Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Página 1 de 1. • Comparte
Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Merrigan insiste en salir fuera. Utiliza las frases que ha aprendido de los humanos: “Salgamos a tomar el aire. Hoy hace un día precioso. Vamos a estirar las piernas…”. Lo hace por el bebé. Los médicos aconsejan a las mujeres embarazadas que hagan deporte. Merrigan no piensa en sí misma. Abusa de los paseos. Los utiliza para distraerse, dejar de pensar en el viaje que nos hemos propuesto. Su salud se ve afecta. A mitad trayecto las piernas de Merrigan toman un aspecto carnoso, parecen haber estado en remojo durante días. Ella sigue caminando. Se lleva una mano en la cadera y la utiliza para soportar su vientre de manera disimulada. La otra mano la utiliza para sostenerse en las horas de descanso.
—Se me pasará, no te preocupes. Solo necesito tomar aire…. ¡Ufff! Hoy hemos hecho un buen tramo — miente y ella sabe que miente. Lo repite cada día que pasa pese a estar aminorando la marcha. Los descansos se vuelven más frecuentes y el paseo más breve. El dolor y el sentimiento de debilidad la obligan a mentir.
Sandorai queda lejos. A este ritmo, dudo que podamos llegar. No me atrevo a decírselo a Merrigan. Tampoco lo necesito. Ella reconoce nuestros problemas, aunque pretenda olvidarlos repitiendo las mismas mentiras.
Los síntomas del embarazo no son nuestra única preocupación. Las noticias que llegan a Vulwulfar hablan de guerra y muerte. Merrigan se queda plantada frente a los tablones de la ciudad y las lee en voz alta para que pueda enterarme de lo que pone.
Decidimos mantener el viaje. Encontraremos una manera de esquivar la confrontación y llegar hasta el lugar sagrado. Merrigan bromea diciendo que dispuesta a atravesar el campo de batalla si hace falta. Lo ha repetido tantas veces que parece otra de sus efímeras mentiras.
No puedo anular el viaje, alimentaría la paranoia de Merrigan, pero sí hacer que resulte más cómodo para ella. Le guardo una sorpresa. En los tablones de anuncios, mientras Merrigan leía las noticas de la guerra en voz alta, me fijé en un cartel que informaba sobre una carrera de upeleros. No pude leer todo el mensaje. Había palabras que no conozco y letras que todavía no sé leer. Arranqué el cartel sin que Merrigan se diera cuenta y me lo aguardé en el bolsillo. Esta es mi sorpresa. Los upeleros son monturas rápidas y afables. Puedo comprar un ejemplar. Cualquier animal de carga que esté en venta me puede servir. Merrigan irá montada en el animal mientras yo lo llevo con una cuerda. Iremos rápido y ella no tendría que caminar. Sus piernas descansarían. No tendría que masajearlas al llegar a casa para que se le baje la hinchazón. Y Merrigan dejaría de mentirse a sí misma.
Salgo del hostal entrada la noche, después de que Merrigan se acostase. Es una sorpresa. No quiero que me descubra hasta que sea de día. Saco el cartel de la carrera del bolsillo de mi pantalón. Leo en voz alta las palabras que conozco.
—La famosa carrera de upeleros de Haverte y Mirna — estoy casi seguro que Haverte y Mirna no son palabras reales. Son nombres de personas —. (…) Entrenadora y desaparecido… upelero estrella. (…) Arsel es competidor y (…) ver. (…) autoridades. El tiempo vuela — es una de las frases humanas que Merrigan emplea; significa que hay prisa — y sustituto.
Doy vueltas al papel y hago una segunda leída, ésta en voz baja.
Confuso, me rasco la cabeza. Sigo sin comprender gran parte del mensaje. Entiendo lo suficiente para saber qué hay una carrera donde se emplearán buenos animales. Uno de ellos es un upelero con forma de estrella. No me importan la forma que tengan. Cualquiera me sirve. Sea upelero estrella, caballo o mula. Tengo monedas y estoy dispuesto a pagar por el servicio del animal.
Es fácil encontrar a los participantes de la carrera. Los jinetes se encuentran en el establo de las afueras de la ciudad, en compañía de sus monturas. Entre ellos deben estar Haverte, Mirna y Arsel, los nombres que aparecen en el anuncio. Hay más personas, diría que docena y media entre jinetes y escuderos. Cada uno posee su montura. Una mujer dragona, sé que es una dragona de Dundarak por el distintivo lagarto en su blasón, monta sobre una especie de perro gigante posado sobre sus dos patas traseras. Me acerco a la mujer fascinado por el animal. La escucho hablar con su sirviente, un chico adolescente, quizás también provenga de Dundarak.
—Cuidado al cepillar las crines del vlashog no le hagas daño. Una patada suya podría lanzarte varios metros de distancia — la mujer se ríe alegremente —. Y tendrías suerte porque si llegases a hacerme caer, mi patada te devolvería a Dundarak. ¡Créeme que lo hará! Te dejaré el culo rojo durante lo que te quede de existencia. Ves con cuidado, con más cuidado…. Mira, déjalo. Lléname la jarra de cerveza, a ver si eso se te da mejor.
Sigo caminando entre los participantes. Soy conscientes de las miradas de rechazo que recibo por parte de los corredores. A muchos les incomoda mi presencia, no les gusta que esté curioseando en silencio.
—Se me pasará, no te preocupes. Solo necesito tomar aire…. ¡Ufff! Hoy hemos hecho un buen tramo — miente y ella sabe que miente. Lo repite cada día que pasa pese a estar aminorando la marcha. Los descansos se vuelven más frecuentes y el paseo más breve. El dolor y el sentimiento de debilidad la obligan a mentir.
Sandorai queda lejos. A este ritmo, dudo que podamos llegar. No me atrevo a decírselo a Merrigan. Tampoco lo necesito. Ella reconoce nuestros problemas, aunque pretenda olvidarlos repitiendo las mismas mentiras.
Los síntomas del embarazo no son nuestra única preocupación. Las noticias que llegan a Vulwulfar hablan de guerra y muerte. Merrigan se queda plantada frente a los tablones de la ciudad y las lee en voz alta para que pueda enterarme de lo que pone.
Decidimos mantener el viaje. Encontraremos una manera de esquivar la confrontación y llegar hasta el lugar sagrado. Merrigan bromea diciendo que dispuesta a atravesar el campo de batalla si hace falta. Lo ha repetido tantas veces que parece otra de sus efímeras mentiras.
No puedo anular el viaje, alimentaría la paranoia de Merrigan, pero sí hacer que resulte más cómodo para ella. Le guardo una sorpresa. En los tablones de anuncios, mientras Merrigan leía las noticas de la guerra en voz alta, me fijé en un cartel que informaba sobre una carrera de upeleros. No pude leer todo el mensaje. Había palabras que no conozco y letras que todavía no sé leer. Arranqué el cartel sin que Merrigan se diera cuenta y me lo aguardé en el bolsillo. Esta es mi sorpresa. Los upeleros son monturas rápidas y afables. Puedo comprar un ejemplar. Cualquier animal de carga que esté en venta me puede servir. Merrigan irá montada en el animal mientras yo lo llevo con una cuerda. Iremos rápido y ella no tendría que caminar. Sus piernas descansarían. No tendría que masajearlas al llegar a casa para que se le baje la hinchazón. Y Merrigan dejaría de mentirse a sí misma.
Salgo del hostal entrada la noche, después de que Merrigan se acostase. Es una sorpresa. No quiero que me descubra hasta que sea de día. Saco el cartel de la carrera del bolsillo de mi pantalón. Leo en voz alta las palabras que conozco.
—La famosa carrera de upeleros de Haverte y Mirna — estoy casi seguro que Haverte y Mirna no son palabras reales. Son nombres de personas —. (…) Entrenadora y desaparecido… upelero estrella. (…) Arsel es competidor y (…) ver. (…) autoridades. El tiempo vuela — es una de las frases humanas que Merrigan emplea; significa que hay prisa — y sustituto.
Doy vueltas al papel y hago una segunda leída, ésta en voz baja.
Confuso, me rasco la cabeza. Sigo sin comprender gran parte del mensaje. Entiendo lo suficiente para saber qué hay una carrera donde se emplearán buenos animales. Uno de ellos es un upelero con forma de estrella. No me importan la forma que tengan. Cualquiera me sirve. Sea upelero estrella, caballo o mula. Tengo monedas y estoy dispuesto a pagar por el servicio del animal.
Es fácil encontrar a los participantes de la carrera. Los jinetes se encuentran en el establo de las afueras de la ciudad, en compañía de sus monturas. Entre ellos deben estar Haverte, Mirna y Arsel, los nombres que aparecen en el anuncio. Hay más personas, diría que docena y media entre jinetes y escuderos. Cada uno posee su montura. Una mujer dragona, sé que es una dragona de Dundarak por el distintivo lagarto en su blasón, monta sobre una especie de perro gigante posado sobre sus dos patas traseras. Me acerco a la mujer fascinado por el animal. La escucho hablar con su sirviente, un chico adolescente, quizás también provenga de Dundarak.
—Cuidado al cepillar las crines del vlashog no le hagas daño. Una patada suya podría lanzarte varios metros de distancia — la mujer se ríe alegremente —. Y tendrías suerte porque si llegases a hacerme caer, mi patada te devolvería a Dundarak. ¡Créeme que lo hará! Te dejaré el culo rojo durante lo que te quede de existencia. Ves con cuidado, con más cuidado…. Mira, déjalo. Lléname la jarra de cerveza, a ver si eso se te da mejor.
Sigo caminando entre los participantes. Soy conscientes de las miradas de rechazo que recibo por parte de los corredores. A muchos les incomoda mi presencia, no les gusta que esté curioseando en silencio.
Última edición por Sarez el Mar Abr 28 2020, 13:46, editado 1 vez
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
-No lo tengo muy claro…- empezó Elaine. –Es decir, tienes experiencia, pero no creo que cuente… y no necesitamos el dinero.-
-No digas tonterías, está decidido. Y claro que necesitamos más dinero, necesitas armas, armaduras, pociones, algún ítem chulo, vi unas runas que hacen BOOM cuando las arrojas.-
-Puedo apañárselas sin nada de e…-
-Todo el mundo piensa que puede apañárselas con lo que tiene, hasta que no puede. ¡Uno nunca invierte suficiente en protección! Y vi un arma supercara y megachula, la alzas, hace pzuuum, aparecen otras cinco y salen disparadas haciendo fium fium.-
-Lo sabía…- Elaine contuvo una carcajada. Su señora solo quería comprar algún arma chula que hiciera pew pew o cualquier sonido chulo similar. Aunque debía apreciar que quisiera que ella la usara en vez de quedárselo. –Armaduras primero, para ambas. Y pociones, serán más baratas si las haces tú.- pero Alisha no la estaba escuchando, había dirigido al upelero que estaban montando hacia un establo, y se había parado ante una mujer de pelo castaño, joven, claramente una guardia, a juzgar por la espada colgando de su cinto y por como las repaso con la mirada..
-Buenos días, vengo a aportar mi experiencia como afamada dom…-
-Persona equivocada cielo, pregúntale a ella, es Anna.- se limitó a decirle la mujer, señalando a otra, rubia y que parecía rozar los cincuenta. Alisha dirigió a Plumitas hacia la mujer indicada y se repitió.
-Buenos días, vengo a aportar mi…-
-Si si, te he oído. Dime, ¿tienes experiencia?-una pena, pensó Elaine, la había visto ensayar su discurso ante el espejo, pensando que nadie la veía, y ahora no podía decirlo.Sin embargo, se recupero, y ante la pregunta, su señora alzó la barbilla orgullosa.
-Por supuesto, aquí donde nos ves, yo y Plumitas somos los vencedores de la Cuarta Gran Carrera de Upeleros. Plumitas, haz la cosa.- Y el maldito pajarraco hizo una pose, alzando una pata con el cuello estirado, como si posara para un cuadro. ¿Cómo le había enseñado a hacer eso? A saber. Una tendía a dejar de preguntarse esas cosas después de un par de semanas.
-La verdad es que es un buen uperero… algo viejo, pero aún tiene varios años de fuerza.- por supuesto que la criadora de upeleros iba a examinar al pajarraco, incluso le estaba acariciando las plumas, y le abrió la boca para ver… a saber.
-No le hables así al pobre, ¡estás hablando con un veterano de guerra!-
-Oh, ¿entrenado para el combate también? Te subestime…- mejor no decirle que ya venía entrenado…
-¿Estamos contratadas entonces?- interrumpió El, antes de que Alisha admitiera la verdad.
-No digas tonterías, está decidido. Y claro que necesitamos más dinero, necesitas armas, armaduras, pociones, algún ítem chulo, vi unas runas que hacen BOOM cuando las arrojas.-
-Puedo apañárselas sin nada de e…-
-Todo el mundo piensa que puede apañárselas con lo que tiene, hasta que no puede. ¡Uno nunca invierte suficiente en protección! Y vi un arma supercara y megachula, la alzas, hace pzuuum, aparecen otras cinco y salen disparadas haciendo fium fium.-
-Lo sabía…- Elaine contuvo una carcajada. Su señora solo quería comprar algún arma chula que hiciera pew pew o cualquier sonido chulo similar. Aunque debía apreciar que quisiera que ella la usara en vez de quedárselo. –Armaduras primero, para ambas. Y pociones, serán más baratas si las haces tú.- pero Alisha no la estaba escuchando, había dirigido al upelero que estaban montando hacia un establo, y se había parado ante una mujer de pelo castaño, joven, claramente una guardia, a juzgar por la espada colgando de su cinto y por como las repaso con la mirada..
-Buenos días, vengo a aportar mi experiencia como afamada dom…-
-Persona equivocada cielo, pregúntale a ella, es Anna.- se limitó a decirle la mujer, señalando a otra, rubia y que parecía rozar los cincuenta. Alisha dirigió a Plumitas hacia la mujer indicada y se repitió.
-Buenos días, vengo a aportar mi…-
-Si si, te he oído. Dime, ¿tienes experiencia?-una pena, pensó Elaine, la había visto ensayar su discurso ante el espejo, pensando que nadie la veía, y ahora no podía decirlo.Sin embargo, se recupero, y ante la pregunta, su señora alzó la barbilla orgullosa.
-Por supuesto, aquí donde nos ves, yo y Plumitas somos los vencedores de la Cuarta Gran Carrera de Upeleros. Plumitas, haz la cosa.- Y el maldito pajarraco hizo una pose, alzando una pata con el cuello estirado, como si posara para un cuadro. ¿Cómo le había enseñado a hacer eso? A saber. Una tendía a dejar de preguntarse esas cosas después de un par de semanas.
-La verdad es que es un buen uperero… algo viejo, pero aún tiene varios años de fuerza.- por supuesto que la criadora de upeleros iba a examinar al pajarraco, incluso le estaba acariciando las plumas, y le abrió la boca para ver… a saber.
-No le hables así al pobre, ¡estás hablando con un veterano de guerra!-
-Oh, ¿entrenado para el combate también? Te subestime…- mejor no decirle que ya venía entrenado…
-¿Estamos contratadas entonces?- interrumpió El, antes de que Alisha admitiera la verdad.
Última edición por Alisha Lessard el Miér Abr 29 2020, 18:51, editado 1 vez
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Camino por el establo deteniéndome en cada ejemplar que me llama la curiosidad. Todos son animales sanos y fuertes, pero ninguno está en venta. Lo sé por la forma en la que los jinetes hablan sobre sus animales. Para ellos, su corcel es el mejor, el más rápido, el más resistente y el que vencerá la carrera. Arremeten contra los ayudantes para que traten con esmero a los animales. Piden a gritos que les traigan la mejor comida. No escatiman en gastos. Un hombre, por su corpulencia podría ser humano, contrató a tres oficiales del establo. Dos para que cepillen a las crines de su caballo, un ejemplar de color negro. El tercero tiene la tarea más arriesgada. Debe despertar a un herrero de la ciudad, ateniendo al enfado del mismo, e insistirle a que fabrique una herradura a medida para el corcel. Escucho la conversación porque el humano corpulento habla gritando, como la mujer dragona. La herradura ha de ser perfecta, cómoda para el animal El tercer oficial lleva una herradura que sirva como molde al herrero. El humano no querrá venderme a su animal, ni siquiera alquilármelo para el viaje. Los otros jinetes que hablan en voz alta tendrán el mismo parecer.
Hay otro grupo de jinetes, aquellos que golpean a los animales. Éstos me hacen sentir impotente. Vi a una mujer dar con una fusta de madera a un caballo en el trasero como castigo por haber fallado en un entrenamiento. Los asnos, mulos y otros animales de cargan no sufren un mejor trato. Sus dueños se despreocupan de ellos, son animales baratos. Han dejado de suministrarles comida ya que ésta estaba reservada para los animales que compiten. Esto les ha hecho debilitar el gran medido. Un mulo se desploma delante de mí. No soporta su propio peso. Tengo una manzana roja en la bolsa. Podría entregársela al animal. Pienso en qué ocurrirá cuando saque la fruta. Algún jinete me preguntará cuando le daría por ella. Insistiría en comprarla: un mulo no necesita el lujo de comer y mi corcel tiene que competir. Podría ser peor. Los propios dueños del mulo arremeterían contra mí por acercarme a su animal sin permiso. Lo más considerado es dejar morir al mulo.
Existe la opción intermedia: los grupos pequeños que hablan en voz baja. Son a los que más interese demuestro. Tienen cariño por el animal y sus pretensiones están más allá de la carrera. Me acerco a un grupo formado por dos mujeres y un ave gigante, un upelero. Aman a su animal, lo veo en sus ojos. No tengo esperanzas que me lo presten. Imagino que no lo harían. Pero son mujeres educadas. Pienso que hablarán conmigo. Los otros jinetes, los que gritan, me ignorarían o me dirían que me fuera sin escucharme.
—Hola — saludo con una suave reverencia con la cabeza. Me la enseñó Merrigan. Me contó que era un signo de distinción entre los burgueses y nobles de Verisar, una señal de respeto —. Mi nombre es Sarez. Busco a un animal — hago un gesto con los brazos como si quisiera abarcar todo el establo —. Aquí hay muchos animales. Quiero uno que lleve a mi esposa embarazada a Sandorai. Yo la acompañaría — saco el anuncio que cogí del cartel —. Tengo esto. Pone que aquí hay animales.
El upelero de las chicas se acerca hacia mí y olisquea mi cabello. No hago intención de alejarme. Levanto la mano libre y busco la cabeza del ave.
—Es simpático.
Offrol: espero que no te moleste que haya usado un poquito a Plumitas, me pareció un lindo detalle que afiance el acercamiento de nuestros personajes. Si te molesta puedes hacer que me muerda la cocorota.
Hay otro grupo de jinetes, aquellos que golpean a los animales. Éstos me hacen sentir impotente. Vi a una mujer dar con una fusta de madera a un caballo en el trasero como castigo por haber fallado en un entrenamiento. Los asnos, mulos y otros animales de cargan no sufren un mejor trato. Sus dueños se despreocupan de ellos, son animales baratos. Han dejado de suministrarles comida ya que ésta estaba reservada para los animales que compiten. Esto les ha hecho debilitar el gran medido. Un mulo se desploma delante de mí. No soporta su propio peso. Tengo una manzana roja en la bolsa. Podría entregársela al animal. Pienso en qué ocurrirá cuando saque la fruta. Algún jinete me preguntará cuando le daría por ella. Insistiría en comprarla: un mulo no necesita el lujo de comer y mi corcel tiene que competir. Podría ser peor. Los propios dueños del mulo arremeterían contra mí por acercarme a su animal sin permiso. Lo más considerado es dejar morir al mulo.
Existe la opción intermedia: los grupos pequeños que hablan en voz baja. Son a los que más interese demuestro. Tienen cariño por el animal y sus pretensiones están más allá de la carrera. Me acerco a un grupo formado por dos mujeres y un ave gigante, un upelero. Aman a su animal, lo veo en sus ojos. No tengo esperanzas que me lo presten. Imagino que no lo harían. Pero son mujeres educadas. Pienso que hablarán conmigo. Los otros jinetes, los que gritan, me ignorarían o me dirían que me fuera sin escucharme.
—Hola — saludo con una suave reverencia con la cabeza. Me la enseñó Merrigan. Me contó que era un signo de distinción entre los burgueses y nobles de Verisar, una señal de respeto —. Mi nombre es Sarez. Busco a un animal — hago un gesto con los brazos como si quisiera abarcar todo el establo —. Aquí hay muchos animales. Quiero uno que lleve a mi esposa embarazada a Sandorai. Yo la acompañaría — saco el anuncio que cogí del cartel —. Tengo esto. Pone que aquí hay animales.
El upelero de las chicas se acerca hacia mí y olisquea mi cabello. No hago intención de alejarme. Levanto la mano libre y busco la cabeza del ave.
—Es simpático.
Offrol: espero que no te moleste que haya usado un poquito a Plumitas, me pareció un lindo detalle que afiance el acercamiento de nuestros personajes. Si te molesta puedes hacer que me muerda la cocorota.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
-Sí, supongo que si…- concedió la que ahora era su jefa
-Bien, trabajaremos de noche.- dijo Elaine, viendo a su señora distraída.
-Dime, Anna, ¿porque lucen algunos animales tan enfermos?- Oh no.
-Eso es cosa de sus propietarios, no vamos a molestarnos en supervi…-
-Mientes. Ningún establo que se precie dejaría que eso ocurriera, los animales enfermaran, y las enfermedades contagiarían al resto. - Elaine cogió la mano de Alisha desde detrás, intentando que se calmara, pero como toda respuesta sintió una oleada de puro terror. Muy tarde. 1
-N-n-no tenemos el dinero. Invertimos demasiado en el anterior upelero y su entrenadora. Necesitamos ganar la carrera o tendremos que cerrar, así que decidimos…-
-Que son prescindibles. Seguramente lo mismo pensó vuestra entrenadora, por eso se fue. Que sois prescindibles. Supongo que no quieres que la gente piense eso, ¿no? Asegúrate de que todos esos pobres animales están bien cuidados, aunque esos supercampeones reciban menos. Y si se quejan, diles a sus dueños que si quieren que sus upeleros tengan lo mejor de lo mejor sin pagarlo ellos mismos, que hablen conmigo y Esperanza. Somos Alisha y Elaine, trabajaremos por las noches, para no molestar el entrenamiento del resto. –
-Espera…¿Quién es Esperanza entonces?-
-Mi ballesta.- se limitó a decir, tirando de las riendas para que Plumitas se fuera. Parecía que Anna quería decir algo, pero no le dio tiempo, ya estaba yéndose.
-¿Desde cuando tu ballesta tiene nombre?- susurró por lo bajo.
-Shhhh, ha quedado muy guay, no lo arruines.-
-No creo que vayan a hacerte caso…- intentó empezar, prepararla para la decepción.
-Mírala, están desesperados. Y estoy bastante segura de que no cobraremos si no ganamos la carrera. No encontrara a nadie mejor que nosotros. Y si nos echan…no es mi primera vez rescatando upeleros…-
-¿Así que vamos a chantajear y amenazar hasta ganar la carrera? Un poco más oscuro de lo que esperaba de ti.-
-No digas tonterías, ¡gane una carrera, puedo volverlo a hacer!- mientras tanto, Plumitas se había parado ante un elfo, que parecía querer acariciarlo. Y quería un animal. Pero no a Plumitas, él era especial.
-Salvo que realmente te mueras de prisa, no recomiendo un upelero, y menos Plumitas, tiene c…arácter.- Plumitas lo había demostrado intentando meter la cabeza del hombre en su boca. –Plumitas, no, hush hush.- tiró de las riendas para ahorrarle al elfo una mirada al abismo. Y el olor, sobretodo el olor. –Intenta una mula, se mueven tranquilamente, y son muy fáciles de cabalgar. Necesitan dinero, seguramente te venden una, o puedes intentar trabajar para que te regalen una. Parece que les sobran igualmente…-
_____________
1: Alisha usa presencia vampirica
-Bien, trabajaremos de noche.- dijo Elaine, viendo a su señora distraída.
-Dime, Anna, ¿porque lucen algunos animales tan enfermos?- Oh no.
-Eso es cosa de sus propietarios, no vamos a molestarnos en supervi…-
-Mientes. Ningún establo que se precie dejaría que eso ocurriera, los animales enfermaran, y las enfermedades contagiarían al resto. - Elaine cogió la mano de Alisha desde detrás, intentando que se calmara, pero como toda respuesta sintió una oleada de puro terror. Muy tarde. 1
-N-n-no tenemos el dinero. Invertimos demasiado en el anterior upelero y su entrenadora. Necesitamos ganar la carrera o tendremos que cerrar, así que decidimos…-
-Que son prescindibles. Seguramente lo mismo pensó vuestra entrenadora, por eso se fue. Que sois prescindibles. Supongo que no quieres que la gente piense eso, ¿no? Asegúrate de que todos esos pobres animales están bien cuidados, aunque esos supercampeones reciban menos. Y si se quejan, diles a sus dueños que si quieren que sus upeleros tengan lo mejor de lo mejor sin pagarlo ellos mismos, que hablen conmigo y Esperanza. Somos Alisha y Elaine, trabajaremos por las noches, para no molestar el entrenamiento del resto. –
-Espera…¿Quién es Esperanza entonces?-
-Mi ballesta.- se limitó a decir, tirando de las riendas para que Plumitas se fuera. Parecía que Anna quería decir algo, pero no le dio tiempo, ya estaba yéndose.
