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Mensaje  Destino Miér Jul 29 2020, 05:52

La tenue luz de la lámpara parecía apagarse a cada instante, el elfo de cabellos oscuros se encontraba recostado en su cama intentando recordar algo de lo que había sucedido en aquellos últimos días, vagos recuerdos deambulaban por los pasillos de su mente cual etéreas reminiscencias que otrora le resultaran gratas. Recordaba haber estado en Dundarak, los reinos del norte, pero de ahí en adelante sus recuerdos se desvanecían, etéreos y difusos como agua entre los dedos.

Había rentado una posada en el alejado pueblo de Ulmer, sentía un constante estado de angustia, como si algún augurio del pasado le acosara en la penumbra, por ello, un lugar tan remoto le había parecido la mejor opción para alejarse de todo cuanto conocía… tampoco es que conociera mucho.

Respiraba dormitado con la mirada perdida en la luz de la luna que se deslizaba a través de las cortinas de rugosa tela azul, cuando de pronto unos gritos en la planta baja de la posada llamaron su atención, había gritos, sonidos de golpes y muchos pasos llegando a la posada, algo había ocurrido, desde luego lo mejor sería bajar y ver que todo estuviera bien, pero como al elfo le importaba un pepino si los demás estaban vivos o muertos, siguió acostado.

Habían pasado ya varios minutos y los sonidos no mermaban, era mucho ruido como para poder dormir, por lo que finalmente se levantó de la cama con cara de pocos amigos y decidió bajar las molestas escaleras de caracol en las que más de una vez estuvo a punto de golpearse la cabeza y se encontró con una turba de pueblerinos asustados ante lo que parecía ser una historia sacada de un mal libro para adolescentes.

Se los juro, estaban ahí, eran muchas huellas en el piso, grandes y fuertes, como de una vaca- Destino alzó una ceja ante la historia que contaba aquel sujeto de cabellos y barba color zanahoria -Sé que no me creen, me acusan de loco, pero lo que digo es cierto, era una vaca sin cabeza que disparaba fuego por las ubres y leche por las axilas- Tan solo un par de grillos hicieron coro al momento incómodo antes que todos explotaran en una sucesión de carcajadas.

Suficiente, renuncio- Dijo el elfo dándose la media vuelta pero alguien más entró a la posada llamando su atención, era una mujer ya madura que sostenía en sus manos algo cubierto con una pequeña manta -Esto… es todo lo que quedó de mi esposo- Dijo aterrada y cubierta en llanto, descubrió entonces medio brazo que parecía haber sido arrancado a mordidas -Algo se comió a mi esposo, algo grande y con dientes de vaca- Todos los presentes se miraron unos a otros tratando se conectar una vaca sin cabeza con la mordida de una vaca.

Se los dije, se los dije- Insistió el pelinaranja -Son las mordidas de la vaca sin cabeza- La cabeza de Destino se retorcía como un pezón de anciana intentando encontrarle sentido o alguna conexión a aquellas dos historias, de cualquier modo y fuera como fuera, había un hombre muerto y al parecer, no era el primero.

Fue entonces cuando el dueño de la posada habló fuerte mientras se paraba sobre una silla -Claramente esto es falso, es una mentira- Y tenía razón, pero varias noches seguidas habían muerto personas a causa de aquella mentira -No es mentira, la vaca sin cabeza existe, tenemos que alejarnos del pequeño puerto maldito- Insistió el sujeto con cabeza de hortaliza.

Silencio- Dijo el dueño de la posada -Este es nuestro hogar, y no se lo vamos a ceder a nadie- Aquella frase llena de determinación no se refería solo al espectro vacuno, sino también a un misterioso sujeto que había intentado comprar el puerto unas semanas atrás y no había tenido éxito -Ofreceré una recompensa a quienes logren terminar con este circo- Sacó de su chamarra una bolsa de aeros y la dejó caer sobre la mesa haciendo que las monedas sonaran delatando una buena suma.
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La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo] Empty Re: La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo]

Mensaje  Vincent Calhoun Mar Ago 04 2020, 00:13

El mundo estaba lleno de leyendas, cuentos y demás relatos variopintos. Allá donde una persona fuera, se encontraba con un cuentacuentos dispuesto a relatar las más relevantes ante el amable fuego de una chimenea o fogata. Pero ay, que ingenuos seríamos si pensáramos que solo existían las leyendas de tiempos pasados cantadas en labios de cantantes y bardas de turno.

También estaban esas otras historias que viajaban por medio de las palabras que recorrían el aire por medio del sonido. Aquellas que se transportaban de boca en boca. Y pensarán, ¿qué diferencia habría en ese caso con las antiguas leyendas? Poco la verdad, pero al mismo tiempo, todo.

Todos los cuentos eran del pueblo y para el populacho, pero aquellos que iban arropados con el preocupante manto del rumor, cobraban otro simbolismo. Y es que a fin de cuentas, normalmente los rumores se basaban en historias presentas. Aquello cambiaba todo, y podía hacer que una preocupada familia de una aldea importante del Este, decidiera mandar cartas a los pueblos colindantes más pequeños.

- Nunca se sabe de dónde puede venir la ayuda-, se dijo el brujo, tomando del tablón de anuncios una pequeña hoja en la que se pedía auxilio.

Lo que se decía en ella no podía ser más… extravagante, por decirlo suave. Más que una necesidad de auxilio parecían las ideas de un jovencito avispado y con ganas de llamar la atención, o de algún borracho de la zona.

¿Vacas asesinas? De qué cojones iba eso.

En otro momento, el mercenario hubiera hecho una bola con ese papel y lo hubiera convertido en cenizas. Menuda pérdida de tiempo sería hacer cualquier otra cosa con ese anuncio. Más… esta vez la historia de la vaca asesina la había escuchado en boca de más de una persona.

Los lobos le daban duro al aguardiente, esto estaba claro. Pero aún así parecía que esta vez el rumor era importante y estaba más que extendido por la aldea. Los rumores, rumores eran, valga la redundancia, más cuando se extendían tanto era que no se podía acallar a las voces que no paraban de inventar esas locuras. Y cuándo esto pasaba, es que quizás, no eran tan falsas como uno pudiera imaginar.

Ese detalle le hizo considerar… ¿oferta de trabajo?, de otra manera. Vincent, en vez de tirar el papel, se quedó un rato mirándolo. Pensativo. Sopesando si sería una buena idea acudir a llegar. Una taberna llamada “El más perrón”. La verdad, sincerémonos, de narrador a persona que lee, ese nombre no facilitaba las cosas para el buen mercenario que se planteaba tomarse aquella historia en serio. Más bien todo lo contrario.

- Vaya, ¿usted está interesado en los problemas del puerto? - se escuchó a una voz a su izquierda.

Vincent levantó la mirada del papel y posó la vista en el hombre que lo abordaba. O mejor dicho, el hombre y la mujer que lo hacían, pese a que esta no había dicho nada por el momento.

- Buenas noches, es un placer saber que la milicia de la aldea no deja desamparados a los viajeros ni en la más oscura noche.

- Lo intentamos, pero últimamente las cosas no andan bien por el puerto. Sobre todo por las noches. Por lo general preferimos hacer las cosas nosotros, sin ayudas externas y lo que ello pueda significar, pero esta vez no nos vendría mal una mano amiga-, comentó la mujer.

Ya. Eso de ser muy suyos era bastante común en Aerandir. Pero era perfectamente entendible que en cualquier lado, desearan solucionar las cosas sin desconocidos por medio. Ya que no se sabía cómo podrían reaccionar a la situación, o qué tajada pretendían sacar del asunto, y no siempre por los mejores y más lícitos medios.

- Hay paga, si sirve para decantar la balanza. El bueno de Uzu estaba dispuesto a dar una suma para el aventurero que se atreva con el asunto.

- Pero tenga cuidado. No se meta en ello si no sabe luchar. Han muertos muchas personas-, dijo la chica, repasando al rubio que tenía delante de arriba abajo, calibrando de qué madera estaba hecho.

Vincent dibujó una media sonrisa en los labios, observando a sus interlocutores.

- ¿Saben? Han picado mi curiosidad-, les dijo, volviendo a poner el papel sobre el tablón de anuncios del centro de la plaza. - Pensaba que eran tonterías, pero se ve que es serio. Y sí, estoy hecho de buena madera, señorita. Aunque hasta las mejores maderas encuentran la muerte en los peores callejones si no se tiene cuidado. Lo tendré-, terminó por decir, marcando aún más la sonrisa en el rostro.

La paga que se enumeraba en el papel del anuncio era de lo más considerada. Era otra de las razones para pensar que aquello era un timo, pero si la guardia decía que era real…

- Me alegra ver que llegan viajeros dispuesto a ayudar. La taberna está en aquella dirección, cerca del puerto. No tiene pérdida-, comentó, señalando una dirección con el dedo, para luego hacer ademán de irse. Solo ademán, porque el soldado recordó algo y decidió frenar su movimiento. - Ah, y no olvide llevar luz. Una antorcha bastará. A estas horas a un hombre con capa y que quiere pasar desapercibido se le confundiría con facilidad con un ladrón.

Así que ahí estaba el motivo por el que los milicianos se habían acercado al mercenario, antes de darse cuenta que leía en el tablón. Al brujo no se le escapó el detalle, ese, ni tampoco que se habían acercado de buena fe, y no en postura de posible enfrentamiento, porque ese ladrón que se paraba junto a un tablón de anuncios a la luz del candil de aceite, que colgaba de la madera, debía ser el ladrón más torpe y estúpido del planeta.

- No hay problema-, contestó sin perder la sonrisa, chasqueando los dedos para generar una chispa con la que creó una bola de fuego que comenzó a flotar a su lado. - Nunca he tenido problemas de iluminación-, bromeó. - Veamos que tiene ese buen Uzu para mí. Hasta pronto, tengan buena noche-, les dijo a los guardias, despidiéndose con una ligera reverencia y poniéndose en marcha en la dirección que le había señalado el hombre.

Y sí, como bien había mencionado la pareja de soldados, la taberna no estaba muy lejos de allí. Los cimientos de “El más perrón” se asentaban cerca de lo que se podía considerar los muelles de la aldea. Y con ese nombre, estaba claro que era lugar de marineros y demás hombres y mujeres de la mar.

Nada más entrar bajo el portal, el brujo pudo percibir que había cierto debate y tensión en el ambiente. Un hombre zanahoria, otros tantos tipos y una mujer ¿¡Con un jodido brazo!?

No, ya sé que todas las mujeres suelen tener brazos, pero esta dama en concreto llevaba uno entre las manos. Uno que no era suyo. Que para más señas, era de un hombre.

- ¿Que ocurre aquí? - preguntó serio, sabiendo que algo grave había ocurrido para que una mujer sostuviera un brazo masculino entre llantos. - ¿Es el famoso monstruo que rezaba el anuncio del tablón de la plaza? ¿ha vuelto a atacar? Quizás pueda ayudar con ese problema.

Entonces Vinc, con las ideas de lo que estaba pasando más en orden por sus propias conjeturas, se fijó mejor en los rostros de las personas que se encontraban en el comedor de la posada. Y fue en ese instante, cuando por fin alcanzó a reconocer un rostro entre todas las caras de aquellas personas. Uno que le hizo exclamar con exultante decoro.

- Coño, yo a ti te conozco.


Última edición por Vincent Calhoun el Miér Dic 02 2020, 21:52, editado 1 vez (Razón : Corregir ortografía)
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Mensaje  Rauko Jue Ago 20 2020, 07:01

 –Esto… es… –logré articular entre risas. Aquello que leí, aquello no era más que una ridiculez y, sin embargo, nada podría haberlo hecho más atractivo para mí– ¡asombroso! –Sonreí.

 Volví enseguida donde me esperaban Hyro y Xana y les mostré la hoja del anuncio.

 –¿Y esto qué es? –inquirió Hyro. Tomó la hoja y leyó con un desinterés que no tardó en convertirse en su opuesto–. Parece algo sencillo para ustedes, y seguramente alguien pagará algo bueno por lidiar con este problema. –El brillo de la avaricia apareció en sus ojos–. Deberían encargarse de esto. Unas monedas extras no nos vendrían mal.

 –Oye, lo importante no son los aeros; es la oportunidad de ver una vaca sin cabeza que puede disparar fuego por las ubres y leche por las axilas.

 –Entiendo, sí. Este trabajo es la leche. –Sonrió, expectante, y esa sonrisa desapareció al ver que nadie reaccionó con risas–. Ustedes no aprecian el buen humor –murmuró, aburrido, apartando la mirada a un lado.

 –Pero viajamos hasta aquí buscando una cura –nos recordó Xana en un murmullo, rostro inclinado hacia adelante y gran parte de este oculto bajo su capucha negra–, no para cazar vacas.

 –¿Y qué pasó con lo de ser una heroína que antepone el bienestar de otros? –repuso Hyro, incapaz de dejar pasar lo que acaba de escuchar, esa vulnerabilidad de la que podía aprovecharse. La garganta de Xana se sacudió–. ¿O acaso ya entraste en razón y decidiste tener una vida más… sensata?

 –No, yo… –Sus labios estuvieron ligeramente separados, pero ninguna otra palabra alcanzó a salir.

 –No ve la necesidad en este caso –intervine– porque sabemos que, si no ayudamos, otros aventureros sí lo harán sin problemas. Después de todo, esta vez no se trata de seres maléficos con poderes exagerados que violan las reglas lógicas de este mundo.

 –No, debería ayudar –sentenció Xana–. Hyro, puedes continuar la búsqueda mientras nosotros nos encargamos de la vaca.

 Hyro suspiró.

 –Vale, vale, está bien. No voy a quejarme de que me traigan aeros.

 Xana me tomó del brazo y me arrastró con ella, obligándome a llevarla a algún lugar adecuado para iniciar nuestra buena labor de la noche.

 Y al llegar a ese lugar, a esa posada, una carcajada escapó de mi boca. El nombre «El más perrón» era de los mejores que vi en mi vida, y presagiaba una grandiosa noche.

 Pero el ambiente en el interior de la posada no estaba «perrón».

 Algunos nos miraron. Con motivo. Llamamos la atención siendo Xana una chica con una capa negra y yo un chico cubierto de vendas, ambos con piel marchita y, además, armados. Aun así, no tardaron en olvidarnos para centrarse en algo más importante.

 Y yo, en vez de darle importancia a la discusión, a la bolsa de aeros del señor zanahoria, al brazo cercenado o al héroe de ojos ya no brillantes, me fijé en un elfo pelinegro.

 –Nosotros también ayudaremos –aseguró Xana–. Detendremos a cualquier monstruo y devolveremos la paz a esta aldea.

 Entonces algo quedó claro para mí: era el momento de echarle un polvo a Destino.

 Ignorando todo lo demás, agarré la bolsa con el polvo mágico y, con mis brazos potenciados, la hice volar como estrella fugaz hacia la cara del objetivo. Antes de que impactara, le disparé un rayo de luz, haciéndola estallar y liberar su contenido.[1]


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Lanzo el polvo del recuerdo y uso la habi Saeta refulgente en cuanto me invade el impulso de idiotez =D
Apariencia de Rauko y Xana:


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La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo] Empty Re: La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo]

Mensaje  Destino Lun Ago 31 2020, 00:08

La oferta de aquel buen hombre había causado agitación en la taberna, algunos se habían animado a intentar resolver el misterio mientras que otros se mostraban más asustados y nerviosos. En medio de la conmoción apareció una cara conocida para el elfo, se trataba de aquel brujo que había conocido tiempo atrás y que tal vez ya ni le recordaría. Justo cuando comenzaba a acercarse apartando a los estorbos con poca delicadeza, una jovencita llamó su atención, pues anunciaba que ofrecería ayuda con aquel problema.

Un largo silencio se adueñó de la sala hasta que todos explotaron en una carcajada -Primero termina de crecer, niña- Le dijo uno de los más tomados mientras ponía la mano unos centímetros por encima de la chica indicando la estatura que le faltaba para ser una mujer -Parece que ni pudiste ayudarte tú ¿Qué te pasó en ese bonito rostro? ¿Te peleaste con el horno?- Otros más ebrios le celebraron el chiste en un coro de risas.

Mientras todo aquello ocurría, Destino se acercaba despacio hasta que repentinamente algo se le medió en los ojos -¿Pero qué demonios?- El pelinegro se llevó una mano a la cara para fregarse los ojos y recuperarse. Estornudó un par de veces hasta que finalmente pudo volver a ver. Se trataba de un chico cubierto por vendajes y apariencia extraña -¿Qué crees que haces?- Estiró la mano para tomar del cuello a aquel chico desconocido pero de pronto se sintió mareado y una lluvia de imágenes comenzaron a deambular por su mente.

Reminiscencias fugaces, efímeros recuerdos de aventuras pasadas y antes olvidadas, y junto a ellas un nombre -Reuma… Reumo… ¡Reuko!- Dijo un poco confundido ¿Por qué decía ese nombre? -¿Eres Reuko?- Preguntó el asesino pues ciertamente, lo recordaba de otra forma. De cualquier modo lo mejor era salir pronto de ese lugar antes que las burlas contra la chica se salieran de control.

