El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
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El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Notó el cambio de actitud en Aradia, ciertamente era favorable. Aunque no pudo evitar estremecerse al escuchar la palabra amor salir de sus labios. Eso había sido rápido, bastante quizás. Tenía cierta mezcla de duda y esperanza. Viajar con ella resultaría agradable, después de todo el mismo se había ofrecido para protegerla.
-El cachorro ya tuvo su primera transformación-. Dijo tomando su mano y la acarició suavemente con sus dedos para luego entrelazarla. Algo le decía que su amada ya conocía sobre su raza, pero la pregunta era: ¿cuánto conocía realmente? -Hablemos un poco antes de bajar, ¿cuánto sabes de nosotros?-. Dijo sonriendo para encontrarse con sus ojos.
Soltó su mano y la atrajo hacía él rodeando su cintura con ambos brazos para acercarla. Ahora si estaba alerta, contrario a lo que había prometido durante la noche. Después del acto era mucho más fácil concentrarse con ella cerca. Haber ignorado el mundo exterior había sido malo, ahora tenían que ponerse al día, pero por otro lado aumentar la confianza entre ellos había sido... Bueno, hacía que todo hubiese valido la pena o al menos así lo sentía el licántropo.
-Una vez termine de responder te seguiré abajo, podemos comer bien y ver como sigue todo afuera-. Trataba de controlar sus manos, no era fácil dejarlas simplemente ahí adivinando que la mujer también quería lo mismo.
Su nariz comenzó a rastrear otro aroma y fue algo evidente para los dos. Claro que la nariz de del lobo iba más allá. Estaban llegando más, al parecer el muchacho no había sido el único en transformarse. ¿Podía haber sido una equivocación? Algunos renegados conocidos también comenzaban a llegar a la ciudad, ninguno entraba en la posada aún. Curiosamente el chiquillo había sido el primero en llegar. Podía sentir la calma antes de la tormenta.
La escucho atento y antes de dedicarse a responder sus consultas frunció un poco el ceño. -Abajo solo pediremos la comida, no es bueno que nos escuchen hablar mucho-. Su tono era suave en comparación con la noche anterior, a pesar de saber a lo que estaba exponiendo a su mujer quería confiar en ella y ver que tanto podía hacer. También si iban a pasar más tiempo juntos era necesario que ambos conocieran la naturaleza del otro.
-El cachorro ya tuvo su primera transformación-. Dijo tomando su mano y la acarició suavemente con sus dedos para luego entrelazarla. Algo le decía que su amada ya conocía sobre su raza, pero la pregunta era: ¿cuánto conocía realmente? -Hablemos un poco antes de bajar, ¿cuánto sabes de nosotros?-. Dijo sonriendo para encontrarse con sus ojos.
Soltó su mano y la atrajo hacía él rodeando su cintura con ambos brazos para acercarla. Ahora si estaba alerta, contrario a lo que había prometido durante la noche. Después del acto era mucho más fácil concentrarse con ella cerca. Haber ignorado el mundo exterior había sido malo, ahora tenían que ponerse al día, pero por otro lado aumentar la confianza entre ellos había sido... Bueno, hacía que todo hubiese valido la pena o al menos así lo sentía el licántropo.
-Una vez termine de responder te seguiré abajo, podemos comer bien y ver como sigue todo afuera-. Trataba de controlar sus manos, no era fácil dejarlas simplemente ahí adivinando que la mujer también quería lo mismo.
Su nariz comenzó a rastrear otro aroma y fue algo evidente para los dos. Claro que la nariz de del lobo iba más allá. Estaban llegando más, al parecer el muchacho no había sido el único en transformarse. ¿Podía haber sido una equivocación? Algunos renegados conocidos también comenzaban a llegar a la ciudad, ninguno entraba en la posada aún. Curiosamente el chiquillo había sido el primero en llegar. Podía sentir la calma antes de la tormenta.
La escucho atento y antes de dedicarse a responder sus consultas frunció un poco el ceño. -Abajo solo pediremos la comida, no es bueno que nos escuchen hablar mucho-. Su tono era suave en comparación con la noche anterior, a pesar de saber a lo que estaba exponiendo a su mujer quería confiar en ella y ver que tanto podía hacer. También si iban a pasar más tiempo juntos era necesario que ambos conocieran la naturaleza del otro.
Última edición por Ahroun el Lun Oct 14 2019, 01:41, editado 1 vez
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Descansar, algo de actividad física no conocida y ya le había abierto un apetito que no sentía desde hace tiempo, seguía aun con la cabeza medio nubosa, terminando lo que fuera a pasar se prometió una semana de descanso en algún lado donde no fuera a explotar algo... Cuando le respondió ella ya estaba buscando en su mochila una ramita de tejo tierna y una de menta, la entrelazo y comenzó a mascarlas sintiendo ese sabor amargo y fresco propio de las plantas y su roció dándole algo de paz a su cabeza y a su estómago y aferrando con la otra la mano de Ahroun, miro escaleras abajo, el chico ya no estaba pero al parecer el que se transformara no era algo bueno. Entonces lo miro y tras meter el cachito de ramita en la boca y pasarlo se puso algo roja.
-Bueno sé que jamás pensé que terminaría siendo.-Corrompida, era lo que iba a salir de su boca y apretó los labios tardando unos segundos en atrapar otra palabra al aire.- Encandilada por alguien tan opuesto a mis congéneres, y que apenas conozco y que… Suena mal pero hizo sentir que mi corazón se disparaba a solo los dioses saben….- Y luego tras su balbuceo entendió que hablaba de un “Nosotros” los lobos y no un nosotros él y ella por lo que mientras él le acercaba de la cintura a su cuerpo se dio un tope contra su pecho ¿Por qué demonios era la más baja de su casa y parecía que el mundo le encantaba recordárselo? Suspiro y le miro a los ojos.-Sé que se transforman en lobos, como, no sé, que lo detona, menos, pensaba que era con la luna, o en las noches, pero, ni idea, no sé cuál es su longevidad, y sé que a diferencia de los hombre bestia ustedes pueden pasar completamente como humanos, dos en uno diría mi tía.
Se sintió muy avergonzada del nulo conocimiento de razas, ciertamente la entrenaban como sanadora, pero seguro sus padres, su familia su clan no esperarían que la menor de 7 fuera a ver más allá de los templos de Sandorai y con suerte tendría algún honor en sus sagradas filas, o como una sanadora de tropas… Que lejos era ahora esa posibilidad donde más veía una futura marca bajo su ojo y una cifra sobre su cabeza… Que bien le sentaba el tejo en ese momento donde seguramente ya se habría echado a llorar, pero de momento solo sentía la cabeza flotar y darle algo de sosiego sin aturdirla. Le asintió y miro como parecía encontrar algo en el aire, lo suyo era la vista no el olfato, y en las ciudades y pueblos su olfato se saturaba de hedores que el bosque solía depurar sabiamente. Respiro hondo tratando de ver si podría... se sintió ridícula cuando le dio un pequeño acceso de tos por el picor en su nariz por el polvo…-Pensar no es lo mío- Gimoteo las sabias palabras que su padre le dedicaba y cuando la tos se fue saco de su mochila la petaca con agua y tras un sorbo la paso a su ahora amante. Luego se sentó y alisando la falda apoyo las manos en sus orillas que temblaban un poco. Y tomo su mano mirando su palma y con sus delgados dedos dibujaba las líneas en ella.
-Dime que eres, de dónde vienes, que es la transformación. –Miro sus ojos sonriendo- El porqué de tu exilio.-Acaricio la mejilla de este con su mano libre e hizo hacia atrás sus cabellos acariciando sus orejas redondas.- ¿Cómo puedo cuidarte?-Lo último lo pregunto más como una súplica, ahora que lo pensaba eso era lo que la había centrado la noche anterior, ese dolor en sus ojos, la pesadez que parecía cargaren el alma, y solo deseaba sanarlo, lo único en que podía decir era buena, pues según su clan, era su deber lo portaba en las venas.
-Bueno sé que jamás pensé que terminaría siendo.-Corrompida, era lo que iba a salir de su boca y apretó los labios tardando unos segundos en atrapar otra palabra al aire.- Encandilada por alguien tan opuesto a mis congéneres, y que apenas conozco y que… Suena mal pero hizo sentir que mi corazón se disparaba a solo los dioses saben….- Y luego tras su balbuceo entendió que hablaba de un “Nosotros” los lobos y no un nosotros él y ella por lo que mientras él le acercaba de la cintura a su cuerpo se dio un tope contra su pecho ¿Por qué demonios era la más baja de su casa y parecía que el mundo le encantaba recordárselo? Suspiro y le miro a los ojos.-Sé que se transforman en lobos, como, no sé, que lo detona, menos, pensaba que era con la luna, o en las noches, pero, ni idea, no sé cuál es su longevidad, y sé que a diferencia de los hombre bestia ustedes pueden pasar completamente como humanos, dos en uno diría mi tía.
Se sintió muy avergonzada del nulo conocimiento de razas, ciertamente la entrenaban como sanadora, pero seguro sus padres, su familia su clan no esperarían que la menor de 7 fuera a ver más allá de los templos de Sandorai y con suerte tendría algún honor en sus sagradas filas, o como una sanadora de tropas… Que lejos era ahora esa posibilidad donde más veía una futura marca bajo su ojo y una cifra sobre su cabeza… Que bien le sentaba el tejo en ese momento donde seguramente ya se habría echado a llorar, pero de momento solo sentía la cabeza flotar y darle algo de sosiego sin aturdirla. Le asintió y miro como parecía encontrar algo en el aire, lo suyo era la vista no el olfato, y en las ciudades y pueblos su olfato se saturaba de hedores que el bosque solía depurar sabiamente. Respiro hondo tratando de ver si podría... se sintió ridícula cuando le dio un pequeño acceso de tos por el picor en su nariz por el polvo…-Pensar no es lo mío- Gimoteo las sabias palabras que su padre le dedicaba y cuando la tos se fue saco de su mochila la petaca con agua y tras un sorbo la paso a su ahora amante. Luego se sentó y alisando la falda apoyo las manos en sus orillas que temblaban un poco. Y tomo su mano mirando su palma y con sus delgados dedos dibujaba las líneas en ella.
-Dime que eres, de dónde vienes, que es la transformación. –Miro sus ojos sonriendo- El porqué de tu exilio.-Acaricio la mejilla de este con su mano libre e hizo hacia atrás sus cabellos acariciando sus orejas redondas.- ¿Cómo puedo cuidarte?-Lo último lo pregunto más como una súplica, ahora que lo pensaba eso era lo que la había centrado la noche anterior, ese dolor en sus ojos, la pesadez que parecía cargaren el alma, y solo deseaba sanarlo, lo único en que podía decir era buena, pues según su clan, era su deber lo portaba en las venas.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Evito comentar sobre su resumen por lo ocurrido en la noche, podían escaparse algunos detalles. Suponía que Aradia ya notaba la falta de tacto por parte de Ahroun. Era tosco aunque no tanto como su padre, quizás porque recordaba alguna que otra frase de su madre. En su tribu no habrían funcionado, pero estaba con una exterior y no sabía hasta que punto se estaba enamorando de ella. Ciertamente le asustaba pensar en eso y razones tenía una muy bien justificada. -Eso cachorro, siempre soy el malo-. Sacudió la cabeza, no tenía ganas de un debate con la razón. Perder el poco juicio que le quedaba no era bueno, ahora más que nunca necesitaría adaptarse a costumbres ajenas.