-¿Desde cuando tu ballesta tiene nombre?- susurró por lo bajo.
-Shhhh, ha quedado muy guay, no lo arruines.-
-No creo que vayan a hacerte caso…- intentó empezar, prepararla para la decepción.
-Mírala, están desesperados. Y estoy bastante segura de que no cobraremos si no ganamos la carrera. No encontrara a nadie mejor que nosotros. Y si nos echan…no es mi primera vez rescatando upeleros…-
-¿Así que vamos a chantajear y amenazar hasta ganar la carrera? Un poco más oscuro de lo que esperaba de ti.-
-No digas tonterías, ¡gane una carrera, puedo volverlo a hacer!- mientras tanto, Plumitas se había parado ante un elfo, que parecía querer acariciarlo. Y quería un animal. Pero no a Plumitas, él era especial.
-Salvo que realmente te mueras de prisa, no recomiendo un upelero, y menos Plumitas, tiene c…arácter.- Plumitas lo había demostrado intentando meter la cabeza del hombre en su boca. –Plumitas, no, hush hush.- tiró de las riendas para ahorrarle al elfo una mirada al abismo. Y el olor, sobretodo el olor. –Intenta una mula, se mueven tranquilamente, y son muy fáciles de cabalgar. Necesitan dinero, seguramente te venden una, o puedes intentar trabajar para que te regalen una. Parece que les sobran igualmente…-
_____________
1: Alisha usa presencia vampirica
Última edición por Alisha Lessard el Miér Abr 29 2020, 18:51, editado 1 vez
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Acomodo mi cabello revuelto por el upelero Plumitas. La vampiresa tira de la rienda alejando al animal de mi, por lo visto, sabroso pelo. Asiento en señal de gratitud y confirmando el carácter del ave. Un upelero no es una buena decisión. Me imagino a Merrigan subida a un animal. Éste podría precipitarse, lanzarse a la carrera sin aviso, consiguiendo que Merrigan se cayese durante el camino. Ella no se haría ningún daño. La vida que porta en su interior no tendría tanta suerte. Los otros animales propuestos para la carrera no son mejores. La chica sigue hablando. Dice que las mulas son una mejor opción, mansas y seguras.
—Gracias — vuelvo a asentir con la cabeza —. Preguntaré por las mulas y por el trabajo — repito la reverencia con la que me presenté —. Muchas gracias.
Despierto horas antes del primer canto de gallo. Procuro no hacer ruido para no despertar a Merrigan. Ella descansa abrazada a la almohada, ajena a mi escapada. Duerme tranquila. Un pecho le sobresale del camisón, acariciando la almohada como si buscase al niño que pronto nacerá. Observo a Merrigan mientras me pongo los pantalones y las botas, protegiéndola de un mal inexistente. Parece tan fácil que temo dejarla sola. Se trata de un pensamiento irracional y masculino, el miedo de todo padre al creer que los problemas surgen durante su ausencia. Deshago mis inquietudes con movimientos negativos de cabeza. No tiene por qué pasar nada.
Me siento en el tocador de Merrigan. Abro el cajón superior y cojo el libro de notas de Merrigan, una pluma y el tintero. Escribo una nota explicando a Merrigan dónde me ido utilizando el escaso vocabulario que conozco y sé escribir.
Anoche fui al establo y encontré trabajo. Tú dormías. Trabajo a cambio de una mula para viajar a Sandorai. Puedes ir a verme. Pregunta por Engelhart.
Jens Engelhart es un humano grande y corpulento como un oso. Mide lo mismo que yo, pero debe pesar tres veces más. Tiene tres caballos y cinco hijos varones, dos muchachos cercanos en edad, un adolescente y dos gemelos de siete años. Los tres hermanos mayores competirán en la carrera. Engelhart me escuchó hablar con la chica del upelero Plumitas. Se presentó con una amplia sonrisa. Con una mano se acariciaba la voluptuosa barriga mientras que con la otra mandaba a sus hijos más pequeños que se mantuvieran pegados a su espalda.
—¡Elfo, aquí! Odio entrometerme en los asuntos que no me llaman, pero me ha parecido oír que necesitas trabajo. Mira, te propongo un trueque, la mitad de las monedas que llevas y los días que dure el trabajo que dure la organización de la carrera a cambio de un burro. ¡Macho! Bonito nombre, ¿verdad? Fue idea de estos rufianes de aquí — revolvió el pelo de los gemelos —. No puedo ofrecerte una oferta mejor. Pago por el arrendamiento de tres cuadras y por la participación de tres caballos. Por poco me arruino. ¿Qué me dices? El trabajo es bien sencillo, tendrás que limpiar las cuadras y cuidar de los animales. ¿Y bien?
Le dije que sí. Cumpliendo con mi palabra, me presento en el establo para la hora del desayuno. Encuentro a Jens Engelhart comiendo con cuatro de sus hijos en una mesa provisional hecha con unos barriles.
—Por ahí llega nuestro elfo. ¡Venga, únete! Tenemos queso y pan de centeno. Jake — el mayor — vendrá pronto. Dijo que iba a conseguir algo de leche y huevos en el mercado. No tengas vergüenza, coge algo.
—He comido unas galletas mientras venía, gracias.
—Como quieras — Engelhart se encoge de hombros — Killian, — el segundo hijo — ¿por qué no enseñas a nuestro amigo nuestras instalaciones? Tenemos tres caballos estupendos, sí señor — no sé si habla conmigo o con Killian —. Fusta, Trigo y Noche. Todavía no ha nacido el Engelhart que posea el ingenio para los nombres. Llamamos a los animales por lo que son o por el color que tienen. Fusta es la yegua marrón como madera, Trigo es el caballo más claro, depende de a qué Engelhart le preguntes, te dirá que es de color naranja o amarillo, y Noche es el negro, no tiene pérdida.
—Son buenos nombres — contesto por compromiso —. Anoche conocí a una chica con un upelero llamado Plumitas. ¿Es una Engelhart?
—No, que yo sepa. De mi entrepierna solo han salido varones — la risa es otro atributo que Jens Engelhart comparte con los osos.
Killian me presenta a los animales. Él montará a Trigo, Jake a Noche y Kerr a Fusta. Da instrucciones de los trabajos que he de realizar. Me entrega una pala y una horca.
—Den y Ren — los gemelos — vendrán a ayudarte cuando acaben de comer, pero no esperes mucho de ellos. Verás que son un estorbo. Y…. — en voz baja, para que tu padre no le escuche — Si vuelves a ver con esa chica, dímelo. Me gustaría… esto… conocer a su upelero. ¿Vale? — regresando al tema de la conversación —. Nuestro trabajo se alargará hasta entrada la noche. Hoy no cenas con los tuyos y mañana puede que tampoco; supongo que mi padre te lo habrá dicho. Es por la noche cuando realizamos los entrenamientos y cuando más trabajo hay.
Durante la mañana, los aniamles y caballos descansaron. Killian se fue a dormir luego de hablar conmigo. Regresa entrada la tarde, intercambiándose con los gemelos que desean tomar un descanso. La carrera se hará durante la noche, me explica Killian, razón por la cual los jinetes deciden entrenar a estas horas. Tanto ellos como los animales deben acostumbrarse a la oscuridad. Jake, Killian y Kerr toman sus respectivos caballos. Yo me quedo en el establo retirando el guano del reciento y cambiando el heno sucio por el limpio.
—Gracias — vuelvo a asentir con la cabeza —. Preguntaré por las mulas y por el trabajo — repito la reverencia con la que me presenté —. Muchas gracias.
_____________________
Despierto horas antes del primer canto de gallo. Procuro no hacer ruido para no despertar a Merrigan. Ella descansa abrazada a la almohada, ajena a mi escapada. Duerme tranquila. Un pecho le sobresale del camisón, acariciando la almohada como si buscase al niño que pronto nacerá. Observo a Merrigan mientras me pongo los pantalones y las botas, protegiéndola de un mal inexistente. Parece tan fácil que temo dejarla sola. Se trata de un pensamiento irracional y masculino, el miedo de todo padre al creer que los problemas surgen durante su ausencia. Deshago mis inquietudes con movimientos negativos de cabeza. No tiene por qué pasar nada.
Me siento en el tocador de Merrigan. Abro el cajón superior y cojo el libro de notas de Merrigan, una pluma y el tintero. Escribo una nota explicando a Merrigan dónde me ido utilizando el escaso vocabulario que conozco y sé escribir.
Anoche fui al establo y encontré trabajo. Tú dormías. Trabajo a cambio de una mula para viajar a Sandorai. Puedes ir a verme. Pregunta por Engelhart.
Jens Engelhart es un humano grande y corpulento como un oso. Mide lo mismo que yo, pero debe pesar tres veces más. Tiene tres caballos y cinco hijos varones, dos muchachos cercanos en edad, un adolescente y dos gemelos de siete años. Los tres hermanos mayores competirán en la carrera. Engelhart me escuchó hablar con la chica del upelero Plumitas. Se presentó con una amplia sonrisa. Con una mano se acariciaba la voluptuosa barriga mientras que con la otra mandaba a sus hijos más pequeños que se mantuvieran pegados a su espalda.
—¡Elfo, aquí! Odio entrometerme en los asuntos que no me llaman, pero me ha parecido oír que necesitas trabajo. Mira, te propongo un trueque, la mitad de las monedas que llevas y los días que dure el trabajo que dure la organización de la carrera a cambio de un burro. ¡Macho! Bonito nombre, ¿verdad? Fue idea de estos rufianes de aquí — revolvió el pelo de los gemelos —. No puedo ofrecerte una oferta mejor. Pago por el arrendamiento de tres cuadras y por la participación de tres caballos. Por poco me arruino. ¿Qué me dices? El trabajo es bien sencillo, tendrás que limpiar las cuadras y cuidar de los animales. ¿Y bien?
Le dije que sí. Cumpliendo con mi palabra, me presento en el establo para la hora del desayuno. Encuentro a Jens Engelhart comiendo con cuatro de sus hijos en una mesa provisional hecha con unos barriles.
—Por ahí llega nuestro elfo. ¡Venga, únete! Tenemos queso y pan de centeno. Jake — el mayor — vendrá pronto. Dijo que iba a conseguir algo de leche y huevos en el mercado. No tengas vergüenza, coge algo.
—He comido unas galletas mientras venía, gracias.
—Como quieras — Engelhart se encoge de hombros — Killian, — el segundo hijo — ¿por qué no enseñas a nuestro amigo nuestras instalaciones? Tenemos tres caballos estupendos, sí señor — no sé si habla conmigo o con Killian —. Fusta, Trigo y Noche. Todavía no ha nacido el Engelhart que posea el ingenio para los nombres. Llamamos a los animales por lo que son o por el color que tienen. Fusta es la yegua marrón como madera, Trigo es el caballo más claro, depende de a qué Engelhart le preguntes, te dirá que es de color naranja o amarillo, y Noche es el negro, no tiene pérdida.
—Son buenos nombres — contesto por compromiso —. Anoche conocí a una chica con un upelero llamado Plumitas. ¿Es una Engelhart?
—No, que yo sepa. De mi entrepierna solo han salido varones — la risa es otro atributo que Jens Engelhart comparte con los osos.
Killian me presenta a los animales. Él montará a Trigo, Jake a Noche y Kerr a Fusta. Da instrucciones de los trabajos que he de realizar. Me entrega una pala y una horca.
—Den y Ren — los gemelos — vendrán a ayudarte cuando acaben de comer, pero no esperes mucho de ellos. Verás que son un estorbo. Y…. — en voz baja, para que tu padre no le escuche — Si vuelves a ver con esa chica, dímelo. Me gustaría… esto… conocer a su upelero. ¿Vale? — regresando al tema de la conversación —. Nuestro trabajo se alargará hasta entrada la noche. Hoy no cenas con los tuyos y mañana puede que tampoco; supongo que mi padre te lo habrá dicho. Es por la noche cuando realizamos los entrenamientos y cuando más trabajo hay.
_____________________
Durante la mañana, los aniamles y caballos descansaron. Killian se fue a dormir luego de hablar conmigo. Regresa entrada la tarde, intercambiándose con los gemelos que desean tomar un descanso. La carrera se hará durante la noche, me explica Killian, razón por la cual los jinetes deciden entrenar a estas horas. Tanto ellos como los animales deben acostumbrarse a la oscuridad. Jake, Killian y Kerr toman sus respectivos caballos. Yo me quedo en el establo retirando el guano del reciento y cambiando el heno sucio por el limpio.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
El marido de Anna, Christoff, estaba en el establo y fue la que los introdujo a los upeleros. Mientras Alisha los mimaba, se dedico a hacerle unas preguntas al hombre.
-¿Cuándo es la carrera?-
-En unos cinco dias, de noche, por eso los veras a todos entrenar ahora.-
-¿Qué incluye? ¿Obstáculos? ¿Círculos en llamas? ¿Gigantes ovillos lanzados por un Dios Felino?-
-Ll…ov… ¿de dónde diablos te saco mi mujer?-
-Eh, a mí no me culpes si esa carrera es muy sosa. La que gane tenía todas esas cosas, esta parece que lo único que tiene de especial es que la organiza un vampiro.-
-Haverte no es una vampira, la organizó de noche para que el humilde populacho pudiera disfrutar del entretenimiento después de un largo día de trabajo.- Alisha se limitó a poner los ojos en blanco y saco a uno de los upeleros del establo.
-Vamos Sally, nos vamos a echar unas carreras.-
-No se llama Sally, de hecho, es un macho, de d…-
-Shhhh, no lo escuches Sally.- dijo la vampiresa, tapándole los oídos al pájaro. O donde creía que estaban los oídos al menos. –Puedes ser todo lo que te propongas.- Y montó al pajarraco con un movimiento fluido, llevándolo hacia la pista.
Christoff desconfiaba, y se quedó mirando el entrenamiento, junto a Elaine. Aunque tuvo que admitir que Gru…Sally, estaba haciendo un buen trabajo. -¿Sabe que se supone que debe montarlo otro cierto? Esta aquí para entrenarlos, no para ganar la carrera.-
-No estoy segura, la verdad… Aunque seguramente es mucho más fácil entrenarlo así.-
-¿Y qué diablos lleva colgado de un palo? ¿Es eso una manzana?-
-ES UNA MANZANA MEJORADA ALQUIMICAMENTE.- Gritó Alisha, habiendo escuchado unas cuantas palabras de la última frase, haciendo que Sally saltara grácilmente por un obstáculo.
-Es una manzana caramelizada.- tradujo El. –Aparentemente se pirran por ellas. Pensaba que el nuestro simplemente era raro.- Se hizo el cambio de upeleros, esta vez una hembra de verdad llamada Aurora, aunque el entrenamiento se quedó cortó, Alisha trayendo el pájaro a toda prisa.
-Tenemos que irnos por hoy, nos veremos mañana. Tengo que…preparar el programa, eso, exacto.- el hombre no parecía muy contento, pero no dijo nada. Puede que se hubiera convencido de que Alisha era una decente entrenadora, o puede que notara la urgencia.
Una vez se hubieron alejado, montando en Plumitas, Elaine se apoyó en ella y le susurro en el oído. -¿Qué te pasa?¿Comiste demasiados dulces otra vez?-
-Me muero de hambre. Necesito que me consigas… algún animal.- Acababan de llegar la noche pasada, Alisha aún no había hecho amigos allí, no lo suficientemente amistosos como para que la dejaran beber un sorbito y, con el hambre que tenía, realmente no se fiaba. Mejor conseguir una gallina o algo así.
-Esa poción uh. Te dije que debería haber ido contigo.-
-¡Siempre dices que la alquimia te aburre! Además, estabas ocupada leyendo cochinadas.-
-¡Hey! ¡Las leyendas de una Desafortunada Súcubo son un clásico literario en la corte de Lunargenta!- pero dejo la discusión sobre su exquisito gusto literario para otro momento, bajando de Plumitas y yendo a buscar a alguien al que rob… tomar prestada una gallina, o puede que un cerdo pequeñito.
___________
Entre este turno y el siguiente, Alisha sufre la maldición del otro trabajo, teniendo hambre voraz.
-¿Cuándo es la carrera?-
-En unos cinco dias, de noche, por eso los veras a todos entrenar ahora.-
-¿Qué incluye? ¿Obstáculos? ¿Círculos en llamas? ¿Gigantes ovillos lanzados por un Dios Felino?-
-Ll…ov… ¿de dónde diablos te saco mi mujer?-
-Eh, a mí no me culpes si esa carrera es muy sosa. La que gane tenía todas esas cosas, esta parece que lo único que tiene de especial es que la organiza un vampiro.-
-Haverte no es una vampira, la organizó de noche para que el humilde populacho pudiera disfrutar del entretenimiento después de un largo día de trabajo.- Alisha se limitó a poner los ojos en blanco y saco a uno de los upeleros del establo.
-Vamos Sally, nos vamos a echar unas carreras.-
-No se llama Sally, de hecho, es un macho, de d…-
-Shhhh, no lo escuches Sally.- dijo la vampiresa, tapándole los oídos al pájaro. O donde creía que estaban los oídos al menos. –Puedes ser todo lo que te propongas.- Y montó al pajarraco con un movimiento fluido, llevándolo hacia la pista.
Christoff desconfiaba, y se quedó mirando el entrenamiento, junto a Elaine. Aunque tuvo que admitir que Gru…Sally, estaba haciendo un buen trabajo. -¿Sabe que se supone que debe montarlo otro cierto? Esta aquí para entrenarlos, no para ganar la carrera.-
-No estoy segura, la verdad… Aunque seguramente es mucho más fácil entrenarlo así.-
-¿Y qué diablos lleva colgado de un palo? ¿Es eso una manzana?-
-ES UNA MANZANA MEJORADA ALQUIMICAMENTE.- Gritó Alisha, habiendo escuchado unas cuantas palabras de la última frase, haciendo que Sally saltara grácilmente por un obstáculo.
-Es una manzana caramelizada.- tradujo El. –Aparentemente se pirran por ellas. Pensaba que el nuestro simplemente era raro.- Se hizo el cambio de upeleros, esta vez una hembra de verdad llamada Aurora, aunque el entrenamiento se quedó cortó, Alisha trayendo el pájaro a toda prisa.
-Tenemos que irnos por hoy, nos veremos mañana. Tengo que…preparar el programa, eso, exacto.- el hombre no parecía muy contento, pero no dijo nada. Puede que se hubiera convencido de que Alisha era una decente entrenadora, o puede que notara la urgencia.
Una vez se hubieron alejado, montando en Plumitas, Elaine se apoyó en ella y le susurro en el oído. -¿Qué te pasa?¿Comiste demasiados dulces otra vez?-
-Me muero de hambre. Necesito que me consigas… algún animal.- Acababan de llegar la noche pasada, Alisha aún no había hecho amigos allí, no lo suficientemente amistosos como para que la dejaran beber un sorbito y, con el hambre que tenía, realmente no se fiaba. Mejor conseguir una gallina o algo así.
-Esa poción uh. Te dije que debería haber ido contigo.-
-¡Siempre dices que la alquimia te aburre! Además, estabas ocupada leyendo cochinadas.-
-¡Hey! ¡Las leyendas de una Desafortunada Súcubo son un clásico literario en la corte de Lunargenta!- pero dejo la discusión sobre su exquisito gusto literario para otro momento, bajando de Plumitas y yendo a buscar a alguien al que rob… tomar prestada una gallina, o puede que un cerdo pequeñito.
___________
Entre este turno y el siguiente, Alisha sufre la maldición del otro trabajo, teniendo hambre voraz.
Última edición por Alisha Lessard el Miér Abr 29 2020, 18:52, editado 1 vez
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Termino el trabajo antes de que los chicos Engelhart regresen del entrenamiento. He recogido el heno y apilado en fardos a un lateral de cada cuadra, cambiado el agua de los bebederos y comprado un juego de herraduras para los tres caballos. También he apartado el guano de los animales y puesto en las cajas de compost. Jens Engelhart las vendería en el mercado en los días siguientes.
—Los granjeros pagan bien por la mierda de caballo — declaró adjuntando su enorme risotada.
Doy un paseo por las cuadras vecinas, sin alejarme demasiado de mi lugar de trabajo. Me gusta ver a los animales, conocer especies que nunca había visto. Las razas de caballos son amplias y variadas. Algunos poseen crines largas como mi cabello y otros son completamente calvos. Hay caballos con crines en las pezuñas, ofreciéndole una forma que recuerda a la recuerda a la de un calcetín. Caballos robustos como toros y delgados como fustas de madera. Jens Engelhart me explicó que cada raza de caballo posee una función determinada, no todos servían para correr. Le pregunté vacilante por qué era que todos competían. Porque los cerdos son lentos, contestó Jens Engelhart. No supe qué quiso decir.
Fusta y Trigo no pertenecen a ninguna raza. Fue Killian Engelhart quien me lo confesó en voz baja. Son híbridos, mestizos, de razas inciertas. Noche, sin embargo, es un frisón de buen porte y envergadura. Por mi actitud vacilante Killian supuso que no sabía qué significaba frisón. Continuó: caballos criados para el arado de trigo, pero que bien entrenados son capaces de correr a la misma velocidad que el más rápido de los dragones.
Hay otros frisones en el establo, es la raza de caballo que más abunda, sin tener en cuenta a los mestizos. Reconozco los rasgos que comparten con Noche: torso robusto, cabeza larga y orejas pequeñas siempre erguidas como si estuviera escuchando algo que los demás caballos no pudieran oír.
Distraído, me alejo de la zona de los caballos y entro a la de los upeleros. Son más rápidos que cerdos. Pienso siguiendo con la conversación que tuve con Jens Engelhart. Y más rápidos que los caballos. Veo algunas prácticas de entrenamiento quedándome fascinado por la técnica de los animales. En mi primer encuentro con los upeleros pensé que eran gallinas grandes. Ahora pienso que están más cerca de los dragones (de los dinosaurios) que de las gallinas.
Encuentro a las chicas que me ayudaron ayer. Hablan en voz alta sobre alquimia y súcubos. No alcanzo a escuchar toda la conversación. Al lado de las chicas se encuentra un upelero diferente a Plumitas. Un Engelhart habría bautizado al ave con un nombre tonto: Zancas o Penacho. Saludo a las chicas con un movimiento asertivo con la cabeza.
—Buenas noches — digo dudando si he utilizado el saludo correcto — ¿Tenéis más de un upelero? — señalo al animal con la mano —. Ese no es Plumitas, es otro.
Recuerdo la conversación que tuve con Killian Engelhart, pero decido ignorarla. Los Engelharts han sido buenos conmigo, pero no confío en ellos. La risa de Jens y las miradas desdeñosas de Killian me hacen pensar que no son buenas personas. Merrigan utilizaría otras palabras para describir a los Engelharts: no son trigo limpio y no son plato de buen gusto.
—Encontré trabajo. Allá, once… o catorce cuadras atrás — me confundo cuando son números mayores de diez —. Trabajo con los Engelharts. Quiero agradeceros una vez más — movimiento asertivo con la cabeza —. Jens Engelhart ha hablado con Alser, amigo suyo. Jens me prestaré una mula y Alser un poni. Dicen que trabajo bien y tengo buena mano con los caballos de los Engelharts, me lo recompensarán. Gracias a vosotras.
Echo una mirada a la cuadra en la que las chicas trabajan.
—Puedo ayudaros. No es molestia — añado antes que puedan contestar. Es lo que le digo a Merrigan cuando rechaza mi favor.
—Los granjeros pagan bien por la mierda de caballo — declaró adjuntando su enorme risotada.
Doy un paseo por las cuadras vecinas, sin alejarme demasiado de mi lugar de trabajo. Me gusta ver a los animales, conocer especies que nunca había visto. Las razas de caballos son amplias y variadas. Algunos poseen crines largas como mi cabello y otros son completamente calvos. Hay caballos con crines en las pezuñas, ofreciéndole una forma que recuerda a la recuerda a la de un calcetín. Caballos robustos como toros y delgados como fustas de madera. Jens Engelhart me explicó que cada raza de caballo posee una función determinada, no todos servían para correr. Le pregunté vacilante por qué era que todos competían. Porque los cerdos son lentos, contestó Jens Engelhart. No supe qué quiso decir.
Fusta y Trigo no pertenecen a ninguna raza. Fue Killian Engelhart quien me lo confesó en voz baja. Son híbridos, mestizos, de razas inciertas. Noche, sin embargo, es un frisón de buen porte y envergadura. Por mi actitud vacilante Killian supuso que no sabía qué significaba frisón. Continuó: caballos criados para el arado de trigo, pero que bien entrenados son capaces de correr a la misma velocidad que el más rápido de los dragones.
Hay otros frisones en el establo, es la raza de caballo que más abunda, sin tener en cuenta a los mestizos. Reconozco los rasgos que comparten con Noche: torso robusto, cabeza larga y orejas pequeñas siempre erguidas como si estuviera escuchando algo que los demás caballos no pudieran oír.
Distraído, me alejo de la zona de los caballos y entro a la de los upeleros. Son más rápidos que cerdos. Pienso siguiendo con la conversación que tuve con Jens Engelhart. Y más rápidos que los caballos. Veo algunas prácticas de entrenamiento quedándome fascinado por la técnica de los animales. En mi primer encuentro con los upeleros pensé que eran gallinas grandes. Ahora pienso que están más cerca de los dragones (de los dinosaurios) que de las gallinas.