Y tal como el elfo se imaginaba, ocurrió lo peor. La gente de Ulmer solía ser un poco cerrada acerca de muchas cosas y esta sería una de esas ocasiones -No necesitamos la ayuda de forasteros- Replicó el primero de una larga sucesión de improperios que acabaron con una seña del pelinegro invitando a ir afuera para evitar tener que matar a todos de manera gratuita.

Destino avanzó hasta la entrada de aquella taberna y salió para luego recostarse junto a la pared en espera de sus conocidos -Saludos, Brujo, ¿Qué te trae tan lejos de tu isla?- Le dijo a Vincent en primer lugar para luego dirigir la mirada al joven elfo… o lo que quedaba de él -¿Qué rayos pasó contigo?... o con ustedes- Preguntó y añadió luego de ver también a la compañera.

Ciertamente la historia de la vaca sin cabeza no se sostenía por ningún lado, evidentemente era falso pero el brazo cercenado se veía muy real, por lo que los muertos que mencionaban los habitantes de Ulmer eran definitivamente un problema serio y muy real, alguien estaba jugando a confundirlos para sacar partido de la situación.
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Mensaje  Vincent Calhoun Sáb Sep 05 2020, 00:35

Hacía bastante tiempo que el mercenario nacido en Beltresux no veía al elfo de pelo azabache con el que viviera un par de buenas aventuras. Y sin duda, esa noche era uno de los reencuentros con un conocido de lo más extraño que había tenido el rubio en toda su maldita vida.

Al fin y al cabo, cuántas veces uno se reencontraba con alguien con una recién viuda sosteniendo un brazo de su fallecido marido, al mismo tiempo que un posadero ofrecía una cuantiosa suma de dinero para matar al monstruo que había dejado sin esposo a la susodicha viuda.

Alguna vez, Vincent había reconocido a otra persona en mitad del fragor de una batalla, con gente un poco muerta por ahí, tirada por el campo de batalla. No obstante, este reencuentro superaba con holgura cual situación que habría imaginado.

Aquella situación tenía más sal que el pescado del interior de una caja recién traída del mar.

Pero ya se sabía que los dioses siempre eran juguetones cuales gatos con sus presas. Nunca había suficiente sal para ellos. No tardó en aparecer un dúo de encapuchados de lo más extraño, por decirlo de manera fina y elegante.

Sin embargo, había algo en ellos que gustó al viejo mercenario. Y no era otra que el ofrecimiento de ayuda.

- Su aspecto no es de tu incumbencia, ni la de nadie-, contestó seco, dirigiendo una mirada al dueño tan cortante como sus palabras.

Quizás solo lo hicieran por dinero, pero, al fin y al cabo, Vincent solo estaba allí por esa misma razón. Más, siempre se podía ganar dinero de muchas formas diferentes, y luchar contra un monstruo o resolver la verdad tras aquel entuerto no era de las más fáciles.

Por esa razón, el brujo no dudó en retar con la mirada al hombre que ofrecía dinero por matar a la bestia. Al menos aquellos dos eran buenas personas, y ello era más de lo que se podía decir de la mayoría. No iba a tolerar que los maltrataran por su aspecto.

Al mercenario le importaba una mierda la siguiente reacción del mesero. Nunca venían de más una tintineante bolsa llena de monedas, sin embargo, tampoco estaba tan necesitado como para hacerse el tonto con comportamientos de ese tipo.

Aunque… aquello del bote con polvo… «¿Qué cojones había sido eso? - se preguntó el brujo - ¿Por qué el chico vendado y que parecía más muerto que vivo había realizado ese movimiento?»

- Esto ha sido inesperado-, comentó, extrañado por aquella acción,

No tanto por el siguiente movimiento del moreno, que hizo lo que cualquiera en su posición hubiera hecho.

Quizás se había precipitado y no eran buena gente, como había pensando en un primer momento. Puede que solo fueran unos pirados de cuidado.

- Ah, pero se conocen-. Eso cambiaba la escena por completo. Debía ser una especie de… ¿saludo? - No sé qué coño hacéis, pero a mí no me tiréis tierra encima. Con saludos normales y corrientes con hermosas palabras me es suficiente-, comentó con sorna, dibujando una sonrisa amable en el rostro, al tiempo que se acercaba al trío que se había formado en medio del salón.. - Encantado, Reuko. Señorita-, hizo una leve inclinación de cabeza mirando hacia la acompañante de Reuko. - Estoy seguro de que formaremos un buen equipo para resolver este misterio-, dijo, dirgiendo sus palabras hacia ambos. Pero casi sin dejar espacio de tiempo entre las frases miró hacia el posadero y habló esta vez mirando hacia él. - Si no necesitarais ayuda de forasteros, nadie se habría molestado en poner un anuncio en el tablón de la plaza, la milicia que guarda el pueblo no se habría alegrado tanto de aquel alguien se interesara por este trabajo en particular y, claro, tú no estarías ofreciendo una bolsa de monedas al mejor postor.

- Pero como esos dos críos que se están cayendo a pedazos van a ayudar en algo.

- Y cómo vamos a saberlo sin dejar que lo intenten. Además-, miró a su alrededor, antes de volver a mirar al dueño de la posada y seguir con su plática. - No veo que nadie más se haya animado a ir a por la bestia, o por quines en realidad estén tras esto. Así que, o vamos dos forasteros, o vamos cuatro. Yo creo que cuatro es mejor que dos y, de todos modos, es problema nuestro el repartir a más partes el dinero que ofreces. No es que debas pagar esa suma a cada uno de nosotros, o ¿acaso esa era tu idea?

- Pues claro que no. Yo ofrezco esta cantidad a quienes logren terminar con esta mierda. Solo quieren robarnos el puerto. Bueno, como queráis, es vuestro problema-, mentó con evidente desdén.

Bien pareció, que entender que el problema del reparto era cosa de los forasteros cambió un poco el humor del posadero. No es que de repente apreciara en demasía a los últimos dos llegados a su local, pero al menos dio un paso atrás en su taxativa firmeza de no dejarles participar.

- Rubio, eres un poco parlanchín para mi gusto. Pero allá ustedes. La oferta sigue en pie. Quienes acaben con este entuerto se llevaran esta bolsa de monedas. Me importa una mierda si es uno, dos o nueve.

Aquello era lo único que el brujo necesitaba escuchar. No necesitaba halagos, No necesitaba palmadas en la espalda. Ni reconocimiento ajeno. Solo estar seguro de si haría aquello por ayudar a las gentes de Ulmer, o por eso y también por unas lindas monedas.

- Me parece bien-, respondió el brujo, cambiando el gesto serio por otro de leve y ligera sonrisa. - Si tenemos éxito. Ya vendremos por la bolsa. Que tengan una buena noche-, les deseó a los parroquianos. - Señora, mi más sentido pésame. Haré lo que esté en mi mano para encontrar al culpable de esto-, dijo más serio, dirigiendo sus palabras y la mirada hacia la mujer que sostenía el brazo, al menos durante el momento de hablarle y sin dejar de caminar hacia la salida.

Allí afuera, frente a la fachada de la posada, ya estaba Destino. Pronto, el solitario hombre estuvo acompañado, formando un cuarteto que se había reunido de la forma más inesperada.

En cualquier caso, el moreno conocía a esas dos personas, por ello, preguntarles qué les había pasado no era nada malo o una falta de respeto. Sin embargo, que un rubio desconocido se pusiera a hacer preguntas de este tipo, sí que era, como mínimo, del todo indiscreto. Por ello se mantuvo al margen de esa parte, solo esperó lo que tuvieran que decir los muchachos, y se centró en saludar como los dioses mandaban a su viejo compañero de fatigas.

- Las aventuras, buen Destino. Las aventuras-, le contestó, dibujando nuevamente una sonrisa en el rostro. - Y qué carajos, también una buena suma de dinero-, terminó por decir, medio en broma, transformando su sonrisa en una más pícara y lobuna.


Última edición por Vincent Calhoun el Miér Mayo 05 2021, 01:38, editado 1 vez (Razón : Corrección)
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La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo] Empty Re: La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo]

Mensaje  Rauko Mar Sep 08 2020, 02:15

 Convirtió sus labios en una línea delgada, tensa, mientras escuchaba al resto, forzando en su rostro un intento de máscara de estoicismo. Que le temieran, eso era lo que creyó que podría suceder y, para su sorpresa, su apariencia gatilló reacciones completamente distintas a eso. ¿Y aquello era mejor o peor? Una parte de ella se sentía aliviada, pero otra parte no podía evitar sentirse disgustada. Aquel rechazo, aunque diferente al que había recibido usualmente en nuestra condición, se le mostraba como una prueba de que, después de todo, no había avanzado desde antes de convertirse en heroína.

 Era más poderosa que ellos. Luchó en feroces batallas por ellos. Aun así, se sentía amargamente insignificante.

 Entonces… pensó en algo, una idea nacida de sus sentimientos. Ella…

 El héroe ojos no brillantes intervino, y Xana desechó y enterró la idea al instante. Ahora consciente de la misantropía de lo que había pensado, convirtió su mano derecha en un puño, clavando las uñas en la palma. «No es lo que una heroína haría», pensó, reprimiéndose a sí misma.

 Por mi parte, apenas enterado de las burlas, arqueé una ceja por mi nombre mal pronunciado.

 –«Rauko» –corregí al elfo–, mi nombre es «Rauko», no Reu… –Negué con la cabeza y ondeé una mano–. Da igual, lo importante es que me reconoces. –Entonces Vincent se acercó, dándonos un trato que, para el par de oblivionados, resultó gratamente refrescante–. Oh, un placer –respondí, haciendo una cordial reverencia poco propia de mí, solo porque me sentía con el humor apropiado.

 Poco después, tras otra escena del buen Vincent defendiendo la dignidad de un par de elfos feos, salimos de «El más perrón». Y sé que decir que salimos de la posada es más corto que decir el nombre completo, pero es un nombre demasiado bueno como para no volver a mencionarlo.

 Afuera de «El más perrón», Destino hizo una pregunta que requería una respuesta larga.

 –Bueno, fuimos a Sandorái a patearles el trasero a los Jinetes Oscuros, pero las patadas que recibimos en el proceso fueron más terribles de lo que esperé –resumí, sencillamente. Aquel evento, estando ya muy en el pasado, no tenía tanta importancia para mí–. Pero descuiden, esta extraña maldición no es nada que una buena alimentación y una buena higiene no puedan solucionar. –Esbocé una sonrisa perezosa–. Ah, y el polvo mágico es para que me recordaras, ya que la maldición borró todos los recuerdos que los demás tenían sobre mí, dejando lagunas mentales.

 De pronto recordé a una peliblanca y su relación con cierto brujo que se describía como rubio aunque se veía castaño. La última vez no hubo tiempo para este tipo de charlas, así que, antes de que se esfumara la oportunidad, agregué:

 –Y no fuimos los únicos. Otros también fueron olvidados por completo a pesar de todas sus hazañas previas. Anastasia Boisson y Elen Calhoun fueron unas de esas personas, antes populares y ahora… supongo que ustedes sentirán que es la primera vez que escuchan esos nombres, ¿no? –Con aparente despreocupación, miré al brujo brevemente, buscando su reacción.


Última edición por Rauko el Miér Sep 09 2020, 00:35, editado 1 vez (Razón : Se me cayó el ganso)
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La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo] Empty Re: La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo]

Mensaje  Destino Miér Sep 09 2020, 00:20

Tres valientes héroes y una chica que hacía bulto se habían embarcado en una desopilante aventura para resolver aquel extraño e incongruente misterio. Lo más prudente había sido salir de “El más perrón” para evitar que un desastre mayor. El pequeño grupo de aventureros se reunieron en el exterior de aquel lugar para planificar sus futuras acciones.

El elfo de oscuros cabellos saludó a brujo con un amable gesto de palmadita en el hombro aunque tal vez con más fuerza de la que debería. —Esta aventura suena a dinero fácil, pues el argumento es bastante inverosímil —mencionó el elfo ante lo que parecía algo evidente para luego dedicarse a escuchar al inquietante historia del elfo atrofiado —Es lo que Destino dijo, Reuko —Señaló de nuevo ante la corrección del chico y escuchando con atención el resto.

Destino expectante llevó las manos a la cabeza con honda preocupación —¡Jinetes oscuros! —Expresó alarmado —Destino no sabe lo que son, pero suena peligroso, ojalá hayas sobrevivido. —lo miró fijamente antes de dirigirle la vista a la chica ¿Y tú de dónde saliste? —le preguntó a la compañera del chico a la que aún no conocía que tampoco es que le importara mucho.

Hay mejores maneras que arrojar polvo a la cara —se quejó discretamente aunque al final entendía que había sido una solución rápida y práctica —Elen, ese nombre suena remotamente familiar —dijo sin ahondar en nada más, dejando espacio para la respuesta del brujo.

Posteriormente la charla fue interrumpida por algunos siseos que venían de algún lugar en el callejón detrás de “El más perrón”. Al acercarse, notarían que se trataba del hombre zanahoria que había decidido salir a darles algunos consejos e información de gran interés para el logro de la misión.

Podrán encontrar pistas en el puerto, tengan cuidado, será peligroso —fue todo cuanto dijo haciendo que los héroes se cuestionaron si había valido la pena el tiempo y esfuerzo que dedicaron a acercarse y escucharlo, de cualquier modo ahora el camino estaba claro, debían ir a puerto de Ulmer en busca de algunas pistas que los ayudaran a llegar al fondo de aquel enigmático misterio.

Lo mejor será terminar con esto cuanto antes —mencionó el pelinegro mientras comenzaba a marchar hasta detenerse un par de pasos más adelante —¿Dónde está el puerto? —Y es que era la primera vez que el asesino visitaba la ciudad de los licántropos, por lo que era claramente comprensible que no tuviera una idea clara de la ubicación de los diversos lugares que la conformaban.

Sin embargo, la suerte parecía sonreír a los forasteros, Destino hizo una seña a sus acompañantes para que observaran en silencio a un misterioso sujeto envuelto bajo una capa que se retiraba a toda prisa —Parece sospechoso, hay que seguirlo —susurró el de ojos azules antes de embarcarse en una discreta persecución que los llevaría directo a quién sabe dónde.

A ratos el sujeto se detenía y miraba hacia atrás, por lo que Destino y su tropa de fieles secuaces debían esconderse o fingir demencia para no ser descubiertos. La persecución se extendió por varias calles hasta llegar finalmente a las cercanías del puerto donde aquel individuo simplemente desapareció sin dejar rastro alguno —¿A dónde fue? —De alguna manera habían perdido de vista al perseguido en apenas un veloz parpadeo, pero al menos habían llegado al puerto —Bueno, todo salió de acuerdo al plan —presumió Destino de haber dirigido y completado la búsqueda del lugar para el trabajo.
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Mensaje  Vincent Calhoun Sáb Sep 12 2020, 17:23

Dos profundas ideas luchaban entre sí, en una batalla tan épica como eterna. Una lucha que no podía tener fin, el combate de dos ideas tan parecías como distantes, solo separadas por… una letra. ¿Era Rauko o Reuko?

Sí bueno, quizás este narrador haya exagerado un poco, sobre todo con aquello de que era una lucha eterna y sin fin, pues tenía un modo tan sencillo de resolver como preguntarle directamente al chico vendado. No obstante, la realidad es que al bueno de Vincent no le había quedado del todo claro cuál era el verdadero nombre del otro hombre. Por un lado Destino lo había llamado Reuko, más el chico lo había corregido por Rauko. Esto debería dejar bien claro como se llamaba, sin embargo, tampoco es que hubiera defendido su postura con demasiado entusiasmo.

Para el veterano mercenario, después de sopesar la situación que viera y escuchara instantes antes, solo quedaba una posibilidad en todo aquello, y es que Destino recordara mal el nombre pero fuese un elfo tan obcecado como para que la otra persona considerara una pérdida de tiempo corregirlo

«Pero vamos, Destino nunca… »

Bueno, lo cierto es que Vincent había conocido a Destino muchas lunas atrás y habían vivido un par de buenas aventuras. El tiempo suficiente para conocer a una persona, pero no el tiempo suficiente para saber si le gustaba más la sopa de conejo o una simple ensalada. Vamos, que el moreno bien podría haberse liado con el nombre.

- Quizás. Pero no me gusta confiarme. Podemos apostar sobre seguro que sería jodidamente raro que fuera una vaca con esa descripción la causante de los asesinatos-, respondió al elfo. - Y aunque la historia parece un tanto…-. ¿Cómo decirlo? ¿Sin pies ni cabeza? - Bueno, ya me entendéis. Aunque suena a locura parecen los rumores creados por aldeanos asustados. Así que puede que la mente que siembra el miedo no sea tan demente como la historia que se cuenta. Alguien corriente, normal, que puede sangrar y se le puede matar. Pero inteligente y que prefiere el combate indirecto.

Vincent sopesó por unos instantes aquello que había dicho, y se reafirmó en sus propios pensamientos con un movimiento de su testa.

- No. No debemos fiarnos. Es el primer paso para morir.

Más, cuando ya el brujo mercenario se disponía a pensar en el posible siente paso a realizar, el chico vendado no tardó en picar su curiosidad y distraerlo hacia otro tipo de reflexiones.