-Muchos se transforman a voluntad-. Comenzó a responder por lo más fácil y esperaba no tener que hablar de su transformación. De eso solo tiene recuerdos trágicos o más bien cree que son imágenes de la bestia que usa para sacarlo del camino. De hecho, comenzaba a extrañarse por la tranquilidad de Ragabash. -Longevidad...-. Recordó el mito del gran lobo Fenrir, aunque era una historia usada para asustar a los cachorros no había conocido a muchos antes del chaman de la tribu. Su padre había vivido mucho, pero no recordaba a su abuelo. -Hay más leyendas que registros. Mi tribu suele preocuparse por otras cosas-. No quiso darle más vueltas, sencillamente no tenía respuestas para eso. Había leído que la vida de los elfos podía ser bastante larga, parte de él esperaba poder seguirla en ese viaje por los tiempos. Aunque sabía que los dioses no siempre eran bondadosos. Quizás el encuentro con Aradia solo había sido una ayuda temporal en su camino tan incierto.
Sonrió al ver como trataba de imitar su capacidad del olfato, al parecer en eso tenía la ventaja. Habían muchas diferencias claras, pero mientras más se percataba de ello más se sentía atraído por ella. Tomo un poco de agua y sintió el toque de sus dedos. Sintió un leve cosquilleo pero la dejo continuar, después de todo ella era la única con derecho a tanta confianza. Aunque...
La última sonrisa no pudo corresponderla. Su mirada volvía a ser sombría cuando toco el tema del exilio. -Soy distinto al resto de la manada-. No mintió. Recordó la noche en que entro a la tienda del chaman, cuando se encontró cara a cara con Ragabash. Pudo ver una falta de equilibrio. Una rabia sin control, primitiva y salvaje. Sintió como Ragabash se daba por aludido y quería tomar el control. -No, no correrá de ti. ¡Aún no puedes!-. Casi grita lo último mientras sus dedos se agarraban la cien de nuevo.
Su corazón latió con fuerza y el calor aumentó. La cabeza volvía a doler, pero esta vez eran las caricias de su amante las que mantenían el asunto bajo control. Tomo un largo suspiro y sonrió levemente mirándola a los ojos. Dejo caer la cantimplora al suelo y poso la misma mano sobre la que tenía ella en su mejilla. -Cuando me transforme entenderás. Espero seas inteligente y corras antes de saber sobre mi exilio-. Su mano la aferró con un poco de fuerza, era un tema complicado. Desde el exilio no había persona aún viva que supiera porque lo habían exiliado. Solo algunos afortunados de su tribu. Era un peligro para la manada, era un peligro también para su amante.
-Bajemos-. Su tono cambió de nuevo. Algo de tristeza y pesimismo. Se separó de ella aunque no quería. Era pronto, pero había recordado muchas muertes ya. Bajo las escaleras con el ceño fruncido, no miró hacía Aradia. Con tanto recuerdo no se sentía digno de momento. Esperaba no tener que transformarse, que ella no tuviese que verlo, pero tenía que ocurrir.
Abajo estaba el cachorro desayunando solo. Notaba el enojo en su mirada, estaba perdiendo el equilibrio. Noto la pelea interna con la bestia, no era como la de Ahroun, pero todos los lobos tenían una bestia con la que lidiar.
Busco la misma mesa de la noche anterior y espero a que llegará ella para pedir algo de comer. Afuera parecía todo muy tranquilo por ahora, pero sabía que no dudaría.
El posadero se acercó a la mesa, su mirada esta vez era de pocos amigos. -Ya se han quedado más de lo que debían, el desayuno y largo-.
Ahroun devolvió la mirada. -No es al chico al que quieren, canta o más te vale tener algo para sostener tus palabras-. Amenazó, pero esta vez el chico estaba al lado del posadero, sosteniendo la mirada a Ahroun. -Nos quieren a los dos, a ti también-.
-Elian, ¡Ya basta!-. El hombre se apresuro cogiendo una table pesada y la uso para cerrar la puerta. No había nadie más en la posada. Solo ellos cuatro y la actitud paranoica del hombre levanto sospechas en Ahroun.
-¿Acaso ustedes dos, también...?-. El hombre se fue a la cocina donde había una puerta trasera. A los segundos se pudo escuchar un aullido y salió transformado cerrando la puerta de golpe. Entonces El muchacho se largó a llorar cubriendo sus ojos con su antebrazo.
-El mato a mis padres, supo que vendrías. Ahora todo el pueblo sabe que yo también soy un...-. Negó con la cabeza, el muchacho sabía que no había falta explicarle a Ahroun. -Dijo que no quería y que se haría cargo, pero no puede. Ya es tarde. Ellos ya lo saben-.
-Esto ya se te salió de las manos, no puedes matarlo-. Asintió, Ragabash tenía razón. Se cruzo de brazos y apoyo su espalda en la silla. -Debí adivinarlo, esto complica más las cosas-. Miro a Aradia. Tenía varias dudas, ¿qué tanto habría entendido? Era una ciudad de lobos al fin y al cabo, ¿por que querrían deshacerse de un trío de lobos? No era muy difícil de adivinar.
-Muchos se transforman a voluntad-. Comenzó a responder por lo más fácil y esperaba no tener que hablar de su transformación. De eso solo tiene recuerdos trágicos o más bien cree que son imágenes de la bestia que usa para sacarlo del camino. De hecho, comenzaba a extrañarse por la tranquilidad de Ragabash. -Longevidad...-. Recordó el mito del gran lobo Fenrir, aunque era una historia usada para asustar a los cachorros no había conocido a muchos antes del chaman de la tribu. Su padre había vivido mucho, pero no recordaba a su abuelo. -Hay más leyendas que registros. Mi tribu suele preocuparse por otras cosas-. No quiso darle más vueltas, sencillamente no tenía respuestas para eso. Había leído que la vida de los elfos podía ser bastante larga, parte de él esperaba poder seguirla en ese viaje por los tiempos. Aunque sabía que los dioses no siempre eran bondadosos. Quizás el encuentro con Aradia solo había sido una ayuda temporal en su camino tan incierto.
Sonrió al ver como trataba de imitar su capacidad del olfato, al parecer en eso tenía la ventaja. Habían muchas diferencias claras, pero mientras más se percataba de ello más se sentía atraído por ella. Tomo un poco de agua y sintió el toque de sus dedos. Sintió un leve cosquilleo pero la dejo continuar, después de todo ella era la única con derecho a tanta confianza. Aunque...
La última sonrisa no pudo corresponderla. Su mirada volvía a ser sombría cuando toco el tema del exilio. -Soy distinto al resto de la manada-. No mintió. Recordó la noche en que entro a la tienda del chaman, cuando se encontró cara a cara con Ragabash. Pudo ver una falta de equilibrio. Una rabia sin control, primitiva y salvaje. Sintió como Ragabash se daba por aludido y quería tomar el control. -No, no correrá de ti. ¡Aún no puedes!-. Casi grita lo último mientras sus dedos se agarraban la cien de nuevo.
Su corazón latió con fuerza y el calor aumentó. La cabeza volvía a doler, pero esta vez eran las caricias de su amante las que mantenían el asunto bajo control. Tomo un largo suspiro y sonrió levemente mirándola a los ojos. Dejo caer la cantimplora al suelo y poso la misma mano sobre la que tenía ella en su mejilla. -Cuando me transforme entenderás. Espero seas inteligente y corras antes de saber sobre mi exilio-. Su mano la aferró con un poco de fuerza, era un tema complicado. Desde el exilio no había persona aún viva que supiera porque lo habían exiliado. Solo algunos afortunados de su tribu. Era un peligro para la manada, era un peligro también para su amante.
-Bajemos-. Su tono cambió de nuevo. Algo de tristeza y pesimismo. Se separó de ella aunque no quería. Era pronto, pero había recordado muchas muertes ya. Bajo las escaleras con el ceño fruncido, no miró hacía Aradia. Con tanto recuerdo no se sentía digno de momento. Esperaba no tener que transformarse, que ella no tuviese que verlo, pero tenía que ocurrir.
Abajo estaba el cachorro desayunando solo. Notaba el enojo en su mirada, estaba perdiendo el equilibrio. Noto la pelea interna con la bestia, no era como la de Ahroun, pero todos los lobos tenían una bestia con la que lidiar.
Busco la misma mesa de la noche anterior y espero a que llegará ella para pedir algo de comer. Afuera parecía todo muy tranquilo por ahora, pero sabía que no dudaría.
El posadero se acercó a la mesa, su mirada esta vez era de pocos amigos. -Ya se han quedado más de lo que debían, el desayuno y largo-.
Ahroun devolvió la mirada. -No es al chico al que quieren, canta o más te vale tener algo para sostener tus palabras-. Amenazó, pero esta vez el chico estaba al lado del posadero, sosteniendo la mirada a Ahroun. -Nos quieren a los dos, a ti también-.
-Elian, ¡Ya basta!-. El hombre se apresuro cogiendo una table pesada y la uso para cerrar la puerta. No había nadie más en la posada. Solo ellos cuatro y la actitud paranoica del hombre levanto sospechas en Ahroun.
-¿Acaso ustedes dos, también...?-. El hombre se fue a la cocina donde había una puerta trasera. A los segundos se pudo escuchar un aullido y salió transformado cerrando la puerta de golpe. Entonces El muchacho se largó a llorar cubriendo sus ojos con su antebrazo.
-El mato a mis padres, supo que vendrías. Ahora todo el pueblo sabe que yo también soy un...-. Negó con la cabeza, el muchacho sabía que no había falta explicarle a Ahroun. -Dijo que no quería y que se haría cargo, pero no puede. Ya es tarde. Ellos ya lo saben-.
-Esto ya se te salió de las manos, no puedes matarlo-. Asintió, Ragabash tenía razón. Se cruzo de brazos y apoyo su espalda en la silla. -Debí adivinarlo, esto complica más las cosas-. Miro a Aradia. Tenía varias dudas, ¿qué tanto habría entendido? Era una ciudad de lobos al fin y al cabo, ¿por que querrían deshacerse de un trío de lobos? No era muy difícil de adivinar.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Todo perdió importancia, el verle sufrir le retorció el alma y se centró en aferrar su mano y al ver esos “ataques” la hicieron sentir impotente, le abrazo acariciando su cabello, mirándose las manos, si, si imponía sus manos ahora, no podía afirmar que tuviera energía después y si los otros cumplían su amenaza no podría ayudarlo. –Ahroun.- Clamo pero sintió que no le escucho cuando se apartó y tomando la cantimplora que había dejado caer y le siguió sintiendo sus piernas temblar, la sensación de incompetencia ensombreció su rostro y mirando el lugar noto lo vacío que estaba, en cierta medida le dio alivio y limpio las lágrimas en sus mejillas.-Pensar no es lo mío.- Susurro mordiéndose el labio de forma tal que un hilito de sángrele corrió, y el dolor la hizo concentrarse, debía estar lista si algo pasaba, a soledad no era buena y lo que paso después le crispó los cabellos.
-Pero que- Miro con molestia al hombre que antaño había sido amable y pensó en que al parecer ese lio lo tenían los lobos en general, y para ella todo fue un caos, que eran que o que. Entonces a la que le dolió la cabeza fue a ella y atino a sentarse donde la noche anterior sintiendo como si le punzaran los ojos y miro a Ahorun con la mirada completamente confusa, con un ansia de poder ayudar, de alguna forma a esos tres que parecían ser el ojo del huracán.- ¿Pero qué es lo que quieren? ¿Qué esta no es una ciudad de lobos? ¿Por qué, por que querrían dañarlos?