Encuentro a las chicas que me ayudaron ayer. Hablan en voz alta sobre alquimia y súcubos. No alcanzo a escuchar toda la conversación. Al lado de las chicas se encuentra un upelero diferente a Plumitas. Un Engelhart habría bautizado al ave con un nombre tonto: Zancas o Penacho. Saludo a las chicas con un movimiento asertivo con la cabeza.
—Buenas noches — digo dudando si he utilizado el saludo correcto — ¿Tenéis más de un upelero? — señalo al animal con la mano —. Ese no es Plumitas, es otro.
Recuerdo la conversación que tuve con Killian Engelhart, pero decido ignorarla. Los Engelharts han sido buenos conmigo, pero no confío en ellos. La risa de Jens y las miradas desdeñosas de Killian me hacen pensar que no son buenas personas. Merrigan utilizaría otras palabras para describir a los Engelharts: no son trigo limpio y no son plato de buen gusto.
—Encontré trabajo. Allá, once… o catorce cuadras atrás — me confundo cuando son números mayores de diez —. Trabajo con los Engelharts. Quiero agradeceros una vez más — movimiento asertivo con la cabeza —. Jens Engelhart ha hablado con Alser, amigo suyo. Jens me prestaré una mula y Alser un poni. Dicen que trabajo bien y tengo buena mano con los caballos de los Engelharts, me lo recompensarán. Gracias a vosotras.
Echo una mirada a la cuadra en la que las chicas trabajan.
—Puedo ayudaros. No es molestia — añado antes que puedan contestar. Es lo que le digo a Merrigan cuando rechaza mi favor.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
El hombre del día anterior, el que Plumitas casi se come, había vuelto. ¿Quería comprar ese también? –No, esta es Aurora, la estamos entrenando. Aurora, haz la cosa.- El pajarraco alzó la cabeza orgullosamente, pero inclinándose un poco, pudo ver que le faltaba levantar también la pata. Bueno, pasito a pasito. Le acarició la cabeza por el esfuerzo igualmente.
Al final resultaba que había encontrado trabajo. Gracias a ellas. Bueno, no en realidad, pero no iba a hacerle un feo al pobre, parecía que la cosa el había ido bien. –No te preocupes, ya hemos acabado por hoy, puede que mañana.- al fin y al cabo, tenía un hambre apremiante, y tampoco era como si necesitara nada en ese momento, la verdad. Además, el chico parecía cansado, como para pedirle que hiciera algo más. Así que se fueron a “casa”, donde Alisha tuvo que esperar horas (en realidad no, a duras penas quince minutos) a que Elaine le trajera una gallina. Le dio un sorbo, recordó esas pobres ardillas, vomitó con Elaine dándole palmaditas en la espalda, y luego bebió un poco más porque ahora si tenía hambre de verdad, esa vez esforzándose en pensar en cosas felices. Un día que acabo con un final horrible, pero al menos ahora era hora de dormir, y mañana sería un día mejor.
-¿Qué hacemos El? ¡Haz algo!- prácticamente gritó Alisha.
-¿Yo? ¿Tú eres la alquimista! ¿No sabes de esas cosas?-
-… Son cosas diferentes. Toallas y agua caliente, exacto, necesitamos eso.-
-¿No es para los embarazos?-
-¿Acaso tienes una idea me…j…?- Alisha pauso un momento en su pánico. –El elfo ese. El que quería comprar a Plumitas. Búscalo.- ¿Sabría el que hacer? A saber, pero a lo mejor conocía a alguien que sí. Y si no, tener un elfo y su luz siempre iba bien. –No pasa nada pequeña, todo pasara rápido, estoy aquí contigo, pat pat pat.- dijo Alisha, acariciando al pobre bichejo. Un huevo atascado, era su mejor diagnóstico. Y a juzgar por como Sally se había negado a avanzar más allá de esa cuadra, él debía ser el padre. Es decir, no era como si hubiera pasado de largo del pobre pajarito sufriendo, pero que Sally se negara tan en rotundo… si no salvaba a esa pobre gallina sobredimensionada, no le haría mucha gracia al pobre. Podía… ¿abrirla, sacar el huevo, y sanarla con una poción? Sonaba a una horrible idea. Ni se imaginaba la cantidad de sangre que eso causaría. Y el choque séptico. ¿Romper el huevo entonces? Pero ni siquiera sabía si era eso de verdad, no era una especialista en upelelos!
Y primera complicación, Upelero número 1 se niega a entrenar porque su pareja tiene… problemas médicos.
Al final resultaba que había encontrado trabajo. Gracias a ellas. Bueno, no en realidad, pero no iba a hacerle un feo al pobre, parecía que la cosa el había ido bien. –No te preocupes, ya hemos acabado por hoy, puede que mañana.- al fin y al cabo, tenía un hambre apremiante, y tampoco era como si necesitara nada en ese momento, la verdad. Además, el chico parecía cansado, como para pedirle que hiciera algo más. Así que se fueron a “casa”, donde Alisha tuvo que esperar horas (en realidad no, a duras penas quince minutos) a que Elaine le trajera una gallina. Le dio un sorbo, recordó esas pobres ardillas, vomitó con Elaine dándole palmaditas en la espalda, y luego bebió un poco más porque ahora si tenía hambre de verdad, esa vez esforzándose en pensar en cosas felices. Un día que acabo con un final horrible, pero al menos ahora era hora de dormir, y mañana sería un día mejor.
...
-¿Qué hacemos El? ¡Haz algo!- prácticamente gritó Alisha.
-¿Yo? ¿Tú eres la alquimista! ¿No sabes de esas cosas?-
-… Son cosas diferentes. Toallas y agua caliente, exacto, necesitamos eso.-
-¿No es para los embarazos?-
-¿Acaso tienes una idea me…j…?- Alisha pauso un momento en su pánico. –El elfo ese. El que quería comprar a Plumitas. Búscalo.- ¿Sabría el que hacer? A saber, pero a lo mejor conocía a alguien que sí. Y si no, tener un elfo y su luz siempre iba bien. –No pasa nada pequeña, todo pasara rápido, estoy aquí contigo, pat pat pat.- dijo Alisha, acariciando al pobre bichejo. Un huevo atascado, era su mejor diagnóstico. Y a juzgar por como Sally se había negado a avanzar más allá de esa cuadra, él debía ser el padre. Es decir, no era como si hubiera pasado de largo del pobre pajarito sufriendo, pero que Sally se negara tan en rotundo… si no salvaba a esa pobre gallina sobredimensionada, no le haría mucha gracia al pobre. Podía… ¿abrirla, sacar el huevo, y sanarla con una poción? Sonaba a una horrible idea. Ni se imaginaba la cantidad de sangre que eso causaría. Y el choque séptico. ¿Romper el huevo entonces? Pero ni siquiera sabía si era eso de verdad, no era una especialista en upelelos!
_________
Finaliza la maldición de la ardilla sangrienta.Y primera complicación, Upelero número 1 se niega a entrenar porque su pareja tiene… problemas médicos.
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Encuentro a Jake Engelhart en la cuadra cepillando a Noche. Saludo al hermano mayor con un formal movimiento de cabeza. Jake se gira indicándome que me ha escuchado llegar y regresa a sus labores con el caballo sin hablarme. Parece molesto. No pregunto. Cojo una horca y empiezo a limpiar la cuadra por el lado opuesto donde se encuentra el humano. Jake cuenta un secreto a la oreja de Noche sin dejar de vigilarme. Deja caer la palma de la mano al cuello del caballo repetidas veces en señal de afecto. Noche ladea la cabeza buscando el cepillo. Jake se lo ofrece poniéndolo delante de su hocico para que lo olisque. El caballo da fuertes pisotones con una de las patas delanteras como si estuviera compartiendo la molestia de su amo. Jake Engelhart y noche poseen un fuerte vínculo. Ambos hablan sin hablar.
Esparzo esparto limpio por el suelo en sustitución del que acabo de limpiar. Miro el agua del abrevadero, está limpia. La cambié al medio día. Me dispongo a salir de la cuadra de Noche. Jake cuenta otro secreto a Noche. Habla lo bastante alto para que le pueda escuchar.
—Cree que le pagarán, pero no es así. No verá el oro ni la plata. Es un elfo tonto.
—No soy tonto — digo en el umbral de la puerta.
—¡Sí que lo eres! — Jake Engelhart lanza el cepillo a un lado de la cuadra —. Eres un tonto por creer las mentiras de papá. Tú y todos los demás que les reís las gracias — mueve el brazo como si quisiera que abarcar todo el recinto —. Todos vosotros sois unos tontos y unos… — se muerde los labios para evitar pronunciar palabras mayores —. ¡Por Odín! ¡Joder! — ahí está la mala palabra.
Jake esconde sus lágrimas apoyando la cabeza en las crines de Noche.
—Puedes ganar la carrera — Jake habla con el caballo, no conmigo —. Lo sabes, ¿verdad? No me importan lo que digan papá y el señor Alser. Tú puedes ganar y ganarías si el señor Alser no… ¡Los ganarías a todos! Eres el mejor animal que conozco. ¿Me escuchas? ¡El más rápido y el más resistente! Les ganarías a todos.
Observo al chico y al caballo confuso, no entiendo de qué hablan. Jake Engelhart patalea el esparzo limpio del suelo desfogando su enfado como lo haría el animal.
—¡Elfo, elfo! — una voz a mi espalda me llama. Es un hombre bestia, un conejo — ¡Le buscan, le buscan!
Jake Engelhart abandona la cuadra cabizbajo y con paso acelerado, dejándome solo con el conejo.
—¿Qué ocurre? — pregunto al hombre conejo.
—¡Mensaje de Alisha y Elina! ¡Mensaje de Elina y Alisha! ¡Le buscan, le buscan! ¡Problemas con upelero y upelero en problemas! ¡Corra, corra! ¡Necesitan ayudan de la magia élfica y la magia élfica les servirá de ayuda!
El conejo sale brincando de la cuadra, me guía hacia el establo donde se encuentra las chicas.
—He traído al elfo y el elfo ha llegado — El conejo da saltos de felicidad —. ¿Recompensa? Merezco una recompensa y la recompensa es merecida. ¡Bien merecida!
—Hola — saludo con la mano.
—¡Recompensa! ¡Recompensa! — el mensajero conejo salta en los faldones de la chica pelirroja pidiendo atención.
La chica morena está junto al upelero Aurora, ambas recostadas en la tierra. El ave tiene muy mal aspecto (problemas con upelero y upelero en problemas). Dejo que el hombre conejo moleste a la chica pelirroja. Me acerco lentamente a Aurora para que no me reconozca como una amenaza. Pongo una mano en la cabeza del ave dejando que me huela. El instinto del animal es picarme, pero al notar el olor conocido, permitiéndome estar a su lado. Me acuclilló al lado de la chica y pongo mis manos en el vientre del animal. La magia surge efecto.
—Un huevo atascado — muevo las manos donde se encuentra el huevo — Aquí — cojo la mano de la chica y las guio hacia donde se encuentra el huevo para que pueda sentirlo —. A las gallinas se las mata. Lo he visto. El huevo les impide orinar. Los granjeros humanos las matan para que no mueran solas, es menos doloroso — Merrigan me reprimiría por mi forma de hablar. Intento mejorar la conversación —. Los granjeros humanos no son elfos.
Mis manos están calientes. La chica y el upelero pueden notar el calor que desprende la magia. El ave agita la cabeza nerviosa. Muevo las manos a un ritmo tranquilo masajeando el vientre del animal, acercándome lentamente hacia la cloaca.
—Ya viene — hablo en voz baja para no molestar al animal — El huevo está cerca. Aquí está.
El upelero ha dejado de agitar la cabeza. Tiene el cuello erguido. Mi magia ha aliviado el dolor del animal, consiguiendo que le sea más fácil dilatar la cloaca. El upelero puede ejercer todo su esfuerzo.
Vemos la punta del cascaron salir, le acompaña abundante líquido: orina, sangre y otros líquidos que no sé identificar. El upelero lanza un grito. Recojo un montón de esparzo del suelo y lo acomodó debajo de la cloaca del ave.
—Falta poco.
Así es como mi bebé nacerá. Pienso. Merrigan me daría un coscorrón por comparar a nuestro bebé con un huevo y a ella con una gallina gigante.
Esparzo esparto limpio por el suelo en sustitución del que acabo de limpiar. Miro el agua del abrevadero, está limpia. La cambié al medio día. Me dispongo a salir de la cuadra de Noche. Jake cuenta otro secreto a Noche. Habla lo bastante alto para que le pueda escuchar.
—Cree que le pagarán, pero no es así. No verá el oro ni la plata. Es un elfo tonto.
—No soy tonto — digo en el umbral de la puerta.
—¡Sí que lo eres! — Jake Engelhart lanza el cepillo a un lado de la cuadra —. Eres un tonto por creer las mentiras de papá. Tú y todos los demás que les reís las gracias — mueve el brazo como si quisiera que abarcar todo el recinto —. Todos vosotros sois unos tontos y unos… — se muerde los labios para evitar pronunciar palabras mayores —. ¡Por Odín! ¡Joder! — ahí está la mala palabra.
Jake esconde sus lágrimas apoyando la cabeza en las crines de Noche.
—Puedes ganar la carrera — Jake habla con el caballo, no conmigo —. Lo sabes, ¿verdad? No me importan lo que digan papá y el señor Alser. Tú puedes ganar y ganarías si el señor Alser no… ¡Los ganarías a todos! Eres el mejor animal que conozco. ¿Me escuchas? ¡El más rápido y el más resistente! Les ganarías a todos.
Observo al chico y al caballo confuso, no entiendo de qué hablan. Jake Engelhart patalea el esparzo limpio del suelo desfogando su enfado como lo haría el animal.
—¡Elfo, elfo! — una voz a mi espalda me llama. Es un hombre bestia, un conejo — ¡Le buscan, le buscan!
Jake Engelhart abandona la cuadra cabizbajo y con paso acelerado, dejándome solo con el conejo.
—¿Qué ocurre? — pregunto al hombre conejo.
—¡Mensaje de Alisha y Elina! ¡Mensaje de Elina y Alisha! ¡Le buscan, le buscan! ¡Problemas con upelero y upelero en problemas! ¡Corra, corra! ¡Necesitan ayudan de la magia élfica y la magia élfica les servirá de ayuda!
El conejo sale brincando de la cuadra, me guía hacia el establo donde se encuentra las chicas.
—He traído al elfo y el elfo ha llegado — El conejo da saltos de felicidad —. ¿Recompensa? Merezco una recompensa y la recompensa es merecida. ¡Bien merecida!
—Hola — saludo con la mano.
—¡Recompensa! ¡Recompensa! — el mensajero conejo salta en los faldones de la chica pelirroja pidiendo atención.
La chica morena está junto al upelero Aurora, ambas recostadas en la tierra. El ave tiene muy mal aspecto (problemas con upelero y upelero en problemas). Dejo que el hombre conejo moleste a la chica pelirroja. Me acerco lentamente a Aurora para que no me reconozca como una amenaza. Pongo una mano en la cabeza del ave dejando que me huela. El instinto del animal es picarme, pero al notar el olor conocido, permitiéndome estar a su lado. Me acuclilló al lado de la chica y pongo mis manos en el vientre del animal. La magia surge efecto.
—Un huevo atascado — muevo las manos donde se encuentra el huevo — Aquí — cojo la mano de la chica y las guio hacia donde se encuentra el huevo para que pueda sentirlo —. A las gallinas se las mata. Lo he visto. El huevo les impide orinar. Los granjeros humanos las matan para que no mueran solas, es menos doloroso — Merrigan me reprimiría por mi forma de hablar. Intento mejorar la conversación —. Los granjeros humanos no son elfos.
Mis manos están calientes. La chica y el upelero pueden notar el calor que desprende la magia. El ave agita la cabeza nerviosa. Muevo las manos a un ritmo tranquilo masajeando el vientre del animal, acercándome lentamente hacia la cloaca.
—Ya viene — hablo en voz baja para no molestar al animal — El huevo está cerca. Aquí está.
El upelero ha dejado de agitar la cabeza. Tiene el cuello erguido. Mi magia ha aliviado el dolor del animal, consiguiendo que le sea más fácil dilatar la cloaca. El upelero puede ejercer todo su esfuerzo.
Vemos la punta del cascaron salir, le acompaña abundante líquido: orina, sangre y otros líquidos que no sé identificar. El upelero lanza un grito. Recojo un montón de esparzo del suelo y lo acomodó debajo de la cloaca del ave.
—Falta poco.
Así es como mi bebé nacerá. Pienso. Merrigan me daría un coscorrón por comparar a nuestro bebé con un huevo y a ella con una gallina gigante.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Elaine había buscado por todos sitios, amenazando y sobornando a todo aquel que había visto, y finalmente, había resultado. Un hombre conejo había traído al elfo. Lamentablemente, era uno de los que había sobornado. –Toma.- dijo a regañadientes, buscando en su mochila y sacando una de las galletas preferidas de su señora. De las que escondía para que no las devorara todas y luego le doliera la tripa. Y tras tal magnifico regalo, el conejo seguía extendiendo la mano, medio incrédulo, medio enfadado. Con un gruñido le dio un puñado de monedas y lo mandó educadamente a paseo.
Y luego se mantuvo en la periferia. Salvo que quisieran que sacara las espadas y lo abriera en canal para sacar el supuesto huevo, no podía aportar nada. Algo rozó su hombro, y saco la mirada de Alisha para ver al upelero no moribundo, al que su señora había apodado Sally, expectante a su lado, aparentemente no atreviéndose a acercarse igual que ella. Le rascó un poco la cabeza.Empezaba a entender porque a Alisha le gustaban tanto, realmente eran suaves. –No te preocupes, se lo está tomando muy en serio. Y las cosas… simplemente salen bien a su alrededor. Tu novia ya está salvada.- ¿Qué posibilidades había de que unos días antes encontraran a un elfo que consideraba que estaba en deuda con ellas? Y uno que aparentemente sabía lo que hacía. Y su señora no parecía darse cuenta de ello. Finalmente el huevo salió, y el pajarraco parecía encontrarse mucho mejor, levantándose tentativamente, mirando el huevo, poniendo un poco más de paja a su alrededor, para inmediatamente acurrucarse junto a su…¿retoño? -¿Ves? Todo salió bien.- pero cuando volvió a extender la mano para acariciarlo, el pajarraco no estaba allí, se había abierto camino hacia su compañera, acercando su cara y rozándole la cabeza con el pico. Debía ser difícil hacer gestos de cariño sin manos o brazo.
Mientras tanto, Alisha se había levantado, limpiado la paja como había podido y había hecho una pequeña reverencia al elfo. –Muchas gracias. Sin ti… habría sido…no demasiado bonito, seguramente. Puedes quedarte a mirar el entrenamiento. O ayudar, si quieres. Aunque no podremos pagarte si no ganamos la carrera. Hablando de eso… ¡Sally!- Elaine habría jurado que el pajarraco se había puesto firme, le faltaba el ala en la frente. –Aurora se ahorra el entrenamiento por baja médica, pero tú no puedes decir lo mismo. ¡Tienes hasta que vuelva de lavarme, tendrás que entrenar por ambos!- El upelero…¿cacareo? No estaba muy segura, pero sin duda respondió, hasta parecía contento.
Y su señora se había ido en busca de agua para limpiarse la sangre y lo que fuera. Más para dejarles un momento a los pájaros que porque se hubiera ensuciado de verdad, sospechaba. –No creo que tarde en sacarlos a paseo para que descansen un poco antes de la carrera, seguramente mañana o pasado. Por si quieres venir.- no había ido con su señora. Al fin y al cabo, aunque el elfo parecía buena persona, tampoco iba a dejarlo solo con los upeleros de manera tan blatante, Alisha se enfadaría mucho si les pasaba algo mientras se suponía que estaba con ellos.
Y luego se mantuvo en la periferia. Salvo que quisieran que sacara las espadas y lo abriera en canal para sacar el supuesto huevo, no podía aportar nada. Algo rozó su hombro, y saco la mirada de Alisha para ver al upelero no moribundo, al que su señora había apodado Sally, expectante a su lado, aparentemente no atreviéndose a acercarse igual que ella. Le rascó un poco la cabeza.Empezaba a entender porque a Alisha le gustaban tanto, realmente eran suaves. –No te preocupes, se lo está tomando muy en serio. Y las cosas… simplemente salen bien a su alrededor. Tu novia ya está salvada.- ¿Qué posibilidades había de que unos días antes encontraran a un elfo que consideraba que estaba en deuda con ellas? Y uno que aparentemente sabía lo que hacía. Y su señora no parecía darse cuenta de ello. Finalmente el huevo salió, y el pajarraco parecía encontrarse mucho mejor, levantándose tentativamente, mirando el huevo, poniendo un poco más de paja a su alrededor, para inmediatamente acurrucarse junto a su…¿retoño? -¿Ves? Todo salió bien.- pero cuando volvió a extender la mano para acariciarlo, el pajarraco no estaba allí, se había abierto camino hacia su compañera, acercando su cara y rozándole la cabeza con el pico. Debía ser difícil hacer gestos de cariño sin manos o brazo.
Mientras tanto, Alisha se había levantado, limpiado la paja como había podido y había hecho una pequeña reverencia al elfo. –Muchas gracias. Sin ti… habría sido…no demasiado bonito, seguramente. Puedes quedarte a mirar el entrenamiento. O ayudar, si quieres. Aunque no podremos pagarte si no ganamos la carrera. Hablando de eso… ¡Sally!- Elaine habría jurado que el pajarraco se había puesto firme, le faltaba el ala en la frente. –Aurora se ahorra el entrenamiento por baja médica, pero tú no puedes decir lo mismo. ¡Tienes hasta que vuelva de lavarme, tendrás que entrenar por ambos!- El upelero…¿cacareo? No estaba muy segura, pero sin duda respondió, hasta parecía contento.
Y su señora se había ido en busca de agua para limpiarse la sangre y lo que fuera. Más para dejarles un momento a los pájaros que porque se hubiera ensuciado de verdad, sospechaba. –No creo que tarde en sacarlos a paseo para que descansen un poco antes de la carrera, seguramente mañana o pasado. Por si quieres venir.- no había ido con su señora. Al fin y al cabo, aunque el elfo parecía buena persona, tampoco iba a dejarlo solo con los upeleros de manera tan blatante, Alisha se enfadaría mucho si les pasaba algo mientras se suponía que estaba con ellos.
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Jake Engelhart camina cabizbajo, esquivando la mirada de los que serán sus compañeros y oponentes en la gran carrera. Lleva un cubo repleto, aparentemente, de heces de los caballos que el elfo ha recogido. Sujeta el asa del cubo con las dos manos para que no le se cayese. Para mayor seguridad y en contra de lo que le ordenaba la higiene y el sentido común, acomodaba el cubo contra su pecho. La ropa de Jake Engelhart apesta a caca de caballo y empieza a tener el mismo color. El chico arruga la nariz y reprime las necesidades de higiene. Papá le ha encomendado una orden y el buen hijo está obligado a cumplirla. Jake Engelhart se duchará y se cambiará de ropa solo después de haber obedecido a su padre. ¡Pero es tan difícil! Tiene que hacer acopio de toda su voluntad y recordarse así mismo las reprimendas de papá.
Aun así, no puede evitar sentir una extraña sensación que no había conocido hasta ahora, como si una garrapata molesta le estuviera mordiendo en la nuca y no desapareciera, ni el insecto ni el picor, por mucho que se rascase. ¿Es esto a lo que llaman remordimientos? Jake evita pensar en el nombre real que recibe la extraña sensación. Prefiere llamarlo garrapata, es un insecto del cual se ha de deshacer. ¡Eso fácil decirlo! Se dice para sí mismo en tono lastimero.
Dos hombres de la edad de papá pasan por al lado de Jake. Uno de ellos se tapa la nariz y hace una mueca de desagarado. ¡Ya sé que huele mal! El hombre dice algo en voz baja a su compañero, seguramente insultante, pero Jake Engelhart no alcanza a escucharlo, lo que deja vía libre para que pueda imaginarse la peor de las situaciones. ¿Se habrá dado cuenta? ¿Sospechará de Jake por no haber participado en el entrenamiento de hoy? ¿Ha visto el frasco de cristal que esconde debajo de las heces de caballo? Jake pega el cubo contra su pecho. Le tiemblan las manos y no quiere que se le caiga nada.
—¡Mira para qué le sirven tantos hijos! — dice el segundo hombre mirando a Jake —. ¡Dile a tu padre que lo haga el mismo! Desde que es padre, no le he visto levantar ni una sola herramienta. Dentro de poco olvidará lo que es una horca.
¡No se han dado cuenta! Jake suspira aliviado. Los hombres son amigos de papá. Se estaban riendo porque papá se escapa de las tareas más pesadas, dejándoselas para los buenos hijos y los peones (el elfo).
—Creo que ya lo ha olvidado — responde Jake fingiendo diversión; por dentro está muerto de miedo.
