
-No eres la única. Tampoco puedo volver a mi hogar. Hace años una desgracia maldijo a mi y a los míos-. Su rostro se oscureció y su mano se detuvo sobre la cabeza de la elfa. La atrajo un poco más sobre su pecho sin aplicar fuerza. Sus latidos comenzaban a menguar poco a poco por el recuerdo. -Pero eso no te afectará. No destruiré la oportunidad de tener a alguien después de tanto-. Su sonrisa fue leve, tenía ganas de probar esos labios de nuevo pero sentía a Ragabash cerca una vez más con los recuerdos.
La imagen de su madre muerta en sus brazos y con las tripas afuera... Pensar que eso podría pasar con Aradia era algo que no podía permitirse, solo este pensamiento lo frenaba de otro beso. Era ese el principal motivo por el que se había mantenido en solitario todo este tiempo.
Vio como volvía a la cama con algo más de confianza y sonrió como quien conseguía el primer lugar y trataba de convencerse que el merito no había sido la gran cosa. Lo cierto era que disimulaba muy bien.
Volvió a rodear su cintura, sujetándola con firmeza mientras sentía su cabeza volver a su pecho. Esta vez miraba hacía abajo, su rostro. Desde ahí y en ese momento se veía tan hermoso. Podía sentir la leve calma que su compañera sentía y respondió a su risita con una sonrisa algo más sincera. Ahroun el maldito. Ahroun el exiliado. El mismo que se había alejado del contacto lo más posible con otras razas desde que partió de su hogar hace algunos años ahora encontraba gracioso compartir lecho con una mujer que a penas estaba comenzando a conocer Aerandir y aún era ajena a los placeres de la vida. ¿Cómo era posible encontrar seguridad en una cachorra como ella?
-Te engañas a ti mismo, cachorro-. La voz de Ragabash por primera vez la escuchó como la de un hermano mayor. Pensó en esto, pero no le dio importancia. De momento ambos querían cuidarla y eso era bueno para los tres.
-No necesitas ser ninguna experta ni disculparte conmigo-. Respondió y le causo curiosidad el motivo por el que ella creía sería una exiliada más como el licántropo, pero no le dio tiempo para preguntar. El tambor comenzó a sonar con más fuerza, aunque más por la sorpresa del beso que por el mismo. No le quitaba merito, esos labios tenían algo especial.
Su mano fue a parar sobre su cabeza, jugaba entre sus cabellos acariciándola. Parte de él no quería que conociera al señor sombrío, pero tenía que pasar tarde o temprano. Era necesario a estas alturas, mas no urgente. Aún seguía siendo de noche y aún era la noche de Ahroun. -Nada mal... Realmente nada mal-. Dijo sonriendo sincero mientras la miraba descansar.
-No eres la única. Tampoco puedo volver a mi hogar. Hace años una desgracia maldijo a mi y a los míos-. Su rostro se oscureció y su mano se detuvo sobre la cabeza de la elfa. La atrajo un poco más sobre su pecho sin aplicar fuerza. Sus latidos comenzaban a menguar poco a poco por el recuerdo. -Pero eso no te afectará. No destruiré la oportunidad de tener a alguien después de tanto-. Su sonrisa fue leve, tenía ganas de probar esos labios de nuevo pero sentía a Ragabash cerca una vez más con los recuerdos.
La imagen de su madre muerta en sus brazos y con las tripas afuera... Pensar que eso podría pasar con Aradia era algo que no podía permitirse, solo este pensamiento lo frenaba de otro beso. Era ese el principal motivo por el que se había mantenido en solitario todo este tiempo.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Quería preguntar más pero, por la sombra en sus ojos prefirió dejarlo para otro momento, parpadeo algunas veces al escuchar sus últimas palabras, recordó el episodio en la mesa y busco su otra mano para entrelazarla.-Claro que es necesario, así podré ser alguien útil. Bueno con más utilidad.
Renegó y cerró los ojos, arrullándose de sus caricias en sus cabellos, se preguntaba a si misma si esta paz se comparaba con su vida en su hogar, y ciertamente a pesar de todo lo vivido en esos meses no creía capaz de vivir como antaño. Apretó los labios y aferro la mano de Ahroun, ¿qué era lo que lo atormentaba? -¿qué crees que harán los otros? Pensé que al ser licántropos atacarían en las noches.
Se refería a los lobos que habían incordiado en la posada y sentía pesar por el chico, no quería pensar en opciones, simplemente salir lo mejor librados. Además le eran casi desconocidas las capacidades de ellos, ya había tratado personalmente con brujos, con otros elfos, ni que decir de trolls. Entonces su mente curiosa volvió, así trivial y ligera, el compás de su corazón le daba calma, y le ayudaba a centrarse, estaba cansada si pero su ánimo regresaba a lapsos y era menor aprovecharlo antes que otra cosa pasara. Pensó en eso…-¿Qué podrías hacer para destruir una oportunidad con alguien? Seguro muchas personas querrían conocerte, no es tan malo pasar una noche contigo.
Dijo recordándole sus propias palabras en la mesa, ciertamente agradeció a los dioses toparse con él.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
No quiso responder sobre la utilidad de Aradia, de momento estaba bien así. Era algo que ella misma debía darse cuenta con el tiempo, pensó.
Las manos se encontraron y el lobo dejo que la elfa entrelazara sus dedos. Le gustaba esa confianza que iba ganando con él, al menos con eso podía asegurar que su siguiente viaje fuese más seguro y que llegase en mejores condiciones que anoche. Podía sentir que aún no se recuperaba del todo, pero al menos ahora la sentía tranquila. Tener a alguien que cuidar no podía ser tan malo después de todo.
-Ciertamente no somos como los vampiros. Podemos ser más humanos al menos en ese sentido. Harán lo que sea necesario. Eso es seguro-. Respondió sin cuidado y sin hablar por él mismo. Aún no entendía del todo la naturaleza de su transformación puesto que era Ragabash quien la controlaba y no él.
Dudo en responder a su última pregunta, aún no estaba lista para saberlo todo de él. Más bien se negó a contestar. Ninguno estaba listo para hablar de eso con el otro. Quizás ella sí, pero aún no la conocía del todo como para asegurarlo. A ojos de Ahroun, Aradia seguía siendo una cachorra a la que quería mantener a salvo de lo que Aerandir les pusiera en su camino. Una cachorra que debía crecer y si lo hacía en sus brazos mejor aún.