Miro con sospecha cada abertura del lugar sintiéndolo inseguro, y su gesto se crispo al recordar el ataque de los trolls meses atrás y el porqué de esa destrucción tan insensata le hirvió la sangre, no entendía el por qué pero lo averiguaría, y sabía que la respuesta no estaba en ellos, Ahroun lo había dejado claro en su silencio, y no podía tolerar ver el rictus de dolor en su rostro por sus imprudentes preguntas. Suspiro y sin mediar palabra se levantó y le dejo su mochila a Ahroun, sabía que en batalla no era la mejor pero… “NO PIENSES SOLO HAZLO” y fue hacia el cuarto donde las sabanas mostraban su decisión con tonos carmín, antes no las había ni tomado en cuenta, y verlas le reafirmo su decisión, varias de hecho. Recordó al tipo de la noche anterior y habían dicho claro que lo dejarían si la dejaba a ella, bueno, no sabía que tanto podía hacer contra un lobo pero tal vez podría darles tiempo de irse, al parecer su encuentro solo había sido para despedirse.
-Tal vez en otra vida.- Susurro y estuvo segura que abajo se oyó el cristal de la ventana ser roto en añicos y ella tomándose de la cortina logro la altura necesaria para no matarse con el salto. No sabía que había pasado en la noche, pero tocaba averiguar y con su paso ligero recorrió el callejón que formaba la posada y llego a la retaguardia del siguiente edificio atenta de lo que pudiera pasar, con la zurda en la cadera, rezando a Anar que le diera fuerza para defenderse y a Hoeth para darle sabiduría.
-Pero que- Miro con molestia al hombre que antaño había sido amable y pensó en que al parecer ese lio lo tenían los lobos en general, y para ella todo fue un caos, que eran que o que. Entonces a la que le dolió la cabeza fue a ella y atino a sentarse donde la noche anterior sintiendo como si le punzaran los ojos y miro a Ahorun con la mirada completamente confusa, con un ansia de poder ayudar, de alguna forma a esos tres que parecían ser el ojo del huracán.- ¿Pero qué es lo que quieren? ¿Qué esta no es una ciudad de lobos? ¿Por qué, por que querrían dañarlos?
Miro con sospecha cada abertura del lugar sintiéndolo inseguro, y su gesto se crispo al recordar el ataque de los trolls meses atrás y el porqué de esa destrucción tan insensata le hirvió la sangre, no entendía el por qué pero lo averiguaría, y sabía que la respuesta no estaba en ellos, Ahroun lo había dejado claro en su silencio, y no podía tolerar ver el rictus de dolor en su rostro por sus imprudentes preguntas. Suspiro y sin mediar palabra se levantó y le dejo su mochila a Ahroun, sabía que en batalla no era la mejor pero… “NO PIENSES SOLO HAZLO” y fue hacia el cuarto donde las sabanas mostraban su decisión con tonos carmín, antes no las había ni tomado en cuenta, y verlas le reafirmo su decisión, varias de hecho. Recordó al tipo de la noche anterior y habían dicho claro que lo dejarían si la dejaba a ella, bueno, no sabía que tanto podía hacer contra un lobo pero tal vez podría darles tiempo de irse, al parecer su encuentro solo había sido para despedirse.
-Tal vez en otra vida.- Susurro y estuvo segura que abajo se oyó el cristal de la ventana ser roto en añicos y ella tomándose de la cortina logro la altura necesaria para no matarse con el salto. No sabía que había pasado en la noche, pero tocaba averiguar y con su paso ligero recorrió el callejón que formaba la posada y llego a la retaguardia del siguiente edificio atenta de lo que pudiera pasar, con la zurda en la cadera, rezando a Anar que le diera fuerza para defenderse y a Hoeth para darle sabiduría.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
El joven lobo se estremeció poniéndose detrás de Ahroun quien vio primero a su mujer escapar antes de tiempo. No la culpaba, para los exteriores muchas cosas eran complicadas. La transformación podía serlo aún más. El olfato detectó al mismo renegado de la noche anterior tratando de abrir la puerta principal. Los demás habían ido por el mayor.
Su interior estaba hecho un caos. Por un lado estaba su amada corriendo por algo que no entendía y por el otro tenía a un mocoso que no le interesaba proteger. Sin embargo, juntando las piezas del rompecabezas al fin protegerlo no sería tan malo del todo. Debían salir de Ulmer los tres. El cuarto ya se había suicidado y en vano.
-¿Ya murió?-. Pregunto el niño mientras que Ahroun se levantaba con pesadez y asintió. -Aún no ocurre, pero ya murió-. Dijo sacando el cerrojo y encontró al hombre que había amenazado a la pareja la noche anterior. -Recién iniciado, no tendrás problemas-. Advirtió Ragabash. Aunque no hacía falta.
-Ya es tarde para huir-. Dijo el hombre con una sonrisa salvaje, pero Ahroun lo ignoró. El hombre no llevaba armadura y comenzaba a transformarse. Fue su punto débil y supo detectarlo. Lo agarro del cuello con fuerza cuando el pelaje comenzó a cubrir su cuerpo y este cambiaba de forma. Un lobo gris que ya no servía de nada.
Apretó el cuello con fuerza cortando la respiración de la criatura. Al momento de la transformación había quedado en el aíre gracias al agarre de Ahroun. Dos golpes rápidos a la boca del estómago bastaron para dejarlo sin aíre. Lo dejo caer y con un cuchillo en una de las mesas cercanas detuvo los latidos de su corazón. El joven miro la escena con algo de asombro. A diferencia de muchos locales, veía a Ahroun como uno de los pocos que podían defenderse en su forma humana y el verlo hacerlo de forma tan tranquila...
Olfateo. Había escuchado el vidrio romperse. -Muchacho, saca a la bestia. Así no serás útil-.
Avanzó por la ciudad dando la vuelta a la posada por fuera y pudo ver de nuevo a la mujer. Esta vez la vio rodeada por tres lobos. Más grandes que un lobo ordinario, pero seguían teniendo el mismo aspecto. Elian llegó a la escena y los lobos retrocedieron gruñendo con rabia ante tal osadía del muchacho.
-A esto me refería con que soy distinto, Aradia-. Dijo apuntando al joven. -El lobo bípedo es mal visto entre los nuestros. El mio no lo controlo como varios si lo hacen-. Terminó de hablar poniéndose junto a ella. Ahí estaba a medias las respuestas que la mujer tanto quería. No tardaron en llegar. Podía intentar correr a buscarlas, pero Ahroun no la dejaría sola mientras fuese Ahroun y no Ragabash.
El primero en atacar fue el pequeño transformado. Se movía sobre sus cuatro garras. Era más rápido que los lobos. Pronto llegaron más, muchos... ¿Cuántos? Ahroun contó uno menos, era más fácil. El pequeño Elian lo tomo por el pescuezo y con sus garras le arrancó el corazón para dejarlo caer.
El lobo que acompañaba al recién caído retrocedió. Tenían miedo, pero no del pequeño. Miraban a Ahroun quien tenía más experiencia y ya había matado a uno sin transformarse. Su rostro estaba medio cubierto por la sangre y hacía su mirada mucho más sombría. Sus prendas también tenían algunas gotas que poco a poco comenzaban a impregnarse. -Si me transformo en eso no te confíes-. Le dijo con tono serio. Estaba tratando de contener a Ragabash lo más que podía. De algún modo buscaba su transformación, pero no lo veía posible. -Son ellos o nosotros, cielo-.
Su interior estaba hecho un caos. Por un lado estaba su amada corriendo por algo que no entendía y por el otro tenía a un mocoso que no le interesaba proteger. Sin embargo, juntando las piezas del rompecabezas al fin protegerlo no sería tan malo del todo. Debían salir de Ulmer los tres. El cuarto ya se había suicidado y en vano.
-¿Ya murió?-. Pregunto el niño mientras que Ahroun se levantaba con pesadez y asintió. -Aún no ocurre, pero ya murió-. Dijo sacando el cerrojo y encontró al hombre que había amenazado a la pareja la noche anterior. -Recién iniciado, no tendrás problemas-. Advirtió Ragabash. Aunque no hacía falta.
-Ya es tarde para huir-. Dijo el hombre con una sonrisa salvaje, pero Ahroun lo ignoró. El hombre no llevaba armadura y comenzaba a transformarse. Fue su punto débil y supo detectarlo. Lo agarro del cuello con fuerza cuando el pelaje comenzó a cubrir su cuerpo y este cambiaba de forma. Un lobo gris que ya no servía de nada.
Apretó el cuello con fuerza cortando la respiración de la criatura. Al momento de la transformación había quedado en el aíre gracias al agarre de Ahroun. Dos golpes rápidos a la boca del estómago bastaron para dejarlo sin aíre. Lo dejo caer y con un cuchillo en una de las mesas cercanas detuvo los latidos de su corazón. El joven miro la escena con algo de asombro. A diferencia de muchos locales, veía a Ahroun como uno de los pocos que podían defenderse en su forma humana y el verlo hacerlo de forma tan tranquila...
Olfateo. Había escuchado el vidrio romperse. -Muchacho, saca a la bestia. Así no serás útil-.
Avanzó por la ciudad dando la vuelta a la posada por fuera y pudo ver de nuevo a la mujer. Esta vez la vio rodeada por tres lobos. Más grandes que un lobo ordinario, pero seguían teniendo el mismo aspecto. Elian llegó a la escena y los lobos retrocedieron gruñendo con rabia ante tal osadía del muchacho.
-A esto me refería con que soy distinto, Aradia-. Dijo apuntando al joven. -El lobo bípedo es mal visto entre los nuestros. El mio no lo controlo como varios si lo hacen-. Terminó de hablar poniéndose junto a ella. Ahí estaba a medias las respuestas que la mujer tanto quería. No tardaron en llegar. Podía intentar correr a buscarlas, pero Ahroun no la dejaría sola mientras fuese Ahroun y no Ragabash.
El primero en atacar fue el pequeño transformado. Se movía sobre sus cuatro garras. Era más rápido que los lobos. Pronto llegaron más, muchos... ¿Cuántos? Ahroun contó uno menos, era más fácil. El pequeño Elian lo tomo por el pescuezo y con sus garras le arrancó el corazón para dejarlo caer.
El lobo que acompañaba al recién caído retrocedió. Tenían miedo, pero no del pequeño. Miraban a Ahroun quien tenía más experiencia y ya había matado a uno sin transformarse. Su rostro estaba medio cubierto por la sangre y hacía su mirada mucho más sombría. Sus prendas también tenían algunas gotas que poco a poco comenzaban a impregnarse. -Si me transformo en eso no te confíes-. Le dijo con tono serio. Estaba tratando de contener a Ragabash lo más que podía. De algún modo buscaba su transformación, pero no lo veía posible. -Son ellos o nosotros, cielo-.
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Salió hacía lo que sería la entrada de la taberna, diablos demasiados, tomo una piedra cercana y la lanzo hacía los hombres, atino a alguien por que maldijo.-Vaya tantos para un niño una elfa y dos hombres. Que valientes.
Dijo y otro carraspeo señalándola, la verdad no se quedó para oír lo que tenía que decir y volvió tras sus pasos en el callejón sería más fácil reducirlos tres la habían seguido, le temblaban las piernas no por el miedo el tejo hacia lo que tenía que hacer, pero la adrenalina la mantenía en pie, esos lobos realmente imponían y recordaba que alguno elfos tenían huargos como montura, ahora entendía el por qué.