- ¿Los Jinetes Oscuros? ¿Los conoces? ¿Estuviste allí? - preguntó sin dejar espacio a las posibles respuestas entre cuestión y cuestión. - Yo estuve allí, en Árbol Madre y, no sé chico, estoy seguro de que has cambiado mucho, pero nada de lo que me dices me resulta familiar. Salvo que los Jinetes atacaron Sandorái.

«Aquello era sumamente extraño», pensó el brujo.

Y no solo porque la historia del joven no concordara con los recuerdos que el brujo tenía de su experiencia en el árbol más sagrado de los elfos, sino porque, desde una noche en particular, había comenzado a tener remembranzas de un elfo de pelo blanco que nunca antes había recordado en dicho lugar y momento. Por supuesto, ese elfo no encajaba en sus recuerdos de la batalla, pero ahora también existía dentro de su cabeza, y eso era tan confuso como aterrador.

¿Se estaba volviendo un demente?

- Oye, ¿no serás? - El elfo que había comenzado a recordar, desde aquella concreta noche, iba con una mujer en la salsa dónde los guerreros se habían reunido antes de dividirse para la batalla por el Árbol. - ¿No serán?

Vincent negó con la cabeza. Todo aquello era demasiado complicado de asimilar del tirón. Además, las sorpresas parecían no tener fin.

No obstante, por el momento la conversación fue interrumpida. El pelirrojo que estuviera en el interior de la taberna ahora se encontraba en la calle aledaña y trasera de “El más Perrón”, ¿lo cual hacía que un pelirrojo estuviera en los cuartos traseros del maldito perrón?

Preguntas existenciales y de lo más importantes aparte, el hombre llamó su atención por algo, y la misión que tenían entre las manos, así como las pistas que pudieran ayudarles a avanzar en ella, era más significativa que los viejos recuerdos de un mercenario.

- Bueno, te contaré un secreto, ¿Rauko al final? - Destino había liado esa parte un poco. - No es la primera vez que me aparece una hija de la nada-, bromeó y sonrió mirando hacia el chico, mientras avanzaban hacia el pelirrojo.

El joven y la chica que lo acompañaban tenían el típico aspecto de unos monstruos de cuento de terror. Pero Vincent había vivido suficientes y verdaderos cuentos de terror cómo para saber que los monstruos auténticos muchas veces lucían el mejor de los aspectos, y que una pareja de extraños que se interesaban en ayudar, por deformados que estuvieran, no podían ser los mencionados monstruos.

¡Para que luego dijeran por ahí que la experiencia no era importante!

- Conozco a los Boisson-, dijo más serio. - O más bien la conocí. Pero no recuerdo que Isabella tuviera más familiares o descendencia en el momento de dejarnos-, le comentó, recordando a la noble familia y su particular lucha. - Anastasia. No, lo siento. No sé de quién me hablas. Pero supongo que serán otros Boisson. El mundo es más grande de lo que los seres pensantes nos empeñamos en creer-, comentó seguido, volviendo a dibujar una sonrisa en los labios.

Vincent dejó de mirar hacia los chicos para volver su vista al frente, y aunque podía ver la espalda de Destino y al expectante pelirrojo esperándolos en la esquina, su mente estaba muy alejada de ese callejón.

- Elen, supongo que esa era la parte más jugosa de la información que has dado, pues se apellida Calhoun. Y oh, obra la magia. ¿Cómo has sabido que soy un Calhoun? - volvió a mirar hacia el chico, clavando su mirada sobre sus ojos, buscando respuestas.

El mercenario había buscando la manera de quitarse aquella maldición de los ojos brillantes que lo delataban y lo volvían reconocible, con la ayuda de Bio, el loco James y un grupo de gatos de lo más variopinto. Y allí, en mitad de Ulmer, en mitad de cualquier parte alejada de casa, lo reconocían sin necesidad de brillar en la noche.

- ¿De verdad has estado en Sandorái, no es así? - Algo le decía que el chico no mentía, pese a que nada de aquello pudiera encajar dentro de su cabeza, dentro de sus recuerdos. - ¿Elen quien se supone que es? Porque si has mencionado alguien con mi apellido, imagino que no es casualidad, ni otra de mis hijas de pasado…-, el brujo hizo un gesto con los dedos de su mano derecha como si sazonara un caldo. - En algunos pasados no falta la sal, ya sabes.

En el transcurso de esa conversación, el trío llegó hasta donde se encontraba el hombre con el pelo del color de la zanahoria. Y sí, una vez más debían dejar de lado esos otros intereses por el interés propio de la misión que tenían ante sí.

«¿Pero qué cojones…?» Fue lo único que pudo pensar el brujo antes de volver a abrir el pico.

- Muchas gracias, tendremos cuidado-, fue lo único se le ocurrió responder ante tal obviedad, por mera cortesía. - Esto ha sido…-, comenzó a decir cuando el pelirrojo se fue una vez más hacia el interior de “El más Perrón”, pero por el camino decidió no terminar la frase. - Bueno, es hora de sacar a relucir mis modales. Rauko o Reuko, señorita que pronto sabré como se llama. Mi nombre es Vincent Calhoun, aunque no sea algo que no sepan de antemano. Y el puerto está por allí-, dijo esto último mirando hacia Destino y señalando en una dirección con el brazo.

Sin embargo, no hizo falta seguir el rumbo puesto sobre la mesa por artes arcanas, o bueno, en este caso por el brazo lleno de sangre con éter de un brujo, que viene a dar igual en estos momentos y bien que nos vale.

Una figura encapuchada atravesó la línea de visión del cuarteto que se había formado en la taberna con el mejor nombre del mundo. Y su mera presencia por sospechosa que fuera, no tenía por qué estar relacionado con las personas que buscaban… Más también podía estarlo y no se podía desaprovechar la situación.

- Bastante sospechoso. Ese andar nervioso. Además, la guardia me comentó que no querían a nadie que paseara sin luz bien entrada la noche. Imagino que quieren acotar los movimientos de los maleantes tras los asesinatos y considerar sospechoso a cualquier que no respete las normas impuestas-, respondió a Destino cuando dijo que esa persona parecía un buen objetivo. - Seamos sigilosos y, sí, hagamos aquello que no quiere la guardia para poder seguirlo sin que nos vea.

No, si al final iban a seguir a otra persona que estaba buscando a los asesinos mediante el sigilo. Si el brujo mercenario ya lo estaba viendo ante sus ojos. Cuatro aventureros se volvían cinco unos metros más allá de la taberna más perrona de la aldea.

Fuese como fuera, la verdad tras el encapuchado tendría que esperar para salir a la luz, si es que alguna vez lo hacía, pues tras un rato de persecución lo perdieron de vista. Por fortuna, justo en la zona a la que debían dirigirse para encontrar más pistas.

- Con la mercancía que se mueve en cualquier puerto, ese hombre o mujer puede que siga sin estar relacionado con los asuntos que nos atañen a nosotros. Pero ha venido justo al lugar de la disputa y donde se producen los asesinatos-, comentó a sus compañeros. - Destino, creo que has dado en el clavo. Era nuestro hombre. O mujer.

Con esas ropas era imposible determinar el sexo o raza de la persona que seguían.

- Tenemos varias alternativas. Preguntar en las tabernas o lupanares de mala muerte que hay en todo muelle, intentar encontrar pistas en los callejones que nos permitan volver a encontrar el rastro de la persona que seguíamos, o separarnos los cuatro para que nos maten uno por uno como en esas tétricas historias que sueltan los cuentacuentos de Lunargenta y otras aldeas humanas-, bromeó con lo último, sin poder evitar sonreír con picardía ante lo dicho. - Bueno, podemos separarnos para buscar pistas en los distintos locales nocturnos, pero por nuestra propia seguridad, lo haría al menos por parejas. Si ese hombre o mujer nos ha dado esquinazo, puede ser por su buen hacer en el recorrido, o por ello porque se diera cuenta de que lo seguían. Puede que ya sepan que venimos a por ellos-, terminó por decir, recordando a sus compañeros que quizás fuesen directos hacia una trampa.

En esos momentos era difícil decir quién era presa y quien cazador. Pero unas presas inteligentes que veían la trampa podían eludirla con facilidad, y en este caso, convertirse de nuevo en cazadores. Sólo debían estar seguros de que existía tal trampa y de donde estaba. Y eso, amigos míos, era lo verdaderamente difícil en el juego del gato y el ratón.
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Mensaje  Rauko Vie Nov 20 2020, 23:03

 Podría haber insistido, pero opté por ir con la corriente. Si Destino me llamaría Reuko, entonces yo sería un buen Reuko durante esta aventura.

 –De hecho, morí –le dije al pelinegro, apesadumbrado–, pero sobreviví –agregué con suficiencia.

 Cuando Destino por fin le habló, y con poco interés, a la elfa, ella contestó:

 –Soy Xana. –Desprendió una estela de luz de su dedo índice para escribir su nombre en el aire, delante del elfo–. Así se escribe, para que no te equivoques. –Forzó una pequeña sonrisa.

 Vincent intervino con una sucesión de preguntas, y todas indicaban lo que me temía: él no recordaba a su hermana. Xana y yo cruzamos nuestras miradas, tristeza reflejada en nuestros ojos.

 Entonces… Vincent pareció recordar. Algo. Empezó a rascar la barrera que se interponía entre él y sus memorias olvidadas. Esperé, expectante, igual que Xana. Y casi solté una maldición cuando el zanahoria nos interrumpió. Por suerte, no evitó que el brujo siguiera intentando recuperar lo perdido.

 –Rauko, sí –asentí–. Aunque pueden llamarme Reuko, Raulo, Raujo. Da igual. –Levanté una ceja por su siguiente afirmación–. ¿Qué? –solté, conteniendo una carcajada–. Dioses, espero que no exista algún hijo mío del que no sepa.

 –Descuida –murmuró Xana–, es imposible que exista porque te saltas una parte muy importante para que pueda existir.

 –Oh… cierto. –Reí entre dientes.

 Y poco después Vincent aseguró no recordar a Anastasia ni tampoco a Elen. En ese punto ya lo sabíamos, pero escucharlo de forma explícita fue más doloroso. Esbocé una sonrisa triste. Quería decirle de una buena vez quién era su hermana. Pero ¿debía hacerlo? Conocía las capacidades de Elen, y mi encuentro con Valyria me era suficiente para creer que el resto de oblivionados logró regresar a Aerandir, aunque compartiendo una misma maldición. Poco podría interponerse en el camino de Elen si ella hubiera decidido buscar a Vincent. Si no lo buscó, debía tener sus motivos, ¿no? Sea como sea, ese tema de conversación no seguiría hasta que empezamos nuestra persecución.

 –Estuvimos en Sandorái –le dije al fin–, y luchamos junto a Elen Calhoun en el Oblivion. Creí que la conocerías, pero parece que no, ni siquiera un poco. Tal vez ni son familia y por eso es que ni siquiera sientes que falta algo en tu pasado. Después de todo, ella es peliblanca y no rubia. –Presioné mis labios con mi pulgar derecho, fingiendo pensar en algo, hasta que ondeé una mano como para quitarle importancia al asunto.

 –¿De verdad no la recuerdas? –insistió Xana. Se detuvo delante del brujo y, sin temor a que él le viera el rostro, lo miró a los ojos–. Por favor –rogó–, recuérdala. Ella… ella no merece ser olvidada.

 Y entonces perdimos al sospechoso. «Qué bonito grupo de inútiles somos», pensé con las manos en las caderas. Vin propuso varios planes, y la elección, por el momento, se iría al Oblivion.

 Llevé una mano a mi espada cuando escuché los gritos.

 –¡Ayuda! –decía el sujeto que corría hacia nosotros, desesperado, horrorizado, habiendo aparecido de quién sabe dónde.

 No vi ninguna amenazaba detrás de él, ni cerca de nosotros. Tensé la mandíbula y desenvainé el arma. Xana se dirigió hacia el hombre, caminando despacio, alerta, el éter acumulándose a su alrededor.

 –Te ayudaremos, descuida –dijo ella, queriendo tranquilizarlo–. ¿Pero qué sucede?

 Él corrió hasta colocarse detrás del grupo, escondiéndose mientras señalaba, con su mano trémula, hacia al final de la calle. Di un par de pasos hacia esa dirección y entorné mis ojos. Incluso concentré éter en ellos para intentar mejorar mi visión.

 –No veo nada –admití–. Ni sé qué debo ver. ¿Es la vaca sin cabeza? ¿La cabeza de la vaca? –No respondió. Chasqueé la lengua–. Por favor, habla. Prometo que te protegeremos, pero dinos algo.

 Cuando me volteé hacia el hombre, sin embargo, él ya estaba muerto.
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Mensaje  Destino Miér Dic 02 2020, 00:12

Destino observó con atención la impresionante historia de Rauko en la que conseguía sobrevivir a su propia muerte -Asombroso, aunque no tanto, Destino también sobrevivió a tu muerte- Murmuró mientras seguían caminando y conversando acerca de las aventuras pasadas de aquellos valientes guerreros. La joven reveló también su nombre y lo escribió con luz en el aire en una impresionante demostración de precisión y destreza, Aunque como Destino estaba del lado contrario lo leyó al revés ANAX. Algo que de momento ignoraría y se limitó simplemente a llamarla como lo había escuchado “Sana”, aunque para ser Sana se veía algo enferma.

En medio de la charla habían conseguido llegar al puerto, siguiendo con vehemencia el rastro de aquel objetivo que siendo la única persona en la calle con aspecto misterioso era imposible de perder de vista -Se perdió de vista- Dijo el elfo aunque era más que obvio, observó con atención los posibles rumbos que podría haber tomado, se agachó despacio para tomar un poco de tierra en sus manos, la dejó escapar despacio para ver la dirección del viento y probó un poco de esta en una inquietante demostración de ingenio, pericia y habilidades de rastreo -Esto es tierra- Afirmó sin dudas -Debe estar cerca- Dijo sin pruebas.

El brujo propuso que iniciaran una búsqueda en los lugares nocturnos, ante lo cual el elfo le lanzó una mirada inquisidora, aunque bueno, que al barbudo le gustara ese tipo de lugares al final no tenía nada de malo -La diversión tendrá lugar después, por ahora primero hay que resolver el problema- Dijo en tono severo para luego levantar las manos pidiendo silencio -Alguien se acerca- Dijo cauteloso, el sonido de los pasos, el flujo de éter y además, que lo estaba viendo directamente, delataron la presencia de aquel hombre que aterrado escapaba de algún peligro.

Estaba muy asustado aunque no sabían de qué estaba escapando, Rauko fue el primero en hacerle preguntas aunque posteriormente se sumó el pelinegro -¿La vaca de cabeza? ¿La besa la cabaza?- Eso último ni siquiera tenía sentido pero con suerte los demás podrían pensar que se trataba de alguna palabra en élfico. Fuera como fuera, se podía sentir el peligro cerca -Tranquilo buen hombre, ahora estás a salvo, nada malo te sucederá- Tomó las riendas de la situación con liderazgo y estrategia -Raujo, y Sana al frente, que nada pase por ese lado- Se giró al lado contrario -Vincent, hay que cuidar la retaguardia, este hombre es nuestra única pista, hay que mantenerlo vivo- Miró entonces al hombre y se decepcionó.

¿Saben qué? Tal vez ya no haga falta- Señaló al asustadizo fugitivo que ahora yacía muerto con la cara en el suelo y las nalgas hacia arriba -¿Cómo llegó a esa posición?- Preguntó inquietado el pelinegro -¿Y qué rayos es esa marca en su espalda?- Una especie de tatuaje se dibujaba a partir de su espalda y parecía contener un mensaje. Destino tomó su espada y la usó para rasgar la ropa del hombre descubriendo su espalda donde iniciaba el mensaje y acabando en sus nalgas donde decía: “Afeitar en esta dirección, no al contrario porque arde mucho”.

Y claro, aquello no es que aportara mucha información a lo que estaban buscando pero al menos sabían cómo afeitarse el trasero y la parte baja de la espalda en caso de necesitarlo, dado que los elfos eran un poco lampiños, tal vez Vincent era quien más debía tomar nota y puede que para él, sí resultara relevante. De cualquier modo algo parecía haber matado a ese hombre de un susto, tal vez -No hay rastros de venenos o heridas- Dijo destino mientras lo hacía girar en el piso con pataditas suaves -Algo lo aterró al punto de matarlo del susto- Miró a sus acompañantes con certeza de que habían llegado a la misma e inequívoca conclusión: el sujeto había muerto.

Fue entonces cuando algo comenzó a llegar a sus oídos, una especie de melodía misteriosa con tambor constante pero pausado, acompañado por una voz misteriosa que cantaba de manera inquietante “La vaca, la vaca, la vaca Sinca Besa”. Aquello se repetía una y otra vez mientras se escuchaba cada vez más cerca y una especie de niebla inexplicable comenzaba a congelarles los pies y llenarlos de un indescriptible miedo...


Última edición por Destino el Miér Dic 23 2020, 09:35, editado 1 vez
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Mensaje  Vincent Calhoun Sáb Dic 12 2020, 16:25

Sí, estaban en la ciudad más importante para la raza de los hombres lobo, y al mismo tiempo estaban en mitad de la nada. Aplastados, aprisionados, rodeados por las posibilidades de elección de la que dependería el futuro de aquel trabajo, puede incluso que volver a contemplar un nuevo amanecer desde el plano de los mortales.