-De momento que seas la única que comparta mis noches me es suficiente-. Las palabras simplemente salieron, no era un tono tajante pero aún seguía sin ser ese macho romántico que varias desearían. Y si, tampoco se daba cuenta de la declaración admitida ni del compromiso que significaba. Había salido de forma descuidada pero segura. Solo Aradia era más que suficiente.
Sus ojos no se despegaban de ella, le parecía tan frágil y hermosa entre sus brazos. Podía acostumbrarse a ella, eso era ahora seguro. La mano que jugaba con sus cabellos ahora buscaba su mentón para levantar su mirada y encontrarla con una sonrisa segura. Quería ver esos labios y probarlos una vez más antes de que el día llegará y tuvieran que ver los peligros que deberían enfrentar juntos.
Ragabash miraba con cierto asco, pero comprendía que ambos debían crecer y aún no necesitaban aquel empujón del hermano mayor celoso que miraba desde las sombras...
Las manos se encontraron y el lobo dejo que la elfa entrelazara sus dedos. Le gustaba esa confianza que iba ganando con él, al menos con eso podía asegurar que su siguiente viaje fuese más seguro y que llegase en mejores condiciones que anoche. Podía sentir que aún no se recuperaba del todo, pero al menos ahora la sentía tranquila. Tener a alguien que cuidar no podía ser tan malo después de todo.
-Ciertamente no somos como los vampiros. Podemos ser más humanos al menos en ese sentido. Harán lo que sea necesario. Eso es seguro-. Respondió sin cuidado y sin hablar por él mismo. Aún no entendía del todo la naturaleza de su transformación puesto que era Ragabash quien la controlaba y no él.
Dudo en responder a su última pregunta, aún no estaba lista para saberlo todo de él. Más bien se negó a contestar. Ninguno estaba listo para hablar de eso con el otro. Quizás ella sí, pero aún no la conocía del todo como para asegurarlo. A ojos de Ahroun, Aradia seguía siendo una cachorra a la que quería mantener a salvo de lo que Aerandir les pusiera en su camino. Una cachorra que debía crecer y si lo hacía en sus brazos mejor aún.
-De momento que seas la única que comparta mis noches me es suficiente-. Las palabras simplemente salieron, no era un tono tajante pero aún seguía sin ser ese macho romántico que varias desearían. Y si, tampoco se daba cuenta de la declaración admitida ni del compromiso que significaba. Había salido de forma descuidada pero segura. Solo Aradia era más que suficiente.
Sus ojos no se despegaban de ella, le parecía tan frágil y hermosa entre sus brazos. Podía acostumbrarse a ella, eso era ahora seguro. La mano que jugaba con sus cabellos ahora buscaba su mentón para levantar su mirada y encontrarla con una sonrisa segura. Quería ver esos labios y probarlos una vez más antes de que el día llegará y tuvieran que ver los peligros que deberían enfrentar juntos.
Ragabash miraba con cierto asco, pero comprendía que ambos debían crecer y aún no necesitaban aquel empujón del hermano mayor celoso que miraba desde las sombras...
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Si bastante humano si se lo preguntaban, bueno, tenían métodos similares de destruirse a sí mismo y a los otros… muchas cosas pasaban en ese momento por su cabeza, simplemente no podría dormir, no de forma fácil, pero el parecía zanjar sus preguntas, y sonrojarla no lo tomaría muy enserió, bueno, al menos eso pensaba se le cruzaban muchas ideas por las cuales no sería la única persona que pudiera estar con él, y se le ocurrió un par de nombres que no estarían felices con eso y lo podrían hacer un alfiletero licano.
Aun así disfrutar el momento era algo que estaba planteándose, no muy fácil a decir verdad porque le abrumaba el que tal sí, entonces su tacto le hizo alzar la mirada, y sonreía levemente por sus palabras, se tensó un poco cuando se relamió los labios, eso se volvía adictivo y ella bien podría hacer un par de cátedras de ello, aunque esta era algo más sana y se empujó un poco para alcanzar sus labios nuevamente, esta vez cerro los ojos y aferraba su mano con el cuerpo ben pegado al de él. No le conocía, de hecho no entendía cómo es que siquiera estaba en ese cuarto con él, aun así se sentía tan cómoda, como si siempre lo hubiera conocido, si fuera un brujo diría que había usado algún filtro o poción para eso, pero aquí, pues simplemente podía culparse a sí misma, todo lo que había pasado la encaminaba a una autodestrucción que seguro esto solo era un peldaño más, pero ese peldaño le gustaba y le gustaba mucho, podía quedarse en ese escalón si Ahorun le permitía conocerlo, poder cuidarlo y menguar su dolor.
Lo que menos podía imaginar era declarar eso a su familia, pero ¿debía hacerlo? Pensó que no, siempre se podía perder en ese basto mundo, él era al parecer un desterrado, se entenderían un poco más… ¿Por qué un beso complicaba la vida en un instante que a la vez era como dejarse caer de la rama más alta del árbol del hogar y saber que caerías en seguro. –No me sueltes.- Susurro y volvió a besarlo, no quería que amaneciera, no quería saber de la manada de asesinos, solo quería pausar la noche en ese instante.
Aun así disfrutar el momento era algo que estaba planteándose, no muy fácil a decir verdad porque le abrumaba el que tal sí, entonces su tacto le hizo alzar la mirada, y sonreía levemente por sus palabras, se tensó un poco cuando se relamió los labios, eso se volvía adictivo y ella bien podría hacer un par de cátedras de ello, aunque esta era algo más sana y se empujó un poco para alcanzar sus labios nuevamente, esta vez cerro los ojos y aferraba su mano con el cuerpo ben pegado al de él. No le conocía, de hecho no entendía cómo es que siquiera estaba en ese cuarto con él, aun así se sentía tan cómoda, como si siempre lo hubiera conocido, si fuera un brujo diría que había usado algún filtro o poción para eso, pero aquí, pues simplemente podía culparse a sí misma, todo lo que había pasado la encaminaba a una autodestrucción que seguro esto solo era un peldaño más, pero ese peldaño le gustaba y le gustaba mucho, podía quedarse en ese escalón si Ahorun le permitía conocerlo, poder cuidarlo y menguar su dolor.