-¿En serio? Bueno bien dicen que los perros solo saben andar en manada.-Dijo azuzándolos y desenvaino a Kisukisu, y como su nombre decía comenzó a cortar el aire al comenzar a danzar en sus manos girando ambas cadenas a su lado-¿Quién será el primero?-Dijo azotando la punta contra el suelo causando que se mantuvieran a raya, usando el extremo ancho de la cadena girando más como escudo.
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Entonces llego Ahroun, miro al chico y entendía algo de lo le había contado, ciertamente imponía, vio la sangre en su compañero, tomando nota que de todos ahí era la única sanadora.-Alguien se entretuvo, perdona solo pude atraer a estos.- Dijo algo apenada y entonces el niño con facilidad aparente se encargaba de uno mientras otros llegaban y oyéndolo asintió, no le llamaba la atención dejarle solo, pero si él lo decía tomaría a Elian y saldrían corriendo de ahí.- Te esperare a las afueras. Recuerda llevarte mi mochila te la deje a recaudo allá ¿recuerdas?
Seguro lo había olvidado, así que azoto de nuevo el suelo con la punta de la cadena más fina había dejado de girar la hoja ancha y tras sus palabras asintió, eso lo sabía, así que sin más avanzo grácilmente dando un par de saltitos y entonces giro la hoja ancha lanzándola directamente contra el lobo que tenía al frente que con un aullido lastimero se quejó y entonces girando la parte aguda de la cadena ella giro sobre su eje como un paso de baile y tiro de la hoja ancha desgarrando el musculo abriendo en canal la carne y la piel y dejando correr la cadena e sus mano para alcanzar todo su largo unos dos metros hacia el aire y tomo justo donde iniciaban las púas más agudas y ejerció peso para dejar caer de nuevo la hoja ancha al grupo que se abrió para evitar otro golpe como ese. Sin esperar claro que ella la jalara de nuevo hacia su persona girando el otro extremo para usarlo como polea y evitar el efecto látigo hacia si misma y volvió el embate contra el lobo herido lanzando azote y giros del otro extremo para evitar alguno se lanzase hacia ella.
Dijo y otro carraspeo señalándola, la verdad no se quedó para oír lo que tenía que decir y volvió tras sus pasos en el callejón sería más fácil reducirlos tres la habían seguido, le temblaban las piernas no por el miedo el tejo hacia lo que tenía que hacer, pero la adrenalina la mantenía en pie, esos lobos realmente imponían y recordaba que alguno elfos tenían huargos como montura, ahora entendía el por qué.
-¿En serio? Bueno bien dicen que los perros solo saben andar en manada.-Dijo azuzándolos y desenvaino a Kisukisu, y como su nombre decía comenzó a cortar el aire al comenzar a danzar en sus manos girando ambas cadenas a su lado-¿Quién será el primero?-Dijo azotando la punta contra el suelo causando que se mantuvieran a raya, usando el extremo ancho de la cadena girando más como escudo.
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Entonces llego Ahroun, miro al chico y entendía algo de lo le había contado, ciertamente imponía, vio la sangre en su compañero, tomando nota que de todos ahí era la única sanadora.-Alguien se entretuvo, perdona solo pude atraer a estos.- Dijo algo apenada y entonces el niño con facilidad aparente se encargaba de uno mientras otros llegaban y oyéndolo asintió, no le llamaba la atención dejarle solo, pero si él lo decía tomaría a Elian y saldrían corriendo de ahí.- Te esperare a las afueras. Recuerda llevarte mi mochila te la deje a recaudo allá ¿recuerdas?
Seguro lo había olvidado, así que azoto de nuevo el suelo con la punta de la cadena más fina había dejado de girar la hoja ancha y tras sus palabras asintió, eso lo sabía, así que sin más avanzo grácilmente dando un par de saltitos y entonces giro la hoja ancha lanzándola directamente contra el lobo que tenía al frente que con un aullido lastimero se quejó y entonces girando la parte aguda de la cadena ella giro sobre su eje como un paso de baile y tiro de la hoja ancha desgarrando el musculo abriendo en canal la carne y la piel y dejando correr la cadena e sus mano para alcanzar todo su largo unos dos metros hacia el aire y tomo justo donde iniciaban las púas más agudas y ejerció peso para dejar caer de nuevo la hoja ancha al grupo que se abrió para evitar otro golpe como ese. Sin esperar claro que ella la jalara de nuevo hacia su persona girando el otro extremo para usarlo como polea y evitar el efecto látigo hacia si misma y volvió el embate contra el lobo herido lanzando azote y giros del otro extremo para evitar alguno se lanzase hacia ella.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Alzó la ceja al ver el arma y como se disponía a usarla. Ciertamente había subestimado su habilidad con esta y luego llego el comentario de la mochila...
-Recuardas, ¿cuándo?-.
-Son detalles tuyo-.
Estaba claro que antes de salir de la ciudad debería pasar a buscarla. Uno quedo mal herido, pero no era suficiente para hacerlos retroceder. La cadena los mantenía alerta y gruñendo. El mismo chiquillo se alejo hacía uno de los costados pero uno de los lobos se percató de este movimiento y saltó hacía él.
Ahroun estaba a tope controlando su espíritu. Le ganó la presión que esto suponía y saltó cerrando el paso. El lobo aún seguía en el aíre por lo que vio varios puntos débiles. Mala idea, exponerse contra un maestro en el combate bestial aunque estuviese desarmado.
Giro sobre su eje concentrando la fuerza en su puño y la hizo explotar en un movimiento que se devolvía por donde había iniciado. El puño dio de lleno en el costado del animal que lanzó otro aullido lastimero y salió volando por los aíres. Pudo ver lo que ocurría luego, pero la fuerza aplicada no dio tiempo para responder.
Uno de los lobos alcanzó su brazo aún extendido. La sangre comenzó a brotar de a poco y el ceño fruncido de Ahroun no era lo único que temer. Se notaba a lo lejos que estaba cabreado. Uso el otro puño para golpear el rostro descubierto del animal. Esto le obligó a soltar el brazo aullando de dolor mientras volaba en el aire. Su habilidad de penetración hacía sus golpes más fuertes contra enemigos sin armadura.
Los restantes se largaron. Estos no eran renegados, simplemente habitantes de la ciudad hartos por la presencia de los tres. Los renegados estaban demasiado ocupados con el tabernero quien a lo lejos soltó su último aullido. Ahora vendrían por los tres.
Ahroun se sentó en el piso y miro su herida. No era mortal, pero si dolía algo. Había recibido la mordida de un lobo después de todo. Elias volvió a su forma humana mientras volvía a entrar al edificio en busca de su ropa y la mochila de la curandera. Comprendió que no había tiempo de perder y si quería seguir con vida debería salir con esos dos aunque estos no quisieran ayudarle.
Miro a la elfa mientras se sacaba su chaqueta y la usaba para limpiarse la sangre de su cara y brazo. -Lo siento, no estaba seguro de porque esos renegados estaban aquí. Ahora esta claro. Solo te puse en más peligro-. Se maldijo así mismo por dentro. La cosa se había complicado y casi le hace perder aquello que había estado buscando.
-Recuardas, ¿cuándo?-.
-Son detalles tuyo-.
Estaba claro que antes de salir de la ciudad debería pasar a buscarla. Uno quedo mal herido, pero no era suficiente para hacerlos retroceder. La cadena los mantenía alerta y gruñendo. El mismo chiquillo se alejo hacía uno de los costados pero uno de los lobos se percató de este movimiento y saltó hacía él.
Ahroun estaba a tope controlando su espíritu. Le ganó la presión que esto suponía y saltó cerrando el paso. El lobo aún seguía en el aíre por lo que vio varios puntos débiles. Mala idea, exponerse contra un maestro en el combate bestial aunque estuviese desarmado.
Giro sobre su eje concentrando la fuerza en su puño y la hizo explotar en un movimiento que se devolvía por donde había iniciado. El puño dio de lleno en el costado del animal que lanzó otro aullido lastimero y salió volando por los aíres. Pudo ver lo que ocurría luego, pero la fuerza aplicada no dio tiempo para responder.
Uno de los lobos alcanzó su brazo aún extendido. La sangre comenzó a brotar de a poco y el ceño fruncido de Ahroun no era lo único que temer. Se notaba a lo lejos que estaba cabreado. Uso el otro puño para golpear el rostro descubierto del animal. Esto le obligó a soltar el brazo aullando de dolor mientras volaba en el aire. Su habilidad de penetración hacía sus golpes más fuertes contra enemigos sin armadura.
Los restantes se largaron. Estos no eran renegados, simplemente habitantes de la ciudad hartos por la presencia de los tres. Los renegados estaban demasiado ocupados con el tabernero quien a lo lejos soltó su último aullido. Ahora vendrían por los tres.
Ahroun se sentó en el piso y miro su herida. No era mortal, pero si dolía algo. Había recibido la mordida de un lobo después de todo. Elias volvió a su forma humana mientras volvía a entrar al edificio en busca de su ropa y la mochila de la curandera. Comprendió que no había tiempo de perder y si quería seguir con vida debería salir con esos dos aunque estos no quisieran ayudarle.
Miro a la elfa mientras se sacaba su chaqueta y la usaba para limpiarse la sangre de su cara y brazo. -Lo siento, no estaba seguro de porque esos renegados estaban aquí. Ahora esta claro. Solo te puse en más peligro-. Se maldijo así mismo por dentro. La cosa se había complicado y casi le hace perder aquello que había estado buscando.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Estaban a la defensiva hasta el chico había retrocedido eso le daba algo más de margen para usar el látigo aunque bien era más un arma de apoyo. Volvió a dar el azote totalmente contra el herido.
-Ahroun
Le gritó cuando los otros aprovecharon que había dejado de usar todo el radio de la cadena, confio en él y aprovechando el momento lanzó el extremo amplio del látigo dejándola caer hacia el herido que había tenido la mala idea de querer saltar sobre ella pelaje le protegió de las puntas menos pesadas, la hoja abierta se clavó en el otro costado en la unión del cuello y el hombro. "Mala suerte" dijo si tentarse el corazón, no había dejado de girar el otro extremo de la cadena pero su radio era menor por la extensión usada, se inclinó mientras el lobo caía y hecha ovillo giro debajo tirando el látigo y abriendo el músculo, cerró los ojos al sentir que la hoja de atoro en algo duro supo que era "Son ellos o nosotros, cielo" su arma había dejado de girar para la maniobra, aprovecho la fuerza centrífuga y giro de nuevo sobre si pero ahora en el mismo lugar como si fuera un baile en el piso, el aullido que soltó el lobo le recodo sus pesadillas, de forma teatral cayó inerte la cadena a sus pies mientras ella parecía quedar en una reverencia al público, mientras miraba a los lobos que habían llegado irse, se giró a ver a los otros y Elian ya había puesto pies en polvorosa y ella tras envainar la cadena corrió hacia Ahroun.
- Perdón perdón, aún no controlo masas con Kizu.
Musitó al ver que estaba herido y retirando a chaqueta de este de la herida posó sus manos en ella sintiendo como brotaba la sangre y cerrando los ojos apretando la herida sintió el cosquilleo en sus manos mientras se iluminan y le sanaban, besándolo para callarlo Elian regresaba con lo que para la elfa fue un alivio, su mochila.
-Supongo que hay que irnos ya ¿verdad?
Evitó ver al lobo con el que ella había peleado, seguro estaba en sus estertores de muerte, desangrándose, si había tenido suerte en la caída se había roto el cuello. Disimulo su propio malestar se puso en pie y fue cuando notó una ausencia. -¿Y el tabernero?