Sin la pista del tipo sospechoso estaban varados. Perdidos en un mar de dudas. El buen brujo había dado tantas opciones como poca precisión en cada una de ellas. No eran malos planes, pero solo eran una base sobre la que afianzarse. Requerían pistas, y las necesitaban pronto, si es que quería lograr algún progreso.

- Bueno, estoy seguro de que no merece ser olvidada-, contestó a la dama. - Pero me temo que no sé de quién se trata. Quizás, cuando acabemos esto, podamos hablar más sobre ella y sobre qué significa todo esto.

Mientras respondía a la chica, el brujo dejó que su viejo camarada hiciera progresos en la búsqueda de un rastro, ya que el moreno parecía concentrado, con su vista y mente puesta en el suelo. Un soldado avezado podía reconocer esa mirada en otra persona, sólo podía significar una cosa.

- Aunque por otro lado, puede que tengamos esa conversación más pronto de lo que pensaba-, le dijo esta vez a la chica, retornando de nuevo la mirada hacia ella, después de observar el singular arte de rastreo del moreno elfo.

Lo cierto es que, ahora que Vincent lo pensaba mejor, tampoco eran tan camaradas. Se habían conocido en uno de los tantos viajes que hacía el mercenario por el ancho mundo, en uno de sus primeros regresos del Norte con destino a casa...

«¡Cómo que era tierra! ¡Eso era más que evidente! ¿Y a qué diversión se refería? Un momento...»

- Oye, que estoy medio casado-, contestó al elfo. - Digamos que es una relación informal. Con... -. los elfos solían intentar matarlo si hablaba más de la cuenta. - una encantadora bruja.

Qué cojones. Algunos elfos habían querido quemarlo sin mediar palabra. Bueno, bueno, unas pocas si se mediaron, pero tampoco es que el mercenario les hubiera llamado putos subnormales abraza árboles, cómo así merecían. Otra cosa no, pero su madre le había enseñado a ser un brujo cortés y educado. No, no. Vinc había sido un buen chico, incluso cuando le pegó fuego a uno de los lugares más sagrados, del concreto clan que recordaba en esos momentos, su dialéctica no podría haber sido más educada...

En cualquier caso, no nos vayamos por las ramas. Destino no había querido matar a Vincent por brujo, y por el simple hecho de pertenecer a una raza con desencuentros pasados, así que igual soportaba la verdad.

- Vale, me has pillado. Estoy con una elfa. Una sacerdotisa, para más señas, porque con una herejía no me era suficiente-, le comentó al moreno, luego se cruzó de brazos. - Pero esto qué es, ¿un interrogatorio?

Por fortuna, antes de que el brujo pudiera seguir diciendo disparates, se escuchó un grito de auxilio. Aquello, además de distracción, servía como recuerdo de por qué estaba allí. Era momento de ponerse de nuevo manos a la obra.

- Así lo haré-, respondió a Destino, cuando este le pidió que vigilara.

Sin embargo, su vigilia duró menos de lo esperado.

- ¿Qué? ¿Está muerto? - preguntó, en claro tono marcado por la confusión, después de escuchar los comentarios de sus compañeros. - Cómo ha ocurrido, es imposible que nadie haya llegado hasta él sin que nos diéramos cuenta.

«¿Magia quizás?»

El buen mercenario no había notado nada. Ningún rayo había surcado el cielo, ninguna bola de fuego había abrasado la zona, pero podría haber sido ilusionismo. Puede que a ese desdichado le hubieran destrozado la mente por medio de pesadillas hasta matarlo, más, ¿por qué no habían hecho lo mismo con ellos cuatro?

Puede que la respuesta fuese la más simple de todas. Porque ellos no habían visto al asesino ni nada relevante que les llevase hasta él.

- Otra vez en un callejón sin salida. Joder-, maldijo, después de observar que en los alrededores, ni en los tejados de las casas cercanas, había nadie. - Esto se está volviendo frustrante.

«¿Y sería cierto lo que mentaba el tatuaje? Era hasta cierto aspecto… intrigante. Nunca lo había probado…», se cuestionó el brujo. «Bah, eso por ahora no importa»

El mercenario no podía permitirse el lujo de volver a distraerse, ya tendría tiempo de pensar en curiosidades. Ahora, en ese preciso instante, necesitaba un rastro que empezara a darles progresos, o, de otro modo, los cuerpos sin vida seguirían apareciendo entre las sombras de Ulmer. Debían acabar con aquella locura. Una vez más, estaba inmerso en una noche con marejada escarlata, rodeado del terror del peligroso enemigo acechante.

Y entonces, cuando todo parecía perdido por segunda vez, mientras el asesino tenía la ciudad en su bolsillo más holgado, se escuchó una canción.

"La vaca… La vaca Sinca Besa…" rezaba un estribillo que se repetía sin cesar. "La vaca Sinca besa a los despistados..." resonaba seguido, y pese a lo inocente de la oración, logró erizar la piel del brujo. "La vaca… La vaca Sinca besa a los curiosos que buscan su redil"

- Chicos, os pasa lo mismo, o soy el único que se ha vuelto timorato de repente-, confesó a sus compañeros. - Esto no es normal.

Una niebla cubrió las botas del mercenario, haciéndose más densa, más fría, con cada frase de la canción, aumentando en tamaño, en altura, en el in crescendo de la tonada que cada vez se escuchaba más cercana. La canción lo paralizaba. Hipnótica. Aterradora. Era como la voz de su interior hablándole, susurrándole como solo ella podía hacer, a viva voz, porque sólo ella tenía la capacidad de susurrar a pleno pulmón sin que nadie más la pudiera escuchar, salvo su portador.

Pero la canción no era su conciencia, aunque sonase como ella, dentro de su cabeza y al mismo tiempo fuera, acercándose. Lo sabía porque su conciencia jamás le cantaría en un momento como aquel. Lo sabía porque ella jamás sonaría al mismo tiempo desde dentro y desde fuera, y porque ella también le hablaba y le gritaba en quedos susurros: Estás perdido.



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La Vaca, la Vaca Sinca se acerca... - Complicación 1: Una sencilla canción que atrapa, de la manera más literal posible. It's a trap (?)
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Mensaje  Rauko Mar Dic 22 2020, 23:18

 Xana mantuvo la mirada fija en el cuerpo del sujeto que debió proteger, en silencio, la boca ligeramente abierta y con un leve temblor en su labio inferior. Luego de unos segundos, cerró los ojos e inspiró por la nariz, despacio, y, cuando expulsó el aire, apretó los puños y los dientes. No sabía si lo que más le afectaba de esos últimos minutos nefastos era la ineptitud que representaba aquella muerte o saber que la maldición que sufríamos era tan poderosa que ni siquiera Vincent podía recordar a Elen, su propia hermana, lo que hundía más su esperanza de volver a la normalidad.

 –Entiendo –respondí tras escuchar la deducción de Destino–, eso significa que probablemente está muerto –agregué mientras sopesaba la posibilidad de que un vampiro señor de la voz tuviera alguna relación con esto, o una vaca vampira sin cabeza señora de la voz.

 No tardamos mucho en ver algo que, para sorpresa de todos, se inclinaba más hacia la segunda opción.

 –Suena horrible –fue mi veredicto para la canción que empezó a sonar–. Y también tengo miedito, Vincent –confesé al sentir la niebla en mis pies, haciendo mi mejor esfuerzo por parecer relajado a pesar de mis palabras.

 –Hemos enfrentado cosas peores –repuso Xana, sin humor, con sus ojos avizores moviéndose rápidamente.

 –Lo sé, pero… –Mientras la niebla congelaba mis pies, por el miedo mis manos se volvieron frías, como el sudor que emergía en mi piel. El ritmo de mi corazón también se aceleraba y estaba formándose un nudo en la boca de mi estómago–. Bueno… –Se me escapó una breve risa nerviosa al notar el temblor de mis manos–. Ni siquiera puedo moverme.

 Finalmente, Xana reparó en mi estado. Frunció el ceño, confundida y preocupada. Miró al resto también, descubriendo que ella era la única que no parecía temer.[1]

 De pronto una nube de niebla se arremolinó a varios metros delante de nosotros. Instintivamente di un paso atrás. La nube se disipó, mostrando a una vaca parada sobre sus patas traseras, con tres cabezas y, lo más terrorífico, estaba desnuda.

 –No sé… qué está pasando exactamente –empezó Xana, apenas disimulando su desconcierto–, pero podemos acabar esto de la manera menos violenta –propuso mientras alzaba las manos, pero con su magia preparada para atacar si era necesario.

 La vaca alzó sus patas delanteras y disparó potentes e infinitos chorros de leche por las axilas. Como si poseyera el control elemental de los brujos de agua, los chorros ignoraron la gravedad. Se desplazaron por el aire, esbozando líneas blancas por momentos rectas, a veces curvas y cada tanto bifurcándose en más chorros.

 Luego la vaca se quitó una cabeza y la colocó encima de uno de los chorros. La cabeza fue arrastrada a gran velocidad en lo que ahora servía como un riel, su vía láctea.

 Xana se puso en guardia. Habiendo visto el trayecto del chorro, estaba preparada para golpear con una ráfaga de luz a la cabeza. Sin embargo, la cabeza repentinamente saltó hacia otro riel lechoso.

 –¡¿Qué?! –alcanzó a decir Xana antes de que fuera demasiado tarde para reaccionar.

 La cabeza dio otro salto. Se abalanzó y estampó sus labios en la mejilla de Xana, un beso con tanta fuerza que la derribó, y luego escapó dejándose arrastrar por otro chorro.

 «La vaca besa», pronunció entonces la misteriosa voz de la canción.

 La vaca se arrancó otra cabeza y la disparó en los chorros. Xana, tras una breve desorientación, se levantó deprisa, pero no lo suficientemente rápido para prepararse para la otra arremetida.

 No hizo falta abalanzarse como en el ataque anterior: le bastó con pasar cerca. Abrió la boca y disparó un torrente de saliva que golpeó la cabeza de Xana, la envolvió, giró como un torbellino y desapareció, dejando a la elfa con su rostro, cabello y diadema libres de cualquier suciedad.

 «Lava cabeza», pronunció esta vez la voz.

 –¡Basta! –gritó Xana, furiosa, liberando de su cuerpo una poderosa explosión de luz, destruyendo la leche cercana y alejando la niebla.[2] Extendió una mano hacia la vaca, señalándola con un dedo, sus ojos prometiendo un castigo severo. Una esfera de luz se generó delante de ella y salió disparada hacia la vaca. La atravesó, pero no le hizo daño alguno. «¿Una ilusión?», supuso Xana, aunque no entendía cómo una ilusión pudo darle un golpe real.

 El par de cabezas de la vaca seguían moviéndose en la vía láctea, que cada vez cubría más espacio a nuestro alrededor. Una telaraña lechosa de la que debíamos escapar antes de quedar atrapados en ella. No era mucho para Xana; estando sola, sabía que podía dar pelea. Pero no estaba sola. No, había personas que ella estaba obligada a proteger porque eran incapaces de luchar.

 Chasqueó la lengua. Quería acabar con la vaca de una vez por todas. Quería, pero entonces recordó al sujeto Nalgas Afeitadas. Recordó su incapacidad para protegerlo a él, la misma incapacidad que demostró en el mundo de los escarabajos. Finalmente comprendió el peligro al que sus compañeros estaban expuestos.

 En ese momento, Xana sintió el verdadero terror.

 –Chicos, debemos huir, ¡ya! –ordenó. Me agarró del brazo y me obligó a huir con ella.


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Mensaje  Destino Jue Dic 24 2020, 11:33

Frio escozor, el elfo sintió de pronto un frío escozor que realmente no sé cómo introducir en una frase así que lo usaré más adelante. No hay que adelantarnos al destino, mejor disfrutemos el viaje. Porque sí, estoy seguro que en este punto ya te habrás dado cuenta que en todo este párrafo no se dice nada relevante, pero bueno, ya lo leíste.

Claro, con una bruja, es algo lógico, extraño sería con…- El elfo detuvo sus palabras observando el entorno solo para escuchar luego que Vincent confesaba su crimen hereje -Está bien, no pasa nada, Destino no es de esos elfos herméticos que odian por simples trivialidades banales- Dijo mientras anotaba el nombre del brujo en su lista mental de futuros asesinatos.

De cualquier modo, la vigilancia sobre el sujeto al que le habían garantizado que nada le sucedería, no funcionó, pero al menos ahora sí se lo podrían cumplir, ya nada le sucedería -Así es, está muerto, parece que no todos pueden sobrevivir a su muerte en estos días- Dijo el pelinegro sin mayores remordimientos cuando fueron interrumpidos por una tétrica y lúgubre tonada.

Atentos, parece que ha sido una emboscada- Dijo el elfo y tenía mucho sentido, a fin de cuentas, la ciudad de los lobos estaba en medio del bosque, y emboscada viene de bosque, todo encajaba en su mente así que debía ser cierto. Por si la melodía ya no fuera suficiente, una densa niebla trepó por sus piernas y un frío escozor le acarició la espalda. [1]

Pero… qué… es… eso…- Fue todo lo que alcanzó a decir el pelinegro al ver aquella monstruosidad salida de las peores pesadillas, aquello parecía ser el perro guardián de los infiernos que señalaban algunos libros, pero en versión vaca. Destino llevó la mano a su espalda para tomar su espada, pero apenas y logró sostenerla unos instantes antes que se le resbalada de la mano, al parecer, el miedo era tal que se había vuelto incapaz de blandir su arma.

Sus piernas temblaban de forma temblorosa y tembleca y sus ojos no paraban de observar aquella aberración que los atacaba inmisericorde. Una segunda cabeza giró de un lado a otro por los brazos abiertos de la vaca que finalmente levantó sus dos brazos, sosteniendo una cabeza en cada mano y un inquietante fuego blanco salió de sus axilas. A este punto ya era inevitable el tic en el ojo izquierdo del pelinegro que no tenía idea de cómo describir lo que estaba viendo… y lo que le faltaba por ver.

Repentinamente la vaca se comió una de sus propias cabezas, haciéndola desaparecer y luego, ésta misma cabeza fue apareciendo bajo los pies del elfo que dio un salto hacia atrás y cayó al piso sin saber cómo reaccionar ante tal amenaza, tomó su espada del suelo y la agitó con ambas manos tratando en vano de atinarle a la cabeza -Huir es para los cobardes- Respondió Destino con mucho ímpetu y seriedad ante la idea de Xana, curiosamente ya se había alejado al menos unos 10 metros del resto del grupo cuando lo dijo, y se seguiría alejando sin detenerse por nada.

¡Retirada estratégica!- Añadió con una mano alzada sin dejar de correr al menos hasta donde sus piernas le permitían andar. Y es que claro, una de las más grandes e importantes lecciones que el elfo había aprendido en su vida, era aquel antiguo y sabio proverbio elfo que rezaba: “Solamente mueren los que dejan de estar vivos”.
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[1] Logro desbloqueado: Usar "Frío escozor" en una frase. Sí, ya sé que no es importante para la trama pero, ha tenido valor sentimental.
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Mensaje  Vincent Calhoun Lun Ene 11 2021, 19:31

¿Acaso había algo peor que quedar paralizado mientras un peligro inminente se cernía sobre ti?

Pues sí, lo cierto es que así era.

Quedar paralizando ante los efectos de aquella canción y la extraña niebla que la acompañaba era… una auténtica putada. Pero que ello también le ocurriese a tus camaradas de fatigas no era algo muy halagüeño, que digamos. Sobre todo porque... ¡Quién cojones iba a salvarte si todos estaban tan jodidos como tú!

- No tengo miedo, solo estoy un poco indispuesto en estos momentos-, le contestó al Reuko, intentando quitarle hierro al asunto y tranquilizar a su compañero.

Bueno, con franqueza, entre tú y yo narrador, quizás el brujo sí que tenía un poco de miedo. Al fin y al cabo no era un lunático que pensara que podría salir airoso de una situación como aquella solo porque fuese el tipo más afortunado del planeta y los dioses estuvieran de su parte. Tampoco era un pirado que pensara que podría salvar esa situación sin ayuda externa, usando sus propios trucos y magia que, por obvias razones, no podía usar estando en ese estado.

De otro modo, ¿por qué iban a ser peores unas circunstancias donde todos estaban paralizados, que una en las que solo lo hubiese estado el fogoso mercenario? El hecho de que no te pudieran ayudar volvía más peligrosa y terrorífica a la primera.

- Lo cierto es que sí suena horrible. Esa persona debería dar clases de canto. Desafina demasiado para mi gusto, y para el gusto de cualquiera que tenga oídos-, comentó, intentando molestar al artífice de aquella canción y desconcentrarlo, con dudosos resultados. - Es extraño. No podemos movernos, pero al menos podemos hablar.

«Curioso», pensó el brujo. No cabían dudas de que era parte de la idea del atacante, ya que si podía paralizarles el cuerpo, podía hacerlo con todo el cuerpo.

¿Una especie de sádico juego para escuchar lo que decían mientras no podían moverse?

- Qué cojones. ¿Es una vaca de verdad?