Lo que menos podía imaginar era declarar eso a su familia, pero ¿debía hacerlo? Pensó que no, siempre se podía perder en ese basto mundo, él era al parecer un desterrado, se entenderían un poco más… ¿Por qué un beso complicaba la vida en un instante que a la vez era como dejarse caer de la rama más alta del árbol del hogar y saber que caerías en seguro. –No me sueltes.- Susurro y volvió a besarlo, no quería que amaneciera, no quería saber de la manada de asesinos, solo quería pausar la noche en ese instante.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
El tambor volvió a sonar con más fuerza. La distancia entre los labios de ambos se redujo a cero y por su parte el lobo también cerró los ojos. Esta vez ambos estaban de acuerdo en profundizar el acto y así sucedió.
Su interior estaba tranquilo. Ragabash había desaparecido, al menos por ahora. Sabía que iba a volver, pero ese beso iba para Ahroun, era suyo. La mano que sujetaba la cintura se sintió más firme, envolviéndola entera y haciendo la unión de cuerpos más intima. La otra que sujetaba su mentón llevo la palma hasta la mejilla ajena, acunándola y dejándose embriagar por el contacto y la calidez de su rubor.
No era coincidencia que se encontrasen ahí, en esa ciudad y en ese cuarto. Ambos lo habían querido y ahora el lobo sentía mayor necesidad de ver crecer la mujer que besaba. Verla como una mujer plena y cuidarla. No solo de verla, también de sentirla. ¿Acaso se estaba enamorando? Probablemente ya lo estaba y no iba a negar el hecho, pero no era bueno con esas cosas. Simplemente se sentía afortunado y agradecido.
-No lo haré-. Alcanzó a responder en la leve pausa, pero los deseos de su compañera lograron sorprenderle y pillarlo de sorpresa. Se dejo llevar y los labios ya dejaron de ser lo único que se encontraron entonces. La lengua del lobo no pidió permiso, profundizó hasta encontrar la que buscaba para seguir el juego.
Recordó por momentos lo vivido en su tribu. No se comparaba ni llegaba le llegaban a los talones de Aradia. Recordó también las palabras de su compañera al dejarla en un movimiento fugaz sobre el colchón quedando sobre ella. Rompió el beso al hacerlo, pero los rostros aún estaban en territorio intimo del ajeno. ¿Por qué se controlaba? Era la necesidad de cuidarla, pero tenía esa seguridad de querer hacerlo y ella exclamó literalmente en los labios que también quería, aún así...
-No te soltaré. Si, quieres tampoco te desharás de mi tan fácil-. Susurró sobre sus labios. Le parecía curioso que aún estuviesen vestidos. Fuese cualquier otra seguramente que ambos ya se habrían separado, dejando lo carnal como un acto que debía suceder y solo si el destino quería volvería a repetirse. Esto era distinto, Ahroun entendía lo que significaba para ella o al menos se hacía una idea. También, quería servirse de ella una y otra vez.
Su interior estaba tranquilo. Ragabash había desaparecido, al menos por ahora. Sabía que iba a volver, pero ese beso iba para Ahroun, era suyo. La mano que sujetaba la cintura se sintió más firme, envolviéndola entera y haciendo la unión de cuerpos más intima. La otra que sujetaba su mentón llevo la palma hasta la mejilla ajena, acunándola y dejándose embriagar por el contacto y la calidez de su rubor.
No era coincidencia que se encontrasen ahí, en esa ciudad y en ese cuarto. Ambos lo habían querido y ahora el lobo sentía mayor necesidad de ver crecer la mujer que besaba. Verla como una mujer plena y cuidarla. No solo de verla, también de sentirla. ¿Acaso se estaba enamorando? Probablemente ya lo estaba y no iba a negar el hecho, pero no era bueno con esas cosas. Simplemente se sentía afortunado y agradecido.
-No lo haré-. Alcanzó a responder en la leve pausa, pero los deseos de su compañera lograron sorprenderle y pillarlo de sorpresa. Se dejo llevar y los labios ya dejaron de ser lo único que se encontraron entonces. La lengua del lobo no pidió permiso, profundizó hasta encontrar la que buscaba para seguir el juego.
Recordó por momentos lo vivido en su tribu. No se comparaba ni llegaba le llegaban a los talones de Aradia. Recordó también las palabras de su compañera al dejarla en un movimiento fugaz sobre el colchón quedando sobre ella. Rompió el beso al hacerlo, pero los rostros aún estaban en territorio intimo del ajeno. ¿Por qué se controlaba? Era la necesidad de cuidarla, pero tenía esa seguridad de querer hacerlo y ella exclamó literalmente en los labios que también quería, aún así...
-No te soltaré. Si, quieres tampoco te desharás de mi tan fácil-. Susurró sobre sus labios. Le parecía curioso que aún estuviesen vestidos. Fuese cualquier otra seguramente que ambos ya se habrían separado, dejando lo carnal como un acto que debía suceder y solo si el destino quería volvería a repetirse. Esto era distinto, Ahroun entendía lo que significaba para ella o al menos se hacía una idea. También, quería servirse de ella una y otra vez.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Un beso, un beso y su mano se apoyaba en su hombro, la otra acaricio su cabello, sentía el corazón del lobo acelerado, casi acompasado al suyo el hecho de haberlo topado, de haber llegado ahí solo los dios sabían cómo, su vida no parecía que fuera a seguir para nada el trayecto que le habían dictado, desde el momento que dio el primer paso fuera de casa había decretado un cambio. No, desde el momento en que su tía le enseño a hacer la variante de la luz, desde ese entonces le había plantado la semilla para renegar de un destino escrito.
Un beso, sentía el calor de Ahorun cubriéndola respondiendo a su suplica, sellándola con una caricia más profunda, respiro hondo, sentía su aroma en el paladar, embriagándola, le miraba a los ojos cada tanto, simplemente algo la hacía cerrarlos, tal vez porque ello le disparaba los sentidos, -Ahorun- Suspiro en el momento en que rompió el contacto, fue algo que le lleno el alma de frío mirándole como se posaba sobre ella, era un instante, pero lo sintió eterno, el frio, odiaba el frío, acaricio sus brazos respirando agitada y volvía a cobijarla abrazándole aferrándole mientras sus palabras parecía sentirlas tatuadas.