-Ahroun
Le gritó cuando los otros aprovecharon que había dejado de usar todo el radio de la cadena, confio en él y aprovechando el momento lanzó el extremo amplio del látigo dejándola caer hacia el herido que había tenido la mala idea de querer saltar sobre ella pelaje le protegió de las puntas menos pesadas, la hoja abierta se clavó en el otro costado en la unión del cuello y el hombro. "Mala suerte" dijo si tentarse el corazón, no había dejado de girar el otro extremo de la cadena pero su radio era menor por la extensión usada, se inclinó mientras el lobo caía y hecha ovillo giro debajo tirando el látigo y abriendo el músculo, cerró los ojos al sentir que la hoja de atoro en algo duro supo que era "Son ellos o nosotros, cielo" su arma había dejado de girar para la maniobra, aprovecho la fuerza centrífuga y giro de nuevo sobre si pero ahora en el mismo lugar como si fuera un baile en el piso, el aullido que soltó el lobo le recodo sus pesadillas, de forma teatral cayó inerte la cadena a sus pies mientras ella parecía quedar en una reverencia al público, mientras miraba a los lobos que habían llegado irse, se giró a ver a los otros y Elian ya había puesto pies en polvorosa y ella tras envainar la cadena corrió hacia Ahroun.
- Perdón perdón, aún no controlo masas con Kizu.
Musitó al ver que estaba herido y retirando a chaqueta de este de la herida posó sus manos en ella sintiendo como brotaba la sangre y cerrando los ojos apretando la herida sintió el cosquilleo en sus manos mientras se iluminan y le sanaban, besándolo para callarlo Elian regresaba con lo que para la elfa fue un alivio, su mochila.
-Supongo que hay que irnos ya ¿verdad?
Evitó ver al lobo con el que ella había peleado, seguro estaba en sus estertores de muerte, desangrándose, si había tenido suerte en la caída se había roto el cuello. Disimulo su propio malestar se puso en pie y fue cuando notó una ausencia. -¿Y el tabernero?
Última edición por Aradia Hazelmere el Sáb Oct 12 2019, 21:29, editado 1 vez
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Sintió un pequeño hormigueo en el estómago cuando se le acercó Aradia y comenzó a curar su herida. Su instinto le traicionó por unos instantes, no se espero aquel beso que correspondió sin dudarlo cerrando los ojos. Aún no se acostumbraba a tener alguien que se preocupara por él. No era que no lo hubiese tenido antes, pero la soledad del exilio casi le había hecho olvidar eso. Al final se dejo cuidar mientras lo disfrutaba.
Se sonrojó un poco al terminar el beso y asintió con la cabeza en respuesta. Miro su brazo curado y sintió algo de culpa, había bajado la guardia en el peor momento. Los renegados no habrían sido tan flexibles y no sabía que tanto podría aguantar su mujer sanando sus heridas. Eso tomando en cuenta de que quedaba descubierta cuando lo hacía.
-El tabernero pasó a ser una preocupación menos-. Respondió tomando su mano para acariciarla levemente con los dedos. -Vamos-. Su tono se había calmado de nuevo. Eran los besos y los cuidados de su amante lo que permitían esto.
Soltó su mano y comenzó a caminar por el centro de la calle. Estaba vacía claramente. Los pocos que no habían salido a atacarles antes se mantenían dentro desconfiados. Miraban tratando de no ser vistos, pero el olfato tanto de Elian como el de Ahroun les hacía saber esto. Algunos cerraban las cortinas evitando cruzar miradas, pero era el chisme del día. Dos lobos bípedos tratando de escapar de sus ejecutores.
Ragabash tenía razón, no era buena idea encontrar a Nana. No necesitaba a los suyos, había encontrado algo mucho mejor. Sonrió levemente mirando a Aradia. Acostumbrarse a los elfos no podía ser tan malo.
-¿Pueden correr?-. Preguntó por lo bajo parándose en seco a unos doscientos metros de la entrada principal. Estaban rodeados aunque no podían verlo. -No podemos salir, ¿verdad?-. Preguntó Elian y Ahroun asintió mirando a Aradia. -Ustedes busquen una salida. Yo los distraigo-. Dijo avanzando unos pasos frente a ellos cuando sintió al muchacho jalando la ensangrentada chaqueta.
-Te matarán a ti también. Debemos ir juntos-. Ahroun lo miró con rabia e intento apartarlo de una patada, pero se detuvo a mitad de camino tras sentir la mirada de Aradia. Era cierto lo que decía el muchacho, ya no podía darse el lujo de ser tan suicida.
-Bien. Tu conoces mejor la ciudad. Guianos-. Su mirada paso al muchacho quien por poco se hace en los pantalones cuando Ahroun volvía a poner el píe en el suelo.
Se sonrojó un poco al terminar el beso y asintió con la cabeza en respuesta. Miro su brazo curado y sintió algo de culpa, había bajado la guardia en el peor momento. Los renegados no habrían sido tan flexibles y no sabía que tanto podría aguantar su mujer sanando sus heridas. Eso tomando en cuenta de que quedaba descubierta cuando lo hacía.
-El tabernero pasó a ser una preocupación menos-. Respondió tomando su mano para acariciarla levemente con los dedos. -Vamos-. Su tono se había calmado de nuevo. Eran los besos y los cuidados de su amante lo que permitían esto.
Soltó su mano y comenzó a caminar por el centro de la calle. Estaba vacía claramente. Los pocos que no habían salido a atacarles antes se mantenían dentro desconfiados. Miraban tratando de no ser vistos, pero el olfato tanto de Elian como el de Ahroun les hacía saber esto. Algunos cerraban las cortinas evitando cruzar miradas, pero era el chisme del día. Dos lobos bípedos tratando de escapar de sus ejecutores.
Ragabash tenía razón, no era buena idea encontrar a Nana. No necesitaba a los suyos, había encontrado algo mucho mejor. Sonrió levemente mirando a Aradia. Acostumbrarse a los elfos no podía ser tan malo.
(...)
-¿Pueden correr?-. Preguntó por lo bajo parándose en seco a unos doscientos metros de la entrada principal. Estaban rodeados aunque no podían verlo. -No podemos salir, ¿verdad?-. Preguntó Elian y Ahroun asintió mirando a Aradia. -Ustedes busquen una salida. Yo los distraigo-. Dijo avanzando unos pasos frente a ellos cuando sintió al muchacho jalando la ensangrentada chaqueta.
-Te matarán a ti también. Debemos ir juntos-. Ahroun lo miró con rabia e intento apartarlo de una patada, pero se detuvo a mitad de camino tras sentir la mirada de Aradia. Era cierto lo que decía el muchacho, ya no podía darse el lujo de ser tan suicida.
-Bien. Tu conoces mejor la ciudad. Guianos-. Su mirada paso al muchacho quien por poco se hace en los pantalones cuando Ahroun volvía a poner el píe en el suelo.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Lanzo una silenciosa plegaria a los dioses por el alma del tabernero, no había sido el hombre más honroso pero no creía que mereciera esa muerte. Camino apretando el paso con ellos el lugar ya daba escalofríos en la soledad y aun así se sentía que no estaban solos. Entonces la propuesta se Ahroun le puso las mejillas rojas, y no por timidez, por molestia, ¿no habían quedado medio claros hacia unos metros atrás?
–Estás loco.- Le dijo sin más a su propuesta susurrando, conteniendo el darle un par de zarandeos además no quería admitirlo pero aunque quisiera correr no sería una opción para ella al menos no con la gracilidad ni agilidad que la caracterizaban y que se requería, la adrenalina se había ido, el dolor y el frío regresaban, se había estado relamiendo los labios para mantenerlos húmedos y con color, no quería preocupar a su amante con un aspecto enfermizo, además una caída en esa situación no solo la pondría a ella en riesgo. No, no era una opción.
-Ddejen de discutir.-Tartamudeo con un suspiro mirando al chico sonriéndole- Te estamos pidiendo mucho pero eres nuestra única posibilidad Elian.- Las palabras de la elfa le dieron ánimo.
-Está el puerto. Un barco pequeño no sería problema-Musito el chico, ya habían pasado demasiado tiempo expuestos en el centro, no sabía el método de caza y batalla de los lobos, pero Aradia se sentía expuesta, sintiendo que de un momento a otro un paso en falso les haría caer en un ataque abierto, ya la amenaza en la entrada de la ciudad le daban unas ganas tremendas de usar un arco la idea de un barco se le antojo bueno.
-Por favor, movámonos.- Gimoteo y comenzó a dar pasos al lado contrario, mientras Elian parecía ubicar la mejor forma de llegar al puerto y en grupo fuimos hacia la otra entrada a la ciudad, lugares como ese se volvían de forma repentina en laberintos conforme se guiaban hacia el puerto aun en las calles más abiertas de la ciudad que ahora parecía un desierto. Aradia apretó de nuevo el paso miraba alrededor, algo que no había manifestado era la severa desventaja que conllevaría ir a campo abierto, ella podría tener algo de ventaja en los bosques, en su estado ciertamente no era ventaja en ningún sentido, pero si ellos tenían mejor conocimiento del exterior serían peor que presa fácil.
-Por alla.- Dijo triunfante el chico y señalo la parte despejada de la ciudad donde unos pequeños barcos pesqueros se veían a lo lejos. –Si corremos hay que tomar cualquier barca a esta hora debería haber alguna vacia.- Dijo el menor que parecía algo más animado con la idea de salir de ahí.
[----]
Andar en manada tenía sus ventajas, al verlos alejarse de la entrada estos optaron por incursionar en la ciudad, seguramente si los atacaban entre callejuelas sería más fácil dispersarlos e ir por cada uno, así se oyó un aullido solitario, que se acompañó de otros cuando el trió echo a correr y la mujer quedaba rezagada, dos de ellos salieron de los callejones para atraparla mientras otros 3 se habían adelantado para atajar al par de bípedos.
Aradia se había quedado un par de metros atrás, nada de importancia, o al menos eso pensaba y se retractó cuando oyó el primer aullido y estiro la mano hacia Ahroun, que seguro se había girado para esperarla, un metro, medio metro. Su vista se nublo de dolor al momento que soltaba un grito agudo sin reconocer su propia voz y por un instante deseo de corazón que le arrancaran el brazo cuando uno de esos lobos se había dejado ir y atrapando su brazo corto su huida haciéndola girar y caer en el suelo con un ruido sordo, que la dejo mirando estrellas mientras su diestra era zarandeada con el verdadero afán al parecer de cumplir su deseo. Los otros lobos de la comitiva se dejaron ir contra los bípedos, uno bastaba para reducir a una elfa.
–Estás loco.- Le dijo sin más a su propuesta susurrando, conteniendo el darle un par de zarandeos además no quería admitirlo pero aunque quisiera correr no sería una opción para ella al menos no con la gracilidad ni agilidad que la caracterizaban y que se requería, la adrenalina se había ido, el dolor y el frío regresaban, se había estado relamiendo los labios para mantenerlos húmedos y con color, no quería preocupar a su amante con un aspecto enfermizo, además una caída en esa situación no solo la pondría a ella en riesgo. No, no era una opción.
-Ddejen de discutir.-Tartamudeo con un suspiro mirando al chico sonriéndole- Te estamos pidiendo mucho pero eres nuestra única posibilidad Elian.- Las palabras de la elfa le dieron ánimo.
-Está el puerto. Un barco pequeño no sería problema-Musito el chico, ya habían pasado demasiado tiempo expuestos en el centro, no sabía el método de caza y batalla de los lobos, pero Aradia se sentía expuesta, sintiendo que de un momento a otro un paso en falso les haría caer en un ataque abierto, ya la amenaza en la entrada de la ciudad le daban unas ganas tremendas de usar un arco la idea de un barco se le antojo bueno.