Eso sí que había sido del todo inesperado. Nunca hubiese creído que los rumores fueran tan cercanos a la verdad. El brujo lo había tomado como cuentos que en cierta manera contaban una historia real, pero alejada de inexistentes monstruos con forma de vaca.

«Era demasiado irreal para ser real… Una ilusión»

El mercenario miró en derredor, buscando al causante de aquel artificio, más pese a su motivación para intentarlo sabía que no tendría opciones reales de encontrarlo. Ya estaba atrapado en el truco de magia, y ni siquiera podía moverse del lugar en el que estaba. La niebla cada vez era más espesa, con cada oración de canción escalaba unos centímetros, abrazando más parte de su cuerpo. Sentía como si la escarcha se frotara contra él, agujas de dolor, el quemazón del frío haciéndolo suyo.

Apoderándose de sus músculos, de su vitalidad, de su alma.

- A este paso me quedaré sin energías antes de poder hacer una mierda-, comentó, más por la frustración, que por decirles algo importante a los demás.

El brujo había estado en situaciones similares en el pasado, pero esta superaba a todas ellas con creces. Era la vez que más sentía que era comida en telaraña.

Pero no. La historia no era tan triste y abocada al final. Los compañeros de armas no estaban destinados a morir, aún no, porque la elfa que era todo corazón los salvó. A ella, por alguna razón que no acababa de comprender el brujo de dorados cabellos, no le afectaba la magia del lugar.

Sin duda también veía a la vaca, porque no dudó en luchar contra ella, más no estaba atrapada, congelada en el tiempo, como el resto de sus compañeros.

Fue gracias a ella, y a su lucha contra la vaca, que los chicos lograron liberarse por unos instantes del hechizo que los atrapaba. Momento que un veterano mercenario no desaprovechó.

Vincent desenvainó su espada, y mientras el acero salía de la vaina y su fuego se extendía por encima del metal, aprovechó para generar un hechizo de aire expansivo, hacia el frente, hacia donde se encontraba la vaca, combinado la magia de aire con su fuego. De esa manera logró apartar de su camino la neblina y alejarla de él y de sus aliados.

- Huir no siempre es de cobardes. A veces es de inteligentes-, contestó a un Destino, que tenía sus más y sus menos con una de las cabezas de ganado vacuno.

Bueno, que tenía sus más y sus menos en el pasado reciente, pues cuando el mercenario echó una ojeada hacia el moreno, este ya estaba bastante lejos de la batalla, y con una mano alzada gritó…

- Buf. Una maneras un tanto extrañas de retirarse, pero, al fin y al cabo, una sabía decisión-, comentó, antes de mirar hacia los otros elfos. - Rauko, Xana. Es hora de partir. En esta batalla estamos en desventaja. Y seríamos muy estúpidos y pronto unos muertos si no luchamos con cabeza-, les dijo, al tiempo que lanzaba otra andada de aire con fuego hacia la vaca, para cubrir la retirada.

El guerrero no esperó a ver los efectos de su ataque mágico, simplemente corrió tras la estela del elfo de cabellera del color de la noche más oscura. Al cuál no tardó en alcanzar cuando ya se habían alejado lo suficiente de ese callejón.

- Pensemos. Opciones-, comentó, sin perder el tiempo. - Dudo que los hayamos despistado tan rápido, será mejor perdernos por alguna de las callejuelas de la ciudad-, les dijo.

«O tal vez...»

El rubio no tardó en mover la cabeza, señalando una casa cercana, que tenía pinta de haber visto días mejores.

- Quizás podamos despistarlos en ese caserón abandonado-, les mencionó en esta ocasión. - O quizás devolverles la emboscada-, terminó por decir, dibujando una lobuna sonrisa en el rostro.
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Mensaje  Rauko Jue Ene 21 2021, 23:30

 Corrí, corrí deprisa, corrí apretando las nalgas, y pronto dejamos muy atrás a la vaca tricéfala. Vincent entonces no tardó en señalarnos un buen lugar para escondernos y prepararnos para la revancha láctea.

 –Que no se diga más –accedí y me dirigí hacia la casa abandonada, esta vez siendo yo el que arrastraba a Xana.

 Intenté abrir la puerta, pero esta no se movió. Cuando mi mirada buscó el cerrojo, Xana derribó la puerta con tres ráfagas de energía, quitándome la oportunidad de intentar usar mis habilidades como herrero y mejorar.

 –Entren rápido –instó ella, deteniéndose para mirar hacia donde luchó contra la vaca. Cuando entramos, Xana siguió en su lugar, sin mostrar intenciones de acompañarnos.

 –¿Qué haces? –inquirí, pero tiré de su brazo para hacerla entrar antes de que pudiera responderme.

 –¡Hey! –Se liberó de mi agarre–. No vine hasta aquí para esconderme también sino para asegurarme de que estarán a salvo –explicó–. Lo lamento, pero soy la única capacitada para luchar contra la vaca… –Se interrumpió y frunció el ceño–. Jamás creí que diría eso con seriedad –murmuró para ella misma. Sacudió la cabeza–. Como sea –prosiguió–, es un riesgo que ustedes me acompañen si no pueden resistirse a lo que sea que les inmovilizó.

 –No creo que sea buena idea que vayas sola –repliqué.

 –Lo es… mientras tenga esto. –Señaló su diadema–. Confíen en mí, puedo encargarme.

 Cuando se volteó hacia la salida, dos recuerdos surgieron: la imagen de ella caminando hacia el Oblivion y la imagen de ella caminando hacia Amaterasu, momentos que precedieron a sus peores encuentros con peligros que casi dieron final a su vida.

 –No –dije, más áspero de lo que habría esperado de mí. Xana dio un respingo, se detuvo y me miró, sorprendida–. Lo siento, solo quería asustarte –mentí, sonriendo tontamente antes de adoptar una expresión seria–. Pero también se me acaba de ocurrir una mejor idea que no involucra quedarnos mirando mientras te enfrentas a un enemigo que todavía no comprendemos.

 –Vale, no creo que tengamos mucho tiempo, así que explica rápido –instó.

 Le arranqué la diadema y la examiné. Identifiqué sus materiales, pero eso no me sirvió para entender cómo funcionaba. Ese objeto no era solo metales y piedras preciosas ensamblados. Chasqueé la lengua. De todas maneras, aunque comprendiera, ¿qué esperaba lograr? Tampoco tenía mis herramientas conmigo para fabricar algún intento de réplica.

 –¿Y bien? –inquirió Xana con los brazos cruzados y con sus dedos tamborileando sus codos–. ¿Ya recordaste por qué compramos la diadema en vez de que tú mismo hicieras una? –Tras unos segundos sin obtener respuesta, suspiró con resignación y tomó su accesorio–. Gracias por intentarlo, pero deja que sea yo la que sufra escuchando la horrible canción lechosa, ¿vale?

 –¡Eso es! –exclamé de pronto–. Destino, eres un genio. –Una enorme sonrisa apareció en mis labios, intrigando a la elfa.

 Saqué las ganzúas que llevaba en mi faltriquera; no eran de un metal afín al éter, pero era lo mejor que tenía. También pensé en que podría, en cambio, usar mi espada, Retniw, pero necesitaba algo que pudiera llevar pegado en la cabeza sin que incomodara. Apreté las ganzúas con mis puños y me concentré en imbuirlas con mi energía.

 –Muy bien, escuchen –pedí–. Como ya saben, el éter de los elfos es sanador, protector, revitalizante… aunque luego nos dediquemos a cambiar su verdadera naturaleza para crear explosiones vistosas. Por eso es el combustible ideal para lo que necesitamos ahora.Con las ganzúas cargadas de energía, como delataba el aura brillante que las cubría, empecé a doblarlas una a una buscando darles la forma adecuada para sujetarse en nuestras orejas. Con las runas correctas podemos canalizar esta energía para que nos proteja del miedo vacuno.Habiendo moldeado el último, les tendí un par a Destino y otro par a Vincent–. Impregnen en ellos un poco del éter de ustedes. Así como un objeto ligado al éter, tal vez funcionen mejor si creamos un lazo mágico entre objeto y su portador, aunque sea un lazo improvisado. No obstante, este metal no es mágico sino uno común y simple, por lo que no retendrá la energía por demasiado tiempo.

 Me coloqué en las orejas el par que me reservé, asegurándome de que calzaban bien y que no se caerían con cualquier movimiento. Comprobado el buen resultado, las agarré para dibujarles las runas. Entonces me percaté de algo importante.

 –Bueno, ¿alguien tiene con qué escribir y posee suficientes conocimientos arcanos para saber qué runas necesitamos? –pregunté con una leve sonrisa teñida de vergüenza.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

Subrayado el uso de conocimientos de herrería nivel fantasía para la confección de unos improvisados accesorios mágicos que ayudarán a lidiar con la complicación y, más importante, ganar de forma forzada un punto de profesión =D
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Mensaje  Destino Vie Ene 29 2021, 11:07

Destino no conseguía salir de su asombro, habían sido derrotados por una vaca mágica, y claro, la parte de “Mágica” justificaba un poco la deshonrosa derrota, pero la parte de “Vaca” era algo que definitivamente no iba a formar parte de su lista de hazañas memorables, y es que de por sí, perder ante aquel animal era una puñalada al orgullo del asesino, pero es que incluso si conseguía derrotarla ¿en qué se convertía? Cerró los ojos por un instante para imaginar el posible escenario: hacía su entrada triunfal en un bar lleno de criminales buscados abriendo la puerta con una patada y todos gritaban “Oh, corran, es Destino el matavacas”.

Negó con la cabeza para abandonar aquellos pensamientos nefastos y sacar de su cabeza las futuras situaciones en las que vería mancillado su orgullo de guerrero, su dignidad, aquello no podía ser una historia de deshonor para él, para su gremio, para sus aliados, el deshonor debía ser para la vaca -Estúpida vaca- Murmuró entre dientes mientras corría delante de sus compañeros hasta que Vincent los invitó a entrar en una casa convenientemente abandonada a la que pudieron entrar sin problemas.

El pelinegro los siguió adentro mientras continuaba pensando en una manera no ridícula de contar aquella historia, pero definitivamente lo mejor era el olvido. El elfo gritó al dar un fuerte puñetazo a la pared que hasta hizo sacudir el pecho, el grito parecía ser solo de ira, pero también era de dolor porque el puñetazo había sido bastante fuerte y desmedido -Hay que contraatacar con más fuerza- Dijo furioso mientras acariciaba sus nudillos discretamente para apaciguar el dolor.

Por si la situación no pudiera ser peor, ahora la jovencita parecía querer luchar sola para salvarlos a todos, algo que Destino no podría permitir de ninguna manera, y no porque le preocupara el destino de la chica, sino porque, ser salvado por una jovencita, luego de ser derrotado por una vaca, era algo que solamente empeoraba la situación -De ninguna manera- Dijo con voz de machote mientras se paraba de brazos cruzados frente a la puerta.

Destino tiene un mejor plan- Dijo, pero Rauko también tenía uno -Bueno, tú primero- Dijo permisivo mientras se recostaba a la puerta -Lo ideal es hacer una retir…- Fue interrumpido por Rauko que ahora lo acusaba de ser un genio -Claro que Destino es un genio, explícale a los otros por qué lo es- Dijo confiado sin entender nada -Es justo lo que Destino dijo, una re-ti-ra-magia arcana- Improvisó la primera palabra que le vino a la mente para luego ponerse manos a la obra.

Destino cargaba sobre sí mismo un poderoso objeto encantado, su espada que dejaba pequeñas descargas eléctricas al atacar, si utilizaba esas runas en otro orden para reaccionar a la magia ilusoria y que aquel objeto metálico con forma de tiara produjera una sensación agradable para romper la ilusión, jamás había hecho algo similar, pero vamos, no podría ser tan difícil, seguro era algo que cualquier novato podía lograr.

Tomó un poco de tinta que convenientemente había aparecido en su bolsillo… el bolsillo también era algo conveniente, no recordaba que estuviera antes pero en fin, el elfo decidió no preguntar y solo gozarlo, dibujó algunos garabatos que formaban un círculo en el suelo, colocó la espada sobre la improvisada tiara y con sus manos sobre ella concentró su éter al tiempo que rezaba una oración en una lengua ancestral y llena de magia -Majabi an debugi an de widi dipi- Una descarga eléctrica le recorrió el brazo, un mal síntoma, sin duda, pero no lo admitiría -Ha quedado perfecto- Se lo colocó en la cabeza recibiendo una pequeña descarga en el cráneo que le puso los ojos en direcciones contrarias, sacudió la cabeza para recomponerse -¿alguien necesita ayuda con el suyo?- Se ofreció amablemente mientras recibía otra descarga más leve que la anterior.
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[1] Subrayado el uso de la profesión arcanos para hacer una cosa rara que tal vez no funcione como debería porque Destino es novato =)
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Mensaje  Vincent Calhoun Lun Feb 01 2021, 23:58

El plan del brujo, de esconderse en un caserón, pareció convencer al resto. O casi, ya que la compañera del chico vendado había decidido que era un buen plan para todos menos para ella.

- En el momento que aceptamos este trabajo, todos vinimos para poner a salvo el pueblo. Pero de poco serviremos a las gentes de esta bonita aldea si todos acabamos muertos-, advirtió a la chica. - Este refugio nos dará tiempo para pensar una forma de abordar el problema.

Ese fue el granito de arena del mercenario en aquella situación, más lo que propició que Xana se quedara, y se replanteara su ataque en solitario, fue una idea de su compañero.

- ¿En qué has pensado? - le preguntó, curioso, observando lo que hacía con aquellos metales.

Eso sí, lo hizo aguantándose una carcajada en el interior de su pecho, pues pese a la situación que afrontaban, por el camino, justo antes de que el Rauko se pusiera manos a la obra, Destino decidió partirse la mano.

Digamos que el brujo… era demasiado veterano como para no darse cuenta de que el elfo se había hecho daño con el golpe a la pared. En cualquier caso, la curiosidad por saber que preparaba don vendas era más fuerte que la risotada que quería salir de su cuerpo. Además, entendía a la perfección la frustración del moreno.

Habían tenido que huir con el rabo entre las piernas. Ya saben, como un perro o un gato, porque un hombre humanoide siempre tiene el… En fin, filosofías con tintes biológicos aparte, era frustrante tener que huir. Sin importar el enemigo, más, cuando este era una jodida y estúpida vaca daba el doble o el triple de rabia.

Por supuesto, no huían de una vaca, sino del creador de esas ilusiones, sin embargo…

No, no se sentía bien. Y sin golpear las paredes podía jurar que ya le daría su merecido a ese burlesco ilusionista.

- ¿Una re-ti-ra-magia? Nunca lo había escuchado-, comentó confuso.

«¿Era una técnica nueva? ¿Algo de elfos?»

Ni en la academia, ni en sus años como guerrero, había escuchado nada parecido. Níniel tampoco le había dicho nada sobre eso en todo el tiempo que la conocía.

- Muy bien-, contestó a Rauko, centrándose en lo que tenía que hacer y dejando correr aquello. - Una gota de sangre de brujo o elfo bastará-, dijo, haciéndose un arañazo con la punta de los “pendientes” en el antebrazo izquierdo, justo tras el cuero de sus guantes. - Ahora solo queda…

Un chispazo cortó las palabras del buen mercenario, ahora centrado en arcanos.

- ¿Estás bien? - preguntó preocupado, para luego ver como el moreno recibía otro en plena cabeza al ponerse aquel artefacto en ella. - Bueno, se ve la mar de útil. Pero por si acaso, compañero arcanista, prepararé todos los juegos de pendientes. Solo por si acaso, ¿vale?

Vincent alargó la mano, y tomó el resto de metales que había preparado Rauko para ellos. Primero los impregnó con su sangre como los dos primeros. Después, metió la mano bajo su túnica, y de uno de los bolsos más grandes de la correa que cruzaba el pecho de su armadura, tomó una pequeña cajita de madera. Dentro de la cajita había una funda de cuero con varios pinceles de distintos tamaños en su interior, aunque ninguno demasiado grande, por obvias razones, y junto a ellos, había varios viales de vidrio llenos de una sustancia que todo arcanista reconocería.

El mercenario tomó uno de los viales, destapó el corcho y se puso manos a la obra. Tardó más de lo que le hubiera gustado en crear una runa de un hechizo que haría la misma función que la diadema de la chica, pues el metal era muy fino como para poder dibujar con soltura.


- Tienen suerte que mi vista siga tan fina como cuando era un mozalbete-. “Persiguiendo faldas.” Pero eso se lo ahorró decir. - El primer juego-, comentó, cediéndoselo a Destino.

El proceso para el segundo le llevó un poco menos de tiempo que el primero, por la práctica adquirida con el primer juego. No obstante, cuando estaba a punto de dárselo a Rauko, una niebla de lo más reconocible empezó a entrar al recibidor por debajo de la puerta de entrada al caserón.

- Será mejor que nos movamos y busquemos un lugar mejor para la batalla-, les dijo, dándole el segundo juego a Rauko. - Aquí estamos expuestos, y necesito que me ganen tiempo para…-, no terminó la frase, y en su lugar movió la mano con la que sostenía el último juego de “pendientes.”