-Eso quiero verlo.-Respondió rozando sus labios, como si lo desafiara a cumplir, un impulso que no sabía de donde veía le hizo bajar el rostro y besar su cuello, le soltó y dudo un poco cuando sus manos se escabulleron por su ropa acariciando su cintura, sintió una punzada de culpa, de temor de ser demasiado torpe, oculto su rostro en el pecho de él, agitada apretó los ojos mientras acariciaba su cálida piel, le dio algo de miedo, no quería hacer alguna suposición, simplemente volvió a mirarle solo debía dejarse llevar.
Un beso, sentía el calor de Ahorun cubriéndola respondiendo a su suplica, sellándola con una caricia más profunda, respiro hondo, sentía su aroma en el paladar, embriagándola, le miraba a los ojos cada tanto, simplemente algo la hacía cerrarlos, tal vez porque ello le disparaba los sentidos, -Ahorun- Suspiro en el momento en que rompió el contacto, fue algo que le lleno el alma de frío mirándole como se posaba sobre ella, era un instante, pero lo sintió eterno, el frio, odiaba el frío, acaricio sus brazos respirando agitada y volvía a cobijarla abrazándole aferrándole mientras sus palabras parecía sentirlas tatuadas.
-Eso quiero verlo.-Respondió rozando sus labios, como si lo desafiara a cumplir, un impulso que no sabía de donde veía le hizo bajar el rostro y besar su cuello, le soltó y dudo un poco cuando sus manos se escabulleron por su ropa acariciando su cintura, sintió una punzada de culpa, de temor de ser demasiado torpe, oculto su rostro en el pecho de él, agitada apretó los ojos mientras acariciaba su cálida piel, le dio algo de miedo, no quería hacer alguna suposición, simplemente volvió a mirarle solo debía dejarse llevar.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Los dioses a veces podían ser piadosos pensaba mientras miraba el rostro de la que pronto sería una mujer plena. Ambos sabían que no había más vuelta que darle, debía hacerse.
Las palabras de Aradia no eran necesarias para entender su deseo. Ya no se alejaba ni dudaba. Los besos en su cuello eran señal más que clara. De haber tenido oportunidad de negarse, agradecía que no la hubiese tomado. Recordar que habría estado dispuesta a seguirla si no llegaban ambos a ese cuarto solo confirmaba el acto por suceder.
Sintió las manos moverse por su cuerpo. Deseó un poco más, pero estaba bien. Habrían más oportunidades para eso. La mujer estaba haciendo más de lo que se esperaba para una primera vez, eso era bueno. Bastante bueno. Habían conectado al punto que sentían la preocupación del otro antes de aceptar la unión.
Sonrió levemente y las prendas que cubrían a su compañera poco a poco y con una suavidad que el mismo lobo se sorprendió fueron esparcidas por la habitación. Como si quisiera mostrar al que entrase lo que había hecho la curandera. El resultado de aquello provocó una mordida de labios por la sorpresa y el deseo. La anatomía de la otra raza era sin duda más hermosa, frágil y suave. Casi temía que fuese a dañarla.
Los pantalones del lobo también volaron, sintió la necesidad de apurarlo. Los sentidos estaban al límite ante la estimulación. Saber que sería su mujer ahí y ahora era algo que no le había tocado vivir antes. Hacía mucho más fácil entender la timidez de su pareja y la conexión mucho más intima. Aquello era más que solo un acto carnal. -Tranquila, Aradia. Eres especial, más de lo que te imaginas-. Dijo hablando a su oído mientras dejaba que su respiración se escapara por la cavidad característica de su raza. La que los delataba por lo que eran a simple vista. Algo que Ahroun empezaría a diferenciar con mayor facilidad y orgullo sin duda.
La unión de ambas partes no se hizo esperar más. Entró quizás con demasiada fuerza pero no pudo controlar el deseo así mismo como los latidos de su corazón. Sentía que la sangre corría con más fuerza, mucha más de lo que había hecho en otras ocasiones. Le dio tiempo, esperaría a que los gemidos esperados de la escena comenzaran a disminuir. No quería hacer más daño. Era su mujer y por sobre el deseo seguía queriendo cuidarla.
No había vuelta atrás. La tercera había llegado, la que ahora mantenía al primero y al segundo en una momentánea tregua. El segundo sonreía satisfecho. Los dejaría disfrutar el momento. El primero ganó la apuesta y así era como debía ser.
Las palabras de Aradia no eran necesarias para entender su deseo. Ya no se alejaba ni dudaba. Los besos en su cuello eran señal más que clara. De haber tenido oportunidad de negarse, agradecía que no la hubiese tomado. Recordar que habría estado dispuesta a seguirla si no llegaban ambos a ese cuarto solo confirmaba el acto por suceder.
Sintió las manos moverse por su cuerpo. Deseó un poco más, pero estaba bien. Habrían más oportunidades para eso. La mujer estaba haciendo más de lo que se esperaba para una primera vez, eso era bueno. Bastante bueno. Habían conectado al punto que sentían la preocupación del otro antes de aceptar la unión.
Sonrió levemente y las prendas que cubrían a su compañera poco a poco y con una suavidad que el mismo lobo se sorprendió fueron esparcidas por la habitación. Como si quisiera mostrar al que entrase lo que había hecho la curandera. El resultado de aquello provocó una mordida de labios por la sorpresa y el deseo. La anatomía de la otra raza era sin duda más hermosa, frágil y suave. Casi temía que fuese a dañarla.
Los pantalones del lobo también volaron, sintió la necesidad de apurarlo. Los sentidos estaban al límite ante la estimulación. Saber que sería su mujer ahí y ahora era algo que no le había tocado vivir antes. Hacía mucho más fácil entender la timidez de su pareja y la conexión mucho más intima. Aquello era más que solo un acto carnal. -Tranquila, Aradia. Eres especial, más de lo que te imaginas-. Dijo hablando a su oído mientras dejaba que su respiración se escapara por la cavidad característica de su raza. La que los delataba por lo que eran a simple vista. Algo que Ahroun empezaría a diferenciar con mayor facilidad y orgullo sin duda.