-Por favor, movámonos.- Gimoteo y comenzó a dar pasos al lado contrario, mientras Elian parecía ubicar la mejor forma de llegar al puerto y en grupo fuimos hacia la otra entrada a la ciudad, lugares como ese se volvían de forma repentina en laberintos conforme se guiaban hacia el puerto aun en las calles más abiertas de la ciudad que ahora parecía un desierto. Aradia apretó de nuevo el paso miraba alrededor, algo que no había manifestado era la severa desventaja que conllevaría ir a campo abierto, ella podría tener algo de ventaja en los bosques, en su estado ciertamente no era ventaja en ningún sentido, pero si ellos tenían mejor conocimiento del exterior serían peor que presa fácil.
-Por alla.- Dijo triunfante el chico y señalo la parte despejada de la ciudad donde unos pequeños barcos pesqueros se veían a lo lejos. –Si corremos hay que tomar cualquier barca a esta hora debería haber alguna vacia.- Dijo el menor que parecía algo más animado con la idea de salir de ahí.
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Andar en manada tenía sus ventajas, al verlos alejarse de la entrada estos optaron por incursionar en la ciudad, seguramente si los atacaban entre callejuelas sería más fácil dispersarlos e ir por cada uno, así se oyó un aullido solitario, que se acompañó de otros cuando el trió echo a correr y la mujer quedaba rezagada, dos de ellos salieron de los callejones para atraparla mientras otros 3 se habían adelantado para atajar al par de bípedos.
Aradia se había quedado un par de metros atrás, nada de importancia, o al menos eso pensaba y se retractó cuando oyó el primer aullido y estiro la mano hacia Ahroun, que seguro se había girado para esperarla, un metro, medio metro. Su vista se nublo de dolor al momento que soltaba un grito agudo sin reconocer su propia voz y por un instante deseo de corazón que le arrancaran el brazo cuando uno de esos lobos se había dejado ir y atrapando su brazo corto su huida haciéndola girar y caer en el suelo con un ruido sordo, que la dejo mirando estrellas mientras su diestra era zarandeada con el verdadero afán al parecer de cumplir su deseo. Los otros lobos de la comitiva se dejaron ir contra los bípedos, uno bastaba para reducir a una elfa.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Siguió avanzando junto a Aradia mientras lanzaba unas miradas al rededor de vez en cuando. Estaba aún algo molesto por la intervención del mocoso haciéndole cambiar el plan de siempre. Sin embargo, estaban en lo cierto. La vieja confiable ya no lo era tanto teniendo una mujer importante que cuidar. Habrían otros momentos para saber que tan bien podía combatir Aradia. Hasta ahora no lo había hecho nada mal, pero no la veía en sus mejores condiciones y esto le preocupaba un poco.
La carrera de los lobos se detuvo unos segundos antes de que el enemigo se mostrase, ambos comenzaron a quitarse la ropa de arriba hacía abajo y la sorpresa fue del pequeño Elian.-Creí que no...-. Dijo el niño pero tras ver la mirada sería de Ahroun prefirió no terminar su frase. -La cuidaras pase lo que pase-. Respondió terminando de quitarse sus prendas.
Miró hacía atrás y sintió su corazón detenerse unos segundos. Algo golpeó como un rayo en su cabeza al ver como uno de los lobos mordía el brazo de su amante. No sabía que estaba ocurriendo en su interior, por primera vez tanto Ahroun como Ragabash querían matar a la misma persona o animal.
Los ojos de la bestia vieron a Aradia sufriendo por la mordedura. Era la primera vez que Ahroun sentía el proceso de la transformación. El agotamiento se dejaba ver en el acto. El dolor de los músculos extenderse, el cosquilleo del pelo creciendo y unas ganas de matar que ni el mismo sabía se escondían en su interior. ¿Aquello era Ragabash? Con razón hasta entonces lo había visto como una maldición, pero en ese momento la rabia era superior. No le importaba nada más que acabar con los atacantes.
El cachorro termino de transformarse primero y sus garras atravesaron el cuello del lobo atacante, pero su batalla estaba lejos por terminar. Aquellos no eran simples granjeros ni obreros. Eran cazadores de toda la vida, sentían el llamado de la bestia y lo veneraban a diario. De esto dependía su estilo de vida después de todo.
Por otro lado Ragabash era maldad pura y en su vida nunca había tenido algo que perder. Las ideas de Ahroun lo confundían, el amor que sentía por esa mujer lo hacía querer vomitar y sin embargo sabía que no podía tocarla. Aquello solo hacía que la furia en su interior creciera. Aquel era Ragabash, nunca encontraba la paz. Simplemente quería destrucción. Hasta el momento solo había aprendido lo necesario de Ahroun, pensó que seguir aprendiendo de el era una molestia y lo encerró en lo más profundo de su ser. Fue una batalla bastante dura.
Un aullido furioso dio a entender que eso había terminado, pero el combate seguía en el exterior. El lobo alcanzó el brazo de la bestia, pero esta pudo oler el miedo en su atacante. Aquello era suficiente para olvidarse de la herida. No le importaba, estaba bien si moría ahí peleando. Ese era Ragabash, su razón de ser. Aquel incontrolable que la tribu de Ahroun llamaban maldición.
Levantó el brazo y en dos movimientos el enorme lobo común soltó un alarido de dolor que le hizo volver a su forma humana cuando el bípedo lo dejo caer con enorme fuerza al suelo. La sangre cubrió el rostro del bípedo tras usar sus garras como pala arrancando la cabeza del cuerpo.
El segundo se le lanzó por la espalda clavando sus garras dejando salir más sangre por el cuerpo de Ahroun, pero esto no era suficiente para detenerlo. No lo fue la noche que lo dejaron salir y no lo sería ahora.
Saltó unos metros hacía arriba y se dejo caer de espaldas aplastando y dejando sin aire al lobo. Al soltarse, el bípedo lo levanto clavando sus garras en el lomo haciéndolo saltar nuevamente y terminó matándolo enterrando sus carras en el cráneo del lobo para golpearlo en el suelo de nuevo.
La pelea de Elian y el renegado se detuvo por segundos, ambos pudieron notar el mal que emanaba del gran bípedo.
El combate bestial era la especialización perfecta para una bestia de tal calibre. Los lobos presentes sabían que ese ya no era Ahroun y temieron por sus vidas. La esencia había cambiado, emanaba pura maldad.
Ragabash por otra parte sabía que la cosa no pintaba del todo bien. A pesar de disfrutar el frenesí del combate y la sangre, la propia seguía saliendo y cada movimiento le hacía perder más, pero eso no le iba a detener. Ese era Ragabash, no Ahroun. Una bestia que no se preocupaba por otra cosa que no fuera matar y lo disfrutaba hasta el último.
El que había mordido a Aradia ahora corría contra Ragabash. -¡Ven aquí maldito insecto!-. Rugió con furia. Sus garras se clavaron en los ojos de aquel lobo y lo soltó dejando que se retorciera unos segundos en el suelo. Era uno de los líderes pero el haber perdido los dos ojos le hizo transformarse en humano y gritar de dolor. Había perdido, Elian también había ganado su combate.
Quedaba el último que se interpuso entre su compañero herido y la bestia rugiendo con rabia. Sabía que el lobo no iba a atacar a la ligera y por otra parte Ragabash necesitaba concentrarse en sus heridas, no le importaba el resto. Él aún seguía viendo al mocoso y a la elfa como enemigos. Seguía siendo la maldición exiliada y aquel que no tenía nada que perder.
(…)
La carrera de los lobos se detuvo unos segundos antes de que el enemigo se mostrase, ambos comenzaron a quitarse la ropa de arriba hacía abajo y la sorpresa fue del pequeño Elian.-Creí que no...-. Dijo el niño pero tras ver la mirada sería de Ahroun prefirió no terminar su frase. -La cuidaras pase lo que pase-. Respondió terminando de quitarse sus prendas.
Miró hacía atrás y sintió su corazón detenerse unos segundos. Algo golpeó como un rayo en su cabeza al ver como uno de los lobos mordía el brazo de su amante. No sabía que estaba ocurriendo en su interior, por primera vez tanto Ahroun como Ragabash querían matar a la misma persona o animal.
Los ojos de la bestia vieron a Aradia sufriendo por la mordedura. Era la primera vez que Ahroun sentía el proceso de la transformación. El agotamiento se dejaba ver en el acto. El dolor de los músculos extenderse, el cosquilleo del pelo creciendo y unas ganas de matar que ni el mismo sabía se escondían en su interior. ¿Aquello era Ragabash? Con razón hasta entonces lo había visto como una maldición, pero en ese momento la rabia era superior. No le importaba nada más que acabar con los atacantes.
El cachorro termino de transformarse primero y sus garras atravesaron el cuello del lobo atacante, pero su batalla estaba lejos por terminar. Aquellos no eran simples granjeros ni obreros. Eran cazadores de toda la vida, sentían el llamado de la bestia y lo veneraban a diario. De esto dependía su estilo de vida después de todo.
Por otro lado Ragabash era maldad pura y en su vida nunca había tenido algo que perder. Las ideas de Ahroun lo confundían, el amor que sentía por esa mujer lo hacía querer vomitar y sin embargo sabía que no podía tocarla. Aquello solo hacía que la furia en su interior creciera. Aquel era Ragabash, nunca encontraba la paz. Simplemente quería destrucción. Hasta el momento solo había aprendido lo necesario de Ahroun, pensó que seguir aprendiendo de el era una molestia y lo encerró en lo más profundo de su ser. Fue una batalla bastante dura.
Un aullido furioso dio a entender que eso había terminado, pero el combate seguía en el exterior. El lobo alcanzó el brazo de la bestia, pero esta pudo oler el miedo en su atacante. Aquello era suficiente para olvidarse de la herida. No le importaba, estaba bien si moría ahí peleando. Ese era Ragabash, su razón de ser. Aquel incontrolable que la tribu de Ahroun llamaban maldición.
Levantó el brazo y en dos movimientos el enorme lobo común soltó un alarido de dolor que le hizo volver a su forma humana cuando el bípedo lo dejo caer con enorme fuerza al suelo. La sangre cubrió el rostro del bípedo tras usar sus garras como pala arrancando la cabeza del cuerpo.
El segundo se le lanzó por la espalda clavando sus garras dejando salir más sangre por el cuerpo de Ahroun, pero esto no era suficiente para detenerlo. No lo fue la noche que lo dejaron salir y no lo sería ahora.
Saltó unos metros hacía arriba y se dejo caer de espaldas aplastando y dejando sin aire al lobo. Al soltarse, el bípedo lo levanto clavando sus garras en el lomo haciéndolo saltar nuevamente y terminó matándolo enterrando sus carras en el cráneo del lobo para golpearlo en el suelo de nuevo.
La pelea de Elian y el renegado se detuvo por segundos, ambos pudieron notar el mal que emanaba del gran bípedo.
El combate bestial era la especialización perfecta para una bestia de tal calibre. Los lobos presentes sabían que ese ya no era Ahroun y temieron por sus vidas. La esencia había cambiado, emanaba pura maldad.
Ragabash por otra parte sabía que la cosa no pintaba del todo bien. A pesar de disfrutar el frenesí del combate y la sangre, la propia seguía saliendo y cada movimiento le hacía perder más, pero eso no le iba a detener. Ese era Ragabash, no Ahroun. Una bestia que no se preocupaba por otra cosa que no fuera matar y lo disfrutaba hasta el último.