Era demasiado pedir que aquellos enemigos tardasen tanto en encontrarles, como para que Vincent pudiera acabar a tiempo los tres juegos de metales arcanos que los mantendrían serenos durante la batalla, protegidos de parte de la influencia mental del hechicero. Ya saben, el arte arcano. y diría que cualquiera, requería su tiempo.

El brujo, por ahora, dependía de sus compañeros para mantener al ilusionista lo suficientemente lejos como para terminar su obra.



Offrol
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Subrayado el uso de conocimientos de arcanos para terminar de elaborar los artefactos de este colectivo trabajo de artesanía... O Casi.

Aprovecho para introducir la segunda complicación. Una que va a caballo entre el tiempo que necesitaré que consigan mis compañeros para acabar mis "pendientes" y que los enemigos ya nos encontraron y no hemos podido preparar el terreno para la batalla todo lo que nos gustaría - Complicación 2: El tiempo vuela y los planes no siempre salen como nos gustaría.
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Mensaje  Rauko Jue Feb 11 2021, 02:52

 Había experimentado mucho dolor, había sangrado en muchas batallas, pero cortarme la piel por voluntad propia seguía repeliéndome, sobre todo cuando el objetivo era conseguir algo que Destino logró con la conveniente tinta especial sacada de su conveniente bolsillo no visto hasta ese momento… No, luego lo vi hacer caras raras al terminar su trabajo de calidad cuestionable, así que tal vez cortarse como joven deprimido sí era necesario.

 De cualquier manera, dejé que ellos hicieron lo suyo, esperando poder mantener toda mi sangre dentro de mí. Cuando Vincent iba a entregarme los metales encantados, sin embargo, advertimos la cercanía de nuestra némesis, con su ominosa y ridícula canción acompañándole.

 Me coloqué los pendientes, sintiendo al instante una calidez reconfortante que me brindaba seguridad, incluso animándome a bailar, pues sus runas emitieron, con el volumen justo para ser agradable, una canción que pugnaría por llenar nuestras mentes para protegernos de la de la vaca.
Canción protectora:

 Algunos instrumentos musicales involucrados eran desconocidos para mí, o tal vez no se emitían los sonidos correctos debido a runas mal esbozadas. Sea como sea, no iba a quejarme, pues era mejor pensar en alegría y cosa buena.

 Xana se acomodó la diadema y se acercó a una de las ventanas, cautelosa.

 –Viene hacia aquí –masculló. Se giró y barrió el lugar con la mirada, que terminó en el brujo profanador de elfas. Contrajo los labios al reconocer que él no podría trabajar si no alejábamos a la vaca y a su música paralizante–. Distraeré a… –Se interrumpió al notar sobre ella mi mirada repentinamente intensa–. Distraeremos a la vaca –se corrigió, relajando mi expresión–. Tal vez hasta podamos no solo ganar tiempo –le dijo al brujo–, sino también permitirte pasar desapercibido si buscas a los creadores de nuestro problema vacuno.

 Escuchamos un repiqueteo similar al de la lluvia, al principio muy distante, pero que fue acercándose a un ritmo acelerado. Xana y yo pusimos en guardia, presintiendo la terrible amenaza. La elfa, impaciente, salió de la cabaña para encarar a lo que sea que se avecinaba. Me vi obligado a seguirla.

 Fuera, fuimos recibidos por la imagen de un ejército de vacas en miniatura, corriendo sobre sus patas traseras mientras mantenían extendidas hacia los lados las otras dos en una pose similar a la letra «T». Ninguna tenía cabeza, pero eso no les impidió, cuando salimos, gritar cada una, con voz nasal, con rapidez y sin sincronización con el resto de minivacas, una sola palabra, una y otra y otra vez.

 «Quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero».

 A no más de veinte metros de nosotros, una densa niebla, como la que cubría el suelo en ese momento, nos rodeaba y nos impedía ver más allá. De esa barrera emergieron chorros de leche; trazaban líneas blancas en el aire, se ramificaban y algunas terminaban cayendo en lugares aleatorios, formando pequeños charcos.

 Uno de los párpados de Xana tembló antes de que ella asimilara la situación. Ella avanzó, veloz y decidida, y aplastó con su báculo a la minivaca más cercana, con una facilidad inesperada. La víctima se disolvió convirtiéndose en leche, pero un momento después recuperó su forma, levantó con sus pezuñas la punta el báculo y siguió gritando: «¡Quiero, quiero, quiero!». Y volvió a morir cuando recibió una fuerte patada de mi parte.

 Continué la matanza. No vi necesidad de blandir mi espada; podía asesinarlas simplemente pisándolas. Por desgracia, no podía darles una muerte permanente. Por ello avancé hacia los límites del perímetro, con Xana intentando seguirme el ritmo. Tal vez, al atravesar el muro gaseoso, encontraría a los ilusionistas. Si no, al menos atraeríamos la atención hacia nosotros, y eso era lo que necesitaba Vincent.

 Resbalé al pisar uno de los charcos de leche. Me detuve para no caer. El charco, de pronto, se convirtió en una minivaca y empezó a lanzar una serie de golpes inofensivos a mi pantorrilla, diciendo: «¡Quiero, quiero, quiero!». Una piedra cercana se levantó… No, una minivaca apareció bajo ella y la alzó. «¡Quiero, quiero, quiero!», gritó. En la rama de un árbol, un búho fue pateado de su nido por otra minivaca. «¡Quiero, quiero, quiero!», vociferó esta también.

 Opté, al fin, por ignorarlas y avancé. Una vez estando tan cerca, una cabeza de vaca emergió del muro de niebla, tomándome desprevenido. Sin poder reaccionar a tiempo, fui derribado con un contundente beso dado en la frente. Esa cabeza rebotó y volvió por donde vino.

 Aturdido, poco pude hacer mientras varias minivacas se abalanzaban sobre mí, sepultándome bajo sus cuerpos. Fue Xana quien las apartó de encima, golpeando con su báculo, pateando, disparando ráfagas de energía, mientras también se encargaba de las que viajaban en las redes de chorros de leche y se disparaban hacia ella.

 Algunas minivacas, al impactar con Xana, se derretían, se movían en su estado líquido lácteo sobre su cuerpo y se recomponían en los hombros o en la cabeza de ella, donde se proponían a golpear su diadema a la vez que gritaban: «¡Quiero, quiero, quiero!».
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La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo] Empty Re: La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo]

Mensaje  Destino Dom Feb 14 2021, 00:35

Destino pensó un instante antes de responder la pregunta del brujo -Desde luego, los más conocedores lo llaman Retiratus Magicus, una de las más antiguas y complejas formas de magia secreta de los elfos- Mintió descaradamente y sonrió nervioso -Pero ese nombre es muy largo- Se excusó mientras observaba al brujo menear las manos para completar el encantamiento, desde luego el rubio era todo un experto en la arcanosidad, así que el pelinegro lo dejaría hacer lo suyo, solo por si acaso.

El elfo recibió sus pendientes con una admiración que por ahora no pensaba demostrar pero antes de poder colocarlos, notó las advertencias de Xana y su plan de entretener a la amenaza para comprar algo de tiempo extra para el brujo -La detendremos- Dijo con firmeza acercándose al par de elfitos para apoyarlos con el plan, miró por un instante a Vincent que luego de ponerlos a salvo parecía ser el más vulnerable, en otras circunstancias le habría valido medio comino, tomando en cuenta que los brujos eran el enemigo, pero este en particular le resultaba bastante simpático.

Fue entonces cuando todo se fue al traste, estaban preparados para luchar contra una amenaza, una rara y perturbadora amenaza, pero no contra un ejército de amenacitas, y es que aquello era un desastre que no tenía pies ni cabeza… bueno, no tenía cabeza, pies sí, o patas, en fin, el punto es que había un muy loco y desesperante ejército de minivacas que solo repetían una y otra vez una misma palabra.

Los ojos del elfo comenzaban a danzar al ritmo de la palabra que repetían los enanos y comenzaba a perderse en ellas hasta que Rauko y Xana comenzaron a pisarlas. El pelinegro sacudió la cabeza para centrarse en el problema que tenían frente a ellos -¿Y qué quiere?- Preguntó en voz alta a las vaquitas o a quien pudiera sacarlo de su agobiante incertidumbre.

Como era de esperarse, no hubo respuesta o señal alguna que correspondiera a su pregunta, solo seguían entrando por todos lados, por las ventanas, por debajo de la puerta, por la chimenea -¿en qué momento apareció la chimenea?- Preguntó el elfo mientras veía más vaquitas entrar por ese lugar.


El pelinegro intentó calmarse pero las pequeñas amenazas no colaboraban y una de las pequeñas vacas sin cabeza mordió la mano del elfo para alejarla de su espada -¿Y esto qué es?- señaló el elfo ante lo absurdo de la situación de ser mordido por una minivaca sin cabeza, y era apenas el comienzo, había vacas por todos lados que comenzaban a entrar y se trepaban por el cuerpo de Destino como larvas pegajosas y esponjosas.

¡¡Son demasiados!!- Dijo Destino mientras retrocedía pateando y golpeando vacas en vano antes de caer al piso de bruces con varias vaquitas encima. Por si todo ello pareciera poco, apareció de nuevo la niebla y con ella, la vaca original con su propia melodía. Los músculos del pelinegro se entumecieron y su movilidad comenzaba a perderse, pero afortunadamente consiguió ponerse los aretes y entonces Destino sintió el verdadero terror.

El moreno se debatía mentalmente entre la muerte o la deshonra, aquella pegajosa canción le robaba lentamente la autonomía de su cuerpo y lo llevaba a levantar el hombro con intermitencia, y antes de poder darse cuenta ya estaba aplaudiendo -¿Y esto qué es?- Dijo de nuevo sin hallar explicaciones a tanta sabrosura en el ritmo que escuchaba.

De cualquier modo, ya podría resistirse a la magia de la vaca y solo había tenido que sacrificar su dignidad y orgullo, ahora solo debía deshacerse de las vaquitas que cargaba encima, tomó su espada y la abrazó en su pecho, cerró los ojos, respiró profundo y luego dio un grito liberando una onda de energía que lo rodeó y envió lejos a las pequeñas vacas.

Es momento de ponerse serios- Dijo el elfo con la mirada llena de determinación mientras inconscientemente movía las pompis de un lado a otro al ritmo de la pegajosa melodía, desprendiendo maldad mientras se preguntaba quién rayos era Macarena. Lo cierto era que ahí estaban, un momento refugiados en calma y al siguiente había vacas por todos lados y ya nada, absolutamente nada en esa noche era normal.

¡Todo esto es una distracción, hay que escapar antes que la maldita vaca nos tome por sorpresa!- Alertó el elfo mientras se daba la vuelta y estrellaba su rostro contra la vaca que sin el más mínimo atisbo de piedad o misericordia lo abofeteó con las ubres y salió despedido por el aire pasando sobre Rauko y Xana hasta impactar contra la pared -¿Cómo llegó hasta…?- No hizo falta que el elfo terminara su pregunta, la figura de la vaca de desarmó en montones de minivaquitas.

Aunque los varios metros que había salido volando con el golpe, delataban que había sido real, algo en el mismo se sentía diferente, y vaya que el elfo sabía de llevar golpe, más de una vez lo habían hecho volar como patata al viento -Telequinesis- Advirtió a los elfos -Usan ilusiones y telequinesis- Comenzó a atar cabos -Luchamos contra un brujo, o varios, las vacas son una distracción, son inofensivas- Tras aquella declaración, las pequeñas vacas alzaron los brazos en forma de T y comenzaron a levantarse girando mientras disparaban fuego por las ubres y leche por las axilas haciendo que el fuego comenzara a inundar el interior de la cabaña.

Es una ilusión, no se dejen engañaaaa- Dijo el pelinegro tras meter la mano voluntariamente a las llamas y quemarse estúpidamente -¡¡Son reales, son reales!! es lo que les decía ¡¡son reales!!- Advirtió a sus compañeros alarmado antes de retroceder y tropezar un par de antorchas en el piso que parecían haber entrado por un agujero en la ventana, definitivamente las ilusiones eran una distracción, pero la aprovechaban para atacar con amenazas reales.

Hay que salir de aquí, de prisa- Los torrentes de fuego vacuno se mezclaban y confundían con el fuego real, haciendo que permanecer dentro fuera una verdadera lotería, así que sin más, tomó impulso y corrió hacia la ventana para atravesarla peligrosamente, cayó del otro lado rodando y girando en el piso para extinguir la llamas y vio entonces que por la puerta habría sido menos peligroso, dado que la habían derribado hace dos rondas, pero además, que había tres figuras en el exterior de la cabaña, dos de ellos se mantenían alejados mientras el tercero había quedado justo a un lado de la ventana fingiendo invisibilidad.

Destino lo miró, ahí bien impune con una antorcha en la mano y a punto de lanzarla también hacia el interior de la morada -No estoy aquí, soy una ilusión- Dijo el sujeto mientras se alejaba lentamente -No me digas- Dijo el elfo con sarcasmo antes de tomar su espada y lanzarla con fuerza al sujeto y alejarlo de sus malvados planes incendiarios.

Pero aquello era apenas el comienzo, Destino se encontraba aún sentado en el piso intentando recomponerse cuando de nuevo la niebla comenzó a rodearlo impidiendo su visibilidad y haciéndolo experimentar el verdadero terror, se enfrentaba a una situación que representaba uno de sus más grandes temores: pedir ayuda.

No podía ver nada y estaba en grave peligro -El más mínimo error puede llevar a Destino a equivocarse- Murmuró en un nuevo despilfarro de sabiduría, no había más opción que abandonar el orgullo pero manteniendo la dignidad y la rudeza -Auxilio, elfo en peligro- Levantó el dedo encendiendo en la punta una lucesita.
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Mensaje  Vincent Calhoun Miér Feb 24 2021, 01:31

Un hálito se deslizó entre los labios del brujo, con la misma fuerza que gozaría la exhalación de su amada en medio de un beso. Más, a diferencia del placer que sentiría por esto último, en esta ocasión tal magnitud tenía el sabor de la ceniza.

Nada se quemaba. Nada ardía. Pero la sensación dentro de su boca era la que se podría tener al besar la tierra yerma y sin vida del cauce de un río tiempo atrás desviado por la fuerza de la naturaleza hacia otros lugares.

La sequedad de la impotencia. El vacío de la espera en mitad de un camino que se andaba solo, de una vida con destino prefijado, lejos de la ensoñación de un hombre que labraba su propia fortuna.

El rubio estaba sobre el filo de una daga, sin poder hacer mucho por sus compañeros. Peor aún, dependía de ellos, y aunque confiaba en ellos, pese a lo poco que los conocía, pues si algo daba esperanzas en esta corta existencia, era la seguridad de unas personas al momento de dar un paso al frente y jugarse la vida; no era grata sensación tener que retirarse.

Aunque fuese por un rato, al veterano mercenario no le gustaba la idea de abandonar a sus camaradas. Pero sin esos pendientes...

Sin los improvisados artefactos arcanos no era más que una carga, así que tendría que conformarse con el sabor de la ceniza, con el sabor de la decisión que no quería tomar, pero debía tomar.

- Sea-, contestó a la muchacha. - No me demoraré con esta labor. Me reincorporaré al combate en cuanto pueda-, le dijo, con la firmeza que daba reconocerte en tu propia sinceridad. - Suerte-, les deseó, a modo de simple despedida, y se internó en la vivienda.

Por ahora, Vincent tendría que conformarse con terminar aquello que había empezado. Aquello que le daría la misma oportunidad que a sus compañeros. Más, como era cuál diana en mitad de un campo de tiro con arco, el brujo optó por encerrarse en uno de los armarios de la habitación contigua.

El desvencijado y deteriorado mueble era lo poco que quedaba de aquel cuarto, sin embargo, por ahora serviría de refugio.

El arcanista repetiría el mismo proceso que realizara con los dos pares anteriores, dándose la mayor prisa, como en aquella ocasión, pero teniendo el tino de no precipitarse para evitar un error fatal.

- Es mejor tardar un poco más y asegurarme de que quede bien, que equivocarme y no poder participar en la batalla-, se dijo a sí mismo, en medio de unos susurros, mientras terminaba el glifo del segundo pendiente.

Un brujo acurrucado entre las paredes de un mueble que había mejores días, con una minúscula bola de fuego iluminando el contorno de sus manos y su pincel.

- Esto es ridículo.

Imposible, para el brujo, no pensar que si sus antepasados lo vieran en tan lamentable postura y situación, lo quemarían en la hoguera por cobarde.

- Hasta puedo oler el humo resultante de mis merecidas llamas-, se dijo esta vez, terminando el trabajo de arcanos y recogiendo sus cosas para guardarlas en el bolsillo del cual las extrajera con anterioridad.

Más, lo que sí que no esperaba es que…

- Joder. Debían ganarme tiempo, no asarme cual chuletón de.... -, maldijo, al tiempo que pensaba que sí que había algo más ridículo para un brujo que esconderse en un armario a realizar arte arcana. - Estúpida vaca-, musitó.

Y no, no era la vaca lanzadora de leche, que ya de por sí era la ilusión más ridícula a la que se había enfrentado en su larga vida como mercenario. Lo más estúpido para un brujo que dominaba la magia de fuego era morir quemado, mientras hacía un trabajo de arcanos escondido en un armario, cual tonto amante en casa ajena en momentos complicados.