Jake Engelhart llega a la zona de los upeleros. El camino es corto, en condiciones normales lo habría recorrido en unos pocos minutos. Esta vez, le parece que ha estado más de una hora caminando y esquivando las miradas juiciosas de los demás jinetes. Jake se esconde detrás de un establo, decidido a cumplir su misión. Deja el cubo en el suelo con mucho cuidado. Se remanga la mano la derecha, la izquierda la tiene ocupada tapándose la nariz como hizo el amigo de papá, y mira hacia otro lado. Mete la mano derecha en el cubo y saca el frasco de cristal que contiene el veneno, un brebaje verde que huele casi peor que la caca de caballo. Jake Engelhart vierte unas pocas gotas en el abrevadero del upelero y un puñado de heces de caballo para camuflar el olor al veneno.
El picor de la garrapata se hace insoportable. Jake comete el error de rascarse la nuca con la mano que ha metido en el cubo, ensuciándose de caca de caballo. Mira a un lado y a otro. Parece que nadie le ha visto. Siguiente cuadra y siguiente upelero. Todas las aves deben beber el veneno que Alser dio a papá, es lo último que falta. Papá ha hablado con sus amigos, todos están de acuerdo en dejarse ganar y aceptar las monedas de Alser; Jake, muy a su pesar, incluido. Papá no tiene amigos entre la gente de los upeleros, es por eso que tiene que usar otras técnicas para que pierdan. ¿Y si mueren los animales? Es la pregunta que despertaba a la garrapata y el picor de la nuca. Papá dijo que no sufrirían peligro si les da la dosis adecuada: solo unas pocas gotas. ¿Cuántas son exactamente unas pocas? En la primera cuadra, Jake cree haber echado unas cuatro gotas. No está seguro, no las contó. En la segunda han sido menos, al menos eso cree. Después de la tercera, ha dejado de preocuparse por el número de gotas. Vierte un generoso chorro de veneno, un pedrusco de hez y echa a correr para que nadie le vea.
—Jake.
Reconoce esa voz. Es la del elfo. Le llama cuando está a punto de abandonar la última cuadra y volver a la zona de los caballos. No parece haber visto como Jake Engelhart ha manipulado los abrevaderos.
—Sí… hola elfo…. — responde apresurado —. He estado buscándote porque… porque papá quiere hablar contigo. Venga, date prisa.
Uno de los upeleros, el macho a juzgar por el tamaño del pico, bebé del abrevadero. Jake toma el cubo con las dos manos y da la espalda al animal. Empieza a caminar.
—Los favores no se pagan con monedas — el elfo habla con sus amigas —. Me basta con saber que el animal está bien.
Si papá lo escuchase diría que todos los elfos están locos por valorar más la naturaleza y la vida de los animales que los aeros. Con dinero puedes comprar otros animales. Eso es lo que diría. Jake guarda para sus adentros las tres palabras que más veces se ha repetido en silencio: ninguno como Noche.
—¡Vamos, elfo! — grita Jake sin mirar a su interlocutor.
—He de irme — se despide el elfo —. Estoy en la zona de los caballos. Son tres cuadras aledañas, pertenecen a los Engelharts. Ha sido un placer ayudar.
El elfo hace una forzosa reverencia con la cabeza para despedirse, cosas de elfos. Da unas grandes zancadas para ponerse al mismo nivel que Jake. El chico lo mira con desagrado y luego mira el cubo, no vaya a ser que asome el frasco y el elfo pregunte qué es. Pero el elfo no pregunta nada, nunca lo ha hecho. Es un peón servicial que cumple con sus labores antes de que papá le mande realizarlas. Es el mejor oficial que los Engelharts han tenido. Es demasiado bueno….
Sin que Jake se dé cuenta, el elfo arrebata el cubo de sus manos ofreciéndose para llevarlo en su lugar. ¡No! Jake da un salto y pone sus manos sobre el asa del cubo y estira hacia él.
—¡Yo lo llevo! ¡Yo lo llevo! — grita como si la vida se le fuera en ello.
El cubo se tambalea en las manos del elfo y el chico. Al mismo tiempo, el upelero que están cuidando las chicas cae al suelo. El elfo gira la cabeza hacia la cuadra para ver qué ha sucedido. Jake Engelhart aprovecha y tira fuerte del asa del cubo con la mala suerte de romper el asa. El cubo cae al suelo, derramando toda la caca de caballo y el frasco con el veneno. Se escucha el sonido del vidrio al romperse y el traqueteo de los dientes del asustado Jake.
—¡Lo has fastidiado todo! ¡Ha sido culpa tuya! ¡Se lo diré a papá!
El elfo se queda anonado. Está sacando sus propias conclusiones sobre lo que ha pasado. Ha visto la hez de caballo en el abrevadero del upelero y sabe que en el cubo de Jake había heces y un frasco de… ¿sabrá que es veneno? ¡Claro que sí! Después de cómo ha caído el upelero de las chicas, no debe tener ninguna duda.
Jake Engelhart sale corriendo sin ver dónde va. Le da igual dónde ir. Solo quiere salir de allí antes de que alguien más se dé cuenta de que ha sido él quien ha estado envenenando los abrevaderos de los jinetes rivales de Alser y escapar de los picores producidos por el remordimiento. ¡Por los Dioses cómo pica! Jake Engelhart se rasca el cuello con las dos manos sucias de caca de caballo sin dejar de correr.
Offrol nueva complicación: veneno al canto.
Aun así, no puede evitar sentir una extraña sensación que no había conocido hasta ahora, como si una garrapata molesta le estuviera mordiendo en la nuca y no desapareciera, ni el insecto ni el picor, por mucho que se rascase. ¿Es esto a lo que llaman remordimientos? Jake evita pensar en el nombre real que recibe la extraña sensación. Prefiere llamarlo garrapata, es un insecto del cual se ha de deshacer. ¡Eso fácil decirlo! Se dice para sí mismo en tono lastimero.
Dos hombres de la edad de papá pasan por al lado de Jake. Uno de ellos se tapa la nariz y hace una mueca de desagarado. ¡Ya sé que huele mal! El hombre dice algo en voz baja a su compañero, seguramente insultante, pero Jake Engelhart no alcanza a escucharlo, lo que deja vía libre para que pueda imaginarse la peor de las situaciones. ¿Se habrá dado cuenta? ¿Sospechará de Jake por no haber participado en el entrenamiento de hoy? ¿Ha visto el frasco de cristal que esconde debajo de las heces de caballo? Jake pega el cubo contra su pecho. Le tiemblan las manos y no quiere que se le caiga nada.
—¡Mira para qué le sirven tantos hijos! — dice el segundo hombre mirando a Jake —. ¡Dile a tu padre que lo haga el mismo! Desde que es padre, no le he visto levantar ni una sola herramienta. Dentro de poco olvidará lo que es una horca.
¡No se han dado cuenta! Jake suspira aliviado. Los hombres son amigos de papá. Se estaban riendo porque papá se escapa de las tareas más pesadas, dejándoselas para los buenos hijos y los peones (el elfo).
—Creo que ya lo ha olvidado — responde Jake fingiendo diversión; por dentro está muerto de miedo.
Jake Engelhart llega a la zona de los upeleros. El camino es corto, en condiciones normales lo habría recorrido en unos pocos minutos. Esta vez, le parece que ha estado más de una hora caminando y esquivando las miradas juiciosas de los demás jinetes. Jake se esconde detrás de un establo, decidido a cumplir su misión. Deja el cubo en el suelo con mucho cuidado. Se remanga la mano la derecha, la izquierda la tiene ocupada tapándose la nariz como hizo el amigo de papá, y mira hacia otro lado. Mete la mano derecha en el cubo y saca el frasco de cristal que contiene el veneno, un brebaje verde que huele casi peor que la caca de caballo. Jake Engelhart vierte unas pocas gotas en el abrevadero del upelero y un puñado de heces de caballo para camuflar el olor al veneno.
El picor de la garrapata se hace insoportable. Jake comete el error de rascarse la nuca con la mano que ha metido en el cubo, ensuciándose de caca de caballo. Mira a un lado y a otro. Parece que nadie le ha visto. Siguiente cuadra y siguiente upelero. Todas las aves deben beber el veneno que Alser dio a papá, es lo último que falta. Papá ha hablado con sus amigos, todos están de acuerdo en dejarse ganar y aceptar las monedas de Alser; Jake, muy a su pesar, incluido. Papá no tiene amigos entre la gente de los upeleros, es por eso que tiene que usar otras técnicas para que pierdan. ¿Y si mueren los animales? Es la pregunta que despertaba a la garrapata y el picor de la nuca. Papá dijo que no sufrirían peligro si les da la dosis adecuada: solo unas pocas gotas. ¿Cuántas son exactamente unas pocas? En la primera cuadra, Jake cree haber echado unas cuatro gotas. No está seguro, no las contó. En la segunda han sido menos, al menos eso cree. Después de la tercera, ha dejado de preocuparse por el número de gotas. Vierte un generoso chorro de veneno, un pedrusco de hez y echa a correr para que nadie le vea.
—Jake.
Reconoce esa voz. Es la del elfo. Le llama cuando está a punto de abandonar la última cuadra y volver a la zona de los caballos. No parece haber visto como Jake Engelhart ha manipulado los abrevaderos.
—Sí… hola elfo…. — responde apresurado —. He estado buscándote porque… porque papá quiere hablar contigo. Venga, date prisa.
Uno de los upeleros, el macho a juzgar por el tamaño del pico, bebé del abrevadero. Jake toma el cubo con las dos manos y da la espalda al animal. Empieza a caminar.
—Los favores no se pagan con monedas — el elfo habla con sus amigas —. Me basta con saber que el animal está bien.
Si papá lo escuchase diría que todos los elfos están locos por valorar más la naturaleza y la vida de los animales que los aeros. Con dinero puedes comprar otros animales. Eso es lo que diría. Jake guarda para sus adentros las tres palabras que más veces se ha repetido en silencio: ninguno como Noche.
—¡Vamos, elfo! — grita Jake sin mirar a su interlocutor.
—He de irme — se despide el elfo —. Estoy en la zona de los caballos. Son tres cuadras aledañas, pertenecen a los Engelharts. Ha sido un placer ayudar.
El elfo hace una forzosa reverencia con la cabeza para despedirse, cosas de elfos. Da unas grandes zancadas para ponerse al mismo nivel que Jake. El chico lo mira con desagrado y luego mira el cubo, no vaya a ser que asome el frasco y el elfo pregunte qué es. Pero el elfo no pregunta nada, nunca lo ha hecho. Es un peón servicial que cumple con sus labores antes de que papá le mande realizarlas. Es el mejor oficial que los Engelharts han tenido. Es demasiado bueno….
Sin que Jake se dé cuenta, el elfo arrebata el cubo de sus manos ofreciéndose para llevarlo en su lugar. ¡No! Jake da un salto y pone sus manos sobre el asa del cubo y estira hacia él.
—¡Yo lo llevo! ¡Yo lo llevo! — grita como si la vida se le fuera en ello.
El cubo se tambalea en las manos del elfo y el chico. Al mismo tiempo, el upelero que están cuidando las chicas cae al suelo. El elfo gira la cabeza hacia la cuadra para ver qué ha sucedido. Jake Engelhart aprovecha y tira fuerte del asa del cubo con la mala suerte de romper el asa. El cubo cae al suelo, derramando toda la caca de caballo y el frasco con el veneno. Se escucha el sonido del vidrio al romperse y el traqueteo de los dientes del asustado Jake.
—¡Lo has fastidiado todo! ¡Ha sido culpa tuya! ¡Se lo diré a papá!
El elfo se queda anonado. Está sacando sus propias conclusiones sobre lo que ha pasado. Ha visto la hez de caballo en el abrevadero del upelero y sabe que en el cubo de Jake había heces y un frasco de… ¿sabrá que es veneno? ¡Claro que sí! Después de cómo ha caído el upelero de las chicas, no debe tener ninguna duda.
Jake Engelhart sale corriendo sin ver dónde va. Le da igual dónde ir. Solo quiere salir de allí antes de que alguien más se dé cuenta de que ha sido él quien ha estado envenenando los abrevaderos de los jinetes rivales de Alser y escapar de los picores producidos por el remordimiento. ¡Por los Dioses cómo pica! Jake Engelhart se rasca el cuello con las dos manos sucias de caca de caballo sin dejar de correr.
Offrol nueva complicación: veneno al canto.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Alisha había vuelto después de lavarse las manos y estaba preparando la silla de Sally para salir a entrenar, cuando Aurora, que se había alzado para beber un poco de agua, se desplomó. No era la única que había concluido la relación, aunque no hubieran visto el frasco de veneno. Alisha recogió el frasco y luego se acercó al abrevadero, apoyando un pie en este y empujando, desparramando el agua por el suelo. Podía notar la mirada de Elaine clavada en su nuca. –Ve a la taberna, trae mis cosas, todas, hierbas, comida, ballesta… Avisa a quien puedas de camino de que usen agua nueva.-
-Y… ¿el chico?- Ambas sabían lo que estaba preguntando.
-Luego. No hay prisa.- dijo simplemente, y Elaine desapareció en un instante. Mientras tanto, examinó a Aurora, tumbada en el suelo. Pasó la mano por el cuello, pero no estaba hinchado. La mayoría de venenos de acción tan rápida bloqueaban las vías respiratorias, habría sido muy fácil solucionar eso, aunque no conociera el veneno. Paso la mano otra vez, esta vez buscando una arteria, midiendo el pulso, mientras con la otra mano le abría un ojo, luego le pellizco una pata, comprobando la reacción.
Parálisis muscular, y en vez de afectar solo los músculos, y eventualmente matar al paralizar el diafragma, como las más habituales, el pulso estaba bajando también. ¿Qué veneno paralizaba el musculo más fuerte del cuerpo? No tenía ni idea, y olisquear el frasco no despertó ninguna idea en su cabeza. Eso era malo, improvisar implicaba hacer errores, y no podía permitirse hacer errores.
Pero por algún milagro, una jadeante Elaine ya estaba de vuelta, con su mochila y varias bolsas. Murmuró un agradecimiento que no estaba segura de que hubiera sido escuchado y se puso a trabajar, estrujando su cerebro. ¿Podían las aves beber alcohol? No estaba segura, pero no iba a darle una cantidad tan grande, un par de sorbos para un humano, doble para algo de su tamaño, no había manera de que causara daños extensos por más frágil que fuera el hígado de un upelero.
¿Qué se usaba contra paralizantes musculares? Corydalis, literalmente cualquier tipo, también esas cosas llamadas lotos sagrados, que para nada eran sacros, pero no era el momento de entretenerse quejándose de lo inútiles que eran los herbolarios de hace unos siglos. Empezó a machacarlos en un mortero, mientras pensaba. Tabaco, el tabaco también funcionaba. ¿Por qué? Absolutamente ni idea, pero sabía que funcionaba. Aunque eso sí que podía matarla, así que tenía que usar poquísimo. Por suerte no era algo de uso muy frecuente, así que solo tenía unas pocas hojas igualmente, no habría podido meter la pata aunque quisiera. Un chorrito de aguardiente de cereza, favorito personal, no porque la cereza ayudara en nada, y estaba listo. No podía haber tardado más de un minuto, aun había cachos de planta en el mortero, no se había molestado en filtrarlo ni siquiera pasar un colador, no había tiempo, y tampoco es como si su cliente se fuera a quejar, se estaba muriendo y era un pájaro. Sin muchos miramientos, le abrió el gaznate y le vertió los contenidos del mortero. Por suerte tragó sin tener que taparle la nariz. Alisha se apartó un poco, manteniendo la mano en el cuello, comprobando el pulso que se había vuelto tan lento mientras trabajaba.
-¿El?- dijo, sobresaltando a su compañera. – Trae a Plumitas aquí también. La comida y bebida de estos tres será traída por una de nosotras. Nos aseguraremos de que estén vigilados. Si alguna otra persona intenta darles de comer o beber… estaba convencida que el pulso se estaba volviendo más fuerte. Bien. Para ellos. -Que no vuelvan a intentarlo.- Su caballero no respondió a la orden, pero el aire a su alrededor cambio. Se movía más… fluidamente, como un gato esperando cazar ratones desprevenidos. Seguramente no se alejaba mucho de la realidad.
Uso alquimia para solucionar la complicación con un antídoto improvisado.
-Y… ¿el chico?- Ambas sabían lo que estaba preguntando.
-Luego. No hay prisa.- dijo simplemente, y Elaine desapareció en un instante. Mientras tanto, examinó a Aurora, tumbada en el suelo. Pasó la mano por el cuello, pero no estaba hinchado. La mayoría de venenos de acción tan rápida bloqueaban las vías respiratorias, habría sido muy fácil solucionar eso, aunque no conociera el veneno. Paso la mano otra vez, esta vez buscando una arteria, midiendo el pulso, mientras con la otra mano le abría un ojo, luego le pellizco una pata, comprobando la reacción.
Parálisis muscular, y en vez de afectar solo los músculos, y eventualmente matar al paralizar el diafragma, como las más habituales, el pulso estaba bajando también. ¿Qué veneno paralizaba el musculo más fuerte del cuerpo? No tenía ni idea, y olisquear el frasco no despertó ninguna idea en su cabeza. Eso era malo, improvisar implicaba hacer errores, y no podía permitirse hacer errores.
Pero por algún milagro, una jadeante Elaine ya estaba de vuelta, con su mochila y varias bolsas. Murmuró un agradecimiento que no estaba segura de que hubiera sido escuchado y se puso a trabajar, estrujando su cerebro. ¿Podían las aves beber alcohol? No estaba segura, pero no iba a darle una cantidad tan grande, un par de sorbos para un humano, doble para algo de su tamaño, no había manera de que causara daños extensos por más frágil que fuera el hígado de un upelero.
¿Qué se usaba contra paralizantes musculares? Corydalis, literalmente cualquier tipo, también esas cosas llamadas lotos sagrados, que para nada eran sacros, pero no era el momento de entretenerse quejándose de lo inútiles que eran los herbolarios de hace unos siglos. Empezó a machacarlos en un mortero, mientras pensaba. Tabaco, el tabaco también funcionaba. ¿Por qué? Absolutamente ni idea, pero sabía que funcionaba. Aunque eso sí que podía matarla, así que tenía que usar poquísimo. Por suerte no era algo de uso muy frecuente, así que solo tenía unas pocas hojas igualmente, no habría podido meter la pata aunque quisiera. Un chorrito de aguardiente de cereza, favorito personal, no porque la cereza ayudara en nada, y estaba listo. No podía haber tardado más de un minuto, aun había cachos de planta en el mortero, no se había molestado en filtrarlo ni siquiera pasar un colador, no había tiempo, y tampoco es como si su cliente se fuera a quejar, se estaba muriendo y era un pájaro. Sin muchos miramientos, le abrió el gaznate y le vertió los contenidos del mortero. Por suerte tragó sin tener que taparle la nariz. Alisha se apartó un poco, manteniendo la mano en el cuello, comprobando el pulso que se había vuelto tan lento mientras trabajaba.
-¿El?- dijo, sobresaltando a su compañera. – Trae a Plumitas aquí también. La comida y bebida de estos tres será traída por una de nosotras. Nos aseguraremos de que estén vigilados. Si alguna otra persona intenta darles de comer o beber… estaba convencida que el pulso se estaba volviendo más fuerte. Bien. Para ellos. -Que no vuelvan a intentarlo.- Su caballero no respondió a la orden, pero el aire a su alrededor cambio. Se movía más… fluidamente, como un gato esperando cazar ratones desprevenidos. Seguramente no se alejaba mucho de la realidad.
______________
Uso alquimia para solucionar la complicación con un antídoto improvisado.
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Son unos segundos de distracción en los que me quedo observando absorto al upelero de las chicas. Tiempo suficiente para que le chico de los Engelhart escape de mi campo de visión. Miro con indecisión a la chica morena pidiendo permiso para marchar detrás de Jake Engelhart y resolver las preguntas que su presencia ha planteado. Ella no parece notarme. Su atención se concentra en el upelero enfermo. Se mueve con rapidez, rebuscando entre bolsas y mochilas, plantas y brebajes que le sirvan para sanar al ave. Observarla, me hace ver la importancia de lo sucedido. Las chicas están ocupadas tratando de sanar a los animales. De la misma manera, he de darme el mismo apuro para cumplir mi labor: encargarme de los Engelharts. Verificar mis sospechas de que ha sido Jake Engelhart quien ha envenenado el abrevadero de los upeleros y llevarlo a las autoridades para que lo castigasen como es debido.
No sé qué camino a tomado Jake, pero conozco el lugar dónde ha ido: la cuadra de Noche. Corro a gran velocidad. Pienso llegar antes de Jake y descubrir sus malvados planes. Atravieso cuadras de upeleros, saltando por encima del vallado e interrumpiendo conversaciones y entrenamientos por parte de los jinetes. Mi actitud despierta gritos y reprimendas por parte de los entrenadores. Los ignoro. Una mayor cantidad de aves de la que me imaginaba están tiradas en el suelo, en la misma posición fetal que el upelero de las chicas. Ha sido Jake, pienso para mis adentros. Me gustaría tener tiempo para contarlo a los entrenadores, explicarme como es debido y dar el nombre de la familia: Engelhart. El tiempo apremia. No puedo permitirme el lujo de pararme a hablar. Soy consciente de que no hablo con claridad y que suelo tener que repetir varias veces una misma oración para darme a entender.
Llego a la zona de los caballos. No veo a Jake. Puede que todavía no haya llegado o que se hubiera escondido para que no pueda encontrarlo. Noto una diferencia a la zona de los upeleros. Los jinetes de caballos están sentados con actitud holgazán. Solo unos pocos caballos entrenan sin mucho ánimo en los circuitos.
Jens Engelhart, Killian y Kerr esperan en la puerta de la cuadra de Noche. No veo a Jake. Creo que he conseguido adelantarme. Camino más tranquilo hacia los Engelhart. El padre de familia tiene los brazos cruzados y una actitud severa. Los chicos comparten entre ellos una mirada funesta. Me uno a la familia con actitud servicial.
—Ha sido Jake. Lo he visto.
—¿Jake? ¿Qué ha hecho ahora? — se adelanta a contestar Jens Engelhart interrumpiéndome —. Sea lo que sea, ya no es de tu incumbencia. La familia hemos estado hablando y hemos acortado que no vamos a dispensar más de tus trabajos. Entre nosotros nos apañaremos. ¡Una lástima! En estos dos días te hemos cogido mucho cariño, especialmente los gemelos, que no han podido venir hoy. Esto es lo que te podemos dar — saca una bolsa con menos monedas de las que caben en el bolsillo de mi pantalón —. Tómalo y regresa a tus bosques, elfo.
Doy un manotazo rechazando la oferta de Engelhart y esparciendo el dinero por el suelo.
—¡Jake Engelhart ha envenenado a los upeleros! — grito llamando la atención de quien quiera escuchar.
Jens responde abofeteándome la cara para hacerme callar. No pude esquivar su enorme manaza. Killian y Kerr toman herramientas de trabajo, una hoz y un hacha respectivamente. Las empuñan con actitud amenazante. Los ojos de los chicos piden misericordia, preferían estar con sus caballos en lugar de obedeciendo a su padre. Jens tiene una maza colgada en su cinturón. Pone su enorme manaza en la empuñadura del arma sin llegar a descolgarla.
—Es mejor que te vayas y no nos hagas enfadar, elfo — aconseja Engelhart con un falso gesto paternal —. Nosotros tenemos más amigos aquí que tú — da un paso pisando el montón de monedas que ahora no me dejará recoger.
Oigo unos pasos a mi espalda. Es Jake Engelhart. Regresa con actitud fastidiosa. Detrás de él hay un hombre tan grande como Jens Engelhart, pero vestido con ropas más elegantes. El desconocido tiene una mano en el hombro del chico, mostrando gratitud. Jake parece un pequeño conejo asustado al lado del hombre.
Puedo matarles. Es lo que pienso. Tengo mi arco en la espalda. Soy rápido. Puedo rodar por el suelo, hacerme a un lado, al mismo tiempo que cargo una flecha en el arco y disparo contra los Engelharts. Si me contengo es por Merrigan y por el bebé. Los Engelharts son conocidos en Vulwulfar, gozan de un mayor reconocimiento entre los vecinos que una pareja de elfos viajeros. Su palabra vale más que la mía. Pueden acusarme de haber disparado primero e incluso de envenenar los abrevaderos de los upeleros. La Guardia de Verisar tomará la palabra de los Engelharts. Así lo demuestra la actitud tranquila del hombre desconocido. Si las consecuencias de mis acciones solo las pagase yo, dispararía. Pero he de pensar en mi bebé.
Me doy la vuelta y me alejo cabizbajo. Estoy un rato caminando dando vueltas entre las cuadras pensando dónde ir y qué hacer. Finalmente, regreso a las cuadras de las chicas, con los upeleros. Parece que han conseguido sobreponerse a la situación. El upelero enfermo ha dejado de moverse de manera espasmódica. Está agotado, pero parece que cuando descanse, podrá ponerse en pie.
Apoyo mis brazos en el vallado y dejo caer todo mi peso en él. Estoy tan cansado como el upelero enfermo. Hablo en voz baja porque necesito contarlo y necesito que me escuchen. No conozco a nadie más en el establo que me pueda creer.