El que había mordido a Aradia ahora corría contra Ragabash. -¡Ven aquí maldito insecto!-. Rugió con furia. Sus garras se clavaron en los ojos de aquel lobo y lo soltó dejando que se retorciera unos segundos en el suelo. Era uno de los líderes pero el haber perdido los dos ojos le hizo transformarse en humano y gritar de dolor. Había perdido, Elian también había ganado su combate.
Quedaba el último que se interpuso entre su compañero herido y la bestia rugiendo con rabia. Sabía que el lobo no iba a atacar a la ligera y por otra parte Ragabash necesitaba concentrarse en sus heridas, no le importaba el resto. Él aún seguía viendo al mocoso y a la elfa como enemigos. Seguía siendo la maldición exiliada y aquel que no tenía nada que perder.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
-Por favor perrito suelta mi brazo que lo necesito.- Decía de forma medio ridícula mientras el lobo la zarandeaba como si quisiera adueñárselo y ella aferraba con la otra mano la pelambrera del cuello entre algunas lágrimas por el dolor que sentía, aunque poco a poco sentía más bien un entumecimiento y hasta frio en los dedos que colgaban inertes al otro lado del hocico del animal, sus piernas flaquearon y entonces vio por el rabillo al otro lobo querer acercarse por lo que lanzo puntapiés a diestra y siniestra rezando a los dioses que el otro no se le ocurriera morder su pierna, y si lo hacía que se clavara la cadena puntada que colgaba de sus caderas, había oído de guerreros y moribundos que en esos momentos veían su vida pasar y como mensaje directo de los dioses encaminaban sus camino o se entregaban sin culpas al viaje dela eternidad… Ella iba a reclamar a cada uno si podía porque en ese momento solo sentía un dolor endemoniado y nada cruzaba por su mente. Lo que sí, se preguntó por qué demonios no cargaba un arma corta, la próxima vez se haría de una daga o algo así. Un aullido que le calo en los huesos le hizo salir de su sarta de pensamientos incongruentes y miro con terror lo que pasaba.
-Mmierda- Musito cuando vio a Ahroun transformarse, recordó sus palabras el lobo que la sujetaba tan amistosamente apretó más la mordida y ella se mordió la lengua para evitar dar un grito, se sintió responsable del baño de sangre que se suscitaba y entonces el gran lobo la soltó y se dejó ir contra su herido Ahroun, no temió por él temió por el cabecilla que termino ciego y atrayendo al otro que la había cercado, no bien iba a ir hacia ellos cuando Elian se interpuso –Te cuidare-
Había bramado el chico pero ella no tuvo oídos para eso, -Quédate atrás no hagas movimientos bruscos.-Le dijo ella mientras desenvainaba la cadena con dificultad al no poder usar su otro brazo, el dolor que resintió cuando por reflejo movió el brazo herido la hizo ver colores pero no le quito la fija meta de ir hacia el trio y azotar el suelo con la cadena hacia el lobo que gruñía y anteponiéndose al señor siniestro diagonal Ahroun, la voz que había proyectado le recordó el comentario del bocadillo.-LÁRGUENSE
Les grito con furia, el daño a su brazo era lo de menos, ver a Ahroun así, estaba apostando demasiado en ese actuar pero ciertamente no les daría la espalda al ciego y al indefenso, la idiotez se proyecta a veces al filo del abismo y a ella le urgía sanar las heridas del señor sombrío. El ciego daba alaridos de dolor y el otro fue listo, lo tomo del brazo de una forma menos agresiva que a ella y buscaba una salida. Ari se giró “Por favor” pensó en una súplica y se interpuso entre sombrío y los otros soltando el látigo de cadena y posando su mano en el pecho de este mirándole a los ojos sabiendo que no eran los ojos de Ahroun.-No sé quién eres pero tratare de cerrar tus heridas.
No sabía que tanto le permitiría él ni sus fuerzas sanarlo, cuando el cosquilleo recorrió su cuerpo a su mano sana y seguía manteniendo la mirada al bípedo, su fuerza mermaba a pasos agigantados, ciertamente estaban expuestos pero debido a lo sucedido tenía la idea de que no los atacarían, especialmente si al que destilaba maldad ya no tenía heridas. Comenzaron a pesarle los parpados, sabía que las heridas seguían ahí aunque superficiales a comparación, ya no sangrarían, el frio la invadió y esa sensación de vértigo le prosiguió cuando interrumpió la canalización por el limite al que se había llevado.-Soy Aradia, por favor devuélveme a Ahroun.- Suplico con un hilo de voz tratando de tenerse en pie.
-Mmierda- Musito cuando vio a Ahroun transformarse, recordó sus palabras el lobo que la sujetaba tan amistosamente apretó más la mordida y ella se mordió la lengua para evitar dar un grito, se sintió responsable del baño de sangre que se suscitaba y entonces el gran lobo la soltó y se dejó ir contra su herido Ahroun, no temió por él temió por el cabecilla que termino ciego y atrayendo al otro que la había cercado, no bien iba a ir hacia ellos cuando Elian se interpuso –Te cuidare-
Había bramado el chico pero ella no tuvo oídos para eso, -Quédate atrás no hagas movimientos bruscos.-Le dijo ella mientras desenvainaba la cadena con dificultad al no poder usar su otro brazo, el dolor que resintió cuando por reflejo movió el brazo herido la hizo ver colores pero no le quito la fija meta de ir hacia el trio y azotar el suelo con la cadena hacia el lobo que gruñía y anteponiéndose al señor siniestro diagonal Ahroun, la voz que había proyectado le recordó el comentario del bocadillo.-LÁRGUENSE
Les grito con furia, el daño a su brazo era lo de menos, ver a Ahroun así, estaba apostando demasiado en ese actuar pero ciertamente no les daría la espalda al ciego y al indefenso, la idiotez se proyecta a veces al filo del abismo y a ella le urgía sanar las heridas del señor sombrío. El ciego daba alaridos de dolor y el otro fue listo, lo tomo del brazo de una forma menos agresiva que a ella y buscaba una salida. Ari se giró “Por favor” pensó en una súplica y se interpuso entre sombrío y los otros soltando el látigo de cadena y posando su mano en el pecho de este mirándole a los ojos sabiendo que no eran los ojos de Ahroun.-No sé quién eres pero tratare de cerrar tus heridas.
No sabía que tanto le permitiría él ni sus fuerzas sanarlo, cuando el cosquilleo recorrió su cuerpo a su mano sana y seguía manteniendo la mirada al bípedo, su fuerza mermaba a pasos agigantados, ciertamente estaban expuestos pero debido a lo sucedido tenía la idea de que no los atacarían, especialmente si al que destilaba maldad ya no tenía heridas. Comenzaron a pesarle los parpados, sabía que las heridas seguían ahí aunque superficiales a comparación, ya no sangrarían, el frio la invadió y esa sensación de vértigo le prosiguió cuando interrumpió la canalización por el limite al que se había llevado.-Soy Aradia, por favor devuélveme a Ahroun.- Suplico con un hilo de voz tratando de tenerse en pie.
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Habían hecho bien en tomar distancia de Ahroun. De no haber estado mal de la cabeza pudieron haberle ganado, pero entendían que la cosa se había puesto aún más peligrosa de lo que parecía en ese momento. Se dice que las bestias tienen un sexto sentido para el peligro y Ahroun había demostrado ser algo más que una bestia desenfrenada.
El líder que aún estaba sano volvió a su forma humana y tomo al ciego entre sus brazos mirando con una mezcla de furia y miedo al bípedo. Sabía que la elfa trataría de curarlo y aunque no lo hiciera aquel combate estaba perdido. -Estas loca, esa cosa te matará tarde o temprano-. Dijo antes de retirarse por donde había venido.
Ragabash era incontrolable. Quería perseguir a sus presa, le deleitaba la idea de hacerlos correr hasta el último aliento solo para ver el terror en sus ojos. Estaba dispuesto a hacerlo y nada podía evitarlo. Nada excepto una persona o dos según se mire.
Quedo a medio paso de iniciar la persecución cuando sintió la magia curativa de la mujer. Levantó su mano empuñando sus garras como si fuera una espada, pero algo en su interior lo detuvo. Aquello era primera vez que sucedía. Comprendió los datos de Ahroun, la mujer era importante. ¿Lo era? No podía entenderlo y no quería, pero el cachorro de su contraparte se resistía con fuerza. Las palabras de Aradia sonaron en su interior como un puñetazo bien puesto en el pecho.
La transformación se estaba acabando. El lobo bípedo poco a poco comenzaba a dar paso al humano desnudo. -Volveré-. Dijo en un tono que rasgaba el aíre con un frío de ultra tumba. Un presagio que se cumpliría tarde o temprano.
Respiraba con fuerza, sentía los brazos pesados cuando el que se mantenía en el aíre bajo para atraer la mujer y dejarla descansar en su pecho. Su rostro se mantenía serio aunque en el fondo estaba feliz porque seguía con vida. Después de haber matado a tantas personas importantes para él sin poder si quiera recordarlo como un acto propio por fin había logrado un avance.
-Serás estúpida. Te confiaste, pudo haber acabado peor y aún así-. Miro su brazo dañado, habría que hacer algo al respecto, dudaba que pudiese hacer un escape perdiendo tanta sangre. Las heridas suyas tampoco habían sanado del todo, sentía la espalda ardiendo aunque la sangre había dejado de correr. -Aún así, te quiero Ari-. Suspiro aliviado. Esta vez había podido controlar su maldición.
-Ahora tenemos que hacer algo con ese brazo tuyo-. Dijo frotando su cabello de forma juguetona. -No tienes remedio, ¿siempre eres así de descuidada?-. Pregunto aventurándose a un si de respuesta, aunque tratase camuflar su respuesta o desviarla.
El chico ya se había vestido al terminar el combate y comenzó a preparar uno de los botes sin dejarlos partir de momento. No quería estar tan cerca de la pareja así y sobre todo sentía miedo de Ahroun pues entendía mejor que la elfa que tipo de enfermedad o maldición tenía que soportar este. Una que lo hacía suicida y que no le permitía mantener contacto con la gente por mucho tiempo.
El líder que aún estaba sano volvió a su forma humana y tomo al ciego entre sus brazos mirando con una mezcla de furia y miedo al bípedo. Sabía que la elfa trataría de curarlo y aunque no lo hiciera aquel combate estaba perdido. -Estas loca, esa cosa te matará tarde o temprano-. Dijo antes de retirarse por donde había venido.
Ragabash era incontrolable. Quería perseguir a sus presa, le deleitaba la idea de hacerlos correr hasta el último aliento solo para ver el terror en sus ojos. Estaba dispuesto a hacerlo y nada podía evitarlo. Nada excepto una persona o dos según se mire.
Quedo a medio paso de iniciar la persecución cuando sintió la magia curativa de la mujer. Levantó su mano empuñando sus garras como si fuera una espada, pero algo en su interior lo detuvo. Aquello era primera vez que sucedía. Comprendió los datos de Ahroun, la mujer era importante. ¿Lo era? No podía entenderlo y no quería, pero el cachorro de su contraparte se resistía con fuerza. Las palabras de Aradia sonaron en su interior como un puñetazo bien puesto en el pecho.
La transformación se estaba acabando. El lobo bípedo poco a poco comenzaba a dar paso al humano desnudo. -Volveré-. Dijo en un tono que rasgaba el aíre con un frío de ultra tumba. Un presagio que se cumpliría tarde o temprano.