El brujo suspiró con resignación, y dominó el fuego para alejarlo de su persona y franquear un camino hacia la salida de la casa. Sin embargo…

- ¡Quien anda ahí! - gritó, al tiempo que echaba a correr tras la persona que había generado el ruido en su huida, justo antes de gritarle.

El mercenario se colocó los artefactos en las orejas y subió los peldaños que llevaban al segundo piso, espada desenvainada. Llegó a tiempo de ver como un sujeto soltaba una antorcha y saltaba por la ventana del segundo piso.

- ¡No tan rápido! - gritó esta vez, al tiempo que se lanzaba por la ventana tras el hombre, o quizás mujer, no lo sabía con seguridad, que había saltado por ella.

El brujo usó su magia de viento para frenar su caída y amortiguar el impacto contra el suelo, más, por una razón que por ese momento no llegaba a comprender, su descenso fue frenado por algo que iba más allá de su magia.

Vincent intentó incorporarse pero justo cuando lo intentaba una cuchilla silbó a un palmo de su cara y por inercia, tras el paso de esta, cayó hacia el suelo de nuevo. Quedando sentado sobre algo mullido.

- ¡No os saldréis con la vuestra! - gritó una persona, un hombre, y cuando se acercó lo suficiente, pudo identificar, entre la mágica niebla, la figura de la persona que estaba persiguiendo. - Suelta a mi amigo, no nos atrapareis-, afirmó esta vez, al tiempo que atacaba con su espada.

El mercenario recuperó su espada, que había salido despedida de su mano con el impacto contra el ¿suelo?, y que estaba a unos palmos de él, por medio de su magia mental. Aprovechando el movimiento, nada más sostenerla entre sus dedos, colocó el acero de manera defensiva, e hincó una rodilla en el suelo. De esta manera logró la entereza y equilibrio necesarios para sobrevivir al primer embiste del rival.

No obstante, no podía quedarse por más tiempo en aquella precaria situación, Así que también aprovechó la sorpresa que le dio a su contrincante, cuando la espada se incendió en llamas y en pura luz nada más agarrar la empuñadura con su mano diestra, y se movió con rapidez para ganar algo de distancia y poder erguirse con toda su figura.

Por el camino, Vincent pisó otra vez aquella cosa blanda que frenara su caída, y un espantoso gemido de dolor se escuchó bajo su pierna.

El brujo, esta vez siendo él el sorprendido, miró hacia abajo, y entre la espesa niebla, pudo observar su bota clavada con todo su peso sobre la entrepierna de un hombre tirado en el suelo, boca abajo, que ahora veía por primera vez.

Su asombro no duró mucho, pues el tipo pisoteado se revolvió en el suelo y sacó una daga e intentó clavarla en la pierna del rubio mercenario, de cualquier manera, mientras su compañero volvía a la carga, por lo que el experimento guerrero no tuvo más remedio que improvisar, y apoyando su peso sobre su otra pierna y ayudado de su magia, alejarse de ellos con una pirueta, rodando sobre su costado.

Al menos, esta vez sí, con esta maniobra tenía la distancia necesaria, y el firme adecuado, para poder enfrentar a sus enemigos en condiciones.

Más, no era propio de un buen guerrero no fijarse si había más personas en los alrededores, más aún con lo que había pasado recientemente, con ese segundo hombre que no había percibido hasta el momento… Sí, el momento pelotas escachadas.

Fue entonces cuando el mercenario vio un…

- ¿Faro? - ¡Qué coño hacía un faro en miniatura allí! Algo tan bajo de poco servía a navegantes. - ¿Destino? - dijo más alto, al reconocer la figura.

El moreno parecía desarmado. Sin embargo, ni la plática, ni su mirada hacia el elfo, pudo durar más. El brujo rechazó al hombre armado con espada con su propia espada, y desenvainó su daga para frenar la homóloga arma de don pelotas aplastadas. Seguido le dio una patada en el vientre a este, para alejarlo, y con un movimiento de muñeca logró enganchar la espada del otro rival para forzarlo a moverse en otra dirección si no quería perder su arma con ese contraataque.

Aprovechando los instantes de “paz”, Vincent lanzó su daga a Destino con una velocidad moderada gracias a la telequinesis, con la que frenaba la rapidez de su vuelo.

- Vamos, moreno. No me dejes solo en este baile. Yo diría que andan pidiendo una danza de dobles parejas-, comentó, dibujando una sonrisa, preparado para recibir nuevos ataques de sus rivales.

El brujo, hasta ese preciso instante, había estado tan centrado en la persecución que no se había percatado que... ¿Aquello que sonaba en su cabeza... era la protección mágica contra la mágica música de sus enemigos? Era... Al menos era pegadiza. Quien no se consolaba, era porque no quería.



Offrol
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Termino mi trabajo de arcanos (subrayado). Después llegué por la ventana grande y... sí, me caí sobre el tipo: Soy una ilusión. Uuuhhhh, uhhhhhh.

Uso en el combate mi habilidad nivel 0: Postura Illidense y, por supuesto, mi habilidad pasiva de nivel 1: La Danza del Aire.
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Mensaje  Rauko Mar Mar 23 2021, 22:00

 –Sí, muy bonito y todo –dije mientras me levantaba con torpeza y me esforzaba en quitarme de encima a las minivacas que aún no me soltaban–, pero tengo el leve presentimiento de que, tal vez, no estamos haciendo muy bien el trabajo de distraer.

 Miramos la cabaña incendiándose. Xana abrió los ojos ampliamente y se apresuró a volver por Vincent, conmigo protegiendo su espalda de cualquier amenaza vacuna. Pero nos detuvimos a mitad del camino: una barrera de minivacas se formó adelante.

 Dos vacas, una al lado de la otra y moviéndose con perfecta sincronización, dieron un paso al frente. Gritaron al unísono «Fuuu» mientras hacían un ridículo baile donde cada una parecía el reflejo de la otra. «Sión», gritaron con el último paso, al inclinarse la una hacia la otra y juntar la punta de las patas superiores con las de la compañera.

 Ambas se unieron, convirtiéndose en una única vaca sin cabeza con un tamaño superior al que tenían individualmente.

 Mientras Xana arrugaba la nariz, extrañada, y yo imaginaba cómo sería si ella y yo pudiéramos fusionarnos, otras minivacas se fusionaron como las anteriores, para luego fusionarse con otras fusiones y repetir eso hasta que al final quedó una enorme vaca sin cabeza que duplicaba mi tamaño.

 Y… Bueno, mucho texto y la trama no avanza. Así que llegó el momento de lo importante: la revancha.

 –Antes de que ataque, voy a decapitarla –planeé.

 –¿Qué?

 Salí disparado hacia la gran vaca y atravesé su torso con mi espada. En el instante en que las hojas duales se encontraron en su interior, liberaron una poderosa onda de energía.[1] La parte superior de la vaca estalló convirtiéndose en una lluvia de leche que no sentí.

 –Oh, vaya –musité, sorprendido–, creí… que sería más difícil.

 Y no me había equivocado

 La vaca aplaudió con sus ubres, regeneró su cuerpo y sus tres cabezas aparecieron y orbitaron a su alrededor, quizás listas para besar o lavar otra vez.

 Suspiré con resignación y adopté una postura ofensiva. Pensado mi siguiente ataque, di un paso al frente. Un breve gemido de dolor me detuvo. Me giré. Vi a Xana aplastar con su mano a una minivaca que tenía en la cabeza, donde ya no estaba su diadema. Las cabezas vacunas, aprovechando mi despiste, me golpearon con un torrente de leche salido de sus bocas.

 Xana me vio caer delante de ella, con todo mi cuerpo cubierto de leche espesa como resultado de ser humillado. No fue tan duro como pensé que sería, pero necesitaba unos segundos para recomponerme. No obstante, aunque aparentara lo contrario, no estaba empapado. Fui golpeado, pero nada me mojó.

 De pronto noté por fin que algo importante faltaba. Llevé una mano al cinto. Al notar la desaparición de mi lindo bolsito, alcé la cabeza para mirar a mi alrededor. Chasqueé la lengua. Encontré mi bolsito cerca de la vaca.

 Apoyé mi cabeza en el suelo otra vez. Xana estaba observándome, inmóvil. La preocupación y el miedo eran evidentes en ella.

 La gran vaca alzó sus patas superiores. Toda la leche en el área voló y se concentró a un metro por encima de ella, formando una bola blanca que crecía paulatinamente. Las minivacas que no se habían fusionado también alzaron las mismas patas y, mientras sus cuerpos se empequeñecían, de sus pezuñas brotaron gotas de leche.

 –Xana –empecé. Su mirada viajó directo a mis ojos. En contraste con ella, en ese momento no me sentía en peligro–, sé que tienes miedo. Sé que quieres abandonar todo esto, pero incluso moverte es imposible. –Las lágrimas que Xana quiso contener finalmente escaparon–. La magia del enemigo es fuerte, sin embargo, eso no importa. Si hay algo que importa es… mi bolsito.

 Ladeó la cabeza, confusa.

 –En mi bolsito tengo biusas. Así que, por favor, protege las biusas… que tanto amé –pedí.

 –Decepcionante discurso motivacional –tartamudeó en voz baja.

 Entonces la vaca pisó el bolsito, y el sonido de las biusas siendo aplastadas reverberó en mi mente. Esta vez el gemido de dolor salió de mí.

 La gran vaca le disparó a Xana la esfera de leche, que había alcanzado un radio de tres metros. Eso me alivió.

 –Xana, la vaca perdió –aseguré. Sin embargo, Xana no me escuchó. Inconsciente de sus recursos, gritó aterrorizada, llegando a inquietarme–. ¡Xana, reacciona! –espeté–. La leche es para beberse, no para tenerle miedo… Bueno, no sé si esta leche puede beberse, pero… Sí, no abras la boca o te caerá dentro esta leche rara.

 La gran bola de leche, luego de pasar sobre mí, impactó en Xana. Una gran porción de la esfera, la mitad de ella, se desvaneció, y lo que se conservó regresó hacia la gran vaca.[2] Esta, justo cuando escuchamos un alarido, se congeló en el tiempo. Fue atravesada por la bola, que siguió su rumbo hacia fuera del área, pero quedó intacta.

 Enseguida notamos que la canción vacuna se detuvo. Xana no tardó en encontrar con la mirada a un hombre, uno alejado del resto, que se despistó mirando a alguien bajo los pies de Vincent. Recordé que antes había niebla cubriendo su ubicación, pero la niebla, en algún momento, se concentró en otro sitio.

 El hombre, al fin percatándose de que quedó descubierto, abrió la boca y alzó las manos para volver a golpear el tambor amarrado a su pecho.

 Su tambor estalló: Xana no había dudado en dispararle una esfera de energía.[3] Tampoco se permitió relajarse luego. Con una furia fría en sus ojos y con inestables partículas de luz naciendo a su alrededor y muriendo en explosiones diminutas, Xana caminó hacia el sujeto, quien optó por correr hacia sus compañeros.

 Paralelamente, por fin pude levantarme. Me apresuré en reunirme con los demás.

 –Maldita sea, Milch, ¿cómo mantenemos a la vaca y peleamos al mismo tiempo? –masculló uno de los enemigos–. A Maelk le destruyeron su instrumento y a mí las pelotas. ¿No sería un buen momento para, ya sabes, considerar marcharnos echando leches?

 –Maito, no digas nuestros nombres –reprendió otro–. Y aunque ahora estemos en igualdad numérica, aún ganaremos porque somos más poderosos –proclamó–. ¡Matemáticas, hijo, los números no mienten! –aseguró, con gallos en su voz.

 «¿Igualdad numérica?», me pregunté. Conté con los dedos. Del lado de los enemigos: Manos Lentas, Bolas Escachadas y Sujeto Identificado Como Hombre Cuando Es Visto De Cerca (Cuate para los amigos). Del nuestro: una gritona, un profanador de elfas, un filósofo y yo.

 –Destino, no te están contando –acusé sin fundamento alguno.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Habi: Choque centelleante.
[2] Habi de la armadura Reflejo del Caos.
[3] Vieja habi de Xana: ???: Versión cutre de su actual habi Luceros duales, pero con una esfera de energía en vez de dos =p

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Mensaje  Destino Miér Mar 31 2021, 13:10

Con el dedito hacia el cielo y la dignidad por el suelo, el feroz asesino esperaba la ayuda de sus compañeros mientras aquella densa niebla lo rodeaba limitando cada vez más el alcance de su visión, parecía grave, pero sin duda, podría ser peor, al menos no estaba lleno de pánico como la vez anterior.

No pasó mucho tiempo antes que el sonido de la batalla llegara a oídos del pelinegro, la ayuda venía en camino y llegó incluso antes de lo esperado, con el sonido de cascarones de huevo rotos, la niebla comenzó a disiparse rápidamente, permitiendo que el elfo alcanzara ver a su compañero brujo luchando contra un par de sujetos que seguramente eran los causantes de todo, a uno lo había visto antes, y le había lanzado la espada que ahora se encontraba clavada a la pared.

Al otro no lo había visto antes, pero a todas luces parecía ser un brujo, apestaba a brujo (sin ofender, Vin, tú apestas a brujo chévere). El elfo se puso manos a la obra avanzando en dirección al rubio que le arrojó una daga… sí, una daga, al diestro espadachín, una daga que Destino atrapó en el aire para luego mirar con cierta decepción y pensar para sus adentro que, a fin de cuentas, lo que importa no es el tamaño, sino la forma como la usa.

Feliz y agradecido con el de arriba de al menos tener algo con qué pelear, mientras que en otros lugares, otros asesinos menos afortunados anhelaban tener al menos una pequeña daga emprendió una veloz carrera hacia aquellos que con ventaja acosaban a Vincent, era momento de cambiar la situación y convertir el asunto en una batalla justa. El pelinegro se preparó para medirse con aquel que llevaba una espada. Rió confiado a manera de burla pero al momento de tomar su pose de batalla recordó aquella cosa minúscula que llevaba como arma -Mejor al contrario- Dijo mientras abandonaba aquella batalla para dejar ese rival en manos de Vincent y enfrentarse él al otro sujeto que también llevaba una daga.

Destino no pudo evitar notar que aquel sujeto caminaba de manera extraña, como si le doliera la entrepierna, fruto tal vez, te alguna inteligente y astuta estrategia del barbudo para menguar las capacidades ofensivas del enemigo. Aquel ingenioso brujo no dejaba de ser una caja de sorpresas, un completo despliegue de ingenio y estrategia que de a poco se iba ganando la plena confianza del asesino.

Miró de nuevo su daga con decepción y luego la daga del oponente, no podía ser tan malo, era como una gloriosa batalla de espadas, pero en miniatura, emprendió una feroz carrera hacia su oponente para luego detenerse y pelear ambos usando sus dagas como si fueran espadas chiquitas -Oye tú ¿seguro que sabes cómo funciona esto?- Preguntó el otro sujeto un poco confundido y siguiendo la corriente al vertiginoso ritmo del choque de las dagas.

Destino no estaba del todo convencido pero al menos seguía con vida, eso lo convertía en un buen plan de ataque, sin embargo la destreza del rival era claramente superior y no tardó en hacer retroceder a destino para evitar los rápidos cortes. El rival giró sobre sí mismo mientras se agachaba y extendía una daga hacia los pies de Destino, el elfo saltó para evadirlo, pero luego el hombre con la misma fuerza del giro saltó para repetir el mismo golpe pero a la altura del cuello del pelinegro, éste giró la cabeza e inclinó su cuerpo hacia un lado y dejando tan solo una estela de cabello que fue cortada por la daga.

La batalla fue detenida por la mirada furiosa del elfo que dirigió la mirada lentamente hacia los mechones de cabello cortados que danzaban arrastrados por el viento y luego hacia las puntas trasquiladas de su bien cuidada melena, sus ojos se llenaron de una rabia devastadora, energía de luz recorrió su cuerpo viajando por sus brazos y llegando a la daga para darle una forma más alargada, un filo de luz comenzó a materializarse en esta para darle el tamaño de una espada.

Pero eso no era todo, un delgado y casi imperceptible hilo de luz azul se formó desde su mano hasta el mango de su espada y de un tirón la hizo volver atrapándola en el viaje, para luego tomar una posición de batalla con su espada real en una mano y la espada de luz en la otra -Nadie, daña el cabello de Destino- Dijo entre dientes mientras se lanzaba en una estocada al frente de su espada real que fue seguida por varios tajos de la espada de luz en varias direcciones.

El rival no podía más que retroceder, su pequeña daga ya no podía hacer frente a las armas y la furia del elfo por lo que recurrió a pedir ayuda a sus compañeros, aunque no si antes terminar con la espada del elfo incrustada en su hombro derecho y girando lentamente -¡Ay me muero!- Gritó llamando la atención de sus compañeros mientras les sugería marcharse del lugar, aunque eso no parecía ser una opción, porque el que parecía ser su líder presumía su superioridad numérica.