—Jake Engelhart. Ese es el nombre del chico. Escondía el veneno en un cubo de heces. Vi el frasco, pero se rompió antes de que pudiera leer la etiqueta. Me cuesta leer las palabras largas — asumo la culpa de lo ocurrido —. Jens Engelhart es el padre de familia. Él ordenó a su hijo que envenenase a los animales que no conoce. Hay otro hombre. Jake habla con su caballo, Noche. Escuché decir que no le importaba lo que le dijera su padre y el señor Alser y que Noche podría ganar la carrera si Alser quisiera, pero él no quiere que Noche gane. Alser quiere que sea otro quien gane. — suspiro sonoramente —. Lo siento. Trabajaba para unas personas malvadas. Hay más personas malvadas en el establo. Engelhart y Alser tienen muchos amigos, incluso en la guardia. Creo que el veneno es para los animales que no son sus amigos. Lo siento.
No sé qué camino a tomado Jake, pero conozco el lugar dónde ha ido: la cuadra de Noche. Corro a gran velocidad. Pienso llegar antes de Jake y descubrir sus malvados planes. Atravieso cuadras de upeleros, saltando por encima del vallado e interrumpiendo conversaciones y entrenamientos por parte de los jinetes. Mi actitud despierta gritos y reprimendas por parte de los entrenadores. Los ignoro. Una mayor cantidad de aves de la que me imaginaba están tiradas en el suelo, en la misma posición fetal que el upelero de las chicas. Ha sido Jake, pienso para mis adentros. Me gustaría tener tiempo para contarlo a los entrenadores, explicarme como es debido y dar el nombre de la familia: Engelhart. El tiempo apremia. No puedo permitirme el lujo de pararme a hablar. Soy consciente de que no hablo con claridad y que suelo tener que repetir varias veces una misma oración para darme a entender.
Llego a la zona de los caballos. No veo a Jake. Puede que todavía no haya llegado o que se hubiera escondido para que no pueda encontrarlo. Noto una diferencia a la zona de los upeleros. Los jinetes de caballos están sentados con actitud holgazán. Solo unos pocos caballos entrenan sin mucho ánimo en los circuitos.
Jens Engelhart, Killian y Kerr esperan en la puerta de la cuadra de Noche. No veo a Jake. Creo que he conseguido adelantarme. Camino más tranquilo hacia los Engelhart. El padre de familia tiene los brazos cruzados y una actitud severa. Los chicos comparten entre ellos una mirada funesta. Me uno a la familia con actitud servicial.
—Ha sido Jake. Lo he visto.
—¿Jake? ¿Qué ha hecho ahora? — se adelanta a contestar Jens Engelhart interrumpiéndome —. Sea lo que sea, ya no es de tu incumbencia. La familia hemos estado hablando y hemos acortado que no vamos a dispensar más de tus trabajos. Entre nosotros nos apañaremos. ¡Una lástima! En estos dos días te hemos cogido mucho cariño, especialmente los gemelos, que no han podido venir hoy. Esto es lo que te podemos dar — saca una bolsa con menos monedas de las que caben en el bolsillo de mi pantalón —. Tómalo y regresa a tus bosques, elfo.
Doy un manotazo rechazando la oferta de Engelhart y esparciendo el dinero por el suelo.
—¡Jake Engelhart ha envenenado a los upeleros! — grito llamando la atención de quien quiera escuchar.
Jens responde abofeteándome la cara para hacerme callar. No pude esquivar su enorme manaza. Killian y Kerr toman herramientas de trabajo, una hoz y un hacha respectivamente. Las empuñan con actitud amenazante. Los ojos de los chicos piden misericordia, preferían estar con sus caballos en lugar de obedeciendo a su padre. Jens tiene una maza colgada en su cinturón. Pone su enorme manaza en la empuñadura del arma sin llegar a descolgarla.
—Es mejor que te vayas y no nos hagas enfadar, elfo — aconseja Engelhart con un falso gesto paternal —. Nosotros tenemos más amigos aquí que tú — da un paso pisando el montón de monedas que ahora no me dejará recoger.
Oigo unos pasos a mi espalda. Es Jake Engelhart. Regresa con actitud fastidiosa. Detrás de él hay un hombre tan grande como Jens Engelhart, pero vestido con ropas más elegantes. El desconocido tiene una mano en el hombro del chico, mostrando gratitud. Jake parece un pequeño conejo asustado al lado del hombre.
Puedo matarles. Es lo que pienso. Tengo mi arco en la espalda. Soy rápido. Puedo rodar por el suelo, hacerme a un lado, al mismo tiempo que cargo una flecha en el arco y disparo contra los Engelharts. Si me contengo es por Merrigan y por el bebé. Los Engelharts son conocidos en Vulwulfar, gozan de un mayor reconocimiento entre los vecinos que una pareja de elfos viajeros. Su palabra vale más que la mía. Pueden acusarme de haber disparado primero e incluso de envenenar los abrevaderos de los upeleros. La Guardia de Verisar tomará la palabra de los Engelharts. Así lo demuestra la actitud tranquila del hombre desconocido. Si las consecuencias de mis acciones solo las pagase yo, dispararía. Pero he de pensar en mi bebé.
Me doy la vuelta y me alejo cabizbajo. Estoy un rato caminando dando vueltas entre las cuadras pensando dónde ir y qué hacer. Finalmente, regreso a las cuadras de las chicas, con los upeleros. Parece que han conseguido sobreponerse a la situación. El upelero enfermo ha dejado de moverse de manera espasmódica. Está agotado, pero parece que cuando descanse, podrá ponerse en pie.
Apoyo mis brazos en el vallado y dejo caer todo mi peso en él. Estoy tan cansado como el upelero enfermo. Hablo en voz baja porque necesito contarlo y necesito que me escuchen. No conozco a nadie más en el establo que me pueda creer.
—Jake Engelhart. Ese es el nombre del chico. Escondía el veneno en un cubo de heces. Vi el frasco, pero se rompió antes de que pudiera leer la etiqueta. Me cuesta leer las palabras largas — asumo la culpa de lo ocurrido —. Jens Engelhart es el padre de familia. Él ordenó a su hijo que envenenase a los animales que no conoce. Hay otro hombre. Jake habla con su caballo, Noche. Escuché decir que no le importaba lo que le dijera su padre y el señor Alser y que Noche podría ganar la carrera si Alser quisiera, pero él no quiere que Noche gane. Alser quiere que sea otro quien gane. — suspiro sonoramente —. Lo siento. Trabajaba para unas personas malvadas. Hay más personas malvadas en el establo. Engelhart y Alser tienen muchos amigos, incluso en la guardia. Creo que el veneno es para los animales que no son sus amigos. Lo siento.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Hacia literalmente segundos que le había dicho a Elaine que se quedarían allí con los upeleros, pero ahora que esta había vuelto con Plumitas, mientras le acariciaba la cabeza, se lo pensó mejor. Sería más seguro que se los llevaran, así que empezó a preparar los materiales para ensillarlos, y a reunir alguna que otra cosa. Tendrían comida en la taberna, así que no hacía falta llevársela de allí. El elfo no tardo en venir a disculparse. –Bien, Engelhart. No te preocupes.- se limitó a decir. Sonaba a una familia si bien no necesariamente importante, si conocida. Seria pan comido averiguar dónde vivían. Podía preguntarle al elfo, pero…eso ya causaría suficientes problemas para él. –Mañana los sacaremos a pasear, por la noche, puedes venir a vernos al tocinete hinchado si quieres.-
-Barrilete.- corrigió Elaine. Ella estaba bastante segura que tenía un cerdo gordinflón como símbolo, pero daba igual, no era el momento, tenía muchas cosas que pensar. Subió en Plumitas y asegurándose de que la cuerda a los otros dos estaba bien sujeta, le dio una palmadita a su silla para que Elaine se subiera tras ella, bien juntas y esta obedeció, abrazándola un poco más… intensamente de lo necesario para no caerse, como si hacia siempre. Una pensaría que no se fiaba demasiado de los upeleros.
-Siempre es sobre el dinero, ¿cierto?- susurró su caballero, interrumpiendo sus pensamientos.
-Sí, algunas veces parece que lo valoran más que la vida.- contestó, y pudo notar los músculos de la mujer tensarse ligeramente a su alrededor, juntándose más en su abrazo, siguiendo su línea de pensamiento. –No, ese hombre acaba de tener una enganchada con ellos, lo culparían a él.- los brazos se relajaron, solo un poco.
-Podría…colarme, una visita sin duda…-
-No.- la afinidad de Elaine con las sombras sin duda la hacia la candidata perfecta, pero… había sido un caballero toda su vida, no creía que estuviera preparada para un cambio tan drástico de actitud. –Y tengo algunas pociones realmente desagradables sin llegar a ser letales, pero una poción alucinógena sería muy obvia, sin duda obra de un alquimista, no, debe ser algo más impersonal. A la vez que claramente serio…- y es que casi habían matado a la pobre Aurora, y sin duda habrían matado a muchos otros animales, no tenía remedio para todos, había podido hacer…otras tres dosis, y no habían tirado el agua inmediatamente, así que habría víctimas. ¿Y no era una valiosa lección en la vida que las acciones tenían consecuencias? –Empezaremos suave. ¿Tienes hambre El? Creo recordar que el dueño de la taberna había comprado un cerdo esta mañana… Vamos a comprar una buena parte.-
Conseguir sangre, además de unos cuantos suministros no era nada difícil. Ya llevaban unos días allí, y como pasaba en la capital, las personas estaban más que encantadas de darles de comer tras unos días para abrirse a ellas. O al menos eso pensaba Alisha. Pero además de comer, Alisha necesitaba sangre por…otros motivos, y usar sangre humana ofrecida amablemente era una falta de respeto, así que pago por la de cerdo.
La familia Engelhart tendría una sorpresa al llegar a casa esa noche. Y todo aquel que pasara por delante. O remotamente cerca. Es decir, bloqueaba el portal para entrar a su casa, y el fuego brillaba lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de los transeúntes una vez encendido. La vampiresa tenía cierta vena teatral, y se había asegurado que las llamas resaltaran el espantapájaros en vez de consumirlo, toda la sangre y cambiar la calabaza por una cabeza de cerdo habría sido un esfuerzo inútil y sin sentido si era calcinado antes de que fuera bien visto. Un “Lo sabemos” escrito con fina caligrafía y por supuesto, sangre a los pies del espantapájaros, junto a un vial muy similar al usado acababa de rematar la escena.
No se la merecían, pero les daría la oportunidad de arrepentirse y confesar. Estaba segura de que no la tomarían, pero el Plan B era demasiado radical para ser usado inmediatamente. Además, quería pensar que ella era mejor persona, que tenía la superioridad moral allí, Y eso sería difícil si usaba el plan B inmediatamente.
En cualquier caso, puede que se equivocara, había algo en el miedo a la muerte que volvía al más egoísta y despiadado de los hombres en un ferviente santo, la pregunta era si el numerito había sido suficiente. Y señalándolos públicamente, después de algo tan notorio como un envenenamiento masivo se aseguraba que no fuera la única que iba a tenerlos vigilados. No podía ser la única con cariño a su animal.
Y si su advertencia era ignorada, bueno… la carrera era en dos noches. Aún tenía tiempo de una advertencia más antes del Plan B si realmente quería.
En cualquier caso, Alisha durmió como un tronco la mañana siguiente, y se levantó a la puesta de sol para preparar la excursión con sus pajaritos. Aunque esperaría un tiempo a ver si el elfo aparecía.
-Barrilete.- corrigió Elaine. Ella estaba bastante segura que tenía un cerdo gordinflón como símbolo, pero daba igual, no era el momento, tenía muchas cosas que pensar. Subió en Plumitas y asegurándose de que la cuerda a los otros dos estaba bien sujeta, le dio una palmadita a su silla para que Elaine se subiera tras ella, bien juntas y esta obedeció, abrazándola un poco más… intensamente de lo necesario para no caerse, como si hacia siempre. Una pensaría que no se fiaba demasiado de los upeleros.
-Siempre es sobre el dinero, ¿cierto?- susurró su caballero, interrumpiendo sus pensamientos.
-Sí, algunas veces parece que lo valoran más que la vida.- contestó, y pudo notar los músculos de la mujer tensarse ligeramente a su alrededor, juntándose más en su abrazo, siguiendo su línea de pensamiento. –No, ese hombre acaba de tener una enganchada con ellos, lo culparían a él.- los brazos se relajaron, solo un poco.
-Podría…colarme, una visita sin duda…-
-No.- la afinidad de Elaine con las sombras sin duda la hacia la candidata perfecta, pero… había sido un caballero toda su vida, no creía que estuviera preparada para un cambio tan drástico de actitud. –Y tengo algunas pociones realmente desagradables sin llegar a ser letales, pero una poción alucinógena sería muy obvia, sin duda obra de un alquimista, no, debe ser algo más impersonal. A la vez que claramente serio…- y es que casi habían matado a la pobre Aurora, y sin duda habrían matado a muchos otros animales, no tenía remedio para todos, había podido hacer…otras tres dosis, y no habían tirado el agua inmediatamente, así que habría víctimas. ¿Y no era una valiosa lección en la vida que las acciones tenían consecuencias? –Empezaremos suave. ¿Tienes hambre El? Creo recordar que el dueño de la taberna había comprado un cerdo esta mañana… Vamos a comprar una buena parte.-
Conseguir sangre, además de unos cuantos suministros no era nada difícil. Ya llevaban unos días allí, y como pasaba en la capital, las personas estaban más que encantadas de darles de comer tras unos días para abrirse a ellas. O al menos eso pensaba Alisha. Pero además de comer, Alisha necesitaba sangre por…otros motivos, y usar sangre humana ofrecida amablemente era una falta de respeto, así que pago por la de cerdo.
La familia Engelhart tendría una sorpresa al llegar a casa esa noche. Y todo aquel que pasara por delante. O remotamente cerca. Es decir, bloqueaba el portal para entrar a su casa, y el fuego brillaba lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de los transeúntes una vez encendido. La vampiresa tenía cierta vena teatral, y se había asegurado que las llamas resaltaran el espantapájaros en vez de consumirlo, toda la sangre y cambiar la calabaza por una cabeza de cerdo habría sido un esfuerzo inútil y sin sentido si era calcinado antes de que fuera bien visto. Un “Lo sabemos” escrito con fina caligrafía y por supuesto, sangre a los pies del espantapájaros, junto a un vial muy similar al usado acababa de rematar la escena.
No se la merecían, pero les daría la oportunidad de arrepentirse y confesar. Estaba segura de que no la tomarían, pero el Plan B era demasiado radical para ser usado inmediatamente. Además, quería pensar que ella era mejor persona, que tenía la superioridad moral allí, Y eso sería difícil si usaba el plan B inmediatamente.
En cualquier caso, puede que se equivocara, había algo en el miedo a la muerte que volvía al más egoísta y despiadado de los hombres en un ferviente santo, la pregunta era si el numerito había sido suficiente. Y señalándolos públicamente, después de algo tan notorio como un envenenamiento masivo se aseguraba que no fuera la única que iba a tenerlos vigilados. No podía ser la única con cariño a su animal.
Y si su advertencia era ignorada, bueno… la carrera era en dos noches. Aún tenía tiempo de una advertencia más antes del Plan B si realmente quería.
En cualquier caso, Alisha durmió como un tronco la mañana siguiente, y se levantó a la puesta de sol para preparar la excursión con sus pajaritos. Aunque esperaría un tiempo a ver si el elfo aparecía.
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
A Merrigan le apetecen comer anacardos. Siente un antojo. Rebusca entre las mochilas tirando mantas y mudas limpias al suelo. ¡Anacardos! Grita la palabra como si fuera una obviedad. Dice llevar mucho sin comerlos y que está convencida que al bebé le gustarán. Recita una caterva de propiedades del fruto argumentado la insistencia por el fruto. Por alguna razón que ignoro, escarba en nuestras pertenencias segura que, dentro de uno pantalones limpios o en el fondo de una mochila, encontrará una bolsa de anacardos. Si ella no ha salido a comprar por su cuenta y los ha escondido expresamente en ese rebuscado lugar, dudo que encuentre nada. Merrigan levanta la cabeza y me mira con terquedad, como si hubiera adivinado mis pensamientos.
—¡Qué sí! ¡Que sí! Debemos tener una bolsa por algún lado. Déjame y verás cómo la encuentro. ¿Cómo no vamos a tener anacardos con los buenos que son? Sabías que son buenos para la pérdida de memoria y que retrasan el envejecimiento.
—No.
—¡Pues es verdad! También son unos buenos canalizadores para nuestra magia. Los elfos tenemos la extraña costumbre de buscar impulsos mágicos en los árboles.
—Iré a comprar.
—¡No! No vayas. Sé que debe haber una bolsita por aquí… justo aquí… ¡Estoy segura!
—¿Quieres algo más?
Merrigan levanta la cabeza como un ciervo que ha escuchado un sonido de alerta.
—¡Pastel de mora! ¿Cuánto hace que no comemos uno de esos? Conozco una pastelería que lo bordan. ¡Y un vino dulce! Yo solo podré dar unos sorbitos, pero puedes terminarte el resto. Un pastel sin vino no es un pastel. No te olvides de los anacardos.
Salgo de la habitación sin la intención de comprar nada. Dentro de un rato, Merrigan habrá olvidado el antojo de los anacardos o sustituido por cualquier otro. Las monedas escasean y la pérdida de mi trabajo con los Engelharts ha hecho que me vuelva más previsor. Tenemos dos mochilas rebosantes de artículos, antojos de Merrigan. Sé lo que hará con la bolsa de anacardos. Comerá uno, dos a lo sumo, y dirá que no recordaba que sabían tan mal y que es por culpa del embarazo que le cambia el sabor de las cosas. Dejará la bolsa de anacardos con las demás bolsas de comida. Tenemos mucha comida.
Además, las tiendas de alimentos han cerrado. Merrigan debe saberlo. También debe saber la razón por la que haya propuesto salir a comprar: escapar. La convivencia con Merrigan se hace cada día más difícil. Es el bebé, le cambia el sabor de las cosas y la manera de pensar. Dice tener frío, que le busque abrigo y, al momento, protesta por el calor quitándose cada capa de ropa. Sucede lo mismo con el tacto: confunde lo liso con lo rugoso y lo áspero con lo suave. El malestar es la única constante. Los dolores de espalda y piernas son intensos. Ella cree que puede ocultármelos, pero he visto cómo se encorva y como se ayuda de los muebles y paredes para caminar. Hace esfuerzos para seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Reniega y alza la voz cuando me ofrezco a ayudar. La convivencia es molesta. Necesito salir. Merrigan sigue buscando anacardos.
Paso por enfrente del establo. Miro con anhelo a los animales entrenando. Inconscientemente, busco a las aves de las chicas y a los caballos de los Engelharts. Me apoyo en la valla del circuito. Encuentro a Noche entrenando. Jake cabalga con gallardía. Azota con una fusta de madera el trasero del caballo ordenándole incrementar la velocidad. Noche relincha y acelera el paso. Jake gime con su caballo. El chico está furioso. Ambos lo están. Ladeo la cabeza de lado a lado apartando los pensamientos que me relaciona con la familia de los humanos. No es de mi interés.
Recuerdo el nombre de la taberna que mencionaron las chicas de los upeleros. El tocinete hinchado. No, corrigió la pelirroja, El barrilete. El barrilete hinchado. Una taberna es un buen lugar donde hacer que pase el tiempo y seguir el consejo de Merrigan: beber vino dulce.
Dos Engelharts que juntos suman un Engelhart completo me interceptan con palos de madera. Los gemelos atacan al aire con actitud amenazante.
—¡Zas!
—¡Y taca!
—¡Toma esa!
—¡Y esa también!
—¡Esto por hacer llorar a nuestro hermanito!
—¡Y esto también!
Aparto a los gemelos con la mano sin decirles nada. No quiero volver a involucrarme en los asuntos de un Engelhart.
—¡No escaparás, elfo!
—¡Acabaremos contigo!
—¡Zas, zas!
Los gemelos me ralentizan el paso el tiempo suficiente para que pueda escuchar la conversación de dos hombres a mi espalda. Están hablando sobre Jake. Uno pregunta si es verdad que se dejará perder. Noche está en buena forma y parece más rápido que el upelero de Asler. El otro hombre contesta con una risotada. Lo tienen todo bajo control. Ganará Asler, asegura.
Consigo zafarme de los gemelos, los cuales han empezado a combatir entre ellos. Giro la cabeza y dirijo una última mirada a Noche. El caballo ha traspasado el circuito de entrenamiento y corre a través de campo abierto.
—Está prohibido — digo asombrado.
Nadie parece escucharme.
Siento preocupación hacia Jake Engelhart a pesar de que él y su familia me amenazó la noche anterior. Salto la valla entrando al circuito, obligando a un upelero a frenar en seco. El ave me reprime con un agudo picotazo en la sien. El jinete del animal grita insultos que no quiero escuchar. Corro por el circuito, atajando saltando las vallas que obstaculizan a los animales. No me cuesta llegar al punto que Noche saltó.
El exterior del circuito lo forma un inmenso jardín de árboles y flores. Salto en la copa de un árbol dando un salto. En las ramas, soy más rápido que en tierra. Doy largos saltos y hago acrobacias que atajan el camino.
No tardo en encontrar a Noche. El caballo se ha quedado acostado enfrente de unos upeleros. Me acerco escondido en las ramas de los árboles y espío al chico.
—¡Lo siento! Sí, sí, fui yo, pero… mi papá me ordenó. Quiere que Asler sea el ganador de la gran carrera. Papá y sus amigos se encargarán de que ningún upelero, excepto el de Asler, pueda competir. Los matará si es preciso — acercándome más veo con quien está hablando Jake: las chicas, mis amigas —. Dijo que tendría que perder. Que Noche no valía nada y que lo mataría si no quedo por detrás de Asler. ¡Llevo montando a Noche desde que tengo memoria! ¡No puede hacerme esto! Pero lo hará… con el dinero que Asler le paga, dice que puede comprar a tres como Noche. ¡No hay nadie como Noche!
El caballo lame la cabeza del chico como si entendiese el halago.
—Y ahora vendrán… vendrán a por todos porque están enfadados por lo del espantapájaros. Lo siento mucho… ¡Lo siento! — el discurso de Jake terminó en un llanto.
Y llegaron. Aprovechando la privacidad del jardín, un grupo de caballos y jinetes rodearon a los upeleros. Bandidos. Contratados por Jens Engelhart. Con el dinero de Asler puede comprar tres Noches y contratar una panda de bandidos.
Offrol: señalo el uso de la habilidad:
Guía forestal: (rasgo) Es capaz de hacer grandes acrobacias, para muchos imposibles, a gran velocidad. Ya sea por los tejados de una ciudad o por los ramas de unos árboles, no hay escenario que se le resista. Esto es posible porque la destreza de Sarez es 40% mayor de lo que debería ser.
—¡Qué sí! ¡Que sí! Debemos tener una bolsa por algún lado. Déjame y verás cómo la encuentro. ¿Cómo no vamos a tener anacardos con los buenos que son? Sabías que son buenos para la pérdida de memoria y que retrasan el envejecimiento.
—No.
—¡Pues es verdad! También son unos buenos canalizadores para nuestra magia. Los elfos tenemos la extraña costumbre de buscar impulsos mágicos en los árboles.
—Iré a comprar.
—¡No! No vayas. Sé que debe haber una bolsita por aquí… justo aquí… ¡Estoy segura!
—¿Quieres algo más?
Merrigan levanta la cabeza como un ciervo que ha escuchado un sonido de alerta.
—¡Pastel de mora! ¿Cuánto hace que no comemos uno de esos? Conozco una pastelería que lo bordan. ¡Y un vino dulce! Yo solo podré dar unos sorbitos, pero puedes terminarte el resto. Un pastel sin vino no es un pastel. No te olvides de los anacardos.
Salgo de la habitación sin la intención de comprar nada. Dentro de un rato, Merrigan habrá olvidado el antojo de los anacardos o sustituido por cualquier otro. Las monedas escasean y la pérdida de mi trabajo con los Engelharts ha hecho que me vuelva más previsor. Tenemos dos mochilas rebosantes de artículos, antojos de Merrigan. Sé lo que hará con la bolsa de anacardos. Comerá uno, dos a lo sumo, y dirá que no recordaba que sabían tan mal y que es por culpa del embarazo que le cambia el sabor de las cosas. Dejará la bolsa de anacardos con las demás bolsas de comida. Tenemos mucha comida.
Además, las tiendas de alimentos han cerrado. Merrigan debe saberlo. También debe saber la razón por la que haya propuesto salir a comprar: escapar. La convivencia con Merrigan se hace cada día más difícil. Es el bebé, le cambia el sabor de las cosas y la manera de pensar. Dice tener frío, que le busque abrigo y, al momento, protesta por el calor quitándose cada capa de ropa. Sucede lo mismo con el tacto: confunde lo liso con lo rugoso y lo áspero con lo suave. El malestar es la única constante. Los dolores de espalda y piernas son intensos. Ella cree que puede ocultármelos, pero he visto cómo se encorva y como se ayuda de los muebles y paredes para caminar. Hace esfuerzos para seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Reniega y alza la voz cuando me ofrezco a ayudar. La convivencia es molesta. Necesito salir. Merrigan sigue buscando anacardos.
Paso por enfrente del establo. Miro con anhelo a los animales entrenando. Inconscientemente, busco a las aves de las chicas y a los caballos de los Engelharts. Me apoyo en la valla del circuito. Encuentro a Noche entrenando. Jake cabalga con gallardía. Azota con una fusta de madera el trasero del caballo ordenándole incrementar la velocidad. Noche relincha y acelera el paso. Jake gime con su caballo. El chico está furioso. Ambos lo están. Ladeo la cabeza de lado a lado apartando los pensamientos que me relaciona con la familia de los humanos. No es de mi interés.