(…)
Respiraba con fuerza, sentía los brazos pesados cuando el que se mantenía en el aíre bajo para atraer la mujer y dejarla descansar en su pecho. Su rostro se mantenía serio aunque en el fondo estaba feliz porque seguía con vida. Después de haber matado a tantas personas importantes para él sin poder si quiera recordarlo como un acto propio por fin había logrado un avance.
-Serás estúpida. Te confiaste, pudo haber acabado peor y aún así-. Miro su brazo dañado, habría que hacer algo al respecto, dudaba que pudiese hacer un escape perdiendo tanta sangre. Las heridas suyas tampoco habían sanado del todo, sentía la espalda ardiendo aunque la sangre había dejado de correr. -Aún así, te quiero Ari-. Suspiro aliviado. Esta vez había podido controlar su maldición.
-Ahora tenemos que hacer algo con ese brazo tuyo-. Dijo frotando su cabello de forma juguetona. -No tienes remedio, ¿siempre eres así de descuidada?-. Pregunto aventurándose a un si de respuesta, aunque tratase camuflar su respuesta o desviarla.
El chico ya se había vestido al terminar el combate y comenzó a preparar uno de los botes sin dejarlos partir de momento. No quería estar tan cerca de la pareja así y sobre todo sentía miedo de Ahroun pues entendía mejor que la elfa que tipo de enfermedad o maldición tenía que soportar este. Una que lo hacía suicida y que no le permitía mantener contacto con la gente por mucho tiempo.
Ahroun
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
Aradia tenía un ojo al gato ( en este caso un par de lobos) y otro al garabato (Ahroun y el señor Sombrío), no es que pudiera hacer más simplemente sus sentidos colapsaban y parecían buscar la autoprotección al no sentir el dolor del brazo, solo el mareo por la sangre que manaba, las palabras del ileso la hicieron girar el rostro y sonreír despreocupada mientras alzaba la voz.
-NO ES UNA COSA ES AHROUN Y USTEDES SE LO BUSCARON.-Ahroun había dicho de ser diferente, de una maldición, pues de momento la única maldición que veía era la de ser diferente y ser buscado, eso lo comprendía, el plus era ese Señor Sombrío que se alojaba y que parecía salir cuando le apetecía, por el tono de voz y el acceso en la posada, siguió sonriendo algo ilusa, el mundo la veía como un bocadillo o una presa y volvió a mirar al señor Sombrío que le dedicaba una sola palabra
-Aquí te espero, tenemos asuntos que tratar señor Sombrío.
Contrario a lo que había dicho Ahroun, ella si que tenía interés en conocer a esa personalidad, sabía que había estado a nada de matarla, ese brazo extendido era la prueba, pero no lo había hecho, y no quería suponer los por que prefería preguntarlos, cerro los ojos, espero espero, y entonces el tiro hacía el calor de su amante le hizo suspirar de alivio, algo momentáneo por que sus palabras le hicieron brotar lagrimas y le saco la lengua
-Ya se que lo mio no es pensar, pero no soy descuidada solo aventurera... Y solo un poquito..- miro con recelo el lugar y temía que no podría ahí solicitar alivio sabia que debía haber mínimo algo similar a un sanador, ,los foráneos les llaman médicos, pero si a los licantropos que acompañaba les tenían rechazo, seguro a ella no le iría mucho mejor, hizo memoria de todo lo que llevaba en su mochila y no tenía mucho mas que hierbas aromáticas y tranquilizantes.-Vayámonos de aquí, solo, necesitamos limpiar la herida y vendarla, cuando descanse la sanare. Aunque hay alguien que requiere vestirse
Le dijo de una forma más alegre mirándole con cierta picardía, buscando hacer que se relajara un poco. Ciertamente solo debía evitar una infección, algo fácil, cuando el se separo ella se inclino y tanteo tomar su cadena y acomodarla en su cadera, miro al chico y noto cierta distancia y una mirada ausente, tenía mucho que pensar ese chico el hecho de quedar en desamparo no era nada sencillo de asimilar ni para un adulto.-¿Alguuno de ustedes sabe a donde podremos ir y que no quieran matarnos?
-NO ES UNA COSA ES AHROUN Y USTEDES SE LO BUSCARON.-Ahroun había dicho de ser diferente, de una maldición, pues de momento la única maldición que veía era la de ser diferente y ser buscado, eso lo comprendía, el plus era ese Señor Sombrío que se alojaba y que parecía salir cuando le apetecía, por el tono de voz y el acceso en la posada, siguió sonriendo algo ilusa, el mundo la veía como un bocadillo o una presa y volvió a mirar al señor Sombrío que le dedicaba una sola palabra
-Aquí te espero, tenemos asuntos que tratar señor Sombrío.
Contrario a lo que había dicho Ahroun, ella si que tenía interés en conocer a esa personalidad, sabía que había estado a nada de matarla, ese brazo extendido era la prueba, pero no lo había hecho, y no quería suponer los por que prefería preguntarlos, cerro los ojos, espero espero, y entonces el tiro hacía el calor de su amante le hizo suspirar de alivio, algo momentáneo por que sus palabras le hicieron brotar lagrimas y le saco la lengua
-Ya se que lo mio no es pensar, pero no soy descuidada solo aventurera... Y solo un poquito..- miro con recelo el lugar y temía que no podría ahí solicitar alivio sabia que debía haber mínimo algo similar a un sanador, ,los foráneos les llaman médicos, pero si a los licantropos que acompañaba les tenían rechazo, seguro a ella no le iría mucho mejor, hizo memoria de todo lo que llevaba en su mochila y no tenía mucho mas que hierbas aromáticas y tranquilizantes.-Vayámonos de aquí, solo, necesitamos limpiar la herida y vendarla, cuando descanse la sanare. Aunque hay alguien que requiere vestirse
Le dijo de una forma más alegre mirándole con cierta picardía, buscando hacer que se relajara un poco. Ciertamente solo debía evitar una infección, algo fácil, cuando el se separo ella se inclino y tanteo tomar su cadena y acomodarla en su cadera, miro al chico y noto cierta distancia y una mirada ausente, tenía mucho que pensar ese chico el hecho de quedar en desamparo no era nada sencillo de asimilar ni para un adulto.-¿Alguuno de ustedes sabe a donde podremos ir y que no quieran matarnos?
Aradia Hazelmere
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Re: El niño, el loco y el asesino P3. [Privado - Aradia] [Terminado]
El sol ya apuntaba el medio día cunado la pareja volvía a encontrarse y daba así por terminada la batalla. La amenaza seguía presente en la ciudad y es que para los lugareños ellos eran el mayor peligro para sus creencias y tradiciones. No habría forma de que estos aceptaran una bestia como lo era Ahroun y el niño, mucho menos a una mujer que había perdido su pureza con una bestia. Solo les quedaba marcharse lo más pronto y si es que podían tratar las heridas de Aradia que había pasado a ser el foco de atención del lobo mayor hasta el punto de casi olvidarse estar aún desnudo.
Noto las lágrimas brotar de sus ojos y las hizo a un lado con suavidad usando su pulgar para regalarle una sonrisa leve. Su mirada picará no tardo en encontrar respuesta. Los labios de los amantes se rozaron de nuevo llenando a Ahroun de una sensación intima que no dejaba de invadir su ser con ganas de seguir junto a ella.
-Vamos. Los reinos del norte o Lunargenta son nuestra mejor opción por ahora-. Dijo tranquilo mientras volvía donde había dejado su ropa y comenzaba a vestirse. Tendría que pasar a comprar prendas nuevas, dudaba poder hacer algo con el rastro de sangre que había quedado impregnado en esta.
-Van solos, no puedo-. Dijo el muchacho ya vestido mirando a Ahroun como tratando de explicar su motivo sin recibir represalia alguna por esto. En respuesta Ahroun simplemente asintió y lo dejo marchar en uno de los botes. Era lo mejor, se sentía satisfecho con que al menos un lobo bípedo más siguiera con vida. Así era la vida que estos debían llevar, solitaria hasta encontrar algo a lo que aferrarse. El chico debía encontrarlo por el mismo mientras que el mayor ya había encontrado ese algo y estaba cambiando su interior con una firmeza y rapidez increíble.
-El cachorro no es tonto, no te preocupes-. Dijo volviendo a su amante para abrazarla por detrás y embriagarse con el olor de su cabello. -Nosotros tenemos que ver ese brazo tuyo y mi lugar esta a tu lado-. Susurró a su oído tratando de calmarla y menguar un poco su dolor. Necesitaba pensar, no estaba lista para un viaje largo. Necesitaban descansar para que pudiera sanarse la herida y cuidarla para que no fuese algo de gravedad.
-Dundarak puede ser nuestra mejor opción, querida. Espera unos minutos-. Dijo para volver de los establos con uno de los caballos más a mano. Si, estaba robando, pero no tenían más opción. Los lugareños no les iban a atender por las buenos y tanto ellos como la pareja querían largarse lo más pronto del lugar. -Así podrás descansar en su lomo mientras te llevo hasta que podamos tratar tu herida-.
Acercó al animal a Aradia para ayudarla a subirse y espero a que estuviera lista para emprender el camino y poder tratar su herida en otro lugar menos hostil para ellos. Sin duda no volvería a Ulmer en un buen tiempo si es que llegaba a tener razones para volver.
Noto las lágrimas brotar de sus ojos y las hizo a un lado con suavidad usando su pulgar para regalarle una sonrisa leve. Su mirada picará no tardo en encontrar respuesta. Los labios de los amantes se rozaron de nuevo llenando a Ahroun de una sensación intima que no dejaba de invadir su ser con ganas de seguir junto a ella.
-Vamos. Los reinos del norte o Lunargenta son nuestra mejor opción por ahora-. Dijo tranquilo mientras volvía donde había dejado su ropa y comenzaba a vestirse. Tendría que pasar a comprar prendas nuevas, dudaba poder hacer algo con el rastro de sangre que había quedado impregnado en esta.
-Van solos, no puedo-. Dijo el muchacho ya vestido mirando a Ahroun como tratando de explicar su motivo sin recibir represalia alguna por esto. En respuesta Ahroun simplemente asintió y lo dejo marchar en uno de los botes. Era lo mejor, se sentía satisfecho con que al menos un lobo bípedo más siguiera con vida. Así era la vida que estos debían llevar, solitaria hasta encontrar algo a lo que aferrarse. El chico debía encontrarlo por el mismo mientras que el mayor ya había encontrado ese algo y estaba cambiando su interior con una firmeza y rapidez increíble.
-El cachorro no es tonto, no te preocupes-. Dijo volviendo a su amante para abrazarla por detrás y embriagarse con el olor de su cabello. -Nosotros tenemos que ver ese brazo tuyo y mi lugar esta a tu lado-. Susurró a su oído tratando de calmarla y menguar un poco su dolor. Necesitaba pensar, no estaba lista para un viaje largo. Necesitaban descansar para que pudiera sanarse la herida y cuidarla para que no fuese algo de gravedad.
-Dundarak puede ser nuestra mejor opción, querida. Espera unos minutos-. Dijo para volver de los establos con uno de los caballos más a mano. Si, estaba robando, pero no tenían más opción. Los lugareños no les iban a atender por las buenos y tanto ellos como la pareja querían largarse lo más pronto del lugar. -Así podrás descansar en su lomo mientras te llevo hasta que podamos tratar tu herida-.
Acercó al animal a Aradia para ayudarla a subirse y espero a que estuviera lista para emprender el camino y poder tratar su herida en otro lugar menos hostil para ellos. Sin duda no volvería a Ulmer en un buen tiempo si es que llegaba a tener razones para volver.
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