La unión de ambas partes no se hizo esperar más. Entró quizás con demasiada fuerza pero no pudo controlar el deseo así mismo como los latidos de su corazón. Sentía que la sangre corría con más fuerza, mucha más de lo que había hecho en otras ocasiones. Le dio tiempo, esperaría a que los gemidos esperados de la escena comenzaran a disminuir. No quería hacer más daño. Era su mujer y por sobre el deseo seguía queriendo cuidarla.
No había vuelta atrás. La tercera había llegado, la que ahora mantenía al primero y al segundo en una momentánea tregua. El segundo sonreía satisfecho. Los dejaría disfrutar el momento. El primero ganó la apuesta y así era como debía ser.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Su tacto la hacía sentir delicada y algo torpe, se dejaba llevar por él y en algún punto había soltado sus cabellos, eso lo sentía necesario, casi era un momento sagrado, entendía el por qué lo valoraban, era una comunión, como fluía, entre besos y caricias las prendas estorbaron y se mostraron tal cual, se cubría algo temerosa, después de todo él había estado con algunas antes, esas fueron sus palabras, pero fueron difuminadas con sus labios, un beso que solo hizo que le hormigueara su ser.
Admiro su cuerpo, aun con ropa se notaba la diferencia con sus congéneres, descubriéndose lo acariciaba como si memorizara sus músculos, sus cicatrices, agitada estaba nerviosa, tímida, sus palabras la relajaron–Te creo- Susurro aferrándose a él no iba a dejar que nada más opacara ese momento, solo ese momento, lo abrazo como si fuera el fin del mundo. Su unión fue dolorosa, no insoportable aferrándose a su ser con su voz entrecortada, entre suspiros fluyo, ¿eso era lo que llamaban pasión, amor, una unión casi sagrada?
-Ahroun.-Susurro con un gemido acompañando su respiración, los dioses; si alguna vez renegó de su destino hoy les agradecía sus designios; su respiración, algunas sombras amenazaban con florecer, fue cuando volvió a prendarse en un beso apasionado, era su inicio y su cuerpo la guio perdiéndose y sintiendo que su alma se fundía con él. Su testigo fue la luna, y canto a su oído su entrega.
Admiro su cuerpo, aun con ropa se notaba la diferencia con sus congéneres, descubriéndose lo acariciaba como si memorizara sus músculos, sus cicatrices, agitada estaba nerviosa, tímida, sus palabras la relajaron–Te creo- Susurro aferrándose a él no iba a dejar que nada más opacara ese momento, solo ese momento, lo abrazo como si fuera el fin del mundo. Su unión fue dolorosa, no insoportable aferrándose a su ser con su voz entrecortada, entre suspiros fluyo, ¿eso era lo que llamaban pasión, amor, una unión casi sagrada?
-Ahroun.-Susurro con un gemido acompañando su respiración, los dioses; si alguna vez renegó de su destino hoy les agradecía sus designios; su respiración, algunas sombras amenazaban con florecer, fue cuando volvió a prendarse en un beso apasionado, era su inicio y su cuerpo la guio perdiéndose y sintiendo que su alma se fundía con él. Su testigo fue la luna, y canto a su oído su entrega.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
El deseo creciente hacía mella pero trataba de controlarlo lo mejor que podía, al menos así fue hasta que escuchó la voz de Aradia pronunciar el nombre del lobo. Estaba lista, el beso lo anunció y no dudo en corresponder la pasión de su mujer.
El sentimentalismo había quedado de lado, se había aguantado demasiado para prepararla. No sabía que tanto podía aguantar, pero aún así sus movimientos fueron cada vez más bruscos y rápidos. Se soltó un poco de ella para quitarse las prendas superiores que aún conservaba. Eran un estorbo innecesario.
Acordes de pasión y deseo sonaban alentando a la bestia y haciendo la unión de ambos seres más fuerte y aún más intima. Sentía miedo a ratos por la fragilidad de Aradia, pero lo soportaba y se entregaba bien. El hecho de ser de otra raza solo hacía el encuentro aún más embriagante. Una esencia de aroma nuevo que no había probado. Lo había sentido antes sí, pero nunca tan de cerca y con tanto deseo.
Los primeros rayos de luz comenzaron a entrar en la habitación pero los dos aún seguían indiferente a todo lo que ocurría en el mundo exterior. No podía asegurar con certeza cuanto tiempo habían estado así, encontrándose y deseando cada vez más. El cuerpo de su mujer sentía como iba perdiendo fuerzas, estaban llegando a la cúspide más alta.
Ahroun sabía que debía ser así, pero no quería aceptarlo. También estaba llegando al límite, aunque pudiese repetirlo luego entendía que habían más cosas por hacer y que aquello era solo el inicio entre los dos.
-No hay más que mostrar muchacho, recuerda que la necesitamos-. La voz de Ragabash esta vez tenía razón por más que lo odiara. Su cuerpo comenzó a estremecerse y las pausas incrementaban la fuerza. Una señal que ella debería aprender con el tiempo. El ceño fruncido dejo ver por momentos que su otra personalidad había despertado, pero era solo eso. Tenía que disimularlo, en ese punto algo le decía que Aradia solo se interesaría más en lo que ocultaba.
Seguía, solo un poco más. -Serás terco, crío-. Seguía disimulando no oír esa voz o al menos lo intentaba. Las razones eran simples. Una era el simple impulso del deseo y la otra era enseñarle a la curandera. Que ambos aprendieran sus límites para poder disfrutar más si los dioses permitían otro encuentro como ese.
El sentimentalismo había quedado de lado, se había aguantado demasiado para prepararla. No sabía que tanto podía aguantar, pero aún así sus movimientos fueron cada vez más bruscos y rápidos. Se soltó un poco de ella para quitarse las prendas superiores que aún conservaba. Eran un estorbo innecesario.
Acordes de pasión y deseo sonaban alentando a la bestia y haciendo la unión de ambos seres más fuerte y aún más intima. Sentía miedo a ratos por la fragilidad de Aradia, pero lo soportaba y se entregaba bien. El hecho de ser de otra raza solo hacía el encuentro aún más embriagante. Una esencia de aroma nuevo que no había probado. Lo había sentido antes sí, pero nunca tan de cerca y con tanto deseo.
Los primeros rayos de luz comenzaron a entrar en la habitación pero los dos aún seguían indiferente a todo lo que ocurría en el mundo exterior. No podía asegurar con certeza cuanto tiempo habían estado así, encontrándose y deseando cada vez más. El cuerpo de su mujer sentía como iba perdiendo fuerzas, estaban llegando a la cúspide más alta.