Recuerdo el nombre de la taberna que mencionaron las chicas de los upeleros. El tocinete hinchado. No, corrigió la pelirroja, El barrilete. El barrilete hinchado. Una taberna es un buen lugar donde hacer que pase el tiempo y seguir el consejo de Merrigan: beber vino dulce.
Dos Engelharts que juntos suman un Engelhart completo me interceptan con palos de madera. Los gemelos atacan al aire con actitud amenazante.
—¡Zas!
—¡Y taca!
—¡Toma esa!
—¡Y esa también!
—¡Esto por hacer llorar a nuestro hermanito!
—¡Y esto también!
Aparto a los gemelos con la mano sin decirles nada. No quiero volver a involucrarme en los asuntos de un Engelhart.
—¡No escaparás, elfo!
—¡Acabaremos contigo!
—¡Zas, zas!
Los gemelos me ralentizan el paso el tiempo suficiente para que pueda escuchar la conversación de dos hombres a mi espalda. Están hablando sobre Jake. Uno pregunta si es verdad que se dejará perder. Noche está en buena forma y parece más rápido que el upelero de Asler. El otro hombre contesta con una risotada. Lo tienen todo bajo control. Ganará Asler, asegura.
Consigo zafarme de los gemelos, los cuales han empezado a combatir entre ellos. Giro la cabeza y dirijo una última mirada a Noche. El caballo ha traspasado el circuito de entrenamiento y corre a través de campo abierto.
—Está prohibido — digo asombrado.
Nadie parece escucharme.
Siento preocupación hacia Jake Engelhart a pesar de que él y su familia me amenazó la noche anterior. Salto la valla entrando al circuito, obligando a un upelero a frenar en seco. El ave me reprime con un agudo picotazo en la sien. El jinete del animal grita insultos que no quiero escuchar. Corro por el circuito, atajando saltando las vallas que obstaculizan a los animales. No me cuesta llegar al punto que Noche saltó.
El exterior del circuito lo forma un inmenso jardín de árboles y flores. Salto en la copa de un árbol dando un salto. En las ramas, soy más rápido que en tierra. Doy largos saltos y hago acrobacias que atajan el camino.
No tardo en encontrar a Noche. El caballo se ha quedado acostado enfrente de unos upeleros. Me acerco escondido en las ramas de los árboles y espío al chico.
—¡Lo siento! Sí, sí, fui yo, pero… mi papá me ordenó. Quiere que Asler sea el ganador de la gran carrera. Papá y sus amigos se encargarán de que ningún upelero, excepto el de Asler, pueda competir. Los matará si es preciso — acercándome más veo con quien está hablando Jake: las chicas, mis amigas —. Dijo que tendría que perder. Que Noche no valía nada y que lo mataría si no quedo por detrás de Asler. ¡Llevo montando a Noche desde que tengo memoria! ¡No puede hacerme esto! Pero lo hará… con el dinero que Asler le paga, dice que puede comprar a tres como Noche. ¡No hay nadie como Noche!
El caballo lame la cabeza del chico como si entendiese el halago.
—Y ahora vendrán… vendrán a por todos porque están enfadados por lo del espantapájaros. Lo siento mucho… ¡Lo siento! — el discurso de Jake terminó en un llanto.
Y llegaron. Aprovechando la privacidad del jardín, un grupo de caballos y jinetes rodearon a los upeleros. Bandidos. Contratados por Jens Engelhart. Con el dinero de Asler puede comprar tres Noches y contratar una panda de bandidos.
Offrol: señalo el uso de la habilidad:
Guía forestal: (rasgo) Es capaz de hacer grandes acrobacias, para muchos imposibles, a gran velocidad. Ya sea por los tejados de una ciudad o por los ramas de unos árboles, no hay escenario que se le resista. Esto es posible porque la destreza de Sarez es 40% mayor de lo que debería ser.
Última edición por Sarez el Mar Abr 21 2020, 17:25, editado 1 vez
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
No se habían movido demasiado cuando el chico. Ese chico, el que había envenenado a los upeleros, se les acercó.
Casi le clava un virote en la tripa, chaval o no, pero se contuvo, puede que porque habia venido con su caballo. E inmediatamente empezó a disculparse. Y por supuesto que lo escuchó, porque era educada, incluso con un envenenador de upeleros cuya casa podía o podía no ser reducida a cenizas esta noche, aunque no estaba segura de sí con o sin gente.
Pero la situación resultó ser algo más compleja. Y no parecía estar mintiendo, la gente nunca le mentía a ella, era así de encantadora. Pero en cualquier caso, había sacado varias cosas importantes. Que el culpable de todo era un tal Asler, que no había escuchado su amable advertencia y, más importante, que ese pobre caballo se encontraba amenazado.
-No sé si deberías vivir con alguien que amenaza con matar algo que quieres. La familia es la gente a la que escoges ¿sabes? No aquella con la que compartes sangre.- Regañó al chico. –Deberías plantearte conseguir tus cosas, tomar un poco de su dinero por las molestias e intentar hacerte tu vida en algún sitio. Seguro que puedo hablar con alguien de la Guardia para que tú y tu caballo entréis como aprendices. O en un establo. O algo así. Ahora, ¿sabes dónde vive ese tal Asler?-
Elaine estaba aburrida, escuchando la charla. Por supuesto que mantenía un ojo en el chico, por si intentaba nada raro, pero… bueno, era un mequetrefe, no era como si pudiera hacer nada, así que miró a su alrededor en cuando escuchó la advertencia del chico. Nada de lo que ese villano de poca monta podría hacerles daño de verdad, pero una flecha perdida aun podía darle a uno de los upeleros. Y realmente no quería tener que explicarles a las autoridades… lo que fuera que Alisha haría después de eso. En cualquier caso, pareció ser la primera de los tres en darse cuenta de que no estaban solos, y el chirrido de sus espadas dejando la funda fue suficiente para que su señora y el chaval se pusieran alerta y los vieran también. Matones de poca monta, el único problema era si decidían centrarse en los pajarracos. Estaba a punto de lanzarse contra ellos cuando ocurrió algo que no esperaba.
-TU.- 1 Dijo su señora exactamente al mismo tiempo que uno de los bandidos, hasta se señalaban el uno al otro con un gruñido de sorpresa de Plumitas para efecto añadido. Allí debía haber una historia, y todo el mundo adoraba a Alisha, tenía esa clase de carisma, puede que no fuera a hacer falta derramar sang….y Alisha le había disparado en la tripa. –ESO POR TRATAR TAN MAL A PLUMITAS.- La caballero suspiró y se lanzó al combate. Estaban rodeadas, por lo que lo mejor sería abrir una salida y escurrirse por allí, para flanquearlos. Aspiró profundamente, cerrando por un instante los ojos y concentrándose en su torso, viéndose a sí misma como un árbol. Dura, inamovible. Un tirón en su mente le dijo que había funcionado, y cuando abrió sus ojos, veía el mundo a través de una pátina negra, una armadura de sombras cubriéndola. 2Su rival no se esperaba que se moviera tan rápido, o que lo atacara, a saber, lo que importaba era que no pudo hacer nada cuando sus dos espadas se clavaron cruzadas en su cuerpo, a la altura de los riñones y abrió los brazos a ambos lados, destrozándole las tripas. Moriría en segundos, así que no le dedico una segunda mirada, en su lugar dedicando una mirada a Alisha, para asegurarse de que estaba bien y decirle que hacer.
Pero no parecía hacer falta, se había montado en Plumitas y había cargado contra uno de los bandidos. Más o menos, no había visto el proceso, pero estaba segura que ninguna de las cargas que había aprendido con sus tutores acababa con la montura usando la cara del enemigo como trampolín, en algo que estaba segura, le había roto el cuello al pobre desgraciado. Ese debía ser el famoso “vuelo upelerico” que Alisha no paraba de mencionar. O el entrenamiento para la guerra de esas gallinas era más raro de lo que jamás habría podido imaginar. O su señora había vuelto a enseñarle cosas raras a su montura, seguramente eso último, la verdad. En cualquier caso, los tres pajarracos y el caballo, con sus respectivos dueños habían atravesado el cerco de bandidos. Un problema menos.
2: Elaine usa su habilidad Armadura de Obsidiana
Casi le clava un virote en la tripa, chaval o no, pero se contuvo, puede que porque habia venido con su caballo. E inmediatamente empezó a disculparse. Y por supuesto que lo escuchó, porque era educada, incluso con un envenenador de upeleros cuya casa podía o podía no ser reducida a cenizas esta noche, aunque no estaba segura de sí con o sin gente.
Pero la situación resultó ser algo más compleja. Y no parecía estar mintiendo, la gente nunca le mentía a ella, era así de encantadora. Pero en cualquier caso, había sacado varias cosas importantes. Que el culpable de todo era un tal Asler, que no había escuchado su amable advertencia y, más importante, que ese pobre caballo se encontraba amenazado.
-No sé si deberías vivir con alguien que amenaza con matar algo que quieres. La familia es la gente a la que escoges ¿sabes? No aquella con la que compartes sangre.- Regañó al chico. –Deberías plantearte conseguir tus cosas, tomar un poco de su dinero por las molestias e intentar hacerte tu vida en algún sitio. Seguro que puedo hablar con alguien de la Guardia para que tú y tu caballo entréis como aprendices. O en un establo. O algo así. Ahora, ¿sabes dónde vive ese tal Asler?-
Elaine estaba aburrida, escuchando la charla. Por supuesto que mantenía un ojo en el chico, por si intentaba nada raro, pero… bueno, era un mequetrefe, no era como si pudiera hacer nada, así que miró a su alrededor en cuando escuchó la advertencia del chico. Nada de lo que ese villano de poca monta podría hacerles daño de verdad, pero una flecha perdida aun podía darle a uno de los upeleros. Y realmente no quería tener que explicarles a las autoridades… lo que fuera que Alisha haría después de eso. En cualquier caso, pareció ser la primera de los tres en darse cuenta de que no estaban solos, y el chirrido de sus espadas dejando la funda fue suficiente para que su señora y el chaval se pusieran alerta y los vieran también. Matones de poca monta, el único problema era si decidían centrarse en los pajarracos. Estaba a punto de lanzarse contra ellos cuando ocurrió algo que no esperaba.
-TU.- 1 Dijo su señora exactamente al mismo tiempo que uno de los bandidos, hasta se señalaban el uno al otro con un gruñido de sorpresa de Plumitas para efecto añadido. Allí debía haber una historia, y todo el mundo adoraba a Alisha, tenía esa clase de carisma, puede que no fuera a hacer falta derramar sang….y Alisha le había disparado en la tripa. –ESO POR TRATAR TAN MAL A PLUMITAS.- La caballero suspiró y se lanzó al combate. Estaban rodeadas, por lo que lo mejor sería abrir una salida y escurrirse por allí, para flanquearlos. Aspiró profundamente, cerrando por un instante los ojos y concentrándose en su torso, viéndose a sí misma como un árbol. Dura, inamovible. Un tirón en su mente le dijo que había funcionado, y cuando abrió sus ojos, veía el mundo a través de una pátina negra, una armadura de sombras cubriéndola. 2Su rival no se esperaba que se moviera tan rápido, o que lo atacara, a saber, lo que importaba era que no pudo hacer nada cuando sus dos espadas se clavaron cruzadas en su cuerpo, a la altura de los riñones y abrió los brazos a ambos lados, destrozándole las tripas. Moriría en segundos, así que no le dedico una segunda mirada, en su lugar dedicando una mirada a Alisha, para asegurarse de que estaba bien y decirle que hacer.
Pero no parecía hacer falta, se había montado en Plumitas y había cargado contra uno de los bandidos. Más o menos, no había visto el proceso, pero estaba segura que ninguna de las cargas que había aprendido con sus tutores acababa con la montura usando la cara del enemigo como trampolín, en algo que estaba segura, le había roto el cuello al pobre desgraciado. Ese debía ser el famoso “vuelo upelerico” que Alisha no paraba de mencionar. O el entrenamiento para la guerra de esas gallinas era más raro de lo que jamás habría podido imaginar. O su señora había vuelto a enseñarle cosas raras a su montura, seguramente eso último, la verdad. En cualquier caso, los tres pajarracos y el caballo, con sus respectivos dueños habían atravesado el cerco de bandidos. Un problema menos.
_______________
1: Mismo antagonista que el líder bandido en la Cuarta Gran Carrera de Upeleros un brujo piromante.2: Elaine usa su habilidad Armadura de Obsidiana
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Tengo buena puntería. Mi flecha logra incrustarse en la cabeza de uno de los bandidos como si fuera un banderín. Los villanos que se encuentran al lado del difunto ensartado se miran atónitos. Un cuarto señala a los árboles, el lugar donde he disparado. El lugar donde ya no me encuentro. Es un error de principiantes quedarse escondido a cubierto de un mismo árbol tras haber disparo. Mi siguiente disparo se lo dedico al cuarto hombre. La flecha atraviesa la cabeza. Salto grácilmente al árbol vecino. Un inevitable movimiento de hojas desvela mi posición. Los hombres que logran darse cuenta están ocupados esquivando las rápidas espadas del caballero de armadura negro. Gritan. ¡Un arquero! No pueden señalarme. Tienen las manos ocupadas sosteniendo el escudo que les previene del acero del caballero negro.
Los bandidos dan círculos sobre la misma posición como ratas asustadas. Un pequeño número toma los caballos, yendo a perseguir a los upeleros, entre ellos Plumitas, y Noche. La mayoría se queda combatiendo con el caballero negro, la mujer pelirroja. Lo vi. Vi cómo se embutía en la armadura negra. La invocó utilizando un hechizo. Magia. Sigo asombrado por lo poco que sé de las chicas. Ni siquiera su nombre. Podrían ser altos brujos de las islas, como los que participan en las incursiones a Sandorai, o neutrales dragones de las montañas.
Uno mis manos y tomo una gran concentración de éter en mi cuerpo. Pienso en velocidad y en la posición que quiero tomar. Los bandidos disparan, pero ya no me encuentro ahí. He desaparecido, impulsado. El éter me transporta justo enfrente de los tres arqueros. Al tocar tierra, tengo el hacha y el cuchillo en mis manos. Golpeo el brazo derecho del líder arquero con el hacha evitando un ataque instintivo por su parte. A la vez, corto el cuello del hombre con el cuchillo. Clavo el hacha en el torso del líder arquero y lo uso como escudo para frenar los disparos de los otros dos arqueros restantes. Al primero le lanzo el cuchillo, acertando a la zona que separa el torso del hombro derecho (apuntaba a la cabeza) inutilizando su siguiente ataque. Extraigo el hacha del cadáver y me mueve con rapidez hacia el último de los arqueros sano. Éste da un paso hacia atrás mientras que sus manos nerviosas y nerviosas hacen que no pueda agarrar una flecha. Incrusto el hacha en la sien del rival. Me dirijo al arquero que queda con vida. Éste camina lentamente hacia atrás, intentando escapar. Sus pies trastean, tropiezan con cada roca en su camino. Tiene una mano en la zona herida y la otra en la cintura, seguramente sosteniendo la empuñadura de un arma oculta. A una distancia prudencial, arranco mi cuchillo de la herida del arquero maltrecho.
—Es mío — digo secamente dándole la espalda, pero no bajando la atención.
El hombre hace acopio de sus últimas fuerzas. No acepta que no le haya matado. Desenvaina el cuchillo que había adivinado que me ocultaba y arremete contra mí. Le esquivo con elegancia, dando un paso hacia un lado. El hombre resbala, se sostiene con dificultad. Su cabeza estalla contra las rocas del pavimento. Si sigue es vivo es algo que no me voy a preocupar por averiguar.
El último grupo de bandidos lo integran cuatro hombres. Uno sobre un caballo que sostiene una lanza y un escudo, dos arqueros y un brujo. Sé que se trata de un brujo porque no utiliza ningún arma más allá que sus manos envueltas en llamas.
Envaino mis armas de corto alcance, el cuchillo y el hacha, y recupero mi arco. Me uno junto al caballero negro para hacer frente al grupo sobrante.
—No dijiste que sabías controlar la magia — digo alabando la armadura de la chica —. Tampoco cómo te llamas — a segunda frase en un tono de voz considerablemente más bajo, como una reprimenda. Añado mirando a los rivales: —. Prometí que ayudaría.
Offrol: Uso la habilidad
Aceleración cristalina: (activable) Canaliza su cuerpo con magia elfa y realiza un rápido movimiento hacia un lugar concreto. Esta habilidad se puede usar tanto para escapar de una situación peligrosa como para lanzarse encima de un rival.
Enfriamiento: 3 turnos
Los bandidos dan círculos sobre la misma posición como ratas asustadas. Un pequeño número toma los caballos, yendo a perseguir a los upeleros, entre ellos Plumitas, y Noche. La mayoría se queda combatiendo con el caballero negro, la mujer pelirroja. Lo vi. Vi cómo se embutía en la armadura negra. La invocó utilizando un hechizo. Magia. Sigo asombrado por lo poco que sé de las chicas. Ni siquiera su nombre. Podrían ser altos brujos de las islas, como los que participan en las incursiones a Sandorai, o neutrales dragones de las montañas.
Las preguntas las dejo para más adelante. Disparo en contra de un bandido que, sigiloso, se había deslizado detrás del caballero negro para asaltarle con un cuchillo traicionero. La flecha atraviesa la garganta del malvado bandido, haciéndole caer al suelo de espaldas y el evitando el ataque. Por salvar a la chica pelirroja, me he acercado demasiado al borde de la rama y temo haber revelado mi posición. Un pequeño grupo de tres bandidos parece haberme divisado. Sueltan las espadas y toman unos arcos. El que parece el líder de los tres apunta mi posición con el arco sirviendo de guía para los otros dos. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Uno mis manos y tomo una gran concentración de éter en mi cuerpo. Pienso en velocidad y en la posición que quiero tomar. Los bandidos disparan, pero ya no me encuentro ahí. He desaparecido, impulsado. El éter me transporta justo enfrente de los tres arqueros. Al tocar tierra, tengo el hacha y el cuchillo en mis manos. Golpeo el brazo derecho del líder arquero con el hacha evitando un ataque instintivo por su parte. A la vez, corto el cuello del hombre con el cuchillo. Clavo el hacha en el torso del líder arquero y lo uso como escudo para frenar los disparos de los otros dos arqueros restantes. Al primero le lanzo el cuchillo, acertando a la zona que separa el torso del hombro derecho (apuntaba a la cabeza) inutilizando su siguiente ataque. Extraigo el hacha del cadáver y me mueve con rapidez hacia el último de los arqueros sano. Éste da un paso hacia atrás mientras que sus manos nerviosas y nerviosas hacen que no pueda agarrar una flecha. Incrusto el hacha en la sien del rival. Me dirijo al arquero que queda con vida. Éste camina lentamente hacia atrás, intentando escapar. Sus pies trastean, tropiezan con cada roca en su camino. Tiene una mano en la zona herida y la otra en la cintura, seguramente sosteniendo la empuñadura de un arma oculta. A una distancia prudencial, arranco mi cuchillo de la herida del arquero maltrecho.
—Es mío — digo secamente dándole la espalda, pero no bajando la atención.
El hombre hace acopio de sus últimas fuerzas. No acepta que no le haya matado. Desenvaina el cuchillo que había adivinado que me ocultaba y arremete contra mí. Le esquivo con elegancia, dando un paso hacia un lado. El hombre resbala, se sostiene con dificultad. Su cabeza estalla contra las rocas del pavimento. Si sigue es vivo es algo que no me voy a preocupar por averiguar.
El último grupo de bandidos lo integran cuatro hombres. Uno sobre un caballo que sostiene una lanza y un escudo, dos arqueros y un brujo. Sé que se trata de un brujo porque no utiliza ningún arma más allá que sus manos envueltas en llamas.
Envaino mis armas de corto alcance, el cuchillo y el hacha, y recupero mi arco. Me uno junto al caballero negro para hacer frente al grupo sobrante.
—No dijiste que sabías controlar la magia — digo alabando la armadura de la chica —. Tampoco cómo te llamas — a segunda frase en un tono de voz considerablemente más bajo, como una reprimenda. Añado mirando a los rivales: —. Prometí que ayudaría.
Offrol: Uso la habilidad
Aceleración cristalina: (activable) Canaliza su cuerpo con magia elfa y realiza un rápido movimiento hacia un lugar concreto. Esta habilidad se puede usar tanto para escapar de una situación peligrosa como para lanzarse encima de un rival.
Enfriamiento: 3 turnos
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
-¡Plumitas! ¡Luna creciente!- dijo Alisha en la alocada carrera, notando como su montura obedecía, reduciendo su velocidad y adoptando un paso más estable, lo suficiente como para que se girara en la silla, dándole la espalda a la dirección que Plumitas escogiera. –Lista.- el paso volvió a acelerar, ahora que su jinete ya estaba colocada. Colocada de cara a los bandidos, con la ballesta cargada. –Fiu fiu.- y disparó, dándole a uno de los bandidos en el hombro. No lo mataría, pero una ballesta golpeaba fuerte, y el tipo cayo, quedando sujetado solo por los estribos del caballo en una muy precaria posición, puede que hasta recibiendo coces del caballo en plena carrera. Finalmente la montura se encabritó y el pobre hombre acabo en el suelo. Bueno, de pobre nada, estaban intentando hacer daño a Sally y Aurora. Había otros dos bandidos, que miraban de reojo la cada vez más lejana forma de su compañero. -¿Queréis vosotros también? ¿Huh?- Puro terror surgió de ella, a máxima potencia, y los bandidos se miraron uno al otro, con dos ballestas en las manos, inseguros. 1
Un virotazo más mientras estaban distraídos fue suficiente para que el último bandido escogiera sabiamente alejarse y escoger un trabajo más honesto. Ahora tocaba volver a ayudar a Elaine.
Elaine se las estaba arreglando. Eran muchos, pero estaba reduciendo sus números rápidamente. No se le habían escapado las flechas, no virotes, que había aquí y allá entre los bandidos, pero no era momento de distraerse, no parecía que hubieran sido fallos hacia ella, así que no se quejaría.
En nada, y con la ayuda de un elfo, ese elfo de antes, los bandidos habían sido…mermados. Solo cuatro quedaban. Aunque aún había más caballos, así que un caballero y tres soldados de infantería rápidamente podían volverse cuatro caballeros.
-No es algo de lo que se presuma. No es un truco de feria, es una herramienta de guerra.- y tampoco sabía usarla muy bien, nada que ver con su señora, que ni siquiera parecía darse cuenta cuando el aire vibraba de poder con su palabras. Ella, en su lugar, creaba armas y armaduras, y solo vertiendo una apabullante cantidad de oscuridad. Su armadura estaba agrietada aquí y allá, pero aun aguantaría algún golpe. Pero eso no significaba que fuera a aguantar un golpe de una carga de caballería, y no le apetecía comprobarlo. Y Alisha no estaba allí, podría… culpar a otro. –No te pongas detrás de mí.- Advirtió, mientras andaba directamente hacia el jinete, cargando hacia ella. Lo había llamado caballero pero… su forma, la de su montura… -Elaine. Caballero de mi señora Alisha.- Dijo, creando una estaca de sombras ante ella, la más grande de la que era capaz, bien clavada en el suelo y apartándose a la derecha, fuera del alcance de la lanza. El pobre caballo se empaló a sí mismo, catapultando el jinete hacia delante. No estaba segura de sí podría levantarse tras eso. Seguramente dependería de contra que chocara.-
Ignoraría a los arqueros, no podría acercarse a tiempo, lo que dejaba al mago. Evitó una pequeña bola de fuego. Alisha había mencionado un piromante malvado, pero lo había descrito como un supervillano pirómano, no un inut…oh, allí estaba, el famoso y enorme muro de fuego. Soltó involuntariamente un silbido de admiración. Iba a quemar medio bosque. Por un momento había pensado que su señora había exagerado su historia, que tontería, era demasiado honesta para eso, como mucho le añadía sonidos.
Esa vil alimaña, acorralada, había puesto un puro de fuego entre él y ellos dos… dejando a esos pobres dos arqueros al otro lado del mar de llamas, mar que estaba, claramente, avanzando. Y eso era un problema bien grande. –Uh…- esperaba que Alisha no hubiera ido muy lejos.
__________
1: Alisha usa presencia vampirica para convencer amablemente a los bandidos de buscar...trabajo honesto.
Un virotazo más mientras estaban distraídos fue suficiente para que el último bandido escogiera sabiamente alejarse y escoger un trabajo más honesto. Ahora tocaba volver a ayudar a Elaine.
Elaine se las estaba arreglando. Eran muchos, pero estaba reduciendo sus números rápidamente. No se le habían escapado las flechas, no virotes, que había aquí y allá entre los bandidos, pero no era momento de distraerse, no parecía que hubieran sido fallos hacia ella, así que no se quejaría.
En nada, y con la ayuda de un elfo, ese elfo de antes, los bandidos habían sido…mermados. Solo cuatro quedaban. Aunque aún había más caballos, así que un caballero y tres soldados de infantería rápidamente podían volverse cuatro caballeros.