No hay opción, usaremos la estrategia 47 Tipo B5- Dijo Maelk con mucha confianza mientras dejaba caer al piso los restos de su tambor -¿Y cuál es esa?- Preguntó Maito claramente confundido -Sígueme la corriente, idiota, solo improviso para parecer coordinados- Respondió molesto mientras hacia una serie de movimientos con sus manos que claramente no llevaban a nada más allá de hacer tiempo mientras preparaba su improvisación.

Chicos, hagan lo suyo- Ordenó Maelk mientras sus compañeros sacaban de sus bolsillos una larga barra cilíndrica y se acercaban a la espalda de su líder -Eso no, aquí no, lo otro suyo- Los otros guardaron de prisa el cilindro y se preparaban para dar forma a una nueva ilusión conjunta, la niebla se hacía presente de nuevo y tras ella todo comenzaba a desaparecer quedando solo un infinito y vacío espacio negro hasta donde alcanzaba la vista.

Destino tomó sus espadas y comenzó a acercarse confiado -Esos trucos no funcionarán mientras funcionen los…- El elfo no terminó la frase cuando sus objetos protectores arcanos dejaron de funcionar, dejándolo expuesto a aquella nueva ilusión, el piso se hacía líquido y blanco mientras un torbellino de leche comenzaba a rodearlo y luego desapareció.

Se encontraba atrapado en una nueva ilusión, un espacio infinito y oscuro en el que solo podía ver el suelo y algunas siluetas que se acercaban lentamente, se trataba de vacas, más vacas, una vaca con barba, una de blancos cabellos y otra con partículas de leche que nacían y explotaban cerca de ella. Aún enojado por el insensato corte de cabello, el elfo no dudó en lanzarse al ataque contra la vaca barbuda mientras lanzaba su espada real en dirección a la vaca de blancos cabellos y la hacía regresar con un delgado hilo de luz.

Destino ya no quiere ver más vacas- Dijo furioso pero eso no sería lo que escucharían sus compañeros, quienes en cambio verían a Destino convertido en una vaca furiosa con dos espadas que iban y venían en veloces ataques.
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[1] Complicación: Una nueva ilusión combinada se hace presente, Destino atrapado en ella verá a los demás como vacas, y ellos lo verán a él del mismo modo. Aunque eso no es el verdadero problema, esto es solo una distracción para que los enemigos escapen mientras nadie los ve.


Última edición por Destino el Vie Abr 30 2021, 01:16, editado 2 veces
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Mensaje  Vincent Calhoun Lun Abr 12 2021, 22:23

El combate había mejorado para el bueno de Vinc. Al menos, ahora, tanto él como sus camaradas tenían al alcance a los malhechores que acosaban y rompían la paz en Ulmer . A aquellos sujetos que con artes taimadas luchaban desde las sombras, pero a los que por fin se les podía poner rostro. Y sí, era el momento deseado por todo buen mercenario que se precie, porque ahora que podía verle las caras, ya podía llegar hasta ellos para partírselas.

Por si eso no fuera suficiente, Vincent ya no luchaba en desventaja. Destino estaba allí para ayudarle y que fuese un lucha pareja, de dos contra dos, pese a que el moreno, por ahora,debería luchar con una simple daga. Una simple daga, de extrema calidad, creada en el taller del brujo de dorados cabellos, un experto herrero. Ojo, que tampoco era tan mala la daguita de los…

- ¡Cojones! ¡Os voy a borrar del mapa, panda de cabrones!-, le gritó a sus rivales. - Habéis asesinado y atemorizado a toda la ciudad por… ¿dinero? ¿Solo por dinero?

Un mercenario que despreciaba a quien solo mataba por dinero. Irónico. Salvo que conocieras al brujo Vincent Calhoun. Entonces todo se volvía coherente y de irónico tenía poco.

- Nuestros negocios no son de tu incumbencia-, respondió el hombre de la espada, reanudando la lucha con el rubio, mientras su compañero luchaba contra Destino.

El combate siguió siendo reñido, parejo y equilibrado. Aquellos dos, más allá de su estilo de pelea artero y su juego al escondite tras barreras de ilusiones, no se desenvolvían mal, acero en mano.

En cualquier caso, un tercer individuo no tardó en aparecer, pero la desventaja numérica no fue tal, porque Rauko y Xana llegaron como refuerzos y… Sí, el tipo con el que Vinc había estado luchando no sabía contar, o, obviamente, no había tenido en cuenta a Destino por la daguita o Xana por cabrón machista.

Sea el caso, ser tan estúpido como para no saber contar no le iba a salvar el pellejo. Milch, Maelk y Maito habían ido demasiado lejos y la horca era el destino para unos asesinos despiadados como ellos, si es que no encontraban la muerte antes.

Un momento, esos nombres… De qué leches iba todo aquello. Los tres empiezan por M, un Vinc adolescente casi que les haría pasar por el equipo M, un grupo de villanos que se cambian sus nombres por otros con la misma inicial para… No, no podía ser. Seguro que solo era una casualidad.

- Desistid y rendíos. Estáis en desventaja, no pongáis las cosas peor-, expresó, en cuanto Destino apuñaló en el hombro a uno de ellos. Lo dijo con firmeza, aunque imaginaba que de poco serviría, pues aquellos tipos, aunque a uno no se le dieran bien los números, sabían perfectamente que su destino era… la muerte.

Y todo animal acorralado luchaba hasta el final. La esperanza de sobrevivir era lo único que les quedaba.

«¿Estrategia Cuarenta y siete, Tipo B Cinco?», pensó el brujo, aunque también sentía curiosidad por lo que le habría pasado a Destino durante el combate, para enfurecerse de esa manera.

Quizás no fuera nada, solo una forma de luchar cargada de furia y concentración.

- Atentos, chicos. Esto no presagia nada bueno.

Pero las palabras del mercenario cayeron en saco roto, porque sus enemigos, con buen tino, no dieron tiempo a reaccionar. El brujo no tardó en caer en un espiral de leche, hacia lo que, sin duda, era otra ilusión. Más, por saber que estaba en una, no se iba a romper tan fácilmente.

- ¡Cuidado!-, gritó, esquivando una de las espadas. - Es imposible saber qué es real, esas hojas podrían ser falsas, pero también podrían no serlo. Y que todo salvo ellas lo sea para confundirnos-, les comentó, aunque sus compañeros sólo podrían ver a una barbuda vaca mugiendo sin parar.

Vinc rechazó una de las espadas volantes con su propio acero, sin embargo, eso tampoco le decía nada. Podía ser que fuese real, por aquello de que la había sentido metal contra metal, pero igualmente podría ser parte de la ilusión, y que ahora mismo su cuerpo real estuviera paralizado con la mente llena de los peligros de una batalla ficticia.

- Xana, debes romper la ilusión. Sólo tú puedes hacerlo-, dijo finalmente, comprendiendo que los “pendientes” creados con arcanos en tan breve tiempo, no tenían la fuerza mágica suficiente para aguantar el poder del ilusionista, pero la diadema de Xana… - Eres nuestra única esperanza-, comentó, al tiempo que entablaba combate con la vaca de pelo moreno mientras se mantenía a distancia de la otra de pelo blanco.

Fuesen reales o no, por ahora debía actuar como si al menos sus armas lo fueran. Tocaba evitar morir dentro de la fantasía, por si acaso, y esperar el rescate de la dama.
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La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo] Empty Re: La leyenda de la vaca sin cabeza [Trabajo]

Mensaje  Rauko Dom Abr 18 2021, 22:52

 Y entonces, gracias a mis conocimientos oblivionescos, me percaté de que los nombres de los villanos de turno significaban «leche», cada uno en un idioma distinto, un dato de vital irrelevancia para la trama pero que se me antojó mencionar.[1]

 Dejando eso de lado, el trío leche nos dejó de lado a la realidad. Fuimos apresados en una nueva ilusión, más potente que las anteriores

 Encontrándome ahora en una oscuridad infinita, alcé una mano y concentré mi éter en ella, esperando que se iluminara. Sin embargo, en vez de ello, el resultado fue que mi mano se cubriera de una capa de leche que se deslizaba sobre el pelaje y las pezuñas. Arrugué la nariz al por fin notar que mi cuerpo había cambiado por el de una vaca antropomórfica. Abrí y cerré la mano, sintiendo con un ligero alivio mis dedos invisibles.

 Entonces, al fin, me centré en algo importante: mis ubres. Golpeé una con mis pezuñas, y la vi sacudirse por el impacto. No la sentí, pero me pareció gracioso, así que lo hice una última vez y de la punta salió un par de gotas de leche ilusoria.

 De pronto escuché un mugido. Aparté la mirada de mis ubres, justo a tiempo para ver la espada venir hacia mí y evadirla con un veloz paso hacia el lateral. El arma se detuvo en el aire y regresó hacia su dueño, una vaca con una perfecta y larga cabellera negra, que estaba luchando con una vaca con una barba muy bien cuidada.

 –Bueno, creo que… –dije, pensativo, mientras daba unas palmadita a la punta de una de mis ubres– no trabajaron muy bien la ilusión… –Chasqueé los dedos, es decir, las pezuñas, es decir… Bueno, produje un chasquido–. No, intentan hacernos creer que esos son mis compañeros cuando en realidad son las verdaderas amenazas; mis compañeros no me atacarían engañados por una ilusión tan mediocre –concluí, sobreestimando al trío M–. Ahora la pregunta es: ¿por qué he recuperado la mala costumbre de pensar en voz alta?

 Nuevamente tuve que evadir la espada del pelinegro vacuno. Empuñé mi arma con ambas manos, en una postura defensiva, mientras sopesaba mis opciones. Y alcé ambas cejas al percatarme de que mi espada de hojas duales había cambiado también: la empuñadura era una pequeña cabeza de vaca y las dos cuchillas eran sus cuernos.

 Paralelamente, Xana observaba los acontecimientos en una distancia segura, con su mandíbula y su puño derecho tensos por la frustración. Se tocó la frente con la mano izquierda. Maldijo su imprudencia. Si hubiera recogido su diadema en vez de lanzarse al combate en busca de venganza por el mal rato, no… no habría cambiado nada, reconoció. La diadema no podría haberla protegido de la ilusión en la que estaban.

 Miré alrededor, buscando algún rastro de los responsables del hechizo. No los encontró. Soltó un leve gruñido y se colocó de cuclillas. Masajeó sus sienes, por un momento permitiéndose dejar de pensar en cómo sobreponerse a la situación. «Pasamos por esto, sufrimos, caemos y nos levantamos por el bien de personas que pagan con desprecio», fue lo que pensó, con sus verdaderas emociones negativas filtrándose por las crecientes grietas del caparazón de la noble heroína. Un gemido trémulo escapó de sus labios.

 Sacudió la cabeza, rechazando su momento de debilidad. Se levantó, recordándose sus motivos, altruistas o egoístas, por los que debía aferrarse a la imagen de una heroína brillante.

 Dio un giro con lentitud, estudiando el espacio. Entonces tuvo una idea. Sin pensarlo demasiado, decidió apostar por ella cuanto antes.

 Estiró una mano hacia adelante. Las partículas de luz, que los demás veían como gotas de leche flotantes, se alinearon en un anillo a su alrededor. Y Xana volvió a girar, disparando las partículas en el orden en que eran señalados por sus dedos.[2]

 Xana miró el rumbo de sus proyectiles. Algunos estallaron, impactando con algo que la ilusión hizo invisible. Casi avisó a sus compañeros, pero recordó el lugar y supo que era solo un árbol con lo que se habían estrellado. Siguió observando, y un instante después algunas partículas de luz estallaron al chocar con tres obstáculos en la distancia. Ya no necesitó más. Redirigió las demás partículas hacia las tres figuras invisibles.

 Fue entonces cuando nos llamó. Aún atento ante la espada voladora, miré de soslayo a Vaca-Xana, que soltaba varios mugidos con prisa.

 –¿Quieres leche? –pregunté al no entenderle.

 Ella abrió los ojos ampliamente por un instante. Luego, comprendiendo, movió enseguida sus pezuñas en el aire, dejando una estela de leche tras de sí para darnos un mensaje que todos podíamos ver:

M.M.M.

 Seguí con la mirada la dirección de la flecha. Sonreí con malicia al ver partículas de leches dibujando la silueta del trío M al impactar contra ellos.

 –Muuuu –ronroneé. Apunté mi dedo índice a una de las figuras. De la punta salió disparada una rápida línea de leche que terminó derribando al objetivo.[3] Mi sonrisa se amplió.


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Habi extra de Rauko: Lengua del Oblivion.
[2] Vieja habi de Xana: Polvo estelar, que conservó sin cambios relevantes en su ficha de habis actual.
[3]Habi de Rauko: Saeta refulgente.

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Mensaje  Destino Vie Abr 30 2021, 01:37

Las hojas azules de las espadas dibujaban una estela en su trayecto al ir y venir, Destino había perdido de vista a sus compañeros y ahora tan solo veía más vacas que antes, la vaca sin cabeza se había dividido en dos vacas sin cabeza, una con barba y otra con cabellera de leche, la situación se volvía cada vez más complicada porque la batalla, algo larga, no había sido nada fácil, y todo el esfuerzo comenzaba a pasar factura.

Las vacas que le atacaban, hacían sonidos extraños que el elfo no lograba entender, hasta que una tercera vaca consiguió llamar la atención de Destino que de inmediato se agachó para cubrirse y dejó de pelear mientras seguía la dirección que la flecha dibujaba.

Lo que sucedió a continuación no tenía una explicación lógica, aunque en esa noche, pocas cosas parecían seguir una línea de coherencia, esas ilusiones tenían que ser el producto de una mente muy retorcida y atrofiada ¿de quién habría sido semejante idea? Aquella pregunta torturaría la mente del elfo durante semanas, meses, años, o tal vez la olvidara al día siguiente.

El impacto del rayo de leche retumbó en toda la zona, echando a volar un cuerpo que se reveló como uno de los causantes de aquella retorcida parodia de terror, y poniendo fin a la ilusión de las vacas danzantes, el sujeto alcanzado por el rayo de la vaca que había resultado ser Rauko, terminó estrellándose duro contra un muro y acabó fuera de combate con la cabeza entre las piernas, los otros dos se miraban entre ellos buscando qué hacer ahora, su líder y cerebro detrás de la operación había sido sacado del juego por un buen rato y sin una guía estaban desorientados.

Estos malditos nos están dando demasiados problemas- Dijo Maito luego de golpear el piso con fuerza y frustración -Pero no podrán con nosotros, no te rindas, Milch, hemos llegado muy lejos para perderlo todo ahora, hemos trabajado muy duro para lograr nuestro sueño, no dejaremos que estos infelices nos arrebaten todo lo que hemos logrado- Aquellas palabras hicieron brillar los ojos de Milch que recuperó sus fuerzas y dio un par de pasos al frente dispuesto a luchar hasta el final, sin rendirse ande nada.

No nos detendrán, mientras estemos juntos, no nos detendrán, vamos Maito… ¿Maito?- Al darse cuenta, su compañero ya había emprendido una vertiginosa fuga -Ah no, no tan rápido amiguito- Dijo Destino mientras recuperaba sus espadas y emprendía una veloz carrera tras el fugitivo que intentaba perderse entre los callejones. Uno de ellos estaba fuera de combate y el segundo quedaba para enfrentarse solo a los dos guerreros y a algo peor, a la furia de Xana.

Por suerte para Destino, Maito se encontró atrapado en uno de los callejones y sin más adonde ir. El elfo avanzó con sus espadas arrastrando en el suelo y la mirada llena de ira contra ese insensato que le había cortado los preciados mechones de su bien cuidado cabello -Oye, tranquilo viejo, creo que podemos arreglar esto como personas civilizadas, dime tu precio ¿Cuánto te están pagando?- Dijo el fugitivo mientras caminaba hacia atrás hasta que su espalda tocó la pared de madera.

O puedes unirte a nosotros, los tres pueden, mi jefe es muy generoso y pagará bien por sus servicios, le estamos haciendo un bien a este triste pueblo, no saben lo que tienen bajo sus pies, solo son animales peludos y estúpidos- El sujeto no paraba de hundirse cada vez más, pues no se había dado cuenta que en medio del alboroto de la batalla, algunos de los vecinos habían despertado y se asomaban por las ventanas, escuchando la manera despectiva en la que aquel sujeto los llamaba animales peludos y estúpidos.

El elfo lo notó y sonrió con malicia, pensando en un final adecuado para aquellos sujetos, tomó impulso y se lanzó al frente en una brutal estocada hacia el abdomen del rival que saltó para esquivarlo, pero Destino tenía otro objetivo, giró en el suelo para tomar un segundo impulso y giró su espada para golpear la rodilla del adversario con el pomo de la espada, haciendo crujir los huesos de la rodilla y causando un grito desgarrados en la víctima que cayó al suelo incapacitada.

Al cabo de unos instantes, un agotado Destino regresaba con sus compañeros, arrastrando el adolorido cuerpo de Maito. Pero el elfo no iba solo, algunos de los vecinos cercanos habían decidido acompañarle, armados con antorchas, palos herramientas de cocina a fin de ajusticiar a aquellos delincuentes, aunque había algo que daba vueltas en la cabeza de Destino, el individuo había mencionado un jefe ¿a quién se refería?
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[1] Nada que decir en este offrol pero se ve muy bonito =).
Destino
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