Ahroun sabía que debía ser así, pero no quería aceptarlo. También estaba llegando al límite, aunque pudiese repetirlo luego entendía que habían más cosas por hacer y que aquello era solo el inicio entre los dos.
-No hay más que mostrar muchacho, recuerda que la necesitamos-. La voz de Ragabash esta vez tenía razón por más que lo odiara. Su cuerpo comenzó a estremecerse y las pausas incrementaban la fuerza. Una señal que ella debería aprender con el tiempo. El ceño fruncido dejo ver por momentos que su otra personalidad había despertado, pero era solo eso. Tenía que disimularlo, en ese punto algo le decía que Aradia solo se interesaría más en lo que ocultaba.
Seguía, solo un poco más. -Serás terco, crío-. Seguía disimulando no oír esa voz o al menos lo intentaba. Las razones eran simples. Una era el simple impulso del deseo y la otra era enseñarle a la curandera. Que ambos aprendieran sus límites para poder disfrutar más si los dioses permitían otro encuentro como ese.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Del dolor paso al placer, una parte de si le gritaba que estaba mancillada, corrompida, le oscurecían la mirada, pero apretó los ojos, volviéndose a liberar de esa atadura, volvió a abrir los ojos mientras su cuerpo se adaptaba al momento, como su interior le abrazaba le apuraba a seguir un ritmo, le ayudo con su ropa para acariciar su piel entre respiraciones agitadas, mirándole cada tanto a los ojos, y aferrándose a su cálido cuerpo en ese vaivén apasionado, esa unión que sabía era sagrada, tal vez demasiado única.
Busco adaptarse a su fuerza, ligera y suave era como el ritmo del agua bajo la fuerza de las mareas, volvió a buscar sus labios cundo despunto el alba enterrando sin querer la yema de sus dedos en la piel de sus hombros y dejándose caer en el lecho apretaba los puños apenas con fuerza mientras mordía sus labios amortiguando su voz que clamaba cada tanto el nombre de su amante sintiendo como es que si alzaba los brazos tocaría las mismas estrellas, no tenía palabras, su voz se ahogaba, una sombra cubrió la mirada del que ya consideraba su hombre, pero no pudo retener ese momento, su mente se disolvía y no hubo más momentos concretos. Como había suplicado sentía el tiempo detenerse en ese momento, que se iba alargando llevándole a un límite que no sabía que tenía ni conocía su origen, y aun así Ahroun la empujaba aun más a ese abismo entre suplicas y convulsos movimientos reflejos de embriagarse en esos terrenos desconocidos.
Le miro perdida, buscando su tacto llenado a la cúspide del árbol más alto y dejándose caer a ese punto sin retorno, grito su nombre cuando ya no pudo contenerse más, cuando ya no pudo seguir más estaba tocando las estrellas y las aferro para no bajar,
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
El clímax llegó al mismo tiempo, como debía ser. Aunque algo fue mal, no del todo. La mente de Ahroun se nubló por el placer y si Aradia hubiese tenido tiempo para ver el detalle al momento de la explosión, vería que era Ragabash quien la miraba con malicia. Un cazador queriendo jugar con su presa, obviamente no era el momento pero no iba a desaprovechar la oportunidad. Un juego sutil para tratarse del más antiguo y salvaje que la humanidad pudiese conocer. Uno reservado solo para unos pocos.
El juego de Ragabash duro poco y la respiración pesada advirtió que Ahroun pudo tomar el control y apreciar con alivio a su amante. Había sucedido como Ragabash quería en parte. Ahroun no pudo notarlo victima del placer que le daba ver a Aradia convertida en mujer por él. -Aradia-. Su voz fue suave en comparación a la fuerza ejercida durante el cambio de personalidades casi desapercibido.
Se dejo caer sobre ella, cambiando la almohada por la suavidad de sus pechos llegando así la separación del primer acto. Aunque esto solo renovaba las fuerzas y las esperanzas del exiliado. Ahora tenía alguien a quien seguir y cuidar con recelo. Una compañera que a sus ojos ya no era la misma niña descuidada que había llegado casi que por accidente a Ulmer.
Su mano abrazó la cintura de la elfa sin querer separarse de su lado. Antes ya se habría marchado de su lado, pero muchas cosas cambiaron desde que era un cachorro al que había que darle mujeres para calmar su ansia de pelea y muchas más cambiaron solo aquella noche. Ahora solo hacía falta una mujer para calmar sus ansias y esa mujer estaba a un lado suyo.
Los latidos de su corazón y la respiración trataban de encontrar la armonía mientras el olfato seguía perdiéndose y memorizando cada detalle de la fémina. Ahora estaba seguro que podría apreciar cualquier cambio que hiciera por más mínimo que fuese. Trataba de memorizar también el ritmo de los latidos ajenos. No entendía que aquel juego podría resultar peligroso y ciertamente no le importaba en lo más mínimo.
No habían palabras por su parte, simplemente disfrutaba de la paz del momento. Trataba además de adelantarse a las posibles dudas que tuviese su compañera, ahora tendría que responderlas aunque no le gustase. También había un mundo que enfrentar juntos y una aventura que había sido pausada por el encuentro de la nueva pareja, pero aún no quería pensar en eso. Su mente aún estaba algo nublada por el estimulo que había recibido.
El juego de Ragabash duro poco y la respiración pesada advirtió que Ahroun pudo tomar el control y apreciar con alivio a su amante. Había sucedido como Ragabash quería en parte. Ahroun no pudo notarlo victima del placer que le daba ver a Aradia convertida en mujer por él. -Aradia-. Su voz fue suave en comparación a la fuerza ejercida durante el cambio de personalidades casi desapercibido.
Se dejo caer sobre ella, cambiando la almohada por la suavidad de sus pechos llegando así la separación del primer acto. Aunque esto solo renovaba las fuerzas y las esperanzas del exiliado. Ahora tenía alguien a quien seguir y cuidar con recelo. Una compañera que a sus ojos ya no era la misma niña descuidada que había llegado casi que por accidente a Ulmer.