-No es algo de lo que se presuma. No es un truco de feria, es una herramienta de guerra.- y tampoco sabía usarla muy bien, nada que ver con su señora, que ni siquiera parecía darse cuenta cuando el aire vibraba de poder con su palabras. Ella, en su lugar, creaba armas y armaduras, y solo vertiendo una apabullante cantidad de oscuridad. Su armadura estaba agrietada aquí y allá, pero aun aguantaría algún golpe. Pero eso no significaba que fuera a aguantar un golpe de una carga de caballería, y no le apetecía comprobarlo. Y Alisha no estaba allí, podría… culpar a otro. –No te pongas detrás de mí.- Advirtió, mientras andaba directamente hacia el jinete, cargando hacia ella. Lo había llamado caballero pero… su forma, la de su montura… -Elaine. Caballero de mi señora Alisha.- Dijo, creando una estaca de sombras ante ella, la más grande de la que era capaz, bien clavada en el suelo y apartándose a la derecha, fuera del alcance de la lanza. El pobre caballo se empaló a sí mismo, catapultando el jinete hacia delante. No estaba segura de sí podría levantarse tras eso. Seguramente dependería de contra que chocara.-
Ignoraría a los arqueros, no podría acercarse a tiempo, lo que dejaba al mago. Evitó una pequeña bola de fuego. Alisha había mencionado un piromante malvado, pero lo había descrito como un supervillano pirómano, no un inut…oh, allí estaba, el famoso y enorme muro de fuego. Soltó involuntariamente un silbido de admiración. Iba a quemar medio bosque. Por un momento había pensado que su señora había exagerado su historia, que tontería, era demasiado honesta para eso, como mucho le añadía sonidos.
Esa vil alimaña, acorralada, había puesto un puro de fuego entre él y ellos dos… dejando a esos pobres dos arqueros al otro lado del mar de llamas, mar que estaba, claramente, avanzando. Y eso era un problema bien grande. –Uh…- esperaba que Alisha no hubiera ido muy lejos.
__________
1: Alisha usa presencia vampirica para convencer amablemente a los bandidos de buscar...trabajo honesto.
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Disparo una flecha al muro de fuego. El proyectil atraviesa las llamas, pero no veo dónde ha quedado atravesado. Doy un fiero taconazo a la tierra, fruto de la resignación. Los bandidos han logrado escapar, de regreso al establo o su malvada guarida. Se han librado el castigo por sus crímenes. Echo un vistazo a mi alrededor y corrijo: algunos de ellos se han librado. Elaina, caballero de Alisha, y yo hemos dejado un montón de cadáveres a nuestras espaldas. Ella tiene motivos personales, los bandidos las han atacado; a ella y a su señora Alisha. ¿Qué motivo tengo yo? Pienso en silencio mientras sostengo el acto en actitud amenazadora. Trabajé para los Engelhart, pero mis labores se reducían en limpiar la cuadra y tratar que los animales estuvieran en perfecto. No participé en los crímenes de Jens Engelhart. ¿De dónde proviene esta furia? Doy un bufido y bajo el arco. Creo saber la respuesta, siempre la he sabido: de Merrigan. De los antojos, de los cambios de humor, de las quejas constantes del dolor…. La rabia surge de la impotencia por no saber estar con la persona que amo. He desahogado mi fulgor con los malvados bandidos. Las muertes han sido espantosas. Los he matado sin miramientos, ensuciándome las manos y saboreando cada golpe; no por placer, sino por haber liberado una angustia que no quería reconocer.
—Se han marchado — digo en voz baja —. Volvamos, tu señora estará preocupada — intento sonreír, bromeo: —, y la mía también. Vamos.
Tomo una dirección diferente para no tener que cruzar el establo de camino a casa. Estoy agotado. Temo encontrarme de nuevo con los Engelharts y quedarme mudo o, lo que sería peor, terminar con ellos lo que empecé con los vampiros.
Al separarme de Elaine, una vez solo, empiezo a llorar. Me tapo las manos de la vergüenza. ¿Por qué es tan difícil? Creo escuchar la voz de Merrigan contestándome. Porque merece la pena. Es agotador, pero ambos. Sé de buena mano que ella se lleva la peor parte. Sin embargo, mi posición no es vana. Cada día tengo que ver a la persona que amo dolorida, sufriendo fuertes arrebatos de pena y de ira; sin saber qué hacer para hacerla sentir mejor. Ella ha llegado a decir que soy un estorbo y mandado que me fuera para, acto seguido, ponerse a llorar y pedir disculpas. Los días siguientes días no fueron mejor. Parecía haberse olvidado de las discusiones pasadas y las repetía de igual forma. El resultado siempre es el mismo. Merrigan lleva el sufrimiento y yo el peso del embarazo. No dudo que pueda soportarlo mucho más.
—Anacardos, pastel de mora y vino dulce — hablo solo de camino a casa. Como si fuera Merrigan en uno de sus cambios de humor, paso del llanto a la sonrisa.
—Sé en lo que estás pensando, Sarez — dice Merrigan — No me tienes por qué quedarte. Vamos, ve a esa dichosa carrera.
Miro vacilante a Merrigan.
—Hemos estado todo el día en el mercado. ¡Ha sido un buen día! Nos ha dado un el sol, hemos estirado las piernas y llenado nuestras reservas de anacardos — señala con la cabeza las bolsas sin abrir —. Estoy cansada, necesito dormir un poco, y no puedo hacerlo mientras que estés ahí sentando, mirando las musarañas.
Merrigan se deja caer de espaldas en la cama.
—Todavía estás ahí. ¡Anda! Sal de aquí o acabaré enfadándome de verdad — coge uno de los cojines y me lo lanza juguetona.
Recojo el cojín y lo pongo en su posición en la cama. Merrigan me mira sorprendida. Me siento al lado de Merrigan y le acaricio haciendo a un lado un mechón de pelo rebelde. Decido en contarle todos los detalles que me callé sobre los Engelharts: los crímenes del padre, las disculpas de Jake y las molestias de los dos gemelos. Ayer nos atacaron unos bandidos. Elaine sabe utilizar magia negra. Maté a unos hombres sin contemplación, los habría matado si no se hubieran escapado. Le conté todo. Todo. Merrigan se estremece cuando le confieso que lloré de vuelta a casa. Se pone de rodillas en la cabeza y me besa en la comisura los labios.
—Es así que…. ¿era eso? ¿Por eso llevas todo el día con esa cara? Pensaba que era porque estabas preocupado por los animales no sabía que… fuera tan dura.
—No lo eres.
—Sí lo soy Sarez, no tienes por qué mentirme para hacerme sentir bien.
—Sí lo eres.
Decido ir solo a la carrera, me ayudará a despejar la mente. Merrigan me aconseja evitar a los Engelharts, que busque a Alisha y Elaine. Es lo que hago. Entro en la zona de los upeleros sin pasar por la zona de los caballos. Veo a los jinetes preparan a las aves para la gran carrera cambiando las armaduras de sus pies y comprobando la rigidez de los arneses de la montura.
Jake acaba encontrarme. Lleva a Noche atado a una rienda. Ambos tienen un aspecto demacrado, de no haber dormido en varios días.
—Elfo. ¿Eres tú? ¿Has venido? ¡Qué suerte! ¡Qué suerte! — habla de manera apresurada, está nervioso y asustado —. Tienes que hacer algo, por favor elfo. Haverte y Mirna no se presentarán a la carrera. Los amigos de mi padre les han hecho algo… no sé el qué. ¡No van a venir! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Qué no podrán participar en la carrera y Asler ganará! Habla con tus amigas. Si no se presentan nadie en sus nombres, les dará como derrota. ¡Tienes que hacer algo!
—Hazlo tú — consejo de Merrigan: separarme de los Engelharts.
—¡Lo haría! Pero no encuentro a tus amigas. Tienes que ayudarme, por favor, elfo. ¡Por tus Dioses! ¡Tienes que hacerme el favor!
—No tengo que hacer nada.
Jake me da la espalda llorando.
Un hombre habla subido a un atril.
—¡Primer aviso a los jinetes de los upeleros Aurora y…! — en voz más baja — ¿Cómo dice que se llama? ¿Sally? ¿Qué clase de nombre ridículo es ese? — continua en el tono de voz original — ¡Jinetes de los upeleros Aurora y Sally, preséntense!
Voy a la cuadra de las chicas. Todos están buscando a Haverte y Mirna.
—No vendrán — digo sin ganas, ignorando el consejo de Merrigan — Jens Engelhart le ha hecho algo — me encojo de hombros —. No tenéis jinete.
—Se han marchado — digo en voz baja —. Volvamos, tu señora estará preocupada — intento sonreír, bromeo: —, y la mía también. Vamos.
Tomo una dirección diferente para no tener que cruzar el establo de camino a casa. Estoy agotado. Temo encontrarme de nuevo con los Engelharts y quedarme mudo o, lo que sería peor, terminar con ellos lo que empecé con los vampiros.
Al separarme de Elaine, una vez solo, empiezo a llorar. Me tapo las manos de la vergüenza. ¿Por qué es tan difícil? Creo escuchar la voz de Merrigan contestándome. Porque merece la pena. Es agotador, pero ambos. Sé de buena mano que ella se lleva la peor parte. Sin embargo, mi posición no es vana. Cada día tengo que ver a la persona que amo dolorida, sufriendo fuertes arrebatos de pena y de ira; sin saber qué hacer para hacerla sentir mejor. Ella ha llegado a decir que soy un estorbo y mandado que me fuera para, acto seguido, ponerse a llorar y pedir disculpas. Los días siguientes días no fueron mejor. Parecía haberse olvidado de las discusiones pasadas y las repetía de igual forma. El resultado siempre es el mismo. Merrigan lleva el sufrimiento y yo el peso del embarazo. No dudo que pueda soportarlo mucho más.
—Anacardos, pastel de mora y vino dulce — hablo solo de camino a casa. Como si fuera Merrigan en uno de sus cambios de humor, paso del llanto a la sonrisa.
_____________________
—Sé en lo que estás pensando, Sarez — dice Merrigan — No me tienes por qué quedarte. Vamos, ve a esa dichosa carrera.
Miro vacilante a Merrigan.
—Hemos estado todo el día en el mercado. ¡Ha sido un buen día! Nos ha dado un el sol, hemos estirado las piernas y llenado nuestras reservas de anacardos — señala con la cabeza las bolsas sin abrir —. Estoy cansada, necesito dormir un poco, y no puedo hacerlo mientras que estés ahí sentando, mirando las musarañas.
Merrigan se deja caer de espaldas en la cama.
—Todavía estás ahí. ¡Anda! Sal de aquí o acabaré enfadándome de verdad — coge uno de los cojines y me lo lanza juguetona.
Recojo el cojín y lo pongo en su posición en la cama. Merrigan me mira sorprendida. Me siento al lado de Merrigan y le acaricio haciendo a un lado un mechón de pelo rebelde. Decido en contarle todos los detalles que me callé sobre los Engelharts: los crímenes del padre, las disculpas de Jake y las molestias de los dos gemelos. Ayer nos atacaron unos bandidos. Elaine sabe utilizar magia negra. Maté a unos hombres sin contemplación, los habría matado si no se hubieran escapado. Le conté todo. Todo. Merrigan se estremece cuando le confieso que lloré de vuelta a casa. Se pone de rodillas en la cabeza y me besa en la comisura los labios.
—Es así que…. ¿era eso? ¿Por eso llevas todo el día con esa cara? Pensaba que era porque estabas preocupado por los animales no sabía que… fuera tan dura.
—No lo eres.
—Sí lo soy Sarez, no tienes por qué mentirme para hacerme sentir bien.
—Sí lo eres.
_____________________
Decido ir solo a la carrera, me ayudará a despejar la mente. Merrigan me aconseja evitar a los Engelharts, que busque a Alisha y Elaine. Es lo que hago. Entro en la zona de los upeleros sin pasar por la zona de los caballos. Veo a los jinetes preparan a las aves para la gran carrera cambiando las armaduras de sus pies y comprobando la rigidez de los arneses de la montura.
Jake acaba encontrarme. Lleva a Noche atado a una rienda. Ambos tienen un aspecto demacrado, de no haber dormido en varios días.
—Elfo. ¿Eres tú? ¿Has venido? ¡Qué suerte! ¡Qué suerte! — habla de manera apresurada, está nervioso y asustado —. Tienes que hacer algo, por favor elfo. Haverte y Mirna no se presentarán a la carrera. Los amigos de mi padre les han hecho algo… no sé el qué. ¡No van a venir! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Qué no podrán participar en la carrera y Asler ganará! Habla con tus amigas. Si no se presentan nadie en sus nombres, les dará como derrota. ¡Tienes que hacer algo!
—Hazlo tú — consejo de Merrigan: separarme de los Engelharts.
—¡Lo haría! Pero no encuentro a tus amigas. Tienes que ayudarme, por favor, elfo. ¡Por tus Dioses! ¡Tienes que hacerme el favor!
—No tengo que hacer nada.
Jake me da la espalda llorando.
Un hombre habla subido a un atril.
—¡Primer aviso a los jinetes de los upeleros Aurora y…! — en voz más baja — ¿Cómo dice que se llama? ¿Sally? ¿Qué clase de nombre ridículo es ese? — continua en el tono de voz original — ¡Jinetes de los upeleros Aurora y Sally, preséntense!
Voy a la cuadra de las chicas. Todos están buscando a Haverte y Mirna.
—No vendrán — digo sin ganas, ignorando el consejo de Merrigan — Jens Engelhart le ha hecho algo — me encojo de hombros —. No tenéis jinete.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Atrapados entre la espada y la pared (de fuego), el resto de bandidos no tuvieron oportunidad, y Elaien no tardó en marcharse a buscar a Alisha. El elfo pareció decidir ir por otro camino, pero no parecía herido, así que daba igual.
Finalmente encontró a su señora, sin el crio. Debido a los acontecimientos recientes, esta decidió que volver a la taberna a dormir sería muy peligroso, así que simplemente volvieron a pueblo a reabastecerse, acamparían fuera durante el día, en una cueva o algo así. Elaine se dio cuenta que las provisiones no eran precisamente comida, sino una alarmante cantidad de alcohol, incluso para una alquimista, y una botella de buen vino, con cristal y todo.
Pero no preguntó, estaba demasiado feliz. En una taberna, su señora siempre pedía camas separadas, para no molestarla cuando volviera tarde de actuar, decía, pero en el aire libre… o tan libre como un vampiro podía tener durante el día, ambas se acurrucaban juntas, ya que solo tenían una almohada, Plumitas. Cierto que hoy tenían tres, pero su señora no parecía tener intención de cambiar sus costumbres. El sonido de una botella descorchándose la saco de sus pensamientos, y Alisha puso una copa de cerámica en sus manos, prácticamente a rebosar de vino. Raro… puede que estuviera usando sus talentos alquímicos para hacer vino.
-¿Qué paso con el chico?- preguntó, mientras tomaba un sorbo. Debía haber comprado la única botella de buen vino que tenían en esa taberna.
-Le dije que debía replantearse su camino en la vida. Y le pedí que me enseñar la casa de ese tal Asler. Debe ser muy rico, tiene la casa de piedra caliza. Las paredes exteriores al menos. ¿Sabías que es prácticamente el mismo material que el que tienen las conchas marinas?- No, no lo sabía, ni tampoco que quería decir con ello, pero ya estaba acostumbrada a que su señora diera vueltas alrededor de una idea sin mencionarla. Iba a preguntarle sobre ello, pero se había puesto a verter un frasco en la botella de vino que acababa de abrir y volver a meter el corcho cuidadosamente. Iba a preguntar también sobre ello, pero una vez hecho, su señora se acurruco a su lado para dormir y cerró los ojos.
Elaine suspiró, mirándola dormir mientras se bebía la copa, apartándole un mechón de pelo de la cara. Deberían haberse ido en cuando empezó a ser peligroso, pero para entonces, Alisha ya les había cogido cariño, y no los habría dejado. Y pobre de cualquiera que les hiciera daño. Con un segundo suspiro y una copa ya acabada, Elaine se tumbó junto a su señora, más apretada de lo estrictamente necesario o decoroso, durmiendo mientras aspiraba un suave aroma a flores.
-¿Recuerdas lo que te dije de esta casa?- dijo Alisha, como una profesora examinando a un niño.
-¿Qué era de piedra?-
-No piedra cualquiera, caliza, es prácticamente cal.- estaban en la parte trasera de la casa de ese tal Asler. Nadie en este pueblo tenía guardias, era, al fin y al cabo, pacifico hasta que su señora había empezado a repartir cabezas de cerdo, y al estar detrás, no los verían desde el camino principal. Además, no se veían luces dentro. Alisha había empezado a garabatear en la piedra, y ni treinta segundos habían pasado cuando con una palmada y un rayo rojo, la piedra se volvió muy blanca. Otro manotazo y había un agujero en la pared. Aunque ni de lejos lo suficientemente grande como para que entraran.
Y entonces empezó a sacar botellas de alcohol y trapos de ropa y lo entendió.
-Oh no.-
-No te preocupes, llegaremos a tiempo paras la carrera si nos damos prisa. ¿Tienes el pedernal?- ese no era el problema, pero le dio el pedernal igualmente. Es decir, era su trabajo como caballero, y nadie los vería… probablemente.
Su señora ni siquiera se molestó en tirarlas a través del agujero, como si tuviera miedo de fallar. No, metió la mano dentro del agujero, con la ropa prendida y la tiró tal cual, tan lejos como el incómodo movimiento permitía.
No muy efectivo paras esparcir el fuego, pero dudaba que fuera a quedar mucho de la casa después de cinco botellas de aguardiente.
-¿Ves? Ya estamos aquí, justo a tiempo.- dijo Alisha al traer a los pájaros al establo, justo antes de ser avasallada por Anna.
-¿Dónde diablos estabais? ¿Por qué os llevasteis los upeleros? ¿Y sus jinetes, los visteis?¿Están con vosotros?- cuando vio en sus caras que no, siguió. –Dijiste que ganaste una gran carrera antes ¿cierto? Tienes que correr. ¿Y tú amiga? ¿Sabe correr también?*
-No te preocupes, fuimos atacadas, así que nos los llevamos de excursión para su seguridad, están perfectamente. Y por supuesto que podemos correr Y ganar.- Le dio unas palmaditas a la mujer, para tranquilizarla, y salió fuera del cubil, mientras Anna examinaba a los upeleros, asegurándose de que estaban perfectamente.
-Uh… yo nunca… sabes que yo nunca he usado uno de esos bichos ¿cierto? Siempre monto contigo- preguntó Elaine, dudosa. E inmediatamente, tenía las manos de Alisha al lado de su cabeza.
-Sabes montar a caballo, ¿cierto? Es básicamente lo mismo, aunque el zarandeo es de lado a lado en vez de adelante y atrás. Lo harás bien, Aurora es buena. Solo debes quedar entre los tres primeros. Tu puedes.- ¿Tres primeros? La confianza de su señora la llenaba de orgullo, pero el miedo a fallarle la paralizaba. Y ella debió verlo en sus ojos, puesto que le movió la cabeza para que la mirara a los ojos. –Es fácil, solo deben quedar cuatro monturas decentes, Sally, Aurora, Noche y el de Asler. Solo debes ganarles a las malas. Tú puedes. Y si lo haces, voy a recompensarte. Lo que quieras. Y si me ganas a mí, otra cosa más.-
-¿Lo que quiera?-
-Lo que quieras.- Había tantas cosas que podía pedir. Su mente se llenó de ideas, algunas descartadas de inmediato por ser demasiado indecorosas. Pero no todas las ideas indecorosas estaban fuera del alcance, solo las más… cuestionables, muchas aun eran accesibles si eran presentadas bajo otra luz… como un baño relajante juntas. Su señora era alquimista, iba a necesitar su ayuda para saber que… jabones usar. Y como. Exacto. Sin segundas intenciones. Ninguna en absoluto. Y esa era solo UNA de las posibilidades.
El miedo y la duda fueron sustituidas por una ardiente determinación que habría hecho a su odiado instructor de equitación llorar como un bebe. Iba a convertir esos estúpidos jinetes rivales en escabechina. ¿Y sus monturas? En comida para perros.
Metafóricamente, porque no podía llevar armas, pero nada apagaría la determinación en su interior. Iban a tragarse el polvo de su montura, aunque se gastara todos sus ahorros en sobornarla para que corriera más.
¡Por el baño!
-Buena chica.- dijo su señora, satisfecha al ver el fuego en su interior. Ahora, voy a visitar a la competencia.- y se fue tras darle una palmadita en el hombro.
No fue muy difícil encontrar un mozo de cuadra que le indicara cual era la montura correcta. Estaba ante una pequeña mujer rubia, cepillando un precioso upelero negro. La mujer se giró, al oírla llegar, pero ella se limitó a presentarle un par de copas y una botella. –Soy Alisha, encantada de conocerte. ¿Por qué no nos tomamos una copa de vino? Da buena suerte antes de la carrera.- Había considerado esa interacción como… una vaga esperanza. No creía que funcionara. Pero lo hizo, para su sorpresa, que no notó el poder que irradió su voz. La mujer asintió, abrió el corcho y vertió el vino en ambas copas y le tendió una.
Ella no bebió, solo humedeciéndose los labios, fingiendo beber. Solo un par de “sorbos”, antes de que alguien avisara que quedaban menos de cinco minutos para la carrera. –Oh, tengo que irme, puedes quedarte la botella.- se limitó a decir, saludando con la mano y saliendo, vertiendo el vino en el suelo unas cuadras más lejos. Era un veneno inofensivo, no haría daño a nadie, excepto al dueño del upelero, que era lo que quería al fin y al cabo.
También voy a tirar dos runas, una para Alisha, otra para Elaine, para determinar la posición de una respecto la otra en la carrera. Es decir... con 1/4 incapacitados, solo pueden quedar de las tres primeras pero... es importante para mi pobre caballero
Finalmente encontró a su señora, sin el crio. Debido a los acontecimientos recientes, esta decidió que volver a la taberna a dormir sería muy peligroso, así que simplemente volvieron a pueblo a reabastecerse, acamparían fuera durante el día, en una cueva o algo así. Elaine se dio cuenta que las provisiones no eran precisamente comida, sino una alarmante cantidad de alcohol, incluso para una alquimista, y una botella de buen vino, con cristal y todo.
Pero no preguntó, estaba demasiado feliz. En una taberna, su señora siempre pedía camas separadas, para no molestarla cuando volviera tarde de actuar, decía, pero en el aire libre… o tan libre como un vampiro podía tener durante el día, ambas se acurrucaban juntas, ya que solo tenían una almohada, Plumitas. Cierto que hoy tenían tres, pero su señora no parecía tener intención de cambiar sus costumbres. El sonido de una botella descorchándose la saco de sus pensamientos, y Alisha puso una copa de cerámica en sus manos, prácticamente a rebosar de vino. Raro… puede que estuviera usando sus talentos alquímicos para hacer vino.
-¿Qué paso con el chico?- preguntó, mientras tomaba un sorbo. Debía haber comprado la única botella de buen vino que tenían en esa taberna.
-Le dije que debía replantearse su camino en la vida. Y le pedí que me enseñar la casa de ese tal Asler. Debe ser muy rico, tiene la casa de piedra caliza. Las paredes exteriores al menos. ¿Sabías que es prácticamente el mismo material que el que tienen las conchas marinas?- No, no lo sabía, ni tampoco que quería decir con ello, pero ya estaba acostumbrada a que su señora diera vueltas alrededor de una idea sin mencionarla. Iba a preguntarle sobre ello, pero se había puesto a verter un frasco en la botella de vino que acababa de abrir y volver a meter el corcho cuidadosamente. Iba a preguntar también sobre ello, pero una vez hecho, su señora se acurruco a su lado para dormir y cerró los ojos.
Elaine suspiró, mirándola dormir mientras se bebía la copa, apartándole un mechón de pelo de la cara. Deberían haberse ido en cuando empezó a ser peligroso, pero para entonces, Alisha ya les había cogido cariño, y no los habría dejado. Y pobre de cualquiera que les hiciera daño. Con un segundo suspiro y una copa ya acabada, Elaine se tumbó junto a su señora, más apretada de lo estrictamente necesario o decoroso, durmiendo mientras aspiraba un suave aroma a flores.
_________
-¿Recuerdas lo que te dije de esta casa?- dijo Alisha, como una profesora examinando a un niño.
-¿Qué era de piedra?-
-No piedra cualquiera, caliza, es prácticamente cal.- estaban en la parte trasera de la casa de ese tal Asler. Nadie en este pueblo tenía guardias, era, al fin y al cabo, pacifico hasta que su señora había empezado a repartir cabezas de cerdo, y al estar detrás, no los verían desde el camino principal. Además, no se veían luces dentro. Alisha había empezado a garabatear en la piedra, y ni treinta segundos habían pasado cuando con una palmada y un rayo rojo, la piedra se volvió muy blanca. Otro manotazo y había un agujero en la pared. Aunque ni de lejos lo suficientemente grande como para que entraran.
Y entonces empezó a sacar botellas de alcohol y trapos de ropa y lo entendió.
-Oh no.-
-No te preocupes, llegaremos a tiempo paras la carrera si nos damos prisa. ¿Tienes el pedernal?- ese no era el problema, pero le dio el pedernal igualmente. Es decir, era su trabajo como caballero, y nadie los vería… probablemente.
Su señora ni siquiera se molestó en tirarlas a través del agujero, como si tuviera miedo de fallar. No, metió la mano dentro del agujero, con la ropa prendida y la tiró tal cual, tan lejos como el incómodo movimiento permitía.
No muy efectivo paras esparcir el fuego, pero dudaba que fuera a quedar mucho de la casa después de cinco botellas de aguardiente.
_________
-¿Ves? Ya estamos aquí, justo a tiempo.- dijo Alisha al traer a los pájaros al establo, justo antes de ser avasallada por Anna.
-¿Dónde diablos estabais? ¿Por qué os llevasteis los upeleros? ¿Y sus jinetes, los visteis?¿Están con vosotros?- cuando vio en sus caras que no, siguió. –Dijiste que ganaste una gran carrera antes ¿cierto? Tienes que correr. ¿Y tú amiga? ¿Sabe correr también?*
-No te preocupes, fuimos atacadas, así que nos los llevamos de excursión para su seguridad, están perfectamente. Y por supuesto que podemos correr Y ganar.- Le dio unas palmaditas a la mujer, para tranquilizarla, y salió fuera del cubil, mientras Anna examinaba a los upeleros, asegurándose de que estaban perfectamente.
-Uh… yo nunca… sabes que yo nunca he usado uno de esos bichos ¿cierto? Siempre monto contigo- preguntó Elaine, dudosa. E inmediatamente, tenía las manos de Alisha al lado de su cabeza.
-Sabes montar a caballo, ¿cierto? Es básicamente lo mismo, aunque el zarandeo es de lado a lado en vez de adelante y atrás. Lo harás bien, Aurora es buena. Solo debes quedar entre los tres primeros. Tu puedes.- ¿Tres primeros? La confianza de su señora la llenaba de orgullo, pero el miedo a fallarle la paralizaba. Y ella debió verlo en sus ojos, puesto que le movió la cabeza para que la mirara a los ojos. –Es fácil, solo deben quedar cuatro monturas decentes, Sally, Aurora, Noche y el de Asler. Solo debes ganarles a las malas. Tú puedes. Y si lo haces, voy a recompensarte. Lo que quieras. Y si me ganas a mí, otra cosa más.-
-¿Lo que quiera?-
-Lo que quieras.- Había tantas cosas que podía pedir. Su mente se llenó de ideas, algunas descartadas de inmediato por ser demasiado indecorosas. Pero no todas las ideas indecorosas estaban fuera del alcance, solo las más… cuestionables, muchas aun eran accesibles si eran presentadas bajo otra luz… como un baño relajante juntas. Su señora era alquimista, iba a necesitar su ayuda para saber que… jabones usar. Y como. Exacto. Sin segundas intenciones. Ninguna en absoluto. Y esa era solo UNA de las posibilidades.
El miedo y la duda fueron sustituidas por una ardiente determinación que habría hecho a su odiado instructor de equitación llorar como un bebe. Iba a convertir esos estúpidos jinetes rivales en escabechina. ¿Y sus monturas? En comida para perros.
Metafóricamente, porque no podía llevar armas, pero nada apagaría la determinación en su interior. Iban a tragarse el polvo de su montura, aunque se gastara todos sus ahorros en sobornarla para que corriera más.
¡Por el baño!
-Buena chica.- dijo su señora, satisfecha al ver el fuego en su interior. Ahora, voy a visitar a la competencia.- y se fue tras darle una palmadita en el hombro.
_________
No fue muy difícil encontrar un mozo de cuadra que le indicara cual era la montura correcta. Estaba ante una pequeña mujer rubia, cepillando un precioso upelero negro. La mujer se giró, al oírla llegar, pero ella se limitó a presentarle un par de copas y una botella. –Soy Alisha, encantada de conocerte. ¿Por qué no nos tomamos una copa de vino? Da buena suerte antes de la carrera.- Había considerado esa interacción como… una vaga esperanza. No creía que funcionara. Pero lo hizo, para su sorpresa, que no notó el poder que irradió su voz. La mujer asintió, abrió el corcho y vertió el vino en ambas copas y le tendió una.
Ella no bebió, solo humedeciéndose los labios, fingiendo beber. Solo un par de “sorbos”, antes de que alguien avisara que quedaban menos de cinco minutos para la carrera. –Oh, tengo que irme, puedes quedarte la botella.- se limitó a decir, saludando con la mano y saliendo, vertiendo el vino en el suelo unas cuadras más lejos. Era un veneno inofensivo, no haría daño a nadie, excepto al dueño del upelero, que era lo que quería al fin y al cabo.
_________
Entonces… Uso Sugestión para que la jinete rival beba vino envenenado con Esencia de Dulces Sueños.También voy a tirar dos runas, una para Alisha, otra para Elaine, para determinar la posición de una respecto la otra en la carrera. Es decir... con 1/4 incapacitados, solo pueden quedar de las tres primeras pero... es importante para mi pobre caballero
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
El miembro 'Alisha Lessard' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
'Runas' :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Resultados :
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tyr
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2226
Nivel de PJ : : 0
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
Jake llega obediente al atril cuando el gerente pronuncia el nombre de los caballos: Noche, Fusta y Trigo. El chico explica que sus hermanos no han podido presentarse, que Killian se encuentra mal del estómago y que Kerr forma parte de los voluntarios que trabajan en el incendio en la casa del señor Alser. Esta parte es cierta. El tono de voz de Jake Engelhart se convierte en un galimatías acelerado cuando viene la mentira.
—Si me disculpa, buen señor, he de ir a ayudar a mi hermano. El señor Alser es un buen amigo de la familia. Mi padre me pegará unos azotes si descubre que he dado más importancia a una tonta carrera que al hogar de un amigo — esboza un intento de sonrisa —. Nuestro criado competirá en mi lugar. Lo habrá visto estos días, es un elfo alto y delgado como un poste de madera. Se llama Sarez.
Así es como Jake planea contrarrestar el mal que ha hecho. Se ve incapaz de montar a Noche. No se lo merece. Ha envenenado los abrevaderos de los rivales de Alser (y por tanto matado a aquellos que no recibieron tratamientos), participado en las coacciones lideradas por papá y, lo que es peor, descrito al brujo de fuego cómo son las chicas que montan los últimos upeleros y donde estarían para que fueran a matarlas. Noche es el caballo más rápido de Verisar. Si Jake no se hubiera adelantado a papá y a los bandidos, las chicas estarían muertas y él nunca se lo hubiera perdonado. Incluso ahora, sabiendo que están vivas y que participarán en la carrera, Jake duda que pueda llegar a perdonarse.
Jake Engelhart aplasta su cabeza contra el cuello del caballo y llora en silencio, evitando que nadie le vea. Acaricia las crines del caballo compartiendo sus pensando más íntimos y sus preocupaciones. Cuando lleguemos a casa, papá te matará. Tranquilo, chico. No ha sido culpa tuya. No, claro que no. Es por mi culpa. Todo ha sido culpa mía, pero lo solucionaré. El elfo me ayudará. ¿Te acuerdas de él? Es un buen elfo. Trabaja duro y cumple sus promesas. Tranquilo…. Lo sé…. No pasará nada.
—¡Elfo Sarez, presentase en la posición de salida! — anuncia el gerente a viva voz —¡Elfo Sarez montará el caballo Noche! ¿Dónde se encuentran esos dos?
Jake se lava la cara con la manga de la camisa sin descubrirla al público. Alza la voz mirando al suelo.
—¡Aquí Noche!
El chico lleva al caballo al circuito. Saluda con la cabeza a las chicas de los upeleros. Hace una mueca que está a medio camino entre una risa y un llanto desenfrenado. Llega Sarez y la mueca se convierte en un llanto completo. Jake cierra los ojos escondiendo las lágrimas. Aprieta la rienda del caballo con las manos.
—Corre tú — dice a la vez que da la espalda a Sarez — No puedo hacerlo. No puedo… No puedo… — está llorando. No recordaba la vez que había llorado tanto —. Yo perdería…. Papá me ordenó perder…. Quiere que Alser gane.... No le dejes. No le dejes ganar…. Yo…. Por favor. Elfo… — se vuelve a girar frente al elfo. Los ojos lagrimosos de Jake tienen la apariencia de un cristal empañado.
Sarez coge las riendas de Noche.
—Me has utilizado. Les has dicho que participaré sin preguntarme.
Jake Engelhart se encoge como cuando su padre le grita. Sarez, sin embargo, no levanta la voz. Habla con una seriedad y sinceridad implacable. Lo que más sorprende a Jake es lo cerca que siente al elfo. Está a su lado. Puede sentir su calor color y olor. Huele a piedra, a jabón y a ciudad; pero también a sinceridad y comprensión. Huele como tienen que oler las cosas buenas, como ningún Engelharts olerá jamás.
—Vete y descansa — continua el elfo.
Asustado, el chico levanta la cabeza mirando a los ojos del elfo.
—Cuida de Noche — hace prometer al elfo antes de marcharte.
Con un movimiento de cabeza, saludo y muestro mi deportividad a las chicas de los upeleros, la señora Alisha y su caballero Elaine. No sé si es correcto que hable con los otros jinetes; nos separa una valla de madera. Al otro lado se encuentra el jinete del señor Alser, una mujer delgada sobre un upelero de color negro, un Engelhart habría nombrado al animal Carbón o Hierro Viejo. La humana me reconoce. Me habrá visto trabajando con los Engelharts y cuando me despidieron de malas formas. Ladea la cabeza y sonríe vilmente sin aparta la vista de Noche. El animal parece notar los ojos del malvada humana clavados en sus crines. Se agita, da severos pisotones en la tierra. Gira la cabeza buscando a Jake. Acaricio el cuello de Noche para tranquilizarle y que note mi olor.
—No pasa nada — digo suavemente.
Noche relincha refutándome.
—A mí tampoco me gusta ese hombre.
Dos pisotones en el suelo quieren decir que no.
—Hagámoslo por Jake.
Un pisotón quiere decir sí.
Corredores a sus marcas. Noche se pone en posición. Me sujeto de la rienda y de la silla de montura. Unos jóvenes humanos retiran el vallado de madera enfrente de los cuatro participantes.
—¡Ya! — grita el gerente y los animales salen disparados — ¡Qué empiece la famosa carrera de Verisar!
El upelero negro toma la delantera. Jake Engelhart suele decir que Noche es el caballo más rápido de Verisar, pero no menciona a los upeleros. El jinete de Alser azota con furiosa las riendas del animal. El upelero da largas zancadas a la vez que expande sus alas ganando posición.
Doy un tirón a las riendas de Noche, ordenándole acelerar. El caballo obedece antes de recibir el impulso. Nos encontramos a la cola de los tres upeleros. Doy un segundo tirón, esta vez algo con más brío. Noche relincha. Con la mano izquierda acaricio su lomo tranquilizándolo, comunicándole mis planes como lo haría Jake. Noche alcanza al upelero de Elaine, adelantándola, luego al de Alisha. El upelero negro se encuentra en primera posición y nosotros, justo en su cola.
Ordeno a Noche que embista hacia la derecha, contra el upelero negro. El caballo agradecido, obedece con gusto. El ave recibe el golpe en el muslo, por poco cae el suelo. Se ha visto obligada a contraer las alas y a disminuir el paso. Los upeleros de Alisha y Elaine pasan a las primeras posiciones.
—¡¿Qué cojones haces?! — grita la desconocida.
Noche vuelve a embestir al upelero negro, esta vez, sin necesidad de que le dé ninguna orden.
—Cumpliendo con mi promesa.
El jinete del señor Alser azota las riendas del upelero con tal fuerza que desprende algunas plumas del cuello del animal. El upelero hace acopio de desplegar las alas, pero Noche se lo impide con una tercera acometida. La mujer desliza una mano hacia el cuchillo que guarda bajo la camisa. Estiro hacia atrás las riendas de Noche. El caballo comprende mi orden. Se encabrita frente al upelero negro y salta a dos patas, empujando al ave hacia el borde del circuito, derribándola al suelo. El upelero cae encima de su cabeza. No es Noche quien termina con la venganza, el caballo y yo regresamos a la carrera. Es la misma ave negra quien termina de castigar a la humana realizando severos picotazos en la cara.
—Si me disculpa, buen señor, he de ir a ayudar a mi hermano. El señor Alser es un buen amigo de la familia. Mi padre me pegará unos azotes si descubre que he dado más importancia a una tonta carrera que al hogar de un amigo — esboza un intento de sonrisa —. Nuestro criado competirá en mi lugar. Lo habrá visto estos días, es un elfo alto y delgado como un poste de madera. Se llama Sarez.
Así es como Jake planea contrarrestar el mal que ha hecho. Se ve incapaz de montar a Noche. No se lo merece. Ha envenenado los abrevaderos de los rivales de Alser (y por tanto matado a aquellos que no recibieron tratamientos), participado en las coacciones lideradas por papá y, lo que es peor, descrito al brujo de fuego cómo son las chicas que montan los últimos upeleros y donde estarían para que fueran a matarlas. Noche es el caballo más rápido de Verisar. Si Jake no se hubiera adelantado a papá y a los bandidos, las chicas estarían muertas y él nunca se lo hubiera perdonado. Incluso ahora, sabiendo que están vivas y que participarán en la carrera, Jake duda que pueda llegar a perdonarse.
Jake Engelhart aplasta su cabeza contra el cuello del caballo y llora en silencio, evitando que nadie le vea. Acaricia las crines del caballo compartiendo sus pensando más íntimos y sus preocupaciones. Cuando lleguemos a casa, papá te matará. Tranquilo, chico. No ha sido culpa tuya. No, claro que no. Es por mi culpa. Todo ha sido culpa mía, pero lo solucionaré. El elfo me ayudará. ¿Te acuerdas de él? Es un buen elfo. Trabaja duro y cumple sus promesas. Tranquilo…. Lo sé…. No pasará nada.
—¡Elfo Sarez, presentase en la posición de salida! — anuncia el gerente a viva voz —¡Elfo Sarez montará el caballo Noche! ¿Dónde se encuentran esos dos?
Jake se lava la cara con la manga de la camisa sin descubrirla al público. Alza la voz mirando al suelo.
—¡Aquí Noche!
El chico lleva al caballo al circuito. Saluda con la cabeza a las chicas de los upeleros. Hace una mueca que está a medio camino entre una risa y un llanto desenfrenado. Llega Sarez y la mueca se convierte en un llanto completo. Jake cierra los ojos escondiendo las lágrimas. Aprieta la rienda del caballo con las manos.
—Corre tú — dice a la vez que da la espalda a Sarez — No puedo hacerlo. No puedo… No puedo… — está llorando. No recordaba la vez que había llorado tanto —. Yo perdería…. Papá me ordenó perder…. Quiere que Alser gane.... No le dejes. No le dejes ganar…. Yo…. Por favor. Elfo… — se vuelve a girar frente al elfo. Los ojos lagrimosos de Jake tienen la apariencia de un cristal empañado.
Sarez coge las riendas de Noche.
—Me has utilizado. Les has dicho que participaré sin preguntarme.
Jake Engelhart se encoge como cuando su padre le grita. Sarez, sin embargo, no levanta la voz. Habla con una seriedad y sinceridad implacable. Lo que más sorprende a Jake es lo cerca que siente al elfo. Está a su lado. Puede sentir su calor color y olor. Huele a piedra, a jabón y a ciudad; pero también a sinceridad y comprensión. Huele como tienen que oler las cosas buenas, como ningún Engelharts olerá jamás.
—Vete y descansa — continua el elfo.
Asustado, el chico levanta la cabeza mirando a los ojos del elfo.
—Cuida de Noche — hace prometer al elfo antes de marcharte.
_____________________
Con un movimiento de cabeza, saludo y muestro mi deportividad a las chicas de los upeleros, la señora Alisha y su caballero Elaine. No sé si es correcto que hable con los otros jinetes; nos separa una valla de madera. Al otro lado se encuentra el jinete del señor Alser, una mujer delgada sobre un upelero de color negro, un Engelhart habría nombrado al animal Carbón o Hierro Viejo. La humana me reconoce. Me habrá visto trabajando con los Engelharts y cuando me despidieron de malas formas. Ladea la cabeza y sonríe vilmente sin aparta la vista de Noche. El animal parece notar los ojos del malvada humana clavados en sus crines. Se agita, da severos pisotones en la tierra. Gira la cabeza buscando a Jake. Acaricio el cuello de Noche para tranquilizarle y que note mi olor.
—No pasa nada — digo suavemente.
Noche relincha refutándome.
—A mí tampoco me gusta ese hombre.
Dos pisotones en el suelo quieren decir que no.
—Hagámoslo por Jake.
Un pisotón quiere decir sí.
Corredores a sus marcas. Noche se pone en posición. Me sujeto de la rienda y de la silla de montura. Unos jóvenes humanos retiran el vallado de madera enfrente de los cuatro participantes.
—¡Ya! — grita el gerente y los animales salen disparados — ¡Qué empiece la famosa carrera de Verisar!
El upelero negro toma la delantera. Jake Engelhart suele decir que Noche es el caballo más rápido de Verisar, pero no menciona a los upeleros. El jinete de Alser azota con furiosa las riendas del animal. El upelero da largas zancadas a la vez que expande sus alas ganando posición.
Doy un tirón a las riendas de Noche, ordenándole acelerar. El caballo obedece antes de recibir el impulso. Nos encontramos a la cola de los tres upeleros. Doy un segundo tirón, esta vez algo con más brío. Noche relincha. Con la mano izquierda acaricio su lomo tranquilizándolo, comunicándole mis planes como lo haría Jake. Noche alcanza al upelero de Elaine, adelantándola, luego al de Alisha. El upelero negro se encuentra en primera posición y nosotros, justo en su cola.
Ordeno a Noche que embista hacia la derecha, contra el upelero negro. El caballo agradecido, obedece con gusto. El ave recibe el golpe en el muslo, por poco cae el suelo. Se ha visto obligada a contraer las alas y a disminuir el paso. Los upeleros de Alisha y Elaine pasan a las primeras posiciones.
—¡¿Qué cojones haces?! — grita la desconocida.
Noche vuelve a embestir al upelero negro, esta vez, sin necesidad de que le dé ninguna orden.
—Cumpliendo con mi promesa.
El jinete del señor Alser azota las riendas del upelero con tal fuerza que desprende algunas plumas del cuello del animal. El upelero hace acopio de desplegar las alas, pero Noche se lo impide con una tercera acometida. La mujer desliza una mano hacia el cuchillo que guarda bajo la camisa. Estiro hacia atrás las riendas de Noche. El caballo comprende mi orden. Se encabrita frente al upelero negro y salta a dos patas, empujando al ave hacia el borde del circuito, derribándola al suelo. El upelero cae encima de su cabeza. No es Noche quien termina con la venganza, el caballo y yo regresamos a la carrera. Es la misma ave negra quien termina de castigar a la humana realizando severos picotazos en la cara.
Sarez
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 871
Nivel de PJ : : 3
Re: Fast and Fluffy [Alisha Lessard] [Trabajo]
No era Plumitas. Y claramente a esa carrera le faltaba un poco de emoción si la comparaba con su primera, con muros de fuego, ovillos gigantes y huracanes, pero seguía siendo una carrera, y eso la llenaba de adrenalina. Puede que no fuera justo comprar todas las carreras con su primera. Puede que fuera algo… inusual, solo puede.
En cualquier caso, la carrera empezó, y ella salió disparada con Sally. Todo parecía ir bien, Elaine estaba detrás suyo, el elfo estaba montando a Noche por algún motivo, y la jinete del upelero negro estaba con ellos. El resto de participantes eran irrelevantes, demasiado atrás. Solo tenía que esperar unos segundos, a que el somnífero hiciera efecto y se colocarían en segunda y tercera posición en el peor de los casos.
Y entonces Noche envistió a ese pobre pájaro. Un error, un desliz de las riendas, seguro, no creía que el elfo supiera montar muy b…no, acababa de hacerlo otra vez, más fuerte incluso, ese pobre upelero había sido echado del circuito, parado en seco. Estiró el cuello, para ver que el pájaro estaba bien, pero si, con las ganas con las que picoteaba a su jinete, parecía estar perfectamente. Podrían volver a la carrera seguramente, pero no a tiempo de conseguir el primer puesto…ni el podio, la verdad, la diferencia no había sido tan grande como para que pudiera remontarla. –¿Tu no me harías eso verdad Sally? Solo picotearías a las personas malas.- Sally no contestó, concentrado en la carrera, todo un profesional. Pero ella notaba su respuesta. Por supuesto que no la picotearía. La adoraba.
Con su pequeño problema solucionado, miró a Elaine, que parecía estar esforzándose de verdad, con una cara de concentración mientras hablaba y acariciaba a Aurora. También se lo estaba tomando en serio. De hecho, se lo tomaba todo demasiado en serio. Tendría que conseguir que se relajara de alguna forma. Puede que ese libro sucio tuviera una segunda parte. Tendría que visitar algunas tiendas en Lunargenta cuando volvieran.
La carrera simplemente… se acabó, solo había cuatro personas que pudieran haber optado al podio y una había sido derribada por otra, por lo que ambas habían perdido segundos de carrera. Otra carrera ganada bajo su nombre, pero ahora Elaine también tenía una victoria. Bueno, era segunda, pero los tres primeros ganaban. Posiblemente. Tenían premio al menos, que era lo que importaba.
Alisha bajo de Sally, y lo acarició, diciéndole lo buen upelero que había sido, y le dedico una seria mirada cuando Elaine se alejó del suyo sin hacer lo mismo, provocando que girara inmediatamente sobre sus talones y felicitara también al suyo. Lo único que faltaba era que viniera alguien con su premio. No entero, suponía, puesto que los upeleros eran de Anna, pero…bueno, tenía que cobrar como jinete y entrenadora. Igualmente se llevaría una buena cantidad esperaba. Y el elfo, el elfo tenía que cobrar, había ganado también.
Y lo más importante, ellos y no Asler. ¿Le habría dicho alguien ya el pequeño… accidente doméstico que había sufrido?
En cualquier caso, la carrera empezó, y ella salió disparada con Sally. Todo parecía ir bien, Elaine estaba detrás suyo, el elfo estaba montando a Noche por algún motivo, y la jinete del upelero negro estaba con ellos. El resto de participantes eran irrelevantes, demasiado atrás. Solo tenía que esperar unos segundos, a que el somnífero hiciera efecto y se colocarían en segunda y tercera posición en el peor de los casos.
Y entonces Noche envistió a ese pobre pájaro. Un error, un desliz de las riendas, seguro, no creía que el elfo supiera montar muy b…no, acababa de hacerlo otra vez, más fuerte incluso, ese pobre upelero había sido echado del circuito, parado en seco. Estiró el cuello, para ver que el pájaro estaba bien, pero si, con las ganas con las que picoteaba a su jinete, parecía estar perfectamente. Podrían volver a la carrera seguramente, pero no a tiempo de conseguir el primer puesto…ni el podio, la verdad, la diferencia no había sido tan grande como para que pudiera remontarla. –¿Tu no me harías eso verdad Sally? Solo picotearías a las personas malas.- Sally no contestó, concentrado en la carrera, todo un profesional. Pero ella notaba su respuesta. Por supuesto que no la picotearía. La adoraba.
Con su pequeño problema solucionado, miró a Elaine, que parecía estar esforzándose de verdad, con una cara de concentración mientras hablaba y acariciaba a Aurora. También se lo estaba tomando en serio. De hecho, se lo tomaba todo demasiado en serio. Tendría que conseguir que se relajara de alguna forma. Puede que ese libro sucio tuviera una segunda parte. Tendría que visitar algunas tiendas en Lunargenta cuando volvieran.
La carrera simplemente… se acabó, solo había cuatro personas que pudieran haber optado al podio y una había sido derribada por otra, por lo que ambas habían perdido segundos de carrera. Otra carrera ganada bajo su nombre, pero ahora Elaine también tenía una victoria. Bueno, era segunda, pero los tres primeros ganaban. Posiblemente. Tenían premio al menos, que era lo que importaba.
Alisha bajo de Sally, y lo acarició, diciéndole lo buen upelero que había sido, y le dedico una seria mirada cuando Elaine se alejó del suyo sin hacer lo mismo, provocando que girara inmediatamente sobre sus talones y felicitara también al suyo. Lo único que faltaba era que viniera alguien con su premio. No entero, suponía, puesto que los upeleros eran de Anna, pero…bueno, tenía que cobrar como jinete y entrenadora. Igualmente se llevaría una buena cantidad esperaba. Y el elfo, el elfo tenía que cobrar, había ganado también.
Y lo más importante, ellos y no Asler. ¿Le habría dicho alguien ya el pequeño… accidente doméstico que había sufrido?
Alisha Lessard
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 170
Nivel de PJ : : 1
Temas similares
» Bar de Sirvientas [Trabajo]
» Numeri [Trabajo]
» Lo que nos mueve [Trabajo]
» [Trabajo] Venganza
» Mal de amores [Trabajo]
» Numeri [Trabajo]
» Lo que nos mueve [Trabajo]
» [Trabajo] Venganza
» Mal de amores [Trabajo]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 20:14 por Alward Sevna
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Hoy a las 14:54 por Tyr
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Hoy a las 12:10 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Dom Nov 10 2024, 00:41 por Sango
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Mar Nov 05 2024, 17:01 por Seraphine Valaryon
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Mar Nov 05 2024, 14:32 por Tyr
» [Zona de Culto] Oráculo de Fenrir
Mar Nov 05 2024, 03:02 por Tyr