Su mano abrazó la cintura de la elfa sin querer separarse de su lado. Antes ya se habría marchado de su lado, pero muchas cosas cambiaron desde que era un cachorro al que había que darle mujeres para calmar su ansia de pelea y muchas más cambiaron solo aquella noche. Ahora solo hacía falta una mujer para calmar sus ansias y esa mujer estaba a un lado suyo.
Los latidos de su corazón y la respiración trataban de encontrar la armonía mientras el olfato seguía perdiéndose y memorizando cada detalle de la fémina. Ahora estaba seguro que podría apreciar cualquier cambio que hiciera por más mínimo que fuese. Trataba de memorizar también el ritmo de los latidos ajenos. No entendía que aquel juego podría resultar peligroso y ciertamente no le importaba en lo más mínimo.
No habían palabras por su parte, simplemente disfrutaba de la paz del momento. Trataba además de adelantarse a las posibles dudas que tuviese su compañera, ahora tendría que responderlas aunque no le gustase. También había un mundo que enfrentar juntos y una aventura que había sido pausada por el encuentro de la nueva pareja, pero aún no quería pensar en eso. Su mente aún estaba algo nublada por el estimulo que había recibido.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Si pudiera describirlo era como flotar en el agua del lago más hermoso a la luz de la luna tras una caída libre, era lo más cercano, o cuando su cadena pasaba a alta velocidad rozándola; y eso no se acercaba casi nada, un gritito ahogado salió de su boca perdiendo la vista un momento mientras sabía que con su mano diestra arañaba la piel de su amante y la zurda la estiraba aferrando la almohada, después nada, si seguía convulsa, su cuerpo respondía hasta al estímulo más ligero como el roce de su piel; pero sus ojos habían caído rendidos y como si fueran independientes al resto y decidieron no abrirse mientras Aradia respiraba agitada.
Sonrío al oírlo nombrarla –Aquí estoy- Dijo como un reflejo que la hizo abrir los ojos y soltar una ligera risa, volvió a cerrar los ojos cuando sintió el peso de su amante sobre su cuerpo y bajo su mano para acariciar sus cabellos, entreabrió de nuevo los ojos y miro la luz del alba luchar contra la cortina de la ventana.
Devuelta a la realidad sentía el estómago dar un vuelco, se había sentenciado y no tenía vuelta atrás, curiosamente no sentía un peso en el pecho, no miedo, simplemente era algo que estaba ahí siendo asimilado mientras respiraba hondo y miraba la luz que lograba filtrarse entre la pesada tela, siempre había más de una forma. Simplemente su sonrisa no se borraba al ver el desastre que eran sus ropas desperdigadas por el lugar, sintiendo un profundo sopor, se negó a caer en él y se abrumo con lo que el día prometía, y no era una siguiente ronda de caricias.
Sonrío al oírlo nombrarla –Aquí estoy- Dijo como un reflejo que la hizo abrir los ojos y soltar una ligera risa, volvió a cerrar los ojos cuando sintió el peso de su amante sobre su cuerpo y bajo su mano para acariciar sus cabellos, entreabrió de nuevo los ojos y miro la luz del alba luchar contra la cortina de la ventana.
Devuelta a la realidad sentía el estómago dar un vuelco, se había sentenciado y no tenía vuelta atrás, curiosamente no sentía un peso en el pecho, no miedo, simplemente era algo que estaba ahí siendo asimilado mientras respiraba hondo y miraba la luz que lograba filtrarse entre la pesada tela, siempre había más de una forma. Simplemente su sonrisa no se borraba al ver el desastre que eran sus ropas desperdigadas por el lugar, sintiendo un profundo sopor, se negó a caer en él y se abrumo con lo que el día prometía, y no era una siguiente ronda de caricias.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Aún habían cosas que la pareja no entendían del otro, pero era normal. Solo necesitaban más tiempo juntos y Ahroun sentía que podía pasar demasiado tiempo con ella. Esas caricias que recibía le daban una calma enorme. -Despunta el alba, Romeo. Hay cosas que hacer-. Frunció levemente el ceño y miró hacía arriba para sonreír a la curandera. La nueva aventura comenzaba y tendrían que enfrentarla juntos.
-¿Nos levantamos?-. Preguntó. Se aventuro por un no al unisono, pero sabía que cierto personaje les haría levantarse de todas formas y prefirió evitarlo. Se inclinó un poco sobre ella para besar sus labios con algo de pasión, pero sabía lo peligroso que sería extenderlo por más tiempo.
Primero se sentó a un costado de ella y se levantó. Miró el desastre que había hecho con algo de orgullo y comenzó a recoger la ropa de Aradia con cuidado para luego dejarla cerca de ella mientras esperaba a que espabilará. Se acercó a la ventana para abrir la cortina pero no se dio tiempo de ver que había ocurrido afuera. En vez prefirió apreciar unos segundos que parecieron eternidad la figura de su amante.
Busco su ropa y se vistió deprisa. -¿Cómo vas, cariño?-. Preguntó al terminar con lo suyo. Sintió que le rugía la tripa y volvió al pedazo de carne dejado de anoche. Comió una parte y dejo la otra para ella. Una leve mueca de asco se dibujo en su rostro. De por si prefería la carne cruda, el hecho de que estuviese ya cocida y helada por el paso de las horas era casi un sacrilegio mayor.
Abrió la puerta de la habitación una vez que estuviese vestida para esperarla apoyado de espaldas en el marco de la puerta. Con los brazos cruzados y de reojo pudo ver como Elian también despertaba y bajaba por las escaleras del pasillo. El aroma que desprendía era distinto, pudo notarlo. ¿Había pasado ya?... No podía arrepentirse, prioridades. Empero no pensaba que iba a ser justo en ese momento.
Su ceño se frunció mostrando claro enfado. Su olfato comenzaba a rastrear a los otros. No había ninguno en la posada, al menos ninguno conocido. Por lo menos estarían a salvo mientras desayunaban pero si el muchacho seguía ahí significaba un problema superior al que había imaginado. -Esto es malo-. Dijo por lo bajo mientras la mujer se le acercaba casi sin darse cuenta.
-¿Nos levantamos?-. Preguntó. Se aventuro por un no al unisono, pero sabía que cierto personaje les haría levantarse de todas formas y prefirió evitarlo. Se inclinó un poco sobre ella para besar sus labios con algo de pasión, pero sabía lo peligroso que sería extenderlo por más tiempo.
Primero se sentó a un costado de ella y se levantó. Miró el desastre que había hecho con algo de orgullo y comenzó a recoger la ropa de Aradia con cuidado para luego dejarla cerca de ella mientras esperaba a que espabilará. Se acercó a la ventana para abrir la cortina pero no se dio tiempo de ver que había ocurrido afuera. En vez prefirió apreciar unos segundos que parecieron eternidad la figura de su amante.
Busco su ropa y se vistió deprisa. -¿Cómo vas, cariño?-. Preguntó al terminar con lo suyo. Sintió que le rugía la tripa y volvió al pedazo de carne dejado de anoche. Comió una parte y dejo la otra para ella. Una leve mueca de asco se dibujo en su rostro. De por si prefería la carne cruda, el hecho de que estuviese ya cocida y helada por el paso de las horas era casi un sacrilegio mayor.
Abrió la puerta de la habitación una vez que estuviese vestida para esperarla apoyado de espaldas en el marco de la puerta. Con los brazos cruzados y de reojo pudo ver como Elian también despertaba y bajaba por las escaleras del pasillo. El aroma que desprendía era distinto, pudo notarlo. ¿Había pasado ya?... No podía arrepentirse, prioridades. Empero no pensaba que iba a ser justo en ese momento.
Su ceño se frunció mostrando claro enfado. Su olfato comenzaba a rastrear a los otros. No había ninguno en la posada, al menos ninguno conocido. Por lo menos estarían a salvo mientras desayunaban pero si el muchacho seguía ahí significaba un problema superior al que había imaginado. -Esto es malo-. Dijo por lo bajo mientras la mujer se le acercaba casi sin darse cuenta.
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Re: El niño, el loco y el asesino P2. [Privado-Aradia] [+18] [Cerrado]
Le acaricio el rostro, cerró los ojos frunciendo el ceño y abriendo un ojo medio sonrió mirándole, su respuesta era un “NO No no nononoooooooo” y eso que ella no era de amar la cama, ciertamente era de levantarse y andar y andar y andar cual conejito en pradera, algo le decía que lo normal, lo necesario, lo que se debía hacer, era retozar mucho rato, caricias besos, “Otra noche” se prometió a sí misma así como el hecho de que había cosas que tratar, demasiadas, y correspondió el beso mordiendo su labio al final acariciando su mejilla.
.- Es necesario.- Musito mirando sus ojos y cuando se separó de ella para incorporarse se comenzó a estirar como gato, su cuerpo le reclamo, lo había descuidado por un tiempo y parecía querer andar a marchas forzadas por ello, se sentó en la cama hecha un mar de sonrisas delicadas.
-Gracias.- Dijo tomando su ropa y sacudiéndola comenzando a ponerse su blusa, el peto de piel suave y las faldas, agradeciendo con el alma que se las hubiera pasado, tras calzarse y mirar penosamente el piso recordó que estaba algo más “sobria” y que podría caminar medianamente decente. Y piso el suelo extendiendo las manos a los lados y dio dos pasos, bien, no parecía trastabillar, el “descanso” había ayudado y aunque no negaba ciertos malestares, lo tomo como un pago justo.
El ya estaba listo y comiendo algo de lo del día anterior cuando se acercó a su mochila y la pillo cuando ella justo zampaba lo que restaba de la carne; fría y algo endurecida, pero buena al fin y al cabo; mirándolo con las mejillas en movimiento con una mano cubriéndose los labios y la otra arreglando sus cabello con la diadema.
-Ya, ya casi.- Dijo en pausa terminando de pasar el bocado y bebiendo lo que ya consideraba un frio te de hierbas, un par de sorbos era lo que quedaba y saco su cadena acariciándola mientras el tintineo del metal llenaba el aire de forma sutil al sacarla del saco que la enclaustraba y la ajusto a su cintura quedando los bordes peligrosos ocultos en los pliegues laterales de la falda ocultándola parcialmente, la había arrefundado en el fondo de la mochila con muchas cosas que pensar y en su desconexión temía perderla en un descuido. Miro a su … Aun no encontraba su adjetivo… y cargando la mochila y se acercó mirándolo pensativo y serio preocupándola.
-¿Qué es malo amor?- Dijo sin más en un momento se sorprendió de sí misma pues había salido del alma la frasecita, dejo de lado eso pues ahora las prioridades eran otras.
.- Es necesario.- Musito mirando sus ojos y cuando se separó de ella para incorporarse se comenzó a estirar como gato, su cuerpo le reclamo, lo había descuidado por un tiempo y parecía querer andar a marchas forzadas por ello, se sentó en la cama hecha un mar de sonrisas delicadas.
-Gracias.- Dijo tomando su ropa y sacudiéndola comenzando a ponerse su blusa, el peto de piel suave y las faldas, agradeciendo con el alma que se las hubiera pasado, tras calzarse y mirar penosamente el piso recordó que estaba algo más “sobria” y que podría caminar medianamente decente. Y piso el suelo extendiendo las manos a los lados y dio dos pasos, bien, no parecía trastabillar, el “descanso” había ayudado y aunque no negaba ciertos malestares, lo tomo como un pago justo.
El ya estaba listo y comiendo algo de lo del día anterior cuando se acercó a su mochila y la pillo cuando ella justo zampaba lo que restaba de la carne; fría y algo endurecida, pero buena al fin y al cabo; mirándolo con las mejillas en movimiento con una mano cubriéndose los labios y la otra arreglando sus cabello con la diadema.
-Ya, ya casi.- Dijo en pausa terminando de pasar el bocado y bebiendo lo que ya consideraba un frio te de hierbas, un par de sorbos era lo que quedaba y saco su cadena acariciándola mientras el tintineo del metal llenaba el aire de forma sutil al sacarla del saco que la enclaustraba y la ajusto a su cintura quedando los bordes peligrosos ocultos en los pliegues laterales de la falda ocultándola parcialmente, la había arrefundado en el fondo de la mochila con muchas cosas que pensar y en su desconexión temía perderla en un descuido. Miro a su … Aun no encontraba su adjetivo… y cargando la mochila y se acercó mirándolo pensativo y serio preocupándola.
-¿Qué es malo amor?- Dijo sin más en un momento se sorprendió de sí misma pues había salido del alma la frasecita, dejo de lado eso pues ahora las prioridades eran otras.
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